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CIADONCHA ¡CUÁNTOS RECUERDOS! Lucía T. Varona

CIADONCHA; ¡CUÁNTOS RECUERDOS

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CIADONCHA ¡CUÁNTOS RECUERDOS!

Lucía T. Varona

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Participantes

Agustín Arroyo López Gregorio Arroyo López

Santos Arroyo Pérez Dulce Estrella Caballero López

Marisa Delgado Sierra Fabricio Galiana Sierra Virgilio Galiana Sierra

Purificación Galiana Arroyo Rosa Gutiérrez González María Hernando Temiño Florencio Ibáñez Álvarez

José Luís Julián Hernando Ángeles López Varona Genara Madrid Frías

Paulina Madrid Mecerreyes Ismael Madrid Olmos

Práxedes Martínez Santos Ana María Melchor Madrid

Orencio Pérez Cascajar Angelines Pérez Palacios

Emérito Puente García, Párroco Ángel Varona Madrid

Arcadio Varona Madrid Federico Varona Madrid

María Ángeles Varona Madrid Petra Varona Madrid

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CIADONCHA ¡CUÁNTOS RECUERDOS!

Introducción En el verano del año 2005 participé en un seminario que ofreció la universidad de

Santa Clara, donde soy catedrática de español, en el que por dos semanas 20 personas leímos, reflexionamos y compartimos temas relacionados con la vocación. Era como poner de alguna manera toda nuestra vida sobre la mesa y encontrar qué es lo que nos ha motivado y nos motiva a trabajar cada día. Para mí está muy claro, mi vocación es compartir mi vida con la gente sencilla de la comunidad. Es con ellos con los que más disfruto y es de ellos de quienes más aprendo.

En Guatemala trabajé por muchos años para una organización no gubernamental

creando, dirigiendo y coordinando programas educativos para niños, jóvenes y adultos del área marginal de la ciudad capital. Esa fue mi primera universidad. Semanalmente escribía una columna en un suplemento del diario El Gráfico que se llamaba “Semilla”, donde expresaba mis reflexiones y lo mucho que aprendía de la gente con quienes y para quienes trabajaba. En los Estados Unidos me especialicé en educación multicultural y en la enseñanza del castellano como segundo idioma. Mi tesis doctoral fue inspirada en mis estudiantes latinas, en su mayoría provenientes de áreas rurales, que tomaban mis cursos mientras yo hacía mis estudios de postgrado. Mis clases se caracterizan por el aprendizaje basado en la comunidad que no es otra cosa más que invitar a los alumnos a convivir con los hispanohablantes que usan centros de ayuda comunitaria para aprender de ellos, compartiendo el diario vivir. El objetivo principal de este tipo de aprendizaje es establecer una mayor comunicación entre la universidad y la comunidad, que la una se alimente de la otra, que mutuamente se respeten y así se promueva el desarrollo humano. Es en este campo del aprendizaje basado en la comunidad donde he realizado trabajos de investigación y es entre la gente sencilla donde encuentro realmente el deseo de vivir.

No es de extrañarse entonces, que este estudio haya sido inspirado y realizado con

la comunidad de Ciadoncha; pequeña población rural castellana cuyos habitantes han trabajado los campos empezando con vacas hasta llegar a la cosechadora moderna. Este pueblo no ha tenido nunca una escuela secundaria, ni una biblioteca, pero sus hombres y mujeres tienen la sabiduría del que ha entregado sus mejores años a la tierra y el corazón sencillo del que cada mañana agradece al cielo el nuevo día. Esta comunidad tan pequeña y sencilla ha inspirado artículos en El Diario de Burgos con títulos como “Ciadoncha: el pueblo más intelectual de la provincia” escrito por Roberto Estébanez, (22)

Desde 1984 visito Ciadoncha por lo menos una vez al año. Me casé con un

ranero, como les llaman a los nativos de esta villa, y desde entonces he tratado de dejarme hablar por sus calles, sus casas, sus campos y principalmente su gente. Algunos cuentos son testigos de mis primeras impresiones (http://itrs.scu.edu/instructors/lvarona )

Desafortunadamente, es evidente que muchos pueblos pequeños tienden a

desaparecer y Ciadoncha no es la excepción. Con pena hemos visto cuánto ha ido disminuyendo la población y con ellos también se van yendo los recuerdos. Es muy poco lo que hay escrito sobre este pueblo. Las historias están sólo grabadas en la memoria de

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los que viven. Podemos decir que cada vez que muere un anciano de Ciadoncha, desaparece con él o ella, una biblioteca. Esa biblioteca que hasta hoy el pueblo no ha tenido nunca. Ante esta realidad y con la certeza de los valores tan grandes que hay en este lugar empecé el presente trabajo. Esta es una recopilación de los recuerdos más gratos de muchas personas que amablemente aceptaron mi invitación a dialogar. Solamente una de ellas pidió que su nombre no apareciera en la lista de participantes. Por otra parte, lo que yo aporto al estudio es el contexto histórico de los tiempos a los que se refieren las narraciones de los informantes y mis propias reflexiones y recuerdos.

Forma de hacer las citas y referencias bibliográficas

Es mi deseo que este estudio sea leído por toda la gente que quiera entrar de alguna manera en lo maravilloso que es el mundo sencillo, pero no simple, de quienes hacen posible que nos llegue a la mesa diariamente el pan. Es por eso que el lector se dará cuenta que el lenguaje usado es coloquial y directo. En el texto se menciona a los autores, y el número que se ve en paréntesis corresponde a la página de donde viene la información. También se ha tratado de comentar la fuente de información en forma narrativa y al final se ha anotado como bibliografía. Muchos términos o palabras están escritos en letra itálica, lo cual quiere decir que su explicación está en el glosario que aparece al final.

Cuando me refiero a los diálogos personales, no escribo el nombre de la persona,

pero sí doy el año en que se realizó la entrevista. Esto es a solicitud de los participantes, quienes sólo quieren que sus nombres aparezcan como colaboradores pero no quieren se identifique lo que dijo cada uno.

En cuanto a información encontrada en Internet, se da la dirección electrónica y

una breve explicación de la misma en el texto. En la bibliografía se vuelve a poner la dirección y la fecha en que fue usada.

Con respecto a las fotografías usadas en este trabajo, en su mayoría fueron

proporcionadas por Arcadio Varona, Federico Varona y la autora. Al pie de la foto aparece una sección donde se explica la procedencia de las mismas. En muchos casos es imposible saber la fecha en que fueron tomadas y sólo se puede hacer referencia a la época, a la década o al año en que se supone fueron tomadas. Las que se han podido fechar, llevan el año únicamente.

Bases Teóricas

Tres teorías han servido de base para este estudio. La teoría de la investigación participativa, la teoría apreciativa y la teoría de historia oral. Estos tres grandes estilos de investigación me han inspirado y ayudado a observar, reflexionar, aprender a preguntar y organizar la información cumpliendo con el rigor académico que corresponde a un estudio de este tipo.

Peter Park, un investigador norteamericano que ha hecho muchos trabajos con

distintas comunidades en los Estados Unidos, explica que la Teoría de Investigación Participativa dice que la investigación sale de la gente de una comunidad, que es la gente

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quien tiene el poder de generar, profundizar y transmitir conocimiento (4) . Él dice que la investigación participativa comienza porque la gente ve un problema y trata de solucionarlo. El investigador con la gente de la comunidad (el énfasis lo he puesto yo) ve el problema y juntos tratan de solucionarlo. De cierta manera eso es lo que ocurrió en nuestro caso pues “el problema” que vemos es que no hay mucho escrito sobre Ciadoncha. Vemos también que la gente mayor tiene estos recuerdos en su memoria y que se corre el riesgo de perder todo si no queda algo escrito para otras generaciones. Entonces, la idea de escribir los recuerdos no ha sido sólo mía sino realmente de mucha gente y de hecho los recuerdos los tenemos todos, no sólo una persona. Por lo tanto este estudio tenía que ser participativo, lo cual quiere decir que en él ha intervenido activamente mucha gente con sus historias, con sus fotos, con sus vídeos, abriéndome su casa, dejándome tomar fotos, y compartiendo conmigo mucho de todo lo vivido en este pueblo.

Pero por otra parte, no he querido enfatizar los problemas sino más bien los

buenos recuerdos, las cosas positivas que se han vivido allí. Por eso la Teoría Apreciativa me ayudó a entender cómo tenía que hacer las preguntas, cómo evitar el caer en lo negativo en los diálogos. Esta teoría enfoca la investigación desde un punto de vista un poco diferente, pero complementaria, al de la teoría participativa. La teoría apreciativa, nos dicen los autores Jane Magruder Watkins y Bernard J. Mhor; se basa en enfatizar el significado de la palabra apreciar que es como querer, valorar; y en la palabra investigar que quiere decir tratar de entender haciendo preguntas (14). De esta teoría tomé la idea de preguntar cuáles eran los mejores recuerdos que tenían de su vida en Ciadoncha. Siempre hablamos de las cosas positivas. Hasta las cosas tristes las recordábamos con alegría como fue el revivir los tiempos difíciles cuando no había tantas cosas materiales.

De la Historia Oral he tomado la idea de que la historia no la escriben sólo los

grandes héroes, ni los grandes personajes. La historia también la hace la gente sencilla. Esto lo explica Paul Thompson. En su libro Voices of the Past, que en español quiere decir Voces del Pasado. Él explica que es muy importante que la gente hable de cómo vivieron diferentes acontecimientos. Thompson dice que es muy bueno escuchar a diferentes gentes, porque cada uno tiene una distinta percepción de lo vivido y sólo así se pueden realmente entender los acontecimientos pasados. Esta teoría enfatiza mucho grabar las historias narradas. En este libro ponen como ejemplo varios estudios que se han hecho sobre los judíos y todo lo que pasaron durante la Segunda Guerra Mundial. Estas narraciones han servido para hacer la experiencia más personal en los museos en donde es posible escuchar las voces de las personas narrando lo que vivieron mientras se ven fotos o artefactos. Los autores enfatizan lo poderoso que es escuchar la voz de la persona después de mucho tiempo.

De allí salió la idea de grabar las entrevistas por si en el futuro alguien quisiera

usarlas para la divulgación de las costumbres y tradiciones de Ciadoncha. Efectivamente es muy emocionante escuchar las voces de las personas que ya no están más entre nosotros. No es lo mismo sólo leer lo que ellos decían. A nosotros nos pasó cuando buscando material para este estudio nos topamos con una cinta que contenía historias,

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conversaciones y canciones de mucha gente del pueblo que hoy ya no está entre nosotros. Creo que esta vez pusimos más atención a todo lo que dijeron. Talvez, por el mismo hecho de su ausencia.

Para el contexto histórico he consultado muchos sitios en Internet, revistas y

libros. Fundamentalmente uso el libro Historia de España por Julio Valdeón, Joseph Pérez y Santos Juliá. Me centro en la parte del libro desarrollada por Santos Juliá, ya que es la época que nos ocupa en este trabajo.

Metodología, cómo se hizo este trabajo

Empecé este estudio en diciembre del año 2004 cuando invité a cinco mujeres del pueblo a que me contaran cuáles eran los mejores recuerdos que tenían de su vida en Ciadoncha. Los temas generativos fueron los siguientes: religión, educación, el ciclo vital. Estos diálogos los grabé y luego los escuché con la intención de transcribirlos. Sin embargo me encontré con que la trascripción resultaba sumamente difícil y en realidad no tenía mayor importancia para el estudio, dada la repetición y falta de continuidad en la narración. Para tomar la decisión de no transcribir, me basé en lo que dice la autora Willa K. Baum en su libro Transcribing And Editing Oral History (15), (Transcribiendo y editando historia oral). Baum dice que la decisión de transcribir los diálogos, entrevistas o narraciones se toma de acuerdo al presupuesto que uno tiene para el estudio, pues la trascripción lleva muchas horas de trabajo y resulta sumamente cara. Además si se puede hacer un resumen de lo hablado y con eso todavía se cumplen los objetivos del estudio, es suficiente. En el verano de 2005, tomando en cuenta el resumen de los diálogos realizados en diciembre del año anterior, pude detectar otros temas generativos tales como: los juegos de la niñez, el noviazgo, las bodas, celebraciones religiosas, la escuela, la vivienda, el trabajo en el campo, las tareas de la casa, y el centro cultural Santa Bárbara. Me entrevisté de nuevo con algunas de las señoras para asegurarme de algunos detalles y también para darles la oportunidad de expandir sus comentarios, ya que todas me comentaban cómo después que habíamos grabado iban recordando más cosas vividas. Sus comentarios fueron agregados al resumen hecho anteriormente. Esto me enseñó que debía crear el ambiente antes de grabar la información. Por ejemplo en reuniones previas a la grabación, hablábamos sobre los temas que les quería preguntar y dejaba pasar unos días antes de hacer el diálogo formal, así cuando llegaba el día de la conversación, los participantes ya habían tenido tiempo para recordar más cosas y muchos incluso tenían fotos y objetos que ayudaban a enfatizar los recuerdos que tenían en el momento del diálogo. A otras personas les di las preguntas anticipadamente y en el diálogo grabé lo que ellos habían logrado recordar. Para diciembre de 2005 ya tenía los temas claramente definidos y se vio la necesidad de entrevistar no sólo a mujeres sino también a hombres que querían participar, a José Luís Hernando, Alcalde del pueblo; Emérito Puente, Párroco y a Arcadio Varona quien ha hecho algo de investigación sobre el origen del pueblo. Fue así como en enero de 2006 entrevisté a dieciocho personas más. Después de escuchar cuáles eran los recuerdos más gratos que tenían, las preguntas eran bastante específicas a los temas que

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salían de los recuerdos. Por ejemplo a unos les pregunté sólo cosas que tenían que ver con la agricultura, a otros con el ciclo vital, al Párroco sobre cosas relacionadas con la vida religiosa y la iglesia del pueblo y al Alcalde más que todo datos sobre el aspecto administrativo del lugar. A una pareja, los más jóvenes, les pregunté sobre cómo veían el futuro del pueblo y qué pensaban ellos de la vida allí. Otros compartieron conmigo sus vídeos y rodeados de toda la familia los vimos y revivimos la vida en las bodegas, fiestas especiales y muchos recuerdos más. El tema del centro cultural Santa Bárbara y la función educativa y cultural que tuvo el pueblo por varios años también fue tema específico con un grupo, logrando recopilar muchos recortes de periódico, fotografías, programas etc. La comunicación electrónica con los informantes en Ciadoncha ha sido continua, a través de Internet. El intercambio de fotos, documentos, ideas, etc. se ha incrementado con el correr del tiempo. Los capítulos terminados fueron remitidos primeramente, a dos personas del lugar para que los leyeran señalaran errores, hicieran sugerencias y comentarios pertinentes, antes de escribir la siguiente versión. Esa versión del documento fue presentada a varias personas en el pueblo para que revisaran lo escrito, corrigieran errores y dieran su opinión sobre las fotografías escogidas. Con toda esa información, durante el trimestre de invierno del año 2006 redacté el presente trabajo, el cual he dividido en los siguientes capítulos: El pueblo y su gente, un poco de historia, la iglesia, la religiosidad popular, las bodegas, la comida, la matanza, la vivienda, la educación, el ciclo vital, la agricultura y la ganadería y el Centro Cultural Santa Bárbara. Al final he puesto un glosario para ayudar a personas que no son del área de Ciadoncha a entender mejor el contenido del trabajo. También aparecen los datos bibliográficos del estudio, algunos artículos de periódico, programas de actividades informe de actividades realizadas y el discurso de Arcadio Varona Madrid pronunciado el 27 de noviembre de 1995 en la presentación de la X Semana Cultural ante la presencia de la Gobernadora Civil de Burgos. El objetivo era fondos para reconstruir las instalaciones del Centro Cultural que se había destruido por un incendio fortuito. Gracias a esa visita de la gobernadora, consiguieron un compromiso verbal de una contribución de un millón de pesetas. Luego esto se hizo realidad y gracias a este dinero se comenzaron inmediatamente las obras de reconstrucción del edificio. Al ver las primeras 172 páginas de este trabajo, muchos se animaron a compartir fotos y datos al mismo tiempo que corregían y sugerían cambios que tomé en cuenta para la versión presentada al pueblo en una sesión extraordinaria a la que asistieron casi todos los residentes y algunas personas de pueblos vecinos, en diciembre de 2.006. Todavía en enero de 2008, e me entregaron varias correcciones que hemos incluido a esta última versión. A cada uno de los participantes le fue leída la carta que ellos firmaron y que adjunto a continuación.

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INVESTIGACION SOBRE LA VIDA EN CIADONCHA EN EL SIGLO XX

Nombre de la investigadora: Lucía T. Varona Afiliación académica: Universidad de Santa Clara, Santa Clara, California.

Por este medio hacemos constar que nuestra participación en esta investigación es para colaborar a la divulgación de nuestras costumbres y tradiciones. Todos los datos que hemos dado y que constan en las grabaciones son el producto de lo que recordamos haber vivido.

La investigadora tiene nuestra autorización para usar esta información de la

manera que ella considere necesaria para promover el conocimiento de la cultura rural española. Una copia del estudio y de la grabación de las historias quedará en los archivos del pueblo para ser usada en futuras investigaciones y/o divulgación de nuestra cultura.

Nuestras firmas a la par de la forma en que queremos que nuestros nombres aparezcan en el estudio constituyen nuestra autorización para la divulgación de las mismas. Fecha: ____________________________________ Nombre como quiere que aparezca Firma del participante en el estudio ________________________________ _____________________________

Se termina el trabajo de redacción de este documento con la invitación a construir un sitio electrónico con la información aquí contenida con la esperanza de poder mantener actualizándolo constantemente. También se espera traducir este documento al idioma inglés y así contribuir a la divulgación de las costumbres y tradiciones de este pueblo de Castilla.

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EL PUEBLO Y SU GENTE

Ciadoncha, pequeña población en la comarca del Arlanza a 25 Kms. de la ciudad de Burgos.

Ubicación Geográfica. Según el estudio de Santiago García, sobre los pueblos de España, Ciadoncha

tiene, una extensión de 15.29 kilómetros cuadrados a una altitud media de 796 metros. Está en el suroeste de la provincia de Burgos, es colindante a los municipios de Presencio, Santa María del Campo, Mahamud, Mazuela, Olmillos de Muñó y Palazuelos de Muñó. A sólo dos kilómetros está el río Cogollos y el Arroyo del Aguanal. A once kilómetros está la estación de ferrocarril de Villaquirán. Además Ciadoncha está bien conectada por carreteras asfaltadas con los principales puntos de interés del país.

http://www.diputaciondeburgos.es/PlanoProvincia.cfm?x=2&y=9

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Su gente La gente de Ciadoncha es tradicional sencilla, cariñosa y muy trabajadora. En la

entrevista que le hice al Párroco del pueblo, Don Emérito Puente, le pregunté qué es lo que él ha aprendido de la gente de Ciadoncha en el tiempo que lleva atendiéndoles como sacerdote. Él me respondió que de los mayores, su resignación, la entereza con que reciben lo que la vida les da; de los jóvenes, su espíritu de lucha y deseo de cambio.

Práxedes Martínez, nació en Ciadoncha en 1915 hoy es la vecina más anciana.

Foto proporcionada por Práxedes Martínez

La señora Práxedes Martínez, ha vivido siempre en Ciadoncha. Ella ha visto crecer y disminuir el pueblo. A sus años ella todavía disfruta limpiando su casa y no es raro encontrarla barriendo su portal. Es una mujer admirable, con la sabiduría que dan los años y con la dulzura y fortaleza que sólo los de Ciadoncha saben tener. A ella quiero darle las gracias por haberse sentado a conversar conmigo y haberme ayudado tanto con sus recuerdos.

Marcos y Alfredo Arroyo los más jóvenes de Ciadoncha con su madre. 2003 Foto proporcionada por Federico Varona

Marcos y Alfredo Arroyo son los más jóvenes del pueblo. Ellos todavía viven allí, aunque tienen que ir a la escuela de Santa María del Campo que queda a unos cuatro kilómetros de distancia. Estos niños son la alegría de todos.

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El pueblo A Ciadoncha la atraviesa una calle principal, llamada de La Calzada. Va desde la

carretera hasta las bodegas. Pero también hay un camino que todavía no está asfaltado y parece que fuera la continuación de la calle de La Calzada, que conduce a una nueva bodega que se está construyendo y al pozo del agua potable.

Calle de La Calzada. 2006

El Ayuntamiento está entre la Iglesia y el Bar. Lo que hoy es el Bar, fue en su tiempo la escuela de varones. Hay muchas casas que han sido restauradas, otras siguen caídas y aún hay algunas que han sido recién construidas en estos últimos años.

Ayuntamiento antiguo. 1982 Ayuntamiento nuevo. 2006

Iglesia y Plaza. 2005

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El pueblo tenía varios manantiales, a donde las mujeres iban a lavar la ropa.

También hay unas pilas públicas a donde también fue la gente a lavar, antes de tener lavadoras automáticas en la casa.

La Antanilla, uno de los manantiales en los años 70. Foto proporcionada por Federico Varona

La esposa de uno de los participantes comentaba que cuando ella había

llegado a Ciadoncha se había sentido feliz, porque en invierno lavar en el manantial era mucho mejor que lavar en el río. El agua del río es muy fría, mientras que la del manantial se conserva templada. La mayoría de las participantes tiene recuerdos muy gratos de la época en que se lavaba en los manantiales. Dijeron que era muy alegre cuando se reunían unas cuantas lavando, que realmente el trabajo se hacía mucho más llevadero cuando se hacía charlando y riendo.

Arboleda cerca de uno de los manantiales donde se solía lavar y tender ropa. 2006

Foto de Lucía Varona

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Pozo de donde sale el agua para todo el pueblo. 1977.

Foto proporcionada por Federico Varona En 1977 pusieron el agua potable. La vida cambió completamente para todos en

Ciadoncha. Una de las cosas que más han notado los participantes es que desde que se puso el agua, la gente se ha ido retrayendo cada vez más en sus casas y dicen que ya no existe la misma camaradería de antes.

Este ha sido un punto muy importante que salió durante las entrevistas y es un

tema interesante a tratar. En general, la mayoría de la gente añora los tiempos de antes por lo mucho que tenían que estar en contacto. Los participantes dicen que desde que la vida cambió en Ciadoncha, con tantas comodidades, los vecinos se fueron volviendo más retraídos y más egoístas. Esta fue una expresión que usó un participante al explicar que la modernización, no había sido necesariamente buena.

Antes tenían que ir a traer el agua a la fuente y se veían y charlaban un rato,

también cuando iban a lavar y no digamos cuando había que hacer el trabajo duro de la cosecha todos juntos en las eras. Al entrar la mecanización en la agricultura, las labores en común desaparecieron y se fueron limitando los espacios para la interacción social. El individualismo caracteriza hoy la vida en Ciadoncha, esto es percibido como egoísmo y falta de generosidad por muchos de los habitantes.

Este sentimiento no existe sólo en Ciadoncha. Haciendo la investigación para

este estudio visité http://www.alcozar.net/etnografia/pueblo-vivienda.htm un lugar en Internet donde un pueblo de Soria expone cómo era la vida rural antes y ahora. Ellos dicen que la vida para el agricultor ha cambiado mucho, que las personas son menos comunicativas y que se podría decir que hoy la vida para ellos es muy aburrida.

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Fuente más conocida como de La Trini. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Hay varias fuentes de agua en el pueblo. De allí llevaban el agua a las casas antes de 1977. Estas fuentes son bajas y el agua es cristalina y fresca. Prácticamente hay una fuente en cada barrio a donde acudían con regularidad siendo éstos, lugares importantes de socialización que al introducir el agua potable fueron perdiendo su función de puntos de referencia para el intercambio social diario.

Los barrios son algo interesante en el pueblo pues, sin haber ninguna separación

física, las familias se iban reuniendo y creaban más afinidad entre algunos vecinos, formando así pequeños grupos de personas más allegadas con las que compartían mucho más que con otras. Tanto es así que cuando se cambiaron de casa algunos, porque construyeron una más moderna en otra parte del pueblo, no les fue fácil adaptarse al nuevo vecindario. Resulta interesante esta observación, por lo pequeño que es el pueblo. También pude observar que varias personas de la misma edad, casi no se habían comunicado de niños. A las personas que nacieron en el mismo año les llaman “quintos”. Debido a la territorialidad de los barrios, hay muchos quintos que, hasta ahora de mayores, se han comunicado más y han llegado a conocerse mejor.

La Casa Blanca vista desde lejos. 2006 Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Un lugar que está muy cerca es La Casa Blanca. Esta fue una granja que se llamaba “Los Lirios”. Ha cambiado mucho de dueños, pero en una época tuvo mucha vida. Una de las participantes dice que ella recuerda muy bien cómo era esa casa. Estaba llena de vida, tenían muchos animales y cultivos diferentes. Los que la cuidaban eran muy buenos amigos de la gente del pueblo (Diciembre 2.0004). La Casa Blanca se ha quedado como un lugar de nostalgia, de recuerdos a donde la gente ahora va de paseo.

Carretera a Prescencio en los años 70 Foto proporcionada por Federico Varona

A la gente de Ciadoncha le gusta andar y hay muchos lugares muy bonitos para ir

de paseo. Uno de ellos es el camino a Prescencio, otro a las Cuatro Piedras, a las bodegas, o simplemente meterse al campo y dejar que la naturaleza les hable.

Paseando por el campo en los años 70 Foto proporcionada por Federico Varona

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Níscalos del pinar. 1984 Foto proporcionada por Federico Varona

En diciembre da gusto ir al pinar a traer el musgo para el nacimiento y coger

níscalos.

Las bodegas y los merenderos es otra parte de Ciadoncha que es muy bonita y a donde va mucha gente no sólo a pasear sino a disfrutar mucho de la compañía de amigos y familiares.

Las bodegas. 1992 Foto proporcionada por Federico Varona

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Menos 7 años; 38

7 a 16 años; 51

16 a 25 años; 36

25 a 40 años; 55

40 a 50 años; 33

Más 50 años; 38

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN

En 1842 aparece Ciadoncha en el diccionario de Madoz con 77 vecinos y 200 almas. En el censo de Floridablanca que se realizó en 1787, la población estaba distribuida de la manera que lo demuestra el diagrama.

CIADONCHA CENSO DE FLORIDABLANCA 1787

Mas recientemente en el informe sobre pueblos de España de Santiago García y

que ya mencioné antes, también aparecen datos interesantes sobre la evolución de la población en Ciadoncha.

EVOLUCIÓN DE POBLACIÓN 1787-2003

251

200

436407

319

385 390412

357

255

149121 116 107

1787 1842 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2001 2003

Fuente: Análisis EDIDATA I+D+I.

