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TERCERA PARTE CIENCIA, ARTE Y HUMANISMO XXVIII. HISTORIA, ARTE Y CIENCIA E S UN lugar común decir que el hombre es el único animal que posee conciencia de la historia. Tal convicción se basa en parte en dos observaciones: 1) la inmensa mayoría de los otros miembros del reino animal revelan muy poca capacidad para el aprendizaje. 2) todo el mundo vivo, con una sola excepción, evoluciona en base a una sola regla biológica: su capacidad de adaptación a las condiciones del medio ambiente, medida (en última instancia) por su eficiencia reproductiva. La excepción mencionada es el hombre, que gracias a su conciencia de la historia evoluciona en función no de una sino de dos reglas biológicas: su capacidad de adaptación al medio que lo rodea (indistinguible del resto del mundo vivo) y su cultura. El producto más genuino de la historia es la cultura. Ésta es difícil de caracterizar, porque no se trata de una propiedad específica del individuo o de una pauta general de su comportamiento, sino de una forma de vivir la vida. En esencia, la cultura es el aprovechamiento para nuestra existencia de todo lo que ocurrió antes de nosotros, es la utilización pragmática del pasado en la construcción del presente, es el producto de nuestra conciencia histórica. Entre las flores más delicadas de la cultura están el arte y la ciencia, pero sus relaciones con la historia son distintas: mientras para la creación artística la historia es conveniente pero no necesaria, para el progreso de la ciencia la historia es absolutamente esencial. la historia del arte también nos enseña que la creación artística original no es acumulativa sino estrictamente personal La relación de la ciencia con la historia es totalmente distinta. En lugar de autonomía, se trata de una dependencia absoluta. La historia de la ciencia nos enseña que su evolución es estrictamente acumulativa, que los descubrimientos científicos

Ciencia, arte y humanismo

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T E R C E R A P A R T E

CIENCIA, ARTE Y HUMANISMO

X X V I I I . H I S T O R I A , A R T E Y C I E N C I A

ES UN lugar común decir que el hombre es el único animal que posee conciencia de la historia. Tal convicción se basa en parte en dos observaciones: 1) la inmensa mayoría de los otros miembros del reino animal revelan muy poca capacidad para el aprendizaje.

2) todo el mundo vivo, con una sola excepción, evoluciona en base a una sola regla biológica: su capacidad de adaptación a las condiciones del medio ambiente, medida (en última instancia) por su eficiencia reproductiva. La excepción mencionada es el hombre, que gracias a su conciencia de la historia evoluciona en función no de una sino de dos reglas biológicas: su capacidad de adaptación al medio que lo rodea (indistinguible del resto del mundo vivo) y su cultura. El producto más genuino de la historia es la cultura. Ésta es difícil de caracterizar, porque no se trata de una propiedad específica del individuo o de una pauta general de su comportamiento, sino de una forma de vivir la vida.

En esencia, la cultura es el aprovechamiento para nuestra existencia de todo lo que ocurrió antes de nosotros, es la utilización pragmática del pasado en la construcción del presente, es el producto de nuestra conciencia histórica.

Entre las flores más delicadas de la cultura están el arte y la ciencia, pero sus relaciones con la historia son distintas: mientras para la creación artística la historia es conveniente pero no necesaria, para el progreso de la ciencia la historia es absolutamente esencial.

la historia del arte también nos enseña que la creación artística original no es acumulativa sino estrictamente personal

La relación de la ciencia con la historia es totalmente distinta. En lugar de autonomía, se trata de una dependencia absoluta.

La historia de la ciencia nos enseña que su evolución es estrictamente acumulativa, que los descubrimientos científicos dependen mucho más del momento histórico en que se realizan que de los individuos geniales que los llevan a cabo.

La razón de esta impersonalidad de la ciencia es que su crecimiento es rigurosamente histórico: para progresar en el conocimiento de la Naturaleza es esencial construir utilizando toda la información previamente acumulada.

