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UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES

Rector Gustavo Eduardo Lugones

 Vicerrector Mario E. Lozano

Cambiar el orden

 Replicación e inducciónen la práctica científca

 Harry Collins

 Bernal, 2009

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Colección “Ciencia, tecnología y sociedad”Dirigida por Pablo Kreimer 

Título original: Changing Order.

Replication and Induction in Scientic Practice

© The University o Chicago Press, 1992

Traducción: Alonso Buch

© Universidad Nacional de Quilmes, 2009Roque Sáenz Peña 352(B1876BXD) BernalBuenos Aires

http://www.unq.edu.ar [email protected] 

Diseño de tapa: Hernán Morese

ISBN: 978-987-558-158-6Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Índice

Preacio y agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Capítulo 1. El misterio de la percepción y el orden . . . . . . . . . . . . .19

Capítulo 2. La idea de replicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

Capítulo 3. La replicación del láser tea: conservar elconocimiento cientíco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

Capítulo 4. La detección de la radiación gravitacional:la regresión de los experimentadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Capítulo 5. Algunos experimentos sobre lo paranormal:la regresión de los experimentadores revisitada . . . . . . . . . . . . . . . 171

Capítulo 6. El cientíco en la red: una soluciónsociológica al problema de la inerencia inductiva . . . . . . . . . . . . 195

Post scriptum. La ciencia como experticia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235

 Apéndice metodológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249

Reerencias bibliográcas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 61

Posacio. Actos cientícos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271

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Precio y grdecimienos

Este libro muestra cómo los barcos entran en botellas y cómo salende nuevo. Los barcos son trozos de conocimiento y las botellas son la

 verdad. El conocimiento es como un barco debido a que una vez que

está en la botella de la verdad pareciera como si siempre debiera haber estado allí y pareciera que no pudiera salir de nuevo. Dado que el or-den y el conocimiento no son sino las dos caras de la misma moneda,cambiar el conocimiento es cambiar el orden. Este libro toma como casode estudio el conocimiento cientíco.

Empecé a trabajar en estos temas a comienzos de la década de1970, pero el libro incluye ideas y enoques que se remontan a los ini-cios de mi educación en sociología; mis deudas van por ello más atrás.1 

1 Los lectores que estén amiliarizados con mi trabajo van a reconocer mu-chos de los temas y de las ideas del libro en artículos previamente publicados. Sinembargo, hay algunas pocas páginas que han sido reproducidas de manera idéntica asus ormas previamente publicadas; estas pueden encontrarse en las primeras partesdel capítulo 3 y algunas secciones del capítulo 4. Por lo demás, incluso el materialmás amiliar ha sido ragmentado y escrito de nuevo para adecuarse a la historiadel libro. Agradezco a los editores de Social Studies o Science por el permiso para

reimprimir algunas páginas de mis artículos “The TEA-Set” (Collins, 1974), “Buldinga TEA-Laser” (Collins y Harrison, 1975) y “Son o Seven Sexes” (Collins, 1981c), yal editor de Sociology por el permiso para reimprimir algunas páginas de “The SevenSexes” (Collins, 1975). Otros materiales han aparecido como artículos de conerenciasno publicados –especialmente un artículo sobre replicación en parapsicología que estáahora distribuido en los capítulos 2 y 5, y otro sobre la unción de la calibración, queestá distribuido a lo largo de los capítulos 4 y 5. Los capítulos 1 y 6, el post scriptum,el enoque del capítulo 2, y la mayor parte del capítulo 3 son casi totalmente nuevos

 y lo mismo ocurre con la estructura del argumento completo. La idea de la “regresión

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Precio y grdecimienos

La mayor de ellas es con mi amigo y primer proesor de sociología –RegHughes– quien avivó mi interés en el tema. Posteriormente tuve lasuerte de encontrar en la Universidad de Essex un grupo de compañerosde estudio y un equipo docente que ortaleció mi curiosidad acerca deproblemas undamentales de losoía y de metodología. Luego encontréentre mis colegas de la Universidad de Bath una atmósera pluralista yestimulante, sin mencionar una santa paciencia rente a mi arroganteentusiasmo.

En lo que concierne a este libro particular, quisiera agradecer amis amigos del Programa de Historia de la C iencia de la Universidadde Princeton, que me proveyeron el espacio mental y ísico como

para completar el primer borrador. Agradezco también a BarryBarnes, Graham Cox, David Edge, Trevor Pinch, Steve Shapin, DavidTravis, David Gooding y a A lice Leonard por leer y comentar partesdel manuscrito. Los últimos dos en particular trabajaron muchomás allá de las demandas impuestas por el deber de la reciprocidadacadémica regular y me salvaron de algunos errores losócos yestilísticos serios. Los errores que quedaron son de mi exclusivaresponsabilidad.2

También agradezco a Bob Harrison por soportarme durante variosaños como un constructor de láseres amateur y por ser una víctimade la sociología. Bob Draper y Dick Metcale me ayudaron con losexperimentos sobre la vida emocional de las plantas descritos en elcapítulo 5.

Elizabeth Sherrard y Sandra Swaby mecanograaron una bue-na parte del borrador del primer manuscrito, luchando con un nuevoprocesador de textos. Los editores de Sage han actuado con decencia y

diligencia –las cuales no son de ningún modo cualidades universales enel mundo de la edición académica– y la concienzuda edición de Farrell

de los experimentadores”, en torno a la que gira el libro, subyace prácticamente a todomi trabajo previo, pero anteriormente no ue explicada con el suciente detalle.

2 El trabajo de campo realizado para este libro ue posible gracias a una subven-ción del Social Science Research Council (ahora el esrc) y un pequeño subsidio de laFundación Nueld.

Burnett ha sido de gran valor. Finalmente, agradezco a Pat Ryan por sus palabras reconortantes y por poner menos obstáculos al trabajo delo que sus principios demandaban; y a nuestros hijos, Joe y Lily, por mantener el buen humor a lo largo de este calvario.

Universidad de BathSeptiembre, 1984

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Inroducción

[En Tlon] hay objetos compuestos de dos términos, uno de carácter  visual y otro auditivo: el color del sol naciente y el remoto grito de unpájaro. Los hay de muchos: el sol y el agua contra el pecho del nada-dor, el vago rosa trémulo que se ve con los ojos cerrados, la sensación

de quien se deja llevar por un río y también por el sueño.Jorge Luis Borges, “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius”

Durante la última década, los sociólogos, los historiadores y los lósooshan comenzado a examinar la ciencia como una actividad cultural másque como el lugar de un conocimiento seguro. Las ideas que resultande estas investigaciones tienen signicado para más personas que paraunos pocos académicos especializados, dado que cuando es visto de estemodo, el estudio de la ciencia nos puede contar cosas acerca de la cultu-ra como un todo –mientras que al mismo tiempo esta nueva perspectivadesmitica el papel de la experticia cientíca. La importancia de estasideas tanto para los académicos proesionales como para todos aquelloscuyas vidas son aectadas por la ciencia me ha conducido a tratar deproveer un inorme legible haciendo al mismo tiempo una contribucióntécnica. De tal modo, he intentado escribir el cuerpo principal del texto

de un modo que lo haga accesible a cualquiera que tenga un interés yalgún conocimiento de las ciencias naturales, las ciencias sociales, lahistoria de la ciencia o la losoía. He añadido también un post scrip-

tum que traza explícitamente la relevancia más amplia del libro.Para mantener el texto dentro de límites de extensión y comprensi-

bilidad, he utilizado mucho las notas discursivas en algunos capítulos, lamayor parte de las cuales podrían haber sido incluidas en un texto más

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Inroducción

computadora construida por “ratones-lósoos”. Estamos en condicio-nes de ver que los problemas de las máquinas inteligentes, comentadosen el capítulo 1, reaparecen cuando la ciencia como un todo es pensadacomo una gigantesca computadora. En particular, no parece posibleconstruir un “algoritmo” de tipo inormático para asegurar que la ré-plica experimental provea siempre una prueba denitiva acerca de laexistencia de un nuevo y discutido enómeno natural.

Los capítulos 3, 4 y 5 dan cuenta de los principales estudios decampo. Todos ellos son exámenes detenidos de pasajes de la cienciaen los cuales los cientícos trataron de repetir el trabajo de otros: laconstrucción de láseres, una porción de ciencia relativamente sencilla;

la detección de radiación gravitacional, un área que se encuentra enlas ronteras de la investigación; y la “vida secreta de las plantas” y lapsicoquinesis, áreas de la parapsicología. El capítulo 4 concluye con unapéndice técnico acerca de la detección de las ondas gravitacionales.

El principal argumento de estos tres capítulos gira en torno a lacomparación del proceso de réplica de los hallazgos cientícos en estasáreas de la ciencia. Esta comparación revelará la existencia de lo quehe llamado la regresión de los experimentadores. Esta es una paradojaque surge para aquellos que quieren utilizar la réplica como prueba de

 verdad de las armaciones cientícas. El problema es que, dado que laexperimentación es un asunto de práctica habilidosa, nunca puede ar-marse que un segundo experimento ha sido hecho lo sucientementebien como para contar como un chequeo de los resultados del primero.Son necesarias algunas pruebas posteriores para probar la calidad delexperimento –y así en más.

Tanto el capítulo 4 como el 5 concluyen con discusiones acerca

de los modos a través de los cuales los cientícos intentan probar lacalidad de los experimentos de manera directa a n de sortear la regre-sión de los experimentadores. En el capítulo 4 se comenta el procesode calibrado de aparatos; en el capítulo 5 se trata el uso de enómenossustitutos. El racaso de estas “pruebas de pruebas” para resolver lasdicultades demuestran la necesidad de otras “pruebas de pruebas depruebas” y así en más –una verdadera regresión.

largo. Espero que el lector interesado pero no especialista lea al menosalgunas de ellas. Unas pocas notas están orientadas solo a los especia-listas y he indicado esto colocando el superíndice entre paréntesis –deeste modo: (56). He reunido también en un corto apéndice metodológicoalgún material técnico que no es probable que sea de interés para ellector general.

El esuerzo que este libro requiere es un descarrilamiento inicialde la mente respecto a las vías del sentido común. Nuestro ambientecultural –el mundo cotidiano– debe convertirse en un lugar extrañosi hemos de ver que su ordenamiento percibido es una notable y mis-teriosa realización humana. He intentado engendrar este cambio en la

conciencia del lector introduciendo el libro con problemas que surgendel escepticismo losóco. El resultado es una orma de “relativismo”–un término y una losoía que asusta a muchos. Pero esta orma derelativismo es un agradable claro en el bosque, que no se encuentralejos de las vías de tren perceptivas en las que normalmente viajamos.En verdad, el claro en el bosque del relativista posee caminos que con-ducen a la mayoría de los destinos a los que nos conduce el camino dehierro. Sin embargo, no lo hace de la misma orma predeterminada; uncamino en el bosque invita a la exploración, tiene rutas alternativas yorece una mayor elección de escenarios que las vías de tren.

El primer capítulo ha sido diseñado para abrir la mente a una explo-ración de los problemas undamentales acerca del orden en la vida social

 y conceptual. Muestra que nuestros conceptos y nuestras convencionessociales se reuerzan unas a otras –como en una red– y explica de estemodo el mantenimiento del orden. Los conceptos y las convencionesestán “aanzados conjuntamente” en “ormas de vida”. El problema del

cambio es dejado a investigaciones empíricas de capítulos posteriores.El capítulo uno concluye mostrando cómo los problemas undamentalesdel orden conceptual y del cambio dan lugar a las conocidas dicultadesencontradas en la construcción de máquinas inteligentes.

El segundo capítulo examina el principio ordenador de la ciencia–la replicabilidad de las observaciones y los experimentos. Tomo unametáora de The Hitch-Hikers Guide to the Galaxy : la Tierra como una

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Inroducción

alsas; y esto requiere una inocencia autoconsciente que va de la manocon la suspensión de las certezas cotidianas.

Estos tres ejemplos de práctica cientíca ueron elegidos para unacomparación debido a que representan dos de lo que voy a llamar las“tres ases” de la ciencia. Estas comprenden la ase “revolucionaria”,la ase “extraordinaria” y la ase “normal”. En la ase revolucionariase producen cambios amplios y de gran escala en toda la estructuraconceptual de las disciplinas. Esta idea, debida a Kuhn (1962), ha sidoel objeto de un acalorado debate losóco, pero no es discutida en estelibro (véase Collins y Pinch, 1982). La ase extraordinaria, por el otrolado, es ácil de reconocer. Es el sitio de controversias de escala más

pequeña. Esta controversia surge cuando se hacen armaciones que nocaben con comodidad en la ortodoxia prevaleciente. Cuando se aquietanlas aguas, lo que queda es la ase normal (otro término kuhniano, mu-cho menos contencioso) dentro de la cual se produce prácticamente todala ciencia. Los estudios de caso inormados aquí son representativos dela ase normal (láser tea) y la ase extraordinaria (ondas gravitacionales

 y parapsicología). El estudio parapsicológico posee, tal vez, cualidadesprotorrevolucionarias y está ciertamente un poco más alejado del centrode la ortodoxia que la historia de las ondas gravitacionales.

Como veremos, los debates sobre parapsicología y sobre las ondasde gravedad inormados en este libro se parecen unos a otros en térmi-nos de la estructura de la argumentación que rodea las armaciones dereplicabilidad; y ambos parecen bastante distintos al caso del láser tea.De tal modo, si hay algo raro en comparar una colección tan hetero-génea de pasajes de la actividad cientíca, ¡es el láser tea el caso raro!Esto marca una dierencia entre la perspectiva de este libro y ormas

más ortodoxas de observar la ciencia. En perspectivas más antiguassería la parapsicología la que parecería rara, debido a su marginalidadrespecto a la corriente principal de la ciencia, y debido a que los otrosdos casos son tomados de la ísica, mientras que aquí se trata de unestudio sobre seres vivos. Pero, como los capítulos 3, 4 y 5 revelarán,la dimensión importante no gira en torno al tema cientíco sino a laase de la ciencia que es representada.

El capítulo 6 reúne los temas de los capítulos 2, 3, 4 y 5, y de-sarrolla sus implicaciones en lo que hace a los problemas del ordenperceptivo desarrollados en el capítulo 1. Muestro cómo el cientícoindividual está atado a una red de instituciones dentro de la sociedadmás amplia y trato de demostrar cómo esto constriñe las elecciones dela investigación y los resultados del trabajo realizado en el laborato-rio. Se exploran las uentes de estabilidad en el universo conceptual yse discuten los problemas y los medios para “cambiar el orden”. A lolargo de la discusión se desarrolla un conjunto de proposiciones sobrela experimentación. Para una ácil reerencia, las primeras diez estándisponibles en la primera página del capítulo seis.

El post scriptum discute las implicaciones más amplias de estelibro para la educación de la ciencia, las cuestiones de política cientíca,la ciencia orense, las investigaciones públicas y el papel de la periciacientíca en las instituciones de la sociedad democrática. Concluye conalgunos ejemplos acerca del modo en que la comprensión del cambiocientíco arroja luz sobre el proceso político. Lo sigue un apéndicemetodológico.

Puede pensarse que los pasajes de la ciencia comparados en loscapítulos 3, 4 y 5 están seleccionados de acuerdo a un principio extraño.Después de todo hay un ragmento cercano a la tecnología que estáhecho sin ningún intento por “probar” un hallazgo –el láser tea–; hayun ragmento de ciencia proveniente de una tradición teórica central dela ísica, aunque utiliza tecnología de rontera y emerge con hallazgosno esperados –la detección de ondas gravitatorias; y hay dos ragmen-tos provenientes de la parapsicología, uno de los cuales ue hecho por quien uno puede llamar “el más marginal de los hombres”, acerca de

la vida psíquica de las plantas. Desde una perspectiva que hace distin-ciones claras entre ciencia “real” y “seudo” ciencia, estas serían cosasraras para comparar . Desde la perspectiva de este libro no hay talescompañías extrañas; la actitud relativista demanda que el análisis delmodo en que el conocimiento se establece no sea obstaculizado en suinicio por juicios de sentido común acerca de lo que es o no verdadero.La pregunta es, más bien, cómo las cosas son vistas como verdaderas o

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Cpíulo 1El miserio de l percepción y el orden

Hace algunos años, en una pieza corta para televisión del Monty 

Python’s Flying Circus, se ponía de relieve una guía de conversación

equívoca para húngaros. La rase “¿puede darme una caja de ósoros?”ue erróneamente traducida al inglés como “quisiera sentir sus bellosmuslos”. El apropiado desaire en inglés ue equivocadamente traducidoal húngaro como “sus ojos son como dos proundos pozos”. La guía deconversación transormaba en una violenta pelea lo que debería ser unintercambio rutinario entre un húngaro grande y un dócil vendedor detabaco. Introducía desorden en lo que los participantes esperaban queuera una interacción rutinaria ordenada.

Sin orden no puede haber sociedad. La comunicación, y por lotanto el conjunto de la cultura en su sentido más amplio, se basa en lahabilidad de los seres humanos para ver las mismas cosas y para respon-der a ellas de la misma orma. Puede haber variaciones en la percepción

 y el signicado entre dierentes grupos, pero la misma existencia de“grupos” depende de las uniormidades que hay dentro de ellos. El he-cho es que hay grupos, sociedades y culturas; por lo tanto debe haber uniormidades de percepción y signicado en gran escala.

Si bien estas uniormidades son undamentales, el modo en que seproducen y el modo en que se mantienen son proundos misterios. Estosmisterios subyacen a los problemas más grandes de la losoía, la lingüís-tica, la sociología, la inteligencia articial y la losoía de la ciencia. Lapercepción concertada y la comprensión en un ambiente abierto parecenser algo que los humanos simplemente hacen, sin pensar consciente-mente acerca de ello. Este libro trata el modo en que se producen estas

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El miserio de l percepción y el orden

obtuviéramos evidencia del uturo extrapolando las regularidades delpasado? Inerir reglas generales a partir de instancias regulares repeti-das del pasado se llama inducción. De tal modo, el escepticismo engen-dra lo que es conocido como “el problema de la inducción”.1

Este es un problema losóco que tiene que ver con el modo enque nuestras “inerencias inductivas” –que son generalizaciones sur-gidas a partir de nuestra experiencia pasada– pueden ser alguna vezciertas o incluso probables. En su raíz, sin embargo, el escepticismoinvolucra la percepción de cualquier clase de regularidad. Mi interésno es acerca de cómo podemos estar en lo cierto sobre regularidadesinducidas en principio, sino acerca de cómo en verdad podemos tener 

certezas sobre las regularidades en la práctica. Este es un cambio deoco que permite lo que llamaré una “solución sociológica” al proble-ma de la inducción. Muchas cuestiones undamentales que tienen que

 ver con el descubrimiento de las reglas de la ciencia y de la actividadcotidiana son en verdad versiones localmente especicadas de esterompecabezas práctico.

El modo más simple de comenzar a ver este problema, y el puntode arranque estándar, es la obra del lósoo David Hume. Hume plan-teó el problema en los términos de nuestras ideas acerca de las causas:tómese un evento –llámeselo “a”– tal como el golpe a una bola de billar inmovil por parte de otra, y el segundo evento –“b”– el movimientode la bola de billar a lo largo de la mesa. Estamos inclinados a decir que la bola de billar “es propulsada” a lo largo de la mesa dado queconsideramos que su movimiento está “causado” por el impacto. Vemosque secuencias como a-b ocurren recuentemente y en verdad vemos

 y sabemos a partir de la experiencia que la primera bola de billar es lo

que causa el segundo movimiento. Pero supongamos que la regularidadde la secuencia a-b no uera una relación causal sino una coincidenciaextendida. ¿Cómo podríamos ver la dierencia? En otras palabras, ¿quées lo que vemos en el impacto de las bolas de billar que nos hace ver 

1 Para una introducción al problema de la inducción y algunas soluciones inten-tadas para resolverlo véase Black (1970).

percepciones y acciones concertadas. Explora el problema centrándoseen el modo particular en que los cientícos perciben, describen y com-prenden los nuevos enómenos naturales de un modo uniorme. Examinaalgunas instancias de este tipo de acuerdos y las orece como casosejemplares de ormación y de mantenimiento de patrones de acción másgenerales. Los casos de estudio inormados, estrechamente observados,intentan echar luz sobre este problema más proundo de la cultura.

La dicultad radica en que, como manejamos percepciones y ac-ciones concertadas con tal acilidad irrefexiva, diícilmente parecen rea-lizaciones destacables. Nuestras percepciones comunes, tal como lo hesugerido en otro lugar (Collins, 1975), son como barcos en botellas. Los

barcos, nuestros trozos de conocimiento sobre el mundo, parecen tanrmemente alojados en sus botellas de validez que es diícil concebir quepudieran salir alguna vez, o que hubiera sido necesario un truco habili-doso para que entraran en ellas. Nuestro mundo está lleno de barcos yadentro de sus botellas y lo único extraño es el raro individuo que echaun breve vistazo en el arte de construir barcos en botellas. La ciencia,más que cualquier otra actividad cultural, se dedica al negocio de poner nuevos barcos en nuevas botellas; es decir, al negocio de construir nuevostrozos de conocimiento. Incluso en la ciencia, sin embargo, el arte estátan rutinizado que los trucos son visibles únicamente cuando se les daalguna atención autoconsciente, por ejemplo, en el caso de una contro-

 versia cientíca. La primera tarea, entonces, es liberar la mente de losmodos de ver tomados-por-sentado y, en cambio, dejar que se vean lospalos, las cuerdas y el pegamento con los cuales se construyen los barcosdel conocimiento. Para afojar las trabas de la percepción común utilizoel escepticismo losóco, lo cual es seguro, legítimo y barato.

eL escepticismo  y eL proBLema de La inferencia inductiva

El escepticismo comienza con el problema de por qué debemos esperar que el uturo sea como el pasado. ¿Por qué esperamos que secuenciasregulares de eventos continúen y cómo es esto de que pareciera que

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El miserio de l percepción y el orden

al problema no ayuda, pues sería útil únicamente donde uese obvio deantemano cuáles de las secuencias de eventos pueden generalizarse; talcomo lo hemos remarcado, hay muchos tipos de secuencias regularesque podemos generalizar pero no hacemos (tales como el pronóstico

 y el tiempo) y muchas secuencias irregulares que generalizamos.3 Por estas razones, citar una propensión a la generalización como una ex-plicación de nuestras tendencias inductivas (regularizadoras) es sim-plemente una obviedad. Dado que una tendencia generalizadora nospermitiría ver cualquier cosa y todo como regular, lo que sería equi-

 valente a no ver nada, este tipo de “solución” está vacío. De hecho, elproblema de percibir regularidades es una subdivisión de la cuestión

más general acerca de la posibilidad misma de la percepción.(El lector impaciente puede estar preguntándose por qué no se ha

llamado al conocimiento cientíco para que nos rescate de este proble-ma de apariencia articial. Sin duda, la ciencia y sus contrapartidas delsentido común son las que nos dan la garantía para creer que ciertassecuencias son apropiadamente pensadas como regulares y otras comomeramente coincidentes. Exactamente por eso, este libro es sobre cómociertas secuencias y objetos obtienen su imprimatur cientíco.)

La percepción y la estabilidad de la percepción son la mismacosa. Intente imaginar cómo sería una percepción desordenada, caó-tica. Estamos mirando un autobús rojo, inmediatamente parece ser untigre y ruge, en el instante que sigue tiene la apariencia y el sabor deun limón, y luego es como un cisne negro, y así en más. Imagine unasecuencia de este tipo ocurriendo al azar y a gran velocidad, y tomeesto como nuestro modo normal de ver las cosas. Bajo estas circuns-tancias no querríamos viajar en autobús. Dado que no querríamos

  jamás viajar en un autobús y, por extensión, no habríamos viajado

3 Es tentador pensar que solo imputamos causas a aquellas cosas que siempre están regularmente relacionadas y no a las que son alibles. Esta idea simplemente nounciona. Piense únicamente en algunas de esas cosas acerca de las cuales uno posee lamayor certidumbre y perciba después cuán irregulares son. Tome nuestra certeza de que elsol saldrá mañana. De hecho, en Gran Bretaña, el sol es invisible con más recuencia que

 visible, incluso durante el día. ¿Por qué debería creer que está allí detrás de las nubes?

eso como una relación causal que conamos que continuará existiendo,más que una coincidencia extendida que no esperamos que continúe?La respuesta es “nada”. ¿Por qué tratamos entonces esa relación comouna relación de necesidad? ¿Por qué pensamos que esa relación con-tiene certezas causales?

Uno puede agudizar el impacto de la pregunta pensando en se-cuencias repetidas de eventos que no tratamos de ese modo. Por ejem-plo, no pensamos que un pronóstico exacto del tiempo conlleva unaimplicación causal, aun cuando en este caso un evento “a”, tal comola vocalización de la palabra “lloverá”, es seguido regularmente por el evento “b”: precipitación. Por supuesto, el pronóstico meteoroló-

gico no es siempre correcto, pero si deviniera más y más preciso noestaríamos por ello más y más tentados a imputar una relación causalentre el tiempo y el pronóstico. En última instancia, si el pronósticouera totalmente exacto, estaríamos inclinados a imputar clarividenciaal pronosticador antes que ecacia causal al pronóstico. De nuevo,hay secuencias regulares que nos inclinan a pensar que cuanto más semantienen más probablemente se van a quebrar. Por ejemplo, jugadoresde ruleta ingenuos estarán más y más inclinados a apostar al negrocuanto más continúe una secuencia ininterrumpida de rojo. Aquí venel evento A –el girar de la rueda– seguido regularmente por un eventoB –la caída de la bola en el espacio rojo– y devienen más y más con-

 vencidos de que la próxima vez B no seguirá a A. Estos dos ejemplosmuestran que la regularidad de eventos en sí misma no nos compele a

 ver relaciones causales.Hume pensaba que, aun cuando las causas son invisibles, tene-

mos una propensión psicológica a imputar necesidad, y por lo tanto

causalidad, a secuencias regulares repetidas. Sin duda hay algo de ver-dad en eso; el hombre es undamentalmente una criatura que perciberegularidades. De hecho, inducimos todo el tiempo de lo particular a logeneral.2 Tal como Hume lo vio, sin embargo, esta clase de “solución”

2 Barry Barnes (1976) sugiere que nuestra “racionalidad natural” está undada ennuestras tendencias inductivas.

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El miserio de l percepción y el orden

Si nuestras percepciones ueran tan caóticas como las que he descrip-to antes, o si los objetos súbitamente devinieran como los descriptosen Tlon o en los de El tercer policía, sería del todo incorrecto hablar de percepción de objetos. Para ver las cosas como cosas necesitamosinteractuar con ellas y con otros miembros de la sociedad a travésde ellas.4 Esto es tan verdadero como su contrapartida previamentemencionada, es decir que para una interacción ordenada se requierepercepción compartida.

El nuevo enigm de l inducción

La relación entre conceptos y expectativas regulares ha sido claramen-te ormulada por el lósoo Nelson Goodman como una versión delproblema de la inducción. Se reere a ella como el “Nuevo enigma dela inducción” (Goodman, 1973). En buena medida estamos realmentedispuestos a subirnos en el autobús porque “inducimos” que, debido aque en el pasado siempre ha tenido aspecto de autobús, no se volverá“tigroso”. Goodman demuestra la alta de auto evidencia que tiene estaclase de inerencia.

Inventa un nuevo “color”. Se llama “verdul”, lo que signica ver-de antes de un momento “t” en el uturo y azul más tarde. Este es unextraño tipo de color, y ciertamente uno que no es amiliar a nosotros,pero sirve a un propósito. Tomemos por ejemplo esmeraldas; cada vezque hemos visto una esmeralda ha sido verde, y esto es lo que nos hacepensar que si miramos una de ellas mañana por la mañana, tambiénserá verde. Ahora supongamos que este momento “t” uese mañana ysupongamos que las esmeraldas no ueran verdes sino “verdules”. En

este caso, si tuvimos la suciente suerte como para tener una esmeralda,nos levantaremos mañana por la mañana y encontraremos que es azuldado que esto es lo que signica verdul. Pero las esmeraldas son verdes,no verdules. ¿Cuál es el problema entonces?

4 Este señalamiento es hecho por Peter Winch en su Idea o a Social Science (1958).

nunca en uno, y tampoco lo habría hecho otra persona, nadie hubierasabido nunca que los autobuses son cosas en las que se puede viajar.Esto signica que no tendríamos el concepto de autobús disponible,lo cual hace que carezca de sentido decir que hemos visto un autobúsen primera instancia. Lo mejor que podríamos haber experimentadohabría sido alguna clase de cosa roja anodina (literalmente). De talmodo, incluso para percibir la cosa roja como un autobús es necesarioque nosotros, y el guarda, esperemos que el autobús continúe siendoun autobús y no se transorme en un limón o en un animal carnívoroo en otra cosa. Lo mismo se aplica a los tigres, los limones, los cisnes

 y al color rojo en sí mismo. En nuestro mundo, la existencia de con-

ceptos está amarrada a la estabilidad de las cosas a las que pertenecen.Seríamos incapaces de darle sentido al tipo de cosas encontradas enel cuento Tlon de Borges, descripto en la cita con la que empieza estelibro. Sería como aquello que vio el héroe del libro El tercer policía

(1974), de Flann O’Brien, cualquiera haya sido esa cosa –literalmentemás allá de la comprensión y la descripción:

¿Pero qué puedo decir acerca de ellos? Su color no era blanco ni negro y

ciertamente no portaba un color intermedio; estaba lejos de lo oscuro

 y era todo menos claro. Pero es raro decir que no ue su color sin prece-

dentes lo que llamó mi atención. Tenían otra cualidad que me hizo mirar-

los, con ojos desorbitados, la garganta seca y la respiración cortada. No

puedo hacer ningún intento para describir esta cualidad. Posteriormente

me tomó horas de pensamiento darme cuenta por qué estas característi-

cas eran sorprendentes. Carecían de una propiedad esencial de todos los

objetos conocidos. No lo puedo llamar orma o conguración dado que la

ausencia de orma no es a lo que me reero. Solo puedo decir que estosobjetos, ninguno de los cuales se parecía al otro, eran de dimensiones

desconocidas. No eran cuadrados o rectangulares o circulares o simple-

mente irregulares ni podría decirse que su variedad sin n se debía a

disimilitudes dimensionales. Simplemente su apariencia, incluso si esta

palabra no es admisible, no era comprensible para el ojo y era en cual-

quier caso indescriptible. Esto es decir suciente (p. 117).

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El miserio de l percepción y el orden

No es necesario apegarse a un nuevo término. Por ejemplo “azur-de” signica azul hoy y verde mañana (véase nota 5). Es posible inven-tar tantos términos nuevos de este tipo como queramos, y por lo tantoelegir estar sorprendidos, pasmados, estupeactos, con los ojos abiertos,atemorizados, y así en más, cualquiera sea la apariencia de las esmeral-das cuando nos levantamos en la mañana. Todo depende de cómo lashemos llamado en el pasado. Si decidimos que la evidencia pasada escompatible con que sean “verdojo” –lo que ocurre– entonces estaremossorprendidos si son otra cosa distinta a rojas. Si las llamamos vermillo,entonces una apariencia distinta al amarillo nos dejará mudos. Pero noes necesario quedarse con los colores ni con las esmeraldas. Podemos

llamar a los diamantes “durblandos”, lo que signica que son duros antesde “t” y blandos después. Podemos describir a los autobuses como “trans-nívoros”, lo que signica que siempre han sido medios de transporte enel pasado, pero que esperamos que se transormen en bestias carnívorasen el uturo. En este último caso estamos de nuevo con el problema dela conanza de los consumidores y el transporte público. Este mundo es,una vez más, un mundo como el de Tlon de Borges, donde los objetosmateriales no existen.6

de la noche”. En la tierra del verdul y el azurde, es el término verde lo que requiere unareerencia al tiempo. ¡Para describir algo como verde en la tierra del verdul y el azurde serequiere que uno lo llame “verdul antes de “t” y azurde después”! Esto es lo que signicael extraño color “verde”. De tal modo, no es que verdul sea un término extraño debidoa que contiene una reerencia al tiempo; desde otro punto de vista, verdul no requiereuna reerencia al tiempo mientras que verde sí. En este punto también, entonces, verdul

 y verde son simétricos, del mismo modo en que son simétricos los términos de nuestraevidencia para asignar cualquiera de ellos al color de las esmeraldas.

6 Jorge Luis Borges en su relato “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius” (1970) describe Tlon,

una tierra en la cual no hay objetos materiales. Una ábula herética en este mundo in- volucra algunas monedas que son perdidas un día y encontradas otro. La parte heréticade la historia es la implicación de que es lógico pensar que las monedas han existido dealgún modo secreto, escondidas de la comprensión de los hombres, durante el tiempo enque estuvieron perdidas; es decir, no observadas por nadie. Borges señala que la historiasería muy diícil de comprender en Tlon –un mundo sin objetos perdurables– debido aque incluso las nociones de “perder” y “encontrar” implican la continuidad de los mis-mos objetos. Los habitantes ortodoxos de Tlon ridiculizan la historia en la medida quepueden entenderla. ¡Les parece que es como pensar que si alguien armara que tiene

¿Por qué consideramos que las esmeraldas son verdes? Supongamosque se debe a que todas las esmeraldas que hemos visto alguna vez son

 verdes. Pero dado que “t” no es antes que mañana, lo que hemos vistoen las esmeraldas es igualmente compatible con el hecho de que sean

 verdules. ¡En la medida que todas las esmeraldas que he visto alguna vez han sido verdes, todas las esmeraldas que he visto han sido también verdules! Verdul implica verde en todos los momentos del pasado. Perosi todas las esmeraldas que he visto han sido verdules, entonces deberíaesperar que continuaran siendo verdules. Es decir que en la medida quepienso que mis esmeraldas son verdes, y si por lo tanto estaré asombra-do si no son verdes mañana por la mañana, también debería pensarlas

como verdules, y estar atónito si no son azules.Si estoy sorprendido o atónito, es decir, si espero que mis esme-

raldas sean verdes o azules mañana por la mañana, parece no depender de sus cualidades pasadas sino de cómo describo esas cualidades. Tanto

 verde como verdul son descripciones completamente reconciliables conlos hechos que hasta la echa se conocen acerca de las esmeraldas,pero el término que elija establece distintas expectativas para el díade mañana.5

5 “El nuevo enigma” de Goodman ha dado lugar a mucha discusión crítica. Unaprimera objeción obvia es que “verdul” no es de ningún modo un término apropiadopara un color debido a que contiene una reerencia al tiempo mientras que los otroscolores no la tienen. En verdad no es del todo cierto que nuestros términos descriptivosno contengan reerencias al tiempo; por ejemplo “perenne” contiene una reerencia altiempo, así como “caduco”.

La deensa más sutil de Goodman en contra del contenido temporal de verdulinvolucra la invención de otro término, “azurde”, que signica lo opuesto a verdul, a saber azul antes de “t” y verde después. Ahora imagine una sociedad en la cual los términos ver-

de y azul uesen desconocidos, pero en la que los términos verdul y azurde ueran palabrasregulares del discurso. Imagine que tienen esmeraldas en esa sociedad que, por supuesto,serían pensadas como verdules. Pero imagínese que esas esmeraldas son de hecho comonuestras esmeraldas de modo tal que cuando los ciudadanos ricos de la tierra del verdul

 y el azurde se levantan una mañana encuentran que, contrariamente a sus expectativas,sus esmeraldas son verdes. Estarán, por supuesto, atónitos, ¿pero qué se dirán unos aotros? No podrían decir “estoy atónito, mis esmeraldas son aún verdes”, debido a queno tienen el término verde en su vocabulario, o incluso en su repertorio conceptual. Loque dirían es “estoy atónito, mis esmeraldas han cambiado de verdul a azurde a lo largo

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 verde y que por ello uese adecuadamente proyectado (véase nota 5).(¡Cultos milenarios, esperando un cambio inminente y masivo en sumundo, viven en un mundo con términos semejantes a verdul!) Laalta de compulsión “lógica” o natural es bastante clara en otro pasajede Goodman:

Propongo que el juicio acerca de la proyectabilidad [de los términos]

ha derivado de la proyección habitual, más que la proyección habitual

a partir del juicio de proyectabilidad. La razón por la cual pareciera

que tan aortunadamente los predicados correctos han devenido bien

aanzados es justamente que los predicados bien aanzados se han

constituido en los correctos (Goodman, 1973, p. 98).

O nuevamente:

La sugerencia que he estado desarrollando aquí es que este acuerdo con

las regularidades que han sido observadas es una unción de nuestras

prácticas lingüísticas. De tal modo la línea entre las predicciones vá-

lidas e inválidas (o inducciones o proyecciones) se traza sobre la base

de cómo el mundo es [descrito y anticipado] y cómo ha sido descrito y

anticipado en palabras (Goodman, 1973, p. 121).

Esta conclusión es importante. Nuestro lenguaje y nuestra vida socialestán tan entremezclados que nuestros hábitos de habla ayudan a de-terminar el modo en que vemos el mundo y de este modo orman labase de la interacción social. Sin embargo, la solución de Goodman aúnalla en responder la pregunta acerca de cómo adquirimos inicialmente

estas particulares ormas ordenadas de ver, cómo las mantenemos ycómo desarrollamos nuevas.7 Goodman puede haber resuelto un pro-

7 Para una discusión sosticada del carácter entremezclado del lenguaje y la vidasocial véase Winch (1958). Hay una teoría bien conocida llamada “hipótesis Sapir-Whor”que vincula el lenguaje a la vida conceptual. El ejemplo estándar son los esquimales,quienes, aparentemente, tienen muchas palabras distintas para “nieve”. Presumiblementeellos ven un mosaico ascinante, ricamente detallado, y siempre cambiante de cosas

 Ahora bien, en los hechos no tenemos ninguno de los términosmencionados arriba en nuestro lenguaje y por lo tanto no encontramoslos problemas correspondientes. Pero el asunto crucial es que los tér-minos no están altando debido a que la apariencia pasada de las cosaslos excluya de nuestro lenguaje; cualquiera de los nuevos términos escompatible con la apariencia pasada de todas las cosas que hemos vistoalguna vez. La “solución” de Goodman al Nuevo enigma es decir que

 vemos regularidades donde siempre las hemos visto debido a nuestrasprácticas lingüísticas aanzadas. Dice que la razón por la cual podemos“proyectar” el predicado verde –es decir, basar en él nuestras expectati-

 vas– y no podemos proyectar verdul, es porque verde es un predicado

mejor “aanzado”. De esta manera:

Sencillamente “verde”, como un veterano de anteriores y mayores

proyecciones que “verdul”, posee una bibliograía impresionante. El

predicado “verde”, podemos decir, está mucho más aanzado que el

predicado “verdul”.

Podemos trazar esta distinción solo debido a que para las pro-

 yecciones actualmente existentes partimos del registro del pasado. No

podemos trazarla comenzando meramente a partir de hipótesis y de

las evidencias que hay de ellas. Para cada momento en que “verde” ue

proyectado o –por así decirlo– pudo haber sido proyectado, “verdul”

también pudo haber sido proyectado [...] (Goodman, 1973, p. 94).

De tal modo, la distinción de Goodman entre verde y verdul es tra-zada a partir de la historia comparativa de los términos: verdul notiene historia. No hay nada en la naturaleza o la lógica que prohíba

la existencia de una sociedad alternativa donde verdul uese regu-larmente proyectado y por este hecho estuviese mejor aanzado que

dolor de cabeza un día y después mejora, y otro tiene un dolor de cabeza el día siguiente y mejora, mientras un tercero tiene un dolor de cabeza un tercer día, es el mismo dolor que ha pasado de cabeza en cabeza! Imputar continuidad a monedas invisibles es comoimputar existencia a dolores invisibles.

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de laboratorio con uentes de luz y especímenes cuidadosamente dise-ñados, una cosa verde refejará solo las longitudes de onda apropiadas.(No sirve decir que las longitudes de onda que emanan predominante-mente de las cosas verdes son longitudes de onda verde. Hay circuns-tancias en que esto no es verdad. Por ejemplo, de noche es al menos lamitad del tiempo en que el pasto ciertamente no es reconocible por laslongitudes de onda verdes que emanan de él.)

Dado que de vez en cuando una cosa verde refeja longitudesde onda correspondientes a todos esos dierentes colores, y todosesos otros colores están igualmente arraigados en nuestro lenguaje,el arraigo de los términos de los colores no nos permite resolver el

problema. Igualmente, dado que lo que aecta nuestros sentidos es unrevoltijo de experiencias, cada una de las cuales está representada por términos de nuestro lenguaje, la existencia de términos arraigados noexplica de ningún modo el orden de ninguna percepción.

No es diícil simular el argumento con un pequeño experimento–si bien debe tenerse en cuenta que el ejercicio es solo una metáoradel problema losóco. Obsérvese una pintura muy realista, una re-producción o un aviso publicitario a color en una revista. Obsérveseel modo realista en que los objetos son representados –cada pelo del“Chivo expiatorio” de Holman Hunt, por ejemplo, o cada línea de unanuncio de un Bmw. Luego acérquese más y más a la imagen. Los pe-los individuales se pierden en las manchas y embarraduras de pinturauntadas por el pintor con un pincel mucho más ancho que el pelo dechivo representado; el metal alado del Bmw se vuelve una manchaborrosa de puntos de dierentes colores.

 wittgenstein  y Las regLas

La discusión hasta ahora ha sido en términos de ver, pero lo mismo seaplica a todos los modelos perceptivos, al lenguaje y a toda actividadcultural. ¿Hay tal vez un conjunto de reglas para organizar la experienciasensorial, jadas dentro de nuestros cerebros, que no podemos articular 

blema losóco pero, a pesar del sabor histórico de su respuesta, no haresuelto el misterio sociológico.

La mayoría de nosotros no está amiliarizado con las esmeraldas,de modo que cambiaré el ejemplo al pasto. El problema con la expli-cación de Goodman acerca de por qué vemos el pasto como verde –asaber, que el verde es un color arraigado, proyectable– es que el pastotiene también otros colores arraigados, proyectables. No necesitamosinventar términos como verdul a n de tratar el problema del color delpasto. Si un artista quiere representar pasto las posibilidades son talesque, a menos que esté tratando de pintar como un chico, deberá usar todos los colores de la paleta tanto como el verde. (Los chicos pintan

una ranja uniorme al pie de la imagen para el pasto y una cinta azuluniorme para el cielo, porque pintan lo que saben que es el caso. Detal modo, pintan el pasto verde, el cielo azul, el cielo arriba y el pastoabajo). Para el artista, el pasto es a menudo marrón, recuentementeamarillento, algunas veces azul, algunas veces blanco y otras negro.Depende de su grosor, la especie, el tiempo, la luz y así en más. Es solobajo circunstancias muy especiales que durante la noche el pasto escompletamente verde.

Otras cosas “verdes” presentan el mismo problema; para usar ellenguaje de los ísicos, las cosas verdes refejan todas las longitudes deonda distintas a las que son tomadas como correspondientes al color 

 verde.8 Solo bajo circunstancias inusuales, tales como los experimentos

dierentes cuando miran desde sus iglús hacia lo que nosotros percibiríamos como unpaisaje uniormemente blanco.

Nelson Goodman, en su libro Ways o Worldmaking (1978), propone una perspec-

tiva que es muy similar a la desarrollada aquí, al menos en términos de su relativismo y su trato de la ciencia y el arte como empresas culturales, que no es obvio que seanepistemológicamente distintas. Ambas son ormas de construir el mundo. La corrección yel error dentro de mundos, arma, es un asunto de adecuación con prácticas empotradasen tradiciones evolutivas. Fuera de esos mundos hechos por humanos no hay realidadcon suciente contenido como para que sea valioso pelearse.

8 Experimentos sobre la visión en colores realizados por el doctor Land muestranque es bastante erróneo equiparar el color percibido de las cosas con las longitudes deonda emitidas por ellas. Sin embargo, esto no aecta mi argumento.

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con un “añada un 2 y luego otro 2 y luego otro y así en más”. Pero estotampoco especica plenamente qué debemos hacer, debido a que esainstrucción puede ser seguida escribiendo “82, 822, 8222” o “28, 282,2282, 22822” o “82”, etc. Cada una de estas sumas en algún sentidoresponde a la expresión “añadir 2”. Ahora, uno sabe perectamentebien qué es lo que se quiere decir con “añada 2 a 8”: signica “vamoscon el 10”, aun cuando en un sentido literal otros resultados no sonincorrectos. Sin embargo, la cuestión es ¿cómo sabemos lo que ellosignica con esa certeza?

Se puede inventar un juego para explorar la magnitud de estarealización humana. “El estudiante torpe” muestra justamente cuántas

continuaciones deben ser ignoradas a n de continuar del modo “co-rrecto”. Una o más personas pueden ser el “instructor” y una o más ser el “estudiante torpe”. La tarea del instructor es proveer al estudiante unalista de instrucciones de modo tal que deba continuar la secuencia dada“2, 4, 6, 8” como “10, 12, 14, 16” y así en más. La tarea del estudiantees malinterpretar estas instrucciones de modo tal de orecer una con-tinuación dierente, tales como las que se han sugerido en la secciónprecedente. El estudiante, sin embargo, debe interpretar la continuacióntorpe como una respuesta razonable a las reglas provistas antes. En lamedida que el instructor racasa, puede ir agregando elementos a lalista de reglas, o cambiarlas completamente en un esuerzo por hacer que el estudiante vaya por el camino correcto. Por ejemplo, los primerosesuerzos del instructor pueden ser como los orecidos en los párraosprecedentes. En vez de decir simplemente “continúe del mismo modo”el instructor puede intentar con “añada 2 y luego otro 2 y luego otro2” y el estudiante puede dar las respuestas antes citadas. El instructor 

puede después tratar de explicar lo que “realmente” signica “añadir”pero entonces las reglas van a comenzar a incluir una secuencia in-denidamente larga con el n de cubrir el signicado de la adición.

 Y así en más. El instructor no debe usar instrucciones que se apoyenexplícitamente sobre el comportamiento de seguir-una-regla que setoma por sentado en la sociedad. De tal modo la instrucción “hazlo delmodo en que normalmente lo haces” está prohibida.

pero que todos seguimos automáticamente cuando vemos del mismomodo y cuando hablamos a los otros? Un conjunto de reglas de este tipo,si pudieran ser explicadas, resolvería los problemas del escepticismo.Puede argumentarse que, aunque no somos conscientes de ellas, son

 justamente este tipo de reglas las que se ponen en operación en nuestrascabezas cuando vemos dos lotes de pasto como el mismo en su verdor ydierentes al cielo con su carácter azul. Tal conjunto de reglas puede ser lo que nos da nuestro Chivo expiatorio y nuestro Bmw. Pero el análisis dellósoo Ludwig Wittgenstein acerca de lo que signica seguir una reglaparece hacer que esta solución simple sea insostenible.9

 Ver el próximo campo de pasto como perteneciente a la clase de los

campos de pasto puede ser pensado como un ejemplo de lo que signicacontinuar una secuencia regular. Es un asunto de conocimiento que elpróximo campo sea una apropiada continuación de la secuencia de camposque hemos visto en el pasado. Este nuevo campo se asemeja a un campo,no a cualquier otra cosa. Es lo “mismo” que ocurrió antes. Lo que esto in-

 volucra puede ser explorado mirando una secuencia mucho más sencilla:los números “2, 4, 6, 8”. Imagínese que se le pide continuar esta secuenciadel mismo modo. La respuesta inmediata que surge a la mente es “10, 12,14, 16” y a todos los eectos es en verdad la respuesta “correcta”.

¿Pero cómo sabemos que es la respuesta correcta? No puede ser simplemente un asunto de seguir la regla “continúe del mismo modo”,debido a que esta regla permite un conjunto de posibilidades. Por ejem-plo permite “2, 4, 6, 8, 10, 2, 4, 6, 8, 10, 12, 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14” o “2,4, 6, 8, 2, 4, 6, 8, 2, 4, 6 , 8” o “8, 6, 4, 2, 2, 4, 6, 8 , 8, 6, 4, 2” o cualquier número de secuencias alternativas. Sobre este asunto, la instrucción“continúe del mismo modo” permite también como continuación ¿a

quién evaluamos? ¿Podría ser que la instrucción “continúe del mismo modo” no ue-

ra lo sucientemente especíca? Supongamos que la regla es corregida

9 Me reero al último trabajo de Wittgenstein. La ubicación de muchas de estasideas es Philosophical Investigations (1953). Tomo mi interpretación de sus ideas de Winch(1958). Para una introducción muy buena véase Bloor (1983).

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un nuevo tipo de interpretación cada vez –y que es más ácil hacer esto sihay más de un “estudiante” para ayudarnos; los aliados son útiles inclusoen las batallas intelectuales.

Es importante notar que el ingenio se requiere sólo debido a lanecesidad de explicar cómo la continuación elegida “se ajusta” conla última regla dada por el instructor. Sin embargo, la noción de “ajus-te” no es en sí misma completamente especicable, y está por lo tantobasada en un sustrato de convenciones sociales. De tal modo, inclusola interacción del estudiante torpe y el instructor, caótica como pa-rece, está basada en una comprensión compartida. Si no hubiese unacomprensión compartida entonces el estudiante no requeriría nada de

ingenio –un ruido grosero o una “respuesta tonta” sería una respuestaadecuada en cada etapa. Finalmente, dado que jugar es equivalente ahacer enojar al instructor, el juego muestra cuán uertes son las con-

 venciones hasta el punto de orzar nuestras ormas de hacer.Se encontrará que el estudiante torpe es una metáora muy útil

para comprender qué ocurre en las ronteras creativas de “sistemasabiertos” tales como las sociedades. Ciertamente nos permite abandonar la idea de que la regularidad de las percepciones es un asunto de unconjunto de reglas dentro de nuestras cabezas que permiten constreñir la experiencia sensorial en cosas amiliares. Hay simplemente dema-siada ambigüedad en la noción de “lo mismo”.

Ls bses sociles de ls regls

¿Cómo seguimos las reglas que seguimos y qué signica decir que puedenser seguidas debido a que son convenciones sociales? Ya hemos encon-

trado la naturaleza social de la percepción con el autobús rojo. Hemosdescubierto que no podríamos verlo como la instancia de un autobús amenos que viviéramos en una sociedad en la que otras personas lo vie-ron y utilizaron como un autobús –de otro modo no habría nadie paraconducirlo y no habría otros pasajeros para darle un propósito. El modode Wittgenstein para establecer esto es decir que sabemos cómo ir en la“misma” dirección debido a que compartimos una “orma de vida”. La

El estudiante o los estudiantes deberían siempre ganar este juegosi son lo sucientemente ingeniosos, mientras la lista de reglas dadaspor el maestro o maestros deviene más y más larga junto el crispamien-to del humor. Los lectores no debieran tomarme la palabra respecto aesto; pueden probarlo, pero toma un pequeño esuerzo de práctica por parte de los estudiantes (si el juego es intentado en clase, el proesor debiera inicialmente tomar el diícil papel del estudiante torpe).

El juego muestra que, primero, las reglas no contienen las reglas ne-cesarias para su propia aplicación. Segundo, que la noción de “igualdad”es ambigua. Tercero, no es posible especicar plenamente una regla o“algoritmo”10 para la acción en un “sistema-abierto” (donde la creatividad

es posible), dado que si no se dene un limitado rango de respuestas por adelantado entonces puede inventarse siempre más de una respuesta quesatisaga las instrucciones algorítmicas.11 (Existe la respuesta “correcta”más las respuestas que inventa el estudiante torpe.) Cuarto, dado que apesar de esto todos sabemos el modo correcto de continuar, en una regladebe haber algo más que su carácter especicable. Este “algo” será ex-plicado en un momento, pero por ahora llamémosle “convención social”.El juego también muestra que evadir las reglas normales de modos queormalmente no lo hacen requiere una buena cantidad de creatividad in-geniosa –cada respuesta torpe es una innovación– que involucra inventar 

10 Un algoritmo es un conjunto nito de instrucciones para completar unatarea. El trabajo de los programadores de computadoras es escribir algoritmos paracomputadoras.

11 Bhaskar (1975) erige toda una loso ía a partir de la distinción entre sistemascerrados y abiertos. Desaortunadamente traza la línea divisoria en el lugar equivo-cado. Juzga el evidente éxito de la ciencia por su habilidad para desarrollar teorías

que uncionan en sistemas cerrados; estos son experimentos conducidos dentro de lasparedes del laboratorio. Cree que el ambi ente de los experimentos puede ser controladode modo tal que las situaciones experimentales son útilmente pensadas como cerradas.Tal como mostrarán las descripciones de la práctica experimental que se encontrarán enlos capítulos 3 al 6, está equivocado en pensar los experimentos como sistemas cerra-dos. El uncionamiento interno de una computadora desarrollada es probablemente lacosa más cercana que tenemos a un sistema cerrado en términos prácticos. Esto puedeser debido a que se parece a un sistema teórico lo más posible, y estos son los únicossistemas cerrados reales.

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es dierente en los dierentes grupos; es decir, sus realidades tomadas-por-sentado son dierentes. Esto conduce a esperar que los grupos seancapaces de comunicarse ácilmente entre ellos mismos debido a la ormacomún de hacer las cosas de los miembros, pero igualmente esperaremosdicultades en la comunicación entre distintos grupos culturales. Parausar la expresión de Kuhn (1962), los miembros de dierentes culturascomparten dierentes “paradigmas”, o en términos wittgenstenianos,

 viven dentro de dierentes ormas de vida.14

(El libro de Thomas Berger Pequeño gran hombre (1967) proveeuna imagen gráca de las perspectivas cambiantes acerca del mundodesde adentro. Lleva al lector a los mundos alternativos de un norte-

americano de rontera y un amerindio. El héroe es capturado y aprendea vivir primero como uno, luego como el otro, luego como el primero

tratamientos interesantes incluyen: Specht (1969), Van Peursen (1959), Munson (1963),Taylor y Ayer (1959) y Gier (1981).

14 Las ideas de Kuhn son otra uente y otro modo de desplegar los problemasdiscutidos aquí. Hay muchas exposiciones de su trabajo y, en cualquier caso, el trabajooriginal (1962) es de ácil acceso. Para el tratamiento de los dos lados del debate acercade la existencia de los enómenos paranormales, como exhibición de dierentes alianzasparadigmáticas, véase Collins y Pinch (1981 y 1982).

El así llamado “debate sobre la racionalidad” (por ejemplo, Wilson, 1970) concerníalos problemas losócos de entender las sociedades extrañas y la traducción de sus con-ceptos a los nuestros; el debate ue realizado en términos de los problemas de los antro-pólogos. Un rasgo bizarro del debate ue el acuerdo existente entre varios de los escritoresde que a n de aprender otro lenguaje/cultura era necesario trabajar hacia uera a partir deunos pocos “conceptos puente” compartidos entre los nativos y los extranjeros. Si podíandescubrirse unas pocas áreas de terreno conceptual compartido, se pensaba que el restopodía ser reunido a partir de un principio semejante al armado de un rompecabezas. Nuncaestuvo claro cómo uno podría trabajar hacia uera, a partir de conceptos puente, si otros

elementos de la cultura eran radicalmente dierentes o “inconmensurables”, para utilizar el término de Kuhn. Aun más extraño era el establecimiento del modelo de los conceptospuente como el único modo de comprender un lenguaje o un esquema conceptual. Parececompletamente claro que los niños no aprenden sus lenguajes o esquemas conceptualesde este modo dado que no tienen ningún concepto que puedan usar como un puente entreellos y sus padres cuando nacen. Claramente debe haber un modo de aprendizaje que noinvolucra conceptos puente. La traducción es un tema completamente distinto. Para otradiscusión posterior de la metodología y del problema antropológico véase Collins (1979,1983a, 1984a) y Collins y Pinch (1982).

corrección de “10, 12, 14, 16” como continuación de “2, 4, 6, 8” resideen su corrección para todos los que comparten nuestra cultura. Uno sabeque, en la mayoría de las circunstancias, otras continuaciones son errores.Otros identicarán estos errores incluso si olvidamos cómo seguir por nosotros mismos, o incluso si decidimos ser “torpes”. De tal modo, nopuede haber tal cosa como una regla “privada”. (O para ponerlo en otrostérminos, una regla privada sería una cosa vacía, tal como hacer un ruidogrosero como continuación a una secuencia numérica.)

Finalmente, nótese que dado que una regla no es una cosa priva-da, sino la propiedad de un grupo social, podemos esperar que las reglas

 varíen de grupo en grupo. En verdad lo hacen. En otras sociedades, la

respuesta apropiada a la orden “¡continúe la secuencia 2, 4, 6, 8!” pue-de ser hacer del instructor una comida. En otros grupos sociales, másamiliares, la respuesta correcta es de hecho: “¿a quién evaluamos?”.

Las aplicaciones sociológicas del sistema losóco llamado eno-

menología han provisto un lenguaje para discutir esta variabilidad cul-tural.12 Los enomenólogos hablan de la “realidad-tomada-por-sentado”–una rase que captura la ausencia de cualquier sentido de realizaciónpercibida por los humanos cuando ordenan su mundo. Esto se aplica alos humanos cuando están en su “actitud natural” –la actitud de la cualhe intentado que escape el lector.13 El contenido de la actitud natural

12 El impacto que la enomenología ha tenido en la sociología es volver la aten-ción hacia la posibilidad y la realidad de dierentes vías de ver el mundo. Es el darsecuenta de estas dierencias, y sus implicaciones para el método, lo que ha dado lugar alos principales problemas de una aproximación cientíca (concebida como positivista)a la “ciencia” social. La historia del movimiento enomenológico en dos volúmenes rea-lizado por Spiegelberg (1969) expone los elementos. Para los propósitos de este libro, la

introducción más clara y útil es Roche (1973). Alred Schutz (1962, 1964) ha sido muyinfuyente en el desarrollo de las implicaciones de la losoía para el pensamiento so-ciológico. Berger y Luckmann (1967) han producido un tratamiento de las implicacionessociológicas que ha sido ampliamente leído. El pequeño libro de Berger, Invitation to

Sociology (1963) es una excelente, agradable y prounda introducción a las implicacionesde la enomenología para el análisis social.

13 Existe una relación entre la enomenología y las ideas de Wittgenstein. La ideade una “orma de vida” y la idea de la “realidad tomada por sentado” son cercanas. Existeun conjunto de comentarios que extiende la relación incluyendo el de Roche (1973). Otros

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una  aproximación  a Los proBLemas de La inferencia inductiva: arraigo conJunto16

Se ha establecido que es solo bajo circunstancias especiales que lasesmeraldas refejan únicamente las longitudes de onda verdes y quela “apariencia” mundana de las esmeraldas no nos uerza a verlas nicomo esmeraldas ni como verdes. Sin embargo, estamos convencidos

16 El enoque orecido aquí diere mucho de la gran mayoría de los tratamientoslosócos del problema, y no debería ser conundido con ellos. Pienso que la mayoríade las aproximaciones losócas no resuelven el problema. La losoía, par excellence,

plantea problemas y es mucho menos exitosa en resolverlos. Este no es un sentimientoantilosóco; el escepticismo que engendra la losoía debería ser una parte obligatoriade todo syllabus educacional.

Las aproximaciones losócas han intentado justicar los procedimientos in-ductivos a través de un conjunto de caminos. Por ejemplo, algunos han intentado erigir principios supremos, tal como que el uturo es siempre como el pasado, a n de justicar la inerencia en casos particulares. El problema después deviene justicar los principiossupremos.

Uno de los intentos más ampliamente avorecidos depende de varias ormas deargumentación probabilista. Por ejemplo, puede argumentarse que aunque no podemosestar seguros de que el uturo será como el pasado, es más probable que lo sea a que nolo sea. La orma más simple de este argumento implica que ver un gran número de cis-nes blancos vuelve la armación “todos los cisnes son blancos” al menos probable si nocierta. El problema es, como Popper ha argumentado, que dado que el número de cisnesque hemos visto, o seremos capaces de ver, es un subconjunto innitamente pequeñodel conjunto innito de cisnes, por muchos cisnes blancos que veamos, eso no vuelve laarmación más verdadera. De esta manera, eso no debería aectar nuestras expectativasen consideración al próximo cisne que veamos. Por muchos que hayamos visto no sa-bemos si estamos viendo algo que corresponde a una ley o algo que corresponde a unasecuencia de un solo color en una rueda de ruleta.

Para poner esto de otro modo, aunque nuestras observaciones de cisnes pudieran

añadirse, indicando de hecho la tendencia a largo plazo en el color de los cisnes, no haymodo de que podamos saber esto. Lo que es más, vivimos en el corto plazo y debemostomar decisiones de corto plazo. De tal modo, dado que el próximo conjunto de cisnesque vemos puede representar una aberración de relativo corto alcance, no tenemos basepara nuestras expectativas inmediatas. Esto sería cierto incluso si supiéramos que en ellargo plazo la proporción de cisnes de distinto color tenderá hacia un límite. Lo que nosconcierne en esta vida es el próximo cisne.

Otro argumento probabilista ataca la supuesta “coherencia” de nuestros juicios.Esta aproximación toma el comportamiento de los apostadores como metáora. Se sugiere

nuevamente; y con cada transormación el mundo parece tener com-pleto sentido. El autor muestra una habilidad envidiable para llevarnoshacia delante y hacia atrás entre estas ormas de vida auto contenidas,mutuamente antagonistas y que no se comprenden entre sí).

Esto conduce a un aspecto crucial de la aproximación tomada eneste libro. Si las culturas dieren en sus percepciones del mundo, en-tonces sus percepciones y usos no pueden ser completamente explicadospor reerencia a lo que el mundo es realmente. Este es el “relativismo”al cual me he reerido en la Introducción. Debemos tratar nuestras per-cepciones del mundo, a los nes de este ejercicio, como “imágenes enel uego”. Si el mundo debe ser introducido entonces no debe jugar un

papel distinto al uego en el cual las imágenes son vistas. O mejor aun,piense en unas de esas imágenes que uno construye juntando puntosnumerados con líneas de lápices. Ahora imagine que el mundo consisteen una gran hoja cubierta por puntos casi innitesimalmente peque-ños. El mundo está allí bajo la orma de un papel pero la raza humanapuede poner los números donde quiera y de este modo puede producir cualquier imagen. Estas ideas orman la premisa del trabajo discutidoen este libro y han dado lugar a un cuerpo de trabajo que ha sido lla-mado Programa empírico del relativismo, o per para abreviar. Se basaen la prescripción “trate el lenguaje descriptivo como si uera acercade objetos imaginarios”. He descrito ese programa como compuesto detres etapas (Collins, 1981b).15 Este libro tiene la intención de proveer unmodelo de la estabilidad cultural y del cambio ampliamente aplicable,que también orma un marco de trabajo para esas tres etapas.

15 Las tres etapas del per comprenden: 1. Demostrar la fexibilidad interpretativa

de los datos experimentales. (Los capítulos empíricos de este libro, así como la argumen-tación de conjunto que gira en torno a la regresión de los experimentadores, hacen estoadecuadamente, creo.) 2. Mostrar los mecanismos por los cuales los debates potencialmen-te abiertos son en verdad llevados a una clausura; es decir, describir los mecanismos declausura. (Hay un conjunto de mecanismos de clausura discutidos a lo largo del libro y untratamiento más sistemático y esquemático es intentado en el capítulo seis.) 3. Relacionar los mecanismos de clausura con la estructura social y política más amplia. (El modo enque el grupo central se vincula a la red social más amplia, tal como es descripto en elcapítulo 6, propone un marco para esta tarea.)

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Es así que no es el verdor de las esmeraldas lo que las hace verdesa pesar de que el término “verde” esté bien arraigado en nuestro lenguaje.De manera semejante no es la “esmeraldidad” de las esmeraldas lo que lashace esmeraldas. Sin embargo, podría ser que el arraigo conjunto de losconceptos de verde y de esmeralda los reuerce mutuamente. De tal modo, si

 vemos una piedra, pero no estamos seguros de su color, y si se nos dice quees una esmeralda, probablemente la veamos verde. Si vemos una piedra yno estamos seguros de qué tipo es, pero se nos dice que es verde, estaremosmás dispuestos a verla como una esmeralda que, digamos, un rubí o unsílex. No es la estabilización del concepto de “verde” lo que hace que las es-meraldas sean verdes más que de otro color, sino el arraigo de las nociones

de que las esmeraldas-son-verdes. Para ponerlo de otro modo, el verdor yla esmeraldidad están vinculados dentro de nuestra orma de vida.

La idea puede ser extendida; existe un múltiple arraigo de las esme-raldas y sus diversas propiedades. Es más, cada una de esas propiedadesestá arraigada de manera múltiple con los otros objetos a los cuales perte-nece. Lo que esto signica es que, a pesar del carácter desordenado de laslongitudes de onda refejadas por las esmeraldas y otros objetos “verdes”(como puede entenderse si descartamos la actitud natural), cualquier in-tento de ocasionar un cambio en el uso o la percepción respecto al color de un objeto verde, tal como una esmeralda, requeriría cambiar toda unared de usos interrelacionados, percepciones y relaciones sociales.

La idea de una red de conceptos interrelacionados ha sido desarrolla-da por la lósoa Mary Hesse (por ejemplo: 1974). Será discutida y explicadamás adelante en el comienzo del capítulo seis. Por el momento, nótese quelos vínculos entre conceptos en una “red de Hesse” son usualmente con-siderados como relaciones de probabilidad percibida o coherencia lógica.

