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Colegio “Estudio” Clases de Historia
Fuentes para el estudio de la Historia Pautas para el comentario
Ya sabes que los historiadores, en general, tratamos de inventarnos el menor número posible de cosas sobre el
pasado. Para ello nos dedicamos al estudio y crítica de las fuentes históricas. Estas fuentes nos proporcionan información sobre el pasado en la medida en que las estudiamos y las ponemos en relación con lo que ya sabemos, y lo hacemos utilizando
teorías y métodos que varían según los investigadores. Casi cualquier cosa puede ser una fuente histórica, es decir, cualquier cosa nos puede dar información sobre el pasado
o ayudarnos a replantearnos lo que ya sabemos. Se incluyen desde las cosas más obvias (leyes, discursos, cuadros, fotos, cerámicas, casas…) hasta las menos obvias (un baile, un descampado después de un botellón, una prenda de vestir, una técnica
metalúrgica, un modo peculiar de modelar el barro, de cocinar un plato o incluso de hacer el amor…). Por supuesto, estas cosas pueden provenir tanto del pasado como del presente (en este caso, normalmente reflexiones o estudios sobre el pasado). Son,
en cierto modo, pequeñas ventanas a través de las que podemos mirar para entender algo más del pasado. Las fuentes van creciendo en la medida en que se hacen nuevos descubrimientos o surgen nuevos estudios.
Sin embargo, las fuentes en realidad no nos dicen nada por sí mismas. Debemos analizarlas, criticarlas e interpretarlas. Necesitamos hacerlas hablar, interrogarlas, mirarlas por un lado, por el otro, verlas a contraluz, con infrarrojos, lavarlas,
secarlas, ordenarlas… Esto significa centrarnos en determinados aspectos que ponen de relieve, utilizar los conocimientos que ya tenemos para evaluarlas, ver qué añaden a lo que nosotros u otros ya sabemos. Y eso siempre se hace siguiendo un plan o
método (que puede ir cambiando en función del contexto, nuestros objetivos y necesidades…). Este método de análisis e interpretación es muy distinto en función del formato de las fuentes: no trabaja igual un
arqueólogo, un historiador de arte, un numismático o un antropólogo. Sin embargo, sí que hay una serie de pasos que siguen todos ellos: describir y analizar bien la información y características que presenta la fuente (paso 2) y explicar e interpretar por
qué presenta esas características y por qué de ese modo (paso 3). A ello se añade observarla con atención (paso 0), encuadrarla (paso 1) y valorarla (paso 4). Veamos cómo se concreta esto:
0. Vistazo atento a lo que vemos: debemos abrir bien los ojos y asegurarnos de tomar buena conciencia de lo que
tenemos delante, sus contornos y características básicas. Esto supone leer bien la fuente: entender la mayor parte de las palabras de un texto o un relato oral, documentar y registrar la localización de los restos materiales en la superficie de un yacimiento, identificar los elementos representados en una imagen, distinguir los sonidos y partes de una
canción, captar los contornos y componentes de un objeto material… 1. Encuadre: recogemos la información básica sobre la fuente. Esto supone, en primer lugar, clasificarla en cuanto a
varios criterios (y justificarlo): • su formato o soporte (escrita o no escrita) • su origen (primaria o secundaria) • su naturaleza (jurídico-‐legal, literaria, circunstancial o historiográfica, si es escrita y a veces no escrita; artística,
arqueológica o antropológica, si no es escrita) • el tema o aspecto de la realidad con el que se vincula (económico, político, social, cultural) • la finalidad para la que se crea (informar, convencer, legislar, publicitar, obligar, proclamar, conmemorar, manipular,
recomendar, impresionar...), y • su destinatario o persona(s) que se relaciona(n) con ella(público o privado)
Antes de pasar al siguiente paso es preciso, en segundo lugar, aludir a lo que se sepa sobre el autor y las circunstancias en las que se crea, desarrolla y muere la fuente. Esto no es necesario hacerlo, en este curso, con las fuentes historiográficas.
