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NÓMADAS 160 * Quiero agradecer la infatigable generosidad de Rossana Reguillo en su tarea de ampliar y consolidar redes. Agradezco asimismo la lectura de este artículo, y los oportunos comen- tarios de Ramiro Segura, Néstor Artiñano y Gastón Cingolani. ** Magíster en Sociología de la Cultura. Instituto de Desarrollo Económico y Social - Uni- versidad Nacional de La Plata, Universidad de Buenos Aires. E-mail: scaggiano@sinectis. com.ar La tensión entre centro y periferia como elemento cons- titutivo de la producción de conocimiento es un problema, antiguo y actual, que puede pensarse en diferentes niveles de análisis. Este ensayo atiende concretamente la tensión entre un centro nacional y una periferia regional, en el con- texto de la inmigración boliviana a la Argentina. Procura dar cuenta de algunos peligros que puede implicar la pro- ducción de conceptos de pretendido “alcance nacional” que olvidan o buscan borrar su anclaje histórico cultural; asi- mismo, se sugieren algunas consecuencias políticas de este propósito; también, se propone la comunicación intercultural como herramienta teórico metodológica que pueda ayudar en la producción de conceptos y categorías no expansionistas. The tension between centre and periphery as a constitutive element in the knowledge production is an old but present problem which can be thought on several levels of analysis. This essay attends to the particular tension between a national center and a regional periphery, in the context of the Bolivian immigration to Argentina. The article tries to show some of the risks the production of concepts which attempt to erase their historical and cultural “roots”, and claim to have “national range” entail. Likewise, it suggests some political outcomes of this movement. At the same time, intercultural communication is proposed like a theoretical and methodological tool that can help to produ- ce non-expansionist concepts and categories. Palabras clave: Migraciones, intercultura, centro, peri- feria, nacional/regional, Bolivia, Argentina. CONCEPTOS “NACIONALES” EN PERIFERIAS REGIONALES * Sergio Caggiano ** “Para los intelectuales franceses es imposible imaginar el poder y el deseo que habitaría en el sujeto innombrado del Otro de Europa” Gayatri Chakravorty Spivak

CONCEPTOS “NACIONALES” REGIONALESnomadas.ucentral.edu.co/nomadas/pdf/nomadas_20/20_14C... · 2015. 9. 7. · tarios de Ramiro Segura, Néstor Artiñano y Gastón Cingolani. **

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* Quiero agradecer la infatigable generosidad de Rossana Reguillo en su tarea de ampliar yconsolidar redes. Agradezco asimismo la lectura de este artículo, y los oportunos comen-tarios de Ramiro Segura, Néstor Artiñano y Gastón Cingolani.

** Magíster en Sociología de la Cultura. Instituto de Desarrollo Económico y Social - Uni-versidad Nacional de La Plata, Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected]

La tensión entre centro y periferia como elemento cons-titutivo de la producción de conocimiento es un problema,antiguo y actual, que puede pensarse en diferentes nivelesde análisis. Este ensayo atiende concretamente la tensiónentre un centro nacional y una periferia regional, en el con-texto de la inmigración boliviana a la Argentina. Procuradar cuenta de algunos peligros que puede implicar la pro-ducción de conceptos de pretendido “alcance nacional” queolvidan o buscan borrar su anclaje histórico cultural; asi-mismo, se sugieren algunas consecuencias políticas de estepropósito; también, se propone la comunicación interculturalcomo herramienta teórico metodológica que pueda ayudaren la producción de conceptos y categorías no expansionistas.

The tension between centre and periphery as aconstitutive element in the knowledge production is an oldbut present problem which can be thought on several levelsof analysis. This essay attends to the particular tensionbetween a national center and a regional periphery, in thecontext of the Bolivian immigration to Argentina. The articletries to show some of the risks the production of conceptswhich attempt to erase their historical and cultural “roots”,and claim to have “national range” entail. Likewise, itsuggests some political outcomes of this movement. At thesame time, intercultural communication is proposed like atheoretical and methodological tool that can help to produ-ce non-expansionist concepts and categories.

Palabras clave: Migraciones, intercultura, centro, peri-feria, nacional/regional, Bolivia, Argentina.

CONCEPTOS“NACIONALES”EN PERIFERIAS

REGIONALES*

Sergio Caggiano**

“Para los intelectuales franceses es imposibleimaginar el poder y el deseo que habitaría

en el sujeto innombrado del Otro de Europa”Gayatri Chakravorty Spivak

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Enrique Grau (Colombia 1920-2004),Homenaje a las víctimas de la violencia,

121 x 29 x 29 cm, ensamblaje-técnicamixta, 2003

En el campo de los estudiosmigratorios, como en las ciencias so-ciales en general, es común el uso deconceptos con pretensiones universa-lizantes. Esto suele implicar la exten-sión de la competencia de dichosconceptos desde unos objetos y pro-blemas hacia otros cualitativamentedistintos, desconociendo las específi-cas condiciones sociohistóricas en queéstos fueron generados. Este tipo deconceptos presenta al menos dos gran-des inconvenientes: primero, dificul-ta la comprensión de la peculiaridadde aquellos otros objetos y problemasa los cuales se aplica; segundo, difi-culta también la comprensión de lapeculiaridad del fenómeno en relacióncon el cual el concepto ha sido real-mente desarrollado.

