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República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior
Escuela de Artes Escénicas de la Universidad de Los Andes
Mérida - estado Mérida
Compartir imaginario- Comprometidos con los sentidos.
Joolver Cárdenas C.I.: V-20394067
Para el actor resulta de vital importancia cuando está en escena encontrarse en un
estado alerta y expectante que mantenga una apertura total de su persona hacia la recepción
de los estímulos a través de los sentidos. Estos estímulos tienen diferentes orígenes, provienen
ya sea del entorno, de otro actor o en todo caso de la imaginación. El desarrollo de la
capacidad imaginativa es uno de los principales pilares en la formación del actor. En muchas
ocasiones el actor debe entregarse totalmente a los estímulos que cree él mismo con su
imaginación, tal es el caso del ejercicio al cual nos enfrentamos en clase. Este ejercicio,
caracterizado por el desarrollo de un compartir imaginario con los compañeros, nos obligó a
usar nuestra imaginación y nuestra memoria sensorial para revivir los estímulos que producen
normalmente en nosotros los alimentos que consumimos. Bajo las instrucciones del profesor
cada uno de nosotros comenzó a visualizar el alimento que se suponía debía tener en frente,
en mi caso fue una botella de refresco, una vez que logramos esto comenzó el compartir y por
supuesto la lucha por el desarrollo de nuestra capacidad imaginativa. Yo, particularmente,
trataba de percibir la forma, el color, la temperatura e incluso la textura de lo que –gracias a
mi imaginación- sostenía en mis manos. El vaso de plástico imaginario que llevaba a mi boca
lleno de gaseosa tocaba suavemente mis labios para luego dejar caer el líquido y así
permitirme captar su sabor. Valiéndome de mi memoria utilicé mis recuerdos de experiencias
previas con el refresco –lo cual no fue mi difícil ya que en la clase anterior había bebido un
poco- para sentir su sabor dulce y a la vez la temperatura y el burbujeo del gas. Fue entonces
cuando decidí tratar de compartir con mis compañeros mi alimento en esa búsqueda de
verosimilitud, unos aceptaron y otros no. Poco a poco fui adaptándome a la comida
imaginaria, a tal punto que comencé a disfrutar del compartir como si fuese real, charlaba
con mis compañeros, nos reíamos, estábamos viviendo un verdadero momento de compartir
sin que existiesen elementos físicos para hacerlo, el compartir era un compartir de sensaciones
y objetos imaginarios que nos permitían revivir nuestra niñez, una de las etapas más
imaginativas de nuestra vida y que considero muy útil recordar a la hora de situaciones como
la que estábamos viviendo. Posteriormente el profesor comenzó a incorporar elementos
imaginarios que ocasionaban un punto de giro en el devenir de nuestro compartir, el primero
de ellos fue una supuesta bandeja llena de tragos (alcohol) la cual recibimos abiertamente. Fue
así como de repente nos encontramos bebiendo y escuchando cantar a una de nuestras
compañeras, para mí ese fue uno de los momentos más reales del ejercicio, escuchar su canto
relajante y apasionado creo que nos transportó a todos a esa realidad alterna que juntos
estábamos creando, en mi caso, podía ver fácilmente los tragos de cada uno en sus respectivas
manos. El segundo punto de giro introducido por el profesor fue un poema, el cual tuve el
honor de leer, un poema que por cierto no tenía nada de coherencia con la situación, así que
terminé haciendo el papel de incoherente, pero no por eso el compartir se detuvo, todos
habíamos llegado a un estado en el que nos hallábamos dispuestos a los cambios y a aceptar lo
que llegara, creo que acostumbrarnos a usar estímulos provenientes de nuestra imaginación
exclusivamente nos predispone para una mejor recepción y acción-reacción para con los
estímulos que sí son reales, al menos eso fue lo que a mí me sucedió en este ejercicio.