2. Descripción y análisis: el estudio de la fuente prosigue con un análisis pormenorizado de lo que dice o contiene, es decir: ideas o características principales y complementarias. Es importante identificar los aspectos básicos de la fuente (qué nos dice específicamente sobre el tema general que hemos definido) y todos los detalles que los apuntalan y matizan; es la garantía para un buen comentario (dado que éste no es sobre el tema en general, sino sobre lo que nos aporta específicamente la fuente y la manera en la que lo hace). Además, si podemos identificar grupos de ideas o de datos, definiendo una estructuración en las características que presenta o en la información que contiene (con agrupaciones de ideas, estadísticas o porcentajes…), mejor que mejor. No hay que añadir nada que no venga recogido en la fuente: debes limitarte al contenido explícito.
3. Comentario: en este punto pasamos a explicar el contenido de la fuente y el modo en que lo presenta. Debemos relacionar todo lo que sabemos sobre la época y el autor con los datos, información y mensajes que contiene la fuente, así como con su estética, estado de conservación, estilo, etcétera. Hay que añadir, digamos, lo que no dice la fuente, para que el que lee el comentario sepa de qué trata.
4. Valoración: finalmente debemos valorar de qué nos sirve o puede servir la fuente para conocer mejor el pasado. Este punto es decisivo para que el estudio de la fuente sea útil para el conocimiento del pasado. En la valoración ponemos a prueba la utilidad de la fuente teniendo en cuenta lo que sabemos sobre el tema que trata: ¿permite añadir cosas que no sabíamos?, ¿en qué sentido refleja la realidad a la que alude: miente, manipula, da una perspectiva particular, confirma?
A continuación te presentamos un esquema de estos pasos básicos:
0. Lectura comprensiva
1. Encuadre:
Por un lado, clasificación:
-‐ Formato: escrita o no escrita (en ese caso: gráfica, oral, audiovisual, material) -‐ Origen: primaria o secundaria -‐ Naturaleza: jurídico-‐legal, literaria, circunstancial, historiográfica, artística, arqueológica,
antropológica -‐ Tema: económico, político, social, cultural -‐ Finalidad: informar, convencer, publicitar, obligar, manipular, recomendar, impresionar -‐ Destinatario: público o privado
Por otro lado (si no es historiográfica), autor y circunstancias
2. Descripción y análisis:
-‐ Resumen -‐ Ideas (o aspectos) principales y complementarias -‐ Estructura
3. Comentario
-‐ Explicación de las características analizadas en relación con lo que sabemos sobre el tema
4. Valoración
-‐ Evaluación de la utilidad de la fuente para añadir, variar, completar, confirmar… lo que
sabemos sobre el tema
NOTA SOBRE LA P.A.U.:
En Selectividad se pide una versión resumida del comentario de fuentes (relativas a los siglos XIX y XX) que consiste en lo siguiente:
-‐ En las dos opciones tenéis una fuente histórica no escrita, que debéis comentar en relación con el tema que se indica, y debéis hacerlo en unos 15 minutos y en media carilla. Debéis clasificarla, analizarla mínimamente y comentarla muy brevemente en relación con ese tema indicado. La nota máxima es 1,5 puntos.
-‐ En una de las opciones hay una fuente escrita para comentar en relación con un tema largo, y debéis hacerlo en unos 30 minutos y una carilla y media (en la otra opción se os pide que expongáis un tema largo sin más). El comentario lo dividen en tres preguntas: en la primera debéis comenzar por encuadrarla muy brevemente (clasificación, autor y circunstancias) y resumirla; en la segunda hay que identificar la idea principal y desgranar las complementarias, y en la tercera debéis responder a una pregunta sobre un tema largo haciendo alusión al texto (es decir, relacionando el texto con el tema). La primera pregunta vale 0,5 puntos, la segunda 1 punto y la tercera 3; 4,5 en total.
-‐ (Ya sabéis que el resto de la prueba consiste en elegir y contestar cuatro preguntas de entre seis, que corresponden al bloque del temario que va de la Prehistoria al siglo XVIII incluido (bloque 2, preguntas breves o “cuestiones”).)
Juan Laborda y Jorge Rolland
Historia de España (clase 18)