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17 L a primera infancia es actualmente un campo de investigación interdisciplinaria, la sociología, la psicolingüística, la lingüística, el psicoanálisis y la antropología, entre otras, tienen un interés muy particular en este periodo de la vida en el que se establecen las bases de la constitución del destino in- dividual y social del ser humano. Cuando nos acercamos a la primera infancia des- cubrimos de inmediato que un bebé es un nido de competencias y que habría dos preguntas fundamen- tales que formularnos: ¿Cuáles son sus competencias naturales? y ¿cómo podemos nutrirlas, alimentarlas, para asegurarle a ese bebé un despliegue normal de sus posibilidades psíquicas? Estas dos inquietudes de- ben estar presentes en todas las personas que están Competencias de los bebés y disponibilidad síquica de los adultos: una alianza indispensable Evelio Cabrejo Parra

Competencias de los bebés y disponibilidad siquica de los adultos: una alianza indispensable

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La primera infancia es actualmente un campo de investigación interdisciplinaria, la sociología, la psicolingüística, la lingüística, el psicoanálisis

y la antropología, entre otras, tienen un interés muy particular en este periodo de la vida en el que se establecen las bases de la constitución del destino in-dividual y social del ser humano.

Cuando nos acercamos a la primera infancia des-cubrimos de inmediato que un bebé es un nido de competencias y que habría dos preguntas fundamen-tales que formularnos: ¿Cuáles son sus competencias naturales? y ¿cómo podemos nutrirlas, alimentarlas, para asegurarle a ese bebé un despliegue normal de sus posibilidades psíquicas? Estas dos inquietudes de-ben estar presentes en todas las personas que están

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junto a un bebé, en la familia, en la escuela y en toda la sociedad; se trata de reforzar competencias naturales, distintas de aquellas que adquirimos a través de formaciones orientadas a éxitos profesionales, empresariales o comerciales.

Del infans al ser de lenguajeLa exploración de las competencias lingüísticas precoces del bebé revela que los recién nacidos traen consigo capacidades de percepción auditiva bien es-tructuradas. Dichas capacidades permiten a los niños entrar naturalmente en el proceso de adquisición del lenguaje. ¿En qué consisten tales competencias?

Si no tiene problemas de audición, el bebé viene al mundo equipado con la capacidad auditiva de diferenciar todo lo que es fonológico en las lenguas naturales. Es decir, un bebé escucha las sílabas da y ta como dos cosas distintas, no hay que explicarle que dichos sonidos son diferentes así sean muy cercanos acústicamente. Desde este punto de vista, un bebé y un adulto son iguales. Sin esta capacidad de discriminación auditiva, altamente sofisticada, la adquisición de la lengua oral no sería posible. El papel de adulto consiste en poner a disposición del bebé elementos culturales que le permitan ejercer sus capacidades de dife-renciar sonidos lingüísticos. Toda lengua contiene materiales especializados en esta función: los arrullos y canciones de cuna calman y satisfacen musicalmente al bebé al mismo tiempo que le permiten dinamizar sus capacidades de percep-ción escuchando las diferencias rítmicas que los caracterizan. Y por supuesto, desde los primeros días de la vida hay que hablarle al niño como si él entendiera todo; la madre o el padre que llega a casa después de un largo día de trabajo puede y debe dialogar con el bebé; puede contarle lo que vivió durante el día incluyendo alegrías y sufrimientos, puesto que los pequeñitos son verdaderos expertos en interpretar, a través de la entonación de la voz, el estado afectivo del que habla. En el campo de la afectividad, el bebé comprende mejor que los demás. Hablarle como si comprendiera todo es una manera de llevar al bebé más lejos de lo que puede ir en ese momento, es indicarle psíquicamente hacia dónde deberá orientar sus actividades de comprensión del lenguaje durante toda su vida, es abrirle un camino en el cual debe avanzar lo mas rápido posible, es avanzar el campo en el cual se va a jugar su destino como ser de lenguaje pues pasamos nuestra vida tratando de comprender a los demás y, al mismo tiempo, pidiéndoles que nos comprendan. Mas allá de lo que acabo de describir, se esconden los procesos inherentes a la construcción del sujeto humano. Ha-

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blarle al bebé que acaba de nacer es elevarlo a la categoría de ser de lenguaje, es dirigirse a alguien que esta ahí, es hacerlo existir a través del lenguaje. Hacer existir al otro a través del lenguaje es una operación que permanecerá vigente toda la vida. Esta es la razón profunda por la cual el adulto se siente negado en su existencia cundo alguien se niega a dirigirle la palabra.

