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Cirugía
Pediátrica
Cirugía
PediátricaHISTÓRICO BREVIARIO DE SUS PRINCIPIOS.
RELATO POR UNO DE LOS PIONEROS
DE LA ESPECIALIDAD EN MÉXICO.
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CIRUGÍA PEDIÁTRICA. HISTÓRICO BREVIARIO DE SUS PRINCIPIOS. RELATO POR UNO DE LOS PIONEROS DE LA ESPECIALIDAD EN MÉXICO. (*)
No existe duda sobre la estrecha relación que desde tiempos remotos ha existido
entre la medicina interna y la cirugía en su afán de proporcionar salud al ser
humano y sus comicios marcharon presumiblemente con simultaneidad. Herodoto
ya nos los dió a entender en su Historia. Sin embargo, seguramente antes de
Macaonte y Podalirio ya se diferenciaban con claridad sus dos terapias a las cuales
más tarde Quiron tipificara con obstinación en la época de la medicina helénica. La
historia de la pediatría quirúrgica, de la cirugía pediátrica o de la cirugía infantil se
remonta a tiempos inmemorables. Las tres terminologías antes citadas a las que se
recurrirá con frecuencia e indistintamente en estos relatos tienen raíces mexicanas,
anglosajonas y francesas respectivamente. Como para la mayoría de las ciencias
para la medicina pediátrica el hacer un relato de su historia implica el abrevar
básicamente a lo tangible de sus libros, artículos, revistas y demás documentos
escritos o grabados, razón por la cual a ellos hemos recurrido en esta sinopsis.
(*) Prof. Andrés Ernesto Straffon Osorno AMC – AMP – AAP – BAPS - EPSA
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EN EL MUNDO
Los primeros documentos de que tenemos noticias son los Manuales Rusos de
Cirugía Infantil de I.V. Bush editados en 1807, el de Cirugía Operatoria de J.J.
Salomon en 1840 y el del francés M.P. Guersant del Hospital des Enfantes Malades
de Paris quién publica periódicamente como Noticias sus experiencias sobre ésta
especialidad entre 1840 y 1860. Por ese tiempo, el también ruso S.F. Jotovitski en
1847 publica temas de pediatría quirúrgica. En 1860, J. Cooper Foster, cirujano del
Guy’s Hospital y del Royal Infirmary for Children publica The Surgical Diseases of
Children con excelentes litografías de hemangiomas, espina bífida, gastrostomías y
colostomías. En el mismo año A. W. Johnson inició sus lecturas sobre The Surgery
of Childhood en el Hospital for Sick Children, Great Ormond Street, London,
mismo hospital en donde un siglo después en 1963 antecedido por el trabajo de
Duhamel leyera mis trabajos de ingreso a la British Association of Pediatrics
Surgeons e intitulados: Congenital Hypertrophic Pyloric Stenosis. Neostigmine Test
in the Diagnosis and Ladd’s Disease. Information About 36 cases studied in the
preoperative, transoperative and postoperative.
Las lecturas de T. Bryant iniciadas en 1863 como Lettsomian Lectures sobre cirugía
pediátrica y que serian reconocidas por el Council of the Medical Society of
London. T. Holmes publica en 1869 The Surgical Treatment of Diseases of Infancy
and Childhood en el mismo año en que se funda en América el Children’s Hospital
de Boston y en el cual en 1953 sería un estudiante de postgrado. Pirogof, quién para
mi fuera para la neonatología lo que Vesallius lo fué para la moderna fisiología del
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adulto, en 1880, con sus notables investigaciones comparativas de la anatomía de los
cadáveres de niños sanos y malformados abre las puertas europeas que influirían en
Tarnier en ese año y en Budin en 1890. En 1909 S.W. Kelley, siendo President of the
Association of American Teachers of the Diseases of Children publica el primer
libro de texto de Norteamérica sobre los padecimientos quirúrgicos de los niños.
Roux en 1907 lleva el intestino hacia arriba para la reconstrucción esofágica. Años
después en 1910 el ruso D.E. Gorójov publica el texto más completo sobre la materia
en donde se incluían intervenciones para corregir las deformaciones congénitas y las
originadas por la tuberculosis osteoarticular. Hay datos sobre el tratamiento
herniotómico, de las apendicectomías, de las intervenciones sobre boca, oidos y
garganta; se describen técnicas sobre las sindactilias, corecciones para la fimosis y
las parafimosis, hoy obsoletas por la práctica de la Sinequiotomía. Fredet y Ramsted
en 1912 publican la piloromiotomía para el tratamiento de la Estenosis Pilórica, a
partir de la cual se evitan las derivaciones gastrointestinales. Para 1913 Ritcher
inicia la posibilidad de la cirugía en la atresia esofágica aunque el primer intento se
atribuye a Steele en 1888. También por el año de 1919, se creó la primera cátedra
de cirugía infantil dirigida por F.K. Veber en el Hospital Raujfus de Leningrado.
Todo esto acontecía casi con simultaneidad gracias a las cercanias de los paises y a
la emigración masiva hacia los U.S.A. que en esos tiempos facilitaban el
intercambio. Así, A.V. Reuss, A. Reiche, V. Pfaundler, Barcrof, Hess, V. Jaschke, se
interesaban ya no sólo en lo anatómico del niño, sino como también de su fisiología y
ya enfocaban sus investigaciones al recién nacido. Como ha sido fácil observar las
influencias rusas, inglesas y francesas influyeron preponderantemente en los
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comicios de la pediatría quirúrgica en América. Por escritos e intercambios
personales de quienes escribieron y vivieron por los años veintes del siglo XX, se
estima que fue a raíz de esa época el que se consolidó como especialidad importante
a la pediatría quirúrgica y se aceptó en definitiva su diferenciación con la cirugía
general del adulto. Destacan entre ellos por haber dejado claras constancias:
Barrington-Ward de Londres quién entre muchas más dejó constancia de ésta
oración: “El adulto puede ser tratado sin peligro como un niño, pero lo inverso
puede causar una catástrofe”; Fraser de Edimburgo, Coe de Seattle, Ladd de
Boston con sus investigaciones en los cadáveres con diversas patologías de la
cavidad abdominal y especialmente de las implantaciones peritoneales anómalas que
refiere con Gross en su libro de 1941 intitulado Abdominal Surgery of Infancy and
Childhoood; Penberthy de Detroit; Broca, Kirmisson y Ombrédanne de París;
Drachter y Gossman de Alemania; Krasnobaev y Terovski de Moscú.
Poco tiempo después, allá por los mediados de los treintas, aparecen en la escena W.
Potts quién en base a los estudios de Blalock-Taussig practica en los cuarenta la
anastomosis aórtico-pulmonar en el Fallot y remata con su extractado y primoroso
libro de 1959 intitulado The Surgeon and the Child; a Longino en el Children’s de
Boston lo mire practicar estas derivaciones aórtico-pulmonares. R. Gross con su
versátil y novedoso tratado The Surgery of Infancy and Chilhood y quién iniciara
para el mundo el auge de la cirugía cardiovascular de origen congénito empezando
con la sección del conducto arteriovenoso patente en 1938 y su Unidad Sharon de
convalecientes en donde acabé de realizar mi tesis. Ehrenpreiss y Bodian con sus
aportaciones a las enfermedades ano-rectales congénitas y O. Swenson sobre la
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etiología del Hirschsprung y el descenso abdominoperineal al que después se le
sumaran algunas variantes y que culminara esfuerzos con su práctico y
comprensivo libro de 1958 intitulado Pediatric Surgery; M. Grob y G. B. Duhamel,
en europa, quienes como la mayoría dejan constancia en sus textos de originales
modificaciones a las técnicas clásicas, y destacando M. Févre con sus enormes
aportaciones a la ortopedia infantil. Se editan los Atlas de Gross, el de White y el de
Ashcraft, con espléndidas leyendas, preciosos dibujos pero carentes de fotografías
sobre todo en el transquirúrgico y menos aún en color como las mostradas en
nuestro Atlas 2003-2009. Las aportaciones en urología pediátrica de Johnston, de
Williams y de Witaker en Inglaterra y los de Hendren en los U.S.A. nos abrieron
más posibilidades terapéuticas que pudimos poner en práctica. En 1962 aparecen
los 2 tomos de Benson, Mustard, Ravitch, Snyder y Welch también intitulados
Pediatric Surgery y que completaron nuestro aprendizaje de ese entonces. Guardo
autografiado por Benson un ejemplar.