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humanas creativas, las dos requieren larga y cuidadosa preparación técnica, excelencia técnica en su realización, gran imaginación, originalidad y trabajo intenso.

hay por lo menos tres aspectos en los que el arte y la ciencia son bien distintos: en primer lugar, mientras el objetivo del arte es la emoción estética, el de la ciencia es el conocimiento de la naturaleza; en segundo lugar, la creación artística no es acumulativa mientras que el nuevo conocimiento científico se construye incorporando al previamente existente; en tercer lugar, el genio es indispensable para el arte mientras que en la ciencia no hay nada que sólo pueda alcanzarse con la ayuda del genio.

La verdad científica no está ligada al investigador que la genera en la misma forma íntima como la obra artística pertenece a su creador. Pocas veces un descubrimiento en la ciencia es obra de un individuo aislado, por la sencilla razón de que el conocimiento científico es acumulativo.

Además, la mayoría de los descubrimientos científicos se hacen cuando ya "estaban en el aire", o sea cuando los sectores relevantes al área en que ocurren han avanzado lo suficiente para permitirlos

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EL 6 DE octubre de 1956 apareció en la revista inglesa New Statesman un artículo de C. P. Snow titulado "The Two Cultures" (Las dos culturas).

En nuestros medios académicos y culturales más elevados, la comunicación entre "científicos" y humanistas" no es difícil, sino que simplemente no existe.

De lo que se trata es de que en lugar de gesticular, la educación superior en México cumpla realmente con su cometido formal, que sea educación (en vez de indoctrinación, o simple reiteración, o hasta puro condicionamiento) y que sea superior, o sea que rebase en forma significativa el nivel profesional.

Lo productos de una educación universitaria óptima deberían ser capaces de contemplar el conflicto de las "dos culturas" de Snow como un episodio histórico interesante, un poquito anticuado y passé, además de que revela ciertas limitaciones culturales.

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Leonardo da Vinci fue un verdadero genio.

la universalidad del genio de Leonardo se ha aceptado como reconocimiento a su excelencia en dos campos de la cultura que tradicionalmente se consideran incompatibles, o por lo menos opuestos: la ciencia y el arte.

¿Por qué, entonces, Leonardo persiste como una de las figuras excelsas de todos los tiempos? se dedicó a la observación personal de la naturaleza.

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Como artista, tenía la experiencia de que los detalles de la naturaleza permiten distinguir a un árbol de otro, a una piedra de otra, a una escena compleja de otra; además, tal distinción les confiere un significado diferente a cada una de las distintas configuraciones que se comparan.

Lo que hizo Leonardo fue: transplantar la percepción y sensibilidad del artista al equipo esencial del científico.

De acuerdo con Leonardo, la naturaleza nos habla en el idioma de los detalles, de las minucias, de los aspectos del mundo exterior que en primera instancia estamos tentados a pasar por alto o a juzgar como menores y/o irrelevantes. 

Pero Leonardo dio un paso más, que lo arranca del Renacimiento y lo coloca entre nosotros, en un salto prodigioso de cuatro siglos: Leonardo llevó su descubrimiento de la importancia estética de la estructura fina de la naturaleza al laboratorio. Gracias a su influencia, los grandes esquemas cosmológicos, las generalizaciones de carácter universal, y los enunciados de leyes generales fueron cediendo su lugar (poco a poco) a pronunciamientos de alcances más restringidos, a postulados con aplicación más limitada. Leonardo le quitó a la ciencia su primitivo carácter de oráculo inapelable y la resituó en una posición menos egregia pero mucho más respetable. En vista de la naturaleza de las cosas, tal acción sólo podía ser realizada por un artista genial con intereses científicos serios.

Esa es la enorme importancia de Leonardo para la ciencia moderna. Con su atención minuciosa al detalle señaló que el camino para alcanzar el conocimiento de la naturaleza requiere la reducción de los problemas a las dimensiones que puedan manejarse, sin pasar por alto aspectos que puedan ser cruciales. 

X X X I I . E C L E S I A S T É S 1 : 1 8

Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia: y quien añade ciencia, añade dolorASÍ habla el Predicador, hijo de David, rey de Jerusalén, en un libro (el Eclesiastés) escrito entre 940 y 931 a.C.

