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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 1 "Con la lanza y con la pluma" La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa

Con La Lanza y Con La Pluma[1]

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"Con la lanza y con la pluma"

La escritura de Pedro Sarmiento de GamboaLa escritura de Pedro Sarmiento de GamboaLa escritura de Pedro Sarmiento de GamboaLa escritura de Pedro Sarmiento de GamboaLa escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa

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2 MARÍA JESÚS BENITES

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"Con la lanza y con la pluma"

La escritura deLa escritura deLa escritura deLa escritura deLa escritura de

Pedro Sarmiento de GamboaPedro Sarmiento de GamboaPedro Sarmiento de GamboaPedro Sarmiento de GamboaPedro Sarmiento de Gamboa

María Jesús BenitesMaría Jesús BenitesMaría Jesús BenitesMaría Jesús BenitesMaría Jesús Benites

Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional de Tucumán

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4 MARÍA JESÚS BENITES

© 1era. Edición 2004

Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA)

Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de Tucumán

E-mail: [email protected]

© 2da. Edición 2008

Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA)

Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de Tucumán

E-mail: [email protected]

Av. Benjamín Aráoz 800 - CP 4000. San Miguel de Tucumán

Tucumán - Rep. Argentina

ISBN Nº 950-554-403-0

Impreso en Argentina

Ilustración de Tapa: Carlos Enrique Castilla

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 5

A mis padres, José A. Benites y Viena Francone, por

el apoyo incondicional que me han brindado desde siem-

pre y por tantos libros, como los de Pedro Sarmiento

de Gamboa.

A Juan Alfredo Castro, compañero infatigable de

esta travesía.

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6 MARÍA JESÚS BENITES

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Indice

ABREVITURAS UTILIZADAS .................................................................................. 9

PRÓLOGO ................................................................................ 11

NOTA PRELIMINAR .................................................................................... 13

“UN LÍO QUE TIENE ADENTRO MUCHOS PAPELES Y ALGUNOS LIBROS” ....................................... 17

“YO DECLARO DE MÍ SER MÁS MALO QUE LOS MALOS” ...................................................... 33

PRIMERA PARTE: HISTORIA INDICA: LA ESCRITURA DE LA DOMINACIÓN ............................ 45

Capítulo I: La escritura imperial de la historia sobre los incas .............. 47

I.- Noticias ....................................................................... 48

II.- Historia y Crónica ........................................................ 60

III.- El relato de las “ridículas fábulas” ............................... 79

Capítulo II: Los Otros .................................................................... 93

I.- La voz de Titu Cusi Yupanqui ...................................... 94

II.- La sombra de la Inquisición......................................110

SEGUNDA PARTE: RELACIONES DE LOS VIAJES AL ESTRECHO DE MAGALLANES:LA ESCRITURA DE LA EXPLORACIÓN ............................................... 117

Capítulo I: El Estrecho de Magallanes: El confín de los infortunios ...... 119

I.- Noticias ..................................................................... 120

II.- La incursión de Pedro Sarmiento de Gamboa ............ 137

Capítulo II: El Primer Viaje: El reconocimiento ..................................... 143

I.- La instrucción ............................................................ 144

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8 MARÍA JESÚS BENITES

II.- Hacia una retórica de las relaciones .......................... 154

III.- Relación de 1580: La escritura de la euforia ............... 161

Capítulo III: El Segundo Viaje: El padecimiento .................................... 181

I.- Relación de 1583: La escritura del enfrentamiento ..... 182

II.- Relación de 1584: La escritura del desamparo ........... 204

III.- Relación de 1590: La escritura del retorno ................. 231

TERCERA PARTE : CARTAS: LA ESCRITURA DE LA SÚPLICA .......................................... 253

Capítulo I: Las demandas ................................................................. 255

I.- Cartas, Memoriales y Representaciones .................... 256

II - La demanda exaltada ............................................... 265

III.- La demanda desesperada: El grito de socorro ........... 284

Capítulo II: Últimos trazos .......................................................... 307

I.- Los Memoriales ........................................................ 308

II - Noticias Finales: entre la literatura y los barcos ......... 312

CONCLUSIONES ................................................................................ 319

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................. 329

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 9

Abreviaturas utilizadas

Citado de los manuscritos

A.G.I. Archivo General de Indias

P. Patronato

N° Número

R. Rama

S. Serie

f. Folio

fs. Folios

r° Recto

v° Verso

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10 MARÍA JESÚS BENITES

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Prólogo

La descolonización de la cultura latinoamericana incluye la revisión de los

relatos sobre la identidad del continente. Desde antes de la Conquista, La Letra

proyectó una imagen virtual del Nuevo Mundo. Las representaciones estuvieron

signadas por la diferencia que transformaba a América en el Otro desconocido con

relación al conocimiento europeo del mundo.

La geografía imaginaria siempre se impuso sobre la geografía positiva, mani-

pulando el conocimiento para dominar nuevos territorios. La lógica de la coloniza-

ción supuso el vaciamiento cultural, la confrontación con el centro sagrado, la des-

trucción de la memoria histórica. Toda sociedad se imagina un pasado “inventando”

las tradiciones que la hacen posible en el tiempo y se dibuja una geografía que le

permita abrazar su espacio. Necesita narraciones que la justifiquen y particularicen

como colectivo, relatos maestros que le construyan una identidad y delimiten un

Otro. En el acto de fundación, ocupar un territorio es tan importante como poseer

una leyenda de origen.

La formulación de una tradición se sustenta en archivos que garantizan sus

operaciones de lectura. La cultura es, sobre todo, memoria que se construye en y

contra el olvido; lo vence sólo y en tanto lo transforma en mecanismo. El Nuevo

Mundo se reconoce en dos tipos de narraciones: narraciones de legitimación de la

conquista y narraciones de resistencia indígena.

El estudioso de los discursos coloniales actualiza escrituras que permiten leer

significantes tendidos hacia el presente al mismo tiempo que iluminan el pasado.

Desde los primeros pasos la investigación de María Jesús Benites se aboca a la obra

de uno de los personajes más apasionantes de la conquista y colonización de la

América del Sur: Pedro Sarmiento de Gamboa, soldado, poeta, historiador y cos-

mógrafo. Una escritura múltiple que exhibe las marcas de un sujeto en continuo

movimiento. La investigadora emprende una tarea prometeica: acepta el desafío y

se lanza tras las huellas de la letra. Para ello, como los antiguos navegantes, arma

un preciso portulano. Con pasión y tenacidad persigue por archivos los textos del

conquistador: desde las ficciones del imperio de los incas hasta los relatos de las

largas travesías al Estrecho. Una escritura corpórea al decir de Margo Glantz, aque-

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12 MARÍA JESÚS BENITES

lla en la que los hechos se inscriben no sólo en el texto sino en el cuerpo, una

escritura “de bulto”, la de este personaje cuyos escritos adquieren espesor casi

literario. Fascinado por el referente, Sarmiento de Gamboa está hechizado por su

propia pluma.

La escritura de María Jesús no sólo revisó los pasos del navegante, recorrien-

do lugares y estableciendo misteriosas relaciones sino que, siguiendo la huella de la

rasgadura del papel infringida por su pluma, reconstruyó los borrones y borradores

que dan cuentan de los movimientos de la mano. Su trabajo sobre las relaciones

merece una mención aparte y constituye un avance en cuanto a la tipología de los

discursos coloniales. El mérito se hace aún mayor cuando se piensa que la tarea se

realizó desde un lugar tan alejado de las grandes bibliotecas como aquél que “des-

cubrió” Sarmiento de Gamboa.

El análisis del corpus supuso una toma de postura dentro de los estudios

coloniales. La descolonización de la crítica colonial es un proceso constatable en el

salto producido en las lecturas de los fines del siglo XX. ”El poder para narrar, o para

impedir que otros relatos se formen y emerjan en su lugar, es muy importante para

la cultura y para el imperialismo, y constituye uno de los principales vínculos entre

ambos.” (Said: 1993,13). Rebelarse contra lecturas colonizadoras supone transitar

y rescatar la colonia como red discursiva, como totalidad, no ceder su interpreta-

ción a mediadores privilegiados, disputar el poder de interpretación de nuestros

discursos desde América Latina, apropiarnos de la agenda crítica, sin dejar de tener

en cuenta las interacciones con el centro imperial, oponer una narración crítica de

resistencia. Escribe el narrador mexicano Carlos Fuentes: “Entre nosotros, en cam-

bio, no hay un solo tiempo: todos los tiempos están vivos, todos los pasados son

presentes. Nuestro tiempo se nos presenta impuro, cargado de agonías resistentes.

La batalla es doble. Luchamos contra un tiempo que, también, se divierte con noso-

tros, se revierte contra nosotros, se invierte en nosotros, se subvierte desde noso-

tros, se convierte en nombre nuestro”.

El libro de María Jesús Benites descubre y rescata esos combates secretos

que se producen aún dentro de los discursos imperiales. Le agradezco el privilegio

de haberla acompañado en este viaje por el Nuevo Mundo.

Carmen Perilli

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Nota Preliminar

A fines de 1997 emprendí la lectura de los escritos de Pedro Sarmiento de

Gamboa, cronista y viajero español del siglo XVI. Desde ese momento recibí de

ma-nera generosa el apoyo intelectual y afectivo de mi directora y maestra, Dra.

Carmen Perilli. Es para ella mi mayor gratitud y reconocimiento.

En 1999 se conformó la Comisión de Supervisión de la Tesis de Doctorado

Estructurado en Letras "La escritura en el Nuevo Mundo: Pedro Sarmiento de

Gamboa", integrada por la Dra. Elena M. Rojas Mayer y el Dr. Eduardo Rosenzvaig,

quienes acompañaron con sus conocimientos y estímulos este proceso. El trabajo,

defendido en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT en noviembre de 2003,

obtuvo la máxima calificación del jurado* y fue recomendado para su publicación.

Durante cuatro años, desde octubre de 1997 hasta noviembre de 2001, fui

becaria de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Tucumán,

primero con una Beca de Iniciación en la Investigación y luego de Perfeccionamien-

to. El último tramo lo realicé con el apoyo de una Beca de la Fundación Antorchas

bajo la Dirección de la Dra. Carmen Perilli. En todos los casos desarrollé mis tareas

de investigación en el Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA)

de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

En el itinerario de esta tesis de doctorado he recorrido, en ocasiones física y

otras imaginariamente, con distintos objetivos y anhelos, las mismas geografías

que Sarmiento. En 1999 busqué material documental en el centro “Bartolomé de las

Casas” de Cusco, Perú. En esa ciudad imperial traté de encontrar, inútilmente, algún

rastro (ya sea un manuscrito o una inscripción en alguna propiedad) que manifesta-

ra su prolongada estadía allí.

* El jurado estuvo integrado por las Doctoras Elena M. Rojas Mayer, Silvia Tieffemberg, Victoria

Cohen Imach y por los Doctores Eduardo Rosenzvaig y Raúl F. Nader.

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14 MARÍA JESÚS BENITES

En noviembre de 2000 viajé a España con la finalidad de consultar los ma-

nuscritos sarmientinos. El periplo me llevó al Archivo General de Indias en Sevilla,

donde se encuentran casi la totalidad de sus escritos, a la Biblioteca del Palacio

Real, a la sala “Miguel de Cervantes” de la Biblioteca Nacional en Madrid y a la

deslumbrante Biblioteca de El Escorial.

Durante ese viaje de estudios la Dra. Sonia Mattalía Alonso de la Facultad de

Filología de la Universidad de Valencia me brindó la oportunidad de exponer ante

sus alumnos de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana y los investigadores del

Grupo de Estudios Iberoamericanos que dirige, los lineamientos de mi trabajo.

Este “derrotero” fuera de Tucumán termina en agosto de 2001, cuando viajé

para participar en un encuentro internacional a Santiago de Chile. Allí, ciudad en la

que Sarmiento de Gamboa nunca estuvo, me entrevisté con el Dr. José Miguel Ba-

rros Franco, quien investiga, desde hace más de treinta años, su vida y viajes. El Dr.

Barros Franco, miembro de la Academia Chilena de Historia, me proporcionó docu-

mentos inéditos y con paciente sabiduría respondió en innumerables y transandinas

cartas electrónicas mis inquietudes.

Quiero expresar aquí mi especial agradecimiento al Profesor Carlos Castilla

quien con generosa amistad, me brindó una ayuda invalorable en la tarea de lectura

paleográfica de los manuscritos de Sarmiento de Gamboa.

Agradezco asimismo a aquellos colegas e investigadores del Instituto Inter-

disciplinario de Estudios Latinoamericanos que me alentaron durante el desarrollo

de esta tesis, y de manera particular a la Dra. Rossana Nofal.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 15

A mediados del siglo pasado, el apellido Sarmiento se extin-

gue en San Juan por la línea masculina. Entonces los hijos de

una señora Mercedes Sarmiento, i de un Quiroga, toman el ape-

llido de la madre, tradición que perpetúa el actual obispo de

Cuyo, apellidándose de Quiroga Sarmiento. En 1650,

encuéntrase registrado en los archivos, el nombre de una seño-

ra doña Tránsito Sarmiento, de ahí para adelante se me pierde

la traza de esta familia, i los más laudables esfuerzos de mi

parte no han alcanzado a ligarla al adelantado Sarmiento, fun-

dador de la colonia de Magallanes de aciaga memoria, no obs-

tante haber tradición de que los Sarmiento de San Juan eran

vizcaínos como aquél. Habría saltado de contento de haber po-

dido referir a tan noble origen mis esfuerzos por repoblar el

Estrecho. Entonces reclamaría como propiedad de familia, aquel

imponente pico llamado monte Sarmiento que alza su majes-

tuosa frente en la punta de América del Sud, contemplando

ambos mares, desolado por las tormentas del Cabo, i engala-

nado de cascadas sublimes que se despeñan al mar desde sus

cimas.

Domingo Faustino Sarmiento,

“El obispo de Cuyo”, Recuerdos de Provincia (1850).

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16 MARÍA JESÚS BENITES

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“Un lío que tiene dentro

muchos papeles y algunos libros”

En el Apéndice Documental que acompaña la reedición de Historia del Tribu-

nal de la Inquisición en Lima de José Toribio Medina (1956, 455 - 459) se adjunta el

siguiente inventario:

primeramente en un cofrecito biejo lo seguiente

id dos libros de latin y otras cartas y papeles que estaban dentro de el.

id un conpas de plata sin quintar pes o una onça y tres quartos (...)

id dos pellejos de león

id unos manteles biejos (...)

id un tocino

id dos quesos

otra petaca y dentro della lo seguiente

id dos libros con otros muchos papeles y cartapacios

id quatro pares de alpargatas, id unos çapatos biejos

id otras calças de rraya biejas con canones de tafetan rrotos

id una capa bieja de rraya con fajas de tafetan rrotos

id una gorra de terciopelo bieja.

en otra petaca lo seguiente

id tres lienços pintados de lugares de yndios y tierras

id seys libros y otros muchos papeles e informaciones (...)

id un sombrero de tafetan con unas medallas de azabache y plumas (...)

id un lio que tiene dentro muchos papeles y algunos libros (...)

id una talega con unos ydolos de barro

en otra digo en un costal se hallo lo seguiente

id una talega y dentro de ella docientos y sesenta y tres pesos corrientes

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18 MARÍA JESÚS BENITES

de plata muy mala (...)

id una lança

id una espada

Estos bienes constituyen parte del patrimonio secuestrado a Pedro Sarmiento

de Gamboa en 1575 durante un juicio ante el Tribunal de la Inquisición de Lima.1 No

es fácil encontrar un documento que resuma en una mera descripción desordenada

de objetos dispares las múltiples líneas que trazan la vida de un hombre.

La enumeración de las pertenencias (donde se mezclan elementos tan diver-

sos como un tocino con un compás de plata, dos libros de latín con dos pellejos de

león) remite, de manera directa, a sus ocupaciones como navegante, historiador,

soldado, poeta, cosmógrafo, nigromante. En ese contexto se vuelve significativa la

reiteración de los adjetivos “biejo” y “rroto” para describir cada una de las posesio-

nes de quien fue nombrado por el Virrey Francisco de Toledo “Cosmógrafo Mayor de

los Reinos del Perú” y miembro fundamental, como Historiador y Alférez, de la co-

mitiva que lo acompañó en su Visita General por los Andes.

El estado de deterioro de esos bienes, donde predominan libros y papeles,

permite pensar en un sujeto colonial, letrado, pero también en un hombre de armas,

en un colonizador cuyos anhelos en el Nuevo Mundo no se limitan a la acumulación

personal de riquezas.

De todos estos objetos me interesa acercarme al “lío que tiene dentro mu-

chos papeles y algunos libros” porque remite a un objeto ausente de la lista, a uno

que ni siquiera entra en el detalle pero que revela un oficio que Sarmiento ejerció

com-pulsivamente: la pluma.

Ese elemento no inventariado trasciende en un corpus de textos que com-

prende más de veinte años de escritura de un sujeto que adopta distintas posiciones

dentro del discurso de la conquista y colonización y que se expresan, asimismo, en

las diversas formas discursivas que emplea para relatar sus viajes al Estrecho,

justificar el proyecto colonizador en los Andes y suplicar mercedes y honores.

1 Este documento fue también editado por el historiador peruano Carlos A. Mackehenie bajo el

título de “Secuestro de los bienes del capitán Pedro Sarmiento de Gamboa, hecho por la

Inquisición de Los Reyes (Año de 1575)”. En Cuadernos de Estudio, Tomo I, N° 3, Instituto de

Investigaciones Históricas de la Universidad Católica del Perú (1941, 216-225).

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El acercamiento a estos textos, que exponen una mirada imperial, inscribe

este trabajo en el ámbito de los estudios coloniales para profundizar las relaciones

que se establecían entre la metrópoli imperial y aquellos hombres que cruzaban el

mar “tenebroso” huyendo de la miseria y el olvido. El análisis de esta escritura

supone interrelacionar circunstancias histórico-políticas, culturales, sociales así como

económicas y administrativas.

Para el desarrollo de este trabajo fue determinante la consulta de los manus-

critos de Sarmiento de Gamboa. Durante la investigación fueron surgiendo algunas

inquietudes que sólo podían resolverse examinando los documentos originales, con-

servados, casi en su totalidad, en el Archivo General de Indias en Sevilla. El en-

cuentro con los escritos confirmó parte de las hipótesis acerca de la tipología de los

textos y me brindó un detalle inesperado, una puerta de entrada que me permitió

desplegar algunas de las líneas que recorren mi trabajo.

Mientras observaba los manuscritos a través de un monitor advertí que en

determinados folios la firma aparecía incompleta. Cuando tuve entre mis manos el

abultado legajo que los contenía empecé a recorrer, despegar, desgajar esos plie-

gos y comprobé, no sin cierto asombro, que ese espacio en blanco se debía a que,

cuan-do Sarmiento firmaba, rajaba la hoja. A la contención retórica de sus cartas se

opo-nía la violencia de la firma; su particular letra humanística se expandía en la

desmesura y ampulosidad de una rúbrica envolvente.

Ese intersticio marcado por la pluma era el espacio físico por el cual él mismo

ingresaba a la escritura. Escritura e inscripción constituyeron los dos movimientos

centrales que acompañaron la travesía por sus escritos. El modo en que ese cuerpo

se inscribía en el papel me llevó a considerar los alcances e implicaciones del gesto

del trazado. Es que las diversas actividades que desarrolló Sarmiento durante su

vida se condensan además en esa acción: trazar signos misteriosos para anillos

mágicos, trazar los mapas con las costas del Estrecho, trazar las futuras fortificacio-

nes, trazar el plano de las ciudades tumbas. Pero en la materialidad de la escritura

están trazados también los desplazamientos físicos de este sujeto colonial.

Por un lado, en numerosos lugares y diversas ocupaciones, como en Lima

enseñando latín; en Cusco persiguiendo a Túpac Amaru; en las Islas Salomón ex-

plorando las costas; fortificando las entradas al Estrecho de la desgracia; anhelando

su libertad en barcos de piratas ingleses; envejeciendo en el Castillo Infernal o su-

plicando socorros y mercedes por los imperturbables pasillos donde se refugiaba el

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20 MARÍA JESÚS BENITES

poder en España. Por otro, investigando diversas ciencias y artes como la astrono-

mía, la historia, la navegación, y también otras, esotéricas, como la quiromancia y

la invención de tintas hechiceras, que lo enfrentan con los temibles tribunales inqui-

sitoriales.

Ese resquicio, detalle imperturbable a través de los siglos, deja expuesto, de

manera metafórica las certezas, quiebres y reclamos de una voz. El inventario que

detalla un patrimonio integrado de restos, de objetos gastados, revela sus tonos.

Mis primeras aproximaciones a la escritura de Sarmiento de Gamboa impli-

caron la revisión de cuáles aspectos de su obra y figura habían sido abordados

hasta ese momento.

La importancia de sus viajes a las Islas Salomón y al Estrecho de Magallanes

es destacada por numerosos autores desde fines del siglo XVI y durante el XVII en

textos como Historia Natural y Moral de las Indias de José de Acosta (1590), Histo-

ria de las Malucas de Bartolomé Leonardo de Argensola (1609: Libros III y IV:),

Descripción de las Indias Occidentales de Antonio de Herrera (1601 - 1615: Capítulo

XXIII), Los hechos de don García Hurtado de Mendoza de Cristóbal Suárez de Figueroa

(1613: Libro V), Histórica relación del Reino de Chile de Alonso de Ovalle (1643:

Libro VI, Capítulo I), en La descripción geográfica y derrotero en la región austral

magallánica de Francisco De Seixas y Lobera (1690: Capítulos I y VIII) y Tablas

cronológicas de los Reales Consejos de las Indias Occidentales de Antonio León

Pinelo (1645).2

En el siglo XVIII sus viajes son referidos en Relación del último viaje al Estre-

cho de Magallanes de la Fragata S. M. Santa María de la Cabeza preparada por José

Vargas de Ponce (1788). En 1768 Bernardo de Iriarte publicó el texto, hasta ese

entonces inédito, de su primer viaje al Estrecho de Magallanes.3 A fines del siglo

XVIII y principios del XIX, Juan Bautista Muñoz y Martín Fernández de Navarrete

armaron colecciones de documentos originales vinculados con las exploraciones

2 En el siglo XVII sus viajes al Estrecho de Magallanes mencionados en la obra Argentina

y conquista del Río de la Plata de Martín del Barco Centenera (1602).

3 El volumen se tituló Viaje al Estrecho de Magallanes por el capitán Sarmiento de Gamboa en

los años de 1579 a 1580 y noticia de la expedición que después hizo para poblarlo.

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marítimas y terrestres emprendidas en territorio americano, en las que se incluye-

ron relaciones y cartas de Sarmiento.4

En el siglo XIX, se ocupan de él estudiosos como Marcos Jiménez de la Espa-

da en Tres relaciones de antigüedades peruanas (1879), José Toribio Medina en sus

historias sobre el Santo Oficio de la Inquisición en Chile y Lima (1890-1887), y

Clement Markham, quien tradujo al inglés, en 1895, la relación del viaje de 1579

publicada por Iriarte.

Las relaciones de los viajes de Sarmiento son incluidas en otras colecciones

de documentos inéditos que se publican durante el siglo XIX como: Colección de

documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las

antiguas posesiones españolas. Documentos del Archivo General de Indias (1866 –

1869: Tomos V y XI), Colección de documentos inéditos para la Historia de España

(1859 – 1889: Tomos XXXIV y XCIV), Colección de documentos inéditos relativos al

descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de

Ultramar (1885), entre otras. Sus escritos aparecen además en Armada española

desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón de Cesáreo Fernández Duro (1896).

A principios del siglo XX Richard Pietschmann edita por primera vez y en

español Historia Indica, texto que Sarmiento culminó en marzo de 1572 y que hasta

ese momento se consideraba extraviado. En 1920 Pablo Pastells publicó una obra

monumental titulada El descubrimiento del Estrecho de Magallanes. En conmemo-

ración del IV centenario, donde transcribe los manuscritos que, conservados en el

Archivo General de Indias de Sevilla, escribieron los viajeros que descubrieron y

colonizaron ese territorio desde Hernando de Magallanes a Sarmiento de Gamboa.

Un grupo de cartas y relaciones es incluido en el Tomo I de Monumenta Cartographica

Indiana (1942) y en el Tomo III de la Colección de diarios y relaciones para la

historia de los descubrimientos (1944), ambos de Julio Guillén Tato.

En 1942 Ángel Rosenblat publica, a partir del trabajo de Pietschmann, Histo-

ria de los incas.5 En 1950 compila en una edición –hasta ahora la más completa y

rigurosa- las relaciones de viajes y cartas, basándose en los documentos editados

4 Colección Muñoz, Tomos X, XXXVII, XXVI. Colección Fernández de Navarrete, Tomos XX,

XXII, XXVI, XXVIII.

5 El texto es reeditado en 1943 y 1947. En esta última edición Rosenblat amplió su estudio

introductorio.

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22 MARÍA JESÚS BENITES

por Pastells e incluyendo material inédito.6 En un apéndice incorpora importante

documentación, como las actas de los juicios inquisitoriales que se realizaron contra

el navegante, balances de cuentas, los listados de pobladores y hasta los pretenciosos

versos que, en honor a un traductor de la obra de Petrarca, Sarmiento escribe en su

último año de vida. En sus ediciones, Rosenblat opta por actualizar la ortografía

conservando las marcas léxicas distintivas del lenguaje sarmientino.7 Existen edi-

ciones posteriores de su historia sobre los incas y algunas parciales de sus viajes al

Estrecho basadas fundamentalmente en Rosenblat.

A partir el siglo XIX aparece un conjunto de textos biográficos, como los de

Fernández Navarrete y Cesáreo Fernández Duro. En el siglo XX se editan importan-

tes biografías sobre Sarmiento, como la de Stephen Clissold (1904), la muy docu-

mentada de Amancio Landín Carrasco (1945), las de Ernesto Morales (1932 y 1946),

Rosa Arciniega (1956), Carlos Araníbar (1964), J. Filgueira Valverde (1980). A éstos

se suman, los trabajos de José Miguel Barros Franco, entre otros.

Los viajes de Sarmiento figuran en todos los estudios sobre la colonización

del Estrecho de Magallanes desde Conquista de las Islas Malucas, de B. L. Argensola,

hasta los más recientes, como el de Sabela Quintana publicado en Chile en 1994.

Sus textos, en particular Historia Índica, figuran en distintas historias de la literatu-

ra.8

Los aportes de estos estudios se ubican en el campo historiográfico y geográfi-

co. Son las circunstancias fascinantes de su vida azarosa las que han despertado, de

manera considerable, ese interés por lo biográfico. Estos autores destacan su in-

fluencia política en la sociedad colonial peruana y la importancia de sus expedicio-

nes marítimas en el proceso de configuración y delimitación del espacio americano.

6 La edición posee además un estudio preliminar a cargo de Armando Braun Menéndez quien se

detiene en los inauditos avatares que recorren la vida del navegante. Braun Menéndez se ha

dedicado a la figura y viajes de Sarmiento de Gamboa en su obra Pequeña Historia Magallánica

(1937).

7 En su edición de los viajes Rosenblat adjuntó un inestimable “Glosario de voces marítimas y

antiguas” donde reúne todos los términos marítimos que emplea Sarmiento de Gamboa y que

pueden ofrecer dificultades al lector. (Tomo II, 391–468).

8 Me refiero a obras como Historia de la Literatura Hispanoamericana de Enrique Anderson

Imbert (1954); La literatura peruana (1950) e Historia comparada de las literaturas america-

nas (1973) ambas de Luis Alberto Sánchez, entre otras.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 23

En las mencionadas indagaciones los textos del navegante cumplen la fun-

ción de soporte documental. Este estado de la cuestión me lleva a acordar con

Manuel Lucena Giraldo en que los “estudios sobre Pedro Sarmiento de Gamboa y las

recopilaciones en torno a su obra, adolecen de algunos defectos: no son exhausti-

vos, estudian etapas parciales o aspectos concretos y carecen de la perspectiva que

ofrece la unión de la obra y vida del personaje” (1985, 59).

Al revisar el conjunto de trabajos sobre el viajero se advierte la necesidad de

emprender una investigación que se circunscriba a su producción escrita ya que

ésta, en sí misma, comprende un material valioso para indagar diversas cuestiones

que atienden, tanto al proceso de constitución de un sistema de escritura en y sobre

el Nuevo Mundo como a las posiciones del sujeto que produce el discurso. En este

sentido, las problemáticas centrales hacia las que se orienta mi abordaje confluyen

en la relación entre sujeto, discurso y representación.

La hipótesis permite, entonces, vincular dos ejes centrales en los estudios

coloniales: tipologías discursivas y posiciones del sujeto. Busco demostrar que los

distintos tipos textuales que conforman el conjunto de sus escritos (historia, relacio-

nes, cartas, memoriales) determinan las diferentes posturas de quien escribe, en

referencia, tanto al objeto como a la finalidad de su escritura.

Esto supone incluir los textos de Sarmiento en el corpus de producciones sur-

gidas durante la etapa de conquista y colonización del Nuevo Mundo y un acercamien-

to a las circunstancias de su realización. Para este abordaje sigo las propuestas de

Walter Mignolo, Rolena Adorno y Beatriz Pastor, quienes se han abocado al estudio

de los procesos culturales latinoamericanos. Cada uno de ellos ha revisado el conjun-

to de textos surgidos en esos momentos apartándose de las cuestiones del estatuto

literario y analizando la relevancia que poseen en la configuración cultural de Amé-

rica.

La clasificación tipológica en cartas, crónicas y relaciones presentada por

Mignolo (1982) constituye un punto de partida para delimitar a qué grupo pertene-

cen los textos denominados de manera general “crónicas”. La determinación de dis-

tintos niveles como documento/texto, familia textual, formación textual y tipo discur-

sivo, la categoría de territorialidad o el análisis de las configuraciones cartográficas

-que recorren su obra crítica y se condensan en The dark side of the Renaissance

(1995)- son insoslayables no sólo para organizar el corpus sarmientino sino tam-

bién para abordar las problemáticas referidas al momento de apropiación y repre-

Page 24: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

24 MARÍA JESÚS BENITES

sentación del espacio americano en la escritura.

El acercamiento a las producciones culturales que surgen durante el descu-

brimiento, conquista y colonización hace necesario utilizar categorías como la de

discurso colonial (Mignolo: 1986; Adorno: 1988a),9 que expresa el inagotable pro-

ceso de producción textual en el Nuevo Mundo, y la de semiosis colonial (Mignolo:

1989), que involucra la coexistencia de distintas prácticas. Otro concepto pertinente

es el de “sujeto colonial” (Adorno: 1988b), que da cuenta tanto del colonizador co-

mo del colonizado, y permite analizar los cambios de posición en quien realiza el

discurso. Este concepto posibilita trabajar en los textos las miradas, no sólo de los

que pertenecen a los grupos que detentan el poder, sino también incorporar las de

aquellos a los que se les ha trocado “el reinar en vasallaje”.10

Pastor (1983) analiza el modo narrativo que posee el discurso de la conquista

escrito por aquellos que participaron de manera directa en las acciones durante el

proceso de descubrimiento, exploración y conquista de América, y que comparten

la necesidad de incorporar su versión de los hechos a la historia. En el relato de la

experiencia personal se distinguen dos momentos marcados por el vínculo mitificador

o demitificador que establecen los europeos con el espacio y la indómita naturaleza

americana.

La red conceptual que sostiene este trabajo está compuesta además por es-

tudios como el de Edmundo O’ Gorman (1958) sobre la invención de América. Por el

revelador libro de Eduardo Subirats (1994) y sus conceptos asociados de “continen-

te vacío” y “lógica de la colonización” que posibilitan rastrear los mecanismos que

utilizó el sujeto colonizador en el proceso de apropiación y vaciamiento de América.

La integran además modelos explicativos como los de Antonio Cornejo Polar

y su categoría de “heterogeneidad” (1990, 1994), que da cuenta de las produccio-

nes textuales en las que se insertan conflictivamente dos o más mundos socio – cul-

turales. Los conceptos de “ciudad ordenada, letrada y escrituraria” propuestos por

Ángel Rama (1984) constituyen aportes significativos. Finalmente, las reflexiones

acerca de la configuración del espacio y el vínculo emocional o racional que se esta-

9 Tanto Mignolo como Adorno señalan que retoman el concepto de discurso colonial propuesto

por Peter Hulme en Colonial Encounters (1986).

10 La expresión pertenece al Inca Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales. Libro I, Capítu-

lo XV.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 25

blece en quien los recorre están precedidas por el concepto de “geografía imagina-

ria” de Edward Said (1990).

Este libro sobre la escritura de Sarniento de Gamboa está estructurado en

tres partes tituladas: “Historia Índica: la escritura de la dominación”, “Las relaciones

de los viajes al Estrecho de Magallanes: la escritura de la exploración” y “Las car-

tas: la escritura de la súplica”. Para la determinación de cada una de ellas se han

considerado distintos criterios.

El primero es cronológico y por eso lo inaugura Historia Índica finalizada en el

año 1572.11 Le siguen los textos de las sucesivas expediciones al Estrecho de

Magallanes escritos entre los años 1580 y 1590. El orden en que analizo cada una de

las relaciones responde internamente a una disposición temporal: Relación del pri-

mer viaje al Estrecho de Magallanes (1580), Relación de lo sucedido a la Armada

Real (1583), Relación sobre lo sucedido en el Estrecho (1584), Sumaria Relación

(1590). El conjunto de cartas conforma la tercera parte, ya que al estar escrito

entre los años 1572 y 1592 permite volver a recorrer y concluir el itinerario.

El segundo criterio es el tipológico. En la base del abordaje se encuentra la

problemática de los tipos textuales ya que cada uno de ellos plantea una revisión de

esas categorías. La escritura sobre los incas permite revisar los conceptos de cróni-

ca e historia; en el análisis de las relaciones establezco diferencias entre las Rela-

ciones Geográficas de Indias, diseñadas a partir de la “Instrucción y Memoria” o

Cuestionario y las escritas por Sarmiento. El trabajo con las cartas conlleva asimis-

mo una distinción que parte de la intencionalidad misma del texto.

El tercer criterio atiende a los cambios de posición del sujeto que escribe. Los

tonos que recorren el corpus se modifican y quiebran en el ejercicio compulsivo que

es para Sarmiento escribir. Esa voz que guía la pluma está marcada por los quie-

bres. Es ese desplazamiento del triunfo al fracaso, de la euforia al descontento, del

deslumbramiento a la decepción el que traza este recorrido y que es acompañado,

de acuerdo a las circunstancias enunciativas, por distintos tipos textuales.

Historia Índica respalda, de modo incuestionable, el modelo imperial de do-

minio en los Andes. Su elaboración se encuentra supeditada a las presiones políticas

11 En 1568 Sarmiento escribió una relación breve e inconclusa sobre su viaje a las Islas Salomón.

En el capítulo “Yo declaro de mí ser más malo que los malos”, me detengo en este tex-

to.

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26 MARÍA JESÚS BENITES

dominantes, a las que respalda de manera incuestionable. Para afianzar sus argu-

mentaciones el historiador funda su escritura en textos anteriores, como en Relectio

de Indis de Francisco de Vitoria (1539).

Analizo esta obra porque Sarmiento explicita no sólo su admiración por el

pensamiento escolástico de Vitoria, sino también porque recurre a los argumentos

vitorianos que, fundados en la noción aristotélica de la esclavitud natural, permitie-

ron propugnar un conjunto de reglas para controlar jurídica y teológicamente el

proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo. El soporte teórico para desa-

rrollar este aspecto se funda en los estudios de Anthony Pagden (1988, 1997) y

Francisco Castilla Urbano (1992).

Al analizar Historia Índica advertí la necesidad de contraponer su discurso a

uno surgido desde la resistencia indígena al poder colonial en el Perú, me refiero a

la Instrucción de Titu Cusi Yupanqui (1570), primera voz indígena que propone una

praxis en la que se advierte el “traumatismo de la conquista” que postula Nathan

Wachtell. (1971). Titu Cusi cuestiona los mecanismos de apropiación territorial im-

pulsados por los españoles y reclama, postulando su legitimidad como sucesor de

los incas del Cusco, la devolución de las tierras.

Asimismo, me detengo en el abordaje teórico sobre los modelos historiográficos

en el período colonial para distinguir crónica e historia (Mignolo: 1981, 1982, 1992,

1995). En la determinación de los procedimientos del discurso histórico acudo a tra-

bajos cuyas concepciones no responden, de manera específica, a la etapa colonial

en Hispanoamérica pero que sí brindan instrumentos para analizarlo (Hayden White:

1992, 1998). Los capítulos sobre Historia Índica comprenden la ubicación de la obra

en el conjunto de escritos sobre los incas que se producen en Perú durante el siglo

XVI (Luis Alberto Sánchez: 1950; Raúl Porras Barrenechea: 1986; Nicole Girón de

Villaseñor: 1975; Raquel Chang-Rodríguez: 1991) y se completan con material es-

pecífico, como los estudios de Richard Pietschmann (1906), Hans Steffan (1912) y

José Miguel Barros Franco (1983).

La segunda parte está dedicada al análisis de las relaciones de los viajes al

Estrecho de Magallanes. En un principio trabajé con la edición preparada por Án-

gel Rosenblat. La lectura de estos escritos permitió advertir la necesidad de estable-

cer diferencias dentro de las formaciones discursivas que se denominan “relacio-

nes”.

Walter Mignolo (1982) distingue rasgos organizativos y pragmáticos y deter-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 27

mina que en el contexto de producción esos textos tienen el sentido de “relato o

informe solicitado por la Corona” y señala distintas etapas en su formación: no ofi-

cial, oficial y textos posteriores que se estructuran siguiendo ese modelo. Estas con-

sideraciones se abocan a los escritos que se encuentran sistemáticamente regula-

dos por un cuestionario o “Instrucción y Memoria”.

El abordaje de los textos de Sarmiento problematiza estas distinciones. La

relación de 1580 está subordinada al mandato oficial de la Instrucción y el contenido

del texto responde por medio de dos movimientos, el de narrar y el de describir, a

sus requerimientos. Pero la instrucción que lleva el navegante no es similar a la

“Instrucción y Memoria” de cincuenta preguntas redactada por López de Velasco en

1574.

Resulta insoslayable para un análisis específico de las relaciones el estudio

introductorio de Relaciones Geográficas de Indias de Marcos Jiménez de la Espada.

(1881). Éste me permitió establecer que hay distintas etapas de sistematización en

los textos que informan sobre los diversos aspectos geográficos y naturales del

Nuevo Mundo. Se produce entonces, un entrecruzamiento entre los modelos retóricos

que impone la “Instrucción y Memoria” para sus relaciones y la relación o relato de

viaje. Los escritos no siempre surgen por un mandato de escritura, en ocasiones el

universo textual se conforma a partir de acontecimientos que los apartan del acto

obligatorio de responder. En el análisis de las relaciones de viaje aplico la distinción

de la escritura como mandato u ofrenda (Mignolo: 1987) y sigo las observaciones

de Elena Altuna sobre los caminantes que recorren los territorios americanos du-

rante los siglos XVII y XVIII (1998, 1999, 2001, 2002).

En los relatos de 1583 y 1584 la escritura adquiere mayor autonomía y co-

mienza a alejarse de lo reglamentado. El acto de escribir deja escuchar, con cre-

ciente intensidad, una voz fracturada por las decepciones, cuya máxima expresión

se encuentra en el escrito de 1590. Esta mirada pone en evidencia zonas del corpus

en las que la palabra comienza a fisurarse, enfrentando al poder metropolitano que

no brinda respuestas. Esos silencios determinan diferentes posiciones del sujeto

que se reflejan en una escritura más apasionada, recurrente en contradicciones y

cuestionamientos.

En el trabajo sobre los modelos del género fue decisiva la consulta de los

manuscritos originales de Sarmiento. Rosenblat enumera seis relaciones sobre el

segundo viaje. La primera, del 1 de junio de 1583, es por sus rasgos formales una

Page 28: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

28 MARÍA JESÚS BENITES

carta y, lo que considero un aspecto contundente, está redactada en primera perso-

na singular, a diferencia de las relaciones en las que se alterna el uso de las perso-

nas gramaticales.

La consideración del aspecto paleográfico me permitió, en su momento, pun-

tualizar cuáles son los textos escritos de puño y letra por Sarmiento y cuáles los que

fueron dictados. Para la distinción de los rasgos de la caligrafía partí de los saludos

finales de las relaciones, las cartas y de la firma. También analicé una misiva del 27

de septiembre de 1589 en la que el autor agrega en la parte superior del primer

folio lo siguiente: “Suplico a vuestra señoría no le espante la larga historia ni la mala

le-tra, y me haga merced de la leer toda, que no deje letra”.

En el caso de las relaciones este aspecto es decisivo porque algunos editores

consideran que la alternancia es un efecto del dictado (Sarabia Viejo: 1988). Al

comprobar que las relaciones de 1580 y de 1583 están escritas de puño y letra por

el viajero pude establecer que la alternancia entre la primera persona del singular y

del plural y la tercera del singular, presente en la totalidad de las relaciones, se

transforma en un aspecto fundamental.

Me dediqué a organizar los escritos con un criterio que atendiera tanto las

características tipológicas, formales como las contextuales. Dentro de la estructura

de las relaciones, se encuentran textos que no parten de un cuestionario oficial y

que están estructurados a partir de un movimiento narrativo que tiene por objeto

reclamar una recompensa por los esfuerzos realizados. Estos escritos se acercan a

las escrituras denominadas “probanza de méritos y servicio”. En la base de su es-

tructura subyace el relato del sufrimiento del hombre en un espacio hostil. Son

escrituras “corpóreas” (Margo Glantz: 1992) ya que el sujeto inscribe el padeci-

miento físico en el espacio textual.

Además, para el estudio de los relatos de viaje he partido de la división del

discurso demitificador de Beatriz Pastor (1983) proponiendo para el abordaje de los

textos del navegante la categoría de “narrativa del desamparo”. En ésta se entre-

cruzan los motivos que recorren la del fracaso y sus articulaciones en naufragio y

rebelión con los elementos y tonos que atraviesan la escritura de Sarmiento de

Gamboa.

En este marco de trabajo las otras dos relaciones que incluye Rosenblat

(ambas firmadas el 1 de junio de 1583), son textos que poseen una indiscutible

riqueza documental, pero que exceden los objetivos y alcances de mi investigación

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 29

ya que cumplen con una formalidad administrativa.12 En ellos se consignan nom-

bres, cargos, sueldos, oficios de los tripulantes y pobladores, se detallan alturas o

se reproduce la lectura de las agujas de marear.

En el abordaje de las relaciones entran en diálogo otras escrituras sobre el

Estrecho de Magallanes. Se agregan al corpus el primer relato sobre el Estrecho

(con la variedad de elementos míticos que acompaña toda fundación) Primer Viaje

en Torno al Globo de Antonio de Pigafetta (1522), la relación de la aventura expedi-

cionaria de Juan de Ladrillero (1558), el testimonio del único poblador sobreviviente

de la utopía sarmientina: Tomé Hernández.

Los cambios de posición que paulatinamente se señalan en el estudio de la

Historia Indica y las Relaciones de los viajes se condensan en las cartas y memoria-

les ya que, por un lado, están escritos en diferentes etapas (entre 1572 y 1592) y,

por otro, poseen distintos tonos. La carta permite la emergencia de un sujeto en un

espacio de menor sujeción a la autoridad. Sarmiento explicita allí sus quejas e

inscribe en ellas el sufrimiento de un vasallo que se siente, en reiteradas ocasiones,

abandonado por sus superiores y el Rey, como las conmovedoras cartas que redac-

ta en la prisión pidiendo que lo rescaten.

En las epístolas no se escucha una voz entrecortada por los mandatos de la

instrucción y el apremio de informar novedades sino las múltiples modulaciones de

la palabra. Los textos tienen una clara intención argumentativa y de pedido; se li-

mitan a referir los acontecimientos que avalen el otorgamiento de tal solicitud.

Las indagaciones que guían el análisis del epistolario giran en torno a las

preguntas acerca de qué y cómo se suplica. Mi lectura se divide en dos momentos,

marcados por los móviles que estructuran la acción y el gesto de pedir. En el prime-

ro, la súplica tiene como objetivo el móvil de la honra, la estimación y la hacienda,

que se reitera en las cartas escritas entre los años 1572 y 1581. Es el discurso de un

héroe eufórico, merecedor por sus hazañas de los más altos reconocimientos.

En un segundo momento, este móvil es desplazado por el del pedido angus-

12 Derrotero del Camino y navegación que hizo la armada del mando del general Diego Flores

Valdés, que salió de Sanlúcar el 9 de diciembre de 1581 para el Estrecho de Magallanes y

Relación de los capitanes y naos, maestres y pilotos que Su Majestad proveyó para la armada

que invió en la jornada del Strecho de la Madre de Dios, antes llamado de Fernando de

Magallanes, y lista de los pobladores del Estrecho.

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30 MARÍA JESÚS BENITES

tiante de auxilio para los pobladores del Estrecho. Esta etapa corresponde a las

cartas redactadas entre los años 1582 a 1585. En las misivas que escribe en 1589 el

pedido de socorro es para él mismo, preso en el Castillo Infernal. El sujeto que re-

clama lo hace desde el lugar del agraviado, de aquel cuya honra y fama se han visto

tan ultrajadas que lo único que puede ofrecer son sus pesares.

He recurrido, fundamentalmente, a las distinciones que realiza María Antonia

Heredia Herrera (1972; 1974; 1977). Además relaciono el abordaje de las epístolas

con las partes de la dispositio retórica ya que Sarmiento apela a sus conocimientos

de oratoria y las estructura de acuerdo a un objetivo propio sin condicionamientos.

Las citas utilizadas en el trabajo han sido extraídas de las ediciones de Ángel

Rosenblat de la Historia Indica y de los Viajes al Estrecho de Magallanes. De todas

maneras, cuando es relevante, señalo las diferencias con las demás ediciones con-

sultadas, fundamentalmente con la de Pablo Pastells. En todos los casos realizo, en

nota al pie, una descripción del manuscrito.

Versos de la Odisea13 inauguran cada uno de los capítulos de la tesis. Ya la

escritora peruana Rosa Arciniega (1956) vincula a Sarmiento con Ulises. Sus via-

jes, marcados por el infortunio, hacen inevitable esta comparación. Ambos parten a

lugares remotos acompañados por quienes morirán en el trayecto, en recorridos de

muerte, hambre y olvido. Ulises navega durante veinte años desde Troya hasta

Itaca. Sarmiento de Gamboa, dedica los últimos diez años de su vida a colonizar

una tierra desolada sin metales ni aromática especiería para guardar en torres de

oro.

Homero canta el destino épico de Ulises; Sarmiento escribe impulsado por la

necesidad de referir desgarradores acontecimientos que componen una intermina-

ble odisea: la de su propia existencia.

13 Buenos Aires: Planeta (1999). Todas las citas corresponden a esta edición.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 31

Habla, Musa, de aquel hombre astuto que erró largo tiempo

después de destruir el alcázar de Troya,

del que vio tantos pueblos y de ellos su espíritu supo,

de quien tantas angustias vivió por los mares, luchando

por salvarse y salvar a los hombres que lo acompañaban;

mas no pudo, ¡ay!, salvarlos, no obstante el esfuerzo que

hizo.

Odisea, Canto I

Años ha que conoces a Sarmiento

ser más descubridor que cortesano.

Fragmento de un poema

de Pedro Sarmiento, 1590.

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32 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 33

“YO DECLARO DE MÍ SER MÁS MALO

QUE LOS MALOS”1

La mañana del 6 de enero de 1587 una flota inglesa comandado por Thomas

Cavendish atraviesa el Estrecho de Magallanes. Francis Pretty maestre de la empre-

sa, refiere uno de los acontecimientos impensados que les deparó esa incursión.2

El día 7, entre la boca del Estrecho y su mayor angostura, tomamos

un español llamado Hernando, que se encontraba allí con otros 23 espa-

ñoles, último resto de cuatrocientos españoles dejados allí tres años

antes, en esos Estrechos de Magallanes; todos los demás habían muer-

to de hambre. (...).

Los españoles que estaban allí habían venido a fortificar los Estre-

chos, con el fin de que ninguna nación tuviera paso por ellos al Mar del

Sur, salvo ellos, pero, según parece, ésa no fue la voluntad de Dios.

Porque durante el tiempo que estuvieron allí, que fueron por lo menos

dos años, jamás pudieron tener cosa que creciera o que de cierto

modo prosperara. Y, por otra parte, los indios caían a menudo sobre

ellos, hasta que sus bastimentos se volvieron tan escasos (las provisio-

nes que habían traído de España estaban consumidas, y no tenían me-

dio de renovarlas) que murieron como perros en sus casas, y vestidos,

y así los encontramos a nuestra llegada.3

1 Frase extraída de la Sumaria Relación de 1590.

2 El título completo del texto es “El admirable y próspero viaje del venerable maestre Thomas

Candish, de Trinley, condado de Suffolk al Mar del Sur, y desde allí alrededor del mundo,

comenzando en el año 1586 de Nuestro Señor, y terminado en 1588. Escrito por el maestre

Francis Pretty, últimamente en Ey, Suffolk, un gentilhombre que participó en el viaje” y fue

publicado en los Hakluyt’s Voyages. Londres (1927: Tomo VIII, 206-255).

3 Tomo esta cita de la edición de Rosenblat quien tradujo fragmentos del texto en el “Epílogo” a

Viajes al Estrecho (Tomo II, 367-372).

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34 MARÍA JESÚS BENITES

Al leer este relato surgen distintas preguntas: porqué aquellos españoles se

encontraban en ese páramo, que los ingleses rebautizaron crudamente como “Puerto

del Hambre”; quién había impulsado el proyecto colonizador, quién fundó esas ciu-

dades, quién los había guiado hasta allí ... Las respuestas se encuentran siguiendo

las líneas que trazan la vida de Pedro Sarmiento de Gamboa.

El 2 de diciembre de 1564 el Arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaisa, en

carácter de Inquisidor Ordinario, tomó declaración al principal acusado en un proce-

so de fe.

Preguntado cómo se llama y de dónde es natural y cómo se llama-

ron sus padres, dijo que se llama Pedro Sarmiento, y que es natural de

Alcalá de Henares, y que su padre se llamó Bartolomé Sarmiento y su

madre María de Gamboa, que su padre era natural de Pontevedra, en el

reino de Galicia, y su madre de la ciudad de Bilbao, en Vizcaya. (261).4

A pesar de esta afirmación, hecha por el propio acusado, los biógrafos (como

Amancio Landín Carrasco o Ernesto Morales, entre otros) sostienen que los datos

sobre el origen de Sarmiento de Gamboa no son precisos. Su probable nacimiento

en Alcalá de Henares es aproximadamente entre los años 1532 y 1539. Sin embar-

go, sus contemporáneos se refieren a él como el "Caballero de Galicia" ya que está

comprobado que vivió su infancia en Pontevedra.5

Sus conocimientos matemáticos, cosmográficos y el dominio de las lenguas

clásicas hacen suponer a sus biógrafos que estudió en la Universidad de Alcalá o en

la de Sevilla.

Alrededor de 1555 se embarcó con destino al Nuevo Mundo donde “vino a

buscar cómo ser aprovechado” (T. II, 262), y arribó a la ciudad de Puebla de los Án-

geles en el Virreinato de Nueva España. En 1557, fue azotado públicamente por or-

den de la Inquisición.

4 Ángel Rosenblat (Tomo II, 262) copió este documento de Historia del Tribual del Santo

Oficio de la Inquisición en Chile de José Toribio Medina (1890: Tomo I, 309 – 338). Todas

las citas de la entrevista durante el juicio pertenecen a la edición de Rosenblat que se en-

cuentra en el “Epílogo”.5 Bartolomé Leonardo de Argensola en su Historia de las Molucas (1609). Fernández de

Navarrete (1848) también ha sostenido la idea de que Sarmiento era gallego. Rosenblat señala

en reiteradas oportunidades cómo algunos modismos propios del habla gallega se filtran en la

escritura de Sarmiento.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 35

Porque había hecho y ordenado una estatua con un sambenito y

una sentencia en forma contra un Diego Rodríguez, de Puebla, vecino

y en-comendero de aquel pueblo, a intercesión de unos sobrinos del

Obispo de Tlaxcala que estaban mal con el dicho vecino, e por la dicha

sentencia condenaba por el Santo Oficio de la Inquisición a ser que-

mado el dicho vecino.6

Este episodio lo obligó a dejar Nueva España y huir hacia el Perú donde don

Andrés Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Cañete ocupaba el cargo de Vi-

rrey. Durante un período de, aproximadamente, cuatro años se supone que enseñó

gramática latina en algún colegio dominico o en la Universidad de Lima ya que su

nombre, cargo y sueldo figuran en las libranzas y provisiones realizadas durante

ese período.

Cuando en 1561, don Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva, asu-

mió como Virrey del Perú, Sarmiento de Gamboa, trabó con él una estrecha amis-

tad ya que la nueva autoridad -además de su afición a las aventuras galantes-

estaba, en la misma medida que Sarmiento, profundamente interesada en temas

astrológicos. Richard Pietschmann (1906) apunta una extraña anécdota.

Se cuenta que el conde al llegar al Perú, encargó su horóscopo a un

astrólogo, habiéndole éste predicho el día y la hora de su muerte, ya

cercana. Esta predicción no desconcertó a Nieva, quien se la recordó

al astrólogo cuando llegó la fecha, a lo que éste le contestó que la

constelación peligrosa no había pasado aún7 (36).

El Conde es encontrado asesinado en una calle de la ciudad de Lima, durante

la noche del 19 de febrero de 1564. Las dimensiones que adquiere el escándalo obli-

gan a detener las investigaciones para no difamar la memoria del Virrey.8 Sin em-

bargo, en diciembre de ese mismo año, Sarmiento fue llamado a declarar ante el

Arzobispo de Lima, fray Jerónimo de Loaisa quien actúa como Inquisidor Ordinario.9

6 En Ángel Rosenblat (1947). Nota preliminar a Historia de los Incas (16).

7 Cito de la edición traducida por la Universidad de San Marcos, 1964. Ernesto Morales (1932) se

pregunta “Este astrólogo ¿no sería Pedro Sarmiento de Gamboa? (42).

8 “La opinión general es que el Virrey por instigación de un marido celoso, fue asaltado en

unpaso nocturno por las calles de la ciudad, y matado a golpes, mediante largas mangueras de

arenas”. Nota al pie de Pietschmann (36).

9 En una cédula firmada el 25 de enero de 1569, Felipe II instituyó el Tribunal del Santo Ofi-

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36 MARÍA JESÚS BENITES

Las acusaciones sobre las que tiene que responder en el juicio son dos. La

primera, y menos importante, se centró en los dichos de una criada del Conde de Nieva

llamada Paiba quien le acusaba de haberle ofrecido una tinta con cualidades amorosas.

Fue10 preguntado si tratando en esta ciudad con una persona, ha

dicho que sabía hacer cierta tinta que si escribían con ella a alguna

mujer querría mucho a la persona o personas que escribiese la carta,

aunque antes la quisiese mal. Dijo que hablando con este confesante

una mujer que se llama Paiba, criada del Conde de Nieva (…) sobre

cosas necias y torpes del amor, preguntó la dicha Paiba a este

confesante si sabía alguna cosa para que la mujer quisiese bien al

hombre, y este confesante dijo a la dicha Paiba que había oído decir

en España que se hacía una tinta que lo escripto con ella forzaba a la

mujer que la leyese a querer bien al que se la enviaba, pero que no lo

tenía por cierto ni lo había experimentado ni visto experimentar, ni

pensaba hacello, porque lo tenía por vanidad y mentira (262).

La segunda acusación es más grave, pues objeta la tenencia de unos anillos

que Sarmiento había encargado fabricar y a los que atribuía poderes mágicos tales

como ganar la simpatía de los poderosos y obtener suerte con las mujeres, en las

guerras y en riñas.

Fue preguntado si pusieron algunas letras en los anillos dichos, y

qué letras son, y si cuando se hicieron había interrupción en las mar-

tilladas, y si se acabaron en el mismo día que se empezaron. Dijo que

en los dichos anillos pusieron ciertas letras y nombres y caracteres

astronómicos y que los nombres no están en lengua latina sino en

caldea, y que son nombres de santos, conforme el libro donde está la

fábrica de dichos anillos y el vocabulario quinque linguae. (…). E luego

su Señoría Reverendísima mostró al dicho Sarmiento dos anillos de

oro, para que conozca si son los susodichos, e, habiéndolos visto el

dicho Pedro Sarmiento dijo que le pare-

cio en el virreinato del Perú. El Tribunal se estableció formalmente el 19 de enero de 1570,

coincidiendo con la llegada a Lima del nuevo Virrey, don Francisco de Toledo.

10 En la edición de Rosenblat los monosílabos aparecen, según la regla ortográfica del momen-

to, con tilde. Como se trata de textos donde está actualizada la ortografía he decidido trans-

cribir estas palabras de acuerdo con las normas actuales. Este criterio lo sigo en todas las

citas.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 37

ce que los dichos anillos son lo que ese confesante mandó hacer al

maestro Duarte, e que por ellos los tiene, porque cotejados con los

que están figurados en el libro tienen las mismas letras y caracteres y

fábrica. (…). El dicho Pedro Sarmiento exhibió ante Su Señoría dos

cuadernillos escritos en pergamino, de marca menor. (…). Y asimismo

exhibió en un papelillo una figura de otro anillo, que tiene escrito enci-

ma “tercero”; y exhibió un anillo de plata con ciertas letras y caracte-

res, que dijo ser el planeta Marte, el cual anillo y cuadernillos el dicho

Pedro Sarmiento dio espontáneamente. (…). Fuele preguntado si al

tiempo que el dicho platero hizo los dichos anillos, este confesante

hacía algunos movimientos con los ojos o con las manos o otra parte

de su cuerpo y decía algunas palabras y que palabras eran. Dijo que

no hacía movimiento ninguno aplicado ni enderezado a la obra de los

anillos, ni decía palabras para el dicho efecto más de dar prisa para

que se acabasen presto (263).

Los testigos son Francisco de Lima, secretario del Conde de Nieva, don Juan

de Velasco, hijo del Conde y Gaspar Losada, amigo del acusado, a quien Sarmiento

había ofrecido los anillos y los papeles e indicado que se dirigiese a las afueras del

pueblo para hacer un cerco dejándole una puerta orientada hacia donde sale el sol.

Luego, que tuviese en una mano el anillo y en otra los papeles mientras leía en voz

alta los textos de los cuadernillos. Finalmente, debía enterrar un espejo y después de

ciertos días sacarlo ya que en él podría leer cuanto necesitara saber sobre el futuro.

Su Señoría Reverendísima, preguntó al dicho Gaspar de Losada

por qué causa este testigo no vino a denunciar a su Señoría de las

cosas susodichas, pues que le parecían mal y lo reprendía al dicho

Sarmiento. Dijo que es ansí, que le parecía mal lo que el dicho Sar-

miento decía y trataba, y por tenerle por hombre honrado quiso pri-

mero este testigo dar parte de ello al Padre Fray Francisco de la Cruz,

por ser letrado, para que le aconsejase lo que estaba obligado a hacer.

(…). E conforme al parecer del dicho Fray Francisco y cédula susodi-

cha, este testigo vino al dicho Sarmiento para que él quemase los

dichos papeles y jurase conforme al dicho parecer. Y el dicho Sarmien-

to dijo a este testigo que quien le metía en hacer tantas diligencias, y

este testigo le dijo: “vos mi amigo sois, mas más quiero a Dios que a

vos ni a mi madre ni a todo mi linaje, y concluí, porque yo me voy

derecho al Arzobispo a decírselo”. E así el dicho Pedro Sarmiento dijo

Page 38: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

38 MARÍA JESÚS BENITES

a este testigo: “Pues haré todo lo que vos quisieres y haré juramento”.

E así ambos a dos juntos se vivieron a esta iglesia del Hospital de

Santa Ana, y se fueron a un altar, y el dicho Pedro Sarmiento puso la

mano encima de una ara que en el dicho altar estaba y juró a Dios y a

aquella ara consagrada de no usar siempre jamás de los anillos ni de

los dichos papeles, y quemar todos los dichos papeles (267 - 268).

Esta declaración es sin duda la que más perjudica a Sarmiento, ya que en

ella queda de manifiesto su inclinación por las ciencias esotéricas, delito severa-

mente castigado durante la existencia del Tribunal de Lima.11 Se menciona a un

personaje que cobrará trascendencia en un futuro juicio contra el astrólogo: fray

Francisco de la Cruz.

El 8 de mayo de 1565 el Tribunal da a conocer la condena: oír misa en forma

de penitente, con el pecho desnudo y con una vela en la mano, y, lo más serio, un

destierro perpetuo de las Indias. Hasta que esto último se concrete, el acusado

deberá permanecer recluso en “un monasterio e ayunase los miércoles y viernes de

cada semana y que no tuviese libros ni cuadernos de mano ni de molde que contu-

viesen sobredichas y que abjurase de levi” (270).12

El condenado escucha la misa, pero apela al Vaticano, logrando que el arzo-

bispo, no sólo lo autorice a salir del convento, sino también que le conceda permiso

durante seis meses al año para viajar a Cusco u otros lugares. Esta libertad le per-

mite establecer nuevamente lazos con el poder virreinal. Así, en 1567, participa ac-

11 Teodoro Hampe Martínez (1998) señala que durante la existencia del Santo Oficio de Li-

ma fueron procesadas doscientas nueve personas por el delito de hechicería, de las cua-

les tres cuartas partes eran mujeres. El delito de hechicería comprendía según el au-

tor, las siguientes prácticas: la nigromancia, la quiromancia, la astrología, los sortilegios (16 - 17).

12 José Toribio Medina (1956) señala que se abjuraba de levi cuando el procesado parecía

levemente sospechoso en la fe, cuando la sospecha era grave, debía abjurar de vehementi.

Para el primer caso existía una fórmula preestablecida que el acusado debía recitar en la capilla

del Tribunal delante de numerosas personas, leyéndose previamente en voz alta el Credo y

otros artículos de fe. El autor señala que los indicios de sospechas de fe lo constituían,

tratándose del judaísmo, ponerse camisa o ropa limpia en sábado, quitar la gordura a la carne

que se había de comer, rezar los salmos sin Gloria Patri, etc.; del mahometismo, levantarse a

comer antes del amanecer, lavarse la boca y tornarse a la cama, lavarse los brazos hasta los

codos, no comer tocino, ni beber vino; de otras herejías, ser brujo o hechicero, decir la

buenaventura por las rayas de las manos, etc. (119 - 120).

Page 39: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 39

tivamente en los preparativos de una expedición, cuya finalidad es descubrir nue-

vas islas.

Desde el descubrimiento, en 1535, de las Islas Galápagos persistía en el ima-

ginario de la sociedad indiana la posibilidad de que aún podrían descubrirse en el

Pacífico islas ignotas. Esta creencia se apoyaba además en una tradición incaica en la

que se mencionaba la existencia de dos islas pródigas en riquezas materiales:

Hahuachaumbi y Ninachumbi. El propio Sarmiento refiere en su Historia Índica esta

leyenda.

Y andando Topa Inga Yupanqui conquistando la costa de Manta y la

isla de la Puna y Túmbez, aportaron allí unos mercaderes que ha-

bían venido por la mar haca el poniente en balsas, navegando a la

vela. De los cuales se informó de la tierra de donde venían, que eran

unas islas, llamadas de Auachumbi y otra Niñachumbe, adonde había

mucha gente y oro. Y como Topa Inga era de ánimo y pensamientos

alto y no se contentaba con lo que en tierra había conquistado, deter-

minó tentar la feliz ventura que le ayudaba por la mar.(…). Navegó

Topa Inga y fue y descubrió las islas Auachumbi y Niñachumbi, y vol-

vió de allá, de donde trajo gente negra y mucho oro y una silla de

latón y un pellejo y quijabién a un personaje que cobrará trascenden-

cia en un futuro juicio contra el das de caballo (215).

Desde su primer viaje Cristóbal Colón asocia las míticas islas con las tierras

a las que arriba. El Almirante identifica a La Española con Ofir y Tarsis en las cuales

el Rey Salomón, según refiere el Antiguo Testamento, había encontrado el oro, las

piedras preciosas y la madera de sándalo con la que se construyó y decoró el

templo de Jerusalén.13

Con la expectativa de encontrar estos fabulosos territorios, Lope García de

Castro, quien ocupaba el cargo del fallecido Conde de Nieva, organiza una flota

compuesta por dos navíos que zarpa el miércoles 19 de noviembre de 1567. Como

13 En relación con este mito de Ofir y Tarsis hay quienes afirmaban que los incas del Perú

descendían de una de las tribus de Israel ya que era probable que las barcas salomóni-

cas hubiesen llegado a las costas peruanas por el Océano Pacífico y allí encontrado los te-

soros del Imperio Incaico. El padre José de Acosta en su Historia natural y moral de las In-

dias (1590) se opone por parecerle absurda esa posibilidad. De todos modos hasta fines

del siglo XVII se siguieron preparando empresas en su búsqueda. En Juan Gil (Tomo II,

1989).

Page 40: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

40 MARÍA JESÚS BENITES

general de la Armada nombra a su inexperto sobrino, don Álvaro de Mendaña;

maestre de campo a Pedro Ortega; piloto mayor a Hernando Gallego y capitán de la

nao principal a Pedro Sarmiento de Gamboa, a quien, por expresa recomendación

de García de Castro, debía consultársele el derrotero. En la instrucción se determi-

naba que el objetivo de la empresa era poblar las tierras que se descubriesen para

lo cual se la había proveído entre otras cosas, de armas, municiones, pertrechos,

vestidos, semillas.

Sarmiento refiere los acontecimientos de este viaje en una Relación

probablemente del año 1569,14 donde quedan expuestas las desavenencias con Men-

14 Relación de Sarmiento de cuando fue con Álvaro de Mendaña por el Mar del Sur. El ma-

nuscrito se encuentra en el Archivo General de Indias, Patronato 18, N° 10, R. 8. Sigo la trans-

cripción que Amancio Landín Carrasco incluye en el Apéndice Documental a su Vida y viajes

de Pedro Sarmiento de Gamboa (1945: 215- 233). A esta edición corresponden todas las citas.

Existe otra edición del texto en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo General

de Indias (1875). Hay otra versión incompleta de este texto en Páginas del descubrimiento de

las Islas Salomón (1568) según las relaciones del pontevedrés Sarmiento de Gamboa y

Alvaro de Mendaña, en la cual -como su título lo indica- se incluyen fragmentos de las relacio-

nes de los dos navegantes.

Mendaña escribió dos versiones de su viaje a las Islas Salomón. Dos de ellas, seguramente de

1569, se encuentran en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo General de Indias

(1875) copiadas de la Colección Muñoz. La primera se titula Esta es una breve relación que

se ha recogido de los papeles que se hallaron en esta ciudad de La Plata, acerca del viaje y

descubrimiento de las islas del Poniente de la mar del sur, que comúnmente llaman de

Salomón. (210 – 221). La segunda relación, más extensa, fue ingresada como Esta es la

relación y suceso de las cosas que han sucedido y pasado en el descubrimiento de las islas

que el ilustre Sr. Alvaro Davendaña fue a descubrir el año 1567 hasta 1568, por mandado del

muy ilustre Señor Licenciado Castro, su tío, gobernador y presidente de los reinos del Perú.

Va sacada de verbo ad verbum de la que al señor a Felipe II y escrita desde Lima el 11 de

septiembre de 1569. Apa rece en la Colección Velázquez, Tomo XXXVI y en la Historia del

descubrimiento de las regiones australes Tomo II de Justo Zaragoza, Madrid, 1880. La docu-

mentación sobre el viaje de Mendaña es registrada además en The discovery of the Solomon

Islands by Alvaro de Mendaña in 1568 de Lord Amherst of Hackney y Basil Thomson. Hakluyt

Society, Londres: 1901.

Otra relación que refiere estos acontecimientos es la del piloto Hernando Gallego, cuyo manus-

crito se conserva en el A.G.I. P. 18, N° 10, R. 4. Existe además un texto escrito por el Escribano

Mayor de la Armada que acompañaba a Mendaña, Gómez Hernández Catoira que ha sido

publicado en Australia Africana Vol. II de Celsus Kelly. Madrid: 1965 –1969.

Finalmente, se conserva un manuscrito anónimo sobre este viaje, encontrado en Bibliote-

ca Nacional de París y publicado por Fernández Duro en el Boletín de la Sociedad Geográfica

Page 41: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 41

daña.En el escrito señala que por propia voluntad cedió el cargo de “General desta

jornada á Aluaro/ De Mendoça15 sobrino del Gouernador reseruando en su el cargo

de Todo el trauajo de juntar la gente y pertrechos y el Viage y descubrimiento”

(216).

El texto refiere en orden temporal los avatares de la expedición acentuando

la incapacidad del General para comandar la empresa.16 El narrador apunta cada

día el modo en que Álvaro de Mendaña lo desplaza en la toma de decisiones y la

progresiva desautorización a la que se ven sometidos sus consejos.

Como el auatami° de altura hera tan grande y tan de golpe no lo

quiso disimular mas el capitan Pedro Sarmiento Visto que no hauia

enmienda sino que cada dia nos ybamos mas apartando y derrotando

a sabiendas de la tierra en cuya demanda ibamos y principalmente

auiamos salido del Peru Y asi dixo al General que mirase que ibamos

perdidos a lo menos para lo que salimos a hazer (...) y asi le Rogo al

General mandase enmendar el hierro que se hazia Luego porque si

pasauan mas adelante no tendria enmienda y no consintiese que se

lleuase tan mala y dañosa derrota y tan fuera de lo que se traya por

concierto determinado y que mirase que yba contra La Instruccion

(218).

La escritura es dominada por la narración de las condiciones desfavorables de

la travesía y las desavenencias entre sus protagonistas. La referencia a las conflic-

de Madrid en 1895.

15 Confusión por Mendaña.

16 Es interesante comentar que, en sus relaciones, Mendaña menciona de manera ocasional a

Sarmiento de Gamboa, éste es una figura casi ausente que ha sido prácticamente borrada de

los acontecimientos. Sólo en algunos tramos aparece su nombre para identificar un accionar

irrelevante. Además, cada intervención de Sarmiento en el texto es cumpliendo un mandato de

Mendaña: “y mandé al capitán Pedro Sarmiento que el lunes, que se contaron 16 del dicho mes

de hebrero, se partiese con diez y seis soldados (...)” (246).

Esta marca textual hace que el autor, que a diferencia de la escritura sarmientina no es la de un

sujeto textual diferido, sino en una contundente primera persona (“yo dije”, “yo acordé”, entre

muchos ejemplos), se construya como quien toma las decisiones dentro de la Armada. En

contraposición, el accionar de Hernado Gallego, el piloto mayor, está siempre referido. Eviden-

temente, esta escritura, cuya fecha exacta de producción se desconoce, tiene la función de

autojustificar su accionar frente a posibles críticas y cuestionamientos por el rotundo fracaso

colonizador de la expedición.

Page 42: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

42 MARÍA JESÚS BENITES

tivas relaciones personales y asimétricas con los demás miembros de las empre-

sas, será una constante en los escritos de viajes de Sarmiento. El narrador se

presenta en permanente choque con Mendaña, quien de manera sistemática des-

atiende sus “consejos” y prevenciones. Escribir es el medio que autoriza su posición

de piloto y cosmógrafo.

Por que la tierra nos quedaua a mano izquierda la buelta del sur y

del Susudeste y que ya que no lo quisiese creer a el [a Sarmiento]

diese algun credito a tantas pajarerias y rrabiocardos piqueros y

Gabiotas que Venian de hazia el Sur y sudueste por la mañana y a la

tarde tornauan a donde por la mañana auian Venido y lo que hera mas

cierta señal truenos y Relámpagos del Sur y sudueste por que segun

Regla Natural La gruesa Materia que causa semejantes efectos natu-

rales es causa de los pesados bapores de la Terra y no de las leues

excilaciones de la Mar y asi es prouadisssima experiencia que quando

Vamos de alto golpho y oymos truenos y Relampagos damos luego en

tierra breuemente asi a la parte que se oyen porque Las tales nubes y

meteuros Rompen sobre la propia tierra – con estas y otras muchas

persuasiones Le dezia mandazse guiar la derrota La buelta de donde

las señales parecian y que si no saliese cierto que le echasen a la Mar

como a hombre que auia engañado a su Rey y Señor (218).

Después de cincuenta y siete días de navegación divisan las primeras cos-

tas, pero siguen adelante en busca de las tierras de Ofir. El texto narra las condicio-

nes, cada vez más infrahumanas, en que los expedicionarios navegan cuarenta días

sin un rumbo preciso. Acosados por la desesperación, Sarmiento señala que tanto

Mendaña como el resto de la tripulación, le consultan la ruta. En esa circunstancia,

el hasta ahora relegado Capitán, impone un cambio en el itinerario. El 15 de enero

de 1568 descubren unas islas a las que bautizan “Nombre de Jesús”.

El 5 de febrero, luego de más de ochenta días de navegación llegan a las

llamadas Islas Salomón que son nombradas por el General como Santa Isabel de la

Estrella;17 éste, si bien ordena el desembarco en las islas, se niega, nuevamente, a

17 Rosa Arciniega (1952) refiere que existieron dos razones para bautizar la isla con ese nombre:

“Santa Isabel, porque el día que salieron del Perú correspondía a esa santa y de la Estrella,

porque cuando entraban con las naves al puerto de Samba, con todo y ser la hora exacta del

más claro mediodía ‘vieron en el cielo una estrella refulgente’ que parecía guiarlos hacia un

fondeadero resguardado” (57).

Page 43: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 43

los intentos colonizadores de su Capitán, hecho que acrecienta los desencuentros

entre ambos.

El texto realza la insistencia de Sarmiento para que se navegue en dirección

sudeste en demanda de aquella “tierra grande”. Es coincidente la suposición de los

estudiosos que afirman que de haber continuado este derrotero, Sarmiento habría

descubierto Australia y España hubiera sido dueña de la quinta de la parte del mun-

do.18 Tampoco esta alternativa es aceptada por el joven sobrino del Virrey, quien

decide volver al Perú. El 8 de mayo de 1568 zarpan de regreso19 y surge nueva-

mente la discordia: uno propone retornar por México, el otro por Chile.

La escritura refleja que los últimos tramos de la expedición son caóticos: las

naves quedan separadas, muchos de los navegantes padecen hambre, sed y enfer-

medades. El 20 de diciembre de ese año, un temporal separa las embarcaciones y

el 23 de enero de 1569 llegan -con una diferencia de dos días- al puerto de Santiago

de Colima, en Nueva España.

Sarmiento retornaba, después de catorce años, a aquellas costas por las

aguas del Pacífico, con casi cuarenta años y en la misma situación de infortunio en

que se había alejado perseguido por la Inquisición.

El navegante, en una carta dirigida a Felipe II el 4 de marzo de 1572,20 refiere

que, tanto en Santiago de Colima como en Realejo, puerto de Nicaragua, trató de

dar cuenta a las autoridades de los sucesos de la expedición. En ella afirma que el

Capitán “temeroso” de ser perjudicado por sus declaraciones y antes de huir ha-

cia el Perú lo arrestó y “tomó todos los papeles, relaciones, cartas y contratos, y los

18 En este punto, las opiniones difieren. Ernesto Morales (1931), en tono elocuente afirma “Él

[Sarmiento] buscaba algo más lejano e incierto, no es imposible de que fuera Australia”. p.86.

Otros estudiosos, como Pietschmann, Landín Carrasco o Rosenblat, se centran en los impedi-

mentos de los cuales fue objeto Sarmiento ya que no le permitieron trazar los rumbos adecua-

dos para engrandecer, aún más, los dominios imperiales. “Sarmiento debió de barruntar la

existencia de tierras desconocidas en aquellas latitudes, y por eso trató de extenderse en los

reconocimientos marítimos; pero tropezó para ello con la poca diligencia del general y sus

acompañantes. Nadie, sino Dios, puede adivinar lo que habría ocurrido si Sarmiento de Gamboa

hubiese logrado ensanchar el área de aquella exploración”. En Landín Carrasco: 1945, 58.

19 Por lo que se deduce de la relación de Sarmiento, había muchos marinos interesados en

continuar el derrotero en busca de aquellas tierras desconocidas.

20 En Rosenblat. Tomo II.

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44 MARÍA JESÚS BENITES

rompió”21 (174).

El arribo final al puerto del Callao se produce el 11 de septiembre, veintidós

meses después de la partida. El panorama político de Lima era distinto ya que Felipe

II había nombrado a Francisco de Toledo como nuevo Virrey.22 Ante él y la Real

Audiencia de Lima, se realiza un careo entre el subalterno obstinado y Mendaña.23

Toledo, encuentra razonables los argumentos y conducta de Sarmiento y decide

nombrar al viajero “Cosmógrafo General de los Reinos del Perú”.

21 Catoira refiere en su texto una versión diferente ya que señala que Mendaña trató de apresar

a Sarmiento quien huyó junto con un esclavo.

22 Toledo provenía de una familia de la realeza y había servido a Carlos V, desde los quince años,

en Flandes, Francia y Alemania. Durante el reinado de Felipe II ocupó el cargo de Mayordomo

Real hasta que se decidió nombrarlo, con cincuenta y cuatro años, Virrey del Perú.

23 Toledo justificó en cierta medida al Capitán aludiendo que el fracaso de la empresa se debía a

que era demasiado joven e inexperto para haberla comandado. La obsesión de Mendaña por

explotar las tierras de Ofir se asemeja, sólo en este aspecto, a la Sarmiento de Gamboa por

colonizar el Estrecho de Magallanes. Luego del careo entre ambos volvió a España, donde

consiguió que el rey firmara, el 27 de abril de 1574, la anhelada capitulación para volver a las

islas. Las críticas e impedimentos hicieron que no pudiera regresar al Perú sino hasta 1576,

pregonando que realizaría la expedición. Nuevamente se vio enfrentado a Sarmiento ya que,

luego de largos preparativos la incursión del pirata Francis Drake de 1579 en las costas del

Pacífico ocupó a los hombres que había conseguido para el viaje. El 17 de junio de 1595, casi

veinticinco años después del primer viaje, Mendaña partió finalmente con rumbo a las Islas

Salomón.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 45

Primera Parte

HHHHHISTORIAISTORIAISTORIAISTORIAISTORIA Í Í Í Í ÍNDICANDICANDICANDICANDICA

LLLLLAAAAA ESCRITURAESCRITURAESCRITURAESCRITURAESCRITURA DEDEDEDEDE LALALALALA DOMINACIÓNDOMINACIÓNDOMINACIÓNDOMINACIÓNDOMINACIÓN:::::

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46 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 47

Capítulo ICapítulo ICapítulo ICapítulo ICapítulo I

La escritura imperial de la

historia sobre los incas

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48 MARÍA JESÚS BENITES

I- NoticiasI- NoticiasI- NoticiasI- NoticiasI- Noticias

"Me fue mandado por el Virrey Francisco de

Toledo, que tomase a mi cargo este negocio."

Historia Índica

El 1 de marzo de 1572, Francisco de Toledo envió, desde Cusco, una carta al

rey Felipe II en la que avalaba el manuscrito del texto que adjuntaba junto a unos

paños pintados: Historia Índica de Pedro Sarmiento de Gamboa.

Por haberse hecho la verificación desta Historia con tanta

examinación del hecho de la verdad della y haber habido, ansí en

estos reinos como en esos y fuera de ellos, oposiciones tan falsas y

con tan poca examinación y fundamento donde han resultado tantos

daños, y parece que sería reparo del saneamiento dello y de la justifi-

cación, mayor del título que Su Majestad tiene a estas provincias, que

la verdad de esta Historia anduviese impresa, como lo han andado

otros libros de mentiras y falsas relaciones en partes que han hecho

daño que vemos: para confutallos y desengañar, no solamente a nuestra

nación, sino a las otras Vuestra Alteza lo mandara ver y proveer lo

que más convenga a Vuestro Real servicio en lo que se pretende.1

Pasaron más de trescientos años para que la “verdad” de esa historia “an-

duviese impresa”. Los avatares que sufre la edición de Historia Índica se asemejan

a la azarosa vida de su autor. Es probable que el manuscrito al arribar a España

haya sido enviado a Holanda para una impresión que nunca se concretó.

Marcos Jiménez de la Espada en Tres relaciones de antigüedades peruanas

(1879) esgrime, después de infructuosas búsquedas, la posibilidad de que el libro se

1 Párrafo extraído del estudio preliminar a La Historia Índica de Richard Pietchsmann. 1964,

57 - 58.

Page 49: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 49

haya perdido para siempre. Se desconocía que desde 1772 el documento se encon-

traba en posesión de Abraham Grenovius, bibliotecario de Leiden. A fines del siglo

XIX, el Gobierno de Prusia encarga la catalogación de los manuscritos de la Biblio-

teca de la Universidad de Gotinga. Esta tarea es confiada a Wilhelm Meyer, quien

encuentra el manuscrito y difunde su hallazgo en un Catálogo de la Real Sociedad

de Ciencias de esa universidad en 1893.

El estudioso Richard Pietschmann2 tiene a su cargo la primera edición del

texto, publicada en Berlín en 1906 con el título Geschichte des Inkareiches con no-

tas y un importante estudio preliminar. En él Pietschmann describe su “primer en-

cuentro” con el manuscrito: “utilizó el encuadernador antiguas coberturas de libros

de adecuado tamaño y de cuero de chancho, de un color verde, el cual, sin embar-

go, fue recubierto con una fina seda de vivo color rojo. Cuando, en 1889, vi por

primera vez el libro, el forro estaba ya deshecho, y a causa de las averías exteriores,

el manuscrito hubo de ser nuevamente encuadernado en marroquín”3 (1964, 14).

En 1942, 1943 y 1947 Ángel Rosenblat, partiendo de Pietschmann lo del ma-

nuscrito, edita la obra bajo el título de Historia de los Incas.4 Rosenblat acompaña

la publicación con un estudio preliminar de carácter biográfico y realiza una enco-

miable labor filológica que sistematiza la ortografía y puntuación y, en algunos ca-

sos, enmienda las notas históricas y lingüísticas de la edición alemana y en otros,

incorpora, al pie, nuevos comentarios acerca del texto. Sobre esta edición se basa la

2 Es importante destacar que Pietschmann es quien descubrió, en un anaquel de la Biblioteca

Real de Copenhague, el manuscrito de Nueva Coronica y Buen Gobierno de Guamán Poma de

Ayala.3 El manuscrito lleva la indicación de Cod. Ms. Hist. 809 y las medidas del papel son 29.1/2:20 cm.

Para la dedicatoria al rey se utilizaron diez hojas blancas, de buena calidad. El texto de la

historia está escrito en un papel menos consistente y tiene ciento treinta y un folios numerados

y un apéndice de cinco folios, sin numerar. En esas diez primeras hojas se encuentran distintos

ornamentos. Entre los que menciona Pietschmann aparecen el escudo de Castilla y León

flanqueado por dos columnas coronadas, envueltas en cintas donde se lee, a la izquierda

“Plus” y a la derecha “Ultra”. La letra del manuscrito no es la de Sarmiento de Gamboa, quien dio

a copiar el texto y firmó, como se acostumbraba, bajo la dedicatoria al Rey. Según Pietschmann

la letra del original es cuidada y se advierte el esmero del copista ya que dejó espacios en

blanco para aquellas palabras que no pudo leer correctamente y que luego fueron agregadas

de puño y letra por Sarmiento de Gamboa.4 Todas las citas corresponden a la edición de 1947. Buenos Aires: Emecé.

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50 MARÍA JESÚS BENITES

más reciente Historia de los Incas (1988) publicada por la editorial Miraguano.5

Historia Índica comprende la segunda parte de un proyecto mayor titulado

Historia general llamada Índica que Sarmiento de Gamboa nunca llega a desarro-

llar.6 Él mismo refiere que:

La primera será historia natural destas tierras, porque será parti-

cular descripción dellas, que contendrá maravillosos hechos de natu-

raleza y otras cosas de mucho provecho y gusto, para que tras ésta se

envíe a Vuestra Majestad, puesto que debiera ir antes. La segunda y

tercera informarán de los pobladores destos reinos, de las hazañas

dellos, en esta manera. (...) La tercera y última parte será de los

tiempos de los españoles y sus notables hechos en los descubrimien-

tos y poblaciones deste reino y otros contingentes a él (83).

Si bien el proyecto consta de tres partes, son claros los móviles que hacen

que el historiador se vea obligado a escribir la segunda parte y que, con el transcu-

rrir del tiempo, haya quedado desdibujada y quizás hasta olvidada la intención de

referir los sucesos que promete. La escritura responde a un mandato del virrey

Toledo, señalado reiteradamente por su autor en distintos pasajes de la obra, quien

le designa Alférez General e Historiador de la comitiva que lo acompañará, por casi

cinco años, en su conocida Visita General por el reino del Perú.

Estudiosos de la literatura peruana como José de la Riva-Agüero, Luis Alberto

Sánchez, Raúl Porras Barrenechea, de la historia del imperio incaico como Louis

Baudin entre otros, han determinado, a partir de distintos criterios, una clasificación

de las crónicas y de los cronistas que refieren los sucesos de la conquista y coloni-

zación del Perú, desde la llegada de Francisco Pizarro en 1532.

Riva Agüero, en La historia en el Perú (1910), adopta una clasificación de

acuerdo al origen de los autores: españoles, indios y mestizos. Sánchez (1929)

distingue entre los “escritores que observan y estudian, sobre todo, el terreno mis-

5 En el Tomo III de su obra Don Francisco de Toledo. Supremo organizador del Perú, Roberto

Levillier incluye Historia Índica de Sarmiento de Gamboa. 1942, 3 - 154.

6 Es probable que la idea de escribir una Historia General partiera de obras que tenían gran

circulación en ese momento como Historia General y Natural de la Indias de Gonzalo Fernández

de Oviedo -publicada en Sevilla en 1535 y la polémica Historia General de la Indias y la

conquista de México de Francisco López de Gómara, editada en Zaragoza en 1552, por citar

algunas de las más difundidas.

Page 51: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 51

mo en que se desarrollan los hechos, y analizan las instituciones y hechos pasados

por interés y curiosidad” (68)7; los que “en pos de un propósito moral y religioso”

(69) aprenden los idiomas aborígenes con el objeto de interferir en su cultura y los

“puramente políticos, teóricos del Derecho hispano e indiano, agentes cuya verda-

dera finalidad consiste en explicar y justificar la conquista española y la fundación

del Virreinato”8 (69).

Baudin (1945) en la introducción de su Imperio socialista de los incas, propo-

ne una división cronológica: cronistas que vieron el imperio incaico; los que llegaron

cuando el imperio ya estaba destruido; los cronistas que nunca estuvieron en el Pe-

rú pero obtuvieron sus datos de los primeros conquistadores y, finalmente, los que,

como Sarmiento, escribieron a partir de los relatos de los descendientes de los

incas.

Raúl Porras Barrenechea distingue, en 1937,9 distintos marcos de producción

en los cuales surgen las numerosas crónicas escritas en el Perú a partir de la llegada

de Francisco Pizarro. Esta clasificación se sustenta en un criterio histórico–cronológico

donde las producciones quedan agrupadas de acuerdo a los hechos históricos que

narran: Cronistas del descubrimiento,10 Cronistas de la conquista,11 Cronistas de

7 Cito de la edición de 1950.

8 Sánchez ubica la obra de Sarmiento en este grupo.

9 Trabajo con la edición de 1986.

10 Refieren los acontecimientos de los viajes y exploraciones geográficas que se realizan entre

1524 a 1532. Los escritores son funcionarios o soldados, veedores o secretarios, maestres o

pilotos. Los únicos relatos directos que se conservan son la relación Sámano – Xerez de 1528

(el manuscrito, de tan sólo cinco páginas, se encuentra en la Biblioteca Imperial de Viena en el

Códice Cortesiano), los trabajos cartográficos de Oviedo, la crónica rimada de Diego de Silva

y Guzmán de 1538 y una crónica tardía de Pascual de Andagoya titulada Relación de los

sucesos de Pedrarias Dávila en las provincias de Tierra Firme o Castilla del Oro y de lo

ocurrido en el descubrimiento de la Mar del Sur y Costas del Perú Nicaragua de 1541.

11 Relatan los sucesos relacionados con la ocupación del territorio en el período 1532 -1537. Esta

crónica es fundamentalmente soldadesca. Se encuentran agrupadas la carta de Hernando

Pizarro de 1533, Verdadera Relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco llamada

la Nueva Castilla de Franciso de Xerez (1534), Noticia del Perú de Miguel de Estete (1534),

Descubrimiento del Río Amazonas de Fray Gaspar de Carvajal (1547), Relación del descu-

brimiento y conquista del Perú de Pedro Pizarro (1571), Diego de Trujillo Relación del descu-

brimiento del reyno del Perú (1571), entre los más importantes.

Page 52: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

52 MARÍA JESÚS BENITES

las guerras civiles (Guerra por la posesión del Cusco).12

Esta etapa inicial es seguida por la “Crónica del Incario”, que comienza a

escribirse en la época de las guerras civiles y absorbe a frailes y licenciados y en la

que el autor distingue entre cronistas pre-toledanos,13 toledanos y post-toledanos.

En este segundo grupo, que comprende el gobierno del Virrey, Porras incluye la

Historia Índica de Sarmiento de Gamboa y otras escrituras que sostienen el proyec-

to político de Toledo como el Tratado y averiguación sobre los errores y supersticio-

nes de los indios (1567) de Polo de Ondegardo; Fábulas y ritos (1583) de Cristóbal

de Molina, donde se describen las ceremonias religiosas de los incas y la Historia

Natural y Moral de las Indias (1590) de José de Acosta, en la que se analiza la flora

y la fauna del continente.14 Todas estas escrituras tienen como base la documenta-

ción recabada en la Visita General ya que tanto Ondegardo como Acosta se unieron,

en distintos momentos, a la comitiva.

La distinción de Porras Barrenechea determina un corpus que se sustenta en

acontecimientos históricos. Constituye además una unidad en el sentido de que, en

cada una de las etapas, los textos están regidos por principios básicos que determi-

nan su identidad y pertenencia. Estos principios son resultado de esas circunstan-

cias de producción pero también de una necesidad de transmitir y fijar reglas y

límites en el ejercicio y orientación de la escritura.

Franklin Pease encuentra en todas estas clasificaciones cierta “inoperancia” y

propone pensar en un “ordenamiento general y cronológico de las obras y recordar

siempre, de una parte, que cada cronista escribió una obra inscrita en un ciclo histo-

riográfico específico, lo que hace primar en cada caso criterios y opiniones concretas

y, de otro lado, cada autor utilizó determinadas fuentes, especialmente a los cronis-

12 Los cronistas de las guerras civiles son funcionarios, mercaderes, vecinos. En este período

se escriben las crónicas Primera parte de la Historia Natural y General de las Indias, yslas

y tierra firme del mar océano de Gonzalo Fernández de Oviedo (1535), Francisco López

de Gómara Historia general de las Indias (1552), Crónica del Perú de Pedro Cieza de León

(1553).

13 Es la etapa de los investigadores de las instituciones y costumbres del pueblo inca entre 1550

a 1569. Suma y narración de los Incas de Pedro de Betanzos (1551), fundamentalmente.

14 El título completo es Historia Natural y Moral de las Indias, en que se tratan las cosas notables

del cielo, y elementos, metales, plantas y animales dellas y los ritos, y ceremonias, leyes, y

gobierno y guerras de los indios.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 53

tas previos o contemporáneos -editados o manuscritos- que cada uno pudo consul-

tar” (1988, 122).15

Ernesto Morales (1932) señala que Toledo recibió, al embarcarse a América,

instrucciones secretas del Rey entre las que se le encomendaba, ratificado por el Pa-

pa, la realización de esta empresa.16 El objetivo de la Visita es marcadamente impe-

rialista ya que con ella se propone reorganizar la vida de los indígenas sometiéndola

al sistema colonial y sofocar, con los medios que sean necesarios, el reducto rebelde

15 La obra de Sarmiento de Gamboa, junto a la de Cieza de León, Betanzos y Molina, integra,

según Pease (1988), la versión cuzqueña de la historia de los incas, donde los personajes in-

caicos y los Andes dominan el interés de los escritores. El estudioso reconoce en la Historia

Indica, en la misma medida que Porras, por ejemplo, la justificación al derecho hispánico de

conquista afianzado durante el gobierno de Toledo.

16 Morales destaca que el propósito de Toledo se cumplió sólo a medias ya que tenía una noción

demasiado cruel de la justicia. Además, luego de casi doce años de permanecer en el cargo de

Virrey volvió a España extraordinariamente rico.

Según Garcilaso de la Vega el rey no lo recibió como hubiera esperado ya que: “La Católica

Majestad, que tenía larga y general relación y noticia de todo lo sucedido en aquel Imperio, y en

particular de la muerte que dieron al príncipe Túpac Amaru, y del destierro en que condenaron

a sus parientes más cercanos, donde perecieron todos, recibió al Visorrey, no con el aplauso

que él esperava, sino muy en contra. Y en breves palabras le dixo que se fuesse a su casa,

que Su Majestad no le havía embiado al Perú para que matasse reyes, sino para que sirviesse

a Reyes. (...) Don Francisco de Toledo, viendo el segundo disfavor que igualava con el primero,

cayó en tanta tristeza y melancolía que murió en pocos días” (1944: Vol. III, 252).

