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aOoc =)00c ^WS^ QUÍMICO PRÁCTICO mmm m ANÁLISIS QUÍHIU ^ CaUdrétko de ampliación de la Química inorgánica en ¡a Facultad de Fihsofl , ^ ^e la Vniffersidad Central, Doctor en Farmacia^ Profesor del Gabinete de Física a. I ¡ I S,M,, eaf^Aegente agregado de la Facultad de Farmacia de esta corte, Regente en X Química y Miembro corresponsal de la Sociedad de Farmacia de París. V e i B A PUBLICADA BAJO LA PBOTECCIOÜ BE SS. M. ó MADRID: KM AeOAIIO, IMPRESO» DE GAHAMA BE S. M. X SU EEAL CAÍA. 30Cr: ;:•—OOc 8 i-íl

COMPENDIO ANÁLISIS QUÍMICO - Ramon Torres

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^ W S ^ QUÍMICO PRÁCTICO

mmm m ANÁLISIS QUÍHIU ^

CaUdrétko de ampliación de la Química inorgánica en ¡a Facultad de Fihsofl , ^ ^e la Vniffersidad Central, Doctor en Farmacia^ Profesor del Gabinete de Física a. I ¡ I S,M,, eaf^Aegente agregado de la Facultad de Farmacia de esta corte, Regente en X

Química y Miembro corresponsal de la Sociedad de Farmacia de París. V

e iBA PUBLICADA BAJO LA PBOTECCIOÜ BE SS. M.

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MADRID: KM AeOAIIO, IMPRESO» DE GAHAMA BE S. M. X SU EEAL CAÍA.

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QUÍMICO PRÁCTICO

mmm m ANÁLISIS OÜÍIIIICA

m 1 mm^ m ^amism T<ü/asi;s m-aivvA i ÜVIÍM¿^ Caíedrátko de ampliación de la Química iiijrs,ániía en la Uni^-enidad Cettiraí, Docior en Farmacia, Profesor del Gabinete de Física de S. M., ex^Rcgente agregado de la Facultad de Farmacia de eUa corte, Regente en. Química y Miembro corres"

ponsal de la Sociedad de Farmacia de París.

OBR* PUBLICADA BAJO LA PROTECCIÓN DE SS. MH.

MADRID: POR AGUADO, IMPRESOR DE CÁMARA DE 8. H. í DE SU REAL CASA.

1852.

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r VJUANDO con la historia en la mano examinamos niosóficamente las fases por que ha pasado España desde el imperio de Carlos V hasta el dia, no podemos menos de comparar nuestra situación presente a la de aquellas familias que, habiendo desplegado en su origen una actividad y acierto prodigiosos para encumbrarse hasta la cüspide del poder y la grandeza, pierden después de generación en generación, y á consecuencia de un criminal abandono ó mal tino en los negocios domésticos cuanto llegaron á alcanzar sus antepasados con heroicos esfuerzos y constancia.

Hay sin embargo una consideración que nos consuela en medio de tan triste pero exacto paralelo; y es que, hallándose nuestro pais en un estado de infancia, respecto de otros gastados ya en el sentido del progreso material, nos será muv fácil lograr una regeneración pronta y completa', sa-h A ® "Í® y utilizar directamente en prove

cho de nuestra patria, todas las ventajas procla-niadas como de utilidad incontestable por la infa-

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VI

Hble experiencia de millones de hombres. Lo cual equivale á decir, que estarnos en el caso de ahorrar un tiempo y capital considerables invertidos por otros en penosos ensayos: solo tenemos en cambio, la incomodidad de servirnos de las mejoras conseguidas por las demás naciones.

En prueba de que no vamos descaminados en nuestro juicio, podemos citar esa intima persuasión que tenemos todos los españoles, de que nuestro pais cambiará completamente de aspecto el dia en que se vean concluidas las vias férreas y las canalizaciones comenzadas y en proyecto.

Nosotros, que hemos tenido ocasión de aprender, durante nuestra comisión en el estrangero, la grande influencia que ejercen en la civilización de un estado los medios rápidos de comunicación, ya porque llevan los adelantos y cultura de una capital á un departamento aislado, ya porque facilitan y estienden el cambio recíproco entre diferentes provincias, ó bien en fin (y este es el objeto mas importante y providencial) porque hacen posible este mismo cambio entre las distintas naciones, ünico medio de conseguir ese justo é indispensable equilibrio, sin el cual no puede haber paz ni ventura durables entre la familia humana; nosotros, repetimos, no solamente abrigamos igual creencia, sino que vamos aún mas lejos en estas esperanzas, y examinando con detenimiento la naturaleza de nuestro suelo, nos afirmamos en la convicción adquirida, de que si los gobiernos saben conducir nuestra atrasada nación en el sentido que mas la convenga, está muy próxima para España la época de la regeneración por tanto tiempo ansiada; siendo mas que posible que recobre

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vil

en menos de medio siglo toda su antigua gloria é importancia.

Pero si en lugar de guiarla con acierto, semejante al padre que dirije á su hijo por la carrera para que tiene mayores facultades, se obstinan, por ignorancia ó amor propio, en contrariar su natural tendencia, haciéndola industrial, por ejemplo, en vez de agrícola y ganadera, todo el impulso dado será estéril, convirtiéndose el objeto civiuzador de nuestras locomotivas y vapores, en mero ruido y recreo: afortunadamente es muy sencillo el medio de evitar tal conflicto; basta para ello, en primer lugar, hacer un estudio profundo de la índole del país, á fin de esplotarle en el sentido que ofrezca mayor riqueza; y en segundo, protejer y dar un impulso especial á las ciencias de aplicación inmediata, que puedan ser poderosos auxiliares para alcanzar en su dia el objeto apetecido.

Manifestadas de una manera breve nuestras creencias relativamente á la situación actual y porvenir de España, nada nos será mas fácil que justificar la publicación de esta obrita: en efecto, inútiles serian todos los esfuerzos del mundo para hacernos adelantar con rapidez por la senda de la civilización, sin el apoyo de aquellos ramos del saber humano que, por" su carácter particular, son los únicos que crean, reforman y engrandecen las artes y \a industria, fuentes de toda prosperidad. En una palabra; no hay progreso posible, en ningún sentido social, sin la cooperación de la química y la física. Lean nuestros hombres de estado, nuestros altos personages políticos las cartas que sobre las ventajas de la química ha escrito el

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Tin inmorlal filósofo alemán Liebig, y verán que nos sobra razón en cuanto consignamos.

Si esto es cierto, no puede menos de serlo también la conveniencia y basta la necesidad de ir popularizando dichas ciencias, tan indispensables ya por tantos conceptos, para que puedan proporcionar á nuestra patria todos los recursos que atesoran, en'la época en que esta tenga las mejoras necesarias para recibirlos; y para probar que no estamos abogando subterfugiamente por un interés personal, vamos á citar un ejemplo palpitante, entre infinitos que podríamos enumerar, en justificación de lo que decimos.

Que España es una de las naciones de Europa mas favorecidas por la Providencia respecto á la grande abundancia y escelente calidad de sus vinos, nadie lo pone en duda; pero tampoco hay quien deje de conocer que, á escepcion de dos ó tres provincias, Andalucía y Cataluña, por ejemplo, en la generalidad del territorio se fabrican aún ios vinos, poco mas ó menos, como en tiempo de Noé. Pues bien; desde ahora anunciamos que el dia en que sean rápidas y espeditas las comunicaciones en nuestro suelo, uno de los beneficios mas grandes para el pais será el resolver el siguiente problema: hallar con el auxilio de la química un medio industrial, poco costoso, para mejorar la fabricación de nuestros vinos comunes, á fin de sostener la competencia con los de los demás estados, y por consiguiente generalizar en ellos la *esportacion que hoy dia efectuamos con los de Jerez, Málaga y Alicante.

Sin embargo de estar plenamente convencidos de lo provechoso que es difundir entre nosotros

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los conocimientos químicos, en particular los que tienen relación con la parte analítica de la referida ciencia, por ser la de mayor y mas general importancia, y no obstante de tener reunidos hace algún tiempo los materiales sobre que está basada la presente obra, habíamos resuelto en un principio no ofrecerla al público, retraídos por la desconfianza que acompaña á cuanto emana de nuestro escaso talento científico; pero animados posteriormente por las reflexiones de varios amigos, v sobre todo por la insigne honra con que Ss! MM. nos han tavorecido al dignarse protejer la publicación de esle librito, hemos resuelto dar hoy á luz nuestro trabajo, con la esperanza de que quizá pueda sacarse de él alguna utilidad. El público decidirá hasta qué punto ha sido exacto nuestro deseo.

Hespecto á la distribución que hemos asigna-00 a las diferentes materias que constituyen nues-fliv-^TP^" ** ^^ análisis, diremos que habiéndole umaido en cuatro partes, nos ha parecido lógico ^eguir el camino adoptado por la generalidad de o. autores científicos, el cual está reducido á

marchar de lo fácil á lo dificil, y de lo conocido á que se ignora: por consiguiente, la primera

parte comprende, además de las ideas relativas á ¡a análisis en general (que es lo que constituve la introducción de la obra) la descripción de los'aparatos jr utensilios que se emplean con mas frecuencia en la análisis química; los reactivos mas usuales, y la manera de obtenerlos puros; los ensayos preliminares al soplete, y el modo de reconocer á qué clase de cuerpos corresponde una sustancia dada, haciendo aplicación de ciertas con-

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sideraciones generales. La segunda parte la constituye todo lo relativo á la análisis cualitativa propiamente dicha. La tercera comprende la análisis cuantitativa. Y en fin, la cuarta y última parte, trata de los cálculos que es preciso ejecutar eií esta clase de investigaciones. Hemos creido conveniente además, utilizar las reglas generales establecidas, presentando varios ejemplos prácticos entresacados de los distintos trabajos analíticos que hemos ejecutado en los laboratorios de Wurtz v de Leibig.

Como que en los libros referentes á las ciencias de hechos, no cabe crtra originalidad que la mayor ó menor inteligencia del autor de aquellos en la elección de estos, la manera de distribuirlos y de presentarlos, y por último, las adiciones que pueda reunir de su cosecha propia, por lo mismo no hemos tenido inconveniente alguno en reclamar dicho título para nosotros. Esto no se opone a que confesemos con toda ingenuidad, que ademas de nuestros cuadernos y apuntes particulares, nos hemos servido con frecuencia de los hechos y observaciones consignados en sus respectivas obras por los químicos que gozan de mavor celebridad en la parte analítica de la ciencia- tales como H. Rose, Will (última edición alemana) v Fresenius. También hemos recojido cuanto nos ha parecido conveniente de los tratados de química general de Berzelius, Mitscherlich, Pelouze Reg-nault, y de un compendio de análisis de Gerlíardt

Aun cuando, para desgracia nuestra, sea el JUICIO del público contrario á nuestros deseos en la ocasión actual, esto no será capaz de desvanecer el particular cariño que profesamos al pre-

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senté trabajo, tanto porque en él se halla reasumido el fruto de nuestros estudios en el estran-gero, como porque nos trae á la memoria el grato aunque triste recuerdo de nuestro querido amigo y compañero D. Mariano de Echevarría, arrebatado á la ciencia, por la despiadada muerte, en la primavera de su vida.

Después de lo espuesto, réstanos solo consignar en este sitio el sentimiento de consideración y gratitud que nos merece nuestro antiguo é ilustrado Catedrático el Dr. D. José Camps y Camps, Consejero de Instrucción pública y Profesor de Farmacia práctica en la Universidad de Madrid, por haber sido el primero en hacernos apreciar, en todo su justo valor, la ciencia á que hemos consagrado nuestra juventud y que hoy constituye nuestro único patrimonio. ¡Ojala fuera mas autorizada nuestra pluma para realzar, cuanto es debido, los estensos y profundos conocimientos y la asiduidad y escesiva modestia de uno de los hombres mas distinguidos que en ciencias cuenta la nación Española!

Madrid 1." de setiembre de 1852.

^ybaí7fot¿ 'i^orfCi) ^./fí^^/ñoz^ /y ^af/a.

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ÍNDICE DE m M&TERI&S.

PARTE PRIMERA.

Advertencia ^ y IntrodiKcion ^ Generalidades acerca de la análisis cmlitalim 2 CAPITULO PRIMERO. De los aparatos y utensilios-

que se emplean con mas frecuencia en la análisis química 9

tiAPiTüLO SEGCNDO. De hs reactivos mas frecuentemente usados en la análisis química 40

CAPITULO TERCERO. Ensayos preliminares al soplete, 57 t-APiTüLO CUARTO. Modo de reconocer á qué clase

de cuerpos pertenece una sustancia dada, haciendo aplicacvm, de ciertas consideraciones generales. . . 1 1 0

PARTE SEGUNDA.

Análisis cualitativa propiamente dicha 125 CAPITULO PRIMERO. Investigación de las bases.. . 127 t-APiTüLO SEGUNDO. Investigación de ios ácidos, ó

sea de los géneros salinos 140 Pnmer ejemplo práctico. AnálisiscualitcUiva de un

fragmento de vidrio procedente de un matraz.... 147 Segundo ejemplo práctico. Análisis cualilaiiva de

wna «usíoncia pulverulenta, de calor azviado, tn-odora, poco densa é insípida, procedente de la

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X I V

Escuela central de Artes y manufacturas establecida en París 152

CAPITULO TERCERO. Análisis de gases. Generalidades 170

Ejemplo práctico: análisis de una mezcla gaseosa. 183

PARTE TERCERA.

Análisis cuantitativa. Introducción 188 CAPITULO PRIMERO. Determinación cuanlilaliva y

separación de las bases 190 CAPITULO SEGUNDO. Determinación cuatuitativa y

separación de los ácidos 228 Ejemplo práctico. Análisis cuantitativa de una sus

tancia terrea bastante pesada, de color rojo, insípida é insoluble en el agua, preparada artipdal-merUe por Mr. Liebig para estudio de hs alumnos de su laboratorio 244

CAPITULO TERCERO. De las análisis cuarüilalivas ejecutadas haciendo uso de líquidos normales. . . 254

Sulfhidronaetría 255 Alcalimetría 259 Clorometría 265 Manganimetn'a 269 Ferrimetría 275 Cuprimetria 281 Argentimetría 285

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XV

P A R T E CUARTA.

•De los cálcuhs que es precho ejecutar en las análisis cuantitativas ggg

Apéndice. Ejemplos prácticos de trabajos cienlijicos de un ordm superior "312

™^ ejemplo. Acción del cloruro de cianógeno sobre elespirtiu de la madera 313

segundo ejemplo. Estudio acerca de la naturaleza química de la chufa 316

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IIVTRODUCCIOIV.

*• química, que considerada filosóficamenle se va a la mayor altura en la escala de los conoci-entos humanos, adquiere, comparada con las cien-

as de utilidad material, una importancia sin limites, »iaa a la índole y exactitud de los resultados que

oirece. ^

Pero asi como no podríamos formar una idea justa e la parte especulativa de esta ciencia sin conocer

reíacon y enlace que tienen entre si los principios ^Jíoamentales que la constituyen, de la misma ma-

fa es imposible caminar con acierto en el terreno practico, no estando familiarizados con los preceptos Peratorios, que son hasta cierto punto el verdadero ™ que nos conduce á los hechos.

^Convencidos de esta verdad, todos los químicos j ^ 'jen particularmente su atención á describir con

mmuciosidad posible, en sus respectivos trabajos, 4

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dichos preceptos sobre todos aquellos que tienen relación con la química analítica, por ser la parte mas interesante de la referida ciencia.

En vista de esto, nosotros consignaremos cuidadosamente, siempre que el caso lo exija, todos aquellos detalles prácticos de que puede servirse con utilidad el químico para resolver un problema dado. Y con el lin de conseguir con mas certeza nuestro intento, describiremos en un articulo especial los aparatos y utensilios que se emplean con mas frecuencia en la análisis química.

Ahora nos ocuparemos en anunciar varias ideas relativas á la análisis en general.

Antes de dar principio á las varias operaciones propias de la análisis cualitativa, debe examinarse con detenimiento la sustancia sometida á la investigación, porque quizá baste para orientar al químico la apreciación de algunos de los caracteres físicos, tan importantes en determinados casos. Es asi que el color de una sal puede indicar á la simple vista la naturaleza de la base: en efecto, las sales de cobre son verdes ó azules; las de cobalto son generalmente rojas ó rosáceas; amarillas las férricas, etc.

El olfato es también un reactivo precioso, puesto que por solo el olor se reconocen un gran número de cuerpos; por ejemplo, el amoniaco, cloro, cianógeuo, éter, y sulfuro de carbono. Suele hacerse uso con este fin de un aparaíito, que consiste en una bola de goma elástica alada á un tubo de unas doce pulgadas de longitud y terminado en capilar. Para servirse de él se

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empieza por comprimir la bola, introduciondo en seguida el tubo en la sustancia que se trata de ensayar; hecho esto se abandona á sí misma dicha bola, y cuando se quiere averiguar el olor no hay mas que comprin[\ir ligeramente la goma, aplicando al mismo tiempo el tubo á la nariz.

El sabor puede distinguir igualmente una sal metálica de una alcalina, y hasta caracterizar en ciertas ocasiones una sal de |)lomo, de magnesia, de alúmina o de hierro. Sin embargo, debe emplearse este medio con suma prudencia, en atención á que son mas ó meóos venenosas la mayor parte de las sales metálicas.

El tacto y el ruido sirven como buenos indicadores en algunas circunstancias: haciendo aplicación del pnmero es fácil diferenciar el marmol de la cal, la creta de la silice; y respecto del segundo, sabido es lúe la decrepitación y la detonación pueden dar á conocer la naturaleza de ciertas sales.

La forma cristalina es también un carácter esce-'^nte, de que puede sacarse un gran partido. La cristalización del cloruro estróncico en agujas prismáticas "C bastante longitud distingue, por ejemplo, á este cuerpo del cloruro bárico, que cristaliza constante-Diente en tablas muy pronunciadas.

Terminado con la debida detención el examen de •as propiedades físicas del cuerpo sometido al análisis cualitativo, se estudia acto continuo la acción que el <ialor ejerce sobre él, para cuyo objeto se le coloca, hien sea en una cápsula de porcelana, ó dentro de un tubo de ensayo, ó en fin, sobre una lámina de platino.

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Dc'bei) observarse con el mayor cuidado las modificaciones que el cuerpo espcrimcnte en este caso, averiguando sobre todo:

1.° Si no sufre ninguna alteración, 2.° Si es fusible, y si desprende agua ó gases. '.1.° Si es volátil en totalidad ó en parte. 4.° Y por último, si se descompone produciendo

gases, productos empireuniálicos, y un residuo carbonoso.

La naturaleza de los productos volátiles que se forman, y las propiedades del residuo, indican por lo general al operador la verdadera naturaleza del cuerpo que examina.

Si, por ejemplo, la sustancia colocada en las circunstancias dichas desprende oxigeno y vapores rutilantes, quedando al propio tiempo óxido de plomo como resultado del tratamiento, es claro que el cuerpo en cuestión era el nitrato de plomo; de la misma manera puede convencerse si es de origen orgánico por la presencia de materias empireumáticas y de un resto carbonoso que desaparece completamente calentándole sobre una lámina de platino.

La acción que el agua ejerce sobre los cuerpos es también un carácter útil en el análisis cualitativo; una sal insoliiblc en esle líquido podrá ser cualquiera sustancia, escepto un nitrato, en razón á que todos son solubles; un carbonato soluble en el agua será forzosamente un carbonato alcalino, pues todos los demás son ¡nsolubles. Puede acontecer también que la descomposición que sufren ciertas sales en presencia del

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agua sea una proijiedad caiacterislica: en efecío, la alteración que en contacto de esle liquido ofrecen las sales de eslaño, bismuto y antimonio, establece en el estudio de esta clase de compuestos una distinción importante. Los ensayos de análisis cualitativa deben efectuarse, en general, sobre sustancias jiréviamente disueltas. Asi que, después de haber tratado por el agua el cuerpo que se desea reconocer, hay que hacer reaccionar sobre él, suponiendo que no sea soluble en ella, los ácidos diluidos ó concentrados.

Los ácidos que se usan con este objeto son: 1." El sulfúrico, que descompone los carbopalos

con efervescencia, desaloja los ácidos nítrico, hidro-clórico y acético de sus combinaciones, y disuelve ciertos metales, desprendiendo hidrógeno ó ácido sulfuroso.

2.° El hidroclórico, que sirve especialmente para disolver los óxidos metálicos.

3.° El ni trico, que reacciona sobre la generalidad de los metales con producción de vapores rutilantes.

4.° Y finalmente el agua regia, que ataca á todos aquellos metales inalterables por los demás ácidos.

No solo se utiliza en el análisis cualitativo la acción disolvente de los ácidos, sino que además sirven para caracterizar gran número de cuerpos. El ácido nítrico trasforma el estallo en ácido molastánico; el sulfúrico origina en las sales de plomo un precipitado insoluble de sulfato de plomo; el ácido hidroclórico precipita las sales de plata, etc.

Las disoluciones alcalinas se emplean también

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c para reconocer las sales amoniacales, ó para preci-pilar las bases de sus respectivas combinaciones.

Si el agua ó los ácidos no ejercen acción alguna sobre la sustancia que se examina, se hacen actuar sobre ella los álcalis libres ó carbonatados, calcinándola con tres veces su peso de potasa, dentro de un crisol de plata, ó bien con carbonato de la misma base en uno de platino: la masa, tratada después con un ácido, se disuelve con suma facilidad. Puede sacarse también partido, tratándose de sales insolubles, de la acción de los carbonates alcalinos disueltos, que forman con la base un carbonato insoluble, descomponible por el ácido nítrico, y con el ácido una sal alcalina soluble en el agua.

Cuando la sustancia que se va á analizar se disuelve en el agua, es muy frecuente averiguar, mediante los reactivos coloreados, el estado de neutralidad que ofrece. De todos los reactivos de esta natura, leza el mas importante es la tintura de tornasol: por lo mismo no estará de mas el recordar la composición de esta materia colorante.

El tornasol azul debe considerarse como una verdadera sal,constituida pof la combinación de uñábase con un ácido rojo: un ácido enrojece el tornasol, porque se une á la base y por consiguiente deja aislado el ácido rojo; y una base enérgica restablece el primitivo color neutralizando el ácido libre.

Aun cuando el papel de tornasol introducido en la disolución acuosa del cuerpo sometido al ensayo presentara reacción acida, esto no nos da derecho á supo-

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ner, de una manera absoluta, la presencia de una sal acida ó de un ácido libre, en atención á que hay varias sales que son (luiniicamente neutras, y que sin embargo enrojecen el tornasol. El sulfato de cobre C«0, .SO' + 'ó//0, y el ferroso FeO, 5 0 ' + 7/0, enrojecen el tornasol, mientras que el sulfato de potasa, de la misma composición que los anteriores, no ejerce acción alguna sobre la referida tintura. Esto depende de la fuerza de afinidad con que están combinadas las bases con los ácidos. En la sal de cobre y de hierro la combinación no es recíprocamente tan completa que una parte del ácido no tenga algo de acción sobre la base de la sal azul del tornasol: en el sulfato potásico, por el contrario, la asociación del ácido con la base es tan intima y perfecta, que no puede actuar sobre la base de la sal azul.

Fundados los químicos en esta y otras consideraciones del mismo orden, han convenido en fijar la neutralidad de las oxisales, deduciéndola de la relación simple que existe entre el oxígeno del óxido y el del ácido,

A pesar de esto, el uso del tornasol es sumamente útil, y por lo tanto debe colocársele en un lugar preferente entre los medios de tanteo aproximativo.

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CAP1TIJ1.0 PRIMERO. De los aparatos y ulensilios que se emplean con mas

frecuencia en la análisis química.

'^iN perjuicio de reproducir, siempre que la ocasión lo exija, los dilereiiles aparatos necesarios para practicar ciertas operaciones encaminadas á reconocer el cuerpo que nos proponemos estudiar, ó bien para poder determinar cuantitativamente la proporción de los elementos que le constituyen, en el caso de sernos conocida ya su naturaleza, hemos creido conveniente el consignar en el presente capitulo la descripción de aquellos aparatos y utensilios de mas frecuente uso en esta clase de investigaciones.

La evaporación de los líquidos se ejecuta con frecuencia en un aparato llamado baño de agua ó mas Vulgarmente de maria (fig. núm. í); este consiste en

mm. i. una capsulado cobre ó de hierro, con un rebordeen la parte superior, des-tinado, en unos casos para sostenerla cápsula

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(lo porcelana que contiene la sustancia que se ha de evaporar, y en otros, para sobreponer varios anillos de cobre que se disponen sobre él, con lo cual se consigue á voluntad que un mismo baño pueda servir para vasos evaporalorios de todas dimensiones. Cerca del reborde citado hay un agujero que sirve para dar salida al agua reducida á vapor; pero en otros aparatos el agujero está reemplazado por un tubo encorvado hacia arriba en ángulo recio, con el fin de que la sustancia que se evapora no esté en contacto con el agua en vapor.

Lleno el baño hasta mas de la mitad de agua común, y puesta encima la cápsula, se calienta con una lámpara de alcohol, ó bien se coloca lodo sobre un hornillo ordinario.

Otras veces no se pone agua en la cápsula de cobre, y la de porcelana se halla sometida á la acción de un baño de aire caliente que produce una evaporación muy regular.

Hay ocasiones en que es preciso conducir muy lentamente la evaporación de un liquido, practicándola

Núni. 2. al propio tiempo á una temperatura baja. En este caso, se sitúa la cápsula con la disolución que se ha de evaporar sobre otra de vidrio poco profunda y de mucha superiicie, que contenga ácido sulfúrico concentrado , y se cubre en seguida el lodo con una campana de vidrio f'/íV/. nim. 1). El ácido sulfúrico absorve

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Núm. 3.

la humedad del aire á medida que éste la quila á la disolución; pero aún es el eíeclo mucho mas rápido y completo colocando las cápsulas debajo del recipiente de la máquina neumálica y haciendo el vacío.

También es muy general el empleo de la estufa de Gay-Lussac, para desecar los precipitados recojidos en los üllros, y para determinar la cantidad de agua que una sustancia dada pierde sucesivamente á di-íerenles temperaturas. Este aparato (fig. núm. 3J

consiste en una caja de cobre provista de una portezuela, y formada de paredes dobles con el objeto de llenar de un aceite fijo el espacio que queda entre ellas. Para observar la temperatura se introduce en el baño de aceite un termómetro, cuya varilla pasa por la abertura a; se calienta la estufa sobre un hornillo hasta que el termómetro indique

la temperatura á que se quiere detener la desecación; y para mantener casi estacionarios los grados de calor, basta ir añadiendo carbones encendidos en el hornillo. Se coloca la cápsula con la cantidad, exactamente pesada, de la sal que se quiere desecar en la camarita de la estufa, y después se cierra la portezuela.

En el laboratorio de Wurtz, en París, y en el de

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Liebig en Alemania, está dispuesto este aparato de una manera que hace que su uso sea mas cómodo, y al propio tiempo muclio mas práctico. Cierto número de esluías de col)re ó de hoja de hila, unidas entre si constituyendo una caja oblonga, pero con sei)aracion de las cámaras respectivas, se hallan situadas en una de las piezas céntricas del laboratorio; una corriente de agua en vapor circula por el espacio no interrumpido que ofrecen las dobles paredes, y va á condensarse bajo la forma líquida en un recipiente á propósito, después de haber proporcionado una temperatura de 100° uniformemente igual en todo el apáralo. 13o modo que teniendo cada alumno su cámara ¡¡articular, introduce en ella las sustancias que desea desecar, y continúa sus trabajos bien descuidado de que la temperatura no ha de esceder de 100°. Escusado es decir que cada estufa tiene una aljcrluva, como \a que indica a en la figura representada mas arriba, que sirve para dar salida al agua y á los diferentes gases que abandonan las sustancias sometidas á la desecación.

Entre los utensilios de uso frecuente en análisis, figura la colección de tubos llamados de ensayo: no siendo posible calentar en las copas de vidrio los precipitados producidos por las reacciones que determinan los diferentes reactivos en contacto de la sustancia sometida á la investigación, resulta que es preciso emplear unos aparatitos de vidrio que permitan estudiar la acción tan característica del calor sobre dichos precijjitados. Con este objeto, se elijen varillas de buen vidrio que tengan 18 lineas próximamente de diáme-

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Iro y se parten en cilindros de una longitud doble de la que se quiera dar á los tubos de ensayo, los cuales tienen por lo regular !> pulgadas; por consiguiente los Ifozos cortados han de tener 10 poco mas ó naenos. Hecho eslo se van calentando sucesivamente los cilindros por su mitad en la lámpara de esmaltar, y cuando se ha ablandado el vidrio se alejan las estre-midades de manera que se obtengan dos tubos iguales casi cerrados |)or uno de sus lados opuestos. Se funde esta eslreiTiidad del tubo, y se sopla poco á poco has-la obtener un remate hemisférico; en seguida se calienta en la misma forma el borde superior del tubo, se vuelve hacia afuera, y se modela una hendidura con el fin de que sea fácil el verter los liíjuidos.

Preparada en la forma dicha hasta una veintena de estos tubos, se colocan en una gradilla de madera, de modo (|ue so hallen dispuestos en dos filas de distinta elevación, como representa la siguiente figura.

T«'«. -4.

Siempre que se haga hervir un líquido, con precipitado ó no, en esta clase de tubos, deben tenerse

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estos en una dirección tal, que no puedan causar accidente alguno las porciones de materia lanzadas al eslerior.

Como los fenómenos que los reactivos producen en las disoluciones de las sustancias que se analizan no se manitiestan inmediatamente en lodos los casos, es preciso dejar algún tiempo en reposo la disolución mezclada con el reactivo; y con el fin de evitar errores, se pone una tarjelila sobre el tubo de ensayo, que esprese el nombre del reactivo que se lia añadido á la disolución.

Según veremos-mas adelante, los ensayos llamados al soplete ó por via seca, ofrecen un auxilio pode

rosísimo en la análisis cualitativa; de jir.'.._ K

ahi el empleo tan general del apara-^^^__^ tito que da nombre á este género de ^ ^ ^ investigación.

El soplete se compone por lo regular de varias piezas ajustadas unas en otras, según indica la presente figura número o. Un tubo cónico a b, cuyo estremo a, en forma de boquilla, se introduce en la boca, ó bien se aplica solamente sobre los labios; la estremidad b, mas estrecha, encaja en un depósito cilindrico c d, que sirve á la vez como depósito de aire, y para retener la humedad enviada por el soplo. Este cilindro suele tener en su fondo d un

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15 pequeño agujero cerrado con un lapon, para hacer salir (!l agua (lespuos que se ha usado el instrunienlo; y por uno de sus lados se ajusta una pieza adicional f, en la cual encaja á rozamiento el pequeño tuboí/, que es el que da salida al aire aspirado. Al estremo de este tubo se adaptan, según convenga, oíros lubitos de platino /(, que terminan en punta, y cuya abertura es mas ó menos lina según la corriente de aire que se. quiere producir.

El aire aspirado no debe haber pasado por el pulmón, pues en este caso saldría muy impuro, y no activaría sulicientemenle la combustión. Ejercitándose en la práctica de este instrumento se consigue aspirar el aire por medio de la nariz, lanzándole acto continuo por el movimiento de los músculos de la boca; siendo posible, cuando se tiene un poco de hábito, el sostener de esta manera una corriente de aire continua durante diez minutos.

La utilidad de los ensayos al soplete puede decirse que es debida á la propiedad roductriz y oxidante de dos conos existentes en la llama, pero mas particularmente á la reacción especial que presentan, cuando interviene una alta temperatura, los óxidos metálicos disueltos en el bórax. Esta sal acida, que como es sabido está constituida al estado anhidro por la combinación de un equivalente de sosa por dos de ácido bórico, v. gr.: Na O, 2 Bo O', tiene en efecto la propiedad de disolver en caliente la mayor parte de los óxidos metálicos, adquiriendo coloraciones particulares que sirven para distinguir los diferentes me-

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tales; cuya circunstancia es preciosa para los análisis cualitativos, en atención á que se maniflesla aun operando sobre cantidades estremadamente tenues. Con este lin se hace uso de un hilo de platino (figura núm. 6j retorcido por una de sus puntas en forma de

anillo; se sumerje este estremo ligeramente humedecido en bórax pulverizado y anhidro, al que se agregan algunas partecillas del óxido metálico que se quiere reconocer; en tal estado se funde la materia al soplete, dirijiendo el dardo de la llama al centro del anillo, según indica la siguiente^jf. 7." Ai poco "tiempo ,se obtiene una materia fundida

'""""' ^ en forma de perla, que presenta después de enfriada una coloración particular caracleristica del óxi-

,do metálico. Cuando el metal

forma muchos grados de oxidación, suele dar al bórax dos coloraciones muy diferentes; y como estas pueden obtenerse indistintamente, servirán ambas para comprobar su naturaleza. En la parte brillante b de la llama (fig. núm. %), que está inmediatamente antes del

"*'""'• *• espacio oscuro interior a a', el gas es reduclivo porque las parles combustibles no están todavía enteramente quemadas.

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sobre lodo si la abertura del soplete es muy estrecha: al contrario, antes de la porción brillante ¿», en c, el gas es oxidante por hallarse mezclado con un esceso de aire atmosférico; por lo tanto, será preciso calentar el bórax en b cuando se quiera obtener la coloración producida por el protoxido, y en c, la correspondiente al peróxido.

Es también de un uso frecuentísimo en los análisis químicos el empleo de ciertos aparatos llamados frascos de loción ó simplemente lavadores, que sirven, como su nombre lo indica, para lavar los precipitados contenidos en los filtros, reuniéndolos al proi)io tiempo en el fondo de estos; lo cual es no solamente útil, sino hasta indispensable en la generalidad de los casos.

Las figuras núm. 9 y 10 representan uno de dichos frascos, que mas comunmente se manejan en la práctica de las operaciones.—Se compone de un matraz de fondo plano (fig. núm. 9), cuyo cuello se cier

ra con un tapón de corcho atravesado por dos tubos. El a, b, c, que desemboca en la parte superior del frasco, se encorva en b, y tiene abierta y algo adelgazada la estremidad c; el segundo tubo encorvado, d, e, f, abierto también en sus dos estremos, pero muy afilado en f, baja hasta el fondo

"*íl frasco. Cuando este se mantiene en su posición '^'itural, comunica con el aire eslerior por el intermedio del tubo a, b, c; pero si se inclina como en la

2

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18

—.*.

adjunta figura, el aire penetra por el Uibo d, e, f, y jv«m. 10. (.\ agua sale por el «, b, c, for-

mamlo un chorrilo muy lino que Y" ""'_^^^ puede dirijirse sobre los diferen-\ is^^s""^^^ '^^ puntos del precipitado reco-A . ^ í ^ ^ ' ' ji,lQ gn ej nitro; si se quiere que

la salida del agua sea mas rápida, se dará mayor longitud al tubo

\ a, b, c, pues de esta manera se aumenta el desnivel, siendo mas

grande en consecuencia la velocidad del liquido. Soplando con alguna fuerza por la parte c del tubo «, 6, c, resulta que comprimiendo el aire la columna del liquido contenido en la redoma, este asciende con prontitud por el tubo d, e, f, y sale con intensidad en forma de surtidor por la parte afilada f; lo cual es muy conveniente para reunir en un solo punto algu

nos precipitados que, como los de alúmina y óxido de hierro, se adhieren tenazmente á los filtros: escusado es decir que no debe soplarse con tal violencia que el choque del chorro proyecte fuera partículas de materia. El lavado de los precipitados suele ser en general mas eficaz con agua caliente que con fria.

La figura número 11 repre-

ñ'úm. \\ .

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19 senla un aparato inventado por Berzelius para lavar precipitados de un modo continuo aun en la ausencia del encargado de la operación: consiste en un frasco lavador cuyo tapón se halla atravesado por un lubo a, h, c, dispuesto como representa la figura número 12; se llena de agua el filtro hasta los bordes,

^^'"-'ij'' '"^ cuales, y sea dicho de paso, no deben sobresalir ni un milímetro del embudo, y se da vuelta al matraz A, de modo (|ue la eslrcmidad adelgazada y encorvada d, se sumerja 1 centímetro próximamente en el agua del filtro, manteniéndola en esta posición por medio

*íe un sostén. La presión atmosférica gravita sobre el 'iquido del tubito lateral b, c, sobre el nivel del líquido en el filtro, y por consecuencia sobre el agua del 'ubo a, h, d. El agua del frasco tiende á salir en virtud del peso de la columna liquida h, comprendida entre los niveles del liquido en el filtro y en el tubo 'ateral h, c; pero como este tubo es muy estrecho, la acción capilar impide al aire atmosférico penetrar en '« y equivale á la presión de una pequeña columna

^e agua; de consiguiente, el liquido del frasco lavador Do circulará ínterin la presión capilar en c, b, supere ^ la presión hidrostática ejercida por la columna; pe-•"o á medida que el filtro va dando paso al agua, el • ivel de esta baja, la altura de la columna h aumen-* » y no tarda en esceder la acción capilar de c, b; el *gua correrá del frasco al filtro, el aire se introducirá por el lubo lateral c, b, y se establecerá nuevo equi-

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20

librio á consecuencia de la elevación del nivel en el filtro. Por medio de esle ingenioso apáralo, el liquido conservará una altura casi constante en el filtro, formando siempre el agua pura la capa superior, condición muy favorable para una buena loción.

Ya que incidenlalmenle hemos hablado de filtros, aprovecharemos la ocasión para manifestar algunas observaciones relativas al papel y á la manera de prepararlos.

El papel que ha de servir para filtros destinados á las investigaciones analiticas, debe reunir tres cualidades que rara vez se hallan juntas; en primer lugar es preciso que sea bastante fino para retener los precipitados, aun los mas tenues; en segundo que permita filtrar fácilmente los liquides; y en ün, que contenga la menor cantidad posible de sustancias orgánicas, particularmente aquellas que son solubles en los líquidos ácidos ó alcalinos.

Hay en Suecia una fábrica de papel situada al lado de una roca, de donde brota una agua purísima: cuando el papel ha salido de la forma le dejan enfriar en contacto de aquella atmósfera, que es muy fría; por efecto de esta baja temperatura el agua aumenta mucho de volumen, la celulosa se esponja, y se obtiene un papel fino y poco pesado, que lleva el nombre del ilustre químico sueco.

Desgraciadamente el que circula en el comercio bajo dicha denominación no se parece en nada al de Suecia; filtra con mucha mas lentitud que él; deja como residuo de la calcinación cerca de 0,3 por 100 de

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21

cenizas, es decir, mas del doble que el de Berzelius; y si á esto se añade la desfavorable circunstancia de ceder á los ácidos trazas sensibles de cal, de magnesia y de hierro, no podrá menos de conocerse la necesidad que hay de mejorar todo lo posible el papel de íiltro que ha de servir para análisis exactos, cuando no sea posible adquirir el fabricado en el referido punto. Se logra purilicarle en gran |)arte, dejándole en raaceracion con ácido hidroclórico suficientemente diluido; en seguida, se lava con agua destilada, hasta que no preci|)ite con el nitrato de plata; y finalmente, se le deseca y conserva para el uso.

Según dejamos consignado mas arriba, los filtros "O deben esceder nunca de la altura del embudo; ade-iiás añadiremos que deben ser cónicos y lisos, sobre todo tratándose de análisis cuantitativos.

Es muy conveniente preparar con anticipación cierto número de filtros de dii'erente grandor; para ello Do hay mas que elejir el tipo de la dimensión que se desea, el cual puede ser de cartón ó de hierro; colocarle sobre un pliego de papel y corlar al rededor. Esto se consigue con mas prontitud haciendo uso del <^orta-(illros de Mohr (liy. núm. \'i), el cual consiste en

v<i"' t3- una escuadra de o hierro a h, h c: se

pliega en cuatro dobleces, de manera que forme ángulo recto el pliego ú hoja de papel, según

L

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22 el tamaño tic la escuadra, que ha de servir para hacer los filíros; y hecho esto, se introduce entre los bordes del instrumento; en seguida se coloca sobre el filtro la placa de hierro B, exactamente de la misma anchura que su análoga A, pero un poco mas corta que ella, y se parte con las tijeras el [¡apel que escede al arco de circulo a, c. Los filtros que se preparan de esta manera tienen la misma dimensión, y aparecen perfectamente redondos. Los embudos no deben ser seguidos, sino de paredes inclinadas, de manera que formen «n ángulo de 00° al unirse las dos lineas comprendidas desde el borde superior hasta la abertura inferior de la vasija. La figura 11 representa en H, un buen modelo de esta clase de embudos.

Como el eudiómetro se emplea con tanta frecuencia en los análisis químicos, haremos en este lugar la descripción de los principales eudiómetros de que nos servimos en los laboratorios.

El mas sencillo y al propio tiempo el mas generalmente usado, es el que ha recibido el nombre de eudiómetro para mercurio f/ig. núm. 14 / Consta de ^ ••'''•un tubo de vidrio muy resistente, al cual es

tá sujeto un alambre de hierro terminado en sus dos estremos por dos esferas metálicas: dicho alambre se halla perfectamente adherido á la parle superior del tubo, y sirve para trasmitir la electricidad en el espacio ocupado por el

I gas. Hay aderiiás otro alambre de hierro dispuesto en espiral, ([ue tiene una bolita también metálica en la parle superior, y sirve para atraer

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os

el Huido eléctrico que ha de determinar la combinación. Cuando quiere hacerse uso de este eudiómelro, se saca el alambre de hierro rolorcido en espiral, y se llena el instrumento de mercurio, evitando la presencia de burbujas de airo que pueden adherirse á las paredes del tubo; hecho esto se introduce la mezcla gaseosa medida con exactitud, y después el alambre, hasta que la bola esté á la distancia de al ^unos milímetros de la esferita en (|ue termina, en el interior del tubo, el otro alambre de hierro. La mezcla gaseosa debe ocupar con corla diferencia la tercera parle del eudiómetro.

En tai estado, se cierra la abertura inferior del eudiómelro con un tapón de hierro que entra á rosca, ó bien con el dedo, con el objeto de evitar que salga del aparato el gas que se dilata en el momento de la detonación; en seguida se hace llegar al interior la chispa eléctrica valiéndose de una botella de Leyden, ó del platillo de un electróforo. Se produce un vivo resplandor, y el mercurio asciende rápidamente para reemplazar el vacio en el instante en que se abre la eslremidad inferior del lubo.

Para apreciar la absorción producida, se hace pasar el residuo gaseoso á un lubo graduado y se compara su volumen con el de la mezcla gaseosa antes de la detonación.

Hay algunos eudiómetros que están divididos en partes de igual capacidad, lo que permite medir los gases en el mismo instrumento antes y después de la tletonacion, evitando al propio tiempo la Irasvasacion

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24 de los gases; pero estas graduaciones son laramenle exactas, y además tienen el inconveniente de disminuir la resistencia del tubo.

El aparato que acabamos de describir no puede emplearse en los análisis que deben ejecutarse operando sobre el agua: en electo, según dejamos dicho es indispensable cerrar la abertura inferior del eudió-melro; pero como después de la condensación del vapor acuoso se forma necesariamente un vacio en el interior del tubo, que determina el desprendimiento del aire mantenido en disolución en el agua, resulla que sería imposible apreciar el verdadero volumen del residuo gaseoso, porque estaría mezclado con el aire procedente del mencionado líquido. De manera (|ue para analizar gases sobre el agua mediante el eudio-metro descrito, es preciso dejar abierta la parle inferior, é introducir dentro del tubo una cantidad tan corta de gas que no pueda salir de él en el momonlo de la detonación.

Gay-Lussac ideó una modificación al aparato des-^ - crito, con la que se evita completamente la pér

dida de gas y el desprendimiento del aire del agua; está reducida á un tapón provisto de una válvula que se abre de fuera á dentro, y que permite la entrada al agua en el interior del tubo cuando se produce el vacio, cerrándose en el momento de la detonación. La figura número lo representa la-4orma total de este instrumenlo.

Hay otro eudiómetro, llamado de Milsclier-lich, por haber sido este célebre químico quien

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le imaginó, el cual consiste en un tubo de vidrio resistente, de unos oO ceiitinielros de longitud, abierto por un lado y cerrado por el otro: su capacidad está dividida en parles iguales. Cerca de su cslremidad superior se liailan herméticamente soldados dos alambres de platino, distantes en el espacio interior 3 ó 4 milímetros, y terminados por el lado eslerior en dos esferas, de las (¡ue una tiene un ganchilo i|iie sirve para lijar la cadena de cobre que comunica con la armadura de una botella de Leyden.

La figura núm. lü da una idea exacta de este aparato, indicando al propio íiempo al operador cómo debe practicar la combinación de los gases mediante la chispa eléctrica. Hay ocasiones en que en vez de la electricidad se saca partido del maravilloso efecto catalítico que posee el platino dividido, para determinar la unión de dos ó mas gases en una mezcla dada: en este caso

puede sustituirse el eudiómelro con un tubo de vidrio de una capacidad conveniente, dentro del cual se introduce el gas, y en seguida la bolita, con el platino en

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26

esponja, sujeta á la eslremidad de un alambre del mismo metal.

La figura número 17 representa el coiijuiilo d(!es le aparato. Para prepararla bolita indicada se empieza por obtener el musgo de platino, calcinando el cloruro plalí-nico-amonico en un crisol de porcelana; en seguida se loma una parte de él y se incorpora con una pasta espesa, formada de 4 partes de tierra arcillosa con la suliciente cantidad de agua. Hecho esto, se hacen bolas del grandor de un gari)anzo, y se guardan en un frasco adecuado; estas bolitas conden

san dos milésimas partos del volumen del gas, lo cual debe tenerse en cuenta al ejecutar los cálculos. Los análisis en que especialmente se emplea este medio

son los de mezclas de ácido carbónico, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno.

Las lámparas de alcohol son igualmente de un uso constante en la generalidad de las manipulaciones anali-ticas: hay varios modelos de estos aparatos; pero el

-Vum. 18.

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27 mejor du lodos es sin duda alguna el de Milscherlich, que es el que représenla la adjunta figura número 18. Su forma viene á ser análoga á la de un quinqué ordinario; A es un vaso de crislal invertido y cerrado bermélicamente con un tapón de corcho, el cual tiene en su centro una valvulila de latón terminada en una espiga de lo mismo, por donde corre el liquido que ha de alimentar la llama, inliilrándost! por los tubos de algodón de la torcida situada en JJ; en dicho vaso es en donde se halla conlenido el alcohol; C, es un sistema de tubos ti jos á un receptáculo común liueco, y terminados en soplete por la parle superior; y en fin. I), es un cañón encorvado que enchufa con el remate de la esfera hueca cilada, y sirve para peñeren comunicación los sopletes, bien sea con un gasómetro lleno de aire, ó simplemente con el fuelle de una lámpara de esmaltar. Las principales ventajas que ofrece esta lámpara sobre las demás, son: en primer lugar, la de tener la llama una temperatura gradualmente constante, debido á la uniformidad de nivel del alcohol, pues la altura del mechero //, coincide con la del pequeño depósito en donde se apoya la vasija A; y en segundo, la de poderse conseguir una temperatura elevadisima por el empleo de los tubos-sopletes, lo cual es de una utilidad inapreciable en muchos casos, con especialidad en el análisis de los silicatos.

Además de las conveniencias mencionadas, tiene la de conocerse la cantidad de alcohol consumida, para lo cual bastará examinar el depósito de crislal.

El vastago que sostiene las dos piezas que consli-

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28 luyen esencialmoiile el aparato, tiene un anillo en la parle superior ajustado á rosca; de manera (lue es muy fácil colocar á voluntad, en la varilla metálica, redondeles ó pinzas, según ([ue la vasija que se ha de someter á la acción de la llama sea retorta, cápsula ó crisol. Escusado es decir que las partes movibles de esta lámpara se gradúan á la altura que se desea por medio de los tornillos indicados en la citada figura.

Seguii veremos en lugar oportuno, el ácido carbónico se aprecia cuanlilalivamente por diferencia, con suma exaclituti, valiéndose del ingenioso apáralo inventado por el distinguido químico Fresenius. Se compone de dos matracitos de vidrio Á, y // (figura núm. 19J, de un misino tamaño, pero este proporcional al de la balanza en que se ha de pesar el aparato.

.vu/«. ío. En cada uno de sus respectivos cuellos entra uu tapón de corcho muy bien ajustado, y provisto (le dos agujeros, que dan paso á los tubos que ponen en comunicación los referidos matraces. En el señalado con la letra A, se ve al tubo n b, abierto por ambos estre-mos, llegar hasta casi el fondo; y en el matraz H, se observa el tubo d,

abierto igualmente por los dos huios, pero introduci-

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29 (lo en el corcho de tal manera que solo escede algunas lineas fuera del tapón; y en lin, hay un tubo c, encorvado en doble ángulo recto, y abierto por las dos partes como los anteriores, que es el que verdadera-niente establece la comunicación indicada entre los dos matraces: dicho tubo está sumerjido algunas líneas en el vaso A, mientras que por el contrario llega hasta casi el fondo en el matraz H. Hay algunos casos en que en ve* del liibo a h, introducido en lü vasija ^, os preciso poner oiro al)ÍPrlo taml)ieii, |)ero terminado en embudo por la parle superior—La ligura niimero 20 représenla el aparato modificado del modo que dejamos dicho.

yum. 20. Siempre (jue un compuesto oxigenado de arsénico se halla en presencia del hidrógeno al estado naciente, se efectúa una reacción de la cual resulta agua é hidrógeno arsenical, reconocible por ciertas propiedades ca-raclerislicas que daremos á conocer mas adelante con toda la ostensión debida. Teniendo presente

lisia reacción, un (¡uimico inglés llamado Marsh ideó un aparato destinado á descubrir la presencia de este líuerpo simple en las investigaciones médico-legales; l>;d)iéndose generalizado de tal manera su uso, desde

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30 aquella época, que hoy (lia no hay laboralorio en que no figure con los dcmá.s de frecuente empleo. Es cier-lo que el primer apáralo ha sufrido varias é importantes modilicaciones, encaminadas |)rincipalmenle á obtener el arsénico bajo la forma de anillo, ó al estado de ácido arsenioso sólido ó en disolución; pero á pesar de lodo, conserva el nombre del primitivo inventor.

Nosotros describiremos el aparato de Marsh, construido con arreglo á las indicaciones dadas por una comisión de la Academia de Ciencias de París, compuesta de Thenard, Dumas, Boussingault y Uegnault.

La íigura núm. 21 representa funcionando el referido apáralo. A, es un frasco que sirve para recibir

/\'Um. 2 1 .

las sustancias que han de originar el gas hidrógeno; ha de ser de corlas dimensiones si no han de ocupar su capacidad grandes cantidades de líquido, pero ha de tener sin embargo la suficiente cabida para encerrar todo el liquido de prueba y el necesario al esperimen-to, dejando además un. vacío de i poco mas ó menos de su capacidad total. Se introducen en dicho frasco algunos pedazos de zinc en lámina, se añade agua

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31 (leslilada, y se cierra después con un tapón tle corcho que tiene dos agujeros: por el uno entra el tubo m n, de 1 cenlimelro próximamente de diámetro, que sirve para introducir el liquido, y cuyo estremo inferior viene á quedar un poco mas abajo que el nivel del agua. Al otro agujero se adapta un tubo encorvado en ángulo recto a h c, con una bola en b, llena de algodón enrama, i)ara condensar la mayor parte del agua arrastrada por el gas; un tubo de vidrio c d, que contiene amianto, tija las partículas de la disolución que pueda llevar consigo la corriente gaseosa; y |)or último, otro luboestrecho dfg, de unosB ó i decímetros de longitud, y adelgazado en su eslremidad y, lerniina el apáralo.

Se principia produciendo un desprendimiento de gas hidrógeno para espulsar el aire del ajiarato; después se calienta el tubo <//'//, en una longitud de 1 decímetro, poco mas ó menos, con algunas ascuas que se colocan sobre una rejilla de hierro análoga á la que sirve para los análisis orgánicos (1). Es conveniente que el tubo sea de vidrio poco fusible, pues en el caso contrario sería menester envolverle en una lámina delgada de latón para evitar que se deformara por la acción del fuego. Una pantalla e, preserva del calor la parte /(/ , del lubo. El gas se enciende en el orificio (/, y se continúa el desprendimiento de hidrógeno durante algún tiempo, observando si se forma

(O Hav que Iciicr siitno ruiílaiii) en ni) iijiroximar el liicgo al lubo, liasta cslar seguros de (|IK* va ha siilo 's|lll\ a(lcl Imlo el aire ilel ajiaraln; pues ile lo conlrario se l'ormai'ia una me/.rla (Iclonarile (jiie orasifuiaria una esplosioi), con grave riesj;» del tíjierador, / \ . liei A.)

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32 algún (lepósilo en la parle anterior f <i; al propio tiíMii-po se ve si pueden obtenerse raanclias sobre un pla-(illo (le porcelana, á fin de cerciorarse de que las sustancias empleadas para producir gas hidrógeno no pueden dar por sí solas manchas arscnieales.

Además de los aparatos que llevamos descritos, se montan de antemano algunos otros de empleo mas frecuente, con el objeto de servirse de ellos cuando sea menester, sin invertir en disponerlos el tiempo que puede emplearse en la investigación analítica. Entre esta clase de aparatos (igura el que sirve, bien sea para recojer el gas cloro seco, ó para hacerle pasar bajo la misma forma á través de una sustancia dada.

La figura número 22, representa la disposición del aparato. A, es el matraz en donde se introduce la mez-

yúm. 22.

ola que ha de producir el cloro; en su cuello ajusta herméticamente un corcho provisto de dos agujeros; por uno pasa el tubo de seguridad en forma de S, y por el otro un segundo tubo encorvado en doble ángulo recto, que es quien conduce el gas al frasco de loción

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35 B, en donde se despoja del ácido que pudiera arrastrar procedente del vaso de producción. En dicho frasco hay, además del tubo que comunica con el matraz A, otros dos abiertos como todos por ambos estremos; el recto hace veces de seguridad, y el doblado entra en el tubo grueso a h, lleno de cloruro calcico fundido y partido en pedazos. Esta sal, muy ávida de agua, deseca el gas, que pasa entonces por otro tubo al fondo de un frasco C, de boca estrecha, previamente desecado; el cloro, en virtud de su gran densidad, ocupa la parte inferior, va llenando la capacidad del frasco, y por consiguiente desalojando el aire atmosférico. Cuando se cree que ya no se acumula mas, se cierra el frasco con un buen tapón esmerilado, y se guarda para el uso.

Si en vez de recojer el gas se desea que reaccione á través de un líquido, no hay mas que sustituir el vaso C con el malracito ó tubo de ensayo, que contenga la sustancia sobre que ha de actuar.

Otro de los aparatos que siempre hay que tener montados al empezar la serie de operaciones que exijen los análisis cualitativos y cuantitativos, es el que ha de producir el hidrógeno sulfurado. Consta,como lo demuestra la figura número 23, de un matraz en donde sehallanloscuerpos que han de originar dicho gas; un corcho b aguje-

V,¡«>. 2 -

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34 reado cierra la abertura de esta vasija, dando paso por uno de los orificios á un tubo de seguridad, y por el segundo á olro doblemente encorvado, que es por donde se dirije el súlfhido-hídrico al frasco de loción. Este tiene tres bocas: una soporta al tubo que acabamos de citar; la inmediata recibe otro de seguridad; y por último, en la tercera encaja el tubo encorvado en doble ángulo recto que trasmite el gas dentro de la vasija que contenga el líquido á través del que ha de pasar el hidrógeno sulfurado.

Es también muy frecuente en los análisis cualitativos averiguar si la sustancia que se ensaya es, por ejemplo, un óxido metálico, en cuyo caso se la somete á la acción de una corriente de hidrógeno para reducir el metal y estudiar en él sus propiedades características. Para semejante ocasión es conveniente el tener dispuesto un aparalito igual al que indica la figura número 24. Según se ve, consta de un frasco

y¿m. 24.

con dos tubuluras, «n donde se ha de introducir el zinc, agua y ácido sulfúrico que han de dar origen al gas hidrógeno; en la boca central hay un corcho por

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33 el cual atraviesa un tubo terminado en embudo por la parle superior; otro corcho, que cierra igualmente la abertura del costado, da paso al tubo encorvado que va á parar á un tercero de mayor diámetro, dentro del que se halla el cloruro calcico, fundido y en pedazos, para desecar el gas; y en fin, el aparato termina en un tubo a h, que tiene una bola en A, con el cuerpo que se supone ser un óxido metálico, de los de la 3.' sección en adelante. Aqui, como en el aparato de Marsh, se deja salir previamente el aire antes de calentar con la lámpara de alcohol, que se ve en la presente figura colocada debajo de la bola A. Por lo regular se hace uso en la ocasión supuesta de un tubo recto con varias bolas análogas á la indicada por A, distantes algunos cenlimetros unas de otras, y que sirven para condensar el agua formada: terminada la operación se cierra ala lámpara la bola A por las partes adelgazadas by c ((ig. núm. 25^, y se pesa, haciendo lo mis-

^'„m. 2á. rao con las bolas que contienen el agua condensada.

-. El ácido sulfúrico que se emplea en la generalidad

de las operaciones analíticas es destilado y naturalmente puro; pero como quiera que la destilación de este cuerpo ofrece bastante peligro á causa de los sobresaltos que produce el liquido en ebullición, de ahí el que creamos conveniente indicar en este sitio las modificaciones que ha de sufrir el aparato destilatorio ordinario. La ebullición es sin duda alguna mas regular introduciendo en el liquido algunos alambres

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de platino, pero oslo no es bastante para impedir el peligro indicado; puede sin embargo verificarse la operación que nos ocupa sin riesgo alguno calentando el líquido lateralmente, en vez de hacerlo por la parte inferior comode costumbre. Con este objeto se coloca la retorta sobre una rejilla anular de alambre grueso de hierro, según se ve representado en la figura núm. 26.

lYiim. 2f).

