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?48 (128) dillr N.rsir lr,.,rr Seyar al Califa Merrüin, diciéndole: l¡ttlrt ltt cLtira. fria 'lit lt'¡trt¡ ()il¿ lt,afi d,e llegAt 5i uctt¡t¡ rrut las apaga I.o tluc estas llamas abra.reL Sirto gente 1 Que la uiitt l)ije uicrulo tul uiiorr, 1()lt, , ryri,'tt ,i ntttto.r tlii.tttria Si h ttrct'iott tla ()tttuytt ú lucir leues curtcllot, á ser llamas descubicrtu: con tiempo mano discreta, no será. mante ni selua, c,üre sur incendios pierda; cott ninúrncion de terlq: oltnrt ¡,b¿r ¡udiero duern c suefio suelto ú aelsl Así fue, que encendidos los ánirnos con las su- gestiones de Abu Muslema, arclió el estado en dis- cordias y tlcscrttrit'rtlt gr,rct'r:l c'ivil, I)¿rt'lt tlrtr mayor ittt¡rrrlso á lir l'r¡irlr rlrr cstlt lrlt¡t cltslt tlc Ottrcylt, t'uyri tattr[)iclr rirr ir])oyo y priircipal columua el Wa- li Nasir ben Seyur2 y con é1 todas las esperanzas del estado: esto fue aíro ciento treinta y uno, y en ocasion tan peligrosa depuso el Califa Mernán del gobierno de Egipto i Guayara ben Sahli, y puso en su lugltr ir .Ahr"fult bcn Magbar¿r, que nrurió po- co clcsprtr.:s. l'lrrviri (:n su lLrgar' á Abclclrnclic, hrjo dc Mr.tz.it lx:tt Nt¡scit', y corrlirtlló ll Atrtir de Afri- ca Abdcuthtttltr hcrr llrttrib, que tellia este g.lbier- no por su propiit lrutttritlrtrl. Asintismo aprobó y coll- firmó la eleccion de Ar¡rir l¡r':cltrt cn España en Jusuf el Fehri, ó fuese cottfirrn¿lt, r', r,lis'ittturlo por no po- derlo impedir' En totlas llts ¡tt'ovittt'irts sr': lc rebe' labrn los gobernadores, y los (ll,lc 5(' t¡rrcríau opo' ner á los desleales quedaban vclt('l(los, Los gober- nadorcs de las ciudades, siguicndtr trl vicnto de la fortuna que so¡rlaba, las entrcgtbalr al vctlcedot' (,12e ) y ,.U.faÉ Asefah aun antes que intentase tomarlas, y todos se le ofrecian y se Ponian de su bando. Así facilitaron á Abdala Abulabás Asefah la violenta su- bida al trono de los Califas. Por industria y valor de suWaizir Abu Muslema fue Abdala proclamado i y sin perder tiempo , tafi precioso en estas ocasiones, envió á su tio Abdala' óoo ,rr*.rosa hueste á perseguir al Califa Meruán' Encontráronse arnbas huestes en Turab, cerca de Musul, la batalla fue muy sangrienta, y mas de trein' ta mil hombres murieron á lado de Meruán. Huyó el venciclo Califa y las pocas troPas que escaparon de la espada del vencedor se ahogaron en el' Forat: este Aia y en este paso del rio murió ahogado [bra- him, el Califa depuesto. Fatalidad de los eterno¡ decretos, que muriese Ibrahim peleando por conser- var el imperio aI que le habia despojado de éL E[ sin ventura Meruán llegó á Quinsarina, y Abdala [e si- guió con la flor de su caballería. No creyéndose allí seguro Meruán, que no 1o está el infeliz aunque se esóonda y encarame en los nidos de las águilas; so- bre las altas rocas, ni evitará la saeta de la poderosa mano del hado, aungue se suha á las estrellas r par- tió á Hemesa. Los de la ciudad al principio le hicie- ron buena acogida; pero cuando entendieron las cir- cunstanciás de su derrota, f el mal estado de sus cosas, [e obligaron á salir de su ciudad r Y se decla- raron por su enemigo. Lteg6 á Damascq, y sin con' fiar en esta su ciudad, pasó á Palestina, y cerca de r Forat, el rio Eufrates, que (lq(§. en lar sierrqe de Arme- €*- q rria y va al golfo Péusico. Tomo f, R

Conde, vol. I (7ª)

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Page 1: Conde, vol. I (7ª)

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(128)dillr N.rsir lr,.,rr Seyar al Califa Merrüin, diciéndole:

l¡ttlrt ltt cLtira. fria'lit lt'¡trt¡ ()il¿ lt,afi d,e llegAt5i uctt¡t¡ rrut las apaga

I.o tluc estas llamas abra.reL

Sirto gente 1 Que la uiittl)ije uicrulo tul uiiorr,1()lt, , ryri,'tt ,i ntttto.r tlii.tttriaSi h ttrct'iott tla ()tttuytt

ú lucir leues curtcllot,á ser llamas descubicrtu:

con tiempo mano discreta,

no será. mante ni selua,

c,üre sur incendios pierda;cott ninúrncion de terlq:oltnrt ¡,b¿r ¡udieroduern c ií suefio suelto ú aelsl

Así fue, que encendidos los ánirnos con las su-

gestiones de Abu Muslema, arclió el estado en dis-cordias y tlcscrttrit'rtlt gr,rct'r:l c'ivil, I)¿rt'lt tlrtr mayorittt¡rrrlso á lir l'r¡irlr rlrr cstlt lrlt¡t cltslt tlc Ottrcylt,t'uyri tattr[)iclr rirr ir])oyo y priircipal columua el Wa-li Nasir ben Seyur2 y con é1 todas las esperanzas

del estado: esto fue aíro ciento treinta y uno, y en

ocasion tan peligrosa depuso el Califa Mernán del

gobierno de Egipto i Guayara ben Sahli, y puso

en su lugltr ir .Ahr"fult bcn Magbar¿r, que nrurió po-co clcsprtr.:s. l'lrrviri (:n su lLrgar' á Abclclrnclic, hrjo

dc Mr.tz.it lx:tt Nt¡scit', y corrlirtlló ll Atrtir de Afri-ca Abdcuthtttltr hcrr llrttrib, que tellia este g.lbier-no por su propiit lrutttritlrtrl. Asintismo aprobó y coll-firmó la eleccion de Ar¡rir l¡r':cltrt cn España en Jusufel Fehri, ó fuese cottfirrn¿lt, r', r,lis'ittturlo por no po-

derlo impedir' En totlas llts ¡tt'ovittt'irts sr': lc rebe'

labrn los gobernadores, y los (ll,lc 5(' t¡rrcríau opo'

ner á los desleales quedaban vclt('l(los, Los gober-

nadorcs de las ciudades, siguicndtr trl vicnto de la

fortuna que so¡rlaba, las entrcgtbalr al vctlcedot'

(,12e )y ,.U.faÉ Asefah aun antes que intentase tomarlas,

y todos se le ofrecian y se Ponian de su bando. Así

facilitaron á Abdala Abulabás Asefah la violenta su-bida al trono de los Califas.

Por industria y valor de suWaizir Abu Muslema

fue Abdala proclamado i y sin perder tiempo , tafiprecioso en estas ocasiones, envió á su tio Abdala'

óoo ,rr*.rosa hueste á perseguir al Califa Meruán'

Encontráronse arnbas huestes en Turab, cerca de

Musul, la batalla fue muy sangrienta, y mas de trein'ta mil hombres murieron á lado de Meruán. Huyó el

venciclo Califa y las pocas troPas que escaparon de

la espada del vencedor se ahogaron en el' Forat:

este Aia y en este paso del rio murió ahogado [bra-him, el Califa depuesto. Fatalidad de los eterno¡decretos, que muriese Ibrahim peleando por conser-

var el imperio aI que le habia despojado de éL E[ sinventura Meruán llegó á Quinsarina, y Abdala [e si-guió con la flor de su caballería. No creyéndose allíseguro Meruán, que no 1o está el infeliz aunque se

esóonda y encarame en los nidos de las águilas; so-

bre las altas rocas, ni evitará la saeta de la poderosa

mano del hado, aungue se suha á las estrellas r par-

tió á Hemesa. Los de la ciudad al principio le hicie-ron buena acogida; pero cuando entendieron las cir-cunstanciás de su derrota, f el mal estado de sus

cosas, [e obligaron á salir de su ciudad r Y se decla-

raron por su enemigo. Lteg6 á Damascq, y sin con'fiar en esta su ciudad, pasó á Palestina, y cerca de

r Forat, el rio Eufrates, que (lq(§. en lar sierrqe de Arme- €*- q

rria y va al golfo Péusico.

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( r30)Ahrdrrnirr lc ;rlcanzó Abdala que le scguía como ellinr¡rh¡ icrrto plrtlo á la tínrida gazel:r. 'fr.:rbóse unaslrrr¡¡r'ierrtlr cscrrrumllza, en que se retirarou veuci-rlos lt¡s tlc Abdala: tanto puede el dcsesperadc¡ v¿r-Ior. I)csairado y ofendido de este rebés de su fortunat¡uitó el Califa Abdala Asefah el mando de las tropasá su tio Abdala, y lo encargó á su l¡ermano Saleh.