En habla española se edita por el Hospital Central Militar el libro de Pediatría
Quirúrgica de J. Lozoya y F. Cacho en 1959, el de Cirugía Pediátrica de F. Beltrán
B. en 1969 por el Hospital Infantil y el Manual de Cirugía Infantil de A.E. Straffon
en 1971 por el Instituto Mexicano del Seguro Social. Todos con aportaciones
originales y con sus estadísticas. De estas obras sólo el de Straffon ha llegado a la 5a
edición llevando el título de la última publicada en 1992 de Pediatría Médico-
Quirúrgica y remata con el Atlas Compendiado de Pediatría Médico-Quirúrgica
del 2003 en texto escrito y del 2011 en DVD Multimedia y las cuales Bayer
publicara como Obras magnas y que incluyen su 8 películas docentes. En 1976 el
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Dr. A. Peña R. edita El Niño Gravemente Enfermo. Terapia Intensiva en Pediatría,
el Dr. Gil Barbosa en 1983 produce Procedimientos en Cirugía Pediátrica y en
1988 por el Dr. C. Baeza H. se publica Patología Quirúrgica Neonatal. Al parecer
estos fueron los primeros textos conocidos en habla española. Son concomitantes o
se suceden, entre otros, los libros y artículos de Soave en Italia, de Pellerin en
Francia, de Gans en los Angeles, de Jones en Melbourne y el de Rickham y Johnston
sobre Neonatal Surgery en Londres. Todos ellos llevan consigo innumerables
experiencias y avances de cirujanos pediatras quienes imprimieron modificaciones,
sellos de singularidad y aportaron de su peculio técnicas o principios originales.
Otros importantes libros que versaban sobre las consideradas como sub-
especialidades de la cirugía pediátrica aparecieron por esos últimos tiempos pero
que escapan al objetivo primordial de relatar lo sobresaliente comprobable de los
principios de la especialidad.
Mientras tanto se instaura en años recientes la variante de Cirugía de Corta
Estancia, la cual previa evaluación del caso, logra que el niño sea reintegrado a su
casa a la brevedad posible sin tener la larga estancia hospitalaria que significaba el
permanecer hasta el último retiro de sus puntos. Con ello se ha conseguido
prioritariamente devolver al niño lo antes posible al lugar de sus amores cercanos y
además reducir y por ende ahorrar los costos que se generan por las innecesarias y
prolongadas estancias hospitalarias.
Al mismo tiempo se difunden innovaciones quirúrgicas y tecnológicas las cuales en
un principio sólo tenían indicaciones propedéuticas. Se atribuye al médico árabe
Abulkasim (963-1013) ser el primero en utilizar una luz reflejante para investigar el
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cervix; a Kelling en 1901 la endoscopía de la cavidad peritoneal; a Veress en 1938 a
su aguja para insuflación de CO en la cavidad abdominal; Kalk en 1951 por sus
2000 casos de laparoscopías diagnósticas. Gans y Berci desde 1971 practican en
niños la laparoscopía diagnóstica. A partir de estos hallazgos, así como del chip de
computadora adaptado a una cámara de video, los cirujanos encuentran la
posibilidad de practicar no sólo la propedéutica sino la cirugía laparoscópica,
llamada también de mínima invasión, para los diversos problemas que requieren
cirugía en la infancia. Quizás el primer libro de Laparoscopía y
Toracoscopía Pediátrica fue editado por Thom E. Lobe de Memphis Tennessee y a
partir de él, aparecen más y más informes para la corrección de procesos
patológicos antes reservados a la cirugía clásica o tradicional. ¿Cirugía
laparoscópica fetal? La mejor conseja para los practicantes de ésta cirugía es la de
que antes de practicarla tengan una basta experiencia en la cirugía a cielo abierto.
Concatenado a lo anterior ocupa un lugar trascendente el que se refiere a los
Transplantes. Aunque ya se vislumbraban estos y sus variantes, corresponde a
Alexis Carrel, receptor del Premio Novel en 1902, los primeros trabajos con el
intento de transplantar órganos entre animales pequeños, el de las anastomosis
vasculares y el cultivo de tejidos; al inicio de los transplantes de órganos aparece
Housay (1929); Murray, Merril y Harrison (1958) el de riñón; Starzl (1963) de
hígado; Hardy (1966) de pulmones; Bernard (1967). Sin embargo, estos con sus
variantes, en cuanto a resultados humanistas, prácticos y estadísticos permanecen
paupérrimos.
Sin el mínimo deseo de malograr o contravenir todos los nobles, encomiables y
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admirables esfuerzos que se han hecho y que prosiguen haciéndose con el propósito
de mejorar todo lo concerniente a los transplantes de órganos, si sugeriríamos
suplicantes, que con sus mismos bríos no se dejaran de hacer las investigaciones
actuales que se citan más adelante y el de considerar y tener presentes estas
reflexiones y elucubraciones relacionadas con la niñez. Recordemos que los
principios básicos de la bioética referentes a la investigación (Código de Nuremberg
(1947), la Declaración de Helsinski (1964), la Enmienda de Tokio (1975), los
Artículos de Viena (1983), de Hong Kong (1989), de la OMS (1993), coinciden en
que son requerimientos primordiales para abordar cualquier investigación humana
la autonomía y el consentimiento. Si con buena fe transpolamos con lógica
factibilidad dichos postulados al ámbito de la terapéutica sabremos en cuanto a las
distintas fases de crecimiento y desarrollo del niño, que esos requisitos son
imposibles de cumplirse dejando al crío en la indefensión completa. Por otra parte,
los niños no son cosa, objeto o producto de la cual sean los familiares, los tutores o
las autoridades sus dueños y quienes con libre albedrío puedan disponer de su vida
y por ende optar por decisiones a las que a la mejor el niño, vivo o muerto, no
consintiera. En su existencia vital, primordialmente, el niño necesita de
demostraciones de amor de parte de sus padres y seres cercanos, de cariños, besos,
apapachos, amigos, juguetes y juegos, amigos, mascotas, deportes, escuela, paseos y
los cuales en el preoperatorio y en el postoperatorio, tedioso, largo, doloroso y triste
al que se ven sujetos, todo eso que es su calidad de vida le es prohibido. Además
en todo trasplante existe la azarosa y desesperanzadora sombra del rechazo y la
incompatibilidad, precoz o tardía. El Transplante de órganos en pediatría resulta
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ser en ocasiones un recurso elitista, porque está supeditado a largas listas de espera,
a la suerte, la influencia y al dinero. Se auspicia potencialmente al tráfico y a la
venta de niños o de sus órganos e insita a la ganancia ilícita en el comercio humano.
