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COMENTARIO A LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL VERBUM DOMINI DE S.S. BENEDICTO XVI (30 DE SEPTIEMBRE DE 2010) JOSÉ LUIS MORALES CHAVEZ

Comentario a la Verbum Domini

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A la exhortación postsinodal de S.S. Benedicto XVI sobre la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia.

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COMENTARIO A LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

VERBUM DOMINI DE S.S. BENEDICTO XVI (30 DE SEPTIEMBRE DE 2010)

JOSÉ LUIS MORALES CHAVEZ

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Comentario a la Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini de S.S. Benedicto XVI (30 de septiembre de 2010)

La Palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos (1 Pe 1,25).

La Iglesia está llamada a oír religiosamente la Palabra de Dios y proclamarla con fidelidad. De modo que obedece a las palabras de san Juan cuando dice: Les anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se manifestó a nosotros; lo que hemos visto y oído se los anunciamos, a fin de que también ustedes tengan comunión con nosotros y nuestra comunión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn 1, 2-3). Esta misión que ha sido confiada a la Iglesia resulta grandiosa. Y es por ello que continuamente debe proponer y profundizar la genuina doctrina acerca de la Revelación y su transmisión.1

Por tal motivo, el Papa Benedicto XVI ha presentado la Exhortación apostólica postsinodal sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia: Verbum Domini (30 de septiembre de 2010).

Hay que comenzar diciendo que la Verbum Domini está en perfecta continuidad con la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación (Dei Verbum) del Concilio Vaticano II. La exhortación, sin embargo, profundiza en algunos elementos de la Constitución que han sido un dejado de lado. Sobre todo en lo que se refiere a la exégesis bíblica y en la consideración de la Sagrada Escritura tanto como Palabra humana como Palabra Divina.

Este documento aparece después de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebró en el Vaticano del 5 al 26 de octubre de 2008, y que tuvo como tema La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia . La Exhortación consta de tres partes: I. Verbum Dei (nn. 6-49); II. Verbum in Ecclesia (nn. 50-89); III. Verbum mundo (nn. 90-120). Finalmente cierra con una conclusión (nn. 121-124).

Durante la exhortación, el Papa hará hincapié en el papel fundamental de Dios Padre, fuente y origen de la Palabra, así como la dimensión trinitaria de la revelación.

1. La Palabra de Dios (Verbum Dei): Dios se nos da a conocer como misterio de amor infinito en el que el Padre expresa desde la eternidad su Palabra en el Espíritu Santo. Por eso, el Verbo, que desde el principio está junto a Dios y es Dios, nos revela al mismo Dios en el diálogo de amor de las Personas divinas y nos invita a participar en él (VD 6). Mediante dos textos joánicos: “En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (...) y la Palabra se hizo carne” (Jn 1,1.14); y “Dios es amor” (1Jn 4,16), Benedicto XVI pretende subrayar la naturaleza de la Revelación: es la autocomunicación de Dios en la persona de Jesucristo que busca el encuentro con el hombre para hacerlo así participar de la naturaleza divina (DV 2).

1 Cfr. DV 1

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Para que la Palabra divina sea comprensible debe hacerse humana. Desde este paradigma ha de entenderse la Sagrada Escritura, en la que está expresada esa Palabra con un lenguaje humano, pero que no deja por ello de ser Palabra divina, aunque usemos esta expresión de una forma analógica y solamente de esta forma. La Palabra entra en el tiempo y se expresa con forma o lenguaje humano.

En este proceso comunicativo de Dios, en esta sinfonía de la Palabra (VD 8), donde Jesucristo se manifiesta como la Palabra de la nueva y eterna alianza (VD 12). El misterio pascual de Cristo atestigua que la Palabra de Dios se hizo carne, historia humana.

La acción del Espíritu Santo es fundamental para entender correctamente la naturaleza de la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios, pues, se expresa con palabras humanas gracias a la obra del Espíritu Santo. De aquí resulta con claridad que no se puede comprender el sentido de la Palabra si no se tiene en cuenta la acción del Paráclito en la Iglesia y en los corazones de los creyentes (VD 16).

