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Temas para pensar la crisis

Colapso Sistema Carcelario Libro

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  • Temaspara pensar

    la crisis

  • COLAPSO DEL SISTEMACARCELARIO

    por

    Centro de EstudiosLegales y Sociales

    (CELS)

  • Portada de Daniel GrinbaumImgenes de portada: Archivo Pgina/12: Csar De Luca, Gonzalo Martnez, Jos Carminio, Ricardo Abad; Secretara de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires; CELS.

    2005, Siglo XXI Editores Argentina S. A.

    ISBN 987-1220-35-9

    Impreso en Artes Grficas DelsurAlmirante Solier 2450, Avellaneda,en el mes de diciembre de 2005

    Hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina - Made in Argentina

    Colapso del sistema carcelario / prlogo por Vctor Abramovich- 1a ed. -

    Buenos Aires : Siglo XXI Editores Argentina: Centro deEstudios Legales y Sociales - CELS, 2005.

    232 p. ; 23x15,5 cm. (Temas para pensar la crisis)

    ISBN 987-1220-35-9

    1. Sistema Carcelario. I. Vctor Abramovich, prol. II. TtuloCDD 365.34

  • ndice

    Presentacin y agradecimientosVctor Abramovich ............................................................................... 7

    I. Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina. Diagnstico de experiencias y posibles lneas de accinCecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo ................... 15

    II. La tortura y las respuestas judiciales en la provincia de Buenos AiresPaula Litvachky y Mara Josefina Martnez .................................. 59

    III. El caso Verbitsky: nuevos rumbos en el control judicial de la actividad de los poderes polticos?Christian Courtis ......................................................................... 91

    IV. Defensa pblica y derechos humanos: Banco de Datos sobre torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantesMario Luis Coriolano .................................................................. 121

    V. El encarcelamiento bonaerense 2003. Palabras de emergencia por una barbarie que no cesaRal Borrino................................................................................ 137

  • VI. Mecanismos de control durante la detencin y el trabajo del Comit Europeo para la Prevencin de la TorturaSilvia Casale ................................................................................. 155

    VII. Violencia carcelaria en el mbito federalFrancisco M. Mugnolo................................................................. 167

    VIII. Monitoreo de lugares de detencin: el Protocolo Facultativo de la Convencin contra la Tortura y el papel de la sociedad civilAnna Claudia Gerez Czitrom....................................................... 189

    IX. El Sistema de Pasantas de Abogados Defensores de Ejecucin Penal en Rosario. Una experiencia innovadora para el acceso de los presos a la efectiva tutela de sus derechosJuan T. Lewis ............................................................................... 201

    Protocolo Facultativo de la Convencin contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes ..................................... 219

  • Presentacin y agradecimientos

    por Vctor Abramovich, director ejecutivo del CELS

    En la Argentina ms de 63.000 personas se encuentran privadas de su liber-tad en establecimientos carcelarios. La mayora de ellas sufre condiciones dedetencin que implican severas violaciones a sus derechos fundamentales. Setrata sin duda de una de las principales falencias de nuestro sistema legal, quese ha visto por lo dems agravada en los ltimos aos por impacto de la crisispoltica y social. Pero tan grave como que esta situacin subsista, es la forma enque conviven con ella, sin reaccionar, una parte importante de los funcionariospolticos, administrativos y judiciales responsables del problema. El acostum-bramiento que convirti a la sobrepoblacin carcelaria y a la violencia institu-cional en un dato del paisaje cotidiano, expresa el deterioro profundo de la cul-tura democrtica en nuestro pas.

    La actual situacin ha sido en parte el producto de la continuidad de pol-ticas hacia el interior de la crcel, que nos llevan a caracterizar un cuadro som-bro: la ausencia de controles efectivos, la creciente militarizacin de las insti-tuciones penitenciarias, la centralidad que adquirieron las actividades y recur-sos destinados a la custodia de detenidos en detrimento de las lgicas de reso-cializacin, as como el uso cotidiano de diversas formas de violencia ilegal co-mo mecanismo de disciplina carcelaria, y la articulacin de redes ilegales comomedios para la gestin de la vida cotidiana en las crceles

    Pero al escenario construido por los errores, dficit y fracasos de las polti-cas penitenciarias, debe adicionarse el impacto de otras polticas pblicas sobre

  • la situacin carcelaria. En particular, las decisiones inadecuadas de poltica cri-minal y el funcionamiento defectuoso de los rganos de justicia.

    En los ltimos aos los sistemas penitenciarios se han declarado sucesivamen-te en emergencia debido al crecimiento de las tasas de encarcelamiento a unritmo sin precedentes en el pas y que est entre los ms acelerados de la regin.

    En buena medida ello ha ocurrido por el impacto de una cantidad impor-tante de reformas legislativas que contribuyeron a generalizar la privacin de lalibertad durante el proceso. En las jurisdicciones donde estas polticas se hanextendido de forma ms irracional, como en Buenos Aires, las personas priva-das de su libertad sin condena llegan a representar ms del 90% de la pobla-cin carcelaria.

    Un sector mayoritario de la justicia penal se ha acomodado burocrtica-mente a esta situacin, utilizando la prisin preventiva como el factor que or-dena los tiempos del proceso, y organiza el trabajo de los fiscales y de la defen-sa pblica. Al mismo tiempo que contribuy a darle forma y tamao al proble-ma carcelario, este sector de la justicia aprendi a convivir con las diversas ex-presiones de la violencia institucional, como la tortura y los tratos degradantes,encontrando distintas formas de no mirar, de dejar hacer, que se fueron con-virtiendo en simples rutinas administrativas.

    El primer paso para empezar a revertir este problema consiste, en nuestraopinin, en cuestionar los niveles de tolerancia social al castigo y al sufrimien-to, reforzando la condicin de sujetos de derecho de las personas privadas desu libertad. Ahora bien, tambin es preciso sumar a los ejes anteriores la nece-sidad de considerar las medidas privativas de la libertad como un instrumento,con lmites legales y materiales, de las polticas pblicas en materia de seguri-dad y justicia. Y a partir de ello, destacar que el aumento sin precedentes de lacantidad de detenidos no guarda solo relacin con una demanda ciudadana demayor seguridad sino, fundamentalmente, con el modo en que esta demandaes procesada por los operadores del sistema.

    Si bien la situacin carcelaria es sumamente crtica, distintas circunstanciascontribuyen a generar una oportunidad que debe aprovecharse para impulsarpolticas que aborden, al menos, los aspectos ms graves del problema.

    Por un lado, la repercusin que han tenido los graves hechos de violenciacarcelaria ocurridos en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Crdoba ySanta Fe durante 2005, en los medios de comunicacin, entre referentes socia-les y en los ms altos mbitos de gobierno, contribuy a instalar el tema en laagenda pblica, orientada en el ltimo tiempo a discutir el endurecimiento delas leyes penales. La intervencin de la Corte Interamericana de Derechos Hu-manos de la Organizacin de los Estados Americanos (OEA) en la situacin delas crceles en Mendoza, y la decisin de la Corte Suprema de Justicia de la Na-cin con relacin a la sobrepoblacin carcelaria en la provincia de Buenos Ai-

    8 Vctor Abramovich

  • res, activaron algunas reacciones institucionales y contribuyen a crear concien-cia en varios actores (judiciales, legislativos, as como referentes de la sociedadcivil) acerca de la necesidad de revertir las polticas que produjeron estos nive-les de violencia y degradacin de la situacin carcelaria.

    Por lo dems, la ratificacin en 2004 del Protocolo Facultativo de la Con-vencin contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degra-dantes por parte de la Repblica Argentina,1 que impone deberes a los go-biernos para reforzar los mecanismos de control sobre las condiciones carce-larias, abre tambin la oportunidad de debatir nuevas estrategias y polticaspblicas con la intervencin de la sociedad civil. Este instrumento, as comolos ms recientes desarrollos jurisprudenciales sobre aplicacin de los trata-dos de derechos humanos en el mbito local y las recomendaciones efectua-das al Estado argentino por los rganos de proteccin de derechos humanosde la OEA y la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU), obligan tam-bin a generar un espacio institucional para discutir sobre nuevas formas decooperacin y articulacin entre el Estado federal y las provincias en mate-ria carcelaria.

    Esta discusin debera comprender, al menos, la identificacin de ciertoscontenidos mnimos de derechos de base constitucional e internacional, quedebieran ser respetados por las polticas penitenciarias federales y provinciales;la creacin de nuevos mecanismos o remedios federales, jurisdiccionales y po-lticos idneos para intervenir en casos de violaciones estructurales a derechoshumanos en las provincias, y el fortalecimiento de los mecanismos existentes;y un cambio en el diseo y la dinmica de las instancias de coordinacin de po-lticas criminales y penitenciarias entre el gobierno nacional y las provincias, ta-les como los diversos consejos federales que puedan tener competencia sobrelos diferentes aspectos del problema.

    El libro que presentamos pretende aportar algunas ideas para estas discusio-nes pendientes. Se trata del tercer ejemplar de la coleccin Temas para pensarla crisis, iniciada con El Estado frente a la protesta social y Polticas de seguridadciudadana y justicia penal.

    En este caso, Colapso del sistema carcelario presenta una serie de documen-tos elaborados por personas que realizan un trabajo permanente sobre la situa-cin carcelaria. Hemos procurado incluir el anlisis y los puntos de vista tantode miembros de organizaciones de la sociedad civil (argentinas e internaciona-les), como de funcionarios con responsabilidad en velar por los derechos de laspersonas privadas de libertad.

    9Presentacin y agradecimientos

    1 Primer pas de la regin en ratificar este protocolo. Junto con el gobierno espaol (quelo firm en abril de 2005) constituyen el grupo de primeros pases que estn dando apoyo aeste instrumento.

  • Colapso del sistema carcelario presenta una descripcin general de la situa-cin de la privacin de la libertad en la Argentina y de diferentes mecanismosde control que llevan adelante el Poder Judicial, las instituciones del Estado conresponsabilidad directa sobre tal situacin y las acciones emprendidas desde lasociedad civil.

    En el documento Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina.Diagnstico de experiencias y posibles lneas de accin, escrito por Rubn Alde-rete Lobo, Cecilia Ales y Rodrigo Borda en el marco del trabajo del programaViolencia Institucional y Seguridad Ciudadana del Centro de Estudios Legales ySociales (CELS), los autores trazan un panorama general de la crisis penitenciariadesde un abordaje que incluye indicadores estadsticos y el anlisis de factores ins-titucionales que favorecen la sobrepoblacin y la violencia en el interior de crce-les y comisaras. En el captulo se describen algunas posibles lneas de accin, en-tre las que destaca la experiencia del hbeas corpus correctivo colectivo sobre la si-tuacin de las personas privadas de libertad en la provincia de Buenos Aires.

    La tortura y las respuestas judiciales en la provincia de Buenos Aires, dePaula Litvachky y Mara Josefina Martnez, investigadoras del programa Justi-cia Democrtica del CELS, indaga en el funcionamiento de diversas instanciasdel poder judicial para analizar sus prcticas y en cmo se insertan stas enuna situacin de violacin continua de derechos humanos a gran escala: taleslos casos de las torturas a las personas detenidas en el Servicio PenitenciarioBonaerense y en las dependencias de la Polica de la Provincia de Buenos Ai-res. A su vez, el trabajo plantea la ausencia de una poltica judicial efectiva pa-ra responder a este panorama institucional.