En mi perspectiva son mejor descritos como redes de instituciones socialesque comprenden ormas de vida. Ahora explicaré cómo la idea de red sirvepara estabilizar nuestras nociones de verde y de esmeralda.

El hecho de que tengamos el concepto de verde se debe en parte alhecho de que tenemos el concepto de esmeralda. Nuestra idea de un color ordenado, que no cambia, llamado verde, está atada en alguna medidacon nuestra idea de un conjunto de esmeraldas perdurable, ordenado y

de que la descripción correcta es que las esmeraldas son verdes, y ruti-nariamente las vemos como verdes cualquiera sea el color que refejen(a menos que decidamos prestar atención a ellas del modo en que lohace un artista sosticado). Podemos decir que sabemos cómo seguir las reglas correctas para la descripción de las esmeraldas y cómo seguir 

 viendo su color verde “como asunto rutinario”. Somos miembros de ungrupo social que es uno junto con esas reglas; sabemos qué involucraríaidenticar mal el color de una esmeralda, y sabemos que en nuestrasociedad otros identicarán y describirán, y en verdad verán el color delas esmeraldas del mismo modo y nos corregirán si nos equivocamos.

que el jugador “racional” jamás hará apuestas donde el resultado es que estará destinadoa perder. El arreglo de las apuestas, que el apostador racional no aceptaría, es conocidocomo un “Libro holandés”. Si se asume que los actores racionales evitan un Libro holandésentonces algo puede decirse acerca de la disposición de sus creencias acerca del uturo.Es decir, deben estar interrelacionadas de tal modo como para evitar ciertas “pérdidas”si las creencias ueran de algún modo agregadas.

Sin embargo esto no lo lleva a uno mucho más allá. Tal como lo señala Hesse(1974), si unciona, no dice nada acerca de ninguna creencia inicial particular , solo ponelímites a los modos en que las creencias pueden ser interrelacionadas; nos permitiría, por tanto, comenzar con algunas disposiciones contrainductivas ridículas. Por ejemplo, nonos prevendría de asignar probabilidades de mil a una sobre el resultado especíco deuna experiencia de arrojar una moneda, del cual sabemos que es justo mientras que laschances que demos al otro resultado uesen las correspondientes. De hecho apostamossobre inormación mucho más “inductiva” que esto.

En cualquier caso, los humanos simplemente no toman sus decisiones en instan-cias particulares por reerencia a sus preerencias en cualquier otro caso interrelaciona-do. Las relaciones de los elementos de nuestra red conceptual son tan complejas comopara hacer esto imposible. Incluso si dichas complejidades pudieran ser comprendidas

 y acordadas, e incluso si pudieran ormar la base para un complejo cálculo de probabi-lidades, aun así no sortearían los undamentos convencionales de nuestras tendenciasinductivistas. Puede haber aproximaciones probabilistas más adecuadas (véase Hesse,

1974, para una discusión), pero no creo que puedan refejar nuestro comportamientoinductivo de la vida real.

Un interesante asunto secundario sobre este punto es provisto por las experienciasde investigadores en el campo de los “sistemas expertos” de computadoras, o la ingenieríadel conocimiento. Algunos modelos de tomadores de decisión expertos se basan en dichaestructura de probabilidades, pero los “ingenieros de conocimiento” encuentran práctica-mente imposible persuadir a los expertos humanos para que los provean de probabilidadessimples de varios acontecimientos que requieren para guardar su base de datos. Loshumanos, simplemente, no piensan naturalmente en términos probabilísticos.

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Para explorar el problema del cambio intento tratar los casos dedesarrollo de nuevas generalizaciones cientícas, que se comentan másadelante, como ejemplo (en términos amplios) de todos los desarrollos

 y las innovaciones culturales.19

ciencia, camBio  y repetiBiLidad

La ciencia, como cualquier otra actividad cultural, se basa en un un-damento de realidad tomada-por-sentado. Usualmente los cientícosgastan su tiempo mirando las cosas a través del marco de reerencia

Lo que ha hecho Winch es utilizar las ideas de Wittgenstein para argumentar laidentidad de la vida social y la conceptual –que las relaciones sociales expresan relacioneslógicas mientras que las relaciones lógicas son la contrapartida abstracta de relacionessociales. Esto, sin embargo, le da a uno tanto derecho para argumentar acerca de cambiosen la vida social como acerca de cambios en la vida conceptual. En verdad los dos van dela mano. Allí donde el argumento va completamente de lo conceptual a lo social no haymotor de cambio a encontrar. ¿Por qué habría de cambiar un sistema estable de concep-tos? Una gran parte del argumento de Winch está orientada a mostrar cómo incluso loque nos parecen partes ridículas de los sistemas conceptuales de otros puede ser bastanteácilmente encajado en un marco consistente sin ninguna apariencia de “irracionalidad”.De tal modo, los marcos conceptuales no generarán problemas espontáneamente; lascontradicciones no devendrán evidentes por sí mismas. Si el cambio ha de entenderse,debemos considerar que la gente quiere el cambio por razones que emanan de auera deun sistema conceptual cerrado.

Kuhn es el único lósoo de la ciencia reciente en tratar de arreglárselas seriamentecon el cambio conceptual, pero sus esuerzos no son enteramente exitosos debido a queda muy poco énasis a los determinantes sociales de las revoluciones cientícas. Esto esclaro a partir de la ambigüedad de la noción de “anomalía” en sus escritos. Por un lado,los cambios parecen ser conducidos, al menos en parte, por la acumulación de anomalías

–esto presumiblemente debe irritar a los cientícos. Pero por el otro lado, llamar a algouna anomalía es un mecanismo para ignorarlo –permite barrerlo bajo la alombra, por así decirlo, permitiendo que se mantenga la coherencia aparente del paradigma. Tenemos,entonces, una idea insatisactoria de la acumulación de una irritante masa de cosastranquilizadoras como una condición parcial de la ocurrencia de una revolución cientí-ca. Claramente algo más es necesario. ¿Cuándo y por qué las cosas tranquilizadoras se

 vuelven irritantes? La noción de anomalía no puede, por sí misma, explicar esto.19 Véase el apéndice metodológico para la relación de estas ideas con las de otros

escritores contemporáneos y muy vinculados.

que no cambia. La perdurabilidad de las esmeraldas le da a su color –el verde– su cualidad perdurable. La naturaleza perdurable y ordenada del verde no es solo una consecuencia de la cualidad perdurable de las esme-raldas, sino que está reorzada por su relación con muchas otras cosas quetambién son vistas como verdes. El verde está igualmente reorzado por ser el color asociado al pasto, las hojas, Irlanda, la madera no estacionada,el medio ambiente, los bancos de parques, las plazas en los centros de lasaldeas, etcétera. Asimismo, todas estas cosas pueden existir para nosotros,en parte, debido a nuestro concepto estable de verde. Podemos explicar la estabilidad del verde notando su encastramiento en el todo de nuestracultura; la relación entre el verdor y las esmeraldas es solo un ejemplo

de esto. La estabilidad de las esmeraldas, por supuesto, está relacionadano solo con la estabilidad del verde y de otras cosas verdes, sino con laestabilidad de todas las otras cosas que comparten las otras cualidadesde las esmeraldas, tales como las cosas duras, las cosas valiosas, las cosas

 vidriosas, las cosas deseables, las cosas bellas, etcétera.Este es el modo en que se mantienen las generalizaciones inductivas

 ya arraigadas. Su estabilidad es la estabilidad de ormas de vida o prácti-cas tomadas-por-sentado –ormas de hacer las cosas– en las cuales estánencastradas; es la estabilidad de las culturas y sus instituciones sociales.Lo que no explica el encastramiento conjunto en redes es cómo las per-cepciones ordenadas se desarrollan inicialmente. Tampoco explican cómocambian. Ni la literatura enomenológica ni otra literatura losóca rele-

 vante discute el cambio conceptual.17 El hecho de que los viejos hábitosde inducción mueren y se desarrollan nuevos, ganando su propio orden

 y estabilidad, parece haber pasado prácticamente inadvertido. Casi todoel esuerzo se ha orientado a describir la naturaleza de nuestra realidad

actual tomada-por-sentado.18

17 Thomas Kuhn (1962) es una rara excepción al tratar de describir procesos decambio, y en particular revoluciones.

18 La dicultad para explicar el cambio dentro de estas losoías parece surgir desu explicación de la acción humana en términos de la vida conceptual. Es como si lafecha causal uese en una sola dirección. El libro de Winch (1958) ha sido correctamentecriticado en este sentido, por ejemplo por Gellner (1974) y Bloor (1973).

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es solo una causa de que se vea como replicable, del mismo modoque el color de las esmeraldas es la causa de su verdor. Más bien lacreencia en la replicabilidad de un nuevo concepto o descubrimiento

 viene de la mano con el arraigo de los nuevos elementos correspon-dientes en la red conceptual/institucional. Esta red es la tela de la queestá hecha la vida cientíca. La replicabilidad, la vanguardia de lasteorías de sentido común acerca de la ciencia, más que una simple ydirecta prueba de cierto conocimiento se vuelve un problema losó-co y sociológico semejante al problema de la inducción. Es crucialseparar la idea simple de la replicabilidad de las complejidades de surealización práctica.

El modo en que las teorías de sentido común acerca de la cienciasobreviven a pesar de esta complejidad devendrá más claro en capítu-los posteriores. ¡Un apoyo importante e irónico para la perspectiva delsentido común es que la replicación de los hallazgos y resultados deotros es una actividad raramente practicada! Solo bajo circunstanciasexcepcionales hay alguna recompensa proveniente de repetir el trabajode otro. La ciencia reserva sus honores más altos para aquellos que ha-cen las cosas primero, y la conrmación del trabajo del otro meramenteconrma que el otro es merecedor de una recompensa. Una conrma-ción, si ha de valer algo en su propio derecho, debe ser hecha de unmodo elegante o de un modo que anuncie un avance en el estado delarte. De tal modo, a pesar de que los cientícos citarán la replicabilidadcomo su razón para adherir a su creencia en los descubrimientos, rara-mente se sienten con la incertidumbre suciente como para necesitar,o querer, presionar esta idea hasta sus conclusiones experimentales.Para la vasta mayoría de la ciencia la replicabilidad es más un axioma

que un asunto práctico.Pero esto no signica que no sea una idea vital. La replicabilidad,

para hablar en cierto modo, es la Corte Suprema del sistema cientíco.En el sistema de valores de la ciencia, la replicabilidad simboliza laindierencia de la ciencia a la raza, el credo, la clase, el color, etcétera.Corresponde a lo que el sociólogo Robert Merton (1945) llamó la “normade la universalidad”. Cualquier persona, con independencia de quién o qué

que se les dio cuando ueron ormados. Sin embargo, cada tanto tra-tan de establecer algo que no está jado ácilmente dentro del marcoexistente de signicados. Por ejemplo, pueden intentar establecer quealgún conjunto de datos inusual representa un nuevo enómeno o undescubrimiento capital. Dado que no puede haber tal cosa como unaregla privada, no puede haber tal cosa como un descubrimiento priva-do. El asunto crucial es que otros acuerden que es un descubrimiento;es decir, que se comporten como si este uese un asunto rutinario. Eldescubrimiento, si ha de ser un descubrimiento, debe precipitar unnuevo conjunto de reglas públicas –un nuevo conjunto de ormas de“continuar del mismo modo”.

Considérese la alternativa. Supongamos que armo que he des-cubierto que las esmeraldas cambian al negro durante la noche. Puedomantener esto como una presunción privada tanto como quiera hacerlo,pero eso no cuenta en nada a menos que devenga una parte de la cul-tura. Esto puede suceder. Las personas pueden comenzar a pensar enlas esmeraldas del modo en que piensan en los árboles de hoja caduca,como cosas que cambian de color en ciertos momentos. Pero si los des-cubrimientos ueran cosas privadas que no necesitan reconocimientopúblico, podría haber tantos descubrimientos como tontos.20

¿Cómo establecen los cientícos que han hecho un descubri-miento que el mismo debe ser una nueva parte del dominio público?Presiónese a los cientícos y en última instancia deenderán la validezde sus armaciones por reerencia a la repetibilidad de sus observa-ciones o la replicabilidad de sus experimentos. Este es usualmenteun asunto acerca de su repetibilidad  potencial . La repetibilidad oreplicabilidad (usaré estos términos de manera intercambiable) es la

piedra de toque de la losoía de la ciencia de sentido común. Sinembargo, como veremos, la verdadera replicabilidad de un enómeno

20 El libro de Brannigan The Social Basis o Scientic Discoveries (1981) argumen-ta que el rasgo crucial de un descubrimiento, más que cualquier conjunto de actividadesu observaciones, es la asignación de la etiqueta “descubrimiento”. Tal como lo señala, elmismo conjunto de observaciones y actividades, llevadas a cabo una segunda o tercera

 vez, no constituye un descubrimiento para nadie excepto para el individuo.

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 Antes de ir a los casos de estudio analizaré la idea de la replica-ción. Este es el tema del capítulo 2. El análisis se hace más ácil si nosdistanciamos del problema considerando la ciencia como una máquinainteligente construida con el propósito de generar conocimiento. Seencontrará que las dicultades involucradas en el diseño de esta má-quina son las dicultades involucradas en el bosquejo de una losoíaracionalista de la ciencia. Pero primero tiene sentido examinar breve-mente las dicultades propias de máquinas inteligentes más amiliares:las computadoras inteligentes.

regLas, inducción e inteLigencia  artificiaL

Si bien esto ha sido observado solo por unos pocos comentadores, laspalomas del escepticismo losóco y de la enomenología están vol-

 viendo discretamente al nido de la inteligencia articial. La próximadécada o algo así, que verá los primeros intentos en gran escala por desarrollar máquinas con inteligencia articial, será de monumentalinterés para los lósoos y sociólogos de mente losóca –tanto lospesimistas como los optimistas. Para ver por qué los lósoos y lossociólogos tienen relevancia para las computadoras de “quinta genera-ción”, daré un breve ejemplo del problema. “Diseñaremos” una máquinaarticial inteligente simple: un reconocedor y transcriptor de voz, o unasecretaria automática.22 Una máquina de este tipo debe saber cuándo los

22 El ejemplo de una máquina reconocedora de voz es mucho más simple que,digamos, una máquina traductora, que tendría que arreglárselas con otro conjunto de

ambigüedades más sutiles. Como veremos, sin embargo, todas estas tareas parecen reque-rir que la máquina comparta la cultura humana si ha de imitar las habilidades humanas.Todo esto es explicado en un libro llamado What Computers Cant’ Do de Hubert Dreyus(1979). A pesar de su título “popular”, los argumentos de Dreyus son muy sosticados yestán enraizados en las ideas enomenológicas y las de Wittgenstein. Argumenta que silas computadoras han de ser trasladadas de sus ambientes simbólicos limitados al innitomundo real, los programadores deben resolver los problemas planteados por el programaenomenológico en losoía de Edmund Husserl, una tarea en la que doscientos años deesuerzo losóco (bajo dierentes nombres) ha racasado en hacer muchos progresos.

es, en principio debiera ser capaz de conrmar por sí misma, a través desus propios experimentos, que una armación cientíca es válida. 21

No es solo una cuestión de valores. Tal como los autobuses y tigresdiscutidos antes, la existencia y la regularidad ordenada de los objetos na-turales son la misma cosa. La replicación es la contraparte cientícamenteinstitucionalizada de la estabilidad de la percepción. Se trata precisamentede que con los enómenos cientícos uno mira a través de un complejoinstrumento denominado experimento. De tal modo, la aceptación de lareplicabilidad puede y debe actuar como un criterio de demarcación parael conocimiento objetivo. El acuerdo público acerca de la existencia de unnuevo concepto implica que su reproductibilidad puede ser armada con

conanza incluso si, de hecho, nunca es puesta a prueba. Pero el uso dela replicabilidad como un criterio de demarcación debe ser separado desu uso como ensayo. Es solo cuando la existencia de algún enómeno espuesta en duda que se realizan intentos para usar la reproducción comoprueba. Por lo demás es una contraparte lógica de la existencia del enó-meno; armar uno es armar la otra.

Los estudios sobre ciencia controvertida discutidos en los capítulos4 y 5 representan instancias donde había sucientes dudas acerca desi los hechos podían ser replicados como para hacer que los cientícosinvolucrados considerasen valioso investigar esto. Lo que estableceré esque la replicabilidad percibida, o de otro modo, lo que es la conclusión deestas pruebas, no es realmente un asunto de experimentación. Mostraréque aunque parezca que el ensayo unciona, y aunque el resultado de laactividad que rodea tales ensayos sea la demarcación de los enómenosreplicables con respecto a los no replicables, no es la prueba de la repli-cabilidad en sí misma lo que provoca este estado de las cosas.

21 En este sentido, la socióloga Harriet Zuckerman (1977) tiene mucha razóncuando arma que la replicabilidad es la piedra undacional del sistema de valores de laciencia. Pero debe recordarse que es esencialmente una idea teórica, y que la prueba dereplicabilidad no puede ser una orma de reconocer los raudes, las estaas y los tontosdel modo en que ella lo piensa. La absoluta inrecuencia de la replicación muestra esto,pero el punto más proundo es la naturaleza circular de la replicación; esto será explicadoen capítulos posteriores.

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 y suave, rápido y despacio y así en más, de modo tal que la máquinaguarda todo un archivo de secuencias de números o plantillas correspon-dientes a cada palabra. De allí en adelante cuando hable a la máquinaesta tomará el sonido de cada palabra pronunciada y hallará el patrónnumérico más adecuado, contraponiéndolo a la reserva de patrones de sumemoria. Cuando encuentra el que más se adecua, es un asunto simplepara la máquina convertir el patrón en las correspondientes letras escritas.Otros usuarios de la máquina pueden “entrenarla” para que reconozca sus

 voces del mismo modo. La máquina, es necesario aclarar, debe poseer nosolo una gran capacidad de memoria, sino la habilidad para examinar ydeterminar esa reserva de patrones a gran velocidad, haciendo muchas

comparaciones y seleccionando la mejor (si bien es un asunto complicadodeterminar cuál es el criterio exacto para denir “mejor”).

 Ahora bien, esta máquina debiera ser capaz de reconocer las palabrasde los hablantes que la han “entrenado”, en la medida que han habladocon claridad. Seamos generosos con los diseñadores y asumamos que contécnicas estadísticas muy inteligentes (elaborando un algoritmo para la“mejor adecuación”), la máquina puede incluso reconocer las palabras denuevos hablantes y de hablantes resriados. Supongamos que se las puedearreglar también si hay mucho ruido de ondo o una conversación simul-tánea, e incluso si el hablante no pronuncia las palabras con claridad yseparadamente sino juntas, como lo hacemos en el habla normal.

Sin embargo, por buenos que sean los algoritmos estadísticos, estamáquina aún no será capaz de desenredar sonidos undamentalmenteambiguos. Por ejemplo, un problema para reconocer palabras que he-mos diseñado sería distinguir la nalización de estas dos oraciones:

The sound o a sneeze is “attishoo”.I’m going to sneeze –pass a tissue.* 

sonidos que “oye” son continuaciones de secuencias de sonidos que haescuchado antes. Como otras máquinas de este tipo, su principal tareaserá el reconocimiento de semejanzas y dierencias y la aplicación deun conjunto de reglas para distinguir y comparar cosas, en este casosonidos. La inteligencia articial puede ser pensada como una intere-sante aplicación experimental de las ideas de este capítulo.

Mi procesador de textos reconoce las palabras que escribo a má-quina sin ninguna alla. Puede hacer eso porque solo debe distinguir entre aproximadamente cien señales dierentes (todo el rango de teclas).Se podría decir que trabaja dentro de un “sistema cerrado”, involucran-do combinaciones de estas cien dierentes posibilidades. La máquina

para dictado automático deberá resolver problemas de reconocimientode signicado mucho más allá de esto. El reconocimiento del discursoes un problema bastante dierente al procesamiento de palabras conletras transormadas en teclas. Requiere que sean reconocidas no solocombinaciones de un rango limitado de teclas, sino un rango de sonidosque potencialmente es innitamente “abierto”. Mientras diseñamos lamáquina de reconocimiento de voz en nuestra imaginación, veremoscómo debe dierir del procesador de textos.

Si extrapolamos esto al uturo, de modo tal que la memoria y el po-der de esta máquina sean mucho más grandes que hoy, podemos construir la máquina sobre los siguientes principios: pronuncio todo mi vocabularioen la máquina, palabra por palabra, y escribo la palabra correspondienteal mismo tiempo. La máquina convierte cada palabra (los onemas puedenser más ecientes) en un equivalente eléctrico del tipo que veríamos enla pantalla de un osciloscopio. Cada uno de estos patrones ondulados esconvertido a la orma digital y guardado en la memoria de la máquina

como una secuencia de números que corresponden a la palabra escrita.Dada una abundante memoria, puedo pronunciar cada palabra uerte

Hay críticas a los argumentos de Dreyus. En lo principal parecen tomar la ormade que cualquiera sea la cosa que haya dicho que no se podía hacer, ue producida haceunos pocos años –y luego él dice que eso no ue una prueba realmente apropiada. Lamayoría de los críticos no parecen comprender ni abordar el punto losóco subyacente.Para críticas, véase McCorduck (1979) y Boden (1977).

* Juego de palabras intraducible que literalmente dice: El sonido de un estornu-do es “attishoo”. Voy a estornudar –pásame un pañuelo de papel. La pronunciación de“attishoo” (la onomatopeya inglesa para el sonido del estornudo) y “a tissue” (pañuelode papel) es idéntica. [N. del T.]

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conjuntamente se correspondan con aquellos que pertenecen a nuestroambiente cultural. Pero aun si pudiéramos imaginarnos a nosotrosmismos entrenando una computadora, así como algunos etólogoshan entrenado monos dentro de sus hogares, de modo tal que lacomputadora estuviera equipada con toda la “programación” socialdel correspondiente niño humano, la cualidad de la vida humanacomo “sistema abierto” aún no se habría reproducido. Imagínese quese envía esta máquina socializada uera de su núcleo amiliar paratrabajar en una ocina como secretaria. Ahora imagínese que el jeedicta la siguiente broma:

Dos caballeros provenientes del subcontinente indio son escuchados por casualidad por un inglés condescendiente mientras hablan entre sí en

un autobús.

Primer hindú: Le digo que es “woomb”: W-O-O-M-B.

Segundo hindú: No, no, no, es “whoum”: W-H-O-U-M.

Primer hindú: Ciertamente no, señor, pero podría ser “whum”: W-H-U-M.

Segundo hindú: No señor, pero tal vez es “whoomb”: W-H-O-O-M-B.

Inglés condescendiente: Perdonen, viejos amigos, pero no pude dejar de

escuchar. En verdad lo deletreamos W-O-M-B. Muy simple en verdad.*

Los dos hindúes: Perdón señor, pero ¿ha escuchado alguna vez vento-

sear a un eleante indio?

El punto es que ni siquiera una secretaria humana podría saber comotranscribir este chiste, en particular las cuatro versiones habladas delputativo sonido del eleante, a menos que pudiera entender el chiste. Laúnica cosa que tendría guardada en la memoria que pudiera adecuarse

a los diversos sonidos, incluso la más socializada de las computadoras,sería la palabra “womb”, y esto es lo que tendría que escribir en losespacios correspondientes. Las cuatro palabras, “woomb”, “whoum”,“whum” y whoomb”, han sido inventadas especialmente para el chiste.Son completamente nuevas. Muestran lo que es posible en un sistema

 Vocalizo el nal de estas dos oraciones del mismo modo, pero ningúnser humano conundiría nunca a las dos en mi discurso. Aquí hay unejemplo del mismo estímulo sensorial (el mismo espectro de sonidos,en el lenguaje de la ísica) que debe ser interpretado apropiadamentebajo dos reglas dierentes. En el caso de la primera oración, interpretar ese sonido del “mismo modo” cada vez requiere que la máquina escriba“attishoo”, mientras que en el caso de la segunda, interpretar el mismo

sonido del mismo modo que antes requiere escribir “a tissue”.Para que el nal de las dos oraciones pierda su ambigüedad, la

máquina pareciera necesitar ser capaz de “entenderlas”, no solo saber cómo ajustar un sonido a una plantilla. Por ejemplo, necesita compren-

der el concepto de “un sonido” de modo que cuando escucha “el sonidode...es...” rechazará “a tissue” como la transcripción correcta porque sabeque “a tissue” no es un sonido. Verá entonces solo transcripciones quepuedan representar sonidos. Del mismo modo, si la máquina supiesealgo acerca de cómo los seres humanos se las arreglan con un resríopodría tal vez calcular que “a tissue” sería el tipo de cosa que alguienquerría antes de un estornudo, más que “attishoo”. Con el n de eliminar la ambigüedad de este sonido en otras partes de potenciales oraciones,la máquina deberá entender también las metáoras –“a tissue o lies”*–

 y canciones inantiles –“attishoo, attishoo, we all all down”.** Nótesecuánto conocimiento humano se está poniendo directamente en la má-quina para resolver este problema. Estamos ahora a miles de kilómetrosdel procesador de textos o un reconocedor de voz. La máquina comienzaa parecerse más y más a nosotros con cada paso. La máquina está devi-niendo un animal social. Está adquiriendo esas misteriosas habilidadesque nos permiten saber cuándo continuar “2, 4, 6, 8” con “10, 12, 14,

16” y cuándo con “¿A quién evaluamos?”.No veo cómo la máquina podría alguna vez adquirir estas habili-

dades sin ser socializada del mismo modo que nosotros. Necesita com-partir nuestra orma de vida de modo tal que los conceptos arraigados

* Una trama de representaciones equívocas o mentirosas. [N. del T.]** “Attishoo, attishoo, todos nos caemos”. [N. del T.] * Womb: útero. [N. del T.]

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abierto. Son el equivalente de las respuestas creativas del estudian-te torpe. La cosa más remarcable es que la secretaria humana podría transcribir la broma una vez que hubiera escuchado hasta el nal yhubiera comprendido lo que la broma requiere. Como argumentaré, elestablecimiento de una novedad es, en su quintaesencia, una actividadsocial. ¿Quién ha escuchado a un eleante ventosear? La existencia de“woomb”, “whoum”, “whum” y “whoomb” requiere del asentimiento yla risa de quien la lee y escucha, más que de la inventiva del autor o lafatulencia del eleante. Estas cuatro palabras tratan, en cierto sentido,acerca de nada, y aun así todos podemos ordenar nuestras vidas entorno a ellas.

Cpíulo 2L ide de replicción

de ratones  y homBres: La ciencia terrestre como una máquina de investigar

En un libro llamado The Hitch-Hiker’s Guide to the Galaxy (Adams,1979) se relata que la Tierra ha sido encargada por ratones para utili-zarla como una gran computadora. En este capítulo adoptaré la pers-pectiva de estos ratones para ver la ciencia humana como si uerauna máquina de investigar semejante a una computadora. En particular quiero mirar la perspectiva de los ratones en su modo de probar los he-chos por medio de la experimentación y la replicación. Comencemos por imaginar al “ratón Poppa” explicando el “algoritmo de la replicación” talcomo podrían vivirlo los terrícolas. En verdad, no necesitamos más quetomar un par de citas de nuestro propio lósoo terrestre, sir Karl Popper.Las siguientes podrían ser líneas pertenecientes a ese mismo programade replicación tal como está encarnado en la mente humana:

Nuestras observaciones pueden ser probadas –en principio– por cual-

quiera solo cuando ciertos eventos se repiten de acuerdo con reglas o

regularidades, como en el caso de los experimentos repetibles. No toma-mos ni siquiera nuestras propias observaciones muy seriamente, o no las

aceptamos como observaciones cientícas, hasta que las hemos repetido

 y probado. Solo por medio de tales repeticiones podemos convencernos

de que no estamos tratando meramente con una “coincidencia” aislada,

sino con eventos que, a causa de su regularidad y reproductibilidad,

pueden ser probados en principio intersubjetivamente.

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L ide de replicción

El error se hubiera revelado por sí mismo cuando la computa-dora del ratón racasara en completar su tarea de un modo directo.

  Algunos resultados parecerían venir de un modo mucho más lentode lo que deberían y otros nunca aparecerían. Resultaría que el “pro-blema de Popper” resuena por todas las partes del uncionamiento dela máquina. Los capítulos 4 y 5 y los siguientes ejemplos ilustran lasdicultades.

Psicologí

La ciencia de la psicología exhibe el problema de Popper de un

modo casi ideal. Los psicólogos terrestres –meros componentes deuna máquina en lo que concierne a los ratones– comenzaron a hacer experimentos con celo admirable, tal vez incluso excesivo, en laprimera parte del siglo xx. Usaron el algoritmo de replicación delratón Poppa. De tal modo, en 1926 un psicólogo llamado Dennisescribió:

Probar en ciencia es meramente un asunto de repetibilidad [...] Lo que

ha ocurrido una vez bajo condiciones dadas ocurrirá de nuevo si se

establecen las mismas condiciones [...] La única interrogación concierne

a la precisión y la completitud de las armaciones acerca de las con-

diciones [...] La prueba no ha comenzado hasta que las condiciones del

experimento, así como el resultado, estén tan precisamente descritas que

observaciones repetidas de sus consecuencias, y la alsicación de la teoría que puedehacerse a partir de una instancia única. Por ejemplo, la teoría de que “todos los cisnes

son blancos” no puede nunca probarse por más cisnes blancos que se vean, pero puededesaprobarse si es visto un solo cisne negro. La losoía de Popper, si bien mantiene unatractivo irresistible, ha sido ampliamente criticada con base en un conjunto de cargos.Por el momento solo necesitamos notar que el proceso de alsicación no nos permitiráobtener ningún conocimiento del mundo a menos que comencemos con un número pe-queño de teorías razonables. Si comenzamos con el indenido número de teorías posibles,entonces alsicar algunas de ellas no nos acercará sensiblemente a la verdad. De talmodo Popper no evita el problema de la inducción. El proceso inductivo debe ser lo quenos dé un pequeño número de teorías razonables en primer lugar.

 Y

Cualquier armación cientíca empírica puede ser presentada (describien-

do los arreglos experimentales, etc.) de modo tal que cualquiera que ha

aprendido la técnica relevante pueda probarla (Popper 1959, pp. 45 y 99).

Si los pensamientos de Popper son verdaderamente parte de un algorit-mo existe un error en el programa. Esto es porque también ha escritocosas que parecen hacer que las instrucciones señaladas más arriba seandiíciles de seguir. En otro lugar ha dicho:

Todas las repeticiones que experimentamos son repeticiones aproximadas; y al decir que una replicación es aproximada quiero decir que la repeti-

ción B de un evento A no es idéntica a A, o no es indistinguible de A,

sino que es solo más o menos similar a A. Pero si la repetición está de tal

modo basada en la mera semejanza, debe compartir una de las principales

características de la semejanza; esto es su relatividad. Dos cosas que son

similares son siempre similares en ciertos aspectos [...] Se puede añadir la

observación de que para cualquier grupo nito o conjunto de cosas dado,

por más variadamente que haya sido elegido, podemos con un poco de

ingenio encontrar siempre puntos de vista tales que todas las cosas per-

tenecientes a ese conjunto sean similares (o parcialmente iguales) si las

consideramos desde esos puntos de vista; lo cual signica que cualquier 

cosa puede decirse que es una repetición de cualquier otra, solo si adop-

tamos el punto de vista apropiado. Esto muestra cuán ingenuo es mirar la

repetición como algo primordial o dado (Popper 1959, pp.420, 422).

Popper, por supuesto, conoce el problema de la inerencia inductiva,pero no ha trazado la conexión entre este y el asunto de adscribir simi-litud y dierencia a los procedimientos experimentales y sus resultados.Esto es crucial.1

1 Popper es conocido como un archi “antiinductivista”. La base de su infuyentelosoía es la distinción entre el “imposible” proceso de corroboración de una teoría por 

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“error” engendrado por las críticas acerca de la similitud y la dierenciaexpresadas en la tercera cita.

Los eectos de las expectativas del experimentador ueron me-ramente un resultado de lo que Friedman trató como los problemasespeciales de la experimentación psicológica. Señaló que allí dondelos sujetos eran humanos el experimento es una interacción social, por lo que variaciones incluso minúsculas o subliminales en el tiempo, lasindicaciones, la presentación del yo, el contacto visual, la manera dehablar, etc., pueden aectar las respuestas de los sujetos experimentales.Sintió que en la medida que este problema especial de la psicología noera reconocido, los experimentadores podían hacer trampa:

El punto es que en la psicología contemporánea los experimentadores

pueden variar salas, tiempos, días, estaciones, sexos, regiones, experi-

mentadores, mesas y sillas y aun estar involucrados en replicar el mis-

mo experimento, en la medida que sus colegas están involucrados [...]

La regla es en esencia la siguiente: no varíe nada que produzca una

dierencia en las respuestas del sujeto; esto es lo que signica hacer el

mismo experimento (Friedman, 1976, p. 149).

De tal modo la psicología, después de un comienzo prometedor comosubsistema de la “Terratadora”, se vuelve sobre sí misma. Incluso ahora,sin embargo, se trata a sí misma como un caso especial sin ver quemeramente ejemplica un síndrome más extendido.

Prpsicologí

Otra área notoriamente lenta ue la parapsicología. Cien años de es-uerzo han racasado en generar consenso acerca de la existencia deenómenos tales como la telepatía, la clarividencia, la psicoquinesis,etcétera. La parapsicología ue afigida por el mismo síndrome. De talmodo, mientras que algunos parapsicólogos estaban bastante segurosde que era la repetibilidad lo que contaba, otros estaban insegurosacerca de lo que eso signicaba. En 1956 tuvo lugar la siguiente

otra persona, a partir de la descripción exclusivamente, pueda repetir el

experimento (citado en Friedman, 1976).

Sin embargo, en 1967 otro psicólogo (Friedman), en gran medida ins-pirado por el trabajo de Rosenthal (1966), escribió que la receta para larepetición exacta de un experimento psicológico no podía ser transmi-tida dado que algunas variables cruciales que deberían ser controladasno habían sido ni siquiera delineadas. Rosenthal había revelado en laexperimentación psicológica la existencia de “eectos de las expecta-tivas del experimentador”. Esto signicaba que los resultados de losexperimentos tendían a ser de un modo que avorecía las expectativas

del experimentador acerca de cómo deberían ser, por mucho que elexperimentador tratara de evitar el sesgo.2

Si los eectos de las expectativas son reales, una variable crucialen un experimento psicológico consiste en las creencias anteriores delexperimentador acerca de cuáles deberían ser los resultados correctos.Eso signica que una replicación positiva no sería convincente si uesehecha por alguien que pensara que el resultado debería ser positivo,dado que podría haber sesgado el trabajo en una dirección positiva. ¡Por otro lado, podría argumentarse que una replicación donde el segundoexperimentador no compartiera las perspectivas del primer experimen-tador sería insucientemente parecida al primer experimento como paracontar como una replicación exacta! Por lo tanto, las prescripcionesde Dennis daban por sentado el signicado de “mismas condiciones”

 y “otra persona”. La cualidad de la otra persona, es decir sus creenciasanteriores, parecen ser parte de las condiciones. De tal modo, mientrasque las armaciones de Dennis coinciden con el algoritmo de repli-

cación plasmado en las dos primeras citas de Popper, los argumentossobre el signicado de los eectos de las expectativas ejemplican el

2 Rosenthal hizo experimentos en los cuales dierentes grupos de experimenta-dores ueron instruidos para que, rente a idénticos experimentos que estaban haciendo,esperaran dierentes resultados. Sus respectivos resultados siguieron la dirección de susexpectativas.

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 y la señora Goldney, trabajando con sus sujetos seleccionados, se-

mana tras semana, ueron capaces de obtener resultados y ueron

capaces de hacerlo con visitantes traídos como testigos e incluso

haciéndose cargo de sus experimentos [...] En su modo de pensar 

ha repetido con éxito el trabajo de Duke [una serie de experimentos

aparentemente exitosos en la Universidad de Duke]. Lo que hay que

tener en cuenta, me parece, es la naturaleza esencial o el rasgo esen-

cial del experimento, y si un conjunto de personas que trabajan en

dierentes lugares obtienen resultados similares, entonces pienso que

en cualquier sentido real del término los resultados son repetibles

(énasis de Pratt, p. 40).

Wasserman: [...] no creo que podamos usar la palabra repetible sin

precaución [...] Hay dos tipos de repetibilidad: [...] repetibilidad dentro

de un único experimento [...] y entre dierentes experimentos, y estos

dos tipos de repetibilidad son cosas completamente dierentes.

Déjenme también discutir [...] la repetibilidad a discreción [...]

Buscar ese tipo de repetibilidad es buscar una ilusión. Tomen como

ejemplo experimentos en ísica cósmica. A veces se encuentra el

rastro de un mesón, a veces no. Puedes comenzar con una érrea

determinación por encontrar un rastro y volver a casa con las ma-

nos vacías. Sin embargo, los ísicos concuerdan que esos rastros,

aun cuando raramente se los encuentra, son importantes. En otras

palabras, si tenemos un evento poco recuente no podemos esperar 

que sea repetible a voluntad. Debemos simplemente distinguir entre

probabilidades altas y bajas, y esto pienso que Mr. Nicol parece no

apreciarlo (énasis de Wasserman, p. 41).

Langdon-Davies: Me parece [...] bastante interesante que todos los

parapsicólogos insistan mucho y digan “debemos tener repetibilidad”pero que los biólogos en este simposio digan que esto no los aecta

como una necesidad primaria (p. 42).

Spencer-Brown: Tal como alguien lo señaló, podemos obtener la

repetición de un experimento único, pero esto no es lo que se entien-

de por repetibilidad en ciencia. Queremos resultados que no solo sean

consistentes en un solo experimento, sino que pueda observarse que se

discusión entre un grupo de parapsicólogos (Wolstenholme y Millar,1956). Ilustra la amplia conusión que surge acerca del signicadode la replicación cuando se le da al concepto una cercana y detalladaconsideración. 3

West : [Los mejores experimentos en parapsicología] por diversas razo-

nes se quedaron cortos en los requerimientos necesarios para generar 

convicción cientíca universal; la principal razón es que están más in-

teresados en la naturaleza de las demostraciones que en la repetibilidad

de los experimentos [...] Ninguna demostración, por bien que esté hecha,

puede tomar el lugar de un experimento que puede ser repetido por 

cualquiera que se tome el esuerzo de hacerlo (p. 17).

 Nicole: [...] experimentación repetible [signica] ...el diseño de

un dispositivo experimental que, si se encuentra que en la práctica pro-

duce un eecto signicativo, puede ser repetido por cualquier persona

competente en cualquier momento en el uturo previsible con resultados

signicativos aproximadamente similares. Después de treinta años, los

investigadores de los enómenos psíquicos han racasado en generar un

solo experimento repetible (p. 28).

Gaddum: Un tipo de evidencia que siento que es realmente con-

 vincente es que algunas personas pueden hacerlo y otras no. Quiero

decir que si uera la clase de cosa que cualquier persona puede hacer 

algunas veces, no debería creer en ello tan ácilmente como rente al

hecho de que una vez que tienes a un hombre como Shackleton [apa-

rentemente un psíquico con éxito], puedes, al parecer, realizar experi-

mentos repetibles con él. No comprendo por qué se sugiere que no es un

experimento repetible, si día tras día puedes siempre obtener resultados

signicativos (p. 39).Pratt : No veo cómo puede haber un cuestionamiento serio

planteado a la repetibilidad de un experimento cuando el doctor Soal

3 Debería notarse que el resultado más ácilmente replicable discutido en estascitas, el resultado de Soal, ha sido ahora proundamente desacreditado. Parece que Soalprodujo un raude.

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L ide de replicción

Los ratones-fiLósofos  y una teoría  anaLítica de La repLicación4

Imaginemos ahora que los ratones lósoos tratan de reconstruir lasreglas que se supone que siguen los humanos. Pueden sentir que a losterráqueos se les ha dado demasiada libertad de acción. El programa hacrecido más allá de lo comprensible. De tal modo puede ser que algunoshumanos estuvieran “sesgados” o actuaran “irracionalmente”. Si bienlos humanos parecían trabajar conjuntamente la mayor parte del tiem-po, las reglas de la acción sincronizada eran diíciles de especicar. Lamáquina devenía lenta cuando racasaban en trabajar conjuntamente.Si las reglas ocultas de las acciones propiamente concertadas, en el do-minio de la ciencia, pudieran ser redescubiertas, entonces sería posibleasegurar que los desacuerdos en primer lugar no surgirían nunca, o por lo menos serían rápidamente resueltos; a cada componente humanopodría hacérsele ver las cosas de un modo que correspondiese exac-tamente con su posición en el esquema lógico. Brevemente, estamosimaginando que los ratones-lósoos querrían desarrollar lo que loslósoos terrestres llaman una losoía prescriptiva de la ciencia.

Imaginemos que los ratones decidieron desarrollar una teoríaanalítica de la replicación. Han estudiado sucientemente los curiososproblemas en la máquina como para saber que las soluciones simples,tales como las codicadas por Dennis y Popper (en sus momentos másdespreocupados), no podrían uncionar nunca. De algún modo las com-plejidades deben ser tomadas en cuenta.

L eorí nlíic

Para que un experimento sea una prueba de un resultado previo nodebe ser ni exactamente el mismo ni demasiado dierente. Tómese unpar de experimentos –uno que da origen a un nuevo resultado y otroque constituye una prueba subsiguiente. Si el segundo experimento se

4 Un artículo de Franklin y Howson (1984) sirvió como punto de partida para estaparte del capítulo. Véase también mi respuesta (Collins, 1984b).

repiten en experimentos posteriores. Esto no necesariamente signica

que deban ser repetibles a voluntad. Un eclipse total del sol no es repe-

tible a voluntad: sin embargo es demostradamente repetible –podemos

dar la receta para su repetición. Y este es el mínimo al que aspiramos en

ciencia. Debemos ser capaces de dar una receta (p. 44).

West : [...] algunos experimentadores pueden ser incapaces de re-

petir los resultados que otros experimentadores son capaces de obtener.

Esto es lo que quiero decir con actores de repetibilidad (p. 45).

 Nicol: [...] el doctor Wasserman está dando a la palabra un signi-

cado y una denición que claramente no son los usualmente atribui-

dos a ella en el pensamiento cientíco. Aparentemente el doctor West,

 y ciertamente yo, éramos inconscientes y no nos enteramos de que el

problema de la repetibilidad, que ha rustrado muchos años de esuerzo,

ha sido de hecho resuelto y no nos dimos cuenta.

[...] [El caso Shackleton y otros semejantes] [...] no constituyen

una repetición tal como la entiendo yo. Quiero indicar por repetición

–y tengo la impresión de que esto es lo que ocurre en las ciencias ísi-

cas y en otras también– que uno diseña un experimento que cualquier 

persona competente puede repetir con aproximadamente los mismos re-

sultados, y ahora vienen las palabras esenciales, en cualquier momento

en el uturo previsible.

Si usted puede obtener un resultado repetido una y otra vez, en-

tonces solo debe describirlo a cualquier otra persona competente, psicó-

logo, ísico, médico, o a cualquier otra persona, invitarlo a que lo haga,

 y obtendrá los mismos resultados. Cuando usted pueda hacer esto con

éxito habrá ganado la mitad de la batalla por el reconocimiento (énasis

de Nicol, p. 48).

De tal modo, también en parapsicología, la demarcación simple de lo verdadero y lo also por reerencia al criterio de la replicabilidad racasadebido a las dudas acerca del signicado práctico del término. Hasta eldía de hoy no se ha pronunciado un veredicto acerca de los enómenosestudiados por la parapsicología.

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solo lado de este juego epistemológico de tira y afoje. El otro lado secomprende mejor tomando otro ejemplo extremo. Supongamos quese han producido algunos nuevos resultados asombrosos, digamos, enísica. Imagínese que estos han sido conrmados a continuación por alguien con una ormación bastante dierente, que no creía inicial-mente que los primeros resultados ueran correctos, y que utilizaba unaparato muy dierente al original conceptualmente, en su diseño y ensus premisas teóricas. ¿Debiera ser esto una causa para celebrar por parte del primer experimentador? La respuesta debe ser “sí”, en el casode que el razonamiento del párrao anterior uera todo el asunto. ¡Perosupongamos que el segundo experimentador era un escéptico gitanode eria que generó el resultado conrmador leyendo las entrañas deuna cabra! Aunque las dierencias entre el primer experimento y elsegundo estaban maximizadas, el primer experimentador no estaríasatisecho. En verdad, si los resultados basados en las entrañas ue-ran citados como evidencia de apoyo, el eecto sería probablementeperjudicial.

Si retrocedemos en etapas hacia grados menores de dierenciapodemos ver ahora que la situación mejora de manera sostenida, delmismo modo que cuando nos movimos hacia mayores grados de die-rencia en la primera parte del argumento. De tal modo, si el gitano hu-biera utilizado algún viejo equipo técnico, más que las entrañas de unacabra, habría parecido un poco mejor. Si el gitano es reemplazado por un estudiante secundario parecería mejor (aunque bajo la mayor partede las circunstancias lo mejor es no inormarlo). 6 Si el estudiante se-cundario hubiese utilizado buenos aparatos, entonces las cosas hubieran

6 En verdad lo que cuenta como un experimentador “apropiado” varía de campoa campo. En las áreas de “bajo estatus”, tal como el de la percepción de las plantas(discutido en el capítulo cinco), puede considerarse que el trabajo de los estudiantesgraduados e incluso el trabajo de los estudiantes secundarios provee evidencia legítimaen una dirección u otra, aunque nunca sería tomado en serio en las áreas prestigiosasde la ciencia. De manera similar, la gente que trabaja en la televisión a menudo se tomael trabajo de orecer comentarios experimentales o teóricos sustantivos en áreas de bajoestatus cientíco.

parece demasiado al primero entonces no añadirá ninguna inorma-ción conrmatoria. El caso extremo, donde cada aspecto del segundoexperimento es literalmente idéntico al primero, ni siquiera es un ex-perimento separado del primero. Bajo estas circunstancias, el segundoexperimento no alcanzará a ser más que una segunda lectura del primer inorme experimental.

El poder conrmador, entonces, parece incrementarse en la medidaque se incrementa la dierencia entre el experimento inicial y el que loconrma. Por ejemplo, imagínese que hay solo una pequeña dierencia;puede ser una pequeña dierencia en el momento en que dos series de re-sultados experimentales ueron generados, tal como una segunda observa-ción del resultado por parte del mismo observador. Podemos describir estasegunda observación como perteneciente al mismo “ensayo” experimentalo puede ser únicamente que un contador, u otro resultado observacional,se mantenga estable por más de una racción de segundo.

Un período de estabilidad observacional de esta clase ciertamenteconrma la “primera impresión” dada por el vistazo inicial al resulta-do. Cada lectura subsiguiente, o cada momento subsiguiente duranteel cual el contador se mantiene estable, conrma aun más la impre-sión inicial. Un ensayo completamente nuevo al siguiente día proveeevidencia conrmatoria mucho mayor. Un ensayo conducido por otroexperimentador en el mismo aparato es aun más impresionante, y unensayo conrmador con un aparato similar construido y utilizado por otro experimentador es aun mejor. Aun más convincente es el mismoresultado generado por un aparato diseñado bajo principios dierentes,porque entonces es cierto que el resultado no es simplemente un ar-teacto de ese equipo particular o del diseño particular del dispositivo

original. Si esta demostración nal sorprende a un experimentador queinicialmente creía que era más probable el resultado opuesto, entoncesel poder conrmador es aun mayor.5

Sin embargo, esta conclusión –que cuanto más distinto es unexperimento a su antecesor más poder conrmador tiene– provee un

5 Esto se sigue claramente de la idea de eecto de expectativa.

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que el segundo experimento no se ha hecho de acuerdo a las instruc-ciones. De tal modo, la uerza de una reutación se incrementa enla medida que el segundo experimento se aproxima a una identidadcon el primero. El caso extremo es cuando la “primera impresión” deun experimentador no es conrmada por una segunda mirada a sucontador, o a lo que sea.

En eecto, el intento por producir una teoría de la replicación soloha generado un poco de conusión –no el tipo de cosa que ayudaría alos ratones lósoos en su búsqueda de una teoría prescriptiva. Para

 volver esto un poco más ordenado es posible hacer un ajuste recor-dando al lósoo terrestre Imre Lakatos.7 El ajuste involucra dividir endos conjuntos los principios sobre los cuales un experimento puede

7 El trabajo de Lakatos es ascinante. Muestra que la asimetría entre corroboración y alsación propuesta por Popper (véase nota 1) está denida de manera mucho menosclara de lo que parece. Dada la aparente alsación de una hipótesis, un determinadodeensor de la misma puede siempre proponer subhipótesis para rescatar el enómeno.Por ejemplo, tómese una vez más la teoría “todos los cisnes son blancos”. Si se ve uncisne negro, esto no necesariamente hace alsa la teoría, debido a que el deensor puedeargumentar que el cisne había sido cubierto con pintura negra, o que no era verdade-ramente un cisne.

En su más celebrado estudio (1976), Lakatos reconstruye la historia del teoremade Euler –un teorema sobre la relación entre el número de lados y el número de vérticesde un poliedro. Expone la historia como una serie de argumentos entre aquellos quequisieron mantener la relación sostenida por Euler y aquellos que querían reutarla.Muestra las tácticas para sostener una hipótesis rente a una aparente contraevidencia

 y nombra los diversos movimientos posibles. Por ejemplo, poliedros muy extrañamenteormados, que no obedecen a la relación de Euler, pueden ser expulsados undamentandoque son “monstruos” por aquellos que quieren rescatar la hipótesis. Lakatos llama a esto“descartar a los monstruos”.

El aspecto de su trabajo al que nos reerimos aquí es el lado menos exitoso del

costado positivo (véase, por ejemplo, Lakatos 1979). Aquí intenta distinguir entre hipó-tesis rescatadas razonables e irrazonables. Divide los programas de investigación en un“núcleo central” y una perieria más blanda, y sugiere que los cientícos pueden sacricar legítimamente elementos de la perieria, pero no deben sacricar el núcleo central delprograma o el programa en sí. Si bien esto es intuitivamente atractivo –es el motivo por el cual hice un movimiento similar en la teoría analítica de la replicación– no uncionadebido a que uno no encuentra percepciones uniormes de lo que cuenta como centro ycomo perieria entre los cientícos. Solo en retrospectiva puede verse lo que es importante

 y lo que no lo es.

sido mejores, del mismo modo que si uera un ísico de primera línea elque hubiera utilizado aparatos decientes. De esta manera, trabajandohacia atrás desde las dierencias extremas, obtenemos un poder con-rmador crecientemente mayor. Parece como si el punto óptimo ueraalgún lugar en el medio.

Desaortunadamente este juego de tira y afoje no tiene un puntode equilibrio estable. Lo que se considera la mejor solución varía comouna unción de una variedad de actores. Por ejemplo, cuanto menos sesabe sobre un área tanto más poder conrmador tiene un experimentomuy similar. Esto se debe a que, ante la ausencia de un conjunto de

 variables bien establecidas, cualquier cambio en la situación experi-mental (por trivial que sea en apariencia) puede bien suponer invisiblespero signicativos cambios en las condiciones. En un área pobrementecomprendida, los cientícos simplemente no saben lo suciente comopara ser capaces de garantizar que un experimento que parece igual aotro es el mismo en su esencia. No están en condiciones de garantizar que sus resultados serán los mismos y, de esta manera, que la observa-ción de los resultados es conrmatoria –esto equivale a algo más queleer una segunda vez el mismo inorme experimental. Cuanto más sesabe sobre un área, sin embargo, menor deviene el poder conrmador de experimentos en apariencia similares. Esto explica por qué los ex-perimentos realizados cada día en las escuelas y en las universidadescomo parte de la ormación cientíca de los estudiantes no tienenpoder conrmador; de ningún modo son pruebas de los resultados quese supone que revelan.

Otro actor que complica la situación es que, si bien el poder deconrmación usualmente se incrementa en la medida que los experi-

mentos dieren más (más allá del caso extremo), hay circunstanciasen las cuales el poder se incrementa con la similitud, hasta el extremode una casi identidad del segundo experimento con el primero. Estascircunstancias surgen cuando el segundo experimento intenta reutar el primero. Esto es así por que si un segundo experimento racasaen ver un resultado reivindicado, pueden invocarse como causa delracaso dierencias de diseño entre el primero y el segundo; se dirá

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Figur 1b. Reución experimenl

La gura 1a representa el caso de una nueva armación en un áreamal conocida. Hay un considerable poder conrmatorio que se puedeobtener de un experimento sólo ligeramente situado a la derecha delorigen. Sólo el experimento idéntico niega cualquier tipo de conrma-ción; el origen representa ese punto. En la gura 1b, el gráco tiendea innito cuando la dierencia es cero. Esto tiene sentido debido a queen el punto innito el enómeno nunca habría sido visto. 8

8 La posición exacta de la línea divisoria entre ciencia y seudociencia es unacuestión agradable. Es especialmente problemática en la gura 1a donde la línea verticalpuede bien ser trazada a la derecha de donde se la muestra. La ciencia verdaderamente“estraalaria” puede producir un grado de conrmación prácticamente igual a cero, mien-tras que la ciencia ortodoxa sospechosa produce poca.

En el caso de la controversia sobre la detección de la radiación gravitacional,sobre la cual voy a hablar en los capítulos posteriores, el cientíco israelí Dror Sadeharmaba haber detectado la infuencia de las ondas gravitatorias en las vibracio-nes de la Tierra (otros cientícos habían usado antenas articiales). Los resultados

ser diseñado: el conjunto que involucra lo que es una parte aceptablede la ciencia y el conjunto que involucra lo que no lo es. Asimismo,los experimentadorespueden ser divididos en cientícos de buena e yadvenedizos no calicados o seudocientícos. No nos es diícil juzgar de qué lado de la línea divisoria caen el gitano y las entrañas de cabra.Dada la división, podemos decir que el poder conrmador de los experi-mentos se incrementa con la diversidad de diseños y de personas dentrode la ciencia legítima, pero comienza a decrecer cuando la diversidaddeviene tan grande al punto que nos movemos al área de la seudocien-cia. Finalmente alcanza un área de poder conrmador negativo paraalgo tan extremo como el gitano. Para los experimentos reutadores, elpoder decrece con el grado de diversidad al interior de la ciencia legíti-ma, mientras que los intentos de reutación dentro de la pseudocienciano tienen valor mensurable. Las guras 1a y 1b representan los casosde conrmación y reutación.

Figur 1. Conrmción experimenl

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Para comprender los problemas, los ratones necesitan un puntode partida dierente que asuma menos cosas acerca de la transpa-rencia de los juicios sobre la similitud y la dierencia.

un modeLo empírico de repLicación

En vez de empezar con nociones abstractas acerca de la similitud y ladierencia, supongamos que los ratones exploran los problemas de estosconceptos tal como se presentan a los humanos. Supongamos que acuer-dan en tomar cierto resultado “r”, generado inicialmente en el momento“t1”, y examinar cada actividad subsiguiente que ocurre en la Tierrahasta el momento “t2”. La idea es establecer cómo los cientícos terres-tres deciden si algún subconjunto de todas las multiacéticas actividadescomprende la replicación de “r”. Si es posible descubrir cómo esta decisiónse hace en la práctica, entonces descubrirán eectivamente las reglas dela replicación. La alla del programa podría entonces erradicarse.

Los ratones se enrentarían con un enorme problema de clasi-cación. Tendrían que tomar un número de actividades terrestres casiinnitamente extenso, desde las nobles y cerebrales hasta las triviales

 y desagradables, y circunscribirlas hasta ese conjunto que comprendelas replicaciones de “r”. Supongamos que acuerdan en hacer esto elimi-nando actividades a través de un número de etapas de clasicación. Elnúmero exacto y la naturaleza de las etapas sería arbitrario en algunamedida, pero cualquier esquema sensible generaría clasicaciones que

 van de lo más general a lo más especíco. El siguiente es el tipo deesquema que podrían adoptar.10

10 Esta es una versión modicada de una idea adelantada en Collins (1976). Elnivel dos es una nueva adición. En la versión anterior los niveles ueron denominadosetapas, pero los he renombrado como “niveles” para evitar la conusión con las etapasde mis “Etapas en el Programa empírico del relativismo” (1981b). Stephen Braude (1980)adaptó el esquema original (con el reconocimiento apropiado) para ormar la base de uncapítulo en su interesante trabajo sobre la losoía de la parapsicología.

 Aquí hay, por lo tanto, una teoría completa con diagramasque puede usarse para organizar el trabajo de los cientícos en la“Terratadora”. Sin duda captura mucho de lo que conocemos de larealidad terrestre. Los cientícos ciertamente piensan más en unaconrmación experimental hecha por un enemigo distante al de-mandante inicial que en una hecha por un colega o amigo. Si es unareutación, sin embargo, será vista como más impresionante si vienede un (¡eímero!) amigo.9

Sin embargo, la teoría contiene huecos impresionantes. Si se vuel- ve a los argumentos de los parapsicólogos presentados antes, resultaclaro que la teoría no ha tratado con cuestiones tales como la acilidadde la repetición (por ejemplo, en el sentido de la “repetibilidad a vo-luntad”) y no ha tratado con intentos allidos de replicación (si deben,

 y cuándo, considerarse como reutaciones). Un hueco más notable, quedebería irritar al lector de este libro, es la cuestión de la uniormidadde la percepción acerca del grado de dierencia y similitud existentesentre un experimento y otro. Es aquí donde surgió inicialmente ladicultad con Popper. Está muy bien desarrollar una teoría abstractade este tipo, pero si los humanos se muestran en desacuerdo acerca dequé experimento era como cuál otro, o dieren acerca de qué experi-mentador es realmente un seudocientíco, ¿cómo habrán de resolver los asuntos los ratones lósoos sin desarrollar en verdad la cienciapor ellos mismos?

de Sadeh, sin embargo, no tenían casi ningún poder conrmador, aunque era un

acreditado ísico que utilizaba sosticadas técnicas experimentales. Otros cientícossintieron que su trabajo era sospechoso, porque creían que había hecho armacionesincorrectas anteriormente y que la Tierra es un detector insucientemente libre deruidos como para ver las escurridizas ondas. El punto crucial, como se argumentaráen capítulos posteriores, es que los cientícos no pueden alcanzar consenso acerca delpoder de los experimentos hasta que se acuerda la naturaleza del resultado adecuadode un experimento adecuado.

9 Rosenthal (1966) es particularmente interesante en lo que hace a la relación entrepoder conrmatorio y proximidad social.

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dentro del cuerpo y no está a la vista de todos. Sin entrar en detallespodemos imaginar que la demarcación entre actividades que tienen y queno tienen que ver con el enómeno de la psicoquinesis engendrará unabuena cantidad de chillidos entre los ratones. Hay otras áreas de la cien-cia donde el asunto es igualmente poco claro y los humanos encuentrandiícil zanjar sus dierencias. Aceptemos, sin embargo, que hay una reglade los ratones que puede zanjar el asunto y avancemos.

 Nivel dos: En esta etapa debería ser posible eliminar la molesta seudocien-cia. Cualquier cosa parecida a la adivinación de “r” a través del hígado deuna cabra será eliminada, aun cuando la actividad tuviera que ver conel enómeno “r” y por lo tanto hubiera pasado a través del nivel previode selección. La demarcación no carece enteramente de problemas; des-acuerdos acerca de este tipo de cosas son endémicos entre los cientícoshumanos. Es más, en la medida que la ciencia terrestre se desarrolla, hayactividades que alguna vez ueron consideradas “cientícas” y que yano se piensa que lo sean –la alquimia viene a la mente– y habrá otrasque alguna vez se pensó que estaban más allá del recinto de la ciencia

 verdadera pero que más tarde ueron incorporadas –la acupuntura es unejemplo. Sin embargo, pasemos a la próxima etapa con la suposición deque los ratones tienen un modo de manejar este problema.

 Nivel tres. Aquí los seudocientícos pueden ser eliminados aunque parez-can estar haciendo trabajo cientíco apropiado. Se necesitará desarrollar para esto criterios que conciernen a los antecedentes adecuados, la or-mación y las cualidades personales; y una vez más, pueden anticiparseproblemas a la luz de la naturaleza en desarrollo de la ciencia, y a la luz

de la discusión de la teoría analítica en la sección precedente.En este nivel los ratones tendrán que decidir qué contará como

relaciones sociales y cognitivas apropiadas entre el experimentador y elque realiza la reproducción. ¡Piénsese qué poco poder de conrmaciónse asigna a las reproducciones hechas por las madres de los cientícos!Claramente dicha relación social está uera de las ronteras apropiadas.Del mismo modo, merecen escaso valor las reproducciones hechas por 

Un esquem de clsicción pr l deerminción de l “replicbilidd”

 Nivel uno: eliminar todas las actividades que no tienen que ver con eltema “r”.

 Nivel dos: eliminar todas las actividades que no son cientícas. Nivel tres: eliminar todas las actividades donde la identidad del expe-

rimentador es inapropiada. Nivel cuatro : eliminar todas las actividades que no son experimentos. Nivel cinco: eliminar todos los experimentos que no son copias com-

petentes del original. Nivel seis : dividir el resto en aquellos que son positivos y aquellos que

son negativos. Nivel siete: decidir si “r” ha sido replicado.

Trabajando con este esquema puede desarrollarse un inventario de pre-guntas concernientes a la naturaleza de la replicación. Descubriremosque en cada nivel somos incapaces de proveer un criterio de demarcaciónclaro que nos permita seguir adelante. Aortunadamente no hay necesi-dad de resolver este problema dado que meramente estamos siguiendoel progreso y los procesos de pensamiento de los ratones. Donde encon-tramos un problema no resuelto simplemente nos olvidamos de él por elmomento. Los ratones, suponemos, son capaces de resolver los problemasde demarcación en cada etapa invocando reglas de ratones.

 Nivel uno. En general, esta etapa no presenta demasiados problemas, sibien hay algunas áreas del intento en las cuales surgen problemas; una

 vez más, la parapsicología es un buen ejemplo. Se ha argumentado que

todo movimiento deliberado del cuerpo es un ejemplo de psicoquinesisdado que involucra el control de la materia del cuerpo por parte de lamente. Para una primera mirada, la íntima relación entre mente y cuerpoen esta instancia parece que hace un poco orzada la comparación conenómenos psicoquinéticos estándar. Sin embargo, puede argumentarseque la única dierencia es que en el caso del movimiento del cuerpo el“intervalo” entre la mente y el objeto movido se oculta en algún lugar 

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Por contraste, nótese entre los comentarios de los parapsicólogosque Nicol piensa que cualquier persona competente en el uturo pre-

 visible debería ser capaz de producir un resultado, y esto incluye a lospsicólogos, los médicos, los ísicos o a “cualquier otro”. Supongamosque hay una solución entre los ratones, y sigamos.

 Nivel cuatro. ¿Qué es un experimento? Los cientícos muy raramenteorman sus creencias iniciales haciendo experimentos. La mayoría delos experimentos son tan diíciles y consumen tanto tiempo que seríaalocado empezar a menos que se tenga una idea rme de que el re-sultado será útil. Sin embargo, los experimentos deben hacerse paraconvencer a otros, o tal vez para “certicar” un hallazgo para aquellosque están preparados para ser convencidos.12

Tal como veremos cuando en los últimos capítulos volvamos a losinormes de trabajos experimentales reales, los experimentos raramenteuncionan la primera vez; en verdad, apenas si uncionan alguna vez.De tal modo, cualquier experimentador razonable debería esperar quela mayor parte de lo que hace por medio de su actividad práctica seráensayo y (mayormente) error. No comprenderá experimentos verda-deros, sino un ensayo preliminar después de otro. Esto presenta seriosproblemas para una ciencia estadística porque la clasicación de untrozo de actividad práctica como un “experimento”, como algo opuestoa un ensayo preliminar, o un ensayo de práctica, produce dierenciasen las estadísticas totales.

Nuevamente el caso de la parapsicología es instructivo. En losexperimentos de adivinación de cartas, un “sujeto” trata de adivinar los símbolos en cartas sin estar en condiciones de verlas. Los críticos

han sugerido que la gran cantidad de experimentos exitosos de estaclase (donde el análisis estadístico muestra que el sujeto ha tenido éxito

12 En parapsicología es probablemente cierto que la mayoría de los cientícosllegan a creer en el enómeno como resultado de alguna experiencia personal, o comoresultado de la experiencia personal de otros, que, en suma, son denominados “enómenosespontáneos”. Sin embargo, todavía se persigue con vigor el escurridizo experimento de

 validación.

otros parientes o por colegas que trabajan en el mismo laboratorio. Ladicultad es que el caso de la relación de identidad –autorreplicación–es a veces considerado valioso. Para un ejemplo de esto, véanse losargumentos de Pratt en los extractos de las discusiones mantenidaspor los parapsicólogos más atrás. También es relevante que cualquier replicación tiene valor en un área mal comprendida, tal como se explicóen la última sección.

