Colmillos y Todo

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    Resumen A Garret Kane le encanta su bar. Es su bebé. Cuando

    Samuel Harden entra por la puerta y aplica para un trabajocomo portero, Kane está bastante seguro que el hombre esadecuado para el cargo. Una mirada a Samuel y Kane estáseguro, la atractiva montaña de hombre es perfecta para otraasignación, específicamente en la cama de Kane.

    Samuel tiene algunas sorpresas propias, principalmente elhecho de que no sólo tiene colmillos y bebe sangre, tambiénestá en el territorio de otro aquelarre sin permiso. MientrasKane expresa su interés por Samuel, está siendo arrastrado aun mundo que ni siquiera sabía que existía, uno lleno de peligroy traición. Sólo haciendo un trato con un hombre que parece eldiablo en persona Kane puede salvar a Samuel de un destinopeor que la muerte.

    Pero el costo de ese acuerdo ¿Podría ser más del que unsimple humano puede sobrevivir?

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    CAPITULO 1 —Hey Kane, hay un tipo por aquí preguntando por el

    trabajo de portero.

    Kane rodó su cabeza, escuchando el distintivo ruido secode su propio cuello reajustándose. Frotó su nuca y su cuellotratando de masajear el resto de la tensión reunida ahí. A veces

    odiaba ser dueño de un bar. Noches como esta noche eran un ejemplo perfecto.

    Parecía que casi todos los trabajadores que empleaba tratabande llamarlo para reportarse enfermos justo antes del inicio deturno, su entrega semanal de alcohol tenía más de dos horasde retraso y las puertas del bar se abrirían en menos decuarenta y cinco minutos.

    Yahora alguien quería un trabajo.

    —Oye Kane —gritó la voz de nuevo —. ¿Qué quieres que lediga a este tipo?

    Kane abrió la boca para gritar de nuevo una réplicafuriosa, reteniéndola para sí mismo justo a tiempo. Chasqueó laboca cerrada y pasó la mano por sus gruesos rizos, tirando unpoco en los extremos como si pudiera tirar sus preocupacioneslejos con sus dedos.

    Se quedó mirando el montón de facturas y documentossobre su escritorio y sacudió la cabeza. Su mente no estaba eneso.

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    El bar debería abrir pronto y necesitaba recomponerseantes de que sucediera o acabaría golpeando al primerbastardo borracho que lo mirara mal.

    Kane arrojó su pluma sobre la mesa y se levantó. Seríamejor descubrir quién quería verlo antes de iniciar el negocio onunca tendría la oportunidad. Se dirigió a la sala principal,explorando con los ojos inmediatamente el salón y evaluando laforma de las cosas.

    Las puertas aún cerradas.

    Listo.

    La habitación estaba limpia y organizada.

    Listo.

    Precioso musculoso dios del sexo en jeans ajustados.

    Listo.

    Los ojos de Kane se giraron de nuevo al bar. Su miembrose endureció y palpitó contra los confines de sus vaquerosnegros más rápido de lo que nunca lo habían hecho en su vidamientras miraba la notable alta figura de pie en el bar.

    ¡Malditamente caliente!

    Impresionante ni siquiera empezaría a describir al hombre.De pie, sobresalía varios centímetros respecto de los otroshombres en la habitación, haciéndole fácil a Kane que lo viera.

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    Los músculos ondulaban bajo la apretada camisa blancade algodón del hombre, acelerando el pulso de Kane. Supoderoso cuerpo se movía con una gracia sensual que Kane no

    habría esperado en un hombre de su tamaño. Y si sus pantalones abrazaban su culo apretándolo un

    poco más todo el hombre perdería la conciencia por falta deoxígeno en su cerebro. Pero maldición, el culo era el másapretado y redondo culo que Kane había visto jamás. A Kanerealmente le gustaba joder culos como ese.

    Y si añadía esos hombros que parecían tan anchos comoun granero y los músculos gruesos y abultados, Kane sabía queestaba mirando al hombre de sus sueños. Y aún no habíamirado por encima incluso del cuello del hombre.

    Cuando lo hizo, Kane estuvo más allá de aturdido. Noimaginaba que un hombre que tuviera el cuerpo de un diosgriego pudiera tener el rostro de un ángel. Sus labios eranfirmes y sensuales, su suave piel bronceada estirada sobre lospómulos altos.

    Un mechón de cabello rubio aguado le caía sobre lafrente, su cabello claro era un profundo contraste con su pielbronceada. Kane golpeó su dura polla y luego cruzó lahabitación, su mirada puesta en el hombre que le devolvía lamirada con sus ojos verde musgo.

    Estaba tan jodido.

    Y si estaba de suerte, entonces lo estaba el hombre quetenía en su mira.

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    —Garret Kane ¿qué puedo hacer por ti? —Tengo algunasideas que podría sugerir.

    —Mi nombre es Samuel Harden. Estoy buscando trabajo —dijo el hombre, con voz baja y suave y lo suficientementeronca para enviar escalofríos de placer por la espalda de Kane

    —. Tengo experiencia como portero, cantinero de bar ycocinero. ¿Tiene alguna posición disponible?

    Kane ahogó un gemido mordiendo su labio. Esto erademasiado fácil. Flexionó los dedos para no alcanzar a Samuel.Quería arrastrar al gigantesco hombre de regreso a su oficina,doblarlo sobre su escritorio y saber cuántas posiciones podíandescubrir juntos.

    Los ojos de Samuel se estrecharon sobre el labio atrapadoentre los dientes de Kane. Un rubor llenó su rostro y sus ojosparecieron ensancharse sólo una fracción antes de mirar haciaotro lado rápidamente. Kane sonrió, levantando una ceja.

    —Puede que tenga algunas... uh... posiciones en las quequizás te encuentres interesado. —Kane arrastró las palabras.No podía creer la mierda que salió de su boca. Ese fue la peorlínea para un levante, que jamás había escuchado.

    —Uh, se lo agradezco señor.

    ¡Maldición!

    Sólo ¡maldición!

    Kane respiró profundamente y luego al instante deseó nohaberlo hecho.

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    El fuerte olor a sudor masculino y la excitación llenó susfosas nasales. Parecía que había un olor subyacente que seenvolvía en la polla de Kane y lo conducía a la locura. Nunca

    había olido algo tan dulce y sin embargo tan masculino en suvida. Podría embotellar la cosa y hacer millones… si estuvieradispuesto a compartir.

    No lo estaba.

    —Por qué no vienes a mi oficina y podremos hablar. —Erauna afirmación, no una pregunta. Kane no hacía preguntas.Estaba demasiado acostumbrado a dar órdenes y ser obedecidoal instante. Tal vez se le había subido a la cabeza, pero noestaba dispuesto a cambiar eso ahora, ni siquiera por unhombre que parecía sexo en una barra de caramelo.

    Kane giró sobre sus talones y caminó hacia su oficina. Eldulce aroma masculino que lo siguió muy de cerca le dijo que elmagnífico hombre lo había seguido. Esperó hasta que Samuelentró luego cerró la puerta antes de caminar alrededor de sulado de la mesa para sentarse.

    —Toma asiento Samuel.

    Samuel se sentó. Kane notó que sus ojos parecíandescansar sobre él, entonces miraban salvajemente alrededordel cuarto y luego volvían a descansar sobre él. Eso intrigó aKane. Samuel intrigaba a Kane, incluso las botas que cubríansus pies.

    Kane estiró las piernas debajo del escritorio y las cruzó,reflejando la acción con sus manos.

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    —Háblame de ti, Samuel —dijo —. ¿Por qué estásbuscando un trabajo y por qué elegiste mi bar para buscar uno?

    —Sólo necesito un trabajo, señor Kane. —Llámame solo Kane, Samuel.

    El rostro de Samuel se sonrojó de nuevo. Kane encontróesta respuesta interesante para un hombre de la talla deSamuel. Se comportaba con un aire imponente de confianza ensí mismo, pero se sonrojaba tan bellamente. Kane se preguntóhasta qué punto se había ruborizado. Estaba malditamenteseguro de querer descubrirlo.

    Kane no podía recordar la última vez que había estadocautivado por alguien, especialmente alguien que acababa deconocer. Por supuesto, generalmente sabía luego de unosmomentos de conocer a alguien si estaba interesado en ellos,pero no recordaba que alguna vez hubiera estado fascinado aprimera vista.

    —Oh, sí y por favor llámame Samuel.

    —¿Cuántos años tienes Samuel?

    Los ojos del hombre se entrecerraron, sus cejas rubiasoscuras se arrugaron juntas. —Suficientemente viejo.

    —Necesito saber que tienes edad suficiente para cuidar unbar y más aún para estar dentro de uno.

    ¡Maldición! Ahí estábamos de nuevo.

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    El rostro de Samuel se puso rojo brillante cuando seinclinó hacia delante, sacó la billetera del bolsillo trasero delpantalón y sacó su licencia de conducir. Se la ofreció a Kane.

    —Tengo veinte y cuatro años señor.

    Kane tomó la licencia, examinándola cuidadosamenteantes de devolverla. Así que el hombre era unos años más

    joven que él. Bueno, varios años menor que los treinta y ochode Kane, pero no era un menor que pudiera meterse en líos.Kane entregó la licencia de nuevo y vio a Samuel guardarla.

    —Este es un bar Samuel —dijo Kane ante el aspectocontrariado que Samuel le disparó antes de volver a sentarse —.También es mi medio de vida.

    La cabeza de Samuel cayó hacia adelante. —Lo sientoseñor.

    —No hay necesidad de disculparse Samuel. —Kane noestaba dispuesto a pedir disculpas al hombre por proteger loque era suyo —. Espero que entiendas por qué tenía quehacerlo. Puse demasiados años en este lugar como para noverificar la edad de mis empleados.

    —¿Empleados? —Dijo Samuel un poco sin aliento —.¿Entonces obtuve el trabajo?

    Había demasiada desesperación en los ojos verde musgode Samuel para que Kane lo rechazara. Había una historia coneste tipo y Kane quería saber lo que era antes de contratarlo.No quería problemas después.

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    Kane juntó las manos y miró a Samuel por unos instantesantes de responder. —Lo estoy considerando, Samuel, perotodavía quiero saber por qué estás buscando un trabajo en mi

    bar. Samuel se encogió de hombros. —Pensé que un bar es un

    bar, ¿no? Servir bebidas, operar la caja registradora y limpiar alfinal de la noche.

    —Con la mayoría de los bares puede ser cierto. —Kaneconsideró a Samuel por otro instante —. Samuel, ¿sabes quétipo de bar es este?

    Samuel frunció el ceño. —Es un bar de carretera, Samuel.Tenemos de todo, desde granjeros que quieren saciar sussalvajes deseos sexuales hasta motociclistas que buscan unapelea. Se les sirven bebidas, pero también se les esquiva. Ynueve de cada diez veces cuando estás limpiando al final de lanoche, estarás limpiando alcohol, sangre, semen y vómito.¿Crees que puedes manejar eso?

    Samuel al instante soltó una risita. —Sí señor.

