20
Clásico y Moderno Marcelo Fébula y Rubén Emilio Laitán en Chascomús, sus pagos en la actualidad El aficionado puede ser un joven que empezó a ir al hipódromo en los '90 o un vete- rano con la mirada encallecida de tanto ver carreras. Uno que marca tarjeta todos los días o uno que sólo aparece en las grandes jornadas clásicas. Uno que hace un pick de 20 pesos con los amigos o uno que canta triple de diez mil sin que se le mueva un pelo. No importa la edad ni la categoría. Si el hombre vio correr a Laitán, es una fija que lo tiene entre los mejores jockeys que conoció. Por eso, en esta mañana de domingo fría y lluviosa donde hasta los semáforos quie- ren rajar a guarecerse en algún lado, con Lopecito al volante encaramos una ruta 2 casi de- sierta. Parafraseando al gran Inodoro Pereyra, no existe el río desde donde se evapore el agua que forme las nubes que instauren la tormenta desde donde caigan rayos y piedras que impidan a estos dos burreros llegarse hasta Chascomús para entrevistar a Rubén Emilio Laitán. El jinete que dejó de correr una docena de años atrás y durante más de veinticinco je- rarquizó las pistas subido en la cruz de los yobacas nos está esperando junto a una parrilla de la ruta, a bordo de su camioneta. Hechas las presentaciones bajo la llovizna helada nos zambullimos en el boliche. Desde los albores de la charla Rubén me transmite lo mismo que en los diálogos tele- fónicos que mantuvimos concertando el encuentro: es un tipo en extremo sencillo y humil- de. Imagino que si alguien se arrimara por la mesa a preguntar por algún gran jockey retira- do que viva en Chascomús, él se pondría a pensar, dudando en sentirse aludido. Cuando corría no abandonaba nunca su postura lujosa, ya estuviera pegando o remando, viajando cortado hacia el disco o metido en un final de hacha y tiza, y ni en sus mejores victorias cruzaba haciendo gestos y festejos desmedidos. A la hora de reseñar su trayectoria tiene la misma austeridad. No magnifica los grandes triunfos, hace mención permanente de las per- sonas que le permitieron llegar a ellos, a cada momento duda en que con alguna anécdota pueda estar mandando al frente a alguien, y siempre tiene espacio para recordar errores o cosas que podía haber hecho mejor. Es la misma austeridad que tiene el tipo de elogio que recibe. Porque para definirlo, con levantar las cejas y decir “jockey clásico”, al burrero le alcanza. Marcelo Fébula

Clásico y Moderno

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Clásico y Moderno

Clásico y Moderno

Marcelo Fébula y Rubén Emilio Laitán en Chascomús, sus pagos en la actualidad

El aficionado puede ser un joven que empezó a ir al hipódromo en los '90 o un vete-

rano con la mirada encallecida de tanto ver carreras. Uno que marca tarjeta todos los días o

uno que sólo aparece en las grandes jornadas clásicas. Uno que hace un pick de 20 pesos

con los amigos o uno que canta triple de diez mil sin que se le mueva un pelo. No importa

la edad ni la categoría. Si el hombre vio correr a Laitán, es una fija que lo tiene entre los

mejores jockeys que conoció.

Por eso, en esta mañana de domingo fría y lluviosa donde hasta los semáforos quie-

ren rajar a guarecerse en algún lado, con Lopecito al volante encaramos una ruta 2 casi de-

sierta. Parafraseando al gran Inodoro Pereyra, no existe el río desde donde se evapore el

agua que forme las nubes que instauren la tormenta desde donde caigan rayos y piedras que

impidan a estos dos burreros llegarse hasta Chascomús para entrevistar a Rubén Emilio

Laitán.

El jinete que dejó de correr una docena de años atrás y durante más de veinticinco je-

rarquizó las pistas subido en la cruz de los yobacas nos está esperando junto a una parrilla

de la ruta, a bordo de su camioneta. Hechas las presentaciones bajo la llovizna helada nos

zambullimos en el boliche.

Desde los albores de la charla Rubén me transmite lo mismo que en los diálogos tele-

fónicos que mantuvimos concertando el encuentro: es un tipo en extremo sencillo y humil-

de. Imagino que si alguien se arrimara por la mesa a preguntar por algún gran jockey retira-

do que viva en Chascomús, él se pondría a pensar, dudando en sentirse aludido. Cuando

corría no abandonaba nunca su postura lujosa, ya estuviera pegando o remando, viajando

cortado hacia el disco o metido en un final de hacha y tiza, y ni en sus mejores victorias

cruzaba haciendo gestos y festejos desmedidos. A la hora de reseñar su trayectoria tiene la

misma austeridad. No magnifica los grandes triunfos, hace mención permanente de las per-

sonas que le permitieron llegar a ellos, a cada momento duda en que con alguna anécdota

pueda estar mandando al frente a alguien, y siempre tiene espacio para recordar errores o

cosas que podía haber hecho mejor. Es la misma austeridad que tiene el tipo de elogio que

recibe. Porque para definirlo, con levantar las cejas y decir “jockey clásico”, al burrero le

alcanza.

Marcelo Fébula

Page 2: Clásico y Moderno

Entrevista

Ya con una botella de tinto sobre la mesa y los pedidos de parrilla marchando, Ru-

bén mira con curiosidad y tal vez cierto temor el aparato que estamos alistando para regis-

trar todo el diálogo. Pregunta un par de veces si habrá oportunidad de corregir cosas. Le

explicamos que nada se editará sin que él haya leído la versión final. En la primera parte del diálogo por momentos agacha la cabeza y nos tira una mi-

rada oblicua, cómplice. Tal vez nos semblantea para ver si entendemos el idioma que de a

ratos habla entre líneas o nos quedamos en ayunas. Creo que de haber comprobado lo se-

gundo, no se hubiera tomado el trabajo de traducirnos nada. Conoce nuestro trabajo porque ha leído la nota de Rubén Darío Galloso, y en el

principio de la charla es él quien nos pregunta. Quiere que le contemos cómo está su admi-

rado colega, a quien no ve hace mucho tiempo.

Marcelo Fébula: –Desde esa misma nota podés acceder al video, decile a tus hijas que te

ayuden, para ellas es fácil.

Rubén Laitán: –Seguro. A mí no me gusta la computadora. –¿Cómo está Rubén? Gustavo López: –Bien, aunque de salud algo flojo. En eso anda complicado. MF: –Tuvo un ACV hace un tiempo, un neumotórax. Aparte de todos los golpes que tiene

acumulados por la profesión. Nos dio la impresión de un tipo que entre cuatro paredes tiene

todo lo que quiere, y vive feliz así.

RL: –Como fue toda su vida. GL: –Como vos lo conociste. RL: –Un desperdiciado. De lo que le preguntaron. Algunas cosas … MF –¿Qué, te dio la impresión de que estaba sanateando en algo? RL: –¡No, no! ¡Para nada!

MF: –¿Tal vez agrandando? RL: –Por ahí…

GL: –Mirá, por ejemplo El Galgo me llamó… RL: –¿El Negro Libré? Tengo buena relación con él. GL: –La verdad es que si hubiéramos reparado en eso lo sacábamos, pero se nos pasó. En

un momento de la nota Galloso comenta que Libré le lanceó un caballo. MF: –En Rosario.

GL: –Lo dice como al pasar y sigue, algo natural de la charla. Pero nosotros como dos bo-

ludos lo publicamos. El Negro no sabés cómo salió… Me llamó, me dice: –¡Lopecito, yo

nunca le lanceé un caballo a nadie! Risas. GL: –Pero después me dijo: –La verdad es que la nota está buenísima, me pongo en el lu-

gar de los burreros que la leen.

RL: –No, el Negro no es… No. Por lo que yo recuerdo. Claro, él lo conoce más, se hicie-

ron juntos en Rosario, lo juna bien bien. Lo que yo te puedo decir es que Galloso fue un

desperdiciado. Un tipo como él no hubo. Lo esperaban los grandes cuidadores y él te iba un

día, te firmaba el compromiso y no venía más. GL: –Nosotros le preguntamos en algún momento si se arrepentía de algo. Y dijo que no,

que vivió como vivió. Y la verdad es que, después de la entrevista, nos cerró así la cosa. Él

es él. Es así, vive a su modo. ¿Ustedes lo veían como un talentoso, como un distinto? RL: –Sí. ¿Sabés lo que tenía Galloso? Era lo más limpio que había para correr. Limpísimo.

“Rubéeeen…” Me decía cuando por ahí le querías hacer alguna. Porque él me decía Rubén,

no Ruben. Encima con esa voz de trueno que tenía. MF: –¿Es mayor que vos Galloso?

RL: –Sí. Yo tengo 53 aunque parezca más. El es un tipo de sesenta y pico. MF: –Sí, 60, ahora me acuerdo.

RL: –Cuando yo era pibito, 15 o 16 años, él ya le montaba a Tomás Arana, a La Quebrada.

Él con Zapata y otros. El viejo Tomás lo traía de la joda seguro, porque éstos… Risas. MF: –Ya sobresalía como talentoso. RL: –¡Uh! Súper talentoso.

MF: –Es que todos dicen lo mismo de él. RL: –Los grandes cuidadores lo iban a buscar a la casa. Fuera de joda. GL: –Por eso fue la primer nota que encaramos, porque… RL: –Ah, ¿es la primera nota que hicieron?

Page 3: Clásico y Moderno

MF: –No, es la primera en la que salimos a rastrear al entrevistado, porque nadie sabía nada

de él, y la primera que queda tan extensa, video incluído. RL: –La voy a leer de vuelta che. Porque no recuerdo lo de Libré… ¿Está a lo último?