En una misma orientación Guamán Poma de Ayala (1980 – [¿1615?]) refiere: “Don Francisco de

Toledo, visorrey habiendo acabado todas sus diligencias lo de este reino de las Indias se fue

a Castilla, y queriendo entrar a besar las manos de Su Majestad al señor y rey Don Felipe se-

gundo de este nombre el montero de cámara no le dio lugar ni le dejó entrar, ni se le dio licencia

para ello, con esta pesadumbre se fue a su casa y no comió y se asentó en una silla, asentado

se murió uentestates [sic: intestado], y despidió de esta vida y acabó su vida sintiéndose del do-

lor de no ver la cara de su rey y señor de los males que había hecho en este reino, así al Inga co-

mo a los principales indios y a los conquistadores de este reino, veis aquí caballeros la sober-

bia que tiene un mandado pobre, se quiso alzarse como se alzó y mató a un Rey y Señor, de este

reino no pudiendo conocer la causa sin el mismo Rey y Señor, han de sentenciar y firmar para la

sentencia y muerte de otro señor y rey; y así la soberbia le mató a Don Francisco de Toledo”.

(1980, 340 y 344).

Roberto Levillier (1935: Libro VIII) desmerece, desde una visión laudataria de la figura de

Toledo, tanto la anécdota de Garcilaso de la Vega como la de Guamán Poma de Ayala.

Page 54: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

54 MARÍA JESÚS BENITES

de Vilcabamba.17

Para organizar la empresa se nombraron, entre visitadores, oidores, ecle-

siásticos, unas sesenta personas que tenían la tarea de “visitar” a los indios de las

comarcas que les fueran asignadas y realizar una suerte de encuesta en la que se

consignaran los siguientes datos: población, edades, recursos económicos, tributos

que pagaban en la época de los incas; el modo de sucesión de los cacicazgos y

quienes los poseían y desde cuando; la existencia de mitas, yanaconas y esclavos.

Los visitadores debían indagar acerca de la producción de coca, los tipos de árboles

y montes, acequias, ganado, armas, minas de oro y plata; tenían que brindar datos

vinculados con la doctrina y conversión de los indios y sobre la conducta de los

religiosos. Debían además referir qué iglesias y monasterios existían en cada pro-

vincia y el número y condición de los indios que trabajaban en el servicio de cada

una de ellos. Todos estos testimonios, constituyen las Informaciones18 de Toledo

que son enviadas a Felipe II junto con la Historia de Sarmiento.

Existe también otro aspecto que los visitadores estaban obligados a cumplir

con el objetivo de agilizar el pago de los tributos y la evangelización y que consistía

en el reagrupamiento de los pueblos en aldeas al estilo español, situadas en zonas

de mediana altitud y con accesos a las vías de comunicación. Estos drásticos cam-

bios en el modo de vida permitirían la implantación de un “buen gobierno” para con-

trolar con mayor rapidez los territorios poblados. Como señalan críticamente Serge

Gruzinski y Carmen Bernand (1999) esta actitud provocó un descontento mayor ya

que “Toledo pasó por alto las tradiciones indígenas de concepción del espacio o de

explotación colectiva; no tomó en cuenta una costumbre de la sierra peruana que re-

partía el territorio en distintas zonas ecológicas. Tampoco se preocupó por las perte-

17 La idea de realizar una Visita por el territorio de Perú estuvo presente también durante el

gobierno del Virrey Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, quien recorrió, no tan amplia-

mente como Toledo, el territorio con el fin de indagar las costumbres y organización social,

económica y religiosa de los indígenas.

18 Las Informaciones fueron publicadas en el siglo XIX de manera parcial por Jiménez de la

Espada. Roberto Levillier las editó integralmente en su obra Don Francisco de Toledo supremo

organizador del Perú (1935: Tomo II). Es importante señalar que el cúmulo de noticias recopi-

ladas por Toledo y sus ayudantes durante la Visita General constituye un importante material

histórico – documental, ya que da cuenta de diversos aspectos de la vida cotidiana de los

incas.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 55

nencias étnicas y los lazos que unían a los indios con el medio natural” (73).19

Las Informaciones20 encierran una gran riqueza documental y un inaprecia-

ble valor para el estudio de las genealogías incaicas y la vida cotidiana de los indí-

genas pero no se puede desconocer que existió un manejo tendencioso21 de las

respuestas que justificaron el restablecimiento del tributo que se pagaba al Inca y

ayudaron a demostrar el poderío reciente del incario impuesto de manera violenta.

Sarmiento de Gamboa, en calidad de colaborador directo de Toledo, empren-

de la redacción de una historia sobre el incario que apoye explícitamente el proyec-

to político del Virrey y demuestre con argumentos válidos la ilegitimidad de los incas

como soberanos y dueños de la tierra. En la región de Cusco esta necesidad se po-

tencia aún más por la persistente actitud de resistencia al poder colonial que encabe-

za, en la zona de los Andes de Vilcabamba, Titu Cusi Yupanqui, descendiente de

Manco Inca.

La zona de Vilcabamba o Vitcos se instituye, desde la sublevación de Manco

Inca, en el refugio de la cultura incaica ya que las campañas de pacificación e in-

corporación de sus habitantes a las instituciones coloniales resultan infructuosas.

Esta resistencia se inicia con Manco, quien huye en 1534 de la ciudad imperial para

refugiarse en esta zona casi inaccesible en el Valle del Urubamba donde trata de re-

construir la vida del Cusco. La comunidad que se traslada a Vilcabamba establece

un vínculo de pertenencia con el nuevo territorio, no sólo como una realidad geográfi-

ca sino también histórica y simbólica, un espacio organizado según la memoria

construida por sus moradores y delimitado por los símbolos que la comunidad hace

corresponder con ese espacio.22

19 Guaman Poma de Ayala (1980 [¿1615?]) manifiesta su descontento con respecto a estas or-

denanzas de Toledo “(...) reducir y poblar a los indios, algunos en buena parte, algunos en ma-

la parte, como la suerte cayó; y por ello se desbarataron los indios de su querencia, por tener

las sementeras muy lejos (...) (447).

20 Porras Barrenechea (1986), por ejemplo, encuentra en las Informaciones el gran mérito de

haber tomado como base la tradición imperial de los quipucamayos del Cusco e impulsado la

investigación y documentación histórica del Incanato.

21 Guamán Poma de Ayala denuncia que el intérprete Gonzalo Gómez Jiménez, aparentemente

por orden superior, distorsionó las respuestas de los indígenas.

22 Tengamos en cuenta que la elección de la zona de Vilcabamba o Vitcos tenía motivaciones

religiosas ya que esa región fue una de las más sagradas del Imperio cercana a la magnífica

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56 MARÍA JESÚS BENITES

En ese contexto de resistencia se instaura el culto denominado Taki Onqoy

(danza de la enfermedad) como una manifestación más del arraigo en las creencias

indígenas en ese momento de crisis política, cultural y religiosa. El rito comprende

una serie de prácticas como el ayuno, la adoración a las huacas, la abstinencia y la

bebida ritual de la chicha. El centro lo constituye una danza extática de posesión en

la que la huaca se apoderaba del cuerpo del practicante.23 Este culto se origina en el

“convencimiento de que las divinidades indígenas debían retomar el dominio sobre

su jurisdicción. Una vez delimitados los espacios de conquistadores y conquistados,

las divinidades nativas exigirían que se les prestase la atención debida, reforzando

su petición con una clara amenaza. Todas las huacas que los españoles habían

destruido, ahora resucitaban, para enfrentarse al dios cristiano” (Varón Gabai: 1990,

341).24

A pesar de la reorganización de sus instituciones políticas y religiosas, el

aislamiento es para la comunidad extremadamente difícil, ya que el refugio se en-

cuentra en estado de amenaza permanente a causa de las disconformidades inter-

nas y las posibles expediciones de los españoles. Las tropas de Gonzalo Pizarro

habían irrumpido varias veces en la zona, pero nunca pudieron atrapar al Inca. Titu

Cusi, hijo bastardo de Manco, es quien continúa la resistencia en Vilcabamba al re-

nunciar a la lucha Sayri Túpac, hijo legítimo de aquél.25

La persistencia de la actitud "anticolonizadora" de Titu Cusi y su hermano

Túpac Amaru amenaza el orden institucional español que considera a la región un

posible foco de insurrecciones en reclamo de sus tierras. Consciente de que el paga-

ciudad de Machu Pichu.

23 El culto del Taki Onkoy no sólo constituía un medio de recuperación no sólo de las huacas

destruidas y perdidas sino también del territorio que sacralizaban y que rescataban de la

jurisdicción de la Iglesia que las había destruido. Véanse Eduardo Subirats (1994) y Ronald

Wright (1994).

24 Excede los propósitos de este trabajo ahondar en mayores consideraciones con respecto a

este punto ya que escapa a la especificidad del mismo. A los textos citados se suman el estudio

compilado por Luis Millones, El retorno de las huacas (1990) y Los vencidos de Natha

Wachtell (1971).

25 Sayri Túpac aceptó negociar con el virrey Mendoza, dirigiéndose a Lima para prestar juramen-

to público de lealtad a Felipe II. Además, se convirtió a la religión católica y el Papa le concedió

un favor especial para que su casamiento con la Coya tuviera validez cristiana.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 57

nismo constituye el pretexto ideológico para un ataque, el 24 de agosto de 1566 se

concreta una capitulación entre el Inca y las autoridades españolas. En ésta Cusi

otorga su consentimiento para ser vasallo de Felipe II y permitir el ingreso de

algunos frailes para que prediquen en la zona. En el acto de juramento ante el

corregidor Diego Rodríguez de Figueroa, Titu Cusi jura por sí y por sus hermanos,

entre ellos Túpac Amaru, su lealtad al monarca y declara que si algunos de éstos le

desobedeciesen y se insubordinasen contra los españoles, él los despedazaría a

lanzadas con sus propias manos.26

Las posturas ambiguas de Titu Cusi frente a los españoles demuestran las

contradicciones que llevan al fracaso de la resistencia. Por un lado, Cusi hostiliza a

los conquistadores que se acercan a sus fronteras, pero por otro, lleva adelante

largas negociaciones con los emisarios de la Corona. Así como se esfuerza por

demostrar que era un digno sucesor de su padre, y de las tradiciones incaicas, en

oposición, permite que los misioneros entren en su territorio a evangelizar, solici-

tando él mismo que lo bauticen cristianamente bajo el nombre de Diego de Castro.

Al morir Cusi en 1571, Túpac Amaru determina cerrar las fronteras y prohibir

el cristianismo.27 Esta actitud brinda a Francisco de Toledo, quien ignoraba la

muerte del primero, el motivo que estaba esperando para declarar la guerra a los

rebeldes. En abril de 1572 se toma la decisión de poner fin a la rebelión y en mayo

parte una compañía al mando de Martín Hurtado de Arbieto, integrada por casi

doscientos cincuenta hombres. Entre ellos se encuentra Sarmiento de Gamboa con

las funciones de Alférez Real y Secretario. Un mes antes había cumplido, con la

pluma en la mano, su rol de historiador letrado; ahora la mano empuñaba la espa-

da y el hombre de letras daba lugar al de armas.

26 La reputación de Titu Cusi era tan aterradora que fue difícil encontrar, según refieren Gruzinski

y Bernard (1999), un mensajero dispuesto a emprender el viaje a Vilcabamba. El que aceptó

fue Diego Rodríguez, quien antes de partir, redactó su testamento. Uno de los españoles que

lo acompañaba describió así la apariencia física de Cusi: “Será hombre como de cuarenta

años, de mediana estatura, moderno [sic] y con unas pecas de viruela en la cara, el gesto algo

severo y robusto”, en Raúl Porras Barrenechea (1986, 549).

27 Para algunos historiadores Cusi pudo haber muerto envenenado. Para otros es probable que

padeciera de pleuresía. De todas maneras, los cercanos a Titu Cusi solicitaron a Diego de Ortiz,

que lo resucitara, viendo la impotencia del cura agustino, los familiares de Cusi lo ataron a una

cruz y lo azotaron. Luego de tres días de sufrimientos, Túpac Amaru, entronizado como nuevo

soberano, ordenó que lo mataran.

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58 MARÍA JESÚS BENITES

Para abordar Historia Índica parto del concepto de locus de enunciación,

de-sarrollado por Walter Mignolo,28 que permite dar cuenta del lugar desde el cual

los sujetos comprenden o interpretan determinadas situaciones coloniales. El con-

cepto de locus de enunciación se articula con el de sujeto dicente (Mignolo: 1995)

que focaliza el acto mismo de decir a partir de dos cuestiones: la del rol social de

quien dice y la de las formas de inscripción material en las que ese acto se inscribe.

En Sarmiento el ejercicio de interpretación se realiza sobre una cultura a la

cual no se pertenece, pero que se lee con los instrumentos y mecanismos que rigen

la propia. Me interesa rastrear en el texto dos aspectos. Por un lado, la adscripción

de la escritura a una tradición cultural que pauta un determinado modelo historio-

gráfico. Por otro, la posición del sujeto social en relación con el contexto político,

que condiciona su mirada sobre el pasado incaico. El primero guía la estructura del

texto, el segundo pauta el criterio de selección de los acontecimientos del relato.

En el análisis del modelo historiográfico me fundo en las diversas teorizaciones

sobre lo que es y debe ser la escritura de la historia que el propio autor despliega en

su texto. Los alcances de este planteo son también tipológicos y por ello se realiza

un rastreo de las categorías que constituyen y definen a la formación historiográfica

y a los distintos tipos discursivos en que se concreta: historia o crónica. Me adhiero

para ello a la categoría de metatexto (Mignolo: 1981) que permite atender el modo

en que quien escribe define los alcances, rasgos y principios que delimitan la perte-

nencia de su texto a determinada clase.

En el desarrollo de estos puntos es fundamental, entonces, atender al rol

textual del autor y me centro en la figura del historiador como “hombre de saber”

(Maravall: 1975). El hombre de armas se inscribe en los mecanismos de selección y

manipulación del material histórico. Para abordar estas vinculaciones, he recurrido

al estudio de Hayden White (1992) quien parte del problema la relación entre el dis-

curso narrativo y la representación histórica.29

28 Mignolo ha desarrollado y redefinido este concepto en distintos artículos (1992, 1996) y en su

libro The darker side of the Renaissance (1995).

29 El planteo central del texto expuesto en el título El contenido de la forma proviene, como White

señala, de G. Hegel (Lecciones sobre filosofía de la historia universal): “Hegel tenía razón

cuando afirmó que un relato verdaderamente histórico tenía que exhibir no sólo una cierta

forma, a saber, la narrativa, sino también un cierto contenido, a saber, un orden político - social”

(27).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 59

En el origen textual subyace el modelo filosófico y jurídico de interpretación

propuesto por Francisco de Vitoria en su Relectio de Indis. El escritor letrado se fun-

da en esta obra para remitir su escritura a una autoridad indiscutible que le permita

legitimar su descripción del mundo de los incas y justificar, con argumentos válidos,

el rol que como soldado cumple en el proceso de dominación colonial en los Andes.

Es oportuna, en este análisis, la inclusión de un texto antagonista, donde se

materializa la contienda con las narraciones hegemónicas anteriores: la Instrucción

de Titu Cusi Yupanqui de 1570.

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60 MARÍA JESÚS BENITES

II- Historia y CrónicaII- Historia y CrónicaII- Historia y CrónicaII- Historia y CrónicaII- Historia y Crónica

"Se puede llamar esta historia probanza averiguada."

Historia Índica

La obra posee un epígrafe: “Barbarici fasces contremunt stegma Philippi, cui

Tagus et Ganges servit et Antipodes",30 que proyecta el eje central sobre el que se

erige la estructura del texto: la magnificencia territorial de España y su consecuente

poderío económico. Sarmiento exalta la gloria de los antepasados de Felipe II com-

parando la grandeza del imperio español con el romano. Para ello recurre a nume-

rosas citas clásicas y reitera el tópico de la generosidad para describir al Rey. Es en

reconocimiento a este valor que la Providencia Divina señaló a los ibéricos el cami-

no hacia las Indias Occidentales.

En esta dedicatoria a modo de prólogo el autor se construye como un posee-

dor del saber ya que explicita un variado conocimiento de obras de escritores clási-

cos que, desde las primeras líneas, invaden el texto: Pro rege de Cicerón, fragmen-

tos de Bartolomeus Marlianus, de la Odisea de Homero (“Tú eres semejante a rey,

por lo cual te conviene dar, y mejor que otros”), Suetonio, versos de Virgilio (“Nocte

pulit tota, redeunt spectacula mane; divisum imperium cum Iove Caesar habet”) y

Salustio. Todas las citas redundan en alusiones laudatorias a las figuras reales.

Ese dominio de la cultura clásica occidental lo habilita para referirse a los an-

tecedentes históricos y políticos que otorgan a España los derechos territoriales so-

bre América. Señala el arbitraje del Papa Alejandro VI en 1493, que concedió a

España la mitad del mundo, y las complicaciones que acarrearon las posturas de

algunos hombres de la Iglesia y del gobierno, quienes influyeron en Carlos V para

que abandone las colonias del Nuevo Mundo. Los argumentos que permitan “Desen-

30 “Las insignias de los bárbaros hicieron temblar las glorias de Felipe, cuyas antípodas son el

Tajo y el Ganges”.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 61

gañar a todos los del mundo que piensan questos dichos ingas fueron reyes legíti-

mos y los curacas señores naturales desta tierra” (77) se sostienen en los funda-

mentos de la teoría de Francisco de Vitoria.

El tono encomiástico del prólogo continúa en la referencia de los actos de

gobierno de Toledo, entre los que destaca la Visita General y algunos cambios en el

orden social y fundamentalmente religioso: “ha remediado muchas y muy grandes

faltas y abusos que había en el enseñamiento y ministerio de la doctrina cristiana”

(75). El mérito más destacado es la defensa que el Virrey ha sostenido sobre los

derechos de posesión de la Corona en Perú, desde toda vez que la tradición histó-

rica referida por los propios indígenas, y es éste uno de los argumentos centrales

del texto, demuestra que los incas no son originarios de esos territorios y menos

aún del Cusco, sino invasores.

El último accionar de Toledo destacado por el autor es precisamente la escri-

tura de su obra: “me fue mandado por el virrey Don Francisco de Toledo, a quien yo

sigo y sirvo en esta visita general, que tomase a mi cargo este negocio"31 (77). Este

mandato es el que autoriza y legitima, desde el espacio de poder del que emana, a

quien ejerce el acto de escribir. Sarmiento se inscribe en el prólogo no sólo para

destacar los méritos de su tarea, sino también para informar a Felipe II que, en ese

afán expansivo, tiene derecho a reclamar como propiedad de la Corona las islas del

archipiélago Nombre de Jesús “vulgarmente llamadas de Salomón, aunque no lo

son de que yo di noticia y por mi persona las descubrí” (79). De manera lateral se

ofrece para nuevas empresas marítimas y arremete, una vez más, contra Álvaro de

Mendaña.

En el historiador se evidencia un afán por el saber, reflejado en su conoci-

miento de textos de autores clásicos y en el uso de una disciplina como el ars

dicendi. No obstante, la escritura está condicionada por su claro compromiso con la

realidad ideológica y política del Imperio. Es esa necesidad de responder a los intere-

ses del poder la que determina que respete con rigor procedimientos que acerquen

su obra a los modelos de la historiografía tradicional. Esta condición se impone como

una necesidad inexcusable para trascender a la letra impresa, al libro (recor-

31 El sentido del término “negocio” varía con respecto al actual. En su Tesoro de la lengua cas-

tellana Covarrubias remite su uso a “ocupación de cosa particular que obliga al hombre a poner

en ella alguna solicitud”. La palabra “solicitud” funciona en la definición como sinónimo de

cuidado.

Page 62: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

62 MARÍA JESÚS BENITES

demos la carta de Francisco de Toledo, recomendando la impresión).

Desde el mismo título Segunda parte de la Historia General llamada Índica, el

prólogo – dedicatoria, el primer capítulo “División de la Historia” y hasta el final del

texto, el autor adscribe su escritura al discurso historiográfico. La formación discursiva

historiográfica se caracteriza por tres aspectos (Walter Mignolo: 1982). El primero

es el de los fines32 y los propósitos. La tarea de escritura de la historia no se em-

prende sólo con la obligación de informar sino también aceptando el fin que la ca-

racteriza y la distingue.

Sarmiento escribe condicionado por el pedido del Virrey y explicita claramente

los fines de su obra. La escritura tiene como objetivo referir los hechos de los incas

con una orientación política que avale el proyecto colonizador impulsado por Toledo.

Y para que Vuestra Majestad fuese con poco cansancio y con mu-

cho gusto informado, y los demás que son de contrario parecer desen-

gañados, me fue mandando por el Virrey Don Francisco de Toledo, a

quien yo sigo y sirvo en esta visita general, que tomase a mi cargo

este negocio y hiciese la historia de los hechos de los doce ingas desta

tierra y del origen de los naturales della hasta su fin, la cual yo hice, y

es ésta (77).

El segundo aspecto es el de la “causa eficiente",33 es decir las normas y

condiciones que deben respetar y seguir aquellos que emprenden la escritura

de una obra historiográfica. El primer condicionamiento es que el oficio de historia-

dor debe quedar en manos de los letrados.34

32 Mignolo (1982) analiza los fines y los propósitos en el prólogo a la Historia de los Indias de

Bartolomé de las Casas. Los fines son definidos, por un lado, en un nivel filosófico y por el otro,

público. El primero está basado en la distinción de Aristóteles acerca de que la historia se

diferencia de la poesía por ocuparse de verdades particulares no de generalidades verosímiles.

Lo público tiene que ver con la utilidad comunitaria que signifique referir esa verdad particular.

33 Bartolomé de Las Casas, en el prólogo a su Historia de las Indias (1552) que sirve de

sustento para las distinciones de Mignolo (1982), se basa en las cuatro causas aristotélicas:

material, formal, eficiente y final.

34 En los casos en que la escritura sea tomada por un no letrado (el caso paradigmático de Bernal

Díaz), el que escribe pide disculpas, recurriendo al tópico de la falsa modestia, ya que se

introducen en una práctica que tiene preceptos sólidamente instituidos.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 63

Sarmiento es un “hombre de saber” que, por su conocimiento de la tradición

clásica adquirida en su probable paso por las universidades, le permite ingresar en

los círculos que configuran la ciudad letrada (Ángel Rama: 1984). Forma parte de

ese grupo social especializado al servicio del proyecto imperial y que, por lo tanto,

se constituye en el anillo protector del poder y ejecutor de sus órdenes. El escritor

detenta un poder, el de la letra, que está al servicio del poder institucional de Toledo

y de la Corona de ultramar.

Esta distinción se advierte en el texto; el autor desde el comienzo se ubica en

el lugar del saber incorporando a su escritura un vasto repertorio de autores y

obras clásicas, medievales y del humanismo italiano. A las figuras señaladas se

agregan Xenofonte, Filón, Godefridus Viterbiensis (Godefrido),35 Volaterranus

(Volaterano),36 Dante Aligero (por Alighieri) y Pero Antón Beuter, “notable historia-

dor valenciano” (98), entre otros. Sarmiento escribe en el momento del apogeo del

humanismo, cuyo paradigma es el libro impreso como fuente material para la difu-

sión de conocimientos.

El tercer y último aspecto se centra en las divisiones internas que establece

el discurso historiográfico: Historia Divina - Historia Humana e Historia Universal –

Historia General y Particular. La primera división se basa en el contenido. La Historia

Divina se opone a la Humana, la que a su vez se divide en historia natural y moral.37

La segunda división atañe no a la materia sino a los límites temporales y geográfi-

cos en los que aquella se enmarca. La Historia Universal se inicia con el origen del

mundo. A ella se oponen la Historia General, que refiere espacios de gran extensión,

como las Indias, y la Historia Particular, que se centra en una región determinada.

Sarmiento marca estas distinciones cuando adscribe su proyecto de escritura

al de una Historia General y señala que la primera de las tres partes, será “historia

natural”. En la segunda (la de los incas) presentará in genere a los primeros pobla-

35 Autor de una crónica universal titulada Pantheon que abarca desde la creación hasta 1186.

Nota de Rosenblat (93).

36 Humanista italiano de nombre Raphael Maffei, autor de una enciclopedia Commentariotrum

rerum urbanorum libri de 1506.

37 La Historia Natural parte de Plinio y la Moral de Cicerón, quien concibe a la Historia Moral como

memoria de los hechos notables del pasado y el de la historiografía como el discurso capaz de

cumplir con esa tarea. En el modelo de Cicerón, la historia no sólo se reduce a la memoria del

pasado sino que también se concibe como narración (relato).

Page 64: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

64 MARÍA JESÚS BENITES

dores, para luego “descendiendo a particularidades"38 escribir sobre la “tiranía”39

de los incas. La orientación de la tercera y última parte, es moral ya que referirá

“los tiempos de los españoles y sus notables hechos en los descubrimientos y pobla-

ciones deste reino”.40

Me interesa detenerme en los alcances tipológicos que funcionan en la distin-

ción entre historia y crónica ya que el autor se ubica claramente en el rol de histo-

riador y es evidente que existe en la estructura y contenido del texto una materia-

lización de esta diferencia. Sarmiento en cada oportunidad en que menciona su

obra, utiliza el término historia, nunca el de crónica.

La palabra Historia se empleaba en la Antigua Grecia en el sentido de ver o

formular preguntas apremiantes a testigos oculares y significaba también el infor-

me de lo visto o lo aprendido por medio de las preguntas.41 En un sentido latino del

término esta definición no contenía una categoría que involucre lo temporal, por eso

Tácito denominaba anales42 al informe sobre el pasado e historia al informe sobre

los tiempos en los cuales ocurre la trayectoria vital.

Crónica, por el contrario, es el vocablo que denominaba el informe del pasado

o la anotación de los acontecimientos del presente, fuertemente estructurados por la

secuencia temporal. Más que relato o descripción, la crónica en su sentido medie-

38 La cursiva es mía.

39 Si bien El tesoro de la lengua castellana no define la palabra tiranía, señala el uso del término

tirano para dar cuenta de quien “al que por fuerça o maña, sin razón y sin derecho, se

apoderasse del dominio e imperio de los reynos y repúblicas; y de aquí llamamos tirano

comúnmente a qualquiera que con violencia, sin razón ni justicia, se sale con hazer su volun-

tad”. Llama la atención que en el Diccionario de Autoridades no se encuentren registrados los

vocablos tiranía ni tirano.40 Todas las citas usadas en este párrafo son de la página 83.41 Historia tiene su origen en el término griego Isorein que remite a la acción ver. “El vocablo

istoreo derivado de isorein, significa al menos dos cosas: 1) ver o recibir información de

testigos oculares y 2) el informe verbal correspondiente a la información recibida”. Mignolo:

1981, p. 366. Sobre la etimología del término historia véase también Jorge Lozano, El discurso

histórico (1987, 15 - 18).

42 Hayden White (1992) señala que los anales carecen de narratividad, es una lista de aconteci-

mientos ordenados cronológicamente que representa la realidad histórica como si los aconte-

cimientos reales no mostrasen la forma de relato. La categoría de lo temporal es lo que otorga

coherencia (21).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 65

val era una lista organizada sobre las fechas de los acontecimientos que se desea-

ban conservar en la memoria. La crónica, a diferencia de los anales, aspira a la na-

rratividad y constituye una forma “superior” de conceptualización histórica en la

que, si bien persiste la cronología como principio organizador del discurso, la orga-

nización del material presenta una mayor coherencia narrativa (White: 1992).

El descubrimiento del Nuevo Mundo supuso la búsqueda de mecanismos que

permitieran transmitir en la escritura del novedoso referente dando cuenta de sus

habitantes, culturas, paisajes. Esta necesidad expresiva determina cambios en las

normas que regían los modelos historiográficos.

Mignolo señala que en determinado momento ambas actividades y vocablos

coexisten, y entonces es posible encontrar crónicas que se asemejan a las historias

ya que no se sujetan al mero informe temporal mostrando “más apego a un discur-

so bien escrito, en el cual las exigencias de la retórica interfieren con el asiento

temporal de los acontecimientos. Las dos actividades que designan ambos vocablos

tienden, con el correr de los tiempos, a resumirse en la historia, la cual, por un lado

incorpora el elemento temporal, y por el otro, desplaza a la crónica como actividad

verbal” (1982, 76).

Raúl Porras Barrenechea ha trabajado las producciones escritas en y sobre

el Perú entre los años 1528 a 1650 y afirma que la crónica implica una cercanía en

el lugar y en el tiempo. Los cronistas viven los acontecimientos que describen y

pertenecen a él. El historiador, en cambio, vive fuera de ese ámbito inmediato y

trata de penetrar en él o de reconstruirlo, pero con un espíritu distinto de los hechos

que narra. El mayor mérito de un historiador es el que el lector lo considere un testigo

de la época. En tanto que el “don del cronista es el de presencialidad” (1986, 11).43

En 1611 Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana, ba-

sándose en el criterio de autoridades (Colón, Cortés, Mártir de Anglería y otros),

definía la historia como “una narración y exposición de acontecimientos pasados, y

en rigor es de aquellas cosas que el autor de la historia vió por sus propios ojos y

43 Porras amplía líricamente los alcances del término crónica y el de cronista cuando sostiene que

el cronista debe ser deliberadamente parcial, ha de escribir por un interés candente a favor o

en contra de algo. El héroe de la crónica será para él, sin matices ni eservas, el tirano o el buen

capitán. Es también característica de la crónica el ser narración clara y simple, objetiva, ajena

a toda opinión o juicio reflexivo. Las crónicas son una sucesión de hechos y batallas que se

repiten invariablemente hasta con las mismas palabras (12 - 13).

Page 66: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

66 MARÍA JESÚS BENITES

da fee dellas, como testigo de vista, según la fuerça del vocablo. Pero basta que el

historiador tenga buenos originales y autores fidedignos de aquello que narra y es-

crive, y que de industria no mienta o sea floxo en averiguar la verdad antes que la

asegure como tal”.

Crónica (corónica) en tanto, es la “historia que trata de la vida de algún rey

o vidas de reyes dispuesta por sus años, y discurso de tiempo. Los reyes y príncipes

deven leer o escuchar las conocidas donde están las hazañas de sus passados, y lo

que deven imitar y huir (...)”.

En el Diccionario de Autoridades de 1726, Crónica es definida como “Historia

o anales en que se trata de la vida de los Reyes u de otras personas heroicas en

virtud, armas, o letras. Historia aparece como “relación hecha con arte, descripción

de las cosas como ellas fueron por una narración continuada y verdadera de los

sucessos más memorables y las acciones más célebres”.

Estas definiciones encierran los dos principios generales sobre los que se

apoya la formación discursiva historiográfica en el siglo XVI: el criterio de verdad

de los acontecimientos y el de la forma narrativa. La verdad es un principio

organizativo tanto de la crónica como de la historia.44 Ese valor de verdad puede

atribuirse a la proposición (verdad de dicto) como al objeto persona o acción a la

cual la proposición remite (verdad de re).

Entre el segundo y el quinto capítulo45 Sarmiento se centra en las partes del

mundo deteniéndose en la descripción de la antigua Atlántida de Platón para de-

mostrar que la misma formaba parte de Cádiz. En estos primeros tramos emerge la

conciencia del hacer historiográfico y el modelo sobre el que se erige el texto.

Y como el mayor caudal y perfición de la historia consiste en la verdad

del hecho, tratando cumplidamente cada cosa, verificando tiempos y eda-

44 Los criterios de verdad, apunta Mignolo en la tradición lógico – filosófica, están relacionados

con el estudio del lenguaje (verbos, sustantivos y proposiciones) y a sus relaciones con la

experiencia mental o con el pensamiento. La propuesta de verdadero o falso se atribuye al

pensamiento que se representa en la proposición y no a un verbo o sustantivo asilados y

agrega que “los valores de lo verdadero / falso, se contemplan también en la teoría de las

modalidades y se aplican y analizan tanto en el silogismo como en la proposición" (1981, 368).

45 En el original los capítulos no llevan números. Pietschmann los ha numerado para su edición y

Rosenblat hizo lo propio en la suya.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 67

des, de suerte que no quede algo en duda de lo que pasó; y así que-

riendo yo escreber verdad, cuanto a mi diligencia fuere concedido, de

cosa tan vieja como es la población primera destas nuevas tierras,

quise, para más lustre de la presente historia, que precedan funda-

mentos que no se puedan negar contado los tiempos conforme a los

hebreos en los tiempos antes de Nuestro Salvador Jesucristo (90).46

La categoría central es la “verdad del hecho” que implica una dimensión

ordenada y lineal de los acontecimientos alrededor de los que se realiza un ejercicio

de verificación. Esta comprobación es sostenida por los componentes que se men-

cionan en Covarrubias: el sentido de la vista y la consulta de “autores fidedignos”

(autoridades).

Y esto afirmo yo por dos cosas: la una por autoridad y la otra por

conjetura de demostración. La autoridad es que dice Platón en el diá-

logo Cricias, hablando de cómo Neptuno distribuyo el señor desta isla

a sus diez hijos, que al segundo hijo llamó Gadirum, éste dio las extre-

mas partes de la isla junto a las colunas de Hércules, y de su nombre

llamó al lugar Gadiricum, que es Cáliz. Por demostración vemos, e yo

he visto con mis ojos,47 más de una legua en la mar, a la redonda de la

isla de Cáliz, de bajamar, en aguas vivas, reliquias de edificios muy

grandes y claramente formados de una argamasa cuasi perpetua, que

es indicio evidentísimo de haber sido muy mayor aquella isla (87).

La invención de la imprenta reanimó, en el siglo XV, la pugna entre los senti-

dos de la vista y el oído.48 Ver significa conocer por la propia experiencia para com-

46 Las cursivas son mías.

47 Las cursivas son mías.

48 Walter Ong (1987) señala que: “La impresión tipográfica alfabética, en la cual la letra era

vaciada de un pedazo separado de metal o tipo, constituyó un adelanto psicológico de la mayor

importancia, marcó profundamente la palabra misma en el proceso de manufactura y la convir-

tió en una espacie de mercancía” (118).

Antonio Maravall (1975) rastrea esta disputa en la tragedia de Edipo, donde Tiresias, como

poseedor del saber es ciego. Platón llama a los sabios los amigos de mirar. Cicerón, en tanto,

sostenía que el sabio era aquel cuyo pensamiento no se sujetaba al testimonio de los ojos. En

la Edad Media algunos están de parte del superior valor de la vista. La disputa entre el ver y el

oír parte de la que se establece entre el “ver” y el “leer” desde toda vez que en la Edad Media

leer es una operación auditiva que consiste en escuchar la lectura y el comentario de un libro.

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68 MARÍA JESÚS BENITES

probar acertadamente los fenómenos y corroborar las afirmaciones. Sarmiento in-

troduce en distintos momentos de la escritura el acto mismo de observación y veri-

ficación de los datos: “e yo he visto con mis ojos” (87). Se crea un efecto de ve-

racidad de los acontecimientos ya que es el propio historiador quien escribe en

función de lo que ve e inscribe ese acto en su texto.

El autor despliega en su prólogo un repertorio de citas de autores clásicos. La

exposición de la teoría de la Atlántida platónica,49 se inserta en el texto no con la

intención de cuestionar su veracidad, sino para afirmar que las “Indias de Castilla”

(90) formaban parte de aquella isla que se extendía, según sus cálculos, hasta las

costas españolas, específicamente hasta Cádiz. El trazado de esta geografía, que se

desplaza entre lo positivo y lo imaginario (Edward Said: 1990), brinda un argumen-

to más para legitimar las posesiones territoriales en América.

Con citas eruditas de fuentes irrefutables el autor reafirma su posición de

his-toriador sobre cuya obra “nadie tiene que dudar sino que está bastantísimamente

averiguado y verificado todo lo deste volumen, sin quedar lugar a réplica o contra-

dición” (116). Existe una clara conciencia de las implicancias de la tarea historio-

gráfica. Por eso evita citas o autores de obras literarias contemporáneas de impor-

tante circulación, como las notables novelas de caballerías.50 Sarmiento debía co-

nocer los personajes y sucesos que las alimentan pero las fuentes que sustentan

su escritura provienen exclusivamente de los claustros académicos.51

Lucien Febvre (1959) señala que en los escritores del siglo XVI el sentido de la vista es

relegado en las imágenes frente al sentido del oído y el olfato. El autor destaca como una

excepción las descripciones que realiza Rabelais en sus textos. Véase también Jorge Lozano

(1987).

49 Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias y conquista de México

(1552) también vinculó la isla platónica al continente americano. Entre las pruebas que señala

el cronista está el vocablo náhuatl Atl que significa agua. Agustín de Zárate en su Historia del

descubrimiento y conquista del Perú (1555) también afirma que América forma parte de la

legendaria Atlántida.

50 Irving Leonard en Los libros del conquistador esquematiza el número de textos literarios

impresos durante el siglo XVI por el editor Jacobo Cromberger. La mayor cantidad de ejempla-

res corresponde a Espejo de caballerías, Doncella Teodor, Celestina, Crónicas troyanas y el

clásico Amadís de Gaula (1995, 94).

51 En una carta, Sarmiento utiliza para su descripción un personaje de las ficciones caballerescas.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 69

El historiador ejerce la función de escucha y rescata los relatos orales que le

proporcionan los propios indígenas durante las entrevistas y se detiene en describir

recursos de conservación de la memoria como los quipus. En quien escribe se ad-

vierte la necesidad de exponer cuáles son los mecanismos que poseen los incas

para referir los acontecimientos.

Mas antes de entrar en el cuerpo de la historia de los ingas quiero

advertir, o, hablando más propriamente, responder a una dificultad que se

podría ofrecer a los que no han estado en estas partes. Podrían algunos

decir que no tienen por cierta esta historia, hecha por la relación que estos

bárbaros dan, porque, no tiniendo letras, no pueden tener en la memoria

tantas particularidades, como aquí se cuentan, de tanta antigüedad.52

A esto se responde que para suplir la falta de letras tenían estos

bárbaros una curiosidad muy buena y cierta, y era que unos a otros,

(...) iban refiriendo las cosas antiguas pasadas hasta sus tiempos,

repitiéndoselas muchas veces (...).

Y finalmente las cosas más notables que consisten en números y cuer-

pos notábanlas, y agora las notan en unos cordones a que llaman quipo,

que es lo mesmo que decir racional o contador. En el cual quipo dan ciertos

ñudos, como ellos saben, por los cuales y por las diferencias de las colores

distinguen y anotan cada cosa como con letras. Es cosa de admiración ver

las menudencias que conservan en aquestos cordolejos, de los cuales hay

maestros, como entre nosotros del escribir (113-114).

El autor recoge los testimonios de los indígenas para acceder a su pasado.

Selecciona a sus informantes entre “los más prudentes y ancianos, de quien se

tiene más crédito” y realiza un proceso que involucra el enfrentamiento de las voces

de los “bandos” por medio de la referencia de “las declaraciones y dichos de unos a

sus enemigos (...) y pidiendo a cada uno memorial por sí de su linaje y del de su

contrario” (115). La descripción cuidadosa de los mecanismos de conservación de la

memoria que usan sus informantes, no hace más que legitimar la validez de la fuen-

52 En este párrafo se adelanta el planteo que en sus Comentarios Reales el Inca Garcilaso de la

Vega (1609) realiza a su tío para que le explique el modo en que los incas conservan sus

hechos pasados: “Inca tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es lo que guarda la

memoria de las cosas pasadas, ¿qué noticias tenéis del origen y principio de nuestros Reyes”.

Libro I, Cap. XV.

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70 MARÍA JESÚS BENITES

te. De todas maneras, el hecho de suplir “la falta de letras” con los quipus no impli-

ca, para el autor, que los incas posean una conciencia histórica. Es Sarmiento quien

ejerce la práctica historiográfica a partir de la recuperación de los relatos orales.

El discurso impone procedimientos de inclusión y exclusión, estos últimos

involucran las categorías de lo verdadero y lo falso. En la escritura de Sarmiento

hay una marcada voluntad de saber que impone a sus conocimientos la necesidad

de ser útiles y verificables. Esta voluntad está presente en los fines y propósitos que

guían el texto. La voluntad de verdad se apoya en lo institucional para presionar

sobre otros discursos y ejercer un poder de coacción (Michel Foucault: 1992).

La probanza que acompaña Historia Índica es un claro ejemplo del modo en

que esa voluntad de saber es controlada por sus condiciones de producción ya que

el ejercicio de escritura debe imponer una verdad no sólo verificable, sino irrefuta-

ble. Richard Pietchsmann (1964) refiere que el virrey Toledo convocó a los repre-

sentantes de los doce ayllus. Un intérprete tradujo a los más de cuarenta y dos

indios el contenido de los sesenta y un capítulos de la obra, de modo que los indíge-

nas des-pués de la lectura de cada uno de ellos pudiesen rectificar o ratificar lo

escuchado. Según consta en la fe de probanza, los testigos declararon por unanimi-

dad que la historia era correcta ya que no advirtieron errores excepto los nombres

de algunos lugares y personas. 53

Todos los dichos indios de una conformidad dijeron que la dicha

historia está buena y verdadera, conforme a lo que ellos saben e oye-

ron decir a los dichos sus pasados; porque lo han conferido y tratado

entre sí y averiguándola desde el principio hasta el fin, y que creían

que ninguna otra historia que se haya hecho será tan cierta y verda-

dera como ésta, porque nunca se ha hecho tan diligente examinación,

ni se les ha preguntado a ni se les ha preguntado a ellos nada, que

son los que pueden saber la verdad (289).54

La verdad que se prueba mediante el documento y la presencia del testigo,

53 Finalizado el acto de verificación, Toledo ordenó al Escribano Real, Alvaro Ruiz de Navamuel,

que ratificase el contenido de la historia. Asimismo ordenó que se sentara un protocolo de todo

lo actuado para agregarlo a la obra, y que lo firmasen el Dr. Gabriel Loarte, alcalde de corte, y

el Escribano; este último debió poner su signo de autenticación en el borde de cada una de las

hojas.

54 El énfasis es mío.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 71

legitima el contenido de la Historia Índica. Esta legitimación permite que el autor

presente su obra como el resultado de un proceso de investigación, que implica la

formulación y recopilación de preguntas a testigos oculares y asimismo, la selección

y ordenamiento del material recogido.

Supeditado a la necesidad de imponer a su obra elementos de veracidad

incuestionable, Sarmiento recurre a lo filológico para dar cuenta del uso de voca-

blos en quechua y exponer un manejo sólido también en ese ámbito: “A esta parcia-

lidad o bando o linaje, llamó aillo, ques lo mesmo que linaje”; “panaca quiere decir

descender” (134).55 Esto ubica al sujeto en una situación de dominio sobre el objeto

de su escritura que le permite ejercer autoridad sobre él.

Benedetto Croce afirmaba que no existe historia sin narración (1893). En los

diccionarios se define el término historia como narración y exposición de aconteci-

mientos pasados (Covarrubias) o “narración continuada y verdadera de los sucessos

más memorables” (Autoridades).

La forma del discurso, la narrativa, introduce el abordaje en un segundo

momento que parte de considerar a la obra histórica como una “estructura verbal

en forma de discurso de prosa narrativa que dice ser un modelo o imagen, de

estructuras y procesos pasados con el fin de explicar lo que fueron representándo-

los” (White: 1992, 14).56

Existe una categoría central en la constitución narrativa del discurso: el tiem-

po. En la crónica el ordenamiento temporal de los acontecimientos es un elemento

determinante de su forma, en la historia es constitutivo.

55 Richard Pietschmann (1964) señala que en el manuscrito se reproducen los términos quechuas

de la manera en que los pronunciaban los españoles aunque Sarmiento, afirma el estudioso,

“evitó las peores desfiguraciones, acercándose en muchas particularidades a la ortografía

relativamente correcta” (109).

56 En la base de la representación del discurso histórico es posible, según White, reconocer una

forma específica de tramar el relato que puede provenir de la épica, el romance, la tragedia, la

comedia o la farsa. El estudioso desarrolla esta distinción en Metahistoria (1998), donde

aborda obras del siglo XIX. El estudio de White, al trabajar la imaginación histórica en el siglo

XIX, considera un análisis en otros dos modos complementarios al de tramar: el de la argumen-

tación y el de la implicación ideológica.

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72 MARÍA JESÚS BENITES

ando del mundo o de alguna parte dél quieren los historiadores ordena-

damente tratar, por la mayor parte describen el sitio de lo que contiene,

que es la tierra, primero que hablen de lo contenido, que son los pobla-

dores della, por excusarlo en el discurso de la historia. Y si esto en las

cosas antiguas y de tantos declaradas aún agora se hace, más razón es

que en la plática de tierras nuevas, tan grandes y extrañas como éstas,

de que yo he propuesto informar, se guarde tal orden, mayormente

que no sólo servirá de curiosidad, mas también, lo que es más de de-

sear, aprovechará para navegaciones y descubrimientos nuevos (84).57

El tiempo de las “oraciones narrativas” (Arthur Danto: 1992)58 que domina el

texto es el del pasado. El relato histórico propiamente dicho empieza en el capítulo

6: “Fábulas del origen destos bárbaros indios del Pirú, según sus opiniones ciegas”

y finaliza en el capítulo 69: “Llegan los españoles a Caxamarca y prenden a Atagualpa,

el cual hace matar a Guáscar, y él también muere”.

Sarmiento sigue un modelo esquemático y repetitivo en la realización del

relato. Cuando escribe sobre el linaje de los doce incas indica los datos más rele-

vantes: el nombre del inca, el de esposa legítima, el del ayllu al cual pertenece, el

lugar de residencia, su edad, duración del gobierno, muerte, y, no siempre, apunta

detalles que coinciden cronológicamente con la historia de España y de Europa. Este

esquematismo no significa que el historiador brinde datos aislados, sino que, por el

contrario, establece entre ellos las conexiones que le permiten sostener la finalidad

de su escritura.59

En los capítulos 6 y 7 se relatan la creación del mundo y la de los primeros

hombres por Viracocha Pachayachachi “el creador de todas las cosas”. En el capítulo

57 Las cursivas son mías.

58 Danto (1992) en Historia y narración denomina “oraciones narrativas” a los enunciados

típicos en los escritos históricos, aunque aparecen en narraciones de todas clases. La carac-

terística general de estas oraciones es que “se refieren a dos acontecimientos, al menos,

separados temporalmente, aunque sólo describen (versan sobre) el primer acontecimiento al

que se refieren” (99). El pasado es el tiempo que predomina en ellas.

59 Antonio Maravall en Teoría del saber histórico (1958) señala que lo individual histórico no está

en los datos aislados, sino en la conexión irrepetible en que se dan. “El hecho histórico no es

un dato, es un encadenamiento” y agrega: “Los datos en un conjunto, diferentes entre sí,

pueden ser análogos a los de otro. Esto quiere decir que entre ellos cabe, en cierta medida, la

repetición” (86 y 89).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 73

8 el autor describe el estado primitivo en que vivían los habitantes del Perú antes de

llegar los incas, el cual es caracterizado como “behetría":60 “Todas las poblaciones

que incultas y disgregadas eran, vivían en general libertad, siendo cada uno sola-

mente señor de su casa y sementera” (110).

En los capítulos 9 y 10 el historiador describe el valle del Cusco y sus prime-

ros pobladores. En el 11 refiere el origen de los incas del Cusco. Luego se inicia el

relato cronológico de la dinastía incaica que comienza con Manco Cápac. Los seis pri-

meros reyes se presentan entre los capítulos 9 al 19. Los capítulos 20 al 47 se detie-

nen en los tiempos de Yaguar Huácac, Viracocha y Pachacuti Inca Yupanqui. En la na-

rración sobre el primero, la obra revela el uso de las fuentes orales que le sirvieron

de sustento para su elaboración. Sarmiento refiere un acontecimiento de la infancia

del futuro inca con elementos de marcado tono épico que se distinguen del resto de

las anécdotas con las que ameniza la lectura y retiene a sus posibles lectores.61

En el capítulo 24, donde se cuentan las acciones de gobierno de Viracocha, el

relato retoma su esquematismo. En éste el Inca es un conquistador que tiraniza los

alrededores del Cusco. En el siguiente es un anciano testarudo que nombra como

sucesor a un hijo bastardo, Inca Urcón, porque “quiso mucho a su madre, sin guar-

dar la regla de su orden en el suceder” (160). La indignación que esto genera, espe-

cialmente en sus hijos legítimos, lo lleva a la muerte. Se inserta una anécdota in-

60 Es interesante detenerse en las significaciones de este término. En Tesoro de la lengua

castellana es una de las palabras que posee mayor desarrollo: “Tanto quiere decir como

heredamiento que es suyo, quito de aquel que vive en él, e puede recebir por señor a quien

quisiere que mejor le faga, etc.” Y continua con un extenso relato del que extraigo sólo una

parte “cuentan las corónicas que como oviese en Castilla la Vieja algunos pueblos que tenían

costumbre de tiempo inmemorial mudar a su voluntad los señores que quisiesen, por cuya

razón se dixeron behetrías”. El Diccionario de Autoridades se detiene en los orígenes confu-

sos de la palabra y agrega que la misma tiene el sentido figurado de “confusión, bulla, y

desordenado modo de obrar”.

61 La leyenda que reproduce Sarmiento cuenta que el Inca Roca, padre de Yaguar, mediante

engaños entregó el niño a los ayarmacas y luego intentó vanamente recuperarlo. El muchacho,

llorando lágrimas de sangre (de allí su nombre yaguar: llorar, Guasca: sangre, según Sarmien-

to) fue condenado a morir de hambre en un calabozo. Allí lo descubre una muchacha que se

compadece de él y lo salva. Es ella quien arregla las cosas para que el joven vuelva con sus

padres. Hay algunos desfasajes temporales (de repente Yaguar, que se suponía encerrado,

es presentado jugando con otros muchachos) y algunos elementos y acciones estructurales

de los relatos ficticios.

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74 MARÍA JESÚS BENITES

teresante y contemporánea al tiempo de los españoles en la que el historiador

expone, involuntariamente, los actos de violencia que protagonizaron en el Cusco.

Gonzalo Pizarro, teniendo noticia que con él había tesoro, lo buscó,

y sacó el cuerpo [y] con él mucha suma de tesoro, y quemó el cuerpo

y las cenizas tornaron a quitar los naturales y las escondieron en una

tinajuela, la cual con su ídolo guáoqui, llamado inga Amaro, descubrió

el licenciado Polo, siendo corregidor del Cuzco (162).

La escritura se detiene, entre los capítulos 26 al 47, en la vida y las acciones

del gobierno de Pachacútec. La riqueza descriptiva del relato se evidencia en estos

capítulos. Sarmiento refiere los hechos vinculados al Inca y deja que la pluma refle-

je un cierto asombro ante la magnificencia de las construcciones que impulsó aun-

que éste sea reprimido en ese mismo acto de escribir.62

Y repartió los solares para casas de comunidad y públicas y parti-

culares, haciéndoles edificar de cantería muy polida. Y eslo tanto, que

a los que la hemos visto y sabemos que no tienen instrumentos de

hierro no acero para las labrar nos pone admiración ver la igualdad y

primor della y las junturas y betumen con que lo ligan, el cual es tan

delgado, que ninguna parte se echa de ver, si hay mezcla o no; y con

todo es tan fuerte liga, que plomo ni traba más que ella. Y la piedra

tosca es aún mucho más de ver el modo de su trabazón y compostura.

Y porque en esto sola la vista satisface a los curiosos, no quiero gastar

tiempo en pintarlo más prolijamente63 (174 - 175).

Los hechos que giran en torno a la figura de Pachacútec se apropian del texto

y el historiador analiza, detenidamente, diversos acontecimientos. Uno central es el

de la guerra contra los Chancas que ocupa los extensos capítulos 27 y 28.64 El Inca

62 Sarmiento atribuye también a Pachacútec, en el capítulo 31, la reedificación de la casa del

sol.

63 En el libro VII capítulo 8 de Comentarios Reales, el Inca Garcilaso de la Vega describe la

imperial ciudad del Cusco y atribuye también a Pachacútec su reordaminento. Louis Baudin en

La vida cotidiana en el tiempo de los últimos incas (1987), calcula que cincuenta mil indios

habían invertido más de veinte años en reconstruir la ciudad que poseía un número aproximado

de doscientos mil habitantes.

64 El Inca Garcilaso de la Vega (ibídem) ubica la guerra contra los Chancas durante el gobierno

de Yáhuar Huácac.

Page 75: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 75

es presentado como el soberano que emprende las campañas de anexión de terri-

torios (Collasuyo, Cinchasuyo), para constituir un imperio mediante la “violencia y

crueldades y fuerzas y robos” (197). Su reinado es el que marca para el historiador

el comienzo de la “inaudita e inhumana tiranía, renovada sobre las tiránicas de sus

antepasados” (206).

Se advierte que Sarmiento recurrió a diversas fuentes puesto que hay pa-

sajes que redundan en contradicciones. En algunos capítulos los que son enemi-

gos del inca se presentan luego como aliados sin que medie una explicación del

cambio (capítulos 38 y 40). A medida que el tiempo de los acontecimientos se

acerca al de aquellos que han testimoniado, se acentúan los detalles y el relato se

prolonga.

En el capítulo 43 el historiador refiere, en una asimilación a las tradiciones

europeas, el momento en que Pachacútec “arma caballero” a su hijo Topa Inca. Éste

ingresa en el relato de los sucesos en forma paralela a la de su padre. La importan-

cia de Topa Inca en el contexto de la obra está dada por su capacidad para la

navegación. En el apartado “yo declaro de mí ser más malo que los malos" se citó

un fragmento de Historia en que se relata el descubrimiento del Inca de las Islas

“Auachumbi y Niñachumbi”.

El escritor aclara en un principio que “Hago instancia en esto, porque a los

que supieren algo de Indias les parecerá un caso extraño y dificultoso de creer”

(216). Pero no es casual que se detenga en los detalles de este viaje: líneas más

abajo se inscribe en su texto y explicita su intención, arremetiendo nuevamente,

como en el prólogo – dedicatoria, contra Álvaro de Mendaña.

Éstas son las islas que yo, el año de sesenta y siete, a treinta de

noviembre, descubrí en el Mar del Sur, ducientas y tantas leguas de

Lima, al poniente de Lima, yendo al gran descubrimiento de que yo di

noticia al gobernador e licenciado Castro. Y no las quiso tomar Álvaro

de Mendaña, general de la Armada (216 – 217).

Los capítulos 48 y 54 tratan del gobierno de Topa Yupanqui, en ellos se expo-

nen los avatares de la conquista de los territorios andinos (Andesuyo) y la edifica-

ción de la fortaleza del Cusco (Sacsaguamán). La trascendencia de esta obra guía la

escritura a una doble transposición temporal en la que el propio historiador transmi-

te no sólo su mirada, sino también una crítica implícita a los actos de apropiación de

la ciudad que los españoles pusieron en práctica a su llegada. Esto marca un antes

Page 76: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

76 MARÍA JESÚS BENITES

y después regido por la violencia.65

Y tanta diligencia se dieron, que no en muchos años hicieron la

fortaleza del Cuzco, grande, suntuosa, fortísima, de piedra tosca, cosa

admirabilísima de ver. (...). Esta fortaleza estuvo en pie hasta las dife-

rencias de Pizarro y Almagro, después de las cuales la empezaron a

deshacer, para edificar con su cantería las casas de españoles en el

Cuzco questá[n] al pie de la fortaleza. Hace gran lástima a los que

agora ven las ruinas della66 (233 – 234).

Los capítulos 55 a 62 se refieren al gobierno de Guaina Cápac y detallan su

recorrido por el imperio desde Quito a Chile. Otro aspecto relevante, por las im-

plicaciones posteriores, es el hecho de que Guaina sea el padre de Guáscar y

Atahualpa. En el capítulo 63 se brindan detalles sobre ambos hermanos, relatando

los acontecimientos en dos planos espaciales: Cusco y Quito. Su postura es precisa,

Atahualpa es reiteradamente definido como bastardo, cruel y poseedor de una fuer-

za criminal que no tiene reparos durante la guerra civil fraterna que se desata.

Mataron ochenta hijos y tantos hijos [e] hijas de Guáscar, y lo que más

sintió fue ver matar delante sus ojos a una hermana y manceba llamada

Coya Miro, la cual tenía un hijo de Guáscar en los brazos y otro a cuestas,

y a otro hermana suya muy hermosa llamada Chimbo Cisa (270).

En la descripción del Inca se aglutinan rasgos de desmedida violencia que

orientan una justificación para su muerte en manos de Francisco Pizarro y sus hom-

bres. El fallecimiento de Guáscar, asesinado por su medio hermano, marca, en el

texto, el fin de la dinastía ya que el inca de Quito era, por nacimiento, ilegítimo.

El episodio de Cajamarca, referido brevemente en el capítulo 69, indica un

momento central en el proceso de constitución y comprensión de la cultura en los

Andes. El encuentro con la letra producido en Cajamarca entre Atahualpa y Pizarro,

fue un acto de incomprensión, donde dos imaginarios diametralmente diferentes se

encontraron y se enfrentaron.

Las imágenes que reconstruyen el incidente de Cajamarca están pautadas

por dos tipos de violencia. La primera es la de las armas que se manifiesta en los

65 Recordemos el saqueo a la tumba de Viracocha.

66 El énfasis es mío.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 77

cuerpos y cuya representación más clara son los miembros despedazados de Ata-

hualpa. La segunda, es la violencia de la letra, de la palabra escrita que se evidencia

en el silenciamiento de la palabra oral y en la imposición de un nuevo imaginario.

Antonio Cornejo Polar (1990) es contundente cuando afirma que el episodio

protagonizado por Atahualpa y Valverde es el “punto en cual la oralidad y la escritu-

ra no solamente marcan sus diferencias extremas sino que hacen evidente su mu-

tua ajenidad y su recíproca y agresiva repulsión” (156). Eduardo Subirats (1994)

interpreta el suceso de Cajamarca, como el espacio donde la violencia de la escri-

tura se impone como el "principio separador de la Verdad y el Poder" y la violencia

sobre los cuerpos se define como "medio de terror que permite imponer aquel

poder como absoluto" (291). Este absolutismo del poder de la palabra escrita se

trasluce en la escritura de Historia Índica.

En los dos últimos capítulos, 70 y 71, se compendian los actos de violencia

que demuestran “cómo estos ingas fueron foedífragos67 y tiranos” (276) y se realiza

un repaso de la cronología incaica para asentar “una computación sumaria del tiem-

po que duraron estos ingas del Pirú” que señala el recorrido temporal del texto: el

surgimiento de los incas data del año 635 y culmina en el 1533, que suman nove-

cientos sesenta y ocho años de presencia incaica y doce incas.

En ese capítulo final Sarmiento señala todas las características del régimen

que considera ilegítimo, especialmente el tema de los abusos y faltas en la sucesión

hereditaria. De este modo el historiador explicita que la línea supuestamente legíti-

ma de los incas se encuentra en el momento de producción textual extinguida y, por

lo tanto, no existe nadie que pueda reclamar para sí el gobierno de los Andes.

El tiempo de los incas está marcado por dos procesos vitales: la creación y

nacimiento de Manco Cápac por el dios Viracocha y la muerte de Guáscar, en manos

de Pizarro en nombre de un dios extranjero. A la armonía del comienzo mítico, se

opone la violencia del final.

La construcción mítica que domina la cosmovisión inca del mundo es sustitui-

da, en consecuencia, por el modelo histórico europeo que impone, como uno de los

paradigmas de escritura, lo cronológico y que desconoce la concepción de lo míti-

co en tanto categoría que permite interpretar los hechos dentro una estructuración

67 Término que deriva del latino foedifragus que significa infiel. Violador de tratados. Nota en

Rosenblat, (276).

Page 78: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

78 MARÍA JESÚS BENITES

temporal particular.

Me interesa en esta instancia determinar los modos en que la narración se

apropia de la cultura incaica y cuáles son los elementos que se seleccionan para

referirla. Relectio de Indis de Francisco de Vitoria es el texto que articula los dos

aspectos de mi análisis: el del modelo historiográfico y el de la posición del sujeto

que se concreta en su ejercicio de interpretación.

La elección de la teoría de Francisco de Vitoria, como autoridad, destaca una

vez más su rol de “hombre del saber”; el uso de esta fuente como fundamento

jurídico trasluce el otro papel que Sarmiento desempeñó en el proceso de ocupa-

ción en los Andes: el del conquistador.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 79

III- El relato de las “ridículas fábulas”III- El relato de las “ridículas fábulas”III- El relato de las “ridículas fábulas”III- El relato de las “ridículas fábulas”III- El relato de las “ridículas fábulas”

"Habemos de screbir lo que ellos dicen

y no lo que nosotros entendemos en esta parte."

Historia Índica

Las obras escritas durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo se con-

densan, según Porras Barrenechea (1986), en las siguientes fórmulas: el imperio se

constituyó mediante la violencia y las armas durante los reinados de Pachacútec y

Túpac Yupanqui; los incas fueron gobernantes tiránicos y belicosos que tuvieron

crueles ritos y costumbres guerreras y practicaron los sacrificios humanos, el estu-

dio intensivo de las supersticiones e idolatrías y la condenación de las ideas morales

y religiosas.

Historia Índica se adscribe a estos ejes textuales que justifican la imposición

del sistema imperial en el territorio andino68 . La obra está recorrida por la crisis

política que se produjo en el año 1549 cuando el Consejo de Indias le recomendó a

Carlos V suspender todas las conquistas sin la autorización previa de ese organis-

mo. El 16 de abril de 1550, el rey acató este dictamen hasta que una junta de teó-

logos y consejeros pudiera recomendar una forma justa de llevarlas a cabo.69

68 La descripción reiterada de los incas como crueles y violentos supone, según las considera-

ciones de Hans Steffen (1912) un cuestionamiento al valor histórico de la obra ya que la mayor

objeción que se le puede realizar es el de la parcialidad de su autor: “Manifestada en su afán

de hacer aparecer a los incas como tiranos sanguinarios i usurpadores i ilejitimos del poder, i

no se puede negar que esta tendencia que penetra todo el libro, lo hace sospechoso i disminu-

ye considerablemente su valor. Sobre todo, después de examinar la parte principal de la obra,

es decir los capítulos en que se relatan las campañas de los grandes conquistadores incas i

sus trabajos de organización interior, queda la impresión de que el cuadro trazado por Sarmien-

to no refleja en todos los puntos un criterio justo e imparcial del historiador” (26 – 27).

69 El debate de 1550 culmina una trayectoria de discusiones que se inicia en el momento mismo de

la llegada de Colón a las Indias. En 1495 los Reyes Católicos solicitaron a letrados y teólo-

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80 MARÍA JESÚS BENITES

Y como vuestro invíctisimo padre era tan celoso de su conciencia,

mandó examinar este punto, cuanto le fue posible, por doctosímos

letrados, los cuales, como la información que del hecho se les hizo fue

indirecta y siniestra de la verdad, dieron su parecer diciendo que estos

ingas que en estos reinos del Pirú fueron eran legítimos y verdaderos

reyes dellos, y que los particulares curacas eran y son verdaderos

señores naturales desta tierra, lo cual dio asa a los extraños de vues-

tro reino, así católicos como herejes y otros infieles, para que ventila-

sen y pusiesen dolencia en el derecho que los reyes de España han

pretendido y pretenden a las Indias, por lo cual el emperador Don

Carlos, de gloriosa memoria estuvo a punto de dejarlas (72).

Sarmiento se refiere explícitamente a las intensas críticas de ingleses y fran-

ceses sobre las bulas papales que otorgaron a España la posesión absoluta sobre

las tierras descubiertas. Para esos “extraños” el Nuevo Mundo pertenecía a sus

habitantes autóctonos y el Papa no podía hacer entrega de las tierras. Además, en

el caso de los ingleses, por el hecho de ser protestantes, esa donación carecía de

legi-timidad. Asimismo se oponían a la constitución de los grandes imperios ya que

los veían como una amenaza para la verdadera naturaleza de la comunidad civil.

Esta situación generó el apogeo intelectual de los juristas de Salamanca para

quienes todo dominium deriva del derecho natural. La corona de Castilla reclamaba

gos que debatieran si los indios podían ser vendidos como esclavos. La junta determinó que

éstos eran libres y no se podían vender, excepto los obtenidos mediante una guerra justa. En

1511 comenzó el activismo de los dominicos contra el maltrato a los indígenas de La Española.

En 1512 las leyes de Burgos disminuyeron las cargas y castigos contra los indios pero

mantuvieron los repartimientos de indígenas para los conquistadores. En 1514 Juan López

Palacios Rubios redactó un requerimiento que presentó dos opciones a los pueblos a conquis-

tar: la esclavitud legal o la servidumbre natural (encomiendas). En 1516 el regente Cardenal

Cisneros envió a La Española frailes jerónimos para que propugnaran la libertad de los indios.

La cuestión de la naturaleza del indio se profundiza entre los años 1530 y 1540. Rolena Adorno

(1993) señala dos factores importantes: el número creciente de encomenderos y la disminu-

ción, en contrapartida, de nuevas sociedades indígenas para someter. En 1530 y 1534 apare-

cieron dos cédulas reales sobre la legitimidad para cautivar y esclavizar a los indios: el primero

prohibió el cautiverio, el segundo lo autorizó. En 1537, el Papa Paulo III afirmó la capacidad para

la fe de los indios. En 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas que prohibían la esclavitud y la

encomienda pero que, debido a la resistencia de los conquistadores y colonos, no se pudieron

poner en práctica (176 - 177).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 81

no sólo la jurisdicción sobre el Nuevo Mundo, otorgada por las bulas papales, sino

también los derechos de propiedad. Para ello era necesario una solución a la pre-

gunta acerca de cuáles eran los derechos que habían autorizado a España a ocupar

el territorio americano y someter bajo su dominio a sus habitantes. Estos debates

intentaron brindar una teoría del origen de la autoridad política en América que evi-

tara las pretensiones de soberanía universal por las que sólo el Papa podría ser un

gobernador legítimo. 70

La única forma mediante la cual la monarquía de Castilla podía reclamar

derechos de propiedad era argumentando que los indios habían cedido voluntaria-

mente su autoridad al imperio. El único derecho natural capaz de proporcionar la

clase de autonomía que el monarca necesitaba en América podría basarse en la

afirmación de que la conquista había sido una “guerra justa” (Pagden: 1997).

En 1551 son convocados Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda. El

encuentro significa, en la teoría, un triunfo para Las Casas y la Escuela de Salamanca

que representa. En la confrontación, Sepúlveda aboga por la guerra santa como

principio heroico y justifica la esclavización del indio como fundamento para su sal-

vación ya que por derecho natural deben obedecer a personas "más humanas".

La tarea crítica de Las Casas, ya perfilada en la discusión que sostuviera con

Fray Juan Quevedo en 1519 en Barcelona y en numerosos tratados, consiste en

negarle a la violencia un valor legitimador en el proceso de conquista del territorio

y dominación del hombre americano. Su postura es “un intento serio de negociar

para el indio una posición definitiva e inexpugnable en la comunidad humana como

un ser ‘civil’ y ‘humano’” (Pagden: 1988, 169).

Esta discusión involucra a otro representante importante de la Escuela de

Salamanca, Francisco de Vitoria, quien trató de establecer las reglas para controlar

jurídica y teológicamente el proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo.71

70 Anthony Pagden (1997) señala que la participación de los intelectuales universitarios en el

debate sobre la justicia de la ocupación española en América fue el resultado de una larga

tradición. Durante siglos los escolásticos actuaron como consejeros de la corona en temas

morales e intelectuales. En el reinado de Carlos V y Felipe II, algunos profesores universitarios

se apartaron de los claustros académicos y se convirtieron en cancilleres, diplomáticos,

consejeros y confesores reales.

71 En 1534 Vitoria planteó por primera vez cuestiones de la naturaleza del indio americano y su

sociedad cuando escribió, ofuscado por la noticia de la matanza de Cajamarca a Miguel de Ar-

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82 MARÍA JESÚS BENITES

Para ello el teólogo consideraba en su Relectio de Indis,72 pronunciada probable-

mente el 1 de enero de 1539, una dimensión espiritual que otorgara derechos sobre

el indio y brindara las garantías necesarias para la jurisdicción territorial de la Igle-

sia en América.

Es dentro de este contexto de situación en el que interpreto el énfasis que

pone Sarmiento en la ilegitimidad de los incas como dueños naturales de la tierra. El

historiador recurre a diversas fuentes escritas y orales. Las primeras le permiten

"deducir el sitio desta tierra" y rastrear el origen de sus pobladores que son adscriptos

a la cultura occidental.

De manera que lo que aquí se ha de colegir es que la Nueva España

y sus provincias fueron pobladas de griegos; y los Catígara de judíos;

y los de los ricos y poderosísimos reinos del Pirú y contérminas pro-

vincias fueron atlánticos, los cuales fueron deducidos de aquellos pri-

meros mesopotamios o caldeos, pobladores del mundo (98 - 100).

Las fuentes orales no sólo le posibilitan reconstruir el pasado del incario, sino

argumentar a partir de los testimonios indígenas las razones que otorguen a España

los títulos de posesión. Las justificaciones para colonizar el territorio no se limitan

solamente a su ilegitimidad por la falta de coherencia en la sucesión de sus gober-

nantes, hay otros factores de más gravitación que funcionan en el texto.

Y demás desto, de sus tiránicas leyes y costumbres se entenderá el

verdadero y santo título que Vuestra Majestad tiene, especialmente a este

reino y reinos del Pirú, porque Vuestra Majestad y sus antepasados impi-

dieron sacrificar los hombres inocentes y comer carne humana, el maldito

pecado nefando y los concúbitos indiferentes con hermanas y madres,

abominable uso de bestias, y las nefarias y malditas costumbres suyas.

(...). Únicamente por lo cual se les pudo hacer y dar guerra y proseguir por

el derecho della contra los tiranos y aunque fueran naturales y verdaderos

señores y se pudieran mudar señores e introducir nuevo principado, por-

cos, provincial dominico de Andalucía. En 1537 pronunció su relectio De Temperantia obra que

trataba sobre normas dietarias y el canibalismo. Ese mismo año fue escogido por Carlos V para

seleccionar una docena de miembros de su orden para la misión de los dominicos en Méjico.

72 La relectio De Indis fue impresa en 1557, siete años después de la muerte de su autor. No

obstante, el manuscrito circuló profusamente en distintos claustros académicos.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 83

que por estos pecados contra natura pueden ser castigados y punidos,

aunque la comunidad de los naturales de la tierra no contradijesen a

tal costumbre 73 (...) porque pueden ser forzados a que guarden ley de

naturaleza, como lo enseña el Arzobispo de Florencia e Inocencio y lo

confirma fray Francisco de Vitoria en la relación que hizo de los títulos

de las Indias. De manera que por este solo título, sin otros muchos

tiene Vuestra Majestad el más bastantísimo y ligitimo título a todas las

Indias que príncipe en el mundo tiene señorío alguno (...) (78-79).

Las prácticas que Sarmiento enumera en este párrafo son el eje de la argu-

mentación que será desplegada con ejemplos en su Historia. Las conclusiones de

Francisco de Vitoria otorgan las pautas de lectura e interpretación de esa realidad.

Es la escritura de la Relectio de Indis la que brinda el esquema por medio del cual

aparece representado el pueblo inca. La palabra de Vitoria es autoritaria ya que

funciona no sólo como un modelo indicativo sino que define ideológicamente al

sujeto que la retoma (Mijail Bajtín: 1989).74 La palabra del filósofo se basa en una

autoridad concluyente como la de Aristóteles y es escrita en una lengua ajena que

intrín-sicamente marca una diferenciación: el latín.

La escritura de la historia tiene para Sarmiento un fin comunitario o público:

brindar argumentos legitimadores a las autoridades reales sobre la colonización en

la región andina. El objetivo no es el de adoctrinar a sus pares, sino insertarse en el

circuito de la discusión acerca de los legítimos derechos que sostienen la ocupación

del territorio americano.

El registro de las costumbres de los indígenas ejemplifica los elementos que

determinan, para los escolásticos, la diferencia entre el hombre civilizado y el natu-

ral. Esta distinción constituye el principio ideológico que guía al historiador y el que

le permite adecuar sus observaciones y su cultura letrada a las circunstancias histó-

rico - políticas. La obra legitima la esclavitud de los indios con fines netamente polí-

tico - económicos antes que religiosos.

Vitoria parte de la concepción aristotélica de que existen pueblos que necesi-

73 Las cursivas son mías.

74 Bajtín (1989) agrega que la palabra autoritaria se “encuentra en una zona alejada, orgánicamente

ligada al pasado jerárquico, es, por decirlo así, la palabra de los antepasados”. Luego agrega

que la palabra autoritaria puede “organizar en torno suyo gran número de otras palabras (que

la interpretan, la alaban, la aplican de diferentes maneras, etc.)” (159).

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84 MARÍA JESÚS BENITES

tan ser dominados por otros: “Como elegante y atildadamente enseña Aristóteles,

algunos son por naturaleza siervos, para quienes es mejor servir que mandar”

(27).75 La teoría de la esclavitud natural era, en el mundo griego, un medio para

explicar “por qué era moralmente justo que una nación esclavizara a los miembros

de otra” (Pagden: 1988, 69).76 Esta postura hace eco de la de Sepúlveda ya que

para ambos juristas la servidumbre natural consiste en una relación de jerarquías

entre aquellos que están destinados a ser regidos y los que deben regir. En la

introducción a Relectio De Indis se señalan los tres aspectos centrales de la obra.

Toda esta controversia y relección ha sido tomada por causa de esos

bárbaros del Nuevo Mundo, vulgarmente llamados indios, que descono-

cidos antes en nuestro orbe, hace cuarenta años han venido a poder de

los españoles. Acerca de ellos la presente disertación contendrá tres

partes. En la Primera se indagará por qué derecho han venido los bár-

baros a dominio de los españoles. En la Segunda, qué potestad tienen

los reyes de España sobre ellos en lo temporal y en lo civil. En la Terce-

ra, qué pueden los reyes o la Iglesia sobre ellos en lo espiritual y en lo

tocante a la religión, donde se responderá a la cuestión propuesta (23).

Si bien las ideas de Vitoria se apoyan en Santo Tomás, quien consideraba

que la ley natural era la causa eficiente en la que se sustentaba la relación del

hombre con el mundo y que gobernaba todos los actos de la sociedad humana, son

numerosas las fuentes de su Relectio. Las mismas pueden clasificarse en bíblicas

(Antiguo y Nuevo Testamento); teológicas (el ya mencionado Santo Tomás, los pa-

dres de la Iglesia, comentaristas y sumistas); jurídicas (derecho canónico y justiniano);

filosóficas (exclusivamente aristotélicas) y literarias (Plauto, Terencio, entre otros). 77

El planteo central que recorre el texto parte de la aceptación de que los indios

75 Relecciones del Estado, de los indios y del derecho de la guerra, México: Porrúa, 1985. Todas

las citas corresponden a esta edición. La cursiva es de la versión original.

76 Padgen (1988) agrega que la esclavitud natural se opone a la esclavitud civil. Ésta era consi-

derada en el mundo griego una institución social. El esclavo civil era un hombre que, por causas

ajenas a su naturaleza, estaba privado de sus libertades. La esclavitud natural no se refería a

una institución sino a una categoría concreta de hombres que se basa en el axioma, común en

el pensamiento griego, de que en todas las formas complejas existe una dualidad en la que un

elemento domina naturalmente al otro.

77 Véase el estudio introductorio a Relectio de Indis de Luciano Pereña (1967, CLX - CII).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 85

antes de la llegada de los españoles eran ellos “verdaderos señores, privada y

públicamente” (22), detentaban el derecho a disponer de sí mismos y de sus domi-

nios. El problema residía no en la ilegitimidad del dominio español sobre el Nuevo

Mundo y sus habitantes, sino en la necesidad de indagar “con qué derecho pudieron

los españoles entrar en posesión de los mismos y sus tierras” (23).

Sarmiento parte de Relectio no sólo para autorizar su escritura, sino también

para inscribirse dentro de los límites marcados por la tradición. Para Francisco Castilla

Urbano la investigación de Vitoria pertenece a un plano antropológico ya que se

“trataba de demostrar que la naturaleza del indio era y tenía que ser como la de

cualquier otro ser humano, o, lo que es lo mismo, que las diferencias con los euro-

peos eran explicables a partir de su deficiente cultura, más que de su naturaleza”

(1992, 249).

La obra está estructurada en dos partes: “De los títulos no legítimos por los

cuales los bárbaros del Nuevo Mundo pudieron venir a poder de los españoles” y

“De los títulos legítimos por los cuales pudieran venir a poder de los españoles”.78 Si

bien me interesa puntualizar los aspectos desarrollados en la segunda parte, ya que

es en este cuerpo de postulados filosófico-teológicos en el que el historiador en-

cuentra los fundamentos y títulos justos para la colonización y los argumentos ade-

cuados para respaldar políticamente el proyecto de Toledo, es necesario señalar

aquellos que no legitiman la posesión de las tierras descubiertas.

El filósofo desarrolla siete títulos ilegítimos. Los dos primeros se centran en el

pretendido dominio del emperador sobre todo el mundo, que Vitoria refuta basán-

dose en la distinción de que el dominio no puede “provenir sino del derecho divino,

del natural o del humano positivo. Mas por ninguno de estos derechos hay un señor

del orbe”(39).79 El jurista consideraba que la donación pontificia, que había sido

utilizada como título legitimador desde los primeros momentos, era un argumento

78 La cursiva es mía.

79 En este aspecto Castilla Urbano (1992) señala que: “Si por derecho natural todos los hombres

eran libres, difícilmente se podía apelar a éste para legitimar el derecho al imperio del orbe;

tampoco el derecho divino permitía fundamentar el dominio del emperador sobre el mundo,

porque no constaba en ningún lugar que Dios entregara a ninguna persona. (...). La misma idea

de justificar el dominio del emperador sobre el orbe mediante el derecho humano era dispara-

tada, porque exigiría la existencia de una ley capaz de otorgar dicha autoridad, pero ésta no

existía ni era posible porque la ley presuponía la jurisdicción, y ésta no había existido nunca

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86 MARÍA JESÚS BENITES

insostenible. Los que se declaraban a favor de la bula alejandrina parecían desco-

nocer que el Papa no era señor temporal del orbe y que además no podría transmi-

tir esa potestad a los reyes temporales: “Y si Cristo no tuvo el dominio temporal (...)

mucho menos lo tendrá el Papa que no es más que su vicario” (44).

El tercero es el derecho del descubrimiento que sería válido si las tierras

encontradas hubieran estado despobladas pero como es lo contrario, Vitoria afirma

que este título “por sí solo no justifica la posesión de aquellos bárbaros, no más que

si ellos nos hubieran descubierto a nosotros” (48). El cuarto título se detiene en la

supuesta obstinación que demuestran los indios al negarse a recibir la fe de Cristo.

El filósofo pone en duda los métodos que se utilizan en el Nuevo Mundo para trans-

mitir la fe y concluye que “en aquellos que nada oyeron de Cristo, la infidelidad no

tiene razón de pecado, sino más bien de pena” (49).

El quinto título que se refuta es el de los pecados de los mismos indios. En tal

sentido, la postura del dominico es clara ya que si bien “Hay algunos pecados que

no son contra la ley natural, sino contra la ley positiva divina, y por éstos no puede

hacérseles la guerra. Otros, en cambio, hay que son contra naturaleza como el

comer carne humana y el concúbito indiferente con la madre, las hermanas o con

los varones” (55) no se justifica que por ello los indígenas deban ser castigados y

quitado el derecho sobre sus territorios.

Los últimos títulos ilegítimos consideran la elección voluntaria y la donación

especial de Dios. Para refutar el primero Vitoria alude a los problemas de comunica-

ción entre españoles e indígenas que quitan validez a cualquier acto en el que los

segundos aceptan como soberano al rey español. Para el último afirma que tal

donación divina debe ir acompañada de milagros que la confirmen. Descarta este

título no sin antes enfatizar que “¡Ojalá que, fuera del pecado de infidelidad, no hu-

biera entre algunos cristianos mayores pecados contra las buenas costumbres que

entre esos bárbaros” (58).

El catedrático de Salamanca enumera ocho títulos legítimos para poseer las

Indias. El primero es el de la sociedad y comunidad natural en el que se destaca el

reconocido derecho internacional de gentes:80 “Los españoles tienen derecho de re-

sobre los bárbaros” (297).

80 Eduardo Subirats (1994) encuentra al derecho internacional de gentes como un principio jurídico

y ético revolucionario y añade que representó el nacimiento del concepto moderno de dere-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 87

correr aquellas provincias y de permanecer allí, sin que puedan prohibírselo los bár-

baros, pero sin daño alguno de ellos” (60). De este derecho se desprenden otros

como el de ius peregrinandi o derecho de recorrer los territorios, el derecho al libre

comercio, entre otros. Si alguno de estos derechos fuese impedido por los indios,

los españoles podrían llegar a las armas.

El segundo título es el de la “propagación de la religión cristiana” que implica

el “derecho de los cristianos a predicar y anunciar el Evangelio en las provincias de

los bárbaros” (65). En el siglo XVI la creencia de salvar las almas de aquellos que no

conocían la religión de Cristo significaba un factor de nivelación de los hombres y

por lo tanto implicaba que los indios eran seres humanos capaces de entender el

mensaje del Evangelio (1992: Castilla Urbano). Nuevamente afirma que si los indios

impidieran esta divulgación sería lícito declararles la guerra.

El tercer título se relaciona con los anteriores ya que propone que si los indios

conversos y “sus príncipes quieren por la fuerza y el miedo volverlos a la idolatría

(68) los españoles tienen todos los derechos de declarar la guerra. El cuarto título

sostiene que el “Papa puede darles un príncipe cristiano y quitarles los otros seño-

res infieles” (68).81

El quinto título es central: “La tiranía de los mismos señores de los bárbaros o

de las leyes inhumanas que perjudican a los inocentes como el sacrifico de hombres

inocentes o el matar a hombres inculpables para comer sus carnes”(69). Sarmien-

to, en su prólogo a Historia Índica, refiere los principales pecados que comenten los

indígenas: el "maldito pecado nefando" de comer carne humana, “concúbitos indife-

rentes con hermanas y madres” (78) que determinan -al igual que otras prácticas-

una progresiva deshumanización del otro, de lo culturalmente extraño (Pagden: 1988).

chos humanos. Sin embargo, ese derecho partía de un “concepto general y abstracto del ser

humano como miembro de una comunidad internacional definida por el intercambio de mercan-

cías, la acción productiva, el predominio técnico del hombre sobre la naturaleza y un concepto

racional del poder político, que aplastaba bajo su lógica universal la realidad diferente de las

civilizaciones americanas, sus formas de vida, su memoria y conciencia comunitaria y su

concepción sagrada de la naturaleza” (62).

81 Castilla Urbano (1992) afirma que aunque Vitoria no aludía a la metáfora del cuerpo místico

“subyace en este supuesto la idea del príncipe como cabeza rectora del cuerpo social, si este

fuera infiel podría hacer uso de su poder para obligar a apostatar a sus súbditos cristianos”

(308).

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88 MARÍA JESÚS BENITES

En el marco de las discusiones de Vitoria con sus contemporáneos, se de-

terminó que los hombres que comen a otros hombres nunca podían ser completa-

mente humanos ya que violan las divisiones jerárquicas de la creación y ofenden,

cometiendo el pecado de ferocidad (peccatum ferocitas), a la naturaleza racional

del hombre.82 La mención del canibalismo como práctica frecuente entre los indíge-

nas y especialmente en los chiriguanos, sustentan la campaña que se emprendió

contra estos últimos.83 La guerra encuentra su razón en el quebrantamiento del

orden de la creación divina que comenten los indios.

Y dio asiento [Francisco de Toledo] en aquella provincia, que parecía

imposible podelle tener jamás, y asimismo socorriendo y proveyendo a la

gobernación de Santa Cruz de la Sierra para poner freno y castigar a los

chiriguanas, comedores de carne humana, infestadores desde vuestro rei-

82 En su relectio De temperantia, pronunciada en 1537, Vitoria había afirmado que no existía

ningún alimento vegetal o animal que no pueda comerse, pero el consumo de cualquier alimento

diferente a los hábitos culinarios occidentales constituía una costumbre más propia de anima-

les que de hombres. El tipo de alimento que se comía era un índice del nivel cultural de quien lo

consumía. Pagden (1988) señala que el consumo poco selectivo de los indios capaces, según

Vitoria, de comer ratas, lombrices, serpientes, saltamontes, “revelaba la incapacidad de los

indios para reconocer las divisiones entre las especies del mundo natural y la finalidad adecua-

da de cada una” (126). Además estas especies son, según la taxonomía de Aristóteles que

seguía el teólogo de Salamanca, inferiores.

83 Vitoria es contundente en este aspecto: “El hombre no debe servir de alimento al hombre”.

(Relecciones Teológicas. Citada en Pagden: 1988, 125).

Los ritos relacionados con el canibalismo son descriptos en numerosas crónicas de Indias y

relatos de viajes. Cristóbal Colón el 4 de noviembre de 1492 apunta en el Diario de su primer

viaje “Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros

que comían los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían su sangre, y le cor-

taban su natura” (1986, 146).

Subirats (1994) considera que la antropofagia "fue estilizada como un motivo culminante" en la

construcción de la "leyenda negativa" y como un elemento inherente en las descripciones de

la forma de vida de los indios americanos (132). Es interesante señalar que en el Tesoro de la

Lengua de Covarrubias para el término “Antropófago” (no aparece registro de “caníbal”) se se-

ñala el hábito de comer carne humana en los indios americanos “Notoria cosa es que los indios,

antes de ser conquistados por los españoles, comían carne humana, y la nuestra les savía

mejor que otra, como cuentan las historias de las Indias; éstos lo hazían por vicio, pero algunos

lo han hecho por necesidad de hambre (...)”. En el Diccionario de Autoridades no están

registrados los términos caníbal ni antropófago.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 89

no del Pirú por las partes de los Charcas (75).

Para el teólogo los sacrificios humanos, en tanto, en sí no justificaban una

guerra justa, pero ésta se generaba en la necesidad de proteger a víctimas inocen-

tes: “no se puede usar de las armas contra quienes no nos hacen el mal, ya que por

derecho natural está prohibido matar a los inocentes” (82). Asimismo, admitía que

la ofrenda humana podría no ser antinatural, pero el hecho de que los indios lo

hicieran indicaba que en cuestiones cruciales no interpretaban correctamente los

preceptos esenciales de la ley natural.

Sarmiento describe estas prácticas de martirio para confirmar como infra-

humano el comportamiento de los incas ya que, según sus parámetros culturales,

desobedecen los mandatos naturales impuestos por el orden divino y alteran la

racionalidad de las especies.

Había, demás destas casas, algunas guacas (...) en muchas de las

cuales se hacían los malditos sacrificios humanos que ellos llaman

cápac cocha, que es enterrar vivos unos niños de cinco o seis años

ofrecidos al diablo con mucho servicio y vasijas de oro y plata (178).

Las costumbres sexuales como prácticas centrales de los actos religiosos

demuestran también la falta de discernimiento de los incas puesto que no recono-

cen los límites que impone el tabú del incesto. Los hábitos sexuales sin jerarquías y

desmesurados eran también para Vitoria signo seguro de barbarie y causa de una

guerra justa. Los indígenas revelaban, una vez más, su incapacidad para reconocer

las divisiones entre las especies del mundo natural y la finalidad adecuada de cada

una: “pecados contra naturaleza no sólo porque atentan contra la ley natural, sino

también contra el orden de la naturaleza” (55). A partir de este concepto cada

aspecto del comportamiento humano puede juzgarse natural o antinatural.

A estos ídolos dotó de renta de tierras ganados y servicios, espe-

cialmente de unas mujeres que vivían en la mesma casa del Sol a

manera de monjas. Las cuales todas parían del Inga. A lo menos era

tan vicioso [Pachacuti Inga Yupanqui] que se dice que con todas las

que le daba gusto tenía acceso, y por esto tuvo tantos hijos como dél

se dice (178).

La descripción de conductas sociales impropias y sin sentimientos de culpabili-

dad que se le atribuyen a los incas, intensifican las causas que fundamentan la es-

clavitud natural del indio y brindan al texto autenticidad frente a un lector apabulla-

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90 MARÍA JESÚS BENITES

do por el horror de lo que se describe. Vitoria demostraba que “el indio no podía ver que

otros seres humanos no eran comida natural para él, como no podía ver que los animales

o las criaturas del mismo sexo no eran sus parejas naturales” (Pagden: 1988, 125)

El sexto título surge de una “verdadera y voluntaria elección” (69) mediante

la cual los indígenas aceptan como legítimo soberano al rey de España. Relacionado

con éste se postula el séptimo título en el que la legitimidad puede provenir “por

razón de amistad y alianza” (70). Vitoria apoya este argumento en el accionar del

imperio romano que “prestaba ayuda a sus amigos y aliados, y esto les ocasionaba

guerras justas, por las que se apoderaban de nuevas provincias” (70).

Vitoria parece concluir con este título su argumentación acerca de la legitimi-

dad del dominio español sobre el nuevo Mundo y los indígenas. Sin embargo, hay un

último apartado que “podría no ciertamente afirmarse, pero sí ponerse a estudio y

parecer a algunos legítimo” (70). El dominico no afirma con seguridad la validez de

este octavo título pero insiste en la necesidad de proteger a “esos bárbaros” ya que

“aunque, como se ha dicho, no sean del todo faltos de juicio, distan, sin embargo,

muy poco de los amentes, por lo que parece que no son aptos para formar o admi-

nistrar una república legítima dentro de los términos humanos y civiles” (70). Desde

los primeros tramos de su obra, Sarmiento se detiene en el sistema de gobierno y

la sucesión incaica, calificadas siempre de confusas, desordenadas y tiránicas.

Porque ya en este tiempo, viendo las violencias y fuerzas quel Inga

del Cuzco por todas partes a todas naciones, sin perdonar a nadie,

hacía, a su ejemplo muchos cinches habían querido hacer lo mesmo

en otros partes, donde cada uno se hallaba, de manera que ya en este

reino todo era una confusa behetría tiránica,84 que nadie en su pueblo

estaba seguro, aun de su propio cidadano (191).

La trascendencia de este último argumento radica en la firmeza con que

brinda una explicación para el dominium sobre los asuntos del Nuevo Mundo y priva

a los indígenas de sus derechos naturales. Se reafirma, desde esta perspectiva, la

proposición de Aristóteles sobre la esclavitud natural.

El historiador es quien posee una mirada privilegiada que determina lo propio

de lo impropio, lo moral de lo inmoral, lo correcto de lo inadecuado. En Historia Ín-

dica, la fuerza de la palabra escrita constituye un instrumento eficaz para justificar,

84 Las cursivas son mías.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 91

por medio de la representación negativa del indígena, la dominación que se ejer-

ce con las armas.

Vitoria deja expuesta entonces la incapacidad de los indios para ejercer su

soberanía y dominio sobre sus posesiones. Desde este enfoque Sarmiento recons-

truye la visión del indígena sobre la colonización y evangelización llevada adelante

en el Perú como una experiencia liberadora y salvacionista, que concibe a la guerra

como castigo y a la servidumbre natural como expiación de los pecados.

(...) antes vivían y morían como fieras selvajes, idolatrando como en

tiempo de sus tiranos ingas y de su ciega gentilidad, quitándoles las

públicas borracheras, amancebamiento y guacas de sus ídolos y dia-

blos, desagraviándoles finalmente uso de racionales, como lo tuviesen

antes de brutos en el oficio de cargarse como tales. Y ha sido lo que en

este caso ha hecho vuestro visorrey tal, que los indios se tienen por

regenerados en todo y le llaman a boca llena su favorecedor y procu-

rador, y a Vuestra Majestad, que se lo envió, llaman padre (76).

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92 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 93

Capítulo II

Los otros

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94 MARÍA JESÚS BENITES

I- La voz de Titu Cusi YupanquiI- La voz de Titu Cusi YupanquiI- La voz de Titu Cusi YupanquiI- La voz de Titu Cusi YupanquiI- La voz de Titu Cusi Yupanqui

"Y el que agora está en los Andes,

que se llama Tito Cusi Yupangui."

Historia Indica

La Instruçión del Inga Don Diego de Castro Titu Cusi Yupangui para el muy

ilustre señor el licenciado Lope de García Castro gobernador que fue destos reynos

del Pirú, tocante a los negocios que con su magestad, en su nombre por su poder a

e tratar; la qual es esta que se sigue85 es el primer texto en el que se escucha la voz

de la resistencia al poder colonial en los Andes. El documento, fechado el 6 de

febrero de 1570, fue dictado por Titu Cusi Yupanqui -hijo de Manco Inca Yupanqui-

quien encabezaba desde 1555 los grupos disidentes en Vilcabamba.

Sarmiento mantiene en silencio tanto la postura de Titu Cusi y Túpac Amaru,

como la existencia de esta Crónica pero establece con ellos, una polémica, ya que

en su Historia contesta y desautoriza, de manera indirecta, los argumentos belige-

rantes que utilizó Cusi para lograr una reacción favorable a su comunidad por parte

de las autoridades. Sólo en el párrafo final, después de haber expuesto las razones

que declaran la insolvencia de las consideraciones legitimadoras de los derechos de

los incas, apela a estos ausentes en presencia.

Es cosa falsa y sin razón ni derecho decir que agora hay en estos reinos

ninguna persona del linaje de los ingas que pueda pretender derecho a la

sucesión del ingazgo deste reino del Pirú, ni por ser señores naturales ni

legítimos, porque no lo eran (...) y el que agora está en los Andes, que se

85 Se ha consultado la edición preparada por Luis Millones, a la cual pertenecen todas las citas

utilizadas en este trabajo. Lima: El Virrey. 1985. El manuscrito original se encuentra en la

Biblioteca de El Escorial (España) Códice L. I. 5. Fojas 131 a 196. Diego García de Castro era,

en ese momento, Presidente de la Real Audiencia de Lima.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 95

llama Titu Cusi Yupangui, alzado, no es hijo legítimo de Mango Inga,

sino bastardo y apóstata. Antes tienen por legítimo a otro questá con

el mesmo Tito, llamado Amaro Topa, que es incapaz, a que los indios

llaman uti. Mas ni el uno ni el otro son herederos de la tierra, porquel

padre no lo fue (280 - 281).

