Congreso Internacional de Pedagogía Amigoniana...propuesta académica congregacional, inspirada en la edagogía reeducativa p amigoniana y constituida como la Fundación Universitaria

Congreso Internacional de Pedagogía Amigoniana Fundación Universitaria Luis Amigó

Fundación Universitaria Luis Amigó PBX: (574) 448 76 66 – FAX: (574) 384 97 97 Dirección: Transversal 51 A No. 67 B 90 Medellín – Colombia http://www.funlam.edu.co 1

LECCIÓN INAUGURAL

UNA PRÁCTICA HECHA PEDAGOGÍA

Nació del Espíritu para hacerse Academia

Por: Marino Martínez Pérez1

Así mismo, en nombre de esta secretaría y en el mío propio, quiero agradecer a

todos los religiosos y laicos amigonianos, que desde el equipo MIS.A.P. de cada

provincia, presididos por el P. Gaetano Greco por la de San Francisco; el Padre

Félix Martínez por la de Luis Amigó; el Padre Carlos Cardona por la de San José;

y Fr. Cristian Araneda por la del Buen Pastor, han hecho posible estar hoy

inaugurando nuestro Congreso Internacional de Pedagogía Amigoniana. Y cómo

no, un agradecimiento muy especial a la querida Fundación Universitaria Luis

Amigó, por la inmensa colaboración en la preparación, logística y desarrollo de

Saludo y agradecimiento

La Secretaría General de Misión, Apostolado y Pedagogía, MIS.A.P., de la

Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos, amigonianos, presenta un

afectuoso saludo de bienvenida a todos los participantes en este magno evento,

con el cual celebramos el año Jubilar de los 75 años de la Pascua de nuestro

Venerable Padre Fundador Luis Amigó, y los 25 años del nacimiento de la

propuesta académica congregacional, inspirada en la pedagogía reeducativa

amigoniana y constituida como la Fundación Universitaria Luis Amigó.

1 Sacerdote Terciario Capuchino. Actual Secretario de la Misión, Apostolado y Pedagogía de los

Terciarios Capuchinos –MIS. A.P–. ExRector de la Fundación Universitaria Luis Amigó. Licenciado

en Pedagogía Reeducativa con Especialización en Farmacodependencia. Autor de Reflexiones

amigonianas y Mensajes de vida y humanidad, además de múltiples artículos. Correo electrónico:

[email protected]

http://www.funlam.edu.co/�

mailto:[email protected]�



este gran evento, en la cabeza del Padre Rector General José Wilmar Sánchez

Duque y el coordinador general del evento, Comunicador Social Andrés Muñoz

Diazgranados.

Introducción

La Enseñanza y moralización de los acogidos en las Escuelas de Reforma y

Correccionales es ya, en 1902, el único fin ministerial reconocido en nuestras

Constituciones. Con él recibimos la aprobación pontificia. Desde entonces

podemos decir que el Señor ha encomendado a nuestra Congregación la grande

obra de la reforma de la juventud. (Obras Completas de Luis Amigó N.° 1891 y

1894, “Espiritualidad Amigoniana”, p. 156)

Nuestra Congregación participa en la Misión de la Iglesia, sacramento

universal de salvación, con una MISIÓN ESPECIAL transmitida por el Padre

Fundador y ratificada por la misma Iglesia en cuyo nombre la ejercemos: la

educación cristiana de la juventud desviada del camino de la verdad y del

bien. (Constituciones 56)

Nace una vivencia espiritual

La Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos nace en Masamagrell,

Valencia, España, el 12 de abril de 1889. Y desde su nacimiento está orientada a

desarrollar un trabajo apostólico y social entre las clases más desfavorecidas y,

principalmente, entre los encarcelados. Es así como el Padre Domingo de

Alboraya dice: “Por entonces se fundó en Valencia, con las autorizaciones

debidas, la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos, dedicada en su fin

principal a la enseñanza y educación correccional de la juventud”. (Textos de

Autores Pedagógicos Amigonianos 6, N.° 6, p. 133)




Apenas habían cumplido un mes de formación los primeros novicios de la

Congregación, era mayo de 1889, cuando los patronos de la Escuela de

Corrección Paternal “Santa Rita” visitan al Obispo de Madrid, España, para

hacerle la propuesta de encargarse de la dirección de la misma.

