Chiapas. Planeta Tierra- Carlos Antonio Aguirre

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    Chiapas

    Planeta Tierra

    Carlos Antonio Aguirre Rojasprohistoriaediciones

    http://Rebeliones.4shared.com

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    Rosario, 2007

    ChiapasPlaneta Tierra

    Carlos Antonio Aguirre Rojas

    prohistoriaediciones

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    Composicin y diseo: Liliana AguilarEdicin: Prohistoria EdicionesDiseo de Tapa: Hilario Enelbarro AndaIlustracin de tapa: agradecemos enormemente al fotgrafo J os Carlo Gonzlez y al Diario La Jornada, el

    permiso para utilizar la foto del primero que ilustra la portada de este libro.

    CUARTA EDICIN LATINOAMERICANAPrimera edicin: Editorial Contrahistorias, Mexico, agosto de 2006.Segunda edicin: Editorial Contrahistorias, Mxico, diciembre de 2006.Tercera edicin: Editorial Desde Abajo, Bogot, Colombia, junio de 2007.Cuarta edicin: Editorial Prohistoria, Rosario, Argentina, julio de 2007.

    TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOSHECHO EL DEPSTIO QUE MARCA LA LEY 11723

    Carlos Antonio Aguirre Rojas Tucumn 2253, (S2000JVA) ROSARIO, Argentina

    Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra, incluido su diseo tipogrfico y de portada, encualquier formato y por cualquier medio, mecnico o electrnico, sin expresa autorizacin del editor.

    Este libro se termin de imprimir en los talleres de Cromografica, Rosario, en el mes de noviembre de2007. Se tiraron 1000 ejemplares.Impreso en la Argentina

    ISBN 978-987-1304-15-8

    Aguirre Rojas, Carlos AntonioChiapas, planeta tierra. - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2007.170 p. ; 23x16 cm.

    ISBN 978-987-1304-15-8

    1. Movimientos Sociales. I. TtuloCDD 303.6

    Fecha de catalogacin: 11/09/2007

    prohistoriaediciones

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    NDICE

    A modo de Introduccin .................................................................................. 9

    CAPTULO I

    Chiapas y la revolucin mexicana de 1910-1921.Una perspectiva histrica ................................................................................ 23

    CAPTULO IIChiapas, Amrica Latina y el sistema-mundo capitalista ................................ 35

    CAPTULO IIIEl debate Marcos-Baltasar Garzn: una recontextualizacin ......................... 61

    CAPTULO IV

    Encrucijadas actuales del neozapatismo mexicano.A diez aos del 1 de enero de 1994 ................................................................ 69

    CAPTULO VLa sexta declaracin neozapatista.Una lectura en perspectiva global ................................................................... 81

    CAPTULO VIIr a contracorriente: el sentido deLa Otra Campaa ..................................... 91

    CAPTULO VIILa otra poltica deLa Otra Campaa: la muerte de la polticay el renacimiento del poder social ................................................................... 111

    CAPTULO VIIILa crisis postelectoral mexicana yLa Otra Campaa .................................... 125

    CAPTULO IXLa identidad colectiva deLa Otra Campaay las seis preguntas ................. 133

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    CAPTULO XGenerando el contrapoder, desde abajo y a la izquierda.O de cmo cambiar el mundo, revolucionando desde abajo el poder ............ 145

    APNDICE IIntervencin en la cuarta reunin de los encuentros en torno a la sextadeclaracin de la selva lacandona, 29 de agosto de 2005,

    paraje Juan Diego, San Miguel, Chiapas ........................................................ 159

    APNDICE II

    Intervencin en la Reunin nacional de intelectuales,Guadalajara, 21 de marzo de 2006 ................................................................. 165

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    A MODO DE INTRODUCCIN

    Mxico en el ao de 2007La va ms rpida hacia el 2010

    En la cada vez ms agitada y catica coyuntura que vive Mxico, pero tambinen la complicada y difcil situacin que actualmente atraviesan tanto AmricaLatina como el mundo en su conjunto, se hace necesario y hasta urgente re-

    flexionar con seriedad y de un modo genuinamente crticosobre las posibles explica-ciones de este caos generalizado y las razones profundas de esta crisis civilizatoria queahora presenciamos. Y con ello, tambin acerca de las salidas del laberinto a estacrisis y caos, que nos permitan ubicarnos serena y reflexivamente frente a los distintos

    procesos y fenmenos que ahora vivimos, emplazndonos desde la clara lgica decomenzar a construir, desde ahora mismo y en los espacios inmediatos que nos corres-

    ponden, los elementos y las premisas reales, materiales y espirituales, de un nuevo

    mundo otro, de otro mundo, radicalmente distinto al actual y todava hoy posible.En este ltimo sentido, pensamos que es importante y muy til volver a repensar

    Chiapas, es decir, girar la mirada nuevamente hacia los ricos procesos, complejos ydiversos, que han estado aconteciendo en este lugar-mundo de la geografa mexicanaen los ltimos trece aos, procesos que adems de cuestionarnos respecto a las razo-nes profundas de los evidentes ecos mundialesdel digno movimiento social indgenaneozapatista, nos emplazan a asimilar y asumir orgnicamente, las tambin riqusimaslecciones y enseanzas de este movimiento neozapatista para todo el conjunto de losmovimientos anticapitalistas de todo el planeta. Pues a tono con el nuevo papel mun-

    dial que ahora tiene la civilizacin latinoamericana, es que se despliegan y afirman,tanto en Chiapas, en Mxico, como en distintas zonas de Brasil, Argentina, Ecuador oBolivia, esos nuevos movimientos sociales antisistmicos que, en la actualidad, nosestn mostrando a todos las vas concretas y los modos especficos, no slo de la msavanzada y creativa protesta e insubordinacin social, sino tambin de la construccininmediata de los grmenes de un nuevo mundo, no capitalista, hoy todava posible.

    Pues es en las Juntas de Buen Gobierno neozapatistas, lo mismo que en losasentamientos de los Sin Tierra brasileos, en los barrios piqueteros argentinos, o enlas comunidades autnomas de Ecuador o Bolivia, en donde ahora mismo se estconstruyendo ya ese nuevo mundo posible, ese otro mundoalternativo y distinto por

    el que luchan todos los movimientos del Foro Social Mundial, y todos los movimien-tos antisistmicos y anticapitalistas del globo terrqueo. Por eso, repensar Chiapas a

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    contrapelo de los discursos dominantes, e incluso de las simplificaciones ybanalizaciones de algunos de los chiapanecolgos recientes, resulta fundamentalpara todos aquellos que nos ubicamos hoy en las filas de este cada vez ms vastomovimiento de lucha y de destruccin radical del capitalismo.

    Para ayudar entonces a repensar Chiapas a contrapelo, en esta lnea de una re-flexin a la vez crtica, pero tambin de largo aliento temporal y de vastos horizontesgenerales, hemos recurrido, naturalmente, tanto a las herramientas siempre impres-cindibles del pensamiento y de los aportes esenciales de Marx, como tambin a laslecciones de la larga duracinbraudeliana y de la historia vista enperspectiva global.Lo cual, no nos da slo los principales referentes intelectuales de este conjunto de

    ensayos, es decir a Marx, Braudel, y Wallerstein, sino tambin los elementos de lamirada particular desde la cual tratamos de comprender y hacer comprender ese signi-ficado planetario del movimiento indgena neozapatista hoy ampliado a la escala detodas las clases subalternas mexicanas, con la digna iniciativa deLa Otra Campaa,as como sus principales lecciones de orden antisistmico y anticapitalista globales.

    En esta lgica, el libro que el lector tiene ahora entre sus manos, es un conjuntode ensayos que fueron escritos entre 1995 y 2007, y que constituyen sucesivas aproxi-maciones a estos problemas centrales que acabamos de mencionar. Estos textos hansido ya publicados anteriormente, en espaol, ingls o alemn, en revistas de Mxico,Argentina, Alemania, Espaa o Brasil, y en libros de Cuba, Mxico, Argentina o Espa-a, razn por la cual no hemos considerado pertinente hacerles ninguna modificacin.Aparecen en este libro, tal y como fueron originalmente publicados, y cada uno con sufecha de redaccin correspondiente. Sin embargo, todos ellos aportan diferentes pis-tas para hacer posible ese acceso a dicha nueva mirada, que nos permita repensarChiapas a contrapelo, desde una triple perspectiva crtica, global y de larga dura-cin. Es al lector a quien corresponde juzgar sobre el xito de este particular empeoque nosotros hemos intentado.