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En el año 1900 alcanzó la población a tener 436 habitantes siendo ésta la más alta que ha tenido Ciadoncha en la historia. Una disminución notable es la de 1.920, cuando llegó a 319, subiendo nuevamente en 1.930 a 385 y manteniéndose entre 390 y 357 hasta 1.960. En 1.970 vuelve a disminuir a 255 y en 1.981 a 149 quedando la población entre 121 y 107 habitantes desde 1.981 hasta 2.003. Entre 2.003 y 2.007, la población ha disminuido notablemente siendo que en los meses de invierno no viven más de 25 personas en el pueblo.

No es fácil encontrar las causas de la fluctuación de la población en Ciadoncha

desde 1787 hasta 1930. Sin embargo, gracias a los recuerdos de muchos de los participantes en este estudio, sí podemos explicar las fluctuaciones desde 1930. La fluctuación en la población anteriormente a 1930 posiblemente se debió a las tendencias generales de la población europea en esos tiempos, para lo cual sería interesante visitar la página electrónica de Artehistoria en http://www.artehistoria.com/ que es una iniciativa sin ánimo de lucro de Ediciones Domen donde se pueden explorar estos temas a nivel nacional y mundial.

En resumen se puede decir que la fluctuación de la población en esa época, se

debía más que nada a la falta de conocimientos para hacerle frente a pestes y catástrofes naturales. En el caso de España, se podría imaginar que los cambios en el clima podrían haber sido la causa de la fluctuación en la población, ya que siendo un país que dependía mucho de la agricultura, siempre se veía afectado por sequías y otros fenómenos naturales. Sin embargo, la emigración que toma lugar a partir del descubrimiento de América, no llegó a afectar tanto a Castilla, como pudo haberse notado en las zonas costeras del país. Contexto histórico

Debemos recordar que antes de 1900, España era una sociedad mayormente rural. Según Santos Juliá, el 77 por ciento de la población se dedicaba a la agricultura y a la pesca (446). Esto hacía que la economía fuera muy inestable pues una mala cosecha por cualquier crisis climatológica, traía hambruna a todo el país.

Ilustración de cómo era la vida en España en el siglo XVIII Grabado de San Severino de J. E. Delmás

http://www.balmaseda.net/balmanet/HIST/historia_histo.htm

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De 1900 a 1930, la población rural en España empezó a moverse, ya no a la costa a tomar los barcos para ir a América, como lo había hecho en el siglo anterior, sino a las áreas urbanas. Las ciudades empezaron a crecer, los trabajos en construcción florecieron y la mortalidad descendió. La población total de España pasó de 18.61 millones en 1900 a 23.67 millones en 1930.

La movilidad a las ciudades grandes que se vio en esta época también se debió a

la industrialización. Es en este tiempo que crecen Barcelona, Madrid, Bilbao, Gijón con el tráfico portuario, Valencia, Sevilla, Salamanca, Vigo, Córdoba y Zaragoza. Empresarios e industrias surgieron a raíz de la Gran Guerra. En 1930, ya solo el 29 por ciento de la población se dedicaba a industrias alimenticias (Juliá, 447-448). Atrás había quedado la angustia por el sentido de la vida de lo que tanto habían publicado los jóvenes escritores del 98.

La influencia de la iglesia era muy débil y los jóvenes se dedicaban a la diversión

en las ciudades más que a respetar las enseñanzas de la iglesia católica que sus padres habían seguido tan de cerca. Los trabajadores se afiliaban a sindicatos y los profesionales se reunían en tertulias, redacciones o ateneos. Eran los famosos años locos (la década de 1920 a 1930) en todo el mundo. En esta época, el anticlericalismo en España dio lugar a la quema de iglesias y conventos y a rechazar todo lo relacionado con la Iglesia.

En 1923 El general Primo de Rivera obtuvo el poder a través de un golpe de

Estado y al principio gobernó por medio del ejército a través de un Directorio Militar.

Miguel Primo de Rivera, por José Ribera Museo de Arte Moderno de Barcelona. Óleo sobre lienzo

http://www.artehistoria.com/

En la página electrónica de “Sí España” podemos encontrar el siguiente resumen de la vida política de esa época.

La dictadura de Primo de Rivera resolvió algunos de los múltiples problemas que asolaban el país: terminó la guerra en África, desarrolló gobiernos locales y presentó un ambicioso programa de obras públicas. Sin embargo, el intento de volver a un gobierno constitucional estableciendo una Asamblea Nacional consultiva (1926) fracasó con el

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rechazo del borrador de la Constitución de la Monarquía Española en 1929. La década de 1930-1940 estuvo llena de inestabilidad política y social. En el

otoño de 1930 se integró el comité revolucionario y como bien nos dice el doctor en sociología y catedrático del Departamento de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), Santos Juliá (473-503) en el libro que escribió con Julio Valdeón y Joseph Pérez;

Cuando aquellos republicanos y socialistas que se auto titulaban gobierno provisional de la República traspasaron las puertas del ministerio de la Gobernación y comprobaron sorprendidos que los guardias civiles se cuadraban en lugar de llevarlos prisioneros, no se lo podían creer. De manera que ya estaba hecho, que la República, tantas veces soñada como ideal utópico, ya había llegado (Juliá, 473). Los doce hombres que formaron el comité fueron ratificados en julio de 1931 por

las elecciones a Cortes Constituyentes que dieron un claro triunfo a la conjunción republicano-socialista. Sin embargo este comité no logró mantener su unidad ante el proyecto de reforma agraria ni que se pusieran de acuerdo sobre algunos puntos del proyecto de Constitución.

Al año de haberse formado el comité revolucionario, en octubre de 1931,

dimitieron Alcalá-Zamora y Miguel Maura, tras el debate de los artículos del proyecto constitucional relativos a la Iglesia católica. Manuel Azaña líder de la minoría republicana más reducida, recibió del presidente de las Cortes, Julián Besteiro, el cargo de presidir un gobierno cuya principal tarea consistía en rematar los trabajos constitucionales. Copio directamente del artículo de Juliá página 475.

El estado español aparece integrado por municipios

mancomunados en provincias y “por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía”, un nuevo concepto con el que se pretendía dar una solución original a la voluntad de las provincias limítrofes, con características históricas, culturales y económicas comunes que quisieran organizarse en región autónoma para formar un “núcleo político administrativo. La constitución establece la igualdad de todos los españoles ante la ley y consagra el principio de no discriminación por razón de sexo; constitucionaliza los derechos sociales y culturales, establece la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria; procede a una separación total de la Iglesia y el Estado, prohibiendo además a las órdenes religiosas el ejercicio de la enseñanza, la industria y el comercio; identifica las Cortes con el Congreso de los Diputados, ante el que responden los ministros y su presidente, nombrado y separado libremente por el presidente de la República, que deberá necesariamente separarlo si las Cortes le negasen su confianza. (El énfasis con letras más oscuras es mío)

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Es importante observar lo que establece esta constitución que era el fruto de la

mayoría republicana y socialista salida de las elecciones de junio. Como se puede imaginar, la derecha, monárquica y católica no tuvo parte en la elaboración del texto y no lo votó. Las reformas radicales de los republicanos, no fueron vistas con buenos ojos por los propietarios de tierra, ni por la iglesia católica dando lugar al reforzamiento de sus organizaciones y a nuevas confederaciones, siendo una de las más importantes la de la Confederación Nacional Católico-Agraria, compuesta por pequeños propietarios y arrendatarios de la cual surgieron muchos de los dirigentes del catolicismo político.

La abundancia de trabajo, sobre todo en la construcción que había habido hasta

entonces, empezó a escasear, el descontento se empezó a generalizar entre la población y el aumento de las huelgas empezó a afectar ya no sólo a las regiones con latifundios sino a ciudades hasta entonces menos conflictivas como Madrid. Es entonces cuando Ángel Herrera lanza Acción Popular bajo el lema de religión, patria, familia, orden, propiedad y trabajo. El nuevo partido católico creado a partir de Acción Popular ataca a los republicanos como fríos perseguidores de la Iglesia y enemigos de la Patria y a los socialistas como enemigos de la propiedad, de los pequeños campesinos, de la familia y del orden.

Los socialistas rompen la coalición con los republicanos de izquierda. Los dos

grupos (socialistas y republicanos) se presentan por separado a las elecciones de 1933. Como resultado de esto la izquierda republicana quedó barrida de las nuevas Cortes y los socialistas vieron cortada por la mitad su anterior representación.

En medio de todo este torbellino político, muchos se quedan sin trabajo. La

derecha católica se siente cada vez más fuerte y adopta comportamiento público al estilo del fascismo italiano, con grandes concentraciones paramilitares, saludos a la romana, exaltación del jefe, y no ocultan sus metas finales de alcanzar el poder para cambiar el régimen. Empieza la guerra civil en 1936.

En Ciadoncha solamente dos de los participantes en este estudio tienen algunos

vagos recuerdos de la guerra civil española. Es por eso que trato de poner el contexto histórico de esta época basada en los datos encontrados en libros y en Internet.

El llamado bando nacional agrupó a aquellos sectores perjudicados por las

reformas republicanas: la iglesia, el ejército, los grandes propietarios y empresarios, así como las clases medias asustadas ante el avance de la revolución comunista o anarquista. Fija su capital en Burgos hasta el final de la guerra, adoptando la bandera monárquica como símbolo del nuevo Estado al frente del cual se nombra al general Francisco Franco.

El ideario político de Franco recoge planteamientos de Falange Española, así

como doctrinas tradicionalistas de los antiguos carlistas, estableciendo con ello un régimen dictatorial que anuló las reformas republicanas y reprimió duramente las ideas y actividades contrarias. El bando republicano, por su parte, quedó principalmente en manos de las organizaciones obreras, cuyos militantes asumieron la defensa de la

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República a la vez que iniciaron experiencias revolucionarias de carácter comunista o anarquista. Esta dualidad, guerra o revolución, marca la acción política y provoca enfrentamientos entre los partidarios de dar prioridad a una o a otra (Valdeón, Pérez y Juliá 2006).

En ambos bandos, la violencia y la persecución del contrario fue muy dura,

reflejándose en un tenso ambiente que vivía Europa antes de la II Guerra Mundial. Las dictaduras fascistas de Mussolini y Hitler apoyaron al ejército franquista, mientras que la Unión Soviética y la Internacional Comunista canalizaron el apoyo a las milicias republicanas. La ayuda de los fascismos al ejército nacional, unido a su mayor preparación y disciplina, propiciaron finalmente la derrota del Ejército Popular republicano en abril de 1939, dando paso a la dictadura del general Franco en todo el territorio( http://www.sispain.org/spanish/history/civil.html ).

Volviendo al análisis de la evolución de la población en Ciadoncha, podemos ver

que la movilidad de la que hablan los historiadores entre los años 1900 y 1930, sí afectó un poco pues la población bajó de 436 a 319. Pero entre los años 1930 y 1960, Ciadoncha parece inmune a los conflictos de la guerra civil en cuanto a la evolución de su población. Mientras que otras poblaciones especialmente en el sur de España quedan arrasadas por la guerra ( http://www.juntadeandalucia.es/averroes/~11700421/ ), a Ciadoncha más bien parece que llegaron nuevos vecinos a establecerse en el lugar, posiblemente como obreros, y se quedaron por algunos años más.

En mis conversaciones con la gente del pueblo, las únicas personas que aún

recuerdan cómo fueron los años de la guerra civil dicen que entonces era cuando los de la capital venían a comprar pan a los pueblos. Es muy poco lo que recuerdan, pues ellos eran niños entonces y sus recuerdos son muy vagos. Me dijeron que ellos sólo recordaban haber escuchado algo sobre este tema a los mayores, pero que antes, los niños no conversaban con los mayores y mucho menos de temas como la guerra.

Promoción de niñas entre 1936-1939 de la escuela de Ciadoncha. Foto proporcionada por Arcadio Varona

El único documento histórico que pude encontrar en Ciadoncha, de la época de la

guerra civil, es una fotografía de la promoción de niñas de la escuela que podría situarse más o menos entre los años 1936-1939 que me proporcionó Arcadio Varona. También

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me comentó de una placa que recordaba él que había en la iglesia donde aparecían los nombres de los soldados del bando nacional del pueblo que murieron en la guerra.

AÑO 1937

CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA

JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA

SARGENTO EMILIANO PORRES VELASCO

TOMAS ARROYO PÉREZ

ANDRÉS SANZ VELASCO

SERGIO SANZ VELASCO

¡¡PRESENTES!!

Placa en el exterior de la iglesia. Foto proporcionada por Arcadio Varona.

Una participante guarda muy claramente en su mente cómo un día de uno de esos

años de la guerra o quizás de los primeros años de la pos-guerra, (no recuerda el año) vinieron los guardias a llamar a su tío para entregarle las llaves del pueblo.

Un día, unos niños llegaron a decirme que unos guardias buscaban a mi tío. Yo los mandé a buscarlo porque estaba trabajando en el campo. Le preparé la camisa blanca, que se puso al llegar, y se presentó ante la autoridad. -A usted le entregamos las llaves del pueblo- le dijeron. Mi tío se hizo cargo. Después llegó a ser alcalde porque la gente le votó. (Entrevista personal 2005)

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Ella era una jovencita en ese entonces pero según sus propias palabras, lo

recuerda “como si hubiera sido ayer”. A ella le gusta recordar el orden y el respeto que había en tiempos de Franco. También la cortesía de los caballeros para las damas. Ella recuerda cómo se levantaban los hombres en el autobús para dejarle a ella su sitio.

Otros participantes recuerdan que, se decía que, en muchas partes de España se

contrabandeaba el aceite, pero insisten que estas cosas sólo se las escuchaban comentar a los mayores.

-Decían que tenían que esconder el aceite en pellejos para que pasara

desapercibido en el tren. Después cambiaban el aceite por lo que les hiciera más falta (Entrevista 2006).

Pellejos en una tienda de Burgos Foto proporcionada por Federico Varona

Otras personas recuerdan el racionamiento que llegó una vez terminada la guerra.

Había unas cartillas que se usaban para sacar azúcar, aceite y cosas para comer. La requisa, era lo que se podía tener. Sólo permitían tener cierta cantidad de cosas, si se tenía más, lo quitaban. (Entrevistas personales, enero 2005, 2006). Otros recuerdan vagamente a algunas personas que no pertenecían a la misma corriente ideológica del régimen, a ellos les llamaban “los rojillos” o “los rojos”, pero no recuerdan que hubiera habido mal trato hacia ellos. Para terminar de interpretar la evolución de la población en Ciadoncha, diré que la disminución de la población a partir de los años 1960 hasta 1990 coincide con la disminución de los precios de los cereales, la mecanización de la agricultura, la formación de los Polos de Desarrollo. Muchos jóvenes entre los años 1960 y 1980 salieron hacia Bilbao, Barcelona y a la ciudad de Burgos. A esto también se le llama el “éxodo rural” en la historia de España y fue muy fuerte en Andalucía. Sin embargo en Ciadoncha también se ve bastante movilidad en esa época.

La educación a la que tuvo acceso la juventud de los años 80 en toda España, también les abrió las puertas a los profesionales de Ciadoncha para ejercer sus profesiones en ciudades grandes quedando en el pueblo sólo las personas mayores, quienes han sido agricultores toda su vida.

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Es así como empieza una nueva etapa en la vida del área rural española, en la que

muchos jóvenes se van a vivir a las ciudades grandes, pero vuelven a trabajar el campo los fines de semana o cuando tienen vacaciones. Esto se puede ver todavía hoy en Ciadoncha. Según Juliá, los años 1960 y 1980, es la época en que la sociedad española en general se urbaniza definitivamente, y se asimila en cualquier otro país desarrollado. La corriente migratoria, primero se dirige del campo a la capital de la provincia, luego a las regiones industrializadas, y por último a Europa. Según datos estadísticos, en los años 60, la cifra oficial de emigrantes españoles al resto de Europa es de 1.100.00, pero la cifra no oficial es de 2.500.000 (Carlos Aguilera/Fuente: Instituto Español de Emigración. Muy historia, Pag. 51).

En Ciadoncha sin embargo, se ve este éxodo rural empezando en los años sesenta, extendiéndose hasta los ochenta. Los primeros en emigrar, en los años sesenta, se van a Bilbao y Barcelona, en los setenta y ochenta salen hacia Burgos y muy pocos, más tarde, salen a otros países de Europa.

Comenté anteriormente que a principios del siglo XX, el 77 por ciento de la población española se dedicaba a la agricultura y a la pesca, pero para los años sesenta, más del 70 por ciento de la población era urbana habiéndose invertido totalmente el lugar donde vivían los españoles (Pastrana) . Aunque la diputación provincial de Burgos dice que Ciadoncha tiene una población aproximada de 141 vecinos, creo que este dato se refiere a vecinos registrados, pero no a personas que realmente viven en el pueblo. Durante los meses de invierno el número de vecinos residiendo en Ciadoncha es cada año más bajo.

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UN POCO DE HISTORIA El nombre El maestro, Arcadio Varona Madrid, nacido en Ciadoncha, publicó hace algunos años una historia del pueblo en la revista “Ciadoncha, tras sus huellas” (13-16). Allí explica que el origen del nombre del pueblo es una verdadera incógnita para los investigadores pues en el Documento Fundacional de la Abadía de Covarrubias aparece como “Cibtatonia”. Más adelante, el seis de diciembre del año de 1209 aparece ya el término Ciadoncha, pero no queda claro cómo pasa de Cibtatonia a Ciadoncha. Arcadio Varona Madrid El historiador Gonzalo Martínez Díez dice.

“CIADONCHA.-28-XI-988: Cibtatonia, 6.XI.1209: Ciadoncha, derivado de Cibtat Proveniente a su vez de civitas; el segundo componente no aparece nada claro, posiblemente provenga del sufijo onica o onga del mismo modo que de monte se ha formado montonica o montuenga” (300)

En el pueblo se comenta que Ciadoncha viene de “Ciudad ancha”, pero no hay

documentos que apoyen esta versión. Nacimiento Varona Madrid, comenta en el mismo artículo citado anteriormente, que la fecha del nacimiento de Ciadoncha puede situarse entre el 915 y 930 pues administrativamente, Ciadoncha aparece como parte del alfoz de Muñó primero y luego en el censo de 1591-1594 este pueblo aparece incluido en el Partido de Yglesias, a finales del siglo XVII como parte del partido de Can de Muño, donde aparece con la categoría de Villa y jurisdicción de Señorío secular. A partir de 1843, Ciadoncha entra a formar parte del partido de Lerma contando con 200 habitantes. Martínez Díez dice en “Pueblos y Alfoces burgaleses de la repoblación” que Ciadoncha pertenecía al Alfoz de Muñó. Los alfoces eran los pequeños distritos en que se subdividía el condado de Castilla, la palabra es de origen árabe, de la palabra al-hauz, que significa cantón o distrito. Esto deja claro que estamos ante un vocablo importado de Al-Andalus o los mozárabes que acudieron a la repoblación de las tierras leonesas y castellanas ya desde la segunda mitad del siglo IX. (10). En el libro Villahoz de Óscar Ignacio Aparicio Ahedo, el autor encuentra un problema semejante al que nos preocupa en cuanto a la fecha del nacimiento de Ciadoncha. Él dice que no se puede decir con exactitud cuándo fueron creados los núcleos entre el Arlanzón y el Duero porque las crónicas no dan estos datos. Sin embargo tomando en cuenta los nombres usados para las poblaciones vecinas, se puede deducir

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que éstas aparecieron durante las diversas migraciones. Como se dijo antes, sólo el hecho de que las poblaciones alrededor tengan los nombres de Mahamud, Villahizán, Villahoz quiere decir que probablemente estos núcleos fueron creados en tiempos en que estas tierras fueron habitadas por los mozárabes. Hay suficientes datos para pensar que la fecha escrita en que aparece por primera vez el nombre de estos núcleos no sea la fecha de su fundación sino que ésta pudo haber sido mucho antes. La razón por la cual los historiadores se atreven a decir que el nacimiento de Ciadoncha pudo haber sido entre el 915 y 930 es porque el Alfoz de Muñó es uno de los primeros alfoces testimoniados en la documentación medieval, dado que aparece en el año 922. Fechas importantes

Algunas fechas importantes en la historia de este pueblo son: el 24 de noviembre de 978, cuando el Conde García Fernández, hijo de Fernán González, funda a favor de doña Urraca, su hija, la Abadía de Covarrubias, cediéndole la villa de Ciadoncha.

En 1532 un tal Martín Fernández Salazar compra Ciadoncha a la Hacienda por un

total de 12.000 ducados y el día 6 de julio de 1681, el rey Carlos II crea el marquesado de Ciadoncha a favor de don Francisco Nicolás de Crema y de su esposa Bentura Fernández de Salazar.

El 1 de noviembre de 1755 el torreón de la iglesia se vino abajo, posiblemente

como consecuencia del terremoto que destruyó la ciudad de Lisboa, en Portugal (Varona Madrid 1990).

Finalmente el año 2003, después de muchos intentos, se logra construir una torre

de piedra donde se colocan las campanas.

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LA IGLESIA La riqueza artística más grande de Ciadoncha es su iglesia. René Jesús Payo Hernández, catedrático de la universidad de Burgos hizo un estudio de ella donde encontramos que ya desde el siglo X existía una iglesia que servía para satisfacer las necesidades espirituales de los habitantes de este lugar. Parte de este estudio lo comenta el Profesor Payo Hernández en “Ciadoncha, tras sus huellas”, 1990 (34). Se desconoce cuántos edificios fueron construidos desde el siglo X al XIII, pero de lo que sí podemos estar seguros es que a comienzos del siglo XIII se inició un nuevo templo parroquial.

Iglesia de Ciadoncha. 2003 Foto proporcionada por D. Emérito Puente

El ábside y el tramo que le sigue es uno de los vestigios mejor conservados de esa

época. Al ver la similitud de este ábside con el del Monasterio de Las Huelgas en Burgos y con el de Villamayor de los Montes es fácil deducir que pertenece a los años centrales del siglo XIII.

Entrada de la Iglesia. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

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Capiteles de la entrada de la iglesia. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

También de esta época son la entrada, la pila bautismal y algún canecillo. La

portada tiene todas las características de las portadas cistercienses y protogóticas caracterizadas por su sencillez en las arquivoltas y por la decoración vegetal de los capiteles.

Pila Bautismal y Cristo. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

La pila bautismal es también obra del siglo XIII aunque entroncada en la tradición

románica.

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Bóveda de la iglesia. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

A mediados del siglo XVI esta iglesia sufre una importantísima transformación.

En 1551, se procede a sustituir el primitivo abovedamiento del siglo XIII por uno clásico del siglo XVI caracterizado por los nervios combados y se construye la sacristía.

Cristo Crucificado. 1971

Foto proporcionada por Federico Varona

Payo Hernández nos dice que la pieza escultórica más antigua conservada es una de la primera mitad del siglo XVIII. La imagen del crucificado que mide aproximadamente un metro y medio y tiene el mismo estilo del afamado Cristo de las Batallas de la Catedral palentina (35).

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Virgen Sedente. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

Otra pieza excepcional es la imagen de la Virgen sedente con el Niño. Esta

escultura mide 105 cms. y su cronología se puede situar en los últimos años del siglo XV o en los primeros del siglo XVI y en el taller de Gil de Siloé (34).

Retablo Mayor. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

Del retablo mayor sabemos que antes del actual había uno del siglo XVI, pero

debido a su mal estado en 1735, los visitadores del arzobispado ordenaron a la parroquia la construcción de uno nuevo. En 1736 se empezó su construcción por los hermanos Luis y Manuel Cortés del Valle, notables escultores naturales de Herrera de Pisuerga y que en esta fecha ya estaban avecindados en la ciudad de Burgos. A pesar de muchos apuros

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económicos, en 1741 se logra traer a Ciadoncha el retablo. Según las cuentas de la iglesia, las dificultades económicas eran tales que recurrieron a la Cofradía del Santísimo Sacramento para ayudar a pagarlo y los propios autores perdonaron cuatrocientos reales que donaron como limosna en 1749 (Hernández, 36).

Virgen de la Asunción. 2006 Foto proporcionada por Arcadio Varona

La imagen de la Asunción de la Virgen, titular de la parroquia fue tallada por

Manuel Cortés y policromada por Pedro Reoyo en 1751. En 1783 Adrián Carazo policromó el resto del retablo, la obra se terminó en 1784 por Manuel Benigno Romero quien talló las imágenes de San Cosme y San Damián, policromadas por Romualdo Pérez. Estilísticamente esta obra se halla en el tránsito al rococó, aunque la policromía global de Adrián Carazo le da un aire de neoclasicismo imitando jaspes y mármoles (Hernández Payo, 36).

Reparación de la iglesia en 1966 Foto proporcionada por Arcadio Varona

En 1966 a iniciativa del párroco de entonces, don Antonio Cuezva, se hizo una limpieza y remodelación de todo el interior de la iglesia. Fue un acontecimiento muy

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importante para el pueblo. Se contó con la participación de casi todos los vecinos, los albañiles de Peral, a quienes les llaman Los Arañas y la dirección del albañil de Ciadoncha, Luís Pérez.

Vidriera en el ojo de buey del coro de la iglesia. 2006 Foto proporcionada por Arcadio Varona

La vidriera que aparece en el ojo de buey del coro, es una aportación de

varios vecinos canalizada por el Centro Cultural Santa Bárbara. Esta bella obra fue realizada por los afamados vidrieristas burgaleses Hermanos Barrio. Se colocó en 1996.

La iglesia sin torre. 1980 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Por muchos años la iglesia de Ciadoncha no tuvo torre. Como ya se dijo

anteriormente, la torre original se destruyó en 1755 posiblemente como consecuencia del terremoto que destruyó Lisboa. Las transformaciones que ha sufrido el exterior de la iglesia desde entonces han sido varias. Primero la iglesia sin torre donde destaca el ábside estilo románico tardío, inicios del gótico.

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Reparación del tejado de la iglesia. 1994 Foto proporcionada por Arcadio Varona

En noviembre de 1994 comenzaron las obras de la sustitución de la cubierta o

tejado. Finalizaron en abril de 1995. Las reformas consistieron en renovar totalmente la estructura de madera, tablas y tejas. A la nueva estructura se añadieron placas aislantes e impermeables entre la madera y las tejas para evitar filtraciones del agua de la lluvia, en el caso de que fallaran las tejas. La vieja cubierta eliminada era la original y primitiva, en su mayoría procedente del siglo XVI, por lo cual aparecía vieja y podrida en algunas tablas y palos, no así en las vigas que a pesar de los años conservaban su reciedumbre (Información proporcionada por D. Emérito Puente vía correo electrónico).

Este trabajo estuvo a cargo de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y

León, gracias a las gestiones hechas por Don Emérito Puente, Párroco y José Ignacio Martínez Madrid, Alcalde. Muchos fueron los viajes que hicieron el párroco, el alcalde, los concejales y el aparejador del obispado a Valladolid para lograr esta obra. El costo total fue 17.124.898 ptas.

Iglesia con una estructura metálica sosteniendo las campanas. 1995 Foto proporcionada por Arcadio Varona

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En esta ocasión se trató de conseguir los fondos para hacer una torre, pero no fue

posible lograr lo que se quería, teniendo que aceptar una estructura metálica que sostenía las campanas. El reloj eléctrico y programador de los toques de las campanas, sistema que se instaló en esta ocasión, fue pagado totalmente con los fondos parroquiales.