Al niño se le llega a mirar, potencialmente, como un depósito, bodega, almacén o
reservorio de órganos. El procedimiento es muy oneroso y el costo de los
medicamentos para evitar el rechazo, las infecciones, el mantenimiento y las
complicaciones podrían ser derivadas a otras más frecuentes cirugías que reclaman
los niños en lista de espera de su cirugía electiva. Por ser la edad pediátrica (desde
el primer vagido hasta la adolescencia) en la cual se efectúan los más grandes
cambios vitales en cuanto a desarrollo y crecimiento, comprenderemos lo difícil que
es conseguir un órgano adecuado. En lo cadavérico, los órganos por transplantar
deben proceder de “cadáveres sanos”, de muerte violenta y pronto manejo
especializado, lo que en el consuetudinario vivir resulta una rara posibilidad. En
teología popular y superficial ¿No se es ingrato o se comete sacrilegio o profanación,
si se dona en vida o postmortem los órganos que Dios nos obsequió y a los cuales
estamos obligados a cuidar como un todo indisoluble? Con respecto al transplante
fatuo e indignante de órganos de animales al niño, todos han resultado en fracaso
rotundo. Además de lo citado que invita a la reflexión, para aquellos que hemos
transitado cerca de 67 años en la cirugía pediátrica, que hemos compartido más que
alegrías, de las angustias, sufrimientos y congojas de la niñez enferma, nos
permitimos insistir en que con el mismo tesón que se pregonan los transplantes, se
continúen reforzando las investigaciones en la nanomedicina aplicada, en la
ingeniería biomédica, molecular y genética y se prosigan las indagaciones sobre las
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células madre, troncales o estaminales, las cuales por cierto ya han probado su
utilidad y avances. Mientras tanto debemos hacer gala de conformidad ante la pena
de lo difícilmente posible, descorazonante y desesperanzador. Enseñar a fortalecer
nuestro espíritu con esa resignación conciente ante lo inevitable. Tener presente
siempre al Ser Supremo que rige nuestros destinos y a la naturaleza que gobierna
biológicamente la selección natural de las especies.
EN MÉXICO
En la época prehispánica los recursos manuales con fines terapéuticos más que de
verdadera arte y ciencia quirúrgica deben de haber sido practicados por las
diferentes razas que poblaron el país entre las que destacaban los Olmecas,
Teotihuacanos y Toltecas. Nuestros naturales o aborígenes eran más duchos en el
manejo de la maravillosa herbolaria. Entre los aztecas se sabe que practicaron
trepanaciones, correcciones de fracturas expuestas, devridación de abscesos, cierre
de heridas y otros procedimientos con fines curativos. Ritualística y
desgraciadamente por los sacrificios a sus dioses eran diestros en extirpar
corazones de niños para ofrendarlos los primeros días del mes de febrero
correspondientes a nuestra época a Chalchiuhtlicue diosa de Agua y a Tlaloc Dios
de la Lluvia. Desafortunadamente también era común la práctica de las punciones o
incisiones en las orejas y en el “capullito de su miembrecito”, costumbres adoptadas
quizás como un ritual bautismal. Y pensar que a casi cinco siglos más tarde, los
mexicanos luchamos contra las marcas y torturas de la niñez e incentivamos la
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integridad del importantísimo prepucio.
En la época de la colonia aparece en 1768 la Real Escuela de Cirugía de México
forjada a instancias del preclaro cirujano español Don Pedro Virgili con su
inconcevible dualidad de requisitos para los Cirujanos Latinos y para los Cirujanos
Romancistas, según tuvieran o no estudios previos y profundos de medicina. La
historia de la cirugía pediátrica en ciernes está íntimamente ligada a los nosocomios
que contaban con lugar para albergar a niños. Así es de suponer con visos de
credibilidad que muchos cirujanos generales de adultos o practicantes de otras
especialidades allegadas hubieran intentado la maniobra quirúrgica para tratar,
sobre todo, ciertas teratologías o malformaciones congénitas aparentes.
En la época independiente el Hospital de Maternidad e Infancia en 1861 se establece
en esta Capital. Después de que Maximiliano instala en su Corte la Casa de
Maternidad e Infancia se inaugura en 1877 una sala dedicada exclusivamente para
niños en el Hospital de San Andrés que dirigiera el Dr. Eduardo Liceaga, una de
cuyas instalaciones llevaría también el nombre de Hospital de Maternidad e
Infancia. Al inaugurarse en 1905 el Hospital General de México esta última
mencionada instalación le es incorporada, no siendo sino hasta 1950 cuando al
Hospital General se le dota de un gran pabellón pediátrico. Aunque un esbozo
primicial de hospital pediátrico pudiera haber sido el Hospital de la Caridad para
Niños de Puebla rehabilitado en 1877, parece ser que el crédito corresponde al
Hospital Infantil de San Luis Potosí surgido por la privilegiada mente del Dr. M.
Otero Arce quién fundara quizás la primera revista pediátrica del país y de
América latina la cual se intitularía Anales del Hospital Infantil de San Luis Potosí.
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A éste connotado médico se le reconoce ser el precursor de la cirugía pediátrica en
México. Como anécdota de primicia con relación a él que se autonombró como el
primer cirujano pediatra, está la primera pericardiectomía realizada en México en
el año de 1883 con el propósito de extirpar un “gran goma de mediastino”.
Es necesario mencionar que a principios del siglo XX el Dr. I. Peón Aznar inicia la
cirugía infantil en el viejo Hospital O’ Horán de Mérida. En 1899 el Dr. Roque
Macouzet desempeña la Cátedra de Cirugía Infantil después de habérsele otorgado
en 1892 al Dr. C. Tejeda el primer nombramiento que hiciera la Escuela de
Medicina como Profesor de Clínica de Enfermedades Infantiles. El Hospital de San
Pablo se transforma en Hospital Juárez y en 1911 se crean salas de atención infantil,
mismo año en que la Academia Nacional de Medicina instala su sección de pediatría
con tres sitiales. La medicina interna y la cirugía continuarían hermanadas aunque
la primera hubiera sido quién se fraguara a principios del presente siglo con
egregias personalidades tales como las de: G.Diaz Lombardo, A. Ortega, F.P.
Carral, R. Carillo, A. Pruneda, A.G. Alarcón. Años más tarde les seguirían otros
más, varios de ellos con estudios en el extranjero y algunos de los cuales llegaron a
ser mis maestros directos: Dr. I. Espinoza de los Reyes fundador de la Sociedad
Mexicana de Puericultura en 1928 y simiente de la que 1930 sería la Sociedad
Mexicana de Pediatría que conjuntaría a los destacados doctores, M. Toroella, M.
Cárdenas de la Vega, de quién por cierto continuaría en niños provenientes del
ejército mexicano su discreta casuística sobre antropometría del niño mexicano,
tablas de peso-talla y de otras dimensiones que con apocopadas modificaciones aún
subsisten. El Corl. M.C. F. Gómez Santos, mi maestro de la Cátedra de Paidología;
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R. Aguilar Pico, A. Navarro Hidalgo, R. H. Valenzuela y Prado Vértiz, con quienes
asistiría como ponente por México, en algunos Congresos Internacionales. En
especial rememoro el X de Lisboa porque de ahí surgió la invitación para ingresar a
la British Association of Paediatric Surgeons; R. Soto Allende, J. Muñoz Turnbull,
quién siempre me apoyara y avalara con mis estudios y especialmente con los
entonces controvertidos sobre el prepucio; F. López Clares y etc. Entre estos
distinguidos pediatras se atribuye a los doctores A. Marvan y a L. Escontría el
haber intervenido quirúrgica y exitosamente a recién nacidos. A todos ellos nuestro
reconocimiento, no sólo por ser incentivadoras para la creación del gran Hospital
Infantil de México, sino por haber sido los instigadores indirectos del recurso
quirúrgico.
No podría haber existido pediatría haciendo a un lado a la cirugía. Las pequeñas
instalaciones pediátricas como los Centros Materno-Infantiles, como la Casa de
Cuna para Niños Expósitos, el Hospital de Niños Dolores Sanz y la paupérrima sala
dedicada a los niños en el antiguo Hospital Militar del Cacahuatal y que después
pasara a Arcos de Belén, así como las divisiones, los departamentos, las salas ó los
servicios infantiles de los grandes hospitales generales fueron a no dudar los
primeros protagonistas de la pediatría quirúrgica, puesto que debieron de haber
contado con cierta cirugía pediátrica la cual ameritó haber sido practicada, por
supuesto, con grandes restricciones por los cirujanos de adultos más habilidosos de
esos tiempos.
