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Harvestime Books Mas— a Cristo Los Pasos Basicos ENTRE CRISTO Y SATANAS por E.G. de White Conflicto Las Vidas Y Luchas de Cristianos por todas Las Edades Inminente

Conflicto Inminente - The Great Controversy Great Controversy.… · —Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabras de la autora. 10 de la gran propiciación, sino que

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  • Harvestime Books

    Mas

    a CristoLos Pasos Basicos

    ENTRE CRISTO Y SATANAS

    porE.G. de White

    Conflicto

    Las Vidas Y Luchasde Cristianos

    por todas Las Edades

    Inminente

  • 2Contenido

    HB-4106El Gran Conflicto

    porE.G. de White

    Mas Material suplemental

    Harvestime BooksAltamont, TN 37301 USA

    Impreso en los E.U.A.

    Cubierta y texto derechos reservados 1999

    Unin Mexicana del NorteApdo 280,Montemorelos N.L. 67500Mexico

    Unin Mexicana del SurApdo 12-710,Mxico, D.F. 03020, Mxico

    Unin CentroamericanaApdo 983, 4050 Alajuela, Costa Rica

    Guatemala: Apdo 218, 35-CGuatemala

    El Salvador: Apdo 1880 BCSan Salvador

    Honduras: Apdo 121Tequcigalpa, Honduras

    Nicaragua: Apdo 92Managua, Nicaragua

    Panam: Apdo 9748 DavidChiriqu, Panam

    Unin CaribeaP.O. Box 221, Port of Spain,Trinidad, WI.

    Unin ColombianaApdo areo 609Medellin, Colombia

    Unin Venezolana

    Apdo 842, BarquisimetoVenezuela

    Unin AustralEcheverra 14521602 Florida,Buenos Aires, Argentina

    Unin BolivianaCasilla 3535Cochabamba, Bolivia

    Unin ChilenaCasilla 71, Correo 34, Los CondesSantiago, Chile

    Unin PeruanaCasilla 1472Lima 18, Per

    Missin EcuatorianaCasilla 17-21-1930Quito, Ecuador

    Unin CubanaApdo 50, General PerazaHavana 19210, Cuba

    Unin DominicanaApdo 4680, Santo DomingoRepublica Dominicana

    Puerto Rican UnionP.O. Box 29484,65th Infanteria StationRio Piedras, PR 00929

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  • 3Contenido

    ContenidoContenidoContenidoContenidoContenido

    LOS PASOS BASICOS A CRISTO

    Primera Parte Cmo Puedo Venir a Cristo? 9

    Segunda Parte Cmo Puedo Permanecer en Cristo? 14

    EL CONFLICTO INMINENTE

    Introduccin 241 Su Amada en Llamas

    La Destruccin de Jerusaln 332 Una Iglesia Pura

    Persecucin en los Primeros Siglos 56Juan Predice la Apostasia 66

    3 Una Iglesia Popular Una Era de Tinieblas Espirituales 67

    C

    4 Fieles hasta la Muerte 80Los Valdenses 80

    Apostasia Predicha 98

  • 4Contenido

    5 Una Voz en el Desierto Juan Wiclef 99

    Por Que sufren los Santos 117

    6 El Amanecer Dos Hroes de la Edad Media 119

    Verdad Presente 143

    7 Hacia la LibertadSeparacin de Lutero de Roma 144

    Examinad la Palabra 170

    8 Un Campen de la Verdad Lutero Ante la Dieta 171

    La Importancia de la Oracion 198

    9 Firme Como una Roca El Reformador Suizo 199

    Escudrinad la Palabra 213

    10 Desaparece Lutero La Reforma en Alemania 214

    El Provee Nuestras Necesidades 226

    11 Una Hora Decisiva La Protesta de los Prncipes 227

    Justificacion Por Fe 242

    12 Prefirieron Morir La Reforma en Francia 243

    Somos Hijos de Dios 271

    12a Heroes Espanoles El Despertar de Espaa 272

    Perdonandonos Unos a Otros 298

    13 Como Fuego en Rastrojo

  • 5Contenido

    En los Pases Bajos y Escandinavia 299Oraciones Contestadas 307

    14 Testigos Valientes Los Reformadores Ingleses 308

    Dios Guia Los Humildes 329

    15 Una Cosecha de Muerte La Biblia y la Revolucin Francesa 330

    Promesas Para la Victoria 354

    16 Refugio en el Desierto America, Tierra de Libertad 357

    Cristo Nuestro Mediador 368

    17 Suena el Clarn Heraldos de la Maana 369

    El Nuevo Pacto 387

    18 Abriendo las Profecas Un Reformador Americano 388

    Vida Eterna Solo en Cristo 415

    19 Noche de Tristeza Una Luz en las Tinieblas 416

    Esperando El Retorno de Cristo 428

    20 Por Todo el Mundo Un Gran Despertar Religioso 429

    Confiando en Jesus 449

    21 Tiempo de Espera Una Amonestacin Rechazada 450

    El nmero/La Marca/Seal de Dios o Satans?467

    22 El Clamor de Media Noche

  • 6Contenido

    Profecas Cumplidas 468Jehova, Justicia Nuestra 486

    23 El Santuario de la Profeca Qu es el Santuario? 487

    La Profecia de 2300 Anos 490/Las Admirables Profecas De Daniel 490/ElTabernculo 492/El Tabernaculo Terrenal 493/Salvacin solo en Cristo 505

    24 En la Presencia de Dios El Lugar Santsimo 506

    Espiritus de Demonios 515

    25 La Marca de la Bestia Los Estados Unidos en la Profeca 516

    Promesas Para Vencedores 537

    26 Restaurando Fundamentos Una Obra de Reforma 538

    El Ciclo Semanal 548/El Catolicismo Declara 550/ElProtestantismo Declara 552/La Santiad Dominical no se Exigeen la Biblia 555/Como fue Cambiado El Sabado al Domingo555

    27 Cuando el Fuego se Apaga La Verdadera Conversin es Esencial 563

    Perlas De Salud 581

    28 Juicio antes del Fin El Juicio Investigador 582

    El Dia del Juicio 595

    29 Cada del Paraso El Origen del Mal y del Dolor 596

    El Evangelio y las Normas de Dios 609

    30 La Primera Profeca

  • 7Contenido

    El Peor Enemigo del Hombre 610Salud en la Biblia 616

    31 Victoria en Cristo Quines son los Angeles? 617

    Angeles Caidos 624

    32 La Caja de Llaves de Satans Las Acechanzas del Enemigo 625

    Espiritismo 639

    33 La Primera Mentira El Misterio de la Inmortalidad 640

    El Misterio de la Muerte 661

    34 Obra Maestra de Satans Pueden Hablarnos los Muertos? 662

    35 La Libertad de Conciencia Amenazada Las Metas de Babilonia 675

    Dia del Seor 695

    36 El Plan Maestro de Satans El Conflicto Inminente 696

    37 Fundada Sobre la Pea Nuestra Unica Salvaguardia 708

    La verdad Biblica 718

    38 A Todo El Mundo El Mensaje Final de Dios 719

    Temed a Dios y Dadle Gloria 729

    39 Cuando Termina El Tiempo de Gracia El Tiempo De Angustia 730

    Tiempo de Affliccion 752

  • 8Contenido

    40 El Rey que Viene La Liberacin del Pueblo de Dios 753

    41 Los Juicios de Dios La Desolacin De La Tierra 771

    La Importancia de la Biblia 782

    42 La Herencia de los Santos El Fin Del Conflicto 783

    Appendix and Indexes

    The Secret Instructions 802From the 1884 edition of this book

    Chart: Historical Timeline x

    Source Index x

    Chart Index x

    Scripture Index x

    General Index x

    Additional Information x

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    La naturaleza y la revelacin a una dan testimonio delamor de Dios. La transgresin de la ley de Dios, de la leyde amor, fue lo que trajo consigo dolor y muerte. Sin em-bargo, en medio del sufrimiento resultante del pecado semanifiesta el amor de Dios. Dios es amor est escrito encada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la nacientehierba.

    El Seor Jess vino a vivir entre los hombres, amanifestar al mundo el amor infinito de Dios. Su coraznrebosaba de tierna simpata por los hijos de los hombres.Se revisti de la naturaleza del hombre para podersimpatizar con sus necesidades. Los ms pobres yhumildes no tenan temor de allegrsele. Tal fue elcarcter que Cristo revel en Su vida. Tal es el carcterde Dios.

    Jess vivi, sufri y muri para redimirnos. Se hizoVarn de dolores para que nosotros fusemos hechosparticipantes del gozo eterno. Pero este gran sacrificio nofue hecho para crear amor en el corazn del Padre hacia elhombre, ni para moverle a salvarnos. No! No! Porquede tal manera am Dios al mundo, que ha dado a Su Hijounignito. Juan 3:16. Si el Padre nos ama no es a causa

    PPPPPasos asos asos asos asos BBBBBsicossicossicossicossicosa Cristoa Cristoa Cristoa Cristoa Cristo

    por la Autora por la Autora por la Autora por la Autora por la Autora

    Primera Parte Cmo Puedo Ir Cristo?

    Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabrasde la autora.

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    de la gran propiciacin, sino que El provey lapropiciacin porque nos ama. Nadie sino el Hijo de Diospoda efectuar nuestra redencin.

    Cun valioso hace esto al hombre! Por latransgresin, los hijos de los hombres son hechossbditos de Satans. Por la fe en el sacrificio expiatoriode Cristo, los hijos de Adn pueden llegar a ser hijos deDios. Este pensamiento ejerce un poder subyugador quesomete el entendimiento a la voluntad de Dios.

    El hombre estaba dotado originalmente de facultadesnobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era per-fecto y estaba en armona con Dios. Sus pensamientos eranpuros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, susfacultades se pervirtieron y el egosmo reemplaz el amor.Su naturaleza qued tan debilitada por la transgresin queya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal.

    Es imposible que escapemos por nosotros mismos delhoyo de pecado en el que estamos sumidos. Nuestro coraznes malo, y no lo podemos cambiar. Debe haber un poderque obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antesque el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad.Ese poder es Cristo. nicamente Su gracia puede vivificarlas facultades muertas del alma y atraer sta a Dios, a lasantidad. Para todos ellos hay una sola contestacin: Heaqu el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!Juan 1:29. Aprovechemos los medios que nos han sidoprovistos para que seamos transformados conforme a Susemejanza y restitudos a la comunin de los ngelesministradores, a la armona y comunin del Padre y delHijo.

    Cmo se justificar el hombre con Dios? Cmo sehar justo el pecador? Slo por intermedio de Cristopodemos ser puestos en armona con Dios y con la santidad;pero cmo debemos ir a Cristo?

    El arrepentimiento comprende tristeza por elpecado y abandono del mismo. No renunciamos al pecadoa menos que veamos su pecaminosidad. Mientras no lorepudiemos de corazn, no habr cambio real en nuestra

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    vida.Pero cuando el corazn cede a la influencia del Espritu

    de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador disciernealgo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios,fundamento de Su gobierno en los cielos y en la tierra. Laconviccin se posesiona de la mente y del corazn.

    La oracin de David despus de su cada ilustra lanaturaleza del verdadero dolor por el pecado. Su arre-pentimiento fue sincero y profundo. No se esforz lpor atenuar su culpa y su oracin no fue inspirada porel deseo de escapar al juicio que le amenazaba. Davidvea la enormidad de su transgresin y la contaminacinde su alma; aborreca su pecado. No slo pidi perdn,sino tambin que su corazn fuese purificado. Anhelabael gozo de la santidad y ser restituido a la armona ycomunin con Dios. Sentir un arrepentimiento como stees algo que supera nuestro propio poder; se lo obtienenicamente de Cristo.