La inauguración oficial de la obra fue el día de la Santísima Trinidad en la

primavera de 1995 y presidida por autoridades de la Junta de Castilla y León. Además hubo una celebración religiosa oficiada por D. Santiago Martínez Acebes, Arzobispo de Burgos. En 1996 se llevó a cabo una nueva instalación eléctrica, retirándose los cables trenzados que resultaban viejos y peligrosos y también los tubos fluorescentes que proporcionaban un alumbrado insuficiente. Se pusieron nuevos puntos de iluminación, consistentes en lámparas alógenas, que proporcionan una buena calidad de alumbrado. El tendido eléctrico lo realizaron dos trabajadores del pueblo, que estaban en situación de paro laboral, y que se acogieron a un contrato de trabajo temporal abonado por el INEM (Instituto Nacional de Empleo) y gestionado por el Ayuntamiento de Ciadoncha. El importe total de la obra fue de 178.718 pesetas. Finalmente en el otoño del año 2.002, se consiguió construir la torre tan añorada en esta villa. Así se ha sustituido el torreón que se vino abajo en 1755.

Cuadro de honor. Contribuyentes para construir la torre de la iglesia. 2.003

Foto proporcionada por Federico Varona

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La obra fue posible gracias a la aportación económica de varias instituciones burgalesas: Arzobispado de Burgos, Junta de Castilla y León y Diputación Provincial. Igualmente aportó una notable cantidad económica el Ayuntamiento de Ciadoncha bajo la dirección de José Luís Julián Hernando y un buen número de vecinos del pueblo y de fuera, cuyos nombres cuelgan en un cuadro honorífico de la sacristía. La obra fue realizada por los Hermanos Ausín, constructores de la cercana villa de Mazuela. El importe total de la misma anduvo en torno a los ocho millones de pesetas. En el día de la Santísima Trinidad de 2,003 se realizó la inauguración de la torre. Acudieron a Ciadoncha a este evento los alcaldes de los pueblos cercanos y el Diputado de zona de la Excelentísima Diputación Provincial. El Arzobispado estuvo representado por D. Fermín González López, montador de la estructura de madera que lleva el tejado de la torre y experto diseñador de estructuras para tejados de iglesias y que pertenece a la Delegación Diocesana de Obras. El señor alcalde, Don José Luís Julián entregó a D. Fermín Gonzáles López, una placa conmemorativa del acto y reconocedora del mérito de este cura constructor, que aportó gratuitamente su saber y su trabajo.

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LA IGLESIA La riqueza artística más grande de Ciadoncha es su iglesia. René Jesús Payo Hernández, catedrático de la universidad de Burgos hizo un estudio de ella donde encontramos que ya desde el siglo X existía una iglesia que servía para satisfacer las necesidades espirituales de los habitantes de este lugar. Parte de este estudio lo comenta el Profesor Payo Hernández en “Ciadoncha, tras sus huellas”, 1990 (34). Se desconoce cuántos edificios fueron construidos desde el siglo X al XIII, pero de lo que sí podemos estar seguros es que a comienzos del siglo XIII se inició un nuevo templo parroquial.

Iglesia de Ciadoncha. 2003 Foto proporcionada por D. Emérito Puente

El ábside y el tramo que le sigue es uno de los vestigios mejor conservados de esa

época. Al ver la similitud de este ábside con el del Monasterio de Las Huelgas en Burgos y con el de Villamayor de los Montes es fácil deducir que pertenece a los años centrales del siglo XIII.

Entrada de la Iglesia. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

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Capiteles de la entrada de la iglesia. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

También de esta época son la entrada, la pila bautismal y algún canecillo. La

portada tiene todas las características de las portadas cistercienses y protogóticas caracterizadas por su sencillez en las arquivoltas y por la decoración vegetal de los capiteles.

Pila Bautismal y Cristo. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

La pila bautismal es también obra del siglo XIII aunque entroncada en la tradición

románica.

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Bóveda de la iglesia. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

A mediados del siglo XVI esta iglesia sufre una importantísima transformación.

En 1551, se procede a sustituir el primitivo abovedamiento del siglo XIII por uno clásico del siglo XVI caracterizado por los nervios combados y se construye la sacristía.

Cristo Crucificado. 1971

Foto proporcionada por Federico Varona

Payo Hernández nos dice que la pieza escultórica más antigua conservada es una de la primera mitad del siglo XVIII. La imagen del crucificado que mide aproximadamente un metro y medio y tiene el mismo estilo del afamado Cristo de las Batallas de la Catedral palentina (35).

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Virgen Sedente. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

Otra pieza excepcional es la imagen de la Virgen sedente con el Niño. Esta

escultura mide 105 cms. y su cronología se puede situar en los últimos años del siglo XV o en los primeros del siglo XVI y en el taller de Gil de Siloé (34).

Retablo Mayor. 1971 Foto proporcionada por Federico Varona

Del retablo mayor sabemos que antes del actual había uno del siglo XVI, pero

debido a su mal estado en 1735, los visitadores del arzobispado ordenaron a la parroquia la construcción de uno nuevo. En 1736 se empezó su construcción por los hermanos Luis y Manuel Cortés del Valle, notables escultores naturales de Herrera de Pisuerga y que en esta fecha ya estaban avecindados en la ciudad de Burgos. A pesar de muchos apuros

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económicos, en 1741 se logra traer a Ciadoncha el retablo. Según las cuentas de la iglesia, las dificultades económicas eran tales que recurrieron a la Cofradía del Santísimo Sacramento para ayudar a pagarlo y los propios autores perdonaron cuatrocientos reales que donaron como limosna en 1749 (Hernández, 36).

Virgen de la Asunción. 2006 Foto proporcionada por Arcadio Varona

La imagen de la Asunción de la Virgen, titular de la parroquia fue tallada por

Manuel Cortés y policromada por Pedro Reoyo en 1751. En 1783 Adrián Carazo policromó el resto del retablo, la obra se terminó en 1784 por Manuel Benigno Romero quien talló las imágenes de San Cosme y San Damián, policromadas por Romualdo Pérez. Estilísticamente esta obra se halla en el tránsito al rococó, aunque la policromía global de Adrián Carazo le da un aire de neoclasicismo imitando jaspes y mármoles (Hernández Payo, 36).

Reparación de la iglesia en 1966 Foto proporcionada por Arcadio Varona

En 1966 a iniciativa del párroco de entonces, don Antonio Cuezva, se hizo una limpieza y remodelación de todo el interior de la iglesia. Fue un acontecimiento muy

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importante para el pueblo. Se contó con la participación de casi todos los vecinos, los albañiles de Peral, a quienes les llaman Los Arañas y la dirección del albañil de Ciadoncha, Luís Pérez.

Vidriera en el ojo de buey del coro de la iglesia. 2006 Foto proporcionada por Arcadio Varona

La vidriera que aparece en el ojo de buey del coro, es una aportación de

varios vecinos canalizada por el Centro Cultural Santa Bárbara. Esta bella obra fue realizada por los afamados vidrieristas burgaleses Hermanos Barrio. Se colocó en 1996.

La iglesia sin torre. 1980 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Por muchos años la iglesia de Ciadoncha no tuvo torre. Como ya se dijo

anteriormente, la torre original se destruyó en 1755 posiblemente como consecuencia del terremoto que destruyó Lisboa. Las transformaciones que ha sufrido el exterior de la iglesia desde entonces han sido varias. Primero la iglesia sin torre donde destaca el ábside estilo románico tardío, inicios del gótico.

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Reparación del tejado de la iglesia. 1994 Foto proporcionada por Arcadio Varona

En noviembre de 1994 comenzaron las obras de la sustitución de la cubierta o

tejado. Finalizaron en abril de 1995. Las reformas consistieron en renovar totalmente la estructura de madera, tablas y tejas. A la nueva estructura se añadieron placas aislantes e impermeables entre la madera y las tejas para evitar filtraciones del agua de la lluvia, en el caso de que fallaran las tejas. La vieja cubierta eliminada era la original y primitiva, en su mayoría procedente del siglo XVI, por lo cual aparecía vieja y podrida en algunas tablas y palos, no así en las vigas que a pesar de los años conservaban su reciedumbre (Información proporcionada por D. Emérito Puente vía correo electrónico).

Este trabajo estuvo a cargo de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y

León, gracias a las gestiones hechas por Don Emérito Puente, Párroco y José Ignacio Martínez Madrid, Alcalde. Muchos fueron los viajes que hicieron el párroco, el alcalde, los concejales y el aparejador del obispado a Valladolid para lograr esta obra. El costo total fue 17.124.898 ptas.

Iglesia con una estructura metálica sosteniendo las campanas. 1995 Foto proporcionada por Arcadio Varona

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En esta ocasión se trató de conseguir los fondos para hacer una torre, pero no fue

posible lograr lo que se quería, teniendo que aceptar una estructura metálica que sostenía las campanas. El reloj eléctrico y programador de los toques de las campanas, sistema que se instaló en esta ocasión, fue pagado totalmente con los fondos parroquiales.

La inauguración oficial de la obra fue el día de la Santísima Trinidad en la

primavera de 1995 y presidida por autoridades de la Junta de Castilla y León. Además hubo una celebración religiosa oficiada por D. Santiago Martínez Acebes, Arzobispo de Burgos. En 1996 se llevó a cabo una nueva instalación eléctrica, retirándose los cables trenzados que resultaban viejos y peligrosos y también los tubos fluorescentes que proporcionaban un alumbrado insuficiente. Se pusieron nuevos puntos de iluminación, consistentes en lámparas alógenas, que proporcionan una buena calidad de alumbrado. El tendido eléctrico lo realizaron dos trabajadores del pueblo, que estaban en situación de paro laboral, y que se acogieron a un contrato de trabajo temporal abonado por el INEM (Instituto Nacional de Empleo) y gestionado por el Ayuntamiento de Ciadoncha. El importe total de la obra fue de 178.718 pesetas. Finalmente en el otoño del año 2.002, se consiguió construir la torre tan añorada en esta villa. Así se ha sustituido el torreón que se vino abajo en 1755.

Cuadro de honor. Contribuyentes para construir la torre de la iglesia. 2.003

Foto proporcionada por Federico Varona

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La obra fue posible gracias a la aportación económica de varias instituciones burgalesas: Arzobispado de Burgos, Junta de Castilla y León y Diputación Provincial. Igualmente aportó una notable cantidad económica el Ayuntamiento de Ciadoncha bajo la dirección de José Luís Julián Hernando y un buen número de vecinos del pueblo y de fuera, cuyos nombres cuelgan en un cuadro honorífico de la sacristía. La obra fue realizada por los Hermanos Ausín, constructores de la cercana villa de Mazuela. El importe total de la misma anduvo en torno a los ocho millones de pesetas. En el día de la Santísima Trinidad de 2,003 se realizó la inauguración de la torre. Acudieron a Ciadoncha a este evento los alcaldes de los pueblos cercanos y el Diputado de zona de la Excelentísima Diputación Provincial. El Arzobispado estuvo representado por D. Fermín González López, montador de la estructura de madera que lleva el tejado de la torre y experto diseñador de estructuras para tejados de iglesias y que pertenece a la Delegación Diocesana de Obras. El señor alcalde, Don José Luís Julián entregó a D. Fermín Gonzáles López, una placa conmemorativa del acto y reconocedora del mérito de este cura constructor, que aportó gratuitamente su saber y su trabajo.

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LA COMIDA

Las Cebollitas de Ciadoncha Como hemos dicho anteriormente, Ciadoncha ha sido un pueblo pequeño, pero talento no ha faltado en muchos campos y uno de ellos es las artes culinarias. Existe un plato en la cocina moderna que se llama Cebollitas de Ciadoncha y se puede degustar en el restaurante, Villa de Almanzor, en la ciudad de Burgos. ¿Cómo empezó esto de las Cebollitas de Ciadoncha? Fue Nery Delgado, nacida en Ciadoncha, quien creó este plato. El plato surgió porque Nery es una profesional de la Alta Cocina y en 1.985 montó una sociedad y puso un Restaurante. Era necesario inventar platos y ella se inventó este.

Nery Delgado. Foto proporcionada por Arcadio Varona

En una entrevista que le hicieron a la Chef para la revista “Ciadoncha, tras sus huellas”, Junio1.990 (22, 23) Nery dice que los recuerdos que ella tiene del pueblo son los olores y sabores de esos conejos guisados en esas cazuelas de barro de Pereduela (Zamora), tan curadas (tan antiguas), ya que algunas pertenecieron a las abuelas e incluso bisabuelas de quienes las usan. Esos eran guisos que se hacían sentir a diez metros de donde se cocinaban por el olor a leña de sarmiento, de encina y a las especies.

Nery dice que ella cree que no hay pueblo donde se cocine con tanto esmero y cariño como en Ciadoncha. Alaba mucho la fiesta de Santa Bárbara, porque dice que el cariño con que se prepara la comida para esa fiesta es algo único. Por eso las morcillas saben mejor. También recuerda las bodegas. ¡Cómo no las va a recordar¡ si en ellas ha pasado tan buenos ratos, no sólo degustando buena comida, sino también cantando y compartiendo con los demás (Vídeos proporcionados por Orencio Pérez Cascajar). Al preguntarle sobre el éxito del plato, ella dice que una vez las quitó del menú, pero que la gente las pedía con tanta insistencia que decidió no quitarlas más, y así Ciadoncha queda al alcance del paladar de cualquiera. En palabras de Nery, las Cebollitas de Ciadoncha…

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Es un plato moderno, de nueva cocina, pero no excesivamente refinado porque la raíz esencial del plato enlaza con esos sabores del pueblo que yo guardo en mi mente y, por qué no, en mi corazón. Esta idea es la que intento plasmar en toda mi cocina, intentando mantener en todos los platos el sabor, incluso en los más refinados. Este plato forma parte de lo que yo llamo un menú largo y estrecho, una serie de platos para iniciar una comida y que es lo que personaliza este restaurante y a mí como creadora culinaria. Por otra parte, la carta de este restaurante intenta combinar la nueva cocina con la tradicional, porque no quiero olvidar mis raíces. (En Ciadoncha, tras sus huellas. Junio 1.990, página 23)

Como es natural, incluimos en este trabajo la receta de Las Cebollitas de Ciadoncha. Este es un plato que ha tenido mucho éxito y que curiosamente ha puesto al pueblo en el mapa, pues muchos son los turistas que intrigados preguntan dónde está ese lugar.

Cebollitas de Ciadoncha. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Receta de las Cebollitas de Ciadoncha

Ingredientes para 6 personas. 8 Cebollas pequeñas 400 gramos de carne de solomillo. 60 gramos de carne de cerdo 2 cebollas 2 zanahorias 50 gramos de mantequilla Preparación del relleno: Se compra la mejor carne de vaca o ternera (solomillo). Se mezclan con un poquito de cerdo gordo y se pica como para albóndigas. Se pone una sartén al fuego con medio vaso de los de vino, de aceite y una nuez de mantequilla, sin que se caliente mucho. En ello freímos una cebolla pequeña picada menudita y sólo hasta que esté transparente, entonces echamos la carne, la rehogamos y se le agrega sal, pimienta molida, nuez moscada, media copita de vino oloroso o una pizca de tomillo. Se pasa a un recipiente ancho y se le incorpora un huevo entero y un chorro no muy grande de crema de leche. Lo pasamos por la miniprimer hasta hacer una pasta compacta y espesa que probamos por si le faltara sal y se rectifica al gusto.

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Ya tenemos el relleno que dejamos reservado en el mismo recipiente.

Salsa de crema En una sartén de tamaño grande, se pone aceite y un poco de mantequilla. Se pica

una cebolla mediana, dos zanahorias muy picaditas y lo freímos bien. Aparte se hace una bechamel muy ligera que deberá estar hirviendo. Se une la bechamel y el sofrito. Se añade pimienta, nuez moscada y sal al gusto y se pasa por el chino. Esta salsa no debe quedar muy espesa.

Para rellenar las cebollas

Se cuecen las cebollas en abundante agua y sal unos 30 minutos. Se las deja enfriar. Una vez frías las vamos quitando por capas y se envuelven en pequeñas porciones de carne.

Se las pone en la bandeja, se echa la salsa por encima, se meten al horno a gratinar durante 20 minutos, primero a horno fuerte y luego moderado.

Nery celebrando con amigos y los músicos que animaron la fiesta del 15 de agosto de 1996

Foto proporcionada por Arcadio Varona Es verdad que la gente en Ciadoncha cocina muy bien. Los conejos, el asado de

cordero, las ensaladillas rusas, el flan de huevos, las tortillas y las sopas de ajo. Todo sabe muy bien. Esperemos que cada familia pueda pasar a sus hijos los secretos de la cocina “ranera”, porque sería imposible incluir aquí todas las recetas que podríamos sacar.

Un participante me comentaba cómo en un tiempo en Ciadoncha se comían las

sopas de ajo mañana tarde y noche. Yo le decía que me parecía eso un lujo, puesto que ahora todos los restaurantes ofrecen este plato como algo especial. Él sonrió y me dijo- es que antes las sopas de ajo era la comida de los pobres- Pasó luego a relatarme cómo en esos tiempos, si alguien llamaba a la puerta y la familia estaba comiendo sopas de ajo, las escondían. Creo que lo mismo pasó con el turrón. Ésta era la comida que llevaban

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los pastores al campo. En un tiempo fue visto de menos por los demás, pero hoy pagamos lo que sea por un buen trozo de turrón, ya sea duro o blando.

En la revista, Ciadoncha tras sus huellas, encontramos un artículo sobre la confección del pan. En él algunas personas explican cómo cuando y dónde se hacía esta labor. Se trataba de amasar y amasar, por lo menos una hora. La masa, que era de harina cernida, sal, agua y levadura; tenía que quedar lo suficientemente dura. Luego se hacía una cruz en la masa y se tapaba con una manta, unas dos horas hasta que subiera. Después había que hornear. En ese entonces, no había hornos en todas las casas. Hoy todas tienen no sólo horno eléctrico o a gas, sino también muchas tienen microondas. Había algunos hornos de leña, pero como la demanda era mucha, tenían que pedir vez. A veces había que madrugar porque se horneaba dos veces, por la mañana y por la tarde.

Calentaban el horno con paja o leña, echando con los puños y de rodillas. Cuando

el horno se ponía blanco, se limpiaba por dentro y se metía el pan. Primero las tortas de aceite y luego las hogazas. Cocían para unos 15 días. A veces el pan se enmohecía y se lo tenían que comer, quitando lo que estaba peor. El pan lo guardaban en una habitación, en un rincón. -¡Qué bien olía cuando pasábamos!- comentan las narradoras (10) Hoy el pan llega en coche y sólo hay que salir a comprarlo.

La Panadera entregando el pan en Ciadoncha. 2006 Foto proporcionada por Arcadio Varona.

En Ciadoncha lo que se come es lo que se ha preparado ese día en casa. Por

muchos años, los frigoríficos se mantenían vacíos. Primero porque no se tenía costumbre de guardar comida de un día para otro. Luego, porque habían vivido por tantos años sin ellos que desarrollaron otros métodos de conservación que no necesitaban de la refrigeración moderna. Ahora ya vemos que, sobre todo, el congelador se mantiene repleto de carne de la matanza y de los productos del huerto.

La vida diaria en Ciadoncha es bastante rutinaria en estos tiempos. Por las

mañanas las labores de limpieza de la casa se ven interrumpidas sólo por el toque de la bocina de unos coches. No hace falta que las señoras vean hacia la calle; ellas reconocen el sonido y se les oye decir:

-¡Es el de Santa Maria! ¡Es el de Mahamud!- refiriéndose al panadero.

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Hay que salir a recoger la barra o la torta. No hay comparación con todo el trabajo que suponía tener pan hace muchos años. Interrumpir las labores por unos minutos, es sólo un pequeño inconveniente para las mujeres de hoy. Además, hoy es muy normal ver a los hombres de la casa que salen a comprar el pan, no como antes que era labor exclusiva de las mujeres.

Emiliano Galiana comprando el pan. 2006-05-25 Foto proporcionada por Arcadio Varona

A Ciadoncha siempre han llegado vendedores. Un participante me dice que

todavía hoy puede ver en su mente al aceitunero, él era alto y serio, con esa camisa larga tan característica. También llegaban los gitanos para reparar los cacharros de cocina. Este participante También recuerda como a veces, su padre les dejaba dormir en el pajar. Esto ocurriría allá por los años cincuenta (Entrevista personal 2005).

Hoy también llega el pescatero que a veces no sólo lleva pescado sino carne y

pollo. Y unas furgonetas llenas de toda clase de mercancía, desde toallas hasta planchas, que van sirviendo a la población de todos estos pueblos pequeños de alrededor. En Ciadoncha no ha habido una tienda desde hace más de medio siglo, pero realmente no la necesitan porque están bien atendidos por todos estos vendedores ambulantes que se recorren la comarca, llenando de sonidos el ambiente tranquilo de los pequeños pueblos de Castilla.

Pollos de corral. Foto proporcionada por Federico Varona

En Ciadoncha todavía se consume mucho de lo que se cría en casa. Todos los

participantes coincidieron en que no hay comparación entre el sabor de los huevos y los pollos de corral y los de granja. Los conejos también son especialmente sabrosos.

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La verdura, ¡qué bien sabe! cuando se la va a traer al huerto. Muchos de los vecinos que viven en la ciudad de Burgos, cultivan huertos en el pueblo y se dan el gusto de comer verdura sana que han visto crecer y madurar. Como se comentó antes, también ahora ya preparan la verdura para congelarla y disfrutar de ella durante todo el año. La forma de hacer la comida, sus ingredientes y el tiempo que se dedica a ella, hace la gran diferencia en la cocina. Por ejemplo, antes no se usaba la miniprimer, como dice Nery en su receta, lo que se usaba siempre era el mortero. Yo estoy segura que la mayoría de las personas que todavía viven en Ciadoncha prefieren el mortero a la miniprimer. Allí se tritura bien el ajo, perejil y pimienta. Se prepara como una pasta y luego se echa un poco más de agua y se mezcla bien con la comida.

Mortero pequeño de madera.

Foto Lucía Varona

La vida en el pueblo es tan distinta de la de la ciudad que allí uno se siente invitado a volver al pasado, a tomarse el tiempo para todo. En el verano cuando se puede ver algunas familias que vuelven a pasar unos días, se nota el gusto que sienten al poder dedicar toda la mañana a preparar unos buenos guisos. No es lo mismo en la ciudad, donde tienen que correr tanto para ir al trabajo, llevar a los niños al colegio, etc. Lo más valioso de toda esta comida del pueblo es que es muy sana, allí todo es orgánico y se usan muy pocos químicos para cultivar o criar animales. Un bonito proyecto sería escribir un libro de cocina, con las recetas de las abuelas con detalles de cómo se preparaban esos platos que poco a poco van quedando sólo en el recuerdo de los que tuvimos la suerte de degustarlos. También sería interesante escribir los secretos para cultivar las mejores verduras porque los tomates, judías verdes y pimientos son especialmente sabrosos en este lugar.

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LA MATANZA

La matanza bien merece un capítulo aparte al de la comida porque en realidad es un acontecimiento que debe ser descrito independientemente.

En diciembre, cuando hace frío, se hace la matanza. Esta es una ocasión más para

reunir a la familia. El trabajo es mucho y duro, por eso tiene que hacerse entre todos. Pero si bien se trabaja mucho, también son tres días de buena comida, porque cada día, la comida, se hace de acuerdo al trabajo que se realiza. Yo trataré de recordar la primera matanza en la cual participé que fue en el año 1.984.

Preparando el lugar. 1984 Foto Lucía Varona

Lo primero que se hace es preparar el lugar donde se llevará a cabo toda la acción.

Ese espacio debe estar limpio y ser suficientemente amplio para maniobrar. Se preparan muchos paños, recipientes y una escalera para colgar el cerdo para destazarlo. También se necesita alguna hornilla o fuego para cocer las morcillas.

Llevando al cerdo al matadero.1.984

Foto Lucía Varona

Lo primero que hay que hacer es coger al cerdo y llevarlo a la mesa donde se le va a matar. Tarea difícil, pues el animal como presintiendo su destino, no se deja agarrar fácilmente. Se necesita mucha fuerza para dominarlo.

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Primero se mata al cerdo. Hay personas que saben hacerlo muy bien y a ellas las llaman para hacer este trabajo, aunque no sea parte de la familia. Ángel Varona Temiño era uno de los que hacía esta tarea. A él le llamaban otras personas para ayudarles con esto. Este trabajo no es remunerado con dinero sino participando de lo que se saca del cerdo, así pueden darse chorizos y morcillas u otras cosas.

Unas de las historias que escuché sobre las matanzas en el pueblo, es cuando

Petry, la hija menor de Angel y Genara, la llevaba a las matanzas y mientras él trabajaba, la niña cantaba o bailaba el twist, que era el baile más popular en esa época (indudablemente, eran los famosos sesenta). O sea que Ángel, prestaba sus servicios con un bono de entretenimiento. Todavía hay gente que al recordar esto dice-Petry era muy “Saláa”-

Matando al cerdo. 1984

Lucía Varona Al primer día se le llama día de limpiar.

Una vez en la mesa, el encargado de matar el cerdo, le mete el cuchillo y

normalmente el cerdo no sufre nada si se le encuentra la vena rápidamente. La persona que recibe la sangre, se hinca y reza una corta oración, luego pone el recipiente para coger la sangre que hay que batir constantemente para evitar que se cuaje.

Quemando los pelos del cerdo. 1984 Foto Lucía Varona

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Una vez desangrado el animal, se limpia muy bien, quemando los pelos, rasurándolo y lavando la piel para que quede muy limpio.

Destazando el cerdo. 1984 Foto Lucía Varona

Una vez limpio el cerdo se pone en la escalera. Allí se sacan los intestinos o

tripas, que se lavan muy bien porque son las que se rellenan para hacer las morcillas y los chorizos en los días siguientes. El primer día se bate la sangre para que se quede líquida y se pone en botellas o recipientes aparte, para ser usada el día que se hacen las morcillas. Este día también se lavan las tripas, se pelan las patas y las orejas. De comida se tiene la asadurilla del cerdo, guisada y el hígado empanado o con cebolla.

Picando tocino. 2003 Foto proporcionada por Federico Varona

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Al segundo día se le llama el día de picar, porque se pica toda la carne que es más magra para los chorizos. La que es más grasosa para sabadeñas, que son los chorizos que se usan para sopas o caldos. Se puede usar la máquina para picar especialmente si hay mucha cantidad.