La función de la disponibilidad psíquica de los adultos consiste en satisfacer las necesidades biológicas del infans (como llamaban los latinos al que no hablaba todavía) y en poner a su disposición los elementos culturales necesarios para su

propia construcción psíquica. De la misma manera que el cuerpo necesita ali-mentos para desarrollarse, la psiquis es el resultado de una serie de procesos cuya alimentación es simbólica y netamente cultural. El rol del adulto es el de dar indicaciones variadas para que todo psiquismo en construcción pueda encon-trar orientación a través del patrimonio cultural que constituye el alma de una cultura y que se transmite de generación en generación. La lengua entra y juega el papel central en estos procesos de transmisiones culturales. Para completar su función de engendrar, todo padre y toda madre debe transformar a su bebé de infans en ser de lenguaje. Los elementos culturales deben estar presentes desde los primeros días de la vida puesto que los pequeños, para desarrollarse normalmente, necesitan: leche, caricias y lenguaje.

Interiorización de ritmos Los bebés, desde que nacen, son sensibles a la voz, a la música; los niños son

receptivos a todo lo que es rítmico, por eso hay que fomentar esta habilidad hablándoles, arrullándolos, cantándoles nanas, canciones de cuna, pero tam-bién hay que permitirles interiorizar ritmos alimentarios; ritmos de presencia y de ausencia —no se deja al bebé solo todo el tiempo, como tampoco se le mantiene en el regazo materno permanentemente—. Cuando se está en pre-sencia de un bebé se le puede arrullar y acariciar lingüísticamente a través de las modulaciones de la voz. También se puede alimentar su sensibilidad a la voz leyéndole textos variados, poéticos y literarios; no pretendo afirmar que los bebés comprenden el contenido semántico de tales textos pero se sabe que los pequeñitos escuchan gustosamente el encuentro armonioso de las palabras, que en sí es una forma de música.

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Las observaciones realizadas para comprender los primeros comportamien-tos muestran que los recién nacidos son capaces de captar e interiorizar ritmos de tipo diferente. Los ritmos alimentarios, por ejemplo, juegan un rol muy im-portante en la organización psíquica. Si el bebé es alimentado cada dos horas, gracias a la repetición él incorpora dichas secuencias temporales, y se constata que el pequeño se despierta o se manifiesta a su manera un poco antes. Tales comportamientos, que con frecuencia pasan desapercibidos, son muy impor-tantes porque significan que el ritmo propuesto ha sido captado, interiorizado y utilizado mentalmente. Estos ritmos deben ser respetados por los adultos, puesto que gracias a esas regularidades, el bebé poco a poco va construyendo una temporalidad psíquica que le permite estructurar y desarrollar la actividad de pensar; es decir, que a partir de un momento sabe que va a ser alimentado antes de serlo. No hay operación más compleja que esta, prever lo que va a ocurrir antes de que suceda. Esta temporalidad es fundamental, es una manera de inyectar tiempo a la psiquis humana, un tiempo cultural, una música de la familia, una música de la cultura del bebé. Esto es algo que el niño interioriza, que le permite empezar a pensar, y toda la clave es que ese cuadro interior sea respetado al principio de la vida; después siguen los juegos, pero al comienzo de la existencia hay que darle la posibilidad de interiorizar algo rítmico, para que pueda crear una actividad psíquica orientada a desarrollar su autonomía interna. Es muy difícil explicar a qué nos referimos con poder pensar, digamos que el bebé entra en una temporalidad dentro de la cual puede hacer existir algo en su espíritu. Es igualmente difícil hacer inteligible el concepto de tiempo. Para el filósofo Kant, el tiempo es un a priori del espíritu pero los bebés nos han ense-ñado que ellos construyen el tiempo psíquico en sus primeros días de la vida al mismo tiempo que se ligan afectivamente a alguien. Las caricias, la alimentación, la voz, la presencia, la ausencia, producen efectos que quedan inscritos en la profunda intimidad del sujeto en construcción. Dichos efectos se inscriben bajo forma de huellas psíquicas. El bebé tiene la capacidad extraordinaria de activar esas marcas para poner en movimiento su actividad psíquica de pensamiento, deseando que las experiencias de satisfacción vividas con alguien se repitan. La puesta en movimiento de la memoria permite el sujeto recodar que él ha vivido algo agradable con alguien (pasado) y al desear que lo vivido se repita crea au-tomáticamente una forma de futuro. Estos son los parámetros que dan origen al tiempo psíquico. Esas primeras experiencias de satisfacción vividas se realizan

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a través de una relación con el otro. Es así también como el otro comienza a construirse y a ser parte de la psiquis humana.