El carbón está dispuesto al rededor de la vasija, y el fondo de ella queda libre. Para impedir la condensación de los vapores, en la parte superior déla retorta, se cubre esla con una montera A de palastro ó de hoja de lata, que queda sentada sobre el hornillo de alambre, y tiene una escotadura por donde pasa el cuello de la retorta. Nosotros hemos conseguido un resultado, completamente satisfactorio, envolviendo la retorta hasta el cuello en una banda de lela metálica, de tejido espeso, y colocándola en tal disposición sobre un crisol de asiento dofllro de un hornillo á propósito; en seguida conducimos con el debido cuidado la acción del calor, hasta tanto que principió la destilación

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37 del líquido, la cual se terminó sin el menor sobre-sallo. Es muy úlil el saber preparar los lubilos de goma elástica que sirven para unir entre si los tubos comunicantes de varios aparatos. Para conseguirlo basta tomar una varilla de vidrio de un diámetro proporcional al que ha de tener el tubo; en seguida se dobla sobre él una lámina de goma elástica, y con unas tijeras largas bien limpias y afiladas se corlan los dos bordes paralelos. La figura número 27 representa el

iVíwi. 27. momento de ejecutar cuanto dejamos dicho: 6 es el tubo que sirve para modelar el cañoncito de go

ma elástica, y a indica la altura que generalmente han de ofrecer los dos estremos de la referida lámina en el acto de dividirla con las tijeras: verificado el corle se sueldan los bordes recientes, para lo cual no hay mas que juntarlos en toda su estension y comprimirlos.

Según veremos en otro lugar, el mercurio se determina casi siempre cuantitativamente al estado metálico ; asi que para separarle de sus compuestos, y hajo condiciones tales que pueda pesarse exactamente el metal, es preciso disponer un aparatito análogo al indicado por la figura núm. 28; á cuyo efecto se toma

'>'«'"• 28- un tubo a b áe vi-A < ^ drio, poco fusible,

'\z^/ y semejante á los

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Ó8

que se emplean en el análisis de las sustancias orgánicas ; se trabaja á la lámpara una de sus estreraida-des, dándole la forma de ampolla A, entre dos parles adelgazadas; en seguida se introduce un poco de amianto en a, se echa después cal viva, se coloca en c la sustancia pesada con mucha exactitud, y se acaba de llenar el tubo con cal. Terminada la operación se separa la ampolla i4, y se pesa con el mercurio que contiene.

Terminaremos el presente capítulo diciendo dos i\'ám. 29. palabras acerca de las vasijas destinadas

para ejecutar los análisis por medio de líquidos normales. Dichas vasijas son: primeramente, una botella A (fig. núm. 29j, de la cabida de un litro hasta la señal

indicada por «; después un vaso cilindrico B (fig. Nüm. 30. núm. 30^, que tiene uu pico en el borde su

perior para verter cómodamenle el líquido que contenga; se hace uso igualmente de una campana de vidrio C f/i f. núm. 31 j ,

cuya capacidad es de f litro hasta donde marca la letra 6; sigue una pipeta Z> {^g. xma. 32j, construida ¿v«/n. 31. de tal modo, que desde a hasta y puede con

tener un volumen de líquido igual á 50 centímetros cúbicos: el líquido de esta bombilla se recibe en un vaso cilindrico E (fig. núm. 33j, de fondo plano; y finalmente, se emplea cotí el mismo objeto una vasija de vidrio de una forma particular, á la que llamaremos Imrda, del nombre francés que le ha

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(lado su inventor. Se compone de un tubo de vidrio a b (fig. núm. 34J, de 12 á 14 milímetros de diá-

<V«Hi. 32 . Núm. 53.

metro interior, que lleva soldado por un estremo otro tubo c d, mas estrecho, encorvado paralelamente al primero, y después hacia su eslremidad en forma de pico. Este pequeño vaso se halla dividido en mitades de centímetros cúbicos, habiéndose trazado la división inversamente: esto es, principiando en la parte superior, donde se marca el cero, y continuando en orden descendente.

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eAPlTlIL.O II .

De los reactivos mas frecucntemenle usados en la análisis química.

La colección de reactivos que ha de tener el químico á sü disposición no debe ser muy numerosa. Basta en la generalidad de los casos con los siguientes.

i ÁCIDOS. BASES. SALES.

Hidroclórico. Sulfúrico. Sulfhídrico. Nítrico.

i Acético. 1 Hidro-fluo-silicico.

Potasa. Cal. Barita. Amoniaco.

Carbonato amónico; carbonatn sódico; sulfuro potásico; persuUuro amónico; cloruro bárico; nitrato argéntico; ferrocianuro potásico; l'cr-ricianuro potásico; oxaiato amónico, sulfato ferroso; fosfato sótJico; cloruro férrico; cloruro cstaunoso; cloruro áurico; cloruro platínico; acc-tatoplúmbico; acetato Iri-plúmbtco; sulfocianuro potásico.

Hay necesidad además de una coleccioncita de metales laminados; otra de papeles reactivos; y en lin, de los disolventes ordinarios, tales como el agua destilada, alcohol y'éter.

Acido hidroclórico. Debe ser incoloro; evaporado sobro una lámina de platino, no ha de dejar residuo

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alguno. Sirve, no solamente para disolver un gran número de cuerpos, sino también para dosizar (1) la plata y el mercurio; la primera al estado de cloruro argentino, y el segundo al de cloruro mercurioso, ambos insolubles; fuera de estos dos y el de plomo, que también es poco soluble, todos los demás cloruros se disuelven mas ó menos en un esceso de ácido hidro-clórico; dicho cuerpo sirve además para preparar el cloro que se emplea en la análisis cuantitativa del manganeso. Suelen impurificar á este ácido las sales del agua empleada para absorverle; el ácido sulfúrico y el sulfuroso, materias colorantes de origen orgánico y hierro en estado de cloruro. Las sales fijas se conocerán evaporando una corta cantidad sobre una lámina de platino; el ácido sulfúrico ensayando con el cloruro bárico una pequeña porción del ácido previamente diluido, y el sulfuroso se reconocerá introduciendo en un matraz, á propósito, el ácido dilatado en agua, tratándole en seguida por cloruro de bario, filtrando rápidamente para separar el precipitado que

( i ) Entre las infinitas voces Iticnicas referentes ú las ciencias químicas _v atlinilidas en el Idíutiia francés, cuja equivalencia no se halla consignada aún en nuestro diccionario de la lengua, figura la palabra cioser, verbo derivado de dose (dosis), que significa en el lenguaje químico, determinar cuantitativamente la proporción en que existe una sustancia duda, F.n visla de cslo» y siéndonos indispensable el servirnos de uno frase española, análoga, para espresar la referida idea en lodo el eurso de csla obra, liemos adoptado ia palabra dosizary verbo formado de la voz latina dosis; fundándonos para ello en que siempre que se trata de indicar un sustantivo en acción, se añade á la raíz I-'» terminación zar^ mencionada; v. g. t\c ptihere. pulverizar; de cauterio, ran!e-ri/ar, etc. (Y. del A.)

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pueda formarse á consecuencia del ácido sulfúrico (eu el caso de existir), y luego vertiendo ácido nítrico, ó haciendo pasar una corriente de cloro en el seno del líquido filtrado; por cuyo medio el ácido sulfuroso pasará á sulfúrico, el cual actuará sobre la sal bárica produciendo el precipitado característico. Hay otro método encaminado al mismo fin, que es preferible al anterior: consiste en introducir zinc puro y en granalla dentro de una cierta cantidad del ácido que se trata de ensayar, y en seguida dirigir á través de una sal de plomo el gas resultante de la reacción: si el cuerpo eo cuestión contiene ácido sulfuroso, se producirá hidrógeno sulfurado que ennegrecerá la disolución de la sal de plomo. En efecto, cuando el ácido hidroclórico es puro, solo se desprende hidrógeno al mismo tiempo que se origina cloruro del zinc; pero si hay algo de ácido sulfuroso, una parte del hidrógeno reacciona sobre él, dando lugar á agua, mientras que otra se combina con el azufre y forma hidrógeno sulfurado, que en presencia de la sal de plomo constituye el sulfuro de plomo, que es quien comunica el color negro que ofrece el líquido.

Ecuación: dHa-\-SO'-\-3Zrv=3ZnCl-\-iHO-\-HS. El hierro se reconoce, tratando un poco del ácido

diluido por el sulfocianuro potásico, ó por el ferro-cianuro de la misma base.

Después de haber eliminado de un ácido hidroclórico impuro, el gas átido sulfuroso, se destila con las precauciones debidas, recojiéndole sobre agua químicamente pura: las materias fijas quedan en el vaso

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destilatorio. Si además del referido gas contuviera algún otro cuerpo volátil, lo mas racional será prepararle directamente siguiendo el procedimiento descrito en todos los tratados de química.

Acido sulfúrico. Además de ser este cuerpo como el anterior un poderoso disolvente, sirve para dosizar la barita, la estronciana, el plomo y la cal; pero es indispensable alcoholizar el líquido en este último caso, porque el sulfato de cal es soluble en el agua. Las impuridades que suelen acompañar á este ácido son: compuestos nitrosos; sulfatos de plomo y de hierro; sales del agua común, ácido arsenioso; y sustancias de origen orgánico, que le ennegrecen. Las materias fijas se observarán evaporándole hasta sequedad, según dejamos dicho anteriormente; y respecto de las volátiles, se reconocerá el ácido nitroso por medio del permanganato de potasa, que se decolora al contado de él; el ácido crómico, en presencia de un ácido sulfúrico que contenga el nitroso, adquiere un color verde de sexquióxido de cromo; el sulfato puro de narco-lina y brucina producen un color rojo de sangre en presencia de dicho cuerpo; y en fin, una corta cantidad de este ácido impuro, al contacto de un poco de sobreóxido de plomo y estricnina, comunica al todo un color de violeta. El mejor reactivo es el sulfato ferroso, que origina una coloración violeta, la cual desaparece al contacto del agua.

El arsénico se reconocerá introduciendo el ácido sospechoso en el aparato de Marsh, con zinc químicamente puro.

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El plomo diluyendo el ácido, y liatándolc con t»i-drógeno sulfurado; y el bierro de la misma manera que hemos indicado mas arriba.

Por medio de la destilación se le priva al ácido sulfúrico de todas las materias fijas. Esta operación debe practicarse con sumo cuidado, valiéndose del aparato especial, y observando las precauciones de que hemos hablado en lugar oportuno. Para privarle de los compuestos nitrosos, que solo pueden ser los correspondientes á estas fórmulas: NO^,NO^,NO\ en razón á que los otros dos son insolubles en el ácido sulfúrico, se destilará con sulfato ferroso, ó mejor aún con el sulfato amónico: en este último caso se forma agua y se desprende nitrógeno.

Acido sulfhídrico. El agua saturada de este gas se emplea con frecuencia para precipitar ciertos metales al estado de sulfuros, que ofrecen generalmente coloraciones características. Se prepara haciendo pasar el gas bien lavado y resultante de la reacción del ácido sulfúrico diluido, ó el bidroclórico, sobre el sulfuro de hierro artificial, á través de agua destilada y hervida. Este reactivo debe conservarse al abrigo del aire.

Acido nítrico. Entre los varios usos que de este cuerpo se hacen en química analítica, figura el importante de diferenciar por medio de él un sulfato de un fosfato. En efecto, trasformadas al estado de sai inso-luble por medio de laiarita estas dos oxisales, resulla que tratados ambos precipitados por el ácido nítrico , el fosfato se disuelve en dicho líquido mientras

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45 que el sviKalo permanece intacto, cnya circunstancia es en casi lodos los casos suficiente para distinguir los mencionados géneros de sales.

Las iinpuridades que con frecuencia le acompañan son; sales del agua común, ácido hidroclórico, sulfúrico y compuestos nitrosos. Las materias fijas se reconocerán evaporando una corta cantidad sobre una lámina de plalino; los ácidos hidroclórico y sulfúrico, tratando separadamente una porción del ácido diluido en agua destilada, por medio del nitrato argéntico y del nitrato bárico; y en fin, los compuestos nitrosos, ensayando sobre él la acción del agua saturada de hidrógeno sulfurado, del ácido yódico, del añil y del sulfato ferroso. El ácido nítrico puro no precipita el azufre de la disolución del sulfhido-hidrico, ni el yodo del ácido yódico; no decolora el añil, ni forma en presencia del «ulfalo ferroso el compuesto café, que pasa á violeta con el ácido sulfúrico; y por el contrario, el ácido nítrico que contenga combinaciones nitrosas dará origen á las reacciones indicadas.

Puede purificarse destilándole en primer lugar con sulfato ferroso, y después con óxido argéntico: el vitriolo verde le priva de los compuestos nitrosos, particularmente del ácido nitroso; de los otros se le despoja fraccionando el producto en el acto de la destilación. El óxido de plata se apodera del ácido sulfúrico y del cloro en virtud de la reacción consabida, constituyendo dos sales fijas que quedan como residuo en el vaso destilatorio.

Acírfo acético. Se emplea especialmente para se-

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parar onlre sí ciertos fosfatos, como por ejemplo el de hierro, que no es soluble en este ácido: las impuridades que suele contener son semejantes á las que acompañan alguna vez al ácido hidroclórico, y se reconocen por los mismos medios que dejamos consignados. Se le purifica ])or destilación de las sustancias fijas y del ácido sulfuroso, que es el cuerpo volátil que mas comunmente le acompaña, trasformándole en sulfúrico en virtud de ciertos sobreóxidos, tales como el de manganeso y de plomo, que al ceder una parte de su oxigeno quedan en disposición de unirse al ácido producido, originando uñ sulfato fijo. Para conseguir este objeto se deja en digestión el ácido impuro con el óxido singular, y luego se destila.

Acido hidro-fluo-silicico. Sirve para caracterizar la potasa; suele contener sílice, lo cual se conoce á la simple vista. En este caso bastará filtrarle por papel Berzelius para despojarle del citado cuerpo.

Potasa. Se usa para precipitar los óxidos metálicos y redisolver algunos de ellos; se emplea igualmente para eliminar el amoniaco de sus combinaciones, absorver ciertos gases, y en fin, para saturar los ácidos libres.

Cuando se quiere averiguar la cantidad de agua que contiene una potasa dada, se toma un peso determinado de ella, se introduce en un crisol de piala, y se calienta al rojo durante diez minutos: pesada segunda vez con las precauciones debidas, se observará una diferencia que representará el agua perdida. Luego es sumamente sencillo, en vista de este dalo, ave-

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riguar la proporción de potasa real que existe en 100 parles del hidrato ensayado.

La potasa no debe fundirse en vasijas de vidrio ni en las de porcelana, en razón á que disuelve la sílice de ambas.

Las impuridades que suelen hallarse en dicho álcali son: el cloruro, sulfato, carbonato y nitrato potásicos; alúmina, sílice, materia colorante, óxidos de hierro, manganeso, plomo, cobre y plata. El cloruro se reconoce sobresaturando una corta porción de potasa con el ácido nítrico puro, para lo cual se tantea el estado del liquido haciendo uso del papel reactivo; luego se trata por el nitrato de plata, y para el sulfato por el cloruro bárico. La sílice se precipita asociada con la alúmina cuando se satura por un ácido el álcali que contiene estas dos tierras; para separar después una de otra puede hacerse uso de la potasa, que redisuelve la alúmina, y no tiene acción en frió sobre la sílice, ó bien valiéndose del ácido hidroclóri-co, que forma un cloruro soluble con la primera, y deja aislada la segunda. Los óxidos metálicos se descubrirán valiéndose del súlfhido-hidrico y de los sulfures alcalinos. El hidrógeno sulfurado precipitará el plomo, cobre y plata, y los sulfures al hierro y al manganeso; la plata se caracteriza por otra parte con suma facilidad, neutralizando con ácido nítrico una corta porción de potasa, diluyendo en agua el compuesto resultante, y añadiendo unas gotas de ácido clorhídrico: si el líquido adquiere un aspecto opalino que desaparece por el amoniaco cáustico, podemos

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oslar seguros de que existe dicho cuerpo. Respecto de la manera de caracterizar y separar entre sí los demás metales, nos ocuparemos de ello con toda detención al hablar de la análisis cualitativa propiamente dicha.

Para privar á la potasa de todos estos cuerpos se la deja en digestión con alcohol puro y concentrado, el cual tiene la propiedad de disolverla y dejar, como residuo, á las demás sustancias: por consiguiente, decantando el digeslo, y fundiéndole después en una vasija de hierro perfectamente limpia, obtendremos la potasa en buen estado de pureza.

Liebig dice, y con razón, que supuesto que se emplea en los laboratorios la potasa en disolución, es inútil el tomarse la molestia de fundirla; por lo tanto aconseja introducir en un frasco una parte de carbonato potásico bien puro, otra de cal cáustica, y 12 de agua destilada y hervida: esta mezcla se agita varios dias, precipitando el esceso de carbonato ó de cal por medio de este cuerpo, en el primer caso, y por el álcali carbonatado en el segundo.

Cal. Sirve para preparar el agua de cal que se emplea para caracterizar los carbonates solubles, el ácido carbónico Ubre, y especialmente el oxálico. Suele contener cloruro calcico y hierro: el primero se descubre tratándola por ácido nítrico en esceso, y luego ensayando con el nitrato de plata; el hierro se reconoce por los reaoíivos dichos anteriormente. Para purificarla de este cuerpo se trata la cal en esceso con ácido nítrico, y en seguida se calcina el nitrato bási-

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<io; el hierro es desalojado por la cal, el nitrato se descompone y d(íja el álcali terreo por residuo.

El mejor medio de eslingiiir la cal, consiste en in -Iroducir dentro de una vasija, casi llena de agua destilada y caliente, un pedazo de cal viva, manteniéndole dentro del líquido hasta tanto que se desprendan pocas burbujas de aire, lo cual es indicio de que éste ha sido rcvímplazado por el agua: hecho eslo, se pulveriza rápidamente el hidrato, y se coloca dentro de un frasco casi lleno de agua destilada fria; se cierra con un tapón esmerilado, se agita durante algún tiempo, y por último se deja en reposo.

Barita. Calcinando á una temperatura roja el ni-l'alo de esta base dentro de un crisol de porcelana, se obtiene la barita cáustica, con la que se prepara el agua del mismo nombre, operando de la manera dicha í'espccto de la cal. Sirve para reconocer el ácido carbónico, y precipitar ciertos metales al estado de óxido.

A.moniaco. Sirve para disolver el cloruro de plata, precipitar y reedisoiver ciertos óxidos, y en fin, para earacterizar las sales de cobre. ¡So debe precipitar por 'as sales de barita ni por el nitrato de plata.

Carbonato amónico. Se emplea particularmente para distinguir los álcalis de los óxidos tórreos y al-ealino-térreos.

Carbonato sódico. Su uso es análogo al del anterior: puede purificarse el del comercio formando una disolución muy concentrada, y haciendo atravesar por ella una corriente, en esceso, de ácido carbónico; se precipitan cristales de bicarbonato de sosa, los cuales

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50 calcinados en un crisol de plata, dejan el carbonato neutro por residuo.

Sulfuro potásico. Debe cuidar muy especialmente el químico de que el sulfuro alcalino, reactivo, no contenga cantidad alguna de óxido; pues de lo contrario, al propio tiempo que se precipitarla el metal al estado de sulfuro en una análisis determinada, obtendría cierta cantidad bajo la forma de óxido, lo ( ual inducirla á un error notable. Se obtiene haciendo pasar una corriente de hidrógeno sulfurado á través de una disolución dQ potasa: puede aprovecharse el gas restante para formar el sulfuro de sodio y de amonio. Pelouze prefiere sustituir el sulfuro potásico por el sódico, obtenido haciendo atravesar el gas sulfhídrico por la legia de jaboneros; se producen unos cristales amarillentos que se disuelven en agua, y cuyas cristalizaciones, dos ó tres veces repetidas, dan por resul tado el sulfuro perfectamente puro.

Sulfuro amónico. Su uso es análogo al de los anteriores. Sirve para disolver varios sulfures electronegativos, y precipitar bajo la combinación binaria susodicha á todos aquellos metales que no lo efectúan en presencia del hidrógeno sulfurado.

Cloruro bárico. Suele contener hierro, lo cual se reconocerá por los medios ya mencionados; se le priva de él vertiendo una cantidad proporcional de sulfuro bárico. Se emplea con especialidad para dosizar el ácido sulfúrico. •

Nitrato argéntico. Sirve para reconocer la existencia de un cloruro, y averiguar la cantidad en que fi-

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51 gura el cuerpo helógeno en una sustancia dada. El cuerpo que generalmente le acompaña es el cobre; para descubrirle, se trata cierta porción del nitrato sospechoso por un poco de amoniaco cáustico, ó mejor aún por el ferrocianuro potásico; en el primer caso tomará el liquido un \iso mas ó menos azul, según haya poco ó mucho cobre; y en el segundo, se teñirá de un color rosáceo el precipitado correspondiente al cianuro doble, el cual debe de ser perfectamente blanco cuando el reactivo es puro. Puede separarse el cobre calcinando hasta fusión sostenida el nitrato doble, y tratando por agua el residuo dejado previamente enfriar, üe los dos nitratos, solo el de plata es inalterable á aquella temperatura, mientras que el de cobre se descompone dejando aislado el óxido cúprico: por consiguiente, tratando el lodo por agua ésta disolverá el nitrato argéntico, y el cobre quedará sobre el filtro.

Ferrocianuro potásico. Este reactivo procede generalmente del comercio, en donde le obtienen haciendo pasar una corriente de aire (privado de su oxígeno mediante un cuerpo combustible) á través de una mezcla de carbón impregnado de potasa y calentado al rojo. Se forma una gran cantidad de cianuro potásico, que combinado después con el hierro, procedente casi siempre del sulfato ferroso que se añade al compuesto anterior, en el segundo período de la operación, constituye la sal que nos ocupa. Sirve para precipitar los metales al estado de cianuros dobles, originando en la mayor parle de los casos precipitados característicos.

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52 Ferricinnuro potásico. Sometiendo el ferrocianuro

potásico, en disolución concentrada, ala inQuenciade una corriente de cloro, hasta tanto que deje de comunicar á las sales férricas el hermoso color azul de pru-sia tan conocido, se precipitan unas escamas verde-rojizas perfectamente solubles en el agua. Este cuerpo, descubierto por el célebre Gmclin, profesor de química de Heidelberg, tiene la notable propiedad de ocasionar en presencia de las sales ferrosas la coloración azul de prusia, que las férricas producen con el ferrocianuro potásico; mientras que no ejerce acción alguna al contacto de un compuesto de hierro ad máximum: de aquí el que este reactivo sea de un uso importantísimo en las análisis de las aguas ferruginosas, en razón á que casi todas son á base de carbonato ferroso. También es un reactivo precioso para reconocer las sales de zinc, con las que origina un precipitado amarillo: lo cual es sumamente distintivo; pues sabido es que la generalidad de los precipitados resultantes de la acción de otros varios cuerpos sobre las referidas sales, son completamente incoloros.

Oxalato amónico. Neutralizando la disolución en agua destilada del ácido oxálico puro, por medio del carbonato amónico, hasta tanto que no se desprenda ácido carbónico, y evaporando después á un calor suave, resultan al cabo de cierto tiempo unos cristales prismáticos, que son el reactivo de que hablamos. Sirve particularmente para caracterizar las sales de cal, con cuya base forma un compuesto muy insolu-ble en el agua.

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53 Sulfato ferroso. Como las sales ferrosas pasan con

lanía facilidad á férricas en presencia del oxígeno atmosférico, resulta á menudo que este reactivo se halla mezclado con el pcrsulfato, lo cual es un inconveniente que debe precaverse. El mejor modo de eliminar la mayor parle del sulfato férrico formado, y de poner al abrigo de dicha alteración el ferroso, consiste en escojer entre cierta cantidad de esta sal los cris-lales mas homogéneos y de color verde esmeralda claro; introducirlos después de partidos dentro de un frasco que contenga ácido sulfúrico y alcohol: agitados en el seno de este liquido hasta tanto que su disolución no i)roduzca el color rojo de sangre al con-lacto del sulfocianuro potásico, se lavarán con alcohol, y finalmente, se guardarán dentro de un Irasco que cierre bien, pero después de haberlos cubierto con una capa de aceite.

El sulfato ferroso se emplea para reducir ciertos metales y caracterizar los compuestos nitrosos, según dejamos dicho en otro lugar.

Fosfato de sosa. La sal estraña que generalmente adultera á este reactivo es el sulfato de sosa. Para reconocerle se trata por cloruro bárico, y el precipitado obtenido se somete á la acción del ácido nítrico concentrado; si no se disuelve completamente es sulfato de barita, y por lo tanto contiene sulfato de sosa. Sir ve para caracterizar la magnesia.

Cloruro férrico. También se usa como reactivo. Se obtiene directamente.

Cloruro estannoso. Disolviendo el metal en grana-

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54 lia y puro, en ácido hitlroclórico hirviendo, al cual se haya añadido previamente un poco de ácido nítrico con el objeto de acelerar la reacción, se obtienen por evaporación unos cristales octaédricos y voluminosos correspondientes al cloruro estannoso: si la disolución es muy acida, esta sal se precipita bajo la forma de láminas micáceas y brillantes.

Dicho reactivo tiene la propiedad de reducir completamente un gran número de óxidos, tales como los de antimonio, zinc, mercurio y plata; su empleo mas principal es para caracterizar el oro, en cuyas sales produce un precipitado purpúreo conocido con el nombre de púrpura de Cassius.

Cloruro áurico. Como todos los reactivos son recíprocos, resulta que á su vez el cloruro de oro servirá para caracterizar el estaño ai estado de sal ad mínimum. Se emplea también esta sal haloidea para indicar la presencia del óxido nítrico y de otros cuerpos que reducen al cloruro de oro, aislando á éste de su combinación. Obtiénese disolviendo una parle de oro laminado en la correspondiente cantidad de agua regia, constituida por una parte de ácido nítrico y tres de hidroclórico; verificada la disolución se evapora gradualmente para eliminar el esceso de ácido, evitando todo lo posible el que la temperatura sea mayor de la necesaria al indicado objeto, pues de lo contrario quedaría convertida la sal en cloruro auroso.

Cloruro platínico.. Se prepara disolviendo el metal en grano, ó lo que es mejor, los restos de los crisoles de platino, en agua regia formada de la misma ma-

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55 llera que respecto del de oro; se evapora hasla sequedad á un calor suave, y finalmente se disuelve en agua. Suele contener iridio, el cual se reconoce por medio de la potasa ó ei amoniaco, que dará origen á uii precipitado amarillo correspondiente al cloruro doble, pero teñido de color rojizo. Para eliminar este cuerpo se calcina el cloruro impuro, y luego se trata por el agua regia diluida, que se apodera del platino y apenas tiene acción disolvente sobre el iridio.

Además de emplearse este cuerpo como reactivo de las sales de potasa, sirve para dosizar el nitrógeno de las sustancias orgánicas (previamente convertido en amoniaco) al estado de cloruro doble de amonio y de platino.

Acetato neutro de plomo. Este cuerpo se prepara en grande, tratando el litargirio por el ácido acético en esceso, ó bien haciendo actuar el vinagre con el plomo en granalla; el plomo se oxida, y luego se une al ácido. Tiene varios usos; el mas importante es para caracterizar el hidrógeno sulfurado ó un sulfuro soluble.

Acétalo triplúmbico. Se obtiene evaporando á un calor conveniente 30 partes de agua, 1 de óxido de plomo y 10 de acetato neutro: tiene la propiedad de precipitar la goma, las materias eslraclivas, etc. En esta circunstancia está fundado particularmente su uso.

Sulfocianuro potásico. Resulla, bien sea calcinando el ferrocianuro potásico anhidro con la flor de azufre, ó fundiendo el cianuro de la misma base con

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56 dicho cuerpo simple. Se emplea en especialidad para caracterizar las sales férricas, á las que comunica un hermoso color rojo de sangre arterial.

Papel de tornasol. Se disuelve la materia colorante en agua destilada, y se coloca en una cápsula; en seguida se cortan tiras de papel satinado y se pasan á través de la disolución, desecándolas acto continuo en sitio libre de emanaciones acidas y alcalinas; cuando está seco se prepara el enrojecido echando en una copa ordinaria una gota de ácido sulfúrico y casi llenándola luego de agua destilada; en tal disposición se volverá á Introducir el papel en este liquido, desecándole después de la manera dicha.

En casi lodos los establecimientos de producios químicos se encuentran ya hechas y perfectamente acondicionadas, en sus correspondientes neceseres de madera, las colecciones de reactivos de cuyos pormenores nos acabamos de ocupar: esto es muy ventajoso, por cuanto ahorra un tiempo no corto que puede utilizarse en otro trabajo de mayor interés. Sin embargo, nunca es completa la economía de tiempo en razón á que es preciso cerciorarse de la bondad de las sales antes de servirse de ellas, á menos de tener una fe absoluta en su pureza, emanada de la confianza que inspire el laboratorio de donde procedan. En esle caso se hallan las colecciones de reactivos preparados en la fábrica de productos químicos situada junto á Chamberí, por el lado^del camino de Francia, y diri-jida por el distinguido profesor de química docimás-lica D. Luis de la Escosura.

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57 Nosolros hemos tenido ocasión de ensayar uno por

uno los referidos cuerpos, y no dudamos en alirraar <l«e nada dejan que apclecer respecto de su pureza. En el citado establecimiento se hallan igualmente los apáralos Y utensilios necesarios para practicar toda clase de operaciones químicas.

C A P 1 T 1 J L . O 1 1 1 .

Ensayos preliminares al soplete.

Desde las interesantes observaciones de Berzelius y de Gahn relativas al empleo del soplete como medio de investigación en la análisis química, ha adqui-ndo el uso de este instrumento una importancia singular, que ha ido sucesivamente en aumento, hasta el punto de ser en el dia un auxiliar indispensable en este género de trabajos.

Varios químicos de nombradla, y en especial Mr. l*lattner, profesor de la Escuela de Minas de Frey-Derg, han perfeccionado notablemente los métodos de análisis al soplete; de manera que nuestros lectores hallarán estractado en este capítulo lodo lo mas interesante respecto de estos ensayos.

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f)8

Ve los objetos necesarios para ejecutar los ensayos al soplete.

Se necesitan los siguientes: 1." Unas pinzas, con puntas de platino, destinadas

á cojer los fragmentos de los minerales cuya fusibilidad se trata de averiguar.

2." Un alambre de platino del diámetro de una aguja regular, y de 8 á 10 centímetros de longitud. Se encorva en forma de anillo una de sus estremidades, con el objeto de adherir (después de haberla humedecido previamente con un poco de agua) una corla cantidad de bórax, de fosfato doble de sosa y de amoniaco, ó de otro reactivo cualquiera; en seguida se pulveriza la sustancia que se trata de reconocer, y se añade una pequeña porciou al fundente, dirigiendo acto continuo sobre el todo, por medio del soplete, la llama de una bugin. El bórax se funde bajo la acción del dardo, y produce una perla incolora ó coloreada, trasparente ú opaca, según la naturaleza de la sustancia sometida á la acción del reactivo, y la clase de llama á que ha estado espuesta.

3." Un morterilo de ágata. 4.* Un martillo de acero, con su yunque, para

partir los minerales, y averiguar si los bolones metálicos son quebradizos ó maleables.

b.° Una barra imantada. 6.' Una lente de bastante aumento.

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59 1.° Un cono de carbónj descortezado, de grano

fino y sin hendiduras. 8.* Varios tubos de vidrio, abiertos por ambos es

treñios, de 6 á 8 centimelros de longitud, y de 2 á 3 milimelros de diámetro.

9-* Otra coleccioncila de tubos de vidrio cilindricos, cerrados por uu lado, de 2 á 3 milímetros de diámetro.

10. Matracilos de vidrio.— Bajo este nombre se designan unos tubilos de 3 á 4 milímetros, cerrados por un estremo pero inflados cerca de esta parte: sirven para ensayar los cuerpos que decrepitan, y separar ®1 agua y algunas otras sustancias no combustibles.

11. Y íinalmenle, se emplean también láminas de platino, cucharitas del mismo metal, de formas diversas, y copelas, muy finas, de fosfato de cal.

Según dijimos en otro lugar, el dardo de la llama producida por el soplete se compone esencialmente de una parte oxidante, y de otra reduclora; pues con el objeto de reconocer con facilidad ambas parles, se recomienda en general el ejercicio siguiente.

Se practica á la estremidad de un pedazo de carbón un pequefto agujero, dentro del que se introduce ^n pedazo de estaño del grandor de un grano de trigo, y se dirije sobre el metal el dardo de la llama de una bujía ó el de una lámpara alimentada por aceite. Si se espone el estaño hacia la estremidad puntiaguda y oscura de la llama, es decir, en el punto oxidante, se cubre el metal de una película blanca infusible, correspondiente al ácido estánnico; si en tal disposi-

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60 cion se hace llegar al compuesto obtenido la parte interior mas brillante del cono luminoso, ó lo que es lo mismo, la llama de reducción, el ácido eslánnico se desoxida, volvieudo á adquirir el metal el brillo que le es propio. Repitiendo esta operación varias veces, puede conseguirse á voluntad la oxidación del estaño y la reducción del ácido estánnico.

Reglas generales que hay que observar en los análisis cualilalivos ejecutados por medio del soplete.

Las sustancias se ensayan al soplete sin hacer uso de reactivos, ó bien con el auxilio de ellos.

Los ensayos sin reactivos se ejecutan; 1.* En un tubo de vidrio cerrado por un estremo,

ó en un matracilo adecuado, á fin de reconocer si la sustancia decrepita, ó si contiene materias volátiles.

2.° En un tubo abierto por ambos lados, para averiguar si el cuerpo que se ensaya es susceptible de oxidarse al contacto del aire, y aun de volatilizarse.

3.° Sobre el carbón, para apreciar los cambios que la sustancia esperimenta en la llama de oxidación y en la de reducción.

Si la sustancia se funde con facilidad, se calienta á la estremidad de un alambre de platino, ó en Jas pinzas del mismo metal, con el objeto de reconocer su grado de fusibilidad y el color de la llama.

Los reactivos empleados en los ensayos al soplete son poco numerosos; pueden reducirse al bórax, fos~

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ftiío doble de sosa y de amoniaco, á la solución del nitrato do cobalto, y al carbonato sódico: dichos ensayos se ejecutan sobre el carbón ó en el alambre de platino.

Debe tenerse un cuidado especial en no verificar las reacciones al soplete sobre una cantidad escesiva lie materia, en razón á que son generalmente inciertos los resultados obtenidos. Teniendo un poco de práctica, ó haciendo algunos tanteos antes del ensayo formal, se consigue conocer la cantidad conveniente; •a que por lo regular viene á ser igual en volumen al grandor de un cañamón.

Ensayos sin reactivos en un tubo cerrado por un eslremo, ó en un pequeño matraz de vidrio.

Cuando se sospecha que la sustancia puede contenor cuerpos tales como el arsénico, azufre ó setenio, cuya tostacion es tan fácil, se introduce en un tu-bito cerrado por un lado; hecho esto, se calienta poco á poco con la lámpara de alcohol, con el fin de averiguar si contiene cuerpos volátiles á una débil temperatura (sales amoniacales ó de mercurio); en seguida se va aumentando gradualmente el calor hasta el rojo, y se observa con detención: 1.° si la sustancia cambia de color; 2." si este es durable, ó si por el enfriamiento vuelve á adquirir el primitivo, como sucede ^' óxido de zinc; 3.° si fosforece, como el espato flúor; *-° si decrepita ó funde, ó bien se desprende una sustancia volátil, como agua, arsénico, azufre ó setenio.

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62 Es preciso indagar igualmente si hay producción de oxigeno, lo cual tiene lugar en la calcinación de los bromatos, yódalos, cloratos, y en la de algunos óxidos.

Debe examinarse con cuidado, por medio de los papeles reactivos, la naturaleza del líquido condensad© sobre las paredes del tubo, y estudiar el olor de los gases desprendidos: ciertos sulfatos, como los de hierro y alúmina, ponen en libertad, por efecto del calor, agua cargada de ácido sulfúrico, y algunas veces de gas sulfuroso. —Guando se calientan fluoruros hidratados, se observa con frecuencia un desprendimiento de ácido hidrofluórico, reconocible por su acción sobre el vidrio; algunos arsenialos ofrecen un sublimado de ácido arsenioso.

Si el agua es alcalina, la sustancia contiene sales amoniacales ó materias orgánicas nitrogenadas; y en fin, es preciso cerciorarse si las sustancias son atraidas ó no por el imán después de la calcinación; el hierro espático, por ejemplo, pierde su ácido carbónico dando origen á óxido ferroso-férrico, que es magnético.

Ensayos, sin reactivos, en un tubo abierto por ambos eslremos.

Guando una sustancia contiene metales ó cuerpos volátiles, se calienta en un tubo abierto por los dos lados; y si el calor de la llama no es suficiente, se activa con el soplelCj Escusado es advertir que debe pulverizarse en el caso de que decrepite.

Varios cuerpos que no pueden volatilizarse en un

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65 tubo cerrado por un estremo, lo efectúan cuando se les calienta en uno abierto por ambas parles; algunos, como el azufre, se volatilizan completamente; otros, como el arsénico y antimonio, forman compuestos volátiles que se condensan en seguida en el punto mas frió del tubo.

Es preciso tener cuidado en estos ensayos de no calentar bruscamente; de lo contrario podría volatilizarse sin oxidarse una parle de la sustancia, como sucede respecto del sulfuro de arsénico.

Ensayos sobre el carbón.

Si el cuerpo que se estudia no decrepita, se toma un pequc&o fragmento de él; pero si tiene dicha propiedad se le pulveriza previamente, y se coloca una corla porción dentro del agujero, poco profundo, practicado en uno de los lados de un cilindro de carbón: hecho esto, se dirijo sobre la sustancia una llama de oxidación débil, teniendo cuidado de sostener el carbón en una posición lal, que los vapores que puedan desprenderse sean arrastrados por la corriente de la llama, y coudensados en seguida sobre el carbón. La llama debe formar con el carbón un ángulo de cerca de 20°. Se conoce la presencia de cuerpos volátiles, tales como el azufre, arsénico y selenio, por el olor que se manifiesta cuando se cesa de soplar. Hay además que saber: 1.* si la sustancia detona ó deflagra, como los cloratos, nitratos, etc.; 2.° si forma un precipitado; 3.* si dicho precipitado está mas ó menos

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aproximado á la sustancia; 4.* si ésta adquiere diferentes matices en caliente que en frió; 5.° si se volatiliza en la llama de oxidación ó en la de reducción; 6.* si comunica color á la llama interior.

Terminada la calcinación, se ve si la sustancia restablece el color azul del papel de tornasol enrojecido, lo cual tiene lugar con los nitratos, carbonalos, sulfates y cloruros alcalinos.

Ensayos á que se somete la sustancia para averif/uar su grado de fusibilidad.

Si el cuerpo es metálico, ó contiene azufre, y parece por otra parte que puede atacar al platino, se somete una corta cantidad á la llama reductora sobre el carbón: la generalidad de los metales se funden ó volatilizan en semejantes circunstancias. Ciertos óxidos metálicos, tales como los de niquel, cobalto y hierro, quedan reducidos, pero sin fundirse; en cambio casi todos los arseniuros y sulfuros son fusibles; pocos óxidos metálicos pueden fundirse en una llama de oxidación; los de cobre y antimonio se volatilizan después de estar fundidos; y los de bismuto y plomo se reducen por el carbón, después de haber esperimen-tado igualmente la fusión.

Cuando la sustancia que se examina parece ser un óxido terreo ó un silicato, se toma un pedazo puntiagudo, se agarra con las pinzas de platino, y se espone la punta á la acción de la parle mas caliente de la llama oxidante; si decrepita, se pulveriza una peque-

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65 ña porción en el mortcrito de ágala, so añaden algunas gotas de agua y se hace una pasta fluida, que se estiende en capa delgada sobre el carbón; en seguida se deseca hasta tanto que no se adhiera al combustible; y conseguido, se pone el polvo sobre una laminita de platino, dirijiendo sobre él la parte mas caliente de la llama de oxidación.

Si observamos que las parles finas no cambian de aspecto, podemos estar seguros de que la sustancia es 'nfusible, pues por poco fusible que sea se verán redondearse dichas partes, constituyendo unos globuli-tos mas ó menos esféricos; y en el caso de que lo sea en alto grado, toda la materia se aglomerará en un solo glóbulo. Hay cuerpos poco fusibles ó infusibles fin la llama de oxidación, al paso que se funden en la de reducción; otros son infusibles, y adquieren á consecuencia de una elevada temperatura el aspecto de la coliflor; tales son los silicatos de cal y algunos alu-fflinalos; otros en fin se funden é hinchan en seguida, como los carbonatos y boratos alcalinos. Estas diversas propiedades constituyen igual número de caracteres de suma importancia.

Posibilidad de reconocer la sustancia por la coloración (¡ue produzca al contado de la llama estertor.

Ciertas sustancias poseen la propiedad de colorear •ñas ó menos la llama esterior: antes de ejecutar este ensayo, es preciso cerciorarse de que el mortero empleado para dividir el cuerpo que se ensaya está per-

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fecíamentc limpio; porque si contiene restos de borato (le sosa, carbonato ó cualquiera otra sal de sosa, residuo de una pulverización anterior, se obtendrá una coloración que será debida á la presencia del álcali, y encubrirá completamente las coloraciones producidas por los demás cuerpos.

Los ensayos relativos á la coloración se ejecutan ordinariamente con un alambre de platino, cuando la sustancia es fusible; en este caso, ha de cuidarse igualmente de que dicho alambre esté perfectamente limpio, pues, solo el contacto de los dedos bastará para comunicar á la llama un color amarillo rojizo, el cual será debido á la presencia del cloruro sódico contenido en el sudor: para evitar esla causa de error, debe calentarse previamente el alambre de platino con el ácido clorhídrico, ó bien enrojecerle impregnado de bisulfato potásico.

Observadas estas condiciones, se lija la porcion-cila de sustancia á la eslremidad del alambre, calentándole hasta el rojo, y poniéndole en seguida en contacto de la materia: en el caso de que ésta no se ad^ hiera, será preciso humedecerle con un poco de agua destilada. Los metales, sulfuros y óxidos metálicos, fácilmente reductibles, se tratan separadamente con carbón: el máximum de coloración se obtiene en general en el momento en que el cuerpo empieza á fundirse.

Algunos cuerpos comunican un color azul muy bajo á los contornos de la llama, ó no la modifican sensiblemente; otros desprenden, desde la primera

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67 impresión del calor, agua ó ácido carbónico, ensanchando la llama esterior, y coloreándola en amarillo-rojizo. Este fenómeno solo es momentáneo cuando procede del agua ó del ácido carbónico, y queda sustituido por la coloración de los vapores originados por las sustancias que se volatilizan después de los referidos cuerpos. Sucede con frecuencia que aparece in-roediaiamente la coloración definitiva; en general, si la materia es infusible ó difícilmente fusible, la colocación aumenta de intensidad por la acción prolongada del calor.

Algunos cuerpos, tales como los ácidos fosfórico y bórico, no ocasionan coloración alguna cuando están combinados con las bases: en este caso no deben someterse á la acción de la llama sino después de haberlos humedecido con ácido sulfúrico, para que el acido quede en libertad. Los ensayos relativos á la coloración deben ejecutarse en un sitio algo oscuro, ó en una habitación en donde no dé directamente la luz solar sobre la llama.

Las coloraciones que pueden obtenerse por medio del soplete son: 1." el amarillo; 2.° el violeta; 3.° el rojo-carmin; 4.* el verde con diferentes matices; 5." el azul igualmente con varios matices.

Ahora examinaremos los cuerpos que pueden producir estos distintos colores.

Coloración amarilla. La sosa y sus sales aumentan la llama esterior y la comunican un color amari-"o-rojizo: este carácter es menos marcado cuando las sales de sosa existen mezcladas con otros cuerpos. La

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coloración adquiere mayor intensidad sosleniendo por algún tiempo una temperatura elevada.

Coloración violeta. La potasa y la generalidad de sus sales tifien la llama eslerior de un color violeta. La presencia de una corta cantidad de sosa ó de litina puede encubrir esta reacción.

Coloración roja. Las sales de litina, y principalmente el cloruro de litio, producen un color rojo-car-min, que pasa al violeta en presencia de las sales de potasa, y que desaparece completamente bajo la influencia de las sales de sosa.

Rojo-carmin. Casi todas las sales de eslronciana coloran igualmente la llama esterior, al principio, en rojo-amarillento, y después en carmín. Esta coloración puede estar modificada por la barita.

El cloruro calcico comunica á la llama esterior un color rojizo, pero es menos intenso que el cloruro de estroncio: el espalo calcáreo y la mayor parle de las calizas ofrecen primeramente una coloración amarillenta, la cual es reemplazada por otra rojiza en el instante en que ha sido espulsado el ácido carbónico; por otra parte, la coloración de las sales de cal es mucho menos intensa que la correspondiente á las sales de eslronciana.

Los fosfatos y los boratos de cal hacen adquirir á la llama un matiz verde que encubre completamente la coloración debida á la cal sola; la barita se conduce de la misma ntíinera. Respecto de los silicatos, el feldespato es el único que comunica un color rojizo á la llama esterior.

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69 Colvrnciun verde. Los cuerpos que coloran la 11a-

nia en verde son: la barita, el ácido niolíbdico, el óxi-(ío de cobre, el ácido leluroso, el fosfórico y el bórico.

Coloración verde producida por la barita. Una cor-lísima cantidad de cloruro bárico tifie la llama esle-i'ior de un color verde claro, el cual se cambia al cabo de algún tiempo en un matiz verde amarillento mucho mas intenso: dicha coloración solo se observa con facilidad cuando se opera sobre una pequeña porción de materia. Casi todas las sales de barita, incluso el sulfato, imprimen un color verde á la llama es-lerior, pero con menos intensidad que el cloruro. La coloración correspondiente á la barita, lejos de ser encubierta por la cal, hace desaparecer al contrario el color rojo producido por esta base.

Coloración verde ocasionada por el ácido molíbdico. Este ácido, lo mismo que el óxido de molibdeno, coloca la llama eslerior en verde, como la barita; puede estudiarse esta reacción en una larainita de sulfuro de molibdeno natural.

Coloración verde producida por d óxido de cobre. Este óxido, libre ó en combinación con los ácidos, comunica á Ja llama esterior un color verde intenso. Cuando el cobre contiene plomo, la parte central de la llanaa esterior es azul, mientras que la correspondiente á los bordes conserva el color verde debido al Cobro: los silicatos, y por lo regular casi lodos los minerales cobrizos, hacen aparecer en la punta del dar-"0 azul un hermoso color verde.

Coloración verde originada por el ácido telwoso. El

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70 ácido leluroso se volatiliza antes de entrar en fusión, colorando la llama eslerior en verde, que aparece azulada cuando el teluro contiene selenio.

Coloración verde debida al ácido fosfórico. El ácido fosfórico, los fosfatos y todos los minerales que contienen este ácido, calentados aisladamente ó con ácido sulfúrico, tiüen de azul verdoso la llama csterior. Esta reacción es tan sensible, que puede reconocerse (teniendo presente las precauciones necesarias) la roas corta cantidad de ácido fosfórico existente en un mineral. Cuando la sustancia contiene agua, es preciso deshidratarla antes de ponerla en contacto con el ácido sulfúrico. La sosa no se opone á la referida coloración.

En el momento en que el ácido fosfórico queda en libertad, colora la llama esterior de azul verdoso que pasa rápidamente al amarillo rojizo; por lo tanto debe observarse desde el principio con suma atención. Los cuerpos que poseen á la vez plomo y ácido fosfórico, producen una llama azul festoneada de verde.

Coloración verdepoduddapor el ácido bórico. Este ácido comunica á la llama un color verde muy intenso, con un ligero viso amarillento; las observaciones indicadas respecto del ácido fosfórico y sus combinaciones, deben aplicarse igualmente al ácido bórico y á los boratos.

Coloración uzuL Los cuerpos que coloran la llama en azul son: el arsénico, antimonio, plomo, selenio, y el cloruro y bromuro de cobre.

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Coloración azul ocasionada por el arsénico. El arsénico liñe la llama eslerior de un color azul claro: puede conseguirse esta reacción operando con las pingas de platino, ó bien sobre un carbón. El arsénico encubre las coloraciones debidas á ciertas bases.

Coloración azul ori<)inada por el antimonio. El antimonio metálico, calentado en la llama interior sobre, el carbón, colora el borde eslerior de ella de azul apenas visible-, pero si se coloca óxido de antimonio en « llama azul, ésta adquiere un matiz verdoso.

Coloración azul debida al plomo. Calentado el plomo sobre el carbón, en la llama do reducción, comunica UD color azul de cielo á la parle eslerior de la üiisma, formándose al propio tiempo cierta cantidad de óxido de plomo que, sometido á la llama de rcduc-ciou, se volatiliza produciendo en el borde eslerior igual coloración que el plomo metálico. Las sales de plomo gozan también de esta propiedad, escepto en aquellos casos en que el ácido puede encubrir ó modificar la reacción indicada respecto del metal refe-íido.

Coloración azul ocasionada por el selenio. Arde y se volatiliza, comunicando á la llama eslerior un color azul muy intenso.

Coloración azul producida por el cloruro de cobre. El cloruro de cobre comunica en el primer momenlo, á la llama eslerior, un color azul de cielo intenso, y después verde en razón á que se forma óxido de colare. Colocado el bromuro de la misma manera que el anterior en el borde eslerior de la llama, ocasiona

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72 una coloración, primeranaenle azul verdosa, y en seguida verde.

Ensayos de las sustancias con el auxilio de reactivos.

Cuando un cuerpo no puede conocerse por la sola .acción del calor, se le sooiete á nuevos ensayos que exijen el uso de reactivos. Ciertos compuestos, tales como ios sulfures y arseniuros metálicos, deben convertirse previamente en óxidos mediante la tosta-cion sobre el carbón, antes de someterlos á esta especie de prueba.

Para operar la tostaciou, sobre el mencionado combustible, de una sustancia que contenga azufre ó arsénico, se toman 43 ó 50 miligramos de ella, reducida á polvo fino, y se introducen en la cavidad abierta al efecto sobre el cilindro de carbón; hecho esto se comprime ligeramente la materia, á fin de obtener una capa delgada, pero homogénea, sobre la cual se dirije acto continuo la parte estrema de la llama de oxidación, con el objeto de conseguir tan solo nna temperatura poco intensa.

El azufre se volatiliza en gran parle al estado de ácido sulfuroso, y el arsénico lo efectúa bajo la forma de ácido arsenioso: se produce igualmente ácido sulfúrico y arsénico que quedan combinados con los óxidos. Cuando la materia no desprenda (sin embargo de continuar la tostacípn) mas cuerpos que posean olor, se hace actuar á una temperatura poco elevada la llama de reducción, que desoxida en gran parte los

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sulíalüs y arsenialos füimados, volalilizándose el arsénico en este caso mas ó menos complelaraente, según la naturaleza del metal con quien esté combinado: desvanecido el olor arsenical, se somete de nuevo la sustancia á la acción de la llama de oxidación, que origina segunda vez un desprendimiento de ácido arsenioso. Se remueve en seguida la sustancia sometida al ensayo (la que por otra parle no debe estar fundida sino solo aglomerada) y se procede nuevamente á la tostacion.

En igualdad de circunstancias, el azufre se desprende con mas facilidad que el arsénico; no obstante, ciertos sulfures, tales como los de plomo y de cobre, se convierten casi por completo en sull'atos: sucede también con frecuencia que el arsénico oxidado queda unido á los óxidos metálicos constituyendo arseniatos, como sucede en la tostacion de los minerales de níquel y de cobalto.

Como una gran parle del arsénico se elimina, desde la primera impresión del calor, al estado de ácido arsenioso, para ponerse á cubierto de semejantes vapores, escesivamenle nocivos, debe empezarse por practicar el esperiraenlo consignado, dentro de un tubo de vidrio abierto por ambos estremos: el ácido arsenioso se deposita entonces en el interior del tubo.

Si la sustancia contiene antimonio, una parte de este metal se volatilizará, condensándose en cantidad considerable sobre el carbón al estado de óxido de antimonio.

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Ti

Ensayo par medio del bórax.

Se ejecuta de Ja manera siguiente. Calentado convenientemente el anillo del alambre

de platino, se sumerje en el bórax reducido á polvo; se funde en seguida esta sal, y mientras que se halla enrojecida se vuelve á introducir segunda vez el anillo dentro de nueva porción de borato sódico, con el objeto de que quede cubierta la cavidad de aquel. El alambre debe estar perfectamente limpio, según tenemos prevenido, y la perla de bórax resultante ha de ser incolora, lo mismo cuando se halle friaque caliente.

Humedeciendo la perla de bórax formada de la manera dicha, y poniéndola luego en contacto con la sustancia que se desea ensayar, se consigue que esta se adhiera completamente. Por lo general, se calienta con el bórax un pequeño fragmento del cuerpo sometido al examen, mas bien que el polvo, en razón á que sería dificil distinguir las parles insolubles operando sobre la sustancia dividida; entonces se observa si el cuerpo se disuelve con facilidad en el bórax, y si lo ejecuta con ó sin efervescencia; si la perla es diáfana lo mismo en frió que en caliente; si se pone opaca y lechosa por la acción de la llama de reducción, calentándola vivamente ó por intervalos; y si, en fin, adquiere color bajo la influencia de las diferentes parles de la llama.

Para estudiar los fenómenos de coloración es preciso operar sobre corlas cantidades de materia. En

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75 ciertos casos se apreciará mejor el color comprimiendo la perla, casi fundida, con las pinzas de platino.

Después de haber examinado ios fenómenos que presente la perla ó glóbulo de bórax, durante el tratamiento á la llama de oxidación, se la somete á la acción de la llama reduclora; si dicho glóbulo ofrece indicios de contener tan solo óxidos irreductibles ó poco reductibles, como los de manganeso, cromo, etc., puede observarse sobre el mismo alambre de platino ía modificación que esperimente al contacto de la lia-nía de reducción; pero si se cree que contiene óxidos de fácil reducción, tales como los de zinc, niquel, cad-^^0, plomo, bismuto, cobre, plata y antimonio, cuyos metales pueden alearse al platino, es indispensable operar el ensayo en la llama reductora, sobre el carbón.

Cuando el tratamiento se hace en el alambre de platino, se ven distintamente, después de haber soplado de un modo continuo durante dos minutos, los cambios de colores ó de trasparencia que la perla puede haber sufrido, sea mientras se halle caliente ó después de fria. Si se examina el glóbulo sobre el carbón, se sopla primeramente por espacio de algunos minu-^^^, y se le aplasta en seguida con el mango de las pinzas, cuando todavía está blando, para que se enfrie con prontitud y los metales no tengan tiempo de oxidarse : cuando la perla contiene metales reductibles y volátiles, se obtiene sobre el carbón cierta porción ® estos metales oxidados.El antimonio, zinc, cadmio.

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76 bisraulo y ¡tlomo son |>ailicularmcnlc los cuerpos que dan origen á esle hecho.

Cuando, sometida la sustancia en el alambre de platino á la llama de reducción, no ha habido cambio alguno de color, se la sujeta á igual tratamiento sobre el carbón, añadiendo casi siempre á la perla un peda-cito de estaño, que obra como desoxidante y no produce vidrio coloreado: el cambio de color del glóbulo no puede apreciarse en este caso sino después del enfriamiento.

Ensayo haciendo uso de la sal de fósforo (fosfato dobk de sosa )/ de amoniaco j .

Los ensayos con el intermedio de la sal de fósforo se verifican de la misma manera que respecto del bórax; con la única diferencia, de que para formar la perla de la sal de fósforo al estremo del alambre de platino, solo se emplea una pequeña dosis de dicha sal, en razón á que si se sometiera á la influencia del calor una cantidad mayor, se produciria un desprendimiento abundante de agua y de amoniaco que impediría al residuo fijarse á la eslremidad del alambre de platino; debe preferirse en ciertos ensayos la sal de fósforo al bórax, porque las coloraciones que determina son por lo regular mucho mas pronunciadas. Esta sal presenta además la ventaja de determinar la eliminación dg algunos ácidos; los que son volátiles se desprenden, mientras que los fijos se unen con parte de la base combinada con el ácido fosfórico: es asi

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que el ácido silícico es desalojado de sus combinaciones, y fluye en la perla tundida, cuando se le cállenla con la sal de fósforo.

Todas las observaciones consignadas al hablar del empleo del bórax, en esta clase de tratamientos, son igualmente aplicables cuando se sustituye la referida sal acida por el fosfato amónico-sódico.

Ensayo con el carhonulo ele sosa.

El uso del carbonato sódico como reactivo al soplete, tiene por objeto principal averiguar: 1.' si la sustancia que se estudia se funde cuando se la trata con esta sal; y 2.° si los óxidos que la materia contiene son reductibles ó irreductibles por el carbonato alcalino. Examinaremos sucesivamente la acción de los diferentes cuerpos sobre el carbonato de sosa.

Svslancias fusibles con el carbonato de sosa.

Los cuerpos que forman combinaciones fusibles con el carbonato sódico, son poco numerosos; se citan principalmente los ácidos silícico, titánico, túngstico y molíbdico: los ácidos silícico y titánico producen una efervescencia con el carbonato de sosa, y forman perlas trasparentes, en caliente; la originada por el silicato de sosa permanece diáfana igualmente, después del enfriamiento, si el carbonato de sosa no está en esceso; mientras que la perla correspondiente al lita-nato do sosa se pone opaca y cristalina después de

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78 enfriada. El ácido túngstico y el molibdico, se unen también con efervescencia á la sosa; pero estas combinaciones son absorvidas por el carbón, como sucede con la barita, estronciana, y sus sales respectivas.