    Cristo est listo para libertarnos del pecado, pero nofuerza la voluntad. Si rehusamos, qu ms puede hacerEl? Estudiad la Palabra de Dios con oracin. Cuando veisla enormidad del pecado, cuando os veis como sois enrealidad, no os entreguis a la desesperacin, pues a lospecadores es a quienes Cristo vino a salvar. Cuando Satansacude a decirte que eres un gran pecador, alza los ojos a tuRedentor y habla de Sus mritos. Reconoce tu pecado, perodi al enemigo que Cristo Jess vino al mundo para salvara los pecadores, y que puedes ser salvo. 1 Tim. 1:15

    El que encubre sus transgresiones, no prosperar;mas quien las confiese y las abandone, alcanzar miseri-cordia. Proverbios 28:13.

    Las condiciones indicadas para obtener la misericor-dia de Dios son sencillas, justas y razonables. Confesadvuestros pecados a Dios, el nico que puede perdonarlos, yvuestras faltas unos a otros. Los que no han humilladosu alma delante de Dios reconociendo su culpa, no hancumplido todava la primera condicin de la aceptacin.Debemos tener la voluntad de humillar nuestros corazones

    Pasos Bsicos

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    y cumplir con las condiciones de la Palabra de verdad. Laconfesin que brota de lo ntimo del alma sube al Diosde piedad infinita. La verdadera confesin es siempre deun carcter especfico y reconoce pecados particulares. Perotoda confesin debe hacerse definida y directa. Est escrito:Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo paraperdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de todainiquidad. 1 Juan 1:9.

    La promesa de Dios es: Me buscaris y Me hallarisporque Me buscaris de todo vuestro corazn. Jeremas29:13.

    Debemos dar a Dios todo el corazn, o no se realizarel cambio que se ha de efectuar en nosotros, por el cualhemos de ser transformados conforme a la semejanza divina.

    La guerra contra nosotros mismos es la batalla msgrande que jams se haya reido. El rendirse a s mismo,entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha;mas para que el alma sea renovada en santidad, debesometerse antes a Dios.

    Al consagrarnos a Dios, debemos necesariamenteabandonar todo aquello que nos separara de El. Hay quienesprofesan servir a Dios a la vez que confan en sus propiosesfuerzos para obedecer Su ley, desarrollar un carcter rectoy asegurarse la salvacin. Sus corazones no son movidospor algn sentimiento profundo del amor de Cristo, sinoque procuran cumplir los deberes de la vida cristiana comoalgo que Dios les exige para ganar el cielo. Una religin talno tiene valor alguno.

    Cuando Cristo mora en el corazn, el alma rebosa detal manera de Su amor y del gozo de Su comunin, que seaferra a El; y contemplndole se olvida de s misma. Elamor a Cristo es el mvil de sus acciones.

    Los que sienten el amor constreidor de Dios nopreguntan cunto es lo menos que pueden darle parasatisfacer lo que El requiere; no preguntan cul es la normams baja que acepta, sino que aspiran a una vida de completaconformidad con la voluntad de su Redentor.

    Creis que es un sacrificio demasiado grande darlo

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    todo a Cristo? Preguntaos: Qu dio Cristo por m? ElHijo de Dios lo dio todo para redimirnos: vida, amor ysufrimientos. Es posible que nosotros, seres indignos detan grande amor, rehusemos entregarle nuestro corazn?

    Y qu abandonamos cuando lo damos todo? Uncorazn manchado de pecado, para que el Seor Jess lopurifique y lo limpie con Su propia sangre, para que lo salvecon Su incomparable amor. Y sin embargo, los hombreshallan difcil renunciar a todo! Dios no nos pide querenunciemos a cosa alguna cuya retencin contribuira anuestro mayor provecho. En todo lo que hace, tiene presenteel bienestar de Sus hijos.

    Muchos dicen: Cmo me entregar a Dios? Deseishacer Su voluntad, mas sois moralmente dbiles, esclavosde la duda y dominados por los hbitos de vuestra vida depecado. Vuestras promesas y resoluciones son tan frgilescomo telaraas. No podis gobernar vuestros pensamientos,impulsos y afectos. El conocimiento de vuestras promesasno cumplidas y de vuestros votos quebrantados debilita laconfianza que tuvisteis en vuestra propia sinceridad, y osinduce a sentir que Dios no puede aceptaros; mas nonecesitis desesperar. Lo que debis entender es la verdaderafuerza de la voluntad. Esta es el poder gobernante en lanaturaleza del hombre, la facultad de decidir o escoger. Tododepende de la correcta accin de la voluntad. Dios dio a loshombres el poder de elegir; a ellos les toca ejercerlo. Nopodis cambiar vuestro corazn, ni dar por vosotros mismossus afectos a Dios; pero podis escoger servirle. Podisdarle vuestra voluntad, para que El obre en vosotros tantoel querer como el hacer, segn Su voluntad. De ese modovuestra naturaleza entera estar bajo el dominio del Espritude Cristo, vuestros afectos se concentrarn en El y vuestrospensamientos se pondrn en armona con El.

    Desear ser bondadosos y santos es rectsimo; pero sino pasis de esto, de nada os valdr. Muchos se perdernesperando y deseando ser cristianos. No llegan al punto dedar su voluntad a Dios. No deciden ser cristianos ahora.

    Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede

    Pasos Bsicos

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    obrarse un cambio completo en vuestra vida. Al dar vuestravoluntad a Cristo, os uns con el poder que est sobre todoprincipado y potestad. Tendris fuerza de lo alto parasosteneros firmes, y rindindoos as constantemente a Diosseris fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, lavida de la fe.

    A medida que vuestra conciencia ha sido vivificadapor el Espritu Santo, habis visto algo de la perversidaddel pecado, de su poder, su culpa, su miseria; y lo miriscon aborrecimiento. Lo que necesitis es paz. Habisconfesado vuestros pecados y en vuestro corazn loshabis desechado. Habis resuelto entregaros a Dios.Id, pues, a El, y pedidle que os limpie de vuestrospecados, y os d un corazn nuevo.

    Creed que lo har porque lo ha prometido. Debemoscreer que recibimos el don que Dios nos promete, y loposeemos. T No puedes expiar tus pecados pasados, nopuedes cambiar tu corazn y hacerte santo. Mas Diospromete hacer todo esto por ti mediante Cristo. Crees enesa promesa. Confiesas tus pecados y te entregas a Dios.Quieres servirle. Tan ciertamente como haces esto, Dioscumplir Su palabra contigo. Si crees la promesa, Dios supleel hecho. No aguardes hasta sentir que ests sano, mas di:Lo creo; as es, no porque lo sienta, sino porque Dios loha prometido.

    Dice el Seor Jess: Todo cuanto pidireis en laoracin, creed que lo recibsteis ya; y lo tendris. Marcos11:24. Una condicin acompaa esta promesa: que pidamosconforme a la voluntad de Dios. Pero es la voluntad deDios limpiarnos del pecado, hacernos hijos Suyos yhabilitarnos para vivir una vida santa. De modo quepodemos pedir a Dios estas bendiciones, creer que las

    Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabrasde la autora.

    Segunda Parte Cmo Puedo Permanecer en Cristo?

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    recibimos y agradecerle por haberlas recibido.De modo que ya no te perteneces, porque fuiste

    comprado por precio. Mediante este sencillo acto de creeren Dios, el Espritu Santo engendr nueva vida en tucorazn. Eres como un nio nacido en la familia de Dios, yEl te ama como a Su Hijo.

    Ahora que te has consagrado al Seor Jess, no vuelvasatrs, no te separes de El, mas repite todos los das: Soy deCristo; Le pertenezco; pdele que te d Su Espritu y quete guarde por Su gracia. As como consagrndote a Dios ycreyendo en El llegaste a ser Su hijo, as tambin debesvivir en El.

    Miles se equivocan en esto: no creen que el Seor Jesslos perdone personal e individualmente. No creen al pie dela letra lo que Dios dice. Es privilegio de todos los quellenan las condiciones saber por s mismos que el perdnde todo pecado es gratuito. Alejad la sospecha de que laspromesas de Dios no son para vosotros. Son para todopecador arrepentido.

    Alzad la vista los que vacilis y temblis; porque elSeor Jess vive para interceder por nosotros. Agradeced aDios por el don de Su Hijo amado.

    Si alguno est en Cristo, es una nueva criatura; lascosas viejas pasaron ya, he aqu que todo se ha hechonuevo. 2 Corintios 5:17.

    Es posible que una persona no sepa indicar el momentoy lugar exactos de su conversin, o que no pueda tal vezsealar la cadena de circunstancias que la llevaron a esemomento; pero esto no prueba que no se haya convertido.Se notar un cambio en el carcter, en las costumbres yocupaciones. El contraste entre lo que eran antes y lo queson ahora ser muy claro e inequvoco. Quin posee nuestrocorazn? Con quin estn nuestros pensamientos? Dequin nos gusta hablar? Para quin son nuestros msardientes afectos y nuestras mejores energas? Si somos deCristo, nuestros pensamientos estn con El. No hayevidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se pro-duce una reforma en la vida. La hermosura del carcter de

    Pasos Bsicos

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    Cristo ha de verse en los que Le siguen. El se deleitaba enhacer la voluntad de Dios.

    Hay dos errores contra los cuales los hijos de Dios debenguardarse en forma especial. El primero es el de fijarnos ennuestras propias obras, confiando en algo que podamoshacer para ponernos en armona con Dios. Todo lo que elhombre puede hacer sin Cristo est contaminado de egosmoy pecado. Slo la gracia de Cristo, por medio de la fe, puedehacernos santos.

    El error opuesto y no menos peligroso consiste ensostener que la fe en Cristo exime a los hombres de guardarla ley de Dios, y que en vista de que slo por la fe llegamosa ser participantes de la gracia de Cristo, nuestras obras notienen nada que ver con nuestra redencin.

    La obediencia es el fruto de la fe. La justicia se definepor la norma de la santa ley de Dios, expresada en los diezmandamientos. xodo 20:3-20. La as llamada fe en Cristoque, segn se sostiene, exime a los hombres de la obligacinde obedecer a Dios, no es fe, sino presuncin. La condicinpara alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la mismade siempre, tal cual era en el paraso antes de la cada denuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la leyde Dios, la perfecta justicia. Si la vida eterna se concedieracon alguna condicin inferior a sta, peligrara la felicidadde todo el universo. Se le abrira la puerta al pecado contoda su secuela de dolor y miseria para siempre.

    Cristo cambia el corazn. El habita en el vuestro por lafe. Debis mantener esta comunin con Cristo por la fe y lasumisin continua de vuestra voluntad a El. Mientras lohagis, El obrar en vosotros para que queris y hagisconforme a Su beneplcito.

    Cuanto ms cerca estis de Jess, ms imperfectos osreconoceris; porque veris tanto ms claramente vuestrosdefectos a la luz del contraste de Su perfecta naturaleza.Esta es una seal cierta de que los engaos de Satans hanperdido su poder, y de que el Espritu de Dios os estdespertando. No puede existir amor profundo hacia elSeor Jess en el corazn que no comprende su propia

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    perversidad. El alma transformada por la gracia de Cristoadmirar Su divino carcter. Una percepcin de nuestrapecaminosidad nos impulsa hacia Aquel que puedeperdonarnos, y cuando comprendiendo nuestro desamparonos esforcemos por seguir a Cristo, El se nos revelar conpoder. Cuanto ms nos impulse hacia El y hacia la Palabrade Dios el sentimiento de nuestra necesidad, tanto mselevada visin tendremos del carcter de nuestro Redentory con tanta mayor plenitud reflejaremos Su imagen.