Construcción de la representación del otro y espera gozosa La construcción de la representación simbólica del otro es una de las operacio-nes más complejas que podemos elaborar y el bebé lo hace con rapidez. El enig-ma del lenguaje, desde el punto de vista psíquico, está ligado a la representación de ese otro. Este tipo de representación constituye la base de los procesos de humanización y da origen a la posibilidad del lenguaje. El llanto existe al nacer como reflejo natural pero pronto el bebé lo utiliza para llamar a alguien. Este llanto dirigido a otra persona pone en movimiento el lenguaje. El pequeño busca a alguien exterior porque ha logrado construir una representación simbólica del otro dentro de sí mismo, lo cual crea la posibilidad de la demanda. Es muy im-portante y vital que dicha representación sea vivida como positiva, permitiendo al niño vivir con placer las relaciones con los demás. Gracias a la repetición de momentos agradables compartidos con alguien, el bebé crea psíquicamente la espera gozosa : desea íntimamente que dichos momentos relacionales se repi-tan. Si promovemos la construcción de esta espera gozosa contribuimos a la creación de una psiquis armoniosa en su interior.

En la interacción con el bebé, el destino del otro puede tomar caminos diferentes:

1. Que el otro tenga una connotación positiva, a la que me voy a referir.

2. Que el otro tenga una connotación negativa y en ese caso el bebé quiera huir de quien no le conviene, pero esto es imposible. Lo simbólico no es susceptible de evadirse. También sucede que el niño trate de deshacerse mentalmente de ese otro, sin poder lograrlo. Estos procesos son fuente de grandes sufrimientos psíquicos y a veces de patologías mentales, tema que no trataremos en esta ocasión.

De la mirada conjunta a la lectura compartidaLa representación positiva del otro constituye la base fundamental sobre la cual se construirá el devenir del sujeto desde el punto de vista individual y social. Las posibilidades de actividades compartidas comienzan a emerger poco a poco, el

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bebé se vuelve sensible a lo que los demás le presentan y hacia los cuatro meses, cuando puede tener su cabecita erguida, empieza a cooperar. Los adultos deben acompañar al pequeño para que su desarrollo mental se realice de manera pla-centera. Antropológicamente, el sonajero y el móvil son juegos universales para atraer a los bebés, para que fijen su mirada y su pensamiento sobre algo preciso; al principio de la vida, la comunicación entre el adulto y el bebé se realiza de rostro a rostro pero es necesario sacarlo de esta comunicación simbiótica para llevarlo a conocer el mundo exterior donde se va a mirar algo que no es ni tú ni yo. Los libros pueden jugar un papel muy importante para crear y alimentar esta nueva forma de comunicación bajo la forma de mirada conjunta.

Para los bebés, los libros son objetos como los demás. Los pequeños utilizan los mismos esquemas de acción que les sirven para explorar los objetos: los llevan a la boca, los muerden, los chupan, los sacuden, los mueven, los cambian de lugar, etc. El libro objeto va a pasar por una serie de evoluciones para trans-formase en objeto de cultura. Lo propio de un objeto, desde el punto de vista visual, es que continúa siendo él mismo cuando se le hace girar en el espacio en diferentes direcciones, pero la utilización cultural del libro en la lectura implica que el lector lo coloque y lo examine visualmente de una manera muy especial. Las prácticas de lectura nos hacen descubrir diferentes organizaciones del ob-jeto libro. Los japoneses, los chinos y los árabes no leen como nosotros puesto que los movimientos y las pausas de la mirada no están organizadas de la misma manera. Los bebés descubren dichas sutilezas gracias a la mirada conjunta reali-zada en compañía de un lector adulto. Los pequeños empiezan a amar los libros de imágenes rápidamente y les encantan que les cuenten historias. El libro faci-lita la instalación y regulación de actividades compartidas permitiendo observar conjuntamente las imágenes con sus formas y colores. Todo esto da acceso a la geometría de los objetos, necesaria para construir significantes portadores de contenido referencial. Se debe también nutrir las necesidades rítmicas y poéti-cas del bebé, utilizando la experiencia humana contenida en el folclor. Como lo mencionamos antes, en todas las lenguas existen arrullos, nanas y canciones de cuna indispensables para satisfacer armoniosamente las necesidades psíquicas de los bebés. Estos pequeños cantos constituyen la primera literatura-poética que todo ser humano encuentra en la cultura que los trae al mundo. Las nanas, los arrullos y las canciones de cuna son portadoras del alma poética de cada lengua.