Si la sustancia que se va á ensayar está pulverizada, se mezcla una corla porción de ella con carbonato de sosa en polvo, efectuando la asociación con la punta de un cuchillo previamente humedecida. Si la sustancia es sólida y no decrepita, se la envuelve en una capa de carbonato sódico húmedo y pastoso.

Preparado el cuerpo de este modo, y colocado sobre una ligera hendidura, practicada en uno de los lados del cono de carbón, se deseca y somete en seguida á una fuerte llama oxidante; si no está pulverizado, el carbonato de sosa es absorvido primeramente por el carbón, pero después reacciona sobre el referido cuerpo, en el supuesto de que sea atacable.

Cuando no se emplea suficiente cantidad de carbonato sódico, la sustancia deja de ser modificada por el fundente en cuestión, y aparece rodeada de un vidrio trasparente é incoloro; pero si, por el contrario, se añade un esceso de carbonato alcalino, la perla resulta de aspecto lechoso, por el enfriamiento: por consiguiente, debe afladirse poco á poco dicha sal, á fin de observar fácilmente las diversas reacciones que puedan originarse. En general los silicatos, cuyas bases son infusibles en el carbonato de sosa, ofrecen un vidrio perfectamente opaco cuando está frió; mas si una de estas sales es descomponible por el reactivo de que hablamos, pero sin que los productos de la des-

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79 composición se unan al compueslo alcalino, se ve aunaenlar gratluaimenle el volumen de la sustancia, resultando en definitiva una masa que no presenta la forraa globular, ó sea la perla.

Si el cuerpo que se estudia no es descomponible ni soluble en presencia del carbonato sódico, no es-perimenta alteración alguna, y el fundente es absor-vido en totalidad por el carbón.

Cuando una sustancia no posee óxidos dolados de color, pero en cambio contiene azufre ó ácido sulfúrico, produce, calentada sobre el carbón con carbonato sódico y á la llama de reducción, una perla amarilla ó pardo-amarillenta; el vidrio es absorvido por el carbón; y una lámina de plata, bruñida y mojada previamente en agua, se liñe de un color mas ó menos .oscuro cuando se la pone en contacto del carbón igualmente humedecido; si la materia es soluble en el carbonato alcalino, se somete la perla resultante á la llama de oxidación, sobre la lámina de platino, para reconocer si adquiere ó no alguna coloración.

Se averigua en una sal la presencia de la barita, estronciana ó cal, fuudiéndola con carbonato sódico: las dos primeras ofrecen vidrios trasparentes, mientras que la cal no se disuelve en el fundente y presenta un vidrio lechoso, sobre todo cuando existe en cantidad notable.

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Ik' In reducción de los óxidos melálicos medíanle c! carbonato de sosa.

Cuando los minerales contienen pequeñas dosis de óxidos metálicos, se averigua con facilidad su presencia calentándolos con carbonato sódico.

Cierto número de óxidos metálicos, calentados aisladamente sobre el carbón á la llama reductora, quedan rebajados en corto tiempo al estado metálico; pero esta ilescomposicion es muy difícil, y algunas veces imposible, cuando dichos óxidos se hallan asociados con otros de distinta naturaleza: la presencia en semejantes circunstancias del carbonato de sosa facilita la reducción. Plaltner cree que esta propiedad reduclri/ es debida al sodio y al óxido de carbono, formados á consecuencia de la reducción del carbonato sódico absorvido por el carbón. Cuando la reducción es difícil, debe operarse de la manera siguiente.

Se mezcla la sustancia, finamente pulverizada, con un poco de carbonato de sosa humedecido, y verificada la pasta se coloca sobre el cono de carbón, diri-jiendo acto continuo la llama reductora sobre la cavidad en donde está depositada la sustancia. El carbonato sódico es rápidamente absorvido, por lo cual es indispensable repetir la operación hasta tanto que deje de serlo. Las primeras porciones de carbonato de sosa sirven para reunir la materia que se halla eslen-dida sobre el carbón, y las últimas para terminar la reducción. Hecho esto, se humedece con algunas go-

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81 las de agua, la parle de carbón en que lia tenido lugar particularmente el ensayo, separando por medio de un cuchillo todo lo impregnado de carbonato de sosa, y pulverizando después finamente en un morterito de ágata la cantidad de carbón eliminada: tratada ésta en seguida por el agua, solo resta decantar, á fin de separar el carbón de los residuos metálicos, naturalmente mucho mas pesados.

Si no quedan en el mortero partículas metálicas, es indicio de que no se ha verificado ninguna reducción; eu el caso contrario, se halla un depósito metálico que se presenta bajo el aspecto de laminitas brillantes, si el metal reducido es fusible y maleable, y en forma de polvo si es fusible ó frágil.

Pueden averiguarse por este medio cantidades es-cesivamente pequeñas de cobre y de estaño. Si la sustancia contiene muchos óxidos metálicos, se obtiene una aleación constituida por los metales reducidos: sin embargo, una mezcla de mineral de hierro y de cobre presenta solo interpuestos á estos metales; de manera que pueden separarse recíprocamente por medios mecánicos.

Los metales que pueden reducirse por la acción del carbonato sódico son, entre otros, el antimonio, cobre, bismuto, estaño, plomo, zinc, cadmio, niquel. Cobalto y hierro. Entre ellos, el antimonio, bismuto, plomo, zinc y cadmio son volátiles mas ó menos compleíanienle, fijándose en seguida al estado de óxidos sobre el carbón; el arsénico y el mercurio se reducen del mismo modo, pero hay la circunstancia de

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82 que se volatilizan sin dar origen á residuos capaces de darlos á conocer, á menos que no se opere en un tubo cerrado por un estremo. Los arseniatos de niquel ó de cobalto producen un botón metálico que es fusible.

Ensayos haciendo uso del nitrato de cobalto.

Estos ensayos solo son aplicables á aquellas sustancias desprovistas de color, ó que solo ofrecen un ligero matiz. Cuando el cuerpo puede absorver la disolución de la sal de cobalto, se íija una porcioncita de él á la estremidad del alambre de platino, y se calienta á la llama oxidante, pero cuidando de no fundirle.

Si la materia que se ensaya no puede absorver la sal reactivo, se pulveriza en el morterito de ágata, calentándola en seguida sobre el carbón ó sobre las pinzas de platino, después de haberla humedecido perfectamente con la referida sal.

Las sustancias que ofrecen reacciones mas marcadas con la disolución del nitrato de cobalto son, la alúmina y sus sales, que adquieren una hermosa coloración .izul, y la magnesia, que toma un matiz rosá-ceo. Los óxidos metálicos pueden encubrir el color correspondiente á la alúmina y á la magnesia.

La disolución cobáltica no debe de ser ni muy diluida ni muy concentrada: en el primer caso apenas serian visibles lOs colores respectivos, y en el segundo aparecerían negros por demasiado intensos.

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Caracteres que permiten conocer, con el auxilio del soplete, la naturaleza del ácido contenido en una sal.

Es preciso convenir, de una manera general, en que para averiguar la naturaleza del ácido existente en una sal dada, la via húmeda suministra ordinaria-mente indicaciones mas precisas que el soplete: asi tiue solo nos contentaremos con presentar los caracteres de un corto número de sales.

Cloruroi.

Se disuelve el óxido de cobre en una proporción conveniente de sal de fósforo, y en seguida se procede, de la manera consignada mas arriba, á fin de obtener una perla de color verde; hecho esto, se introduce la sustancia que se desea conocer, y se calienta: si contiene un cloruro, la perla se hallará rodeada de una llama azul con cierto matiz purpúreo, cuya coloración es debida á la volatilización del cloruro de cobre. Casi lodos los cloruros calentados al soplete se volatilizan, comunicando algunas veces á la llama tintes característicos.

£1 cloruro potásico colora en azul violáceo la lia-naa de reducción.

El cloruro sódico comunica un color amarillo-rojizo á la llama de reducción.

El cloruro de litio colora la llama de reducción en fojo carmin.

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El cloruro plúmbico da un color azul á la llama (le reducción.

El cloruro de cobre colora de azul intenso la llama do reducción.

Los otros cloruros desaparecen sin producir coloración alguna.

Fluoruro$.

Mezclado el cuerpo sometido al ensayo con la sal de fósforo, previamente fundida, se introduce la mezcla en un lubito de cristal encorvado y abierto por los dos estremos, calentándola acto continuo de tal modo que una parte del aire que alimenta la llama penetre en el interior del tubo: por este medio se forma ácido hidrofluórico, que corroe al vidrio, produciendo fluoruro de silicio, cuya sal es ulteriormente descompuesta en presencia de ua papel humedecido que al intento se introduce por la parle superior del tubo, y sobre el cual queda precipitada la sílice resultante de la reacción.

Sulfuro».

Calentados sobre el carbón ó dentro de un tubo abierto por ambos lados, dan origen á un desprendimiento de gas ácido sulfuroso, reconocible por su olor picante caracteristico. En el caso de que no sea apre-ciable el referid* olor, se coloca en una de las estre-midades del tubo una tira de papel algo humedecido é impregnado de la materia colorante del leño de fer-

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nanibuco. Por corta que sea la cantidad de gas sulfuroso desprendida, quedará decolorado el papel reactivo.

Fundido un sulfuro con la sílice y la sosa, produce por el enfriamiento una perla de color rojo-amarillento; pero este carácter no puede servir sino en el caso de que la combinación binaria no contenga otras sustancias capaces de colorear el vidrio.

Arseniuros.

Ensayados al soplete, esparcen un olor á ajos peculiar; tostados dentro de un tubo abierto, ofrecen un precipitado de ácido arsenioso, que examinado al microscopio afecta la forma de octaedros regulares.

Nitratot.

Los caracteres que sirven para distinguir los nitratos, haciendo uso del soplete, son los siguientes: deflagran sobre las ascuas, y calentados dentro de un tubo de vidrio con torneaduras de cobre y bisulfato potásico, desprenden vapores rutilantes, etc.

Sulfatas.

Calentados con carbonato de sosa y carbón, bajo la influencia de la llama desoxidante, se cambian en sulfures que, ligeramente humedecidos, ennegrecen wna lámina de plata, desprendiendo bajo la influencia

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86 del ácido hidroclórico, gas sulfhido-hidrico, reconocible por su olor especial.

Fotfatos.

Se funde la sustancia sobre el carbón, acompañada del ácido bórico, y conseguido se introduce rápidamente un alambre de hierro muy fino, calentando en seguida la perla resultante á la llama de reducción. El ácido fosfórico desalojado por el bórico es reducido después por el carbón, quedando fósforo en libertad, qué unido en último resultado al hierro, le comunica una dureza y fragilidad caracterislicas. Se deja enfriar la perla, se golpea con suavidad para aislar el alambre, y en seguida se ensaya en él, sobre el yunque, la cualidad indicada.

Boratos.

Pulverizada la sustancia que se desea conocer, se mezcla con bisulfato potásico y fluoruro de calcio, y se calienta fuertemente sobre el carbón; se forma fluoruro de boro, dotado de la propiedad de comunicar á la llama un color verde amarillento: sin embargo, esta coloración es muy débil, y no se observa fácilmente sino cuando se verifica el ensayo en un punto poco alumbrado.

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Siíicatoi.

Fundidos los silicatos con la sal de fósforo, dejau por lo regular un residuo blanco y opaco, de sílice, que fluye en la perla trasparente: hay ocasiones en que la perla es diáfana en el estado de fusión, y no aparece opaca sino cuando está fria. Calentados los silicatos con 5 ó 6 veces su peso de carbonato de sosa, producen un residuo que, lavado y tratado por el ácido hi-droclórico, abandona un precipitado correspondiente al ácido silícico, después de evaporado á sequedad, y sometido á las lociones que son consiguientes.

Caracteres que permiten distinguir (os metales haciendo uso del soplete.

Potatio.

Las sales de potasa son fácilmente fusibles, á es-cepcion de los fosfatos: comunican un color violeta á la llama esterior. Cuando dichas sales se hallan mezcladas con una proporción considerable de sosa ó de lilina, la llama adquiere un color amarillo ó rojo, siendo entonces difícil el reconocer la potasa; pero si por el contrario solo figuran en este álcali pequeñas cantidades de los dos mencionados cuerpos, sucede que la parte de la llama esterior mas inmediata á la sustancia, adquiere un matiz violeta, bastante marcado para indicar la presencia de la potasa.

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88 Puede reconocerse igualmenle esta base, aun cuan

do existan asociadas con ella fuertes dosis de sosa y de litina, impregnando ligeramente una perla de bórax, con óxido de niquel, y fundiéndola en seguida con la cantidad conveniente de la sustancia sometida al ensayo: el glóbulo aparece después del enfriamiento cubierto de un color azul muy claro. El cloruro, nitrato y carbonato potásicos se funden con facilidad sobre el alambre de platino, y coloran la llama de violeta pálido.

Sodio.

La sosa cáustica, el cloruro, nitrato, carbonato, y en general la mayor parle de las sales á base de sosa, calentadas á la estremidad de un alambre de platino, coloran de amarillo rojizo el dardo de la llama, y parece que aumentan de volumen. La presencia de una gran cantidad de potasa no es obstáculo para que so produzca la coloración amarillenta, pero en este caso la parte de la llama situada mas cerca de la sustancia, toma un color violeta que tira al amarillo, mientras que el punto eslremo no cambia de color: la sosa, mezclada con una pequeña porción de litina, ofrece una coloración amarillenta mas rojiza que la sosa pura.

Litio.

Las sales de*litina coloran la llama de rojo: cuando este álcali está unido al ácido fosfórico, y la sal no contiene sosa, se manifiesta igualmente la coloración

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89 roja debida á la lilina, diferenciándose, de una manera clara, del matiz verde-azulado correspondiente al ácido fosfórico. La sosa tiende á encubrir los caracteres de la litina; esto no obstante, se ha reconocido que cuando en vez de fundir á una temperatura elevada la mezcla de ambos cuerpos, se calienta ligeramente, la llama adquiere el color rojo aun cuando sea muy débil la proporción del álcali que nos ocupa.

La lilina difiere además de la potasa y de la sosa en que ataca rápidamente el platino, dejando al rededor del punto en donde ha esperimenlado la acción del calor una mancha de color amarillo oscuro: sus sales, mezcladas con sosa, producen el mismo efecto.

Bario.

Los compuestos salinos á base de barita, cscepto los silicatos, comunican á la llama eslerior un color verde-amarillento.

El sulfato de barita, puro, se funde con suma dificultad; pero mezclado con el de estronciana se consigue sin gran trabajo dicha fusión: la perla que produce con el carbonato sódico, sobre el alambre de platino, es trasparente aun en presencia del sulfato de estronciana. El sulfato de cal comunica una opacidad notable al referido glóbulo.

La mezcla de estos tres sulfates, sometida sobre el carbón á la influencia de la llama reductora, produce sulfuros de bario y de estroncio, absorvidos por el carbón, y sulfuro calcico que permanece en la superficie:

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90 el óxido de hierro, que contiene por lo regular el sulfato de barita, adhiere del mismo modo sobre el carbón, Y queda también en la parte esterior.

La barita forma un vidrio diáfano con el bórax y la sal de fósforo, constituyendo con el nitrato de cobalto una perla que ofrece, ínterin está caliente, una coloración amarilla ó roja, la cual desaparece por el enfriamiento.

EtCroncio.

La estronciana y sus sales coloran la llama de púrpura: una mezcla de carbón y de sulfato de estronciana , calentada al fuego de reducción, deja por residuo un sulfuro que luego se descompone por el ácido hi-droclórico en una capsulita de porcelana. Evaporado el liquido á sequedad, se trata el residuo por el alcohol, absorviéndole después con una bolita de algo-don, á la cual se prende fuego acto continuo; la llama del espíritu de vino se colora entonces de rojo intenso, sobre todo hacia el lado esterior. La presencia de la barita impide reconocer la coloración producida por la estronciana; cuando se hallen juntas estas bases, debe recurrirse á los caracteres ordinarios pertenecientes á las sales de barita y de estronciana.

Calcio.

Las sales de cal, y principalmente el carbonato, esparcen un vivo resplandor cuando se calientan á la estremidad del punto azul del dardo; coloran la llama

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91 Je rojo, pero con menos intensidad que las sales de eslronciana. El sulfato de cal es muy difícil de fundir; produce, con un esceso de carbonato de sosa, una perla opaca, y se distingue por esta propiedad de las sales de eslronciana y de barita; el mismo cuerpo, fundido sobre el carbón, bajo la influencia de la llama re ductora, no es absorvido como los sulfatos de barita y de eslronciana.

La cal aislada no sufre ni fusión ni alteración cuando se la calienta al sóplele; pero el carbonato de cal produce con la sal de fósforo un vidrio trasparente, el cual conserva su diafanidad aun después del enfriamiento; el óxido de calcio, tratado por el nitrato de cobalto, produce una masa negra ó de color gris oscuro, que es infusible.

Es indispensable, en general, recurrir á la via húmeda cuando se quiere descubrir con seguridad la presencia de la base mencionada.

Magnesio.

La magnesia no presenta cambio alguno sometida á esta clase de ensayos: su carbonato pasa fácilmente á magnesia cáustica, que restablece el color azul del papel de tornasol enrojecido, y enverdece el jarabe de violetas. Forma con la sal de fósforo un vidrio diáfano, que ofrece un aspecto lechoso por el enfriamiento. También es indispensable, la mayor parte de las veces, recurrir á la via húmeda para distinguir en una mezcla dada la presencia de la magnesia.

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9-2

Aluminio.

La alúmina es infusible; aun con el bórax lo efectúa parcialmente, produciendo al cabo de mucho tiempo un vidrio incoloro, siempre y cuando que este óxido no se halle mezclado con otros cuerpos susceptibles de comunicarla color; produce con la sal de fósforo un vidrio trasparente. Todas las sales de alúmina, humedecidas con una disolución de sal de cobalto, y calentadas en la llama oxidante, adquieren una coloración azul: añadiendo mucho reactivo, es tan intenso el color producido que parece negro. Sin embargo, este carácter, tan precioso para reconocer la alúmina pura, cesa de manifestarse bajo la influencia de un gran número de cuerpos: la dicha coloración sirve particularmente para descubrir la alúmina en los silicatos infusibles.

Manganeso.

Los Óxidos de manganeso no son fusibles, y adquieren un aspecto pardusco después de la calcinación: fundidos con el bórax, en la llama oxidante, dan origen á un vidrio que cuando está caliente ofrece un color amatista, el cual se cambia en rojo violáceo cuando se enfria. Un esceso de óxido produce un vidrio negro, que no es trasparente sino cuando se observan láminas muy delgadas; esle vidrio pierde su color en la llama oxidante, sobre todo, sobre el carbón y en presencia del estaño.

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93 El vidrio formado por los óxidos de manganeso y

la sal de fósforo es violeta; empleando el carbonato de sosa, la perla adquiere un color azul verdoso, que permanece, aun sometiéndole á la acción de la llama seductora. Cuando la cantidad de óxido de manganeso es muy débil para teñir el vidrio, basta añadir á la mezcla un poco de nitrato potásico; por lo general el ensayo de los óxidos de manganeso se ejecuta con la sosa sobre una lámina de platino: la coloración verde que adquiere la mezcla (camaleón mineral) indica con seguridad la presencia del manganeso: basta -¡^¡^ de esle óxido para comunicará la sosa un color verde marcado.

Algunos óxidos metálicos pueden encubrir ó modificar los caracteres del manganeso; el óxido de hierro tiende á modificar en amarillo el color verde tlel camaleón; y cuando se calcina la mezcla en la llama de reducción, sobre un carbón, y en presencia de una corla cantidad de estaño, el vidrio, en vez de aparecer incoloro como con los óxidos de manganeso puros, conserva un tinte verdoso debido al óxido de hierro. Los óxidos de manganeso mezclados con el de cobalto y la sílice, producen un vidrio que parece «izul; y con el óxido de cromo la perla es de un co-'or verde, mas ó menos amarillento. Cuando los óxidos de manganeso contienen sulfures ó arseniuros, es preciso someter la mezcla á una testación antes de ensayarla al soplete.

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Hierro.

El peróxido de hierro no cambia cuando se le calienta á la llama esterior, pero ennegrece y adquiere propiedades magnéticas situado en la interior. Sometido á un fuego oxidante, dicho cuerpo produce con el bórax un vidrio cuyo color rojo oscuro pasa á amarillento, y hasta suele desaparecer después de frió ; en la llama de reducción la perla presenta un color verde botella ó verde azulado.

Guando el óxido de hierro está mezclado con los de plomo, estaño, bismuto, zinc, etc., se le disuelve en el bórax, mediante la temperatura emanada de la llama de reducción, y se obtiene un vidrio constituido por un borato ferroso y de sosa, mezclado con granos metálicos que se separan durante la fusión de la perla; la masa vitrea, calentada nuevamente al fuego de reducción, produce un glóbulo de color verde botella ó verde azul. La presencia del estaño facilita la tras-formacion del sexquióxido de hierro en protóxido.

Si al hierro acompaña el cobalto, se reconocerá la existencia de éste por el color azul del vidrio después del enfriamiento; la perla calentada en la llama oxidante es verde y presenta diversos matices, sea en caliente ó después del enfriamiento, porque el color amarillo correspondiente al óxido férrico produce el matiz verdoso combinándose con el azul del óxido de cobalto; cuando está unido el hierro á los sulfures ó arseniuros, es preciso tostar la mezcla antes de some-

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95 lerla con el bórax al fuego de oxidación, pudiéndose entonces reconocer, con suma claridad, el color amarillo del óxido férrico; sin embargo, si el hierro posee cobre, el color azul producido por el óxido de este metal formará también el viso verde con el amarillo del peróxido de hierro; en semejante caso, se calienta la perla sobre el carbón, á la llama reductora, hasta que todo el cobre quede eliminado al estado metálico; la perla toma un tinte verdoso, y ofrece mayor trasparencia fundiéndola con estaño.

En el caso de que el hierro se halle asociado con el manganeso^ debe desaparecer, sometido á la llama reductora sobre el carbón, la coloración que este óxido comunica á la perla; cuando el óxido de hierro está Diezclado con el de cromo, se reconocerá este último calentando la mezcla con nitro y potasa en la llama oxidante; tratada la masa por el agua, abandona cierta cantidad de cromato de potasa, que tiüe el líquido de amarillo y deja al óxido de hierro en estado de polvo insoluble.

Cromo.

£1 Óxido de cromo espuesto con el bórax á la Ua-i&a oxidante, produce un vidrio amarillo cuando está caliente, y verde azulado por el enfriamiento; si la cantidad de óxido de cromo es considerable, la perla ofrece un color rojo oscuro cuando se halla semi-fundida, amarillo á medida que va enfriándose, y en fin, verde, con cierto viso azulado, al estar completamente fria: dicho glóbulo aparece verde en la llama

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9ÍÍ

(Je reducción, conservando esle color aun después del enfriamiento, sin que lampoco produzca por olra parle cambio alguno la adición del estaño. Colocado el óxido de cromo en la llama de oxidación con la sal de fósforo, produce un vidrio rojizo en caliente, de un verde sucio durante el enfriamiento, y de color verde hermoso cuando la materia se halla bien fria; los colores son mucho mas intensos en la llama de reducción.

El óxido de cromo se disuelve en el carbonato sódico, y produce, espueslo en la llama oxidante, un vidrio pardusco en caliente, y amarillo y diáfano por el enfriamiento, f erdiendo su trasparencia y adquiriendo un color verde, después de enfriado, cuando se le somete á la acción de la llama reductora. Aquellos minerales que no manifiestan en el acto la pre-seucia del cromo, mediante los fenómenos de coloración que hemos descrito, deben fundirse en la llama oxidante con una mezcla de pesos iguales de carbonato sódico y de nitro, por cuyo medio todo el cromo pasa, al poco tiempo, al estado de cromato potásico. En tal disposición, se trata la masa por agua hirviendo; si el líquido contiene manganato de potasa, pasará del color verde al violeta; en seguida se hierve esta disolución con ácido acético, sin separarla de la parte insoluble; el ácido permangánico se descompone, y el líquido se vuelve amarillento; y en fin, se añade acetato de plomo, que ocasiona un precipitado amarillo, de crómate de plomo, fácil de reconocer.

Si la sustancia sometida al examen contiene azufre ó fósforo, resultará mezclado el cromato con sul-

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97 falo y fosfato de plomo: un ensayo especial, practicado con la sal de fósforo, indicará en este caso facilmenlo la presencia del cromo.

Zinc y cadmio.

El ensayo al sóplele, dirijido á descubrir la presencia del zinc, eslá fundado: 1.' en la volatilidad de esle metal; 2.* en la estabilidad de su óxido; 3 / en el color amarillo que adquiere el óxido de zinc, cuando eslá caliente, y por último en la propiedad que posee el mismo cuerpo de adquirir un color verde por la sal de cobalto.

Cuando la sustancia que se estudia contiene mucho zinc, se la somete directamente al soplete; pero si la cantidad de esle metal es débil, es precisa tratar la materia con un fundente compuesto de 2 parles de carbonato sódico y de 1 de bórax.

En ambos casos se calienta la sustancia sobre el carbón á la llama reducliva; el zinc se volatiliza y forma al conlacto del aire un óxido que se deposita sobre el carbón; este óxido es amarillo en caliente, é

. incoloro frió. Si al zinc acompaña el plomo, se observa que las flores de zinc se fijan dentro del cuerpo que se ensaya, mientras que la mayor parle del óxido de plomo parece como que se aleja; la mejor manera de caracterizar el zinc consiste en mojar ligeramente la sustancia, reducida á polvo, con una disolución de cobalto, y calentarla fuertemente á la llama oxidante; el óxido de plomo se volatiliza completamente, y el de

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98 zinc se colora en verde después del enfriauíienlo; el óxido de zinc es infusible en el bórax.

Cuando el melal de que nos ocupamos coaliene cadmio, éste produce primeramente un óxido de un color rojo oscuro, sobre el cuál se precipita el óxido de zinc; el óxido de cadmio, calentado á la llama de reducción, desaparece al poco tiempo, dejando sobre el carbón una huella roja ó amarillo-rojiza; pudiéndose reconocer de esta manera en el zinc hasta 1 centésima de cadmio; además, como este melal es mucho mas volátil que el zinc, plomo, antimonio y bismuto, resulta que- si se calienta moderadamente el cadmio que contengan uno ó varios de estos cuerpos, se verá al cabo de poco tiempo, al lado del producto del tratamiento, un precipitado rojo oscuro de óxido cádmico. El bórax disuelve una gran cantidad de este compuesto, dando origen á un vidrio trasparente cuyo color amarillo desaparece en gran parte por el enfriamiento.

Cobalto.

El óxido de cobalto se funde con facilidad en el bórax, y forma con este reactivo un vidrio trasparente de un hermoso color azul; para conseguir semejante efecto, basta emplear una cortísima cantidad, debiendo tener presente esto á fin de no usar mayor proporción, porque, según hemos dicho ya en otro lugar, comunicaria al vidrio tal intensidad que aparecería negro.

El hierro mezclado con el cobalto tiende á colorear

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99 la perla en verde. Para reconocer en tal circunstancia la presencia del cobalto se calienta el glóbulo obtenido, con fundente, renovándole repelidas veces; el hierro, mucho mas afine por el oxígeno que el cobalto, se oxida elprimero y entra en disolución, mientras que el cobalto se oxida en último resultado, concluyendo por producir una perla de un color azul puro. Si la sustancia contiene además cierta cantidad de níquel y de cobre, ambos metales se oxidarán después del cobalto y alterarán el color azul de la perla; pero en este caso bastará calentar el glóbulo con carbón á la llama de reducción para hacer pasar el níquel y el cobre al es-lado metálico, recobrando entonces la perla su color azul primitivo.

Níquel.

El óxido de níquel se funde fácilmente con el bo-í'ax, dando lugar á un vidrio de color de naranja que se cambia en amarillo ó casi incoloro por el enfriamiento ; una cantidad escesiva de óxido de níquel origina durante la fusión un vidrio opaco y negruzco, que se vuelve rojo intenso y trasparente después de frió. Bajo la llama de reducción, el vidrio loma un color agrisado á consecuencia de la interposición de las partículas metálicas de níquel.

La sosa no disuelve al óxido de níquel; en contacto de una gran cantidad de álcali, este óxido se reduce con facilidad, y produce un polvo metálico blanco, brillante, atraible por el imán.

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400

Etíaño.

El protóxido de estaño anhidro ó hidratado arde con la mayor facilidad, convirtiéndose en ácido me-tastánico: se funde, aunque con gran trabajo, en el bórax, y produce un vidrio trasparente. Las sales de estaño, ensayadas sobre el cono de carbón, y con el intermedio del carbonato de sosa, ó mejor aún con el cianuro potásico, dejan por residuo un botón blanco de eslaño metálico, muy fusible y maleable; el cual, separado ele la escoria que le tapiza, y sometido dentro de la cavidad del carbón á la influencia de la llama oxidante, se cubre de una película blanca, no volátil. Cuando el estaño se halla mezclado con hierro, se espone la mezcla á la llama de reducción, interponiendo previamente cierta cantidad de bórax y de sosa, por cuyo medio el óxido de hierro es retenido por la escoria, obteniéndose un botoncito de estaño libre de toda materia estraña.

El ensayo ejecutado con el auxilio de la sosa es tan sensible, que puede reconocerse hasta — de estaño existente en varias especies de minerales.

Antimonio.

El Óxido de antimonio se volatiliza en la llama oxidante, pero es.rebajado al estado metálico en la llama de reducción; se forma un precipitado de óxido, .sobre las partes del carbón próximas al metal reduci-

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101 do, y la llama se colora de azul verdoso. El bórax disuelve el compuesto de que hablamos, dando origen en la llama de oxidación á un vidrio, que aparece amarillo ínterin está caliente, y queda incoloro por el enfriamiento: calentando la perla por espacio de algún tiempo en la llama oxidante, se volatiliza todo el antimonio.

La perla que se forma con el bórax en la llama de oxidación se cambia en gris negruzca, y pierde su trasparencia colocada en la parte reductora; quedando eliminado todo el antimonio si se deja un gran rato la perla á la influencia de dicha llama. El óxido de antimonio se disuelve con efervescencia en la sal de fósforo, produciendo un glóbulo de color amarillento, cuando está caliente, que se conduce como la perla de bórax, y de óxido de antimonio en la llama de reducción.

El mismo cuerpo referido pierde su oxígeno cuando se le ensaya al soplete (sobre el carbón) con el carbonato de sosa, volatilizándose poco á poco, y dejando por residuo, sobre los puntos próximos al sitio calentado, un anillo de óxido anlimónico. El antimonio se reconoce en una aleación por el precipitado que forma cuando se le calienta: si la liga contiene metales volátiles, tales como el plomo y el bismuto, estos dos últimos se depositarán al estado de óxidos, unidos al de antimonio; pero sometiendo este precipitado á la acción del ácido bórico en la llama de reducción, y á una temperatura poco elevada, se obtendrá un residuo de antimonio puro, reconocible por

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102 sus caracteres ordinarios; y sobre lodo, disolviéndole á la temperatura de la llama oxidante en la sal de fosforo, y sometiendo un instante la perla con un poco de estaño á la llama de reducción.

Cuando el antimonio está unido á una proporción considerable de cobre, se obtiene un \idrio gris oscuro ó negro, del que puede separarse completamente el primer metal mediante una temperatura elevada: la coloración debida al cobre aparece después de la eliminación del antimonio. Para reconocer una mezcla de sulfuro, de arsénico y de antimonio, se calienta la materia dentro de un tubo de vidrio cerrado por un estremo; el sulfuro de arsénico se volatiliza, quedando aislada una masa negra de sulfuro anlimónico; se corta la parte inferior del tubo, y se ensaya el residuo que contiene, calentándole en otro abierto por ambos lados. Se produce un desprendimiento de ácido sulfuroso, formándose al propio tiempo una cantidad correspondiente de óxido de antimonio.

Bismuto.

Calentado el bismuto sobre el carbón da origen á un óxido de color de naranja oscuro, el cual se cambia en amarillo claro por el enfriamiento, ofreciendo un matiz blanco azulado cuando se examinan lamini-tas de poco espesor; una pequeña cantidad de óxido de bismuto forma pon el bórax una perla amarilla es-lando aún caliente, é incolora completamente fria. Si el óxido existe en esceso, produce un glóbulo rojo-

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105 amarillento trasparente, ínterin conserva una temperatura elevada, el cual pierde por el enfriamiento su diafanidad y el viso rojizo: tratado por el bórax, sobre el carbón, en la llama reductora, dicho vidrio adquiere en el primer momento un tinte agrisado y su trasparencia; luego se manifiesta una especie de ebullición, la cual continúa hasta tanto que se volatiliza totalmente; y por último, queda otra vez opalino. Esta reacción se manifiesta con mas rapidez añadiendo un fragmento de estaño.

El óxido de bismuto, mezclado con la sal de fósforo, se disuelve en la llama oxidante, ocasionando un vidrio diáfano é incoloro: un esceso de óxido produce un vidrio amarillo, cuando todavía está caliente la masa, desapareciendo el color y la trasparencia en el acto de enfriarse. Colocado este glóbulo en la llama de reducción, aparece sin color alguno mientras la temperatura sea elevada; pero no bien se enfria, toma un color gris intenso, y pierde su diafanidad; el óxido de bismuto se reduce casi por completo cuando se le ensaya sobre el carbón, con el carbonato sódico, mas no adquiere color alguno por el nitrato de cobalto.

Plomo.

El plomo se reconoce en general por la coloración amarillenta del protóxido y la propiedad que presenta el mismo cuerpo de formar, por la fusión, un vidrio ae color de naranja, susceptible de reducirse sobre el f'ai'bon, ofreciendo un grano de plomo en el que pue-

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de evidenciarlo la maleabilidad, blandura y fusibilidad del referido melal. El óxido de plomo produce con el bórax un vidrio diáfano, que es amarillo cuando está caliente, y queda incoloro por el enfriamiento: dicho vidrio no adquiere el aspecto globular, y fluye hacia los bordes del cono de combustible, determinando una especie de ebullición.

El antimoDio y el bismuio aumenlaD la inlensiílíiíl en el color amarillo «Icl óxido de plomo; cuando este metal existe mezclado con el zinc, tiene lugar igualmente la coloración del referido óxido, pero se observa además que, es|)ucsto en estas circunstancias á la influencia de ia llama eslerior, la comunica un matiz azul claro.

Cobre.

El Óxido de cobre, sometido al fuego de oxidación, se funde constituyendo un glóbulo negro que se ensancha poco á poco sobre el carbón; á la llama reduclora pierde dicho compuesto el oxigeno que posee, quedando aislado el cobre bajo la forma metálica y con todos los caracteres que le diferencian de los demás cuerpos simples; pero en el instante en que se paraliza el uso del soplete, se cubre nuevamente de una costra de óxido la superficie del melal; y en fin, á una temperatura muy elevada se aglomera el cobre en un solo grano, de color rojo.

El óxido cúprico se disuelve en el bórax tiñéndole de un color que es terde mientras conserva una temperatura elevada, pero que pasa á azul por el enfria-

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miento. Sí la cantidad de óxido de cobre es grande, toma tal intensidad (en caliente) la coloración de la perla que parece opaca, mas luego que está fria presenta, al mismo tiempo que una trasparencia perfecta, la coloración azul verdosa característica; colocado en la llama de reducción el indicado vidrio, pierde en el primer momento su matiz, toma después otro rojizo y se vuelve opaco. El cobfe metálico se separa, m e diante un fuego fuorle y prolongado , SienUO inCOlOCO el glóbulo resultante.

El Óxido cúprico se conduce con la sai de fósforo de la misma manera que con el bórax. escepto que ias coloraciones son menos intensas que con esta última sal; calentado el óxido de cobre sobre el alambre de platino con el carbonato sódico, origina una perla diáfana, de color verde, que pierde su color y trasparencia por efecto del enfriamiento, siendo además reducido sobre el carbón; por cuyo motivo queda depositado el cobre al estado metálico.

Cuando el cuerpo que-nos ocupa se halla mezclado con los óxidos de antimonio, bismuto y plomo, no presenta la perla tan marcadamente el carácter distintivo del cobre: solo se observa que se tiüe de un color agrisado colocada en la llama de reducción; en este caso es indispensable esponer la mezcla, dentro de la cavidad del carbón, á la llama oxidante, á fin de eliminar, por volatilización, la mayor parte del •inlimonio, bismuto y plomo, añadiendo en seguida «n poco de ácido bórico, y calentando el lodo por último á la llama de reducción. El óxido de plomo

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i06 queda disuelto en el ácido bórico, mienlras que el bis mulo y el antimonio se volatilizan; ensayado entonces el vidrio con la sal de fósforo, presenta todos los caracteres del óxido de cobre.

Para reconocer una corta cantidad de este metal aleado al eslaño, se calienta la liga con la sal de fósforo sobre un carbón á la temperatura de la llama oxidante: como el eslaño se oxida y se disuelve el primero, se consigue obtener, después de haber repetido varias veces este ensayo, un botón metálico, poseyendo lodo el cobre de la aleación y solo ligeros indicios de estaño; conseguido el boten se analiza de la manera ordinaria, empleando al efecto la sal de fósforo.

Cuando el cobre se halla en las piritas marciales ó en ciertas combinaciones salinas, en donde figura en muy pequeña dosis para que sea posible reconocerle por los procedimientos que acabamos de indicar, se mezcla la sustancia, previamente tostada, con 2 partes de carbonato sódico, 1 de bórax, y 4 ó 5 miligramos de plomo; hecho esto se somete el conjunto á la llama de reducción; el cobre se une al plomo, y forma un botón que se ensaya, según dejamos consignado precedentemente, por el ácido bórico y la sal de fósforo. Cuando el cobre y el hierro existen asociados, se les reduce, por efeclo del mismo ensayo, en partículas distintas, reconocibles por su diverso color, y por medio de la barra imantada.

Los compuesto^ de cobre coloran en verde intenso la llama cslerior; cuando contienen mucho plomo, la llama es azul en el centro y verde en los bordes. Si la

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coloración no es perceptible, es preciso reducir á polvo fino la sustancia que se examina, humedecerla con ácido hidroclórico, y colocarla á la influencia de la llama interior, la cual suele colorarse unas veces de azul verdoso, y otras de azul rojizo.

Mercurio.

Todas las combinaciones mercuriales son reduc-tibles cuando, mezcladas con carbonato sódico ó con sosa cáustica, se calientan á una temperatura conveniente; el ensayo se ejecuta en un pequeño tubo de vidrio cerrado por un estremo; el mercurio se volatiliza depositándose bajo la forma de esferitas argentinas sobre las partes frías del aparatilo, las cuales ofrecen los caracteres que le distinguen de todos los demás metales. En el caso de que sea débil la proporción de mercurio, se introducirá dentro del tubilo indicado un fragmento de papel de oro suspendido de un alambre de hierro; si el cuerpo contiene el metal de que hablamos, se producirá una amalgama que no dejará duda acerca de la existencia del referido cuerpo.

Plata.

El óxido de plata se reduce por el calor: calentado con el bórax en la llama de oxidación sobre un alambre de platino, se disuelve una parle del óxido raien-''•as que la otra queda reducida. El vidrio aparece blanco y opaco después del enfriamiento. La plata me-

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108 lálica produce con el bórax una perla semejante á la anterior, la que, calentada sobre el carbón en la llama reductora, se presenta de un color agrisado, en razón á que se separa plata metálica sumamente dividida; pero este cuerpo se reúne al instante en bolón, y la perla se presenta diáfana é incolora.

La plata y el óxido argéntico se disuelven en la sal de fósforo á beneficio de la llama oxidante, produciendo un vidrio opaco de color amarillo, que parece rojizo examinado á la luz artificial; este glóbulo se conduce, como el vidrio que ofrece el bórax, en la llama de inducción; el óxido de piala, calentado con el carbonato sódico, se reduce casi inslanlánearaente.

La plata aleada con metales oxidables ó volátiles se separa al estado metálico cuando se calienta la liga sobre carbón ó en las cenizas de huesos; el arsénico se separa completamente de la plata por la toslacion; pero cuando el metal eslá unido al teluro, es preciso tratar la mezcla, colocada en la cavidad del cono de carbón, por una gran cantidad de plomo, y someter el todo á la llama oxidante. Si la plata está combinada con mucho oro, se hace reaccionar la aleación con la sal de fósforo, que disuelve la piala, originando un vidrio amarillento.

Cuando los metales fijos y fácilmente oxidables se hallan unidos á la plata, se consigue aislar este metal ensayando el conjunto con el bórax en la llama oxidante; la plata permanece, mientras que los óxidos estraños quedan disueltos. Para reconocer la plata en los sulfures, es preciso someter la mezcla, sobre el

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109 carbón, á la llama reduclora, interponiendo antes plomo y bórax; se obtiene por residuo un plomo argentífero que, copelado después, dejará la plata pura.

Oro.

También se reduce con suma facilidad el óxido de oro, bien sea que se le caliente solo ó con fundentes: espuestas á una alta temperatura las aleaciones de oro con los metales volátiles, estos se marchan, y el oro, como fijo, queda aislado. El plomo se separa del oro por copelación; el cobre se reconoce sometiendo la aleación mezclada con la sal de fósforo y sobre el carbón á la influencia de la llama oxidante; después se separa el oro practicando la copelación con el plomo; si existe plata, esta queda unida al bolón copelado. Cuando el grano residuo es de color amarillo, puede asegurarse que es muy corta la cantidad de aquella, aleada, pudiendo descubrirse por otra parte su presencia sujetando el botón metálico, con la sal de fósforo, á la acción de la llama oxidante; pero si por el contrario el grano resultado de la copelación es blanco, se trata por el ácido nítrico, que disuelvo la plata eliminando el oro bajo la forma de un polvo rojizo ó negro. Y por último, si el botou es de color negro y coherente, debe fundirse con plata antes de ponerle en contacto con el ácido nítrico: sometido el residuo con ei bórax á una alta temperatura, según dejamos dicho, se obtiene un grano amarillo de oro.

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Platino.

Es infusible é inoxidable; no se disuelve en los fundentes, y su óxido se reduce fácilmente por el calor; copelado con plomo puro, se funde en un principio, pero luego queda eliminado sobre la superficie de la cavidad de la copela, ofreciendo el aspecto de un polvo mas ó menos aglomerado, según sea la cantidad de plomo trasformada en óxido. Disolviendo luego en el ácido hidroclórico el residuo de la copelación, se evidenciará la presencia del cuerpo que nos ocupa haciendo uso de los reactivos ordinarios, según diremos en lugar oportuno.

CAPITULO IW.

Modo de reconocer á qué clase de cuerpos pertenece una sustancia dada, haciendo aplicación de ciertas conside

raciones generales.

La sustancia sometida al análisis cualitativo, puede ser un metaloide, un metal, una aleación, un ácido, una base, una sal, ó un compuesto binario constituido por la combinación de dos metaloides entre si, ó por la de un metaloide con un metal; y complicando mas el problema, puede ser finalmente una mezcla de estas diferentes sustancias. Veamos ahora de qué

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manera es posible reconocer á qué grupo de cuerpos corresponde la materia que se examina.

Los metaloides se distinguen con la mayor facilidad, en atención á que se hallan generalmente en sus caracteres físicos, ó en su acción sobre el oxigeno, propiedades bastante marcadas para reconocerlos.

El oxígeno, hidrógeno, cloro y nitrógeno, se diferencian sin grande esfuerzo de los demás gases.

El bromo, yodo, arsénico, fósforo, azufre, sele-nio, etc., son reconocibles igualrneute por sus propiedades físicas, y por su acción sobre el oxígeno.

Se reconoce un metal por su insolubilidad en el agua; por la acción de los ácidos sulfúrico é hidrocló-rico, que le disuelven ordinariamente, dando origen á un desprendimiento de hidrógeno; y en fin, por el ácido nítrico, que actúa sobre casi todos, produciendo vapores rutilantes.

Una aleación presenta los mismos caracteres que los metales; disolviéndola en los ácidos ó en el agua regia, puede evidenciarse en la disolución la presencia de dos ó mas metales.

Un ácido está caracterizado por su acción sobre el tornasol y la propiedad que posee de unirse á las bases, dando origen á los diferentes géneros de sales.

Las bases se reconocen á su vez por la acción que ejercen sobre la tintura de violetas, y el tornasol enrojecido por los ácidos, así como también por la cualidad de combinarse con los ácidos produciendo sales.

Los óxidos metálicos son en general insolubles en agua; si son básicos se disuelven en los ácidos, sien-

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i l2 do precipitados después, por las bases, de sus respectivas disoluciones. Cuando corresponden á la clase de óxidos indiferentes, el ácido hidroclórico los disuelve con desprendimiento de cloro.

Tratado por el agua un compuesto binario, en el que no figure el oxigeno como elemento constitutivo, se conduce de ordinario como una verdadera sal; pero si es insolubie debe averiguarse, mediante los reactivos convenientes, la naturaleza de los dos cuerpos que le constituyen; es asi que se reconoce un sulfuro en que desprende ácido sulfhídrico cuando se le trata por los ácidos, y en que forma ácido sulfuroso y un sulfato cuando se tuesta al aire; un cloruro desprende ácido hidroclórico bajo la influencia del ácido sulfúrico, y gas cloro calentándole con ácido sulfúrico y peróxido de manganeso, etc.

Una sai, propiamente dicha, se reconoce por su color y aspecto, que nunca es metálico, y por su solubilidad en el agua ó en los ácidos; disuelta la sal en el agua, se investiga la presencia del ácido y la de la base.

Hé aqui sumariamente las principales reacciones que pueden dar á conocer la naturaleza del ácido.

Acido sulfúrico. El reactivo mas interesante es el cloruro bárico, ó una sal bárica cualquiera, con tal que sea soluble. Se produce un precipitado blanco de sulfato de barita insolubie en el agua y en los ácidos diluidos.

Acido fosfórico. Los reactivos mas importantes son Ires, á saber: el nitrato argéntico, el sulfato magné-

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113 sico adicionado con cloruro amónico, y sobre lodo el molibdato amónico. El primero precipita la solución de las sales neutras ó básicas en amarillo claro, soluble en los ácidos; el segundo, produce igualmente en las sales neutras, otro precipitado cristalino (fosfato amónico-magnésico), el cual se forma con mas rapidez, agitando la mezcla; y en fin, añadiendo algunas golas de una solución de molibdato amónico á otra nítrica ó clorhídrica de un fosfato, é hirviendo el lodo, se origina al instante en el líquido una coloración amarilla intensa, con cierto matiz verdoso, ocasionándose al propio tiempo (por poco concentrada que esté la disolución) un precipitado de color amarillo: la coloración primera desaparece en parte porelenfriamienío.

Acido bórico. La reacción mas característica del ácido bórico es el color verde que comunica á la llama de alcohol, después que ha sido aislado de sus combinaciones salinas, mediante la acción del ácido sulfúrico; puede hacerse igualmente el ensayo con la sal que se sospecha es un borato, alcohol y ácido sulfúrico. Agitando la mezcla después de inflamado el espíritu de vino, aparecerá la coloración mencionada.

Acido crómico. El reactivo mas conveniente, es una sal soluble de plomo que da origen á un precipitado amarillo de canario, soluble en la potasa, pero poco soluble en el ácido nílrico diluido: puede confundirse con la reacción que produce un yoduro, pero sometidos ímbos precipitados á la influencia de una alta temperatura, en un tubo cerrado por un eslremo, el cromato dará oxigeno fácilmente reconocible, y el

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n i oiro no desprenderá gas alguno. Es también cualidad caraclerísllca de los cromatos, además de la coloración particular que ofrecen sus sales, la reducción de oslas, al estado de sales crómicas, de color verde, mediante la acción de los ácidos hidroclóiico (mezclado con alcohol), sulfuroso, tártrico, etc.

Acido arsenioso. Los reactivos mas característicos del ácido arsenioso, y por consiguiente de losarseni-los, son tres, á saber: el hidrógeno sulfurado, el nitrato argéntico, y el sulfato cúprico. El primero, no forma apenas precipitado en los arscnitos neutros, pero añadiendo un ácido se produce un depósito amarillo de sulfhido arsenioso, muy soluble en la potasa cáustica ó carbonatada y en los sulfures alcalinos, pero insoUible en el ácido bidroclórico, aun cuando esté hirviendo; el segundo, ó sea el nitrato argéntico, produce en los arscnitos neutros un precipitado amarillo de arsenilo de plata. Si la solución es acida, es preciso emplear el nitrato argéntico-araoniaeal; y en fin, el sulfato de cobro, ó el sulfato cúprico-amón¡co,si las soluciones están acidas, origina un precipitado verde (verde Sebéele) correspondiente al arsenilo cúprico.

Acido arsénico. Son igualmente característicos do esle cuerpo, y de los arseniatos, los tres reactivos arriba mencionados; el sulfhido-hídrico, solo precipita los arscnialos en los líquidos ácidos; produciendo un sulfhido arsénico de color amarillo, soluble en los sulfures alcalinos. Cuando la solución está muy diluida, no aparece el precipitado sino al cabo de*algun tiempo; ol calor favorece su producción: es facilmen-

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H5 te soluble en los álcalis cáusticos ó carbonatados, pero no le disuelve tampoco el ácido hidroclórico. El nitrato argéntico, ó el nitrato de plata amoniacal, determina un precipitado rojo-ladrillo de arscniato do plata, soluble en el ácido nítrico y en el amoniaco; y por último, el sulfato de cobre (ó cúprico-amoniacal) produce un precipitado azul verdoso de arsenialo cúprico.

Acido hidro/ltiúrico. Es caraclcrislico para el ácido fluorhídrico y los fluoruros, la acción que sobro el vidrio ejerce el primero, previamente aislado de sus combinaciones por el ácido sulfúrico; asi como lo es relativamente á los segundos, la reacción que el referido ácido determina sobre los mismos colocados dentro de un malracito de vidrio que contenga cierla cantidad de ácido silícico en polvo: añadiendo ácido sulfúrico concentrado, y favoreciendo la reacción por el calor, se desprende un gas (ácido hidro-fluosílico) que esparce abundantes vapores al aire, y se disuelve en el agua, dando lugar á un abundante precipitado do sílice gelatinosa.

Acido carbónico. Las reacciones caracloristicas del ácidoícarbónico y de los carbonalos son: la efervescencia producida por los ácidos, y el precipitado que origina el gas desprendido en presencia del agua de barita ó de cal.

Acido oxálico. Los mejores reactivos para carac-lerizar este ácido y sus compuestos son dos: las sales calcicas y el ácido sulfúrico. Todas las sales á baso de cal, incluso la solución del sulfato (yeso), precipi-

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tan los oxalatos neutros, ó adicionados con amoniaco, en un polvo blanco (oxalato calcico), soluble en los ácidos hidroclórico y nítrico, é insoluble en el oxálico y acético-, calentado un oxalato seco con ácido sulfúrico concentrado, desprende volúmenes iguales de óxido de carbono y de ácido carbónico, absorvible por la potasa.

Acido silícico. La propiedad mas distintiva de esle cuerpo es su insolubilidad en todos los ácidos, escepto el hidrofluórico; y respecto de los silicatos neutros ó ácidos, es característica la acción de los álcalis ó sus carbonates; todos-los silicatos son insolubles en el agua, menos los que tienen un esceso de base alcalina: por lo mismo deben fundirse los insolubles con un esceso de carbonato sódico ó potásico, y luego disolverlos en el agua. Tratados después por el ácido hidroclórico, con las precauciones que mencionaremos mas adelante, se obtiene un precipitado gelatinoso, de sílice hidratada, la cual aparece por la calcinación bajo el aspecto de una arenilla blanca.

Acido hidroclórico. El reactivo mas precioso para caracterizar este ácido y sus combinaciones son las sales solubles de piala, especialmente el nitrato: en efecto, este reactivo forma en la solución de los cloruros un precipitado blanco, de un aspecto semejante al de la leche corlada, que es insoluble en el ácido nítrico, pero muy soluble en el amoniaco cáustico. Dicho precipitado oscurece á la luz directa, y so funde a una temperatura elevada, afectando después por el enfriamiento una textura córnea.

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117 Acido sulfhidrico. La propiedad mas caraclcrisUca

de los sulfuras, además del olor á huevos podridos que desprenden por la acción de los ácidos (cualidad sumamente distintiva), es la que se origina por la acción de las sales de plomo sobre los referidos cuerpos. Si el sulfuro es soluble, una sola gota puede teñir de negro una cantidad considerable de la solución de acetato de plomo; y si es insoluble, tratado por el ácido sulfúrico diluido originará gas hidrógeno sulfurado, reconocible por su olor desagradable.

Acido hidrobrómico. Caracterizan á este ácido y á sus sales el cloro y el ácido nítrico; cuando se añade agua saturada de cloro á un bromuro, el líquido adquiere un color amarillo rojizo, debido al bromo puesto en libertad, el cual puede separarse agitándole con éter. El ácido nítrico descompone los bromuros (es-cepto los de mercurio y plata) aislando el cuerpo alógeno, que colora el líquido de amarillo rojizo.

El bromo en libertad comunica un color amarillo al engrudo de almidón.

Acido hidroyódico. Los reactivos mas imporlanlcs para reconocer los yoduros son: el cloro, ácido nítrico, con el engrudo de almidón (es el mas sensible), y las sales paladiosas. El agua clorurada colora en amarillo la solución de los yoduros dejando el yodo en liber-lad, en cuyo caso el líquido comunicará un hermoso color azul al engrudo de almidón. Calentados con el ácido nítrico, los yoduros secos, desprenden vapores rutilantes, correspondientes á gases nitrosos, y vapores violetas de yodo: si se añade ácido nítrico á la solu-

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ÍJ8 cion de un yoduro, aparecerá el yodo libre, dando origen, en presencia del engrudo de almidón, al coni-jiuesloazul lan notable. Y en fin, una solución de ni-Iralü ó de cloruro paladioso, produce en la solución de los yoduros un precipilado negro de yoduro paladioso.

Acido Itidrociánico. Esle gas mortifero se distingue, al cslado libre, por el olor pendrante y especial que posee á almendras amargas: los cianuros se reconocen por la acción que ejercen sobre ellos los ácidos minerales, y particularmente por la formación del azul de prusia. El ácido sulfúrico diluido tiene, entre otros, la propiedad de descomponer dichas sales eliminando el gas hidrociánico, reconocible por el olor mencionado; añadiendo á un cianuro alcalino cierta cantidad de sulfato ferroso-fcrrico, y luego ácido hi-droclórico, el líquido adquiere un color intenso de azul do prusia. Todos los cianuros dobles desprenden ácido prúsico cuando se los destila con el ácido sulfúrico diluido.

Acido nítrico. Los caracteres mas distintivos para reconocer este cuerpo son: en primer lugar, la reacción que determina ol sulfato ferroso en presencia de un nitrato y del ácido sullúrico concentrado; y en segundo, la intensidad con que avivan la combustión proyectados sobre las ascuas; calentado un nitrato en un tubo de ensayo con limaduras de cobre y ácido sulfúrico de 66°, produce un desprendimiento de vapores rutilantes.

Acido dórico. líos cloratos deflagran igualmente sobre las ascuas; puestos en contado, en un tubo de

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ensayo, con el ácido sulfúrico monohidralado, dan lugar á la producción de vapores rojo-amarillentos, correspondientes al ácido hipoclórico; y en lin, desprenden por la calcinación gas oxifícno (fácil de reconocer), quedando un cloruro por residuo.

Acido acético. Las reacciones mas marcadas para distinguir los acetatos son: 1." la que origina el ácido sulfúrico; 2." la producida por el cloruro férrico; y 3.* la que se manifiesta con el ácido arsenioso y un álcali fijo, desecado.

Calenlados los acetatos con el ácido sulfúrico diluido, ponen en libertad cierta porción de ácido acético, reconocible por su olor picante; si se repite el ensayo añadiendo alcobol, se desprende eler acético, dolado de un olor agradable y caraclcrislico. Mezclando cloruro férrico, á un acetato neutro, adquiere el todo un color rojo de sangre (el ácido acético libre no determina esta reacción). Y por último, introduciendo dentro de un tubo de ensayo un acetato, potasa cáustica desecada y ácido arsenioso, so sienle, favoreciendo la reacción por el calor, un olor repugnante debido á la alcnrsina (1).

Consignadas las principales reacciones que pueden dar á conocer la naturaleza de un ácido, varaos á ocuparnos ahora en averiguar, de una manera general, la de la base,limilando nuestra investigación á aquellos metales comunes que son los que con mas frecuencia se bailan en los análisis.

(O Se llama asi al óxido de iiu ra.liíjl forapucsln, aislad» por liuusi-ii, T •itnuiniíiado cucodylo. {V. ,hl A)

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J20

Esto admitido, supondremos que la base, objeto del problema, esté constituida por la combinación del oxigeno con uno de los metales siguientes: potasio, sodio, calcio, bario, estroncio, magnesio, aluminio, manganeso, hierro, cromo, zinc, cadmio, estaño, niquei, cobalto, antimonio, bismuto, plomo, cobre, mercurio, piala, oro y platino.

Veamos ahora cómo se procede. Se vierte en el liquido cierta cantidad de carbonato

alcalino: si no se forma precipitado, la sal es á base de potasa, sosa, litina ó amoniaco; pero en el caso de que se produzca, la disolución contiene, sea un metal alcalino-térreo, ó un metal terreo, ó bien un metal propiamente dicho. El oro y el platino, que son los únicos entre todos los metales mencionados que no precipiten de sus disoluciones por los carbonalos solubles, se distinguen sin embargo con suma facilidad de los metales alcalinos, en razón á que poseen color, mientras que estos últimos son completamente incoloros.

Pueden establecerse varias divisiones entre los metales precipitables por los carbonatos.

1." Si el liquido diluido no precipita por el amoniaco cáustico, el ácido sulfhídrico, el sulfuro amónico, ó el ferrocianuro de potasio, contiene una sal alcalino-lérrea; es decir, una sal á base de cal, barita, ó estronciana.