Sarmiento orienta el desarrollo de su escritura de forma "vera y ordenada-

mente" y su Historia Índica finaliza con el episodio de Cajamarca. El enfrentamiento

entre Pizarro y Atahualpa es presentado, de manera sucinta, en una sucesión de

hechos de acuerdo a un esquema prefijado: llegada de los españoles, cárcel de

Atahualpa, muerte de Guáscar, muerte de Atahualpa. El historiador omite el desen-

cuentro inicial del Inca con la letra y sólo se pone de relieve la astucia de aquél para

comprender que los españoles no son los anunciados viracochas. “Y como Atahualpa

entendió que no eran dioses, como antes le habían hecho entender, aderezó su

gente de guerra contra los españoles” (273).

No existen hechos documentados que me permitan establecer si el elegido

por el Virrey conocía la Instrucción86 dictada por Titu Cusi, pero considero impor-

tante en este caso, abordar esta obra no sólo por su contemporaneidad al momento

en que Sarmiento permaneció en la ciudad de Cusco junto a Toledo, sino también

porque ofrece una versión de los hechos que cuestiona el orden impuesto y deja

escuchar una voz que pugna por su escuchada. Además es evidente, por los suce-

sos referidos en Historia Índica, que la presencia de Cusi y Túpac Amaru significó

una importante amenaza al orden instituido y dominante.87

Si bien en el escrito el yo del discurso está diferido por una doble mediación,88

86 En adelante denominaré la obra de esta manera.

87 Es importante recordar que cuando Sarmiento firma su Historia Indica, aún no había llegado a

Cusco la noticia de la muerte de Titu Cusi Yupanqui.

88 Hay un mediatizador primario: el padre Marcos García que reestructura y ordena lo enunciado

por Cusi para retransmitirlo al Escribano Martín Pando que es quien hace la transcripción

escrita. El padre Marcos García se encontraba al frente de las acciones evangelizadoras en la

zona de Vilcabamba junto a Fray Diego Ortiz. Este ultimo actuó, junto con los capitanes incaicos

Su-ta Yupanqui, Rimache Yupanqui y Sulca Varac, como testigo de la fidelidad del documento

dic-tado por Cusi. El notario Martín Pando, de origen mestizo, colaboró estrechamente con Cusi

ya que fue quien redactó numerosas cartas dirigidas a Diego García de Castro y otros funcio-

narios virreinales.

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96 MARÍA JESÚS BENITES

el relato de Titu Cusi construye una “visión trágica de los vencidos” (Wachtel: 1971,

24) que transmite la desesperanza ante la llegada de los españoles y el deterioro de

su cultura.89 Pero también en su Instrucción esgrime, de manera beligerante, un re-

clamo para que esa comunidad recupere las tierras que le pertenecen y él sea re-

conocido por las autoridades coloniales como legítimo soberano de las mismas.

Además, formula una serie de exigencias para abandonar la lucha armada, cuyo

cumplimiento debe garantizar Felipe II.

El texto plantea una posición opuesta al adoctrinamiento y control sobre los

aspectos sociales, religiosos y administrativos que impone el gobierno toledano. La

Instrucción, por lo tanto, tiene por objetivo esgrimir los argumentos adecuados

para respaldar la legitimidad de los incas como dueños naturales de la tierra. La

defensa de este derecho se inscribe en el relato de los distintos agravios que come-

ten los españoles contra los incas cuando inician la conquista de Perú.

Raúl Porras Barrenechea ubica la voz de Titu Cusi Yupanqui en el conjunto de

cronistas anti-toledanos. Allí distingue a aquellos que tratan de recuperar en la es-

critura los restos de la tradición incaica. En estas “crónicas indias” se incluye la obra

de Joan Santa Cruz de Pachacuti Yamqui, Felipe Guamán Poma de Ayala y la del

mestizo Inca Garcilaso de la Vega.90

Porras señala que en este grupo, entre los que distingue por su calidad esté-

tica la obra de Garcilaso de la Vega, existe como huella indeleble el mestizaje. En

todos estos autores hay influencias de la cultura hispánica y occidental pero poseen

un modo de sentir y pensar profundamente indígena. “Hablan quizás el español,

pero piensan en quechua” (543).91 El estudioso valoriza la “audacia” de Titu Cusi, ya

que, en un momento en el cual los indígenas tenían mínimas libertades, el texto

ofrece la primera versión indígena de la conquista.

Para Robert Lewis (1988) los cronistas andinos, como Cusi, Guamán Poma,

89 Wachtel (1971) precisa que acercarse a la visión trágica de los vencidos supone “pasar al otro

lado del escenario y escrutar la historia al revés, porque estamos, efectivamente acostumbra-

dos a considerar el punto de vista europeo como el derecho: en el espejo indígena se refleja el

otro rostro de Occidente” (24).

90 Relación de antigüedades desde Reyno del Perú (¿1613?), Nueva Corónica y Buen Gobierno

(¿1615?) Comentarios Reales (1609), respectivamente.

91 Cito de la edición de 1986.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 97

Yamqui y Garcilaso, cubren otra dimensión donde, precisamente, lo andino es la mo-

tivación fundamental de su quehacer aunque todos escriban para españoles y lo ha-

gan en español. En sus textos queda de manifiesto que recibieron una influencia de

la noción de historia occidental inaugurada por la invasión española en los Andes.

Nicole Girón de Villaseñor (1975) afirma que en el texto de Cusi se transmite

una imagen de los incas que contradice la tradicional visión del indio aterrorizado,

silencioso y taimado. En esta obra “penetramos al corazón de aquella parte del

mundo indígena que con resolución optó por la defensa activa de sus valores. Des-

cubrimos la personalidad de los jefes que durante más de treinta años se dieron a la

defensa de la causa indígena en el Perú de una manera política: la de un imperio

rebelde, minúsculo pero no vencido” (93).

Titu Cusi Yupanqui no brinda, como Garcilaso de la Vega y hasta cierta medi-

da Guamán Poma de Ayala, una reconstrucción utópica del pasado incaico. Apela a

restablecer las instituciones precolombinas (la posesión de las tierras y el culto a las

huacas) mediante la praxis: una rebelión armada, un estado de resistencia, cuyos

antecedentes y fundamentos justifica en su Instrucción. Es esta actitud del texto la

que lleva a Raquel Chang - Rodríguez a definir la obra como una “escritura atrevi-

da” por “la ideología y la intención que la sustentan y por su capacidad para incor-

porar disímiles tradicionales y llegar a un público heterogéneo” (1991, 19).

En el texto el Inca no responde directamente a las injurias, antes deja asen-

tada la sucesión de acontecimientos que demuestran tanto la violencia con que se

ejerció la usurpación territorial como la serie de ofensas, ultrajes y humillaciones

que comenten los españoles durante el proceso de colonización cultural que avasa-

lla sus tradiciones y costumbres. Para dar cuenta de ello, la letra es el instrumento

esencial de transmisión y denuncia.

Porque la memoria de los hombres es devil y flaca e si no nos

acurrimos a las letras para nos aprovechar dellas en nuestras

nesçesidades, hera cosa ymposible podernos acordar por estenso de

todos en negoçios largos y de ymportançia (1).

Titu Cusi aprovecha los instrumentos legales del sistema colonial desde toda

vez que su texto es denominado “Instrucción”. En los primeros fragmentos del do-

cumento se advierte esta orientación “instructiva”.

Primeramente que su Señoria [Lope García Castro] me haga merçed

llegado que sea con bien a los reynos de España, de dar a entender a

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98 MARÍA JESÚS BENITES

su Magestad del rey don Phelipe nuestro señor; debaxo de cuyo anparo

yo me he puesto, quien soy y la neçesidad que a causa de poseer su

Magestad y sus vasallos la tierra que fue de mis antepasados en estos

montes padezco. Y podra su Señoria dar la dicha relaçion siendo dello

servido por esta via, comenzando lo primero por quien soy e cuyo hijo.92

Y tanbien dar a entender a su Magestad la raçon por donde yo agora

estoy con tanta neçesidad en estos montes en los quales me dexó my

padre con ella al tiempo que reinava y governava el Piru y toda su tierra,

que fue en el tiempo que los españoles le desbarataron y mataron.

Y tanbien que sepa su Magestad por estenço como abaxo yrá de-

clarado, la manera y cómo y en qué tiempo los españoles entraron en

esta tierra del Piru y el tratamiento que hizieron al dicho muy padre

todo el tiempo que en ella bivio hasta darle la muerte en ésta que yo

agora poseo: que es la que se sigue (1 – 2).

El término “Instrucción” con el que circula oficialmente el documento, si bien

tiene el sentido de una solicitud, ésta no es de información, sino de defensa. Pero

también, al finalizar la narración de los acontecimientos, se advierte la disposición

jurídica del texto que lo acerca al documento legal denominado “requerimiento”, ti-

po textual sancionado institucionalmente tanto por la Iglesia como por la Corona.93

Yo el sapai ynga Don Diego de Castro Titu Cusi Yupangui, hijo mayoraz-

go que soy de Mango Ynga Yupanqui y nieto de Guaina Capac, señores

naturales que fueron destos reynos e provincias del Piru, digo que por

quanto yo tengo neçesidad de tratar con el rey Don Phelipe nuestro señor

y con otras justicias de qualquier estado y condición que sean, ansy segla-

res como eclesiasticas, y juntamente con algunas otras personas que destos

reynos ayan ydo a los de España que alla puedan residir o residan. Y no

92 Las cursivas son mías.

93 Tanto en el Tesoro de la lengua como en el Diccionario de Autoridades el término “requerimien-

to” remite a un acto judicial, en el que se intima a alguien para que se realice o no determinada

cosa. En el plano jurídico, se puede afirmar que el documento de Cusi se acerca también a una

capitulación en sentido de que de algún modo se trata de un compromiso establecido entre un

particular (en este caso Titu Cusi) y un representante de la Corona (Lope García Castro) para

el desempeño de una empresa con carácter de servicio (representarlo ante el Rey). La

dimensión jurídica y legal del texto ha sido trabajada por Francisco Theodosiadis (1997).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 99

podría hallar persona que con más calor ni solicitud pudiese solicitar

mis negocios, como es el señor governador el licenciado Castro, que a

los reynos de España agora ba, ni quien con más amor los haga ni

pueda hazer, como a tenido e tiene de costumbre de hazerme merçed,

que por esta, con la confiança que de su persona tengo, le doy todo mi

poder bastante, y libre y suficiente qual de derecho más puede valer

ansy como yo lo he e tengo y de derecho en tal casso se requiere para

que por mí y en mi nombre y como mi persona mesma pueda pareçer

ante su Magestad y pressentar su real nonbre qualesquier petiçion y

dezir y declarar todo lo que le fuere preguntado tocante a mis negoçios

de la mesma manera que sy yo lo dixiese y declarase. E pueda paresçer

ante qualquier consejo, audiencias, alcaldes e regimiento e ante otras

qualquier justiçias de su Magestad, ansy eclesiasticas como seglares,

y pedir y demandar, anparar y defender todas y qualquier cosas que

bea que me puedan y deban pertenesçer94 (35).

En este contexto, la forma de requerimiento, usada durante la conquista

como simple formulismo antes de imponer la doctrina evangelizadora, cumple una

función inversa, ya que es utilizado por un indígena para legitimar la resistencia

iniciada por su padre en 1534.95

Para instaurar la defensa de su padre Titu Cusi anuncia una estructura orde-

nada del devenir de los acontecimientos que le permitirán justificar sus reclamos.

Las normas tradicionales a las que se atiene su relato lo ubican en la formación

discursiva historiográfica. “El Inca relata lo que nadie conoce mejor que él, se pose-

siona del mecanismo textual y de la historia para volver las armas de los conquista-

dores contra ellos en un relato cuya tensión estriba en el escamoteo de los hechos,

94 Las cursivas son mías. Este fragmento pertenece a un apartado dentro de la Instrucción que

lleva por título “Poder para el Señor Governador el Licenciado Lope García de Castro”.

95 Es interesante retomar aquí las palabras de Eduardo Subirats (1994) al referirse al Reque-

rimiento: “En la institución del Requerimiento se conjugaban las necesidades estratégicas de

la conquista con la crítica reformadora de su violencia, la legitimación teológica del despo-

jo territorial de los americanos y su sublimación humanista. De ahí también la mezcla y la

ambigüedad de significados, desde lo absurdo y alucinatorio hasta la directa brutalidad, que

distingue a este nuevo género literario, a mitad de camino entre el edicto inquisitorial y la

declaración de guerra” (288). Véase también Silvia Benso, La conquista di un testo. Il reque-

rimiento (1989).

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100 MARÍA JESÚS BENITES

el pertinaz cuestionamiento de la versión española de la conquista y el consecuente

reclamo” (Chang – Rodríguez: 1991, 4).96

El narrador inicia su relato con la llegada de los españoles al Perú, encabeza-

dos por Francisco Pizarro en 1532 y lo finaliza con la muerte de su padre Manco Inca

Yupanqui, recortando y seleccionando únicamente aquellos acontecimientos que le

permitan describir el accionar de los conquistadores.

La escritura actualiza sucesos en los que queda reflejada la cercanía tempo-

ral que une a Cusi Yupanqui con los acontecimientos narrados, inscribiendo en su

texto el efecto de la verdad incuestionable de los hechos. Además, en la explicación

de los mismos radica la fuerza persuasiva de la palabra cuya veracidad se sostiene

en la experiencia empírica y en el espacio de poder al que pertenece quien escribe.

El registro escrito de los acontecimientos tiene para Cusi, ese fin comunitario

o público que señala Mignolo (1982), ya que el objetivo es el de justificar con legíti-

mos derechos el estado de rebelión y resistencia permanente en Vilcabamba. Así, la

mirada del cronista se construye como privilegiada y el paradigma de observación

del Inca está en función de esa necesidad.

En la configuración discursiva ingresan formas propias de las producciones

orales incaicas, ya que los sucesos son referidos por medio de la reconstrucción de

los extensos parlamentos de cada uno de los protagonistas de los hechos. Así las

voces de Atahualpa, Gonzalo Pizarro y la casi excluyente de Manco Inca y algunos

de sus capitanes, recorren el texto.

Esta forma particular de estructurar el relato, remite por un lado al predomi-

nio de la transmisión oral como único medio para difundir el desarrollo histórico. Por

otro, esta introducción de los personajes a través de sus parlamentos, crea en el

espacio del texto un movimiento escénico propio de las representaciones teatrales.

Llegada del Governador a cassa de Mango Ynga

Dios guarde a Vuestra Merçed señor Mango Ynga, por aver estado algo

mal dispuesto no bine juntamente con estos cavalleros a besar las manos a

Vuestra Merçed, de que he estado con alguna pena por no aver hecho lo

que tanto deseava que hera berme con Vuestra Merçed, pero ya que hasta

96 La autora (ibídem) señala además que el texto ha sido concebido como una probanza de

servicios con un claro tono acusatorio.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 101

aquí a avido falta que a sido como dicho tengo por mi yndispusision,

de aquí adelante no la abrá; gran pena he reçebido de la congoja que

me dizen Vuestra Merçed a resçibido en su prission, en espeçial si fue

syn culpa.

Respuesta de Mango Ynga al Governador

Apo – que quiere dezir señor, vengas norabuena, mucho dias a que

te e deseado ver y no se qué a sido el porqué no me as querido dar

este contento, pues tanto yo lo he deseado y te he enviado a llamar no

se quantas vezez para quexarme a ti destos tus soldados y por les

apalzer a ellos no me as querido dar a mí contento, pues por çierto

que te lo he deseado yo dar y aun procurado, mal me pagais vosotros

my tan buen deseo y obras97 (12).

Luis Millones (1985), ofrece una alternativa lingüística para pensar esta par-

ticularidad. Tanto en el aimará como en el quechua uno de los postulados más

importantes es el de la fuente de información. En los actos de habla del quechua, en

la misma oración se indica si los datos que se refieren son conocidos de manera di-

recta o si han llegado a través de otra persona. La vista es el único referente válido,

no así el oído que es una fuente indirecta o secundaria. Si el hablante se refiere a la

información que le llega de este modo, no puede presentarse como testigo. Para

este tipo de exposición el quechua posee sufijos especiales que indican la distinta

validez de un testimonio. Es tan importante esta distinción que si el hablante entre-

mezclara los códigos sería acusado de mentiroso (10).98

Al referir los parlamentos como si de esta manera hubieran sido pronuncia-

dos por sus protagonistas, Titu Cusi deposita en sus autores toda la responsabilidad

que pueda derivar de sus propias palabras o, como señalamos siguiendo a Millones,

alejar de sí la acusación de falaz. Así se refleja además, la fuerza con que subsiste

97 En la edición original los discursos directos están en cursiva y entre comillas.

98 Millones (1985) refiere una anécdota que ilustra estas consideraciones: “No hace muchos

años en una escuela ayacuchana, donde los padres de familia se sublevaron contra la maes-

tra de historia por pasar horas de clase contando la vida de personas que no conocía: curso

que trataba de los héroes peruanos de la Emancipación” (10). La orientación de este planteo

nos lleva a los fundamentos que sostienen, desde la Antigua Grecia, la historiografía: “La

historia comienza a ser considerada como el relato de aquel que puede decir ‘he visto’ o en su

defecto ‘he oído’ de personas fiables - porque han visto”. En Jorge Lozano: 1987, 24 - 25.

Page 102: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

102 MARÍA JESÚS BENITES

la oralidad, como el único modo posible de transmitir la memoria histórica del pue-

blo.

Es arriesgado presentar otro origen, aparte del lingüístico, para esta dinámi-

ca que domina la escritura, sin embargo creo que no es desacertado pensar en una

influencia proveniente de los autosacramentales, que eran ampliamente represen-

tados durante la evangelización. Los estudios suscitados en torno al descubrimiento

de la Tragedia a la muerte de Atahualpa (1871), apoyarían esta postura.99 Incluso,

las fórmulas con las que es introducida la palabra de Manco Inca cuando se dirige a

su pueblo, tienen resonancias propias de las homilías, que brindan a su figura, hi-

per-bolizada en algunos tramos, una dimensión gestual.

Parlamento que Mago Ynga Yapangui hizo a sus capitanes

Hermanos e hijos míos, los días pasados os hize juntar otra bez

desta manera para que biesedes un género nueba de gente (...) (9).

Parlamento del Ynga a sus capitanes sobre lo del cerco del Cusco

Muy amados hijos y hemanos mios, nunca pensse que me fuera

necesario aberos de hazer lo que ahora pienso (...) (20).100

La crónica comienza con una declaración que a lo largo del documento reite-

ra la legitimidad de su condición de soberano. Para ello no sólo se apropia de las

for-mas discursivas coloniales, siguiendo la tradición europea de descendencia y

respeto al mayorazgo, sino que también establece una genealogía patrilineal direc-

ta para autorizar su discurso.

Yo soy el hijo legítimo, digo el primero y mayorazgo que my padre

Mango Ynga dexó entre otros muchos, de los quales me mandó tubiesse

cargo e mirase por ellos como por my propia persona, lo qual yo he

hecho desde quel fallesçio hasta oy e lo hago e hare mientras Dios me

diere vida, pues es cossa justa que los hijos hagan lo que sus padres

les mandan, en especial en su postrimeros días (1).

El narrador avala su palabra en la legitimidad de su linaje para reclamar la

posesión de las tierras. En el derecho incaico el sistema de descendencia se basaba

99 El manuscrito fue descubierto por Jesús Lara. Otros estudiosos del mundo andino se han

dedicado a analizar los orígenes de la Tragedia o Wanca, tales como Nathan Wachtel (1971)

y Antonio Cornejo Polar (1994), entre los más importantes.100 Las cursivas son mías.

Page 103: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 103

en la elección del hijo que demostraba mejores condiciones, hecho que de todos

modos no evitaba malestares internos.

Pero hay dos factores que determinan esta insistencia de Cusi. Por un lado,

diversos documentos han demostrado que al morir Manco Inca deja como sucesor

a Túpac Amaru quien debido a su corta edad, tuvo como tutor, al frente del gobier-

no, a Titu Cusi. Por otro, la situación de bastardía que pesaba sobre él. Cusi silencia

estos detalles históricos y se construye en el texto como el descendiente elegido por

su padre para continuar la resistencia a la sujeción de los colonizadores y defender

la identidad cultural de los incas.101

Parlamento que Mango Ynga hizo a su hijo al punto de la muerte

Encomiendote a tus hermanos y hermanas y a tu madre para que

mires por ellos y los remedies e favoresças como yo hiziera a ti (...).

Encomiendote tanbien a estos pobres yndios que mires por ellos

como es razon e mira cómo me an seguido y guardado y anparado en

todas mis necesidades (...) yo les he mandado a ellos que te respeten

y acaten por señor en mi lugar pues heres my primer hijo y heredero

de mi reino y ésta es mi postrimera voluntad 102 (30 – 31).

El relato se abre con la llegada de los españoles al pueblo de Cajamarca. La

narración de este acontecimiento inaugura también en el espacio textual la serie de

agravios contra los indios. La escenificación del encuentro de Atahualpa con la es-

critura, largamente referida por diversos cronistas, presenta en la versión de Cusi

algunas diferencias. Pizarro envía dos subalternos para anunciar su llegada al Inca.

Destos viracochas traxeron dos dellos unos yuyan [yungas] a my

tio Atagualpa, que a la sazon estava en Caxamarca, el qual los resçivio

muy bien y dando de bever al uno dellos con un vaso de oro de la

bebida que nosotros usamos, el español en resçibiendolo de su mano

lo derramó, de lo quel se enojó mucho mi tio; y después desto aque-

llos dos españoles le mostraron al dicho my tio una carta o libro o

no sé qué diziendo que aquello hera la quilca de Dios y del rey, e mi

tio como se sintio afrentado

101 El hecho de que Sarmiento enfatice en su Historia Índica la ilegitimidad de Titu Cusi, demuestra

que era extendida la versión de que Manco había elegido a Túpac Amaru como sucesor.

102 Las cursivas son mías.

Page 104: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

104 MARÍA JESÚS BENITES

del derramar de la chicha, que ansy se llama nuestra bebida, tomó la

carta o lo que hera y arrojolo por ay diziendo “qué sé yo que me dais,

anda bete” (2).103

Este episodio silenciado por Sarmiento, es representado por Cusi para de-

mostrar que la actitud de Atahualpa es desencadenada por la ofensa inicial de los

españoles que arrojan, como hace luego el inca con el libro que no habló, la chicha

o bebida sagrada. Pero, a pesar de esta concesión al Inca del Quito, el enunciador

no sólo pone el acento, reiteradamente, en la condición de bastardía de Atahualpa,

sino que también critica la ambición de poder de Guáscar, hermano de Manco, al

disputar un lugar que sólo le corresponde a su padre, quien por su corta edad ha

quedado al margen del poder.104

Es así como las escenificaciones textuales que reconstruyen la prisión de

Atahualpa están dramatizadas por medio de parlamentos que rebelan sus ambicio-

nes y acrecientan la tensión entre éste y los incas del Cusco.

Apoes- que quiere dezir señores- esta gente que a benido a nues-

tras tierras es muy contraria a nuestra openión y se a confederado

y tienen mucha paz con my hermano Mango Inga, si os perece demosles

en la cabeça y muertos todos estos, (…); y si no los matamos y estos

se hazen con muy hermano Mago Ynga (…) podría ser que nos fuese

mal del negoÇio porque my hermano esta muy enojado contra my e si

haze llamamiento de toda la tierra hara capitanes e estos y él y ellos

no podrian dexar de matar nos, por eso si os pareciese ganemosle

nosotros por la mano (5).

103 En la versión que presenta Cusi queda de alguna manera disminuido, en comparación con la

mirada que transmite Guamán Poma de Ayala, por dar un ejemplo de cronista andino, el poder

de la letra como representación plena de la autoridad religiosa e imperial. Cornejo Polar (1994)

señala que el testimonio de Cusi se acerca al que ofrece Santa Cruz de Pachacuti Yamqui

(¿1613?) ya que para ambos el episodio de Cajamarca no tiene una significación decisiva. En

el caso del primero, supone el autor, debido a su origen colla; en el del segundo, por el no

reconocimiento del Inca de Quito como legítimo gobernante.

104 Es importante recordar la división política que existía entre los incas del Cusco y los de Quito,

a los que pertenecía Atahualpa. La habilidad diplomática de Francisco Pizarro consistió preci-

samente en aprovechar para sí estas desavenencias entre los medios hermanos. Las estra-

tegias de Pizarro se acercan a las de Hernán Cortés que sacó provecho de las disconformidades

de los pueblos sometidos por el poderío azteca para apoderarse del Valle de México.

Page 105: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 105

Las intenciones de Atahualpa no llegan al nivel de la acción. Cusi, relata en

breves palabras su muerte dadas su ilegitimidad como soberano y las circunstan-

cias poco honrosas en que se llevó a cabo.

Syn dilasçion ninguna mandó sacar a la plaça a Atagualpa, my tio, y en

medio de la plaça con un palo, syn ninguna contradiçión le dio garrote. Y

desque se le ubo dado lebantó su real para benirse a ver con my padre (6).

La violencia ejercida sobre los indígenas en Cajamarca a quienes “los mata-

ron a todos con cavallos, con espadas, con arcabuzes, como quien mata ovejas”

(3), incluida la matanza de Atahualpa y sus huestes, autorizan a Cusi a introducir el

relato de los agravios y ultrajes de los conquistadores durante su permanencia en

Cusco hasta la huida de su padre de Vilcabamba.

En un primer tramo de la narración, Cusi Yupanqui refiere la llegada de Pizarro

a Cusco y el generoso recibimiento que brindó a él y sus soldados Manco Inca, su

padre. Éste es presentado como paradigma de la hospitalidad y generosidad frente

a los españoles que responden con desacatos.

Y my padre yendo que yba en sus andas de oro y cristal y corona

real, se apeó dellas y abraço al marques qe ya se avia apedado de su

cavallo y anbos my padre y el marques se confederaron en uno y

mandaron que sus jentes que nadie se desmandase (6).

En un segundo momento, la crónica relata las dos prisiones consecutivas que

sufrió el Inca, ordenadas por los hermanos Pizarro, Juan, Gonzalo y Hernando, bajo

el pretexto de supuestas sublevaciones de los indígenas para asesinarlos.

E pasados algunos años, como la cobdiçia de los honbres es tan

grande, reynó en ellos de tal suerte que engañados por el demonio,

amigo de toda maldad y enemigo de birtud, que se binieron entre sy a

concertar y tratar los unos con los otros la manera y el como molestarian

a my padre y sacarian del más plata y oro de la sacada (8).

Esta primera cárcel de Manco instituye en el texto los parlamentos lastimosos

y cargados de reproches, en los que se presentan los primeros atisbos de su arre-

pentimiento. Es en el relato de estos acontecimientos donde se intensifica el drama-

tismo, se radicaliza el discurso y en el espacio textual se evidencia un progresivo

movimiento inverso: los españoles recibidos como Viracochas (dioses), son luego

hijos del Viracocha, enviados del Viracocha transformándose, paulatinamente, en

Page 106: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

106 MARÍA JESÚS BENITES

hijos del supay (del demonio), siervos del supay, finalmente, ellos mismos supay.

Este proceso de demonización de los conquistadores se manifiesta en el texto a

través de la amplificación de imágenes y relatos que deconstruyen la ilusoria impre-

sión inicial que tuvieron los incas.

¿Vosotros sois los que dezis que sois viracochas y que os enbia el

Tecsi Viracochan?, no es posible que vosotros sois sus hijos pues

pretendeis hazer mal a quien os haze y a hecho tanto bien, por ventu-

ra ¿no os enbié a Caxamarca gran suma de oro y plata? ¿no tomastes

a my hermano Atagualpa todo el tesoro que alli yo tenía de mis ante-

pasados? (...). Verdade-ramente digo que vosotros sois dimonios y no

viracochas,105 pues sin culpa me tratais de esta manera. (...). A esto

respondieron los españoles e dixeron: annos dicho que nos quereis

matar y por eso te hemos preso, por tanto si no es ansy que no te

quereis levantar, bueno será que redimas tu bejaçion y nos des algun

oro y plata, que eso es lo que benimos a buscar (8).

La perversión de Gonzalo Pizarro, quien le reclama a Manco Inca que le

entregue a Curi Ocllo –su hermana- a cambio de su libertad, es ridiculizada en el

texto por medio del engaño que organiza Manco para salvarla del conquistador.106

Y my padre por tentarlos hizo sacar otras mas de beynte casy de aque-

lla suerte unas buenas y otras mejores y ninguna les contentava. Ya que le

paresçio a my padre que hera tiempo, mando que saliese una la más

prençipal muger [que] en su casa tenía, conpañera de su hermana la coya,

la qual se paresçia casy en todo. (...). Gonçalo Piçarro, como hera el que

mas deseava de todos, pues particularmente la avia pretendido dixo a my

padre estas palabras: “señor Mango Ynga, si esa es para mí deseme luego

porque ya no lo puedo sufrir” (...) y él ansy delante de todos, syn más mirar

a cossa, se fue para ella a la besar y abraçar como sy fuera muger ligitima,

de lo qual se rio mucho my padre (17).

Los incas, en tanto, pasan de una actitud generosa -en la que se marca la

105 La cursiva es mía.

106 Manco Inca no podría prever el destino trágico de su hermana, quien unos años después sería

capturada por Gonzalo Pizarro en unos de los ataques a Vilcabamba. Según refieren Bernard

y Gruzinski (1999, 30), para no ser violada por el español, la princesa Ocllo se frotó el cuerpo

con excrementos. Ante esta actitud de la joven, Pizarro ordenó que la mataran a flechazos.

Page 107: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 107

desproporción de las ofrendas que entregan con respecto a las que reciben- al asombro

ante la desmesurada codicia material y la violencia que se apodera de los conquistadores.

La rebelión que encabeza su padre rechaza los términos del “significado constituyente de

la violencia avasalladora” del conquistador (Subirats: 1994, 198).

Poca neçesidad teniamos nosotros ser vexados y molestados de la

suerte que agora estamos desposeydos de nuestras haziendas, de nues-

tra mugeres, de nuestros hijos e hijas y de nuestras chacaras y bernos

vasallos de quien no conosçemos, tan opresso, tan fatigados que hasta

con nuestras capas nos hazen limpiar la suziedad de los cavallos107 (15).

En la crónica, los españoles, los dioses del inicio, son degradados y presenta-

dos con todas sus miserias. Titu Cusi acentúa sus acusaciones, guiando la orienta-

ción de su discurso hacia el comportamiento de los conquistadores que se basan en

la violación de los principios religiosos occidentales impuestos por la evangeliza-

ción: codicia, mentira, lujuria, envidia, engaño. Titu Cusi señala cómo la traición y la

vio-lencia, son estrategias decisivas para el triunfo de los españoles.

Antes de partir a Vitcos, Manco Inca aconseja a su comunidad que reaccione

ante los agravios cometidos, pero con tácticas propias de los españoles, o sea

“engañarlos” para sostener la resistencia. Se acentúa en los parlamentos que dicta

Titu Cusi la beligerancia de Manco en discursos fuertemente contestatarios, donde

se resaltan, por medio de comparaciones, las diferencias entre las creencias pro-

pias y las adoptadas ante un dios ajeno.108

Lo que más aveis de hazer es que por ventura estos os diran que

adoreis a lo que ellos adoran, que son unas paños pintados, los quales

dizen que es Viracochan, y que le adoreis como a guaca, el qual no es sino

paño, no lo hagais sino lo que nosotros tenemos eso tened, porque como

beis las vilcas hablan con nosotros y al sol y a la luna bemoslos por nuestros

ojos y lo quesos dizen no lo vemos bien. Creo que alguna bez por fuerça o

con engaño os an de hazer adorar lo que ellos adoran, quando más no

puedieredes, hazeldo delante dellos y por otra parte no olvideis

107 Este parlamento es pronunciado por unos de los capitanes de Manco Inca, Vila Oma.

108 Francisco Theodoassis (1997) en su artículo sobre la Instrucción de Titu Cusi señala los

mecanismos por los cuales los incas se reapropian de los comportamientos de los españoles

(la mentira, el engaño) como recursos de lucha.

Page 108: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

108 MARÍA JESÚS BENITES

nuestras cerimonias; y si os dixieren que quebrantéis nuestras guacas

y esto por fuerça, mostraldes lo que no pudieresdes hazer menos y lo

demas guardaldo, que en ello me dareis a mí mucho contento109 (26).

Cusi refiere en esta crónica, donde se entrecruzan documentos jurídicos,

dramas de fe, tradiciones populares incaicas, el proceso de conquista y evangeliza-

ción no como una experiencia liberadora y salvacionista sino como un principio

regido por la violencia, en cuyo centro el indígena es ultrajado por los españoles

presos de un estado tal de codicia por el oro que no les permite discernir ni recono-

cer culpa en sus actos.

Este discurso “disidente”110 sienta las bases de la resistencia armada en Vilca-

bamba que es justificada en el espacio de la escritura como un levantamiento legí-

timo, resultado de una sucesión de abusos que superan los límites de lo tolerable y

derivan en episodios sangrientos y combates armados.

El texto de Titu Cusi marca una ruptura y una continuidad. La ruptura tiene

como claro objetivo resistir la condición colonial, esa en la cual se le niega al colo-

nizado “su identidad como sujeto, en trozar todos los vínculos que le conferían esa

identidad y en imponer otros que lo disturban y desarticulan” (Cornejo Polar: 1994,

19). La continuidad se manifiesta en lo que, partiendo de Wachtell (1976), se deno-

mina “traumatismo de la conquista”, concepto que no hace más que dar cuenta de la

proyección histórica de esa resistencia cuyo triunfo es, como en toda estructura

trágica de la historia, más bien moral.

La Instrucción del Inca Don Diego de Castro Titu Cusi Yupanqui para el muy

ilustre Señor el Licenciado Lope García de Castro es un texto que se opone al pro-

ceso discursivo e institucional que, como la Historia Indica de Sarmiento de Gamboa,

sostiene la “lógica de la colonización” (Subirats: 1994). Para Titu Cusi la Historia

es, entonces, el relato interminable de un proceso cuyo principio regulador es la vio-

109 Las cursivas son mías. En este fragmento se advierte el proceso de incorporación del dios

cristiano por medio de su homologación con Viracocha. Esta estrategia se hará más eviden-

te en la escritura de Garcilaso de la Vega, quien reemplazará el culto a Viracocha por un

dios menor, Pachacamac, cuyo culto excluyente sostendrá el supuesto monoteísmo de los

incas.

110 Tomo la expresión de Raquel Chang - Rodríguez (1991) quien reconoce como disidente el

discurso de Titu Cusi en tanto ofrece una versión “que cuestiona la norma impuesta, ora en su

representación ‘oficial’, ora en su apropiación de los modelos literarios foráneos” (XVII).

Page 109: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 109

lencia.

Su voz indignada lucha por restablecer el pasado pre-hispánico, por recupe-

rar esa armonía ahora desagarrada,111 ya que el presente se muestra como un

pachacuti, (derrumbamiento del mundo) donde las polaridades, el arriba y el abajo,

se han invertido y el equilibro parece irrecuperable.112

111 Tomo la expresión de Antonio Cornejo Polar (1994).

112 La historia para los incas constituía una sucesión de eras separadas entre sí por un período de

cataclismos. El mundo andino estaba estructurado sobre la base de opuestos complementa-

rios, uno, hanan, el arriba, el otro, hurin, el abajo. El hombre, el sol, el fuego, las montañas,

pertenecen a la mitad de arriba, la mujer, la luna, el agua, el mar, la costa a la de abajo. En Ronald

Wright (1994, 217).

Véase también, entre muchos otros, Louis Baudin, La vida cotidiana en el tiempo de los

últimos incas y El imperio socialista de los incas. 1987 y 1945, respectivamente; Nathan

Watchel, Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española. 1976; Luis Millones

(comp.) El retorno de las huacas (1990).

Page 110: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

110 MARÍA JESÚS BENITES

II- La sombra de la InquisiciónII- La sombra de la InquisiciónII- La sombra de la InquisiciónII- La sombra de la InquisiciónII- La sombra de la Inquisición

"Dice haber yo hecho unos anillos

y dado industria para hacer cierta tinta."

Pedro Sarmiento ante el Tribunal de la Inquisición

En los documentos inquisitoriales recopilados por José Toribio Medina (1890)

se lee:113 “Parecióle examinar acerca del negocio de Fray Francisco de la Cruz y

para ratificarse en su dicho y para que saliese desta tierra a cumplir destierro, por

pa-recernos cosa peligrosa dejalle en ella (333).114 Los inquisidores se refieren

como “cosa peligrosa” a la permanencia de Pedro Sarmiento de Gamboa en el

Nuevo Mundo.

Casi diez años después, en noviembre de 1573 el Tribunal vuelve a requerir

su presencia y esta vez se encuentra a cargo del Inquisidor Serván de Cerezuela.115

En un primer momento Francisco de Toledo intercede ante la Inquisición ya “que

entraba contra los chiriguanes; y el señor Visorrey nos escribió que tenía dél nece-

sidad para aquella jornada, y que él le enviaría acabado el negocio” (333).

El 24 de septiembre de 1572 Túpac Amaru fue decapitado en la actual Plaza

de Armas de la ciudad del Cusco. En 1573 el Virrey inició la campaña para anexar a

la Audiencia de Charcas los territorios ocupados por los chiriguanos, a los que los

113 Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile. Tomo I, Capítulo XIII. Todas las

citas corresponden a esta edición. Ángel Rosenblat en el “Apéndice Documental” (Tomo II) de

Viajes al Estrecho de Magallanes reproduce la documentación editada por Medina (271 – 273).

114 La cursiva es mía.

115 Cerezuela había llegado al Perú en 1569 junto con Francisco de Toledo, con quien había

estudiado. Estuvo al frente del Tribunal durante más de doce años, durante los cuales se

realizaron tres autos de fe y sentenció a la hoguera a numerosos herejes.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 111

Incas no habían podido someter.116 Nuflo Chaves había fundado en 1561 la ciudad

de Santa Cruz de la Sierra, en el centro del dominio indígena.117 La Audiencia envió

a Andrés Manso a colonizar la zona pero un grupo de indígenas exterminó la tropa

española e incendió su aldea. Este incidente fue el pretexto que encontró Toledo

para avanzar contra los chiriguanos.

El Virrey se instaló en la ciudad de La Plata (Sucre) donde recibió distintas

delegaciones de indígenas que eran retenidos durante meses para adoctrinarlos en

la religión cristiana. Mediante engaños un grupo de prisioneros logró escapar, lo que

motivó que Toledo tomara la decisión de arremeter con las armas.118 A pesar de

estar enfermo, se encargó de la organización de la milicia con la que partió de la

ciudad de la Plata en mayo de 1574.La expedición estuvo signada por el fracaso y

la violencia. Mientras los indígenas se internaban en zonas inaccesibles los españo-

les, en represalia, quemaban sus pueblos, hasta que extenuados y enfermos debie-

ron retirarse.119

116 Los chiriguanos ocupaban la zona selvática de la actual Bolivia. Su verdadero nombre era avá

término guaraní que significa “los hombres”.

117 El territorio era un valle fértil y rico. En un primer momento se asoció este territorio con los

fabulosos reinos del Paititi.

118 Gruzinski y Bernard (1999) refieren que un día llegaron a la frontera cuatro indios cada uno con

una cruz de madera exigiendo ver a Toledo. Ante el Virrey manifestaron su deseo de conver-

tirse al cristianismo ya que, según decían, los había visitado un joven de largos cabellos

negros, vestido una túnica de algodón quien, luego de darle las cruces se elevó al cielo y

regresó en forma de rayo. Según ellos era el apóstol Santiago. A pesar de las dudas del padre

Reginaldo de Lizárraga, Toledo se mostró entusiasmado con el milagro. Las dudas se confirma-

ron cuando esa noche se dieron a la fuga con los demás indios (462).

Elena Altuna (2002) en su análisis de Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán,

Río de la Plata y Chile de Lizárraga (1605) señala cómo el autor desde un primer momento

cuestiona la veracidad del relato de los indígenas. “Lo que en el texto se evidencia es el

desconocimiento de la realidad por parte del gobernante y su gente, conocimiento y experien-

cia que para sí se atribuye el enunciador, pero que no puede expresar libremente debido a su

posición de subalternidad frente a los otros” (102).

119 Lizárraga en el libro I de su Descripción refiere que, desesperados por el hambre, los sol-

dados buscaban alimentos por todos los rincones y que en una ocasión se lanzaron sobre una

olla en que se cocía maíz hervido. Un soldado creyó ver en el fondo del recipiente un trozo de

carne: era el brazo de un niño. Al hambre y agotamiento, se había también apoderado de los

españoles el terror. En Gruzinski – Bernard (1999).

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112 MARÍA JESÚS BENITES

Esta situación marcó el fin de la libertad de Sarmiento: “E agora que ya han

salido, tenemos escripto a nuestro comisario que le prenda y le envíe preso” (333).

Los cargos que se levantaban en su contra eran múltiples. Algunos anteriores, como

el azote en Puebla de los Ángeles y su huida: “Hay información -decían los Inqui-

sidores- que el dicho Pedro Sarmiento fue azotado públicamente en Nueva España”

(332). Otros similares como la posesión de un “cuaderno de papel escrito en doce

hojas, que era del dicho Pedro Sarmiento, por el cual quiso probar ciertos anillos

astronómicos” (332).

Finalmente, los nuevos: lectura de las rayas de la mano a una mujer y su

afirmación pública de que no podía pretenderse que el Evangelio estuviera

acabadamente divulgado en Perú si aún no lo estaba en España. Pero el testimonio

de Sarmiento constituía un elemento de interés en la causa que se llevaba contra

Fray Francisco de la Cruz, quien, como se refirió, había sido su confesor y autoriza-

do la posesión de los anillos.

El juicio contra de la Cruz de la orden de Santo Domingo, fue uno de los más

sonados de los que llevó adelante el Tribunal en Lima durante el siglo XVI. El clérigo

había demostrado en reiteradas ocasiones una inclinación por lo singular y misterio-

so. Pero el acontecimiento determinante tenía otras dimensiones e involucraba a un

mujer llamada María Pizarro, quien afirmaba entrar en éxtasis para dialogar con la

corte celestial, y que a través de ella se expresaban los ángeles y los santos. Tam-

bién, según su relato, se le parecía un “armado” para aconsejarla. Fray de la Cruz

integró el grupo de religiosos que debía custodiar y exorcizar a la joven que, según

ellos, estaba “endominada”.120

Los problemas se suscitaron cuando los sacerdotes encargados de expulsar

el mal que habitaba en el cuerpo de María Pizarro, cedieron ellos mismos al conven-

cerse de que a través de ella se expresaban seres celestiales. Pero la situación se

agravó a niveles inusitados como refiere en una declaración escrita Alonso de Gasco.

[Dice] como la dicha doña María era inobediente a su madre y em-

120 José Toribio Medina, Historia del Tribunal de la Inquisición en Lima. Las citas correspon-

den a la edición de 1956. Para exorcizar a María Pizarro se formaron dos grupos. El diurno

estaba integrado por Fray Alonso de Gasco y de la Cruz, ambos dominicos, el segundo,

nocturno, por Jerónimo Ruiz de Portillo y Luis López, de la Compañía de Jesús. Había un quinto

religioso, Fray Pedro de Toro, que no tenía un turno fijo.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 113

perrada y liviana, y cómo por mandado de los falsos sanctos le avian

dado él y fray Francisco una joyas de oro y terciopelo, raso y tafetán

para basquiñas, una perrica linda y collares bordados para ella, y que

decían los demonios que tenían una carta escripta con sangre de la

dicha doña María, y que la dicha doña María decía que estaba preñada

del dicho padre Luis López (...) (Medina: 1956, 65).

La causa contra de la Cruz se inició en 1571 y finalizó en 1578 cuando el

religioso fue condenado a la hoguera. Desde la primera audiencia se manifestó con-

vencido de que no tenía nada que ocultar y confirmó cada una de las denuncias. El

Fiscal del Tribunal redactó en su contra tres acusaciones121 basándose en los dichos

del propio acusado que evidencian un progresivo desequilibrio síquico.122

Que había tenido tratos, respuestas y conciertos con el demonio,

incorporado en la Pizarro, por cuya boca decía hablaban San Gabriel,

San Dionisio y otros santos.

Que había hecho pacto con dos demonios para aprender el arte

mágica, conservando en su poder y trayendo siempre consigo en su

seno el anillo de oro grueso y hueco que los diablos le habían dado (...).

Que, como profetizando, había declarado a muchas personas que

para poder plantar su nueva secta, había de nacer en Lima un niño,

destinado a ser santo y gran siervo de Dios (...) y que siendo Cruz

padre del dicho niño, habiéndole habido y engendrado en pecado, pre-

tendía hacer a él otro San Juan Bautista123 (Medina: 1956, 69).

121 Sólo la primera acusación tiene más de ciento ochenta apartados. El expediente del juicio

contra de la Cruz ocupa mil ochocientos folios manuscritos que se conservan en el Museo

Histórico Nacional de Madrid. El juicio completo contra de la Cruz fue editado en 1992 por Vidal

Abril Casteló, Francisco de la Cruz - Inquisición (actas). Anatomía y biopsia del Dios

y del Derecho judeo - cristiano - musulmán de la conquista de América. Madrid: CSIC.

122 Hampe Martínez (1998) señala que de la Cruz expuso además un delirante plan de reforma

religiosa, que contemplaba “inminente destrucción de la cristiandad europea -por mano de los

turcos- el surgimiento de una nueva iglesia en Hispanoamericana, en la que fray Francisco se

hallaría a la cabeza con los títulos de Papa y Rey de Israel” (97).

123 El proceso contra de la Cruz reveló datos oscuros de la sociedad limeña. Durante el juicio se

confirmó que el religioso había tenido un hijo con Doña Leonor de Valenzuela, esposa de un rico

encomendero de Quito (Rodrigo de Salazar) e hija del fundador de la ciudad (Nicolás Rivera).

La mujer fue convocada por la Inquisición pero debido a su linaje fue liberada luego de

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114 MARÍA JESÚS BENITES

Las acusaciones que pesan sobre Sarmiento distan de esta gravedad pero,

de todas maneras, “fue metido en las cárceles, porque demás de lo que había dicho,

escribimos que había contra él sobrevenido cierta probanza, por la cual parece que,

mirando a una mujer las rayas de las manos, la dijo que por su causa habían de

matar en este reino dos personas” (333).

El 18 de noviembre de 1575 es llamado a declarar nuevamente por el conte-

nido de los cuadernos. El enjuiciado defiende la tenencia de los anillos ya que con-

sidera que tienen una virtud natural y que no son supersticiosos. Argumenta por

medio de comparaciones que “ninguna cosa puse de mi cabeza más de traer ejem-

plos de propiedades de piedras y yerbas naturales, y por no ser conocidas vulgar-

mente de todos causan admiración, y aun vienen a ser tenidas de algunos por

sospechosas, siendo naturales” (334).

El dictamen de los jueces fue contundente: destierro de las Indias, oír misa

rezada un día a la semana, en pie y en cuerpo, con una vela y en forma de peniten-

te, que abjurase de levi en la Sala de Audiencia y, finalmente, que fuese sacado a la

vergüenza pública. La sentencia se asimilaba a la de 1565, pero se sumaba el último

y más humillante castigo,124 del cual después de apelar, fue librado. Tampoco se

cumplió el destierro, decisión sobre la que es probable que Toledo haya ejercido

alguna influencia.

Se desconocen las actividades del acusado afecto a la quiromancia posterio-

res a la condena. Sólo se ha podido rastrear una noticia que señala su capacidad

como astrónomo. Felipe II había enviado cédulas al Nuevo Mundo para que se

observaran los eclipses de 1577 y 1578. Éste último fue observado por Sarmiento

en el cerro Quipaniurco de Lima. Provisto del instrumental necesario para estudiar el

fenómeno pudo establecer la diferencia horaria entre Lima y Sevilla y, por ende, los

un mes de encierro. En Gruzinski - Bernard: 1999.

124 El ser “sacado a la vergüenza pública” implicaba salir en procesión con los pies descalzos y

vestido con el difamante sambenito. Boleslao Lewin (1967) señala que el sambenito era una

prenda (a modo de “capotillo” según el Diccionario de Autoridades) con el ancho del cuerpo

y con un largo hasta las rodillas en color amarillo y con una cruz roja en forma de aspa cosida

en el pecho. Había seis clases distintas: tres para aquellos que eran ajusticiados por primera

vez y tres para los que reincidían y debían corregir su irreverencia en la hoguera. Pero

además, después de terminada la condena o muerto el condenado, la prenda era colgada en la

iglesia parroquial para infamia de la familia del reo (109 – 110).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 115

kilómetros que separaban ambos puntos. Él mismo refiere este descubrimiento en

su Relación del 1 de junio de 1583.

Este mesmo eclipse observó Rodrigo Zamorano en Sevilla, y me

mostró la computación, que fue que acabó el dicho eclipse en el meri-

diano de Sevilla a la una en punto después de medianoche. (...). De

manera que la diferencia que sale por las dos observaciones de Sar-

miento y de Zamorano es la siguiente: es la diferencia de cinco horas

menos cuatro minutos de hora, que, reducidos a grados, son setenta y

cuatro grados de longitud. Y esto es lo que hay entre el meridiano de

Sevilla y el de Lima (198).125

La noche del 13 de febrero de 1579, entre las 10 y las 12 de la noche, el

temido Francis Drake entró al puerto de El Callao y saqueó el cargamento de las

naves. Había cruzado el Estrecho de Magallanes en sólo diecisiete días.

La incursión del pirata inglés en las costas del Pacífico traza el recorrido más

glorioso y a su vez más desdichado en la vida de Pedro Sarmiento de Gamboa.

125 La cita es de la edición de Ángel Rosenblat (1950). Los cálculos aportados son bastante

precisos ya que Lima está a 77° al oeste del meridiano de Greenwich y Sevilla a 5° 58’, o sea

2° 58’ menos que lo calculado por Sarmiento en ese momento.

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116 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 117

Segunda Parte

RRRRRELACIONESELACIONESELACIONESELACIONESELACIONES DEDEDEDEDE LOSLOSLOSLOSLOS VIAJESVIAJESVIAJESVIAJESVIAJES ALALALALAL

EEEEESTRECHOSTRECHOSTRECHOSTRECHOSTRECHO DEDEDEDEDE M M M M MAGALLANESAGALLANESAGALLANESAGALLANESAGALLANES:::::LALALALALA ESCRITURAESCRITURAESCRITURAESCRITURAESCRITURA DEDEDEDEDE LALALALALA EXPLORACIÓNEXPLORACIÓNEXPLORACIÓNEXPLORACIÓNEXPLORACIÓN

-¡Ay de mí desdichado! ¿Qué cosas habrán de ocurrirme?

Temo que, sin error, la verdad me haya dicho la diosa

cuando me aseguró que en el mar muchas penas, aún antes de

llegar a mi patria, tendría, y se cumple ahora todo.

¡Con qué nubes tan grades Zeus cubre el anchísimo cielo!

Y sacude la mar, y violentas borrascas me lanzan

toda clase de vientos: me aguarda una suerte terrible.

Odisea, Canto V.

Llegamos con mal tiempo mojados y cansados, y los heridos

casi muertos. Aquí se tuvo mala noche de agua, humidad y

frío. (...). Y el mayor trabajo era la desconfianza, que pen-

saban que Pedro Sarmiento no sabía atinar y que iba perdi-

do y nunca sabría volver a dar en el Estrecho, y así nunca

hallaban el navío, y que forzoso habían de morir de flacos,

cansados y hambrientos.

Pedro Sarmiento de Gamboa, Relación de 1584.

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118 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 119

Capítulo ICapítulo ICapítulo ICapítulo ICapítulo I

El Estrecho de Magallanes:

El confín de los infortunios

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120 MARÍA JESÚS BENITES

I- I- I- I- I- NoticiasNoticiasNoticiasNoticiasNoticias

"Que no hay mejor estrecho que éste."

Antonio de Pigafetta

La incursión de Francis Drake replanteó la necesidad de fortificar el Estrecho

de Magallanes. Durante más de cincuenta años representó una frustración para la

Corona que vio la imposibilidad de extender su dominio imperial y colonizar la zona

más austral de sus posesiones. La falta de recursos necesarios para enfrentar las

extremas condiciones del clima hizo que se abandonaran los proyectos en esa zona.

Lo que en un momento había significado un gran logro, el hallazgo del paso

que unía ambos océanos, se convirtió en un impedimento. Me interesa referir las

circunstancias en que se realizaron las expediciones que antecedieron a la de Sar-

miento de Gamboa, recorriendo ese espacio inhóspito a través de las páginas de

aquellos que lo describieron en diarios y relaciones de viajes. El escenario de estas

escrituras es irrumpido por temperaturas extremas y vientos indómitos.

El 20 de septiembre de 1519, Hernando de Magallanes parte desde Sanlúcar

de Barrameda con una flota de cinco navíos para encontrar el paso marítimo entre

los dos océanos. Basado en los conocimientos geográficos de los antiguos, como

Erastóstenes y Estrabón, de que los continentes no eran sino islas gigantescas, le

parece acertado navegar a lo largo del continente americano hacia el sur hasta que

apareciera el paso que uniera ambos océanos.1 La tripulación que acompañó a Ma-

1 Cuando Cristóbal Colón arriba a lo que considera sin refutaciones las Indias, inicia la búsqueda

del paso o península que lo lleve al centro del continente asiático. La esencia sobre el ser de las

tierras a las que Colón había llegado en 1492, dependía de la localización efectiva del paso al

Océano Índico. Con la finalidad de determinarla, fue organizado el cuarto viaje del Almirante

entre 1502 y 1504. La expedición, al mando de Cristóbal Colón, navegó desde Santo Domingo

en busca de la costa asiática ubicada -según sus cálculos- en occidente. La flota llegó a lo que

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 121

gallanes estaba constituida por más de doscientos cincuenta hombres. Los navíos

estaban comandados por Juan de Cartagena, Gaspar de Quesada, Juan Rodríguez

Serrano. Sebastián Elcano viajaba como maestre de la nao Victoria, al mando de

Juan de Mendoza.

Durante la travesía se suscitaron una serie de acontecimientos desafortuna-

dos. El más dramático ocurrió durante la permanencia en la bahía de San Julián, don-

hoy es Honduras y desde allí inició la búsqueda, Colón, sin embargo, confirmaba que aquellas

tierras eran asiáticas y que, más precisamente, pertenecían a la región de Ciamba, mencionada

por Marco Polo, como próxima al extremo meridional de la península. Dada la seguridad de estar

cerca del paso -determinada por la constante adecuación de los datos a sus propios intere-

ses- Colón continuó la expedición hasta arribar a una entrada de lo que parecía ser el tan

anhelado paso. Pero, ésa no era más que la entrada a una bahía y la clausura a las esperanzas

del navegante.

Américo Vespucio participó en la expedición que el 14 de mayo de 1501 partió desde Lisboa

con el mismo objetivo. La flota tenía el propósito de navegar hasta las costas subecuatoriales

y proseguir el viaje bordeando las costas en busca del lugar que permitiera pasar al Océano Ín-

dico. Luego, se continuaría la navegación hasta la India, para llegar a Lisboa por vía del Cabo

de Buena Esperanza y realizar de este modo la primera circunnavegación de la tierra. El primer

desembarco en tierra firme lo realizaron el 17 de agosto cuando alcanzaron las costas de lo

que hoy es Brasil. Los navegantes consideraron que se encontraban en el litoral asiático y por

lo tanto exploraron las costas en busca del paso. Al ser infructuosas las exploraciones,

Vespucio concluyó que la costa que recorrían se extendía sin límites hasta las regiones

antárticas y que, seguramente la conclusión más importante, se encontraban en un Mundo

Nuevo. Edmundo O’ Gorman en La invención de América (1958) realiza un detallado abordaje

de estas dos expediciones cuyos resultados y conclusiones serán los factores culminantes

del proceso de invención de América.

En 1513, Vasco Nuñez de Balboa, un hidalgo de Extremadura que llegó al Nuevo Mundo huyendo

de sus acreedores, atravesó el istmo de Panamá y descubrió, gracias a los datos brindados por

los aborígenes, una inconmensurable extensión de agua salada a la que denominó Mar del Sur.

Este descubrimiento volvió real la posibilidad de seguir una ruta occidental hacia Cipango y las

especias sin violar la demarcación establecida por el Tratado de Tordesillas. Ante las nuevas

perspectivas que originaba el descubrimiento del Mar del Sur, la Corona organizó una expedición

al mando del portugués Juan Díaz de Solís, para que localizara, a lo largo de las costas atlánticas,

el paso que permitiría alcanzar las Molucas o el país de las especias, sin transgre-dir el espacio

marítimo de Portugal. La flota después de haber navegado las costas del Brasil, penetró en el Río

de la Plata creyendo, erróneamente, haber alcanzado el tan ansiado paso.

En la Colección de los Viages y descubrimientos que hicieron por mar los españoles de

Martín Fernández de Navarrete existe una transcripción del documento. A esta edición perte-

necen las citas (1946, Tomo IV, 121 – 141).

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122 MARÍA JESÚS BENITES

de los capitanes de los navíos y la mayoría de la tripulación se sublevaron. Los mecanis-

mos que impuso Magallanes para aplacar la situación no pueden ser descriptos sino como

terriblemente crueles: ordenó descuartizar el cadáver de Mendoza, Quesada fue decapi-

tado por su propio criado y Cartagena abandonado a su suerte en las costas del extremo

sur. Después de doce meses, en el transcurso de los cuales los hombres murieron por

enfermedades y se perdieron dos naves, la flota consiguió alcanzar el otro lado y bordear

las costas del Mar del Sur al que denominaron Pacífico.

Hernando de Magallanes partió con órdenes explícitas que le fueron entrega-

das antes de la travesía en una Instrucción Real2 encargada por Carlos V y redac-

tada por el Consejo de Indias. En setenta y cuatro asientos se consignan los puntos

esenciales que debía atender a lo largo del viaje. Las acciones que señala el docu-

mento se centran en el movimiento económico y comercial y en la demarcación de

los puertos y entradas: “La principal cosa que en este viaje habéis de mirar es los

asientos de los lugares” (Asiento 26).

En ninguno de ellos se especifica un mandato de escritura que deba ser

cumplido por el Capitán. Sí se ordena que los escribanos apunten, a partir de lo que

los pilotos digan, “las alturas y los puntos” (Asiento 4) y que consignen en los libros

las transacciones comerciales con el detalle de las cantidades y precios (Asiento

13). En el punto 31 la Instrucción deja constancia de que el acto de escribir se puede

ejercer libremente, sin especificar los aspectos que debe respetar esa escritura.

Habéis de mirar que todos los que agora en esta Armada van e adelante

fueren, han de tener toda libertad para escribir acá todo lo que quisieren,

sin que por vos ni otros ninguna persona les sea tomada carta ni defendido

que no escriban, porque nuestra voluntad es que dada uno tenga libertad

de escribir lo que quisiere; e si alguna persona tomare alguna carta, vos

mandamos que ejecutéis en él las penas que de derecho se deban ejecutar,

e a vos parezcan; e si por vuestro mandado se hiciere, vos certificamos

que demás de lo que de derecho se deba hacer, mandaremos que se pro-

vea como en cosa que nos tenemos por deservidos de vos, e que dello

2 En el A.G.I. se conserva en el P. 34, R. 8, una copia de la extensa Instrucción dada por Carlos

V a Fernando de Magallanes escrita en doce folios de ambos lados y uno de una sola cara. La

Instrucción está firmada en Barcelona el 8 de mayo de 1519. La letra es cortesana procesal.

Hay un detalle llamativo en el manuscrito y es el de la amplitud de los márgenes que ha dejado

el redactor.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 123

recibiremos mucho enojo3 (130).

De las instrucciones reales como las que lleva Magallanes, surgirán las “Ins-

trucciones o Memorias” que tienen como mandato central la acción de escribir y

cuyos resultados se concretan en los textos denominados relaciones. La instrucción

entregada al “Gobernador del Maluco” se ubica en el momento inicial del proceso de

sistematización de los datos que se desean obtener sobre el Nuevo Mundo. Es inicial

puesto que aún no se especifica la obligatoriedad de la escritura ni se establecen los

elementos centrales que deben guiar el ejercicio de la observación.

Si bien se ha perdido el diario de la travesía y muchos otros documentos,

entre la tripulación se encontraba un lombardo, Antonio Pigafetta, quien a su regre-

so a España en 1522, fue uno de los dieciocho sobrevivientes, dejó testimonio de los

acontecimientos en su Primer viaje en torno del globo.4

Su autor entregó a Carlos V, en calidad de servicio, una copia del manuscrito:

“De Sevilla fui a Valladolid, ante la sacra Majestad de Don Carlos V a quien no ofrecí

ni oro ni plata, sino algo más grato a sus ojos. Le di, entre otras cosas, un libro de mi

mano escrito, en el que anoté cuanto nos acaeció a diario en nuestro viaje” (159).

En el Archivo General de Indias se conserva el Diario y derrotero5 escrito por

Francisco Albo. En él se consignan desde el día 29 de noviembre de 1519 hasta el 4 de

septiembre de 1522 las lecturas de las agujas y de las observaciones celestes. El

texto se construye sobre la base de estructuras fijas y repetitivas: “A los 13 del dicho

tomé el sol en 356 grados y medio, tenía de declinación 20 grados 32 minutos, vino a

ser el altura 33 grados 58 minutos, estábamos en vista de tierra en derecho del río de

la Laguna, norte sur con el viento les nordeste, íbamos al oes sudueste, y el día fue

martes” (214). De manera lacónica se evocan algunos detalles sobre las tierras que

recorren. Hay un silencio absoluto sobre los acontecimientos centrales

3 No deja de sorprender la dureza con la que se ordena actuar si alguien impide el libre ejercicio

de la escritura.

4 Primer viaje en torno al globo, Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1971. Todas las

citas corresponden a esta edición.

5 Diario o derrotero del viage de Magallanes desde el cabo de San Agustín en el Brasil, hasta

el regreso a España de la nao Victoria. En Colección de los Viages y descubrimientos que

hicieron por mar los españoles de Martín Fernández de Navarrete. Edición de 1946: Tomo IV,

191-225.

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124 MARÍA JESÚS BENITES

del viaje como los motines y la muerte de Magallanes.

La materia textual del relato del Primer viaje,6 en oposición al diario de na-

vegación de Albo, se nutre de las circunstancias vividas. El texto integra la familia

de escritos del proceso de descubrimiento, conquista y colonización de América que

inaugura el Diario de Colón. Al igual que el diario colombino el de Pigafetta, "marca

un lugar especial en el contexto verbo - conceptual por ser el escrito que habla de

tierras hasta ese momento nunca vistas" (Mignolo: 1982, 60). Como tipo discursivo,

Primer viaje se inscribe formalmente en la categoría de diario de viajes en el que

su autor refiere periódicamente los acontecimientos de la travesía.

El autor no escribe obligado por un mandato; su obra es el resultado de un

libre ejercicio de la observación que le permite seguir un criterio selectivo de los

hechos. Así, transmite con marcada crudeza, diversidad de anécdotas y situaciones.

La galleta que comíamos no era ya pan, sino un polvo mezclado

con gusanos, que habían devorado toda la sustancia y que hedía inso-

portablemente por estar empapado de orines de rata. El agua que nos

veíamos obligados a beber era igualmente pútrida y hediendo. Por no

morir de hambre llegamos al terrible trance de comer pedazos del

cuero con que se había recubierto el palo mayor. (...). Frecuentemente

quedó reducida nuestra alimentación a aserrín de madera como única

comida, pues aún las ratas, tan repugnantes al hombre, llegaron a ser

un manjar tan caro, que se pagaba cada una a medio ducado (41).7

Lo que acerca el texto de Pigafetta al diario colombino es esa escritura inau-

gural acerca de un nuevo espacio. Se ha repetido, como señala Mignolo (1982), que

6 De ahora en adelante me referiré al texto con esta denominación.

7 En la novela Maluco de Napoleón Baccino (1997), el personaje que narra la historia, cuenta de

la siguiente manera el estado de desazón que vivieron en el Estrecho: “Entonces un día, a

mediados de marzo, cuando ya no es posible continuar porque aquellas endemoniadas aguas

negras amenazan con despanzurrar los cascos, ya desvencijados, y el viento golpea con su

garrote los palos y las vergas, ya sin velas, hechas jirones; cuando ya casi no se escuchan las

voces ni órdenes, sino rezos, cuando el frío y la oscuridad de aquellos mares se instala como

una médula en el alma de cada uno, y uno siente miedo y asco de sí mismo; cuando parece que

hemos llegado al fondo del pozo y ya ni se discute porque todo el mundo piensa que ahora sólo

nos queda regresar; entonces la noticia que nos paraliza (...): don Hernando ha decidido pasar

allí el invierno" (136).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 125

los primeros escritores del descubrimiento y la conquista no disponían de modelos

para escribir sobre las Indias. Esta observación implica, que el objeto no tiene un

lenguaje que lo exprese, es hasta ese momento, un objeto “silencioso” y es precisa-

mente en este sentido, ignoto.

Pigafetta era un estudioso de la geografía y la astronomía y un conocedor de

los fenómenos celestes. Desde las motivaciones que lo impulsan a emprender la

travesía se manifiesta el afán de conocimiento: “supe que navegando por el Océano

se veían cosas maravillosas y decidí asegurarme por mis propios ojos de la veraci-

dad de todo lo que se contaba” (7). En distintos tramos de su texto queda reflejada

la posición como hombre de saber que trata de interpretar el nuevo descubrimiento.

El viajero realiza observaciones sobre las diferencias idiomáticas de los pue-

blos que conocen, procura instruirse acerca de las costumbres de las comarcas que

recorren, examina y apunta los cultivos de cada zona.

Cada media legua se encuentra un puerto seguro, con agua exce-

lente, madera de cedro, sardinas y muy abundantes mariscos. Tam-

bién había hierbas, algunas de las cuales eran amargas, pero otras

eran comestibles, sobre todo una especie de apio dulce que crece

junto a las fuentes, del que comíamos a falta de alimentos (37).

Además, la escritura es acompañada por el trazado del mapa, veintiuno en

total. En ellos el viajero delinea todas las islas que recorren señalando en colores

los distintos relieves.8 Pero a pesar de esta postura científica, que acerca su escri-

tura a la de un compendio sobre el reino natural, el texto es invadido por seres que

provienen del imaginario mitológico europeo. En la descripción de los indígenas que

habitan el Estrecho se activan las imágenes fantásticas de la cultura occidental. Por

ende, el gesto que domina el acto de escribir es del de la desmesura.

8 Los colores utilizados responden a técnicas convencionales: el mar, en azul; la tierra, un color

hollín, las montañas en verdes, y las casas o chozas, blancas. En un mapa hay una piragua, y

algunos árboles de especias. Véase el estudio introductorio que acompaña la edición de los

Viajes de Pigafetta de la Editorial Emecé. Desde fines del siglo XIII se empezaron a dibujar

algunas cartas geográficas que señalaron un rompimiento con la tradición medieval ya que se

basaron en las observaciones hechas directamente durante las expediciones marítimas, por

medio de instrumentos como el compás náutico, la aguja de marear o la brújula. Estas cartas se

conocen con el nombre de portulanos. Ver Eli de Gortari: 1991, 57 - 66.

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126 MARÍA JESÚS BENITES

Pasaron dos meses sin que viéramos ningún habitante del país. Un

día, cuando menos lo esperábamos, un hombre de figura gigantesca

se presentó ante nosotros. Estaba sobre la arena casi desnudo, y can-

taba y danzaba almismo tiempo, echándose polvo sobre la cabeza.

(...). Este hombre era tan grande que nuestra cabeza apenas llegaba

a su cintura (22 – 23).

Las mujeres no son tan grandes como los hombres; pero en com-

pensación, son más gordas. Sus tetas, colgantes, tienen más de un pie

de longitud. (...). Nos parecieron bastante feas; sin embargo sus ma-

ridos mostraban estar muy celosos (25).

Son muy glotones; los dos que capturamos se comían cada uno un

cesto de bizcochos por día, y se bebían medio cubo de agua de un

trago, devoraban las ratas crudas, sin desollarlas. Nuestro capitán lla-

mó a este pueblo patagones (30).

Estas descripciones, basadas en la exageración de la fisonomía corporal y la

alimentación, tienen un carácter definidamente tosco y risible. La figura del indígena

es asociada a la del gigante, que es por definición la imagen grotesca del cuerpo

(Mijail Bajtín: 1994) en la que se conjugan los excesos y deformidades. El gigante

fue uno de los personajes fabulosos más populares en el arte y la literatura euro-

peos. Los seres que describe Pigafetta no distan, por ejemplo, de las imágenes que

crea François Rabelais en 1532 para describir a sus memorables Gargantúa y Pan-

tagruel.

Los viajeros y conquistadores del Nuevo Mundo, como Américo Vespucio, Bernal

Díaz del Castillo, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Pedro Cieza de León,9 entre

9 América Vespucio afirma, en una carta dirigida a Lorenzo de Médicis el 18 de julio de 1500,

haber encontrado en Curazao, “7 mujeres de tan gran estatura que no había ninguna de ellas

que no fuese más alta que yo un palmo y medio (...). Y mientras que estábamos en esto,

llegaron 36 hombres y entraron en la casa, y eran de estatura tan elevada que cada uno de

ellos era de rodillas más alto que yo de pie: en conclusión eran de estatura de gigantes, según

el tamaño y proporción del cuerpo que correspondía con su altura; que cada una de las

mujeres parecía una Pentesilea, y los hombres Anteos”. Cito de la edición de Alianza: 1986, 61.

Bernal Díaz en el capítulo LXXVIII de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva

España (publicada en 1632) relata un diálogo entre Hernán Cortés y un jefe indígena acerca de

sus antepasados: “Y dijeron que les habían dicho sus antecesores que en los tiempos pasados

que había allí entre ellos poblados hombres y mujeres muy altos de cuerpo y de grandes hue-

Page 127: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 127

muchos otros, mencionan la presencia de estos seres fabulosos. Pero en el contexto

americano la presencia de gigantes implicaba un estadio anterior a lo humano ya

que se habían apartado de la creación divina al exceder por su altura los límites de

la creación. Los gigantes americanos encarnan para Europa “la barbarie, la des-

mesura, el primitivismo salvaje y destructor. Ellos simbolizaban el predominio de las

fuerzas telúricas (hijos de Gea), gigantismo de la naturaleza e indigencia espiritual”

(Rojas Mix: 1993, 145).10

La representación de Pigafetta en Primer viaje es fundante ya que adquiere

tal fuerza cultural que esta mirada sobre los indígenas se mantiene sin variantes

considerables en las relaciones de los expedicionarios posteriores. Todos los nave-

gantes que crucen el Estrecho después de la expedición de Magallanes se refieren a

los gigantes, que fueron bautizados como “patagones”.11

sos (...). Y para que viésemos qué tamaños y altos cuerpos tenían trajeron un hueso o

zancarrón de uno de ellos, y era muy grueso, el altor tamaño como un hombre de razonable

estatura, y aquel zancarrón era desde la rodilla hasta la cadera. Yo me medí con él y tenía tan

gran altor como yo, puesto que soy de razonable cuerpo”. Cito de la edición de Porrúa: 1999, 135.

Cieza de León en el capítulo LII de su Crónica del Perú (1553), refiere cómo los indios

informaban a los españoles acerca de la existencia de gigantes monstruosos; Joseph de

Acosta retoma estos relatos en su Historia natural y moral de las Indias (1590). En sus

Décadas Pedro Mártir afirma que existe un método para fabricar gigantes (Década VII: 1530,

Libro 3), en tanto Cabeza de Vaca sostiene, en Naufragios (1542), que los indígenas de la

Florida “todos son flecheros, y como son tan crescidos de cuerpo y andan desnudos, desde

lexos parescen gigantes”. Cito de la edición de Alianza: 1998, 84.

10 En su Tesoro de la Lengua Castellana Covarrubias emplea, para definir el término gigante,

expresiones que acentúan la desmesura. La imagen que se representa, a partir de la visión de

los conquistadores de Indias, está construida sobre los tópicos de la barbarie y el primitivismo:

“Pero oy día, los descubridores de las Indias, han hallado una tierra que llamaron de los

Gigantes, por aver en ella hombres disformes en estatura, y cuentan que cogieron a uno de los

españoles y le echavan de uno a otro, recibiéndole en las manos, jugando con él un corro

dellos a las bonitas, como si fuera pelota”.

11 Para Antonello Gerbi (1978) la descripción de los gigantes patagones es el mayor aporte del

texto de Pigafetta a la etnografía y leyenda de América. La imagen del patagón que recorre

Primer viaje fue incorporada, por citar un ejemplo que considero paradigmático en su influen-

cia y difusión, por William Shakespeare en su obra La tempestad (1623). Pigafetta señala, en

cuanto a la religión de los “gigantes” que: “Parece que su religión se limita a adorar al diablo (...).

Uno de los demonios, que alborota más que el resto, es el jefe y diablo mayor, y le llaman

Page 128: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

128 MARÍA JESÚS BENITES

Se ha discutido mucho acerca del origen del término patagón. Gonzalo

Fernández de Oviedo, en Historia general y natural de las Indias (1535 – 1557), se-

ñala que el nombre se debe al gran tamaño de sus pies. Con esta acepción figura en

el Diccionario de Autoridades: “Lo mismo que patón. Son tan altos que los españoles

en su presencia parecen pigmeos, y llamáronlos patagones, por sus grandes pies”.

Sin embargo, según las investigaciones de María Rosa Lida (1952), el nombre patagón

proviene de un gigante que aparecía en la novela de caballerías Primaleón, publica-

da en 1512. No es improbable esta afirmación ya que esa novela protagonizada por

Primaleón, hijo del famoso Palmerín, fue una obra que gozó de gran popularidad en

las Indias ya que aparece incluso con mayor frecuencia que el Amadís de Gaula, en

las listas de libros embarcados.12 Todas estas representaciones de los ha-bitantes

del Nuevo Mundo y, en particular, de los del Estrecho de Magallanes como gigantes

se incorporan, siguiendo a Rojas Mix, “al discurso de legitimación que bus-ca acre-

ditar el valor de la empresa de conquista. Es la imagen de un mundo salvaje, pre-

adánico, condenado a la monstruosidad sin la intervención salvadora del conquista-

dor europeo” (1993, 146).

Los resultados del descubrimiento del paso entre los océanos y de la primera

circunnavegación del globo realizada por Sebastián Elcano (a cargo de la expedi-

ción después de la muerte de Magallanes) impulsaron a la Corona a aprovechar

económica y políticamente estas nuevas tierras. Por lo tanto, se consideró necesa-

rio realizar una expedición de reconocimiento y exploración que permitiera deter-

minar con más detalles las conveniencias de su posesión.

Con este objetivo fue preparada la travesía al mando de García Jofré de

Loaysa, Comendador de la Orden de San Juan, a quien se le otorgó el título de

Capitán General, Gobernador y Justicia Mayor de las Islas del Maluco. Elcano viaja-

ba en carácter de Piloto Mayor y guía de la armada durante la expedición. La flota,

compuesta por siete navesy cuatrocientos cincuenta hombres, partió del puerto de

la Coruña el 24 julio de 1525.

Setebos” (29). Con este nombre menciona Calibán, el esclavo deforme de Próspero, a un dios:

“Debo obedecer, su poder es tan irresistible, que triunfaría de Setebos, el dios de mi madre, y

haría de él un vasallo”. Cito de la edición de Aguilar: 1991, 988. Miguel Rojas Mix (1993) ha

señalado la presencia de los gigantes patagones en distintas obras literarias y pictóricas en los

siglos XVI y XVII.

12 Véase Irwing Leonard: 1996, 101.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 129

De este viaje, en el que encontraron la muerte Loaysa y Elcano, han quedado

algunos testimonios escritos. Los más importantes son la Relación escrita y presen-

tada al Emperador por Andrés de Urdaneta de los sucesos de la armada del comen-

dador Loaysa desde el 24 de julio de 1525 hasta el año 1535 y el Derrotero del viaje

y navegación de la armada de Loaysa desde su salida de La Coruña, hasta 1 de

junio de 1526 de Hernando de Torre.13

Sólo tres navíos desembarcaron en el Estrecho en mayo de 1526. Las demás

naves habían naufragado y perdido el rumbo. Los cuarenta y nueve días de perma-

nencia en el Estrecho fueron catastróficos. La falta de alimentos y agua provocó la

muerte de gran parte de la tripulación, incluso la del mismo Loaysa, quien falleció el

30 de junio. Días más tarde moría, luego de hacer redactar su testamento, Sebastián

Elcano.14

El capitán Urdaneta, uno de los pocos sobrevivientes de esta expedición, lue-

go de doce años de la partida pudo regresar a España donde escribió su Relación.

En ella refiere con excesiva crudeza los padecimientos sufridos durante la permanen-

cia en el Estrecho. La escritura está despojada de la descripción hiperbólica de Pi-

gafetta, los indígenas son presentados como “patagones” pero sin trazos grotescos.

E así como desembarcamos en tierra, luego acudieron los patagones á

13 Estos documentos se encuentran publicados por Martín Fernández de Navarrete en la Colec-

ción de viajes y descubrimientos.1825 – 1837. Tomo V. La Relación de Urdaneta, asimismo ha

sido publicada por Pablo Pastells (1920, 409 - 414). El texto de Torre brinda detalles de la

navegación, pero se omite toda mención a los sucesos de la travesía.

En el P. 37 del A.G.I. encontré dos manuscritos referidos a esta expedición. Uno es una breve

relación del viaje del comendador Loaysa al Maluco (R. 31) donde constan los acontecimientos

de la Armada luego del fallecimiento del Comendador. Está escrita en tres folios de ambos la-

dos y no figura autor ni fecha. El documento es una copia posterior, probablemente del siglo

XVII.

El otro documento (R. 33) es una declaración de Francisco de Paris, marinero griego que había

ido con el comendador Loaysa al Maluco, sobre lo acaecido en el viaje. Está escrita en

Valladolid y consigna como fecha el 25 de octubre de 1536. El manuscrito posee seis folios

escritos de ambos lados. El texto ha sido editado por Fernández de Navarrete en la Colección

de viajes y descubrimientos (1946: T. V, 335 – 342).14 El manuscrito del testamento de Juan Sebastián Elcano se conserva en el A.G.I. Ha sido

reproducido por Pablo Pastells: 1920, Documento N° 7.

Es interesante señalar que se sucedieron tantas muertes que apenas se nombraba a uno en

un cargo a los pocos días e inclusive en horas debía ser reemplazado.

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130 MARÍA JESÚS BENITES

nosotros, e nos pedieron por señas de comer e de beber, a los cuales

dimos de la mochila que llevábamos, e fuimos a ver las estancias que

tenían, y eran hechas de pelejas de cebras, a manera de chozas, e allí

tenían sus mugeres e hijos, e cuando quieren ir a otra parte, cojen sus

pelejas y echan a las mujeres acuestas, y ellos con sus arcos y flechas

se van. Unos diez dellos nos seguieron un día e medio, hasta que

vieron que se iban acabando las mochilas, e después se tornaron; e

nosotros tardamos hasta donde estaba la nao perdida cuatro días,

aunque el tercero día pensamos de perescer de sed, y con las nues-

tras orinas nos remediamos hasta que hallamos agua (369).15

Gonzalo Fernández de Oviedo, basándose en el testimonio de Juan de

Aréyzaga16 quien formó parte de la expedición de Loaysa, refiere en Historia gene-

ral y natural de las Indias, detalles sobre la incursión de los españoles en el territo-

rio en busca de agua y comida. En este relato se apela, una vez más, a los gestos de

desmesura para describir el tamaño de los indígenas, sus costumbres y conductas

alimenticias.

Otras empresas de exploración fueron las que comandaron Sebastián Caboto,

quien no pasó del Río de la Plata y Simón de Alcazaba. Esta última partió del puerto

de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1534; se componía de dos navíos

(San Pedro y Madre de Dios) y unas doscientas cincuenta personas entre los que se

encontraban los futuros colonos y clérigos destinados a poblar las nuevas tierras

designadas como Nueva León y catequizar a sus habitantes, objetivos especificados

en la Instrucción firmada por la Reina: “y por la presente vos damos licencia de

conquystar, pacificar y poblar las provinçias e tyerras”.17

Desde los primeros momentos comenzaron las dificultades; la nave San Pe-

dro hizo agua y hubo que retroceder a Cádiz para calafatearla pero al salir la nao

15 Fernández de Navarrete (1946: Tomo V, 366 – 403).

16 Aréyzaga escribió además una breve relación que ha sido publicada por Fernández de Navarrete

en Colección de viajes y descubrimientos. 1825 – 1837.

17 El 26 de julio de 1529 en la ciudad de Toledo la Reina entregó al portugués Alcazaba una

Instrucción con ocho asientos y capitulaciones. El manuscrito -compuesto de tres folios de am-

bos lados más la carátula- se conserva en el A.G.I. P. 32, R.1, N° 2 y ha sido publicado por Pa-

blo Pastells (1920: 399 - 403) bajo el título de Asiento original que Su Majestad la Reina mandó

tomar con Simón de Alcazaba sobre las tierras que ha de descubrir y poblar. La cita

corresponde a la página 399.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 131

capitana Madre de Dios, dio con su quilla contra un bajío y sufrió serios daños. De

esta desdichada travesía se conservan, en el Archivo de Indias, dos documentos: la

relación de Alonso Veedor, escribano del rey, y la de Juan de Mori, miembro de la

tripulación que escribió desde la cárcel de Santo Domingo.18 En ellas se refieren con

algunas variantes las instancias de la expedición pero en ambas la trama gira en

torno a lo que Beatriz Pastor (1983) ha denominado como discurso del fracaso.

El 13 de enero de 1535 las naves llegaron a Río Gallegos después de haber

pasado cincuenta días sin beber agua que hasta “los gatos y perros bebían vino

puro” (Mori: 387). El 18 de enero, penetraron el Estrecho pero los fuertes tempora-

les no les permitieron avanzar. Esto los obligó a desviarse y permanecer en el

llamado Puerto de Lobos desde el 26 de febrero al 9 de marzo. Allí Alcazaba juró el

cargo de Gobernador, según los requerimientos de la Instrucción que llevaba y

también ordenó que se realizaran expediciones internas en procura de alimentos.

Mori y Veedor detallan en sus relaciones cómo en los primeros días no encon-

traban nada que pudiera sustentarlos excepto una raíces que los indios (no hablan

de gigantes) les enseñaron a masticar. Luego de muchas penurias llegaron a un río

donde pudieron pescar. Una de las indias más ancianas les dio a entender que:

(...) mas adelante avia poblado y señalavan que trayan el oro en las orejas

y en los hombros en muchas cantidad y señalaban de andadura de años y

no sabemos si dezia annos o meses o dias sino que siempre señalaban

cinco y como digo los capitanes yban de muy mala gana y amotinan la

gente y hazen con el teniente de gobernador que se torne para las naos

harto contra su voluntad y contra la mya por que nosotros decíamos pues

que no avia que comer ny aun hierbas sino Raíces. (Mori, 390).19

A pesar de las oposiciones los expedicionarios regresaron. Alrededor de Alca-

zaba había crecido tal descontento que terminó con su asesinato en manos de quie-

18 Los textos de Veedor y Mori han sido editados por Pablo Pastells (1920). El del primero como

Relación de lo que sucedió en la expedición y Armada de Simón de Alcazaba al Estrecho de

Magallanes hasta su vuelta a la isla de Santo Domingo (374 – 385) y el del segundo como

Relación escrita por Juan de Mori de lo ocurrido en la expedición de Simón de Alcazaba al

Estrecho de Magallanes, desde que salió de Sanlúcar de Barrameda hasta que llegó a Santo

Domingo (386 – 398). Ambos manuscritos, ubicados en el P. 32, R. 18 y R. 19, constan de ocho

folios escritos de los dos lados.

19 Sigo la trascripción realizada por Pablo Pastells.

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132 MARÍA JESÚS BENITES

nes encabezaban el motín.20 El 17 de junio las naves emprendieron el regreso. El 9

de septiembre arribaron a Santo Domingo. Entre quienes habían muerto de hambre

o frío, ajusticiados o ahogados sumaban doscientos cincuenta hombres, los sobrevi-

vientes un poco más de setenta.

En 1539 el obispo de Plasencia, Gutiérrez Vargas de Carvajal, solventó una

nueva expedición al Estrecho para lo cual alistó cuatro naves que puso bajo el

mando de su hermano Francisco de Camargo, quien por Cédula Real de 1536 obtu-

vo el título de Adelantado y Alguacil Mayor.21 La flota partió de Sevilla en agosto de

1539 y llegó a las costas del Estrecho el 20 de enero del año siguiente. Sobre este

viaje sólo se han conservado dos breves relaciones, una anónima y otra de Cristó-

bal Rayzen, del cual no se conoce ningún dato.22

Los resultados de este nuevo emprendimiento no fueron menos caóticos que

los anteriores: la nave capitana naufragó cerca de la entrada del Estrecho, otra lo

consiguió atravesar y llegó al Perú, la tercera intentó embarcar a los náufragos de

la capitana, pero no lo logró y arrastrada por los temporales determinó regresar a

España; la cuarta, desapareció. Los tripulantes de la capitana, aproximadamente

unos cincuenta, quedaron desamparados en tierra y seguramente murieron de frío

o hambre.

20 Simón de Alcazaba fue asesinado a puñaladas en su camarote y su cadáver arrojado al mar.

Los rebeldes mataron también al hermano de Mori quien había querido defender al General. Los

cabecillas del motín se llamaban Juan Arias y Gaspar de Sotelo. Luego surgieron las desave-

nencias entre ambos lo que fue aprovechado por el resto de los tripulantes para ejecutarlos

junto con los demás traidores. Mori fue nombrado tutor del hijo menor de Alcazaba.

21 Muchos de los viajes de descubrimiento fueron iniciativas personales financiadas privadamen-

te. Los organizadores de las expediciones solicitaban permiso a la Corona para emprender la

travesía y las conquistas eran realizadas en nombre de los reyes de España, quienes general-

mente designaban representantes oficiales en cada una de ellas. En 1493, los reyes de

España habían nombrado a un miembro del Consejo de Castilla como encargado de los asuntos

de las Indias y desde 1503 existía la Casa de Contratación con responsabilidad sobre todos los

asuntos comerciales y administrativos relacionados con las Indias.

22 Estos textos han sido editados en la Colección de diarios y relaciones para la historia de los

viajes y descubrimientos. Instituto Histórico de Marina de Madrid: 1943.

En el A.G.I se conservan las diversas cédulas reales y asientos de despacho que se redacta-

ron concediendo a Carmargo el título de Gobernador y autorizando los elementos para equipar

la flota.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 133

Ante la incertidumbre sobre la suerte de estos náufragos, se fabuló que al ca-

bo de peregrinar por las tierras patagónicas encontraron un oasis con inmensas ri-

quezas: la Ciudad de los Césares. El mito de los Césares se construyó sobre un he-

cho real; provenía del capitán español Francisco César, quien bajo el mando de Se-

bastián Caboto, encabezó exploraciones en la zona del actual Río Paraná en busca

de las misteriosas minas de la Sierra de la Plata y del Rey Blanco. 23

En relación con el mito de la Ciudad de los Césares me interesa destacar un

documento del propio Sarmiento de Gamboa. El mismo está escrito al regreso del

primer viaje al Estrecho de Magallanes y en él se describe la mejor época del año

para emprender la nueva travesía.24 En el folio 2 v° Sarmiento alude a la ciudad de

Mendoza y la zona de Cuyo y aconseja llegar allí desde Chile para descubrir:

Noticias, que así llaman a unas provincias de que se tiene noticia en

23 Francisco César fue enviado por tierra con catorce hombres para encontrar las minas de la

Sierra de la Plata. Meses más tarde regresó, después de haber llegado hasta Charcas, entre-

gando a Caboto una relación (extraviada) de su expedición. En ella aseguraba que habían es-

tado muy cerca de localizar las fabulosas riquezas.

En busca de la ciudad de los Césares partieron desde distintos puntos expediciones: Chile, Río

de la Plata, Tucumán. Véase Juan Gil. 1989: Tomo II, Capítulo IX.

Este hecho se vincula además con el mito de las Siete Ciudades de Cíbola de las que se tenían

noticias desde 1530. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, tras su penoso peregrinaje, contribuyó con

su relato a mantener el interés en estas ciudades. En la medida en que los conquistadores no

encontraban estas fabulosas urbes se fueron desplazando hacia distintos puntos en procura

de su hallazgo.

Era tal el convencimiento de que existía esta ciudad que, en 1642, la Corte de Madrid ordenó al

Gobernador del Río de la Plata que exigiese el pago de un tributo a sus habitantes. Véase Javier

Oyarzún Iñarra: 1976, 85.

24 Manuscrito A.G.I., P. 33, N° 3, R. 2. Está escrito en tres folios de ambos lados. La letra no es de

Sarmiento, y presenta una tipografía muy dificultosa, recurrente en abreviaturas. A esto se su-

ma la mala calidad de absorción del papel que ha posibilitado que se traspase la tinta de una

cara a otra. El autor sólo ha agregado al final su rúbrica. Este documento figura en Ángel Ro-

senblat (T. II, 197 - 201) bajo el título de “Memorial presentado por Pedro Sarmiento sobre la

manera de buques que era conveniente fuesen al Estrecho de Magallanes, el tiempo en que

convenía salir para él de España y la navegagación que se había de hacer, igualmente que de

Lima y de la costa de Chile y dentro mismo del Estrecho, los fuertes que para su seguridad se

debían construir en la Angostura de Nuestra Señora de la Esperanza, 16 leguas adentro del

Cabo de las Vírgenes, y de las poblaciones que se habían de hacer”. Ha sido copiado de la

transcripción que se encuentra en el Colección Diplomática de Navarrete (Tomo XX, Folio 121,

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134 MARÍA JESÚS BENITES

aquellas partes, que por Chile se de la Noticia de Yúngulo; por la ciu-

dad de Mendoza y Cuyo y Conlara se llama la Noticia de Trampañande

y de la Sal; por los comechingones de Tucumán se llama la Noticia de

César, porque Francisco César fue el primero que dio noticia de estas

tierras y su riqueza, que se sabe ser grande, por noticia de los indios;

y cualquiera désta que se pueble se ha comunicar con los pobladores

del Estrecho (199).

Estas reflexiones de Sarmiento resultan paradójicas ya que diez años más

tarde los pobladores que lo acompañan en su expedición al Estrecho y quedan aban-

donados en esas desolaciones harán resurgir, como los náufragos de la expedición

de Camargo, una nueva versión de la leyenda. Pero desde la euforia por el buen su-

ceso de su primer viaje, el navegante aún no vislumbra el desafortunado desenlace.

Ante los reiterados fracasos la Corona Española determinó no promover, por un

tiempo, más empresas de colonización. Sin embargo, Pedro de Valdivia, gobernador de

Chile, impulsó infructuosas travesías para ocupar el territorio magallánico antes de que

algún descubridor autorizado por la Corona truncara sus ambiciones expansivas.25

En 1557 García Hurtado de Mendoza, nuevo gobernador de Chile, encomen-

dó a Juan Ladrillero la realización de un viaje hacia el Estrecho.26 Ladrillero escribió,

en 1558, dos textos sobre la expedición: Descripción de la Costa del mar océano

desde el sur de Valdivia hasta el Estrecho de Magallanes inclusive y Relación del

viaje que hizo al Estrecho de Magallanes Juan Ladrillero.27

N° 12). La cita corresponde a la edición de Rosenblat.

25 Pedro de Valdivia envió dos expediciones marítimas hacia el Estrecho, la primera al mando del

genovés Juan Bautista Pastene partió de Valparaíso en septiembre de 1544, la segunda a

cargo de Francisco de Ulloa se embarcó en 1552. Ulloa consiguió penetrar el paso y realizar un

reconocimiento de sus costas.

26 Con este emprendimiento Hurtado cumplía con una cédula real de 1555 en la que se ordenaba ampliar

y extender la gobernación de Chile hasta el Estrecho de Magallanes. La flota partió de la ciudad de

Valdivia el 17 de noviembre de 1557 con una tripulación de sesenta hombres. Ladrillero contaba en ese

momento con más de cincuenta años y era un reconocido cosmógrafo y astrólogo que había obtenido

el título de Piloto después de hacer once viajes entre España y las Indias.

27 Los textos de Ladrillero permanecen en el A.G.I. La Descripción del viaje que hizo Juan

Ladrillero para terminar de descubrir el Estrecho de Magallanes y sus tierras desde los

últimos límites de las provincias y gobernación de Chile hasta dicho Estrecho se encuentra

en el P. 33, R.1, N°1.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 135

Una de las dos naves que le facilitaron fue destrozada por las inclemencias

del tiempo y los sobrevivientes naufragaron a bordo de un lanchón que les permitió

salvar sus vidas. La otra, en la cual se encontraba Ladrillero, recorrió el Estrecho

desde ambas costas y posibilitó a su capitán elaborar una detallada relación en el

cual se asentaron datos de interés geográfico pero que clausuraban las posibilida-

des de hallar riquezas materiales en la zona.

Este Estrecho son playas de arena, y es fondo limpio la canal, y en

algunas partes hazia la boca de la mar, callao mouedizo en el arena, gran-

des y pequeños: á la costa ay pocos puertos hasta llegar a la cordillera.

