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La muerte y la pérdida son experiencias inevitables para el ser humano, y el proceso de duelo es una reacción natural, normal y esperable cuando se produce una pérdida. Mediante él, cada persona experimenta un dolor particular, distinto al de cualquier otro individuo (Gilbert, 1996). La pérdida, y en particular la de un hijo, es por definición imprevisible e imposible de anticipar (Neimeyer, Botella, y otros, 2002) de modo que: "el proceso de duelo es más que una respuesta psicológica, emocional o somática ante una pérdida (...) es la reconstrucción de una sensación de una "nueva normalidad" que debe volver a instaurarse para que el doliente pueda adquirir de nuevo la sensación de que el mundo es predeci-ble y ordenado y de que puede seguir funcionando en éV (Gilbert, 1996, p. 271; Attig, 1991; Neimeyery Stewart, 1996; Neimeyer, 1997, 1998). El proceso de duelo es, por tanto, una reacción normal tras una pérdida, es "la adaptación a la pérdida" (Worden, 1997), por ello, la reconstrucción del signifi- cado adquiere un papel central en este proceso (Neimeyer, 1998). .-.-.-.-.-.-.-.-..-.-.- Resulta evidente que la muerte y los procesos de duelo difieren ampliamente en función de los discursos dominantes de cada cultura, además de que la forma de responder a la pérdida, la secuencia y duración de las reacciones emocionales, varían en función de cada individuo. Por ello, ante una pérdida, cada persona reacciona de forma diferente. De hecho, cuando muere un miembro de la familia las reacciones de los demás integrantes son distintas (Shapiro, 1994; Nadeau, 1998; Rosen, 1998; Winchester, 1998) debido a que "las personas difieren entre sí respecto a su construcción de los acontecimientos" (Kelly, (1955)1991, p. 38) y puesto que la relación que mantenían cada uno de ellos con el difunto también era distinta. Como afirma Attig (1996), "ninguna historia de pérdida es réplica de ninguna otra" (p. 7). El duelo es, pues, "un proceso personal, idiosincrásico, íntimo e inextricable de nuestro sentido de quiénes somos" (Neimeyer, 1998, p. 89).

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Muerte, duelo, psicología social

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La muerte y la pérdida son experiencias inevitables para el ser humano, y el proceso de duelo es una reacción natural, normal y esperable cuando se produce una pérdida. Mediante él, cada persona experimenta un dolor particular, distinto al de cualquier otro individuo (Gilbert, 1996). La pérdida, y en particular la de un hijo, es por definición imprevisible e imposible de anticipar (Neimeyer, Botella, y otros, 2002) de modo que:"el proceso de duelo es más que una respuesta psicológica, emocional o somática ante una pérdida (...) es la reconstrucción de una sensación de una "nueva normalidad" que debe volver a instaurarse para que el doliente pueda adquirir de nuevo la sensación de que el mundo es predeci-ble y ordenado y de que puede seguir funcionando en éV (Gilbert, 1996, p. 271; Attig, 1991; Neimeyery Stewart, 1996; Neimeyer, 1997, 1998).El proceso de duelo es, por tanto, una reacción normal tras una pérdida, es "la adaptación a la pérdida" (Worden, 1997), por ello, la reconstrucción del signifi-cado adquiere un papel central en este proceso (Neimeyer, 1998)..-.-.-.-.-.-.-.-..-.-.-

Resulta evidente que la muerte y los procesos de duelo difieren ampliamente en función de los discursos dominantes de cada cultura, además de que la forma de responder a la pérdida, la secuencia y duración de las reacciones emocionales, varían en función de cada individuo. Por ello, ante una pérdida, cada persona reacciona de forma diferente. De hecho, cuando muere un miembro de la familia las reacciones de los demás integrantes son distintas (Shapiro, 1994; Nadeau, 1998; Rosen, 1998; Winchester, 1998) debido a que "las personas difieren entre sí respecto a su construcción de los acontecimientos" (Kelly, (1955)1991, p. 38) y puesto que la relación que mantenían cada uno de ellos con el difunto también era distinta. Como afirma Attig (1996), "ninguna historia de pérdida es réplica de ninguna otra" (p. 7). El duelo es, pues, "un proceso personal, idiosincrásico, íntimo e inextricable de nuestro sentido de quiénes somos" (Neimeyer, 1998, p. 89).