La oferta suponía un verdadero reto y desafío. El propósito de la naciente Escuela

–pionera dentro de su género en España- era de por sí tarea ardua. Se trataba de

educar, de orientar para la vida y hacia la vida, a niños, adolescentes y jóvenes

que –en frase del propio Padre Luis Amigó– se encontraban alejados del Camino

de la Verdad y del Bien, es decir, a niños, adolescentes y jóvenes que con sus

comportamientos al margen o incluso en contra de la “normativa” social,

manifestaban un cierto grado de desorientación ante la vida. (La Misión Apostólica

de la Congregación. Mensaje del XIX Capítulo General de la Congregación, pp. 5-

6).

Empieza la aventura pedagógica en Santa Rita

Era el 25 de octubre de 1890, hace exactamente 119 años y dos días, cuando el

primer grupo de Terciarios Capuchinos, que acababan de profesar en manos del

Fundador, se hacían presentes en Madrid. Afirma el Padre José María de Sedaví,

primer Superior General de la Congregación, en sus memorias: Naciente y sin experiencia nuestra Congregación, cuando en su nombre

acepté el régimen y dirección de la Escuela, poco podríamos contar con

nuestras fuerzas; así que, después de Dios, esa confianza y generosidad de la

Junta fueron el móvil que nos impulsó a la aceptación, y el 25 de octubre de

1890 quedó definitivamente instalada una reducida Comunidad, que fue

aumentando a medida de las necesidades.

Faltos, como queda dicho, de experiencia, desconocedores de las costumbres

del país y hasta del clima, tan distinto del que dejábamos; ignorada la obra por

muchos, y desconfiando de su eficacia y vida los pocos que la conocían, dos

años, nada menos, costó vencer la indiferencia de los extraños a ella,

consagrándonos en este tiempo a la corrección de algunos alumnos gratis, a

la roturación y mejoramiento del terreno, estudio del cultivo propio del país,




arreglo de paseos y plantación de arbolado; reforma necesaria de algunas

dependencias de la casa, instalación de la capilla, reparación de las tapias de

cerramiento más ruinosas; empleando en todo esto el corto remanente de los

fondos de que la Junta disponía. (TPAA, 6.139)

Y en otro aparte del segundo informe, que presenta a la Junta de Patronos de

Santa Rita, entre los que se cuentan el Obispo de la Diócesis, un representante

del Rey de España, y algún Marqués, afirma: Los alumnos permanecen en la Escuela por un lapso más o menos corto; el

Religioso los contempla cambiar todos los años, y permanece siempre allí,

pegado a la dificultad. Porque, tarea pesadísima es señores, y parece no he

de esforzarme mucho para ser creído, la que los religiosos han tomado sobre

sí, por puro amor de Dios y del prójimo, y de Dios únicamente esperan el

premio, porque sólo Él puede darlo cumplido y con creces. Siquiera pues,

pongámoslos en condiciones aceptables, simplemente cómodas, las

ordinarias de la vida, ya que todo lujo les está prohibido por el voto de pobreza

que han profesado…

Ha nacido pues, en Santa Rita, desde una aventura evangélica, espiritual, en el

contacto con los muchachos más vulnerables de la sociedad de entonces, una

tarea, una práctica pedagógica que se hará academia con el correr de los años.

Y como en todas las obras que son de Dios, Él va poniendo hombres específicos

que vayan siendo sus colaboradores inmediatos. Fueron los Terciarios

Capuchinos, y entre ellos, uno, martirizado en la guerra civil de 1936 en España y

hoy Beato, El Padre Domingo María de Alboraya, quienes le dieron vida a un

proyecto de amor a favor de los más desfavorecidos.

Padre Domingo María de Alboraya (Aya Robla)

Amigoniano de la primera hora, es factor y agente de la expresión cultural y

literaria de la Congregación en su primer medio siglo de existencia. Entre tantas

obras suyas, existen sabias nociones, enseñanzas y métodos de la pedagogía

amigoniana. La influencia del Padre Domingo en el desarrollo apostólico y pedagógico de

la Congregación, es evidente. Basta contemplar importantes documentos

amigonianos, como la Historia Relatio, el famoso Capítulo V de las




Constituciones de 1910, o, el Manual de Usos y Costumbres de 1911, para

darse cuenta que muchos párrafos son mero trasunto de los escritos del P.