En todo este estrecho desde la mar del norte hasta llegar á la

cordillera qe son quarenta y tres leguas el estrecho adentro, no hay

marisco ny chocos ny lapas ny yeruas de las de la mar de las que

comen, ny pescado se puede tomar en ynuierno:ay obejas y guanacos

y benados, pero con el frío en el ynvierno se meten en las montañas

donde no se pueden aver hasta el verano, que con el calor de deuen

de llegar á la ribera á los rassos (469).28

En el ejercicio de la observación, Ladrillero se detiene también en la descrip-

ción de los aborígenes. Su mirada si bien es más científica, responde al patrón de la

desmesura.

La gente que halle en esta boca de este estrecho a la parte de la mar del

norte es gente soberuyas, y son de grandes cuerpo ansy los hombres

como las mugeres y de grandes fuerças los hombres y la mugeres bastas

de los rostros: los hombres andan desnudos traen por capas pellejos

gumacos sobados, la lana para dentro hazia el cuerpo, y sus armas son

arcos y flechas de pedernal y palos á manera de macanas y tienen por

En él describe las alturas, señales de tierras, su calidad, trajes y maneras de los habitantes de

cada provincia o bahía, tiempos de permanencia en ella y en los meses del año, altura de la

costa, señales de bahía y puertos, distancia de lo que cada una entra en la tierra adentro,

brazos que en ellas hay y armas. La Relación, firmada el 30 de julio de 1558, se conserva en

el P. 32, R. 5 y en ella se detallan los avatares de la expedición durante la permanencia en el

Estrecho. Ambos textos han sido publicados por Pastells: 1920, 415 – 479. Las citas pertene-

cen a esta edición.

28 Las citas, a las que he incorporado los signos de puntuación, corresponden a la Descrip-

ción que hizo Ladrillero, transcripta en Pastells: 1920.

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136 MARÍA JESÚS BENITES

costumbre untarse con una tierra blanca como cal la cara y el cuerpo:

el traje de la mugeres es sus bestiduras de los pellejos de los gumacos

y de obejas sobados, la lana para adentro pónensello a la manera de

las yndias del cuzco (468).

Luego de permanecer casi un año en la zona del Estrecho (la flota salió al

Atlántico y retomó la ruta para el Pacífico) Ladrillero emprendió, el 9 de agosto de

1558, el regreso. Sólo tres tripulantes (un marinero, uno del servicio y el propio

Ladrillero) sobrevivieron a la empresa. 29

Como resultado de los reiterados fracasos, el Estrecho se transforma sólo en

un punto estratégico como el único paso entre los dos océanos, pero deja de poseer

valor económico. El laberinto de sus canales, sus vientos despiadados, la pobreza

de su suelo y la poca rentabilidad de su colonización disminuye el riesgo de que

otros imperios quieran ocuparlo.

Las expediciones al Estrecho fueron olvidadas y hasta se llegó creer que el

paso se había cerrado o, para algunos, que nunca había existido.30 Los innumera-

bles infortunios que padecieron aquellos navegantes hicieron que la imaginería po-

pular calificara a esas lejanas tierras como malditas.

29 No se conoce con exactitud ni la fecha ni el puerto al que llegó Ladrillero después de su

incursión magallánica, aunque es muy probable que haya sido el de Valdivia o el de Concepción.

30 Alonso de Ercilla y Zúñiga dedica en la Primera Parte Canto I de su obra Araucana (1569),

octavas a estas tierras en las que plantea la duda con respecto a la probable clausura del

paso. Edición de Aguilar: 1946, 59.

Por falta de pilotos o encubiertaCausa quizá importante y no sabida

Esta secreta senda descubierta,Quedó para nosotros escondida,Ora sea yerro de la altura ciertaOra que alguna isleta removida

Del tempestuoso mar y viento airadoEncallando en la boca la ha cerrado.

Esta discrepancia con respecto a la existencia del Estrecho trasciende en Historia Natural y

Moral de las Indias de Joseph de Acosta de 1590: “El estrecho pues, que en la mar del Sur halló

Magallanes, creyeron algunos o que no lo había o se había ya cerrado, como don Alonso de

Arzila [por Ercilla] escribe en su Araucana, y hoy día hay quien diga que no hay tal estrecho, si

no que son islas entre la mar, porque lo que es tierra firme se acaba allí y el resto es todo islas,

y al cabo de ellas se juntan el un mar con el otro amplísimamente, o por mejor decir es todo un

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 137

II.- La incursión de Pedro Sarmiento deII.- La incursión de Pedro Sarmiento deII.- La incursión de Pedro Sarmiento deII.- La incursión de Pedro Sarmiento deII.- La incursión de Pedro Sarmiento deGamboaGamboaGamboaGamboaGamboa

"En paz estaba el Pirú cuando por nuestros pecados

pasaron ingleses piratas por el Estrecho (...)."

Pedro Sarmiento, Relación de 1583

La noche del 13 de febrero de 1579, entre las diez y las doce de la noche, el

pirata inglés Francis Drake entra al puerto del Callao robando el cargamento de las

naves que en él se encontraban y llevándose una nao que acababa de llegar de

Panamá con ropa de España. Los ingleses pican las amarras de siete naves para

que los españoles no puedan seguirlos. Una hora más tarde dos navíos con casi

trescientos soldados, entre los que se encontraba Pedro Sarmiento de Gamboa,

salen infructuosamente en su persecución.

Vicente Fidel López en su novela La novia del hereje o la inquisición en Lima

(1846) introduce, bajo la forma de un soliloquio, el pensamiento sarmientino. En él

se revela una personalidad arrogante y solitaria.

Desde que apuntó la luz del día, Sarmiento pudo ver las velas del pirata

muy distante ya y en rumbo directo hacia el Norte. Como si esto le sorpren-

diese, las observó con mucha atención clavando en ella un ojo desconfiado

y reflexivo. Una idea súbita preció atravesar de pronto su mente, y su

fisonomía se animó también como si recibiera el reflejo de un rayo de luz -

¡No penséis que me engañáis, no, pirata insolente! - se dijo a sí mismo, con

el ademán de la amenaza... Fingís iros por el norte, ¿eh? ... Ya os compren-

do; en cuanto os veáis fuera de mi vista, viraréis al Sud. ¡Pero, Dios me-

diante, yo sabré atajaros el paso! ¡Si no sois pájaro o brujo, será

mismo mar. Pero de cierto consta haber el Estrecho y tie-rra larguísima a la una banda y a la

otra, aunque la que está de la otra parte del Estrecho al Sur no se sabe hasta dónde llegue”.

Edición del Fondo de Cultura Económica: 1962, 108.

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138 MARÍA JESÚS BENITES

preciso que tarde o temprano caigáis por el “Estrecho” y allí os daré yo

noticias mías, maldito aventurero!31

El 27 de febrero Toledo alistó una flota de dos barcos y ciento veinte hombres

para que capturaran al pirata. Sarmiento se embarcó como sargento mayor. Con

motivo de estos sucesos escribe una extensa Relación de lo que el corsario Francis-

co hizo y robó en la costa de Chile y Pirú, y las diligencias que el Virrey Don Francis-

co de Toledo hizo contra él32 donde refiere los pormenores del derrotero de los

barcos que persiguen a “Draques”. Al mismo tiempo narra anécdotas protagoniza-

das por el corsario, como si hubiera presenciado los acontecimientos, que destacan

la cortesía inusitada que despliega el pirata al tomar un barco español.

Y como no vieron otra persona sobre cubierta, le prendieron [A San

Juan de Antón]33 y le pasaron a la nao inglesa, donde vido al cosario

Francisco Draques armado con cota y casco, que ya se estaba desar-

mado. El cual abrazó a San Juan de Antón diciéndole: “Ten paciencia,

que usanza es de guerra”. (...). Y lunes siguiente, a las nueve del día,

fue el cosario a la nao de San Juan, y mandó a su sargento mayor que

pusiese la mesa a San Juan de Antón, como a su propia persona; y

hasta el mediodía estuvo Francisco Draques en el navío robado, miran-

do la riqueza que traía, y a la tarde de vino a su nao (188).

En la descripción de Drake se agregan los gestos de deferencia que demues-

tra con el capitán y los obsequios que entrega a los tripulantes del barco español en

el momento de la despedida.

Y en moneda dio a treinta y cuarenta pesos a cada uno, y a otras piezas

31 Cito de Ernesto Morales: 1932, 149 - 150. Existe una reedición de novela publicada por Editorial

Emecé, Colección Memoria Histórica: 2000.

32 Este texto figura en la edición de Rosenblat (T. II, 177 – 196) en el apartado “Cartas y Memoria-

les”. Ha sido copiado de la Colección de documentos inéditos para la historia de España del

marqués de la Fuensanta del Valle, Tomo XCIV, Madrid, 1889 (432 – 458), quien afirma haberlo

tomado del archivo del D. Francisco de Zabálburu. Allí se detalla que la relación está firmada por

Pedro Sarmiento y que el encabezamiento es de su puño y letra. La fecha probable puede

establecerse entre el 12 de julio de 1579 y antes del 11 de octubre fecha en que partió para el

Estrecho.

33 Precisamente la intención de Francis Drake era robar el cargamento de oro y plata que llevaba

el barco a cargo de San Juan de Antón.

Page 139: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 139

de lienzo de Portugal (...) y a un soldado llamado Vitoria dio unas armas

blancas; y a San Juan de Antón dio una escopeta, diciéndole que se la

habían enviado de Alemania, y por esto la estimaba mucho, y al escri-

bano dio una rodela de acero y una espada (...) y a un mercader llama-

do Cuevas dio unos abanicos con espejos, diciendo que eran para su

dama; y a San Juan de Antón, dio un tazón de plata dorado, con su

nombre escrito en medio, que decía Francisqus Draques; y al tiempo

que largó a San Juan de Antón, le dio una cédula de salvaguardia firma-

da de su nombre, Francisqus Draques, en inglés, diciendo que se la

daba porque si otros dos navíos de ingleses, que había publicado que-

dar atrás, le topasen, no le hiciesen mal ni volviesen a robar34 (189).

El relato se nutre también de los enfrentamientos entre Sarmiento y el gene-

ral de la Armada Luis de Toledo quien desoye sus consejos de abandonar la navega-

ción costera y avanzar hasta Nicaragua para esperar allí a Drake y prefiere seguir

la ruta hasta Panamá. Cuando llegan a ese puerto es tarde: el pirata ha robado los

362000 pesos en barra y oro. Los españoles regresan con la carga del fracaso al

Callao el 12 de julio; Drake retorna a Inglaterra con los depósitos de sus navíos

repletos de riquezas, completando por segunda vez la vuelta al mundo.

Este saqueo plantea nuevamente la necesidad de explorar y fortificar la zona

magallánica. En el Archivo General de Indias se conservan diversos manuscritos

que reflejan la preocupación generada en España a raíz de las incursiones de los

corsarios ingleses.35 El texto más interesante es uno del cosmógrafo Juan Bautista

Gesio,36 acerca de la navegación del Estrecho de Magallanes y la necesidad de impe-

34 La cursiva es mía.

35 P. 33, N° 2, R. 3. “Acuerdo de la Audiencia de Lima y el Virrey” acerca de lo dispuesto para la

expedición al Estrecho de Magallanes. Desde el 26 de mayo al 22 de febrero de 1580. El

documento consta de quince folios escritos de ambos lados. Existe también, en el P. 32, R. 6,

un expediente con declaraciones acerca de la llegada a la ciudad de Lima de “ciertos ingleses”

con la intención de poblar cerca del Estrecho de Magallanes. El manuscrito consta de seis

folios escritos de ambos lados más uno de la carátula. En el f. 6 v° se encuentra la rúbrica del

Escribano Real Álvaro Ruiz de Navamuel. Fechado en Lima el 20 de febrero de 1579. Estos

documentos aparecen registrados en el “Apéndice N° 2” de Pastells (1920). Los textos perma-

necen inéditos.

36 A.G.I. P. 3, N° 2, R. 7. “Parecer de Juan Bautista Gesio”. El documento posee cuatro folios

escritos de ambos lados más uno de la carátula y otro con enmiendas. Lleva la rúbrica de Gesio

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140 MARÍA JESÚS BENITES

dir el paso de los ingleses: “Harto mayor confusión y admiración hubiera causado el

attribimiento delos ingleses de haber navegado por el estrecho de Magallanes nela

[sic.] mar del sur y haber hecho mucho daño en él, si esta navegación no estuviera

prevenida de los hombres prácticos mucho tiempo atrás” (f. 1r°).37 En el documento

Gessio presenta un informe donde señala los propósitos de los ingleses en las

inhóspitas tierras: hurtar y enriquecerse, volver con más poderío, hacer más daño

y descubrir tierras ricas y poblarlas.

En tal sentido, aconseja que lo más conveniente es no sólo atajarles el paso

por donde entraron: “lo que es más seguro y verisímil y seguro. Porque no sé quien

de buen juyzio entrando en una casa por una parte y escalera conoscida que quiera

buscar otra dudosa y no segura” (f. 2 r°), sino también edificar fuertes a lo largo del

Estrecho y poblarlo. Las ambiciones del cosmógrafo se acercan a la quimera sar-

mientina ya que “allí en el estrecho se hará una ciudad de gran comercio y emporio

de las cosas del Oriente y del Occidente y seráuna gran pausa de todos los navíos

adonde irán a envernar y este trato y comercio será de muy provecho a su Majes-

tad” (f. 3 v°).

Finalmente, el virrey Francisco de Toledo envía una expedición compuesta

por dos naves, Nuestra Señora de Esperanza y San Francisco, con la finalidad de

explorar la zona y determinar el lugar más apropiado para fortificarla. La flota parte

de El Callao el 11 de octubre de 1579.

Sarmiento de Gamboa ostenta, por primera y única vez, el cargo de Capitán

Superior y General de la Armada.38 El Virrey le entrega una Instrucción de diecinue-

en el f. 4 v° y está fechado en Madrid el 27 de agosto de 1579. El manuscrito es mencionado en

el “Apéndice N° 2” de la obra de Pastells (1920) y en el “Índice documental” de la de Landín

Carrasco (1945). Documento inédito.

37 Transcripto del documento original. Utilizo esta expresión para señalar las transcripciones que

me pertenecen.

38 En el A.G. I P. 33, R. 5 se conserva el manuscrito donde consta el nombramiento dado por el

virrey Francisco de Toledo a Pedro Sarmiento como Capitán Superior de la Armada. El docu-

mento, fechado en Lima el 9 de octubre de 1579, consta de tres folios escritos de ambos lados.

En el f. 3 v° se encuentra la rúbrica del Escribano Real Alvaro Ruiz de Navamuel. En el texto se

destacan el valor demostrado por el Capitán en las jornadas de Vilcabamba y contra los indios

chiriguanos y sus condiciones de cosmógrafo.

"Y visto el celo voluntad que agora habéis ofrecido de ir a Servir a Dios y a Su Majestad en esta

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 141

ve asientos en la que consta su deber de regresar por el Atlántico para dar cuenta

al Rey de los sucesos de la jornada. Con casi cincuenta años, el historiador, nigro-

mante, soldado y astrónomo se embarca, libre para siempre de la Inquisición y sus

tribunales, en una aventura que habrá de durar más de diez años y comienza a

soñar con fortificadas y australes ciudades.

jornada, y por la confianza que de vuestra persona tengo de que así lo haréis y cumpliréis lo

que por mío en su real nombre, os fuere ordenado y mandado, ya que sois cosmógrafo y tenéis

tanta experiencia de las cosas de la mar, y por concurrir en vos las parte y qualidades que para

ello se requieren, acordé de dar y di la presente, por la qual, en nombre de Su Majestad, y en

virtud de los poderes y comisiones y comisiones que de su persona real tengo, nombro a vos,

el dicho capitán Pedro Sarmiento, por capitán superior de los dichos dos navíos”. Transcripto

del documento original. Fs. 1v° – 2r°.

La letra es procesal encadenada, propia de los textos administrativos; el redactor ha dejado

amplios márgenes, lo que demuestra la importancia de la autoridad de la que emana el escrito.

Además, la calidad del papel es muy buena ya que no se ha traspasado la tinta de un lado al

otro del folio. El documento es mencionado por Pastells (1920) en el “Apéndice” pero no lo

transcribe. Landín Carrasco (1945) incorpora fragmentos del manuscrito en su biografía sobre

Sarmiento.

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142 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 143

Capítulo IICapítulo IICapítulo IICapítulo IICapítulo II

El Primer Viaje:

El Reconocimiento

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144 MARÍA JESÚS BENITES

I.- La InstrucciónI.- La InstrucciónI.- La InstrucciónI.- La InstrucciónI.- La Instrucción

“Se os manda y ordena.”39

Instrucción de Francisco de Toledo.

Pedro Sarmiento de Gamboa parte como Capitán Superior de El Callao el 11

de octubre de 1579. Se le ha entregado un documento elaborado por Toledo que

contiene diecinueve asientos donde se especifican los objetivos y directivas que de-

ben cumplirse y contemplarse durante la travesía. En uno de sus puntos señala:

IV. E yendo discurriendo por vuestra navegación, habéis de ir adver-

tido que todo cuanto os pasare, así en rumbos por donde navegáredes

como en todas las tierras que fuéredes viendo y descubriendo, lo ha-

béis de ir escribiendo en el libro que para ello habéis de llevar, así vos

como el dicho almirante del otro navío, e poniéndolo en carta.

El resultado de esta tarea de escritura es la Relación de 1580, texto en el que

Sarmiento apunta los datos que se solicitan y refiere los sucesos de la travesía. Para

el estudio de la dinámica comunicacional que establecen las relaciones es necesario

acercarse al documento que las condiciona y sirve de pre-texto: la instrucción.

En 1577 Felipe II ordenó que fuese enviada a las colonias de ultramar una

“Instrucción y Memoria” o Cuestionario “de las relaciones que se han de hacer para

39 Expresión copiada de la “Instrucción” entregada a Sarmiento de Gamboa. El documento se

conserva en el A.G.I., P. 33, N° 2, R. 6. Firmado el 9 de octubre de 1579 por Don Francisco de

Toledo y refrendado por el escribano Álvaro Ruiz de Navamuel. El texto es mencionado por

Pablo Pastells (1920) en el Apéndice N° 2 como “Traslado de la Instrucción que se dio al ca-

pitán Pedro Sarmiento para la expedición al Estrecho de Magallanes y para pelear con el

corsario inglés que por él pasó al mar del Sur”.

Sarmiento de Gamboa transcribió, al comienzo de su texto, la “Instrucción”. La misma figura en

Viajes al Estrecho de Magallanes. 1950: Tomo I, 6 - 13. Todas las citas han sido extraídas de

allí.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 145

la descripción de las Indias" formado por cincuenta capítulos o preguntas que de-

bían ser completados por las máximas autoridades o por las personas con mejores

conocimientos de las características naturales, referencias históricas, datos de la

población y recursos económicos de cada poblado y sus alrededores.

El Cuestionario fue confeccionado por el Cosmógrafo Cronista Juan López de

Velasco como resultado de un proceso de sistematización y regulación del ejercicio

de la escritura que se inició desde el momento mismo en que Cristóbal Colón arribó

al Nuevo Mundo.

El 5 de septiembre de 1493 los Reyes Católicos enviaron a Colón una carta

en la que hacían referencia a la lectura “del libro que nos dejastes, y cuando más en

esto platicamos y vemos, conocemos cuán gran cosa ha sido este negocio vuestro

y habéis sabido en ello más que nunca e pensó que pudiera saber ninguno de los

nacidos (...)”.40 En otra epístola del 16 de agosto 1494 los Reyes exigen: “(...) algo

más queríamos que nos escribiésedes, ansí en que sepamos cuántas islas fasta aquí

se han fallado, y á las que habéis puesto nombres, qué nombre a cada una (...). Y

todos nos lo escribáis por nuestro servicio”.41 Es en una carta antes del cuarto viaje

donde los reyes especifican los términos de la solicitud: “Y habéis de informaros del

grandor de las dichas islas, é facer memoria de todas las dichas islas y de la gente

que en ellas hay y de la calidad que son, para que de todo nos traigáis entera re-

lación”.42 Este pedido marca el comienzo en la etapa de constitución de las relacio-

nes ya que señala su aspecto central: ver para informar de acuerdo a las necesida-

des de la Corona, no como un libre ejercicio de la observación.

El Diccionario de Autoridades define a las instrucciones como “los documen-

tos o principios de qualquier ciencia u doctrina, para el conocimiento y estudio de

ella. Se llaman asimismo aquellas órdenes particulares que se da a los Embaxadores

y otros ministros, para su dirección y gobierno, en el negociado que se les encarga”.

Todos estos registros remiten a un texto, pero también el diccionario señala que

instrucción “es la acción de influir”.

De esta definición se desprenden como rasgos de la instrucción su carácter

de documento oficial, que emitido por las autoridades influye y condiciona determi-

40 En Marcos Jiménez de la Espada. 1881: T. I, 20.

41 Idem, 21.

42 Idem, 21.

Page 146: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

146 MARÍA JESÚS BENITES

nadas acciones. Ese principio de influencia que ejerce el documento en quienes lo

reciben permite señalar algunas distinciones entre lo que se denomina Instrucción

de los documentos que, a partir de 1574, se institucionalizan bajo el nombre de

“Instrucción o Memoria” también llamados Cuestionarios.

A partir de las relaciones de los descubridores y pilotos que regresan

a España desde el Nuevo Mundo comienza a delinearse su geografía. En

ese ámbito, el conocimiento de la hidrografía era el más completo ya

que el material que presentaban las expediciones internas era menos

sistemático.43 La necesidad de obtener informaciones más precisas de-

termina que la Corona solicite la confección de un documento que sirva

como un recurso auxiliar para las descripciones geográficas.

En su insoslayable estudio Marcos Jiménez de la Espada (1881) detalla los an-

tecedentes en el proceso de sistematización de la información. Estos pueden delimi-

tarse en tres períodos. El primero es entre 1530 y 1540 en el que se inicia el pedido

regular de informes, de palabra o mediante memorial, a quienes se presentaban an-

te el Consejo. En esta década es importante mencionar una cédula real de siete asien-

tos, firmada el 8 de marzo de 1533 en Zaragoza por la Reina y el secretario real.44

Esta cédula aporta un principio organizador descriptivo de carácter general (Altuna:

2002) ya que representa, según Jiménez de la Espada, la instancia en que las relacio-

nes geográficas se convierten en una información con características específicas.

43 Con los datos hidrográficos se confeccionaba en la Casa de Contratación, el Padrón Real o

carta tipo de navegación que era actualizada de manera permanente de acuerdo a las informa-

ciones de los pilotos. Su diseño se inició aproximadamente en 1508, cuando se creó el cargo

de Piloto Mayor, puesto que fue ocupado por Américo Vespucio, Juan Díaz de Solís, Sebastián

Caboto, entre otros.

La mayor seriedad en las informaciones que brindaban los navegantes se debe precisamente

a que las naves debían ser comandadas por el piloto ya que muchas veces los capitanes de los

barcos no tenían necesidad de poseer conocimientos náuticos. En cambio, las expediciones

internas recorrían extensos territorios en búsqueda de riquezas y, en ocasiones eran coman-

dadas por analfabetos o por personas cuyo interés central estaba en averiguar donde se

encontraba el oro antes que en el de recabar información sobre la naturaleza o las costumbres

de los indígenas.

Como culminación a esta tarea, en 1522 la Casa de Contratación creó la Cátedra de Cosmogra-

fía y Náutica.

44 La cédula está dirigida al Gobernador y Oficiales de la provincia del Perú.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 147

Le sigue el período de los “modelos teóricos” de la década de 1550. Uno es un

memorial de Juan Páez de Castro de 1555 en el que aconseja ordenar información

en relaciones siguiendo el método de la encuesta directa y los datos numéricos; el

otro es un memorial de Alonso de Santa Cruz (1556 -57). El último período se inicia

en la década de 1560 y tiene como eje la reforma llevada adelante por Juan Ovando

y Godoy, quien sistemáticamente recaba información a oidores, oficiales reales,

religiosos para delinear las encuestas formales.

En 1571 Ovando visita el Consejo para elaborar las disposiciones que regu-

len definitivamente su administración. Esta tarea da como resultado las Ordenanzas

Reales del Consejo de Indias publicadas el 24 de septiembre de ese año. En ellas se

establece como principio para la organización del Consejo y como garantía de acierto

en sus resoluciones, la confección de un “Libro Descriptivo”45 de las posesiones en

el Nuevo Mundo. Esta tarea debía ser dirigida por el Cosmógrafo y Cronista Ma-yor

de Indias, cargo que se creaba en la misma Ordenanza.46 La versión definitiva se

promulga el 3 de julio de 1573 bajo el nombre de Ordenanzas e Instrucciones

Reales. El cuestionario pasa de doscientas a ciento treinta y cinco preguntas. El do-

cumento proporciona un “primer modelo descriptivo” (Altuna: 2002, 20) fundamen-

tado en el criterio de distinción de materias que intenta brindar una base interpretativa

para hacer inteligible la información sobre el Nuevo Mundo.47

45 Las informaciones recabadas en los libros descriptivos debían ser enviadas al Consejo de

Indias, cuyos miembros tendrían la tarea de elaborar un Libro Descriptivo de las Indias

proyecto que nunca llegó a concretarse.

46 “Ordenanza 117.- El Cosmógrafo Cronista que ha de haber entre los demás oficiales del

Consejo de Indias, haga y ordena las tablas de la cosmografía de las Indias, asentando en ellas

por su longitud y latitud y número de leguas, según el arte de geografía, las provincias, mares,

islas, ríos, montes y otros lugares que se hayan de poner en designo y pintura. (...).

Ordenanza 118.- Otrosí el dicho cosmógrafo tenga cargo de calcular y averiguar los eclypsis

de la luna y otras señales, si hobiere, para tomar la longitud de las tierras, y envíe memorias de

los tiempos y horas en que se haya de observar en las Indias a los gobernadores della con la

orden e instrumento necesarios (...)”. En Jiménez de la Espada. 1881, 61 – 62.

Esta enumeración de las actividades que debe realizar el Cosmógrafo Cronista exponen el

caudal de conocimientos científicos que debía poseer quien ocupara el cargo.

Recordemos que Sarmiento de Gamboa, a pedido del virrey Francisco de Toledo, observó y

anotó el eclipse de luna del año 1578.

47 Elena Altuna (2002) señala que en estas Ordenanzas se encuentra reflejada la división entre

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148 MARÍA JESÚS BENITES

El esquema de cincuenta preguntas o capítulos corresponde a López de Velasco

quien sucede a Ovando y Godoy en el cargo de Cosmógrafo y Cronista. Este Cues-

tionario, consolidación del modelo descriptivo, es impreso en 1577 como Instruc-

ción y Memoria para la formación de las relaciones y descripciones de los pueblos

de Indias y enviado a todos los dominios.48

En su estructura se reconocen cuatro apartados generales hacia los que se

orientan las preguntas: las interesadas en averiguar detalles (climáticos, poblacio-

nales, institucionales) sobre las ciudades habitadas por españoles; las preguntas di-

rigidas a informar acerca de los asentamientos indígenas; las preguntas que apelan

a la descripción de las riquezas vegetales, animales y minerales y de las ciudades;

las orientadas a detallar puertos e islas.49 El documento con las preguntas era acom-

pañado por una serie de directivas que debían cumplir, de manera rigurosa y eficaz,

los encargados de realizar el cuestionario.50

Estos lineamientos permiten a la Corona adquirir un conocimiento abarcador

y confiable de sus posesiones. La “Instrucción y Memoria” propone las bases para

Historia Natural y Moral. Además en ellas “es interesante constatar la importancia que se le atri-

buye al conocimiento del “otro” en este momento; se destaca, en este sentido, el interés por el

pa-sado precolonial y por los contactos y cambios producidos con la llegada de los españoles”

(21).

48 En 1584 se realizó una reimpresión. Asimismo López de Velasco escribió, en 1574, un libro ti-

tulado Descripción y demarcación de las Indias Occidentales donde detallaba las posesiones

españolas desde las islas del Caribe hasta las Filipinas. Mignolo señala (1999) que su obra Ve-

lasco “dividió los territorios españoles en tres partes: Indias Septentrionales (Indias del norte)

que comprendían el área desde Florida hasta el Estrecho de Panamá; Indias Meridionales (In-

dias del sur), desde el Estrecho de Panamá hasta la Patagonia y las Indias del Poniente (Indias

orientales) que incluían las Filipinas, Molucas y otras” (244). La traducción me pertenece.

49 El primer grupo de preguntas comprende los capítulos 1 al 10, el segundo los capítulos 11 al 15;

el tercero abarca los capítulos 16 al 37 y el último los capítulos 38 al 47.

50 “Y leyendo attentamente cada capítulo de la memoria, escriuiran lo que huuiere que dezir a el,

en otro capítulo por sí, respondiendo a cada uno por sus números, como va en la memoria, uno

tras otro y en lo que no huuiere que decir, dexarlos han sin hazer mención de ellos, y passaran

a los siguientes, hasta acabarlo de leer todos, y responder lo que tuuieren que dezir: como

queda dicho, breue y claramente, en todo, afirmando por cierto lo que lo fuere, y lo que no,

poniéndolo por dudoso: de manera que las relaciones vengan ciertas, conforme a lo conteni-

do en los capítulos siguientes”. En Jiménez de la Espada: 1881, 115. Las cursivas son mías.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 149

una “descripción de lo visible” que acerque “el lenguaje lo más que sea posible a la

mirada que observa; y las cosas observadas lo más que sea posible a las palabras”

(Foucault: 1991, 132).51

La “Instrucción y Memoria” se transforma en un sistema de verificación que

pretende incorporar una mirada científica que especifique, clasifique, distinga y or-

dene los elementos naturales. Es un modelo de registro basado en un principio

organizativo – descriptivo de la realidad. Para Walter Mignolo (1982) con la instaura-

ción del cuestionario y el envío de las respuestas se inicia la etapa oficial en la

escritura de las denominadas Relaciones Geográficas de Indias.52 En tal sentido,

considero que la escritura de las etapas anteriores que Mignolo denomina en su

estudio no oficial, no puede señalarse como tal ya que el acto de escribir se encuen-

tra claramente regulado por aquellos pedidos de información que emanan de los

reyes, virreyes o el Consejo de Indias.

La escritura sobre la geografía del Nuevo Mundo, de manera específica en el

siglo XVI, tuvo como destinatarios a los miembros de las instituciones de la monar-

quía. Lo que se evidencia son distintos estadios en la sistematización de la escritura.

Pero además, como señala González Echevarría (1998), el acto de escribir determi-

naba para los sujetos su pertenencia al estado; el envío de innumerables documen-

tos, acentuaba el carácter legalista y burocrático que terminó por invadir a la admi-

nistración española.53

En forma paralela a este proceso de sistematización de las informaciones,

a partir de la observancia de un cuestionario, coexisten textos también llamados

instrucciones, pero cuyo principio organizativo es la necesidad de transmitir directi-

vas y órdenes a quienes inician una travesía. Estos documentos no predeterminan

un ejercicio posterior de escritura, como, por ejemplo, la Instrucción entregada a

Fernando de Magallanes.

51 Foucault realiza estas afirmaciones cuando se refiere a la historia natural.

52 El autor reconoce tres períodos: uno no oficial, que se extiende desde 1505 hasta 1574, el

oficial, que se inicia con el cuestionario y un tercer momento marcado por los libros que se

modelan bajo el mismo principio organizativo de las relaciones cuya base es el cuestionario.

53 Lo que podría denominarse etapa oficial de la escritura se inicia con la creación de la Casa de

Contratación de Sevilla el 20 de enero de 1503 y posteriormente con el Consejo de Indias el 14

de septiembre de 1519.

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150 MARÍA JESÚS BENITES

La “Instrucción y Memoria” requiere actos como los de observar, describir,

medir, que guían las acciones básicas que la sustentan: preguntar – responder. Las

instrucciones que acompañan a los viajeros remiten a ordenar, cuidar, prohibir, to-

mar posesión, acciones que efectivizan el dominio sobre los territorios y los habi-

tantes sin necesidad de un registro escrito.

En la Relación de su primer recorrido por el Estrecho de Magallanes (1580),

Sarmiento escribe guiado por la “Instrucción” que le entregara el virrey Toledo donde

claramente se ordena como tarea la escritura. Este texto no sólo dirige la observa-

ción y ordena las acciones sino que además establece los contenidos sobre los que

debe dar cuenta quien escribe. En sus preguntas abarca todos los aspectos referidos

a la indagación, determinando aquello que debe ser observado y trascendido a la

dimensión de la escritura y lo que no. A nivel sintáctico la “Instrucción” se estructura

a partir de los verbos mandar y ordenar lo que se refleja en las directivas acerca de

lo que debe hacer, lo que debe mandar a hacer y sobre lo que se debe escribir.

La lista del hacer es extensa e involucra aspectos como los de cuidar a la tri-

pulación, notificar, seguir el derrotero, nombrar los lugares que se descubran, to-

mar posesión de las tierras y acercarse a los pobladores.

VIII. Tomaréis posesión en nombre de Su Majestad de todas las

tierras de las provincias y parte donde llegáredes, haciendo la solem-

nidad y autos necesarios (8).

IX. Hablaréis con los de la tierra y tendréis pláticas y conversacio-

nes con ellos, procurando entender las costumbres, cualidades y ma-

nera de vivir dellos y de sus comarcanos, informándoos de la religión

que tienen, ídolos que adoran, con qué sacrificios y manera de culto, si

hay entre ellos alguna doctrina o género de letras; cómo se rigen y

gobiernan, si tienen reyes, si éstos son por elección o derecho de

sangre, o si gobiernan por repúblicas, por linajes, qué rentas, tributos

dan y pagan, e de qué manera y a qué personas, e qué cosas son las

que ellos precian (8 – 9).

Los elementos que la Instrucción considera relevantes se sintetizan en las

acciones de describir la población y la gente, anotar la altura de las estrellas y, de

manera general, referir todo aspecto sobresaliente.

V. En todo el viaje que llevardes no habéis de perder el cuidado (...) de

ir echando vuestros puntos y mirando con cuidado las derrotas, corrientes,

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 151

aguajes, que halláredes, y los vientos que en los tiempos de vuestra nave-

gación os corrieren, y los bajos y arrecifes, islas, tierras, ríos, puertos,

ensenadas, ancones y bahías que halláredes y topáredes (7 - 8).

La Instrucción que conduce la escritura del viajero se presenta como un

instrumento con múltiples funciones. Por un lado, es un mecanismo que permite

sistematizar el ejercicio de la observación para elaborar una taxonomía de los obje-

tos naturales. Impera el valor fundamental de ser testigo de vista en tierras casi

inexploradas. Por el otro, responde a la necesidad de obtener una información más

objetiva y confiable con datos útiles para el envío de futuras expediciones.

VI. Al tiempo que os halláredes en la altura de la entrada del Estre-

cho, iréis con mucho mayor cuidado de ver todas las particularidades

de mar y tierra que halláredes, atendiendo a las comodidades de po-

blaciones que por allí puede haber; (...) y procurar con vigilancia sa-

ber todas las bocas que tiene el estrecho a la entrada del mar y medir-

las, poniéndoles nombres a cuantas fueren (8).

IX. Y hallando algunas poblaciones de indios, después de habellos

acariciado y dado de las cosas que lleváis de tiseras, peines, cuchillos,

anzuelos, botones de colores, espejos cascabeles, cuentas de vidrio y

otras cosas de las que se os entregan, procuréis llevar indios para

lenguas (...) si en la tierra hay metales y de qué cualidad, si hay

especiera o alguna manera de drogas cosas aromáticas, para lo cual

lleváis algunos géneros de especias, así como pimienta y clavos, ca-

nela, jengibre, nuez moscada.54 Asimismo os informaréis si hay algún

género de piedras o cosas preciosas de las que nuestra nación estima;

y sabréis los animales domésticos y selvajes y la calidad de las plan-

tas y árboles cultivados e incultos que hubiere en la tierra (8).

Existe un último aspecto en el que me interesa detenerme y es el de los roles

textuales y sociales que determina la Instrucción. El virrey Toledo instaura el man-

dato de una escritura que no lo tiene a él como destinatario sino al Consejo de

Indias y finalmente al Rey.

Las acciones de ordenar y escribir establecen una serie de mediaciones ya

que Toledo dictamina que Sarmiento establezca las normas que deben cumplir y ha-

54 En esta parte de la Instrucción, como en muchas otras, se advierte el desconocimiento de las

tierras hacia donde se emprende la travesía.

Page 152: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

152 MARÍA JESÚS BENITES

hacer cumplir quienes ocupan las jerarquías inferiores. De esta manera el Capitán

redacta una “Orden” en donde refleja el modo en que el discurso ha sido diferido.

Esto supone, “un circuito de delegación de la palabra” (Altuna: 2002, 28) pautado

por la estructura jerárquica que estable el texto.

El capitán Pedro Sarmiento, capitán superior de la armada de Su

Majestad para el descubrimiento del Estrecho de Magallanes, digo que

porque una de las cosas que el excelentísimo señor Don Francisco de

Toledo (...) encarga en su instrucción a mí y al almirante de la dicha

armada, es que vamos juntos y en conserva (14).

Todas las acciones de la “Orden” se circunscriben al mundo de los tripulantes

fijando los límites y las medidas punitivas para quienes los transgreden: “I.- encar-

go al dicho almirante (...) que procure con todas sus fuerzas de escusar y prohibir

los juramentos y blasfemias con que Dios Nuestro Señor tanto se ofende. II. Prohibi-

rá los juegos (...). III. Que se eviten pendencias y disensiones. Y si acaso, lo que

Dios no quiera, procure con brevedad y sumariamente castigallas por la ley de la mi-

licia como el caso lo requiere sin demandas ni respuestas de procesos" (15 - 16).55

La situación comunicativa establece, entonces, dos movimientos: uno des-

cendente que es el de la acción coercitiva del mandato de escribir: del virrey, como

representante del Rey, al Capitán, de éste al Almirante; y un movimiento ascenden-

te que es el del cumplimento en el ejercicio de una escritura que tiene como último

destinatario al Rey, figura en la que se abre y cierra el recorrido.56

El mandato se ordena en un texto y se cumple en otro que es entregado a las

autoridades para cumplir con lo solicitado y evitar “caer en mal caso y de las otras

penas en que caen e incurren lo que no guardan las instrucciones y orden que en

nombre de Su Majestad del Rey nuestro señor les son dadas” (13). Aquí la Instruc-

ción supone un ejercicio coercitivo del cumplimiento que establece y hace visible

una vez más la jerarquía que en él subyace y el efecto de poder que crea en

aquellos a quienes se dirige.

55 La orden redactada por Sarmiento es un discurso que pone en funcionamiento un aparato

disciplinario para tener el control sobre las relaciones humanas durante la expedición. El texto

impone lo que Foucault (1998) denomina una “vigilancia jerárquica”, que se ejerce a través de

las miradas que deben ver sin ser vistas y castigar.

56 En estas consideraciones sigo a Walter Mignolo (1987).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 153

Obedecer el mandato de escritura determina una mirada imperial que regis-

tra los componentes de la naturaleza, las características geográficas y las costum-

bres culturales de sus pobladores y que, de manera fundamental, sustenta el pro-

yecto colonizador.

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154 MARÍA JESÚS BENITES

II- Hacia una retórica de las relacionesII- Hacia una retórica de las relacionesII- Hacia una retórica de las relacionesII- Hacia una retórica de las relacionesII- Hacia una retórica de las relaciones

"(...) que todo lo contenido en esta

relación y derrotero es verdad."

Pedro Sarmiento, Relación de 1580

Los textos designados como relaciones, escritos durante la conquista y colo-

nización del Nuevo Mundo, establecen una compleja situación comunicativa que se

expresa precisamente en la Instrucción y Memoria “de las relaciones que se han de

hacer y una memoria de las cosas que se han de responder”. Walter Mignolo (1982)

trabaja con las obras predeterminados por el Cuestionario en las que señala rasgos

organizativos y pragmáticos. Los primeros reflejan un modelo creado sobre la base

de las necesidades que brotan de la información que se desea obtener. El rasgo

pragmático es definido por el hecho de ser escritas por letrados. Los textos en los

que se detiene poseen el sentido específico de “relato o informe solicitado por la

Corona” (70) definición que alude a las producciones oficializadas por el cuestiona-

rio de López de Velasco.

En el análisis de los escritos que el propio Sarmiento identifica como relacio-

nes rescato el sentido original que brinda el Diccionario de Autoridades cuando

define relación como “la narración o informe que se hace de alguna cosa que suce-

dió”. Priorizo entonces el rasgo narrativo que aleja la escritura del navegante de un

mero pedido de informes.

De todas maneras, estas relaciones pertenecen al ámbito de lo público y

oficial ya que están dirigidas al Rey y el relato se circunscribe a referir los aconteci-

mientos de la peripecia. Reconozco distintos momentos en los que la escritura se

acerca y aleja del cumplimiento del mandato. Es posible rastrear el proceso me-

diante el cual Sarmiento de Gamboa abandona progresivamente el gesto descripti-

vo de la escritura por encargo, y empieza a relatar los acontecimientos.

La Relación de 1580 es un texto que contesta y cumple con la función básica

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 155

de referir aquello que previamente se ha pedido. Las relaciones de 1583, 1584 y

1590 surgen de la necesidad de ofrecer una narración como único medio de defensa

y de solicitud de recompensas. La primera es una escritura que abunda en las

descripciones, la segunda es invadida por lo narrativo.

La instrucción que orienta del acto de escribir, determina que el material in-

formativo de la Relación de 1580 sea organizado sobre la base de dos movimientos

dentro del cuerpo del relato. Por un lado el de la descripción enumerada de plantas

y animales57 y el de las entradas y posibles puertos con la intención de aconsejar a

los futuros navegantes, explicitada en la apelación a una segunda persona.58 Por

otro, el de la narración detallada y cronológica de las actividades cotidianas que

realizan los tripulantes.59 Esta primera relación es la que más se acerca a la solici-

tud del cuestionario pero, como analizaré en el siguiente apartado, lo descriptivo no

es el único gesto que aparece. La escritura está marcada por un narrador que

irrumpe en el texto con su presencia. En las relaciones del segundo viaje se refieren

sucesos que apartan los textos progresiva y sustancialmente de los requerimientos

de la Instrucción. Sarmiento relata acontecimientos que ante su magnitud, requie-

ren un espacio textual y que desplazan el acto de cumplir con un mandato.

Identifico cada escrito como “relato de viaje",60 para dar cuenta tanto de su

sentido de informe en un marco oficial de circulación, como de un contexto particu-

lar de producción: una empresa marítima colonizadora a un confín inhóspito. Me

interesa, entonces determinar los elementos textuales dominantes en los relatos de

57 “Hay en las montañas pájaros chicos, negros como tordos, y pardos como zorzales, cantores,

buharros, grandes, cernícalos y gavilanes” (1950, 39).

58 “Puédeste arrimar a la tierra sin miedo, porque no hay más de lo que parece” (1950, 36).

59 “Desde lunes hasta martes a mediodía, 27 de octubre, con sueste y susueste bonancible,

entrando y saliendo la vuelta al sudueste y del susudueste. Echéle el camino al sudueste,

porque este día arribamos sobre la almiranta. anduvimos 15 leguas. Este día, a las ocho de la

mañana, nos dió el primer aguacerito del sudueste, que nos dejó viento fresco en la vela, y con

él fuimos al sudueste, y pasado el aguacerillo, volvió el viento al sueste bonancible, que no nos

dejaba ir al susudeste. Los aguacerillos no llueven más que un rocío poco y muy menudo, y

traen viento fresco. Hace por este clima más calor que frío, mas muy buen temple; cielos, mar

y viento apacible” (19).60 Elena Altuna (1999) señala también el entrecruzamiento entre la relación geográfica y el relato

de viaje y afirma que “ambos tipos de textos proponen, en un desarrollo paralelo a la cartogra-

fía, un modo común de observar y categorizar el espacio indiano” (208).

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156 MARÍA JESÚS BENITES

viajes de Sarmiento de Gamboa. En tal sentido, el punto de partida es la clasifica-

ción de los textos que establece quien los escribe. En determinados casos, desde los

mismos encabezados, puesto que en algunos figura el vocablo “viaje”, se imprime

ya a la escritura una dimensión espacial que señala un recorrido y desplazamiento

hacia territorios nuevos y desconocidos.

Lo primero es reconocer quién habla en el texto. En este aspecto es necesa-

rio realizar algunas consideraciones ya que el sujeto textual se inscribe desde dis-

tintos lugares. Hay una alternancia en el uso de una primera persona, singular y

plural, y una tercera del singular. Esta alternancia hizo pensar a algunos editores

que el navegante dictaba sus relaciones (Sarabia Viejo: 1988). El afán por superar

todas aquellas dudas que impedían un acercamiento riguroso a su escritura deter-

minó la necesidad de consultar los manuscritos originales.

El primer acercamiento tuvo la finalidad de determinar cuáles eran los aspec-

tos distintivos de la letra del viajero.61 Establecí que existen dos grupos de manus-

critos: aquellos escritos de puño y letra por Sarmiento y otros sólo firmados.62 Los

textos autógrafos de las Relaciones presentan la oscilación entre la primera perso-

na del singular y plural, y la tercera del singular, que se mantiene aun cuando el

manuscrito sea una copia. Puedo afirmar que esta oscilación en el uso de los pro-

nombres personales no responde a un texto dictado y que constituye un rasgo con

dis-tintos matices.

La tercera persona del singular provoca un efecto de distanciamiento. El que

escribe, Sarmiento, se desdobla en un “él” con el que se autorepresenta, ausentán-

dose.63 Las acciones puntuales están señaladas desde una tercera persona que se

registra en la escritura como “Pedro Sarmiento” para, desde un nivel diferente,

enumerar las múltiples actividades que desempeña dentro de la organización de la

Armada. Estas acciones objetivas son las que sostienen el eje narrativo del texto, y

61 La escritura de Sarmiento de Gamboa se adscribe a la denominada humanística. Este tipo de

letra se introduce en España en el siglo XV proveniente de Italia y por eso es conocida también

como itálica. Su origen se debe, quizás, a los renacentistas florentinos quienes trataron de

buscar una letra que los distinguiera de la letra gótica propia del Medioevo.

62 En este aspecto se presentan distintas variantes. En algunos sólo consta la rúbrica final de

Sarmiento, en otros la probanza inicial o el saludo y aclaraciones finales son de su puño y letra.

63 Emile Benveniste (1971) define la tercera persona como “ausente” o “no persona”.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 157

por los detalles específicos que brindan, poseen mayor importancia en un contexto

oficial. La narración de lo vivido es uno de los gestos que organiza el relato de viaje.

La tercera persona funciona además para introducir discursos diferidos que

ponen en escena diálogos o extensas alocuciones de aliento a los viajeros. Estos

tramos se insertan anunciados por la fórmula: “dijo Pedro Sarmiento” que permite

reproducir no sólo lo expresado por el narrador sino también el discurso de los

“otros”64 a los que se opone. Precisamente, es la actitud hacia los “otros” la que per-

mite comprender los tonos del discurso. El contexto de la comunicación queda con

este recurso dramatizado.

La primera persona del plural marca un nosotros inclusivo donde el narrador

se asimila a los miembros de la tripulación. En las relaciones del primer viaje casi no

aparece pero en las del segundo el nosotros se funde para enfrentarse a un “ellos”.

Este “nosotros” es una proyección de un “yo” que se enfrenta y contrapone a un

“él”. La primera persona del singular se aleja del relato objetivo de los hechos, se

transforma en el centro de la materia textual para exponer una subjetividad tradu-

cida en emociones. La escritura desde esta primera persona tiene como destinata-

rio a un “tú” lector, asimétrico: el Rey. Este uso del yo desvía el eje narrativo y

descriptivo del texto y pone al descubierto los estados internos del sujeto.

Esta alternancia permite rastrear las representaciones del sujeto textual y

las relaciones que establece en distintos momentos con quienes lo acompañan en la

travesía. El narrador se presenta como un viajero, un navegante. A diferencia de

aquellos que recorren el espacio caminando, quien navega establece con el bar-

co una proyección de sí mismo. El caminante puede recorrer territorios extensos sin

compañía, con un medio propio: su cuerpo.65 El barco, en tanto, es un medio que

64 Parto del concepto estético sobre el “otro” que recorre las indagaciones de la obra bajtiniana.

Para Bajtín el “otro” es una categoría estética fundada en la mirada del autor sobre su héroe.

Véase Estética de la creación verbal. El sentido en que uso el término se acerca a estas

consideraciones ya que Sarmiento de Gamboa se representa en su texto a partir de la relación

con un otro. Además, he considerado apropiado utilizar su propuesta porque transciende la

reflexión literaria; proporciona, en este caso particular, una lectura acerca de las relaciones

humanas.

65 Sigo algunas de las consideraciones de Silvia Tieffemberg (2001) quien ha trabajado la figura

del caminante en la Descripción breve del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605) de

Reginaldo de Lizárraga. En el período colonial existen otros textos que presentan a quienes re-

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158 MARÍA JESÚS BENITES

colectiviza la experiencia del viaje.

El mundo del barco genera entonces, un campo léxico semántico que da

cuenta de la peripecia. Hablo de campo léxico – semántico porque me detengo en

un nivel lingüístico donde observo términos recurrentes que lo constituyen. Allí se

fusionan palabras técnicas que perfilan el mundo de la navegación con los nombres

de las enfermedades que afectan a los hombres y de las que deterioran los barcos.

Las tensas situaciones que genera la travesía forman parte de este campo. En la

escritura está siempre presente el temor al motín y la huída, dos facetas distintas

pero complementarias de la traición. El viento, las corrientes, los movimientos del

mar son la permanente amenaza del naufragio que se inscribe con patetismo con-

tundente en los ahogados.

Otro rasgo sobresaliente es la relación espacio – escritura que se establece

en los textos ya que ésta revela el recorrido, el desplazamiento del discurrir de la

navegación. El itinerario forma parte de la materia textual hasta tal punto que el

acto de escribir adquiere un paralelismo con el de trazar un mapa. Trazar y escribir

son dos de las acciones fundamentales marcadas por la instrucción, ambas tareas

se ejercen sobre un espacio que mientras es definido por líneas, alturas y distancia,

es recorrido y poseído.

El reconocimiento del territorio explicita el otro gesto que estructura el relato

de viajes: el descriptivo. La escritura da cuenta de una mirada que se detiene en los

detalles del paisaje y también en el encuentro con ese otro que lo habita. Se cons-

truye un espacio no sólo físico sino también cultural.

El trazado del mapa y la exposición verbal de la geografía que hace el viajero

- cartógrafo se constituyen en representaciones verdaderas y determinantes de los

nuevos territorios. Los relatos de viajes de Sarmiento son, entonces, de exploración

corren grandes extensiones caminando como Corónica y buen gobierno de Guamán Poma de

Ayala quien se representa, en uno de sus inconfundibles dibujos emprendiendo el camino

apoyado en un bastón y El Lazarillo de ciegos caminantes de Alonso Carrió de Lavandera en

el siglo XVIII, relato en el que el protagonista recorre 946 leguas en diecinueve meses.

Elena Altuna (2002) señala que en la nueva versión del “Cuestionario” elaborada en 1604 se

menciona por primera vez la figura del caminante y afirma que el mismo “en virtud de la

experiencia adquirida, produce una información basada en ‘lo visto y lo vivido’, lo que otorga a

los textos una fuerte dimensión pragmática” (208).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 159

y contemplan la configuración territorial. Si bien he señalado que se distinguen de las

relaciones geográficas, el espacio es una dimensión determinante tanto en su sentido

racional como en uno emocional ya que las distancias que se recorren se llenan de

significaciones tanto para el que las atraviesa físicamente como para aquél que, des-

de la distancia y a través de la lectura, las transita con la mente.66 Además, la infor-

mación que comunican es fundamental para el control desde la metrópoli.

El vínculo racional con la geografía es guiado por el acto imperial de dominio,

el emocional establece una relación en la que se involucra el propio cuerpo que lo

atraviesa y permite reconocer los momentos eufóricos y de decepción que transmi-

ten los textos de acuerdo a la vivencia con ese entorno. Beatriz Pastor (1983)

despliega dos tipos de discursos: uno mitificador que transmite la visión de América

como un botín y otro demitificador que se concreta en dos expresiones: el naufragio

y la rebelión. En estas escrituras del fracaso se introducen como elementos esen-

ciales la naturaleza en tanto suma de fuerzas violentas, incontrolables y destructo-

ras y el sufrimiento como elemento central del mensaje.

Los relatos de viajes de Sarmiento exhiben componentes comunes con este

segundo momento: el paisaje desaparece como concepto estético y la naturaleza

se transforma en un enemigo; la exploración se denigra en vagabundeo; hay una

cancelación del móvil de la riqueza y la escritura se orienta hacia la de servicio. Si

bien en los relatos sarmientinos se advierte este movimiento descendente, el cartó-

grafo transformado en náufrago jamás se aparta de los objetivos colonizadores.

Los expedicionarios harapientos representan la epopeya de un héroe que posee tal

grado de sometimiento al Rey que desconoce la agonía de sus hombres.

Este entrecruzamiento de significaciones, al que denomino narrativa del de-

samparo, se apodera de la escritura en la medida en que el sujeto se reconoce en

el desconsuelo e inscribe en el texto el padecimiento del propio cuerpo. Sigo los

cambios de posición que adopta este sujeto colonial múltiple y fracturado que se

representa, en un comienzo, como cosmógrafo y lúcido marinero pero que termina

apagándose, en una inscripción invertida de sí mismo, en un suplicante que, en la últi-

66 Sigo las observaciones de Edward Said (1990). En el caso de las Relaciones Geográficas de

Indias, considero que se trató de alcanzar una sistematización del espacio para constituir un

“archivo” de imágenes objetivas sobre el Nuevo Mundo. Precisamente lo que se intentó con la

implementación de la “Memoria e Instrucción” fue despojar lo emotivo en la descripción del

territorio. Este objetivo del Consejo de Indias, no siempre se concretó.

Page 160: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

160 MARÍA JESÚS BENITES

ma etapa, sólo pide (exige) recompensas.

El relato de viaje es un tipo de escritura que se produce en espacios sociales

en los que “culturas dispares se encuentran, chocan y se enfrentan, a menudo en

relaciones de dominación y subordinación fuertemente asimétricas” (Mary Louise

Pratt: 1997, 22). El Estrecho se constituye desde el viaje de Magallanes y la escritu-

ra fundante de Pigafetta, en una “zona de contacto” 67 en la que se establecen

relaciones improvisadas tanto a nivel espacial y temporal entre sujetos separados

cultural, lingüística y geográficamente.

En el relato de viaje la escritura intenta sujetar territorios casi desconocidos

e inexplorados. La necesidad de sistematizarla no es más que una proyección del

deseo de apoderarse del territorio. En el acto de escribir se refleja esa necesidad de

poseer el espacio y dominar a quienes lo habitan aunque las inclemencias de la

naturaleza y las flaquezas humanas lo transformen en una experiencia temeraria.

Por esto el relato de viaje es un tipo de texto en cuya realización el narrador entre-

mezcla descripciones del paisaje con el sufrimiento, el penoso vagabundeo con la

exploración de las costas, aspectos múltiples de una escritura guiada siempre por

una pluma imperial.

67 Pratt trabaja este concepto en las obras de los viajeros que recorren desde 1750 el Nuevo

Mundo y África.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 161

III- III- III- III- III- RelaciónRelaciónRelaciónRelaciónRelación de 1580: La escritura de la de 1580: La escritura de la de 1580: La escritura de la de 1580: La escritura de la de 1580: La escritura de laeuforiaeuforiaeuforiaeuforiaeuforia

"Y habiéndolos aparejado y reparado,

con nueva alegría nos hicimos a la vela."

Relación de 1580

La primera Relación comprende un período que abarca desde el 11 de octu-

bre de 1579, día de la partida desde el Callao, hasta el 17 de agosto de 1580.68 El

objetivo de la expedición es el reconocimiento de los territorios del Estrecho de

Magallanes para un futuro establecimiento fortificado que proteja las costas de los

piratas ingleses. Sarmiento expresa desde el comienzo los objetivos y dificultades

de la empresa. Este inicio perfila una necesidad de reconocimiento al esfuerzo que

significa recorrer una zona inhóspita y acrecienta el heroísmo de quien la encabeza.

Determinó en enviar [Francisco de Toledo] a descubrir el Estrecho de

68 Bernardo Iriarte edita por primera vez este texto bajo el título de El viage al Estrecho de

Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa en los años de 1579 y 1580 y noticia de

la expedición que después hizo para poblarle, Madrid: Real de la Gazeta, 1768. Ángel Rosenblat

la edita, partiendo de Iriarte, como “Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa sobre su primer viaje

al Estrecho de Magallanes”. Tomo I, 3 - 176. A ella pertenecen todas las citas que utilizo.

Me interesa referir algunos detalles sobre mis indagaciones para poder consultar el manuscrito.

Bernardo Iriarte refiere que encontró el manuscrito en la Real Biblioteca. En la instrucción se señala que

debían hacerse cuatro copias. En el Archivo General de Indias de Sevilla busqué infructuosamente

alguna. Guiada por los datos de Rosenblat y de Sarabia Viejo quienes confirman la ubicación del

manuscrito en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, me dirigí a esa deslumbrante Biblioteca. Allí, no

pude dar con él. En la Sala “Miguel de Cervantes Saavedra” de la Biblioteca Nacional, cumplí la última y

esperanzada etapa de rastreo. En el catálogo figuraba el manuscrito, sin embargo, al hojearlo advertí

que se trataba de una copia posterior. Desde ese momento, pensé que, como había sucedido con

Historia Indica, el manuscrito habría tenido un destino diferente y que estaría perdido en algún anaquel.

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162 MARÍA JESÚS BENITES

Magallanes, que por esta Mar del Sur se tenía casi por imposible po-

derse descubrir, por las innumerables bocas y canales que hay antes

de llegar a él donde se han perdido muchos descubridores que los

gobernadores del Pirú y Chile han enviado allá; y aunque han ido a

ello personas que entraron en él por el Mar del Norte, nunca lo acerta-

ron, y unos se perdieron y otros se volvieron tan destrozados de las

tormentas, desconfiados de lo poder descubrir, que a todos ha puesto

espanto aquella navegación (5).

La flota estaba compuesta por dos naves; la nao mayor “Nuestra Señora de la

Esperanza” en la que iba Sarmiento y la “San Francisco” de la que fue nombrado Almiran-

te Juan de Villalobos. El propio Capitán se encargó de reunir los ciento doce hombres,

entre soldados y marineros, para la travesía. La instrucción especificaba que, una vez

descubiertas las entradas al Estrecho, uno de los navíos debía volver al Perú y el otro

dirigirse a España para informar a Felipe II los resultados. El relato de-talla los aconteci-

mientos suscitados en la empresa de manera prácticamente cotidiana.69

Durante la travesía Sarmiento encara distintas expediciones de reconocimien-

to por los múltiples archipiélagos que se multiplican en el Pacífico. El día 21 de enero

de 1580 deciden navegar por mar abierto hasta encontrar la boca del Estrecho, pero

un temporal pone en peligro a la tripulación y las naves. Después de esta tormenta el

navío comandado por el Almirante no se une al de Sarmiento. Antes de seguir la

Al entrevistarme en Santiago de Chile con el Dr. José Miguel Barros Franco y al comentarle mi

periplo en pos del texto, me pidió que aguardara unos minutos. Cuando regresó traía en sus

manos una copia del original, advertí que la letra era la de Sarmiento y que los dibujos que

ilustran la edición de Iriarte y las sucesivas son una estilización de los que él trazó de manera

más sencilla. El Dr. Barros encontró el documento en Filadelfia, Estados Unidos, entre los

manuscritos de “The Philip H. & A.S.W. Rosenbach Foundation”. La relación está escrita de

puño y letra por Sarmiento, contiene su firma y la de los demás miembros de la tripulación de

"Nuestra Señora de la Esperanza". Además, está refrendada por el escribano Joan de Esquivel,

quien la autenticó el 17 de agosto de 1580.

A las ediciones de Iriarte y de Rosenblat se suman otras parciales. Existe una de 1944

realizada por Julio Guillén Tato y publicada por el Instituto Histórico de Marina de Madrid. El texto

ha sido editado además por Juan Bautista González en Historia 16 (Madrid: 1987) y Justina

Sarabia Viejo en Alianza. (Madrid: 1988). En la dirección de internet www.artehistoria.com

puede leerse en su totalidad la edición preparada por González.

69 En tal sentido, este texto sarmientino es el que más se aproxima a un “diario” o “libro” de

navegación.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 163

travesía el Capitán espera en vano durante diez días que Villalobos aparezca en

el Puerto de la Misericordia.70

El 2 de febrero arriban al Estrecho de Magallanes. El narrador se presenta

desde una tercera persona que objetiviza las acciones desde la distancia. El sujeto

introduce a “Pedro Sarmiento” que se desplaza en el texto realizando diversas ac-

ciones individuales y concretas que marcan el rol social que cumple: “Este día man-

dó Pedro Sarmiento al almirante Juan de Villalobos que no pasase delante de la

capitana” (19); “Muchas dellas pagó Pedro Sarmiento, y otros se obligó por ellas”

(18); “Pedro Sarmiento nombró a esta bahía Golfo de la Sanctísima Trenidad” (27).71

La mayor distancia de la tercera persona del singular se advierte en los

tramos descriptivos del relato en los que se entrecruzan la relación espacio - escri-

tura. En ellos la voz narradora se ausenta y despliega los elementos del paisaje. El

texto es una manifestación de la necesidad de novedad que invade al mundo

renacentista. Si bien Antonio Maravall (1986) señala que la admiración era despertada

por el descubrimiento de novedosas técnicas de construcción, u otras manifestacio-

nes,72 el navegante describe los elementos de la naturaleza que caracterizan el

espacio que se recorre, plasmando una mirada detallada y cercana a lo científico.

Viéronse [se refiere a los pingüinos] una manera de patos pardos y

bermejos sin plumas, que no vuelan, sino vuelapié corren, y por el

agua no se pueden levantar sino a vuelapié, dando con los alones a

manera de remo. Huyen por el agua con mucha velocidad, y dejan un

rastro por el agua como un batel cuando boga; huyen tanto, que un

buen batel a la vela a popa no los alcanzara con buen viento (39).73

70 Desde los primeros días Sarmiento observó que la nave almiranta iba, a pesar de las adverten-

cias, siempre adelante. Los primeros enfrentamientos se suscitaron cuando el Capitán le

advirtió al piloto Hernando Lamero “que siguiese la capitana de día y de noche, so pena de

privación de oficio y que enviaría a la almiranta quien la marease; y al almirante le mandó, so

pena de la vida, no se apartase de la capitana de día ni de noche” (24).

71 El énfasis en los verbos es mío.

72 Me refiero al capítulo titulado “La circunstancia del descubrimiento de América” incluido en

Antiguos y Modernos.

73 En este fragmento se advierte que los términos comparativos pertenecen a un manejo de la

realidad próxima al sujeto, como es la navegación.

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164 MARÍA JESÚS BENITES

Aunque en su escritura recurre para la explicación a la estrategia del símil,74

Sarmiento no es dominado por la compulsión analógica directa con el mundo euro-

peo que invade el proyecto escriturario de Cristóbal Colón. Ese gesto que guiaba la

mirada colombina respondía, por un lado a la tendencia que existía en la Edad Media

a calificar todo de acuerdo a la estrategia del símil; por otro, a la concepción que

predominó en la Antigüedad de que la naturaleza era una e intercambiable, por lo

tanto, las formas naturales constituían una constante en el universo conocido.

Además, el navegante se esfuerza por referir y dar cuenta de esa nueva

geografía. La mirada selecciona elementos que demuestran la conciencia histórica

de quien escribe. La pluma revela una vez más al letrado que la empuña; el modelo

historiográfico y las divisiones de la historia que han sostenido su texto sobre los

incas, reaparecen en esa necesidad de describir el mundo natural.75

El distanciamiento, esa “no persona” (Benveniste: 1973) textual es la que

traza el mapa cuando señala alturas, distancias, longitudes, latitudes que se inter-

calan en el relato de manera constante. Estos fragmentos son los que revisten

información útil para la Corona. La “no persona” representa al narrador como un

geógrafo que cumple estratégicamente con la función de informar para completar

un catálogo utilizable.

La tercera persona es empleada también para introducir los diálogos que

denotan una situación escénica en el texto. El diálogo más extenso que se recrea se

genera en un momento tenso de la empresa señalado el día 5 de febrero cuando el

estado de ánimo de la tripulación ha ido alterándose dada la falta de alimentos y el

estado de la nave. El “yo” se enfrenta y opone a un “ellos”. Estas tensiones entre

quienes quieren continuar la empresa y los que en cada puerto pretenden abando-

narla es una constante en los relatos de Sarmiento.

A lo cual Hernando Alonso dijo al general que lo mirase bien, que lo que

74 Parto de Michel Foucault (1986), quien señala a la semejanza como el fundamento epistemológico

que rige el pensamiento en el siglo XV-XVI. El estudioso enumera cuatro formas principales del

saber de la semejanza: la conveniencia, la emulación, la analogía y la simpatía. Considerando

estas categorías la forma que emplea Sarmiento es la de analogía ya que establece similitudes

entre las relaciones de los objetos y no entre sus propiedades materiales o visibles.

75 Recordemos que una de las partes de su proyectada Historia Índica, era la escritura de una

“historia natural de estas tierras, porque será particular descripción dellas, que contendrá

maravillosos hechos de naturaleza” (82).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 165

Antón Pablos76 decía era lo que convenía, y que querer perseverar en ir

adelante, era tentar a Dios. A esta palabra Sarmiento, no pudiéndolo ya

disimular, le quiso castigar rigurosamente, pero porque lo dijo simplemente

y con pecho de hombre llano y con sólo temor de ahogarse, lo disimuló, y

se reportó, diciéndole: “Yo no quiero ni pretendo tentar a Dios, sino con-fiar

en su misericordia, haciendo de nuestra parte lo que fuere posible a nues-

tras fuerzas (y lo que él decía era desconfiar), y no me trate más desta

materia, que al que dello me tratare lo castigaré poderosamente, y con

esto no tengo más que decir, sino que luego nos hagamos a la vela” (87).

Intercalar en el texto la palabra directa permite destacar, como cualidad ex-

cluyente en el elegido por el virrey Toledo, un valor y un coraje desmedidos, ele-

mentos fundamentales para asegurar el buen término de la empresa. La anulación

y desautorización de la palabra de los otros y la amenaza de castigo acentúan la

construcción del narrador como un modelo de vasallo que desconoce los límites y

temores ajenos y que no se permite referir los propios.

El amotinamiento y desacato a la autoridad del Capitán se clausuran con la

muerte. En el relato se menciona, sin brindar ningún detalle, el asesinato del Alférez

Juan Gutiérrez de Guevara a quien “se le dio garrote por traidor a la corona real de

Vuestra Majestad y por hombre sedicioso y deshonrado de la real señal y bandera,

y porque quiso impedir este descubrimiento que por mandado de Vuestra Majestad

y en su real servicio se había y ha hecho” (161).77

76 Antón Pablos era el piloto de la capitana secundado por Hernando Alonso.

77 Si bien en la Instrucción se le confería a Sarmiento la facultad de castigar con la muerte a los

sediciosos, el 17 de abril de 1581 los miembros del Real Consejo de Indias elevaron al Presiden-

te del mismo una solicitud para que se averiguaran los motivos por los cuales el Capitán había

hecho justicia. También solicitaron que Sarmiento entregara los autos que hubiere escrito

sobre el acontecimiento y la cuenta de los bienes que habían pertenecido a Gutiérrez. La

documentación relativa a este proceso se encuentra en el A.G.I. Contratación, 597 y fue

hallada y publicada por José Miguel Barros. 1992.

El 22 de agosto se tomó la primera declaración. En ella afirmó que el Alférez “amenazó a toda la

gente de la armada y a este declarante, diciendo que todos los que había de popa a proa se la

habían de pagar y queriendo este declarante en la dicha isla de Cabo Verde salir tras unos

corsarios franceses o ingleses que andaban delante del puerto, este declarante echó bando

que, pena de vida, todos se embarcasen para ir tras ellos; y el dicho Juan Gutiérrez no solamente

no quiso obedecer el dicho bando, antes persuadió a otros que no le cumpliesen, diciendo que no

se daba nada por todos los bandos que echasen en nombre del rey, diciendo que él

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166 MARÍA JESÚS BENITES

Hay un último uso de la tercera persona en la cual el narrador se acerca a la

inscripción de sí en un desdoblamiento compasivo:“y les mandó dar a libra a los que

quedaban en el navío, sin tener consideración a lo de a[de]lante ni teniendo respeto

a la miseria quel pobre de Sarmiento78 y sus compañeros pasaban en el batel” (70).

En vez de alejarse, con este gesto acerca al relato su propia interioridad.

La primera persona del plural es utilizada para referir actos colectivos que

denotan también el vínculo entre espacio y escritura. He afirmado que el hecho de

que el derrotero se realice en un barco determina una experiencia de grupo. El uso

del plural difumina a los sujetos y los asimila en una acción de conjunto en las que

un número de personas comparte las mismas vivencias sobre la zona que se explo-

ra: “hallamos mucha huella de gente” (38); “conocimos algunos árboles de los de

España” (39).

Cuando la mirada se detiene en las características que presenta la vegeta-

ción y el espacio, lo descriptivo se asimila a la narración de lo que se vive. La

escritura expone progresivamente las dificultades para recorrer el nuevo territorio

y es allí donde no dejan de asombrar las exageraciones con las que se representan

a la naturaleza del Estrecho, más cercana a la desmesura de los climas tropicales

que al de las inclemencias del extremo sur.

Toda esta tierra, cuando podimos juzgar de una y de otra parte, es

áspera y montosa cerca de la mar; (...) de la demasiada humidad hay

sobre las peñas un moho tan grueso y corpulento que es bastante a criar en

sí y sustentar los árboles que se crían en aquellas montañas; y estos céspe-

des de este moho es esponjoso, que pisando sobre él se hunde pie y

pierna, y algunas el hombre hasta la cinta; y hombre hubo que se hundió

hasta los brazos, y por esta causa son trabajosísimas de andar estas mon-

tañas; y también por ser espesísimas, tanto que algunas veces nos era

forzoso caminar por las puntas y copas de los árboles y podíannos susten-

tar por estar los unos árboles con los otros fuertemente trabados y entrete-

había acuchillado a otros generales y señaladamente a Don Álvaro Manrique y que así acuchillaría

o mataría a este declarante, que era su general” (416 – 417).

Sarmiento debió declarar nuevamente el 14 de septiembre y entregar la documentación solici-

tada así como el detalle de la almoneda de la ropa y bienes del ajusticiado. A su declaración se

sumó la de otros tripulantes (el enfermero Pedro de Isásiga, el carpintero, el condestable y al-

guacil de la nao y un marinero) quienes ratificaron sus dichos.

78 La cursiva es mía.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 167

jidos, y teníamos esto por menos trabajoso que andar por el suelo; y

cualquiera destos caminos era mortal, lo cual hacíamos por excusar

despeñaderos (39).

Lo visto y descripto desde los barcos se une a lo vivido en la interacción di-

recta con una naturaleza hostil, que a medida que se avanza recrudece. La desilu-

sión origina en los sujetos una fractura, en la cual entran en oposición la lucha por

sobrevivir en un paraje inhóspito y la de concretar la misión que se les ha encomen-

dado. El uso del plural es el medio que le permite al narrador establecer la distancia

crítica para reflexionar sobre la situación de sí mismo y de quienes lo acompañan.

Y en algunas partes hallamos tantas perlas en los mejillones que

nos pesaba, porque no las podíamos comer, (...) mucho más deseába-

mos comer que riquezas, porque muchas veces nos faltaba, porque

por aprovechar el tiempo y por descubrir una punta y otra punta,

tasábamos la comida de cuatro días para diez y entonces procurába-

mos suplillo con marisco, y las perlas nos lo impedían. Aquí se veía

bien en cuán poco se estiman las riquezas que no son manjar, cuando

hay hambre, y cuán poco son de provecho y cuánto fueron cuerdos los

antiguos, que las riquezas que por tales estimaban eran ganados mansos

y mieses cultivadas (40).

Estas reflexiones bucólicas son frecuentes en los relatos de viajes ya que “el

viajero es quien produce un texto en que se presenta a sí mismo como el que ha su-

frido fatigas, ha corrido peligros y aún ha hecho erogaciones, con el objeto de poder

ver para informarse, de poder interrogar para comprender lo visto y de poder

ejercitar su espíritu crítico para discernir la verdad de lo maravilloso” (Miguel Guerín:

1992, 5).

En este texto se inicia una modulación discursiva que involucra el eje des-

criptivo y narrativo. En ella se articulan distintos elementos que incorporan a la

escritura el sufrimiento corporal que padecen quienes se embarcan en exploracio-

nes costeras e internas. Comienzan a inscribirse algunos de los elementos de la

narrativa del desamparo en la actitud de desconcierto, en la racionalización extre-

ma de la comida y en la falta de mudas de ropa y calzado.

El contexto en el que se ubica esta escritura es en una exploración costera a

bordo de un batel (navío pequeño) lo que presupone la posibilidad inmediata y

concreta de arribar a un refugio, el barco. Estos componentes serán luego reescritos

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168 MARÍA JESÚS BENITES

en los textos 1584 y 1590, no ya desde la carencia sino desde la anulación. Los

hombres que acompañan a Sarmiento circularán, sin orientación, por parajes hos-

tiles en un penoso y, sobre todo, desesperanzado vagabundeo. Pero el narrador no

revela aún el propio padecimiento sino que lo asimila al del “nosotros” y al del

“ellos”.

Todos estos días tuvimos grandes y pesados aguaceros y grandes

fríos, y de noche pasábamos mucho trabajo en hacer fuego, y por

enjugarnos nos metamos en el fuego sin sentirlo, y quemábamos las

ropas y calzados, porque de otra manera no podían vivir, mayormente

los marineros, que molidos y cansados de remar y mojados, llegaban

los pobres yertos y pasmados, sin tener ropa que poderse mudar,

porque en el batel no se podía llevar, por ser pequeño, y la comida

también era poca, porque siempre la íbamos tazando mucho (63).

Las miradas describen el nuevo espacio y las vivencias pautan el eje narrativo

que se sostiene en las acciones referidas desde la tercera y primera persona. En la

medida que escribe no sólo configura el territorio sino que además se apropia de él.

La acción de nombrar es también una actividad colectiva que manifiesta una

de las formas frecuentes de ejercer el poder sobre lo otro diferente, distinto, de lo

que hasta ese momento no ha sido designado. El viajero encuentra en el bautismo

la confirmación de que se ha vuelto dueño y propietario. En el espacio inhóspito que

recorren el marino y su tripulación todo parece ser nuevo, sin palabras que califi-

quen lo que se observa. Se inicia el proceso de nombrar lo inmombrado. Las deno-

minaciones que se adjudican se convierten en “sellos de propiedad” (Jitrik: 1983)

que señalan un nuevo poseedor para un objeto – espacio al que se le desconoce su

dueño original.

El acto de nombrar, explicitado como orden en la Instrucción, establece en la

escritura un estrecho vínculo entre el nombre y el objeto y trasluce un acercamiento

entre el sujeto y el mundo que se menciona. La mayoría de las designaciones se

orientan a definir alguna característica física o referir una circunstancia anecdótica

que penetra en la escritura por medio de esa interacción: “Llamamos a este puerto

de Nuestra Señora del Rosario, y al otro, Peligros, aunque los marineros le llamaron

Cache Diablo” (30).

Y fuimos a parar a tres islotes que están en triángulo una legua de

la punta donde vimos esta gente, y por esto la nombramos Punta de la

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 169

Gente.(...). Llamamos a estas isletas de la Dormida, porque fuimos allí

a hacer noche y parar. A esta sierra llamamos la Silla porque hace una

gran sillada en la cumbre (46).79

El acto simbólico de escribir como mecanismo de apropiación del espacio se

materializa en la escritura, no menos simbólica pero sí más efectiva, del acta de

posesión. Las cuatro actas que se intercalan en el cuerpo del relato del viaje trasla-

dan al papel el acto efectivo de toma de posesión del territorio.80

El espacio se posee mediante un acto ritual: “con la espada que tenía en la

mano cortó árboles, ramos y hierbas, y mudó piedras, y dellas hizo un mojón en

señal de posesión” (31) que se traslada a la escritura y firma del acta, instrumento

que representa además, el modo formal y efectivo mediante el que se desapropia y

desconoce al dueño original de la tierra. Las actas y los nombres constituyen meca-

nismos institucionales y acabados de colonización del espacio.

La primera persona del singular se presenta como yo rotundo y quien dice

“yo” no puede dejar de referirse a sí mismo (Benveniste: 1973, 164). El narrador se

representa en el texto para señalar algunas acciones que hacen al funcionamiento

de la empresa. Desde este lugar de enunciación se enumeran nuevamente las acti-

vidades propias del navegante y el geógrafo. Pero más que las acciones me intere-

sa señalar las actitudes que refleja aquel que dice “yo”.

Viajar es querer apropiarse del territorio que se descubre y recorre. El Estre-

cho es un espacio colonial, penetrado, poseído y renombrado. En este contexto la

primera persona concibe su empresa como de descubrimiento de tierras casi

inexploradas. Recordemos que en el siglo XVI, como lo señala Covarrubias, descu-

brir implicaba no sólo “quitar la cubierta a alguna cosa, destaparla, ponerla de ma-

nifiesto”, sino que también “equivale a registrar o alcanzar a ver”.

79 Es interesante destacar que en la adjudicación de nombres no existe, como en otros viajeros,

una recurrencia de designaciones religiosas. Además, Sarmiento no alude a los nombres que

asignara Magallanes durante su travesía.

80 La primer acta refiere la posesión del puerto de Nuestra Señora del Rosario y está fechada el

día 22 de noviembre de 1579. La segunda es del Puerto Bermejo el día 27 de diciembre de 1580,

la tercera es la de Isla de la Santa Inés del 3 de febrero de 1580 y la última y más impor-tante

es la de posesión del río de San Juan y del Estrecho de la Madre de Dios y es del día 13 de

febrero de 1580. Todas las actas llevan las firmas de Pedro Sarmiento y la de Joan de Esquibel,

escribano real que da fe de lo actuado.

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170 MARÍA JESÚS BENITES

En ese registro por escrito de lo que se alcanza a ver, Sarmiento desde un

"yo" no sólo desconoce la mirada de otros viajeros, como la de Pigafetta, sino que

incluso desapropia a Hernando de Magallanes del contexto del descubrimiento del

Estrecho “de la madre de Dios, mal llamado de Magallanes” (6).

La observación e interpretación de la naturaleza guía la escritura hacia el cam-

po de la discusión intelectual ya que se establece una polémica con el horizonte

científico del momento. Por esto ingresa en el texto un nuevo gesto que se suma al de

la narración y la descripción: el discernimiento. El mundo referido no se caracteriza

por el tipo de objeto referido sino por la forma inicial de conocimiento de ese objeto:

la experiencia sensible. La posición del sujeto como un explorador y cosmógrafo se

evidencia en que los conocimientos científicos que posee se adquirieron inicialmente

mediante la experiencia sensible, aunque no provenga exclusivamente de ella.81

Pero la verdad es ser tal regla falsa [se refiere a las agujas de marear],

por la experiencia que yo he hecho, y muchas, varias y diferentes partes

del mundo, orientales, occidentales (...) y los relojes que no son hechos

generales, sólo son precisos para aquella altura para donde se hacen, o

para poca más o menos, aunque algunos piensan que al mediodía todos los

relojes sirven bien; lo uno y lo otro es error notabilísmo y dañoso, que

conviniera haber advertido y emendado (22).

Las fuentes medievales repiten con frecuencia la idea de que hay que usar,

ejecutar y probar el saber que se recibe, sin embargo el hombre medieval no traba-

ja investigando zonas nuevas de la naturaleza sino probando y comunicando lo ya

conocido. En Sarmiento se advierte la necesidad del hombre moderno por cuestio-

nar los hechos, por encontrar nuevas respuestas a los fenómenos naturales y cien-

tíficos ya que, como señala Miguel Guérin, el discurso del relato de viaje “compite

por la definición de la ecúmene” (1992, 6).82

En este sentido, el viajero valida su texto en la incuestionada superioridad de

la experiencia sensible como forma de conocimiento y lo prestigia con la narración

de las dificultades que su adquisición implica. Desde el momento mismo en que to-

81 Estas consideraciones parten de Miguel Guérin (1992) quien trabaja las relaciones entre

experiencia sensible y razonamiento discursivo en el Diario del primer viaje de Colón.

82 Guérin señala que en cada momento del devenir de una organización sociocultural se confron-

tan discursos que tratan de referir la ecúmene. Ibídem, (6).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 171

ma la decisión de escribir, Sarmiento considera sus conclusiones imprescindibles

para reparar las vacilaciones de otros cosmógrafos y navegantes. El suyo es un dis-

curso de la réplica que, si bien impugna, corrige, desautoriza, propone nuevos pará-

metros de observación.83

Cuando veníamos navegando sobre la costa del Paraguay y San

Vicente, y con los puntos íbamos embistiendo en tierra y no la tomá-

bamos, echábamos la culpa a que las cartas, que estaban falsas y mal

pintadas y descriptas.84 (...) Algún día yo pondré esta regla, con el

ayuda de Nuestro Señor Dios, de manera que se puedan aprovechar

della los que quieran, y al cabo pondré alguna notable regla de esta

navegación (140).

La ofuscación ante aquellos que “por no trabajar un poco más de lo ordinario”

(140) han creado confusiones determina una actitud de exclusión basada en la fal-

sedad de los resultados de viajes anteriores. Relacionado con esta postura, el espa-

cio se abre y reproduce en el texto a medida que es recorrido. Esto implica no sólo

una refutación directa de conocimientos anteriores sino también la búsqueda de

nuevos medios instrumentales y métodos científicos para configurarlo en las cartas

de marear y los mapas, representaciones últimas del proceso de apropiación colo-

nial.85

83 Es importante considerar que esta actitud de Sarmiento lo aleja considerablemente del Diario y

cartas de Colón. El Almirante no refuta, sino que confirma en lo que ve aquello que procede de las

fuentes autorizadas, aunque éstas pertenezcan al orden de lo mítico. Véase Noé Jitrik: 1983.

84 La cursiva me pertenece.

85 Mignolo (1989, 1995) afirma que con el trazado de los mapas y la ubicación en ellos del Nuevo

Mundo (como del emblemático portulano de Juan de la Cosa y la Tabula terre nove de Martin

Waldseemüller, donde sugiere el nombre América en honor a Vespucio) se efectiviza, en el

siglo XVI, el proceso de colonización del espacio ya que colocar América en el mapa “no era

necesariamente una tarea dedicada a encontrar la verdadera forma de la tierra, estaba ade-

más relacionada con el control de los territorios y con la colonizaión del imaginario de la gente

de ambos lados del Atlántico: los indígenas americanos y los europeos” (280). La traducción

me pertenece.

Sarmiento señala, en determinados momentos de su relato, que ha trazado cartas de marear y

da cuenta de la confección de un mapa del Estrecho. Lamentablemente, ninguno de estos

documentos se conserva. El propio viajero se encargó de destruirlos en un desdichado episo-

dio, uno de los tantos en su azarosa vida.

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172 MARÍA JESÚS BENITES

El cosmógrafo posee dos instrumentos de navegación esenciales que reco-

rren su escritura y guían el rumbo del barco y el trazo de las cartas marítimas: la

aguja de marear y el astrolabio. La aguja es sinónimo de brújula,86 el segundo es un

“instrumento de metal que se usaba antiguamente para observar en el mar la altura

del polo y los astros” (Rosenblat: 1950).87 El Diccionario de Autoridades señala que

con el astrolabio se “describen geométricamente los círculos celestes, que se repre-

sentan los que pertenecen al primer móvil, de tal manera que se pueden considerar

y meditar todos sus puntos y arcos, con no menos perfección que el globo verdade-

ramente redondo, que se refiere en el primer móvil”.

Desde esta primera persona los argumentos que sostienen las polémicas se

basan en la propia experiencia.88 Su percepción del mundo supera el saber puramen-

86 El Diccionario de Autoridades define aguja de marear: “Es una flechilla, o saetilla tocada a la

piedra imán, que puesta sobre una púa da vuelta mirando siempre al Norte, la qual se llama

también brúxula, y va puesta el una caxa, que llaman la Vitácora, de la qual usan los Marineros

para conocer los vientos en la mar”. En su libro Los descubridores Daniel Boorstin señala que

en la China alrededor del año 1000 se aplicó la aguja para la navegación. En Europa el proceso

de aceptación del instrumento fue posterior. El autor refiere que el uso de la aguja era asociado

con la magia. Durante muchas décadas los capitanes debieron consultar la brújula en secreto.

Ésto explica para Boorstin (1986) los orígenes de la bitácora donde se la guardaba. “Durante

los siglos que la brújula era considerada un instrumento sobrenatural, el piloto sin duda procu-

raba mantener su aguja magnética lejos de la vista del público. (...). Después de perder su

sabor de misterio, y cuando se transformó en la herramienta cotidiana de cualquier marinero,

la brújula salió a cubierta” (T. I, 222).

87 “Glosario de Voces Marítimas”. En Viajes al Estrecho de Magallanes de Pedro Sarmiento de

Gamboa. T. II.

88 Esta actitud indagatoria de los sistemas de medición de las distancias se origina en el momento

mismo del descubrimiento de América. Pienso en Américo Vespucio quien ha demostrado en

sus escritos una mayor preocupación y afán de exactitud científica que Cristóbal Colón. En una

carta del 18 de julio de 1500 dirigida desde Sevilla a Lorenzo de Médicis apunta: “En cuanto a

la longitud, digo que para conocerla encontré tanta dificultad que tuve grandísimo trabajo en

hallar con seguridad el camino que había recorrido por la vía de la longitud, y tanto trabajé que

al fin no encontré mejor cosa que observar y velar de noche las oposiciones de un plantea con

otro, y máxime el movimiento de la Luna con los otros planetas, porque el planeta de la Luna es

más rápido en su curso que ningún otro. (...). Y después de muchas noches que estuve en

observación. Una noche entre otras, estando a 23 días de agosto de 1499, que fue una

conjunción de la Luna con Marte (...) hallé que al salir la Luna en nuestro horizonte, que fue una

hora y media después de puesto el Sol, el planeta había pasado a la parte del oriente: digo que la

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 173

te teórico y pondera el empírico. Sarmiento establece una relación científica con el

espacio que trasciende en una permanente actitud de búsqueda experimental. La

relación espacio – temporal es la que determina la necesidad imperiosa de situar el

desplazamiento del cuerpo en un punto exacto.

Era grande la perplejidad que teníamos de ver que muchas veces

con el punto íbamos zabordando en tierra y nunca víamos; por donde,

aunque sabíamos dónde estábamos según latitud, que es el norte –

sur, ignorábamos la longitud, que es el camino del lesteoeste; y para

averiguallo, aunque Sarmiento lo sabía tomar, no tenía instrumento

para ello; y la necesidad, inventora de las artes, hizo que Sarmiento

hiciese un género de báculo o ballestilla con que lo tomase, y con este

instrumento, con el ayuda de Dios, a 31 de marzo, al amanecer, tomó

el general los grados de longitud por la llena de la luna y nacimiento

del sol, y halló que estábamos diez y ocho grados más al occidente

que el meridiano de Sevilla. Por donde claramente entendió que las

corrientes que habían ido al leste nos habían sacado al fuera en el

golfo hacia el leste más de docientas y veinte leguas hasta aquel pun-

to. Eso comunicó Sarmiento con los pilotos, y como es facultad que

ellos no aprende, no lo creían y decían ser imposible (135 - 136).89

La actitud del sujeto cosmógrafo que indaga y cuestiona es reforzada en la

escritura cuando se dirige a un “tú” lector con el que establece una suerte de diálogo

en tono de consejo, y que lo identifica como futuro expedicionario. La navegación

en sí misma constituye en el texto un discurso en el cual el narrador se posiciona

como detentador del conocimiento que se expone. En estos tramos, se crea un

efecto de lectura por medio del cual el narrador cumple la función de guía, es quien

selecciona los aspectos relevantes del paisaje en relación con las propias vivencias

para orientar, prevenir y guiar a su lector.

Luna se hallaba más oriental que Marte cerca de un grado y algún minuto más, y a la mediano-

che se hallaba más al oriente 15 grados y medio, poco más o menos; de modo que hecha la

proporción, si 24 horas me valen 360 grados ¿qué me valdrán 5 horas y media? Encuentro que

me valen 82 grados y medio” (1986, 56).

89 Richard Pietschmann (1906) señala que es posible que Sarmiento conociera una edición de

Pomponio Mela (París: 1556) con observaciones de Petrius Olivarius sobre diversas maneras

de calcular la longitud. Lo que sorprende es que en medio de condiciones adversas Sarmiento

tuviera la capacidad para improvisar un instrumento de medición.

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174 MARÍA JESÚS BENITES

No se fíen los navegantes de las agujas de marear hechas en este

paraje en los relojes España y Francia y Flandes y partes de más

altura para fijar el son con el astrolabio ordinario; ni tampoco por el

aguja de marear, porque cuando lo marcares al norte pensarás que

pensarás que es mediodía y habrá pasado ya más de una cuarta (21).

El último gesto de apropiación efectiva del territorio es el del trazado de los

dibujos que ilustran las descripciones amplificando con líneas las palabras. Durante

el transcurso del viaje Sarmiento realiza once figuras con los recortes de los relie-

ves y las “señas”. La inclusión de las ilustraciones señala el rigor científico al que

pretende adscribir su escritura. Incorpora asimismo una imagen que representa la

observación de un fenómeno celeste.

Esta noche [7 de febrero], a una hora de noche, a la banda del

sueste cuarta al sur, vimos salir una cosa redonda, bermeja como

fuego, como una [a]darga, que iba subiendo por el cielo o viento.

Sobre un monte alto se prolongó; y estando como una lanza lata sobre

el monte, se hizo como media luna entre bermeja y blanca. Las figuras

eran de esta manera:90 (90)

He señalado que las condiciones de producción de la escritura del relato de

viaje se adscriben a una zona de contacto, espacio donde se desarrollan encuentros

coloniales. La expedición de Magallanes es la primera que explora el Estrecho y

establece vínculos con sus habitantes.

En la instrucción que lo acompaña se pautan las acciones que deberán cum-

plirse cuando se produzca el encuentro con los indios: “después de habellos acari-

90 En el rastreo de material bibliográfico sobre Sarmiento encontré un artículo que brinda una

interpretación bastante particular sobre este episodio. El mismo se titula “El cronista Sarmiento

de Gamboa y un posible patillo volador” de José Antonio del Busto quien, como se indica en el

título, sugiere que el viajero pudo haber observado un fenómeno extraterrestre. En Revista

Mercurio Peruano, N° 463, 1966.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 175

ciado y dado de las cosas que lleváis de tiseras, peines, cuchillos, anzuelos, botones

de colores, espejos, cascabeles, cuentas de vidrio y otros cosas de las que se os en-

tregan, procuraréis llevar algunos para lengua” (IX. 8). En el itinerario se percibe la

presencia de los indígenas ya que el narrador refiere las señales que la denotan, co-

mo en una referencia del día 27 de noviembre: “En esta playa hallamos mucha hue-

lla de gente, fresca y dos puñales o harpones de güeso con sus presas en las

empuñaduras” (38).

Los seres descomunales descriptos por Pigafetta pugnan por ingresar en la

escritura. El primer encuentro se produce el 11 de diciembre y es presentado con

los términos culturales de la carencia.

Tiró un soldado un arcabuzazo a unas aves, y a la respuesta del

arcabuz dieron muchas voces unos indios que estaban en la montaña

en la otra parte desta ensenada; y al primer grito pensamos ser lobos

marinos, hasta que los vimos desnudos y colorados los cuerpos, por-

que se untan éstos, según después vimos, con tierra colorada (45).

El vasallo real respeta la instrucción y entrega algunos elementos del resca-

te. El acto de obsequiar (tijeras, peines, cuchillos, anzuelos, botones de colores,

espejos, cascabeles, cuentas de vidrios, entre otros objetos provistos por Toledo

para el rescate) es el medio inicial de establecer un contacto pacífico con los natu-

rales. Pero en este caso no se produce intercambio ya que los españoles no reciben

nada de ellos y se limitan a ofrecerles “dos paños de manos y un tocador” (46).91

Sarmiento manifiesta que cumple con la obligación de tomar un indígena pa-

ra que sirva de lengua92 pero la escritura no refleja los términos de un acercamiento

91 Emma Martinell Gifre (1992) señala que durante el proceso de conquista y colonización,

rápidamente los españoles fueron concientes de que los objetos novedosos, como las cuen-

tas de vidrio o los botones de colores que llevaba Sarmiento, despertaban en los indios la

misma codicia que el oro en ellos. Martinell expresa que “en la entrega de estos regalos hubo

tanta espontaneidad unas veces como premeditación otras. En parte, representaron operacio-

nes mercantiles; en parte, una contraseña para consolidar pactos militares y políticos; también

un estí-mulo para algunos colonizadores, que veían rentable su viaje como su asentamiento en

las In-dias, en especial porque daban ‘cosas de poco valor’, ‘cosas que entre nosotros son de

poco precio’, y recibían cosas necesarias o cosas estimadas. Siempre les parecía que salían

ganando” (125).92 El primer indio para lengua que toman como prisionero escapa a los pocos días. Luego, tienen

como intérprete a Felipe “indio grande” quien, junto a dos más, acompañará a Sarmiento en su

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176 MARÍA JESÚS BENITES

que permitan dar cuenta de los otros puntos requeridos por la Instrucción: “infor-

mándoos de la religión que tienen, ídolos que adoran, con qué sacrificios y manera

de culto (...) cómo se rigen y gobiernan, si tienen reyes, si éstos son por elección o

derecho de sangre, o si se gobierna por repúblicas, por linajes” (9).