No obstante, el duelo no es un proceso únicamente privado que se elabora independientemente de los demás y al margen de las actividades cotidianas. La persona que elabora una pérdida está rodeada de otras personas que también intentan elaborar aquella pérdida. Es más, todos "construimos y reconstruimos nuestro sentido de identidad como supervivientes a una pérdida en negociación con los otros", "el duelo es algo que nosotros mismos hacemos, no algo que se nos hace a nosotros" (Attig, 1996; Neimeyer, 1998, pp. 91-96). La persona no es un ser pasivo a quien le pasan una serie de cosas ante las que no puede hacer nada, ni un ser reactivo, determinado por su entorno, aislado del medio social en el que vive. La persona es proactiva, propositiva, planificado-ra, mantiene una relación dialéctica con su entorno, está integrada en su medio social y es activa también en el proceso de duelo (Attig, 1996; Herrero, 2003). De hecho, algunos estudios sobre el proceso de duelo indican que aquellas personas que siguen haciendo planes sobre su vida y teniendo ilusión en el futuro se adaptan mejor a la pérdida que aquellos que no son capaces de hacerlo (Ulmer, Range y Smith, 1991). La noción de influencias suministra un soporte -demasiado mágico para ser bien analizado- a los hechos de trasmisión y de comunicación que reñere a un proceso de índole causal (Foucault, 2008, pp. 33-34).

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En el presente trabajo no nos adscribimos a ninguno de los modelos tradicio nales de explicaci ón de los procesos de duelo, y que lo entienden como una secuencia ordenada de fases por la que los dolientes transitan sino desde la comprensión de los procesos de duelo de madres y padres que perdieron hijos, de sus itinerarios a lo largo del tiempo, aproxim ándonos a los mismos desde el análisis de sus discursos, el entendimiento de la continuidad de vínculos de los padres con sus hijos fallecidos (Klass, Silverman y Nickman, 1996) y la creación de significados, tal como refieren Silverman y Nickman (1966), Geertz (1973), Klass, Silverman y Nickman (1996), Neimeyer (1997, 1998, 2002), Neimeyer y otros (1997) y Klass (2006).

El duelo como proceso conlleva, por tanto, aspectos biol ógicos, psicológicos y antropológicos de los que, a grandes rasgos, nos hablan la demografía, la organización social de la muerte, las costumbres funerarias, el papel del llanto y las emociones, y los distintos elementos festivos y luctuosos desarrollados por las distintas culturas en torno al mismo: la evacuación del cadáver con sus rituales particulares, el recuerdo y la memoria en torno al difunto, el significado del alma, las premoniciones y apariciones de los muertos y, por supuesto, el papel del fallecido y de los dolientes a lo largo de todo este proce so, así como la elaboración de significados del duelo. Estudio fenomenológico

Método

Partimos del objetivo general de que nos interesa el estudio fenomenológico

fueron entrevistados por el investigador. El estudio nos permitió profundizar en los objetivos específicos del proceso de duelo de describir el dolor, la continuidad de vínculos de los padres con sus hijos fallecidos y la configuración de sentido que les vincula a objetos, espacios, lugares y sus significados que les permiten recordarles. A su vez, pudimos aproximarnos a los rituales desarrollados por los padres y las madres para rememorar y homenajear a sus hijos, así como a las diferencias expresadas en la elaboración del duelo y los significados dados al mismo, al mundo y a la importancia de todo ello en la comprensión del proceso de duelo. En el capítulo 2, analizamos el proceso de duelo desde diferentes disciplinas: el estudio antropológico de la muerte, el duelo y la recuperación desde una perspectiva cultural, la construcción de significados y la continuidad de vínculos de los padres con sus hijos fallecidos.En el capítulo 3, establecemos las bases metodológicas para el estudio de la muerte y el duelo desde la metodología cualitativa, fenomenológica y describimos las bases procedimentales de análisis del discurso de las narrativas de los padres en duelo empleadas en la presente investigación.

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Duelo /rituales desde una perspectiva antropológica: A su vez, el crecimiento y el desarrollo humano pueden ser vistos como influidos por diversas tareas y, de igual modo, el duelo -la adaptación a la pérdida-pueden considerarse como un conjunto de las cuatro tareas, tal como establece Worden (2009, pp. 38-39), aunque no necesariamente abordadas con un orden específico, y que requieren de un esfuerzo en el entendimiento desde la realidad de que no todos experimentamos la pérdida y los retos de estas tareas en la misma forma. El duelo se considera un proceso cognitivo y de confrontación con la reestructuración de pensamientos sobre el difunto y la experiencia de la pérdida, debido a que el mundo en el que tienen que vivir los dolientes ha cambiado (Stroebe, 1992-1993).