Meruár¡, pcrscguir,lcl sicnr¡rrc dc su contraria for-trul:r, huyt'r á li,¡¡ipto con lns tropíls quc todavía leqr,risicron scguir, qLrq no eran n:uchas: iba Saleh ensu alcance¡ y en unas alquerias.de Saida, que lla.-rnan Busir-coridas r alcanzaron su campo el dia vein-

749 te y siete de Dylhagia año ciento treinta y dos: aco-metieron los dc Salch con ventajl , y la resistenci¿de los dcl Crrlif;r duró ¡roco ticnr¡rcl, por(luc Mcruán

, cayó nlLlerto en lt¡s ¡rrinrcros'cncucntros. Cuéntase, que un vil soldado, que antes vendía granadas en lat plaza, cle Cufa, le cortf ia c.,beza y tra presenté á Sa-'" leh: mandó éste desmehollarla para enviarla canfo-. rada á su primo el Califa Asefah, qlre ya habia ocn-r pado el palacio cle los Calif?rs en Cufa. Como ¡rara. prepararlit y cnrb:rls:lnr:rrla ltubiesc¡¡ nrr¿rtrcado su len-, gLla, unlt lirittir l:r urrcb¿ttó: lo quc sc tuvo por cas-

" tigo divino por l:rs irrrpicchdes que Nleruán solia de-, cir. Asi lo refcria S:tlclr cn su c¿lrta y versos, que con

" este motivo escribió á stt prinro cl nuevo Califa.Dios te dió triunfo.y'uictoríu a» lu butullas dé Egipto,T la muerte á Meruán t , ltor tctncrnrio ú itnpío:

Mira.cual su lengua paga: . ct,sttt(tr lilu!','trtius lta dicko,Pues la arrastra y la deoora ail fuinu de cortijo:Aqul aimos ó las claras

A los implw tirano¡cómo el S¿líor dcl detinoles ila'w jwto cattigo,

(131)Despues Saleh se'\¡olvió á Syria, y dejó en el go- '

bierno de Egipto atr.caudillo Abu Aunila. Cuandopresentaron al Calif¿ Asefah la cabeza de Meruán en

bufa se postró y dió gracias á Dios por la muerte de

su enemigo. Los hijos del Rey Meruán se salvaronhuyendo á Etiopia, donde los negros peleando con-tra ellos mataron á Obeidala: su hermano Abdala es-

capó con alguna gente y anduvo vagando á diversaspartes, hasta que en el califado de Almehdi cayóen manos del gobernador de Palestina Nasrü benMuhamad ben Alaxat, que 1o envió al Califa Almeh-di. Ld familia de Meruán, sus hijas , mugeres y es-

clavas fueron presentadas á Saleh, y mandó que lasllevasen á la ciudad de Harran, donde Meruán solíatener su corte parte del año. Las desgraciadas al en-.trar en aquella hermosa ciudad, y ver sus alcázaresy deliciosos jardines, ya no suyos, lloraron con las-timosos lamentos r y se quejaron en vano de su ene-ntigit fortuna. Tenia Meruán cuando munó sesentay dos años: habia reynado cinco, diez meses y quin-ce dias: era blanco de color, de ojos garzos¡ la caramagestuosa, barba densa y bien puesta, y de media-na estatura': de grande ánimo, muyvaliente, deen-tendimiento y consejo muy agudo: sino que ya se

habian acabado su imperio y fortuna con los dias desu felicidad r y se habian de acabar en infortunio yclesgracias; por eso no aprovecharon su buen con-sejo y agudeza. Fue su sobrenombre Abu Abdehne-lic y Alhemarü, y tambien le dec.ian el Giadi porqueseguia la opinion de tos Algiades r gue eran los quedecian que el Alcorán y. el Hado eran criaturas: surt¡adre era de nacion Curda. Este fue é1 último Ca-

Re

t

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',

( t32) .li{ir tle h¡s Omeyas 2 que todos'frreron cÍltorce.

Nt¡ scr'á intlportLrrlo abreviar aquí sus nonrtrres,y cl ticrrrpo que duró el califado de cacl¡ uno. Elpt'ir¡lcro se llamó Moavia ben Abi Sofian; duró suinrperio diez y nueve años, tres rneses y veinte y sie-te dias. Este solía decir: que los Príncipes son Ia for-tuna buena y mala de los hombres en este mundoporque lev:rntamos y engratrdcccrnos á quien quefe-n¡os, y abatimos y humillamos á r¡uicn sc nos anto-ja. El segunclo fue Jezid, hijo de Moavia sobredicho;duró su imperio tres años y seis meses. El'tercero sellamó Moavia, hUo de Jezid ben Moavia; reynó tres[reses, otros dicen cuarenta dias. El cuarto se llamóMeruán bcn Hakem; tr¡e Califil ¡lucve nreses y diezy ocho dias. El r¡uinto sc flanló Abdclnrelic, hijo deMeruán; rcytró trcce años y cuatro meses menossiete dias. El sexto se llamó el Walid, hrjo de Ab-delmelic bsn Meruán ben Alhakern r gue fue muyventuroso en sus cosas, en su tiempo se conquistóIa España, engrandeci.,ó la ciudad de Damasco conrnagnílicos edificios i y duró su venturoso imperionueve airos y sictc nrcscs. El sdptimo sc llamó Su-leir¡an, hijo dc Ahcleltnelic; fire Califa cuatro añosy ocho filescs. F,l Octavo se llamó Omar ben .&bde-laziz, fue Califa d<¡s ¡riros y cinco meses. El nono fue

Jezid ben Abdelrnelic; reyrró cr¡rtro :riros y ulr mes.El décimo se llarnó Hixér¡¡ bc¡r Ahrlclnrclic; rcynódiez y nueve años, nueve nleses y dins: los hijos deeste Califa pasaron á España persc¡¡tridos por los Ca-lifas de Beni Alabás, y establecieron «,rr clla su im-perio. El onceno se llamó el Walid, h,jo de Jezidben Abdelmelic ben Meruán; reynó rm ¿rír«¡ y tres

( 133 )meses. El duodécimo se llamó Jezid, hijo de Walidben Abdelmelic, fue llamado el Nakis por los solda-dos; reynó cinco meses y doce dias. El décimoter-cio se llarnó Ibrahim, h,jo de Walid ben Abdelme-lic, hermano de Jezid el Nakis; reynó cuatro meses,otros, dicen setenta dias, pues fue depuestor y años si-guieutes murió ahogado en el rio Azabo cuando per-dió la batalla el Cal.ifa Meruán, como ya hemos di-cho. El décirnocuarto y último de los Omeyas se lla-mo Meruán, hijo de Muhamad ben Meruán ben A1-hakemr 9ue le llamaban el Giadi; reynó cinco años,diez meses y quince dias, rnurió peleando en Egipto,donde perdió su ejército

CAPITULO XXXIX.

De atros sucesos trdgicos de los Beni Ome-

yas despucs de la muerte de Meruán.

AOor* dirérnos el suceso de los Beni Omeyas des-pues de la muerte de1 Califa Meruán, las persecucio-nes y muertes de ellos, siguiendo el órden del tiem-po. Cuentan los historiadores que despues de la muer-te de Meruán, acabado el imperio de los Orneyas,quedó de esta familia Soliman, hrjo de Hixém benAMelmelic, el décimo de estos Califas, el cual consu hermano Abderahman alcanzaron del Califa Ase-fah no solo seguridad, sino esrimacion y honras es+peciales, y estaban bien recibidos en Ia corte, si nohubiera influido la malignidad de algunos cortesanoscontra ellos, entre otros ur¡o llamado Sodaif , que

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por rtgr,t *rrtiguo ,*rlfÍle habia recibi.lo de losOitn:yrrs, ti por lisonjear al Califa y á sus pxr.icnres,lc crrtró tur dia diciendo estos versos:

tl tut ojos Ítuncct crea¡, que la aparíencía es falaz,'7'tal aez bcjo del brazo puede ocultarse gran mal: r

Corr la espada re repard, que por eso al lado está,

T da de mmn ul azote lrorque no suele bastarlll«sta qw de todo cl orbe et cl clmbíto capaz

Dc gcntcs de B¿ni Omeya no quede rsstro ti sefial.

Cuando el Califa oyó estos versos, como'su co-razon estaba ya nruy dispuesto á esta crueldad, man-idó nratar á Soliman trcn Flix0m, y slr hernriuro se librópor estirr ituscntc. 'l'¿rlr¡trictl cstalran algurros clb¿rlle-ros dc la f:rurili¿r rlc Omeya refugiados y con seguro

, y muy honrados en la corte de Abdala ben Aly, tiodel Calif¿ Asefah: cuentan que eran hasta noventacaballeros, los cuales habiendo sido convidados á unfestin, y estando par¿ comer con el tio del Califa,entnó en la sala de la concurrencia Xiabil bcn Abda-la, liberto dc los llcni Haxiánt, y dijo estos versos

al Pt'ínci¡rc:

Sobre Io¡ ma¡ alto¡ mor¡ct tí este reyno amattecía

Su clora y feliz esnello que lobafró enluz benigna:

De los nobles Alabaze¡ llcgl á ru utmbre la dicha

pue todo el mundo anhelaba y Aklolltmifim ' merccíu:

T despues que su incon¡tancia mosttó h nt,,'ta utemiga,

Cuando de sus pies los alza I otra uez lo¡ rcoricía,

¡ Bste era e[ ¿buelo ú tronco dc los Alal¡¡ccs ó Abasidas. '

(135)Injusta será, ú á tm tiempa su faz mue¡tra compasiua

Con hijos de' Abdelxiamsi, cofi eta prosapia impía.