    En la Escritura se llama nacimiento al cambio decorazn por el cual somos hechos hijos de Dios. Tambinse lo compara con la germinacin de la buena semillasembrada por el labrador. Dios es el que hace florecer elcapullo y fructificar las flores. Su poder es el que hace a lasimiente desarrollar. Marcos 4:28.

    Como la flor se vuelve hacia el sol para que losbrillantes rayos le ayuden a perfeccionar su belleza ysimetra, as debemos volvernos hacia el Sol de justicia,a fin de que la luz celestial brille sobre nosotros y nuestrocarcter se transforme a la imagen de Cristo.

    Preguntaris tal vez: Cmo permaneceremos enCristo? Pues, del mismo modo en que Le recibisteis alprincipio. De la manera, pues, que recibisteis a CristoJess el Seor, as andad en El. Colosenses 2:6. Por la fellegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenis que crecer en El,dando y recibiendo. Tenis que darle todo: el corazn, lavoluntad, la vida, daros a El para obedecerle en todo lo queos pida; y debis recibirlo todo: a Cristo, la plenitud detoda bendicin, para que more en vuestro corazn, seavuestra fuerza, vuestra justicia, vuestro eterno Auxiliador,y os d poder para obedecer.

    Consgrate a Dios todas las maanas; haz de esto tuprimer trabajo. Sea tu oracin: Tmame oh Seor! comoenteramente Tuyo. Pongo todos mis planes a Tus pies.Usame hoy en Tu servicio. Mora conmigo, y sea toda miobra hecha en Ti. Este es un asunto diario. Somete todostus planes a El, para ponerlos en prctica o abandonarlos,segn te lo indicare Su providencia. Podrs as poner cada

    Pasos Bsicos

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    da tu vida en las manos de Dios, y ella ser cada vez mssemejante a la de Cristo.

    La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez nohaya xtasis de los sentimientos, pero debe haber unaconfianza continua y apacible. Cuando pensamos muchoen nosotros mismos, nos alejamos de Cristo, la fuente dela fortaleza y la vida. Por esto Satans se esfuerzaconstantemente por mantener la atencin apartada del Sal-vador, a fin de impedir la unin y comunin del alma conCristo.

    Cuando Cristo Se human, vincul a la humanidadConsigo mediante un lazo que ningn poder es capaz deromper, salvo la decisin del hombre mismo. Satans nospresentar de continuo incentivos para inducirnos a romperese lazo, a decidir que nos separemos de Cristo.Mantengamos por lo tanto los ojos fijos en Cristo, y El nospreservar. Confiando en Jess, estamos seguros. Nadapuede arrebatarnos de Su mano. Todo lo que Cristo fuepara Sus discpulos desea serlo para Sus hijos hoy.

    Or por nosotros y pidi que fusemos uno con El,como El es uno con el Padre. Cun preciosa unin!As, amndole y morando en El, creceremos en todosrespectos en el que es la cabeza, es decir, en Cristo. Efesios 4:15.

    Dios es la fuente de vida, luz y gozo para el universo.Dondequiera que la vida de Dios est en el corazn de loshombres, inundar a otros de amor y bendicin.

    El gozo de nuestro Salvador se cifraba en levantar yredimir a los hombres cados. Para lograr este fin noconsider Su vida como cosa preciosa, sino que sufri lacruz y menospreci la ignominia. Cuando atesoramos elamor de Cristo en el corazn, as como una dulce fragancia,no puede ocultarse. El amor al Seor Jess se manifestarpor el deseo de trabajar como El trabaj, para beneficiar yelevar a la humanidad. Nos inspirar amor, ternura ysimpata a todas las criaturas que gozan del cuidado denuestro Padre celestial. As tambin los que son participantesde la gracia de Cristo estarn dispuestos a hacer cualquier

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    sacrificio para que los otros por quienes El muri compartanel don celestial. Harn cuanto puedan para que su paso porel mundo lo mejore. Este espritu es el fruto seguro delalma verdaderamente convertida. Tan pronto como unoacude a Cristo nace en el corazn un vivo deseo de hacersaber a otros cun precioso amigo encontr en el SeorJess. Si hemos probado y visto que el Seor es bueno,tendremos algo que decir a otros. Procuraremos presentarleslos atractivos de Cristo y las realidades invisibles del mundovenidero. Anhelaremos seguir en la senda que Jess recorri.

    Y el esfuerzo por hacer bien a otros se tornar enbendiciones para nosotros mismos. Los que as participanen trabajos de amor son los que ms se acercan a su Creador.El trabajo desinteresado por otros da al carcter profundidad,firmeza y una amabilidad como la de Cristo; trae paz yfelicidad al que posea tal carcter. La fuerza se desarrollacon el ejercicio. No necesitamos ir a tierras de paganosniaun dejar el estrecho crculo del hogar, si all nos retiene eldeber a fin de trabajar por Cristo. Con espritu de amor,podemos ejecutar los deberes ms humildes de la vidacomo para el Seor. Colosenses 3:23. Si tenemos el amorde Dios en el corazn se manifestar en nuestra vida. Nodebis esperar mejores oportunidades o capacidadesextraordinarias para empezar a trabajar por Dios. Los mshumildes y ms pobres de los discpulos de Jess puedenser una bendicin para otros.

    Son muchas las maneras en que Dios procura drsenosa conocer y ponernos en comunin con El. Si tan sloqueremos escuchar, las obras que Dios cre nos ensearnpreciosas lecciones de obediencia y confianza.

    No se derraman lgrimas sin que El lo note. No haysonrisa que para El pase inadvertida. Si creyramosimplcitamente esto, desecharamos toda ansiedad indebida.Nuestras vidas no estaran tan llenas de desengaos comoahora; porque cada cosa, grande o pequea, se dejara enlas manos de Dios.

    Dios nos habla mediante Sus obras providenciales y lainfluencia de Su Espritu Santo en el corazn. Dios nos

    Pasos Bsicos

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    habla tambin en Su Palabra. En ella tenemos, en lneasms claras, la revelacin de Su carcter, de Su trato con loshombres y de la gran obra de la redencin. Llenad vuestrocorazn con las palabras de Dios. Son el agua viva queapaga vuestra sed. Son el pan vivo que descendi delcielo.

    El tema de la redencin es un tema que los ngelesdesean escudriar; ser la ciencia y el canto de los redimidosdurante las interminables edades de la eternidad. No es untema digno de atencin y estudio ahora? Mientrasmeditemos en el Salvador, nuestra alma tendr hambre ysed de llegar a ser como Aquel a Quien adoramos.

    La Biblia fue escrita para la gente comn. Las grandesverdades necesarias para la salvacin estn presentadas contanta claridad como la luz del medioda; No hay ningunacosa mejor para fortalecer la inteligencia que el estudio delas Santas Escrituras. No se saca sino un beneficio muypequeo de una lectura precipitada de las SagradasEscrituras. Un pasaje estudiado hasta que su significadonos sea claro y evidentes sus relaciones con el plan desalvacin, resulta de mucho ms valor que la lectura demuchos captulos sin un propsito determinado y sin obteneruna instruccin positiva.

    Tened vuestra Biblia a mano. Leedla cuando tengisoportunidad; fijad los textos en vuestra memoria.

    No podemos obtener sabidura sin una atencinverdadera y un estudio con oracin. Nunca se deben estudiarlas Sagradas Escrituras sin oracin. Antes de abrir suspginas debemos pedir la iluminacin del Espritu Santo, ysta nos ser dada. Los ngeles del mundo de luzacompaarn a los que busquen con humildad de coraznla direccin divina. Cunto no estimar Dios a la razahumana, siendo que dio a Su Hijo para que muriese porella, y manda Su Espritu para que sea de continuo el Ma-estro y Gua del hombre!

    Dios nos habla por la naturaleza y por la revelacin,por Su providencia y por la influencia de Su Espritu. Peroesto no basta; necesitamos abrirle nuestro corazn. Para

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    ponernos en comunin con Dios debemos tener algo quedecirle tocante a nuestra vida real.

    Orar es el acto de abrir nuestro corazn a Dios como aun amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa loque somos, sino a fin de capacitarnos para recibirle. Laoracin no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos elevaa El.

    Nuestro Padre celestial est esperando para derramarsobre nosotros la plenitud de Sus bendiciones. Cunextrao es que oremos tan poco! Dios est pronto y dispuestoa or la oracin de Sus hijos. Qu pueden los ngeles delcielo pensar de unos seres humanos pobres y sin fuerza,sujetos a la tentacin, cuando el gran Dios lleno de infinitoamor se compadece de ellos y est pronto para darles msde lo que pueden pedir o pensar?

    Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidanla oracin. Las tentaciones secretas del enemigo los incitanal pecado; y todo porque ellos no se valen del privilegio deorar, cuando la oracin es la llave en la mano de la fe paraabrir el almacn del cielo, donde estn atesorados losrecursos infinitos de la Omnipotencia.

    Hay ciertas condiciones de acuerdo con las cualespodemos esperar que Dios oiga y conteste nuestrasoraciones:

    Una de las primeras es que sintamos necesidad de laayuda que El puede dar. Si toleramos la iniquidad en nuestrocorazn, si nos aferramos a algn pecado conocido, el Seorno nos oir: ms la oracin del alma arrepentida y contritaser siempre aceptada. Cuando hayamos confesado concorazn contrito, y reparado en lo posible todos nuestrospecados conocidos, podremos esperar que Dios contestarnuestras oraciones.

    La oracin eficaz tiene otro elemento: la fe. Cuandonos parezca que nuestras oraciones no son contestadas,debemos aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibircontestacin vendr seguramente y recibiremos lasbendiciones que ms necesitamos. Por supuesto, pretenderque nuestras oraciones sean siempre contestadas en la misma

    Pasos Bsicos

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    forma y segn la cosa particular que pidamos, es presuncin.Cuando vamos a Dios en oracin, debemos tener un

    espritu de amor y perdn en nuestro propio corazn.La perseverancia en la oracin ha sido constituida en

    condicin para recibir. Debemos orar siempre si queremoscrecer en fe y en experiencia.

    Debemos orar tambin en el crculo de nuestra familia;y sobre todo no descuidar la oracin privada, porque ella esla vida del alma. La sola oracin pblica o con la familiano es suficiente. La oracin secreta slo debe ser oda porel Dios que oye las oraciones.

    No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios.En medio de las multitudes de las calles o en medio de unasesin de nuestros negocios, podemos elevar a Dios unaoracin e implorar la direccin divina.

    Esfurcese nuestra alma y elvese para que Dios nospermita respirar la atmsfera celestial. Podemosmantenernos tan cerca de Dios que en cualquier pruebainesperada nuestros pensamientos se vuelvan hacia El tannaturalmente como la flor se vuelve hacia el sol. Presentada Dios vuestras necesidades, tristezas, gozos, cuidados ytemores. No podis agobiarle ni cansarle. El no esindiferente a las necesidades de Sus hijos.

    Sufrimos una prdida cuando descuidamos laoportunidad de congregarnos para fortalecernos yedificarnos mutuamente en el servicio de Dios. Si todos loscristianos se asociaran y se hablasen unos a otros del amorde Dios y de las preciosas promesas de la redencin, sucorazn se robustecera, y se edificaran mutuamente.

