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COCORÍ MI NEGRO LINDO

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ENTRE LA POLÉMICA Y EL ESPECTÁCULO: COCORÍ MI NEGRO LINDO

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Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXVIII, Nº especial, pág. 47-54, 2004

Tal vez les parecerá extraño que no hagaun análisis crítico de la novela Cocorí (1947) deJoaquín Gutiérrez Mangel habiendo sido tema demi tesis de licenciatura1 y siendo uno de mis hi-jos literarios más mimados. Incluso uno de lospuentes a esa parte de mi “sangre negra” que tie-ne ecos en mi nostalgia, como académica y comoescritora.

Existen, además de la tesis, una serie deartículos publicados sobre la literatura infantil enCosta Rica –Pérez Yglesias 1983-84-85-89-91-94 y 97–, unos versos “ingenuos” que atraviesanesta ponencia2, y hasta me ha sido imposible evi-tar que Cocorí sea parte de uno de los fragmen-tos de otro de mis textos literarios sobre ángelesde la guarda quienes, igual que nosotros en estosdías, conversan y polemizan en el sétimo cielo3.

Quiero iniciar este comentario leyendo esefragmento, aún en bruto y tal vez en borrador

para siempre, de una de las tantas discusiones“angélicas”. Solo un chispazo más para avivar elfuego de la polémica y el espectáculo…

Sentados en círculos de círculos, los ánge-les piensan sobre la muerte y Joaquín, Alejandra,Elena y Cocorí se atraviesan en la conversación:

“Matiz, el ángel de los posibles, ya más calmado des-pués de la discusión sobre si los ángeles de la guardadeben acompañar o no a los personajes de los cuen-tos, asevera que la mejor manera de no desaparecernunca es que alguien nos recuerde cada día, por cadadetalle, por cada huella que dejamos.Como ángel de la guarda de Joaquín, Matiz escuchael relato de Cocorí cuando en las noches se lo inven-ta a sus hijas pequeñas, Elena y Alejandra y, definiti-vamente, está deseando que se abra cualquier porti-llo en el cielo, para poder quedarse con el negritocuando su protegido muera.Prisma y Zippy, los ángeles que vienen a sustituir lassombras de sus niñas al nacer, están de acuerdo conque un personaje como Cocorí, quedaría más seguroal morir su creador, si lo apadrina un ángel.—Es cierto que a unos pocos los recuerdan por lasgrandes cosas. Pero hay que dejarse de cuentos, afir-ma muy convencida Vitta, las personas y los ángelescomunes y corrientes seremos recordados por la

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María Pérez-Yglesias*

ABSTRACT

The central discussion on Cocorí turns around the sense of life, the sense of beauty, and the value of experience. Inthis way, the different viewpoints, as occurrrrs in all instancesof healthy well-intended argumentation, enrich thedialogue, vivify thinking and break off monotony.Key words: Costa Rican literature, Cocorí, polemics, marginality.

RESUMEN

La polémica de Cocorí gira en torno al sentido de la vida, al sentido del tiempo, al sentido de la belleza y al valor dela experiencia; así las polémicas que se levantan, como todas las controversias cuando son sanas y bien intencionadas,ennnriquecen el diálogo, avivan el pensamiento y rompen la monotonía.Palabras clave: Literatura costarricense, Cocorí, polémica, marginalidad.

* Lic. En Filología, Lingüística y Literatura, UCR(1976) y Dra. en Comunicación Social, UniversidadCatólica de Lovaina, Bélgica 1983. Decana Sistemade Estudios de Postrado, Universidad de Costa Rica.

