Ciclo de La Puerta de La Muerte 1. Ala de Dragon 1

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    EN EL LABERINTO vol.1 Margaret Weis Tracy Hickman

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    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni el registro en unsistema informtico, ni la transmisin bajo cualquier forma o a travs de cualquiermedio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por grabacin o por otrosmtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

    Diseo de cubierta: SingularTtulo original: Dragn Wing (Volunme 1 The Death Gate Cycle)Traduccin: Hernn Sabat 1990 by Margaret Weis and Tracy HickmanPublished by arrangement with Bantam Books, a divisin of

    Bantam Doubleday Dell Publishing Group, Inc., New York. Grupo Editorial Ceac, S A 1991Para la presente versin y edicin en lengua castellana.Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S A.

    ISBN: 84-413-0275-8 (Obra completa)84-413-0641-9 (volumen 50) Depsito legal: B. 14146-1997

    Impreso en:Litografa Roses, S.A. (30-7-1997)Gav (Barcelona)Encuadernado en:Printer. Industria Grfica, S. A.

    Sant Vicenc dels Horts (Barcelona)Printed in Spain

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    Esta obra est dedicada ala memoria de mi madre,FRANCS IRENE WEIS

    Margaret Weis

    A Dezra y Terry PhillipsPOR TODO LO QUE HEMOS COMPARTIDO

    Tracy Hickman

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    La nica prisinque puede encerrar al alma

    es uno mismo.

    Henry Van Dyke

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    PRLOGO

    Tranquilzate, Haplo. Entra y acomdate. Toma asiento. Entre nosotros noson precisas las formalidades.

    Permite que te llene la copa. Bebamos lo que en otro tiempo llambamos lacopa del estribo, un brindis por el largo viaje que vas a emprender.

    Te gusta el vino? Ah!, mis poderes son muchos y diversos, como sabes, peroempiezo a pensar que slo el paso del tiempo, y no la magia, puede producir unbuen vino. Al menos, eso es lo que ensean los libros antiguos. No dudo que

    nuestros antepasados acertaban en esto, por muy equivocados que estuvieran enotras cosas. A esta bebida le echo en falta algo: una calidez, un sabor aejo queslo proporciona el tiempo. Es demasiado spera, demasiado agresiva; doscualidades que cuadran al hombre, Haplo, pero no al vino.

    As pues, ests preparado para el viaje? Tienes alguna necesidad o deseoque pueda satisfacer? Dilo y lo tendrs. No hay nada?

    Ah!, de veras te envidio. Mis pensamientos estarn contigo en todo instante,despierto o dormido. Otro brindis. Por ti, Haplo, mi emisario a un mundoconfiado!

    Y as debe seguir: confiado y sin recelos. S que ya hemos hablado de ello,pero voy a insistir una vez ms. El peligro es grande. Si nuestros antiguos

    enemigos tienen el ms leve indicio de que hemos escapado de su prisin,removern tierra, mar, sol y cielo como ya hicieron en una ocasin para frus-trar nuestros planes. Olfatea su presencia como ese perro tuyo husmea a las ratas,pero no permitas nunca que huelan el menor rastro de tu existencia.

    Deja que vuelva a llenarte la copa para un brindis mas. ste, por los sartn.Dudas en beber? Vamos, insisto. Tu rabia es tu fuerza. sala: te dar energa. Aspues...

    Por los sartn. Ellos nos han hecho lo que somos.Qu edad tienes, Haplo? No tienes idea?Ya s: el tiempo no tiene sentido en el Laberinto. Deja que piense... La

    primera vez que te vi, parecas rondar los veinticinco aos. Una larga vida para losdel Laberinto; una larga vida, que casi haba llegado a su final.

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    Qu bien recuerdo ese momento, hace cinco aos. Me dispona a entrar denuevo en el Laberinto cuando t emergiste de l. Sangrando, casi incapaz decaminar, agonizante. Pero me miraste con una expresin que nunca olvidar: unaexpresin de triunfo. Habas escapado, los habas vencido. Apreci aquel airetriunfal en tus ojos, en tu sonrisa exultante. Luego, te derrumbaste a mis pies.

    Fue esa expresin lo que me atrajo de ti, querido muchacho. Yo sent lomismo cuando escap de ese infierno hace tanto tiempo... Yo fui el primero quesali de l con vida.

    Hace siglos, los sartn quisieron poner freno a nuestra ambicin dividiendo elmundo que nos perteneca por derecho y arrojndonos a su prisin. Como biensabes, el camino para salir del Laberinto es largo y tortuoso. Llev siglos resolver elzigzagueante rompecabezas de nuestra tierra. Los libros antiguos dicen que lossartn idearon ese castigo con la esperanza de que el tiempo y el sufrimientomoderaran nuestra desmedida ambicin y nuestra naturaleza cruel y egosta.

    Debes recordar siempre su plan, Haplo. Eso te dar la fuerza necesaria para

    cumplir lo que te he pedido. Los sartn llegaron a convencerse de que, cuandoemergiramos del Laberinto a este mundo, estaramos dispuestos a ocupar nuestrolugar en cualquiera de los cuatro reinos que escogiramos.

    Pero algo sali mal. Quiz descubras qu sucedi cuando penetres en laPuerta de la Muerte. Por lo que he podido descifrar de los libros antiguos, pareceque los sartn tendran que haber controlado el Laberinto y mantenido en ordensu magia pero, bien con alguna intencin malvola o por alguna otra causa, ol-vidaron su responsabilidad como celadores de nuestra prisin. Entonces, laprisin cobr vida propia; una vida que slo conoca una cosa, la supervivencia.As, el Laberinto lleg a considerarnos a nosotros, sus prisioneros, como unaamenaza. Despus de que los sartn nos abandonaron a nuestra suerte, el

    Laberinto, movido por el miedo y el odio que nos tena, se volvi letal.Cuando al fin consegu escapar, descubr el Nexo, esa hermosa tierra que los

    sartn haban destinado para que nos instalramos. Y encontr los libros. Incapazde interpretarlos al principio, me esforc en estudiarlos y pronto descubr sussecretos. Le sobre las esperanzas de los sartn respecto a nosotros y me ech arer. Es la primera y nica vez en la vida que me he redo. T me comprendes,Haplo. Sabes que en el Laberinto no hay alegra.

    Pero volver a rerme cuando se cumplan mis planes, cuando los cuatromundos separados los mundos del Fuego, del Agua, de la Piedra y del Airevuelvan a ser uno. S, ese da me reir largo y tendido.

    Es hora de que te vayas. Has tenido mucha paciencia con las divagaciones detu amo. Otro brindis.

    Por ti, Haplo.As como yo fui el primero en salir del Laberinto y penetrar en el Nexo, que t

    seas el primero en cruzar la Puerta de la Muerte y recorrer los mundos ms all.El Reino del Aire. Estdialo a fondo, Haplo. Observa a sus gentes. Investiga

    sus puntos fuertes y sus debilidades. Haz cuanto puedas por sembrar el caos en elreino, pero guarda siempre discrecin. Mantn ocultos tus poderes. Por encima detodo, no hagas nada que atraiga la atencin de los sartn porque, si nosdescubren antes de que tenga ultimado mi plan, estamos perdidos.

    Antes la muerte que traicionarnos. S que tienes la disciplina y el valor

    precisos para tomar esa decisin, Haplo, pero lo ms importante es que posees los

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    recursos y la astucia suficientes como para hacer innecesaria tal decisin. Por esote he escogido para esta misin.

    Te encomiendo, adems, otra tarea. Treme de ese mundo a alguien que mesirva como discpulo. Alguien que despus regrese para ensear la palabra, mipalabra, al pueblo. No me importa su raza, si es un elfo, un humano o un enano,

    pero asegrate de que sea inteligente, ambicioso..., y dcil.En un texto antiguo encontr una analoga muy adecuada. T, Haplo, sers la

    voz del que grita en el desierto.Y, ahora, un postrer brindis. Pongmonos de pie para beber.Por la Puerta de la Muerte. Preparad el camino.

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    CAPITULO 1

    PRISIN DE YRENI,DANDRAK, REINO MEDIO

    Por el desparejo terreno de coralita avanzaba bambolendose y saltando uncarromato de tosca construccin cuyas ruedas de llantas de hierro tropezaban contodos los baches y salientes de lo que pasaba por ser una calzada. Tiraba del carroun tiero cuyo aliento formaba nubecillas de vapor en el aire helado. Era preciso unhombre para guiar a la terca e impredecible ave mientras otros cuatro, colocados a

    ambos lados del vehculo, empujaban y tiraban de ste. Una pequea multitud,procedente de las casas de campo dispersas, se haba congregado ante la prisinde Yreni con la intencin de escoltar el carromato con su vergonzosa carga hastalas murallas de la ciudad de Ke'lith, donde aguardaba su llegada unamuchedumbre mucho ms numerosa.

    El da tocaba a su fin. La luminosidad del firmamento empezaba adifuminarse y los Seores de la Noche iban extendiendo lentamente la sombra desus capas sobre las estrellas vespertinas. La penumbra del anochecer eraadecuada para aquella procesin.

    Los campesinos, en su mayor parte, se mantenan a distancia del carro. Y no

    lo hacan por temor al tiero, aunque se conocan casos en que aquellas avesenormes se haban vuelto repentinamente y haban lanzado un malintencionadopicotazo a cualquiera que tratara de acercarse a ellas por su lado ciego, sino pormiedo al ocupante del carromato.

    El prisionero tena las muecas atadas con unas tensas correas de cuerosujetas a los costados del carromato, y los tobillos cargados de pesados grilletes.Varios arqueros de ojos penetrantes marchaban junto al carro, con las flechasemplumadas a punto para ser disparadas al corazn del criminal si ste haca elmenor movimiento sospechoso. Sin embargo, tales precauciones no parecancausar demasiado alivio entre quienes seguan la marcha del carro. El gento, conaire sombro y vigilante, tena la mirada fija en el hombre y caminaba tras el carro

    mantenindose a una respetuosa distancia, que aumentaba marcadamentecuando el hombre volva la cabeza. Aquellos campesinos de la zona no habran

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    mostrado ms miedo, ms temor reverencial, si hubieran visto en el carro,encadenado, a un demonio de Hereka.

    El mero aspecto del preso era lo bastante imponente como para llamar laatencin y provocar escalofros. Tena una edad indefinida, pues era uno de esoshombres a los que la vida ha envejecido ms all de los ciclos. Sus cabellos eran

    negros, sin una sola cana, y los llevaba alisados hacia atrs desde la frente, anchay huidiza, y recogidos en una trenza desde la nuca. Una nariz aguilea como elpico de un halcn sobresala entre sus cejas oscuras y prominentes. La barba,tambin negra, formaba dos retorcidas trenzas, cortas y finas, bajo su reciomentn. Sus ojos azabache, hundidos tras unos pmulos altos, casi desaparecanbajo la sombra de las cejas. Casi, pero no del todo, pues no pareca haber en aquelmundo oscuridad capaz de apagar la llama que arda en el fondo de aquellospozos.