Eso tto es de recelar que efl saña ayrada lú mira,

T con tristes contratiemPo¡ su jwta'uenganza iltdica,

L*ego lut cerceflo y corta de raiz la planta ahiva,

T della no quede rama que pueda dar sombra un dia.

Acaben tambien nl golpe los que su banda seguíanz

Con halagüefro semblante hoy tut umbrales aiútanz

Sabe que contra ti ¡otr acicaladas tuchillas,

pue cofian sin compasion I e¡tan sedientas ile vidas.

'lhora lo ) que te quiero, y los que tu rie.sgo excita

Sienten aerlos en tu alcdzn ¡tisando tus alcatifas,

T que en él se uen honrados can tal regala I estima:

Pues que l)io¡ Io¡ kumilló, 1por qu! tú no lss hwníllas?

Salgan luego de tú casa) no tengas dellos mancilla:

l)e Alhusein ' I Zaydi3 no afuides la muefie indigna¡

Ni á quien en su propia cama robaron la d.ulce vída z

T aquel ínclito a laron qve en Hartan amanecío

Por las calles orraslrodo, muerto con oleuosía,

T olpidsdo entre erltrafigerot, aengafizo , uengafizo , gríta.

¡ Bste fue el abuelo ir tronco de Ios Omeyas.2AlhuseinfrrehijodeAly,hijodeAbiTaleb,tiodelAna]

bi Mahornad y hermano de Abás, progenitor del Califa Asefah:este Husein fue asesinado por órden cle Jezid, segundo Califa delos Orneyas: lc cortaron la cabeza, y el cadáver fue ar¡astradoy pisado de la gente y caballos en las calles.

3 Zayü, hijo de Husein, veneido en hatalla Jr muerto por. *'órden del Califa Hixém ben Abdelmelic: su cadáver estuvo pues.to en un palo mientras reynó aquel Califa de los Omeyas.

a Este fue Ibrahim, el hermano del Califa ,{sefah, muertoen su prision

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(136)" Iiutr¡nccs A.bdala, tio del Califa Asef;rtrr-mandó

. ¡r.zotill' l¡¡rsta qne muliesen á los noventt c¿rballeros' dc h fjuuilia de Omeya, y luego se hizo, y cayeroo. rlcsfillccidos en el suelo, y entonces hicieron esten-' dcr l<¡s estrados sobre ellos, y las gentes comieron' sobre aquellas alfombras, oyendo los gemidos dc, aquellos sin vcntura hasta qr-re murieron. No con-" tento de esto hizo Abd¿rla qr¡c abriesen los sepulcros' de l«¡.s Ctlif:rs que establtn sepultados en Damasco,' y sac¿lron los hues<¡s de Moavi¿r ben Abi Sofian con" los de Jezid,, su hijo, y los de Abdelmelic ben Me-' ruán, y los de Hixém, su hijo, que hallaron su ct-1 dáver sano, y 1o mandó poner en un palo: clespues" lo mandó quemar y esparcir sus cenizas al viento.' ¡Inhumanil vcngln¿¿r cot¡tri¡ lt¡s ¡¡¡ucrtosl Pcrsiguió á' todr¡s los de csta lirmllia y rial casa de Omeya, hasta'intentar que no quedase de ella ni chico ni grande:' por otra parte los perseguía con la misma crueldad" Soliman benAly, otrotiodelCalifa¡ Que hizo morir, ¡nuchos de ellos en la ciudad de Basra, y los hizo' echar al campo r y gue nadie los enterrase para que, los perros los corricsen y las ¿rves carnívoras. Los, que pudicron sc huyeron disfrazados, vagando por

' diversas partcs tlsl r¡rundo

(137 )

CAPITT]IO XL.

De la guerra, ciail de los caudillos arabes

en, España.

E. .r," tiernpo en Espaíra el Amir Jusuf el Fehrise hacía temer de todos por su severidad y jus-ticia, aunque los descontentos ó émulos de su po-der decian que no era su justicia sino contra susrivales ó estrañosr gu€ para los de su casa y susamigos su copa era de miel, y para los demas deamargos ajenjos. El que se manifestaba mas librey mas desafecto fue Amer ben Amrü el Coraixi, cau-dillo que era cabeza de los Alabdaríes ¡ y por sus mu-chas riquezas y grandes alianzas con los mas podero-.sos de España nada temíd: se habia enemistado con Sa-

nrail Wali cle folctlo y con su hijor gue tenia elgobierno de Zangoze t V de esto estaba ofendido:solicitó alguno de estos principales mandos, y des-ayrado .en sus pretensiones principió á fomentar lasedicion y discordia civil i ya desde el año ciento 74gtreinta y dos andaba inquietando los ánimos ¡ ga-nando á los alcaides de algunas comarcas con dá-divas y promesfls.

El Amir de España; receloso de su conducta,y avisado de las maquinaciones sediciosas de Am-rú, no se descuidó en seguirle sus pasos y averi-guar sus intentos, temiendo que su mucho crédi-to y riquezas vinicsen á ser fatales á los pueblos deEspaña. Llegó á manos de Jusuf el .Fehri una car-

Tc»no f.

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( t3B )ta que Anrur trcn Amrü había confiado á un Sy-ro ttu :rlrornrdo, gente leve é inficl cua¡rdo los es-lituul¡r st¡ r¡:rtural codicia con alguna nucv:r cspe-

l'iln'zír clc logro : éste le entregó la carta, y bien

Ir;rg;rdo fingió su viage pasando al Egipto. EscribíaAmer al Califa de Damasco, dicién.lole: que Jusufgobernaba la Es¡raira como absoluto dueño de ella:que é1 y sus nnrigos la tcnian repartida entre sí

col»o si l'ucsc ltercnci¡r propia: quc no se oía elnt¡r¡lbrc dct Calith en España, ni de quien se precia-,se de serle obediente: que llevado de su celo y, res-peto á la autoridad del Amir de los fieles y legi-ti,ms Califa se 1o participaba para que providen-ciase el conveniente remedio: quc contase qon su,

obedicnci¿r y ln de stts ¡rarci;rlcs, quc ct'¿tu tuuy

¡rodcrosos: quc no coulirsc ctr Sanlail ni en su fa-,

milia, que éstos tenian parte en la tiranía y nralgobierno de Jtrsuf el Fehri. Dié parte de esta car-ta á Samail y 'á su hijo, y acordaron que €rt rrl€.

nester asegLrrarse de Amer ben Amrü, y procurarsu muerte si no habia otro remedio.

Estaba cn estc tienrpo Samail cn su casa, que

tenia cn lu cit¡rlld dc Secund¿t ' ; y sabiendo queAmer ben A¡nrfl ¡urstba con algunos sus parcialescerca de esta ciurlrrd, intcntó Samail que algunos

caballeros de su conr¡rañirt s¡tlicscn como acaso alcamino, y lo prendiese rr t'¡ llcvltsctr con cttg:tños á

Secunda. Salieron los de S¡uu¡ul, v victtdo r¡uc losque acompañaban á Amer ben Al¡u'fi ct':rtl en ma-yornúmero, lossaludaron, y con nlucstnts de amis-

r Puede ser Sigiienza"

\J

(13e)tad los convidaron con sus casas y hospedage. Loaceptó Amer bien ageno todavía de que sus rD?.-

quinaciones fuesen sabidas en España: recibidos enSecunda, cuando en el palacio de Samail cenabaéste con sr.rs principales secuaces, se oyeron las vo-ces de los que primero se habian adelantado á des-armar su gente: con maravillosa presteza saltó Amerde la mesa, y con su espada se abrió paso como

* urr rayo, y mezclado en la confusion de los gue se.

resistían y peleaban en los patios se salvó con po.cos de los suyos ¡ gue allí quedaron muertos Ia ma-yor parte de ellos. En vano los buscaron.y persi.guieron los de Samail, que rnas ligero suele cor-rer el perseguido. Luego fue abierta la guerra ydescubierta la parcialidad. Allegó Amer sus gentes¡y ardiendo todos en deseos de venganza corrieronpor todas partes á las armas. Cuentan algunos queAmcr fue prevenido de 1o que contra é1 se intentabn :rqtrc.lll¡ nochc un poeo antcs por su Alcatib ósecretario r gue se llamaba Alhebáb, que era de BeniZahira, que oyó palabras de sospecha entre.la farmilia de Samail. Por todas partes andaban los agen;tes de Amer excitando á la venganza de la gangre

de los nobles Arabes derramada alevósaménte'en Iaeiudad de Secunda, que fue desde este dia un mo-Rumento de horror y de compasion para los hon-rados Muslimes. Como esta perfidia eru pública, ylos intentos y maquinaciones de Amer ben Amrü-secretos y desconocidos, gran parte de los ArabesYemaníes y Cahtaníes se declararon en su favor, yengruesaron sus compañías. Cuanto se publicaba porel A,mir Jusuf y pgr Samail se tenia por falso y

Sz

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( t40)como \,¡uuls (,scusas de su maligna intcncion fi:us-

tlicl¡r «)nU':r sLls esperanzas: todos lo lttribtrí:trr á

l:r crrvitli:t y antigua enemistad de Sanrail y tlc lossu.y()s coutra Amer ben Amrü.

