Conciencia y Dolor

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    LA CONCIENCIA DEL DOLOR Y EL DOLOR DE LA

    CONCIENCIA. Una aproximacin fenomenolgica al problema

    del dolor.

    Entre los mltiples enigmas que plantea el dolor a su recta comprensin se encuentra elde su renuencia al lenguaje. El carecer de un lenguaje preciso que nos permita

    describirlo es algo que todo paciente afectado de dolor ha experimentado alguna vez

    ante el mdico. La capacidad creativa del lenguaje se pone en juego cuando lo que se

    trata es de expresar el sufrimiento que padecemos en carne propia. De ah la recurrencia

    a la metfora y los desplazamientos semnticos casi siempre insuficientes y vagos-

    para describir lo que en principio parece indescriptible: es como si me clavasen

    alfileres, un dolor sordo y pesado que irradia calor, es como una onda que crece y

    decrece a un ritmo montono y regular, una viga clavada en la columna, duele

    como si un animal me devorase las entraas,., etc. Es tal vez esta incomunicabilidad

    del dolor unida a su radical intimidad lo que hace que sea comn caracterizarlo como

    una sensacin especialmente intensa y desagradable. Un anlisis lo ms preciso posibledel fenmeno del dolor ha de arrojar luz sobre su naturaleza.

    Por qu resulta tan difcil dar voz al dolor?1 Deforme, escurridizo el dolor no es una

    cosa; carece de perfiles ntidos, de figura, y no obstante su presencia inobviable se eleva

    amenazante, se destaca pasivamente sobre el mundo. Ciertamente cabe escudriar en

    una observacin atenta su fisonoma. Y es frecuente que el sujeto afectado de dolor,

    siempre que ste no alcance lmites inhumanos, descubra intentado averiguar

    desesperadamente qu es lo que le sucede a su cuerpo para as poder intuir un remedio-

    el foco o los focos del mismo, para lo cual puede incluso recurrir a sus propias manos

    como medio de estimular a travs de presin o tacto la zona de la cual parece irradiar la

    dolencia. Tambin es muy frecuente que en el proceso de autoobservacin uno acabe

    por descubrir ecos del dolor, esto es: dolores reflejos que el autntico foco del mal

    proyecta de forma ilusoria. Esta experiencia en la que la atencin revela la peculiar

    textura del dolor2 no coincide empero con el proceso de cumplimiento caracterstico de

    la experiencia perceptiva. Si bien, en la experiencia del dolor ganamos conciencia del

    mal en cuestin, no cabe hablar aqu propiamente de un escorzarse, ni tampoco de una

    decepcin en el mismo sentido que la experimentamos al cometer un error referido a

    objetos o estados de cosas del mundo natural. En la exploracin atencional que

    escudria la textura sensible del dolor no estamos ante una sntesis equivalente a aquella

    en que se constituye una cosa fsica o un proceso natural. El aparecer del dolorse agota

    en su pura presencia sensible, tras l, pese a su oscuridad opaca e impenetrable, no seoculta nada a no ser el absurdo-, y de ah que no quepa decepcin, como s acontece en

    la experiencia de cosas: el dolor carece de rostro. Tampoco esto debe confundirnos

    hacindonos negar la posibilidad real sugerida de la familiarizacin con el dolor -algo

    caracterstico en enfermos crnicos. En el tener que aprender a convivir con el dolor

    algo que nunca se termina de aceptar-, el enfermo aprende ms y ms de l, su

    experiencia gana cualitativa y cuantitativamente.

    El carcter no csico del dolor se funda adems en su ya sealada falta de perfiles.

    Pese a su omnipresencia obsesiva, a su extrema realidad indudable, el dolor es algo

    difuso, informe. Alojado en las oscuras entraas del cuerpo propio, el dolor articula el

    campo de la conciencia de modo peculiar: est ah, irradiando ominoso su influjonocivo3, cual invasor insidioso, inexpugnable, maligno, absurdo; constituye el centro de

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    nuestra existencia, quedando el resto de la vida como un fondo al que en vano

    intentamos huir. Casi informe se impone, sin embargo, como centro de atencin; es

    como si tirase de uno, te agarrase. En este sentido la celebrrima balada de Goethe: El

    rey de los elfos:

    Ich liebe dich, mich reizt deine schne Gestalt;

    Und bist du nicht willig, so brauche`ich Gewalt.-

    Mein Vater, mein Vater, jetzt fasst er mich an!