    Christian Courtis en El caso Verbitsky: nuevos rumbos en el control ju-dicial de la actividad de los poderes polticos? analiza la sentencia de la Cor-te Suprema de Justicia de la Nacin en el marco de la accin de hbeas cor-pus en defensa de todas las personas privadas de su libertad en jurisdiccin dela provincia de Buenos Aires, presentado por el CELS en 2001. Courtis cen-tra su anlisis en tres ejes: la legitimacin activa de una organizacin de la so-ciedad civil para presentar una accin de este tipo y su carcter colectivo; elalcance de la invocacin de los principios mnimos sobre condiciones de de-tencin que deben regir las polticas de privacin de la libertad y las incgni-tas que presenta el particular remedio elegido por la Corte para avanzar haciauna solucin.

    Mario Luis Coriolano, defensor ante el Tribunal de Casacin Penal de laprovincia de Buenos Aires, reflexiona en Defensa Pblica y Derechos Huma-nos: Banco de Datos sobre torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanoso degradantes acerca del papel que debe desempear la defensa pblica antela tortura, y sobre el uso estratgico que puede darse a la informacin que ma-neja el ministerio pblico.

    10 Vctor Abramovich

  • El artculo El encarcelamiento bonaerense 2003. Palabras de emergencia poruna barbarie que no cesa, de Ral Borrino, juez integrante de la Sala Tercera dela Cmara de Apelacin y Garantas en lo Penal del Departamento Judicial deSan Isidro, provincia de Buenos Aires, describe los niveles de encarcelamiento ylas condiciones de detencin en la provincia y subraya la responsabilidad de suspares por no reconocer su obligacin de garantizar los derechos de las personasprivadas de libertad, por abstenerse de actuar en su defensa y por aplicar acrti-camente legislacin inconstitucional. El juez reclama la modificacin del rgimenexcarcelatorio, la urgente limitacin del uso de la prisin preventiva, y exige elcompromiso de los diferentes sectores del Estado y de la sociedad para revertir lascausas del estado actual del encarcelamiento en la provincia.

    Luego, en representacin del Comit Europeo para la Prevencin de la Tor-tura, Silvia Casale seala en Mecanismos de control durante la detencin y eltrabajo del CPT recomendaciones en cuanto a normas y garantas para diver-sos temas que resultan claves para prevenir la violencia hacia las personas pri-vadas de libertad (garantas anteriores al juicio, profesionalizacin del personalde custodia, condiciones de alojamiento y mecanismos de queja e inspeccin).Las recomendaciones estn acompaadas por la descripcin de experienciaspositivas y negativas. Una versin preliminar de este documento fue presenta-da por Silvia Casale en la videoconferencia que, bajo el mismo ttulo, ofrecien la residencia del Embajador del Reino Unido en Buenos Aires, el 21 de no-viembre de 2003.

    El Procurador Penitenciario, Francisco Mugnolo, describe en Violenciacarcelaria en el mbito federal las consecuencias de la crisis que atraviesa el sis-tema penitenciario federal argentino y, en este contexto, el rol de una institu-cin como la Procuracin Penitenciaria en la tarea de penetrar la oscuridad dela crcel. Mugnolo reconoce la importancia fundamental que tienen las visitaspermanentes a las crceles por parte de los rganos de control para reducir losmrgenes de discrecionalidad y violacin de derechos. El procurador enfatizala importancia del procesamiento de la informacin recabada en las prisionespara las intervenciones de la Procuracin Penitenciaria, y presenta ejemplos deelaboracin de denuncias, hbeas corpus y recomendaciones.

    A continuacin, el potencial del Protocolo Facultativo es analizado en Mo-nitoreo de lugares de detencin: el Protocolo Facultativo de la Convencincontra la Tortura y el papel de la sociedad civil, por Anna Claudia Gerez Czi-trom, de la Asociacin para la Prevencin de la Tortura (APT). Como hemosdicho, la prxima implementacin de este instrumento en la Argentina abre unnuevo campo de accin para las organizaciones de la sociedad civil que procu-ren trabajar sobre la situacin carcelaria.

    Cierra este libro el documento El sistema de pasantas de abogados defenso-res de ejecucin penal en Rosario. Una experiencia innovadora para el acceso de

    11Presentacin y agradecimientos

  • los presos a la efectiva tutela de sus derechos, en el que Juan T. Lewis describe lagravsima situacin que se vive en las crceles y las comisaras de la provincia deSanta Fe y la desproteccin jurdica a la que estn expuestas las personas all de-tenidas. A continuacin, el autor evala el desarrollo de un proyecto destinado afortalecer el acceso a la defensa de las personas privadas de la libertad en Rosario.

    Como anexo para completar la lectura de este libro y, en particular, del cap-tulo VIII, se incluye el Protocolo Facultativo de la Convencin contra la Torturay otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de prxima instrumen-tacin en el pas.

    Muchas de las lneas de debate que aqu se presentan fueron abordadas en di-ferentes encuentros, como las Jornadas sobre Mecanismos de Control del SistemaCarcelario y Acceso a la Justicia - V Encuentro Nacional de Ejecucin Penal, que elCELS coorganiz junto a la Procuracin Penitenciaria y al Departamento de De-recho Penal de la Universidad de Buenos Aires, el 20 y 21 de noviembre de 2003,en la Facultad de Derecho de dicha universidad; y el seminario Jueces, fiscales ydefensores en la prevencin y sancin de la tortura, que tuvo lugar en Buenos Airesdel 26 al 28 de abril de 2005 en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanosde la Nacin y que el CELS coorganiz junto a la Secretara de Derechos Huma-nos de la Nacin y la APT. Las exposiciones de algunos participantes de estos en-cuentros sirvieron de base para varios de los artculos que componen la presentepublicacin.2

    El CELS quiere agradecer a la vicedecana de la Facultad de Derecho de laUniversidad de Buenos Aires, doctora Mnica Pinto, a la subdirectora del De-partamento de Derecho Penal y Criminologa, doctora Lucila Larrandart y a laSecretaria de Investigacin, profesora Mara Gmez Masa, por su permanen-te apoyo a las actividades del CELS y por tener siempre las puertas de la facul-tad abiertas para los encuentros.

    El CELS agradece asimismo al Procurador Penitenciario, doctor FranciscoMugnolo y a la asesora de la Procuracin Penitenciaria, doctora Andrea Triolo,por la permanente disposicin a la cooperacin entre las instituciones.

    Resulta esencial para la labor del CELS en estos temas el trabajo de organis-mos oficiales como la Defensora ante el Tribunal de Casacin Penal de la Pro-vincia de Buenos Aires, la Comisin Provincial por la Memoria, la Direccinde Proteccin de la Secretara de Derechos Humanos de la Provincia de Bue-nos Aires, la Secretara de Derechos Humanos de la Nacin y la Direccin Na-cional de Poltica Criminal.

    12 Vctor Abramovich

    2 Ral Borrino, Silvia Casale, Mario Luis Coriolano, Ana Claudia Gerez Czitrom, JuanLewis y Francisco Mugnolo presentaron en las jornadas de 2003 versiones preliminares de lostrabajos que aqu se publican. Paula Litvachky y Mara Josefina Martnez presentaron una pri-mera versin de su artculo en el seminario de 2005.

  • Agradecemos la constante contribucin de organizaciones de la sociedad ci-vil argentina como la Asociacin de Defensores de Derechos Humanos(ADDH), el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Sociales y Penales(INECIP), la Asociacin por los Derechos Civiles (ADC), la Clnica Jurdicade Inters Pblico, la Asociacin Civil El gora, la Asociacin Civil Casa delLiberado, la Asociacin Civil Centro de Comunicacin Popular y Asesora-miento Legal (Cecopal) y la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC). Y deaquellas entidades internacionales como la Asociacin para la Prevencin de laTortura (APT), la Comisin Internacional de Juristas (CIJ), Human RightsWatch y la Organizacin Mundial Contra la Tortura (OMCT).

    Queremos dedicar un especial agradecimiento a Rubn Alderete Lobo, Pau-la Gorsd, Gustavo Plat y Marcos Salt, quienes estn siempre dispuestos a refle-xionar junto al equipo del CELS acerca de las estrategias para incidir en la pro-blemtica carcelaria, colaborando en la elaboracin de proyectos, informes yenriqueciendo los contenidos de las actividades.

    Queremos destacar el trabajo de los programas Violencia Institucional y Se-guridad Ciudadana Cecilia Ales, Rodrigo Borda, Gerardo Fernndez, Gusta-vo F. Palmieri, Marcela Perelman, Luciana Pol y Hernn Thomas y de Justi-cia Democrtica Paula Litvachky, Josefina Martnez, Andrea Pochak, LeahTandeter y Demin Zayat cuyos permanentes debates e investigaciones estnreflejados en este libro.

    Agradecemos a los autores de los artculos, quienes estuvieron dispuestos aactualizar sus textos por considerar que los datos deban reflejar la gravedad delsistema hasta la fecha ms cercana posible a su publicacin; y a Laura Itchartdel rea de Comunicacin del CELS, Rubn Alderete Lobo, Virginia Fein-mann y Marcela Perelman por la edicin de los documentos.

    Finalmente, el CELS quiere agradecer el apoyo de la Embajada Suiza en laArgentina y del Foreign and Commonwealth Office a travs de la EmbajadaBritnica en la Argentina, a las actividades organizadas en el marco del Proyec-to sobre el Mejoramiento de los Mecanismos Institucionales de Control del SistemaCarcelario, entre las que se encuentra la elaboracin de este libro. Asimismo,agradece su apoyo a la Fundacin Tinker, la Fundacin Ford, The John MerckFund y a todas las organizaciones y fundaciones nacionales e internacionalesque sostienen nuestro trabajo.

    13Presentacin y agradecimientos

  • Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina. Diagnstico de experienciasy posibles lneas de accin

    por Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo*

    Introduccin

    La sobrepoblacin y la violencia imperantes en las crceles argentinas noconstituyen fenmenos novedosos. Por su persistencia y dimensiones, a lo lar-go de los ltimos aos esta problemtica atrajo la atencin de instituciones es-tatales, acadmicas y de la sociedad civil organizada o no, y gan progresiva-mente un espacio en la agenda pblica.

    La Constitucin Nacional y los tratados internacionales de derechos huma-nos incorporados a ella a partir de la reforma de 1994 contienen un conjuntode normas y principios que fijan las condiciones mnimas bajo las cuales el Es-tado puede privar a una persona de la libertad en forma legtima.1 La sola inob-

    * Celia Ales y Rodrigo Borda son integrantes del Programa Violencia Institucional y SeguridadCiudadana del CELS. Rubn Alderete Lobo es docente de la Facultad de Derecho de la Universidadde Buenos Aires y Secretario de la Defensora Oficial ante los Juzgados Nacionales de Ejecucin Penal.