Sin duda, son diversas las formasen que estos inconvenientes y riesgospueden ser evitados. Presentaré a con-tinuación algunos aportes que en estadirección puede hacer la comunicaciónintercultural entendida como herra-mienta teórico metodológica. Para elloharé algunas precisiones acerca de loque entiendo por comunicaciónintercultural, e intentaré mostrar algu-nos resultados de su puesta en prácti-ca efectiva, tomando como ejemplouna investigación propia sobre proce-sos migratorios contemporáneos en Ar-gentina.

Una investigación y doscontextos

En esta investigación me habíapropuesto efectuar un análisiscontrastante de procesos identitariosentre inmigrantes procedentes deBolivia hacia la Argentina, pro-curando dar cuenta del procesocomplejo de autoidentificación yheteroidentificación, es decir, trabajan-

do con los inmigrantes y tambiéncon la sociedad “receptora”. Desa-rrollé el estudio en las ciudades deLa Plata y de San Salvador de Jujuy,las cuales presentan significativasdiferencias entre sí1 .

La Plata es la ciudad capital dela provincia de Buenos Aires y estáubicada en el centro-este del país,a unos 60 kilómetros de la ciudadde Buenos Aires, capital federal dela Argentina. San Salvador de Jujuyes la ciudad cabecera del departa-mento doctor Manuel Belgrano, a lavez que la capital de la Provincia deJujuy, que limita al norte con los de-partamentos de Potosí y Tarija, en

el sur de Bolivia. La provincia deBuenos Aires es una de las más im-portantes de la “región pampeana”,el principal polo de crecimiento dela economía nacional desde princi-pios del siglo pasado, mientras queSan Salvador es la capital de unade las provincias más relegadas entérminos de desarrollo económico.

También la composición “étnica”(en sentido clásico) de cada zona essingular. Por un lado, porque al mo-mento de la conquista española elNoroeste y el Río de La Plata consti-tuían respectivamente la región másdensamente poblada, y una de lasmenos densamente pobladas, del te-rritorio que sería argentino. Y, porotro, por contar con historias mi-gratorias diferentes. En términoscuantitativos, el impacto de la inmi-gración “europea” en La Plata a prin-cipios del siglo XX es mucho mayorque en Jujuy. Correlativamente, lahistoria del territorio jujeño estámarcada por desplazamientos y con-tactos poblacionales con el sur occi-dental de Bolivia desde mucho antesde la división política moderna en es-tados nacionales, mientras que la pre-sencia boliviana en La Plata seremonta a las recientes décadas de1960 y 1970.

En un trabajo previo (Caggiano,2000) había podido dar cuenta dealgunos aspectos de la lógica discri-minatoria y el racismo que la socie-dad “receptora” en La Plata poníaen marcha frente a los inmigrantesbolivianos. La hipótesis que se im-ponía para el trabajo de contraste(no sólo a partir de este anteceden-te, sino de acuerdo con la bibliogra-fía especializada), era la de laeventual repetición o réplica de losmismos aspectos discriminatorios enSan Salvador de Jujuy.

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Detrás de esta hipótesis funcio-naba la noción de la ideologíaeuropeizante argentina, un concep-to crítico que, paradójicamente, seha vuelto en Argentina una suertede lugar común en ámbitos acadé-micos (aunque no solamente). Paraexplicar la discriminación hacia el“mestizo latinoamericano” (Mar-gulis, 1999) en este país suele des-tacarse como clave la ideologíaeuropeizante que estaría en la basede la conformación del Estado-na-ción, y sus efectos y permanencia alo largo de la historia nacional(Oteiza, Novick y Aruj, 1997). Estaideología buscaría su sustento en lamitificación de un “momento fun-dacional” de la Argentina moderna(blanca) dado por la llegada de lainmigración masiva de fines del si-glo XIX y principios del XX.En efecto, el mito del “crisolde razas”, que testimoniaría lacreación de una nueva cultu-ra y una nueva identidad na-cionales por fusión de aquellas“razas”, sólo contempló (ycontempla) como sus compo-nentes a las “razas” europeas.Sobre esta base, entonces, seapoyaría la ideología europei-zante argentina que habríapermeado vastos sectores de lapoblación.

Sin embargo, tres elemen-tos de distinta naturalezaprovocaban mi desconfianzarespecto de los alcances posi-bles del concepto de ideologíaeuropeizante o europeísmo: 1)Una base epistemológica gene-ral orientada más a indagar pordiscontinuidades (Foucault,1991) que por continuidades;2) el interés por la relaciónhistórica “centro-periferia”(capital-“interior”, puerto-pro-

vincias, etc.) que ordena económi-ca, social y culturalmente a la Ar-gentina, y una posición crítica frenteal centralismo que caracteriza esarelación; 3) la evidencia de las di-ferencias materiales y sociocul-turales históricas entre las ciudadesde La Plata y San Salvador esboza-das anteriormente.