Este día se saca el lomo, jamones, tocino. Antiguamente el tocino se guardaba en

sal para todo el año y aunque se ranciaba había que comerlo. También se prepara la carne para los chorizos con sal, pimiento dulce, pimiento picante, pimienta negra, orégano, vino blanco y pimientos colorranos rojos (pimientos que se cuecen y se les separa la piel de la pulpa y se usa sólo la pulpa o carne, como le dicen en el pueblo). Se mezcla todo con la carne del cerdo, se pone en los duernos y se va haciendo la señal de la cruz en cada uno de ellos. Esa carne se queda tapada un día.

Picando cebollas. 2003 Foto proporcionada por Federico Varona

El segundo día también se pican las cebollas más o menos finas y se les mezcla el arroz y la sal. Esta mezcla se deja tapada toda la noche. De comida, el segundo día se tienen huesos con patatas y el lomo frito con pimientos.

Cociendo las morcillas. 1984 Foto Lucía Varona

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El tercer día se hacen las morcillas. A las morcillas se les hecha arroz, manteca, cebolla, sal, pimienta molida, anís, orégano, canela, la sangre del cerdo, pimentón dulce y pimentón picante.

Por la mañana se preparan las tripas que ya han sido limpiadas el primer día

cuidadosamente pasando agua y limón por dentro varias veces. Después se mezclan los otros ingredientes con la cebolla y la sal, que se dejó aparte el día anterior. También se mezcla a esto la sangre que se separó el primer día y que debe estar líquida. Al mezclar se echa primero la pimienta molida, luego el anís, la canela y el orégano. Se echa suficiente pimentón de las dos clases y se mezcla todo. Se echa la sangre y al final la manteca y se revuelve todo muy bien.

Se coge un poco de esa mezcla y se fríe en una sartén. Esto se hace para probar y

darle el gusto que uno quiera. Una vez sazonado, se empiezan a rellenar las tripas. Para esto se amarra un lado de la tripa con un hilo especial para embutidos y se llena más o menos dos cuartas de tripa, luego se amarran por el medio y al final. Así se van preparando varias morcillas. Una vez llenas, se ponen a cocer.

Ese día se toma una sopa de fideos que se hace con huesos cocidos y tocino

fresco. También se come alguna morcilla recién hecha.

Rellenando los chorizos. 1984 Foto Lucía Varona

El cuarto día se llama el día de rellenar porque se rellenan los chorizos con la

mezcla que se dejó el segundo día en los duernos. Se puede usar la máquina de picar que se usó para picar la carne, pero sin la cuchilla para rellenar los chorizos. Los chorizos se atan con hilo de tramilla y se ponen a escurrir. Se sacan a la calle a que se oreen y después se ponen en una habitación para que se terminen de curar. Si hay niebla hay que ahumarlos, hay que abrir las ventanas. El proceso de curación de los chorizos toma un mes.

Ese día también se ponen a adobar las íntimas y las orillas finas de carne del

tocino. El adobo se hace poniendo agua con mucha sal (tanta que tiene que flotar un huevo en ella), mucho pimentón picante y orégano. Se pone la carne en esa mezcla y a los ocho días se frota la carne con otra mezcla hecha de pimentón picante y vinagre o

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vino blanco. Esto se hace para que no lo piquen las moscas. Se pone a oreo en trozos no muy grandes.

Toda esta narración fue posible gracias a Paulina Madrid, quien vía telefónica me

recordó los detalles de la matanza. La primera vez que participé en una de ellas, como dije anteriormente, fue en el año 1984 y me impresionó muchísimo. Recuerdo que por no tener el valor de arremangarme las mangas y poner las manos en el proceso. Yo me ofrecí como fotógrafa oficial. La segunda vez, ya me sentía mucho más segura de poder colaborar y así poco a poco con el tiempo ya me pareció menos impresionante.

Haciendo la mezcla para el jabón. 2003 Foto Lucía Varona

Pero la matanza da para más que comida, con el cebo del cerdo se hace jabón.

Para esto se pone a calentar el cebo, se le mezcla una barra de jabón y soda cáustica y se revuelve muy bien. Esa mezcla se echa en moldes y se deja enfriar.

Echando el jabón en los moldes. 2003 Foto proporcionada por Federico Varona

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Como se puede ver, lo único que no se aprovecha del cerdo son los pelos. Se

pueden preparar platos muy sabrosos y jabón muy bueno. A cualquier persona que no esté acostumbrada a participar en la matanza le puede parecer este trabajo bastante desagradable, pero son muy pocos los que rechazan un buen chorizo, morcilla, jamón, tocino, chuleta o lomo bien preparado.

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LAS BODEGAS

Las bodegas están como a un kilómetro del pueblo, en una pequeña montaña. Las bodegas son cuevas cavadas donde se hacía y se guardaba el vino.

Entrada a una bodega. 2006 Foto Lucía Varona

Por muchos años se hizo vino en Ciadoncha. Muchos son los recuerdos que hay

de esos tiempos. Como por ejemplo lo bien que se pasaba cuando pisaban la uva y cómo gozaban restregándosela en la cara a alguien que estuviera distraído.

Como me explicó un participante, la temperatura que mantiene la bodega, tanto en

invierno como en verano, es la ideal para conservar el vino. También hay que recordar que puede ser muy peligroso entrar a una bodega donde se está fermentando la uva. Para saber hasta donde se puede llegar en esta etapa del proceso del vino, se prende una vela y se empieza a bajar; cuando la vela se apaga, hay que volver porque quiere decir que todavía el nivel de dióxido de carbono es muy alto y podría ser fatal.

Interior de una bodega. 2006

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Foto Lucía Varona Pero las bodegas han sido mucho más que una cueva para hacer y guardar vino.

Algunos dicen con cierta malicia. ¡Ay… si las bodegas hablaran..! Y es que en las bodegas se hablaba mucho y de todo. Al calor del vino salen tantas cosas que sólo podemos imaginar los secretos y las confidencias que allí se han hecho. Todas las bodegas tienen una parte donde exclusivamente se guarda el vino, y otra donde se puede merendar.

En términos de hoy, diría que las Bodegas eran el lugar para quitarse el estrés.

Seguro que para muchos vecinos de antes, el ir a las bodegas era más efectivo que una visita al psicólogo hoy. Es que había mucha lealtad en la amistad, mucho cariño y comprensión entre amigos y podían hablar de lo que fuera. Estoy segura que estas reuniones informales, este convivir diario es lo que más echan de menos los agricultores de hoy. Antes siempre estaban juntos, compartían alegrías y tristezas. Hoy la vida se ha convertido en un ir y venir y ya no hay tiempo para nada.

Vecinos disfrutando de una merienda en las bodegas. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Un participante describió las bodegas así: Las bodegas han representado hasta

hace una veintena de años, aproximadamente, el referente cultural del pasado. Allí se congregaban niños, jóvenes y mayores, en cuadrilla de edades similares, en los ratos libres, sobre todo los domingos para merendar, charlar y cantar.

Recordemos que Ciadoncha no ha tenido muchos lugares donde poderse distraer

la gente. Las personas mayores del pueblo recuerdan que antes había salones de baile y que eran muy populares, pero de esto hace muchísimos años. Luego también recuerdan, la casa del señor Arturo. Cuántas tazas de café se servían, cuánta gente llegaba a conversar y pasar el rato. El Teleclub que era igual que el Bar, pero que se le llamaba así porque en estos lugares era donde había un televisor y la gente iba a ver algunos programas, mientras charlaba, fumaba y se tomaba un vinillo. Cada época tuvo algo,

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pero sólo eso, un lugar de diversión y nada más. Lo que ha sido permanente son las bodegas. Esas sí que siempre han estado allí y siempre se han usado para convivir.

Hombres lavando las cubas en las bodegas. Atrás se ven los merenderos. 2002. Foto proporcionada por Federico Varona

Muchas señoras recuerdan que sus esposos se iban a las bodegas y no volvían

hasta las tantas de la noche cantando: Venimos de las bodegas De beber vino y también Jerez. Traemos una borrachera Que no nos podemos tener De pie. Hay cubanita del alma, Tú me robas el alma. Yo no puedo vivir sin ti. Son tus ojos azules Como las nubes del mar sin sol. Y tu cuerpo se cimbrea Como la caña del pescador. Pero no sólo los hombres tienen este privilegio, también las mujeres pueden

disfrutarlas, especialmente después que se hicieron los merenderos modernos.

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Señoras celebrando un cumpleaños en una bodega.

Los merenderos son como pequeños restaurantes, algunos están tan bien

decorados que realmente da la impresión que se está en otro pueblo y al entrar se siente como si fuera un buen restaurante. No hay electricidad, pero eso los hace aún más románticos. Todos tienen una buena chimenea, donde asan las chuletas, mesas sillas y algún armario para guardar cosas que se necesitan para preparar las meriendas. Lo que no falta es una lámpara de gas. Con eso ya pueden quedarse hasta las tantas de la noche o de la madrugada.

En las bodegas se pasa muy bien el tiempo. Cada bodega es diferente en ellas se

puede ver la personalidad de los dueños. Muchos vendedores ambulantes creen que ese conjunto de edificios es otro pueblo y van hasta allí ofreciendo sus productos.

Anteriormente presenté un canto que entonaban los hombres, pero no sólo ellos

tenían sus cantos propios de bodega. También las mujeres cantaban: Somos las de Ciadoncha, Ay ay, ay, ay. Somos las de Ciadoncha, Jolín. Las de Ciadoncha, Pío, pío, pío, pío, cos, cos, cos. Porque nos gusta el vino, Ay, ay, ay, Porque nos gusta el vino Ay, ay, ay, Y el agua ardiente,

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Jolín Y el agua ardiente, Pío, pío, pío, pío, cos, cos, cos. En las meriendas se acostumbra comer chuletas de cordero asadas, tortilla de

patatas, ensalada, fruta. Pero también hay quienes preparan pescado, mariscos y se abren muchas latas de escabeche. También allí se hacían meriendas para todo el pueblo y después de comer empezaba el baile y el canto. Hay algunos vídeos que merece la pena conservar para ver la camaradería y la felicidad con que celebraba la gente, especialmente las celebraciones organizadas por el Centro Cultural Santa Bárbara.

Algunos elementos importantes relacionados con el vino son las botas, los

porrones y las cubas.

En las botas se lleva el vino al campo para que se conserve fresco y sea fácil beber y conservar. Es un rito que una vez que se aprende se practica donde sea que le toque vivir. Por ejemplo en nuestra casa en California no puede faltar la bota y el porrón y a muchas personas les llama la atención ver la facilidad con que mi esposo bebe de estos contenedores.

Merendando en un descanso durante la cosecha. Bebiendo del porrón. 1986

Foto Lucía Varona

Uno de los participantes me comentaba con qué gusto bebían el vino en porrón cuando se sentaba a tomar la merienda durante la cosecha.

Cubas y recipientes de vino en una bodega. 2006 Foto Lucía Varona

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En las bodegas mantienen el vino en cubas. Es en las cubas donde realmente se hace el vino, allí se pone el jugo de uva o caldo y se va transformando en vino.

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LA VIVIENDA Como en todo el mundo, una de las cosas que más ha cambiado en el siglo XX es

la vivienda. En Ciadoncha, la introducción en las casas de habitación de la luz eléctrica en 1904 o 1905, y el agua potable en 1977 han sido la mayor causa de esto.

En el pueblo se pueden ver varios tipos de viviendas. Algunas han sido

restauradas, conservando el estilo antiguo, otras son tipo chalet y otras son bastante modernas. Lamentablemente, también hay muchas que se están cayendo o que han sido derrumbadas y no se han vuelto a construir.

Calle y casas antes de ser renovadas. 1979 Foto proporcionada por Federico Varona

La casa antigua constaba del área de vivienda y las cuadras, que es donde se tiene

a los animales. Éstos eran muy importantes en la vida del pueblo especialmente durante las primeras décadas del siglo, antes que se mecanizara la agricultura. El ganado además de servir para el trabajo y de alimento también servía para dar calor. Por eso muchas casas antiguas tenían las habitaciones en un segundo piso y el primero, o planta baja, era donde mantenían a los animales. Según algunos participantes, a principios de siglo, hubo gente que también vivía en la misma planta con los animales.

Con el tiempo, la mayoría de las casas en Ciadoncha llegaron a tener Gloria, que

es un túnel que atraviesa una habitación de la casa y tiene una chimenea por donde sale el humo. Las glorias, según los participantes, son del tiempo de los romanos, pero no se usaron mucho en el pueblo, hasta mediados del siglo XX. La gloria se calienta quemando paja o leña. Al subir el calor, va calentando las habitaciones que están encima. Pero también le llaman Gloria a la habitación por donde pasa el túnel y que es la más caliente de todas. Antes, en el invierno, allí se hacía todo. A los niños, sobre todo, allí se les lavaba y cambiaba. Esa era la habitación que más se usaba en toda la casa.

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Calentando la gloria. 2005 Foto Lucía Varona

Hoy las glorias son muy bonitas y el lugar donde se calientan son motivo de

decoración especial, pero antes no era más que un boquete con una tapadera de hierro. Normalmente en la habitación a la cual le llaman también gloria, hay una mesa donde se come, un sofá, varias sillas y un mueble donde está la televisión.

Brasero Museo Etnológico Villadiego. Junio 2.006 Calentadores de cama.

Foto proporcionada por Federico Varona cache.tias.com

Pero la gloria no es suficiente para calentar las habitaciones que no están sobre

ella. Antiguamente, para calentar las camas, se usaban los braseros o bosas de agua caliente; ahora se usan más los calentadores eléctricos. Muchos de los participantes dicen que los mejores recuerdos de su familia son los ratos que pasaban en la gloria. Allí fue donde muchos escucharon su primer cuento, donde se dio la mano de la hija para casarse con el prometido, donde cosía la madre la ropa de los hermanitos, donde se escuchaba la radio. Muchos también recuerdan lo limpias y ordenadas que se mantenían. La cocina era y es otra habitación importante en las casas de Ciadoncha. Para cocinar se usaba leña, después ya se usó la estufa de gas butano, y ahora las hay que son eléctricas. En la cocina se tenía un lugar dónde guardar los platos y utensilios de cocina al que llamaban basar. También había unas hornillas que se usaban para cocinar y un lugar donde fregar. Estos eran los tiempos duros en España. No fue hasta después de los setenta que las casas empezaron a cambiar en Ciadoncha, especialmente después de introducir el agua potable a las casas.

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Cocina antigua. Museo Etnológico. Villadiego. Junio 2.006 Foto proporcionada por Federico Varona

Jarras para guardar agua. Museo Etnológico. Villadiego. Junio 2.006 Foto proporcionada por Federico Varona

Cocina moderna en una casa de Ciadoncha. 2006

Foto Lucía Varona

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Hasta 1977, que se introdujo el agua en las casas; en Ciadoncha no había baños, por lo menos como los entendemos hoy en día. Las necesidades fisiológicas se hacían en las cuadras, donde había paja. Esa paja con excremento se usaba como abono. A partir de los ochenta todas las casas en Ciadoncha tienen salas de baño. Quizás el salto más grande dentro del estilo de vida haya sido éste. Las casas pasaron de no tener inodoros a tener baños muy elegantes con bidet, bañera, regadera, espejos etc. En un principio lo que se usaba para la higiene diaria, era el pichel y la palangana, que normalmente estaban colocados en el pasillo cerca de las habitaciones de dormir y también tenían un espejo. En algunos casos era un mueble de madera donde estaban el pichel, la palangana y el espejo, pero en otros era una mesita y el espejo en la pared.

Pichel, palangana y cubo. Museo Etnológico de Villadiego. Junio 2.006 Foto proporcionada por Federico Varona

De estos utensilios rudimentarios, se saltó a las mejores marcas de baños. En la ciudad de Burgos está una fábrica de la compañía Roca, que es muy famosa en España y donde muchos raneros han trabajado.

Baño en una casa de Ciadoncha. 2006 Foto Lucía Varona

Las habitaciones para dormir, o los cuartos, tenían camas con cabecera y pies de

metal. Los padres dormían en una habitación y los hijos en otras. Los armarios eran parte del conjunto de muebles de dormitorio. Los armarios empotrados ha sido algo totalmente nuevo que se ha introducido sólo en las casas más modernas.

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Las habitaciones normalmente las mantenían muy limpias y ordenadas. Siempre han tenido la costumbre de ventilar los cuartos abriendo las ventanas, todos los días por un rato y luego se cierra y se deja en penumbra, con la puerta entreabierta. En verano, esta es la forma de conservar el fresco de la noche y en invierno se trata de conservar el calor del día, ventilándolas por menos tiempo. Los dormitorios en Ciadoncha se usan únicamente para dormir. Creo que esto es debido a la falta de calefacción en el invierno y aire acondicionado en el verano. En las ciudades, hoy las casas están mejor preparadas tanto para el frío como para el calor y sobre todo los jóvenes parecen pasar más tiempo en su habitación. En el pueblo todavía no he visto que el uso de las habitaciones sea como en las ciudades, donde sobre todo los jóvenes tienen televisión, aparato de sonido y computador instalados en su cuarto y esto hace que se aíslen más del resto de la familia.

Una habitación en una casa moderna en Ciadoncha. 2006 Foto Lucía Varona

Ahora en las casas modernas tampoco se tiene sólo la gloria para estar. Se tienen

salas y salones. Por ejemplo el comedor forma parte de la sala principal y algunos tienen un saloncito donde se hacen labores o se tienen reuniones informales. La comida diaria normalmente se hace en la cocina, donde hay una mesa bien acondicionada y no en el comedor formal que se usa sólo para ciertas ocasiones. La sala y el comedor formales se usan muy poco en la mayoría de las casas de Ciadoncha, la vida se hace más en las cocinas y en las glorias.

Varias de las participantes mencionaron el desván como uno de los lugares de

muchos recuerdos. El desván es la parte más alta de la casa, entre el techo y las habitaciones. En este lugar se guardan las cosas que no se usan mucho. Por eso es que todavía hoy el desván es un paraíso para los que quieren volver al pasado.

Bolas de hierro que se usaban para limpiar chimeneas. De la colección de objetos antiguos de Gregorio Santos.

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En junio de 2006, me invitaron a pasar a una casa en la cual encontré que es en el desván donde tienen guardadas muchas cosas dignas de un museo. Allí encontré una colección de llaves, unas bolas que servían para limpiar la chimenea, pesas y más curiosidades.

Desván de una casa moderna. 2006-02-10 Foto, Lucía Varona

En el desván se guarda de todo, las plantas del verano, los juguetes de los niños,

los baúles de los abuelos, los diplomas de los hijos, los muebles que ya no se quieren, las almendras secas, la fruta que se cortó en el verano, en el desván se encuentra de todo.

Algunas de las muchas manualidades de Puri Galiana. 2.006 Foto, Lucía Varona

Otra característica que he encontrado en las casas de Ciadoncha es que las

mujeres hacen muchas manualidades y las usan para decorar su vivienda. Tuve la oportunidad de visitar la casa de Puri Galiana y siento que debo comentar un poco lo que vi. La casa donde viven es muy moderna, decorada con un gusto exquisito y casi todo lo que han usado en la decoración lo ha hecho ella. Esta señora es un ejemplo de cómo se pueden aprovechar los cursos de manualidades que imparten en los pueblos. Desde crochet, hasta pinturas, todo tiene ese toque personal que hace de su casa un lugar único.

Por muchos años en Ciadoncha se han hecho toda clase de labores. Punto de cruz,

ganchillo, costura a máquina, en fin muchas manualidades. La mantelería en algunas casas es verdaderamente especial por tener ese sello tan particular de haberlo hecho la dueña de la casa.

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El cultivo de plantas es también algo que gusta mucho en el pueblo. En verano es un placer caminar por las calles, porque donde quiera que se vea hay masetas llenas de geranios de colores que alegran el ambiente. En el invierno también tienen plantas verdes dentro de la casa.

Paulina Madrid con sus flores. 2005 Foto, Lucía Varona

Hablando con una participante, comentábamos que en realidad es posible vivir

bien donde sea. La limpieza y el orden es lo principal para que una casa, por humilde que sea, se convierta en un palacio para sus habitantes.

En http://www2.sjsu.edu/faculty/fvarona/pueblo.htm Federico Varona tiene las

fotos de la primera y la última casa de sus padres. Allí se puede ver no sólo el paso de los años sino cuánto se ha avanzado en la construcción y el estilo de vida en el pueblo.

Casa vieja de la familia Varona Madrid

Casa nueva de la familia Varona Madrid.

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Una de las casas más modernas. 2006 Foto, Lucía Varona

Casa tipo Chalet. 2006 Foto, Lucía Varona

Hoy muchas casas tienen también una cochera donde guardan no sólo el

automóvil de la familia, sino también los tractores que se usan en el campo. Por cierto, el primer automóvil que hubo en Ciadoncha, llegó en 1946, era del señor Arturo y se ponía en marcha con una palanca.

Una cuadra bien remodelada. 2006 Foto, Lucía Varona

Algunos han remodelado las casas viejas usando y manteniendo muchas de las

paredes originales. Por ejemplo, en una casa donde antes se alimentaba al ganado y ponían las gallinas, hoy tienen un merendero con horno y estufa de leña, calefacción a

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gas, piso de ladrillo, luz eléctrica y una decoración que nos remonta a tiempos antiguos pero con las comodidades modernas.

La radio fue por mucho tiempo la mayor atracción del pueblo. Todavía se

escucha mucho el parte. Hay muchos programas radiales de charlas que entretienen a la gente de campo. La ventaja de la radio es que se puede llevar a donde quiera.

Angel Varona Temiño con su pequeño radio transistor en el campo. Foto proporcionada por Federico Varona

Y qué decir de las tareas de la casa, ¡cuánto han cambiado gracias a la tecnología! Muchos recuerdan cuánto costaba planchar con aquellas planchas de hierro. Lo

pesadas que eran. Después pasaron a las de brazas, que aunque pesaban menos, también eran peligrosas por las chispas que salían a veces. De eso llegamos a la plancha moderna que automáticamente humedece la ropa al plancharla.

Planchas antiguas que pertenecen a Doña Luz Porras. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Colección de planchas. Museo Etnológico de Villadiego Foto proporcionada por Federico Varona

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Plancha eléctrica El lavado de ropa era difícil en los inviernos por el frío y la incomodidad de tener que hacerlo de rodillas. Una participante comentaba: “Qué diferencia hoy que sólo se mete ropa en la lavadora y sale casi seca.” En realidad, lo único que echan de menos algunas participantes de los viejos tiempos en cuanto al lavado de la ropa, es la camaradería y lo bien que se pasaba el tiempo charlando mientras se lavaba.

Lavando en el manantial. 1977 Foto proporcionada por Federico Varona

Lavadora automática

En las conversaciones que tuve con muchas de las mujeres de Ciadoncha, no pude notar que para ellas hubiera sido un gran problema el no tener agua en la casa antes. Por supuesto que todas valoran el tenerla ahora, pero tampoco hacían, del no tenerla, un gran problema. Para ellas era parte de la rutina diaria ir por el agua a la fuente. Una vez más me pude dar cuenta que las mujeres hacían de esta tarea un motivo de distracción, y les gustaba charlar y comentar con las que se encontraban en el camino. Estoy de acuerdo

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con D. Emérito Puente, Párroco del lugar, quien dice que la gente mayor acepta lo que les toca vivir con mucha resignación y encuentran ilusión en las cosas pequeñas de la vida.

Fuente de agua.

Foto proporcionada por Arcadio Varona

Agua potable en casa. 1980

Foto proporcionada por Federico Varona

A principios de los años 80, recuerdo que nos llegó una fotografía de la casa nueva que estaban construyendo los padres de mi esposo. Una de las fotografías era de los grifos del baño abiertos, para que pudiéramos ver el agua potable. Muchos de los niños que ni siquiera conocieron esa etapa de Ciadoncha, no podrían imaginar ahora la vida sin la comodidad de poder bañarse con agua caliente sin tener que irla a traer a ningún lado ni esperar que se caliente.

Cocina antigua con el fuego en el piso. Foto proporcionada por Federico Varona.

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La llegada del gas butano también cambió la forma de vida de la gente en Ciadoncha. Se pasó de cocinar con palos en el suelo a usar la estufa de gas, a la que ellas llaman “cocina”. La primera gran ventaja de este cambio fue que el fuego no quedaba tan accesible a los niños pequeños y que se podía tener más limpio el espacio donde se cocinaba. Poco a poco se fueron separando los espacios en la casa llegando a tener una habitación para cocinar, otra para comer, otra para dormir, etc. El uso del horno de microondas no está tan generalizado todavía en Ciadoncha, pero hay muchas casas que lo tienen.

Estufa de gas. 1980 Foto proporcionada por Federico Varona

Horno microondas. 2006 Foto, Lucía Varona

El gas butano llega a Ciadoncha en un camión que lo reparte y lo va dejando a la

puerta de las casas.

Camión repartidor de gas propano. 2006 Foto, Lucía Varona

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La mayoría de los participantes recuerdan con mucha nostalgia las horas que pasaban junto a la radio escuchando las historias que transmitían o el parte. Algunos todavía recuerdan cómo les maravillaba el hecho de que pudieran oír las voces de personas que no podían ver. Luego llegó la televisión y aunque algunos se resistían a tenerla al principio, hoy todos los ancianos pasan horas frente a los aparatos para distraerse.

Radio Antigua

Televisor a colores Algunas participantes todavía recuerdan cómo les cosieron a sus hijos la ropa a mano y también cómo las niñas desde muy jóvenes aprendían a coser. Una me comentó que ella le había hecho una bata a su madre cuando tenía once años. Todo lo tenían que hacer a mano porque en ese entonces no había máquinas de coser. Otros participantes tienen un grato recuerdo de su madre cosiendo en la máquina de pedales. Hoy, aunque ya no se usa tanto para coser la ropa que se lleva puesta, hay muchas señoras que tienen máquina de coser eléctrica para hacer cortinas o proyectos grandes para la casa.

Aguja e hilo

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Máquina de coser de pedal.

Máquina de coser eléctrica

La vida en Ciadoncha ya no es tan dura. Allí han llegado todos los adelantos de los últimos tiempos. Este trabajo de investigación no podría haberse hecho sin el uso constante del ordenador, la comunicación electrónica y el teléfono residencial. Hay algunas personas que viven en Ciadoncha, pero van dos o más veces al día a Burgos en su coche particular.

Ciadoncha conserva el encanto de pueblo porque allí no hay aglomeraciones de gente, anuncios de publicidad por las calles, ni semáforos. Sí hay basureros y programa de reciclaje, una médica que llega dos veces por semana, servicio de correos y una paz que no se encuentra en las grandes ciudades.

Consultorio médico. 2006

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Ciadoncha vista desde Los Tornos. 2006 Foto proporcionada por Federico Varona

¡Qué ilusión daba a los raneros ver Ciadoncha desde Los Tornos! Muchos habían

partido hacía varios años cuando volvían al pueblo. Aún hoy cuando llegan los visitantes de verano, la vista de este pequeño pueblo trae una sonrisa a los labios y el corazón parece palpitar un poquito más aceleradamente. ¿Será posible que este pueblo tan bonito llegue a desaparecer?