    —Si trabajas en la puerta, muchas lagartijas y algúncachondo cuarentón estará tratando de entrar. Van a tratar desobornarte con crack, mala hierba, pollas, coños y lo que creanque puede hacer que los dejes pasar la puerta —Kane se inclinóhacia atrás en su silla, dando ligeros golpecitos con el dedosobre el escritorio —. Preparar comida no es un gran problemaya que aquí sólo se sirven hamburguesas y patatas fritas.

    Vienen de una sola manera, mi manera y no hacemos pedidosespeciales, nunca.

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    Samuel se rio y asintió. —Sí señor.

    — Y realmente necesitas detener esa cosa deseñor,

    Samuel, al menos mientras estamos con otras personas.Cuando estemos solos, puedes llamarme señor todo lo quequieras. De lo contrario llámame Kane.

    Kane pudo ver el asombro del hombre en la forma en quesus ojos se agrandaron y su mandíbula se abrió brevementecon un adorable rubor en sus mejillas y entonces cerró la bocade golpe. Kane estaba comenzando a ver un patrón en la formaen que la cara de Samuel se sonrojaba. Sucedía cada vez queKane mencionaba algo remotamente sexual.

    —Sí señor.

    Sí, este hombre intrigaba a Kane hasta los dedos de suspies. Aun así...

    —¿Por qué estás buscando trabajo Samuel? Creería queun hombre de tu estatura podría encontrar trabajo en cualquierlugar, sin duda en un bar en un mejor barrio. —La cabeza deSamuel volvió a caer. Sólo que esta vez, parecía un poco pálidoen lugar de sonrojado. Kane se inclinó hacia adelantepreocupado —. ¿Samuel?

    —Me despidieron ¿de acuerdo? —Samuel levantó la vista,esa desesperada mirada que Kane vio al principio en sus ojosde nuevo, en sus brillantes profundidades —. Trabajé en ese barpor el lado este por tres años. Nunca había perdido un día detrabajo o me reporté enfermo. Hasta me estaban entrenandopara que yo fuera el gerente de noche. Entonces un imbécil

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    hizo un comentario sobre mi sexualidad, alguien le dijo algo ami jefe y me despidieron.

    La sorpresa hizo que las cejas de Kane se dispararan ensu frente.

    —¿Fuiste despedido porque eres gay?

    Todo el cuerpo de Samuel parecía estremecerse mientrasde repente se ponía de pie. Lanzó una larga mirada llena de iraa Kane y entonces se dirigió a la puerta sin decir una palabra.

    Kane se puso de pie dispuesto a perseguir al hombrecuando un pensamiento lo golpeó. Se dio cuenta por la posturarígida de los hombros de Samuel, que el hombre estabaesperando que Kane dijera algo sobre él. Kane también sabíaque no tenía una sola vibración de gay en su cuerpo. Laspersonas se sorprendían constantemente cuando descubríanque él prefería a los hombres. Quizá Samuel tampoco lo sabía.

    —Samuel —dijo en el tono más severo que podía reunir —.Siéntate. No creo que hayamos terminado nuestraconversación, a menos que, por supuesto, no quieras eltrabajo.

    Las cejas de Samuel se dispararon con sorpresa cuando sedio la vuelta. —¿Todavía me contratarías sabiendo que soygay?

    —No soy un hipócrita Samuel.

    La quijada de Samuel cayó. —¿Eres gay?

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    —Si el fuerte deseo de doblarte sobre mi escritorio y joderte hasta que no puedas caminar significa que soy gay,entonces sí, soy gay. —Sonrió Kane —. Sorprendentemente, he

    sido así desde que tenía quince años y descubrí a Billy Swansonpajeándose en el granero de regreso a mi casa en Nebraska.

    Los ojos verdes de Samuel llegaron a estar tan redondosque dominaban su cara. —¿Tú… tú me quieres follar?

    ¿No podría el hombre ver su propio atractivo?

    Kane caminó alrededor de su escritorio, sin apartar susojos de Samuel hasta quedar directamente frente a él, tancerca que sus pechos casi se tocaban. Sus naricesprobablemente estarían casi tocándose también, si Samuel nofuera varias pulgadas más alto que Kane. Así las cosas, no eramás que la altura correcta para ver la manzana de Adán deSamuel subir y bajar cuando el hombre tragó.

    —Pareces sorprendido Samuel.

    —Sí, supongo que sí —dijo Samuel. Su boca se curvó enuna sonrisa inconsciente —. ¿Realmente eres gay?

    —Me gustaría tener la oportunidad de demostrártelo, perocreo que estás más interesado en un trabajo.

    Los ojos de Samuel se dispararon más allá de Kane,mientras su cara ardía. Inclinó su cabeza ligeramente haciaadelante como si estuviera inspeccionando sus pies. —Supongoque no puedo intentar las dos cosas —murmuró.

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    Kane sintió un deseo inusual de bailar alrededor de lahabitación. Aferrándose a su dignidad de un hilo, levantó lamano y rozó su mano sobre el lado de la cara de Samuel hasta

    que el hombre alzó los ojos para encontrarse con los suyos. —Infiernos, Samuel, soy dueño del maldito lugar. —Kane

    dejó a Samuel ver la sonrisa en su rostro. Oyó a Samuel inhalarcuando su deseo se mostró a través de él —. Me imagino quepuedo hacer casi cualquier maldita cosa que quiera.

    Samuel miró fijamente hacia abajo. El aire alrededor deellos parecía electrizado, la excitación los rodeaba. Si Kanehubiera sido un gato, estaría ronroneando ahora mismo. Así lascosas, quería frotar su cuerpo por todas partes hasta queSamuel estuviera saturado por el dulce olor del hombre.

    Los anchos hombros de Samuel se sacudieron ante elsuspiro. Su cercanía era tan masculina, tan vigorizante queenvió escalofríos de placer a todo el cuerpo de Kane. Se inclinóhacia delante y hundió su cara en los construidos músculos delpecho de Samuel, entonces respiró hondo, gimiendo.

    —Hueles jodidamente bien Samuel.

    —¿Sí?

    Kane inclinó la cabeza hacia atrás y sonrió a Samuel. —Sí. —Las pestañas largas y oscuras de Samuel revolotearon contrasus sonrosadas mejillas.

    Inclinó la cabeza hacia abajo, se detuvo y luego se inclinómás hasta que su nariz se apoyó en la curva del cuello de Kane.

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    La polla de Kane palpitaba contra su cierre mientrasSamuel inhalaba.

    —Hueles bien también —murmuró Samuel, su alientocaliente contra la oreja de Kane.

    Kane sintió las grandes manos de Samuel descansar sobresus caderas, tirando de él hacia delante hasta que sus cuerposse apretaron. El agarre era ligero como si Samuel se dieracuenta de que era un hombre más fuerte físicamente y noquisiera hacer daño a Kane.

    Kane no era tan cuidadoso. Mientras que un gentil amantesiempre se sentía bien, eso tenía un tiempo y lugar. Este no loera. Kane envolvió su mano alrededor del cuello de Samuel yenterró sus dedos en el suave y sedoso cabello de la cabeza deSamuel. Agarró un puñado, tirando hacia abajo la cara deSamuel y reclamó sus labios.

    Kane sintió el pequeño jadeo de sorpresa de Samuel hastael fondo de su cuerpo. Se asentó en algún lugar de sus bolas.Los labios de Samuel fueron negligentes por un momento antesde que el hombre estuviera sometido. Sus labios se suavizarony su boca se abrió más para que Kane entrara.

    Kane quiso remontar la plenitud suave de los labios deSamuel antes de profundizar en el interior, explorando. El besofue cálido, apasionado, tanto como Kane imaginó que Samuelsería si se dejaba ir. Kane sospechaba que había un hombresensual debajo de rígido exterior de Samuel, a la espera de serdescubierto.

    Y planeaba encontrarlo.

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    Sus manos se movieron sobre el cuerpo de Samuel,acariciando suavemente los duros contornos de su espalda yhacia abajo a la cintura de sus ajustados vaqueros. Decidiendo

    que ahora no era el momento para involucrarse demasiado, sesaltó la tentación de meter la mano por la parte de atrás de losvaqueros de Samuel y en su lugar, se trasladó más adelantepara agarrar el culo de Samuel en sus manos a través delgrueso material de algodón.

    Tan alto como Samuel era, estando de pie, Kane tenía laventaja de la altura perfecta. Fácilmente agarró las mejillas delculo de Samuel con las manos y apretó. Kane se alegró cuandooyó un suave gemido proviniendo de Samuel. El hombre selevantó sobre sus talones un poco, aunque nunca dejó la bocade Kane. Sus pollas se frotaron entre sí, Samuel era sólo unpoco más alto que Kane, pero aún era impresionante en ladureza que se apretaba contra él.

    Un rígido dedo acarició la costura de los pantalonesvaqueros de Samuel entre las mejillas de su culo y Kane obtuvoun rotundo gemido y un estremecimiento de todo el cuerpo.

    Ah, sí, este hombre pedía a gritos ser follado. Kane tenía todala intención de hacer precisamente eso una vez que llevara alsolitario hombre a su apartamento arriba de las escaleras.

    Escuchando las voces fuera de la puerta de su oficina,Kane lamentó retirar sus labios de Samuel. Sintió ciertasatisfacción cuando los labios de Samuel trataron de seguir lossuyos. Kane sonrió y deslizó su dedo por los labios de Samuel.

    — Vamos a continuar esta tarde, pero si el ruido exteriores un indicativo, las puertas se abrieron y tenemos que ir atrabajar.

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    —¿Sí?

    Kane no estaba seguro de si Samuel estaba preguntando

    sobre el trabajo o sobre joder. Él decidió que tenía que serclaro en ambos. —Lo que pase entre nosotros y el trabajo en elbar son dos cosas separadas, Samuel. Necesitas saber eso. Norecibirás ningún tratamiento especial porque estás saliendo conel jefe.

    —¿En serio? —Parpadeó Samuel —. ¿Quieres salirconmigo?

    —Hay un montón de cosas que quiero hacer contigo,bebé. —Se rio Kane —. Las citas son sólo una de ellas.

    —Genial.

    Kane se echó a reír de nuevo. Samuel era malditamentedemasiado lindo. Se imaginó que el hombre no quería escuchareso, pero era incluso adorable. Kane realmente no creía que elhombre sabía lo hermoso que era. Tendría que hacer algo alrespecto.

    Un anhelo brilló en los ojos de Samuel que Kane no pudoresistir. Se inclinó y tomó un beso más, deteniéndose en eldulce sabor del hombre en sus brazos antes de alejarse.

    Acarició suavemente un mechón suelto de cabello en la mejillade Samuel.

    —El trabajo primero, el juego más tarde, ¿hmmm,hermoso?

    —Sí, está bien, puedo hacer eso.