No fue sino hasta la inauguración del Hospital Infantil de México en 1942 por el
Corl. M.C. Federico Gómez Santos, (quién por cierto fundara también en 1963 el
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Hospital Pediátrico del Centro Médico Nacional Siglo XXI e insistiera en otros
hospitales pediátricos en el valle de México) y estando como Jefe de Residentes en
cirugía el Tte. Corl. M.C. Jesús Lozoya Solís y como Residente Adjunto el Dr. F.
Cacho, es cuando en la realidad se crea la pediatría quirúrgica responsable,
organizada, académica, docente, investigadora, rehabilitadora y social. Como un
puntal aledaño estaba como Jefe de Residentes en Medicina el amable y enjundioso
Tte. Corl. Herrera. El maestro Lozoya acrecentó sus estudios pediátricos en el
Children Hospital de San Luis Missouri, mismo hospital en donde antes estudió el
maestro Gómez Santos al lado de W. Mc. Marriott y para perfeccionar
posteriormente su pediatría quirúrgica estuvo al lado de Ladd y Gross en el
Children´s Hospital de Boston. Estas circunstancias garantizaban los verdaderos
cimientos de la cirugía pediátrica y no sólo de la de México. Por su capacidad y
carisma tuvo contacto directo con los representantes quirúrgicos de ese tiempo, lo
que le mantuvo siempre actualizado. Fue fundador de la Sección de Cirugía de la
American Academy of Pediatrics junto a Coe, Ladd, Gross, Swan, Swenson y
Clatworthy entre 1948 y 1953.
En 1947 fui medio-interno en el Hospital Infantil de México gracias a que la Cátedra
de Paidología y otras que de la Médico ahí se enseñaban y a que el maestro Gómez
Santos conocía de mis asistencias quirúrgicas estudiantiles y quién quizás como a
otros me llamaba “ mi hijo”, le indicó al administrador, Mayor M.C. Espinoza
Ogarrio, que me diera la tarjeta para mis alimentos, la cual era perforada de
acuerdo con el día de consumo y que me costaba un peso diario. Fungía como
Residente en Medicina y después como destacado Sub-Director el Mayor M.C. L.
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Benavides, quién además de docente y escritor, ocupara después puestos político-
administrativos de importancia pediátrica. Los doctores F. Cisneros y G. Zarate
Mijangos eran los sub-residentes quirúrgicos. En esa época el Hospital contaba con
los brillantes internistas ya citados en líneas anteriores, pero carecía de pediatras
cirujanos y por ello invitó a cirujanos del Central Militar quiénes con relativamente
poca experiencia pediátrica pero con enorme experiencia médico- quirúrgica en su
especialidad acudían al nosocomio y a quienes por órdenes superiores y que bueno
que así fuese, los asistiría con frecuencia con mi ayudantía: Torres de Anda en
cirugía de tórax; R. del Villar, Becerril Carmona, M Fernández Posada, F. Reyes
Rodríguez y Castillo Dibildox en otorrinolaringología; en oftalmología J. Palomino
Dena; en neurología y psiquiatría M. Ramos Contreras fundador de la
neuropediatría; M. Salas como fundador también de la anatomía patológica
pediátrica y uno de sus colaboradores E. Contreras R.; en infecciosos R. Pous
Roca; en broncoesofagología E. Echevarria; Álvarez de los Cobos en el incipiente
servicio de prematuros; en pediatría ortopédica a L. Sierra Rojas quién por cierto
junto a Velazco Z. fundara el primer Banco de Huesos; en cirugía plástica y
reconstructiva F. Pérez Gallardo. S. Sariñana estaba en la residencia menor de
oncología de la consulta externa vespertina del Dr. Zalce. Desde ese entonces, en los
comicios del Hospital Infantil, allá por los años 40 del pasado siglo, siendo aún
adolescente, supe que quería ser un cirujano pediatra.
Poco tiempo después se presentan en ésta sinóptica historia los doctores F. Beltrán
Brown, E. Villalpando, F. León Díaz, O. Navarro y pocos años más tarde en cirugía
experimental el Dr. A. Silva Cuevas, llegando a ser el primeramente citado en 1954
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quién continuara la jefatura que dejara el Dr. Lozoya cuando este se vio precisado
por avatares del destino a distanciarse del Dr. Gómez Santos. El Dr. Lozoya allá por
1949, después de mi servicio en el 9o Regimiento de Infantería y cumpliendo el
también obligatorio internado rotativo en el Militar, conociendo que ya había
entregado mi papelería para ingresar al Infantil, un buen día me espetó que él ya
no acudiría a ese Hospital, por lo que si yo quería ser cirujano como reiteradamente
se lo había hecho saber, recogiera mi documentación de ingreso al Infantil (cosa que
nunca me perdonó el maestro Gómez Santos) e iniciara la Sub-Residencia en
pediatría quirúrgica en el Central Militar con la cual no contaba aun el hospital ni
el Ejército y que años más tarde se reconocería. Al término de ella se me
recompensó con un grande y colorido diploma. Tal vez fui afortunado al saberme
el último ayudante que tuviera el maestro Lozoya en su cirugía en el Central Militar
y en el quirófano que él consiguiera instaurar en la misma ala dedicada a la
pediatría quirúrgica. En éste connotado Hospital-Escuela ayudé y realicé de
estudiante de pregrado toda suerte de cirugía, desde cabeza hasta pies.
Dado a mi constante asistencia al Infantil, desde sus principios, en 1953, ante la
imperiosa necesidad de dar conocer las rutinas de la exploración clínica pediátrica
la cual no se enseñaba ni se practicaba uniforme y sistematizadamente terminé el
libro intitulado Propedéutica Pediátrica que se convirtió en el primer libro sobre la
materia en idioma español y que en su 5a edición del 2001 se llama: Clínica
Pediátrica. (Como preclara anécdota, la edición de éste texto fue costeada por el
dueño de Lito Offset y Diseño como pago por haberle salvado la mano derecha a su
hijo, la cual querían amputársela en la Cruz Roja y mano la cual sufriera 28
17
fracturas regionales y muchas conminutas, al ser aprisionada esa extremidad por los
rodillos de la imprenta). Ahora adulto, éste paciente escribe a máquina fácilmente y
juega frontón. El libro colaboró en la investigación antropológica del niño mexicano
y en la confección de sus tablas, así como a enseñar las diferentes e indispensables
prácticas en la exploración clínica infantil, a deslindar los diagnósticos, a elaborar la
Historia Clínica y a facilitar la elección entre la terapéutica médica o la quirúrgica.
Tal vez mi Currículum y éste texto facilitaron mi aceptación al Children’s Medical
Center de Boston, en dónde aprendería la cirugía cardiovascular congénita, la cual
no era practicada en México y que era la que nos faltaba practicar. Además
tendría la oportunidad de conocer personalmente a Ladd, Gross, Longino, Mac
Collum -- el de los 5.000 mil labios y paladares hendidos --, Ingram precursor de la
neurocirugía pediátrica, Newhauser pionero en radiología infantil y a quién ayudé a
darle vuelta al mecanismo de bicicleta con el cual obtenía las serigrafias, Smith con
su paciencia y su libro de anestesia en pediatría, a Gamble y Metchkoff en
electrolitos y a Farber en histopatología y a los que serían mis compañeros de época:
el pelirrojo Wrenn, Bishop, Izant, Martin y Sthal, quienes todos llegaran a ser jefes
de cirugía en los principales hospitales infantiles de U.S.A. Acudí a ciertas cirugías
con Gross, como segundo y tercer ayudante en algunas intervenciones de
coartaciones de aorta, persistencia de conducto arteriovenoso y a las de
comunicaciones interceptales, pero observé todas sus cirugías. En la Unidad
Sharon dedicada a la convalecencia quirúrgica de las cardiopatías congénitas
completé mi tesis con el estudio sobre 104 intervenciones investigadas en el
preoperatorio, transoperatorio y postoperatorio y que publicaría también en el
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Boletín de Sanidad Militar en 1955.