    Y como el sentido general de este proceso de repensar Chiapas, no es otro que elde comprender nuestro ms actual presente, quiz resulta til, para introducir la lectu-

    ra de este conjunto de ensayos, el comenzar reflexionando, tambin crticamente, acercade la situacin ms reciente que hoy vive Mxico, de las secuelas cercanas de una

    profunda crisis poltica postelectoral, y del arranque de un gobierno fanticamente dederecha y neoliberal, que no solo se ha impuesto a contrapelo totalmente de la inmen-sa mayora de la opinin pblica mexicana, sino tambin desde una clara ostentacindel uso abierto del ejrcito y de la polica, presagiando para el futuro inmediato deMxico una situacin explosiva y complicada. Lo que, sin embargo y felizmente, secompensa con el desarrollo tambin creciente y cada vez ms slido de esa fundamen-tal iniciativa que es la deLa Otra Campaa.

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    Del fraude electoral a la imposicin ilegtima

    ...la gente ya est harta, ya est harta y nocree en ningn partido poltico, en ninguno,ni cree en la va electoral. Se est levantandoall abajo, se est preparando un granestalli-do social, grande, como ni en la RevolucinMexicana ni en la Guerra de Independen-cia....

    Subcomandante Insurgente Marcos

    Reunin con el Magisterio y otros sectoresde Tlaxcala, 20 de febrero de 2006

    El gobierno de Felipe Caldern, que ha entrado en funciones en Mxico a partir del 1de diciembre de 2006, constituye, sin duda alguna, el gobierno ms ilegtimo queMxico ha conocido dentro de toda la larga serie de gobiernos que conforman su vidacomo nacin formalmente independiente, desde 1821 y hasta hoy. Porque al habernacido de un escandaloso fraude electoral, y de una verdadera eleccin de Estado,llevada a cabo por el gobierno de Vicente Fox, y al haberse impuesto a contrapelo deuna vasta y generalizada oposicin de la inmensa mayora de la opinin pblica mexi-

    cana, este gobierno de Caldern no cuenta con ningn apoyo social importante dentrode las clases populares mexicanas. Con lo cual, las nicas bases de apoyo de estegobierno calderonista son, exclusivamente, un limitado sector de las clases dominan-tes mexicanas, y los instrumentos de represin del propio Estado, que son el ejrcito yla polica de Mxico, junto tambin a un pequeo sector muy conservador de las elitesdominantes de los Estados Unidos de Norteamrica.

    As, este gobierno de Felipe Caldern no slo ha eliminado totalmente, las ya depor s erosionadas y frgiles bases de un cierto consenso social antes todava vigente,sino que tambin ha polarizado hasta el extremo, la ya de por s desgarrada situacin

    poltica nacional, llevndola a un punto de un evidente equilibrio totalmente inesta-ble, que puede quebrarse y que se quebrar sin duda, en cualquier momento.Por eso, y tratando de hacer marchar a Mxico, en un sentido contrario al que

    ahora se mueve toda Amrica Latina con la excepcin, tambin absurda, de Colom-bia y de algunos pases de Centroamrica, el gobierno de Felipe Caldern continareivindicando, como lo hizo recientemente en el Foro Econmico Mundial de la ciu-dad de Davos, las ms retrgradas polticas de un neoliberalismo econmico salvaje,

    junto a las ms frreas y autoritarias polticas de represin de toda forma de disidenciasocial posible, y de todos los movimientos sociales de oposicin.1

    1 Sobre esta ridcula defensa del neoliberalismo salvaje, una poltica que ahora es cuestionada y puesta enduda hasta por los altos directivos del Fondo Monetario Internacional, y que gener un debate entreFelipe Caldern y el hoy tibio y socialdemcrata presidente de Brasil, Luis Inazio Lula da Silva, cfr.

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    Pues es ste el hilo conductor que explica el conjunto de medidas diversas que,en estos dos meses de existencia, ha ido tomando este inestable gobierno de FelipeCaldern. Medidas econmicas, sociales, polticas y culturales, que adems de presa-giar el difcil futuro inmediato que le espera a la vasta mayora de las clases y sectoressubalternos mexicanos, han hecho ya de Caldern, en este breve lapso de arranque desu gobierno, no slo el presidente ms ilegtimo de toda la historia del Mxico inde-

    pendiente, sino tambin uno de los ms impopulares dentro de estos dos siglos men-cionados.

    Ya que en contra de todas sus promesas de campaa, Caldern arranca su go-bierno subiendo el precio de la tortilla en un 40%, es decir elevando desmesurada-

    mente el costo del principal alimento de amplios sectores de las clases popularesmexicanas. Y ello, junto a un aumento de los salarios mnimos de menos de 4%, ytambin junto a otros aumentos, igualmente importantes, en los precios del huevo, laleche, el gas, la gasolina y la energa elctrica. Es decir, con una verdadera ofensivaeconmica neoliberal en contra de las ya de por s deterioradas bases de la economa

    popular.Al mismo tiempo, y previendo la lgica respuesta que habrn de desatar estas

    absurdas y agresivas medidas econmicas neoliberales, Caldern ha implementadotoda una serie de operativos militares del ejrcito mexicano, a todo lo largo y ancho

    del territorio nacional, que bajo la falsa versin oficial de ser contra el narcotrfico yel crimen en general, en realidad constituyen ejercicios de adiestramiento y de reco-nocimiento de las condiciones reales del terreno, en las que ese ejrcito y esa policahabrn de enfrentar, muy pronto, a los diferentes movimientos sociales de todo el pasy a las diversas formas de protesta callejera y pblica que ya estn generando, y queseguirn provocando, esas impopulares polticas econmicas neoliberales recin men-cionadas.2

    Preparando entonces, las muy prximas batallas callejeras que estas fuerzasmilitares y policacas habrn de librar en contra de la protesta social de los subalter-nos, Caldern no slo ha prometido aumentarles de modo importante a esas fuerzas

    represivas sus salarios, sino que tambin se ha declarado un presidente cercano a lasfuerzas armadas, reunindose hasta hoy pblicamente con los militares, ms que concualquier otro sector de la sociedad mexicana. Junto a esto, Caldern se ha negado a

    Caldern sufre acometida de Lula en Davos, en La Jornada, 27 de enero de 2007, p. 1. Sobre lapoltica de represin abierta de toda disidencia social, vase tambin No toleraremos desafos al Esta-do, advierte Caldern, enLa Jornada, 20 de enero de 2007, p. 3. Sobre el movimiento ms de fondo deAmrica Latina, desde dictaduras militares o gobiernos de derecha y autoritarios hacia gobiernos hoytibiamente de izquierda y maana, esperamos, de verdadero autogobierno de las clases populares, cfr.AGUIRRE ROJAS, Carlos AntonioAmrica Latina en la encrucijada, Prohistoria Ediciones, Rosario,

    2006.2 Son los propios militares los que declaran abiertamente que esos operativos y todo el Plan de SeguridadNacional actual tienen tambin como objetivo ubicar, y luego combatir, a esos movimientos socialesde protesta. Sobre este punto cfr. La Jornada, 27 de enero de 2007, p. 5.

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    resolver los casos escandalosamente injustos y oprobiosamente violatorios de los de-rechos humanos, tanto de los presos de Atenco, como de los presos de Oaxaca, ubi-cando como su Secretario de Gobernacin a un personaje de negra fama como represor,y precisamente como violador de esos mismos derechos humanos, a Francisco RamrezAcua.

    Congruente con todo esto, Caldern ha aceptado pactar con los peores persona-jes polticos de la escena mexicana actual, manteniendo en el gobierno de Oaxaca, encontra de la voluntad abrumadoramente mayoritaria del pueblo oaxaqueo, a UlisesRuiz. Y en Puebla, al llamado gober precioso Manuel Marn, ambos, gobernadorestotalmente desacreditados y deslegitimados, y ambos miembros del decadente Partido

    Revolucionario Institucional. Mostrando entonces una nula capacidad de operacinpoltica, el gobierno calderonista se limita a vivir de la inercia, beneficindose para sudesempeo cotidiano del carcter acomodaticio y tambin indolente de toda la corruptay decadente clase poltica mexicana, sumida hoy en el descrdito absoluto, y caracte-rizada por una absoluta falta de principios de todo orden.

    Finalmente, Caldern ha recortado los presupuestos de la educacin, de las uni-versidades, de la ciencia y la tecnologa, y de todo el sector cultural, reiterando unavez ms cmo, para los gobiernos de derecha como el suyo, la cultura es una suerte delujo prescindible, cuya existencia no tiene sentido, salvo en los limitados casos en

    que produzca ganancias inmediatas y tangibles. Lo que, una vez ms, y al igual quecon el gobierno de Vicente Fox, se ha manifestado en el hecho de que todos los fun-cionarios pblicos de este sector cultural, sin excepcin, son personajes de muy bajonivel y de dbil perfil intelectual, cientfico, literario, artstico, educativo o cultural engeneral.