Es por todo esto que se redescubre la importancia de llevar a cabo una correcta hermenéutica bíblica. Sería erróneo tratar a la Biblia simplemente como palabra humana, por muy bella que sea y por muy elevados que sean los sentimientos que suscite. Es constante el peligro de la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exegesis más amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en una determinada concepción filosófica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados.2 En el camino hacia una hermenéutica auténtica y plena tenemos una ayuda inestimable en los Padres de la Iglesia, cuya teología está centrada en el estudio de la Sagrada Escritura en su totalidad, en una búsqueda incesante de la fe que expresa.

2. La Palabra en la Iglesia (Verbum in Ecclesia): La palabra de Dios es viva y eficaz (Hb 4, 12), sin embargo, hay muchos que no tienen la posibilidad de acoger esa Palabra. ¿Cómo hacer participes a los demás de esa inmensa gracia? Los textos clave de esta segunda parte de la exhortación son: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. Pero a cuantos le recibieron les dio la potestad de ser hijos de Dios (...). Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (...). Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia por gracia” (Jn 1,12.14.16).

La Palabra nos encuentra en un lugar privilegiado que es la Iglesia. Es la Casa de la Palabra. En el acto litúrgico, la Palabra de Dios va acompañada por la íntima acción del Espíritu Santo, que la hace operante en el corazón de los fieles (VD 52). Hay una conexión especialísima entre Palabra de Dios y Eucaristía: La Palabra de Dios se hace sacramentalmente carne en el acontecimiento eucarístico. La Eucaristía nos ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica el misterio eucarístico (VD 55).

2 FR 55

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Se recuerda la importancia del Leccionario y de la proclamación de la Palabra y del ministerio de lectorado, insistiendo sobre todo en la preparación de la homilía. Ésta última ha de prepararse por estas preguntas: ¿Qué dicen las lecturas proclamadas? ¿Qué me dicen a mí personalmente? ¿Qué debo decir a la comunidad, teniendo en cuenta su situación concreta? (VD 59); de modo que sirva para ayudar a que los fieles descubran la presencia y la eficacia de la Palabra de Dios en el hoy de la propia vida.

3. La Palabra para el mundo (Verbum mundo): No se puede llevar la Palabra al mundo de cualquier forma, sino que antes ha de ser escuchada, leída, interiorizad a y vivida, con la ayuda del Espíritu Santo y la guía de la fe de la Iglesia. No se trata solo de estudiarla, sino de rezarla y de testimoniarla con la propia vida. He aquí un gran reto de la Iglesia, del que todos los bautizados debemos sentirnos responsables, desde el Papa hasta el último de los laicos (VD 94).

A Dios nadie le ha visto jamás: El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer (Jn 1,18). Y del mismo modo que hemos recibido la Buena Nueva, debemos transmitirla a los demás. Ya que al alba del tercer milenio, no sólo hay todavía muchos pueblos que no la han conocido, sino también muchos cristianos necesitados de que se les vuelva a anunciar persuasivamente la Palabra de Dios (DV 96). Porque la Palabra de Dios llega a los hombres “por el encuentro con testigos que la hacen presente y viva” (VD 97).

La idea es que no deben limitarse a “divulgar” la Escritura, sino a vivir de la Escritura (VD 109-110), para que ésta se convierta en motor y vehículo eficaz para introducir a todos los hombres en ese diálogo con la Palabra eterna, y hacerles así partícipes de la comunión de amor que ofrece a todos los hombres.

En la conclusión el Papa reitera la exhortación a todos los cristianos a "esforzarse para tener cada vez más familiaridad con la Sagrada Escritura" (VD 121). Además de exaltar la figura de María. Ella es madre del Verbo de Dios y madre de la fe, imagen por excelencia de la lectio divina, Mater Verbi et Mater laetitia. María ha cooperado en el misterio de la Encarnación, y por eso es para nosotros paradigma insuperable de relación fecunda entre Iglesia y Palabra de Dios, tanto en la actitud de escucha orante como en la generosidad del empeño por la misión y el anuncio.

María es modelo y arquetipo de la fe de la Iglesia, modelo de comprensión de la Escritura, modelo de identificación con la Palabra (VD 28).

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BIBLIOGRAFÍA

BENEDICTO XVI, Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini (30 de septiembre de 2010)

JUAN P ABLO II, Carta encíclica Fides et ratio (14 de septiembre de 1998)

DOCUMENTOS COMPLETOS DEL CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II