2." Si precipita la disolución por el amoniaco, y no sufre modificación alguna al verter en ella el ferrocianuro potásico, es prueba de que allí existe una sal terrea, es decir, á base de magnesia, de glucina ó

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121 (le alúmina: téngase presente, sin embargo, de que el ferrocianuro de potasio forma, al cabo de cierto tiempo, un precipitado blanco y ligero en las sales de alúmina.

3.' Si la disolución precipita por el ferrocianuro potásico, por los sulfuros solubles, ó por la potasa, es señal de que contiene una sal metálica propiamente dicha; es decir, un óxido á base de manganeso, hierro, cromo, zinc, cadmio, estaño, níquel, cobalto, antimonio, bismuto, plomo, cobre, mercurio, piala, oro, ó platino.

Por consiguiente, haciendo uso de algunos reactivos, lales como la potasa, el amoniaco, los carbonates alcalinos, los sulfuros y el ferrocianuro potásico, pueden clasificarse todos los metales, en cuatro grupos, á saber:

Primer grupo.

Sales alcalinas. Las sales .alcalinas no precipitan por los carbonalos solubles, el ferrocianuro potásico, el ácido sulfhídrico, ni por los sulfuros alcalinos: este grupo comprende las sales á base de potasa, sosa, amoniaco y litina, reconocibles por los caracteres siguientes:

1.* Sales de potasa. Los ácidos tártrico, hidro-fluosilicico, hidroclórico, perclórico y el sulfato de í^lúraina, forman precipitados blancos poco solubles; el cloruro platínico produce un depósito amarillo, que se adhiere al vidrio.

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2.* Sales de sosa. Su disolución precipita por el anliiiionialo polásico.

3.* Sales de amoniaco. La potasa y la cal hacen desprender de ellas un gas alcalino, de un olor picante, característico.

Segundo (jrupo.

Sales alcalino-térreas. Las sales alcalino-térreas, en disolución diluida, no precipitan por el ferrocianu-ro polásico, el hidrógeno sulfurado, los sulfuros alcalinos, ni por el amoniaco cáustico: este grupo comprende las sales de .cal, barita y eslronciana, cuyas bases se distinguen recíprocamente por los caracteres siguientes.

1.* Sales de cal. El oxalalo amónico produce en ellas, aun cuando existan sales amoniacales, un precipitado blanco, insoluble en el ácido acético, pero soluble en el ácido nítrico; los sulfatos alcalinos forman en sus disoluciones concentradas, un precipitado, que desaparece añadiendo una gran cantidad de agua, y vuelve á presentarse alcoholizando el liquido.

2.* Sales de barita. El ácido sulfúrico ó los sulfatos forman en su disolución, aun cuando eslé muy diluida, un precipitado blanco, insoluble en el agua y en los ácidos; escepto el sulfúrico concentrado, quo le disuelve ligeramente: el ácido hidro-fluosilícico y las sales nilro-sulfúricas, las precipitan también en blanco.

3.* Sales de eslronciana. Estas no precipitan por el ácido hidrofluosilícico ni por los sulfo-nilralos; for-

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123 raan un depósilo blanco con el ácido sulíúiico ó los sulfalos, sobre todo en presencia del alcohol; pero añadiendo un esceso de agua, desaparece el precipi-lado.

Tercer grupo.

Sales terreas. Las sales lérreas no precipilan ni por el ácido sulfhídrico, «i por el ferrocianuro polá-sico; lo efeclúan en presencia del amoniaco. Esle grupo comprende las sales de magnesia, alúmina y glu-cina, que so distinguen por los caracteres espuestos á continuación.

1.* Sales de magnesia. Los bicarbonatos no producen precipitado en frió: esle aparece sometiendo el liquido á la ebullición. El fosfato de sosa amoniacal origina un precipitado blanco de fosfato amónico magnésico: la potasa elimina la magnesia bajo la forma de un precipitado blanco, ligero.

El amoniaco no determina deposito alguno en las sales de magnesia acidas; forma un precipitado incompleto, de óxido de magnesio, en las sales neutras.

2.° Saks de alúmina. Precipilau por el amoniaco y por los bi-carbonalos; el ferrocianuro polásico enturbia al cabo de algún tiempo la disolución de estas sales. La potasa forma un depósito gelatinoso soluble en un esceso de álcali: el sulfuro amónico determina igualmente la precipitación de la alúmina.

3.° Sales de fjlucina. El carbonato avnónico, produce un precipitado blanco soluble en un esceso de reactivo.

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i2 i

Cuarto grupo.

Sales metálicas. Se reconocen por los caracleres siguientes: precipitan ordinariamente por la potasa, el amoniaco, el hidrógeno sulfurado, el persulfuro amónico, el ferrocianuro potásico, y por los carbona-tos solubles.

Algunas sales metálicas no precipitan por todos los reactivos precedentes, pero siempre lo efectúan con uno de ellos por lo menos; asi es, que ni el ferro-cianuro potásicOi ni los carbonatos alcalinos, forman precipitado en la disolución de las sales de platino; pero el sulfuro amónico produce un depósito negro, correspondiente al sulfuro platínico. El empleo sucesivo de los álcalis; del ferrocianuro potásico; de los carbonatos alcalinos; del hidrógeno sulfurado y del persulfuro amónico, basta siempre para caracterizar una sal metálica.

O J C ^ O J : : ?

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Itlll

Análisis cualitativa, propiamente dicha.

Consignados de una manera general, en todo lo que precede, los principales caracteres correspondientes á aquellos cuerpos que mas frecuentemente suelen figurar en una análisis; y espuestos con la posible claridad los ensayos de tanteo mas prácticos, y al propio tiempo mas susceptibles de darnos alguna luz acerca de la naturaleza de la sustancia ó sustancias que constituyan la materia sometida á la investigación analítica, vamos á ocuparnos en esta segunda parle del modo de llegar á reconocer individualmente los cuerpos siguientes.

BASES.

Plomo. Piala. Mercurio. Estaño. Arsénico. An limón io. Cobre. Kismiiio. Cadmio.

Oro. Alúmina. Platino. Barita. Hierro. Eslronciana Cromo. Cal. Manganeso, Magnesia. Zinc. Potasa. Cobalto. Sosa. Ñique!. Amoniaco.

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156

Áf;i.')().s.

Sulfúrico. HiJrofliiórico, Oxálico. Hidroclórico. Fosl'ói'ico. Silícico. Siilfhiilrico. Bórico. Nilrico. Yo<llii<lrico. CróiTiico. Clórico. Bromhilirico. Arsénico. Acciico. Hidrociánico. Carbónico,

Hé aquí por olra parle lo que debe hacer el ope-ratloi- anles de dar principio al análisis cualilalivo.

1 / Triturar la sustancia, y reducirla á polvo impalpable.

2.* Examinar si es completamente soluble en agua, ó si solo lo es en parte; en este caso, evaporada una gota del liquido sobre una lámina de platino, dejará una mancha sensible.

Debe observarse por separado la parle soluble y la parte insoluble.

3.° Tratar la materia por el ácido hidroclórico (en el caso de que no se disuelva en el agua), empleándole diluido en un principio, y luego concentrado; aquí hay que tener cuidado de si se desprenden gases. Debe examinarse también separadamente la porción disuelta, y el residuo insoluble.

4.* Si el ácido clorhídrico no tiene acción alguna, emplear el nítrico ó el agua regia, en especialidad para los metales y las aleaciones: hecho esto, esludiar por separado la parte soluble y la que no lo sea.

5.° En el caso do que no ejerzan acción alguna los ácidos mencionados, se fundirá la materia en un crisol de platino, con cuatro voces su peso de carl;onalosó-

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127

dico, tratando en seguida el producto por el agua, y el residuo insoluble por el ácido hidroclórico.

6.* Y por último, verificada la disolución, dividirla en tres partes; destinando una, para investigar la presencia de las bases, y otra, para la de los ácidos: la tercera, se tiene de reserva, por si hay necesidad de repetir los tratamientos sobre nueva porción de materia.

C A P I T U L O I .

Investigación de las bases.

Recomendamos al operador el orden siguiente, en la marcha de las operaciones:

1.' Introducir una corta porción del líquido apartado para buscar las bases, en un tubilo de eusayoí añadir en seguida un poco de potasa cáustica, y calentar con la lámpara de alcohol: un olor característico denotará al momento la presencia (suponiendo que exista) del amoniaco.

2." Yerler en el resto de la disolución ácido hidroclórico, que precipita:

Mor de los precipitados,

/ ¡ai plomo Blanco. rucipiíiilo A.}La plata Id.

(El mercurio (proto-cloruro). Id. 3-* Filtrar y añadir acto continuo, al líquido resul

tante, agua bien saturada de hidrógeno sulfurado, ó

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128 bien hacer pasar á través de él un esceso de dicho gas, el cual precipita:

Cokr :;e les prenfiüjis.

¡El eslaño (bi-sulfúro). . . Amarillo. id. (prolo-sulfúro).. • Castaño oscuro.

l— arsénico Amarillo. |— antimonio Naranjado. I— plomo Negro.

Precipilado B.í— cobre. Id. I— bismuto Id. I— cadmio Amarillo. f— oro Negro. — platino Id.

\ — mercurio Id. Dicho reactivo decolora las sales férricas, asi co

mo también los cromatos amarillos ó rojos, reduciendo á ferrosas las primeras, y haciendo pasar á sales crómicas verdes á los segundos, pero sin producir precipitado en ninguna de ellas.

Además de los sulfures que constituyen el depósito ocasionado por el sulfhido-hidrico, queda en libertad, por efecto de la misma reacción, cierta cantidad de azufre, la cual forma por consiguiente parte del todo indicado.

4." Filtrar; verter ácido nítrico en el líquido resultante, y hervir la disolución por espacio de un cuarto de hora. Hecho esto, añadir amoniaco cáustico, que precipita:

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Color de los ptecipiuáps.

' El hierro Rojo.

ÍLa alúmina Blanco. El cromo "Verde. Los fosfatosAk base de barita,\ Oxalatos... >estronciana , cal >Blanco. Y boratos...) Y magnesia )

5." Filtrar; en seguida verter, sobre el líquido filtrado, un esceso áepersulfuro amónico; el cual determina la precipitación de:

Cclor de los predpiíadcs.

El manganeso De carne. — zinc Blanco.

Precipiyol>.<_^^j^^^^ ^-gg^^^ '— niquet Id.

6." Filtrar, y hervir después el liquido resultante, con el objeto de eliminar el esceso de sulfuro amónico; conseguido, dejar enfriar y añadir carbonato amónico, que precipita:

Color ¿e los procipitados.

ÍLa barita Blanco. — eslronciana Id. — cal Id.

T." Filtrar; el liquido filtrado puede aún contener: / Magnesia. \ Se deja aparte este residuo

Residuonrim.t.IPoíasfl. con su largetila correspon-[Sosa. diente.

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i 30 Los demás precipitados se han debido ir clasifi

cando del mismo modo, sobre su respectivo embudo, con la letra designada á cada uno de ellos.

Examen de los precipitados (1).

Precipitado A, producido por el ácido hidroclórico. Puede estar constituido por los cloruros de plomo, piala, mercurio.

Se lava dicho precipitado, sobre el mismo filtro, con agua destilada hirviendo; en seguida se trata el líquido filtrado con ácido sulfúrico. Si se forma un precipitado blanco (sulfato plúmbico), es señal de que existe plomo.

Pero como el cloruro plúmbico no es completamente insoluble en el agua fria, resulta que dicho metal se halla también en el precipitado producido por el ácido sulfhídrico.

Verificada la loción anterior, se vierte sobre el referido precipitado, amoniaco cáustico, recojiendo el líquido que filtre dentro de un tubo de ensayo, y neutralizándole después con el ácido nítrico. Si se origina un precipitado blanco, coposo (cloruro argéntico), es prueba de que hay plata.

Cuando al verter el amoniaco sobre el precipitado, se observe que este ennegrece ó adquiere un color agrisado, debe suponerse que existe mercurio.

( I ) El opcrídor debe comprobarlos rcsullados que oblen-a |ior\ia hiíinrda ron repelidos ensayos al soplete. (/V. tííl A.)

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Precipitado B, ocasionado por el sulfhidohidrico. Pueden constituirle los sulfuros de estaño, arsénico antimonio, plomo, cobre, bismuto, cadmio, oro, platino Y mercurio.

Este precipitado se somete á varios tratamientos. Primero. Se hierve con ácido hidroclórico, en el

que se disuelven los sulfuros de estarlo y de antimonio: se filtra; y en el líquido ácido resultante, se introducen algunas laminilas de zinc. Hay desprendimiento de hidrógeno y precipitación al estado metálico, de los cuerpos citados; y por último, vuelve á añadirse ácido hidroclórico al polvo tenue, bajo cuya forma se han depositado dichos metales: se disuelve el eslaño, el cual se reconoce en la disolución acida por medio del hidrógeno sulfurado, que le precipita al estado de sulfuro estannoso de color de castaña oscuro.

La parte insoluble en el ácido clorhídrico puede ser antimonio: si disuelto en el agua regia y eliminado por evaporación el esceso de ácido, se fracciona en el agua la disolución del residuo, dando origen á un precipitado blanco, soluble en el ácido tártrico, podemos estar seguros de que existe milimonio.

Segundo. Se tratan por amoniaco los sulfuros inso-'ubles en el ácido hidroclórico: se disuelve el de arsénico, y pasa á través del filtro. Neutralizado en seguida el líquido amoniacal con el ácido hidroclórico, se forma un precipitado amarillo, producido por el smturo de arsénico, insoluble en dicho vehículo.

Pueden caracterizarse también los (res metales

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132 mencionados, haciendo uso del sóplele-, en efeclo, si, fundido el precipitado sobre el carbón con el carbonato sódico y el cianuro potásico, se obtienen glóbulos metálicos, dúctiles, esto indicará que hay estaño; si ios granos son frágiles, corresponderán á antimonio, y en ün, si durante el ensayo se dosarolla un olor á ajos, puede sospecharse con fundamento que existe arsénico.

TercBro. Se dejan en contacto con ácido nítrico los sulfures insolubles en el ácido hidroclórico y el amoniaco: se disuelven los de plomo, bismuto, cobre y cadmio; en seguida se añaden al líquido algunas gotas de ácido sulfúrico, observando si se forma algún precipitado. En el caso de originarse un deposito blanco, pulverulento y soluble en el lartrato de amoniaco, hay que admitir la presencia del plomo; se filtra, y en el liquido que se obtiene, se vierte un esceso de amoniaco cáustico. Si aparece un precipitado blanco, este indicará la existencia del bismuto.

Cuando al echar sobre la disolución filtrada el reactivo alcalino de que acabamos de hablar, se vea que el líquido loma un color azul, debe sospecharse que hay cobre.

Respecto del cadmio, lié aquí los dos casos que pueden ofrecerse.

1.* Cuando el liquido contiene cobre, y por consiguiente ha adquirido un color azul al contado del amoniaco; en Qgte caso, se añade cianuro potásico, gola á gota, á la disolución, hasta que desaparezca el matiz azul. Se forma un cuprocianuro do potasio ana-

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133 logo al ferrocianuio de la misma base: una vez decolorado el liquido, se hace pasar á través de él una corriente de gas sulfhídrico, ó bien se vierte agua saturada de este gas; por cuyo medio se obtiene un precipitado amarillo de sulfuro de cadmio; el cobre permanece intacto.

2.° Cuando el liquido está exento de cobre, y por consiguiente no tiene color alguno: bastará en semejante caso añadir hidrógeno sulfurado para determinar la precipitación del sulfuro de cadmio, bajo la forma dicha.

Cuarto. Se tratan por agua regia los sulfuros inso-lubles en el ácido hidroclórico, en el amoniaco, y en el ácido nítrico: se disuelven los de platino, oro y mercurio {\); acto continuo se fracciona la disolución en tres partes, y se ensaya cada una por separado. En la primera se vierte cloruro amónico, que precipitará el platino al estado de cloruro amónico-platino, de color amarillo, y dotado de las demás propiedades que le caracterizan.

La segunda porción, se trata por el sulfato ferroso; si se forma un precipitado pardo-rojizo, es señal de que hay oro. Y en fin, se evapora hasta sequedad la tercera parte, calcinando en seguida el residuo con cal y carbonato sódico, dentro de un tubo de vidrio de * pulgadas de largo por i de ancho, y abierto solamente por un estremo: si se observan globulitos me

c o Puede qiiclar un icsidu.) blanco, hisohil.lf en d .igu;. li-fia, ronsti-

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154 tálieos, condensados en las parles mas fiias del lubo, es prueba de que existe mercurio.

Precipitado C, producido jwr el amoniaco. Puede contener: hierro, alúmina, cromo, y los fosfatos, oxa-latos y boratos de barita, estronciana, cal y de magnesia. Se deseca primeramente este precipitado á «n calor suave dentro de una cápsula de porcelana, y luego se calcina en un crisol de platino, con tres veces su peso de una mezcla compuesta de partes iguales de carbonato sódico y nitrato potásico.

Los fosfatos y boratos de las tierras alcalinas, sufren una modificación en los ácidos y en las bases: los primeros se combinan con la sosa, produciendo fosfato y borato de sosa, mientras quo las segundas se trasforman, al principio, en carbonatos, los cuales se descomponen después por efecto de la temperatura; de manera que en último resultado quedan reducidas, dichas bases, al estado de óxidos.

El óxido de cromo, se cambia en ácido crómico que entra en combinación con la potasa (1): el hierro y la alúmina quedan al estado de sexqu¡óxidos.

Se trata el residuo de la calcinación por el agua destilada, y se comprueba en una parte del líquido resultante la presencia del cromo, para lo cual se empieza por verter cierta cantidad de agua saturada de hidrógeno sulfurado, cuyo reactivo hará desaparecer la coloración roja ó amarillenta comunicada á la diso-

( i ) Si 1.1 masa fundida ofrece un color .imarillo, es signo cridcntc rie I.* prc-rncl.» del cromo. (.V. drl A.^)

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135 lucion por el crómalo, adquiriendo en cambio, el líquido, un color verde correspondiente al sexquióxido de cromo; en seguida se añaden unas cuantas gotas de sulfuro amónico, y se obtiene aislado dicho óxido bajo la forma de un precipitado verdoso. La otra parte del liquido se reserva para averiguar la existencia de los ácidos fosfórico y bórico, de la manera que diremos al ocuparnos de la investigación de los ácidos.

El producto de la calcinación, insoluble en el agua, se somete á la acción del ácido hidroclórico; resultando un líquido que contiene cloruros de hierro, aluminio, calcio, bario, estroncio y magnesio. Esta disolución se trata por un esceso de amoniaco cáustico, el cual origina un precipitado, que puede estar constituido por el óxido/"¿meo y la alúmina. Se filtra, y el liquido filtrado, que como hemos dicho encierra los cloruros álcalino-térreos, se pone aparte para buscar las bases, según veremos mas adelante.

Respecto del precipitado anterior, en el que se sospecha existen á la vez el óxido férrico y la alúmina, se trata (dentro de una capsulita de porcelana) con la potasa cáustica hirviendo, y luego se filtra; si queda un residuo rojo que adhiere tenazmente al filtro, es correspondiente al óxido férrico hidratado. Hecho esto, se sobresalura la disolución alcalina por el ácido hidroclórico, y después se neutraliza por el carbonato amónico; si se forma un precipitado blanco, ligero y coposo, debe admitirse que hay alúmina.

Precipitado D, producido por el sulfuro amónico. Pueden encontrarse en él los sulfuros de manganeso.

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156 zinc, cobalto y níquel. Se Irala por ácido nítrico, y en seguida se añade á la disolución:

1.° Carbonato amónico, el cual dará origen á un precipitado que puede contener los óxidos de manganeso y de zinc: para diferenciar ahora uno de otro, se disolverá el depósito en el ácido hidroclórido, y luego se sobresaturará el liquido por la potasa en esceso.

Si se reproduce un nuevo precipitado, es señal de que hay manganeso; pero con el fin de adquirir una certeza absoluta, se ejecutará sobre él la serie de reacciones consignadas al hablar del referido metal (página 92); en el capítulo que comprende los ensayos al soplete.

Filtrada la disolución alcalina, se sobresatura por el ácido hidroelórico, y se vierte á continuación amoniaco cáustico, hasta tanto que el líquido esté bastante alcalino. Si se forma un precipitado blanco, le constituye el óxido de zinc.

2,' Después de haber filtrado la disolución en donde produjo un depósito el carbonato amónico, se sobresatura por el ácido hidroelórico, y se hace pasar una corriente de cloro en esceso; hecho esto, se aOa-de carbonato de barita en cantidad tal, que predomine este compuesto salino; y por último, se abandona la mezcla á sí misma durante 12 horas. Pasado este tiempo, se observa un precipitado constituido por el sexquióxido de cobalto y el esceso de carbonato bári-co; se lava esta jnasa con agua fria; luego se disuelve en el ácido hidroelórico, y después de haber eliminado toda la barita mediante el ácido sulfúrico, se pre-

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157 cipita el óxido de cobalto por la potasa cáustica. Filtrado ulteriormente el conjunto, queda el susodicho óxido sobre el filtro, recojiéndose aparte un liquido de color verde puro, que contiene todo el óxido de níquel; de manera que, bastará añadir nueva porción de potasa cáustica para obtener aislado, por precipitación, este segundo cuerpo (1).

Precipitado E, formado por el carbonato amónico. Puede contener carbonatos de barita, esíronciana y caí; se disuelve este precipitado en el ácido acético, y se vierte en seguida (sobre una porción de él) bicromato potásico. Si se origina un precipitado amarillo, es señal de que hay barita.

Se filtra, y el liquido resultante se evapora hasta reducirle á la mitad de su volumen; conseguido, se añade una disolución de sulfato calcico. Si se forma un precipitado blanco, es debido á la existencia del sulfato de estronciana.

Para reconocer la presencia de la cal, se toma la porción del líquido que se separó antes de añadir el bicromato potásico, y se trata por el ácido sulfúrico:

( I ) Kste método, qne tan cscelcntcs rcsiiltailos ofrece en la práctica, ha sido ideado por II. Rose : nosotros le hemos ensayado repetidas veces en el laboratorio de VVurtz, y hemos obtenido constantemente la separación completa de ambos metales.

En el laboratorio de Gicsscn ge^uíainos otro, no mei;os exacto, propuesto por Liebij:, el cnal está reducido á tratar por el cianuro potásico poro la disolución de los dos cloruros metálicos; se forma un cobalto-cianuro |)otásico soluble, V UD niquel-ciaauro de potasio insoluble. Se filtra y trata luego el líquido que pasa, por el sulfuro amónico, que precipita el col),ilto, al estado de sulfuro; resta un pircipitado verde-amarillento, ctrrespooilicnlc al níquel. CV. del ^1.)

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138 hay formación de un precipitado que puede estar constituido por los sulfatos de barita, estronciana y cal. Dejado en digestión dicho precipitado con 4 ó 5 veces su peso de agua destilada, se somete después á la ñltracion: de lodos los sulfatos, solo es soluble el de cal; de manera que, si tratado el líquido resultante por el oxalato amónico, aparece un precipitado blanco, insoluble en el ácido acético, pero soluble en el nítrico é hidroclórico, debe admitirse que hay cal.

. Examen del residuo número 1.

Puede contener magnesia, potasa y sosa. Para averiguar la presencia de la potasa y de la sosa, es indispensable eliminar la magnesia que el liquido posea, teniendo un cuidado especial de no tratar toda la disolución por el fosfato sódico, pues entonces no es posible saber si la sosa procede de la materia ó del reactivo: por esta razón es menester fraccionar el liquido en dos partes, y separada una, añadir á la otra fosfato de sosa y amoniaco cáustico. Si se produce un precipitado blanco, cristalino, no hay duda de que existe magnesia.

Reconocida esta tierra, se evapora á sequedad la porción de líquido separada, y se calcina ligeramente el residuo á fin de destruir las sales amoniacales; practicado esto, se^trata por agua el resultado de la calcinación, y se hierve con un ligero esceso de carbonato bárico. Toda la magnesia se precipita al esta-

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159 do de carbonato magnésico, restando solamente ta potasa y la sosa en el líquido filtrado.

Para comprobar ahora la presencia de ambos álcalis, se concentra la disolución, y se divide en dos partes; en una se vierten varias golas de cloruro platínico, y la segunda se trata con el antimoniato potásico. Si en e\ primer caso se forma un precipitado amarillo, granujiento, etc., es prueba de que h&y potasa; siendo indicio evidente de la existencia de la sosa, el que se produzca un depósito blanco, cristalino, al añadir el antimoniato potásico en el líquido correspondiente. Puede ejecutarse también este ensayo, tratando toda la disolución primera por la sal de platino; alcoholizando en seguida el liquido, é inflamándole después de haberle filtrado. Si la llama resultante ofrece un color amarillo, ligeramente rojizo, no cabe duda de que hay sosa.

Respecto á la manera de reconocer individualmente el calcio, harto, estroncio y magnesio que quedaron al estado de cloruros solubles en el liquido de donde precipitamos el óxido férrico y alumínico, por medio de un esceso de amónico cáustico [pág. 135), reproducimos cuanto acerca de la barita y de la es-tronciana hemos dicho en la página 137; asi como también lo consignado en la página 138 relativamente 4 la cal y á la magnesia.

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CJiPlTIJE.O I I .

Imesltyacion de los ácidos, ó sea de los géneros salinos.

Los ensayos preliminares al soplete indican ya al operador la existencia de ciertos ácidos que constituyen el género salmo, particularmente los nilratos, cloratos, arsenitos, arscnialos, sulfatas y sulfuras; asi como también se hallan bastantes indicios en la investigación de los metales, ó sean las bases, para sospechar si la materia contiene ácido crómico, arsénico ó fosfórico.

La presencia de ciertas bases debe escluir necesariamente la de determinados ácidos: si, por ejemplo, se ha encontrado bario en la materia soluble en el agua ó en los ácidos, es indudable que ésta no contendrá sulfates; ni cloruros, si se ha caracterizado la plata, etc. Además, conviene ensayar previamente, con los papeles reactivos, la disolución acuosa de la sustancia que se analiza.

El ácido silícico y el bórico se precipitan de sus disoluciones neutras ó alcalinas, pero concentradas, cuando se vierte e» ellas ácido nítrico é hidroclórico; depositándose también, á consecuencia de la misma reacción, ciertos sulfuras que son solubles en la po-

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m lasa, y varios cianuros y cloruros que lo efectúan on el cianuro potásico.

Siempre que se vaya á disolver en los ácidos la materia, objeto de la análisis, debe observarse si se desprende ácido carbónico ó sulfhídrico.

Pueden dividirse los géneros salinos, ó los ácidos, en tres grupos.

Primer grupo. Géneros salinos, cuyas soluciones neutras precipitan por el cloruro bárico; comprende los sulfalos, fosfatos, boratos, cromatos, arsenitos, arse-niatos, fluoruros, carbonatos, oxalatos y silicatos.

Segundo grupo. Géneros salinos cuyas soluciones no precipitan por el cloruro bárico, pero sí por el nitrato argéntico; comprende los sulfuras, cloruros, bromuros, yoduros, cianuros y los acetatos.

Tercer grupo. Géneros salinos que no precipitan por el cloruro bárico, ni por el nitrato de plata; comprende los nitratos y cloratos.

Primer grupo.

Sulfalos. Añádase cloruro ó nitrato bárico á la solución do la sustancia; si el precipitado es insoluble en el ácido nítrico diluido, es correspondiente á un sulfato (1).

V'J í.üino suponctíiüs que el operador tendrá |ir('sentc nucslro rnriirpo. lanías vect's repelido, de comjirubar CD la generalidad de los inses eon IOÍ en'iayo.sal s'f>|>lele, las reacciones qne obtenga por vía húmeda, autc>de admitir afirtualiva. mente la existencia de un cnt-rpo, por la misma raion fiL-mos adoptado en estos capívtilos nn lenguaje lacónico, mucho mas conveniente á nuestro nbjiio. (V. H^i A.)

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142 Fosfatos. Si el precipitado producido por el clo

ruro ó el nitrato bárico se disuelve en parte ó en totalidad en el ácido nítrico, puede existir un fosfato en el cuerpo que se analiza; cuando la solución de éste es acida, es preciso neutralizar primeramente por el amoniaco antes de añadir la sal baritica; y si dicha neutralización ocasiona un precipitado, hay necesidad de filtrar y añadirla sal bárica al líquido filtrado. Hecho esto, se recoje el precipitado sobre un filtro, se lava, y después de haber vertido sobre él, ácido clorhídrico, con el objeto de disolver el fosfato bárico formado, se filtra de nuevo para eliminar el sulfato de la misma base, que pueda ocasionarse. Acto continuo, se investiga eu el líquido filtrado la presencia del ácido fosfórico por medio del cloruro férrico y del acetato de sosa: existirá el referido ácido si se manifiesta (sobre todo calentando) una coloración blanco-amarillenta correspondiente al fosfato férrico.

Boratos. Se agrega á la sustancia primitiva, antes de disolverla, ácido sulfúrico concentrado y alcohol; se calienta ligeramente, y luego se inflama el espíritu de vino: si la llama ofrece nn color verde, es prueba de que hay boratos.

Cromatos. Se reconocen por la coloración amarilla ó roja que poseen estas sales: ya se descubre su presencia en la investigación de las bases; en efecto, cuando se precipitan, mediante la acción del hidrógeno sulfurado, vapios metales al estado de sulfuros, el ácido crómico se Irasforma en sexquióxido, cambiando en verde el color amarillo ó rojo del líquido.

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U3 Arsenitos y arseniatos. El arséaico se reconoce ta m •

bieo al indagar la existencia de las bases (pd*/. 131). Para distinguir ahora unas sales, de otras, es preciso tratar la disolución primitiva con el nitrato de plata y el sulfato cúprico {pág. 114).

Fluoruros. Se mezcla con ácido sulfúrico concentrado, la primera materia, según se halle naturalmente; si contiene fluoruros, se desprenderá ácido hidro-fluórico, que corroerá el vidrio.

Carbonatas. Si el precipitado producido por el cloruro bárico se disuelve con efervescencia en el ácido nítrico, es señal de que hay carbonates: dicha especie de ebullición gaseosa se manifiesta también cuando se disuelve en un ácido la sustancia primitiva.

Oxalatos. Acidulav la solución del cuerpo que se examina (en el caso de que no existan carhonalos), neutralizándola después por el amoniaco; en seguida añadir cloruro calcico, lavar el precipitado (soluble en el ácido nítrico, insoluble en el acético); y por último, desecarle, y calcinarle luego á un fuego suave. Ensayado con un ácido, el residuo de la calcinación, dará origen á una viva efervescencia, si el precipitado en cuestión ha sido previamente un oxalalo.

Puede también seguirse otro camino, reducido á calentar el precipitado (antes de la calcinación) con el ácido sulfúrico de 66°: se desprende ácido carbónico, absorvible por la potasa, y óxido de carbono, que arde con llama azul.

Silicatos. La sílice se descubre ya cuando se pone en contacto el ácido hidroclórico con la sustancia que

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144 se analiza; enlonces se precipita dicho ácido bajo la íorma de copos gelatinosos, sobre todo estando concentrado el líquido. Solo son solubles los silicatos alcalinos.

Segundo yriipo.

Sulfuros. Se reconocen la mayor parle, á consecuencia del desprendimiento del hidrógeno sulfurado que ennegrece una tira de papel impregnada de acetato de plomo: este fenómeno se efectúa al afiadir el ácido hidroclórico ó el sulfúrico, diluido.

Los ensayos preliminares al soplete, indican igualmente, por el olor sulfuroso que se origina, la existencia de varios sulfuros.

Tratados estos compuestos por el ácido sulfúrico, nítrico, ó por el agua regia, se convierten en sulfates con desprendimiento de vapores rutilantes, y aun algunas veces con precipitación de azufre.

Cloruros, bromuros y yoduros. Acidular el liquido con el ácido nítrico (si aquel contiene un sulfuro, es indispensable destruirle mediante la ebullición con el mencionado ácido); y en seguida, añadir nitrato de plata. Si aparece un precipitado blanco coposo, completamente soluble en el amoniaco, corresponde á un cloruro; pero si el precipitado es amarillo y al mismo tiempo poco soluble en el indicado álcali, puede ser debido á un bromuro ó á un yoduro. Para distinguir ahora entre si djchas sales haloideas, se divide el depósito en dos partes, y se trata uno con agua clorurada y éter; y la segunda, con agua saturada desdoro y

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el engrudo de almidón: la coloración amarilla ó azul caracterizarán al bromo ó al yodo. '

Para conocer si hay cloruro al mismo tiempo que bromuro y yoduro, se trata el precipitado argTnSco por el amoniaco débil, y luego se filtía y precipita e cloruro, por el ácido nítrico ^

que arde con llama purpúrea; y en ün, parldescu bnr la existencia de los cianuros alcalinos, se trat¡ S o * '°'"'^'°" ''""'''"" '' "' '"''"''" '•"•''« "-'

Acetatos. Calentar la materia con el ácido sulfúrico d.lu,do con el objeto de eliminar el ácido acético reconocb e por su olor; poner en digestión el prod c'-to destilado con un esceso de litargirio, y ver Ji se oí t.ene sub-acetato de plomo solubíe, y dotado d e t propiedad de restablecer el color i/, i Ii " ^ ' ^ V ' '» nasol enrojecido. En el caso 1 V e L .o ' ^ r V " «e aüadii-a (á la solución de la malr iT. , T''' co, con lo cual se conseguir u^a ' 1 1 , ^'' '•"" cura, operando en Wo, ó „n pr ein t a l T" ' ? ' " • " •adrillo, mediante una larga eS^^^^^^^

1(1

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146

Tercer grupo.

Nitratos y cloratos. Ya se descubren al ejecutar los ensayos preliminares, por la deflagración que originan cuando se proyectan sobre las ascuas. Puede y debe confirmarse su presencia, tanteando, con el sulfato ferroso y ácido sulfúrico concentrado, cierta porción del liquido primitivo, y después calcinando otra en un tubo de ensayo; observando el gas que se desprenda, y haciéndose cargo del residuo: la coloración café indicará en el primer caso si el ácido nítrico se halla en la sustancia que se estudia; asi como el desprendimiento del oxigeno, acompañado de las reacciones peculiares á los cloruros (en el caso de que tales las ofrezca el residuo) nos hará suponer, en el segundo, la existencia de un clorato.

Considerando que la presente obrila no va recomendada en manera alguna á los hombres profundos en la ciencia que profesamos, sino que está escrita esclusivamente para guiar, en lo que pueda, a las personas deseosas de familiarizarse un poco con la análisis química, hemos reflexionado, que quizás vendría en auxilio de nuestro deseo, el describir, en lugar oportuno, dos ó tees ejemplos prácticos de los diferentes análisis cualitativos y cuanlitativos que hemos tenido ocasión de ejecutar en los laboratorios de Wurtz y de

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Liebig, durante nuestra permanencia en Francia v «n Alemania. De manera que, trasladando á este liZ cuantos pormenores operatorios relativos á esta c a e de trabajos figuran en nuestros cuadernos, el l e Z vera claramente la exactitud con que se van recono cendo los cuerpos, á medida que se observado; precisión las reglas generales establecidas.

PRIMER EJEMPLO.

Análisis cualitativa de m fragmento de vidrio, procedente de un matraz.

Se tomaron 2 gramos de vidrio bien limpio v se pulverizaron en un mortero de piedra hasta reducirle a polvo impalpable, continuando la división con los residuos, después de añadir agua, y decantando (pasa do un ligero reposo) en tres vasos de distinta capaci dad, hasta tanto que hubo en el liquido del tercer va so la cantidad de vidrio necesaria para la análisis En seguida se filtró, lavando luego el precipitado sobre el mismo papel, en donde por último se le abandonó á la desecación durante el tiempo preciso; pasado éste se peso gramo y medio de la referida materia v s¡ mezclo con U de carbonato bárico, seco, obtenido previamente tratando el cloruro por el carbonato de sosa.

Efectuada la mezcla fue introducida dentro de un crisol de platino, el cual, bien tapado y puesto en el

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interior de otro de barro (que luego se cubrió), se espuso á una temperatura elevadisima, durante 4 horas, en un horno de reverbero.

Trascurrido este tiempo, y cuando ya estaba frió el crisol, se vertió la materia en una cápsula de porcelana, lavando el interior de aquel con agua acidulada con ácido nítrico, con el objeto de separar toda la porción de materia adherida; hecho esto, se afiadió al todo agua y ácido nítrico puro; y cuando ya no hu bo efervescencia, en frió, se evaporó moderadamenle hasta sequedad. En seguida se trató el residuo con nueva porción de agua y de ácido nítrico; se evaporó un poco; y finalmente, se filtró.

Quedó sobre el filtro un polvo blanco, muy fino, que rechinaba entre los dientes, y era insoluble en los ácidos, aun hirviendo (silicej.

El líquido filtrado se sometió á una corriente de gas sulfhídrico en esceso. No hubo precipitado alguno: por consiguiente ausencia del estaño, arsénico, antimonio, plomo, cobre, bismuto, cadmio, mercurio, oro y platino.

En vista de esto, se neulralizó la disolución con amoniaco cáustico, vertiendo acto continuo persulfu-ro amónico hasta que no se produjo mas precipitado; se filtró y lavó el residuo, sobre el mismo papel, con agua sulfhídrica; y cuando estuvo seco, se trató con ácido hidroclórico, mezclado con algo de nítrico, á fin de peroxidar el hierro en el caso de que existiera; y por último, se evaporó hasta reducir el todo á la tercera parle de su volumen.

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149

En tal estado, volvió á neutralizarse la disolución con el amoniaco, añadiendo después un esceso del referido álcali; hubo un precipitado rojo-amarillento, el cual fué recojido y lavado sobre un filtro, quedando allí hasta que se desecó suficientemente ; en seguida se trató por potasa, una porción del mencionado depósito, y se observó que se di-sol via en gran parte en dicho álcali. Dejado á un lado el pequeño residuo (de color rojizo), se saturó el liquido alcalino por un ácido, originándose por efecto de esta reacción un precipitado blanco, ligero y espeso, que calcinado al sóplele con nitrato de cobalto , produjo una coloración azul correspondiente á la alúmina. (En igualdad de circunstancias, el zinc produce una coloración verde).

Disuelta en el ácido hidroclórico la otra porción del precipitado que quedó sobre el filtro, se fraccionó el líquido en tres parles; una se diluyó bastante, y fue ensayada con el ferrocianuro potásico, el cual produjo al momento la coloración azul propia del fer-ricianuro férrico; tratada la segunda por el amoniaco, regeneró el precipitado rojizo; y en fin, la tintura de agallas comunicó á la disolución un color negro, debido al tannalo y gállalo de hierro.

El liquido filtrado anteriormente se diluyó en bastante agua, y en seguida se vertió gota á gota la cantidad de ácido sulfúrico necesaria para precipitar, al estado de sulfato, toda la barita que quedó unida con la sílice en el primer tratamiento; y en fin, se evaporó casi á sequedad. Yerificada esta operación, fue neu-

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150 tralizándose el líquido con amoniaco cáustico (1), y luego se añadió carbonato amónico.

No se originó precipitado alguno, ni en frió, ni á consecuencia de la ebullición, lo cual dio á conocer que no habia estronciana ni cal.

Evaporada nuevamente la disolución hasta sequedad, se destruyeron por calcinación las sales amonia cales, repitiendo posteriormente otra calcinación con el residuo, de una manera análoga á la indicada en el primer tratamiento relativo á esta análisis: enfriado el crisol, se añadíeroD á la materia varias gotas de ácido hidroclórico, y en seguida se ensayó por el cloruro platínico, cuyo reactivo ocasionó un precipitado amarillento, mas abundante á la adición del alcohol, debido á la presencia de la potasa. Cuando ya no se produjo mas depósito, sin embargo de añadir un ligero esceso de cloruro platínico, se filtró y evaporó á sequedad el liquido filtrado: tanteado éste con el papel de tornasol enrojecido, se observó que estaba alcalino; en vista de esto, se dividió en tres partes, sometiendo una á la acción del antimoniato potásico, que ocasionó un precipitado blanco (antimoniato de sosa): examinada la otra al microscopio, después de verter dos gotas de ácido sulfúrico, se distinguieron inmediatamente unos

( I ) CKIDO que no «c ha elimioado por calcioaciun el ácido sulfúrico, re-• ult.1 que isl'' cxislc muy concentrado T CU proporción algo notable; por eon-^i'^uienlc, el operador del^ añadir el amoniaco muy poco á poco si no quiere esponcrje fl que. reaccionando cofí intensidad el ácido _v rl álcali, Uny^x projeccloo de materia. {iV- del A.J

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151 cristales prismáticos de gran tamaño, correspondientes al sulfato de sosa.

Por último, la tercera porción del líquido se trató cou el ácido hidroclórico: no se formó precipitado alguno, con el fosfato sódico, añadido después de neutralizar el ácido hidroclórico por el amoniaco. Por lo tanto, ausencia de la magnesia.

Resumen.

Jbastante.| „ " " " ' len menor cantidad.

£1 vidrio contenia: Sílice. Alúmina. Hierro.

De manera que el pedazo de matraz era un silicato de potasa, sosa, alumina y hierro; cuyo vidrio corresponde al de botellas finas; pues en las ordinarias, la cal sustituye á la potasa.

Nota. Con el objeto de saber si existia barita en dicbo silicato, se sometió 1 gramo de materia al mismo procedimiento, pero calcinando el vidrio con carbonato de sosa, en vez del de barita, y buscando luego esta base por el método ordinario: el resultado fue negativo.

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JS2

SEGUNDO EJEMPLO.

Análisis cualitativa de una sustancia pulverulenta, de color azulado, inodora, poco densa é insípida, procedente de la Escuela central de Artes y Manufacturas

establecida en Paris.

Investigación de las bases. Se pesaron 10 gramos de esta sustancia, y después de introducidos en un matraz adecuado, se fue añadiendo agua acidulada con ácido tidroclórico, hasta mediar la capacidad de la vasija: la materia se disolvió (en parle) en frió, y completamente á la primera impresión del calor; por consiguiente, ausencia de la sílice,plata, del mercun'o (prolo-cloruro), y muy probable áft\ plomo.

La disolución, de una trasparencia perfecta, fue espuesla á la acción de una corriente de gas sulfhídrico en esceso: se formó un abundante precipitado negro (A), el cual podia contener estaño, arsénico, antimonio, plomo, cobre, bismuto, cadmio, oro, mercurio ó platino; se filtró; y después de neutralizado con amoniaco cáustico, el líquido resultante, se vertió persulfuro amónico hasta tanto que no hubo reacción. A consecuencia de la que tuvo lugar entre el reactivo y los cuerpos disueltos, se originó otro abundante precipitado [B], del mismo aspecto que el anterior, y en el que á su vez podrán existir, al estado de sulfures, el aluminio, manganeso, cobaUo, níquel, zinc y el cromo.

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455 •

Verificada la filtración, que era indispensable, se concentró el líquido filtrado á la mitad de su volumen; en seguida se puso en contacto con la cantidad necesaria de carbonato amónico, adicionado poco á poco, y luego se hizo hervir el todo durante 6 minutos: se formó ya en frió, pero mucho mas por efecto del calor, un precipitado blanco (C), producido por los álcalis lérreos, y las tierras propiamente dichas, al estado de carbonalos, escepto la alúmina que figura en el precipitado B, y la magnesia, que queda en el liquido en donde está la potasa y la sosa.

Volvióse á filtrar el líquido, y mientras estaban en disposición de inspeccionarse los precipitados anteriores, colocados cada uno en su embudo especial y cubierto éste con un disco de vidrio, numerado se empezó á buscar la magnesia, potasa y. sosa en el liquido filtrado; para lo cual, lo primero que se hizo fue evaporarle hasta sequedad, é introducir después el residuo dentro de un crisol de platino, que, metido en otro de barro y cubierto todo, sufrió una temperatura muy elevada en un horno á propósito. Enfriado el producto de la calcinación, se trató con agua acidulada con ácido hidroclórico, y acto continuo se fraccionó en tres partes la disolución acida, pero trasparente, del referido residuo; neutralizada la primera con el amoniaco cáustico, se vertió en ella fosfato sódico, observándose al instante un precipitado blanco, cristalino, debido sin duda alguna al fosfato amónico-magnésico.

Consignado este dato, se ensayó la segunda parle

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154 del líquido fraccionado, afiadiendo en él, al efecto, varías golas de cloruro platínico: no se presentó al pronto fenómeno alguno que hiciera presumir la presencia de la base que se buscaba, pero mezclada la disolución con alcohol, y luego hervida, se puso en evidencia un lijero precipitado, perteneciente, por todos sus caracteres, al cloruro doble de platino y de potasio. Y en fin, tratada la tercera porción con el antimonialo potásico, se formó un precipitado blanco, abundante, debido al antimonialo de sosa.

Terminadas las anteriores investigaciones, se procedió al estudio de los diferentes precipitados, empezando por el señalado con la letra A, ó sea el producido á consecuencia de la corriente de gas sulfhídrico á que se sujetó el líquido primitivo; separado aquel del filtro, se introdujo dentro de un matracito de vidrio, se añadió ácido hidroclórico, y se hizo hervir el todo por espacio de un cuarto de hora; pasado este tiempo, se filtró la disolución, quedando sobre el papel un residuo (a'), de que nos ocuparemos inmediatamente.

Recojído en una copa, propia para precipitados, el líquido resultante de la filtración, se metieron dentro algunas láminas de zinc muy limpio y puro; hubo un abundante desprendimiento de hidrógeno, acompañado de la precipitación de un polvo negruzco. Aislada por decantación esta materia dividida, se disolvió en el ácido hidroclórico, y acto continuo se vertió agua saturada de sulfhido-hidrico; no bien reaccionó este hidrácido, sobre la disolución clorhídrica.

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lo5

se formó un precipitado amarillo (¿sulfuro de estaño?), el cual, mezclado con carbonato sódico, y ensayado al soplete dentro de la cavidad del cono de carbón, dejó un botón melálico, blanco, muy fusible y maleable, que calentado segunda vez en la llama oxidante, se cubrió de una costra blanquecina; por cuya razón no cupo duda alguna acerca de la existencia del estaño.

Evaporado hasta casi sequedad el liquido en donde fluctuaba el precipitado anterior, y añadida nueva porción de ácido hidroclórico, fue puesto en contacto con 4 veces su volumen de agua destilada: se produjo un precipitado blanco (¿oxicloruro de antimonio?), que dividido en dos partes, y sometida una (previamente asociada con el cianuro potásico) á la acción de la llama del soplete, dio unos globulilos metálicos, blancos, escesivamente frágiles, y en fin susceptibles de volatilizarse por completo, cuando se los sujetaba á la influencia de la llama oxidante. La otra porción de materia blanca, separada, se disolvió totalmente en el ácido tártrico, cuya circunstancia vino á confirmar la idea admitida respecto de la existencia del antimonio.

El residuo (a') que quedó en el tratamiento del precipitado A, por el ácido hidroclórico, se puso en digestión con amoniaco cáustico durante un cuarto de hora, dentro de una cápsula de porcelana, y en seguida se filtró; se obtuvo un líquido trasparente de color amarillo verdoso, y una porción (a") no disuel-la, que se dejó sedimentar sobre el filtro. Vertido el

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156 ácido hidroclórico gota á gota, sobre dicho liquido, se manifestó un precipitado amarillo (¿sulfuro de arsénico?), el que, después de haberle desecado bien entre papel absorvenle, fue calcinado con nitro y carbonato potásico dentro de un crisol de porcelana: disuelto el resultado de la calcinación en agua destilada, se dividió en tres partes.

La primera se introdujo dentro del aparato de Marsh, cuyo modelo, descrito minuciosamente en la página 30, reproducimos en este lugar.

Puesto en actividad con las debidas precauciones el referido aparato, bien pronto apareció un humo blanco, y perdió la llama de hidrógeno su color amarillo de oro mate, asi como su brillo; adquiriendo en cambio, al propio tiempo que cierta especie de palidez, un matiz blanco-azulado muy perceptible: corlada la llama, por njedio de una capsulita de porcelana, según manifiesta la adjunta figura, se recojieron sobre su superficie &3 manchas negras, con lustre metálico;

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i&7 formándose al propio tiempo, en el tercio inferior del tubo de vidrio d, e, un anillo metálico de 2 pulgadas de longitud. Humedecidas con ácido nítrico, algo diluido, varias manchas adheridas á la porcelana, se espusieron á una evaporación suave, y luego fueron tratadas por agua: resultó una solución que, en presencia del nitrato argéntico-amónico, produjo un precipitado rojo-ladrillo; y en fin, puestas en contacto, las manchas restantes, con el hipoclorito sódico, desaparecieron instantáneamente. Cortado con una lima el anillo metálico que tapizaba el vidrio, y mantenido por medio de unas pinzas en una posición inclinada, sin dejar de calentarle al propio tiempo con la lámpara de alcohol, se convirtió en una materia blanca, cristalina (con desprendimiento de olor á ajos), la cual, disuelta en parte en agua destilada, produjo una coloración verde en presencia del sulfato cúprico-amónico.

En vista de estos resultados, que tan marcadamente caracterizaban el arsénico, se desistió de ejecutar investigación alguna, en este sentido, con las despartes de liquido separadas.

Colocada la porción de precipitado (a") insolubie en el amoniaco, dentro de uua cápsula de porcelana, y calentada en tal disposición con cierta cantidad de ácido nítrico, adquirió la porción disuelta un color azul (¿cobre?) bastante Intenso; efectuada la filtración, quedó sobre el papel un residuo negruzco (á"'), pasando, como es consiguiente, á través del filtro el líquido azulado. Tomadas unas cuantas gotas de él, é

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158 introducidas en un tubo de ensayo, se afiadió un poco de ácido sulfúrico: no hubo precipitado de ningún género; por consiguiente ausencia del plomo.

Neutralizada con amoniaco cáustico, la disolución de color azul, se formó al pronto un precipitado blanco, azulado, el cual se reedisolvió en seguida (ausencia del bismuto), pero adquiriendo mayor intensidad el matiz del liquido que nos ocupa: caracterizado el cobre por este fenómeno, y por el color de castaña que tomó una pequeña cantidad de la disolución azul (la cual había quedado casi incolora de tan diluida como estaba) en presencia del ferrocianuro potásico, se pasó inmediatamente á indagar la existencia del cadmio; á cuyo fln, se fue vertiendo gota á gota una disolución concentrada de cianuro de potasio, basta tanto que desapareció el tinte azul primitivo. Sometido acto continuo el líquido á la acción de una corriente de sulfhi-do-hídrico, se produjo un precipitado amarillo (¿sulfuro de cadmio?), que recojido y desecado sobre un filtro, se espuso á la acción de la llama reduclora originada por el soplete: dicho cuerpo desapareció al cabo de algunos instantes, sin producir olor algQno, pero dejando sobre el carbón una huella amarillenla, perteneciente al óxido de cadmio.

La porción de precipitado (a'") que escapó sucesivamente á la influencia del ácido hidroclóríco, del amoniaco y del ácido nítrico, se trató, dentro de una cápsula de porcelana, por la cantidad necesaria de agua regia: espuesto el conjunto á una suave temperatura, resultó un líquido homogéneo de color rojizo,

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160

el cual se fraccionó en Ires partes, para practicar, sobre cada una, un ensayo especial. Introducida la primera en un lubilo de ensayo, se trató de averiguar la presencia del platino, vertiendo en ella varias gotas de una disolución concentrada de cloruro amónico; mas no se vio el menor indicio del precipitado amarillo, característico, correspondiente al cloruro doble de amonio y de platino.

Situada en otro tubo de vidrio, la segunda porción de liquido, fue tratada á su vez por una disolución de sulfato ferroso, observándose acto continuo un precipitado denso de color pardusco (¿oro?) que, separado por decantación del líquido que le bañaba, se disolvió nuevamente por completo en el agua regia; ensayada la disolución con el cloruro estannoso, apareció al punto un color purpúreo, pero tan intenso, que casi era negro; visto lo cual, ya no quedó duda acerca de la existencia del oro.

y por último, mezclada la tercera parle de la disolución con cal, é introducido el lodo dentro de un tubo de vidrio, abierto por ambos eslremos, pero terminado casi en capilar uno de ellos, se puso sobre la rejilla de hierro, que sirve para el análisis orgánico, después de haber tapado herméticamente con un corcho el lado mas ancho del referido tubo: en tal disposición, se fue elevando gradualmente la temperatura, refrescando con papel de filtro humedeciíio, la esten-sion mas próxima al punto capilar.

Enfriado este aparalilo, se observó una especie de nube blanca en la parte del tubo mas inmediata á la

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160 rejilla, cuya nube no se insistió en ensayar con el ácido nítrico y luego con la potasa, etc., en atención á que se distinguian perfectamente los glóbulos mercuriales á la simple vista, hacia el sitio mas frió del aparato. Por consiguiente, también habia mercurio en la materia que se analizaba.

Terminado el examen de los cuerpos contenidos en el precipitado producido por el gas sulfhídrico, se procedió al estudio del que ocasionó el persulfuro amónico, el cual ha sido señalado con la letra B.

Separado dicho precipitado del filtro en donde estaba desecándose, se calcinó dentro de un crisol de platino con una mezcla de partes iguales de nitro y de carbonato sódico, mas una ligera porción de clorato potásico; frió ya el residuo calcinado, se trató con agua destilada caliente, y en seguida se filtró. Quedó sobre el papel una sustancia insoluble de color negruzco, pasando á través del mencionado filtro un líquido amarillento, el cual, después de haberle reducido por evaporación á la mitad de su volumen, se subdividió en dos porciones; la primera, se puso en contacto con agua saturada de hidrógeno sulfurado. A la presencia de este reactivo se cambió en verde el color amarillento de la disolución (¿cromo?), por cuyo motivo fue preciso justificar la sospecha concebida acerca de la existencia del cuerpo que se buscaba, continuandtt al efecto las reacciones confirmativas; á este fin, se vertió persulfuro amónico, y luego se ensayó el precipitad» (con el bórax y sobre el alambre de platino) en la llama reductora y oxidante, origina-

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ICI da por el soplete. La aparición de una perla Iraspa-renle y de color verde esmeralda, vino á poner el sello, digámoslo asi, á los caracteres distintivos de las sales de cromo.

Colocada la segunda porción del liquido, dentro de un tubo de ensayo, se fue añadiendo gota á gola ácido hidroclórico, hasla que tanteada la disolución por medio del papel reactivo, éste se enrojeció muy manifiestamente; y en fin, se echó un esceso de carbonato amónico. Recojido sobre un filtro, y bien lavado el precipitado blanco y gelatinoso que se produjo, fue calcinado al soplete, al principio sin nada, con el objeto de que se contrajera por la acción del calor, pero luego con un poco de nitrato de cobalto. El vidrio adquirió por el enfriamiento, un hermoso color azul de prusia, correspondiente á la alúmina.

El residuo de la calcinación practicada con la primera cantidad del precipitado B, fue trasladado á una cápsula de porcelana, y hervido durante 10 minutos con ácido hidroclórico, algo diluido, pero mezclado con varias gotas de ácido nítrico. Todo se disolvió á escepcion de cierta cantidad de una sustancia ne- ía la cual quedó sobre el papel en el acto de la filtración' Sobresaturado el líquido resultante por un esceso de potasa cáustica, dio lugar á un precipitado blanco-ro-J'zo (¿hierro y manganeso?), fluctuanle en la disolución alcalina, que se recojió sobre un filtro; acidulada con acido acético la referida disolución alcalina, se puso en contacto con agua saturada de sulfhido-hídri-co. sin que se produjera precipitado alguno á la adi-

II

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163 cion de dicho reactivo; lo cual dio á enleiuler que no había zinc (1).

Rcdisuello en el ácido bidroclórico, el precipitado anterior, se dividió en dos partes; una se ensayó sucesivamente con el ferrocianuro potásico, la tintura de agallas, y el sulfocianuro potásico: el primero de estos reactivos ocasionó la coloración azul ,de prusia tan conocida; el segundo formó un precipitado negro azulado; y en fln, el tercero, produjo inmediatamente una coloración roja de sangre arterial. Por consiguiente, también figuraba el hierro entre los cuerpos que constituían la sustancia sometida al análisis.

Hecho esto, se fundió á la lámpara de alcohol un poco de nitro colocado sobre la hoja de un cuchillo de platino, y en seguida se vertieron dos ó tres gotas de la disolución clorhídrica separada anleriormenle; calcinada segunda vez la masa, apareció ésta (después de fría) teñida de un color verde-azulado (camaleón mineral), debido sin duda alguna á la presencia del manganeso.

Según hemos dicho arriba, quedó sin disolverse en el ácido hidroclórico, débil y mezclado con algo de ácido nítrico, un residuo negro; pues bien, tratado éste con agua regia caliente, se disolvió por completo, pero comunicando al todo un color verdoso (¿níquel?) muy perceptible; acto continuo se diluyó el líquida ácido; se hizo pasar á través de él una corrien-

( i ) l'mUiia una pei|ucno cantidail del niisino liqnidu |iur un esceio de carbonato sódico, no se formó ninguna especie de precipilado. f^. del A)

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105

le de cloro en esceso; y por úilimo, se dejó abandonada á sí misma la materia durante algunas horas, después de haber añadido previamente un esceso de carbonato de barita.

Pasado este tiempo, hubo necesidad de filtrar la disolución por el motivo de que se produjo un depósito gris (¿cobalto?), el cual quedó sobre el filtro, pasando á través de él un liquido de color verde, puro y trasparente. Tratado éste por la potasa cáustica, se formó al instante un precipitado de color verde manzana, correspondiente al hidrato de óxido de níquel.