La comunicación interculturalcomo herramienta teórico meto-dológica facilitó una aproxima-ción al problema atenta a lasdesconfianzas y prevenciones an-tedichas. Esto sugiere que los atri-butos y potencialidades de estaherramienta pueden ser provecho-sos para los estudios migratoriosal aportar, entre otras cosas, unaperspectiva crítica alerta ante las

operaciones universalizantes deciertas nociones.

La pregunta y losrequerimientos de lacomunicaciónintercultural

La emergencia de la comunica-ción social como campo de estudiocontiene en ciernes el problema dela interculturalidad, y anticipa algu-nos rasgos de su tratamiento contem-poráneo. A pesar de lo que puedapensarse desde una mirada ingenua,la existencia de un “código” plena-mente compartido por las partesinvolucradas no se cuenta entre losrequisitos necesarios de un procesocomunicacional. Por el contrario, lo

que es imprescindible para lacomunicación es un ciertodesfase entre los códigos de losdiferentes “polos” o nodos deeste proceso. La comunicaciónsurge donde hay opacidad y nodonde hay transparencia. Laopacidad y, consecuentemen-te, los malentendidos y las “al-teraciones” son constitutivos dela comunicación. Se ve en elloel despunte del problema de lainterculturalidad en sentidoamplio, toda vez que dirigir losinterrogantes hacia ese desfaseo esa asimetría pone el foco so-bre un desacuerdo entre dos(o más) conjuntos de materia-les significantes (y sus lógicasde articulación), con los cua-les dar sentido al mundo.

El acercamiento de losconceptos de comunicación einterculturlidad, y la progresivaconformación de un campoespecífico, si bien relativa-mente reciente, reviste una

Enrique Grau, Niña con trenzas, 35 x 26 cm,xilografía/papel, 1943

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complejidad que por razones de es-pacio no es posible abordar aquí2 . Lasiguiente presentación de la comuni-cación intercultural como enfoque teó-rico metodológico subraya solamentealgunos aspectos relevantes para estaargumentación.

La comunicación intercultural se in-terroga por el espacio de concurren-cia/competencia (cooperación ydisputa) de y por las significacionesde la realidad social. La comunica-ción intercultural consiste en el pro-ceso de interrelación entre actoressociales culturalmente distintos, y enel proceso de constitución o consoli-dación de esos actores sociales comotales. La circulación dialogal y con-flictiva resultará en representacionesdivergentes, y el cruce y encuentrode esas representacionesestructurarán la defini-ción de sectores y gruposcomo “propios” o “extra-ños”. Por este camino, lacomunicación intercul-tural tiene algo que de-cir acerca de los procesosde negociación y luchapor el sentido de lo social,y de los mecanismos deconfiguración de las cla-sificaciones sociales. Entanto que dimensión ana-líticamente construida, el“espacio” de interrelaciónno será únicamente un lu-gar físico “real” de inter-cambio, sino también unterritorio discursivo en elque se imaginan colecti-vamente la estructuraciónsocial, sus clivajes y losagentes involucrados3.

Según la entiendo, lacomunicación interculturalplantea, entre otros, dos

requerimientos centrales que tienen,a su vez, implicaciones teóricas yefectos en el diseño empírico de unainvestigación.

1) Un estudio de comunicaciónintercultural supone la localización/definición de campos de interlocución.La construcción de sentido social esproducto de esos espacios en queparticipan actores diferentes, conhistorias, intereses y objetivos tam-bién diferentes, y muchas veces an-tagónicos. Grimson propone esteconcepto para caracterizar los espa-cios nacionales, constituidos comotales en la medida en que se corres-ponden con “la institución delenguajes específicos para hacer re-ferencia a la diferencia y la desigual-dad” (Grimson, 2000: 21). Si bien

Grimson se concentra en la nacióncomo campo de interlocución, aquíinteresa su acepción más genéricacomo “marco dentro del cual cier-tos modos de identificación sonposibles mientras otros quedan ex-cluidos” (Ibídem: 41).

Los campos de interlocución, tan-to en el plano de las formacionesimaginarias como en el de los in-tercambios efectivos, constituyen elespacio necesario para que los pro-cesos identitarios tomen forma. Esel estudio de dichos campos ydichos procesos lo que permite de-terminar el carácter inter de la co-municación intercultural. Es decir,la comunicación intercultural suponeel análisis de la constitución de ac-tores sociales en dichos campos y

procesos y, en este senti-do, permite apreciar laemergencia de esa inter-culturalidad. El prefijointer no señala, entonces,la relación entre dos cul-turas (pertenecientes ados agentes) ya defini-das, sino los efectos defrontera (diferenciadorese identificatorios) de esarelación. Indica la pro-ductividad más que laconectividad de una re-lación4 . Estudiar la co-municación interculturalsignifica investigar los es-pacios/dispositivos deproducción (y reproduc-ción) de diferenciacionese identificaciones, lasmodalidades que pue-dan asumir esos proce-sos, y los efectos quepuedan tener sobre losactores involucrados(productores y productode dichos procesos).Enrique Grau, El profeta, 44 x 31 cm, xilografía/papel, 1946