Todos estos aspectos son silenciados por el narrador y marcan un claro dis-

tanciamiento entre el rol del historiador que detallaba el mundo imperial de los

Incas y el del viajero que, ante la realidad precaria de los indígenas que pueblan la

zona del Estrecho, redacta un texto despojado de detalles. La escritura revela que

el contacto con los indios se mantiene a un nivel gestual puesto que, excepcional-

mente se transcriben palabras en su idioma.93 El narrador expresa incluso la dificul-

tad para reconocer en ellos a un semejante “pensamos ser lobos marinos” (45).

El segundo encuentro tiene como protagonistas a indígenas de otra tribu,

quienes, de manera inmediata, son asimilados al imaginario mitológico occidental.

Ver y presentar seres culturalmente extraños como gigantes es un modo de deshuma-

nizarlos. El indio que habita las costas del Estrecho es visto y aprehendido como una

entidad no solamente diferente del sujeto que escribe sino externo a él por su na-

turaleza.

Y en surgiendo apareció gente en la costa y nos dio voces; (...)

y llegados a tierra, los naturales de aquella provincia, que era gente gran-

de, comenzaron a dar voces y saltar hacia arriba, las manos altas y aleando

y sin armas, (...) y el alférez hizo las mesmas señas de paz, y los gigantes

se llegaron a la playa (...) el alférez dejó la jineta y les mostró rescate que

llevaba para darles; lo cual visto, los gigantes se detuvieron y volvieron

regreso a España.

93 Únicamente en una oportunidad Sarmiento señala los nombres con que los indios denominaban

las ensenadas de una isla: “La primera ensenada nos dijeron estos indios que se llamaba

Puchachailgua en su lengua, y la segunda ensenada se llama Cuaviguilgua. (...). La tercera

ensenada es grande y va a la vuelta del sur, y la llaman Alguilgua. En la costa contraria de la

mano izquierda nordeste, se llama Xaultegua” (89). Las cursivas me pertenecen.

En la relación aparecen tres términos indígenas que son presentados con su significado: “y los

naturales traían unas mantas de pellejos de vicuñas, que son de las del Pirú, que se llaman en

lengua natural neuxo”; “(...) y hechas señas de paz, alzando las manos y diciendo Axijote, que

decir hermanos, saltamos en tierra”; “y según Felipe, el indio grande, dice, hay algodón (...) y

canela, a que llaman cabca” (109, 118 y 120 respectivamente.)

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 177

aunque recelándose (109).94

La escritura acerca la presencia del hombre que es incorporada como un

elemento más del mundo natural al cual se observa y describe, pero con el que no

se establece una interrelación humana y cultural.95

Los seres descomunales que describe Antonio de Pigafetta y que Fernando

Magallanes nombra con el gentilicio de “patagones” pertenecen a distintas tribus

menores que vivían en las inmediaciones del Estrecho. Es muy probable que los

indígenas a los que se refiere Sarmiento sean los indios que ocupaban el norte de la

cordillera y el gran lago Kahmi y que se llamaban a sí mismos shelk’man (ser hu-

mano). Esta denominación abarca varios grupos diferentes entre los que se distin-

guía especialmente a los haus o haush, que ocupaban el extremo oriental de la isla

de Tierra del Fuego.96

94 La cursiva me pertenece.

95 En las relaciones de 1584 y 1590 se observan, como señalaré oportunamente, cambios en el

modo en que los españoles interactúan con los indígenas.

96 En líneas generales, estas tribus merecieron el nombre de onas, gente de a pie, puesto que

eran pueblos nómades que se desplazaban en busca de presas para cazar y subsistir. Nunca

practicaron la agricultura ni la ganadería y siempre se trasladaban por tierra, ya que no

construían canoas. Los clanes en que se agrupaban no eran de más de veinte personas

dentro de los cuales se regían por leyes consuetudinarias que regulaban la división del

trabajo y los roles sociales dentro de los mismos. En los canales occidentales de la Isla, en la

inmensa ex-tensión del archipiélago que hoy constituye parte de Chile, vivían indios que se

decían a sí mis-mos kawescar, pero fueron conocidos como alacalufes. Cercanos a ellos, a

lo largo del canal del Beagle y por todas las islas menores, se encontraban los yaganes o

yamanas. Su vida transcurría navegando en búsqueda de alimento. Cuando llegaban a un

centro de pesca abundante, se instalaban en precarias chozas de ramas. Las viviendas eran

ovaladas o redondas cuya entrada miraba al mar y estaba construida con ramas arqueadas,

cubiertas de pastos y hojas secas, en verano, y con cueros en inviernos. En general, la familia

era monogámica, agrupadas de manera aislada. Para mitigar el frío extremo untaban su cuerpo

con grasa de lobo marino.

Físicamente se distinguían de los onas ya que estos eran altos, robustos y erguidos mientras

que los yaganes y alacalufes eran bajos y con las piernas atrofiadas por estar siempre en

cuclillas. Véanse Antonio Serrano (1947); Arnaldo Caclini (1998) y Luis Alberto Borrero (2001).

José de Acosta, a partir del testimonio del piloto Hernando Alonso, señala, en su Historia

natural y moral de las Indias (1590) que “los indios que habitan a la banda del Sur son pocos,

chicos y ruines; los que habitan a la banda del norte, son grandes y valientes, de los cuales

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178 MARÍA JESÚS BENITES

El 24 de febrero el navío toma la desembocadura atlántica del Estrecho e

inicia el viaje de regreso a España. Se han sumado a la tripulación tres indígenas

para ser presentados ante Felipe II. El 9 de abril divisan tierra, en la que no encuen-

tran agua pero sí gran cantidad de pescado. El 21 de mayo, cuando están cerca de

la Ciudad de Cabo Verde son atacados por corsarios franceses a los que logran

poner en fuga. La llegada de ese navío maltrecho y tripulado por hombres enfermos

no deja de asombrar a quienes los reciben. Es tan grande el cambio de los que

arriban que necesitan dar cuenta de su pertenencia.

Y antes de surgir fueron barcos del pueblo a saber qué nao era y la

gente que era y de dónde venía; y como se les dijo que éramos del

Pirú y veníamos de allá por el Estrecho de Magallanes, enmudecían,

no creyéndolo y teniéndolo por imposible; y sin querer llegar a bordo,

fueron a dar por nuevas a tierra que éramos una gente de tantas

faiciones y tan mal encarados, y que traíamos unos de largas guedelllas,

que son coletas de cabellos largos (lo cual decían por unos indios del

Pirú y de Chile que traíamos) y en lo de mal encarados no nos

levantaban nada, porque demás de no ser muy adamados de rostros,

no nos había dejado muy afeitados la pólvora y sudor de los

arcabuzazos de poco antes, y en efecto veníamos más cudiciosos de

agua que de parecer lindos (154).

El 15 de agosto de 1580 con un nuevo barco el Capitán y sus hombres llegan

al Cabo de San Vicente. Han concretado la travesía de navegar desde Lima hasta

España atravesando el Estrecho de océano a océano en diez meses. A fines de

septiembre el eufórico navegante se entrevista con Felipe II en Badajoz quien,

convencido de la necesidad de enviar una nueva expedición al Estrecho de Magallanes

y de fortificar el paso de la Primera Angostura como proponía Sarmiento, juzga

conveniente que éste expusiera sus proyectos ante el Consejo de Indias de Madrid.

El organismo conformado por Antonio de Eraso, Juan Delgado, Antonio de

Illescas, el Márquez de Santa Cruz y el Duque de Alba, reafirma la necesidad de

dominar la zona para evitar el paso de los piratas ingleses y franceses que asolan las

costas del Pacífico y el Atlántico. La suprema dirección de la flota recae en el asturia-

trajeron a España algunos que tomaron. (...). Los indios saludaron a los nuestros con el nombre

de Jesús. Son fecheros; andan vestidos de pieles de venados, de que hay copia por allí” (113).

Edición de 1962.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 179

no Diego Flores de Valdés.

En esta etapa de su vida, todas las ilusiones que albergaba el navegante de

comandar por segunda vez la empresa al Estrecho y prestar a la Corona sus servi-

cios como cosmógrafo y colonizador se desdibujan y comienza una fase marcada

por la desdicha y el temor al olvido. La voz optimista de este primer relato se irá

acallando en los escritos que refieran el segundo viaje.97

97 Estos avatares de Sarmiento han quedado reflejados en los versos de Argentinay conquista del Río de la Plata de Marín del Barco Centenera (1602). La cita corres-ponde a la edición de 1998, 348 – 349.

Más venturoso fue nuestro SarmientoCon llevar una pobre navecilla,En atravesar, digo, que lamentoTerná después al fin con su cuadrillaLlegó Sarmiento en paz rico y contentoDel orbe viejo al nuevo de Castilla,Y dio cuenta de sí y de su caminoY la causa motriz de su designo.

Holgáronse en España con la nuevaDe ver que ya el estrecho navegabanY que hay sin Magallanes quien se atreva,Con esto la tornada procurabanY queriendo hacerse de esto prueba,Las cosas de esta suerte se trazaban:Que salga Diego Flores con armadaQue vaya a nuestro estrecho enderezada.

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180 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 181

Capítulo IIICapítulo IIICapítulo IIICapítulo IIICapítulo III

El segundo viaje:

el padecimiento

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182 MARÍA JESÚS BENITES

I. I. I. I. I. RelaciónRelaciónRelaciónRelaciónRelación de 1583. de 1583. de 1583. de 1583. de 1583.La escritura del enfrentamientoLa escritura del enfrentamientoLa escritura del enfrentamientoLa escritura del enfrentamientoLa escritura del enfrentamiento

"Lo que a Vuestra Majestad aquí escribiré

es cierto y verdad puntual."

Relación de 1583

Diego Flores de Valdés fue durante muchos años “General de la Flota de las

Indias”98 lo que determinó numerosos viajes de rutina entre España y América. Flo-

res, caballero de la orden de Santiago, poseía importantes relaciones en la Corte,

las que habían intercedido en su nombramiento como General de la Armada del Es-

trecho.

El desplazamiento en el mando de la Armada representa para Sarmiento algo

inesperado ya que desde su arribo se había abocado a organizar una futura expedi-

ción y a entregar al Consejo documentos anexos a la relación de su primer viaje,99

98 Desde el año 1524 y por disposición de Carlos V las naves tenían que viajar protegidas. Todos

los barcos debían estar provistos con cañones y armas de fuego para defenderse de los

posibles ataques de corsarios. La función de Flores como General de la Flota era la de dirigir

las expediciones y custodiar los cargamentos. Antes de zarpar ya sea de España o del Nuevo

Mundo tenía la obligación de inspeccionar las naves en busca de pasajeros ilegales (especial-

mente mujeres) y de carga prohibida. Véase Georg Friederici: 1973, 319. La flota en la que llegó

el virrey Toledo en 1569 había sido dirigida por Diego Flores de Valdés.

99 En el Tomo V del Índice General de los papeles del Consejo de Indias, en un asiento del 22 de

marzo de 1581, consta: “El libro del derrotero de Pedro Sarmiento de Gamboa, que vino por el

Estrecho desde Lima a España en el navío nombrado Nuestra Señora de Esperanza, escrito en

85 hojas, firmado y signado de Juan de Esquivel, escribano real, encuadernado en terciopelo

verde, con un mapa que hizo del dicho estrecho, se envió a la Casa de Contratación de Sevilla

para que se guardase en ella, por carta del Secretario Juan de Ledesma”. En Colección de

Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las antiguas

posesiones españolas de Ultramar. 1926.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 183

en los que también constan descripciones de la zona y observaciones centradas en

los navíos más aptos para recorrerla.100 Las descripciones que recorren la escritura

del viajero recién llegado exponen una desbordante riqueza:

Hay ganado de lo del Perú, que es buena comida de muy buena carne,

de buen sabor y sustancia, mucha montería de venados y otros animales,

mucha volatería de aves marinas y terrestres, chicos y grandes, aves de

tierra caliente y tierra fría, sirgueritos y papagayos, faisanes, patos gran-

des pelones y de los otros, y otras muchas aves, pescado y marisco mu-

chos, y habrá más sabiendo bien las pesquerías y comederos, hay perlas

de mijillones muchas, que serán de provecho beneficiándose, hay muy

buena madera en medio del Estrecho para navíos y edificios, y hay otras

cosas de mucho provecho, que andado el tiempo se verá, y será España

muy aprovechada y la Real Hacienda acrecentada y la Iglesia de

100 El manuscrito figura en el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 2 como “Parecer de Pedro Sarmiento de Gam-boa

de 1580”. Está escrito en tres folios de ambos lados. La letra no es de Sarmiento, y presenta

una tipografía más dificultosa, abundante en abreviaturas. A esto se suma la mala calidad de

absorción del papel que ha posibilitado que la tinta se traspase de una cara a otra de las hojas.

Sarmiento sólo ha agregado, al final, su rúbrica.

En este informe se describe cuáles son las naos más adecuadas para ir al Estrecho de

Magallanes (fs. 1 r° y v° y f. 2 r°). En el f. 2 v° Sarmiento menciona datos que aluden a la ciudad

de Mendoza y la zona de Cuyo y aconseja llegar a esa zona desde Chile para descubrir

Noticias, que como señalé se refiere a la Ciudad de los Césares. Luego de esta descripción en

el mismo folio se establece cuál es la época del año más conveniente para salir de España,

según Sarmiento el mes de marzo. En el f. 3 v° Sarmiento describe las bocas del Estrecho de

Magallanes y expone su plan de fortificación: “Hanse de poblar dos pueblos, uno de la una

parte del Estrecho y el otro de la otra, para que cada pueblo repare y guarde y bastezca la

fortaleza que le cupiere a su costa”. En Rosenblat, 201.

Este documento figura en Ángel Rosenblat (T. II, 197 - 201) bajo el título de “Memorial presen-

tado por Pedro Sarmiento sobre la manera de buques que era conveniente fuesen al Estrecho

de Magallanes, el tiempo en que convenía salir para él de España y la navegación que se había

de hacer, igualmente que de Lima y de la costa de Chile y dentro mismo del Estrecho, los fuer-

tes que para su seguridad se debían construir en la Angostura de Nuestra Señora de la

Esperanza, 16 leguas adentro del Cabo de las Vírgenes, y de las poblaciones que se habían de

hacer”. Copiado de la Colección Diplomática de Navarrete. Tomo XX, Folio 121, N° 12. El do-

cumento es mencionado en el “Apéndice N° 2” de la obra de Pablo Pastells (1920) como “Copia

de un informe de Pedro Sarmiento de Gamboa sobre la especie de naos que es más a propósito

para ir al Estrecho de Magallanes y el tiempo más oportuno para salir de España”.

Page 184: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

184 MARÍA JESÚS BENITES

Dios guardada101 (201).

La decisión del Consejo determina un gran descontento en el viajero y ante

lo que considera una injusticia, solicita al rey en una carta del 6 de marzo de 1581

licencia para volverse a sus casas en “Lima y Cuzco” dado que:

Vuestra Majestad y el Consejo han hecho nombrando por general

de esta empresa y jornada a Diego Flores, persona en quien concu-

rren las partes necesarias para ella, de que yo estoy muy contento,

pues he visto el fruto del trabajo que he pasado, que fue encaminado

a representar la necesidad y suplicar el remedio, qu’ espero en Dios se

dará con tan buena resolución como Vuestra Majestad ha tomado.102

La imprecación de Sarmiento determina que sea nombrado “Gobernador del

Estrecho” y sus inexistentes ciudades. También se le otorga el impreciso cargo de

“General Adjunto de la Armada” cuyas funciones, al no estar claramente estableci-

das, generan los numerosos enfrentamientos que son el eje narrativo de los tres

relatos que reconstruyen el segundo viaje. En un aviso escrito por Antonio de Eraso

se puntualiza el nombramiento y salario. 103

Su Majestad concedió a Pedro Sarmiento título de gobernador para

cuando hubiese población en el Estrecho, y mandó que fuese en el Armada

que agora se junta, cerca de la persona del general, con cien ducados de

entretenimiento al mes por el tiempo que durare el viaje, y que se le diesen

tres mill ducados de renta que al Consejo pareció, y otros tres mill de

salario con el gobierno en los frutos de la tierra y dos mill ducados de ayuda

e costa, librándole allí la mayor parte o a lo menos la mitad.

Felipe II encara esta empresa con los mayores cuidados. Durante fines de

1580 y hasta mediados 1581 escribe numerosas cartas al Consejo de Indias, al Du-

que de Alba, a Flores y al propio Sarmiento. El Rey se muestra especialmente intere-

sado en las fortificaciones que se habían proyectado para defender las bocas del

Estrecho de los corsarios. Estudia los planos tentativos preparados por el futuro Go-

101 Las cursivas me pertenecen.

102 Las cursivas me pertenecen. La descripción de este documento se detalla en el Capítulo I de la

Tercera Parte.

103 Publicado por Ángel Rosenblat en su “Apéndice Documental” (T. II, 299). Ha sido copiado de la

obra de Pastells, (493). El manuscrito se encuentra en el A.G.I. P. 33, N° 3, R.9. Está escrito

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 185

bernador y lo vincula al ingeniero Juan Bautista Antonelli104 para que diseñen los

planos de los fuertes.

Demás de los dos fuertes que se han de hacer, en que ha de quedar la

gente y la artillería que se tiene entendido, se han de hacer, por la costa del

Estrecho, en ciertas partes y lugares, según ha trazado, unas torres como

atalayas, para descubrir dellas si viene armada y dar aviso, de manera que

los fuertes le tengan con tiempo y estén prevenidos.105

El técnico Tiburcio Espanoqui realizó los planos definitivos de la obra que,

junto con una Instrucción,106 se entregaron al Adelantado. Todos estos proyectos se

sustentan en una “razón ordenadora que se revela en un orden social jerárquico

transpuesto a un orden distributivo geométrico” (Rama: 1984, 4). Las fortalezas

que se deben construir han sido, primero, pensadas en el papel, son palabras y

signos que traducen la voluntad de edificar a partir de normas, medidas y diseños

preestablecidos.107

en un folio más la carátula. La cita ha sido extraída del texto de Rosenblat.

104 Antonelli era famoso por los conocimientos demostrados en la fortificación de Cartagena,

Orán, Valencia y Honduras, era autor del proyecto para hacer navegables los ríos Tajo, Ebro,

Duero y Guadalquivir.

105 A.G.I. P. 33, N° 3, R. 10. Escrito en un folio de ambos lados, más la carátula donde se lee

“Apuntamiento que envió Antonio de Erasso”. Publicado en Pablo Pastells (499 – 500) y copiada

de allí por Rosenblat (T. II, 301 – 302) bajo el título de “Apuntamiento para la Instrucción que se

había de dar a Pedro Sarmiento de Gamboa”.

106 A.G.I. P. 33, N° 3, R. 6. El manuscrito consta de cuatro folios escritos de ambos lados y rubrica-

dos por Spanoqui. Ha sido publicado por Pablo Pastells (496 – 498) y copiado por Rosenblat

bajo el título de “Instrucción para los fuertes del Estrecho de Magallanes, dada por Tiburcio

Spanoqui” (T. II, 302 – 304). El proyecto de Spanoqui era ambicioso y por lo tanto irrealizable.

Las dimensiones de los fuertes son ajenas a las condiciones sumamente desfavorables en

que deberían ser construidos. “El fuerte señalado B, que es el de mayor capacidad, por estar

hecho en más chico petipié, tendrá mill y quinientos y veinte pies, que con la groseza de su

fábrica, computado cimientos y remate, será de seis pies, y su altor de treinta y cinco a ciento

y ochenta pues por cada tapia, como se acostumbra acá en Madrid. Harán tapias 1773, sin las

casas, contrafuertes, terraplenos y fosos”.

107 La Corona no se preocupó únicamente de instrumentar los planos para la construcción de los

fuertes, además se encargó de los nombramientos de aquellos que habían de ocupar los

cargos de capitanes de los mismos. En el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 12, Series 1 y 2 se conservan, no

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186 MARÍA JESÚS BENITES

Diego Flores aprontó la flota en Sevilla. En una carta del 20 de mayo de 1581

expresa sus quejas por el desorden que impera, por las trabas burocráticas que

impone la Casa de Contratación y la ineficacia de los hombres que debían ayudarlo.

En ella señala, refiriéndose a Pedro Sarmiento, que “me huelgo mucho de que tenga

las partes que Vuestra Majestad dice, porque conforme a eso no puedo yo dejar de

tenerle en la posesión que vuestra merced dice” (309).108

Estas palabras se contradicen en la misma epístola. El Gobernador propone

como piloto mayor a Antón Pablos quien lo había acompañado en su primera trave-

sía por el Estrecho. Flores considera que no es “cosa acertada (...) fiar de un hom-

bre extranjero tanta armada, hasta saber lo que entiende y sabe, que esto, a muy

pocas tretas, lo entenderé yo con sólo navegar un día con él” (308). También subra-

ya que, si no se agilizan los trámites y entrega de dineros y bastimentos, sería

preferible suspender la empresa para el año siguiente porque de lo contrario es “ir

a perderse como quien va al matadero” (307).

A la Corona no escapan los riesgos que implica la incursión al Estrecho de

Ma-gallanes. En el Archivo General de Indias se conserva la Instrucción Real dirigi-

da al General y fechada el 1 de mayo de 1581. En uno de sus asientos consta una

sorprendente advertencia.109

Guardéis la instrucción siguiente

Primeramente habéis de advertir que por agora conviene que no se

entienda que esta armada que se haze es para el estrecho110 asi por lo que

toca a los enemigos y poderlos mejor castigar estando desorientados como

porque la gente vaya de mejor gala y asi poblicareis que es para la guarda

sólo la copia del título de capitán de uno de los fuertes a favor de Andrés Ortega Salido (Lisboa

el 19 de agosto de 1581), sino también la Real Cédula donde, en caso de muerte de Salido, se

nombra capitán de los fuertes a Desiderio de Figueroa (Lisboa; 13 de septiembre de 1581).

108 En Rosenblat figura copiada del Archivo de Antonio de Zabálburu y publicada en la Colección

de documentos inéditos para la Historia de España.

109 P. 33, N° 3, R. 5. S. 1 y 2. “Instrucción en lo que toca a la Armada que lleva a cargo Diego Flores

de Valdés”. Escrita en cuatro folios de ambos lados más la carátula. Lleva la firma de Felipe II

y del Escribano Real. Este documento figura en el “Apéndice N° 2” de la obra de Pablo Pastells.

110 La cursiva me pertenece. Recordemos que se pensaba que el Estrecho se había cerrado o

nunca existido.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 187

dellas Indias que esto mesmo se dize acá.111

La patente disconformidad de Flores lejos de disminuir se acrecienta con la

llegada de Sarmiento. Sin ser superadas las desavenencias la flota parte, desde

Sanlúcar de Barrameda, el 25 de septiembre de 1581.112 Esta empresa colonizado-

ra fue una de las más costosas que organizó la Corona española. La flota quedó

conformada por más tres mil hombres y mujeres distribuidos en veintitrés naves.113

Entre ellos se encontraban los futuros pobladores del Estrecho.

111 Transcripto del manuscrito original.

112 En la obra de del Barco Centenera Argentina y Conquista del Río de la Plata el autor refiere:Salen de aquí contentos los que cuento,Diego Flores, Valdés y el trujillano,El buen Sotomayor por cognomento,Chaves y de la madre voz mediano;Con ellos, como digo, va SarmientoCuya quimera vana salió en vano.

Cito de la edición de 1998, 349.

113 Este elevado número lo conformaban seiscientos soldados que iban a Chile acompañando al

nuevo Gobernador: Álvaro de Sotomayor; trescientos cincuenta pobladores; el resto lo consti-

tuían tanto los soldados afectados a las futuras fortificaciones del Estrecho, como los marinos.

En un documento del 1 de junio de 1583, titulado Relación de los capitanes y naos, maestres y

pilotos que su Magestad proveyó para la armada que invió en al Jornada del Strecho de la Ma-

dre de Dios, antes llamado de Fernando de Magallanes y lista de los pobladores del Estrecho,

Sarmiento de Gamboa detalla los nombres y apellidos y en algunos casos lugar de procedencia

de los pilotos de la galeaza capitana, luego de las naos Santi Spiritus, María de Jesús, Nuestra

Señora de la Speranza, Gallega, María de Buen Pasaje, María de Sanct Vicente, María, Sancta

María de Begoña, Corza, Sanct Nicolás y de las fragatas María Magdalena, Santa Isabel, Sancta

Catalina, Guadalupe, Trinidad, Sancta Marta, Sanct Esteban de Soroa. Luego se señalan los

nombres y apellidos de los pobladores solteros que se embarcaron en Sanlúcar de Ba-rrameda,

consignándose en algunos casos su oficio. Los pobladores solteros suman ciento catorce.

Después están anotados los nombres y apellidos de los pobladores casados con el nombre, no

siempre, de sus mujeres y la cantidad de hijos, que suman ciento treinta y cuatro. A continuación

se enumera el nombre y sueldo de los carpinteros, albañiles, herreros, pedreros, artilleros y

trompeteros destinados a la fortificación del Estrecho. Sarmiento detalla luego los pobla-dores

que se embarcaron en Cádiz, tras la primera y fallida salida, siguiendo el mismo esquema de

presentación.

El manuscrito original se conserva en A.G.I. P. 33, N° 3, R. 29 y consta de trece folios escritos

de ambos lados más la carátula. La letra no es de Sarmiento de Gamboa quien únicamente ha

escrito el saludo final “S.C.R.M. besa las reales manos a Vuestra Majestad su más leal vasallo

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188 MARÍA JESÚS BENITES

La Relación de lo sucedido a la Armada Real de Su Majestad en este viaje

del Estrecho de Magallanes está escrita en Río de Janeiro y firmada el 1 de junio de

1583.114 Ese mismo día Sarmiento redacta otros dos documentos. Uno es un Derro-

tero del camino y navegación que hizo la armada del mando del general Diego

Flores Valdés,115 donde se detalla el rumbo del viaje desde la partida de Sanlúcar de

Barrameda el 25 de septiembre de 1581 hasta el retorno a Río de Janeiro el 17 de

febrero de 1583. El otro documento enviado es el listado con los nombres y oficios

de los futuros pobladores del Estrecho y de los tripulantes.

Pedro Sarmiento de Gamboa”. El título de Relación ha sido colocado en el r° del primer folio. Con

esa misma denominación figura en Rosenblat (T. II, 335 - 354) copiada de Pastells (542 - 560).

114 Manuscrito del A.G.I. P. 33, N° 3, R. 27. Está escrito íntegramente de puño y letra por Sarmiento

de Gamboa en ochenta y cinco folios de ambos lados, más un folio en blanco y dos de ca-rátula

y cubierta. En la carátula se lee con letra de Sarmiento “Para la S.C.R.M. en manos de su Real

Consejo de las Indias”. Con otra caligrafía se ha agregado un título “Relación de lo sucedido a

la Armada Real de su Majestad en este viaje al Estrecho de Magallanes. Bajo esta deno-

minación la publica Rosenblat (T. I, 191 – 290) copiada de Pastells (561 – 645). En el folio 1 r°

consta claramente el destinatario “S.C.R.M.”. En el folio 3 r° se ha ubicado en el encabezado la

palabra “Relación”. En el folio 12 r°, Sarmiento coloca otro subtítulo “Relacion del infelice viaje

desta arma [sic] de que fue general Diego flores de baldes”. Estos subtítulos señalan momen-

tos marcados temporalmente.

Es llamativo en los dos primeros folios la prolijidad y distribución de las oraciones en el papel.

En algunas líneas se distingue el trazo de renglones que guiaron al navegante. En los folios

subsiguientes no aparecen. Lo que sí se mantiene, es la amplitud de los márgenes, lo que hace

suponer que, a pesar de la extensión del escrito, Sarmiento disponía de una importante canti-

dad de papel. Éste, dado el buen estado de conservación del manuscrito, es de una calidad

superior ya que son muy pocas las hojas en que se ha traspasado la tinta de una cara a otra

de la hoja y los folios no presentan roturas, excepto en el folio 2 v° donde la pluma ha perforado

el papel en el momento de firmar.

115 A.G.I. P. 33, N° 3, R. 28. El manuscrito posee treinta y un folios escritos de ambos lados, la letra

no es de Sarmiento de Gamboa quien únicamente ha realizado de puño y letra el saludo final

“S.C.R.M. besa las manos su más leal vasallo Pedro Sarmiento”. Refiere el itinerario del camino

y navegación que hizo la Armada de Diego Flores y Valdés que salió de Sanlúcar de Barra-

meda la noche del 9 de diciembre de 1581 para el Estrecho de Magallanes. Desde el folio 1 al

9 designa las alturas y grados desde Sanlúcar hasta Río de Janeiro. En el folio 9 se incluye el

título “Camino desde el Río de Janeiro al Estrecho” que se extiende hasta el folio 17. En este folio

se lee el subtítulo “Viaje y derrotero desde la isla de Santa Catalina hasta el Estrecho” que se

extiende hasta el folio 30. Aquí se incluye otro subtítulo “El camino y derrotas que hizo Diego

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 189

El contexto de producción está enmarcado por el malogrado ingreso al Estre-

cho de Magallanes en el mes de febrero de ese año y la decisión de Flores de regre-

sar a Río de Janeiro. Para referir los sucesos que conllevan a este incumplimiento

de la instrucción real de poblar y fortificar el Estrecho y a casi dos años de la partida

desde España, Sarmiento relata ordenadamente los hechos desde los avatares ini-

ciales de la empresa.

El relato está precedido por un texto introductorio que adelanta los sucesos

que se van a referir. Es una “epístola – prólogo”116 escrita en primera persona y

dirigida a la “Sacra Católica Real Majestad” con la intención de advertir al Rey sobre

la importancia y verdad de lo que se detalla.

Lo que a Vuestra Majestad aquí escribiré es cierto y verdad pun-

tual: conviene a Vuestra Majestad leerla y apuntarla para remediar en

lo de adelante, castigando en lo presente lo pasado, para que, escar-

mentando haya quien sirva a su Rey con limpias entrañas, y también

premiando al fiel, para animar a los buenos y quebrantar a los flojos y

de siniestras intenciones (192).

El acto de escribir es considerado, desde un comienzo, como un servicio más

a la Corona ya que el narrador afirma que no está obligado a ello. La necesidad de

escribir se funda en la de suplir una más de las múltiples carencias que posee Diego

Flores: la de informar con la verdad. El narrador todavía no ha referido ningún

acontecimiento pero ya ha dejado expuesto el encono que lo separa del General.

Y aunque esto no me es mandado, movióme a lástima suma, que

moviera a las piedras, ver la destruición dello y traslucírseme la falta

que a Vuestra Majestad había de hacer en el Estrecho, dejándose de

cumplir por defecto dello lo que Vuestra Majestad manda (191).

De esta manera se establece la posición que ocupará en el texto, esa verdad

que será escrita debe tener como finalidad el castigo del Caballero de la orden de

Santiago, y el premio y consideración para quien informa verazmente el modo en

Flores de Valdés General desta armada en la vergonzosa arribada que hizo desde la boca del

Estrecho”. En el folio 27 v° Sarmiento menciona a otros expedicionarios como Sebastián Elcano

y Jofré de Loaisa que confundieron las bocas de entrada al Estrecho. El documento ha sido

publicado por Ángel Rosenblat (291 – 333) a partir de la edición de Pastells (501 – 541).

116 Tomo la denominación de Alberto Porqueras Mayo. 1957.

Page 190: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

190 MARÍA JESÚS BENITES

que se han desarrollado los acontecimientos.

Una arrogancia me ha de sufrir Vuestra Majestad, siendo servido, y

es que siendo mi deseo con alguna demostración que de obras he

hecho por tal que en muchas partes de las Indias, y más aquí, por

sustentar el servicio real, he padecido y sufrido tanto que me puedo

llamar mártir de Vuestra Majestad, no lo he podido remediar todo

manualmente, porque Vuestra Majestad así fue servido, y pudiéralo

hacer quien tenía y tiene más obligación, por haber rescibido más

mercedes, y ninguna cuenta ha tenido ni caridad con la gente, no

determina en efetuar a lo que fue enviado; y aunque entre él y sus

cómplices me llaman la judía de Zaragoza,117 porque dicen que lloro

duelos ajenos, no viendo que los del Rey son propios de sus buenos

vasallos (192).

Para poder escribir esa verdad Sarmiento debe desviarse de la línea que

marca una instrucción. Ésta deja de ser el móvil que transforma el derrotero en

discurso para dar lugar –fundada en la decepción que originó en él no haber sido

“General de la Armada”– a la narración de los hechos que ponen de manifiesto la

ineficacia de Flores de Valdés para comandar la empresa.

El relato se inaugura con el arribo a España luego del exitoso viaje al Estre-

cho de Magallanes. El recorrido espacio – temporal está determinado por la llegada

y permanencia en distintos puertos: Sevilla, Cádiz, Cabo Verde, Río de Janeiro. Es

una escritura estática que no se presenta, como la de 1580, guiada por las líneas de

la carta de marear.

La materia narrativa se elabora desde la voz y mirada de un sujeto textual que

se despliega en primera persona del singular y plural y en tercera del singular, alter-

nancia que le permite acercarse o distanciarse de las situaciones que refiere. En cada

puerto el ritmo del texto se detiene en el detalle de los acontecimientos que se susci-

tan y que marcan el progresivo enfrentamiento con Diego Flores. El paisaje y los

relieves del espacio se desdibujan y el impulso de la escritura es el de la narración.

El uso de la tercera persona pone en movimiento a “Pedro Sarmiento” ejer-

ciendo, desde las primeras páginas, diversas actividades dentro del marco oficial y

en procura del logro de la empresa.

117 Alude al dicho castellano “la judía de Zaragoza, que cegó llorando duelos ajenos”. Nota en Ro-

senblat (T. I, 192).

Page 191: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 191

Pedro Sarmiento solicitó lo que Vuestra Majestad le mandó que le toca-

ba de la artillería, municiones, mantenimientos, ropa, para soldados y po-

bladores; hizo labrar un bergantín y una lancha, que se habían de llevar

abatidas por piezas para armarlas en el Estrecho, para el descubrimiento y

servicio dél; acudía a todos los acuerdos y oficinas, y procuró lo de los

pilotos y maestres con mucha diligencia118 (197).

La enumeración de las tareas vinculadas a la organización de la flota y arre-

glo de las naves se contrapone al egoísmo del General que sólo gestiona beneficios

personales: “Mientras estas cosas se iban acabando, Diego Flores iba procurando lo

de su cargo” (197). Este esquema de escritura por medio de situaciones paralelas

pero opuestas se reitera y desarrolla en todo el texto.

En el uso de la tercera persona el narrador se representa como un navegante

en quien concurren diversos conocimientos. Éstos lo habilitan para reunirse con el

cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla y elaborar las veintitrés cartas de

marear “astrolabios, ballestillas, agujas y otros instrumentos” (200) necesarios para

la travesía. A su vez realiza una demostración de sus aciertos matemáticos y cos-

mográficos ya que refiere nuevamente a la observación del eclipse de 1578. Se

inscribe en el texto como una autoridad en la interpretación de los fenómenos celes-

tes y sus relaciones en el cálculo de las distancias.119

Esto se debe entender cuanto a la longitud; y cuanto a la latitud, comen-

zando en lo antiguo desde Sevilla se siguiese en lo de África y Guinea a la

carta que la presente se usa; y en las Indias, empezando desde Lima,

118 El énfasis en los verbos de acción es mío.

119 Sarmiento aplica un método que le permite determinar con mayor exactitud las distancias para

establecer de manera más precisa el rumbo. Es ésta, precisamente, la indagación cosmográfica

que recorre el siglo XVI. Gehard Mercator explicaba en su mapamundi de 1569 (Nova et aucta

orbis terrae descriptio ad usum navigatium emendate accomodata) cómo a partir de la dife-

rencia de latitudes y diferencia de longitudes, se pueden determinar la dirección y distancia.

Para superar la dificultad de variación de la escala, Mercator introdujo el principio de los

triángulos similares. Es evidente que Sarmiento conocía el trabajo del cartógrafo de Flandes ya

que sus conclusiones, que parten de la observación de fenónemos celestes, poseen el mismo

objetivo e igual procedimiento. Véase G. R. Crone, Historia de los mapas, 1966.

El valor de las consideraciones cosmográficas de Sarmiento fue reconocido por sus contem-

poráneos. José de Acosta, cuando se refiere al navegante, lo reconoce como hombre “docto

en Astrología” (1590, 109). Edición de 1962.

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192 MARÍA JESÚS BENITES

se arrumbase conforme a las cartas de los descubridores modernos

de aquellos mares del sur; y en archipiélagos y Estrecho de la Madre

de Dios, según la descripción de Pedro Sarmiento, descubridor dello;

y en la costa, desde el Estrecho al Río de la Plata, conforme a un

original de Pedro Sarmiento, de Magallanes y Ladrillero y Simón de

Alcazaba120 (199).

Señalar su capacidad en los saberes científicos funciona como un resguardo,

no sólo de posibles castigos por el fracaso de la empresa sino también para acen-

tuar que el caótico resultado se debe al hecho de que la misma estuviera comanda-

da por quien no poseía tales aptitudes. De manera sutil pero contundente Sarmiento

escribe para desvincularse del incumplimiento de las instrucciones y responsabilizar

de manera directa y progresiva a Diego Flores de Valdés, el elegido por el Consejo y

el Rey. Esta actitud denota un cambio en la relación entre el sujeto y la autoridad real.

La expedición se presenta desde los primeros folios signada por las dificultades. El

narrador señala cómo, azotados por una tormenta que les impide avanzar, el 8 de octubre

regresan a Sanlúcar. En la misma boca del puerto una de las naos se hunde y mueren

todos sus tripulantes, cuatro naves se pierden en los arrecifes, entre ellas Nuestra Señora

de la Esperanza con la que Sarmiento había realizado la primera incursión. El resultado

que se refiere es desastroso: entre los que se ahogan y los que huyen desaparecen

ochocientas personas, de las cuales ciento setenta son pobladores.

El Gobernador detalla la estadía forzosa en Cádiz desplegando múltiples ac-

tividades como la búsqueda de nuevos marineros y pobladores. Flores de Valdés en

tanto, “quedó tan macerado de la arribada, que tractó de no proseguir el viaje,

escusándose con cierta enfermedad que recreció” (208) y por lo tanto “no entendía

en cosa ninguna” (209). El 9 de diciembre sale nuevamente la flota compuesta por

dieciséis barcos y dos mil quinientas personas.

El primer destino son las Islas de Cabo Verde en cuya travesía se desata una

epidemia de escorbuto121 y la muerte alcanza a ciento cincuenta tripulantes. En las

120 Obsérvese que Sarmiento de Gamboa no respeta el orden cronológico en que se desarrollaron

los viajes al Estrecho y se ubica en primer término.

121 Al parecer los españoles se encontraban atrasados en la elaboración de medicamentos contra

el escorbuto o mal de Loanda. Según Friederici (1973) los franceses que colonizaron Canadá

y los ingleses disponían de ciertos remedios contra ese mal. Aún entrado el siglo XVIII seguían

muriendo marinos españoles a causa de esta enfermedad.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 193

costas de África permanecen hasta el 2 de febrero de 1582, fecha de la partida con

rumbo a Río de Janeiro. Allí esperan que pase el invierno. El 2 de noviembre se

embarcan para alcanzar el destino final de la travesía: el Estrecho de Magallanes.

El narrador, en tercera persona, expone la falta de caridad que demuestra

Flores con los enfermos. En el texto se suceden anécdotas donde se refuerza la

construcción del General a través de sus propias palabras, éstas son enfrentadas

con las actitudes y reflexiones de Pedro Sarmiento.

Cuando de las otras naos hablaban a la capitana y decían a Diego

Flores que habían muerto algunos las más veces se reía, como de un

espectáculo muy jocundo. Y lastimándose Pedro Sarmiento un día,

porque le dijeron de la Arriola que se habían muerto ciertos poblado-

res, y riendo dello el general, Pedro Sarmiento, pareciéndole inhuma-

nidades, como lo era, le dijo que aquellas desgracias no eran para reír,

pues todos estábamos sujetos a ellos, y cuando nosotros estábamos

enfermos llorábamos y deseábamos que todos nos hubiesen lástima y

nos ayudasen y curasen y más lo habíamos de sentir nosotros, que si

bien lo mirábamos, muriendo la gente, aunque nosotros quedásemos,

poco o nada podíamos hacer (...) Y es cierto que cuando se pensó que

había de responder con un suspiro profundo, salió con una sequedad

más que de piedra, diciendo ¡Másque se mueran todos y todas!, pala-

bra de que todos los que lo oyeron quedaron bien escandalizados,

aunque no espantados los que de antes le conocían (217 - 218).

Las actitudes poco piadosas de Flores son presentadas también por medio de

una comparación con Timón, “el ateniense que era enemigo de los mortales” (222).122

La introducción de la voz del antagonista no sólo dinamiza el texto, sino que es una

estrategia para recrear (probar) de manera concreta y directa, la oposición que los

separa. Desde este lugar, el narrador permite que el elegido por la Corona hable

para darle a su propia voz el tono de la mesura. En esos tramos la tercera persona

del singular se entremezcla con un “nosotros” que demuestra cómo las reacciones

de estupor frente a las actitudes de Flores son generalizadas.

122 Sarmiento refiere la historia de Timón “tiniendo una higuera en su casa, donde muchos se

habían ahorcado, y quiriéndola cortar porque hacía sombra a algunos, salió a la calle a dar vo-

ces, diciendo: ‘Sepan todos que Timón quiere cortar su higuera, el que se quisiere ahorcar

acuda por éstas antes que la corte’” (222).

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194 MARÍA JESÚS BENITES

Lo narrado se estructura sobre la base de esta continuidad de sucesos. Hay

un episodio que se refiere por primera vez en esta relación y que se repetirá en los

escritos de los años 1584 y 1590. En él se establece la clara distinción que separa en

dichos y hechos al Gobernador del General. El relato es introducido con una adver-

tencia y disculpa por su extensión, recurso que no hace más que aumentar la ex-

pectativa ante una anécdota que pugna por ingresar al texto.

Este coloquio, aunque sea largo, es notable, y más lo siguiente.

(...). “Por cierto, yo [Flores de Valdés ] no sé para que quiere el Rey

poblar las Indias, que para mí yo creo que no las tiene con buena

conciencia”. Vea Vuestra Majestad si tiene un buen teólogo en él, y que

se ha despabilado bien en esta materia y leído bien123 las relecciones

de Fray Francisco de Vitoria, sobre los títulos de Indias y otros. Cosa

es de risa, y muy mayor gastar tiempo en ello yo, pero porque lo dijo

a voces, que todos los que allí estaban lo oyeron, que hablando él esto

afirmativamente, por la autoridad del cargo quizá creerían que acerta-

ba, no pude dejar de responderle primero, como a hombre sin letras

que si el Rey no tenía con buena conciencia ¿qué se juzgaría de los

quél había ganado allá en idas y venidas (...). Todo esto medio en

pasatiempo; pero muy de veras se volvió a afirmar en ellos como si lo

supiera. Por lo cual Pedro Sarmiento le dijo que le rogaba no tratase

de aquella materia, que no era de su profesión; vivía errado en lo que

decía, porque los Reyes de Castilla y León, dende los Reyes Católicos

acá, poseían las Indias con justísimos títulos (...) y que si esto negaba,

contradecía el poder del Papa, que no más los luteranos, y la senten-

cia de los sabios; y le mostró la bula en romance, con que le puso

freno, y dijo qué no sabía aquello. Y así se quedó este dialogismo, que

aunque se sea digresión escribir de vidas ajenas y prolijidades de mi

barbarie, ni será dese[r]vicio de Vuestra Majestad saberlo (219 - 220).

El fragmento representa el juego de oposiciones que signa la relación entre

ambos personajes. El narrador se posesiona de la figura de Flores para proyectar,

desde la distancia, a “Pedro Sarmiento” como un letrado que ha leído desde las re-

lecciones de Vitoria hasta las bulas papales escritas en romance frente a un vasallo

que, por sus servicios a la Corona y aunque ignore los antecedentes de donación de

123 Uso la cursiva para destacar la ironía con la que Sarmiento se refiere a la falta de conocimien-

tos en Flores.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 195

las Indias, ha recibido la honrosa orden de Santiago. La actitud de superioridad del

sujeto textual se manifiesta en el uso de la ironía ante quien define como un hombre

“sin letras”. Las oposiciones son contundentes y Sarmiento necesita de Flores para

expresarlas: letrado/ no letrado; modelo de vasallo leal y cristiano/no vasallo y por

lo tanto no cristiano (luterano) e infame.

Las palabras del General invaden el relato. Además de sus expresiones poco

caritativas y su confusión con respecto a los derechos españoles en el Nuevo Mundo

se suman las burlas dirigidas a los futuros pobladores del Estrecho: “Deshacíale y

amotinábale los pobladores y oficiales, diciéndoles públicamente: ‘¡Oh malaventurados

de vosotros! ¿Quién os engañó? ¿Dónde vais?’”(223) y también el marcado despre-

cio que manifiesta ante los consejos de Sarmiento: “Dadme dineros y no consejo”

(259).

El navegante introduce la palabra de Flores en momentos centrales como el

de la llegada al Estrecho de Magallanes después de una larga espera en la que se

desmoralizan los pobladores y se deterioran los barcos. El 2 noviembre parte la

expedición con quince naves. Los estragos de la broma124 hacen que varias de ellas

se pierdan, obligándolas a buscar un puerto donde aderezar las que quedan. El 7 de

enero de 1582 zarpan desde Santa Catalina con ocho barcos.125

El relato señala la manera en que el 17 de febrero alcanzan la entrada del Es-

trecho de Magallanes y fuertes vientos impiden que se cumpla el objetivo de na-ve-

gar por la primera angostura y descender a tierra firme. Este inconveniente desani-

ma, según Sarmiento, al asturiano, ya que emprende el regreso a Brasil. El Go-

bernador, en su obstinación lo persigue e insiste en esperar a que mejore el tiempo.

El General consiente en aguardar una nueva oportunidad pero, como las condicio-

nes continúan siendo desfavorables, ordena el retorno, sin contradicciones. En el

devenir de estos sucesos el narrador introduce diálogos indirectos con Flores y ade-

más, con una clara intención paródica, reproduce las expresiones que, producto del

124 Friederici (1973) señala tres causas centrales en la pérdida de embarcaciones. La más

devastadora eran los estragos que causaban la broma o taraza, molusco que perforaba las

maderas de los barcos. Las otras dos era el desconocimiento de las costas y las últimas el

exceso de mercancías con que se cargaban las naves. El ataque de la broma o taraza era una

de las causas más importantes de pérdidas de embarcaciones.

125 Tres naves tenían la orden de llevar al Río de la Plata seiscientos soldados de Don Alonso de

Sotomayor, para que desde allí prosiguieran, por tierra, el viaje hasta Chile.

Page 196: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

196 MARÍA JESÚS BENITES

miedo, éste vocifera descontrolado:

Y llegado que hubo a la galeaza, preguntó por Antón Pablos, y le

dijo: ¿Qué haremos?. El cual le respondió que esperásemos hasta la

menguante de luna (...) Y el general dijo ¡Andrés, no quiero, no quie-

ro!. Y otra vez con la mano señaló, hacia el norte y España, diciendo a

voces; ¡No, no!. ¡Arribar, arribar! ¡Vámonos, vámonos!. (...) Llamando

otra vez a Antón Pablos y al almirante, les dijo a voces: “¡Ya no es

tiempo, ya no es tiempo! ¡Arribar, arribar!” Y le volvieron a decir lo

mesmo que antes. El general dijo: “Yo me voy, sígame quien

quisiere”!126 (276 - 277).

“Juro a Dios que si supiera lo quera el Estrecho y esta navegación,

aunque el Rey me diera cuanto tiene, no viniera acá” (280).

En los sucesos de la incursión magallánica el gesto de la escritura no es el del

derrotero marítimo de descubrimiento y exploración ni el del trazado el espacio,

como en la detallada Relación de 1580. Frente al fracaso de los objetivos pautados

por la instrucción la pluma cede ante las irregulares circunstancias refiriendo múlti-

ples acciones y anécdotas. De todos modos, el narrador - viajero traza un mapa, no

físico sino textual que se lee siguiendo las líneas del enfrentamiento con Flores. Se

establece un recorrido progresivo que va desde los obstáculos y trabas que impiden

la concreción de la empresa hasta su huida a España en junio de 1583. La traición

del General elegido por la Corona es el elemento central, es la huella imborrable

que señala el itinerario.

La tercera persona representa a un Pedro Sarmiento en actitud sufriente ante las

desmesuradas injusticias de Flores, en quien se muestra, de manera gradual, un aleja-

miento de los principios humanos que asimilan su presencia amenazante a lo demoníaco.

Aconsejó al general que matasen a Pedro Sarmiento, (...) y lo avisó, el

que lo oyó a Pedro Sarmiento, adviertiéndole que se guardase de comer

con personas familiares o conterráneas a Diego Flores, pero todo esto

estimaba en nada ni hacía caso dello Pedro Sarmiento, antes, con más

claro, procuraba el servicio de Vuestra Majestad, confiando en que Dios le

ayudaría, y que no permitiría quel demonio saliese con su mala urdimbre,

126 El manuscrito tiene una anotación al margen de algún miembro del Consejo de Indias quien, al

revisar el texto, apuntó “No quiso llegar a tomar el Estrecho.”

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 197

que era impedir esta jornada, para que la palabra de Dios no se noti-

ficase a aquellos ciegos gentiles, a quien Vuestra Majestad enviaba a

convertir y hacer cristianos (227).

En la representación del marino asturiano se suman, además de su cobardía,

actitudes que, por su grado de vileza, únicamente pueden atribuirse a la influencia

del demonio. Sarmiento, por el contrario, cumple la misión encomendada por Felipe

II bajo la protección divina. La actitud mesiánica del narrador acentúa las diferen-

cias ya que éste se transforma en un instrumento de Dios, que combate y resiste las

calumnias y agresiones.

La invernada en Río de Janeiro, antes de la partida al Estrecho, exaspera al

Gobernador. La lucha que establece con los seguidores de Flores tiene por objetivo

evitar que los súbditos (soldados, marineros) del poderoso imperio se transformen

en mercaderes de los bastimentos entregados por la Corona. Esto provoca nueva-

mente el encono contra quien defiende las posesiones del Rey frente a quienes “le

miraban como a toro” (228).

El mal uso de los bienes reales determina una vez más la pugna. El Coman-

dante de la flota real ha quedado transformado en un mercader que intercambia los

bienes destinados al Estrecho por el palo brasil. El General designado por la Casa de

Contratación, por sus méritos y servicios para acrecentar y defender las posesiones

americanas, termina asimilándose a un saqueador, una suerte de enemigo interno

de la Corona que adopta el mismo comportamiento de aquellos contra quienes debe

defenderla: los piratas.

¡Buena consideración de capitanes, soldados y oficiales reales, que,

viniendo a pelear, descubrir y fortificar, hagan de sí una metamorfo-

sis,127 y se conviertan en taberneros y aceiteros, y quieran cubrir sus

bajezas y culpas con el nombre de Vuestra Majestad! (247).

En la escritura se inscriben los distintos roles y funciones sociales que cumple

el sujeto textual: juez (administra justicia e impone castigos), religioso (casa a los

solteros, convoca a las misas), cartógrafo (confecciona los mapas), astrónomo (mide

las variaciones celestes). El eje que los une es el principio inalterable de lealtad al

Rey. Sarmiento se detiene en la enumeración de su accionar generoso y únicamente

127 La cursiva me pertenece.

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198 MARÍA JESÚS BENITES

interesado en alcanzar lo mejor para el emprendimiento de su empresa colonizadora.

Porque en las tierras nuevas lo más necesario son los casados, así

para asegurar la tierra de alteraciones que suele haber entre gente

toda soltera y suelta, como para poblar y multiplicar y cultivar la tierra

y para los oficios femíneos, que son a la república necesarísimos, de

curar enfermos, remendar, y coser a los hombres y limpiallos, y aun

para dar ánimo a los hombres, que, viendo que una flaca mujer sufre

los trabajos de las nuevas poblaciones, avergüénzanse los hombres

de no hacer otro tanto y más (236 - 237).128

Frente a un desempeño que expone el celo con el que protege a su gente se

opone la displicencia y laxitud de Flores “diré que ni sodomía ni muerte ni fuerza ni

hurtó castigó ni enmendó” (238). El navegante actúa con un desinterés que se sus-

tenta en la necesidad de servir sin esperar, en apariencia, ninguna recompensa per-

sonal; cualquier ambición se diluye en el engrandecimiento del poderío del imperio.

El Capitán General es quien siempre pone en peligro el interés real en procu-

ra del beneficio propio; es el eje sobre el cual giran los alzamientos, la desobedien-

cia y el principal descontento. Cancela, generando el caos, las estructuras de vasa-

llaje y de orden.129 A este “ellos” conformado por él y sus seguidores se opone el

“nosotros” guiado por un principio de subordinación armónica y solidaria con la

autoridad.

El uso de la primera persona del plural no adquiere tanta trascendencia en el

texto, ya que el principio que lo rige es la oposición entre el narrador y Flores, esta-

blecida por medio de la tercera persona que refiere los sucesos y detalla las accio-

nes modélicas emprendidas por “Pedro Sarmiento”. La tercera persona es la que sos-

128 En las primeras licencias de colonización concedidas por los Reyes Católicos en 1501 se

exigía que los emigrantes debían ser casados y viajar acompañados por sus familias. En 1505

se ordenó a los hispanos casados que se habían asentado en el Nuevo Mundo que retornaran

a España para buscar a su mujer e hijos. Durante todo el siglo XVI la monarquía impuso normas,

en algunos casos muy severas, para promover la inmigración de mujeres y de familias a las

Indias. Las palabras de Sarmiento transmiten esa necesidad de colonizar las nuevas tierras

con hombres y mujeres para asegurar el asentamiento definitivo en el territorio y el acrecenta-

miento de población.

129 En este sentido, Flores queda representado como un “criminal” ya que, partiendo del concepto

propuesto por Michel Foucault (1995) en La verdad y las formas jurídicas, criminal es aquél

que “damnifica, perturba a la sociedad”. Es el enemigo interno (93).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 199

tiene cronológicamente el relato y sobre la que recaen la suma de las cualidades;

las referencias a estados internos y emotivos se introducen desde la primera.

La presencia de ese “yo” declamativo supone una transposición temporal. La

voz narradora manifiesta actitudes que, por su carácter reflexivo, evidencian un

procesamiento posterior al momento en el que han acaecido los sucesos. La marca

que domina a este sujeto es el desconcierto y la actitud sufriente, cercana al tor-

mento. Es la continuidad del narrador que se presentaba en la epístola - prólogo ex-

clamando su condición de “mártir de Vuestra Majestad”, lugar que se prolonga en la

convivencia con Flores. La postura del vasallaje potenciada hasta el martirio implica

ceder el propio cuerpo a un sacrificio y dolor físico que pueden acarrear la muerte:

“Cada vez me van creciendo enemigos por hacer el servicio de Vuestra Majestad;

no sé en lo que ha de parar tanto robo, sino émulos que me persigan” (289).

Existe una inscripción de lo corporal en la consternación que se expresa en

las lágrimas que Sarmiento derrama ante la falta de piedad de Flores. El sujeto que

escribe se implica en el texto dejando dentro del cuerpo del relato las marcas del

propio. (Margo Glantz: 1992). Ese “yo” sufriente manifiesta su subjetividad en la

tensa lucha que opone al decir con el callar.

Una cosa no pasaré en silencio, aunque sea menuda (209).

No puede dejar de decirse con lágrimas algo aunque se me atribu-

ya a murmuración o hipocresía ( 217).

El silencio, en este contexto, representa un incumplimiento, una acción des-

leal. El no callar es una prueba más de vasallaje que autoriza al discurso para

referir el deterioro de la empresa. Las imágenes que lo patentizan se expresan en el

desconsuelo de los pobladores y en la ruina de los navíos.

Quebraba el corazón ver las lástimas questos pobres pobladores

hacían y decían en verse dejar desamparados y desconfiados de con-

seguir su deseo para que habían salido de Spaña (267).

Los barcos inmóviles, presencias silenciosas, acompañan el proceso de de-

sintegración de la empresa. En la medida en que son corroídos por la broma que in-

vade maderas y jarcias, Sarmiento es diezmado interiormente por la desesperación

y las hostilidades. La voracidad de los gusanos que arruinan los navíos, se asimila a

la presencia también destructiva de Flores que invade la escritura y genera el sufri-

miento interno del narrador.

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200 MARÍA JESÚS BENITES

¿Qué haría yo? Callar y trabajar y considerar mi suerte, y que

Diego Flores gozaba de mi sudor y trabajo, y bebía de mi sangre con

los cascos de mi cabeza (236).

El uso de la primera persona es el más efectivo en la representación del na-

rrador. Éste se reconoce como el “mayor pecador de todos” y escribe los hechos que

reflejan la ineficacia de Flores por “miedo que Dios me castigara si no lo hiciera y la

conciencia, que es mil testigos, me acusara por traidor a mi Rey” (244). Las reflexiones

que lo develan surgen como una necesidad de expresar el desborde emocional que

implica la situación de subordinado y la impotencia por concretar la empresa.

Bien sé que los hijos de este siglo son más prudentes que los hijos de

luz,130 y que quien quiere vivir sobre la haz de la tierra deja correr el agua

por donde suele; y cada uno viva como pudiere, con daño o sin daño, bien

lo sé y bien lo entiendo, y no soy santo ni aun bueno, pero aprendí a tener

vergüenza y a no hacer cosa que pareciese mal (...). Sacra Majestad, en

tocándome en mi Rey y mi señor, no hay disimular, así porque Dios me dice

obedite praepositis uestris,131 como por afección humana. Y por esto he

tenido y tengo muchos émulos y contradiciones, trabajos, peligros y pérdi-

das, pero nada me ha estorbado el servicio de mi Rey, y muchos lo han

procurado con obras, fuerzas y malas palabras, y por esto estoy pobre,

pudiendo estar rico, digo en dinero, pero tengo en la memoria la sentencia

del sabio: melius est nomen bonum quam diuitae multae, si fas est dicere,132

nombre bueno en mí, por servir y arriscar muchas veces la vida limpia-

mente por Vuestra Majestad, en que Dios Nuestro Señor me ha favorecido

y sacado con vitoria adelante; la gloria y honra a su Divina Majestad solo,

que dél nos viene todo bien y don perfecto (244).

La construcción del sujeto textual es ejemplarizante. Las actitudes providen-

ciales que se señalan tienen su mayor exponente en el momento en el que la divi-

nidad habla a Sarmiento, convirtiéndole en su aliado. El evidente apoyo divino justifi-

130 En este tramo Sarmiento alude al Evangelio de San Lucas, capítulo 16, versículo 8: “Y alabó el

señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque los hijos de este siglo son en

su generación más sagaces que los hijos de la luz”. Nota en Rosenblat: 1950, T. II, 430.

131 “Continuad con vuestro designio”.

132 “Si es lícito decir: es mejor ser tenido por bueno que tener abundancia de riquezas”. El uso del

latín evidencia una vez más la presencia de un sujeto textual letrado.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 201

ca y legitima la empresa que propugna a costa de sufrimientos y riesgo de vida.133

Es esta primera persona la que afirma y concreta la construcción definitiva del

viajero como modelo de vasallo, navegante y cristiano. En el fragmento se proyecta

el tono preceptivo y doctrinal134 de la epístola – prólogo, puesto que se retoman las

líneas que ésta anticipaba para señalar las reglas que definen una conducta, en este

caso una ética de subordinación al Rey basada en los principios del sacrifico, el

desinterés por las riquezas materiales y el honor.135

Los últimos tramos de la relación se centran en el frustrado arribo al Estrecho

de Magallanes. Sarmiento se lamenta aludiendo que, con el sufrimiento que habían

pasado, era una pena malograr el ingreso cuando estaban tan cerca de poder, en

uno o dos días, alcanzar sus costas. A pesar de su insistencia, las naves deshacen el

derrotero y vuelven a Brasil. El viajero es contundente cuando afirma que el fracaso

de la incursión se debió “al miedo y la mala voluntad” (285). El 27 de marzo de 1583

llegan al puerto de San Vicente y el 29 de abril parten con rumbo a Río de Janeiro,

donde arriban el 9 de mayo.

133 Este tipo de invocación no es novedoso. El providencialismo de Cristóbal Colón, por

nombrar un ejemplo, es el modelo más acabado de actitud mesiánica en el discurso narrativo

mitificador. Beatriz Pastor (1983) ha señalado también este aspecto en las cartas que Hernán

Cortés dirige al Rey.

134 Porqueras Mayo distingue, de acuerdo a su contenido, entre prólogo presentativo, preceptivo,

doctrinal y afectivo (1957).

135 Aristóteles afirma que las virtudes éticas son aquellas que se desenvuelven en la práctica y

que van encaminadas a la consecución de un fin, además, sirven para la realización del orden

de la vida del Estado -la justicia, la amistad, el valor- y tienen su origen directo en las costum-

bres y hábitos. Véase el término “ética” en el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora.

En uno de los últimos folios (81 v° y 82 r°) Sarmiento vuelve a destacar las normas de

conducta que deben observar aquellos que quieran ser dignos servidores del Rey y España:

“Dicen otra cosa los que quieren salvar a Diego Flores cuando yo le acuso de que deshace la

gente y pertrechos del Estrecho y lo deja en otras partes: que en todas partes se sirva Vuestra

Majestad. Yo les respondo que aunque en toda parte se sirva Vuestra Majestad, que cada

cosa tiene dado su lugar y orden; y sacado de allí, con cualquiera color que sea, es desobe-

diencia y deservicio notable. Y que en cada parte cada personaje ha de acudir adonde le es

ordenado y señalado, con obligación precisa; y el que desto se desviare es culpable y digno

de castigo, porque si así se hiciese y [a ] cada uno le fuese lícito arbitrar contra lo que se le

manda, todo sería confusión y división, y de ahí desolación de todo reino, por faltar la orden que

los Reyes y consejos ponen (...)” (286). Las cursivas me pertenecen.

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202 MARÍA JESÚS BENITES

En este puerto encuentran una flota de cuatro navíos enviada por Felipe II

con víveres y pertrechos al mando de Diego de Álcega. Éste porta cartas del Rey

que previenen contra el peligro de una inminente llegada de corsarios franceses a

las costas brasileñas. En el final se precipita el relato de los acontecimientos que

puede observarse, incluso, en la letra abigarrada, improlija del manuscrito. Ésta

proyecta la compulsión y premura de quien escribe para no olvidar ningún aspecto

de los que le interesa incorporar.136 Los verbos de acción y la descripción de las

infructuosas conversaciones mantenidas con Flores de Valdés para que emprendan

un nuevo viaje al Estrecho de Magallanes ponen en escena a un incansable Pedro

Sarmiento; la letra presurosa transmite los vertiginosos esfuerzos del Gobernador

por evitar el desmantelamiento de la flota.137

Ante las negativas reiteradas, el narrador se centra en la cobardía del Gene-

ral, pero esta vez apela a “Vuestra Majestad” solicitando castigos y reconstruyendo

diálogos que ejemplifiquen la coherencia modélica en sus actitudes y dichos.

Y como todo su sino ha sido volverse a España a gozar de las mercedes

que Vuestra Majestad le ha hecho por que hiciese esta jornada, y a que se

le entreguen los galeones de la guardia de Indias, a que tiene ojo, todo le

huele mal lo que es trabajo aunque más sea servicio de Vuestra Majestad,

sin mirar la obligación que tiene. Cierto, yo no sé qué hacerme, ni cómo

podré servir a Vuestra Majestad si no es apuñándome con los enemigos a

puñete seco, o huyendo; sólo un consuelo me queda: que este negocio yo

136 En el documento también se observan tachaduras, algo infrecuente en los originales escritos

de puño y letra por Sarmiento. Estos cambios en la presentación formal los advierto a partir del

f. 77 y hasta el final, f. 85. Desde el f. 84 v° el tamaño de la letra es más grande y su lectura se

torna dificultosa.

137 En el relato son muchos los viajeros que se resisten a emprender una nueva travesía al

Estrecho y más aún aquellos que se espantan ante la posibilidad de tener que permanecer en

aquellas tierras. Sarmiento no escatima espacio textual para reproducir las más diversas

respuestas que obtiene de los supuestos vasallos reales, como en los siguientes ejemplos:

“Los que con nosotros venían, a su imitación, hicieron otro tanto; el tesorero Esquibel, el

sargento mayor Loaysa, que en lugar de disciplinar algo se metió a lo mesmo, y tratándole un

día el capitán del artillería Viedma de volver al Estrecho respondió: ‘Yo me meo en la cama, y

llámome maricas [sic.] y no quiero ir al Estrecho’ ” (283, f. 78 v°) “(...) diciendo el gobernador

que, aunque fuese en una teja, había de procurar volver al Estrecho, le respondió [Garri,

designado Alcalde de uno de los futuros fuertes] que aunque el Rey propio en persona viniese

a mandárselo, no iría allá” (286, f. 81 v°).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 203

[lo pongo en conocimiento]138 de Vuestra Majestad, y que ha de mirar

y volver por sí, que yo sé que, como sabe hacer mercedes, sabe

castigar como es justísimo (285).

Flores de Valdés encarna la imagen inversa del héroe. La bravura y fortaleza

moral, han cedido todos los espacios discursivos a la cobardía, la mentira, la injuria,

el miedo y la denigración. La figura modélica del vasallo, representada en el accio-

nar incuestionable de Sarmiento, tiene su contraparte en el egoísmo, arrogancia,

displicencia, impiedad que revisten la presentación de quien tiene a su mando la

empresa. El inventario de sus condiciones personales supone la inversión y liquida-

ción absoluta del modelo de conquistador. Aunque el acto de escribir parezca sumi-

so a la autoridad real, el ejercicio sostenido de defenestrar la figura de Flores per-

mite escuchar, en voz baja, una crítica.139

Tomólo muy mal [Diego Flores]; en fin, se le hice notificar, y res-

pondió bien frívolamente; y lo más substancial que dice es al revés de

lo que pasa, porque en esta parte padece su memoria, como se sabe

y es público y notorio en toda la armada y en la Contratación de Sevi-

lla y entre todos los que le tratan (pp. 287 - 288).

Es el “mártir” el que se transforma en héroe ya que supera y se opone a to-

dos los obstáculos por defender la grandeza de España. La escritura es, entonces,

único medio de reivindicación ante la injusticia en que han incurrido los miembros

del Consejo Real y Felipe II, quienes eligieron a un marino temeroso que ante la

zozobra de las naves “se torcía las manos, según me dijeron” (287).

138 La construcción entre paréntesis corresponde a Rosenblat. En el original (f. 80 v°) la palabra,

una sola, ha sido cubierta, casi en su totalidad, por una mancha de tinta que ha traspasado el

papel.

139 El enojo de Sarmiento se manifiesta en uno de los últimos párrafos del relato cuando se queja

por la mala calidad de los pertrechos que la Corona ha enviado para los futuros pobladores del

extremo sur: “El vino que se trajo es la más mala cosa que se ha cargado en naos de España,

lo más dello, y hase hecho la prueba que mucho dello vino aguada, y aun creo que se prueba

que con agua salada” (289).

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204 MARÍA JESÚS BENITES

II. II. II. II. II. RelaciónRelaciónRelaciónRelaciónRelación de 1584: de 1584: de 1584: de 1584: de 1584:La escritura del DesamparoLa escritura del DesamparoLa escritura del DesamparoLa escritura del DesamparoLa escritura del Desamparo

"Estaba la gente de esta armada tan postrada de ánimo

y espantada de esta navegación y tormentas."

Relación de 1584

Antes de su regreso definitivo a España y después de la fracasada incursión

magallánica, Diego Flores de Valdés escribe, el 5 de agosto de 1583 desde la Bahía

de Todos los Santos, dos cartas a Felipe II.140 En ellas el cuestionado General justi-

fica su accionar “por que no entiendan los enemigos que yo no pude forteficar el

Estrecho” (322) afirmando que “de mi parte se hizo todo lo posible” (328). Lo más

interesante a nivel discursivo es el modo en que el incumplimiento de la jornada se

transforma en un servicio a la Corona. Si bien no pudo ingresar con sus hombres a

la zona magallánica la permanencia en Río de Janeiro representa un “mayor prove-

cho” que en aquella tierra “fría y tempestuosa” (324).141

El tiempo questuve en el Río de Jenerio procuré entender si en aquella

tierra había algún metal de oro o plata; y tratado y conferido con algunas

personas, en conversación les procuré sacar algunas cosas (...). Esta bahía

es la cabeza de todo este Brasil, es puerto abierto, que no se puede

140 Las cartas han sido publicadas por Ángel Rosenblat. (1950: T. II, 315 – 328), quien las copió de

la Colección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, N° 7300 y 7301. Los

originales se encuentran en el A.G.I. Las dos cartas están publicadas además en la Revista de

la Biblioteca Nacional, Buenos Aires. 1938: N° II, 141 - 146.

141 Flores insiste en presentar la rigurosidad del paisaje del Estrecho. En uno de los fragmentos, en

términos realistas, describe: “la tierra es tan rasa de la una parte y de la otra que de ninguna

parte tiene abrigo, que para tierra de tanta frialdad, es de grande inconveniente para la gente

que ha de estar en ellos, porque no tienen leña ni agua, sino es a cuarenta leguas (...)” (323).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 205

impedir la entrada dél a ningún navío que quisiere, por haber más de

dos leguas de boca, de lo que aquí se acordare para la defensa dél y

aumento u población de la tierra por ser de importancia traté y comu-

nicaré con el gobernador y personas despiriencia, y daré a Vuestra

Majestad relación de todo (326 - 327).

La iniciativa de Flores es clara y se sustenta en la conveniencia de explotar

las tierras de Brasil “ricas en oro y plata” para suplir con creces la fracasada incur-

sión al extremo sur. Es tal el convencimiento del General de la importancia de este

objetivo que desde una humildad pretenciosa afirma:

Por haber descubierto a Vuestra Majestad tanta riqueza, la que hay

en San Vicente y Río de Jeneiro, no quiero que Vuestra Majestad dé

premio ni haga merced, mas de sólo suplicar a Vuestra Majestad se

acuerde de hacer merced a los deudos y amigos que en esta armada

traigo, pues lo pasan con mucho contento y acuden al servicio de

Vuestra Majestad con muchas veras (327).

En la carta no se trasluce ningún tipo de enemistad que lo enfrente al obstina-

do Gobernador, quien es nombrado de manera incidental. De todos modos, no falta

una mención implícita en la que alude a la falta de veracidad en los informes que se

han realizado sobre las características geográficas del Estrecho de Magallanes.

Y que con dos fregatas se vea y reconozca el Estrecho y los brazos

y ríos que se entiende tiene, y se sepa todo lo que en él hay, para que

Vuestra Majestad provea lo que más a su servicio convenga, y no sea

engañado, como hasta ahora lo ha sido, de las personas que a Vuestra

Majestad dieron relación, las cuales yo he hallado muy al contrario de

lo que Vuestra Majestad informaron; y aunque Vuestra Majestad ha

gastado y gasta mucho en esta armada, lo dé por muy bien empleado,

por los efectos que con ella se han hecho (320).

El saqueador de los bienes reales que construye Sarmiento se transforma en

estos escritos en un vasallo leal preocupado por los excesivos gastos y la importan-

te (e improductiva) inversión que ha realizado Felipe II para colonizar tierras carentes

de bondades, en oposición a la exuberancia desbordante en riquezas de Brasil y en

especial de Río de Janeiro.

El 2 de junio Diego Flores de Valdés partió desde Brasil y emprendió el regre-

so definitivo a España. Allí tuvo que dar cuenta de su fracaso y fue sometido a un

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206 MARÍA JESÚS BENITES

seguimiento por sus actuaciones.142 El castigo y la cárcel le llegarían años más tarde

(1588), cuando demostrara su cobardía al mando del Escuadrón de Castilla de la

Armada Invencible.143

Sarmiento de Gamboa, en tanto, se ha quedado en Brasil preparando una

nueva y decisiva incursión. Lo acompañan Diego de la Rivera con el cargo de Flores,

y el piloto Antón Pablos. Muchos hombres lo abandonan, entre ellos algunos frailes

y Juan Bautista Antonelli, el ingeniero que Felipe II había designado para la cons-

trucción de los fuertes.

La Relación hecha por Pedro Sarmiento a Su Majestad sobre lo sucedido en el

Estrecho cuando allí se quedó y fundó dos ciudades, está escrita desde Pernambuco

y firmada el día 18 de septiembre de 1584.144 Su escritura se orienta hacia la legi-

142 En el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 5, se conservan diversos manuscritos sobre la expedición al

Estrecho. El legajo contiene siete documentos donde hay interrogatorios y advertencias rela-

tivas a la causa que se llevaba adelante en Madrid sobre la dirección y administración de la

armada comandada por Flores.

143 Colección de documentos inéditos para la historia de España y de sus indias. La Armada In-

vencible. Archivo de Simancas. 1587 - 1589. Documentos seleccionados por Enrique Herrera

Oria. Transcriptos por Miguel Bordonau y D. Ángel de la Plaza. 1929.

En una carta de Don Juan de Cardona a Felipe II, firmada en Santander el 20 de noviembre de

1588, se refiere y critica el accionar de Flores de Valdés durante un accidentado episodio. Si-

mancas. Estado. Legajo 165. Fs. 225 y 226. He optado por actualizar la ortografía de la

transcripción.

“Iba la nao de Don Pedro de Valdés delante del galeón del Duque de Medina aun lado, ya

entrados en el calos de Inglaterra y el armada enemiga siguiéndolos; la nave de don Pedro de

Valdés invistió con otra de su propia escuadra, rompió el beupres y el árbol del trinquete, el qual

cayó hacia dentro de la nave y dio sobre la vela maestra de manera que la esuentó y así no

pudo hacer camino, sino volver atrás pasando al lado de naves y galeones, sin que ninguno le

socorriese ni hiciese motivo de querello hacer, desde la misma manera pasó cerca del galeón

del Duque de Medina Sidonia, el qual tampoco hizo muestra de socorrelle, ni puso proa a la mar

esuentando las velas, ni dellas amainó ninguna, ni hizo señal para que el armada aguardase y

así volviendo atrás la nave de Valdés y el galeón del Duque y el armada a su camino le iban de-

jando; preguntó el Duque a Diego Flores de Valdés si se podía socorrer, respondió Diego Flo-

res que don Pedro de Valdés era su sangre y su amigo, pero que más debía al servició de V.

Mg. que si senbarazaba a socorrer aquella nave, que se perdería el Duque y ponía en peligro

el armada” (352).144 Manuscrito del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 46. Posee treinta dos folios escritos de ambos lados,

más la carátula y tres folios en blanco. La letra no es Sarmiento de Gamboa quien ha escrito

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 207

timación del espacio de poder que le corresponde como Gobernador y modelo

de vasallo. Sarmiento recupera el protagonismo absoluto como sujeto colonizador y

recorre el texto tratando de restablecer el orden destituido por Flores. El narrador

no puede borrar de su escritura la presencia negativa del General ya que desde las

primeras líneas alude, a través de un juego de oposiciones, a los impedimentos que

han obstaculizado el buen término de la empresa.

sólo en el folio 31 r° y v° y en el 32 r° el listado de los pertrechos dejados por Diego de la Ribera.

La grafía es procesal encadenada y se han seguido normas de presentación particulares. La

oración inicial de cada hoja está escrita enteramente en mayúsculas y en los amplios márgenes

superiores se han dibujado líneas. Además, el margen izquierdo es mucho más importante que

el derecho. En este escrito el tamaño de la firma es más pequeño que el habitual. El documento

fue publicado por Pablo Pastells como Relación hecha por Pedro Sarmiento a Su Majestad so-

bre lo sucedido en el Estrecho cuando allí se quedó y fundó dos ciudades (664 – 719). Bajo

es-te mismo título aparece en Ángel Rosenblat (T. II, 9 – 71). A esta edición pertenece la

totalidad de las citas.

En el A.G.I. P. 33, N° 3, existen también otros manuscritos que refieren los sucesos de la

travesía: Relación de la gente que queda en el Estrecho de Magallanes con el gobernador

Pe-dro Sarmiento, que son en todos trecientas y treinta y ocho personas, desta manera de

Gregorio de las Alas ¿1587? (R. 38, escrita en cinco folios más la carátula) publicada en Pablo

Pastells (344 – 347) y Rosenblat (T. II, 347 - 350). Existen también cuatro textos de Diego de la

Rivera: Relación de Diego de Ribera, almirante del armada del 21 de septiembre de 1583 (R.

42). Escrita en un folio más la carátula (Pastells: 646 – 648; Rosenblat: T. II, 328 – 330);

Relación de lo que subcedió a Diego de la Rivera, almirante de la armada de Magallanes,

después que el general Diego Flórez le dejó en el Río de Janero para que volviese al

Estrecho y llevase a Pedro Sarmiento, gobernador dél, para que poblase del 30 de septiembre

de 1584 (R. 43). El manuscrito posee dos folios escritos de ambos lados (Ibídem, 720- 728;

Ibídem: T. II, 330 – 333); Relación de lo que subcedió a Diego de la Rivera, almirante del

Armada de Su Majestad, que fue a el Estrecho de Magallanes, a su población y fortificación

del 20 de mayo de 1584. R. 45. El manuscrito consta de siete folios más uno de la carátula

(Ibídem, 650- 657; Ibídem: T. II, 333 – 339); Relación de los soldados y marineros que están

en esta corte, que fueron a servir a Su Majestad en la jornada de Magallanes del 25 de mayo

de 1585. A.G.I. Indiferente General. Fs. 107 – 108 (Ibídem, 322 - 324; Ibídem: T. II: 339 – 340).

Finalmente me interesa nombrar la Relación de lo que le parece a Antón Pablo, piloto mayor

de la armada que fue y vino del Estrecho de Magallanes, acerca de lo que para él conviene

redactada por el piloto Antón Pablos y fechada el 4 de septiembre de 1585 (R. 51). Está escrito

en cuatro folios y ha sido publicado por Pastells (734 – 738) y Rosenblat (T. II, 351 – 354).

Todos estos documentos proporcionan detalles importantes acerca de la expedición y demues-

tran el imbricado, y muchas veces inoperante, sistema burocrático que impuso el proceso de

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208 MARÍA JESÚS BENITES

Las cosas graves tanto parecen menos dificultosas cuando el mi-

nistro dellas las hace fáciles, puniéndose al trabajo con buen pecho, y

por el contrario, los imposibilita el que, por temor de la muerte corpo-

ral o por cansancio y quebrantamiento de los trabajos o por codicia de

ganancia o escusa de pérdida de bienes caseros, rinde la constancia y

determinación y la obligación a la flaqueza y cobardía. (...). Mas el que

con diligente valor los facilita, puniéndoles en la más razón que pueda,

sin reparar en todos los inconvenientes que en semejantes cosas sue-

len ofrecérsele al que en todo halla dificultad, no escusando ni apar-

tando la propia persona de los peligros y trabajos, este tal, las más

veces, con divino favor, sale gloriosamente de las ocasiones trabajo-

sas (10).

El marco temporal de la Relación comprende desde el momento de la llegada

a Brasil y la huida de Diego Flores a España, hasta el día en que es escrita, ya que

en el último tramo Sarmiento agrega: “Y hoy supe que dos carabelas partían de

Lisboa” (71). El diseño del texto se articula no sólo en la necesidad de referir los

sucesos de la empresa que debía fortificar el Estrecho sino también en la de dar

cuenta de los motivos del incumplimiento. Para justificar el caótico resultado se

apoya en la ineficacia y actos cobardes de Flores.

El propósito desto es por el mal suceso de la armada que Su Majes-

tad envió al Estrecho a fortificarle y poblarle, la cual encargó a Diego

Flores de Baldés, asturiano; el cual, después de haber perdido y dado

al través con casi todas las naos, arribó del Estrecho, pudiendo escusallo,

o a lo menos hacerlo mejor o no tan mal como lo hizo (10).

La materia textual se sostiene en el informe de los avatares de la expedición

colonizadora donde convergen, tanto los preparativos para la partida y la llega-

colonización de Nuevo Mundo. En todos ellos, sobre los que iré señalando algunos aspectos,

se solicitan datos vinculados a la cantidad de pobladores y bastimentos y pertrechos de los

que disponía Sarmiento. Todos estos textos denominados de manera general relaciones ema-

nan, evidentemente, de una disposición del poder real destinadas a los funcionarios del Con-

sejo de Indias. Se limitan a brindar la información solicitada y, en caso de las relaciones escritas

por Diego de la Ribera, repetirla. Cuando Esteban de las Alas firma su Relación para explicar

cuáles considera que son los recursos más apropiados para socorrer a los pobladores del

Estrecho, en respuesta a los pedidos que Sarmiento realiza a la Corona desde mediados de

1584, el navegante se encuentra preso en Francia y los pobladores agonizando de hambre y frío.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 209

da al Estrecho de Magallanes el día 1 de febrero de 1584, como el momento en que,

según Sarmiento, un fuerte viento cortó las amarras del batel en que se encontra-

ba, junto con treinta hombres realizando una exploración costera, y lo arrastró

hasta el Atlántico. Durante treinta cuatro días él y sus hombres naufragaron pade-

ciendo diversas privaciones hasta que arribaron al Puerto de Todos los Santos.

La voz narradora realiza un cuidadoso trabajo discursivo, por un lado para

desvincularse de los sucesos desgraciados y de las cuantiosas pérdidas materia-

les que significó para la Corona, por otro para alejar cualquier tipo de sospecha que

pudiera recaer sobre él debido a las circunstancias forzosas de su regreso a Brasil.

Al igual que la Relación de lo sucedido a la Armada Real de 1583 el acto de escri-

bir no surge como necesidad de cumplir un mandato sino que continúa siendo un

acto de autojustificación basado en las estrategias retóricas de informar y conven-

cer.

Los sucesos son referidos desde la tercera persona. Los anteriores a la huida

del General recrean nuevamente los desencuentros a través de las denodadas lu-

chas que emprende “Pedro Sarmiento” para que aquél cumpla con lo que se le ha

encomendando.

Y Pedro Sarmiento le requirió por escripto que no volviese sin aca-

bar las jornadas. Pero pues no bastaba la palabra de su rey. ¿Cómo

había de bastar la de un pobre soldado? (11).

La pugna con Flores es enriquecida permanentemente a partir de la construc-

ción de imágenes y palabras que los enfrentan, basadas sobre todo en la del vasallo

que es capaz de sacrificar la propia vida y aquél que, por miedo a perder la propia,

huye. El mártir adquiere dimensiones heroicas mientras que el elegido por las auto-

ridades se desvanece con todas las “flaquezas de los ánimos”.

Con la partida del General, Sarmiento recupera el protagonismo absoluto

desplegando durante el otoño diversas actividades: calafatea y repara los barcos;

trae provisiones; junta nuevos pobladores; embarca animales vivos para su crian-

za, como cabras y ovejas; elige plantas, frutas, hortalizas y diversas semillas. En

estos tramos la figura del Gobernador adquiere dimensiones de patriarca bíblico ya

que procura evitar futuras carencias a quienes lo acompañan. Además, brinda con-

suelo a su gente ya que ha quedado “tan postrada de ánimo y espantada de esta

navegación y tormentas, por haberse hecho mal y engolfado, y por haber visto

volverse al general Diego Flores” (12).

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210 MARÍA JESÚS BENITES

El 2 de diciembre de 1583 sale una expedición, definitiva, con rumbo al Estre-

cho; la componen tres naos, dos fragatas y un pachate145 con quinientas veintinue-

ve personas, de las cuales doscientas cincuenta y nueve son hombres de guerra,

ciento noventa y seis de mar y sesenta y cuatro pobladores, incluyendo trece muje-

res y diez niños.146 Poco queda de la imagen majestuosa de las veintiún naves y

más de tres mil tripulantes que partieron desde Sanlúcar de Barrameda el 27 de

septiembre de 1581.

El primer intento de ingreso a la desembocadura es desastroso ya que pier-

den el patache que llevan y el viento y las corrientes expulsan las naves hacia el

mar. En el texto se señala nuevamente el temor al fracaso que se manifiesta en el

desánimo de la gente y la falta de colaboración de los tripulantes, que propugnan el

regreso a Brasil. Luego de tres días el tiempo mejora y les permite acercarse a la

costa. El 4 de febrero, después de casi tres años de la partida desde España, Sar-

miento pisa otra vez suelo magallánico.

Luego de tomar acto de posesión de la tierra “sacando la espada de la vaina,

cortó hierbas y ramos y mudó piedras” (15) por medio de ese “ritual impregnado de

magia” como lo define Ángel Rama (1984, 8) se suscitan las primeras adversidades

y enfrentamientos con Diego de la Ribera y Antón Pablos, determinados a regresar

a España.

La existencia inalterable de obstáculos y oponentes es una constante de la

145 Patache o patax es una embarcación de dos palos para llevar avisos, reconocer las costas,

guardar la entrada de los puertos. En Glosario de Voces Marinas. Rosenblat: 1950. En

algunos tramos Sarmiento menciona el patax como lancha.

146 Según la breve Relación de Diego de la Ribera del 21 de septiembre de 1583 viajaban,

además, trece carpinteros, cinco canteros, cinco calafates, un herrero, un cerrajero, un

armero, un cuchillero y dos toneleros. En el A. G. I. P. 33, N°3, R. 38 se conserva una

Relación de la gente de guerra y mar, pobladores, niños, mujeres, frailes y oficiales que

quedaron en Magallanes por hebrero desde año de 1584, y de los bastimentos, ropa,

artillería y pertrechos que para ellos se dejaron de Marcos de Aramburu. En este texto se

señala que la cantidad de pobladores que quedan en el Estrecho son trescientos treinta y ocho

y se enumeran los elementos de diversa índole que componen el cargamento: armas (arcabuces,

mosquetes), ropa (frazadas, camisas, sombreros) municiones (balas de cadena, de plomo),

semillas (arroz, habas, maíz), alimentos (quesos, tortas de cazave, tocino) y herramientas

(picos, palas, machetes). El manuscrito posee dos folios escritos de ambos lados. El texto ha

sido publicado por Pablo Pastells (1920, 661 – 663) y Rosenblat (T. II, 343 – 346).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 211

narrativa. El enfrentamiento con los rivales se mantiene siempre en un nivel verbal

y el narrador pone en escena extensos parlamentos diferidos que transmiten la

vehemencia y tenacidad de un vasallo, que hasta en las condiciones más extremas,

mantiene su lealtad. La construcción del mártir del texto de 1583 se despliega en

esa oposición vida/muerte sobre la que se sustentan los discursos del relato. Estas

arengas, en cada oportunidad, son pronunciadas ante numerosas personas “para

que todos escucharan”, y poseen una finalidad ejemplarizante.

Pedro Sarmiento determinado de morir y aventurar la vida por servir a

su Rey y dar principio a cosa tan importante al servicio de Dios (...) y dijo a

Gregorio de las Alas y los demás (...) que él se quedaba para dar con sus

pocas fuerzas mediante el favor de Dios, principio a lo que tanto costaba y

convenía; y que con su persona haría hasta morir el deber; y que no

habiendo quien le quisiese ayudar, acabaría con la vida sus buenos deseos

de servir a su rey y señor natural; (...) que dijesen al general [Diego de la

Ribera]147 le enviase lo que venía para el Estrecho;(...) y que el que empie-

za tiene la mitad de la obra hecha, y que si antes hubiera puesto los pies en

tierra, antes lo hubiera hecho, que en negocios tan graves e importantes no

se ha de parar en todos lo inconvenientes que se ofrecen y a la flaqueza de

los ánimos de los hombres suelen representarse y ponerse por delante,

como son hambre, sed, frío, calor, cansancio, desnudez, guerras, soledad

de la patria, amigos y parientes y regalos,148 todo lo cual se halla ordinario

en los primeros pobladores de las nuevas tierras, y más en éstas, tan lejos

de socorro y [donde] tantos trabajos se esperaban (15 - 16).

En este fragmento se condensan los elementos que se entrecruzan y constitu-

yen lo que denomino narrativa del desamparo. Sarmiento enumera y selecciona los

sufrimientos que padecen quienes pretenden concretar el afán de dominio y acrecen-

tamiento de mercedes. En este sentido mi propuesta se nutre de las pautas que ge-

neran la narrativa del fracaso presentada por Beatriz Pastor en El discurso narrativo

de la conquista (1983), momento en el que se clausura la visión mitificadora del

Nuevo Mundo ya que desaparece el móvil del botín para dar lugar, con toda su do-

lorosa materialidad, al hambre y a la lucha por la supervivencia en un medio hostil.

147 Diego de la Ribera se negó a bajar el día 4 de febrero, quedándose en la nave principal a la

espera de poder salir del Estrecho y regresar a España.

148 Las cursivas me pertenecen.

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212 MARÍA JESÚS BENITES

Pastor señala el modo en que, tanto en el discurso de Cristóbal Colón como

en el de Hernán Cortés, comienza a perfilarse la cancelación de los objetivos míticos,

cediendo espacio textual a una crítica donde las intenciones de las empresas se

tornan dudosas, imprecisas y cambiantes.149 La conciencia del fracaso se materiali-

za en la obra Naufragios escrita por Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1542) en la cual

se manifiesta, abiertamente, el hostigamiento al que son sometidos los españoles

por la naturaleza americana.

El modelo de héroe mitificador que representa Cortés, sobre todo en sus tres

primeras cartas, se aniquila cuando la experiencia de conquista y colonización es

presentada como algo intolerable. El descontento se transforma en rebelión y el

discurso denuncia el “orden ideológico, político, social y económico” (Pastor: 1983,

395).150

La narrativa del desamparo se sustenta en un principio esencial: la situación

de abandono. Existen distintos registros para la acción de desamparar y cada uno

de ellos permite desplegar diversos aspectos de la escritura en Sarmiento. El Dic-

cionario de la Real Academia define, en primer término, desamparar como la ac-

ción de abandonar, “dejar sin amparo ni favor a la persona o cosa que lo pide o ne-

cesita”.

El abandono es instaurado con la huida hacia España de Diego Flores, tras

haber arrasado con los recursos para las fundaciones magallánicas. En el mismo

Diccionario se agrega que desamparar es “dejar abandonada una cosa con renuncia

de todo derecho a ella”. La deserción del General es definitiva, ya que “renuncia”

plenamente a concretar el proyecto imperial de la Corona y por lo tanto, a ayudar al

Gobernador a hacer realidad el sueño de las fortificadas ciudades del Estrecho.

La progresiva deslealtad y alejamiento de Flores se manifiestan en las per-

manentes actitudes en que la palabra, consejos y sugerencias de Sarmiento son de

manera sistemática desautorizadas. La presencia amenazante de la fuga se transpo-

149 Pastor trabaja, en primer término, con la quinta carta que escribe Hernán Cortés (3 de septiem-

bre de 1526), donde se advierten cambios ya que “los elementos de la narración no aparecen

todos subordinados a las necesidades de la caracterización modélica del héroe” (270).

150 Pastor analiza la carta que escribe Lope de Aguirre a Felipe II, texto que le permite ejemplificar

la desintegración de las relaciones de vasallaje y rastrear los motivos que articulan el discurso

de la rebelión.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 213

ne en Antón Pablos y Diego de la Ribera, quienes expresan su intención de renun-

ciar a la empresa llevándose el único barco y un pequeño batel.

Sarmiento, cuando vido que el general y el piloto mayor se iban ya

en el batel, habló a voces altas, que se oyó muy claro, desde tierra, a

los dichos Diego de la Rivera y Antón Palos, diciéndoles “Señor gene-

ral y señor piloto mayor ¿cómo se van y dejan desamparador el navío,

y la gente y municiones que en él quedan a tanto riesgo de perderse.

(...). A lo cual muy secamente respondió Antón Pablos: “Dice el señor

general que no quiere volver,” señalando con la mano que ellos se iban

a la capitana, que él fuese allá. Y Pedro Sarmiento les tornó a rogarle

con las manos puestas y descubierta la cabeza, que hubiesen piedad y

volviesen a socorrer aquel navío que dejaban perdido, o que le diesen

batel para ir él allá y poner remedio en él. Y como su fueran turcos o

infieles desconocidos y enemigos capitales que desearan la perdición

y ruina de los que en tierra estaban, como que estuvieran concertados

con los ingleses (26 – 27).

Hay un elemento central que recorre el discurso del desamparo y es la abso-

luta sumisión de la empresa a los fines colonizadores de la Corona, cumplir con el

mandato oficial es el móvil que la atraviesa. En este relato, escrito casi inmediata-

mente después de los sucesos, pervive el objetivo de tomar posesión de las tierras

y fundar ciudades. Los elementos que componen el texto dependen de manera

inva-riable de la necesidad de acrecentar la figura del Gobernador y Adelantado.

En el momento mismo que pisa suelo magallánico Sarmiento empieza a ejer-

cer el cargo para el cual ha sido designado. En un nivel discursivo esto se manifiesta

en la alternancia de la tercera persona entre “Pedro Sarmiento” y “El gobernador”.

La relación espacio físico - espacio textual se traslada a la escritura y desde allí se

legitima el nuevo rol social del narrador.