MF: –Es que ni se nota, es apenas un renglón, o menos. Lo que pasa es que según dice Lo-

pecito se recalentó. RL: –¡Uh! Qué hinchapelotas. Rubén vuelve a reírse. Para él el asunto no pasa de una anécdota graciosa. GL: –Dos horas después de que lo publiqué tenía cuatro llamadas perdidas y tres mensajes

en el facebook del Galgo. Estaba caliente como una pipa. Le ofrecí derecho a réplica pero

al mismo tiempo le dije que no valía la pena. Si era algo que pasaba desapercibido, algo a

lo que la gente no le iba a dar demasiada entidad. RL: –Andá a saber. Por ahí a veces le dan un caballo a otro, y vos decís “pucha, me lo lan-

ceaste” y no es del todo así. Pero el Negro es calentón. Voy a leer de nuevo. Lo que pasa es

que la nota es muy larga, me cansé. El día que la descubrí me la iba leyendo mi hija. Sabés

como estaba…

MF: –¿Leíste el final, los testimonios de Máximo Torres? El hijo del Loco. RL: –¡Ah! ¿El hijo del Loco? ¿Cuál de ellos es, el mayor? MF: –Ah, no sé. Máximo. RL: –Conozco a los dos. Los dos corrieron. Llega la moza con los pedidos, obligando a hacer un alto en la huella. Seguimos.

GL: –¿Vos sos de acá Rubén? RL: –No. GL: –¿Y cómo caíste acá? RL: –Yo me crié en el campo. En San Cayetano. MF: –¿Cerca de Tres Arroyos?

RL: –Claro. Es una ciudad chica, que ahora se ha agrandado más. Yo nací y me crié ahí. A

mi viejo le gustaban los caballos.

MF: –¿Tenían cuadreros? RL: –Él lo hacía como hobby. No vivía de eso ni mucho menos. Allá se sembraba, yo me

crié con eso y con los caballos a la vez. Los domingos la familia salía toda. MF: –A las cuadreras.

RL: –Cada 15 o 20 kilómetros había una cuadrera. En esa época, año „67, „70, era una zona

de muchas cuadreras. Había en alguna estacioncita, en Ferrari, en San Cayetano... No eran

puros ni nada, los muchachos de las estancias principalmente salían con los caballos de la

tropilla y con ésos se hacían diez, doce carreras. Espontáneas, al principio sin depositada.

MF: –En esas cuadreras te subiste por primera vez. RL: –Claro. A los nueve años.

GL: –¿Nueve? RL: –Era una yegua mansa, en una polla de cuatro. GL: –¿Los demás jockeys qué edad tenían?

RL: –Eran hombres grandes. Ahí ganó un hombre que falleció hace poco, que fui a saludar,

el Negro Mirnda, un tipo buenísimo. Falleció a los 85, hará dos o tres años. MF: –¿No había más chicos corriendo? RL: –No. Yo debuté, a los pocos días fui a correr otra vez a la misma yegua y no me dejó

la policía. Ni con mi viejo firmando, nada. Y tenían cierta razón, tenía nueve años. Mi viejo

era burrero, mi madre también. Ella vive, él falleció hace ya unos cuantos años. Y bueno,

después seguí corriendo, empecé a montarle a otra gente, era monta libre de esa época, pe-

saba veintipico de kilos. Corría poco, lógicamente, hasta que me vinculé a un hombre ami-

go de mi padre, Roberto Onzari, cuadrero que se dedicaba a eso, y le empecé a correr unos

caballos. Ganábamos, pero siempre bastante espaciado. GL: –¿Qué edad en esos tiempos? RL: –Y, ahí ya tenía once, trece. GL: –¿Se corría limpio, no era peligroso?

RL: –No. Si era polla no había andarivel, si no ponían hilos. Cuando tenía catorce años

dejé el estudio. Era un desastre, no estudiaba. La esposa de un hombre al que le gustaban

las carreras era profesora de matemáticas, jodida, siempre decía: –Mucho caballo pero poco

estudio. Bueno, a los catorce, un hombre amigo de la familia que se llamaba Guisandi (creo

había sido gerente de un banco y tenía campo), contó que era amigo de Don Carlos Mu-

cklow y le preguntó a mi viejo si no quería que me llevaran para Buenos Aires. Mi viejo

andaba con esa idea, averiguando, hacía tiempo. Pero quería que fuera en Palermo. GL: –¿Tenía conexiones acá en los máximos?

Page 4: Clásico y Moderno

RL: –No. A 500 kilómetros, y en esa época aislados totalmente, no era como ahora. Bueno,

hasta que se conectó este hombre con Mucklow y me vine nomás. MF: –¿Tenés hermanos Rubén?

RL: –Tengo dos hermanas. Una en Buenos Aires y otra acá. MF: –¿Mayores? RL: –No. Menores. MF: –O sea que vos, el hijo mayor, siendo todavía un pibe te largaste para acá. RL: –Sí. Me acompañaron mis padres. Vimos un hotel que, mirá vos, el otro día pasé. Yo

viví como veintidós años en Teodoro García y Migueletes, ahí nomás del túnel de Palermo.

Bueno, fui el día que me dieron un premio en San Isidro. Salí a la mañana temprano y an-

duve caminando por toda esa zona, donde estaba mi casa, y pasé por donde estaba el hotel.

Ahora hay un edificio, frente a la escuela de guerra. MF: –¿Ahí te quedaste a vivir cuando llegaste de tus pagos?

RL: –Sí, arregló mi viejo con una fonda que se llamaba Papucho, al lado del stud del Fuchi

Liceri. Fuchi venía de vez en cuando a visitarme. –¿Acá estás comiendo? me decía. Yo

siempre estaba dándole a los guisos, los estofados, esas cosas que me encantaban. Nos hi-

cimos bastante amigos. Por entonces era peón, pero estuve poco tiempo, un año y pico. GL: –¿Para quién laburabas? RL: –Para Don Carlos Mucklow. Y a la vez le cuidaba a Bagó y al Cacho Otero. Yo lo

conocí a Cacho. Un hombre de saco medio largo, un día vino y me dio una propina, porque

le cuidaba una yegua. Cómo no me voy a acordar, si ganaba mil pesos, me dio quinientos… GL: –¿Cómo era Cacho Otero? RL: –Los que lo conocieron bien dicen que en el turf lo vivieron mucho. Era un buen tipo.

Le cuidé caballos a Juan Carlos Bagó también. El primer caballo con el que gané, Litio, era

de él. Del stud M. L., no Firmamento.

MF: –Sabés que lo busqué en la página del Stud Book a ese Litio y no lo encontré. ¿Qué

sangre era?

RL: –Lacydon. Era un loco, un ordinario bárbaro. Ganó conmigo de peón y de jockey. Por-

que, ¿qué pasa? Yo entro a la Escuela de Aprendices, pero de repente se cierra. Problemas

gremiales o similares, honestamente no recuerdo bien. Al cerrarse la escuela me quedé me-

dio en pampa y la vía. Bueno, Mucklow me vio muchas condiciones. ¿Saben quién era Mu-

cklow? Falleció hace muchos años, el hijo era Tomasito, un jockey tipo Galloso, o mejor.

MF: –¿Te quedaste en banda y él te ayudó? RL: –Mucklow tenía muchas conexiones, era muy amigo de Leguisamo. Los nietos de

Don Carlos, principalmente Carlitos, iban a joder a la Comisión de Carreras porque tenían

esa conexión con Leguisamo. Y había un hombre que tenía cierto poder con el gobierno, en

ese momento estaba Isabelita. Te digo la posta. Las gestiones de Leguisamo, de este hom-

bre que era el patrón de Anglosajona (una yegua chiquita que ganó con Tocci, la corría él

en La Plata) y de Don Carlos, todo influyó para que un día, no sé de qué forma me dieran la

patente. Yo, te digo la verdad, estaba bastante falto.

MF: –Evidentemente algún tipo poderoso quería que corrieras. RL: –Me faltaba bastante, pero me dieron la patente para correr exclusivamente los caba-

llos de Don Carlos. Como se había cerrado la escuela, fue una cosa rara, medio exclusiva.

Bueno, empecé y me costó. Don Carlos tenía pocos caballos, le cuidaba al M. L., tendría

seis o siete caballos. GL: –¿Y te sentías faltón? RL: –Tenía unas ganas bárbaras y me tenía mucha fe, pero era consciente de que me falta-

ba. Yo miraba a los otros. Encima este hombre, esto sí no lo publiquen… bueno, quedan

pocos en la familia, queda mi señora que es la nieta y mi suegra. El primer día nomás me

llevó a las gateras, que yo no las conocía, con un caballo mansito, y salimos. Al rato me

dice –¿Bien pichón, eh? Risas. RL: –Me las rebuscaba, pero menos mal que era mansito. Bueno, al tiempo le gané a este

señor y me dijeron que le podía correr a todo el mundo. GL: –¿Y de ahí en más? RL: –Y, fue una etapa en principio dura.

GL: –¿Qué edad tenías? RL: –Tenía 15 cuando empecé a correr, al poquito tiempo cumplí 16, soy de Enero. Debuté

entrando cuarto un sábado y gané enseguida, un miércoles creo. El caballo ganó enseguida. MF: –¿Con ese Litio? RL: –Sí. Era peón, jockey, me compré un traje, debo tener fotos.

Rubén se ríe recordando la compra.

Page 5: Clásico y Moderno

RL: –Todos te dicen ahora que el turf no está bien. El otro día hablé con Juan Oural, me

dice –Ahora los jockeys ganan fortuna. Y yo empecé a hacer la cuenta… antes la plata va-

lía más. Yo me compré un departamento, hace dos años se lo contaba en una cena al hijo de

Valdi, cuando era aprendiz de dos kilos, me ayudó algo mi padre, que me recomendó que

no me comprara un auto sino un departamento, y le hice caso. Me metí, tenía un pesito

guardado en el Galicia y me metí. En esa época estaba en vigencia la circular mil cuarenta,

había una usura tremenda en los bancos, me metí y no lo podía pagar… Le dije a mi viejo

que no podía y me dio una mano para terminar.

MF: –Era la mil cincuenta. RL: –¿Mil cuarenta dije? Con el asunto de la usura le pijotié… Risas. RL: –Además antes corrías, y ganaras o no la gente siempre te tiraba un sope. Y cuando

ganabas era difícil que un patrón no te arreglara. No sé si Libré o Galloso te han contado.