1) "Mientras más sepas más sufrirás" es la otra cara de la moneda que en esta cara dice "La ignorancia es la madre de la felicidad". En esta interpretación se encuentra implícita la idea de que el conocimiento de la realidad nos abre los ojos a la tragedia de la vida, al hecho descarnado de nuestra insignificancia individual, o a lo efímero de nuestros esfuerzos y a lo intrascendente de nuestra existencia. según este concepto— permanecer en la ignorancia, que aunque no cambia nuestro cruel destino por lo menos nos evita el sufrimiento de conocerlo.

2) La otra interpretación de Eclesiastés 1:18 es diametralmente opuesta: aquí el dolor humano asociado al conocimiento no proviene de la conciencia de nuestra tragedia trascendental sino de la realización de que el acceso a, y el disfrute personal de, la insospechada, fabulosa y

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casi infinita riqueza que encierra la realidad que nos rodea y de la que somos parte, están forzosamente limitados a unos cuantos que pueden sufragarlo. El mundo se ha transformado, de un jardín abierto para todos, en un "club" de ingreso exclusivo y "sólo para socios". El dolor asociado al conocimiento existe pero está limitado a los que habiendo adquirido el segundo no están en condiciones sociales, políticas, económicas o de otros tipos de evitar el primero. Realmente, la felicidad no está ni en la ignorancia ni en el conocimiento, sino en la manera como nos enfrentamos a la realidad que nos ha tocado vivir a cada uno de nosotros.

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EL TÍTULO de estas líneas identifica (en latín) una enfermedad poco común, que afecta a individuos de ambos sexos y de cualquier edad (pero rara antes de los 8-10 años), y aunque progresiva e incurable, también es benigna.

su causa es totalmente desconocida, los autores están de acuerdo en que un elemento curioso es la regla en los pacientes: leen mucho.

Insanabile scribendis cacoethes (ISC) significa "enfermedad incurable de escribir". El padecimiento es tan antiguo como el hombre.

Para el enfermo de ISC el problema no es encontrar un tema y decidir si lo tratará como cuento humorístico o poema alejandrino; el problema es no escribir.

Un paciente con ISC es relativamente fácil de reconocer: si va por la calle lo más probable es que traiga varios libros bajo del brazo y que camine distraído, mirando todo pero no viendo nada, desaliñado y ligeramente despeinado.

con una expresión entre beatífica y ausente. En cambio, si se encuentra en una librería (su hábitat más común) su aspecto cambia radicalmente y puede adoptar dos formas, conocidas como A y B: en la forma A se transforma en un enajenado que va de un estante de libros a otro de manera intempestiva, intenta examinar varios volúmenes al mismo tiempo, gesticula grotescamente y se ríe con sí mismo, atropella a otros clientes sin disculparse (sin darse cuenta siquiera) y sale y entra varias veces a la librería, como si le fuera difícil alejarse de ella.

En la forma B, también conocida como catatónica por los franceses (catathonique) el enfermo de ISC llega violentamente a la librería, toma un libro, lo abre y permanece absolutamente inmóvil y estático por periodos de 9 ±2 horas promedio. La forma B puede terminar de dos maneras: o el sujeto con ISC es violentamente arrojado de la librería por los empleados cuando llega la hora de cerrar, o bien cesa el ataque y el paciente (sin comprar el libro) abandona normalmente el local.

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Naturalmente, la ISC se manifiesta sobre todo por la escritura continua y compulsiva, que no toma en cuenta ni las dotes de escritor del paciente ni la crítica y la tolerancia de los posibles lectores.

X L V . L A V E R D A D E R A C R I S I S D E M É X I C O

Todos queremos no sólo salir de esta crisis sino disminuir las probabilidades de volver a caer en otra semejante. Para ello es indispensable distinguir entre los factores causales o responsables de la crisis y sus manifestaciones. hay dos tipos de causas, unas que están más allá de nuestro alcance y otras que sí podemos prevenir o evitar. Estas últimas dependen de proyectos y decisiones hechas por hombres con poder. Lo que debe hacerse es facilitar las condiciones óptimas para que los hombres que lleguen a ese nivel de autoridad posean los conocimientos, los valores y el profesionalismo requerido para hacer las cosas bien, y que los responsables de implementar tales mandatos también estén técnica y moralmente capacitados para llevarlas a cabo en forma correcta. En otras palabras, si la crisis es consecuencia de incompetencia y deshonestidad por parte de los gobernantes, la solución es que el gobierno esté en manos de individuos capaces y honrados. Estas dos virtudes se aprenden, más por práctica e imitación que por sermones y lecturas.