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LA EDUCACION

Los recuerdos de los participantes se remontan a los años de la guerra o un poco antes. Había dos escuelas, una de niñas y la otra de niños. La mayoría recuerda mejor los años de la posguerra, cuando España estaba tan mal económicamente que no podían ni poner la calefacción. Varios participantes coincidieron recordando cómo todos, empezando por los maestros, tenían que llevar sus latitas con ascuas en pleno invierno.

Pizarrín. Museo etnológico de Villadiego.

Entre los muchos recuerdos que tiene la gente de la educación en Ciadoncha,

están los pizarrines. Eran unas pequeñas tablas negras, donde escribían y luego borraban para volverlas a usar.

La foto de Franco, el crucifijo y la foto de Primo de Rivera estaba en todas las escuelas durante el franquismo

http://www.teacuerdas.com/images/nostalgia-escuela-libro2.jpg

La escuela de Ciadoncha, como todas las escuelas en España tenía la foto de Franco, la de Primo de Rivera y un crucifijo. Los niños rezaban antes de empezar las clases. Por la mañana estudiaban matemáticas, cálculo, lenguaje. Mientras la maestra o el maestro explicaban la lección del día, otros grupos realizaban las cuentas puestas en la pizarra, corregían los deberes, etc. Contexto histórico

En los primeros años de la década de los cuarenta, España atravesó una situación dura, de pobreza y según algunos autores, hasta de hambre (Monlau, 2006). Los analistas

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económicos dicen que el hecho de aislarse de otros países fue lo que dio como resultado, el hambre y una educación mediocre en esos tiempos. Fue entonces que se estableció la cartilla de razonamiento la cual duró 12 años.

Apareció Auxilio Social, organización fundada por Mercedes Sanz Bachiller,

viuda del falangista Onésimo Redondo. Auxilio Social fue la que abasteció a la población necesitada a través de comedores públicos y puestos de reparto en las calles de las ciudades grandes.

Esta era la primera fase del gobierno franquista a la que se identifica como

Autarquía (Muy historia, febrero 2006). Según dijo el mismo Franco, había que enderezar la nación torcida (Juliá, 2006, 504). Por eso centralizó la educación poniéndola en manos de la Iglesia Católica.

Educación Religiosa http://www.geocities.com/SoHo/Cafe/6639/religio1.html

El principal recurso del maestro para enseñar y de los niños para aprender, era la

enciclopedia. El señor Rafael Jiménez, tuvo la idea de poner en Internet muchas fotografías e información sobre la escuela del ayer. Es un lugar en la red que nos da una mejor idea de cómo fueron los tiempos de la posguerra y los tiempos del franquismo. http://www.geocities.com/SoHo/Cafe/6639/centro1.html También en la Internet, el Canal Nostalgia tiene cosas muy interesantes no sólo sobre la educación, pero también sobre la vida en general en España en otros tiempos.

La escuela era de una sola aula, pero como se dijo al principio de este capítulo,

había dos escuelas; una de los niños y otra la de las niñas. Un participante recuerda con nostalgia su época de educación elemental. El dice que entonces sí enseñaban y eran estrictos. Más adelante agregó que ahora los maestros les tienen miedo a los alumnos.

Cuando hablamos de este tema con las mujeres, ellas me dijeron que sentían que

antaño, a las niñas no se les obligaba tanto como a los varones. Muchas de las mujeres de Ciadoncha dicen que no acudían mucho a clase pues

con frecuencia, tenían que quedarse en casa cuidando a los hermanitos, cuando la madre tenía que ir al campo a ayudar. Riendo dijeron que no pasaba nada si no iban a la escuela. Ellas recuerdan que para leer se colocaban alrededor de la maestra e iban leyendo una por una.

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Niñas Promoción 1940-1946. Exposición fotográfica 1986 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Siempre que traía el tema de la educación en las entrevistas, los participantes

reían mucho recordando las pifias que hacían. Dicen que mientras unas leían, otras se ponían detrás de la maestra y hacían gestos para distraer a la lectora, la pobre chica, cara a la maestra, tenía que aguantar la risa y no siempre lo lograba. Todas las participantes recuerdan cómo las seguían los niños cuando tenían que ir a hacer de aguas. Como entonces no había baños, tenían que ir detrás de la escuela y a los niños les gustaba seguirlas para luego decirles que las habían visto, aunque no fuera verdad.

Libro de lectura de los años 1940 Museo Etnológico de Villadiego

Los libros que tenían eran la enciclopedia y una cartilla. Las chicas llegaban sólo

a aprender a sumar, restar multiplicar y dividir. Todavía recuerdan lo mucho que les costaba memorizar la tabla de multiplicación. Pero nadie tenía problemas con los exámenes y tampoco repetían curso. Deberes no tenían, algunas veces les mandaban a pasar a la pizarra a hacer algún problema, pero si no podían hacerlo, sólo lo borraban y no pasaba nada. A las niñas les enseñaban costura, puntilla, alfombras. La maestra sabía que la obligación principal de las niñas era ayudar a su madre en las tareas de la casa y por eso no les dejaban tarea ni les exigían mucho.

A los niños les enseñaban más, dicen las participantes. A ellos les exigían que

aprendieran. Don Celestino era más estricto que Doña Celsa, la maestra de las niñas. Muchos niños que destacaban en la escuela se iban al seminario para seguir estudios más avanzados y llegar a ser curas o hermanos religiosos. Todavía hoy, un participante nos planteó algunos problemas de razonamiento que a él le ponían en la escuela. Nos

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divertimos mucho tratando de resolverlos y a mí me maravilló observar la buena memoria y la ilusión con que los compartía.

Contexto histórico

La configuración del sistema educativo español actual proviene a partir de mediados del siglo XVIII y ha ido evolucionando hasta el siglo XIX, alcanzando en el XX las características que hoy conocemos de la institución escolar.

El sexismo en la escuela, no sólo en España sino en muchas partes del mundo, se muestra de forma evidente. La concepción de que hombres y mujeres deben encaminarse en las sociedades por diferentes destinos, viene de muy atrás y está muy arraigada en el inconsciente de las personas. De allí que se tuviera una escuela para Niñas y otra para Niños. Lo curioso es que teóricamente en todas partes del mundo, incluyendo España, la educación tanto de niños como la de las niñas debe tener igual importancia. Evidentemente, no era así en la primera parte del siglo XX que es la época en que se sitúan los recuerdos de nuestras participantes.

Curiosamente, la Ley Moyano de 1857 hace obligatoria la escolaridad para las niñas por primera vez en España. No es hasta 1970 que con la Ley General de Educación, se elimina la separación entre niños y niñas, apareciendo las aulas mixtas. En 1990 se regula la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) con la que se comienza a hablar de coeducación. (10 de agosto, 2006 en http://webs.uvigo.es/pmayobre/mujer_y_educacion_en_espa%F1a/4cuarta_parte_26_29.doc

Niños Promoción 1940-1946. Exposición fotográfica 1986 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Lo que no faltaba era la clase de religión. En el tiempo bueno acudían todos los

días a la catequesis. El cura rifaba chupetes, o estampas, pero cuando no hacían caso también les calentaba los cachetes o les daba los famosos capones. Todos los días iban a la iglesia a visitar al Santísimo en el Sagrario y cantaban

Vamos niños al sagrario Que Jesús llorando está Pero viendo a tantos niños Muy contento se pondrá. No llores Jesús, no llores Que nos vas a hacer llorar

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Y los niños de este pueblo Te queremos consolar. En el mes de mayo iban a traer flores al campo para llevarlas a la Virgen. Se

rezaba el rosario y decían alguna poesía a la Virgen. Era muy alegre hacer todo eso, no les importaba mojarse hasta los huesos con tal de llevar las flores más bonitas. Éstas eran las cosas que ponían ilusión a la vida. Ya se sabía que cada año era igual, que cada mayo había que hacer lo mismo y se esperaba con mucha ilusión.

No con menos ilusión recuerdan los juegos que jugaban en el recreo o después de

la escuela. La escuela fue pues, una etapa agradable para casi todos. Muchos confiesan no haberse sentido motivados a estudiar. Algunos comentaban con cierta tristeza que era como si ya, de entrada, se sabía quienes eran los listos y los que no servían para eso. Estos comentarios salieron, sobre todo con la generación de los años 50.

Federico Varona Madrid en Mollerusa a los 11 años con su padre Ángel Varona Temiño

Foto proporcionada por Federico Varona En esta época también era común ver a sacerdotes y monjas que llegaban a

reclutar niños y jóvenes para la vida religiosa. Fue por estos años que uno de los participantes en el estudio dejó el pueblo. Entusiasmado por la charla que había dado un Hermano de La Salle, sobre América, al preguntar quién quería ir a esa parte del mundo, él levantó la mano. Sin saberlo, en ese momento estaba definiendo su porvenir. En cuestión de días se preparó su partida y así llegó uno de los días más dolorosos de su vida. El día que dejó a su familia y a su pueblo.

Este participante cuenta que al llegar a la casa de formación y encontrarse con

muchos otros niños como él, que llegaban de pueblos un poco más grandes, era evidente la falta de preparación que llevaba de Ciadoncha. Su tenacidad le hizo pasar del puesto

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número 37 de 40 al tercero, segundo y primero, entre los que se mantuvo durante todo el tiempo de sus estudios. Esta era la realidad de los años cincuenta con respecto a la educación en el pueblo. Sin embargo, otra participante, mucho más joven recuerda lo bien que estaba preparada en ortografía, gracias a la educación que había recibido también en el pueblo. Contexto histórico

En 1954, el gobierno al darse cuenta que cerrar las fronteras no estaba trayendo más que pobreza, empieza la fase de apertura internacional. Al empezar la guerra fría, Franco se da cuenta que debe dejar muchas de las prácticas que había copiado del fascismo italiano, como el saludo con el brazo en alto, los himnos obligatorios como “Cara al sol” y las concentraciones masivas, como cuando inauguró la Ciudad Universitaria en 1943. Enfatiza su vínculo con la iglesia católica y su posición anticomunista. Esto trae como resultado una nueva amistad, la de los Estados Unidos. Gracias a esta apertura internacional, la situación económica empieza a mejorar en toda España (Monlau, 2006).

Muchos participantes recuerdan cuando empezaron a repartir la leche de los

americanos. Este era otro motivo para que las niñas salieran de la clase y fueran a preparar la leche que llegaba en polv; después tenían que repartirla a todos en la escuela (Entrevista personal, 2005).

Después de la fase de apertura internacional que duró desde 1954 a 1960, vino la del desarrollo. Estos eran los fabulosos sesenta. Se empieza a notar en España la presencia de turistas extranjeros. La presencia, especialmente de las suecas, causó gran sensación por lo mucho que enseñaban en las playas. La llegada de la televisión cambió bastante los hábitos de la población que ya no se mantenía pegada a la radio sino que se aglomeraba alrededor de la tele en los “teleclubs”.

Niños Promoción 1958-1964 Foto proporcionada por Arcadio Varona

En Ciadoncha sin embargo, se mantenía el recato. Los destapes se veían en la tele

y era algo ajeno a ellos. Es interesante ver las fotos de las distintas promociones de niños

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de las escuelas de Ciadoncha. La situación económica por la que atraviesa el país se puede ver reflejada en los rostros y forma de vestir de los pequeños.

Sección Femenina. Ciadoncha

Foto proporcionada por Angelines Varona En los años 60 llegó a Ciadoncha la Sección Femenina. Este tipo de educación

tenía por objeto educar a las mujeres a ser buenas amas de casa, buenas madres y las encargadas de mantener las costumbres y tradiciones en la familia.

Cruz de las Misiones. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Para los hombres también hubo cosas especiales en la época de Franco, como los

retiros espirituales en 1964 que fomentaban la formación religiosa. Con tal motivo se construyó una cruz que estuvo por mucho tiempo por el camino (hoy carretera) a Santa María.

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Promoción 1964-1970 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Cuando llega la mecanización de la agricultura y el bajo precio de los cereales,

muchas personas de Ciadoncha tienen que buscar trabajo en Bilbao y Barcelona. En el pueblo ya no se puede vivir si no se tiene suficiente tierra. Entonces empieza el éxodo de la juventud de Ciadoncha y las escuelas se van quedando vacías.

Niñas Promoción 1965-1974 Foto proporcionada por Angelines Varona

En los setenta se da otra ola de emigración del pueblo. Los jóvenes se van

mayormente a la ciudad de Burgos a trabajar en fábricas. Entonces es cuando las escuelas en Ciadoncha terminan su función y va quedando sólo el edificio que se usa como salón comunitario para que los jóvenes, que llegan los fines de semana y en vacaciones, se reúnan. Lo mismo está pasando en otros pueblos pequeños vecinos quienes empiezan a llevar a los pocos niños que hay en cada uno de los pueblos a estudiar a la escuela de Santa María del Campo. De allí en adelante es cuando se empieza a ver cómo van muriendo estos pueblos que un día estuvieron llenos de vida.

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Niños jugando en la escuela nueva en los años 70. Foto proporciona por Federico Varona

Contexto histórico

Según Juliá, consumada la reforma administrativa y aprobado el plan de estabilización, la economía española parecía equipada para franquear la puerta hacia un crecimiento de ritmo intenso y sostenido. En la crisis de gobierno de 1962, la Comisaría del Plan de Desarrollo vino con un proyecto que estimulaba la inversión privada por medio de una mezcla de política indicativa e inversiones públicas. A ese primer Plan, de 1964 siguieron dos más, hasta que en 1973 la Comisaría fue transformada en un nuevo Ministerio que se extinguió con la muerte de Franco.

El proceso de industrialización indujo un movimiento de población sin

precedente: cientos de miles de españoles abandonaron su lugar de nacimiento y residencia y comenzaron a abarrotar los trenes que les llevaban a las grandes capitales, a las zonas industriales o a Francia, Suiza, Alemania.

La emigración interior tuvo más alcance que la exterior. Sin contar a los menores

de diez años, el número total de españoles que cambiaron de residencia en la década de 1960 superó los 4.5 millones, de los que abandonaron la provincia donde residían. Algo más de millón y medio salieron de municipios de menos de 10.000 habitantes, que experimentaron una permanente sangría. Este éxodo gigantesco reforzó el peso demográfico del triángulo Madrid-Barcelona-Bilbao, el crecimiento de las zonas costeras y el despoblamiento de las mesetas centrales, mientras Extremadura, las dos Castillas y algunas provincias andaluzas sufrían notables pérdidas.

En Ciadoncha se refleja lo que pasa en el resto del país porque poco a poco se va

quedando sin niños. Las escuelas se van quedando vacías hasta llegar a cerrarse. Ya en los noventa, había tan pocos niños en Ciadoncha que tenían que ir a la escuela de Santa María del Campo para recibir educación.

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Escuela de hombres en los años 50 Foto proporcionada por Federico Varona

Escuela de los años 70 y polideportivo techado de Ciadoncha 2006 Foto, Lucía Varona

Santa María del Campo.

http://www.santamariadelcampo.com/

La educación en el pueblo no se ha limitado a la escuela. También ha habido bastantes cursos para adultos impartidos por personas especializadas que han ayudado

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mucho en el desarrollo cultural de los habitantes, especialmente durante el apogeo del Centro Cultural Santa Bárbara.

Ya en la sección de vivienda hice el comentario de Purina, la vecina que tiene

manos maravillosas. Como ella hay varias personas más que han aprendido a hacer manualidades en este tipo de cursos para adultos. El Club Cultural Santa Bárbara, también dedicó mucho tiempo a cursos y cursillos, especialmente en los veranos, cuando todavía llegaban muchos jóvenes y niños de vacaciones al pueblo.

Otra forma de educación que ha existido siempre en Ciadoncha, es la predicación

del sacerdote durante las misas. Estas son las únicas pláticas semanales que la gente tiene ahora. Desde hace más o menos dos años, ya no hay suficientes vecinos como para solicitar que lleven cursos de educación para adultos al pueblo.

Antiguamente, los sacerdotes también enseñaban a los niños a ser monaguillos y

esto implicaba la memorización de las respuestas de la misa, en latín primero y en castellano después. Este es otro tipo de educación que algunos del pueblo recuerdan.

Algunas publicaciones que circulan todavía hoy en el pueblo son el Trigarral, El

mensajero de San José y El promotor. El Trigarral es una revista muy interesante para el área rural, pues consiste de una serie de artículos, entrevistas y noticias, todo relacionado a la vida en el campo. Está bellamente ilustrada con dibujos del sacerdote Femín Gonzáles y la redacción está a cargo de los clérigos Emérito Puente, Luis Hernando, Fermín González, Fernando Susaeta, Julio Ruiz, Pedro Javier Rodríguez y Jose Mari Herrera. Esta publicación me ha inspirado mucho en cuanto a aprender la forma de hablar de la gente de campo o como dirían los lingüistas, “el registro rural”. También me ha dado una mejor idea de los sueños y esperanzas de la gente del área rural de Burgos.

El Trigarral, revista de cultura campesina.

El mensajero de San José es una publicación que la introdujo en Ciadoncha hace 52 años, Doña Paz de Quevedo Iriarte, maestra en la escuela. La suscripción pasa de madres a hijas y la celadora actual es Dolores Tomé quien la reparte a las suscriptoras. (Información proporcionada por D. Emérito Puente)

El promotor, es otra publicación religiosa que todavía se lee en algunos pueblos

de la comarca en estos tiempos.

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Como todo pueblo, Ciadoncha ha sido siempre una universidad informal. Cualquiera que se dedique a observar, puede aprender mucho de lo que estos lugares entrañables nos ofrecen desde la naturaleza hasta su gente.

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EL CICLO DE LA VIDA He querido poner en este capítulo los acontecimientos ordinarios y extraordinarios que los participantes mencionaron como parte de los gratos recuerdos que tienen de su vida en Ciadoncha. Estos temas surgieron en las conversaciones con las primeras participantes de manera espontánea y me di cuenta que era necesario dedicarles un capítulo completo para hacernos una idea de lo que ha sido la vida en esta población. Debido a la importancia que tiene cada etapa de la vida, decidí dividir este capítulo de la siguiente manera; empezaré con el parto y el bautizo, luego comentaré la niñez, los juegos y la Primera Comunión, después entraré a la juventud, el noviazgo y la boda, para luego finalizar presentando la vida adulta, la vejez y la muerte. El parto y el bautizo

Algunas personas, sobre todo las mujeres, cuando en las entrevistas personales les hacía la pregunta ¿cuál es el momento más entrañable que usted recuerda de su vida en Ciadoncha? Me respondían que había sido cuando habían tenido a sus hijos. Una de ellas incluso usó la expresión: ¡Cuando tuve a mis hijos, boba! (La palabra “boba” es usada en una forma coloquial para expresar que se sobreentiende y no despectivamente, como podría suponerse en otros ambientes). Esto fue lo que me llevó a investigar los detalles del parto. Las personas mayores me compartieron que antes, las mujeres tenían a los hijos en el pueblo. Había dos o tres mujeres que se dedicaban a ayudar a las otras, basándose sólo en su experiencia porque en realidad no tenían ningún entrenamiento profesional. Me gustó mucho escuchar decir a uno de los hombres, cuando hablamos de este tema en un grupo mixto, que seguramente algo tenían estas señoras. Talvez tenían “las manos más finas”. Me gustó mucho esta expresión, porque yo entiendo que lo que esto quiere decir es que quizás esas mujeres, en el momento del parto, tenían una buena disponibilidad para ayudar; que eran cariñosas y delicadas en el trato.

Pilar Palancín, presentando a uno de sus hijos en la iglesia. Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Tuve oportunidad de hablar con mujeres que tuvieron a todos sus hijos en el pueblo, con otras que tuvieron a uno o dos de ellos allí y los otros en la ciudad y con una que no ha tenido ninguno en el pueblo, sino a todos en la ciudad. Esto está íntimamente relacionado con las facilidades de transportación que fueron desarrollándose. Como dijimos anteriormente, el primer automóvil llegó a Ciadoncha en 1946, pero no era usado de la misma manera en que se usan hoy en día. El medio de transportación más usado a principios de siglo era el burro, el caballo, la carreta, la bicicleta, el coche de línea y después el automóvil. Contexto histórico El 13 de noviembre de 1953 se fabrica el primer automóvil en España, lo hace la fábrica Seat. El 12 de febrero de 1954 se fabrican los nuevos vehículos Bircuter. El 27 de junio de 1957 se pone a la venta el primer Seat 600 fabricado en Barcelona a un precio razonable y así empezó la motorización de muchas familias españolas. En los años 60 se pueden ver Seat 600 llenos de pasajeros por las carreteras, especialmente las que llevan a las playas del sur. (Revista Muy Historia, Pags. 48 y 49) En Ciadoncha no fue hasta los años 70 que los vecinos empezaron a tener transporte propio. Antes de los años setenta, la mayoría de mujeres tenían a sus hijos en el pueblo, de no ser que hubiese habido alguna complicación y hubieran tenido que llevar a la parturienta a la ciudad como una emergencia.

A partir de los años sesenta las mujeres tuvieron un médico ginecólogo que las examinaba regularmente, casi siempre en Burgos, pero si se les presentaba el parto en el pueblo, tenían que prescindir de él, ya que la distancia era mucha tomando en cuenta que no tenían vehículo apropiado para avisarle. Por estos años, no había la comodidad de los automóviles particulares. Para llamar al médico se usaba entonces bicicletas, el mismo tractor, el burro, el caballo o se iba a pie. En los años cuarenta y cincuenta era aún más difícil encontrar quien fuera a llamar al médico al pueblo vecino en casos de emergencia. El parto no se consideraba una emergencia, a no ser que se presentaran complicaciones. Muchas veces Don Antonio, el cura, iba a traerlo en su coche, pero algunas veces el médico no podía llegar a tiempo a atender a la señora. Las ancianas, me explicaron que ellas tenían que preparar todas las cosas que se iban a necesitar en el parto y tenerlas listas para cuando se les presentara. A muchas de ellas se les presentaba mientras hacían trabajo en el campo y a otras en la casa. Para las participantes que tuvieron a sus hijos en los años cuarenta y antes, prepararse significaba limpiar las tijeras y tener los lacitos o cintas para amarrar y cortar el cordón umbilical. También preparaban las mantitas y pañales de tal manera que estuvieran a la mano para calentarse si el parto se presentaba en tiempo frío.

Desde que las señoras llegaban al séptimo mes de embarazo, empezaban a preparar la ropa de la criatura y la tenían lista para ser usada en cualquier momento. Todavía hoy, recuerdan algunas mujeres cómo calentaron la ropa de algún niño en los hornos de leña para que no estuviera tan fría al vestirlo por primera vez.

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La mayoría coincidió que era el primer parto el que costaba más, pero que con el segundo ya se sabía mejor qué hacer, porque se podía prever lo que sucedería, y con el tercero ya no sentían ningún temor y lo veían con toda naturalidad. En los años cuarenta había mujeres que tenían hasta 16 hijos, de los cuales sólo vivían algunos; aún así en ese tiempo las familias eran numerosas. La presencia del esposo durante el parto también es algo que ha cambiado a través de los tiempos. Unos participantes, quienes tuvieron a sus hijos en los años cuarenta y cincuenta, me dijeron que ellos habían estado presentes en la habitación con su esposa dándole ánimo. Uno de ellos tuvo esta expresión que me hizo pensar en el profundo amor que hay entre esa pareja: -¡Cómo no iba a estar con ella! Ella seguía siendo mi mujer y tenía que acompañarla en esos momentos-.

Algunos otros que tuvieron a sus hijos un poco más tarde comentaron que ya fuera el médico o la partera, les hacían ver que estorbaban y aunque nunca les prohibieron estar presentes, ellos entendían que debían salir para dejarlos hacer mejor su trabajo. -Preferían que los hombres esperaran fuera- comentó un participante. Las parejas más jóvenes, ya no tuvieron a sus hijos en el pueblo. En la ciudad, muy pocos esposos eligen estar presentes en el parto. Siendo el parto una cosa tan natural, pero a la vez impredeciblemente arriesgado, es difícil pensar cómo habrá sido dar a luz cuando no se tenían las comodidades de las que hoy disfrutamos. El frío del invierno, la falta de atención médica inmediata, la falta de control durante el embarazo, todo lo hacía mucho más arriesgado, sin embargo nunca faltó una mano bondadosa que ayudara en esos momentos y así y todo, para la mayoría el tener a los hijos es uno de los recuerdos más gratos que tienen de su vida en Ciadoncha. Contexto histórico Según Mary Nash, catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Barcelona y fundadora de la Asociación Española de Investigación en la Historia de Mujeres, en la España del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX lo que ha marcado la función de la mujer en España es el discurso de la domesticidad (Nash, 1993). Nash dice que la sociedad española ha creado un prototipo de mujer modelo / el “Ángel del Hogar”- la “Perfecta Casada” / “la mujer de su casa”- que se basaba en el ideario de la domesticidad y el culto a la maternidad como máximo horizonte de realización. Para la mujer española, su eje era la familia y su identidad personal propia se desarrollaba a partir del matrimonio y de la maternidad (en http://www.nodo50.org/mujeresred/ se pueden encontrar varios artículos sobre el feminismo, no sólo en España sino en el mundo entero). Las mujeres en Ciadoncha no se siente discriminadas ni explotadas por el trabajo que les ha tocado hacer, por el contrario creo que el hecho de mantener el total control de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos les ha dado cierto poder y autoridad dentro de la familia que compensa el esfuerzo.

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Niños y mayores recogiendo caramelos en un bautizo en Ciadoncha

Foto proporcionada por Federico Varona Antes, la madre no salía de la casa por cuarenta días, pero a los ocho, o cuando se celebraba la primera misa en el pueblo, se llevaba al niño a bautizar. Lo llevaba la madrina y se acostumbraba tirar confites después de la ceremonia.

Cuando las señoras empezaron a ir a dar a luz a la ciudad de Burgos, se

encontraron con la costumbre de que a los niños se les bautizaba inmediatamente al nacer. Comentaba una de las participantes que ella recuerda cómo otra señora que acababa de dar a luz había servido de madrina en ese momento, pero luego al formalizar los papeles pusieron a su hermana y su cuñado como padrinos porque eran las personas que ellos habían elegido.

Más recientemente, los bautizos son motivo de mucha celebración. Se nombra a los padrinos, quienes normalmente son familiares de los padres, se tiene la ceremonia en la iglesia en una de las misas y se tiran los caramelos cuando los asistentes van camino a casa o a las bodegas donde se sirve una comida especial. La elección del nombre de la criatura, también ha cambiado a través de los tiempos. Al principio el día que nacía el niño, el padre iba a la iglesia, consultaba al cura y el nombre del santo del día se le ponía. Prácticamente el cura le leía al padre del recién nacido, quiénes eran los santos del día y uno de esos nombres era elegido.

Hubo un tiempo que también se usó poner los nombres de los abuelos. Un participante me explicó que en su época era como muy arrogante ponerle al hijo el nombre del padre o de la madre y que era mejor honrar a los abuelos eligiendo su nombre.