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cantidad de cariño, alegría, saber y solidaridad quele damos a los demás.—Y sino que lo diga Cocorí, el negrito aventurero,asevera muy conocedora Prisma.—Pobre Elena, señala sonriente Zippy, más de un pe-llizco disimulado se lleva cuando empieza a cerrar losojos… ni modo que se duerma y nos deje, por muyángeles que seamos, con el capítulo a medio palo.—Alejandra y yo, imaginación sobre imaginación,nos dejábamos sorprender felices con cada escena.—Te acordás que Quincho quería que nos acercára-mos a Limón “Nací junto al mar y con sus juguetesaprendí a jugar. Todo como un cuento, nací junto almar…”—Le daba tanta nostalgia su gente y su selva plaga-da de animales y emociones.—¿Vos sabés por qué no escoge a un indígena de Ta-lamanca como su héroe?—Bueno, acordáte que Cocorí fue un valiente caci-que… El cacique Cocorí. Vieras cómo sufre su ángelde la guarda sin poder hacer nada para salvarlo de losespañoles.—El Cocorí de Quincho ama la selva igual que elotro Cocorí, el que hereda el honor de sus antepasa-dos africanos y jamaiquinos.—Muy triste este mundo tan injusto. Pero, sabés, yocreo que hay que resaltar lo positivo.—Más de una vez yo le soplaba a Elena alguna pre-gunta para su papá…—Y yo a Alejandra. Por eso el libro tiene ángel, seríe Prisma.—Dirás ángeles… refunfuña Zippy.—¿Recordás como hablaba Joaquín de su compañe-ro de juegos? ¿Y del susto que le daban los caimanesy las culebras?—¡Oh Quincho, tan grandote y siempre preguntan-do! En algunos momentos parecía querer que las ni-ñas le dieran una respuesta a sus angustias…Los otros ángeles se quedan como en misa.Y los que no conocen el libro, intrigados, hacen ce-rebro a ver donde lo pueden conseguir para leerlo.A todos los ángeles les fascina que les cuenten y re-cuenten cuentos…El ángel de las plumas amarillas, Alí, les recuerdaque Cocorí, el niño caribeño, busca una respuesta yEcooo los convence de que se sabe de memoria lapregunta porque siempre le encantó la idea de mez-clar una rosa roja con don Torcuato, el Caimán, y conTalamanca, la Bocaracá… “¡Sucurú, sucurú, sucurúcurutá!, ¡Crótalo, que no me coma, y la culebra seva …!”Alí repite el conjuro para espantar a la culebra, mien-tras Ecooo, emocionado, intenta repetir la preguntade Cocorí, sin una sola falta: “¿Por qué mi rosa tuvouna vida tan corta?. ¿Por qué otros tienen más añosque las hojas del roble… que las yerbas del monte…que las semillas del higo…que las arenas del mar…?

¿Por qué mi rosa vivió tan poco y otros se cansan decontar las lunas?”…—¡Bravo!!!, grita Klick, el de las alas breves, encon-trando que su amigo hace un excelente resumen.—Yo creo, les cuenta Ali que lo que a Cocorí le preo-cupa es por qué la alegría representada por la niña yla rosa se desvanece como un soplo y lo injusto pa-rece eterno…Ecooo suspira romántico, seguro de que Cocorí se vaa casar con la niña rubia que le regala la rosa roja…Aunque está seguro de que la ve más pálida que unapapa sin achote.Yin y Yan, los ángeles gemelos, protestan porque laextranjera solo le regaló una rosa y no dos y Vaivénmece sus alas largas con emoción, porque él nunca aleído el libro y la respuesta lo tiene en suspenso…“Tu Rosa, le dice el Negro Cantor con su flauta en lamano, vivió en algunas horas más que los centenaresde años de Talamanca y don Torcuato. Porque cadaminuto útil vale más que un año inútil” …—Ya decía yo que el instante es lo más valioso deluniverso, afirma con la cabeza Fugaz.—Para un ángel negro de plumas de arcoiris tropicalcomo yo, sonríe I´Ris, sería un honor acompañar pa-ra siempre a Cocorí, así que le voy a pedir a Gen, elmaestro de la Escuela de la Nube Mayor, que some-ta de nuevo a votación la propuesta para que los per-sonajes de cuentos puedan tener ángel.—Salada, si eso pasa, me lo tienen que encomendara mí que lo vi nacer y crecer frente a mis alas, argu-menta Matiz.—Las plumas color chocolate lo representan mejor ysi lo dejan escoger, estoy seguro que Cocorí preferi-ría mis hermosas alas, gruñe X(J)aspe.—Las mías, escogería las mías sin lugar a dudas,asegura O-Tris el de las plumas oscuras, no se acuer-dan que el niño “repliega las alas grises de su cora-zón”El silencio trae una profunda calma y las alas de losángeles se despliegan soñadoras.—La vida no depende del tiempo sino de la intensi-dad… de la intensidad y del cariño, les recuerdaVitta.Los ángeles alzan el vuelo para acomodarse en sunube a descansar y sienten que la vida los envuelvedulce y silenciosa, mientras en la tierra, continúa ladiscusión”