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    Oh, tal ansia, tal necesidad. Kane estaba en el cielo y nisiquiera había visto al hombre desnudo todavía. La noche, sinduda estaba mejorando. —Esta noche sólo quiero que me sigas

    a todos lados, que conozcas el lugar. Puedes lanzarte aquí yallá cuando las cosas se calienten. Podemos discutir los detallesmañana.

    —Sí señor.

    Kane gimió. Estaba en un gran problema.

    A Kane le dolían los pies, pero no tanto como los nudillos.Había tirado más de un golpe esta noche y eso lo demostraba.Negó con la cabeza. Hombre, estúpidos aspirantes amotociclistas. Ellos pensaban que eran grandes y malos porquemontaban motocicletas y vestían de cuero. Ellos no sabían unamierda.

    —¿Necesitas un poco más de hielo jefe?

    —No Toby, estoy bien.

    —Me alegro de que te sientas bien porque te ves como lamierda.

    Kane rodó los ojos y extendió la mano empuñada hacia laparte posterior de la cabeza de Toby.

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    Toby se echó a reír y se alejó rápidamente, pero no antesde que Kane oyera un leve gruñido venir detrás de él. Miró porencima del hombro, sorprendido.

    Samuel estaba detrás de él, su labio curvado en unamueca y sus ojos entrecerrados siguiendo a Toby a través delbar. Parecía como si fuera a saltar sobre él en cualquiermomento. Habiendo visto suficiente sangre esta noche, Kaneextendió la mano y agarró el brazo de Samuel. Los gruesosmúsculos se tensaron bajo su mano.

    —Hey bebé, no te preocupes por Toby —dijo Kanemientras empujaba a Samuel cerca de él —. Sólo está haciendoel tonto. No significa ninguna amenaza.

    Samuel tropezó sobre Kane. Luego pareció envolver sucuerpo alrededor de Kane casi en forma protectora. Su cuerpocubrió el de Kane desde atrás, sus brazos alrededor de él,colocándolos sobre el estómago de Kane. Kane se sintióextrañamente reconfortado por el abrazo de Samuel. — Nodebería hacer eso —se quejó Samuel —. Además de que no fueagradable, tú eres el jefe.

    Kane apoyó la cabeza en la curva del cuello de Samuel yse volvió para plantar un pequeño beso en la parte inferior dela barbilla del hombre. —Toby ha estado conmigo desde hacemás de cinco años, Samuel. Se ha ganado el derecho dehacerme comer mierda.

    Los brazos de Samuel comenzaron a aflojarse. —¿Ustedesestán juntos?

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    Kane rápidamente agarró los brazos de Samuel y se lospuso de vuelta alrededor de su cuerpo. —No, cariño, no comoeso. Toby ha estado trabajando para mí durante más de cinco

    años. Nunca ha habido nada entre nosotros, te lo juro. Toby,no es para nada mi tipo.

    Samuel miró al otro lado de la habitación a Toby por otromomento y luego inclinó la cabeza para mirar hacia abajo aKane, su cabeza inclinada hacia un lado como si algo curiosopasara por su cabeza. —¿Cuál es tu tipo? —preguntó.

    Kane podía sentir el ardiente rubor en la cara apretadacontra su frente. Se agachó para acariciar el impresionantebulto en los pantalones vaqueros de Samuel. Sintió que elhombre inmediatamente comenzó a endurecerse. —Tengo unasalvaje sospecha.

    Los brazos de Samuel se apretaron a su alrededor,pequeños silbidos viniendo de sus labios mientras empujabasus caderas hacia Kane. —Maldición, no tienes ni idea de lo quese siente.

    ¿El hombre había experimentado el deseo antes? Samuelparecía estar absorbiendo el toque de Kane como una esponja.Si la mirada firme y enrojecida en la cara de Samuel era algúnindicativo, lo anhelaba más que el aire.

    —¿Estás listo para dejar de ser mi empleado y empezar aser mi amante? — preguntó Kane.

    Los ojos de Samuel se abrieron como platos. Su alientosalió de su boca en un pequeño jadeo. —¿Amante?

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    Kane sonrió al ver la expresión en el ansioso rostro deSamuel. —El bar está cerrado. Toby y Mitch puede limpiar lacasa esta noche.

    Kane se preocupó cuando la ansiosa mirada en el rostrode Samuel desapareció para ser reemplazada por una devacilación. Samuel frunció el entrecejo, las comisuras de suboca vueltas hacia abajo. Sus ojos se posaron lejos de Kane.

    —No seré… no puedo ser un mantenido Kane —dijoSamuel en voz baja.

    Kane se volvió entre los brazos de Samuel hasta que sepresionó pecho a pecho con el hombre —. Oh Samuel, nuncaesperaría que lo fueras. Además, nomantengo amantes.Cuando el bar está abierto y estamos en el trabajo, tú eres miempleado, pero después de estas horas eres mi amante. Eso estodo lo que quería decir bebé.

    A Kane le encantó el rubor que llenaba la cara de Samuel.Estaba empezando a ver cambiar la cara del hombre hastavolverse roja. Eso hizo parecer a Samuel joven e inocente, algoque Kane esperaba que no fuera. Lo que quería de Samuel noera de ninguna manera infantil.

    —Para que lo sepas Kane, no espero un paseo gratis,incluso si nos convertimos en amantes. —Los labios de Samuelse adelgazaron, llegando a ser sombríos —. Quiero trabajar.

    Kane se rio entre dientes. —Oh, vamos a ser amantesbebé, tan pronto como pueda conseguir tu sexy culo en el pisode arriba, pero eso no tiene nada que ver con trabajar en elbar.

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    —¿No crees que podría haber un conflicto? —PreguntóSamuel —. Qué pasa si… y si no me gusta después de quenosotros… quiero decir, no soy muy… no suelo…

    Maldición, Samuel lucía adorable cuando tartamudeaba.Parecía muy nervioso e incómodo, pero al menos trataba deponer su punto. Kane decidió dar al hombre un respiro. Tomóla mano de Samuel y la apretó contra la dura polla en suspantalones.

    —He estado muy duro desde el momento en que te vi depie junto al bar. Si sólo mirarte me puede poner así de duro, nodudo ni por un segundo que tenerte en mi cama va a hacermucho más. —Kane miró alrededor del salón del bar —. Encuanto a tu empleo aquí, estaría más que feliz de firmar uncontrato contigo en que establezcas que no puedes serdespedido si vamos por caminos separados.

    —¿Crees que va a pasar?

    —Honestamente no, pero quiero que estés seguro que louno no tiene que ver con lo otro. Puedo separar mi trabajo y mivida amorosa, Samuel. —Kane arqueó una ceja al hombre —.¿Puedes tú?

    —No lo sé. —Samuel se encogió de hombros, sus enormeshombros moviéndose tranquilamente debajo de la camisa dealgodón —. Nunca ha sido un problema antes.

    —¿Crees que va a ser un problema ahora?

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    Los enormes hombros de Samuel tiraron contra lascosturas de su camisa cuando él se encogió de hombros otravez. La boca de Kane se llenó de agua ante el deseo de

    acariciar con su lengua la piel bajo la camisa de Samuel. —No lo puedo decir Kane. Nunca he estado en esta

    situación antes.

    La mano de Kane se deslizó hacia abajo por el brazo deSamuel y se apretó alrededor de su muñeca.

    —Samuel, no eres virgen ¿verdad? —Kane no se alejaríade Samuel si lo era, pero podría cambiar algunas de las cosasque quería hacer con el hombre, por lo menos al principio.

    La cara de Samuel enrojeció de nuevo mientras agachabala cabeza. —No, pero...

    —¿Pero? —Kane le animó.

    Las cejas de Samuel vacilaron un poco. La calidez de susonrisa se hizo eco de su voz. —Nunca he conocido a nadiecomo tú. No sé si puedo ser lo que tú quieres que sea, darte loque necesitas.

    Kane pensó cuidadosamente sus palabras antes deresponder. No tenía ninguna duda de que Samuel podríacumplir todas y cada una de las fantasías que había tenidosobre el hombre desde que lo conoció y unas pocas que nohabía pensado hasta ese momento. Sin embargo no queríaasustar a Samuel antes de que pudiera probarlo.

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    Kane se echó hacia atrás y miró en los ojos verde musgode Samuel. —Samuel, no hay reglas aquí. Nosotros hacemos loque es correcto para nosotros. Tenemos que llegar a

    conocernos el uno al otro fuera de la cama, pero sin dudaquiero conocerte también dentro de ella. Y de ninguna maneraestoy preocupado de que no puedas darme lo que quiero. —Kane acarició la mejilla de Samuel con el dorso de la mano —.Creo que eres perfecto.

    —¿Sí? —Los ojos de Samuel se iluminaron cuando Kane leterminó de entregar su más grande sueño.

    —Sí.

    —Sí, ok —la voz de Samuel fue un suave murmullo —.Entonces podemos…

    Kane sonrió. —Recuerda lo que te dije bebé. Soy dueñode este lugar. Puedo hacer casi todo lo que quiera.

    Su estado de ánimo de repente parecía vibrante por laemoción y lleno de anticipación. Dio un paso atrás y le dio alcuerpo de Samuel una mirada libertina, degustándolo tantocomo lo hizo la primera vez que lo vio. Samuel era alto yhermoso y totalmente digno de babear. Kane quería hacer unacomida de buffet con él.

    —¿Quieres ir arriba y conocernos mejor? —Ok, eso se oyócomo una mala frase para levantar. Podría también haberlepreguntado a Samuel si quería subir y ver sus grabados… situviera grabados. Realmente necesitaba ser más encantador,porque sonaba como un idiota tratando de recoger su primerchico en un bar.

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    Kane dejó caer la cabeza hacia delante sobre el pecho deSamuel. Tomó un par de respiraciones profundas antes de

    levantar la cabeza y mirar los ojos centelleantes de Samuel. —Sé que sueno como un completo idiota. Tendrás queperdonarme. No he tenido a alguien tan sexy como tú en unlargo tiempo —sonrió —. Realmente me gustaría que subieras ami casa conmigo. Me gustaría llegar a conocerte mucho mejor yluego ver a dónde van las cosas desde ahí.

    Los perfectos dientes blancos de Samuel brillaban con laluz de la barra mientras sonreía. —Creo que eres lindo.

    ¿Lindo?

    Kane no podía recordar ser llamado lindo… sexy, tal vezincluso agresivo, pero ¿lindo? Kane pensó en eso y luegodecidió que no le importaba que Samuel pensara en él comolindo. Tendría que llevarlo haciasexy .

    — Vamos hermoso —dijo Kane mientras se alejaba deSamuel, girando la cabeza hacia su apartamento por encima delbar. No era mucho, básicamente un lugar para dormir cuandono estaba abajo, pero era todo suyo.

    Kane podía oír los pesados pasos de Samuel mientras elhombre se arrastraba detrás de él. Sus ojos nunca dejaron deviajar de vuelta al bulto en los pantalones de Samuel,demasiado intrigado con lo que se escondía detrás de lacremallera del hombre, pero ahora se daba cuenta de queSamuel llevaba botas. Podía oírlas golpeando el suelo demadera con cada paso que Samuel daba.