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Balbuceo y función poética del lenguajeAl nacer el bebé es activo auditivamente pero no puede hablar. Los diferentes elementos que describimos antes son necesarios para que el pequeño pueda entrar de modo activo en la lengua. Esta entrada se realiza gracias al balbuceo.

Para que un bebé pueda empezar a balbucear ta ta ta da da da ma ma ma, es necesario que haya oído hablar a alguien, que haya captado rasgos acústicos armoniosos de las voces que le rodean. Primero se realiza un proceso de ins-cripción psíquica de rasgos acústicos que luego el sujeto reutiliza para emerger lentamente como sujeto enunciador, aquí comienza el balbuceo, el ta ta ta el da da da.

Pero, ¿qué es el balbuceo? Es la repetición de la misma sílaba. En todas las lenguas existe una estructura silábica que constituye la matriz de la prosodia y la musicalidad de la lengua. La repetición de sílabas engendra ya una música, es un juego de tiempo cultural. El balbuceo es un periodo universal en el proceso de adquisición del lenguaje que permite al bebé dar sus primeros pasos en la len-gua. Gracias al balbuceo, los pequeños se apropian de la prosodia de la lengua, ellos construyen su propia voz apoyándose sobre las voces que han escuchado y, lingüísticamente, el balbuceo contiene ya la posibilidad de la poesía.

La repetición de sílabas es utilizada en todas las lenguas para crear ritmo poé-tico. Como en el juego con los dedos de “Este dedito compró un huevito”, en donde dedito y huevito, ito, ito, es un ta, ta, ta. Es una repetición sonora por la estructura de la lengua y esto le gusta al bebé, porque él puede hacer esta mú-sica y con ella el adulto le propone juegos culturales para que vaya más allá. La musicalidad que encontramos en ded-ito y huev-ito, que es el ta, ta, ta del bebé, desaparece en otro idioma cuando se traducen esas palabras. El bebé disfruta la poesía porque ella está contenida en su propio balbuceo bajo la forma de repetición de sílabas. Se deben buscar cantos para ofrecérselos al bebé y los de este tipo están presentes en todas las lenguas; en Colombia hay mucho material basado en este principio, como por ejemplo Aserrín aserrán, para rendir home-naje al gran poeta José Asunción Silva, que nos dejó esa música extraordinaria.

Aserrín aserrán, los maderos de san Juan, piden queso piden pan… aserrán, San Juan, pan, sílabas que se repiten, como en lo de rique alfeñique, esa música es indispensable para alimentar las necesidades psíquicas del bebé. Hay muchos ejemplos de otro tipo como el de Federico García Lorca, Corre que te pillo, corre

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que te agarro, mira que te lleno la cara de barro, este tipo de juego de palabras agrada al adulto y al bebé. Lo que hace García Lorca es que a veces mezcla tanto lo que le gusta a niños como lo que prefieren los adultos, como en Los reyes de la baraja, la primera estrofa es: Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro, con la primera frase si tu madre quiere un rey el autor nos lleva al reino fantasmagórico del imaginario femenino pero la copla de inmediato nos desliga de esta idea al decir: aquí tiene cuatro, haciendo alusión a los reyes de la baraja, pasando así de un juego de representaciones fantasiosas a algo real, a un simple juego de naipe. Entonces, Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro, rey de oros, rey de copas, rey de espadas y rey de bastos… ¡ juego de adultos! Y luego viene lo infantil: Corre que te pillo, corre que te agarro, mira que te lleno la cara de barro, y de nuevo combina lo infantil con lo adulto al decir: Del olivo me retiro, del esparto yo me aparto, del sarmiento me arrepiento, de haberte querido tanto. Este autor genial , conserva vivo tanto lo infantil como lo adulto. Si nos agradan estos juegos de palabras, si nos gustó el arrullo que escuchamos cantar al principio de la ceremonia de inauguración de este congreso1 es porque hay un niño en nosotros y precisamente la literatura es una forma de mantener vivo a ese niño. Todos los adultos tienen la obligación de no dejar morir al niño que fueron y por eso cuando cantamos a los bebés recordamos al que está en nuestro interior, es ahí donde reside el placer de la disponibilidad psíquica. Cada vez que consagra-mos unos minutos para jugar con estas estrofas en compañía de un bebé, él se siente feliz, lo llevamos a la estructura de la lengua, reconocemos su balbuceo y, al mismo tiempo, nuestro bebé interior se conmueve, impedimos que se duer-ma y, si lo está, lo despertamos. El sujeto adulto que se desliga por completo de su ser infantil es un muerto-vivo.