GL: –Nunca charlamos ese tema con ellos.

RL: –Yo lo tengo bien medido el asunto. Hasta el año ‟86 la gente tenía esa costumbre.

GL: –¿Después se acabó? RL: –Yo me accidento por el asunto de las pastillas estando en Mar del Plata en el ‟86.

Cuando volví, de ese tipo de gente, de diez quedaban uno o dos. Eso es lo que noté. Tal vez

tuve mucha suerte con los patrones que me tocaron, por ejemplo el señor que era el dueño

de Abanico y… ¿por dónde iba?

MF: –Cuando empezaste a correrle a todos y te compraste el bulín. RL: –No, pará, en el medio… Empecé a correrle a Juan Reviriego, que era un gran cuida-

dor. GL: –Galloso también le corría. RL: –No, Galloso le corría a Víctor, el padre. Lo conocí, un señor. Le empecé a correr a

Juan, a Sarachi, a Orfilio Ojeda, una gran persona. Orfilio… yo andaba ahí montándole un

caballo y un día me dice –Vení vení Oreja. Muchos me decían así. –Vení que está suspen-

dido mi hermano el Gurí, te voy a dar una monta que va a ganar. Y sí, me hizo dar esa

yegua y ganó. Después también le corrí caballos en La Plata. La cosa iba así hasta que en-

cuentro, y esto sí que no quiero que se olviden de publicarlo, a un hombre que me cam-

bió… No sé si me cambió la vida, pero sí me dio un apoyo incondicional aún no teniendo

tantos caballos: Oscar Finarelli. Un día viene y me dice –¿Usted no me montaría un caba-

llito? Era una yegua, la iba a montar Plá, pero estaba estancado en la Panamericana y no

llegaba. En esa época no era fácil comunicarse por teléfono, pero él había hablado a Montu-

ras. Bueno, le monté ésa y otra más. Me dijo –Tengo otra yeguita para darte, la otra sema-

na, andá al stud y sacala. Era de Pepe León, stud La Patota. La yegua corre y gana conmi-

go. Él no tenía muchos caballos, no sé si llegaría a quince, pero enseguida, al poquito tiem-

po, me dice –Nene, ¿tenés monta en el clásico de La Plata? Pienso: –Me está cargando? MF: –¿Cuando te contacta este señor Finarelli ya no descargabas? RL: –¡Sí! Descargaba tres kilos. Por eso te digo que ése fue el salto para ser el que yo fui.

Me pregunta: –¿No te animás a correrme en La Plata? Le dije que sí, como no. Era un clá-

sico, a la yegua la había dejado Víctor Sabín, y ganó. Algo con la palabra Argentina tenía el

nombre del clásico, se corre en marzo o en abril, de potrancas. Y le gané a una yegua de La

Quebrada. ¿Sabés quién era? La madre de Bayakoa, Arlucea. Y bueno, ya después con el

hombre, que le cuidaba a Los Robles, empezamos a ganar, a ir de menor a mayor. Hasta

que en un momento, año ‟79, no mucho más, se encontraba con treinta o cuarenta caballos.

Y a todos se los corría yo. Antes le corría Alberto Plá, pero Alberto se va a USA, y quedé

con todos los caballos yo. Y nunca me sacaron ninguno. Lógicamente, saqué caballos bue-

nos. Por ejemplo a Tangaroa, ganadora del Luis María Campos y del Selección, me cansé

de ganar carreras con este hombre. Y siempre tuvimos un diálogo muy tranquilo. Yo iba al

stud, tomábamos mate, y después a trabajar. ¿Viste cuando vos te llevás bien con alguien?

El hombre era un tipo mayor, pero había mucho respeto mutuo. Después de él vinieron

Maldotti con el Panamericano, La Quebrada.

MF: –Y hasta llegar a esto que nos estás contando, siendo que no saliste de la escuela,

¿cómo te hiciste? ¿En la cancha, mirando a tus colegas? RL: –Mirando, sí.

MF: –¿A quién mirabas más? RL: –Bueno, en esa época a Palermo iban Jara, Centeno, el Topo. Pero el Topo iba por ahí

a montar un caballo y nada más. Los grandes jockeys iban poco, encima temprano. Más

seguido iba Etchart. GL: –Todos laburaban más en San Isidro.

Page 6: Clásico y Moderno

RL: –En Palermo había muy poco. Como grandes caballerizas estaban La Quebrada, el

Alzaga Unzué, que tenía todos tordillos ganadores como Galeón, el San Isidro y otros que

no recuerdo pero no eran de gran nivel. Ese de los tordillos estaba en Olleros, era una cua-

dra entera, y si no tres cuartos, lo cuidaban Guido Benvenutti y Rodolfo Marinetti. Etchart

iba bastante, el Topo debe haber sido el que menos ví. A Mucklow a veces le trabajaba el

Chato, también veía trabajar a Caroprese, que creo era monta oficial del Firmamento. Pero

bueno, ese mismo año salieron Fuchi y Valdivieso, yo salí un poco después. También salió

Marcial Salse, otro desperdiciado que hubiese sido un gran jockey, Marcovecchio. Pero…

¿por dónde íbamos? MF: –Las puertas que se te empezaron a abrir después de Finarelli. RL: –Sí, al tiempo me viene a hablar Maldotti. Cuando empieza el año ‟80 Finarelli tenía

una caballada importante, pero ya me estaban dando otros cuidadores como Bianchimano,

etc. No es que tenía copado Palermo pero ya me estaban dando bastante. En el… ‟79 viene

un caballo de afuera y me lo ofrecen. La gente era de allá cerca de mis pagos, de González

Chaves. No se los puedo correr. El caballo gana disparando. Después vuelve a correr y gana

disparando otra vez. Vienen y me hablan: –Mirá Rubén, a éste caballo no lo pudiste correr,

pero es monta tuya. El caballo era Villares.

Villares

GL / MF: –¡Epa!

RL: –Sí, un caballo importante. Bueno, la primera vez que lo corro entra quinto. Después

empezó a ganar y ganar, ganó el internacional de la corta...

GL: –¿Es verdad la famosa anécdota de Villares y los kilos? RL: –Sí, es verdad. 72 y medio. MF: –¿En qué carrera? RL: –En un Hándicap. Le gané a Rubén. GL: –Hay una frase en el argot burrero: “Va más pesado que Villares”.

Page 7: Clásico y Moderno

RL: –Muchos se creen que no fue con esos kilos, pero sí, 72 y medio. Y yo me comí un

garrón esa vez. Los patrones eran Héctor Macía, Cardoso, y otro que era de Chaves, amigo

de mi padre.

MF: –¿El caballo era de Gonzalez Chaves? RL: –Sí, se crió ahí. En La Paloma de los Udaondo. En el año ‟79 yo estuve suspendido

tres meses con este hombre Finarelli. GL: –¿Por qué? RL: –Porque corrimos un caballo, se llamaba Chalotte, que era de tres muchachos. Oscar

no jodía, o jodía muy poco. Pero me dice –Nene, esta gente quiere joder, ¿te animás? –Sí

Oscar, cómo no. Lo corrimos, corrió bárbaro, entró sexto. Lo podés contar porque… GL: –Porque es lo que más le gusta a la gente. Risas. RL: –Bueno, al otro día me voy a San Isidro, aunque en esa época iba muy poco para allá.

Me ve y me dice –¿Te vas nene? Después vení que tengo que hablar con vos. Bueno, cuan-

do terminé fuimos para un boliche. En el camino me dice –Nene, al caballo lo voy a entre-

gar. –¿Cómo Oscar? –Sí nene, lo voy a entregar. –No Oscar… les robamos la plata, ¿usted

está loco? –Nene, los tipos son unos tirifilos, tengo un peón amigo que me batió algunas

cosas, es para problemas. Yo le insistí con que le robábamos la plata. Bueno, al final lo

trabajamos. “Quería volar” dijo el Topo. Los robó, pero nos dieron tres meses… Carcajadas.

GL: –¿Cuánto dio? RL: –No dio mal, habrá dado ocho, nueve pesos. Había entrado sexto. MF: –Con vos también. RL: ¡Sí! MF: –¿Y cómo hiciste ese día?

RL: –Lo escondías un poco. No era un fenómeno pero tenía una clase bárbara. MF: –¿Cuándo ganaste, ganaste de punta a punta?

RL: –Uf, sí, los robé. Finarelli se había ido a veranear con la esposa, lo llamé calculando lo

que nos íbamos a comer, me acompañó Pedrito Domínguez, que ahora está cuidando pero

no figura. –¿Para esto me llamaste, yo estoy veraneando –me dijo. El en ese tiempo tenía

como cuarenta o cincuenta caballos, de La Patota solamente tenía quince o veinte.

GL: –¿Jugabas?

RL: –Muy raro. Él por ahí me decía –Nene, ésta va a ganar. A mí me costaba sacarla, te

digo la verdad. Y era un error que tenía, porque erraba poco. Por ahí le daba, guita de hoy,

quinientos pesos. Me decía –¡Tené cuidado, no te vas a pelar!

Carcajadas. RL: –Siempre me cargaba, era como si se tratara de un hijo con el padre. Una vez sola per-

dimos jugando juntos. La plata en ese tiempo tenía otro valor. Hoy dicen que un premio

está bueno y por ahí son dos mil pesos, ¿no? Y te sacan hasta… Hay que decir las cosas

como son, antes no se declaraba nada.

GL: –Hoy está todo blanqueado. MF: –O sea que eras de escolasear poco. RL: –Poco. Pero le corría a gente jugadora, eso sí. La gente de haras no juega, o es muy

raro. Pero tenía muchos patrones que jugaban. Los grandes como La Quebrada, Abolengo,

Ojo de Agua, no juegan.