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    Kane francamente no lo admitiría a nadie, pero tenía unacosa por las botas de hombre. No había nada en el mundo tansexy como un hombre fuerte en un par de botas. Kane no

    estaba muy interesado en el tipo de botas, siempre y cuandofueran botas. Tendría que conseguir que Samuel modelara paraél.

    —¿Samuel? —Dijo Kane por encima de su hombromientras subía las escaleras hacia su apartamento —. ¿Quétamaño de botas usas?

    —Uh, talla quince —respondió Samuel. Kane podía oír laconfusión en su voz —. ¿Por qué?

    ¿Tamaño quince? ¡Malditamente caliente!

    Kane escondió su sonrisa mirando de nuevo a la escalera. —Ninguna razón, sólo curiosidad. —De hecho tan curioso, quele tomó todo lo que era a Kane para no mirar hacia atrás a lospies de Samuel. En su lugar aceleró sus pasos, ansioso portener a Samuel en el interior de su apartamento.

    Le tomó unos instantes llegar a su apartamento, abrir lapuerta y entrar con Samuel. Kane cerró la puerta con llave yluego se apoyó en ella, cruzando los brazos sobre el pecho.Observó la magnífica figura de Samuel mientras lo veía miraralrededor.

    Kane se preguntó lo que Samuel veía. ¿Se nota la limpiezadel lugar a pesar de sus escasos muebles? ¿Vería los libroscuidadosamente seleccionados que Kane había recogido aquí yallá y que se encontraban en las estanterías empotradas a lolargo de una pared?

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    ¿El cuidado de Kane en su sofá de limpio cuero negro o lamesa de centro de madera suavemente pulida le pareceríademasiado femenino?

    Podían parecer pequeñas cosas para la mayoría, pero paraKane, éste era su santuario lejos del mundo. Mantuvo conpocos muebles porque él no necesitaba mucho, sólo un lugarpara retirarse del mundo en general. Sin embargo, seenorgullecía de cuidar lo que él tenía.

    —¿Qué te parece?

    La cabeza de Samuel se balanceó sobre la pila de DVDsque había estado mirando. —Muy agradable. Es mucho mejorque el agujero de mierda en la pared que tengo rentado de miantiguo jefe.

    El interés de Kane se despertó por el descenso repentinode los labios de Samuel. —Samuel, ¿pasa algo malo?

    —¿Qué? Oh, no. —Samuel negó con la cabeza —. Estabapensando en algo.

    —No parece como si fuera algo bueno —Kane se acercóhasta quedar delante de Samuel —. ¿Algo en lo que te puedaayudar?

    —No, es algo que tengo que resolver por mi cuenta. —Loslabios de Samuel temblaron un poco y entonces se curvaron enuna sonrisa —. Pero gracias.

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    CAPITULO 2 —¿Estás seguro?

    —Sí, estoy seguro. —Infiernos, Samuel estaba muyseguro. Esto era algo que tenía que trabajar por su cuenta.Kane no podía ayudarle.

    Samuel no tenía ni idea de lo que iba a hacer. Le habíanpermitido exactamente diez minutos para recoger todo lo quequería llevarse con él antes de ser expulsado de su pequeñoapartamento. En la actualidad, todo lo que había podidoagarrar estaba guardado en un par de cajas de cartón y unamaleta en el apartamento de su amigo Camden. Por suerte,Camden era su mejor amigo y ni siquiera parpadeó cuandoSamuel se presentó en su puerta en medio de la noche.

    Samuel todavía no podía creer que él no sólo habíaperdido su trabajo, sino también su apartamento y todo poruna zorra a la que no le gustó que Samuel le dijera no. Y esoenfureció a Samuel. Debía tener el derecho a decir que no aquien él quisiera. Tener un trabajo y un techo sobre su cabezano significaba que también tenía que renunciar a todo cuandocualquier mujer lo apuntara con el dedo.

    No sólo era una polla. Era una persona, un ser vivo condeseos y necesidades al igual que todos los demás. Ser unmacho fértil no quería decir que estaba disponible para todaslas mujeres dentro de los cincuenta kilómetros del aquelarre.

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    ¿Por qué no podía su padre entenderlo?

    El hombre se había enojado cuando descubrió que Samuel

    era gay, pero había estado incluso más furioso de que Samuelhubiera rechazado una hembra en celo. El hijo mayor, suhermano Jared estaba siendo entrenado para hacerse cargo delaquelarre cuando su padre se retirara. Como segundo hijo, alparecer era trabajo de Samuel preñar a cada mujer fértil que loapuntara con el dedo.

    Correcto, eso no iba a suceder.

    Además del hecho de que Samuel no tenía intención detraer ningún niño al mundo, las mujeres no le provocabannada. Su pene ni siquiera se sacudía cuando la mujer que lodeseaba lo miraba con interés. La única cosa en la que pudopensar al ver sus pechos era que ella tenía que hacer algosobre el hecho de que parecían desafiar la gravedad.

    —¿Quieres un trago?

    Samuel se apartó de la estantería que estaba observandoy miró por encima del hombro a Kane. Maldición, ese hombreera precioso. Kane era unos centímetros más bajo que Samuely definitivamente no era tan musculoso, pero el hombre secomportaba con un aire de confianza y fuerza letal.

    Samuel casi lo imaginaba siendo un alfa. Kane sin dudatenía el aura para serlo con todo el azul oscuro con un tinte decolor rojo en los bordes. El centro era blanco y esa era la únicarazón por la que Samuel había accedido a subir con Kane.

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    Un aura azul significaba fuerza y poder y Kane lo tenía enabundancia. El rojo era la naturaleza salvaje del hombre,diciéndole a Samuel que Kane era posesivo y luchaba por lo

    que creía. No caería fácilmente en una pelea. Era leal ydedicado con aquellos que le importaban.

    El blanco, sin embargo, representaba el alma de Kane, sualma pura. Cualquiera podría tener poder y fuerza y dedicación,pero todavía tendrían un alma tan negra como la muerte. Esaseran las personas que Samuel evitaba como a la peste.

    El aura de su padre había sido blanca alguna vez, peromientras Samuel crecía, había empezado a desvanecerse,volviéndose lúgubre y luego ligeramente gris. En las últimassemanas, se había vuelto gris oscuro y eso asustó a Samuel. Elsiguiente nivel es negro y negro era del todo malvado.

    —Tengo vino, cerveza, refrescos y agua —dijo Kane, sindejar de hablar a través de los pensamientos internos deSamuel —. ¿Qué te sirvo?

    — Agua estaría bien.

    Kane miró perplejo por un momento. —Ok —dijo mientrasdaba la vuelta y caminaba alrededor de la isla desayunador queseparaba la sala de estar de la cocina. Abrió la nevera y sacóuna botella de agua y una cerveza.

    —No eres un gran bebedor —dijo Kane cuando se dio lavuelta y puso ambas bebidas en el mostrador antes de hacerestallar la parte superior de su cerveza.

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    —En realidad no. No creo que haya desarrollado el gustopor eso — Y no quería hacerlo. Beber llevaba a dejar de lado lasinhibiciones y eso lo llevaba a cometer errores que no siempre

    podían ser rectificados en plena luz del día. —Eso no es siempre algo malo. —Kane se rio entre

    dientes mientras caminaba de vuelta alrededor de la mesa y sedirigía hacia el sofá —. Las personas que tienden a bebermucho, no debería estar trabajando en un bar. Ellos tienden abeberse todo el inventario

    Una vez que Kane se sentó, Samuel se acercó a sentarseen el otro extremo del sofá, inclinando su cuerpo para que suespalda estuviera contra el brazo del sofá y quedara frente aKane. Maldición, realmente le gustaba la forma en que elhombre se veía.

    —Eso suena como la voz de la experiencia.

    La esquina de la boca de Kane se curvó hacia arriba. — Asíes. He estado en el negocio el tiempo suficiente como parasaber que ser un alcohólico y trabajar en un bar no son doscosas que deben ir juntas. He perdido más de un empleado deesa manera.

    —¿Cuánto hace que eres dueño de este lugar? —Samuelestaba desesperado por saberlo todo acerca de Kane, cadabocado de información.

    —Parece que desde siempre, pero en realidad sóloalrededor de ocho años. Mi hermano era dueño del lugar antesque yo, pero murió hace varios años y lo heredé —Kane se riode repente, lo cual era extraño teniendo en cuenta que

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    acababa de hablar acerca de su fallecido hermano —. Deberíashaber visto el lugar entonces. Fue una inmersión real.

    Samuel sonrió. —Parece que lo has hecho bien. —Es mi hogar. Me encanta estar aquí. Por supuesto, no

    me importaría si algunos de los clientes nunca regresaran, peroen general están bien. La mayoría de ellos está simplementebuscando un lugar para pasar un buen rato y relajarse. Escuando los verdaderos idiotas aparecen que tenemosproblemas.

    Samuel recordó algunas de las peleas del bar que habíatenido esta noche e hizo una mueca. —¿Estuvieron aquí estanoche?

    —Oh no. —Inhaló Samuel bruscamente cuando Kane serio. La diversión del hombre hizo que sus ojos brillaran con lavida y algunas de las líneas de tensión en su rostro sesuavizaran —. No, lo que has visto esta noche es la multitudregular. Los cabrones por lo general sólo aparecen una vez almes más o menos.

    —Bien, me advierten, ¿eh? Me gustaría saber en quientengo que mantener un ojo.

    —No te preocupes, cuando este grupo se presenta, todoslos frentes están cubiertos. Asigno dos porteros a las puertas yotros dos en el salón. Me gusta mi bar de una sola piezadespués de salir y se necesita de mucha gente paramantenerlos en línea.

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    —¿Por qué les permites entrar al bar si tienen tantosproblemas?

    Los labios de Kane se apretaron. Acercó la botella decerveza en su mano hasta sus labios y bebió un trago antes debajarla de nuevo a su regazo. Samuel tenía la idea de que Kaneestaba tratando de formular una respuesta.

    —Primero, el hombre a cargo de estos idiotas siemprepaga por los daños en el lugar. Segundo, beben como los pecesy eso aumenta mis ganancias. Y tercero no creo que realmenteme tomarían en serio si les dijo que se larguen.

    —¿No puedes simplemente prohibirles la entrada?

    —No. —Los suaves oscuros rizos castaños de Kanerozaron su mejilla mientras negaba con la cabeza —. Tengo unacuerdo de largo tiempo con el hombre que mantiene a losneandertales en línea. Si rompo el acuerdo, podría traer a suschicos y destrozar el lugar y luego no pagar por los daños.

    La boca de Samuel se abrió. —¿Te está amenazado?

    —No con esas palabras exactas, no, pero tenemos unaespecie de entendimiento. Miro hacia otro lado cuando suschicos son bulliciosos y él paga por los daños y perjuicios. Noson realmente tan malos, pero pueden empezar con sus cosassi otros se interponen en su camino. La gente local sabemantenerse alejada cuando Fallon y su grupo están por aquí.