Domingo.

[…] su conocimiento y experiencia de la educación especial en centros de

corrección y reforma, sirve a los gobernantes para comisionarle viajes de

estudio y asesoramiento técnico y pedagógico, como los realizados por

Europa en los años 1909 y 1910, y por Argentina y Uruguay, el año 1921-22.

De estos viajes de estudio nos quedan brillantes informes y bellos pasajes.

(TPAA. 6.000)

Son obras del Padre Domingo que han quedado para la posteridad: Historia de la

Escuela de Reforma de Santa Rita; Historia del Monasterio de Yuste; Historia de

Monte Sión de Torrente; Historia de San Hermenegildo de Dos Hermanas; la

Ortografía Rimada (con una edición realizada sobre originales por el

Departamento Editorial de la Funlam); y son también obras suyas himnos,

poesías, cartas, crónicas y notas históricas, amén de delicadas composiciones

musicales en donde se muestra el genio artístico del Padre Domingo y el amor

entrañable que tenía por la Congregación y por su obra predilecta: la pedagogía

amigoniana.

La Escuela de Reforma de Santa Rita: primer intento de sistematización de

una pedagogía que nace del espíritu en 1906

Quiero presentar algunos apartes de la obra del Padre Domingo María de

Alboraya, en donde se da una clara muestra de lo que significó el inicio de la

pedagogía amigoniana, como práctica de una vivencia espiritual del Evangelio.

Son palabras suyas todas las aquí empleadas: […] atajar el desenfreno de la juventud con la persuasión y el ejemplo y

contrarrestar sus fatales influencias, ora buscando a las pobres víctimas en las

moradas que les deparó su desventura, o bien abriendo otros centros donde,

previniendo más que castigando, se preserve a la juventud del abismo de

calamidades que le amenaza. Aquí está, y esto comprende la Misión de los




Terciarios Capuchinos en las Escuelas de Reforma y Asilos de Corrección

Paternal. (TPAA 6.002)

[…] conociendo la necesidad de formar generaciones dignas de realizar tan

hermosos ideales, cada clase dispara sus planes y proyectos, más o menos

descabellados, pero que, en general se apartan o tienden a apartarse del

principio sólido y único de nuestra Religión sacrosanta. Unos, y son los más

elevados, entendiendo mal y aplicando peor el principio racionalista de la

“educación por instrucción” claman: ilustración, mucha ilustración, dar pábulo,

mucho pábulo a la inteligencia, sin cuidar de otra cosa… otros, establecen el

punto de operaciones en la duda ¡vaya una base! Otros cifran la ventura en la

libertad (léase libertinaje) e indiferencia. Otros, en la restauración de la

filosofía, pero ha de ser una filosofía mendigada en el extranjero… Y a éste

tenor, y con tales premisas, se descienda a buscar solución al problema.

(TPAA 6.004)

Señala con claridad quiénes son los primeros usuarios de nuestros centros de

reforma y de nuestra Misión amigoniana cuando dice: Desde el hijo del acaudalado, que, sustrayéndose de la vigilancia del padre…

hasta el del pobre artesano, que burlando la autoridad paterna pasa los días

en el arroyo y se embrutece hasta lo indecible, todos, con la separación

debida, son objeto de esta salvadora misión. (TPAA 6.007)

Muestra ya, desde 1906, los primeros asomos del método amigoniano, el mismo

que permanecería vigente, desde luego que adecuado a los momentos y

perfeccionado, hasta la década de los años ochenta del siglo pasado. Son

palabras textuales del Padre Domingo: ¿Y qué se consigue con ellos? Primero, pararlos en la pendiente del mal, por

la que corrían hacia el abismo; después, darles una tregua para que se den

cuenta de su situación, reconozcan sus malos pasos, piensen en lo que les

conviene, se resuelvan a abrazarlo, ayudándoles; empiecen a dar pruebas de

ello, y reconocidos, enmendados, instruidos y aleccionados con la convicción

en su alma, mudados en otros, vuelvan a sus familias… éste es el ideal de los

Terciarios Capuchinos, y ésta la realidad que, por la misericordia de Dios, se

consigue en casi todos los alumnos de las Casas de Reforma. (TPAA 2.008)




Entrega también el Padre Domingo las primeras puntadas sobre la metodología y

los contenidos del método usado desde entonces por los Terciarios Capuchinos

cuando afirma en su texto: De qué medios se valen… Cultivar el corazón e iluminar la inteligencia: éste es

su lema. Virtud y trabajo, doctrina y ejemplo: éstos son sus factores. Y de llano

confiesan ellos mismos con humildad, bien poco hacen; arrojan la semilla y la

riegan… Vengamos a su procedimiento correccional que, dejando aparte los

pormenores con él enlazados, consiste principalmente en:

1° Período de celda o aislamiento provisional. Estudio del joven, curación

previa, preparación, etc.