    Sin embargo, si todas estas polticas se presentan como las polticas que, usual-mente, han implementado e implementan los gobiernos de derecha en todo el mundo,el caso de Mxico actual se matiza en cambio, por el hecho de que este impopular eilegtimo gobierno derechista que recin comienza, lo hace en un contexto especficoque, ms all de la crisis terminal del capitalismo en la que ahora vive todo el planeta,

    se asemeja notablemente y en mltiples sentidos, a la situacin que Mxico vivi envsperas de la Revolucin de Independencia de 1810, y tambin y en segundo trmino,a las condiciones que precedieron al gran estallido de la Revolucin Mexicana de 1910.

    Contexto particular que, enraizado claramente en las estructuras de larga dura-cin de la historia profunda de Mxico, nos remite a esa compleja dialctica de regu-laridades y de singularidades que constituyen la complicada trama de toda historianacional posible.

    Mxico: 1810, 1910... 2010?Si la historia no se repite nunca, si es falsa la repetida frase de que no hay nada nuevo

    bajo el sol, eso no quiere decir que la historia sea slo novedad absoluta, que no

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    existan ciclos, regularidades, permanencias y elementos que se reiteran, una y otravez, dentro del complejo tejido de la historia humana. Porque la historia es, justamen-te, la rica combinacin y dialctica entre esos elementos reiterados que reaparecentenazmente en distintas circunstancias y coyunturas histricas, y aquellos otros queson realmente nicos, singulares e irrepetibles.

    Y en esta lgica, llaman poderosamente la atencin varias similitudes que laactual situacin mexicana presenta, con las vsperas de 1810 y 1910.3Pues es claroque Mxico vivi, a causa de las Reformas Borbnicas, y cien aos despus de las

    polticas porfiristas, procesos de modernizacin econmica brutales, que no sloreconfiguraron sustantivamente la estructura econmica imperante, sino que tambin

    implicaron modificaciones importantes de la estructura de clases entonces vigente. Ycon ello, la formacin y el reacomodo de nuevos y de viejos actores polticos, junto aldesarrollo de transformaciones culturales tambin muy relevantes.

    As, las polticas neoliberales que desde 1982 padece Mxico, han sido nuestrasnuevas Reformas Borbnicas o nuestro nuevo Porfiriato, al desencadenar similarescambios econmicos rpidos y profundos, que han rehecho en gran medida la pirmi-de social, expresndose tambin en cambios polticos y culturales claramente signifi-cativos. Por eso hoy, igual que en 1810 y 1910, hay sectores econmicos importantesde las clases dominantes que no estn nada contentos con el gobierno y el Estado

    actual, junto a sectores y clases sociales que no ven reflejados sus intereses ni susdemandas en ese mismo Estado y gobierno, y que por lo tanto quieren hacer valer supresencia y su fuerza social, poltica y cultural, de un modo mucho ms claro y con-tundente.

    Y si en 1810 la cerrazn de la corona espaola, y en 1910 la anquilosada ytambin excluyente estructura del poder porfirista, se negaron a asumir y dar curso aesos vastos reclamos econmicos, sociales, polticos y culturales, provocando sendasrevoluciones, ahora, en 2007, la cerrazn y autismo del gobierno de Caldern, que yahemos descrito, ante los reclamos tanto populares como incluso de sectores de lasclases medias y de ciertas fracciones de las clases dominantes, nos recuerdan muy de

    cerca esa bien sabida trama, con el tambin consabido resultado del muy posible 2010histrico.

    Pues tambin es claro que hoy, y desde hace ms de dos dcadas, se repite igual-mente otro de los procesos que precedieron claramente tanto a 1910 como a 1810: elde una clara ofensiva generalizada, masiva, y anormal en trminos de la evolucinhistrica previa, tanto de las clases dominantes como del Estado vigente, en contra delos intereses, los bienes, y las propiedades, pero tambin de la limitada autonoma y

    3 Una sugerente comparacin entre las revoluciones mexicanas de 1810 y 1910 puede verse en KATZ,Friedrich Las rebeliones rurales en Mxico a partir de 1810, en Nuevos ensayos mexicanos, Era,Mxico, 2006, pp. 29-77.

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    Y del mismo modo que en 1810, y en 1910, estas intensas y anormales ofensivassostenidas por lustros en contra de las clases populares, abonaron los grandes estalli-dos sociales de comienzos de los siglos XIX y XX, as tambin la agresiva ofensivaneoliberal que hemos padecido ya desde 1982, parece encaminarnos directamentehacia un escenario que reeditar, por tercera vez, la abierta y masiva irrupcin revolu-cionaria del descontento popular.

    Y si este doble proceso profundo, de una completa reestructuracin global de lasociedad mexicana, y de una sostenida ofensiva en contra de las clases populares, fueel teln de fondo de esas vsperas de 1810 y 1910, y vuelve a serlo de esta antesala de2010, todo esto se complementa con otros procesos econmicos, sociales y polticos

    que, del mismo modo, asombran por las reminiscencias que evocan de las etapas in-mediatamente anteriores a los movimientos de la Independencia y de la Revolucinmexicanas.

    Pues como a finales del siglo XVIII y a finales del siglo XIX, tambin hoy vivi-mos una crisis econmica general de grandes dimensiones, que lo mismo se expresacomo aguda crisis agrcola, que como crisis de las ramas ms dinmicas de nuestraeconoma antier como crisis de la minera, ayer de la minera y de la incipiente in-dustrial textil, y hoy como crisis de los sectores de punta de nuestra industria manu-facturera, pero tambin y de modo agudo, como una clara y sensible baja del salario

    real. Crisis entonces global de la entera esfera econmica, que si en vsperas de 1810se expres, entre muchas otras formas, como un cierto incremento de la migracininterna dentro de la zona central de Mxico, y antes de 1910 como una fuerte migra-cin desde el centro hacia el norte del propio Mxico, hoy en cambio se manifiestacomo una verdadera migracin masiva de mexicanos hacia los Estados Unidos de

    Norteamrica.Migracin masiva que alcanza la enorme cifra de medio milln de mexicanos

    emigrados al ao, y que habiendo sido una clara vlvula de escape de las crecientestensiones sociales y de esa brutal baja del salario real, parecera ya estar llegando a un

    posible punto de saturacin respecto de las propias necesidades del funcionamiento

    de la economa norteamericana. Y del mismo modo en que la crisis de la minera y laeconoma norteamericana de 1907, fue un elemento ms en la suma de factoresdesencadenantes de 1910, as la posible crisis de la economa norteamericana y lacrisis de ese flujo migratorio mexicano hacia Estados Unidos, podr muy posiblemen-te agregarse a los factores desencadenantes del muy cercano y posible ao de 2010histrico.

    Adems, y para continuar con la lista de estos evidentes paralelismos histricos,es sabido que otra de las muy claras y extremas manifestaciones de esas crisis econ-micas previas a 1810 y 1910, fue la del alza desmedida de los precios del maz, entre

    1808 y 1811 en los tiempos de la Colonia, y desde 1907 y hasta 1911 durante elPorfiriato. Lo que, a la luz del reciente incremento de 40% al precio de la tortilla anahora, elemento central de la alimentacin popular mexicana, no hace ms que acre-

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    centar nuestra certidumbre de que avanzamos, rpidamente, hacia ese ao histricode 2010.

    Otro elemento importante, que reaparece al final de la Colonia, en las postrime-ras del Porfiriato, y ahora, es el de una clara fractura profunda de las propias clasesdominantes, las que a partir de los rpidos cambios econmicos y sociales provoca-dos, respectivamente por las Reformas Borbnicas, por el Porfiriato, y por elneoliberalismo salvaje, terminan por dividirse profundamente, dificultando la repro-duccin general de las condiciones de su dominio y de su hegemona global. Y siantier se separaron los espaoles fieles a la corona, frente a los criollos independentistas,y ayer los hacendados conservadores y la burguesa comercial fieles al gobierno de

    Porfirio Daz, frente a los hacendados ms capitalistas y avanzados del norte,6hoy seconfrontan claramente, los sectores de la burguesa entreguista y trasnacional, contrael sector de la burguesa nacional que vive y prospera a partir del desarrollo del mer-cado interno nacional.