Risas. RL: –Si tenés un cuidador que te dice –Mirá que gana... Más Risas. RL: –¡Claro, seguro! Ahora dicen que no sirve más el juego, no sé, qué se yo. Antes se

jugaba mucha plata afuera. Estaba (mantenemos la privacidad del nombre). GL: –Sí, hace rato se viene comentando que hay poco volumen de apuestas. RL: –Ahora, puede ser. Pero afuera banqueros hay. En San Isidro hay. GL: –Claro. No sé si tienen la entidad que tenían antes. Antes el banquero era una institu-

ción. Ahora… Está el (mantenemos la privacidad del nombre). RL: –Lo conozco. En San Isidro está (mantenemos la privacidad del nombre), que es serio.

El otro día lo ví y está mejor que nosotros, debe tener como ciento cincuenta años.

Risas. RL: –¡Hola, cómo le va! –¡Hola, no te había conocido! –me dijo. ¡Una biaba en el lope! Carcajadas. RL: –Un hombre grande. Está ahí en su mesa. Pero en fin, lamentablemente San Isidro no

existe hoy en día. Una picardía.

Page 8: Clásico y Moderno

GL: –Es lo que veníamos hablando en el viaje. Yo le pego mucho a Palermo y me pregun-

tan por qué no le pego igual a San Isidro, y yo les respondo que no se le pega a un tipo que

está en el piso. Está hecho mierda San Isidro.

RL: –Y en Palermo hay cosas para mejorar, ¿no? GL: –Nosotros discutimos mucho acerca de la base, de cómo HAPSA cae en Palermo. Lle-

ga para defender al turf. Termina ligando las máquinas y deja el turf en un segundo plano. RL: –Sí señor. GL: – Pero dentro de todo lo salvó.

RL: –¡Lo salvó, claro! Cuando yo dejé, el turf estaba destruído. GL: –¿En qué año dejaste? RL: –2001. Diciembre de ese año, la semana del Pellegrini. GL: –¿Por qué dejaste? RL: –Mirá, estaba muy pero muy cansado. Ya no estaba motivado. Corría, pero no tenía

esas ganas. Teníamos un pedazo de campo con mi padre, que está acá cerca. Pegado había

otro pedacito de campo que mi viejo quería comprar. Ya fallecidos el dueño y mi viejo, un

día mi mamá me dice que la han ido a ver para averiguar si yo quería comprar. Y me entu-

siasmé. Llegamos a un acuerdo para pagárselo de a poco, pero en realidad era algo para

agarrar la motivación que no tenía corriendo. ¿Sabés lo que más me costaba? Los domin-

gos… Mis hijas son chicas, tienen 18 una y 16 la otra. En ese tiempo eran chiquitas. Yo los

domingos salía a trotar, veía que por Palermo estaban todos tomando café, y ahí me empezó

a pegar el asunto, pensaba también en poder comer con mis hijas. Llegan a retirar, haciendo ciertos malabarismos. Rubén se permite un chiste: –Nena, cual-

quier cosa menos voltear el vino. MF: –Pero pegamos un salto bárbaro en la historia. RL: –Ah, claro. Pero después la podés acomodar.

MF: –Sí, después editamos. Creo que habías dejado cuando te contacta Maldotti. RL: –No… Ah, sí, tenés razón, yo salté la cancha. Finarelli tenía una potrillada importantí-

sima, entre ellos a Tangaroa, que ganó Luis María Campos y Selección. Y a Villares, que

empezó a ganar en Enero, Febrero del „80. Qué ocurre, Mountdrago, Sweet Anchor y Atba-

ra, como ustedes saben hizo una campaña muy buena, tenía de criador a San José del Soco-

rro y Panamericano, que en ese momento estaban juntos. Ahí estaba la hermana de

Mountdrago, Almira. Entonces Maldotti a fin de año me va a ver para ver si al año siguien-

te le podía correr los caballos del Panamericano. En ese año, que fue el mejor, yo tenía a

Villares, a Mountdrago… MF: –¿Era de Yalet, no?

RL: –Sí, era del Mago, que murió hace poco. MF: –Te hago una consulta con respecto a Mountdrago. Le decían “El Caballo de Acero”.

RL: –¡Sí! MF: –Ojo, tal vez la pregunta sale guiada por todos los prejuicios que tengo sobre esta gen-

te. Uno revisa la campaña del caballo y es impresionante la cantidad de carreras que corrió.

Clásicos o lo que venga, a veces con muy poco tiempo entre una y otra. ¿No te parece que

un poco más contemplado Mountdrago podía haber sido más grande aún? RL: –Mirá, el Mago fue un gran cuidador. ¿Sabés qué me decía a mí, por qué lo corría al

caballo? Porque él no era de dar garrote, él tendía nomás. No era de montura, nada. Me

decía: –¿Sabés qué pasa Laitán? Yo al caballo lo corro porque no lo quiero trabajar. Para

mí una sola carrera lo corrió de gusto: el Casey. Que me ganó Pretencioso. MF: –El caballo gana Polla de Potrillos y Jockey Club. RL: –Para mí su mejor carrera fue el Jockey Club. Después en lugar de ir al Nacional corre

el Casey, que me robó Pretencioso, y me volvió a ganar Pretencioso el Nacional. Después

casi le gano. MF: –El Pellegrini te lo gana Regidor ahí nomás. RL: –Américo… ¿Vive Américo? El cronometrista. El siempre me decía –Si vos hubieras

cambiado el látigo a la zurda...

MF: –Pero pará, ¿la carrera cómo se definió? ¿No venían pegados, por adentro Plá y por

afuera vos? RL: –La ganó de punta a punta.

MF: –¿Vos no venías atropellando por afuera? RL: –Sí, pero en los 400 ya estaba al anca. MF: –¿Y éste señor te decía que tenías que haber cambiado el látigo a la zurda? Pero si

estaba Regidor ahí. RL: –Bueno, pero se podía, había lugar, no veníamos tan pegados. Si al caballo le das de

zurda tiene un estímulo diferente.

Page 9: Clásico y Moderno

MF: –Por ahí arrancaba un poquito más.

RL: –Ese año era un millón de dólares el premio del Pellegrini. Entonces vinieron de USA,

de todos lados. Regidor salió en punta y lo venían peleando todos, un chileno, un norteame-

ricano, un panameño, salían de todos lados ponga y ponga. Yo lo dejé, pensé “no puedo ir

al choque”. Venía a seis o siete cuerpos. Pero qué pasa, en los mil, mil dos, hicieron un

pozo los otros, y yo lo tengo que salir a buscar medio de golpe. GL: –¿Un pozo? RL: –Se pararon todos de golpe. Algunos habían viajado hacía pocos días.

MF: –Y vos tuviste miedo que se cortara. RL: –Si te vienen peleando es diferente, porque te obligan y por ahí yo venía más tranquilo,

pero tuve que mover de golpe. Creo que en ese apuro mío por seguirlo, por salir a buscarlo,

ahí pierde la carrera el caballo. Entro al derecho medio al anca y peleamos toda la recta.

Nunca hablé con Néstor de ese desgaste, que no tenía que haber ocurrido. Creo que él hu-

biera coincidido conmigo en el análisis.

GL: –Pero él nunca te dijo nada.

RL: –No. En realidad yo lo corrí por los patrones. MF: –Es una carrera muy recordada. ¿La comentaste después con tu colega? RL: –Alberto. Le fui a dar la mano para felicitarlo. Me dijo “gracias”. MF: –Frío. RL: –Lo curioso es que él me hacía dar caballos.

MF: –¿Qué pasó con ese muchacho? RL: –Tuvo problemas. El después cuidaba. Un accidente, tiraron un palazo y le pegaron.

Tuvo como una embolia, algo así, un derrame cerebral. Como te decía, él me hacía dar

montas a mí. Ese día ganó el Pellegrini y el internacional de la milla con Con Otelo. Y a

Con Otelo quince días antes lo había corrido yo, y me lo había hecho dar él. Después lo

corrió él, lógico, porque era su monta. Y el que corrió en los mil se quebró en los 400. MF: –Si no venía para ganar también.

RL: –Claro, los tres clásicos. GL: –Pero entonces era un tipo frío, parco. RL: –Sí, era parco. Conmigo todo bien. Pero no era querido en el ambiente. El tipo tenía

estudios, era preparado. Después fuimos a correr el Latinoamericano.

MF: –Claro.

RL: –Ese día me apuré yo mal. MF: –¿No se apuró él ese día? RL: –¡No, me apuré yo!

MF: –El salió a correr de punta a punta. Vos venías tercero o cuarto. RL: –Él salió a correr como corría. Yo soy un tarado, porque Regidor estaba bañado en

sudor, se corrió cinco carreras. MF: –Encima lo salieron a pelear. El que lo salió a pelear terminó último y él penúltimo. GL: –Esa cosa de ignorantes que tenemos, de creer que somos nada más que los argentinos.

Claro, lo salieron a pelear, cuando moví dije “ya gané”. Y le agarró un frío… Por ahí ex-

trañó, y aparte por ahí sí se sintió el caballo. Entró tercero. MF: –Ganó Dark Brown, segundo Lotus. RL: –Sí, con Walter Báez. Que yo a Lotus le había ganado con Sunup el Ramírez de ese

mismo año. GL: –O sea que no te podía ganar. RL: –En el Latino a Sunup lo corrió Sarati, era monta mía. Bueno, te digo, capaz que per-

día igual, pero creo que me apuré. MF: –Te quedó la duda. Hoy decís que te apuraste.

RL: –No, siempre dije que me apuré. Apenas cruzamos el disco Alberto me dice –¿Y Ru-

bén? –¡Alberto, me apuré! –No. Los caballos tienen que correr de la salida a la llegada.

Me dijo así, cortante el tipo, y con eso me dejó conforme… Risas.

RL: –Aparte Plá era así, medio asqueroso para hablar. –Los caballos tienen que correr de

la salida a la llegada, como en Estados Unidos. Pero él a veces corría último, no vayas a

creer. Ese Con Otelo trabajaba una barbaridad, solía correr adelante y muy separado. Alber-

to, que era muy inteligente, le buscó la vuelta y lo corrió de los últimos. Cuando lo monté

yo él me daba las instrucciones. Por ahí me daba montas, en La Plata también, y me decía:

–Esta montita, es una montita que tiene que tener vuelta. Yo no le entendía. –¿Cómo Al-

berto? –Sí, ésta es monta mía. Lo corrés vos por una vez, después vuelve a mí. Risas.