2° Vida de Comunidad. Trabajo, expiación, formas sociales, etc.

3° Estudios como recompensa. Estímulo y prueba.

4° Ejemplo vivo. Perseverancia. (TPAA 6.009-10)

Algo muy particular en el método amigoniano, al que se le puede señalar de lo que

quieran, pero que era así, es el alto control social que se ejercía entre los mismos

compañeros de grupo, lo cual se constituía en una herramienta de alta eficiencia

para el orden, el cuidado, los procesos de aprendizaje y que mantenía, casi que

automáticamente, el modelo. Es el aprendizaje por reflejo, por espejo.

Escuchemos como lo dice el Padre Domingo: Desde que el alumno entra en el grupo de los de su clase, cae bajo el

reglamento particular de la sección a la que pertenece.

Se celan todos sus actos (pues no se le pierde de vista ni de día ni de noche),

y en todos ellos se le apunta su mérito o demérito, según que los practique

bien o mal.

Al fin de cada semana, y conforme sumen más las buenas o las malas notas,

gana o pierde cierta cantidad de “vales” (valor nominal convenido para todo),

correspondientes al número y calidad de aquéllas.

En proporción exacta de lo ganado o perdido, se reparten los cargos de la

semana, desde los “sitios de honor”, con sus privilegios anejos, hasta los más

humildes, de fregar, barrer, mondar patatas, etc. (TPAA 6024)

Uno de los elementos constitutivos de la columna vertebral del método

amigoniano, conocido desde entonces, fue el factor ejemplo. No sólo el dado por

los educadores que habría de ser impecable, sino, y quizá más importante en el




tema de la emulación, el ejemplo de los pares, los que ganaban vales y adquirían

con ellos sitios de honor y sus correspondientes beneficios en el proceso

educativo. Veamos lo dicho por el Padre Domingo respecto al ejemplo y al

educador:

La gran palanca para los brillantes resultados de estas escuelas es el ejemplo

vivo y personal. En ellas no se obliga al corrigendo a ejecutar trabajo u obra

alguna por sí solo; nunca se le dice “haz esto”, sino “hagamos esto”. (TPAA

6.033)

El religioso come con el alumno, y de la misma olla que el alumno; descansa

en el mismo salón; toma parte en sus juegos y con él trabaja, llevando

siempre la peor parte. Con esto está dicho todo: el discurso convence, pero el

ejemplo arrastra. (TPAA 6.034)

Y concluye el Padre Domingo diciendo: “[…] éste es el genuino sistema de los

Terciarios Capuchinos… no diremos sea el más seguro e infalible… pero lo cierto

es que, el que están practicando, fruto de la experiencia y de la oración, les está

dando éxito admirable […]” (TPAA 6.036)

La espiritualidad amigoniana El XIX Capítulo General de nuestra amada Congregación, celebrado en Burgos,

España, en abril de 2001, cuando concluyó, fruto del trabajo previo al capítulo y el

realizado en él, envió un mensaje a todos los religiosos y a los laicos

comprometidos con nuestro ser y quehacer apostólicos, llamado La misión

apostólica de la Congregación, nuestro compromiso cristiano y social: la

educación de jóvenes en conflicto. En él, están desarrollados los temas vigentes

en nuestro actual compromiso como religiosos y como educadores. Y para

comenzar a tratar los grandes ejes de la pedagogía amigoniana, afirma de ésta,

en concordancia con lo hasta aquí señalado, que es “una experiencia pedagógica

nacida de una espiritualidad evangélica”: La experiencia continuada de más de cien años ejerciendo la educación entre

los niños y niñas, adolescentes y jóvenes en situación de riesgo o de conflicto;

el estudio y el constante perfeccionamiento científico; el enriquecimiento




acumulado a través de distintas realidades nacionales asumidas y de diversas

etapas culturales vividas, y la iluminación de todo ello desde la fe –profesada

en la mente y en el corazón y actuada desde una espiritualidad específica que

confiere el sello de autenticidad a un talante propio del ser y a un estilo

característico del actuar–, han ido determinando la identidad de la pedagogía

amigoniana.