Resumiendo, considero que cuando se está con bebés se les puede leer una gran variedad de textos. Pero seamos claros: los niños y las niñas son profun-damente sensibles a la calidad estética del material literario y poético que les suministramos. Todas estas lecturas, sin darnos cuenta, llevan a los niños muy lejos en su desarrollo psíquico permitiéndoles utilizar el lenguaje para captar y jugar de modo placentero a través de puras representaciones mentales.

1 “Señora Santa Ana”, interpretado por María Mulata.

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De la atención conjunta al juego de representaciones mentales Desde hace mucho tiempo la medicina nos enseña qué necesita el organismo para su desarrollo, pero a veces somos un poco analfabetas cuando se trata de la psiquis.

Para que la transmisión de la cultura se realice en buenas condiciones es necesario que los pequeños hayan vivido psíquicamente el placer de imaginar. Los juegos gratuitos y las actividades compartidas con adultos generosamente disponibles permiten al bebé viajar de manera placentera de lo concreto a lo abstracto, de la mirada conjunta del libro compartido a pensar y nombrar lo que se está viendo. Poco a poco se crea lo que los psicólogos llaman la atención conjunta, es decir, pensar en la misma dirección, copensar, pensar con el otro, pensar en eco con el pensamiento de los demás, es decir poder dialogar y para lograrlo es necesario que el otro sea agradable, de lo contrario el niño huye. El pequeño entra en un proceso complejo de copensamiento, es una especie de actividad compartida que permite crear y trabajar a partir de representaciones mentales. Es jugar con representaciones mentales a través del lenguaje Sin este juego colectivo la educación no es posible, ningún conocimiento se puede trans-mitir, ¿cómo podrá aprender a leer o a escribir el niño si no piensa en la misma dirección del que le quiere transmitir dicho saber? Se deberían hacer ejerci-cios de atención conjunta porque, por lo general, los adultos no la perciben, la atención conjunta no se ve y, en este sentido, hay muchos fracasos escolares porque algunos niños no escuchan cuando se les habla y van frecuentemente, a través del pensamiento, en otra dirección. Estos procesos importantes, y a la vez banales, deben nutrirse, debe existir disponibilidad psíquica para que el niño pueda ejercitar la mirada y la atención conjunta, lo cual facilitará enormemente su escolarización.

Cómo leer con el bebéCon la lectura en voz alta enseñamos muchas cosas al niño: cómo se organiza el espacio interno del libro según la cultura a la que pertenecemos, en qué dirección se desplaza el movimiento ocular cuando se está leyendo. Todo esto se transmite con la mirada. Por esto es que los bebés miran al adulto cuando lee, porque en el rostro hay mucha información que ellos son expertos en in-

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terpretar. Al principio el adulto que pasa las páginas introduce una acción que está ligada a una propiedad del libro y el bebé rápidamente estará fascinado pasando páginas y páginas; pasar páginas puede convertirse en un ejercicio muy lúdico para el pequeño pero generalmente es sinónimo de pérdida de tiempo para el adulto.

La lectura es una propiedad del lenguaje que implica un largo proceso de elaboración, y hay que evitar el afán y las tentaciones didácticas de tipo escolar. La apropiación física del libro es necesaria para luego transformarlo en objeto cultural.

Es en estos momentos los adultos deben dar prueba de una gran disponibi-lidad psíquica y permitir al bebé regir a su manera la temporalidad compartida con el adulto. Es como cuando empieza a caminar: hay que dejar que se ponga de pie para comenzar pero no se le puede dejar solo, es preciso sostenerlo to-davía, y se cae y levanta varias veces; la presencia y ayuda del adulto es preciosa en esos momentos de nuevas y difíciles adquisiciones. Estos son procesos de disponibilidad psíquica que permiten al sujeto crecer con el apoyo de otro.