Page 10: Clásico y Moderno

RL: –Claro, por ahí él escolaseaba y estaba suspendido. Me hizo dar muchas montas, siem-

pre me acuerdo de eso. Tengo que una montura que era de él. Cuando muere, me dice Jorge

García, el hermano de Miguel: –Mirá, la mujer de Alberto vende algunas cosas. Y bueno,

fui y le compré un montón. Él usaba todo norteamericano, buenas cosas traía del norte. Y

en esa época, por el cambio, se podía comprar. Alberto hoy sería un tipo de 65 años, más no

creo. Todos le decía El Bachiller. Un tipo muy preparado, muy pensante. Y corriendo era

un tipo limpio. MF: –Y en esa época vos ya eras exitoso.

RL: –Era ganador. Don Torres, el abuelo de éste Torres que mencionaban y también el

padre de Valija Torres me hicieron dar una buena yegua con la que gané el Palermo y otro

clásico más. Ese año gané siete GI. Ahora te corren cinco GI un mismo día de clásico, pero

antes para correr un GI había que esperar. MF: –En esa época, entre los colegas con los que corrías, ¿a quién no querías ver en la pis-

ta?

RL: –Valdi era un jockey duro.

MF: –Pero vos y él eran muy jóvenes, había jockeys más grandes que ustedes. RL: –El Topo, Jara, el Chato, el Loco Torres, Pezoa, Aníbal, de La Plata ya estaba corrien-

do La Fiera Maciel, el Vasco Gorrais, el Negro Corso, todos grandes jockeys. GL: –En un final, ¿el que te resultaba más duro era Valdi? RL: –Valdi era bravo, el Topo también. Y Jara para mí fue lo mejor.

GL: –¿Y el que no te querías cruzar en la cancha por loco? RL: –No… MF: –Cuando le hicimos esta misma pregunta a Galloso nos hablaba de Ale Tajomisski y

Cachulo Prieto. RL: –De Cachulo era medio amigote, creo que maneja un taxi.

MF: –¿Y Horacio Karamanos? RL: –Horacio me lavaba el auto, siempre me acuerdo. Ningún problema con ellos.

GL: –Quiero volver a Villares porque siempre me interesó el tema y no quiero que pase de

largo. En ese hándicap que ganó de 72 y ½, ¿cuántos caballos corrieron? RL: –Y… corrieron un montón, ponele 15. GL: –¿Y en los boletos?

RL: –Creo que salió favorito. Porque el caballo había ganado el viernes en San Isidro. El

dueño, del que me había hecho amigote, era un tipo bárbaro. Bandido, pero bandido bien,

de ley, viene y me dice –Rubén, vos sabés que no me lo dejaron retirar estos hijos de puta.

–¿Y qué querés hacer? –¿Yo no lo podremos retirar en el paseo? No le dí nada para los

dolores. El caballo era medio chueco de las patas. Le digo –Sí Flaco, quédate tranquilo que

en el paseo les digo que el caballo está roto y lo retiran. Yo estaba pasando un buen mo-

mento. Hago el paseo, el caballo siempre arrastraba las patas. Sin Buta, nada, iba “Lisandro

de la Torre”, la verdad es que ese día estaba más choto. Voy y los de la Comisión me dicen

–¿Qué pasa Laitán? –Lo revisé, y este caballo está roto. –No, el caballo está bien, co-

rre. Bueno, corre, gana. Sabés cómo me llevaron de la oreja para adentro. –¿Cómo, no era

que no estaba bien? –Y sí, yo lo revisé y estaba roto. GL: –Si pasaba algo era responsabilidad de ustedes. Risas.

RL: –Le gané a un caballo de Galloso que iba de 51 y ½ o 52 y ½. Le daba veinte kilos yo. GL: –No era algo normal 72 y ½. Esa carrera es un hito en la historia del turf. RL: –Y a todo el que duda le digo que se quede tranquilo porque Villares iba con los kilos.

Hay muchos que no creen pero a mí no me la va a contar cambiada nadie, yo fui a la balan-

za.

GL: –Con 72 y ½, ¿sentías que podías ganar? RL: –Era un caballo superior. Venía de ganarle a ganadores de grupo. GL: –¿Cuántos días después de ganar en San Isidro fue esto? RL: –Dos días… Creo que dos días o al otro día. No estoy seguro. El caballo ganó igual

porque era superior. GL: –¿Por cuánto ganaste? RL: –Le gané medio cuerpo nomás, no te vayas a creer. Pero ni le pegué. El otro era un

caballo de hándicap. Yo me puse chaleco, si no, pobrecito. El tungo era noble… muy pero

muy noble. MF: –En la historia de la corta ese caballo es un prócer. RL: –Se cometieron cosas fuleras con él. GL: –¿Cómo qué?

Page 11: Clásico y Moderno

RL: –Y… herejías que le hicieron. Lo hicieron cruzar a nado el río para correr en Brasil.

Allá perdió siempre, porque no era un ligero-ligero. Era un buen caballo. El Flaco era un

fenómeno, el dueño, pero un kamikaze total. Lo llevaron en una balsa, la balsa se rompió,

cayó al río y apareció, pobrecito, en una isla. Es lo que me contaron. El dueño nunca me lo

dijo, pero… MF: –Qué hijo de puta. Cómo pudo hacer algo así con un caballo que le dio tanto. RL: –Apareció en unos pajonales, fuera de joda. GL: –Cruzó el río a nado… No…

RL: –Fuera de joda. Era un caballo muy útil. Me ganó Despistado, me ganó bien, un caba-

llo de Bani que lo corría Sarati. Y el día del Jockey Club que yo corría a Mountdrago, en

Mar del Plata ganó Despistado también, 550 metros, lo corrió el Gringo Bortulé. MF: –Después de ese año ‟80 que fue espectacular para vos. ¿Cuándo te vinculás a La

Quebrada?

RL: –Gané el Comparación y el Ramírez en Uruguay con Sunup, y creo que a La Quebra-

da… No recuerdo bien si en el ‟80 u ‟81 les corrí una yegua que sangraba, que era monta

del Chato y después ganó en Palermo conmigo. Después sangró y la tuvieron que llevar al

haras. Y con Etchechoury también les gané. Como yo le corría al Rosa del Sur, Pochi me

daba de La Quebrada. Entré en el año ‟82, que gané la primer Polla con una hija de Logical.

Después gané en el ‟83 con otra yegua buena. En el ‟84 debuto un caballo, el otro día lo

estaba recordando con Marcelo Canónico, que se llamaba Parallel, otro hijo de Logical.

Debutó ganando y se rompió. Es padrillo, lo tienen en Uruguay. En el Latino que se corrió

en La Plata corrió un hijo de él, no recuerdo si entró tercero o cuarto. Hasta que aparece

Just in Case, que le gana la Polla de Potrillos a Fitzcarraldo. MF: –Fitzcarraldo de Bianchi. RL: –Sí. Fitzcarraldo venía de ganar el Montevideo en tiempo récord, no creo estar lejos de

la verdad. Por entonces yo ya había empezado a ganar carreras con Juan Carlos Maldotti

también. Ah, y me olvidé de decir que antes ya había estado con Perdomo. Con él había

empezado en el ‟80 y le corrí hasta que dejó. GL: –Gran cuida Perdomo, ¿no? RL: –Gran cuidador. Uno de los mejores para los que yo corrí. Pero grande de verdad. GL: –En todo sentido. Como jockey dicen que fue extraordinario.

RL: –Yo lo ví, pero era pibito. Era un tipo muy alto… En Uruguay, a él y Semilla Domín-

guez, otro gran jockey. Hace poco lo ví y está bárbaro, un tipo que se ha cuidado toda la

vida. Yo tenía una muy buena relación cuando los dos estábamos con Perdomo, y somos

amigos pese a que nos vemos poco. Un tipo bárbaro, me enseñó mucho, un hombre muy

conocedor de la cancha. Opinaba como la puta madre. GL: –Galloso me preguntó si se seguía dializando, yo no sabía nada de eso.

RL: –Mirá, creo que le dio un riñón al hermano en Uruguay, tal vez a raíz de eso viene lo

que vos me decís. Yo hace poco lo ví y está bárbaro. MF: –Cuando estabas en La Quebrada, ¿quién le cuidaba?

RL: –Carlitos Zarlengo y Pochi Etchechoury. MF: –¿Corriste a Spiny? ¿O la corría el Gringo? Spiny, la que ganó como 25 en la corta. RL: –No, ya no le corría a La Quebrada cuando corría esa yegua. MF: –Pero vos llegaste a estar junto con Elvio corriéndole a La Quebrada.

RL: –¡Sí! El Gringo les empieza a correr cuando a mí me pasa lo de Mar del Plata. MF: –¿Qué te pasó ahí? RL: –Y, como consecuencia de las pastillas que yo tomaba para adelgazar… GL: –Contalo en detalle Rubén por favor, como fue. RL: –Qué se yo, mirá, yo las pastillas las empecé a tomar a los 17, 18 años.

GL: –Todos las tomaban. RL: –¡Todos! Y eran unas pastillas buenas, ¿viste? GL: –¿Eran diuréticos? RL: –Diuréticos, anfetaminas. Yo me asesinaba, pero de ignorancia, porque después corrí

sin consumir pastillas. Un día le digo al (Rubén menciona a un colega que preferimos man-

tener en el anonimato) –Che, me quedé sin pastillas. Pregúntenle si lo ven. Yo andaba can-

sado, muy cansado. Como toda droga, llega un momento en que se agota el efecto que tiene

en tu organismo. Ya no te hace nada. –Te doy dos, total yo tengo, me dijo. Al otro día corría

cuatro. Ese año ‟86 andaba ganando carreras a lo pavote, pero me sentía muy cansado, ago-

tado. Y no iba al médico por hijo de puta, porque tenía miedo que fueras las pastillas. GL: –No querías que te dijera la verdad.