Los sitios donde se imparten los conocimientos técnicos y se educa en los valores morales más altos son las instituciones de educación superior, representadas en nuestro país por la UNAM, el IPN, y las demás universidades e institutos tecnológicos de todo México.

Estos son los centros donde deben formarse los cuadros que van a heredar el poder y la autoridad ejecutiva administrativa del país.

El factor más importante en la determinación de la ineficiencia gubernamental ha sido la ignorancia, la más supina y estupenda ignorancia, ocultada detrás de las alabanzas, apoyos y aplausos que siguen a todas y cada una de las decisiones emanadas del poder.

Lo que más urge es reforzar las instituciones encargadas de educar individuos con las características opuestas, en el mayor número que sea posible y con el más elevado nivel de que seamos capaces.

Detener a la ciencia es cerrarle la puerta a la única posibilidad que existe de encontrar caminos nuevos para el desarrollo y crecimiento de México; si el problema tiene alguna solución, tendrá que ser científica. Con el apoyo

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necesario a la ciencia, es posible que salgamos adelante; sin él, es seguro que no.

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El espíritu que caracteriza a nuestra época es la ciencia: el mundo moderno es científico antes que (y por encima de) cualquiera otra cosa.

¿En qué consiste el espíritu científico? Dicho en pocas palabras, es la renuncia a aceptar como verdadero todo aquello que no sea empíricamente verificable. Al mismo tiempo, también es la decisión valiente de vivir en la incertidumbre, de sustituir con un "no sé" rotundo todas las explicaciones que no puedan someterse a examen objetivo e imparcial. Por último, es la conducta de la vida guiada solamente por la razón, sin que participen dogmas, ilusiones, ideologías ciegas y otras formas de fanatismo, incluyendo a la irracionalidad anticientífica.

el conocimiento del hombre de ciencia se limita a la realidad susceptible de verificación objetiva, mientras que todo lo que esté por fuera o más allá de la naturaleza (si es que hay algo) queda excluido en principio de la ciencia. 

Lo que caracteriza al investigador es que su conocimiento científico está restringido exclusivamente al sector de la naturaleza que pueda examinarse a través de sus sentidos y comprenderse de manera racional, pero ese mismo hombre de ciencia puede también filosofar (preferiblemente cuando no esté en su laboratorio) o sea discurrir racionalmente sobre asuntos no relacionados con la realidad, como la metafísica de su propia ciencia o la ética de su comportamiento, y también puede disfrutar de la gran satisfacción generada por la creación artística o interpretativa.

Una vez iniciada la ciencia, empezó a generar conocimientos sobre la realidad que nos rodea y a la que pertenecemos.

La ciencia es la llave de la modernidad. En la medida en que la apoyemos y la desarrollemos, nuestro país marchará en la dirección del futuro y tendrá posibilidades de salir del Tercer Mundo. En cambio, si posponemos el sólido crecimiento de la ciencia, seguiremos sumergidos por tiempo indefinido en el limbo que separa a la época medieval de la moderna. 

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MÉXICO es un país rico en recursos naturales pero (casi) todos sus habitantes somos pobres. Esta es una de las razones por las que se nos considera parte del Tercer Mundo. Pero nuestra pobreza no es solamente económica sino también cultural.

En ciertos sectores existen claras corrientes anticientíficas.

Las acusaciones dirigidas contra la ciencia han sido muy diversas: destrucción de la ecología, perversión del entendimiento, enajenación de los verdaderos valores humanos y, más recientemente, amenaza inminente de destrucción de

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toda la civilización y toda la vida (humana, animal y vegetal) en un holocausto nuclear. Esto ha resultado en que a la ciencia no sólo se le desprecie sino que además se le tenga miedo.

Una respuesta a las preguntas. sobre las causas de que la ciencia no se haya incorporado a la cultura de los países subdesarrollados. Por lo que corresponde a México y los demás países latinoamericanos, la respuesta es muy sencilla: nuestra entrada a la cultura occidental la hicimos bajo la tutela de la Madre Patria. En el Nuevo Mundo, los conquistadores españoles destruyeron todo lo que pudieron de las antiguas civilizaciones indígenas y en su lugar impusieron rey, idioma y religión.