La literatura, cuando es literatura, no nece-sita que la defiendan. Necesita, eso sí, un espaciode publicación, un material textual que le permitavivir en las librerías, en las bibliotecas públicas,en el internet, en los estantes de las casas, en la vi-da de sus personajes, en la mente y la imaginaciónde los lectores… Necesita que la editen una y otra

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vez y, si tiene suerte, que la traduzcan para podercompartir sus sentidos con quienes hablan otroslenguajes y pertenecen a culturas diferentes. Ne-cesita soñadores que en cada oportunidad re escri-ban, imbuidos por la magia de la creación que losprecede, su propia historia. Y Cocorí, del escritorcostarricense Joaquín Gutiérrez Mangel, tiene ca-lidad, una temática universal reconocida y un rit-mo de infancia que favorece su inserción en la li-teratura que atraviesa geografías, temporalidadesy lenguajes…

La literatura —no importa si intencional-mente se dirige a niños, jóvenes y adultos— es li-teratura. Es placer estético, revolución, juego,imaginación y producción inevitablemente indi-vidual y colectiva que responde a un tiempo y aun espacio, a una ideología y visión de mundo, aun contexto particular y a un texto general de lahistoria y de la cultura.

Por eso los intelectuales críticos se apro-pian de Mafalda o los humanistas soñadores deDon Quijote. Por eso la literatura también estáexpuesta a ser un blanco de ataque cuando seexacerban los problemas sociales o cuando, poralguna razón, las minorías o los que son o sesienten marginados tratan de reivindicar sus de-rechos o llorar sus injusticias. Por eso existen or-ganizaciones y movimientos de lucha social quese apropian de textos literarios, por eso no es aza-roso que personas que adquieren una cierta pre-ponderancia económica o política traten de impo-ner sus criterios de publicación.

Una discusión como la que ahora desataen torno a la novela para niños, Cocorí4, dondeparticipan políticos e intelectuales, algunos deellos limonenses y de origen afrocaribeño, elMinisterio de Educación Pública y algunos otrossectores de la sociedad costarricense adquiereuna dimensión múltiple: mezcla sentimientospersonales, viejos dolores colectivos, retoma elplacer estético y la magia narrativa, provocanuevos análisis literarios, aviva celos y rencillasliterarias dormidas, incluye matices políticos ypone en el tapete de nuevo la realidad que vivela provincia atlántica costarricense. Una realidadcotidiana que ha sido y continúa siendo a todasluces injusta…

Se discute sobre racismo, sobre subordi-nación, sobre la identificación de los niños decarne y hueso con el negrito Cocorí… y el tex-to se ubica en la provincia de Limón, en el Ca-ribe costarricense sin que el narrador mencione,ni una sola vez, ni en una sola línea, lugaresconcretos.

Los comentaristas se refieren a compara-ciones desafortunadas que provocan el insulto ola marginalidad, se refieren, ya dentro del libro, ala manera en que visten los personajes, a sus ras-gos físicos, a sus cabañas, a sus gestos… La ima-gen, básicamente la de los humanos, se criticafuertemente comparando a la niña rubia y a sumadre con Cocorí y Mamá Drusila… Duelen lassandalias y el vestido de flores y el pañuelo colo-rido que cubre los rizos de Drusila, molestan lospantalones y camisas humildes, hieren los ojossaltones, las bocas gruesas, los gestos atonta-dos… y nadie recuerda que igual que la nuestra,estos dibujos —por cierto muchos de ellos de ex-traordinaria calidad estética— solo responden auna interpretación, a la imaginación de su autorque, de ninguna manera es el narrador ni don Joa-quín Gutiérrez Mangel. Otras críticas se basan enfrases o fragmentos sacados del contexto, de lascoordenadas espacio temporales del libro. La re-ferencialidad mal entendida puede matar cual-quier texto… La literalidad de la imagen mata lasinterpretaciones y la coherencia de los dibujantes.

Al leer cada uno de nosotros construyetambién su propia imagen, —ya ajustada por losdibujos de la edición que tenga en sus manos—, su propia historia… Observa distintos persona-jes, animales, olas y bosques… Cada uno escu-cha sus propios ruidos y sonidos, siente uncaparazón distinto al rozarlo con sus manos,huele el perfume de su rosa o saborea con mati-ces distintos las frutas tropicales. Cada uno pin-ta a Cocorí de manera tan distinta como lo ha-cen los artistas que acompañan a GutiérrezMangel en su novela.