Page 12: Clásico y Moderno

RL: –Entonces corro. Pego doblete y le digo a mi mujer: –Vamos a Mar del Plata a des-

cansar un día. Era viernes, sábado no había carreras y el domingo sí tenía en San Isidro.

Nos fuimos. Cuando vamos a comer, bueno, ya no me acuerdo más nada, sólo que babeaba.

GL: –Justo venías en un año bárbaro. RL: –Y, iba a ser un año espléndido, porque tenía una caballada enorme. Por La Quebrada

no tanto, pero el Tori, y Perdomo, que tenía cincuenta caballos. GL: –Y ganaban todos. MF: –Venías como para ganar la estadística.

RL: –Y, se me hizo ilusión. Dos veces me hice ilusiones. Una vez me suspendieron y la

otra fue ésta. MF: –¿Esa otra vez fue anterior a ésta? RL: –No. En el ‟90, pero ésa fue más que nada para darme fuerzas yo mismo. Ahí no tenía

una gran caballada.

MF: –¿Y cómo estuviste allá en Mar del Plata?

RL: –Siete días en coma. Y un año completo sin correr, porque repriso en el „87. Me costó

agarrar otra vez. Perdomo me dio una gran mano, a él le gané con Pan de Lujo, Maldotti

también, a él con una yegua que fue mi primera victoria al volver. Me costó mucho. Aparte

todos te miraban de reojo como pensando “–¿Éste habrá quedado bien?” MF: –Las famosas pastillas, ¿dónde las conseguías, las comprabas? RL: –Había un doctor, no sé si vivirá, (otro nombre al anonimato).

MF: –O sea, no las comprabas en la farmacia. RL: –Te las preparaba él. Y el que me dio ésas últimas quedó agarrado del cogote. Para mí

que había venido una tanda mala. MF: –¿Tal vez eso fue lo que te hizo reventar? RL: –Puede ser, pero me parece que yo ya venía mal, muy agotado. Es una opinión mía.

Según los médicos, tantos años de anfetaminas, llega un momento en que… Y eso que yo

era capaz de dejarlas tres o cuatro días, ¡pero sabés cómo me ponía! Claro, al no tener diu-

réticos ni nada de lo que consumía. GL: –Claro, tu organismo estaba acostumbrado a eso. RL: –Te hacés adicto. MF: –Y después de eso que te pasó, ¿cortaste completamente?

RL: –Completamente. Nada.

MF: –¿Y en ese año ‟87 no fue cuando ganaste con Larabee el Pellegrini? RL: –Sí, al tordillo Newmarket con Maciel. MF: –¿Eran como cinco los de la yunta, no?

RL: –Tres seguro. Miguel Sarati y Oviedo seguro. No recuerdo los otros. Fue una carrera

muy numerosa.

MF: –Sí, y con buenos caballos. Ya habías ganado con Larabee antes, ¿qué recordás de esa

carrera? RL: –Yo a Larabee lo había debutado, entró segundo.

MF: –¿Gana el Pellegrini de cuatro años, no? RL: –Sí. Por marzo o abril ganó un clásico y a mí me pasa lo de Mar del Plata. Lo siguió

corriendo Oscar Zapata, con él ganó la Copa de Oro. Para ese Pellegrini Titi tiene otro ca-

ballo. Entonces Juan Bianchi me dice –¿Laitán, querés ganar el Pellegrini? Así lo ligo yo.

Ya sabía cómo andaba más o menos. GL: –¿Lo veías definiendo? RL: –Sí, seguro. Era un caballo muy corredor, útil como la puta madre.

Page 13: Clásico y Moderno

Larabee

MF: –¿En el Gran Premio Brasil lo corriste vos? RL: –No, no viajé. Lo corrió un brasilero, a mí no me conformó. Largó de los últimos, en-

tró cuarto o quinto.

MF: –También estuvo anotado y se borró en el Latino que ganó por primera vez Argentina.

1989 en La Plata. Savage Toss - Octante - Bacache. Pero creo que nos estamos confundien-

do con carreras de Brasil. Yo leí que en el GP Brasil entró segundo, tal vez vos te referís a

otro Latino corrido en Brasil. RL: –El que yo te digo se corrió al revés, porque yo llegué a trabajarlo al revés.

MF: –Entonces no fue en Brasil sino en Chile, en el hipódromo Club Hípico de Santiago.

RL: –Ah, claro. Debe ser así. Yo lo trabajé al revés y te digo que me costaba, no es fácil.

Juan me dijo que se lo iba a dar a un jockey local. ¿En qué año decís vos que fue eso? MF: –Tenemos que revisar bien los archivos, porque no recuerdo el año y ya tengo un lío

bárbaro en la cabeza. Pero retrocedamos de nuevo. Después que volviste, ganaste ese Pelle-

grini con Larabee, etc. ¿Volviste a La Quebrada?

RL: –Sí. Volví y gané carreras. También volví y gané con el Tori.

Page 14: Clásico y Moderno

GL: –Corriste a A Just in Case, ése fue anterior a lo de Mar del Plata.

RL: –¡Sí! Anterior, 1984. Ahí le gané la Polla Fitzcarraldo. Just in Case siempre fue monta

mía. Se hizo no un pingo pero sí un caballo muy útil. Ganó el Progreso, otro clásico en Pa-

lermo de 2000 metros sobre un caballo puntero muy bueno. Pero vos me habías preguntado

de después del accidente. MF: –Si seguiste siendo monta de La Quebrada. RL: –Un tiempo sí. En el ‟88 creo que gané como 90 carreras. Un día Juan Carlos Maldotti

me da un caballo para la milla en La Plata, y gana. De ahí me vengo al casamiento de la

hija de un amigo al que le corría cuadreras, y cuando llego a mi casa, en el contestador ha-

bía un mensaje de Alfredo Gaitán Dassié. Me pedía que le trabajara un caballo para el Pe-

llegrini: Montubio. Lo monto, lo floreo, anduvo bárbaro. Al rato, al mediodía, estaba arriba

de un caballo de Perdomo. Salta la cancha y es ahí cuando me rompo el bazo. Tardan mu-

cho para descubrir que se había roto y se me hace como un derrame interno en todo el cuer-

po, por el golpe. En ese momento estaba mal la clínica de San Isidro, con internas gremia-

les y cosas así, en la época de Alfonsín, cuando habían tomado La Tablada, era todo el país

un quilombo por entonces. Si me hubieran hecho bien las cosas… En la ecografía no salía

nada, entonces me operaron y estaba bárbaro. Yo tenía una muy buena relación con el Dr.

Jury, el del stud Los Moros, me fue a ver. Me dijo: –Cuando vuelva, si te llamo por telé-

fono ya vas a estar en tu casa. Él se fue a Uruguay de vacaciones y cuando vuelve me dice

–¿Cómo que está acá? Y bueno, ahí empezó un drama muy particular. Como tenía derra-

mes internos, me aparecían como pelotas de pus (Rubén ahueca una mano y se la lleva ha-

cia el abdomen, como si se introdujera en el cuerpo una bola de billar), y me las sacaban.

Primero me punzaban, después me tenían que operar. El origen de todo fue una deficiencia

del servicio médico del hipódromo. Estuve otro año sin correr. MF: –Montubio ganó el Pellegrini con Zapata.

RL: –Sí, con Titi. Y bueno, después de reprisar anduve bien, pero ya… MF: –En el ‟91 fue que ganaste ese Anchorena espectacular con el tordillo Vigorous Toss,

entrando último al derecho. El tordo atropelló por afuera con la cabeza levantada. RL: –Sí, un hijo de Egg Toss. Era muy delicado ese caballo, pero útil. Ganó ésa sola con-

migo. MF: –Anduvo a las trompadas con muchos buenos ese yobaca.

RL: –Muy delicado de las manitos, de las patas. Ese día le vino como anillo al dedo la for-

ma en que lo corrí. Ganó ahí nomás. Pero estoy saltando mi peor época, cuando pierdo el

Tori y La Quebrada. Después de volver me suspenden tres meses por un garrón que me

como.

GL: –¿Cómo fue? RL: –No se abrieron las gateras. Estaba Gustavo Larrosa al lado mío, con una yegua mala

con careta. Yo iba con una del Don Florentino, les corría por Perdomo. ¿Qué pasa? La ye-

gua de Gustavo (a él finalmente le dieron tres fechas) larga, yo la venía mirando con cuida-

do porque tenía miedo que me manoteara siendo tan mala. Largábamos 14 o 15. Yo pensé:

“Se anula la carrera”. Cuando miré, iban corriendo. Pensé que no había hecho nada malo,

que me iban a creer cuando les explicara. Gustavo la quiso parar pero no pudo, yo hasta

había desestribado. Bueno, me comí tres meses. GL: –¿Cómo se portó San Isidro?

RL: –Me defenestró. Está bien, por un lado tenían razón. Encima yo andaba con quilombo

personal, me estaba por separar, todo mal. No quise comprometerlo a Gustavo, porque él

largó, quiso parar, se dio cuenta y siguió. Y yo fui de galope, hasta en un momento pensé

en tirarme, pero ya venía de caída en caída. Ese año fue el peor de mi vida, me caí y golpeé

como seis o siete veces. Mal. Maldotti me quiso ayudar, me dio caballos, pero otro día me

quebré la clavícula en Palermo, cuando andás mal… Una muy mala racha, me pasaba una

atrás de la otra. Perdomo me dio una gran mano, Bianchi también, que me dio ese caballo

del que hablábamos. GL: –Entonces perdés el Tori y La Quebrada después de esa suspensión de tres meses.

RL: –No, antes los había perdido, ahí nomás. Creo que a La Quebrada ya había venido Ja-

cinto. En el Tori Juan Carlos me quiso defender pero ya andaba mal. Martinenghi era un

patronazo, pero estaba enfermo y le agarraban cada locuras… Pero, ¡qué caballeriza!