    1 Nos referimos concretamente a las condiciones que el Estado est obligado a garantizar durantela ejecucin del encierro propiamente dicho, entre ellas: a) derecho a condiciones carcelarias adecua-das y dignas (art. 18 CN; art. 5.2 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y art. 10.1del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos); b) prohibicin de imponer penas o tratoscrueles, inhumanos o degradantes (art. 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos; art.5 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y arts. 2 y 16 de la Convencin contra laTortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes); c) obligacin de respetar, en laejecucin del encierro carcelario, la separacin entre procesados y condenados (art. 5.4 de la Conven-cin Americana sobre Derechos Humanos y art. 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Po-lticos); d) obligacin de garantizar el alojamiento de las personas menores de edad en lugares distin-tos de los destinados al alojamiento de aquellas mayores (art. 37 inc. c de la Convencin sobre losDerechos del Nio y art. 5.5 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos).

  • servancia de estas normas bsicas implica la existencia de personas alojadas encentros de detencin en flagrante violacin a los compromisos internacionalesasumidos por el Estado argentino.

    El presente documento pretende contribuir a la comprensin integral delproblema de la sobrepoblacin y la violencia en las crceles argentinas, en tan-to constituyen violaciones por parte del Estado a los derechos fundamentales delas personas privadas de su libertad. Desde esta perspectiva, se intentar avan-zar en el estudio de sus causas y posibles soluciones.

    El anlisis que desarrollaremos requiere dos aclaraciones previas. En primer tr-mino, que aun cuando la sobrepoblacin y la violencia son fenmenos que se evi-dencian en gran parte de las prisiones del mundo, los niveles que alcanzan en Am-rica Latina son significativamente altos. En la Argentina, en particular, el problemase verifica tanto en la jurisdiccin nacional como en las provinciales. Teniendo encuenta lo anterior, se abordar la cuestin de manera genrica. Sin embargo, cabeaclarar que recurrentemente se har referencia a la situacin de los sistemas carce-larios federal y de la provincia de Buenos Aires, dada su particular gravedad.

    En segundo lugar, corresponde definir el concepto de violencia que se utiliza-r en el marco del documento. Se entender por violencia a aquella que provienede las instituciones del Estado y tiene la capacidad de afectar directamente la vidao la integridad fsica de las personas privadas de su libertad. Aqu cabe incluir loshechos violentos que ocurren en las prisiones y cuya responsabilidad es atribuibleal Estado en tanto garante de los derechos fundamentales de las personas privadasde su libertad. Dicha responsabilidad estatal surge de la obligacin de garantizarla seguridad de los internos, no solo evitando un trato cruel, inhumano o degra-dante por parte del personal penitenciario, sino tambin previniendo que ocurranhechos perjudiciales para su integridad fsica y su vida (tanto si provienen de laagresin de otro interno como si se trata de autolesiones). No puede desconocer-se que, en ocasiones, la violencia entre internos se produce con la anuencia del per-sonal penitenciario o, incluso es promovida por ste, y que presuntos suicidiosy accidentes intentan encubrirse mediante mecanismos sumamente burdos, quedenotan una actividad intencional externa por la que el Estado debe responder.En coincidencia con esta postura, la Corte Interamericana de Derechos Huma-nos ha establecido que [e]n los trminos del artculo 5.2 de la Convencin [Ame-ricana sobre Derechos Humanos] toda persona privada de libertad tiene derechoa vivir en condiciones de detencin compatibles con su dignidad personal y el Es-tado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal. En conse-cuencia, el Estado, como responsable de los establecimientos de detencin, es elgarante de estos derechos de los detenidos.2

    16 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    2 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Neira Alegra y otros, sentencia del 19de enero de 1995, prr. 60.

    GonzaloResaltado

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  • Este documento abordar los fenmenos de sobrepoblacin y violencia demanera independiente. En primer lugar, nos abocaremos al anlisis de la pro-blemtica de la sobrepoblacin. Luego de un breve diagnstico del fenmeno,se identificarn algunos de los factores que lo promueven para, por ltimo, avan-zar sobre sus posibles soluciones y evaluar algunas que intentaron implementar-se. De la misma forma se analizar, seguidamente, el fenmeno de la violenciacarcelaria.

    I. Sobrepoblacin

    Parte importante de las unidades carcelarias de la Argentina se encuentranoficialmente sobrepobladas, esto es, alojan una cantidad de personas superior alo que el cupo declarado les permite. Al mes de febrero de 2005, sta era la si-tuacin en varias de las prisiones del Servicio Penitenciario Federal, en tanto lasrestantes unidades se encontraban prcticamente al lmite de su capacidad.

    Relacin entre personas alojadas y plazas en dependencias del Servicio Penitenciario Federal, segn Unidad. Ao 2005* - (en cantidad de personas y plazas)

    Unidad Personas Plazas Ocupacin (en %)

    C.P.F. N 1 1.615 1.740 92,8C.P.F. N 2 1.538 1.500 102,5Unidad N 2 2.287 1.694 135,0Unidad N 3 630 374 168,4Unidad N 4 290 314 92,4Unidad N 5 312 350 89,1Unidad N 6 504 500 100,8Unidad N 7 491 500 98,2Unidad N 9 250 250 100,0Unidad N 10 111 120 92,5Unidad N 11 133 164 81,1Unidad N 12 163 198 82,3Unidad N 13 73 85 85,9Unidad N 14 83 92 90,2Unidad N 15 97 104 93,3Unidad N 17 180 172 104,7Unidad N 18 8 8 100,0Unidad N 19 351 380 92,4Unidad N 20 145 87 166,7Unidad N 21 25 37 67,6Unidad N 24 146 152 96,1Unidad N 25 19 23 82,6Unidad N 26 60 83 72,3Unidad N 27 16 25 64,0

    17Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    GonzaloResaltado

  • Unidad N 30 20 21 95,2Unidad N 31 254 256 99,2Alcaida Jujuy 85 50 170,0Alcaida Salta 20 14 142,9EPN 2 2 100,0

    Total 9.908 9.295 106,6

    Fuente: CELS, en base a datos de la Direccin General del Rgimen Correccional del ServicioPenitenciario Federal.*Nota: datos al 25 de febrero.

    En la provincia de Buenos Aires la situacin es sensiblemente ms grave queen el mbito federal. En el ao 2005, slo 13 de las 39 unidades carcelarias exis-tentes alojaban un nmero de internos inferior al de la capacidad declarada porel Servicio Penitenciario Bonaerense.

    Relacin entre personas alojadas y plazas en dependencias del Servicio PenitenciarioBonaerense, segn Unidad. Ao 2005 - (en cantidad de personas y de plazas)

    Unidad Alojados Plazas Ocupacin (en %)Unidad N 1 2.800 2.186 128,1Unidad N 2 1.609 1.660 96,9Unidad N 3 548 400 137,0Unidad N 4 511 450 113,6Unidad N 5 1.076 717 150,1Unidad N 6 416 327 127,2Unidad N 7 320 278 115,1Unidad N 8 195 139 140,3Unidad N 9 1.407 1.306 107,7Unidad N 10 362 280 129,3Unidad N 11 66 66 100,0Unidad N 12 98 98 100,0Unidad N 13 806 736 109,5Unidad N 14 43 68 63,2Unidad N 15 1.404 1.620 86,7Unidad N 16 141 140 100,7Unidad N 18 484 582 83,2Unidad N 19 652 696 93,7Unidad N 20 85 80 106,3Unidad N 21 1.011 772 131,0Unidad N 22 34 52 65,4Unidad N 23 832 772 107,8Unidad N 24 905 750 120,7Unidad N 25 215 95 226,3Unidad N 26 103 94 109,6Unidad N 27 128 130 98,5Unidad N 28 1.034 960 107,7

    18 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

  • Unidad N 29 155 240 64,6Unidad N 30 1.609 1.728 93,1Unidad N 31 522 499 104,6Unidad N 32 498 468 106,4Unidad N 33 354 338 104,7Unidad N 34 409 362 113,0Unidad N 35 940 936 100,4Unidad N 36 657 700 93,9Unidad N 37 652 700 93,1Unidad N 38 657 700 93,9Unidad N 39 345 350 98,6IMG 4 4 100,0

    Total 24.087 22.479 107,2

    Fuente: CELS, en base a datos del Registro General de Internos del Servicio PenitenciarioBonaerense.

    *Nota: datos al 17 de febrero. A las 362 personas alojadas en la Unidad N 10 deben sumarseotras 310 privadas de su libertad en el pabelln Kraepelin y las colonias Cabred y Uriarte, so-bre cuya capacidad no se informa. Por otra parte, hay 834 personas bajo la guarda del ServicioPenitenciario Bonaerense pero que no se alojan en sus dependencias. De ellas, 148 estn con-troladas por monitoreo electrnico, en tanto otras 686 tienen alojamiento transitorio.

    La sobrepoblacin de las crceles bonaerenses deriv en una situacin anms preocupante: el alojamiento de personas en condiciones infrahumanas encomisaras, cuyas instalaciones han sido, en la prctica, asimiladas a plazas dealojamiento. Frente a este panorama, es preciso destacar que las dependenciaspoliciales no deben considerarse plazas carcelarias, en tanto no renen las con-diciones requeridas para los lugares de cumplimiento de pena y/o prisin pre-ventiva. La presencia de personas detenidas en estos espacios es claramente ile-gal. Mientras que poseen un cupo declarado de 3.2043 plazas, las 333dependencias de las policas de la provincia de Buenos Aires alojaron la si-guiente cantidad de detenidos por motivos penales:

    Ao 2000: 5.293 Ao 2001: 6.113 Ao 2002: 7.204 Ao 2003: 5.223 Ao 2004: 5.506Ao 2005: 4.899 (al 30 de junio)

    La utilizacin indiscriminada de comisaras como lugares de cumplimientode pena y/o prisin preventiva no es un fenmeno exclusivo de la provincia de

    19Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    3 Fuente: Centro de Operaciones Policiales, Ministerio de Seguridad de la Provincia de BuenosAires.

  • Buenos Aires. Al 30 de junio de 2004, por citar slo algunas provincias, el n-mero de personas en estas condiciones eran:4

    Chubut: 106Catamarca: 144Crdoba: 263 Entre Ros: 1.511 Formosa: 125La Pampa: 176Misiones: 64Salta: 59San Juan: 80Santa Cruz: 143Santa Fe: 2.279

    El alojamiento de personas en establecimientos carcelarios por sobre su capa-cidad es, por si solo, un indicador de violacin a la garanta de los reclusos de re-cibir un trato digno y condiciones de detencin adecuadas. Esta violacin acarreaconsecuencias concretas de suma gravedad para las personas privadas de su liber-tad y tiene repercusiones especialmente negativas en la ejecucin de las penas.

    En este sentido, es innegable que el hacinamiento genera un constante in-cremento de la tensin entre los internos, que deriva en problemas de conviven-cia en un espacio insuficiente e inadecuado para el desarrollo de la persona. Fo-menta, adems, la propagacin de enfermedades de todo tipo, producto de lafalta de higiene de los establecimientos y de adecuada atencin mdica. Ellomuestra claramente la inobservancia, por parte del Estado, de la exigencia de sa-lubridad y limpieza contenida en el texto constitucional.5 En cuanto a los reg-menes de ejecucin de penas, el exceso de poblacin carcelaria imposibilita laasignacin de tareas laborales a todos los internos y la participacin en activida-des educativas y recreativas, lo cual obstaculiza su reinsercin social.