    Y si esta clara divisin de la clase dominante, nos demuestra que los de arribaya no pueden gobernar al modo antiguo, y que urgen cambios sociales radicales degran envergadura, las experiencias de 1810 y 1910 tambin nos aleccionan respectode lo tibios, vacilantes y poco confiables que son siempre esos sectores de oposi-cin de las propias clases dominantes, lo que nos confirma en la necesidad de mirar,

    para esos cambios sociales radicales, no hacia arriba, sino ms bien hacia abajo y a laizquierda.Naturalmente, junto a la crisis econmica y la inestabilidad social, viene la crisis

    de legitimidad del gobierno y de los gobernantes, pero tambin del Estado e inclusode la clase poltica en su conjunto. Porque luego de varios lustros de la ya mencionadaofensiva general en contra de los sectores subalternos, y en el contexto de una tambinreiterada crisis econmica y social generales, las clases populares y los grupos subal-ternos dejan de creer en los de arriba. Y cuando los de arriba ya no pueden y los deabajo ya no quieren vivir al modo antiguo, el claro resultado es una revolucin social.Por eso, en vsperas de 1810, el poder del gobierno novohispano se debilita enorme-

    mente, recibiendo el golpe de gracia con la invasin napolenica a Espaa, lo quedeja sin sustento alguno al Virrey y a su gobierno, y prepara el estallido de 1810.

    E igual sucede con el gobierno porfirista, que se debilita a pasos acelerados, yque despus de la entrevista Daz-Creelman, culmina este desgaste completo de sus yaescasas bases de legitimidad social, abriendo la puerta a la abierta impugnacinmaderista, y ms adelante al estallido de 1910. Lo que, en el escenario mexicanoactual, se reproduce otra vez de forma casi idntica, pues a la sostenida erosin delconsenso de los tres ltimos gobiernos pristas, acelerada grandemente por el gobier-

    6 Sobre esta clara divisin de la clase dominante en el proceso de la Revolucin mexicana, cfr. AGUIRREROJAS, Carlos Antonio Mercado interno, guerra y revolucin en Mxico. 1870-1920, en RevistaMexicana de Sociologa, nm. 2, 1990.

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    no de Vicente Fox, viene a culminarla el escandalossimo fraude electoral del 2 dejulio de 2006, y luego la ridcula imposicin, llevada a cabo a sangre y fuego, delgobierno de Felipe Caldern, lo que nos conduce directamente y sin ms mediacioneshacia el posible 2010 histrico.

    Y si de modo para nada paradjico, esa clara debilidad del gobierno y del Esta-do, se manifest como un recrudecimiento de su autoritarismo y de su carcter repre-sivo, a finales de la Colonia, en vsperas de la Revolucin Mexicana, y ahora mismoen el Mxico de 2007, eso slo confirma la ya sabida tesis de que cuando el elementodel consenso disminuye o hasta tiende a desaparecer, la nica alternativa de los pode-rosos para mantener su poder, es recurrir al otro elemento del Estado, es decir a las

    fuerzas del orden, de la represin, y de la cruda y brutal imposicin del dominio. Loque precisamente, y de modo ms que evidente, est haciendo ahora el gobierno deFelipe Caldern.

    Por todo esto, y como un ltimo elemento de similitud entre las circunstanciashistricas de Mxico, antes de 1810, de 1910 y de 2010, es obvio que, como respuestaa la ofensiva intensa del Estado y de la clase dominante en contra de las clases oprimi-das y explotadas, y en ese contexto de mltiples crisis econmicas, de la hegemona,de la dominacin y de la legitimidad, hayan prosperado y estn prosperando, en lostres casos citados, fuertes y subterrneos movimientos de todos los grupos y clases

    subalternos, que no queran ya un simple ajuste del gobierno existente, ni la sola repa-racin de un agravio o injusticia locales o sectoriales de cualquier tipo, sino que pre-paraban y clamaban por una verdadera y profunda revolucin social.

    Porque aunque el termmetro de la economa moral de la multitud,7empez asubir rpidamente en las vsperas de 1810 y 1910, igual que como se eleva acelerada-mente ahora, eso no fue perceptible entonces para las clases dominantes en turno, ni

    para algunos sectores de la sociedad mexicana, ms que en el momento en que dichotermmetro alcanz el punto de ebullicin, y los Ya Basta! de todos los humillados,ofendidos, explotados, oprimidos y discriminados, arrancaron el movimiento de Inde-

    pendencia en 1810, degollando gachupines por doquier y asaltando las tiendas y las

    haciendas de la poca, o cien aos despus, iniciaron la Revolucin Mexicana, ajus-tando las cuentas con los catrines, y recuperando las tierras que les haban sidoinjustamente expropiadas en los aos recientes.

    En esta misma lgica, y ahora mismo, y en contra de las visiones falsamentetranquilizadoras que intentan difundir e imponer los grandes medios de comunicacinen Mxico, el termmetro del descontento popular se est moviendo rpidamente

    7 Sobre este concepto, que en nuestra opinin y tal vez contra el propio Thompson sigue teniendo unaenorme vigencia y utilidad actuales, cfr. THOMPSON, Edward P. La economa moral de la multitud en

    la Inglaterra del siglo XVIII y La economa moral revisada, en Costumbres en comn, Crtica, Barce-lona, 1995. Para una explicacin de los contenidos principales y de las implicaciones de este importanteconcepto, cfr. AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio Antimanual del mal historiador, Prohistoria Edicio-nes, Rosario, 2000.

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    hacia arriba, pasando del agravio personal u ocasional a la insatisfaccin colectiva ypermanente, y madurando a esta ltima, desde la simple denuncia de la injusticia o elincipiente reclamo de una demanda especfica, hasta la comprensin de que la fuentede todos esos agravios, injusticias, despojos e inequidades es el propio sistema capi-talista en su conjunto. Y de que no hay ya salida o solucin posible a toda esta multi-

    plicidad de expresiones de la opresin, la discriminacin y la explotacin, que elcambio radical y total de todo el sistema social. Algo que ejemplifican claramente,tanto la lucha del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, como tambinel vasto movimiento popular de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.

    Y de la misma forma en que, antes de 1810, creci el clamor independentista

    entre los criollos y entre los sectores populares, y en que antes de 1910, proliferabanlos Crculos Liberales y las distintas clulas magonistas del Partido Liberal Mexicano,as crece ahora, da con da, el digno e importante movimiento deLa Otra Campaa.8

    2010... como 1917 o como 1994?Como hemos dicho antes, la historia es la compleja dialctica de repeticiones y desingularidades. Y si, a la luz de lo anterior, parece no haber duda de que en Mxico se

    prepara un gran estallido social, mucho ms grande que los de 1810 y 1910, la granpregunta entonces es si ese estallido repetir tambin, despus de su irrupcin, losperiplos que Mxico vivi entre 1810 y 1821, y luego entre 1910 y 1920. Y la res-puesta ms probable es que no.

    Porque, ms all de toda la serie de similitudes ya referidas, subsiste una dife-rencia esencial entre la situacin que hoy vive Mxico, y las situaciones finales de laColonia y del Porfiriato. Y esa diferencia alude al hecho de que, desde 1968-1973, elsistema capitalista mundial ha entrado, como lo ha explicado amplia y reiteradamenteImmanuel Wallerstein, en la etapa de su crisis terminal y definitiva. Es decir, que estasvsperas del 2010 histrico mexicano, son slo una parte del evidente caos sistmicoen el que ha entrado la reproduccin del capitalismo mundial, desde hace apenas tres

    dcadas.9

    Lo que entonces, no slo explica la profunda y radical mutacin que han vividotodos los movimientos antisistmicos del planeta, despus de esa fecha simblica yemblemtica de 1968, sino tambin el cambio igualmente profundo de las posibilida-des de triunfo que tiene, ahora, todo proyecto de transformacin social radical posi-

    ble. Porque lo mismo la Revolucin de Independencia de 1810 que la Revolucin

    8 SobreLa Otra Campaa, cfr. Contrahistorias, nm. 6, Mxico, 2006, en particular mis trabajos Ir acontracorriente: el sentido de La Otra Campaa y La otra poltica de La Otra Campaa.

    9

    Sobre esta crisis terminal del capitalismo, cfr. WALLERSTEIN, Immanuel Despus del liberalismo,Siglo XXI, Mxico, 1996 yLa crisis estructural del capitalismo, Contrahistorias, Mxico, 2005. Vasetambin AGUIRRE ROJAS, Carlos AntonioPara comprender el mundo actual, Prohistoria Ediciones,Rosario, 2006.

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    Mexicana de 1910, igual que la Revolucin Rusa de 1917 o la Revolucin China de1949, todas ellas se estrellaron, de diversas formas, con la entonces todava enormefuerza de la dinmica de reproduccin global del capitalismo, el que luego de todoslos procesos revolucionarios mencionados y de muchsimos otros similares, logrsiempre reconstruirse y reconfigurarse, marginando a los sectores populares ms radi-cales y a sus respectivos proyectos, y reinstaurando, ms tarde o ms temprano, nue-vas formas de las mismas relaciones sociales capitalistas y burguesas, de explotacin,despotismo, humillacin, despojo y discriminacin.