Con sus muchas riquezas y el favor de HuseiuOcaiii y de otros caudillos Yemaníes y Berberiesallegó Amer una bucna hueste, y entró en tierrasde España oricntul r y sc rlirigicí á las comarcas de

Zartgo't;r, dondc nlcnos rccelab¿rt suts ctrcntiqos. Lue-g<r lüe avisado Samail del golpe qlre atncnazaba á

su hijo, y con la caballeria que de presto pudo jun-tar fue contra los Alabdaríes: supieron éstos su nlar-cha, y con mucha diligencia salicron á encontrar-1e : aprovechárotrse dc la :tsllcrcz:t tlc la tierra pordondc Srnuril tlcbia l):tsltt', pclc:tt'tllt ct¡rl úl ctt las

sicrras donde su c¿rbltllct'i¿r nc¡ hacía efecto alguno,

y fatigada de las largas marchas cuando salió de

las fragosidades ya estaba sin brio y muy disrni-

nuida. Así á pesar del r'alor y de la destreza los

Alabdaríes quedaron vencedores, y fue forzoso á Sa'

mail encerrarse cn Zlvagoz'a. Cercarou la ciudad

los Alabdlrícs cotr graudes csPcralurs dc rcndirla;pero Slnltil l:t tlc{'cltdí¿t con igual valor y con mll-cha inteligeucia. I¡rs combates eran frecuentes: en

los'rebatos y salidus llizo Stmail mucho daño á sr-rs

enemigós, y como llts ¡rt'ovisiotlcs fttcsen csc¡rscatr-

do en la ciudad, dctcrtrtitxi sltli¡' dc cllit tlt'irtrrdo

á su hijo la gente mas aprol)tisito ¡utrit l;r tlclctrsa,

en tanto que llegaba el auxilio qtlc crryt'l':tlut cle To'ledo y de Córdoba. Salió de la cit¡il¡rtl Srttn¿til con

su gente y muy buena caballeríit; ¡rclertt'otr con los

de Amer ben Amrür 9u0 no p¡¡¡[lc¡ot¡ colltcllct su

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(t4t)impetuosa salida, y aunque en el desórden reci-bieron harto daño, luego vieron que el intento ha-bia sido dejar la ciudad, y confiaron entrar en ellasin mas resistencia. Todavía mantuvo la ciudad elhijo de Samail clefendiéndola con mucha constan-cia. El campo de los Alabdaríes se dividió, y mien-tras Amer ben Amrü continuaba en el cerco, suhijo \Arahib y el caudillo de los Cahtaníes Huseinben Adegiam el Ocaili partieron siguiendo á suprimo Samail, con quien trabaron algunas escara-muzas en su retirada. Entretanto, apurados los re-cursos de la cir-rdad, y dilatándose el sitio, redu-cidos á mucho extremo los defensores se dispusie-ron á dejar la ciudad en manos de sus enemigos:con mucho secreto prepararon su salida valiéndo-se de la oscuridad . de la noche, cuando 1os firegosde los que cercaban la ciudad estaban casi apaga-dos. Fue la salida á la tercera vela de la noche:todo cstaba descuidrtdt¡ cn el campo y en la ciu-dad. Car¡rindron c<.¡n mucho silencio hasta llegar álas fosas que rodeaban las avenidas de Ia ciudad:allí acometieron con ímpetu, y degollaron cuantosse ofrecieron al paso, y con harta felicidad rom-pieron la circunvalacion sin perder un hombre. Arrr-rü á la venida del dia fue recibido .por los habi-tantes que le manifestaron que no habian tenidoparte en l'a resistencia ni defensa, sino como for-zados por su Wali; y Amer ben Amrü los ase-guró y Ies ofreció su fe y amparo siéndole obe-dientes. Fue la entracla de Alabdari en Zaragoza elaño ciento treinta y seis. Dió el gobierno de ella f§$á su hijo Wahib, y luego avisó á sus parciales es-

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( t42)ta vcntnjr. Stlirí á reunirse con lJuscin ¡rnra pedrcguir jltutos á Sanrail y á su lrij-r, quc sc lr:tbitt'ctiritr.lo á los montes. Cuando Jcrsuf el Iichri cs-pentb¿ que Sanrlil destrr.ryese á sus cotuunes cnc-rrrigos los Alabdaríes, que.ló espantado y lleno de

saña al saber qure habia abandonado la ciudad, ytoda la España orientll; así con la mayor diligen=

cia partió en su ílyudil ct¡u mucha caballería. Fuecn cste ticn:p.r cuattJo a¡rtrccict'on er¡ (ilrdoba tres

soles muy pálidos ' , y á la parte det Guf ó bo-real una terrible guadaña de fuego, y todo el cie-1o como color de sangre r gue ponía espanto á las

gentes que la veían. Señales ciertas y presagios de

las desolaciones que se siguicron, y dc las sangrien'

tlls guct'rls cluc alligicrorr cstlts ticrrlts.Sc unicrou cn 'I't¡lcdo I las tropas del Amir Ju-

suf las que ya estaban dispuestas por órden del \Ara.

li de ella Samail, que habia enviado sus cartas á

sus alcaides y gobernadores de sus ciudades: todaEspaña se puso en drmas, y los caudillos rnuslimes

que cstaban en las fronteras ya dirigían sus ban-deras á lo intcrior dc la ¡lenínsul:t para destruirse

en horrort)sit gttcrrÍr civil, divididos en contrariasparcialidaclcs. An¡cr bcn Amrü y Husein el Ocailiallegaron numerosts hrtcstcs r y Wahib el hijo dc

Amer se adelantó á ¡rclcnr e¡r llts sierras col¡trlt las

tropas de Anilalucía. Los lutbitl¡ttcs dc llrs pobla-

ciones las abandonaban, y sc ltuhtrr sit¡ s¡tbcr adon-

t Este fenórneno de los tres

diez y nueve de enero del año

tc se vió en [¿ yilla de Caspe

sole¡ er errro nrtural, y en

mil Sctcclcrrtr)t ochcnt¡ y sie-

cn Anagou por la ,t¡¡aírana. :

(143)de ir: las tropas de ambas huestes abrasaban laspoblaciones para quitar toda comodidad á sus con-trariosr X en esta sangrienta guerra civil desapa-recieron algunas de que solo restan las ruinas ócenizas.

Así estaban divididos los gobernadores de Espa-ña, y sus pueblos llenos de esperanzas y temores:de esta desavenencia y cruel gueria civil procediéla union y buen consejo de los principales Musli;mes, el bien comun de los pueblos de la penínsulay el establecimiento en ella del imperio d9 los BeniOme¡las.' En cuarenta y cinco años que habian pasado

desde la conquista España fue gobernada por veinte Amires ó caudillos principales, segun cuentannuestros ancianos, cuyos nombres ya he ,referido,si bien en el tiempo y duracion del mando de ca*da t¡rio hay en los historiadores algunas diferencias,El tic'mpo que dc qllos hemos refetido es de cua,fenta y cuatro años y siete meses; y aun en estohay alguna leve discordancia en nuestras rnemorias.Entró Taric ben Zeyad el Sadfi, y mandó solo enEspaña un año: entró Muza ben Noseir el Becri,y mandó é1 y su hijo Abdelaziz casi tres años, yestuvo España sin Amir casi ' dos años, hasta quelas tropas hicieron su adelantado ú caudilllo á Ayúbben Habib el Lahmi r gue era hijo de la hermanade Muza ben Noseir, y mandó seis rneses:,entróen España Alhaür ben Abderahman el Thakefi, ¡r

¡ Edobi dice que estuvo España sin Amir casi un año,y .así otr.os eseritores.:

il

I

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( t44)t1'tltilr[i rrr¡ lrño y sicte ntcscs: el)tt(i Alsrrnrr benMrrlt,c cl (llrrrl:rrri, que mandó por tit.dcrr tlcl (jt-lilit ()rrr;rl bcn Abdelaziz dos años y sictr.: nrr,s('s:ct¡rt'(i Arubisa ben Sohim el Kelebi, y tllvo cl nr:rn-rlt-¡ cuatro años y cerca de cinco meses: entró Yahyeben Salema, y rnandó en España un año y cercade seis rneses: hurbo lurcgo el gobierno Hodeifa benAlhaüs, y nrrntki ccrc:r dc scis nreses: despues hu-bo c[ gobicrno Ottuan bcn Abi Nczl cl Chemi, yr¡lanrló un uilo y cerc¿l de seis filescs: luego hu-bo el go§ierno Alhaitam ben Obeid el l(enáni, ymandó cerca de cuatro meses: despues de é1 hu-bo el mando Abderahman ben Abdala el Gafeki,que gobernó dos irños y ccrcr dc sictc rncses: go-bcrnó lur:go "Abrlclnrclic trctt (it¡t:t¡t cl Ii'clrri, y cs-

tuvo cn cl ntandtr trcs :tÍtos y dos [teses: despues

entró Ocba bcn Alhcgág el Seluli, que gobernó cin-co años y dos meses: luego se alzó Abdelmelic ben

Cotan el Fehri contr¿ Ocba, y le depuso, y men-dó un año y casi un mes: luego entró Baleg ben

Baxir el Caisi, y rnandó cerca dq seis meses : des-

pucs hubo cl n¡altclo ',fhaalaba bcn Salema el Ame-li, y gobcn¡t'¡ ce¡'crt dc cinco Ineses: luego fue AmirAbulchat¿rr llusitttt trsn .Dhirár el l(etebi, que man-dó dos años y oclto ¡lcses : despues hubo clmando Thueba bclr S¡tlcttrt cl Hczami, quc go-bernó un año y mcscsr y ¡rl ¡r¡ist¡t«r tiettt¡ro con

oúo varon ' r gu€ mandrí ltusv(. nítor y ol¡cc lne-

r Este fue Jusuf ben Abderahrnan cl l''clrri r y el otroque inrlica este fragrnento puede scr Sct¡¡¡il lrctr [latitn, <¡tre

mandó al misrno tiempo, ó alguno de lcrs duo i¡¡tcriltos r¡uc ourite.