    El prisionero era de estatura mediana; su torso, desnudo hasta la cintura,estaba lleno de cortes y contusiones pues se haba resistido a la captura como un

    verdadero diablo. Tres de los hombres ms osados del alguacil yacan en el lechoen aquel momento, y all seguiran durante una semana, por lo menos,recuperndose de sus heridas. Enjuto y nervudo, el preso mostraba unosmovimientos grciles, rpidos y silenciosos. Uno dira, por su aspecto, que era unhombre nacido y criado para deambular en compaa de la Noche.

    Desde lo alto del carro, el prisionero se diverta al comprobar cmo seretiraban los campesinos cada vez que diriga la mirada hacia ellos. Empez avolver la cabeza a cada momento para desconcierto de los arqueros, que nodejaban de apuntarle con sus flechas, con los dedos crispados y nerviosos en tornoal arco, y dirigan rpidas miradas a su jefe, un joven alguacil de expresinsolemne, a la espera de sus instrucciones. A pesar del fro de aquel atardecer

    otoal, el alguacil sudaba profusamente y su rostro se ilumin cuando lasmurallas de coralita de Ke'lith, por fin, aparecieron a la vista.

    Ke'lith era pequea en comparacin con las otras dos ciudades de la isla deDandrak. Sus casas y tiendas, poco cuidadas, cubran apenas un menkacuadrado. En el centro mismo de la poblacin se alzaba una vieja fortaleza,construida con preciados y pocos comunes bloques de granito, cuyas torres msaltas reflejaban an los ltimos rayos de sol. Nadie en Ke'lith recordaba cundo niquin haba fundado y edificado aquel bastin, cuya historia pasada habaquedado oscurecida por el presente, por las guerras que se haban librado por suposesin.

    Los centinelas abrieron las puertas de la ciudad y dieron paso al carromato.Por desgracia, el tiero se asust al escuchar los grandes vtores que acogieron laentrada del carromato en Ke'lith y se detuvo en seco. El conductor de la terca aveamenaz y azuz alternativamente al animal hasta que ste se puso en marcha denuevo y el carro avanz por la abertura de la muralla para tomar una calle decoralita pulimentada que llevaba el grandioso nombre de Avenida de los Reyes, apesar de que nadie guardaba recuerdo de que ningn rey hubiera puesto el pie enella.

    Una gran multitud se haba congregado para ver al prisionero. El alguacilgrit una orden con voz enrgica y los arqueros cerraron filas en torno alcarromato, pese a que los hombres que protegan la parte delantera quedaron en

    grave riesgo de recibir un picotazo del nervioso tiero.

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    Envalentonados por su nmero, los congregados empezaron a lanzarmaldiciones y levantar los puos. El prisionero los contempl con descaro, como silos encontrara ms divertidos que amenazadores, hasta que una piedra de cantosafilados vol sobre los laterales del carromato e impact en su frente.

    La sonrisa burlona desapareci entonces de su rostro, que se contrajo en una

    mueca de rabia. Cerr los puos y salt impulsivamente hacia un grupo derufianes que haban encontrado coraje en el fondo de una jarra de vino. Lascorreas de cuero que mantenan al hombre sujeto al carro se tensaron, los costa-dos del vehculo temblaron y se estremecieron, los grilletes de sus pies emitieronun discordante tintineo. El alguacil chill una orden, alzando el tono de voz unaoctava debido al miedo, y los arqueros se apresuraron a levantar las armas,aunque se produjo cierta confusin respecto a su objetivo: unos apuntaron alcriminal y otros a quienes lo haban atacado.

    El carromato, aunque tosco, era slido, y el hombre que lo ocupaba, pese aaplicar todas sus fuerzas, no consigui romper sus ataduras ni la madera que las

    sujetaba. Abandon sus esfuerzos y, bajo un velo de sangre, observ a uno de lostambaleantes rufianes.No te atreveras a hacer eso si no estuviera atado le dijo. De veras? replic el joven con aire burln y las mejillas encendidas por

    efecto de la bebida.Desde luego que no insisti con frialdad el prisionero. Sus ojos negros se

    clavaron en el joven y haba tal animadversin, tal aire amenazador en suspupilas, como ascuas al rojo, que el joven palideci y se le entrecort el resuello.Sus acompaantes, que lo animaban con sus voces aunque haban retrocedido auna distancia prudencial, tomaron a mal los comentarios del criminal y su actitudse hizo an ms amenazadora.

    El prisionero volvi la cabeza para observar un lado de la calle, primero, yluego el otro. De nuevo, una piedra lo golpe en el brazo y a ella sigui una lluviade tomates podridos y un huevo hediondo que no acert al criminal, sino que fue aestrellarse en pleno rostro del alguacil.

    Los arqueros, hasta entonces dispuestos a matar al prisionero a la primeraocasin, se convirtieron de pronto en sus protectores y volvieron sus armas haciala muchedumbre. Sin embargo, eran slo seis arqueros contra un centenar deencolerizados seguidores y las cosas parecan bastante peliagudas, tanto para elcriminal como para los guardianes, cuando un batir de alas y unos gritosestentreos procedentes de las alturas hicieron que la mayor parte de la multitudpusiera pies en polvorosa.

    Dos dragones, conducidos por jinetes armados y protegidos con armaduras,dieron una pasada a baja altura sobre la cabeza de los reunidos, haciendo que serefugiasen bajo los dinteles de las puertas o echaran a correr por las callejas. Unallamada de su jefe, que segua volando en crculos en el firmamento, hizo volver ala formacin a los dos caballeros de los dragones. El jefe descendi entonces,seguido de sus jinetes, y las puntas de las alas de los dragones salvaron porapenas un palmo los edificios a ambos lados de la calle. Por fin, con las alasperfectamente recogidas a los flancos y agitando sus largas colas con gesto feroz,los dragones se posaron cerca del carromato.

    El capitn de los jinetes, un hombre barrigudo de edad madura que luca una

    gnea barba pelirroja, llev su montura junto al carro.

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    1. En estado salvaje, estas enormes aves son una de las presas favoritas de losdragones. Los tieros poseen unas alas grandes y cubiertas de suave plumaje que noles son de casi ninguna utilidad. En cambio, pueden desplazarse a extraordinariavelocidad sobre sus poderosas patas. Constituyen unos excelentes animales de carga

    y son muy utilizados como tales en las tierras de los humanos. En cambio, los elfosconsideran al tiero un ser repulsivo y sucio. (N. del a.)2 . El barl es la principal medida de cambio, tanto en las tierras de los humanoscomo en las de los elfos. Su patrn es el tradicional barril de agua. Un truequeequivalente a un barril de agua vale un barl. (N. del a.)

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    El tiero, aterrorizado ante la visin y el olor de los dragones, se agitaba, yaullaba y no dejaba de dar brincos de todo tipo, poniendo en infinitas dificultadesa su conductor.

    Haz que se calme ese maldito animal! gru el capitn.El conductor del tiero consigui sujetar a ste por la cabeza y fij su mirada

    en los ojos del animal. Mientras mantuviera la mirada de aquella manera, elestpido tiero1 para el cual no exista lo que no tena ante sus ojos se olvidarade la presencia de los dragones y se tranquilizara.

    Sin hacer caso del alguacil que, tartamudeando, se haba agarrado al arnsde la silla como lo hara un nio perdido al encontrar de nuevo a su madre, elcapitn de la escuadra de dragones contempl con aire severo al prisioneroensangrentado y cubierto de verduras.

    Parece que he llegado justo a tiempo de salvar tu miserable vida, Hugh laMano.

    No me has hecho ningn favor, Gareth contest el preso con voz lgubre.

    Alz sus manos esposadas y aadi: Sultame las manos y me enfrentar atodos vosotros, y a ellos tambin! Con un gesto, seal a los mirones que anasomaban la nariz entre las sombras para presenciar la escena.

    El capitn de los dragones emiti un gruido.Seguro que te gustara. Una muerte as sera mucho ms agradable que la

    que te espera, con el cuello en el tajo. Mucho ms agradable..., demasiado paraalguien como t, Hugh la Mano. Si por m fuera, acabara contigo de unacuchillada por la espalda, a traicin y en la oscuridad!

    La mueca burlona del labio superior de Hugh qued realzada por el ligerobigote negro y se hizo claramente visible pese a la luz mortecina del atardecer.

    Conoces bien la tcnica de mi oficio, Gareth.

    Slo s que eres un asesino a sueldo y que tu mano ha dado muerte a miseor replic el caballero. Si te acabo de salvar la cabeza, slo ha sido paratener la satisfaccin de ponerla con mis propias manos al pie del fretro de miseor. Por cierto, al verdugo lo apodan Nick el Tres Golpes, porque an no haconseguido nunca separar la cabeza del cuello al primer intento.

    Hugh contempl al capitn y murmur en voz baja: Repito una vez ms queyo no he matado a tu seor. Bah! El mejor seor al que he servido, asesinadopor un puado de barls.2 Cunto te ha pagado el elfo, Hugh? Cuntos barlste costar ahora devolverme la vida de mi seor?

    El jinete parpade para contener las lgrimas y, tirando de las riendas, hizoque el dragn volviera la cabeza. Azuz a su montura en los flancos, justo pordetrs de las alas, y la oblig a elevarse del suelo y sobrevolar en crculos elcarromato. Los ojos de serpiente de la criatura observaron a quienes acechaban enlas sombras, retndolos a ponerse en su camino. El conductor del tiero parpade asu vez, con los ojos llenos de lgrimas. El tiero reemprendi de nuevo su perezosamarcha y el carro continu traqueteando por la calzada.

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    Era ya de noche cuando el carromato y su escolta de dragones alcanz laciudadela de la fortaleza y la residencia del seor de Ke'lith. El dueo del lugar yaca con gran pompa en el centro del patio. Puados de cristales de carbnempapados de aceites aromticos rodeaban el cuerpo. Sobre el pecho reposaba suescudo. Una de sus manos, fra y rgida, asa la empuadura de la espada; la otra

    sostena una rosa que haba depositado en ella su doliente esposa. Esta no seencontraba junto al cuerpo sino que estaba en la ciudadela, bajo los potentesefectos de un jarabe de adormidera, pues se tema que tratara de arrojarse sobre elfretro en llamas y, aunque tal inmolacin era habitual en la isla de Dandrak, eneste caso no poda permitirse ya que la esposa de Rogar de Ke'lith acababa de dara luz a su primognito y heredero. Cerca del difunto estaba su dragn favorito,sacudiendo con orgullo su crin espinosa. Al lado del animal, con el rostro lleno delgrimas, se hallaba el palafrenero mayor con un enorme cuchillo de carnicero enla mano. No era por el difunto seor por quien lloraba. Mientras las llamas consu-man el cuerpo de ste, aquel dragn que el jefe de cuadras haba criado desde que

    era un huevo sera sacrificado para que su espritu sirviera a su amo despus de lamuerte.Todo estaba preparado. En cada mano arda una antorcha. Los congregados

    en el patio slo aguardaban una cosa antes de prender fuego al tmulo funerario:que fuera puesta a sus pies la cabeza del asesino.