    Debemos reunirnos en torno a la cruz. Cristo, y Cristocrucificado, debe ser el tema de nuestra meditacin,conversacin y ms gozosa emocin. Debemos recordartodas las bendiciones que recibimos de Dios; y alcerciorarnos de Su gran amor, debiramos estar dispuestosa confiar todas las cosas a la mano que fue clavada en lacruz en nuestro favor.

    El alma puede elevarse hacia el cielo en alas de laalabanza. Dios es adorado con cnticos y msica en las

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    mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nosaproximamos al culto que rinden los habitantes del cielo.

    Muchos se sienten a veces turbados por lasinsinuaciones del escepticismo. Dios nunca nos exige quecreamos sin darnos suficiente evidencia sobre la cual fundarnuestra fe. Pero, como quiera que se la disfrace, la causareal de la duda y del escepticismo es, en la mayora de loscasos, el amor al pecado. Debemos tener un deseo sincerode conocer la verdad, y en el corazn, buena voluntad paraobedecerla.

    Pasos Bsicos

    Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabrasde la autora.

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    Antes que el pecado entrara en el mundo, Adn gozabade libre trato con Su Creador; pero desde que el hombre sesepar de Dios por causa del pecado, aquel gran privilegiole ha sido negado a la raza humana. No obstante, el plan deredencin abri el camino para que los habitantes de la tierravolvieran a relacionarse con el cielo. Dios se comunic conlos hombres mediante Su Espritu y, mediante lasrevelaciones hechas a Sus siervos escogidos, la luz divinase esparci por el mundo. Los santos hombres de Dioshablaron siendo inspirados del Espritu Santo. 2 Pedro1:21.

    Durante los veinticinco primeros siglos de la historiahumana no hubo revelacin escrita. Los que eran enseadospor Dios comunicaban sus conocimientos a otros, y estosconocimientos eran as legados de padres a hijos a travsde varias generaciones. La redaccin de la palabra escritaempez en tiempo de Moiss. Los conocimientos inspiradosfueron entonces compilados en un libro inspirado. Esa la-bor continu durante el largo perodo de diecisis siglos,desde Moiss, el historiador de la creacin y el legislador,hasta Juan, el narrador de las verdades ms sublimes delEvangelio.

    La Biblia nos muestra a Dios como autor de ella; y sinembargo fue escrita por manos humanas, y la diversidad deestilo de sus diferentes libros muestra la individualidad decada uno de sus escritores. Las verdades reveladas son todasinspiradas por Dios 2 Timoteo 3:16; y con todo estnexpresadas en palabras humanas. Y es que el Ser supremoe infinito ilumin con Su Espritu la inteligencia y elcorazn de Sus siervos. Les daba sueos y visiones y lesmostraba smbolos y figuras; y aquellos a quienes la verdadfuera as revelada, revestan el pensamiento divino con

    IntroduccinIntroduccinIntroduccinIntroduccinIntroduccin por la Autora por la Autora por la Autora por la Autora por la Autora

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    palabras humanas. Los diez mandamientos fueron enunciados por el

    mismo Dios y escritos con Su propia mano. Su redaccines divina y no humana. Pero la Biblia, con sus verdades deorigen divino expresadas en el idioma de los hombres, esuna unin de lo divino y lo humano. Esta unin exista enla naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo delhombre. Se puede, pues, decir de la Biblia, lo que fue dichode Cristo: Aquel Verbo fue hecho carne, y habit entrenosotros. Juan 1:14.

    Escritos en pocas diferentes y por hombres quediferan notablemente en posicin social y econmica y enfacultades intelectuales y espirituales, los libros de la Bibliapresentan contrastes en su estilo, como tambin diversidaden la naturaleza de los asuntos que desarrollan. Sus diversosescritores se valen de expresiones diferentes; a menudo lamisma verdad est presentada por uno de ellos de modoms patente que por otro. Ahora bien, como varios de susautores nos presentan el mismo asunto desde puntos de vistay aspectos diferentes, puede parecer al lector superficial,descuidado y prejuiciado, que hay divergencias ocontradicciones, all donde el lector atento y respetuosodiscierne, con mayor penetracin, la armona fundamental.

    Presentada por diversas personalidades, la verdadaparece en sus variados aspectos. Un escritor percibe conms fuerza cierta parte del asunto; comprende los puntosque armonizan con su experiencia o con sus facultades depercepcin y apreciacin; otro nota ms bien otro aspectodel mismo asunto; y cada cual, bajo la direccin del EsprituSanto, presenta lo que ha quedado inculcado con ms fuerzaen su propia mente. De aqu que encontremos en cada cualun aspecto diferente de la verdad, pero perfecta armonaentre todos ellos. Y las verdades as reveladas se unen enperfecto conjunto, adecuado para satisfacer las necesidadesde los hombres en todas las circunstancias de la vida.

    Dios se ha dignado comunicar la verdad al mundo pormedio de instrumentos humanos, y El mismo, por Su SantoEspritu, habilit a hombres y los hizo capaces de realizar

    Introduccin

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    esta obra. Gui la inteligencia de ellos en la eleccin de loque deban decir y escribir. El tesoro fue confiado a vasosde barro, pero no por eso deja de ser del cielo. Aunquellevado a todo viento en el vehculo imperfecto del idiomahumano, no por eso deja de ser el testimonio de Dios; y elhijo de Dios, obediente y creyente, contempla en ello lagloria de un poder divino, lleno de gracia y de verdad.

    En Su Palabra, Dios comunic a los hombres el conoci-miento necesario para la salvacin. Las Santas Escriturasdeben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta ycomo revelacin infalible de Su voluntad. Constituyen laregla del carcter; nos revelan doctrinas, y son la piedra detoque de la experiencia religiosa. Toda la Escritura esinspirada por Dios; y es til para enseanza, para reprensin,para correccin, para instruccin en justicia; a fin de que elhombre de Dios sea perfecto, estando cumplidamenteinstruido para toda obra buena. 2 Timoteo 3:16, 17. Lacircunstancia de haber revelado Dios Su voluntad a loshombres por Su Palabra, no anul la necesidad que tienenellos de la continua presencia y direccin del Espritu Santo.Por el contrario, el Salvador prometi que el Espritu facili-tara a Sus siervos la inteligencia de la Palabra; queiluminara y dara aplicacin a sus enseanzas. Y como elEspritu de Dios fue quien inspir la Biblia, resultaimposible que las enseanzas del Espritu estn jams enpugna con las de la Palabra.

    El Espritu no fue dadoni puede jams ser otorgadopara invalidar la Biblia; pues las Escrituras declaranexplcitamente que la Palabra de Dios es la regla por lacual toda enseanza y toda manifestacin religiosa debeser probada. El apstol Juan dice: No creis a todo espritu,sino probad los espritus si son de Dios; porque muchosfalsos profetas han salido por el mundo. 1Juan 4:5. E Isaasdeclara: A la ley y al testimonio! Si no dijeran conformea esto, es porque no les ha amanecido! Isaas 8:20.

    Muchos cargos se han levantado contra la obra del Es-pritu Santo por los errores de una clase de personas que,pretendiendo ser iluminadas por ste, aseguran no tener ms

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    necesidad de ser guiadas por la Palabra de Dios. En realidadestn dominadas por impresiones que consideran como vozde Dios en el alma. Pero el espritu que las dirige no es elEspritu de Dios. El principio que induce a abandonarse aimpresiones y a descuidar las Escrituras, slo puedeconducir a la confusin, al engao y a la ruina. Slo sirvepara fomentar los designios del maligno. Y como elministerio del Espritu Santo es de importancia vital para laiglesia de Cristo, una de las tretas de Satans consisteprecisamente en arrojar oprobio sobre la obra del Espritupor medio de los errores de los extremistas y fanticos, y enhacer que el pueblo de Dios descuide esta fuente de fuerzaque nuestro Seor nos ha asegurado.

    Segn la Palabra de Dios, el Espritu Santo deba con-tinuar Su obra por todo el perodo de la dispensacincristiana. Durante las pocas en que las Escrituras tanto delAntiguo como del Nuevo Testamento eran entregadas a lacirculacin, El Espritu Santo no dej de comunicar luz aindividualidades aisladas, amn de las revelaciones quedeban ser incorporadas en el Sagrado Canon. La Bibliamisma da cuenta de cmo, por intermedio del Espritu Santo,ciertos hombres recibieron advertencias, censuras, consejose instruccin que no se referan en nada a lo dado en lasEscrituras. Tambin habla de profetas que vivieron endiferentes pocas, pero sin hacer mencin alguna de susdeclaraciones. Asimismo, una vez cerrado el canon de lasEscrituras, el Espritu Santo deba llevar adelante Su obrade esclarecimiento, de amonestacin y consuelo en bien delos hijos de Dios.

    Jess prometi a Sus discpulos el Consolador, elEspritu Santo, al cual el Padre enviar en Mi nombre, Elos ensear todas las cosas, y os recordar todas las cosasque os he dicho. Cuando viniere aquel Espritu de verdad,El os guiar a toda verdad; . . . y os har saber las cosas quehan de venir. Juan 14:26; 16:13. Las Sagradas Escriturasensean claramente que estas promesas, lejos de limitarsea los das apostlicos, se extienden a la iglesia de Cristo entodas las edades. El Salvador asegura a los discpulos:

    Introduccin

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    Estoy con vosotros todos los das, hasta el fin del mundo.Mateo 28:20. Pablo declara que los dones y manifestacionesdel Espritu fueron dados a la iglesia para elperfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio,para la edificacin del cuerpo de Cristo: hasta que todoslleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijode Dios, al estado de hombre perfecto, a la medida de laestatura de la plenitud de Cristo. Efesios 4:12, 13.

    En favor de los creyentes de Efeso, el apstol rog as:Que el Dios de nuestro Seor Jesucristo, El Padre de lagloria, os conceda espritu de sabidura y de revelacin enel conocimiento de El; siendo iluminados los ojos de vuestroentendimiento, para que conozcis cual sea la esperanza devuestra vocacin, . . . y cual la soberana grandeza de Supoder para con nosotros que creemos. Efesios 1:17-19.Que el ministerio del Espritu divino iluminara elentendimiento y revelara a la mente las cosas profundas dela santa Palabra de Dios, tal era la bendicin que Pablopeda para la iglesia de Efeso.

    Despus de la maravillosa manifestacin del EsprituSanto, el da de Pentecosts, Pedro exhort al pueblo alarrepentimiento y a que se bautizara en el nombre de Cristo,para la remisin de sus pecados; y dijo: Recibiris el dondel Espritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, ypara vuestros hijos, y para todos los que estn lejos; paracuantos el Seor nuestro Dios llamare. Hechos 2:38, 39.

    El Seor anunci por boca del profeta Joel que unamanifestacin especial de Su Espritu se realizara en eltiempo que precedera inmediatamente a las escenas delgran da de Dios. Joel 2:28. Esta profeca se cumpliparcialmente con el derramamiento del Espritu Santo, elda de Pentecosts; pero alcanzar su cumplimientocompleto en las manifestaciones de la gracia divina quehan de acompaar la obra final del Evangelio.