    En cambio ahora, el sistema capitalista se encuentra, en escala planetaria, en unaclara situacin de bifurcacin histrica, o de transicin histrica sistmica, que com-

    bina la etapa final del capitalismo, con el surgimiento de diversos embriones y grme-nes que prefiguran, aqu y ahora, el nuevo sistema histrico que est por llegar. Lo queincrementa enormemente las posibilidades de impacto mundial y de triunfo global delos distintos proyectos genuinamente revolucionarios. Por eso, lo ms probable es queel 2010 histrico mexicano, no repita, despus de su ya muy prxima irrupcin, lamisma historia de las dcadas que sucedieron, primero a 1810 y despus a 1910.

    Lo que ya se hace claro desde ahora mismo. Pues a diferencia de las vsperas de1810 y 1910, existe hoy en Mxico una alternativa social inteligente, que ha asumidomuy concientemente las lecciones de la historia mexicana posterior a 1810 y a 1910,

    y que pretende darle un cauce y un destino diferente al muy cercano e inminenteestallido social que se avecina en nuestro pas. Esa alternativa esLa Otra Campaa,la que hoy mismo pugna por darle a ese inevitable estallido social que muy prontoviviremos, un cauce pacfico, racional y dirigido conscientemente hacia esa supresintotal del sistema capitalista, y hacia la edificacin de un mundo nuevo, muy otro, porel que ahora claman millones y millones de seres humanos, en todo Mxico y tambinen todo el planeta.

    Cauce pacfico que pretende ahorrarnos el importante costo en vidas humanasque implicaron nuestra Independencia y nuestra Revolucin del siglo XX. Y adems,es un cauce racionalmente dirigido en trminos anticapitalistas, y en aras de un mundo

    nuevo, que tambin pretende atajar el desarrollo catico y bastante azaroso que pade-ci Mxico, despus de 1810 y despus de 1910, respectivamente.

    Pues como nos lo han mostrado ya muy recientemente las clases y los sectoressubalternos de Argentina, de Ecuador y de Bolivia, es totalmente posible derrocar aun gobierno impopular e ilegtimo, por vas completamente pacficas y con mtodosde accin no violentos, evitando al mximo el derramamiento de sangre y la prdidade vidas humanas. Basta para ello el haber consolidado un vasto movimiento social

    popular, que agrupe a todas las clases y sectores subalternos de la nacin, y que demanera firme y unida se plante con sus demandas y exigencias frente a los poderes y

    las clases hoy dominantes. Aunque, y es el paso que le ha faltado a esos pueblossudamericanos mencionados, ese derrocamiento hubiese debido haber sido continua-do con la instauracin de un nuevo gobierno que mande obedeciendo, y con una

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    redistribucin total de la riqueza, en donde ya no existen ricos, y cada quien vive slode su propio trabajo, y en donde la tierra sea de las comunidades que la trabajan, ytodos los miembros de la sociedad estn otra vez todos parejitos. Es decir, lo que

    precisamente persigue y propone, para Mxico y luego para todo el planeta, la dignainiciativa del movimiento deLa Otra Campaa.

    Caminamos entonces, rpidamente y sin posibilidad de vuelta atrs, hacia el2010 histrico mexicano. Pero ahora, y a diferencia de hace cien y tambin de hacedoscientos aos, con la posibilidad de un desenlace mucho ms feliz y promisorio.

    2010 histrico que, cabe recordar, y como saben bien todos los historiadorescrticos, no necesariamente coincidir con el ao de 2010 cronolgico. Porque el sim-

    blico ao de 1968, por ejemplo, se dio en China en 1966, y en Italia y Argentina en1969, es decir en aos cronolgicos diversos, que sin embargo, conocen y alberganlos mismos o muy similares procesos que el 68 mexicano, francs o estadouniden-se. As que ese 2010 histrico, bien podra comenzar en 2007 o 2008, o retrasarsehasta el 2011 o 2012.

    Viendo entonces serenamente las cosas, quien apueste a que Felipe Caldern noterminar su mandato, tiene muy altas probabilidades de ganar. Pero quien apueste aque el 2010 histrico no repetir el resultado de 1810 y de 1910, sino que abrir paraMxico la mltiple y cada vez ms ubicua gestacin de un mundo nuevo, no capitalis-

    ta y muy otro, un mundo justo, igualitario, democrtico, incluyente y radicalmentelibre, tiene, adems de grandes probabilidades de acertar, tambin una enorme y pro-funda responsabilidad social. Pues si apostamos por ese futuro no capitalista, paraMxico y para todo el mundo, y creemos en l, es sin duda porque nos compromete-mos a participar, activa e inteligentemente, en el proceso de su propia construccin.

    Ciudad de Mxico, martes 13 de febrero de 2007

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    CAPTULO I

    Chiapas y la revolucin mexicana de 1910-1921Una perspectiva histrica

    En la actualidad, Mxico es fundamen-talmente una tierra india, orgullosa deserlo...

    Fernand Braudel,Le Monde Actuel, 1963

    L a urgencia y vigencia actuales de las demandas que, para todo Mxico, paraAmrica Latina e incluso para el mundo, plantean tanto la presente situacinchiapaneca, como sobre todo el importante movimiento neozapatista que allse ha desarrollado, parecen hacerse cada vez ms evidentes para todo el conjunto delos grupos, sectores y clases sociales que habitan el tejido social de nuestra cada vez

    ms golpeada realidad mexicana, lo mismo que para el vasto sector del amplio movi-miento de solidaridad internacional que sigue con atencin el devenir y las peripeciasde este nuevo movimiento social de hondas races indgenas. Porque luego de casisiete aos de existencia pblica de este movimiento social de nuevo tipo, parece irseimponiendo cada vez ms el reconocimiento claro de que, tanto en sus demandascomo en sus formas de organizacin, lo mismo que en su estrategia hacia la sociedadcivil y en sus concepciones generales, este movimiento de los nuevos zapatistas con-temporneos, prefigura ya la naturaleza y el carcter que habrn de tener todos losnuevos movimientos antisistmicos que habrn de desplegarse en el siglo XXI cronol-gicoque est por comenzar.

    Y as, acosado por un gobierno que noha cumplido ni siquiera los propios acuer-dos que intent negociar con este movimiento, pero rodeado a la vez de una verdaderasimpata popular creciente y solidamente arraigada tanto en Mxico como en el ex-tranjero, este movimiento neozapatista de los indgenas chiapanecos ha continuadoresistiendo e inventando todo el tiempo nuevas respuestas y salidas frente a ese acoso,manejando lo mismo el silencio que la palabra, y las experiencias y lecciones naciona-les igual que las mundiales, en un claro proceso de bsqueda y de definicin de lanueva agenda a enfrentar, en las recientes condiciones de propagacin de la crisiseconmica mundial y de la actual reordenacin del capitalismo en su fase terminal.

    Mantenindose entonces comopolo fundamentalde referencia de todo el vastoconjunto de movimientos que, en Mxico, en Amrica Latina y en el mundo, resisteny se enfrentan al neoliberalismo y al capitalismo en sus mltiples expresiones, y cons-

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    tituyndose tambin como la verdadera encrucijadaen la que habrn de decidirse, enel inmediato futuro, los destinos de lo que ser como sociedad y como nacin Mxico,durante las prximas dcadas por venir, el movimiento del sureo estado de Chiapascontinua concentrando la atencin y el trabajo de muchos analistas sociales, preocu-

    pados por diagnosticar y por explicar la actual situacin nacional y mundial por la queahora atravesamos. Y quiz sea esta la razn que explique la considerable multiplica-cin de ensayos, artculos, reseas, libros y discursos que, da a da, le son consagra-dos al tema todava candentede este levantamiento y de este legtimo reclamo ind-gena chiapaneco.

    Sin embargo, y dado que una gran cantidad de esos anlisis y exmenes se han

    ido generado a tono con la rapidez de los cambios que est suscitando esta subleva-cin popular, y puesto que en su legtimo afn de intentar capturar y seguir con todafidelidad esta marcha nerviosa de los acontecimientos esas interpretaciones se hanconfigurado al calor mismo de esos acontecimientos, entonces muchas de esas expli-caciones han carecido de la incorporacin de perspectivas temporales e histricasms vastas para la construccin de esos mismos esfuerzos explicativos, quedndosemuchas veces sin quererlo, slo dentro de la deteccin e identificacin de los proce-sos y de las causas ms inmediatas del conflicto.