    Erlknig hat mir ein Leids getan!-4

    Es como si la lgica de la ley de figura-fondo quedase invertida, pasando lo carente de

    perfiles a imponerse como centro inevitable y pasando el fondo de formas ntidas a un

    segundo plano: la intensidad vivida del dolor puede ms en definitiva que la claridad y

    definicin figurales. Al acentuar el carcter amorfo de las sensaciones, -carentes de

    aprehensin objetivante, inexpresables, puramente subjetivas, radicalmente privadas-,

    no debe ello empero hacernos caer en el error de negarles todo sentido: los datossensibles en los que se manifiesta el dolor forman estructuras complejas, es decir: tiene

    un contenido objetivo (nema) en la medida en que son infinitamente repetibles5. Por

    otra parte, los contenidos sensoriales - con toda la vaguedad que se quiera- son

    netamente diferenciables en cuanto al campo sensible al que pertenecen (sensaciones

    visuales, cinestsicas, tctiles, olfativas, etc.), y en cuanto a su carcter figural dbil

    (tienen una forma, ambigua y primitiva tal vez); por complejo que sea el haz de

    sensaciones que me da noticia de mi posicin inclinada (si estoy recostado en cama),

    diferenciamos con claridad este cmulo sensible (impresin global) del que sentimos al

    encontrarnos en posicin erecta (por ejemplo, si voy caminando) y, desde luego,

    tampoco confundimos una migraa con el dolor de lcera o con el dolor provocado por

    una contusin en el dedo. Los datos sensibles tienen siempre por lo tanto un grado, bien

    sea mnimo, de definicin y estructuracin, aunque ontolgicamente diferenciado

    dependiendo de si se integran en funciones intencionales aprehensivas (actos

    intencionales propiamente) o no sirven de soporte (sustrato hiltico) a las mismas

    (estados de conciencia no intencionales, estados de conciencia sensibles, impresiones,

    introspeccin).

    En tercer lugar, el dolor transcurre en un tiempo esencialmente subjetivo, ntimo, es

    decir: ligado al yo que lo padece. Una vez extinguido deja obviamente de ser presencia

    para la conciencia. Por el contrario el tiempo de las cosas fsicas transcurre en el mundo

    objetivo, estable, intersubjetivo y aprehendido como autnomo e independiente. Talcaracterstica vincula el dolor a la vida anmica (mbito notico) que tampoco es una

    cosa- con toda su infinita complejidad (universo de afectos, emociones, pasiones y

    sentimientos,).

    El dolor, repitmoslo una vez ms, no es una cosa. Se trata entonces de una vivencia

    intencional? Decimos, en efecto, que sentimos un fuerte dolorde columna o un dolor

    insoportable de cabeza, etc. Mas lo que preposicin de expresa aqu es algo muy

    distinto del de tal como funciona en expresiones del tipo tengo ganas debeber,

    qu opinas de Pablo?, y en general en todos aquellos actos (conciencia de ) que

    se refieren claramente a cosas, estados de cosas, procesos objetivos, acciones, etc., esto

    es: en los actos categorizados como propiamente intencionales (percepcin, juicio,volicin, estimacin,.) y en los cuales la conciencia se abre a un mundo de objetos

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    que rebasan su esfera inmanente (objetos fsicos y psquicos reales- / objetos ideales

    como verdades lgicas y de la matemtica / valores / teoras y estructuras). El dolor de

    cabeza a diferencia de mi percepcin de este rbol no se dirige a nada en concreto, y

    desde luego tampoco lo hace a mi cabeza. En todo caso la direccin parece ser la

    contraria y es ms bien la cabeza de la que parece provenir el dolor, la zona corprea en

    la que se localiza el foco emisor. Pero si no se trata de una vivencia intencional, cmocaracterizarlo? De lo que no cabe engao posible es de que lo vivimos, y adems con la