    Samuel estaba un poco sorprendido. Kane tenía unapresencia intimidante.

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    No podía imaginar que el hombre se echara para atrásante nadie. ¿Pero qué sabía él? Él no podía enfrentarse a supropio padre.

    Samuel se dio cuenta de que era débil. Lo habíaaveriguado hace mucho tiempo. No le gustaba ninguna clase depelea. Siempre le hacían un nudo en el estómago. Preferiríahablar del asunto antes de lanzar un golpe. Su único problemaera que la mayoría de la gente esperaba que fuera violentodebido a su tamaño.

    Esperaba que Kane no se sintiera de esa manera.

    —¿Te gusta ser dueño de un bar? —preguntó Samuel,sólo para escuchar a Kane hablar un poco más. Estaba bastanteseguro de poder escuchar al hombre hablar todo el día. Kanepodría ser más pequeño que él, pero tenía una voz profundaque lo distinguía de cualquiera que Samuel hubiera conocido.

    —Si.

    Samuel inhaló suavemente cuando Kane sonrió. Toda lacara del hombre se iluminó y tomó todo lo que Samuel teníapara no inclinarse hacia el hombre. La ola de lujuria que estababarriendo a través de él le hizo sentirse mareado.

    —¿Qu… qué es lo que te gusta de eso?

    —No me gusta trabajar para alguien más, eso es seguro.Tengo un pequeño problema con las figuras de autoridad, encaso de que no lo hayas notado.

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    Samuel se rio entre dientes. No podía imaginar a Kanesometiéndose ante nadie, mucho menos a un superior. —Supongo que puedo ver eso.

    —También me gusta saber que mi trabajo es lo que memantiene vivo. Puse mi sangre, sudor y lágrimas en este lugar.Es mío, todo mío. Ni siquiera tengo un préstamo bancario sobreél. Todas las ganancias que se hacen van justo de regreso albar y no tengo que responder a nadie por las decisiones quetomo.

    —Debe ser agradable —Samuel no podía recordar notener que responder por cada pequeña cosa que hacía. Nisiquiera podía concebir el no tener que reportarse a alguien.

    —¿Qué hay de ti bebé? —Preguntó Kane —. ¿Qué te gustade trabajar en un bar?

    Samuel se encogió de hombros y bajó los ojos. No sesentía cómodo llamando la atención sobre él. —Soy bueno eneso, supongo. La gente en general tiende a no joder conmigo.

    —Por supuesto, la otra cara de la moneda era que todo elmundo esperaba que ser grande significara ser intimidante. Eragrande, pero eso era todo.

    No podía intimidar a un ratón.

    —¿Alguna vez has querido hacer algo más?

    —Nunca he pensado mucho en eso. —No le importabatrabajar en un bar. Le gustaba trabajar y trabajar por la nocheera aún mejor para él.

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    Sólo quería que alguien lo viera como algo más que unmusculoso cabeza hueca. Había más para él que abultadosmúsculos y un puño pesado.

    Samuel inhaló rápidamente cuando Kane dejó la botella decerveza sobre la mesa y empezó a arrastrarse a lo largo delsofá de cuero hacia él. Cuando Kane lo alcanzó, tomó la botellade agua de la mano de Samuel y la puso sobre la mesa junto asu cerveza.

    Y luego volvió toda su atención en Samuel.

    Samuel apenas podía respirar. El ardiente deseo en losojos de Kane era algo que Samuel nunca había visto, al menosno en su dirección. Él no era virgen, pero nunca había tenido anadie mirándolo como Kane lo estaba haciendo ahora. Samuelse sentía como si el hombre deseara devorarlo.

    —Kane —susurró.

    —Basta de hablar Samuel —dijo Kane mientras acariciabasu rostro en la curva del cuello de Samuel —. Quiero llegar aconocerte mejor, pero ahora mismo, quiero conocer tu cuerpo,cada condenado centímetro de él.

    —Ok —graznó Samuel.

    Los ojos de Samuel se cerraron cuando sintió la lengua deKane lamer el lado de su cuello. El latido de su corazón erarápido y no era capaz de obtener suficiente aire en suspulmones. Samuel dejó caer su cabeza contra el sofá y le dio aKane un mejor acceso a su garganta. Era un gesto que nuncahubiera hecho normalmente, pero se sentía correcto con Kane.

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    Gimió cuando Kane se aprovechó de ese movimiento yprocedió a lamer y mordisquear su piel. El hombre en él segloriaba en cada pequeña lamida. El vampiro en él estaba

    aullando de placer en cada mordisco. Samuel sabía que era sumiso. Fue una de las cosas que

    hizo su vida tan difícil. Con su tamaño, debería haber sido unDom por lo menos. No lo era. Deseaba tener a alguien másfuerte a quien someterse.

    Y aunque Kane podría no saber exactamente lo queestaba haciendo, Samuel sentía como si desnudara su gargantapara Kane, admitiendo para sí mismo y para Samuel, que Kaneera el de mayor rango. Ahora bien, si Kane lo jodiera al mismotiempo, Samuel estaría en el cielo.

    —Kane —susurró Samuel —. Por favor.

    —Oh sí, bebé —murmuró Kane contra su piel —, dime loque quieres.

    —Tú —Samuel gimió. No podía creer que estabamendigando, pero no podía evitarlo. Si Kane no lo jodía pronto,Samuel estaba bastante seguro de que se marchitaría ymoriría —. Jódeme Kane.

    —Quítate la camisa bebé —dijo Kane mientras se inclinabahacia atrás y se arrodillaba sobre sus rodillas por encima deSamuel.

    La lengua de Samuel casi se le cae de la boca cuandoKane azotó su camisa sobre su cabeza y la arrojó a un lado.

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    Oh hombre , Kane podría no ser grande y musculoso comoSamuel, pero tenía apretados músculos en todos los lugarescorrectos. Samuel tenía un fuerte deseo de lamer cada

    centímetro del paquete de seis de Kane. Y el pequeño sendero de cabello oscuro que conducía

    desde el ombligo de Kane hacia el sur, por debajo de la cinturade sus pantalones vaqueros rogaba por ser seguida. Antes deque Kane pudiera moverse hacia atrás, Samuel se sentó ybuscó la cremallera de los pantalones vaqueros de Kane. Sucorazón martilleaba en su pecho mientras lentamente bajaba lacremallera y revelaba la polla más maravillosa que había vistonunca.

    Samuel pasó la lengua por los labios, sufriendo por tenerel largo y duro eje entre sus labios. Comenzó a llegar a ellacuando la mano de Kane en su muñeca se lo impidió. Elcorazón de Samuel se heló en su garganta. Sus ojos semovieron hacia arriba. ¿Había hecho algo malo?

    —Camisa, Samuel.

    Camisa. Correcto

    Samuel agarró los bordes de su camisa y la sacó porencima de su cabeza. La dejó caer en el suelo y volvió a mirarla gruesa polla que quería adorar con su boca. Se lamió loslabios otra vez, esperando no tener que mendigar. Pero lo haríasi tenía que hacerlo.

    —Kane.

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    Kane agarró la base de su pene. Samuel tragó saliva alver los dedos del hombre alrededor de su gruesa polla. Sabíaque Kane se estaba burlando de él cuando el hombre acarició

    toda la longitud de su pene un par de veces, empujando haciaadelante en su mano.

    —¿Es esto lo que quieres, cariño?

    Samuel asintió. Estaba más allá de las palabras en esemomento. La humedad en su boca amenazaba con derramarsey gotear por la barbilla.

    —Quítate los pantalones, Samuel, pero quédate con lasbotas.

    Samuel parpadeó hacia Kane por un momento. Sesorprendió al ver un ligero rubor llenar la cara de Kane. Noestaba seguro de lo que venía, pero no estaba dispuesto ahacer preguntas cuando Kane estaba mirándolo como si fueraun vaso de agua en medio del desierto.

    Samuel se movió de debajo de Kane y se levantó.Rápidamente se bajó la cremallera de los pantalones y losempujó hacia abajo por las piernas. Tomó un poco de trabajoconseguir quitárselos con las botas puestas, pero una vez quelo logró, dejó caer los pantalones en el suelo y se volvió haciaKane.

    El hombre estaba recostado en el sofá, acariciandolentamente su pene desde la raíz hasta la punta. Sus ojos seestaban comiendo vivo a Samuel. Y él estaba desnudo de losdedos de los pies hacia arriba.

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    Samuel no se dio cuenta cuando se desvistió, aunque legustaría haberlo notado. Mirar a Kane quitándose la ropa habríasido un placer.

    —De rodillas, Samuel.

    ¡Oh infierno sí!

    Samuel se puso de rodillas delante de Kane y se deslizó lomás cerca del diván que pudo. Kane cubrió sus piernas sobrelos hombros de Samuel y las extendió de par en par. Samuelcasi se tragó la lengua cuando la gruesa polla de Kane sebalanceó justo en frente de su cara. ¿Habría algo que se vieramás sexy?

    Samuel lentamente levantó los ojos para encontrarse conlos de Kane. Los mantuvo fijos mientras lentamente bajaba lacabeza y envolvía la erección de Kane. Las gotas de líquido pre-seminal que explotaron al instante a través de su lenguasacaron un largo y necesitado gemido de Samuel. El sabor deKane era diferente a todo lo que había probado nunca. Sabíaque si no tenía cuidado, podría fácilmente convertirse en adictoal sabor del hombre.

    Envolviendo sus labios alrededor de la cabeza de la pollade Kane, Samuel comenzó a chupar. Se llenó de júbilo cuandoKane gruñó mientras tragaba al hombre hasta la parte posteriorde la garganta. Podría no ser bueno en un montón de cosas,pero Samuel sabía que era bueno en dar mamadas. No teníareflejo nauseoso, gracias a su genética única. Samuelprácticamente podía desencajar la mandíbula.

    —Chúpame, Samuel —gruñó Kane —. Justo así.

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    Samuel era bueno en seguir instrucciones. Infiernos, eraun jodido experto. Y recibir órdenes de un hombre como Kanesólo le daba más ganas de seguirlas. Tenía una innegable

    necesidad de complacer a Kane, de darle lo que quisiera. Samuel volvió a tragar saliva y entonces comenzó a

    bombear el duro eje de Kane desde la cabeza, hacia arriba yhacia abajo. Deseaba, necesitaba la semilla de su amante en laboca. Se agachó a su lado y comenzó a rodar las bolas de Kaneen la palma de su mano.

    Suavemente masajeó los delicados sacos mientras movíasu lengua por la rendija de la polla de Kane y erarecompensado con el endurecimiento del cuerpo del hombre.

    Samuel le acarició los rizos nervudos antes de lamer sucamino hasta la polla completamente dura y chupar la cabezahinchada saboreando el pre-semen de Kane. A medida quetragaba, Samuel sintió una mano en la cabeza y miró haciaarriba para ver a Kane mirándole, sus ojos llenos de deseo.

    —Se siente tan bien, cariño —murmuró Kane.