En el Estrecho de Magallanes, uno de los confines más fríos y alejados, se

produce el restablecimiento del orden. Éste abarca tareas como las de vestir los

cuerpos desnudos, procurar la alimentación de la tropa y los pobladores e iniciar el

proceso de traslado de las instituciones coloniales: fortificar el Estrecho, levantar

casas, realizar el trazado de la ciudad, iniciar la construcción de la iglesia, repartir

los principales cargos. Inscribir las transformaciones es un nuevo modo de exaltar

los logros de la expedición.

Ese viaje a los límites del imperio, a una geografía que todavía no ha podido

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214 MARÍA JESÚS BENITES

ser representada en los mapas, se transforma para el navegante en la esperanzada

posibilidad de concretar sus anhelos colonizadores.151 El Gobernador inicia, enton-

ces, el proceso de apropiación y ordenación del espacio que supone un nuevo modo

de vida e implica la instauración de un centro. En el texto se intercalan las actas de

posesión de las tierras.

El primero se concreta en el momento del desembarco. El relato se reprodu-

ce también en el acta de “posesión y población” de la primera ciudad fundada el día

11 de febrero:152 “Y en el mesmo real nombre fundo y pueblo [en] este asiento y

Valle de las Fuentes una ciudad, y le pongo nombre la Ciudad del Nombre de Jesús”

(22). El 25 de marzo se funda la segunda ciudad.153

Y luego dijo que en nombre de la dicha Católica Real Majestad del Rey

Don Felipe Nuestro Señor, fundaba y fundó en aquel mismo sitio una ciudad

metropolitana, por cuenta de Su Majestad y para él y sus descendientes, a

la cual nombró desde luego Ciudad del Rey Don Felipe (53).

Los nombres de las ciudades se transforman, por un lado en un acto de

agradecimiento al Rey, quien lo ha beneficiado con el cargo de Adelantado, por otro en el

modo de inscribir ese nuevo territorio en el contexto de la tradición española y cristiana.

La ciudad representaba para los antiguos el principio básico de civilización y

organización cultural. La escritura acompaña los movimientos complementarios de

fundar (echar los cimientos) y de poblar (ocupar)154 ya que da cuenta de un diseño

151 En el citado mapamundi de Mercator (1569) se advierte imprecisión en el trazado de los

contornos de la zona magallánica. Se destaca el hecho de que, pasando el Estrecho, se

encontraba una extensión de tierra continental, puesto que aún desconocía el paso del Cabo

de Hornos. En el mapa de J. H. van Linschoten, Orbis terrarum tipus de 1594, la masa

continental que continúa al sur del Estrecho figura como Terra australis magallanica. En el

planisferio de Abraham Ortelius de 1590 los océanos se muestran circundados por inmensas

masas de tierras septentrionales y meridionales. Este continente en el extremo sur se repre-

sentaba como la quinta parte del mundo. Veáse O’Gorman: 1958; Mignolo: 1995 y Crone: 1966.

152 La ciudad Nombre de Jesús se encontraba próxima al cabo que hoy lleva el nombre de Punta

Dúngenes.

153 La fundación de la ciudad Rey Don Felipe fue en un lugar estratégico de la que actualmente se

denomina Península Brunswick. A unos 60 kilómetros de allí se fundó la ciudad chilena de Punta

Arenas.

154 Me baso en el Diccionario de Autoridades.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 215

de efectiva apropiación. Ese espacio deja así de ser un proyecto lejano y ajeno para

convertirse en lo cercano, lo poseído, “lo nuestro”.

Y desconfiados de su vuelta se prevenían para asegurarse, porque en

todos los nuevos descubrimientos, si no se puebla, aunque sea en un pára-

mo o en un peñasco, las más veces se vienen a perderlo. Y por esto el

gobernador procuró luego hacer esta población y trabajando la gente como

se dijo, dentro de cuatro días se pusieron las casas o chozas, que se pudie-

ron aposentar en ellas y alargarse las paredes. (...). Hizo también que los

labradores sembrasen habas, nabos, y toda la semilla de hortaliza, y puso

unas parras y membrillos y otras posturas que había llevado del Río de

Janeiro y San Vicente y jengibre.155 (...) Nombró cabildo y regimiento y

regidores de la ciudad (...) por procurador de la ciudad y mayordomo a

Francisco Jiménez, poblador casado, por fiel ejecutor a Juan Trancoso y por

escribano del cabildo de Juan Muñoz (24).

La apropiación del espacio se explicita en el trazado del plano. En una biblio-

teca de París se conserva el de la ciudad Rey Don Felipe, delineado por Sarmiento

en el momento de su fundación.156 La existencia de este tipo de documento es el

mejor ejemplo de modelo cultural operativo: “Tras su apariencia de registro neutro

de lo real, inserta el marco ideológico que valora y organiza esa realidad para

autorizar toda suerte de operaciones intelectuales a partir de sus proposiciones,

propias del modelo reducido” (Rama: 1984, 9).

En el dibujo se advierte que la ciudad posee una puerta que da al mar y que

permite bajar a “buen puerto de arena para desembarcar bateles”. En el centro se

encuentra la “plaza mayor” en la que se ha dibujado el “árbol de justicia”. En una

esquina de la misma aparece la “casa de cabildo” y en otro punto el convento de San

Francisco. En el ángulo norte se observa el espacio destinado a los edificios más im-

155 Es desconcertante la falta de sensatez o el excesivo optimismo de Sarmiento al pensar que

cultivos tan delicados y propios del mediterráneo, como la vid, pudiesen prosperar en las ri-

gurosidades magallánicas.

156 El plano de Rey Don Felipe fue encontrado por José Miguel Barros en la Biblioteca del Instituto

de Francia (París) donde se conserva. Las dimensiones son de de 46 cms. por 36 cms. Lleva

por título “Ciudad rey don Philipe la qual poblo P° Sarmiento de Gamboa gouber: y Capn General.

Del Estrecho de Magallanes por su Maestd, el 25 de março de 1584”. El papel en que está

dibujado el plano tiene por filigrana un escudo coronado, y una flor sobre la corona.

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216 MARÍA JESÚS BENITES

portantes de la ciudad: la casa del corregidor y alcalde mayor, el hospital de la mi-

sericordia, la casa del sacerdote y la sacristía, la Iglesia Mayor Santa María de la

Anunciación y la Casa Real. En torno a la plaza, Sarmiento asigna más de treinta

solares para los pobladores, que están identificados con sus nombres y, en algunos

casos, con sus oficios (Barros Franco: 1991 – 1992).157

El diagrama expone una representación territorial que respeta las normas

impuestas por la Corona.158 La ciudad es “ordenada” ya que en su distribución y en

el trazado de las calles queda configurada como un damero (Rama: 1984). Las

manzanas que rodean y confluyen en la plaza mayor asemejan el plano a un “table-

ro de ajedrez” (Georg Friederici: 1973; Susan Socolow: 1986). Esta distribución del

espacio pauta la institución de un sistema de gobierno, que contempla todas las

instancias (desde la administrativa hasta la judicial), y uno religioso. El diseño refle-

ja, entonces, las mediaciones políticas que hay entre el ciudadano y el Estado ya

que los símbolos de su poder “ocupaban un sitio prominente, justo en el centro, la

plaza mayor, con su iglesia, su ayuntamiento y el símbolo más característicos de

todos, la picota o rollo” (González Echevarría: 2000, 83).159

157 En el capítulo sobre Sarmiento de Gamboa “Con la lanza y con la pluma” cité un fragmento de

Francis Pretty (nota al pie n° 1). En la misma obra el viajero describe la ciudad Rey Don Felipe:

“esta ciudad tenía cuatro fortines, y cada fortín una pieza de artillería enterrada en el suelo, con

la cureña al lado, descubierta. Las desenterramos y las tomamos todas. Habían planeado muy

bien su ciudad, y la habían asentado en el mejor lugar del Estrecho por la madera y el agua;

habían construido ellos mismos sus iglesias; tenían leyes muy severas, pues habían levantado

una horca en la que habían colgado a algunos de sus compañeros”. En Rosenblat: 1950, 367.

158 Durante el siglo XVI la Corona codificó en edictos las normas de planificación y fundación de

ciudades, en las Ordenanzas de descubrimiento y población (documento posterior a la

fundación de ciudades importantes como México, Lima, entre otras), donde se expresaban las

recomendaciones que habían sido útiles a los primeros conquistadores. Se informaba sobre el

tamaño y localización de la plaza central y el trazado de las calles. La corona reglamentaba

también la construcción de los principales edificios de la ciudad y su defensa. En Luisa

Hoberman- Susan Socolow (Comp.): 1986, 8.

159 Roberto González Echevarría sostiene que la picota, en el caso del plano sarmientino el “árbol

de justicia”, “simbolizaba la ley, era un recordatorio de la subordinación al Estado. (...). La picota

es predominantemente urbana porque presupone que el culpable sea visto por otros cuando

se le humilla. El castigo se convierte en espectáculo de la ciudad, así como en un despliegue de

la maquinaria del Estado en acción. La justicia urbana conlleva vergüenza pública, el recono-

cimiento público de que infringir la ley del Estado es una ofensa no sólo contra una

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 217

Los primeros acercamientos con los indios se suscitan en la ciudad Nombre

de Jesús. Los indígenas “visitan” a los nuevos habitantes, el espacio precariamente

urbano es escenario de un intercambio, es la “zona de contacto”, el lugar de en-

cuentro donde confluyen y se intersectan dos imaginarios culturales.160 La escritura

evoca estas imágenes.

Entonces el gobernador le dio un espejo señalando que se lo lleva-

se a Ols, y el indio señaló que sí. Mirándose el indio al espejo y viéndo-

se dentro haciendo los mesmo gestos que él hacía, se comenzó a

espantar, y lo apartaba de sí, hasta que Sarmiento le señaló lo que era

aquello, y el indio se rió mucho y guardólo (33).

La comunicación con los indígenas es más fluida que en el viaje de 1580

puesto que “Pedro Sarmiento, por algunos términos que había aprendido del indio

Felipe, que murió, les hablaba algunas cosas, de que ellos se admiraban” (32). El

vínculo, si bien se mantiene en lo gestual y en el acto de entrega de presentes, esta

vez y como muestra de intercambio los indígenas realizan demostraciones no sólo

de sus hazañas: “Y uno dellos, o por braveza o por fiesta o por sacrificio que hiciese

al Demonio, se tragó por la boca una flecha casi de una vara de largo, toda hasta las

plumas, y la volvió a sacar llena de sangre” (33),161 sino también de su conocimien-

figura paternal, sino contra un conjunto orgánico para ir a la picota”. 2000, 83. (La primera

edición es de 1990). Sarmiento impone en el nuevo territorio normas punitivas a quienes

intentan amotinar a los pobladores. En el fragmento de Francis Pretty se explicita la imposición

de la muerte como castigo irrevocable. Ver nota al pie N° 154.

160 Dentro de las tipologías de la relación con el otro propuestas por Todorov en su El descubri-

miento de América. La cuestión del otro considero que los vínculos que establece Sarmiento

se manifiestan en un plano praxeológico, marcado por los movimientos de acercamiento y

alejamiento con el indígena. Coincido con Rolena Adorno (1988 y 1991) en que la categoría de

“Otro” y su problemática no es completamente resuelta por Todorov ya que es ocupada por to-

dos los sujetos menos el europeo. Las afirmaciones de Subirats (1994) con respecto a la obra

de Todorov son durísimas ya que señala que “el crítico francés elude la cuestión principal: el

nexo fundamental de reconocimiento y, por tanto, de “comprensión” del americano por el

europeo es aquel que define la concepción cristiana y salvacionista del mundo. Y para ella el

indio nunca fue un “otro”, o simplemente lo diferente, sino esa entidad virtual negativa, misera-

ble y satánica que debía justificar el avasallamiento como necesidad teológica sacramental”

(101, pie de página).

161 En otro momento Sarmiento refiere un nuevo encuentro con indígenas y acentúa los términos

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218 MARÍA JESÚS BENITES

to del español, hecho que no deja de sorprender a los presentes y que suscita, en el

narrador, una serie de reflexiones e hipótesis.

Mucho se debe advertir que todos los indios de aquí, todas las

veces que nos han venido a ver, entran diciendo: “¡Paz, paz”! ¡Jesús,

María! ¡Capitán, capitán!. (...). Palabras castellanas y tan conocidas

admiran, y hace ponerse a pensar de dónde podían haber tomado

estos términos. E yo discurriendo, no hallo otra cusa ni origen más de

que, como Chile, Tucumán, Paragoay, están poblados de españoles y

es tierra firme como ésta y no lejos, habrán tenido noticia de unos en

otros indios, que llevasen las nuevas de provincia en provincia, y ha-

brán procurado aprender las palabras que les dicen que nosotros en

más veneración tenemos. 162

Si bien la figura del narrador que se diseña en texto es la del colonizador,

sorprende que al escribir omita uno de los actos fundamentales que pautaba todo

primer encuentro con indígenas de las tierras a las que se arribaba: la lectura del

de la barbarie y asocia lo que observa con el mundo animal. El cambio en el tono denota una

transformación en su vínculo con el medio. “Luego el caudillo indio, que era un valentazo

hombre de cuerpo y miembros, feón de rostro y muy embijado, pidió una flecha y paseándose

y encorvándose el cuerpo, se la metió con su mano por la boca y gaznate hasta las plumas y

luego se la tornó a sacar llena de sangre. Y dándose en los pechos una puñada y palmada, dio

un gran regüeldo, y quedo sano como no hubiera hecho nada. Con todo, echó sangre por las

narices y se desfiguró el rostro al sacar la flecha. Cosa es ciertamente horrenda y de grande

espanto y bestialidad y que no se puede creer si no es viéndose, y aun entonces parece em-

baimientos, sino que deben temer el gaznate anchísimo de usar aquello desde su niñez” (40).

De este modo el narrador se funda en la tradición iconográfica de la descripción del indio como

un salvaje, casi infrahumano que remiten a las imágenes de lo monstruoso y sobrenatural.

La imagen de los indígenas que se introducen flechas por la boca aparece en uno de los

grabados de Teodoro De Bry en su obra Historia americae sive novi orbis. Pars Quarta.

Francisco López de Gómara en Historia general de las Indias y conquista de México

(1552: Cap. XCI) describe cómo los indios del Estrecho se metían flechas hasta la garganta con

el fin de espantar a los españoles.

162 En esta primera explicación sorprende el desconocimiento de las enormes distancias que

separan los territorios que menciona. El Gobernador, ajeno en este fragmento del texto a las

motivaciones angustiosas que motivan su escritura, continúa sus devaneos considerando que

es muy probable que hayan aprendido esas palabras de un soldado que se perdió durante la

expedición del comendador Loaysa, casi sesenta años antes que la suya.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 219

requerimiento.163 El relato refleja que, en el contacto con los indios, el objetivo no

es la transmisión de la doctrina religiosa, uno de los principios y fines más importan-

tes señalados por la Corona en el caso de las expediciones colonizadoras. Sarmien-

to mantiene el encuentro en un nivel anecdótico y se muestra más interesado en

detallar sus atuendos, facciones y ornamentos. 164

Después de la fundación de la ciudad Nombre de Jesús, el texto señala cómo

Sarmiento emprende un recorrido en busca de un río donde erigir una nueva ciu-

dad. Lo acompañan cien hombres con comida para ocho días. El Gobernador, quien

“partió con lágrimas en los ojos de los que quedaban” (142), no imaginaba que el

periplo duraría veintidós días durante los cuales, él y sus hombres, recorrerían un

trayecto de casi 345 kilómetros.

La narración que avanza junto con los expedicionarios instala la temática del

desamparo. El trayecto que va desde la fundada Nombre de Jesús a la futura ciudad

Rey Don Felipe es el periplo de unos peregrinos a los cuales nadie puede brindarles

socorro ni evitar el ingreso en el espacio textual de las penurias que se soportan en

el geográfico. El nuevo territorio se torna amenazante y la presencia de los indíge-

nas pacíficos del principio ingresa como un nuevo generador de miedo y muerte.

Y Sarmiento no fue ni invió tras ellos [los indios], porque no convenía. Y

volviendo a ver los suyos, halló que de lo primeros flechaos habían heri-

163 En la mencionada Relación firmada por Diego de la Ribera el 20 de mayo de 1584, se señala

que en el Estrecho de Magallanes quedaron sólo dos frailes franciscanos, puesto que muchos

decidieron retornar a España junto con Flores de Valdés. En ningún momento Sarmiento apunta

si los mismos establecieron contacto con los indígenas o si iniciaron su evangelización. El

hecho de que en el texto se omita el acto de lectura de un requerimiento tal como lo exigía la

Corona y las prácticas de conversión (bautismo, por ejemplo) se debe, quizás, al convenci-

miento del Gobernador de que aquellas tierras estaban prácticamente despobladas y en el

hecho de que sus escasos habitantes poseían un sistema de vida nómada. Además Sarmiento

tampoco ha pretendido sostener los fines de la empresa (construcción de los fuertes, casas)

en el esfuerzo de los naturales del Estrecho.

164 Antón Pablos en su Relación del 4 de septiembre de 1585 evoca este primer encuentro: “Y

luego que el dicho Pedro Sarmiento asentó con la gente en tierra, vino a ellos indios naturales;

y otro día siguiente volvieron con sus mujeres y hijos; estos indios son gente crecida y feroces

de rostro, y aunque vinieron sin armas, tienen arcos y flechas pequeñas. Traen por vistidura

unas manctas hechas de pellejos, muy bien concertadas y cosidas, y abarca”. Cito de la

edición de Ángel Rosenblat (T. II, 351).

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220 MARÍA JESÚS BENITES

do diez españoles; y luego murió el uno, que se llamaba Lope Báez,

casado de Badajoz, hombre honrado, que le pasó una flecha de las

espaldas a la tetilla del corazón. Y los demás todos fueron pasados de

parte a parte, por cuerpo, brazos y piernas, porque estas flechas son

de pedernal, muy delgadas, y, como acierten en desarmado, pasan

mucho; pero cualquiera escopil, por delgado que sea, las resiste, y así

se vido aquí, que, dando la flecha en los escopiles,165 luego caía en

tierra. Era cosa de notar que huyendo los indios torcían el cuerpo y

flechaban diestrísimamente por debajo el brazo del arco (... ) (42).

El desamparo se inscribe en la desorientación que domina a los que mar-

chan. Es un espacio no delimitado, en el cual no existen rutas ni vías que puedan

guiarlos en su recorrido. Es aquí donde adquiere un protagonismo desbordante y

mesiánico la figura de Pedro Sarmiento, quien recorre el territorio con los mismos

recursos con los que surca los mares. El navegante se une al que camina en un

penoso vagabundeo – naufragio que, sin rumbo, sin mapas, ni portulanos, lo condu-

ce a ninguna par-te. El único punto de referencia que se posee es el propio cuerpo.

Pedro Sarmiento como no había camino ni guía, siempre iba ade-

lante, descubriendo y buscando paso; y acertado por la aguja de na-

vegar, como quien navega por la mar, marcando la tierra, valles y

sierras, ensenadas y canales, arrecifes y puntas, y acometiéndolo él

primero, hacía vía para los demás, que así convenía, por no haber allí

otro sino él que hubiese pasado semejantes trabajos en Indias (41).

La escritura refleja también la mortificación del Gobernador ya que éste siem-

pre asume la jerarquía de su rol tratando de brindar alivio (curar las heridas, alentarlos

mientras caminan exhaustos). Sarmiento se representa como un “Adelantado” inque-

brantable ante la adversidad. El trayecto es referido desde una primera persona del

plural que colectiviza en una sola voz la experiencia del desconsuelo.

La narrativa del desamparo es decididamente “corpórea”, ya que el sufri-

miento ingresa al discurso. Margo Glantz (1992) afirma que la escritura corpórea es

aquella en la que el cuerpo se implica, “es una escritura de bulto” que da cuenta en

165 Sarmiento también usa el término escaupil y escapil para señalar este morrión de cuero,

algodón y mantas que protegía el pecho de las flechas. Los españoles adoptaron este sistema

de protección de los antiguos mexicanos. En Rosenblat: “Glosario”, T. II.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 221

el cuerpo del texto de las “señales” (20) indelebles, como una suerte de “tatuajes”,

recibidas en el físico. El cuerpo es lo más expuesto al dolor en un espacio invariable-

mente hostil y el que recibe las marcas del contacto con ese nuevo territorio.

La imagen que define al náufrago es, como indican Pastor (1983) y Glantz

(1992) la de la desnudez como un signo cultural, “como maldición”, ya que señala

que se ha dejado de pertenecer al espacio social del que se ha partido.166 La imagen

que marca, de manera contundente, el estadio del desamparo, y ya no en términos

culturales o de pertenencia, es la de los pies descalzos y lastimados puesto que

connotan la incapacidad de caminar, de moverse.

Y cuando llegábamos a hacer noche era bajamar. Allí, las más veces, se

hallaba tanto marisco de esto, que toda la noche no hacían sino comer, con

que se olvidaban de la falta de comida y hambre que teníamos, que ya se

iba sintiendo mucho, mientras más aumentábaseles con pensar que aque-

llo no había de tener fin, y también con ir los más descalzos, porque como

toda es gente pobrísima y el viaje duró tanto, si alguno tenía algo, lo vendió

en las invernadas de los puertos del Brasil y lo gastó; y los zapatos de la

munición se perdieron en la Arriola, y los alpargates que se les dieron en la

Ciudad de Jesús, como eran podridos y mareados, duraríanles muy poco,

que ya llevaban sino los pies llagados e hinchados167 (39).

La reiteración de la imagen de los pies descalzos es metonímica ya que a partir

de ella se define el estado infrahumano al que se ven sometidos los pobladores. La

quietud, el no poder avanzar con los demás es equivalente al abandono, al dejarse

morir, deseo que expresan muchos de los hombres que acompañan a Sarmiento.

Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana señala que en “algunas partes

llaman desamparados a los que se hallan muertos en los caminos y en las calles”. La

presencia de los cuerpos inertes que van marcando como líneas un periplo de ham-

bre y desolación, es el punto máximo para denotar el estado de orfandad en el que

166 El ejemplo paradigmático del que parten ambas autoras es Naufragios de Alvar Núñez

Cabeza de Vaca. En el proemio el narrador deja asentada la condición de desnudez de quien

ha deambulado durante años por tierras desconocidas.

167 En la citada Relación del contador Marcos de Aramburu se señala que la cantidad de pares de

alpargatas embarcadas sumaba trescientos veinticuatro un número menor al de los poblado-

res. En el Tesoro de la lengua castellana se describe a la alpargata como un calzado “texido

de cordel”.

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222 MARÍA JESÚS BENITES

se encuentran los peregrinos.

Sarmiento no puede amparar a sus hombres, no puede brindar el refugio,

pero la escritura “viste”, ante tantas imposibilidades, el cuerpo sufriente con pala-

bras de ánimo y con un extenso y vehemente discurso argumentativo que se repro-

duce escénicamente. En él se apela, como estrategia fundamental, a la ejemplificación

por medio de las figuras de descubridores, conquistadores y viajeros paradigmáticos

que han padecido, al igual que él y sus hombres, las inclemencias en las nuevas

tierras, abatimiento que ha sido redimido con enormes riquezas y tierras.

Y por la mañana siendo ya horas de caminar, Pedro Sarmiento

juntó la gente, y en suma les dijo:

¡Hermanos, compañeros y amigos míos! Viendo vuestros trabajos

y necesidades, y las siento, sin hacer caso de las mías, tanto y más

que vosotros, como quien tiene a su cargo remediarlo todo, si pudie-

se, veo la mucha causa que ha habido para que haya yo venido a

tanta flaqueza y trabajos. Dios perdone a quien ha sido la causa que

se perdiese todo lo que venía para nuestro sustento. Por donde

habemos venido a tanta miseria. (...) Francisco Pizarro viejo era, y al

cabo de haber andado gastando todo lo que tenía él y Almagro y todos

sus compañeros, y al fin de ocho años de haber andado en manglares

(...) Y pasando adelante, con mayores peligros que los pasados, dio y

halló el Pirú, donde tanta grandeza hay ya hallado, como sabéis.

El marqués del Valle, sin saber qué tierra era México, aportando a la

Villa Rica (...) desbarrenó a los navíos, con que todos perdieron la esperan-

za de volverse a embarcar, y así, haciendo de la necesidad virtud y animán-

dose, hicieron cosas que dellos quedó fama perpetua, y ganaron aquellos

reinos tan grandes y deleitosos, adonde ellos y sus descendientes han sido

honrados y engrandecidos, y son señores sus hijos el día de hoy. (...) Pues

antes de esto ¿quién pasó tantos trabajos como Basco Núñez de Balboa y

sus compañeros desde la Antigua hasta la Mar del Sur, por tierra, en gue-

rras, hambres, enfermedades? Con perseverar, él vino a ser Adelantado

del Mar del Sur, y sus amigos que seguieron, señores, capitanes y goberna-

dores, por sólo sufrir. ¿Qué os diré de Montejo de Chiapa, Don Pedro de

Alvarado en Guatimala, Cabeza de Vaca en la Florida, Domingo de Irala en

el Río de la Plata, Baldivia en Chile, Benalcázar en Popayán, y otros mu-

chos, que sólo con sufrir y perseverar ganaron las Indias, con que el Rey

nuestro señor es tan rico y temido, y nuestra España tan honrada y escla-

Page 223: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 223

recida, y ellos tan ensalzados en las historias por todo el mundo? (46 – 47).

La construcción de este fragmento es revelador del rasgo fundamental de la

narrativa del desamparo, que la diferencia de la del fracaso: en la escritura nunca

se abandona el móvil colonizador ni la pertenencia a la Corona, no hay un cambio

de percepción con respecto a los fines de la empresa, o sea que tampoco en rela-

ción a las características del espacio que se pretende poblar. El que empuña la

pluma se representa siempre como un vasallo que reúne en su construcción no sólo

un valor desmedido que le permite seguir, sin flaquezas, con las instrucciones, sino

también una lealtad a prueba de infortunios.

La serie de nombres que se suceden en el párrafo acentúa la pertenencia de

Sarmiento al imperio. Las expediciones que se mencionan responden a distintos momen-

tos en el proceso de conquista y colonización de las Indias. En cada una de ellas se marcan

inflexiones y modos de realizar una empresa conquistadora, como las figuras emblemáticas

de Francisco Pizarro y Hernán Cortés, cuyas hazañas fueron ampliamente reconocidas en

la Península e incentivaron la afluencia de nuevas expediciones. En un segundo momento,

se menciona a aquellos que han padecido denodados esfuerzos por acrecentar los territo-

rios y enriquecerse. Es el sufrimiento el que glorifica ya que, como el propio narrador

afirma, “la virtud con la llaga resplandece” (41).

De una u otra manera, en los ejemplos resuenan la desolación (Álvar Núñez

Cabeza de Vaca vagabundea alrededor de diez años desde el golfo de México hasta

la costa del Pacífico), la ambición desmedida (Pedro de Alvarado quien, por más de

veinte años, recorrió distintos puntos del continente tratando de descubrir el país de

las especias y llegó a ser Gobernador de Guatemala) y el olvido (como en el caso de

Benalcázar, quien, aunque llegó a ser Gobernador de Popayán, fue desterrado a

España y murió en la miseria).

Según el relato, después de los veintidós días de peregrinaje, durante los

cuales no encuentran ni la nave que había naufragado, ni el río que comunica el

Estrecho con la Bahía de San Julián, sino dos pequeños arroyos, el Gobernador de

esos parajes determina establecer la ciudad Rey Don Felipe. Esta segunda funda-

ción es una manera de encontrar un rumbo para finalizar ese deambular desorien-

tado y penoso, es trazar en el portulano imaginario un puerto inexistente.

De este modo, la escritura trata de clausurar la narración del desamparo y el

Adelantado refiere los denodados esfuerzos de los ahora pobladores por construir

los nuevos solares y edificios deteniéndose, además, en el detalle de los bastimentos

Page 224: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

224 MARÍA JESÚS BENITES

conservados. La enumeración de los víveres es central ya que permite determinar,

desde el tiempo en que se escribe el texto, las posibilidades de subsistencia de los

hombres que han quedado en esta ciudad esperando el regreso del navegante: “Al

fin de esta relación se pondrá un balance de lo que podrá durar la comida que queda

a la gente del Estrecho” (57).168

La escritura no concreta este anunciado balance, el narrador procura encubrir

la situación extrema en que se encuentran pobladores cuyo aspecto se asimila al de

los indígenas: “Y con este continuo trabajo rompieron los pocos vestidos que se les

había dado, e ya casi todos andaban descalzos, que sólo traían algunas abarcas de

piel de lobo marino y de ciervos que habían muerto” (57). El tema sobre el que gira la

escritura es una vez más el de la comida, único botín al que ha quedado reducida la

quimérica empresa. Sarmiento lucha contra la quietud que genera el hambre y se

esfuerza por componer una realidad sobre la base de la abundancia.

Usó de este rigor el gobernador viendo la poca comida y el invier-

no sobrevenido, la tierra por romper, las semillas perdidas, porque el

trigo, que era lo que importaba se mojó todo de agua salada, y no

quedaron sino dos cuartos de haba para sembrar, que dello no se dio

ración. Las semillas [que] quedaron buenas son las que Sarmiento y

su gente buscaron en el Río de Jenero, que es nabo, rábano, y col y

lechuga, todo lo cual se sembró y comenzó luego a brotar, porque la

tierra es fertilísima, al parecer. Y para engañar la falta de la comida se

envía cada día con la bajamar uno a mariscar mejillones y lapas (...).

Y el gobernador desde allí llegó, no comió otra cosa sino marisco y

pescado que se pescaba de la nao en abundancia, que si hubiera un

chinchorro se matara a pescado bastantemente para 500 hombres

sólo en aquellos rincones; y el pescado es de lindo sabor y sanísimo,

pero al fin, con el marisco se satisfacen a un hombre a una comida. Y

de estos hay mucha abundancia que la gente no sentía la hambre y

trabajaban de la mañana a la noche (...)169 (57).

168 En las relaciones de Aramburu (1584) y Diego de la Ribera (25 de mayo de 1584) se detallan los

bastimentos dejados en el momento del desembarco en el Estrecho de Magallanes. Según los

cálculos del primero, contador de la desintegrada flota, las provisiones alcanzaban para un

año. Las cantidades que se mencionan son bastantes similares: por ejemplo, en la primera la

cantidad de atún suma: 134 quintales, en la segunda 130.

169 La cursiva es mía.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 225

La narración se detiene en el relato de los sucesos ocurridos entre los días 24

al 26 de mayo, momento en que el Gobernador emprende una incursión en la única

embarcación que conservan, un pequeño batel, con destino a la ciudad Nombre de

Jesús. El día 26, mientras embarcaban algunas municiones y hombres casados,

estando arriba de la nave, “se levantó un viento susudueste que metió mucha mar,

y en un istante fue creciendo y haciéndose muy furioso” (64). El viento corta las

amarras y los expulsa hacia el océano.

El narrador detalla los pormenores del percance y acentúa que la

decisión de seguir viaje a Brasil fue tomada por todos los tripulantes,

lo que le permite despejar las posibles sospechas acerca de su con-

ducta. En este contexto el retorno se presenta como algo inevitable. 170

Y Pedro Sarmiento viendo claro que otra cosa no se podía ni convenía

hacer, con sentimiento de lágrimas públicas por no poderse despedir de sus

amigos y compañeros, acudió al remedio, porque la tormenta iba crecien-

do y no había más de dos pipas de harina, y las raciones 42, y si más se

detenía, cuando quisiese no podría ir a una parte ni a otra (64).

Sarmiento detiene el relato de las penurias y, mediante un desvío de la aten-

ción, “Antes que pase adelante se hará relación de lo que se supo aquí que había

sucedido en la ciudad de Jesús” (64), la historia presenta las terribles vivencias de

los nuevos pobladores en un medio adverso. La narración se detiene para referir las

hostilidades que surgen entre españoles e indígenas, las que luego se proyectan a

los propios cristianos, quienes hambrientos, “no se daba ración de pan y harina sino

de tarde en tarde, y a los enfermos o impedidos y niños” (65), se amotinan propo-

niendo “matar al tiniente y maestre de campo y a los demás oficiales, y robar la ca-

sa de la munición” (65).171

En los tramos finales (folios 24 y 25) se presenta, de manera abrupta, un in-

170 Según Landín Carrasco (1945) en una relación un marinero apellidado López Vaz (quizás sea

una confusión por López Báez que figura en las actas de población del Estrecho) afirma:

“Sarmiento permaneció uno o dos días en el Nombre de Jesús, donde una fuerte tempestad

desamarró el barco, pero sus hombres dicen que él mismo cortó los cables”. La tendencia

laudatoria de Landín sobre la figura de Sarmiento descarta rotundamente que el “Caballero de

Galicia” haya sido capaz de cometer un acto de tal cobardía ya que realiza denodados esfuer-

zos por retornar al Estrecho (165).

171 El alzamiento fue sofocado con la ejecución de su cabecilla, Sebastián Salvador.

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226 MARÍA JESÚS BENITES

ventario evaluativo de las características de las aves terrestres, marinas, animales,

y, finalmente, los indios que pueblan el Estrecho. La precipitada introducción de los

datos que las autoridades consideran más relevantes es un acto “correctivo” de

quien escribe para que su texto ingrese al circuito de escritos que recibía y leía el

Consejo de Indias.

Con esta descripción apresurada Sarmiento brinda los detalles que concier-

nen al Consejo, interés que se evidencia en las anotaciones marginales que efectuó

quien leyó por primera vez el manuscrito. Este es uno de los pocos pasajes en el

que los comentarios incidentales anuncian la importancia de algunos datos:172 “Las

aves que hay en aquella tierra” (folio 24 v° [66]) y “Vicuñas de que se sacan las

piedras bezares"173 (folio 25 r° [66]).174

En el resumen sobre el mundo natural el Gobernador, a pesar de haber sido

arrastrado al mar por vientos intempestivos y sufrir nevadas de hasta doce días,

expone, una vez más, su porfiado optimismo en continuar la empresa colonizadora

en el Estrecho de Magallanes: “Cada día se irán descubriendo cosas de provecho y

recreación, con el favor de Nuestro Señor, en estando la gente con espacio desocu-

pada para entrar la tierra adentro” (67).

La escritura del padecimiento reaparece finalmente, en su estadio más deses-

172 En el resto del manuscrito las observaciones que se realizaron son de carácter temporal

puesto que aparecen señaladas, en los márgenes izquierdos, las fechas.

173 Covarrubias en Tesoro de la lengua castellana define el término “bezar” como piedra que se

cría en las entrañas y las agallas de cierta cabra montés en las Indias lo cual vale contra todo

veneno y enfermedad de tavardillo”. El Diccionario de Autoridades agrega que estas piedras

“aunque no son todas conformes en el color, las que vienen del Oriente tienen el color de la

oliva, y como el de la berengena”. José de Acosta en Historia natural y moral de las Indias

(1590) dedica un capítulo del Libro IV (42) a las piedras “bezaares” donde afirma que “se halla

en el buche o vientre de estos animales, unas veces una, y otras dos, y tres y cuatro. En la

figura, y grandeza y color, tienen mucha diferencia, porque unas son pequeñas como avella-

nas y aun menores; (...) otras grandes como huevos de gallina y algunas he visto de la

grandeza de una naranja. (...). El efecto principal de la piedra bezaar es contra venenos y

enfermedades venenosas, y aunque de ella hay diferentes opiniones, y unos la tienen por

cosa de aire, otros hacen milagros de ella, lo cierto es ser de mucha operación aplicada en el

tiempo y modo no conveniente, como las demás yerbas y agentes naturales; pues no hay

medicina tan eficaz que siempre sane”. Cito de la edición de 1962, 212 - 213.

174 Con [ ] se señalan las páginas en la edición de Rosenblat.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 227

perante: el naufragio. El barco a la deriva inicia un derrotero inverso en busca de

algún puerto que ampare a sus tripulantes. El elemento central es una vez más el

hambre unido a la sed.

Creo que si tardáramos ocho días más, perecieran muchos de los

de la nao, porque ya no había harina sino para seis días, con ser la

ración tan poca que sola la imaginación traía a la gente sin sentido y

traspasados, y muchos ya no eran de provecho, que se caían de su

estado. Comiéronse los gatos, los cueros de abarcas con pelo y los

cueros de vaca curtidos y los cueros de las bonuas [sic], que les hacía

más mal que la misma hambre (67).

De acuerdo a las estimaciones del narrador, después de treinta y cuatro días,

el 29 de junio, el batel alcanza las costas de Todos los Santos. Allí Sarmiento intenta

restablecer a los afligidos. Los estropicios del hambre han dejado huellas en los

cuerpos de los náufragos. La escritura exhibe esas heridas mediante el uso de un

símil cuya fuerza radica en el hecho de que ambos elementos remiten a un cuerpo

sufriente (la deformidad) y descarnado (lo fantasmal): “entró tanto la debilidad que

quedaron por mucho tiempo disformes que parecen estantiguas”175 (67).

Si bien esas formas fantasmáticas, vestigios de los hombres que partieron,

hacen pensar en la clausura de las intenciones colonizadoras, la obstinación del

navegante por regresar al Estrecho para continuar su proyecto imperial se mantie-

ne inalterable. En el texto se detallan algunas de las municiones dejadas en Río de

Janeiro por Diego de la Ribera que auspician nuevas incursiones en procura de

llevar socorros a sus pobladores.176 Pero, además de organizar esta flota, debió

comparecer ante las autoridades.

En el archivo General de Indias se conserva un manuscrito firmado en la ciu-

dad de San Sebastián del Río de Janeiro el 13 de julio de 1584. El mismo figura

como Relación de la gente, bastimentos, armas, municiones, artillerías, provisio-

nes, que se entregaron a Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador del Estrecho de

175 La cursiva me pertenece.

176 Ribera dejó al gobernador de Río de Janeiro palas, planchas de plomo, balas, acero. Sarmiento

vendió estos pertrechos para comprar harina, vestidos, entre otros elementos, para embar-

carse al Estrecho. En el manuscrito se observa que el listado de lo dejado por Ribera está

escrito de puño y letra por Sarmiento. Fs. 26 v° y 27 r°.

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228 MARÍA JESÚS BENITES

Magallanes y de los pobladores y provisiones que allí quedaron.177 La estructura

textual responde al tipo de la declaración. El frustrado Gobernador es sometido a

una serie de preguntas acerca de las condiciones geográficas del territorio maga-

llánico,como, por ejemplo, las medidas de las entradas, la ubicación de las dos

ciudades fundadas, número de pobladores que quedaron en cada una de ellas. Las

respuestas, a su vez, han sido refrendadas por sus compañeros de naufragio, que

actúan como testigos “de vista”.178

La materia narrativa del relato de viaje de 1584 es guiada por una pluma que

de manera incansable traslada al papel una reconstrucción de los acontecimientos

suscitados durante la estancia en el Estrecho. El viajero se esfuerza por desplegar

las múltiples acciones que ha concretado para cumplir con la misión encomendada

ya que, a pesar de las adversidades, no se clausura el proyecto colonizador y se

evita la referencia al fracaso, al consentimiento de que se han malogrado elevadas

sumas de dinero, barcos, vidas.

La escritura se transforma, en consecuencia, en un acto de justificación ya

que los acontecimientos desgraciados que la preceden se deben al abandono de

Flores, en quien recae la mayor culpabilidad; los sucesos infaustos que rodean a la

177 A.G.I. P. 33, N° 3, R. 38. Series 5 y 6. Con duplicado. La serie 5 posee 17 folios, 16 están es-

critos de ambos lados. Este manuscrito es el que consigna las firmas de Sarmiento y de los tes-

tigos. El folio 17 r° lleva la firma del gobernador Salvador Correa. El papel no es de buena ca-

lidad ya que se observan muchos orificios. Además, hay extensos tramaos subrayados (en

particular aquellos que contienen descripciones del relieve, entradas, tipo de vegetación, entre

otros) que han acentuado el deterioro y hacen ilegibles algunas palabras. En el manuscrito se

intercalan catorce firmas de Sarmiento que señalan los distintos momentos en que se fue rea-

lizando el acto del Requerimiento.

La serie 6 posee catorce folios escritos de ambos lados más una carátula. La única firma que

se consigna es la de Salvador Correa en el folio 14 v°. No está subrayado pero se han

realizado observaciones marginales. La calidad del papel es superior ya que presenta un

mayor estado de conservación. En el folio 15 v° se lee “Requerimiento hecho al Gobernador del

Río de Janeiro con su respuesta”. El documento es acompañado por una “Probanza” escrita de

puño y letra por Sarmiento de Gamboa. El manuscrito ha sido parcialmente editado por Pablo

Pastells (1920: Documento N° 28) quien menciona en el encabezado la existencia de la Proban-

za, pero no la transcribe. Rosenblat (1950) basándose en esta edición publica esta misma

versión abreviada (341 – 343).

178 En la probanza que acompaña al documento Sarmiento ha consignado con su letra el nombre y

cargo de los testigos, doce en total: Bernaldo Vidal, contramaestre y artillero marinero; Juanes,

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 229

incursión magallánica a su cargo son el resultado, en contraste, de los designios de

la Providencia bajo cuya protección se ha emprendido la travesía. Antes de termi-

nar su tarea, el narrador, desde una rotunda primera persona que ha permanecido

acallada en la relación, reconoce en un acto de humildad y “buena conciencia” que

de ser necesario puede atribuírsele a él toda la culpa.

Y hecha averiguación, suplico a Vuestra Majestad vuelva por sí y

por su hacienda, como yo espero que Vuestra Majestad mandará ha-

cer, y quiero y pido que comience el castigo por mí, teniendo culpa, y

que mi pecado venial sea mortal (68).

Para destacar su desempeño como leal vasallo se establecen las oposiciones

que lo alejan de las actitudes cobardes de Flores de Valdés. La principal distinción

está en la situación de desamparo en que deja el General la empresa cuando huye

a España. El Diccionario de la Real Academia introduce una tercera acepción para el

término desamparar como sinónimo de abandonar o ausentarse. A nivel discursivo

Sarmiento no abandona la empresa ni a sus hombres, sino que se ausenta forzosa-

mente del Estrecho. Más allá de las sutilezas semánticas de las palabras lo importa

es que el efecto de esta ausencia será aún más devastador que el del abandono de

Flores.

El obstinado navegante organiza dos fallidas expediciones de rescate. La pri-

mera parte de Pernambuco pero no puede abandonar las costas de Brasil ya que una

tormenta deshace la nao y él y los tripulantes tienen que aferrarse a unas tablas para

salvarse.179 El 13 de octubre llega a Bahía y de allí se traslada a Espíritu Santo y luego

a Río de Janeiro desde donde envía numerosas misivas al Consejo de Indias y a

Felipe II. El 13 de enero de 1585 zarpa, desde Río de Janeiro, la segunda expedición

con harina, municiones y herramientas, pero también fracasa. Desde allí escribe

distintas cartas al Rey y al Secretario Real solicitando ayuda, sin recibir respuesta.

Este silencio determina su decisión de viajar a España para reclamar, personal-

despensero marinero; Mateo de Bayona, guardián marinero; Gonzalo Domínguez, marinero,

entre otros.

179 El lugar en que fueron arrojados por la tormenta era despoblado, pero cerca de la ciudad de

Bahía donde llegaron el 3 de octubre. En la Sumaria Relación de 1590, Sarmiento refiere con

detalles esta fracasada incursión. El dato curioso que sobresale en el relato es el hecho de que

el intrépido navegante de los mares del sur no supiera nadar.

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230 MARÍA JESÚS BENITES

mente, el envío de socorros con los que retornar al Estrecho.180

El Gobernador nunca podrá concretar el regreso para ayudar a quienes lo

necesitan, tampoco la escritura podrá dar cuenta de la trayectoria de desamparo a

la que han sido condenados los hombres y mujeres del Estrecho. Esa escritura

inexistente referiría un recorrido de hambre, desnudez, frío, miseria ... muerte.

180 Las relaciones de Gregorio de la Alas (¿1587?) y Antón Pablos (9 de abril de 1585), tenían

precisamente el objeto de establecer cuáles eran los batimentos y pertrechos más adecuados

para enviar a Brasil y de allí al Estrecho. La premura de Sarmiento, para su desgracia, le impidió

esperar que llegaran. De todos modos, queda expuesto el imbricado proceso administrativo al

que se sometían los pedidos de quienes estaban en el Nuevo Mundo. Los elementos solicitados

coinciden en ambos textos. Pablos recomienda llevar: bizcocho, harina de trigo, vino, aceite,

vinagre, sal. En cuanto a la ropa afirma que “es necesario y forzoso provelle de paños de

colores, frazadas, cacheras de Inglaterra, sombreros, calzado, suelas, cordobanes, lienzo,

jubones, camisas y toda suerte de hilo, aguijas y tijeras, para que se les hagan estas ropas”.

En Rosenblat: T. II, 352. Gregorio de las Alas aconseja llevar una importante cantidad de

vestidos y calzados (“dos mill pares de zapatos, mill de cordován y mill de baqueta y algunas

alpargatas”) y en la descripción de cada una de las prendas se recomienda que “sean grue-

sos” y “aforrados”. Los bastimentos propuestos por de las Alas, que suman casi ochocientas

toneladas, alcanzarían, según sus calculados, para un año. En Rosenblat: T. II, 348 - 349.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 231

III.III.III.III.III. RelaciónRelaciónRelaciónRelaciónRelación de 1590: de 1590: de 1590: de 1590: de 1590:La escritura del retornoLa escritura del retornoLa escritura del retornoLa escritura del retornoLa escritura del retorno

"Pero Dios proveyó de sufrimiento en la cruel prisión."

Relación de 1590

En septiembre 1590 un Pedro Sarmiento de Gamboa cano, flaco y sin dien-

tes, recorre, después de cuatro de años de su partida desde Nuevo Mundo, los

pasillos de El Escorial para entrevistarse con Felipe II y entregarle “así por viva voz

como por escripto” (75) el relato de los sucesos que han trazado los últimos diez

años de su vida.

La Sumaria Relación está firmada el 15 de septiembre de 1590.181 El narrador

refiere los acontecimientos en un orden cronológico que abarca el momento de la

primera partida al Estrecho de Magallanes en octubre de 1579, la expedición de

1581 y hasta los hechos desgraciados que le impidieron llegar a España desde el

Brasil en 1586. Los años que separan los acontecimientos logran que Sarmiento re-

181 Manuscrito del AGI. P. 33, N° 3, R. 68. El documento es extenso y posee setenta y siete folios

escritos de ambos lados, más uno en blanco y la carátula. La letra no es la de Sarmiento de

Gamboa quien ha escrito en los folios 76 y 77 r° y v°.

El copista ha ubicado en la parte superior de la primera hoja el título de Sumaria relación

de Pedro Sarmiento de Gamboa governador y capitán general del Estrecho dela Madre de

Dios antes nombrado de Magallanes y delas poblaciones en el fechas y q’ sean de fazer por

V. Magestad. Bajo esta misma denominación la publica Rosenblat (T. II, 73 – 167) quien afirma

haberla reproducido de la Colección de documentos inéditos de Luis Torres de Mendoza,

Madrid: 1866 (Tomo V, 286 – 420). Pastells ha transcripto para su edición desde el folio 47 r° en

adelante (205 – 305). Las citas utilizadas corresponden a la edición de Ángel Rosenblat. El tex-

to ha sido editado también en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo de Indias

(1875, 286 – 419). En esta edición se apunta erróneamente como año de la Relación el de 1589.

Existe otra publicación del texto realizada por María Justina Sarabia Viejo: 1988, 195 – 308.

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232 MARÍA JESÚS BENITES

cupere los ya referidos en los relatos de los años 1583 y 1584 y retome los sucesos

a partir del momento en que aquellos terminaron.

En los últimos tramos (folios 68 r° al 77 v°) se precipita el relato de los he-

chos y el narrador refiere los sucesivos naufragios que sobrellevó, junto con su tri-

pulación, en los fallidos intentos por retornar al Estrecho; describe cómo fue tomado

prisionero por barcos de piratas ingleses; detalla el fortuito periplo para llegar, des-

de Londres, a España ya que fue apresado por los hugonotes; se detiene en los

padecimientos sufridos durante la prisión en el denominado Castillo Infernal donde

estuvo hasta que Felipe II envío, después de negociaciones que se extendieron por

años, el rescate. El antepuesto “sumaria” califica al texto no en un sentido de breve-

dad, sino de compendio en el que se resumen las contingencias.

El ejercicio de la escritura se nutre de la práctica voluntaria de la memoria,

Sarmiento apela a ella para recuperar los sucesos y solicitar ayuda “porque me

obliga la consciencia” (167) para regresar al Estrecho de Magallanes y socorrer a

sus pobladores. La memoria es definida por el Diccionario de Autoridades como una

de las tres potencias del alma, “en la cual se conservan las especies de las cosas

passadas, y por medio de ellas nos acordamos de lo que hemos percibido por los

sentidos”. La Sumaria Relación se aleja de aquellos tipos de textos en que se hace

una “memoria” de gastos y se acerca al denominado “memorias” o sea ese “libro,

quarderno, papel u otra cosa, en que se apunta o anota alguna cosa, para tenerla

presente y que no se olvide”.

El acto de recordar, de traer a la memoria, no es solitario ya que las imáge-

nes mentales que componen el recuerdo no se desvanecen; su sucesión se traslada

a la escritura y desde esa materialidad se apela a compartir con un otro, el Rey, las

vicisitudes que unen la trama del relato. Pero esa necesidad de la presencia de

alguien que escuche y lea es para que éste pueda llenar el vacío de su memoria,

para que recuerde y tenga presente al que le informa. La activación de la memoria,

tanto del sujeto que escribe como del que escucha, es la manera de derrotar el

olvido. González Echevarría señala que, en el siglo XVI, “escribir era una manera de

conseguir la libertad, la legitimación. El pícaro, el cronista y, en cierto sentido, todo

el Nuevo Mundo, buscaban obtener la concesión de derechos y una validación de su

existencia escribiendo sus relatos” (2000, 77).

En tal sentido, en la materia narrativa del relato de viaje de 1590 se advierte

un proceso mediante el cual el ejercicio de la escritura como informe es desplazado

por el de servicio. La pluma del sujeto textual no es guiada por una instrucción,

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 233

surge de la necesidad personal de referir su versión de los acontecimientos. Este

cambio se evidencia en el saludo inicial que encabeza el texto puesto que en él la

voz narradora se presenta desde una sumisión excesiva que, mediante profusos

recursos retóricos, sublima la figura de Felipe II.182

El texto se acerca, en consecuencia, al tipo de la probanza de méritos y ser-vicios,

pero en el sentido inverso. Los servicios que se han prestado sólo han significado cuantio-

sos gastos y la mayor virtud es haber sobrevivido a un itinerario personal signado por la

desgracia. La escritura se transforma en un acto que emana de la voluntad y necesidad de

ese sujeto de entrecruzar los acontecimientos de la travesía con los sucesos de su vida

personal ya que Sarmiento ejerce el derecho “que uno tiene al premio por lo bien hecho,

o la razón de ser castigado por lo contrario”.

La “probanza de méritos y servicios” forma parte del proceso de sistematiza-

ción de la escritura en el Nuevo Mundo. El acto de referir los avatares por parte de

aquellos que retornaban a España después de haber participado de las empresas de

descubrimiento y conquista respondía, en sus comienzos, a un pedido de Consejo

de Indias para adquirir noticias histórico – geográficas de las tierras de ultramar. El

Consejo las pedía “de palabra o por memorial a los gobernadores descubridores,

conquistadores no cualesquiera otros personajes que en persona acudían a él o a S.

M. pretendiendo mercedes o el más pronto despacho de sus particulares asuntos”

(Jiménez de la Espada: 1881, XLIII).

La escritura de servicio imprime una distancia con respecto a la del mandato

lo que implica un cambio de posición en el sujeto. Este proceso se evidencia en el

desplazamiento de un discurso narrativo eufórico, definido en la relación de 1580, a

182 “A gloria y honra del omnipotente Dios Nuestro Señor y de la gloriosísima siempre Virgen María,

Señora y abogada nuestra, Pedro Sarmiento de Gamboa, su fiel vasallo, siervo indigno de

Vuestra Majestad, humildemente besa infinitas veces los reales pies y manos de Vuestra

Majestad por las inmensas mercedes que Vuestra Majestad, por singular y real benignidad y li-

beralísima largueza, le ha hecho redimiéndole de la captividad y poder de los infernales minis-

tros del demonio, que son los heréticos de Gascuña, en Francia, por lo cual suplica al verda-

dero Dios tenga por bien conceder a Vuestra Majestad muchos y muy prósperos y felicísimos

años, con toda la salud y fuerza, aumento de más y mayores reinos e imperios, y su divina gra-

cia para sustentar, defender y amparar y acrecentar su santa iglesia y fe católica, y para pasar

de manera esta vida temporal que merezca la eterna celestial con los bienaventurados, amén,

amén” (73). En las otras relaciones analizadas, la voz de Sarmiento irrumpe en el texto sin

preámbulos laudatorios.

Page 234: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

234 MARÍA JESÚS BENITES

uno en que se escribe el desamparo.

El primer factor que motiva este cambio es la decepción por no haber sido

nombrado General de la Armada, en ella se funda Sarmiento para deslizar no sólo

las explícitas críticas al accionar de Flores sino también, en una progresión implícita,

cuestionar la decisión del Consejo Real y en definitiva, la de Felipe II. Este mecanis-

mo le permite desvincularse del caótico resultado de la empresa y despejar las

dudas sobre sus actuaciones.

El móvil del narrador, antes que solicitar recompensas, es el de la autojusti-

ficación de su accionar. Hay que rendir cuentas al Rey, quien ha pagado un rescate

para que sea liberado de la prisión. De todas maneras, el material de la escritura

como servicio se construye con las desventuras que deben ser oídas y leídas; se

ofrece el relato de una trayectoria infortunada señalando los méritos acumulados

en diez años (y miles de kilómetros recorridos) de sufrimiento.

La acción de escribir se transforma en el único medio de reivindicación para

alcanzar un beneficio. Para ello el narrador debe erigir la estructura de su discurso

en las operaciones retóricas de persuadir y convencer (a Felipe II) de que los fraca-

sos se deben a la ineficacia del General; en tanto que los logros, a los esfuerzos

sobrehumanos de “Pedro Sarmiento”, representado en el relato como héroe su-

friente y postergado.

Protestando que en lo que aquí se dijere no se pretende tratar de

ninguna persona, salvo sólo dar cuenta a quien es obligación darla, sin

aceptación de persona, lo cual no es posible hacerse sin nombrar per-

sonas, que son los ministros de la obra (75).

La escritura como servicio y ofrenda autoriza a inscribir la desgracia en el

discurso. La representación del narrador como vasallo leal presupone que esta ca-

tegoría sea aceptada por quien escucha y lee. La pluma del autor necesita estable-

cer una sólida unidad entre los dichos y los hechos que demuestre de manera

irrefutable esa condición. Ésa es la única arma que posee el para autorizar el ingre-

so de una solicitud.

A pesar de los años transcurridos no hay ambigüedad informativa. La narra-

ción está organizada de manera coherente y cronológica. De todos los recuer-

dos, impresiones y sucesos lo que primero recrea la memoria es el desconcierto

que provoca el comportamiento de Flores, quien se constituye en uno de los “blo-

Page 235: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 235

ques”183 más importantes del relato. Se refieren una vez más los episodios donde el

General explicita su falta de caridad, su deslealtad y sus afirmaciones poco felices

acerca de los derechos de España sobre las Indias.

La sumisión del narrador al poder real se manifiesta en la pugna que estable-

cen, a nivel discursivo, algunos acontecimientos por ingresar al registro de lo escri-

to. El decir se opone al callar, mecanismo por el cual se proyecta el enfrentamiento

entre el General y el Gobernador. Ambas oposiciones, las establecidas entre las

palabras y entre los sujetos, marcan la escritura del segundo viaje al Estrecho.

No sería servicio de Vuestra Majestad pasar en silencio algo que se

hizo aquí durante la invernada (86).

Una cosa es mala de callarse, para comprobación de cosas pasa-

das ya dichas (123).

Esta actitud especulativa por parte Sarmiento, desde su posición de subordi-

nado, crea la necesidad de saber lo que no debiera decirse. Marca el deber de infor-

mar lo que el rey debe saber. De este modo, las partes referidas a Flores no ingre-

san naturalmente en el texto sino que, el formulismo disquisitivo que las precede,

como una suerte de estribillo, ubican a la narración en un lugar destacado para

diferenciarla del resto de las anécdotas.

El narrador realiza una operación de selección de los acontecimientos que

considera más relevantes y esto se observa en la propia materialidad del manuscri-

to. Desde el primer folio: “Proveyó Vuestra Majestad en esto con larga y real mano,

con abundantísima expedición de gente y pertrechos de todo género. Y nombró a

Diego Flores por general de mar, costas del Brasil y Estrecho” (74) y hasta el folio 41

r°: “Desta manera nos dejó el general Diego Flores de Valdés” (122), la relación se

dedica a referir los sucesos que tienen como protagonista (antagonista) a Diego

Flores.

La figura del General elegido sufre un proceso de desmitificación ya que la

escritura se detiene en describir el modo en que se desplaza, actúa, habla; acciones

todas que suponen una transgresión a las reglas de vasallaje. Sarmiento señala de

manera constante los verdaderos, ocultos y poco honestos móviles que guían a

Flores y la manera en que la pluma lo ataca es frontal, sostenida en las figuras retó-

183 Tomo la expresión de Margo Glantz. 1992.

Page 236: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

236 MARÍA JESÚS BENITES

ricas de la agresión. El uso reiterado de la ironía, que funciona en la construcción del

marino asturiano, se introduce como una forma que, por medio de la inversión de

sentidos, pauta de manera contundente las oposiciones.

Y con esto, aunque Diego Flores se desembarcó con ropas nupciales

como a triunfar, Pedro Sarmiento se quedó en la nao con ropas campes-

tres y marinas, con supuesto de no salir de la mar hasta tornar al Estre-

cho, conforme al mandamiento y voluntad de Vuestra Majestad (112).184

La agresión también se manifiesta en sarcasmo, figura retórica que se en-

cuadra en la categoría de “metalogismo” ya que se altera la lógica discursiva por la

cual la forma del enunciado no corresponde a su función en el texto, la agresión se

disimula en un embate que se ejerce detrás de una actitud aparentemente benévola

(A. Reale – A. Vitale: 1995).

Diego Flores al tiempo de su partida hizo una bella diligencia, y fue

que viendo los mejores y más bien tallados y vestidos, soldados y

oficiales de guerra, con voluntad de señalarse en servir a Vuestra

Majestad se habían venido a ofrecer a Pedro Sarmiento para ir al

Estrecho a trabajar (…)Diego Flores a los tales tomó tanto odio, que

algunos metió en prisiones (…)185 (121).

En la selección y puesta en escena de los acontecimientos que se distribuyen a

lo largo de la Sumaria relación, se advierten fisuras por las cuales se desliza y surge,

entre líneas, la crítica al poder central. La inversión de la figura del General, llevada al

extremo de la parodia, es la excusa necesaria para que la escritura revele de manera

sutil, en voz baja, no sólo la disconformidad del narrador sino el error que han come-

tido las autoridades del Consejo y Felipe II, al nombrar a Flores de Valdés.

Y el día que Diego Flores y Pedro Sarmiento, a 7 de febrero, estuvieron

en la boca del Estrecho, tomaron la altura todos los pilotos de las naos y los

maestres y Pedro Sarmiento en 52 grados y medio justos, entrando por la

boca. Y Diego Flores, aunque toma el astrolabio en la mano, no sabe tomar

el altura ni hacerle la cuenta, ni entonces entendía el regimiento de marear

en cosa ninguna, ni echar punto en la carta, como si no hubiera

184 Las cursivas me pertenecen.

185 La cursiva me pertenece.

Page 237: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 237

visto la mar en su vida (119).186

El elegido por la Corona actúa siempre por negación, desde el lugar del no

hacer, del no querer, del no permitir, frente a un Pedro Sarmiento que se desplaza

recuperando enfermos, alentado tropas, procurando víveres: “Y Diego Flores no lo

quiso hacerlo; antes, pareciéndole buena ocasión como su determinación era no

hacer nada ni entrar en el Estrecho sino volverse” (101).187

Las acciones de Flores invaden la narración y su presencia se transforma en

el mayor oponente de Sarmiento, quien lucha por diferenciarse del primero para

intensificar su posición de vasallo y reafirmar una lealtad incondicional que neutra-

lice cualquier cuestionamiento. La estrategia con la que representa esta postura se

explicita en la escenificación de los diálogos, verdaderas luchas verbales.

Y mientras más humildad le mostraba, más se le ensoberbecía, y

decía cosas indignas de oír, y entre otras fue una, que habiendo Diego

Flores tratado ásperamente sin causa a un poblador, gallardo soldado

y muy servidor de Vuestra Majestad en Flandes e Italia e Indias, y

había venido con Pedro Sarmiento del Perú por el Estrecho, y Pedro

Sarmiento rogándole a Diego Flores se moderase y no se formalizase

contra sus cosas, respondió con una soberbia increíble: “¡Allá, allá en

el Estrecho!”. Y Pedro Sarmiento le dijo: “Allá, muchas gracias a Dios y

a su Majestad”. Y Diego Flores le respondió: “ Y aquí muchas gracias a

mí”, casi presuponiéndose a Dios y a Vuestra Majestad, y que él haría

su voluntad sin respeto de Dios ni el Rey, como hacía e hizo (109).188

Alrededor de su construcción se multiplican manifestaciones de odio y envidia:

“y así queda confutada la malicia de inorante de Diego Flores” (150); “Y tomó tanto

odio a Pedro Sarmiento por lo dicho, que (...) le apartó de sí y le hizo embarcar en

otra nao, donde apenas cabía la ropa de Pedro Sarmiento” (90). En el General se

proyecta la suma de las cualidades negativas que confluyen no sólo, en la traición y

186 No olvidemos que Flores de Valdés estuvo a cargo de uno de los escuadrones de la Armada

Invencible. Criticar sus conocimientos marítimos supone la aniquilación total de su autoridad

como navegante. Es probable que Sarmiento haya conocido el juzgado comportamiento del

General.

187 El énfasis es mío.

188 Las cursivas me pertenecen.

Page 238: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

238 MARÍA JESÚS BENITES

liquidación absoluta del modelo de vasallo, sino también en la ubicación de éste

como un rebelde ya que sus dichos y hechos atentan contra la autoridad real y el or-

den que ésta implica.189

Las figuras retóricas intensifican y exageran el sufrimiento, tanto moral como

físico, entre quien se desplaza por el texto “con más hinchazón que si fuera a triun-

far de las victorias de Scipión” (110) y el navegante, presentado siempre con el re-

curso de la humilitas, al que le interesa demostrar que ha cumplido con el deber en-

comendado. Las imágenes del deterioro acompañan la descripción del General. En

torno a su figura se articulan los elementos de la narrativa del desamparo. Su huida

determina que todos los roles deberán ser cumplidos por Sarmiento, tanto los que

conciernen al destino de una empresa devastada desde sus inicios, como el acto

mismo de escritura.

El narrador acentúa la forma en que Flores se ha beneficiado económicamen-

te. En el relato se trasluce el modo en que, a partir del reconocimiento del espacio

del Estrecho, inicia un proceso de saqueo de los bienes reales. Para él el fin de la

travesía se traduce en el acrecentamiento de riquezas;190 las costas del Estrecho

que observa desde el barco están definidas por la carencia. Pedro Sarmiento refiere

el constante latrocinio que comete el General, quien ha redefinido el móvil del botín

en la apropiación y comercialización de los bastimentos y pertrechos destinados a

las ciudades y pobladores magallánicos. A la imagen de riqueza que rodea al Caballe-

ro de Santiago, se dibuja el desamparo en la pobreza de quienes son abandonados.

El reclamo de una recompensa por los servicios prestados determina que, en

la escritura de méritos y servicios, se dramatice el sufrimiento. Un texto paradigmá-

189 Beatriz Pastor (1983), a partir de la carta dirigida por Lope de Aguirre a Felipe II, recorre un

segundo momento en el discurso narrativo del fracaso: la rebelión. Si bien me baso en el modo

en que Sarmiento de Gamboa introduce la presencia de Flores en su relato, no en un texto

escrito por el propio General, en su representación se aglutinan rasgos que Pastor señala en

la epístola de Aguirre. El principal es la cancelación de la estructura de vasallaje que, asimismo,

clausura el compromiso de lealtad asumido hacia el Rey. Es evidente el énfasis que pone la

escritura sarmientina en la presentación de Flores como un vasallo desleal. Pastor reconoce

cómo el descontento, elemento señalado reiteradamente por Sarmiento, es uno de los factores

principales de acción que liquida el modelo del héroe - conquistador y que determina la suble-

vación que Aguirre justifica en su carta.

189 Tengo presente la carta que escribe a Felipe II refiriendo las bondades de Río de Janeiro.

Page 239: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 239

tico de este tipo discursivo es Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en cuyo

Proemio (algo inusual y significativo en las relaciones) pauta las imágenes que

recorren al náufrago, quien sólo puede ofrecer como “rescate” la narración de sus

in-fortunios: “A la cual suplico la reciba en nombre de servicio, pues éste solo es el

que un hombre que salió desnudo pudo sacar consigo”. 191

En la narrativa del desamparo el cuerpo se muestra, se expone el dolor de

una situación personal y social desesperante. La desnudez y el hambre son dos de

los elementos recurrentes: la primera transmite la vulnerabilidad del cuerpo en un

medio adverso; el segundo se patentiza en la piel que se ha adherido a los huesos,

en esos “pellejos” descarnados.

Esa misma corrosión se exhibe en la ruina de los barcos; la desintegración de

las naves preanuncia futuros naufragios. Precisamente en el origen del término (del

latín naufragium) está implicada la “pérdida o ruina de la embarcación en el mar”

(Diccionario de Autoridades). Aún antes de abandonar el puerto, las embarcaciones

inscriben el infortunio.

En esta invernada del Río de Janeiro todos los navíos se pasaron de

gusano y broma y se pudrieron, recibiendo notable daño y perdición

salvo los emplomados de Vuestra Majestad, porque la gran calor y

lama192 y manglares cría esta broma y cuece la madera y jarcias y

claves de los navíos. Y así, al tiempo de la partida estaba la más parte

hecha ceniza, y aun hasta el hierro se había de tal manera corrompi-

do, cosa inaudita, que con las manos se podía moler, y así, lo que iba

labrado de palabras y azadas y hechas, con las manos se deshacía

como papel y al menor golpecito se deshacía en tierra (89).

El uso de la primera persona es el recurso para demostrar la inocencia ante

191 Es posible que Sarmiento haya leído el texto de Núñez. En la relación de 1584, recurre a este

viajero como ejemplo de esfuerzo denodado. Además, Naufragios tuvo una difusión inusual en

España ya que fue rápidamente impreso (1542) y sus hazañas reconocidas. Es interesante

considerar la posibilidad de que la estructura textual de la obra pueda haberse transformado

en modelo de escritura para todo aquel que solicitara una recompensa por las penurias

padecidas en Indias durante el proceso de expansión territorial del Imperio. La cita pertenece

a la edición de 1998, 63.

192 “Cieno blando y pegajoso que se halla en algunos parajes del fondo del mar”. En Glosa-

rio de Voces Marinas. Rosenblat, 433.

Page 240: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

240 MARÍA JESÚS BENITES

cualquier posible acusación de complicidad. El yo se inscribe para destacar una

constancia y un heroísmo épico, que ha enaltecido su propia imagen y la construye,

en oposición a Flores, en el representante legítimo del rey. El suyo es un discurso

edificante, digno de imitación y reconocimientos.

Digo que iban muy alegres, llevando ya trazado que también embolsa-

rían otra gruesa de moneda de los navíos que se les entregarían, y otras

cosas de aquélla nueva provisión. Cierto no se pueden bien acordar Mercu-

rio con Marte, esto es, mercadear y robar con procurar honor por armas y

constancia en el servicio del príncipe, porque cuanto lo uno ensalza el áni-

mo, tanto la bajeza del tráfico lo abate y hace caer en muchas faltas y

pierde la reputación propia y la patria con la autoridad de su señor, porque

en lugar de despojar al en mérito de Dios y su rey, desuellan al amigo. Rey

y nación, de la hacienda, crédito y honra.193 Dios lo remedie si puede.

Yo confieso de mí ser más malo que lo malos pero no consintiendo en

este género de defectos, no lo disimularé (...). Y cuando por mis pecados

no se hiciese merced de conocerse de mí esto, quedaré ante Dios y conmi-

go glorioso, y me juzgaré por bien remunerado de lo temporal en esta vida,

considerando haber servido legal y fiel y afícionadísimamente a mi rey y

señor (...) y esto me servirá de corona (108).

Cuando Flores regresa a España y Sarmiento recupera el protagonismo ab-

soluto, la esperada llegada al Estrecho instaura sus propias amenazas y el recorrido

por el espacio inhóspito tematiza en la escritura, nuevamente, el desamparo. El

Gobernador refiere una vez más las fundaciones, acto en el que se destaca el

objetivo claramente colonizador de su empresa. A diferencia de otras ocupaciones

territoriales, el emprendimiento en el Estrecho se sustenta en el esfuerzo de los

propios españoles, no en la explotación de la fuerza del trabajo de los nativos.194

Luego el gobernador habló a sus compañeros, diciéndoles que ya esta-

ban las manos a la labor que tanto habían deseado, y que extendiesen los

193 Las cursivas me pertenecen.

194 Anthony Pagden señala que las tierras desocupadas ofrecían poco atractivo para los españo-

les en comparación con los ingleses y franceses ya que los primeros creaban comunidades

basadas en la dominación de los indígenas para su propio sustento (1997). Considero que este

aspecto reviste una importante distinción entre los objetivos sarmientinos y los ambiciosos

proyectos colonizadores en México o Perú.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 241

ojos y considerasen tanta multitud de tierra y provincias como tenían

por delante, lo cual sería de aquellos que mostrando valor y constan-

cia para gozar de tantas mercedes como Dios y Vuestra Majestad les

hacía, y que poniendo su confianza en Dios y procurando su sancto

servicio, nos daría su gracia para prevalecer y durar en el trabajo, que

a los buenos es honra (134).

Sarmiento refiere la incursión que emprende junto a los pobladores para

fundar una segunda ciudad. El tiempo transcurrido entre el momento de los aconte-

cimientos y el de la escritura, hace que el relato de la incursión interna sea enrique-

cido con nuevas imágenes. En ellas se advierte la mirada examinadora del narra-

dor, quien a su paso describe los elementos naturales que inundan el paisaje.

Pero este detalle no posee la finalidad de exaltar la riquezas del medio para

su explotación, la selección de los elementos tiene un fin práctico y se basa en una

necesidad primordial, el sustento. Los viajeros se transforman en seres nómadas,

que al igual que las tribus que pueblan el Estrecho, recolectan sus alimentos.

Pues cuando íbamos por la tierra vimos campos muy apacibles de

yerbas olorosas y mucha caza de venados, gatos cervales de hermo-

sos pellejos, pelo y colores, muchos avestruces, cuyos huevos halla-

mos por el campo, que comían, uno, cuatro y seis hombres suficiente-

mente. Una vez hallamos por los campos cantidad de yerbas teñidas

como grana, que producen una frutilla como gruesos granos de grana-

da, dulces y sabrosos y provechosos para el estómago, y otros grue-

sos, que los llamamos cerezas, por parecerle, en tanta cantidad que,

caminando sin parar a puñados las cogíamos y satisfacíamos la ham-

bre (143).

A pesar de esta aparente abundancia, mientras se prosigue el derrotero y

avanza la escritura, la voz narradora recupera de la memoria las imágenes del de-

samparo, en las que resurgen las muertes a la intemperie, la desnudez de los

cuerpos y los pies descalzos. El frío y la falta de alimentos transforman la explora-

ción colonizadora en un penoso vagabundeo cuya única finalidad ha quedado redu-

cida a la lucha por sobrevivir.

Prosiguióse el camino con muchos trabajos (...) que cada vez se

acrecentaba y prolongaba por lo dicho y por faltar los mantenimientos

y zapatos, que era lo que despeaba la gente, y tras esto lo heridos,

que los llevábamos a vuelapié y algunos a cuestas, y tal hubo de los

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242 MARÍA JESÚS BENITES

heridos que no quiso ir adelante, sino quedarse entre juncales y morir,

y con dolor de todos, no pudiendo hacer más, se quedó; y caminando

sólo se comía de la frutilla, de las yerbas y apio, y algunos se altera-

ban desfalleciendo (147).

No obstante las lastimaduras y el hambre, que alejan estas figuras del caminante

contemplativo por uno sufriente, Sarmiento refiere una vez más la fundación de la ciudad

de Rey Don Felipe. En la descripción de los pormenores de la nueva ciudad se activa

nuevamente la sucesión incansable de actividades protagonizadas por el Gobernador:

repartimiento de los solares y cargos, fortificación de la ciudad, la construcción de la

iglesia y la picota, que será coronada con la cabeza del primer traidor.

La narrativa del desamparo escribe sobre el infortunio, no sobre las derrotas.

En el mundo narrativo que representan los relatos de Sarmiento, no se concibe la

desobediencia; la escritura, como la peregrinación de hombres que el Adelantado

encabeza, no se detiene, no huye ante la adversidad como lo sí lo ha hecho Flores

de Valdés.

La máxima expresión del desamparo es la experiencia del naufragio, relato

que se multiplica en la Sumaria Relación. Desde los primeros folios el infortunio se

apodera de la escritura ya que el alejamiento del Estrecho, planteado siempre como

involuntario y accidentado, instaura un nuevo momento marcado por las sucesivas

y fallidas incursiones en el mar para llevar sustento a los pobladores. Cuando hablo

de naufragios no me centro ya en ese deambular por un territorio, me refiero con-

cretamente a la acción de permanecer a la deriva en una pequeña embarcación con

apenas los elementos necesarios para sobrevivir.

El náufrago, en este contexto, es aquel que, ocasionalmente se encuentra

supeditado a los regímenes de los vientos, no ya a las marcas del portulano ni del

astrolabio, para poder alcanzar alguna costa. La embarcación colectiviza la desven-

tura y transforma la travesía en una tragedia infrahumana.

En estos relatos la estrategia escrituraria se centra en la descripción del

padecimiento corporal. El primer naufragio es el que se produce durante la visita a

la ciudad Nombre de Jesús. Sarmiento rescribe el suceso de manera sucinta seña-

lando que “el frío y el hambre cegaron a algunos y otros perdieron los dedos de los

pies” (154). El cuerpo expuesto a la desgracia se refleja en marcas indelebles que

revelan el sufrimiento de un “ellos”.

La llegada a las costas de Brasil señala un espacio de referencia para conti-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 243

nuar la narración de los infortunios. Existe un encadenamiento de catástrofes: la

primera expedición que sale de Pernambuco a Bahía llevando suministros es, debi-

do a una inclemente tormenta, arrojada contra la costa. Es aquí donde el relato

introduce a un “Pedro Sarmiento” sufriente. Este latrocinio da lugar a la “escritura

corpórea”, en la que el propio cuerpo, tatuado por el tormento, se introduce nueva-

mente en el texto.

Y en llegando los bateles a tierra se hicieron pedazos sin poder

volver al navío, y así quedó sin remedio humano, e hizo dos tablas, y

en ellas se echaron él y un clérigo y en apartándose del navío, la mar

era tan gruesa que mill veces los anegó; y Pedro Sarmiento, aferrán-

dose a las tablas se dio muchas heridas en el cuerpo y piernas con los

clavos y todos los que sabían nadar los desampararon (...) (155-156).

La segunda expedición de rescate parte de Río de Janeiro en enero de 1585.

El 13 de febrero una tormenta “tan espantable que fue juzgada por la más terrible

que hubiésemos visto” (157) deshace las naves. Los navegantes se ven obligados a

arrojar al mar el ganado y los bastimentos que llevaban. Después de más de cin-

cuenta días retornan, “desnudos y descalzos y el navío hecho piezas” (157) a Río de

Janeiro. El aniquilamiento del cuerpo y las naves se acentúa. El narrador lucha

silenciosamente por corregir, en su escritura, cualquier aspecto que pueda entorpe-

cer su representación como vasallo leal y condescendiente.

Pedro Sarmiento pensó reventar de enojo. Pero considerando que

a los varios y repentinos subcesos del mundo no es parte prudencia ni

fuerzas humanas a reparar, conformóse con la voluntad de Dios, cu-

yas obras y secretos son maravillosos e incomprensibles (157).

Pero, a pesar de su voluntad, la empresa se derrumba. Sarmiento registra

cómo sus esfuerzos han sido tan desmedidos y desinteresados en procura de avan-

zar con los objetivos colonizadores, que su cuerpo ha quedado reducido a unos

“pellejos”, adheridos a un físico lacerado.

Para sustentar la gente, que eran 32 personas, y los oficiales, no

bastando ya los pellejos de Sarmiento,195 acudió a los trapos viejos

que habían quedado de las palmillas y bayetas que se llevaban para el

Estrecho (158).

195 Las cursivas me pertenecen.

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244 MARÍA JESÚS BENITES

En junio de 1586 un exasperado Sarmiento parte con rumbo a España, pero

la nave es interceptada por piratas ingleses. Éstos tenían la intención de saquearla

pero lo tomaron cautivo ya que “el mismo piloto que traía, portugués, le vendió y

dijo quién era, y aun encareció más de lo que era, por hacerle más mal, y con esto

soltaron el navío y los demás y llevaron a Pedro Sarmiento y al piloto, otros dos a

Inglaterra presos. Llegamos a Plemua [por Plymouth] postrero de agosto; estuve

aquí preso y desnudo hasta 11 de septiembre"196 (159 - 160).

Los barcos de la flota pertenecían a Sir Walter Raleigh, ante quien fue llevado

“el cual le hizo alegre recibimiento al prisionero. Y hablando entrambos en latín, Pe-

dro Sarmiento le razonó de manera que luego fue Dios servido que le ganó buena

voluntad" (160). La relación amistosa surgida entre el Sarmiento y "Guaterales" ha

quedado expuesta en Historia del Mundo de Raleigh a través de una anécdota que

refleja la manera en que los cartógrafos inventaban territorios para complacer a

sus esposas.

Recuerdo una buena frase de don Pedro Sarmiento, digno caballe-

ro comisionado por el rey de España para poblar el Estrecho de

Magallanes, siendo prisionero mío. Haciéndole preguntas acerca de

una lista que aparecía en el mapa del referido Estrecho, me contestó

riendo que el nombre verdadero debería ser "Isla de la mujer del

pintor", porque en los momentos en que el delineante ponía en limpio

e iluminaba la carta, viéndole trabajar su esposa, le rogó pusiera su

nombre en cualquiera de tantos puntos como el mapa tenía, a fin de

hacerla propietaria de imaginación, y el pintor la complació.197

196 Entre los sucesos desafortunados que rodean la vida de Sarmiento, se suma que, según él

mismo refiere, al ver que sería indefectiblemente tomado prisionero decidió echar "a la mar

muchos papeles de secretos de navegaciones y descubrimientos, advertimientos y noticias,

relaciones, procesos y probanzas tocantes a la jornada del Estrecho, especialmente un libro

grande de descripciones en pintura y arte de geografía de las tierras de nuevo descubiertas y

reconocidas y derroteros por escripto" (166).

197 Citado en Rosenblat al pie de página (161) de The History of the World, vol. II, cap.

XXIII (1736, 327). Esta anécdota es referida también por Clement Markham (1907) y Amancio

Landín Carrasco (1945). Tomás Eloy Martínez y Susana Rotker (1999) señalan la curiosidad

que despertó en Sir Walter Raleigh la existencia de estas islas, “territorios inventados para

complacer a las consortes abandonadas y para mitigar sus esperas, convenciéndolas de que

cada una de ellas poseía una isla” (90). “Oviedo y Baños: la fundación literaria de la nacionali-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 245

Raleigh concertó una reunión entre su amigo y la reina Isabel "la Reina quiso hablar

a Pedro Sarmiento, el cual fue llamado de Londres para ello; y habló con ella un

coloquio de más de hora y media en latín, en que es elegante la reina. Y lo que allí

pasó es para más particular relación para Vuestra Majestad solo" (161).198

El navegante es puesto en libertad, la reina Isabel le encomienda una misión

diplomática en España. El 30 octubre de 1586, abandona Londres199 y el 21 de no-

viembre llega a París donde se encuentra con el embajador Bernardino de Mendoza

para que le acredite dinero para su pasaje. Mendoza en una misiva enviada al rey

señala que el Capitán “ha venido a París y pobre y desacomodado, como era fuerza

que estuviese un robado de ingleses y captivo”.200

El 9 de diciembre del mismo año, y cerca ya de la frontera española (entre

Burdeos y Bayona), Sarmiento es tomado prisionero por los hugonotes que respon-

dían al Conde de Bandona (Vendóme), vizconte de Bearne. El 11 de diciembre lo lle-

van a Mont - de -Marsan donde le quitan todas sus pertenencias y un coronel "Cas-

telnao" (Castelnau) lo encierra en un calabozo.

Cuando Pedro Sarmiento fue preso, le tomaron los pliegos que eran

para Vuestra Majestad y los papeles propios; y el truajamán que le guiaba,

natural de Irún, porque le soltasen, dijo a los luteranos que Pedro Sarmien-

to eran un gran personaje, mucho más de lo que era, y que le guardasen

bien; que habrían dél mucho mucha suma d’escudos de talla (163).

Pero la pena por haber perdido sus escritos no se compara con el grado de

infortunio que alcanzará su vida en estos tramos. Se envía el aviso a España pidien-

do como rescate la libertad de Odet de la Nou, un hugonote preso en Flandes. Felipe

II no acepta estos términos y Sarmiento es encerrado en el llamado “Castillo Infer-

dad venezolana”, en Las colonias del Nuevo Mundo. Discursos Imperiales, Carmen Perilli

(comp.), Tucumán: IIELA, Facultad de Filosofía y Letras, UNT.

198 Aparentemente la reina le encomendó un mensaje de paz para Felipe II ya que la guerra entre

los reinos se había declarado en octubre de 1585 y ya habían existido algunos enfrentamientos.

199 Sarmiento señala, además, que antes de su partida Raleigh le regaló escudos en piezas y

perlas de la India.

200 En Rosenblat (1950, 357) figura copiada de Armada Española (T. II, 423 – 426) de Césareo

Fernández Duro. Rosenblat señala que el documento original se encuentra en el Archivo

Nacional de París (Papeles de Simancas).

Page 246: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

246 MARÍA JESÚS BENITES

nal”. En la carta de Mendoza se detalla que la reina de Inglaterra y Raleigh escribie-

ron al “Príncipe de Bearne le hiciese dar libertad, oficio que le aprobé mucho, por

ser el medio más fácil y barato para sacalle de prisión, y el Pedro Sarmiento es

persona que puede hacer a Vuestra Majestad mucho servicio en las Indias, como

práctico de aquella tierra” (358).

En las referencias al momento del encierro en la prisión, se advierte un giro

en la textualidad del narrador sobre sí mismo que pauta, una vez más, la desinte-

gración de un cuerpo sometido a situaciones extremas. Las marcas del sufrimiento

que se inscriben en ese cuerpo, transforman el relato en edificante y movilizan a

sentir compasión por aquél que padece.

Pero Dios proveyó de sufrimiento en la cruel prisión, donde la

humidad fue tullido y encaneció y perdió los dientes, y por recreación

y alivio lo pasaron a un castillo y lo metieron en tinieblas infernales,

privado de toda comunicación humana, acompañado de música de

sapos y ratones de una fosa del castillo, arrimada al infierno donde

estaba preso, tan hidiondo que no le podían sufrir los que le llevaban

de comer (164).

El rescate se fija en treinta mil ducados y después de diversas negociaciones, que

se extendieron por casi tres años, se determina en seis mil y cuatro caballos elegidos.201

La Sumaria Relación se escribe desde distintos espacios del desamparo: los

puertos en los que Flores detiene la empresa, las desoladas tierras magallánicas, la

agónica espera en el calabozo de los infiernos. La imagen del hombre que se corroe

en una celda es el punto culminante de esta narrativa. Son todos espacios en los

201 En el A.G.I. se conserva en el P. 33, N° 3, R. 68, el manuscrito donde consta el pago del rescate

a Sarmiento de Gamboa bajo el título de “Cuenta y rescate de Pedro Sarmiento de Gamboa de

los dineros que Agustín Gentil a desenvolsado por el otro rescate por orden que para ello le dio

el señor Don Juan de Ydiaquez”. Firmado en Madrid el 8 de agosto de 1590. Consta de un folio

escrito de ambos lados más la carátula donde se lee “qta sacada por agustin gentil delo que dio

para el rescate de p° sarmiento de gamboa”. En el documento consta el detalle de las costas

que ha implicado para la Corona su rescate: “Monta un ciento y novecientos y once mill y

novecientos maravedíes lo que el dicho Agustín Gentil ha pagado por el dicho rescate del

dicho”. El documento ha sido copiado por Ángel Rosenblat (1950: T. II, pp. 360–361) de la obra

de Pastells (1920: pp. 768–770). En las cartas que Sarmiento escribe desde la prisión detalla

las intensas negociaciones que mantuvo con sus captores.

Page 247: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 247

que el sujeto queda desposeído, no hay quien lo socorra y está en una actitud per-

manente de queja y busca de refugio.

Sarmiento abandona el tono mesiánico e inscribe en el relato el sufrimiento,

aunque la guía divina y protectora parece haberlo abandonado, el obstinado vasallo

nunca acepta este fracaso. Desde la primera persona del singular introduce el pedi-

do central de su escritura: el envío de recursos para socorrer a los pobladores que

han quedado en el Estrecho.

En nombre de las dichas cidades de Vuestra Majestad, y mío, beso sus

reales pies y manos, y le suplico por amor de Nuestro Señor Dios sea

servido continuarle, y que no sea parte otras ocupaciones a impedirlo ni de

tenerlo, pues para todo la real mano de Vuestra Majestad es bastantísima,

con el favor de Dios, y este negocio debe ser prepuesto a otros muchos,

porque éste impedido, se impiden los mayores de acá, y se pone en riesgo

la bolsa con que todo se alimenta. Y así ya Vuestra Majestad Católica está

obligado en conciencia a socorrer sus vasallos y cidades (167).

Lo que el Gobernador no imaginaba es que de sus ciudades sólo quedaban

ruinas. De las trescientas treinta y ocho personas que desembarcaron con él en el

inhóspito Estrecho sobrevivió sólo uno: Tomé Hernández, quien fue rescatado por el

barco inglés al mando de Thomas Cavendish de Trindey en 1587.202

El 21 de marzo de 1620, por orden del Virrey del Perú, don Francisco de Borja

y Aragón, Hernández fue llamado a declarar acerca de lo sucedido en las dos pobla-

ciones fundadas en el Estrecho.203 En este testimonio declara que permaneció en el

202 Cavendish permaneció cuatro días en la ciudad Rey Don Felipe. El corsario pretendía emular a

Francis Drake y asaltar los barcos españoles que recorrían el Pacifico.

Hernández se embarcó junto con otros dos españoles. El resto de los pobladores que queda-

ban en el Estrecho no lo hicieron ya que tenían temor de que los ingleses los mataran. Cuando

el barco arribó a las costas de Chile, Hernández pudo escapar. Permaneció en Santiago de

Chile y de allí partió con rumbo a Perú.

203 El testimonio de Hernández lleva el título de "Declaración que de orden del Virrey del Perú Don

Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache, hizo ante escribano Tomé Hernández, de lo suce-

dido en las dos poblaciones fundadas en el Estrecho de Magallanes por Pedro Sarmiento de

Gamboa". El texto completo de la declaración ha sido recopilado por Ángel Rosenblat en Viajes

al Estrecho de Magallanes (T. II, 372-388). De allí se ha copiado la cita. El documento fue dado

a conocer por Bernardo de Iriarte, quien lo publicó en el “Apéndice” de su edición del viaje de

Sarmiento de Gamboa al Estrecho del año 1579 (I – XXXII).

Page 248: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

248 MARÍA JESÚS BENITES

Estrecho cerca de dos años y medio y refiere diversos acontecimientos, como los

motines que se confabulaban para asesinar a Pedro Sarmiento.

El sobreviviente brinda, en contraste a la versión lacónica que refiere el Go-

bernador en sus relatos de 1584 y 1590, una aún más dramática que refleja la ale-

vosía con que fueron castigados los rebeldes: “Y teniéndole en el navío [a Juan Ro-

dríguez], envió por otros tres soldados, camaradas suyos, que no se acuerda cómo

se llamaban, y les puso en prisión. Y ansimismo envió a llamar al clérigo, y les tomó

sus confesiones, y declarando cómo era verdad el motín. Por lo cual les sacó en tie-

rra con rétulos [sic.] en las espaldas de traidores, y en la plaza les hizo las cabezas

por detrás, y se pusieron en unos palos y el clérigo se quedó preso en el navío”

(377).204

En el relato de Hernández lo que también se escucha es la narración de la

supervivencia en un medio hostil. Su voz es la de un náufrago que merodea, junto

con los demás buscando alimentos.205 La categoría de poblador se degrada en la de

vagabundo, las actividades de fortificar y erigir casas queda reducida a deambular

por un territorio desconocido con un rumbo señalado por cadáveres, nuevas mar-

cas que trazan un mapa de abandono y desesperación.

E yendo ya reconociendo el verano, les envió llamar de la pobla-

ción el capitán Viedma, y de gente que había dejado con este decla-

rante y la que había llevado consigo se juntaron por todos quince

hombres y tres mujeres, porque todos los demás se habían muerto de

hambre y enfermedades, porque sobrevino por la aspereza de la tie-

rra y esterilidad de ella, y acordaron de salir de aquel lugar e ir a la

primera población. Y fueron caminado con este intento por tierra hasta

pasar la primera angostura del Estrecho (...) y por el camino donde

iban pasando hallaban muchos cuerpos muertos (378).

En la voz del rescatado se advierte el resentimiento contra el Gobernador ya

que para Hernández el abandono debido a las inclemencias de los vientos no fue in-

204 Sarmiento señala en sus relaciones que, únicamente, fue asesinado Juan Rodríguez.

205 Las circunstancias extremas en que los pobladores, llevados al Estrecho de Magallanes por

Sarmiento, debieron subsistir inspiró una novela titulada Los sobrevivientes del Estrecho

escrita por Enrique Inda (Buenos Aires: Marymar, 1992) quien se basó en los relatos de

Sarmiento de Gamboa publicados por Rosenblat para documentar su obra.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 249

voluntario, como trata de demostrar Sarmiento, siempre apenado cuando escribe

sobre este suceso: “Y dieron aviso que Pedro Sarmiento había llegado con el navío

al surgidero de la primera población que es una bahía descubierta, sin abrigo ningu-

no y a causa de haberle dado un temporal muy grande, estando surto había picado

el cable y hechóse a la vela” (378).206

Sarmiento ofrece su escritura como uno más de los muchos y valiosos servi-

cios que ha prestado a la Corona. Asume el viaje al Estrecho como una contribución

importante al engrandecimiento del imperio. A pesar de haber reiterado el deterioro

de su cuerpo y sus fuerzas con renovado vigor ofrece a Felipe II sus servicios.

Y para la ejecución dello, si este flaco vasallo y criado de Vuestra

Majestad prestare de algo, non recuso laborem sobre todos los pasa-

dos, lo cual, con alegre rostro y pronta voluntad, con los filos que

siempre, y más agora, que es más necesario, con mis industrias, me-

diante Dios, abrazaré hasta lo acabar o la vida, habiendo de dar sólo

la cuenta dello, que cierto no conviene al servicio de Vuestra Majestad

dar yo cuenta de faltas ajenas, pudiendo apenas dala de la mías (167).

La ilusión por el regreso se evidencia en la escritura puesto que, además de

esta relación, escribe una serie de documentos relativos a su posible retorno a la

zona magallánica donde apunta, sobre todo, a determinar los bastimentos que con-

venían a la población que había quedado abandona en el paraje.

Probablemente el año de producción de estos documentos sea fines de 1590

o principios de 1591, cuando el cautivo de los ingleses y hugonotes, ya se encontra-

ba, sin pensar que definitivamente, en España y pretendía embarcarse para resca-

tar a los pobladores.207

206 Las cursivas me pertenecen.

207 Estos documentos se encuentran en el A.G.I. P. 33, No 3, R. 1, S. 1, 2, 4 y 5. Todos los textos

son breves y están escritos de puño y letra por Sarmiento de Gamboa aunque sólo dos llevan

una firma abreviada. Rosenblat los ha incluido en su edición a partir de la copia de la Colección

Diplomática de Navarrete. Tomo XX, 1793.

El primero es un “Balance de lo que parece sea menester de los bastimentos y de los valdrán

para cient soldados por diez y ocho meses, y para treinta marineros por diez meses, y el flete

de una nao de trescientas toneladas por diez meses, y cient vestidos para cient hombres

conforme al tanteo que hizo el contador”. El documento posee un folio escrito de ambos lados

más una carátula. La suma de dinero solicitada asciende a 68893 ducados. Rosenblat (T. II,

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250 MARÍA JESÚS BENITES

La Sumaria Relación posee un referente que materialmente ha desaparecido

escrito de puño y letra de Sarmiento de Gamboa en dos folios de ambos lados. No

lleva su firma y aparentemente quedó inconcluso, quizás por falta de papel. En este

documento se detallan los recursos necesarios para emprender una nueva travesía

al Estrecho aunque aclara que para la misma "no es menester tanto alboroto ni

gasto cono en la pasada" (folio 1 r°). Por ello solicita mantenimientos para la flota

durante el viaje tanto alimentos (bizcocho) como ropa y calzado. Municiones (pólvo-

ra, plomo, lanzas, morriones) y herramientas (palas, picos, sierras). También ocho

religiosos y los ornamentos necesarios para "decir misa". Un médico cirujano, bar-

beros, "boticas" para los enfermos. (Folio 2 r°). El suyo es el testimonio de una em-

presa que ha fracasado, de la que sólo quedan vestigios que él sospecha, pero no

acepta. La escritura apela a una retórica del convencimiento para demostrar los

motivos y las causas por las cuales

247 - 248) copiado de la Colección de Fernández de Navarrete. (Documento 54).