    mayor intensidad. Un estado mental no intencional? Mas si la conciencia, como nos

    ensea la fenomenologa, se define fundamentalmente por su relacin con un objeto, por

    su apertura a lo que no es ella misma (lo trascendente), esto es: por su intencionalidad,

    cmo entender entonces una conciencia plena como la que acontece en la experiencia

    del dolor- que no es intencional? La idea de una conciencia no-intencional se aproxima

    a mi entender al fenmeno tal como es conceptualizado en el empirismo radical. En

    efecto, para el fenomenalismo estricto la conciencia - la mente (mind)- es de naturaleza

    esencialmente pasiva. As pues, en el dolor se tratara de una impresin especialmente

    vvida y en la cual la distincin sujeto-objeto como en cualquier idea sensible- no es

    sino una abstraccin que nace de contemplar una misma unidad desde dos sistemasdiferentes: como parte de un sistema psquico (yo) o como un objeto susceptible de ser

    analizado en trminos fisicalistas (estmulos, respuestas, nexos causales, teoras

    cientficas del cerebro, etc.) La interpretacin fenomenalista del dolor como un

    contenido de conciencia, esto es: como aquello que constituye (de forma pasiva) la

    conciencia en un instante determinado (materia hiltica), no se aleja demasiado de la

    fenomenolgica al menos, de la del Husserl de lasInvestigaciones Lgicas. Dolor y

    conciencia de dolor seran dos nombres de lo mismo. Y realmente, qu puede

    significar un dolor sin conciencia del mismo? El dolor lo es en tanto y cuanto me

    duele, y si yo no me enterase, entonces no dolera. No obstante la reduccin del dolor a

    pura sensacin, a un estado de conciencia indistinto en el que no procede hablar de

    conciencia y objeto a no ser de modo derivativo, reinterpretando (y errando) el

    fenmeno, la cosa misma, presenta varias dificultades:

    - La introduccin de contenidos sensibles en la conciencia como una parte real implica

    una cierta cosificacin de la misma.6 De este modo, la espontaneidad esencial de la

    conciencia deviene esttica, contraviniendo as la naturaleza esencial de toda vivencia.

    - Dado que la impresin es algo concreto y concreto en grado mximo- ha de asumirse

    que se trata de algo diferenciado y por lo tanto poseedor de un sentido; por difusa e

    indescriptible que sea la sensacin de dolor, no es confundible con otras sensaciones

    (visuales, tctiles, etc.)

    - Al poseer un carcter espacial o al menos cuasi-espacial (extendidas en elintracuerpo7), no se espacializa la conciencia? Sin embargo, la espacializacin de la

    conciencia8 parece introducir una confusin en la tradicional distincin entre lo

    espiritual (temporal) y lo fsico (extenso, espacial). Tal distincin es una de las claves

    entre la distincin entre fenmenos psquicos y fsicos que la fenomenologa hereda

    crticamente de Brentano.

    - Por ltimo, a pesar de todo, la distincin conciencia-objeto sigue siendo pertinente aun

    en el caso del dolor. Pues aunque el dolor tiende dinmicamente a poseer la conciencia

    toda, hasta el punto en que amenaza destruirla en su ncleo ms ntimo, de devorarnos

    hasta asimilarnos convirtindonos en un puro dolor sin fisuras, paradjicamente es

    entonces cuando ms se manifiesta el dolor como algo distinto y por tanto objetivo9;

    esto es: algo que nos hace frente (ob-iectum), nos acorrala, tratando de minar en carnepropia - en nuestro espacio ntimo- nuestra resistencia, vencer a la carne y al espritu.

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    Pues todo lo que le pasa a mi cuerpo, me pasa a mi tambin. Frente al dolor luchamos,

    resistimos denodadamente, ponemos nuestra vida en expulsarlo, en que muera. El dolor

    es un agente destructor, que amenaza nuestra sustancia evenenndola,

    descomponindola en sentido spinoziano. Posee, por tanto, un carcter fagocitador,

    absorbente, centrpeto, energa negativa que comprime el campo de la vida como una

    pasin destructora.