    Algo que es por lo dems frecuente, cuando los cientficos sociales se aventuran

    en el estudio de las realidades y de los problemas correspondientes a este complejouniverso de la historia ms inmediata. Como suele suceder, esta inmersin total den-tro del acontecer cotidiano, para intentar captar los elementos fundamentales de sudiagnstico, no esta exenta nunca de este riesgo recurrente: el precio pagado por mu-chos de los analistas de lo social, a cambio de esa cercana y fidelidad, de esa voca-cin pertinente de seguir el pulso da a da de los eventos y sucesos ms importantes,es el de olvidar, perder de vista o terminar ignorando, an de buena fe, la densidadhistrica profundade los hechos que transcurren frente a sus ojos. Con lo cual, lo quese pierde tambin es la importante posibilidad de resituar dichos acontecimientos dentrode una visin ms amplia y de ms largos alcances temporales, en una perspectiva

    ms atenta a las lecciones principales de la historia.Mientras tanto, la legtima interpelacin que los indgenas chiapanecos han lan-

    zado a todo el pas, y al conjunto de los movimientos anticapitalistas de todo el plane-ta, mantiene toda su fuerza y su vigencia. Y no slo por el hecho de que dicha interpe-lacin contina esperando una respuesta cabal, social y prctica, por parte de noso-tros, sus interlocutores, sino tambin porque en sus reclamos ms esenciales esta in-terpelacin se autoproclama como una lucha con objetivos que trascienden ms allde lo inmediato, afirmndose como reclamos profundos y de largo alcance, que parasu verdadera solucin, remiten precisamente a esos registros y a esas temporalidades

    ms amplias y mltiples de la historia. Porque como lo han repetido muchas vecesellos mismos, los neozapatistas no se han levantado el 1 de enero de 1994 slo paracuestionar las condiciones de su ms inmediato presente, ni tampoco solo para recla-

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    mar algn derecho o algn objetivo exclusivamente indgena, sino ms bien para pe-lear por un mundo en el que quepan todos los mundos posibles y que es reivindica-do por un movimiento que es el fruto directo de 500 aos de luchas.

    Inscribiendo entonces tanto los orgenes y la naturaleza de su movimiento, comosus objetivos y visiones de la lucha actual, dentro de una clara perspectiva temporalde larga duracin, los mismos indgenas rebeldes del sureste mexicano abren un ho-rizonte especfico de explicacin de su problemtica, que en la gran mayora de loscasos ha pasado inadvertido o ha sido insuficientemente considerado por los comen-taristas y los estudiosos de la actual situacin chiapaneca. Sugerir entonces algunas

    posibles explicaciones nuevas del fenmeno del movimiento rebelde chiapaneco, que

    partan de la clara asuncin de esta imprescindible densidad histricaque le subyace,es el objetivo de las breves reflexiones que siguen.

    * * *

    Entonces, y slo para ilustrar el hecho de que la actual situacin de Chiapas en Mxi-co, y el actual movimiento indgena neozapatista, nopueden comprenderse cabalmen-te, sin recurrir a estas visiones histricas atentas a los diferentes rdenes de fenme-nos que confluyen en este conflicto social profundo, y con ello a los distintos registros

    temporales que corresponden a esos diversos rdenes de problemas, quiz convengatomar unejemplo entre los varios posibles, para tratar de hacer explcito, para estecaso especialmente elegido, el vnculo que tiene el estallido chiapaneco del 1 de enerode 1994 con los procesos profundos que vivi Mxico durante la revolucin mexica-na que arranca en el ao de 1910. Con lo cual se har evidente que las races reales deeste movimiento social nose explican ni por razones puramente circunstanciales, nitampoco por hechos o procesos de los ltimos aos o incluso lustros, sino que seremontan en sus estructuras y razones ms profundas a realidades y procesos estructu-rales de a veces uno y a veces varios siglos.

    Cuando analizamos entonces bajo esta ptica de la larga duracin histrica, di-

    cho proceso revolucionario mexicano que inaugura nuestro breve siglo XX, se nosmuestra claramente que el pas que el porfiriato hered a la revolucin mexicana,

    puede ser comparado a un motor de tres tiempos, ya que dicho pas era precisamen-te una nacin recin nacida, en trminos reales y no puramente formales, que acababade constituirse a partir del precario ensamblaje de tres pases menores omacrorregiones, que haban coexistidodentro del territorio nacional durante variossiglos. Porque ms all del estancamiento poltico y de la indudable represin socialque caracteriz al rgimen porfirista, el gran progreso histrico que ste cumpli, fueel de iniciar el proceso de formacin de un verdadero mercado interno a escala na-

    cional, mercado que como en todos los procesos de constitucin de las naciones mo-dernas, no era otra cosa que el esqueleto econmico en el que podra apoyarse laverdaderaconstruccin de un autntico proyecto integralmente nacional.

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    Por eso, el sentido profundo que han tenido tanto el desarrollo de la red deferrocarriles por todo el espacio nacional y la modernizacin del sistema de correos yde telgrafos, lo mismo que la inauguracin de la red telefnica, el impulso al sistemade puertos martimos o la supresin del sistema de alcabalas internas hasta entoncesvigente, ha sido el de llevar adelante este claro y conciente proyecto porfirista deunificara estas tres macroregiones histricas que, con distintos grados de antigedady por ende de longevidad, con diferencias notables en cuanto a sus respectivos nivelesde desarrollo global, y con caractersticas diversas en lo que toca a sus especficascondiciones geohistricas y naturales, trataban de integrarse ms orgnicamente en unsolo y verdadero proyecto de nacin.

    Y es esto lo que explica la enorme y evidente disparidad en lo que correspondea la participacin especfica que van a tener estas tres macrorregiones de Mxico, oestos tres pases que se incluyen dentro del territorio de lo que entonces era Mxico,dentro del proceso concreto de esta revolucin mexicana. Porque esta revolucin, quecon su surgimiento inaugura, como ya hemos mencionado, lo que ser claramente elbreve siglo veinte histricomexicano, va a aparecerse, en un principio, como unclaro movimiento organizado, promovido y protagonizado casi exclusivamente porlas gentes de la macrorregin del norte del pas, como una especie de amenazadorainterpelacin y luego invasin de esos hombres venidos del norte, dentro de los desti-

    nos especficos y dentro de la vida general de la historia de la macrorregin o pasdel centro.As, a tono con el tambin desigual desarrollo agrcola, econmico, poltico y

    cultural que tenan las tres macrorregiones mexicanas, va a destacarse la situacinparticular de ese norte del pas, que ha logrado combinar, a un mismo tiempo, loscultivos agrcolas ms capitalistas de la poca con un pujante desarrollo de la nuevaminera de metales industriales, junto a una intensa formacin de nuevos grupos yelites polticas, y una alfabetizacin que estaba claramente por encima de la medianacional. Por lo cual, parecen evidentes las razones de que nuestra revolucin mexi-cana de comienzos del siglo XX cronolgico, haya concentrado en ese mismo norte su

    primer empuje significativo, su primera oleada de cambios radicales. Entonces, y apartir de esa ms rpida modernizacin general de dicha macrorregin nortea, es quepuede entenderse su reclamo profundo, expresado en los mltiples conflictos y movi-mientos que preparan y desencadenan la revolucin de 1910, respecto de las restantesdos macrorregiones de Mxico, ms lentas en incorporarse a ese alto desarrollo capi-talista y a todos los efectos sociales que el mismo conlleva. Una modernizacin dife-rida y desplegada a ritmos diversos, que solo habr de acelerarse en la macrorregiondel centro del pas, justamente, como resultado de los cambios que va a desatar dicharevolucin mexicana. Y ello, en una secuencia que corre desde las secuelas en Morelos

    del primer movimiento zapatista, hasta las bizarras expresiones finales del movimien-to cristero posrevolucionario.

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    mejor por escapar de las zonas centrales de Mxico y por esconderse en las montaasy selvas de ese exuberante y difcilmente accesible espacio del sur. O tambin, es elcaso de todos esos dirigentes polticos que creyeron encontrar, en esas zonas sureasalejadas del centro del pas, el espacio propicio para sus singulares y en general ms

    bien fallidos experimentos anticlericales o semisocialistas. E igualmente, y comple-mentando esta situacin, es claro que ha sido a este mismo sur, al que le ha correspon-dido el papel de ser una suerte de rea de reservaque, marchando al ritmo de su

    propio reloj histrico, siempre diverso del reloj del centro del pas, ha podido sinembargo ser prdigo y generoso en recursos econmicos y polticos, que se canalizanmuchas veces hacia ese mismo centro, para ser all utilizados sea en supuestos proyec-

    tos de alcance nacional, sea claramente, en el mismo desarrollo de dicho espaciocentral.