En la sección de psicología se discutieron los eectos producidospor las expectativas. Esto plantea la pregunta acerca del rango permi-sible de creencias de un replicador adecuado. En parapsicología, por ejemplo, ha existido una dicultad real desde el descubrimiento delasí llamado eecto “oveja-cabra” (Schmeidler, 1958). Consiste en quelos sujetos y experimentadores que sienten más simpatía por las ideasparapsicológicas (las ovejas) son más capaces de maniestar o crear las condiciones para la producción de enómenos paranormales. Losescépticos (cabras), en cambio, inhiben la aparición de estos eectos.Si se acepta el eecto oveja-cabra, esto signica que son solo aquellosque poseen expectativas similares (creencias positivas) los que estánen condiciones de replicar los experimentos parapsicológicos. De talmodo, mientras que la teoría de los eectos de expectativa en psicologíapuede llevarlo a uno a descalicar a quienes producen replicacionescon similares “sesgos” a los que realizaron la armación inicial, eleecto “oveja-cabra” descalicaría a aquellos que tenían “prejuicios”dierentes.11

En cualquier caso, como veremos, las replicaciones positivas he-chas por los críticos son eventos excepcionalmente raros en ciencia.Si los ratones introdujeran una regla que restringiera la clase de los

críticos socialmente ajenos como replicadores apropiados, entonces elprograma resultante trabajaría en verdad muy lentamente.

11 Un acérrimo crítico de la parapsicología, el proesor C. E. M. Hansel, me señalóque nunca conaría en ningún hallazgo que no pudiera replicar él mismo. Esto es llevar el principio de la dierenciación sociocognitiva a un nuevo extremo. Sería desastroso siuera aplicado a la ciencia como un todo. Imagínese que cada cientíco demandara quese le permitiera replicar cada hallazgo.

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aplicarse igualmente a las ciencias estadísticas y no estadísticas. Si bienel argumento es atractivo, en la medida que expulsa a los “expertos”de la posibilidad de comentar el trabajo experimental de otros, el argu-mento como un todo parece una reductio ad absurdum.

Tenemos por lo tanto, algo así como un impasse, cuya signicaciónpráctica se verá en capítulos posteriores. Por el momento notemos lademanda de “replicabilidad a voluntad” expresada por Nicol en las citasde los parapsicólogos y la distinción hecha por West entre una “demos-tración” y un experimento repetible, y dejemos a los ratones con ella.

 Nivel cinco. Es en este nivel donde racasan prácticamente todos losesuerzos terrestres por producir una teoría “racional” de la replicación,o un cálculo estadístico para agrupar resultados negativos y positivos.Los problemas se revelan al examinar el intento de Rosenthal (1978)por asentar una disputa a través del uso de dicho cálculo.

Rosenthal discute no menos de 345 estudios acerca de su hipóte-sis sobre el eecto de expectativa.14 Él y sus colegas desarrollaron unatécnica estadística para combinar los resultados positivos, negativos

 y nulos. De los 345 resultados, aproximadamente dos tercios ueronnegativos o nulos, y aproximadamente un tercio ue positivo. Sin em-bargo, cuando se realizó el cálculo, resultó que las estadísticas positivassobrepasaban a las negativas de modo tal que la hipótesis ue clara-mente sostenida.

Este tipo de cálculo parece perectamente razonable en la medidaque se asume que la variación entre los experimentos se explica por entero por fuctuaciones aleatorias de variables desconocidas. Bajo estascircunstancias solo se puede esperar que algunos de los resultados se

 vuelvan negativos o nulos, y será bastante razonable argumentar deesta manera estadística (véase, por ejemplo, nota 13). Sin embargo,puede sugerirse que, dado que los experimentos son cosas tan delicadas,

14 Aquí entra una complicación indeseable, dado que Rosenthal está involucradoen tratar de descartar los eectos de expectativa en experimentos diseñados para observar los eectos de expectativa en sí mismos. Ignórese esta complicación.

en adivinar un signicativo número de cartas, pero que este númeroes solo ligeramente mayor al que debería ser el caso si solo hubieraactuado el azar) pueden bien estar contrarrestados por el enorme nú-mero de experimentos que no han tenido éxito y por lo tanto no hansido inormados. Los inormes de experimentos negativos, se sugiere,permanecen en el archivador del experimentador sin ver nunca la luzde la publicación. Esto es conocido como el “problema del cajón dearchivo”. Dado que la teoría estadística solo predice el resultado de lar-gas series de ensayos, la existencia de un pequeño número de ensayosexitosos contrarrestados por un gran número de ensayos no exitosos nodirá nada acerca de las causas del éxito. Algún éxito debería esperarsesolo por azar.13 De esta manera, la clasicación de un trabajo como unexperimento o como un ensayo preliminar es vital en parapsicología yen otras ciencias estadísticas.

Me parece que dado que la mayor parte de los experimentos sondelicados y racasan la mayor parte de las veces (sobre este punto ver los próximos capítulos para una discusión empíricamente basada), nopueden ser considerados adecuadamente como experimentos, inclusoen una ciencia estadística, hasta que el experimentador no haya logradoun apropiado nivel de habilidad. Pero lo que esto signica es que nadiedebería inormar un resultado negativo hasta que haya demostrado suhabilidad por medio de la producción de un resultado positivo. Estodebe signicar que todos los críticos de experimentos deberían ser descalicados desde el comienzo; todos sus resultados deberían versecomo ensayos preliminares. La orma más uerte del argumento debería

13 En verdad los parapsicólogos tienen una respuesta a estas críticas. Argumentan

que el total de las estadísticas positivas de sus experimentos es tan alto que, incluso sitodos los cientícos en el mundo hubieran gastado todo su tiempo haciendo experimentosnegativos desde los tiempos prehistóricos, no tendrían experimentos negativos sucientesen sus cheros como para compensar los éxitos inormados (por ejemplo, véase Tart,1973). Esto no aecta el punto de principio que se discute aquí. En cualquier caso los pa-rapsicólogos toman ahora enormes precauciones en el modo en que registran cada pruebaexperimental, e inorman incluso resultados negativos al punto de volver inaplicableslas críticas. Mi propia perspectiva es que estas precauciones son exageradas; lo que senecesita es educación pública en el asunto de la alibilidad de los experimentos.

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 Nivel seis. Podría pensarse que puede haber poca dicultad en decidir cuáles son los experimentos que han producido resultados positivos

 y cuáles, negativos. Sin embargo, persisten algunos problemas. Elmayor, que será discutido extensamente en capítulos posteriores, esque los cientícos tienden a juzgar la adecuación de un experimentopor su resultado. De tal modo, dada una creencia rme en, digamos,la no existencia de eectos paranormales, un crítico tenderá a argu-mentar que cualquier experimento que parece demostrar un eectode este tipo debe ser deectuoso por este mismo hecho. Por otro lado,como lo hemos argumentado, podría decirse que todos los críticosueron descalicados para producir resultados por ellos mismos amenos que pudieran mostrar primero sus habilidades por medio dela producción de resultados positivos; de tal modo, prácticamentetodos los resultados negativos serán descartados. Este tipo de lazosde realimentación complican la caracterización de los experimentoscomo allidos o exitosos.

Un problema interesante, que puede ser especíco para la parap-sicología, concierne a la naturaleza de los “resultados positivos”. Losparapsicólogos han acordado extensamente que las habilidades de sussujetos declinan marcadamente después de un tiempo. Puede ser que lossujetos se aburran, se cansen o pierdan su concentración. Sin embargo,puede argumentarse que dado que el “eecto de declinación” es un ras-go regular del trabajo experimental en el área, en sí mismo demuestraindirectamente que realmente está pasando algo. ¡Si el enómeno ensu totalidad uera un arteacto no habría nada que pudiera declinar!Tales eectos indirectos han sido llamados las “huellas dactilares” delos enómenos paranormales.16 Otra huella dactilar es el eecto “cabra-

16 Véase, por ejemplo, Belo (1982). En parapsicología existe otro problema intere-sante. En los experimentos estadísticos –en los que el sujeto debe adivinar una secuencia decartas con símbolos que no ve– es ácil predecir el número de adivinaciones correctas quedeberían aparecer si solo son responsables actores puramente aleatorios. Por ejemplo, si haycinco símbolos dierentes, en el largo plazo el sujeto debería tender a un quinto de adivina-ciones correctas. El propósito habitual, y el resultado habitual de los experimentos exitosos,es que el sujeto adivine un número signicativamente mayor a un quinto de las veces.

solo sería razonable esperar que la mayoría de los 345 experimentosdiscutidos ueran deectuosos de un modo u otro, y por lo tanto nosería irrazonable suponer que ueran deectuosos todos, o la mayoría,del tercio de los experimentos positivos. El cálculo estadístico no puededistinguir entre experimentos bien y mal hechos y, por supuesto, elcálculo más elaborado e inmaculado es inútil si se aplica a un trabajodeectuoso.

De tal modo, los intentos por generar un algoritmo para agrupar resultados experimentales despiertan la posibilidad de distinguir entreexperimentos competentes e incompetentes. De hecho, Rosenthal reco-noce esto en su propio artículo (1978), donde sugiere que las estadísticasaun resultan avorables a la hipótesis cuando se hacen intentos por introducir criterios de excelencia. Para establecer esto busca garantíasmetodológicas especiales o exámenes especiales del procedimiento ex-perimental (como con el trabajo hecho para un doctorado).15

Es importante notar que estoy usando el término “incompetencia”de un modo especial. El término no implica incompetencia cognitivao manipulativa si bien podría incluirlas. Por un experimento incompe-tente me reero a uno en el cual los resultados no apoyan la hipótesisen el modo que se lo arma. En este sentido, un experimento puede ser realizado de una manera incompetente, incluso si los datos han sidogenerados adecuadamente pero se ha pasado por alto alguna expli-cación alternativa. Esto no implica “incompetencia manipulativa”. Lacuestión de las percepciones de la competencia y la incompetencia serádiscutida extensamente en lo que resta del libro. Por el momento note-mos que, entre los parapsicólogos, Spencer-Brown, haciéndose eco delpsicólogo Dennis, cree que es posible dar una receta para la repetición

de un experimento y que Pratt piensa que solo la naturaleza esencialdel experimento necesita repetición. Debemos suponer que los ratonespueden encontrar su propia solución extraterrestre.

15 Por una variedad de razones estoy seguro de que el trabajo de Rosenthal sobreel eecto de expectativa es correcto. Sin embargo, creo que sus argumentos estadísticosno son convincentes en su conjunto.

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 Nivel siete. Aceptemos que los ratones-lósoos pueden encontrar uncamino a través de todo esto e, invocando reglas de ratones en la medi-da que crece la necesidad, arriban a un conjunto de experimentos cien-tícos sobre el tópico “r”. Todos ellos han sido hechos competentementepor investigadores idóneos y se les ha asignado resultados positivos onegativos de manera no ambigua. ¿Se sigue de ello naturalmente que“r” ha sido replicado? Hay tres casos a considerar: todos los resultadospueden ser positivos, todos pueden haber sido negativos o puede haber una mezcla de resultados positivos y negativos.

Para empezar con el caso más simple, donde todos los resultadosson negativos, la pregunta que quedaría es: “¿se han hecho sucientespruebas como para garantizar una conclusión?”. Podría ser que estaspruebas no se hayan llevado a cabo con suciente habilidad y deter-minación. Si bien se ha revisado este problema en etapas anteriores,solo se ha discutido en términos de la competencia de experimentosindividuales; cada experimento singular que ha alcanzado el nivel sieteha sido considerado competente por los ratones, pero dado que ningúnexperimento individual puede decidir el asunto, por mejor que parezcahaberse hecho, persiste la pregunta acerca de cuántos experimentosnegativos deberían hacerse. Después de todo, el problema entero reposaen demostrar la repetibilidad o no repetibilidad de una observación apartir de una serie de pruebas. ¿Cuán largas deben ser las series?

Por otro lado, si todos los resultados son positivos, puede ser “de-masiado bueno para ser verdad”. Gaddum, como se ha señalado antes,estaba impresionado por la variabilidad de resultados; y si aceptamosla delicadeza y la alibilidad de la experimentación, sería una sorpresasi todo uncionara demasiado perectamente. Hay también otras cir-

cunstancias en las cuales una serie de resultados positivos no deberíanesperarse; en el caso de las ondas gravitacionales, que se discutirá en elcapítulo 4, se estaban monitoreando señales de uentes galácticas y ex-tragalácticas y se podría esperar que tales uentes fuctuaran. De hecho,Joseph Weber argumentó que los racasos en conrmar sus hallazgospodían ser explicados bastante razonablemente por tales fuctuaciones;la razón apropiada entre éxitos y racasos en la detección de señales

oveja”. ¡La existencia de este eecto hace posible pensar en el racasode algunos experimentadores en el largo plazo como un éxito para elprograma como un todo! Vale la pena observar que, durante el debateentre los parapsicólogos, Gaddum remarcó que lo que encontró con-

 vincente era que algunas personas pudieran ver el enómeno mientrasque otras no.

Finalmente existe el problema del nivel de signicación estadísti-ca que habrá de ser tomado como resultado positivo. Normalmente loscientícos sociales están satisechos si pueden considerar positivo unresultado si la probabilidad de que ocurra puramente por casualidad esmenor a cinco veces para cada cien intentos –el así llamado “nivel delcinco por ciento”. Tales ciencias se satisacen si no más de un resul-tado de cada veinte que se encuentran en la literatura publicada estáequivocado por razones estadísticamente predecibles. Otras cienciasdemandan niveles de signicación estadística mucho más elevados silos resultados han de contar como adecuados para la publicación oel testimonio público. Entre la mayoría de los ísicos un resultado esconsiderado sospechoso si no es lo sucientemente claro como para

 volver el análisis estadístico ocioso. No parece existir un undamentopara la aceptabilidad de dierentes niveles de signicación estadísticaen dierentes lugares.17

 Algunas veces, sin embargo, los sujetos obtienen un nivel de adivinaciones signi-cativamente menor a un quinto, un resultado igualmente poco probable de acuerdo a lasleyes del azar. ¿Cómo habría de contarse un resultado de este tipo? ¿Es esto un resultadonegativo o se trata de un caso exitoso de una adivinación errónea por intermedio de unenómeno paranormal? ¡La respuesta es importante porque un resultado exitoso positivo

 y un resultado exitoso negativo pueden sumarse para dar dos experimentos positivoso anularse recíprocamente! El problema usualmente se evita armando por adelantadocuál es el objetivo del experimento, pero dada la delicadeza de los experimentos, este noes un estado de cosas enteramente satisactorio.

17 Para una ascinante discusión acerca de los undamentos del uso de la estadís-tica en la psicología véase Henkel y Morrison (1970). Para un sosticado inorme sobreel desarrollo de ciertos criterios estadísticos que revelan los intereses de aquellos que losdesarrollaron y el modo en que esto aectó las decisiones en relación con las órmulasque ueron nalmente aceptadas, véase MacKenzie (1981).

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abiertos es precisamente lo que somos incapaces de explicar. La sorpresa,por lo tanto, no debería ser que la “Terratadora” (la ciencia terrestre)trabaje perezosamente en ciertas áreas sino sencillamente que uncione.No es el desorden lo que es misterioso sino el orden, ese orden que es tanmaniesto en casi todas las actividades humanas.

 Al establecer y mantener el orden en nuevas áreas de actividadcientíca, los humanos de algún modo se las arreglan para trabajar coneste sistema abierto. Un aspecto del establecimiento de este orden es elacuerdo acerca de qué enómeno habrá de ser replicable. En eecto, loshumanos negocian exitosamente su camino a través de los niveles declasicación y acuerdan en los criterios de demarcación en cada nivelsin acceso a las reglas de los ratones. Las soluciones de los ratones nosresultan opacas –vivimos exitosamente en sistemas abiertos aunque nopodemos analizar o ormular sus reglas de acción.

El proyecto de (algunos) lósoos de la ciencia es explicar lasreglas. Aquellos lósoos que poseen ambiciones prescriptivas quierenexplicarlas a n de que el progreso de la ciencia pueda ser más ecaz.Su proyecto es escribir el programa de los ratones-lósoos de la histo-ria.18 Uno no puede sino aplaudir este esuerzo por descubrir las reglasdel comportamiento cientíco apropiado. Si la búsqueda uera exitosa–si las reglas de los ratones pudieran ser descubiertas y explicadas–entonces sería posible hacer que la ciencia uncionara en la Tierra talcomo querían los ratones; sería posible proveer un programa, como elprograma de una computadora digital, para hacer ciencia correctamen-te. Cada actor/componente jugaría entonces un papel predecible en elsentido que es predecible el comportamiento de cada componente enuna computadora digital.

Por otra parte, en el capítulo uno hemos visto que la metade la investigación sobre inteligencia articial es construir unacomputadora que actúe como un humano en un sistema abierto.Claramente el proyecto de los lósoos racionalistas y el proyecto de

18 Sus nes contrastan con los de otros lósoos que han aceptado que los intentospor explicar las reglas de la acción humana solo crean perplejidad.

cósmicas está lejos de ser clara, y resultados perpetuamente positivospueden bien ser inapropiados.

Finalmente, supongamos que el resultado es una mezcla. ¿Puededeterminarse el resultado? En verdad, como veremos, el valor dado aun experimento individual, sea positivo o negativo, parece depender de la propensión anterior de los cientícos a creer en los enómenosen cuestión. Un ejemplo recuentemente citado de éxito aparente de unexperimento negativo individual ue el realizado por R. W. Wood sobrelos “Rayos-N” (véase, por ejemplo, Langmuir, 1953). El cientíco rancésBlondlot armaba que emanaban rayos de la materia viva y eran ácil-mente visibles bajo circunstancias apropiadas. Wood, invitado a testicar los rayos, sacó una parte crucial del aparato en la oscuridad –así continúala historia– y se quedó mirando cómo Blondlot continuaba “viendo” losrayos N. Esta historia, cuando ue inormada, quitó toda credibilidad altrabajo sobre estos rayos, al menos uera de Francia. De tal modo, unasola demostración negativa había valido por todos los resultados positi-

 vos previamente producidos por Blondlot y sus colegas.Compárese esta historia de una reutación decisiva con los

mitos habitualmente citados acerca de la conrmación decisiva dela relatividad a través del experimento único de Michelson-Morley

 y la observación individual de la curvatura de los rayos de luz realizadapor Eddington. De esta manera, los ratones deberán adoptar un criterioque es desconocido para las criaturas terrestres incluso en este nivelnal de la clasicación.

En cada nivel del proceso de tamiz debemos garantizar que losratones hayan provisto alguna solución a los problemas y ambigüedadesque sea desconocida para los humanos; en los términos de la historia, aún

no estamos “programados” con ella. Y esto no debería ser una sorpresa.Los humanos en la historia están trabajando en “sistemas abiertos”. Loque es más, al hacer ciencia, más que aplicarlas están desarrollando lasreglas para “seguir del mismo modo”. En otras palabras, más que utili-zarlo, están desarrollando el sistema conceptual. En el capítulo uno seexploraron los problemas de actuar de un modo ordenado –los proble-mas de ver similitudes y dierencias. La habilidad para manejar sistemas

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la “intelectualidad articial” (como son conocidos los investigadoressobre inteligencia articial) convergen. Un grupo quiere descubrir elprograma ormal de la acción humana mientras que el segundo grupoquiere escribir un programa que imite la acción humana. El programaque ambos buscan es esencialmente el mismo, aunque se aproximana él desde lados opuestos. La representación de la ciencia humanadesde la perspectiva de los ratones –de modo tal que los humanos son

 vistos como componentes en una gran computadora– hace clara laconvergencia de los dos proyectos.19 La identidad de estos dos pro-blemas sugiere que los trabajadores de ambos campos tienen muchoque aprender de los éxitos y los racasos de los otros.

Los próximos capítulos examinan a los cientícos trabajando enla práctica. El primero de estos capítulos establece y explica mi arma-ción de que los experimentos son delicados y alibles. Los siguientes doscapítulos buscan ensayos y métodos para desarrollar reglas de lo quecuenta como “seguir del mismo modo” en nuevas áreas de la ciencia.

19 Para presionar la ábula hasta sus límites podemos pensar en la creación de una“intelectualidad articial” como uno de los muchos intentos realizados por los ratones

para obtener la “Terratadora”, para establecer qué estaba mal en ella y por qué uncionabatan perezosamente y sin certezas. Podemos imaginar que el primer intento consistía endesarrollar una sección de psicología dentro del programa para tratar de descubrir lasallas de los componentes individuales. El segundo intento, puede imaginarse, consistíaen desarrollar una sección de losoía para tratar de resolver el problema en el nivelanalítico. El tercer intento era un esuerzo por dar una solución experimentalmente ba-sada donde los terráqueos trataban de construir modelos de su propia “Terratadora” –osea, la inteligencia articial. La verdadera comprensión, sugiero, espera el desarrollo delos componentes sociológicos.

Cpíulo 3L replicción del láser tea: conservr

el conocimieno cieníco1

Los casos de replicación “ácil” –los casos donde las reglas de los rato-nes presentan pocos problemas y donde la acción ordenadora es másácil de alcanzar– son los más misteriosos. En la medida que se piensaque la ciencia ácil es realmente un asunto sencillo, será diícil verlacomo la realización social que es. Por esta razón comienzo el trabajoempírico de este libro con un análisis de la construcción del láser, untrozo de simple ciencia “normal” donde nadie dudaba que el enómenopudiera ser replicado.

eL Láser tea

Un láser produce un rayo de radiación poderosa “coherente”, a menudoluz visible, que puede ser ocalizado muy namente y que puede por lotanto dañar el pequeño blanco que aecta. La radiación se genera po-niendo energía dentro de las moléculas de la sustancia del láser –puedeser una pieza de rubí o un gas– y luego liberando toda esta energía de

un modo sincronizado. El láser tea usa un gas como medio emisor y,más que luz visible, produce radiación inrarroja. Si está adecuadamente

1 Ahora siguen tres casos de estudio. Si las conclusiones sacadas han de ser gene-ralizadas, los casos de estudio deben ser “representativos”. Las conclusiones generalizadasde estos estudios de caso serán aplicadas a la ciencia como un todo, y luego a la culturacomo un todo. Para una justicación de lo apropiado de estos estudios, y para una des-cripción del trabajo de campo, véase el apéndice metodológico.

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Genera una descarga de brillo en este gas a “alta presión” mediante lautilización de voltajes muy altos; la ubicación de electrodos en cadalado del tubo más que en los extremos, de modo tal que el trayecto entreellos es más corto y que su área puede ser incrementada; y descargaspulsadas más que continuas. Este es el motivo por el cual es llamadoTransversely Excited Atmospheric pressure CO2 laser   (tea). Las di-cultades para construir tal tipo de dispositivo radican en la estructurade los electrodos, la electrónica que orma los pulsos de electricidad

 y los voltajes altos. Estos serán los principales asuntos a tratar en ladiscusión que sigue.

 aprienci y consrucción

Los tubos de gas de los modelos de los láseres tea que vi variabanen tamaños que iban desde el de tres rascos de aerosol puestos unodetrás del otro hasta el de una bolsa de palos de gol. Los dispositivosiniciales, pequeños, usaban tubos de vidrio redondos, mientras que“Jumbo”, uno de los láseres más poderosos que se comentará después,usaba una caja de acrílico de sección transversal cuadrada. Dado queel gas estaba a presión atmosérica, o ligeramente por encima, no senecesitaba un cuidado especial contra ugas, implosiones o cosas por el estilo en la preparación de las vasijas de vidrio. En verdad, el pri-mer artículo en New Scientist que reveló la existencia del láser llamóla atención acerca de la relativa simplicidad de las vasijas necesariasdándole como título “láser-contrachapado”.

Los electrodos (el “ánodo” positivo y el “cátodo” negativo) sonácilmente visibles, ya que recorren cada lado dentro del tubo. El diseño

de estos cambió considerablemente en la medida que el estado del artese desarrolló entre 1969 y 1979. Los modelos más tempranos ueronconocidos como láseres “ pin-bar ” debido a que un electrodo tomabala orma de una serie de alleres (pin) y el otro, la orma de una barraplena (bar). Dispositivos posteriores, tales como Jumbo, usaban en unlado láminas de metal ingeniosamente curvadas y en el otro, una placaplana o aleteada con una hilera de “cables disparadores” encima.

ocalizada, esta radiación puede vaporizar el hormigón o quemar la platade un espejo. Sin embargo, la parte crucial de esta historia no trata delo que pasa después que las moléculas de gas ceden su energía, sinode cómo estas moléculas son energizadas en primer lugar.

El láser tea usa dióxido de carbono (CO2) como medio emisor.Este es mezclado con ciertas cantidades de helio y nitrógeno. El gas semantiene en un vaso o un tubo de acrílico y se energiza pasando unadescarga eléctrica a través de él. Cuando un gas es energizado de estemodo, brilla. Un tubo de neón de marquesina, tal como el que se usa enlas señales de los negocios, es un tubo de gas de neón eléctricamenteenergizado. El color del brillo depende de la naturaleza del gas. El rojoes característico del neón mientras que los gases de los láseres tea producen un agradable brillo rosado/blancuzco/azulado.

Un láser estándar de gas se parece a un tubo de neón de una mar-quesina en que el gas encerrado se energiza pasando una corriente dealto voltaje a través de él, entre electrodos situados en cada extremo deltubo. Un láser se hace utilizando los gases y los voltajes apropiados ydisponiendo adecuadamente ventanas ópticas y espejos en las extremi-dades del tubo. Con tal disposición, sin embargo, una descarga brillante

 y uniorme solo puede obtenerse en láseres (y marquesinas) si el gasestá a una presión muy baja, una racción muy pequeña de la presiónatmosérica. En la medida que se aumenta la presión interna dentro deun tubo de este tipo, es más y más diícil “orzar” la electricidad a tra-

 vés del gas. Se requieren voltajes más y más elevados, y con presiones“altas” la corriente solo pasará a través de un camino estrecho y conun salto súbito. Esto es lo que vemos como una chispa, o una descargade “arco”, de la cual un relámpago es un ejemplo en gran escala. Pero

para un láser es necesaria una descarga brillante.La potencia de un láser de gas es proporcional al monto de gas que

puede energizarse, y el monto de gas en un contenedor de un tamañodado es proporcional a su presión. Es por esto que la potencia de losláseres de gas ue inicialmente limitada por la baja presión del mediodel láser que se necesitaba para una descarga de brillo. Es esta barrerala que el láser tea rompe. El láser tea usa gas a presión atmosérica.

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El sistema eléctrico de un dispositivo de este tipo incluye una “unidad depotencia” (“A” en la gura) capaz de acumular cerca de 60 mil voltios, lacual es usualmente un artículo “estándar”. La unidad de potencia carga un“condensador primario”, o varios (“B” en la gura). Estos son necesariospara liberar su carga a lo largo de dos electrodos una vez que están plena-mente cargados, y para este propósito se necesita un interruptor “espinte-rómetro” especial (“C”). Este es en sí mismo un pequeño tubo lleno de gasque puede hacerse para conducir electricidad creando una chispa dentro deél. Para desencadenar la descarga puede utilizarse una bujía ordinaria deauto, pero también se requiere un sistema de circuitos adicional (“D”).

El pulso de electricidad generado por los condensadores debe tener la“orma” correcta. Por ejemplo, debe surgir rápidamente y de manera soste-nida, y no tener demasiados saltos. El pulso se orma pasándolo a través deuna “inductancia” (“E”) y un “condensador secundario” (“F”). En láseres mássosticados una porción de la carga va a los cables disparadores a travésdel circuito “rc”, o “resistencia-condensador” (“G”). La gura representaun diagrama de circuito simplicado para uno de los láseres más sosti-cados.2 La sección transversal del electrodo superior en tales diseños estáormada por lo que es llamado un “perl Rogowski”. Diseños como este, quecomienzan su descarga con un pequeño pulso disparador entre los cablesdisparadores y el electrodo superior, son conocidos como láseres de “dobledescarga”. El pulso disparador es diseñado como para generar una pequeñaárea de “preionización” del gas que se encuentra dentro del tubo.

repLicación de Los Láseres tempranos:La transmisión deL conocimiento

En los primeros años de la década de 1970, cuando nadie había logradoque operasen exitosamente láseres de gas a presiones superiores a la

2 El costo del equipamiento puede estar entre 500 y 2.000 libras, undamental-mente para espejos y equipamiento auxiliar tal como osciloscopios y detectores que seencontrarán en cualquier laboratorio de láser.

Figur. Diagrama del circuito eléctrico del láser tea CO2

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haber resultado útiles para los centros menos avanzados nunca ueronrealizados, aunque su potencial uera comprendido (Collins, 1974). Unasegunda limitación producida por la competencia aectó los vínculosde comunicación que habían sido utilizados. En algunos casos, la ins-titución conocedora no ue completamente abierta con los miembrosde la institución que aprendía. Un cientíco inormaba de una visita aotro laboratorio de esta manera:

Me mostraron en líneas generales a lo que se parecía, pero no me mos-

traron nada acerca de cómo se las arreglaron para dañar los espejos. No

tuve un desaire, pero ueron muy cautelosos.

Una táctica más sutil que se utilizó ue la de contestar preguntas, perono dar inormación de manera voluntaria. Esto mantiene la aparienciade apertura mientras se retienen otros importantes elementos de inor-mación; su signicación no se le ocurrirá al que pregunta. Un cientícolo dijo del siguiente modo:

Si alguien viene aquí a mirar el láser, la actitud normal es contestar sus

preguntas, pero... si bien está en nuestro interés contestar preguntas en

un intercambio de inormación, no entregamos nuestra libertad.

Otro remarcó sucintamente:

Digamos que siempre dije la verdad, nada más que la verdad, pero no

toda la verdad.

Las limitaciones más signicativas, en lo que respecta a este libro, ope-raban allí donde no había un intento consciente por ocultar inorma-ción. El primer punto es que ningún cientíco tenía éxito en construir un láser utilizando solo inormación hallada en publicaciones u otrasuentes escritas. De tal modo, cada cientíco que se las ingeniaba paracopiar el láser obtenía un componente crucial del conocimiento reque-rido a partir del contacto personal y la discusión.

mitad de una atmósera, un laboratorio de investigación para la deensacanadiense, al que llamaré “Origen”, anunció el láser tea. De hecho, eldispositivo había sido operado por primera vez a comienzos de 1968, yen otoño de ese año se había construido una versión más sosticada;pero ambas generaciones de láseres ueron clasicadas como secretasdurante dos años.

En 1971 y en 1972 decidí hablar con cientícos que estuvierantratando de construir copias del dispositivo en Gran Bretaña, y descubrir qué hicieron a n de replicar el hallazgo experimental original. 3 En el

 verano de 1971 ubiqué siete laboratorios británicos que habían construido

o estaban por construir láserestea

; visité seis de ellos.

4

Esto ue dieciochomeses después que llegaron desde Origen las primeras noticias del dispo-sitivo. En otoño de 1972 visité los cinco laboratorios norteamericanos quehabían estado involucrados en la transerencia de conocimiento acercade la construcción de los láseres a localidades británicas.

Los siete laboratorios británicos comprendían dos laboratoriosdel gobierno y cinco departamentos universitarios de ísica o de ísi-ca aplicada. Los cinco laboratorios norteamericanos comprendían doslaboratorios del gobierno (ambos canadienses), un departamento uni-

 versitario estadounidense y dos laboratorios de investigación separadosque pertenecían a la misma rma estadounidense.

Encontré que la transmisión de la habilidad para construir unláser tea no era un asunto directo. El fujo de conocimiento entre loslaboratorios estaba restringido por un conjunto de vías. Había ciertasrestricciones que emergieron de lo que pareció ser una competencia en-tre laboratorios, que son de interés pero de poca signicación para esteestudio. De tal modo muchos vínculos de comunicación que podrían

3 En 1971, en el comienzo de estos estudios sobre láseres, el proyecto no ue pre- visto como un estudio acerca de la replicación sino de la transerencia de conocimiento.Para una discusión más extensa véase el apéndice metodológico.

4 Los laboratorios ueron hallados por medio de la técnica de bola de nieve:pregunté en cada lugar por los nombres de otros hacedores de láseres tea. Estos labo-ratorios ueron visitados y uno o más de los cientícos involucrados centralmente en laconstrucción del láser ueron entrevistados en cada lugar.

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es usualmente bastante incapaz de describir la dinámica del equilibrioinvolucrada. ¿Uno gira el manubrio a la derecha cuando siente que seestá cayendo hacia la derecha? ¿O es que uno cambia el peso de lugar cuando siente que se aproxima el desequilibrio? El ciclista simplementeno lo sabe. Todo lo que hace el ciclista es “montar una bicicleta”. Laexperiencia de montar raramente involucra la anticipación de una caídainminente que deba ser evitada por un acto deliberado de equilibrio(excepto, tal vez, a velocidades muy bajas). Incluso el proceso de apren-dizaje inicial no parece beneciarse de intentos de articular verbalmentelo que se requiere para estar en equilibrio. Es cuestión de intentar una y

otra vez hasta que la destreza, sea lo que sea, haya sido dominada.El conocimiento tácito encuentra usualmente su aplicación en es-cenarios prácticos tales como montar bicicletas u otras ocupaciones querequieren “destreza”. Sin embargo, es igualmente aplicable a actividadesmentales. De tal modo, para retornar a un ejemplo anterior, el miembrode un grupo social que posee la destreza para continuar la secuencia “2,4, 6, 8” con “10, 12, 14, 16” de manera habitual, sin pensar siquiera enello, también posee algo de lo que carece el extranjero a nuestra cultura

 y el recién nacido. Esto a veces es reerido como “habilidad social” peropodemos llamarlo conocimiento tácito sin orzar demasiado el término.Constituye el undamento sobre el cual reposa el aprendizaje ormal. Sise me enseñan nuevas manipulaciones algebraicas en la escuela, y elproesor me dice que continúe del mismo modo la próxima vez, puedodecir que es mi conocimiento tácito lo que me dice qué cuenta comoinstancia próxima del mismo problema, así como lo que signica pro-ceder del mismo modo. (Recuérdese la ambigüedad undamental de unainstrucción de ese tipo tal como se discutió en el capítulo uno).5

5 Polanyi escribe lo siguiente acerca del conocimiento tácito:

La ciencia opera por medio de la destreza del cientíco y es a través del ejerciciode su habilidad que orma su conocimiento cientíco.

[...] El objetivo de una realización habilidosa es obtenido por el cumpli-miento de un conjunto de reglas que no son conocidas como tales por laspersonas que las siguen.

Un segundo punto es que ningún cientíco tuvo éxito en la cons-trucción de un láser tea si su inormante era un “hombre medio” que nohabía construido un dispositivo él mismo. El tercer punto es que aunqueel inormante hubiera construido un dispositivo exitoso, y aunque lainormación fuyera libremente hasta donde pudiera verse, el aprendizsería incapaz de tener éxito sin un extenso período de contacto con elinormante y, en algunos casos, tampoco habría tenido éxito en ningúncaso. El contacto extendido pudo venir a través del intercambio de

 visitas del personal de laboratorio, la cooperación regular, o una seriede visitas y llamadas teleónicas. Típicamente una visita al laboratorio

era seguida por un intento de construir un láser que no uncionaba,por lo que se producía otra visita. Y si el éxito todavía no se lograbapodía producirse una llamada teleónica, o tal vez varias. En al menosun caso, incluso este tipo de secuencia resultó en un racaso, y el la-boratorio no exitoso eventualmente abandonó su intento de construir un dispositivo.

En denitiva, el fujo de conocimiento ue tal que, primero, circulóúnicamente donde había contacto personal con un practicante exito-so; segundo, su pasaje ue invisible de modo tal que los cientícos nosabían si poseían la pericia relevante para construir un láser hasta quelo intentaban; y, tercero, era tan caprichoso, que relaciones similaresentre maestro y aprendiz podían o no resultar en la transerencia deconocimiento. Estas características del fujo de conocimiento tienensentido si un componente crucial en la habilidad para construir un láser está constituido por el “conocimiento tácito”.

Conocimieno ácio

Conocimiento tácito es el nombre dado por Michael Polanyi (1958,1967) a nuestra habilidad para poner en práctica destrezas sin ser ca-paces de articular cómo lo hacemos. El ejemplo estándar es la destrezapara montar una bicicleta. Ningún cúmulo de lecturas y de estudiosen la ísica y la dinámica de la bicicleta permitirá que un novato suba

 y conduzca de manera inmediata. Por otro lado, el ciclista habilidoso

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intenciones del programador –lo llamaré el modelo algorítmico. El otromodelo considera el conocimiento como si uera, o al menos estuvierabasado en un conjunto de habilidades sociales. Es lo que el niño o elextranjero deben conocer antes de comprender lo que signica conti-nuar del “mismo modo”, aun si el mismo modo es lo que se requiere enuna esta, o lo que se requiere de un mecanógrao o de un miembro dela comunidad de ísicos, matemáticos, parapsicólogos o constructoresde láser. A esto lo llamo el modelo endoculturacional.

Si un componente crucial de la habilidad para la construcción deun láser es el conocimiento tácito, entonces no debería sorprender que

la inormación escrita resultara una uente inadecuada. Asimismo, unono esperaría que un “hombre promedio”, que no hubiera dominado lahabilidad por sí mismo, estuviera en condiciones de trasmitirlo. Másaún, dado que la habilidad para construir láseres, tal como la habilidadpara montar bicicletas, es invisible en su transmisión y en su pose-sión, los cientícos que pensaban que sabían cómo construir el láser descubrieron que no lo sabían. Esto no es más sorprendente que si unexperto en dinámica que no ha montado bicicletas antes se cayera alhacerlo. Finalmente, no debería sorprender que la transmisión de lahabilidad no esté determinada completamente por la cantidad de con-tactos personales entre los cientícos; después de todo, como en otrashabilidades, un entrenamiento prolongado no garantiza el dominio dela técnica. Todas estas son consecuencias previsibles del modelo endo-culturacional de aprendizaje y comunicación; en cambio, no derivandel modelo algorítmico.

Dos modelos de prendizje

Esta discusión sugiere dos modelos de aprendizaje. Un modelo descansasobre la noción del conocimiento como un conjunto de instruccionesormales, o trozos de “inormación”, acerca de qué hacer en una varie-dad de circunstancias. Este modelo ve el conocimiento como un tipode inormación que permite que una computadora lleve a cabo las

[...] De mi interrogación a ísicos, ingenieros y abricantes de bicicletas,he llegado a la conclusión que el principio por el cual el ciclista mantiene suequilibrio no es por lo general conocido. [Y mucho más.]

Un arte que no puede ser especicado en detalle, no puede ser trasmitidopor prescripción, dado que no existe una prescripción para su existencia. Puedeser transmitido sólo por el ejemplo de un maestro a un aprendiz. Esto restringeel rango de la diusión al de los contactos personales (1958, pp. 52-53).

Existe algún peligro en identicar completamente las ideas de Wittgenstein y las ideasenomenológicas con el conocimiento tácito de Polanyi, aunque el término es útil y lasconsecuencias son similares. La ormulación puede ser engañosa porque tiende a sugerir que la única razón por la cual el conocimiento no puede ser ormalizado es que hayalgo escondido. Parece sugerirse que el conocimiento tácito puede ser convertido eninormación; solo el tiempo y la ignorancia nos impiden hacerlo. Si bien es cierto queel desarrollo de la ciencia parece involucrar un grado de explicación de lo que alguna

 vez ue vagamente aprehendido, el modelo subyacente, debe recordarse, es la “orma de vida” y es incorrecto pensar que puede ser eliminado si se pone en la tarea la sucientedeterminación.

Un segundo peligro es que Polanyi parece tomar la idea de conocimiento tácitomucho más allá de lo que nosotros quisiéramos. Por ejemplo, él cree que las solucionesa los problemas cientícos son de algún modo anticipadas por los cientícos en virtudde su conocimiento tácito. Puede haber alguna verdad en esto, evidente en el modo enque resolvemos problemas de ajedrez y cosas semejantes, en virtud de nuestra habilidadpara comprender más del contexto de un problema de lo que podemos articular, pero la

ormulación de Polanyi parece sugerir aun más (por ejemplo, véase 1966, pp. 21-22).La razón para continuar usando el término conocimiento tácito, a pesar de sus

connotaciones indeseables, es que no hay otro modo de reerirse a lo que conocemos en virtud de nuestra participación en una orma de vida, ni tampoco a lo que se aprendecuando uno cambia de ser no participante a ser participante. El modelo wittgensteniano,así como el modelo enomenológico, está ambientado en un mundo que no cambia, queno evoluciona (véase el capítulo 1).

Ravetz (1971) se apoya en Polanyi para enatizar los aspectos del trabajo cientícoque se vinculan con la habilidad. Describe la actividad cientíca como algo que tiene un

carácter “peculiar” como “un tipo especial de destreza que opera en objetos construidosintelectualmente” (p. 146). Esto lo lleva a enatizar los componentes que tienen que ver con la habilidad en el método cientíco, la universalidad de los escollos, la naturalezacarente de certezas que poseen los criterios de adecuación en las armaciones cientí-cas, y la naturaleza interpersonal de algunos de los componentes de la comunicacióncientíca.

La dicultad es que la determinación de Ravetz en tratar los hallazgos de laciencia como “objetivos” tiende a oscurecer la signicación sociológica de su trabajoerudito. Su argumento es calicado recuentemente de modos sorprendentes y al parecer inconsistentes (por ejemplo, véanse pp. 178 y 147).

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aproximados a partir de moldes y una operación de ajuste, mientras queun laboratorio norteamericano había utilizado sencillamente trozos dealuminio como barandas, ambos con éxito completo. ¡El carácter capri-choso del fujo de conocimientos es obvio, dado que incluso aquellosque tuvieron éxito en la construcción de un láser y en hacerlo uncionar no lo comprendían completamente!

L a construcción de Láseres entre 1974 y 1979

Lo que sigue es un examen mucho más detallado de los intentos de uncientíco por reproducir otro láser. A comienzos de 1974, un ísico yexperto en óptica no lineal, el doctor Bob Harrison (por entonces en laUniversidad de Bath), emprendió la construcción de un láser  tea deltipo de doble descarga. Harrison había tenido experiencia previa tra-bajando con un láser de este tipo y poseía excelentes contactos con ungran laboratorio donde se usaban regularmente dispositivos similares.

 Visitaba ese laboratorio de manera habitual. Pude persuadirlo para quemantuviera un diario de su trabajo y visité regularmente su laboratorio,ayudándolo a trabajar con el láser.

Finalmente Harrison se trasladó a otra universidad, llevando conél su láser en uncionamiento (apodado Jumbo). En los años 1978-1979construyó una copia prácticamente idéntica de Jumbo y pude estar pre-sente desde el primer ensayo hasta casi el momento en que el dispositivouncionó, ayudándolo en la última y crucial sesión de desarrollo. Laúltima parte de este capítulo está ormada por una descripción de estastransormaciones en la orma de trabajo.

Fbricr Jumbo

 A pesar de la experiencia y los excelentes contactos de Harrison, letomó seis meses desde la reunión de las partes hasta la resolución nalde las allas para hacer que Jumbo uncionara. Hubo algunos retrasosexternos incontrolables, tales como los involucrados en el retorno y la

Que existía un componente tácito en el conocimiento de los cons-tructores de los láseres tea era evidente para algunos constructores. Deeste modo la invención y el estado del conocimiento concerniente alláser de “doble descarga” en 1972 ue descrito del siguiente modo por su inventor:

En primer lugar, teníamos hileras de aletas en vez de clavijas, pero esto

no uncionó demasiado bien. Pensamos que podía deberse a que la uni-

ormidad del campo era demasiado grande, así que pusimos una hilera

de cables disparadores cerca de las aletas, de modo tal que perturbaran

la uniormidad del campo. Después comenzamos a descubrir cosas. Me- joró la descarga, pero había demoras involucradas. Denitivamente tra-

bajaban de un modo distinto a los motivos que considerábamos cuando

lo hicimos inicialmente [...]

Incluso hoy no hay una idea clara acerca de qué hacer para que

esta cosa trabaje de manera apropiada. Incluso ahora estamos descu-

briendo cosas que son desconocidas acerca de cómo controlar la ejecu-

ción de estos dispositivos [...]

Tengo cuatro teorías [acerca de cómo uncionan] que se contra-

dicen entre sí [...] La parte crucial [para que el dispositivo uncione]

se encuentra en los arreglos mecánicos y en el modo en que colocas

todas las cosas integradas entre sí. En las características eléctricas de

las estructuras mecánicas [...] Este es todo el arte secreto que conlleva la

construcción de transmisores de radar.

Nuevamente, la cualidad equívoca de algunas de las inormacionesormales disponibles en 1972 puede verse en las creencias y las acciones

de dierentes laboratorios en lo que hace a la orma apropiada de loselectrodos: un laboratorio uente proveía inormación bajo la orma deun conjunto de ecuaciones para los así llamados “perles Rogowski”,

 junto con la impresión de que la tolerancia del mecanizado debía ser pequeña. Otro laboratorio encontró insuperables las dicultades invo-lucradas en las construcciones de los electrodos. Al mismo tiempo otrolaboratorio británico había producido las conguraciones en términos

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arcos ocurrían entre dierentes “tierras” ¡que deberían haber estado conel mismo voltaje: cero!

Por ejemplo, se podía ver que la conexión a tierra del condensador podía

tal vez estar tocando su carcasa, la cual por supuesto debía estar a tierra,

pero igual había una descarga entre el conductor a tierra y la carcasa

del condensador.

H también encontró descargas de arco entre componentes separadospor mucho más que un centímetro por cada 30.000 voltios –la “regla

general” de la distancia. H sabía que esto podía explicarse si los com-ponentes tenían puntos aguzados, dando origen a “emisiones de campooscuro”, que eventualmente podían colapsar súbitamente cuando el

 voltaje alcanzaba la suciente altura. Las emisiones de campo oscuropreparan el camino para las descargas de arco preionizando el aire.

Descuidas este punto porque es un tema que se ha mantenido desde

hace cien años y todavía es bastante diícil de comprender, excepto bajo

condiciones ísicas controladas donde, digamos, tienes dos supercies

planas y tal vez un punto. Pero donde tienes unas pocas curvas y los,

 y tú no estás verdaderamente observando, cualquier cosa puede pasar...

pero recuerda cuando tuvimos esa descarga verdaderamente enorme,

que partió de un cable de alta tensión a la tierra, y esto simplemente

no tenía sentido racionalmente debido a que había un maldito pie de

distancia entre ellos, o algo ridículo, ¡y parecía como si el arco uera a

saltar a madera!

H resolvió estos problemas del modo más pragmático: allí donde secreaba una descarga de tierra a tierra aislaba el componente con lámi-nas de polietileno y cuando había una descarga entre un componentede alta tensión y tierra, cubría cada punto y borde con botellas depolietileno cortadas. Yo ayudé en este proceso de disparar los conden-sadores, localizar las devastadoramente ruidosas y brillantes descar-gas, aislando, disparando de nuevo, aislando de nuevo, y así en más.

reparación de partes manuacturadas alladas y las reparaciones de untecho del laboratorio que ltraba. Sin embargo una gran parte deltiempo se usó en “depurar” el dispositivo o, como preeriría decir, endesarrollar las habilidades tácitas relevantes. Un inorme completo dela construcción de Jumbo ha sido publicado en otro lugar (Collins yHarrison, 1975) y solo contaré la parte del trabajo que tiene que ver con la tesis principal de este libro.

Jumbo tenía partes en común con los láseres con los que Harrisonhabía trabajado antes. De hecho, la cavidad del láser y uno de los elec-trodos ueron provistos por el laboratorio con el que Harrison tenía

contactos. La intención era que la única dierencia entre el diseño deJumbo y los modelos uera que el diseño de los componentes eléctricosde Jumbo uera algo más ordenado, dado que Harrison quería que todala unidad uera ácilmente portátil. De tal modo, los componentes dealto voltaje ueron dispuestos sobre un carrito movible dentro de lamisma cavidad del láser. Harrison (de ahora en adelante “H”) describióde esta manera el principio general del diseño:

[...] con material de alto voltaje, manteniendo todo bien separado [...]

me vi creando órdenes –a presión atmosérica la irrupción en el aire

es de 30KV por centímetro– más un tipo de sentimiento intuitivo.

Pero elaborar eso es un asunto diícil –¿es la irrupción entre dos

supercies planas o dos puntos?– por lo que en verdad las distancias

 verdaderas son mucho más grandes de lo que implicaría esta regla

general [...] Me aseguré de tener un actor de seguridad del 500 o

1.000% [...] Simplemente mantiene las cosas bien espaciadas –¿quién

necesita problemas?

Descrgs de rco enre componenes

El primer conjunto de problemas que se encontró ue arreglárselas condescargas de arco (enormes chispas de alrededor de 60.000 voltios) entrelos diversos componentes eléctricos en el carrito. En particular algunos

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[...] bastante desesperado, pensé: “¿A dónde demonios puedo ir a partir 

de ahora?” Llamé a “D” [el principal contacto de H] y él dijo “es una

broma”. Surgen enormes problemas al tratar de hacerla [la técnica de la

bobina de prueba] [...] Aunque había llamado antes al maldito y me dijo

cómo hacerlo y no me había dicho que era una cosa casi imposible de

hacer. Estoy seguro de ello –por lo que hice el intento y no pude creer 

las cosas que estaba obteniendo.

H entonces decidió visitar el laboratorio con el que tenía contacto.

Conducores y ubos

Estaba entonces en una situación tal que “bueno, ¿qué haré con el mal-

dito láser? Está ormando arcos y no puedo [monitorear el pulso de

descarga] por lo que pensándolo bien, hagamos un viaje [al laboratorio

de contacto] y asegurémonos de que las características simples como

la extensión de los cables, los tubos de vidrio [que son parte de los

electrodos más bajos del láser] se vean bien. Si están denitivamente

equivocados, corrijámoslos”.

H sabía que los cables de los condensadores a los electrodos debían ser cortos y los tubos de vidrio, planos, pero no había dado a estos temasninguna consideración cuantitativa. Sobre el diseño y la construcciónde su láser remarcó que:

[...] debía soportar Dios sabe cuántas libras de condensadores, sabía que de-

bían estar cercanos, pero no [me había ocupado en pensar demasiado seria-

mente] cuán cercanos, por lo que los puse lo más cerca que pudiera siempre

que estuvieran conortablemente en una posición vertical adecuada para su

localización: de tal modo era conveniente –sabía que debían estar cerca, al

mismo tiempo no queríamos perder el tiempo con demasiada estructura [...]

Esos cables tenían cerca de ocho pulgadas de extensión en el láser talcomo se construyó inicialmente, lo que, como H remarcaba, era “corto

Finalmente, H debió cubrir la mayoría de los componentes con láminasde polietileno.

H discutió con un colega las descargas tierra-a-tierra, y coincidie-ron en que se trataba probablemente de un enómeno asociado con las“corrientes transitorias”; estas pueden surgir de dierencias de potencialentre conductores comunes, donde el tiempo de incremento de un pulsode corriente es muy rápido.

Es evidencia intuitiva –“cuídate, hijo mío, de cosas cortas y de alta ten-

sión, se pueden meter cosas transitorias y otras cosas raras”. Es un boca

a boca. Es una tecnología que evolucionó, la gente sin una verdaderacalicación plena te da algunas pautas y dice, “bueno, esto es lo espe-

rable”[...] [La hipótesis de las corrientes transitorias] se probó que era

razonable, pero verdaderamente solo razonable, debido a que no había

otra razón plausible.

Bobin de prueb

Cuando este programa de aislamiento por ensayo y error tuvo nalmenteéxito, H encontró problemas dentro de la cavidad del láser propiamentedicha. No podía alcanzar la descarga brillante deseada, solo chispas yarcos. Después de ensayar con dierentes distancias entre electrodos con-cluyó que el perl del pulso (véase atrás) debía estar equivocado. Por talmotivo, decidió monitorear la orma del pulso de descarga usando unatécnica que había adquirido antes. Esto involucró probar en el área deuno de los cables de alta tensión con una pequeña bobina inductiva mo-nitoreada por un osciloscopio. H pronto descubrió que su bobina recogíatanto ruido de radiorecuencia del láser que la inormación sobre la ormadel pulso estaba totalmente enmascarada. Pasó algún tiempo moviendo labobina de prueba, blindando los cables, utilizando una caja de Faradayen el osciloscopio, y así en más; nalmente debió abandonarlo, dado queninguna de estas precauciones pudo reducir sucientemente el ruido. Eneste punto H remarcó que estaba:

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Mrcs en el ánodo

Entonces H llamó a su laboratorio de contacto para obtener consejosobre otro problema molesto que tenía que ver con el espinterómetro.

 Aprovechó para señalar que las descargas de arcos entre los electro-dos estaban marcando el ánodo; sabía que otros sistemas de láser tea dejaban marcas en los electrodos, y no estaba nada sorprendido enencontrar ese eecto en su ánodo, por lo que añadió su comentario alpasar. Sin embargo, esto produjo que el encargado de los experimen-tos sugiriera que H chequeara la polaridad de su uente de energía; el

encargado había visto marcas en el ánodo en una ocasión en la que loselectrodos estaban accidentalmente conectados del modo equivocado.H no desechó completamente esta posibilidad, aunque la con-

sideró bastante improbable; sin embargo, un rápido chequeo con unmedidor mostró que de hecho su unidad de potencia estaba entregando+60.000 voltios en vez de –60.000 voltios. Al reordenar las conexionesde los electrodos y solucionar algunos problemas menores con las chis-pas, H descubrió que era al n capaz de obtener la descarga brillanteen la cavidad del láser.

H remarcó que si no hubiera sido por una aortunada conversaciónteleónica habría continuado ciertamente perdiendo tiempo y esuerzoen vericar callejones sin salida, hasta que tal vez otro evento ortuito lohiciera darse cuenta del elemental error de la reversión de la polaridad.

Este relato conrma los hallazgos de los estudios sobre red en rela-ción con la naturaleza de la comunicación de la habilidad para construir los láseres tea. Es diícil explicar los problemas de H por reerencia acualquier décit en sus uentes de inormación. Su laboratorio inormanteera un lugar donde había trabajado; es más, había trabajado allí en lasetapas iniciales del diseño mismo del láser que estaba ahora construyen-do. Mantenía una consulta constante con el laboratorio, ya que lo visitabacon regularidad. Y lejos de ser competitivo o tener una actitud de secreto,su uente le había prestado equipos por alrededor de 1.500 libras paraayudarlo a construir el láser. Sin embargo, la transerencia deliberada delconocimiento requerido resultó ser extremadamente diícil.

según cualquier estándar”. Viendo los tubos de vidrio, H sabía que de-bían ser planos desde sus primeros días. Dice:

De hecho tenía por esos días comunicación con un tipo en Livermore,

que estaba trabajando aquí, no en los láseres tea, pero que conocía a

algunas personas que sí lo estaban, y me envió alguna inormación. En

ese momento […] no sabíamos cuán planos debían ser, aunque sabíamos

que debían ser planos, y me escribió dándome todos esos valores, y

la implicación era que debían ser increíblemente planos. Entonces eso

estaba siempre en nuestra mente –conseguir que las cosas sean lo más

planas posibles. Ese era realmente el criterio todo el tiempo.

Cuando H volvió al laboratorio que uncionaba como uente, advir-tió cosas que no había “visto” antes. Descubrió que los cables de loscondensadores eran considerablemente más cortos que los suyos, yque “no había límite a lo corto que debían ser, solo que ueran lo máscortos posibles”; eso había implicado que los cientícos invirtieran suscondensadores para reducir la extensión de los cables. H no se habíaenterado antes de ello. Como decía, no había razón por la que debie-ra construir uno exactamente igual al del laboratorio que uncionabacomo uente, hasta el punto de la posición detallada de los componenteselectrónicos.

 A partir del retorno, H desarmó el electrodo inerior para chequear los tubos de vidrio, que había visto que eran verdaderamente muyplanos en el modelo en uncionamiento. Encontró que sus tubos no seajustaban al electrodo inerior de manera apropiada: eran demasiadolargos, y por lo tanto no se mantenían apropiadamente en sus cavida-des. Después de algún problema se las arregló para ajustar tubos máschatos en el electrodo inerior y para tener los condensadores montadosal revés, de modo que los cables ueran aun más cortos.

Cuando el láser ue montado de nuevo, H lo probó y halló queaún se estaban ormando arcos entre los electrodos. Todas estas modi-caciones no habían resuelto el problema básico.

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El relato que hago aquí es muy inusual desde el punto de vista dela perspectiva de la transerencia de conocimiento. H ya había cons-truido a Jumbo, por lo que la relación entre el maestro y el aprendizera una de identidad; ambos eran Bob Harrison. ¡Ciertamente no habíaentonces décit en las uentes de inormación! El otro rasgo inusuales que H tenía un láser en uncionamiento –Jumbo– al lado del queestaba construyendo. Jumbo había uncionado conablemente durante

 varios años en el nuevo laboratorio de H. De tal modo, se podían hacer comparaciones inmediatas entre el dispositivo viejo y el nuevo, y sepodían intercambiar ácilmente partes entre los dos.

Finalmente, y esto hace una vez más que el marco sea particular-mente pertinente a la tesis de este libro, H intentó hacer que el nuevoláser uera lo más semejante a Jumbo que uera posible. La única di-erencia que H quiso crear en el nuevo láser ue producir una tasa derepetición más alta para sus pulsos de energía. Jumbo podía producir un pulso cada seis segundos pero el nuevo láser debía producir un pulsocada dos segundos. Esta dierencia debía ser eectuada por medio decambios en unidades “estándar”.

El lector debería ahora volver a la explicación del láser y el diagra-ma de circuito simplicado dado en la gura. Los componentes princi-pales en Jumbo y el nuevo láser eran todos objetos grandes, visibles ydierenciados; su tamaño y separación ueron necesarios por los verdade-ramente altos voltajes que se estaban usando (hasta 60.000 voltios). Todoslos componentes, excepto el condensador secundario, ueron instaladosen una caja de metal de cerca de seis pies de largo y cuatro pies cuadradossobre los cuales descansaba la cavidad del láser y el contenedor de gas. Elcondensador secundario estaba localizado a lo largo de la caja del láser de modo que los cables que lo conectaban con los principales electrodosdel láser pudieran ser lo más cortos posibles.

El láser en sí mismo, marcado por el cuadrado punteado en laderecha del diagrama del circuito, es una caja de acrílico de cerca decinco pies de largo y un pie cuadrado de sección con salida y entrada degas. El electrodo superior era una barra de aluminio de cerca de cuatropies de largo, seis pulgadas de ancho y media pulgada de proundidad,

Es claro que hubo largos períodos en los que, a pesar de no haber te-nido la habilidad para construir láseres, H no sabía que no la tenía exceptopor el hecho de que el láser no uncionaba. Durante esos momentos espera-ba que Jumbo uncionara, pero no lo hacía. Al nal, una pieza crucial delconocimiento pareció ser transerida solo accidentalmente. Algunas vecesestos allos en la comunicación parecen ser simplemente un problema depoca comprensión de los parámetros del láser –cuán largos eran los cables,cuán chatos eran los tubos de vidrio– y a veces pareció que H estaba sim-plemente cometiendo errores –inversión de la polaridad. Hay pocas dudasde que H se sentía un poco tonto porque el láser había allado debido a un

error tan elemental, y aun así, como dijo en su momento, probablementela mayoría de las otras cosas debían ser puestas en condiciones de todosmodos, por lo que se perdió poco tiempo en la inversión de la polaridadexclusivamente. Sin embargo, como veremos, ser “conocedor después delhecho” es un sentimiento casi inevitable en el trabajo cientíco.

L a construcción deL Láser de heriot-w att

Bob Harrison comenzó a construir su segundo láser  tea en laUniversidad de Heriot-Watt, en Edimburgo, a mediados de 1978; estu-

 vo listo para hacer la prueba de uego por primera vez a las 12:10 p.m.del 15 de marzo de 1979. Yo pude estar presente en Heriot-Watt el 15

 y 16 de marzo; este resultó ser el período completo entre la primeraprueba del láser y el momento de su operación exitosa, con excepciónde las dos últimas horas de trabajo. Estas ueron llevadas a cabo enla mañana del 20 de marzo. Bob Harrison me dio un inorme de esasdos horas por teléono el mismo lunes por la tarde.

El material presentado aquí proviene entonces de una discusiónteleónica inicial en enero de 1979, dos días pasados en el laboratoriodel láser en Heriot-Watt grabando y anotando discusiones en la maña-na del 16 de marzo, y notas hechas de una conversación teleónica el20 de marzo. Durante el 15 y el 16 de marzo estuve en condiciones departicipar e hice ocasionalmente algunas sugerencias útiles.

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el espinterómetro era mucho más pequeño, y la unidad de potencia eradierente tal como lo era la uente de energía del espinterómetro con sutransormador. La caja de acrílico del láser era idéntica a la de Jumbo,

 y ambas habían sido provistas por el laboratorio de contacto, con elcual había mantenido buenas relaciones.

Similiudes y dierencis

Cuando ingresé a Heriot-Watt a las 10:30 del 15 de marzo comenté estassimilitudes y dierencias con Bob Harrison. El punto era determinar qué

contaba como dierencia para H y qué podía tomarse en cuenta a partir de entonces para explicar la alla del láser. Notamos que el espacio entrelos electrodos era el mismo en ambos láseres hasta la racción de unmilímetro. Observamos que en el nuevo láser los cables de tungstenoque emergían de las barras de vidrio se habían desprendido, dejandosolo cabos muy pequeños que habían sido conectados a su cable deensamblado con un pegamento conductor de electricidad; en Jumbo loscables estaban atornillados en un bloque conector de latón. H notó queno estaba seguro si el nuevo método uncionaría pero que debía hacerlo.Otro cambio era que las barras de vidrio en el nuevo láser estaban soste-nidas en su lugar por bandas elásticas más que con una pinza de acrílico.Parecía improbable que esto aectase su uncionamiento. Las conexionesa los electrodos también eran distintas, con solo una conexión a cadaelectrodo en el nuevo láser, pero cuatro para cada uno en Jumbo.

H comentó:

[...] de tal modo, nuevamente eso podía ser ligeramente distinto, debido

a que todavía no sabemos si es importante que hagas una sola conexión

o si tratas de distribuir la carga a través de todo el electrodo.

H remarcó que los nuevos condensadores, aunque eran más chicos, pro-bablemente trabajarían mejor. Sin embargo, también remarcó que era“muy receloso” del nuevo espinterómetro, realmente muy pequeño, y nopensaba que uera a uncionar. Señaló que el complejo espinterómetro

maquinado a un “perl Rogowski”. El electrodo inerior era de la mismaextensión pero alrededor de una pulgada más angosto y tenía ochoproundos surcos maquinados en su supercie superior corriendo a lolargo del electrodo. En estos surcos se apoyaban ocho tubos de vidrio,que contenían “cables disparadores” (marcados en el diagrama de cir-cuito como guiones sobre el electrodo inerior). El electrodo superior podía ajustarse hasta estar exactamente paralelo con el inerior. Hastael momento, el nuevo láser era el mismo que Jumbo, excepto que en elprimero había dos condensadores secundarios a cada lado, en vez deuno. Con mejoras en la tecnología de los condensadores puede caber 

en una sola unidad la misma capacitancia.El láser unciona del siguiente modo: la unidad de potencia cargael primer condensador hasta un potencial que está programado en undial –por ejemplo, 45.000 voltios. A una orden (lo que equivale a apre-tar el botón), el espinterómetro es disparado y el condensador primariocarga el condensador secundario a través de la inductancia. Este, a su

 vez, se supone que se descarga a lo largo de los electrodos del láser.Como se explicó previamente, se requiere una descarga uniorme

 y no la ormación de un arco. Para realizar esto, parte de la carga en elcondensador secundario alimenta los cables disparadores a través delcircuito resistencia-condensador (rc); esto debería atraer los electronesdel electrodo inerior, que “preioniza” el gas de la cavidad, acilitandoque la descarga principal sea uniorme. Bajo estas circunstancias lapreionización es visible como un tenue resplandor rosado justo encimadel electrodo inerior, y la descarga principal llena el espacio entre loselectrodos con una luz rosácea. El láser entonces hace un sonido comoun uerte “ping”. Una descarga de arco hace un relámpago cegador enun punto de la caja y un sonoro “crac”.

H construyó deliberadamente el nuevo láser de modo que se pare-ciera a Jumbo lo más posible en todos los elementos esenciales debidoa que quería pasar el menor tiempo posible en los detalles irrelevantes.Sin embargo, había comprado los componentes “estándar” más con-

 venientes actualmente disponibles. De tal modo, ambos condensadoresdel nuevo modelo eran mucho más chicos para la misma capacitancia,

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muerta debido a que altaba el cable que la conectaba con la red desuministro! Esto ue prontamente recticado. El primer ensayo apropia-do probó que el espinterómetro estaba disparando un destello visible,pero que no había signos de vida en la caja del láser, incluso cuandocerrábamos las puertas y apagábamos las luces. H probó el láser dedistintos modos, incrementando el voltaje cada vez hasta que hubo unruido en verdad muy uerte acompañado por la ormación de un arcoeléctrico en algún lugar de los componentes electrónicos.

H resumió los resultados de este primer grupo de ensayos:

¿Entonces, qué está mal?... El disparador unciona, el espinterómetroparece uncionar, la carga del primer condensador parece uncionar pero

no parece que alcance al segundo.

Un examen posterior de los circuitos reveló que ambos condensadoreshabían sido conectados al revés; estos nuevos condensadores teníanuna polaridad preerencial. H estaba ligeramente preocupado de que sehubieran dañado por haberse cargado incorrectamente.

  A las 12:30 probamos el láser de nuevo. Una vez más el es-pinterómetro se disparó pero no hubo descarga del láser. H probó elcondensador inerior descargándolo a tierra con un cable. Esto produjouna chispa satisactoria, mostrando que en verdad aún contenía carga.Luego probó todos los componentes electrónicos con un “avómetro”,un dispositivo que comprobaría que las resistencias y las conexionesueran las correctas. Haciendo un nuevo resumen, H remarcó que elespinterómetro parecía estar uncionando y que el voltaje indicado delcondensador estaba cayendo a la mitad de su valor anterior a la des-carga, lo cual se ajustaba al comportamiento de Jumbo.