    El gran conflicto entre el bien y el mal aumentar enintensidad hasta la consumacin de los tiempos. En todaslas edades la ira de Satans se ha manifestado contra laiglesia de Cristo; y Dios ha derramado Su gracia y Su

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    Espritu sobre Su pueblo para robustecerlo contra el poderdel maligno. Cuando los apstoles de Cristo estaban porllevar el Evangelio por el mundo entero y consignarlo porescrito para provecho de todos los siglos venideros, fuerondotados especialmente con la luz del Espritu. Pero a medidaque la iglesia se va acercando a su liberacin final, Satansobrar con mayor poder. Descender teniendo grande ira,sabiendo que tiene poco tiempo. Apocalipsis 12:12. Obrarcon grande potencia, y seales, y milagros mentirosos. 2Tesalonicenses 2:9. Por espacio de seis mil aos esainteligencia maestra, despus de haber sido la ms alta en-tre los ngeles de Dios, no ha servido ms que para el engaoy la ruina. Y en el conflicto final se emplearn contra elpueblo de Dios todos los recursos de la habilidad y sutilezasatnicas, y toda la crueldad desarrollada en esas luchasseculares. Durante este tiempo de peligro los discpulos deCristo tienen que dar al mundo la amonestacin del segundoadvenimiento del Seor; y un pueblo ha de ser preparadosin mcula, y sin reprensin para comparecer ante El aSu venida. 2 Pedro 3:14. Entonces el derramamiento espe-cial de la gracia y el poder divinos no ser menos necesariopara la iglesia que en los das apostlicos.

    Mediante la iluminacin del Espritu Santo, las escenasde la lucha secular entre el bien y el mal fueron reveladas aquien escribe estas pginas. En una y otra ocasin se mepermiti contemplar las peripecias de la gran lucha secularentre Cristo, Prncipe de la vida, Autor de nuestra salvacin,y Satans, prncipe del mal, autor del pecado y primertransgresor de la santa ley de Dios. La enemistad de Satanscontra Cristo se ensa en los discpulos del Salvador. Entoda la historia puede echarse de ver el mismo odio a losprincipios de la ley de Dios, la misma poltica de engao,mediante la cual se hace aparecer el error como si fuese laverdad, se hace que las leyes humanas substituyan las leyesde Dios, y se induce a los hombres a adorar la criatura antesque al Creador. Los esfuerzos de Satans para desfigurar elcarcter de Dios, para dar a los hombres un concepto falsodel Creador y hacer que le consideren con temor y odio

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    ms bien que con amor; sus esfuerzos para suprimir la leyde Dios, y hacer creer al pueblo que no est sujeto a lasexigencias de ella; sus persecuciones dirigidas contra losque se atreven a resistir a sus engaos, han seguido conrigor implacable. Se pueden ver en la historia de lospatriarcas, de los profetas y apstoles, de los mrtires yreformadores.

    En el gran conflicto final, Satans emplear la mismatctica, manifestar el mismo espritu y trabajar con elmismo fin que en todas las edades pasadas. Lo que ha sido,volver a ser, con la circunstancia agravante de que la luchavenidera ser sealada por una intensidad terrible, cual elmundo no la vio jams. Las seducciones de Satans sernms sutiles, sus ataques ms resueltos. Si posible le fuera,engaara a los escogidos mismos. Marcos 13:22.

    Al revelarme el Espritu de Dios las grandes verdadesde Su Palabra, y las escenas del pasado y de lo por venir, seme mand que diese a conocer a otros lo que se me habamostrado, y que trazase un bosquejo de la historia de lalucha en las edades pasadas, y especialmente que lapresentase de tal modo que derramase luz sobre la luchafutura que se va acercando con tanta rapidez. Con este fin,he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historiade la iglesia en forma que quedara bosquejado eldesenvolvimiento de las grandes verdades comprobantesque en diversas pocas han sido dadas al mundo, hanexcitado la ira de Satans y la enemistad de la iglesia amigadel mundo, y han sido sostenidas por el testimonio deaquellos que no amaron sus vidas, exponindolas hasta lamuerte.

    En esos anales podemos ver un anticipo del conflictoque nos espera. Considerndolos a la luz de la Palabra deDios, por la iluminacin de Su Espritu, podemos verdescubiertos las estratagemas del maligno y los peligrosque debern evitar los que quieran ser hallados sin mculaante el Seor a Su venida.

    Los grandes acontecimientos que marcaron los pasosde reforma que se dieron en siglos pasados, son hechos

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    histricos conocidos y universalmente aceptados, que nadiepuede negar. Esa historia la he presentado brevemente, deacuerdo con el fin y objeto de este libro y con la concisinque necesariamente debe observarse, condensando loshechos en forma compatible con una clara inteligencia delas enseanzas consiguientes. En algunos casos cuando heencontrado que un historiador haba reunido los hechos ypresentado en pocas lneas un claro conjunto del asunto, oagrupado los detalles en forma conveniente, he reproducidosus palabras, no tanto para citar a esos escritores comoautoridades, sino porque sus palabras resumanadecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos devista de quienes siguen adelante con la obra de reforma ennuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obrasque han publicado.

    El objeto de este libro no consiste tanto en presentarnuevas verdades relativas a las luchas de pasadas edadescomo en hacer resaltar hechos y principios que tienenrelacin con acontecimientos futuros. Sin embargo, cuandose considera los tales hechos y principios como formandoparte de la lucha empeada entre las potencias de la luz ylas de las tinieblas, todos esos relatos del pasado cobrannuevo significado; y se desprende de ellos una luz queproyecta rayos sobre el porvenir, alumbrando el sendero delos que, como los reformadores de los siglos pasados, sernllamados, aun a costa de sacrificar todo bien terrenal, atestificar de la Palabra de Dios y del testimonio deJesucristo.

    Desarrollar las escenas de la gran lucha entre laverdad y el error; descubrir las tretas de Satans y losmedios de resistirle con xito; presentar una solucinsatisfactoria del gran problema del mal, derramandoluz sobre el origen y el fin del pecado en forma tal quela justicia y benevolencia de Dios en sus relaciones consus criaturas queden plenamente manifiestas; y hacerpatente el carcter sagrado e inmutable de Su ley: tal esel objeto de esta obra. Que por su influencia muchos selibren del poder de las tinieblas y sean hechos aptos para

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    participar de la suerte de los santos en luz, para la gloriade Aquel que nos am y se dio a S mismo por nosotros, tales la ferviente oracin de la autora.

    E.G.W., Healdsburg, California, Mayo, 1888

    Porque de tal manera am Diosal mundo, que ha dado a su Hijounignito, para que todo aquelque en l cree, no se pierda, mastenga vida eterna. Porque noenvi Dios a su Hijo al mundo,para que condene al mundo, maspara que el mundo sea salvo porl.

    Juan 3:16-17

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    Captulo 1Captulo 1Captulo 1Captulo 1Captulo 1

    Su Amada enSu Amada enSu Amada enSu Amada enSu Amada enLlamasLlamasLlamasLlamasLlamas

    La Destruccin de JerusalnLa Destruccin de JerusalnLa Destruccin de JerusalnLa Destruccin de JerusalnLa Destruccin de Jerusaln

    Uno de los templos ms esplndidos en el mundo entero, una delas ciudades ms bellas: Aqu est la historia de la destruccin de Jeru-saln en el ao 70 despus de Cristo, por los Romanos, bajo la direc-cin de Tito.

    Si era un espectculo espantoso para el Romano; qu se podra decirdel Judo? Toda la cumbre de la colina que miraba hacia la ciudad, fla-meante como un volcn

    Jerusaln, la ciudad que un general Romano quiso rescatarperoque fue quemada, a pesar de todo lo que el hombre pudo hacer parasalvarlaporque Jess lo haba profetizado treinta y nueve aos an-tes.

    Oh si tambin t conocieses, a lo menos en este tuda, lo que toca a tu paz! mas ahora est encubierto detus ojos. Porque vendrn das sobre ti, que tus enemigos tecercarn con baluarte, y te pondrn cerco, y de todas parteste pondrn en estrecho, y te derribarn a tierra, y a tus hijosdentro de ti; y no dejarn sobre ti piedra sobre piedra; porcuanto no conociste el tiempo de tu visitacin. Lucas 19:42-44.

    Desde lo alto del monte de los Olivos miraba Jess aJerusaln, que ofreca a sus ojos un cuadro de hermosu-ra y de paz. Era tiempo de Pascua, y de todas las regionesdel orbe los hijos de Jacob se haban reunido para celebrar lagran fiesta nacional. De entre viedos y jardines como deentre las verdes laderas donde se vean esparcidas las tien-das de los peregrinos, elevbanse las colinas con sus terra-zas, los airosos palacios y los soberbios baluartes de la capi-

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    tal israelita. La hija de Sin pareca decir en su orgullo: Es-toy sentada reina, y ... nunca ver el duelo! porque siendoamada, como lo era, crea estar segura de merecer an losfavores del cielo como en los tiempos antiguos cuando elpoeta rey cantaba: Hermosa provincia, el gozo de toda latierra es el monte de Sin,...la ciudad del gran Rey. Salmo48:2. Resaltaban a la vista las construcciones esplndidasdel templo, cuyos muros de mrmol blanco como la nieveestaban entonces iluminados por los ltimos rayos del solponiente que al hundirse en el ocaso haca resplandecer eloro de puertas, torres y pinculos. Y as destacbase la granciudad, perfeccin de hermosura, orgullo de la nacinjudaica. Qu hijo de Israel poda permanecer ante se-mejante espectculo sin sentirse conmovido de gozo yadmiracin! Pero eran muy ajenos a todo esto los pen-samientos que embargaban la mente de Jess. Comolleg cerca, viendo la ciudad, llor sobre ella. Lucas19:41. En medio del regocijo que provocara su entrada triun-fal, mientras el gento agitaba palmas, y alegres hosannasrepercutan en los montes, y mil voces le proclamaban Rey,el Redentor del mundo se sinti abrumado por sbita y mis-teriosa tristeza. El, el Hijo de Dios, el Prometido de Israel,que haba vencido a la muerte arrebatndole sus cautivos,lloraba, no presa de comn abatimiento, sino dominado porintensa e irreprimible agona.

    No lloraba por s mismo, por ms que supiera adn-de iba. Getseman, lugar de su prxima y terrible ago-na, extendase ante su vista. La puerta de las ovejasdivisbase tambin; por ella haban entrado durante siglos ysiglos las vctimas para el sacrificio, y pronto iba a abrirsepara l, cuando como cordero fuera llevado al matade-ro. Isaas 53:7. Poco ms all se destacaba el Calvario,lugar de la crucifixin. Sobre la senda que pronto le tocararecorrer, iban a caer densas y horrorosas tinieblas mientrasl entregaba su alma en expiacin por el pecado. No era, sinembargo, la contemplacin de aquellas escenas lo que arro-jaba sombras sobre el Seor en aquella hora de gran regoci-jo, ni tampoco el presentimiento de su angustia sobrehuma-

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    na lo que nublaba su alma generosa. Lloraba por el fataldestino de los millares de Jerusaln, por la ceguedad y por ladureza de corazn de aquellos a quienes l viniera a bende-cir y salvar.