    En definitiva, la sobrepoblacin carcelaria implica la violacin de los dere-chos constitucionales de las personas privadas de su libertad. Resolverla es unaexigencia ineludible en un Estado de Derecho, como consecuencia necesaria dela obligacin de ste de brindar condiciones carcelarias dignas y evitar que el en-cierro se convierta en una pena inhumana o degradante.

    20 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    4 Fuente: Informe Preliminar 2003 del Sistema Nacional de Estadsticas sobre Ejecucin de la Pe-na (SNEEP), Direccin Nacional de Poltica Criminal, Ministerio de Justicia y Derechos Huma-nos de la Nacin.

    5 El art. 18 de la Constitucin Nacional dispone categricamente: Las crceles de la Nacinsern sanas y limpias para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas.

    GonzaloResaltado

    GonzaloResaltado

    GonzaloResaltado

    GonzaloResaltado

  • 1.1. Algunos factores que promueven la sobrepoblacin carcelaria

    El anlisis del fenmeno de la sobrepoblacin carcelaria requiere evaluar laactividad de todos los poderes del Estado de manera individual y en su conjun-to. No resulta arriesgado afirmar que el problema tiene su gnesis en: a) la in-consistencia de las polticas pblicas adoptadas en materia criminal y peniten-ciaria; b) deficiencias de orden normativo; y c) deficiencias en la administracinde justicia. Seguidamente trataremos estos factores por separado.

    1.1.1. LA FALTA DE UN ADECUADO DISEO DE POLTICA CRIMINAL

    Una de las causas ms evidentes del exceso de personas alojadas en estable-cimientos carcelarios es la ausencia de un diagrama serio de poltica criminal,coherente y acorde con las herramientas disponibles para sustentarlo. La Ar-gentina ha optado por la utilizacin del derecho penal como principal mto-do de solucin de conflictos y, sobre la base de este modelo, el empleo de laprisin como pilar del sistema punitivo. A ello se suma el hecho de que, enlos ltimos aos, las normas procesales sufrieron un grave retroceso en el re-conocimiento de garantas bsicas de las personas sometidas a proceso penaly se produjo un endurecimiento intenso en la regulacin legal penal en gene-ral, lo que contribuye a la construccin de un sistema que pretende que nin-gn culpable resulte impune, aunque habilita tambin la posibilidad de queun inocente sea castigado.

    Ejemplo de lo anterior es la regulacin procesal de la provincia de BuenosAires en materia excarcelatoria, introducida tras la sancin de la ley 12.405 enmarzo de 2000. Esta disposicin fij limitaciones que tornan excepcionales lossupuestos en que procede la libertad durante el proceso.6 Ello llev a que la ma-yor parte de los detenidos en establecimientos y comisaras provinciales sean pre-

    21Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    6 Por ejemplo, la excarcelacin procede cuando el delito que se imputa tiene prevista una pe-na cuyo mximo no supere los seis aos de prisin o reclusin, siempre que de las circunstanciasdel hecho y de las caractersticas personales del procesado resultare probable que pueda aplicrse-le condena de ejecucin condicional (art. 169, inc. 1); y no se concede cuando los delitos impu-tados hayan sido cometidos: a) por pluralidad de intervinientes y en forma organizada, b) con in-tervencin de una o ms personas menores de 18 aos, c) en forma reiterada cuando lascircunstancias de los hechos y caractersticas y antecedentes personales del procesado obsten a laaplicacin de una pena de ejecucin condicional, d) por quien estuviere gozando de libertad pro-visoria anterior, e) con uso de armas de fuego, sin que sea necesaria la acreditacin de aptitud dedisparo, y mediante el empleo de cualquier tipo de arma propia o impropia, f ) con violencia en laspersonas en el caso de robo simple, g) con vehculos automotores (art. 171). Tambin podr dene-garse la excarcelacin cuando se considere que existen razones fundadas para entender que el dete-nido representa un peligro cierto de lesiones de bienes jurdicos o de reiteracin delictiva (art. 171).Las restricciones fueron an mayores tras la aprobacin de la ley 13.183 (Sancin: 6/4/4.

    GonzaloResaltado

  • sos sin condena, en flagrante violacin al principio de excepcionalidad de la pri-vacin cautelar de la libertad.7

    Las restricciones en materia excarcelatoria fueron presentadas por el gobier-no provincial como un medio adecuado para contener la delincuencia. Una delas expresiones de la creciente conflictividad social era el aumento en la canti-dad de delitos registrados

    Hechos delictuosos registrados en la provincia de Buenos Aires. Aos 1996 - 2004 - (en cantidad de hechos)

    Ao Homicidios Delitos contra Delitos contra Total hechosdolosos la propiedad las personas delictuosos

    1996 1.160 101.614 33.283 170.7261997 1.356 131.325 39.110 207.8211998 1.108 156.852 45.878 243.6801999 1.352 207.252 51.027 312.2922000 1.331 193.444 55.374 301.9102001 1.632 195.214 55.117 300.4702002 1.905 253.980 55.598 360.524

    22 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    Promulgacin: 12/4/4. Boletn Oficial 16/4/4), que modific nuevamente el artculo 171 del C-digo Procesal Penal, incluyendo entre las situaciones que no autorizan la excarcelacin mientras du-re el proceso a aquellos casos en el que se imputa la portacin de arma de fuego no declarada y sinla debida autorizacin cuando el imputado cuente con antecedentes por la comisin de delitos do-losos. Por otra parte, se incluy la portacin de arma de fuego sin la debida autorizacin como unaimputacin que permite denegar la excarcelacin. Previamente, la ley 13.177 (Sancin: 11/3/4. Pro-mulgacin: 29/3/4. Boletn Oficial, 20/4/4) haba intercalado entre los supuestos en los cuales nose autoriza la excarcelacin y la ley 13.183 mantuvo la inclusin aquellos casos en los que se im-pute la comisin de un delito contra la integridad sexual en sus formas agravadas o en los que pre-suntamente resultare vctima una persona menor de edad.

    7 ntimamente vinculado al reconocimiento del derecho a la libertad personal se halla el prin-cipio de principios en materia de encarcelamiento preventivo: el principio de inocencia, segn elcual el Estado debe considerar que toda persona es inocente hasta tanto se obtenga un pronuncia-miento condenatorio firme que destruya tal presuncin. Entre los efectos que se desprenden de es-te principio juicio previo, in dubio pro reo, onus probandi cobra especial relevancia el derecho delimputado a ser tratado como inocente mientras dura el proceso y, por ende, a permanecer en liber-tad. La legitimidad del Estado para disponer el encarcelamiento antes de un fallo condenatorio esexcepcional y debera proceder, a lo sumo, solo en aquellos casos en que sea imprescindible para ga-rantizar el cumplimiento de los fines que persigue el proceso penal. Adems del mencionado prin-cipio de inocencia, rige la exigencia de verificacin de fines procesales para aplicar el encierro. Lossupuestos de peligro procesal son nicamente dos: la existencia de razones que hagan presumir queel imputado podra fugarse o bien que podra entorpecer la investigacin. La postulacin de moti-vos tales como evitar la comisin de nuevos delitos, que el acusado represente peligro para la so-ciedad, la repercusin social del hecho, etc., son inadmisibles en un Estado de Derecho, puesellos solo pueden servir de base, en su caso, para la justificacin de un pronunciamiento condena-torio. (cfr. CELS, Derechos Humanos en Argentina. Informe 20022003, captulo VI: Violencia ysuperpoblacin en crceles y comisaras: la ausencia de una poltica criminal respetuosa de los de-rechos humanos, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2003.)

  • 2003 1.375 219.839 57.375 328.0272004 1.006 171.467 64.471 296.977

    Fuente: CELS, en base a datos de la Direccin Nacional de Poltica Criminal, Ministerio deJusticia y Derechos Humanos de la Nacin.

    Este incremento en la cantidad de delitos fue acompaado por una crecien-te sensacin de inseguridad, manifestada en forma cotidiana por la poblacin atravs de los medios masivos de comunicacin y recogida por numerosas en-cuestas de opinin. La sancin de la ley 12.405 estuvo destinada, precisamen-te, a morigerar esta sensacin de inseguridad antes que a prevenir el delito.

    La promocin del uso indiscriminado de una medida de excepcin como laprisin cautelar hizo que el sistema carcelario de la provincia colapsara, sin quelos impulsores de estas modificaciones en materia procesal hubieran previsto lasconsecuencias directas que acarreara la norma.

    Personas privadas de libertad en la provincia de Buenos Aires, segn situacin procesal. Aos 1996 - 2004 (en cantidad de personas)

    Fuente: CELS, en base a datos del Servicio Penitenciario Bonaerense-Subsecretara de Poltica Pe-nitenciaria y Readaptacin Social- y del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

    *Nota: corresponde a personas inimputables con medidas de seguridad, controladas por mo-nitoreo electrnico y con alojamiento transitorio.

    Paralelamente al marcado incremento de la poblacin encarcelada (que al-canz un 45% entre 2000 y 2004, y 142% en los ocho aos entre 1996 y 2004)se registr un aumento en el porcentaje que representan los presos sin condena:del ya preocupante 80% en 1996 al 84% en 2004.

    23Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    25.213

    24.09123.03820.131

    17.93314.51313.471

    11.7199.898

    3.4293.0232.6362.2731.7661.2901.4941.8182.202764494583309 1.3831.0926991.061336

    30.02528.20626.438

    23.10320.760

    16.29715.54813.87312.409

    0

    5.000

    10.000

    15.000

    20.000

    25.000

    30.000

    35.000

    1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004

    procesados condenados otros* total

  • La estrategia gubernamental fue, entonces, el uso de instalaciones policialescomo lugares de detencin, modalidad de encierro que, como se ha menciona-do, es abiertamente ilegal y demuestra la ausencia de un diagrama serio de po-ltica criminal, con previsin de los efectos de las medidas dictadas.

    La sobrepoblacin as ocasionada llev, adems, a la inobservancia de otromandato constitucional, como lo es la diferenciacin en el trato a condenadosy procesados. El art. 5.4 de la Convencin Americana sobre Derechos Huma-nos establece: Los procesados deben estar separados de los condenados, salvocircunstancias excepcionales, y sern sometidos a un tratamiento adecuado a sucondicin de personas no condenadas.8 El colapso del sistema penitenciarioconvirti en letra muerta esta clusula con jerarqua constitucional.