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Enrique Grau, El hereje, boceto para mural,41 x 50 cm, lápiz/papel, 1981

2) El segundo requerimiento deun estudio de comunicación intercul-tural es la inclusión del investigadorcomo una “voz” en estos campos deinterlocución. Puesto que se trata deindagar los procesos de negociacióny conflicto por “el sentido” y los me-canismos de nominación y clasifica-ción social, el propio investigadorestá involucrado de múltiples mane-ras en su “objeto”, lo cual debe po-der ser a su vez objetivado e incluidoen la interpretación de los fenóme-nos en cuestión. La etnometodo-logía, la antropología reflexiva yla sociología de Bourdieu hantrabajado lo suficiente so-bre este punto, así esque apenas recordarélas dos dimensiones enque se da aquel involu-cramiento que es preciso objetivar.

La primera resulta de los traba-jos de campo que requieren deinteracción con los sujetos acerca dequienes se desarrolla el estudio. Setrata en este punto de insistir, con-tra cualquier pretensión de cuño po-sitivista, en que “ni el investigadores un observador externo a la reali-dad que estudia, ni los sujetos ni elinvestigador ‘están’ en un lugar nointerpretado” (Guber, 1995: 31). Loque el investigador sea en esa rela-ción, y cómo esto impacte en su in-terlocutor y en la relación misma, esrelevante del mismo modo en quelo es lo propio del lado del “investi-gado”. En síntesis, frente a cualquieranhelo neutralizante, se debe recal-car el carácter de compleja relaciónsocial que guarda toda interacciónen el campo, y las consecuencias deello sobre la propia investigación enla medida en que “todos los indivi-duos necesariamente llevan consi-go y expresan los asuntos de su propiasociedad” (Dwyer, 1982: 255).

problema que el lenguaje plantea alinvestigador en tanto constituye “uninmenso depósito de preconstruccionesnaturalizadas y, por tanto, ignoradas entanto que tales, (que) funcionan como

instrumentos incons-cientes de construc-ción” (Bourdieu y

Wacquant, 1995: 180).

La investigación y susresultadoscontrastantes

Reseñar algunos de los resulta-dos de la investigación contrastativaentre La Plata y San Salvador deJujuy ayudará a apreciar la herra-mienta teórico metodológica presen-tada tras su puesta en uso efectiva5 .Los campos de interlocución que pu-dieron reconocerse son diferentes en-tre sí, sus dinámicas y lógicas internastambién lo son, de igual modo quelos actores definidos en uno y otrocaso, y la topografía resultante de re-laciones y posiciones sociales. Todoello pudo comprobarse de varias ma-neras, entre las cuales rescataré lasdos de mayor relevancia para este ar-tículo: la presencia de elementoscomunes o divergentes en las repre-sentaciones de inmigrantes y “nati-vos” en una ciudad y la otra, y losmodos distintos de darse el racismoen cada caso.

En primer lugar, entonces, la re-lación de cercanía o lejanía que guar-dan entre sí el “discurso de los‘nativos’” y el “discurso de los inmi-grantes” distingue claramente ambasciudades. Si en el caso de San Sal-vador puede decirse que ambosdiscursos pertenecen a una misma for-mación discursiva (Foucault, op. cit.),en La Plata se presenta una situaciónmuy diferente.

La segunda dimensión, que es laque me interesa resaltar, está dadapor el momento del análisis y la in-terpretación. La atención debe es-tar puesta aquí sobre la eventualimposición ingenua de las catego-rías propias (del investigador, o me-jor, “de su propia sociedad”). En estecaso suele hacerse patente la proba-ble confusión entre “conceptos de ex-periencia próxima” y “conceptos deexperiencia distante” (Geertz, 1994)y, consecuentemente, la necesidadde vigilancia sobre los conceptos ylas categorías. Esta vigilancia noapunta a ganar “distancia” desde las“categorías nativas” hacia la alturade “imparcialidad” de las “catego-rías analíticas”, sino a prevenir so-bre el uso inadvertido que el analistapuede hacer de sus propios “concep-tos de experiencia próxima” como“conceptos de experiencia distante”.En otras palabras, prevenir sobre el

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Enrique Grau, Esclavo, boceto para mural,33,5 x 41,5 cm, lápiz/papel, 1981

Puede decirse que en Jujuy esidentificable una regularidad comúna ambos discursos en la formación(discursiva) de los objetos, modali-dades enunciativas, conceptos y te-mas, mientras que en La Platahallamos una mayor distancia en es-tas dinámicas de formación, así comoen el campo de elementos resultan-te. Que en San Salvador bolivianos yargentinos coincidan en configurarun determinado dominio de objetos nosignifica en absoluto que lacompatibilidad sea plena ytotal, o que las resolucionesvalorativas respecto de losproblemas sean las mismas.Significa que pueden reco-nocerse una serie de elementoscomunes que funcionan como pun-tos de partida y basamento de la ca-racterización (hecha por unos y porotros), de lo boliviano y de los boli-vianos. En esta ciudad hay límitesque definen un mundo de signi-ficaciones compartido por inmigran-tes y “nativos”. En cambio en La Platalas referencias correspondientes sue-len aparecer invertidas una respectode la otra, cuando no se ignorandirectamente.