El otro documento no lleva ningún título. La mala calidad del papel ha posibilitado que la tinta se

traspase de un lado a otro de la hoja lo que dificulta la lectura. A esto se suma que las palabras

se encuentran abigarradas, con poco espacio entre los renglones. Está escrito de puño y letra

de Sarmiento de Gamboa en dos folios de ambos lados. No lleva su firma y aparentemente

quedó inconcluso, quizás por falta de papel. En este documento se detallan los recursos

necesarios para emprender una nueva travesía al Estrecho aunque aclara que para la misma

"no es menester tanto alboroto ni gasto cono en la pasada" (folio 1 r°). Por ello solicita mante-

nimientos para la flota durante el viaje tanto alimentos (bizcocho) como ropa y calzado. Muni-

ciones (pólvora, plomo, lanzas, morriones) y herramientas (palas, picos, sierras). También

solicita ocho religiosos y los ornamentos necesarios para "decir misa". Un médico cirujano,

barberos, "boticas" para los enfermos. (Folio 2 r°).

Solicita diez navíos fuertes y los elementos necesarios para sustentarlos: anclas, estopa,

brea, calafates y carpinteros. (Folio 2 v°). Rosenblat lo publica (T. II, 231- 236) bajo el título de

“Memorial presentado a Su Majestad por Pedro Sarmiento de Gamboa de lo que convenía

proveerse para la jornada de la población y fortificación del Estrecho de Magallanes”. Ha sido

copiado de la Colección de Fernández de Navarrete (Documento N° 50).

Al otro documento le ha colocado como título "Tanteo de los me parece se debería proveer para

la fortificación y población del Estrecho". Se consigna nuevamente un listado de necesidades

que incluye armas para los soldados, artillería, municiones, sueldos y bastimentos para la

navegación y para quedar en el estrecho. En él se consigna la dieta alimenticia de los marinos:

biscocho, vino, aceita, vinagre, habas y garbanzos, arroz, queso, "vaca salada", atún y

"bacallao". Rosenblat (T, II, 236 - 241) de la Colección Navarrete (Documento N° 51).

Sarmiento titula el otro documento “Relación de lo parece será menester de bastimentos para

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 251

no se ha podido completar la colonización y fortificación del Estrecho.

La presentación del sufrimiento es un servicio que acredita recompensas, y

no la ingratitud y falta de reconocimiento de los propios logros. Para ello la escritura

rescata un cuerpo que ha sido expuesto y lacerado en favor a la gloria de España y

el Rey. El obstinado navegante, el “hombro docto” en astros y tintas hechiceras, el

historiador de la comitiva de Toledo, se transforma en un miembro más de la “pro-

cesión de estantiguas” que llegaba hambrienta a las costas de Brasil.

Es en el ejercicio de la escritura donde el Gobernador puede trazar y recons-

truir, con su pluma, las ruinas de las ciudades abandonadas. Los nuevos servicios

que ofrece al Rey son para emprender un viaje irrealizable a una Itaca donde lo que

perviven son las resonancias de voces sombrías acosadas por el hambre y los

gemidos de pobladores descalzos abatidos por el desamparo.

cien hombres por diez y ocho meses, los seis meses para el viaje de aquí al Estrecho y los doce

para quedar allí, mientras se coge lo que se sembrare y se busca de lo de la tierra y otros

partes, y para treinta marineros que son menester para una nao de trescientas toneladas, para

diez meses que se supone podrá de ¡da y vuelta, y el sueldo de una nao de trescientas

toneladas y doscientos vestidos, y los socorros que serán menester para lo que ganaren

sueldos conforme a lo acostumbrado y lo que se dio la otra vez por ducados” (Rosenblat: 242

- 247) de Navarrete (documento 52). Es un detalle más acabado del documento anterior.

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252 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 253

Tercera Parte

CCCCCARTASARTASARTASARTASARTAS:::::LLLLLAAAAA ESCRITURAESCRITURAESCRITURAESCRITURAESCRITURA DEDEDEDEDE LALALALALA SÚPLICASÚPLICASÚPLICASÚPLICASÚPLICA

Estoy sucio, es verdad, y con viejos harapos me cubro.

Y mendigo en el pueblo; mas a ello me veo obligado.

De mendigos y de vagabundos es éste el destino.

Odisea, Canto XIX

Sólo diré que esto y la urgentísima fuerza de la vida

mía y de otros me ha hecho acudir a dar pena, bien

contra mi voluntad, ni pueden escusar lo que tanto

he rehusado, que es acudir al puerto de salud cierto,

ques Vuestra Majestad, a quien humildemente supli-

co se acuerde de su natural benignidad, y después

déste su criado, aunque sea gusano y ceniza, y me

socorra.

Carta del 2 de octubre de 1589.

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254 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 255

Capítulo ICapítulo ICapítulo ICapítulo ICapítulo I

Las Demandas

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256 MARÍA JESÚS BENITES

I.- Cartas, Memoriales y RepresentacionesI.- Cartas, Memoriales y RepresentacionesI.- Cartas, Memoriales y RepresentacionesI.- Cartas, Memoriales y RepresentacionesI.- Cartas, Memoriales y Representaciones

"Son tantas las que tengo escritas a Su Majestad

y a vuestra merced de un año a esta parte. "

Carta del 3 de octubre de 1585

El género epistolar permite acercarnos con mayor intensidad a la subjetivi-

dad de quien escribe ya que el emisor deja fluir de manera más plena su pensa-

miento. La epístola cumple con una función pragmática comunicativa que puede

abarcar distintos tipos de acciones y que posee rasgos invariables: Comunicación

como finalidad general, que es escrita, diferida en el tiempo y entre espacios distin-

tos (Ana María Barrenechea: 1990). En las cartas de Pedro Sarmiento de Gamboa

no se escucha una voz entrecortada por los mandatos de la instrucción y el apremio

de informar novedades sino las múltiples modulaciones de la palabra. Las epístolas

tienen una clara intención argumentativa y de pedido; refieren los acontecimientos

que avalen el otorgamiento de tal solicitud.

La carta es uno de los tres tipos discursivos que integran la familia textual de

la escritura en y sobre el Nuevo Mundo. Mignolo (1982) señala que las epístolas

constituyen tipos discursivos textualizados ya que se escriben con la obligación de

informar, no con la intención de pasar al libro. La demanda de información los acer-

ca a una clase de textos que ya se ha analizado: las relaciones. Precisamente éste

es el vocablo que define a los escritos epistolares de Cristóbal Colón y Hernán

Cortés. Los alcances del trabajo de Mignolo no incluyen, como claramente lo expre-

sa, el gran cúmulo de cartas que se escriben durante el proceso de conquista y

colonización y que tienen por objetivo reanudar la comunicación entre aquellos que

han quedado separados por el Atlántico.

Para establecer distinciones hay que considerar que el término carta tuvo en

ese contexto un uso muy amplio ya que se aplicó tanto a documentos reales, nota-

riales como a los privados. El concepto restringido de carta en ese período puede

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 257

definirse como “la manifestación escrita que testimonia la comunicación entre dos

personas o instituciones, con el fin de informar acerca de sucesos acaecidos ante-

riormente o con el fin de servir de vía de remisión de otros testimonios escritos (...)

entra en los documentos lato sensu1 y como tal no engendra derechos ni obligacio-

nes, es un documento de prueba (...). Su finalidad es pues servir de medio de infor-

mación o vía de remisión de otros documentos entre la autoridad soberana y las

autoridades delegadas y viceversa o del particular a la autoridad constituida o entre

particulares" (Antonia Heredia Herrera: 1977, 2).

Las cartas que Pedro Sarmiento de Gamboa, redacta entre los años 1572 y

1592 están escritas en los marcos oficiales; tienen por principal destinatario a Felipe

II, al Consejo de Indias y a los secretarios del Rey. Siguiendo la clasificación de

Heredia Herrera (1977) las de Sarmiento son cartas particulares2 dirigidas a una

autoridad constituida pero el móvil de su escritura no es únicamente el de informar

o hacer “entera relación” de determinados acontecimientos; su presentación no

está supeditada a ninguna solicitud oficial. Por el contrario, en cada una de ellas se

esgrime un pedido, se ejerce un reclamo, se establece una polémica, se desliza una

queja. Este imperativo del ruego, gesto y contenido principal de las cartas, acerca la

escritura al tono de una demanda jurídica.3

1 Heredia Herrera los opone a los documentos stricto sensu que son aquellos escritos legalmen-

te válidos que están destinados a ser prueba jurídica de un hecho.

2 Heredia Herrera clasifica, de acuerdo con la relación comunicativa que se establece, entre

cartas reales, aquellas escritas por el soberano a las autoridades delegadas; oficiales la

relación inversa (de las autoridades al soberano); particulares, como en el caso de Sarmiento

y finalmente, privadas, entre dos personas cuya relación es simétrica.

3 Apelo a esta comparación ya que el alcance legal de este término es frecuente durante el Siglo

XVI y XVII. En su Tesoro de la lengua castellana Covarrubias define “Demandar” como “Vale

pedir en juyzio o fuera dél, o preguntar”. Uno de los registros del Diccionario de Autoridades

define demanda del siguiente modo: “En lo forense es la deducción de la acción que se propone

el litigante actor, pretendiendo pertenecerle alguna heredad u otra cosa mueble o inmueble”. La

jurisprudencia clasifica la “demanda” como: “Escrito introductorio del proceso y cuya finalidad

es establecer las pretensiones del actor mediante la exposición de los hechos que dan lugar a

la acción, invocación del derecho que la fundamenta y petición clara de lo que reclama (...). La

demanda es un típico acto de petición y su trascendencia radica en ser el único medio que

autoriza la ley para iniciar un proceso civil”. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas,

sociales y de economía de Víctor de Santo (Director), Buenos Aires: Editorial Universidad,

(1996, 325 - 326).

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258 MARÍA JESÚS BENITES

La acción de demandar implica asimismo una respuesta que dé satisfacción a

los reclamos. Sarmiento dirige todas sus misivas a un superior que es quien tiene el

poder de otorgársela. En algunos textos se observa una clara progresión en los

destinatarios (de los secretarios hasta el propio Felipe II) de acuerdo a si obtiene o

no una respuesta favorable. Pero además, en el origen de cada demanda está el

supuesto del merecimiento; nunca cuestiona el objeto, solicita lo que está seguro de

merecer. En este contexto la escritura es el soporte, el ejercicio mediante el cual el

solicitante expone sus razones y refuerza con argumentos su pedido.

En este primer acercamiento a los rasgos que definen el conjunto de cartas

del viajero sigo las consideraciones de Beatriz Pastor quien, cuando analiza las

epístolas cortesianas, señala que “la carta narraba e informaba sobre aspectos

múltiples de la realidad, describía, cimentaba acciones y comportamientos, incluía

reflexiones de su autor y de los que lo rodeaban. En tanto que documento legal, y

no simple carta personal, se comprometía implícitamente a la veracidad de lo na-

rrado” (1983, 147).

En sus misivas refiere con detalles los avatares de sus expediciones y desta-

ca, reiteradamente, la esencial veracidad de sus escritos. Pero lo más importante

es que sus cartas surgen de la propia necesidad de referir, justificar y, como gesto

definitorio, solicitar determinados favores, que responden a sus intereses persona-

les, antes que a los del Monarca. Por ello, la mayoría de sus misivas son concisas, la

información que se brinda está en clara relación con lo que se desea obtener.

Apela además a sus conocimientos de retórica y estructura sus cartas de

acuerdo a un objetivo propio sin condicionamientos. El texto carta es el que mueve

a una acción, tiene un receptor y un fin determinados. El género epistolar “tiene

como característica particular el tratamiento directo del emisor hacia el receptor,

aún cuando la vía sea inevitablemente la del texto escrito” (Elena Rojas Mayer:

1998, 23). En oposición a las relaciones de viajes dirigidas a funcionarios del Conse-

jo, a Felipe II, o a futuros navegantes, el contenido está orientado a un receptor

determinado. El sujeto que escribe se dirige a sus destinatarios inscribiéndose con

toda la fuerza y carga emotiva de la primera persona, rasgo, sin dudas, determi-

nante de estas diferencias.

Esas reminiscencias de la sintaxis latina manifiestas en el epistolario de Hernán

Cortés –sobre todo en la introducción y el final- son evidentes en la escritura de

Sarmiento. No olvidemos que es muy probable que recibiera una formación supe-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 259

rior y que, en sus primeros años en Lima, se dedicó a la enseñanza del latín. Como

sabemos, la dimensión esencial de la retórica como una práctica discursiva, es la

argumentación. El letrado recurre, ineludiblemente, a estas técnicas para presentar

sus razones, emocionar a su destinatario y, en definitiva, persuadirlo para obtener

una respuesta – acción que lo favorezca.4 De las cinco operaciones tradicionales de

la retórica –inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio– el narrador apela al

orden que rige la dispositio o sea convencer y conmover por medio de una presen-

tación (exordio), una descripción de los hechos (narratio), una exposición de los

argumentos (argumentatio) y finalmente, una clausura convincente del discurso

(epílogo).

Es importante, en el caso de las cartas, considerar los elementos formales

que las identifican, para ello me guío del análisis de Heredia Herrera (1977): invo-

cación constituida por el signo cruciforme en la parte superior central del documen-

to; dirección en vocativo con la expresión del tratamiento de la persona a la que va

dirigida la carta: S.C.R.M. (Sacra, Católica, Real Majestad) o Ilustre Señor, para los

miembros del Consejo.

Hay un detalle que me interesa destacar y sobre el que más adelante me

detendré. Heredia Herrera señala que el 8 de octubre de 1586 se impuso una nueva

pragmática para las fórmulas de tratamiento y cortesía en la que se suprimió el

tratamiento de S.C.R.M. para el Rey y fue reemplazado por “Señor” y afirma que

esta ordenanza, publicada en 1587, fue cumplida “sin excepciones” (73) tanto en

España como en el Nuevo Mundo. No obstante, en las cartas que Sarmiento fecha

con posteridad a ese año continúa usando aquel tratamiento.

El tercer elemento es el texto propiamente dicho, que debe estar visiblemen-

te separado de la dirección y debe terminar con una fórmula de despedida más

o menos amplia que varía de acuerdo a las cartas y los destinatarios, donde se

manifiestan buenos deseos y, en el caso de Sarmiento, adornados con adjetivos

altisonantes: “S.C.R.M. Nuestro Señor guarde por largos y felices años, con aumen-

to de mayores reinos y señoríos, como la cristiandad lo ha menester y sus vasallos

4 Las indagaciones acerca de retórica y argumentación están sustentadas en los estudios de

Roland Barthes (1982), Silvia Barei y Nilda Rinaldi (1996), María C. Campagna y Adriana

Lazzeretti (1998) entre otros. He recurrido a la lectura fundamental de El arteb de la retórica

de Aristóteles y revisado, Historia de las ideas estéticas en España de Marcelino Menéndez

Pelayo. T. I al V.

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260 MARÍA JESÚS BENITES

deseamos”. Finalmente, la validación, separada visiblemente del texto, que se ex-

presa mediante la suscripción completa del autor: nombre, apellido y rúbrica.5

El corpus que se analiza está integrado por diecinueve cartas, tres memoria-

les y una representación. La mayoría de los textos fue seleccionada de la edición de

Ángel Rosenblat, quien consigna en el apartado “Cartas y Memoriales” (Tomo II,

171 – 254) veintidós documentos. El estudioso agrupa, junto a las cartas y me-

moriales -siguiendo un criterio abarcador-, textos de carácter netamente adminis-

trativo como balances, órdenes e instrucciones. He simplificado esta diversidad

analizanzo únicamente los que responden, por sus rasgos formales, a la tipología de

las epístolas: escritura en primera persona, especificación del destinatario, organi-

zación del material discursivo, intencionalidad. Respeté la incorporación en este

grupo de los memoriales y de la representación, ya que su escritura está guiada por

las mismas motivaciones que aquellas.

En otros casos6 incluí un texto que Rosenblat ubica en el apartado de las

relaciones de viajes al Estrecho y cambié por “Memorial” la denominación de algu-

nos escritos que dentro del apartado de las cartas figuran como “Relación”. Estable-

cí estas distinciones siguiendo los mismos criterios tipológicos que me permitieron

definir los aspectos distintivos de las epístolas. Esto no supone un cuestionamiento

a la valiosa tarea de edición emprendida por Rosenblat, sí al modo de reunir los

textos ya que la especificidad de mi investigación consiste en revisar las categorías

tipológicas a las que pertenecen cada uno de ellos.

Antes he señalado que Rosenblat basó su compilación en las transcripciones

que de los textos de Sarmiento de Gamboa reprodujo Pablo Pastells en El descubri-

miento del Estrecho de Magallanes de 1920. Pastells trabajó en el Archivo General

de Indias, no obstante faltan en su edición algunas cartas que encontré en ese cen-

tro, como así también otras misivas de Sarmiento de Gamboa registradas en el Ar-

5 Raúl Marrero - Fente (1999), señala que en Renacimiento se impuso el ars epistolandi,

que provocó un cambio en la estructura de las cartas, especialmente en la separación de la

salutio y el exordium junto a transformaciones en la puntuación y división interna de las

mismas. Además, durante el siglo XVI, circularon diversos manuales de preceptiva epistolar

como los de Gaspar de Texeda (Este estilo de escribir cartas mensageras de 1549), Antonio

Torquemada (Manual de los escribientes de 1522), Juan Luis Vives (De conscribendis

epistolis de 1536) (97).

6 Siempre me estoy refiriendo al trabajo con esta edición.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 261

chivo de Simancas o que figuran en Colecciones de Documentos.7 Una parte de

este material permanece aún inédito.

1) Carta a Felipe II. Cusco, 4 de marzo de 1572.

2) Carta al Consejo Real de Indias. Cusco, 4 de marzo de 1572.

3) Carta a Felipe II. Madrid, 6 de marzo de 1581.

4) Carta a Felipe II. Madrid, 15 de marzo de 1581

5) Representación a Felipe II. ¿Madrid?, 1 de mayo de ¿1581?.

6) Carta al Secretario de Felipe II, Don Antonio de Eraso. Sevilla, 7 de

agosto de 1581.

7) Carta a Felipe II. Sevilla, 11 de agosto de 1581.

8) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 26 de octubre de 1582.

9) Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 30 de octubre de 1582.

10) Carta a Antonio de Eraso. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de

1582.

11) Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.

12) Carta a Don Antonio de Eraso. Nuestra Señora de la Victoria, 5 de enero

de 1585.

13) Carta al Felipe II. Bahía de Todos los Santos, 10 de diciembre de 1583.

14) Carta a Felipe II. Nuestra Señora de la Victoria, 5 de enero de 1585.

15) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 24 de enero de 1585.

16) Carta a Don Antonio de Eraso. Río de Janeiro, 3 de octubre de 1585.

17) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 5 de octubre de 1585.

18) Carta a Don Juan de Idiaquez. Prisión de Mont de Marsán, 27 de sep-

tiembre de 1589.

19) Carta a Felipe II. Prisión de Mont de Marsán, 2 de octubre de 1589.

20) Memorial a Felipe II. ¿Madrid?, ¿1591?.

21) Memorial a Felipe II. Madrid, 21 de noviembre de 1591.

22) Memorial a Felipe II. Madrid, 21 de noviembre de 1591.

23) Carta al Capitán Alonso de Bazán. A bordo del Galeón San Felipe, 10 de

julio de 1592.

7 Oportunamente indicaré, en cada caso, cuáles son los documentos inéditos con todos los

datos de su ubicación. En cada texto se irá consignando en nota al pie a que edición pertenece

y las características del manuscrito original. Además, referiré en la misma nota el modo en que

se lo designa en la obra de Pastells y que es el que Rosenblat reproduce para introducir cada

carta.

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262 MARÍA JESÚS BENITES

Como se advierte, estos textos han sido escritos en distintos momentos y

permiten recorrer los acontecimientos más destacados de la trayectoria vital de

Sarmiento desde diferentes lugares de enunciación: viaje a las Islas Salomón, Lima,

Visita General junto a Toledo, Cusco, las exploraciones al Estrecho de Magallanes,

Río de Janeiro, el cautiverio en Mont de Marsán.

En este corpus de cartas y memoriales distingo un principio constitutivo8

dominante en el que se apoya la organización de la materia textual: la acción sos-

tenida de pedir, que se manifiesta en distintos niveles y con diferentes móviles.

Hablo además de principio constitutivo ya que la súplica es el gesto dominante de

todos los textos que integran este corpus. Es válido aclarar que dentro del gran

conjunto de cartas oficiales que circulan en la Colonia, introducir en el cuerpo del

documento un pedido es muy frecuente. Si bien muchas de las misivas que llegan al

Consejo tienen esta característica considero que, en el caso de los documentos

escritos por Sarmiento, la única excusa para emprender la escritura es esgrimir un

pedido, pretexto que va más allá de un mero formulismo.9

En todas las epístolas reconozco un fragmento, ubicado la mayoría de las ve-

ces en la parte final, en el que se expresa el pedido. Recurro nuevamente a un tér-

mino jurídico como es petitum (o petición) para identificar los pasajes en los que se

8 Cuando hablo de principio constitutivo me refiero a los cimientos sobre los que se funda el tex-

to y del cual dependen todos los demás elementos.

9 Considero necesario aclarar, a los fines de la rigurosidad del trabajo que realizo, que he

revisado un número de cartas, especialmente las escritas por aquellos que acompañaron a

Sarmiento en sus expediciones y que se orientan hacia un mismo tema como las Diego Flores

de Valdés: Carta a Antonio de Eraso del 20 de mayo de 1581 desde Sevilla; Carta a Felipe II del

24 de enero de 1582 desde Santiago de Cabo Verde. Manuscritos del Archivo de Antonio de

Zabálburu. Publicado en la Colección de documentos inéditos para la historia de España del

Marqués de la Fuensanta del Valle, Tomo XCIV, Madrid, 1889, 533 – 544. De esta edición las

copió Ángel Rosenblat (307 – 314); las dos cartas a Felipe II 5 de agosto de 1583 desde Bahía

de Todos los Santos que mencioné en el capítulo II apartado “La relación de 1584: la escritura

del desamparo”. Además de estos documentos vinculados a Sarmiento de Gamboa he recurri-

do a otro material como el insoslayable epistolario de Cortés.

Marrero – Fente (1999) estudia en la carta que Isabel de Guevara escribe a la princesa

Juana (1556) cómo la dimensión jurídica es la que sostiene la reclamación de un derecho,

puesto que las cartas se transformaron en documentos legales, y comenzaron a aparecer en

los legajos notariales.

Page 263: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 263

expresan claramente los alcances de la solicitud del pedido que se realiza.10 El

Diccionario de Autoridades define este término también como una cláusula u ora-

ción en la que se manifiesta lo solicitado.

Es importante recordar en este punto que el origen textual de los memoriales

está regido por la acción de suplicar alguna merced alegando los méritos suficientes

para obtenerla. Georg Friederici (1973) señala que estos documentos se transfor-

maron en un fenómeno en la administración de Carlos V y Felipe II ya que los entes

administrativos españoles eran, literalmente inundados, con esta clase de peticio-

nes, muchas veces “desenfadadas”11 (325).

Esta solicitud se esgrime, casi siempre, desde una tercera persona que inva-

riablemente acumula motivos y lisonjas que acreditan el valor de quien suplica. El

desarrollo discursivo de los memoriales no presenta la complejidad estructural de

las cartas ya que son textos breves que evitan desviaciones temáticas. Las repre-

sentaciones son tipos de textos marcados también por un pedido. El Diccionario de

Autoridades define representación como “súplica o proposición motivada, que se

hace a los Príncipes o superiores.”

El impacto y efectividad de la carta y el memorial dependen también de los

mecanismos que intervienen en la construcción de ese sujeto que pide. Mi análisis

se detendrá en este nivel atendiendo el modo en que Sarmiento se desplaza dentro

del discurso, lo que permitirá determinar los cambios que se observan en la cons-

trucción de quien escribe y de lo que solicita. Al igual que en los capítulos anteriores

la trayectoria vital del viajero acompañará este recorrido. El pedido de cada carta

responde a una necesidad que se vincula con el momento en que es producida.

Trazaré, entonces, este itinerario sin establecer fusiones sino situando ese acto de

escribir en un contexto preciso y determinante.

El abordaje de las cartas y los memoriales se detiene, también, en el modo

en que el narrador se representa en el texto para solicitar un determinado favor o re-

10 Petitum “Parte del escrito de la demanda en que se expone concretamente la pretensión

deducida ante la autoridad jurisdiccional”. En Diccionario Jurídico de Gonzalo Fernández de

León. Buenos Aires: Ediciones Contabilidad Moderna, 1972. Tomo IV, 108.

11 En respuesta a los memoriales la Corona otorgaba cartas – patentes en forma de estipulacio-

nes contractuales y en las que se extendía la autorización necesaria para conquistar. Friederici

afirma que las mercedes concedidas no le costaban nada a la Corona “le salían caras a los

indios”.

Page 264: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

264 MARÍA JESÚS BENITES

conocimiento. Qué se suplica y cómo es ese gesto del pedido son las indagaciones

centrales. El Diccionario de Autoridades señala que la acción de suplicar comprende

una actitud de sumisión y humildad. En los escritos sarmientinos estas actitudes son

sólo gestos escritos, modos de construcción discursiva ya que la escritura revela a

un sujeto arrogante que replica, desde distintos espacios y con diversos tonos, a

sus superiores.

Advierto una progresión inversa, tanto en el objeto de la acción de suplicar

como en la voz, cada vez más fracturada, del suplicante. Hablo de progresión inver-

sa ya que en un primer momento la súplica tiene como objetivo el móvil de la honra,

la estimación y la hacienda, que se reitera en las cartas escritas entre los años 1572

y 1581. Es el discurso de un héroe eufórico, merecedor por sus hazañas, insistente-

mente referidas en el cuerpo de las cartas, de los más altos reconocimientos.

En un segundo momento, este móvil es apartado por el del pedido angustiante

de auxilio para los pobladores del Estrecho. Esta etapa corresponde a las cartas

redactadas entre los años 1582 a 1585. En las dos que escribe en 1589 el pedido de

socorro es para él mismo, preso en el Castillo Infernal. El sujeto que reclama lo

hace desde el lugar del agraviado, de aquel cuya honra y fama se han visto tan

ultrajadas que lo único que puede ofrecer son sus padecimientos.

Defino la escritura de esta fase con un concepto que he empleado en las

relaciones de viajes al Estrecho (sobre todo la de 1584 y la 1590), me refiero a lo

que Margo Glantz (1992) llama “escritura corpórea”. Por medio de ella se reflejan

los tonos de la decepción y el cuerpo se inscribe en el texto para exponer los jirones

a los que las penurias lo han reducido. Trato una vez más de acercarme a esa

escritura desgarrada y desgarradora de aquél cuya pluma deja impresa en el papel

la marca del quebranto. Trato una vez más de recuperar algunas de las imágenes

que han recorrido metonímicamente este trabajo: cuerpo, pluma, trazo...

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 265

II.- La demanda exaltadaII.- La demanda exaltadaII.- La demanda exaltadaII.- La demanda exaltadaII.- La demanda exaltada

“A mí me llaman Pedro Sarmiento,

vuestro menor vasallo”.

Carta del 4 de marzo de 1572

El corpus se inaugura con una epístola fechada en Cusco el día 4 de marzo de

1572.12 Sarmiento ya ha redactado su relación sobre el viaje a las Islas Salomón y

firmado ese mismo día su proyecto escriturario más importante hasta ese momen-

to: Historia Índica. No olvidemos que ostenta el cargo de Cosmógrafo General de

los reinos del Perú con el que acompañó al virrey Francisco de Toledo en su Visita

General por los Andes, cuya última incursión fue la ciudad imperial. En el exordio, el

narrador exige ser escuchado por el Rey, primera intención de su carta.

No tienen necesidad todos los vasallos de ser forzosamente cognocidos

por su nombre y trato de sus señores y reyes para informarles de lo que

12 En Ángel Rosenblat (T. II, 171 – 176) figura extraída de Pablo Pastells (480 – 484) con el título

de Carta original de Pedro Sarmiento de Gamboa al Rey Felipe II, en la cual refiere muy al por

menor sus servicios en más de veinte años, y que su deseo sería emplearse en servicio de

Su Majestad. Ya hice referencia a que Rosenblat ha repetido para cada uno de los documen-

tos extraídos de Pastells la designación con que éste los introduce en su edición de 1920.

El manuscrito se encuentra en A. G. I. P. 33, N° 2, R. 1. Serie 1. La letra no es original de Pedro

Sarmiento, quien únicamente la ha rubricado. Está redactada en dos folios. En el dorso de un

tercer folio se encuentra la carátula donde se lee “A la S.C.R. Majestad el Rey Don Felipe,

nuestro señor, en mano propia. Cuzco. A Su Majestad. Pedro Sarmiento de Gamboa”. En el

mismo folio se encuentra tachado “Al ilustrísimo señor el Cardenal (ilegible) presidente del

Consejo Real de Su Majestad. Mi señor.” Las carátulas así como los añadidos marginales,

utilizan el mismo soporte físico de la carta pero corresponden a otro momento. Estas marcas

dan testimonio de la “génesis administrativa” (Heredia Herrera; 1977, 5) de las epístolas. Las

citas utilizadas corresponden a la edición de Rosenblat.

Page 266: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

266 MARÍA JESÚS BENITES

toca a su servicio y acrescenteamiento, porque la natural razón obliga

a los menores a lo hacer, y a los príncipes a los oír, animar y servirse

dellos (171).

El primer movimiento es el de la presentación de quien escribe, que es ampli-

ficada sobre la base de los mismos elementos: el talento que Dios le comunicó en

“industria y letras, especialmente las matemáticas” que aunque “pocas” le permitie-

ron saber de “muchas tierras incógnitas hasta mí no descubiertas en el Mar del Sur”

(171). Descubrimiento que no hace más que acrecentar la grandeza del Imperio.

La mejor manera para exponer su “inclinación natural” como vasallo es refe-

rir los sucesos de la travesía a las Islas Salomón ya que, en el momento de produc-

ción textual, Álvaro de Mendaña se encuentra en España. Recordemos que la em-

presa a su mando tenía por objetivo, como indicaba la Instrucción, poblar las tierras

descubiertas -para cuyo fin se llevaban armas, ropas, semillas, maderas- pero que

la inseguridad del joven marino, más interesado en volver a Lima que en cumplir el

mandato oficial, provocó su fracaso.

La carta cae en algunas contradicciones que permiten rastrear las discrepan-

cias y los titubeos del General: en un párrafo afirma que él insistió para que la flota

fuera encomendada a “Alvaro de Mendaña, sobrino del Licenciado Castro, por

ogligalle a que favoresciese con más calor el negocio” (172). Pero más adelante se

contradice “Y esto fue por persuasión de Álvaro de Mendaña, porque les prometió

que su tío les haría mercedes en el Pirú, adonde él deseaba volverse porque queda-

ba concertado de casarse, cosa que yo contradije mucho a la partida, por entender

lo que de allí había de resultar” (173). De todos modos, en las citadas relaciones de

su viaje, trata de justificar, sin muchos argumentos, la decisión de no continuar las

exploraciones y asentarse en las tierras descubiertas.

En la organización de la narratio distingo dos momentos que siguen el itinera-

rio de la empresa: partida y regreso a Lima. En la referencia de cada tramo el

narrador realiza una selección de los acontecimientos que convienen a su defensa y

para ello presenta, progresivamente, un mismo esquema de sucesos donde el Ge-

neral cumple, en un primer momento, el rol de adversario: desobediencia a las

órdenes de la instrucción, desavenencias con su obstinado subalterno, incapacidad

para encontrar el rumbo y supuesto intento de asesinato contra aquél.

En esta carta se inaugura como gesto de su representación el relato del ac-

cionar de un oponente. Este esquema alcanza, como ya he analizado, su mayor de-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 267

sarrollo en las relaciones que refieren los sucesos del viaje iniciado en 1581 y que

tienen como figura excluyente al siempre desatento Diego Flores de Valdés. Desde

las primeras líneas el viajero se construye como el vasallo que permanece leal a su

Rey tratando de que se cumplan las instrucciones. Hay una recurrencia en el uso del

“Yo” que siempre se presenta en peligro, acosado por el odio de Mendaña y la tri-

pulación.

E yo solo insistí y requerí que se cumpliesen al pie de la letra vues-

tros reales mandamientos e instrucciones, dando razones y ejemplos

por donde se debía poblar y se podía sustentar la dicha tierra. Por lo

cual me quisieron matar, y urdieron para ello pendencias fingidas en-

tre el piloto mayor y mí (173).

Para Sarmiento la condición de vasallo involucra un lugar determinado y

reglado por el principio de lealtad al Rey como elemento dominante. Desde esta

posición, las actitudes de Mendaña se van transformando, por medio de la referen-

cia de sus actos, en una traición. Ésta alcanza su mayor punto ante la negativa de

poblar las tierras descubiertas. El objetivo imperial de dominio pregonado por Sar-

miento se frustra ante el General, a quien solamente le interesa el rescate: “Tratóse

de poblar las dichas islas descubiertas, y entre todos los votos no se halló quien de

voluntad diese parescer de poblar alguna de las islas descubiertas” (173).

Los términos “rescatar” y “poblar” dan cuenta de dos maneras distintas de

concebir el proceso de conquista. “Rescatar” implica el mero trueque comercial,

desigual la mayoría de las veces, entre españoles e indígenas. El Diccionario de

Autoridades define el término como “cambiar o trocar una cosa por otra” y aclara

que es “término usado en las Indias”. “Poblar”, en cambio, es la acción que sostiene

un proyecto claro de posesión territorial y traslado de instituciones coloniales.13

En la narración de los sucesos del regreso nuevamente se refieren las tensas

13 La conquista de México encabezada por Hernán Cortés constituye el ejemplo más claro de

esta tensión. Su desobediencia responde a esta negativa del rescate. Como señala Margo

Glantz (1992), en el acto mismo de su rebelión se inscribe el proyecto de fundar una ciudad ya

que para él conquistar equivale a poblar. Beatriz Pastor (1983) analiza también en estos

términos el enfrentamiento de Cortés con Velásquez. El proyecto de expansión colonial del

primero está representado por la necesidad de poblar antes que la de rescatar. De este modo,

siguiendo con Pastor, Cortés transforma su rebelión en un servicio y la figura de Velásquez se

convierte en la del traidor (174 – 182).

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268 MARÍA JESÚS BENITES

discusiones con Mendaña y el hostigamiento que sufre por parte de los tripulantes

que, manipulados por el General, desobedece sus órdenes. Pero a su vez el sujeto

textual se muestra como el salvador, ya que a pesar de los desagravios encauza el

rumbo de la flota y evita el desastre. En este contexto se ubica siempre en el lugar

del vasallo leal que defiende a costa de su propia vida los intereses reales. El sobri-

no del Virrey, en tanto, circula en el texto como un joven inepto que, al no cumplir

los mandatos oficiales, traiciona, progresivamente, a la Corona.

La escritura acentúa la cobardía de Mendaña, quien una y otra vez pretende

asesinarlo para que no pueda informar la verdad de los acontecimientos. El hecho

de señalar estas supuestas intenciones dan coherencia lógica a todo el relato, enfa-

tizando el procedimiento de victimización sobre el que se construye el narrador.

Y contaré a Vuestra Majestad un caso de demonio, y fue que como

el general se vio perdido, considerando cuantas negligencias había

tenido en este descubrimiento, y que yo había de dar razón a Vuestra

Majestad de todo, acordó de acabarme, si pudiera, aunque conmigo

acabaran otros muchos que venían en la nao almiranta (174).

El General opta por dejar a su Capitán abandonado junto con su tripulación,

y adelantarse hasta las costas de Nicaragua. Allí informa que éste y sus hombres se

han perdido en una tormenta lejos de imaginar que a los pocos días el obstinado

Sarmiento arribaría a Nicaragua en la pequeña y maltrecha nao almiranta.

Y fue Dios servido que con mi diligencia e industria le seguí mas de

mill y ducientas leguas, con gran trabajo y peligro, y venimos a topar-

lo en Colima, puerto de Nueva España, en la Mar del Sur, cosa que

causó gran admiración a todos y se tuvo por milagro, como en efeto lo

fue, venido por la mano de Dios, de que él quedó corrido y aún teme-

roso de lo que había hecho (174).

Mendaña huye hacia el Perú, no sin antes apoderarse, según Sarmiento, de

todos sus escritos. Luego, ambos se enfrentarán en un careo ante el nuevo Virrey

del Perú, Don Francisco de Toledo y la Real Audiencia. Con este episodio culmina la

referencia de los acontecimientos, el narrador ha demostrado con su propio accio-

nar la grandeza de su vasallaje, la necesidad, inherente a su espíritu, de que se

cumplan las órdenes oficiales. El narrador expone de manera continuada sus méri-

tos y culmina su presentación refiriendo un nuevo servicio para el Rey: su historia

sobre los incas.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 269

Se cumple el objetivo principal de la carta: darse a conocer porque “estando

ocupado en vuestro real servicio, no merezco ser contado como ausente” (175).

Pero esta primera intención encierra un pedido que, sólo en los últimos tramos, y

con toda la seguridad a la que lo autoriza su incondicional acatamiento a los pedidos

reales, se introduce, a modo de epílogo e indirectamente, el petitum.

Suplico a Vuestra Majestad mande que el negocio de las islas se

mire, y con diligencia se provea, no por la información que allá habrá

dado Mendaña, porque realmente es engañar a Nuestra Majestad, mas

si Vuestra Majestad quiere que se acierte, sea servido cometer la in-

formación y provisión dello al Virrey deste reino (175).

Esta súplica aparentemente desinteresada por el acrecentamiento del pode-

río real prepara el terreno para que él se describa como el hombre adecuado para

futuras expediciones. Refuerza este pedido en el beneficio que implica para la Coro-

na la conquista de los mares del sur, disimulando, con recomendaciones, un interés

oculto que indirectamente lo involucra.

De mí digo que es mi voluntad servir a Vuestra Majestad, y si dello fuere

servido, yo me ofrezco servir y descubrir este Mar del Sur, y lo que en él

hay, que es de mucha importancia. Y no me alargo a más, porque si más

hiciere, se me agradezca como cosa no prometida. Negocio es de Dios y de

Vuestra Majestad. Y pues no falta hombre, Vuestra Majestad sea servido

que en esto se provea como en cosa que tanta va. Y en la dilación destos

negocios suele haber peligro, porque se mueren gentes que son inclinados

a ello, que no se hallan en todos cabos14 (175).

Estos hechos son empleados para escribir el mismo día al Consejo de In-

dias.15 La carta repite de manera exacta todos los acontecimientos referidos en la

14 Las cursivas me pertenecen

15 El documento original se encuentra en el A.G.I. P. 33, N° 2, R. 9, S. 2. Está escrito en dos folios

de ambos lados. En la carátula se lee “Al muy alto y muy poderoso señor del Consejo Real de

Indias”. La letra tampoco es de Sarmiento de Gamboa quien ha rubricado y escrito la fórmula de

despedida: “Besa los pies a Vuestra Alteza, su menor vasallo”. Llama la atención la cuidada

caligrafía de la carta. Como en la dirigida a Felipe II, es evidente que la copia fue encargada a

un mismo amanuense. Rosenblat transcribe (Doc. 2, 176) sólo la fórmula de tratamiento y el

comienzo de esta carta ya que su contenido es una copia exacta de la dirigida a Felipe II. El

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270 MARÍA JESÚS BENITES

anterior. Lo que ha cambiado es el exordio en el que aprovecha una vez más para

enfatizar la veracidad de su discurso frente al de Mendaña.

Me paresció tornar otra vez en suma a dar relación de todo, aun-

que ya la habrá dado por todos Álvaro de Mendaña, pero yo, dejando

mi interés aparte, tengo más obligación en él a hacer esto, por haber

sido yo el inventor de todo esto y principalmente por el servicio de

Dios y de Vuestra Alteza, cuyo servicio y acrescentamiento yo he siem-

pre procurado y procuro, pospuesta mi salud y vida16 (176).

A estas cartas de 1572, sigue una epístola del año 1581. En estos nueve años

la vida de Sarmiento estuvo matizada por múltiples y azarosos sucesos. Recorde-

mos que en dos oportunidades, este español “poco ortodoxo”17 enfrenta a los tribu-

nales de la Inquisición en Lima por sospechas de hechicería y que encabeza, en

1579, su primera expedición al Estrecho de Magallanes. Desde entonces, cada acto

de escritura estará condicionado por este acontecimiento, generador de eufórico

optimismo e innumerables infortunios.

El 15 de agosto de 1580 regresa junto a su tripulación a España y en Badajoz

se entrevista con Felipe II, quien se muestra interesado en el proyecto de fortifica-

ción de la zona austral y encarga, como ya he referido, al Consejo de Indias plani-

ficar el viaje y población.

El 6 de marzo de 1581, al conocer la decisión del Consejo y Felipe II de

enviar como comandante de la flota que partiría a poblar el Estrecho a Diego Flores

de Valdés, Sarmiento dirige al Rey una representación que contiene dos pedidos

explícitos: que se le otorgue licencia para volver a América y que se le reintegren los

gastos ocasionados en el regreso desde el Estrecho.18 La representación es un tipo

texto editado se basa en un ejemplar que existe en el Archivo Nacional de Chile en el Fondo

Morla - Vicuña, (Vol. 8). Rosenblat anota erróneamente que la fecha de la carta es el día 5 de

marzo. En el manuscrito figura claramente fechada el día 4 de marzo de 1572. En su edición

Pastells apoya esta observación ya que consigna “Otro documento, en todo igual, a éste, fue

dirigido con igual fecha al Real Consejo de Indias” (484).

16 Las cursivas me pertenecen.

17 Gruzinski y Bernard (1999) se refieren a Sarmiento en estos términos y lo califican de “hombre

imprudente”; “de gran saber y con cierta fama de astrólogo” (61).

18 Documento del A. G. I. Patronato 33, N°. 2, R. 9, S. 1. La letra del manuscrito no es de Sarmien-

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 271

de texto que se dirige al Rey o autoridades superiores con la intención de exponer

una súplica o proposición motivada. El viajero que ha cruzado el temido Estrecho se

“representa” como un sujeto herido y decepcionado. En esta escritura se hacen

explícitas las quejas y cada solicitud encierra un reclamo.

Antes de esgrimir sus pedidos, el narrador se refiere concretamente al nom-

bramiento recaído en Flores. La misiva irrumpe con un pronombre personal en

primera persona que en este contexto tiene, más que en ningún otro, un carácter

reivindicativo y cierto tono de agresividad: “Yo hice la jornada del Estrecho por el

orden que me dio Don Francisco de Toledo, Visorrey del Pirú” (202).

El dolor es expuesto con cierta displicencia para generar la atención en algo

a lo cual, en apariencia, no se le atribuye importancia (preterición),19 con el objeto

de plantear un contraste entre su accionar y las decisiones del Consejo y, en línea

directa, del Rey.

Della y de todo lo que hay en la navegación de aquellos mares di parti-

cular relación a Vuestra Majestad y al Consejo de Indias, haciendo siempre

a instancia que aquello se proveyese brevemente, como convenía y es

menester a la seguridad de aquellas provincias, que tanto importan éstos,

e que Vuestra Majestad y el consejo han hecho nombrando por general de

esta empresa y jornada a Diego Flores, persona en quien concurren las

partes necesarias para ella, de que yo estoy muy contento, pues he visto el

fruto del trabajo que he pasado,20 que fue encaminado a representar la

necesidad y suplicar el remedio, qu’ espero en Dios se dará con tan buena

resolución como Vuestra Majestad ha tomado (202).

Una vez expuesta la queja resta introducir el pedido. Este texto es uno de las

to de Gamboa y tampoco lleva su firma. Está escrito en un folio más la carátula. En Ángel

Rosenblat (Doc. 6: T. II, 202 - 203) figura extraída de Pablo Pastells (489 - 490) bajo el título de

“Representación de Pedro Sarmiento de Gamboa al Rey, diciéndole que, respecto de que Su

Majestad ha nombrado ya capitán general de la armada que ha de ir al Estrecho de Magallanes

para su defensa, a lo que él había venido desde Chile por el mismo Estrecho, y no ser necesaria

su persona, pide al Rey mande al Consejo de Indias, le arregle sus cuentas de lo que gastó en

el viaje para volverse a su casa en Lima y Cuzco”.

19 Dentro de las categorías de la elocutio la preterición es una figura aseverativa de gran

productividad en el discurso argumentativo.

20 Las cursivas me pertenecen.

Page 272: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

272 MARÍA JESÚS BENITES

más breves, de modo que el párrafo del petitum es el elemento central de la estructura

ya que no hay narración o relación de acontecimientos. Se apela únicamente a asentar los

reclamos que, acompañados por referencias, revelan su decepción.

Y así suplico humildemente a Vuestra Majestad se sirva darme buena

licencia para que con ella pueda volver a mi casa, que es en Lima y

Cuzco, porque allí podré ser de más provecho al Servicio de Vuestra

Majestad que aquí, demás que mis gastos, necesidad, no sufren más

ausencia, porque con ella se perderá lo poco que tengo, habiendo ya

gastado lo que traje (202).

Cada solicitud está rodeada por una suerte de sentencia que llama a movili-

zar al receptor para que conceda lo que se le implora. Ante la representación modélica

del vasallo, una negativa se transforma en un acto reprochable. Estas estructuras

discursivas, basadas en la suposición, encierran de modo solapado un reproche.

Son llamados de atención que apelan a que el destinatario reflexione.

Suplico a Vuestra Majestad mande que el Consejo tome mis cuen-

tas y me pague el alcance, que no será Vuestra Majestad servido que

yo haya trabajado tan a mi costa (203).

En este escrito predomina el móvil de la hacienda, la estimación se supone

pérdida y la honra está resguardada en el pedido de retribuciones económicas más

que en nombramientos y títulos. De algún modo, el ruego implícito es que se lo

tome en consideración para participar en la empresa.

En respuesta a esta carta, Sarmiento de Gamboa recibe una cédula en la cual

Felipe II lo designa Gobernador de las ciudades del Estrecho. Este nombramiento

motiva la escritura de una nueva epístola en la que agradece esta consideración,

fechada el 15 de marzo de 1581.21 En ella el navegante otorga a esta investidura

virtual una dimensión particular que él supone lo ubica en una posición aún más

aventajada que la del propio Flores.

21 A. G. I., P. 33, N° 3, R. 9, S. 2. Está escrito en dos folios. La letra no es de Sarmiento de Gamboa

ni tampoco lleva su rúbrica. En Ángel Rosenblat (Doc. 7: T. II, 203 – 205) figura extraída de la

edición de Pastells (490 – 493) bajo el título de “Otra del dicho Sarmiento dan-

do gracias al Rey por haberle nombrado gobernador y poblador del Estrecho, con ciertos

sueldos de futuro, sobre lo que representa a Su Majestad, por ser insusuficiente por su

mantenimiento”.

Page 273: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 273

Entendí la resolución que Vuestra Majestad era servido tomar en mi

particular y mandaba se me dijese, que era hacerme merced de que yo

fuese en la armada, y juntamente con Diego Flores, general della, orde-

nase y gobernase todo lo que a la buena dirección y servicio de Vuestra

Majestad conviniese y fuese menester, y que sin mi consejo y parecer

no se hiciese nada: que lleve el nombre de gobernador y poblador de

los lugares que se han de poblar en el Estrecho22 (203).

El sujeto se muestra como un eufórico defensor de los derechos del Rey y la

construcción de su imagen gira en torno a los tópicos del vasallaje y la lealtad que

siempre ha demostrado y que ahora se ven recompensadas. Apela, además, a

tópicos propios de la caballeresca donde la templanza de carácter y obediencia son

ejemplares.

Y esto lo haré ahora y siempre que fuere menester con sola mi

capa y espada, sin ningún otro interés ni pretensión, que pues en las

ocasiones en que me he hallado lo hice por sólo el mandado y volun-

tad de lo que han gobernado aquellos reinos, con más alegre rostro

haré lo que Vuestra Majestad me mandare (204).

Este afán desinteresado por servir al Rey es la cara exterior del verdadero

objetivo de la carta, que no es otro que el de exponer los gastos que ha realizado en

el desarrollo del viaje al Estrecho de 1579 y que aún se le adeudan. Exige una

remuneración acorde con sus funciones y los servicios prestados. Para validar esta

demanda, el narrador recurre a una detallada referencia de sus erogaciones y utiliza

las comparaciones para resaltar la situación de desventaja en la que se encuentra.

Y hay papeles y relación que lo aseguran, y sé yo que personas no de

tanto servicio como yo han sido remunerados de Vuestra Majestad con

más larga mano, y parecerá al mundo que yo he desmerecido más quellos.

Lo del sueldo de cien ducados al mes, suplico a Vuestra Majestad sea

servido no mandármele dar por nombre de sueldo, pues en el navío que yo

traje vinieron pilotos que ganan más, porque ganan cient pesos cada mes,

y parece que sería hacerme igual a ellos, y no más aventajado (204).

Las exigencias económicas no se limitan sólo a sus sueldos, pretende que Fe-

lipe II autorice el pago de toda la deuda y redacte una cédula para que Francisco de-

22 Las cursivas me pertenecen.

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274 MARÍA JESÚS BENITES

Toledo haga lo propio. Es interesante aquí el cambio de tono en una misma carta, ya

que se desplaza desde un gesto de humildad y agradecimiento por ser tenido en

consideración y estima, hacia uno que se eleva hasta el reclamo por lo no cumplido.

El ahora Gobernador utiliza en tres oportunidades el “suplico” seguido en

cada una de ellas del verbo mandar. Esta construcción léxica enfatiza la demanda e

incita a la acción por parte del Rey: “Suplico a Vuestra Majestad sea servido no

mandármele dar por nombre de sueldo”; “Suplico a Vuestra Majestad mande se me

tome la cuenta” y “También suplico a Vuestra Majestad sea servido mandarme dar

cédula”.

He señalado que distingo, de acuerdo al tipo de solicitud que despliegan, dos

grupos de cartas. El texto en el que se destaca claramente el móvil de la honra es

un memorial autógrafo fechado el 1 de mayo de 1581.23 En él refiere, en una prime-

ra persona, no ya velada por el tópico de la humilitas o falsa modestia, sus cualida-

des y servicios por medio de una presentación exaltada de sí mismo donde, ininte-

rrumpidamente, menciona todos los méritos acumulados en el servicio real.

La inclinación que he tenido y tengo de servir a Vuestra Majestad

muéstranlo veinte y seis años que en las Indias he gastado, sin ocio

ninguno, notable y provechosamente, así en lo espiritual y civil como

en descubrimientos de muchas y grandes tierras en mar y tierra, acla-

rando y facilitando navegaciones no sabidas antes, poblando provin-

cias, castigando rebeldes, persiguiendo tiranos corsarios, enemigos

de Dios Nuestro Señor y Vuestra Majestad, en toda buena ocasión y

función de guerra y paz, con la lanza y con la pluma24 (206).

23 En Ángel Rosenblat (Doc. N° 8: T. II, 206) figura extraído de la Colección de documen-

tos inéditos para la historia de España del Marqués de la Fuensanta del Valle (T. XCIV). El

documento original se encuentra en el Archivo de Zabalburu y en él sólo se consigna la fecha

de 1 de mayo. Indudablemente es del año 1581, después del nombramiento de gobernador y

antes de la partida para el Estrecho. Según los datos obtenidos, el manuscrito es de puño y

letra de Sarmiento de Gamboa.

24 Es interesante la afirmación que Sarmiento hace de sí mismo como hombre de armas y letras

ubicando sus servicios al Rey en ambos campos. Por un lado sus viajes a las Islas Salomón y

expedición al Estrecho, por otro la escritura de la Historia Indica, el respaldo de su cargo como

cosmógrafo general del virrey Toledo y la campaña contra los chiriguanos. Hay una clara

conciencia entonces, de su posición como letrado y guerrero.

Page 275: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 275

Para concluir con esta cadena de aseveraciones la escritura refuerza la des-

cripción y amplifica, a tal grado su imagen que lo erige en un instrumento divino,

cuyo destino irreversible es servir a la Corona. Los ruegos e invocaciones a Dios y

otras divinidades son una constante, como lo fueron en las relaciones. La presencia

de lo divino en el texto, siempre aludida en cada uno de los actos realizados, cumple

la función de acentuar la legitimidad de los reclamos. La escritura, con resonancias

hagiográficas,25 eleva la figura del súbdito, suma de numerosas virtudes, hacia una

dimensión ejemplarizante.26

La pluma escribe el pedido: obtener un título honorífico. Para insistir sobre

este merecimiento apela a conmover al Rey haciendo expresa alusión a las dificul-

tades que significa la empresa al Estrecho de Magallanes.

Suplico a Vuestra Majestad, humildemente, que, usando conmigo

su acostumbrada y liberal grandeza, con que ennoblece a los que le

sirven, me haga merced de honrar mi persona de la manera que Vues-

tra Majestad fuese servido, pues voy a servir a Vuestra Majestad a

regiones tan remotas, donde no sé si podré suplicar esto otra vez

personalmente como agora, y en esto rescibiré suma merced27 (206).

Pero además, el alcance de esta frase me remite al memorable discurso de Don Quijote de la

Mancha. Si bien sus palabras son conocidas, me permito reproducir aquí un fragmento en el

que se combinan, de manera insospechada, las razones que para cada uno de los términos

Sarmiento reitera en sus cartas. “Dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las

armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen

debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán

sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los

reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios

(...)” (325). El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra,

Buenos Aires: EUDEBA, 1969. Edición a cargo de Celina Sabor de Cortazar e Isaías Lerner.

25 Recordemos el modo en que, según Sarmiento, Flores de Valdés lo ironizaba, desafiante, al

decirle que, junto con sus pobladores, sería canonizado por su descabellada intención de

colonizar y fortificar el Estrecho de Magallanes.

26 Beatriz Pastor (1983) señala esta característica particular en las cartas de Hernán Cortés

como un rasgo de época ya que las invocaciones divinas eran “parte natural del lenguaje en un

momento histórico en el que el desarrollo de los acontecimientos se ajusta, en la percepción de

la mayoría a un plan divino” (180).

27 Las cursivas me pertenecen.

Page 276: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

276 MARÍA JESÚS BENITES

La necesidad de acrecentar su honra se manifiesta de manera explícita en una

carta del 7 de agosto de 1581 dirigida, desde Sevilla, a Antonio de Eraso mientras

espera los bastimentos, instrucciones y cédulas reales antes de partir para Sanlúcar

de Barrameda y desde allí al Atlántico.28 En ese puerto Sarmiento recibe siete cédu-

las reales29 cuyo contenido no hace más que despertar nuevamente su disconformi-

dad: “sólo traen de bueno una cosa que es las firmas de Su Majestad y del Consejo

y de Vuestra Merced”.

En la carta predomina lo descriptivo ya que el narrador comenta de manera

ordenada cada una de las cédulas enviadas. La narratio se estructura a partir de la

enumeración de esos documentos. En la medida que avanza el detalle de los mis-

mos, el tono se eleva hasta el ataque. La estrategia fundamental recae en figuras

retóricas de la agresión, como el sarcasmo y la invectiva. Esta violencia verbal es

progresiva y acompaña la manera en que el narrador se muestra despojado de ese

desinterés ejemplar que recorría algunas de sus misivas anteriores. El orden de las

cédulas respeta un esquema que va desde lo general, aquellas que incumben a la

organización de la empresa, a lo personal, las que afectan de manera directa su

hacienda y honra.30

La primera cédula que menciona es la de su nombramiento como Goberna-

dor y Capitán General, la segunda se refiere a “ciertas mercedes” que no han sido

otorgadas. Pero es en la reseña de la tercera donde se inicia la transformación del

discurso meramente descriptivo en ataque. El contenido de esta cédula enardece a

Sarmiento quien recurre a toda la fuerza aseverativa de las preguntas retóricas que

obligan a Eraso a asumir implícitamente la respuesta.

La otra es para que las justicias me den favor para llevar los cien pobla-

28 Archivo de Simancas “Guerra Antigua”, legajo N° 116. La carta es de puño y letra de Sarmiento

de Gamboa. La transcripción pertenece a José Miguel Barros Franco. Texto inédito.

29 Heredia Herrera (1972) distingue entre cédulas de oficio, las que surgen como un acto de la

administración a favor del Estado, y las de oficio, aquellas que nacen a partir de la petición o a

favor de un interesado. Las siete cédulas a las que se refiere Sarmiento en la carta son de

parte ya que responden a pedidos personales.

30 Heredia Herrera (ibídem) señala que los cedularios de partes se dividen en dos grandes

grupos: nombramientos y mercedes. La autora reconoce un amplio espectro de textos en el

segundo grupo considerando el modo en que surgen dentro del procedimiento administrativo y

la finalidad que poseen.

Page 277: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 277

dores y el favor es quitar el alojamiento y mantenimientos que poco

les faltó para decir que a piedra menuda nos apedree. ¡Pecador de mí,

señor Secretario!. Si estos hombres han de ser la llave y sustento y

descubrimiento de la tierra ¿fuera mucho que les dieran alojamiento

como se lo dan a Alonso de Sotomayor y a los demás infantes? Pues

no les dan sueldos y a los demás sí ¿con qué regalo los tengo de atraer

y a los atraídos sustentar?.

La escritura se detiene en la consecución permanente de las dificultades que

se surgen para retener a los futuros pobladores del Estrecho ya que, “la jornada

está infamada de temerosa”.31 De la misma manera, también le resulta imposible

cobrar las sumas autorizadas en tres de las cédulas. Así, se describe circulando por

distintas oficinas reales en las que recibe sólo burlas y humillaciones.

Yo les mostré la cédula y se rieron de mí y con razón y dicen que Su

Majestad no envía cédula que derogue la derogatoria que está acá de tal

día mes que Vuestra Merced debe saber, que no me podrán dar nada.

Sarmiento expone su disgusto cuando describe el contenido de la última cé-

dula. La indignación, sentimiento en el que se mezclan la tristeza y la seguridad de

que se ha cometido una injusticia, nace de la conciencia de los propios méritos y

virtudes. El mismo tono indignado, ante la impotencia, es el que lo reivindica y

demuestra su lealtad. En la base del acto de solicitar algo se encuentra, como he

señalado, la certeza del merecimiento.

Quédame ahora la peor y es que la merced que Su Majestad me

hizo de los tres mil ducados de renta en el Perú fueron por dos

vidas, en indios, por la orden y sucesión y con prelación sobre todas

las otras cédulas. (...). Y al cabo sale que la cédula dice que se me

sitúen los tres mil ducados en tributos de indios vacos32 por mi vida.

¡Estas son las mercedes y crecimiento y aumento de honra y hacienda

que yo esperaba, que aún lo que estaba resuelto eso me quitan!.

31 Recordemos que la Instrucción prohibía, expresamente, develar el destino final de la flota.

32 En el Diccionario de Autoridades “Vaco, vaca adjetivo que se aplica al empleo, a la digni-

dad y al puesto que está sin sujeto que le ocupe”. La entrega de indios vacos era uno de los

modos de otorgar mercedes a los conquistadores. Bernal Díaz del Castillo en su Historia

verdadera de la conquista de la Nueva España señala en diferentes tramos la cantidad de

indios vacos que se le iban entregando en relación con los servicios prestados.

Page 278: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

278 MARÍA JESÚS BENITES

El incumplimiento determina un estallido de agresividad, con el que se revela

el enfado y que, a nivel discursivo, se presenta como una sucesión de afirmaciones

que encierran reclamos. Entre ellas destaco una en que se desliza el descontento

por no haber recibido la orden de Santiago.33 Cada una de las quejas que luchan

por aparecer, aunque sea de manera diferida, se vuelven insultantes.

Cuando me han menester que arremeta en la mar y en la tierra nunca

yo lo regateo y por el menor servicio de lo que yo he hecho había yo de

tener ya mucho descanso y honra. Ha venido a tiempo que he de decir lo

que Reynaldos34 en Francia, que ni Colón ni Cortés ni Pizarro descubrieron

tanto como yo ni pelearon más que yo ni sirvieron tanto tiempo ergo arreo35

como yo. 36 Una cosa tiene más: que lució su trabajo más que el mío y en

el mío en mil cosas ha sido de más provecho que los suyos. Y cuando en el

Perú Pedro Sarmiento se halla delante de los Virreyes no procuran otro en

todo el reino ni lo ha habido menester porque yo, con el favor de Nuestro

Señor, he hecho en servicio de mi rey y señor, lo que todos juntos los del

reino ni eran parte ni poderosos. 37

33 Eran tres las órdenes militares que se les otorgaban a los servidores reales: Santiago, Calatrava

y Alcántara. Los que las recibían obtenían beneficios económicos importantes. Américo Castro

en su clásico España en su historia. Cristianos, moros y judíos (1948), realiza un profundo

estudio acerca de los orígenes de las órdenes militares españolas (188 - 214).

Ludwing Pfandl en Introducción al Siglo de Oro. Cultura y costumbres (1929) señala que para

acceder al título de Caballero se exigía la pureza de sangre en una serie de generaciones hasta

llegar a los ascendientes más antiguos, documentalmente comprobables. No es casual que

Sarmiento solicite la orden de Santiago ya que precisamente con ese honor había recompen-

sado Felipe II a Diego Flores de Valdés.

34 Considero que Sarmiento se refiere al personaje del mismo nombre protagonista de la muy

difundida novela de caballerías Trapisondas de Don Reynaldos. Véase el cap. VIII “Los libros

siguen al conquistador” de Irving Leonard. 1996.

35 De todas las acepciones que brinda el Diccionario de Autoridades creo que la más adecuada

para el uso que hace Sarmiento es la de adverbio de tiempo: sin interrupción, sucesivamente.

El término “arreo” en un sentido similar es frecuentemente utilizado por Bernal Díaz del Castillo

en su Historia verdadera: “Digo que ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres

veces arreo, una tras otra, como yo”. Cito de la edición de 1995: cap. I, 2.

36 Las cursivas me pertenecen.

37 De todos modos, es importante considerar que Sarmiento recurre a figuras emblemáticas como

Page 279: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 279

Sarmiento no se construye desde la humilitas, sino desde la desmesura y la

exaltación de sus hechos, que no encuentran parangón ni siquiera en las figuras

emblemáticas de la leyenda heroica de la conquista. Para ello recurre a los tres

protagonistas paradigmáticos del discurso mitificador, sustentado en sus hazañas

insuperables. La ambición del sujeto textual es pertenecer a esa trilogía merecedora

de los mayores respetos y mercedes que tanto contrasta con su situación de supli-

cante desplazado que exige atención y soluciones.

Suplico a Vuestra Merced me responda y haga como señor y me cum-

pla la palabra que verbalmente y por escrito me ha dado en hacerme

merced. La cédula se ha de enmendar diciendo que los tres mil ducados se

me den en indios los primeros que vacaren con antelación por dos vidas y

en orden de la sucesión como antes estaba resuelta. Y si así no se hace no

la he menester ni la quiero. Y la de los mil pesos de aquí que sea con

derogación de la cédula que acá tienen los oficiales de la Contratación; y la

de Charcas que diga en Lima pues en todo esto ni se añade ni se quita.

¡Qué no es justo que yo sea la tablilla del mesón!.38

El 11 de agosto, al no haber obtenido una respuesta favorable de Eraso,

Sarmiento escribe a Felipe II reiterando su disconformidad por el contenido de las

cédulas reales.39 El tono de la epístola es más mesurado ya que aduce que, segura-

mente, este hecho es consecuencia de un descuido de algún oficial que cometió

errores al pasar el texto de los documentos. Pero cuando alude a su situación perso-

las de Colón, Cortés y Pizarro que, a pesar de los grandes descubrimientos y conquistas

realizadas sus finales no fueron los más auspiciosos. Colón muere en 1506 después de perder

el favor de la Corona; Cortés, quien llegó a poseer el título de Marqués del Valle de Oaxaca, en

una carta de febrero de 1544, reclama una compensación material a sus esfuerzos. Pizarro,

en 1541, es asesinado en su casa de Lima.

38 El Diccionario de Autoridades define “tabilla de mesón” como la señal que se pone a la puerta

del mesón con que conocen los forasteros que allí se da posada y hospedaje. Eldiccionario

refiere un ejemplo de Calixto y Melibea donde aparece la frase “hecho tabilla de mesón, que

para sí no tiene abrigo y dalo a todos”. Sin dudas esta es la acepción con que Sarmiento de

Gamboa utiliza la frase.

39 Figura en los Manuscritos de José Toribio Medina (pieza 7246) copiado del Archivo Gene-

ral de Indias. La transcripción que reproduzco pertenece a José Miguel Barros Franco. Texto

inédito.

Page 280: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

280 MARÍA JESÚS BENITES

nal los tonos se elevan a los límites de la exacerbación, y surge, una vez, más el retimiento.

En la carta se trazan las líneas que configuran la escritura corpórea. El cuer-

po del narrador se inscribe en el del texto para acentuar el sacrificio extremo. Es

una entrega total para quien se ama y respeta: el Rey.

Haré lo que mi persona desnuda y echada al rincón pudiere y con

esto cumplo; pero aviso a Va. Majestad que soy uno solo, y sin el favor

de V. M., mas se puede hacer cosa tan grande. De todo lo que es

menester he avisado como hombre que lo sabe y deseo se haga de

una vez. No me echen después culpa ni digan no lo advertistes. Que

mi fe es viva para servir a mi Señor y Rey natural y morir y servir sus

cosas mil muertes. Y cuando hubiese muerto, habrá hallado un criado

de Vuestra Majestad que en veinte y siete años nadie en Indias podrá

decir con verdad que ha servido más ni mejor, no mayores cosas no

más lealmente y pluviera a Dios y me pudiera yo hacer mil hombres

para sacrificarlos todos a su Real servicio. Que de esto y de mi buena

voluntad y de haber gastado la vida y hacienda hasta los güesos en su

servicio real me alabaré públicamente; y de que todos los descubrido-

res juntos, desde Colón acá, no han descubierto más mar y tierra, ni

peleado más veces, ni padecido las hambres, frío, calor, sed, cansan-

cio, desnudez, peligros de muerte, fuera de las cosas de República y

pluma, que yo en las Indias, sin tener un día mío solo.40

En el párrafo se condensan todos los elementos que intervienen en el proce-

so de glorificación del narrador como modelo de vasallo cristiano. Los rasgos tex-

tuales que se seleccionan describen sus virtudes heroicas. El servicio al Rey implica

una pérdida tanto de los bienes materiales como de los “güesos”, uso metonímico

para significar el desgaste de un cuerpo que ha padecido, de manera infrahumana,

todas las faltas imaginables: de ropa, de comida, de descanso, de abrigo. Compo-

nentes que constituyen la materia textual de la narrativa del desamparo, donde se

entrecruzan las carencias extremas con una sumisión incondicional a la autoridad y

a los proyectos imperiales.

El padecimiento es una ofrenda más, otra manera de servir al Rey. En la enume-

ración del desconsuelo se muestra un cuerpo que si bien fatigado, es también

40 Las cursivas me pertenecen.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 281

productivo ya que se ofrece para continuar con la empresa colonizadora (Michel

Foucault: 1998).41 En este fragmento se distinguen las cualidades que responden a

una construcción épica del vasallo, cuyos rasgos son textualmente imprescindibles

para obtener una respuesta favorable.

Esta representación ideal se encuentra legitimada, precisamente, en el pa-

roxismo de su figura encumbrada más allá que la de Colón. Esto le permite exponer,

además, una generosidad en apariencia desinteresada puesto que la sumisión y

servicio al Rey es el mayor premio al que, como vasallo, puede aspirar.

Y cuando yo no tuviere otro premio, estimárelo por el mayor del mundo

poderme loar de haber servido al mayor monarca del mundo, sin más paga

ni interés que mi voluntad y el contento que siento cada vez que hago algún

notable servicio porque la fragilidad humana no se sustenta sin lo necesa-

rio, con licencia de Vuestra Majestad diré algo en lo tocante a la merced que

se me ha hecho y despachos que sobre ello se me enviaron.

El narrador ha conseguido dirigir la atención al aprecio de sus méritos, terre-

no apropiado para introducir el petitum: el texto de las cédulas que “viene al revés”

en donde no se le conceden los términos prometidos que otra vez suplica: tres mil

ducados en indios del Perú y por dos vidas. El móvil de la hacienda domina la

escritura y aparece la exigencia irrefrenable. Sólo en su tramo final la carta recupe-

ra el tono de la sumisión que trata de conmover, de apelar a los sentimientos del

destinatario con la promesa de mayores servicios. El epílogo reitera de manera

desesperada el petitorio.

Y suplico a Vuestra Majestad no permita que yo padezca como

padezco, que estoy al cabo mayormente, que estando yo ocupado en

el servicio de Vuestra Majestad en cosas tan esenciales y necesarias

para otras mayores, no es justo que mi atención sea causa de mi mal

despacho, que ocupado en el servicio de Vuestra Majestad, lo manda-

rá enmendar todo y hacerme mayor merced. Lo cual suplico y suplica-

ré, esperando recibirla de mano de Vuestra Majestad.42

El 31 de enero de 1582 el viajero redacta, desde Santiago de Cabo Verde, dos

41 Foucault sostiene que el cuerpo sólo “se convierte en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo

sometido y productivo” (33).

42 Las cursivas me pertenecen.

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282 MARÍA JESÚS BENITES

cartas, una dirigida a Eraso y otra a Felipe II.43 En ambas se perfila el móvil del

socorro, del pedido de bastimentos para la futura invernada en Río de Janeiro. En la

que escribe a Felipe II refiere detalles de la permanencia en Cabo Verde y los pasos

a seguir en Brasil y, principalmente, el proyecto de fortificación del Estrecho de Ma-

gallanes. En tal sentido, desliza comentarios acerca del modo en que deberán ser

tratados los indios.

Por, como Vuestra Majestad mejor sabe, no conviene al presente

que lo tomemos a los naturales ni les hagamos fuerzas ni daño, sino

conservarlos y obligarlos, y hacer de ellos amigos, porque no nos acon-

tezca lo que en la isla Española en tiempos de Colón y en otras partes.

En esta carta el narrador despliega su capacidad organizativa para dirigir la

expedición que se le ha encomendado. Lo que llama la atención, por su ausencia, es

la enemistad entre él y Flores de Valdés, a la que en ningún tramo se hace mención.

El tono de la misiva es informativo, no registra excesos ni se señalan los sufrimien-

tos. Se solicitan cosas puntuales y se muestra despojada de los extensos párrafos

de exaltación personal. En la dirigida a Eraso, en cambio, Sarmiento destaca de las

anécdotas las dificultades que encuentra en la relación con el Caballero de Santia-

go. Con esta misiva se inicia esa escritura desesperada y compulsiva contra el

General elegido que se incorpora como una presencia textual casi excluyente.

Tanta razón tenía Vuestra Majestad de hacerme a mi merced, como

de hacer placer a Diego Flores, a quien no sé que hombre en el mundo

le pueda sufrir sino otro tan tonto como yo, que sólo por hacer lo que

Su Majestad manda voy sufriendo y disimulando lo que no hiciera a

truque de ser señor de media España, con todo eso moriré trabajando

por ayudalle y favorecerle con dichos y hechos.

Una vez más, el navegante se representa como el vasallo esforzado que so-

43 La carta escrita a Felipe II figura en los Manuscritos de Medina en el tono 250 bajo el número

7218. No hay indicación de donde se copió el documento, lo más probable es que no haya sido

del Archivo General de Indias, puesto que Pastells no transcribe ni menciona, en su Apéndice

N° 2, esta epístola. El original de la carta dirigida a Eraso se encuentra en el Archivo de

Simancas, Guerra Antigua, Legajo 122. Folio 185. Ha sido copiada en Monumenta Missionaria

Africana. Tomo África Occidental 1570 – 1600, Lisboa, MCMLXIV. Ambas transcripciones

pertenecen a José Miguel Barros Franco.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 283

porta hasta el martirio no ya el hambre o el cansancio, sino la presencia hostil de su

superior. Se encomienda a las manos de Dios para poder sobrellevar este sacrificio.

Luego del primer comentario prosigue con el relato, señalando los mismos puntos

que en la carta escrita a Felipe II: la solicitud de ayuda para los futuros pobladores

del Estrecho.

Estas dos epístolas funcionan como una bisagra entre el móvil de la honra y

el del socorro. En el de la honra, estimación y hacienda, se presenta un sujeto

textual que solicita mercedes y reconocimientos no sólo por sus hazañas anteriores,

sino también por las futuras, como el poblamiento del Estrecho. Para esgrimir estos

pedidos la construcción del suplicante gira en torno al concepto central de vasallaje.

De él se desprenden los múltiples significados que el Sarmiento agrega en cada una

de sus descripciones: sufrimiento desmedido, profunda religiosidad, lealtad incondi-

cional, heroísmo épico, conducta ejemplar.

Este despliegue de virtudes se articula en dos actos distintos y, en el caso

particular del viajero, complementarios: conquistar y escribir. Ambos acompañan

los pasos de su trayectoria pero las implicancias y objetivos de cada uno se van mo-

dificando. En este apartado quedan las súplicas exaltadas de un sujeto que se repre-

senta como el héroe ejemplar de los sueños imperiales. En el siguiente se inscribe

la súplica desesperada de un sujeto que no puede aceptar el fracaso de su propia

quimera.

Page 284: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

284 MARÍA JESÚS BENITES

III.- La demanda desesperada: El grito deIII.- La demanda desesperada: El grito deIII.- La demanda desesperada: El grito deIII.- La demanda desesperada: El grito deIII.- La demanda desesperada: El grito desocorrosocorrosocorrosocorrosocorro

"Y quedé en el castillo, metido en un infierno increíble".

Pedro Sarmiento de Gamboa,

Carta del 27 de septiembre de 1589

El pedido de socorro es el segundo móvil que recorre las cartas sarmientinas.

En esta etapa se evidencian claramente distintos momentos. El primero es el pedido

de bastimentos para la expedición y pobladores del Estrecho que involucra dos

fases, una pautada por la invernada en Brasil en el año 1582. La otra la integran los

escritos que solicitan auxilios para llevar a los pobladores que han quedado en el

confín inhóspito. Recordemos que durante una de las expediciones el marino nau-

fragó a bordo de un batel y alcanzó, luego de más de treinta días, las costas de

Brasil. Desde Río de Janeiro escribió a España durante el año 1585 numerosas

cartas pidiendo el envío de naves, alimentos, herramientas, entre otras cosas.

El segundo momento contempla las dos cartas redactadas entre septiembre

y octubre del año 1589 desde la cárcel de Mont de Marsán, donde el navegante

permaneció casi tres años prisionero de los hugonotes. En este contexto el móvil del

socorro es para él mismo. El sujeto que escribe ha abandonado el tono de grandeza

de las anteriores y se construye desde la humildad, apelando a que la estrategia de

la captatio benevolentia le permita recuperar su tan ansiada libertad.

Así como el sujeto que pide se encuentra abandonado esperando respuestas,

Sarmiento abandona en su escritura el gesto de la descripción exaltada de sí mis-

mo, como un súbdito de hiperbólicas virtudes y desmesuradas hazañas, para inscri-

birse, desde el espacio del desamparado, como un vasallo olvidado por su Rey y

que, a pesar de sentirse abatido por el deterioro del cuerpo, continúa sirviéndole

con extrema lealtad.

En cuanto a los tres memoriales del año 1591 que se incluyen en el corpus,

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 285

conviene aclarar que su contenido condensa cada uno de los móviles y etapas que

he estado distinguiendo. La presencia de estos textos permite rescatar la voz fatiga-

da del náufrago y prisionero, quien sigue suplicando mercedes, honores, cargos,

pero también ayuda para aquellos que encontrarán su tumba en el Estrecho. El

acercamiento a estos escritos admite concluir el recorrido por la escritura sarmientina

y revisar una vez más las tensiones y fisuras que en ella se manifiestan.

Esta etapa se inicia con las cartas escritas en el año 1582. En ellas su tono va,

usando una imagen musical, in crescendo hacia uno cada vez más acusatorio. La falta de

respuestas y de intercambio epistolar quiebra la comunicación y el vasallo asume el papel

del desamparado. El silencio del otro lado del Atlántico pondera la impotencia del narrador.

El 26 de octubre de 1582 Sarmiento escribe una carta dirigida a Felipe II, la

más breve de todas, en la que suplica el envío inminente de barcos con bastimentos

para emprender el viaje definitivo al Estrecho de Magallanes.44

Suplico a Vuestra Majestad se acuerde que es necesario hoy mesmo el

enviallos [bastimentos] y que con ellos la gente se animará y afirmará y

asegurará la flaqueza que, con la duda del pensar que han de venir, tienen.

El 30 de octubre de 1582 el persistente viajero redacta desde Río de Janeiro

una extensa carta a Felipe II en la que refiere, airadamente, el modo en que la tri-

pulación, con el consentimiento del siempre displicente Diego Flores, ha diezmado las

reservas que deberían utilizarse para la expedición y poblamiento del Estrecho.45

44 A. G. I., P. 33, N° 3, R. 16. El documento está escrito de puño y letra por Sarmiento de Gamboa,

en un solo folio, y lleva su rúbrica y saludo “S. C. R. M. besa las reales manos y pies a Vuestra

Majestad su más leal vasallo”. La existencia del documento es mencionada por Pastells (1920)

en el “Apéndice N° 2” como “Carta de Pedro Sarmiento a S. M. pidiéndole envíe los cuatro

navíos con bastimentos que se habían de aprestar para que la gente no decaiga de ánimo”.

Transcripto del original. Inédito.

45 El manuscrito se encuentra en el A. G. I, P. 33, N° 3, R. 17 ingresado con el título de “Carta de

Pedro de Sarmiento al Rey”. Está escrita de puño y letra por Sarmiento en nueve folios de

ambos lados, más la carátula donde al dorso se lee “A la S.C.R.M. el Felipe nuestro señor de

manos de su Real Consejo de las Indias. Río de Janeiro, de Pedro Sarmiento de Gamboa”. En el

f. 1 r° se respeta el encabezamiento de las cartas con la cruz y el destinatario: S.C.R.M. Llama

la atención el considerable margen izquierdo que ha dejado el navegante y la distinta intensidad

de la tinta ya que desde el f. 1 r° hasta el f. 2 v° es más débil. El tamaño de la letra es mediano

y la presentación es cuidada en comparación con otros documentos.

Page 286: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

286 MARÍA JESÚS BENITES

El texto plantea un problema tipológico.

Ángel Rosenblat (1950) lo ubica dentro del grupo de las relaciones de viajes

al Estrecho de Magallanes. Considero que el criterio en que se basó el editor para

este agrupamiento fue el de la extensión del documento. No obstante, dadas sus

características discursivas (escritura en primera persona, destinatario explícito -Fe-

lipe II- a quien el narrador se dirige suplicando y relatando los acontecimientos) lo

incluyo en el corpus de cartas.

Sarmiento refiere detalles de la navegación como las particularidades

climáticas, el rumbo de los vientos, entre otros. Pero lo que realmente le interesa es

introducir el accionar de Flores de Valdés en la escritura. La animosidad contra el

general es patente en el texto, casi ni se lo menciona por su nombre, sino de

manera indirecta, por medio de eufemismos que acrecientan aún más esa tensión.

Flores figura en el texto bajo los apelativos de “personaje”, “el general” y un simple

y des-pectivo “él”. No mencionarlo por su nombre propio es una muestra más del

profundo desprecio que despierta en el narrador la presencia del marino asturiano.

En esta carta se refiere por primera vez el comentario de Flores de Valdés

acerca de los derechos de la corona española en América. La anécdota es utilizada

para establecer cuáles son las normas de conducta leales al Rey y cuáles las que

traicionan al Imperio. Aquí se establece esa lucha ficticia entre el decir y el callar

que el narrador maneja en su escritura para destacar su accionar. El texto defiende

lo que designé como ética del vasallaje en la que se postulan las normas que deben

contemplar quienes pretenden servir al soberano.

Y es tan buen cristiano y celoso de la conciencia de Vuestra Majestad,

que, tratando conmigo de las cosas de las Indias, y compundiéndole yo en

su disparate, me lo porfiaba, hasta que con ejemplos y razones, y aún fue

menester asomalle que tenía mal sabor aquella opinión, le hice callar. No

digo esto porque sea mi condición chismes ni revueltas, pero soy hidalgo

de solar conocido, lisiado por mi Rey y obligado por mi sangre y por mi

En Ángel Rosenblat (T. I, 179 – 190) figura extraída de Colección Diplomática de Navarrete,

Tomo XX, Folio 167, Doc. N° 12. Pablo Pastells menciona este documento en el “Apéndice N° 2”

como “Carta de Pedro Sarmiento a S. M. dando cuenta de la derrota y viaje de la Armada de

Diego Flores de Valdés que iba al Estrecho de Magallanes, desde el 2 de febrero que salió de

la Isla de Cabo Verde hasta el 25 de marzo que llegó a San Sebastián del Río de Janeiro”.

Page 287: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 287

pleito homenaje y por el cargo, y porque Vuestra Majestad mil veces

dice “fíome de vos” y haría yo muy villana e infielmente no avisalle de lo

que Vuestra Majestad ha de ser servido, y no lo puede saber si no se lo

dicen, y así lo haré siempre, hasta que se me mande callar, y como sé

avisar lo que conviene sé callar y tener perpetuo silencio46 (180).

El tono irónico del inicio se transforma en un reproche solapado que se apoya

en esa situación de desplazamiento que tanto enfada al narrador. Esto lo autoriza a

esgrimir, sin reparos, lo que piensa. Sarmiento cuestiona, de manera indirecta, una

vez más la designación de Flores de Valdés. Reiterar en cada texto las mismas

anécdotas refuerza esa crítica y establece las diferencias entre quien lucha por

concretar la empresa y el que en cada puerto piensa como hacerla fracasar.

El navegante se ubica en el lugar del que cuenta la verdad de los hechos, una

voz oficial de los acontecimientos. Es esta necesidad de transmisión de lo verdadero

la que deriva también en esa compulsión por referir detalladamente los sucesos. La

suya es una escritura que trata de cubrir todos los espacios de referencia con el fin

de que su palabra sea, precisamente por su condición de “lisiado”, la única con

autoridad para revelar los detalles de la expedición y en seleccionar los actos pro-

tagonizados por Flores de Valdés, a quien ha ubicado en el lugar del adversario. La

imagen del “lisiado” implica un sufrimiento físico, una falta que en este caso apela a

la desestimación a la que el General somete sus consejos y sugerencias.

La escritura refiere la lucha denodada que mantiene Sarmiento para impedir

que Flores derroche el patrimonio de la corona y desarme la empresa. En este

marco el General se transforma, al igual que Mendaña, en un traidor de la Corona

contra el que se enfrenta, no para propio beneficio sino en procura de proteger el

interés real. La vileza progresiva con que se describe su accionar se apodera del

texto y tiene como finalidad desplazar al elegido por las autoridades del lugar de

legítimo representante del poder real.

Sospecho cierto que le pesa moralmente que yo haga cosa que sea

servicio a Vuestra Majestad, por lo deshace todo. Sólo una cosa diré a

Vuestra Majestad para que crea estos, que sin yo dalle ocasión un día

delante de Don Francisco Duarte en Sevilla, procurando la paga que Vues-

tra Majestad mandaba a hacer a la gente que vino conmigo, con indigna-

46 Las cursivas me pertenecen.

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288 MARÍA JESÚS BENITES

ción, como si le robaran a él dijo: “Estos del Estrecho ¿si han de ser

aquí canonizados?” (184).

El narrador relata los acontecimientos con un estilo despojado, en aparien-

cia, de subjetividad. La pretendida imparcialidad en la que se escuda, apoyada,

fundamentalmente en su carácter de testigo presencial de los hechos, le permite

llegar aún más lejos. La imagen del encargado de guiar la empresa colonizadora al

Estrecho queda reducida a la de un delincuente común que, de manera despreocu-

pada, malversa el patrimonio de la Corona. Para que sus palabras seduzcan a su

destinatario Sarmiento menciona, compungidamente, que se encuentra obligado a

referir los sucesos.

Me fuerza ser fiscal y advertir a Vuestra Majestad, con lágrimas, de

la disolución y soltura que he visto en esta armada, en robar pública y

secretamente la hacienda de Vuestra Majestad y las vidas de los que

aquí van y allá han de quedar (185).

En la escenificación de situaciones de negligencia y descontrol el narrador

aclara, una vez más, que sus intenciones se frustran ante la imposibilidad de acción

limitada por las decisiones del rey y el Consejo. Para acentuar esta crítica encubier-

ta recurre, en varios tramos, a la figura de las manos atadas con la que expresa su

descontento y decepción. Esta imagen funciona como una sinécdoque por la cual el

narrador alude a su situación personal dentro de la empresa. Si bien tiene las ma-

nos atadas para tomar decisiones no así para apoderarse de la pluma y detallar los

acontecimientos.

Y quisiera yo tener mil manos para con todas servir a vuestra Ma-

jestad, pero dos flacas que tengo se me ataron de manera que ningu-

na me ha quedado para poderlo hacer tan bastamente como conviniere

al servicio de Vuestra Majestad (189).

La escritura pugna por desatar el nudo que aprisiona las manos. El acto de

escribir trasciende, entonces, a uno de liberación. El objetivo central de la carta

parece difuminarse en el relato incansable de los sucesos de la invernada. La inten-

ción explícita de la misiva no es otra que la de presentar un cuadro de situación a

Felipe II en el que el eje que traza cada línea está recorrido por la presencia de

Flores de Valdés. Hay cierto tono de satisfacción en la voz del narrador al compro-

bar el error de la elección. El final expone el objetivo central de la carta, que es en

realidad una súplica encubierta que apela a movilizar otros mecanismos antes que

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 289

esperar que se cumpla lo que pide. No se solicita algo concreto, es más bien un pe-

dido que apela a la benevolencia del Rey para futuros merecimientos.

El 10 de diciembre de 1583 Sarmiento escribe una nueva carta a Felipe II

desde Río de Janeiro.47 En ella se refieren los problemas suscitados con algunos de

los frailes que lo acompañaban para el Estrecho, quienes han inducidos a futuros

pobladores a huir o amotinarse contra el Adelantado. La misiva tiene el tono de la

denuncia y expone la vergüenza que provoca en él, como legítimo representante de

las instituciones coloniales, el incumplimiento de los deberes asignados y las actitu-

des deshonrosas de aquellos que tienen el deber de obedecer.48

Al servicio de Dios y Vuestra Majestad concierne sumamente que man-

de hacer en el Río de Janeiro y aquí gran pesquisa sobre los frailes y sobre

los robos, tratos y contratos desta armada y que sobrello haya confesión.

El narrador muestra un cuerpo consumido en un servicio que aún no ha

podido concretarse debido a los designios negativos de Flores de Valdés cuya trai-

ción, propia de la intervención del demonio, se ha extendido a todos los que lo han

acompañado. Incluso a los que tienen que velar, como el caso de los frailes, por el

cumplimiento de la empresa colonizadora en el Estrecho.49

Con todas estas cosas y trabajos quel demonio ha puesto por tropezo-

nes confío en la misericordia de Nuestro Señor que nos dará su gracia y se-

47 A. G. I. P. Indiferente General. El manuscrito consta de tres folios escritos de puño y letra por

Sarmiento de Gamboa. Transcripto del original. El texto no es reproducido por Pastells ni figura

en su “Apéndice”.

48 En la misiva Sarmiento reclama, como en las relaciones de los viajes, el castigo para quienes no

cumplen con lo que se les ha encomendado. Estas cartas constituyen verdaderas prácticas

judiciales ya que en ellas se arbitran los daños y la responsabilidad y el modo en que deben ser

juzgados en función de los errores cometidos. Véase Foucault: La verdad y las formas

jurídicas (17).

Recordemos que Sarmiento solicita siempre un castigo para Flores, quien será encarcelado en

1589 por Felipe II, luego de su criticado desempeño como General de la Flota de Castilla de la

Armada Invencible.

49 La falta de interés de los frailes en viajar al Estrecho justifica el hecho de que en los relatos de

viajes no se haga referencia a si los indígenas fueron bautizados o si comenzó el proceso de

evangelización de los mismos. Sólo dos de ellos, como ya he señalado, emprendieron el tramo

definitivo al Estrecho.

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290 MARÍA JESÚS BENITES

rá su servicio y el de Vuestra Majestad. Y a no me queda sino el

espíritu50 que se consumirá hasta ver cumplida la voluntad de Vuestra

Majestad a quien suplico se acuerde de todos sus vasallos que tan

fielmente van a servir en el estrecho.

En la carta se individualizan las acciones de los frailes, mecanismo empleado

en la representación del General Flores, para declarar los hechos con total sumisión

a la verdad.

Luego de la sucesión de infortunios que he referido en capítulos precedentes,

el Gobernador y sus pobladores arribaron al Estrecho de Magallanes el 4 de febrero

del 1584. Habían pasado tres años desde la partida del Puerto de Sanlúcar de Ba-

rrameda. A los pocos meses de permanecer allí, durante una expedición de recono-

cimiento un viento enfurecido lo arrastró al Atlántico. Luego de más de treinta días

de naufragio Sarmiento y algunos de sus hombres alcanzaron el Puerto de Todos los

Santos. Desde Río de Janeiro organizó dos infructuosos viajes de regreso.

El 5 de enero de 1585, después de tres años desde la última carta, el incan-

sable vasallo escribe dos epístolas: una a Felipe II51 y otra a Don Antonio de Eraso.52

En ambas el pedido es explícito y claro: solicita el envío de provisiones para los po-

50 Las cursivas me pertenecen.

51 El manuscrito original se encuentra en el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 59. No figura transcripto en la

edición de Pablo Pastells y, en consecuencia Rosenblat tampoco lo menciona. Pastells lo ubica

en el Apéndice N° 2 como “Carta de Pedro Sarmiento de Gamboa a S. M. dando cuenta de lo que

le acaeció desde que salió de la Bahía de Todos los Santos en 15 de diciembre de 1584, hasta

que llegó adonde se afirma”.

El documento está escrito en cinco folios de ambos lados. En el dorso del último se lee “A la S.

C. R. M. El rey don Felipe Nuestro Señor”. La letra no es la de Sarmiento de Gamboa, quien sólo

al final agrega “Desta Villa de la Victoria Capitanía del Spirítu Santo, 5 de enero de 1585. S. C.

R. M. Besa las reales manos de Vuestra Magestad su más leal vasallo y criado”, rúbrica, Pedro

Sarmiento de Gamboa. (Inédito). Transcripto del original. Figura en los Manuscritos de Medina.

Tomo 234.

52 Documento original del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 1. La carta está escrita en un folio de ambos

lados de puño y letra de Sarmiento de Gamboa. Figura en Rosenblat (Doc. 10: T. II, 209 – 210.)

extraída de Pablo Pastells (724 – 725) bajo el título de “Carta de Pedro Sarmiento al secretario

de Su Majestad Don Antonio de Eraso, rogándole active la remisión de socorros para la gente

del Estrecho y anunciando su salida del Espíritu Santo para Río de Janeiro, y de éste al

Estrecho, donde cree habrá llegado el barco que dejó en Río de Janeiro”.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 291

bladores que han quedado en el Estrecho. El narrador se presenta como un mendi-

cante que recorre distintos espacios como Pernambuco y Bahía solicitando ayuda

“donde llego a pedir limosnas”. En el texto manifiesta su decisión de partir en los

próximos días con destino al Estrecho aunque no arribe el pedido de auxilio que ha

gestionado. Pero esta carta, que parece tener una finalidad informativa, presenta

centralmente un pedido de auxilio que involucra a Eraso y Felipe II.

Suplico a vuestra merced sea despertador para que Su Majestad

provea lo que tanto es menester. Conforme a lo que le tengo escrito, y

más lo que le pareciere que más conviene a su real servicio. He

escripto tantas, que temo que me han de juzgar por desconfiado de lo

que es de creer y tener por cierto (209).

El narrador muestra su convencimiento y cree que la ayuda deberá llegar en

algún momento, dando por supuesto lo que el otro piensa o haciendo un llamado de

atención en el caso contrario. Se dirige a la conciencia moral de su destinatario para

provocar una acción. Para reforzar esta estrategia utiliza la imagen de los habitan-

tes desamparados que permanecen en el Estrecho y se hace eco de la angustia e

incertidumbre que debe invadir a sus abandonados pobladores como fuerte y emotiva

presencia para su argumentación.

Advierta Vuestra Merced lo que mejor sabe, que no bastan buenos

deseos donde faltan fuerzas para ejecutar las obras. Dígolo porque

aunque yo tengo la voluntad que es justo, todo lo que puedo hacer es

arquear con la muerte y hacer poco de lo mucho que es necesario

aquella gente que está esperando si soy muerto o vivo, en el Estrecho,

merece mucha cortesía y paga, para que vivan y tengan fuerzas para

substentar cosa tan pesada (210).

En la carta que escribe a Felipe II los elementos de la narratio apelan a distin-

tos aspectos. Lo que le interesa es reforzar los argumentos que avalan su viaje al

Estrecho acentuando la importancia que tiene la fortificación de esas tierras para

evitar la posible usurpación de los franceses y los saqueos de los piratas ingleses.