    El uso limitado de institutos o modalidades alternativos al cumplimiento depenas de encierro (salidas transitorias, semilibertad, libertad condicional, etc.)9

    previstos en la Ley Nacional de Ejecucin de la Pena Privativa de la Libertad10

    agrava la sobrepoblacin carcelaria.Aquella limitacin obedece, en el mbito federal, a la actividad del Poder Ju-

    dicial que ha llevado al lmite la interpretacin de la normativa aplicable, deter-minando la procedencia de estos regmenes alternativos en circunstancias suma-mente excepcionales.11

    24 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    8 En el mismo sentido, art. 10.2.a del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos. 9 La mayor parte de las personas condenadas y privadas de libertad en unidades carcelarias de

    todo el pas no goza de salidas transitorias (89%), ni de rgimen de semilibertad (93%) o semide-tencin (99,2%), ni de programas de prelibertad (93%), ni estn incorporadas a prisin disconti-nua (98%). Fuente: Informe Preliminar 2003 del Sistema Nacional de Estadsticas sobre Ejecucin dela Pena (SNEEP), Direccin Nacional de Poltica Criminal, Ministerio de Justicia y Derechos Hu-manos de la Nacin

    10 Ley 24.660, sancionada el 19/6/96, promulgada el 8/7/96 (Boletn Oficial, 16/7/96).11 Por ejemplo, respecto de la evaluacin judicial para incorporar a internos al rgimen de sali-

    das transitorias, parte importante de la jurisprudencia ha entendido que este instituto exige previa-mente el trnsito por el perodo de prueba (anteltima etapa del rgimen penitenciario). Asimis-mo, se ha delegado exclusivamente en la administracin penitenciaria la decisin respecto de laconveniencia o no de incorporar al interno al citado perodo, as como tambin se le ha dado abso-luta discrecionalidad para proponer o no al condenado la posibilidad de gozar de dichos egresostransitorios. En definitiva, bajo este criterio, el juez de ejecucin penal tan solo acta como homo-logador de la actividad penitenciaria, en flagrante contradiccin con el art. 19 de la ley 24.660 quedispone: Corresponder al juez de ejecucin o juez competente disponer las salidas transitorias yel rgimen de semilibertad, precisando las normas que el condenado debe observar [...]. A modode ejemplo, cabe citar la resolucin adoptada el 26 de noviembre de 1999 por el titular del Juzga-do Nacional de Ejecucin Penal n 2 en oportunidad de expedirse en los autos n 4.082 R.H.D.,en la que sostuvo como fundamento para denegar las salidas transitorias de un interno: Es el per-sonal tcnico penitenciario, a modo de autoridad directa de aplicacin de las normas tendientes ala resocializacin, quien est en mejores condiciones para determinar qu interno resulta merece-dor de una medida alternativa al encierro carcelario, siendo que tal criterio no surge tan solo de unaentrevista, sino que es el lgico resultado de infinitas percepciones que nicamente pueden regis-trarse en el trato diario y personal con los condenados.

  • Por su parte, en la provincia de Buenos Aires, el uso acotado de estos insti-tutos responde, adems, a serias limitaciones de orden normativo. Las modifi-caciones introducidas en la Ley de Ejecucin Penal Bonaerense12 promovidasdurante el gobierno de Carlos Ruckauf mediante la sancin de la ley 12.543,13

    limitan el acceso al rgimen de salidas transitorias a los condenados por ciertosdelitos especficos,14 lo cual genera el mismo efecto que la regulacin de la pri-sin cautelar. La misma lnea siguieron leyes aprobadas con posterioridad, co-mo la 13.177,15 que modific el artculo 100 de la Ley de Ejecucin Penal, im-pidiendo el otorgamiento de una serie de beneficios a los condenados porcualquier delito contra la integridad sexual.16

    Pese a contar con la experiencia provincial, que demostr con creces la ine-ficacia del endurecimiento de las normas de ejecucin penal como medida deseguridad, el Congreso Nacional sancion la ley 25.94817 que niega la posibi-lidad de gozar de salidas transitorias, prisin discontinua o semidetencin, ylibertad asistida a las personas condenadas por determinados delitos.18 Previa-mente, se haban reformado las disposiciones en materia de libertad condicio-nal mediante la ley 25.892.19 La modificacin, por cierto, no fue menor. Poruna parte, se aumentaron los requisitos para el otorgamiento de la libertadcondicional al requerirse un pronstico de reinsercin social e incrementarse

    25Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    12 Ley 12.256, sancionada el 22/12/98, promulgada con observaciones el 19/1/99 (Boletn Ofi-cial, 25-29 de enero de 1999).

    13 Boletn Oficial, 14/12/00.14 Especficamente, homicidio agravado (artculo 80 del Cdigo Penal); delitos contra la inte-

    gridad sexual, en sus formas agravadas (artculo 119, prrafo 4, incisos a, b, c, d, e y f del CdigoPenal); violacin seguida de muerte (artculo 124 del Cdigo Penal); privacin ilegal de la libertadcoactiva seguida de muerte (artculo 142 bis, ltimo prrafo, del Cdigo Penal); tortura seguida demuerte (artculo 144 tercero, inciso 2 del Cdigo Penal); homicidio en ocasin de robo (artculo165 del Cdigo Penal); incendio y otros estragos seguidos de muerte (artculo 186 inciso 5 del C-digo Penal).

    15 Sancionada el 11/3/4 y promulgada el 29/3/4. Boletn Oficial, 20/4/4.16 En su nueva redaccin, el artculo 100 de la Ley de Ejecucin Penal de la provincia establece

    que a los condenados por delitos contra la integridad sexual (Ttulo III del Cdigo Penal) no po-dr otorgrseles el beneficio del ingreso al rgimen abierto, las salidas transitorias, los beneficios dela libertad asistida, la prisin discontinua o semidetencin, las salidas transitorias ni las salidas aprueba detallados en los artculos 104, 123, 146 y 160, respectivamente, de la ley 12.256. Antes dela reforma, slo las condenas por delitos contra la integridad sexual en sus formas agravadas impe-dan la concesin de estos beneficios.

    17 Sancionada el 20/4/4 y promulgada de hecho el 11/11/4. Boletn Oficial, 12 /11/4.18 Homicidio agravado (artculo 80, inciso 7, del Cdigo Penal); delitos contra la integridad se-

    xual de los que resultare la muerte de la vctima (artculo 124 del Cdigo Penal); privacin ilegal dela libertad coactiva, si se causare intencionalmente la muerte de la persona ofendida (artculo 142bis, anteltimo prrafo, del Cdigo Penal); homicidio en ocasin de robo (artculo 165 del Cdi-go Penal) y secuestro extorsivo, si se causare intencionalmente la muerte de la persona ofendida (ar-tculo 170, anteltimo prrafo, del Cdigo Penal).

    19 Sancionada el 5/5/4 y promulgada de hecho el 24/5/4. Boletn Oficial, 26/5/4.

  • el tiempo establecido para su solicitud en los casos de prisin o reclusin per-petua.20 Por otra parte, se excluy la posibilidad de acceso al instituto a los au-tores de determinados tipos penales, a quienes la ley equipar con los reinci-dentes, aun sin serlo.

    En relacin con las escalas penales, fueron varias las modificaciones al Cdi-go Penal introducidas durante 2004. La sancin de la ley 25.88221 implic unamodificacin del artculo 166 del Cdigo, elevando la escala penal para los ro-bos cuando el arma empleada sea de fuego y penando el robo aun cuando el ar-ma sea de utilera o no pueda acreditarse su aptitud para el disparo. A travs dela ley 25.893,22 que reform el artculo 124 del Cdigo Penal, se agravaron laspenas con las que se sancionan los delitos contra la integridad sexual, cuandoresultare la muerte de la vctima.23 Por su parte, la ley 25.88624 aument la pe-na para la portacin de cualquier arma cuando la persona registrare anteceden-tes o tuviere el beneficio de una excarcelacin o exencin. Finalmente, la ley25.928,25 modific el artculo 55 del Cdigo Penal, permitiendo la imposicinde penas de hasta cincuenta aos de prisin o reclusin.26

    En definitiva, no solo la gran mayora de las personas encerradas a raz de laaplicacin de la prisin preventiva est sujeta a limitaciones excesivas para su libe-racin, sino que tambin la minora de las personas encerradas, aquellas que cuen-tan con una condena, est atada a la misma suerte. El anlisis de estas normas re-fleja la aplicacin de un principio bsico: todo sospechado de delito debe estarpreso y, una vez condenado, debe permanecer encerrado la mayor cantidad detiempo posible, lo que afecta de manera flagrante la presuncin de inocencia27

    26 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    20 El artculo 13 (parte pertinente) del Cdigo Penal establece, segn su nueva redaccin: Elcondenado a reclusin o prisin perpetua que hubiere cumplido treinta y cinco (35) aos de con-dena [...], observando con regularidad los reglamentos carcelarios, podrn [...] obtener la libertadpor resolucin judicial, previo informe de la direccin del establecimiento e informe de peritosque pronostique en forma individualizada y favorable su reinsercin social, bajo las siguientes con-diciones [...].

    21 Sancionada el 7/4/4 y promulgada el 22/4/4. Boletn Oficial, 26/4/4.22 Sancionada el 5/5/4 y promulgada de hecho el 24/5/4. Boletn Oficial, 26/5/4.23 En su nueva redaccin, el artculo 124 del Cdigo Penal establece: Se impondr reclusin o

    prisin perpetua, cuando en los casos de los artculos 119 y 120 resultare la muerte de la personaofendida.

    24 Sancionada el 14/4/4 y promulgada de hecho el 4/5/4. Boletn Oficial, 5/5/4.25 Sancionada el 18/8/4 y promulgada de hecho el 9/9/4. Boletn Oficial, 10/9/4.26 La ley dispone que el artculo 55 quede redactado de la siguiente manera: Cuando concu-

    rrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma especie de pena, la pena aplicableal reo tendr como mnimo, el mnimo mayor, y como mximo, la suma aritmtica de las penasmximas correspondientes a los diversos hechos. Sin embargo, esta suma no podr exceder de (50)cincuenta aos de reclusin o prisin.

    27 En violacin a lo dispuesto por el art. 18 de la Constitucin Nacional, el art. 8.2 de la Conven-cin Americana sobre Derechos Humanos y el art. 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civilesy Polticos.

    GonzaloResaltado

  • y, en el caso de los condenados, el derecho constitucional a obtener por parte delEstado herramientas para una adecuada y progresiva reinsercin social.28

    Se advierte con claridad que todas estas medidas fueron dictadas en el mar-co de una absoluta falta de previsin. Las manifestaciones pblicas de las auto-ridades polticas sobre el problema son elocuentes, por cuanto reafirman el de-sinters en dar fin a las graves violaciones de derechos ocasionadas por esteinadecuado diseo de poltica criminal. Al respecto, basta con citar al ex minis-tro de Justicia bonaerense Jorge Casanovas, quien ante una consulta sobre la cr-tica situacin provocada por la sobrepoblacin de las comisaras de la provinciasostuvo: Slo cabe anunciar a los criminales que no vengan a la provincia deBuenos Aires a cometer delitos porque irn presos y estarn incmodos.29

    1.1.2. LA AUSENCIA DE MECANISMOS JURDICOS CONCRETOS PARA EVITARLA SOBREPOBLACIN CARCELARIA

    Otro de los factores que promueven la grave situacin de sobrepoblacin car-celaria en la Argentina es la falta de normas especficas que prevean mecanismosy medidas concretas para impedir el alojamiento de personas por sobre la capa-cidad de los establecimientos carcelarios. En este sentido, cuando se ha preten-dido introducir alguna disposicin concerniente al problema, se ha utilizado unaredaccin vaga y decididamente ineficaz.