Algunos ejemplos que ilustranel carácter compartido de ese do-minio en San Salvador pueden serexpuestos en forma de enunciadossimples. Podemos observar, así, queel boliviano es trabajador, de la mis-ma manera en que el argentino esvago. En segundo lugar, más allá dela legalidad vigente, para jujeños ybolivianos en Jujuy los hijos de boli-vianos nacidos en territorio argentinoson bolivianos (además de ser argen-tinos). En tercer lugar, se compartela opinión acerca de un crecimientosostenido de la presencia boliviana enla ciudad de San Salvador, lo cualestá vinculado estrechamente al

progresivo avance de “la cultura y lascostumbres” bolivianas en esta ciu-dad. Por último, en los dos discur-sos son señaladas las diferencias(regionales) internas que atraviesan alconjunto de los bolivianos en Jujuy. Esotro el cuadro que se dibuja en LaPlata. No aparecen allí ejes compar-tidos que configuren un espacio co-mún con estas características.Algunos trazos mínimos se compar-ten, pero traen ya las diferencias in-

corporadas. Que los bolivianos sontrabajadores, por ejemplo, es un he-cho para los propios bolivianos y paralos platenses, pero no la contrapar-te dada por la vagancia argentina(lo cual modifica la significación delprimer enunciado). Por otro lado,algo similar a la creciente presenciaboliviana en la zona es destacada,pero sólo por los platenses, y no porlos propios inmigrantes. Finalmen-te, las diferencias entre los mismos bo-livianos pueden ser rastreadas en el

enfoque de los inmigrantes, pero deninguna manera aparecen en el“discurso de los ‘nativos’”, caracte-rizado por la indiferenciación uhomogeneización de los inmigrantescomo “bolivianos” o, más aun, comoinmigrantes “latinoamericanos”.

En segundo lugar, las diferenciasentre los campos de interlocución sevuelven claras cuando se pone aten-ción sobre los modos distintos dedarse el racismo en una ciudad y enla otra.

Ciertamente, en las dos ciuda-des podemos hallar manifestacionescoincidentes de lo que denomino

nacionalismo racista para aludir, demodo general, a un tipo de prác-ticas discriminatorias por mediode las cuales se asume y repro-duce una jerarquía socio-simbólica en clave nacional, enel interior de la cual los grupossociales son fijados en lugaresmás o menos inmóviles. Estasprácticas y discursos no seestructuran en torno a laraza, con sus viejas preten-siones biológicas. Ponen en

marcha muchos de los me-canismos propios de lo que al-

gunos autores analizan como racismoposmoderno o “racismo sin razas”,para el cual “el tema dominante noes la herencia biológica sino las in-superables diferencias culturales”(Harrison, 1995: 48-49; Sodré,1992).

Pero más allá de esta coinciden-cia general, aparecen diferencias nomenos importantes. Puede apreciár-selas, por ejemplo, en los discursos delas prensas gráficas locales. En los pe-riódicos de La Plata, cuando “la pro-blemática migratoria” no es tratadaexplícitamente, la única forma en

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Enrique Grau, Esclavo, 80 x 50 cm,carboncillo-pastel/papel, 2000

que los inmigrantes bolivianosganan visibilidad en los perió-dicos es mediante sufocalización como actores en elcampo delictivo/ilegal, y su fi-jación a estos espacios socia-les como aquellos que les sonpropios “por naturaleza”6. Peroen la prensa jujeña junto al es-pacio típico (Ž iž ek, 1998: 139)delictivo/ilegal aparece un es-pacio “cultural” en el cual losbolivianos son valorados favo-rablemente. Las fiestas, los car-navales, las conmemoraciones,son el marco para esa valora-ción. No obstante, no es posi-ble interpretar allí una líneaantidiscriminatoria. De unlado, porque el señalamientoexcepcional de “el mejor músi-co”, “la comparsa más espera-da”, etc., neutraliza los efectosgeneralizables de la caracteri-zación favorable. Se trata decasos especiales que no hacensino confirmar la regla de latipificación. De otro lado, por-que los “hermanos bolivianos”,sus manifestaciones yprácticas, son vinculados persisten-temente a una esfera de ancestralidady tradición, ligados a un pasado re-moto y, de este modo, encerrados enuna suerte de (no) tiempo origina-rio. Al lado de su aparición excepcio-nal o de su estima como testimonio deun pasado ideal, el inmigrante boli-viano común y presente retorna ensu forma típica. Los hermanos bolivia-nos, cuando dejan de ser hermanos,son colocados en el campo delictivo/ilegal. O mejor, colocados en el cam-po delictivo/ilegal los hermanos de-jan de ser hermanos.