    Aunque las defensas de la ciudadela no estaban reforzadas, se habaestablecido un cordn de caballeros para mantener alejados del castillo a loscuriosos. Los caballeros se hicieron a un lado para permitir la entrada delcarromato y volvieron a cerrar filas cuando lo hubo hecho. Entre los congregadosen el patio estall un clamor cuando el carro apareci a la vista, dando tumbos ytraqueteando bajo el arco de la entrada. Los jinetes de la escolta desmontaron y

    sus escuderos se apresuraron a conducir a los dragones hacia las cuadras. Eldragn del difunto lanz un alarido de bienvenida o quiz de despedida a suscongneres.

    El tiero fue desenganchado y conducido a otra parte. El conductor del animal y los cuatro hombres que haban acompaado la marcha del carro fueroninvitados a la cocina, donde les dieron de comer y les ofrecieron una buenacantidad de la mejor cerveza del amo. Maese Gareth, con la espada preparada y lamirada pendiente del menor movimiento del prisionero, subi al carro, sac ladaga que llevaba al costado y cort las correas atadas a los tablones del vehculo.

    Capturamos al elfo, Hugh murmur Gareth por lo bajo mientras segabalas ataduras. Lo cogimos vivo. Iba en su nave dragn, de vuelta a Tribus, cuandolo apresaron nuestros dragones. Lo sometimos a interrogatorio y, antes de morir,confes que te haba entregado el dinero a ti.

    Ya he comprobado cmo interrogasa la gente replic Hugh. Cuando tuvolibre una mano, dobl varias veces el brazo para relajar la rigidez de los msculos.Mientras le soltaba la otra mano, Gareth lo contempl con cautela. Esedesgraciado te habra jurado que era humano, si se lo hubieras preguntado!

    La daga maldita que sacamos de la espalda de mi seor era la tuya, esa demango de hueso con extraas inscripciones! Yo la reconoc!

    Es cierto, la encontraste! Ambas correas quedaron sueltas. Con unmovimiento rpido e inesperado, las fuertes manos de Hugh se cerraron sobre la

    armadura de cota de malla que cubra los hombros del caballero. Los dedos delasesino se clavaron con fuerza, hundiendo dolorosamente los aros de la cota de

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    malla en la carne de su contrincante. Y los dos sabemos muy bien por qu laencontraste! mascull.

    Gareth aspir profundamente y lanz la daga hacia adelante. La hoja habarecorrido tres cuartas partes de su camino hasta la caja torcica de Hugh cuando,con un esfuerzo de voluntad, el caballero detuvo su acto reflejo de defensa.

    Atrs! Rugi a varios de sus hombres que, viendo en dificultades a sucapitn, haban desenvainado la espada y se disponan a acudir en su auxilio.Sultame, Hugh murmur con los dientes apretados, su piel tena un tonoplomizo y el sudor perlaba su labio superior. Te ha fallado el truco. Noencontrars una muerte fcil en mis manos.

    Hugh se encogi de hombros y, con una sonrisa irnica, solt al caballero.Gareth asi la mano derecha del asesino, se la puso a la espalda con gestoenrgico y, haciendo lo mismo con la izquierda, las at fuertemente con los restosde las correas de cuero.

    Te pagu bien susurr el caballero. No te debo nada!

    Y qu hay de ella, de tu hija, cuya muerte vengu...?De un empujn, Gareth oblig a Hugh a volverse y le lanz un golpe al rostrocon el puo envuelto en la cota de malla. El impacto alcanz al asesino en lamandbula y lo hizo salir despedido del carro, tras romper los tablones de ste. LaManose encontr entre la mugre del patio, tendido de espaldas en el suelo. Garethsalt del carro y, a horcajadas sobre el prisionero, lo mir framente.

    Morirs con la cabeza en el tajo, maldito asesino. Llevoslo! orden a dosde sus hombres, al tiempo que golpeaba a Hugh en los riones con la punta de subota. Contempl con complacencia cmo se retorca de dolor y aadi con gestotorvo: Y amordazadlo.

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    CAPITULO 2

    CIUDADELA DE KE'LITH,REINO MEDIO

    Aqu est el asesino, Magicka anunci Gareth, sealando al prisioneroatado y amordazado.

    Te ha dado algn problema? pregunt un hombre bien formado, deunos cuarenta ciclos de edad, que miraba a Hugh con aire pesaroso, como si le

    resultara imposible de aceptar que un ser humano pudiera albergar tanta maldad. Ninguno que no haya podido resolver, Magicka respondi el caballero,

    amilanado ante la presencia del mago de la casa.El mago asinti y, consciente de hallarse ante un vasto auditorio, se irgui

    cuanto pudo y cruz ceremoniosamente las manos sobre su casaca de terciopelomarrn; por su condicin de mago de tierra, ste era el color esotrico que lecorresponda. En cambio, no luca el manto de mago real, ttulo que ambicionabadesde antiguo, segn los rumores, pero que el difunto Rogar se haba negado aconcederle por alguna ignorada razn.

    Los presentes en el embarrado patio de la fortaleza vieron cmo el prisionero

    era conducido ante la persona que, en ausencia del amo, era ahora la mximaautoridad del castillo feudal, y se apretaron en torno a l para escucharlo. La luzde las antorchas parpadeaba y oscilaba bajo la fresca brisa nocturna. El dragndel difunto seor feudal capt la tensin y confusin del ambiente y, tomndoloserrneamente por los preparativos para una batalla, emiti un sonoro trompeteoexigiendo que lo dejaran lanzarse sobre el enemigo. El jefe de cuadras le dio unaspalmaditas para tranquilizarlo. Muy pronto, la criatura sera enviada a combatir aun enemigo que ni el hombre ni el dragn de larga vida podan evitar al fin.

    Qutale la mordaza orden el mago.Gareth carraspe, solt una tos y dirigi una mirada de soslayo a la Mano.

    Despus, inclinndose hacia el hechicero, murmur en voz baja:

    No oirs ms que una sarta de mentiras. Este asesino dir cualquier cosapara...

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    He dicho que se la quites lo interrumpi Magicka en un tono imperiosoque no dejaba lugar a dudas entre los presentes respecto a quin era ahora eldueo de la ciudadela de Ke'lith.

    Gareth obedeci a regaadientes y arranc la mordaza de la boca de Hughcon tal energa que forz al prisionero a volver el rostro a un lado y le dej una fea

    marca en una de las mejillas.Todo hombre, por horrible que haya sido su delito, tiene derecho a confesar

    su culpabilidad y limpiar as su alma. Cmo te llamas? pregunt el mago convoz enrgica.

    El asesino, con la mirada fija por encima de la cabeza del hechicero, seabstuvo de responder. Gareth contempl al prisionero con aire de reprobacin.

    Se lo conoce por Hugh la Mano, Magicka. Cul es tu apellido?Hugh escupi sangre. Vamos, vamos! Insisti el hechicero, frunciendo el entrecejo. Hugh la

    Manono puede ser tu verdadero nombre. Tu voz, tus modales... Sin duda, eres unnoble! Algn descendiente ilegtimo, seguramente. Sin embargo, tenemos queconocer el nombre de tus antepasados para encomendarles tu despreciableespritu. No piensas hablar? El hechicero alarg la mano y, tomando a Hughpor la barbilla, le volvi el rostro hacia la luz de las antorchas. Tienes unaestructura sea poderosa, una nariz aristocrtica y unos ojos extraordinariamentebellos, aunque me parece apreciar un matiz campesino en las profundas arrugasdel rostro y en la sensualidad de los labios. En resumen, es indudable que por tusvenas corre sangre noble. Lstima que corra tan negra. Vamos, hombre, revela tuverdadera identidad y confiesa el asesinato de Rogar. Tal confesin limpiar tualma.

    En la boca hinchada del prisionero apareci una sonrisa y en sus ojos negrosy hundidos brill una dbil llama.

    Donde est mi padre, pronto lo seguir su hijo replic. Y t sabes mejorque ninguno de los presentes que yo no he matado a vuestro seor.

    Gareth alz el puo con intencin de castigar a la Mano por sus osadaspalabras, pero una rpida mirada al rostro del hechicero lo hizo titubear. Magickaabandon por un instante su expresin ceuda y su rostro qued liso como unplato de natillas. No obstante, los perspicaces ojos del capitn de dragones nopasaron por alto la leve agitacin que cruz las facciones del hechicero ante laacusacin de Hugh.

    Insolente! respondi el mago framente. Eres muy osado para ser unhombre que se enfrenta a una muerte terrible, pero no tardaremos en orte pedirclemencia a gritos.

    Ser mejor que me hagas callar, y que lo hagas pronto dijo Hugh,pasando la lengua por sus labios cuarteados y sangrantes. De lo contrario, elpueblo podra recordar que ahora eres el guardin del nuevo amo, no es cierto,Magicka? Y eso significa que ejercers el gobierno del feudo hasta que elmuchacho cumpla..., cuntos ciclos? Dieciocho? Puede que incluso gobiernesms tiempo, si consigues tejer una buena red en torno a l. Tampoco dudo quesers un gran consuelo para la doliente viuda. Qu manto te pondrs esta noche?La prpura del mago real? Por cierto..., no te parece extrao que mi daga

    desapareciera as, como por arte de magia...?

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    EN EL LABERINTO vol.1 Margaret Weis Tracy Hickman

    3 . Todas las islas flotantes del Reino del Cielo estn compuestas de coralita. Estematerial, formado por las excreciones de una pequea criatura inofensiva parecidaa una serpiente y denominada gusano de coral, tiene un aspecto esponjoso. Cuandose endurece, es slido como el granito, aunque no puede ser cortado ni pulimentado.La coralita se forma muy deprisa y los edificios realizados con este material, msque ser construidos, crecen. Los gusanos de coral despiden tambin un gas msligero que el aire. Este gas mantiene las islas suspendidas en el cielo, pero puederesultar una molestia cuando se pretende construir un edificio, por lo que es

    necesario recurrir a las artes de los magos de tierra de la primera casa paraeliminarlo. En ocasiones se ha descubierto algn depsito de hierro y de otros mine-rales incrustado en la coralita. Se desconoce cmo han aparecido, pero se suponeque son debidos a un fenmeno acaecido durante la Separacin de los Mundos. (N.del a.)