Adquirido este dato, se lavó con agua destilada y sobre el mismo filtro el precipitado anterior, y en seguida se trasladó, con la punta del cuchillo de platino, á una capsulita de porcelana, en donde se le espuso á la acción de una suave temperatura después de haber añadido un poco de agua regia; erectuada la disolución, se fue vertiendo ácido sulfúrico gota á gota, con el objeto de precipitar toda la barita al estado de sulfato; y conseguido, se añadió potasa cáustica al liquido procedente de la filtración; se ocasionó un precipitado azul, el cual adquirió un color rosáceo en presencia de un esceso de álcali. Por consiguiente, no podía ponerse en duda la existencia del cobalto.

Conocidos los cuerpos que constituían el precipitado B, se procedió al examen de los contenidos en el distinguido con la letra C: á este fin, se trató dicho precipitado por ácido acético caliente, y se fraccionó el liquido en dos partes. Ensayada una con el bi-cro-mato potásico, se observó un depósito amarillento.

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16 i correspondiente al cromato de Imrifa. Filtrado acto continuo el liquido, se evaporó basta reducirle á la lercera parle de su volumen, y se puso en contacto con una disolución de sulfato de cal: este reactivo hizo nacer un ligero precipitado blanco, por cuyo motivo fue preciso someter otra pequeña porción del licor acético separado al segundo ensayo confrontativo; el cual consiste, en tratar la disolución por el ácido hidroclórico; evaporar á sequedad; agitar el residuo en presencia de alcohol; y por último, inflamar éste en un sitio oscuro después de haberle embebido en los poros de una esponja. Ejecutada con la mayor escrupulosidad esta serie de operaciones, pudo observarse al fia en la llama de alcohol una coloración purpúrea que, aunque pequeña, bastaba sin embargo para acusar la existencia de indicios de estronciana.

Caracterizada esta base, se trató con ácido sulfúrico la segunda cantidad de liquido dejada aparte en un principio: no bien se pusieron on contado ambos cuerpos, apareció un abundante precipitado blanco, el cual, después de colocado sobre un filtro, se lavó repetidas veces con agua destilada. Recojido dentro de un tubo de ensayo el líquido procedente de las distintas lociones, fue tratado con oxalato amónico hasta tanto que no hubo alteración alguna; se formó un precipitado blanco, insoluble en el ácido acético, pero soluble en los ácidos nítrico é hidroclórico, perteneciente al oxalato de cal.

Concluida la investigación de las bases existentes en la sustancia, objeto del problema, se trató de ave-

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165 liguar, en una corta cantidad de ella, la presencia del amoniaco, en atención que se habia cometido en un principio el olvido involuntario de no ejecutar el mencionado examen.

Preparada á este fin una solución acuosa de la materia primitiva, se introdujo dentro de un tubo de ensayo; se vertió sobre ella una pequeña porción de potasa cáustica; y por último, se calentó suavemente el tüdo con la lámpara de alcohol: aplicada en seguida la nariz al orificio del tubo, se percibió, de un modo distinto el olor picante, tan característico, del amoniaco.

En resumen, la sustancia analizada contenia las l)ases siguientes:

ÁLCALIS. ÁLCALIS TERREOS. TIERRAS.

Potasa (indicios). Sosa. Amoniaco.

Barita. Alúmina. Eslronciana {indicios). Magnesia. Cal.

METALES.

Manganeso. Eslaño. Hierro. Arsénico. Cromo. Aníimonio Cadmio. Cobre, Niqíiel. Mercurio. Cobalto. Oro.

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m;

Jnvesliyucion de los ácidos.

Se pesaron 18 gramos de la materia primitiva, y se dividieron en 6 partes iguales.

La 1.* porción, se introdujo dentro de un matracito de vidrio; se adaptó á este un tubo encorvado en doble ángulo recto, y abierto por ambos estremos: uno de ellos, el mas corto, atravesaba un tapón de corcho, mientras que el otro se sumerjia en una solución acuosa de barita cáustica; dispuestas asi las cosas, se vertió ácido hidroclórico diluido, y se cerró herméticamente el matraz. A la primera impresión del liquido ácido, se desarrolló una viva efervescencia, produciéndose al propio tiempo un abundante precipitado blanco, en el seno de la disolución de ba ' rita cáustica, el cual volvió á disolverse con efervescencia á la adición de un ácido, siendo por otra parte impropio para la combustión el gas que se desprendía. En vista de esto, no cupo duda alguna acerca de la existencia del ácido carbónico.

Averiguada la presencia de este ácido, se metió la 2.'/)orao» de la sustancia, mezclada con un poco de silice, dentro de un matraz de vidrio, y se dispuso en seguida con él, un tapón de coi cbo agujereado y un tubo doblemente curvo y abierto por los dos lados, nn aparatito semejante al descrilo mas arriba. Hecho esto, se añadió ácido sulfúrico concentrado; é introducido en una copa, casi Ménade agua, el cslrcmo mas largo del

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167 lubo, se fue calentando suavemente el matraz con la lámpara de alcohol: desprendido bajo la forma de burbujas lodo el aire del aparato, bien pronto aparecieron otras que se cambiaban en un precipitado blanco, gelatinoso, con todos los caracteres de la sílice. Ensayado además por la potasa el liquido concentrado, en cuyo seno se produjo el ácido silícico, se observó un precipitado blanco; prueba innegable de que habia ácido hidrofluórico.

Acidulada la 3. ' parle de la materia, con ácido hi-droclórico, se neutralizó el liquido con el amoniaco cáustico, y se trató con cloruro de calcio: no apareció precipitado alguno; por consiguiente ausencia del ácido oxálico.

Trasladada la 4." porción del cuerpo consabido dentro de una cápsula de porcelana, y afiadida una mezcla de alcohol y ácido sulfúrico, se calentó suavemente el lodo, y se inflamó el alcohol: agitada debidamente la mezcla con un tubito de vidrio, se notó que la llama estaba teñida de verde; por cuyo motivo, se admitió la existencia del ácido bórico.

Espuesla la 3.>ar/ede la sustancia primitiva(mez dada previamente con ácido sulfúrico diluido) á la influencia de una débil temperatura, no hubo producción dfe ningún cuerpo volátil, que hiciera suponer la presencia del ácido acético.

Averiguado esto, se diluyó la 6." cantidad de malcría en el agua destilada; luego se hirvió con potasa caustica, con el objeto de combinar los ácidos con el indicado álcali, y en seguida se filtró: reunido en un

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1Ü8

solo vaso, el liquido resultante de la üUracion, se fueron tomando de él varias porciones para examinarlas sucesivamente con los reactivos.

Ensayada con el cloruro bárico cierta cantidad de líquido, resultó un abundante precipitado blanco, que tratado por el ácido nítrico diluido, disminuyó hasta cerca de la mitad de su volumen, pero no se consiguió disolver la otra restante aun cuando se trató con ácido nítrico concentrado y caliente; se filtró el conjunto; y considerada la parte insoluble como correspondiente al sulfato de barita, quedó admitido desde luego que habla ácido sulfúrico.

Puesto en dos lubitos de ensayo el líquido filtrado, se vertió en uno amoniaco cáustico hasta neutralizarle, y luego se afiadió sulfato amónico-magnésico; se formó un precipitado blanco y cristalino. Tratado el segundo con el cloruro férrico y el acetato de sosa, apareció (no bien se calentó un poco) la coloración rojo-amarillenta correspondiente al fosfato férrico. En vista de esto, estaba fuera de duda la existencia del ácido fosfórico.

Sometida acto continuo nueva porción de la solución acuosa, en contacto del nitrato argéntico, se originó un precipitado completamente blanco, de aspecto arrequesonado, soluble en totalidad en el amoníaco cáustico, é insoluble en el ácido nítrico hirviendo; lo cual escluia la presencia de los ácidos hidroyódico, hidrocrómico ó hidrociánico, al mismo tiempo que evidenciaba la dftl ácido hidroclárico.

Continuando esta clase de investigaciones, se ver-

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tío olra dosis del liquido de repuesto denlro do un tubo de ensayo, añadiendo á continuación un cristalito de sulfato ferroso y un poco de ácido sulfúrico concentrado: no bien se tuvo suspendido breves instantes este aparalito sobre la lámpara de alcohol, fue lomando la disolución un color pardusco, hasta ofrecer el conjunto un matiz pardo-verdoso; por lo tanto, era un hecho el que la materia contenia ácido nítrico.

Caracterizado el arsénico en los tratamientos á que se sujetó la sustancia en cuestión para averiguar la naturaleza de las bases, se ensayó una parte de la disolución acuosa por el sulfato cúprico-amónico, y otra con el nitrato argéntico; el primer reactivo produjo un precipitado perfectamente verde, y el segundo le ocasionó amarillo homogéneo: de modo que el arsénico existía al estado de ácido arsenioso.

Tratada parte de la referida solución acuosa por el persulfuro amónico, no se formó precipitado alguno: por consiguiente, ausencia del ácido crómico.

Calcinada cierta porción de la materia, tal cual era naturalmente, denlro de un tubo de ensayo, no so observó desprendimiento de oxigeno; ni sometida olra á la influencia del ácido snlfúrico concentrado, [tuso en libertad ningún gas que tuviera color, lo cual es-cluia la presencia de los oxácidos del cloro.

Y por último, el abundante desprendimiento de gas sulfhídrico que se observó cuantas veces se puso en contacto la primera materia con el ácido hidrocló-•'co, manifestó de una manera terminante la existencia del ácido stilfhidrico.

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170 En resumen, la sustancia analizada contenía los

ácidos siguientes: Sulfúrico. Sulfhídrico. Carbónico. Niírico. Hidroclórico. Fosfórico. Bórico. J/idrofltiórico. Arsenioso.

CAP1T1JL.O 111.

Análisis de gases.

Generalidades. El número de los cuerpos gaseosos, comparado con el de los sólidos y líquidos, es sumamente pequefio, supuesto que apenas llegan á 40 los conocidos en el estado actual de la ciencia: entre estos solo 7 existen en la naturaleza, á saber: oxigeno, nitrógeno, ácido carbónico, hidrógeno proto-carbona-do, gas oleífico, amoniaco, y ácido sulfuroso; los restantes se originan á consecuencia de reacciones químicas.

Los gases obtenidos químicamente puros, se distinguen entre si con suma facilidad: basta para caracterizarlos (según dejamos dicho en otra parte) examinar sus propiedades físicas; su acción sobre el aire ó sobre el agua; y en fin, la manera de conducirse en presencia de las disoluciones alcalinas.

Hay gases incoloros, y otros que poseen una coloración particular: á esta clase pertenecen el cloro, ácido nitroso, hypocloroso, cloroso é hypoclórico.

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La mayor parle de los gases poseen un olor mas ó menos fuerte y distintivo; los únicos que carecen de esla cualidad son: el oxígeno,'hidrógeno, nitrógeno, óxido de carbono, los carburos de hidrógeno, el óxido nitroso y el ácido carbónico. Gran número de los referidos cuerpos producen en contacto del aire vapores blancos, debidos á su acción sobre el vapor acuoso contenido en la atmósfera; tales son los ácidos clor-hidrico, hidrobrómico, yodhídrico, fluoruro de boro, fluoruro de silicio y cloruro de boro.

Los únicos gases alcalinos conocidos, son el amoniaco ordinario (que puede clasiíicarse indistintamente en la química mineral ó en la orgánica), y los amoniacos hidrógeno-carbonados, descubiertos el año de 1849 por el distinguido químico Mr. Adolfo Wurlz.

El mercurio y el agua son por lo general los dos líquidos sobre que se recejen los gases; de ahi el llamar cuba hidrargiro-neumática á la que contiene el metal indicado, é bidro-neumálica á la que encierra agua: hay sin embargo ocasiones, aunque en verdad bien escasas, cu que se emplea, también con el mis-rao objeto, agua saturada de sal común, ó un aceite lijo. El mercurio no disuelve ningún gas, pero ejerce acción química sobre algunos de ellos; tales son los ácidos cloroso, hypocloroso y el ácido hidroyódico: en contraposición existen varios gases que son descomponibles por el agua, por ejemplo: el cloruro de silicio, cloruro de boro, fluoruro de silicio, etc.; y en fin, hay gases que, por demasiado solubles en agua, Jio pueden recqjerse sobre este liquido; son los si-

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guíenles: ácido hidroclórico, hidrobrúniico, hidroyó-dico, sulfuroso é bypocioroso.

En el caso en que un gas aclúe sobre el mercurio y que al propio tiempo sea soluble en agua, se le recibirá dentro de un frasco bien seco y lleno de aire: asi es como se recoje el cloro y los ácidos hipocloroso y yodhídrico.

Con el objeto de analizar fácilmente los gases, Thenard ba propuesto examinar de una manera general la aeeíoD que la potasa y el aire ejercen sobre ellos; por este medio ha conseguido dicho célebre químico dividir los gases en una serie de grupos, que pueden estudiarse con suma sencillez, y de un modo completo.

Para conocer si un gas es soluble en una disolución de potasa, se introducen varios centímetros cúbicos de él dentro de una campaníta graduada; en seguida se hace pasar al interior de ésta cierta cantidad de la solución alcalina; y efectuado esto, se sacude ligeramente la mezcla: si el gas es absorvible, disminuirá de volumen, y por lo tanto será mayor la altura de la columna liquida; mas si ésta permanece estacionaria, será indicio de que el fluido gaseoso carece de la referida propiedad.

La manera de averiguar la inflamabilidad de un gas, es sumamente sencilla: se reduce á aproximar una cerilla encendida junto á la abertura de la campaníta que contenga el gas que se examina.

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i75 Los gases solubles en una lejía de potasa, consti

tuyen el primer grupo; y los insolubles en la solución alcalina forman el segundo: además de esta división, ambos grupos se ramifican en otros dos que comprenden: 1.* gases inflamables; S." gases no inflamables. De modo que en último resultado pueden dividirse los gases en cuatro clases, á saber:

VIVIUERA CLASE.

Gases absormhles, pero no tn/íamo6fes.

Acido hidroclórico. Acido hypoclórico. — hidrobrómico. Cloro. — Iiidroyódico. Amoniaco. •— carbónico. Cloruro de cianógeno. — sulfuroso. Fluoruro de silicio. ~ hypocloroso. Fluoruro de boro. — cloroso. Cloruro de boro.

SEGUNDA CLASE.

Gases absorvibks é inflamables.

Acido sulfhídrico. — selenhidrico.

Acido telurhidrico Cianógeno.

TEaCERA CLASE.

Gases «o absorvibles ni inflamables.

Oxigeno. Nilrófirno.

Oxido nitroso. Oxido nítrico.

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m CUARTA CLASE.

Gases no absorvibles, pero in/laimibks.

Hidrógeno. Hidrógeno proio-carbonado. Hidrógeno fosforado. Hidrógeno bi-carhonado. Hidrógeno arsenical. Bicarburo de hidrógeno. Oxido de carbono.

Para conocer ahora la naturaleza de un gas dado, es preciso averiguar ante lodo á qué grupo pertenece, y consultar en seguida los caracteres de los gases que le consliluyen.

Con el fín de facilitar este medio de investigación, creemos oportuno recordar estractadamente en csle sitio, aquellas propiedades de mas interés relativas á los principales gases.

PRIMERA CLASE. Gases absorviblespor la potasa, pero no inflanuiblfs.

I.' Acido hidroclórico. Esparce vapores blancos al aire; es muy ácido y escesivamente soluble; su disolución forma con el nitrato de plata un precipitado blanco, arrequesonado, que adquiere color violáceo á la acción directa de la luz; soluble en el amoniaco y en los hyposulfitos. El cloro no tiene acción sobre dicho cuerpo.

2.* Acido hidrobrómico. También esparce vapo-

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res blancos al aire; es muy ácido y muy soluble; «íes-componible por el cloro, con producción de vapores de color amarillo-naranjado, pertenecientes al bromo.

3 / Acido yodhidrico. Esparce igualmente vapores blancos al aire; es muy soluble y muy ácido; se descompone lentamente en contacto del mercurio, cuyo metal se une al yodo y se desprendo el hidrógeno. Forma, con las sales de plata, un precipitado poco soluble en el amoniaco; es descomponible por el cloro, que se apodera del hidrógeno y deja el yodo en libertad; y en fin, se pone pardusco en presencia del aire húmedo.

4.* Fluoruro de silicio. Este, como lodos los anteriores, esparce al aire vapores blancos; es acido, y origina en contado del agua un precipitado de silice gelatinosa, y una disolución de ácido hidrofluosilicico.

5.* Fluoruro de boro. Es el que esparce vapores blancos con mas abundancia en presencia del aire; muy soluble en agua; ennegrece y carboniza el papel.

6.* Acido carbónico. Inodoro; no esparce vapores al aire libre; soluble en un volumen de agua igual al suyo; enrojece débilmente el papel de tornasol; forma un precipitado blanco en contacto con el agua de cal; insoluble en el agua, pero soluble en un es-teso del mismo ácido.

1-' Acido sulfuroso. Posee un olor picante á azufre en ignición, característico; su disolución, espues-'a al aire ó mezclada con ácido nítrico, produce con «I cloruro bárico un precipitado blanco de sulfato de

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barita; es absorvible i>or el bórax, por el sobrcóxido de manganeso, y sobre lodo por el ácido plúmbico, con el cual forma sulfato de plomo. La solución acuosa del ácido sulfuroso, mezclada con el ácido hidro-clórico, origina, en presencia del zinc, hidrógeno y ácido sulfhidrico; por consiguiente, el líquido precipitará en negro las sales de plomo.

8.* Cloruro de boro. Esparce vapores blancos al aire; es ácido, y muy absorvible por el agua; la disolución contiene una mezcla de ácido hidroclórico y de ácido bórico; de manera que forma un precipitado en las sales de plata. Cuando después de haber evaporado esta disolución á sequedad se trata el residuo por el alcohol, adquiere el liquido la propiedad de arder con una llama verde.

9.* Acido hypocloroso. Tiene un color amarillo rojizo, poco intenso, y un olor particular penetrante, que hace recordar el del cloro; es además soluble en el agua; tratada esta disolución con el ácido hidroclórico, hay una viva efervescencia acompañada de un desprendimiento de cloro. Este gas es detonante.

10. Acido cloroso. Tiene un color amarillo-verdoso; menos soluble en el agua, y mucho mas estable que el ácido hypocloroso: una solución acuosa, saturada de ácido cloroso, ofrece un color amarillo de oro; contiene en este caso 5 ó 6 veces su volumen de este gas, y sin embargo no ejerce acción alguna sobre el oro ni el antimonio. £1 ácido cloroso detona cuando se le calienta, de.sprendiendo cloro y oxígeno en la proporción de 2 á H (en volumen).

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. 11 . Acido hypodórico. Tiene un color amarillo oscuro, ligeramenle verdoso, y un olor á cloro; es soluble en 8 veces su volumen de agua. Este gas detona con suma violencia sometido á la influencia de una pequeña temperatura.

12. Cloro. Posee un color amarillo verdoso, y un olor característicos-, es soluble en cerca de 3 veces su volumen de agua á + 8 ° . Este cuerpo simple se distingue mas particularmente de los gases precedentes en que no detona, y en que aun después de haber sido caleotado, se disuelve en los álcalis; destruye los colores vegetales, y se une al arsénico y al antimonio con desprendimiento de calórico y luz; y por último, se combina con el hidrógeno en volúmenes iguales.

13. Amoniaco. Posee un olor característico, muv picante; es alcalino, y esparce espesos vapores blancos eu contacto del ácido hidroclórico diluido; es es-cesívamente soluble en el agua.

14. Cloruro de cianógeno. Tiene un olor picante y descomponible por la potasa, con la cual forma cloruro de potasio y cianato de potasa; esta última sal produce, bajo la influencia de un csceso de álcali, un abundante desprendimiento de amoniaco.

SEGUNDA CLASE. Gases absorvibles por la potasa, é inflamables.

1.* Acido sulfhídrico. De olor fétido, caracferls-l«co; arde con llama azulada, dando origen, generalmente, á un precipitado de azufre; es soluble en 3 ve-

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178 ees su volumen de agua; ennegrece la piala, y forma un precipitado de color negro en las sales de plomo y de cobre; por úllímo, el cloro lo descompone, dando origen á un precipitado de azufre.

2.* Acido selenliidrico. Huele á berza corrompida, y es descomponible por el cloro, precipitándose por efecto de la reacción un polvo de color rojo cinabrio; el aire húmedo le descompone igualmente, produciéndose agua y un depósito de selenio. Forma con las sales de zinc un precipitado de color de carne.

3.° 'Acido telurhidrico. Se produce un precipitado de teluro, bajo el aspecto de un polvo pardusco, con brillo metálico, cuando se pone dicho ácido en presencia del aire húmedo, ó bien en contacto del cloro.

i.' Cianógeno. Posee un olor picante, particular, que escita el lagrimeo; arde con llama purpúrea y precipita, después de la combustión, por el agua de cal.

TERCERA CLASE. Gases no absorvibles por la potasa, y no inflamables.

1.* Oxigeno. Es casi insoluble en el agua y sin olor; reanima un cuerpo inflamado que presente algún punto en ignición; se combina bajo la influencia de la chispa eléctrica, ó del platino dividido, con doble de su volumen de hidrógeno; y en fin, trasforma el deulóxido dé nitrógeno (gas incoloro) en ácido nitroso é hyponitrico de color rojo intenso.

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179 2.* Nitrógeno. No tiene color ni olor, y apaga

los cuerpos en ignición. Como solo hay 4 gases no absorvibles por la pola-

sa y no inñamables, y el nitrógeno forma parte de este número, resulta que no puede confundírsele con el oxígeno, el protóxido ni el bióxido de nitrógeno: la distinción, en efecto, es fácil de establecer, en razón á que ios dos primeros activan la combustión, mientras que el nitrógeno la impide; y el óxido nítrico ofrece, al contacto del aire, los vapores rutilantes tan característicos.

3." Protóxido de nitrógeno. Activa la combustión á la manera del oxígeno, pero con menos intensidad, y es además soluble en cerca de dos veces su volumen de agua; es descomponible al calor rojo por los cuerpos ávidos de oxígeno (como el sulfuro bárico) dejando un residuo de nitrógeno, cuyo volumen es igual al que ocupaba el gas antes de su descomposición.

4." Deutóxido de nitrógeno. Esparce densos vapores rojos al contacto del oxigeno; es absorvible por las sales ferrosas, á las que comunica un color de café; y en fin, se descompone, como el anterior, por los cuerpos ávidos de oxigeno, dejando un residuo de ázoe igual á la mitad de su volumen.

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CUARTA CLASE. Gases no absorvibles por la potasa, é inflamables.

1.° Hidrógeno. Es inodoro cuando eslá puro, y casi insoluble en el agua; arde con una llama poco luminosa; y se combina con la mitad de su volumen de oxigeno bajo la influencia del musgo de platino ó de la chispa eléctrica.

2.* Hidrógeno fosforado. Tiene un olor fuerte á ajos; la llama e^ viva y muy luminosa; produce al arder humos espesos de ácido fosfórico en forma de aureola; arde igualmente al contacto del cloro; y en fin, produce un precipitado pardusco, con las sales de plata y de cobre.

3." Hidrógeno arsenical. Posee un olor nauseabundo que tiene alguna analogía con el de ajos; la llama es lívida, con un tono amarillento; y produce, corlada con un cuerpo frió, manchas negras con lustre metálico. El aire húmedo y el cloro aislan el arsénico.

4.* Oxido de carbono. Arde produciendo una llama azul, y se trasforma en ácido carbónico, que precipita el agua de cal.

5.' Hidrógeno prolo-carbonado. (Gas de los pantanos.) Arde con una llama azulada, mucho menos luminosa que la del hidrógeno bi-carbonado; es casi insoluble en el ácido sulfúrico concentrado; exije, para trasformarse en ácido carbónico y en agua, 2 veces su

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volumen de oxigeno, produciendo en semejante caso un volumen igual al suyo de ácido carbónico.

6.° Hidrógeno bi-carbonado. Arde con una llama blanca muy luminosa; forma con el cloro un liquido oleoso (licor de los holandeses); es muy soluble en el ácido sulfúrico monohidralado; exije para arder 3 veces su volumen de oxigeno, y produce 2 veces su volumen de ácido carbónico.

7.° Bi-carburo de hidrógeno. Es insoluble en el agua, pero muy soluble en el ácido sulfúrico, en el alcohol y en los aceites grasos; su llama despide una luz muy viva; necesita para arder 6 veces su volumen de oxigeno, y produce i volúmenes de ácido carbónico.

Gases (jue se descomponen reciprocamente.

Existe un gran número de gases que se descomponen mutuamente, y que por lo tanto no pueden figurar á la vez en las mezclas gaseosas: entre ellos hay varios que reaccionan entre sí aun al abrigo de la luz y de la humedad, mientras que por el contrario hay otros que no esperimentan cambio alguno, sino en presencia de los referidos cuerpos.

Los gases que contienen uno ó muchos elementos combustibles, es decir, carbono, hidrógeno, fósforo, azufre, etc., no pueden existir en presencia del oxígeno á una temperatura elevada ó bajo la influencia de la chispa eléctrica (escepto el ácido carbónico, que representa el último término de la oxidación del car-

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482 boDo): su análisis está fundado precisamente en la indicada propiedad.

He aquí, por otra parte, los principales casos de incompatibilidad de ciertos gases en una mezcla gaseosa; pero antes de especificarlos, entiéndase que cuanto vamos á decir, es considerando á los gases á la temperatura ordinaria.

1.° El oxigeno seco ó húmedo no puede existir con el bióxido de nitrógeno.

2.* £1 oxigeno húmedo descompone los hidrógenos fosforado y arsenical, asi como los ácidos sulfhídrico, télurhídrico y selenhídrico; los ácidos brorahí-drico, yodhídrico, y aun el ácido hidroclórico, al cabo de cierto tiempo. El ácido sulfuroso se Irasforma en sulfúrico bajo la influencia del oxigeno húmedo.

3.° El cloro seco no puede existir ni aun á la luz difusa, con el hidrógeno; descompone en la oscuridad al gas deificante, y en presencia de la luz al gas de los pantanos, al bi-carburo de hidrógeno y al hidrógeno fosforado y arsenical. Destruye instantáneamente los ácidos sulfuroso, bromhídrico, yodhídrico, sulfhídrico, selenhídrico y télurhídrico; el bióxido de hidrógeno, el amoniaco y el cianógeno; y en fin, se une al óxido de carbono.

4.' Los ácidos hypocloroso, cloroso é hypoelórico producen, en general, las mismas descomposiciones que el cloro.

o." El ácido, sulfuroso no puede existir con el hidrógeno fosforado ó arsenical, ni con los ácidos sulfhídrico, selenhídrico y télurhídrico.

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6." El cianógeno no puede estar en presencia del amoniaco, ni en la de los ácidos sulfhidiico, selenhí-drico y telurhídrico.

1." El hidrógeno fosforado se une directamente con los ácidos yodhídrico y bromhídrico.

8." El ácido clorhídrico destruye los ácidos hypo-cloroso, cloroso é hypoclórico.

9." Y en fin, los gases ácidos no pueden existir con el gus amoniaco.

r Hemos consignado en lo que precede cuanto tiene

elación con la análisis general de los gases, y espues-lo sumariamente las principales propiedades que los caracterizan: con el objeto ahora de dar una idea á aquellas personas, poco ejercitadas en esta clase de investigaciones, de la manera de hacer aplicación de las reglas establecidas, vamos á describir en este si-lio un ejemplo práctico y sencillo, tomado de nuestros apuntes operatorios, relativo á la determinación cualitativa de algunos cuerpos gaseosos.

Preparada por el director de nuestro laboratorio en París, Mr. Wurtz, la mezcla gaseosa objeto del problema, fue trasvasada dentro de varias campanitas de vidrio, las cuales se colocaron invertidas, como es consiguiente, sobre el puente de la cuba hidrargiro-neumática.

Reunidos á la mano los reactivos de que es indispensable hacer uso en este género de trabajos, entre

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184 los cuales debe citarse: la disolución incolora del cloruro cuproso-araoniacal (que absorve rápidamente el oxígeno, y se trasforma en sal cúprica-amoniacal de color azul); la bolita de platino dividido, el papel de tornasol, el agua de cal, la potasa cáustica, y en fin, una solución de sulfato ferroso, procedimos enseguida á practicar las operaciones propias á evidenciarnos la naturaleza de los cuerpos gaseosos en cuestión.

Examinada en primer lugar dicha mezcla por reflexión y refracción, no se observó matiz alguno á pesar de haber modificado la luz por medio de un papel blanco:"por consiguiente, ausencia del cloro, de todos sus compuestos oxigenados, y del ácido nitroso.

Abandonadas acto continuo al aire libre varias burbujas de gas, se vio que permanecian tan incoloras como antes; no esparcían vapores blancos al contacto del aire; y por último, no ofrecían olor alguno: por cuyo motivo, solo debían recaer ya las sospechas sobre el oxigeno, hidrógeno, nitrógeno, óxido de carbono, ácido carbónico, óxido nitroso, y los carburos de hidrógeno, en atención á que todos los demás gases poseen algunas de las propiedades dichas.

Hecha esta observación, se introdujo (con una pipeta curva) una solución de potasa cáustica en el interior de una de las indicadas campanitas, y agitado varias veces el conjunto, no hubo absorción sensible, conservando, con corla diferencia, ambos niveles la coincidencia priraíliva: en vista de esto, quedó probada la ausencia del ácido carbónico.

Aproximada después una cerilla encendida a la

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t85 eslremidad abierta de olra campana, se produjo una pequeña d(;tonacion acompañada de una llama amarillenta, muy débil: en el primer momento se atribuyó este fenómeno á la presencia del oxigeno y del hidrógeno, ó del oxígeno y un gas hidrógeno-carbonado; pero repetido el mismo esperimento, y ensayado inmediatamente con agua de cal el residuo de la combustión, no se produjo precipitado alguno, cuya circunstancia cscluyó la existencia del óxido de carbono y de los hidrógenos carbonados.

Adquiridos estos datos, se puso en contacto de cierta cantidad de mezcla un esceso de la solución cu-prosa-amoniacal, la que inmediatamente tomó un color azul intenso, debido á la absorción del oxigeno: trasvasado á una campana el residuo gaseoso, y tratado por agua destilada, disminuyó notablemente el volumen, lo cual nos hizo sospechar que habia óxido nitroso. Con el fin de cerciorarnos de ello, repetimos sobre mayor dosis de mezcla la reacción anterior referente al cloruro cuproso-amoniacal, y después de trasladado el residuo á una campanita curva, se introdujo un fragmento de potasio, y se calentó con la lámpara de alcohol: pasados cortos momentos, apareció cubierta de una costra blanca la superficie del metal; lo cual, unido á la estabilidad que se observó en el nivel gaseoso, corroboró nuestra idea respecto íle la existencia del protórido de nilrógeno; pues sabido es que despojado este compuesto de su oxigeno, se Irasforma en un volumen de ázoe igual al suyo.

Trasvasado el residuo al eudiómetro de mercurio.

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186 cuyo modelo (descrito en la página 25) reproducimos en este sitio, se añadió un esceso de oiígeuo, y en se

guida se pasó una chispa eléctrica: hubo un ligero relámpago, disminuyendo al propio tiempo el gas como una tercera jiarte desu volumen-, de manera, que también estaba ya fuera de duda la presencia del hidrógeno.

Caracterizados el oxígeno, hidrógeno y el óxido nitroso, se practicó un nuevoexa-

nien, dirijido particularmente á averiguar si habia nitrógeno; con este objeto, se empezó por introducir un esceso de agua destilada, en el interior de la campana que contenia la mezcla, y acto continuo se agitó el todo repelidas veces á fin de facilitar la disolución del protóxido de ázoe; hecho esto, se trasladó el gas residuo al eudiómetro de mercurio, y después de haber afiadido un volumen de oxigeno, próximamente igual al suyo, se hizo atravesar una chispa eléctrica.

Seguros ya de que habia sido eliminado lodo el hidrógeno, solo fallaba absorver el oxígeno escedente, para lo que nos valimos del cloruro cuproso-amo-niacal.

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Por úllimo, trasladada á una campana esmerilada la cantidad de gas que quedó como residuo de estos tratamientos, se aproximó una cerilla encendida cerca de la abertura de aquella, al mismo tiempo que se hizo resbalar el obturador que la tapaba: la combustión fue estinguida en el acto, cuyo fenómeno, comprobado por varios ensayos emprendidos con el mismo fin, caracterizó suficientemente en estas circunstancias la existencia del nitrógeno.

En resumen, la mezcla gaseosa se componía do los cuerpos siguientes: oxigeno, hidrógeno, óxido nitroso, y nitrógeno.

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Análisis cuanlilalica.

Habiendo lerminado en la primera y segunda parte de"nuestra.obrila cuanto se refiere á la análisis cualitativa, vamos á estudiar en esta tercera sección los principales procedimientos relativos á la apreciación cuantitativa y separación individual de los ácidos y de las bases.

En todas las análisis conviene dosizar la proporción de los elementos, Irasformándolos en compuestos de un orden superior, pero cuyo equivalente sea bien conocido: la razón de esto es muy sencilla. Supongamos que se trata de analizar la pirita de hierro; es evidente que si se quiere averiguar la cantidad de azufre, obteniendo éste al estado de cuerpo simple, la pérdida que esperimenlará á consecuencia de los medios analíticos (pues siempre la hay aun cuando los operadores sean de una rara habilidad), será mas notable, que determinando su proporción después de haberle tras-formado en ácido sulfúrico, y combinado ulteriormente con una base para deducir en seguida por la composición del sulfato, la cantidad de azufre correspondien-

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189 le al ácido; porque compartiéndose en este segundo caso la pérdida con el oxigeno, no afecta solo al azufre. Por un motivo análogo, se hace pasaren las análisis el carbono al estado de ácido carbónico, y el nitrógeno al de amoniaco, el cual se trasforma luego en cloruro, mediante el ácido hidroclórico; y por último, se combina el cloruro amónico con el platínico.

Para probar la exactitud de lo que dejamos dicho, bastará citar un ejemplo numérico. Admitamos que se trata del carbono, y que este figura en la sustancia analizada en cantidad de 100 partes, suponiendo además que se han perdido 4 partes de materia por efecto de los Drocediraientos operatorios, es claro que solo podremos apreciar las 96 partes restantes; pero trasfórmese el carbono en ácido carbónico, y represéntense las mismas 100 partes; no hay duda de que aun cuando ahora se pierdan las 4 partes á causa del análisis, esta pérdida no recaerá solamente sobre el carbono, supuesto que hay que distribuirla también con el oxígeno.

En efecto, en 100 partes de ácido carbónico hay 27,27 de carbono: por consiguiente, en las 4 partes perdidas habrá 1,08 de dicho cuerpo simple, al paso que dosizando el carbono al estado de elemento, dejarían de eslimarse 4 parles de él.

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CAVWWVÍJO 1 .

Determinación cuantitativa, y separación de lax baxn.

PRIMER GRUPO. Metales que precipitan (en disolución acida) por el hidrógeno sulfurado, y cuyos sutfuros son insSlubles en el

sulfhidrato amónico.

Los metales que comprende este grupo pueden eliminarse con facilidad de los demás, haciendo pasar á través de su disolución acida una corriente de gas sulfbidrico; y como los sulfuros de los cuerpos simples incluidos en esta división son insolublcs en el sulfhidrato amónico, este reactivo sirve perfectamente para aislar los metales del segundo grupo, cuyos sulfuros son solubles en los sulfuros alcalinos (1).

Plomo. Sedosiza: 1," Al estado de óxido plúmbico (PbO); a este fin

se trata la disolución con carbonato ú oxalalo amóni-

( i ) El íulluro dipneo «e disuelve un poro en el jullliidrala ani<ín¡co, pero ti compleUmeate Insoluble en el sulfuro potásico. ( V. dtl A.j

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191 co que posea uúa ügera porción de amoniaco cáustico: hecho esto, se fillra; se lava el precipitado sobre el mismo filtro; y por último, se deseca y calcina después, á una temperatura roja. El nitrato y el carbonato plúmbicos dejan aislado el óxido por la simple calcinación.

2." Al estado de sulfato plúmbico (PbO, SO^); con este objeto se precipita su disolución por un esceso de ácido sulfúrico; se deja aposar el precipitado que se origina, y luego se recoje sobre un filtro; se lava primeramente con agua acidulada con un poco de ácido sulfúrico diluido, y en seguida con alcohol; y en fin, se calienta y calcina al rojo.

No es completa la precipitación del sulfato plúmbico, cuando el líquido contiene sales amoniacales.

i." Al estado de mezcla de flomo metálico y óxido plúmbico. Esta dosizacion se aplica mas particularmente á las sales orgánicas á base de óxido de plomo: se empieza por calcinar con suma suavidad la materia, y acto continuo se pesa el residuo de plomo y de óxido; después se trata el todo por el ácido acético, que disuelve el óxido: hecho esto, se separa la solución con una pipeta; se lava con agua destilada; y por último, se deseca y pesa el residuo de plomo metálico.

Puede también calcinarse, la mezcla mencionada, con nitrato amónico, en cuyo caso solo hay que pesar una vez, pues se obtiene óxido plúmbico por residuo.

i - ' Al estado de sulfuro plúmbico (PbS): se traía el liquido por el hidrógeno sulfurado ó el sulfuro

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192 amónico; se recoje el precipilado >>obrc un filtro la^ rado, y se deseca en el baño de maría.

Plata. Sedosiza: 1.° AI estado de cloruro argéntico (AgC): se acidi

fica la solución con el ácido nilrico; en seguida, se precipita por el ácido hidroclórico diluido; luego se deja aposar el depósito obtenido; y en ün, se deseca y calcina después en un crisol de platino.

2." Bajo la forma de sulfuro argéntico (AgS): se precipita la solución por el ácido sulfhídrico ó por el sulfuro amónico; reunido lodo el precipitado, se recoje sobre un filtro de peso conocido, y se deseca en el baño de maria.

3." Al estado de cianuro argéntico (AgCy): se trata la solución por un esceso de cianuro potásico, con el objeto de redisolver el precipitado; conseguido, se añade ácido nítrico (también en ligero esceso); se calienta suavemente; se recoje el precipitado sobre un filtro tarado; y por último, se deseca en baño de maria.

4.° Al estado áo plata metálica. El óxido, el carbonato y las sales orgánicas á base de plata, dejan el metal por residuo, espuestas á la simple calcinación: el cloruro de plata se reduce igualmente cuando se le funde en una corriente de gas hidrógeno.

Métodos para separar la plata del plomo. 1." Se trata la disolución por el ácido hidroclórico,

bastante diluido, á fin de que no se precipite el plomo; en seguida se recoje el cloruro de plata sobre un filtro, y se lava con agua hirviendo.

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193

2.° Se diluye la solución en agua deslilada; se Vierte un ligero esceso de carbonato sódico; se añade des-pues cianuro potásico y se calienta basta tanto que se haya rcdisuelto toda la plata; becbo esto, se separa por filtración el carbonato de plomo, y por último, se añade al líquido filtrado, ácido nítrico, el cual origina la precipitación del cianuro argéntico.

Mercurio. Se dosiza: 1." Al estado de mercurio metálico. Para ello se

mezcla la sustancia, previamente desecada, con car-bonaío de sosa eflorecido y cal cáustica; en tal estado, se toma el aparatito de vidrio descrito en la página 37, y cuyo modelo reproducimos en este sitio; se

quita el tapen b, é introducida en c, la sustancia, pe

sada con mucha exactitud, se acaba de llenar el tubo con cal y se calienta gradualmente la mezcla, de tal manera, que quede condensado todo el metal en la esfera A: terminada la operación, se separa esta especie de recipiente por medio de la lámpara de esmaltar, y se pesa con el mercurio que contiene; se desaloja luego el metal, y para mayor seguridad se lava interiormente la ampolla con ácido nítrico, y después con agua destilada. Vacía y bien seca se la vuelve á pesar, con lo cual se tendrá el peso del mercurio que se habia condensado en ella. Para obtener resultados exactos es preciso evitar que la temperatura de la ampolla aumente durante el esperimento, en atención a que volatilizándose una gran parte del agua que se

f3

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condensa, arrastraría consigo cierla caulidad de mercurio: cuando el produelo mercurial contiene ácido nítrico, es necesario reemplazar la cal por el cobre metálico, á fin de descomponer los vapores nitrosos que reaccionarían sobre el metal en la misma ampollad.

Se puede también evaporar la disolución mercurial en un matraz á propósito y asociada con ácido hidro* dórico, con el objeto de desalojar al ácido nítrico; en seguida se afiade cloruro estannoso, se hierve algunos instantes, y se dejan aposar los glóbulos metálicos: hecho esto, se lava por decantación, primeramente con agua acidulada con ácido hidroclórico, y después con agua pura.

2.* Al estado de sulfuro mercúrico (HgS): se trata la disolución de la sal mercúrica por el hidrógeno sulfurado ó por el persulfuro amónico; se recoje el precipitado sobre un filtro tarado; y se deseca en bafio de maria. Si el liquido contiene ácido nítríco, se satura en parte por la potasa, se afiade un esceso de cianuro potásico, y se precipita el metal acto continuo por el sulfhidralo amónico.

3 / Al estado de cloruro mercurioso (Hg'Cl): se disuelve la sustancia en el agua regia, se añade potasa cáustica al liquido resultante, cuidando de no saturarle completamente, y luego se vierte una solución de formiato sódico ó potásico: verificado esto, se abandona el lodo durante algunos dias, bajo la influencia de una temperatura de 50 ó 60 grados; se recoje el precipitado sobre un filtro de peso conocido; y on fin, se lava y deseca después á un calor suave.

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403

Si el liquido contiene lodo el mercurio al eslado de sal mercuriosa, puede precipitarse dircclamenle mediante el cloruro sódico; pero es preciso evitar en este caso la presencia del ácido nítrico libre, que baria pasar una parte del cloruro mercurioso á sal mer-cúrica soluble.

Determinación cuantilativa de una mezcla de sal iMrcuriosa y de sal mercúrica: s& precipita la disolución por el cloruro sódicoj se íillra, con el objeto de separar el cloruro mercurioso formado, y en seguida se hace pasar una corriente de gas sulfhídrico, á través del líquido filtrado, en donde existe la sal mercúrica.

Manera dé separar el mercurio del plomo. Hay dos: el primer método está reducido al empleo sucesivo del carbonato sódico y el cianuro potásico, procediendo de un modo semejante al indicado en la página 193} se filtra el liquido, y se somete el resullanle á una corriente do hidrógeno sulfurado: el segundo método consiste en tratar la disolución de ambos cuerpos por el ácido sulfúrico, que solo precipita el plomo.

Para separar el inercurio de la plata, se trasforma el primero en sal mercúrica, por medio del ácido nítrico; y conseguido, se precipita la plata al estado de cloruro.

Cadmio. Se dosiza: ! ' • Al eslado de óxido cád7nico (CdO): se trata la

disolución por el carbonato potásico, y se calcina el precipitado á una temperatura roja.

*'* Bajo la forma de sulfuro cádmico fCdS): so

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hace pasar una corriente de hidrógeno sulfurado á Ira-vés del liquido, ó bien se vierte en él persulfuro amónico: hecho esto, se recoje el precipitado sobre un filtro tarado, y se deseca en baño de maria.

Se separa el cadmio del plomo tratando la disolución de ambos por el ácido sulfúrico: solo se precipita el plomo. Si hay á la vez cadmio y piala, se trata el liquido primitivo por el ácido hidroclórico, que precipita csclusivamente á la plata.

Cobre. Se dosiza: 1." Al estado de óxido cúprico (CuO): se diluye la

disolución en agua, y calentada dentro de una cápsula de porcelana, hasta que casi empiece á hervir, se añade una lejía débil de potasa cáustica, y se sigue sosteniendo la temperatura anterior por espacio de 10 minutos: pasado esle tiempo, se recoje el precipitado sobre un filtro, se lava con agua caliente, y en fin, se deseca y calcina.

Guando el cobre ha sido precipitado al estado de sulfuro, se lava esle con agua saturada de ácido sulfhídrico, y después se disuelve en el agua regia.

Las sales orgánicas á base de cobre dejan, sometidas á la calcinación, una mezcla de cobre metálico y de óxido, la cual puede trasformarse completamente en el compuesto oxidado, haciendo uso del ácido nítrico y calcinando luego segunda vez.

2." Al estado de cobre metálico: se satura por el amoniaco la disolucioa cúprica, y se vierte dentro de un frasco de cuello largo, que pueda cerrarse bermé-ticamente; practicado esto, se añade agua hirviendo

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197 hasta llenar todo el frasco, se introduce una lámina üe cobre puro, cuyo peso sea exactamente conocido, y en seguida s6 adapta el tapón: abandonado el todo á sí mismo, hasta tanto qae haya desaparecido el color azul del liquido, se saca la lámina de cobre llegado el momento dicho; se lava con prontitud; se deseca y pesa. La pérdida de peso que sufra el metal indicado, es igual al peso de cobre existente en la sustancia que se analiza (Levol).

3.» Por una disolución normal de sulfuro de sodio (1): se disuelve la sustancia en un ácido; se so-bresalura por el amoniaco; y se va vertiendo en el líquido resultante (teflido de color azul) una solución normal de sulfuro de sodio, contenida en una bureta, hasta lanío que haya desaparecido el indicado malii de la masa liquida.

Este método es aplicable aun cuando la disolución de la materia contenga hierro (al estado de sal férrica), cadmio, plomo, estaño ó antimonio; pero deja de serlo si la disolución encierra cobalto, níquel, mercurio ó plata.

Medios de separar el cobre del plomo. Hay dos; uno fundado en la acción del cianuro potásico, que se practica exaelamenle del mismo modo indicado al describir el medio de eliminar la piala del plomo, y

( i ) DebicDÜo uciiparDOB próximainctuc cu un capilulo especial de Ins prtn-eipalca análisis que «c ejecutan por medio de líquidos narmalcs, prescindiré»-mns aiiora de csplanar mas este método, tan inf^ctinsu romo exacto, de dosizar el cubre, inventad» por el distinguido químiru francés Mr. Pc)ou/c. ¡"¿y. Jet A.)

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198 otro, que es el mejor, reducido á obtener los meta' les al estado de nitratos; á tratar la disolución por e\ ácido sulfúrico, y evaporar hasta sequedad para desalojar el esceso de ácido. Se humedece e) residuo con un poco de ácido nítrico, y se trata por el agua, que deja al plomo en estado de sulfato.

Para eliminar el cobre de la plata no hay mas que tratarla disolución por el ácido hidroclórico: solo el segundo metal se precipita al estado de cloruro (1).

Medio de separar el cobre del cadmio. Se neutraliza la disolución por la potasa; se vierte cianuro de pota^ sio hasta que se baya redisuelto todo el precipitado, y en seguida se hace atravesar un esceso de gas sulfhi- drico. Calentada la disolución con el objeto de desprender el eseeso de gas, se añade nueva porción de cianuro potásico: lodo el cobre permanece en el líqui-do, mientras que el cianuro cádmico se precipita en totalidad.

Bismuto. Se dosiza ai estado de óxido birmútico (BiO'): con este objeto se diluye en agua la disolución; se vierte un esceso de carbonato amónico; se calienta basta cerca de la ebullición; se flltra, y por último, se lava y calcina luego el precipitado á una tempera-

( i ) I.OS que quieran adquirir, UD(O en el caso presente eumo en ios antc-riurcs V 8i;^uientes, mas deullcs operatorios relativos á la manera de apreciar cuanlitativanientc r separar entre sí los difvrenies cuerpos que pueden existir en una lUSUacia d'da (objeto principal de esta tercera parte), pncdrn consultar con suma ventaja lodos los caras individuales coniigoadot en la obra de Mr. Kegoault, pcrfeelamenle traducida por nuestro aprcciable amigo j eoinr profesor el Teniente Oirunel de Ingenieros I). Giegoriu Vtrdú. (V. </<•/ , í . )

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199 lura roja. El nilralo y el carbonato dejan por residuo el óxido, mediante una simple calcinación.

Cuando hay precisión de precipitar préviamento el bismuto al estado de sulfuro, se diluye la disolución en agua acidulada con ácido acético (para evitar la precipitación de la sal básica); se hace pasar á través del líquido una corriente de hidrógeno sulfurado, y en seguida se lava y redisuelve el precipitado, en el ácido nítrico.

Hay dos métodos para eliminar el bismuto del plomo. El primero está reducido á tratar el líquido por el ácido sulfúrico; y el segundo, en Irasformar los dos metales en sulfures, y en hacer pasar á través de la disolución caliente una corriente de gas cloro, hasla que lodo el bismuto se haya volatilizado, bajo la forma de cloruro.

La plata se separa del bismuto haciendo uso del ácido hidroclórico: tratada por este ácido, la disolución que contenga ambos metales, se separa, mediante la filtración, el primero del segundo: solo resta verter un esceso de carbonato amónico, en el liquido filtrado, volver á filtrar, y en fin, lavar y calcinar después á una temperatura roja, el precipitado de óxido bismútico.

La manera de separar el bismuto del mercurio es igual á la descrita al tratar del medio de eliminar la plata del plomo: consiste en diluir la disolución; verter un ligero esceso de carbonato sódico; aüadir luego cianuro potásico, y calentar. El bismuto queda aislado bajo la fqrma de carbonato insoluble: este mismo método sirve para separar el bismuto del cadmio.

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300

Hay (res medios para aislar el bismuto del cobre. 1.° Por el cianuro potásico, como en los dos casos

anteriores. S." Calcinando los sulfuros en una corriente de

gas cloro, hasta conseguir la total volatilización del cloruro bismúlico.

3.* Por medio del amoniaco en esceso, que redi-suelve el cobre y precipita todo el bismuto.

SEGUNDO GRUPO.

Metales cuyas disoluciones acidas precipitan por el sulfhido-Mdrko, y cuyos sulfuras son solubles en el

svlfhidrato amónico.

Los metales de este grupo (en disolución acida) pueden separarse con facilidad de ios del tercero, cuarto y quinto grupo, empleando al erecto el gas hidrógeno sulfurado ó agua fuertemente saturada de dicho ácido; pero téngase entendido, que cuando el zinc se halla en presencia del ácido arsénico, el hidrógeno sulfurado precipita siempre al citado metal en el seno de las disoluciones acidas; por esto, es indispensable reducir ante todo el ácido arsénico al estado de ácido arsenioso, haciendo uso del gas sulfuroso, y en seguida hacer pasar la corriente del ácido sulfhídrico.

La circunstancia de ser solubles los sulfuros de los metales del segando grupo en los sulfuros alcalinos, permite separarlos sin esfuerzo de los del primero, que son insolubles: el sulfuro alcalino, que por lo

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201

general se usa para semejantes casos os el sulfhidra-(0 amónico.

Hay que advertir, que cuando el precipitado de sulfuros metálicos contenga el estannoso, es necesario, para disolverle, que el sulfuro amónico posea un esceso de azufre; asi como si dicho precipitado contiene cobre, es preciso sustituir el sulfhidrato amónico con el sulfuro potásico, que no tiene el inconveniente como el anterior de disolver un poco de sulfuro cúprico: no puede llevarse á efecto este cambio de reactivos, en el caso de que fígure el sulfuro mercúrico, entre los demás que constituyen el precipitado á que aludimos, en atención á que el citado cuerpo es soluble en el sulfuro potásico.

Estaño. Se dosiza al estado de óxido estámico (SnO'): paradlo se añade á la disolución un esceso de ácido nítrico; se evapora á sequedad, y se lava y calcina luego el residuo á una temperatura roja: cuando el líquido contiene ácido hidroclórico, es preciso añadir la suncíentc cantidad de ácido nítrico, y en seguida sostener la evaporación hasta lograr que se volatilice todo el ácido hidroclórico.

El estaño metálico es insolubie en el ácido nítrico, pero se disuelve con facilidad en el agua regia: si se ha precipitado el referido metal bajo la forma de sulfuro, se deseca el precipitado, y se calcina en una cápsula de porcelana con el objeto de hacerle pasar al estado de óxido estánnico.

Determinación cuantitativa de una inezcla de sal es-tannosa y de sal estánnica. Se pesan dos porciones de

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202 mezcla; y ilosizado en la una todo el eslaño, se deja caer gota á gota en la otra una solución diluida y caliente de cloruro mercúrico, algo acidulada con ácido hidroclórico: hecho esto, solo resta recojer sobre un tiltro tarado, el precipitado de cloruro mercurioso.

Manera de separar el estaño de los metales del primer y tercer grupo, en las diferentes aleaciones: se consigue con solo tratar la aleación con el ácido nítrico, que disuelve todos los demás metales y deja el estaño convertido en ácido melastánico insolublc.

Antimonio. Se dosiza: 1.' Al esladq de sulfuro antimonioso (SbS^J: se

vierte en la solución un poco de ácido tártrico diluido en agua, y se hace pasar á través de la disolución una corriente de hidrógeno sulfurado; se abandona el precipitado, á si mismo, dentro del mismo líquido y en un sitio caliente, y después se receje sobre un filtro pesado con anterioridad. Sí la disolución de la sustancia contiene ácido antimónico, no es fíjala composición del sulfuro precipitado; es preciso en semejante caso dosizar el azufre, acidiGcándole previamente por medio del agua.régia, y determinando el peso del ácido sulfúrico producido.

2." Al estado de anlimonio metálico. Cuando el operador está dudoso acerca de la composición del sulfuro obtenido, lo mejor es colocarle dentro del apa-ratílo de vidrio descrito en la página 34, y cuya figura reproducimos jen esta ocasión. Situado el compuesto en la esferila A, soplada en el tubo a, b, solo resta hacer atravesar la corriente de hidrógeno (no dejando

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203 de 6»lciUar coa la lámpara de alcohol) hasU que lodo el sulfuro se halle complelamente reducido. Llegado esle casD, se deja enfriar la bola, y se pesa.

- St separa el antimonio del eslaño, por medio de esle melal en lámina y puro: á este fin, se pulveriza finamente la aleación; se calienta con ácido hidroclórico; se añade una solución de clorato potásico, con el objeto de disolver completamente la materia; se adiciona agua, y por último, se calienta el líquido durante algún tiempo, después de haber introducido una lámina de estafio: ejecutado esto, resta solo quitar el precipitado de autimonio adherido sobre la lámina metálica, sirviéndose al efecto del ácido hidroclórico fliuy diluido, y en seguida recojcrie sobre un filtro tarado.

En el caso en que se hallen disueltos ambos metales, y el líquido contenga ácido nítrico, se vierte ácido hidroclórico; é introducido el todo en una cápsula de porcelana, se evapora á un calor suave para espulsar el ácido nítrico, y se continúa la operación como anteriormente.

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204 Para aislar el antimonio de las aleaciones en que fi

gure asociado con los metales del primero y tercer grupo, se emplea iambicn el ácido nítrico, como respecto del estaño: sin embargo, este método no produce tan buenos resultados como con este último metal.

Arsénico. Se dosiza: 1." Al estado de arseniato plúmbico (PbO, AsO-'J.

Obtenida una disolución acuosa de ácido arsénico, se evapora el líquido (mezclado con una cantidad pesada de litargirie) dentro de una cápsula de porcelana; se calcina moderadamente, y se determina el aumento de peso (AsO'J del litargirio; si el arsénico existe bajo la forma de ácido arsenioso, debe peroxidarse afiadiendo á la disolución agua regia, y evaporando luego hasta sequedad.

2.* AI estado de sulfuro arsenioso (AsS*): se coloca la solución del arsenito (adicionada con ácido hi-droclórico] dentro de un frasco que cierre exactamente; se sobresalura por el hidrógeno sulfurado; se tapa y deja abandonado á si mismo en un sitio caliente; y en fin, se receje sobre un filtro tarado, el sulfuro de arsénico producido, y se deseca en baño de maria: si el liquido contiene cierta cantidad de arseniato, debe hervirse previamente con ácido sulfuroso, con el objeto de reducirle á arsenito.

En el caso en que baya precipitación de azufre, procedente del gas sulfhídrico (lo cual tendrá lugar cuando ciista en el liquido una sal férrica ó un cromato), se determinará la proporción de azufre contenido en el precipitado, después de averiguado su pe-

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20Í5

so, oxidándole con el ácido nitrico fumante, y dosi-zando luego el ácido sulfúrico formado.

3.* Al estado de arsmiato amónico-magnésico (WgO, NH'O, AsO'-^íiHO): se trasforma el arsénico en ácido arsénico mediante el agua regia, ó por una mezcla de ácido hidroclórico y de clorato potásico; se sobresatura por el amoniaco, y acto continuo se añade una solución de sulfato magnésico, asociado con bastante cloruro amónico, para evitar la precipitación por el amoniaco; se deja aposar el precipitado durante algunas horas; pasado este tiempo, se lava con agua amoniacal, se receje sobre un nitro tarado, y se deseca en el vacío (entonces contiene 12 equivalentes de agua) ó bien á 100 grados, en cuyo caso queda reducida á 1 equivalente, la cantidad de agua dicha.

4.' Al estado de arseniato férrico (Fe'O', AsO'): con este objeto se disuelve en el ácido nitrico un pedazo de hierro puro, cuyo peso nos sea conocido; se vierte esta solución en el líquido que contenga el ácido arsénico; se añade un esceso de amoniaco; se recojo el precipitado sobre un filtro, se lava, y después se calcina: sabiendo la cantidad de óxido de hierro correspondiente al hierro empleado, se deduce del esceso do peso (AsO^J la proporción de ácido arsénico (Bcr-thier). Este método no es muy rigoroso, sea á causa de una ligera solubilidad del arseniato férrico en las úlli-fflas aguas de loción, ó bien por la pérdida de arsénico que puede esperimentar, durante la calcinación, el precipitado incompletamente lavado, y con algo aún de sal amoniaco: asi que, es mas ventajoso saturar (no

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20fi en tolalídad) por el amdniaco, después de habef añadido la disolucioD del nitrato Térrico; dejar el líquido en digestión, á la temperatura ordinaria, con carbonato de barita; lavar el precipitado con agua fría, calcinar moderadamente y pesar; hecho esto, redisolver el precipitado en el ácido hidroclórico, precipitar la barita por el ácido sulfúrico diluido, pesar el precipitado de sulfato bárico, y calcular la cantidad de carbonato barítico á que corresponde (1); restado este peso del primer precipitado, la diferencia representará el peso del arseniato férrico (Kobell).