Un segundo ejemplo lo consti-tuye el modo en que en ambas ciu-dades el término “boliviano” forma

parte de los insultos de los habitan-tes locales contra los residentes bo-livianos. En La Plata el insulto es“boliviano de mierda” (o similar),con el recurso a “bolita” como for-ma degradada de “boliviano”. EnSan Salvador de Jujuy, si bien se re-curre a estas fórmulas denigratorias,el modo más extendido para insul-tar utilizando aquel término esprecisamente utilizarlo, sin másagregados. Mientras en La Plata, en-tonces, “boliviano” es usado comopieza integrante de una injuria, enJujuy, “boliviano” es la injuria mis-ma que se pronuncia como ofensahacia los propios bolivianos. Lo queprecisa el insulto jujeño no es califi-car al boliviano (como parece ne-

cesitar hacerlo el insulto rio-platense), sino convertirlo(convertir su nombre) en ca-lificador. Es el eventual rasgoidentificatorio mismo el quese coloca como insulto per se.En San Salvador es porque loboliviano está entre nosotros,o mejor, dentro de nosotros,que se vuelve preciso señalar-lo. Es ese boliviano que estáya con y en nosotros lo que hayque sacar, como un mal quetiene que ser extirpado. Paraeso es menester el gesto mássencillo y más radical: nom-brarlo. En La Plata, en cam-bio, la adjetivación en elinsulto podría estar hablandode la necesidad de calificarlo extraño que viene de afue-ra, y que de este modo quedarechazado. La diferencia aquíse da por descontada: es algoque ya se sabe y que se ve. Loque es menester es indicarque esa diferencia es mala, noque la diferencia existe. Enla bolivianidad aceptadacomo dato (y calificada ne-

gativamente) del insulto platense,tanto como en la bolivianidad atri-buida (violentamente) del insultojujeño, se ve funcionar el naciona-lismo racista. Pero que justamentesea un dato o una atribución tieneimplicaciones muy diferentes.

En cualquiera de los dos ejem-plos lo que se puede apreciar es laexistencia de formas racistas diver-sas o dimensiones diversas del racis-mo. El discurso discriminatorioplatense consiste en un procedimien-to radicalmente externo y excluyen-te. Los mecanismos puestos en juegodarían cuenta de lo que Wieviorka(1992) llamara racismo como ideolo-gía, como un modo de la discrimina-

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ción que define límites netos entredistintos grupos, al tiempo que ofre-ce el sustento para la justificación dela opresión o directa negación de unotro que es, desde siempre y por defi-nición, externo a uno mismo7. En SanSalvador, en cambio, hallamos rasgosque recuerdan los que Foucault su-brayara como definitorios de un ra-cismo que se conformó cuando “eltema de la sociedad binaria divididaen dos grupos extraños por lengua oderechos (fue) sustituido por el deuna sociedad biológicamente mo-nista” dando lugar a la emergenciade “la idea de los extraños que estáninfiltrados o el tema de los desviadoscomo subproducto de esta sociedad”(Foucault, 1996: 72). El otro discri-minado de la sociedad “receptora”platense es ese elemento externo quela prensa confina a un campo margi-nal y el insulto coditidiano marcacomo indeseable. En San Salvador,son “los desviados de esta so-ciedad” los hermanos que laprensa coloca en el campodelictivo/ilegal, y son “los queestán infiltrados” aquellosque el insulto debe señalar ymostrar precisamente comotales. Y si bien no se trata sen-cillamente de exterioridad enun caso e interioridad en elotro, es clara la disparidad enel modo en que se trabaja yconstruye la distancia, asícomo es particular el modo desentir la presencia de ellosentre nosotros.

Un doblemovimiento contraconceptoscentrales

Los puntos reseñadosbrevemente son suficientes

para poner en cuestión los alcan-ces pretendidamente “nacionales”de la ideología europeizante o euro-peísmo como factor explicativo dela discriminación y el racismo. Laheterogeneidad u homogeneidadde las formaciones discursivas y losmodos específicos del racismo o, engeneral, las modalidades de recep-ción en cada una de las dos ciudadesimplican singularidades irreducti-bles a un único modelo explicati-vo, o a una lógica común. La ideologíaeuropeizante no funciona monolíti-camente. Antes bien, así como supeso parece indiscutible en La Pla-ta, en San Salvador vemos activar-se dinámicas y reglas propias ypeculiares. Es preciso, pues, asumirno sólo la insuficiencia de aquellaprimera explicación de la discrimi-nación, sino también el caráctercentral que funda su pretensióntotalizadora.

Dado que presenté resultados dela investigación, no me detuve ex-presamente en el segundo de los re-querimientos de la comunicaciónintercultural, la objetivación del lu-gar social del investigador, cuyo pesoreside en el proceso previo de cons-trucción de la investigación (y ensu revisión permanente). Pero dehecho este segundo requerimiento,en sus dos dimensiones, ha estadodetrás de la evaluación crítica de laideología europeizante en tanto quefactor explicativo.