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    El hechicero levant los brazos y grit: Que el suelo tiemble de furia ante la blasfemia de este hombre!Y el patio empez a agitarse y a temblar. Las torres de granito se balancearon.

    Los presentes lanzaron gritos de pnico, apretujndose unos contra otros. Algunos

    cayeron de rodillas entre gemidos y, con las manos hundidas en la capa de barro ybasura, suplicaron al mago que contuviera su clera.

    Magicka volvi su pronunciada nariz hacia el capitn de la escuadra dedragones. Un puetazo de Gareth en la rabadilla de Hugh, descargado casi aregaadientes al parecer, hizo que el asesino lanzara un gemido de dolor,acompaado de un jadeo. En cambio, la mirada de la Mano no vacil ni diomuestras de debilidad, sino que permaneci clavada en el mago, cuyo semblanteestaba plido de furia.

    He sido paciente contigo dijo Magicka, respirando profundamente, perono pienso soportar esta vergenza. Te pido disculpas, capitn Gareth aadi a

    gritos para hacerse or por encima del retumbar de la tierra en movimiento y delvocero de la gente. Tenas razn. Este hombre dir cualquier cosa, con tal desalvar su vida miserable.

    Gareth asinti con un gruido, pero no dijo nada. Magicka alz las manos engesto apaciguador y, poco a poco, el suelo dej de estremecerse. Los presentes enel patio exhalaron profundos suspiros de alivio y volvieron a ponerse en pie. Elcapitn dirigi un rpido vistazo a Hugh y top con la mirada intensa y penetrantede la Mano. Gareth frunci el entrecejo y, con aire lgubre y pensativo, desvi losojos hacia el hechicero.

    Magicka, que estaba dirigindose a la multitud, no advirti su mirada. Lamento mucho, muchsimo, que este hombre deba abandonar esta vida

    con tales manchas negras en su alma deca el hechicero en un tono de vozapenado y piadoso. Sin embargo, as lo ha escogido. Todos los aqu presentessomos testigos de que ha tenido suficientes oportunidades para confesar.

    Se escucharon unos respetuosos murmullos de asentimiento.Traed el tajo.Los murmullos cambiaron de tono, hacindose ms sonoros y expectantes.

    Los espectadores se movieron en busca de una buena panormica. Doscorpulentos centinelas, los ms fuertes que haban podido encontrar, aparecieronpor una pequea puerta que conduca a las mazmorras de la ciudadela. Entre losdos traan un bloque enorme de una piedra que no era la coralita,3delicada comouna labor de encaje y empleada en la construccin de toda la ciudad salvo de lapropia fortaleza. Magicka, a quien le corresponda conocer el tipo, la naturaleza ylos poderes de todas las rocas, apreci que el bloque era de mrmol. La piedra no

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    proceda de la isla ni del continente vecino de Ulyandia, pues en esos lugares nohaba yacimientos de tal roca. Por lo tanto, aquel mrmol tena que proceder delcercano y ms extenso continente de Aristagn, lo cual significaba que haba sidoextrado de tierras enemigas.

    O se trataba de una pieza de mrmol muy antigua, importada legtimamente

    durante uno de los escasos perodos de paz entre los humanos y los elfos delImperio de Tribus (posibilidad que el hechicero descartaba), o bien Nick el TresGolpes, el verdugo, la haba pasado de contrabando (lo ms probable, en opininde Magicka).

    En el fondo, no tena mucha importancia. Entre los amigos, familiares yseguidores del difunto Rogar haba numerosos nacionalistas radicales, pero elmago no crea que ninguno de ellos pusiera objeciones a que un pedazo de escoriacomo Hugh la Mano fuera decapitado sobre una roca enemiga. Con todo, setrataba de un clan muy obcecado y el hechicero dio gracias de que el mrmolestuviera tan cubierto de sangre seca que difcilmente podra nadie reconocer la

    piedra. Ninguno de los deudos pondra en cuestin su origen.La roca de mrmol meda seis palmos por lado y en uno de ellos tena talladoun surco casi del tamao de un cuello humano normal. Los centinelas trasladaronel tajo por el patio, trastabillando debido al peso, y lo colocaron delante deMagicka. El verdugo, Nick el Tres Golpes, apareci por la puerta de las mazmorrasy una oleada de expectacin agit a la multitud.

    Nick era un verdadero gigante y nadie en Dandrak conoca su verdaderaidentidad, ni su rostro. Cuando llevaba a cabo una ejecucin, vesta una tnicanegra y llevaba la cabeza cubierta con una capucha para que, en su vida normalentre la gente, sta no pudiera reconocerlo y rehuirlo. Por desgracia, laconsecuencia de su astuto disfraz era que la gente tenda a sospechar de cualquier

    hombre que midiera ms de dos metros y a evitar su compaa sin hacerdiscriminaciones.

    Sin embargo, cuando se trataba de ajusticiar a alguien, Nick era el verdugoms popular y solicitado de Dandrak. Fuera un chapucero increble o el hombrecon dotes escnicas ms brillantes de su poca, lo cierto era que el Tres Golpesposea una gran habilidad para entretener al pblico. Ninguna de sus vctimasmora enseguida, sino que soportaba entre gritos una terrible agona mientras elverdugo descargaba un golpe tras otro con una espada tan obtusa como susentendederas.

    Todas las miradas fueron del encapuchado Nick a su maniatado prisionero, elcual es preciso reconocerlo haba impresionado a la mayora de los presentescon su frialdad. No obstante, todos los congregados en el patio aquella noche ha-ban admirado y respetado a su difunto seor feudal e iba a constituir un granplacer para ellos ver sufrir una muerte horrible a su asesino. Por ello, la genteadvirti con satisfaccin que, a la vista del verdugo y del arma ensangrentada queblanda en la mano, el rostro de Hugh adquira una expresin tranquila como la deuna mscara y que, pese a contenerse y reprimir un escalofro, se le aceleraba larespiracin.

    Gareth asi por los brazos a la Manoy, apartndolo del hechicero, condujo alprisionero los contados pasos que lo separaban del tajo.

    Eso que has dicho de Magicka...

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    Gareth murmur estas palabras en un susurro pero, notando tal vez lamirada del mago fija en su nuca, dej la frase inacabada y se content coninterrogar al asesino con la mirada.

    Hugh le devolvi sta con unos ojos como dos pozos negros en la nocheiluminada por las antorchas.

    Viglalo respondi.Gareth asinti. Tena los ojos ojerosos e inyectados en sangre, y la barba sin

    afeitar. No haba dormido desde la muerte de su seor, haca dos noches. Se paslos dedos por los labios orlados de sudor y, a continuacin, llev la mano al cinto.Hugh percibi un destello de fuego reflejndose en una hoja de filo puntiagudo.

    No puedo salvarte murmur Gareth, pues nos haran trizas a ambos,pero puedo poner fin a tu vida con rapidez. Seguramente me costar el cargo decapitn volvi la cabeza y lanz una sombra mirada al hechicero pero, ajuzgar por lo que he odo, es probable que ya lo haya perdido. Tienes razn, Hugh.Se lo debo a ella.

    Con un nuevo empujn, coloc a la Mano frente al bloque de mrmol. Congesto solemne, el verdugo se despoj de su capa negra (no le gustaba verlasalpicada de sangre) y la entreg a un chiquillo que rondaba por all.Entusiasmado, el nio sac la lengua a un compaero con menos suerte quetambin se haba acercado con la esperanza de tener tal honor.

    Empuando la espada, Nick lanz dos o tres golpes de prctica para calentarlos msculos y luego, con un gesto de la cabeza, indic que ya estaba a punto.

    Gareth oblig a Hugh a arrodillarse ante el tajo. Despus se retir, pero nomucho, apenas un par de pasos. Sus dedos se cerraron con nerviosismo en torno ala daga oculta en los pliegues de la capa. En su cabeza iba tomando forma laexcusa que dara: Cuando la espada henda su cuello, Hugh ha gritado que fuiste

    t, Magicka, quien mat a mi seor. Lo he odo claramente y, segn dicen, laspalabras de un moribundo revelan siempre la verdad. Por supuesto, yo s que eseasesino menta, pero he tenido miedo de que los campesinos, siempre tansupersticiosos, le prestaran odos. He credo ms conveniente acabar de inmediatocon su miserable existencia. Magicka no se lo tragara; se dara cuenta de laverdad. Ah!, de todos modos, a Gareth no le quedaba ya gran cosa por la que vivir.

    El verdugo agarr a Hugh por el cabello con la intencin de colocar la cabezadel prisionero sobre el bloque de mrmol. Sin embargo, percibiendo tal vez en lamultitud cierta inquietud que ni el espectculo de una inminente ejecucin lograbadifuminar, Magicka alz una mano para detener la ceremonia.

    Alto! exclam.Con la tnica ondeando en torno a l bajo el impulso del viento fresco que se

    haba levantado, el hechicero dio unos pasos hacia el bloque de mrmol. Hugh la Mano!proclam entonces con voz potente y severa, te ofrezco

    una ltima oportunidad. Ahora que ests al borde del reino de la Muerte, dinos:tienes algo que confesar?

    Hugh levant la cabeza. Tal vez el miedo al inminente instante supremo habaacabado por doblegarlo.

    S, tengo una cosa que confesar.Me alegro de ver que nos entendemos dijo Magicka con voz satisfecha. La

    sonrisa de triunfo de su rostro fino y atractivo no pas inadvertida al observador

    Gareth. Qu es lo que lamentas en el momento de abandonar esta vida, hijomo?

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    En los hinchados labios de la Mano se form una mueca. Enderezando loshombros, mir a Magicka y proclam framente:

    Lamento no haber matado nunca a uno de tu ralea, hechicero.Una exclamacin de horrorizada complacencia se alz entre la multitud. Nick

    el Tres Golpes lanz una risilla bajo la capucha. Cuanto ms se prolongara la

    ejecucin, mejor lo recompensara el hechicero.Magicka ensay una sonrisa de fra piedad.Que tu alma se pudra junto a tu cuerpo declar.Tras dirigir a Nick una mirada que era una clara invitacin al verdugo para

    que empezara a divertirse, el mago se retir de la escena para que la sangre no lemanchara la vestimenta.

    El verdugo mostr en alto un pauelo negro y empez a vendarle los ojos a suvctima.

    No! Rugi la Mano. Quiero llevarme esa cara conmigo! Termina de una vez! grit el hechicero, echando espumarajos por la

    boca.Nick agarr de nuevo el cabello de Hugh, pero ste se desasi con unasacudida. El prisionero coloc voluntariamente la cabeza sobre el mrmol teidode sangre; sus ojos, muy abiertos y acusadores, miraban a Magicka sin parpadear.El verdugo baj la mano, tom la corta melena de su vctima y la apart a un lado.A el Tres Golpesle gustaba tener una buena porcin de cuello en la que trabajar.