    La historia de ms de mil aos durante los cualesDios extendiera su favor especial y sus tiernos cuidadosen beneficio de su pueblo escogido, desarrollbase antelos ojos de Jess. All estaba el monte Moriah, donde elhijo de la promesa, cual mansa vctima que se entrega sinresistencia, fue atado sobre el altar como emblema del sa-crificio del Hijo de Dios. All fue donde se le haban confir-mado al padre de los creyentes el pacto de bendicin y lagloriosa promesa de un Mesas. Gnesis 22:9, 16-18. Allera donde las llamas del sacrificio, al ascender al cielo desdela era de Ornn, haban desviado la espada del ngel exter-minador 1 Crnicas 21, smbolo adecuado del sacrificio deCristo y de su mediacin por los culpables. Jerusaln habasido honrada por Dios sobre toda la tierra. El Seor habaelegido a Sin; desela por habitacin para s. Salmo132:13. All haban proclamado los santos profetas durantesiglos y siglos sus mensajes de amonestacin. All habanmecido los sacerdotes sus incensarios y haba subido haciaDios el humo del incienso, mezclado con las plegarias de losadoradores. All haba sido ofrecida da tras da la sangre delos corderos sacrificados, que anunciaban al Cordero de Diosque haba de venir al mundo. All haba manifestado Jehovsu presencia en la nube de gloria, sobre el propiciatorio. Allse haba asentado la base de la escalera mstica que una elcielo con la tierra Gnesis 28:12; Juan 1:51, que Jacobviera en sueos y por la cual los ngeles suban y bajaban,mostrando as al mundo el camino que conduce al lugar san-tsimo. De haberse mantenido Israel como nacin fiel al Cielo,Jerusaln habra sido para siempre la elegida de Dios. Jere-mas 17:21-25. Pero la historia de aquel pueblo tan favore-cido era un relato de sus apostasas y sus rebeliones. Habaresistido la gracia del Cielo, abusado de sus prerrogativas ymenospreciado sus oportunidades.

    A pesar de que los hijos de Israel hacan escarnio de

    La Destruccin de Jerusaln [20-21]

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    los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras,burlndose de sus profetas 2 Crnicas 36:16, el Seor ha-ba seguido manifestndoseles como Jehov, fuerte,misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en be-nignidad y verdad. Exodo 34:6. Y por ms que le rechaza-ran una y otra vez, de continuo haba seguido instndolescon bondad inalterable. Ms grande que la amorosa compa-sin del padre por su hijo era el solcito cuidado con queDios velaba por su pueblo envindole amonestaciones pormano de sus mensajeros, madrugando para envirselas; por-que tuvo compasin de su pueblo y de su morada. 2 Cr-nicas 36:15. Y al fin, habiendo fracasado las amonesta-ciones, las reprensiones y las splicas, les envi el mejorDon del cielo; ms an, derram todo el cielo en ese soloDon.

    El Hijo de Dios fue enviado para exhortar a la ciu-dad rebelde. Era Cristo quien haba sacado a Israel comouna vid de Egipto. Salmo 80:8. Con su propio brazo, ha-ba arrojado a los gentiles de delante de ella; la haba planta-do en un recuesto, lugar frtil; la haba cercado cuidadosa-mente y haba enviado a sus siervos para que la cultivasen.Qu ms se haba de hacer a mi viaexclam,que yono haya hecho en ella? A pesar de estos cuidados, y porms que, habiendo esperado que llevase uvas valiosas, lashaba dado silvestres Isaas 5:1-4, el Seor compasivo,movido por su anhelo de obtener fruto, vino en persona a suvia para librarla, si fuera posible, de la destruccin. La la-br con esmero, la pod y la cuid. Fue incansable en susesfuerzos para salvar aquella via que l mismo haba plan-tado.

    Durante tres aos, el Seor de la luz y de la gloria estu-vo yendo y viniendo entre su pueblo. Anduvo haciendo bie-nes, y sanando a todos los oprimidos del diablo, curando alos de corazn quebrantado, poniendo en libertad a los cau-tivos, dando vista a los ciegos, haciendo andar a los cojos yor a los sordos, limpiando a los leprosos, resucitando muer-tos y predicando el Evangelio a los pobres. Hechos 10:38;Lucas 4:18; Mateo 11:5. A todas las clases sociales por igual

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    diriga el llamamiento de gracia: Venid a m todos los queestis trabajados y cargados, que Yo os har descansar.Mateo 11:28.

    A pesar de recibir por recompensa el mal por el bien y elodio a cambio de su amor Salmo 109:5, prosigui con fir-meza su misin de paz y misericordia. Jams fue rechazadoninguno de los que se acercaron a l en busca de su gracia.Errante y sin hogar, sufriendo cada da oprobio y penurias,slo vivi para ayudar a los pobres, aliviar a los agobiados ypersuadirlos a todos a que aceptasen el don de vida. Las co-rrientes de la misericordia divina eran rechazados por aque-llos corazones endurecidos y reacios pero volvan sobre elloscon ms vigor, impulsados por la augusta compasin y porla fuerza del amor que sobrepuja a todo entendimiento. Is-rael, empero, se alej de l, apartndose as de su mejorAmigo y de su nico Auxiliador. Su amor fue desprecia-do, rechazados sus dulces consejos y ridiculizadas suscariosas amonestaciones.

    La hora de esperanza y de perdn transcurri rpi-damente. La copa de la ira de Dios, por tanto tiempocontenida, estaba casi llena. La nube que haba ido for-mndose a travs de los tiempos de apostasa y rebelin,vease ya negra, cargada de maldiciones, prxima a estallarsobre un pueblo culpable; y el nico que poda librarle de susuerte fatal inminente haba sido menospreciado, escarneci-do y rechazado, y en breve lo iban a crucificar. Cuando elCristo estuviera clavado en la cruz del Calvario, ya habratranscurrido para Israel su da como nacin favorecida y sa-ciada de las bendiciones de Dios. La prdida de una solaalma se considera como una calamidad infinitamente msgrande que la de todas las ganancias y todos los tesorosde un mundo; pero mientras Jess fijaba su mirada enJerusaln, vea la ruina de toda una ciudad, de todo unpueblo; de aquella ciudad y de aquel pueblo que habansido elegidos de Dios, su especial tesoro.

    Los profetas haban llorado la apostasa de Israel ylamentado las terribles desolaciones con que fueron castiga-das sus culpas. Jeremas deseaba que sus ojos se volvieran

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    manantiales de lgrimas para llorar da y noche por los muer-tos de la hija de su pueblo y por el rebao del Seor que fuellevado cautivo. Jeremas 9:1; 13:17. Cul no sera en-tonces la angustia de Aquel cuya mirada proftica abar-caba, no unos pocos aos, sino muchos siglos! Vea al ngelexterminador blandir su espada sobre la ciudad que por tan-to tiempo fuera morada de Jehov. Desde la cumbre del montede los Olivos, en el lugar mismo que ms tarde iba a serocupado por Tito y sus soldados, mir a travs del valle losatrios y prticos sagrados, y con los ojos nublados por laslgrimas, vi en horroroso anticipo los muros de la ciudadcircundados por tropas extranjeras; oy el estrpito de laslegiones que marchaban en son de guerra, y los tristes la-mentos de las madres y de los nios que lloraban por pan enla ciudad sitiada. Vi el templo santo y hermoso, los pala-cios y las torres devorados por las llamas, dejando en sulugar tan slo un montn de humeantes ruinas.

    Cruzando los siglos con la mirada, vi al pueblo delpacto disperso en toda la tierra, como nufragos en unaplaya desierta. En la retribucin temporal que estaba porcaer sobre sus hijos, vi como el primer trago de la copa dela ira que en el juicio final aquel mismo pueblo deber apu-rar hasta las heces. La compasin divina y el sublime amorde Cristo hallaron su expresin en estas lgubres palabras:Jerusaln, Jerusaln, que matas a los profetas, y apedreasa los que son enviados a ti! cuntas veces quise juntar tushijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, yno quisiste! Mateo 23:37. Oh! si t, nacin favorecidaentre todas, hubieras conocido el tiempo de tu visitacin ylo que atae a tu paz! Yo detuve al ngel de justicia y tellam al arrepentimiento, pero en vano. No rechazaste tanslo a los siervos ni despreciaste tan slo a los enviados yprofetas, sino al Santo de Israel, tu Redentor. Si eres destruda,t sola tienes la culpa. No queris venir a m, para que ten-gis vida. Juan 5:40.

    Cristo vi en Jerusaln un smbolo del mundo endu-recido en la incredulidad y rebelin que corra presuro-so a recibir el pago de la justicia de Dios. Los lamentos de

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    una raza cada opriman el alma del Seor, y le hicieron pro-rrumpir en esas expresiones de dolor. Vi adems las pro-fundas huellas del pecado marcadas por la miseria humanacon lgrimas y sangre; su tierno corazn se conmovi decompasin infinita por las vctimas de los padecimientosy aflicciones de la tierra; anhel salvarlos a todos. Peroni aun su mano poda desviar la corriente del dolor hu-mano que del pecado dimana; pocos buscaran la nicaFuente de salud. El estaba dispuesto a derramar su mis-ma alma hasta la muerte, y poner as la salvacin al al-cance de todos; pero muy pocos iban a acudir a l paratener vida eterna.

    Mirad al Rey del cielo derramando copioso llanto! Vedal Hijo del Dios infinito turbado en espritu y doblegado bajoel peso del dolor! Los cielos se llenaron de asombro al con-templar semejante escena que pone tan de manifiesto la cul-pabilidad enorme del pecado, y que nos ensea lo que lecuesta, aun al poder infinito, salvar al pecador de las con-secuencias que le acarrea la transgresin de la ley de Dios.Dirigiendo Jess sus miradas hasta la ltima generacinvi al mundo envuelto en un engao semejante al quecaus la destruccin de Jerusaln. El gran pecado de losjudos consisti en que rechazaron a Cristo; el gran pe-cado del mundo cristiano iba a consistir en que rechaza-ra la ley de Dios, que es el fundamento de su gobiernoen el cielo y en la tierra. Los preceptos del Seor iban a sermenospreciados y anulados. Millones de almas sujetas alpecado, esclavas de Satans, condenadas a sufrir la segundamuerte, se negaran a escuchar las palabras de verdad en elda de su visitacin. Terrible ceguedad, extraa infatuacin!

    Dos das antes de la Pascua, cuando Cristo se habadespedido ya del templo por ltima vez, despus de ha-ber denunciado pblicamente la hipocresa de los prn-cipes de Israel, volvi al monte de los Olivos, acompa-ado de sus discpulos y se sent entre ellos en una lade-ra cubierta de blando csped, dominando con la vista laciudad. Una vez ms contempl sus muros, torres y pala-cios. Una vez ms mir el templo que en su deslumbrante

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    esplendor pareca una diadema de hermosura que coronaraal sagrado monte.

    Mil aos antes el salmista haba magnificado la bon-dad de Dios hacia Israel porque haba escogido aqueltemplo como su morada. En Salem est su tabernculo, ysu habitacin en Sin. Escogi la tribu de Jud, el montede Sin, al cual am. Y edific su santuario a manera deeminencia. Salmos 76:2; 78:68, 69. El primer templo ha-ba sido erigido durante la poca de mayor prosperidad en lahistoria de Israel. Vastos almacenes fueron construdos paracontener los tesoros que con dicho propsito acumulara elrey David, y los planos para la edificacin del templo fueronhechos por inspiracin divina. 1 Crnicas 28:12,19.Salomn, el ms sabio de los monarcas de Israel, completla obra. Este templo result ser el edificio ms soberbio queeste mundo haya visto. No obstante, el Seor declar porboca del profeta Hageo, refirindose al segundo templo: Ma-yor ser la gloria postrera de esta Casa que la gloria ante-rior. Sacudir todas las naciones, y vendr el Deseado detodas las naciones; y llenar esta Casa de gloria, dice Jehovde los Ejrcitos. Hageo 2:9, 7.