También el “Mensaje Zagales del Buen Pastor en la Nueva Evangelización”, del

XVIII Capítulo General, celebrado en Bogotá en 1995, dice al respecto: Nosotros, siguiendo la invitación conciliar, hemos podido apreciar con

renovado esplendor, en la fuente misma del Padre Fundador y de la tradición

de la Congregación, la riqueza del propio carisma, que crea unidad de vida

entre nuestro ser y hacer, entre contemplación y acción, entre ser apóstol y

educador. Los mismos valores de nuestra vida espiritual favorecen nuestro

crecimiento como personas, como cristianos, como religiosos amigonianos y

como educadores del hombre integral. La espiritualidad propia, es para

nosotros, el tesoro escondido del que habla el Evangelio (Mt. 13,44-46). La

creciente fidelidad a la vocación de ser zagales del Buen Pastor sintetiza el

proyecto de nuestra continua conversión a Cristo y a su Evangelio.

Fundamentos

El texto Espiritualidad amigoniana, vigente actualmente en la Congregación –como

dice el Padre José Oltra Vidal, Superior General en cuyo período fue presentado,

en 1986 : “Nos faltaba la renovación del “Manual de Usos y Costumbres”, sobre

todo en lo referente a la vida espiritual” –, de alguna manera, sustituye el primer

manual pedagógico que los religiosos tuvieron, tal vez la única herramienta

pedagógica a la cual podían recurrir –y téngase en cuenta que el famoso capítulo

V de ese antiguo “Manual de Usos y Costumbres”, se le atribuye precisamente al

Padre Domingo María de Alboraya– amén de que contenía todas las orientaciones

que fueron dejando, en primer lugar el Padre Fundador, en las visitas a sus hijos y

que consignaba en un texto que se ha llamado “Ordenaciones”; y luego las de los

superiores generales o visitadores que, en las visitas sucesivas, consignaron en el

“Libro de Ordenaciones” numerosas normas prácticas para el trabajo apostólico,

las cuales, con el correr del tiempo, se fueron constituyendo en todo un acervo




espiritual, en vademécum pedagógico, y en el principio de lo que hoy podemos

llamar el método amigoniano.

El número 110 del libro Espiritualidad amigoniana señala el fundamento de

nuestro apostolado, líneas maestras en donde reposa el que-hacer misional. En comunión con la Iglesia, nos dedicamos, como zagales del Buen Pastor, a

la educación cristiana de la juventud desviada del camino de la verdad y del

bien. Fieles a las exigencias de nuestro carisma, actuamos la Misión

inspirados en el amor sacrificado del Buen Pastor, de Nuestra Madre y del

espíritu franciscano. (Espiritualidad amigoniana 110)

Carta Testamento del Padre Fundador

Nuestro Venerable Padre Fundador se refiere al aspecto corredentor de nuestra

misión en muchas ocasiones. Desde cuando en las primeras Constituciones utiliza

la palabra “moralización”, palabra cristiana y cristocéntrica, hasta cuando más

adelante, al solicitar al Papa Pío X la aprobación de las Constituciones de las

Hermanas Terciarias Capuchinas se refiere al fin que se propuso al fundarnos a

los Terciarios, cuyas constituciones este mismo Papa ya había aprobado: “y es

que, llenos de celo, reformemos el aspecto natural y sobrenatural de los jóvenes

desviados del camino del bien, renovándolos en Cristo” (OC 1780), para referirse

al proceso de tratamiento que habría de hacerse con nuestros muchachos.

Pero, los Terciarios y Terciarias Capuchinas hemos dado en tomar como

testamento espiritual y principio pedagógico para nuestra misión carismática y

apostólica, la carta que el Padre Luis Amigó, siendo Obispo de Segorbe en

España, nos dirige el 3 de mayo de 1926: Y si acontece que, dando oídos al espíritu infernal, se apartan del redil del

Buen Pastor, también vosotros, mis amados hijos e hijas, a quienes Él ha

constituido zagales de su rebaño, sois los que habéis de ir en pos de la oveja

descarriada hasta volverla al aprisco del Buen Pastor. Y no temáis perecer en

los despeñaderos y precipicios en que muchas veces os habréis de poner

para salvar la oveja perdida; no os arredren los zarzales y emboscadas con

que tratará de envolveros el enemigo, pues podéis estar seguros de que si

lográis salvar un alma, predestináis la vuestra.