    Alentado por la alabanza de Kane, Samuel chupó másduro, moviendo la cabeza de arriba abajo. Chupó y tragó hastaque con un fuerte rugido, la liberación de Kane inundó suacogedora boca. Samuel tragó todo lo que el magnífico hombretenía que ofrecer y continuó succionando suavemente, aúncuando Kane se suavizó, reacio a soltar la carne en su boca.

    Samuel dejó lentamente caer de su boca la polla de suamante y sonrió hacia el saciado hombre.

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    Estaba duro y caliente y le dolía tanto que pensó que selastimaría, pero la mirada de satisfacción en el rostro de Kanehizo que todo valiera la pena.

    —Quiero que te recuestes al lado del sofá, Samuel.

    Samuel tragó saliva mientras la lujuria caía sobre él comoun tambor.

    —Sí señor.

    Oyó gemir a Kane cuando se puso en pie y se acercó alborde del sofá, colocándose él mismo sobre el brazo del sofá.Cuando Kane se levantó y se colocó detrás de él, Samuelextendió sus piernas lo más lejos que pudo.

    —Sabía que tenías un buen culo cuando te vi en el bar,Samuel —dijo Kane mientras acariciaba con la mano el culo deSamuel —, pero no tenía ni idea de que eras así de perfecto.

    Samuel comenzó a temblar cuando oyó el chasquidosuave de una tapa abriéndose. Un momento después sintió losresbaladizos dedos de Kane moverse entre las mejillas de sutrasero. Se estremeció ante el frío lubricante, pero sabía que seiba a calentar muy pronto.

    Sintió una leve presión de la punta de los dedos de Kanecontra su tembloroso agujero. Samuel se quedó sin alientocuando sintió el empuje del dedo de Kane en él. Se apretócontra el borde del sofá cuando el anillo del apretado músculose tensó con la invasión. Samuel se empujó hacia abajo en ellargo dedo de Kane, tratando de prepararse para más.

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    Gimió cuando los dedos de Kane se movieron entre suculo, estirando su apertura forzando el ingreso de otro dígito.Kane presionó todo el camino de vuelta y empujó de nuevo,

    follando a Samuel con sus dedos con cortos golpes. Samuel casino podía respirar por el placer que corría a través de su cuerpoa la velocidad de la luz mientras Kane le estiraba.

    —¿Te gusta eso Samuel?

    —Síííí —susurró Samuel.

    Le encantaba jodidamente. Le encantaría más si Kanereemplazaba sus dedos por su polla. Había visto lo grande queera Kane y quería que esa polla monstruosa golpeara su culohasta que no pudiera caminar en línea recta.

    La mano libre de Kane exploraba los huecos de la espaldade Samuel, su tacto firme y diestro. Poco a poco, la mano deKane se movió hacia abajo, rozando el costado del cuerpo deSamuel sobre la cadera, donde sus dedos se clavaronprofundamente.

    — Yo te voy a joder ahora Samuel —dijo Kane —. ¿Estáslisto para mí?

    En lugar de responderle verbalmente, Samuel arqueó lascaderas y abrió los muslos más ampliamente, alentando a Kanepara que lo tomara. Gimió en voz alta con el placer eróticocuando sintió la dura polla de Kane acariciando las mejillas desu trasero. Estaba más que listo para ser follado. Lo necesitabamás que cualquier cosa que alguna vez hubiera necesitado ensu vida.

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    Samuel era plenamente consciente de la dureza del muslode Kane rozando el suyo. Era consciente de cada movimientoque hacía Kane. Con un gruñido profundo, Kane quitó los dedos

    del culo de Samuel y presionó su polla contra la apretadaentrada. La pasión golpeó la sangre a través del corazón deSamuel, su pecho y su cabeza cuando Kane lentamente sehundió en él.

    Esto no fue lento, romántico o cariñoso. Era caliente,apasionado y salvaje. Kane agarró las caderas de Samuel ycomenzó a pistonear hacia adelante y hacia atrás casi alinstante, enterrando completamente su polla en el culo deSamuel una y otra vez.

    Un chorro de hambriento deseo corrió en espiral a travésde Samuel cuando sintió a Kane morder su cuello. Sabía queiba a tener un rastro de enrojecidas marcas estropeando supiel, pero en vez de enojarse con el simple acto de posesión, unprofundo sentimiento de paz inundó a Samuel.

    Quería las marcas de Kane en su cuerpo.

    Su cuerpo comenzó a vibrar con fuego líquido cuando lamano de Kane serpenteó entre sus cuerpos resbaladizos por elsudor y el esfuerzo y envolvió su polla bombeándola con fuerza.Los ojos de Samuel se cruzaron, su cabeza cayó y gritó elnombre de Kane mientras se corría duramente. Su semillarecubrió la mano de Kane y el sofá por debajo de él mientras suclímax sacudía su tonificado cuerpo.

    Kane aceleró sus movimientos. Se balanceó hacia delantey hacia atrás, profundo en el cuerpo de Samuel.

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    Después de varios golpes duros y, frenéticos, Kane echóhacia atrás la cabeza y con un grito primitivo del nombre deSamuel, su semilla inundó el aún tembloroso cuerpo de Samuel.

    El corazón de Samuel se desbordó con amor y angustiacuando el cuerpo de Kane cayó sobre el suyo. Sabía en loprofundo de su alma que Kane no había sentido la mismaconexión que él había sentido. Para Kane, era simplementesexo. Para Samuel, fue la alteración de su mundo entero.

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    CAPITULO 3 —¿Samuel no ha llegado todavía, Toby?

    —No jefe —dijo Toby mientras secaba un vaso —. No lo hevisto desde anoche a la hora de cierre.

    Kane casi gruñó mientras daba la vuelta y salía por el

    pasillo hacia su oficina. No había visto a Samuel desde la nocheanterior tampoco. Después de un sexo alucinante, Kane habíapensado que se acurrucarían en la cama por un rato.

    Se había equivocado.

    Samuel se había lanzado por la puerta segundos despuésde que se hubiera vestido con sus pantalones con unamiserable excusa sobre la necesidad de un cambio de ropa yuna ducha. Se había ido antes de que Kane lo supiera.

    Y Kane había ido a la cama solo.

    Kane entró a su despacho y cerró la puerta tras él. Agarróuna botella de whisky del aparador junto a la puerta y se sirvióun trago. Sabía que no debía beber tan temprano. Afueraapenas había oscurecido. Necesitaba algo para calmar susnervios.

    Se sentía utilizado.

    Era tan simple como eso.

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    Samuel le había dado la experiencia sexual más intensa desu vida y luego se había marchado a las montañas tan rápidocomo sus botas talla quince se lo permitieron. Kane no sabía si

    sentirse insultado de haber sido botado antes de que algo máspudiera pasar entre él y Samuel o agradecido por haberesquivado una bala.

    Era obvio que Samuel tenía algunos serios problemassobre compromiso y francamente Kane no necesitaba ese dolorde cabeza. Tenía un bar para dirigir. No tenía por qué estarsuspirando por un chico que no sabía lo que realmente queríaen la vida.

    No, era mejor de esa forma.

    Y si Kane pudiera convencerse de eso, estaría bien. Pordesgracia, su polla parecía tener otras ideas. Cada maldita vezque pensaba en follar a Samuel otra vez, se ponía tan duro quedolía. Infiernos, se ponía duro pensando en Samuel. Ni siquieranecesitaba estar jodiéndolo.

    El hombre era una amenaza, claro y simple. Estabainterfiriendo en el trabajo de Kane porque Kane no podíapensar en nada más, excepto en Samuel. Ni siquiera había sidocapaz de dormir más de unas pocas horas porque estaba muypreocupado por el hombre.

    Sabía que Samuel había perdido su último trabajo porqueera gay y por lo que Samuel le había dicho, su apartamento erapropiedad de su antiguo jefe. No hacía falta ser un genio paradarse cuenta de que Samuel había perdido probablemente suapartamento, así como su empleo.

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    Así que ¿dónde había dormido la noche anterior?

    ¿Había sido Kane sólo uno más en la larga lista de

    hombres que Samuel había conquistado con la esperanza deencontrar un lugar donde dormir? ¿Todo eso que dijo acerca deno querer ser un mantenido era una sarta de mentiras demierda?

    Los dedos de Kane se apretaron alrededor de la copa ensu mano. Tenía ganas de tirar el vaso contra la pared yescucharlo romperse en mil pedazos. Lo haría si tuviera aalguien más para limpiar el desorden.

    Además, dejar que su temperamento saliera de él, nuncaera una buena idea. Kane tenía un temperamento enorme yuna vez que se liberaba, la gente salía herida. Había aprendidomuy temprano en la vida a estar siempre en control.Probablemente era por eso que le gustaban tanto los hombressumisos, para poder controlarlos.

    Y Samuel había sido perfecto.

    Kane gruñó cuando oyó un suave golpe en la puerta de suoficina. —¿Quién es?

    —Samuel, señor.

    Kane golpeó su copa sobre el aparador y cruzó lahabitación para abrir la puerta de un tirón. La ira que lo recorríaante la vista de la hermosa cara de Samuel era casi más de loque podía manejar.

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    Kane hundió los dedos en el marco de la puerta paraevitar alcanzar al hombre y darle una buena sacudida mientrasdemandaba saber qué infiernos estaba pasando.

    —¿Sí?

    Samuel tragó saliva y palideció, sus ojos mirando a lolejos. —Sólo quería hacerte saber que estaba aquí —dijoSamuel vacilante.

    —Debidamente anotado —Kane golpeó la puerta en lacara de Samuel y regresó a su vaso. Bebió el contenido de unsolo trago. En el momento en que lo colocó en la parteposterior del aparador de cristal, el temperamento de Kanecomenzó a enfriarse. Volvió a colocar el tapón en la botella dewhisky y luego se volvió y se acercó a la silla detrás delescritorio. Se dejó caer en la silla y dejó caer su cabeza entresus manos.

    La ira enconada dentro de él comenzó a drenarse poco apoco, siendo sustituida por la expresión del rostro de Samuelcuando le había cerrado la puerta en la cara. Kane sintió laculpa apoderándose de él por la angustia que eso habíaencendido en los ojos verde musgo de Samuel.

    Está bien, tal vez había exagerado. No podía evitarsentirse utilizado por Samuel. El hombre era asustadizo, inclusoKane pudo ver eso. Pero había sido tan suave como pudo habersido y Samuel había huido de él.

    Eso hizo que Kane se sintiera como un monstruo.

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    Cerrar la puerta en la cara de Samuel probablemente nohabía ayudado con su caso. Kane sabía que tendría que pedirdisculpas, incluso si eso no llevaba a Samuel de regreso a su

    cama. El hombre merecía más que eso de él. Kane hizo una mueca mientras se levantaba y salía de su

    oficina. Sus ojos recorrieron el interior del bar mientras sedirigía al salón principal, en busca de Samuel. Cuando no lo vio,Kane volvió a mirar a Toby, quien seguía secando vasos.

    —¿A dónde se fue Samuel?