    Despus de su destruccin por Nabucodonosor, eltemplo fue reconstrudo unos cinco siglos antes del naci-miento de Cristo por un pueblo que tras largo cautiveriohaba vuelto a su pas asolado y casi desierto. Haba enton-ces en Israel algunos hombres muy ancianos que haban vis-to la gloria del templo de Salomn y que lloraban al ver eltemplo nuevo que pareca tan inferior al anterior. El senti-miento que dominaba entre el pueblo nos es fielmente des-crito por el profeta cuando dice: Quin ha quedado entrevosotros que haya visto esta casa en su primera gloria, ycual ahora la veis? No es ella como nada delante de vues-tros ojos? Hageo 2:3; Esdras 3:12. Entonces fue dada lapromesa de que la gloria del segundo templo sera mayorque la del primero.

    Pero el segundo templo no igual al primero en magnifi-cencia ni fue santificado por las seales visibles de la pre-sencia divina con que lo fuera el templo de Salomn, ni hubo

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    tampoco manifestaciones de poder sobrenatural que dieranrealce a su dedicacin. Ninguna nube de gloria cubri al san-tuario que acababa de ser erigido; no hubo fuego que des-cendiera del cielo para consumir el sacrificio sobre el altar.La manifestacin divina no se encontraba ya entre losquerubines en el lugar santsimo; ya no estaban all el arcadel testimonio, ni el propiciatorio, ni las tablas de la ley. Nin-guna voz del cielo se dejaba or para revelar la voluntad delSeor al sacerdote que preguntaba por ella.

    Durante varios siglos los judos se haban esforzado paraprobar cmo y dnde se haba cumplido la promesa que Dioshaba dado por Hageo. Pero el orgullo y la incredulidad ha-ban cegado su mente de tal modo que no comprendan elverdadero significado de las palabras del profeta. Al segun-do templo no le fue conferido el honor de ser cubiertocon la nube de la gloria de Jehov, pero s fue honradocon la presencia de Uno en quien habitaba corporalmentela plenitud de la Divinidad, de Uno que era Dios mismomanifestado en carne. Cuando el Nazareno ense y reali-z curaciones en los atrios sagrados se cumpli la profecagloriosa: El era el Deseado de todas las naciones que en-traba en su templo. Por la presencia de Cristo, y slo porella, la gloria del segundo templo super la del primero, peroIsrael tuvo en poco al anunciado don del cielo; y con el hu-milde Maestro que sali aquel da por la puerta de oro, lagloria haba abandonado el templo para siempre. As se cum-plieron las palabras del Seor, que dijo: He aqu vuestracasa os es dejada desierta. Mateo 23:38.

    Los discpulos se haban llenado de asombro y hastade temor al or las predicciones de Cristo respecto de ladestruccin del templo, y deseaban entender de un modoms completo el significado de sus palabras. Durante msde cuarenta aos se haban prodigado riquezas, trabajo yarte arquitectnico para enaltecer los esplendores y la gran-deza de aquel templo. Herodes el Grande y hasta el mismoemperador del mundo contribuyeron con los tesoros de losjudos y con las riquezas romanas a engrandecer la magnifi-cencia del hermoso edificio. Con este objeto habanse im-

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    portado de Roma enormes bloques de preciado mrmol, detamao casi fabuloso, a los cuales los discpulos llamaron laatencin del Maestro, dicindole: Mira qu piedras, y quedificios. Marcos 13:1.

    Pero Jess contest con estas solemnes y sorpren-dentes palabras: De cierto os digo, que no ser dejadaaqu piedra sobre piedra, que no sea destruda. Mateo24:2.

    Los discpulos creyeron que la destruccin de Jerusalncoincidira con los sucesos de la venida personal de Cristorevestido de gloria temporal para ocupar el trono de un im-perio universal, para castigar a los judos impenitentes y li-bertar a la nacin del yugo romano. Cristo les haba anun-ciado que volvera, y por eso al orle predecir los juicios queamenazaban a Jerusaln, se figuraron que ambas cosas su-cederan al mismo tiempo y, al reunirse en derredor del Se-or en el monte de los Olivos, le preguntaron: Cundosern estas cosas, y qu seal habr de tu venida, y del findel mundo? Mateo 24:3.

    Lo porvenir les era misericordiosamente velado a losdiscpulos. De haber visto con toda claridad esos dos terri-bles acontecimientos futuros: los sufrimientos del Redentory su muerte, y la destruccin del templo y de la ciudad, losdiscpulos hubieran sido abrumados por el miedo y el dolor.Cristo les di un bosquejo de los sucesos culminantesque habran de desarrollarse antes de la consumacinde los tiempos. Sus palabras no fueron entendidas ple-namente entonces, pero su significado iba a aclararse amedida que su pueblo necesitase la instruccin conteni-da en esas palabras. La profeca del Seor entraabaun doble significado: al par que anunciaba la ruina deJerusaln presagiaba tambin los horrores del gran dafinal.

    Jess declar a los discpulos los castigos que iban acaer sobre el apstata Israel y especialmente los que deberasufrir por haber rechazado y crucificado al Mesas. Iban aproducirse seales inequvocas, precursoras del espantosodesenlace. La hora aciaga llegara presta y repentinamente.

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    Y el Salvador advirti a sus discpulos: Por tanto, cuandovireis la abominacin del asolamiento, que fue dicha porDaniel profeta, que estar en el lugar santo (el que lee, en-tienda), entonces los que estn en Judea, huyan a los mon-tes. Mateo 24:15, 16; Lucas 21:20. Tan pronto como losestandartes del ejrcito romano idlatra fuesen clava-dos en el suelo sagrado, que se extenda varios estadiosms all de los muros, los creyentes en Cristo debanhuir a un lugar seguro. Al ver la seal preventiva, todoslos que quisieran escapar deban hacerlo sin tardar. Tanto entierra de Judea como en la propia ciudad de Jerusaln el avi-so de la fuga deba ser aprovechado en el acto. Todo el quese hallase en aquel instante en el tejado de su casa no debaentrar en ella ni para tomar consigo los ms valiosos teso-ros; los que trabajaran en el campo y en los viedos no de-ban perder tiempo en volver por las tnicas que se hubiesenquitado para sobrellevar mejor el calor y la faena del da.Todos deban marcharse sin tardar si no queran verse en-vueltos en la ruina general.

    Durante el reinado de Herodes, la ciudad de Jerusalnno slo haba sido notablemente embellecida, sino tambinfortalecida. Se erigieron torres, muros y fortalezas que, uni-dos a la ventajosa situacin topogrfica del lugar, la hacanaparentemente inexpugnable. Si en aquellos das alguienhubiese predicho pblicamente la destruccin de la ciudad,sin duda habra sido considerado cual lo fuera No en sutiempo: como alarmista insensato. Pero Cristo haba dicho:El cielo y la tierra pasarn, mas mis palabras no pasarn.Mateo 24:35. La ira del Seor se haba declarado contraJerusaln a causa de sus pecados, y su obstinada increduli-dad hizo inevitable su condenacin.

    El Seor haba dicho por el profeta Miqueas: Od aho-ra esto, cabezas de la casa de Jacob, y capitanes de la casa deIsrael, que abominis el juicio, y perverts todo el derecho;que edificis a Sin con sangre, y a Jerusaln con injusticia;sus cabezas juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseanpor precio, y sus profetas adivinan por dinero; y apyanseen Jehov diciendo: No est Jehov entre nosotros? No ven-

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    dr mal sobre nosotros. Miqueas 3:9-11. Estas palabras dan una idea cabal de cun corruptos

    eran los moradores de Jerusaln y de cun justos se conside-raban. A la vez que se decan escrupulosos observadoresde la ley de Dios, quebrantaban todos sus preceptos. Lapureza de Cristo y su santidad hacan resaltar la iniqui-dad de ellos; por eso le aborrecan y le sealaban comoel causante de todas las desgracias que les haban sobre-venido como consecuencia de su maldad. Aunque hartosaban que Cristo no tena pecado, declararon que su muerteera necesaria para la seguridad de la nacin. Los prncipesde los sacerdotes y los fariseos decan: Si le dejamos as,todos creern en l; y vendrn los romanos y destruirn nues-tro lugar y nuestra nacin. Juan 11:48. Si se sacrificaba aCristo, pensaban ellos, podran ser otra vez un pueblo fuertey unido. As discurran, y convinieron con el sumo sacerdoteen que era mejor que uno muriera y no que la nacin enterase perdiese.

    As era cmo los prncipes judos haban edificado aSin con sangre, y a Jerusaln con iniquidad, y al paso quesentenciaban a muerte a su Salvador porque les echara encara sus iniquidades, se atribuan tanta justicia que se consi-deraban el pueblo favorecido de Dios y esperaban que elSeor viniese a librarlos de sus enemigos. Por tanto-ha-ba aadido el profeta,-a causa de vosotros ser Sin ara-da como campo, y Jerusaln ser majanos, y el monte de lacasa como cumbres de breal. Miqueas 3:12.

    Dios aplaz sus juicios sobre la ciudad y la nacinhasta cosa de cuarenta aos despus que Cristo huboanunciado el castigo de Jerusaln. Admirable la pacien-cia que tuvo Dios con los que rechazaran su Evangelio yasesinaran a su Hijo. La parbola de la higuera estril repre-senta el trato bondadoso de Dios con la nacin juda. Yahaba sido dada la orden: Crtala, por qu ocupar anla tierra? Lucas 13:7, pero la divina misericordia lapreserv por algn tiempo. Haba todava muchos judosque ignoraban lo que haban sido el carcter y la obra deCristo. Y los hijos no haban tenido las oportunidades ni

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    visto la luz que sus padres haban rechazado. Por medio dela predicacin de los apstoles y de sus compaeros, Diosiba a hacer brillar la luz sobre ellos para que pudiesen vercmo se haban cumplido las profecas, no nicamente lasque se referan al nacimiento y vida del Salvador sino tam-bin las que anunciaban su muerte y su gloriosa resurrec-cin. Los hijos no fueron condenados por los pecados desus padres; pero cuando, conociendo ya plenamente laluz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adi-cional que a ellos mismos les fuera concedida, entoncesse hicieron cmplices de las culpas de los padres y col-maron la medida de su iniquidad.

    La longanimidad de Dios hacia Jerusaln no hizosino confirmar a los judos en su terca impenitencia. Porel odio y la crueldad que manifestaron hacia los discpulosde Jess, rechazaron el ltimo ofrecimiento de misericordia.Dios les retir entonces su proteccin y di rienda suelta aSatans y a sus ngeles, y la nacin cay bajo el dominio delcaudillo que ella misma se haba elegido. Sus hijos menos-preciaron la gracia de Cristo, que los habra capacitado parasubyugar sus malos impulsos, y stos los vencieron. Sata-ns despert las ms fieras y degradadas pasiones de susalmas. Los hombres ya no razonaban, completamente domi-nados por sus impulsos y su ira ciega. En su crueldad sevolvieron satnicos. Tanto en la familia como en la nacin,en las clases bajas como en las clases superiores del pueblo,no reinaban ms que la sospecha, la envidia, el odio, el alter-cado, la rebelin y el asesinato. No haba seguridad en nin-guna parte. Los amigos y parientes se hacan traicin unos aotros. Los padres mataban a los hijos y stos a sus padres.Los que gobernaban al pueblo no tenan poder para gober-narse a s mismos: las pasiones ms desordenadas los con-vertan en tiranos. Los judos haban aceptado falsos testi-monios para condenar al Hijo inocente de Dios; y ahora lasacusaciones ms falsas hacan inseguras sus propias vidas.Con sus hechos haban expresado desde haca tiemposus deseos: Quitad de delante de nosotros al Santo deIsrael! Isaas 30:11. y ya dichos deseos se haban cum-

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    plido. El temor de Dios no les preocupaba ms; Satansse encontraba ahora al frente de la nacin y las ms al-tas autoridades civiles y religiosas estaban bajo su do-minio.