    Comencemos de nuevo. El dolor es un fenmeno eminentemente corporal. Lo que me

    duele es la cabeza, el corazn, el estomago, los huesos, por aqu,. No la conciencia,

    ni tampoco el yo. Yo me siento dolorido en tanto que me duele tal o cual parte del

    cuerpo, es decir, de un modo mediado por el cuerpo, en l y a travs de l. Es por tanto

    el dolor un dato objetivo? No es acaso el cuerpo en el que se localiza el dolor- una

    estructura objetiva de la conciencia? Analicemos el modelo siguiente:

    - Dolor aprehendido objetivamente: dolor como cualidad especfica en el cuerpo10,

    como una cualidad extendida y con una estructura sensible con un cierto grado de

    organizacin.- Conciencia en la que el dolor aparece: corriente de vivencias (intencionales) de dolor

    (afectos, vivencias con carcter emocional). Como contenido de conciencia llenando

    las vivencias de dolor tendramos las sensaciones de dolor (contenidos hilticos en

    estado bruto sin ser proyectados u objetivados en el cuerpo o en el intracuerpo).

    - Yo individual que es afectado cualitativamente y modulado existencialmente por su

    experiencia dolorosa. Polo intencional del campo de la conciencia que a travs de sus

    vivencias se abre al dolor como una pasin (el dolor reclama su atencin sin permitir

    desplazar la atencin a otros horizontes). El dolor, por expresarlo de algn modo, toca

    realmente nuestro yo profundo.

    Planteados a s los trminos, el estatus gnoseolgico y ontolgico del dolor nos remite a

    la pregunta por el cuerpo propio y su relacin con la conciencia trascendental. Slo un

    adentramiento en el misterio del cuerpo11nos podra hacer vislumbrar algo de la

    esencia oscura del dolor. Algo que excede lo que aqu no proponemos. No obstante,

    quiero detenerme en el punto siguiente. La dualidad sensacin (nesis)- cualidad

    (nema) en relacin al dolor tiene en mi opinin algo de artificial, se trata ms de un

    concepto terico que de un dato fenomenolgico: tal dualidad no se muestra. El dolor es

    segn hemos visto una textura sensible compleja, ntima (una experiencia privada),

    que se localiza cuasi-objetivamente (o cuasi-subjetivamente) en el intracuerpo. Esta

    textura del dolor empero, que aparece extendida corporalmente en ese espacio ntimo,

    eterno compaero del yo, que constituye nuestro cuerpo (Leib), no escorza nada, sin porello dejar de situarse frente al yo como algo que ciertamente le afecta y que forma parte

    de l mismo al igual que el cuerpo propio. Para qu entonces mantener esa dualidad

    entre cualidades de dolor (proyectadas objetivamente en el intracuerpo) y sensaciones

    de dolor, como contenido real de la conciencia sustrato hiltico material invisible- y

    que es animado intencionalmente por el yo trascendental? El dolor es un dato primitivo

    poseedor de sentido: un sentido difuso y concretado mximamente (individualizado),

    mas no puro non sense en tal caso sera equivalente a 0. Es la privacidad

    intransferible del dolor unida a su carcter dbil (textura iridiscente, catica, esquiva,

    fluyente, cmulos de qualia con carcter de masa estadsticamente dispersa o

    concentrada), la que fundamenta el equvoco de considerarlo como una sensacin

    incomunicable. Y ciertamente se trata en el dolor de datos sensibles, mas ello no debehacernos caer en el error del empirismo radical. Encontrar un lenguaje preciso del

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    dolor, o al menos unos protocolos cientficos12 elaborados sobre una amplia muestra de

    pacientes y con una metodologa cientfica rigurosa algo que ya se est haciendo-, sera

    indudablemente una empresa novedosa y de valor. La creciente sensibilidad al dolor de

    nuestro tiempo ha de ser considerada como lo que realmente es: una conquista

    civilizatoria, un avance en la reivindicacin de la dignidad humana, un logro tico.