El siguiente paso ue comprobar la polaridad del espinterómetro y probarlo con la polaridad invertida; ¡H no estaba seguro si la uentede potencia del disparador daba un impulso positivo o negativo, y losabricantes habían sido incapaces de decírselo!

Hacia las 13:15 la polaridad del espinterómetro había sido invertida y era momento de un nuevo ensayo. Se hizo una secuencia de pruebas

de Jumbo había sido reemplazado por una simple caja y un minúsculotransormador para convertir 350 voltios en 35.000.

Otra dierencia señalada por H era que el electrodo inerior delnuevo láser estaba hecho en dos partes que habían sido atornilladasentre sí, pero no pensaba que eso uera importante.

El electrodo inerior puede ser un poco preocupante debido a que está

compuesto por dos secciones –mira, puedes ver la unión– y debemos

 ver si eso producirá arcos eléctricos. Sospecho que no lo hará. Pienso

que estará bien.

Le pregunté cuán planos eran los tubos de vidrio, cosa que una vezhabía parecido ser un parámetro crucial en Jumbo, pero H no parecíaestar preocupado por ello. Finalmente comentó:

Todo lo demás es idéntico... y [humorísticamente] garantizo que la pri-

mera vez no uncionará.

Luego de algunas discusiones comprobamos el fujo de gas a travésdel láser. La caja estaba llena con una mezcla de ocho partes de helio,dos partes de dióxido de carbono y dos partes de nitrógeno. Debidoa que el aire causaría la ormación de arcos eléctricos, el gas debíaencenderse antes de cualquier prueba de modo que hubiera tenidotiempo de purgar todo el aire del sistema. H controló los valores delos cilindros de gas, mientras yo leía en voz alta los valores en unmedidor de fujo de la línea de gas atornillado en el costado de laestructura principal del láser.

L primer prueb

 A las 12:05, H umó un cigarrillo para prepararse antes de la primeraprueba del láser. Una pequeña multitud se había reunido para el en-cendido y se intercambiaron las bromas usuales propias de los nervios.¡Después del encendido se encontró que la unidad de potencia estaba

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16 de mrzo

Mientras íbamos hacia casa comenté a H que me había dado cuenta deque los cables disparadores en el nuevo láser eran de un calibre muchomás delgado que los de Jumbo. Él no se había dado cuenta, pero loconrmó la mañana siguiente.

El plan para el día siguiente era intercambiar uno por vez loscomponentes entre el nuevo láser y Jumbo. Cada componente del nuevoláser sería probado en Jumbo, y si Jumbo aún uncionaba, entonces laparte podría ser reemplazada en el nuevo láser con conanza.

La primer parte a ser intercambiada era el circuito rc. Después dealgún problema el circuito uncionó perectamente en Jumbo. A con-tinuación se pusieron en Jumbo los nuevos tubos de vidrio que conte-nían los cables disparadores. Antes de probarlos, H conaba que Jumbouncionaría con el nuevo conjunto, a pesar de su menor diámetro y eldistinto método de conexión. Estaba en lo correcto; Jumbo uncionó conlos nuevos cables disparadores, que ueron devueltos al nuevo láser.

 A continuación, dos de los cables que iban entre el condensador  y el electrodo superior ueron desconectados y se ensayó nuevamentecon Jumbo. Funcionó sin problemas, por lo que los tres cables su-plementarios ueron desconectados del electrodo inerior. NuevamenteJumbo uncionó perectamente. Parecía que el número de conexiones yla distribución de la carga no eran problemáticos, por lo que se supusoque las conexiones simples del nuevo láser serían adecuadas.

 Ahora estábamos agotando las cosas para probar. Habíamos pro-bado los componentes en la caja del láser –esto es, la conguración delas conexiones simples, y los cables disparadores– y habíamos probadoel circuito rc. Los nuevos condensadores eran mucho más pequeñospero similares, e incluso mejores de acuerdo a las especicaciones delos abricantes. Sin embargo, estábamos ahora considerando cambiar-los a Jumbo, pero esto resultó ser diícil debido a la discrepancia en eltamaño ísico de los dos grupos de condensadores y a que los cableseran verdaderamente cortos. Existían dicultades del mismo tipo parael dudoso intercambio de los electrodos ineriores.

con voltajes más y más altos. Al principio el espinterómetro disparaba,pero no pasaba nada más. H incrementó el voltaje aun más pero no pasónada en la cavidad del láser. Finalmente nos uimos a comer.

Más ensyos

Luego del almuerzo H me dejó trabajando con dos estudiantes gradua-dos. Lo primero que hicimos ue vericar las características de Jumbo.Encontramos que podíamos ver la preionización en Jumbo con voltajestan bajos como 30.000, mientras que en el nuevo dispositivo no ha-

bíamos visto nada hasta más de los 40.000 voltios. También probamosacercar los electrodos del nuevo láser entre sí, sin que se produjeraningún eecto. Luego desconectamos una terminal del condensador secundario, y conectándolo a tierra, generamos una chispa que probóque este condensador también estaba cargado cuando se disparó elespinterómetro.

La siguiente hipótesis era que el circuito de preionización noestaba trabajando de manera apropiada. Decidimos, por lo tanto, des-conectar el circuito de preionización en Jumbo, para ver qué pasabacuando el láser era inutilizado de ese modo. Encontramos que el Jumboinutilizado era completamente desactivado hasta al menos los 38.000

 voltios; esto era consistente con la hipótesis de que la preionizaciónestaba causando el problema en el nuevo láser.

Cuando H regresó, probamos disminuir el intervalo entre los elec-trodos aun más, pero el electrodo superior cayó de su encastre y sedescubrió que el intervalo mínimo que se podía obtener era de cercade cuatro centímetros. Los primeros ensayos con la conguración decuatro centímetros tampoco produjeron eecto. Nos esorzamos muchopara reducir la iluminación de manera que incluso el más pequeñoparpadeo uera visible pero no había nada para ver. Finalmente, conalguna rustración, H giró el voltaje al máximo. Hubo en los compo-nentes electrónicos un muy pero muy uerte “crac” proveniente de unarco y el mecanismo disparador explotó. Esto ue un poco deprimente,

 y se hicieron muy pocos progresos más ese día.

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1974; ¡Jumbo no había emitido un láser por otros seis meses! La cele-bración habría sido prematura, pero esa tarde insistimos en el trabajopor otra hora con un optimismo creciente. Probamos cambiando lamezcla de gas y cambiando la separación de los electrodos, pero no sepudo obtener más que ormación de arcos.

En un punto noté que el ánodo del nuevo láser estaba muy marca-do por las descargas de chispas. Lo señalé, pero H le negó importancia.¡Parecía ahora que las marcas en el ánodo eran una parte normal de laoperación de estos láseres, con lo cual lo que una vez había sido una“clave vital”, era ahora un trozo de inormación errónea!

Finalmente dejamos el laboratorio cerca de las 18:30 y uimoshasta la casa de H, donde pensó cosas que podían ser probadas en lamañana del lunes. Probaría el valor de la inductancia y podría pro-bar intercambiar los condensadores, aunque esta era una tarea diícil.También podía probar controlar la extensión de los cables aun allí dondela inductancia de los mismos no podía aectar de manera imaginable elrendimiento del láser. Yo me había dado cuenta de otra dierencia entrelos dos láseres que decidí no mencionar. Era que el electrodo inerior delnuevo láser era alrededor del doble de ancho que el de Jumbo. A partede la construcción en dos piezas, H describió los dos electrodos comoidénticos, pero yo pensé que eran dierentes. H resumió los undamentos

 y las conclusiones de dos días de trabajo del siguiente modo:

La razón que está por detrás de la duplicación de un sistema Jumbo era

que yo quería láseres lo más pronto posible, láseres de alta potencia en

condiciones de seguir con un montón de investigación que habíamos

probado hacer con un láser y la duplicación de Jumbo era sin duda la

aproximación correcta [...]

El hecho de que hemos tenido dos días de esuerzos y aún no

tenemos un sistema duplicado que uncione es una refexión acerca

del tipo de problemas que puedes enrentar si has tratado de construir 

otro tipo de sistema láser y podría encontrarme en el mismo lío en el

que estaba con Jumbo, que puede involucrar un año de trabajo dando

 vueltas para lograr que la condenada cosa esté bien.

En este punto, resumiendo los resultados alcanzados hasta el mo-mento, H sugirió que la mayor parte de sus sospechas se cernían sobreel espinterómetro. Citó como evidencia que la aguja del indicador de

 voltaje del suministro de energía no había caído cuando el espinteró-metro se había disparado, lo que sugería que el primer condensador nose estaba descargando. Había cierta conusión aquí; antes esta agujahabía indicado la descarga apropiada.

Decidimos probar el nuevo láser otra vez antes de transerir loscomponentes más diíciles. Probaríamos trabajar con el espinterómetro ydispararlo de distintas maneras, para evitar el sistema de circuitos apropia-

do. Esto nos permitía probar el láser sin preocuparnos por si uncionabael circuito de suministro de energía de la bujía de encendido, que incluíaun transormador sospechoso (véase nota 6). En esta conguración todaesa sección del circuito se hacía redundante. Desaortunadamente, si bienel espinterómetro ahora uncionaba, aún no sucedía nada en la cavidaddel láser, incluso cuando el voltaje se colocaba bastante alto.

Finalmente, sin nada más que hacer, hacia las 17:15 H eliminócompletamente el cable conector del espinterómetro y probó de nuevo.Súbitamente ocurrió una descarga de chispas entre las placas; una granaclamación las recibió. Las chispas continuaron en la medida que incre-mentábamos el voltaje, y aunque todos nos sentimos aliviados, aún nohabía signos de preionización, y no se pudo obtener nada que se parecieraa una descarga uniorme. Cuando le pregunté a H por el razonamientoque lo llevó a quitar el cable disparador del espinterómetro, comentó:

Parecía entonces que como última cosa, si el disparador no está ha-

ciendo nada, puede bien ser desconectado –de cualquier modo por qué

no hacerlo, puede ocurrir algo– esto es obviamente lo que debe haber 

pasado por mi mente, por lo que simplemente tiré de él y... ¡sorpresa!...

si ue algo, ue un poco de intuición.

Si bien estábamos contentos de haber logrado alguna clase de descargaentre los electrodos del nuevo láser, habíamos alcanzado una etapa que,en el caso de Jumbo, había sido alcanzada a mediados de octubre de

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ineriores; yo pude ver que el nuevo era mucho más grueso que el viejo. Allí donde yo lo vi como una pieza de metal, él vio el electrodo inerior como un “electrodo del láser tea de doble descarga”.

 Asimismo, yo vi como una posible causa de problemas los modosdistintos en que estaban conectados los cables disparadores. El pega-mento conductor me parecía muy distinto a la conexión que establecíatornillos dentro de un bloque de latón, pero Bob Harrison estaba en locorrecto al no ver esto como una variación signicativa. Además habíaaprendido a ignorar las “marcas en el ánodo”, que una vez habían sidocruciales, y lo plano que eran los tubos de vidrio. Sin saber cómo igno-

rar todas estas cosas podríamos haber gastado meses en comprobarlas,tal como se gastaron meses cuando ue construido Jumbo. Ninguna deestas cosas que Harrison había aprendido a ignorar habrían sido obvia-mente signicativas o insignicativas en un diagrama de circuito o enun artículo técnico. La gama de cosas a ser ignoradas es, por supuesto,indenidamente larga.

Por otro lado, en el desarrollo de su habilidad para construir lá-seres, Harrison había aprendido a ver cosas signicativas donde antesno había notado nada. Por ejemplo, los cables entre los condensadores

 y los electrodos ya no podían ser vistos simplemente como “cables”;de aquí en adelante su largo era crucial. Una de las cualidades de estoscables particulares era la “extensión”. Esta era una cualidad que noposeía ninguno de los otros cables pertenecientes al láser (uera de loscables disparadores mismos). Toda la socialización anterior en temasde electricidad le había enseñado a Harrison que los cables no teníanextensión. Un cable largo era “lo mismo” que un cable corto; que loscables posean extensión es algo que solo ocurre en unas pocas áreasde la sociedad eléctrica, en particular en la electrónica.

Se podría decir que aprender el conocimiento tácito, o la adqui-sición de cultura, es un asunto que consiste en aprender esta indeni-damente larga lista de lo que no es signicativo e, inter alia, aprender lo que es signicativo. Supone aprender que lo que para las personasque carecen de habilidad, o no están culturizadas, parece uncionar demanera distinta está de hecho uncionando de la misma orma; y que

 Aquí yo dejé la escena. En la mañana del lunes de 19 de marzo H volvióal laboratorio para continuar el trabajo. Me inormó los eventos por te-léono en la mitad de la misma tarde del lunes. H se las había arregladopara obtener una descarga uniorme en la caja del láser después de nomás de una hora de trabajo.

L áseres  y conocimiento

No hay necesidad de continuar insistiendo en la naturaleza caprichosa

de las habilidades que se requieren para la construcción del láser y sutranserencia, pero dos elementos capitales deben mencionarse.El primero de estos incumbe el propio desarrollo del conocimiento

tácito de Harrison, su naturaleza y sus limitaciones.Durante todo el tiempo Bob Harrison y yo habíamos estando dis-

cutiendo las similitudes y las dierencias entre el láser viejo y el nuevo. Yo había notado el grosor distinto de los dos cables y había sugeridoque eso podía ser signicativo. Uno de los estudiantes graduados habíaestado de acuerdo en que los cables más nos podrían haber reducidosignicativamente el área, lo que podría haber impedido una apropiadapreionización. Sin embargo, Harrison no había logrado ver esto comouna dierencia signicativa; tal como resultaron las cosas, su no ver ladierencia ue la orma adecuada de ver las cosas. Estos eran de hechosolo “cables”. Uno podría decir que el conocimiento tácito de H se desa-rrolló en una medida que le permitió no ver una dierencia que no exis-tía en los términos de la operación de un láser. Nosotros, sin ese nivelde habilidad, vimos dierencias allí donde eran inapropiadas. Nuestrasugerencia de que la dierencia entre los cables podía ser importante eraun aux pas para los constructores de láseres. Fue como si hubiéramossugerido a un corredor de carreras de bicicletas que podía ir más rápidosi su bicicleta estuviera pintada de rojo en vez de negro.

Hubo otras dierencias que yo reconocí y que Harrison ignoró, muycorrectamente tal como resultaron las cosas. Por ejemplo, estaba muy enlo correcto al no ver las “obvias” dierencias ísicas en los electrodos

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creímos esto completamente. Sospechamos que había algún trastornoen la red de instrumentos de prueba que habíamos usado. ¡Fuimos obli-gados a volver a tratar el transormador en el láser como una pruebade su uncionamiento!6

La mayoría de las otras pruebas que habíamos hecho habríanconsumido tiempo inmensamente si no hubiéramos tenido a Jumbocomo un banco de prueba idéntico para el nuevo láser. Si hubiéramostrabajado solo con el nuevo láser, habría sido imposible estar segurosacerca de qué componentes (o incluso cuántos componentes) estabanallando en un momento dado. Es posible probar ciertos componentes

por su uncionamiento especíco allí donde este se reconoce por unacantidad simple; por ejemplo, puede examinarse la resistencia eléctrica

6 Ningún osciloscopio en el departamento podía manipular 35.000 voltios, por loque se decidió probar la salida del transormador usando una “prueba de alto voltaje”que pudiera bajar el potencial de nuevo por un actor de mil. El resultado neto de unaprueba que consumió mucho tiempo y que involucraba muchas piezas del aparato (elsuministro de energía para el encendido de Jumbo, el transormador, el sensor de alto

 voltaje y el osciloscopio), ue la no totalmente creíble conclusión de que el transormador estaba aumentando solo por diez veces en lugar de cien.

Para probar nuestro propio proceso de medida, H decidió probar un transormador idéntico del mismo modo. ¡Esto produjo el mismo resultado! De tal modo, parecía comosi el proceso de medida hubiera salido mal en algún lugar por un actor de diez, pero nopudimos ver cómo. La otra alternativa era que ambos transormadores estuvieran mal por un actor de diez cuando ueron suministrados por los abricantes, pero estos abricantessolo hacían este tipo de transormador, por lo que era improbable que hubieran suminis-trado unidades con un valor equivocado. Por sugerencia mía los transormadores ueronprobados otra vez con un voltaje de entrada mucho más bajo, proveyéndolos con unospocos voltios de un pequeño generador de pulso. Con esta prueba parecieron uncionar consistentemente y con un incremento de cien veces en el potencial. Luego intentamosprobar la salida del transormador de Jumbo, a n de probar nuestras medidas iniciales.Sin embargo, aquí nos metimos en problemas más grandes debido a que no pudimospulsar el potencial sin problemas de ormación de arcos. Al nal toda esta serie de prue-bas no ue concluyente y nos quedamos sin certezas acerca de si ambos transormadoressuministrados trabajaban apropiadamente con bajos voltajes pero no con altos voltajes,o si había algo erróneo en nuestras técnicas de medida o en alguna pieza del aparato demedida tal como el sensor de alto voltaje. Solo una prueba en el láser, con todo lo demásuncionando, habría sido completamente decisiva. Desaortunadamente, en este caso, eltransormador no pudo ajustarse a Jumbo debido a que los parámetros del generador dechispas de Jumbo (spark pulse generator ) y el espinterómetro eran dierentes.

lo que a los no pertenecientes a esa cultura les parece que unciona delmismo modo está de hecho uncionando de modo dierente. Era en estoen lo que reposaba la nueva pericia de Harrison.

Sin embargo, la realidad tomada-por-sentado por Harrison no eraabsolutamente segura; después de todo no constituía un sistema de co-nocimiento ormal. Sus corazonadas eran mejores que las mías pero, altiempo que los problemas evolucionaban, es decir, en la medida que elláser continuaba sin uncionar, comenzaban a reptar sombras de incer-tidumbre. Se probaron toda suerte de cosas a pesar del hecho de que elconocimiento tácito normalmente las habría excluido de consideración.

La disposición de Harrison para probar algunas de mis sugerencias “malconcebidas” era algo más que buenos modales. Lo que es más, cuandouimos a casa la noche del viernes, algunos de los planes que tramamoseran un poco desesperados. La desorientación y la especulación audazcaracterizan muchas áreas de la vida cultural y política cuando la rea-lidad tomada-por-sentado es perturbada seriamente.

¿Cuándo uncion lgo de mner propid?

El segundo elemento importante a establecer, especialmente a partir del estudio sobre el Heriot-Watt, es la dicultad de probar tanto elconocimiento como el aparato por medios distintos al de hacerles rea-lizar la tarea especíca para la cual están diseñados. La analogía conla conducción de bicicletas es de nuevo apropiada; uno sabe si puedeconducir tratando de conducir. Ahora debería ser claro que la habili-dad de Harrison para construir láseres solo podía probarse tratando deconstruir un láser; el mismo principio se aplica a las partes especícasdel aparato.

Por ejemplo, en un momento tratamos de medir el uncionamientodel transormador del disparador. Esto requería una compleja red deherramientas de trabajo dado que los voltajes involucrados eran muyaltos. Nuestra conclusión inicial ue que el transormador estaba un-cionando mal debido a que parecía aumentar el voltaje de entrada por un actor de diez, más que por el especicado actor de cien. Pero no

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 vías pensando “bueno, tal vez esa no ue una prueba completamente

conclusiva”.

De este modo, parece justo decir que el láser operativo denía las con-diciones experimentales bajo las cuales los componentes del láser de-bían trabajar. La especicación de los componentes que se deseabaestaba plasmada, más que en un grupo de guras de rendimiento, enel láser.

eL estudio deL Láser: cinco proposiciones

El doble examen detallado del proceso de construcción de láseres haceque sean bastante comprensibles los hallazgos acerca del estudio sobrela red de transerencia de conocimiento. Por ejemplo, es ácil ver que unconstructor de láseres puede racasar completamente en hacer que suláser uncione incluso cuando sus uentes de conocimiento sean buenas.Harrison alló por varios meses en hacer que su primer láser unciona-se, aunque el láser parecía ser una copia perectamente buena de unoque estaba uncionando en otro lugar. Se puede ver también que esimportante que una de las uentes de conocimiento sea un constructor de láseres competente. Harrison no habría sido de mucha ayuda comoinormante en sus intentos iniciales por construir a Jumbo; por ejemplo,no había ningún modo de que hubiera podido inormar a nadie acercade la necesidad de tener lo más corto posible los cables que iban delcondensador a los electrodos, dado que él mismo no se había dado cuen-ta de la importancia de esto. Pero no sabía que no sabía. Estos puntospueden representarse como dos proposiciones:

Proposición uno: la transerencia del conocimiento propio de lashabilidades es caprichosa.

Proposición dos: el conocimiento propio de las habilidades sepropaga mejor (o únicamente) a través de practicantes ormados.

Otra cosa que debe notarse es que a Bob Harrison le tomó seis me-ses hacer que uncionara su primer láser a partir de la primera prueba,

de los componentes con un “avómetro”, y de manera similar, puedenevaluarse las conexiones asegurando que no poseen ninguna resisten-cia y puede evaluarse el aislamiento buscando una resistencia innita.Otros componentes pueden ser comprobados midiendo su salida. Ladicultad es que allí donde los componentes están usándose de nuevasormas –tal como cualquier pieza nueva en un aparato– estos no uncio-narán necesariamente del modo deseado aunque parezcan cumplir lasespecicaciones. Por ejemplo, se recordará que Jumbo, durante su cons-trucción, tuvo problemas con descargas de chispas desde un punto tierraa otro. Cualquier prueba de medida simple no habría mostrado nada

excepto una resistencia nula entre los dos puntos. Considérese tambiénque la extensión de los cables entre los condensadores y el electrodosuperior era crítica. Solo una prueba de lo más sosticada podría revelar la dierencia que existía en la inductancia de cables de alta tensión deocho pulgadas y de cables de alta tensión de seis pulgadas, a pesar de locual era una dierencia de este orden lo que se armaba que constituíauna dierencia signicativa para el uncionamiento del láser.

Sería posible diseñar, por supuesto, aparatos para probar estas di-erencias, pero las pruebas serían de tal complejidad –deberían probar eluncionamiento de componentes enrentados a repentinos incrementosde alta tensión del mismo potencial y perl temporal que los usados enel láser– que los aparatos de prueba devendrían parecidos al láser en símismo. Y, por supuesto, no se conocía la especicación exacta del perldel pulso del láser, y habría sido muy diícil de medir. (Recuérdese elracaso para medir el perl del pulso de Jumbo utilizando una bobinade prueba.)

De manera similar, es casi imposible pensar un modo de probar el conjunto del cable disparador del electrodo inerior sin ajustarlo aJumbo, o hacer que el nuevo láser uncione. Lo mismo se aplica a lapregunta acerca del número de conexiones hechas a los electrodos.

H planteó algunos de estos problemas de este modo:

[...] verdaderamente es bastante diícil montar algo bajo las mismas

condiciones experimentales que posees en tu láser. [...] Siempre te des-

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 verse muy bien en el tercer estudio sobre las diversas partes del nuevoláser; lo que contaba como uncionamiento apropiado ue denidopor la capacidad para uncionar primero en Jumbo. Esto es, las partesueron denidas como partes adecuadas (sin tener en cuenta otras me-diciones), si podían tomar parte en el proceso de generar un rayo láser.Es importante notar que era extremadamente diícil, si no imposible,pensar en cualquier otra orma de descubrir su naturaleza. Inclusocuando parecía disponerse de medios técnicos, se desconaba de lasmedidas como sucedáneos de las pruebas en el láser. De tal modo:

Proposición cinco: el uncionamiento apropiado del aparato, las

partes del aparato y el experimentador se denen por la capacidad paraormar parte de la producción del resultado experimental apropiado.No pueden encontrarse otros indicadores.

Crislizción de l cerez

Finalmente puede sacarse una conclusión más sutil. Esta es que loscientícos son resistentes al tipo de explicación que he dado acerca dela experimentación. Por ejemplo, es tentador pensar que si H no hubiesesido tan estúpido como para invertir la polaridad en Jumbo, podría ha-berlo tenido en uncionamiento más rápido. Él mismo se inclinaba por ser “sabio después del evento” y se maldecía a sí mismo por su propiaestupidez. Sentía que era un caso simple de error humano más que unaalla en la habilidad.

Lo mismo se aplica a su eventual solución a los problemas delláser Heriot-Watt: lo primero que Bob Harrison hizo en la mañanadel lunes ue hacer uncionar ambos láseres con helio puro para ver si eso hacía más ácil obtener la descarga. Descubrió que bajo esascircunstancias incluso Jumbo producía sólo arcos. Entonces, ajus-tando el fujo de gas a sus valores apropiados en el nuevo láser, sedio cuenta de que la válvula del medidor de fujo parecía estar hiper-sensible; un examen posterior reveló que el montaje del medidor defujo estaba diseñado solo para el paso de un litro de gas por minutomás que para diez litros por minuto. Cambió este montaje, dejó que

mientras que su segundo láser le tomó solo dos días. Los constructo-res de láseres exitosos son, entonces, “practicantes competentes”. Estosignica más que el hecho de haber construido un láser. Signica queposeen nuevas habilidades y nuevos conocimientos que les permitenconstruir otro más rápido. Trabajando la segunda vez con H esto devi-no claro en el modo en que ignoró conadamente ciertos parámetrosque una vez ueron pensados como vitales (la chatura de los tubos,las marcas en el ánodo) y en el modo en que pasó por alto dierenciasentre los láseres que yo noté y hubiera pensado como importantes, por ejemplo, el grosor del electrodo inerior, el pegamento y los cables.

Esto era evidente incluso en ciertos despliegues de habilidad perceptivamás ordinaria, como su habilidad para escuchar la cualidad del sonidohecho por las descargas de arco y de ese modo saber las característicasde la descarga. Al mismo tiempo, el hecho de que a H le tomó dos díasenteros resolver los problemas y que mucho de lo que se hizo ue unacuestión de ensayo y error muestra que las nuevas habilidades de H noreposaban en nueva inormación (o al menos no enteramente).

Proposición tres: la aptitud experimental tiene el carácter de unahabilidad que puede ser adquirida y desarrollada con la práctica. Comoes una habilidad, no puede ser totalmente explicada o establecida demanera absoluta.

 A partir de los tres estudios parece rmemente establecido que laaptitud para construir láseres es algo que no sabes si posees hasta quehas construido un láser. De esta manera, la transerencia del conoci-miento necesario para la construcción de un láser es invisible. No haymodo de saber si un cientíco posee la habilidad para construir un láser,tal como examinar la gama de las uentes de inormación disponibles ohacer un inventario de los ítems de inormación conocida.

Proposición cuatro: la capacidad experimental es invisible en supasaje y en aquellos que la poseen.

Un punto estrechamente relacionado es que el único indicador deque alguien posee la capacidad para construir láseres es su capacidadpara construir un láser. El uncionamiento correcto del aparato y delexperimentador se dene por el rendimiento del aparato. Esto puede

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Uno debe distanciarse respecto de la orma estándar de ver la ex-perimentación en ciencia y escapar del tren del sentido común para ver la naturaleza convencional de esta reconstrucción de lo que “realmentesucedió” en un experimento. Reservé para esta etapa tardía del texto ladescripción de la solución del problema del láser Heriot-Watt para queel lector pudiera evitar lo más posible ser sabio después del evento.

La orma estándar de ver los experimentos está mucho más deacuerdo con la mirada del cientíco inormante. De tal modo, una vezque el cientíco ha dominado las habilidades básicas de su ocio, debeser capaz de repetir cualquier experimento usando solo la inormación

que está disponible en las uentes habituales. Esta es la mirada inicial delos ratones, tal como ue esbozada por Popper y Dennis en el capítulo2. Esta mirada se basa en la noción de que los hechos cientícos sontesteables por medio de la “replicación independiente”. La noción detesteabilidad independiente ignora la parte activa jugada por el hombreen ver la regularidad más que en registrarla pasivamente. El punto dela tercera cita de Popper es evidente contrastando las similitudes y di-erencias que Harrison y yo vimos en los dos grandes láseres. La orma“correcta” de verlas ue establecida únicamente después que el láser uncionara. Las instrucciones previas no podían encapsularlas.

Pero tan pronto como el experimento tiene éxito –lo que a su vez rearma la regularidad independiente de la naturaleza– cualquier irregularidad debe ser explicada como resultado del error humano. Unoexperimenta este súbito cambio en la percepción en muchas actividadesprácticas. Esto es, tal como lo he sugerido, como un proceso de cris-talización. En un momento la naturaleza es oscura y recalcitrante, alsiguiente momento todo unciona y la naturaleza es ordenada una vezmás. El carácter oscuro y recalcitrante anterior, que demandaba tantaintervención humana para regularlo, es después desplegado como undeecto de la contribución humana.

Estoy seguro de que cualquier cientíco en unciones reconoceráen estas historias todos los elementos de su propia experiencia. Y aunasí es tan diícil mantener un grado de conciencia de estos eventos a-miliares que es casi imposible ver que se añaden ormando una historia

el láser se nivelara con gas a la tasa apropiada durante una mediahora y mantuvo el espinterómetro en la misma conguración en quelo habíamos usado en la mañana del viernes previo, encontrandoque obtenía una descarga uniorme de 42 mil voltios –consistentecon el comportamiento de Jumbo. Después de esto el láser se obtieneácilmente montando los espejos, etcétera. H razonó que antes no ha-bíamos sido capaces de obtener una descarga uniorme debido a queel fujo de gas había sido tan lento que la caja del láser nunca habíasido purgada apropiadamente de su aire residual; esto es lo que ahoracreía que había sido la causa de la continua ormación de arcos.

Bob Harrison reconstruyó lo que había pasado:

El problema con el sistema ha sido un error humano [...] Excepto la

unidad disparadora, que hubiera estallado de cualquier modo. Todo lo

demás ue alla del experimentador. Tú siempre encuentras eso. Hay

demasiadas cosas en las que pensar, etc. Hay un límite a la cantidad de

cosas del sistema que puedes controlar antes de ponerlo a prueba. Haces

tus propias valoraciones acerca de la situación y llegas a la conclu-

sión de que en esta etapa puedes aprender mucho más sobre tu sistema

poniéndolo a prueba que controlándolo demasiado antes de ponerlo a

prueba. Obviamente, si hubiera sido minucioso hubiera visto el proble-

ma del medidor de fujo antes de ponerlo a prueba.

Pienso que aquí H está siendo un poco duro consigo mismo. No hayrazón para suponer que incluso aunque la mezcla de gas hubiera sidocorrecta el láser hubiera trabajado antes de las 17:15 del viernes ante-rior, cuando se obtuvo en la cavidad del láser la primera descarga dearco. Antes de eso, al parecer, toda la carga estaba ltrándose a travésdel cable de la bujía. Pero, con el láser uncionando, la incertidumbreque rondaba al láser en la tarde del viernes se cristalizó súbitamente. Laísica y la tecnología del láser reasumieron su orma amiliar aguzada,de modo tal que los racasos de los dos días previos ueron vistos ahoracomo una consecuencia del error humano que perturbaba la regularidadnatural. Es humano errar, pero no pensamos que es natural errar.

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Cpíulo 4L deección de l rdición grvicionl:

l regresión de los experimendores

Ninguno de los investigadores con los que hablé pensaba que el láser tea uera especialmente diícil de construir. Si bien hay reerencias al“arte secreto de la electrónica del radar”, ninguno sugirió que yo estabaobservando un área experimental atípica. Tampoco parecía que hubieranada intrínseco acerca del láser tea que hiciera que trabajar con éluera dierente a trabajar con otros aparatos experimentales. Posee untamaño ordinario, es un aparato de laboratorio con un precio ordinarioque no usa tecnología especialmente exótica o materiales raros. Norequiere condiciones especiales de limpieza o esterilidad. Tolera pun-tapiés, explosiones y cuerpos extraños dejados en su uncionamiento(un tornillo y un destornillador ueron dejados en los tubos de gas deJumbo y del láser Heriot-Watt, respectivamente). La primera inorma-ción impresa sobre el láser enatizaba su robustez llamándolo “láser contrachapado”.

Si el láser es atípico se debe a que unciona con voltajes másaltos a los que usualmente se encuentra; sin embargo, ello demandaque todas las partes sean grandes, separadas y ácilmente visibles. Nohay nada “complejo” involucrado, no hay extremos de temperaturao de presión, el dispositivo no requiere aislamiento de su entorno nieléctricamente, ni acústicamente, ni magnéticamente ni sísmicamen-te. La experimentación con el láser es muy ordinaria y muy ácil,especialmente comparada con los experimentos que se describiránahora.

consistente. Bob Harrison, como lo señalamos, retrocedía en un instantea su imagen de la naturaleza como ordenada y pasivamente coopera-tiva. Esto provee la sexta proposición:

Proposición seis: los cientícos y otras personas tienden a creer en la sensibilidad de la naturaleza a la manipulación dirigida por gru-pos de instrucciones de carácter algorítmico. Esto da la impresión deque llevar a cabo experimentos es, literalmente, una ormalidad. Estacreencia, aunque puede ser ocasionalmente suspendida en momentosde dicultad, se recristaliza de manera catastróca cuando se completaexitosamente un experimento.

Es esta cristalización y recristalización lo que ayuda a mantener el conocimiento cientíco existente. Las dudas, si surgen, duran soloun momento muy corto. En los capítulos que siguen exploraremosel signicado de las proposiciones, de la primera a la sexta, en áreascientícas menos sencillas.

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L deección de l rdición grvicionl

sin embargo el impacto de la luz proveniente de un pequeño fash en lamasa de metal era suciente para enviar el trazo registrador uera de laescala de medida. Y esta era una prueba bastante insensible para unode estos dispositivos.

El diseño de un deecor de onds grvicionles

Este, por lo tanto, ue un experimento diícil. La técnica estándar uedesarrollada por el proesor Joseph Weber (pronunciado “Whebber”) dela Universidad de Maryland. Buscó cambios en la extensión (tensión)

de una masiva barra de aleación de aluminio, causados por los cambiosen la atracción gravitacional entre las partes. Cuando pasa un pulso deradiación gravitacional no se puede esperar que tal barra, que muchas

 veces pesa varias toneladas, cambie en sus dimensiones por más de unaracción del radio de un electrón. Aortunadamente la radiación es unaoscilación, y si la barra tiene las dimensiones adecuadas, vibrará o hará“ring”, como un timbre, en la misma recuencia que la radiación. Estoquiere decir que la energía del pulso puede ser eectivamente integradao agregada a algo apenas medible.

Un detector de Weber, o antena, comprende la pesada barra conalgún medio para medir sus vibraciones. La mayoría de los diseños usancristales “piezo-eléctricos” sensibles al esuerzo, pegados o jados deotro modo a la barra. Estos cristales producen electricidad cuando sondeormados. En un detector de ondas gravitatorias, el voltaje produ-cido es tan pequeño que es casi indetectable. De tal modo, una partecrítica del diseño es el amplicador de la señal. Una vez amplicadaslas señales pueden ser grabadas en un registrador gráco o alimentar una computadora para un análisis inmediato.

Tales dispositivos, por supuesto, no pueden distinguir entre las vibraciones debidas a la radiación gravitacional y aquellas que soninducidas por cualquier otra uerza. Así es que, para hacer un intentorazonable por detectar ondas gravitacionales, la barra debe estar aisladade todas las otras perturbaciones conocidas y potenciales, tales comolas uerzas eléctricas, magnéticas, térmicas, acústicas y sísmicas. Weber 

r adiación gravitacionaL : 1972

La radiación gravitacional puede ser pensada como el equivalente gra- vitacional invisible de la luz u otras radiaciones electromagnéticas (véa-se, por ejemplo, Davies, 1980). La mayoría de los cientícos acuerdanque la teoría general de Einstein predice que el movimiento de cuerposmasivos producirá ondas gravitatorias: sin embargo, estas son tan dé-biles que su detección es muy diícil. Por ejemplo, nadie ha llegado tanlejos como para sugerir un modo de generar fujos de radiación gravita-cional detectables en la Tierra, al menos no dentro del uturo previsible.

No obstante, se acepta ahora que una proporción sensible de las vastascantidades de energía generadas en los violentos eventos del universose debería disipar bajo la orma de radiación gravitacional que pudieraser detectable en la Tierra. Supernovas que explotan, agujeros negros

 y estrellas binarias deberían producir fujos de ondas gravitacionalesque se mostrarían en la Tierra como pequeñas oscilaciones en el valor de “G” (la constante que está relacionada con la atracción gravitacionalde un objeto sobre otro).

Tal como los planetas son atraídos hacia el Sol y entre sí por lauerza de gravedad, lo mismo ocurre con objetos más pequeños. Sabemosque la atracción gravitacional de la Tierra es lo sucientemente uertecomo para mantenernos rmemente anclados al suelo la mayor partedel tiempo, pero también somos atraídos los unos a los otros por lasuerzas gravitacionales. No nos pegamos unos con otros debido a quelas uerzas son casi inmensurablemente pequeñas. Fue un triuno de laciencia experimental cuando en 1798 Cavendish logró medir la atrac-ción gravitacional entre dos bolas de plomo masivas. ¡La atracción entreellas comprendía solo quinientas millonésimas de su masa! Buscar laradiación gravitacional es inimaginablemente más diícil que buscar estaligera uerza, debido a que el eecto de un pulso de onda gravitacional noes mayor que una diminuta fuctuación dentro de ella. Por ejemplo, unade las antenas más pequeñas (muchas veces los detectores son reeridoscomo antenas) que me mostraron estaba encajonada en una vasija de

 vidrio vacía. El núcleo estaba compuesto por, tal vez, cien kilos de metal,

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ueron recibidos de manera escéptica debido a que parecía que en-contraba demasiada radiación gravitacional como para ser compatiblecon las teorías cosmológicas corrientes. El aparato que ahora está endesarrollo para detectar fujos de radiación en correlación con las pre-dicciones cosmológicas se dice que es 109 (mil millones de veces) mássensible. De tal modo, si bien voy a hablar de la extinción de ciertasarmaciones acerca de que se había hallado un nuevo enómeno natu-ral –ondas gravitacionales– debe comprenderse que sólo me reero alenómeno que Weber armó haber descubierto –altos fujos de ondasgravitacionales.

Figur. Antena de ondas gravitacionales de Weber 

intentó hacer esto suspendiendo la barra con un cable no dentro deuna cámara metálica de vacío. La suspensión ue aislada del piso por medio de una serie de láminas de plomo y caucho. (El aislamientosísmico parece haber tenido una solución particularmente simple eingeniosa para algo que muchos habían pensado que era un problemairresoluble).

 A pesar de estas precauciones la barra normalmente no estarácompletamente inmóvil. En la medida que se encuentra a una tempe-ratura por encima del cero absoluto, se producirán vibraciones en labarra debido al movimiento estocástico de sus propios átomos. De tal

modo, el medidor de esuerzo registrará una continua producción de“ruido” térmico. Si este uera registrado en papel por un lápiz (tal comolo ue hecho en numerosos experimentos), lo que se vería es una líneaondulada con puntas, picos y depresiones azarosas. Una onda gravita-cional sería representada (tal vez) como un pico particularmente alto,pero debe tomarse una decisión acerca del umbral a partir del cual unpico cuenta como gravedad más que como ruido. Por más alto que seponga el umbral, debe esperarse que, ocasionalmente, un pico debidoenteramente al ruido sobresaldrá por encima del ondo. A n de po-der conar que se están detectando algunas ondas gravitacionales, esnecesario estimar el número de picos “accidentales” que se obtendríancomo resultado exclusivo del ruido y asegurarse entonces que el númerototal de picos superiores al umbral sea aun mayor. (Para más detallesacerca del proceso de detección de las ondas gravitacionales, véase elapéndice técnico al nal del capítulo.) En 1969, Weber armó que todoslos días había detectado varios picos (cerca de siete) que no podían ser 

 justicados por el ruido en el detector.

El esus de ls rmciones de Weber

De manera prácticamente universal, las armaciones de Weber actual-mente no son creídas. Sin embargo, la búsqueda de radiación gra-

 vitacional se mantiene, y muchos de los dispositivos experimentalescorrientes son similares a los de Weber. Los descubrimientos de Weber 

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L regresión de los experimendores

Hasta el momento he descrito los principios generales de la detección deradiación gravitacional y algunos de sus problemas. El lector ingenuo,pero dotado cientícamente, puede sentir que, si se le da cierto tiempo,ahora sabe cómo construir un detector de ondas gravitacionales. Lo quese necesita es una cámara de vacío y una pesada barra de aleación dealuminio suspendida dentro de ella y aislada de uerzas magnéticas yeléctricas, y del suelo con un montón de plomo y goma. Los indicadoresde esuerzo piezo-eléctricos deben estar prendidos a la barra y sus seña-

les, amplicadas y grabadas. El dispositivo entero puede ser construidoen un año o dos a un costo menor a 50.000 libras.

Pero ahora debemos recordar las proposiciones uno a seis quese encontraban al nal del capítulo anterior. Las proposiciones uno acuatro nos muestran que es improbable que podamos ahora construir un detector de ondas gravitacionales. La proposición seis sugiere por qué podemos habernos engañado al pensar que ahora tenemos la recetapara detectar ondas gravitacionales. La proposición cinco sugiere queno tendremos idea si lo podemos hacer hasta que tratemos de ver siobtenemos el resultado correcto. ¿Pero cuál es el resultado correcto?

El resultado correcto depende de si hay ondas gravitacionalesgolpeando la Tierra en fujos detectables. Para descubrir esto debemosconstruir un buen detector de ondas gravitacionales y echar un vistazo.¡Pero no sabremos si hemos construido un buen detector hasta que lohayamos intentado y hayamos obtenido el resultado correcto! Pero nosabremos cuál es el resultado correcto hasta que... y así ad innitum.

La existencia de este círculo, que llamaré la “regresión de losexperimentadores”, comprende el argumento central de este libro. Eltrabajo experimental sólo puede ser utilizado como prueba si se encuen-tra alguna orma de quebrar este círculo. La regresión experimental nose puso en evidencia en el último capítulo debido a que en el caso delláser tea el círculo ue rápidamente quebrado. La habilidad del láser para vaporizar hormigón, o cualquier otra cosa, involucra un criteriouniversalmente aceptado de calidad experimental. Nunca hubo una

La tasa de detección de Weber parecía demasiado grande cuan-do se comparaban los cálculos acerca de la posible sensibilidad de suantena con los montos de energía disipada bajo la orma de ondasgravitacionales que debían generarse por los eventos cósmicos. Si seextrapolaban los resultados de Weber, asumiendo un universo isotró-pico (uniorme) y suponiendo que la radiación gravitacional no estabaconcentrada en los 1.661 Hertz (ciclos por segundo), la recuencia que

 Weber podía detectar mejor, entonces el monto de energía que se estabagenerando en el cosmos implicaría un tiempo de vida irrazonablemen-te corto. El universo debía “quemarse” completamente muy pronto si

continuaba irradiando de ese modo. Estos cálculos sugerían que Weber debía estar equivocado por muchos órdenes de magnitud.

Si bien las primeras armaciones de Weber no ueron entera-mente creíbles, en los inicios de la década de 1970 Weber produjouna serie de ingeniosas modicaciones que llevaron a que otros la-boratorios intentaran reproducir su trabajo. Una de las pruebas másimportantes ue que los picos que superaban el umbral podían ser detectados simultáneamente en dos o más detectores, separados por mil millas. A primera vista parecía que solo una perturbación extra-terrestre, tal como una onda gravitacional, podía ser responsable deestas observaciones simultáneas. Otra prueba ue que Weber descubrióen las perturbaciones una periodicidad de alrededor de 24 horas. Estosugería que la radiación provenía de una sola radiación extraterres-tre. Lo que es más, la periodicidad parecía estar relacionada con ladisposición de la Tierra con respecto a nuestra galaxia, más que alSol, y esto sugería para la perturbación una uente extrasolar (o ga-

láctica). (Este eecto ue conocido como la “correlación sideral”; véaseel apéndice técnico.)Hacia 1972, en el momento en que se realizó el trabajo de campo

que será discutido, varios laboratorios habían construido o estabanconstruyendo antenas para buscar la radiación gravitacional. Ademásde Weber, otros tres habían operado lo suciente como para estar en condiciones de hacer sus propias armaciones. Todas ellas erannegativas.

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L deección de l rdición grvicionl

Cientíco b: Ellos esperan alcanzar una sensibilidad muy alta, pero ran-

camente no les creo. Para hacerlo hay maneras más sutiles que la uerza

bruta...

Cientíco c: Pienso que el grupo de... W... estaba simplemente loco.

Experimento X 

Cientíco i: ...él está en un lugar muy pequeño... [pero] ...he mirado sus

datos y ciertamente tiene algunos datos interesantes.

Cientíco ii: Yo no estoy realmente impresionado por sus capacidades

experimentales, por lo que cuestionaría cualquier cosa que hubiera he-cho más que lo que cuestionaría a otras personas.

Cientíco iii: ¡Ese experimento es un montón de mierda!

Experimento Y 

Cientíco 1: Los resultados de Y parecen bastante impresionantes. De cierto

modo tienen un aspecto muy serio y demuestran bastante autoridad...

Cientíco 2: Mi mejor estimación de su sensibilidad, y él y yo somos

buenos amigos... es... [baja] ...y no tiene ninguna chance [de detectar 

ondas gravitatorias].

Cientíco 3: Si tú haces como ha hecho. Y, y entregas tus grácos a al-

gunas... chicas y les preguntas cómo resolverlo, bueno, no sabes nada. No

sabes si esas chicas estaban hablando con sus novios al mismo tiempo.

Experimento Z 

Cientíco I: El experimento de Z es bastante interesante, y no debería

ser descartado solo debido a que el... grupo no puede repetirlo.

Cientíco II: Yo estoy muy poco impresionado con el asunto de Z.

Cientíco III: Después está Z. ¡Ahora, la cosa de Z es un raude liso y llano!

El segundo grupo de comentarios muestra que los cientícos percibíande distinto modo la importancia de las variaciones menores en los

duda sobre si el láser debía uncionar y nunca hubo dudas acerca decuándo estaba uncionando y cuándo no. Cuando no se dispone de uncriterio tan claro, la regresión de los experimentadores solo puede ser evitada encontrando algún otro medio para denir la calidad de unexperimento; debe encontrarse un criterio que sea independiente delresultado del experimento en sí.1

Los cienícos en su rbjo

Si la regresión de los experimentadores es un problema real, debemos

esperar que haya desacuerdo entre cientícos acerca de si su propiodispositivo, o el de los otros, es un buen detector. Es probable que haganesto ante la ausencia de un criterio independiente para la determinaciónde la calidad. Esto es precisamente lo que se encontró en mi trabajo decampo y puede ser ilustrado con citas provenientes de entrevistas conlos cientícos involucrados. Los siguientes grupos de comentarios,tomados de entrevistas realizadas en 1972, revelan dierencias en lasarmaciones de los cientícos acerca del valor de los experimentos.

El primer grupo de comentarios muestra la variación en las opi-niones de los cientícos en relación con el valor de los dispositivosexperimentales de los otros y los resultados inormados. En cada caso,en dierentes establecimientos, tres cientícos están inormando acercadel experimento de un cuarto.

Experimento W 

Cientíco a: ...este es el motivo por el cual la cosa de W, aunque es muycomplicada, posee tales atributos que si ellos ven algo, es un poco más

creíble... Ellos realmente se han dedicado a eso.

1 Los críticos de estos estudios no parecen haber enrentado directamente la re-gresión de los experimentadores. Algunos (como Mulkay, Potter y Yearley, 1983) no hansido capaces de reconocer el bosque entre los árboles de los datos. Algunos (como Laudan,1982) se han quejado principalmente de lo desagradable de las consecuencias.

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iv: En un experimento como este habrá inevitablemente un montón de

resultados negativos cuando la gente publica por primera vez debido

a que el eecto es tan pequeño, que cualquier dierencia pequeña en

el aparato puede producir una gran dierencia en las observaciones...

Quiero decir que cuando haces un experimento hay un montón de cosas

acerca del experimento que no se comunican en los artículos. Existen

las así llamadas técnicas estándar, pero es necesario hacer esas técnicas

de un determinado modo.

Finalmente Weber vio las dierencias entre los detectores como el ras-

go dominante, y sintió que esas dierencias hacían que los detectoressecundarios ueran menos eectivos que su propio dispositivo.

v: Bueno, pienso que es muy desaortunado debido a que hice estos

experimentos y publiqué toda la inormación relevante sobre la tecnolo-

gía, y me pareció que otra persona debía repetir mi experimento con mi

tecnología, y habiéndolo hecho tan bien como yo pude, debería hacerlo

mejor... Es una desgracia internacional que el experimento no haya sido

repetido por cualquiera con esa sensibilidad.

El tercer grupo de evidencias revela variaciones en las percepcionesde los cientícos acerca del valor de las diversas partes de los proce-dimientos experimentales del creador. Weber había inormado resul-tados y había sido duramente criticado por cierto tiempo antes que lamayoría de los cientícos secundarios comenzaran a establecer suspropios experimentos. Contestando críticas y mejorando sus resultados,

 Weber produjo una serie de elaboraciones experimentales, algunas delas cuales convencieron a dierentes cientícos secundarios para tomar los hallazgos lo sucientemente en serio como para trabajar ellos mis-mos. La primera de estas elaboraciones ue la demostración de señalescoincidentes de dos o más detectores separados por grandes distancias.

 Algunos cientícos pensaron que esto era convincente. De tal modoun cientíco dijo:

detectores del tipo de la barra; poseían percepciones dierentes de lo quedebía contar como copias de qué otras. Veían similitudes y dierenciasde distintos modos.

i: Puedes recoger un buen libro de texto y te contará cómo construir 

un detector de ondas gravitatorias... Al menos uno basado en la teoría

que tenemos ahora. Mirar el aparato de otro es una pérdida de tiempo,

en cualquier caso. Básicamente es toda tecnología del siglo diecinueve

 y podría haberse hecho cien años atrás excepto por algunos chismes. La

teoría no es distinta a la de la radiación electromagnética...

Desde este punto de vista, todos los detectores construidos deberían ser capaces de ver la radiación si es que está allí, dado que no hay proble-mas particulares asociados a su construcción.

ii: Lo que realmente me intriga es que, sin contar la antena de barra di-

 vidida (la distintiva versión británica del dispositivo), todo el mundo está

haciendo copias calcadas. Este es el asunto verdaderamente desalenta-

dor. Nadie está haciendo realmente investigación, están siendo copiones.

Pensaba que la comunidad cientíca era más original que eso.

Este cientíco (cuyo aparato era el menos parecido al original) percibíaa todos los otros como si ueran calcos. Para él las dierencias entre losdetectores no eran signicativas.

Por otro lado, las dos armaciones siguientes muestran que lasdierencias entre los detectores, más que las similitudes, pueden ser 

percibidas como signicativas a la hora de ver la radiación:

iii: ...es muy diícil hacer un calco. Puedes hacer algo que se acerque,

pero si resulta que lo que es crítico es el modo en que él pega sus trans-

ductores, y se olvida de decirte que el técnico pone siempre una copia

del Physical Review encima de ellos por el peso, bueno, eso puede ser 

toda la dierencia.

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Lo más convincente es que lo había puesto en una computadora.

Pero otro dijo:

Sabes que armó que tenía gente que había escrito programas de com-

putadora para “liberarse” él mismo. No sé qué signica eso... Una cosa

que a mí y a mucha gente nos hace sentir mal sobre esto es el modo en

que analizó los datos, y el hecho de que lo hiciera en una computadora

no hace mucha dierencia...

En cuarto lugar, la lista de razones “no cientícas” que los cientícosorecían como motivo para su creencia o escepticismo en los resultadosde Weber y el trabajo de otros, revela la alta de un criterio “objetivo”de excelencia. Esta lista comprende:

Fe en las capacidades experimentales y la honestidad, basadas en haber 

compartido trabajos anteriormente

Personalidad e inteligencia de los experimentadores

Reputación en hacer uncionar un gran laboratorio

Si el cientíco había trabajado en la industria o en la academia

Historial previo de racasos

“Inormación interna”

Estilo y presentación de los resultados

 Aproximación psicológica a los experimentos

Tamaño y prestigio de la universidad de origen

Integración en varias redes cientícas

Nacionalidad

Tal como un cientíco lo señaló, al resumir la uente de su escepticismoen los resultados de Weber:

Puede ver, todo esto tiene poco que ver con la ciencia. Al nal vamos a

acercarnos a este experimento y usted encontrará que no puedo criticar-

lo tan cuidadosamente como quisiera.

…le escribí preguntándole especícamente sobre coincidencias cuádru-

ples y triples porque para mí este es el principal criterio. Las probabilida-

des de que tres o cuatro detectores se desvíen juntos son muy remotas.

Por otro lado, algunos cientícos creían que las coincidencias podíanser ácilmente producidas por los componentes electrónicos, el azar, oalgún otro arteacto.

…de la conversación resultó que la barra en… y la barra en… no tenían

de ningún modo una electrónica independiente... Había algunos conte-

nidos muy importantes en común en ambas señales. Dije... “no es de ex-trañar que veas coincidencias”. Con todo, descarté el asunto de nuevo.

Sin embargo, Weber llevó adelante un experimento en el que la señalde una de las barras era pasada a través de un retardo; mostró que bajoesas circunstancias las coincidencias desaparecían. Esto, por supuesto,sugirió que las coincidencias no eran un arteacto de la electrónica o dela suerte. Muchos encuestados observaron que “...el experimento de re-tardo es muy convincente”, mientras que otros no lo encontraron así.

Para algunos cientícos el descubrimiento de Weber de la correla-ción entre los picos en la actividad de las ondas gravitatorias y el tiemposideral era el hecho sobresaliente que requería explicación.

...nada podría importar menos que el experimento de retardo. Puedes inven-

tar otros mecanismos que producirían que las coincidencias desaparezcan...

La correlación sideral para mí es lo único de todo este grupo de asuntos que

me hace ponerme de pie y preocuparme por ella... Si esta correlación sideraldesaparece puedes tomar todo ese... experimento y meterlo en algún lugar.

En contra de esto, dos cientícos señalaron:

Lo que nalmente nos convenció a muchos de nosotros... ue cuando

inormó que una computadora había analizado sus datos y había en-

contrado lo mismo.

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decidió que las estadísticas eran basura absoluta, y rechazó publicarlo,

 y “T” quería que lo publicara y él no quería, y cuando “S” se ue de va-

caciones, el otro editor “V” lo dejó pasar porque decidió que [el artículo]

estaba haciendo demasiado ruido.

...de hecho hay un tipo de samizdat circulando que “S” escribió pero que

no quería publicar, señalando todas estas inconsistencias.

Hubo un intento de “U” y de otros de involucrarme e intrigar en la

rebelión de los “Jóvenes turcos”... Yo no me involucré en eso... “U” es a

menudo un negativista en su actitud hacia las cosas, y propone derrocar a “O” por un tiempo... Hay una suerte de dos bandos y “U” es el principal

activista del campo que propone derrocar a “O”.

No necesitamos ir más lejos para ver que, en este caso, la resoluciónde los argumentos acerca de qué detectores eran buenos y cuáles eranmalos era un interesante proceso social.

Compeenci y exisenci

La resolución de estos argumentos es congruente con la pregunta acercade si las ondas gravitatorias existen. Cuando se decide cuáles son losexperimentos buenos, se especica si los buenos son aquellos que han de-tectado las ondas gravitatorias o los que no lo han hecho. De tal modo, sesabe si las ondas gravitatorias están en condiciones de ser detectadas.

Por otro lado, una vez que se sabe si están allí para ser detecta-

das, hay un criterio disponible para determinar si un aparato particular es bueno. Si hay ondas gravitatorias un buen aparato es uno que lasdetecta. Si no hay ondas gravitatorias los buenos experimentos sonaquellos que no las han detectado.

De tal modo, la denición de lo que cuenta como un buen aparatodetector de ondas gravitatorias, y la respuesta a la pregunta acerca de silas ondas gravitatorias existen, son procesos sociales congruentes. Sonla encarnación social de la regresión de los experimentadores.

No hay, entonces, un conjunto de criterios “cientícos” que pue-

dan establecer la validez de los hallazgos en este campo. La regresión

de los experimentadores lleva a los cientícos a buscar otros criterios

de calidad.

En quinto, y último lugar, el siguiente conjunto de ragmentos de en-trevistas muestra que los cientícos están involucrados con algo másque métodos ormales de argumentación y persuasión. En primer lugar,las siguientes citas deben leerse como muestra de la alta de consensosobre criterios ormales.

Tuvimos una... escuela de verano... que duró dos semanas. Cuando ui-

mos allí, inicialmente había una cierta excitación en el aire porque a

partir de las discusiones parecía que “P” estaba diciendo que había mi-

rado por treinta días y que no había visto ninguna coincidencia en el

nivel de sensibilidad de “O”, y “O” no se estaba sintiendo muy bien por 

eso. Habían hablado muchas horas, y cuando la conerencia terminó

acordaron ocialmente que el dispositivo de “O” era más sensible que el

de “P”... Por lo tanto, ocialmente no había ningún desacuerdo. Extra-

ocialmente, no lo sé...

Bueno, hay dos proesores de... dando vueltas y diundiendo rumores

acerca de que “Q” está repitiendo mi experimento con una sensibilidad

mayor. Esto él lo ha negado en una conversación teleónica con “R”.

Dónde está la verdad, no lo sé.

...cuando escuché hablar de estos resultados y del hecho de que este in-orme de segunda mano desacreditaba a “O”, llamé a “O” y le dije cuáles

eran los rumores que estaban dando vueltas para que él lo supiera, y

dije que dudaba si esa era realmente la verdadera imagen, y me dijo un

montón de cosas más, y que ellos realmente no tenían nada que estu-

 viera cerca de su sensibilidad...

Después estaba ese rumor de que “S” había visto el artículo de “T” y

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En 1972, unos pocos cientícos creían en la existencia de altosfujos de ondas gravitatorias, y diícilmente había alguno que se com-prometiese abiertamente a armar su no existencia. En 1975, varioscientícos habían gastado tiempo y esuerzo activamente para prose-guir el caso contra Weber. La mayoría de los demás aceptaba que élestaba equivocado y sólo un cientíco distinto a Weber pensaba queera valioso proseguir la búsqueda de fujos elevados. Puede ser justoreerirse a 1975, en las palabras de uno de mis encuestados, como partede la “era post Weber”.

Clusur del debe

Los detalles de la siguiente ase de argumentos concernientes a la exis-tencia de ondas gravitatorias –los argumentos que condujeron a la

 virtual extinción de la credibilidad de las armaciones acerca de altosfujos– han sido descritos en extensión en otro lugar (Collins, 1981c).

 Aquí sólo daré un breve resumen. Aunque casi todos los cientícos acordaban hacia 1975 que los

fujos no existían y que el experimento de Weber no era adecuado, susrazones variaban notablemente. Algunos se convencieron debido a que

 Weber había cometido en un punto un error bastante maniesto dentrode su programa de computadora; otros pensaron que el error habíasido satisactoriamente corregido antes de producir demasiado daño.

 Algunos pensaron que el análisis estadístico del ruido de ondo y elnúmero de picos residuales era inadecuado, pero otros no pensaron queese uera un punto decisivo. Weber había cometido también un grave

error cuando armó haber encontrado señales coincidentes entre supropio detector y uno de un laboratorio completamente independiente.Estas coincidencias ueron extraídas de los datos comparando seccionesde las cintas grabadoras de los dos detectores. Desaortunadamente para

 Weber, resultó que las dos secciones de la cinta que comparó habíansido grabadas con una dierencia de cuatro horas, por lo que estaba dehecho evocando una señal a partir de lo que debería haber sido puroruido. Una vez más, sin embargo, no era diícil encontrar cientícos que

El caso de la radiación gravitatoria conduce a dos proposiciones más.

Proposición siete: Cuando el criterio normal –el resultado exitoso– noestá disponible, los cientícos están en desacuerdo acerca de cuál ex-perimento está hecho de manera competente.

Proposición ocho:  Allí donde hay desacuerdo acerca de lo quecuenta como un experimento realizado de manera competente, el debatesubsiguiente es congruente con el debate acerca de cuál es el resultadoapropiado del experimento. La clausura del debate acerca del signica-do de la competencia es el “descubrimiento” o el “no descubrimiento”

de un nuevo enómeno.

r adiación gravitacionaL : 1975

Después de 1972 los hechos avorecieron cada vez menos las armacio-nes de Weber. En julio de 1973 ueron publicados resultados negativospor dos grupos separados (uno dos semanas después del otro) en elPhysical Review Letters. En diciembre de 1973 un tercer grupo publicóresultados negativos en  Nature. Artículos posteriores, que armabanresultados negativos con sensibilidades incrementadas, ueron publi-cados a continuación por estos grupos y también por otros tres. Desdeentonces, ninguno concluyó que había encontrado algo que corroboraralos hallazgos de Weber.

Después de 1972 el impulso de la actividad experimental cambió junto con el incremento de la certeza de que los resultados de Weber 

eran incorrectos. Si en 1972 cerca de una docena de grupos estabaninvolucrados con experimentar activamente en la dirección de los ha-llazgos de Weber, hacia 1975 nadie excepto el propio Weber estaba aúntrabajando en esa dirección, e incluso él estaba enrentando severosproblemas de nanciación. Sin embargo, cerca de siete grupos estabanconstruyendo o considerando el diseño de antenas de una sensibilidad

 varios órdenes de magnitud mayor, con la esperanza de detectar el fujode radiación pequeño y predicho teóricamente.

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de un experimento Weber careció de aliados en sus críticas a aspectosdel diseño.

L desprición de los los fujos de onds grvioris

Bajo estas circunstancias no es obvio cómo cayó tanto la credibilidadacerca de los fujos altos. De hecho no ue el único experimento nocriticado el que ue decisivo: los cientícos raramente lo mencionabanen la discusión. Obviamente, el peso total de la opinión negativa ueun actor, pero dada la fexibilidad, por así decirlo, de toda la evidencia

negativa, no debió sumarse de un modo tan decisivo. Había un modo dereunir la evidencia, notando las allas en cada ragmento, de modo talque ese rechazo rotundo de las armaciones en torno a los fujos altos nouera la inerencia necesaria. Después de todo, Weber había gastado mástiempo, esuerzo y dedicación en el trabajo que cualquier otro, tal comolo reconocieron algunos otros cientícos. Un encuestado inormó:

...hacia entonces [1972] Weber nos había visitado e hizo el comentario, y

pienso que el comentario era válido, de que “va a ser una época diícil en

el negocio de las ondas gravitatorias”, porque sentía que él había trabajado

durante diez o doce años para obtener señales, y es mucho más ácil atacar 

un experimento, y si no ves los resultados no miras para encontrar por qué

no los ves, tú sólo publicas un artículo. Es importante, y solo dice: “No los

 veo”. Entonces él sintió que las cosas iban a caer en un lento refujo...

Otro experimentador, que había trabajado con Weber y simpatizaba

con él comentó:

... [una dierencia importante entre Weber y los otros es que Weber] pasó

horas y horas por día, por semana, por mes, viviendo con el aparato.

Cuando estás trabajando, y estás tratando de obtener la mayor cantidad

de resultados de las cosas, encontrarás que [por ejemplo] un tubo que

has seleccionado, digamos uno entre cien, solo es un buen tubo de ruido

por un mes si tienes suerte, pero una semana es más probable. Algo ocu-

pensaran que el daño no había sido demasiado grande dado que el nivelde la señal inormada era apenas estadísticamente signicativo.2

Otro actor considerado importante por algunos ue que Weber nologró incrementar la razón señal/ruido en sus resultados a lo largo delos años. De hecho, considerando que su aparato estaba siendo sometidoa mejoras continuas, la señal neta parecía estar disminuyendo. Esto nose sentía que uera típico para un trabajo cientíco nuevo. Es más, lacorrelación sideral inormada inicialmente se ue desvaneciendo. Una

 vez más, sin embargo, estas críticas ueron consideradas decisivas solopor uno o dos cientícos.

Finalmente, no hace alta decir que los resultados negativos casiuniormes de otros laboratorios ueron un punto importante. ¡Sin em-bargo todos excepto uno de los aproximadamente seis experimentosnegativos (¿cuándo un experimento no es un experimento?) ueronuertemente criticados por uno o más de los críticos de Weber! Esto sinmencionar a Weber en sí, quien vio a los seis como inadecuados. Esto nodebería sorprender dado el análisis de las secciones anteriores.3 Un soloexperimento se mantuvo inmune a las críticas de los críticos de Weber,

 y este ue un experimento diseñado para ser lo más cercano posible auna copia exacta del diseño original de Weber. Las críticas de Weber a este experimento se dirigieron a dierencias halladas en el algoritmopara el procesamiento de la señal (Collins, 1981c).

De tal modo uno o más de los críticos, junto con el propio Weber,encontró allas en cada uno de los argumentos y de las evidenciasdirigidas en contra de la armación de los fujos altos. Solo en el caso

2 Es interesante que el nivel ue de 2.6 desviaciones estándar. Esto habría sidoconsiderado un nivel elevado en las ciencias sociales, pero parece haber contado como in-adecuado en esta área de la ísica. El lector puede recordar (capítulo 2) que elegir un nivelde signicación estadístico apropiado supone invocar una misteriosa regla de ratones.