MF: –En esa época ganaron dos Pellegrini seguidos. RL: –Potrillazo dio una barbaridad. ¡Ah, me olvidé de Potrillazo! MF: –Ganaste el Nacional. RL: –Casey, Martínez, ganó como cinco o seis en línea. Era gran barrero, un chancho, se

hacía un picnic en el barro. Muy buen caballo.

Page 15: Clásico y Moderno

Potrillazo

GL: –¿El mejor que corriste cuál fue?

RL: –Y… Potrillazo. Mountdrago era un caballo que corría todos los tiros. Pero en máqui-

na para mí no hubo otro como Potrillazo. Y yegua, la mejor que corrí era una de La Que-

brada que se llamaba Salt Spring, que ganó la Copa de Plata del ‟83. Una pinga.

GL: –Creo que hija de Salt Marsh. ¿Y el mejor caballo que viste? RL: –Farmer.

MF: –Ahí coincidís con Galloso y con Valdi. RL: –¿Ah sí? Estaba el otro caballo…Mat Boy. Pero Farmer para mí…¡Paaa! ¡Mamá! Un

día corríamos, en ésa época corría Chicho Desvard, un chico que ahora está en silla de rue-

das, ¿lo junás? Él corría un caballo de Antonucci. Yo con uno de Bianchi, Tamborín. Chi-

cho me dice –Escuchame, vamos a encerrarlo a éste. A Farmer estoy casi seguro que lo

corría Pizarro. MF: En el debut lo corrió Repiso y después Valdi, no lo tengo a Pizarro.

RL: –Fijate. Para mí en esa carrera lo corría Pizarro. Y Chicho meta decirme: –Escuchame

una cosa, le hacemos el paquete, cuando quiera sacar afuera no va a poder. Bueno, la ver-

dad es que mucha bola no le dí. Mirá, ¡si no le abrimos nos pisa la cabeza! Entré segundo

yo y tercero Chicho. Le abrimos ponele, de acá hasta ahí enfrente (Rubén señala el estacio-

namiento ventana mediante) y nos ganó por 30 cuerpos, era un camión cisterna. Un pingo

bárbaro. Pero guarda que Mat Boy también fue grande. Lo que pasa es que no podés com-

parar, ¿qué pasa si corría contra Potrillazo, o contra Fain? Qué se yo, es como comparar a

Pelé y Maradona. MF: –¿Te acordás del Pellegrini de Fain? RL: –Sí, entró segundo Calador del Tori.

GL: –Ya sé adónde querés ir con la pregunta. MF: –Entró tercero Jumbo Jack, hubo reclamo del cuarto Royal Maui. RL: –¿Vos me querés preguntar por el reclamo? No me acuerdo…

MF: –El reclamo fue muy justo, de hecho no duró nada la amarilla. RL: –¿Quién lo corrió a Royal Maui? MF: –Caro. Ganó Fain, muy bien, pero a mí me parece que si el Chango no le cierra la

puerta podía haber ganado Royal Maui.

RL: –Valdi lo entendía a Fain, y tuvo una campaña muy bien planificada. Ojo, para mí no

era un pingo. El otro día lo ví a Cacho Pascual, no sé si él tenía alguna parte del caballo,

gran cuidador. Cuando ganó el Comparación yo corrí a Potrillazo, que fracasó, entrando

último. Para ganarle a Fain había que ir de refresco y pasarlo cerca del disco. Agustín de

Page 16: Clásico y Moderno

Arriba, que no era ningún gil, llegó a pasarlo y sacarle pescuezo, pero el otro volvía. Había

que pasarlo de refresco y faltando poco. GL: –Ahí.

RL: –Ahí, si no no había forma. No dejarlo reaccionar, si no te pelaba. Pero para mí no era

un gran caballo. Yo, ponele, me quedo con New Dandy. GL: –Y fijate que Mat Boy a New Dandy lo despatarra. RL: –New Dandy ahí ya no quería más, pero creo que ése sí era un pingo. MF: –Todo esto respecto de los caballos. ¿Y si tenés que mencionar un colega, aparte de

los que ya mencionaste de la guardia vieja? RL: –Y, Valdivieso… Sarati. Había muy buenos jockeys en la época mía, sin desprestigiar

a los que están ahora. El degenerado de Rubén, Zapata, Maciel, Carito un jockey ganador,

el Topo, el Negro Ojeda un tipo astuto, el Flaco Sena. Pero los que te nombré primero son

de otra categoría.

MF: –Y llegaste a correr en toda la década del ‟90 con Falero.

RL: –Pablo un gran jockey.

GL: –Vos seguís el turf actual. RL: –Ahora, hace un tiempo. Los clásicos me gusta verlos todos. MF: –¿Hay agencia acá? RL: –Sí, hay una agencia. Por ahí me llama algún amigo, me dice corre tal caballo, y voy. GL: –Galloso dice que no puede mirar las carreras, que le hace daño a los ojos.

RL: –Yo leí toda esa parte de la nota. Me parece que exagera un poco. MF: –¿De los jockeys que corren ahora te gusta alguno en especial? RL: –El brasilero corre muy bien, no el bueno, el otro, Altair. Después hay un paraguayito,

¿Puede ser? MF: –Eduardo Ortega Pavón.

RL: –Ése. Corre lindo. Otro chico argentino... A ver, nómbrenme ustedes. GL: –Villagra, Carrizo.

RL: –Villagra no corre mal tampoco. Otro chico que le corre a Ferro, que estuvo mucho

tiempo sin correr, ése es buen jockey. Hay unos cuantos interesantes. Bueno, se destaca

como siempre el brasilero y lógicamente Falero, pero hay una segunda línea con unos cuan-

tos que corren bien.

GL: –En todas las actividades evidentemente pasa el tiempo y hay una diferencia en las

formas. Esto que tenían los jockeys de tu época, que cazaban los palos y no los largaban

nunca, ahora no se ve. RL: –Qué se yo… En San Isidro ahora ves ganar un caballo a media cancha. Antes decía-

mos “si vos te abrís un metro en San Isidro, te perdés”. En Palermo, cuando yo corría, el

que largaba del 1, Etchart, Jara, el que fuera, ¿sabés cómo te vapuleaban para afuera?

GL: –Te cruzaba toda la cancha en las de mil metros. RL: –Y nadie decía nada. Era normal. Jockeys buenos, Centeno, Jara, terminaban en la

verja porque decían que por afuera corrían más. Ahora ganan por el 1, qué se yo.

GL: –Igual es cierto que hay un desnivel. Ricardo lo sigue haciendo, larga del 1 y te cruza. RL: –Sí, hay, claro. Vos mirás la cancha y sí. Pero antes era terrible. Te agarraba el Chato

Centeno, el Loco Torres, y sabés cómo te serruchaban para afuera. GL: –Y no pasaba un carajo.

RL: –Antiguamente te daban y no pasaba nada, tenías que darle primero vos. Etchart era un

tipo… yo estuve tomando mate y conversando un rato largo con él, ahora que está de juez

en San Isidro. Aníbal era un tipo bravón para correr. ¡Un gran jockey eh! Pero era de otra

época. GL: –Digamos que mientras tuviste continuidad, estuviste en la cresta de la ola. Después,

con estas interrupciones, nunca llegaste a sentirte cómodo. RL: –Y, no pude asentarme. MF: –¿La última parte exitosa de la tuviste con Frenkel? RL: –¡Uy! ¡Me había olvidado del BB, me mata! Sí, porque él me fue a buscar en mi peor

momento. Cuando estaba destruido me fue a buscar. Tenía poquitos caballos. Le empecé a

correr, y bueno, ganamos muchas carreras. Un loco lindo BB, el otro día estuve en un rema-

te de La Quebrada y lo ví. Aparte un tipo que sabe mucho. Yo creo que el BB cambió la

manera de pensar del cuidador tradicional, muy estructurado. Cambió la forma, medio que

adoptó el estilo norteamericano. Un tipo muy inteligente, así como lo ves que es medio

trastornado. Él hizo punta y después vino este chico que le cuida a La Biznaga. GL: –Bullrich. RL: –Sí. Y me olvido de otros. Cambiaron un poco la cosa, se hizo como más sociable.

Ante el cuidador era como un milico. Ahora yo escucho a jockeys declarar –Porque con el

Page 17: Clásico y Moderno

cuidador lo vareamos. ¿Eh? Antes llegabas a decir eso y te daban un bife. ¡Qué lo vas a

varear! ¡Lo vareo yo al caballo! GL: –Rubén, mientras estamos acá comiendo subí una foto tuya en la mesa al facebook. Y

ya están llegando felicitaciones, comentarios y saludos. “Qué grande”, “Qué crack”, “Me

cansé de aplaudirlo”. Rubén quiere mirar la foto y los mensajes. En todo lo relacionado a la tecnología de la

comunicación la referencia permanente son sus hijas. Confiesa que él no le da pelota al

asunto.

YOU TUBE: Laitán triunfa en el Pellegrini 97 con Larabee

GL: –¿Y la cuida? RL: –Un patrón amigo que ya no vive un día me dijo –Rubén no te vayas al campo, tengo

caballos para darte. Pero yo había comprado un pedazo de campo acá, tenía otro pedacito,

y por ese tiempo el turf estaba muy mal, Palermo y San Isidro. No había caballos. Estaba el

Vacación, el Tori en baja, La Pomme, el Firmamento, y después no había mucho más. Los

patrones que habían tenido diez caballos tenían dos, el que había tenido veinte tenía cinco. GL: –También estaban Mastellone, Más de Dos. RL: –Creo que todavía están.

MF: –O sea que no te dedicaste a la cuida. ¿Y te llaman para que veas algún caballo?

RL: –Tengo un amigo acá, con él por ahí vamos a ver algún cuadrero. También tengo otros

amigos con los que voy a los remates. La semana pasada por ejemplo con uno de ellos fui a

uno de La Quebrada. Para ser cuidador te tenés que dedicar, nadie te va a regalar nada.