    De esta manera, al observar el proceso de la revolucin mexicana con ciertadensidad histrica, y desde estas visiones de siete leguas de la larga duracin histri-ca, se obtiene la impresin general de que dicha revolucin, no pas con sus efectostransformadores y renovadores por los vastos territorios de Chiapas, ni tampoco, msen general, por todo el resto de ese importante pas del sur, ms que de una manera

    superficialy siempre bajo figuras bastante peculiares y extraas. Los enormes latifun-dios de la gran propiedad de la tierra, que denunciaron autores como Andrs Molina

    Enrquez, y que en otras zonas del pas fueron desmantelados y destruidos por lapropia revolucin, o por la reforma agraria que le hizo eco durante todava tres dca-das, quedaron muchas veces intactos en amplios espacios de esta macrorregion delsur. Y tambin qued intacta en lo esencial a pesar de los esfuerzos radicales y pro-fundos, aunque ms fallidos que exitosos, de por ejemplo Salvador Alvarado o TomsGarrido Canabal esa configuracin histrica particular, extraa y desgarrada, quecaracteriza a la macrorregin surea desde el porfiriato, y quiz desde antes, y quedespliega y afirma una situacin antitticade una economa y una sociedad que seencuentran inmediatamente conectadas a los circuitos ms desarrollados y sofisticadosdel mercado mundial capitalista, al mismo tiempo que reproducen en su interior las

    formas ms arcaicas y hasta precapitalistas de explotacin de la fuerza de trabajo, lavigencia y funcionamiento de ciertas jerarquas sociales muy atrasadas, la sobrevivenciarealmente anacrnica de elites polticas autoritarias, brutales y muy limitadas, y la

    persistencia de concepciones culturales profundamente discriminatorias y racistas.Atrapado as dentro de esta simbiosis bizarra de arcasmo social y de

    ultramodernidad, que se refleja hasta hoy da en la cultura, en la sociedad, en la pol-tica y en la economa chiapanecas, y sin haber podido asumir e incorporar en sus

    propios territorios los efectos saludables que, pese a todo, alcanz a provocar la revo-lucin mexicana en ciertas reas del tejido social global, este pas o macrorregin

    del sur se retras todava ms respecto de los avances generales tanto del centro comodel norte, para terminar conformndose como una suerte de ltima estacinde eseproceso de ignicin y de funcionamiento del motor de varios tiempos que era el mo-

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    saico abigarrado de nuestro pas. Y a la luz de los acontecimientos ms recientes, y delas especficas demandas que han enarbolado los rebeldes indgenas neozapatistas,

    bien podemos postular que esa situacin que se hizo ms que evidente a partir de1910, se ha prolongado a lo largo de todo el breve siglo veinte histricomexicano,que arranca justamente en esa misma fecha de 1910, con el estallido revolucionario

    promovido por el pas o macrorregin del norte, para concluir precisamente susdas con la sublevacin zapatista del primero de enero de 1994.

    Ahora, y justo desde ese primero de enero de hace casi siete aos, Chiapas haencendido ya la mecha que inaugura ese tercer tiempo del motor mexicano, interpe-lando al conjunto del pas, al semicontinente latinoamericano y a todo el variado gru-

    po de los movimientos sociales anticapitalistas del mundo, en torno de un reclamo tanelemental como legtimo: Chiapas y todo el sur de Mxico como lo demuestran tam-

    bin los recientes conflictos y movimientos que han estado desarrollndose en Tabasco,en Oaxaca, en Guerrero, en Yucatn, etc. han comenzado exigiendo, simplemente, sunivelacin respecto al desarrollo histrico global, econmico, social, poltico y cultu-ral que el pas ha alcanzado durante este breve siglo veinte histrico mexicano. Poreso, sus primeras demandas presentadas pblicamente, reivindicaban puntos comotecho, trabajo, educacin, tierra, o salud a la vez que reclamaban democracia, li-

    bertad o justicia, entre otras exigencias esenciales.

    Sin embargo, si desde una mirada puramente exterior y ajena a las realidadesque ha vivido Mxico en el ltimo siglo, estas demandas podran parecer como pocoradicales o como muy limitadas, vistas en cambio desde una ptica ms profunda, serevelan claramente como demandas cuyo cabal cumplimiento es absolutamente impo-

    sibledentro de los marcos hoy vigentes de las polticas neoliberales, tanto econmi-cas, como polticas, sociales y culturales, que han sido impuestas en nuestro pas des-de hace ya dos dcadas, y que, como es cada da ms evidente, no van a modificarsede manera sustancial con el nuevo gobierno de Vicente Fox. Y es justamente de estaincompatibilidad profunda de las exigencias neozapatistas, con las estructuras de un

    pas poco desarrollado en trminos capitalistas, agravadas por sus versiones

    neoliberales, de donde brota el carcter profundamentesubversivo y radicalde susprincipales exigencias.

    Lo que adems, se acompaa con el hecho de que, al exigir su actualizacinrespecto del desarrollo general que tienen ahora las macrorregiones del centro y delnorte de Mxico, las demandas del nuevo zapatismo van a empatarsecon las propiasreivindicaciones sociales y generales de estas ltimas zonas del pas. Porque es claroque durante estos ltimos noventa aos transcurridos desde el inicio de la revolucinmexicana, ni el pas del norte ni el del centro se han quedado estticos. Ambos hanvivido y cultivado los efectos principales de esa revolucin mexicana, que habiendo

    sido el movimiento social msprofundo y vigorosode toda Latinoamrica durante laprimera mitad del siglo veinte, se constituye como la causa estructural y ms profundadel conjunto de las principales diferencias que hoy existen, desde el punto de vista del

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    grado de desarrollo social en general, entre nuestro pas y las restantes naciones deAmrica Latina. Pues no hay duda de que, a pesar de que la va campesina popular,ms jacobina y radical de esta revolucin, fue derrotada al ser vencidos o asesinadosEmiliano Zapata y Francisco Villa, sin embargo dicha revolucin hizo igualmentesentir algunos de sus benficos efectos transformadores sobre estas dos macrorregionesde Mxico, provocando, pese a tropiezos y recadas, parte importante de los avancesy conquistas que logr la poblacin mexicana, y parte de los cambios y progresos quelos movimientos sociales obreros y campesinos pudieron imponer para acelerar eldesarrollo social global con el que ahora contamos.

    De este modo, el ciclo de las secuelas principales de esa revolucin se ha cum-

    plido en dos diferentes momentos. Primero, con las modificaciones esenciales queprovoc la coyuntura que culmina en el cardenismo y su importante reforma agraria.Luego, en un segundo tiempo, con los frutos directos de esas transformaciones recogi-dos desde el fin de la segunda guerra mundial y hasta esas dos grandes rupturas re-cientes, que han impactado profundamente los paisajes sociales, econmicos, polti-cos y culturales tanto de Mxico como de toda Amrica Latina y del mundo en suconjunto, y que son la revolucin cultural planetaria de 1968 y despus la crisis eco-nmica mundial de 1972-1973.

    Y no es una simple coincidencia fortuita, sino todo lo contrario, el hecho claro

    de que es justamente en este parteaguas de 1968/1973, el momento en el que se ago-tande manera evidente los efectos progresivosprincipales de nuestra revolucin mexi-cana. Despus de estas simblicas e importantes fechas de la historia contemporneamundial, y tambin latinoamericana y mexicana, nuestro pas entra en la agitada co-yuntura de intensapolitizacin generalde la ciudadana, y de emergencia de los ml-tiples y diversos movimientos sociales que precipitan la crisis poltica definitiva delactual sistema de gobierno que comienza en 1988 y que se prolonga hasta el da dehoy, ms all del resultado de las elecciones del 2 de julio del 2000, y de los cambiosms cosmticos que reales del futuro gobierno que comenzar a funcionar el 1 dediciembre de este mismo ao recin mencionado.

    Pues tambin es claro que es slo dentro del escenario creado pacientementedurante el perodo de los aos de 1968 a 1988, que puede entenderse la profundidad yamplitud del rol que ha podido jugar la interpelacin chiapaneca dentro de la situa-cin actual. Ya que al erosionarse y caducar definitivamente la movilidad social as-cendente que caracteriz al perodo de desarrollo estabilizador, y al desatarse la crisiseconmica que el parntesis petrolero no hizo ms que postergar, nuestro pas entren esa nueva coyuntura post-1968, que a la vez que cuestionaba progresivamente alconjunto de las instituciones y de las prcticas nacidas de la revolucin mexicana,comenzaba a abrir los espacios para plantearse a si misma las condiciones de un nue-

    vo salto hacia delante. Y es este el sentido profundo que tiene tanto la crisis terminaldel partido de Estado que culmina el 2 de julio ltimo aunque dejando sobrevivirampliamente a la subcultura priista, claramente instalada ya en el nuevo gobierno de

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    Vicente Fox, como la degradacin indetenible del sindicalismo corporativo y acrtico,lo mismo que la emergencia cada da ms fuerte de una verdadera cultura ciudadana,de movimientos amplios de los ms dispares sectores de la sociedad civil, y de laincipiente conformacin de una prensa libre, de una opinin publica crtica y de espa-cios de organizacin y de expresin independientes. Y todo ello dentro de un procesoms global, en el que la poblacin mexicana, a la vez que saldaba cuentas con todoeste conjunto de secuelas polticas de nuestra revolucin, iba asumiendo poco a pocolas implicaciones y consecuencias principales del gran giro poltico y cultural simbo-lizado en la revolucin de 1968.