La triada espiritual amigoniana: Cristo como Buen Pastor, María en la

Advocación de Madre Dolorosa y Francisco de Asís.

El Padre Juan Antonio Vives, en la introducción a su libro Trilogía amigoniana

(Separata de Pastor Bonus, Roma, 1997), del cual nos valdremos para trabajar

este apartado y al que invito a recurrir para ampliar este tema que nos es esencial,

explicita en primer lugar el significado de la palabra espiritual, y así afirma: Desde la visión paulina, se puede definir espiritualidad como un vivir según el

Espíritu o, si se prefiere, como un madurar en el amor de acuerdo al mensaje

de la Buena Noticia. Desde esta óptica, crecer en espiritualidad y crecer en

humanidad no son aspectos superpuestos ni tan siquiera dimensiones

complementarias, sino que son perspectivas inter-equivalentes de una misma

realidad vital. Pretender separar en el camino espiritual el crecimiento del

hombre hacia Dios, del crecimiento del hombre hacia sí mismo y hacia los

demás, es un error tan grande, como pretender disociar el misterio de la

Creación y el de la Redención. O Dios nos ayuda a ser más humanos, por el

amor, o hemos perdido el norte del Dios-Amor que creó el hombre a su

imagen y semejanza.

Y para dar unidad a este apartado de la Trilogía amigoniana, también el Padre

Vives, en la misma introducción, nos dice: Los modelos espirituales –Buen Pastor, Nuestra Madre y San Francisco–, que

por voluntad expresa del Padre Fundador, son aunque a distintos niveles, los

maestros de la vida espiritual amigoniana, ocupan, pues, un papel

determinante en la configuración del propio ser y actuar. Ellos conforman una

especie de tríptico, en el que Cristo Buen Pastor, verdadero Modelo y Maestro

de la espiritualidad amigoniana, ocupa el centro, y en él Nuestra Madre de los

Dolores y San Francisco ocupan los lugares laterales… y aunque en la figura

del Buen Pastor están contenidas y expresadas las actitudes fundamentales

que configuran el ser y actuar propio de la Congregación y confieren al

crecimiento amigoniano en el amor su característico tono misericordioso –las

figuras laterales tienen también significativa y substantiva relevancia. Las

actitudes del Buen Pastor –reflejadas y revestidas en Nuestra Madre con el

tierno hálito de la maternidad y en San Francisco con el espíritu de la




minoridad y del servicio– adquieren matices que enriquecen la vida espiritual

amigoniana y contribuyen de forma esencial a conferirle su característico

talante. (Trilogía amigoniana, p. 9)

No me voy a detener demasiado en la explicitación de estos temas, que siendo

vertebrales en nuestra identidad apostólica y carismática, requerirían de otro lugar,

diferente a unas palabras introductorias de un Congreso, y por eso remito una vez

más a quienes quisieran conocer el tema a profundidad al libro citado, Trilogía

amigoniana, del Padre Juan Antonio Vives. Así entonces, me limitaré a mostrar,

como si titulares fueran, los elementos centrales de esta espiritualidad, en lo que

tienen que ver con su aplicación pedagógica, o dicho de otra manera, cuando el

ser se torna hacer, cuando la teoría se hace práctica, cuando la oración se hace

vida.

Cristo Buen Pastor

En su texto, el Padre Juan Antonio hace un profundo recorrido por el Antiguo

Testamento, desde el Deuteronomio y Salmos, pasando por los profetas Miqueas,

Isaías, Jeremías y Ezequiel, y nos introduce luego en el Nuevo Testamento,

específicamente adentrándose en el tema del Pastor desde el Capítulo 10 del

Evangelio de San Juan y, desde allí, también los evangelios sinópticos en Lucas y

en Mateo. Desde la Sagrada Escritura, ya haciendo vida los textos escriturísticos,

nos hace un recorrido por la doctrina y magisterio en la espiritualidad de Dios

Padre, con el objeto de desentrañar cuál es el pensamiento cristológico del Padre

Fundador que se encuentra tras la figura del Buen Pastor y cómo nació y se

desarrolló en él dicha devoción. Estos preámbulos necesarios conducen a la

consideración del Buen Pastor en la tradición de la Congregación, para finalmente

desembocar en las tonalidades del amor misericordioso a la luz del Buen Pastor.