    F. Javier Gonzlez-Velandia Gmez

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    1 La dificultad de encontrar un lenguaje adecuado, aun siendo especialmente evidente en el dolor, no es en absoluto

    exclusivo del mismo. Un ejemplo lo tenemos en el campo de los sonidos, donde an sigue siendo enormemente difcil

    encontrar una clasificacin descriptiva eficaz y precisa de los objetos sonoros. Por lo general al describir cualidades sonoraspuras (objetos sonoros reducidos) nos servimos de un lenguaje indirecto que recurre a las fuentes emisoras (cosas, o

    instrumento) o a la traduccin matemtica (funciones sinusoidales). Y es que los sonidos, al igual que los dolores y las

    sensaciones corporales en general, no son cosas. Pero incluso en el campo visual, esfera sensible hegemnica y referencia

    ontolgica modlica en la tradicin occidental demasiado hegemnica y modlica!- encontramos constelaciones sensibles

    (nubes, formas areas, texturas dbiles) que difcilmente pueden ser categorizadas como cosas y para las que no hay

    nombre.2 Para ser ms exactos, habra que decir que revela y oculta. La atencin no consiste en algo as como una linterna que

    iluminase una realidad esttica y pre-existente, sino ms bien de una conciencia que destaca creativamente reorganizando elcampo sensorial. Ello es an ms evidente en el dolor donde los contenidos sensibles son por lo general fluctuantes,

    inestables y elusivos.3 Un fenmeno especialmente importante es el modo como el dolor proyecta cual sombra funesta- su coloracin emotiva,

    impregnando (fusin sensible) otros campos sensibles: el aura de los objetos, el sabor de los alimentos y hasta los sonidos

    que nos circundan, todo adquiere una tonalidad amarga.4 Te adoro, me encanta tu linda figura;

    Y si no quieres por las buenas, recurrir a la fuerza.

    -Padre mo, padre mo, ahora me agarra!

    El rey de los elfos me ha hecho dao!5 En principio, no parece contradictoria la posibilidad de que un estado de conciencia doloroso sea idntico indiscernible-,

    o bien en dos momentos de la vida de un mismo sujeto, o incluso en dos sujetos (dos personas) distintas.6 Sartre hablara de la introduccin de una inercia.7 El afortunado trmino de intracuerpo que usaremos en este escrito se debe a Ortega. Con la precisin de cuasiespacio

    queremos hacer notar la dimensionalidad propia del espacio corporal ntimo con su peculiar topologa y su posicin

    ambigua: espacio objetivo (fsico) y protoespacio ntimo (psquico) simultneamente.8 La espacializacin de la conciencia, aun sonando algo extrao, no supone una objecin de suyo. Al contrario, debera

    tomarse en serio como una posibilidad sugerente que entre otras cosas dara razn de la comunicacin entre la conciencia y

    el mundo como espacio abierto de la existencia (apertura originaria del Dasein). La concrecin primera de la conciencia,como conciencia encarnada en el mundo, la revela como un ser espacio-temporal.9 Naturalmente la presin emocional que comporta la exposicin a dolores in extremis puede alcanzar tal intensidad que

    conlleve una prdida de conciencia o de lugar a conductas desesperadas (gritos, compulsiones, conductas caticas o

    autodestructivas). El modelo topogrfico de Kurt Lewin da una explicacin en trminos de tensiones vectoriales (energas

    psquicas) de cmo se producen estos conflictos. Muy instructivo resulta aqu elBosquejo de una teora de las emociones de

    Sartre el cual aplica las teoras de Lewin para explicar su gnesis fenomenolgica.10 Una discusin de suma importancia es la referente a la especificidad del dolor como un dato sensible primitivo e

    irreductible o su posible pertenencia a otros gneros y muy en especial al tctil. Con mayor claridad: el paso de unaimpresin tctil a dolor, es una transicin de grado o un salto cualitativo?. son los dolores impresiones tctiles alteradas?11 Tal vez lo ms misterioso del cuerpo es como siendo algo objetivamente constituido, funciona a la vez como una

    estructura trascendental (constituyente) haciendo posible la percepcin y la existencia encarnada, esto es: el ser en el

    mundo. Es esta ambigedad la que hace tan difcil comprender el cuerpo.12 A este respecto v. las indicaciones que aparecen en el interesantsimo libro de Scarry The body in pain.