    Nick levant la espada. Hugh exhal un suspiro, apret los dientes y mantuvolos ojos fijos en el mago. Gareth, pendiente de la escena, vio que Magicka vacilaba,tragaba saliva y diriga rpidas miradas a un lado y a otro, como si buscara unaescapatoria.

    El horror ante la maldad de este hombre es excesivo! Exclam el

    hechicero. Date prisa! No puedo soportarlo!Gareth empu la daga. Los msculos del brazo de Nick se hincharon,

    preparndose para descargar el golpe. Las mujeres se taparon los ojos y miraron ahurtadillas entre los dedos, los hombres estiraron el cuello para ver entre lascabezas de los dems y los nios fueron alzados rpidamente para que pudierancontemplar el espectculo.

    Y, en ese instante, procedente de las puertas de la ciudadela, se escuch elfragor de unas armas.

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    CAPITULO 3

    CIUDADELA DE KE'LITH, DANDRAK,REINO MEDIO

    Una silueta gigantesca, ms negra que los Seores de la Noche, aparecisobre las torres de la fortaleza. La penumbra impeda ver con claridad, peroresultaba audible el batir de unas alas enormes. Los centinelas de la puertacontinuaron batiendo las espadas contra los escudos, dando la alarma, lo cualprovoc que todos los congregados en el patio se olvidaran de la inminente

    ejecucin y volvieran la atencin a la amenaza que llegaba de lo alto. Loscaballeros desenvainaron sus espadas y reclamaron a gritos las monturas. EnDandrak eran habituales las incursiones de los corsarios de Tribus y, de hecho, seesperaba una de ellas como represalia por el apresamiento y posterior muerte delnoble elfo que, presuntamente, haba contratado a Hugh la Mano.

    Qu sucede? grit Gareth, tratando en vano de ver de qu se trataba,indeciso entre continuar en su puesto al lado del prisionero o correr a defender laspuertas que estaban bajo su responsabilidad.

    No hagis caso! Proseguid la ejecucin! rugi Magicka.Pero Nick el Tres Golpesnecesitaba la atencin del pblico y la acababa de

    perder. La mitad de los espectadores haba vuelto la cabeza hacia la puerta y laotra mitad corra ya hacia ella. El verdugo baj la espada con gesto de orgulloherido y aguard, en un silencio dolido y digno, a ver cul era la causa de aquelalboroto.

    Es un dragn real, estpidos! Uno de los nuestros, no una nave lfica! Grit Gareth. Vosotros dos, vigilad al prisionero! orden el capitn, corriendoa las puertas de la ciudadela para acallar el creciente pnico.

    El dragn de combate sobrevol el castillo a baja altura. Un puado degruesos cabos, refulgentes a la luz de las antorchas, se agitaba en el aire. Del lomodel dragn saltaron varios hombres que se deslizaron por las cuerdas hastadescender en medio del patio. Todos advirtieron la insignia de plata de la Guardia

    Real que reluca en sus panoplias y entre la multitud se alzaron unos murmullosagoreros.

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    Los soldados se desplegaron rpidamente, despejaron una amplia zona en elcentro del patio y se colocaron en formacin en torno a ella. Con el escudo en lazurda y la lanza en la diestra, permanecieron firmes en posicin de relajadaatencin, vueltos hacia el exterior de la zona despejada, evitando las miradas delos presentes y haciendo caso omiso de sus preguntas.

    Apareci entonces un solitario jinete montado en un dragn. Tras sobrevolarla puerta de la fortaleza, el pequeo dragn de rpido vuelo permanecisuspendido sobre el crculo despejado para l, planeando con las alas muyabiertas mientras estudiaba la zona en que se dispona a posarse. Para entoncesya resultaba fcilmente reconocible el elegante uniforme de su jinete, que despedadestellos rojos y dorados a la luz de las antorchas. Los espectadores contuvieron elaliento y se miraron unos a otros con aire de desconcierto.

    Cuando el dragn se pos en el patio, le trepidaban las alas y jadeabavisiblemente, expandiendo y contrayendo los flancos. De su boca armada decolmillos caan regueros de saliva. Su jinete salt de la silla y ech una rpida

    mirada en torno a s. El hombre vesta la capa corta entretejida de hilo de oro y elabrigo rojo encendido de los correos del rey, y los congregados aguardaron consuma expectacin a or las noticias que vena a proclamar.

    Casi todos esperaban que sera una declaracin de guerra contra los elfos deTribus; algunos caballeros buscaban ya a sus escuderos para estar dispuestos atomar las armas de inmediato. Por eso result una considerable sorpresa paraquienes estaban en el patio ver que el correo alzaba una mano, enfundada en unguante del cuero ms suave y flexible, y sealaba el bloque de mrmol.

    Es Hugh la Manoese que os disponis a ejecutar? pregunt en una voztan suave y flexible como sus guantes.

    El mago cruz el patio a grandes zancadas y los soldados de la Guardia Real

    le permitieron acceder al crculo despejado.Yqu si lo es? replic Magicka, cauteloso.Si es Hugh la Mano, te ordeno en nombre del rey que me lo entregues...,

    vivo dijo el correo.Magicka le dirigi una sombra mirada cargada de odio. Los caballeros de

    Ke'lith se volvieron hacia el hechicero, pendientes de sus rdenes.Hasta tiempos muy recientes, los volkaranos no haban conocido ningn rey.

    En los primeros das del mundo, los Volkaran haban constituido una coloniapenitenciaria establecida por los habitantes del continente de Ulyandia. La famosaprisin de Yreni custodiaba a ladrones y asesinos; exiliados, prostitutas y demselementos perniciosos de la sociedad eran desterrados en las islas prximas deProvidencia, Exilio de Pitrin y las tres Djern. La vida en estas islas exteriores eradura y, con el paso de los siglos, produjo una gente de igual dureza. Cada isla eraregida por varios clanes, cuyos seores pasaban el tiempo repeliendo asaltos a suspropias tierras o atacando las de sus vecinos de Ulyandia.

    As divididos, los humanos fueron presa fcil de las naciones lfcas deTribus, ms ricas y fuertes. Los elfos vencieron rpidamente a los fragmentadosfeudos humanos y, durante casi cuarenta ciclos, gobernaron Ulyandia y las islasVolkaran. Su frreo dominio sobre los humanos haba terminado haca veinteciclos, cuando un caudillo del clan ms poderoso de Volkaran contrajo matrimoniocon la matriarca del clan ms fuerte de Ulyandia. Uniendo sus pueblos, Stephen

    de Exilio de Pitrin y Ana de Winsher formaron un ejrcito que venci a los elfos ylos arroj literalmente, a algunos de ellos fuera de las islas.

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    Cuando Ulyandia y las Volkaran quedaron libres de ocupantes, Stephen yAna se proclamaron monarcas, dieron muerte a sus rivales ms peligrosos y,aunque ltimamente se rumoreaba que estaban intrigando el uno contra el otro,seguan constituyendo la fuerza ms poderosa y temida del reino. En otra poca,Magicka se habra limitado a hacer odos sordos a la orden, llevar a cabo la

    ejecucin y acabar tambin con el correo real, si se mostraba demasiadoinsistente. Ahora, en cambio, de pie bajo la sombra de las alas del dragn decombate, negras como la brea, el hechicero no poda hacer otra cosa que protestar.

    Hugh la Manoha asesinado a nuestro seor, Rogar de Ke'lith, y las propiasleyes del rey ordenan que le quitemos la vida como castigo.

    Su Majestad aprueba y aplaude tu excelente y rpida administracin dejusticia en esta parte de su reino replic el correo con una airosa reverencia, ylamenta tener que interferir en ella, pero existe una requisitoria real para ladetencin del hombre conocido como Hugh la Mano. Se lo busca para interrogarlorespecto a una conspiracin contra el Estado, asunto que tiene prioridad ante

    cualquier otra cuestin local. Todo el mundo sabe aadi el correo, mirandofijamente a los ojos a Magicka que el asesino ha tenido tratos con los elfos deTribus.

    Por supuesto, el hechicero saba que Hugh no haba tenido ningn trato conlos elfos de Tribus y, en aquel mismo instante, se dio cuenta de que el correo realtambin lo saba. Y pens que, si el emisario real estaba al corriente de ello,tambin conocera otras cosas..., entre ellas cmo se haba producido realmente lamuerte de Rogar de Ke'lith. Preso en su propia red, Magicka se revolvi y balbuciunas palabras:

    Mustrame el documento real.Nada, al parecer, produjo mayor placer al correo del rey que presentar el

    edicto real a la consideracin del mago. Llev la mano a una alforja de cuero quecolgaba de la silla del dragn y extrajo un estuche que contena un rollo depergamino. Sac el documento y se lo entreg al hechicero, quien fingi estudiarlo.El edicto deba de estar en orden, pues lo contrario hubiera sido impropio deStephen. All estaba el nombre, Hugh la Mano, y el sello del Ojo Alado queconstitua la divisa del monarca. Magicka se mordi el labio hasta sangrar, pero nopudo hacer otra cosa que dirigir a los reunidos una mueca de desaliento. Lo habaintentado, se lea en su gesto, pero en aquel asunto intervenan poderessuperiores. Llevndose la mano al corazn, inclin la cabeza en un gesto mudo yspero de asentimiento.

    Su Majestad te da las gracias dijo el correo con una sonrisa. T,capitn! Seal con un gesto a Gareth. ste se acerc con un rostrocuidadosamente inexpresivo, pese a que haba seguido con suma atencin tanto loque se deca como lo que se callaba, y se coloc detrs del hechicero. Treme alprisionero. Ah!, tambin necesitar un dragn descansado para el viaje de vuelta.Asuntos del rey aadi.

    Ante estas palabras asuntos del rey deba ponerse a disposicin delemisario real cualquier cosa que ste pidiera, desde un castillo a una botella devino, desde un asado de jabal hasta un regimiento. Quien desobedeciera lo hacaa costa de un extremo peligro. Gareth observ a Magicka. El hechicero temblabade clera, pero permaneci mudo y se limit a asentir brevemente con la cabeza. El

    capitn se alej para cumplir la orden.

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    El correo recuper hbilmente el pergamino, lo enroll y volvi a guardarlo enel estuche. Despus, mientras su mirada recorra el patio a la espera del regresode Gareth con el prisionero, advirti por primera vez el fretro. Al instante, surostro adquiri una expresin de profundo pesar.

    Sus Majestades quieren hacer extensiva su condolencia a la viuda de Rogar.

    Si pueden serle de alguna ayuda, la dama puede estar segura de que slo tieneque recurrir a ellos.

    Mi seora les queda muy agradecida repuso Magicka con acritud.El correo, tras una nueva sonrisa, se dio unos golpecitos con los guantes

    sobre los muslos en gesto de impaciencia. Gareth vena ya con el prisionero entrela Guardia Real, pero an no haba rastro de la montura de refresco.