Son éstas:

- Conocer por vía del corazón.

- Ser testigos de lo que se anuncia.

- No huir ante las dificultades.

- Ir tras el necesitado sin temor y con esperanza.




- Desvivirse por los demás.

- Celebrar con alegría la fiesta del encuentro.

- Madurando en el amor.

La Virgen de los Dolores

Como componente esencial de esta trilogía, ya incluida al tratarse el tema del

Buen Pastor, pero como bien lo dice el Padre Vives, con el tierno hálito de la

maternidad, nos presenta en su trilogía el lugar que ha ocupado la Virgen de los

Dolores en la espiritualidad propia de la Congregación, valiéndose para ello de

algunos autores que han resaltado la figura de María.

Parte, entonces, de un recorrido que nos hace conocer la significación de María en

la espiritualidad del Padre Fundador, no sin antes hacernos conocer cuál es el

origen histórico de la devoción a la Virgen de los Dolores. Y presenta temas que,

para los amigonianos de todas las horas y tiempos, siempre han tenido honda

significación en nuestro ser como religiosos y en nuestro hacer pastoral y

pedagógico. Estos temas son el sentido pascual del dolor y María Madre del Dolor,

Madre del Amor. Para cuando aborde a María en la tradición amigoniana, lo hará,

entonces, con un particular y profundo acento, nacido en lo espiritual sí, pero con

profunda significación en la vida diaria, siempre teñida de amor y dolor. Son éstas

las propuestas abordadas:

- Madre y colaboradora.

- Fuente de misericordia y fortaleza.

- Los dolores de María: siete lecciones de amor: 1. Aceptar la voluntad de

Dios; 2. Afrontar con valentía las dificultades; 3. Buscar con afán al descarriado; 4.

Hacerse el encontradizo con el que sufre; 5. Mantenerse de pie junto al

desamparado; 6. Acoger con ternura y comprensión al que viene; 7. Esperar,

contra toda humana esperanza, en la Resurrección.

- Amando desde el sacrificio.

Francisco de Asís




Los Terciarios Capuchinos pertenecemos a la gran familia franciscana, y desde

luego, participamos con esta familia de sus núcleos espirituales que tienen como

fuente el Evangelio seguido a la letra por Francisco de Asís. La importancia de

esta figura amable para todos, en nuestra vida espiritual, nos la presenta el Padre

Vives con estas palabras: “San Francisco de Asís, con su vida y doctrina,

constituye para nosotros fuente de autenticidad evangélica. Sin la iluminación

franciscana, nuestro carisma se desvirtuaría y se empobrecería”.

Esta dimensión franciscana, en la que nuestro Venerable Padre Fundador, como

Capuchino que era, tiene alta influencia, es abordada por el Padre Vives en su

Trilogía, precisamente desde las raíces de nuestro ser franciscano, como

experiencia propia de nuestro Fundador, pero en donde con bastante claridad se

puede hacer la distinción o asimilación de lo que es ser franciscanos y

amigonianos a un tiempo. Y trabaja dos espacios bien interesantes en la

experiencia de vida francisco-amigoniana, con amplias repercusiones en nuestra

vida fraterna y en nuestro quehacer apostólico y pedagógico. De un lado está la

teología de la minoridad, en donde se viven en profundidad las virtudes de la

desapropiación, servicio, simplicidad, humildad, misericordia, alegría. Y del otro,

las Bienaventuranzas, presentadas como ocho maneras de servir, y en donde se

desemboca en una cuestión en el orden axiológico pero a la vez práctico, como

características pedagógicas de quien se identifica con la amigonianidad que hunde

sus raíces en Francisco de Asís:

- Empobrecerse para enriquecer.

- Ser en todo los últimos.

- Abrazar con cariño la Cruz.

- Colaborar en la restauración del hombre.

- Amar a la medida.

- Darse sin esperar recompensa.

- Ser portadores y constructores de paz.

- Desafiar las dificultades.