A ün de satisfacer á las necesidades de la análisis, es muy frecuente disolver en el ácido hidroclórico, ó en el agua regia, los arsenitos y arseniatos inso-lubles en el agua, siendo preciso igualmente el fun-

(I) Hé aqtii c¿iiio se cjfedU este cilcülo: se principia por arcri^ar la corii»-posieioa del iulfito j del carbooato de btriu, para lo cual basta sustituir á las rórmulaslosequiTaleatcsquíaiicos, T.g.: AaO, + SO^ f

6 8 + 8 + . 6 + : » 4 Í - " * ( " " » ' " " " " que el equivalente del hidrí^nn pesa i ) ; ( j a lando lo mismo con el carbn-iialn. tendremot; B«0, -{- CO' ¡

fiS-i-ft-i-fi J- i f i l '^^^* " ^ ** esto, supongamos que cí

precipitado de sulfato de barita obtenido pesa 37 gramos; en este caso, se indaga la cantidad de Atido conteoida ea dicho suKato, plaolcando la siguiente

proporción: (16 : 76 : : 27 : x — í - " ' 7 ; aícriguado, se ve por medio 116

de otra sencilla projiorcinu á qoc cantidad de carbonato corresponden los c* gramos de olido cxisteutc5 en los 27 de sulfato; v. g., 76 : 98 : : t - : r —

/ — 3i,(f>. Por cnnsignií'nte, los a; gramos de «olfato reprcaculaii

•ii,<)i de rarbonalo. (.V. dtl ,^.)

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207

(lirios en cierlos casos con nilro y carbonalo sódico. Todas las combinaciones arsenicales, disuellas eu el agua regia, á beneficio de una lemperalura mas ó menos elevada, solo contienen ácido arsénico.

Debe evitarse, en el tratamiento por medio del agua regia, el no calentar demasiado la sustancia, pues de lo contrario se volalilizaria cierta porción de arsénico al estado de cloruro.

Determinación aiantilaliva de una mezcla de ácido arsenioso y de ácido arsénico: se dosiza en primer lugar, sobre una cantidad pesada, la totalidad de arsénico, reduciendo al efecto el ácido arsénico por el ácido sulfuroso, y precipitando en seguida por el hidrógeno sulfurado; después, se ejecuta una especie de contra-prueba, para lo cual se loma olra porción de materia pesada, se tiñe de azul con un poco de añil, y se oxida el ácido arsenioso mediante una solución normal de hypoclorito de cal.

Manera de separar el arsénico del .estaño. Pueden seguirse dos métodos:

1." Precipitar los dos metales al estado de sulfures; desecar el precipitado, calentarle á una temperatura roja, y tostarle dentro de un crisol de porcelana hasta que quede aislado el óxido eslánnico.

2. ' Poner en digestión y hervir la aleación con el ácido nítrico concentrado; separar por medio de la filtración el arseniato eslánnico, y dosizar el arsénico en el liquido filtrado: hecho esto, desecar y pesar el arseniato eslánnico; calentarle á una temperatura roja, en una cajita. oblonga de porcelana sin barniz, co-

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208 locada en el interior de un tubo de vidrio, haciendo atravesar al propio tiempo una corriente de gas hidrógeno; pesar el sublimado de arsénico; disolver el residuo de estafio en el ácido bidroclórico; y hacer atravesar el gas que se desprende por una disolución de nitrato de plata, con el objeto de separar al estado de ácido arsenioso, el arsénico retenido por el bo -ton de estaño: acto continuo, disolver en algunas gotas de ácido nítrico el arseniuro de hidrógeno sólido que haya podido permanecer al estado insoluble en el líquido bidroclórico; precipitar por medio del cloruro sódico él nitrato de plata saturado de ácido arsenioso, y filtrar. Reunidos todos los líquidos arsenicales, someterlos finalmente á la acción de una corriente de gas ácido sulfhídrico (Levol).

A cuatro,se reducen los principales métodos recomendados para separar el arsénico del antimonio; son los siguientes:

1.° Disolver en el agua regia la aleación de ambos metales ó la mezcla de sus sulfures; añadir á la disolución ácido tártrico, un esceso de cloruro amónico, y otro de amoniaco (no debe producir depósito alguno); y por último, precipitar el ácido arsénico por el sulfato de magnesia.

i." Precipitar los dos metales al estado de sulfures; pesarlos sobre un filtro tarado; dosizar el azufre que contengan, oxidando una cantidad determinada mediante el agpa regia, y precipitando en seguida el ácido sulfúrico por el cloruro bárico; efectuado, se calcina la otra porción en el seno de.una corriente de

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209 gas hidrógeno hasla lanto que quctle aislado el antimonio metálico.

3 / Calcinar la aleación de antimonio y de arsénico en medio de una corriente de gas ácido carbónico, á fin de espulsar todo el arsénico.

4.' Y por último, deflagrar la aleación con tres veces su peso de nitrato y carbonato sódicos; someter repetidas veces la masa á la acción del agua fria.que solo disuelve el arseniato sódico; y calcinar el residuo, insoluble, de antirooniato sódico. Tengase muy presente el no reemplazar el agua fria con la caliente, porque entonces se disolvería una porción considerable del antimoniato (Meyer).

Oro. Se dosiza al oslado melálico: con este objelo, lo primero que se hace es desalojar de la disolución el ácido nítrico {en el caso de que exista), evaporándola al intento con ácido hidroclórico; después, se calienta suavemente por espacio de algunas horas con una solución de sulfato ferroso ó de oxalato amónico; y luego se deseca y calcina el precipitado de oro metálico.

Manera de separar el oro de la plata. Tres métodos hay recomendados por los químicos para conseguir este resultado, y son:

1." Por medio del ácido nítrico. Cuando se trata por dicho ácido una aleación de oro y de plata que contenga por lo menos 80 por 100 de plata, lodo el oro permanece intacto, mientras que la plata se disuelve de un modo completo; pero si la liga encierra menos de 80 por 100 de piala, el ácido nítrico deja de disolver cierta porción del referido metal: en seme-

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210 janle caso es preciso fundir ia aleación en un crisol de porcelana con 3 parles de plomo puro, y disolver el produelo en el ácido nilrico. Toda la piala se disuelve á consecuencia de esla modificación, al mismo tiempo que el plomo, mientras que el oro queda inalterable.

2." Por la acción del agua regia: tampoco puede disolver osle ácido enérgico lodo el oro aleado á la plata, sino en el caso en que esle melal ligurc en ia liga por una cantidad menor de IS por 100; porque si hay mas plata, el cloruro argéntico que se produce encubre, y sustrae por consecuencia á la acción ulterior del ácido cioro-nitrico, una dosis imporlanle de oro.

3.° Mediante el ácido sulfúrico. Con esle fin, se empieza por reducir á láminas muy finas la aleación mencionada, y calentarla con ácido sulfúrico concentrado, hasta lanío que no se observe desprendimiento de gas; en seguida se diluye en agua caliente; se reco-je el oro sobre un fillro, y se precipita la piala, de la disolución, al estado de cloruro. Esle método es aplicable á todas las aleaciones de oro y de plata.

El oro se separa del mercurio por la simple calcinación de la amalgama; y de los demás metales hacienda nso del ícido oxálico, que tiene la propiedad de reducir la disolución (sea cualquiera) en que figure el indicado metal.

En el caso en que las aleaciones contengan poco oro, pueden eslxacrse también los demás metales por medio del ácido nilrico.

Platino. Se dosiza al eslado metálico, para lo cual

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211 se precipita la disolución por el cloruro amónico, y se calcina el precipitado; hay sin embargo ocasiones en que se sujeta la disolución platínica á una corriente de gas sulfhídrico, con la mira de obtener el metal bajo la forma de sulfuro; entonces se calienta la mezcla hasta que casi empiece á hervir, se vierte el precipitado sobre un filtro, y después se lava, deseca y calcina á una temperatura roja.

Las combinaciones de los álcalis orgánicos con el cloruro platínico, dejan por la simple calcinación un residuo de platino puro.

Separar el platino del oro: se consigue disolviendo la aleación en el agua regia; concentrando mediante una evaporación sostenida y moderada; añadiendo alcohol; precipitando acto continuo el platino por una solución de cloruro amónico; tiltrando y evaporando segunda vez el líquido filtrado para eliminar el alcohol; y por último, reduciendo el oro por una solución de ácido oxálico ó de sulfato ferroso.

Separar el platino de los demás metales: se trata la aleación por el ácido nítrico, que disuelve todo escep-to el platino: ciertos metales, como por ejemplo la plata, comunican al platino la propiedad de disolverse en el ácido nítrico cuando se hallan aleados con dicho cuerpo; en este caso se somete la liga á la acción del ácido sulfúrico concentrado é hirviendo, que no disuelve el platino.

Los metales cuyos cloruros son solubles en el alcohol, pueden separarse del platino por medio del cloruro amónico, que precipita á este último.

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2 I Í

TERCER GRUPO.

Metales cuijas soluciones acidas no precipitan por el gns hidrógeno sulfurado, pero lo efectúan por el persulfuro

amónico.

Los cuerpos simples inelálicos de este grupo, quedan eliminados de los comprendidos en el primero y segundo, valiéndose del ácido sulfhídrico, que solo precipita los metales del tercer grupo en disolución acida: se separan los metales del tercer grupo de los del cuarto y quinto empleando el sulfuro amónico, que no ejerce acción precipitante sobre estos últimos.

Niquel. Se dosiza al estado de óxido niqueloso (NiO): para ello se vierte un esceso de potasa cáustica en la disolución de la sal; se calienta casi hasta la ebullición; se lava el precipitado con agua caliente; se deseca y calcina á una temperatura roja.

Cuando hay precisión de precipitar el niquel al estado de sulfuro, se diluye la solución en agua; se satura exactamente con el amoniaco (tantear con el papel reactivo); y se añade sulfuro amónico incoloro y concentrado, pero procurando no verter un grande esceso; hecho esto, se lava el precipitado con agua que tenga en disolución algunas gotas de persulfuro amónico incoloro (no ha de tener coloración alguna el liquido resullajitc); se deseca el precipitado, y se disuelve en el agua después de haber quemado el filtro.

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213

El sulfuro niqueloso es poco soluble en el ácidn bidioclórico.

Cobalto. Se dosiza al eslado metálico: con este objeto se vierto en la disolución un csceso de potasa cáustica, hasta tanto que el precipitado de color azul, en un principio, adquiera un matiz de color rosa osl curo; se lava el precipitado con agua caliente; se deseca, calcina y pesa; acto continuo se toma cferla cantidad determinada del óxido obtenido de este mo-tlo, y se le reduce por el gas hidrógeno, después de haberle introducido en la esfera del apáralo descrito en la página 34.

Se consigue la precipitación del cobalto al estado (le sulfuro, siguiendo el mismo procedimiento descrito al hablar del niqucl.

Dos son los métodos mas generalmente seguidos para separar el níquel del cobalto.

1.' Dirijir una corriente de cloro á través de la disolución, por cuyo medio pasa á cobáltica la sal co-baltosa; calentar el líquido con carbonato de barita (que solo precipita el cobalto); recojer el precipitado sobre un filtro, lavarle y redisolverle en el ácido hi-droclonco; y en fin, eliminar la barita por un oscedo de ácido sulfúrico (H. Rose).

2.- Está reducido á Iralar la disolución por un csceso de acido bidroclórico, y verter en seguida la cantidad de cianuro potásico necesaria para redisol-ver el precipitado producido; hervir, primeramente, con nueva porción de ácido bidroclórico hasta tanto que no se observe mas desprcndimienío de ácido prú-

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2 l i sico, y en seguida, con un esceso de potasa cáuslica; separar por filtración el óxido niqueloso, mientras que lodo el cobalto pasa dísuelto en el liquido filtrado; evaporar éste á sequedad en presencia del ácido hi-droclórico, calcinar el residuo, lavarle con agua caliente, y disolverle segunda vez en dicho ácido (Lie-big).

Manganeso, Se dosiza al estado de óxido manga-noso-mangánico {3ln*0*'='MnO, Mti'O'): al efecto, se precipita la solución con carbonato sódico ó potasa cáuslica; se calienta ligeramente; y se deseca y calcina el precipitado^

En el caso en que el líquido contenga sales amoniacales, es indispensable hervir y evaporar casi has-la sequedad para eliminar todo el amoniaco.

Cuando haya precisión de precipitar el manganeso al estado de sulfuro, debe emplearse el sulfhidrato amónico; lavar el precipitado con agua que tenga en solución unas cuantas gotas del reactivo indicado, y disolver el sulfuro de manganeso en el ácido hidrocló-rico caliente.

Manera de separar el manganeso del níquel. Se precipitan por la potasa ambos metales al estado de óxidos; se trasforman rápidamente estos en cloruros, mediante el gas ácido hidroclórico, colocándolos al efecto dentro de un tubo de vidrio que tenga una bola en el centro; se calientan los cloruros en cuestión en una corriente de hidrógeno, el cual solo reduce el de cobalto al estado metálico; se trata por agua destilada y hervida la mezcla de cloruro manganeso y de cobalto;

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2IS se recojo éste sobre un lillro tarado; se lava con agua acidulada con un poco de ácido hidroclórico; se deseca y pesa; y últimamente, se precipita el manganeso (en el líquido filtrado) por el carbonato de sosa.

Para eliminar el manganeso del cobalto se procede exactamente del mismo modo que respecto del níquel.

Zinc. Se dosiza al estado de óxido zíncico fZnOj: se diluye la solución en agua; se vierte gota á gota carbonato sódico; se bierve y lava el precipitado con agua destilada; se deseca, y luego se calcina. Sí el líquido contiene sales amoniacales, se evapora á sequedad después de la precipitación, y se vuelve á disolver el residuo en agua destilada.

Cuando convenga precipitar el zinc al estado de sulfuro, so hace uso del sulfuro amónico; y obtenido el compuesto en cuestión, so lava con agua saturada de sulfuro amónico, y se disuelve en el ácido hidroclórico.

Se elimina el zinc del niqíiel, cobalto y manganeso, disolviendo los óxidos en un esceso de ácido acético, y haciendo pasar á través del líquido una corriente de gas sulfhídrico, que solo precipita el zinc.

Aluminio. Se dosiza al estado de alúmina fAl-O^J: con este objeto se afiade al líquido una solución concentrada de cloruro amónico; se vierte un ligero es-ceso de amoniaco ó de sulfuro amónico; se calienta algunos instantes; se lava el precipitado con agua caliente; y por último, se deseca y calcina.

Separar la alúmina del níquel, cobalto y zinc: esto se consigue añadiendo á la disolución un esceso de

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210 carbonato potásico, y calentando suavemente después de haber añadido cianuro de potasio, que redisuelve el níquel, cobalto y zinc, y deja la alúmina en libertad.

Se aisla el aluminio del zinc disolviendo los óxidos en el ácido acético, y haciendo pasar á través de la disolución una corriente de hidrógeno sulfurado: solo se precipita el zinc.

Respecto á la manera de eliminar el aluminio cuando se halla mezclado con el manganeso, níquel, cobalto y hierro, lodo está reducido á tratar la mezcla por la potasa, qile solo tiene acción disolvente sobre la alúmina; á filtrar, y después á descomponer el alumina-to con un ácido diluido.

Cromo. Se dosíza al estado de óxido crómico (Tr'O'yl.'para ello, basta añadirá la disolución un esceso de amoniaco cáustico, hervir el precipitado, y luego lavarle con agua destilada caliente; desecarle, y en fín, calcinarle á una temperatura roja.

Separar el cromo de los demás metales del tercer grupo: se funde la mezcla de los óxidos con dos partes de carbonato sódico y dos y media de nitro; se pone en contacto el residuo con agua caliente, á fin de es-traer el cromo al estado de cromato, procediendo en seguida con el liquido como queda dicho arriba. En el caso en que haya permanganato en disolución, se calienta suavemente con un poco de alcohol, para Irasformarle en soljreóxido insoluble.

Hierro. Se dosiza: 1.* Al estado de óxido férrico (hVO^J: se vierte

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217

un esceso de amoniaco en la disolución tic la sai férrica; se calienta hasla un punto próximo á la ebullición; se lava el precipitado con agua caliente; se deseca y calcina. Si la solución contiene una sal ferrosa, se oxida previamente por el ácido nítrico ó por el cloro.

2." Al estado de sal ferrosa, mediante un líquido normal oxidante: se Irasforma la solución acida de la sustancia en sal ferrosa, empleando al efecto ácido sulfuroso, ó lo que es preferible, haciendo uso del zinc puro y en lámina; se añade en seguida al líquido una solución normal de permanganato de potasa, cuyo color rojo desaparece mientras existe sal ferrosa (Mar-guerile).

3." Al estado de cloruro férrico. Se disuelve la sustancia ferruginosa en un esceso de ácido hidrocló-rico, facilitando esta operación por medio de una temperatura conveniente, advirliendo que si contiene sal ferrosa, hay precisión de Irasformarla previamente en férrica, haciendo pasar á través de la disolución una corriente de gas cloro, ó introduciendo varios cristales de clorato potásico, y continuando la ebullición del líquido hasta haber conseguido la cspulsion total de los vapores clorados; hecho esto, se diluye el conjunto en agua destilada, y se coloca una lámina de cobre, pesada con la mayor delicadeza; se lapa el ma-Iracito, en donde se halla contenida la sustancia, con un tapón de corcho por cuyo centro atraviesa un tubo de vidrio terminado en punta casi capilar; ejecutado lo que precede, se hierve el líquido hasta tanto

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218 que el color rojo pardusco que posee haya pasado completaraenle á verde claro: entonces se lapa la abertura del tubo con un pedacilo de cera, se deja enfriar un poco, se saca la lámina de cobre, se limpia primeramente con una ligera porción de ácido hidro-clórico, después con agua, y por último se pesa.

La pérdida que haya csperimcntado la lámina, representa la cantidad de cobre que ha reducido, al cloruro férrico á cloruro ferroso. Un equivalente de cobre CC^O corresponde á un equivalente de óxido férrico fFe'O*) (Fuch).

Determinación cuantitativa de una mezcla de sal ferrosa y férrica: puede conseguirse por dos métodos.

1.' Se coloca la sustancia dentro de un matraz de vidrio, lleno de gas ácido carbónico, en sustitución del aire atmosférico; en seguida se disuelve en ácido hi-droclórico caliente; se diluye el liquido en agua destilada hirviendo, y se pone en digestión con carbonato de barita: solo el óxido férrico se precipita; la sal ferrosa permanece en el liquido, el cual se elimina fácilmente por simple decantación.

2.* Se añade á la disolución de ambas sales cloruro áurico-sódico; se deja aposar la meTxla dentro de un frasco bien tapado, y luego se pesa el oro reducido por la sal ferrosa. Un equivalente de oro (A.uJ, corresponde á 6 equivalentes de hierro (Fe'^).

Para separar el hierro del niquel, manganeso y zinc, pueden adoptarse dos medios: ó verter en el liquido cloruro amónico, añadir á continuación amoniaco cáustico, é introducir sucinalo ó benzoato amónico.

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219 que solo precipita al hierro, separar el precipitado por filtración, desecarle y calcinarle; ó bien tratar el líquido primitivo por el carbonato bárico.

En este caso se calienta ligeramente la disolución acida, y se vierte en ella un esceso de carbonato de barita recien obtenido por precipitación; se deja apo-sar el precipitado, que solo contiene el hierro; se disuelve en el ácido hidroclórico; se elimina la barita mediante el ácido sulfúrico; se (lltra; y tinalmenle, se precipita por el amoniaco cáustico el hierro contenido en el líquido filtrado.

Es condición indispensable en ambos procedimientos, que el hierro exista en totalidad al estado de sal férrica.

El hierro se aisla del cobalto haciendo uso del su-cinato amónico, como respecto de los metales precedentes.

CUARTO GRUPO. Jlelales cuyas disoluciones no precipitan ni por el hidrógeno sulfurado, ntpor el persulfuro amónico, pero

cuyos carbonalos son insolubles en el agua.

Los metales de este grupo se eliminan con facilidad de los del primero, segundo y tercer grupo, por el empleo conveniente del sulfuro amónico, que no ejerce acción precipitante alguna sobre los metales comprendidos en esta cuarta división, á menos que el líquido (muy concentrado) contenga ácido fosfórico ú oxálico. El ácido sulfúrico puede también separar, en

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220 rigor, la barita y la estronciana, de los metales del primero, segundo y tercer grupo (csceplo el plomo).

Bario. Se dosiza: 1.* Al estado de sulfato bórico (BaO, SO'J: se

diluye el liquido en agua, se hierve, y en seguida se vierte ácido sulfúrico débil; se deja aposar el precipitado, se lava, se deseca y calcina; en el caso en que adhieran al filtro algunas partículas del precipitado, se desalojarán con una solución concentrada y caliente de cloruro amónico, introducida en un frasco lavador semejante al descrito en la página íl.

2.* Al estado de carbonato bárico (BaO, CO'J: se diluye el líquido en agua; se añade amoniaco y carbonato amónico; so abandona la mezcla á sí misma en un sitio caliente; se lava el precipitado con agua que posea unas cuantas gotas de amoniaco cáustico; se deseca y calcina á una temperatura roja.

En el caso en que la sal á base de barita sea orgánica, y que por consiguiente sea susceptible de abandonar por la calcinación una mezcla de carbonato bárico y de carbón, deberá sostenerse la calcinación hasta tanto que el residuo sea blanco; se dejará enfriar; se humedecerá con una solución concentrada do carbonato amónico; se calentará primeramente con suavidad, luego á una temperatura roja; y por último, se pesará.

Estroncio. Se dosiza: 1 .* Al esl'ado de sulfato de estronciana (SrO, SO'):

se vierte en el líquido ácido sulfúrico diluido, y luego bastante alcohol; se deja aposar, se filtra y lava el

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221 prccipilado con alcohol débil, y en seguida se deseca y calcina á un calor rojo. Cuando sea imposible el hacer uso del alcohol, debe ejecutarse la precipitación eslando el liquido muy concentrado.

2.' Al estado de carbonato estróncico (SrO, CO"): el procedimiento es en un lodo semejante al descrito anteriormente. Da resultados mas exactos que dosi-zando la estronciana al estado de sulfato.

Separar la estronciana de la barita mediante el ácido hidrofliiosilicico. Se trasforman ambas bases en cloruros, procurando luego que la disolución esté neutra ó ligeramenle acida; acto continuo se vierte un esceso de ácido hidroíluosilícico, que solo precipita la barita al estado de üuosilicato baritico (BaFl, 'iSiFl)-se recojen sobre un fillro los cristales microscópicos correspondientes á este cuerpo, se desecan á una temperatura de 200", y después se pesan.

El líquido que sobrenada, se evapora á sequedad con un ligero csceso de ácido sulfúrico, y se calienta á una temperatura rojo-oscura: se obtiene en último resultado un residuo de sulfato de estronciana.

Calcio. Sedosiza: 1.° Al estado de sulfato calcico fCaO, SO^J.- para

lo cual se vierte en el líquido ácido sulfúrico diluido; se añade un esceso de alcohol; se abandona al reposó durante algunas horas; se lava perfectamente el precipitado con alcohol, y se deseca y calcina después á una temperatura roja.

2.* Al estado do carbonato calcico (CaO, CO^J: se procede según dejamos dicho al hablar del carbonato

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222

de barita; se lavad precipitado con agua amoniaca); se deseca pcrfeclamcnle, y se calcina con suavidad á una lenaperalura roja, debiendo ensayar después el estado de neutralización del residuo por si hay necesidad de calentarle con un fragmento de carbonato amónico, para carbonatar alguna porción de materia reducida al estado de óxido, por efecto de una temperatura demasiado elevada. Puede también seguirse otro camino para conseguir el mismo resultado, que consiste, en verter oxalato amónico en el liquido ca-l¡ente;-afiadir un esceso de amoniaco; abandonar el lodo al reposo en un sitio templado; lavar el precipitado con agua hirviendo, desecarle, y luego someterle á una calcinación moderada con el objeto de carbonatar dicho depósito.

En el caso en que la sal calcica sea insoluble en el agua (como por ejemplo un fosfato), se disuelve en el ácido hidroclórico; se neutraliza el ácido libre por el amoniaco cáustico (redisolviendo, al propio tiempo, con una gota de ácido la corta porción del precipitado que empieza á formarse); se añade un esceso de oxalato amónico, y luego acetato potásico; se abandona al reposo, y en fin, se termina el procedimiento como queda consignado en lo que precede.

Hay dos métodos para separar la cal de la barita. 1." Se trasforman las bases en cloruros, los cua

les se tratan (después de haber añadido algunas golas de cácido hidr'oclórico) por el alcohol absoluto, que solo disuelve el cloruro calcico.

2.» Se acidifica la solución por el ácido hidrocló-

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225 rico, y se añade ácido suirárico diluido en 300 par-tes de agua, á fin de no precipitar mas que la barita; en seguida se concentra el líquido, se neutraliza por el amoniaco, y se precipita la cal por el oxalalo amónico.

Para eliminar la cal de la estronciana se Irasfor-man los carbonalos en nitratos, y se tratan éstos por el alcohol absoluto, que solo disuelve el de cal.

Magnesio. Se dosiza: 1.° Al estado de pyrofosfalo magnésico flMyO,

PhO^J: con este objeto, se principia por echar amoniaco en el liquido, y luego una disolución de fosfato amónico; se recoje sobre un filtro el precipitado de fosfato amónico-raagnésico, se lava rápidamente, y se pesa después de calcinado. El fosfato de magnesia obtenido de este modo, contiene 36,6 por 100, de magnesia.

2." Al estado do sulfato magnésico: se destruyen primeramente por calcinación las sales amoniacales; se añade ácido sulfúrico; se evapora y calcina moderadamente; y luego se pesa.

3." Al estado de magnesia cáustica (MgO): se mezcla el líquido con un esceso de carbonato alcalino; se evapora hasta sequedad; y se trata el residuo i)or agua destilada fria. El carbonato de magnesia se separa por completo: de manera que solo resta calcinar el precipitado á una temperatura roja, y pesar el residuo de magnesia cáustica.

Se aisla la magnesia de la barita y de la estroncia-»c, vertiendo cloruro amónico en la disolución, y precipitando la eslronciiina y la cal por el carbonato

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2-21 amónico, ó bieii eliminando la barita por el ácido sulfúrico.

Para separar la magnesia de la cal, pueden seguirse dos métodos.

1.° Se vierte en la disolución cloruro amónico y un esceso de amoniaco cáustico, y se precipita la cal por el osalalo amónico: la magnesia se elimina ullc-riormente en el liquido filtrado mediante el fosfato de sosa amoniacal.

2.' Este es aplicable al caso en que ambas bases se bailen unidas al ácido fosfórico: se acidula la disolución con el ácido acético, y se precipita la cal al estado de oxalato de cal; acto continuo se afiade el fosfato de sosa amoniacal, que determina la separación de la magnesia (existente en totalidad en el liquido filtrado) bajo la forma de fosfato amoniaco-niag-nesiano básico.

Separar la magnesia de la alúmina. Se consigue de la manera siguiente: se vierte en el liquido bicarbonato potásico, que precipita solamente una corla porción de alíimina combinada á otra dosis también pequeña de potasa; se redisuelve este precipitado en el ácido hidroclórico, y se trata el liquido por el sulfhi-drato amónico, que precipita la alúmina pura. La magnesia se aisla después de las aguas filtradas al es-lado de fosfato amoniaco-magnesiano básico, ó bien se bierve la disolución magnesiana con un esceso de carbonato de petasa: y después de haber recojido y lavado el depósito obtenido, se calcina dentro de un crisol de platino: el resultado es óxido magnésico puro.

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293

QUINTO GRUPO.

Melahs cuyas disoluciones no precipitan por el hidróue m sulfurado, elpersulfuro amónico, ni por los caÁo-

natos alcalinos.

líl potasio y sodio se separan en general de los mclales comprendidos en los grupos anteriores por el empleo conveniente de los tres reactivos mencionados los cuales no ejercen acción precipitante sobre dichos cuerpos. Pero para eliminarlos, en especialidad de los metales del cuarto grupo, se adopta la marcha siguiente: se vierte en la disolución cloruro amónico y luego un esceso de carbonato amónico, mezclado con un poco de amoniaco cáustico; se calienta con suavidad; se recoje el precipitado correspondiente al car bouato hárico, estróncico y calcico; se evapora á se quedad el líquido filtrado; se calcina á una tempera tura roja, dentro de un crisol de platino, con el objeto de destruir las sales amoniacales; se trata el residuo por el agua; se hierve con barita cáustica; se filtra el liquido todavía caliente; y se deja sobre el panel h magnesia precipitada; hecho esto, se separa la barita en el líquido filtrado, mediante una mezcla de carbo nato^amonico y de amoniaco cáustico, y se vuelve á

Potasio. Sedosiza: !•• Al estado de sulfato potásico (KO, SO') • se

evapora a sequedad la disolución sulfúrica, y se cal-

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22G

ciña á una lemperalura roja, después de haber añadido algunos fragmentos de carbonato anaónico, para neutralizar el esceso de ácido.

2." Al estado de cloruro potásico fh'CIJ: se trata por ácido hidroclórico el resultado de la evaporación á sequedad del liquido anterior, y se calcina con cuidado, á una temperatura roja, dentro de un crisol abierto.

3.° Al estado de cloruro platinico-polásico {líCl, PtCl^J: se añade al liquido ácido hidroclórico, y después cloruro platínico; se evapora á sequedad en baño de raaría; sé trata el residuo por alcohol concentrado; se recoje el precipitado sobre un filtro, de peso conocido; se lava con alcohol y se vuelve á desecar en baño de maría.

Sodio. Se dosiza al estado de sulfato (NaO, SO^) y de cloruro (NaCl) como el potasio.

Métodos para separar la sosa de la potasa. 1 .•• Se trasforman las dos bases en cloruros, preci

pitando sus sulfatos por el cloruro de bario; se determina el peso de estos cloruros; se disuelven en la menor cantidad posible de agua, y se precipita la disolución por el cloruro platínico; hecho esto, se evapora el líquido hasta sequedad, y se trata por alcohol de 80° centesimales; se vierte el precipitado sobre un filtro, se lava con alcohol, y se deseca con el mayor cuidado: el peso del cloruro doble de potasio y de platino, dará ár conocer la cantidad de potasa. La sosa se obtiene por diferencia,

2.* Se cambian en sulfatos arabas bases, y se pe-

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227 san en tal estado. Averiguado el peso, se determina mediante una sal de barita soluble, la cantidad de áci' do sulfúrico que contienen; y con estos datos se calcula la proporción de potasa y sosa, según veremos de talladamente en la cuarta y última parte de nuestra obra.

Amonio. El amoniaco se dosiza: 1." Al estado de cloruro plalmico-amónico (PtCr

NII*Cl) ó de platino metálico. Un equivalente de pía' tino (Pt) corresponde á un equivalente de amonia 00 (NIP). Por lo demás, se opera de la misma manera que respecto de la potasa; se pesa el cloruro doble sobre un filtro tarado, ó bien se calcina y pesa el residuo de platino.

Hay combinaciones en las que no se consigue la precipitación del amoniaco, haciendo uso del cloruró platínico.

2.' Al estado de nitrógeno. Un equivalente de nitrógeno (N) corresponde á un equivalente de amoniaco (NH'J. Esta determinación se ejecuta por el mis mo método que el adoptado para el análisis elemental de las sustancias orgánicas: es decir, que se introdu ce la sal con el óxido de cobre dentro del tubo de combustión; el oxigeno del óxido quema el hidrógeno del amoniaco, y luego se receje y mide el gas Loe dentro de un tubo graduado.

Como todas las combinaciones amoniacales se volatilizan ó descomponen por la acción del calor, resulta que es sumamente fácil eliminar el amoniaco de los demás álcalis.

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CAPITULO II .

Determinación cuantitativa y separación de los ácidos.

PRIMER GRUPO.

Géneros salinos cuyas disoluciones neutras precipitan por el cloruro bórico.

Sulfatos. Ei ácido sulfúrico se dosiza siempre al estado de sulfato bórico (BaO, SO*): á esle fin se acidifica fuertemente el líquido por medio del ácido hidroclórico; se añade un esceso de cloruro bárico; se receje el precipitado sobre un filtro, se lava y calcina.

La completa insolubilidad del sulfato bárico, en los ácidos diluidos, facilita estraordinariamente la separación del ácido sulfúrico de los demás ácidos comprendidos en SI mismo grupo.

Guando los sulfatos son iusolubles, se hacen solubles fundiéndolos con carbonato alcalino.

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229 Fosfatos. El ácido fosfórico se dosiza: 1.° Al eslado de pyrofosfalo magnésico C^MgO

PhO'J: se vierte en el liquido una mezcla de sulfató ó de cloruro magnésico, de cloruro amónico y de amoniaco cáustico; se deja aposar el precipitado; se lava con agua amoniacal; y se deseca y calcina á una temperatura roja.

Este método, el mejor para dosizar el ácido fosfórico, tan solo es aplicable directamente á los fosfatos ordinarios: para que lo sea también á los pyrofosfatos y metafosfalos, es indispensable trasformar antes á estos en fosfatos ordinarios, lo cual se consigue con facilidad, ya sea fundiéndolos con una mezcla de equivalentes iguales de carbonato sódico y potásico, ó bien dejándolos en digestión con ácido sulfúrico concentrado.

2." Al eslado de fosfato plúmbico: cuando existe el ácido fosfórico libre en un liquido, se evapora este previamente asociado con una cantidad determinada de lilargirio; se deseca; se calcina á una temperatura roja; y por último, se determina el aumento de peso fPhO'J del litargirio.

3." Al estado de fosfato férrico: se disuelve en el ácido nítrico un pedazo de hierro puro, cuyo peso sea conocido; hecho esto, se vierte esta disolución en el liquido en donde se halla el ácido fosfórico, y en seguida se trata por un esceso de amoniaco cáustico; se calienta, se recojo el precipitado sobre un filtro, so lava y calcina. Sabiendo ahora á qué cantidad de óxido férrico corresponde la dosis de hierro empleada,

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"230 es fácil deducir, por el esceso de peso, la proporción de ácido fosfórico fPhO'J (Berlhier) (1).

4." Al estado de fosfato eslánnico: se evapora el fosfato dentro de una cápsula de porcelana, después de haberle mezclado con ácido nítrico y una porción determinada de estaño puro; se deseca, se lava, se filtra, y en fin, se calcina el residuo. Sabiendo á qué dosis de óxido de eslaño corresponde el metal empleado, se deduce del esceso de peso la cantidad de ácido fosfórico (A. Reynoso).

Para obtener un resultado completo en este método, ideado porun químico español discípulo de Mr. Pclouze, es indispensable emplear una cantidad suficiente de estaño y ácido nítrico bastante concentrado.

Para separar el ácido fosfórico del sulfúrico, se acidifica el liquido; se trata por el cloruro bárico; se filtra para eliminar el precipitado de sulfato de barita; se precipita el esceso de óxido bárico contenido en el liquido filtrado, mediante el ácido sulfúrico; se filtra segunda vez; y por último, se precipita el ácido fosfórico al estado de sal amoniaco-magnesiana.

El ácido fosfórico se aisla con facilidad de los niélales comprendidos en el primero y segundo grupo, haciendo uso del hidrógeno sulfurado.

Respecto á la manera de separar el ácido fosfórico

( i ) Existicodu cu este inétoJo la njíüuiii causa de error indicada en fa |'áj;ÍDa loü, al hablar de la manera de doslzar el arsénico, aconsejamos al operador qne adopte igualmente para este caso la importante modificación de Kobell, de qiic hemos hecho mención en la página ao6. fiY. </<•/ ^1J

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231 de los metales incluidos en el tercer grupo, bastará servirse del persulfuro amónico, que precipita (licho¡ metales; ó bien se fundirá la mezcla con carbonato sódico, por cuyo medio se trasformarán en óxidos in-solubles, y el ácido fosfórico en fosfato alcalino, el cual puede estraerse completamente por medio de'lo-ciones con agua caliente.

Ninguno de estos procedimientos es aplicable á la separación del ácido fosfórico combinado con la alúmina: asi que debe practicarse, para este caso especial, cualquiera de los dos métodos siguientes.

1." Se disuelve el fosfato en el ácido hidrodórice-se aüade suficiente cantidad de ácido tártrico, para que sobresaturando en seguida por el amoniaco'cáus-lico, no se forme precipitado; y finalmente, se vierte sulfato magnésico y cloruro amónico (Otlo).

2.° Se disuelve el precipitado en el ácido hidro-clorico; se satura la disolución (casi completamente) por el carbonato sódico; se añade en seguida un esceso de carbonato bárico y potasa cáustica, y se hierve-toda la alúmina permanece en disolución, mientra^ que el ácido fosfórico se precipita al estado de fosfato banco; hecho esto, se filtra y disuelve el precipitado en el ácido hidroclórico; se elimina la barita por el ácido sulfúrico, y se vuelve á filtrar. Todo el ácido fosfórico permanece en el liquido resultante (Frese-nius).

Para separar el ácido fosfórico de los óxidos metálicos comprefididos en el cuarto grupo, ó sean las tierras alcalinas, se disolverán los fosfatos en el ácido hidro-

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25-2 dórico, y se precipihirá ia barita, la esíronciana y la cal por medio del ácklo sulfúvico: debe añadirse al líquido un poco de alcohol, para evitar la ligera solubilidad en el agua de los sulfatos correspondientes á las dos últimas bases. Este procedimiento no es aplicable al fosfato magnésico; es preciso en semejante caso operar de la manera siguiente: se pone en digestión en la disolución clorhídrica de esta sal, un esceso do carbonato bárico, que precipita toda la magnesia; se fdtra, y se separa luego por el ácido sulfúrico el esceso de óxido bárico; y por último, se vuelve á filtrar. El liquido filtrado posee la totalidad del ácido fosfórico.

Manera de separar el ácido fosfórico de las bases en general,

Hé aqui el método recomendado por ol célebre profesor de Berlin, Mr. H. Rose.

Se disuelve el fosfato en el ácido nítrico; se introduce eu la disolución un ligero esceso de mercurio metálico, y se evapora á sequedad en el baño de ma-ria; se trata el residuo por un poco de agua destilada, y se evapora de nuevo hasta tanto que deje de percibirse en la masa desecada el olor correspondiente al ácido nítrico; llegado este caso, se diluye el residuo en el agua caliente, y se recoje sobre un filtro. Todas las bases se hallan en el liquido filtrado, mientras (|ue el ácido fosfórico existe por completo en la parle sólida; ejecutada cuanto dejamos dicho, se mezcla la porción no disuelta con equivalentes iguales de carbonato sódico y carbonato potásico; se funde el lodo

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y se Irala en seguida, por agua caliente, el resullado de la fusión; se sobresatura por el ácido hidroclórico; y por último, se precipita el ácido fosfórico al estado de fosfato doble de amoniaco y de magnesia.

Este procedimiento es de una ejecución sumamente delicada, y por lo tanto exijo muchísima precaución.

Boratos. El ácido bórico se dosiza en general por diferencia: sin embargo, hay casos en que puede emplearse el siguiente método: se toma una cantidad determinada de carbonato de sosa fundido, y se añade á la disolución que contenga el ácido bórico; se evapora, se funde y se determina, mediante el ácido sulfúrico, la proporción de ácido carbónico conlenida en la masa fundida. La diferencia hasta completar la cantidad de carbonato sódico empleado, representará el ácido carbónico {CO^J desalojado por el ácido bórico.

Se consigue separar el ácido bórico de los metales que constituyen el primero, segundo, tercero y cuarto grupo, haciendo uso del hidrógeno sulfurado, del sulfhidrato amónico, ó bien practicando la fusión con el carbonato sódico.

En cuanto á la manera de eliminar el ácido bórico de los óxidos metálicos del quinto grupo, ó sean los álcalis, puede lograrse por dos métodos.

1." Se diluye la sustancia, reducida á polvo, en el ácido fluorhídrico; se deja en digestión por algún tiempo; se añade poco á poco ácido sulfúrico de 66', y se calienta con intensidad para espulsar el esceso

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234

de ácido. Todo el ácido bórico se desprende al estado de gas fluobórico CBoFl^J, mientras que las bases permanecen al estado de sulfatos.

2.° Se diluye la materia en el ácido sulfúrico de la misma concentración, y se vierte un poco de alcohol casi anhidro; se calienta con suavidad y se inflama; procurando después renovar este liquido á medida que se va estinguiendo; se enciende segunda vez; y por último, se repite esla operación hasta tanto que la llama de alcohol cese de colorearse de verde: lodo el ácidp bórico desaparece (1); de manera que solo resta pesar las bases al estado de sulfatos.

Crómalos. El ácido crómico puede dosizarse, ya sea reduciéndole al estado de óxido crómico (CrO^J, según digimos en la página 216, ó bien al estado de cromato plúmbico (PbO, CrO'): para conseguir dicho resultado, por este segundo medio, se veríerá en el líquido un esceso de acetato sódico; se acidificará ligeramente por el ácido acético; se precipitará por el acetato de plomo neutro; y se recojerá el precipitado sobre un filtro de peso conocido.

En el caso en que el cromato sea insoluble en agua, se fundirá con carbonato alcalino, y en seguida se tratará el residuo por dicho líquido, el cual se apoderará de la referida sal: se pueden igualmente disolver eu el ácido bidroclórico los cromatos insolubles en el agua, y precipitar las bases por el amoniaco.

( í ) En csU cualidad está fundada [Tfcisauícntc |,i dosizacion del ácidn bórico, por direreocia, cuyo método es por otra parte niUT scrorjante al que dcscribiinos en este momento. f/V, lUl A )

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25S

Arsenilos y arseniatos. (Véase la página 204 y si-guienles).

Fluoruros. Se dosiza el ácido hidrolluórico: 1." Por diferencia, para lo cual se calienta la sus

tancia reducida á polvo fino, y mezclada con ácido sulfúrico de 66% dentro de una cápsula de plomo, has-la espulsar el ácido hidrofluórico, y se pesa el residuo de sulfato después de haberle calcinado en un crisol de platino.

2.° Al estado de fluoruro calcico (Ca, Fl): se calienta el líquido, sobresaturado de amoniaco, con un esceso de cloruro calcico; se lava el precipitado con agua caliente y un poco de ácido acélido diluido (para eliminar el carbonato), y se deseca y calcina.

Carbonalos. So pesa directamente el ácido carbónico, espulsándole de los carbonalos, ya sea por calcinación, ó bien por el ácido sulfúrico, y absorviéndole después mediante una cantidad determinada de potasa cáustica. Puede también dosizarse por diferencia,

desalojándole de su combinación por el ácido sulfúrico; hé aqui cómo se procede: se toma el aparato de Fresenius descrito en la página 28, y reproducido en este lugar; se introduce en el matraz .4, la materia pesada exactamente, y en seguida se añade agua destilada has-

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236 ta la altura que indica la figura anterior; hecho esto, se vierte el ácido en el matraz B, y se colocan los corchos provistos de sus correspondientes tubos dispuestos en la forma que marca el modelo adjunto; advirtiendo, que el embudo adaptado al tapón que cierra el matraz A, debe cubrirse herméticamente, con un poco de cera, por la estremidad opuesta á la esfera a, h, á fin de poderle llenar de ácido sulfúrico. En tal disposición, se tara el aparato con suma escrupulosidad, y se agita la vasija A, junto á la lámpara de alcohol, con el objeto de fundir la materia grasa; conseguido, se continúa favoreciendo la reacción con una suave temperatura hasta tanto que ya no se observe el menor indicio de efervescencia: entonces, se aspira ligeramente por el tubo d, mientras se perciba en la lengua la impresión propia del ácido carbónico; y por último, se vuelve á pesar segunda vez el aparato. La diferencia de peso représenla la cantidad de ácido carbónico.

Si el caso versa sobre una solución acuosa de ácido carbónico, se tratará por otra amoniacal de cloruro de calcio; se lavará el precipitado sobre un filtro con agua amoniacal, y se calcinará á una temperatura roja, pero poco intensa.

Oxalalos. El ácido oxálico se dosiza: 1." Al estado de carbonato calcico (CaO, CO'): se

precipita la solución del oxalato por un esceso de acetato calcico, ó por cloruro calcico mezclado con acetato sódico >se vierte el precipitado sobre un filtro, se lava con agua caliente, se deseca, y después se calcina á un calor rojo, pero poco intenso.

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237 2." Al eslado de ácido carbónico (CO'J: so quema

el oxalato, con el óxido de cobre, dentro de un lubo de vidrio idéntico á los que sirven para el análisis elemental de las sustancias orgánicas, y se absorve el ácido carbónico por medio de una lejía de potasa introducida en el aparato de bolas de Liebig.

3." Al estado de oro metálico: se hierve el oxalato con un esceso de una solución de cloruro áurico-só-dico; se recojo sobre un filtro el precipitado de oro meláüco, y se pesa. Un equivalente de oro (Au) corresponde á 3 equivalentes de ácido oxálico fSC'O'j,

Silicatos. Se dosiza la sílice trasformándola en la modificación insoluble, para lo cual se evaporan á sequedad los líquidos que la tengan en disolución; se trata el residuo por agua y ácido hidroclórico, se lava el precipitado, y se calcina. Varios silicatos se tratan directamente por el ácido hidroclórico hirviendo; sin embargo, la mayor parte deben fundirse con 3 ó 4 veces su peso de carbonato sódico, á fin de que adquieran la solubilidad necesaria.

Manera de dosizar los álcalis en los silicatos. i." Se deslié el silicato en polvo fino en el agua,

y se pone en contacto con gas hidrofluórico, que en presencia de la sílice se Irasforma en gas fluosilícico: eliminado el ácido, so dosizan las bases por el procedimiento ordinario {página 225 y siguientes).

2." Se calcinan con carbonato ó con hidrato de barita, y en seguida se trata el residuo por el ácido hidroclórico.

3.° Se mezclan íntimamente con 5 veces su peso

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258 de fluoruro calcico; se calienta la mezcla con ácido sulfúrico concenlrado (aguando constanlemenle), y se calcina en seguida á una temperatura roja, para eliminar el esceso de ácido sulfúrico; se trata por agua la masa desecada, y se filtra con el objeto de separar el sulfato calcico.

Para separar la sílice del flúor, se deslié el silicato (introducido en un matracilo) con ácido sulfúrico concentrado; se cierra el matraz con un tapón de corcho por donde pase un tubo lleno de cloruro de calcio; so pesa todo el aparato; se calienta; y por último, se determina la pérdida de peso, cuando ya no se desprenda mas gas fluosilícico.

SEGUNDO GRUPO.

Géneros salinos cuyas soluciones no precipitan por el cloruro de bario, pero lo efectúan por el nitrato ar

géntico.

Pueden eliminarse los ácidos de este grupo (es-cepto el ácido acético) de los del primer grupo, acidulando la solución con el ácido nítrico, y precipitando por el nitrato de plata: el ácido sulfúrico puede aislarse de los ácidos del segundo grupo por medio del nitrato bárico; el ácido fosfórico haciendo uso del nitrato magnésico en presencia del amoniaco y del nitrato amónico; y en fin, el ácido oxálico, empleando el nitrato calcico.

Sulfuras. Se dosiza el azufre de los sulfuros:

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259 1." Al eslado de sulfato bórico, para lo cual so

convierte el azufre en ácido sulfúrico, ya sea oxidándole con ácido nítrico fumante, ó con una mezcla de ácido hidroclórico, ó bien en fin, por via seca, calcinando dichos compuestos con una mezcla de carbonato sódico y de nitro, ó mejor aún de carbonato y clorato potásicos; en seguida, se añade un esceso de cloruro bárico; se recoje el precipitado sobre un filtro, se lava, y se calcina.

2.' Al estado de azufre: se recoje sobre un filtro tarado el azufre que se separa algunas veces al reaccionar ciertos sulfures con el ácido nítrico no fumante.

Cuando los sulfures son correspondientes á los metales cuyos cloruros no son volátiles, pueden descomponerse haciendo pasar á través de su disolución caliente una corriente de cloro, y pesando el residuo de cloruro obtenido.

Cloruros. Se dosiza el cloro de los cloruros: 1." Al estado de cloruro argéntico (AgCl): se aci

difica la solución por el ácido nítrico; se precipita por el nitrato argéntico; se agita, se recoje el precipitado sobre un filtro, se deseca, y después se calcina á una temperatura .roja.

2." Por diferencia, á cuyo fin se calienta el cloruro (el de piala ó el de plomo) en una corriente de gas hidrógeno, y se pesa el residuo de metal; puede también lograrse el mismo resultado, fundiendo el cloruro argéntico con 3 parles de carbonato sódico potásico, y tratando el residuo por el agua, que solo disuelve el cloruro alcalino.

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240

El cloruro mercurioso cede todo su cloro á la potasa cáustica caliente.

Cuando hay cloro libre en un liquido, se trasfor-raa en cloruro, añadiendo al efecto un esceso de amoniaco.

Puede dosizarse el cloro libre: 1.° Averiguando la cantidad de cloruro mercurioso

insoluble que dicho cuerpo simple hace pasar á cloruro mercúrico soluble.

2.° Oxidando una solución normal de ácido arsenioso, coloreada por algunas golas de añii disuelto en el ácido sulfúrico.

3.° Cambiando en sulfato férrico una cantidad determinada de sulfato ferroso.

Bromuros. El bromo se dosiza al estado de bromuro argéntico (Agtír): los bromuros se analizan como los cloruros.

Dos son los métodos generalmente adoptados pura separar el bromo del cloro.

\.° Este está reducido a precipitar ambos cuerpos al estado de sales de plata; á pesar exactamente el precipitado después de calcinado; á tomar una dosis determinada de cloruro y de bromuro, y.fundirla dentro de un tubo, ínterin se hace atravesar al propio tiempo una corriente de cloro; y por último, á pesar de nuevo el residuo de cloruro.

2.° Se precipitan ambos cuerpos al estado de sales de plata; se law y deseca perfectamente el precipitado obtenido; se pone éste en contacto de zinc y de ácido sulfúrico; «e vierte un esceso de agua de barita

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241 nn el liquido resultante, el cual está constituido ñor el acido sulfúrico y una mezcla de cloruro y de bro muro zíncicos; se filtra, con el objeto de separar el sulfato bárico; se evapora á sequedad el líquido filtrado y se trata el residuo por el alcohol absoluto, en el que solo es soluble el bromuro de barita.

Yoduros. El yodo se dosiza: 1 / Al estado de yoduro argéntico (Agí): se empie

za por neutralizar el líquido á favor del ácido nítrico-se añade un esceso de nitrato de plata; se acidifica el b'quido, mediante el ácido nítrico, después de la precipitación del yoduro de plata; se deseca y luego se calcina.

2.° Al estado de yoduro paladioso fPdlJ; se vierte en la disolución cloruro paladioso; se deja aposar el precipitado durante algunas horas; se receje sobre un filtro tarado; se lava con agua caliente, y después con alcohol; se deseca á una temperatura de 70 ú 80° (ó bien en el vacío sobre la cápsula con ácido sulfúrico) hasta tanto que no cambie de peso.

Cuando los yoduros son insolubles, se hierven con potasa; entonces se obtiene todo el yodo al estado de yoduro alcalino soluble. En el caso que exista en libertad dicho cuerpo simple, se tratará el líquido por la potasa cáustica, y se procederá como anteriormente.

Puede separarse el yodo del cloro y del bromo por dos métodos.

1." Haciendo uso del nitrato paladioso, que solo precipita el yodo: el cloro y el bromó permanecen en

16

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2i2 el liquido, de donde son desalojados ulteriormente mediante el nitrato de plata.

2." Tratando el liquido por el nitrato argéntico; averiguando el peso de la mezcla de cloruro y de yoduro de plata; descomponiendo en caliente esta mezcla por medio de una corriente de gas cloro, y pesando el residuo de cloruro argéntico.

Cianuros. El cianógeno se dosiza: 1.° Al estado de cianuro argéntico (AgCy): se vier

te en el líquido un esceso de nitrato de plata, y en seguida se a&ade ácido nítrico; se calienta ligeramente; se recoje el precipitado sobre un filtro, se deseca en baño de maría, y se pesa.

2." Al estado de ácido carbónico fCO^J y de nitrógeno: para lo cual, se descompone el cianuro por el óxido de cobre, practicando el mismo procedimiento que se sigue en el análisis elemental de las sustancias orgánicas.

Manera de separar el cianógeno de los metales m-cluidos en el primero, segundo y tercer grupo. Se calcinan los cianuros, y se determina el residuo de metal y de óxido: en el caso en que el cianuro sea doble, y figure en él un metal alcalino (el ferrocianuro potásico por ejemplo), se descompone la combinación evaporando con el ácido sulfúrico, el ácido nítrico fumante, ó el agua regia; se elimina el esceso de ácido, y se calcina acto continuo.

Acetatos. Sk dosiza el ácido acético: 1.* Por diferencia, calcinando los acetatos, y pe

sando el óxido ó el metal resultante.

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2." Al estado de ácido carbónico y de agua, nie-dianlc la combustión con el óxido de cobre.

TERCER GRUPO.

Géneros salinos cuyas soluciones no precipitan, ni por el cloruro de bario, ni por el nitrato de píala.

Nitratos. Él ácido nítrico se dosiza: 1.' Al estado de nitrógeno. (Un equivalente de ni

trógeno corresponde á un equivalente de ácido nítrico). Se calcina el nitrato dentro de un tubo de vidrio semejante á los que se emplean en los análisis orgánicos; se hace atravesar el vapor resultante por en medio del cobre metálico, y se recoje y mide el gas ázoe en un tubo graduado, teniendo en cuenta, como es consiguiente, la coincidencia de niveles, la presión, temperatura, etc.

2.' Por diferencia: se calcina el nitrato, y se determina el peso del óxido resultante: en el caso en que el nitrato sea á base de un metal del cuarto ó quinto grupo, se descompone por el ácido sulfúrico, y se determina el peso del sulfato resultante.

Cloratos. El ácido dórico se dosiza al estado de cloruro deplata. Un equivalente de cloruro de plata CAgClJ corresponde á otro de ácido dórico CCIO^J: se vierte en el líquido una solución de ácido sulfuroso hasta tanto que se perciba de un modo marcado el olor característico de este ácido; en seguida se abandona la mezcla dentro de un frasco tapado ; so vierte

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244 una cantidad suficiente de bicromato de potasa, á fin de destruir el olor del ácido sulfuroso; se acidifica con el ácido nítrico, y se añade nitrato de plata; hecho esto, se agita, se recojo el precipitado sobre un filtro, se deseca y calcina.

Para separar el ácido dórico de las bases, se calcina el clorato, y se obtiene un cloruro por residuo (cloratos á base de un álcali, de plomo, ó de plata), ó bien un óxido (clorato alumínico).

Vosizacion de una mezcla de cloruro y de clorato: se trata una cantidad determinada de la mezcla por el nitrato de plata; se averigua el peso del cloruro argéntico obtenido; en seguida, se calcina otra porción de mezcla, también conocida; se disuelve el residuo en agua, se precipita por el nitrato de plata, y se indaga nuevamente el peso del cloruro argéntico.

EJEMPLO PRÁCTICO.

Análisis cuantitativa de una sustancia terrea, bastante pesada, de color rojizo, inodora, insípida é insoliible en el agua, preparada artificialmente por Mr. Liebig para

estudio de los alumnos de su laboratorio.

Practicado el análisis cualitativo sobre dicha materia, con la debida anterioridad, fueron reconocidos los cuerpos siguientes: plomo, zinc, hierro, cal y ácido carbónico. (Habia además indicios de cobre y de alúmina).

Adquirida por consiguiente la base sobre que de-

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bia descansar la serie de operaciones encaminadas á la apreciación cuantitativa de los cuerpos en cuestión, se empezó por reunir una colección de filtros del mismo tamaño, haciendo uso al efecto del corta-filtros de Mohor, descrito en la página 21. Logrado esto, y evidenciada previamente una igualdad sensible en el peso de la mayor parle de ellos, se practicó acto continuo una escrupulosa calcinación, sobre tres de los referidos ültros, con el objeto de averiguar la cantidad de cenizas correspondientes á las materias fijas del papel empleado, la cual debia tenerse en cuenta para restarla mas adelante del peso obtenido en las dosizaciones de los referidos cuerpos: las tres calcinaciones dieron por último resultado una proporción de cenizas igual á Os',003.

Verificada esta operación preliminar, se pesaron con la posible exactitud (por doble pesada) S^^SIO de Ja sustancia que nos ocupa; se introdujeron en un matracito de ensayo, con triple volumen que el suyo tío agua regia, y en seguida se evaporó el todo hasta reducirle casi á sequedad: en tal estado, se diluyó en agua destilada caliente, y aun se espuso un poco al fuego para favorecer la evaporación. Conducida ésla basta el punto que se deseaba, hubo necesidad de lil-ti'ar, no obstante la trasparencia perfecta que ofrecía el líquido, por el motivo de que aparecieron unos cristalilos blancos de cloruro de plomo, los cuales fueron estudiados al soplete en el análisis cualitativo: dichos cristales se dejaron aparte para convertirlos mas adelante en sulfato por medio del ácido sulfúrico, v

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2i6 en seguida se dirijió á través del líquido una corriente de hidrógeno sulfurado, el cual dio origen á un precipitado (A) negruzco. Ejecutada la filtración que era consiguiente, se trató el líquido resultante por un ligero esceso de amoniaco cáustico, y se vertió á continuación persulfuro amónico hasta tanto que no se formó mayor cantidad de un precipitado flij, teñido de color verde azulado, que se manifestó desde que se dejaron caer las primeras gotas del reactivo; se filtró el conjunto, y el liquido recojido fue concentrado por eiíaporacion, con el objeto de reservarle para buscar en él mas adelante la cal. (Residuo R.)