    Y ese dragn que he pedido...?Ten, mi seor, llvate ste se apresur a responder el palafrenero mayor,

    ofrecindole las riendas del dragn de Rogar. Ests seguro? inquiri el mensajero real, mirando el fretro y

    volvindose luego hacia el hechicero pues, por supuesto, conoca la costumbre desacrificar al dragn, por valioso que fuera, en honor del difunto.Magicka, gesticulante, replic con un bufido: Por qu no? Llvate al asesino de mi seor en su dragn ms preciado!

    Al fin y al cabo, son asuntos del rey!S, exacto dijo el correo. Asuntos del rey!De pronto, la Guardia Real cambi de postura, volviendo hacia el exterior las

    puntas de las lanzas y juntando los escudos para formar un crculo de acero entorno al correo y a quienes estaban con l.

    Tal vez prefieras tratar con Su Majestad algunos aspectos de los asuntosreales. Nuestro amable monarca no tendr inconveniente en disponer medidas

    para el gobierno de la provincia en tu ausencia, Magicka.La sombra de las alas del dragn de combate que sobrevolaba la escena cruz

    el patio. No, no! Se apresur a protestar el mago. El rey Stephen no tiene

    sbdito ms fiel que yo, de eso puede estar seguro!El correo hizo una reverencia y respondi a Magicka con una sonrisa

    seductora. Los soldados que lo rodeaban continuaron atentos y alerta.Gareth penetr en el crculo de acero, sudoroso bajo el yelmo de cuero. Saba

    lo cerca que haba estado de que le ordenaran enfrentarse a la Guardia Real y antena un nudo en el estmago.

    Aqu tienes al hombre dijo con rudeza, empujando a Hugh hacia el correo.El emisario real dirigi una rpida mirada al prisionero y advirti las seales

    de los azotes en la espalda, las contusiones y cortes del rostro, los labioshinchados. Hugh, cuyos ojos oscuros y hundidos parecan haberse desvanecidopor completo bajo las sombras de las cejas, contempl al correo con una curiosi-dad cargada de indiferencia. En su mirada no haba ninguna esperanza, sino unamera chispa irnica ante la perspectiva de nuevos tormentos.

    Sultale los brazos y qutale esos grilletes. Pero, mi seor, este hombre es peligroso...!Atado no puede montar y no tengo tiempo que perder. No te preocupes

    aadi el correo, moviendo la mano con gesto despreocupado. Salvo que le

    crezcan alas, no creo que trate de escapar saltando del lomo de un dragn volador.

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    Gareth sac la daga y seg las cuerdas que maniataban a Hugh. Elpalafrenero mayor llam a gritos a sus ayudantes, penetr resueltamente en elcrculo de acero, desat la silla de la agotada montura del correo y la coloc en ellomo del dragn de Rogar. Tras dar unas palmadas en el cuello al animal, entreglas riendas al emisario real, con gesto satisfecho. El anciano no volvera a ver al

    dragn, pues nada de cuanto caa en las manos del rey Stephen volva a salir deellas, pero era mucho mejor perderlo que verse obligado a hundir un cuchillo en lagarganta de una criatura que lo amaba y confiaba en l, y luego contemplar cmose le iba la vida, desperdiciada en honor de un hombre ya muerto.

    El correo mont a la silla y, desde ella, extendi la mano para ayudar a Hugha subir. El asesino pareci comprender por primera vez que lo acababan de liberar,que no tena la cabeza en el tajo y que aquella espada terrible no iba a segarle lavida. Con movimientos tensos y dolorosos, alz la mano, asi la del correo y dejque el hombre lo alzara a lomos del dragn.

    Traedle una capa o se helar orden el mensajero. De las muchas capas

    que le ofrecieron, escogi una de gruesa piel y la arroj a Hugh. El prisionero seech el abrigo en torno a los hombros y se agarr con fuerza al borde de la silla demontar. El correo dio una breve orden y el dragn, con un atronador anuncio,extendi las alas y remont el vuelo.

    El comandante de la Guardia Real lanz un silbido que taladraba lostmpanos. El dragn de combate descendi hasta que las cuerdas que colgaban desu lomo quedaron al alcance de los soldados, que se apresuraron a subir por ellasy ocupar sus posiciones en el enorme lomo liso del animal. El dragn bati las alas y, en pocos instantes, la sombra desapareci del cielo y ste qued vaco,recuperando la gris penumbra de la noche.

    Abajo, en el patio de la ciudadela, los hombres se contemplaron en silencio,

    con rostros torvos. Las mujeres, viendo a sus maridos y percibiendo la atmsferade tensin, se apresuraron a recoger a los nios, regaando e incluso dandocachetes a los que gimoteaban.

    Magicka, muy plido, penetr en las estancias de la ciudadela.Gareth aguard a que el hechicero desapareciera y luego orden a sus

    soldados que prendieran fuego al fretro. Hombres y mujeres, reunidos en torno alcrepitar de las llamas, empezaron a cantar encomendando el alma del difunto asus antepasados. El capitn de los caballeros enton una cancin por el seorfeudal a quien haba amado y servido con fidelidad durante treinta aos. Cuandotermin, continu observando cmo las llamas, agitadas y rugientes, consuman elcuerpo.

    De modo que nunca has matado a un hechicero? Hugh, amigo mo, tal veztengas ocasin de ello. Si vuelvo a verte... Asuntos del rey! Gru Gareth. Y sino logro dar contigo... Bien, ya soy un viejo sin ninguna razn por la que vivir.

    Su mirada se dirigi hacia los aposentos del hechicero, asomada a cuyaventana poda verse una silueta envuelta en una tnica. Recordando que tenadeberes que atender, el capitn se dirigi a la puerta para cerciorarse de quequedaba convenientemente guardada durante la noche.

    Olvidado de todos, como un artista privado de su representacin, Nick el TresGolpespermaneci sentado sobre el bloque de mrmol, desconsolado.

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    CAPTULO 4

    ALGN LUGAR DE LAS ISLAS VOLKARAN,REINO MEDIO

    El emisario real mantuvo tirantes las bridas de su montura. De haberle dadorienda suelta, el pequeo dragn habra dejado atrs muy pronto al dragn decombate, de mucho mayor tamao. Sin embargo, el correo no se atreva a volar sinescolta pues los corsarios elfos solan acechar entre las nubes, aguardando el pasode algn solitario jinete humano. As pues, la marcha era lenta pero, al fin, las

    antorchas de Ke'lith se desvanecieron a su espalda. Pronto, los abruptos picachosde Witheril ocultaron el humo que se alzaba de la pira funeraria del malogradoseor de la provincia.

    As pues, el correo oblig a su montura a volar junto a la cola de la quimera, odragn de combate, cuya silueta era como una esbelta cua negra que surcaba lagris penumbra de la noche. La Guardia Real, atada a sus arneses, era una serie debultos negros en el lomo de la quimera.

    Los dragones sobrevolaron la pequea poblacin de Hynox, visible slo porquesus viviendas, bajas y cuadradas, estaban edificadas en terreno descubierto.Despus, dejaron atrs la orilla de Dandrak y se adentraron en el aire profundo. Elcorreo mir arriba y abajo, a un lado y a otro, como si no hubiera volado con

    frecuencia, cosa extraa en un supuesto mensajero del rey. Crey reconocer dosde las tres islas Caprichosas. Hanastai y Bindistai eran claramente visibles pues,incluso en el aire profundo, la oscuridad no era completa... La noche no era tancerrada como deca la leyenda que haba sido en el viejo mundo, antes de laSeparacin.

    Los astrnomos elfos haban escrito que existan tres Seores de la Noche y,aunque los supersticiosos crean que eran gigantes que extendan oportunamentesus capas ondeantes sobre Ariano para dar descanso a sus gentes, los eruditossaban que los Seores de la Noche eran, en realidad, unas lejanas islas de coralitaque flotaban sobre el reino, desplazndose en una rbita que las llevaba, cada doce

    horas, a interponerse entre Ariano y el sol.

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    EN EL LABERINTO vol.1 Margaret Weis Tracy Hickman

    4 . Trmino de navegacin empleado como patrn en Tribus. El centro de todas las

    referencias es el Palacio Imperial de Tribus, respecto del cual se miden todas lasdistancias y posiciones para la navegacin en el Reino Medio desde los primerostiempos, cuando las razas convivan en paz. Un rydai negativo expresa unmovimiento de aproximacin hacia la situacin presente de Tribus, mientras que unrydai positivo indica un movimiento en la direccin contraria. (N. del a.)

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    Los elfos de Aristagn haban dejado de prestar atencin a Ulyandia y lasVolkaran porque estaban ocupados en otro problema ms importante: unarebelin entre su propio pueblo.

    Cuando la rebelin fuera aplastada con mano firme y despiadada, los elfosvolveran a concentrarse en el reino de los humanos, aquellas fieras brbaras que

    haban atizado el fuego inicial de la revuelta. Stephen saba que, la prxima vez,los elfos no se contentaran con la conquista y la ocupacin. La prxima vez selibraran de una vez por todas de la contaminacin humana de su mundo. Por ello,con rapidez y en silencio, el rey estaba disponiendo sus piezas en el gran tablero,preparndose para el encarnizado enfrentamiento final.

    El hombre que viajaba detrs del emisario real lo ignoraba, pero iba a ser unade esas piezas.

    Cuando apareci la niebla, el asesino se encogi de hombros interiormente yrenunci de inmediato a seguir intentando determinar hacia dnde se dirigan. Tambin l haba sido capitn de una nave y conoca la mayora de las rutas

    areas entre las islas y ms all. Segn sus clculos, haban recorrido un rydainegativo4 en direccin a Kurinandistai, aproximadamente. Despus, al hacer actode presencia la niebla, ya no haba podido ver nada ms.

    Hugh saba que la niebla no haba surgido por casualidad, lo cual no hacasino confirmar algo que ya haba empezado a sospechar: que aquel joven correono era ningn vulgar lacayo del rey. La Mano se relaj y dej que la nieblainvadiera su mente. De nada serva hacer conjeturas sobre el futuro. No eraprobable que fuese mejor que el presente, aunque difcilmente podra ser peor.Hugh haba hecho todo lo posible para prepararse para lo que pudiera surgir;incluso llevaba al cinto su daga de mango de hueso con inscripciones mgicas, queGareth le haba deslizado en la mano en el ltimo momento. Encogiendo sus

    hombros desnudos y lacerados bajo la gruesa capa de piel, Hugh se concentrnicamente en lo ms urgente: protegerse del fro.