    Un claro ejemplo es el artculo 59 de la ley nacional 24.660 que dispone que[e]l nmero de internos de cada establecimiento deber estar preestablecido y nose lo exceder a fin de asegurar un adecuado alojamiento. La redaccin normati-va consagr el principio de no alojamiento de internos por encima del cupo pre-visto. Sin embargo, la disposicin no es ms que una declamacin por cuanto noestablece ninguna consecuencia jurdica frente a su inobservancia, ni contemplamecanismos concretos para dar solucin a los eventuales casos de sobrepoblacin.Tampoco consigna una legitimacin amplia para denunciar la situacin e iniciarlas acciones correspondientes, ni enumera criterios legales para adoptar decisionescuando resulte inminente el exceso de la capacidad establecida.

    Por lo dems, la norma no prescribe los principios y elementos necesariospara la determinacin y fijacin del cupo al que hace referencia, lo que la tornaabsolutamente inoperativa.

    En un intento por frenar la sobrepoblacin carcelaria, en noviembre de200430 el Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires fij el cupo de

    27Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    28 Segn lo establecen el art. 5.6 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y elart. 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos.

    29 Cfr. La Nacin, 4/10/1.30 Resolucin 221, fechada el 23 de noviembre de 2004 y firmada por el ministro de Justicia,

    Eduardo L. Di Rocco.

    GonzaloResaltado

    GonzaloResaltado

  • las unidades carcelarias de la provincia en 22.507 plazas y la elev transitoria-mente a 25.000. Adems, se orden al interventor del Servicio Penitenciario Bo-naerense31 abstenerse de autorizar o disponer el alojamiento de detenidos unavez que stas se hubieran calmado.

    Aunque la medida resulta elogiable por sus fines, muestra a las claras la arbi-trariedad con que se determina la capacidad de los establecimientos penitencia-rios. En este sentido, un relevamiento no demasiado exhaustivo de documentosoficiales permite afirmar que no existe uno sino varios criterios para definir el cu-po carcelario, cuya aplicacin vara con el tiempo y las presiones ejercidas sobre elgobierno de la provincia. Adicionalmente, la aplicacin de un mismo criterio arro-ja resultados divergentes, en trminos de cul es, en definitiva, el cupo carcelario.32

    En definitiva, la inoperatividad de los mecanismos de control de la sobrepo-blacin legalmente establecidos y las inconsistencias de las polticas implemen-tadas con ese mismo fin tornan imprescindible la fijacin judicial de estndaresnicos y precisos.33

    1.1.3. LA DESATENCIN DEL PODER JUDICIAL FRENTE AL PROBLEMA

    Advertimos hasta ahora que el fenmeno de la sobrepoblacin responde aproblemas de tipo normativo (ya sea en virtud de mala tcnica legislativa o biende modificaciones introducidas deliberadamente), y a la falta de adecuacin en-tre la poltica criminal y las herramientas con que cuenta el Estado para susten-tarla. Qu papel debe asignrsele al Poder Judicial y qu grado de responsabi-lidad le cabe frente al problema?

    La sobrepoblacin carcelaria, como hemos afirmado, es la muestra ms cla-ra de la violacin por parte del Estado del derecho a condiciones carcelarias dig-nas. El artculo 18 de la Constitucin Nacional (CN) no deja margen de inter-pretacin en cuanto a que son los jueces los responsables de impedir estaviolacin, resolver las situaciones particulares que llegan a su estudio y fijar pau-tas mnimas con la firmeza necesaria para llamar la atencin de los dems po-deres del Estado a los que debe controlar. En este sentido, la Constitucin Na-cional es terminante: [...] toda medida que a pretexto de precaucin conduzcaa mortificarlos [a las personas privadas de su libertad] ms all de lo que aque-lla exija, har responsable al juez que la autorice.

    28 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    31 La intervencin del Servicio Penitenciario Bonaerense fue dispuesta (decreto n 732/04) porel gobernador de la provincia, Felipe Sol, el 21 de abril de 2004.

    32 Para mayores detalles, vase el alegato presentado el 14 de abril de 2005 por el Centro de Es-tudios Legales y Sociales ante la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en la segunda audienciapblica convocada en el marco de la tramitacin del hbeas corpus colectivo presentado por el CELSa raz de la sobrepoblacin de las comisaras bonaerenses (www.cels.org.ar).

    33 Sobre el particular, vase infra seccin 1.2.1.

    GonzaloResaltado

  • El hbeas corpus correctivo ha sido uno de los mecanismos de acceso a la jus-ticia ms comnmente utilizados durante los ltimos aos para lograr la pro-teccin de los derechos fundamentales de las personas privadas de su libertad.34

    La eficacia de esta accin, sin embargo, fue relativizada mediante constantes re-chazos por parte de los tribunales que intervienen en gran cantidad de denun-cias presentadas por el agravamiento ilegtimo de las condiciones de encierro.

    As, por ejemplo, en septiembre de 2002, la titular de la Unidad de Defen-sa Penal n 5 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, Marcela Piero,interpuso varios hbeas corpus correctivos en amparo de distintas personas me-nores de edad detenidas en seccionales policiales de aquella jurisdiccin. Las ac-ciones judiciales promovidas por la defensora fueron rechazadas por los tribu-nales con argumentos que demuestran claramente la falta de compromiso de losrganos judiciales para dar solucin al agravamiento ilegtimo de las condicio-nes de encierro generado, entre otros factores, por la sobrepoblacin carcelaria.

    El Tribunal de Menores n 4 de Lomas de Zamora, a cargo de la jueza Isa-bel Acin, fund su rechazo a una de estas acciones al afirmar: La ausencia deinstituciones adecuadas y la falta de respuesta de los rganos administrativos quetienen a su cargo el control y reglamentacin de stas, tornan las directivas in-ternacionales que la Sra. Defensora invoca, en letra de imposible cumplimien-to, desde que quienes estn llamados a brindar las soluciones a este tema Po-der Ejecutivo no se ocupan acabadamente del mismo.

    El 17 de mayo de 2001, el Juzgado de Garantas n 2 del Departamento Judi-cial de Zrate-Campana, a cargo de la jueza Mara Pa E. Leiro, resolvi una accinde hbeas corpus correctivo interpuesta por cuatro defensores pblicos departamen-tales en virtud del estado de hacinamiento, suciedad y falta de mnimos recursos sa-nitarios en que se encontraban los detenidos en la Comisara 1a de Zrate.

    Luego de comprobar las graves condiciones de alojamiento, la jueza rechazla accin al sostener: [N]o puedo mantenerme al margen de la situacin pbli-camente conocida que predomina en toda nuestra provincia de Buenos Aires, lacual presenta una gran deficiencia en lo que respecta a la capacidad carcelaria, laque se ve claramente excedida, conocimiento de ello del que no resulta ajeno elMinisterio de Seguridad, el de Justicia, y la Suprema Corte de esta provincia. En-tiendo, habiendo hecho mencin a ello, que tal situacin que ataca el normalfuncionamiento de las dependencias policiales y del sistema carcelario provincial,al ser de carcter general, requiere de polticas carcelarias a corto y largo plazo conel fin de paliar la coyuntura existente, las cuales no estn al alcance de la suscrip-ta, y s de los poderes legislativo y ejecutivo de esta provincia.

    29Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    34 Para un anlisis de la frecuente utilizacin del hbeas corpus como estrategia de proteccin dederechos por parte de los operadores judiciales, vase Paula Litvachky y Mara Josefina Martnez: Latortura y las respuestas judiciales en la provincia de Buenos Aires en este libro.

  • Frente al frecuente rechazo de las acciones individuales promovidas ante lajusticia de la provincia de Buenos Aires, el 12 de noviembre de 2001, el CELSpresent ante el Tribunal de Casacin Penal de la Provincia de Buenos Aires unaaccin colectiva de hbeas corpus correctivo con el fin de que se declarara la ile-gitimidad de la situacin de sobrepoblacin en comisaras de la provincia y se dis-pusieran mecanismos para su solucin.35 Pese a la gravedad de la situacin de-nunciada y la clara disposicin del art. 406 del Cdigo Procesal Penal segn lacual [e]l Hbeas Corpus podr ejercerse ante cualquier rgano jurisdiccional dela Provincia. En los casos en que se formule ante un Tribunal, actuar la Sala enturno, el tribunal rechaz la presentacin sin tratar detenidamente su conteni-do y resolvi remitir el anlisis de cada caso particular a los jueces que tuvieran asu disposicin a los detenidos.36 La resolucin fue recurrida ante la Suprema Cor-te de Justicia de la Provincia, que confirm aquella decisin y sostuvo, adems,para su desestimacin, que el recurso no se opona a una sentencia definitiva. ElCELS se dirigi entonces en forma directa a la Corte Suprema de Justicia de laNacin. Como parte de este proceso, el 11 de febrero de 2004 la ProcuracinGeneral de la Nacin (en aquel momento a cargo de Nicols Becerra) emiti undictamen que avala los argumentos del CELS.37 Asimismo, el 1 de diciembre de2004 se llev a cabo en la Corte Suprema una audiencia pblica en la que los jue-ces Enrique Petracchi, Juan Carlos Maqueda y Eugenio Zaffaroni escucharon alos representantes del CELS, del gobierno de la provincia de Buenos Aires y de

    30 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    35 Adhirieron expresamente a los trminos de la accin presentndose como denunciantes de loshechos, David Baign presidente del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y So-ciales (INECIP), Marcos Salt profesor adjunto del Departamento de Derecho Penal de la Facul-tad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, especializado en temas penitenciarios, FabinSalvioli director de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de La Plata, Emilio GarcaMndez abogado, especialista en nios, nias y adolescentes, M. Ins Franco presidenta del Fo-ro Vecinal de Seguridad Seccin 8 de La Plata; Sergio Martnez Pintos y Nstor Bernava inte-grantes del Foro Vecinal de Seguridad Seccin 4 de La Plata, Juan Miguel Scatolini presidentede Interforos La Plata, Mara E. Galndez presidenta del Foro Vecinal de Seguridad Seccin 2de La Plata, y Livio Roncarolo presidente del Foro Vecinal de Seguridad Seccin 7 de La Plata.

    36 Los tribunales que, en funcin de lo resuelto por la casacin provincial, intervinieron en ca-da caso particular han dictado solo algunas soluciones parciales al problema, como el realojamien-to en otros establecimientos igualmente sobrepoblados.

    37 Apoyaron tambin al planteo del CELS ante la Corte diversas organizaciones civiles naciona-les e internacionales como Human Rights Watch, la Comisin Internacional de Juristas, la Orga-nizacin Mundial contra la Tortura, la Asociacin por los Derechos Civiles, la Clnica Jurdica deInters Pblico Crdoba, la Asociacin Civil El Agora, la Asociacin Civil Casa del Liberado deCrdoba y la Asociacin Civil Centro de Comunicacin Popular y Asesoramiento Legal de Crdo-ba. Estos organismos se presentaron en calidad de amigos del Tribunal, conforme lo establecidopor la Acordada 28/2004. El objeto de presentaciones de este tipo consiste en que terceros ajenos auna disputa judicial pero con un justificado inters en la resolucin final del litigio, puedan ex-presar sus opiniones en torno a la materia, a travs de aportes de trascendencia para la sustentacindel proceso judicial.