Y para dedicarte a fondo tenés que vender todo, yo no tengo ganas de hacer eso. Aparte

guarda que no es fácil empezar a ganar carreras. En el momento en que dejé tal vez podía

haber sido, pero si no lo hice en ese momento, ya no. Y no creo que lo haga más. GL: –¿Ya perdiste el tren? RL: –Claro. Y esto ha cambiado mucho. Los patrones quieren correr muy seguido.

GL: –Pero antes también.

RL: –No. Había un 10% de apurados. Ahora hay 90. Los patrones antes eran diferentes,

pienso que todo por un tema de dinero. Ahora un potrillo de dos años está dos días en el

stud, y al tercero ya lo quieren correr.

GL: –La cuida es carísima. RL: –Los premios no están malos, pero la cuida… ¿Cinco lucas está, no? El otro día al-

guien me dijo que cuatro lucas y media estaba en La Plata, con un cuidador que sirve. Hace

poco también me dijeron de Romero, cuatro lucas, y me pareció barato comparando con los

demás.

GL: –Hay algunos de ocho lucas. Rubén nos mira de costado sin decir nada. MF: –¿En el campo con qué laburás? RL: –Tengo vacas, se siembra un poco de soja. MF: –¿Y desde que dejaste de correr, te volviste a subir a un caballo?

RL: –Sí, todos los días subo. Ando a caballo habitualmente en el campo, siempre. Pero con

setenta kilos… tengo 25 kilos más que cuando corría.

GL: –¿En algún momento extrañaste algo después de largar? RL: –Tuve períodos de extrañar, sí. GL: –¿Y no pensaste en volver en algún momento? RL: –No, ni en pedo. Un muchacho con el que venimos a comer acá tiene caballos, algunos

en La Plata, algunos a los que a veces vamos a ver trabajar. Hace tiempo habían traído uno

hijo de… no recuerdo el padrillo, bien ganador, cría de La Quebrada. Bueno, yo iba a tomar

mate con el hombre que lo tenía y un día el peón me dice –Quiere que lo corras vos. –¡No!

Page 18: Clásico y Moderno

Decile que no. Pavadas, no. Tengo 53 años, los kilos que te dije, y encima uno va perdien-

do… Yo tengo que usar lentes para leer. Son cositas que vas perdiendo. Yo me subo todos

los días pero a un caballo manso. Lo hago porque me gusta, eso sí.

GL: –¿Te arrepentís de algo Rubén? RL: –No. Sólo una vez. Respecto a Finarelli, hay algo que me quedó... Él no vive, pero

tiene una hija. En el año ‟84 Maldotti me dice –Mirá Rubén –Finarelli por entonces estaba

enfermo–, te preciso todos los días. Yo por entonces iba espaciado a San Isidro. Juan Car-

los tenía una caballada importantísima, 30 del Tori, más los del SP, y otros studs que tenían

caballos de la línea del Tori. Ahí fue que dejo a Finarelli, le digo que ya no le voy a poder

montar más por el ofrecimiento de Maldotti. De eso me arrepiento a veces, también porque

no pedí nada a cambio. Si bien esos patrones te daban siempre el 5%, la mayoría, los de

Finarelli también. Qué se yo, cosas que vos decís, pucha, después cuando te tienen que

cambiar te cambian.

GL: –Pero esto que nos decís, visto a la distancia.

RL: –También dejo a Finarelli porque me había cansado de viajar a San Isidro. Tener que ir

a dos mil por hora, pensaba “en cualquier momento me pego un palo”. En fin, en cierta

medida fue un alivio, andaba más tranquilo, no tenía que estar siempre a la disparada. Por

un caballo de La Quebrada viajaba, pero era cada tanto. Encima ya había empezado a haber

más autos, ahora… bueno, ahora es un quilombo. Cuando Maldotti me dio esa oportunidad,

no lo dudé por todo esto. Y el ‟85 fue un año muy bueno para mí. Aparte de Potrillazo, ga-

né muchas carreras con Perdomo, con Etchechoury. Pero siempre me quedé pensando “pu-

cha, lo dejé a este tipo”, que para entonces no tenía una gran caballada. GL: –¿Siempre te sentiste en deuda? RL: –Siempre me quedó una cosa… Ojo, no quedé enemistado ni nada, cuando gané el

Nacional…

GL: –Sentís que le debés gran parte de tu carrera. RL: –Sí. A Perdomo también, ése fue como más compinche. A él y a Etchechoury les labu-

raba con ganas porque no me decían nada. MF: –¿Y ahora cuando vas a la agencia con tus amigos tampoco te jugás ningún boleto? RL: –Alguna vez, para hinchar. Pero yo no me voy a pelar, porque no soy jugador. A veces

hago alguna cadena, o algún triplo. Eso sí, para hacer fuerza con los amigos, pero nada

más. Acá hay unos cuantos burreros, hay un verdulero que tiene un caballo bueno. Ese que

ganó 1700 a uno invicto de Rivero, que lo corrió Mario Fernández. El patrón tiene una ver-

dulería, un atorrante bárbaro. Labura mucho. Lo felicité porque me dijo que iba a ganar, fui

a verlo y ganó. Hay unos cuantos de acá que tienen caballos.

GL: –¿Cómo terminaste acá? RL: –Porque ya tenía campos, que compré con mi padre, acá cerquita, del ACA 12 kilóme-

tros. Vendimos de allá, compramos acá, cuando fallece mi padre me agrando un poquito

más, el turf estaba mal, estaba cansado hasta de ver un caballo. Y me vine con mi familia,

mis hijas eran chicas. No quería cambiarlas a mitad de carrera, cuando una pasó a segundo

grado y la otra empezó primero, las cambié. Y ahora se van de vuelta. GL: –¿Vos te divorciaste y estás en pareja de vuelta? RL: –Mis hijas son de mi segundo matrimonio. Con mi primera esposa, la hermana de Mi-

guel Sarati, no tuve hijos.

GL: –¿Puede ser que Miguel esté laburando de portero en un edificio? RL: –No… Lo ví el otro día a Miguel. Creo que está como encargado de un estacionamien-

to, que es del tipo de Las Canarias, Angel Casamayor. MF: –¿En tu casa tenés trofeos, diarios, ese tipo de recuerdos? RL: –Sí, algunas cosas tengo, pero no muchas. Los trofeos los tengo. Si bien tengo cosas,

mucha bola no le he dado al asunto, tener archivos, y eso. Encima en los traspasos y mu-

danzas se van perdiendo cosas, es un quilombo. Hubo cosas que las llevé al campo porque

todavía no tenía la casa terminada, algo acá, algo allá. GL: –¿La mejor carrera que ganaste, ésa de la que no te olvidás más?

RL: –La de Just in Case. GL: –La Polla de Just in Case. ¿Año? RL: –‟84. Otro gran recuerdo lo tengo es de la yegua de Gaitán Dassié con la que gané 2

GP 25 de Mayo. MF: –¿Cuál era, Luck? RL: –No, con Luck gané una Copa de Plata. Yo te digo la brasilera. GL: –En la esa Polla de Just in Case yo estaba en la agencia de Mar del Plata. No te había

jugado a vos.

RL: –Ojo que me costó ganarla.

Page 19: Clásico y Moderno

GL: –Sí, remaste como un loco.

RL: –Después a Fitzcarraldo se lo llevan a Maldotti y ahí lo ligo yo, pero ya no era el mis-

mo. Fue un caballo importante. Como padrillo dio demasiado.

MF: –¿Rubén, no te parece que los pibes que egresan ahora de la escuela, los que empiezan

a correr, pegan mucho, que son muy garroteadores? ¿No te dan esa impresión? RL: –Sí, yo creo que sí. Es verdad eso. GL: –¿Hablaste del tema con el Galgo alguna vez? RL: –¡Ja! Lo ví y no me conoció. Yo estaba en la Oficial, el día que me entregaron el pre-

mio. –Hola Negro, le digo. Me dio un beso. –Hola. Y pasó. Al rato lo veo de nuevo y me

dice –Pero… si a vos te saludé recién, ¡no te había conocido! Después estuvimos conver-

sando. Tengo una muy buena relación con el Negro, buen compañero, y anda muy bien en

la Escuela. GL: –Sí, lo tomó con mucha pasión.

RL: –Sí, aparte se necesita un tipo así en la Escuela.

GL: –Es difícil manejar pibes hoy por hoy. Lo hace bien, es una tarea complicada.

RL: –Antes los pibes eran más nobles. GL: –Más sumisos. No sé qué te pasa con tus pibas, yo tengo dos de 15 y me vuelvo loco. RL: –Algunas veces se rebelan. Pero bien. GL: –Es otra época, yo a mi viejo no le decía ni mu. RL: –¡No! No vas a comparar.

GL: –A veces les digo “yo a mi viejo…” Y me miran como diciendo “qué carajo me im-

porta” RL: –Ni un extremo ni otro. GL: –Tenés dos pibas adolescentes. ¿No estás cortando clavos permanentemente con una

hija mujer de 18?

RL: –Con todos los riesgos que hay… Pero acá es otra cosa. Ahora el año que viene se va a

estudiar a La Plata. No podés andar vigilando tanto, porque no vivís.

GL: –Y aparte les cortás la vida a ellos. RL: –Yo me fui de mi casa a los 14 años, pero era otra época, otra gente.

Con la última frase Rubén se levanta. Señala el grabador, le parece haber hablado mu-

cho. Este mediodía quedará para siempre en nuestros corazones burreros. Quedan algunos

minutos para hacer unas pocas fotos. Nos despedimos. Ese hombre sencillo que camina

rumbo a su camioneta guareciéndose de la lluvia es uno de los más grandes jockeys de las

últimas décadas. A esta hora, en distintos rincones del país late el turf. En cualquier cancha

de cuadreras, en cualquier hipódromo o agencia, los veteranos que escuchan su nombre lo

definen con austeridad y precisión, dejando por un momento de estudiar el programa y le-

vantando las cejas: “–¿Laitán? Jockey clásico”.

Lopecito y Marcelo Fébula para Los Pingos de Todos.

Un agradecimiento especial a Cami Laitán por revisar y corregir el texto.

Page 20: Clásico y Moderno