    Con todo, sinti cierto sombro placer al advertir que el correo se mostrabaincmodo ante la presencia de la bruma, pues lo obligaba a disminuir la velocidadde la marcha y a descender continuamente hacia las zonas despejadas que seabran y cerraban debajo del dragn, para comprobar dnde se hallaban. En unmomento dado, dio la impresin de haberse perdido y tir de las riendas de lamontura. En respuesta a la orden de su jinete, la criatura bati las alas paramantenerse suspendida en el aire. Hugh not la tensin del emisario real y advirtilas miradas rpidas y furtivas que diriga a diversos puntos del suelo. Por laspalabras que le oy murmurar entre dientes, el prisionero crey entender que sehaban alejado demasiado en una direccin. Cambiando de rumbo, el correo hizovolver la cabeza al dragn y ste reemprendi el vuelo entre la niebla. El mensajeroreal lanz luego una mirada ceuda a Hugh, como si quisiera decirle que el errorera culpa suya.

    Hugh haba aprendido a edad muy temprana, por pura cuestin desupervivencia, a estar alerta a todo cuanto suceda a su alrededor. Ahora,cumplidos ya los cuarenta ciclos, tal cautela era involuntaria, como un sextosentido. Era capaz de advertir al instante un cambio en la direccin e intensidad

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    del viento, una subida o bajada de temperatura. Aunque no dispona de aparatospara medir el tiempo, poda calcular con un par de minutos de margen el quehaba transcurrido desde determinado momento hasta otro. Tena un odo muyagudo y una vista an ms penetrante, y posea un sentido de la orientacininfalible. Eran pocos los lugares de las islas Volitaran y del continente de Ulyandia

    que no haba recorrido. Sus aventuras de juventud le haban llevado a remotos (ydesagradables) rincones del gran mundo de Ariano. Nada dado a alardes, queconsideraba una prdida de tiempo slo quien es incapaz de corregir susdefectos siente la necesidad de convencer al mundo de que no tiene ninguno,Hugh siempre haba tenido la ntima conviccin de que, donde fuera que lollevasen, adivinara en un abrir y cerrar de ojos en qu lugar de Ariano se encon-traba.

    Pero cuando el dragn, bajo las suaves rdenes de su jinete, descendi de losaires y se pos en suelo firme, Hugh ech un vistazo a su alrededor y tuvo quereconocer que, por primera vez en su vida, estaba desorientado. Jams hasta

    entonces haba visto el lugar donde se hallaban.El mensajero del rey descabalg del dragn, sac una piedra luminosa de lasalforjas y la sostuvo en la palma de la mano. Una vez expuesta al aire, la gemamgica empez a despedir una luz radiante. Las piedras luminosas tambin despi-den calor y es preciso colocarlas en algn recipiente. El correo se dirigi sin vacilarhacia una esquina del ruinoso muro de coralita que rodeaba el punto de aterrizaje.All se agach y deposit la gema en una tosca lmpara de hierro.

    Hugh no vio otros objetos en aquel patio desierto. La lmpara deba de habersido colocada all en previsin de la llegada del mensajero, o bien la haba dejado lmismo antes de acudir a Ke'lith. La Manosospech que se trataba de esto ltimo,sobre todo porque no haba rastro de nadie ms en las inmediaciones. Incluso la

    quimera haba quedado atrs. Era lgico suponer, por tanto, que el correo habainiciado su viaje desde all con la evidente intencin de regresar. Hugh se desliz alsuelo desde el lomo del dragn, pensando que el hecho poda tener mucha, poca oninguna importancia.

    El correo levant la lmpara de hierro. Regres hasta el dragn, acarici sucuello orgullosamente arqueado y murmur unas palabras apaciguadoras yreconfortantes que hicieron que la bestia se echara en el suelo recogiendo las alasbajo el cuerpo y enroscando la cola en torno a las patas. El dragn recost lacabeza sobre el pecho, cerr los ojos y emiti un suspiro de satisfaccin. Una ve2dormido, despertar a un dragn es una tarea terriblemente difcil e inclusopeligrosa pues a veces, durante el sueo, los hechizos de sumisin y obediencia alos que estn sometidos se rompen por accidente y uno puede encontrarse anteuna criatura confusa, airada y vociferante. Un jinete de dragones experimentadono permite nunca que su animal se duerma, excepto cuando sabe que hay algnmago competente en las inmediaciones. Un nuevo dato que Hugh apreci coninters.

    Acercndose a l, el correo real alz la lmpara y mir a la Mano con aireirnico, invitndolo a hacer alguna pregunta o comentario. Hugh no vio lanecesidad de malgastar saliva haciendo preguntas para las que saba que nohabra respuesta y, en consecuencia, le devolvi la mirada en silencio.

    El correo, desconcertado, empez a decir algo, cambi de idea y exhal

    suavemente el aire que haba aspirado para hablar. Luego dio media vuelta conbrusquedad sobre sus talones al tiempo que haca un gesto a Hugh para que lo

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    siguiera, y la Manoemprendi la marcha tras su gua. El emisario real lo condujo aun lugar que Hugh no tard en reconocer, gracias a sus remotos y oscurosrecuerdos de la infancia, como un monasterio kir.

    Era un edificio antiguo, abandonado haca mucho tiempo. Las losas del patioestaban resquebrajadas y, en muchos casos, haban desaparecido. La coralita

    haba crecido sobre gran parte de los elementos arquitectnicos exteriores queseguan en pie, erigidos con la poco abundante piedra grantica que los kir pre-feran a la coralita, ms comn. Un viento helado ululaba a travs de las estanciasabandonadas, en las que ninguna luz arda ni haba ardido, probablemente, desdehaca siglos. Bajo las botas de Hugh crujan las ramas de unos rboles cados ycrepitaban las hojas secas.

    Hugh la Mano, que haba sido educado por la orden severa e inflexible de losmonjes kir, conoca la ubicacin de todos los monasterios en las islas Volkaran yno recordaba haber odo hablar nunca de ninguno que hubiera sido abandonado,de modo que el misterio de dnde estaba y por qu haba sido conducido all se

    hizo an ms oscuro.El correo lleg ante una puerta de barro cocido al pie de un elevado torren eintrodujo una llave en la cerradura. La Mano mir hacia arriba pero no advirtininguna luz en las ventanas. La puerta se abri en silencio, seal de que alguiensola acudir a aquel lugar, ya que las oxidadas bisagras estaban perfectamenteaceitadas. Su gua se desliz en el interior del torren indicando con la mano aHugh que lo siguiera. Cuando ambos hubieron cruzado el umbral del fro yventoso edificio, el correo cerr la puerta y se guard la llave en el bolsillo de latnica.

    Por aqu dijo, aunque no eran necesarias demasiadas indicaciones puestoque slo haba un camino posible, y era hacia arriba. Una escalera de caracol

    ascenda por el interior del torren. Hugh cont tres niveles, sealados por otrastantas puertas de adobe. La Manoempuj cada una de ellas a hurtadillas mientrassuba, comprobando que todas estaban cerradas.

    Al llegar al cuarto nivel, la llave de hierro reapareci en las manos delemisario frente a una nueva puerta de adobe. Delante de ellos se abri un pasillolargo y estrecho, ms oscuro que los Seores de la Noche. Las pisadas de las botasdel gua resonaron en las losas del suelo. Hugh, acostumbrado a caminar ensilencio con sus flexibles botas de cuero de suela blanda, no hizo ms ruido que sifuera la sombra de su acompaante.

    Hugh cont hasta seis puertas tres a la izquierda y tres a la derecha antesde que el correo alzara la mano y se detuviera ante la sptima. Una vez ms, sacla llave de entre sus ropas. La cerradura chirri y la puerta se abri sin esfuerzo.

    Entra dijo el gua, hacindose a un lado.Hugh obedeci. No le extra or que la puerta se cerraba tras l. Sin

    embargo, no se escuch el ruido de la llave dando vuelta al pestillo. La nica luzde la estancia proceda del leve resplandor que despeda la coralita del exterior,pero la dbil iluminacin era suficiente para sus penetrantes ojos. Permaneciinmvil un instante, inspeccionando el lugar con detenimiento y advirti que noestaba solo.

    La Manono tena miedo. Bajo la capa de piel, sus dedos sujetaban con fuerzael mango de la daga, pero sta era una precaucin de sentido comn en tal

    situacin. Hugh era un hombre de negocios y supo reconocer al instante elescenario para una conversacin comercial.

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    La otra persona presente en la sala era amante de ocultarse. Permaneca ensilencio y se esconda en las sombras. Hugh no consegua verla ni orla, pero todoslos reflejos que lo haban ayudado a sobrevivir a lo largo de cuarenta speros yamargos ciclos le decan que haba alguien ms en la estancia. La Manoolfate elaire.

    Eres un animal, acaso, para olisquearme as? inquiri una vozmasculina, grave y resonante. Ha sido as como has sabido que estabaesperndote?

    S, soy un animal replic Hugh, lacnico. Y si te hubiera atacado?La figura se desplaz hasta colocarse ante la ventana y Hugh vio recortarse su

    silueta contra el dbil fulgor de la coralita. La Manoobserv que su interlocutor eraun hombre alto envuelto en una capa cuyo borde oy arrastrarse por el suelo. Lacabeza y el rostro de la figura estaban cubiertos por una cota de malla que slodejaba al descubierto sus ojos. Sin embargo, la Mano supo que sus sospechas

    haban sido acertadas. Ahora estaba seguro de con quin estaba hablando. Mostrla daga y respondi:Os habra hundido cuatro dedos de acero en el corazn, Majestad.Llevo la cota de malla replic Stephen, rey de las islas Volkaran y de las

    tierras de Ulyandia. Al parecer, no le sorprenda que Hugh lo hubiese reconocido.En la comisura de los finos labios del asesino se form una ligera sonrisa.La cota de malla no protege vuestra axila, Majestad. Levantad el codo.

    Avanzando un paso, Hugh llev sus dedos largos y finos a la abertura entre lacoraza y la pieza que protega el brazo. Una estocada con la daga, aqu...

    Stephen no parpade siquiera al notar el contacto.Tengo que comentar esto con el armero.

    Haced lo que queris, Majestad dijo entonces Hugh, sacudiendo lacabeza, pero si un hombre est dispuesto a mataros, consideraos muerto. Y sista es la razn de que me hayis trado aqu, slo puedo ofreceros un consejo:decidid si queris que vuestro cuerpo sea enterrado o incinerado.

    Habla el experto murmur Stephen, y Hugh capt el tono de ironaaunque no pudiera ver la sonrisa en el rostro cubierto de su interlocutor.

    Supongo que Su Majestad quera un experto, ya que se ha tomado tantasmolestias.

    El rey volvi el rostro hacia la ventana. Rondaba los cincuenta ciclos pero erafuerte, de constitucin robusta y capaz de soportar increbles penalidades. Serumoreaba que dorma con la armadura para endurecer an ms su cuerpo.Desde luego, teniendo en cuenta la fama de que gozaba su esposa, tal proteccinno pareca superflua.