Robert Gross le escribiría al Gral. de Brig. Arias Capetillo Director de la Médico
Militar solicitándole para mí un tiempo más, lo que no fue concedido por la
disposición castrense ante la devaluación de nuestro peso. En mi despedida se dirige
a dicho Director en estos términos.... “he has been a most faithful follower of all the
work which has been going on in the Surgical Department.”.... A mi retorno y
siendo Mayor M.C. fui nombrado, por méritos, Profesor Adjunto en la Cátedra de
Pediatría Médico-Quirúrgica de la Médico Militar y entre 1953 y 1957 fungí como
Jefe del Servicio de Pediatría Quirúrgica del Central Militar, misma Jefatura que
tiempo después llegara a ocupar el Mayor M.C. A. Peña Rodríguez. Como
digresión a estas líneas es necesario responder a lo que se me ha preguntado con
frecuencia, del por que no ejercí la cirugía congénita cardiovascular para la cual
había asistido a prepararme con Gross, preciso comentar que: primero, ésta cirugía
de referencia se me hacía muy restrictiva y rutinaria en cuanto a lo que sentía eran
mis capacidades quirúrgicas y segundo, al que no se me abrieron las puertas para
ejercerla y si en cambio se me ofreció el ejercicio amplio de la cirugía pediátrica
tanto en el Ejército como en el IMSS en cuyas dependencias no existían aun las
subespecialidades. Para regresar al hilo de éste relato, en ese entonces era Jefe de la
División de Pediatría el Tte. Corl. R. González Ruiz quién por cierto fundaría el
primer sanatorio privado en el D.F. dedicado exclusivamente a los niños y el cual
estuviera ubicado en la calle de Tlaxcala en el D.F. y al que recurriríamos para
nuestras intervenciones privadas. Posteriormente otros destacados cirujanos
pediatras, lograrían construir y equipar el Hospital Infantil Privado el cual sigue
19
funcionando sobre la calle de Río Becerra. En el Central Militar fueron adjuntos en
esos tiempos los Mayores M.C. O. Pedraza Chanfreau, E. González Padilla y
posteriormente también J. Alamillo Landín, quienes responsable y activamente
participaron en la docencia de la especialidad y que hasta la fecha continúan como
brillantes pediatras cirujanos. El Mayor M.C. Pedraza Chanfreau junto con el
maestro Lozoya hicieron posible innumerables aportaciones socio-científicas y
publicaciones de relevancia para la cirugía pediátrica de Latino-América en la
Revista de Pediatría Quirúrgica Panamericana en la cual fueron publicados varios
artículos de investigación de nuestro cuño.
A partir de 1958, es decir al año siguiente de haberse fundado la Sociedad Mexicana
de Cirugía Pediátrica en cuya iniciación intervinieron al parecer los doctores E.
Villalpando del V, F. León Díaz y Sariñana N. y la cual tuviese como primer
Presidente al último de los citados, solíamos reunirnos nocturnamente en el Hotel
Luma, por invitación expresa del maestro Lozoya y con el propósito de relatar
experiencias de nuestros casos quirúrgicos: Cisneros, González Ruiz, Sariñana N.,
Beltrán B., Trejo, León Diaz, Villalpando, Mar Zuñiga, Pedraza Chanfreau y yo.
Fui el tesorero de la incipiente Sociedad con sus contados miembros. Procurábamos
asistir siempre al Infantil a las sesiones clínico-patológicas a las 12 horas de los
jueves y a las mensuales vespertinas de la Sociedad Mexicana de Pediatría de la cual
soy miembro desde 1953 por aceptarse el que para ser cirujano pediatra se debería
ser antes un buen pediatra. El Hospital Infantil sigue siendo un gran almácigo de
calificados cirujanos pediatras que continúan sus enseñanzas dentro y fuera de la
república.
20
En este contexto extractado se percibe la fuerte e indisoluble coalescencia de
orígenes de la pediatría quirúrgica de México en los que quedaron amalgamados
tres grandes hospitales: por un lado el Hospital Central Militar, que abrió sus
puertas en noviembre de 1943 y por el otro el Hospital Infantil de México
inaugurado en abril de 1942 en un edificio adaptado que perteneció a Mundet y el
añejo Children’s Medical Center de Boston. A partir de éste mancomunado crisol
se derramaron cientos de cirujanos pediatras que responsable y activamente ejercen
la especialidad en las diversas instituciones pediátricas del país y en algunas del
extranjero. Como pediatras o cirujanos de adultos que ejercieron como pioneros la
cirugía infantil lo fueron en Jalisco los doctores M. Gómez Orozco, Navarro F. O. y
Eguiarte V .F.; en Puebla los doctores F. Marín, Quintana J. R., Vázquez N.E.,
García Sánchez L. Camacho B.S. y García S. L; en Nuevo León los doctores
Madero G. H. y Garza Tamez J.; en Tamaulipas Salinas G.H., Bermudez R.R.; en
Yucatán Rendón P.A., Heredia G.C.,Mediana S. R., Navarrete L.A.; en Oaxaca
Zárate M. y otros también connotados que se me escapan y que junto con la
mayoría de los anteriores tuve la fortuna de contactar en algunos eventos
pediátricos en los cuales se cimentó la pediatría quirúrgica antes que en las
reuniones de la querida Sociedad Mexicana de Pediatría Quirúrgica. A todos ellos
les han seguido brillantes y responsables pediatras cirujanos egresados de los
distintos hospitales generales de nivel superior y de los hospitales infantiles
actualmente en servicio.
Llegó el Día de Reyes de 1955 fecha en la que arrancan los cimientos de la cirugía
pediátrica en el Instituto Mexicano del Seguro Social y hoy Centro Médico La Raza
21
con la participación del Mayor M.C. A. Straffon Osorno quién a su vez fungía como
Jefe de Pediatría Quirúrgica del Hospital Central Militar y al que se le uniría
posteriormente el Dr. O. García Pérez quién acababa de terminar la sub-residencia
quirúrgica en el Infantil. Este preámbulo histórico se tratará más ampliamente en
líneas que seguirán. A instancias del maestro Gómez Santos ante la regencia de
hierro de Uruchurtu por las cuales se insistía en la necesidad de dar atención a la
población marginada del D.F. abren sus puertas en 1958 los Hospitales Infantiles del
D.F., siendo el de Atzcapozalco el primero. Pero no fué sino hasta marzo de 1961 al
abrir sus puertas el Infantil de Moctezuma bajo la dirección del Mayor M.C. A.
Amor Villalpando cuando se inicia el programa académico de cirugía pediátrica.
Hoy como jefe y titular de la especialidad está el Dr. C. Baeza Herrera. quién
continua siendo un destacado y hábil cirujano, investigador y escritor. Han
discurrido por los nuevos y diversos Hospitales Infantiles del D.F., imprimiendo su
sabiduría los doctores R. Zepeda, E. Villalpando, E. López del Paso, G. Alvarez
Amezcua, R. Zelaya, C. Salazar Juárez, C. García Irigoyen, R. Franco Vázquez, G.
Trigos y otros.
En enero de 1960 se inicia la cirugía pediátrica en el ISSSTE, en el Hospital 20 de
Noviembre, con la adscripción del Dr. E. Avendaño Gutiérrez como Jefe -- quién se
formara con nosotros en La Raza y el cual junto conmigo lográramos obtener en
1957 un reconocimiento en New York de la American Medical Association por la
película titulada “Neostigmine test in diagnosis of Pyloric Stenosis” -- y los
cirujanos pediatras Guillermo Trigos y G. Guiza Lambarri como sus cercanos
colaboradores. A continuación F. Cacho de la Fuente sería el Jefe en 1966 del
22
Servicio de Cirugía Pediátrica del 20 de Noviembre y al cual como Avendaño lo
hizo, con frecuencia me invitaba. Cacho ya había publicado en 1954 su libro sobre
Labio y Paladar Hendido en el que todos abrevamos.