  • Human Rights Watch (en su calidad de amigo del tribunal). Finalizada la au-diencia, el presidente del tribunal, Petracchi, exhort al CELS y al gobierno dela provincia de Buenos Aires a reunirse para alcanzar un acuerdo. A pedido delCELS, la Corte convoc a una segunda audiencia pblica38 para el 14 de abril de2005 con el fin de que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires informara ydetallara los avances en la ejecucin de las propuestas que haba presentado en laprimera audiencia. En ese acto, el CELS destac que las medidas anunciadas porel gobierno provincial resultaban insuficientes y que la sobrepoblacin carcelariase agravaba en forma paulatina. En tal sentido, consider que resultaba impos-tergable una decisin de la Corte sobre el hbeas corpus colectivo y que esta de-cisin contribuira a generar un marco institucional ms claro para la definicinde las polticas pblicas en la materia.

    El 3 de mayo de 2005 la Corte Suprema resolvi favorablemente el hbeascorpus presentado por el CELS.39 Los alcances de este significativo fallo serndesarrollados ms adelante.

    La responsabilidad del Poder Judicial sobre el fenmeno de la sobrepobla-cin tambin se manifiesta en la reticencia de los jueces a ejercer el control deconstitucionalidad de las disposiciones en materia excarcelatoria que, como he-mos dicho, vulneran el principio de excepcionalidad de la privacin de libertadcautelar y dejan a un lado su finalidad exclusivamente procesal.

    Esta responsabilidad tambin se evidencia en cuanto a la situacin de los con-denados y la aplicacin de medidas alternativas de cumplimiento de pena. En elmbito federal, los jueces de ejecucin penal, encargados de resolver todas las cues-tiones relativas a la incorporacin de los condenados a institutos preliberatorios,han resuelto otorgarle a la administracin penitenciaria un papel preponderante endicha decisin. Un caso paradigmtico es el de la libertad condicional, instituto his-tricamente a cargo del Poder Judicial, incluso antes del proceso de judicializacinde la ejecucin penal que implic trasladar al mbito judicial, la decisin de todasaquellas cuestiones en las que se encuentre en juego algn derecho del interno.

    Tradicionalmente, la jurisprudencia haba sentado el criterio de que, a los efec-tos de evaluar la procedencia de la libertad condicional, los informes carcelariosno deban ser vinculantes para la decisin de los jueces tratndose de un merorelato o noticia sobre cmo se cumpli la sancin penal, y que las calificacionesde conducta y concepto efectuadas por la administracin no podan ser valoradasexclusiva y aisladamente para rechazar el beneficio.40 Tal criterio, en lugar de ser

    31Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    38 En esta oportunidad estuvieron presentes los ministros Carmen Argibay, Elena Highton deNolasco, Ricardo Lorenzetti y Enrique Petracchi.

    39 CSJN, Verbitsky, Horacio (representante del Centro de Estudios Legales y Sociales) s/habeascorpus, V 856, XXXVIII.

    40 Cmara Nacional de Casacin Penal, causa n 229 Da. Rosa Burgos, L. s/rec. de casacin,Sala III, rta. el 22/12/94, entre muchos otros.

  • reforzado de acuerdo con el principio de judicializacin de la ejecucin penal, hasido absolutamente dejado de lado por muchos jueces, quienes otorgan a las cali-ficaciones impuestas por la administracin jerarqua de requisito sine qua non pa-ra la procedencia del instituto, autolimitando su poder en un aspecto de suma im-portancia, que posibilitara la reduccin de la poblacin carcelaria.41

    En forma paralela, un anlisis de la evolucin de las sentencias condenato-rias dictadas durante los ltimos cinco aos permite apreciar la ocurrencia detres fenmenos concomitantes:

    a) Las condenas de cumplimiento efectivo representan una proporcin cadavez mayor en relacin con el total de sentencias condenatorias.

    Evolucin de sentencias condenatorias, segn cumplimiento de la condena. Total pas. Aos 2000-2004 - (en cantidad de sentencias)

    Cumplimientode la condena 2000 2001 2002 2003 2004

    absoluto % absoluto % absoluto % absoluto % absoluto %Condena deejecucin condicional 9.400 51,2 11.479 50,0 11.989 46,9 15.362 46,4 14.809 43,6Condena acumplir 8.977 48,8 11.474 50,0 13.038 51,1 17.555 53,1 19.080 56,2Se ignora s/d s/d s/d s/d 511 2,0 166 0,5 51 0,2

    Total 18.377 100,0 22.953 100,0 25.538 100,0 33.083 100,0 33.940 100,0

    Fuente: CELS, en base a datos del Registro Nacional de Reincidencia, Ministerio de Justiciay Derechos Humanos de la Nacin.

    b) Las sentencias condenatorias establecen penas cada vez ms largas. Este hecho no es exclusiva responsabilidad del Poder Judicial, en la medida

    en que las escalas penales son fijadas por los legisladores. Sin embargo, dentrode esos mrgenes, los magistrados parecen haber endurecido sus sentencias. Ello

    32 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    41 Esta virtual delegacin de los jueces a la administracin penitenciaria, de la facultad de dis-poner qu internos pueden acceder al rgimen de libertad condicional y cules no, encuentra su re-conocimiento legislativo a partir de la ya mencionada reforma del art. 13 del Cdigo Penal llevadaa cabo a partir de la sancin de la ley 25.892. Como se dijo, entre las modificaciones introducidas,puede destacarse la exigencia de un informe anterior de peritos que pronostique en forma indivi-dualizada y favorable, la reinsercin social del interno. Un instituto de importancia como la liber-tad condicional queda ahora, a partir de esta reforma oportunista, en manos de un cuerpo de pe-ritos, cuya naturaleza la ley no precisa, que ser el encargado de vaticinar qu personas son aptaspara el ingreso al perodo de libertad condicional por encontrarse resocializadas. Esta decisin le-gislativa, sin dudas, reduce a los jueces de ejecucin de penas a meros homologadores de dictme-nes periciales, en clara contradiccin con el ideal judicializador presente en casi toda la regulacinpenitenciaria moderna, incluida la Argentina.

    GonzaloResaltado

    GonzaloResaltado

  • se refleja en el gradual aumento en la proporcin que representan las condenasa ms de tres aos de prisin o reclusin: 32% en 2004 frente a 25,6% en 2000.

    Evolucin de condenas a penas privativas de la libertad, segn sancin penal impuesta. Total pas. Aos 2000-2004 - (en cantidad de sentencias)

    Sancin penal 2000 2001 2002 2003 2004

    absoluto % absoluto % absoluto % absoluto % absoluto %Prisin o reclusin perpetua 73 0,4 115 0,5 127 0,5 116 0,4 115 0,3Prisin oreclusin por ms de 5 aos 2.464 13,8 2.981 13,3 3.576 14,3 5.039 15,6 5.592 16,8Prisin o reclusin de3 a 5 aos 2.096 11,8 2.680 12,0 3.309 13,3 4.550 14,1 5.036 15,2Reclusin oprisin hasta 3 aos 13.158 74,0 16.577 74,2 17.930 71,9 22.644 70,0 22.497 67,7Total desentenciasprivativas de libertad 17.791 100,0 22.353 100,0 24.942 100,0 32.349 100,0 33.240 100,0

    Fuente: CELS, en base a datos del Registro Nacional de Reincidencia, Ministerio de Justiciay Derechos Humanos de la Nacin.

    c) Los procesos judiciales tienen una duracin cada vez mayor.La proporcin de sentencias condenatorias dictadas en el marco de proce-

    sos que no duran ms de doce meses es cada vez menor. En 2000, representa-ban un 42,4% de aquellos sobre los que se tienen datos. Cuatro aos despus,slo un 26,8%.

    Evolucin de sentencias condenatorias, segn duracin del proceso penal. Total pas.Aos 2000-2004 - (en cantidad de sentencias)

    Duracin

    del proceso

    (en meses) 2000 2001 2002 2003 2004% % % % %

    absoluto vlido absoluto vlido absoluto vlido absoluto vlido absoluto vlido0 a 6 1.701 9,4 1.722 10,1 1.267 10,8 1.743 9,3 1.556 8,1ms de 6 a 12 5.946 33,0 3.654 21,5 2.398 20,4 3.925 21,0 3.580 18,7ms de 12 a 18 2.775 15,4 3.056 18,0 2.061 17,5 3.134 16,8 3.444 18,0

    33Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    GonzaloResaltado

  • ms de18 a 24 2.119 11,8 2.272 13,4 1.673 14,2 2.541 13,6 2.827 14,8ms de24 a 30 1.363 7,6 1.613 9,5 1.100 9,3 1.959 10,5 2.049 10,7ms de30 a 36 1.131 6,3 1.191 7,0 807 6,9 1.520 8,1 1.547 8,1ms de 36 2.980 16,5 3.467 20,4 2.465 20,9 3.877 20,7 4.105 21,5Se ignora 362 - 6.069 - 13.767 - 14.384 - 14.832 -Total 18.377 100,0 23.044 100,0 25.538 100,0 33.083 100,0 33.940 100,0

    Fuente: CELS, en base a datos del Registro Nacional de Reincidencia, Ministerio de Justiciay Derechos Humanos de la Nacin.

    Aunque la actuacin individual de los magistrados no parece acarrear mayo-res consecuencias sobre el fenmeno de la sobrepoblacin, analizadas conjunta-mente, las sentencias condenatorias indican que durante los ltimos aos losjueces han tendido a endurecer las sanciones penales (ms penas de prisin efec-tiva, por mayor tiempo y en el marco de procesos cada vez ms largos), lo quees indicativo de su falta de sensibilidad frente al problema.

    1.2. Posibles lneas de accin para una progresiva reduccin de la sobrepoblacin carcelaria

    Hemos descripto hasta aqu algunos de los factores con mayor incidenciasobre la grave situacin de sobrepoblacin carcelaria que atraviesa nuestropas. Corresponde, entonces, analizar las alternativas disponibles para con-trarrestarlos.

    1.2.1. FIJACIN DE ESTNDARES NORMATIVOS SOBRE CONDICIONES DE ENCIERRO YCUPOS DE ALOJAMIENTO

    La introduccin normativa de estndares mnimos sobre condiciones deencierro y la fijacin de cupos de alojamiento basados en ellos, constituyenherramientas imprescindibles para contener el problema de la sobrepoblacincarcelaria.

    La determinacin de un cupo penitenciario exige cierto detenimiento. No bas-ta con la sola indicacin de la cantidad de personas que pueden ser alojadas en unestablecimiento carcelario, sino que es indispensable definir previamente culesvan a ser las condiciones que, como mnimo, debe respetar el encierro y cuyo cum-plimiento entrara en crisis al superarse la capacidad de alojamiento fijada.

    La Sala III de la Cmara de Apelacin y Garantas del Departamento Judi-cial de San Isidro advirti la necesidad de precisar cules son las caractersticas

    34 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    GonzaloResaltado

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  • que debe reunir un lugar de alojamiento para ser considerado digno en los tr-minos que requiere la normativa nacional e internacional.