La primera de esas dimensiones,la que atañe al investigador en elcampo y a la complejidad relacionalde la interacción, significó una seriede (auto) controles, aprendizajes,rupturas y reelaboraciones a lo largodel proceso. Un ejemplo conciso loda el hecho de haberme visto con-ducido, de manera más o menos brus-

ca, a asumir mi “ser gringo”frente a mis interlocutores,como resultado de la entrevis-ta mantenida con una mujerboliviana. No puedo detener-me en los detalles del encuen-tro, pero basta señalar que talasunción significó un punto deinflexión no solamente en esaentrevista sino en todo el tra-bajo de campo posterior. Tuvoconsecuencias metodológicas(y no solamente) de distintaíndole que afectaron desde losintercambios verbales (con ladiscusión explícita acerca delos gringos, y de mí en tanto quetal) hasta los aspectos cor-porales, posturales, proxé-micos, etc., durante losencuentros subsiguientes. Encualquier caso, estos distintoselementos posibilitaron la com-prensión del modo en que loracial/étnico desempeña su pa-

Enrique Grau, Esclavo, 70 x 50 cm, carboncillo-pastel/papel, 2001

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pel en las configuraciones identitariasentre algunos inmigrantes bolivianos.Pero lo que interesa más aquí es quepermitieron ver de qué modo ellotambién forma parte del conjunto decuestiones que diferencian entre sí aLa Plata y San Salvador. Yo no era elmismo gringo aquí o allí porque noeran las mismas relaciones sociales,ni lo racial/étnico (ni el resto de lasdimensiones identitarias), desempe-ñaba los mismos papeles en un lugary en otro.

Ahora bien, lo que quisiera ponerde relieve es la importancia que tienela segunda dimensión de esta ob-jetivación del lugar social del investi-gador; es decir, la objetivación de susconceptos y categorías como resulta-do de una exploración sistemática delos límites sociohistóricos de esos con-ceptos y categorías, y de las constric-ciones que esos límites imponen anuestras interpretaciones. En nuestrocaso, dicho esfuerzo es la condiciónpara una interpretación del racismo yla discriminación por fuera del con-cepto crítico de ideología europeizante,en la medida en que ese concepto esun aspecto definitorio del marco enel cual se mueve el investigador queinicia un trabajo sobre estos temas enla región central del país.

Esa “región central” es la mencio-nada zona del Río de La Plata, queincluye a La Plata, a la ciudad deBuenos Aires y a sectores del conglo-merado urbano conocido como AM-BA (área metropolitana de BuenosAires). Esta región no sólo ha sido lade mayor desarrollo económico en losúltimos ciento cincuenta años, sinoque encabezó también los procesos demodernización sociocultural de caraa Europa que proyectó y promovió afinales del siglo XIX la llamada “ge-neración del 80” y fue, por añadidura,

la de mayor afluencia de inmigrantesprocedentes de Europa en esas déca-das y las primeras del siglo XX8 . Es enesta región donde fue acuñado el con-cepto de ideología europeizante, y es enella también donde hemos visto queel concepto puede tener aún vigen-cia y fecundidad. Se vuelve indis-pensable, entonces, señalar estascondiciones específicas en que el con-cepto pudo ser construido, y poner ensuspenso su pretendido valor univer-sal/nacional. Podemos ver operar laideología europeizante en La Plata, enla ciudad de Buenos Aires, acaso enla región pampeana en general, esdecir, podemos verla operar en la re-gión central del país. Pero es necesarioafirmar que esta ideología europeizanteno es “argentina”.

El problema aquí es que en paísescomo la Argentina, que exhibe un or-denamiento institucional altamentecentralizado que atraviesa toda la his-toria del Estado nación, el uso deproposiciones totalizadoras y univer-salizantes ha servido a la pretensiónde interpretar o explicar con concep-tos y categorías centrales fenómenos yprocesos ocurridos en las más diversaslatitudes, y en las más variadas condi-ciones y contextos sociohistóricos. In-cluso un concepto crítico, como estede ideología europeizante o europeísmoargentino, puede correr esta suerte entanto desconoce procesos peculiares(que eventualmente dialogan con él,pero que pueden no hacerlo), y entanto desconoce su propia peculiari-dad al pretender universalizar su vali-dez. El señalamiento de la particularidadcultural e histórica del concepto es,entonces, el primer paso en este tra-bajo de objetivación de los propios con-ceptos y categorías.

Sin embargo, este esfuerzo deobjetivación y de crítica no debe de-

tenerse en el señalamiento de la par-ticularidad cultural e histórica de es-tos conceptos y categorías, y del“error” que conlleva su extensión paraexplicar otras particularidades. Es me-nester un segundo movimientocrítico. Es insuficiente señalar la par-ticularidad cultural del europeísmoporque a lo largo de la historia ésteha logrado efectivamente universali-zarse. ¿Qué significa esto? Que la pre-tensión (ideológica) europeísta dehecho se expandió junto con el pro-yecto nacional de la Argentina mo-derna. Lo paradójico es que décadasmás tarde el concepto crítico de ideo-logía europeizante se expandiera si-guiendo el mismo camino de laexpansión anterior.