Al leer en voz alta se le indica igualmente algo muy importante al bebé y es que en un texto hay significado. Explicar qué es el significado en sí es imposible, actualmente ninguna teoría puede hacerlo, sin embargo, la psiquis humana cons-truye significado desde el principio de la vida, el bebé lo hace durante la lectura gracias a la entonación de la voz, sin explicarle: se da cuenta de que la voz es tierna o no, agresiva o no.

Todas las lenguas tienen una manera específica de acariciar lingüísticamente al bebé; los franceses dicen gili gili gili, pero no gulu gulu gulu, utilizan la sílaba más clara de la lengua, un tatatá musical, para hacerle cosquillas. En el idioma español se utilizan mucho los diminutivos: la naricita, la boquita, la carita, es una forma de arrullar a un bebé lingüísticamente. No es posible, en cambio, usar muchos di-minutivos con un adolescente pero a los pequeños les gusta, es como alargar las palabras, dedicarles más tiempo, y simultáneamente se les dan pequeñas reglas gramaticales: cada vez que hay un ito, ita, una palabra termina. Se les enseñan muchas cosas, con ternura, y reitero que los bebés necesitan leche, caricias y lenguaje poético. Los niños son poetas, músicos en estado puro que a los siete meses ya identifican a qué cultura pertenecen al producir los sonidos de la len-gua de la comunidad lingüística que los trajo al mundo. Sonidos que constituyen

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el alma y música de la lengua. Los trabajos de investigación fonéticos demuestran que analizando acústicamente el balbuceo se puede identificar la lengua que está aprendiendo el bebé: La lengua marca simbólicamente para siempre, se diría que el ser humano está destinado a salir del vientre de la madre para caer en el de la lengua y de este no saldrá nunca.

Viajar psíquicamente a través de la lengua oralAprendemos las primeras palabras con la alegría de las actividades compartidas y sobre todo cuando el bebé empieza a mostrar los objetos que le interesan del mundo exterior. El acto de mostrar señala que el bebé tiene una experiencia, un evento, en su psiquis, y que la puede poner en escena. Esta operación es ne-cesaria para que los sonidos y las palabras puedan después contener conceptos. Es una banalidad decir que la palabra mesa, siendo un simple sonido, contiene el concepto de mesa. Todo esto es bastante misterioso. ¿Cómo es posible que el lenguaje sea una serie de sonidos que contienen el pensamiento que la humani-dad ha construido y construirá a través del tiempo?

Por circunstancias fortuitas de la vida, hay niños cuyas palabras están vacías y llenarlas es complejo. Entonces, la lectura ayuda a construir esas palabras, al for-mar aquello que los psicolingüistas denominamos léxico mental. Los pequeñitos comienzan utilizando oposiciones musicales antes de utilizar los juegos mor-fológicos ligados a estructura de las palabras. Gracias a la musicalidad el bebé distingue canto de cantó, cada de nada. Los adultos distinguen tales palabras por su significado mientras que los bebés las diferencian por la musicalidad. El léxico mental del niño integra la música de la lengua, necesaria para luego crear una segunda armonía, lo semántico: el contenido que empieza a llenar esas cajitas sonoras que son las palabras. Nuestro trabajo consiste en que el niño descubra no sólo que las palabras contienen significado, sino que en esas cajitas sonoras se guardan muchos significados.

Es posible jugar con las palabras y con rapidez los niños entran lúdicamente en este juego. Les doy un ejemplo: un día, en Francia, al jugar con niños de cinco años a las palabras, nos dimos como consigna que al escuchar una palabra, cada uno tenía derecho a decir lo que comprendía al escucharla, pero una vez que al-guien había escogido un significado, este no se podía repetir. Empezamos a jugar en francés con la palabra forêt, bosque, “¿Qué es bosque?”. Alguno dijo: “Bos-