Los puntos álgidos en discusión tienenbien poco que ver con la calidad del libro, con laopinión de quienes hemos sido sus más fervien-tes lectores y escritores por más de medio siglo,con los niños que lo disfrutaron ayer y lo disfru-tan hoy.

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Contáme negro, negrito,lo que el poeta te enseñó,de la vida de la selva,de los hombres, del amor…

Casi, me atrevería a decir, que buena partede la discusión tiene realmente poco que ver conJoaquín Gutiérrez Mangel, con el negrito Cocoríy con los problemas raciales propiamente dichos.

Y uno se pregunta si estamos ante un casotípico e histórico, del uso de “un texto como pre-texto” para levantar banderas y lograr otros obje-tivos sociales e individuales que podrían ir, des-de la necesidad de publicidad personal o laexpresión de un viejo rencor guardado en el fon-do de un corazón maltratado, hasta una nuevaforma de hablar de un problema de injusticia queha tenido siglos de historia: la esclavitud, la mi-gración obligada, el apartheit y otras formas deracismo –incluso aquellas, no lo ignoro– queaparecen como construcciones idealizadas.

Acompañáme sonrisa,con tus dientes nacarados ,vení conmigo hasta el bosque,que te quiero preguntar…

Preguntarte colochito,manitas de berenjena,¿por qué las tortugas chicas,nunca llegan a la mar?

El negrismo y la negritud. La literaturaque muestra la brutal realidad de una historia in-justa y la que se complace en idealizar al negrocomo un ser apolíneo y sagrado. La dura realidadque ha enfrentado un negro en un mundo de blan-cos, un gitano, un judío e incluso un cara pálidaen un imperio indígena.

Y esto ocurre a través del tiempo con to-dos los grupos sociales marginales o que, por al-guna razón, no forman parte del poder y la hege-monía: las razas o etnias diferentes a ladominante, las mujeres, los viejos, los niños, losminusválidos, los enanos, los homosexuales…en fin, los que viven, actúan, parecen, sienten,son o reaccionan distinto.

¡Qué poca capacidad tiene el ser humanopara asimilar la diferencia, para no temerle, paraconvivir con ella incluyéndola, para no competir,

para no prestarse a los juegos de dominio y dehomogenización, para respetar las diferencias!

Vení conmigo mi negro,negrito de cuento bueno,vení conmigo y contámede la vida en el palmar…

Y la literatura como pretexto, como “pre-texto” no es una excepción. Y los autores comoGutiérrez Mangel o los personajes, como Cocorí,que llegan a ocupar un lugar en la mentalidad co-lectiva de un país y encima tocan espacios “sen-sibles” de la cultura, no escapan al espíritu com-petitivo, ni pueden permanecer tranquilos.

Eso les da, también, valor y actualidad.Todo texto es una intertextualidad, un diá-

logo de textos anteriores y contemporáneos quediscuten, se afirman, se niegan o se neutralizanen el texto mismo. Y Cocorí no es una excepción:el descubrimiento y la conquista española, la do-minación norteamericana, el norte y el sur, Afri-ca y Jamaica, el caribe costarricense, el lenguajepolisémico y de orígenes distintos, la fábula, elanimismo, la filosofía con distintos postulados,la niñez, las relaciones familiares y comunales…

Ningún texto escapa de su contexto histó-rico y cultural, de la ideología. Ninguno se pue-de considerar “puro”, sin contaminación de este-reotipos, prejuicios o tabúes. Ninguno estotalmente revolucionario, aunque su autor cons-cientemente lo desee. Existen rastros inconscien-tes que condicionan una mayor o menor repro-ducción de aquello que incluso negamos,fervientemente, en el discurso cotidiano.

Todo texto maneja un espacio de ambi-güedad y cuando se lee y escribe permite multi-tud de posibilidades de interpretación. El que leey escribe su versión también posee una ideología,unos presupuestos, una experiencia personal ycolectiva, unos textos para poner en diálogo.

Y esa es la razón por la que más allá de sucalidad literaria, ética y humana, la novela Coco-rí —o cualquier otra— puede levantar una polé-mica, apoyar una causa o representar una nociónpara la posteridad y sino que lo digan el quijotis-mo, el bobarismo o el sadismo.

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No me cabe ninguna duda que este golpepuede ser un golpe de suerte para Cocorí, en elsentido de que hoy por hoy miles de costarricen-ses lo leen, lo releen o hablan de él. Un golpe depropaganda y publicidad como pocos libros hantenido en el país. Un golpe de curiosidad quepuede o no dejar huellas.