    Y esta crisis profunda del sistema poltico, que nose termina ni mucho menos

    con el simple cambio formal de funcionarios que ahora esta en curso, mientras secontinan las mismas polticas neoliberales, y ahora hasta empresariales, de gestin yadministracin de lo econmico, lo social, lo poltico y lo cultural, va acompaada deuna crisis econmica que amenaza con convertirse en estancamiento econmico per-manente, estando adems acompasada con una crisis social que deshace y rehace lasidentidades de los sectores y clases de la sociedad mexicana a un ritmo acelerado. Ytodo ello, dentro de un teln de fondo en el que la cultura es cada vez ms vista comoun bien superfluo, que sirve solo para adornarse de vez en cuando, pero que en elfondo no cumple ninguna tarea ni funcin realmente prioritaria o imprescindible, dada

    su escasa y solo marginal rentabilidad econmica.Espectro entonces complejo de la crisis global que vive ahora Mxico, que tam-bin nos permite entender y redimensionar los sentidos esenciales del reclamochiapaneco antes referido. Para ponerse a la altura del desarrollo histrico alcanza-do por las macrorregiones del centro y del norte del territorio nacional, el sur y Chiapastienen que reivindicar, doblemente y en un mismo movimiento, tanto las profundastransformaciones sociales generadas durante este siglo por la revolucin mexicanaque nunca han llegado hasta sus territorios, como tambin e igualmente su superacino radicalizacin globales, que ahora son exigidas y reclamadas por todo el conjuntode la sociedad mexicana. Es decir, que a la vez que se pelea por destruir el latifundio,

    por quebrar la soberbia racista de las elites dominantes chiapanecas, y por instauraruna verdadera democracia en todos los estados del sur de Mxico, se hace necesarioreivindicar tambin, desde Chiapas y ms en general, la nica salida real de la men-cionada crisis econmica, social, poltica y cultural que vive actualmente nuestro pas,y que implica sin duda alguna una transformacin social de largo alcance de nuestra

    propia sociedad.Chiapas se ha convertido as, al mismo tiempo, en el barmetroprivilegiado de

    la situacin mexicana contempornea y en la encrucijadaprincipal en la que se deci-den los destinos futuros de Mxico para el prximo medio siglo por venir. Porque la

    situacin chiapaneca y el movimiento neozapatista han llegado a un punto sin retorno,que implica que Chiapas solo puede actualizarse y resolver sus problemticas msacuciantes, en la medida en que trascienda y vaya ms all de las polticas y de las

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    viejas soluciones que hasta hoy se han intentado para enfrentar la crisis global mexi-cana antes mencionada. No habr pacificacin de Chiapas sin la aplicacin verdaderay no retrica de una amplia justicia social, de una reforma agraria radical, de unarenovacin cultural profunda y de un saneamiento estructural de la vida poltica re-gional. Pero, como Chiapas noes una isla separada del pas y de Amrica Latina, estos

    procesos slo pueden cumplirse en escala local y regional si se implementan a la vezen escala por lo menos nacional, y quiz continental. Lo que empata claramente a lasexigencias y al movimiento neozapatista tanto con los reclamos de la sociedad civilmexicana, como con el resto de los movimientos antisistmicos de Amrica Latina ydel mundo.

    Y a la inversa. Porque Mxico no podr avanzar realmente en la transformacinestructural profunda que requiere la solucin de su crisis global actual, sin antes asu-mir, enfrentar y resolver de fondo los legtimos reclamos contenidos en la interpela-cin indgena chiapaneca. Pues es imposible una real democratizacin yciudadanizacin de nuestra cultura poltica mientras subsista la discriminacin y lamarginacin de los indgenas, a la vez que es inconcebible una cultura nueva y crtica,sin superar en la prctica los atavismos del racismo, del pensamiento nico, de la

    prepotencia y de la exclusin caractersticos del proyecto de la modernidad burguesatodava dominante. Y es tambin impensable la salida del estancamiento y la crisis

    econmicos sin romper con el neoliberalismo salvaje que ha destruido a las comuni-dades campesinas, chiapanecas y de todo el semicontinente latinoamericano. Lo quenos recuerda aquella afirmacin de Charles Fourier, que propone que una sociedad essiempre tan avanzada como el menosdesarrollado de sus miembros. O como la postu-la tambin esa sentencia bblica, que ahora se ha convertido en parte del saber populary que en nuestras actuales circunstancias se revela cargada de un profundo sentido:los ltimos sern los primeros.

    Desafortunadamente, y ms all de las declaraciones de nuestros polticos, elproblema de Chiapas noser resuelto ni en quince minutos, ni en varios meses, y quizni en varios aos. Porque los reclamos que los indgenas chiapanecos plantean al con-

    junto de la sociedad mexicana trascienden con mucho a las circunstancias inmediatasde la poltica y de la vida social mexicanas, hundiendo sus diversas races en la coyun-tura recientemente vivida de 1968/1988, en los cambios especficos que provoc larevolucin mexicana y tambin en los procesos multiseculares de las formas de laconquista y de los intentos de imposicin del proyecto de la modernidad capitalistacristiana y occidental a los indgenas de Chiapas, de Mxico y de Amrica Latina, a losque de manera desigual hemos hecho referencia. Por eso, se trata sin duda de unainterpelacin y un conjunto de demandas que poseen una fuerte densidadhistrica. Taly como lo han mostrado fehacientemente los propios indgenas, durante estos siete

    aos transcurridos desde 1994, se trata de un verdadero movimientopopular, de am-plsima difusin y de verdadero arraigo y representatividad de esas mismas masas ind-genas. Es un movimiento que trasciende definitivamente sin vuelta atrs posible, la

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    figura del indgena indefenso y sometido, al que habra que proteger y educar en lossupuestos de una cada vez ms cuestionada civilizacin burguesa y capitalista.

    De este modo, y muy al contrario, los indgenas rebeldes del sur de Mxicovuelven ahora a mostrarnos aquello de lo que siempre han sido capaces, es decir, la

    posibilidad de proponer otravisin y otraexplicacin de la historia y del presentenacional. Y no slo explicacin, sino tambin y sobre todo una clara exploracin,

    junto al resto de la sociedad mexicana, de otros caminos, nuevos y radicalmente dis-tintos, para el desarrollo social global de Mxico y hasta de Amrica Latina. Al mismotiempo y no es lo menos importante, los indgenas chiapanecos nos muestran cmoes posible instaurar en nuestro pas prcticas que hasta hace muy poco eran muy poco

    usuales entre nosotros: ellos estn haciendo or su voz no slo en Chiapas y en el surde Mxico, sino en todo el pas, en Latinoamrica y en todo el mundo. Algo que, porlo dems, no parece todava haber sido completamente asimilado por el resto de lanacin mexicana, que an olvida con frecuencia el hecho elemental de que solo parti-cipa en el coro aquel que hace or su propia voz, integrndola en el concierto delconjunto. Hace falta que en Mxico la sociedad se exprese clara y fuertemente conmucha ms frecuencia. Por ejemplo, tomando abiertamente posicin respecto de lainterpelacin de estos indgenas chiapanecos.

    Porque slo a partir de asimilar prcticas inditas y de construir otras nuevas, la

    sociedad mexicana como un todo estar tambin a la altura de la interpelacin venidade las profundidades sociales de Chiapas. Y slo entonces, tal vez, pueda funcionar atoda su capacidad ese motor de tres tiempos que parece ser el mecanismo de avancede nuestro pas. Para llevarnos, espermoslo, por muy otros caminos, radicalmentedistintos de los del neoliberalismo econmico, la desintegracin poltica y la descom-

    posicin social por los que ahora transitamos.Mxico le debe, en todos los varios posibles sentidos del trmino, no una sino

    muchas caravanas de admiracin, solidaridad y respaldo activo al movimiento indge-na zapatista de Chiapas. Esperemos, con confianza y optimismo, que haga honor asta, su nica deuda verdaderamente legtima.

    Ciudad de Mxico, octubre de 2000