    Toby se encogió de hombros. —No lo sé jefe. Salió deaquí como si sus botas estuvieran en llamas.

    —¡Maldición! —Kane pasó la mano por sus rizos, agitacióny enojo creciendo de nuevo. Ya nunca tendría la oportunidad depedir disculpas a Samuel o tratar de convencerlo de queestaban bien juntos. Infiernos, dudaba de que alguna vezvolviera a ver a Samuel de nuevo.

    ¿Y por qué eso hacía que el pecho doliera tanto?

    —He oído rumores de que Fallon y sus muchachosvendrán esta noche.

    —¡Jodidamente perfecto! —Kane dejó caer sus manos alas caderas e inclinó la cabeza hacia atrás para mirar hacia eltecho. —¿Cualquier otra buena noticia que tengas para míToby?

    —Milly llamó reportándose enferma de nuevo.

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    Kane rodó los ojos. Milly siempre estaba llamando parareportarse enferma. Si no fuera por el hecho de habertrabajado aquí cuando su hermano era el dueño del lugar y

    porque tenía un hijo que cuidar, Kane la habría despedido haceaños.

    —¿Qué fue esta vez? —Preguntó Kane —. Otro dedo delpie aplastado.

    —No, Jason fue enviado a casa desde la guardería congripe.

    Kane frunció el ceño. —¿Necesitan algo? —podía tenerproblemas con Milly llamando para reportarse enferma todo eltiempo, pero le gustaba el hijo de Milly, Jason. El muchachoacababa de cumplir cuatro y era muy travieso, en el mejor delos casos.

    — Voy a llevarles un poco de sopa más tarde esta noche —dijo Toby y luego sacudió su dedo hacia Kane —. Entonces,sopa de pollo está en el menú de esta noche. Estoy haciendouna enorme olla.

    — Averigua si Jason necesita algo más, medicinas ocualquier cosa.

    —Lo haré jefe.

    Kane no estaba muy contento con la forma en que Milly sehacía cargo de su hijo. Sabía que Milly amaba a Jason, perotendía a ser un poco descuidada a veces. Toby y Kane tratabande asegurarse que Jason estuviera bien cuidado, a pesar de lasprotestas de Milly.

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    —Si Samuel vuelve, dile que quiero verlo en mi oficina —dijo Kane cuando se volvió y regresó a su oficina —. Y coloca losobjetos frágiles lejos. Si Fallon y sus muchachos están llegando

    esta noche, quiero minimizar los daños tanto como sea posible. —¿Quieres que llame a un guardia de seguridad?

    Kane se frotó la parte de atrás de su cuello. Ya podíasentir la tensión formándose en sus rígidos músculos. —Sí, esopodría ser una buena idea. No estoy seguro de si Samuel va avolver o no. — Y Kane odiaba admitir eso. Esto hizo que el doloren su pecho fuera aún mayor.

    Maldición, realmente necesitaba superar esteenamoramiento que tenía con Samuel. Estaba claro que Samuelno estaba interesado en algo a largo plazo con Kane. Haríamucho mejor si simplemente se olvidaba de Samuel yencontraba a alguien más para calentar su cama.

    Tal vez eso era lo que iba a hacer. Chicos y chicas,siempre estaban ofreciéndose a él cuando entraba en el bar.Kane no sabía si era por el hecho de ser el dueño del lugar o sipensaban que era atractivo. Ahora mismo no le importaba. Sólonecesitaba a alguien para limpiar el recuerdo de la noche quehabía pasado con Samuel.

    El resto de la noche de Kane pasó malditamente bastanterápido. Fallon y su grupo habían aparecido unas pocas horasdespués de que el bar fuera abierto. Kane había pasado lamayor parte de la velada tratando de mantener el bar en unasola pieza. Había tirado más de un golpe y probablementearrojaría más hasta la hora de cierre del bar. Pero al menoshabía encontrado una salida para su agresión.

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    Hacia el final de la noche, las cosas comenzaron acalmarse. Kane sabía que ese grupo de Fallon no estababorracho porque nunca se emborrachaban, incluso si bebían

    como un pez. Ellos simplemente disfrutaban relajándose. Kane tomó una botella de buen whisky de detrás del bar y

    dos copas y luego se dirigió al otro lado de la habitación a lacabina que Fallon siempre ocupaba cuando estaba ahí. Sedeslizó en el reservado y sirvió dos vasos de whisky,entregándole uno a Fallon y tomando el otro para sí mismo.Kane se bebió el líquido ámbar en un largo trago.

    — Yo no creo que fuese tan malo esta noche, Kane.

    Kane hizo una mueca mientras se servía otro vaso. —No,los chicos estuvieron muy bien esta noche. No destruyeron casitanto como yo esperaba —Se rio ligeramente mientras seencontraba con la mirada del otro hombre —. No debería costarmás de unos pocos cientos de dólares.

    Fallon frunció el ceño metiendo la mano en su bolsillo ysacando un fajo de billetes. Tomó varios billetes de cien dólaresy los golpeó hacia abajo sobre la mesa. Kane negó con lacabeza mientras tomaba el dinero y lo guardaba en el bolsillo.No tenía ni idea de dónde obtenía Fallon su dinero, pero elhombre estaba cargado. Nunca estaba corto de efectivo.

    — Así que, si no fue mi gente, entonces ¿qué es lo que tetiene tan deprimido?

    Kane soltó un bufido. Como si fuera a compartirlo conFallon .

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    — Ah, problemas de hombre.

    Los ojos de Kane se estrecharon. — Yo no dije eso.

    —No tenías que hacerlo —dijo Fallon —. Está todo escritoen tu cara.

    Jodidamente perfecto.

    —Sí, bueno, olvida que alguna vez lo viste.

    Fallon y Kane tenían un acuerdo sobre sus visitas al bar.Eso no los hacía camaradas o incluso amigos. Eran socios denegocios, en una especie de extraño modo. Kane no iba adecirle al hombre una maldita cosa. A Kane no le gustaba laforma en que Fallon le estaba mirando fijamente. — Amigo, dejade mirarme. Es escalofriante.

    Fallon se rio y quitó los ojos de encima. —Necesitasrelajarte Kane. Vas a tener un ataque al corazón si sigues así.

    Kane rodó los ojos. —Estoy seguro de que esto temantendrá despierto por la noche —Fallon se encogió dehombros, pero no dijo nada.

    Kane agitaba el whisky alrededor de su vaso mientras serecostaba en la cabina. — Así que ¿cómo van las cosas en elnegocio de la banda de motociclistas?

    —Ocupado.

    —Estoy seguro.

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    —¿Cómo va el negocio de bar?

    Kane miró por encima del bar y sonrió. Había unos pocos

    locales que habían sido lo suficientemente valientes como paraentrar al lugar con los hombres de Fallon en el interior, perosólo unos pocos. Los hombres de Fallon estaban bebiendo en elbar, acurrucados en las cabinas, en la pista de baile y jugandoal billar, haciendo todo los que hacían los clientes habitualescon excepción del mobiliario roto y las botellas de cervezarotas.

    —Nunca he estado mejor.

    —Me alegra oír eso.

    —Entonces —dijo Kane mirando de nuevo a Fallon —, ¿cuánto tiempo hasta que los veamos a todos de nuevo?

    —En realidad, debemos estar en la ciudad por unos días.Tengo algunos asuntos a tratar aquí y mis chicos necesitan unlugar para quemar un poco de vapor. Espero no te importe.

    No era una pregunta y Kane lo sabía. — Voy a llevar lacuenta. Puedes pagar cuando te vayas.

    —Siempre lo hago.

    Kane señaló con el dedo a Fallon. — Y esa es la únicarazón por la que permito que tus bárbaros estén aquí.

    Fallon sonrió. — Yo también te quiero Kane.

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    Kane abrió la boca para decirle a Fallon que podía irse alinfierno cuando oyó una aguda inhalación. Se volvió para ver aSamuel de pie, con la cara pálida. Kane miró fijamente, sin

    saber si estaba viendo lágrimas en los ojos de Samuel o si eraun reflejo de la luz.

    —Samuel, que…

    Samuel se había ido antes de que Kane pudiera terminarsu pregunta. Kane gruñó y se deslizó fuera de la cabina. Vio aSamuel corriendo hacia la puerta, pero sólo porque el hombreera muy alto. Kane corrió tras él.

    Antes de que Samuel pudiera llegar hasta la puerta, seestrelló contra un par de los hombres de Fallon que estabandiscutiendo por la máquina de discos. Las palabras fuerondichas, pero Kane no podía oír por encima del ruido del bar. Sinembargo estaba seguro de que fueron palabras de enojocuando uno de los hombres de Fallon tomó a Samuel por elcuello y lo golpeó contra la pared junto a la puerta.

    Kane rugió. Empujó a la gente quitándola de su caminomientras corría por la habitación y saltaba sobre el tipo quehabía clavado a Samuel en la pared. No le importaba si el tipoera un miembro de la pandilla de Fallon. Nadie ponía las manossobre Samuel.

    Kane se echó hacia atrás, dispuesto a meter su puño en lacara del chico que sostenía a Samuel, pero antes de quepudiera dar el golpe, alguien le agarró por detrás y le hizo girara su alrededor. Kane gruñó y se preparó para luchar contraquien fuera que lo había agarrado.

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    Hizo una pausa, pensando mejor esa idea cuando vioFallon ahí de pie. Puede que no tuviera ningún problema enpelear contra uno de los hombres de Fallon, pero no estaba tan

    seguro de que quisiera enredarse con Fallon en persona. Elhombre era incluso más grande que Samuel.

    —Fallon…

    —¿Cuál es el significado de esto, Ranz? —gritó Fallon.

    Ranz tiró a Samuel hacia adelante y lo empujó haciaFallon. —Está fuera de su territorio.

    ¿Uh?

    Kane frunció el ceño y bajó lentamente el puño. Estabaconfundido y eso sólo se agravó cuando Fallon agarró a Samuelpor el cuello y lo atrajo hacia sí. Algo profundo dentro de él seliberó cuando Fallon se inclinó y olisqueó la piel de Samuel. Ungruñido profundo comenzó en la garganta de Kane, queamenazaba con entrar en erupción.

    —¿Quién eres tú? —espetó Fallon cuando se echó haciaatrás.

    —Samuel Harden.

    —¿El muchacho de Terrence Harden?

    Samuel asintió con la cabeza tanto como pudo teniendoen cuenta que gran parte de la mano de Fallon todavía estabaenvuelta alrededor de su garganta.

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    —Estás un poco fuera de tu territorio, ¿no es así,muchacho?

    Kane juró que podía oír tragar saliva a Samuel desdedonde estaba. —Sí señor —le susurró Samuel.

    —Este es mi territorio —gruñó Fallon —. No te di permisopara estar aquí.

    —No señor —respondió Samuel.

    —Necesitas irte —Fallon lanzó a Samuel y retrocedió. Losojos de Samuel parpadearon hacia Kane por un momento antesde asentir.