(145)ses ' : dicen -que hubo en el gobierno ofro- varon;pero no sé en verdad sino la historia y sncesion deestos veinte: Dios 1o sabe, no hay gloria ni podersino en Dios Todopoderoso y glorioso.

W

Sírie de los Califus de Oriente que fuernfi,Señoresde España. en. esta época.

Walid ben Abdelmelic ben Meruán.Suleim¿n ben Abdelmelic.Omar ben Abdelaziz.

Jezid ben Abdehnelic.Hixén¡ ben Abdelmelic.Walid ben Jezid.Jezid ben WalidIbrahim ben W¿lid.

. Meruán ben Muhamad ben Meruán.

Amires ó gobernadores d.e Es2taña I)0r los Cali*fas de Damasco desdB el princiiio de ta cunquista.hasta el año cier.to treinta y siete de la Hegira,

séptfuno, d.el gobiernl de Jaswf el Fehri,

Taric ben Zeyad el Sadfi.

Abdelaziz ben Muza.Ayüb ben Habib el Lahmi.Alhaür ben Abderahman el Tzakefi.

r Segun Hayan y Abu Becre ben Alcutia goberné Jusuf enEspaña nuevc aí¡os y nueve meies.

Tomo f. T

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A lsrt tr;t t,.n lvlrtiJ i,oáJu"",.Ar¡rtrisrr bcn Sohim el Kelebi.Hoileim ben Abdala el Fehri.Yahye ben Salema.Hoaeifa ben Alhaüs.Otman ben Abi Neza el Chemi.Alhaitam ben Obcid el Kenani.Muhuul:td bcll Atrrlala.Abdcrahu¡au bcn Abdala cl Gitfcki.Abdelmelic ben Cotan et Felui.Ocba ben Alhegág el Sbh,rli.

Abclelmelic ben Cotan, segunda vez.Baleg ben Raxir el Caisi.Th¿raltba bc¡r Sulcnrrr cl Arr¡eli,Husánr hcn l)lri¡';rr cl l(clcbi.'Ihucbr bcn Salcn:a el Hezami.

Jusuf ben Abderahman el Fehri.

Las Príncipe$ Cr¡s,t¡noos d,e España y Franciaque se tn€ncionan en. esta éÍ)0c6.

' Rudrrric, Ilcy Godo dc Españn.T'¿rdrnir, Scñor dc ticrra de Murcia.Atanaildo, sr¡('csor dc Taclrnir.Eudon, Drqr* tlc A,quitlrria.Cárlos Maitel, M¡tilc dc l¡t clsa lcal dc Fr¡rnci¡t.

(r47){. oao€)co. eoo. eo0.eoooeo& eo0qeo0a<}c0oe'00Ó¡(!o€e0olr

SEGU].{DA PARTE

DE LA HISTORIA

DE LA DOMINACION DE LOS ÁN¿BPS

EN ESPANA.

CAPITUTO I.

De Abderaltman ben Moaaia errante entrc

los Alárabes del desierto.

-flendito sea aquel Señor en cuyas manos estan los

iurperios, que da los reynos, el poderío y la gtandeza

á quicn quicrc, y quita los reynos, la potestad y lasoberanía á quien quiere: Señor Alá, tu imperio solo

es etemo y sin vicisitudes, Y tú solo eres sobre to-das las cosas poderoso" Estaba escrito en la tabla re-servada de los eternos decretos que á pesar de los Benl

Alabás, y de sus deseos de acabar con tod¿r la fami-lia de los Beni Omeyas, ya despojada clel califado

y soberanía del imperio muslímico, todavia se habia

de conservar una fecunda rama de aquel insigne

tronco2 que se establecería en Occidente con flore-

ciente estado. Abderahman ben Moavia bcn Hixénr

ben Abdelmelic ben Meruán, mancebo de veinte

aíros, pues habia nacido el año ciento y trece en el

Ter'

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( f4BJoampo dc f)rtn:lsco, se'htrlló, por fr:rtuna, írusentecr¡ 7.r.,itrrn cuaud.¡ fué la órden del C:rlilrt Ascf'uh pa-rir tlrrrlc uluerte á éL y á su primo Sulci¡ltan bcnIlix('¡lr bcn Abdelmelicr eue ambos vivian sohresc-gl¡ro y honrados,en la corte. Luego fue avisad<¡ dela muerte de su primo, y de la mucha diligencia conque buscaban su cabcza. Proveyéronle de joyas ycaballos sus fielcs amigos: se disli'ae<í, y desconfian-do de poder estar desconocido cu Syril, huyrí deaquella tierra por carninos extraviadcls: s¿rlió de supatria, abandonando los palacios de sns padres yabuelos, sin osar entrar en poblado, que no erapersona oscura .y desconocir.la, sino hijo de Prínci-pes poderosos ducños cle aquellns ¡rrovincias, Andu-vo errante y Iiruitivo desJc c.l rrñt¡ cicr¡to trcirrtl ydos, vivien.lc¡ entrc lJcr,luint¡s y pastorc.s; y aunqueacostuurbrado á los rcg:rlcs de la opulencia, y á lasdelicias de las ciudadcs, se acostun¡bró con facilidadá la rústica y dura vida del campo, como si hubieranacido en sus valles y rancherías. Estaba cada diacon nuevos sobresultos, Ias noches pasaba con des-velo, y á lirs albr;nrd¿rs cra el prirncro qure ponia elfleno á srt cltrrrlkr.

Pensanr,L¡ lrrrllirr n¡1s scqltro asilo en Africa queen Egipto dejú á srrs ll*ltrinos y p:rsó á ella: era go-bernador fle la provinci:r tlc llnrca Abcn Htbih, r¡rre

dcbia su autoridad y bucnl sur,t't(, á los Cllrlilirs llcniOmeyas; pero siguió el ayrc rlc lrr lirltrurn (luc so-plaba, y olvidó á sus antigLlus l'irvr¡r'c<'ctkrrcs, '['enia

este Wali es¡:iados todos l«rs pasos, y tl.ttlls lts órde-nes para prender al jóven Abderahn¡¡ltr, v lrrcgo su-po que un mancebo de sus misnl¿rs sr¡Ítns lxtlri¿r en*

( 14e)trado én su provincia. Avisó á sus alcaydes, y-man-dó buscarle.en toda la tierca,- diciéndoles: que no

podian hacer al Califa servicio mas agradable que laprision de aquel fugitivo.

Aldaba AbCerahmall en tierra de Barca: Y en

toJ"rs partes halló gentes bien intencionadas y bené-

ficas que se le aficionaban y deseaban servirle : su

eda,J, su gentileza, cierta,magestad que resplandecía

en sLls ojos, y su condicion afable ganaba los cora-zones y voluntad de cu:rntos le trataban. Lcs Be-d"rinos dei aduar en que estaba hospedado fueronuna noche alcanzados de una cornpañia de gente aca-ballo, enviad¡ por Aben Habib para prender á Ab-der¿rhman: preguntáronles por un jóven de Syria de

tales señ¿rs, que los Beduinos no dudaron que bus-caban á su huesped Giafar Almanzor ¡ 9ue con este

nombre le llamaban ellos, y re:elaudo que no fuese

para bien suyo, les respondieron: que cierto, el mis-nro qlre buséitb¿ur habi:r salido i caza de leones conotros jóvenes, y debian pasar la noche en un cerca-

no valle. Partieron aquellos emisarios al indicadovalle, y los honrados Beduinos llegaron presurosos

y nranifestaron á su huesped lo que les habian pre-guntado y sLls bien fundadas sospechas: agradecióles

con lágrimas y sinceras expresiones lo que por él ha-bian hecho, y acompañado de seis esforzados rnan-cebos del aduar huyó durante la noche, y protegidode sus sombras á procurarse en mas apartados desier-

tos algun seguro asilo de las asechanzas de Aben Ha-bib: atravesaron grandes llanuras y collados de are-nas: oyeron sin temor el rugido de fieros leones; ycontinuando intrépidos algunas jornadas llegaron á

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(f50)Tahrtrt ' tlonrlc h¿rll¿rron gene[ost itco¡¡irlr. T,os hos-

Irtüi ('¡r su cirsa un noble Xeque de los nurs ¡rriuci¡;a-lcs dc lu tlibu Zenetar los visitaron en cllit todos los

rlc 't.':rlr¿rrt, y querian llevarlos á sus casas. No quisoAbderahman disimular aquí su orígen y desgracias,

sabiendo la nobleza y generosidad de esta tribu yque su madre Raha procedía de ella. Divulgada esta

feliz circuustancia tr¡rlc¡s los Xeques Zenetes le ófre-cieron su ¿tnristad y f,rvor r y sc ¿tcrcccntó la buenayt-¡luntad qlle yn lc tenian, y produci¿r naturalmen-te su gentilcza y afabilidad.