Otra participante me contó cómo ellos buscando un nombre bonito para su hijo

decidieron abrir la Biblia y de allí salió el nombre del segundo hijo. Otros han elegido los nombres de los hijos pensando en los familiares, ya sean tíos o tías de la criatura.

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Un caso interesante es el del participante que comentó cómo cuando él llegó a pedirle al sacerdote que bautizara a su hija, el cura le dijo que ese nombre le sonaba a ruso y que por lo tanto le iba a poner otro que sonara castellano antes del que ellos habían elegido. El participante me dijo que en los papeles del bautizo sale la criatura con esos dos nombres, pero en el registro civil aparece sólo con el nombre que él y su esposa habían querido desde el principio. La niñez, los juegos y la Primera Comunión Todas las entrevistas para este trabajo fueron momentos muy especiales para mí, pero quizás uno de los más entrañables fue cuando me senté con una de las ancianas y la escuché contarme cómo había sido su niñez. Me conmovió ver cómo en un cuerpo tan cansado esos ojos brillaban más que nunca al recordar su infancia. En su boca se dibujaba constantemente una sonrisa y empezó a recordar hasta canciones y nombres de personas de las que yo nunca antes le había escuchado hablar. En los recuerdos de los participantes en este estudio, nos remontamos a 1920 y 1930. En esa época la vida era muy distinta. En primer lugar no era de extrañarse que una mujer muriera al dar a luz y dejara huérfanos a unos cuantos niños. Muchos niños de esa época crecieron en casa de tíos u otros parientes. Sin embargo, al hablar de su niñez muchos recuerdan lo más bonito, lo más agradable y es como si su infancia hubiese estado llena de momentos alegres y de mucha ilusión. Una participante me contó cómo ella y sus hermanos jugaban con cosas tan sencillas como los alfileres de su madre, los cartones de las cerillas, las ramas de algunas plantas, las tabas. Todos los juguetes eran hechos por ellos mismos. Quise entender mejor cómo jugaban y les pedí que me explicara algunos de estos pasatiempos. El juego de los alfileres consistía en coger tierra seca, cubrían los alfileres y tiraban un cantito o piedrita encima para descubrir los alfileres blancos de camota. Ganaba el que más alfiles descubría al tirar el canto. Las tabas son los huesos de la rodilla del cordero, se tiraban al aire y según caían se contaban como pencas, líes, cara y carnes. Cada una de estas posiciones tenía un número de puntos, ganaba el que tenía más puntos. Este juego lo practicaron muchas generaciones.

Las tabas .Museo Etnológico de Villadiego. 2.006 Foto proporcionada por Federico Varona

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Varios participantes me comentaron el juego de los cartones. Básicamente se jugaba con cartones que se tiraban a la pared y al rebotar se trataba que cayeran encima de los cartones de los otros. Parece que este mismo juego lo practicaron en una generación anterior, pero con los tacones de los zapatos que encontraban los niños por los caminos. Otras generaciones anteriores también lo practicaron con cartones. De allí el nombre del juego. Es posible que usaran lo que encontraban tirado y en un tiempo se generalizó el encontrar tacones de zapatos, por lo cual el juego se hacía con éstos. Después se hizo el mismo juego con los cartones de las cerillas. Es probable que se popularizara el uso de los cartones de las cerillas cuando la gente empezó a fumar más.

No logré establecer, si este mismo juego de los cartones era el que jugaron por un tiempo usando tacones o si el de los tacones era totalmente distinto. Los participantes no tenían claro esto y mientras unos decían que era el mismo juego, otros decían que no, que el juego de los tacones era totalmente distinto, pero nadie recordaba cómo lo jugaban.

Otro juego que mencionaron fue la régula era un juego de saltar sobre una figura que se dibujaba en el suelo, se usaba una prenda que iba avanzando si quien saltaba no cometía error. En otros lugares le llaman infernáculo o bebeleche y con más o menos variantes se juega así: en el piso se dibuja un diagrama de rectángulos y en la parte superior un semicírculo. El número de rectángulos depende del gusto de los participantes, pueden ser pocos o muchos. Se numeran cada uno de los recuadros. Los participantes, poseen piedras o semillas que arrojan cada vez que toca jugar. El primer jugador lanza la piedra hacia el recuadro número uno. Después salta en un pie, brincando dentro de él, saca la piedra pateándolo recogiéndolo. Luego sale de la misma forma en que entró. Lo mismo va haciendo con los siguientes recuadros, en forma progresiva hasta llegar al último. En algunos recuadros se les pone el nombre de descanso, así como el recuadro final, que es llamado meta, el cielo, o la luna, al llegar a este se debe pisar con ambos pies. En otros recuadros se les puede nombrar infierno o mundo, no se puede hablar y, algunas veces, deben saltarse. Ni el participante ni su piedra pueden tocar estos recuadros. Se pueden distinguir por un cuadro dividido a la mitad, y que casi siempre se localiza al centro. Al llegar ahí, se debe brincar con las piernas abiertas, colocando cada pie en los recuadros laterales. Este era un juego que practicaban las niñas más que los varones.

Otro juego que mencionaron fue “A esconder las alubias.” Este era un juego que consistía en hacer saltar las alubias haciendo palanca con la mano, las alubias saltaban y tenían que entrar en un bote. Si las alubias eran pintas valían cinco puntos, si no lo eran valían uno. La persona que acumulaba más puntos ganaba.

El aro también les gustaba mucho a los niños, se llevaba un aro rodando con un

palo por las calles y el que aguantaba más tiempo y no se le caía era un buen experto en manipular el aro. Este juego no consistía en competir, sino simplemente en saber llevar el aro.

Otro juego era al pico zurro y zaina y consistía en ponerse los chicos con la

cabeza entre las piernas del otro, y se iban subiendo los demás sobre ellos, hasta formar

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una torre. Otro juego que era muy popular entre los niños era un palo con un pincho que había que clavarlo en barro, el que lograba clavar más pinchos ganaba.

Otros juegos que también eran favoritos de niñas eran: A correr la potra que

consistía en mojar un poco una cuesta y había que resbalarse por allí. Muchas participantes tienen muy gratos recuerdos saltando a la soga, que consistía en saltar y cantar al mismo tiempo. En las noches de verano, se pasaban las horas jugando al escondite.

El arroyo Foto proporcionada por Federico Varona

El arroyo les trae muchos recuerdos a los chicos de los años cincuenta. Allí

encontraban las ranas, con las que jugaban y gallinitas de agua. Los niños gozaban mucho yendo al campo a coger moras y toda clase de frutos silvestres. En el campo también hacían pitos con ramitas de sauce; le sacaban el centro y se hacía como una flauta.

Los tirabeques eran el arma de compañía de los niños, por si aparecía algún pájaro o lo que fuera. Hay muchos juegos más, como patear el bote, juegos de canicas, el trompo, etc. La mayoría de los juguetes eran confeccionados manualmente por los mismos niños o por sus padres.

Un paseo en Burra, gracias al tío Martín. Niños en los años 50. Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Uno de los recuerdos más gratos que tienen muchos participantes es cuando de

niños iban montados en la burra a dejar la comida a los hombres que estaban trabajando en el campo. Les hacía mucha ilusión pasear montados en la burra, tanta que algunos se tomaron fotografías donde ha quedado plasmada la alegría de los niños y la satisfacción de los mayores.

Foto tomada en el camino donde esperaban el coche de línea.

Foto proporcionada por Arcadio Varona

Para la mayoría de los participantes, los años de niñez fueron los más felices en Ciadoncha. Recuerdan mucho con qué ilusión esperaban el coche y cómo desde que veían reflejarse sus luces empezaban a gritar “el coche, el coche, el coche”.

Otros chicos recuerdan también cómo Ciadoncha también tuvo su Cabo

Cañaveral, refiriéndose al lugar de lanzamiento de cohetes al espacio. Los niños construían verdaderos cohetes con un material que usaba el señor Simeón en la fragua. Ponían este explosivo en un bote y luego le prendían fuego y salía la lata disparada por la fuerza explosiva. Para algunos estar con el señor Simeón, el herrero del pueblo viéndolo trabajar, ya era un pasatiempo enorme.

Niños y jóvenes en los años 60. Foto proporcionada por Arcadio Varona

La niñez se pasaba muy bien en Ciadoncha. Había grupos de chicos por edades y sobre todo por el barrio donde vivían. Como mencioné anteriormente, el pueblo, a pesar

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de ser pequeño y no tener muchos habitantes tenía los barrios muy bien demarcados y era raro que chicos de diferentes barrios jugaran juntos después de la escuela.

Niños jugando enfrente de la escuela en los años 60. Foto proporcionada por Federico Varona

Después del éxodo rural, Ciadoncha era como el imán que reunía a la familia.

Allí era donde se juntaban los primos mientras sus padres trabajaban la tierra. Los participantes recuerdan con cierta nostalgia, cómo había tantos niños por las calles y cuánto alegraban el pueblo.

Antes de la mecanización de la agricultura, los niños también ayudaban a trabajar

desde muy jóvenes. Las niñas pronto empezaban con los quehaceres de la casa y cuidando a los hermanitos. Los niños también tenían que echar una mano a los mayores en el tiempo de cosecha y buscando hierbas para los animales. Así y todo, la mayoría admite que se lo “pasaban bomba”.

Virgilio Galiana con el traje de su Primera Comunión. Foto proporcionada por Rosita Gutiérrez

A los siete años se empezaba a ir a la escuela y a la catequesis. Había que

prepararse para la Primera Comunión. La Primera Comunión era un gran acontecimiento, se usaba el vestido blanco para las niñas y los niños iban de marineros. ¡Qué ilusión daba ese día!- Me dijeron varios.

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Todos recordaban con muchas risas, los capones que les daba don Isidoro cuando

no aprendían las preguntas del catecismo. -¡Cuánto hemos cambiado aún en eso!- comentaban otros, al recordar las famosas 12 horas de ayuno para poder comulgar. Muchos se desmayaban por la falta de alimento.

Fabricio Galiana Delgado. 1970 Foto proporcionada por Marisa Delgado

El día de la Primera Comunión era un día especial, se comía mejor y se reunía a la familia para celebrarlo. Contexto histórico

No es hasta principios del siglo XX que la vida de los niños fue considerada de interés o preocupación por la comunidad internacional. Así, en el año 1920, surge la Unión Internacional de Socorro a los Niños, que luego refrenda en 1923 la primera Declaración de los Derechos del Niño. Esta Declaración, que fue llamada Ginebra Uno, fue aprobada por la 5ª Asamblea General de la entonces Sociedad de Naciones, en 1924.

Esta Declaración contenía cinco principios fundamentales para la atención y cuidado del niño: a) que el niño debería tener la posibilidad de un desarrollo normal, físico y psíquico; b) que un niño hambriento debería ser alimentado; c) que un niño maltratado, debía ser atendido; d) que un niño enfermo, tenía que ser cuidado; e) si un niño es huérfano o abandonado, ha de ser atendido.

La Declaración de Ginebra fue un extraordinario paso de avance en lo referente a la atención y cuidado del niño como ser humano, descansando fundamentalmente en el aspecto de su cuidado como individuo, sin incidir directamente en su derecho a la educación. Este derecho se recoge en la Declaración Universal de los Derechos del Niño, documento primero que establece lo que el niño como ser humano requiere para un normal crecimiento y desarrollo y su conversión en un ciudadano apto, intelectualmente y afectivamente capaz, y competente para jugar el papel social que le corresponde en el mundo actual.

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Esta Declaración, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1959, establece entre algunos de sus considerandos que las Naciones Unidas han proclamado en la Declaración Universal de Derechos Humanos que toda persona tiene todos los derechos y libertades enunciados en ella, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquiera otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquiera otra condición, y que el niño por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento, y considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle, proclamó que para que este pueda tener una infancia feliz y gozar, en su propio bien y en bien de la sociedad, de los derechos y libertades que en ella se enuncian, insta a los padres, a los hombres y mujeres individualmente y a las organizaciones particulares, autoridades locales y gobiernos nacionales a que reconozcan esos derechos y luchen por su observancia con medidas legislativas y de otra índole adoptadas. (Asociación Mundial de Educadores Infantiles http://www.waece.org/modelocentro/capitulo03.php 10 de agosto, 2006) Juventud, noviazgo y boda De cierta manera, el terminar la escuela elemental, a los doce o trece años marcaba la entrada a la juventud. Una participante me enfatizó que las niñas de antes eran muy inocentes, que no era hasta los 15 ó 16 que se empezaban a fijar en los chicos. Otro me dijo que a los 11 años se había ido a la casa de formación y que por lo tanto había vivido muy diferentemente esos años de adolescencia, especialmente si los comparamos con los adolescentes de hoy. Por lo tanto, si la juventud la marcamos por la época en que los chicos se empiezan a fijar en las chicas y viceversa, tendremos que estar de acuerdo en que, para los niños de los años cincuenta y sesenta, la juventud llegaba más tarde.

Sin embargo, al hablar con los participantes, me pude dar cuenta que lo que marcaba el final de la niñez era el dejar los juegos permanentes y empezar a tomar responsabilidades. Para muchas niñas fue tomar la responsabilidad de hacer algunas de las labores de casa, entre ellas cuidar a los hermanitos, fregar los trastos, limpiar la casa, etc. Para los chicos fue empezar a ir al campo con los mayores y participar en las tareas de cuidar los animales.

Muchas participantes recuerdan con mucho detalle, cuando tenían que ayudar a sus madres a traer agua, limpiar la casa, ver que sus hermanos no hicieran travesuras y esas cosas. Otra tarea que tenían las chicas en el verano, cuando la madre acompañaba al padre y a los hermanos al campo, era ver qué compraban para preparar la comida y tenerla lista cuando los mayores volvieran. Estas obligaciones parecen muy grandes para niñas de ocho y diez años, pero entonces así era como toda la familia participaba responsabilizándose los unos de los otros.

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Genara y Patrito, amigas de toda la vida. Años 40. Foto proporcionada por Genara Madrid

Cirila González, otra joven de Ciadoncha en los años 40 Foto proporcionada por Rosita Gutiérrez

Una participante recuerda que cuando ella era muy jovencita, su madre llegaba en

la madrugada a su habitación y le decía todo lo que tenía que hacer durante el día. Ella confiesa que era tanto el sueño, que poco se enteraba de lo que decía su madre y luego cuando se levantaba se preocupaba porque no recordaba nada de lo que tenía que hacer.

Las chicas recuerdan cómo también a ellas les tocaba ir al campo, todas cubiertas para no quemarse. Entonces, no se llevaba el ser morenas como ahora. Se cubrían todo el cuerpo, piernas, brazos, cara, todo. Esto les ayudaba también con el calor, pues al estar tan cubiertas, el sudor creaba humedad y con un poco de brisa que llegara, ya se refrescaban. En el capítulo sobre la educación se comentó cómo la iglesia católica llegó a tener el control de la educación en España, en la época de Franco. Las escuelas primarias eran donde los grupos religiosos, encontraban a los futuros sacerdotes, hermanos y monjas. Muchos participantes recuerdan todavía cómo llegaban a los pueblos a reclutar niños.

Para las familias, tener un hijo cura era uno de los honores más grandes, así cuando algún niño era invitado a entrar al seminario, los padres no dudaban en dejarlo ir y hasta lo animaban. Hubo algunos jóvenes que no terminaron la formación en el seminario y se regresaron antes de llegar a hacer los votos permanentes. Otros estuvieron en la vida religiosa por muchos años. Con el tiempo la mayoría de los hombres han

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dejado los hábitos, quedando todavía algunas monjas sirviendo en España y en otros países.

En una época también se vio que muchas chicas de pueblos pequeños, como Ciadoncha, iban como chicas de servicio a las ciudades grandes. Un participante recuerda cómo los jueves era el día que se llenaba de chicas el Espolón en Burgos. La mayoría eran chicas jóvenes que habían salido de su pueblo en busca de algo mejor. -No era raro encontrar a alguna conocida y ya te pasabas la tarde charlando y paseando con ella-comentó el participante.

Otras chicas fueron a conventos, al Opus Dei a aprender a servir a los miembros

prelarios, o a vivir a casas de familiares en las grandes ciudades. Los padres las dejaban ir con la ilusión de que ellas aprendieran más fuera que quedándose en el pueblo. Sin embargo, varias volvieron a los dos o tres años a seguir su vida donde la habían empezado.

Juventud de los años 40 listas para el paseo. Foto proporcinada por Arcadio Varona

Cuando hablé del tema de la juventud con los participantes, pude darme cuenta

que esta etapa de la vida se ha vivido de distintas maneras según las generaciones. Los ancianos recuerdan cómo disfrutaban de los salones de baile que había en Ciadoncha. Estos salones tenían un organillo que tocaba pasodobles y toda clase de música. Allí iban los jóvenes de antaño a bailar y a conocer gente de otros pueblos. Así fue como muchos forasteros y forasteras llegaron a vivir a Ciadoncha. La falta de facilidad de transporte, hacía más difícil el traslado a la ciudad de Burgos, así es que la juventud de los años 40 y antes de éstos, se quedaba por los pueblos vecinos para divertirse.

La siguiente generación, ya no disfrutó de los salones de baile. Ellos recuerdan los paseos a pie por el camino a Presencio o a los Tornos. Entonces iban grupos de chicas y los chicos las seguían, si algún chico tenía intenciones de hablar con alguna, se le acercaba y le daba un toquecito por la espalda mientras paseaban. Esto quería decir que le atraía y la chica dejaba al grupo de sus amigas para caminar con el chico. Un participante aún recuerda cómo él siendo chico veía a las parejas caminar. ¡Qué elegantes eran y qué correctos!-comenta el participante.

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Jóvenes de los años 50.

Foto proporcionada por Arcadio Varona.

La música era muy importante en la vida de los jóvenes de los años 50. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Divirtiéndose en las bodegas. Jóvenes de los años 50 Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Otra generación, me dijo que ellos ya no hacían esos paseos. Esta generación me

comentó que los chicos aprovechaban cualquier celebración para demostrar quien era la que más les gustaba. Para una participante fue en una de las merendillas de carnaval que se acostumbraba hacer en diferente casa cada año. Se preparaba una merienda especial, con tortilla, postres y alguna otra cosa para que se reunieran las chicas a merendar y así celebrar un poco carnaval. Ella recuerda cómo en una de estas merendillas, de pronto vio que entraban chicos. Ella se sorprendió, porque hasta entonces, sólo se habían reunido mujeres, pero alguien había dejado la puerta abierta y los chicos aprovecharon para entrar. Ese día fue cuando el chico, quien después sería su esposo, le dijo por primera vez que ella le gustaba. A ese primer momento le siguieron algunas cartas y salidas a bailar a Burgos en grupos grandes, hasta que llegó el día de la pedida de mano y se preparó la boda.

Jóvenes de los años 60. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Jóvenes en los años 60. Foto proporcionada por Arcadio Varona.

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Jóvenes de los años 60 y 70 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Los de la siguiente década, recuerdan haber convivido mucho con los chicos en un plan más informal y cómo se las arreglaban para conseguir transporte para ir a bailar a Burgos. Unos recuerdan con mucha risa cómo llegaron a irse hasta en tractor por no perderse alguna fiesta.

Jóvenes de los años 70 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Jóvenes de los años 80. Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Los jóvenes de los últimos años setenta y ochenta tuvieron más libertad de salir y conocer más gente y el proceso de noviazgo cambió mucho más. Una participante me dijo que realmente ella en esos años no pensaba en casarse, que la juventud entonces, el matrimonio lo veía como algo muy serio. Estos jóvenes estudiaron todos fuera de Ciadoncha y estuvieron expuestos a una diversidad cultural mayor. Muchos jóvenes empezaron a viajar al exterior y todo eso influyó su forma de pensar.

Los jóvenes de los años noventa ya prácticamente no han vivido en Ciadoncha.

Estos son los nietos de los vecinos permanentes del pueblo, pero ellos se han criado en capitales y tienen totalmente otra forma de pensar en cuanto al noviazgo y el matrimonio. Algo que me parece interesante comentar, es que desde que puse en Internet algunos de los cuentos que he escrito sobre este pueblo, he recibido varios correos electrónicos de estás personas jóvenes que de alguna manera se identifican mucho con el pueblo y disfrutan leyendo algo que les una al pueblo de sus mayores. Antes, si una pareja quería formalizar su relación, entonces había que pedir la mano de la novia. Para esto iban, el novio y sus padres a la casa de la novia y tenían una reunión formal que consistía ya fuera en una cena o una merienda bien preparada. Los padres de los novios hablaban y decidían cuando sería el enlace matrimonial. Era costumbre que el novio pagaba el vestido de la novia y el dormitorio iba por cuenta del padre de la novia (Entrevista personal, 2006).

Las bodas se hacen durante la misa. Es costumbre en Ciadoncha, como en el

resto de España, elegir un padrino que es quien entrega a la novia y a una madrina, que es quien acompaña al novio en el altar. En algunas bodas, entran a la iglesia primero unos niños a quienes se les llaman pajes, después entra la novia con el padrino, que normalmente es el padre de la novia mientras la madre y su hijo, quien es el novio esperan en el altar.

Después de la misa los novios, sus padrinos y algunos testigos pasan a la sacristía

a firmar el acta matrimonial. Finalizado el acto, se pasa a la comida que se lleva a cabo en un restaurante.

Boda de Irenio Galiana y Elisea. Años 30 Foto proporcionada por Marisa Delgado.

Las bodas grandes en el pueblo fueron antes de que existiera el automóvil.

Cuentan que eran fiestas de hasta tres días. Esto era porque llegaban familiares de lejos y tenían que atenderlos. Había mucha comida, música, baile y todo el pueblo parecía estar

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de fiesta. Se casaban en la iglesia del pueblo y hacían la fiesta en la casa. En la mayoría de las fotos de bodas antiguas, previas a 1955, las novias llevan vestido oscuro.

Ángel Varona y Genara Madrid en su boda. 1945 Foto proporcionada por Genara Varona.

Con el tiempo, las parejas quisieron casarse en la ciudad de Burgos y más o menos a partir de 1.955, las novias se empezaron a vestir de blanco. Estas parejas celebraron su boda o como dicen ellos hicieron el gasto en un restaurante de la capital de la provincia. Estas parejas se fueron de viaje de novios a algún lugar dentro del país. La mayoría de ellos, son hoy los abuelos de los jóvenes que llegan a Ciadoncha en el verano y para las fiestas.

Boda de Fabricio Galiana y Marisa Delgado. 1960

Foto proporcionada por Marisa Delgado

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Emiliano Galiana Porres y María Cruz Blanco Pérez el día de su boda.

Foto proporcionada por Federico Varona

Otra generación más reciente, también se casaba en la ciudad de Burgos y celebraba en un restaurante, como los anteriores, pero éstos se iban de viaje de bodas a las islas Canarias. Los más jóvenes siguen haciendo lo mismo para celebrar el acontecimiento. La excepción han sido dos o tres parejas, que han decidido tener la ceremonia en la iglesia del pueblo en los últimos años. La luna de miel para estas parejas ha sido en el extranjero mayormente. Hay quienes también han decidido casarse en otras provincias y hasta en otros países.

Boda de Petra Varona y Luís Cruz realizada en Santillana del Mar en 1998.

Foto proporcionada por Petra Varona.

Las bodas son muy elegantes. La gente acude vestida muy a la moda, con trajes muy finos. Una vez más he podido comprobar que el buen gusto en el vestir y en el arreglo personal de la gente de este pueblo se pone de manifiesto en estas grandes ocasiones.

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Personas del pueblo participando en la boda de …. Mayo, 2006

Foto proporcionada por Arcadio Varona En Ciadoncha también se acostumbra que cuando se leen las amonestaciones unas

semanas antes de la boda, se ofrece un aperitivo después de la misa. Ese día asisten a misa los novios y sus padres.

Contexto histórico

Tenemos que recordar que después de la posguerra, con la apertura internacional, vino el desarrollo a España. Las divisas enviadas por los españoles que trabajaban en el exterior y el flujo enorme de turistas, permitió el mayor crecimiento del producto económico español de toda la historia. Los españoles salieron en masa a trabajar a los países centrales europeos. La cifra oficial de emigrantes en los años 60 fue de 1.100,000 emigrantes, pero la no oficial fue de 2.500.000 (Muy historia, 51). En esa misma época, el gobierno de Franco impuso una multa de 40,000 pesetas en Benidorm por usar Bikini pero la policía no se daba abasto para multar a todas las turistas y optaron por dejarlas en paz.

Jóvenes de los años 50. Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Jóvenes de los años 60. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Así empezó el destape y los españoles se empezaron a quitar la montera ante la

minifalda. De pronto Sara Montiel no parecía tan exagerada enseñando carnes en “El último cuplé”, el fútbol pasó a sustituir al toreo, Massiel ganó Eurovisión, los jóvenes cantaron “Porompompero” con Manolo Escobar, “Esos ojitos negros” con el Dúo Dinámico y con Karina se la pasaban “Buscando en el baúl de los recuerdos” (http://www.aguaron.net/aquellos70/70.htm ). Familias llenaban los Seat 600 y se iban a las playas del sur. Las películas de Joselito y Marisol iban quedando como cosa de niños. Este era el principio del final de la época franquista. España había abierto las puertas al mundo y nada ni nadie iba a detener la influencia extranjera (Muy historia, 2006).

A Ciadoncha llegó todo esto por la tele, por la radio, por algunas revistas y porque

los jóvenes ya salían más a Burgos y otras partes; pero el proceso fue un poco más lento que en pueblos o ciudades con mayor población. Según se puede ver en los vídeos, en Ciadoncha no se veían tantas minifaldas en los años sesentas y muy pocas en los setentas. No fue hasta en los veranos de los ochentas que la juventud llegó a broncearse de verdad (Vídeos proporcionados por Orencio Pérez Cascajar). Ciadoncha sigue siendo un pueblo con valores tradicionales, yo diría que en Ciadoncha todavía se puede sentir la influencia de la época de Franco, el recato y la elegancia clásica son característicos en la gente del pueblo. En las fiestas del pueblo era donde los jóvenes cantaban y declamaban demostrando su amor pero siempre con mucho recato y discreción. Según lo que yo he observado, en Ciadoncha nunca he visto a ninguna pareja besarse en público y creo que tampoco he visto a nadie caminar abrazados. Las expresiones de cariño se limitan a los niños, pero no entre mayores y mucho menos en público.

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Vida adulta, vejez y muerte Los adultos en el pueblo son los que tienen las responsabilidades de llevar la casa y también la comunidad. Ellos son los que se encargan de las responsabilidades públicas, como ser alcalde, participar más activamente en las celebraciones religiosas, organizar las fiestas, dirigir y coordinar los trabajos del campo y criar y educar a los hijos.

Hoy en Ciadoncha viven muy pocos adultos. La mayoría de los miembros de la generación, quienes hoy serían los adultos del pueblo, salieron y están viviendo en otras partes. El alcalde, José Luís Julián Hernando por ejemplo, vive y trabaja en Burgos. Cuando hablé con él me dijo que él hacía este trabajo sin recibir ningún sueldo, que la empresa donde él trabaja le permite faltar si tiene alguna reunión importante, pero que en realidad no es nada fácil hacerlo. No obstante, casi cada fin de semana están él y su familia en la bonita casa que tienen en Ciadoncha y él siempre está al tanto de lo

que pasa en la comunidad.