Lo malo con toda esta polémica es la con-fusión de planos, de roles, de temas.

Lo extraño es tener a una Ministra, al Pre-sidente de la República, al Ministerio de Educa-ción, a periodistas y escritores reconocidos, esdecir a figuras de autoridad, metidos en una dan-za que, a todos luces, baila la música del poderque les dan sus puestos representativos. Lo bue-no es tener magistrados que rechacen un recursode amparo con argumentos dignos de un educa-dor o un filósofo y literatos y maestros defen-diendo el valor ético y estético y el derecho a lalectura. Lo tremendo es que respetables conoce-dores de la literatura se dejen llevar por sus emo-ciones… y reacciones de forma a veces dogmáti-ca, olvidando incluso los aportes éticos yestéticos.

Y nosotros, los otros, los que valoramos lafilosofía, la aventura, el misterio, el juego, el dis-frute, el goce estético ¿qué?

Y volvé negro negrito,a las páginas del libro,para que otros pequeñitoste acompañen a jugar…

¿Tendremos que aceptar que unos cuantosse salgan con “la suya” imbuidos en estereotipos,prejuicios y tabúes que parten del irrespetuosoprincipio de la censura, de tapar el sol con un de-do, de impedir el disfrute, de interceptar fuentesde valores eternos y positivos, de prohibir que losniños aporten su propio criterio…?

No creo que Cocorí sea un libro racista nimucho menos y aunque ese no es mi punto a dis-cutir, de eso se trata la polémica y en eso se basael argumento para “impedir”, minimizar o desva-lorizar la lectura del libro en las escuelas.

Ya a inicios del siglo XXI el Ministerio deEducación había tomado la decisión de no ponerlecturas obligatorias… ¿Entonces a que viene la

carta del Viceministro5 a los maestros recalcandola no obligatoriedad específicamente de Cocorí?

Tenemos que reconocer que, en Costa Ri-ca, los niños y las niñas y los jóvenes —y hastalos adultos que mantenemos el alma infantil—no han tenido mucha suerte en encontrar nove-listas para ellos y cuando nos enfrentamos a unoque logra bien su objetivo estético y lúdico, losacamos con una premisa muy discutible, delespacio escolar. Y si no que lo digan el pícaroMarcos Ramírez de Carlos Luis Fallas y ahoraCocorí de Joaquín Gutiérrez Mangel, dos de lospocos libros que incitan a una lectura placente-ra, con cierto dejo de humor y mucho de vidacotidiana, de aventura, curiosidad, aprendizajeactivo y belleza.

Cocorí de Joaquín Gutiérrez Mangel esuna novela corta que nace como una serie deaventuras de un niño negro que busca “su” ver-dad entre el mar y la selva tropical.

Busca su verdad en la imaginación de unpapá que le cuenta a Elena y Alejandra, sus dosniñas pequeñas, el consabido cuento antes dedormir. ¡Qué maravilla un papá cuenta historias,que lo mantiene a uno expectante todo el día es-perando la caída del sol para continuar!

Un papá de los años cuarenta del siglo pa-sado que se ocupa de imaginar un relato coheren-te, educativo y mágico para sus propias hijas. Pa-ra niñas que, como todos los niños del mundoparticipan del chiste, de la adivinanza, del juegode palabras, de las canciones y los conjuros, delos animales compañeros, del susto a lo descono-cido, del misterio y la aventura, de la rebeldía de-sobediente, de lo extraño, del afecto cotidiano yde lo trascendente.

Los niños y las niñas preguntan, tienen susopiniones, son curiosos, quieren saber… no im-porta si tienen la piel aceituna, azabache, blancopálido, sonrosada, amarillenta o chocolate con le-che. Ellos se ríen de lo que los adultos racionali-zamos, aman la anécdota y, desde luego, dicencosas que nosotros, los grandes, calificamos deocurrencias, malacrianzas o imprudencias que enel fondo nos hacen gracia, pero que muchas ve-ces nos hacen quedar mal, nos avergüenzan o po-nen en evidencia.