    —Sí señor —Había tanta tristeza en la voz de Samuel queKane casi sintió que las lágrimas acudían a sus propios ojos yeso lo hizo enojar, por Samuel y por sí mismo. Él no era unllorón.

    — Ahora, esperen un maldito minuto —espetó Kane —.Este es mi bar y si…

    —¡No! —Gritó Fallon agarrando a Kane por la garganta ylevantándolo del suelo —. No te inmiscuyas en cosas de las queno sabes nada, Kane. Déjalo en paz.

    Los ojos de Kane se abrieron como platos y una espina demiedo se deslizó por su espalda, no por el agarre que Fallontenía sobre él, sino por el gruñido salvaje que podía oírllenando el espacio a su alrededor y hacía que la habitación sesilenciara.

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    Cuando volvió la cabeza para mirar, no estaba muy segurode lo que estaba viendo. Era Samuel, pero no era él. Parecíahaber crecido varios centímetros, los músculos de su cuerpo

    cada vez más grandes hasta el punto de que su camisa serasgó por las costuras. Largas garras afiladas habían surgido dela punta de sus dedos y dos colmillos muy blancos colgabansobre su labio inferior.

    Kane frunció el ceño mientras miraba a Samuel. —¿Quéeres?

    Samuel pareció perder vitalidad justo ante sus ojos. Sutamaño se redujo de nuevo a su normal de seis pies con cuatroy los músculos que habían sobresalido de su camisa se habíanreducido de tamaño. Las garras de la mano de Samuel sedeslizaron de nuevo en sus manos y los colmillos que colgabansobre el labio se retrajeron.

    Samuel miró a Kane durante un largo rato y luego tiró sucabeza hacia atrás. El estruendo que provenía de Samuel eratan desgarrador que Kane se estremeció con aprehensión.

    Antes de que pudiera cuestionar a Samuel, el hombre se dio lavuelta y salió corriendo del bar, desapareciendo en laoscuridad.

    —¿Cómo lo conociste? —preguntó Fallon.

    Kane volvió la mirada desconcertada de la puerta vacíahacia Fallon.

    —Es uno de mis gorilas.

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    —¿Desde cuándo? —preguntó Fallon mientras cruzaba losbrazos sobre el pecho, mirando tan imponentemente comopudo y eso decía mucho. Fallon se veía imponente como el

    infierno en un buen día. Este no era un buen día. —Él no estaba aquí la última vez que vine a la zona.

    Kane miró a Fallon por un momento, confundido en sumente y entonces recordó dónde estaba y quién era. —No terespondo a ti, Fallon. Este es mi bar. Puedo contratar a quienme dé la real gana y no hace falta que te lo explique.

    Fallon arqueó una ceja castaño oscura. —Ranz —dijo,nunca apartando la mirada de Kane.

    —Estoy en eso.

    Kane se quedó con la mandíbula abierta mientrasobservaba a los hombres de Fallon limpiar el bar de clientes yempleados en menos de cinco minutos. No sabía si iba a serretenido o si le iban a sacar la mierda. Sin embargo sabía queesto no le gustaba. Este era su bar.

    —Fallon, tú y sus hombres tienen que salir y no volver —Kane señaló hacia la puerta —. Ya no eres bienvenido en mi bar.

    —¿Es eso cierto? —preguntó Fallon.

    Kane de repente sintió que acababa de cometer el mayorerror de su vida. Miró a su alrededor para descubrir que cadamiembro de la banda de Fallon lo rodeaba.

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    Kane no era de ninguna manera un cobarde y habíaestado en algo más que su parte justa de peleas, pero inclusoél no era lo suficientemente fuerte como para luchar contra los

    cinco grandes y musculosos motociclistas. Sí, estoy jodido.

    —Te advertí que no te metieras en cosas de las que notienes conocimiento Kane —dijo Fallon cuando empezó acaminar de ida y vuelta frente a Kane —, pero simplemente noquisiste escuchar. Ahora voy a darte el conocimiento que tantopareces querer.

    Fallon hizo chasquear los dedos y uno de sus hombres seadelantó. La confusión que Kane había estado sintiendo seconvirtió en aprehensión. Levantó las manos y retrocedió hastaque se quedó justo tocando otro cuerpo. Kane se sacudió y segiró. Su corazón empezó a tronar en el pecho cuando Ranzsonrió hacia él.

    No era una sonrisa agradable. — Ahora, mira, esto no es…

    —¡Silencio!

    Los ojos de Kane se abrieron más ante las duras palabrasde Fallon. Poco a poco se volvió para ver a Fallon de pie detrásde él. Un hombre que había sido despojado de sus ropasestaba justo al lado de Fallon, completamente desnudo. Kaneestaba bastante seguro de que no era una buena cosa.

    Kane estuvo positivamente seguro que no era una buenacosa cuando el hombre que estaba junto a Fallon comenzó acambiar de la misma forma en que Samuel lo había hecho.

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    Antes de que Kane pudiera preguntar qué infiernos estabapasando, algo crujió en el aire. Su mandíbula cayó cuandolargas garras afiladas surgieron de las manos del hombre y dos

    colmillos perfectamente blancos se deslizaron hacia abajo sobreel labio inferior del hombre.

    —Este es el conocimiento que se te oculta, Kane —dijoFallon mientras salía de detrás de él —. Tu hermano sabía denosotros, pero no mucho. Siento tener que decir que él muriópor su conocimiento, asesinado por alguien que intentabatomar el control de mi territorio. Es por eso que nunca se tedijo. Tenía la esperanza de evitar que tuvieras la misma suerte.

    Kane oyó las palabras de Fallon, pero no tenían muchosentido ante la vista de lo que estaba frente a él. Poco a poco,el cuerpo del hombre cambió y se hizo más grande hastaconvertirse en algo no del todo humano de pie en medio delbar de Kane. Había un aire de peligro sobre el hombre, como sipudiera llegar a más y arrancar la garganta de Kane sin siquieragastar un solo gramo de energía.

    — Ahora, ¿sabes por qué es importante que yo sepa quienestá en mi territorio?

    Kane se lamió los labios y apartó la vista del hombre paramirar a Fallon. —¿Pueden todos ustedes cambiar así?

    —Podemos.

    — Y, ¿mi hermano sabía de esto?

    Fallon asintió. —Sí.

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    Kane estaba... algo. No estaba seguro de qué. Aturdido nisiquiera empezaba a describir los sentimientos que loinundaban en este momento. Se sentía como si estuviera de pie

    en un cuarto lleno de aliens o algo así. —¿Cómo?

    — Algunos creen que es una maldición —dijo Fallon —.Otros creen que es un regalo de los dioses. Nadie está muyseguro de cuál es su causa. Sólo sabemos que somos lo quesomos. Hemos nacido de esta manera, aunque no sabíamossobre la capacidad de transformarnos hasta que llegamos a lapubertad y cambiamos por primera vez.

    —Ustedes son como los hombres lobo, o ¿algo así? —elhombre observándolo desde el centro de la habitación noparecía exactamente un hombre lobo, pero tampoco se veíacomo si no lo fuera. Era alguna cosa entre hombre y lobo.

    —No, no somos hombres lobo. Los hombres lobo son unmito, una leyenda de Hollywood —dijo Fallon —. Somoscriaturas de la noche que necesitan sangre para sobrevivir.Somos una especie única que ha existido durante siglos, desdela época romana. Podemos transformarnos en otra forma, peroes sólo una forma más grande y más letal de lo que ya somos.

    Kane se volvió cuando oyó un ruido y vio como la criaturase transformaba de nuevo en un hombre. Ver la transformaciónera imponente y aterrador como el infierno. Kane no podíadescubrir si se sentía intrigado o muerto de miedo.

    —Necesito un trago —dijo Kane —, uno grande.

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    Kane parpadeó sorprendido cuando un vaso de líquidoámbar fue colocado en su mano. Se encogió de hombros y tiróel whisky en su garganta. El vaso fue de nuevo llenado al

    segundo que lo bajó de sus labios. Después de lo que acababa de ver, ni siquiera Kane se

    desconcertó cuando fue llevado a la cabina de Fallon y sesentó. Sólo engulló el whisky y luego hizo un gesto por más.Después de dos vasos más, finalmente pensó que ya habíatenido suficiente para hacer frente a lo que iba a ocurrir acontinuación.

    — Así que, ¿ahora qué? —Preguntó Kane mientras mirabaal otro lado de la mesa en Fallon —. ¿Tienes que matarme ahoraque sé lo que eres?

    —Esperaría que no —dijo Fallon —. Pero, si eso es lo quedeseas, puedo ver que se haga.

    —No. —Kane rápidamente negó con la cabeza —. Soypartidario de continuar respirando.

    — Y seguirá siendo de esa manera, siempre y cuandomantengas el secreto.

    Las cejas de Kane se alzaron. —¿A quién se lo diría? —Susojos se abrieron más —. Infiernos, ¿Quién me creería?

    —Necesito saber cómo el hijo de Terrence Harden llegóaquí, Kane.

    —¿Por qué?

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    —Terrence Harden es el alfa de su aquelarre. Su territorioestá cerca de aquí.

    —¿Es el qué? — Alfa de su aquelarre.

    —¿ Aquelarre?

    —Terrence Harden es un vampiro. Es el alfa de suaquelarre, el líder, así como yo soy el alfa de mi aquelarre. Ycomo yo soy el alfa de este territorio, cualquiera que no sea demi aquelarre que entra en mi territorio es visto como unenemigo. La presencia de Samuel aquí podría ser vista como unacto de agresión en contra de mi aquelarre.

    Kane gimió dejándose caer contra el respaldo del asiento. —¿Samuel es una de esas criaturas?

    —Sí, lo es —sonrió Fallon —. Y somos llamados vampirosKane, o por lo menos los vampiros como ustedes nos conocen.Bebemos sangre para sobrevivir, aunque también necesitamosalimento humano para sostenernos. No podemos salir a la luzdel día, aunque podemos comer ajo. Y el agua bendita sólo nosmoja. No nos hace derretir. Somos más rápidos, más fuertes yun infierno entero de mucho más malos que cualquier humanoque hayas encontrado.

    —¡Joder! —Kane se pasó la mano por la cara. ¿Había jodido con un vampiro? Un frío temor repentino le llenó. ¿Seconvertiría en vampiro por haber jodido con Samuel? Sus ojosmiraron de repente a Fallon —. ¿Esta cosa es contagiosa?

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    —¿Contagiosa?

    —Sí ya sabes, ¿me puedo contagiar? —Preguntó Kane —.

    ¿Voy a convertirme en un vampiro o algo así? —No lo creo. —Los ojos de Fallon parpadearon a uno de

    los hombres de pie junto a la mesa por un momento antes devolver a Kane —. Nunca he oído hablar de un caso de alguiencontagiándose. O naces con eso o no lo eres.

    Kane dejó escapar un profundo suspiro de alivio. Noquería convertirse en un vampiro chupa sangre. No estabapreparado para algo así. No estaba seguro de que nunca loestuviera. Infiernos, ni siquiera le gustaban las agujas. La cosacompleta de la sangre estab