3 La producción de un resultado “correcto” es solo una condición necesaria, nosuciente, para la atribución de competencia. Los cientícos se sienten libres de criticar a sus colegas aun cuando sus resultados acuerdan con sus propias disposiciones en lamedida que hay aún otros resultados negativos a los cuales reerirse. Un enómeno similar será inormado en el capítulo cinco y discutido en el capítulo 6.

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L crislizción de l evidenci

Me reeriré a este crítico como “Q”. Él había construido una de las an-tenas más pequeñas, si bien argumentaba que era al menos tan sensiblecomo la de Weber debido a su diseño sosticado. Sin embargo, otroscríticos casi siempre discutían el experimento de Q con reservas, debidoa que la antena era pequeña. Pero su impacto era alto por el modo enque era presentado. Tal como lo indicó un cientíco:

...en lo que concierne a la comunidad cientíca en general, es probable

que la publicación de Q sea la que resolvió en general la actitud. Perode hecho el experimento que ellos hicieron ue trivial –ue una cosa mí-

nima... Pero la cosa ue el modo en que escribieron el inorme... Todo el

resto del mundo estaba terriblemente indeciso acerca de eso... Era todo

un poco dudoso... Y entonces Q vino con este juguete. Pero es el modo

en que lo escribió.

Otro cientíco dijo:

Q poseía una sensibilidad considerablemente menor, por lo que yo hu-

biera creído que habría hecho un impacto menor que cualquier otro,

pero habló más uerte que cualquier otro e hizo un hermoso trabajo

analizando los datos.

 Y un tercero:

[El artículo de Q] era muy ingenioso porque su análisis era en verdadmuy convincente para otras personas y ue la primera vez que alguien

calculaba de un modo simple lo que debía ser el ruido térmico de la ba-

rra... Fue hecho de un modo muy claro y en cierta medida convencieron

a todo el mundo.

equivocado. Sus razones ueron tomadas de la teoría ísica y de su experiencia excep-cionalmente amplia como experimentador en áreas diíciles.

rre, alguna pequeña partícula se desprende del cátodo y tienes ahora un

sitio que es ruidoso, y los procedimientos para encontrarlo son largos y

tediosos. Mientras tanto para auera tu sistema parece el mismo.

De tal modo, muchas veces puedes tener un sistema que unciona,

 y piensas que está uncionando bien, y no lo está. Una de las cosas que

 Weber da a su sistema, y que ninguno de los otros hace, es dedicación

–dedicación personal– como ingeniero eléctrico que la mayor parte de

los otros tipos no son...

 Weber es ingeniero eléctrico y ísico, y si resulta que él está viendo

ondas gravitatorias y los otros simplemente se lo pierden, esa es la respues-

ta, que ellos no eran experimentadores realmente dedicados... Vivir con elaparato es algo que encuentro verdaderamente importante. Es como cono-

cer una persona –después de un tiempo, puedes decir cuándo tu mujer se

está sintiendo uera de oco aun cuando ella misma no lo sabe.

El propio Weber remarcó que un actor importante

es tener a alguien que está dedicado, que quiere trabajar en el ex-

perimento antes de estar seguro de que está uncionando de manera

apropiada. Pienso que es una cuestión clave. No puedo recordar haber 

establecido un experimento complejo que uncionara bien cuando ue

puesto en marcha inicialmente... Con el ambiente y la situación [que

tenemos ahora] la gente no está en condiciones de ponerse a sí misma

como para conrmar los primeros resultados...

La conciencia de los cientícos acerca de este aspecto del trabajo expe-

rimental puede hacer que duden en considerar en general negativos aun grupo particular de resultados negativos. Es claro que la posibilidadde que se pudieran mantener las armaciones en torno a los fujosaltos, aun rente a esta evidencia negativa, ue una importante uerzamotivadora que se encontraba detrás del trabajo de un crítico.4

4 Un motivo completamente desinteresado, honorable e impersonal, me apresu-ro en añadir, dado que el crítico estaba rmemente convencido de que Weber estaba

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Respecto a la… conerencia, Q orzó mi mano, yo ui a la… conerencia

sin la intención de mencionar el error de cómputo a menos que Weber 

hiciera una declaración errónea... Pero cuando llegué allí Q se me pre-

sentó con una copia de sus observaciones ya pasadas en limpio, y dado

que yo me estaba yendo de la sesión... No almorcé ese día poniendo lo

que iba a decir que había sucedido en lo que yo sentí que era, sin ser 

emotivo, una orma precisa... ese ue el primer anuncio público.

Otro cientíco comentó:

...yo sentí que era un asunto muy incendiario. Era claramente un casodonde Weber había metido la pata debido a su análisis de los datos, y

 yo sentí que eso hablaba por sí mismo y esas pocas personas que sabían

sobre el asunto eran sucientes. Pero Q no sentía las cosas de ese modo

 y ue tras Weber... y yo me mantuve en la línea lateral cubriendo mis

ojos porque no estoy realmente interesado en ese tipo de cosas, porque

eso no es ciencia.

Q también escribió una “carta” a un popular periódico de ísica queincluía el párrao:

[se mostró] que en [cierta grabación] ...prácticamente todas las así lla-

madas coincidencias “reales”... ueron creadas individualmente por un

simple error de programación. De tal modo, no solo algunos enómenos

 junto con las ondas gravitatorias  pudieron causar el retraso-cero en el

exceso de la tasa de coincidencia [en estos datos], sino que de hecho lo

hicieron (énasis de Q)

 y que

...el grupo de Weber no ha publicado evidencia creíble para undamentar 

la armación de que han detectado radiación gravitacional.

Q me explicó su estrategia experimental del siguiente modo:

Los primeros resultados negativos habían sido inormados con cir-cunspección. Los cientícos discutieron todas las posibilidades lógicasque podían explicar la discrepancia. Que los resultados de Weber ueranespurios no era una certeza que podía hacerse pública. Inmediatamentedespués vino el segundo inorme experimental de Q, muy ranco, consu cuidadoso análisis de datos y su armación de que sus propios resul-tados estaban “en conficto sustancial con los inormados por Weber”.Entonces, como lo señaló un encuestado, “eso comenzó la avalancha ydespués de eso nadie vio nada”.

La imagen que emerge es que los experimentos que establecían

uertes y conables desacuerdos con los de Weber resultaron abier-tamente publicables, pero que esa conabilidad vino solo después deque se erigiera lo que se puede llamar una “masa crítica” de inormesexperimentales. Esta masa ue “disparada” por el cientíco Q.

Q creía desde el principio que Weber estaba equivocado, y actuóbasándose en esa creencia.5 Solo una lectura supercial llevaría a laconclusión de que las acciones de Q ueron menos sinceras que las de

 Weber. Debe señalarse también que Q había preparado una estrategiapor si se encontraban altos fujos de ondas gravitatorias, y esto involu-craba una actitud menos cerrada de lo que sugeriría una lectura rápidade lo que sigue. Estas calicaciones deberían recordarse mientras seanalizan las acciones de Q.

Estas ueron las otras intervenciones importantes de Q: la per-sona que realmente descubrió el error de programación de Weber uepreparada para mantener el asunto en privado en la medida que Weber aclarase las cosas rápidamente. Sin embargo, Q orzó la discusión del

tema en la apertura de una conerencia.Quien los descubrió destacó estos errores.

5 En una charla dada a la  aaas en 1978, Kip Thorne se rerió a este tipo deconsideraciones como “creencias apreciadas por los ísicos”. Estas, por supuesto, no soncreencias arbitrarias; son apreciadas solo porque abandonar alguna de ellas involucraabandonar mucho de lo que ha demostrado ser exitoso en la red de conceptos de losísicos. Esto será discutido más extensamente en el capítulo 6.

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te no vas a detectar nada [con un detector de este tipo –tanto sobre

undamentos teóricos como sabiendo el modo en que Weber maneja

sus datos] y de tal modo no tiene sentido construir uno, excepto por 

el hecho de que hay alguien ahí auera publicando resultados en el

Physical Review Letters... Era bastante claro que [otro grupo de renom-

bre] jamás iba a revelarse con una conclusión rme... de modo que

avanzamos y lo hicimos... Sabíamos perectamente bien qué era lo que

ocurría, y era solo cuestión de obtener un resultado lo sucientemente

rme como para publicarlo en un periódico reputado, y tratar de na-

lizar el asunto de ese modo.

La última rase de la cita anterior es particularmente signicativa. Elgrupo de Q había hecho circular un artículo de Irving Langmuir (1953)entre otros cientícos y el propio Weber. A mí también me citaroneste artículo. El artículo de Langmuir trata acerca de varios casos de“ciencia patológica” –“la ciencia de cosas que no son así”. Q creía queel trabajo de Weber era típico de este género; trató de persuadir a Weber 

 y a otros acerca de las similitudes. La mayor parte de los casos citadospor Langmuir tomaron muchos años en asentarse. Como lo dijo unmiembro del grupo de Q:

Queríamos ver si era posible detenerlo inmediatamente sin tener que

arrastrarlo a lo largo de veinte años.

Estaban preocupados porque sabían que el trabajo de Weber era inco-rrecto, pero podían ver que esto no era comprendido ampliamente. En

 verdad, los hechos eran más bien los opuestos. Para citar de nuevo:

 Además Weber estaba presionando mucho. Estaba dando un sinín de

conerencias... nosotros teníamos algunos estudiantes graduados –me

olvidé de cuál universidad eran– que vinieron a mirar el aparato... Ellos

tenían la rme opinión de que las ondas gravitatorias habían sido detec-

tadas y que eran un hecho de la vida que estaba establecido, y nosotros

sentimos que había que hacer algo para detener eso... El asunto se estaba

...lo que podríamos haber hecho al comienzo era simplemente analizar 

los resultados de Weber y mostrar que por principio él no podía haber 

detectado las ondas gravitatorias que decía que estaba detectando...

Podríamos haber argumentado desde lo abstracto que él no podría

haberlas detectado aun bajo circunstancias ideales. Pero sentimos que

no tendríamos ninguna credibilidad si hacíamos eso... y que el único

modo en que podíamos mantenernos era conseguir un resultado por 

nosotros mismos.

Luego de completar el trabajo y publicar el inorme con su antena “di-

minuta”, el grupo de Q construyó una segunda antena de mayor tamaño y sensibilidad, pero lo sucientemente pequeña como para utilizar elmismo equipamiento periérico (cámara de vacío, etcétera). Yo estabainteresado en sus razones para seguir adelante con esto si es que ellosconsideraban que su primera antena, aunque era pequeña, era lo su-cientemente grande para hacer el trabajo de legitimar la desaprobaciónde los resultados de Weber.

Q en sí mismo respondió simplemente en términos del uso maxi-mizado del equipamiento disponible. El nuevo experimento práctica-mente no costaba nada y empujaba el límite superior de las posiblesondas gravitatorias aun más abajo. Sin embargo, otro de los miembrosdel grupo de Q respondió:

...bueno, sabíamos qué era lo que iba a ocurrir. Sabíamos que Weber 

estaba construyendo una más grande y sentimos que no habíamos

sido lo sucientemente convincentes con nuestra pequeña antena. De-

bíamos ir un paso más allá de Weber e incrementar también nuestrasensibilidad.

En este punto no se trataba más de ísica. No es claro que alguna

 vez uera ísica, pero ciertamente no lo era para entonces. Si estuvié-

ramos buscando ondas gravitatorias habríamos adoptado un enoque

enteramente dierente. [ej., un experimento con suciente sensibilidad

como para hallar la radiación teóricamente predicha] ...No tiene senti-

do construir un detector del [tipo] ...que const ruyó Weber. Simplemen-

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eL contenido de Los  argumentos  y La naturaLeza de La radiación gravitacionaL

Los cientícos estaban dispuestos a orecer explicaciones acerca delas dierencias que había en los resultados de los diversos experimen-tos sobre ondas gravitatorias. Estas iban desde las estimaciones de lasensibilidad relativa hasta las cualidades personales de los respectivosexperimentadores. La lista completa de las variables que me sugirieronen 1972 como candidatas para explicar las dierencias en los resultadosue la siguiente:

Uno: Los medios para detectar vibraciones en la barra.Tal como se ha mencionado, Weber usaba cristales piezo-eléc-

tricos pegados cerca del centro, pero otras posibilidades de uso en esemomento incluían intercalar los cristales entre las partes de la masa

 vibratoria, de dierentes modos, o usar un condensador cuya lámina deseparación cambiara con los cambios en la extensión de la barra.

Dos: El material con el que está construida la barra.

 Algunos materiales son más ecientes que otros. Algunos de losúltimos experimentos usaban enormes cristales únicos de zaro comomasa vibratoria, pero en 1972 la mayoría de los experimentos usabanuna aleación de aluminio. Las barras parecían variar de acuerdo conquién las había abricado y cómo habían sido tratadas. Un experimen-tador usaba aluminio puro, que debería haber sido más eciente quela aleación, pero tuvo grandes problemas con el “deslizamiento”*; estoproducía un alto nivel de “ruido”.

Tres: La electrónica usada en el procesamiento de las señales.

Se sugirió que los circuitos electrónicos podían producir las “se-ñales” por sí solos, o inundarlas con su propio ruido, o contribuir a laaparición de señales simultáneas provenientes de dierentes detectores, oactuar como receptores de perturbaciones no gravitacionales espurias.

Cuatro: Las técnicas estadísticas usadas para separar la “señal” 

del “ruido”.

 yendo de las manos. Si hubiéramos escrito un artículo ordinario, que

solo dijera que habíamos echado un vistazo sin encontrar nada, este se

habría hundido sin dejar trazos.

En suma, Q y su grupo se propusieron matar los descubrimientos de Weber en el tiempo más corto posible. No hay razón para creer quetenían algo distinto a los mejores motivos para estas acciones, pero per-siguieron su propósito de una manera inusualmente vigorosa. Hicieronsu experimento con la intención de desarrollar una posición desde lacual pudieran destruir lo más eectivamente posible las armaciones

de Weber. Probablemente no se habrían preocupado en realizar ningúntrabajo experimental si no hubiera sido porque ellos “miraron lo queotras personas estaban planeando hacer y decidieron que no había nadieque uera a producir esta conrontación”.

De tal modo, Q actuó como si no pensara que la simple presen-tación de resultados, con un comentario clave, uera suciente paradestruir la credibilidad de los resultados de Weber. En otras palabrasél actuó tal como uno esperaría que actuara un cientíco que se dieracuenta de que la evidencia y los argumentos, por sí mismos, son insu-cientes para resolver de manera no ambigua el estatus existencial deun enómeno.

He indicado cómo la regresión de los experimentadores ue resuel-ta en este caso. El creciente peso de los inormes negativos, ninguno delos cuales era decisivo por sí solo, ue –por así decirlo– cristalizado por Q. De ahora en adelante solo los experimentos que dieran resultadosnegativos ueron incluidos en el conjunto de las contribuciones serias al

debate. Después que Q hiciera su contribución, no hubo más altos fujosde ondas gravitatorias. De ahora en adelante todos los experimentosque producían resultados positivos, tales como los de Weber, debían por este simple hecho, estar mal. Poseer un detector de ondas gravitatoriasse parecía mucho más a la posesión de un láser tea.

Este es uno de los modos a través de los cuales el campo cambióentre 1972 y 1975. Ahora veremos otro de los cambios.

* “Creep”, en el original. [N. del T.]

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coincidencias accidentales no dejará señales que puedan contarse comoondas gravitatorias.

Seis: La recuencia de la radiación y la recuencia sensible de la

barra.

Tal como se ha explicado, los dispositivos del tipo de la barra re-sonante son más sensibles en su recuencia de resonancia. No todos losexperimentos usaban la misma recuencia de resonancia de modo quetales discrepancias pueden explicar las dierencias en los resultados.

Siete: La extensión de los pulsos de radiación.

Los dierentes detectores y los algoritmos estadísticos son más o

menos sensibles a los pulsos de radiación de distintas longitudes y deormas de onda. De tal modo, algunos detectores no “verían” pulsosmuy cortos por más que estos pulsos contuvieran una gran cantidad deenergía. Este ue un argumento que guró extensamente en los debatesposteriores.

Ocho: La calibración del aparato.

En 1972 algunos cientícos se quejaron de que Weber no habíadado sucientes detalles acerca de la calibración de su detector y quepor lo tanto era imposible estar seguro acerca de su sensibilidad. Estees un argumento que creció mucho en importancia y, como se verá másadelante, tiene signicación para la regresión de los experimentadores.

Otros argumentos ueron usados para tratar de explicar cómo po-dían compatibilizarse los hallazgos de Weber con consideraciones cos-mológicas más amplias o acerca de por qué estos debían ser espurios.

Nueve: La proximidad de la uente de radiación.

Si la uente de radiación uese cercana entonces grandes canti-

dades de energía gravitacional debían ser detectables en la Tierra sinimplicar las grandes y embarazosas estimaciones de energía absolutaasociada con uentes distantes. La intensidad de la radiación gravi-tacional se supone que varía con la distancia de acuerdo a la ley delcuadrado a la inversa.

Diez: El ancho de banda de la radiación.

Si la radiación entrante estuviera centrada en su totalidad enuna banda estrecha en torno a los 1.661 hertzios buscados por Weber,

Tal como se indicó, deben tomarse decisiones en relación con elcriterio para apartar las “señales” del ruido. En los sistemas más rudi-mentarios las decisiones se toman mirando un “impreso” que mostraráuna cierta cantidad de picos. Los picos que se sitúan por encima de uncierto nivel predeterminado serán contados como “señales”. Este procesode selección puede ser hecho por medio de paneles de árbitros, por elexperimentador mismo o por otros cientícos. De manera alternativa,pueden utilizarse computadoras para hacer este análisis, o bien unanálisis con técnicas estadísticas más sosticadas.

 Argumentos sobre la eciencia de estas dierentes técnicas gu-

raron y gurarían en gran parte en el debate.Cinco: Las estimaciones hechas de la recuencia de los picos “ac-

cidentales” y la recuencia de los estados sensibles del detector.

Como se ha explicado antes, ha de esperarse un cierto númerode picos espurios, debidos enteramente al ruido del sistema. Debenhacerse cálculos de esa recuencia a n de estimar el número de picosgenuinos. Aun allí donde detectores separados están buscando señalescoincidentes, un cierto número de coincidencias serán espurias.

Sin embargo, también es el caso que no todas las ondas gravitato-rias genuinas serán registradas como picos coincidentes. Esto se debe aque, si el algoritmo para extraer picos genuinos está basado en registrar solo aquellos picos que se encuentran por encima de cierto umbral, lasondas gravitatorias que lo traspasan cuando el ruido en la barra está enun nivel (azarosamente) bajo, pueden no excitar la barra lo sucientecomo para superar el nivel de energía por encima del umbral. De talmodo los picos coincidentes, producidos por las ondas gravitatorias,

solo ocurrirán cuando ambos detectores se encuentran por casualidaden un estado sensible cuando la onda pasa. De ahí que deba esperarseque el número de coincidencias en dos detectores sea menor que elnúmero de los pulsos de las ondas gravitatorias.

De manera similar, allí donde más de dos detectores están en uso,el número de coincidencias registradas será aun menor. El cálculo detodos estos actores aecta las conclusiones acerca del número de ondasgravitatorias que se están registrando. Un cálculo elevado de señales y

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  jugado con la idea de que algún eecto psicoquinésico había estadoinvolucrado. Otros dos o tres experimentos habían adquirido interés enla investigación de la “percepción extra sensorial” y sus eectos rela-cionados. Algunos miembros de la Asociación Parapsicológica estabanmuy interesados en el trabajo, y estaban encantados debido a que creíanque algunos de los cientícos involucrados estaban considerando enserio la hipótesis psicoquinésica. (Me inormaron de esto mientras yoestaba involucrado en la investigación sobre parapsicología –véase elcapítulo 6. En ese momento yo no tenía idea que había una conexiónentre los dos campos; lejos de ser una respuesta a una pregunta mía,

la inormación me vino de manera totalmente sorpresiva). Finalmentese estaba planeando un experimento con la colaboración de uno de losexperimentadores secundarios con el n de probar la habilidad de unpsíquico dotado sobre el aparato.

Ninguna de estas últimas explicaciones apareció nunca impresa–al menos bajo el nombre del autor.

Hacia 1975 la vasta mayoría de estas potenciales explicaciones paradar cuenta de las discrepancias entre un experimento y otro habíandesaparecido del mundo del discurso cientíco. Las últimas cuatro pa-recían bastante bizarras y el rango de las discusiones estaba restringi-do, tal como lo describimos, a cuestiones de error estadístico y cosassemejantes.

Este es exactamente el tipo de cambio que esperaríamos que tu- viera lugar en la medida que el campo llegaba a un consenso interno.En tanto el alboroto ocasionado en la comunidad cientíca por las

armaciones iniciales ue desapareciendo, no hubo más necesidad decavar en el trasondo de las “creencias apreciadas” para tratar de traer un nuevo orden a la realidad ísica. Weber estaba simplemente equivo-cado. Las quietas y proundas aguas de la vida cotidiana inundaron denuevo el volcán que había empujado a través de su supercie. Hoy sulugar está marcado apenas por un murmullo.

Considérese que el argumento hubiese seguido otro camino.Supongamos por un momento que hubiesen sido los dispositivos que

entonces se evitarían de nuevo estimaciones de energía embarazosa-mente altas.

Once: La ocalización de la radiación gravitacional.

Si se abandona la suposición de un universo isotrópico, y se suponeque la energía gravitacional se está ocalizando de algún modo hacia laTierra, entonces de nuevo pueden evitarse las grandes estimaciones.

Doce: Los eectos espurios.

 Algunos cientícos sugirieron (en 1972) que las coincidenciasentre los detectores de Weber podían explicarse por corrientes en laionosera, por fujos de neutrinos, tormentas eléctricas y manchas so-

lares. Hacia 1975 se habían añadido a la lista emisiones de televisiónu ondas radiales, entre otras cosas.

 Algunas explicaciones menos ortodoxas ueron también propues-tas en 1972. Las mismas incluían:

Trece: De algún modo los pulsos de radiación gravitacional están

disparando una emisión de energía acumulada en la barra.

Esta es una versión desarrollada de la noción generalizada de quelas ondas gravitatorias están acopladas a los materiales de un modomás uerte de lo que se ha pensado.

Catorce: Explicaciones de los resultados de estos experimentos

 pueden requerir reerencias a una “quinta uerza”.

Esto es, alguna uerza añadida a las conocidas actualmente, mag-nética, gravitacional, uerte y débil.

Quince: Los hallazgos de ondas gravitacionales son solo el pro-

ducto de errores, mentiras deliberadas o la autodecepción.Dieciséis: La explicación puede requerir una reerencia a uerzas

 psíquicas.Esta sugerencia atribuye los picos no accidentales, por ejemplo,

a los deseos de un experimentador que opera a través de psicoquinesis–el poder de la mente sobre la materia. Circuló un rumor de que Weber consultó a J. B. Rhine (la gura principal de la investigación cientícaen lo paranormal), aunque ambas partes lo negaron. Otro experimen-tador había visto una señal en su detector por primera vez inmediata-mente después de tener una conversación teleónica con Weber y había

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más asombroso. Estoy argumentando aquí que, así como el procesode decidir si las ondas gravitatorias habían sido detectadas era con-gruente con decidir qué grupo de resultados debían creerse, del mismomodo se estableció la naturaleza detallada de las ondas gravitatorias.Las dierentes decisiones acerca de la cualidad de los experimentoshabrían ido de la mano con las dierentes decisiones acerca de la na-turaleza de las ondas gravitatorias. Esto puede resumirse como unanovena proposición:

Proposición nueve: Las decisiones acerca de la existencia deun enómeno son congruentes con el “descubrimiento” de sus pro-

piedades.6

un intento por romper La regresión:La caLiBración de Los experimentos

Si bien la desaparición de las ondas gravitatorias ha sido extensa-mente explicada, vale la pena examinar otros intentos hechos pararomper la regresión de los experimentadores. Varias actividades noexperimentales y “no cientícas” pueden ser vistas en esta dirección;si son miradas de este modo, las actividades conspirativas de algunosde los cientícos que trataban de desacreditar los altos fujos de ondasgravitatorias por medio de la desacreditación del propio Joseph Weber parecen mucho menos sorprendentes. El lector debería ahora volver alprimer, tercer y quinto grupo de comentarios de los investigadores deondas gravitatorias en 1972 y mirarlas de este modo; es un asunto de

recurrir a cualquier cosa ante la ausencia de un criterio independiente.Estas soluciones “no cientícas” sirven a un propósito similar a los ar-gumentos teóricos más abstractos sobre la relatividad general o acerca

6 Una consecuencia importante de la proposición nueve es que el éxito deuna parte en una disputa de este tipo no puede explicarse por su capacidad superior para comprender la naturaleza del enómeno bajo investigación. Es esto lo que estásiendo descubierto (determinado) por el debate en sí (véase Farley y Geison, 1974;Roll-Hansen, 1984).

detectaban las ondas gravitatorias los que se hubiesen denido comolos diseños competentes. En ese caso, los altos fujos de radiación gra-

 vitacional, o cualquier otra cosa que estuviera produciendo las coinci-dencias en los detectores de Weber, habrían sido denidos como algoque podía ser visto en los aparatos como los de Weber pero no en losaparatos de sus críticos. Las dierencias entre los dos grupos de antenas–aquellas que podrían detectar el enómeno y aquellas que no– expli-

carían ahora la naturaleza de la cosa, uese lo que uese, que estuvieracausando las coincidencias. Es decir que, cualquiera uese la cosa queestaba causando la coincidencia, debía ser algo de una naturaleza tal

que pudiera aectar la antena de Weber pero no la de sus críticos.Por ejemplo, tómese el punto seis mencionado anteriormente: si

los críticos estuvieran trabajando en un rango de recuencias dierente,entonces sabríamos algo sobre la distribución de la recuencia de laradiación: debería restringirse a la recuencia de la banda de ondas de

 Weber.Si el punto siete uese la dierencia crucial, entonces se lograrían

indicaciones sobre la orma del pulso de la radiación, un punto que Weber trataba de establecer.

Si los distintos rendimientos ueran explicados de algún modopor el catálogo de posibilidades que se encuentran en el punto doce,entonces un enómeno nuevo, no gravitacional, podría ser lo que habríadescubierto Weber.

Finalmente, el descubrimiento de que solo los puntos trece odieciséis podrían explicar estas dierencias en los rendimientos de losdos grupos de antenas involucraría algo así como una revolución en la

ísica. (Hablar de “descubrir” tales cosas no es ingenioso; uno deberíamás bien hablar de establecer o “negociar”. En el capítulo 6 estas estra-tegias de negociación distintas serán discutidas extensamente.)

Como he explicado, las posibilidades radicales que sugería eltrabajo de Weber habían desaparecido de la conciencia colectiva delos ísicos hacia 1975. Para entonces, la naturaleza de las armacio-nes de Weber se había asentado: eran simplemente un error sin sig-nicado. Bajo circunstancias contraácticas, se habría revelado algo

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la calibración de un voltímetro, los voltajes estandarizados son usa-dos como sucedáneos para señales aún no medidas. En la ciencia máscontrovertida las suposiciones que subyacen al proceso de calibracióntienen mayor importancia.

Clibrción de ls onds grvioris

 Algunos de los críticos de Weber, en un intento por acortar el recorridode los argumentos sobre la sensibilidad de los distintos experimentos,calibraron ísicamente su antena. Hicieron esto inyectando pulsos de

energía en la barra por medio de una “placa terminal” cargada elec-troestáticamente. La placa terminal podía inyectar vibraciones muypequeñas en la barra de un modo bien comprendido. Este procedimientode calibración equivalía al uso de la antena para detectar un enómenosucedáneo bien comprendido. Era claro para todos que lo que contabacomo un instrumento bien diseñado, tal como estaba denido por estaprueba, era uno que detectaría los pulsos electroestáticos; no habíadudas acerca de la existencia de estos pulsos.

 Weber estaba inicialmente poco dispuesto a calibrar su propiaantena de este modo. Un crítico de Weber describió la situación comosigue:

Habíamos calibrado nuestra propia antena de un modo único que no

dependía de cálculos. Por lo tanto sabíamos cuál era nuestra sensi-

bilidad y en ese momento solo podíamos calcular cuál era la sensi-

bilidad de Weber. Entonces usted está en lo correcto al decir que la

sensibilidad relativa era algo calculado por un lado y conocido conprecisión absoluta por el otro... Muy pronto a partir de entonces

obtuvimos una oportunidad de calibrar la antena de Weber y encon-

tramos... que nuestros cálculos eran correctos...

Tal como lo sugiere este encuestado, el resultado de esta tardía cali-bración electroestática del aparato de Weber ue visto por la mayoríacomo una reivindicación de los cálculos de sus críticos. Fue sentido

de la naturaleza del cosmos. Tanto la conspiración como las teorías a

 priori son intentos por romper la regresión.7

Otro episodio de la historia de las ondas gravitatorias no soloilustra la proposición nueve sino que también muestra la naturalezacircular de la regresión con mucha claridad. Este ue el intento de loscientícos por instituir una “prueba de la prueba” como una ormade resolver el argumento. Esta prueba era la calibración de la antenacompetidora. Si se podía mostrar que la sensibilidad relativa de Weber no era tan grande como él había armado, entonces los resultadosexperimentales negativos tendrían más credibilidad.

La calibración de instrumentos es un procedimiento amiliar.Imagínese que se ha construido un voltímetro prototípico. Consiste enuna aguja que oscila a lo largo de una escala pero supongamos que laescala todavía está en blanco. Para calibrar el instrumento se aplican

 voltajes conocidos a las terminales y se registran las posiciones corres-pondientes que alcanza la aguja. Así las señales que corresponden a

 voltajes conocidos pueden inscribirse en la escala. De ahora en adelanteel instrumento puede ser usado para medir voltajes desconocidos; el

 voltaje desconocido es aplicado a las terminales y la marca rente a lacual la aguja se detiene da la respuesta.

La suposición construida sobre este procedimiento es que el vol-taje desconocido actúa sobre el instrumento del mismo modo que los

 voltajes estándar que se aplicaron para calibrarlo. Esta es una supo-sición tan obvia que apenas merece su nombre. ¡Después de todo, un

 voltaje es un voltaje! Sin embargo, sería correcto decir que durante

7 El sistema de “explicar la replicación” de Rosenthal (capítulo 2) puede ser pen-sado del mismo modo. A pesar de sus intenciones declaradas de añadir meramenteresultados sin tener en cuenta su origen, Rosenthal tuvo que retroceder a medidas decalidad experimental. Por ejemplo, hizo cálculos que se basaban especialmente muchoen disertaciones doctorales supervisadas y en estudios que contaban con controles es-peciales para minimizar engaños y errores. Sin tener en cuenta la calidad de estas cate-gorías de experimentación (no se piensa normalmente que el trabajo de los estudiantesse encuentre entre los mejores), el punto es que el mero hecho de añadir experimentosno aecta la regresión; esto simplemente ignora la cuestión de la cualidad y no es unasolución satisactoria.

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Weber : No, eso no es correcto. El algoritmo lineal usado por otras per-

sonas es incuestionablemente superior para pulsos cortos; déjeme esta-

blecer esto con absoluta claridad. Se han dado ciertos argumentos para

usar el algoritmo lineal. Estos argumentos son aplicables a los pulsos

cortos y en mi opinión son argumentos correctos. Y el hecho de que el

algoritmo lineal no es de hecho más sensible nos está dando inorma-

ción acerca del carácter del pulso. Signica que el carácter del pulso no

se ajusta a las suposiciones que condujeron a ese método de análisis...

por ahora pensamos en distintos tipos de señales que darían resultados

algo similares a los que vemos.

Los críticos de Weber leyeron estas armaciones de una orma menospositiva: uno armó:

Lo que hizo ue cambiar la naturaleza de las señales. Dijo: “Bueno, las

señales no deben ser de la orma que estábamos suponiendo. Deben te-

ner algo más”. Alguna extraña orma de onda acerca de la cual no pudo

dar ni un solo ejemplo. “Y de este modo mi algoritmo es ahora el mejor 

de nuevo.” De hecho eso le resolvió un montón de dicultades. Se estaba

preguntando por qué no podíamos ver sus señales. Y él dijo: “Ahora sé

por qué. Las señales tienen una orma extraña.”

Otro encuestado, señalando el racaso del algoritmo de Weber en laprueba de calibración, dijo:

...usted tiene este increíble conficto de que cuando busca ondas gravita-

torias, el otro sistema parece hacer un mejor trabajo –este es un perectoejemplo de un experimento negativo hecho por el autor. Esto demuestra

que no hay nada allí.

Uno puede describir estos argumentos como ataques a lo apropiado de laseñal sucedánea usada para propósitos de calibración; la suposición queapenas vale la pena llamar suposición cuando la calibración es llevada acabo en la “ciencia normal” toma bastante notoriedad en este caso.

como una demostración decisiva de que la sensibilidad de las antenasde los críticos era al menos tan grande como la de la antena de Weber.En particular parecía resolverse un argumento concerniente al modocorrecto de procesar las señales entrantes. Weber insistía en que lamáxima de sensibilidad neta podía obtenerse por medio de un algoritmono lineal o energético (el algoritmo se relaciona con los circuitos y elprograma de computadora que procesa la señal en crudo). Los críticosde Weber insistían en que un algoritmo lineal, o de amplitud, era lomejor e hicieron uso de un algoritmo lineal de manera uniorme. Comolo dijo un encuestado:

Para una señal con una onda senoidal subyacente... puede mostrarse

teóricamente y bastante sólidamente que un sistema que es lineal es el

mejor sistema para detectar cosas. Pero Weber siempre usó el sistema no

lineal y por lo tanto sus armaciones iniciales ueron que este sistema

era claramente superior debido a que él hallaba ondas gravitatorias con

ese sistema mientras que la gente que usaba el sistema lineal, no. A pe-

sar del hecho de que puede probarse rigurosamente que no es así.

Bueno, Weber ue empujado uertemente en esto y nalmente

implementó ambos sistemas... y conectó al mismo detector tanto un sis-

tema lineal como un sistema no lineal... y lo que vio es que encontraba

ondas gravitatorias más seguido con sus sistemas. Sin embargo, después

de mucho presionarlo, nalmente puso los calibradores –cosas que pue-

den simular las ondas gravitatorias– y resultó que el sistema lineal era

cerca de veinte veces mejor para hallar la señal del calibrador...

En esta cita lo más importante es la última rase. Weber no aceptó lainterpretación de sus críticos acerca de los resultados de la calibración.En cambio armó que la orma de la calibración era inapropiada. Deesta manera:

Collins: Al leer su publicación de 1974 comprendo que usted hizo un

experimento de calibración usando ambos algoritmos y que obtuvo un

mejor resultado con el algoritmo lineal.

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L deección de l rdición grvicionl

Cediendo a la presión para realizar una calibración electroes-tática, Weber puso al menos dos suposiciones más allá de cualquier cuestionamiento. Primero aceptó que la radiación gravitacional podíainteractuar con la sustancia de su antena del mismo modo que las uer-zas electroestáticas. Esta es ciertamente una suposición de poco peso;sin embargo, tal como se mostró en este capítulo, hubo momentos enlos que tuvieron lugar discusiones inormales acerca de si la uerzagravitacional podía estar acoplándose más ecazmente de lo esperadocon la materia de la barra a través de la emisión de energía latente por medio de un mecanismo misterioso.

Más importante ue que Weber pusiera uera de cuestión, al me-nos por un tiempo, que la inserción de un pulso localizado en una delas puntas de la antena-barra tendría un eecto similar a la inserciónde energía en la barra como un todo, a partir de una uente situada agran distancia. De nuevo, esto puede parecer una suposición de pocopeso –claramente ue una suposición que Weber no se sintió capazde discutir– sin embargo eventos más recientes mostraron que no esinviolable.

Un susiuo lernivo

Un experimentador que trabajaba en una antena más moderna y aquien entrevisté en 1980 planicó una calibración distinta. Intentóusar como sustituto no una uerza electroestática, sino la atraccióngravitacional fuctuante inducida por una pequeña barra rotatoriade material localizada cerca de la antena. Los rápidos cambios en la

atracción gravitacional entre el material de la antena y el materialde la barra, en la medida que sus disposiciones relativas cambiaban,intentaban imitar los cambios de alta recuencia en la atracción gra-

 vitacional entre objetos, sintomáticos de la radiación gravitacional. Sibien el aparato de este encuestado tenía un diseño no resonante máscomplejo que el de Weber, sus respuestas a preguntas sobre métodosde calibración eran semejantes:

L uerz de l suposición

Para ir directo al nal de la historia, la interpretación de Weber delos resultados de la calibración ue acogida con escepticismo. Weber consiguió inventar señales hipotéticas compatibles con la prueba decalibración; obtuvieron un perl de pulso tal que sería más ácilmentedetectado por su antena, usando su algoritmo, que por los métodos desus críticos. Sin embargo, la existencia de tales señales ue pensadacomo improbable por la mayoría de los cientícos. De acuerdo a unencuestado, señales con un perl de este tipo eran “patológicas y poco

interesantes”. En otras palabras, sería diícil pensar en escenarios cos-mológicos que dieran origen a señales con una actividad tan extraña yexacta. En el estado actual de la cosmología, las ormas de las señaleshipotetizadas por Weber eran demasiado “implausibles” para ser con-sideradas en serio.

Para resumir, debido a la implausibilidad del relato de Weber acerca de las razones por las cuales la señal de calibración sucedáneaera inadecuada, el episodio de la calibración hizo una contribución ala clausura del debate y ayudó a ocasionar la desaparición de los altosfujos de ondas gravitatorias.8

Hay, sin embargo, un poco más que puede decirse acerca del caso.No solo ue el racaso de las hipótesis ad hoc de Weber lo que permitióla clausura, sino el acto de calibración en sí mismo. En retrospectiva,

 Weber habría servido más a su causa si hubiese mantenido su rechazoa usar la calibración electroestática, no solo debido a que se probó quelos resultados eran desavorables sino también a las suposiciones adop-

tadas por el acto de calibración y las restricciones a las interpretacionesimpuestas como resultado.

8 Una de las observaciones de un encuestado muestra que es solo un asunto deimplausibilidad, no de imposibilidad técnica. Dijo: “... hay una posibilidad lógica, en unsentido, y es que las ondas gravitatorias no se comporten para nada en el modo en quenosotros pensamos que se comportan, que toda la teoría sea una completa tontería, y quetienen algunas propiedades estraalarias, y por una antástica suerte Weber pudo construir un detector que de un modo u otro, de un modo misterioso, las recoge...”.

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electroestáticos usando, en su lugar, cambios en la atracción gravi-tacional de una masa local. Estaba aún inquieto con la necesidad deusar una uente localizada más que una uente distante y poderosaque podría imitar mejor los eectos de la radiación gravitacional desu antena. Si bien sentía que la calibración electroestática no sería unsustituto tan pobre en el caso de la barra de Weber como en el casode su propio aparato, esto era solo porque el análisis que relaciona-ba las uerzas localizadas a las uerzas distribuidas parecía simple yplausible en el caso de la barra de Weber. Tal como él lo señaló, “nohay discusión sobre eso”.

Que no había discusión es literalmente cierto, tal como lo heindicado anteriormente. Al aceptar la calibración electroestática,

 Weber eligió no discutir en esos rentes. La decisión de mi encuesta-do de abrir el rango de posibilidades para las señales de calibraciónrevela que un argumento de este tipo no habría sido enteramenteimplausible.

La calibración es el uso de una señal sustituta para estandarizar uninstrumento. El uso de la calibración depende de la suposición de unacasi identidad entre la señal sustituta y la señal desconocida que serámedida (detectada) con el instrumento. Usualmente esta suposiciónes demasiado trivial para ser notada. En casos controvertidos, dondela calibración se usa para determinar las sensibilidades relativas deinstrumentos competidores, la suposición puede ser cuestionada. Lacalibración puede ser realizada únicamente en la medida que esta su-posición no es cuestionada con demasiada proundidad. De hecho el

cuestionamiento está limitado solo por lo que parece plausible dentrodel estado del arte de la ciencia en cuestión. Pero el mero hecho deusar una calibración sustituta puede ayudar a establecer los límites dela plausibilidad.

 Weber, al aceptar la legitimidad cientíca de la calibración elec-troestática para su antena gravitacional, aceptó de esta manera limita-ciones a su libertad para interpretar resultados. El acto de la calibraciónelectroestática aseguró que de ahora en adelante uera implausible

Collins: ¿Cuál es la ventaja de la calibración con una barra giratoria por 

sobre la calibración electroestática?

Encuestado: Bueno, a partir de que se une gravitacionalmente a

la antena le da a usted una medida de algún modo más básica –si usted

quiere– que no es todavía lo que buscamos. Aun no duplica el eecto de

la radiación gravitacional porque es un eecto de campo cercano y la

barra giratoria realmente solo se acopla a uno de los extremos de la cosa

en vez de unirse de manera uniorme a la antena entera. De tal modo

esta es la limitación de este tipo de enoque. La barra giratoria es más

apropiada con algo así como la antena resonante de Weber, donde usted

puede unir con mayor precisión a la antena...Collins: ¿Cuán seguro puede estar usted de que los pulsos elec-

troestáticos de calibración están actuando como un análogo exacto a la

gravedad?

Encuestado: Oh, no lo están. Ciertamente no... A partir de la sim-

ple medición [usando la calibración electroestática] ... sé con precisión

la uerza que estoy aplicando... y puedo calcular el tamaño de la señal

que debería obtener de los transductores y eso es todo. Pero esto no imi-

ta el eecto de una onda gravitacional sobre la antena. Y esto es cierto

aun con este tipo de antena o si es una barra resonante. El hecho es que

la onda gravitatoria interactúa con todas las partes de la antena, con

toda la masa de la cosa, y no hay ninguna orma de reproducir eso –al

menos no hay modo de que esté en condiciones de pensar que se pueda

producir ese eecto.

Lo que usted esta tratando de hacer con la calibración elec-

troestática es comprobar sus cálculos teóricos... Lo que usted no puede

probar de este modo es el cálculo teórico que le dice con precisión quépasa cuando una onda gravitacional de una cierta amplitud golpea la

antena...

Para este encuestado, con su antena más compleja y sus ideas de unmétodo distinto de calibración, era valioso analizar y sortear, si eraposible, las suposiciones subyacentes a la calibración electroestáti-ca. Había pensado en un modo de sortear la necesidad de impulsos

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técnics e innovciones en l búsqued de ondsgrvioris (de l recuenci)

Figur 1 Figur 2

 Señles como picos sobre el umbrl Señles como cmbios súbios

de energí

 Aun el detector más aislado producirá una salida “ruidosa” debido al ruidotérmico en la barra de aleación de aluminio. Debe utilizarse algún método paraextraer la señal del ruido. En los días iniciales, Weber contaba cada pico quesobresalía a un umbral predeterminado como un pulso de onda signicativo(gura 1). Una alternativa es mirar los cambios súbitos en la energía de labarra, independientemente de si el umbral ha sido cruzado o no (gura 2). Elúltimo parece un método más eciente. Los análisis iniciales de Weber sobresus resultados ueron hechos “a ojo”. Este ue un aspecto de sus diseños quegeneró amplia desconanza, aunque puede deenderse. (Después de todo el ojoes mucho mejor para el reconocimiento de un patrón de lo que es una com-

putadora.) Todos los experimentos posteriores usaron una computadora parahacer el análisis de los datos “sin intervención humana”.

tratar las uerzas gravitacionales de un modo exótico. Se las debíaentender como pertenecientes a la clase de enómenos que, en térmi-nos generales, se comportaban igual que las bien entendidas uerzaselectroestáticas. Después de la calibración, la libertad de interpretaciónestaba limitada al perl del pulso más que a la calidad o la naturalezade las señales.

El resultado anómalo de los experimentos de Weber podría haber conducido a una variedad de interpretaciones heterodoxas con ampliasconsecuencias para la ísica. Podría haber llevado a un cisma en la co-munidad cientíca o incluso a una discontinuidad en el progreso de la

ciencia. Hacer que Weber calibrara su aparato con pulsos electroestáti-cos ue un modo por medio del cual sus críticos aseguraron que la radia-ción gravitacional siguiera siendo una uerza que podía ser entendidadentro del ámbito de la ísica tal como la conocemos. Aseguraron lacontinuidad de la ísica –el mantenimiento de vínculos entre el pasado

 y el uturo. La calibración no es simplemente un procedimiento técnicopara cerrar un debate proveyendo un criterio externo de competencia.En la medida que unciona de este modo, lo hace controlando la liber-tad interpretativa. Es el control de la interpretación, y no la “prueba dela prueba” en sí misma, lo que rompe el círculo de la regresión de losexperimentadores.

 apéndice técnico

Para detectar radiación gravitacional, debe separarse una señal del

ruido. La mayoría de las antenas registran sus datos bajo la ormade una marca ruidosa de registrador. El siguiente apéndice explicalas técnicas para extraer la señal y algunos de los desarrollos quellevaron a cientícos escépticos a tratar las armaciones de Weber con seriedad.

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Figur 4

Señl exríd del ruido por un hisogrm de rerso

El histograma de retraso (gura 4) se construye tomando el resultado de la an-tena A y comparándolo con el resultado de la antena B, cuando ese resultado es

desplazado en el tiempo por cantidades variadas. Cuando el tiempo de desplaza-miento es largo, los picos coincidentes de las salidas deberían ser únicamente elproducto del ruido. Puede obtenerse una estimación del número de accidentes apartir de la altura de aquellos segmentos de los histogramas que se encuentran le- jos del centro (tiempo cero de desplazamiento). La señal es entonces representadapor la altura del segmento central menos la altura de los eventos de ondo. Debidoa que la resolución temporal de la antena de barra no es perecta, las señales seextenderán ligeramente en el tiempo, de tal modo que los segmentos cercanos alcentro del histograma de retraso sobresaldrán por encima del nivel de ruido.

Figur 3

Señles como coincidencis de dos deecores

Una innovación considerable ue la comparación del resultado de dos (o más)antenas aisladas. Las antenas A y B producen trazas de salida que son compara-das (gura 3). Solo los picos coincidentes (fechados) cuentan como ondas gra- vitatorias genuinas. Aún persiste el problema de que se producirán unos pocospicos coincidentes debido a picos coincidentes de ruido en los dos detectores.Estos son conocidos como “accidentales”. Los picos accidentales y los genuinospueden ser separados por un análisis de un “histograma de retraso”

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Figur 6

L correlción siderl

Pero si el centro de la Galaxia es la uente de la radiación, más que el

Sol, la ase de la periodicidad debería cambiar durante el año (gura6). (En otras palabras, el día astronómico es cercano a las 23 horas y56 minutos.) De tal modo, si la disposición de la antena (representadapor la misma línea recta en la supercie de la Tierra) es más eciente alas 12 del mediodía y las 12 de la noche del 1 de enero, debería ser máseciente a las 6.00 y a las 18.00 del 1 de abril, nuevamente al mediodía

 y medianoche del 1 de julio, y una vez más el 1 de octubre a las 6.00 ya las 18.00. Este corrimiento de ase es la “correlación sideral”.

Figur 5

Periodicidd de l señl

Si el exceso de la señal sobre el ruido es determinado para cada hora del día y la noche, y se suman los totales para cada hora por un período de semanaso meses, puede notarse una periodicidad. El histograma de la gura 5 muestrael resultado de un ejercicio de este tipo y revela una periodicidad con un ciclode aproximadamente doce horas. En los primeros días, Weber armó haber encontrado una periodicidad de cerca de 24 horas. Razonó que si las ondasgravitatorias provenían de un punto del espacio (por ejemplo, un punto donde

hay un montón de estrellas –tal como el centro de la Galaxia) entonces, comola Tierra rota, una antena jada a su supercie estará en una disposición queserá la más eciente para detectar la radiación proveniente de esa dirección una vez por cada rotación de la Tierra –es decir, cerca de una vez cada 24 horas.Se señaló posteriormente que, dado que la Tierra es virtualmente transparentea la radiación gravitacional, la disposición eciente sería alcanzada dos vecesen cada rotación (una vez de cada lado). Posteriormente, Weber armó que laperiodicidad tenía, de hecho, cerca de 12 horas cíclicas.

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Cpíulo 5 algunos experimenos sobre lo prnorml: l

regresión de los experimendores revisid

La investigación sobre radiación gravitacional es una rama de la ísica.Sus bases teóricas son la cosmología moderna, la teoría general de larelatividad y aquellas ramas de la ciencia y la matemática que tienenque ver con el diseño del detector en sí mismo. El trabajo descrito enel capítulo anterior pudo haber estado en la rontera de la ciencia,pero eran las ronteras de la corriente principal de la ísica. Muchosde aquellos que participaron eran ísicos en puestos muy elevados deprestigiosas instituciones de investigación. Uno o dos cientícos muyconocidos hicieron experimentos o contribuyeron al debate teórico.

Los hallazgos heterodoxos de Weber abrieron por un corto tiempo elmundo convencional de la ísica, pero la piel cicatrizó pronto cerrando laherida. El próximo caso de estudio, por contraste, es un área mucho másalejada del centro de la investigación cientíca. En verdad, está tan alejadadel centro de la investigación cientíca como es posible dentro del usocorriente del término “ciencia”. Algunos pueden decir que estuvo un pocomás allá de la rontera. El tema es la vida emocional de las plantas.

respuestas de Las pLantas  a estímuLos remotos

Hacia nales de la década de 1960, Cleve Backster, un experto endetección de mentiras de Nueva York, atrajo considerable publicidadpor descubrir, según dijeron los diarios, que las plantas tenían emo-ciones. Los detectores de mentiras trabajan registrando cambios en la

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 algunos experimenos sobre lo prnorml

conductividad eléctrica de la piel humana y son ampliamente usadosen los Estados Unidos. Backster era un experto lo sucientemente es-tablecido como para que se le pidiera que presentara un inorme sobreel tema en una audiencia del Congreso en junio de 1974.

La historia de su trabajo menos ortodoxo comenzó, como él loinorma, cuando en un momento en el que no estaba haciendo nada,sujetó los electrodos de un detector de mentiras a la hoja de una plantade lodendro y se sorprendió en descubrir que se registraban súbitoscambios en la resistencia de la hoja. Estos cambios parecían estar encorrelación con su mera intención de dañar la planta, quemándola y

así en más, aunque no la había dañado ísicamente. A continuación,Backster decidió probar estos hallazgos de una manera controlada. Laprimera presentación ormal de sus resultados puede encontrarse en elInternational Journal o Parapsychology, bajo el título “Evidencia sobrepercepción primaria en la vida de las plantas” (Backster, 1968).

Un inorme bastante completo pero acrítico de su trabajo puedeencontrarse en los tres primeros capítulos de The Secret Lie o Plants

(Tomkins y Bird, 1974).Este tipo de experimentos puede hacerse midiendo cualquiera de

las dos características eléctricas de las plantas. En todos los experimentosiniciales, la resistencia del material que componía la planta ue medidausando un detector de mentiras (polígrao). Un detector de mentiras con-siste, esencialmente, en un puente de Wheatstone (medidor de resistencia)muy sensible, un sistema de electrodos para vincular el circuito a la plan-ta y algún medio como un registrador gráco para registrar los cambiosen la resistencia. Esta versión del experimento involucra pasar corrientes

pequeñas a lo largo o a través de la supercie de la hoja de la planta. Paramedir la resistencia de este modo puede usarse tanto corriente alternacomo continua. Un diseño alternativo –usado en experimentos posterio-res– involucra un circuito del tipo de los electroencealogramas (eeg) quemide, más que su resistencia, la producción de electricidad de la planta.Este diseño no requiere que se pase corriente a través de la hoja.

En 1968 Backster inormó que había diseñado un aparato auto-mático para dejar caer una serie de camarones vivos en agua caliente,

matándolos. Durante una secuencia de caídas, los registradores supervi-saban la resistencia eléctrica de las hojas de tres plantas vivas. Backster armó que se encontró una correlación estadísticamente signicativaentre la “terminación” de los camarones y la actividad detectada por losregistradores; no se encontraba esta relación cuando se hacían “caídas”simuladas sin los camarones vivos. Las caídas con camarones vivos ylas simuladas se alternaban en una secuencia azarosa. Los inormes deBackster nalmente atrajeron suciente atención como para hacer queotros cientícos criticaran y posteriormente repitieran sus experimentos.

trbjo de cmpo

Mi investigación en esta área comenzó en 1972 e incluyó entrevistascon Backster y otros dos cientícos que armaron que habían encon-trado resultados positivos en experimentos similares. Llevé a cabo unsegundo estudio de campo en 1975.

 Antes de ponerme en camino en 1972 “repetí” yo mismo los ex-perimentos de Backster. Con la ayuda de colegas del departamento deísica de mi universidad intenté medir cambios en la resistencia de lashojas de una planta. Montamos un par de chapas pequeñas de alumi-nio que pudieran sujetarse con abrazaderas a cada lado de una hoja ylas conectamos a un circuito Wheatstone. Monitoreamos la resistenciamedida de una hoja sujetada a una planta viva y grabamos el resultadocambiante en un registrador. Luego administramos estímulos emocio-nales a la planta. Estos incluían amenazas verbales, acercar un ósoroprendido, etcétera. Nuestro registrador mostró grandes fuctuaciones en

la resistencia de la hoja, pero ninguna de estas pudo ser correlacionadacon ningún estímulo. Nuestras conclusiones ueron pesimistas.

El esudio de cmpo de 1972

Tanto como experimentos positivos, se había inormado de un experi-mento negativo en 1972. Un corto inorme de esto puede encontrarseen The Journal o Parapsychology (Johnson, 1972) bajo la orma de una

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Bueno, yo leí su artículo, y me dije: “Bueno, este es un trabajo

técnico magníco pero el hombre no lo está siguiendo desde la pers-

pectiva adecuada y por eso no alcanza resultados, y esto es todo.” Dije:

“olvídalo”... para mí ue una tesis de maestría más.

Los siguientes comentarios son críticas detalladas de los encuestadosa las técnicas de Johnson. (Nótese que estas son las observaciones detres encuestados dierentes, por lo que no están necesariamente deacuerdo.)

 Al cambiar el puente de corriente alterna a corriente continua perdiócompletamente el enómeno.

…los resultados de Johnson eran bastante correctos, pero la dierencia

es que en mis experimentos yo estaba interesado en respuestas de muy

corto plazo, por ejemplo, respuestas que tienen lugar en menos de cinco

segundos, por lo que las respuestas de largo plazo inormadas por John-

son no cuentan verdaderamente.

Los resultados de Johnson no tenían sentido porque usó papel de alu-

minio [electrodos] y debe usarse uno de los metales nobles para los con-

tactos a n de evitar el eecto de oxidación, que creará arteactos desde

ahora hasta que el papel de aluminio se corroa... los eectos que Johnson

estaba midiendo, el eecto de la humedad, la concentración de dióxido

de carbono, etc., eran tan grandes que enmascaraban los eectos de la

oxidación del papel de aluminio, de modo que obtuvo buenos resultados

para lo que buscaba. Pero esto no se parece a nada como la sensibilidadque se requiere para hallar el eecto Backster. No es sorprendente que no

lo haya encontrado.

No aisló las plantas por un tiempo antes del experimento.

...es completamente atolondrado, y de hecho debes primero construir 

una suerte de conexión energética con la planta y después puedes en-

carta de R. V. Johnson. Johnson conectó su planta del modo descrito por Backster. Descubrió fuctuaciones similares en la resistencia de las hojaspero, tal como en nuestro propio experimento, no encontró ningunacorrelación con estímulos emocionales. Sin embargo, Johnson inormóque cuando puso su planta en un ambiente controlado las fuctuacionesno explicadas cesaron. Pudieron ser reproducidas variando la tempera-tura del aire uno o dos grados centígrados o variando la humedad entreun diez y un quince por ciento.

Johnson reivindicó la competencia de su trabajo desde el principiocitando la autoridad de cientícos ortodoxos. Escribió:

Hice mi investigación bajo el cuidadoso análisis de los departamentos

de ingeniería eléctrica y de botánica de la Universidad de Washington y

recibí mi grado de magíster a partir de mi trabajo.

Los tres cientícos con los que hablé conocían el experimento deJohnson bastante bien. Les pregunté como se las arreglaban con loque parecía ser una crítica hermética y competente de sus resultados.Resultó que de ningún modo veían el experimento de esta manera.En verdad estaban sorprendidos de que el trabajo de Johnson hubierarecibido la atención que recibió. Lo siguiente es una variada lista derespuestas de los tres.

Primero, comentarios de dos de los tres encuestados indican, deun modo general, su creencia en que los experimentos de Johnson nohabían alcanzado los necesarios niveles de pericia:

...La mayoría de la gente, cuando no sigue las instrucciones exactas,tiene el buen tino de mantenerse callada al respecto...

Él simplemente tiró a la basura el experimento. De hecho no solo

arruinó el experimento por la instrumentación usada, sino también por 

todo el ormato... Así ni siquiera estaba haciendo lo mismo. Lo que hizo

es descartar mi experimento como inmanejable en sus observaciones pre-

liminares, lo cual no le da voz para decir nada. En otras palabras, es como

si no hubiera hecho nada, esto es todo en lo que concierne a la ciencia.

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al, 1978) y la grabación de un simposio llevado adelante en la reuniónanual de la American Association or the Advancement o Science( aaas) en enero de 1975 donde, entre otros, Backster, Gasteiger y Kmetzpresentaron artículos y respondieron preguntas.

Una dierencia sorprendente entre 1972 y 1975 ue que el tra-bajo de Johnson devino invisible. Parecía que ahora tanto los críticos

como los creyentes acordaban que los experimentos de Johnson no erantécnicamente lo sucientemente competentes como para contar comoreutaciones de los resultados de Backster. Esto puede haber sido unaconsecuencia del incremento general del conocimiento técnico dentro

del campo. Ciertamente hubo avances en lo que contaba como “pericia”durante el transcurso de esos años, dado que ambos experimentos nega-tivos ueron conducidos en un ambiente de continua consulta al propioBackster. Backster prestó equipamiento a Kmetz y se encontró con losestudiantes graduados de Gasteiger para discutir el experimento.

No hay razón para suponer que alguno de los grupos se dispusocon intenciones negativas de manera especíca, más bien parecen haber tomado el experimento bastante seriamente. En verdad Gasteiger, si selo presionaba, estaba preparado para conceder que las dierencias resi-duales entre los experimentos de Backster y los suyos podían dar cuentaconsiderable de las dierencias existentes en los resultados. Pero, comoél lo expresó, hay un punto en el cual uno no puede seguir haciendoajustes adicionales a su propio experimento sino que debe publicar loque ha encontrado hasta el momento, que en este caso eran resultadosnegativos.

De tal modo, ambos experimentadores al menos intentaron desa-

rrollar su pericia hasta un nivel más alto que la de Johnson. Creo quelo lograron. Esto parece claro cuando se comparan sus esuerzos conlas declaraciones de Johnson, según las cuales sus intenciones inicialeshabían sido “tratar de obtener los resultados de Backster de maneraindependiente a sus recomendaciones” (Johnson, 1971, p. 3), y que

Después de la nalización del experimento se recomendó para el elec-

trodo una lámina de plata como un mejor material que el aluminio. Sin

contrar el polígrao completamente estable de modo que no sea más

aectado por los cambios de temperatura –esto después que has hecho

una suerte de conexión psíquica con la planta. Desarrollas un vínculo

psíquico entre tú y la planta, es como dejar caer súbitamente una caja

de Faraday alrededor.

El experimento de Johnson ue, entonces, interpretado de modos die-rentes por dierentes observadores. Esto no debería sorprender más allector. Si bien en 1972 ue visto por muchos críticos de los hallazgos deBackster como una reutación denitiva –era lo sucientemente bueno

como para merecer un inorme en el   Journal o Parapsychology – loscreyentes en el eecto estuvieron en condiciones de descartarlo, basán-dose en la incompetencia o la deciencia técnica.

Mi propio experimento, que había parecido bastante bueno enese momento, ahora pareció totalmente inadecuado. Ciertamente nohabíamos aislado la planta por un tiempo. No habíamos “tratado deormar una conexión psíquica con ella”. Y aunque esas demandas encierto modo paranormales no ueron tomadas seriamente, no habíamosusado plata, oro ni platino para los electrodos; y esto se había aceptadocomo precaución vital aun en los respetables campos de la siología

 vegetal. ¡No habíamos hecho más que un ensayo preliminar racasa-do! Habíamos podido llegar a nuestras rmes conclusiones negativasdebido a nuestra certeza de que teníamos la receta para conducir co-rrectamente el experimento, denegando nuestro conocimiento acerca delo que verdaderamente involucra hacer un experimento. Esto acuerdacon la proposición seis.

El esudio de cmpo de 1975

Entre 1972 y 1975 se diundieron ampliamente los resultados de otrosdos experimentos negativos (por ejemplo, véase Chedd, 1975). Mis uen-tes en 1975 ueron Backster y dos nuevos críticos, los doctores Gasteiger 

 y Kmetz; asimismo, tuve en consideración discusiones con otros pa-rapsicólogos interesados, varios documentos (incluyendo Horowitz et 

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 algunos experimenos sobre lo prnorml

para legitimar el disentimiento público. Parece que cualquier resultadoempírico, por mínimo que sea, puede usarse para este propósito si lascircunstancias son las adecuadas.

Hacia 1975, con las nuevas y “denitivas” reutaciones hechas por expertos, los críticos no “necesitaron” más los resultados de Johnson.Podían permitirse admitir sus limitaciones técnicas. Las presentacionesen el simposio de la  aaas habían alejado los resultados de Backster más allá de las consideraciones serias, al menos en lo concerniente alos críticos y a la comunidad de cientícos.

Ninguno de los últimos experimentos negativos, al parecer, aec-

taron la conanza de Backster en sus resultados. Esto se hizo claro enmi entrevista con él y su corta respuesta a la presentación de los expe-rimentos críticos en la aaas. Esta respuesta comienza así:

...siento como si uera después de la crucixión, pero supongamos que

es Pascua, y veamos si puedo levantarme... Mi interpretación de la meto-

dología cientíca es que antes de que usted en verdad racase en repetir 

un experimento, debe intentar repetirlo. Y cuando usted intenta repetir-

lo, debe seguir con precisión la dirección del experimentador original...

[pero] he escuchado hablar una y otra vez acerca de ajustes que ellos

hicieron porque pensaron que era mejor o más ácil. Esto no es replica-

ción en ningún sentido de la palabra... No ha habido un racaso exitoso

en reproducir ese experimento...

Backster hizo entonces la lista de las deciencias técnicas de los expe-rimentos negativos del siguiente modo (según mi parárasis):

Un experimento ue realizado por estudiantes graduados y en la medida

que trabajaban con echas de entrega, y por lo tanto bajo presión, es

probable que no estuvieran psicológicamente sintonizados como para

obtener resultados en el área de la investigación de la conciencia.

Los experimentos ueron llevados a cabo durante el día, en el

ambiente normal de un laboratorio de biología, y como pareciera que

podían “recibirse” estímulos de cualquier parte del edicio donde se

embargo no se ensayaron experimentos con papel de plata, debido a que

no se lo consideró lo sucientemente importante como para cambiar los

resultados (Johnson, 1971, p. 7).

Uno sólo puede preguntarse qué tipo de abstracto ideal de replicación te-nían Johnson y sus supervisores. En cambio, tanto Gasteiger como Kmetztomaron muchas precauciones en la elaboración de sus electrodos.

El ppel de los experimenos negivos

Hacia 1975, entonces, los experimentos de Johnson eran manies-tamente inadecuados al menos en lo que concierne a todos los queestaban “en el asunto”. Sin embargo, la alta visibilidad de su trabajoen 1972 aún necesita explicación. Una explicación uncional parecerazonable. Mi argumento aquí es ligeramente dierente al del capítuloanterior, donde sugerí que Q había sido responsable de cristalizar laopinión negativa contra Weber. Dije que Q sólo había hecho sus expe-rimentos para dar legitimidad a sus argumentos teóricos. Aquí estoysugiriendo que las cartas estaban tan en contra de Backster al comienzo–se sintió que su trabajo sobre el reino vegetal estaba incluso más alláde los límites de los parapsicólogos– que no se requirió un esuerzode cristalización.1 El experimento de Johnson ue usado, sin embargo,

1 La parapsicología es un campo marginal en su conjunto, pero aun entre losrangos de los parapsicólogos, se desconaba ampliamente de Backster. The Journal o 

Parapsychology (undado por el J. B. Rhine maduro) tenía la reputación de rechazar 

la publicación de artículos que alegaban resultados negativos en los experimentos deparapsicología. Sin embargo, publicó un inorme acerca de la replicación negativa delos experimentos de Backster realizada por Johnson (1972). Lo que es más, Backster ueridiculizado por Rhine en un editorial en el periódico (Rhine, 1971). Tal vez ello se debea que los parapsicólogos, la mayor parte del tiempo, se preocupan tanto acerca de lalegitimidad de su disciplina (Collins y Pinch, 1979) que encuentran que la idea de sensi-bilidades paranormales en el reino vegetal es demasiado como para tolerarla.

Lo que es más, Backster no era ni siquiera un cientíco universitario. Era un legocon entusiasmo y con pericia en el campo de los detectores de mentiras. Uno podría decir que Backster era un marginal entre marginales.