Las autoridades del pueblo son: el alcalde, que es elegido cada cuatro años y puede reelegirse sin tope de años, cuatro concejales y un juez de paz. Realmente estos puestos los ocupan gente que tiene un gran espíritu de servicio a la comunidad, pues no representan mayor ventaja sino más bien gasto y mucho tiempo extra (Entrevista personal 2006).

Es difícil establecer dónde termina la vida adulta y empieza la vejez.

Especialmente porque los niños de los años cincuenta se han conservado muy bien física y mentalmente y cuando pensamos que ellos son los que están entrando a la categoría de honor de la vejez, nos parece que no tienen las mismas características de sus antecesores.

Mujeres en la puerta de la iglesia un día domingo. 1995 Foto Lucía Varona

Lo que sí es evidente es que los años pasan y van dejando huellas. Los adultos de

antes, son los viejos de ahora y los viejos de antes son los ancianos de ahora. Es difícil aceptar que aquella pareja tan guapa y llena de vida que se paseaba por las calles y caminos de Ciadoncha en los cuarenta y cincuenta, hoy sean los ancianos del pueblo y

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que el niño que los admiraba tanto entonces, sea hoy parte del grupo de los viejos. Pero la vida es así y allí están ellos, con toda su sabiduría, con todos sus años. La vejez Hablando con un participante que está en el grupo selecto de los ancianos, me dijo: -Nosotros somos la generación que más ha tenido que aguantar. Primero tuvimos que aguantar lo que nos imponían nuestros padres, después enviamos a los hijos a estudiar y ahora tenemos que aguantar lo que nos imponen ellos.- Hay mucho de verdad en estas palabras. Don Emérito también expresó muy claramente que lo que se aprende de los mayores es su resignación, la paz con que aceptan lo que la vida les da. Yo también creo que los viejos de Ciadoncha nos enseñan esos valores. La vejez les ha sorprendido cuando empezaban a disfrutar el resultado de su trabajo. Muchos de ellos no habían viajado nunca por falta de medios y ahora que los tienen, les falta la salud. Sin embargo, no están amargados. Basta caminar un poco por la calle de La Calzada y se les puede ver tomando el sol, sonriendo y charlando mientras menean el bastón o las muletas. Los ancianos de hoy fueron los jóvenes y adultos de la posguerra. Ellos vivieron mucha estrechez económica, nunca tuvieron dinero extra y aprendieron a trabajar en el campo desde muy niños. Siempre estuvieron aceptando órdenes de más arriba. Los cambios les sorprendieron desprevenidos y cuando se vinieron a dar cuenta, eran los hijos los que llevaban las riendas y ellos se fueron quedando atrás. Hoy, les asusta tanta modernidad, la mayoría no quiere ni tratar de comprender lo que es la cibernética. Ellos son felices viendo cómo sus hijos y nietos se defienden en un mundo que ellos jamás llegaron a imaginar. Ellos se sienten más seguros, como es de suponer, en el pueblo que los vio nacer.

No son pocos los que han celebrado las bodas de oro matrimoniales en Ciadoncha. Hay todavía muchas familias que tienen la dicha de tener tanto al padre como a la madre vivos cuando llegan a cumplir los cincuenta años de casados. La mayoría celebra este acontecimiento con los hijos y familiares más allegados. Algunas instituciones, como las cajas de ahorro, también les hacen algún reconocimiento especial.

Ángel Varona y Genara Madrid celebrando los 50 años de casados

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con sus padrinos de boda, Luz Porres y Pablo Galiana. 1995 Foto proporcionada por Petra Varona

En Ciadoncha quedan algunos ancianos y quizás lo más duro para ellos sea el frío

del invierno. Por eso muchos se van con los hijos a Burgos en esa época, pero en cuanto pueden vuelven al pueblo porque allí están sus raíces, allí han dejado sus recuerdos y es allí donde más les gusta estar. Cuando están en el pueblo les vuelve la vida. Ven a sus amigos, juegan a las cartas, al dominó, salen a tomar el sol y respiran el aire fresco y puro que tanto extrañan en las grandes ciudades.

Para mí los ancianos son el símbolo de Ciadoncha. Ciadoncha misma es como ellos, vieja y gastada, con algunos parches modernos que la sostienen como a los ancianos les sostienen los bastones y las muletas. Ciadoncha está siempre sonriente, acogedora, aguantando caricias y desprecios, porque Ciadoncha, como toda madre, quiere y perdona a todos los hijos por igual.

También en el pueblo hay un grupo de adultos que ahora realmente lo sostiene. Si no fuera por ellos, no llegaría ninguno a vender cada semana, no tendrían el servicio médico ni el de correos. Este es el grupo que todavía va a misa los domingos del tiempo ordinario. Por ellos es que se abre el bar y gracias a ellos el pueblo no ha muerto La pregunta que ellos se hacen es: ¿Por cuánto tiempo vamos a estar así?

El tema de la muerte es difícil para todos y el tema en sí no apareció dentro de los recuerdos gratos de la vida en Ciadoncha. Sin embargo, muchos recordaron gratamente a gente que ya ha muerto y comentaban cómo había sido su muerte y el funeral. Lo que los participantes más valoran de esta etapa de la vida es la solidaridad que existe en esos momentos. No importa el clima, si llueve o nieva, la iglesia siempre se llena de vecinos para un funeral.

Me parece también muy importante dejar constancia de las costumbres y

tradiciones que hay con relación a la muerte, ya que también esto está cambiando con la modernidad.

Algunos participantes recuerdan cómo antes en el pueblo, cuando alguien estaba

muy enfermo, se llamaba al cura para que le fuera a dar los Santos Óleos. Al morir se preparaba el cadáver en la casa y allí se le velaba hasta enterrarlo al día siguiente. Casi siempre era la familia la que se acercaba a la casa y el resto del pueblo asistía a la misa y al entierro.

Hoy ya no se vela a los muertos en el pueblo. Ahora se acostumbra llevarlos a los

tanatorios de la ciudad de Burgos. Las funerarias se encargan de preparar el cadáver, las esquelas que salen en los diarios, la misa y el entierro.

En nuestra familia, para la muerte del padre de mi esposo, recuerdo que por parte

de la administración del tanatorio en Burgos, dijeron que podíamos irnos a descansar, que ellos cerrarían la sala donde estaba expuesto el cuerpo y que volviésemos por la mañana para una misa que se celebraría por todos los difuntos que estaban en ese lugar, en la

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capilla por la mañana del día siguiente. Nunca olvidaré las palabras de una de mis cuñadas: -Cómo voy yo a dejar sólo a mi padre ahora. Si ya sólo lo voy a tener estas horas- A todos nos llenó de emoción tan profundo y leal pensamiento y le dimos toda la razón. Al padre de mi esposo lo velamos toda la noche y rezamos y recordamos con muchísimo dolor los mejores momentos que él nos había dado. Esa noche de velación fue como rendirle un homenaje de agradecimiento por todo lo que había hecho por cada uno. Al día siguiente le llevamos a misa y a enterrar a Ciadoncha.

Como en la mayor parte del mundo occidental, el luto se manifiesta con el color

negro; contrariamente al mundo oriental donde se manifiesta con el color blanco. A los entierros los familiares van vestidos de negro y también acostumbran mandar coronas o ramos de flores que son llevados por jóvenes y niños hasta el cementerio. Después del entierro sólo los familiares muy cercanos acompañan al núcleo familiar del difunto a la casa.

Hasta los años 70, los lutos eran muy estrictos. Por el esposo, esposa, madre,

padre o hijos se mantenía luto riguroso por dos o tres años. Éste consistía en llevar ropa negra constantemente y se evitaba salir a la calle. Esto lo compartió una participante cuando me explicó el luto que ella había llevado por la muerte de su madre en los años 40 y 50. Cuando ya podían salir, tenían que seguir usando negro, especialmente las viudas. Hoy eso ha cambiado mucho. Ya no se acostumbra llevar negro por tanto tiempo y nadie se restringe de salir a la calle.

En Ciadoncha se acostumbra mucho mandar a decir misas por los difuntos. Casi

siempre estas misas son en la fecha de nacimiento de la persona y en el aniversario de su muerte. Todavía hoy se hacen unas tarjetitas, que se les llama recordatorios, que se distribuyen a las personas como un recuerdo de la persona fallecida.

En nuestra familia, todavía conservamos la tradición de celebrar una misa cada

aniversario de la muerte del padre de mi esposo. Después de misa, vamos todos juntos al cementerio y allí rezamos y leemos el recordatorio que hacemos cada año enfocando distintos aspectos de la vida de Ángel Varona Temiño, el padre. A través de estos recordatorios seguimos aprendiendo cómo vivir la vida con los valores que él nos transmitió.

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Hay muchas cosas que los nietos echarán en falta cuando sean mayores. Muchos valores que hoy talvez chocan con la vida moderna, pero cuando ellos sean padres, quizás sentirán la necesidad de volver a sus raíces e investigar cómo fue que sus antepasados le hicieron frente a los retos que la vida misma les presentó.

Federico Varona leyendo la oración ante la tumba de su padre. 2005 Foto Lucía Varona

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Cementerio de Ciadoncha en los años 70. Foto proporcionada por Federico Varona

Cementerio de Ciadoncha en 2006 Foto Lucía Varona

El sentido de familia es muy fuerte en este pueblo. En estos momentos, en que pareciera que el pueblo agoniza, se puede ver todavía con cierto optimismo y pensar que será precisamente ese sentido de familia lo que tarde o temprano atraerá, como un imán, a todos los que se han ido.

Parte de la familia Varona Madrid en los años 80. Foto proporcionada por Petra Varona

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Mientras haya siquiera uno de la familia que mantenga el cordón umbilical unido a la tierra que lo vio nacer, el pueblo no morirá. Los buenos recuerdos son muchos y siempre necesitaremos renovar fuerzas, en todos los sentidos. Volveremos como el agua de las nubes vuelve al mar.

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LA AGRICULTURA Y LA GANADERIA

En Ciadoncha antes, la agricultura y la ganadería iban de la mano. No se podía hacer agricultura sin ganadería. Los animales eran muy importantes en la vida del pueblo. Como ya vimos en el capítulo de la vivienda, antes de construir las glorias, los animales los mantenían en la planta baja para que dieran calor a las habitaciones en el piso superior. Pero además, los animales eran los que ayudaban a la gente a trabajar la tierra, a trasladarse de un lugar a otro y también les servían de alimento.

Acarreando con mulas. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Acarreando con vacas. Foto proporcionada por Arcadio Varona

El acarreo se hacía con mulas o con vacas, la diferencia era que el acarreo con

mulas permitía al guía venir montado en los lomos de los animales, lo cual constituía un buen y merecido descanso para el agricultor. El acarreo con vacas no permitía esto.

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Vacas pastando. Años 70

Foto proporcionada por Federico Varona

Un participante me dijo: -Sin animales, no se podía hacer agricultura. Sin animales no se podía hacer nada de nada. No se podía dar ni un paso sin los animales, ni un paso. Aquí se aró con vacas, mulas y bueyes hasta que llegaron los tractores en el año 1956.- El primer tractor fue un Lanz 38 caballos y arranque de petróleo de los hermanos Santos y Primitivo Arroyo. Luego llegó la trilladora que fue la de Josemari Quevedo. Después hubo una segadora-atadora que no dio resultado en esta zona. La primera cosechadora en Ciadoncha fue la de Nice Madrigal.

Foto Expuesta en el Ayuntamiento de Ciadoncha. Cada familia tenía animales con los que trabajaba, pero además había dos manadas de vacas, chotos, yeguas, mulas, caballos o potras que las cuidaba un pastor. Estos eran animales de mucha gente que los tenían por si había que echar mano de ellos en caso de que a los que se usaban para trabajar les pasara algo. Además había por lo menos diez o doce rebaños de ovejas cada uno con su pastor y corral donde ponerlas. En esos tiempos había mucho movimiento en el pueblo.

Un participante que ha sido agricultor toda su vida y hoy da sus tierras para que se las trabajen me dijo: -Entonces trabajabas en el campo el 95 por ciento del año. Había trabajo todos los días, porque si no estabas trabajando las tierras, estabas cuidando los viñedos. Antes había mucho viñedo en Ciadoncha, se podría decir que el diez por ciento de la tierra eran viñedos, el resto se sembraba de cereales como trigo, avena y cebada.

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Foto expuesta en el Ayuntamiento de Ciadoncha. También me dijeron que hubo gente en Ciadoncha que segó a hoz. Uno de los participantes cuando dijeron esto, se vio las manos y me dijo: –Aquí tienes la señal- una cicatriz en el dedo anular de la mano izquierda-Estaba cegando cuando me distraje y ¡Zas! Instintivamente apreté lo que se había levantado y ya se quedó así. Íbamos todos al campo a ayudar, había trabajo para todos. –Ya lo creo- añadió otra participante, hombres, mujeres y niños ayudaban, cada quien con lo que podía.

Listos para segar. Años 60 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Los participantes me explicaron como los meses más tranquilos eran cuando

nevaba o estaba muy mojado el campo. Entonces no se podía hacer nada en las tierras porque se hundían las patas de los animales y no había nada que hacer. En esos días se aprovechaba para podar y limpiar los viñedos. Se ponían unas tablas sobre el barro y así iban limpiando y podando a mano. Cogían la tabla y la pasaban a otro lado conforme iban avanzando.

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Ya en febrero se empezaba a arar para luego sembrar la cebada. Se sembraba también trigo, avena, alholvas, hieros. Los hieros eran unas leguminosas excelentes para los animales. Los años malos había que pelarlos y para eso había obreros que hacían el trabajo por las mañanas, porque no podía hacerse cuando calentaba el sol, pues había que aprovechar el rocío de la mañana para que no se quebrase la paja y se desgranara.

Luís Pérez sembrando al estilo antiguo. Años 70 Foto proporcionada por Federico Varona

Para sembrar, hace mucho tiempo, se ponía la mies en un saco atado por sus dos

puntas de una de sus diagonales y se colgaba al hombro; la mies se recogía con el puño bien lleno y luego se esparcía haciendo una semicircunferencia con el radio de la longitud del brazo del sembrador. De esta manera quedaba muy bien esparcida. Todo esto se iba haciendo a la vez que se iba caminando paso a paso.

Un participante me dijo que en el verano, para la cosecha, tenían que salir a la una de la madrugada al campo a recolectar las nías. Se cogían las mulas, los carros, se enganchaban y ¡afuera! Si había luna, se podía ver, pero si no la había, era más oscuro que la boca de un lobo y como había tierras pequeñas que quedaban en medio de las tierras de otros; muchas veces se equivocaban y resultaba que cargaban felices el carro y en cuanto amanecía, se daban cuenta que le habían hecho la tierra a otro. No había más que ir a descargar a la era del vecino y al día siguiente a hacer la de ellos. Todas estas anécdotas me las contaban con mucho humor. Reían mucho al recordar las peripecias de esos tiempos. Otro participante recordaba noches como esa, pero cuando él era aún un niño de menos de ocho años. El recuerda que de niño, cuando le levantaban de la cama y lo metían al carro, todo estaba bien hasta que oía: ¡Sooo! ¡Sooo! Todo el gusto se acababa porque él sabía que los animales se pararían y había que empezar a trabajar.

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Trillando en las eras. Foto expuesta en el Ayuntamiento de Ciadoncha.

Otras participantes recuerdan con mucha nostalgia cuando se juntaban todos en

las eras a trillar. – ¡Eso era hermoso!-dice una participante. –No me digas, todos allí juntitos, riendo y comentando mientras la burra, dale que dale.- Todos recuerdan los calores que pasaban durante la cosecha. Al medio día buscaban la sombra del carro para tomarse la merienda. -¡Esas cebollas y ese vino sabían mejor que hoy los chorizos!- comentan algunos.

Trillando con tractor. Foto expuesta en el Ayuntamiento de Ciadoncha.

La llegada del tractor, marcó el principio de la mecanización de la agricultura.

Podría decirse que en cuanto a esta etapa de la vida en Ciadoncha, encontré dos grupos de personas con diferentes sentimientos y recuerdos. Uno recordaba con mucha nostalgia los tiempos antes del tractor y otro en el que los participantes estaban definitivamente felices con todo lo que trajo consigo la mecanización de la agricultura.

El grupo que añora los tiempos pasados, son los que valoran mucho la

convivencia que existía en ese tiempo entre los vecinos. Ellos dicen que al necesitarse

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unos a otros les hacía ser más amables, menos preocupados del qué dirán, de cómo vestían y de las apariencias. Una participante me puso este ejemplo. -Antes íbamos a misa los domingos y no nos fijábamos qué vestido, qué pendientes, ni qué zapatos llevaban. -Hoy si no vas bien arreglada te sientes mal-. Está claro que no es el trabajo duro lo que añoran, sino la convivencia.

Trilladora. Museo Etnográfico de Villadiego Foto proporcionada por Federico Varona

Por otra parte, el grupo que dice que están mejor ahora, son los que recuerdan con

cierta amargura el duro trabajo. Ellos dicen que trabajar de la forma en que trabajaba era inhumano, que no saben cómo pudieron aguantar tanto. Una participante de este grupo cuando le pregunté qué recordaba ella del trabajo del campo me contestó. –No quisiera ni recordarme de eso, no compares la forma en que vivimos ahora con esos años-, su esposo la secundó diciendo que de ninguna manera le gustaría volver a esos tiempos.

El campo se sigue trabajando en Ciadoncha. Por un tiempo había más familias

haciendo sus propias tierras, pero con el tiempo y al heredar los hijos, las tierras han vuelto a ser pequeñas y tienen que darlas para que otro las trabaje. Ahora hay dos o tres personas que se dedican a trabajar sus tierras y las de otros. De ellos sólo uno vive en el pueblo y por lo que hablé con él y su esposa, me temo que no será por mucho tiempo. Están pensando seriamente trasladarse a Burgos por la educación de sus hijos. Con pena, dicen que no ven mucho futuro para ellos en el pueblo. -La agricultura con el tiempo- va a quedar sólo para los que tienen mucha tierra, los pequeños productores tendremos que ver qué hacemos por otra parte- terminaron diciendo.

Pero hubo un tiempo en que se disfrutó la mecanización y la convivencia que

brindaba el trabajo del campo. Estos eran los tiempos en que todavía había tierras grandes, que no se habían dividido.

Cosechando en Ciadoncha. 1991 Foto Lucía Varona

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Los padres disfrutaban viendo a los hijos trabajar con las máquinas. Esos eran los

tiempos en que todavía Ciadoncha tenía mucha vida los veranos. La familia se juntaba, los niños jugaban mientras sus padres trabajaban y las mujeres se encargaban de tener la comida lista cuando volvieran del campo. Más de una vez nosotros planificamos el viaje de verano a Ciadoncha de acuerdo a la fecha en que se pensaba cosechar para no perdernos el acontecimiento.

Yo no viví los tiempos antes de la mecanización, pero sí participé en esos años

intermedios, antes de que la familia de mi esposo dejara de trabajar la tierra. Me impresionaba mucho ver a la gente mayor, cómo barrían la era, trataban de recoger todos los granos que podían. Cuando les veía hacer eso me preguntaba, qué estaría pasando por su mente en esos momentos. Yo recuerdo que muchos mayores se quedaban sentados allí, esperando que llegara el tractor a descargar. No decían nada, se quedaban viendo el grano, el cielo y el campo.

Muchos de los recuerdos más gratos de algunos participantes tienen que ver con

la ganadería y la época en que había mucha vida en Ciadoncha. Uno recuerda cómo su padre tenía toda clase de animales. Tenían, vacas, bueyes, cabras, corderos, gallinas, cerdos, palomas, todo. Riendo cuenta cómo la única vez que se escapó de la escuela una mañana, fue precisamente el día que iba a parir la burra. Se fue de la escuela y nadie le pudo detener. Cuando su padre preguntó al maestro qué había pasado, éste le dijo que el niño había salido corriendo diciendo que tenía que irse porque iba a parir la burra.

Foto cedida por Arcadio Varona

La burra es uno de los animales que recuerdan los participantes con más cariño. He notado que este animal trae mucha ternura a la memoria de varias personas. En un tiempo la burra era el medio de transporte normal, se usaba para ir al molino, a la bodega, a llevar la comida al campo, para ir a las ferias. En verano cuando iban a segar las mieses se montaban en ella y llevaban los aperos más sencillos, como el rastro, el dalle, la garia.

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Ovejas pastando. 1984

Foto Lucía Varona En un tiempo hubo muchas ovejas en Ciadoncha. A primeros de junio se

esquilaban para que las ovejas estuvieran más ligeras de abrigo para el verano, a la vez que se aprovechaba la lana para su venta, que entonces estaba bastante cotizada y suponía un ingreso importante. A continuación del esquileo se hacía el melado, que consistía en marcar a las ovejas, con pez fundida, con las iniciales del propietario del rebaño.

El señor Bisera, tuvo la amabilidad de invitarme a su casa para conversar. Su

nombre en realidad es Florencio Ibáñez, pero en el pueblo todos le decimos Bisera. El era uno de los pastores del pueblo, el único que aún vive allí. Ya mencioné antes, cómo en los mejores tiempos de este lugar hubo hasta diez o doce rebaños de ovejas, cada rebaño con su pastor y el corral para guardarlas, además de la manada de ganado compuesto por chotos, vacas, yeguas, mulas, etc. que servían para reemplazar a los animales de labranza.

Bisera, ha vivido en Ciadoncha desde 1952. Empezó como pastor, trabajó

muchos años cuidando ovejas de otros, pero poco a poco fue comprando para él y al final se quedó cuidando sólo las suyas y viviendo en la casa que compró hace muchos años en el pueblo.

Queriendo saber cómo él ha logrado sobrevivir tantos años en el pueblo y

sabiendo que la agricultura y la ganadería han sufrido tantos cambios, le pedí que me contara cómo fue su vida de pastor.

Bisera y su cuñado Norberto Tejero Palacín esquilando. Foto proporcionada por Arcadio Varona.

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Me dijo que sus padres también habían sido pastores, así es que para él era natural

seguir sus pasos y dedicarse a este oficio. Primero vivieron en Santa María a donde fue a la escuela cuando tenía 8 años, pero luego estalló la guerra y la familia se trasladó a Zael, de Zael a Mahamud, allí vivieron 15 años y de allí vino a Ciadoncha. Bisera ha recorrido muchos campos con las ovejas.

Con ese modo tan campechano que tiene de hablar me dijo que siempre había tenido perros que le ayudaban, dice que él los entrenaba para que ellos fueran por una orilla y él por la otra y así estaba siempre pendiente del rebaño. Nunca le gustó llevar radio porque dice que no podía distraerse, tenía que estar siempre pendiente de las ovejas para que comieran lo que debían y no se metieran a comer lo que no debían.

Bisera se casó en Ciadoncha un 6 de junio. Recuerda que ese día hubo toros en el

pueblo. De ese matrimonio le queda una hija que vive en Tordómar y un hijo que vive en Burgos. Enviudó y trató de empezar una vida matrimonial de nuevo, pero no dio resultado. Ahora vive solo en Ciadoncha y los hijos están pendientes de él.

Los hijos de Bisera jugando con las ovejas. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Me contó cómo, gracias a que a él siempre le ha gustado la cacería pudo ahorrar

del salario que recibían antes cuando era pastor. –La vida ha sido dura para mí- me dijo y poniéndose serio prosiguió diciendo que por la mañana, en el verano salía muy temprano con las ovejas y volvía al medio día a comer, luego volvía al campo. Por las noches muchas veces tenía que estar pendiente de alguna oveja que paría, si lo llamaban para que ayudara con una vaca o lo que fuera. De las fiestas en el pueblo dice que participaba poco porque normalmente tenía que trabajar. -El trabajo del pastor es muy duro-me dijo. Muchas veces volvía calado hasta los huesos porque el paraguas y la capa no le podían resguardar de algunos nublados. En septiembre dice que ya no volvía a casa a comer sino que se quedaba en el campo. En un momento dado las ovejas se echaban y él también podía descansar un poco. En invierno, no salía, tenía que cuidarlas en el corral.

Yo le pregunté qué llevaba al campo para comer. Se echó una carcajada y me

dijo:-Cualquier cosa, tortilla, pescado, chorizo, cebollas, lo que fuera. ¡Y qué bien sabía!

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Florencio Ibáñez (Bisera) con sus ovejas. Foto proporcionada por Florencio Ibáñez.

Pero Bisera no sólo ha sido pastor, también me contó cómo aprendió a poner

inyecciones. Una vez, tenía al hijo enfermo y tuvieron que ponerle varias inyecciones. Un día la persona que lo inyectaba, no pudo llegar. Ese día se decidió y dijo que él le iba a poner la inyección al hijo y así empezó a hacer este oficio también. Me dice muy orgulloso como él le ha puesto inyecciones a mucha gente del pueblo y nunca se le ha infectado ninguna.

Yo le recordé que a mí me había impresionado ver que también él hacía de

sepulturero. Se echó a reír y luego me contó que también ese oficio lo había empezado a hacer porque no había quien lo hiciera. Ahora él es quien guarda las llaves del cementerio y por muchos años se encargó de cavar las tumbas y ayudar en los entierros. También su hija Pili lo ha hecho alguna vez, porque yo recuerdo haberla visto en un entierro haciéndose cargo ella sola de dirigir el descenso del ataúd y luego coger la pala y terminar y cubrir la tumba. Actualmente, la mayoría de familias tienen los sepulcros hechos de concreto y ya no hay que cavar para enterrar a los muertos.

Fulgencio Ibáñez, con su hija Pili. 2005 Foto de Lucía Varona

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Bisera es un hombre muy servicial. Estando yo haciéndole esta entrevista,

tuvimos que interrumpir porque alguien llegó a la puerta a pedirle que al día siguiente la llevara a Burgos cuando él fuera. Inmediatamente él le respondió que con mucho gusto y ya quedaron en la hora de salida. Este incidente dio paso a que le preguntara yo qué pensaba de la vida en Ciadoncha en estos tiempos.

-Nos hemos vuelto muy egoístas-me dijo. Me explicó cómo antes, cuando la

gente no tenía dinero, todos colaboraban. Todos se ayudaban en cualquier trabajo, ya fuera en las eras, en el campo, con los animales, con un enfermo, llevando cosas de otros a Burgos, como fuera. Él dice que el dinero ha arruinado la convivencia que se tenía antes. -Antes-me dijo, -hacíamos muchos favores y éramos agradecidos. Ahora, no los hacemos y cuando nos los hacen tampoco somos agradecidos-.

