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:: ARANTXA ALDAZ [email protected] SAN SEBASTIÁN. Ahora que cru- zar el mundo se ha convertido en algo tan simple como pasarse doce horas encajado en el asiento de un avión, los aventureros con ganas de aparcar rutinas buscan medios al- ternativos para explorar tierras des- conocidas. La bici gana adeptos. No hay más que asomarse a internet para comprobar la explosión de webs y blogs donde los protagonistas cuen- tan experiencias y redactan conse- jos para futuros intrépidos. En ‘Ame- rikekatik.blogspot.com’ asoman las vivencias de Naiara Aginako y Mi- kel Labaien, dos ingenieros afinca- dos en Donostia que han documen- tado su viaje de ocho meses subidos a un sillín por Sudamérica. Desde Argentina a Perú, pasando por Chi- le y Bolivia, en total han completa- do 5.321 kilómetros entre el 13 de enero y el 5 de septiembre del año pasado. «Lo más duro no fue el via- je, ni siquiera las cuestas cuando en- traban ganas de dejar tirada la bici, lo más difícil fue decirlo en el tra- bajo y a la familia», reconocen con el recuerdo bien presente gracias al diario de a bordo que fueron escri- biendo como forma de mantener in- formados a sus familiares desde el otro lado del charco y a la vez como remedio contra el olvido. Superada la primera etapa de con- fesar sus planes, el deseo de tomar- se un respiro para viajar «con liber- tad, sin prisas» no se materializó de la noche a la mañana. «Incluso an- tes de conocernos los dos teníamos esa idea metida en la cabeza. Que- ríamos viajar un tiempo y también realizar labores de voluntariado en alguna ONG durante la estancia», explica Mikel, nacido en Berastegi hace 29 años. «Nunca era el mejor momento, y lo fuimos retrasando». Hasta que un día decidieron vivir su sueño. Dirigieron la brújula hacia el oes- te, a Latinoamérica, principalmen- te por la ventaja del idioma. La ruta definitiva se fijó cuando cerraron el contacto con una ONG local, en Su- cre, ya que desde el inicio vincula- ron su aventura con el voluntaria- do. «No fue tan fácil como pensába- mos. Al final, a través de TAU Fun- dazioa logramos ponernos en con- tacto con la ONG IPTK (Instituto Politécnico Tomás Katarí)», cuenta Naiara, vitoriana de 30 años. El 13 de enero de 2012 empaquetaron sus bicicletas en un vuelo con destino Buenos Aires, desde donde recorrie- ron parte de Argentina. La verdade- ra aventura a pedales comenzó cua- tro semanas más tarde en Córdoba. De allí hasta Sucre, donde se insta- laron durante dos meses y medio con la ONG, para volver a partir rum- bo a Lima. Regresaron a Donostia el 5 de septiembre, y dos días después ya estaban de nuevo con un pie en el trabajo. Un mamut y un tiranosaurio Cada día de los ocho meses se con- virtió en una peripecia imprevisi- ble. Como aquella tarde en que un señor se bajó de un autobús para ofrecerles alojamiento en su casa. «¡Nos dejó hasta las llaves! Y cuán- do le preguntamos si no le daba miedo que le robáramos, se empe- zó a reír. ‘¿Y qué vais a llevaros, la tele encima de la bici?’, nos respon- dió. La generosidad de la gente ha sido una de las cosas que más nos han sorprendido», cuentan. Por el camino han hecho buenas amistades. El compañerismo entre cicloturistas les ayudó a salir de más de un entuerto. Naiara y Mikel ser- penteaban con sus bicis con tiem- po de sobra para llegar a comuni- dades «por donde no pasan ni los turistas». «Puede que la expresión más entendible en castellano sea la de: ¡Nos miran como las vacas al tren! Pero lo cierto es que al ver- nos, algunas caras reflejan como si a su comunidad estuviesen entran- do un mamut en monociclo hacien- do malabares junto a un tiranosau- rus rex que hace equilibrios sobre un triciclo infantil. Más o menos...», escribió Mikel en uno de los posts. O aquella vez en la que, ya ins- talados en Sucre, un chico al que ayudaban con las tareas escolares le preguntó a Mikel «qué pecado había cometido para que la divina providencia me castigara con esa barba». Del larguísimo anecdota- rio rescatan también la tormenta de arena que les sorprendió a 25 ki- lómetros de llegar al final de una de las etapas, deseada porque iban Con la bici a otro mundo Dos ingenieros de Donostia aparcan la rutina y recorren Sudamérica durante ocho meses Naiara Aginako y Mikel Labaien han completado 5.321 kilómetros sobre el sillín. «La parada más deseada fue el voluntariado en Sucre» Con la whipala en la mano, todavía en Bolivia a pocos kilómetros de la frontera con Perú, con el lago Titicaca al fondo. :: AMERIKETATIK.BLOGSPOT.COM 5.321 kilómetros han recorrido en total Mikel y Naiara en su aventura por Sudamérica. Partieron desde Cór- doba (Argentina), desde donde pedalearon hasta Sucre. En la ciu- dad boliviana se quedaron dos meses como voluntarios de una ONG. Luego continuaron la ruta hasta Lima. LOS DATOS Preparando una divertida sesión de fotos en el Salar de Uyuni. Domingo 24.02.13 EL DIARIO VASCO 12 AL DÍA