    En este sentido, seal: La redaccin de las normas referidas no reclama unaexgesis compleja. El poder coercitivo del Estado que se manifiesta a travs delencierro slo puede desplegarse de un modo acorde con el respeto debido a ca-da individuo, por su sola condicin de sujeto de derechos, y esto quiere decirque entre todos los lmites que el Estado debe respetar en el ejercicio de su po-der punitivo existe un conjunto de prescripciones especficamente vinculadascon las condiciones materiales que deben garantizarse para el encarcelamientode una persona. Este universo de deberes estatales se encuentra expresado, demodo genrico, bajo frmulas esencialmente idnticas tales como la proscrip-cin de tratos crueles, inhumanos o degradantes, el reconocimiento explcito dela dignidad del sujeto privado de su libertad, o la disposicin de establecimien-tos sanos y limpios, clusulas cuyo respeto no admite discusin alguna en unEstado democrtico de derecho.42

    En la gran mayora de los supuestos, no resulta difcil determinar si las condi-ciones en que se priva a una persona de la libertad son acordes con las exigenciasconstitucionales. Sin embargo, las clusulas referidas a cuestiones como trato dig-no, humanidad de los castigos, medio saludable son laxas en su redaccin y,por tanto, dejan un margen de arbitrariedad a la apreciacin judicial.

    Se hace indispensable la definicin de ciertos estndares para determinar si,en el caso bajo estudio, se verifica la infraccin de un deber jurdico y, de ser as,establecer la sancin correspondiente. La tarea de interpretacin de la normati-va referida es imprescindible para determinar si las caractersticas del encierro seadecuan a los estndares mnimos as elaborados.43

    En el caso Verbistky la Corte Suprema declar que las Reglas Mnimas deNaciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (en adelante, Reglas Mni-mas)44 debern considerarse contenidos mnimos para interpretar el artculo 18 dela Constitucin Nacional que establece que las crceles deben ser sanas y limpias,interpretndolas como los estndares bsicos a los que debe adecuarse toda deten-cin. Las Reglas Mnimas reflejan el consenso de la comunidad internacional acer-ca de las condiciones elementales requeridas para el encarcelamiento de una per-sona. En consecuencia, las disposiciones all contenidas poseen valor preeminentepara la determinacin del alcance de las normas de derecho en juego.

    35Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

    42 Cuaderno de vida penitenciaria de Diego Gastn Acevedo, expediente nro. 14.450, rta. el31 de mayo de 2000 por la Sala III de la Cmara de Apelaciones y Garantas en lo Penal del De-partamento Judicial de San Isidro.

    43 Ibidem. 44 Preparadas por la Comisin Internacional Penal y Penitenciaria, aprobadas en el Primer Con-

    greso de las Naciones Unidas sobre Prevencin del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebra-do en Ginebra en 1955, y ampliadas en 1977 y 1984.

  • La necesidad de contar con disposiciones precisas que fijen estndares so-bre condiciones de alojamiento se torna una exigencia ineludible para que ladeterminacin de un cupo penitenciario pueda ser efectuada de manera con-veniente, adems de facilitar la apreciacin judicial para el control del cum-plimiento de dicho estndar y evitar la discrecionalidad y arbitrariedad en elanlisis de casos individuales.45 No obstante, ello no basta para evitar la sobre-poblacin, sino que, adems, la ley debe prever sanciones para la violacin deeste cupo.

    1.2.2. PREVENCIN DE LA SOBREPOBLACIN Y CREACIN DE MECANISMOS DESOLUCIN ANTE EL ALOJAMIENTO DE PERSONAS POR ENCIMA DE LA CAPACIDAD

    DE LOS ESTABLECIMIENTOS CARCELARIOS

    Oportunamente advertimos que existe una notable deficiencia legislativa encuanto a la prohibicin de derivar personas a centros de detencin cuya capacidadse encuentra cubierta. Nos referimos, en concreto, al artculo 59 de la ley 24.660.46

    A raz de las deficiencias e ineficacia de esta norma, en 2003 el Ministeriode Justicia y Derechos Humanos de la Nacin someti al estudio de una co-misin de especialistas un proyecto para su reforma.47 La comisin observ la

    36 Cecilia Ales, Rodrigo Borda y Rubn Alderete Lobo

    45 Es til mencionar aqu algunas de las variables a considerar para la fijacin de un estndar deencierro. Por ejemplo, el anlisis debe merituar las exigencias mnimas de higiene; determinar, enfuncin del clima de la regin donde se encuentra el establecimiento, el volumen de aire, calefac-cin, ventilacin; espacio para actividades recreativas, as como tambin plazas laborales y educati-vas. En cuanto a la superficie mnima, segn los estndares de la American Correctional Associa-tion (ACA) institucin no gubernamental que se ocupa de la certificacin de servicios deprestadores privados y estatales en materia de alojamiento penitenciario cada prisionero debe con-tar con 10,66 m2 de espacio libre. Si permanece recluido por perodos superiores a diez horas dia-rias, debe contar con, por lo menos, 24,38 m2 en total, incluyendo los muebles y elementos fijos(Norma 3-4128). Instituciones como el Federal Bureau of Prisons (Servicio Penitenciario Federalde los EE. UU.) refieren permanentemente en sus resoluciones a los estndares de la ACA. En elmismo sentido, la Asociacin Americana de Salud Pblica ha fijado normas carcelarias para todaslas reas que afectan la salud de los prisioneros (Standards for Health Services in Correctional Insti-tutions, segunda edicin) que establecen un espacio de, por lo menos, 18,28 m2 con 2,43 m de al-tura como mnimo en caso de celdas individuales y 21,33 m2 para reclusos que permanecen all msde diez horas diarias. Asimismo, conforme surge del Rapport annuel dactivit 1994, publicado enFrancia por la Direccin de la Administracin Penitenciaria (Servicio de la Comunicacin, de Es-tudios y de Relaciones Internacionales), la superficie necesaria por interno se calcula siguiendo unatabla que fija el espacio segn el nmero de internos que lo ocupan. Por ejemplo, este indicador co-mienza con una superficie mnima de 11 m2 correspondientes a una persona y consigna progresi-vamente la superficie mnima segn la cantidad de personas, finalizando con la cita de 85 a 94 m2

    para 18 personas. (Cfr. Resolucin 12/99 del defensor general de la Ciudad Autnoma de Buenos.Aires, doctor Vctor E. Hortel.

    46 Cfr. supra 2.1.2.47 La Comisin estuvo integrada por Mximo Sozzo, Gabriel Bombini, Marcos Salt, Paula

    Gorsd, Andrea Triolo y Juan Lewis.

    GonzaloResaltado

  • propuesta y crey necesario agregar a la redaccin original bases para deter-minar el cupo de cada establecimiento en virtud de su capacidad de ofreceractividades laborales, educativas y debida asistencia mdica y sanitaria. Paratal fin, se propuso imponer a los poderes ejecutivos nacional y provinciales,con el asesoramiento de organismos tcnicos especializados, la obligacin dedeterminar cada seis meses la capacidad mxima de alojamiento de cada unode los establecimientos carcelarios bajo su jurisdiccin, y la prohibicin abso-luta de superar este cupo. En este sentido, se seal como necesaria la acciny responsabilidad conjuntas de las mximas autoridades de cada servicio pe-nitenciario, que estaran obligadas a informar al Ministerio de Justicia y De-rechos Humanos de la Nacin (en el caso de las provincias, al ministerio com-petente) toda vez que la sobrepoblacin en un establecimiento no pudierasolucionarse con reacomodamientos en otras dependencias del sistema peni-tenciario.

    De modo complementario, la comisin propuso que el Ministerio asumie-ra la obligacin de elevar, en el plazo de diez das, un informe a la Cmara Na-cional de Casacin Penal (en las provincias, al mximo tribunal con competen-cia penal), que describiera la situacin planteada y sugiriera una lista de personascondenadas o procesadas que se encontraran en mejores condiciones para obte-ner la sustitucin de la medida de encierro carcelario por una medida de arres-to domiciliario u otro mecanismo de libertad vigilada. Tres jueces del tribunaldeberan ordenar la sustitucin de las medidas de encierro que fueran necesa-rias para superar la situacin de sobrepoblacin.

    Por su parte, el Anteproyecto de Ley sobre el Control de la Sobrepoblacin Car-celaria, elaborado de manera conjunta por el CELS y el Instituto de EstudiosComparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), contempla la creacin,en el mbito del Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires, de una Co-misin Permanente de Control y Seguimiento de la Capacidad de Alojamientode los Establecimientos Carcelarios con la funcin de determinar esta capacidaden las instalaciones del Servicio Penitenciario Bonaerense destinadas a alojar apersonas privadas de la libertad.

    El proyecto contempla tambin un mecanismo concreto para proceder anteel alojamiento de personas por encima de la capacidad de los establecimientos,que consiste en la obligacin del Ministerio de Justicia de determinar cada cua-tro meses a travs de la Subsecretara de Poltica Penitenciaria y ReadaptacinSocial, si ha sido excedido el lmite del sistema carcelario.

    En el supuesto de verificarse una situacin de sobrepoblacin, el proyectoexige la publicacin en el Boletn Oficial de la determinacin del exceso de alo-jamiento penitenciario, con especificaciones sobre la cantidad de personas alo-jadas en cada sector de los establecimientos sobrepoblados, la situacin proce-sal y el tiempo que llevan detenidas.

    37Sobrepoblacin y violencia carcelaria en la Argentina

  • Adems, se prev que el Ministerio de Justicia elabore una nmina de las per-sonas que no tienen condena y se encuentran en condiciones de acceder a me-didas de atenuacin o alternativas a la prisin preventiva, hasta alcanzar un n-mero equivalente al exceso de poblacin antes determinado. Esta lista debe serpuesta en conocimiento de los jueces intervinientes para que resuelvan, a travsde la formacin de un incidente y mediante auto fundado, sobre la aplicacinde la medida propuesta.

    Finalmente para el caso de los internos condenados, se contempla la posibi-lidad de que el Poder Ejecutivo, previa consideracin de informes criminolgi-cos elaborados por las administraciones penitenciarias, propicie su reubicacinen un rgimen y/o modalidad ms atenuada, promueva la aplicacin de las al-ternativas en la ejecucin de la pena previstas en los artculos 122 y 123 de laley 12.256,48 o bien conmute o indulte la pena.49

    En el caso Verbitsky la Corte ordena, entre otras medidas, que se pongaen funcionamiento un mecanismo que posibilite la revisin de las medidas decoercin dispuestas por los jueces en cada caso particular, en la lnea de lo pro-puesto en los proyectos a los que se hizo referencia en los prrafos anteriores.La Corte oblig al Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires a que re-mita a los jueces respectivos, en el trmino de treinta das, un informe porme-norizado, en el que consten las condiciones concretas en que se cumple cadadetencin (caractersticas de la celda, cantidad de camas, condiciones de hi-giene, acceso a servicios sanitarios, etc.), a fin de que stos puedan ponderaradecuadamente la necesidad de mantener la detencin, o bien, dispongan me-didas de cautela o formas de ejecucin de la pena menos lesivas.

    Existen, adems, otras pr