Nos encontramos ante un atolla-dero: el de la producción de concep-tos y categorías críticos del centralismoen condiciones de producción inte-lectual centralizadas (que son produc-to del mismo centralismo que seprocura criticar). El europeísmo comoconcepto crítico reproduce en granmedida el mismo desplazamiento cen-tralista-expansionista del europeísmocomo proyecto cultural nacional. Porello es necesario revelar la universali-dad (hegemónica) de su particulismo(o, la particularidad de su universalis-mo)9. Este es el segundo movimientocrítico necesario.

Se ha hecho evidente, por último,que la “aplicación extendida” de esteconcepto es mucho más que un“error”. Su utilización sirve, muchasveces independientemente de la in-tención del usuario, a la reproduccióndel centralismo y a la expansión delos propios marcos cognoscitivos y cul-turales que lo sostienen.

La búsqueda de conceptos y ca-tegorías que permita aproximaciones

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no coloniales a los fenómenos socialesha mostrado su productividad en lasúltimas décadas, pero sin dudas no es(no puede ser), un proceso acabado.En esta búsqueda han contribuido dis-ciplinas “menores” o “no tradiciona-les”. En este sentido, procuré poner aprueba las potencialidades de la he-rramienta teórico metodológica pre-sentada para recoger, producir yarticular aportes en aquella dirección.Acaso la comunicación intercultural, conuna vaga historia disciplinar y ocupadaen circulaciones y desplazamientos, pue-da ser una herramienta oportuna paraapoyar dicha búsqueda.

Citas

1 El corpus para cada ciudad se conformó,por un lado, con los resultados de entre-vistas semiestructuradas mantenidas conlos inmigrantes; es lo que llamo el “dis-curso de los inmigrantes”. El “discursode la sociedad ‘receptora’”, por su parte,se conformó con dos tipos de material.De un lado, el resultante de entrevistascon platenses o jujeños: esto representóel “discurso de los ‘nativos’”. De otro, el“discurso de la prensa”, producto delrelevamiento de los periódicos diariosde mayor tirada en cada ciudad.

2 Puede hallarse una revisión de la historiadel campo en los Estados Unidos y algunospaíses de Europa en Miguel Rodrigo Alsina(1999). Por su parte, los estudios en comu-nicación y cultura en América Latina ofre-cen antecedentes importantes para una ten-dencia en la investigación intercultural(García Canclini, 1995). Para la relaciónentre comunicación y cultura como condi-ción de este proceso, Martín-Barbero(1991). Para las transformaciones históri-cas que motivan las preocupaciones por lacomunicación intercultural puede consultarsela bibliografía citada, así como Grimson(2000). En un trabajo anterior intento re-coger estos aportes (Caggiano, 2003).

3 Las “puertas de entrada” empíricas puedenser múltiples y variadas: desde el análisis dela interacción cara a cara en que se encuen-tran implicados, por ejemplo, migrantes ymiembros de la sociedad “receptora” (cen-tral para comprender la instauración de de-

terminados tipos de interrelación y no deotros), hasta el estudio de los medios masi-vos de comunicación (como uno de los so-portes materiales primordiales para que seconstituyan las imágenes de autorreferenciade la sociedad mayor, y las imágenes de lasllamadas “minorías”).

4 Se trata de una idea inspirada en las pro-posiciones de Jameson acerca de la cultu-ra. De acuerdo con el autor, “la cultura(...) no es una sustancia o un fenómenopropiamente dicho; se trata de un espejis-mo objetivo que surge de una relación en-tre, por lo menos, dos grupos. Es decir queningún grupo ‘tiene’ una cultura sólo porsí mismo: la cultura es el nimbo que perci-be un grupo cuando entra en contacto conotro y lo observa” (Jameson, 1998: 101).

5 El desarrollo de dicha investigación pue-de hallarse en Caggiano, 2003, cap. 2.

6 En los casos en que, en cambio, la “pro-blemática migratoria” es el tema, sueledarse una mayor apertura a distintos ac-tores y sectores sociales que conformanun debate relativamente diversificado.

7 Noción de la que el mismo autor se sepa-ra para proponer comprender el racismocomo mito (Ibídem).

8 La región que comparte estas caracte-rísticas es más amplia. Es difícil esta-blecer límites geográficos estrictos a unfenómeno que es económico y socio-cultural. Pero, sin duda habría que con-siderar qué sucede al respecto en la re-gión pampeana en general, en las prin-cipales ciudades de la ribera del RíoParaná, y en otras ciudades importan-tes del “interior” del país.

9 Acerca de la delicada relación entre uni-versalidad, particularidad y hegemoníapara pensar la crítica social y la políticacontemporáneas, ver Butler, Laclau yŽižek Slavoj (2003).

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