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que es donde hay árboles”, efectivamente tener árboles es una de las propieda-des del bosque. Un bosque sin árboles es imposible. Después otros dijeron: “En el bosque se recoge leña”, “En el bosque se camina”, aquí se observan algunas de las prácticas culturales de la familia como los paseos para recoger champiñones, honguitos. Los que no habían hablado se rascaban la cabeza porque no sabían qué decir: “Ah, es para que los pájaros se puedan esconder”, afirmó otro niño, haciendo de nuestro juego de palabras algo poético, y uno más remató: “Es en donde se puede jugar”. Este pequeño juego nos demuestra que el sonido bosque contiene ya muchos significados para esos niños, que continuarán llenán-dolo a medida que sus prácticas, experiencias culturales y cognoscitivas lo per-mitan. La verdadera definición de significante lingüístico sería que es una cajita sonora que no se llena nunca. A veces, el escritor hace trabajar al lenguaje para hacerle decir al significante algo que todavía no se ha dicho, como el niño que acompaña a su padre al mecánico y escucha cuando pide que le cambie las bujías al carro; el pequeño pregunta: “¿Qué son bujías?”. Ese niño sabe que el carro tiene motor y llantas pero bujías, no, para saberlo es preciso estar imbuido en una cultura, tener muchos conocimientos puesto que un auto puede tener miles de propiedades, imagínense cuántas propiedades puede un mecánico observar en un carro… igual ocurre con un significante. Por lo tanto, es necesario enseñar a los niños no sólo palabras sino la forma de llenarlas: ese es nuestro verdadero trabajo con los pequeños, quienes a partir de los tres años son capaces de pro-ducir y aprender palabras con una rapidez que desconcierta a los investigadores que consagran su vida a comprender los procesos de adquisición del lenguaje.

Podemos inclusive ir mucho más lejos. Podemos hacer comprender a los ni-ños que dentro de la lengua ellos mismos son cajitas sonoras. Que el nombre y el apellido que los identifican les pertenecen y que ellos los van a llenar de cosas bellas durante la vida.

Hay significantes grandes, como José Asunción Silva, quien llenó bien su caja pero tal vez no lo hizo por completo. Cada uno de nosotros tiene una historia, un cuento, nuestro significante es un cuento. Como sujetos del lenguaje so-mos significantes y todo lo que tenemos que hacer es trabajar para dejar algo en esa cajita. Al bebé hay que darle la posibilidad de tener acceso al relato, al cuento que somos. Y hay que leerle textos porque la lengua de la vida cotidiana está llena de órdenes permanentes: “Ven acá”, “abre la boca”, “cómete esto”, “muestra”, etcétera. Y cuando el niño empieza a gatear toca y desplaza todo lo

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que encuentra en su camino. La angustia del adulto es tan grande que le dice “no” a todo lo que el niño quiere manipular y explorar: “no toques”, “ven acá”, “haz esto”, órdenes y más órdenes. Todas estas limitaciones posiblemente son necesarias para educar y evitar accidentes, pero debemos darles a los pequeños la posibilidad de escuchar otros tipos de lenguaje. El relato es la manera más adecuada para sacar a los niños del imperio y la rigidez de la lengua de la vida cotidiana, ellos comprenden rápidamente la diferencia entre una lengua para obedecer y una lengua para el placer de escuchar. A través de las órdenes el deseo del adulto entra en la psiquis del bebé limitándole su propio deseo, pero gracias a los cuentos, las historias, la poesía y la literatura en general, el pequeño recibe materiales culturales que le permiten ejercer su capacidad de escucha con absoluta libertad psíquica. El sujeto es libre de escuchar puesto que es muy difícil impedirle oír u obligarlo a hacerlo; yo no lo podría hacer con nadie, porque es ahí en donde todavía existe libertad y donde la etimología de libro se confunde con lo que es, liberta, libertatis, liber, libro. Todo sujeto equilibrado debe integrar prohibiciones que regulan su deseo culturalmente pero también tiene derecho a vivir instantes de libertad psíquica absoluta y es por eso que nosotros en acces les leemos en voz alta a los niños y niñas sin hacerles preguntas ni pedirles resú-menes acerca del material escuchado. El resumen puede ser útil más tarde, en una situación escolar, pero sabemos que se trata de una actividad mental muy compleja: antes de poder realizarla, el niño necesita haber encontrado y vivido íntimamente el placer del texto oral. Dicho placer es un excelente antecedente para luego realizar de manera placentera las actividades de leer y escribir.

De lo oral al escritoEl niño tiene la competencia natural de construir significado desde el inicio de la vida pues descubre rápidamente que los movimientos de los labios, las expresio-nes del rostro y las modulaciones de la voz producen significado.