    Los jefes de los bandos opuestos hacan a veces causacomn para despojar y torturar a sus desgraciadas vctimas,y otras veces esas mismas facciones peleaban unas con otrasy se daban muerte sin misericordia; ni la santidad del templopoda refrenar su ferocidad. Los fieles eran derribados al piede los altares, y el santuario era mancillado por los cadve-res de aquellas carniceras. No obstante, en su necia y abo-minable presuncin, los instigadores de la obra infernaldeclaraban pblicamente que no teman que Jerusalnfuese destruda, pues era la ciudad de Dios; y, con el pro-psito de afianzar su satnico poder, sobornaban a falsosprofetas para que proclamaran que el pueblo deba esperarla salvacin de Dios, aunque ya el templo estaba sitiado porlas legiones romanas. Hasta el fin las multitudes creyeronfirmemente que el Todopoderoso intervendra para derrotara sus adversarios. Pero Israel haba despreciado la protec-cin de Dios, y no haba ya defensa alguna para l. Desdi-chada Jerusaln! Mientras la desgarraban las contiendas in-testinas y la sangre de sus hijos, derramada por sus propiasmanos, tea sus calles de carmes, los ejrcitos enemigosechaban a tierra sus fortalezas y mataban a sus guerreros!

    Todas las predicciones de Cristo acerca de la des-truccin de Jerusaln se cumplieron al pie de la letra;los judos palparon la verdad de aquellas palabras de adver-tencia del Seor: Con la medida que meds, se os medir.Mateo 7:2.

    Aparecieron muchas seales y maravillas como sn-tomas precursores del desastre y de la condenacin. A lamedia noche una luz extraa brillaba sobre el templo y elaltar. En las nubes, a la puesta del sol, se vean como carrosy hombres de guerra que se reunan para la batalla. Los sa-cerdotes que ministraban de noche en el santuario eran ate-rrorizados por ruidos misteriosos; temblaba la tierra y se oanvoces que gritaban: Salgamos de aqu! La gran puerta

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    del oriente, que por su enorme peso era difcil de cerrar entreveinte hombres y que estaba asegurada con formidables ba-rras de hierro afirmadas en el duro pavimento de piedras degran tamao, se abri a la media noche de una manera mis-teriosa.Milman, History of the Jews, libro 13.

    Durante siete aos un hombre recorri continuamentelas calles de Jerusaln anunciando las calamidades que ibana caer sobre la ciudad. De da y de noche entonaba la fren-tica endecha: Voz del oriente, voz del occidente, voz de loscuatro vientos, voz contra Jerusaln y contra el templo, vozcontra el esposo y la esposa, voz contra todo el pueblo.Ibid., libro 13. Este extrao personaje fue encarcelado y azo-tado sin que exhalase una queja. A los insultos que le diri-gan y a las burlas que le hacan, no contestaba sino conestas palabras: Ay de Jerusaln! Ay, ay de sus morado-res! y sus tristes presagios no dejaron de orse sino cuandoencontr la muerte en el sitio que l haba predicho.

    Ni un solo cristiano pereci en la destruccin deJerusaln. Cristo haba prevenido a sus discpulos, y to-dos los que creyeron sus palabras esperaron atentamen-te las seales prometidas. Cuando viereis a Jerusaln cer-cada de ejrcitos haba dicho Jess,sabed entonces quesu destruccin ha llegado. Entonces los que estuvieren enJudea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, v-yanse. Lucas 21: 20, 21. Despus que los soldados roma-nos, al mando del general Cestio Galo, hubieron rodeado laciudad, abandonaron de pronto el sitio de una manera ines-perada y eso cuando todo pareca favorecer un asalto inme-diato. Perdida ya la esperanza de poder resistir el ataque, lossitiados estaban a punto de rendirse, cuando el general ro-mano retir sus fuerzas sin motivo aparente para ello. Em-pero la previsora misericordia de Dios haba dispuesto losacontecimientos para bien de los suyos. Ya estaba dada laseal a los cristianos que aguardaban el cumplimiento de laspalabras de Jess, y en aquel momento se les ofreca unaoportunidad que deban aprovechar para huir, conforme alas indicaciones dadas por el Maestro. Los sucesos se desa-rrollaron de modo tal que ni los judos ni los romanos hubie-

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    ran podido evitar la huida de los creyentes. Habindose reti-rado Cestio, los judos hicieron una salida para perseguirle yentre tanto que ambas fuerzas estaban as empeadas, loscristianos pudieron salir de la ciudad, aprovechando la cir-cunstancia de estar los alrededores totalmente despejados deenemigos que hubieran podido cerrarles el paso. En la po-ca del sitio, los judos haban acudido numerosos a Jeru-saln para celebrar la fiesta de los tabernculos y as fuecomo los cristianos esparcidos por todo el pas pudie-ron escapar sin dificultad. Inmediatamente se encamina-ron hacia un lugar seguro, la ciudad de Pella, en tierra dePerea, allende el Jordn.

    Las fuerzas judaicas perseguan de cerca a Cestio y a suejrcito y cayeron sobre la retaguardia con tal furia que ame-nazaban destruirla totalmente. Slo a duras penas pudieronlas huestes romanas cumplir su retirada. Los judos no su-frieron ms que pocas bajas, y con los despojos que obtuvie-ron volvieron en triunfo a Jerusaln. Pero este xito aparen-te no les acarre sino perjuicios, pues despert en ellos unespritu de necia resistencia contra los romanos, que no tar-d en traer males incalculables a la desdichada ciudad.

    Espantosas fueron las calamidades que sufri Jeru-saln cuando el sitio se reanud bajo el mando de Tito.La ciudad fue sitiada en el momento de la Pascua, cuan-do millones de judos se hallaban reunidos dentro de susmuros. Los depsitos de provisiones que, de haber sido con-servados, hubieran podido abastecer a toda la poblacin porvarios aos, haban sido destrudos a consecuencia de la ri-validad y de las represalias de las facciones en lucha, y pron-to los vecinos de Jerusaln empezaron a sucumbir a los ho-rrores del hambre. Una medida de trigo se venda por untalento. Tan atroz era el hambre, que los hombres roan elcuero de sus cintos, sus sandalias y las cubiertas de sus es-cudos. Muchos salan durante la noche para recoger las plan-tas silvestres que crecan fuera de los muros, a pesar de quemuchos de ellos eran aprehendidos y muertos por cruelestorturas, y a menudo los que lograban escapar eran despoja-dos de aquello que haban conseguido aun con riesgo de la

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    vida. Los que estaban en el poder imponan los castigos msinfamantes para obligar a los necesitados a entregar los lti-mos restos de provisiones que guardaban escondidos; ytamaas atrocidades eran perpetradas muchas veces por gentebien alimentada que slo deseaba almacenar provisiones params tarde.

    Millares murieron a consecuencia del hambre y lapestilencia. Los afectos naturales parecan haber des-aparecido: los esposos se arrebataban unos a otros los ali-mentos; los hijos quitaban a sus ancianos padres la comidaque se llevaban a la boca, y la pregunta del profeta: Seolvidar acaso la mujer de su nio mamante? recibi res-puesta en el interior de los muros de la desgraciada ciudad,tal como la diera la Santa Escritura: Las misericordiosasmanos de las mujeres cuecen a sus mismos hijos! stos lessirven de comida en el quebranto de la hija de mi pueblo!Isaas 49:15; Lamentaciones 4:10.

    Una vez ms se cumpla la profeca pronunciada cator-ce siglos antes, y que dice: La mujer tierna y delicada enmedio de ti, que nunca prob a asentar en tierra la planta desu pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo ser avarientopara con el marido de su seno, y para con su hijo y su hija,as respecto de su nio recin nacido como respecto de susdems hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerocultamente en la falta de todo, en la premura y en la estre-chez con que te estrecharn tus enemigos dentro de tus ciu-dades. Deuteronomio 28:56, 57.

    Los jefes romanos procuraron aterrorizar a los ju-dos para que se rindiesen. A los que eran apresados resis-tiendo, los azotaban, los atormentaban y los crucificaban fren-te a los muros de la ciudad. Centenares de ellos eran as eje-cutados cada da, y el horrendo proceder continu hasta quea lo largo del valle de Josafat y en el Calvario se erigierontantas cruces que apenas dejaban espacio para pasar entreellas. As fue castigada aquella temeraria imprecacin quelanzara el pueblo en el tribunal de Pilato, al exclamar:Recaiga su sangre sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!Mateo 27:25.

    La Destruccin de Jerusaln (34-36)

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    De buen grado hubiera Tito hecho cesar tan terri-bles escenas y ahorrado a Jerusaln la plena medida desu condenacin. Le horrorizaba ver los montones de cad-veres en los valles. Como obsesionado, miraba desde lo altodel monte de los Olivos el magnfico templo y di la ordende que no se tocara una sola de sus piedras. Antes de hacerla tentativa de apoderarse de esa fortaleza, dirigi un fervo-roso llamamiento a los jefes judos para que no le obligasena profanar con sangre el lugar sagrado. Si queran salir apelear en cualquier otro sitio, ningn romano violara la san-tidad del templo. Josefo mismo, en elocuentsimo discurso,les rog que se entregasen, para salvarse a s mismos, a suciudad y su lugar de culto. Pero respondieron a sus palabrascon maldiciones, y arrojaron dardos a su ltimo mediadorhumano mientras alegaba con ellos. Los judos haban re-chazado las splicas del Hijo de Dios, y ahora cualquier otrainstancia o amonestacin no poda obtener otro resultadoque inducirlos a resistir hasta el fin. Vanos fueron los es-fuerzos de Tito para salvar el templo. Uno mayor que lhaba declarado que no quedara piedra sobre piedraque no fuese derribada.

    La ciega obstinacin de los jefes judos y los odiososcrmenes perpetrados en el interior de la ciudad sitiada exci-taron el horror y la indignacin de los romanos, y finalmenteTito dispuso tomar el templo por asalto. Resolvi, sinembargo, que si era posible evitara su destruccin. Perosus rdenes no fueron obedecidas. A la noche, cuando sehaba retirado a su tienda para descansar, los judos hicieronuna salida desde el templo y atacaron a los soldados queestaban afuera. Durante la lucha, un soldado romano arrojal prtico por una abertura un leo encendido, e inmediata-mente ardieron los aposentos enmaderados de cedro que ro-deaban el edificio santo. Tito acudi apresuradamente, se-guido por sus generales y legionarios, y orden a los solda-dos que apagasen las llamas. Sus palabras no fueron escu-chadas. Furiosos, los soldados arrojaban teas encendidas enlas cmaras contiguas al templo y con sus espadas degolla-ron a gran nmero de los que haban buscado refugio all.

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    La sangre corra como agua por las gradas del templo. Milesy miles de judos perecieron. Por sobre el ruido de la batalla,se oan voces que gritaban: Ichabod!la gloria se alej.

    Tito vi que era imposible contener el furor de lossoldados enardecidos por la lucha; y con sus oficiales sepuso a contemplar el interior del sagrado edificio. Suesplendor los dej maravillados, y como l notase que elfuego no haba llegado an al lugar santo, hizo un postreresfuerzo para salvarlo saliendo precipitadamente y