Entretanto en España continuaba la guerra ci-vil: los Muslirnes de la'España oriental mantenianel partido de los Alabd¿ríes, que acaudillaba Amerben A¡nrü cl Clorcixi: los {c Andrtlurcí¡t y dc ticrra de

Tolcclo, conducidos por cl Aniir Jusuf'el F-ehri, pe-

leaban con v¿rria fbrtuna contra ellos en las ásperas

sierras de las fuentes del Tajo, posiciones dificilesgue favorecían á los Alabdaríes, que tenian pocos

caballos ¡ y en ellos consistía la fuerza de la hueste

de Jusuf el Fehri: se distinguió con hechos muy se-

íralados el caudillo Wahib, hijo dc Alahdari, en est¿

?53 gucrr¿t dc ttlotltltirl el ¿riro ciento trcinta y seis, y

¡ Tahart era la ctpital dcl Algarbe medio, en Mauritania:

.estaba este lugar á cuttro jrrrrtatla.s tlc Tclenccn, qttc tlccirtros

Trernecen; y en este ticnrpr.l tl(¡ ct'¡t tt¡d¿rvla ciurtlrrl , sitttl utla

Cora ó provincia habitada ¡ror lnr lrilltts 7.cttr'trlr ctt vlt'i:ts po-

blaciones y valles I se llamó ciudnrt t:uIrrtlr ¡c ¡tr¡rrrcrrtri la pobla-"cion

con la concurrencia de los pucbttlr, rtc¡re rr,lierrtcs, como Te-

rres, Bersec , Beni Mazgana, Tadales , Ile¡4uy,r , Gigel , Meiia-

na, Alcala, Mesila, Gadir, Mocra , Ncc&ttr , 'l'rrlrtta, I(osantilta,

Baes , Bagiaya, Tifas, Dar Madin, l'arttt! , J).tt M.rlul y Melila'

(rsl )

parte d,el ciento treinta y siete' Era el furor y la ene'

mistad igual en ambas partes: los campos se tala-

ban, los pueblos se destruían , todas las provincias

estaúan iÁquietas, y los habitantes sin seguridad ysin justicia; gravados con arbitrarias y violentas exac'

cioÁes, forzados á seguir, segun las vicisitudes de las

armas, uno ú otro Partido, detestando en su corazon

de ambos.

i1lli'I

CAPITULO II.

Del consejo de los Xeques de Sgria y Egipto

establecidos en EsPaña,

.Er, .rt. tiempo de calariridad algunos buenos Mus-

limes de los que habian entrado en España el año

ciento y trece del ejército de Coltum ben Ayadh el

Maanic, entre otros Husám ben Melic de Damasco,

Hosain bcn Adagim el Ocaili, Hayüt ben el Mole-mis Hadrami de Hernesa, Temam ben Alcama AbuGalib, Wahib beinZahir, caudillos de gente de Sy-ria establecida en España i en todos ochenta varoncs

de integridad y prudencia, que veían con dolor los

interminables males de la guerra iivil, Y el fuego

de'general tliscordia que incesantemente se encendia

y acrecentaba: pospuesto todo temor 2 pero con Iaconveniente reserva y disctecron, se juntaron en Cór-

doba á conferir y consultar sin pasion, ódio ni ene-

mistad con los de ninguno de los dos partidos, qué

remedio podia hallarse para acabar Ia guerra civil, yestablecer en España ttn gobierno justo é indepen-

dicnte que asegurase la paz y quietud de los pueblos,

Page 13: Conde, vol. I (7ª)

( t52)h htrctr¡r y ('ortstflnte adnlinistracion tle jrrsticitt,Ia(rtrst'r'vrrt¡.'i.r tle la 1ey, el premio de l<¡s bue t¡os scrvi-cios, cl crrstigo de ios malhechoresr y tttt¡t sttccsion

trrrrtluilu y permanente del mando. H;ryüt dc Hctne-

sa les dijo: que bien sabian las revueltas de Orientc,la usurpacion de la soberanía del califado por los

Alabás contra los Onreyas, la tiránica arbitrariedadde l<¡s gobcrtr:td,rrlrs de lrts provittcias , así de las

:tp:rrtltüirs rcqiottcs c¡ricutltles dc C.holvltre¿nlilt y Ma-rv¿ralnahur, cotno de las occidentales dc Egipto y de

Africa, y el general desasosiego del inrperio muslí-mico: que en España ellos conocian por experiencia

qlre como pÍtis tan apartado de Oriente no podia espe-

rarse qLle llcqnsctr á ticnrpo los irlfltrj,.r'; dc lrt justicia,

¿¡¡¡ cUl¡do por. l'rr¡trrr¡r oCILU)itSc cl trt¡tlt¡ rrrl C:tli-I'u ttrt justo conto Abur lJecre ú Onrar: que por har-

tos añós habian visto cuánto mal ocasionaba al go-

bierno de los pueblos la distancia del trono : que

uó debian esperar como débiles y tímidas aves el

triunfo cle alguno de los que contendian para hall¿rr

la ¡:nz y la justicit que anhelaban. Tcmam bcn A1-

crnr,, y otros ¡l¡ucllos dijtron, quc todos estitban per-

suailidos ,,lc llts trlismlts. razolles : que toclos creían

gue bicn unirlrt lis¡xrÍut, inclcpendiente de Asia y de

Áfri.u, regidl por un trt¡ct¡ Principe sería cl pais ntts

venturoso de la ticrpl; p§t.o ¿dri¡tlc irétr¡os á §ttsc¿tr

este Príncipe que nos cr¡r¡viel¡e I ctrlllrr«¡tr lo(los: ctl-

tonces Wahib benZahft tcs rlijo: l¡o cstt'rtficis tlue os

proponga un jóven descendicntc dc ltt¡cstt'os antepa-

iados Califas, de la misma prosit¡tit r,tt' ttttcstro Ana'

bi Mahomad: en Africa vaga crrlltte clltre llts tri-bus bárbarns: Y aunque perseguido y lirgitivo esti

( 1s3 )en e1las respetado y serwido por su valor y su no6le

condicion. óe Abderahman os hablo, hÜo de Moa-

via, hijo del Califit Hixém ben Abdelmelic' Con'

,rirí.ron todos en este pensanriento r Y nombraron

á Temam ben Alcam a t Y i Wahib ben Zalrjr, pa'

ra que en uombre de los Xeques de España, lel-

"i,tot para el bien comun <Ie ella, pidiesen á Abde-

rahman ben Moavia que viniese con elios á ser su

Amir y gobernar la España, que todos le ofre-

cían r., ñ¿.ti¿u¿ y obediencia, que querían que

reynára en ella con absoluta independencia de los

Cutifut orientales y de todos sus gobernadores ó lu-

gartenientes de Egipto y de Africa, y todos los bue-

áos Muslimes cle España darían su vida por mante-

ner su independencia y el imperio que le ofrecían"

CAPITULO IIL

cntbnjutla de los Xegues á

Abderahman.

C"" mucho secreto partieron á Africa los encar-

gados de esta mensageria, pretextando otros moti-

íos d. su partida, porque los parciales de Jusufó de Alabdoii ,ro lo entendiesen' Llegaron á Tahart,

donde frteron bien recibidos de los Xeques de la tri-bu Zerreta, y presentados á Abderahman le corrlu-

nicaron el-piopósito de su venida, y Temam ben

Alcama te ái¡o, " Los Muslimes de España, y en

'!su nombre los principales Xeques de aquellas tri-,,t,rrs de Arabia, Syria y Egipto, nos envian á ofre'

:

De la

v

I

I

II

'l'utuo f.

Page 14: Conde, vol. I (7ª)

( rs4)»ccrt(' (lc tt¡do buen cofazon y br,rcn tllrtntc no¡sol() rur lrsílo segut:o contra tus etrctrtigt-rs, t¡ttc és-

¡,tc yt lt¡ tienes en el amparo de estc¡s noblcs Zc','rrctcs, sino el imperio de los pueblos de Epañ:r;rr)& efes dueóo de sus corazones, y en su buen¿t

r¡voluntad y leal obedienci¿t apoyarás tu honra con

,¡mas firmes fundltrncutos qtte los montes: algunos

,rpeligros y rcsistctrciit ctrc«rtttrltrás; pero no esta-,rás solo : verás á tu lad<¡ los cslbrz.rtdos cltrdillos,,conquistadores de Occidente, y los fieles pueblos

»Qüe t€ desean y te llaman para que gobiernes aquel

r¡estado, que fue de tus abuelos: todos correrán,rá las peleas y á la muerte, si necesario fuese, pa-,rra colocurtc y tlltltltcllcl'tc clr llt s«rbcrltllía qllc terrol'r'eccn.t' Stts¡rcttstt cstr¡vo t'ítl poco Abdcrahtrlltn,

y conrc cspcrando si 'l'emam continuaba sus razo-

nes , y viéndolos pendientes de su respuesta, dijo:

" Ilustres cauCillos , enviados de los Muslimes de

,.,España r por vuestro bien y Por correspondqr á:rvü€stros nobles deseos iré con vosotros, pelearé

,rpor vucstrtr c:ILlslt, y si el Seíror me ayuda y,,Írprlrebil l:r ohcdicncilr qr.re ntc ofrcccis, tendréis en

¡¡rní Lur llcrttt;ttto y compañero de vuestros peligros

:r1r prospericladqs. Ni lc¡s tritbajos ni las adversidades

,rmé intimidan, ni los ltt¡rr<¡res de las b:rtall:rs y,,de la muerts me p()lltltl esP:lltto, qt¡t' yÍr cn po-

,rcos años la inconstantc ftrrtttttlt tt'le lt¡l ctlscñ:tdo

,á despreciar muchas veces l¡t vidrr r .y llrt: ltrt puesto

,rdelante horrorosas imágenes tle lit tt¡ttc¡'tc: y Pues

,rtal es conro decís la voluntad de lt¡s l¡t¡tlrados Mus-

,limes de España, yo soy contellto tlc ser su cau-

,dillo y defensor, si Dios quierc."