Obsesionados por salir del subdesarrollo económico, nuestros gobiernos han empezado a aumentar (hasta ahora, tímidamente) los recursos adjudicados a la ciencia, insistiendo siempre y a veces hasta legislando que se apliquen en forma principal o exclusiva a la solución de problemas prácticos.

Esta actitud garantiza nuestra persistencia en el subdesarrollo cultural. Durante cuatro siglos rechazamos a la ciencia por su incompatibilidad con el dogma como último árbitro de la verdad; ahora la aceptamos pero sólo como instrumento para sacarnos de la pobreza económica. el conocimiento, que es el producto de la ciencia, posee la capacidad de liberar al espíritu de las garras del oscurantismo, los prejuicios y la ignorancia.

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En tiempos de austeridad, el país debe señalarse prioridades para invertir sus escasos recursos; es prioritario establecer una clara y firme jerarquía de acciones basadas en su capacidad para resolver las necesidades más urgentes e importantes en primer lugar, y para preparar y asegurar la salida de la situación adversa en el más corto plazo posible, también en primer lugar.

México al igual que España tampoco hizo caso de la ciencia como una fuerza para impulsar su desarrollo a través de casi toda su historia, aunque debe aceptarse que las repetidas convulsiones sociales vividas desde 1810 hasta 1923 no permitieron la tranquilidad necesaria para que la ciencia creciera y estableciera una tradición.

Para calificar entre las más altas prioridades, la ciencia debe tener por lo menos tres características: a) poseer capacidad para resolver algunos de los "problemas nacionales" más urgentes hoy; b) contribuir de manera esencial a la formación de los cuadros de técnicos y profesionales que van a ocupar los puestos claves en la dirección de nuestro país en el futuro inmediato; c) establecer las bases para evitar que vuelvan a ocurrir catástrofes de este tipo en el futuro. 

La ciencia no sólo es el instrumento indispensable para incorporarnos al mundo moderno, para resolver muchos de nuestros "problemas nacionales" y para

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darle una formación adecuada a nuestros dirigentes. Es también la única forma como podemos aspirar a competir en un mundo altamente competitivo.

en la austeridad la ciencia representa una de las más altas prioridades. 

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LA INFORMACIÓN desempeña un curioso doble papel en la ciencia: por un lado, el científico la usa como uno de sus instrumentos de investigación, mientras que, por el otro lado, la información es el único producto del trabajo del hombre de ciencia. 

uno de los pilares fundamentales de la ciencia, la reproducibilidad de las observaciones, que se antoja esencial en las ciencias naturales

En cambio, la información es el único producto de la ciencia, el resultado final de todo trabajo científico.

la ciencia es la fuerza más poderosa que se conoce en el Universo.

Lo que interesa aquí son dos cosas: la interferencia de la crisis en el flujo de la información utilizada como instrumento de trabajo por el hombre de ciencia, y el bloqueo de la información generada por el científico como producto de sus investigaciones.

Una de las consecuencias fácilmente predecibles del bloqueo en el libre flujo de información científica internacional en la productividad de los hombres de ciencia mexicanos es su disminución inmediata; si el bloqueo persiste, otra consecuencia será su creciente irrelevancia

La ecuación es bien sencilla: menor acceso a la información=menor producción, cada vez más irrelevante.

La crisis ha creado un bloqueo grave en el libre flujo de información científica internacional a México, frenando con eso el incipiente desarrollo de la ciencia mexicana. Esta última es la clave para intentar resolver mucho de los problemas que han creado a la misma crisis y que amenaza con seguir empeorándola. Es indispensable que la sociedad se dé cuenta de que la más alta prioridad que existe hoy en nuestro país es el reforzamiento decidido y generoso de las instituciones y actividades qué, por su propia naturaleza, sirven para combatir y en última instancia vencer a la crisis. La ciencia se encuentra a la cabeza de todas ellas. 

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ACTUALMENTE resulta un lugar común señalar a la ciencia como la fuerza principal que ha transformado al mundo y a la sociedad occidentales, sobre todo a partir del siglo XVIII y hasta nuestros días.Según Butterfield:

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Es natural que una fuerza tan poderosa y tan influyente como la ciencia tenga no sólo amigos sino también enemigos.