    S, eres un autntico experto. El mejor del reino, segn me han dicho. Tras esto, Stephen guard silencio. La Mano tambin era experto en

    interpretar lo que decan los hombres con los gestos, no con palabras, y aunque elrey tal vez crea enmascarar bastante bien sus agitadas emociones, Hugh observque los dedos de su mano izquierda se cerraban sobre s mismos y escuch eltintineo metlico de la cota de malla que traicionaba el temblor que atenazaba almonarca.

    As solan reaccionar los hombres mientras tomaban la decisin de asesinar a

    alguien.

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    Tambin s que tienes un extrao sentido del orgullo, Hugh la Manoaadi el rey, rompiendo de improviso su prolongado silencio. Te anuncias comouna mano justiciera, como un instrumento de impartir castigos merecidos. Dasmuerte a aquellos que presuntamente han ofendido a otros, a aquellos que estnpor encima de la ley, a aquellos que mi ley, supuestamente, no puede tocar.

    Su voz tena un tono irritado, desafiante. Era evidente que Stephen estabamolesto, pero Hugh saba que los clanes guerreros de las Volkaran y de Ulyandiaslo se mantenan unidos gracias a una argamasa de miedo y codicia, y no lepareci que mereciera la pena discutir el asunto con un rey que, sin duda, loconoca a la perfeccin.

    Por qu lo haces? Insisti Stephen. Es alguna especie de cdigo dehonor?

    Honor? Su Majestad habla como un seor de los elfos! En Therpes, elhonor no os servira para pagar una comida barata en una taberna de malamuerte.

    Ah! Es el dinero, entonces? El dinero...! Por un plato de asado, se puede tener a un asesino queapuale a su vctima por la espalda. Esto les basta a los que slo quieren vermuerto a su enemigo. En cambio, los que han sufrido algn agravio, los que hanpadecido a manos de otro... stos quieren que el causante de sus males sufratambin. Quieren que su enemigo sepa, antes de morir, quin ha provocado sudestruccin. Quieren que experimente el dolor y el terror que caus antes a suvctima. Y estn dispuestos a pagar un alto precio por obtener esta satisfaccin.

    Me han contado que t llegas a correr unos riesgos extraordinarios, queincluso desafas a tus vctimas a un combate limpio.

    Si el cliente lo pide...

    ...Y si est dispuesto a pagar, no?Hugh se encogi de hombros. La respuesta era tan obvia que no necesitaba

    comentarios. Aquella conversacin no tena sentido, no llevaba a ninguna parte. LaManoconoca su propia fama y su cotizacin. No necesitaba orla recitar a otros,pero estaba acostumbrado a ella. Era parte del negocio. Como cualquier otrocliente, Stephen estaba buscando las palabras adecuadas para proponerle untrabajo y la Mano observ con sorpresa que, en tal situacin, un rey noreaccionaba de manera distinta de la del ms humilde de sus sbditos.

    Stephen se haba vuelto de espaldas y contemplaba el paisaje por la ventana,apoyando en el alfizar un puo crispado, enfundado en un guante. Hugh aguardpacientemente, en silencio.

    No lo entiendo. Qu razn puede tener quien te contrata para ofrecer a suenemigo la posibilidad de luchar por su vida?

    Quiz sea porque as obtiene una doble venganza, pues en tal caso no es mimano la que abate a ese enemigo, Majestad, sino la de los antepasados de mivctima, que ya no le brindan su proteccin.

    Y t? Crees eso tambin?Stephen se volvi a mirarlo y Hugh capt el reflejo de la luz de la luna sobre la

    cota de malla que cubra la cabeza y los hombros del monarca.Hugh frunci el entrecejo. Se llev la mano a los mechones sedosos de la

    barba, que le caa del mentn peinada en dos trenzas. Nadie le haba hecho jams

    aquella pregunta, lo cual demostraba al menos, as le pareci que los reyes seran diferentes de sus sbditos. Por lo menos, aqul lo era. La Manoavanz hasta

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    la ventana y se detuvo junto a Stephen. Un pequeo patio a sus pies atrajo lamirada del asesino. Cubierto de coralita, el suelo del patio despeda un brillomortecino y espectral en la oscuridad y Hugh observ, bajo la tenue luz azulada, lafigura de un hombre inmvil en su centro. La figura llevaba una capucha negra yempuaba una espada de aguzado filo. Ante sus pies tena un bloque de piedra.

    Hugh sonri, al tiempo que retorca los extremos de su barba.Yo slo creo en una cosa, Majestad: en mi astucia y en mi habilidad. Veo

    que no tengo eleccin. O acepto el trabajo que me propondris, o de lo contrario...No es as?

    No. Podrs escoger. Cuando te haya expuesto eso que llamas trabajo,podrs optar entre aceptarlo o negarte a hacerlo.

    ... En cuyo caso, mi cabeza ya puede ir despidindose de la compaa de loshombros.

    Ese hombre que ves ah abajo es el verdugo real. Es muy ducho en sutrabajo. Ser una muerte limpia y rpida, mucho mejor que la que te esperaba. Es

    lo mnimo que te debo por tu tiempo. Stephen se volvi para mirar cara a cara aHugh. Sus ojos, bajo la sombra del casco y de la cota de malla, eran oscuros yvacos; no brillaba en ellos ninguna luz interior, ni reflejaban la del exterior. Tengo que tomar precauciones. No puedo esperar que aceptes mi encargo sinconocer de qu se trata, pero revelrtelo significa ponerme a tu merced. No puedopermitirme que sigas con vida, sabiendo lo que pronto voy a confiarte.

    Si me niego, os libraris de m por la noche, aprovechando las sombras, sintestigos. Si acepto, me ver prendido en la misma red en la que Su Majestad sedebate ahora.

    Qu esperabas? Al fin y al cabo, no eres ms que un asesino replicStephen con frialdad.

    Y vos, Majestad, no sois ms que un hombre que quiere contratar a unasesino.

    Con una pomposa reverencia cargada de irona, Hugh dio media vuelta sobresus talones.

    Adonde vas? pregunt Stephen. Si Su Majestad me excusa, llego tarde a una cita. Hace una hora que

    debera estar en el infierno.La Manose dirigi a la puerta. Maldicin! Acabo de ofrecerte salvar la vida! exclam el rey.Al replicar, Hugh no se molest siquiera en volverse: Un precio demasiado bajo. Mi vida nada vale, y no le pongo precio. Y

    pretendis que, a cambio de ella, acepte un trabajo tan peligroso que habis tenidoque poner a un hombre entre la espada y la pared para obligarlo a aceptarlo? Pre-fiero afrontar la muerte que me estaba reservada, antes que aceptar lascondiciones de Su Majestad.

    Hugh abri la puerta de la estancia. Delante de l, cerrndole el paso, estabael correo del rey. A sus pies tena la lmpara de hierro cuya piedra difunda su luzhacia arriba, baando un rostro de belleza delicada y etrea.

    Hugh pens: ste, un correo? Tanto como yo un sartn!.Diez mil barls dijo el joven.Hugh se llev la mano a las trenzas de la barba y las retorci, pensativo.

    Lanz una mirada de soslayo a Stephen, que se le haba acercado por detrs.

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    Apaga esa luz, Triano orden el rey. De veras consideras estonecesario?

    Majestad Triano habl con voz respetuosa y paciente, pero en el tono deun amigo que da consejos a otro, no en el de un siervo que responde a su amo,este hombre es el mejor. No podemos confiar este asunto a nadie ms. Hemos efec-

    tuado considerables esfuerzos para hacernos con l y no podemos permitirnosperderlo. Si Su Majestad recuerda, desde el primer momento le advert que...

    S, lo recuerdo lo cono Stephen. Despus, guard silencio, furioso. Sinduda, nada le habra gustado tanto como ordenar al correo que condujera alcadalso a aquel asesino. Era probable que, al llegar el momento, el propio reyquisiera blandir la espada del verdugo. El correo cubri la luz con una pantalla dehierro, dejando la estancia a oscuras.

    Est bien! gru el rey. Diez mil barls? dijo Hugh, incrdulo.S respondi Triano. Cuando hayas terminado el trabajo.

    La mitad ahora y la mitad cuando haya terminado. Ahora, tu vida! Los barls, despus! mascull Stephen entre dientes.Hugh dio un paso ms hacia la puerta. Est bien! La mitad, ahora! La voz de Stephen era un murmullo casi

    incoherente.Hugh se volvi hacia el rey, hizo un gesto de asentimiento y formul una

    pregunta: Quin es la vctima?Stephen exhal un profundo suspiro. Hugh escuch un gemido ahogado en la

    garganta del monarca, un sonido vagamente parecido a los estertores de unagonizante.

    Mi hijo declar el rey.

  • 8/14/2019 Ciclo de La Puerta de La Muerte 1. Ala de Dragon 1

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    ALA DE DRAGON vol.1 Margaret Weis Tracy Hickman

    roby2001@ hotmail.com

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    CAPTULO 5

    MONASTERIO DE LOS KIR, ISLAS VOLKARAN,REINO MEDIO

    La revelacin no sorprendi a Hugh. Tena que ser alguien prximo a SuMajestad, para que ste llevara el apunto con tanta intriga y sigilo. La Manosabaque Stephen tema un heredero, pero desconoca cualquier otro detalle. A juzgarpor la edad del rey, el prncipe deba de tener dieciocho oveinte ciclos. Una edadsuficiente para haberse metidos en serios problemas.

    El prncipe est aqu, en el monasterio. Stephen hizo una pausa e intent

    humedecer su lengua reseca. Luego aadi: Le hemos dicho que su vida correpeligro y que t eres un noble disfrazado al que hemos encargado que lo escolte aun lugar secreto donde estar a salvo. Al monarca se le quebr la voz. Crispado,carraspe y continu hablando. El prncipe no pondr objeciones a la decisin,pues sabe muy bien que cuanto le decimos es cierto: se cierne en torno a l uncomplot amenazador...

    De eso no cabe duda coment Hugh.El rey se crisp an ms. Su cota de malla rechin y la espada tintine en la

    vaina. Contennos, Majestad! Susurr el correo, apresurndose a interponer su

    cuerpo entre el monarca y el asesino. Recuerda a quin te diriges! reprendi a

    ste.Hugh no le hizo caso. Adonde tengo que llevar al prncipe, Majestad? Qu debo hacer con l?Yo te explicar los detalles respondi Triano.Stephen ya no soportaba aquello por ms tiempo y empezaba a perder el

    aplomo. Se encamin hacia la puerta y, al hacerlo, volvi un poco el cuerpo parano rozarse con el asesino. Probablemente, el gesto fue inconsciente, pero la afrentano pas inadvertida a la Mano, que sonri ttricamente en la oscuridad y murmuren respuesta:

    Majestad, hay un servicio que ofrezco a todos mis clientes...

    Steph