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Quien no tiene una anécdota para contar…“¡Dice mi hermana que le diga que no está!…”“Mamá, ¿porqué esa señora tiene bigote?”…“Mami, mirá ese señor es igualito al perro…”“Doña Luisa, es cierto que a usted le pega su es-poso, eso dice mi abuelita” “¿Papá, este chiquitotan feo es tonto?” “Usted se llama igual al perrode mi abuelo.” “¡Mamá, mirá un monito!”6

El ser humano tiene una tendencia a rela-cionar, a comparar con lo que conoce. Lo impor-tante es la intención y la reacción frente a los ac-tos. Los niños aman a los animales no menos quea las personas. La niña rubia —podrían ofenderselos blancos de que Cocorí tenga nombre y ella so-lo sea una referencia a su color— compara al niñocon lo que conoce y, como es lógico, Cocorí creeque lo insulta y se ofende, pero muy rápidamentese establece una corriente de simpatía y afecto en-tre los dos. Ambos son niños y eso es lo que im-porta, no su color de yuca o berenjena. Ambosquieren regalarse lo que tienen para ofrecer, am-bos quieren que los quieran y los recuerden.

…que te quiero preguntar

Preguntarte, si los ruidos de la noche,en las tinieblas,son producto de la selvao del miedo a dormitar.

Preguntarte si las rosas,olorosas y extranjeras,viven más intensamentey nos drogan al pasar.

O si efímeras concentranla bondad y la belleza,cubriendo largas jornadasdel que vive al vegetar.

La niña rubia inspira el misterio con la ro-sa roja y desconocida que se transplanta al nuevomundo, pero es el niño negro quien representa alfilósofo, al investigador, al aventurero que buscala respuesta… y la busca en tiempo y espacio, labusca en la experiencia y la sabiduría, la busca enla razón y la encuentra, al fin, en el afecto. En elrosal que brota fuerte y hermoso con los cuidadosde Mamá Drusila y, posiblemente, en la fuerzaenergética del deseo de conocimiento de Cocorí.

Es aquí, en el trópico, en la naturaleza, en-tre la gente sencilla y sabia, entre nosotros dondeestá la respuesta. En el barco no viene la respues-ta, no la traen de fuera, no la tienen “los blancos”que, al final de cuentas, solo inquietan y estimu-lan inconscientemente una búsqueda.

La pregunta rompe el cerco de lo concretoy lo cotidiano y la respuesta es universal, sí, pe-ro la encuentra el negrito Cocorí. La encuentra enlas palabras de otro negro y en el afecto de sumamá. En las palabras y la música del artista, elNegro Cantor, aquí en el Caribe.

El viejo pescador y el campesino tienen laexperiencia, valoran el trabajo de la tierra y elmar. El viejo Pescador tiene el poder de la histo-ria y de la palabra contada y, de alguna forma, es-pera la llegada de otro barco antes de morir. Eltrasatlántico rompe las aguas del mar y la rutinade esa playa aislada y solitaria y para Cocorí re-presenta lo otro, lo ajeno, lo diferente.

Buscamos la piedra filosofal, el vellonci-no de oro, la fuente de la eterna juventud. Busca-mos una respuesta a lo injusto, a la injusticia.Buscamos, con angustia, una justicia poética, unpremio a la belleza y a la bondad. Cocorí se sien-te defraudado, como todos nosotros, por la muer-te temprana, la desaparición física, la desapari-ción del color y del perfume, de la tersura y de laternura que inspira lo positivo. Se siente defrau-dado por la desaparición de una propuesta amo-rosa en la que cifra sus esperanzas. Quiere enten-der el encuentro y el desencuentro. La llegada deuna ilusión que se esfuma antes de permitir quese cumpla una parte del sueño.

Y Cocorí busca con tesón, con riesgo, conrespeto, con temor y con esperanza, como buscaJoaquín y como buscamos muchos de nosotros.

La polémica —Cocorí también trata delevantar su polémica en torno al sentido de la vi-da, al sentido del tiempo, al sentido de la belle-za, al valor de la experiencia— las polémicasque se levantan, como todas las controversiascuando son sanas y bien intencionadas, enrique-cen el diálogo, avivan el pensamiento y rompenla monotonía.

Este coloquio con los trabajos preparadospor los compañeros y compañeras y la gran canti-dad de otras actividades, reacciones en los medios

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de comunicación, estudios, artículos, re lecturas yopiniones catárticas sirven, igual que la preguntade Cocorí, para reflexionar sobre todos esos te-mas que mientras el ser humano exista serán im-portantes: la justicia, la relación con la naturaleza,las diferencias étnicas y culturales, el sentido dela existencia, la brevedad de la vida, el género ola muerte.