Los antropólogos han estudiado la diversidad de ritos y han tratado de establecer por qué los ritos funerarios desempeñan un papel tan importante en la vida social de un pueblo. Al respecto escribe Firth (1961) que "su objetivo ostensible es la persona muerta" (...) "pero no beneficia al muerto sino a los vivos... en realidad el ritual se lleva a cabo en beneficio de quienes sobreviven". Postulando que el funeral cumple las siguientes funciones básicas: Sirve de ayuda para proporcionar a los deudos el desvanecimiento de la incredulidad al demostrar que la pérdida es real, proporcionando una oportunidad para la manifestación pública del dolor y de esta manera, limitar la duración del duelo, posibilitando la asignación de un nuevo rol social a los deudos, que a partir de ese momento deben cumplir; el funeral permite que otros miembros de la comunidad se enteren públicamente de la pérdida y que, de una manera prescrita, no sólo se despidan de uno de sus integrantes sino que expresen las intensas emociones de dolor, temor y cólera que a menudo experimentan. Cumple una función social y canaliza la conducta emocional en formas aceptables, de modo que los ritos funerarios sirven para mantener la integridad de la sociedad a lo largo del tiempo. La tercera función postulada por Firth y que define como económica, es que proporciona la oportunidad para un complejo intercambio de bienes y servicios entre familias y grupos.

Cómo las personas construyen conceptos erróneos y perjudiciales sobre la muerte y cómo dichos aspectos, en última instancia, afectan a sus mecanismos de supervivencia, están influidos por las circunstancias de la muerte. Estas condicionan la forma en que los dolientes responden, tanto con los fallecidos como con los demás. De modo que el tipo de muerte y cómo se interpreta: si es vista "con" o "sin culpa" y si se considera a la persona fallecida, de algún modo, culpable puede tener un efecto directo y duradero en el discurso de la pareja y en los paradigmas de la familia (Moos, 1995).

 La muerte es un proceso cultural sujeto a transformaciones históricas y culturales.

FUENTE : ftp://tesis.bbtk.ull.es/ccssyhum/cs249.pdf

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M{etodo II

En este sentido, cabe subrayar que el ser humano necesita dar sentido y dotar de significados a sus acciones, a sus creencias, a sus pensamientos, a los acontecimientos de la vida. Y para ello necesita definirse, identificarse a sí mismo. El significado de las cosas surge a través de la interacción discursiva con los otros, y este proceso está inmerso en un mundo de significados culturales y en los procesos de representación de la realidad social.Lo que más le interesa a la microsociología es la intersubjetividad, es decir, aquello que pareciendo obvio, aquello con lo que se convive a diario sin darle mayor importancia, en definitiva es fruto de la interacción social. Y esa interacción surge y está mediada por el universo de símbolos mediante el que se configura el lenguaje.Entre las teorías sociológicas que se encargan de estudiar cómo se construye el sentido y el significado de los hechos sociales, destaca el interaccionismo simbólico, cuyo principal representante es George Herbert Mead (1972), cuyas ideas explicarán y ampliarán posteriormente algunos de sus discípulos, entre los que cabe destacar de manera significativa a Herbert Blumer (1982).Desde esta perspectiva, también utilizaremos los modelos de "procesos de categorización social" desarrollados por (Tajfel,1984), y su influencia en la construcción de la identidad social y en la elaboración de los estereotipos y prejuicios; describiremos a continuación la teoría de la representación social, desarrollada por Moscovici, asi como el concepto de "estigma social" estudiado por (Goffman, 2003), mencionado en párrafos anteriores.http://eprints.ucm.es/11998/1/T32597.pdf

El inleraccionismo simbólico (Blumer, 1982) será capaz de darnos respuesta a la pregunta sobre cómo construyen los profesionales sanitarios su mundo cotidiano. Esta teoría nos aproximará al sentido de sus acciones y será capaz de ofrecernos una visión procesual de la acción social intersubjetiva. Por su parte, la teoría de la representación social (Farr, Moscovici , 1984) nos guiará en la identificación de los mecanismos por los cuales el sujeto, activo y por tanto creador, de su relación cotidiana, a través de la interacción y la comunicación, otorga sentido a los elementos de su medio y hace inteligible el mundo que le rodea. Nos acercaremos así, a la forma en que estos profesionales entienden, comunican y se enfrenta a la muerte de sus pacientes, develando sus creencias y valores sociales.Para completar la comprensión de este estudio utilizaremos los conceptos de categorización social descrito por Tajfel en su obra "Grupos humanos y categorías sociales" (1984), y de estigma elaborado por Goffman en la publicación del estudio que llevó a cabo en un hospital psiquiátrico

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(2003) para poner de relieve los frenos sociales que condicionan los comportamientos tanto de los profesionales como de los usuarios en el ambiente del hospital.Moscovici, influido por la corriente interaccionista. reformula el concepto durkheimniano de representación colectiva otorgándole un carácter más dinámico. Si bien las representaciones colectivas son mecanismos explicativos que dan forma a la sociedad, tales como los ritos o la religión, las representaciones sociales tiene un carácter más dinámico, puesto que son ideas grupales que surgen como fruto de un proceso interactivo, influidos por los contextos sociales. Son formas de entender y comunicar lo que sabemos, y las explicamos con el lenguaje cotidiano específico del entorno social donde transcurre la vida cotidiana.

Cambios en la concepción de la muerte: http://scielo.isciii.es/pdf/cmf/n30/original4.pdf