(1s5)Queclaron muy contentos de su determinacion

los enviadosr Y le manifestaron cuanto convenía el

secretb al buen término de sus cosas: les dijo Ab-derahman que en todo caso no podía dejar de par-ticiparlo á sus bienhechores los Xeques Zenetesr gue

en esto nada se arriesgaba, Y é1 no partiría de allísin hacer esta confianza. Dijéronle que á su dis-crecion quedaba todo. Sin mas dilatarlo habló ilos Xeques y les comunicé el negocio que traíanaquellos caballeros, y la grave propuesta que le ha-cian: y con nrucha prontitud drjo el Xeque su

pariente: "Hüo mio, pues Dios te llama por ese

»camino, no dudes seguirlo con valor, y cuenta,rcon nosotros pata ayudarte¡ 9ue en verdad no»se defiende y mantiene la honra de la casa y fa-,milia sino con las lanzas'y la caballería." Todoslos caudillos que estaban Presentes le felicitaronofreciéndole su compañía y auxilio: los Xeques Ze-netes le of'recieron quinientos caballeros, los de

Mecnasa doscientos, cincuenta caballos el Xeque de

Tahart, y cien lanzas. Sin pasar muchos dias dis-puso su partida, y el Xeque le dió su bendicioncon lágrimas: to(la la juventud quería acompañar-le, todos querían servirle: en la separacion v des-pedida de la familia del Xeque hubo lágrimas ydesmayos: que no produce otra cosa la separacionde los amigos.

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( t.5ó )

(JAPITULO IV.

Dcl fi,n de la guerrd contra Alabtlw.i.'¿9 -1

ftrr., .u,. tiernpo ,Jusuf el Fehri habia vencido yderrotado al hijo de Alabdari cerca de Calat-Ayrib,y lo persiguió hast¿r errccn'lrrlo cn Ztragoza éon supldre. Pr.rso á l¿r ciurl:rd t'igoroso ct:rco: Ilacian losde Alrbdari ¿rlgunas salirlas corrtra los ccrcadores;pero corl poco efecto. La numerosa poblacion ylas tropas consumieron en breve todas las provi-siones que tenia la ciudad: el cerco se observabacon mucha diligencia, los conrbates fireron cada dia¡nas violclltos, y lcls tuis¡ltt¡s ¡ltrr:illcs tlc Allrtda-ri nlr¡vicrc¡¡r sccl'ctos tratos t'<¡rr los dc Jusuf, y en-uegaron á sus cauclillos y la ciudad en fin de laluna de Dilliagia del aíro ciento treinta y siete. Apo-deróse Jusuf el Fehri de la ciudad; y puso en ca-denas á Amer ben Amrü el Abdari, á su hijo Wa-hib ben Amer , y á su secretario Alheháb el Zohri.prderradas l¿rs cosas dcl gobierno dc l¿ ciudad par-tió par:l 'lblcdr¡, y llcvó ert ficrros y sobre came-llos á los trcs crtb;rllcros. Cuando llegó á Toledo des-

piclió la gente dr: ar¡rrclla ¡rrovincia, y entró cn Iaciudad con los princi¡ralcs t'¡rr¡tlillos de stt huerstc.

Descansó allí unos dirrs y ¡r:ttlir'r ¡r:tt'lt Ctít'dt¡ttrt cc¡tr

los caudillos y gente dc Arttl.rttrcil. l)r's('rtrrsrrbít trn

dia en un valle que llanran Wlttlrtt'¡ttt¡l;t, t'ittcuentamillas de Toledo; y mientras rclx)srlh;t ert su pa-bellon con su familia, comían st¡s Henlcs y los pri-sioneros que llevaba á buen rec:rtldo: llt'grt su :rmi-

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go e1 Wali Samail con g!:an prisa, y entró en supabellon muy fatigado, y le dijo: en esa carta ve-rás,la' importancia de mi venida, es de un amigode toda mi confianza: leyó Jusuf, y decía: Seíror,acábase tLr imperio, ya está en camino el que des-truirá tu estado y autorided: Dios nos destina ála 'muerte, como la padeció .Suleiman Aben Xiheb,y fr,rlano y fulano, y otros nobles Muslimes: aslno tardes en acabar á los Alabdaríes Amer y sut,jc , y á 1os Xeques pérfidos que te han buscado unsucesor que no tardará en rnanifestarse: acábalos,que bien conocidos son, y de los enemigos los me-nos. Conferenciaban Jusuf y Samail sobre el con-tenido de esta carra, y llegó I gran diligencia unenviado de Córdoba: toda la gente se puso en mo-vimiento y suspension con estas cosas: entró el en-viado que venía de órden de su hijo Abderahman,y le entregó á Jusuf su carta, en que decia: quet¡n Coraixi de los hijos del Califa Hixém ben Ab-delmelic, llamado Abderahman ben Moavia, pas&'ba el mar para España r gue segun ciertos urriro,debia aportar en las costas de Elbira, que venía lla-mado de una poderosa parcialidad de- los O*.yu,en que éstaban los mas nobles Xeques de las iri-bus de Arabia , Syria y Egipto r y gue venía au-xiliado de tropas berbeiíes. Quedó Jusuf suspenso,y despues de algun espacio, temblando de indigna-cion y de cólera, enfurecido como pisada sierpé enaquel momento mandó despedazar á Amer ben Am_rü el Coraixi, á su hijo Wairib y á Alhebáb elZohrii I se hizo como mandaba: crueldadr Quet):rrece le indispuso con su fortuna r 9ue desde án-

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f

7s5

torccs tc .1,;rrdoró, t' :: )p"ró

:rl lur.tkr tlr: su

nll('v() tivltl, (llre venturosamerlte atritvcslrltlr e l tttar.liuc lrr nrucrte de Amer el Abdari a[ print'i¡rio dclrrño cicnto treinta y ocho. En Ia siguientc jortr:r-da encontraron un caballero que venía enviado clcs-

de Córdoba con cartas para el Amir Justtf, en las

que su madre le decía: que Abu Otman, que era

de sus muy ficles scrvidorcs, lc avisaba desde Ca-ria-Torás, dondc viví¿r : quc uno dc los hijos del

Califa Hixém, llanrado Abderahman beu Moavirt,pasaba el mar r y se esperaba que aportase en las

costas de D¿masco, esto es en los confines de El-bira: que habia gran alboroto ymovimiento de gen-

tes en aqttellas comrlrcas? y quc sc ilscgrlraha que

no tardaría ctt llt'glr cl suc¡sor y lcgíti¡¡lt¡ dueño

dc t«¡dos los cst¿tdr¡s rlc Occidelrte. Esto acabó clc

llenar de cuidado á Jusuf y á su amigo Samail,

y ap(esuraron sus marchas ¡ Y mandaron sus car-tas para allegar sus gentes con mucha diligencia,

para oponerse á cuanto se ofreciera.

CAPITULO V.

De la oenid,a tlc Abdtalman a España'

E" .r dia diez dc ln lurrt rle Ilcbie printcr. tlcl

,tc¿ a¡o ciento treinta y oclur rlesgllr|1;trcrt Altltrr:tlltttlrn'" b.r, Moavia en Hisn Alnrtrl¡ccAll ¡ ('tlll ltltstlt rllil

. caballeros de las tribus Zcnct¡ts. l'r¡r* Xctlues prin'

r füsn Almunecáb , fottaleza tlc Aluru¡¡ec¡ib , ír tlc las lo'

mas, ahora decimos Almuñecar,

(r5e)cipales dé Andalucia le estaban esperando, y lue-

gó q.r. salió en tierra le juraron obediencia tomán-

áot" tu mano: el pueblo, que habia concumido gran

muchedumbre, gritó con alegría, Dios ensalze á Ab-derahmañ ben Moavia, Rey de España: corrió lafama por toda la parte meridional de España, yen pocos dias se le allegó la gente mas granada

de los Muslimes de España de todas las tribus; en

especial la juventud toda tomó su voz, y se de-claró por é1, deseando todos manifestarle su rro-luntad de servirle. Estaba entonces Abderahman en

la flor de su juventud, era de mucha gentileza, de

noble y hermoso aspecto, blanco, de color sonro-sado, .grandes y bellos ojos zarcos muy anintados,

y de apacible y magestuoso mirar, de buenÍl €sta-tura, alto y no grueso: acrecentaba su hermosurala alegría y satisfaccion que le producía el gene-

ral aplauso de los pueblos r Que i potfia le mani-fcstubltn su contento y sLls deseos de servirle. Enpocos dias se juntaron á los Xeques que seguían

al Rey Abderahman mas de veinte mil hombres delas comarcas de Elbira, Almería, Málaga, Xerez,Arcos y Sidonia. Cuando llegó á §evilla rl la cr'u-dad salió á recibirle, y le proclamó con la mayoralegría; y llegaban comisionados de otras ciuda-des á ofrecerle sus servicios y obediencia.