Lavado perfectamente el precipitado A, con un poco do disolución sulfhídrica, se desecó en una de las cámaras de la grande estufa del laboratorio, descrita en la página 12; hecho esto, se introdujo filtro y materia todo junto dentro de un crisol de porcelana; se incineró con la precaución debida, añadiendo á lo último dos gotas de ácido nítrico, y enrojeciendo segunda vez el crisol; caliente todavía la materia, so trató por un volumen igual al suyo de ácido nítrico, trasladando á continuación toda la mezcla á un roa-tracito de ensayo, en donde se evaporó hasta sequedad después de haber añadido previamente á la disolución unas cuantas gotas de ácido sulfúrico, á fin de trasformar en sulfato la porción del plomo disuelto en el líquido al estado de nitrato; y en seguida, se trató el residuo por'agua destilada, y se filtró.

Lavado también este precipitado con el mayor esmero, y unido al anterior de cloruro de plomo (con-

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247 vertido después en sulfato, mediante la ebullición con el ácido sulfúrico, dentro de una capsuUta de porcelana), fueron introducidas ambas porciones en un crisol de porcelana, en donde esperimentaron una temperatura roja por espacio de algunos instantes; enfriado el crisol, se equilibró exactamente en la balanza; se limpió con escrupulosidad; se enrojeció de nuevo; y frió otra vez, se volvió á pesar: hubo que añadir Qs OGO para restablecer el equilibrio; de manera que restando 0s%003 correspondientes á las cenizas del filtro, se habia obtenido una cantidad de sulfato de plomo (PbO, SO^J igual á Os',057.

El líquido filtrado, en donde se verificó la precipitación del plomo bajo la forma de sulfato plúmbico se trató con amoniaco cáustico para saturar el ácido sulfúrico libre (1); hecho esto, se vertió carbonato sódico hasta tanto que no se produjo mas precipitado blanco (carbonato de zinc), y en seguida se hirvió éste con un pequeño esceso de carbonato sódico; luego se filtró, y lavó el depósito con agua destilada caliente; se desecó en la estufa de que hemos hablado mas arriba, se recojió el precipitado que se pudo, se introdujo en un crisol de platino, se calcinó á una temperatura roja, y por último, se incineró el filtro. Enfriada convenientemente la materia, se equilibro el crisol sobre uno de los platillos de la balanza; y conseguido, se estrajó la sustancia calcinada, se lavó, y

( I ) La disolución tomó iia color nu\ nu mu; inlcnso, dibido i la i„ ,n t)orciun de cobre «lítente co la materia, (y. Jet A.)

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2i8 (snrojeció segunda vez dicho crisol con el objeto de operar en circunstancias análogas: colocado de nuevo on el mismo platillo de la balanza, fue preciso añadir U?',868 para restablecer el equilibrio; de modo que restando de este peso el correspondiente á las cenizas del fdlro, á saber OÍ ' ,003 , quedó reducida á 08',865 la cantidad de óxido de zinc obtenida por aquel procedimiento; pues según se verá mas adelante, la mayor porción del metal estaba formando parte del precipitado B, ó sea el producido por el sulfhidralo amónico.

El líquido en cuyo seno se produjo dicho precipitado (B) (residuo R), se evaporó hasta casi sequedad ; se aciduló con un ligero esceso de ácido Uidro-clórico, y en seguida se neutralizó con el amoniaco cáustico, procurando que la disolución quedara un poco alcalina: á consecuencia de este tratamiento, se formó un ligero precipitado opalino-gelatinoso, producido por la pequeña porción de alúmina, perfectamente caracterizada en el análisis cualitativo. Yerifi-cuda la filtración indispensable, se vertió oxalato amónico en el líquido resultante, hasta que no se formó mas precipitado, y se volvió á íiltrar; hecho esto, se lavó el filtro, y desecado en la estufa, se calcinó en un crisol de porcelana después de haber separado como anteriormente toda la dosis posible del precipitado. Obtenido el residuo de cenizas, se añadieron unas cuantas gotas de ácido sulfúrico con el objeto de convertir en sulfato la corta cantidad de oxalato de cal que pudiera existir; se reunió lodo el

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precipitado dentro del crisol, y se volvió á calcinar al calor rojo, después de haber introducido nuevamente unas cuantas golas de ácido sulfúrico para conseguir el objeto indicado. Se dio la preferencia á esta manera de proceder, recordando que el sulfato de cal es indescomponible á aquella temperatura (la roja), mientras que el oxalato se convierte en carbonato descomponible parcialmente á dichos grados de calor; y que por lo tanto podia correrse el riesgo, no manejando bien la temperatura, de dosizar la cal, parte al estado de óxido, y parte al de carbonato.

Frió ya el crisol, se pesó, vació y lavó después perfectamente; se enrojeció otra vez, y se volvió á pesar: hubo que añadir 0s%lb3 para restablecer el equilibrio; cuya cifra, que representa la cantidad de sulfato de cal formada, quedó reducida á 0e%150, á consecuencia de la sustracción de los 3 miligramos correspondientes á las cenizas del flitro.

El precipitado B, se trató por agua acidulada con ácido hidroclórico, y cuando estuvo perfectamente di-suelto, se evaporó hasta reducir el líquido á la tercera parle de su volumen; en tal estado, se añadió ácido nítrico para peroxidar el hierro; se volvió á evaporar casi hasta sequedad, con el objeto de eliminar la mayor parte del ácido hidroclórico, y se diluyó en agua; acto continuo, se vertió barita; se evaporó un poco, y se filtró á fin de separar el hidrato de óxido férrico y el óxido de bario escedente. Reunido el líquido resultante en una vasija adecuada, se trató por el sulfhidralo amónico, el cual produjo un abundante

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precipitado blanco, de sulfuro de ¡inc; hecho eslo, se recojió el citado compuesto sobre un filtro, se lavó rápidamente con agua sulfhídrica, y en seguida se convirtió en cloruro mediante la acción del ácido hi-droclórico. Concentrada la disolución del cloruro zíncico, se descompuso por el carbonato sódico; se recojió sobre un filtro el precipitado obtenido; se lavó con agua destilada, y después de haberle desecado en la estufa de Gay-Lussac, é incinerado ulteriormente, asi como también el filtro, dentro de un crisol de platino, fue tarado dentro de éste sobre uno de los platillos de la balanza.

Verificada finalmente la segunda pesada (previas las condiciones enumeradas en los demás casos análogos), hubo que añadir ls%065 (en el platillo donde se verificó la tara) para restablecer el equilibrio; cuyo peso, restado de el de las cenizas del filtro (0s%003), representaba la nueva cantidad de óxido zíncico producida: por consecuencia, dicha cifra era igual en último resultado á ls',062.

£1 precipitado constituido por el hidrato de óxido férrico y de barita, se disolvió en el ácido hidroclóri-co: y concentrada la disolución, se precipitó el óxido de bario por el ácido sulfúrico; recojido y lavado sobre un filtro el depósito formado, se evaporó el liquido resultante para eliminar el esceso de ácido, y luego se trató poco á poco, y sin cesar de agitar (téngase presente lo advertido en la nota de la página IbO), por el amoniaco cáustico, hasta tanto que no apareció mas precipitado. Vertido éste sobre un filtro, se lavó

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251 coa agua destilada hasta que las aguas de loción deja* ron de salir alcalinas: llegado este momento, se desecó el precipitado, se separó de él la porción que pudo desprenderse, y se calcinó la otra adherida al filtro dentro de una capsulila de platino.

Introducida y calcinada de nuevo toda la materia en un crisol á propósito, se averiguó el peso de ella, siguiendo los mismos trámites consignados al hablar de la dosizacion de las demás sustancias: fue preciso añadir 0«',142 para restablecer el equilibrio; de manera que rebajando de esta cantidad 3 miligramos correspondientes á las cenizas del filtro, quedó reducida á Os',139 la dosis de óxido férrico obtenida.

Respecto al modo de dosizar el ácido carbónico, se adoptó el siguiente método: se elijieron dos malraci-tos de ensayo perfectamente secos; se introdujo en uno de ellos I^'.ISS de materia previamente pesada, y en seguida se adaptó un corcho con dos agujeros: por uno de ellos pasaba un tubito de seguridad provisto de algunas gotas de ácido sulfúrico, y por el segundo la estremidad de un tubo comunicante. Dispuesto así el primer matraz, se echó en el otro la mitad próximamente de su volumen de ácido sulfúrico, se tapó con un corcho también con dos agujeros, de los cuales uno daba paso á un tubito recto y abierto por ambos lados, distante 2 centímetros del ácido, mientras que el último recibía la parte mas larga del tubo comunicante; hecho esto, se vertió un poco de agua destilada dentro del matraz que contenía la materia, y luego se colocó un tubito de vidrio terminado

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o/; o

casi en capilar por un eslremo, y abierto por el opuesto, y se llenó de ácido sulfúrico, para lo cual fue preciso tapar previamente con lacre la parte afilada del indicado tubo.

Lacradas también con la mayor escrupulosidad las dos bocas de los referidos matraces, se taró el apara-tilo; y efectuado, se calentó poco á poco mediante la lámpara de alcohol el matraz que contenia la materia: fundido como es consiguiente el lacre, se puso el ácido en contacto de la sustancia, y acto continuo comenzó la reacción que era de esperar. En el instante en que ya no hubo efervescencia, á pesar de seguir calentando .con la lámpara (debe evitarse el que hierva), se aspiró por el tubo recto lodo el tiempo debido, y finalmente, se pesó segunda vez el apáralo.

Hubo que añadir 0'',394 para restablecer el equilibrio; cuya cantidad, comprobada por otros dos ensayos que se repitieron á continuación, representaba á no dudar al ácido carbónico contenido en los 1°',185 de materia.

Por consiguiente, en 3«',270 (ó sea la primera porción de materia empleada) habia ls',087 de ácido carbónico.

Hé aqui en definitiva el resultado de este análisis.

MATERIA EMPLEADA. . . = 3^' ,270

Cuerpos dosizados.

Sulfato plúmbico (PbO, SO'J = o-^Üol Oxido zíncico (ZnO) 0,865+1,062. . . . = ls',927

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255 Sulfato calcico fCaO, SO^J =s: 0,150 Oxido férrico fFe^O^J = 0,139 Acido carbónico CCO'') ^ 1,087

Considerando que la cantidad de ácido carbónico obtenida, representaba con muy corla diferencia el tercio de la materia empleada, se procedió inmediatamente á plantear los cálculos debidos, admitiendo que todos los cuerpos (escepto el óxido férrico) figuraban al estado de carbonates.

Dichas operaciones numéricas quedaron reducidas por otra parte á averiguar (de una manera análoga á la indicada en la nota correspondiente á la página 206) la cantidad de óxido existente en los compuestos determinados, y conocida, traducir su equivalencia en carbonato.

Se obtuvieron los resultados siguientes.

MATERIA EMPLEADA. . . = 3 s ' , 2 7 0

Corhonato.

Sulfato plúmbico (PbO, SO'). 0s%037. . . = O, 050 Oxido zíncico (ZnO) ls'-,927. . . = 2?',961 Sulfato calcico (CaO, SO*)... 0-M50. . . = 0«',109 Oxido férrico (Fe'O') 05',139. . . = Os',139

3,259

En los 11 miligramos que fallan para completar la dosis de materia empleada, se incluyeron los indicios

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25 i de cobre y de sílice, y las pérdidas que son consiguientes en toda análisis.

Últimamente, la sustancia objeto del problema contenia en 100 partes: Plomo (al estado de carbonato) = ls',53 Zinc (id.) = 90,55 Cal (id.) = 3,67 Hierro (al estado de óxido superior). . . . = 4,25

100,00

CAPIT1JE.O III^

De las análisis cuantitativas ejecutadas haciendo uso de líquidos normales (1).

Según anunciamos en la nota correspondiente á la página 197, hemos juzgado oportuno reunir bajo un capitulo particular cuanto tenga relación con las investigaciones cuantitativas practicadas por medio de líquidos normales: á este fin, se han ido recojien-do los principales métodos de dosizacion basados en este procedimiento operatorio, para formar con ellos otros tantos casos especiales.

( I ) l'ucdc ll.imaríc así tn t'i lenguaje qin'inico á ciertas disolucioorí cons-tiluijüs {Jor uiiii cantidad ftaclairiente Jcterniínada de ua cuerpo sifofilc ó compurstu (yodo, acido sulfúrico), y de un veh/calo variable (agua, alcohol). ,-'.V. </<•/ .J

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255 La sulfhidromelria, alcalimelria, cloromelria, man-

ganimetria, ferrimelria, cuprimetria y argentimetria, quedan por lo lanío comprendidas en dicha clasificación.

Sulfhidrometría.

Cuando el yodo se halla en presencia del hidrógeno sulfurado, ambos cuerpos reaccionan produciendo ácido hidroyódico, y quedando en libertad cierla porción de azufre que se precipila, v. g.: I-\-HS=HI^S. Esta propiedad ha sido utilizada, no solo para obtener

' de una manera sencilla ácido yodhídrico, en disolución, sino que ha proporcionado al propio tiempo el medio de calcular con toda exactitud la cantidad de hidrógeno sulfurado existente en una agua sulfhídrica: si se vierte, en efecto, dentro de un líquido hidro-sulfurado (en cuya masa se haya introducido de antemano un poco de engrudo de almidón) una disolución alcohólica pero muy diluida de yodo, las primeras porciones de esle cuerpo simple reaccionarán con el ácido sulfhídrico, trasformándole en ácido yodhídrico, que no ejerce reacción alguna sobre el almidón; pero en el momento en que todo el hidrógeno sulfurado haya sido descompuesto, el yodo libre reaccionará sobre la fécula, dando origen al yoduro de almidón, dotado, como es sabido, de un hermoso color azul característico. Por consiguiente, es sumamente fácil calcular la cantidad de hidrógeno sulfurado contenida en una agua sulfhídrica, haciendo uso de una disolución alcohólica normal de yodo, es decir; pudiendo

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256 descomporitír proporciones determinadas de ácido lii-drosulfúrico, previamente deducidas por la cantidad de yodo empleada.

En estas consideraciones están fundados en resumen los ensayos sulfhidromélricos, constituidos hoy dia en un verdadero sistema de análisis por su reputado inventor Mr. Dupasquier.

Sentadas las bases del procedimiento en cuestión, nos ocuparemos ahora del modo de practicarle; y con el objeto de dar algún interés á las descripciones operatorias de este método, tan interesante por tantos conceptos, consignaremos á continuación un análisis sulfhidrométrico del agua de Baréges, que ejecutamos en el laboratorio de química de Mr. AVurIz; en cuyo trabajo se hallan comprendidas y fielmente observadas todas las circunstancias exijidas por el autor del referido procedimiento.

Se empezó primeramente por desecar á la temperatura de SO* en la estufa de Gay-Lussac, descrita en la página 11, y reproducida en este sitio, una cantidad indeterminada de cristales de yodo colocados dentro de una capsulita de porcelana: trascurrida como media hora (en cuyo tiempo se supuso que habria

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257 desaparecido la humedad embebida en el yodo), se introdujo una buena porción de los mejores cristales de este cuerpo simple dentro de un tubo de vidrio cerrado por un eslremo, y en seguida se colocó el todo sobre uno de los platillos de la balanza de ensayo, mas no sin haber tapado antes con un corcho el lado abierto, para evitar que no fuesen perjudicados aquellos por los vapores de la indicada sustancia; en fin, se pesaron Í '.OOO de yodo con la mayor exactitud posible. Hecho esto, se midió con un lubo graduado en centímetros cúbicos, 100 divisiones de alcohol, que representaban ^ de litro; se echó el yodo dentro de un frasco bien seco y con tapen esmerilado, lavando como es consiguiente con el mismo liquido el tubi-to en donde había sido pesado el yodo; formada la tintura alcohólica (para lo cual fue preciso agitar repelidas veces el frasco), se tomó una dosis de almidón igual con corta diferencia á una media cucharada de café; se vertió en un poco de agua fría, y esto fue incorporado después en 74 de litro del mismo líquido, que previamente se habia puesto á hervir en un matraz á propósito; se dejó aún espueslo á la acción del

fuego como cosa de 8 minutos, y después se puso aparte.

Dispuesto todo como queda dicho, se limpió y desecó luego, por medio de una corriente de aire seco, un instrumento de vidrio llamado sulfhidrómetro de Dupasquier (del nombre de su inventor), el cual, como indica la figura adjunta, es enteramente igual á la bureta descrí-

17

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la en la página 39, y sirve para medir con él la can-lidad de linlura alcohólica empleada en la disolución sulfliídrica, hasta producir la coloración azul de que hemos hablado mas arriba- Este instrumento está dí-YÍdido en mitades de centímetros cúbicos: cada 10 rayitas corresponden á 1 grado, y cada grado representa 0s',ül4 de yodo.

Limpia ya la bureta indicada, se midió con otro tubo graduado '/, de litro del agua de Baréges; se vertió dentro de un matraz de fondo plano, y después de haber asociado al líquido como media cucharada (cuchara grande) de decocto de almidón, se colocó lodo sobre un papel blanco, para distinguir mas precisamente la aparición del color azul: prevenidas las cosas según queda consiguadu, se llenó el instrumento de tintura alcohólica de yodo, y se fue vertiendo ésta gota á gota en el agua de Baréges no cesando de agitar, y aguardando el tiempo necesario antes de añadir nueva porción del líquido alcohólico.

Al llegar á la 7." rayita del sulfhidrómetro, apareció la coloración azul en toda la masa, y este resultado fue reproducido ulteriormente por 4 ensayos repetidos sobre nueva cantidad de agua mineral: consultada la tabla de Dupasquier, resultó que 1 litro del agua en cuestión, exijia 0,28 divisiones de la tintura de yodo contenida en el sulfhidrómetro (ó lo que es lo mismo 2'',8 de grado) antes de manifestarse el matiz azulado debido al yoduro de almidón; y que las 0,28 rayitas, indispensables para conseguir este efecto, representaban 05^028 do yodo.

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259 Por consiguiente, 1 litro de agua de Baréges con

tiene: 05',003 de azufre, que equivalen en peso á Os' ,003 de hidrógeno sulfurado, y en volumen á O"",024 milímetros cúbicos de dicho gas á 0°, y á O^TG de presión.

Alcalimetría i

El principio, estremadamente sencillo, en que se funda la alcalimetría, es el siguiente: si en una disolución poco concentrada do álcali libre, de carbonato, cloruro, y sulfato de potasa ó sosa, se vierte un ácido diluido, el sulfúrico por ejemplo, éste ejercerá únicamente su acción sobre el álcali libre ó carbonatado, ínterin el ácido no se halla en cantidad necesaria para producir un sulfato de la fórmula general MO, SO*, el líquido poseerá una reacción alcalina (cuando la base esté saturada, el líquido aparecerá neutro á los reactivos coloreados); pero no bien se vaya un poco mas allá del término de saturación, y se añada mayor cantidad de ácido sulfúrico que la necesaria para producir la sal neutra mencionada, la disolución enrojecerá el papel de tornasol, cuyo carácter es el que sirve para indicar que la operación ha sido terminada.

Supongamos, después de esto, que una potasa del comercio, que casi siempre es impura, contiene un equivalente de carbonato de potasa ("KO, CO'J; es indudable que habrá precisión de emplear otro de ácido sulfúrico ("ÍÍO, SO^J para descomponer dicha sal, veriflcándose entonces la siguiente reacción: KO, COP+HO, SO^^KO, SO*-\-CO'-\-/IO.

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500

En el caso en que la potasa que se analiza sea el álcali puro, en vez del carbonato adulterado, la espc-riencia directa indica que es preciso emplear 5 gramos de ácido sulfúrico monohidratado (110, SO') para neutralizar exactamente ís^SOT del referido óxido: de manera que el ácido y la base se hallan en la relación de equivalentes iguales, desapareciendo como es natural en semejantes circunstancias sus propiedades acidas y alcalinas. En efecto; tómese 4e%807 de una potasa que contenga agua, ácido carbónico, clorurp y sulfato potásicos (tal es el caso de la potasa del coinercio):'cs indudable que si para conseguir su completa neutralización solo ha habido necesidad de emplear 25',5 de ácido sulfúrico, en vez de los 5 gramos, es prueba de que dicha potasa contiene SO por 100 de álcali puro, y 50 por 100 de sustancias estra-ilas; y del mismo modo, si 1 gramo de ácido ha bastado para neutralizar 48',807 de otra potasa, es claro que esta contiene 20 por 100 de álcali real, y 80 centésimas de impuridades.

Se deduce en vista de lo espucsto, que en los ensayos alcalimélricos, se aprecia la cantidad de carbonato alcalino existente en una mezcla dada, averiguando la dosis de ácido sulfúrico que es preciso emplear para conseguir la trasformacion del carbonato alcalino en sulfato neutro.

Manifestadas estas consideraciones, vamos á ocuparnos ahora éel modo de determinar rl titulo ponderal de una potasa cualquiera.

Se llama título ponderal de un álcali impuro, el

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£61 DÚtuero de quilogramos de inalcria alcalina conlenula por quintal: eslo se averigua de la manera siguiente. Se elijen indislintamcnle varios fragmentos de la potasa que se quiere analizar; se reducen á polvo igual, y en seguida se pesa con la mayor exactitud 48«',07 del indicado álcali; hecho esto, se introduce la materia pesada en la campana de que hemos hablado en la página 38 (cuyo modelo reproducimos en

este sitio), la cual posee la capacidad de '/^ litro hasta donde marca la letra S; se añaden 4 decilitros de agua, y se facilita la disolu-ciou de la materia alcalina, triturándola con un agitador de vidrio. Verificada la disolución, se lava el agitador con cuidado, y se completa el medio litro, añadiendo agua des

tilada, hasta que la superficie del liquido aflore en la señal menciouada; acto continuo, se toma la décima parte de la solución precedente (mediante la pipeta

adjunta, que tiene SO centímetros cúbicos de capacidad desde a hasta q); se vierte en el vaso E, y luego se coloca éste sobre un pedazo de papel blanco, con el objeto de apreciar mejor los cambios de color que debe maniles-tar la tintura de tornasol asociada á la disolución alcalina: dispuesto esto del modo di

cho, se tapa con una placa de vidrio esmerilado la boca del vaso, se deja aparte, y se procede inmediatamente á preparar el ácido sulfúrico normal. A este fin, se pesan con mucha exactitud, en un pequeño matraz, 100 gramos

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262 de ácido sulfúrico puro y de 66* de concentración; se loma una botella igual á la marcada con la letra A en la presente figura, que contenga 1 litro de capacidad

hasta la señal o, y se vierte como casi la mitad de su volumen de agua destilada fria; en seguirta se echa poco á poco el ácido, imprimiendo á la botella un movimiento giratorio para mezclar rápidamen

te ios líquidos; se lava repetidas veces el matraz con agua que se va añadiendo á la vasija A, y por último, sp concluye de llenar la botella hasta a, no cesando mientras tanto de agitar con el objeto de que haya homogeneidad en toda la masa-

Como el líquido se calienta por efecto de la mezcla del ácido con el agua, es necesario dejarle que adquiera la temperatura ambiente, y agregar después (valiéndose de una pipeta) pequeñas porciones de agua, hasta lanío que el nivel coincida exactamente con la señal a.

Obtenidas ambas disoluciones, la alcalina y la normal del ácido, se procede á llenar de éste (hasta el cero] la bureta alcalimétrica de Gay-Lussac, de

que da una idea la adjunta Gi ura. Este instrvi-mento se halla dividido en mitades de centímetros cúbicos, de tal modo, que las 100 divisiones grabadas sobre la vasija contienen 5 gramos de ácido sulfúrico monobidratado: hecho estt), solo resta verter poco á poco el ácido dentro del vaso E, imprimiéndole al propio tiempo un movimienlo giratorio y aUemativo.

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263 La Untura de tornasol no cambia al pronto de co

lor, ni tampoco se desprende el ácido carbónico en un principio, por el motivo de que la porción de este gas, aislada por la presencia del ácido sulfúrico, se combina con el carbonato de potasa no descompuesto, y produce bicarbonato de la misma base; pero no bien se llega á la mitad de la saturación del líquido alcalino, empieza á desprenderse el ácido carbónico, comunicando á la disolución un color rojo vinoso: entonces se sigue añadiendo ácido sulfúrico (no cesando de agitar el vaso), y se ensaya de tiempo en tiempo el estado de saturación, introduciendo en la mezcla líquida un tubilo de vidrio, y marcando con él diferentes puntos sobre el papel azul de tornasol. Teniendo entendido, que mientras éste no se enrojezca de una manera permanente, es indicio de que aún hay carbonato sin descomponer; pero en el instante en que la disolución adquiere de pronto el color rojo, característico, que producen los ácidos enérgicos, debe considerarse ya la operación como terminada y leer en seguida sobre la escala de la bureta el número de divisiones que ha sido preciso emplear para conseguir el efecto enunciado. Si, por ejemplo, se han consumido 5b divisiones, es prueba de que la potasa ensayada contiene 5S centésimas parles de su peso, de álcali real.

Ordinariamente se ejecutan dos ó tres ensayos, pues el primero sirve para indicar tan solo el límite de la saturación: también es indispensable someter el valor hallado á una ligera corrección, cuando se

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26i ilesea que ios análisis alcalimélricos adquieran el mayor grado de exaclilud posible.

Para reconocer el instante en que todo el carbonato de potasa ha sido descompuesto, hay necesidad de añadir un pequeQo esceso de ácido sulfúrico para que el liquido adquiera el color rojo persistente, lo cual es causa de que se aprecie en una cantidad, algo mas elevada de lo debido, la riqueza del álcali ensayado: por lo tanto, es preciso determinar la porción de ácido añadida en esceso, si se quiere saber el verdadero título ponderal del referido álcali.

Supongamos que en el momento en que la disolución estaba quimicamentc neutra, se añadieron dos gotas de ácido sulfúrico en esceso, á Tin de obtener un liquido que produjera marcas rojas persistentes sobre el papel de tornasol; pues bien, con el objeto de fijar el valor de estas dos golas, y rebajarlas de la indicación dada por la bureta, se indaga cuántas gotas se necesitan de ácido normal para constituir una división de la bureta, y se calcula la fracción de centímetro cúbico que representan las dos gotas de ácido empleadas en demasía: de manera que si cada medio centímetro cúbico, ó cada división grande de la bureta representa, por ejemplo, 10 gotas, se deberán rebajar, en el caso elejido, 2 décimos de división para obtener el valor definitivo; es decir, que en vez de ser el titulo ponderal 55, será 55—0,2=54,8.

Por consiguiente, la potasa en cuestión contiene 54,8 por 100, de su peso de álcali puro; ó 54,8 kilogramos por quintal métrico.

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265

Clorometria.

La propiedad que poseen los álcalis de absorrer grandes cantidades de cloro, y abandonarlas completamente bajo la influencia de los ácidos débiles, es de un valor incalculable para la industria, en atención á que permite concentrar hasta cierto punto el cloro, sustancia gaseosa y poco soluble en el agua, y trasportarle á los puntos mas distantes del globo.

Estando casi siempre mezclado el hypoclorito de cal (CaO, CIO) con cloruro de calcio y cal, es de suma importancia poder averiguar, por un procedimiento sencillo y muy breve, la cantidad de materia útil contenida en un hypoclorito dado; es decir, la porción de cloro que esta sal puede poner en libertad bajo la acción de los ácidos: dicho procedimiento ha recibido el nombre de clorometria.

El método mas generalmente seguido en la actualidad para conocer la riqueza de un cloruro decolorante, es debido al célebre Gay-Lussac, y está fundado en la propiedad que presenta el ácido arsenioso, disuello en el ácido hidroclórico débil, de trasformar-se bajo la influencia del cloro y del agua, en ácido arsénico, según lo demuestra la siguiente ecuación: AsO«-|-2//04-2Cí=AsO'-J-2//Cí. De modo que haciendo actuar sobre una cantidad constante de ácido arsenioso diferentes fragmentos de hypoclorilos (pero dolados de un peso idéntico), el título ponderal de estos cloruros será tanto mas elevado, cuanta menos

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266

cantidad de sal sea preciso emplear para convertir en ácido arsénico la porción de ácido arsenioso que sirve para medir la riqueza del hypoclorito.

Sí se afiadeu á la disolución arseniosa é bidroclóri-ca unas cuantas golas do la tintura de añil, permanecerá inalterable esta materia colorante ínterin exista ácido arsenioso, lo que prueba que el cloro actúa sobre el ácido en cuestión con preferencia á la sustancia colorante del aflil; pero en el instante en que todo aquel compuesto ha pasado á ácido arsénico, y que por consiguiente, ya no tiene el cloro ácido arsenioso sobre que ejercer su acción, destruye sobre la marcha el color azul del afíil; cuyo fenómeno sirve para indicar el término de la oxigenación del ácido arsenioso.

Para ejecutar la análisis de un hypoclorito de cal por el procedimiento indicado, se prepara primeramente una disolución arseniosa, tal, que sea destruida en totalidad por un volumen igual al suyo de cloro seco, á la presión de 0'",76 y á la temperatura de cero: se obtiene fácilmente este líquido disolviendo 45^440 de ácido arsenioso puro en 2^ decilitros de ácido hi-droclóríco, diluido en cerca de su volumen de agua destilada, é introduciendo esta disolución en una botella de la capacidad de 1 litro, la cual se acaba de llenar con agua pura, según hemos consignado al hablar de los ensayos alcalimélricos:"dicho líquido recibe el nombre de disolución arseniosa normal.

Hechas estas»observaciones preliminares, vamos á ocuparnos de los detalles prácticos de un análisis clorométrico.

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Se elije, enlre la masa del cloruro decolorante que se desea ensayar, un buen fragmento, ó bien varios pedazos cojidos indislintamenle, y se pesan 10 gramos; en seguida, se trituran en un mortero de vidrio óde porcelana, y se añade un poco de agua; se decanta el líquido claro en una botella de 1 litro de capacidad, y se va añadiendo agua sobre el sedimento hasta conseguir el disolver todos los cuerpos solubles, existentes en el hypociorito: por manera, que se completa 1 litro con los primeros líquidos y las aguas de loción.

Verificada la disolución, se miden con la pipeta de que ya se ha hablado en otras ocasiones 10 centímetros cúbicos de líquido normal arsenioso; se dejan caer en el vaso (de la capacidad de 3 á 4 decilitros) en donde se ha de ejecutar el análisis, y se tifien de azul con 2 ó 3 gotas de sulfato de añil; conseguido, se llena hasta el cero la bureta con la disolución del hypociorito de cal; y por último, se vierte gota á gota en el líquido arsenioso, al cual se imprime constantemente un movimiento giratorio: en el momento en que la coloración azul desaparece, se cesa de añadir hypociorito, y se lee en la escala de la bureta el número de divisiones gastadas para producir esta decoloración.

Supongamos que se han empleado 108 divisiones de la disolución del cloruro decolorante, para descomponer 10 centímetros cúbicos de líquido normal arsenioso; deberá deducirse en este caso, que en las 108 divisiones, que representan 10"-,8, hay 10 cen-

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2C8 tímetros cúbicos de cloro: por consiguiente, para conocer el volumen de este gas contenido en 1 litro, es decir, en 1000 centímetros cúbicos de la disolución constituida por los 10 gramos de hypoclorito de cal, bastará plantear la siguiente proporción:

10,8 : 10 : : 1000 : x

x=—rTTTj—=926 centímetros cúbicos de cloro.

Estos 926 centímetros cúbicos, ó 92"°'" ,6, indican que él cloro analizado marca 92,6 grados clororaélri-cos; de manera que la cantidad de cloro contenida en 1 kilogramo del-mencionado hypoclorito, es 100 veces mas considerable, puesto que 10x100=1 kilogramo: últimamente, dicha dosis viene á ser igual á 9260 centilitros ó á 92'"-,6, que corresponden á 293^542 (92,6X3'',17=293,542).

Para que un ensayo clorométrico sea exacto, es preciso ecbar el cloruro decolorante sobre el líquido arsenioso; pues si en vez de operar así se vertiera el ácido arsenioso en el hypoclorito de cal, resultaría que, poseyendo la disolución arseniosa una cantidad considerable de ácido hidrocióríco, eliminaría mas cloro del que podría absorver para pasar á ácido arsénico, y el gas se desprendería al estado de libertad.

Es también evidente, que para trasformar en ácido arsénico el ácido arsenioso contenido en 10 centímetros cúbicos, del liquido normal, es preciso emplear un volumen de cJoruro decolorante inversamente proporcional á la riqueza de este cloruro; en efecto, admitamos que se han disuelto separadamente eu el

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269 agua, hasta formar 1 litro, dos pedazos de hypoclori-to de cal, representando cada uno un peso igual á 10 gramos; es indudable que si se necesitan 20 centímetros cúbicos de una de estas disoluciones, y 10 de la otra para descomponer 10 centímetros cúbicos del liquido arsenioso normal, la segunda disolución contiene, bajo el mismo volumen, dos veces mas cloro que la primera.

Con el objeto de evitar el cálculo supletorio, que con arreglo á la observación precedente, es preciso ejecutar, para obtener el valor real de un cloruro decolorante, ha construido Gay-Lussac unas tablas en donde se hallan inscritos los grados clorométricos que corresponden al número de divisiones de la bureta, empleadas en descomponer el líquido normal arsenioso.

El hypoclorito de cal del comercio marca ordinariamente de 80 á 110 grados clorométricos; contiene por lo tanto de 80 á 110 litros de cloro (por kilogramo) que puede ser eliminado al estado de gas, mediante la acción de los ácidos.

Manganimetria.

El principal objeto en los ensayos de los óxidos de manganeso, es determinar la cantidad de cloro que un óxido de manganeso puede producir sometido á la acción del ácido hidroclórico; pero á fin de comprender mas fácilmente el principio en que está basado el análisis que vamos á dar á conocer, conviene recor-

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270 dar en este momento la acción que el ácido hidro' dórico ejerce sobre los diferentes óxidos de manganeso.

Protóxido de manganeso. MnO-\-IICl=nO-\-MnCl. Oxido rojo. MnO' '/j+íHCl/ '/^=fHO/ V3+

MnCl-\-Cl'/^. Sexqui-óxido. MnO' '/.-\-(IICl' '/J^fHO)' ' / ,+

iVna+C/'/.. Peróxido. MnO'^(HCt)'=(nO/-\-MnCl-\-Cl. Estas fórmulas demuestran que calentados los óxi

dos de manganeso con el ácido hidroclórico, producen una cantidad de cloro representada exactamente por la del oxígeno escedente al protóxido: asi que, tratado éste por el ácido hidroclórico, solo da origen á cloruro de manganeso y agua; al paso que el óxido rojo desprende, en igualdad de circunstancias, V3 de equivalente de gas cloro; el sexqui-óxido produce '/, equivalente, y el peróxido da 1 equivalente de dicho cuerpo simple: de manera que, consistiendo el valor comercial de las manganesas en la dosis de cloro que ponen en libertad, cuando se las trata por el ácido hidroclórico, se comprende la posibilidad de averiguar la composición de un óxido de manganeso cualquiera, estimando la cantidad de cloro desprendida bajo la influencia del ácido hidroclórico.

En dicho principio está fundado precisamente el análisis de las manganesas, ideado por el eminente físico y químico Itfr. Gay-Lussac.

La esperiencia directa ha demostrado que 3 ,98 de manganeso, tratados por el ácido hidroclórico,

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271 producen exactamente 1 litro de cloro á O', y bajo la presión de 0",!%', por consiguiente, cuando se quiera practicar el ensayo de una manganesa del comercio, se pesarán 3«%98 de ella, y se introducirán en un matraz á propósito, provisto de un tubo encorvado que comunique con una disolución débil de potasa, colocada en otro matraz de cuello largo; hecho esto, se verterán sobre la manganesa 25 ó 30 gramos de ácido hidro-clórico concentrado, y completamente exento de ácido sulfuroso; se cerrará el aparato con corchos que ajusten bien, y en seguida se calentará gradualmente para facilitar la reacción del ácido: paralizada la operación en el instante en que ya no se observe desprendimiento alguno de cloro, sin embargo de haberse disuelto todo el óxido de' manganeso, se mezclará el liquido alcalino clorurado, con la cantidad de agua destilada necesaria para formar 1 litro, y se analizará acto continuo por medio del ácido arsenioso normal como si se tratara de un hypoclorito.

Si el ensayo clorométrico indica que esta disolución contiene, por ejemplo, 80 centilitros de cloro, es prueba que la manganesa sometida al análisis posee 80 por 100 de peróxido de manganeso puro, y 20 por loo de materias eslrañas: entonces se dice que marca 80».

Las manganesas que circulan en el comercio marcan generalmente de 65 á 80°.

Mr. Levol ha ideado un procedimiento, para analizar las manganesas, en el que se trata la sustancia sometida al análisis por el ácido hidroclórico, en pre-

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272 sencia de una cantidad determinada de cloruro ferroso; de manera que, averiguada la proporción de cloruro férrico formada, es fácil deducir el gas cloro producido, y por consiguiente el valor real de la manga-nesa ensayada: hé aqui cómo se procede. Se introduce en un matraz de cuello corto y de B á 4 decilitros de capacidad, 48',858 de alambre de hierro perfectamente puro, y se vierten sobre él cerca de 100 gramos de ácido bidroclórico concentrado, y libre de sustancias estrañas; se cierra el matraz con un buen tapón de corcho que dé paso á un tubo derecho terminado en embudo por la parte superior, y afilado por la es-tremidad opuesta; se calienta suavemente para acelerar la disolución del hierro, y conseguida ésta, se echan los 3 %980 de la manganesa que se quiere ensayar; se tapa el matraz, se agita un poco el liquido, y se calienta hasta la ebullición: lodo el cloro que se desprende es absorvido por el cloruro ferroso.

Si la manganesa analizada fuera perfectamente pura, sucedería que los 3«',980 empleados bastarían para perclorurar el cloruro ferroso resultante de la disolución de 4^ ,858 de hierro, en el ácido bidroclórico; pero como casi siempre la acompañan sustancias estrañas, acontece que aquella cantidad de materia es insuficiente para hacer pasar á cloruro férrico la sal ferrosa preparada; por consiguiente, es indispensable completar la cloruracion con una cantidad determinada de Qloro, ó mejor añadir gota á gola, en la disolución de hierro, calentada basta la ebullición, otra normal de clorato potásico, cuya sal actúa sobre

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el cloruro ferroso, como el cloro libre: por lo demás, la disolución normal del clorato de potasa se mide en una bureta, y se vierte con dicho instrumento por el tubo en forma de embudo. Un litro, de esta disolución representa 1 litro de cloro, y produce (en presencia de un esceso de ácido hidroclórico hirviendo) una reacción espresada por la fórmula siguiente.

KO, ClO'+mCl=zKCl+QHO-\-6CL ínterin exista prolocloruro de hierro, todo el gas

cloro desprendido se empleará en hacerle pasar á cloruro férrico; pero una vez terminada la cloruracion, se hace sensible la presencia del indicado cuerpo simple por la reacción que origina sobre un pedazo de papel de tornasol, ó teñido con sulfato de aüil, que al efecto se interpone entre el tapón de corcho y el cuello del matraz: llegado el instante que se indica, se da la operación por terminada.

Si para completar la percloruracion del hierro, ha sido preciso gastar 15 centilitros, p. ej., de la disolución normal de clorato potásico, es prueba de que ios 3 %980 de manganesa analizada han producido 100—15=85 centilitros de cloro: su riqueza es en este caso de 85'.

Como que la mayor parte de las manganesas del comercio se hallan por lo regular mezcladas con óxido férrico y carbonates de cal, barita, etc., cuyos cuerpos reaccionando con el ácido hidroclórico consumen inútilmente una cierta dosis de él, resulta que es indispensable determinar, en un análisis completo de los citados óxidos, no solamente la cantidad de

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cloro que pueden desprender, sino también la porción de ácido hidroclórico consumida por los cuerpos estrenos existentes en ellos: á este fin, se tratan 38',980 del sobreóxido de manganeso que se ensaya por un grande esceso de ácido hidroclórico (por ejemplo 25 centímetros cúbicos), y se determina, por el método ordinario, el valor real del óxido objeto del problema. Queda en disolución cloruro de manganeso y un es-ceso de ácido hidroclórico: para apreciar ahora la proporción sobrante de ácido, se vierte una disolución i\ormal de carbonato de sosa; se forma carbonato de manganeso, que se disuelve, ínterin contenga el liquido ácido hidroclórico sobrante, verificándose la saturación en el instante en que deja de rcdisolverse el mencionado cuerpo.

El volumen de la disolución normal del carbonato sódico invertido en saturar el ácido, dará á conocer la cantidad de ácido clorhídrico que había libre: restando ahora ésta de los 25 centímetros cúbicos anteriormente empleados, la diferencia representará la proporción de ácido hidroclórico que ha servido para reaccionar sobre el peróxido de manganeso y disolver los cuerpos que le acompañan; y por último, averiguando, mediante un ensayo previo, el valor real de la manganesa en cuestión, se sabrá perfectamente la dosis de ácido hidroclórico que ha debido reaccionar con el sobreóxido de manganeso; por consiguiente, el resto indicará la cantidad de ácido consumido por los cuerpos estraños.

No se toma en cuenta en este análisis la pequeña

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275 porción de ácido bidroclórico que se desprende con el cloro, durante la reacción de dicho ácido sobre el peróxido de manganeso.

Ferrimetria.

El método analítico de que vamos á ocuparnos, es aplicable lo mismo á los minerales de hierro que á las aleaciones en donde figure este metal; es fácil de ejecutar, y ofrece mayor exactitud que los demás procedimientos por via seca; y finalmente, puede emplearse para analizar las distintas mezclas ó combinaciones de óxido ferroso y de sexqui-óxido de hierro: dicho método está fundado en la acción que ejercen las sales ferrosas sobre el permanganato de potasa. Cuando se vierte en una disolución acida y muy diluida de una sal de hierro ad mínimum, otra de permanganato de potasa, el hierro se peroxida inmediatamente, absorviendo oxígeno y decolorando al permanganato: mientras haya hierro en el estado de combinación ferrosa, va descomponiéndose poco á poco el permanganato, y el liquido adquiere un matiz amarillo, muy débil, debido á la sal férrica; pero en el instante en que todo el metal pasa á compuesto superior, basta una sola gola de permanganato para comunicar al liquido un color rosáceo marcado, fácil de reconocer. Este cambio de matiz indica que la operación ha sido terminada.

Para preparar el líquido normal de permanganato

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27G (le potasa, se introduce en un crisol de barro, y se espone durante dos horas á un fuego rojo-oscuro, una mezcla de 2 partes de sobreóxido de manganeso, I de clorato potásico, y 3 de potasa cáustica: enfriada la masa, se pulveriza groseramente y agita con 2 ó 3 veces su peso de agua destilada; hecho esto, se añade al liquido ácido nítrico (diluido en la mitad de su volumen de agua) hasta tanto que adquiera el conjunto un color de violeta claro; y por último, so filtra sobre amianto ó sobre vidrio molido, á fin de eliminar el peróxido de manganeso que flota en suspensión. Preparado este liquido, se pesa 1 gramo de alambre de hierro muy puro, se disuelve en 20 ó 25 cenlime-Iros cúbicos de ácido hidroclórico fumante, y se dilata la disolución en 1 litro de agua destilada; en seguida, se introduce el permanganato en una bureta dividida en centímetros cúbicos, y éstos en décimas partes, y se vierte gola á gola esle líquido en la disolución ferruginosa, mantenida en un movimiento giratorio continuo; y en ñn, se suspende la operación en el instante en que aparece la coloración rosácea característica. Llegado este momento, se lee con cuidado el número de divisiones invertidas en la sobre-oxidacion de 1 gramo de hierro: si, por ejemplo, ha sido preciso gastar 30 cenlíáielros cúbicos de liquido normal para trasformar la sal ferrosa en férrica, es evidente que un peso idéntico de mineral de hierro, cuyo metal rebajado al mínimum de oxigenación (después de haber sido disuelto en el ácido hidroclórico), hubiera exijido, para peroxidarse, 15 centímetros cú-

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bicosde líquido normal, contendría 50 por 100 de hierro metálico.

Espuestas estas consideraciones, veamos cómo se ejecuta el análisis enunciado.

Se toma 1 gramo de mineral de hierro reducido á polvo muy fino, y se disuelve en 20 ó 30 centimelros cúbicos de ácido clorhídrico puro y fumante, dentro de un matraz de la capacidad de 1 litro; acto continuo, se somete la mezcla á una ebullición moderada hasla que lodo el mineral se haya disuelto; efectuado esto, se añade al producto agua destilada (como un tercio de la capacidad del matraz), y se rebaja á ferrosa la sal férrica, añadiendo al líquido é hirviendo después, 6 gramos de zinc puro ó 4 gramos de una disolución concentrada de sulfito sódico: al cabo de algunos minutos de ebullición, deja de percibirse en la masa el olor de ácido sulfuroso, y esta adquiere un matiz verdoso, lo cual es indicio de que se ha verificado la reducción.

Después de haber diluido el líquido en nueva cantidad de agua, con el objeto de que su volumen sea con corta diferencia igual á 1 litro, se vierte gota á gota la disolución normal del pernianganalo de potasa, hasla tanto que aparezca la coloración rosácea consabida. Manifestado este fenómeno, se da la operación por terminada; se lee sobre la escala de la bureta el número de divisiones empleadas, y se comparan con las invertidas en un principio para sobreoxidar 1 gramo de hierro puro.

Supongamos que siendo 30 centímetros cúbicos el

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título ponderal del permanganato de poíasa, respecto (le 1 gramo de hierro, se han gastado 17 divisiones de este liquido normal para peroxidar el hierro procedente de 1 gramo de mineral; se planteará la proporción siguiente:

30 : 1,000 : : IT : x i.oooxn - ^„.. —30 =0'^fifi^-

Es decir, que el mineral analizado contiene, según el caso admitido, 56,66 por lOO de hierro.

El zinc, el manganeso, el ácido fosfórico, la cal, la alúmina, la magnesia y la sílice, no se oponen al buen resultado de este ingenioso método, ideado por Mr. Marguerile. Si el hierro contiene, arsénico ó cobre, se precipitarán de su disolución acida por medio del zinc; pero como reaccionarían sobre el permanganato, para absorver oxigeno, se eliminarán por filtración, y después de haber lavado perfectamente el filtro, se reunirán todos los líquidos para ejecutar con ellos el procedimiento descrito.

Análisis de una mezcla ó combinación de protóxido y peróxido de hierro.

Para averiguar la cantidad de óxido ferroso y de óxido férrico, reunidos al estado de combinación ó de mezcla, pueden emplearse los métodos siguientes.

1.* Se disuelven ambos óxidos en el ácido clorhídrico; se intreduce la disolución en un frasco lleno de ácido carbónico, y se hace pasar á través de ella una corriente de hidrógeno sulfurado, que actuando sola-

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raenle sobre la sal de hierro ad máximum, la reduce y precipila una cantidad de azufre proporcional al peróxido existente, v. g.:

FeW*, 3SO'-f-ff5=flO, SO'-\-i(FeO, SO')+S. De manera que el peso de azufre indica la propor

ción de óxido férrico contenido en la mezcla. 2.* Berzelius ha descrito otro método, que consis

te en disolver los dos óxidos en el ácido hidroclórico; introducir la disolución en un frasco lleno de ácido carbónico, y dejarla durante 24 horas en contacto de cierta porción de piala en polva, que reduce la sal ferrosa, dando origen al propio tiempo á cloruro argéntico insoluble. Se pesa la mezcla de plata y de cloruro: la diferencia entre el peso de esta mezcla y el de la plata empleada, dará á conocer la dosis de óxido férrico existente, v. g.: / 'e'0'-|-3/7C/=3/i04-Fe'Cl' Fe'Cl'+Ag^AgCl+^FeCL "

Cada equivalente de cloruro argéntico corresponde á otro de peróxido de hierro.

3. ' Y por último, puede emplearse, como propone Mr. Marguerite, una disolución normal de per-manganato de potasa, que oxida la sal ferrosa y no altera la férrica.

Para ejecutar esta análisis, se toma 1 gramo del compuesto que contiene los dos óxidos, y se disuelve en 30 centímetros cúbicos de ácido hidroclórico fumante; se dilata la disolución en cerca de un litro de agua destilada, y se vierte permanganato de potasa hasta tanto que adquiera el liquido un matiz rosáceo.

Supongamos, como anteriormente, que la disolu-

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cion del permanganato tenga un valor ponderal igual á 30 cenlímelros cúbicos, por cada gramo de hierro puro, y que se hayan gastado 10 centímetros cúbicos de ella; es evidente que se averiguará la cantidad de óxido férrico, planteando la siguiente proporción:

30 : 1,000 : : 10 : a;

Por consiguiente, la mezcla contiene 33,33 por 100 de hierro al estado de protóxido.

Para averiguar ahora la dosis de óxido férrico existente, se disuelve otro gramo del compuesto sometido al análisis, en 30 centímetros cúbicos de ácido bídroclórico; se rebaja el hierro ad minimum por medio del zinc ó del sulflto alcalino, y se determina por el método ordinario la cantidad de hierro contenida en el líquido.

Admitamos que este segundo ensayo acuse 60 por 100 de hierro: rebajando de esta cantidad las 33,33 partes de metal, al estado de sal ferrosa, el resto 26,67, indicará la proporción de hierro que figura al estado de sal férrica: esta proporción representa 38,1 de sexqui-óxido.

De manera, que en último resultado, 100 parles del compuesto sometido al ensayo contienen:

Oxido ferroso 42,8 — . férrico 38,1

Sustancias eslrañas 19,1

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Cuprimetria.

El importante método analítico, ideado por Mr. Pelouze, que vamos á dar á conocer, no solamente permite dosizar con grande exactitud el cobre en las diferentes aleaciones que constituye uniéndose á los demás metales, sino que también es aplicable al análisis de los minerales cobrizos y de las principales sales á base del mencionado metal.

La dosizacion del cobre por este procedimiento, está fundada: 1.° en la propiedad que poseen sus sales de disolverse en el amoniaco, dando origen á un líquido de color azul muy intenso; 2.* en la circunstancia de ser descomponible este líquido amoniacal por los sulfures solubles, decolorándose completamente cuando ya no hay cobre en disolución.

En vista de esto, se comprende sin grande esfuerzo la posibilidad de determinar fácilmente la proporción de cobre existente en un compuesto salino, precipitando su disolución amoniacal por un liquido normal, de sulfuro de sodio, hasta tanto que haya desaparecido totalmente el matiz del agua celeste.

Entre las infinitas ventajas que ofrece este esce-lenle medio de análisis, la mas importante es sin duda alguna la de poderle practicar con el mismo éxito en presencia de ciertos metales, tales como el plomo, estaño, zinc, cadmio, hierro y antimonio; porque aun suponiendo un liquido amoniacal en el que figurasen dichos cuerpos simples, bien sea en disolución ó bien bajo la forma de precipitado insoluble, la esperiencia

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ha demostrado que el sulfuro alcalino dirije principalmente su acción sobre el cobre, y que en el raomen-lo de desaparecer el color azul, la cantidad de liquido normal añadido es proporcional á la de cobre existente en la disolución: los metales estrafios no reaccionan sobre el sulfuro alcalino, sino cuando todo el cobre ha sido precipitado. Solo cuatro metales se oponen á la ejecución de este procedimiento, á saber: el mercurio, el cobalto, el niquel y la plata; pero esta última, puede eliminarse en rigor fácilmente, por medio del ácido hidroclórico.

Espuestas' las consideraciones que preceden, vamos á ocuparnos ahora de la manera de practicar el método indicado, empezando por la preparación del liquido normal.

Se pesa 1 gramo de cobre puro; se disuelve en 5 ó 6 gramos de ácido nítrico; se añaden al liquido 40 ó 50 cenliraetros cúbicos de amoniaco cáustico concentrado; se calienta el matraz hasta una suave ebullición, y se vierte poco á poco una disolución de sulfuro de sodio, medida en una bureta, y en la que cada centímetro cúbico está dividido en 10 partes (el cobre se deposita al estado de oxisulfuro, v. g.: CuO, hCuS). En el instante en que pierde su coloración el líquido, (lo cual se reconoce con facilidad dejando que se a pose el precipitado durante algunos instantes) se lavan las paredes del matraz con una pipeta llena de amoniaco cáustico, y sé lee acto continuo sobre la bureta el número de centímetros cúbicos empleados en la decoloración del líquido amoniacal: admitamos que sean 30

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centimetros cúbicos; os indudable que si una aleación ó un mineral de cobre, analizado por este método en cantidad igual á Is'.OOO, produce una disolución nítrica, hidroclórica ó cloro-nitrica, cuya decoloración exije 15 divisiones del sulfuro alcalino, 100 partes de la misma aleación ó de mineral, contendrán 50 partes de cobre.

Para analizar un mineral de cobre por este procedimiento, se procede de la manera siguiente: se pulveriza; se pesa 1 gramo del mineral en cuestión, y se disuelve en un esceso de agua regia; se elimina por ebullición la mayor parte-del ácido escedente; se deja enfriar el matraz durante algunos instantes, y se vierte una buena porción de amoniaco cáustico.

Las sustancias insolubles y las que han sido precipitadas por el álcali (sílice, alúmina, óxido de plomo, óxido de antimonio, óxido de hierro, etc.), permanecen en suspensión dentro del líquido: es inútil eliminarlas por filtración, por el motivo de que no impiden el que se aprecie la decoloración, y por otra parle no actúan sobre el sulfuro de sodio sino cuando ha sido completamente precipitado el cobre.

Respecto al caso indicado de la presencia de los metales, estaño, hierro, plomo, zinc y cadmio, es fácil convencerse de que no pueden reaccionar sobre el sulfuro de sodio sino después que lo haya efectuado el cobre: se ha reconocido en efecto, que si por ejemplo se necesitan 30 centímetros cúbicos de líquido normal para destruir el color azul á una disolución amoniacal de 1 gramo de cobre, es preciso invertir

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28-i una cantidad idénlica de sulfuro sódico para decolorar igual dosis de disolución cúprica mezclada con sales de estaño, hierro, zinc, cadmio y plomo. Se ha evidenciado igualmente, que si se calienta durante un corto tiempo alguno de los sulfures citados (v. g. el de zinc) con el nitrato de cobre amoniacal, la disolución se decolora, el cobre se precipita, y el zinc entra en disolución: lo cual demuestra de un modo evidente que el zinc no puede sulfurarse antes del cobre, y que por lo tanto no afecta su influencia á la exactitud del procedimiento de que vamos hablando.

En el caso en que la aleación que se analiza contenga cstafio, este metal permanece fluctuante en el amoniaco al estado de ácido estánnico, que se deposita con gran lentitud, é impide reconocer el término exacto de la decoloración: se ha observado, por otra parte, que añadiendo una corta cantidad de nitrato de plomo, se facilita notablemente la precipitación del ácido estánnico.

Otra de las ventajas que ofrece el método analítico que describimos en este articulo, es la de poder reconocer fácilmente una corta cantidad de zinc: en efecto, precipitado todo el cobre en el seno del liquido amoniacal caliente, el sulfuro sódico produce un depósito blanco de sulfuro de zinc, y la cantidad de sulfuro alcalino empleado es proporcional á la de zinc existente en la disolución; de manera que hasta puede apreciarse pof este medio la dosis de dicho metal existente en la aleación.

La presencia del hierro en un ensayo de cobre por

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via húmeda, no perjudica sino cuando figura en cantidad considerable, lo cual acontece pocas veces: se filtra en semejante caso el líquido amoniacal; se lava el precipitado de hidrato de óxido férrico; se concentran en seguida los líquidos y las aguas de loción reunidas, y se opera como dejamos indicado.

Para determinar la cantidad de cobre existente en una sal que contenga un compuesto de hierro ad mi~ nimum, como sucede generalmente con el sulfato de cobre dei comercio, es preciso peroxidar el hierro mediante el ácido nítrico: sin esta precaución, el protóxi-do de hierro eliminado por el amoniaco, quitaría el oxígeno al óxido cúprico, y el análisis resultaría inexacto en atención á que se precipitaría el cobre al estado de proto-sulfuro (Cu^S).

Argeníimelria.

£1 procedimiento analítico (inventado por Mr. Gay-Lussac) de que vamos á ocuparnos á continuación, está fundado en la propiedad que poseen los cloruros solubles de precipitar completamente la plata de su disolución nítrica, sin ejercer acción alguna sobre los metales con los que pueda hallarse aleado dicho metal, escepto el mercurio. La ecuación siguiente da una idea de esta reacción.

AgO, NO'+MCl^AgCl+MO, N0\ La fórmula general M, puede representar potasio,

sodio, calcio, magnesio, etc. El cloruro de plata tiene la cualidad importante

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286 (le reunirse por completo en un solo punto, cuando se agita el líquido en cuyo seno se ha formado, dejando el líquido claro y trasparente; de manera, que es fácil reconocer en semejante momento si hay esceso de nitrato argéntico ó de cloruro alcalino: en el primer caso, se enturbiará la disolución por una gota de cualquier cloruro soluble, mientras que en el segundo, precipitará por el nitrato de plata.

El análisis de las aleaciones de plata, mediante una disolución de cloruro sódico, puede ejecutarse de tres maneras distintas. 1.* precipitando la plata por un csceso de sal común, en cuyo caso el peso del cloruro argéntico obtenido indicará el de la plata existente; 2.* conocido el valor de una disolución normal de sal co> mun, determinar el peso de ella que es preciso consumir para precipitar exactamente la plata contenida en la aleación; 3.' y por último, conocido del mismo modo el valor ó título de la disolución de cloruro sódico, averiguar el volumen que es necesario emplear para precipitar la piala.

Todos estos tres métodos son sumamente prácticos y sencillos, pero el último lo es aún en mas alto grado, por cuya circunstancia le dio la preferencia el célebre autor de este magnífico sistema de análisis, Mr. Gay-Lussac, particularmente para el ensayo de las monedas de plata, ó sea la aleación del cobre con el referido metal.