El proceso de construcción de significado se transfiere a los textos gracias a la lectura compartida en voz alta. Saber que los textos y las imágenes son porta-dores de significado es todo un descubrimiento para los pequeños cuyas familias les dan semejante oportunidad pues en este descubrimiento reside el enigma de la escritura. El niño crea así el deseo de saber lo que esconden los textos, quie-re saberlo todo y pide que le digan lo que dicen las etiquetas y muchos otros

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textos que caen en sus manos. El “¿Qué dice acá, qué dice acá, qué dice acá?” se puede volver fatigante. Es necesario que el adulto que lo acompaña tenga disponibilidad psíquica y paciencia. Yo recuerdo que cuando mis niños tenían dos o tres años y los llevaba a la guardería, me tocaba leer y traducirles toda la publi-cidad que veíamos en el metro. Frecuentemente encontré fórmulas publicitarias muy difíciles de manejar lingüísticamente, como “Todavía no tenemos el sol”, ¿qué quería decir eso? Lo exploramos juntos, en vez de decirles: “Deja eso, no es importante”, porque hay que tener en cuenta que cuando el niño descubre la lengua escrita se le despierta una inmensa sed de leer y comprender. Este es un momento maravilloso que no debemos dejar pasar desapercibido pues es du-rante este periodo que se crean lectores antes de aprender a leer formalmente en la escuela. La disponibilidad psíquica del adulto permitirá a estos niños revivir el placer de lo oral a través de lo que el texto escrito les comunica. Aprender a leer y a escribir sin saber que en los textos hay significado no tiene sentido. Cuando un niño ha descubierto la propiedad significativa de la escritura, deco-dificar se convierte en un juego que le permite comprender placenteramente. Pero si el niño no sabe que hay significado en los textos, ¿para qué aprende a leer?, ¡qué sufrimiento! , la actividad de decodificación se convierte en tortura psíquica y es ahí donde el libro, que es fuente de placer para algunos, se trans-forma en humillación para otros y depende de nosotros evitar esa catástrofe psíquica.

En todos los sistemas de educación hay muchos niños que salen de la escuela sin saber leer y escribir, porque un libro no les gustó, porque al niño sus padres no le han enseñado el espacio cultural del libro, porque hay pequeños que em-piezan la decodificación del escrito ignorando que la escritura contiene sentido, porque no saben que para leer tienen que aprender a focalizar visualmente algo tan pequeño como una sílaba. Sin fijar la mirada en la sílaba es imposible pronunciarla. Todos estos son preámbulos indispensables para entrar en buenas condiciones en la lectura formal.

Yo vi una niña de 17 meses que abría un libro y decía: “aaaa aaa”, trataba de leer, era una lectora antes de saber leer, eso es lo que tenemos que hacer con la lectura en alta voz: promover lectores que saben que los textos tienen signi-ficados, que conocen la organización del espacio en el libro, que hay que leer en determinada dirección. Nuestros programas de lectura deben estar orientados a que los niños descubran rápidamente todos estos detalles. Estoy convencido

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Conferencias

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de que el programa de Fundalectura Leer en Familia va en este sentido. Para realizar tales ambiciones, los programas de lectura en la primera infancia nece-sitan tres aliados: las bibliotecas, porque ahí es donde está una gran parte de patrimonio de la nación, al que se puede tener acceso gratuito, las familias y los bebés (estos, en el orden institucional, son los terceros pero para mí son los primeros).

acces hace sus prácticas de lectura el presencia de padres, bibliotecarios pe-diatras, personal de salacunas. Toda persona que trabaje con la primera infancia es bienvenida a nuestras sesiones de lectura, no queremos leer sólo para los niños, por el contrario, convocamos a todos los aliados porque sabemos que los padres son quienes descubren qué le interesa a un niño lector, los pequeños manifiestan qué les gusta y quieren que se les lea repetidamente. Los padres que saben que sus hijos se interesan en algún libro no son indiferentes y a veces preguntan en dónde pueden conseguir los libros que sus bebés prefieren. Hay personas que sienten mucho el hecho de que los libros sean tan costosos y en ese sentido las bibliotecas cumplen una buena función. Además, actualmente se está haciendo mucho progreso en la formación de los bibliotecarios, invitán-dolos a buscar las familias con bebés para invitarlas a venir a las bibliotecas y recibirlas con calidez. Ciertas familias privadas de libros descubren con alegría que las bibliotecas permiten llevar gratuitamente libros para los niños a casa, respetando el contrato de devolverlos para cambiarlos por otros y así sucesiva-mente. La biblioteca da así acceso a familias pobres a formas culturales variadas: libros, música, videos.

El trabajo de acces con las bibliotecas está actualmente orientado a que en toda biblioteca se organice un espacio de lectura para bebés. El tema de lectura y primera infancia deberá hacer parte de los programas de formación de los futuros bibliotecarios.