Con la bici a otro mundo

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Con la bici a otro mundo, articulo publicado en el Diario Vasco

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Page 1: Con la bici a otro mundo

:: ARANTXA ALDAZ� [email protected]

SAN SEBASTIÁN. Ahora que cru-zar el mundo se ha convertido enalgo tan simple como pasarse docehoras encajado en el asiento de unavión, los aventureros con ganas deaparcar rutinas buscan medios al-ternativos para explorar tierras des-conocidas. La bici gana adeptos. Nohay más que asomarse a internetpara comprobar la explosión de websy blogs donde los protagonistas cuen-tan experiencias y redactan conse-jos para futuros intrépidos. En ‘Ame-rikekatik.blogspot.com’ asoman lasvivencias de Naiara Aginako y Mi-kel Labaien, dos ingenieros afinca-dos en Donostia que han documen-tado su viaje de ocho meses subidosa un sillín por Sudamérica. DesdeArgentina a Perú, pasando por Chi-le y Bolivia, en total han completa-do 5.321 kilómetros entre el 13 deenero y el 5 de septiembre del añopasado. «Lo más duro no fue el via-je, ni siquiera las cuestas cuando en-traban ganas de dejar tirada la bici,lo más difícil fue decirlo en el tra-

bajo y a la familia», reconocen conel recuerdo bien presente gracias aldiario de a bordo que fueron escri-biendo como forma de mantener in-formados a sus familiares desde elotro lado del charco y a la vez comoremedio contra el olvido.

Superada la primera etapa de con-fesar sus planes, el deseo de tomar-se un respiro para viajar «con liber-tad, sin prisas» no se materializó dela noche a la mañana. «Incluso an-tes de conocernos los dos teníamosesa idea metida en la cabeza. Que-ríamos viajar un tiempo y tambiénrealizar labores de voluntariado enalguna ONG durante la estancia»,explica Mikel, nacido en Berastegihace 29 años. «Nunca era el mejormomento, y lo fuimos retrasando».Hasta que un día decidieron vivirsu sueño.

Dirigieron la brújula hacia el oes-te, a Latinoamérica, principalmen-te por la ventaja del idioma. La rutadefinitiva se fijó cuando cerraron elcontacto con una ONG local, en Su-cre, ya que desde el inicio vincula-ron su aventura con el voluntaria-do. «No fue tan fácil como pensába-mos. Al final, a través de TAU Fun-dazioa logramos ponernos en con-tacto con la ONG IPTK (InstitutoPolitécnico Tomás Katarí)», cuentaNaiara, vitoriana de 30 años. El 13de enero de 2012 empaquetaron susbicicletas en un vuelo con destinoBuenos Aires, desde donde recorrie-

ron parte de Argentina. La verdade-ra aventura a pedales comenzó cua-tro semanas más tarde en Córdoba.De allí hasta Sucre, donde se insta-laron durante dos meses y mediocon la ONG, para volver a partir rum-bo a Lima. Regresaron a Donostia el5 de septiembre, y dos días despuésya estaban de nuevo con un pie enel trabajo.

Un mamut y un tiranosaurioCada día de los ocho meses se con-virtió en una peripecia imprevisi-ble. Como aquella tarde en que unseñor se bajó de un autobús para

ofrecerles alojamiento en su casa.«¡Nos dejó hasta las llaves! Y cuán-do le preguntamos si no le dabamiedo que le robáramos, se empe-zó a reír. ‘¿Y qué vais a llevaros, latele encima de la bici?’, nos respon-dió. La generosidad de la gente hasido una de las cosas que más noshan sorprendido», cuentan.