Y hasta las mujeres mestizas podríamosofendernos porque, siendo un cuento para sus hi-jas, Joaquín escoge a un niño para hacerlo su hé-roe y lo pinta de color.

¿Habría acaso algún texto inocuo, algúntexto que no despierte alguna pasión, alguna pre-gunta, algún disgusto o identificación? Nos matalo literal y nos mata lo simbólico, nos atormentanel realismo y lo imaginario. Nos marcan los este-reotipos y los prejuicios, las existencias y los su-puestos. Bien se dice que al amor no se opone elodio sino el miedo y la inseguridad y creemos re-solver la vida con la competencia.

En todo caso la literatura es literatura. Espolifónica, interpretativa, obedece a un tiempo yun espacio, admite lecturas y re escrituras múlti-ples y cada uno está en su derecho de proyectaren ella sus nostalgias, sus deseos o sus miedos.

Que la polémica sobre Cocorí se ha vuel-to un espectáculo, no me cabe duda.

Un espectáculo que le permite a algunosactores olvidados retomar su papel, que le facili-ta a otros estrenarse en la palestra, que pone so-bre el tapete viejas discrepancias, dolores queya creíamos olvidados, que aprovecha parausar el texto como pretexto para discutir —en es-te caso—una situación real y conocida como esla marginalidad de una de nuestras más extraor-dinarias provincias, que trae a colación una pro-blemática, como la de la educación, que no haytico a quien no le interese y que, por último, nospermite conocer o volver a disfrutar un libro queteníamos escondido en un rincón del corazón.

Cocorí mi negro lindo,atravesáte la mar,saltá las páginas fuertesy vámonos a jugar.

Notas

1 En la tesis de licenciatura se trabajan cuatro textospara niños y se realiza una interpretación teórico me-todológica común. Cada una de las compañeras rea-liza el análisis estructural del texto que le correspon-de: Patricia Araujo, Los cuentos de mi Tía Panchitade Carmen Lyra; Ligia Bolaños Varela, El abuelocuentacuentos de Carlos Luis Sáenz; Sonia JonesLeón, Cuentos Viejos de María Leal y María PérezYglesias, Cocorí de Joaquín Gutiérrez.

2 El poema aparece publicado en la revista Káñina,UCR y fue leído en la Facultad de Letras con motivode la celebración del ochenta aniversario de don Joa-quín Gutiérrez.

3 Este fragmento forma parte de un proyecto (abril2003) de relatos para niños y jóvenes sobre ángelesde la guarda. Por el momento hay escritos más deuna veintena de cuentos aún inéditos.

4 La lectura de una serie de artículos aparecidos en losperiódicos nacionales entre marzo y julio de 2003 yde varios comentarios enviados por el internet, mellevan a analizar el voto del recurso de amparo pre-sentado por Lindley Dixon Powell y Epsy SwabyCampbell contra el Ministerio de Educación por lalectura obligatoria del libro y repensar una polémicaque ya se da, aunque con menor virulencia, en losaños ochenta, encabezada por el escritor QuinceDuncan. Cecilia Valverde, Estrella Cartín, Abel Pa-checo, Fernando Durán, Sonia Jones, Amalia Chave-rri, Aurelia Dobles, Ana Cristina Rossi, Manuel Ber-múdez, Eulalia Bernard, Olga Marta Rodríguez,Arnoldo Mora, Elena Nascimento, Maryorie RossLorein Powell, Quince Duncan… son solo algunosde los participantes activos en la discusión.

5 El Viceministro de Educación Wilfrido Blanco envíaa los directores regionales, el 23 de enero del 2003,una carta recordando la no-obligatoriedad del libroCocorí, preocupado por las quejas de cuatro ciudada-nos y de la Asociación Proyecto Caribe. Lo extrañoes que desde diciembre del año 2000 el Consejo Su-perior de Educación deja claro que los textos son su-geridos pero no obligatorios.

6 Las presiones son tan fuertes en los años ochenta queel autor cede y elimina la frase.

Bibliografía

Araujo, P; Bolaños, L; Jones, S y Pérez, M.1977. Rasgos comunes de tres categoríasde análisis en el relato literario (Análisis

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estructural de Los cuentos de mi Tía Pan-chita, El abuelo Cuentacuentos, CuentosViejos y Cocorí). Tesis de licenciatura. Es-cuela de Filología, Lingüística y Literatu-ra, Universidad de Costa Rica.

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