Todo 1o sabia Jusuf el Fehri, y todo le desespe-

raba y.llenaba de.indignacion, maravillándose de laligercza y veleidad popular, y mas todavía de laperfidia, así la llamaba é1, de los Xeques de las tribusArabes y de Syria : de la traicion de los caud"illos

Egipcios de.las ciudades de la Costa 2 que cierto no

{.

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esperul)tr tfc r,llos csta deslcaltad. Di(i 1¡rdr'ncs á sulrijo Atilcrrlrruun para que defendiese ll ciu,.llrl y co-n¡urcl rlc Córdoba, en tanto que elr conrlxrñírt dcSanr;ril allegaban la gente de las capitanías de Méri-da y de Toledo, enviando á sum hijcg Mahomaul yAlcasim á las provincies de \¡aiencia y de Tadmir,para prevenir la gcntc tle ellus y mantener en ellas§u partido.

CAPITTJI-O VI.

De la guerr& ca{¿wd fiusuf y Saruail.?-\

-ü1t n.y AbJcrahnur¡t bt'tr Mtr:tvi:t pet'stt:rJi..l,¡ Jc

cu;tn intirot'tlrtrtc serilt ¡lttrtt ltcltr"iitttrsc colr sus lluc-vils pucblos drtl alglulrt ntuestl'¿t de su vaiot y de su

inteligencia en lrts cosas de la guerra, pues .bien veíaqlle tenia contrn sí dos esforzados y .prácticos cau-dillos , qLle no perderian un [romento para intentardestrr-lir de un golpe el nuevo edificio de su'na.ciente

inrperio, tLlvo sr.t cr-rttst'jo con los Xcques Zenetes yAncl¿rlr"rccs, y rl.' colllrlll ltcuct'do p:trtiti sin dil¿tcion

á Córdob¿r c()rtttit cl lrijo dc .fusirl'el Fehri. Salió

este al encllentl'o ('()ll Llll:r bu¡cua hucste de caballe-

ría, y habiéndose t¡'¡tbittlo t¡ll:t srtltqrientr cscírra¡lltl-

zaconlos carnpcadorcs del ltuy Alrrlurlthmitn, cl¡ ¡locotiempo se hizo general lt bltrtlln i'pcro los tlt'[ lir-'llri

no pudieron resistir el íutpctrt tle lt¡r,t';th¡tllcl'us Alli-canos, y huyeron en desórdcn y §tt :it'ogicl'ot i la

ciuciad. Puso Abderahm¿n cerco á ln eitr.llt.l, con áni-

mo de no levairtar su cantpo hltsto retrdirla. Al mis'

mo tiempo se estendian y divulgabitn proclamas en

(161)que se decia á los pueblos r eu€ el R.ey Abderahman

su legítimo Soberano 2 como hijo de sus Califas losBeni Orneyas , t enia á librarlos del tiránico y arbi-trario poder del Ar-uir Jusuf el Fehri, que si á ejem-plo de las otras ciudades de Espaíra se venian á su

obediencia, dejetrdo cle servir al que se pretendiarnantener en la soberanía que tenia sin tazon, qlieen brcve tiempo todos gozarian de los bienes inesti-mables de la paz, y r,,irririan tranquilos y felices bajoel paternal gobierno de su legítimo Príncipe.

La nueva de esta primera victoria de Abderahmanllenó de pesar- y amargura el ánimo de Jusuf , y lue-go avisó á Samail para que viniese con mucha dili-gencia á socorrer á su hijo, y hacer levantar el cercode Córdob3 que habia puesto el Rey Adaghel , ó in-truso, que así le llamaban ellos. Allegadas numero-sas tropas de Oriente y Mediodia de España vinie-ron hácia A.ndalucía. Informado Abderahman dellnovimicnto y reunion de estas gentes, y del desig-llio clc sus caurdillos , tomó parte de su hucste, ydejó diez mil hombres en el cerco de Córdoba al cui-dado del caudillo Temam b:n Alcama. Parecia te-meraria resolucion saiir con diez mil caballos contr¿tan numerosas tropas de apie y de acaballo, man-dadas por dos tan acreditados Capitanes. No tarda-ron en avisarle sus campeadores qr,re habian descu-bierto las avanzadas de sus contrariós. Hizo Abderah-man un reconocimiento muy arriesgado, en glre se

empeñaron algunas escaramuzas por sus Zenetes, des-cubrió la disposicion del terreno y las fuerzas que'traia la primera batalla ó division de sus enemigos,que acaudillaba el mismo Jusuf el Fehri r. y conci-

Tomo f.

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( 162)bió Arlcr¡rlrnr;ur prcsagio ftliz por las circunst¿ulcias(¡t§ (:orlcurriun ctt aquella ocasic¡n: el clia e I tlc Ar:r-lir t¡uc Ic ct¡rrvenia, y sin recelar de la oscurlirl¿rd dclIirtut r¡ succso dijo confiadamente: dia de id al tdlrclur,Iicst:¡ dc las víctimas , dia juma contra el Fehri, al-bricias amigos , yo espero un dia hermano del diade la betalla dc Mcrg-ttr¡hita: y cumplió Dios elpresagio de Abdcr:thrrr¿¡r. llstc Príncipe y sus caudi-llos y tocl:r l:r cutlallcri:r supicrott u¡rovccl),¡r'cl ticr¡-¡ro y cl lugar, y cl buen ániuro y coufiunze c{cl Itcyse comunicó á toda sLl gente.

Estaba el campo de Jusuf en Musára, y cuentaRaz-i que habiendo visto Jusr-rf la pocu sente que trai:rAbderahman dijo á sus c¿tudillos unt-¡s rntiguos ver-sos dc Fllrrcr l:'rjlr clc Nounnrr r¡rc rlice tt:

Sedienta turba uenimos, I ha d,e ¡er lance apurado,pue nos mandan repart¡r este mezquino t cuchorro.

Estando ya á la vistr ambts l¡uestes pasó Olaben Gcbir cl Oc¡rili ir l¿ scsuuda txttullt ó divisionque trtitttrlah:t Sr¡r¡¡uil bcn Il:rtinl y le dijo: ó Abu

Jzryx, confiunzl cn 'l)ir¡s, pero Gr-rála que este diaes como el de Merg-llullitu, todo se presenta in-fausto, Dios y las litdits s()n ('ontt'll ¡losotros, ¡trjlt-

r Llaman cucharro los pastrrrcs y l'',t'lrlt' rlrl r';ltrr¡rt' ;i los

hoyos ó cavirlades naturales de las Picduts o ¡rr'rlr'l'trrrlu§ clr que

se recoge y conserva el agua cua[do llr¡(vc I (.o¡u(] los Arabes

en los.lesiertos aprecian tanto los dep(')s¡t(,s 'lt' rt¡1't;t qtrc sc ha-

llán, no se desrleña su poesía de estas itttii¿¡crrcs ¡'llsticas'

(163 )1á me engañe, no ves la gente de pelea y los cau''dillos ! Omeya , Fehri, Cais y Yemen: huestro cau-dillo es Fehri, y sü \Alazir ó lugar teniente. Zofaroben Alhari z , y tú, mismo qLle eres hoy Wazir , eres

eais , el dia juma , y dia de las r'íctimas , lo mismofue el dia de Merg-Rahita. y allí murieron los hijos

de Alhariz, así todo me parece coritra nosotros, Ple-gue á Dios que no sean tales sus eternas fadas : oyó'esto Samail y dijo: vamos á la pelea, y seamos bue'nos caballeros. Era esto poco despues del rayar el

alba, acometiéronse con terrible ímpetu las tropas

de caballería de la primera batalla, y fueron atroPe-lladas por los caballos Zenetes y Xerezanos : volvie-ron á ordenar sus haces de infantería que fueron atro-pelladas por sus l¡ismos caballos, y antes del medio

dia huyeron los de Jusuf con general espanto, de-jando el campo cubierto de cadáveres , armas y des-

pojos ; y los dos caudillos Jusuf el Fehri y Samail

se dividieron entre los fugitivos á diferentes partes.

Fue esta señalada batalla de Musára el dia id al.ad-heha ó fiesta de las víctimas del año ciento treinta'755y ocho.

CAPITULO YII.Del allanamienta y entega de Córtloba.

erbri¿se de gloria Abderahman este dia, y todoslos Xegues de su partido se llenaron de buenas espe-ranzas. Los parciales de Jusuf decayeron de ánimo,y se esforzaban á inventar imaginarios triunfos delos fugitivos caudillo§, y así se consolaban con estas

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