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el simposio de la  aaas un miembro de la audiencia criticó los experi-mentos de Gasteiger debido a que usó agua corriente en las gotas decontrol arrojadas en el tanque. Se alegó que, como el agua corrientepodía bien contener organismos vivos, las plantas podían haber sidoestimuladas por las caídas de control del mismo modo que con las“caídas en vivo”. Esto podría haber explicado la alta de resultados enla comparación de los ensayos en vivo con los de control por parte deGasteiger. En la discusión que siguió, Gasteiger deendió el uso de aguacorriente. Posteriormente, en mi discusión con John Kmetz levanté estepunto y él también argumentó que esta objeción en particular no era

signicativa.No tengo interés en discutir la “signicación real” de este punto;

sin embargo, en el relato del experimento de Gasteiger, que ue publi-cado a continuación en Science, se arma que para las gotas de controlse usaba agua destilada. Kmetz, en su deensa de la técnica del aguacorriente de Gasteiger, no estaba al tanto de este último ajuste.

Descubrí esta discrepancia después de mi entrevista con el doctor Gasteiger, por lo que no pude discutir esto con él; la versión de la uentede discrepancia que me es conocida se debe enteramente a Backster. Medijo que, según lo que sabía ahora de los experimentos de Gasteiger, élhabía usado agua destilada como control. Sugirió que Gasteiger habíaolvidado este detalle experimental en el momento de la reunión de la aaas debido a que los experimentos ueron conducidos, en su mayor parte, por sus estudiantes graduados.

De tal modo, como lo ejemplica la conducta de Gasteiger en la aaas, los críticos de un hallazgo impopular a veces hacen rmes de-

ensas de detalles aun imaginarios del protocolo allí donde sus propiosdiseños experimentales expresan la validez de la perspectiva de susoponentes. Sería entonces bastante incorrecto caracterizar el debatecomo algo que consiste en “sólidos procedimientos denitivos” de unlado y actos de rescate ad hoc por el otro.

Es interesante que Backster, si bien conocía la discrepancia delinorme en Science, jamás, que yo sepa, trató de usar el asunto paraarrojar dudas sobre la veracidad de Gasteiger.

mantenían las plantas, y dado que parecía haber un gran “ruido” bioló-

gico en el edicio, podía esperarse que las plantas no mostraran reac-

ciones destacadas a los estímulos experimentales.

En cada ensayo del experimento inormado se usaron más “caí-

das” de camarones que en el experimento original. Dado que las plantas

muestran un “eecto de adaptación” esto “diluye” los datos innecesaria-

mente, tal vez hasta un nivel estadísticamente insignicante.

Cambiar el puente de corriente continua a corriente alterna pue-

de destruir el eecto. “...ni siquiera sabemos qué es este enómeno. Ni

siquiera lo hemos identicado. Si hay un eecto remoto –si hay una

anación con la consciencia... ¿Cómo podemos saltar arbitrariamentede una técnica a la otra?”

Las relaciones entre el experimentador y las plantas no ueron con-

troladas con cuidado del modo apropiado antes de los experimentos.

El equipamiento de monitoreo ue usado en un modo que lo cen-

tra nuevamente de manera automática, lo cual, se ha enatizado, pertur-

ba el experimento por razones desconocidas.

Tanto por el tono de la conerencia como por sus propios comentarios y otros inormes, pareciera que nalmente Backster no ue crucica-do en el simposio de la  aaas. Sus eectos de largo plazo ueron mássignicativos.

El mundo que hemos perdido

En caso de que exista la sospecha de que este es un “caso especial” en

el que Backster era inusualmente, o incluso de manera única, perverso,irrazonable o irracional, presento la siguiente anécdota. Esta involucraalgún juego de pies rápido por parte de los críticos de Backster y puedeayudar a hacer disponible al lector el sentido de simetría y de inconclu-sividad del debate como tuvo lugar. Es diícil de recapturar.

Una parte esencial del experimento es la secuencia de control,en la cual el aparato automático que vierte los camarones uncionaexactamente como con “caídas” en vivo pero sin los camarones. En

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estaba controlado por el decaimiento radiactivo. Los sujetos intentaban“adivinar” la posición del interruptor presionando el botón que estabadebajo de la lámpara que habían predicho que sería la próxima en ilu-minarse. Sobre la base de las expectativas undadas en el azar debíantener éxito una vez cada cuatro.

Los detalles del dispositivo en sí, y los detalles de las pruebaspara garantizar la naturaleza estocástica de los resultados cuando losbotones eran presionados de manera automática ueron publicadosen un artículo en el Journal o Applied Physics (Schmidt, 1970), unaprestigiosa revista de ísica ortodoxa. New Scientist , así como otras

publicaciones, dio detalles del rendimiento de los sujetos bajo expe-rimentación que habían intentado presionar los botones apropiados.(Los éxitos y los racasos eran grabados automáticamente.) En 20 milensayos, cuatro de los sujetos tuvieron un resultado del 8% por uera delas expectativas estocásticas. Este ue un resultado que si se lo atribuíaal azar debería haber ocurrido solo una vez en 1010 (una vez en 10 milmillones). Schmidt atribuyó su éxito a algún eecto psíquico.

Hacia el momento en que yo hacía mi trabajo de campo en 1972, varias reproducciones positivas habían sido inormadas de manera in-ormal, pero para los propósitos de este libro, el resultado interesanteue la replicación negativa inormada por Belo y Bate (1971) en untexto titulado “Un intento de replicar los hallazgos de Schmidt”. Losautores introdujeron su inorme con una descripción de los resultadosde Schmidt, armando que:

...no solo son de importancia histórica sino que constituyen una de las

demostraciones más rigurosas de un eecto de percepción extrasensorialen toda la literatura parapsicológica (p. 22).

Reriéndose al desaío planteado por Hansel escribieron:

De la exposición del propio Hansel, entonces, parece que debemos concluir 

que la percepción extrasensorial ha sido ahora bien establecida y la inves-

tigación anterior no ha sido en vano (p. 23, énasis de Belo y Bate).

Experimenos con un generdor de números l zr

Hasta el momento todos los ejemplos, argumentos y contraargumentossobre la competencia experimental han tomado la misma orma. Encada caso los cientícos han argumentado que los experimentos de losotros eran decientes en un aspecto u otro. ¡Para completar ahora in-cluyo un caso donde los cientícos involucrados descartaban su propioexperimento cuando alcanzaba un resultado negativo, undándolo ensu propia incompetencia, mientras que el que no creía en el enómenoarmaba que ese resultado negativo en verdad probaba que habían

hecho los experimentos con competencia!En 1969, la revista británica de ciencia New Scientist publicó un

inorme del experimento que se discutirá más adelante. En un editorialpresentó el experimento como una respuesta a uno de los críticos mo-dernos más incisivos de la parapsicología, C. E. M. Hansel.

No hace mucho en EPS: A Scientic Evaluation (MacGibbon y Kee,

1966, p. 241), el proesor C. E. M. Hansel concluyó una revisión crítica

de la parapsicología con las palabras: “Si 12 meses de trabajo con veri-

tac [una máquina usada por us Airorce Research Laboratories] puede

establecer la existencia de la percepción extrasensorial, la investigación

pasada no habrá sido en vano...”. La máquina del doctor Schmidt no pa-

rece inerior a veritac y ha propuesto resultados positivos. Queda ahora

en las manos de otros investigadores conrmar estos hallazgos (16 de

octubre de 1969, p. 107).

El doctor Helmut Schmidt, un ísico que trabajaba para la Boeing, habíainormado la construcción de una máquina generadora de números alazar. Cuatro circuitos, vinculados a una pantalla con cuatro lámparas,se abrían o cerraban al azar como unción del decaimiento de una pe-queña cantidad de material radiactivo (Schmidt, 1969a y 1969b). Lossujetos podían completar los circuitos a las lámparas presionando unode los cuatro botones ubicados debajo de ellos. Se iluminaba una delas cuatro lámparas, determinada por la posición del interruptor que

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 algunos experimenos sobre lo prnorml

usualmente necesitan mucha “depuración”. Esta reserva estaba apoyadaen su indisposición a aceptar resultados de un solo experimentador.

Los cientícos en general nunca han conado en los investigadores.

Cada resultado debe ser conrmado [correspondencia].

Schmidt debería haber tenido investigadores independientes para com-

probar los resultados de sus sujetos, tal como Belo ha repetido sus

experimentos utilizando otros sujetos y sin conrmar los resultados [co-

rrespondencia].

En el caso del experimento de Schmidt, no todos los que lo han repetido

han obtenido el mismo resultado. Si la mitad de ellos obtiene el mis-

mo resultado, y la mitad de ellos no lo obtiene uno debe pensar que la

competencia del investigador era una variable importante. Uno tiende a

descubrir que tan pronto como uno aplica métodos rigurosos a los expe-

rimentos de percepción extransensorial, los resultados desaparecen. [El

énasis es mío, también la parárasis lo más cercana posible al material

de entrevista con el proesor C. E. M. Hansel.]

Como puede verse, los hallazgos de Schmidt no presentan problemasespeciales para el crítico de los enómenos paranormales. Había muchosmodos en que podían desecharse. La sección enatizada en el párraoanterior es particularmente interesante. A primera vista pareciera queHansel estaba señalando lo mismo que Belo y Bate acerca de la com-petencia del experimentador cuando quisieron descartar sus propios re-

sultados negativos. Pero lo que Hansel quería decir con experimentador competente se explica en el siguiente extracto de la correspondencia.

En un caso particular, si la mitad de los investigadores obtiene un re-

sultado y la otra mitad racasa en conrmarlo, cualquier grupo puede

ser incompetente o raudulento. Pero cuando un resultado [por ejemplo,

racaso] es totalmente consistente con las ideas cientícas contemporá-

neas y el otro es radicalmente contradictorio con las mismas, los investi-

Sin embargo, luego de una elaborada prueba con 18.650 ensayos concinco sujetos y un análisis complejo, que buscaba cualquier eecto queno uera el azar, se vieron orzados a concluir:

Claramente el intento de replicar los hallazgos de Schmidt ha racasado.

Lejos de cuestionar la existencia de los eectos demostrados por eldoctor Schmidt, sin embargo, los autores pusieron la siguiente glosaacerca de sus hallazgos:

Queremos dejar en claro que nuestro propio racaso para obtener re-sultados positivos de ningún modo le resta mérito al éxito de Schmidt.

Por qué él tuvo éxito y nosotros allamos es un asunto de conjeturas.

Pensamos que es improbable que la explicación recaiga en las die-

rencias entre nuestras máquinas. Tampoco puede ser atribuida a la

mayor extensión de las series de Schmidt dado que sus buenos sujetos

tuvieron una tendencia ascendente casi desde el principio. Quedan los

imponderables del magnetismo personal del doctor Schmidt, sus mo-

dales, autoridad, etc., que pueden haber inspirado a sus sujetos para

que hagan un mayor esuerzo. Lo único que sabemos por el momento

es que él encontró sujetos que le dieron resultados signicativos, y

nosotros no (p. 30).

Belo y Bate, entonces, hipotetizaron que las cualidades personales delos investigadores, o algunas cualidades inespecícas de los sujetos,podían ser variables signicativas que explicaban su alta de suerte.

Prerieron considerar como “incompetente” su experimento más quecontar el trabajo de Schmidt como un racaso.

El otro lado de la moneda ue presentado en una entrevista y enla correspondencia posterior con el proesor C. E. M. Hansel. Preguntéa Hansel cómo respondía a las armaciones de que los hallazgos deSchmidt establecían la percepción extrasensorial de acuerdo con suspropios criterios. El proesor Hansel tenía reservas hacia el apara-to de Schmidt debido a su uso de circuitos integrados que, destacó,

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La proposición nueve –la congruencia de los debates sobre laexistencia y la naturaleza del enómeno– es también rearmada. Loshallazgos y las interpretaciones no convencionales de Backster, comolas de Weber, tenían el potencial de abrir nuestra mirada normal so-bre el mundo. Por lo general, los experimentos como los de Backster hacían uso de técnicas estándar. Es decir, usaban ensayos de control,

 juicios a ciegas, maquinaria automática, análisis estadístico, etcétera.Sin embargo, cuando los experimentadores se quejaban acerca de lasdeciencias de sus críticos, usaban dos tipos de argumentos. Por unlado, señalaban inadecuaciones de un tipo que serían entendidas por,

digamos, cualquier siólogo de plantas, pero por el otro también sereerían a problemas que no serían parte del discurso normal de loscientícos de las plantas. Comentarios de este tipo podrán encontrarseentre las críticas de Johnson en 1972 y en las réplicas de Backster a loscríticos de la  aaas. Todos se reeren a rasgos del ambiente psíquico del experimento.

  Algunos comentarios posteriores realizados por investigadoresque armaron haber obtenido resultados positivos hacen más clara estadierencia. Uno de mis encuestados de 1972, al explicar su éxito en laobtención de resultados y compararlo con el racaso de otros, reconocióque su conocimiento de biología era escaso pero comentó:

Siento, sin embargo, que mi ormación en el mundo espiritual, así como

mi experiencia personal con el asunto con el que estoy trabajando, me

hace de lejos más calicado que la mayoría de la gente que tiene grados

de doctor en biología porque he encontrado que estas personas son muy

rígidas. Los he encontrado muy jos en su área y, en este tipo de inves-tigación, su ormación me ha parecido en verdad más una restricción

que una ayuda.

Marcel Vogel, discutiendo los problemas generales de la replicacióndel experimento, ha hecho las siguientes observaciones por escrito(Tompkins y Bird, 1974, p. 46):

gadores que racasan en obtener un resultado es más probable que sean

competentes y/u honestos.

Para Hansel, “si la mitad de la gente obtiene el mismo resultado” queSchmidt, es probable que ellos sean incompetentes –insucientementerigurosos. Para Belo y Bate (y la mayoría de los otros parapsicólogos)el consistente racaso en la obtención de resultados es tomado comodemostración de algún imponderable deecto en la personalidad que

 vuelve incompetente al experimentador.Una vez más uno puede ver la signicación del vocabulario die-

rente y el paisaje conceptual divergente de los cientícos.2

 aLgunas proposiciones confirmadas

Las proposiciones siete y ocho son muy bien ilustradas por los casos deBackster y Belo. Los cientícos involucrados estaban en desacuerdoacerca de cuáles experimentos ueron competentemente realizados; ypodemos ver cómo la resolución de este debate resolvía, o podría re-solver, la existencia del enómeno.

2 Muchos lósoos de la ciencia parecen haber pasado por alto el modo en quelas categorías de acción generadas losócamente cambian su aplicación en paisajesconceptuales dierentes. Por ejemplo, Popper declara ciertas hipótesis como “no cientí-cas” debido a que quienes las proponen las deenden continuamente, en contra de suaparente alsación. Se toma esto como si uera “inalsable”. El criterio de demarcación dePopper se basa en un racaso en ver que lo que puede parecer ad hoc desde cierto punto

de vista, aparecerá desde otro como una brillante demostración de pericia cientíca (aunprogresiva, Lakatos, 1970). Supongamos que Joe Weber hubiera establecido la existenciade radiación gravitacional; la deensa de sus experimentos no será vista como perversa-mente ad hoc, sino más bien como algo heroico; según el estilo de Galileo.

Los parapsicólogos tienen las probabilidades un tanto más uertemente en contrade ellos desde el comienzo; sin embargo, un poco de imaginación haría claro que, en unmundo donde los enómenos paranormales uera aceptado, maniobras deensivas simila-res a las hechas por Backster y Belo no tendrían la apariencia de tácticas desesperadas(como algunos lectores pueden estar inclinados a pensar), sino que mostrarían una sabia

 y apropiada comprensión de los detalles técnicos del experimento.

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él. Y observando que, por ejemplo, ciertos individuos jamás ven estosenómenos, ellos “saben” más aun sobre eso.

Si bien las aguas parecen haberse cerrado sobre el experimentode Backster, hay áreas de la parapsicología donde el paisaje conceptualha devenido muy raro a través de procesos de este tipo. Por ejemplo, elracaso de experimentos ha sido explicado por la infuencia retroactivade la audiencia potencial de lectores de un artículo cientíco. Si bieneste es un ejemplo extremo, aun el vocabulario rutinario para explicar el racaso experimental –razonable sin embargo como parece desdeadentro del mundo visto por aquellos que trabajan en parapsicología–

es lo sucientemente extraño como para asegurar que sus usuarios,por mejor que estén calicados académicamente, sean probablementerechazados por la ciencia respetable.

En otro artículo (Collins y Pinch, 1981) se han discutido las tra- yectorias cientícas de dos ísicos que se embarcaron en la investiga-ción parapsicológica y encontraron estas dicultades. Uno volvió a laísica, mientras que el otro devino más parapsicólogo que ísico. Estaseran las únicas posibilidades para ellos debido a que los argumentostécnicos pertenecientes a las dos comunidades se habían hecho muydierentes. La división entre estos dos modos de pensar son ahora muygrandes; esto se debe al potencial impacto que sobre la ciencia ordinariatendría una incorporación de los argumentos técnicos de la parapsico-logía en la ciencia normal (Collins y Pinch, 1982).

Estas tendencias a desarrollar interpretaciones heterodoxasde los datos y de la discrepancia experimental son similares a lasdiscutidas en el capítulo previo. En el caso de las ondas gravitato-

rias, sin embargo, las interpretaciones radicales ueron rápidamentesuprimidas o reprimidas. En la parapsicología sobrevivieron debidoa que existe para las miradas heterodoxas una estructura institu-cional separada y autocontenida. Dentro de estas instituciones esnormal lo que cuenta como heterodoxia en otros lugares. Puededecirse que lo que todos (o algunos) parapsicólogos han hecho esdesarrollar sus propias ormas de vida. Estas se superponen míni-mamente con la ciencia ordinaria.

¡Si se aproximan al experimento de un modo mecanicista, y no entran

en una comunicación mutua con sus plantas y las tratan como ami-

gas, racasarán!... La empatía entre la planta y el humano es la clave...

Ningún conjunto de pruebas de laboratorio va a probar nada hasta que

los experimentos sean hechos por observadores apropiadamente entre-

nados. El desarrollo espiritual es indispensable. Pero estos ensayos van

en contra de la losoía de muchos cientícos que no se dan cuenta de

que experimentación creativa signica que los experimentadores deben

volverse parte de sus experimentos.

Es más probable que los que creen en los enómenos psi piensen queeste tipo de actores es el más signicativo para explicar el éxito o elracaso. Ellos usarán este tipo de argumentos al tratar de determinar qué es lo que contará como experimentos competentemente realiza-dos. Si hubieran tenido éxito en sus argumentos habrían determinadoalgunas de las cualidades del enómeno en cuestión. Por ejemplo, se-rían de una naturaleza tal que les permitiría ser aectados por ciertasinfuencias psíquicas sutiles, y no serían de una naturaleza tal que elcientíco común, ormado en la ortodoxia cientíca, pudiera esperar descubrirla.

L división de l vid, l lierur y el lucro

Pensamientos de este tipo omentan las tendencias separatistas en pa-rapsicología. Algunos parapsicólogos creen que la existencia de los e-nómenos psi ha sido más que adecuadamente demostrada en los cientos

de experimentos positivos que han inormado a lo largo de años.Piensan que es una pérdida de tiempo continuar buscando el modode probar la existencia de lo  psi a un mundo escéptico. Toman suexistencia como probada y en lugar de intentar demostrarla tratande aprender más sobre sus características. Con esta decisión en ciertomodo ya han “construido” algunas de estas características. Para ellos nosolo lo psi es un enómeno cotidiano, sino que también es de manerarecuente un enómeno reticente. Así ellos ya “conocen” algo acerca de

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Inicialmente Taylor deendió las armaciones paranormales; pu-blicó un libro popular (1975) describiendo varios enómenos de estetipo. Sin embargo, después de algunos años de experimentación, cambiósu orma de pensar, y en dos artículos escritos en colaboración y publi-cados en Nature en 1978 y 1979, rechazó la posibilidad de la mayoría delos enómenos paranormales. Posteriormente publicó otro libro (1980)que contenía una larga explicación acerca de su cambio de ideas.

En un libro anterior, Taylor (1971) había escrito que la aceptaciónde enómenos paranormales implicaba la aceptación de una “quintauerza” en la naturaleza: es decir, eectivamente, una uerza de tipo

“caja negra” que causaría eventos que no podrían ser explicados dentrodel modelo de las cuatro uerzas de la ísica convencional. Escribió:

Estas experiencias paranormales diversas pueden entonces ser tomadas

como evidencia de un nuevo campo de uerza, generada por esta nue-

 va acultad, de una naturaleza distinta a las cuatro uerzas básicas del

mundo ísico: la del electromagnetismo, la de la gravedad, la nuclear y

la que causa la radioactividad (p. 221).

Citando un resultado paranormal notó especícamente: “...lo que indica

que la quinta uerza ciertamente no es la electromagnética”.De tal modo, antes de haber adquirido mucha experiencia per-

sonal en la investigación de lo paranormal, Taylor estaba citando lascaracterísticas del enómeno para descartar la posibilidad de una ex-plicación electromagnética. Sin embargo, hacia 1975 estaba armandoque la radiación electromagnética era la única uerza conocida que

podía explicar los enómenos paranormales (Taylor, 1975).Hacia 1979 armó que “sobre undamentos teóricos la única ex-

plicación cientícamente viable sería el electromagnetismo” (Taylor  y Balanovski, 1979, p. 631). Dada esta deducción, se dispone inme-diatamente de un enómeno sucedáneo para los experimentos. En lu-gar de buscar directamente enómenos paranormales esquivos, Taylor necesitaba solo buscar enómenos electromagnéticos. Dado que lasuerzas electromagnéticas son bien comprendidas, la regresión de los

Las contrapartidas institucionales a la división cognitiva son las di- visiones de la literatura –se publican distintos periódicos– y lo que unopodría llamar “la división del lucro” –los parapsicólogos raramente com-piten de manera directa por ondos con la ciencia ortodoxa. Las carrerasde las personas y las ideas en la ciencia ordinaria tienen su contrapartidadentro del mundo autocontenido de los parapsicólogos. Para un marciano,el mundo de la parapsicología tendría el aspecto de una versión en minia-tura del mundo de su respetable hermano. Pero la parapsicología no seránunca pensada como una verdadera ciencia sobre la Tierra a menos que seadvenga a compartir las instituciones y la vida cognitiva de la ciencia.

Esta conclusión puede ser expresada como una proposiciónadicional:

Proposición diez: En el largo plazo, enómenos con propiedadesradicales pueden existir solo dentro de ormas de vida y conjuntos deinstituciones que se superponen mínimamente con la ciencia como untodo. De otro modo, debe cambiar el enómeno o la ciencia.

eL uso de un fenómeno sucedáneo para romper La regresión de Los experimentadores en parapsicoLogía

 Al nal del capítulo anterior examiné el modo en que los experimenta-dores trataron de utilizar la calibración como orma de romper el círculode la regresión de los experimentadores para los experimentos sobre lasondas gravitatorias. Existe un interesante paralelo en parapsicología.Para describir este incidente introduciré un tercer episodio de la inves-

tigación paranormal, los experimentos del proesor John Taylor sobreel así llamado “eecto Geller”.

Uri Geller, se recordará, armó ser capaz de curvar objetos metá-licos, tales como cucharas y cubiertos, golpeándolos suavemente perosin ejercer presión manual. Taylor, un ísico teórico del King’s Collegede Londres, ue uno de los numerosos cientícos que experimentaroncon Geller y sus emuladores –en su mayoría chicos jóvenes– a mediadosde la década de 1970 (Collins y Pinch, 1981, 1982).

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bien entendidas. ¡Por lo tanto, las uerzas paranormales deben ser nor-males o no existir! Por esta vía las investigaciones de Taylor acerca de loparanormal se transormarían en parte de la ísica de todos los días.

No sorprendió que la comunidad parapsicológica no se haya im-presionado con este argumento. Es interesante, sin embargo, que Nature publicó dos artículos sobre el tema sin mucho más que un murmulloeditorial, mientras que cualquier cosa que haya sido publicada de ma-nera reciente sobre lo paranormal ha estado rodeada de renuncias yadvertencias. Una vez más parece claro que los universos conceptua-les de estas dos comunidades son muy dierentes. Lo que parece una

orma de procedimiento un poco ridícula en una es considerada comobuen juicio en la otra. Si bien la movida de Taylor parece romper la regresión de los experimentadores, lo hace solo para aquellos queaceptan el electromagnetismo como sustituto –una reinterpretación delas uerzas paranormales que puede apelar solo a escépticos de líneadura. Del mismo modo que en el caso de la radiación gravitacional, soloaquellos que están dispuestos a aceptar una interpretación conservadoradel enómeno en cuestión pueden hacer uso del enómeno sucedáneo.

Los capítulos 4 y 5 muestran por qué y cómo la prueba de la replicaciónalla en uncionar ecientemente en áreas disputadas –las únicas áreasdonde la replicación es usada en general como prueba. Muestran por qué y cómo el algoritmo de los ratones, expresado por Popper en elcapítulo 2, da lugar a resultados fojos en la computadora terrestre. Laregresión de los experimentadores impide que los cientícos se pongande acuerdo en lo que cuenta como replicación. El proceso de replicación

descrito en estos capítulos contrasta con el trabajo sobre el láser tea descrito en el capítulo 3; nunca hubo ninguna duda de que el láser podía ser replicado y de cuándo había sido replicado. El hecho siguesiendo que nuestra experiencia acerca de prácticamente todos los e-nómenos naturales es como la experiencia de la construcción del láser;sabemos que los objetos amiliares de la ciencia son replicables. Hemos

 visto algunos ejemplos del modo en que la replicabilidad se establece,tales como las tácticas conrontativas de Q y el uso de enómenos

experimentadores no se aplica a ellas del mismo modo que se aplicaa lo paranormal; en la medida que los resultados deenden la miradaortodoxa, nadie cuestionará la competencia del procedimiento expe-rimental. De hecho los resultados de Taylor ueron negativos, y nadiecuestionó el resultado. De tal modo, en 1978 Taylor escribió:

La búsqueda de electromagnetismo concomitante con la percepción ex-

trasensorial está basada en nuestra deducción de que es la única uerza

conocida que puede concebirse que esté involucrada... Buscando señales

electromagnéticas emitidas por gente durante pretendidos eventos de per-

cepción extrasensorial estamos por lo tanto probando la realidad de losenómenos correspondientes. Puede ser que los enómenos paranormales

sean totalmente inexistentes, por lo que la búsqueda de eectos electro-

magnéticos racasará automáticamente. Si suponemos que la evidencia

actual sobre la percepción paranormal no es para nada rme, entonces

sus características electromagnéticas son altamente relevantes para re-

solver este problema. Si no se hallaran señales electromagnéticas, esto

cuestionaría la realidad del enómeno mientras que uertes señales elec-

tromagnéticas adecuadas apoyarían la armación de que estaban produ-

ciéndose eectos de percepción extrasensorial. Esto puede cuanticarse si

se establece la sensibilidad de los sujetos a la radiación electromagnética

entrante; por ejemplo, para que la telepatía ocurriese sería necesaria la

sensibilidad hasta por lo menos los niveles de la emisión paranormal de

terceros. No encontramos señales electromagnéticas anormales durante la

ocurrencia de supuestos enómenos de percepción extrasensorial (Balano-

 vski y Taylor, 1978, p. 64; véase también Taylor y Balanovski, 1979).

El resto de los artículos contienen detalles de cálculos cuantitativos yresultados experimentales en varias recuencias de radiación electro-magnética que apoyan esta armación.

La estrategia argumentativa de Taylor eectivamente rompe elcírculo al costo de limitar la interpretabilidad de nuevos enómenos. Sila posición de Taylor uera aceptada de ahora en adelante, las únicasuerzas asociadas con los enómenos paranormales serían uerzas ya

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sucedáneos. Hemos visto crudas conspiraciones y nas teorizacionesutilizadas para tratar de llevar a una “clausura” a negociaciones quepotencialmente carecen de nal acerca de si es replicable un enóme-no u otro. Ahora resta ubicar estos mecanismos de clausura en unaestructura más general y ver por qué es probable que uno tenga máséxito que otros.

Cpíulo 6El cieníco en l red: un solución sociológic

l problem de l inerenci induciv

En el capítulo 1 argumenté que el arraigo conjunto en las ormas de  vida es el modo en que se mantiene el orden conceptual. Examinéposteriormente varios intentos por establecer un cambio conceptualdentro de la ciencia (en los capítulos 4 y 5). Desde el punto de vistadel cientíco, el establecimiento de un cambio conceptual equivale ala aceptación general de que los resultados empíricos correspondientesson replicables. De este modo se han examinado la idea y la prácticade la replicación. A lo largo del camino se establecieron diez proposi-ciones. Para repetirlas:

Proposición uno: La transerencia del conocimiento propio de las habi-

lidades es caprichosa.

Proposición dos: El conocimiento propio de las habilidades se propaga

mejor (o únicamente) a través de practicantes ormados.

Proposición tres: La aptitud experimental tiene el carácter de una ha-

bilidad que puede ser adquirida y desarrollada con la práctica. Como

es una habilidad, no puede ser totalmente explicada o establecida demanera absoluta.

Proposición cuatro: La capacidad experimental es invisible en su pasaje

 y en aquellos que la poseen.

Proposición cinco: El uncionamiento apropiado del aparato, las partes

del aparato y el experimentador se denen por la capacidad para ormar 

parte de la producción del resultado experimental apropiado. No pueden

encontrarse otros indicadores.

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invisible de la práctica cientíca excepto bajo circunstancias inusua-les. Las proposiciones ocho, nueve y diez son consecuencias de otrasproposiciones y de la regresión.

Se ha mostrado que la regresión de los experimentadores mienteen el corazón del problema de usar la replicación experimental comoprueba de la replicabilidad; la regresión nos previene de usar exclusi-

 vamente experimentos para establecer cambios en el orden conceptual.Sin embargo, como se ha argumentado, la replicabilidad es un criterioperectamente apropiado para distinguir lo verdadero de lo also; lareplicabilidad es el equivalente cientícamente institucionalizado dela estabilidad de la percepción, que es –a su vez– congruente con laexistencia de los conceptos correspondientes. Sin embargo, si la repli-cabilidad de algo no puede revelarse claramente con pruebas experi-mentales, es necesario volver a la cuestión acerca de cómo se establecenen la práctica tanto la replicación como la existencia de los enómenoscorrespondientes.

(Para ponerlo en los términos del Programa empírico del relativis-mo [per]: he mostrado que los cientícos pueden argumentar intermi-nablemente acerca del sentido y la signicación de sus datos, y que losexperimentos no pueden proveer una respuesta [etapa uno del per]; hemirado algunos de los modos a través de los cuales los cientícos llevanestos argumentos a un nal en la práctica [etapa dos del per]; ahoraquiero mirar estas “clausuras” en el contexto más amplio de la red dela ciencia y la sociedad [etapa tres del per]. Para hacer esto necesitamoslevantar la vista, de vez en cuando, de los connes del laboratorio.)

eL científico en La red

El primer capítulo de este libro estuvo dedicado a “reivindicar la aper-tura del sentido común de la realidad”. Esta suerte de metáora –rei-

 vindicar la apertura del sentido común– se ha utilizado también en uncontexto completamente distinto dentro del libro. Al describir el trabajode Joseph Weber sugerí que era como un volcán que empujaba hacia

Proposición seis: Los cientícos y otras personas tienden a creer en la

sensibilidad de la naturaleza a la manipulación dirigida por grupos de

instrucciones de carácter algorítmico. Esto da la impresión de que lle-

 var a cabo experimentos es, literalmente, una ormalidad. Esta creencia,

aunque puede ser ocasionalmente suspendida en momentos de dicul-

tad, se recristaliza de manera catastróca cuando se completa exitosa-

mente un experimento.

Proposición siete: Cuando el criterio normal –el resultado exitoso– no

está disponible, los cientícos están en desacuerdo acerca de cuál expe-

rimento está hecho de manera competente.

Proposición ocho:  Allí donde hay desacuerdo acerca de lo que cuenta

como un experimento realizado de manera competente, el debate sub-

siguiente es congruente con el debate acerca de cuál es el resultado

apropiado del experimento. La clausura del debate acerca del signicado

de la competencia es el “descubrimiento” o el “no descubrimiento” de

un nuevo enómeno.

Proposición nueve: Las decisiones acerca de la existencia de un enóme-

no son congruentes con el “descubrimiento” de sus propiedades.

Proposición diez: En el largo plazo, enómenos con propiedades radica-

les pueden existir solo dentro de ormas de vida y conjuntos de institu-

ciones que se superponen mínimamente con la ciencia como un todo. De

otro modo, debe cambiar el enómeno o la ciencia.

Las proposiciones uno a cinco, y siete, están en la raíz de la regresiónde los experimentadores. Se recordará que esta surge debido a que lanaturaleza de la experimentación, undada en habilidades, signica

que la competencia de los experimentadores y la integridad de losexperimentos pueden ser aseguradas examinando los resultados, perolos resultados apropiados pueden ser conocidos únicamente a partir deexperimentos realizados competentemente, y así en más. Otros modosde probar la competencia e integridad de los experimentos, tales comolas “pruebas de las pruebas” resultan necesitar “pruebas de pruebas depruebas” –y así en más. La proposición seis muestra una razón por lacual la regresión de los experimentadores es un rasgo en gran medida

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animales”, etcétera. En la red Hesse las probabilidades están sujetas alas generalizaciones. Estas probabilidades expresan el grado de certezaque tenemos acerca del modo en que cada concepto está atado a losotros; es decir, expresan la certeza que tenemos acerca de las genera-lizaciones inductivas que ellos plasman. Si estamos verdaderamenteseguros de que los peces viven en el agua, entonces daremos una altaprobabilidad en la red conceptual a la asociación entre “pez” y “criaturaque vive en el agua”. Una probabilidad más baja puede estar asociadaal vínculo que relaciona al pez con una criatura ponedora de huevos.El punto es que toda la red se apoya mutuamente dado que todo está

 vinculado con todo lo demás. Pero, en virtud del modo en que todas lascosas están conectadas, un cambio en uno de los eslabones reverberaa través de toda la red.

Barnes imagina una cultura en la cual el concepto de pez y elconcepto de animal están incluidos en la red de un modo muy semejanteal que ambos están incluidos en nuestra cultura. Luego pregunta quépasa cuando dicha cultura encuentra por primera vez una ballena.

Si se incluye la ballena bajo el concepto de pez entonces esto en-caja con generalizaciones tales como que los peces viven en el agua yque los peces tienen aletas. Pero produce problemas para generalizacio-nes tales como que los peces ponen huevos y que los peces no respiranaire. Por otro lado, si se incluye la ballena bajo el concepto de animal,ello encaja con generalizaciones acerca de que los animales gestancriaturas vivas y respiran aire, pero no encaja con generalizaciones talescomo que los animales viven en la tierra y que los animales no tienenaletas. Ahora bien, no hay ningún criterio absoluto por el cual la ballena

deba pertenecer a cualquiera de estas categorías. Son los humanos losque ponen las cosas en categorías. La elección de la categoría, en estecaso, es probable que dependa de si los humanos en cuestión querránmás bien causar problemas en las partes de la red propias de los peceso de los animales. O puede que se eviten las principales dicultadeshaciendo de la ballena una suerte de “anomalía” –un nuevo tipo de cria-tura que simplemente no encaja por ahora en ningún lugar. La últimaelección no produce mayores reverberaciones en la red.

arriba a través de las aguas de la práctica cotidiana de la ísica. Queme haya encontrado utilizando una metáora similar en dos contextosdierentes es más que una coincidencia. Todas las perturbaciones delsentido común tienen un aspecto similar. Son todos intentos de producir innovaciones culturales radicales.

Para entender el contexto y la carrera de tales erupciones necesi-tamos comprender cómo un simple grupo de actividades cientícas se

 vincula con la práctica cientíca como un todo. Para esto necesitamosotra metáora, una que ue también brevemente introducida en el capí-tulo 1. Se trata de la red, una clase de telaraña de conceptos. Es lo queBarnes (1983a) ha denominado una “red Hesse”, dado que Mary Hesse(1974) ha sido su más reciente deensora.

Una red Hesse muestra cómo nuestros conceptos se reúnen enuna red de generalizaciones. Para volver a las esmeraldas (capítulo 1),señalamos que la explicación de Goodman acerca de por qué las esme-raldas eran verdes más que “verdules” giraba alrededor del arraigo de“verde” en el lenguaje español. Esto, argumenté, no era una explicacióncompletamente satisactoria dado que hay otros términos de coloresigualmente bien arraigados que pueden usarse para describir las esme-raladas. La estabilidad del verdor de las esmeraldas, sugerí, no se debíasolo al arraigo del verde sino también a la estabilidad o arraigo delconcepto de esmeralda y de otras cosas verdes. La estabilidad de verde 

 y la de cosas verdes se reorzaban mutuamente. Era un asunto de unióno de arraigo múltiple. La red Hesse ormaliza y generaliza este punto.Tomaré prestado el ejemplo de la ballena de Barnes para describir elmodo en que unciona.

El concepto de “pez” está vinculado por generalizaciones conconceptos tales como “criatura ponedora de huevos” y “criatura queno puede respirar aire”. Estas generalizaciones tienen la orma de “lospeces viven en el agua”, “los peces ponen huevos”, “los peces no puedenrespirar aire”, etcétera. Asimismo, el concepto “animal” está relacionadocon otros conceptos por generalizaciones como “los animales viven enla tierra”, “los animales respiran aire”, “los animales dan nacimientoa crías vivas”, “las criaturas que dan nacimiento a crías vivas son

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términos de probabilidades interrelacionadas asociadas a sus eslabones.Ello se debe a que las probabilidades, y las relaciones percibidas entreellas, son ellas mismas expresiones de la estabilidad de las relacioneshumanas. Las esmeraldas, entonces, están vinculadas al verde no por una probabilidad, sino por el hecho de que llamarlas verdes es nuestraorma de “proseguir”. El pasto está asociado al verde del mismo modo.Una proporción de nuestro discurso y de otras acciones está vinculadoa estas ormas de proceder en una red de prácticas sociales. Los con-

 juntos de prácticas se solapan y es el solapamiento lo que envía lasreverberaciones a través de todo el sistema. Por ejemplo, considéreseel modo en que el sistema va a reverberar si ciertas piedras relucientes,transparentes, carboníeras y ultrapesadas devienen parte del conceptomucho más común de esmeralda. Las esmeraldas no serán más verdes,serán verdes o transparentes. Pero ocurrirán muchas más cosas que eso.La vida de los joyeros cambiaría dramáticamente como consecuenciade la caída del mercado de diamantes, muchos pequeños inversoresperderían una gran proporción de su riqueza, se romperían corazones;muchas chicas perderían a sus mejores amigos, el título de uno delos libros de Ian Fleming perdería su sentido, el cortar vidrio sería unasunto mucho más azaroso y la “Isla Esmeralda” perdería la mitad desu atractivo para los turistas. Este sería el resultado de un cambio enel orden de los conceptos. Es mejor para prácticamente todo el mundo–excepto para aquellos que poseen una diadema de esmeraldas– quelos diamantes no sean conundidos con el tipo de óxido de aluminioimpuro conocido como esmeraldas.

Esregi, mbición y l presención de los dos

En el ejemplo de las esmeraldas, las reverberaciones se extendían am-pliamente a través de la red de relaciones sociales, a pesar de que sur-gían a partir de un cambio conceptual relativamente “pequeño”.2 En

2 Pero no es un ejemplo enteramente extravagante. Considérese lo que estimula lasgradaciones de color en Sudárica. Las distinciones entre blanco y de color en Sudárica

El modelo de la red tiene muchas cosas recomendables. Muestraque todos los conceptos son potencialmente revisables. Muestra que lasrevisiones tienden a tener ramicaciones en otros lados pero que nonecesariamente tienen por qué causar muchas disrupciones –la canti-dad de disrupciones que producen, en alguna medida, está bajo control.Finalmente, si bien todos los conceptos son potencialmente revisables, noson ácilmente revisables todos a la vez –un rasgo que Hesse enatiza.

El punto en el cual debo separarme de la versión del modelo deHesse es en la asignación de probabilidades a los vínculos de generali-zaciones dentro de la red. Como se explicó en la nota 16 del capítulo 1,estas probabilidades en la práctica no poseen una contrapartida uti-lizable o reconocible. Las probabilidades son en conjunto una nocióndemasiado ormal para capturar el modo en que los conceptos están

 vinculados. La metáora de la red es exacta pero los vínculos deben ser algo más. Los vínculos son las reglas corporizadas e institucionalizadas

en ormas de vida.1

El lósoo Peter Winch lo pone del siguiente modo:

Las relaciones sociales de un hombre con sus compañeros están permea-

das por sus ideas acerca de la realidad. En verdad “permeada” no es una

palabra lo sucientemente uerte: las relaciones sociales son expresio-

nes de las ideas acerca de la realidad (Winch, 1958, p. 23).

Debemos añadir que lo inverso es igualmente verdadero, es decir, quelas ideas son expresiones de relaciones sociales. Y como las relacionessociales pueden ser descritas en términos de redes sociales, su contra-

parte cognitiva puede ser descrita en términos de la red Hesse. La redHesse y la red de interacciones en la sociedad no son sino las dos carasde la misma moneda. Para entender una debemos entender las dos.La orma y la estabilidad de la red Hesse no puede ser entendida en

1 No es claro que Barnes no quisiera decir algo similar acerca de los vínculos enla red. La exposición de Bloor (1983) acerca de Wittgenstein acuerda estrechamente conlo que se está argumentando aquí.

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 y en los modos de hacer las cosas, los cientícos logran algo que esreconocidamente importante. Esto puede conducir a cambios ulterioresen la sociedad más amplia.4

Bourdieu discutía las dierentes promesas que orecen los distintoscampos de la ciencia que un novato puede elegir para entrar. Sin em-bargo, en el mismo campo pueden hacerse cosas dierentes y, en verdad,pueden hacerse dierentes cosas con los mismos datos. Esta es la elecciónque han tenido que enrentar algunos de los cientícos discutidos eneste libro. Podemos pensar en ellos como arañas sentadas en una red deconceptos. Su elección pone en marcha cuanta atención tratan de atraer sobre sí mismos. Dado un conjunto de datos no bienvenidos o inespe-rados, pueden sentarse calladamente y digerirlo, o ignorarlo, o puedensacudir la red hasta que otras personas se inormen de lo que han hecho–y, tal vez, su amenaza implícita. Tragarse calladamente los datos lesdará un poco de alimento, pero sacudir la red puede asegurarles un uturobrillante a riesgo de perturbar a otros o de crear enemigos.

L creción de conrdicciones

Esta elección puede ser vista de distintas ormas. Una versión inte-resante puede encontrarse en un artículo inédito de Travis, llamado

4 Myers ha completado recientemente dos estudios que ilustran algunos de lospuntos de la discusión que sigue ahora. En el primer estudio, biólogos presentaban ar-tículos para ser publicados. Fueron orzados a armar menos y menos originalidad ensus ideas, en tanto respondían a los comentarios de los árbitros. Para hacer publicar losartículos, los biólogos tuvieron que hacerlos leer como mucho más vinculados con latradición biológica y mucho menos originales que lo que inicialmente pensaron que eran.En un segundo estudio, igualmente ascinante, Myers muestra cómo presiones similaresorzaron a biólogos a ajustar y reajustar ormularios de subvenciones en respuesta a co-mentarios externos. Los ormularios de subvenciones que parecen demasiado originalesno obtendrán ondos (véase Myers, 1985a y 1985b).

Para una discusión interesante de la ciencia como un ejercicio de mercadeo véasePeter y Olson (1983).

Para una descripción ascinante de las luchas de Pasteur para traducir los concep-tos de granja y de laboratorio entre sí, mientras desarrollaba su vacuna contra el ántrax,

 véase Latour (1983).

la mayoría de los ejemplos discutidos hasta el momento en este libro,las reverberaciones no se extendían perceptiblemente más allá de lasinstituciones de la proesión cientíca; hay, por supuesto, otros cambioscientícos que han tenido consecuencias sociales más signicativas. Demanera inevitable, la extensión en la cual el cambio, cientíco o no,es probable que reverbere a través del sistema como un todo, aecta laacilidad con que ese cambio puede ser ocasionado. Si un cambio deeste tipo aecta a otros de modos que ellos no quieren, es probable quetraten de resistirlo.3 Si aecta a más, entonces puede esperarse mayor resistencia.

De tal modo, usualmente es más ácil ocasionar pequeños cambioslocalizados que grandes cambios reverberantes. Bourdieu (1975) sugirióque los cientícos son conscientes de las posibilidades que están abier-tas a ellos, y que planean sus carreras con esto en mente. Habló de cien-tícos que toman decisiones entre estrategias de alto y de bajo riesgo.Pueden elegir trabajar en áreas bien conocidas y construir una carrerasólida basada en avances del conocimiento por medio de incrementosgraduales o pueden elegir tratar de hacer contribuciones revolucionariasque es más probable que sean resistidas y que no conduzcan a ningúnlugar. Sin embargo, si la apuesta revolucionaria es exitosa, conduce agrandes recompensas. (Las recompensas son simbólicas, no materiales,

 y pueden ser póstumas). Las recompensas son grandes debido a lasmayores reverberaciones y los mayores cambios que se producen entodo el sistema. Provocando cambios importantes en nuestros conceptos

se basan en conceptos que no están disponibles para el resto del mundo. Considérese denuevo la subdivisión entre judíos y arios creada en la Alemania nazi. La muerte de millo-nes ue provocada en parte porque se estableció una distinción conceptual que permitiódistinguir a un subconjunto de la población de una nación del resto. Cuando Dinamarcaue ocupada por los nazis, los habitantes locales (liderados por su rey) resistieron la apli-cación del concepto de “judío” de un modo muy directo. Cuando se ordenó a los judíosque cosieran una estrella amarilla a sus ropas como una marca para distinguirlos, el restode la población hizo lo mismo. De tal modo la estrella amarilla no pudo transormarseen la contraparte perceptiva del concepto de judío.

3 La idea de resistencia a un descubrimiento cientíco no es nueva. Véase Barber (1961) para una temprana y excelente discusión.

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completas de Shakespeare. ¡La primera interpretación es relativamenteaceptable dentro del conocimiento y la práctica de la bioquímica, mien-tras que la última es mucho más diícil de tragar!

Los resultados de los experimentos de transerencia de memoriaueron objeto de controversia; algunos grupos ueron capaces de re-producirlos y otros no. Travis sostiene que bajo estas circunstancias losproponentes de los eectos de la escotoobina adoptaron una interpre-tación con implicaciones lo menos radicales posibles, con la esperanzade tranquilizar a sus críticos y hacer que sus hallazgos uesen másácilmente aceptables por la comunidad cientíca. Pero sus críticosapoyaron la interpretación más radical de la escotoobina, argumentan-do que los experimentos aparentemente demostraban la existencia demoléculas de memoria, con todas sus ridículas implicaciones. Tambiénse dijo que la idea contradecía el “dogma central de la biología mole-cular”. De tal modo, los críticos usaron esta interpretación como unareductio ad absurdum de todos los experimentos.

Podemos ácilmente imaginar circunstancias en las cuales loscríticos y los proponentes hubieran adoptado precisamente la posturaopuesta. Si los proponentes hubieran querido adquirir alguna publicidad

 y apoyo nanciero para sus esuerzos, podrían haber tratado de llamar la atención hacia la importancia revolucionaria de la escotoobina en-

 atizando que la misma contradecía el dogma y que prometía un cambiocompleto en nuestras ideas acerca del aprendizaje. Los críticos podríanentonces haber argumentado que la escotoobina no era de importanciaundamental dado que era únicamente una nueva droga entre otrasque modicaba el comportamiento. En verdad Travis inorma que estas

posturas alternativas ueron adoptadas durante algunas de las ases dela extensa controversia.

De cualquier modo, dados los mismos datos, es posible sacudir más o menos la red de conceptos, eligiendo respectivamente crear con-tradicciones con lo que uncionaba antes o presentando los hallazgoscomo parte de una tradición continua. No es, sin embargo, un asuntode elección individual, dado que los otros tienen algo que decir en elmodo en que los hallazgos han de ser interpretados.

“La creación de contradicciones”. Proveo aquí un inorme simplicado y esquemático de un pasaje de la historia de la ciencia mucho máscomplejo.

Travis observó la controversia sobre la “transerencia químicade memoria” (véase Travis, 1981). En una serie de experimentos, unasratas ueron entrenadas para evitar el lado oscuro de un callejón condos ramas por medio de un régimen apropiado de recompensas y des-cargas eléctricas. El resultado sugirió que cuando los cerebros de lasratas que habían adquirido tendencias que evitaban la oscuridad erantriturados e inyectados en ratas no entrenadas, las últimas podían desa-rrollar tendencias que evitaban la oscuridad más rápidamente. Parecíaque había algo químico en los cerebros de las ratas entrenadas que se“correspondía” con evitar la oscuridad, y que se podía transerir por inyecciones en una rata ingenua; ese algo llevaba consigo su tendenciaen el comportamiento. Esta sustancia química ue llamada “escotoobi-na”, en reerencia al miedo a la oscuridad.

La escotoobina, sin embargo, puede pensarse al menos de dosmodos distintos. Los eectos de la escotoobina pueden explicarse si sela piensa como una sustancia química que conlleva una disposicióngeneral del comportamiento. Esto puede uncionar debido a que haceque las criaturas sean temerosas a lo desconocido –como lo hacenmuchas drogas desorientadoras– o puede ser una sustancia químicaque reuerza la habilidad general para el aprendizaje y que se acumulaen el cerebro de las ratas entrenadas como resultado de su exposicióna mucha estimulación. Por otro lado, la escotoobina puede pensarsecomo una sustancia química que conlleva un tipo de memoria, una

memoria que especícamente ve lo oscuro como un lugar poco pla-centero para estar.

Las dos interpretaciones dierentes de la escotoobina tienen im-plicaciones radicalmente distintas. La droga disposicional es solo undescubrimiento más en el rango de las sustancias químicas ya conocidasque modican el comportamiento, pero la “molécula de la memoria”lleva la promesa de que eventualmente podremos ser capaces de pasar por el armacéutico por una píldora que contiene el griego o las obras

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sus armaciones y acordar que estaban equivocados, más que abandonar esos acuerdos previos. La resolución puede expresarse muy bien combi-nando dos rases de Pickering (pp. 87-89): “La simplicidad del asunto delmonopolo derivó de la decisión de los participantes de conducir el debatedentro de un conjunto de conceptualizaciones socialmente aceptablesacerca del mundo natural que eran esencialmente estáticas”.5

Exernlidd

Se ha analizado también otro caso de un modo tal que hace una con-tribución importante para la imagen que se está desarrollando aquí.Pinch observó experimentos para detectar “neutrinos solares”, que sonpartículas emitidas desde el centro del Sol. Una proporción de ellosarriban a la supercie de la Tierra cerca de ocho minutos después deser emitidos; si su número pudiese ser medido se producirían impor-tantes indicios acerca de cómo unciona el Sol. Sin embargo, son muydiíciles de detectar.

Para detectar neutrinos solares se sepultó un enorme tanque depercloretileno (usado como fuido para la limpieza en seco) en el ondo

5 Este tipo de explicación es utilizada por Pickering en otros dos casos de estudioen la misma área (1980, 1981b, 1984). Se trata del debate sobre el análisis teórico apropia-do de la naturaleza de los bloques básicos de la materia –sharm versus color– y el debateacerca de la existencia de otra huidiza partícula –el quark libre. En ambos casos explicade nuevo la clausura del debate por la ormación de alianzas con grupos establecidos enla comunidad cientíca; en ambos casos la “lógica” de la situación habría permitido quelos argumentos radicales mantuvieran abierto el asunto por mucho tiempo.

Pickering enatiza, con mucha razón, que los contextos dentro de los cuales tienenlugar estos debates están sometidos a cambios y que, de tal modo, la preerencia por con-textos estables no puede ser la explicación completa de la construcción del conocimiento.Sugiere que el lugar apropiado para buscar una comprensión del contexto es dentro de las“concepciones teóricas” de una disciplina. Hay cierta verdad en esto si por concepcionesteóricas entiende conceptos en el sentido que ese término ha sido usado a lo largo de estelibro –la organización de la percepción, enraizada en instituciones sociales, aun si lascosas que son percibidas son quarks o esmeraldas. Si él se reere especícamente a lasteorías de la ísica entonces su idea es demasiado limitada. Los conceptos que componenel mundo cientíco son ormados tanto o más manipulándolo experimentalmente comoteorizando acerca de él.

 acuerdos previos

Pickering ha observado un grupo de estudios de caso en los cuales losdebates ueron resueltos por ísicos que optaron por causar la mínimaperturbación posible en la red; prerieron sostener el máximo númerode alianzas anteriores. Por ejemplo, examinó el debate sobre la arma-ción del descubrimiento del “monopolo magnético” (Pickering, 1981).

Todos los imanes conocidos tienen dos polos inseparables. Si ustedcorta un imán común por la mitad, cada una de las mitades separadasaún tiene dos polos, uno norte y otro sur. Sin embargo, la idea de unapartícula monopolar no es desconocida en ísica. En 1975, un grupode ísicos armó haber descubierto la huidiza partícula registrando susrastros entre los trazos de otros “rayos cósmicos” en un detector trans-portado por un globo. Otros allaron en conrmar sus resultados y deello se siguieron discusiones acerca de la competencia de las dierentesobservaciones. Finalmente, así como con los altos fujos de radiacióngravitacional, la armación acerca del monopolo perdió credibilidad yla discusión se cerró. Esto ocurrió bastante más rápido que en el casode la radiación gravitacional.

Pickering se concentró en el modo en que se llevó a cabo la clausu-ra del debate. Argumentó que todas las partes procedieron de modo quese mantuvieran “los acuerdos previos respecto a la rutina de la prácticaexperimental y [...] las concepciones teóricas acerca del mundo natural”(p. 83). Brevemente, este grupo de experimentadores, si bien se encon-traron en la posición de tener que explicar resultados raros, rápidamenteacordaron mantener el status quo. No trataron de presionar sus arma-

ciones cuestionando la más amplia cultura de la ísica en la cual estánincluidas la práctica experimental y las concepciones teóricas acerca delmundo natural. Por ejemplo, no trataron de armar que alguna uerzadesconocida impedía a otros descubrir lo que ellos habían visto, o quela teoría de los aparatos para la detección de los rayos cósmicos era dealgún modo deectuosa. Por el contrario, su aceptación de los argumentosanteriores estableció “vínculos con la astroísica teórica y con otros expe-rimentadores” (p. 87). Los descubridores originales prerieron abandonar 

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el cloro puede transormarse en argón. Por supuesto, inormar que sedetectó un número de neutrinos involucra aun más inerencias, e in-ormar un “fujo de neutrinos solares” requiere inerencias adicionalesacerca de la naturaleza de las capas centrales y superciales del Sol, yla naturaleza del espacio entre la Tierra y el Sol.

El punto es este: hay poco uturo para el cientíco que inormaque se han gastado 100 mil dólares en hundir un tanque de perclore-tileno con instrumentos en una mina de oro para producir una líneaondulada. Nadie está interesado en una línea ondulada. Pero, en virtudde su completa vacuidad, la armación de que se ha visto una líneaondulada es improbable que sea cuestionada. No cambiará la vida denadie; no alterará ninguna red de relaciones.

Por supuesto, el cientíco que ha hecho el experimento va ainormar algo más. El inorme real será elegido dentro del rango de po-sibilidades que contienen más pasos inerenciales; para usar el términode Pinch, estos son más “externos”. Cuanto más externos –cuanto máspasos inerenciales son subsumidos– más interesante deviene el inormedebido a que aecta más intereses de otros.

De tal modo, el inorme que concierne al argón radiactivo seráde interés para los químicos del argón y para aquellos que estén invo-lucrados en el diseño de contadores y amplicadores; el inorme queconcierne a la conversión del cloro será, además, de interés para losísicos nucleares. El inorme concerniente a los neutrinos solares será deinterés para todos ellos, y también para los ísicos de los neutrinos, y losísicos solares, y aquellos que están interesados en las capas exterioresdel Sol, y los expertos en el espacio existente entre la Tierra y el Sol.

Pueden atraerse grupos más amplios si las inerencias se realizana partir del fujo “medido” de neutrinos. Por ejemplo, si se interpretaque el resultado revela algo acerca del estado de los procesos termo-nucleares en el centro del Sol, y si esto es tomado como algo que tieneimplicaciones para los cambios históricos en la producción de energía,entonces hay más implicaciones para las teorías acerca de la geologíaterrestre y la evolución. (De hecho, los resultados ueron interpretadosen estas direcciones.)

de una prounda mina de oro. Algunos de los neutrinos que pasabana través del tanque debían golpear los átomos de cloro en el tanque ytransormarlos en átomos de argón radiactivo. Nuevamente, el númerode átomos de argón es muy pequeño y la cantidad de gas de argónproducido al nal de aproximadamente una semana de exposición esapenas mensurable. Los átomos de argón son detectables solo porqueson radiactivos. Su radioactividad puede ser medida cuando se los hacesalir del tanque con una corriente de gas argón ordinario. La radio-actividad se detecta por medio de delicados aparatos electrónicos y seregistran los resultados. De igual modo que las ondas gravitatorias yla percepción de las plantas, es una línea ondulada lo que inicialmenteconstituye los datos.6

Pinch (1985) señala que para conseguir una gura de los neu-trinos solares emitidos por el Sol se necesita una cantidad importantede inerencias. Sin embargo, el experimento puede ser inormado demodos que necesitan una mayor o menor cantidad de pasos ineren-ciales. Por ejemplo, los experimentadores pueden inormar que hanhecho el experimento y que han visto únicamente una línea onduladaen un registrador. O pueden decir que han “visto” en un tiempo dado,tales y cuales cantidades de átomos de argón radiactivo en su tanque.O pueden decir que han “visto” tales y cuales cantidades de átomos decloro convertidos en argón. En estos tres casos el número de inerenciascomienza en un mínimo y se va incrementando. De esta manera, in-ormar la existencia de una línea ondulada no dice nada acerca de quées lo que la causó; inormar la existencia de un número de átomos deargón radiactivo es inerir que el argón radiactivo ue apropiadamente

evacuado, que la radioactividad ue apropiadamente medida y que lasseñales ueron apropiadamente amplicadas o procesadas de modo talque pudieran ser registradas; inormar la conversión de los átomos decloro implica todo esto más la verdad de las teorías acerca de cómo

6 La historia de las dicultades y disputas sobre la detección de neutrinos solareses en sí misma ascinante (Pinch, 1981 y en prensa) pero aquí solo miraré al tratamientoque puede encontrarse en Pinch (1985).

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interesante. Señales de televisión correlacionadas, u otro enómenomundano, no es probable que cambien mucho la vida de los cientícosni hacen ganar premios.

En este ejemplo, como en los previos, la extensión en que unaarmación es diícil de ser aceptada se incrementa en la medida queamenaza romper el mundo conceptual de cientícos cuyos “hogares”se encuentran en partes remotas de la red conceptual. El análisis escontinuo con los casos muy extremos inormados en el capítulo 5.La parapsicología amenaza muchas cosas a muchos como para ser ácilmente aceptable. Ese es el motivo por el cual sus proponentes másintransigentes son orzados a vivir en un mundo propio (véase la pro-posición diez). Su red de conceptos, y su red social congruente, tienenmenos conexiones con la red principal de la ciencia que la mayoría delos campos cientícos.

De tal modo, puede hacerse que los mismos datos reverberen máso menos, y también puede hacerse que reverberen en dierentes direc-ciones: es como si se los pudiera asociar con dierentes vectores. Paraextender la analogía de la telaraña, es como si dierentes radios de lared pudieran ser agitados de modo que envíen las reverberaciones haciadierentes partes del universo social y conceptual.

El rechazo nal de la quinta uerza para explicar los enómenosparanormales, realizado por parte del proesor John Taylor, y su uerteabrazo de la hipótesis electromagnética, puede ser bien descrito, en laspalabras de Pickering, como un esuerzo por preservar el máximo nú-mero de “acuerdos previos”; pero estos eran acuerdos con ísicos. ¡Eligiósacricar todos sus acuerdos con los parapsicólogos! Lo que es más, si

hubiera encontrado los enormes fujos de radiación electromagnéticaque hubieran sido necesarios para explicar la “curvatura paranormal decucharas”, habría eectivamente cambiado de lugar el problema, de laísica a la biología. Esa parte de la red de conceptos que tiene que ver con la ísica habría permanecido quieta, mientras que los biólogos sehabrían encontrado a sí mismos teniendo que explicar cómo seres hu-manos pueden generar fujos de radiación electromagnética sucientespara ablandar metal. Habrían quedado preservados pocos acuerdos con

Los cientícos, entonces, se enrentan con una elección (si bienuna elección altamente condicionada): ¿en qué nivel de inerencia oexternalidad inorman los resultados? Cuantas más inerencias hacen,más interesantes son los resultados para una audiencia más amplia –escomo si sacudieran más la telaraña de conceptos. Pero si los resultadosno parecen preservar las “conceptualizaciones socialmente aceptadasdel mundo natural” de todos, entonces cuantas más inerencias hacen,más trozos de realidad tomada-por-sentado están amenazando y másproblemas van a causar.

Si bien la elección de hacer más pasos inerenciales no “creacontradicciones” por sí misma, ciertamente llama la atención haciacualquier contradicción que pueda hallarse en los datos. Será unaelección opuesta a la hecha por los cientícos que estudió Pickering:los cientícos del monopolo eligieron quebrar la cadena de ineren-cias que iba de sus datos a la existencia del monopolo admitiendoun “error”.

L rdición grvicionl y l prpsicologí revisids

Este análisis se aplica igualmente a algunos pasajes de la controversiaacerca de la radiación gravitacional. Por un tiempo, aquellos que es-taban debatiendo las armaciones de Weber estaban preparados paraadmitir que él estaba viendo algo más que un arteacto estadístico;estaban preparados para admitir que estaba viendo coincidencias entresus detectores. Estas coincidencias, sentían, se debían a algo distinto alas ondas gravitatorias dado que nadie, excepto él mismo, podía verlas.

Este movimiento, acortando la cadena inerencial, alejó de la discusióna los cosmólogos y a quienes trabajaban sobre la teoría de la relatividad,así como alejó la gran “sangría de energía cósmica” implicada por lasarmaciones de Weber. Bajo estas circunstancias aquellos grupos ya nosentían perturbados los mundos que daban por sentado. No sentiríanninguna necesidad de resistirse a la existencia de “meras coinciden-cias”; no verían a Weber como creador de contradicciones. El costo,por supuesto, es que las coincidencias se transorman en algo menos

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...he... [mostrado]... la máxima intensidad posible de las uentes que uno

puede esperar sobre la base de ciertas creencias apreciadas que los teóri-

cos tienen acerca de la conservación de la masa, sobre la no ocalización

de las ondas gravitatorias –lo que podría ser una creencia apreciada

pero alsa– y sobre la intensidad de las emisiones de las ondas gravita-

cionales provenientes de uentes individuales [las cursivas son mías].

Luego, en respuesta a una pregunta de la audiencia, se explicó de estemodo:

...con varios asociados en Cal Tec hicimos una lista de cosas que sostene-

mos con mucho cariño. Podemos en verdad exhibir, entonces, escenarios

que llevarían a estallidos [de ondas gravitatorias] que serían tan uertes,

con esa clase de recuencia [que pudieran reconciliarse con las armacio-

nes de Weber]. Pero hay escenarios que un astroísico diría que son real-

mente bastante salvajes. Sin embargo estos no violan ninguna de nuestras

creencias apreciadas. Ahora bien, sus creencias apreciadas pueden ser di-

erentes a las mías, por lo que puede allí tener dierentes curvas.

 Algunos astroísicos, por supuesto, aprecian proundamente la absolutaimposibilidad de los “escenarios salvajes” de Thorne.

Otro conjunto de evidencias muestra que las creencias apreciadasde los ísicos son dierentes a las de los parapsicólogos. Durante mi tra-bajo de campo sobre la parapsicología, ciertos encuestados comentaronde manera voluntaria el experimento de Weber sin que se los incitara aello; los comentarios iban en el sentido de que pensaban que la psico-

quinesis representaba una explicación parsimoniosa de las dierenciasentre los resultados de Weber y los de sus críticos. En entrevistas pos-teriores pedí deliberadamente a once parapsicólogos que comentaranel asunto de Weber. Ocho de los once pensaron que los resultados de

 Weber eran candidatos perectos para una explicación psicoquinética.En otras palabras, pensaron que los resultados de Weber podían ser explicados por su intenso deseo de encontrar las ondas; este deseo habíainfuido en su aparato inmensamente delicado.

los biólogos; tal vez los biólogos no eran un “grupo de reerencia” tanimportante para Taylor.

De manera semejante, la reacia aceptación de la calibración elec-troestática por parte de Weber cambió el lugar de debate de la ísica dela interacción entre su antena y las ondas gravitatorias hacia la arenade la cosmología. De aquí en más sus resultados debían ser explicadospor ormas raras de pulso que implicaban escenarios cósmicos “pato-lógicos”, que encontraron resistencia por parte de los cosmólogos. Perorecuérdese que por allá en 1972 se hablaba de una “quinta uerza”, oincluso de uerzas psíquicas, como explicaciones a las crecientes discre-pancias en el rendimiento de la antena. Si se hubieran impulsado estasexplicaciones, habría existido resistencia a través de prácticamente todala red, balanceada únicamente por nuevas alianzas orjadas con los casidesconectados parapsicólogos. Weber podría haberse encontrado aisla-do (véase también Collins y Pinch, 1981). Las posibilidades abiertas para

 Weber –la mayoría de las cuales ueron consideradas en un momento uotro– representaban casi todo el rango desde el psiquismo radical hastalas tímidas “coincidencias inexplicadas”; y todo ello con los mismosdatos. Pensar en estos movimientos meramente como intentos ad hoc para rescatar una hipótesis es perder la dimensión implicada por lasdierentes comunidades cognitivas para las cuales las distintas inter-pretaciones resultaban atractivas o planteaban amenazas.