También presenta los hechos de la invernada que ya narró en las cartas an-teriores,

una vez más la presencia in abstentia de Flores de Valdés atraviesa la es-critura. Es el

tema del cual no puede escapar en su referencia. Lo que llama la atención es el modo en

que recurre a la figura del demonio para acentuar el estado de permanente amenaza en

que se encuentran los pobladores que han quedado en el Estrecho.

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292 MARÍA JESÚS BENITES

En la epístola que envía a Felipe II da cuenta de los gastos que ha realizado

en recomponer un navío para regresar al Estrecho. En la súplica introduce de mane-

ra indirecta una acusación contra Flores, asociado una vez más con lo demoníaco.

De esta manera trata de alejar de sí cualquier sospecha de huida y de desvincularse

de la desorganización que ha imperado en la empresa desde un principio. El narra-

dor se presenta abatido ante los obstáculos.

Suplico a Vuestra Majestad se acuerde de aquella tierra y lo que

importa el remedio della, porque el demonio no duerme y en estos

principios anda muy solícito intentando desbaratar este negocio donde

ve que va perdiendo tanto reino y ganancia suya, porque yo para mí

tengo que todas estas destruiciones de hacienda y de gentes, miedos

y deslealtades, todas son telas del demonio que urde por estorbar

cosa ques tan del servicio de Dios Nuestro Señor y por su amor suplico

a Vuestra Majestad muchas veces se acuerde de sí mismo en esto, sin

esperar solicitador de mi parte; porque ni le tengo menester siendo el

negocio de la calidad ques e importándole a Vuestra Majestad lo que le

importa, que de mi parte y pocas fuerzas. Con el favor de Nuestro

Señor no habrá falta, a lo menos en procurarlo pero, siendo las fuer-

zas tan pocas como son, si Vuestra Majestad no acude con las suyas

brevemente me consumirán el tiempo y las ocasiones que se van ofre-

ciendo porque [en] las costas destas partes todo es pobreza y aunque

quieran no pueden53 y cuando pudieren sería necesario que Vuestra

Majestad enviase cédula más larga para todas las capitanías y oficia-

les reales dellas para que socorriesen aquella tierra con algunas cosas

desta cuando precisamente fuera menester.

Ante el fracaso de estas misivas, Sarmiento escribe una nueva carta dirigida

a Felipe II con fecha 24 de enero de 1585.54 Recibe, otra vez, un indiferente silencio

53 Sarmiento reitera en su visión de los pueblos de Brasil (Bahía de Todos los Santos, Río de

Janeiro, Pernambuco) el tema de la pobreza, imagen tan opuesta a la que transmite Flores de

Valdés en su carta ya que allí vislumbra las importantes riquezas que pueden explotarse.

54 Documento original del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 3. La carta está escrita en dos folios de

ambos lados de puño y letra de Sarmiento de Gamboa. En el dorso se lee, con su letra, “A la

S.C.R.M., el Rey Don Felipe Nuestro señor en su real mano y en mano de su Real Consejo de

Indias”. En otra grafía está escrito lo siguiente: “Visto que no le llegaba socorro acá, partía de

allí para el Estrecho con la harina y otras cosas que había podido haber; y con ello y un poco

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 293

que no hace más que acrecentar su desamparo. Más que un pedido de auxilio el

texto es un grito angustiante de ayuda. Es tan cuidadoso en la selección de los

acontecimientos de la narratio que evita cualquier aspecto que pueda impedir el

envío de los rescates. En los primeros tramos la carta se detiene en el detalle de las

compras que se realizaron en Río de Janeiro para partir en auxilio de los poblado-

res: “llevé cuatro barriles de pólvora y dos planchas de plomo y algún hierro y

acero” (211).

Si bien el narrador desestima el extenso relato de los hechos protagonizados por

Flores de Valdés, no puede dejar de mencionarlo para introducir, como lo ha venido

haciendo, la dicotomía entre aquellos que, como él, sirven al Rey con su honestidad y

aquellos que especulan con su benevolencia y lo traicionan con su deservicio.

Vuestra Majestad sepa que Diego de la Ribera dejó aquí un hombre

alférez llamado Juan de Miranda, deudo de Diego Florez y Baldés, para que

volviese al Estrecho con el socorro, para que mereciese, el cual fue conmi-

go al Fernambuco, y allí se me quiso huir. Y en fin aquí, se ha quedado lo

más vilmente que se puede creer, diciendo que no quiere honra ni servir a

Vuestra Majestad en esta jornada. Y en fin escríbolo a Vuestra Majestad

para que se sepa y sea conocido si fuere a suplicar remuneraciones, que

bien es que sean conocidos lo que sirven y desirven (212).

Esta anécdota funciona en el texto para presentar un cuadro de la difícil

situación en la cual se encuentra. Por un lado, sólo han quedado con él quince

hombres de trabajo que están hambrientos o enfermos, todos los demás, incluidos

los pilotos han huido. Por otro, y este es el aspecto más doloroso, la falta de res-

puesta oficial desde España.

En este contexto el petitum es no ser olvidado. Es una súplica por permanecer

en el pensamiento de ese otro lejano, cuya indiferencia pueda condenar a un va-sallo

a la inexistencia. Este móvil es un nuevo modo de rescribir el pedido de la esti-ma. Ya

han desaparecido de la escritura los móviles de la recompensa material y el de la

fama, lo que permanece es la necesidad de un súbdito de formar parte del pen-

samiento real, no para que le otorgue un título honorífico, sino para que su accionar

que había enviado, había para seis meses. La gente que traía consigo andaba descontenta.

Habíase huido de allí el alférez Juan de Miranda. Llévese a la Junta de Puerto Rico”. Figura en

Rosenblat (T. II, 211- 212) copiada de Pablo Pastells (726 – 728).

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294 MARÍA JESÚS BENITES

y, por extensión su vida, no sean abandonados en los archivos imperiales.55

Suplico a Vuestra Majestad no ponga en olvido cosa que tanto le

va. Yo haré lo que pudiera, pero podré poco si Vuestra Majestad no

acude con tiempo, y si no fuere con brevedad habré de procurar de ir

a España por remedio, a informar a Vuestra Majestad para que lo

ponga, y envíe quien lo haga mejor que yo, porque esto es lo que

deseo, sin tener cuenta con mi particular (212).

La escritura manifiesta esa conciencia de la “ley de la letra” (González Eche-

varría: 2000). El sujeto existe en la medida en que es reconocido y recordado, mien-

tras haya alguien que lea las cartas, que se detenga en la lectura de los pedidos de

quien se encuentra en las colonias de ultramar. Escribir es para Sarmiento una mane-

ra de detener el sufrimiento de los que aguardan, en el Estrecho, su ayuda.

Pero el Gobernador espera en vano durante más de un año el ansiado axilio

de España. Desde Río de Janeiro escribe el 3 de octubre de 1585 una nueva carta a

Antonio de Eraso.56 Dado el tiempo transcurrido y la falta de respuestas el tono de

la misma es, desde el exordio, de reproche, acusatorio. A pesar de la necesidad de

bastimentos, el narrador en vez de mostrarse humilde apela a toda su agresividad.

Son tantas las que tengo escritas a Su Majestad y a Vuestra merced de

55 Las novelas contemporáneas que recrean sucesos de la época colonial destacan el olvido al

que quedaban condenados muchos vasallos en el Nuevo Mundo. Pienso en la novela Zama de

Antonio Di Benedetto y en el emblemático caso de su protagonista, el funcionario Diego de

Zama, corregidor español confinado al Paraguay quien, en el transcurso de los nueve años

que abarca la obra (1790 – 1799) espera inútilmente un relevamiento. La dedicatoria del libro

“A las víctimas de la espera”, alude a la angustia que supone la falta de respuestas. Sarmiento,

al igual que Zama, se presenta como una víctima, en el sentido de que sacrifica su vida para el

provecho y engrandecimiento de otros, el Rey y el imperio español.

56 Documento del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 3. Está escrita en un folio de ambos lados de puño

y letra de Sarmiento de Gamboa. Del lado izquierdo de su rúbrica Sarmiento agregó “Suplico a

Vuestra Merced me la haga de besar las manos por mí al Señor Sebastián de Santoyo y al

Señor Juan de Herrera, que le les escribo porque no puedo y va el navío a la vela”. En un

segundo folio, la carátula, se lee en el dorso “Al ilustre señor Antonio de Eraso secretario de su

Majestad en el Consejo de Indias”. Con otra letra se agregó “Janeiro, 3 de octubre, 1585. Pedro

Sarmiento. A Eraso. Pide socorro para el estrecho llévese a la Junta”. Figura en Rosenblat (Doc.

12: T. II, 213) extraída de P. Pastells (739 – 740).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 295

un año a esta parte, que tengo por cierto que si allá han llegado todas,

habrán enfadado al mundo, y por esto no se me responde, a ver si me

canso de importunar y cansar (213).

Este inicio rompe la cadencia lastimosa de los pedidos anteriores. La cons-

trucción del narrador gira en torno a la incomprensión y la culpa. Para justificar esta

supuesta culpabilidad el narrador recurre una vez más a la figura de su oponente:

Flores de Valdés y establece diferencias tomando, en tono sarcástico, el accionar

del General como paradigmático ya que éste no ha sido castigado.

Estoy por alabar a Diego Flores, que hizo su voluntad sin aguardar

que se lo mandasen y creo le han de quedar en deuda, que no yo, que

lloro duelos ajenos. Suplico a vuestra merced me haga merced como

señor, y viendo lo que escribo a su Majestad, conforme a ella me

favorezca y ayude como quien es, como yo de vuestra merced confío,

y no sea parte la amistad de Diego Flores a que deje de tenerme por

su servidor (213).

La acusación que encierra esta ironía se encuentra tamizada por la estrategia

de la captatio benevolentia que utiliza el vasallo desesperado para conmover a

Eraso. El héroe incansable de las epístolas del primer momento se muestra ahora

abatido, con ganas de dejarse morir ante la ausencia de contemplaciones para su

persona y el desinterés que muestra la Corona por su proyecto.

Y mire vuestra merced, como señor mío, que un hombre que ha

servido y padecido lo que yo, no es bien sea así olvidado y puesto al

rincón, porque se acaban de quebrar las alas y es parte para que un

hombre se deje morir (213).

La claridad expositiva de la frase se basa en algunos elementos que ya ha

utilizado en otras cartas, como su clásica “puesto al rincón”. También se mencionan

los padecimientos sufridos en servicio de la Corona. La imagen que sin dudas so-

bresale, es la metáfora final donde recurre a toda la expresividad de su pluma pa-

ra encerrar, en el símil del hombre que ante la imposibilidad de “volar” (via-

jar, colonizar, recibir mercedes) se deja morir, una advertencia como último recur-

so antes del desengaño. Ante una factible y nueva negativa solicita, por adelan-

tado, autorización para viajar a España a informar personalmente al Rey su situación.

Pero Sarmiento, impaciente, no espera una respuesta. El 5 de octubre, dos

días después, recurre directamente a Felipe II para reclamar y suplicar los auxi-

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296 MARÍA JESÚS BENITES

lios.57 La estrategia discursiva del texto se funda en acentuar tanto la fortaleza de

su espíritu como las flaquezas de su cuerpo. Surge la voz de la amargura y el relato

del sufrimiento se apodera del texto. El narrador inscribe la decepción mencionando

las reiteradas oportunidades en que ha enviado infructuosas misivas.

Cuando reclama por el envío de respuestas expresa esa necesidad, implícita

en toda epístola, de entablar una comunicación. Precisamente su especificidad, como

he mencionado desde un comienzo, es el compromiso preestablecido de una con-

testación.

El exordio de la carta contiene un pedido de disculpas por “escribir tantas

veces sobre una mesma cosa” antes de referir algunos de los sucesos acaecidos du-

rante su espera en las costas de Brasil. El navegante no sólo recurre a proyectar en

el texto las marcas del deterioro del cuerpo sino que apela además a inscribir el es-

tropicio de la única nave con la que cuenta para volver a rescatar a sus pobladores

del Estrecho. Las imágenes descriptivas invaden la carta con un tono poético elevado

Y también escribí cuatro veces al gobernador de la Bahía y provee-

dor mayor, en persona propia para que me enviase brea, clavazón y

algunas cosas de navío para reparar este viejo; el cual, a fuerzas de

brazos, lo sustento con la bomba sobre el agua, porque la broma de

aquí es mucha y causa gran daño en los navíos. Esperándolo estoy,

para, en viviendo, echalle un fondo todo nuevo, que de otra manera

no está de servicio. Y aunque parece menudencia, estímase más que

una flota, porque no hay más deste ojo, y, si se acaba, quedaré a

escuras, y con este palomar, aunque viejo, se han sustentado las pa-

lomas que se quisieron hacer torcaces, y las he vuelto caseras, con

harto trabajo (215).

57 Documento original del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 4. La carta está escrita en dos folios de

ambos lados de puño y letra de Sarmiento de Gamboa. Un tercer folio tiene escrito en el dorso

“A la S. C. R. M. el Rey Don Felipe, nuestro señor en su mano y en su real Consejo de las Indias”.

Con una letra diferente está escrito: “Río de Janeiro, Al rey y su Consejo, 1585. Pedro Sarmien-

to, 5 de octubre. Desde septiembre de 84 había escripto de allí otras veces pidiendo socorro

para el Estrecho, y le aguardaba con grande necesidad. La gente que traía consigo andaba

descontenta y amotinada. Hay en aquella tierra grande exceso en el hacer esclavos a los

indios. A la justicia de Puerto Rico. (Rúbrica) Avísese al Consejo de Portugal (Rúbrica)”. La

versión de Rosenblat (Doc. N° 13: T. II, 214 – 218) está copiada de la edición de P. Pastells (334

– 338).

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 297

En la descripción se condensan elementos del mundo marino: el navío, la

flota. El viajero se fusiona con su nave –casa– palomar que lo ha salvado del nau-

fragio. Los detalles que refiere el narrador “humanizan” un objeto que asimismo es

presentado en agonía. El navío es el centro de todos los desplazamientos. El grado

de acercamiento que se establece es tal que, metafóricamente, quien escribe afir-

ma que si éste le faltase quedaría a “escuras”. El barco se transforma en una pro-

longación del cuerpo, son las “alas” que le permiten desplazarse por los mares.

El eje de la argumentación atraviesa la carta y se exponen los razones que

avalen el acto de pedir. Se fusionan reproches con alabanzas para referir los esfuer-

zos que se han realizado en servicio a la Corona apelando nuevamente a imágenes

poéticas.

Muchos riesgos he pasado por dar contento a Vuestra Majestad, y

éste estimo por mayor. Pero ni unos ni otros me ha espantado ni adel-

gazado la voluntad de perseverar; antes agora tengo los aceros más

vivos, si tuviere fuerzas y posible como lo poder ejecutar y continuar

a gusto de Vuestra Majestad, que, como esto sea, todo lo daré por

bien empleados. Y pues un gusano como yo haya esta fe, con tantas

desventuras y trabajos, no siguiéndoseme de ello sino peligros, muer-

tes, destruición mía y emulaciones, más cierta cosa es que a Vuestra

Majestad, cuyo es todo, no lo encogerán gastos, que tan ordinarios

son anexos a los Reyes, y más a Vuestra majestad, monarca del uni-

verso, que sin ellos no se pueden hacer cosas semejantes 58 (215).

La descripción del narrador como héroe de grandes hazañas, queda ahora

reducida, pulverizada en la imagen de un gusano59 mendicante que lo único que

reclama es socorro (comida, ropa, calzados, bastimentos) para unos seres des-

protegidos que están, desde que arribaron a ese inhóspito Estrecho, en permanen-

te desamparo. No sólo se habla de ese “allá” remoto que es el paso sino también se

exponen los jirones a los que han quedado reducidos los hombres. En esta car-

ta, más que en ninguna de las anteriores, se inscriben los elementos de la narrativa

del desamparo, ese estado permanente de abandono, esa actitud de expectación

58 Las cursivas me pertenecen.

59 La imagen del gusano era frecuente en la época de Sarmiento ya que con ella se hacía

referencia, según el Diccionario de Autoridades a un “hombre humilde y abatido; y hablando

moralmente se extiende a todo hombre respecto de Dios”.

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298 MARÍA JESÚS BENITES

constante de aquellos que solicitan ayuda. La fuerza expresiva de la primera per-

sona apela a movilizar y conmover al destinatario y es este el punto culminante del

texto.

Encomiendo a Vuestra Majestad, por amor de Dios, los compañe-

ros míos, vasallos, y buenos de Vuestra Majestad, que esto me llega

al ánima; que si a costa de mi sangre y vida los pudiera socorrer, lo

hiciera como lo he procurado, y mejor, olvidado de mí propio. Acabado

he de consumir mi pobreza para sustentar los que están conmigo y lo

que se escapó de la tormenta de las municiones reales, porque aquí

no hay otra cosa de que me pueda favorecer, ni la tierra lo tiene ni las

voluntades de los moradores lo llevan. Apenas podré sustentar dos

meses desde hoy con lo que me queda, si Dios no lo remedia (216).

El tono de decepción invade la escritura. La ilusión de los refuerzos se

desdibuja en la angustiante espera. Así, la vida de sus hombres es encomendada,

como último y desesperado recurso a la Providencia. Los cuerpos se inscriben como

objetos de sacrificio, en un símil implícito con Jesucristo, que imprimen en el papel

la desesperanza de quien no tiene nada más para ofrecer porque ya ha entregado,

a ese Rey lejano y silencioso, sus fuerzas, su espíritu ... su pluma.

El desengaño que atraviesa el ánimo del emisor se proyecta en un quiebre en

la relación con el Rey. La figura del monarca es desplazada de los ruegos y se acude

directamente a la de Dios, como único medio posible para acceder a alguna res-

puesta. Sarmiento se anticipa en el tiempo y ante un posible silencio adelanta un

reproche.

Si en todo noviembre no viniere recado, echarlo he a las cosas del

mar. Y si tarde más, sospecharé que Vuestras Majestad no se ha ser-

vido mandar proseguirlo. Y si así fuese (que no lo puedo creer), yo no

soy de provecho para ello, quedándome con lo que nadie puede quitar,

que es la afición suma del bien de Vuestra Majestad (216).

El 27 de septiembre de 1589 vuelve a firmar una carta. Los cuatro años que

la separan de la anterior implican reconstruir un itinerario trazado con las líneas de

la desgracia. Luego de dos intentos fallidos por volver al Estrecho (las inclemencias

climáticas no le permitieron llegar hasta la entrada del paso) con un cargamento de

provisiones y ropa para los pobladores abandonados, decidió volver a España para

tramitar una ayuda más efectiva.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 299

Sarmiento desconocía que en España se realizaban diversas gestiones para

dar una respuesta a sus pedidos. A las relaciones de Gregorio de las Alas y Antón

Pablos se suman diversos documentos y cartas de Felipe II a sus consejeros en las

que solicita información con respecto a las gestiones.60

El 22 de junio de 1586, como se refirió en la Segunda Parte, un agobiado

Sarmiento parte con rumbo a España, pero la nave es interceptada por piratas

ingleses, quienes lo toman prisionero y lo llevan a Inglaterra. Los barcos de la flota

pertenecían a Raleigh quien concerta una reunión entre el navegante y la reina Isa-

bel. Ésta dispone liberar al prisionero y encomendarle una misión diplomática en Es-

60 Sobre las relaciones de Pablos y Gregorio de las Alas ver las nota del pie en las páginas 224

y 237. En el A.G. I. P. 33, N° 3, R. 52, existe un extracto de una consulta enviada a la Junta de

Puerto Rico por el Consejo de Indias con la intención de averiguar las posibilidades para el envío

de socorros para la gente del Estrecho de Magallanes. El documento es del 6 abril de 1585. En

el texto se señala que la organización de la flota debe ser considerado de manera inmediata ya

que “considerando el estado en que aquello está y lo mucho que importa esforzarlo y la

necesidad que habrán padecido, pues el bastimento que Diego Flores les dejó no podría

alcanzar más de hasta fin de año pasado, y para el presente no será bastante, lo que Pedro

Sarmiento envió en el carabelón que le dieron en Río de Jeneiro, que no se sabe si llegó, ni

haber allí otra comodidad alguna de socorrerse, y que aquella gente se entiende quedó desnu-

da, parece que es cosa muy justa y conveniente socorrerla, y que esto sea en fin de junio de

este año, sin que haya dilación, pues constando de la necesidad, no parece buen socorro el

que se dilatase otro año, mayormente con el peligro de la desnudez de la gente en parte tan

destemplada, de excesiva frialdad”. La cita ha sido extraída de la edición de Ángel Rosenblat

(T. II, 346 - 347) quien la copió de Pastells (732 –733). El fragmento expone el complicado y

abrumador aparato burocrático español. Esto se ejemplifica en la anotación que lleva uno de

los folios: “Por consulta de seis de abril de 1585, se consultó a Su Majestad que se envíe una

armada al Estrecho, y en ella socorro a Pedro Sarmiento, y que de camino visite la Paraíba y

fuerte que se hizo en el Río de Sanct Vicente, y salga por junio de este año, y se provea luego

lo necesario para ello. Que se continúa la averiguación contra lo de la armada y será bien que

se dé al señor fiscal para que pida lo que convenga”.

Los trámites se dilataron ya que el 19 de agosto de 1585, el Consejo tomó declaración al piloto

Pedro Díaz, sobre las vías adecuadas para la navegación “que se hace de España al Río de la

Plata y al Estrecho de Magallanes”. P. 33, N° 3, R. 50.

El 16 de diciembre de 1586, los bastimentos para el Estrecho aún no habían partido. Así lo

confirman diversas cartas que Felipe II redacta al marqués de Santa Cruz, al duque de

Medinasidonia y a don Antonio de Guevara. En ellas daba cuenta de la captura de Sarmiento y

de la necesidad de rescatar a los españoles abandonados en el Estrecho. El duque respondió

a Felipe II el 13 de enero de 1587, con frontal realismo, que no consideraba necesario enviar

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300 MARÍA JESÚS BENITES

paña. El 9 de diciembre del mismo año, y cerca ya de la frontera española, es

apresado por los hugonotes. El 11 de diciembre lo encierran en Mont de Marsán y se

envía el aviso a España pidiendo el rescate. Felipe II no acepta los términos y el

viajero es confinado en el “Castillo Infernal”.

En la epístola del 27 de septiembre,61 Sarmiento reanuda el ejercicio de

escritura desde la cárcel de Mont de Marsán dirigiéndose a Juan de Idiaquez, Con-

sejero Real. La carta irrumpe con una súplica, que es un pedido de disculpas “Supli-

co a Vuestra Señoría no le espante la larga historia ni la mala letra, y me haga

merced de leer toda, que no deje letra”. Este fragmento se encuentra destacado en

la parte superior del primer folio. Es curiosa esta alusión a la caligrafía, ya que es en

la única oportunidad en que se hace una referencia de este tipo. La letra es más

descuidada que la habitual y se evidencia la falta de papel ya que las palabras están

muy abigarradas.

Esta letra transmite el estado de angustia en que se encuentra quien escribe.

La mano es una extensión de un cuerpo en peligro de muerte, la letra descuidada,

que se deforma, aprisionada igual que el que escribe, es el único medio desespera-

do de salvación. El cautivo apela a la benevolencia de ese otro para predisponerlo

de manera favorable para el extenso relato de sus penurias.

Y aunque no le sobre tiempo a vuestra señoría me detendré algo más

que yo quisiera, si la necesidad tan urgente no me constriñera a lo hacer,

por dar de mí razón y pedir remedio a mi aflicción. Y el no haber escrito en

todo este tiempo ha sido por su orden, pensando quél haría lo que había

prometido y asegurado como si lo tuviera en la manga (219).

La narratio se estructura sobre dos momentos del pasado: uno inmediato

que se focaliza en Domingo Esporrín quien fue designado por el Consejo para ges-

“remediar aquella pobre gente, pues [los socorros] no podrán llegar al dicho Estrecho (...) a lo

que creo por sin duda, es que aquella gente se habrá perdido, y cuando no lo sea tengo por

cierto que se habrán pasado a Chile, forzados por la necesidad”. En Colección Navarrete, Vol.

XX, N° 49. Cita extraída de Landín Carrasco: 1945, 197 - 198. Esta decisión clausuró las

esperanzas de los colonizadores.

61 El manuscrito se encuentra en el A.G.I. en el P. 33, N° 3, R. 68, S. 7. Está escrito en cuatro folios

de ambos lados de puño y letra de Sarmiento. En Rosenblat (Doc. 14, T. II, 219 – 227) está

copiada de Pastells (755 – 763). Esta carta también aparece copiada en el tomo II de Armada

Española de Cesáreo Fernández Duro, Madrid: 1896.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 301

tionar su rescate. El otro, mediato donde el narrador detalla las sumas que se le

adeudan por sus servicios a la Corona y que ampliamente superan el monto que se

solicita por su vida.

Después de dos años de ilusionada espera Sarmiento se entera que Esporrín

no sólo no cumplió con los términos establecidos por los hugonotes sino que ade-

más gastó el dinero del rescate en sus frecuentes viajes entre España y Francia.

Ante la incapacidad del delegado real y la inminencia de su muerte pide que se

agilicen los trámites para pagar su rescate.

Con esta carta se abre un nuevo momento en el móvil del socorro. Si en las

anteriores se solicita ayuda para los pobladores del Estrecho, aquí es para él mis-

mo. Por este motivo y para que la escritura adquiriera toda la fuerza argumentativa

que necesita en función de su objetivo, refiere sus padecimientos. La evocación de

las condiciones de enunciación cumple la función estratégica de conmover al desti-

natario.

En llegando aquí el mensajero me tapiaron entre cuatro murallas, y

quedé en el castillo, metido en un infierno increíble, sin luz ni día ni

claridad, Final, tinieblas infernales, donde yo me muchos días espe-

rando cada hora la última boqueada, que si hubiese de contar las

cosas que allí pasé, pondría horror, mas comparado con lo que mis

pecados merecen todo aquello y millones de veces más es nada (221).

Hay una ambigüedad entre el querer referir el espanto y la imposibilidad de

hacerlo. Ese no poder encierra toda la fuerza que adquiere el silencio ante el refe-

rente de lo que no se puede mencionar. La cesación de palabras es más eficaz que

el testimonio de los acontecimientos. El narrador apela a las pruebas morales de la

retórica, que movilizan, por medio de la compasión, al destinatario.

Se explicitan las huellas del sufrimiento, las marcas del dolor que se apode-

ran del cuerpo. El suplicio pone de manifiesto la ineptitud de aquellos a quienes ha

servido. El padecimiento de esa manera refleja que el castigo que se tolera es el

resultado de su lealtad incondicional. La posibilidad de dejarlo desamparado es un

cargo de conciencia para quienes lo abandonan no para él, que es quien padece el

tormento.

La misma lógica se manifiesta en el tratamiento del tema de las gestiones de

Esporrín. El narrador detalla los movimientos del enviado oficial y la pluma se apa-

siona con un creciente descontento. Pero le interesa especialmente detenerse en el

Page 302: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

302 MARÍA JESÚS BENITES

detalle de los gastos que se le adeudan. Así realiza un balance de los atrasos y deu-

das que la Corona mantiene con él, las que superan ampliamente la suma pedida.

De todas maneras, exponer el pedido de rescate plantea el modo de encarar

el pedido en el contexto de la carta. Para ello apela a referir su insignificancia con la

finalidad de conmover a Idiaquez pero también señala un reproche ante el olvido

oficial.

Y si mis trabajos no valen esta suma cierto yo soy poco necesario

vivir sobre la faz de la tierra, que mucho más he gastado yo en un día

y perdido en un momento por su servicio. Y destos momentos, con la

vida en el anzuelo, han sido millones, y final toda la vida. Y por testi-

monio estoy en ellos y aquí, al ojo de quien puede. Por tanto, suplico a

vuestra señoría, por las llagas de Dios, haya piedad de quien la ha de

todo lo que podría decir y no oso, y me socorra, siendo servido de

hacer que yo sea proveído y socorrido con esta suma (223).62

Este apenado ruego es, inmediatamente, rectificado y se inicia un extenso

detalle de todas las deudas. Sarmiento plantea el pago de su rescate como una

transacción comercial o devolución de servicios por los “millones” que él ha prestado

a la Corona entre los que se suman los dineros invertidos en “municiones, pólvora,

62 Este pasaje y muchos otros rememoran algunos tramos de la carta que el 3 de febrero de 1544,

un Hernán Cortés envejecido y defraudado, eleva al Rey solicitando mercedes en recompensa

a los desmedidos esfuerzos realizados durante cuarenta años al servicio del Imperio: “y no sé

por qué no se me cumple la promesa de las mercedes ofrecidas y se me quitan las hechas. Y

si quisieren decir que no se me quitan pues poseo algo cierto es, que nada e inútil es una mis-

ma cosa y lo que tengo es tan sin fruto que me fuera harto mejor no tenerlo porque hubiera en-

tendido en mis granjerías y no gastado el fruto de ellas por defenderme del fiscal de vuestra

majestad que ha sido y es más dificultoso que ganar la tierra de los enemigos, así que mi traba-

jo aprovechó para me contentar de haber hecho el deber y no para conseguir el efecto de él,

pues no sólo no me siguió reposo a la vejez, mas trabajo hasta la muerte y pluguiese a Dios que

no pasase adelante sino que con la corporal se acabase y no se extendiese a la perpetua,

porque quien tanto trabajo tiene en defender el cuerpo no puede dejar de ofender al ánima”. El

manuscrito se conserva en el A.G.I P. 16, N° 1, R. 16. Posee dos folios escritos de ambos lados.

El folio 2 v° sirve de carátula donde se lee “A la S. C. R. M. Emperador y rey de las spanias” y

el remitente “Del marqués del Valle”. El tipo de letra hace pensar que se trata de una copia. El

saludo final ha sido escrito con otra letra, probablemente la de Cortés, y abajo se observa la

firma “El marqués del Valle”. La transcripción que se reproduce es del original. Se han actua-

lizado la ortografía y los signos de puntuación.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 303

plomo, arcabuces, espadas, ropa, cables, estopa, brea, cueros de suelas, vestidos

de soldados, socorros a marineros y pilotos y aderezos de navíos” (225).

El prisionero prepara a su destinatario para que sienta compasión, ya que lo

importante es mostrar que uno no merece tal daño, que la abnegación y sacrificio

demostrados en los múltiples y peligrosos servicios a la Corona, deberían eximir-

lo del sufrimiento del encierro. Hay una necesidad de esa conmiseración, para al-

canzarla se debe demostrar con hechos que no se merece tal estado de abandono.

La premura de la muerte es el elemento central que mueve a la clemencia.63

Antes del cierre, luego del extenso detalle, el narrador arremete nuevamen-

te con su ruego y profiere un grito, que surge después del enmudecimiento anterior.

Es una exaltación del gesto del sufrimiento, donde la desesperanza estalla en un

lenguaje apasionado.

¡Por amor de Dios, por amor de Dios, por amor de Dios, padre y

señor mío, que tome esto como cosa suya propria, pues yo lo soy, y

haya yo respuesta breve! (227).

A pesar del tormento extremo hay un fuerte sentimiento de pertenencia a

una autoridad a la que se espera conmover para que actúe en su beneficio. Pero

Sarmiento espera en vano, en su estrecha celda, su liberación. A los pocos días, el

2 de octubre, redacta con la misma súplica una carta a Felipe II.64 Desde la direc-

ción o vocativo mismo de la epístola se evidencia el encierro y aislamiento que

padece quien escribe. En ella utiliza el S.C.R.M. que, como señala Heredia Herrera

(1977), había dejado de usarse en 1586 para el tratamiento real.

En el exordio se disculpa y justifica por importunar al Rey, pero dada la falta

de respuesta obtenida es ésta la única vía que encuentra para tramitar su rescate.

Resistido he hasta la sangre por no importunar más a quien debo y

63 Véase Aristóteles. Cap. VIII, “La compasión” en El arte de la retórica.

64 El manuscrito original se encuentra en el A.G.I., P. 33, R. 68, R. 8, S. 8. Está escrito en un folio

de ambos lados. La letra de la carta es de Sarmiento aunque en un tamaño más pequeño que

el acostumbrado. Además, están trazados con regla y lápiz los renglones que crea visualmente

el efecto de orden y prolijidad en oposición a la carta dirigida a Idiaquez. En la carátula se lee “A

la S. C. R. M., el Rey Nuestro Señor” y hay una rúbrica. En Rosenblat (Doc. 15: T. II, 228 – 231)

está copiada de la edición de Pastells (764 - 767).

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304 MARÍA JESÚS BENITES

deseo dar gusto, por quien morir es mi vida, lo cual me ha causado la presente, que

cierto no es de cudicia (228).

La escritura refiere nuevamente los tormentos que ha padecido antes de ex-

plicitar el motivo de la carta. La narratio gira en torno a los elementos del suplicio.

Son tres los elementos que caracterizan el tormento: en primer lugar “ha de produ-

cir cierta cantidad de sufrimiento”. La muerte es un castigo en la medida en que es

la ocasión y el término de una gradación calculada de sufrimientos. El suplicio pone

en correlación el tipo de perjuicio corporal, la calidad, la intensidad la duración de

los sufrimientos con la gravedad del delito (Michel Foucault: 1998).

Y al cabo de otros seis meses de tormentos, a poder de disputas,

representándome gran cortesía, bajaron a quince y a catorce mil es-

cudos y cuatro caballos, a lo cual yo nunca ofrecí cosa alguna, remi-

tiéndome siempre a no tener cosa sino lo que de limosna buenos cris-

tianos me quisiesen dar. Y cada baja me proponían la muerte: ya me

echan en el río, ya en la baja fosa, ya me tapian en tinieblas inferna-

les, y la espada en todo al degolladero. Y nada, con el favor de Dios,

me corrompió la constancia (229).

En el caso de Sarmiento la figura del delito no aparece. Él no ha cometido

ningún crimen, no pesa sobre él ningún tipo de acusación. Las técnicas intimidatorias

a las que se lo somete, tienen la función de acelerar el cobro de los dineros. Su vida

tiene un precio que si no se cumple se pierde. La purga de la pena en este caso se

extralimita.

La víctima tiene en su cuerpo las señales del sufrimiento, “la carne enferma”

(229). Estas marcas son expuestas para que resuenen en aquél de quien depende

su vida. El tormento no cumple con la función de revelar una verdad inconfesada.

En este caso lo que no hay que perder de vista es la relación con la recompensa.

Sarmiento es objeto de rescate, es el término en un mero acto comercial de true-

que.

Se introduce el motivo del pedido, no como una falta de “constancia” o debi-

lidad sino como la única vía que queda para sobrevivir al martirio. El narrador

vuelve a rescribir el desamparo, su cuerpo es reflejo del abandono, no obstante

persiste la sumisión a la jerarquía real.

Y sintiendo la enferma la carne lo suyo, aunque el spíritu sea tenaz,

y sintiendo yo primero lo general que lo proprio, me forzó a aceptar la

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 305

condición de los seis mil escudos y cuatro caballos, eligiendo de dos

peligros el menor, confiado en Dios y en sus siervos, lo que hice más

por dependencias que por mi particular, pensando que mi agente de

Jaca tenía lo que había prometido (229 – 230).

Lo que podría ser considerada una debilidad al solicitar el rescate, se trans-

forma en una situación extrema de aceptación de las condiciones que imponen los

captores. Después de esta exposición, Sarmiento inicia una seguidilla de súplicas a

Felipe II.

Sólo diré que esto y la urgentísima fuerza de la vida mía y de otros

me ha hecho acudir a dar pena, bien contra mi voluntad, no pudiendo

escusar lo que tanto he rehusado, que es acudir al puerto de salud

cierto, ques vuestra Majestad a quien humildemente suplico se acuer-

de de su natural benignidad, y después déste su criado, aunque sea

gusano y ceniza, y me socorra, pues por dineros no conviene a mi

señor que un hombre suyo se pierda, pues el dinero se halla en las

minas y no en los hombres, y la ocasión es en la mano (230).

El peticionante se presenta como el sujeto que solicita para el otro, el bene-

ficio de su rescate no es el propio ya que redunda en la grandeza de Felipe II. Su

condición de prisionero no sólo es un ultraje a su honra y fama personal sino que

significa un daño moral para el propio Rey. La situación de tan leal vasallo es pre-

sentada en el texto como un agravio para el monarca y su pérdida está más allá de

toda apreciación económica.

La sentencia final del texto explicita la súplica y permite inferir que obrar

contrariamente a lo que se solicita es incurrir en una injusticia. Para ello se refuerza

la idea de los servicios prestados y ante las posibles dudas de Felipe II de enviar la

suma de dinero, se pone el acento en el vasallaje.

Y si tuviera mil millones, todos los diera por salir deste infierno, que

no quiero sino salir con solo el fuste, mondo, vivo, para lo acabar de

consumir en lo que tanto creo conviene a mi ley y mi rey: la presencia

(...).

La afección y obligación me obligan a decir esto, que, si no lo hicie-

se, con razón podría ser notado de no fiel. Y juzgándose mi voluntad,

se me admitirá en servicio, no sólo como de vasallo, mas de criado

apasionado, sobre todo lo que se puede imaginar, de Vuestra Majes-

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306 MARÍA JESÚS BENITES

tad, que tiene por gloria y honra acudir por sus ovejas. Y pues aun las

ajenas tanto favorece, las proprias no conviene quedar despreciadas

al rincón, mayormente las fecundas y fructuosas (230 - 231).

En diciembre de 1589 Felipe II firma una cédula en la que ordena el pago del

rescate. El fiel vasallo regresa después de casi diez años a la Corte. El colonizador

y cosmógrafo que había navegado en búsqueda de su propia utopía, retorna, con

cincuenta y ocho años, flaco, abatido, sin dientes ..., para volver a sujetar su quimé-

rica pluma.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 307

Capítulo IICapítulo IICapítulo IICapítulo IICapítulo II

Últimos trazos

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308 MARÍA JESÚS BENITES

I- Los memorialesI- Los memorialesI- Los memorialesI- Los memorialesI- Los memoriales

"Suplica a Vuestra Majestad sea servido traer a la memoria".

Pedro Sarmiento de Gamboa,

Memorial del 21 de noviembre de 1591

En septiembre de 1590 Sarmiento reaparece en la corte española entregan-

do a Felipe II el relato de viaje que refiere sus desventuradas hazañas y solicitando,

con renovado ímpetu, regresar al Estrecho para llevar alivio a sus ya desaparecidos

pobladores. Pero Felipe II no sólo no autoriza nuevas expediciones al paso de la

desgracia sino que el navegante es ubicado en un puesto en el que poco luciría su

heroísmo épico.

Luego de esta etapa silenciosa en la que el frustrado Gobernador parece

haber abandonado su inclinación a las empresas de descubrimiento, escribe tres

memoriales dirigidos a Felipe II. En el manuscrito del primer memorial no se indica

la fecha65 y, aunque está redactado de su puño y letra, tampoco lleva su firma.

Pablo Pastells (1920) lo ubica en el grupo de textos escritos en el año 1581,

mientras que para Rosenblat (1950) el documento “no puede ser anterior a 1591”

(T. II, 249) aunque no aclara los motivos de esta afirmación. En el Archivo General

de Indias el documento ha sido ingresado en la serie 4 de la signatura Patronato 33,

N° 3, Rama 68 donde se encuentran los documentos firmados entre los años 1581

65 Documento del A.G.I., P. 33 N° 3 R. 68. S. 4. Escrito en un folio de puño y letra de Sarmiento de

Gamboa. En la carátula se lee “Al Rey Nuestro Señor de Pedro Sarmiento de Gamboa”. El

documento no se encuentra firmado. En Rosenblat (Doc. 20: T. II, 249 – 251) aparece copiado

de la edición de Pastells (494 – 495) bajo el título de “Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa,

recordando a Su Majestad los servicios que había hecho como capitán, sargento mayor,

alférez, general, maestre de campo, gobernador y capitán general, y otros cargos que había

tenido, y, aunque por mayor, los hechos de pos su familia. Pide alguna recompensa”.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 309

y 1591. Los otros dos memoriales con fecha 21 de noviembre de 1591 han sido ubi-

cados con los números de serie 12 y 13, lo que marca una distancia temporal entre

los mismos.

En el memorial del 1 de mayo de 1581 Sarmiento menciona que hace veinteseis

años que sirve a la Corona, en el documento en cuestión apunta que “sus servicios

que de treinta cuatro años acá ha hecho a Vuestra Majestad”. Es evidente que la

fecha de 1581 que Pastells atribuye a este documento es desacertada.

Si se considera la fecha propuesta por Rosenblat sólo ocho años separan

ambos textos y así su probable fecha sería el año 1589. Como he referido, en 1590

el navegante recuperó su libertad, dato que pone una vez más en disyuntiva la

localización exacta del texto. Me inclino a suponer que, efectivamente, pudo ser

escrito a principios del año 1591 ya que hasta el mes de noviembre Sarmiento aún

no había obtenido ningún merecimiento ni un destino determinado en la Corona. Lo

que sí llama la atención es el hecho de que no se mencione a los pobladores del

Estrecho, ni agradezca el pago de su rescate por parte del Rey, como sí hará en los

otros memoriales.

Existen además otras consideraciones respecto a este documento centradas

en sus aspectos tipológicos. El documento figura en la edición de Rosenblat bajo la

denominación de Relación (basada en Pastells), pero dadas las características for-

males que presenta lo he incorporado al corpus de memoriales. Los supuestos me-

recimientos son los móviles que guían la escritura de estos textos. Para ello apelan

al recuerdo de aquel, poderoso, que pudo o no haber ofrecido en algún momento un

beneficio a cambio de los servicios prestados durante años.66 El Diccionario de Au-

toridades señala este rasgo al definirlo como “papel o escrito en que se pide alguna

merced o gracia, alegando los méritos o motivos en que se funda su razón”.

En esta escritura se quiebra el sentido de la correspondencia que sustenta el

de las cartas puesto que el memorial instaura una dinámica diferente. La presencia

del otro desaparece y la interacción que marcaba la primera persona de las epístolas

66 En el Patronato 33 del Archivo General de Indias se encuentran numerosos pedidos de recom-

pensa elevados por quienes acompañaron a Diego Flores de Valdés y Pedro Sarmiento en la

empresa colonizadora al Estrecho de Magallanes. Los manuscritos fueron redactados entre

los años 1585 y 1588 y solicitan, en la mayoría de los casos, el pago de sueldos atrasados.

Pablo Pastells (1920) los ha enumerado en el Apéndice N° 2 de su obra El descubrimiento del

Estrecho de Magallanes (392 –403).

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310 MARÍA JESÚS BENITES

se quiebra en la tercera. Este mecanismo crea el efecto de que es otro el que habla,

el que solicita; el pedido es indirecto, establecido desde una distancia.

La solicitud del memorial que he fechado en 1591 se orienta hacia el de la

honra y estimación. Los años transcurridos determinan que la escritura se centre en

la presentación del suplicante quien enumera las múltiples funciones y cargos que

ha ejercido en procura del engrandecimiento del Imperio.

Suplica a Vuestra Majestad sea servido traer a la memoria que el supli-

cante es bien nacido, de padres y mayores nobles que han vivido y muerto

en su real servicio honrosa y loablemente. (...) Y él, del tiempo dicho a esta

parte, ha servido en mar y tierra, en paz y guerra, con letras y la espada,

en ocasiones y facciones gravísimas, con buenos subcesos y arriscados

peligros. A Dios grandes gracias, honor y gloria, hasta el punto presente,

con oficios, títulos, y cargos los más honrosos de la milicia, de capitán,

sargento mayor, alférez, general, maese de campo, gobernador y capitán

general por Vuestra Majestad, en que siempre ha cumplido con su deber, y

le pesa no haber servido más y mejor (250).

El 21 de noviembre de 1591 Sarmiento envía dos memoriales a Felipe II.67

En uno agradece el nombramiento como almirante de una Armada que deberá custo-

67 Los dos documentos figuran Rosenblat (Doc. 21 y 22, T. II, 251- 254) copiados de la edición de

Pastells (774 – 776). Uno lleva el título de “Memorial de Pedro Sarmiento de Gamboa a Su

Majestad, en que suplica se acuerde de sus leales vasallos que por servirle quisieron quedar

en el Estrecho de Magallanes, confiados en la misericordia de Dios y de su Majestad, que los

mandaría visitar y socorrer como prometió”. Documento del A.G.I., P. 33 N° 3, R. 68 S. 12. Esta

escrito de puño y letra de Sarmiento de Gamboa en un folio. En la carátula se lee “Para la

Majestad Real de Rey Nuestro Señor. A 21 de noviembre de 1591. Al presidente del Consejo de

Indias. (Rúbrica) Llévese a Puerto Rico (Rúbrica) Es de Pedro Sarmiento de Gamboa”.

El otro Memorial figura como “Memorial de Pedro Sarmiento de Gamboa a Su Majestad, en que

le suplica que se acaben oportunamente las cuentas que afectan a su rescate y a lo que se le

debe por cédulas reales, mandándolas remite al Consejo de Indias para ese efecto”. Es la serie

N° 13 en la signatura mencionada. Aunque figura del mismo día la letra no es la de Sarmiento de

Gamboa, aunque los rasgos son bastante parecidos, hay diferencias importantes en el uso de

las abreviaturas. También está escrito en un folio en cuyo reverso está la carátula con el

siguiente texto” Para la Majestad Real el Rey Nuestro Señor. A 21 de noviembre de 1591. Al

Presidente del Consejo de Indias. Traiga el contador las cuentas que refiere. (Rúbrica) Es de

Pedro Sarmiento de Gamboa”. Es importante destacar que ninguno de los dos memoriales lleva

la firma de Sarmiento de Gamboa.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 311

diar los barcos que llegan de las Indias y, nuevamente, el rescate de la prisión.

Repite una vez más el pedido de auxilio para los que han quedado en el Estrecho.

Por esto suplica a Vuestra Majestad, por la sangre de Nuestro Se-

ñor Jesucristo, se acuerde de aquellos sus tan leales y constantes

vasallos, que por servir a Vuestra Majestad quisieron quedar en regio-

nes remotas (espantables a todos los que se volvieron huyendo), con-

fiados de la misericordia de Dios y Vuestra Majestad, que los manda-

ría visitar y socorrer, como Pedro Sarmiento en el real nombre de

Vuestra Majestad, se lo prometió (252).

En el segundo solicita el pago de las deudas que la Corona mantiene con él.

Las marcas del cuerpo, esos “tatuajes” (Glantz: 1992) imborrables son la prueba

contundente de que se ha prestado un servicio y que la benevolencia real debería

hacer digno en mercedes y mayores reconocimientos.

Suplica a Vuestra Majestad que haga merced que para que las

dichas cuentas se acaben oportunamente, las mande remitir al Conse-

jo de Indias para que con brevedad se concluyan. Y de la suma que se

le debiere, se descuente el dicho rescate, y la resta se le mande pagar,

para que con ello pueda servir a Vuestra Majestad en lo que se le

manda, con el lustre que suele y es necesario, y para pagar algo de lo

mucho que debe de lo que ha gastado en servicio de Vuestra Majes-

tad, o como Vuestra Majestad fuere servido y por bien tuviere. Porque

está tan gastado y adeudado,68 que le es forzoso valerse dello, bien

contra su voluntad, que, si por otra vía lo pudiera suplir, no se acodara

jamás dello para pedillo y suplicallo ni enfadar (252 - 253).

El reclamo por los sobrevivientes del Estrecho ha desaparecido de la escritu-

ra. En la sombra de la letra perviven los gritos descarnados y hambrientos de

socorro que la pluma silencia para siempre.

68 El énfasis es mío.

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312 MARÍA JESÚS BENITES

II.- Noticias finales:II.- Noticias finales:II.- Noticias finales:II.- Noticias finales:II.- Noticias finales:entre la literatura y los barcosentre la literatura y los barcosentre la literatura y los barcosentre la literatura y los barcosentre la literatura y los barcos

"Dicen que no embotó lanza la pluma."

Pedro Sarmiento de Gamboa,

Fragmento de un poema de 1591.

En el transcurso del año 1591, mientras Sarmiento escribe esos breves me-

moriales, la Corona lo designa Censor Literario. Resulta paradójico que, quien ha

dedicado gran parte de su vida a escribir una historia sobre los incas, cartas, relatos

de viajes y memoriales donde se exponen sus hazañas y padecimientos, y ofrecido

sus “flacas fuerzas” para continuar con empresas colonizadoras, sea encontrado

corrigiendo, rescribiendo y tachando un libro de elegías de varones ilustres de In-

dias en el cual él no figura.

El antiguo navegante de los mares del Sur, tuvo a su cargo la lectura de la

tercera parte de las Elegías y Elogios de Varones Ilustres de Indias que Juan de

Castellanos compuso inspirándose en La Araucana de Don Alonso de Ercilla. Es

curioso mencionar que en esa tarea de corrección, suprime del texto el “Discurso

del Capitán Drake”, compuesto por más de seiscientas cincuenta octavas, que for-

maba parte del original de Castellanos.69

Esta recuperación de la pluma no acaba con su tarea de censor literario. En

esta misma época su amigo Enrique Garcés publica la traducción de los sonetos de

Petrarca y el ahora escritor acompaña la edición con una octava y tres sonetos de su

69 José Miguel Barros (1981) refiere que en el manuscrito que se conserva en la Academia de la

Historia en Madrid han quedado las marcas de Sarmiento ya que ubicó apostillas, cambió

versos y suprimió varias estrofas. Esta tercera parte se publicó en 1850 y en ella aparecen

todas las correcciones realizadas por el censor.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 313

autoría: Gratulación de Pedro Sarmiento de Gamboa a la publicación desta traduc-

ción de Henrric Garcés” “Elogio Eiusdem de Eodem”, “Recomendación a las musas”

y “Al autor”. Es muy probable que conociera a Garcés en Perú, en la época del conde

de Nieva y el virrey Toledo. Rosenblat (1950) refiere que Garcés ejerció una gran

influencia en la minería peruana ya que descubrió el azogue e introdujo un procedi-

miento para beneficiar con él la plata. Permaneció en América durante cuarenta y

dos años y regresó a Lisboa en 1589. Posiblemente se reencontró con Sarmiento

cuando éste retornaba de su cautiverio.

La escritura de los cuatro poemas a modo de prólogo, que introducen en un

tono exageradamente laudatorio la tarea de Garcés, es una excusa para desplegar

su erudición. En ellos expone su conocimiento de la cultura clásica y adorna sus

versos con figuras del Parnaso como las musas Talía (de la comedia) y Calíope (de

la poesía épica) y del Olimpo como Marte, Neptuno, Eolo, Minerva y Apolo. En todos

los poemas predomina la rima consonante en octosílabos que evidencian un estilo

forzado no sólo en la melodía de las frases sino en la construcción de las imágenes

líricas.

Vuele tal Garza déste al otro polo,

Sirviendo de estafeta el dios Eolo.70

En el soneto “Elogio...” hay una profusión de paralelismos e imágenes recu-

rrentes que exaltan la tarea de traductor de Garcés frente a la escritura de Petrarca.

Tanto da más Garcés que dio Petrarca,

Que el tal a sola Italia se reparte,

El nuestro a uno ya otro hemisferio.

Y así su verde Láurea el orbe abarca.

En “Recomendación a las musas” el ímpetu encomiástico sobre la figura del

traductor adquiere visos hiperbólicos que permiten al poeta desplegar una vez más

todo su bagaje cultural con recursos que encierran alusiones a la mitología y litera-

tura clásica.

70 “Gratulación de Pedro Sarmiento de Gamboa a la publicación desta traducción de Henrric

Garcés”. Ángel Rosenblat incorporó en su edición de los Viajes (T. II, 257 – 258) estos cuatro

poemas. Todas las citas han sido extraídas de allí.

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314 MARÍA JESÚS BENITES

¿No veis que esa Hipocrene es niñería

Y Garcés vuestro Píndaro, que entona

La lira de amor del de Ancona

Con mucho más dulzor y melodía?

Éste es la pura caballina fuente,71

En éste solo Apolo resucita,

Gloria y honor de lusitana gente.

De los cuatro poemas me interesa detenerme en uno en que el propio Sar-

miento se presenta en su rol de poeta y, por medio de la imagen de la mano que

empuña la pluma, reconoce la falta de don para escribir en verso.72 La galería de

personajes históricos, como Virgilio y Alejandro Magno, y mitológicos, como Marte,

Neptuno, Belona y Minerva, que recorren los versos son utilizados para justificar

figuradamente, la incapacidad y el “atrevimiento” de quien pretende escribir poesía.

Al Autor

Perdonad, buen Garcés, mi atrevimiento.

Recibid chico don de pobre mano

Imitad (si vu plé) a Alejandro Magno,

Que par no tiene tu merescimiento.

Años ha que conoces a Sarmiento

Ser más descubridor que cortesano.

Tiempo fue que templaba el Mantuano,

Mas ya me dieron jaque desde asiento

Marte y Neptuno, y otro impedimento,

Que es vejez, que madura lo temprano.

Dicen que no embotó lanza la pluma,

Y si esto fue ya cuando en cualque gente,

En mí no veo al menos tal milagro:

Belona es a Minerva inconveniente;

71 La alusión a Hipocrene se refiere al mito según el cual, al dar una coz el caballo Pegasus contra

una roca, surgió en el monte Hilicón, donde habitan las musas, una fuente.

72 Es inevitable recordar a Miguel de Cervantes cuando en su obra Viaje al Parnaso (1614)

lamenta su falta de condiciones para ser un gran poeta:

Yo, que siempre trabajo y me desvelo

Por parecer que tengo de poeta

La gracia que no quiso darme el cielo.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 315

No hay cosa que el desuso no consuma,

Que no produce sin cultura el agro.

Sarmiento se reconoce como un hombre que, llamado por Belona y Marte y,

por extensión, la Corona de España, ha olvidado el vuelo lírico de su pluma por la

contundencia de la lanza.

Como se desprende del primer memorial de 1591 el ahora poeta vuelve a

ejercer su oficio de navegante y abandona, definitivamente sus arrebatos líricos. El

30 de noviembre de 1591 Felipe II firma una cédula por la que lo nombra Almirante

de la flota73 que, a cargo de Juan Uribe Apallúa, tenía la finalidad de custodiar las

embarcaciones que salieran desde Cartagena, Nombre de Dios y Veracruz llevando

su cargamento de oro y plata a España. El Adelantado cumple ahora la misma fun-

ción, como subalterno, que poseía Diego Flores de Valdés, antes de emprender la

travesía magallánica.

Por cuanto yo he mandado aprestar una Armada de galeones y

navíos fuertes que vayan a las Indias a cargo de Juan de Uribe y

Apallúa, a quien he próvido por mi Capitán General della para que

traiga con la seguridad que conviene todo el oro y plata mío y de

particulares que hubiere juntado para este efecto en Nombre de Dios

y Cartagena y Nueva España y la Veracruz y venga el año que viene a

estos reynos en compañía y conserva de las flotas de Tierra firma y

Nueva España y porque conviene nombrar persona suficiente que sea

Almirante de la dicha Armada, acatando la diligencia y experiencia de

vos, Pedro Sarmiento de Gamboa, y lo que me habéis servido y espe-

ro que lo haréis, os he elegido y nombrado para que seáis mi Almiran-

te de la dicha Armada por el tiempo que durare este viaje.74

Esta Armada, luego de muchas dilaciones, parte el 29 de mayo de 1592

desde Cádiz. El destino no fue América, como hubiera anhelado Sarmiento, sino la

región de Cabo San Vicente para socorrer las costas acosadas por los saqueos de

piratas. Antes de la partida el viajero redacta cuatro cartas breves desde distin-

tos remitentes donde prevalece el tono informativo – administrativo.

73 La cédula se conserva en el Archivo General de Indias Indiferente General 433. Libro 2, folio

94.v-95. Fechada en el Pardo y firmada por Felipe II, “Yo el Rey”.

74 Transcripción del original.

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316 MARÍA JESÚS BENITES

La primera, dirigida a Felipe II está escrita y firmada en Sanlúcar de

Barrameda el día 5 de abril.75 La segunda, también para el Rey es enviada desde

Bonanza con fecha del 15 de abril.76 En ella informa que sigue en ese puerto con

nueve galeones y el día que partirá hacia Cádiz. La tercera, es del 24 de abril

también desde Bonanza y va dirigida a Juan de Ibarra, Secretario del Rey. La impa-

ciencia se apodera del Almirante quien refiere que: “Yo estoy comiéndome las ma-

nos para salir y caminar. Ya Dios nos guiará de manera que Él sepa”.77

La última es anterior al momento del zarpe de la flota y está firmada el día 28

de mayo,78 en la que informa que está concluyéndose el despacho de la Armada y

señala aspectos que describen la composición de la flota.

Van dieciséis bajeles, tres galeones de Vuestra Majestad y las de-

más naos fuertes escogidas y grandes medianamente artilladas y

municionadas y el galeón San Felipe en todo punto admirable de gran-

de, fuerte, artillado, proveído de gente y vituallas, que es capitana,

pero va más meditado que yo quisiera (...) 5 pataches pequeños, 2500

hombres de guerra y 1500 de mar.

Sarmiento comunica que ese día empezó a salir la nave capitana y por incon-

venientes tuvo que regresar. En la carta se expresa nuevamente el deseo de servir

al rey “como la vida mi resolución va pronta a ejecutar por mi parte lo que Vuestra

Majestad me manda”.

En el Archivo de Simancas se encuentra la última carta escrita por el viajero

y fechada a bordo del galeón San Felipe el 10 de julio de 1592. La misma está

dirigida a Don Alonso de Bazán, Capitán General de la Armada.79 En ella da cuenta

del estado de situación de la flota paralizada por vientos contrarios y la escritura

renueva el enfado de las primeras misivas.

75 Copiada en los Manuscritos de Medina, Tomo 254, folios 244 – 245.

76 Copiada en los Manuscritos de Medina, Tomo 255, 76.

77 Esta carta fue encontrada por José Miguel Barros en el Archivo Nacional de Chile. Tomo 129. La

cita está tomada de la transcripción de Barros.

78 Manuscritos de Medina, Tomo 255. Pieza 7348. La cita está tomada de Barros Franco (1982).

79 Archivo de Simancas, Guerra Antigua, Legajo 354. La letra de la carta no es de Sarmiento de

Gamboa. Sólo el pedido final y su firma le pertenecen. La transcripción es de Barros Franco.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 317

Ya será tres días que se huyeron desta conserva dos pataches del servi-

cio desta armada. Creo habrán ido a Lagos so pretexto que habían agua y

se llevaron algún bizcocho, carneros y gallinas del Rey y de Juan de Uribe.

Lo que más sorprende es el pedido final que esgrime la carta ya que es la

primera vez que realiza uno de índole personal que revela un dato de su vida

privada. La escritura pierde la densidad que sostenía los escritos anteriores, el

deterioro del cuerpo es asimilado a una mano que simplemente refiere, despojada

ya del ímpetu anterior, datos burocráticos.

Aquí tiene Va. Sa. un servidor más que es Don Francisco Sarmiento

de Sotomayor, sobrino de Don García Sarmiento, mayordomo de la

Emperatriz, mi primo. Está en la plaza de Alférez real esperando que

V. Sa. le mande en qué le sirva y espera servirse del. Y así suplo a V.

Sa. le reciba por tal juntamente con el tío, puesto siendo una cosa ha

de ser el servicio que a V. Sa. se hiciera de nuestra parte por un nivel.

La solicitud de ayuda para los pobladores del Estrecho, es reemplazada por

la suplica de un cargo. Con este pedido personal, donde reitera, como lo ha hecho

de manera incansable durante veinte años, abandona el ejercicio de la escritura.

Cuatro días más tarde sería llevado, muy enfermo, a Lisboa.

Al margen, en un recuadro despejado de un asiento contable se anota que

Pedro Sarmiento de Gamboa murió en Lisboa el 17 de julio de 1592.80

La muerte del iluso poblador de un remoto e inhóspito estrecho, taumaturgo,

astrólogo, cosmógrafo, atravesado en vida por el acto de escribir, no ha quedado

registrada en ningún acta de defunción, tampoco se conserva un testamento y has-

ta se desconoce el lugar de su tumba.81 El despojamiento que ha invadido la última

80 A.G.I. Contratación, legajo 3281 B. En el A. G. I. se conservan dos manuscritos donde se hace

referencia a la muerte de Sarmiento de Gamboa. Uno es el nombramiento que se le otorgo a San

Juan de Aguirre como Almirante de la Armada “en lugar y por muerte de Pedro Sarmiento de

Gamboa”. El otro es el Título que Bazán entrega a Juan Gutiérrez donde también se hace

referencia a la muerte del navegante. (Contratación. Legajos 3264. A.). Publicados en Landín

Carrasco: 1945, 258 – 259.

81 Rosenblat (1947) y Rosa Arciniega (1956) señalan que en el Diccionario histórico - biográfico

del Perú de Manuel de Mendiburu (Lima: 1887, T.VII, 254) se anota “Su cadáver está enterrado

en Sanlúcar de Barrameda, en la iglesia del santuario de nuestra Señora de la Caridad”. Barros

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318 MARÍA JESÚS BENITES

etapa de su escritura se metaforiza en la ausencia de estos datos.

En ese silencio final, en la ausencia de palabras, naufraga un viajero y vasa-

llo que hizo de su vida al servicio de la Corona y de sus propias quimeras una odisea

trágica.

Franco (1981) señala que el dato es inexacto ya que el mencionado edificio fue construido

casi medio siglo después de la muerte del viajero.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 319

Conclusiones

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320 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 321

Esta investigación abarca la totalidad de los escritos de Pedro Sarmiento de

Gamboa historiador, navegante, astrónomo, conquistador del siglo XVI: Historia

Índica de 1572, Relaciones de los viajes al Estrecho de Magallanes de 1580, 1581,

1584 y 1590 y las cartas redactadas entre los años 1572 y 1592.

Se partió de la hipótesis de que los distintos tipos textuales que conforman el

corpus (historia, relatos de viajes, cartas) determinan diferentes posiciones del su-

jeto que escribe, en referencia, tanto al objeto como a la finalidad de su escritura. El

trabajo estableció las relaciones entre las características tipológicas de los distintos

textos y las posiciones que adopta el sujeto que los escribe. Ambos aspectos se

vincularon con las representaciones que el discurso proyecta no sólo del sujeto que

lo produce sino también de la realidad en la que éste se encuentra inmerso.

He rastreado entonces tres núcleos: sujeto, discurso y representación en un

corpus de textos que pertenece al momento narrativo de la conquista y colonización

del Nuevo Mundo.

La Historia Índica sostiene y legitima el proyecto colonizador y pacificador

que encabeza el virrey Francisco de Toledo en los Andes. Su estudio me enfrentó

con dos cuestiones centrales. Por un lado los aspectos que atienden a una escritura

adscripta a los modelos historiográficos tradicionales. Por otro, el modo en que la

mirada imperial del sujeto reconstruye en su escritura las imágenes del incario y su

pasado.

La primera cuestión es del orden de lo tipológico y me condujo a un rastreo

de las categorías que constituyen y definen la formación historiográfica y dos de los

tipos discursivos en que se realiza: historia y crónica. En el análisis se expuso el

modo en que el autor, desde la posición de “hombre de saber”, “letrado”, define su

texto como “historia” a partir de la emergencia de dos principios constitutivos: ver-

dad y narración. El primero como el eje sobre el que se erige una escritura que no

admite cuestionamientos; el segundo implica el modo de organizar la materia

discursiva.

Demostré que los mecanismos selectivos sobre los hechos y el modo en que

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322 MARÍA JESÚS BENITES

son presentados en el espacio de la escritura revelan la posición del sujeto textual

ya que éste manipula el material histórico para fundamentar su rol social como

hombre de armas. Este segundo aspecto atiende a la justificación de los violentos

enfrentamientos que suscita la “pacificación” de los incas.

Para abordar esta cuestión, complementé el estudio de Historia Índica con

Relectio de Indis de Francisco de Vitoria, texto maestro sobre el cual el historiador

funda su lectura del mundo social, político y cultural de los incas para legitimar, con

argumentos válidos (ilegitimidad de los indígenas como dueños de las tierras, orga-

nización política basada en una tiranía y la falta de un sistema de sucesión definido:

“behetrías”) el proyecto imperial. De Indis brinda a la obra el fundamento ideológi-

co y jurídico para respaldar los mecanismos impuestos por Toledo en ese proceso

de anexión de las comunidades andinas y de supresión de sus creencias.

La obra fue confrontada con la Instrucción de Titu Cusi Yupanqui de 1571 ya

que el sujeto textual cumple un rol central en el proceso de resistencia y lo materia-

liza en este texto, cuyo discurso se opone al sistema colonial. El discurso de Cusi,

caracterizado como disidente, se opone al de Sarmiento ya que no está sustentado

en esa “lógica de la colonización” (Subirats: 1994) que determina la visión del mun-

do en la Historia Índica.

La obra de Sarmiento desplaza a la historia de los incas en tanto historia que

posee su propia coherencia, identidad y sentido. En su lugar el autor sustituye el

pasado incaico identificándolo directa e indirectamente con la historia del mundo

europeo. El mundo de los incas pierde su autonomía y contenido ya que es repre-

sentado por el discurso político y cultural dominante.

El escritor narra la historia de un pueblo mediante la sustitución (traducción)

de su palabra oral, transfiriéndola de la memoria, el "quipo" y el aire, al papel. La

escritura ubica al relato oral en una nueva categoría que antes no poseía, ya que

frente a la dispersión y multiplicidad, se impone lo unívoco.

En este proceso de asimilación de la palabra de los incas, el historiador no

sólo clausura otras escrituras, ya que considera que la suya es la más "vera" y

"gustosa", sino que, además, silencia los modos de representación mítica del mun-

do inca a los que asocia con el concepto de lo falso. No sólo “sujeta” la voz de los

incas, con su escritura de una historia controla el pasado. Ese control y conceptua-

lización sobre el pasado no está unido ni a lo identitario ni a la recuperación de las

tradiciones, sino que tiene fines específicos.

Page 323: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 323

Las Relaciones de los viajes al Estrecho de Magallanes fueron escritas en

distintos momentos marcados temporalmente por la primera y la segunda incur-

sión. Reflejan movimientos que las acercan y distancian de los marcos oficiales y

revelan las distintas posiciones que asume el sujeto tanto con el objeto como con la

finalidad de su escritura.

El primer aspecto desarrollado fue el de las diferencias entre los textos que

confluyen en la Relación, tipo discursivo que se ubica dentro de la formación discursiva

historiográfica: “Instrucción Real” e “Instrucción y Memoria” o “Cuestionario”, ya

que considero que determinan distintos contextos de producción y acción. El cues-

tionario de cincuenta preguntas surge en un momento de sistematización de las

instituciones coloniales y brinda un patrón adecuado y eficaz de observación que

presupone como gesto determinante la escritura.

Las instrucciones, en tanto, circulan desde el momento mismo de la llegada

de Colón al Nuevo Mundo y no necesariamente exigen un resultado por escrito ya

que su fundamento es señalar los pasos que seguirán los conquistadores en el

proceso efectivo de ocupación territorial.

De esta manera me aparto de la distinción entre período no oficial y oficial

que propone Walter Mignolo (1982) ya que considero que ambas formas conviven

en los marcos institucionales. Es el Cuestionario, sin dudas, el que ha sufrido mayo-

res modificaciones hasta su configuración definitiva. Los puntos de las instruccio-

nes, en tanto, se han estructurado de acuerdo al tipo de travesía que se emprende

y por ello abarcan acciones disímiles como escribir, ordenar, poblar, nombrar, fun-

dar, prohibir.

La designación de “relato de viaje” a la que adscribo los textos da cuenta,

tanto de ese sentido de brindar informes en un marco oficial de circulación, como de

referir los sucesos de un contexto particular de producción: una empresa marítima

colonizadora a un confín inhóspito, a los límites del imperio, a un espacio que em-

pieza a configurarse, que no posee líneas definidas en ningún mapa.

En la orientación de mi propuesta la categoría “relato de viaje” se acerca a

una escritura surgida en el marco de empresas colonizadoras oficiales que pone en

escena elementos recurrentes en la pluma de un navegante: referencia a los avata-

res y curso de los vientos, a la irregularidad de las corrientes, a la disconformidad

de los tripulantes, al estado de las naves y descripción de la geografía: entradas,

puertos, alturas de las aguas. Se enmarcan allí las múltiples realizaciones que

Page 324: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

324 MARÍA JESÚS BENITES

involucra la escritura del viaje: actas de posesión, descripción de derroteros, deta-

lles de los itinerarios, trazado de mapas, planos, relieves.

En el conjunto de las relaciones distinguí momentos en los que la escritura se

acerca y se aleja de la observancia del mandato. Este movimiento proyecta el

cambio de posición del sujeto que se advierte en el abandono gradual del gesto

descriptivo de la naturaleza y del paisaje que domina la escritura por encargo, por

el narrativo. La mirada eufórica, es de manera paulatina, desplazada por la voz de

la frustración.

La Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del Estrecho de la Madre

de Dios, antes llamado de Magallanes de 1580 contesta y cumple con la función

básica de referir aquello que previamente se ha pedido. Relación de lo sucedido a la

Armada Real de Su Majestad en este viaje del Estrecho de Magallanes (1583), Re-

lación hecha por Pedro Sarmiento a Su Majestad sobre lo sucedido en el Estrecho

(1584) y Sumaria Relación (1590) son textos que surgen de la necesidad de ofrecer

una narración como único medio de defensa y de solicitud de recompensas. En

consecuencia, la escritura de la Relación de 1580 abunda en las descripciones, la de

las tres relaciones sobre el segundo viajes es invadida por lo narrativo.

La delimitación de los aspectos centrales que recorren y definen los relatos

de viajes fue la preocupación que guió el análisis de los textos. La lectura de los

escritos de Sarmiento que figuran en las ediciones publicadas por Pablo Pastells

(1920) y Ángel Rosenblat (1950), se complementó con una tarea de lectura, clasifi-

cación y transcripción de los manuscritos originales.

Este trabajo me permitió señalar el primer rasgo sobresaliente de la escritu-

ra: la alternancia entre la primera persona del singular, del plural y la tercera del

singular. El sujeto textual se representa de acuerdo a las situaciones desde estos

distintos lugares.

Otro rasgo destacado, es la relación espacio – escritura que se establece en

el texto ya que la pluma acompaña el desplazamiento espacial del viajero. Trazar y

escribir son dos de las acciones fundamentales.

En el acto de escribir se refleja esa necesidad de poseer el espacio y dominar

a quienes lo habitan, incluso cuando las inclemencias de la naturaleza y las flaque-

zas humanas lo transformen en una experiencia temeraria. Por esto el relato de

viaje es un tipo de texto en cuya realización el narrador entremezcla la descripción

del paisaje con el sufrimiento, el penoso vagabundeo con la exploración de las

Page 325: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 325

costas, aspectos múltiples de una escritura guiada siempre por una mirada impe-

rial.

En la de 1580, resultado de su primer viaje, en la medida que Sarmiento

escribe, no sólo configura el territorio sino que, además, la escritura constituye en sí

misma un acto de apropiación del espacio que se recorre. Son dos los mecanismos

que le permiten, a la vez, representar y poseer: la necesidad de narrar (lo vivido) y

de describir (lo visto).

La Relación respalda uno de los últimos proyectos coloniales del Imperio

español por medio de una escritura que organiza su materia narrativa en función de

las normas impuestas por la Instrucción. En este texto Sarmiento se representa

como un sujeto moderno, una “fortaleza vacía”, movido por esa “vocación universal

de dominio”. (Subirats: 1994).

Los relatos del navegante marcan un movimiento descendente en el cual el

cartógrafo, si bien se transforma en un desamparado, nunca se aparta de los obje-

tivos colonizadores. Se entremezclan los motivos que tejen la narración de expedi-

cionarios harapientos con la representación épica de un héroe que desconoce el

sufrimiento de quienes lo acompañan.

He señalado que la escritura de las relaciones marca dos momentos: uno

eufórico de exaltación y optimismo y otro de decepción y mayor conciencia del

sufrimiento. En ambos se cruzan la rigurosidad de la naturaleza con las contrarieda-

des de un narrador que introduce en el cuerpo textual el propio.

Este entrecruzamiento, al que he denominado narrativa del desamparo, se

apodera paulatinamente de la escritura. El sujeto se reconoce en el desconsuelo e

inscribe el padecimiento. Recorrí de este modo, los cambios de posición que adopta

un sujeto colonial múltiple y fracturado que se representa, en un comienzo, como

cosmógrafo, geógrafo y navegante pero que termina apagándose en una inscrip-

ción invertida de sí mismo como la del suplicante que marca la Sumaria Relación de

1590.

La categoría de narrativa del desamparo se articula alrededor de la imagen

del abandono que sufren Sarmiento de Gamboa y sus pobladores. Abandono en el

que convergen la búsqueda infructuosa de auxilio tematizada a través de la caren-

cia de ropa, alimentos, refugio. El deterioro corroe dos elementos imprescindibles

para el navegante y viajero: el barco y el calzado. Los pies descalzos y llagados de

los peregrinos y las naves que se deshacen, pulverizan delinean el marco de estro-

Page 326: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

326 MARÍA JESÚS BENITES

picio que ingresa e invade todos los niveles textuales.

Este proceso de ficcionalización es atravesado, tanto por los elementos que

intervienen en la narrativa del fracaso, como por los que aparecen en la exaltación

del momento mitificador. Estas dos categorías han sido propuestas por Beatriz Pas-

tor (1983) de manera contrapuesta. En los textos trabajados no se pueden estable-

cer estas distinciones como entidades separadas ya que el viajero se representa

como modelo de vasallo y continúa con la misión encomendada.

La actitud paradigmática, propia del momento mitificador, es revelada en el

acto de fundación de ciudades y en el mismo proyecto colonizador. Los padecimien-

tos de un “nosotros” que lucha por sobrevivir en una naturaleza hostil, motivo que

atraviesa la narrativa del fracaso, se materializa en lo que, de acuerdo con una

propuesta de Margo Glantz (1992), se denomina escritura corpórea.

En las relaciones de 1583, 1584 y 1590 se observan los distintos registros en

de una escritura cuyo objetivo es recorrer otros sucesos que la alejan progresiva y

sustancialmente de los requerimientos de la Instrucción. El narrador refiere formal-

mente los acontecimientos que ante su magnitud reclaman un espacio textual y que

desplazan el exclusivo acto de responder preguntas.

En la Relación de lo sucedido a la Armada Real de Su Majestad en este viaje

del Estrecho de Magallanes de 1583, el nosotros permanece inmóvil, es la escritura

del puerto, de la espera, de las llegadas frustradas. La Relación hecha por Pedro

Sarmiento a Su Majestad sobre lo sucedido en el Estrecho de 1584, es la escritura

del desamparo que surge de la precaria implantación de las instituciones españoles

en el espacio que se coloniza.

La Sumaria Relación de 1590, es una escritura que prueba el servicio presta-

do, merecedor por las marcas que se llevan en el cuerpo de algún reconocimiento.

La relación de 1590 no surge de un mandato, la palabra fluye de las propias nece-

sidades de un sujeto que refiere diez años de padecimiento e invariable fidelidad al

Rey.

De esta manera determiné que en las narraciones sobre la segunda y acci-

dentada expedición al Estrecho de Magallanes todos los niveles que involucran la

coherencia textual funcionan alrededor de la figura de Diego Flores y Valdés, el

ineficaz general elegido por la Corona.

En estos textos Sarmiento desliza, escudado en la narración de la vileza de

los actos cometidos por el general de la Armada, una crítica al Consejo de Indias y,

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 327

de modo indirecto, al Rey, destinatario al que se apela en todos los relatos. La

escritura que desprestigia a Flores es el único medio de reivindicación que posee el

cosmógrafo; es con la “ley de la letra” (González Echevarría: 1990) con la que se

pugna por volver a ocupar el lugar del cual ha sido postergado por Felipe II.

Es importante destacar que, en todas las relaciones, el sujeto se aferra a la

concreción de su empresa, rasgo que define a la narrativa del desamparo ya que

desde este espacio textual no se reconoce el fracaso; si bien existe una conciencia

del sufrimiento y sacrificio que implica la colonización de tierras inhóspitas, la em-

presa no se asume como imposible.

La compulsión epistolar de Sarmiento me permitió indagar nuevamente as-

pectos tipológicos y posiciones del sujeto. Sus cartas también están escritas en los

marcos oficiales ya que tienen por principal destinatario al Rey, al Consejo de Indias

y a los secretarios del Rey, pero el móvil de su escritura no es únicamente el de

informar o hacer “entera relación” de determinados acontecimientos; su presenta-

ción no está supeditada a ninguna solicitud oficial. Por el contrario, en cada una de

ellas se esgrimen pedidos, reclamos, se deslizan quejas. Este imperativo del ruego,

gesto y contenido principal de las cartas, acerca la escritura al tono de una deman-

da jurídica.

He afirmado que la acción de demandar implica asimismo una respuesta que

dé satisfacción a los reclamos. Sarmiento dirige todas sus misivas a un superior que

es quien tiene el poder de otorgársela. En el origen de cada demanda está el su-

puesto del merecimiento. El narrador nunca cuestiona el objeto, solicita lo que está

seguro de merecer. En este contexto la escritura es el soporte, el ejercicio mediante

el cual el solicitante expone sus razones y refuerza con argumentos su pedido.

En todos los textos señalé un fragmento, ubicado la mayoría de las veces en

la parte final, en el que se expresa el pedido. Para definirlo utilicé el término jurídico

petitum (o petición) con el que han sido identificados los tramos en que se explicitan

los alcances de la solicitud.

He realizado una distinción tipológica entre las cartas y memoriales. Los últi-

mos si bien esgrimen una solicitud, lo hacen desde una tercera persona que invaria-

blemente acumula motivos y lisonjas que acreditan el valor de quien suplica. El

desarrollo discursivo de los memoriales no presenta la complejidad estructural de

las cartas ya que son textos breves que evitan desviaciones temáticas.

El abordaje del corpus de las epístolas y memoriales se detuvo en el modo en

Page 328: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

328 MARÍA JESÚS BENITES

que el narrador se construye en el texto para solicitar un determinado favor o

reconocimiento. Qué se suplica y cómo es ese gesto del pedido fueron las indaga-

ciones centrales de este análisis.

Advertí una progresión inversa, tanto en el objeto de la acción de suplicar

como en la voz, cada vez más fracturada, del suplicante. En un primer momento el

ruego tiene como objetivo el móvil de la honra, la estimación y la hacienda, que se

reitera en las cartas escritas entre los años 1572 y 1581. Es el discurso de un

navegante y colonizador eufórico, merecedor por sus hazañas de los más altos

reconocimientos.

Este móvil es apartado por el del pedido angustiante de auxilio para los po-

bladores del Estrecho y para él mismo encerrado en las oscuridades del “castillo

infernal”. Definí a la escritura de esta fase también como “corpórea” ya que en ella

se reflejan los tonos del desamparo y el cuerpo se inscribe en el texto para exponer

los jirones a los que las penurias lo han reducido. Las imágenes del deterioro se

rescriben y el narrador enfatiza la pérdida: dientes, pelo, peso... que lo convierten

en una imagen fantasmática.

El recorrido por los escritos de Sarmiento de Gamboa ha estado atravesado

por referencias a los azarosos acontecimientos de su vida para determinar el modo

en que los mismos se inscriben en los textos y definen a un hombre presuntuoso,

escindido y, sobre todo, profundamente solitario.

Con este “derrotero” por veinte años de escritura, he tratado de completar el

trazo de la firma, de restituir al papel esa parte que una pluma impetuosa desgarró.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 329

Bibliografía

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330 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 331

ggggg PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA

A) TEXTOS DE PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA

I- MANUSCRITOS

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS - PATRONATO 33

¿ Carta al Rey Felipe II. 4 de marzo de 1572. (N° 2, R. 1, S. 1).

¿ Carta al Consejo de Indias. 4 de marzo de 1572. (N° 2, R. 1, S. 2).

¿ Parecer de Pedro Sarmiento de Gamboa. 1580 (N° 3, R. 2).

¿ Representación al Rey. Madrid, 6 de marzo de 1581. (N° 3, R. 9, S. 1).

¿ Representación al Rey 15 de marzo de 1581. (N° 3, R. 9).

¿ Memorial presentado sobre la manera de buques que era conveniente fuesen al Estrecho

de Magallanes, el tiempo en que se convenía salir para él de España y la navegación que se

había de hacer. (N° 3, R. 2). 1581.

¿ Carta al Rey. Río de Janeiro, 26 de octubre de 1582. (N° 3, R. 16).

¿ Carta al Rey. Río de Janeiro, 30 de octubre de 1582. (N° 1, R. 17).

¿ Itinerario de la Armada de Diego Flores de Valdés. 1 de junio de 1583. (N° 3, R. 28).

¿ Relación de los capitanes, naos maestres y pilotos que S. M. proveyó para la Armada que envió

en la jornada del Estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Fernando de Magallanes y lista

de los pobladores del Estrecho. Río de Janeiro, 1 de junio de 1583. (N° 3, R. 29).

¿ Derrotero de la navegación que hizo la Armada del general Diego Flores de Valdés. Río de Ja-

neiro, 1 de junio de 1583. (N° 3, R. 27).

¿ Relación hecha a Su Majestad sobre lo sucedido en el Estrecho de Magallanes cuando allí se

quedó y fundó dos ciudades. Pernambuco. 18 de septiembre de 1584. (N° 3, R. 46).

¿ Relación, gentes, provisiones de Pedro Sarmiento de Gamboa. San Sebastián de Río de Janeiro,

13 de julio de 1584. Con duplicado. (N° 3, R. 38, S. 5).

¿ Carta a Antonio de Eraso. Villa Nuestra Señora de la Visitación. 5 de enero de 1585. (N° 3, R. 60,

S. 3).

¿ Carta a Felipe II, Capitanía del Espíritu Santo, Victoria 5 de enero de 1585. (N° 3, R. 60, S. 1).

¿ Carta a Felipe II desde Río de Janeiro. (N° 3, R. 60, S. 7).

¿ Carta a Don Juan Idiaquez. Mont de Marsán, 27 de septiembre de 1589. (N° 3, R. 68, S. 7).

¿ Carta a Felipe II. Cárcel de Mont de Marsán, 2 de octubre de 1589. (N° 3, R. 68, S. 8).

¿ Sumaria Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador y capitán general del Estrecho de

la madre de Dios antes nombrado de Magallanes y de las poblaciones en él hechas y que se han

de hacer para Vuestra Majestad. El Escorial 15 de septiembre de 1590. (N° 3, R. 68).

¿ Relación de lo que monta lo que parece será menester de bastimentos para cien hombre

por diez y ocho meses, los seis meses para el viaje de aquí al Estrecho y doce para quedar

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332 MARÍA JESÚS BENITES

allá. Principios de 1591. ( N° 3, R. 1, S. 5).

¿ Memorial presentado a Su Majestad de lo que convenía proveerse para la jornada de la población

y fortificación del Estrecho de Magallanes. (N° 3, R. 1, S. 2).

¿ Tanteo de los me parece se debería proveer para la fortificación y población del Estrecho.

¿1591?. (N °3, R. 1. S. 4).

¿ Balance de lo que será menester de bastimentos, y lo que valdrá para cient soldados por diez y

ocho meses, y para treinta marineros por diez meses. (N° 3, R. 1, S. 1).

¿ Memorial a Felipe II. ¿1591?. (N° 3, R. 68, S. 4).

¿ Memorial a Felipe II del 21 de noviembre de 1591. (N° 3, R. 68, S. 12).

¿ Memorial a Felipe II del 21 de noviembre de 1591. (N° 3, R. 68, S. 13).

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS – INDIFERENTE GENERAL

¿ Carta a Felipe II. Bahía de Todos los Santos, 10 de diciembre de 1583. Indiferente General.

COLECCIÓN DE MANUSCRITOS DE JOSÉ TORIBIO MEDINA.

¿ Carta a Felipe II. Sevilla, 11 de agosto de 1581.

¿ Carta al Secretario de Felipe II, Don Antonio de Eraso. Sevilla, 7 de agosto de 1581.

¿ Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.

¿ Carta a Felipe II. Sanlúcar de Barrameda, 5 de abril de 1589. Tomo 254. Folios 244 – 245.

¿ Carta al Secretario de Felipe II. Bonanza, 24 de abril de 1592. Tomo 255.

ARCHIVO DE SIMANCAS

¿ Carta a Don Antonio de Eraso. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.

¿ Carta a Don Alonso de Bazán, Capitán General de la Armada, del 10 de julio de 1592 desde

el galeón San Felipe. Guerra Antigua. Legajo 354.

II- EDITADOS

VIAJES A LAS ISLAS SALOMÓN

Relación a las Islas Salomón en Amancio Landín Carrasco, Vida y viajes de Pedro Sarmiento

de Gamboa, Madrid: Instituto Histórico de Marina, 1945, pp. 215 – 233.

HISTORIA ÍNDICA

Historia de los Incas, en Francisco de Toledo. Supremo organizador del Perú de Roberto

Levillier.

Buenos Aires: Portas, 1942. [1572]. Tomo III, pp. 3 - 154.

Historia de los Incas, Buenos Aires: Emecé, 1942. [1572].

Historia de los Incas, Buenos Aires: Emecé, 1943. [1572].

Page 333: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 333

Historia de los Incas, Buenos Aires: Emecé, 1947. Edición y notas de Ángel Rosenblat. [1572].

Historia de los Incas, Madrid: Polifemo y Miraguano, 1988. [1572].

VIAJES AL ESTRECHO DE MAGALLANES

Viage al Estrecho de Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa en los años de

1579 y 1580 y la noticia de la expedición que después hizo para poblarle, Madrid; Imprenta

la Gazeta, 1768. Edición, introducción y notas a cargo de Bernardo de Iriarte. [1580].

El descubrimiento del Estrecho de Magallanes, Transcripción y notas de Pablo Pastells.

Madrid: Sucesión Rivadeneira, 1920. pp. 480 – 645.

Viajes al Estrecho de Magallanes, Buenos Aires: Emecé, 1950. Edición y notas de Ángel

Rosenblat. Introducción a cargo de Armando Braun Menéndez. Dos tomos.

Viajes al Estrecho de Magallanes, Madrid: Alianza, 1988. Introducción, transcripción y no-

tas de María Justina Sarabia Viejo. [Relaciones de 1579 y 1590]

“Sumaria Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador y capitán general del Estrecho

de la Madre de Dios, antes nombrado de Magallanes, y de las poblaciones en él hechas y que se

han de hacer por Vuestra Majestad”. [1590] En Colección de documentos inéditos del Archivo

General de Indias, Volumen V. 1875. pp. 286 – 419.

Derrotero al Estrecho de Magallanes, Madrid: Historia 16, 1987. Edición e introducción de Juan

Bautista González. [Relación de 1580].

B) TEXTOS VINCULADOS A PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA

I- MANUSCRITOS

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

¿ Descripción del viaje que hizo Juan Ladrillero para terminar de descubrir el Estrecho de

Magallanes y sus tierras desde los últimos límites de las provincias y gobernación de Chile

hasta dicho Estrecho. 1558. (P. 33, N° 1, R. 1). En Pablo Pastells, El descubrimiento del Estrecho

de Magallanes. (pp. 499 – 500).

¿ Aviso del Secretario Antonio de Eraso de participando al Consejo haberse dado a Sarmiento

el gobierno del Estrecho y salarios señalados. 20 de marzo 1581. (P. 33, N° 3, R. 9, S. 2).

¿ Real Cédula a los oficiales de la Ciudad de los Reyes ordenándoles pagar a Pedro Sarmiento

de Gamboa 1000 ducados de ayuda de costa en atención por haber venido desde el Perú p o r

el Estrecho de Magallanes y volver a hacer allí para su población. Lisboa 10 de septiembre de

1581. (P. 33, N° 3, R. 68).

¿ Real Cédula a los oficiales de Charcas en la que se les ordena pagar al gobernador Pedro

Sarmiento de Gamboa, 1000 ducados en atención a sus servicios, y los que hará en la población

del estrecho de Magallanes, Lisboa, 10 de julio de 1582. (P. 33, N° 3, R. 68. S.).

¿ Expediente con declaraciones acerca de la llegada a la ciudad de Lima de ciertos ingleses con la

intención de poblar cerca del Estrecho de Magallanes. Fechado en Lima el 20 de febrero de 1579.

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334 MARÍA JESÚS BENITES

(P. 32, R. 6).

¿ Parecer de Juan Bautista Gesio. 27 de agosto de 1579. Madrid. (P. 33, N° 2, R. 7).

¿ Nombramiento dado por Francisco de Toledo, virrey del Perú a Pedro Sarmiento de Gamboa.

Lima, 9 de octubre de 1579. (P. 33, N° 2, R. 5).

¿ Instrucción al Capitán Pedro Sarmiento de Gamboa dada por Francisco de Toledo. Octubre

de 1579. (P. 33, N° 3, R. 6).

¿ Apuntamiento para la instrucción que se había de dar a Pedro Sarmiento de Gamboa, que iba por

tierra al Estrecho de Magallanes, acerca de los dos fuertes y demás torres que se habían de

construir allí de Juan Bautista Antonelli. (P. 33, N°3, R. 10. 1581). En Pablo Pastells, El descubri-

miento del Estrecho de Magallanes. (pp. 499 – 500). En Ángel Rosenblat, “Apéndice Documen-

tal” a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp. 301 – 302).

¿ Instrucción para los fuertes del Estrecho de Magallanes” de Tiburcio Spanoqui. (P. 33, N° 3,

6. 1580). En Pablo Pastells, El descubrimiento del Estrecho de Magallanes. (pp. 496 – 498).

En Ángel Rosenblat, “Apéndice Documental” a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp.

302 – 304).

¿ Real Cédula a los oficiales de la ciudad de los reyes ordenándoles pagar a Pedro Sarmiento

de Gamboa, 1000 ducados de ayuda de costa en atención por haber venido desde el Perú

por el Estrecho de Magallanes y volver a hacer allí para su población. Lisboa 10 de septiem-

bre de 1581. (P. 33, N° 3, R. 68. S. 2).

¿ Real Cédula a los oficiales de Charcas en la que se les ordena pagar al gobernador Pedro

Sarmiento de Gamboa, 1000 ducados en atención a sus servicios. Lisboa, 10 de julio de

1582. (P. 33, N° 3, R. 68. S. 3).

¿ Cuenta y razón del dinero que dio Agustín Gentil por el rescate de Sarmiento de Gamboa,

en virtud de orden que para ello le dio Don Juan de Idiaquez, cuyo costo fue de un ciento nove-

cientos once mil maravedíes. Madrid, 8 de agosto de 1590. (P. 33, N° 3, R. 9).

¿ Dos notas sobre el descuento que debía hacerse de Pedro Sarmiento de Gamboa de las rentas

que gozaba para el pago del costo de su rescate. Uno es de Juan de Idiaquez a Su Majestad.

Madrid, 2 de enero de 1591, La otra no tiene fecha. (P. 33, N° 3, R. 9).

¿ Real Cédula a Pedro Sarmiento de Gamboa dándole el título de Almirante de alarmada de los

Galeones. El Pardo. ¿1591? Indiferente 433. Legajo N° 2. Folios 94 – 95.

II.- EDITADOS

FLORES Y VALDÉS, Diego, “Carta a Antonio de Eraso”. (1581), en Ángel Rosenblat, Apéndice Documen-

tal a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp. 307 – 311).

---------- , “Carta a Felipe II” (1582) en Ángel Rosenblat, Apéndice Documental a Viajes al Estrecho

de Magallanes. (T. II: pp. 311 - 314).

----------, “Dos cartas del General Diego Florez de Valdés, dando cuenta de varios sucesos de su

expedición al Estrecho de Magallanes y lo que ocurrió con unos corsarios ingleses.” (1583), en

Page 335: Con La Lanza y Con La Pluma[1]

"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 335

Ángel Rosenblat, Apéndice Documental a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp. 315 – 328).

HERNÁNDEZ, Tomé, “Declaración que de orden del Virrey del Perú Don Francisco de Borja, príncipe de

Esquilache hizo ante escribano Tomé Hernández, de lo sucedido en las dos poblaciones funda-

das en el Estrecho de Magallanes por Pedro Sarmiento de Gamboa”, en Ángel Rosenblat, Epílogo

a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp. 373 – 386).

MENDAÑA, Alvaro de, “Relación y suceso de las cosas que han sucedido y pasado en el descubrimien-

to de las islas que el ilustre Sr. Alvaro Davendaña fue a descubrir el año de 1567 hasta el de 1568,

por mandado del muy ilustre señor el licenciado Castro, su tío, gobernador y presidente de los

reinos del Perú”. En Colección de documentos inéditos del Archivo General de Indias, 1875,

Volumen V (pp. 221- 285).

URDANETA, Andrés de Relación escrita y presentada al Emperador por Andrés de Urdaneta de los

sucesos de la armada del comendador Loaysa desde el 24 de julio de 1525 hasta el año 1535.

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 345

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DICCIONARIO de Autoridades. Edición Facsímil de 1753. Madrid: Gredos, 1963. Edición dirigida por

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DICCIONARIO de Americanismos. Dirección, textos y prólogo de Marcos A. Morínigo, Buenos Aires:

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DICCIONARIO de la Literatura Española. Dirección Germán Bleiberg y Julián Marías, Madrid: Revista de

Occidente. 1964. Versión aumentada y corregida.

FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín, Colección de los viages y descubrimientos que hicieron por mar

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FERRATER MORA, José, Diccionario de Filosofía, Buenos Aires: Sudamericana, 1966.

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346 MARÍA JESÚS BENITES

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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 347

"Con la lanza y con la pluma"

La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa

Se terminó de imprimir en el Departamento de Publicaciones

de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional

de Tucumán, en el mes de Marzo de 2008.