Bisera me contó cómo el pueblo ha tenido sus altas y bajas. Cuando mecanizaron

la agricultura, los obreros y pastores se tuvieron que ir a buscar trabajo a otras partes. Él también se tuvo que ir a Burgos a trabajar en la construcción, pero volvió porque le gusta el pueblo. Tuvo 300 ovejas que eran de él; al final ya se jubiló y ahora vive tranquilo y bien en su casa de toda la vida. Le gusta viajar, ha ido a varias partes y dice que disfruta mucho conociendo otros sitios y personas. Los nietos y los hijos vienen a verle y como él dice, no vive mal. Ha conocido a mucha gente que van en la misma excursión a los centros turísticos de la costa sur y dice disfrutar mucho de todo lo que se ha ganado con el sudor de su frente.

En la memoria de mucha gente de Ciadoncha quedará para siempre grabada la

imagen de Bisera con sus ovejas pastando por los campos de Castilla y el salero que él tiene al hablar. Maquinaria antigua

A mediados de los años setenta se podía ver maquinaria antigua abandonada por el pueblo. La novedad en los años 80 era la maquinaria que hacía mucho más suave el trabajo en el campo. Ya no era sólo el tractor, sino maquinaria como la cosechadora, con todas las comodidades de aire acondicionado en la cabina y capacidad para hacer el trabajo de varios días en pocas horas.

Tractor arando los campos en los años setenta. Foto proporcionada por Federico Varona

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El rodillo se usaba para suavizar la tierra, abandonado en los años 80. Foto proporcionada por Federico Varona

La grada para remover la tierra. 1981 Foto proporcionada por Federico Varona

La sembradora se adhería al tractor. 1981 Foto proporcionada por Federico Varona

En el Centro Cultural Santa Bárbara se realizó una exposición de fotografías

antiguas. En ellas podemos también ver varias herramientas usadas antiguamente y gente usándolas.

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Usando el carro en los años 50 para una labor menor. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Carro abandonado en los años 70 Foto proporcionada por Federico Varona

El carro tirado por mulas o vacas, fue por mucho tiempo el medio de transporte de

la gente de campo. El carro era el apero de labranza más importante y de mayor coste antes de los años sesenta. El carro con la yunta de vacas o la pareja de mulas eran los elementos fundamentales para llevar a cabo todas las labores del campo. Muchos de los participantes todavía recuerdan cuando en las madrugadas del mes de agosto tenían que ir a cargar. Otro participante también recuerda con nostalgia cómo algunas veces se quedaban durmiendo en una morena con la madre esperando que volviera su padre para descargar.

Descargando el grano en los años 60. Foto proporcionada por Arcadio Varona

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La labor más gratificante del verano era descargar el grano, pues suponía el fruto

de todos los trabajos y esfuerzos llevados a cabo durante todo el año. El grano se ponía en sacos o talegas. Las talegas eran sacos más grandes que los habituales y eran más limpios y herméticos para transportar el grano y sobre todo la harina. Las talegas estuvieron un tiempo de moda y se usaron mucho.

Hoy el carro y las bestias se han cambiado por el tractor y el remolque. A continuación se presenta una serie de fotografías de herramientas antiguas que

se usaron antes de la llegada del tractor.

El dalle sustituyó a la hoz. Se usaba para cortar pasto o paja. Foto proporcionada por Arcadio Varona

La segadora sustituyó al dalle, se usaba para los cereales y era tirado por vacas o mulas. Foto proporcionada por Federico Varona

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Trillo. Se usaba para triturar la mies y hacer que el grano se soltara de las espigas. Foto expuesta en el Ayuntamiento.

Canizar es recoger el grano, fruto del trabajo del día en la parva. Foto expuesta en el Ayuntamiento.

Beldando en las eras. Foto expuesta en el Ayuntamiento

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La beldadora.

Foto proporcionada por Federico Varona. La beldadora servía para separar el grano de la paja después de trillar. Las primeras funcionan a mano a través de una zanca, después funcionaban con un motor.

Unidades que se usaban para pesar en las balanzas antiguas. Foto proporcionada por Gregorio Arroyo

Un palomar en los años setenta. Foto proporcionada por Federico Varona

¡Cuántos gratos recuerdos de cuando se trabajaba tan duro en el campo! Un

participante comentó la alegría que les producía canizar, pues eso se hacía al final del día de trabajo. Canizar es recoger y poner el grano que se limpió ese día en la parva. ¡Con qué ilusión veían crecer la parva cada día!

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Otro lugar que trae muy gratos recuerdos a la gente de Ciadoncha son los palomares. A uno de los participantes que ahora piensa restaurar el viejo palomar de la familia dijo que le hacía mucha ilusión volver a usar ese lugar como se había usado antes. Él ya no vive en Ciadoncha, pero tiene un huerto que cuida con toda ilusión. Piensa renovar el palomar y acondicionar el resto del viejo edificio para tener un lugar donde disfrutar con su familia de la paz del pueblo y alimentarse espiritualmente de los gratos recuerdos que le trae. En una exposición que hizo el Centro Cultural Santa Bárbara en los años noventa se valoró el trabajo en el campo exhibiendo bastantes aperos de labranza antiguos que fueron devueltos a sus dueños al terminar la exposición. Hoy sólo nos quedan algunas fotos que nos ayudan a rememorar momentos felices de otros tiempos cuando el trabajo era muy duro, pero la convivencia era más profunda. Al Centro Cultural Santa Bárbara le hemos dedicado el siguiente capítulo.

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EL CENTRO CULTURAL SANTA BÁRBARA

Para muchas personas, incluyéndome a mí, algunos de los mejores recuerdos que tenemos de Ciadoncha son de las actividades organizadas por el Centro Cultural Santa Bárbara.

Interior de la sede del Centro Cultural Santa Bárbara. Foto sacada del programa de actividades del IV Verano Cultural. Agosto 1996

Este centro fue fundado en 1983 por un grupo de adultos de entonces queriendo responder a la necesidad de crear un centro que ofreciera actividades educativas, culturales y recreativas para todo el pueblo y especialmente para jóvenes y niños, de los que se juntaba buen número durante el verano y feriados en el pueblo. Su promotor y primer presidente fue Enrique Prieto Gento. Después de él siguieron: José Prieto Pérez, Arcadio Varona Madrid, José Ignacio Martínez Madrid, Juan José Baruque Esteban, María del Carmen Iglesias del Valle, Dulce Estrella Caballero López, Francisco Javier Prieto Pérez, Buenaventura Prieto Pérez, Delfina Madrigal Galiana, María Paz Quevedo Tomé, Laurentino Díez Olmos, quien termina en el año 2.006. Los socios fundadores fueron veinticuatro y con el tiempo el número fue creciendo hasta llegar a más de 166, cubriendo a más de 500 personas. Las cuotas eran de 3.000 pesetas para los casados y 2.400 para los solteros y viudas, ambas anuales. Para hacer diversas actividades, el Centro contó con la colaboración de organismos y entidades de carácter público y privado, a quienes acudieron con un programa de actividades, tan bien desarrollado que no fue difícil convencerlos que brindaran su apoyo económico. Los recuerdos más gratos que tienen los participantes son sobre todo actividades donde se reunía todo el pueblo, donde el trabajo se hacía en conjunto y donde se respiraba verdadera comunidad. En mi caso, recuerdo con gran alegría la ocasión en que me invitaron a dar una charla sobre La Educación Multicultural. Sentí un gran orgullo de ver ese salón lleno de gente deseosa de enterarse de cosas nuevas. No podré olvidar la participación activa de algunos jóvenes que con sus preguntas y entusiasmo le dieron verdadera relevancia al tema que estábamos tratando. A partir de esa charla, me sentí

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totalmente integrada al pueblo y pude percibir que los vecinos de Ciadoncha ya no me veían como una extranjera.

Fogata e imagen de Santa Bárbara. Foto sacada del programa de actividades del IV Verano Cultural. Agosto 1996

Para otros, los recuerdos giran alrededor de actividades como las semanas culturales, los cursos de manualidades, el mercado medieval, el teatro, las comidas en las bodegas, el vino español y tantas otras fiestas.

Primer Mercado Medieval Foto sacada del programa de actividades del IV Verano Cultural. Agosto 1996

Ciadoncha llegó a ocupar un lugar especial en El Diario de Burgos de 1991 a

1996, cuando le dedicó varios artículos todos valorando el movimiento cultural que se estaba llevando a cabo en diferentes épocas del año. Cuando vemos atrás y analizamos todo lo que logró hacer el Centro Cultural en el tiempo de su apogeo, es increíble que en un pueblo tan pequeño se hubiera generado tanta cultura. Lo que es más, el Centro Cultural con su entusiasmo y acertada estrategia de publicidad, reconoció e hizo que mucha más gente reconociera la cultura del área rural.

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Se inició un verdadero deseo de investigación para conocer el origen y la historia del pueblo y todos esos adultos jóvenes que trabajaban para darles lo mejor a sus hijos y a todo el pueblo, parecían no cansarse nunca. Esta era la época en que todavía llegaban muchos adultos a Ciadoncha a trabajar la tierra y los niños disfrutaban en el pueblo.

Curso de manualidades. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Ni el incendio de la sede, en el cual se perdieron los archivos del Ayuntamiento,

les desanimó. Todo lo contrario, el Centro Cultural Santa Bárbara contribuyó con 2 millones de pesetas de sus fondos para reconstruirla. Este dinero salió de 1.700.000 pesetas de la Póliza de Seguro que tenían contratada, más 300.000 pesetas de los fondos propios. Además de esta cantidad, gracias a la intervención y gestiones del Centro Cultural con la gobernadora civil, quien estaba bastante sensibilizada por la labor cultural que el Centro estaba desarrollando, aportó un millón de pesetas para iniciar las obras primeras de reconstrucción. El resto corrió a cargo del Ayuntamiento.

Programa de Actividades del IV Verano Cultural. Agosto, 1996

Hasta los programas eran cuidadosamente diseñados de acuerdo a los temas que se tratarían. En estas semanas culturales participaron prestigiosas personalidades en diferentes campos como Fray Valentín de la Cruz, José María Codón,

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Gonzalo Martínez Díez, Angel Casas Alonso, Emelina Martín Abosta, José María Alonso del Val, José Pérez Solana, Román Pedrosa Alonso, Ubaldo Herrero Alonso, Mercedes Ausín Villanueva, José Manuel Suárez Guijarro, Jesús Pérez Bustillo, Esther Díaz García, Isidoro Martín, Martín, Femín González, Raúl Berzosa Martínez, Felipe Fuente Macho, Angel Guerra, Argimiro Peña, y otros.

Curso de manualidades. Foto proporcionada por Arcadio Varona

Ya decía el Diario de Burgos: Ciadoncha: el pueblo más intelectual de la

provincia (19 de agosto 1995). En este artículo, Roberto Estébanez alaba la forma de promover la Cultura con mayúscula y no sólo el folklore. Tiene elogios para el Centro Cultural Santa Bárbara y para la Asociación Juvenil “Los Raneros”.

¡Qué orgullosos tenían que estar todos los vecinos! Cuando en un diario tan

respetable como éste les dedicaran no uno sino muchos artículos felicitándoles por el nivel cultural que tenían. Los jóvenes adultos de esa época realmente demostraron que sí se pueden hacer cosas grandes y bien hechas si se quiere. Como me dijo uno de los ex-presidentes del Centro: “Mi idea era quitar la tradición que toda fiesta tenía que tener sólo las tres M (Mesa, Misa, y Música)”, él quería que a eso se le agregara Cultura y su sueño se hizo realidad por algún tiempo. Algunos vídeos particulares y otros profesionales, además de reportajes de la prensa escrita y la televisión local dan fe del empeño que se ponía en planificar y realizar estas actividades. No dudo que este material quede como constancia de la dedicación y el deseo de compartir los conocimientos de mucha gente que gustosamente participó en la realización de los eventos.

Muchas familias siempre guardarán con orgullo las labores que realizaron en

estos cursos. Otros recordarán con mucha nostalgia su participación artística en las diversas presentaciones que se hicieron en la iglesia. Muchos serán los niños que reirán al ver a sus padres o abuelos actuando de doctores, de flores o representando algún papel de la época medieval (vídeos proporcionados por Orencio Pérez Cascajar).

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Cuadro hecho por Purina Galiana. Foto Lucía Varona

Algunos de los cursos que más huellas dejaron en los hogares del pueblo, fueron los cursos de manualidades y pintura. A todos nos quedan preciados recuerdos de lo que las madres, hermanas y cada una hicieron para embellecer las casas. Con cuánta nostalgia vemos ahora las cosas que aprendieron a hacer las mujeres en diversos cursos, no sólo los organizados por el Centro Cultural sino en todos los cursos que se han impartido en el pueblo.

Viaje cultural III Verano Cultural 1995. Exclusas del Canal de Castilla en Frómista, Palencia Foto sacada del programa de actividades del IV Verano Cultural. Agosto 1996

Las actividades del Centro Cultural incluían de todo, pues también tuvieron varias excursiones a través de las cuales los vecinos conocían la geografía española, sus gentes, su historia, su cultura, su paisaje y su gastronomía. Cuántos recuerdos quedan de estas visitas, sobre todo las que significaron para muchos la primera vez que veían el mar, los

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Picos de Europa, etc. Así fue, como muchos ancianos de hoy empezaron a viajar y a encontrarle el gusto a salir del pueblo y conocer su propia patria.

La primera Exposición etnológica en Ciadoncha fue visitada no sólo por la gente del pueblo, sino por gente de los pueblos alrededor; incluso fue motivo de actividad extra curricular para los alumnos del Centro Comarcal de Santa María del Campo, quienes llegaron en autobús un día lectivo para su estudio. Esta exposición se hizo gracias a los esfuerzos de varias personas, entre ellas Ismael Madrid Olmos, quien era secretario en esa época. El fue el promotor principal y organizador de la exposición. También la colaboración decidida de José Carlos Madrid Hernando, vocal en esa época fue fundamental ya que él fue, quien en todo momento estuvo a cargo de la exposición llevando un registro minucioso tanto de sus elementos como de las personas que la visitaron. Esta actividad se realizó siendo presidente Arcadio Varona Madrid.

Primera exposición etnológica. 1986

Foto proporcionada por Arcadio Varona

Primera exposición etnológica. 1986 Foto proporcionada por Arcadio Varona

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En esta exposición se podía ver el farol que se ponía en los carros para poder ver por la noche, los collares con esquilas que se ponían a las mulas cuando se engalanaban, el rastro, que servía para arrastrar, el bieldo para separar el grano de la paja y la bielda para echar la paja al carro y para meterla en el pajar.

El farol del que un participante tiene gratos recuerdos de cuando era niño y acompañaba a su padre de la casa al corral para ver cómo estaban los animales. Lo que más le maravillaba era ver que a pesar de estar fuera, la vela no se apagara. Esto se debía naturalmente, a que iba cerrada por cristales pero tenía una salida superior para los humos.

En esta muestra también podía verse el ubio o yugo, en Ciadoncha se utilizaba

más la palabra “ubio” para unir las vacas; también había ubio de mulas. Los visitantes a la exposición también podían ver los bozales que se les ponía a los animales para que no comiesen; el dalle o guadaña que servía para segar las mieses, sobre todo las legumbres, pues para segar los cereales se utilizaba la bielda.

Otro aparejo que podían ver era la hoz que servía para cortar el trigo y la zoqueta

que se ponía en la mano para no cortarse al coger la mies para cortarla; el relámpago o rayo que servía para mover la basura apelmazada de las ovejas y poderla cargar en el carro. Este trabajo se hacía a finales de septiembre o primeros de octubre. Con esta herramienta también se descargaba la basura del carro en las tierras en pequeños montoncillos que se llamaban “carguillas”. La limpieza de los corrales, era una actividad bastante laboriosa e interesante, pues coincidía con el inicio del otoño y el ir y venir a las tierras aquellas tardes, generalmente soleadas, era bastante gratificante.

Primera exposición etnológica. 1986 Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Las azadas y el pico servían para mover la tierra. También, en la exposición,

podía verse una sierra que pertenece a una guadaña mecánica, que fue una de las primeras máquinas que sustituyó al dalle.

Las alforjas se ponían en el lomo de la burra, generalmente para llevar la comida,

el agua y el vino para las largas y duras jornadas de trabajo. También había alforjas bonitas y de buena calidad que se utilizaban para ir a las ferias. El cencerro, que se ponía a las vacas o yeguas generalmente, para saber donde se encontraban en todo momento. Había también cencerros más pequeños para las ovejas que se llamaban esquilas.

En la exposición también podía verse mantas típicas de entonces de lana pura,

horcas de dos ganchos y horquillos de cuatro ganchos para mover las mieses cuando se trillaban para facilitar su trituración. Una collera que se ponía en el cuello de las mulas y sobre ellas se enganchaba el ubio. Para las vacas el ubio iba directamente enganchado en los cuernos.

Esta era la lección que podían recibir los visitantes a la exposición. Como se

puede ver, el Centro Cultural Santa Bárbara con estas actividades no sólo valoraba la cultura agrícola sino también educaba al visitante. ¡Ojala se pudiera hacer un museo permanente con instrumentos de labranza como estos y más!

Muchas participantes todavía recuerdan con mucha alegría las horas que pasaron

haciendo gimnasia. Para las mayores, esto era algo totalmente nuevo. De jóvenes nunca necesitaron esta clase por todo el trabajo que hacían en el campo. Para ellas esto de hacer gimnasia, era cosa de las mujeres de capital. Sin embargo, cuando la agricultura se mecanizó, la vida sedentaria también les afectó a los habitantes del área rural y hubo que empezar a imitar a las señoras urbanas.

Clase de Gimnasia. Foto proporcionada por Arcadio Varona

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Cuando empezamos a recordar las cosas que se habían hecho a través del Centro

Cultural Santa Bárbara, a la persona que más recordaban por sus genialidades era a Eleuterio Madrid Olmos, “Elu” como se le llamaba con cariño. Todos recuerdan sus ingeniosos disfraces de Carnaval, el famoso Circo en el que presentaba actos especiales con animales que eran entrenados por él. Elu era el director del circo y sus ayudantes los mismos niños del pueblo que con perros, gatos, ranas, pollos, cabras y demás animales, montaban un show digno de verse, disfrutarse y recordar como una de las grandes cosas que se han hecho en Ciadoncha. Pero no era sólo eso lo que hacía Elu, también organizó por su cuenta “Exposiciones de huesos”, una especie de Atapuerca con los huesos de animales que encontraba en el campo. Todo lleno de jocosidad para el deleite del pueblo. Hoy se recuerda a Elu con mucha alegría, nostalgia y admiración.

Elu y su circo. 1991 Foto proporcionada por Arcadio Varona

Las semanas culturales fueron verdaderos encuentros académicos, como los

cursos de verano de cualquier universidad. Hacían todo lo posible por traer a las personas más cualificadas para impartir las charlas y la mayoría de las personas del pueblo asistía con gusto. Hasta la televisión local, canal 54 de Burgos filmó algunas de estas presentaciones.

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Semana Cultural. 1994. Foto por Foto “Fede”. Burgos

Pero como todo en Ciadoncha, también el Centro Cultural Santa Bárbara ha

venido a menos. Se siguen celebrando las fiestas y se trata de reunir a la gente en las meriendas y fiestas especiales, pero ya son muy pocos los que acuden; en comparación a otros años. Quizás se necesita un nuevo impulso, una nueva forma de atraer al ranero ausente y hacerle sentir que su pueblo le espera con los brazos abiertos.

Estoy pensando en tiCiadoncha se está quedando sola porque sus hijos están

dispersos por el mundo. La anciana villa agoniza, pero todavía habemos muchos que nos resistimos a aceptar su muerte, porque sólo muere lo que se olvida y olvidar Ciadoncha es como negarse a sí mismo.

HOMENAJE A NUESTROS MAYORES

Estoy pensando en ti Estoy pensando en ti Y aún me queda nostalgia… Y aún me queda nostalgia… Aquello que fue instrumento, Amasa tiempo y sudor Y familia y esperanza. Estoy pensando en ti Y aún me queda nostalgia… Caminos habrá rodados Lejanas mañanas, Juegos, coplas y añoranza. I. Madrid

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GLOSARIO Abadía Monasterio o iglesia que gobierna el Abad que es el superior de un monasterio,

en algunas partes también se le dice Abad al cura. Ábside Parte del templo, abovedada y circular, situada en la parte posterior donde

estaban antes el altar y el presbiterio Alfoz. Concepto jurídico. División administrativa que encontramos por primera vez en

los diplomas del siglo X, y que se muestra ya en perfecto desarrollo en la documentación del siglo XI.

Alholva. Planta leguminosa de hojas vellosas y con semillas amarillentas de olor

desagradable, llamadas del mismo nombre. Anticlericalismo En contra de la influencia de la iglesia en la vida política. Asolar Destruir, arrasar, saquear. Área marginal. Barrios olvidados por el gobierno y la sociedad donde se acumula la

pobreza, con todas sus consecuencias de abandono, enfermedad, miseria, etc. Arquivoltas Molduras que decoran un arco. Ateneos Nombre de algunas corporaciones científicas o literarias y del lugar donde se

reunían. Bechamel. Salsa de cocina, hecha con leche y harina. Cabo Cañaveral. Lugar en el estado de La Florida en Estados Unidos desde donde se

lanzan los cohetes al espacio. Cacharros. Trastos, trastes o recipientes de cocina. También se usa para referirse a

muchas cosas que no tienen mucho valor. Calado hasta los huesos. Que tiene la ropa que lleva muy mojada. Campechano. Sencillo, sin afecciones, natural. Canecillo Cabeza de una viga que sobresaliendo por la parte exterior del muro sostiene

la cornisa. Capiteles Coronamiento de la columna. Capones. Un golpe dado con los nudillos de los dedos en la parte posterior de la cabeza.

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Cuadrilla. Grupo Chicas de servicio. Muchachas que sirven en las casas por un sueldo. Chotos. Cría de la vaca mientras mama. Cisterciense de la orden religiosa de la regla de San Benito, fundada en el siglo XI por

San Roberto y llevado a gran esplendor por San Bernardo. Viene del nombre de una aldea de Francia.

Conde En la Edad Media, comandante militar de un territorio. Dignatario de la nobleza,

entre el marqués y el vizconde. Confederación Nacional Católico-Agraria (CNCA) es la organización que canalizó

mayormente el descontento patronal, creada por el periodista católico Angel Herrera y su Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) durante el segundo decenio del pasado siglo XX. La CNCA surgió como un intento de evitar que las izquierdas pudieran hacer pie en las zonas rurales. Su mayor y único éxito tuvo lugar entre los pequeños propietarios de Castilla-León, gracias a la concesión de créditos relativamente accesibles y la organización de cooperativas, a las cuales se les facilitaron almacenes y maquinaria.

Cortes Constituyentes son aquellas Cortes que tienen poder y mandato para dictar o

reformar la Constitución. Cortes Generales son las representantes del pueblo español y se componen de dos

Cámaras: el Senado y el Congreso de los Diputados. Doña Distintivo de las mujeres de calidad en España, antepuesto al nombre de pila. Duernos. Recipientes de madera. Espadaña Campanario formado por un muro, generalmente prolongación de la fachada

del edificio, con uno o más huecos en que van colocadas las campanas. Esquilones Campanas pequeñas. Falange Española Partido de carácter fascista (Partido vigente en Italia de 1922 a 1945,

basado en la dictadura de un partido único, la exaltación nacionalista y el corporativismo) creado en 1933 por José A. Primo de Rivera.

El gordo. El premio mayor de la lotería. Entornar. Cuando los carros, jalados por bestias, se caían de lado. Garia. De gario, utensilio de labranza.

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Gran Guerra La Primera Guerra Mundial Guerra fría. Se conoce así a la lucha de Estados Unidos contra Rusia. En general se

refiere a la lucha ideológica entre el capitalismo y el comunismo. Hablar con alguien. En el contexto de la juventud quiere decir estar interesado en una

chica para llegar a ser su novio. “María y Pedro se hablan,” correspondería a decir ahora. María y Pedro son novios.

Hacer de aguas. Orinar. Hacer el gasto. Pagar por la celebración de un acontecimiento, normalmente de boda. La

celebración consiste en dar comida, música y baile. Marqués Antiguamente, señor de una tierra situada en las fronteras del reino. Hoy es

simplemente un título nobiliario situado entre los de conde y duque. Marquesado Título de dignidad de marqués y territorio al que corresponde dicha

dignidad. Más oscuro que la boca de un lobo. Metáfora par explicar que era muy oscuro. Mejor presentado. Estar mejor arreglado, con mejor ropa, limpios y bien peinados. Mieses. Plantas de cereales ya maduras. Minipimer. Aparato que sirve para deshacer y licuar alimentos, formando un puré o una

pasta, dependiendo de la cantidad de líquido que se use. Mozárabe. Cristiano de España sometido a la dominación árabe. Nacionalistas Llamados también derechistas. Doctrina que sostiene las aspiraciones

exclusivamente nacionales. En la guerra civil actuaban bajo el lema de religión, patria, familia, orden, propiedad y trabajo

Nías. En Burgos y Palencia significa manojo de mies cortada y tendida en el suelo. Nublados. Tormentas de lluvia. Nuez de mantequilla. Medida. Es un poco de mantequilla, lo que se forma de pasar un

cuchillo por encima y raspar un poco. Pasarlo bomba. Disfrutar mucho. Pedir vez. Pedir turno.

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Pedir la mano. Ceremonia de compromiso matrimonial que consiste en que el novio y

sus padres llegan a pedir a los padres de la novia que les permitan casarse. Pellejos de cerdo. Con la piel del cerdo se hacen recipientes para guardar líquidos. Pescatero. Vendedor ambulante de pescado. Pifias. Travesuras Polos de Desarrollo Áreas geográficas elegidas para el asentamiento planificado de

industrias con el fin de revitalizar su economía o suavizar las diferencias de desarrollo entre las diversas regiones.

Protogótica Que pertenece al estilo gótico principal o primero. Tipo de arquitectura que

se caracteriza por dos arcos cruzados en ángulo. Redacciones Lugar donde se reunían a escribir. Romería. Viaje hecho por devoción. Ranera, Ranero, sobrenombre o apodo que se tiene para la gente de Ciadoncha. Se usa

también como adjetivo cuando se refiere a algo de ese lugar. Republicanos En España los republicanos son los políticos con ideas izquierdistas, el

poder del pueblo y el pueblo en el poder. Viene de la definición de República República (del latín res publica, «la cosa pública, lo público»

Requisa. Cosas que podían tener en la posguerra en España. La requisa consistía en

comida racionada y algunos vales, para cambiarlos por telas para elaborar lo más imprescindible de ropa.

Salaá. Graciosa Socialistas seguidores del socialismo que es la denominación de diversas doctrinas

económicas, sociales y políticas que propugnan una distribución más justa de la riqueza y condenan la propiedad privada de los medios de producción y de cambio. También se refiere a ellos como izquierdistas.

Teleclubs. Lugares tipo cafeterías o bares, donde se reunía la gente para ver televisión. Tertulia Reunión de personas que se juntan para distraerse y conversar. Troncharse de risa. Reír mucho