Las características de estas comunidades locales dentro de la redueron bien expresadas en una charla dada por el ísico teórico KipThorne en la reunión de la  aaas de 1978 en Washington D. C. Thornerevisó en esa ocasión el progreso producido en el asunto de las ondas

gravitatorias. Construyó un gráco que mostraba la recuencia esperadade la ocurrencia de las ondas gravitatorias en unción de su magnitud.Era de esperar que los eventos energéticos menores aparecieran másseguido que los grandes eventos. Los eventos menores se originabanen catástroes cósmicas más distantes y simplemente hay más universoen cuanto uno mira más allá. Sin embargo, con la antena del tipo de

 Weber solo los eventos más energéticos podían ser detectados. Thornedejó claras las suposiciones en las que se basaban sus cálculos. Dijo:

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la “infuencia de los intereses sociales” en pasajes más antiguos de laciencia. El extenso estudio de Mackenzie (1981) acerca del desarrollo delcoeciente de correlación dentro de la estadística es un buen ejemplo.Otro estudio interesante es el examen de Shapin (1979) de las disputassobre renología en Edimburgo en las primeras décadas del siglo xix.Shapin examinó los intereses de ciertas clases en apoyar la renología.Si el carácter innato pudiera ser leído a partir de las protuberanciasde la cabeza, esto no solo pondría a los “orasteros” intelectuales enposición de hacer juicios acerca de la naturaleza humana que antes sepensaba que estaban reservados a los proesionales, también sugeríael desarrollo de un nuevo orden social –uno que se adecuase mejor alos indicadores de habilidad sonómicos. De tal modo, un programapolítico acompañaba la promoción de la renología.

El estudio muestra con detalle el modo en que las preerenciaspolíticas competidoras conducían, a través de las diversas percepcionesde la orma externa de la cabeza, a dierentes percepciones acerca de las

contemporánea es el oco en aspectos más y más detallados y microscópicos de la vidadentro del laboratorio (por ejemplo, véanse Knorr-Cetina, 1981, 1983; Lynch et al., 1983).Por interesantes que sean esos estudios, su estrecho campo de localización les hace diícildar cuenta de la base social más amplia de conocimiento legítimo (Collins, 1983c; pero véaseKnorr-Cetina y Cicourel, 1981). Es interesante que uno de los pioneros de los trabajos delaboratorio, Latour (por ejemplo, véase Latour y Woolgar, 1979) se haya esorzado muchopara demostrar los vínculos entre el laboratorio y la sociedad más amplia, pero lo ha hechoa partir de un episodio histórico sobre el trabajo de Pasteur (Latour, 1983).

Es interesante especular sobre la alta de estudios similares sobre la ciencia puracontemporánea. Puede ser que las instituciones se hayan vuelto más autónomas, de modotal que las redes sociales entre la ciencia y la sociedad más amplia son ahora más escasas.

 Yo creo que es más probable que sea un asunto de no ser capaz de “ver el bosque a travésde los árboles” en la historia cientíca más reciente.

Hay por supuesto muchos estudios interesantes acerca de la relación entre la cien-cia moderna aplicada y los intereses sociales; por ejemplo, véanse Studer y Chubin (1980);Robbins y Johnston (1976); Gillespie, Eva y Johnston (1979); Nowotny (1977); Mazur (1981); Nelkin (1975, 1978, 1979); Petersen y Markle (1979); Markle y Petersen (1980). Sinembargo es diícil sacar de los mismos las conclusiones más generales que quiero sacar eneste libro, dado que los estudios sobre ciencia con connotaciones políticas obvias puedenser siempre tratados como “casos especiales” de distorsión (Chubin, 1982; Collins, 1982a).En alguna medida, por supuesto, lo mismo se aplica a los estudios históricos.

Un encuestado respondió:

 Weber realizó el experimento PQ [psicoquinético] más sosticado jamás

hecho... Las señales son reales... y son casi los niveles correctos para un

experimento de PQ con un buen sujeto PQ....

De tal modo, las creencias apreciadas son dierentes en dierentes partesde la ciencia. La preservación de las creencias apreciadas o las alianzasprevias no puede por sí misma determinar el resultado de un debate auncuando este es el motivo prevaleciente. Todavía permanece la preguntaacerca de quién es aquel cuyas creencias deberán ser conservadas. Laimportancia percibida de las dierentes comunidades en la red paramiembros de otras comunidades explica mucho sobre el modo en queproceden los debates en ciencia. En el estudio de Pickering acerca deldebate sobre el sharm/color (nota 5), parece haber infuido una alianzacon un grupo de matemáticos. En el estudio de Pinch (1977) acerca dela prueba de Von Neumann es el estatus percibido de los matemáticos loque parece explicar lo que ha ocurrido de la manera más parsimoniosa.Por otro lado, las alianzas con los parapsicólogos parecen ser abando-nadas con gran celeridad. (Hay algunas excepciones, véase Collins yPinch, 1981.) Solo cuando el debate se mantiene en un bajo nivel, o unbajo grado de “externalidad”, es probable que se pueda apelar a unacomunidad relativamente uniorme.

L cienci y ls regiones más disnes de l red

Los ejemplos de controversias cientícas examinados con detalle eneste libro no tuvieron reverberaciones que se diundieran notoriamentemás allá de las instituciones de la ciencia proesional. No ha habi-do estudios modernos acerca de la ciencia pura contemporánea quemostraran las ramicaciones de infuencia por uera de la comunidadcientíca.7 Se ha realizado un conjunto de estudios de caso acerca de

7 En verdad una de las últimas tendencias en los estudios empíricos sobre la ciencia

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sus ambiciones y estrategias. El conjunto de alianzas y enemigos enel centro de una controversia no están necesariamente atados unosa otros por los vínculos sociales o la pertenencia a instituciones co-munes. Algunos miembros de este grupo pueden intentar destruir una interpretación del Universo sobre la cual otros han apostadosus carreras, su credibilidad académica y tal vez toda su identidadsocial. Si estos enemigos interactúan es probable que solo lo haganen el contexto de este particular y pasajero debate. Este conjunto depersonas no necesariamente actúa como un “grupo”. Están vinculadassolo por sus cercanos (si bien dierentes) intereses en el resultado dela controversia. Me reero a este grupo de aliados y enemigos comoun “grupo central”.8 Las controversias descritas en los capítulos 4 y 5ueron representadas por grupos centrales.

8 Es probable que el grupo central sea pequeño y varíe desde tal vez un par de cien-tícos a cincuenta. Para una discusión ulterior de este concepto, véase Collins (1981e).

La interacción de los miembros de un grupo central “ideal” puede ser representadaen un diagrama del siguiente modo:

 

El modo en que los miembros de un grupo central pueden dividirse en distintos camposde una ciencia

cavidades en los huesos del cráneo –los renólogos necesitaban que laparte externa del cráneo estuviese en correlación con la parte internapara que reprodujera así la orma del cerebro– de allí a dierentes per-cepciones de la orma de la supercie del cerebro y directamente a die-rentes percepciones de la estructura del cerebro material en sí mismo –losrenólogos veían la supercie vinculada a través de bras a la médulaespinal, mientras que los antirenólogos veían la sustancia del cerebrocomo más homogénea, de modo tal que no podían distinguirse los órga-nos separados correspondientes a distintos aspectos del carácter. Todasestas dierencias pueden verse en los dibujos del cerebro reproducidos enlos textos de los autores competidores. El estudio de Shapin vincula losdetalles más íntimos de la anatomía cerebral con las distintas partes de lared preocupada por las clases y el estatus en Edimburgo. No hay razón,en principio, por la cual las controversias cientícas contemporáneas nodebieran reverberar en partes distintas de la red social del mismo modo.Tales vínculos e infuencias no son de ningún modo inconsistentes conlo que se ha argumentado en el resto del libro. Un modelo de este tipo

 vincula la estructura social con la mesada del laboratorio.

eL grupo centraL: contingencia sociaL con metodoLogías  apropiadas

Los cientícos saben más acerca de aquellas partes de la red concep-tual que componen sus propias disciplinas. Hasta cierto punto, susmiradas están ormadas por sus antecedentes y sus objetivos estarán

mediados por su imagen del área correspondiente de la red. La imagense desarrolla primero durante la ormación de los cientícos y con-tinúa desarrollándose como resultado de sus relaciones con colegas

 y a través de su trabajo continuado. Los aliados y los críticos en unacontroversia preeren preservar dierentes grupos de alianzas en lared más amplia que depende de sus propios antecedentes y ormación.Los argumentos y las actitudes de los dierentes aliados y críticosserán aectados por sus percepciones acerca de su lugar en la red y

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Sin embargo, el resultado de estas negociaciones, es decir, el co-nocimiento certicado, es en cualquier caso “conocimiento propiamentecientíco”. Es conocimiento replicable. Una vez que la controversia haconcluido, este conocimiento es visto como algo que ha sido generadopor un procedimiento que encarna todas las propiedades metodológi-cas de la ciencia. Buscar algo mejor que esto es tratar de agarrar unasombra. Los cientícos no actúan de manera poco honorable cuando seinvolucran en los debates típicos de los grupos centrales; no hay nadamás que ellos puedan hacer si el debate ha de concluir alguna vez ysi un nuevo conocimiento ha de emerger alguna vez de la disputa. Noexiste un dominio del comportamiento cientíco ideal. Tal dominio –elmodelo canónico de la ciencia– existe solo en nuestra imaginación.

Los grupos centrales canalizan todas las ambiciones de loscientícos en competencia y avorecen alianzas y al nal producenconocimiento cientíco certicado. Estas ambiciones y alianzas encompetencia representan la infuencia o la “retroalimentación” del restode la red de conceptos y por tanto del resto de nuestras institucionessociales. Los dierentes cientícos en el grupo central estarán dieren-cialmente conscientes y dierencialmente interesados en los problemas

 y las presiones que se producirán en áreas remotas como consecuenciade un resultado u otro. Sus argumentos y estrategias se ormarán deacuerdo con ello.

Las ramicaciones, como hemos visto, no están necesariamentelimitadas a las ronteras de la comunidad cientíca. Los vínculos conintereses industriales y políticos son a veces sutiles (como en los casosdiscutidos en este libro) y a veces son obvios, como en el caso de, diga-

mos, el debate sobre el desarrollo de nuevas estaciones de producciónde energía nuclear. El grupo central “blanquea” todas estas infuencias ytácticas de debate “no cientícas”. Las vuelve invisibles porque cuandoel debate está cerrado todo lo que queda es la conclusión de que un re-sultado era replicable y el otro no; un grupo de experimentos ue hechode manera competente por un grupo de expertos mientras que el otro–que produjo los resultados no replicables– no lo ue. El grupo central“canaliza” intereses sociales, los transorma en tácticas de negociación

Los grupos centrales certican nuevo conocimiento. Desde aueraparecen ser simplemente el “grupo de cientícos” que está investigando unrasgo potencialmente nuevo del universo. Pero hay una tensión teórica enla idea de un grupo central que necesita ser apropiadamente comprendida.En los capítulos anteriores hemos visto que las actividades de miembrosdel grupo central no concuerdan con la imagen convencional de la inves-tigación “cientíca”. El conocimiento que emerge de un grupo central es elresultado de una discusión que puede haber adoptado muchas ormas noconsideradas normalmente como pertenecientes a la ciencia. Todas estas“tácticas de negociación”, como he sugerido, son intentos por quebrar laregresión de los experimentadores. Algunas tácticas “no cientícas” deben

emplearse debido a que los recursos de la experimentación sola son insu-cientes. Ante la ausencia de una receta algorítmica para la adecuada repli-cación de un experimento, estas tácticas son modos de tratar de establecer qué es lo que contará como “continuar del mismo modo” en el uturo.

Un grupo central “idealizado” dentro de la red cientíca

 Nota: la alta de relaciones directas entre proponentes y crítico

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Considérese, por ejemplo, cuán seguros estamos acerca de la verdad dela relatividad, a pesar de que muy pocos lectores de este libro habrándiseñado o conducido un experimento involucrado con la teoría deEinstein. El punto se aplica tanto a los cientícos como al lector lego.La ironía consiste en que el conocimiento distante parece más seguroque el conocimiento que ha sido recién generado. El grado de certeza

que se adscribe al conocimiento se incrementa catastrócamente en la

medida que se cruza la rontera del grupo central tanto en el espacio

como en el tiempo. Incluso para los miembros del grupo central, una vez que el debate está cerrado y el modo correcto de seguir se ha cris-talizado en las nuevas instituciones cientícas, es muy diícil recuperar la incertidumbre del momento de la creación. En cuanto a aquellosque no tienen una experiencia de primera mano del trabajo del grupocentral, es casi imposible saber cómo ue la creación: implica saber cómo es poner el barco en la botella. Este punto puede ser resumidoen otra proposición:

Proposición once: “La distancia presta encanto”: cuanto más distanteen el espacio o tiempo está el lugar de la creación del conocimiento,más seguro es.9

Para la cultura cientíca, el rol mediador del grupo central, su blan-queo de los “intereses sociales ilegítimos”, y su transustanciación de la

9 Una observación similar ue hecha por Ludwick Fleck (1979, p. 113). Latour y Woolgar (1979) hablan acerca del modo en que una idea deviene real en la medida quese mueve desde el sitio de su creación. Ellos llaman a esto “división”. Cuando el nuevoenómeno –en su estudio de una nueva droga– se dierencia del conjunto de actividadesque inicialmente lo comprendían, su orma reicada da unidad a lo que ocurría antes.

 Antes que la droga existiese, o si la droga nunca devino una cosa por sí misma, no ha-bría nada que vinculase todas esas actividades de laboratorio como partes del “mismo”ragmento cientíco.

La súbita y catastróca cristalización de la certeza –incluso para los participantesmismos– es lo que hace muy poco conables los relatos retrospectivos de la clausura delas controversias tal como son citados por algunos historiadores. Algunos de ellos dan enmuchas ocasiones la impresión de que los hechos “hablan por sí mismos”.

“no cientícas” y los usa para producir conocimiento certicado. Si seobserva muy de cerca, se puede ver cómo el resultado de los debatesdel núcleo central es aectado por estos actores “socialmente contin-gentes”, pero también se puede ver cómo, a pesar de eso, el resultadoserá de aquí en más conocimiento apropiado. El grupo central da decoro

metodológico a la contingencia social.

L nurlez privd de los grupos cenrles

Por lo general los grupos centrales son privados, y esto hace diícil en-tender lo que es la ciencia para la mayoría de nosotros. Solo los pocoscientícos que han estado involucrados en una disputa importante tie-nen una experiencia sustantiva de los grupos centrales; incluso para esoscientícos es probable que la experiencia sea eímera. Sin duda todoslos cientícos saben que existen dicultades en el trabajo experimental,pero la signicación de ello es raramente entendida. Hemos visto uncaso paradigmático de este tipo de experimentación en el capítulo 3.Bob Harrison comenzó a estar perplejo acerca del modo apropiado deproceder en un conjunto de áreas relacionadas con el láser tea, pero tanpronto como lo hizo uncionar, más que sacar de ello una conclusióngeneral, cristalizó su experiencia como si uera una serie de racasos

 personales. Este punto ue resumido en la proposición seis.Para el resto de nosotros, nuestra experiencia de los grupos cen-

trales es nula. Casi nadie ha tenido una experiencia extendida de loque es producir nuevo conocimiento cientíco a partir de un área con-trovertida. Es interesante que, sin embargo, sentimos que tenemos una

comprensión bastante buena de lo que implica el método cientíco. Aprendemos esto a partir de hacer algo de ciencia en la escuela, de mirar demostraciones en la televisión y de leer acerca de la ciencia en libros

 y diarios. Incluso la mayoría de los lósoos de la ciencia trabajan conalguna versión del “modelo canónico”. Todas estas uentes enatizan lainalibilidad del conocimiento generado experimentalmente. Y aun así,si consideramos sobre qué aspectos del mundo estamos más seguros,resulta que acerca de ellos no tenemos experiencia experimental directa.

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En un primer momento de una controversia, los miembros delgrupo central, y todos los que tienen una opinión, piensan en los expe-rimentos de una manera dicotómica. Piensan en los experimentos quedan apoyo a su mirada como competentemente realizados y viceversa.Estos puntos de vista pueden ser resumidos en una tabla:

L mird de los cienícos respeco de l compeenci

de los experimendores y l inegridd de sus experimenos

Los cientícos creen en el enómeno bajo investigación

Sí NoLos experimentos encuentran SÍ 1. Competente 2. No competenteresultados consonantes con No 3. No competente 4. Competenteel enómeno

En 1972, Joseph Weber habría puesto su propio experimento en el ca-sillero 1 y el de sus críticos en el casillero 3. Sus críticos inicialmenteconsideraron que los mismos experimentos pertenecían a los casilleros2 y 4 respectivamente. En 1972, Cleve Backster y sus críticos habríanclasicado sus experimentos del mismo modo.

Belo y Bate (capítulo 5) son interesantes porque cuando su tra-bajo produjo hallazgos negativos no conaron en sus propias habili-dades experimentales, por lo que pusieron sus propios experimentosen el casillero 3. ¡Hansel, por otro lado, puso el experimento de Belo 

 y Bate en el casillero 4 dado que pensó que su racaso en encontrar elenómeno de la psicoquinesis mostraba lo bien que ellos habían hechoel trabajo!

Un tiempo después, pero cuando los miembros del grupo centralestán aún en desacuerdo unos con otros acerca de si algunos resulta-dos han sido replicados de manera apropiada, las cosas cambian unpoco. De tal modo, hacia 1975, en el caso de las ondas gravitatorias,los críticos describían la mayoría de los experimentos negativos comoinadecuados, si bien todos reservaban el casillero 4 para al menos unoo más experimentos negativos. Este hallazgo es repetido en el estudiode Backster; en este caso, hacia 1975, el trabajo de Johnson había sido

contingencia social en decoro metodológico, junto con su privacidad,explican la paradoja de la reicación.

orden  y orden camBiante: La soLución socioLógica  aL proBLema de La inducción

 A lo largo de estos capítulos he hablado acerca de lo mismo utilizandouna variedad de vocabularios. He hablado acerca del carácter no especi-cable de las reglas en los sistemas abiertos, los undamentos de la realidadtomada-por-sentado y las ormas de vida, el problema de desarrollar inteligencia articial, el carácter impenetrable del conocimiento tácito, lasopacas “reglas de ratones” para la replicación del “mismo” experimento

 y la regresión de los experimentadores. He tratado de mostrar cómo cadauna de estas cosas es una aceta dierente o una consecuencia del mismoproblema subyacente, el problema de la inerencia inductiva.

He mirado varios intentos de proveer procedimientos algorítmicospara resolver todas estas versiones del problema. He comenzado conintentos por explicar el verdor y la apropiada continuación de “2, 4,6, 8”; continué mirando algunos intentos por proveer una teoría ana-lítica de la replicación e intentos por proveer criterios de demarcaciónen los distintos niveles del procedimiento imaginario de clasicaciónde los ratones; he mirado los intentos de los cientícos por quebrar laregresión de los experimentadores haciendo reerencia a un gran nú-mero de actores que van de las presuposiciones teóricas –las “creenciasapreciadas” en los términos de Kip Thorne– a procedimientos tales como

el uso de enómenos subsidiarios y la calibración. Todos estos intentosestaban destinados a racasar si eran ensayados para proveer un grupode reglas ormales que trascendieran las convenciones de la sociedad enla cual estaban imbuidas. Como hemos argumentado, las reglas solo sonreglas en virtud de las convenciones sociales: son convenciones socia-les. Cuando están ormándose nuevas reglas, o cuando se aplican viejasreglas de nuevos modos, lo que se está estableciendo son precisamentenuevas convenciones. ¿Cómo se presenta este proceso al individuo?

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los experimentos competentes estaban en el casillero 1 –producíanel enómeno– y cualquier experimento que no producía el enómenoestaba en el casillero 3. La institucionalización de una nueva pieza deciencia implica la clausura de uno de los lados de la tabla y el cierre delas posibilidades de una recategorización en diagonal. También equivaleal colapso del problema de la clasicación discutido en el capítulo 2.Mientras que para el ratón imaginario había problemas de clasica-ción en los casos de las ondas gravitatorias y de la parapsicología,no habría ninguno para el caso del láser tea.10 Esto se debía a que la

10 Cuanto más grande es la incertidumbre –en otras palabras, cuanto más am-plia es la amenaza potencial a la red– más niveles de clasicación son intratables por nosotros los humanos. De tal modo, en el estudio de caso de la parapsicología habíapotenciales desacuerdos hasta el tope. De hecho ueron los problemas en el máximonivel los que proveyeron las mayores dicultades en el caso de Backster y en las críticasmás ingeniosas a su trabajo. (El nivel superior tiene que ver con identicar actividadesque no tienen nada que ver con el enómeno en cuestión). Mientras transcurría el debatedevino claro que, dado que estamos continuamente rodeados por instancias de muerte,es imposible saber cuándo las plantas estarán suriendo la estimulación emocional queBackster necesitaba aislar.

En la discusión de Backster con Gasteiger acerca de las caídas de control surgióque el agua corriente ue descalicada como sustancia de caída de control porque con-tenía microorganismos que morían al ser arrojados en agua caliente del mismo modoque se extinguía la vida de los camarones. Sin embargo, una vez que se había observadoesto, otras objeciones devinieron razonables. ¡Por ejemplo, cada vez que el urinal dellaboratorio era automáticamente desagotado con agua desinectada las plantas puedenhaber bien sentido simpatía por los gérmenes destruidos! Entonces considérense los pasosdel experimentador a través del piso del laboratorio. ¿Había hormigas aplastadas? Luegoconsidérense las masivas batallas por la supervivencia mantenidas por los insectos ylas poblaciones de microbios en los pisos, paredes y techos, y en la persona del propio

experimentador. ¿Y por qué restringir las consideraciones al laboratorio? ¿Qué hay de laspoblaciones remotas? ¿Hay una ley del cuadrado inverso para la muerte? Backster podría,por supuesto, haber invocado alguna clase de hipótesis limitativa ad hoc, tal como la leydel cuadrado inverso, o un límite inerior al tamaño de un organismo que una plantapudiera sentir, pero esto comenzó a parecer implausible después de que el argumento delagua corriente hubo sido desplegado.

 Volviendo a la radiación gravitacional, aquí las dicultades clasicatorias no seextendían tan lejos. De tal modo, había argumentos acerca de cómo evaluar la sumaagregada de resultados (nivel siete); había argumentos acerca de si un resultado u otroera positivo o negativo (nivel seis); y había argumentos sobre si algún experimento uecompetentemente realizado (nivel cinco). Sin embargo, no había argumentos de nivel

excluido de la categoría de los experimentos competentes tanto por loscríticos como por los creyentes. Cada casillero todavía tenía ocupantes,pero algunos de los experimentos negativos se habían caído del diagra-ma en esta etapa un poco posterior.

Pareciera que mientras hay disponibles solo unos pocos resultadosexperimentales negativos, quienes están predispuestos a descreer en laexistencia de un enómeno tratarán a todos como competentes, porquenecesitan legitimación experimental para sus miradas negativas. Bajoestas circunstancias todos estos experimentos van al casillero 4. Mástarde, cuando hay muchas “reutaciones” experimentales para elegir,los críticos pueden permitirse abandonar algunos de ellos. ¡Puedenincluso demostrar su carencia de prejuicios señalando los huecos en elrazonamiento! Pero esto no vaciará el casillero 4. De manera semejan-te, cuando hay pocos experimentos positivos disponibles, todos ellos

 van al casillero 1, pero si hubiese más, algunos de ellos serán tambiéntirados por la borda.

En una etapa aun posterior, la cristalización del trabajo del grupocentral lleva al colapso de un lado u otro de la tabla. Si el trabajo es rei-

 vindicado entonces los casilleros 2 y 4 desaparecen del discurso viable.Si se acuerda que el enómeno no existe entonces son los casilleros 1 y3 los que desaparecen. Ya no hay una orma de vida que pueda sostener las instituciones pertenecientes a los casilleros ausentes. Solo individuosaislados pueden ahora ordenar sus conceptos y el lenguaje en torno alos altos fujos de ondas gravitatorios o la vida secreta de las plantas,

 y un lenguaje privado no es ningún tipo de lenguaje. Allí es donde Bob Harrison y el láser tea se integran. Harrison

trabajaba desde el comienzo en un área “cristalizada” o proundamen-te institucionalizada. Claramente clasicaba su propio trabajo en elcasillero 3 cuando el láser no uncionaba y en el casillero 1 cuando sílo hacía. Los casilleros 2 y 4 simplemente no estaban disponibles paraél ni para ningún otro. En el momento en que Harrison estaba cons-truyendo láseres tea no eran posibles recategorizaciones oblicuas. Losdías en que eran posibles transerencias oblicuas de los experimentoscon el láser tea terminaron alrededor de 1969. Después de ello todos

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adecuada para la serie. No es la regularidad del mundo la que se im-pone por sí misma a nuestros sentidos, sino la regularidad de nuestrascreencias institucionalizadas la que se impone por sí misma al mundo.

 Ajustamos nuestras mentes hasta que no percibimos ninguna alla en lanormalidad. Este es el signicado que tiene para el individuo el arrai-go conjunto de un concepto. Es el motivo por el cual nuestros barcosperceptivos se mantienen en sus botellas.

El proceso es sólido debido al modo en que los conceptos in-dividuales se vinculan unos con otros a través de las ormas de vida

superpuestas. Otros nos corregirán o ignorarán si cometemos errores. Lacualidad duradera del orden surge de la resistencia de la red –la multi-tud de arañas en la red conceptual. El lugar del orden es la sociedad.

Esta es una imagen del orden social y conceptual, pero si ha de ha-ber cambios sustanciales entonces deben inventarse y sostenerse nuevasormas de procedimiento. Pero en secciones anteriores de este capítulohemos visto con cuánta acilidad pueden crearse inicialmente las contra-dicciones. Una revolución cientíca potencial puede ser leída en cualquier error trivial. Es así como el origen de la creatividad no constituye unproblema interesante. Lo interesante es el origen de la creatividad exitosa 

 y las condiciones para su éxito. ¿Qué es lo que está involucrado en larealización de cambios signicativos en la red conceptual?

El individuo y l sociedd

Los individuos deberían pensarse como la suma de las ormas de vidaen las que cumplen un papel. Para la mayoría de los propósitos, los

pensamientos de un individuo qua individuo carecen de interés. El modomás útil para pensar las metas de los miembros del grupo central espensando en aquellos miembros como “delegados” de las disciplinasu otras instituciones sociales y cognitivas que orman su trasondo.Cuando un sociólogo entrevista a un cientíco, está en verdad hablandocon un conjunto de ormas de vida. Da la casualidad que la única ormade inormarse acerca de las ormas de vida es hablar con los individuosque la comparten; de otro modo sería más ácil.

respuesta se conocía desde el comienzo. De manera bastante sencilla,el único criterio para denir un experimento exitoso era que produje-ra el resultado esperado. Todas las otras actividades eran rechazadasinstantáneamente y sin otra consideración. De tal modo la similitud yla dierencia eran ácilmente reconocibles. La cultura del entorno teníainstituciones que correspondían a las nociones de que un tubo de gas apresión atmosérica excitado de manera transversal sería consideradouna copia del láser tea si podía emitir un rayo láser. Si el dispositivoemitía un rayo láser entonces debía pasar a través de todas las etapas

clasicatorias. Si no lo hacía entonces ciertamente había caído en unoo más de los obstáculos.Esta es la solución sociológica al problema de la inerencia induc-

tiva. Percibimos regularidad y orden porque cualquier percepción deirregularidad en una regla institucionalizada es traducida por nosotrosmismos y los otros como altas en quien percibe o en alguna otra etapadel proceso de percepción. De tal modo, organizamos todas nuestraspercepciones en casilleros del mismo modo que Bob Harrison organiza-ba la percepción de su propio experimento. Si no nos preocupamos enhacer esto entonces los otros no estarán en condiciones de comunicarsecon nosotros; nos tratarán como si habláramos un lenguaje privado.Nuestros juicios regulares sobre lo similar y lo dierente se hacen sinmás dicultad que la que implica la categorización de las actividadesexperimentales una vez que se ha denido el resultado apropiado. Elcarácter de sistema abierto de estos juicios desaparece cuando se cono-ce el resultado apropiado. Después de esto solo hay una continuación

tres acerca de si la identidad del experimentador era apropiada (excepto que las autorre-plicaciones de Joe Weber en gran medida no eran tomadas en cuenta y que ciertamenteno había argumentos acerca de lo que estaba por ser derribado dentro del ámbito de laciencia –nivel dos). Finalmente nunca hubo una pregunta concerniente a actividadesmundanas que pudieran ser realmente maniestaciones de la radiación gravitacional(nivel uno). (Todos estos niveles podrían haberse abierto si se impulsaba la interpretaciónpsicoquinética del trabajo de Weber.)

El caso más interesante es la replicación del láser tea. ¡Aquí no hubo dicultaden clasicar en cualquier etapa! Aquí los componentes de la máquina de los ratonestrabajaban en perecta y cristalina armonía.

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exteriores al grupo central pueden orecer ayuda material como apoyonanciero y proesional, ormas de publicación, publicidad, etcétera.Esta es la materia de la “política de la ciencia”; dado que no es el temade este libro toco este asunto sólo en el post scriptum. Los aliados deadentro del grupo central pueden orecer dos tipos de ayuda. Puedenayudar a los cientícos con trabajo mental y pueden ayudarlos “legiti-mando” las nuevas ormas heterodoxas de continuar.

El mantenimiento cotidiano de una posición a través de la ar-gumentación es un trabajo pesado. La creación de nuevos argumentos

que deendan una nueva postura y que no sean enteramente irrazo-nables es un trabajo pesado. Uno puede adquirir la sensación de estopracticando el juego del estudiante torpe. Los argumentos generadosdeben ser “plausibles”. Esto quiere decir que debe demostrarse que noinvolucran tirar por la borda enormes secciones de la red. Mucho de loanterior debe tener el mismo aspecto que antes si las nuevas ideas hande tener alguna chance de éxito. Esto es cierto aun para las revolucionescientícas. La mayoría de nuestras instituciones sociales restantes semantienen intactas incluso durante una “revolución”; al menos debenparecer mantenerse intactas en ese momento. Distantes análisis re-trospectivos pueden discernir cambios más proundos a lo largo de la

 vida conceptual, pero en el momento algún sentido de continuidad es vital. El rechazo a gran escala de la ciencia simplemente invita a unaexclusión total respecto del discurso cientíco, del mismo modo queuna “respuesta tonta” invita a excluir del juego al estudiante torpe. Ladicultad para producir los argumentos solo surge porque debe parecer que la mayoría de las instituciones sociales son preservadas.13

Como vimos con el estudiante torpe, los aliados pueden ayudar en la construcción de argumentos que mantengan una posición torpepero que aún preserven lo suciente de las instituciones sociales exis-tentes como para no parecer totalmente ridículos. Los aliados puedentransmitir las ideas de manera privada de modo tal que pueda usarlas

13 Este no es un argumento para el conservadurismo social y cientíco; las revo-luciones involucran reinterpretaciones radicales, no reemplazos, de lo que conocemos.

Sin embargo, son solo los individuos los que pueden proveer el ma-terial para el cambio conceptual. Es necesario que alguno esté preparadopara arriesgar un nuevo modo de “continuar”. Son las habilidades paraelegir continuar por el “camino incorrecto” lo que los hace creativos. Essu habilidad para hacer el equivalente a jugar al “estudiante torpe” (jugar al “cientíco torpe”) lo que provee los medios para el cambio.

Pero del mismo modo que en el juego del “estudiante torpe”, unanueva continuación no puede ser simplemente cualquier continuación.Debe encajar con alguna parte de la red. Si ha de ser alguna vez algo

más que un lenguaje privado, tiene que ser más que el equivalente a unruido grosero o un sinsentido completo.11 Esto provee limitaciones a lasposibilidades de un éxito creativo. Un acto de creación individual notiene ningún valor a menos que se institucionalice. De nuevo, la red másamplia y la sociedad más amplia proveen las condiciones para el éxitode algunas instituciones nuevas y no para otras. Podría decirse que “elhombre propone y la sociedad dispone”. El problema del individuo y lasociedad, o la explicación microscópica o macroscópica en las cienciassociales, es un asunto de detallada interrelación de propuesta y disposi-ción. De tal modo, las explicaciones totalmente estructurales o totalmentemicroscópicas anidan una en la otra. Las explicaciones estructurales sonadecuadas en sus propios términos, pero toman por sentado los pasos quelas vinculan con la actividad individual. Las explicaciones microscópicassiempre se reeren, explícita o implícitamente, a la infuencia de un con-texto cultural/estructural a pesar de que no lo incluyan en el análisis. 12

Los cientícos torpes, si sus esuerzos han de encontrarse con eléxito, necesitan aliados dentro y uera del grupo central. Los aliados

11Gooding (en prensa) ha mirado el modo en que los cientícos individuales crean“constructos” de los nuevos enómenos para hacer posible para ellos y otros la aprehen-sión de las ideas. Los constructos pueden estar basados en construcciones hogareñasde objetos cotidianos. (Véanse Nickles, 1980 y Brannigan, 1981 para otras discusionesinteresantes sobre el descubrimiento.)

12 El Programa empírico del relativismo es microscópico en la etapa uno, pero se re-ere explícitamente a la estructura en la etapa tres. Este capítulo muestra cómo la etapa unose vincula con la etapa tres a través de la mediación del grupo central en la etapa dos.

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Tanto en el caso de la calibración de las ondas gravitacionales comoen la prueba de la teoría cuántica, el simple hecho de inventar un diseñoexperimental hace que ciertas hipótesis sean algo que necesita ser elimina-do experimentalmente más que por omisión. La posibilidad conceptual enestos casos no depende de la teoría sino, en un sentido muy palpable, de laactividad –o al menos una actividad propuesta. De tal modo, el territoriode las ideas no está circunscripto por los límites del pensamiento humanosino por los límites de lo que la gente hace y dice en la sociedad. Las accio-nes descritas mantienen una apertura para un cambio en la orma de vida

de la ísica más amplio que el primero, y en este punto, las interpretacionesnaturales de los experimentos habrán estado autorizadas.15

De tal modo, mientras que inventar y susurrar nuevos argumen-tos representa una ayuda valiosa por parte de un aliado, es muchomejor si el aliado usa la idea.16 El uso puede comprender la aplicación

(véase Pinch, 1977), se descubrió una prueba experimental para al menos una clasede teoría de variables ocultas.

Luego de que se completara la primera serie de experimentos sobre la “no loca-lización”, se reconoció que no apoyaban la interpretación de las variables ocultas. Aunasí una bizarra escapatoria llamada la “hipótesis del tiempo” permitiría mantener lainterpretación de la variable oculta.

Esta hipótesis apuntaba a la idea de que dispositivos de medida separados estabancomunicándose entre sí más rápido que la velocidad de la luz. Inicialmente no ue con-siderada una posibilidad seria, sin embargo después de completar la primera ase de losexperimentos un cientíco rancés llamado Alain Aspect pensó en un modo de probar lahipótesis del tiempo y emprendió la construcción del aparato para hacerlo. Aspect quisoclausurar la escapatoria en el argumento. Sin embargo, igual que en el caso discutidoantes, la mera buena voluntad de probar la posibilidad incrementó su plausibilidad;

eectivamente abrió la salida, al menos por un momento. Esto ocurrió incluso antes dehaber hecho el experimento.15 Para una interesante discusión del modo en que se desarrollan los conceptos

de este tipo véase Barnes (1983b).16 “No pregunte por el signicado sino por el uso”. Este sentimiento wittgenste-

niano subyace a la teoría. El trabajo de Pickering puede verse también de esta manera(1980, 1984). Relata el racaso de la teoría del color en la ísica de partículas al prontouso, por parte de un grupo de matemáticos, de técnicas pertenecientes a su competidor,“sharm”. Pickering habla de una “dinámica de la práctica”. Hacking (1983) sugiere que loque las establece es el uso de las nuevas ideas y los hallazgos en campos y experimentosdistantes y relacionados.

el estudiante torpe. Pero hay una cosa mucho más útil que los aliadospueden hacer. Pueden actuar –y esto incluye actos de habla– como silas ideas ueran razonables. De tal modo pueden “crear plausibilidad”para una nueva idea.

En el capítulo 4 se argumentó que los escenarios cósmicos pro-puestos por Weber para explicar por qué solo su detector podía ver altos fujos de ondas gravitatorias eran “implausibles”. Pero también

 vimos que la plausibilidad de los argumentos que se las agarraron conla inadecuación de las uerzas electrostáticas como calibrador sustituto

pudo haberse incrementado si para entonces se hubiera contado con unmejor “acsímil” de las ondas gravitatorias, tal como la barra rotatoria.Cuando el calibrador de barra rotatoria ue sugerido, la dierencia en-tre las uerzas electrostáticas y las ondas gravitatorias devino un pocomás evidente. La “mera conversación” acerca de ormas alternativasde calibración hizo que el argumento de Weber uera un poco menosescandaloso.

Harvey (1981) vio que ocurrían cosas similares en experimentosque tenían que ver con la teoría cuántica; la mera buena voluntad deprobar una hipótesis bizarra por parte de un cientíco la vuelve másplausible.14

14 Harvey examinó los experimentos realizados en la década de 1970 paraprobar la posibilidad de “variables ocultas”. Esto permitiría que un orden causal seencuentre bajo el mundo azaroso de los eventos cuánticos. La teoría cuántica armaque el comportamiento de los constituyentes más pequeños de la materia puede ser descrito solo de manera probabilística. Esto es, insiste en que no podemos tener nunca

una explicación de por qué, digamos, una partícula radiactiva se desintegra en unmomento más que en otro. Solo podemos decir que en un cierto período de tiempohay una cierta probabilidad de que se desintegre, o que dada una gran cantidad dedichas partículas, casi existe la certeza de que una proporción se desintegrará duranteel curso de un intervalo dado. Esta es una teoría extremadamente exitosa. Es la miradaortodoxa de la ísica, pero se mantiene una insatisacción residual, encapsulada enel amoso aorismo de Einstein, “Dios no juega a los dados”. De tal modo, a lo largode los años se han desarrollado las llamadas teorías de las “variables ocultas”, queapoyarían los al parecer irreductibles acontecimientos estocásticos en una unda-mentación más determinista. Después de muchos años en los cuales se argumentaba(incorrectamente) a partir de primeros principios que una cosa así era imposible

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los críticos es el silencio. Cualquier otra táctica o ejercicio de poder esutilizable y utilizada dentro del grupo central en unción de producir una “clausura” avorable del debate. Estas son las contribuciones de losindividuos al cambio y el mantenimiento del orden.

Las posiciones de los críticos y los aliados se orman en granmedida por sus antecedentes y alianzas dentro de la red social y la redconceptual correspondiente. Este es un modo por el cual la sociedadmás vasta realimenta las acciones y elecciones de los cientícos en elcentro de una disputa. A través del mismo mecanismo los intereses y

la infuencia también recaen sobre la continuación del debate. El éxitodierencial de las posiciones en competencia dentro del grupo centralestá parcialmente explicado por el modo en que los miembros se en-cuentran atados a la red. Tanto la infuencia material como los asuntosde plausibilidad son signicativos. Si la red ue sacudida con más omenos uerza, o en una dirección u otra, hace que el cambio perma-nente sea más o menos simple de causar dado que atrae la atención dedierentes grupos. De esta manera, los “mismos datos” pueden ser máso menos producidos, y por grupos más o menos poderosos dentro de lacomunidad cientíca y la comunidad más amplia. Estas son las contri-buciones de la sociedad más amplia a la estabilidad y el cambio.

La institución mediadora –si un grupo de personas tan disgregado y transitorio puede ser llamado “institución”– es el grupo central. Enel grupo central se combinan las acciones de los individuos y las in-fuencias de la red más amplia. El ermento se hace evidente cuando ungrupo central es el objeto de un escrutinio cercano, pero la más típicaprivacidad del grupo central es lo que permite que este ermento origine

conocimiento experto. En la medida que el público general y el públicocientíco están involucrados, la cristalización del trabajo de un grupocentral –que coincide con su desaparición– es el nal de un pasaje detrabajo creativo por parte de los expertos que tengan las calicacionesapropiadas; ellos demuestran la replicabilidad de un grupo u otro dearmaciones. Si aún hay voces que disienten, entonces son vistas comopertenecientes de un modo bastante palpable a personas cientícamenteinexistentes; estas son personas que, por alguna patología individual,

práctica, pero aun pronunciar clara y uertemente los argumentos, másque susurrarlos, tiene un eecto sustancial. Al decir nuevas cosas elcientíco está tomando parte en una nueva institución. No hay unagran dierencia entre decir y hacer porque ambos son ormas públicasde demostrar que hay un conjunto de nuevas reglas que pueden ser seguidas –un nuevo modo de proseguir del mismo modo.

De manera correspondiente la primera táctica de un cientícocrítico sensible y determinado (y una táctica extremadamente eectiva),es ignorar la armación contenciosa. Incluso criticar una idea de un

modo devastador es comenzar a provocar su institucionalización. Solosi el cientíco proponente es un publicista y abogado muy eectivo nohay nada que perder en un ataque rontal temprano.

Cmbir el orden

La receta para cambiar el orden comienza con un individuo que estápreparado para proponer una interpretación de los datos que tiene elpotencial de crear algunas contradicciones y que reverbera a través dela red social y conceptual. Esta interpretación, sin embargo, debe ser de un tipo tal que parezca preservar la mayoría de las institucionesexistentes; la nueva explicación no debe aparecer como completamenteirrazonable. En esto el cientíco torpe puede usar la ayuda de colegas.Como individuos, los cientícos ven una batalla entre explicacionescompetidoras acerca del valor de experimentos con resultados en com-petencia (tal como están representados en la tabla expuesta antes eneste capítulo). El cientíco que quiere presionar por una armación

incómoda está tratando de mantener la legitimidad de las explicacionesque permiten que los experimentos correspondientes sean vistos comorealizados de manera competente. Recuérdese que la regresión de losexperimentadores impide una solución “objetiva”, por lo que el asuntofuye hasta que la nueva convención se cristaliza. Los proponentes de lainterpretación radical o incómoda pueden mantener esa posibilidad vivapor medio de actos de habla u otras acciones como para hacerlos parecer plausibles. De manera correspondiente, la mejor estrategia inicial de

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son incapaces de aceptar la “verdad”. El ermento de la creación, que noera público en primer lugar, es luego virtualmente irrecuperable. Comopara los cientícos individuales que tienen experiencia en controver-sias, para casi todos (que se mantienen callados o son expulsados dela sociedad cientíca regular) la experiencia involucra una aberracióntemporal de las normas del comportamiento cientíco. Una vez que sereconoce la verdad cientíca, se olvida que ueron necesarias tácticas denegociación no experimentales y “no cientícas” para alcanzar alguna

 vez una clausura. La magia del grupo central reposa en el modo en que

utiliza cualquier cosa para hacer un hecho cientíco, si bien vuelve atodos los ingredientes invisibles a todos excepto para el investigador especíco.

El objetivo de este trabajo ha sido arrojar luz sobre preguntasacerca de los undamentos del conocimiento y sobre cuestiones másamplias acerca del orden social y conceptual. A través del examen dela ciencia he procurado mostrar cómo los individuos crean la posibi-lidad del cambio, cómo otros individuos pueden ayudar o dicultar este proceso, cómo estos esuerzos están inmersos en la sociedad másamplia, cómo la sociedad más amplia es el lugar del orden conceptual

 y cómo los hechos adquieren su aspecto naturalizado a pesar de quehan sido creados por humanos. Finalmente, y este es el corolario delúltimo punto, he tratado de explicar por qué la versión de los eventosdescrita aquí es tan poco conocida. Si siempre tuviéramos la imagen delgrupo central delante de nuestros ojos entonces no habría hechos. Laprivacidad de la creación es lo que mantiene su santidad y su poder.

Post scriptumL cienci como experici

dos modeLos de ciencia  y sus impLicaciones

Si la privacidad es la condición de la creación y estabilidad de los hechos,¿por qué invadirla? Un rayo de luz es necesario solo porque, en su intentopor combatir uerzas menos ilustradas, la ciencia ha tomado y se ha ga-rantizado el manto de la inalibilidad. Esto es peligroso, no solo para lasotras instituciones, sino para la ciencia misma. De tal modo, el propósitode este libro no es revelar “deectos” en el conocimiento cientíco sino lanaturaleza “artesanal” de su construcción. El objeto de este post scriptum es indicar la signicación más amplia de dicha perspectiva.

Ciencias nuevas y tímidas, tales como el rango entero de lasciencias sociales, han tratado de desarrollarse apelando a lo que elloscreen que es el método de las ciencias naturales –particularmente laísica. Una imagen alsa del método cientíco también inorma el pen-samiento y la práctica de quienes administran, discuten, usan o citanargumentos por uera del rente de la ciencia en sí. La imagen alsa delmétodo cientíco surge de lo que he llamado el “modelo algorítmico”de aprendizaje, enseñanza, comunicación y práctica de la ciencia.

El modelo algorítmico omenta la perspectiva de que la comuni-cación ormal puede conllevar una receta completa para el experimen-to, con todo lo que ello involucra. Fomenta la perspectiva de que losinormes ormalizados del trabajo cientíco que pueden encontrarseen las revistas son inormes completos. El lector, sugiere el modelo, hasido un “testigo virtual” de las actividades cientícas y puede ver la

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Post scriptum

La primera implicación del modelo endoculturacional para los“métodos” de la ciencia es que las ciencias “blandas” no deben tomar como modelo avorecido versiones canónicas pero alsas de las ciencias“duras”. Hacer comparaciones desavorables entre las ciencias naturales

 y las otras en términos de sus accesorios “cientícos” es no comprender la naturaleza del emprendimiento. Por más políticamente expeditivoque esto sea en el corto plazo, es errado actuar “cientícamente” por su propio bien –esto signica exteriorizar el modelo de la ciencia ca-nónico/algorítmico.3

La noción de una comunidad de habilidades provee más bien unnuevo conjunto de cuestiones para la política de la ciencia. Por ejemplo,las comunidades habilidosas que sustentan la investigación de todaclase necesitan estudio. Estas comunidades comprenden la inraestruc-tura de la ciencia, que no es glamorosa ni excitante. El peligro es queen tiempos de estrechez nanciera, las políticas de restricción presu-puestaria pueden reducir la extensión de esa prosaica inraestructura ypropulsar los aspectos más atractivos o “seguros” de la vida cientíca.Esta no es una política viable para el largo plazo. El otro extremo delespectro cientíco también necesita protección. La proporción entrelos aspectos ordenados y la innovación –las ases normales y las ex-traordinarias– necesita estar en equilibrio. En tiempos de restriccióneconómica es probable que la ase riesgosa o extraodinaria de la cienciasura desproporcionadamente en comparación con las partes apremian-tes pero predecibles de la ase normal. Los impulsos conservadorestienen canales de infuencia muy uertemente balanceados a su avor (Collins, 1983b). El progreso y el desarrollo de la experticia cientícapueden continuar solamente si las condiciones para cambiar el orden 

(por ejemplo, 1962). Argumenta que si bien el conocimiento es alible, solo aquellos queson parte de la república de la ciencia pueden tomar parte signicativa en su producción.La autoridad debe por lo tanto mantenerse en sus manos. Yo argumento, desde el mismopunto de partida, que la comunidad cientíca no puede siempre ser desplazada de laarena política. Estas son las ocasiones en las que el conocimiento de los expertos (comoopuestos a los autorizados) orman parte de la toma pública de decisiones.

3 Véanse también Overington (1979) y Feyerabend (1975).

 validez de los procedimientos y hallazgos.1 “Cientíco” ha devenidosinónimo de “cierto”; las perspectivas de los cientícos son autoriza-

das. Esto conduce, en la mente del lego, a la aplicación de una “lógicabinaria” en la cual la ciencia está involucrada. Cada pronunciamientoautorizado de la ciencia, se cree, o es totalmente cierto o es el resultadode la incompetencia, la distorsión o el raude que lo hace totalmentealso. Preguntar por los resultados de una parte del trabajo cientícoequivale a una acusación. No hay camino intermedio.

En cambio, el punto inicial para el modelo de ciencia desarrollado

aquí –el “modelo de la endoculturación”– es la adquisición de una habili-dad como algo opuesto a la instrucción ormal. El lugar del conocimientono es el mundo de la palabra o el símbolo escritos sino la comunidad depracticantes expertos (esto incluye comunidades de teóricos). El conoci-miento de los individuos debe ser adquirido por contacto con la comuni-dad relevante más que por la transerencia de programas de instrucción.Los cientícos deben ser vistos como consultores expertos más que comoautoridades inalibles. Bajo estas circunstancias deben esperarse ocasio-nalmente opiniones de expertos variadas e incluso contradictorias; lacausa de la variación no es necesariamente la incompetencia, el prejuicioo el raude. La lógica binaria ya no es persuasiva. La variación en laopinión de los expertos debe ser tratada como natural y ordinaria másque como un área de prejuicios o de debilidad erradicables. En lo quehace a la certeza absoluta, es una impresión dada por la distancia social

 y temporal respecto al sitio de creación de conocimiento.2

1

Shapin (1984) traza el origen de esta idea a Robert Boyle. Sugiere que Boyle tratóde describir sus experimentos de un modo tal que el lector sintiera que en verdad habíasido testigo del experimento en sí mismo. Shapin llama a esto “testimonio virtual”. Perolos intentos de los cientícos por repetir experimentos usando solo uentes escritas, talcomo se describe en este libro, sugieren que, si el lector de un artículo moderno sientecomo si el testimonio virtual hubiera tenido lugar, esto sería una ilusión conllevada por la propensión descrita en el capítulo 3 como proposición seis y proposición once –ladistancia da encantamiento– dado que todos esos intentos terminaron en racasos. (Véasetambién Shapin y Schaer, 1985.)

2 Polanyi ue el primero en enatizar el papel que tienen las habilidades en laciencia. Aunque parezca mentira deriva de esto la necesidad de la autoridad de la ciencia

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Post scriptum

deserción de los doctorandos si recibieran un poco antes en su aprendi-zaje una expectativa de los problemas que habrán de enrentar?

Para el uturo ciudadano el modelo de la ciencia y del mundo natu-ral que se desarrolla a través de la enseñanza cientíca normal es positi-

 vamente peligroso para la democracia y para el uturo a largo plazo de laciencia también. El modelo permite al ciudadano sólo dos respuestas ala ciencia: o bien el sobrecogimiento ante la autoridad de la ciencia juntocon la aceptación total de las armaciones ex catedra de los cientícos obien el rechazo –la reacción anticientíca del que no comprende. Esta es

la interpretación del ciudadano de la lógica binaria. Allí donde resultandecientes las armaciones ex catedra de los cientícos –como lo seránde vez en vez de manera inevitable– entonces la reacción más probablees la desilusión y la desconanza (Collins y Shapin, 1984).

Pero aun en el aula, donde muchos grupos de estudiantes trabajanen proyectos similares al mismo tiempo, tenemos ya una versión en mi-niatura del grupo central. Al nal de la lección todos los experimentosproducidos por la clase deben ajustarse al lado izquierdo de la tabla quese encuentra en el capítulo 6. La reducción del desorden inicial al orden–todos los chicos aceptan la versión del proesor acerca del resultadocorrecto y todos ellos interpretan su propio trabajo de un modo que seaconsistente con la versión del proesor– es una resolución en pequeñode una controversia de grupo central. ¿Será posible tomarse cierto tiem-po, de vez en cuando, para examinar el carácter dirigido que tiene lalección cientíca práctica que resulta exitosa? El proceso de resoluciónestá allí para ser examinado y descrito. Unas pocas horas reservadasde la enseñanza de la ciencia podrían usarse para extraer de la leccióncientíca práctica el método real de construcción del orden en el mun-do natural.4 Una lección de ciencia social práctica de este tipo podría

4 Robert Millikan rechazó algunos de los ensayos iniciales de su amoso experi-mento con las gotas de aceite debido a que parecían revelar cargas raccionales. Estabainteresado en producir un resultado bueno y limpio, y prerió “amañar” ligeramente losdatos con el n de producirlos. Para una discusión ascinante véase Holton (1978).

El asunto ha devenido más complicado de manera reciente porque los “quarks libres” se revelarían a sí mismos por medio de cargas raccionales –un tercio o dos tercios

no son enteramente destruidas. Aunque nadie puede decir cuál es elbalance correcto, podemos estar seguros de que una sociedad que noprovee posibilidades al desarrollo conceptual radical es una sociedaden la que los asuntos prácticos de corto plazo han ganado demasiadasupremacía.

Educción en cienci

La comunidad de habilidosos es también la imagen de la ciencia que

debe predominar en la enseñanza de la ciencia. La lección cientícapráctica, por más que sostenga un ethos subyacente vinculado al des-cubrimiento libre, es y debe ser “dirigida”. En un interesante artículo

 Atkinson y Delamont (1977) miraron el modo en que los “descubrimien-tos” de los alumnos de escuela son dirigidos de modo tal que el resultado“correcto” emerge a partir de una sesión de trabajo de descubrimiento.La descripción del trabajo cientíco en capítulos anteriores deberíadejar claro que los resultados “correctos” son lo último que produciráun escolar dejado a su propia suerte. El método de descubrimiento, talcomo se lo entiende de manera habitual, debe ser una arsa.

La dirección involucra, de un modo sutil, pasar al estudiante laresponsabilidad por la alta de éxito en el descubrimiento. Este es elmodo en que usted, yo y Bob Harrison comenzamos a desarrollar lapropensión a culparnos a nosotros mismos por cualquier terquedadpercibida en la naturaleza. Es necesario que nos culpemos a nosotrosmismos si hemos de aprender las habilidades apropiadas y aprender a“ver” el mundo como los cientícos. La alternativa es una impresiónde caos; la ciencia no puede ser aprendida de este modo. Pero la únicaimagen del universo ísico que puede emerger de la manera como debeenseñarse la ciencia a los potenciales cientícos es de una rígida certeza.Es una imagen en la cual la naturaleza no ha desplegado jamás ningunainconsistencia, solo lo han hecho los hombres o sus arteactos.

Una de las consecuencias es que el estudiante que continúa paratransormarse en un cientíco de investigación es traumatizado por laexperiencia de la investigación real. ¿Podría tal vez disminuir la tasa de

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reduce su poder de convicción.El grupo central, se recordará, actuaba como un embudo para la

contingencia social y los intereses. Los aspiraba y los “puricaba” paratransormarlos en conocimiento verdadero. La redescripción detalladade las actividades del grupo central invierte el fujo a través del embudo.Las contingencias y los intereses se separan una vez más. La redescrip-ción honesta del proceso de creación, en la medida que es lo sucien-temente detallada, puede hacer que el barco salga de la botella.

Mucho de lo que ocurre allí donde la ciencia y la tecnología

entran en la arena pública se comprende mejor en términos de la cons-trucción y la deconstrucción de hechos. El cientíco-experto quiereengendrar el máximo de acticidad; el crítico quiere invertir el fujo yrevelar los “intereses ocultos” y las contingencias. Tal vez otro expertoquiere reemplazar un grupo de hechos por otro; para abrir el camino elprimero debe ser deconstruido. El modo apropiado de ver esto es con unargumento que no tiene solución denitiva. La lógica binaria, si bienpuede quitar la ansiedad asociada a la incertidumbre, no captura estassombras y matices de la construcción y la deconstrucción.

La tensión entre el modelo binario y el modelo de la construc-ción y la deconstrucción se maniesta, por ejemplo, en el sistema legalbritánico. Un caso jurídico es una de las raras ocasiones en la cual estáen el interés de alguien tratar de deconstruir una pieza de trabajo cien-tíco muy ordinario, trabajo que por ejemplo respalda las evidenciasorenses expertas. Nuevamente este es un lugar donde al ciudadanoprobablemente se le pida –como acusado, miembro del jurado, o como

 juez– tener en cuenta el signicado de la opinión experta.En el sistema legal británico es el Estado, a través de los labora-

torios de la policía y del Ministerio del Interior, el que se encarga dela mayor parte de la ciencia orense. Es el Estado el que lleva a cabo laacusación, de modo que la deensa usualmente no tiene tanto accesoa la evidencia cientíca como lo tiene la scalía. Esto no sería im-portante si los datos ueran tan neutrales como lo pretende la imagenconvencional de la ciencia. Si los mismos datos ueran el precipitadoinevitable del algoritmo cientíco quienquiera que uese el que los

preparar al uturo cientíco para el mundo de la investigación y ayudar al uturo ciudadano a comprender y contribuir a través de las urnas ala toma de decisiones tecnológicas y de los cientícos expertos.

Comprender l deconsrucción de los hechos

Como se argumentó en el capítulo anterior, la percepción de la certe-za es un asunto de distancia respecto a la escena de la cristalizacióntanto en términos de tiempo como de “espacio social”. La certeza se

incrementa debido a que los detalles del proceso social que entraronen la creación de la certeza devienen invisibles. Hay un cambio “ca-tastróco” cuando se cruza la rontera del grupo central. De aquí enadelante la certeza es mantenida por representaciones continuas de losdatos bajo el estilo de los hechos. Pero la receta para la construcciónde la certeza también provee la receta para su deconstrucción. Si seocaliza la atención, y se redescriben laboriosamente los experimentosen todos sus detalles contingentes, los hechos pueden ser a veces de-construidos nuevamente. Esta táctica puede verse en uncionamientoen debates sobre la parapsicología (Collins y Pinch, 1982). Lo que elartículo cientíco excluye es lo que el crítico devuelve. Con indepen-dencia de si el crítico describe actos de torpeza o de incompetencia“verdaderamente descalicadores”, o detalles irrelevantes, el meroacto de describir un experimento como una pieza de vida ordinaria

de la carga de un electrón. William Fairbank y sus colaboradores armaron haber des-

cubierto tales cargas a principios de la década de 1970 (por ejemplo, véase Pickering,1981b).Dado que el experimento de la gota de aceite es a menudo realizado en las escuelas

 y las universidades quisiera recolectar cuadernos de notas de los laboratorios para estu-diantes de ísica de los años que rodean el aparente descubrimiento de cargas raccionaleslibres por parte de Fairbank. Compararía entonces los inormes de los estudiantes acercade su experimento sobre la gota de aceite antes y después de su “descubrimiento”. Micorazonada es que los cuadernos de notas de los estudiantes revelarán después de laarmación de Fairbank una mayor proporción de cargas raccionales que antes. Esto nosdaría una interesante medida del grado de administración autoimpuesta en el mundopráctico de los estudiantes de ísica.

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tendríamos un grupo central. Los jueces y los abogados, así como susclientes, deberían entender la naturaleza de la disputa cientíca (véasetambién Oteri, Weinberg y Pinales, 1973).

tecnologí e indgciones públics

La tecnología está abierta al mismo análisis que la ciencia en sí y suinfuencia aecta al ciudadano más recuentemente. Aortunadamente,precisamente porque las decisiones tecnológicas son una parte más

importante de la vida cotidiana de cada uno, el mensaje es más ácil decaptar. Puesto de manera sencilla, el argumento es que las que resultanser las soluciones tecnológicamente óptimas para los problemas lo sonsolamente en retrospectiva. En el momento en que dichas solucionesse “cristalizan”, su calidad de ser socialmente contingentes es de lejosmás clara; en el caso de la tecnología hay una ruta más obvia entre losintereses sociales más grandes y sus soluciones eventuales.6

El equivalente tecnológico de la ciencia orense de las cortespenales es la evidencia de los expertos en indagaciones públicas. Unaindagación pública se parece a un juicio en que varias partes gastan unagran energía tratando de revelar los undamentos contingentes de los

 juicios que otros arman basados en una autoridad técnica cierta.La evaluación de riesgo es un microcosmos de los problemas

enrentados por las indagaciones de este tipo. ¿Cómo se evaluarán losriesgos, por ejemplo, de las plantas de energía nuclear? Hay numerosasormas de proveer lo que es una aparente solución numérica autori-zada para este problema. Por ejemplo, si se conoce la probabilidad deque alle cada componente de una planta por separado a partir de laexperiencia que se tuvo del rendimiento pasado de los componentesen un ambiente parecido, la probabilidad de un allo general puede

6 Para dos artículos interesantes acerca del modo en que la evaluación geológicaen torno a las reservas de petróleo crudo sirven los intereses de dierentes partes, véanseBowden (1985) y Dennis (1985). Para la relación entre el conocimiento de los sociólogosde la ciencia y la tecnología véase Pinch y Bijker (1984). Para otras reerencias, véase lanota 7 del capítulo 6.

llevara a cabo, entonces los datos producidos por el Estado hablarían delmismo modo tanto para la deensa como para la scalía. En el peor delos casos el problema se transormaría en un asunto de interpretación,no de evidencia.

Las ironías de esta disposición ueron muy bien ilustradas por la directora de los Laboratorios de Ciencia Forense del Ministerio delInterior, Margaret Pereira, en una entrevista en un programa de tv.5 El presentador preguntó por qué los cientícos de la deensa no eraninvitados a participar en el proceso de las investigaciones orenses.

Pereira: Ha habido ocasiones en que los abogados de la deensa han

 visitado los laboratorios orenses para ver lo que estaba disponible [pau-

sa] pero cuando eso ocurre con el n de asesorarlos acerca de cómo

deender un caso especíco, pienso que eso es ya pedir demasiado –¿no

es así?

Presentador: Solo si usted está del lado de la Corona.

Pereira: Estoy en desacuerdo con ello porque el punto es que estos [pau-

sa] datos están disponibles y lo que usted está pidiendo es que nosotros

les digamos a ellos casi cómo distorsionarlos, porque esto es mucho de

lo que se hace. El juego es dierente para la scalía y la deensa.

 Aquí se muestra muy bien la contradicción entre la perspectiva acep-tada acerca de los datos cientícos y la experiencia práctica de Pereiraacerca de lo que puede hacer un crítico con determinación. Si son datos,deberían hablar con idéntica voz a cualquier miembro de la comuni-dad cientíca, tanto si trabaja para la deensa como para la scalía. Sison la opinión cristalizada de los expertos, entonces pueden cristalizar de manera distinta para la deensa y la scalía. En este caso deberíaesperarse desacuerdo acerca de la exactitud y la calidad de los datos;debería ser la norma que los “mismos” materiales puedan transormarseen dierentes productos nales. Allí donde la deensa y los cientícos dela oposición tienen igual acceso a los materiales, entonces nuevamente

5 BBC TV Panorama, “The Whole Truth”, 18 de abril 1983.

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observadores sin prejuicios, el desacuerdo acerca del signicado de loshechos solo puede ser interpretado como una acusación de deshonesti-dad. Este es el modelo binario del conocimiento cientíco.

Una mirada de este tipo puede ser apropiada dentro de la ciencia,donde actúa como un motor dierenciado para los partidarios de cadauna de las miradas en competencia y como perspectiva que “sella” yestabiliza la eventual cristalización de una de ellas, pero es inadecua-da cuando deben tomarse decisiones técnicas en la arena política. Elmodelo binario aumenta el nivel de las acusaciones y las contraacu-

saciones, conduce de manera inexorable a la desacreditación de uno uotro grupo de expertos, y en el largo plazo conducirá a la pérdida deconanza en toda la empresa cientíca. Una pérdida de conanza en laempresa cientíca es un desastre que no nos podemos permitir. A pesar de todas sus alencias, la ciencia es la mejor institución que tenemospara generar conocimientos acerca de la naturaleza.

L a poLítica de La ciencia; La ciencia como poLítica

El modelo que aquí se ha expuesto en este libro acerca del estableci-miento de los hechos cientícos disuelve de dos modos la rontera entrela ciencia y la tecnología, y el resto de la sociedad. Primero señala lacontinuidad de las redes de relaciones sociales de la proesión cientíca

 y las redes de la sociedad como un todo. Segundo, señala la analogíaexistente entre la producción cultural en la ciencia y todas las otrasormas de innovación social y conceptual.

Las redes se ramican continuamente de manera tal que las re- verberaciones inducidas dentro de la ciencia tienen sus eectos uera deella, del mismo modo que las infuencias del exterior de las proesionescientícas realimentan la propia ciencia. La ciencia y la tecnología sonaectadas de un modo bastante directo por el clima político. Dentro delas instituciones cientícas, los instrumentos ormales para la obten-ción de legitimidad, tales como los periódicos y los nombramientosproesionales, pueden ser orecidos o retenidos a los investigadores. El

calcularse por algún tipo de ejercicio de suma. El ejercicio de sumapuede parecerse a la probabilidad de que se produzca una cascada deallas en los componentes, de modo tal que pudieran conducir nal-mente a una catástroe. Pero, por supuesto, estas guras están abiertasa la reinterpretación. El cálculo “objetivo” de los riesgos en una plantanuclear depende de los supuestos que se tienen acerca del comporta-miento regular continuado de los componentes de la planta. Pero cadaplanta nueva es un nuevo ambiente, y el ambiente total en el cual seestablece la planta constituye un sistema abierto. De tal modo, no pue-

den preverse todas las conguraciones potenciales de la planta y susrelaciones potenciales con su ambiente. El número que emerge de unaevaluación de riesgo es la “cristalización” de un argumento acerca deun sistema abierto. No es sorprendente que haya dierentes opinionesacerca de si puede alcanzarse o no un número signicativo.7

De tal modo, expertos dierentes producirán dierentes opinionesacerca de la cantidad y lo justicado de los riesgos, del mismo modo quedierentes expertos producirán dierentes opiniones acerca de los otrosaspectos tecnológicos más ormales del uncionamiento de una plantanuclear. De acuerdo a Wynne (1982), es esto lo que era incomprensi-ble para el juez Parker, quien presidió la indagatoria sobre Windscalerealizada en 1977.

