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“Era imposible que Madame Chauchat no se diera cuenta de los lazos que empezaban a lighar determinada mesa con la suya; por otra parte, Hans Castorp deseaba con desenfreno que se enterase, cuanto más, mejor. Empleamos el término ‘desenfreno’ porque Hans Castorp era perfectamente consciente del carácter irracional de su caso. Pero quien llega al extremo a que él había llegado —o al que estaba a punto de llegar—, desea que la otra parte tenga conocimiento de su estado, por absurdo y descabellado que esto sea. Así es el hombre…” Thomas Mann. La montaña mágica. Trad. Isabel García Adánez. Barcelona: Edhasa, 2008 204-205 “Unos palmos nada más habían mediado entre su rostro y el de ella, aquel rostro de facciones tan extrañas y al mismo tiempo tan familiares para él, que constituían lo que más le gustaba en el mundo: facciones exóticas y llenas de carácter (pues sólo lo que nos es extraño nos parece tener carácter), de un exotismo nórdico y misterioso que incitaba a la exploración en la medida en que sus rasgos y proporciones eran difíciles de determinar” Thomas Mann. La montaña mágica. Trad. Isabel García Adánez. Barcelona: Edhasa, 2008 210-211 “Ahora bien, allí arriba, la broma siempre parecía broma pesada, tenía algo de siniestra y ahogada, lo cual ponía de manifiesto tanto más claramente que no era más que una tapadera demasiado transparente para la angustia que se trataba de ocultar debajo o —por ser más explícitos— que no había manera de ocultar” Thomas Mann. La montaña mágica. Trad. Isabel García Adánez. Barcelona: Edhasa, 2008 343-344

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Era imposible que Madame Chauchat no se diera cuenta de los lazos que empezaban a lighar determinada mesa con la suya; por otra parte, Hans Castorp deseaba con desenfreno que se enterase, cuanto ms, mejor. Empleamos el trmino desenfreno porque Hans Castorp era perfectamente consciente del carcter irracional de su caso. Pero quien llega al extremo a que l haba llegado o al que estaba a punto de llegar, desea que la otra parte tenga conocimiento de su estado, por absurdo y descabellado que esto sea. As es el hombreThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 204-205Unos palmos nada ms haban mediado entre su rostro y el de ella, aquel rostro de facciones tan extraas y al mismo tiempo tan familiares para l, que constituan lo que ms le gustaba en el mundo: facciones exticas y llenas de carcter (pues slo lo que nos es extrao nos parece tener carcter), de un exotismo nrdico y misterioso que incitaba a la exploracin en la medida en que sus rasgos y proporciones eran difciles de determinarThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 210-211Ahora bien, all arriba, la broma siempre pareca broma pesada, tena algo de siniestra y ahogada, lo cual pona de manifiesto tanto ms claramente que no era ms que una tapadera demasiado transparente para la angustia que se trataba de ocultar debajo o por ser ms explcitos que no haba manera de ocultarThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 343-344Se puede decir que se pasaba la semana esperando que llegase de nuevo aquella hora, y esperar significa: adelantar acontecimientos; significa percibir el tiempo y el presente no como un don, sino como un obstculo, negar y anular su valor propio y pasarlos por alto. Se dice que esperar siempre se hace largo. Pero tambin puede afirmarse que se hace muy corto de hecho, es as porque la espera consume grandes cantidades de tiempo sin que quien espera las viva o las aproveche en s mismas. Se podra decir que quien no hace ms que esperar es como un animal que traga y traga ingentes cantidades de comida sin asimilar sustancias nutritivas y beneficiosas. Se podra ir ms lejos y decir que del mismo modo en que un alimento no digerido no hace al hombre ms fuerte, el tiempo que consume esperando tampoco le hace ms viejo. Evidentemente, una espera ininterrumpida y absoluta no se da nuncaThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 346-347Claro que el miedo y la alegra no se excluyen mutuamente, todo el mundo lo sabe. El chaval que posee por vez primera a una muchacha se muere de miedo, y ella tambin, y eso no les impide estar murindose de placer al mismo tiempoThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 367A pesar de todo, Hans Castorp pensaba que aquella subida de la temperatura de su cuerpo guardaba una relacin directa con aquella agitacin y aquel ansia intelectual que le haca quedarse echado en su tumbona hasta tan entrada la mgica noche helada. La propia lectura que tanto le cautivaba sugera tales explicacionesThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 393La enfermedad es la forma impdica de la vida. Y la vida? No era quiz tambin una enfermedad infecciosa de la materia, al igual que lo que se denominaba generacin espontnea de la materia poda no ser ms que enfermedad, la proliferacin de lo inmaterial? El primer paso hacia el mal, la voluptuosidad y la muerte haba partido, sin duda, del punto en el que, provocada por el cosquilleo de una infiltracin DESCONOCIDA, SE HABA PRODUCIDO ESA PRIMERA CONDENSACIN DEL ESPRITU, ESE CRECIMIENTO PATOLGICO Y DESMESURADO DE UN TEJIDO QUE, EN PARTE POR PLACER, EN PARTE COMO MEDIDA DE DEFENSA, HABA CONSTITUIDO EL PRIMER ESTADIO DE LO SUSTANCIAL, LA TRANSICIN DE LO INMATERIAL A LO MATERIAL. ESO ERA EL PECADO ORIGINALThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 413Seguira siendo Hans Castorp un nio mimado por la vida a los ojos de Settembrini? No; sin duda era una causa perdida para aquel que buscaba la moral en la razn y la virtud. Hans Castorp, a su vez, se mostraba impenitente frente a Settembrini, frunca el ceo y apretaba los labios cuando se encontraban, mientras los ojos negros y brillantes del italiano se posaban sobre l con una especie de reproche mudoThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 512-513Si la filosofa platnica se ha preferido a cualquier otra es porque no tena por objeto el conocimiento de la naturaleza, sino el conocimiento de Dios. Puedo asegurarle que la humanidad va en camino de volver a ese punto de vista y darse cuenta de que la misin no es perseguir descubrimientos intiles, sino eliminar de base lo que resulta perjudicial o sencillamente insignificante para la idea, en una palabra: dar pruebas de instinto, mesura y buen criterio. Es pueril creer que la Iglesia ha querido defender las tinieblas frente a la luz. La Iglesia ha hecho muy bien en condenar un afn de conocimiento de las cosas sin prejuicios, es decir: un conocimiento que prescinde de las referencias a lo espiritual y del objetivo de alcanzar la felicidad; y lo que ha sumido y sume al hombre en las tinieblas es, por el contrario, esa ciencia natural sin prejuicios y apartada de la filosofaThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 576La agudeza y la sofisticacin de los procedimientos pedaggicos a los que estaba sometido era muy acorde con sus capacidades personales, pero tambin le estimulaba en un grado extremo. Todas aquellas operaciones mentales a las que dedicaba el da entero y aun parte de la noche, todos aquellos ejercicios espirituales y aun parte de la noche, todos aquellos ejercicios espirituales, exmenes de conciencia, reflexiones, consideraciones y elucubraciones le llevaban a enredarse con una terrible pasin en mil contradicciones, dificultades y paradojas. Naphta era la desesperacin al mismo tiempo que la gran esperanza de su director espiritual, a quien su furor dialctico y su retorcimiento innato traan diariamente por la calle de la amarguraThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 646No es algo grande y bueno que la lengua no posea ms que una nica palabra para todo lo que puede comprender ese amor, desde el sentimiento ms piadoso hasta el ms carnal y visceral? Es la perfecta univocidad dentro de la ambigedad, pues el amor no puede dejar de ser material aun en su mximo grado de piedad, como tampoco puede dejar de ser una forma de piedad aun en su carnalidad ms extrema; el amor siempre es amor, ya se manifieste como amor por la vida misma o como pasin desenfrenada, el amor es sinnimo de simpata por cuanto tiene vida orgnica, el conmovedor y voluptuoso abrazo de lo que nace abocado a convertirse en polvo; la caridad est, sin duda, tanto en la pasin ms admirable como en la ms desaforada. Ambigedad? Dejemos que sea ambiguo el significado del amor, por Dios! Esa ambigedad es vida y es humanidad, y sera muestra de una falta de inteligencia terrible preocuparse por esa ambiguedadThomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 880-881

Sin embargo, uno no puede liberarse de la tortura del deseo carnal ms que a condicin de satisfacerlo, no hay otro modo, no hay otro camino. Cuando uno no experimenta esto, no lo comprende y ni siquiera le preocupa; pero cuando lo experimenta, comprende a Cristo y se le llenan los ojos de lgrimas. Dios del cielo! Qu cosa ms singular que la carne desee la carne hasta ese punto, tan slo porque no es su carne sino que pertenece a otra alma! Qu extrao y, bien pensado, qu futilidad! Se podra decir entonces: si la carne no desea ms que eso, sale concedido en el nombre de Dios!Thomas Mann. La montaa mgica. Trad. Isabel Garca Adnez. Barcelona: Edhasa, 2008 904