Por el camino han hecho buenasamistades. El compañerismo entrecicloturistas les ayudó a salir de másde un entuerto. Naiara y Mikel ser-penteaban con sus bicis con tiem-po de sobra para llegar a comuni-dades «por donde no pasan ni losturistas». «Puede que la expresiónmás entendible en castellano seala de: ¡Nos miran como las vacas altren! Pero lo cierto es que al ver-nos, algunas caras reflejan como sia su comunidad estuviesen entran-do un mamut en monociclo hacien-do malabares junto a un tiranosau-rus rex que hace equilibrios sobreun triciclo infantil. Más o menos...»,escribió Mikel en uno de los posts.

O aquella vez en la que, ya ins-talados en Sucre, un chico al queayudaban con las tareas escolaresle preguntó a Mikel «qué pecadohabía cometido para que la divinaprovidencia me castigara con esabarba». Del larguísimo anecdota-rio rescatan también la tormentade arena que les sorprendió a 25 ki-lómetros de llegar al final de unade las etapas, deseada porque iban

Con la bici a otro mundoDos ingenieros de Donostia aparcan la rutina y recorren Sudamérica durante ocho mesesNaiara Aginako y MikelLabaien han completado5.321 kilómetros sobre elsillín. «La parada másdeseada fue elvoluntariado en Sucre»

Con la whipala en la mano, todavía en Bolivia a pocos kilómetros de la frontera con Perú, con el lago Titicaca al fondo. :: AMERIKETATIK.BLOGSPOT.COM

5.321kilómetros han recorrido en totalMikel y Naiara en su aventura porSudamérica. Partieron desde Cór-doba (Argentina), desde dondepedalearon hasta Sucre. En la ciu-dad boliviana se quedaron dosmeses como voluntarios de unaONG. Luego continuaron la rutahasta Lima.

LOS DATOS

Preparando una divertida sesión de fotos en el Salar de Uyuni.

Domingo 24.02.13EL DIARIO VASCO12 AL DÍA

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a poder ver costa después de díastierra adentro. «Empezó con vien-tos de costado más o menos fuer-tecillos, con visibilidad de unos 30metros, y un cosquilleo cuando laarena conducida por el viento aca-riciaba nuestra piel. Una anécdotamás que contar en el blog. Emocio-nante y curiosa. Hasta que el vien-to empezó a cobrar más fuerza, lavisibilidad se redujo a escasos cin-co metros y la arena venía en for-

ma de latigazo».En el turno de agradecimientos

con el que cierran el relato de superiplo, incluyen otra de las anéc-dotas preferidas, la de «las abueli-tas que custodian el bar Oasis enmitad de las desérticas salinas (enBolivia), por revivirnos, por la cer-veza más refrescante de la historiade la humanidad y por el agua ex-tra que llenó nuestros vacíos bote-llines».

El vértigo de volver a la rutinadespués de una excedencia de ochomeses fue para ellos una etapa conmás ‘peligros’ que los inevitablesmiedos antes de emprender el via-je por lo desconocido. «Yo no locambiaría por nada. Ahora parecefácil decirlo porque hemos mante-nido nuestro trabajo, pero me ale-gro de haber cumplido este sueño»,dice Mikel. «Fueron ocho meses enlos que exprimimos cada día al má-ximo», añade Naiara. «Aquí tene-mos la sensación de que la vida senos escapa de entre las manos», ter-cia él, todavía con la sensación dehaber vuelto al lugar del que un díadecidieron partir.

Naiara, en una de las tres etapas desde Uyuni a Potosí.

Mikel, con los niños del centro en el que colaboraron con la ONG.

Un documental paramostrar el trabajovoluntario en SucreMikel y Naiara regresaron consus mochilas cargadas de recuer-dos y de horas de vídeo que da-rían para hacer una película. Di-gerida de nuevo la rutina, quie-ren aprovechar todo el materialpara editar un documental en elque se muestre el día a día deltrabajo voluntario con los niñosdel centro Cerpi de Sucre, dirigi-do por la ONG boliviana IPTK. Elproyecto ofrece apoyo en la edu-cación de los niños y niñas dehasta 15 años pertenecientes afamilias con escasos recursoseconómicos. «Cada niño se havuelto tan especial para nosotrosque echamos de menos a cadauno de ellos», escribieron en suemocionado adiós de Sucre.

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