Imbuido en el modelo convencional empírico de la racionalidadcientíca, Parker trató las discusiones acerca de los intereses subya-centes a las perspectivas de los distintos expertos, no para revelar losactores sociales relevantes dentro del debate cientíco, sino comoacusaciones de deshonestidad personal. “No tengo dudas acerca de laintegridad de [las autoridades controladoras] y veo los ataques hechoscontra ellos como sin undamento” (Parker citado en Wynne, 1982, p.131). En la perspectiva de que los hechos hablan por sí mismos a los

7 Para una interesante discusión acerca de la evaluación de riesgo véase Critchley(1978). Para un interesante inorme acerca del modo en que dierentes perspectivassobre el riesgo tecnológico están relacionadas con dierentes posiciones sociales, véaseCotgrove (1982).

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para legitimarlos un ataque rontal al embrionario movimiento ascistaen la Gran Bretaña contemporánea? Este dilema político es la contra-partida del dilema en ciencia. Solo vale la pena atacar una idea “mala”una vez que la idea ha ganado el nivel de reconocimiento que asegureque el ataque mismo no aumentará su prestigio.

Otro paralelo es el mantenimiento del lugar de la autoridad. Lauerza del grupo central como mediador del conocimiento apropiadoes vívidamente puesta en evidencia por la necesidad de Q de hacer un experimento con el n de asegurar su pertenencia (discutido en el

capítulo 4). ¿Cómo se mantiene esta rontera y cómo se la rompe? Lasinstituciones proesionales tales como los periódicos y las sociedadescientícas ayudan a restringir la membresía actual y potencial. Loslenguajes especializados ayudan a mantener las ronteras en torno a losnuevos temas (Shapin, 1984). El hecho de que la membresía requierahabilidad experimental, y los correspondientes recursos nancieros,mantiene las ronteras en torno a casi todos los temas excepto los muynuevos y baratos (ver también Gieryn, 1983). El modo en que se man-tiene la autoridad en la ciencia es un modelo para el mantenimiento detodas las ronteras proesionales más autoconscientes.

Finalmente existe una analogía política a los procesos descritosbajo el encabezado “La creación de contradicciones” en el capítulo 4.9 La violencia terrorista, como los datos cientícos, puede interpretarsede modos radicalmente distintos. Aquellos que están interesados en elmantenimiento del status quo interpretan los actos de violencia comoalgo que “contradice” el comportamiento civilizado. Por otro lado, losterroristas tratan de presionar una interpretación de acuerdo a la cualel comportamiento regular es en sí mismo violentamente represivo. Por ejemplo, en un país golpeado por la pobreza, afigido por una elevadatasa de mortalidad inantil, las muertes de bebés pueden ser presen-tadas como actos de violencia por parte de los poderes gobernantescontra la población en general. De tal modo, los terroristas tratan delegitimar su violencia al presentarla como idéntica a la violencia del

9 Debo esta sección a Graham Cox.

nanciamiento puede ser controlado. La publicidad, que puede evitar que una nueva idea nazca muerta por el silencio de los críticos, y quepuede tener infuencia en la carrera de una idea de modo más indirecto,puede ser también controlada.

Fuerzas políticas más mundanas también cumplen un papel dedistintos modos. Algunas ideas cientícas parecen más simpáticas queotras para ciertas nociones políticas. Por ejemplo Shapin (1979) mostróel vínculo entre la política de Edimburgo y la renología, y Mackenzie(1981) mostró cómo el movimiento eugenésico aectó el desarrollo de

la estadística. Estas infuencias son ácilmente comprendidas porquecomponen el análisis cotidiano de la historia de la cultura y el cam-bio político. Si el cambio cientíco es cambio social, entonces debenaplicarse las mismas categorías explicativas –si bien este libro no es ellugar para analizarlas en detalle.8

Podemos entender el cambio cientíco si miramos la política delcambio social, pero si la ciencia es un ejemplo representativo de la ac-tividad cultural, deberíamos ser capaces de aprender acerca del cambiosocial observando el cambio en la ciencia. Espero que otros sociólogos ypolitólogos estén en condiciones de usar este y otros estudios modernosacerca de la ciencia para iluminar problemas más generales. Terminaréoreciendo tres indicaciones acerca de paralelos existentes en pequeñaescala entre la ciencia y la cultura política.

Primero, los actos de habla y de silencio tienen su contraparti-da política. Los movimientos políticos radicales tratarán de engendrar una oposición enérgica para hacerse visibles. Si el Estado ataca unnuevo movimiento, entonces este deviene un movimiento al que valela pena atacar; su estatus es denido por el mismo ataque. El proble-ma para el Estado es saber cuándo atacar. La historia reciente de losmovimientos neoascistas ejemplica el dilema. Tales movimientos nopueden ser ignorados enteramente, sin embargo, ¿no podría servirles

8 Frankel (1976) ha argumentado que las revoluciones cientícas pueden ser analizadas como tipos particulares de revoluciones sociales. Su análisis de la historia dela óptica usa categorías políticas.

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Estado. El Estado desprecia la violencia como una innovación radicale inaceptable.

 autoridad  y experticia

¿Por qué es tan diícil mantener la mirada de la ciencia como un pro-ducto humano? Ya he argumentado que la privacidad del grupo centralprovee la respuesta particular para el caso de la ciencia. El entrena-

miento cientíco uerza la experiencia de los caprichos de la naturalezapara que sean interpreatdos como racasos personales, disminuyendo elénasis en la contribución humana en la obtención del orden concep-tual. Sin embargo podemos aprender a vivir con el modelo endoculturalde la ciencia.

Entendemos la alibilidad y los intereses de los asesores nan-cieros, los abogados, los políticos, los críticos de arte y literatura, losdoctores, los constructores, los mecánicos de automóviles y los agentesde viajes, sin concluir por ello que son menos expertos que nosotrosmismos en sus áreas. Ni la anarquía ni el nihilismo surgen de reconocer la base humana de la experticia; en cambio viene el reconocimiento deque no hay una uga mágica respecto a las punzadas de incertidumbreque subyacen a nuestras decisiones.

Los cientícos proesionales son expertos a los que debemos acu-dir cuando queremos saber acerca del mundo natural. Sin embargo, laciencia no es una proesión que pueda quitarnos de nuestras espaldasel peso de la toma de decisiones en el terreno político, legal, moral otecnológico. Solo puede orecer el mejor asesoramiento posible. Pedir más que esto es arriesgarse a una desilusión general con la ciencia,

 junto con todas sus devastadoras consecuencias.

 apéndice meodológico

traBaJo de campo

El cuerpo principal del material descrito en este libro ue reunido en varios viajes de estudio entre el verano de 1971 y marzo de 1979:

En el verano de 1971 se visitó y entrevistó a ísicos británicos1.que construían o trataban de construir láseres tea.

En 1972 se visitó y entrevistó a cientícos británicos que tra-2.bajaban en radiación gravitacional y parapsicología.

En el otoño de 1972 se visitó y entrevistó a cientícos norte-3.americanos que trabajaban en los láseres tea, en radiación gravitacio-nal y en parapsicología

Entre nales de 1974 y principios de 1975 pude trabajar es-4.trechamente con un ísico en la Universidad de Bath (Bob Harrison)mientras construía un láser tea.

En otoño de 1975 se entrevistó por segunda vez a cientícos5.norteamericanos que trabajaban en radiación gravitacional y parapsi-cología. Cientícos británicos ueron entrevistados una segunda vez enesos mismos días, así como lo ueron cientícos alemanes que trabaja-ban en las ondas gravitacionales.

Fue recolectado en Gran Bretaña y en Estados Unidos, en 19766. y 1977, material que no era central para este libro, pero que estaba re-lacionado (véase Collins y Pinch, 1982). Este material involucra lo queen parapsicología se conoce como “curvatura paranormal de metales”o “curvatura de cucharas”.

En marzo de 1979 nuevamente pude trabajar estrechamente7.con Bob Harrison por unos días mientras él resolvía los problemas

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 apéndice meodológico

En conversaciones, algunos críticos han argumentado que elcarácter estadísticamente no representativo de las controversias estáacompañado de un problema más serio. Sienten que el estudio de lascontroversias no puede revelar los mecanismos reerentes al manteni-miento del consenso en áreas más normales, ni tampoco los mecanismosde cambio más suaves que se dan en esas áreas. He considerado siempreque ese es un argumento extraño. Me parece a mí que la resoluciónde una controversia es precisamente el establecimiento de un nuevoconsenso, por lo que la comprensión de uno automáticamente produce

una comprensión del otro. Sin embargo, sin duda, hay mucho paradecir si se examinan también aguas más tranquilas. En verdad, una vez que se han generado las preguntas correctas, y a través de nuestroexamen de las controversias nos hemos sensibilizado a la conusión quese encuentra debajo de la supercie, entonces la ciencia normal pareceel enómeno más notable. El estudio del láser  tea es precisamente unexamen de esas aguas calmas.

Puede haber otros motivos por los cuales los estudios de caso sonatípicos. Aquí nos involucramos con el asunto losóco del signicadode “lo mismo”. El signicado de “representativo” es solo otra versiónde esto, tal como Goodman (1978, pp. 134) lo deja en claro. No veonada que haga atípico desde el principio a estos estudios, pero la únicarespuesta a este tipo de crítica es desaar a los críticos a que repitan eltrabajo utilizando “los mismos” (!) métodos. Hasta el momento, todosaquellos que han mirado del mismo modo han vuelto con una historiaque en líneas generales es semejante, y los críticos han tendido a ser aquellos que preeren usar métodos basados en explicaciones genera-das después que los desacuerdos se han asentado. Es necesario generar una explicación muy poco después que el desacuerdo se ha asentadopara tener una cualidad enteramente distinta a una producida mien-tras el que da la explicación está en un estado que es apenas menor a la certeza completa. Este punto –proposición seis– es discutido másextensamente en el capítulo 6.

“inantiles” de un segundo láser tea que había construido. Esta vez eltrabajo se hizo en la Universidad Heriot-Watt en Edimburgo.

El trabajo al que nos reerimos en los puntos cuatro, seis y siete invo-lucró la participación en experimentos con cientícos en actividad. Sehizo otro trabajo experimental en parapsicología (véase capítulo 5), peropor lo demás el trabajo de campo involucró entrevistas con cientícosrelevantes. Tales entrevistas ueron extensas conversaciones con temalibre, centradas en preguntas técnicas. En todos los casos las entrevistas

ueron grabadas. Posteriormente se prepararon transcripciones editadasde las grabaciones. En todos los casos traté de entrevistar a todos loscientícos involucrados en el trabajo cientíco en cuestión. Sin em-bargo, consideraciones logísticas me mantuvieron en Gran Bretaña yEstados Unidos, excepto por un viaje a Alemania occidental al que mereero en el punto cinco.

Represenividd

¿Son “representativos” estos estudios? Los últimos dos estudios –ra-diación gravitacional y parapsicología– no son representativos por elhecho de que siendo estudios sobre ciencia controvertida representanuna pequeña minoría de la actividad cientíca tomada como un todo.Lo que hace de esto un área atractiva para el examen es que mucho de loque está escondido en la ciencia ordinaria se acentúa en las controver-sias. Los cientícos, en lo undamental, no son propensos a analizar suspropios procedimientos. Mientras los resultados se producen de maneracontinua, estos pueden hablar por sí mismos. Solo cuando surge unproblema de un tipo u otro se desarrolla la refexión en torno al método.Por ejemplo es improbable que la discusión de los parapsicólogos acercadel signicado de la replicación, presentada en el capítulo 2, hubierasido generada por un grupo de cientícos más ordinarios. Son solopersonas como los parapsicólogos (¡o los sociólogos!) los que están losucientemente torturados acerca de sus propios procedimientos comopara sentir la necesidad de analizarlos con tal detalle.

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 apéndice meodológico

como una prueba en la “ciencia normal”; y sin embargo la dimensióncomparativa es importante. Así, para encontrar un caso de replicaciónen la ciencia normal, estamos obligados a observar situaciones queno pretenden ser pruebas, tales como el láser tea. De ello resulta que,debido a que no constituye una prueba, eso hace de este un caso inte-resantemente distinto. Solo porque los resultados del experimento noson controvertidos es posible reproducirlo sin controversia.

De manera adicional, dado que los cientícos del láser tea espe-raban recompensas (no por la construcción del láser ni por adelantar el

diseño de los láser tea, sino por el trabajo que intentaban hacer con elrayo láser una vez que el dispositivo uncionara), no tenían interés enconstruir ninguna otra cosa que un diseño isomórco. Una copia exacta,en la medida que involucraba los detalles signicativos del diseño, esprobable que uera el modo más eciente de obtener sus resultados. De talmodo, el estudio del caso del láser representa un caso “limpio” de replica-ción isomórca. (Benjamin Matalon de la Universidad París viii ha hechoestudios interesantes acerca del estilo de replicación y su recuencia.)

presupuestos metodoLógicos

En 1971, al inicio de estos estudios sobre los láseres, el proyecto noestaba previsto como un estudio sobre replicación sino sobre la trans-erencia de conocimiento. La intención era explorar la transerencia deconocimiento de un modo que estuviese inormado por ideas tomadasde la losoía de las ciencias sociales y la historia de la ciencia. La ideamás importante que provenía de la losoía de las ciencias socialesera que a los actores había que entenderlos como personas que actúandentro de “ormas de vida” (Winch, 1958; Wittgenstein, 1953). Se con-sideró que esta idea tenía su contrapartida, en la historia de la ciencia,en la noción de “paradigma” (Kuhn, 1962). Con estas ideas en mente seexploró la “red de comunicación” de los constructores de láseres tea.

El estudio de las redes de comunicación está bien establecido en lasociología de la ciencia y en la ciencia de la inormación. Se han realizado

Replicción e isomorsmo

Tal como se mencionó al nal del capítulo 1, los cientícos raramente sesienten lo sucientemente preocupados con las armaciones cientícascomo para querer transormar la idea teórica de la replicabilidad enuna prueba de realidad. De tal modo, otro rasgo inusual de los estudiosinormados aquí es que en cada caso se prestó deliberada atención ala replicación. Los motivos, sin embargo, variaron. Tanto en los casosde las ondas gravitatorias como en la parapsicología, las replicaciones

ueron llevadas a cabo como pruebas de observaciones anteriores. Enel caso del láser tea el único objetivo ue construir un láser que un-cionara lo más rápido y ácilmente posible.

Por los motivos explicados en la sección que trata acerca de lateoría analítica de la replicación en el capítulo 2, y al principio del ca-pítulo 4, los cientícos que construían detectores de ondas gravitatoriasno trataban de construir copias isomórcas del aparato de Weber (por isomórco entiendo similar en todos los aspectos conocibles, ácilmenteaccesibles y signicativos). Su objetivo era construir un detector de on-das gravitatorias lo mejor que pudieran. (La consecuencia de esto parala ecacia de su trabajo como prueba se explica en el capítulo 4). Demanera semejante, en parapsicología, la importancia del isomorsmode un diseño experimental es un punto en el que existe desacuerdo;el isomorsmo no es una ruta obvia para tomar. Estos estudios decaso serían más “limpios” si el objetivo de los cientícos hubiera sidoconstruir experimentos isomórcos; mi punto principal acerca de la

 variabilidad de las percepciones de los cientícos sobre lo que cuentacomo repetición de su trabajo se habría hecho entonces de un modomás claro. Así las cosas, una capa de complicaciones se superpone alasunto conceptual acerca de lo que debe considerarse como “lo mismo”.(El experimento alemán sobre las ondas gravitatorias y el experimentosobre psicoquinesis de Belo y Bate ueron, sin embargo, bastanteisomórcos en su objetivo.)

Por razones que ahora deberían entenderse rápidamente, sería vir-tualmente imposible encontrar un caso de replicación que uera usado

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había un indicador rápidamente disponible acerca de la transerenciaexitosa de conocimiento; cuando el láser del cientíco X emitía unrayo, el cientíco tenía entonces el conocimiento para construir el láser;cuando no lo hacía, no lo tenía. De tal modo se evitaba la conanza delos cientícos en sus creencias acerca de su propio conocimiento –quepodían ser conables solo allí donde el conocimiento era articulable.

La metodología preerida en este libro es la observación participante,como un modo de desarrollar las habilidades nativas que orman una basepara la discusión. He intentado usar entrevistas extensas como sustituto

cuando una participación plena era imposible. La observación participan-te está acompañada de una aproximación interpretativa a la sociología(véanse Collins, 1979, 1983a, 1984a). En los términos del argumento delargo plazo acerca de la identidad de las ciencias sociales y naturales(por ejemplo, Yearlay, 1984) el signicado de dicha postura metodológicaha cambiado. En la década de 1960, habría sido correcto decir que losinterpretativistas creían que la sociología no debía ser considerada unaciencia porque, en ese momento, ser “cientíco” implicaba alguna versiónde la metodología positivista/conductista para las ciencias sociales. Conel crecimiento de la sociología del conocimiento cientíco, y algunastendencias recientes en la losoía de la ciencia, las nociones acerca de lametodología cientíca han devenido más pluralistas. Una denición másútil de la ciencia ahora se vuelve sobre la armación de la replicabilidad(tal como se explicó hacia el nal del capítulo 1). No existe la menor razónpara que las observaciones hechas desde la perspectiva de un observador interpretativista/participante no debieran ser replicables por aquellos queestán preparados para adquirir las habilidades nativas relevantes. La me-todología de este libro debería entonces ser vista como perteneciente alrango de las metodologías pertenecientes a las ciencias.

presupuestos “metametodoLógicos”

En cuanto a los presupuestos diero en mi aproximación respecto aalgunos escritores modernos. Por ejemplo Mary Hesse y Barry Barnes

muchos estudios de este tipo, pero prácticamente todos tratan la comu-nicación del mismo modo. Las técnicas de investigación que usan sonadecuadas para la exploración de la transmisión de inormacióncuando seconsidera la inormación como algo organizado en unidades discretas queson visibles y articulables. Aun cuando los cientícos de la inormacióndiscuten la “comunicación inormal” se considera que la inormalidad esuna propiedad del medio y no del mensaje; en principio los contenidos dela comunicación inormal podrían ser puestos por escrito y transeridos através de, por así decirlo, un “periódico de comunicación inormal” si no

uera por cuestiones de logística, conveniencia y secreto.Si la comunicación es visualizada de este modo, respuestas acuestionarios, citaciones mutuas, etc., son indicadores razonables dela transerencia de inormación porque la transerencia es ácilmente

 visible para todas las partes.Tales técnicas, sin embargo, no son apropiadas si la comunicación

es vista de un modo dierente. Por ejemplo, si se toma que un componenteimportante del conocimiento de los cientícos es el “conocimiento tácito”(Polanyi, 1958) entonces la transerencia de ese conocimiento a los cien-tícos es probable que sea tan invisible como el conocimiento mismo.En términos más generales: si el conocimiento de un actor involucra su“orma de vida”, y el conocimiento de un cientíco involucra su para-digma, entonces el modo por el cual se busca obtener ese conocimientoprobablemente no se investigue apropiadamente a través de los mediosdiseñados para explorar la inormación.

Las técnicas que usé para explorar la transerencia de conoci-miento en el caso de la construcción del láser  tea ueron adopta-das para poder manejar el conocimiento como una orma de vida oel conocimiento como un paradigma que debe internalizarse. De talmodo la aproximación al caso de estudio parecía apropiada; uno podríaexaminar, en detalle, la transerencia de un trozo de conocimiento através de un conjunto de cientícos; uno podría mirar este proceso detranserencia en acción más que depender del inorme de los cientícos,que inevitablemente se reerirían solo a lo que uera visible para ellos.También, y este es un punto crucial para todo el argumento de este libro,

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dierencia) lo que impide los cambios radicales y amplios en la red deleyes y observaciones. También parece que esta restricción impedirála aceptación de ciertas leyes allí donde tal aceptación requiere entro-meterse en gran escala con el resto del sistema. Esta restricción estáimpuesta por la necesidad de preservar la coherencia, la economía y laconveniencia del sistema junto con el mantenimiento de un núcleo (noobstante un núcleo potencialmente cambiante) de reconocimientos pri-marios de similitud y dierencia. Mientras que acuerdo con Hesse acercade la imposibilidad de un cambio en gran escala (véase capítulo 6)

la uente de la continuidad –más apropiadamente, una continuidadlocalmente percibida– no es la ísica y la siología, ni la lógica ni lacoherencia probabilística, ni la economía ni la simplicidad de la red deconceptos, sino los intereses y las convenciones sociales. Las percep-ciones de probabilidad, coherencia, economía y simplicidad son, encualquier caso, ellas mismas convencionales.

Barry Barnes (1981), recurriendo a Hesse, establece un punto dis-cutiendo la situación de aprendizaje:

Por ejemplo, el proesor puede apuntar a la sucesión de unos pájaros

particulares y, en cada ocasión, decir “pájaro”. Como resultado, podemos

esperar que el estudiante se amiliarice con un conjunto de instancias

aceptadas de “pájaro”, y tome por sí mismo aquellas instancias como

instancias de “pájaro”. Una expectativa de este tipo podría por supuesto

cuestionarse sobre la base de un conjunto de undamentos. Presupone,

por ejemplo, que los objetos particulares pueden ser identicados en el

ambiente, que nosotros percibimos el ambiente inherentemente como

dierenciado o grumoso, y que una interacción puede, por así decirlo,

ocalizar algún grumo o particular. Y presupone también que la asocia-

ción de un ejemplar particular con un término resulta en que el particu-

lar se toma como ejemplo del término. Estas son suposiciones de largo

alcance, pero no son ni implausibles ni ácilmente evitables, y aquí serán

aceptadas sin más. Esencialmente lo que ellas implican es la existencia

de un aparato perceptivo y cognitivo con al menos algunas propiedades

rudimentarias inherentes que hacen posible el aprendizaje (p. 3).

quieren reservar, para sus explicaciones del conocimiento, más a la“ísica y siología” undamentales de las situaciones de lo que yo consi-dero necesario. La rase “ísica y siología” es de Hesse. Ella argumenta,en contra de Popper, que

La ísica y la siología de las situaciones ya nos dan algún “punto de

 vista” respecto al cual algunos pares de situaciones son similares en

aspectos más obvios que otros… (Hesse, 1974, p. 13).

Este enoque es dierente al modo en que Hesse da cuenta de la maneraen que procede la inerencia cientíca. Por ejemplo, ella lo usa como una“deensa” contra el convencionalismo, mientras que este libro llega a unaconclusión convencionalista. Hesse dice acerca de su explicación:

No es una explicaciónconvencionalista si por ello entendemos que cual-

quier ley puede asegurar su verdad entrometiéndose lo suciente con

los signicados de sus predicados. Una mirada de este tipo no toma

seriamente el carácter sistemático de las leyes, dado que contempla la

preservación de la verdad de una ley dada de manera independiente a su

coherencia con el resto del sistema, es decir, la preservación de la sim-

plicidad y otras características internas deseables del sistema. Tampoco

toma en cuenta el hecho de que no todos los reconocimientos primarios

de similitud empírica pueden ser impuestos en pos del interés de preser-

 var una ley dada, porque toda la posibilidad del lenguaje empíricamente

reerente se basa en la evidencia de tal reconocimiento. La presente

explicación, por otro lado, exige dos cosas: que las leyes mantengan

su conectividad en un sistema económico y conveniente, y que por lo

menos la mayor parte de sus predicados mantengan su aplicabilidad;

esto es, que para su aplicabilidad continúen dependiendo del recono-

cimiento primario de similitudes y dierencias en los términos en que

ueron aprendidos (p. 16).

De tal modo, pareciera que en el esquema de Hesse es la ísica y lasiología (que da lugar a los reconocimientos primarios de similitud y

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serán conducidos al racaso porque volverían la red (o parte de ella)“inoperable como base para la comunicación”, sería crucial saber si al-gún intento particular bajo examen pertenece a esta clase. Por ejemplo,puede proponerse que la percepción de las plantas (véase capítulo 5)no estaba institucionalizada, no porque nadie tuvo éxito en adecuarlaa la red existente de instituciones cientícas (la perspectiva adelanta-da aquí), sino porque había algo en la ísica del experimento y en lasiología de los potenciales deensores de las perspectivas positivasacerca de la percepción de las plantas que no la hacía ni siquiera  po-

tencialmente institucionalizable. Esto volvería mi investigación ociosa. Algunas pautas claras son necesarias.En este trabajo se asume desde el principio que la respuesta a

la pregunta “¿Cómo podemos hacer nuevas generalizaciones?” es delmismo tipo si el tema acerca del cual se hacen esas generalizaciones es,digamos, el color de las esmeraldas o, digamos, el número de ángelesque caben en la punta de un aller. Este es el supuesto metodológico.Evito por lo tanto hablar de descripciones; hablar de descripciones de-manda supuestos que se evitan al hablar acerca del orden.

Los supuestos que aquí se hacen son mínimos. Se evitan las re-servas de Hesse, basadas en la simplicidad y la coherencia de la red,porque estos conceptos en sí mismos son considerados convencionales.Los vínculos en las redes tienen que ver con realidades tomadas por sentado; la coherencia y la simplicidad no pueden existir por uera deuna orma de vida. Del mismo modo, se considera que ni la ísica ni lasiología juegan un papel en el mantenimiento del orden conceptual.

Las discusiones acerca de los “grumosidad primitiva”, que puedenser necesarias a n de concebir el modo en que cualquier generaliza-ción se pone en marcha en alguna “primera instancia” primitiva, sonevitadas aceptando que simplemente no tenemos un aparato conceptualpara pensar de otra manera acerca de la humanidad que como inmersaen redes institucionales/conceptuales. No es que encontramos la especiehumana ya institucionalizada, se trata de que no podemos concebir ninguna otra posibilidad. Para citar a Black (1970) “...la pregunta ‘¿Por qué deberíamos aceptar cualquier regla inductiva?’ puede mostrarse

Las suposiciones de Barnes, en mi perspectiva, solo son necesarias cuan-do se imaginan situaciones de aprendizaje primitivas. Pero aunque sonnecesarias en algún sentido básico, es importante intentar olvidarlas.Si son importantes, entonces la única manera razonable de proceder es descubrir cuáles son los límites de la percepción en el mundo en elque vivimos ahora. Sin embargo, no es enteramente claro que Barnespiense que la “grumosidad” del mundo pone límites a lo que podemos

 ver. Dice:

Podría ser que se pudiera construir alguna disposición de [conjuntos deinstancias de términos] y generalizaciones, que uesen inoperables como

base para la comunicación... Pero si tal red pudiera construirse o no, no

es de relevancia aquí, aunque podría constituir una pregunta interesante

para los lósoos. Las redes de Hesse han sido aquí denidas como mo-

delos de los componentes verbales de la cultura de una comunidad exis-

tente. Cualquier red existente es conocida como útil porque la actividad

coherente de alguna comunidad es modelada en ella (p. 31).

Esta perspectiva parece similar a una perspectiva expresada antes por Barnes (1974) y que es discutida críticamente en Collins y Cox (1976,1977). Esta perspectiva parece similar a la de Bloor (1976) quien es-cribió:

El sociólogo estará interesado en particular en las creencias que son

tomadas por sentado o que están institucionalizadas o investidas con

autoridad por grupos de hombres (p. 3).

De tal modo, Barnes y Bloor parecen evitar la pregunta por los límitesimpuestos en las redes potenciales por la “grumosidad” del mundo,mediante el truco de considerar solo las redes que ya están institu-cionalizadas. Esta es una perspectiva demasiado “retrospectiva”; seríaapropiada solo en una sociedad estática. El truco no unciona aquíporque se examinan intentos por establecer nuevas generalizacionesinductivas. De tal modo, si es el caso que hay una clase de intentos que

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que no tiene sentido” (p. 89). Así, el hecho de su institucionalizaciónes un rasgo constitutivo no empírico de cualquier discusión acerca delas habilidades inductivas de la especie humana. Se evita la discusiónen torno a situaciones preinstitucionales imaginarias y no somos invi-tados a preguntarnos si alguna parte de nuestras institucionalizacionescorrientes expresa los límites a la posibilidad de institucionalizar.

Esto nos permite llevar el principio de simetría (Bloor, 1973) asu conclusión; todo lenguaje descriptivo debería ser tratado desde elprincipio como si no describiera nada real. Esto no plantea un problema

a la intersubjetividad porque la comprensión mutua parece posible auncuando el tema no es nada real. La calidad de un poema o una pintura,el número de ángeles que pueden situarse en la punta de un aller, oel corte de las nuevas ropas del emperador, pueden ser todos discutidossin que haya ningún grumo en el mundo que se corresponda con ellos.Muchos cientícos sugerirían que toda la ciencia de, por ejemplo, laparapsicología, está basada en nada más tangible que las ropas del em-perador. Pero en unción de tomar el principio de simetría seriamente, ladiscusión acerca de las ropas del emperador debe ser tomada como unparadigma de la visión, más que como un contraejemplo paradigmático.Esto, debe enatizarse, no es una conclusión que surja del argumentode este libro. Tampoco es una armación epistemológica a priori. Esetipo de epistemología no es el propósito del trabajo. Se trata de lo quepodemos llamar una “presuposición metametodológica”. Es el marcomental apropiado para desarrollar la sociología del conocimiento por-que la misma conduce a la metodología correcta (para una discusióncorrecta véase Collins, 1981d).

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Poscio acos cienícos

c amBiar eL orden de La ciencia1

Una vez que un hecho cientíco se ha establecido a través de, por ejemplo, experimentos repetidos, parece jado. Uno de los objetivos deCambiar el orden es explicar cómo pueden cambiar los hechos a pesar de esto. Cambiar el orden muestra que el cambio es posible porqueel establecimiento de la replicabilidad de un enómeno depende dehabilidades denidas de manera comunitaria y se basa en el acuerdoque se produce dentro de colectivos sociales. El libro muestra que ladeterminación social del conocimiento cientíco es posible a pesar delmétodo cientíco –en verdad argumenta que el método cientíco escompletamente social. Cambiar el orden tiene la intención de omentar un cambio en la relación de la ciencia con otros esuerzos culturales yalterar nuestra apreciación del método cientíco. No tiene la intenciónde cambiar el método cientíco.

Si bien en el libro se discute el mecanismo general de clausura

de las controversias cientícas, no hay una detallada teoría sociológicadel cambio ni tampoco Cambiar el orden trata de explicar el estableci-miento de ningún consenso particular. No explica por qué no creemosmás en los altos fujos de ondas gravitatorias o en la vida emocional

1 Estoy agradecido con Eric Livingston, Trevor Pinch, Steven Shapin, Steven Yearley, Jo Ann Kiser y los miembros del seminario para graduados de Estudios sobrela Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Cornell por su paciencia para proveermecríticas invalorables a versiones anteriores de este posacio. La responsabilidad por loque quedó es enteramente mía.

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Poscio

Incremenos y revoluciones

Cambiar el orden no orece una teoría causal del cambio, sino una des-cripción general de la transormación de las ormas de vida cientícas.Es erróneo sugerir, como lo hace Pickering, que el libro proponga que lacontingencia es la causa del cambio en la ciencia.4 El modelo de cambioque se encuentra en el libro puede acompañar una variedad de teoríassociológicas, que incluyen la “dinámica de la práctica” de Pickering, enlas cuales se orman alianzas entre aquellos que tienen herramientas ya

hechas para hacer nuevos trabajos cientícos. Pero Cambiar el orden no se restringe a transiciones graduales; contiene un caso de ciencia“normal” y dos estudios acerca de transiciones potencialmente radica-les. De tal modo, el libro no compite con su teoría, tal como Pickeringlo sugiere, en primer lugar porque opera en un nivel distinto de gene-ralidad, y segundo porque su teoría es demasiado limitada como paratratar con revoluciones.

El rango disponible de explicaciones acerca del conocimientocientíco repite posiciones proundamente argumentadas en la lo-soía de las ciencias sociales, las cuales pueden ser establecidas conla ayuda de una metáora liviana.5 Uno puede decir que las teoríasde la ciencia y de la sociedad deben tener la consistencia correcta.Hay teorías –la etnometodología es un buen ejemplo– que parecenpermitir que la sociedad sea demasiado delgada y gaseosa, y por lotanto como si todo lo que ocurriese uese considerado una realizaciónlocal. Lo que estas aproximaciones no explican es por qué algunas

cosas son más diíciles de cambiar que otras. ¿Por qué es más diícilestablecer la existencia de enómenos paranormales que, digamos,pulsares ópticos? Estas teorías racasan en explicar cómo es que es

4 Pickering, A., “Forms o Lie: Science, Contingency and Harry Collins”, British

 Journal or the History o Science , 20, 1987, pp. 213-221.5 Malcolm Ashmore asume la responsabilidad por la aparición de esta metáo-

ra. Hizo que resucitara una versión anterior no publicada en su The Refexive Thesis:

Wrighting Sociology o Scientic Knowledge, Chicago, University o Chicago Press,1989.

de las plantas.2 El libro abre espacio para la posibilidad de que silas instituciones sociales hubieran sido dierentes, entonces nuestrascreencias acerca de las ondas gravitatorias o acerca de la conciencia

 vegetal podrían haber sido dierentes. Los críticos que han sugerido queCambiar el orden racasa al no explicar por qué un hecho emerge másque otro, han equivocado la idea central del libro. 3 Cambiar el orden,

 junto con los artículos precursores publicados a mediados de la décadade 1970, tiene la intención de ocasionar un cambio en el orden de ideasestablecidas concernientes a la ciencia como un todo. Ayuda a hacer 

posible la historia del conocimiento cientíco; no es en sí mismo unlibro de historia.

2 Estudios más detallados sobre el curso de desarrollos cientícos particulares han venido rápidamente y en gran cantidad. Quisiera pensar que los artículos precursores,escritos a mediados de la década de 1970, ayudaron a pavimentar el camino para estosdesarrollos mientras que Cambiar el orden ayudó a asegurar este modo de estudiar laciencia. Miembros de la “Escuela de Edimburgo” estaban haciendo este tipo de trabajo enla década de 1970. Tanto Shapin, S. (“The politics o Observation: Cerebral Anatomy andSocial Interests in the Edinburgh Prenology Disputes” en Wallis, R., ed., On the Margins o 

Science: The Social Construction o Rejected Knowledge, Sociological Review Monograph 27, Keele, University o Keele Press, 1979) como Mackenzie, D. (Statistic in Britain

1865-1930, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1981) son discutidos en Cambiar 

el orden. Trevor Pinch (Conronting Nature: The Sociology o Solar-Neutrino Detection,Dordrecht, Reidel, 1986) ha seguido una controversia particular a su conclusión próxima

 y ha revelado mucho más acerca de la dinámica interna de la ciencia. Asimismo, AndyPickering (Constructing Quarks: A Sociological History o Particle Physics, Edimburgo,Edinburgh University Press, 1984) ha estudiado la detallada historia de algunos aspectosde la ísica de altas energías. Hay muchos estudios semejantes, completos o bien en pro-

 yecto. Al mismo tiempo Bruno Latour y sus colegas han desarrollado la metáora de la

red de numerosas e iluminadoras ormas, mientras que Latour y Callon han desarrolladouna ambiciosa teoría acerca de la sociedad a partir de su trabajo sobre la ciencia.

Se puede observar que Cambiar el orden, si no los artículos precursores, era ana-crónico en esperar una tercera etapa a través de la cual las controversias que se asentaranse vincularían con el mundo sociopolítico más amplio. Lo único que altaba en 1985,cuando se publicó por primera vez Cambiar el orden, era un estudio completo –todoel trayecto desde el laboratorio hasta el trasondo sociopolítico– de una controversiacontemporánea. El reciente Inventing Accuracy (Cambridge, mit Press, 1990) de DonaldMackezie llena el hueco, creo. (No creo que sea útil separar la sociología del conocimientocientíco y la sociología del conocimiento tecnológico.)

3 Schuster, J. A., “Constructing Conceptual Webs”, Isis, 80, 1989, pp. 493-496.

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buen modelo, porque el hielo necesita energía para mantenerse en sulugar, pero el helado es aún mejor porque es un poco menos rígido.

El helado, dejado a sí mismo, perderá lentamente toda orma.El calor o la presión –que representan los períodos revolucionarios oextraordinarios de la ciencia– lo volverá rápidamente en un líquido.En Cambiar el orden, el mundo del láser tea está proundamente he-lado, mientras que los otros dos estudios muestran la velocidad conla cual se pueden desarrollar puntos calientes locales. El helado es unbuen ayuda memoria para el caso de que perdiéramos la visión de este

aspecto de la ciencia.

Descongelr l cienci

 Volvamos ahora del análisis de la ciencia al impacto de la sociologíadel conocimiento cientíco sobre el lugar de la ciencia en el mundo.¿Cuánto “unde” la sociología del conocimiento cientíco la autoridadtradicional de la ciencia? Cambiar el orden trata de llevar a la cienciaal mismo nivel epistemológico que otras actividades creadoras de co-nocimiento. El modo en que lo hace, sin embargo, es menos directo delo que parece.

La sociología del conocimiento cientíco orece evidencias empí-ricas uertes de que si nuestras creencias acerca de rasgos controvertidosdel mundo son una consecuencia del modo en que es el mundo, esto noes evidente durante los momentos del descubrimiento y de generaciónde las pruebas. Una explicación que se base en una interacción ordena-

da con el mundo solo puede proveerse después de una reconstrucciónretrospectiva. Como lo argumenté en un artículo anterior, estos hallaz-gos son aún compatibles con el modelo de la “mano escondida” de laciencia.7 De tal modo, las ideas y hallazgos propuestos en Cambiar el

orden necesitan ser relativistas solo en el nivel de la metodología. Laúnica cosa con la que debe acordarse es que sea un punto de partida

7 Collins, H. M. “What is TRASP: The Radical Programme as a MethodologicalImperative”, Philosophy o the Social Science 11, 1981, pp. 215-224.

más ácil acordar o creer algunas cosas hoy porque ciertas cosassucedieron ayer.6

En el otro extremo hay teorías de la ciencia, como aquellas avo-recidas por los lósoos racionalistas, donde la vida cientíca es comola orma pregurada de una piedra sólida; no puede ser cambiadaexcepto por una distorsión violenta y perjudicial.

Hay un tipo de teoría intermedia en la cual la comunidad le daorma a las creencias cientícas pero considera que no son modi-cables una vez establecidas. La analogía en términos de consistencia

es el cemento más que una piedra –un líquido que fuye ácilmente yque se solidica cuando se lo deja. Pero todas las creencias requierentrabajo para ser mantenidas –no raguan solas. Pocos “constructivis-tas” admitirían en estos días sostener teorías del tipo del cemento; sinembargo, como veremos, algunas de las ormulaciones de Latour tienendemasiada rigidez; objetos que son “cajas negras” son diíciles de abrir –no son muy distintas a una piedra.

Mejores teorías le dan a la vida cultural la consistencia de unlíquido más o menos espeso. Un líquido nunca ragua, puede adoptar cualquier orma, pero resiste transormaciones rápidas. Se pueden hacer progresos en el ango, pero solo a través de movimientos lentos, sincorrer. Teorías tales como la de Pickering sugieren un líquido de fujolento, cuya orma en el momento “t” está siempre relacionada estre-chamente con su orma en el momento “t -1”.

Si bien para representar la ciencia el líquido involucra una con-sistencia más apropiada que el gas, la piedra o el cemento, podemos

mejorar la metáora. Hay dos aspectos de la ciencia que aún no hansido representados: el continuo ingreso de energía que es necesario paramantener la orma de nuestras creencias –se deterioran si no hay man-tenimiento– y la existencia de un cambio potencial más rápido durantelos períodos de revolución o de ciencia extraordinaria. El hielo es un

6 Un punto bellamente captado en la analogía con el juego del go realizada por Latour y Woolgar. (Latour, B. y Woolgar, S., Laboratory Lie: The Social Construction o 

Scientic Facts, Londres y Beverly Hills, Sage, 1979.)

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Poscio

bia su relación con otras instituciones. La ciencia no es más preeminentedesde el punto de vista epistemológico; la uerza conductora, así comocon otros elementos de la cultura, es la comunidad.

 acores y cnes

No todas las aproximaciones al conocimiento cientíco tienen las impli-caciones esbozadas anteriormente. La teoría de la red desarrollada recien-temente por Callon y Latour es un ejemplo. Callon y Latour no aceptan

que la sociología del conocimiento cientíco altere el balance de poder entre la ciencia y la cultura. Piensan que el debate está uera de lugar;preeren establecer su propio programa en una dimensión ortogonal. Estoconduce a lo que uno podría llamar “simetría radical”.

David Bloor expresó por primera vez el principio de “simetría”:para los nes de un análisis histórico y sociológico uno debe tratar delmismo modo lo que es visto como verdadero y lo que es visto comoalso; los analistas nunca deben permitirse explicar lo que se cree en unmomento por reerencia a lo que se descubre como verdadero después.Lo que cuenta como verdadero es el resultado de procesos sociales; la

 verdad no es la causa de ese resultado.10 Callon y Latour han exten-dido este principio a todas las dicotomías, donde incluyen lo social ylo natural. De tal modo no debemos decir que lo social y lo natural

condiciones de control, los prejuicios de los experimentadores, y así en más. Estos ele-mentos son verdaderamente parte del método en sí mismo y permanecen intactos por elanálisis sociológico de la ciencia. Del mismo modo mi “deensa” de la ciencia –“la ciencia

está haciendo todo lo que podemos esperar de ella”– no es una deensa de los cientícos.No es una deensa de la negligencia individual.

10 O, en las palabras de McHugh, citado en mi artículo de 1975: “No hay unda-mentos adecuados para establecer la verdad excepto los undamentos que se empleanpara garantizarla o concederla.”

En el posacio a la nueva edición del libro Knowledge and Social Imagery (véasenota 8) Bloor concede que las causas naturales, junto con nuestras propensiones naturalesa inducir de determinadas ormas, pueden producir la ormación de una institución social–que refeja la naturaleza más probablemente que otras que no lo hacen. Esto parece algoasimétrico. Para los propósitos de mi argumento (y el trabajo de otros en la sociología dela ciencia), uso una versión menos ambigua de la tesis de la simetría de Bloor.

razonable la prescripción de “trata al mundo como si no tuviera eectoen lo que la gente cree acerca de él”. Este “relativismo metodológico”no necesita una mayor deensa.8 Sin embargo, el relativismo metodo-lógico es, podría decirse, un insumo de la sociología del conocimientocientíco. La pregunta aún es si el relativismo es también un resultado

de la sociología del conocimiento cientíco.La respuesta es que a pesar de que la sociología del conocimiento

cientíco no prueba el relativismo, conduce inexorablemente en esa di-rección. Esto se debe a que cuanto más exitoso es el análisis basado en

ciertos presupuestos, mejores parecen esos presupuestos –más se parecea un resultado y menos a un insumo. Así como el éxito empírico de lasdescripciones del mundo basadas en la geometría euclidiana nos estimu-lan a pensar que las paralelas nunca se encuentran, es la ertilidad de losestudios de caso sociológicos lo que nos lleva a reconsiderar la naturalezade la ciencia. Si se encuentra que la verdad, la racionalidad, el éxito y elprogreso no son las uerzas conductoras de la ciencia (véase el artículosobre trasp citado en la nota 7) cuando se describe el descubrimiento yla justicación del modo lo más detallado posible, entonces parece quela ciencia no necesita de ellos para explicar su desarrollo.

Nada de esto involucra un ataque a la ciencia. Los argumentospueden ser elaborados como una crítica solo si la ciencia es sostenidacomo ejemplo en contra del modelo racional-losóco canónico. Lasociología del conocimiento cientíco no muestra que la ciencia haracasado en alcanzar los estándares asociados con el modelo canónico,sino que el modelo canónico es inalcanzable. La ciencia hace todo lo

que puede esperarse que haga la ciencia.

9

Sin embargo, la ciencia cam-

8 Para deensas véase, por ejemplo, mi trabajo citado en la nota 7, y Bloor, D.,Knowledge and Social Imagery , 2ª ed., University o Chicago Press, 1991.

9 Es particularmente injusto exponer nuevas y rágiles ciencias a los rigores decríticas basadas en un modelo canónico que ni siquiera pueden alcanzar ciencias estable-cidas. El Comité para la Investigación Cientíca de las Armaciones de lo Paranormal, yotras organizaciones de vigilancia, son sospechosas bajo este aspecto.

Nada de esto aecta las críticas estándar y las preocupaciones acerca de las im-perecciones en el método cientíco tales como el mal uso de la estadística, la alta de

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a nadie. Una vez que algo ha sido transormado en una caja negra –enmi terminología, que se ha llegado a una clausura– Latour lo trata comoun actante que puede aectar el balance de poder en la red. Si ustedtiene voltímetros de su lado entonces usted puede determinar voltajes,

 y nadie puede desaar sus medidas sin voltímetros propios.Crucialmente, sin embargo, este tipo de argumento sería equi-

 vocado si el debate uese, por ejemplo, sobre la psicoquinesis. Los“eectos mediados psíquicamente por el experimentador” están con-tinuamente en la mente (olvídese el juego de palabras) de los experi-

mentadores en lo paranormal, y esto hace diícil separar la lectura del voltímetro de las intenciones de los cientícos. Por lo tanto, dentrode la ciencia de la psicoquinesis, un voltímetro puede ser desaadosin recurrir a un voltímetro competidor si se muestra que el gradode clausura del debate acerca del voltímetro es relativo al contexto.Es más, el debate está siempre y en cualquier lugar esperando que selo reabra en el caso que puntos calientes locales amenacen derretir más del “helado” que lo rodea.13 Mientras que el lenguaje acerca dela “clausura del debate” puede arreglárselas con esto –un argumentocerrado puede siempre ser reabierto– un arteacto latouriano transor-mado en caja negra desarrolla una vida por sí mismo independientedel contexto. Las cosas que tienen una vida independiente respecto alcontexto son, por supuesto, la provincia de los cientícos naturales.Tal como Latour lo indica, entenderlos es solo una cuestión de “seguir a los cientícos a través de la sociedad”.

Latour puede rebatir con este argumento: seguir a los cientí-

cos por todas partes garantiza un grado de dependencia contextual:involucra ser tan relativista o tan realista como los cientícos queestudia. Latour puede decir que si deb iera “seguir” a los psicoquine-tistas, esto también involucraría tratar a los voltímetros como poco

13 Para una crítica más general de la teoría del actor-red, junto con una respuesta y una réplica posterior, véanse H. M. Collins y S. Yearley, “Epistemological Chicken”; M.Callon y B. Latour, “Don”t Throw the Baby with the Bath School”; y H. M. Collins y S.

 Yearley, “Journey Into Space”, todo en A. Pickering (ed.), Science as Practice and Culture,Chicago, University o Chicago Press, 1992.

son construidos socialmente, porque ello sería utilizar un elemento dela dicotomía que ha de ser explicado como el punto de partida de laexplicación.11

Más que ver actores humanos y no humanos que compiten por el poder dentro de nuestras teorías, Callon y Latour intentan tratar aambos igualmente como actantes. Sin embargo, cuando establecemosla simetría radical en el contexto del debate existente sobre la cienciadescubrimos que este recapitula mucho de la visión tradicional.12

 Ahora bien, es verdad que la mayoría de los objetos cientícos

que pueblan incluso el mundo de los sociólogos, han devenido tanbien establecidos que para propósitos analíticos y prácticos no tienemás sentido hablar de ellos en términos distintos a los que usan loscientícos. Por ejemplo, ni yo el analista, ni los principales actores delos dos episodios descritos en Cambiar el orden, Joe Weber y CleveBackster, tratamos el producto de los voltímetros como algo “construidosocialmente”; su carácter en principio cuestionable puede ser ignoradoen estos casos de estudio. Latour se reeriría a tal estado de la cuestióndiciendo que los voltímetros son “cajas negras” –su interioridad (y la“interioridad” de los conceptos correspondientes) ya no concierne más

11 El punto queda bien claro en el preacio a la segunda edición del Laboratory 

Lie de Latour y Woolgar, donde discuten el cambio de su subtítulo de “la construcciónsocial de los hechos cientícos” a “la construcción de los hechos cientícos”. La primeraedición de su libro, creen ahora, estaba embrujada por una asimetría que han nalmenteexorcizado.

Shapin y Schaer, si bien explican la emergencia de las categorías separadas delo social y lo cientíco, proveen una explicación social. Esto es demasiado asimétrico

como para ser visto como parte del programa latouriano a pesar de sus intentos por cooptarlos. Véase Shapin, S. y S. Schaer, Leviathan and the Air Pump: Hobbes, Boyle

and the Experimental Lie, Princeton, Princeton University Press, 1987.12 Por supuesto habrá muchos que considerarán que un paso hacia atrás repre-

senta un progreso dado que reestablece a la sociología del conocimiento cientíco ensus “rieles”.

Para ver cómo un simpatizante se las arregla cuando trata de usar el esquemalatouriano en un tratamiento radical de una tecnología, véase el último capítulo delInventing Accuracy de Donald MacKenzie. MacKenzie halla que tiene que renunciar a

 varios aspectos de la teoría del actor-red para evitar ser chupado hacia el mundo aceptadode los tecnólogos de misiles.

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en ver el mundo natural, debido a las convenciones sociales y a laormación...”15

La versión de Hesse acerca de la posición que se asume en estelibro está casi en lo correcto. La reivindicación de Cambiar el orden es que la institución de la ciencia no es lo que alguna vez pensamosque era, pero dado que queremos o necesitamos una institución paratratar con lo que pensamos acerca de “el mundo”, esta es la mejor quetenemos. Por la misma razón, dado que Cambiar el orden en sí mismoarma describir un mundo social intersubjetivamente observable, tam-

bién debería adoptar estas convenciones.

Comprimenlizción

Cambiar el orden, entonces, reexamina la naturaleza de la cienciahaciendo ciencia al mismo tiempo. Pero para que las dos actividadesno intereran una con otra uno necesita ponerlas en compartimentosseparados. Esta es la intuición refexiva crucial. Su necesidad se siguede la principal conclusión de la sociología del conocimiento cientíco:los objetos de la ciencia se hacen por medio del ocultamiento de sus

orígenes sociales (expresada en Cambiar el orden con el eslogan “ladistancia da encantamiento”). Si, entonces, quiero hacer algunos nue-

  vos objetos cientícos –en este caso algunos objetos pertenecientesa las ciencias sociales y que tienen que ver con las instituciones delas ciencias naturales– deberé asegurarme de que ignoro los orígenessociales de estos objetos dentro de mi propia práctica como cientíco

(social) y de que mi audiencia es estimulada a mantenerse igualmen-te ignorante.16 La ciencia –el estudio de un mundo aparentemente

15 Véase ibid., p. 715.16 No quiero implicar por “ciencias sociales” un tema que consiste solamente en

encuestas y modelos matemáticos, o incluso una ciencia basada en un concepto estrechode la observación. Como sociólogo creo en el método de la “comprensión participante”(Collins, H. M., “Concepts and Practice o Participatory Fieldwork”, en Bell, C. y H.Roberts, eds., Social Researching, London, Routledge y Kegan Paul, 1984). Esto implicauna demarcación menos rígida entre el observador y el observado de lo que es usual

ables, volviendo al grado exacto de limitación por parte del contex-to que se arma para el tratamiento deendido en Cambiar el orden.Pero si este es el caso, el ser una caja negra no es una propiedadde las cosas ni se transere de contexto a contexto (o, para lo queimporta, de momento a momento); el objeto de análisis es la cosa en

el contexto de uso. Si el estatus de actante solo puede ser asignadoa la cosa en su contexto que va de momento en momento, siempre debemos recordar que el poder de las cosas es el poder garantizadoa ellas por la comunidad. Esta es la posición de Cambiar el orden

más que la teoría del actor-red.

reLativismo  y refLexividad

Cambiar el orden no hace concesiones en la dirección de la refexividad,intenta cambiar las ideas acerca de la ciencia a través de estudios dela ciencia que son ellos mismos “cientícos” y recomienda a la cienciacomo el mejor modo de estudiar el mundo natural. Estas armacionespueden ser percibidas como confictivas.

Mary Hesse señala la dicultad en su revisión del libro.14 Ellacontrapone dos citas de Cambiar el orden: “No es la regularidad delmundo la que se impone por sí misma a nuestros sentidos, sino laregularidad de nuestras creencias institucionalizadas la que se imponepor sí misma al mundo” (p. 227 de esta edición) y “A pesar de todas susalencias, la ciencia es la mejor institución que tenemos para generar 

conocimientos acerca de la naturaleza” (p. 245 de esta edición). Hessese pregunta cómo el mismo libro puede contener citas al parecer tancontradictorias. Su propuesta de solución es sugerir que lo que se sig-nica por “ciencia” en estos pasajes es ‘una institución que llamamosciencia, cuyo producto es “conocimiento acerca del mundo natural’. Elproducto de la ciencia es el modo en que nuestras sociedades acuerdan

14 Hesse, M., “Changing Concepts and Social Order”, Social Studies o Science,16, 1986, pp. 714-726.

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estudios controvertidos sobre sí mismos pero no tienen la obligaciónde ser esos otros.18

La compartimentalización no siempre es ácil. Los argumentosde Pinch, Bijker y Latour sugieren que lo que yo llamo refexividaden el nivel institucional a veces colapsa en el individuo. Esto es másevidente en el estudio de los sistemas tecnológicos. Parte de la habili-dad del tecnólogo es que el producto sea usado, y este es un asunto delas ciencias humanas tanto como de la habilidad técnica. Habrá veces,entonces, en las que los tecnólogos, y los sociólogos que los estudian,

propugnen la misma teoría. Para el tecnólogo las intuiciones socioló-gicas inorman las decisiones del diseño; por ejemplo el dominio delmercado puede conducir a la aversión a correr riesgos en el diseño deequipamientos. Para el sociólogo la misma teoría puede estar asociadacon una mirada simétrica del producto tecnológico. Ahora bien, si lossociólogos quieren ser simétricos acerca de todo el sistema tecnológico–no solo lo que viene en la caja de cartulina– tendrán que tratar lasteorías sociales de los tecnólogos del mismo modo que tratan el arte-acto. De tal modo una teoría social, pensada como parte del sistematecnológico, deberá ser tratada no como verdadera o alsa, sino que lamisma teoría contará como “verdadera” en otro momento –cuando esparte del mundo proesional del sociólogo. Hay ocasiones, entonces, enque la meta-alternancia es complicada.

 acos cienícos

La importancia de separar los niveles de análisis institucional e individualpuede verse bien a partir del argumento del libro de John Searle, Actos de

habla.19 El libro de Searle es sobre todo conocido por una discusión sobrelos imperativos morales, y gira en torno al ejemplo clave de “prometer”.

18 De hecho Malcolm Ashmore ha realizado precisamente esto en su agudo libro(véase nota 5).

19 Searle, J. R., Speech Acts: An Essay in the Philosophy o Language, Cambridge,Cambridge University Press, 1969.

externo– se constituye no haciendo el tipo de cosas que la sociologíadel conocimiento cientíco hace a la ciencia; el punto no puede en-atizarse más. Los sociólogos del conocimiento cientíco que quierenencontrar (o ayudar a construir) nuevos objetos en el mundo debengenerar una compartimentalización; deben adoptar la “actitud natu-ral” del cientíco y no aplicar sus métodos a sí mismos. 17 Aquellosque encuentran incómoda la compartimentalización deben abandonar la sociología del conocimiento cientíco o librarse de cualquier cosaque cuente como “hallazgo”.

La compartimentalización puede ser una excusa para el pensa-miento chapucero. No debería adoptarse nunca sin una buena razón. Sila razón está lo sucientemente clara, sin embargo, no hay necesidadde pedir más disculpas. Yearley y yo consideramos que la “meta-alter-nancia” entre compartimentos epistemológicos puede ser algo realmentebueno –la comparamos con el concepto liberador de Peter Berger de“alternancia” entre mundos culturales. La mayor parte del tiempo lacompartimentalización no causa angustia refexiva: los compartimen-tos solo entran en conficto en el nivel de la institución social, no enel del individuo. Es como un sistema político con una “oposición leal”.Hay un conficto en el nivel del sistema, pero solo produce ansiedad alos individuos que sienten necesario abarcar más de un punto de vistaopuesto al mismo tiempo, y produce prounda aficción solo a aquellospensadores (esencialmente no relativistas) que creen que hay una únicaposición política correcta. Los sociólogos del conocimiento cientícopueden, entonces, aceptar y estimular la tensión refexiva dentro de la

comunidad de practicantes; pueden estar contentos si otros conducen

en las ciencias naturales. Sin embargo no es incompatible con el concepto de “ciencia”discutido aquí.

En otro lugar ( Articial Experts: Social Knowledge and Intelligent Machine, mit Press, 1990), me he reerido al racaso de una “sociología cientíca minuciosa”. Por estoentiendo el racaso de una sociología con la ambición de devenir una ciencia puramente

observacional y experimental.17 Collins, H. M., “Special Relativism – The Natural Attitude”, Social Studies o 

Science, 12, 1982, pp. 139-143. Véanse también los trabajos citados en la nota 13.

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uno estuviera en interacción con una realidad externa. Esto no quieredecir que todos los actos de todos los cientícos debe tener esta inten-ción, ni tampoco signica que la interacción con el mundo real debeocurrir, ni tampoco quiere decir que la institución de la ciencia es está-tica.20 Quiere decir que en la medida que se considera que la “ciencia”implica interacción con el mundo externo a nosotros, la replicabilidad ylas cosas similares serán importantes a pesar del modo en que han sidoreconstruidas por la sociología del conocimiento cientíco. Las personasrazonables estarán inclinadas a basar su ciencia (como algo opuesto a,

por ejemplo, su magia) en lo que se presenta (es decir, puede hacerseque se presente) como constante y reproducible por cualquiera, másque en lo que parece ser personal o en inormes idiosincrásicos acercade eventos caprichosos o singulares.21 Sería tentador decir que esto es

 verdadero “por denición”, pero debemos recordar que la apariencia deuna compulsión lógica está dada a nosotros por nuestra orma-de-vida.Para reiterarlo, no hay nada en este argumento que uerce a nadie a

 valorar la institución de la ciencia como un todo, pero tampoco haynada que uerce a nadie a devaluarla, excepto en sus relaciones conotras instituciones.22

20 Tal como lo hace evidente el trabajado de historiadores como Steven Shapin ySimon Schaer. Esto signica que hay límites más allá de los cuales la ciencia no puedecambiar y ser sensatamente llamada “ciencia”.

21 Véase también un artículo anterior “The Meaning o Experiment: Replicationand Reasonableness”, en Appignanesi, L. y H. Lawson (eds.), Dismantling Truth: Science

in Post-Modern Times, Londres, Weideneld y Nicholson, 1988, pp. 82-92. En ese artículoargumenté que si bien es razonable una preerencia por un experimento replicable, su

signicación práctica es menor porque la “regla de la replicabilidad” es inequívocamenteaplicable solo retrospectivamente–después que se ha cerrado el debate– mientras que lasdisputas cientícas abiertas, en “tiempo real”, se caracterizan por el desacuerdo acercade cómo aplicar reglas de método generales tanto como por los desacuerdos acerca dedetalles del mundo ísico.

 Aún pienso que este argumento es correcto –en verdad es una de las principalesdicultades de Cambiar el orden–, pero pienso que ahora entiendo el signicado de laregla de la replicabilidad. Tiene signicación como una guía para la acción, aun si esdiícil ver exactamente cómo aplicarla.

22 Cuando digo que la sociología del conocimiento cientíco deja inmodicado elmétodo cientíco, me estoy contradiciendo con algo que escribí en 1983. Escribí entonces

 Argumenta que si alguien dice “Yo prometo...” asume una obligación. Elargumento gira en torno a la existencia de la institución de la promesa;sin una obligación la misma noción de prometer no tendría sentido. Sin laobligación una promesa no sería distinta a algo que no era una promesa

 y la palabra no tendría un signicado especial en el lenguaje. Nótese queincluso cuando alguien hace una promesa sin la intención de cumplirla,lo que da su sentido a las palabras, dentro de nuestra orma-de-vida, esla obligación normalmente vinculada a la promesa. Si no hubiera talobligación, no sería posible romper una promesa del mismo modo que,

digamos, no tiene sentido quebrar una mentira. La distinción importanteaquí es entre las contingencias asociadas con los actos individuales deprometer, la lógica interna de la institución, y la evaluación de la insti-tución como un todo.

Debemos hacer una distinción entre lo que es externo y lo que es interno

a la institución de la promesa. Es interno al concepto de promesa que al

prometer uno toma una obligación en hacer algo. Pero si la institución

completa de la promesa es buena o mala, y si las obligaciones asumidas en

una promesa son anuladas por otras consideraciones externas, son pregun-

tas que son externas a la institución en sí misma... Nada en mi explicación

lo compromete a uno a la perspectiva conservadora de que las instituciones

son lógicamente inexpugnables o a la opinión de que uno debe aprobar o

desaprobar esta o aquella institución ( Actos de habla, p. 189).

Se piensa a menudo que la sociología del conocimiento cientíco es

un ataque a la institución de la ciencia como un todo. No lo es. Lasociología del conocimiento cientíco solo tiene una cosa que decir acerca de la institución de la ciencia: que se parece mucho a las otrasinstituciones sociales. El nuevo análisis del método cientíco no hacepor sí mismo que la ciencia sea una institución mala.

He argumentado que la ciencia no tendría sentido como insti-tución a menos que uera el caso normal que actuar cientícamentesignicara actuar como si la sociología del conocimiento cientíco nouera cierta; es decir, que para hacer ciencia uno debe actuar como si

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La sociología del conocimiento cientíco puede dirigirnos a dis-tantes e interesantes tramos del espacio metaísico, pero esto no aectamucho el modo en que conducimos nuestras vidas. El tema tambiénapunta a direcciones que tienen más consecuencias. Si alguna vez sereconstruye racionalmente este período de la historia académica, es-pero que Cambiar el orden, los artículos sobre los que está basado, yotras obras hermanas de otros autores sean vistos como si hubierantenido tres consecuencias: haber cambiado el modo en que estudiamos

  y entendemos la historia, la sociología y la losoía de la ciencia;

haber cambiado la relación de la ciencia con otros emprendimientosculturales; y haberse convertido en el undamento de la ciencia delconocimiento.25

25 Para mi vacilante intento de desarrollar una “ciencia del conocimiento” véasemi Articial Experts (citado en nota 16).

ciencia deL conocimiento

Cambiar el orden y otras obras vinculadas tienen consecuencias impor-tantes allí donde la ciencia se vincula con otras instituciones sociales.23 Esta no es, sin embargo, su única implicación. Por ejemplo Cambiar el

orden comienza por examinar la naturaleza de la práctica habilidosa. Hahabido tanto debate losóco acerca del relativismo, la refexividad, ycosas semejantes, que las consecuencias de los hallazgos más sencilloshan permanecido largamente inexploradas.

Los sociólogos del conocimiento cientíco, si saben algo, debieransaber sobre el conocimiento y las habilidades. Hay ciencias tales comola “ciencia cognitiva” o la “ingeniería del conocimiento” que investiganel conocimiento y la habilidad pero racasan a la hora de inormar lanaturaleza comunitaria de su tema de estudio.24 Una nueva “cienciadel conocimiento” debería estudiar lo que saben las comunidades y elmodo en que el conocimiento es colectivamente hecho, mantenido,disputado, transormado y transerido. Contribuiría a otras ciencias queestudian el conocimiento y mantendría al mismo tiempo su carácter distintivo undamental. Tendría nuevas cosas para decir acerca de cómo

 y dónde puede ser transerido el conocimiento dentro de las sociedadeshumanas, si puede moverse entre las culturas humanas o de humanosa no humanos, y qué partes del conocimiento pueden moverse bajoqué circunstancias.

que aquellos temas que tomaban como guía para sus principios metodológicos las versio-

nes canónicas de la ciencia, habrían de cambiar en la medida que se hallaba que la versióncanónica era incorrecta. (Véase H. M. Collins, “An Empirical Relativist Programme in theSociology o Scientic Knowledge”, en Knorr, K. y M. J. Mulkay, eds., Science Observed,Sage, pp. 85-114.) Me parece ahora que esto no aectará principios prescriptivos amplios,tales como la replicabilidad, aun en esos temas. Puede ser, sin embargo, que cambien losmodos en que se construyen esos principios en tales disciplinas.

23 Algunas consecuencias de esto son discutidas en el “Post scriptum” de Cambiar 

el orden.24 Se ha armado que la ciencia cognitiva desaprueba la sociología del conoci-

miento cientíco. Esto es erróneo. Para una discusión véase Social Studies o Science,19, 1989, y 21, 1991.

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Esta edición de 1.000 ejemplares se terminó de imprimir 

en septiembre de 2009, en Dell

??, Provincia de Buenos Aires

EQUIPO EDITORIAL | UNQ

Edición: Mónica Aguilar, Raael Centeno

Diseño: Hernán Morese, Mariana Nemitz

 Administración: Andrea Asaro, Fernanda Torres