Antes de jproceder al análisis de una aleación de plata, es preciso preparar: 1.' cierta cantidad de plata de una ley igual á ^-^, es decir, químicamente pura;

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2." «n liquido normal de sal común; 3.* una disolución decimal de cloruro sódico; 4." una disolución decimal de plata.

Para preparar la piala pura, se disuelve en el ácido nítrico del comercio bien sea la plata de moneda, ó la obtenida por copelación; y si se forma algún residuo (oro, sulfuro ó cloruro de plata), se separará del líquido, decantando éste á una vasija de vidrio; hecho esto, se dilata la disolución en agua destilada, y se precipita por un esceso de sal común. Lavado perfectamente el cloruro argéntico resultante, se descompone, á una temperatura roja intensa, dentro de un crisol de Hesse ó de Beaufay, mediante una mezcla de 70,4 partes de carbonato calcico y 4,2 parles de carbón por 100 de cloruro, supuesto seco; se produce oxiclo-ruro de calcio, óxido de carbono, ácido carbónico y plata metálica, v. g,: ÁgCl-\-iCaO, CO''+C=(CaO, CaCl)-{'COJriCO'+-^g,

Se rompe longitudinalmente el crisol, y se estrae ^e\ fondo de éste el bolón de plata reducida; aclo continuo, se disuelve otra vez el metal en el ácido nítrico; se precipita de nuevo por el cloruro de sodio; y por último, se vuelve á descomponer el cloruro argéntico, resultante, por la misma mezcla de carbón y de carbonato de cal: la plata obtenida en esta nueva ocasión, es ya químicamente pura; de manera que solo resta reducirla á granalla para que pueda disolverse con mayor facilidad en el ácido nítrico.

Obtenido el metal puro, se procede á preparar el liquido normal de sal común.

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Se llama líquido normal de sal común á una diso* lucion de cloruro sódico, que bajo el volumen de un decilitro, y á la temperatura de +15°, precipita exactamente 1 gramo de plata pura: para conseguir este líquido, sería preciso disolver S'',414 de cloruro de sodio (libre de materias eslrañas) en agua destilada, haciendo de modo que el volumen de la disolución ocupara 1 litro á la temperatura de +15°; pero es mas sencillo preparar el líquido normal con la sal marina del comercio. Para ello, se disuelven 300 gramos de cloruro sódico ordinario en 2 litros próximamente de agua destilada, y se filtra la disolución; se evaporan algunos gramos de ésta para apreciar la cantidad de sal que contiene, y en seguida se diluye el liquido en la dosis de agua que indique el cálculo, suponiendo que el cloruro sódico sea puro; hecho esto, se precipita, mediante 1 decilitro de la indicada sal, 1 gramo de plata pura, disuelto en el ácido nítrico; pero como aquella disolución es muy débil por el motivo de que siempre acompañan sustancias estrañas al cloruro de sodio ordinario, resulla que es preciso completar la precipitación con cierto número de centímetros cúbicos del líquido decimal de sal común, cuya composición es coBocida: se anota el volumen de la di-soluciou supletoria que ha servido para terminar la precipitación de la plata, y se calcula cuánta sal común (en disolución por supuesto) debe añadirse al primer líquido para convertirle en disolución normal. Practicado otro segundo ensayo, también con 1 gramo de plata, se consigue ya una aproximación muy

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grande; y en fin, una tercera prueba permite poseer exactamente la disolución normal de cloruro sódico: sépase sin embargo que no hay precisión de que un decilitro de este líquido precipite de una manera perfecta 1 gramo de plata pura; basta con que se aproxime mucho á ello, y sobre todo conocer rigorosamente la cantidad de plata que puede eliminar bajo la forma dicha.

Respecto al modo de obtener la disolución decimal de cloruro sódico, se vierte un decilitro del líquido normal mencionado dentro de una vasija de la capacidad de un litro, y se acaba de completar la medida con agua destilada: es evidente que un litro de la disolución decimal puede precipitar un gramo de plata, y que la milésima parte ó un centímetro cúbico del mismo líquido, precipitará exactamente la milésima parte de un gramo, ó sea un miligramo de metal.

Resta solo preparar la disolución decimal de plata: á este fin, se disuelve un gramo de plata pura en 5 ó 6 de ácido nítrico libre de materias estrafias, y se dilata la disolución en agua destilada hasta reunir exactamente un litro.

El líquido decimal de plata y el de cloruro sódico están preparados de tal manera, que cuando se mezclan en volúmenes iguales, no hay ni esceso de nitrato argéntico ni de sal común, sino simplemente nitrato de sosa y cloruro de plata, como se ve por la siguiente ecuación.

% 0 , NO'+NaCl'^NaO, NO'+AgCl. La primera condición que hay necesidad de satis-

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290 facer en esle método analítico, es operar sobre una cantidad de aleación que contenga muy cerca de un gramo de plata: en el caso en que no se conozca, siquiera de un modo aproximativo, el valor de la liga, hay precisión de averiguarle, bien sea por copelación ó bien por medio de tanteos con los liquidos normales ó decimales medidos, por ejemplo, en pipetas de 1 ó 2 centilitros. Conseguido esto, veamos cómo se procede al análisis de la aleación; pero con el objeto de particularizar mas el caso, supondremos que se trata (le conocer la ley de una moneda de plata.

Se toma uiia cantidad de moneda que represente aproximadamente un gramo: admitiendo que la pieza

897

posee el limite legal inferior, es decir, j ^ , se averigua planteando una sencilla proporción, la dosis que es preciso tomar de dicha liga para operar sobre un gramo de plata, v. g.:

897 : 1000 : : 1000 : x 1000X1000 , ^,^

Por consiguiente, se pesa 1«',115 de esta aleación, y se introduce en un frasco esmerilado de una capacidad igual, con corta diferencia, á 2 decilitros; se disuelve en baño de maria en 5 ó 6 centímetros cúbicos de ácido nítrico puro de 32" (Baumé); se eliminan, mediante un fuelle terminado por un tubo de vidrio, los vapores nitrosos de que está impregnada la atmósfera del frasco; y finalmente, se vierten dentro de éste (con una pipeta) 100 centímetros cúbicos del

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291 liquido normal: agitado vivamente el frasco durante 2 ó 3 minutos, se abandona algunos instantes al reposo. Pasado este tiempo, se clarifica perfectamente el líquido, y se reúne en el fondo del frasco el precipitado de cloruro argéntico; se toma una pipeta pequeña, sobre la cual hay grabadas dos rayitas (correspondientes á 1 y á 2 centímetros cúbicos) y está graduada como la de un decilitro, de tal modo, que solo debe tomarse en cuenta el líquido que cae dentro del frasco: por consiguiente, no se incluye en la apreciación ni la gota retenida por efecto de la, capilaridad en el eslremo mas estrecho de la pipeta, ni la cantidad de disolución que humedece la pared del vidrio.

Clarificado el liquido por la agitación, se mide con la misma pipeta un centímetro cúbico de la disolución decimal de cloruro sódico, y se vierte en el frasco, en donde se ha introducido previamente un decilitro del líquido normal de sal común: en el caso en que aún exista algo de plata sin precipitar, se conocerá al momento por la nubécula blanca que se forma en el líquido; averiguado esto, se agitará segunda vez, y en seguida, se dejará caer en el líquido trasparente otro centímetro cúbico de disolución decimal.

Supongamos que después de haber añadido 3 centímetros cúbicos de líquido decimal, y de haber observado tres veces la nube blanca, no produjera precipitado alguno la adición del cuarto centímetro cúbico; es evidente que no debe estimarse este nuevo vo lumen, porque, en rigor, no ha producido reacción alguna; el tercero ha formado un precipitado, es cier-

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to, pero ¿se ha inverlido lodo el centímetro en ocasionar este efecto, ó solo se ha gastado una parte de él? O en otros términos: ¿cuál es la fracción empleada? En la imposibilidad de decidir esta cuestión, se admite que únicamente ha sido utilizada ia mitad del tercer centimetro cúbico de la disolución decimal: el error que por otra parle resulta de esta medida arbitraria, no llega á medio milésimo, supuesto que un centímetro cúbico de liquido decimal de sal común corresponde á un miligramo de plata.

En resumen, la plata contenida en Is ' . l lS de aleación ha sido precipitada: 1.' por un decilitro de líquido normal que representa un gramo de metal puro; y 2 / por 2,5 centímetros cúbicos de la disolución decimal de cloruro sódico, que representa 2,5 miligramos de piala; por consiguiente, la cantidad de aleación sometida al ensayo contiene l^',000-f-0«',0025»= 16',0025 de plata. Para obtener ahora el valor real (le la liga, se planteará la proporción siguiente:

1,115 : 1,0025 : : 1000 : x 1,0025x1000

1,115 =0,899.

La ley de la moneda analizada es igual á —^. Según hemos observado, los líquidos decimales de

sal común y de plata, se destruyen recíprocamente cuando se mezclan en volúmenes iguales: pues bien, si ensayada la aleación en la cantidad arriba indicada, y después de haber sido precipitada por un decilitro de liquido normal, no se enturbia á la adición de

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295

un milésimo de la disolución decimal de cloruro sódico, se neutralizará inmediatamente dicha dosis por un centímetro cúbico de líquido decimal de plata. Clarificado acto continuo el todo, mediante la agitación, volverá á adquirir la mezcla el mismo estado que poseía después de haber añadido el decilitro de líquido normal, y en seguida se verterá el número de centímetros cúbicos de la disolución decimal de plata que sean precisos para conseguir que desaparezca completamente la nubécula blanca.

Supongamos después de esto, que haya sido preciso emplear 4 centímetros cúbicos de la disolución decimal de nitrato argéntico; es claro que no habiendo reaccionado el último cenlímelro cúbico añadido, debe despreciarse, y tomar solo en cuenta la mitad del tercero. De manera que los 1K',115 de aleación deben contener 1,000—0,0025 de plata, ó 0s%9975.

Para averiguar ahora la ley correspondiente á esta cantidad de metal, se planteará la siguiente'pro-porcion:

1,115 : 0,9975 : : 100 : j 0.9975X100 „„_,„

^ ° 1,115 -''^''''

Semejante moneda estaría fuera de los límites legales, supuesto que su valor intrínseco es igual á 894 milésimos: la mínima cantidad de plata que la ley to-, 8 9 7 r M J

lera es ](^. Se ha supuesto en lo que precede, que la disolu

ción normal de cloruro sódico, precipita exactamente y

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294 en todas circunstancias, un gramo de plata por decilitro; mas no se han tenido en cuenta al hacer esta suposición las variaciones de temperatura que ocasionan un aumento ó una disminución de volumen del líquido normal, y por consiguiente, un cambio en el estado de concentración del mismo.

Estas dilataciones y concentraciones, corresponden á ciertos cambios en el título de la disolución de sal común, cuyos coeficientes se hallan consignados en una tabla formada por Mr. Gay-Lussac: sin embargo, es preferible examinar el estado del líquido normal siempre que se vaya á practicar una análisis. A este efecto, se disuelve un gramo de plata pura en el ácido nítrico; se precipita por un decilitro de disolución normal , y se examina acto continuo el estado del liquido, procediendo con la sal común decimal ó con el nitrato de plata, como si se tratara de un nuevo análisis; hecho esto, admitamos que á consecuencia de haberse elevado la temperatura, se ha debilitado la disolución normal de cloruro sódico, y ha habido necesidad de afiadir medio centímetro cúbico de ella para completar la precipitación de la plata; lo cual quiere decir que el liquido normal ha disminuido medio milésimo. Pero si por el contrario ha sido preciso emplear, independientemente de la disolución normal, un milésimo del líquido decimal de plata, para precipitar por completo el gramo de plata fina, es indicio de que la disolncion normal ha aumentado un milésimo, supuesto que ha precipitado l«%000-}-0e',001 de plata: en el primer caso, será forzoso rebajar medio

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295

milésimo, y en el segundo, aumentar un milésimo en todas las determinaciones ejecutadas.

Entre los varios metales que acompañan á la plata en las aleaciones del comercio, únicamente el mercurio es el que se opone á la ejecución de la análisis por via húmeda, por el motivo de que absorve cloro, y luego resulta una ley sumamente exajerada. Por lo demás, es fácil reconocer la presencia del mercurio en las barras de plata; en efecto, dicho metal impide que el cloruro argéntico adquiera color al contacto de la luz, y que se clarifique el líquido. Si este cuerpo figura en una proporción menor de un milésimo, puede descubrirse su existencia disolviendo algunos gramos de la aleación impura en el ácido nítrico, y vertiendo en el liquido una cantidad de cloruro sódico, que sea insuficiente para precipitar toda la plata: el mercurio se deposita y reúne en las primeras porciones de cloruro argéntico formado, el cual no cambia de color, según dejamos dicho, bajo la influencia de la luz solar.

Mr. Levol ha propuesto un medio de evitar los inconvenientes que resultan de la presencia del mercurio en las análisis de la plata por via húmeda, reducido á lo siguiente: disuelta de la manera ordinaria en el ácido nítrico la cantidad precisa de plata, se vierten sucesivamente 25 centímetros cúbicos de amoniaco cáustico, y un decilitro de líquido normal; en seguida, se sobresatura el esceso de amoniaco por 20 centímetros cúbicos de ácido acético; y por último, se continúa la operación como de costumbre.

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296 é

Verificando Gay-Lussac la exactitud de los resultados indicados por Levol, observó que el acetato sódico podía reemplazar perfectamente al amoniaco y al ácido acético; después de esto, hay motivo para suponer que cuando un liquido, en donde se precipita la plata, contiene ácido acético en vez de ácido nítrico libre, el mercurio no reacciona sobre los cloruros alcalinos, y por lo mismo cesa de ser un obstáculo al buen resultado de la análisis.

Sabiendo previamente que una aleación de plata contiene mercurio, lo mas sencillo es añadir acetato sódico á la disolución nítrica, según recomienda Gay-Lussac ; pero cuando se observa dicha circunstancia en el momento de estarse ejecutando el ensayo, debe practicarse lo que dice Mr. Levol, sobre lodo, si no tiene el operador nueva dosis de piateria para repetir la análisis.

Sucede en ciertos casos, que la plata aparece mezclada con sulfuro de la misma base: este compuesto, aunque disuelto, digámoslo asi, en una proporción de metal considerable, resiste á la acción del ácido nítrico; pero en medio de este inconveniente, hay la ventaja de poder descubrir con facilidad la existencia del sulfuro argéntico, porque cuando la aleación se disuelve en el ácido nítrico, no se precipita el residuo bajo el aspecto de copos negros y voluminosos, como sucede cuando hay oro, sino que afecta la forma de un precipitado tojo-agrisado, fino, y dificil de reunir: es indispensable en semejante caso añadir á la disolución nítrica, 8 ó 10 centímetros cúbicos de ácido sul-

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297

fúrico concentrado, y mantener esta mezcla por espacio de un cuarto de hora, próximamente, en un bafío de maría de agua iiirviendo; pasado este tiempo, se observa que se ha disuello lodo el sulfuro de plata, y por lo tanto ha desaparecido el obstáculo que hacia el ensayo irrealizable. Las barras de plata contienen también algunas veces paladio ó níquel: estos metales producen, al disolverse en el ácido nítrico, líquidos mas ó menos coloreados, pero no alteran en nada la exactitud de las análisis mencionadas.

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De los cálculos que es preciso ejecutar en las análisis cuanlitalivas.

En la análisis cuantitativa, nunca sé dosizan los cuerpos en el estado en que figuran en combinación, sino que es indispensable traducir á la forma deseada los resultados obtenidos; lo cual se consigue fácilmente, unas veces por medio de simples proporciones, y otras por ecuaciones y con el auxilio de fórmulas químicas, que espresan la constitución de los compuestos bajo cuya forma se han pesado los cuerpos.

Con el objeto de utilizar en los cálculos dichas fórmulas, indicadas con mucha frecuencia en nuestra obra, es preciso sustituir á los símbolos el valor numérico que ofrecen las tablas de los equivalentes. Hó aqui este valor.

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TABLA DE LOS NÚMEROS PROPORCIONALES.

(H=í; HO=agua).

Ag = 108.. . . Plata. zr = i o o . . . . Mercurio. Al = 13,7. . Aluminio. / = 1 2 6 . . . . Yodo. Ag = 9 . . . . Agua. K - 39 . . . . Potasio. As=^ 7 5 . . . . Arsénico. Mg^ 12 . . . . Magnesio. Í1M = 196... . Oro. Mn= 28 . . . . Manganeso B = 1 1 . . . . . Boro. iV = 14 . . . . Nitrógeno. Ba = 68. . . , , Bario. Na= 2 3 . . . , . Sodio. Bi = 210... . Bismuto. iVt= 29 . . . . Niquel. Br = 80. . . . Bromo, 0 = 8 . . . . Oxigeno. C = 6 . . . . Carbono. P = 32. . . . Fósforo. Ca = 20. . . . Calcio. Pb=\U... . Plomo. Cd = 56 . . . . Cadmio. Pd= S3,3. . Palodio. Cl = 36. . . . Cloro. Pt = 99 . . . . Platino. Co = 29,6, . Cobalto. S = 16 . . . . Azufre. Cr = 26. . . . Cromo. Sb = 64,5. . Antimonio. Cu = 31,8. . Cobre. Si = 7,5. . Silicio. Fl=z 19. . . . Fluor. Sn=: 58 . . . . Estaño. Fe = 28. . . . Hierro. Sr = 44. . . . Estroncio. H = 1 . . . . Hidrógent >. Zn= 3 3 . . . . Zinc.

La labia precedente sirve para calcular las análisis directas é indirectas, y las fórmulas de los compuestos químicos definidos.

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300

Análisis directas.

Siempre que se praclica una dosizacion, debe cuidarse de calcular el resultado en 100 parles, á fln de hacerle comparable con otros datos que se han de adquirir ulteriormente.

Ejemplo. Se ha obtenido en la dosizacion del ácido fosfórico (pág. 229J ;

de 28%3'i6 de materia empleada, 03',403 de pyrofosfato magnésico.

¿Cuánto ácido fosfórico (PO') contienen 100 partes de materia ?

La fórmula del pyrofosfato magnésico es: WgO, P0\

Sustituyendo ahora á cada simbolo su valor numérico, resultará:

O =4or^^'^«=^^' Mg' = 24 O' = 1 6

Total.... 112

La fórmula precedente indica que P0\ tMgO contienen PO"", es decir, que 112 de pyrofosfato magnésico poseen 72 de ácido fosfórico; de manera que es preciso plantear las dos proporciones siguientes.

1.' Si 2e',3i6 de materia producen OE',403 de pyrofosfato magnésico, 100 ¿cuánto producirán?

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301

2,346 : 0,403 : : 100 : a;

^^0,403X100^^^^^^ (pyrofosfato magnésico). 2,346

2.* Si 112 de pyrofosfato magnésico contienen 72 de ácido fosfórico, 17,17 liallados en la análisis, ¿cuánto contendrán?

112 : 72 : : 17,17 : x 72x17 17

¿c= - ^ . ' -=-11,03 (ácido fosfórico).

Por consiguiente, 100 parles de la sustancia analizada contienen 11,03 de ácido fosfórico.

Para averiguar ahora la cantidad de fósforo existente en la materia supuesta, bastará enunciar la segunda proporción del modo siguiente:

Si en 112 de pyrofosfato magnésico hay 32 de fósforo, en 17,17 ¿cuánto habrá?

112 : 32 : : 17,17 : x

a ;=—Íi2^—=4 '9^ (fósforo).

Análisis indirectas.

En vez de pesar separadamente bajo la forma de una combinación cualquiera, los cuerpos que se deslían, hay precisión en ciertos casos de averiguar de una manera indirecta la cantidad en que figuran, para lo cual se empieza por pesarlos juntamente, y lúe-

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302 go se dosíza una de las partes constiluyenles de su combinación común: tal sucede, por ejemplo, en la determinación cuantitativa de una mezcla de potasa y sosa; ambos álcalis se pesan primeramente al estado de sulfates (pág. 226j, y en seguida se averigua, mediante una sal bárica, la proporción de ácido sulfúrico contenido en dicha mezcla.

Dosisacion de una mezcla de potasa y sosa.

Supongamos que la análisis ha ofrecido los resul-tados'siguientes:

3°',505 de materia, han producido 1°',307 de una mezcla compuesu de sulfato sódico y potásico neutros.

Esu mezcla ha originado l'S919 de sulfato bárico.

¿Cuánta sosa (NaO) y potasa (KO) contienen 100 partes de materia?

Para resolver este problema, se empieza por calcular la cantidad de ácido sulfúrico (SO*), combinada con los álcalis, que se ha obtenido directamente.

La fórmula del sulfato bárico es: BaO. SO*;

de modo que sustituyendo los símbolos por su valor numérico, resultará:

Ba = 68 . O = 8

Total 116

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303

Hecho esto, se planteará una proporción en esta forma: si 116 de sulfato bárico contienen 40 de ácido sulfúrico, 1,919 hallados en la análisis, ¿cuánto contendrán?

116 : 40 : : 1,919 : x 40X1,919 - „„. X j j ^ = 0 , 6 6 2 .

Por consiguiente, los l ^SO? de sulfato de sosa y de potasa poseen 0,662 de ácido sulfúrico.

Sabida la cantidad de ácido sulfúrico existente en esta mezcla, se averigua en la tabla de los números proporcionales qué dosis de ácido sulfúrico contienen el sulfato sódico {^aO, 50') y el potásico {KO, SO'), V. g.:

40.

Sulfato sódico. Sulfato potásico.

0' =24)^*^"^° = 40.

iVa = 23 ^ = 3 9 0 = 8 0 = 8

Total... 71 Total... 81

Se ve según esto, que en 71 de sulfato sódico hay 40 de ácido sulfúrico, y que en 87 de sulfato potásico existen también 40 del mencionado ácido: por manera que en deQnitiva, 1 de sulfato de sosa contiene 0,56338 de ácido sulfúrico; y 1 de sulfato de potasa posee 0,45977 del mismo ácido; en efecto:

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304 -1 : 4 0 : : 1 : X 87 : 40 : : í:x

« = 40x1 =0,S6338 X — 40x1

87 " = 0,45977

Pero como quiera que las combinaciones químicas se verifican en proporciones invariables, es evidente que la cantidad 0,662 de ácido sulfúrico, hallada en la mezcla de los dos sulfatos, debe ser igual á 0,56338 veces el número de unidades de sulfato sódico contenido en la misma, mas 0,45977 veces el número de unidades de sulfato potásico existentes en la mencio-nada'mezcla.-

Por consiguiente, representando por x el número de unidades de sulfato sódico, y por y las correspondientes al sulfato potásico, tendremos esta ecuación:

0.36338 a;-|-0,45977 i/=0,662 , , , . 0,662-0.56338 íc de donde resulta: »/= 0 45977 (^^•

Por otra parte, la mezcla de los dos sulfatos pesó 1,307; por consecuencia:

a;-ft,=l,307 y=l,307—ic.

Sustituyendo ahora á y, en la ecuación A, por su valor X, espresado en la ecuación B (T. g.):

0,662-0,56338 x 1.307—¿17=-^ —~

0,43977 se obtendrán los resultados siguientes:

0,45977 {l,307-x)=0,662-0,56338 x.

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30o

0,45977. 1.307-0,45977 Í C = 0 , 6 6 2 - 0 , 5 6 3 3 8 ¡r, 0,56338 íc-0,45977 a;=0,662-0,60092,

x (0,56338—0,45977) a;=0,06108, 0,06108 - „„-„

^=04036i=^'^^^^-

De manera que «n la mezcla de ambos sulfates existen 0,5895 de sulfato sódico: averiguado esto, bastará restar dicha cantidad de 1,307 para saber la dosis correspondiente al sulfato de potasa. En efecto; ,1,307—0,5893=0,7175 (sulfato potásico).

En resumen, la análisis indirecta ha demostrado que 2e%803 de materia contienen 0,5895 de sulfato sódico, y 0,7175 de sulfato de potasa; cuya suma representa la cantidad de mezcla hallada directamente, V. g.:

0,5895 0,7175 1,3070

Respecto al modo de averiguar ahora, en presencia de estos datos, las proporciones de potasa y sosa que representan los sulfates obtenidos, asi como también la cantidad que de dichas bases contendrán 100 partes de la sustancia analizada, todo está reducido á seguir una marcha análoga á la adoptada respecto del ejemplo del ácido fosfórico > consignado en la página 301.

Pueden abreviarse los cálculos precedentes, ha-20

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506 ciendo uso de la siguienlc fórmula, propuesta por Fresenius.

A., representa la mezcla de los dos sulfatos; N, el sulfato de sosa; K, el de potasa y S, el ácido sulfúrico contenido en las dos sales.

jy_5-(Ax0.45916) 0,10207

Hagamos ahora aplicación de estas fórmulas á un ejemplo particular.

Supongamos que la mezcla de ambos sulfatos ba pesado 20 gramos, y que se ha obtenido una cantidad de ácido sulfúrico igual á 10,5; resultará lo siguiente:

Ar= ^0>3—(20X0,4S916) 10,5—91832 0,10207 0,10207 ^

1,3168 ^„ = 12,9

0,10207 A'= 2 0 - 1 2 . 9 = 7 , 1 .

Es decir, que los 20 gramos de la referida mezcla estaban constituidos por 12,9 de sulfato sódico y 7,1 de sulfoto potásico.

Determinación de una mezcla de cloruro y de bromuro.

Se pesan juntamente las dos combinaciones al estado de sales argénticas; se toma acto continuo cierta dosis de la mezcla; se hace pasar una corriente de

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307

cloro á través de ella; y se averigua la pérdida de peso ocasionada por este tratamiento.

Admitamos que los resultados obtenidos sean los siguientes:

Ss'.OlO de materia, han producido 3,079 de ana mezcla de cloruro y de bromuro argéoticos.

3S',005 de esta mezcla, han sido reducidos (á consecuencia de la corriente de cloro) á 2,79S de cloruro argéntico ; por lo tanto, la pérdida es igual á 0,210.

Las fórmulas del cloruro y del bromuro argéntico son:

AgCl y AgBr. Reemplazando los símbolos de estos cuerpos, por

sus equivalentes respectivos, se obtendrá su valor relativo; en efecto:

Cloruro argéntico. Bromuro argéntico.

Ag = 108 Ag = 108 a = 3 6 5r =. 80

l i4 188

Guando se hace pasar una corriente de cloro á través de una mezcla de ambas sales, 36 de cloro desalojan constantemente 80 de bromo; es decir, que cada 188 partes de bromuro argéntico, son trasforma-das, mediante la acción del cloro, en l i i de cloruro de plata: por consiguiente, la pérdida es igual á i4 partes.

En vista de esto, la pérdida i4 es á 188 de bro-

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508 muro argéntico, como la pérdida de peso obtenida en el tratamiento por el cloro es k x, ó sea la cantidad de bromuro argéntico buscada.

En nuestro ejemplo hemos supuesto dicha pérdida igual á 0,210; por lo cual debe plantearse la proporción en esta forma:

44 : 188 : : 0,210 : x

x=. —^—=0,897 (bromuro de plata). 44

188 De.modo que bastará multiplicar por -7-7-=(4,272) 44 (dicha pérdida de peso ocasionada por el cloro), para obtener la cantidad de bromuro de plata existente en la materia analizada.

Se ha reconocido igualmente, que puede averiguarse el peso de yoduro argéntico (tratándose de una mezcla de cloruro y de yoduro á base de plata), multiplicando la pérdida por -Q7r = 2,6.

Habiendo evidenciado, por otra parte, que; 3s',005 (le la mezcla de sales argénticas contieaea

0,897 (bromuro) y 2,108 (cloruro)

total 3,005

es fácil averiguar, mediante una simple proporción, qué dosis de cloruro y bromuro corresponden á 3,079, total de la mezcla de las sales argénticas pro-

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309

cedenle de los 5?',010 de materia empleada: planteando otra proporción, se indagará la cantidad que de dichas sales contienen 100 partes del cuerpo analizado; por otra, el cloro existente, etc.

Determinación de las fórmulas.

Cuando se analiza una combinación definida y se quiere saber la fórmula que la corresponde, se empieza por escribir unos á continuación de otros los resultados (calculados en 100 parles) de todas las dosi-zaciones que se han verificado: dividiendo acto cou-tinuo cada número, por el valor del símbolo respectivo, inscrito en la tabla de los números proporcionales, ó lo que es lo mismo, por su equivalente, se obtendrá una serie de cocientes que dará á conocer las relaciones en que dichos números proporcionales se hallan contenidos en la materia analizada; hecho esto, se simplifican dichas relaciones, para lo cual bastará considerar igual á la unidad, á uno de los dos cocientes.

Ejemplo. La análisis de una sal doble de nitrato y de nitrito de plomo, ha dado (en 100 partes) los resultados siguientes:

Nitrógeno 8,6 Oxido de plomo 68,8 Oxigeno 17,1 Agua 8,3

100,0

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310 Los divisores que hay que tomar son:

Para el nitrógeno 14=iV. óxido de plomo (104+8) d n'Í=PbO. agua (1+8) ó 9=H0. oxigeno 8 = 0 .

En seguida, se dispone el cálculo de la manera siguiente:

Cocienta,

Nitrógeno 8,6 : 14 = 0,614 Oxido plúmbico 68,8 : 112 = 0,614 Agua 5,5 : 9 = 0,611 Oxigeno 11,1 : 8 = 2,187

Los cocientes obtenidos demuestran, que en la materia analizada, los números proporcionales del nitrógeno, óxido plúmbico, agua y oxigeno, son entre si como:

0,614 : 0,614 : 0,611 : 2,137. Simplificando ahora estos números (para lo cual

se considerará al mas pequeño igual á la unidad), resultarán nuevas relaciones eo esta forma:

1,004 : 1,004 : 1,000 : 3,497. Estas relaciones, son sensiblemente las mismas

que.: 1 : 1 : 1 : 3,5,

ó bien, multiplicando por 2, para hacer que desaparezca la fracción, las mismas que:

2 : 2 : 2 : 7 . Es decir, que dichas relaciones dan origen, res

pecto del nitrógeno y el oxígeno, á la fórmula A''0';

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511 pero como esta DO puede desdoblarse en una proporción de ácido nítrico (NO^) y otra de ácido nitroso (NO*), no obstante la certeza que se tiene de que ambos ácidos existen en la sal analizada, se admite, en definitiva, que la relación entre ellos no es de 1 : 1; y se ve si multiplicando las cifras precedentes por otro número, resulta una fórmula que pueda descomponerse exactamente en ácido nítrico y nitroso.

Multiplicando por 4 se obtiene: 4 : 4 : 4 : 14.

Lo cual corresponde á la fórmula: N'O'', iPbO, iHO:

pero A *0'* equivale á NO^-\-ÍNOK Por consiguiente, ia fórmula mas sencilla de la sal analizada es esta:

No\ zNo\ iPbo, mo, ó bien:

í NO\PhO.HO^\ \^NO\PbO,HO ]'

Téngase sin embargo muy presente, que las análisis solo ofrecen simples relaciones; y que para elejir entre las diferentes espresiones de una misma relación bailada, los químicos parten de otras consideraciones de un orden enteramente distinto, como por ejemplo de la teoría alomíslica, del isomorfismo, etc.

No obstante el haber terminado, con la consideración que precede, la cuarta y última parte de esla

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312 obrita, creemos oportuuo consignar en este sitio, por via de apéndice, dos ejemplos prácticos referentes á aquellos trabajos científicos que, ofreciendo por lo regular una dificultad comunmente mayor de la que hemos observado al resolver la generalidad de las cuestiones analíticas estudiadas, pueden juzgarse hasta cierto punto como una continuación de la análisis química.

El primero de los dos ejemplos citados, le constituye el estudio de las reacciones á que da lugar el cloruro de cianógeno en presencia del espíritu de la madera; este interesante trabajo, fue ejecutado en el laboratorio de química de Mr. Wurtz por nuestro inolvidable y querido compañero D. Mariano de Echevarría, profesor de química orgánica en la Universidad de Madrid, arrebatado para desgracia de la ciencia por la inexorable muerte en la primavera de su vida; precisamente cuando, de regreso á su patria, debía reco-jer el fruto de una aplicación sin ejemplo, y de una constancia y actividad increíbles en los trabajos del laboratorio. Pero todo fue inútil; el mismo dia y á la misma hora en que por primera vez debía difundir en su cátedra sus profundos y sólidos conocimientos, la despiadada Parca rompía el hilo de su tenue existencia.

¡Ojalá haya alcanzado en la mansión de los justos el premio y felicidad de que no gozó en la tierra!

El segundo ejemplo, consiste en el estudio de la naturaleza química de la chufa, ejecutado por nosotros, en París, en el laboratorio de Mr. Wurlz.

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315 Ambos trabajos (publicados integramente por los

periódicos científicos de Inglaterra y de Alemania) merecieron la insigne honra de ser presentados y leídos á la Academia de Ciencias de París por el eminente químico Mr. Duraas.

PRIMER EJEMPLO.

Acción del cloruro de cianógeno sobre el espíritu de la madera.

Cuando se hace pasar una corriente de cloruro de cianógeno á través del espíritu de la madera, diluido en corta cantidad de agua, no se manifiesta ninguna reacción mientras no se halle saturado el liquido. Pero en el instante en que llega al punto de saturación, se observa inmediatamente una reacción muy intensa: el líquido hierve, se enturbia, y da origen á un precipitado de cloruro amónico.

Después de haber separado esta sal por la filtración , he destilado el líquido filtrado para separar la mayor parte del espíritu de la madera y otros productos volátiles.

Durante esta destilación, se precipita nueva cantidad de sal amoniaco, que se separa por medio de la filtración y espresion; continuando en seguida la destilación del líquido filtrado, cuyo punto de ebullición se eleva cada vez mas. En cuanto llega á 140% se

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314

cambia de recipiente, y se continúa la destilación has-la que la temperatura del liquido espBso y negro que queda en la retorta llegue á 180* ó á 190*. Pasado este punto, el liquido que destila es sumamente coloreado.

El liquido recojido en el recipiente abandona á las 2i boras de reposo una cantidad considerable de cristales perrectamente trasparentes, que basta esprimir entre papeles de filtro para que aparezcan completamente puros.

Dichos cristales son de Yrelhylana: se sabe que este cuerpo lo obtuvo por primera vez Dumas, en la reacción del amoniaco sobre el éter methyl-cloroxi-carbónico. Los cristales de Yrethylana son tablas derivadas de un prisma romboidal oblicuo. No son delicuescentes, se funden entre 52 á 55', y se solidifican á 52' cuando están perfectamente secos.

La menor traza de humedad hace descender su punto de ebullición á 50*. £1 liquido fundido hierve y se volatiliza sin descomposición á la temperatura de 177*. La densidad del vapor de la Yrethylana es de 2,62, cuyo número corresponde á 4 volúmenes.

Los cristales que yo he obtenido me han dado al análisis los resultados siguientes:

I. Os',534 de materia han suministrado 0,629 de ácido carbónico y 0,3345 de agua.

n . OK',3185 de materia han producido 0,3735 de ácido carbónico y 0,2045 de agua.

Estos resultados dan en 100 parles:

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31o Esperimentos. Teoriá.

I. II. Carbono,... 34,12 31,98 C U 32,00 Hidrógeno... 6,95 1,0 H' 5 6,66 Nitrógeno... » » N 14 18,66 Oxigeno. .. • » » 0* 32 52,68

La Yrelhylana es muy soluble en el agua; se disuelve menos fácilmente en el alcohol, y aun menos todavía en el éter. 100 partes de agua disuelven á 11°, 217 partes de Vrethylana, mientras que 100 partes de alcohol solo disuelven 73 parles á 15°.

El ácido sulfúrico, diluido en su peso de agua, descompone la Vrethylana, por medio del calor, en ácido carbónico, espíritu de la madera y sulfato amónico, como manifiesta la siguiente ecuación:

Vrethylana. Sulfaio amónico. Espltiiu de la madera.

Guando el ácido sulfúrico está mas concentrado, reacciona sobre el espíritu de la madera formado; el líquido se oscurece, y hay desprendimiento de ácido sulfuroso y gases inflamables.

La potasa descompone la Yrelhylana en espíritu de la madera, amoniaco y ácido carbónico, que permanece unido al álcali.

No es dificil el darse cuenta de la formación de la Vrethylana en la reacción del cloruro de cianógeno

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5J6 sobre el espíritu de la madera. La ecuación siguiente esplica esta formación de una manera satisfactoria.

Cloruro de Espíritu de Yrethjlana. ciaíógeDO. la madera.

Respecto del amoniaco que se forma al mismo tiempo, resulta evidentemente de una descomposición completa del cloruro de cianógeno por la molécula de agua del espíritu de la madera (CH^O, HO), ó por el agua que se añade para favorecer la reacción. Debo añadir que me ha sido imposible evidenciar el desprendimiento del éter methyl-clorhídrico. Me ha parecido probable que entre los productos accesorios que se originan durante esta reacción, debe existir una corta cantidad de éter methyl-carbónico; pero este éter, en el caso de producirse, está mezclado con una cantidad tan grande del líquido volátil, que me ha sido imposible, hasta ahora, el aislarle.

SEGUNDO EJEMPLO.

Estudio de la naturaleza química de la chufa.'

En 1822 Mr. Lesant, farmacéutico de Nantes, presentó una noticia á la Sociedad académica del Loire Inferior relativa á la composición química de la chufa, ó sean los tubérculos adheridos á la raíz del Cype-rus esculentus de Linneo.

Los resaltados de un análisis puramente cualila-

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317

livo, permitieron á Mr. Lesant hacer resallar la importancia que podria adquirir el cultivo de la chufa en ciertos puntos de la Francia. Las ventajas que este cultivo puede proporcionar á España, en donde dicho tubérculo abunda, nos han decidido á repetir su estudio bajo el punto de vista químico. Hemos creído que aplicando al análisis de este producto los métodos perfeccionados que la ciencia posee hoy dia, podrían apreciarse quizá algunos hechos nuevos é interesantes que han podido escapar fácilmente, hace 30 años, al mas atento observador.

Caracteres y estructura de la chufa.

El grandor de estos tubérculos cuando están saturados de agua es, término medio, de 2 centímetros; secos, disminuyen de la mitad de volumen; son inodoros; de UD sabor dulce y agradable, algo semejante al de la avellana. En contacto del agua absorven &8 por 100 de este líquido, el cual abandonan completamente cuando se les deja por espacio de algunos días al contacto del aire libre.

Su tejido es completamente homogéneo; de un blanco mate, bastante unido y duro. Cada tubérculo está cubierto longitudinalmente por una capa circular de facetas fibro-vasculares. Dichas facetas se presentan como un circulo constituido por pequeños puntos amarillentos, hacia el centro del corte de los tubérculos, ejecutado trasversalmenle. No nos detendremos por mas tiempo sobre su estructura, que es la misma

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318 que la de la mayor parle de las plantas vasculares, á saber: tráqueas y celdillas ñbrosas prolongadas y llenas de un liquido incoloro ó apenas granuláceo. Las tráqueas son bastante estrechas (0,012""°) (1) y muy unidas entre si; cada tubérculo está rodeado de una corteza rojiza formada de celdillas aplastadas, poco regulares, que algunas veces se desprenden en láminas, y cuya presencia no se observa en los tubérculos secos. Debajo se halla una sola capa de célula bastante densa (0,10""° y algunas veces un poco mas). Estas celdillas son pequeñas (0,016°'"'), de paredes muy espejas y amarillentas; están llenas de un líquido amarillento también, que contiene algunas granulaciones moleculares. Todo el resto del tejido del tubérculo es tejido celular, ofreciendo por todas parles la misma estructura; esta no difiere de la que se halla indicada en todas las obras clásicas; son celdillas poliédricas, de paredes delgadas, y cuyo diámetro varia entre 0,030""" y 0,055"'°'. El contenido de estas células es muy particular é interesante: están enteramente llenas de granos de fécula y de granulaciones oleosas. Es difícil de precisar cuál de estas dos sustancias es )a que predomina; sin embargo, la fécula constituye en general, la mayor parte del contenido, y las granulaciones oleosas se bailan en los intersticios de los granos de fécula. De la acumulación en gran cantidad de estos dos principios, resulla que las células son opacas, y por .consiguiente difíciles de estudiar aun cuan-

( I ) m. in.: representan iiiilés¡:no5 de in límetru.

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319 do se practique un corte sumamente delgado. Rotas (as celdillas, abandonan fácilmente su contenido: entonces se ve que los granos de fécula son de pequeño volumen. Los mas grandes no esceden de 0,020"""; los mas pequeños tienen solamente de 0,004"- á 0,006""; estos son generalmente esféricos: son ovoideos, y algunas veces un poco irregulares en los bordes. Se ven pocos que tengan lineas concéntricas á la manera de las que se observan en los granos de la fécula de patata.

Las granulaciones oleosas son casi todas del mismo volumen y muy pequeñas, puesto que no esceden de OjOOl""". Pueden reunirse en grandes gotas de volumen variable si se comprime suficientemente el tejido al hacer la preparación. Todas son amarillentas, de un centro brillante, y oscuras en los bordes. Cuando están reunidas en cantidad un poco considerable no dan paso á la luz, y á esto es debida la opacidad que comunican á las celdillas.

Su volumen, su color y su forma, siempre esférica, no permiten confundirlas con los granos de fécula, con los que siempre se encuentran mezcladas.

Reasumiendo cuanto dejamos dicho respecto de la estructura de la chufa, resulta: 1.° que la fécula y la grasa oleosa se hallan contenidas en la misma célula, y no en células distintas; 2.* que este aceite existe en estado de gotitas emalsivas, como se presentan ordinariamente los aceites grasos, y no en estado de liquido homogéneo.

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-.20

Análisis cualitativa de la chufa.

Según nuestra análisis, estos tubérculos contienen en 100,00 partes: Aceite 28,06 Fécula 29,00 Azúcar de caña 14,07 Agua 7,10 Albúmina 0,87 Celulosa li,01

93,11 Goma, materia colorante, sales y pérdida 6,89

100,00

Vamos á indicar brevemente los métodos que hemos seguido para determinar la cantidad de estos principios, mencionando al propio tiempo sus principales propiedades químicas.

Determinación cuantitativa y propiedades del aceite.

Después de haber estraido por la simple presión 17 por 100 del aceite contenido en la chufa, nos eer-vimos del éter para determinar la proporción de la sustancia grasa que pudiera quedar como residuo en la torta esprimida. Con el objeto de estraerla convenientemente, empleamos el ingenioso aparato de Mr. Payen para destilación continua^

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321 Hé aqui los resultados obtenidos:

Peso de la materia 83,21 Peso de la materia tratada por el éter 59,86 Peso del aceite obtenido por presión 14,25 Peso del aceite estraido por el éter 9,10

Este aceite es líquido á la temperatura ordinaria; de un color amarillo, análogo al del aceite de olivas; trasparente é inodoro; su sabor es algo semejante al de la enjundia, pero menos intenso. El aceite líquido se solidifica á 0°. Su densidad es de 0,9190 á la temperatura de 12°. Perfectamente saponificable por los álcalis cáusticos y el óxido de plomo, y los jabones resultantes tienen todas las propiedades de los que se obtienen con el aceite de olivas ó con el de almendras dulces. En contacto del ácido hyponítrico ó de una disolución de nitrato mercurioso, se solidifica completamente, de la misma manera que lo efectúan los aceites mencionados; insoluble en el alcohol; soluble en el éter; arde con una llama muy luminosa.

Para conocer la naturaleza de las sustancias grasas que constituyen este aceite, le saponificamos por la potasa, y precipitamos el jabón resultante por la sal marina. Después de haber eliminado por espresion las aguas madres interpuestas, le redisolvimos y precipitamos segunda vez por el acétalo de plomo: el jabón de plomo obtenido fue desecado y tratado ulteriormente por el éter. La parte insoluble en este líquido fue descompuesta por el ácido nítrico débil, el cual aisló un ácido graso que se solidificó por el en-

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friamiento: este ácido fue puriñcado por repetidas cristalizaciones en el alcohol. Se presenta al estado de pureza bajo la forma de pequeños panes fusibles hacia 55°, muy solubles en el alcohol hirviendo, precipitándose por el enfriamiento de la disolución alcohólica.

Desgraciadamente la cantidad de materia pura que teníamos á nuestra disposición, no nos permitió ejecutar un análisis orgánico; de manera que no podemos decir si este ácido sólido es el ácido margárico ú otro ácido perteneciente á la misma serie. Por la misma razón nos fue imposible estudiar como hubiéramos deseado una sustancia sólida, blanca, cristalina y fusible á 30°, que se precipitó y permaneció al estado sólido en el seno del aceite abandonado á si mismo.

Esperamos llenar estos lunares en el instante en que poseamos la suficiente cantidad de primera materia.

Respecto de la parte del jabón de plomo soluble en el éter, era oleato de dicha base, de donde aislamos el ácido oleico dotado, como es consiguiente, de todas las propiedades que le caracterizan.

Determinación cuantitativa y propiedades del asucar.

Después de haber terminado nuestras investigaciones acerca de la presencia del aceite y su apreciación cuantitativa, nos ocupamos inmediatamente en fijar

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325 la nataraleza y proporción del principio azucarado existente en la sustancia.

Obtenido el aceite por simple presión, sometimos la torta resultante á la maceracion acuosa. El liquido producido tenia un sabor decididamente azucarado, pero era preciso averiguar el principio que le comunicaba dicha cualidad. La sacarimetria óptica, á la que decididamente recurrimos desde un principio, nos permitió, no solamente conocer la naturaleza del azúcar existente en la chufa, sino determinar de la manera mas exacta posible la proporción en que existe en el mencionado tubérculo. Por lo demás, seguimos escrupulosamente el método práctico propuesto por Mr. Clerget, y que se funda en los bellos esludios de Mr. Biot.

El líquido fue defecado por el sub-acetato de plomo, y observado con el sacarimelro de Mr. Soleil. Gran número de ensayos verificados cada uno sobre 100 gramos de materia, nos dieron por resultado un agua de maceracion, marcando en el sacarime-tro notaciones directas, las que hubieran acusado la presencia de 15 á 16 por 100 de azúcar, sobre el peso de la sustancia, si no hubiera existido en el líquido ningún otro principio influyente sobre la luz polarizada; pero procediendo en seguida por la inversión, es decir, tratando el mismo líquido por el ácido hidroclórico, con todas las precauciones prescritas para este medio de verificación, hemos apreciado en definitiva 14,07 por 100, término medio, la cantidad de azúcar cristalizable (C"H"0") contenida en la chufa.

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Adquirido este dalo, dirijimos nuestros esfuerzos al estudio del medio que nos permitiera la eslraccion mas completa y mejor de este azúcar, problema algo difícil de resolver si se tiene en cuenta el obstáculo que hablan de oponernos á la cristalización las sustancias solubles, sales minerales, goma, albúmina vegetal, etc., reunidas en el azúcar. Una simple aproximación entre la densidad que el azúcar solamente hubiera determinado en el liquido, á ser el único principio soluble existente en él, y la densidad efectiva de este mismo líquido, fue bastante para indicarnos que el p.eso de dichas sustancias era igual próximamente á la mitad del peso del azúcar. Esta composición es ciertamente menos favorable á la separación del azúcar que la del zumo de la caña, en el que las materias estrafias se hallan en mas débil cantidad; pero en cuanto al peso de las mencionadas sustancias, y prescindiendo de su naturaleza, ella es bastante semejante á la del jugo de la remolacha. Sin embargo, hay que confesar que hemos tenido que vencer muchas mas dificultades en la estraccion del azúcar de chufa, que si hubiéramos tratado de obtener el de remolacha. La concentración del zumo simplemente defecado por medio de la cal, y filtrado sobre negro animal, solo nos dio por resultado una masa viscosa» en cuyo seno se notaban unos cuantos cristales sumamente finos.

En vista^de esto, hicimos uso del medio que ha empleado Mr. Peligot en el análisis del zumo de la caña.

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Se sabe que este método consiste eu evaporar primeramente el zumo desecado hasta consistencia de jarabe; á tratarle en tal estado por el alcohol débil, y á evaporarle de nuevo, pero esta vez en el vacío, encima de una cápsula que contenga cal viva. Procediendo de la manera que dejamos consignada, obtuvimos resultados muy superiores á los precedentes; abundantes cristales muy blancos y perfectamente definidos, se formaron en el seno del líquido; pero no estando aún satisfechos de la cantidad obtenida, empleamos el tratamiento baíitico propuesto por Mr. Dubremfaut, que tan gvandes y completos resultados ofrecerá en su dia á la industria azucarera. Por este medio hemos podido estraer directamente hasta 9 por 100 de un azúcar muy pura y perfectamente cristalizada.

Según el sacarímetro, aún quedaron en las aguas madres cerca de 4 por 100 de azúcar; por consiguiente, solo perdimos en las manipulaciones 1 por 100 de dicha sustancia. La repetición del tratamiento baríti-co sobre las aguas madres, nos hubieran suministrado probablemente la casi totalidad del azúcar que contenían; pero se hallaban en muy corta cantidad para someterlas fácilmente á este tratamiento cuantitativo. Por lo tanto, solo nos propusimos averiguar, mediante el microscopio, si la cristalización seguía teniendo lugar hasta en las últimas trazas del residuo; y en efecto, aquella se efectuó de la manera mas satisfactoria.

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Determinación cuantitativa y propiedades de la fécula.

Para determinar la cantidad de fécula contenida en la chufa, quisimos emplear en un principio el procedimiento mecánico que está en uso para la estrac-cion de la fécula de patata. Bien pronto nos convencimos de que debíamos renunciar á su empleo, en razón á que la celulosa finamente dividida pasaba también á través de los tamices mas finos, siendo imposible por consiguiente el llegar á resultados precisos. En vista de esta dificultad, discurrimos determinar la cantidad de fécula por un medio indirecto, que ha ofrecido resultados satisfactorios, y el cual vamos á describir brevemente.

Este método está basado en la facilidad con que el ácido sulfúrico débil trasforma el almidón en glucosa, y en la posibilidad de determinar este último principio por medio del sacarimetro de Mr. Soleil.

Fácilmente se comprende que si se tratara de determinar la cantidad de fécula existente en una sustancia que DO contuviera azúcar, nada seria mas simple que el análisis en cuestión: la cantidad de glucosa obtenida saministraria, por medio de una simple proporción, la cantidad de fécula que la habia originado. Pero no sucede así; el azúcar naturalmente contenido

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en la chufa, se trasforma á su vez en glucosa por efecto de la acción de los ácidos diluidos; solo qae esta glucosa, esta azúcar intervertida, como la llaman generalmente, se distingue del azúcar de fécula por la propiedad que posee de desviar hacia la izquierda el plano de luz polarizada. Por consiguiente, si se analiza por medio del sacarimelro de Mr. Soleil, un líquido que contenga á la vez azúcar de fécula y azúcar intervertida, debe obtenerse un resultado complexo, en atención á que una de dichas sustancias desviará á la derecha y la otra á la izquierda el plano de polarización; pero esto no impedirá el que sean siempre fáciles de analizar é interpretar los resultados obtenidos, toda vez que se conozca exactamente la proporción de uno de dichos azúcares; la del azúcar intervertida, por ejemplo. Tal es precisamente el caso de nuestro análisis. Cuando se trata por el ácido sulfúrico diluido un peso dado de la chufa convenientemente pulverizada, se conoce de antemano la cantidad de azúcar crislalizable que contiene, y su poder rotatorio á derecha, asi como igualmente se sabe que el azúcar intervertida que se forme por efecto de la acción del ácido, ofrecerá un poder rotatorio á izquierda, sensiblemente igual al tercio de su poder primitivo á derecha. Pero como el poder rotatorio á izquierda, se ejerce en sentido inverso del poder rotatorio á derecha, del azúcar de fécula obtenido, es evidente que para apreciar la verdadera desviación debida á este último azúcar, será preciso añadir á la desviación á derecha observada, la desviación á izquierda debida al azúcar

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intervertida, lo cual es, por otra parte, muy facii de calcular (1).

Esto admitido, el análisis es sumamente sencillo. 4S gramos de chufas pulverizadas y tamizadas, con

la mayor escrupulosidad, fueron desleídas en agua, á la que se babia añadido previamente 4 por 100 de ácido sulfúrico-, en tal estado, se calentó el lodo durante algunas horas á 100° por medio de una corriente de vapor de agua (2). Se obtuvieron por resultado 550 centímetros cúbicos de un líquido en el que la fécula había sido trasformada en glucosa, y el azúcar de*caha en azúcar intervertida. Examinado este liquido en el sacarímetro, después de haber sido defecado por el sub-acetato de plomo, produjo una notación de 13 divisiones, comprendido el ¿ por la defecación (3). Pero se sabe que 45 gramos de materia contienen 6e',33 de azúcar cristalizable, los que para un volumen de 550 centímetros cúbicos hubieran producido una desviación á la derecha de 9°. Trasformados en

( I ) Parecerá á primera vista, que puede prescindirse de estos cálculos eliminando, por medio de repetidas lociones, la totalidad del azúcar cnnlcnida en la chura; pero estas lociones son impracticables, por la razón de que son tan sumaniente tenues los granos de fécula, que pasan en gran parte á través de los filtros coo el agua de loción.

(2) Nos hemos cerciorado, mediante un cnsavo directo, rlc que la celulosa sumamente dividida, no se trasforma en glucosa por la acción del ácido sulfúrico diluido.

(J) Kl mismo liquido, tratado por el ácido hidroclórico, y calentado á 68*, conservó el mismo poder; lo que demuestra claramente que fue completa la trasfurmacinn de la fécula en glucosa , y la del azúcar de caRa en azúcar de uva.

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azúcar intervertida estos 6e',33, deberían haber ocasionado una desviación hacia la izquierda de § = 3". Por consiguiente, para obtener la desviación hacia la derecha, debida ai azúcar de fécula, es preciso añadir estas 3 divisiones á las 13 divisiones observadas; lo que equivale á decir, que la fécula contenida en 45 gramos de chufas, ha producido una cantidad de glucosa, ocasionando bajo un volumen de 550 centímetros cúbicos, de líquido, una desviación á la derecha igual á 16 divisiones.

Esta cifra espresa en gramos la cantidad de glucosa obtenida; y por medio de un cálculo de equivalentes, muy fácil de ejecutar, 16 gramos de glucosa corresponden á 138%09 de fécula. Después de esto, la chufa contiene 29 por 100 de fécula.

Esta fécula ofrece por otra parte todos los caracteres químicos de la fécula de patata. La acción del agua caliente, del yodo y de la potasa sobre dicha sustancia, es demasiado conocida para que insistamos sobre ella por mas tiempo: asi que, solo nos limitaremos á consignar la trasformacion de la fécula de chufa en ácido láctico y butyrico bajo la influencia de los fermentos albuminoideos. Como la chufa contiene albúmina vegetal, sucede que cuando se pulveriza y se abandona la harina resultante en contacto del agua, no tarda en agriarse á consecuencia de una verdadera fermentación, dando origen á la formación de los dos ácidos mencionados.

11

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Álbúininn.

Cuando se calienta la infusión de la chufa pulverizada, se produce un abundante coágulo de albúmina vegetal. Hemos determinado la proporción cuantitativa de este principio, recojiendo el coágulo y tratándole sucesivamente por el alcohol y el éter después de haberle defecado.

105',000 de materia han suministrado 08',087 de albúmina pura, ó sea 0,81 por 100.

Celulosa.

Para determinar la proporción de este principio, hemos sometido la pulpa de chufa, esprimida y tratada por el agua y el éter, á la acción de un esceso de ácido sulfúrico diluido en 4 partes de agua, favoreciendo el contacto por medio del calor. La fécula y la goma han sido disuellas, y la celulosa ha quedado asociada con las sustancias estraclivas. Estas han sido eliminadas por medio de tratamientos sucesivos con la potasa, el ácido hidroclórico, y el cloro. Después de todas estas operaciones, la celulosa ha sido tratada por el alcohol y el éter, y por último pesada.

10?',000 de materia han dado le',401 de celulosa pura, ó sea 14,01 por 100.

Querienjlo conocer igualmente la proporción de cenizas que dejaria un peso dado do la materia que nos ocupa, vimos que 10'",000 de dicha sustancia de-

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jan, después de una incineración completa, 08',243, ó sea 2,43 por 100 de un residuo soluble en parte y en parle insoluble en el agua. Estas cenizas presentan la composición ordinaria de las cenizas vegetales; sin embargo, hemos evidenciado la presencia del ácido fosfórico, no solamente en la parte insoluble al estado de fosfato de cal y de magnesia, sino también en la solución al estado de fosfato alcalino. Dichas cenizas contienen además sílice, sulfato de cal, y hierro.

Terminamos este trabajo haciendo observar la importancia que puede ofrecer industrialmenle el que el cultivo y esplotacion de la chufa reciban una grande estension: actualmente este tubérculo es ya para España un objeto de consumo de cierto interés, puesto que solo en Madrid se emplean en la estación de verano (para hacer horchata) mas de 12.000 arrobas de chufa. Pero en vista de la riqueza que ofrece en principios inmediatos de primera utilidad, este tubérculo, creemos sería mas conveniente someterle á un tratamiento fácil de imaginar, y que permiliria estraer á la vez, el aceite, el azúcar cristalizada y la fécula.

Por medio de la espresion entre las dos placas calientes, se obtiene un aceite de escelente calidad.

La torta resultante puede tratarse por agua, á la que se añada j^- de su peso de barita, para defecar é impedir la fermentación. La papilla resultante (que contiene el azúcar en disolución y un poco de sacara-to de barita), comprimida ligeramente, dentro de un saco de lienzo, deja pasar á través de las mallas y asociada á la disolución de azúcar, una gran parle de

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fécula que se deposita poco á poco y que puede pu-riñcarse por los medios ordinarios.

Respecto del liquido azucarado, puede estraerse todo el azúcar cristalizable, haciendo uso del método tan conocido de Mr. Dubremfaut.