En marzo de 1963 se inauguró el Hospital de Pediatría del IMSS siendo su primer
Director el entonces Gral. M.C. F. Gómez Santos quién invitó como Jefe del
Departamento de Cirugía al Dr. A. Silva Cuevas y como cirujanos adscritos a los
doctores J.Rubens Villalvazo, R. Franco Vázquez y L.E. Pedroza Martínez y como
Jefe de Residentes el Dr. E. Shor Pinsker, todos ellos muy capaces cirujanos con
escrupulosa formación pediátrica y extraídos del Infantil.
El antes IMAN -- Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez --, fundado en 1970
y cuyo primer Director fue el Tte. Corl. M.C. Alger de León Moreno, distinguido
cirujano gastroenterólogo y amigo mío, me invitaría a iniciar la cirugía pediátrica
en el nosocomio, lo cual me ví precisado y apenado a rechazar por la gran carga de
trabajo quirúrgico y docente en La Raza del IMSS. Al IMAN se le llamaría en
1972 Hospital del Niño IMAN y el que recuerdo fue su Director el Tte. Corl. MC.
Lázaro Benavides. Más tarde en 1979 se convirtió en el Instituto Nacional de
Pediatría. El servicio de cirugía pediátrica inició sus actividades con el Dr. Bibiano
Alva como jefe de la división de cirugía, el Dr. V. Caloca Moreno como Jefe del
Servicio de Cirugía General y el Dr. A. Olguín Gálvez como adscrito. Los tres
estudiaron en el Infantil de México y tuvieron la oportunidad de salir al extranjero a
observar en otros hospitales pediátricos los avances de la cirugía por lo que éste
hospital adquirió fama y prestigio mismo que continuarían el Mayor M.C. A Peña
Rodríguez y el Dr. M. Vargas Gómez. El primero está ahora en el Schneider
23
Children’s Hospital de New York aportando sus estudios sobre las malformaciones
anorectales.
En 1987 se reconoce en el Contrato Colectivo de Petróleos Mexicanos la especialidad
de pediatría quirúrgica, pero no fue sino hasta 1989 cuando se inicia el curso de
especialización con cede en el Hospital Central Sur de Alta Especialidad del D.F. y
que fuese reconocido por el Consejo Mexicano de Cirugía Pediátrica hasta 1990. En
forma ya oficial quienes forman parte del cuadro docente en la cirugía pediátrica
son los Drs. L. Torres C., J. Mora F., H. Mellado de la C. y otros certificados
cirujanos repartidos en distintas zonas de la República Mexicana.
En el año de 1975 se formó incipientemente el Consejo Mexicano de Cirugía
Pediátrica al unísono con otros Consejos de otras diferentes especialidades, con el
propósito de cumplir con exigencias profesionales de esa época que comprometían
a que el ejercicio de las especialidades fuera realizado con personal reconocido y
altamente calificado. Obtuvo su reconocimiento de la Academia Nacional de
Medicina en 1976. Fueron entregados hasta 1976 en Morelia-Michoacán los
primeros Certificados que avalaban la oportunidad legal de ejercer la especialidad.
La Revista Mexicana de Cirugía Pediátrica data del año de 1991, tan deseada y
esperada y más para los propensos a difundir conocimientos. Hubo antes intentos
fallidos y fines no logrados. La presencia de la Revista fue acunada en la Ciudad de
Torreón y hay que atribuírsela al Dr. P. Arenas Aréchiga de Tamaulipas, entonces
Presidente de nuestra Sociedad y a los colaboradores cercanos que le ayudaron a
editarla.
Como ya fue citado en renglones previos, se establece la Cirugía de Corta Estancia
24
con sus indicaciones humanas y económicas. Se han disipado las controversias de su
instauración. Se ha comprobado sus beneficios y borrado sus malos entendidos por
parte de los familiares que exigían no se les diera de alta a sus pequeños sino hasta
que se les quitara el último punto. Por eso pagaban sus impuestos y sus seguros.
Así mismo progresaron los avances de la Cirugía Laparoscópica ó de mínima
invasión cuyos antecedentes breves ya fueron emitidos en líneas anteriores, la cual
ha mostrado su beneficio en distintas intervenciones practicadas antes sólo a cielo
abierto, en tanto que el dolor postoperatorio es menor y a que el niño mayorcito se
reintegra más rápidamente a sus juegos y a sus labores escolares. En ésta cirugía
destacan los trabajos de Héctor Azuara Fernández y colaboradores.
A propósito de los Transplantes de Órganos, tema al cual nos referimos al finalizar
la parte correspondiente a EN EL MUNDO, habría que acotar que al realizarse la
sesión conjunta de la Academia Mexicana de Cirugía y de la Academia Mexicana de
Pediatría el 3 de mayo de 2011, Varela Fascinetto, Hernández Plata y Bolio Cerdán
presentaron su trabajo elaborado en el Hospital Infantil de México e intitulado
Transplantes en Pediatría.
EN EL INSTITUTO MEXICANO DEL SEGURO SOCIAL
El Director General informa al H. Consejo Técnico que “el día 1o del presente mes-
- enero de 1955-- empezó a funcionar el Servicio de Pediatría, que es uno de los más
grandes del país, después del Hospital Infantil”......”El dia 6 de enero de 1955
25
estuvieron invitados a partir la Rosca de Reyes con un grupo selecto de enfermeras
pediatras -- todas procedentes del Infantil -- los doctores Rogelio Hernández
Valenzuela, Roberto Ramos Motilla, Margarito Castañeda, Mario Calles, Rafael
Ronces y Andrés Straffon Osorno”. A finales del 1954 yo había sido previamente
entrevistado por el Dr. Mauro Loyo Díaz, de origen también castrense, quién fungía
como Director Médico del IMSS y él que junto con el Comité de Selección tenía el
encargo de elegir al personal idóneo con el propósito de poner en marcha los
servicios pediátricos del entonces Hospital de Zona No 1. Sabía de mis antecedentes
curriculares por haber obtenido en toda la carrera en la Médico la mayor
puntuación entre mis compañeros de generación, estuvo enterado de mi formación
de pediatra cirujano en el Hospital Infantil y en el Central Militar, de mi postgrado
como estudiante en el Children’s Medical Center de Boston, Mass. y de que en ese
entonces era docente adscrito y ocupaba el cargo de Jefe del Servicio de Cirugía
Pediátrica en el Militar, razones según él, por las cuales se había fijado en mí para
invitarme a integrar la inicial plantilla de pediatría en ese gran hospital. Acepté con
la condición de mantener mi jerarquía con todas las atribuciones y
responsabilidades de un Jefe de Servicio, como así fue desde mi ingreso. Acepté
pese a que mis amigos y compañeros me pedían desistir del empeño para no
desprestigiarme. La Raza del IMSS, en su preludio tenía muy mala fama. Quién iba
a decir que estos antiguos denostadores del IMSS aceptarían ingresar al Instituto e
incluso llegaran a ocupar puestos directivos de importancia desde la Sub-Dirección
Médica, pasando por la Dirección de hospitales y llegando hasta jefes de servicio.
La precaria atención médica que en sus inicios prestaba el Seguro era muy mal
26
vista, severamente criticada y auguraba para el médico el empolvarse y su segura
denigración.
No exigiéndoseme horario y no teniendo aún un contrato firmado, el que por cierto
se concretaría mucho tiempo después, porque en La Raza estábamos todos a
prueba, acudía un día no y un día si a explorar a algunos niños internados
procedentes del Sanatorio México y a invitación de los doctores Ramos Motilla y M.