Creo que los enemigos actuales de la ciencia son de dos tipos, los de "fuera" y los de "dentro". Los enemigos de "fuera" son los que patrocinan, apoyan o simplemente simpatizan con el movimiento anticientífico y que tanto profesional como intelectualmente nunca han formado parte del gremio de la ciencia. En cambio, los enemigos de "dentro" son (o pretender ser) científicos profesionales que proponen y/o aceptan una imagen falsa, descastada o incompleta de la ciencia.Los integrantes del movimiento anticientífico contemporáneo forman un conjunto heterogéneo de enemigos. Una buena parte de ellos son personas bien intencionadas pero mal informadas; algunas se han dejado convencer por la caricatura del científico "diabólico" que desea conquistar al mundo (tan explotada en la televisión y otros medios igualmente infantiles) y acusan a la ciencia de haber desarrollado la bomba atómica, de ser responsable de la contaminación y destrucción del medio ambiente, así como del desenfreno y deshumanización de la vida actual. Otros más objetan el carácter materialista y determinista de la filosofía científica y la acusan de rechazar los valores tradicionales de una ética trascendental. Finalmente, quedan quienes aceptan que la ciencia tiene algunos aspectos positivos pero que ha corrido más aprisa que la capacidad del hombre para controlarla y se declaran partidarios de una moratoria, de un compás de espera en el avance científico para darle tiempo a la humanidad a adaptarse mejor a las nuevas formas de vida que propicia.

os enemigos de la ciencia que funcionan desde "dentro" de ella son extremadamente peligrosos y requieren identificación temprana, vigilancia continua y oposición permanente. Se trata de los seudocientíficos y/o funcionarios que, disfrazados de amigos y protectores de la ciencia, hablan siempre en favor de la ciencia "aplicada" y en contra de la ciencia "pura", de los que únicamente conciben a la ciencia como madre de la tecnología, de los que sólo ven a la ciencia como fuente de soluciones prácticas para los "problemas nacionales".

L I . ¿ S E P U E D E D E T E N E R A L A C I E N C I A

1) La acusación de que la ciencia es la responsable de que hayamos adquirido la capacidad de exterminar totalmente a la vida en nuestro planeta es muy grave.Es cierto que la ciencia genera conocimientos (de hecho, ninguna otra forma de relación del hombre con la naturaleza produce los mismos resultados) pero no hay absolutamente nada en la ciencia que especifique o restrinja el uso que podemos darle a esos conocimientos. El hombre decide con absoluta libertad lo que hace con la información generada científicamente. la ciencia no obliga a ningún tipo de decisión: la verdad (lo que podemos conocer de ella) es éticamente neutra. Si detenemos a la ciencia ya no tendremos nueva información, pero seguiremos teniendo plena autoridad (y

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responsabilidad) sobre nuestras decisiones y nadie más a quien echarle la culpa.

2) ¿Es posible detener a la ciencia? La obliteración completa de la curiosidad humana, del deseo de saber de H. sapiens, que según Aristóteles es una característica de lanaturaleza misma del hombre, no puede alcanzarse en nuestro tiempo por medio del simple expediente de suspender las subvenciones oficiales a la ciencia. Puede decirse, en momentos de gran efervescencia política, que la "ciencia debe detenerse", pero tales declaraciones no pasan de ser ruido irrelevante, de acuerdo con el lenguaje oficial de los comunicólogos universitarios.

3) 3) La hipótesis de la conspiración de los malos contra la sociedad buena y justa posee una antigua y noble tradición; su popularidad se basa no sólo en que explica claramente el origen de nuestros infortunios sino también en que nos permite colocarnos automáticamente entre los buenos. os antiguos equivalentes del Científico Maligno han poblado desde todos los tiempos los cuentos para niños y se identifican por dos características: poseen poderes sobrenaturales y los usan para hacer el mal.

Ni la ciencia ni los científicos somos enemigos de la vida, sino todo lo contrario. El ataque debería estar dirigido contra los políticos y los generales, que son los que toman las decisiones relativas a la guerra y a la destrucción de las vidas humanas.