Castañeda. A mediados de enero intervine en la Sala Haile Selassie, (porque la
donara para quirófano de pediatría), con su placa conmemorativa que aún debe
persistir en el quirófano, al primer recién nacido quién presentaba una hipertrofia
congénita del píloro, para lo cual llevé conmigo mi propio instrumental recién
traído de Boston. Hubo otras intervenciones de poca monta en los días subsiguientes
las cuales realicé gracias a la tranquilidad que me proporcionaban las enfermeras
pediatras del Servicio, sobre todo de la Seño Olea, la Seño Clariza, la Seño
Azcárate, la Seño Hermelinda y de la instrumentista-ayudante Seño Guille quienes
fueron siempre para el Servicio la base de que éste se superara y de que se pudieran
realizar trabajos de investigación, de docencia y de archivo iconográfico. Semanas
más tarde llegaría el doctor O. García Pérez quién había terminado su sub-
residencia en cirugía en el Infantil.
A partir de estas fechas se suprimió la subrogación dispendiosa que por éste
concepto se pagaba al Infantil. Al principio teníamos casos quirúrgicos
desperdigados en los pisos noveno y décimo. Pronto procuramos organizarnos en las
36 camas-cunas del 9o poniente. Era tal el caudal de nuestra cirugía por los casos
que nos eran enviados del D.F. y de toda la República e incluso del extranjero, que
27
me fue imperioso dejar la jefatura en el Central Militar en 1957. Después, nos
dividiríamos y uno se pasaría al 9o Oriente a atender la cirugía de mujercitas para
yo permanecer en el 9o con la responsabilidad de la cirugía de los varoncitos,
cirugía que sin desmerecer a la cirugía de las niñas es más en cantidad y más
versátil. Como urgente necesidad se solicitaron Residentes. Los primeros lo fueron
los doctores Everardo Machuca procedente del Militar y Eduardo Avendaño del
Infantil, siendo éste último, como ya mencioné, con quién filmara la primera
película docente del IMSS en 1957. Otros más, inmejorables Residentes de los otros
servicios que se iban integrando a Hospital acudían prestos a ayudarnos: J.
Rodríguez Malpica, R. Fernández, F. Valdivia y O. Barquín. Poco después estarían
adscritos los doctores E. Picazo M., J. Bustos, Julio Carvallo y C. Gamboa Navarro,
siendo el primero y el último ex-Residentes del Infantil que desearon especializarse
en cirugía con nosotros.
Desde los comienzos de la formación de los Residentes y a través de ese primicial
cuarto de siglo siempre se les inculcó la responsabilidad de su exploración clínica
minuciosa, del humanismo, del constante estudio, de la disciplina, del anhelo de
mejorar su destreza y superación quirúrgica, de la honestidad, del afán de conseguir
primeros lugares en los concursos -- los que en los patrocinados por la Sociedad
Mexicana de Cirugía Pediátrica y en otros casi siempre hubieron obtenido --, el
que con su esforzada constancia produjeran algo patente para la especialidad y el
que en su diario quehacer siempre se mantuvieran alejados de las politiquerías, de
las buscas administrativas y de las habladurías envidiosas, argucias que retrazarían
su progreso y no les dejaría nada positivo a la posteridad. Con el propósito de que
28
los Residentes sintieran más orgullo, estímulo, prestancia y apoyo moral por su
Servicio y por su Hospital, se ingresó a 16 corporaciones Académicas, Asociaciones y
Sociedades tanto nacionales como internacionales; actualmente se es Sinior en la
BAPS, Emérito en la AAP, Sinior en la European y Emérito en el sitial de pediatría
quirúrgica en la Mexicana de Cirugía. De los 44 cirujanos pediatras que por
espacio no enlisto y que fueron egresados de la Raza en ese cuarto de centuria de su
comienzo, con la excepción de 2, estoy muy orgulloso de ellos por la huella que han
sabido dejar como hombres y que siguen dejando en beneficio de la especialidad que
abrazaron; sin ellos no se hubiera podido realizar toda la investigación, la docencia
y la asistencia que prestigió a la cirugía pediátrica y no sólo de la del Instituto sino
de la de México.
Es una lástima acotar que en todo lo expuesto anteriormente, O. García Pérez a
pesar de mi insistencia, me dejó sólo, no apoyó ni aportó nada a la cirugía
pediátrica; sus intenciones fueron siempre la de los cargos político-administrativos.
En el pináculo de su prestigio, en La Raza se llegó a operar en calidad, versatilidad
y cantidad, semanalmente, más niños que en el Central Militar y en el Children’s de
Boston juntos. Debido a las exigencias del momento por las que atravesaba el
Seguro en esos 25 años de sus principios pediátricos institucionales nos vimos
precisados a abarcar a casi todos los procedimientos quirúrgicos en boga y que se
hacían en otros hospitales infantiles del extranjero que contaban ya con sub-
especialidades. Por esto último comprendimos la necesidad de crear grupos que en
sus principios llamamos Clínicas y los cuales comprendían las sub-especialidades de
neonatología, urología, oncología y de labio y paladar hendido.
29
Se abriría en 1963 el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional con los bien
preparados cirujanos procedentes del Infantil y que ya fueron citados en renglones
previos, lo que disminuyó la carga de trabajo. La abertura en 1965 del Hospital de
Gineco-Obstetricia No 3, anexo a la Raza, volvió a incrementar afortunadamente
nuestra cirugía neonatal. A raíz del movimiento médico de 1964 la plantilla se
agrandó con dos magníficos adjuntos: el Dr. Armando Otero Rios y el Dr. Enrique
Milán Reyes ex- Residentes de pediatría quirúrgica, ambos formados por el
Servicio. Como consecuencia del imprevisto movimiento médico, en 1965 suple al
Dr. Milán el cirujano general Rodríguez Mendoza y en 1967 suple al Dr. Otero el
cirujano general Aspiroz Contreras; más tarde ingresaría el cirujano general F.
Ulloa. Nuestros Residentes fueron partícipes en la enseñanza de la cirugía pediátrica
de los anteriormente citados. Se agrega el Dr. Eleazar Valle Mena ex-Residente
formado en nuestras filas, quién llegara a ser el Jefe de Quirófanos y el Dr. J. F.
Toledo Rosado ex-Residente quirúrgico del Hospital de Pediatría del IMSS, los
cuales ampliaron y amainaron favorablemente todas las facetas de nuestra cirugía.
En el transcurso de estos años comiciales y cruciales de la pediatría quirúrgica en el
IMSS el Servicio inicia y organiza las normas para la enseñanza de la cirugía
pediátrica, comienza la investigación antes que otros servicios pediátricos o de
adultos, instaura mixturadamente las normas y protocolos del Central Militar, del
Infantil de México y de los del Infantil de Boston; realiza y enseña todos los
procedimientos quirúrgicos aprendidos, desde cabeza hasta pies y que por cierto la
mayoría de ellos en la actualidad siguen de uso corriente en la especialidad y no
sólo dentro de los practicados en el Instituto. Una vez instaurada incipientemente la
30
docencia institucional se acopla con el resto de los demás servicios pediátricos y del
resto de los servicios que se fueron integrando paulatinamente al nosocomio a fin de
colaborar en la introducción de los planes y programas docentes de pregrado y
postgrado en el propio IMSS, tanto de la Universidad Nacional Autónoma de
México como del Instituto Politécnico Nacional, así como indirectamente en los de
la Médico Militar. Participamos como preludio, primero en los grupos pilotos y
después, directa e intensivamente en la educación médica continua.
Para evitar la pérdida de tiempo que representaba el salir a consultar libros y
bibliografía y por los deseos de publicar para dar a conocer a la pediatría
quirúrgica de La Raza, ante el primer y mejor Director que tuvo La Raza, Dr.
Manuel Barquín Calderón, abogamos reiteradamente por la fundación de una
biblioteca misma que abrió sus espacios por el año de 1959 en el local que ocupaba
la pletórica sala de nuestras urgencias pediátricas. Había mi antecedente de haber
contribuido a organizar junto con la bibliotecnista Beristain la biblioteca de la
Médico Militar. Justo es mencionar que la mayoría de las editoriales a las que
recurrimos a solicitar ejemplares contribuyeron a la integración de la que tal vez
fue la primera biblioteca médica en el IMSS.
Por nuestro entusiasmo por prestigiar a la Raza y por ende al Instituto y a uno
mismo, se llegaron a publicar en su primer cuarto de siglo más de 50 artículos de los
cuales fueron de investigación clínica cerca de 30. Como el Boletín del Hospital
Infantil de México estaba proscrito a autores que no fueran de extracción del propio
hospital la mayoría de los artículos fueron plasmados en la Revista de la Sociedad
Mexicana de Pediatría, en la Revista de Sanidad Militar, en la Panamericana de
31
Cirugía Pediátrica, en Cirugía y Cirujanos y en otras de las pocas pediátricas de
entonces. Se contribuyó a obtener quizás los primeros premios que en concurso
obtendría el IMSS en las Asambleas Nacionales de Cirujanos de los finales de los
cincuentas y principios de los sesentas por las películas sobre la Hipertrofia
Congénita del Píloro. Valor Diagnóstico de la Neostigmine; Enfermedad de Ladd.
Piloroplastía y Nitrofurazona en la cavidad abdominal como modificaciones a la
técnica original; Cirugía del Esófago Congénitamente Corto. Para contribuir a la
docencia de la cirugía pediátrica, con hechos casos ignorados por otros hospitales, se
filmaron además de las citadas, las siguientes películas: Extrofia Vesical. Técnica en
Dos Tiempos; Descenso Abdomino-Perineal de Swenson-Hiatt; Disección Anatómica
de los Principales Elementos Cervicales Para la Extirpación del Higroma Colli,
Quiste de Uraco y tumor desmoide, filmes que por La Raza fueron exhibidas en
diferentes eventos científicos e incluso en el extranjero. Se obtuvo Menciones
Honoríficas y la Estatuilla de Primer Lugar en las Asambleas Nacionales de
Cirujanos, el Premio Nestlé en 1963 por la investigación sobre la Enfermedad de
Ladd y el de Montes de Oca de la Academia Mexicana de Cirugía en 1975 por su
trabajo sobre Linfangiomas Quísticos Externos.
Sabedor de mi entusiasmo el “maese” Valenzuela, hacedor del internacionalmente
conocido Manual de Pediatría me invita a iniciar como coautor los capítulos de
cirugía a los que después se incorporarían otros coautores. Igualmente se participó
como médico del IMSS en otros libros como el de Urgencias Quirúrgicas y en otros
impresos de la Academia Mexicana de Cirugía. Se editó como en renglones previos
fue mencionado, en 1971 el Manual de Cirugía Infantil, el cual fue prologado por el
32
Dr. Luis Méndez, entonces Director Médico del Instituto, texto que quizás fue, uno
de los primeros de cuño Institucional. Después se hizo una nueva edición intitulada
Cirugía Pediátrica, otra más con igual título y la cuarta ya en 1992 editada con el
nombre de Pediatría Quirúrgica en la que como coautores participaron
principalmente ex-Residentes de Pediatría Quirúrgica del IMSS.
Como ponente por México y por ende del IMSS, se participó en los Congresos
Internacionales de: New York -- 1957 -- , México -- 1958 --, Venezuela -- 1960 --,
Portugal -- 1963 -- y Japón -- 1965 --. Como más aportaciones de La Raza a la
cirugía pediátrica y por continuar estimulando en su orgullo a los Residentes y
alumnos que por sus aulas pasaban, publica las siguientes entidades antes no
registradas en la literatura pediátrica nacional: Osteogénesis Imperfecta en un
Recién Nacido, Síndrome de Cooley Minor, Supercircuncisión, Páncreas anular,
Agangliosis del intestino delgado, Síndrome de Parker-Weber, Esófago
Congénitamente Corto, Síndrome de Chilaiditi, Hamartoma Hepático en un Recién
Nacido, Sarcoma Botriode de Próstata en un Niño y Síndrome de Reye. Como
cirujano de La Raza expone y publica la Prueba de la Neostigmine para el
diagnóstico de la Hipertrofia Congénita del Píloro; la Píloroplastía y la solución de
Nitrofurazona en Cavidad Abdominal como Modificación a la Técnica de Ladd;
Cirugía a Cielo Abierto para el Manejo de los Grandes Abscesos Hepáticos
Amibianos en lugar de las Punciones repetidas; Derivación Ileal en los casos de
Colon Tóxico Amibiano; uso del Aspirador común en el Descenso Abdomino-
Perineal del Lactante; difunde con fines quirúrgicos la Clínica en Pediatría y las
Proporciones Anatómicas en la Infancia, destaca el Signo del Rebote para el
33
diagnóstico del Hidrocele Vaginal, clasifica en orden de frecuencia a las atresias
esofágicas, en las atresias biliares practica la técnica sugerida por Muñoz K. en el
adulto; distingue variantes en la patología ínguino-abdominal y etc. Entre otras
actividades dirige tesis de pregrado y algunas de postgrado tales como: Tumores en
Pediatría (del Dr. J. Villegas Borrel quién llegara a ser jefe de cirugía en el Hospital
Pediátrico del Centro Médico Siglo XXI ), Hipetrofia del Píloro.Valor Diagnóstico
de la Neostigmine, Malrotación Intestinal Variedad Ciego No descendido,
Criptorquídea, Anomalías Urogenitales Externas mas Frecuentes, Abdomen Agudo
en Pediatría, Hernia Inguinal en Pediatría y otras que están asentadas en su
Currículum vital iconográfico, el cual en ésta versión es primicial y sui generis.
En La Raza, con el material de 108 prepucios recolectados de cadáveres del
SEMEFO obtenidos gracias a la amabilidad de su Director, el urólogo y Tte. Corl.
Miguel Olvera y que fueron extirpados por las noches y cuyas edades abarcaron
desde fetos hasta ancianos, nuestro gran anatomopatólogo José Vargas de La Cruz
investiga por microscopia electrónica las muestras, encontrando en todas ellas la
presencia de un músculo liso de contexturación plexifome (Dartos de Straffon-
Vargas de la Cruz) y por lo tanto distensible o expandible. El Servicio de Pediatría
quirúrgica de La Raza se convierte en el primero en difundir el hallazgo tanto
nacional como internacionalmente y hecho que incentivo y dio lugar a diversas
investigaciones y por ende a la elaboración de la que en el orbe sería la primera y
única Monografía sobre el Prepucio y la cual en éste 2000 entra en su 5a edición.
Como consecuencia de estas investigaciones, campañas, talleres, conferencias,
artículos y libros, videos, CDs editados al respecto, se consigue iniciar la HIGIENE
34
DEL NIÑO NO CIRCUNCIDADO echando mano del recurso de la
SINEQUIOTOMÍA después de los 3 meses (liberación, ampliación y distensión
prepucial), técnica original, que no mutila, fácil, poco dolorosa, rápida, innocua, de
resultados nobles y que por décadas ha sido utilizada en decenas de miles de niños
incircuncisos y utilizada por la mayoría de los médicos actualizados y honestos que
saben de los Derechos Humanos de los Niños y en especial de los del Recién Nacido.
Como se mencionó con el recurso de la Sinequiotomía se consigue la Higiene
Genital Temprana en la Infancia (HGT) antes no conocida como tal. Son por todos
estos esforzados trabajos de un cuarto de siglo realizados en La Raza, con mixta
simiente del Militar, del Infantil y del Children, como se concibe el óvulo fecundado
y cuna de la cirugía pediátrica en el IMSS y como se comprueba su indiscutible y
valiosa aportación a la especialidad tanto en el ámbito nacional como en el
internacional.
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