La última figura de la trilogía, Francisco de Asís, desemboca en una cuestión de

alta relevancia pedagógica en la vida de un amigoniano, sea él religioso o laico. Y




es el tema del cómo asumir el trabajo realizado con nuestros muchachos, ya sea

que tengamos un contrato de trabajo, o porque lo hacemos desde el sentido

vocacional de nuestras vidas. Y este tema tiene que ver con el servicio hecho

desde el amor, la servicialidad, o como lo cita el mismo Padre Vives, que desde el

Evangelio de Juan se nos dice de Jesús, que siendo él el Maestro, estuvo en

medio de sus hermanos: “como el que sirve”. (Jn. 13,1-16)

La pedagogía amigoniana: una acción humanizante En el año 1906, el Padre Domingo de Alboraya señala como Misión de los

Terciarios Capuchinos: […] atajar el desenfreno de la juventud con la persuasión y el ejemplo y

contrarrestar sus fatales influencias, ora buscando a las pobres víctimas en las

moradas que les deparó su desventura, o bien abriendo otros centros, en

donde previniendo más que castigando, se preserve a la juventud del abismo

de las calamidades que le amenaza […] (TPAA 6.002)

Y va estableciendo en Santa Rita los principios de un naciente método

pedagógico, que era, en palabras del documento del XIX Capítulo General: “el

sentimiento pedagógico que animaba dicho método; que definía un estilo propio

en la educación, y que manifestaba ya unos tonos muy característicos de la figura

misma de los educadores”.

Las Constituciones, vigentes de nuestra Congregación, nos marcan con claridad la

dimensión de nuestra acción; hacia quién se dirige nuestra Misión y la prospectiva

de nuestro apostolado:

Nuestra acción evangelizadora, dimensión de nuestra fe en Jesús, consiste ante

todo, en el anuncio de la Palabra de Dios –con obras y con palabras– a los

jóvenes con problemas de conducta que Él pone en nuestro camino; jóvenes con

carencias afectivas familiares y sociales; con insuficiencias y disminuciones

materiales y morales; con alteraciones de conducta y perturbaciones de

personalidad. Promovemos el desarrollo integral de su persona, procurando su

realización personal y su progresiva reinserción en la vida social y su participación




activa en la construcción de una sociedad mejor que culminará con la experiencia

del Reino.

Para conseguir entender quiénes son los jóvenes que Dios pone en el camino de

los amigonianos hoy, baste con entender la actual sociedad, los valores por los

que ella se rige, lo que desde luego nos da como producto final a nuestra

juventud. Y sin mencionar actos o acontecimientos actuales, nos limitamos a

señalar: vales por lo que tienes o aparentas tener, no por lo que eres; la materia

ocupa lugar preponderante sobre el espíritu; el éxito consiste en tener más, sin

pensar en qué sea lo mejor ni tampoco en la manera en que puedas llegar a ser

admirado, exitoso. Y por ahí se mueve el contexto aquí y allende los mares.

Desde luego que los Terciarios Capuchinos no pretendemos cambiar este entorno;

seríamos ilusos, y más hoy en el mundo de la globalización. Pero sí pretendemos,

a la manera como nos lo dicen las Constituciones, que quienes lleguen a nuestras

manos colocados por Él, se lleven la coherencia entre la palabra pronunciada y el

acto de vida.

Y para que esto pueda darse en la realidad de nuestras instituciones o allí en

donde un amigoniano pueda ejercer su influjo, nos hemos trazado una ruta

pedagógica, un itinerario pedagógico marcado por hitos o mojones que componen

los ejes fundantes de nuestro quehacer apostólico y que dan cuenta de nuestro

carisma congregacional y es el que ahora intentaremos describir, apoyados en lo

esencial, en las palabras de quien nos es ya tan conocido, el Padre Juan Antonio

Vives en su texto Identidad amigoniana en acción. ¿Qué tipo de hombre o mujer queremos formar? Es la pregunta clave de la que queremos

partir. Y nos valemos entonces de la Palabra perenne de nuestro Padre Fundador, quien

a un año de su consagración episcopal envía una exhortación pastoral a la comunidad

eclesial de Solsona y les dice: “Es el amor móvil que impulsa al hombre en todos sus

actos. Desinteresado, recto y conforme a la razón las más veces; egoísta, sensual y

acomodado a sus apetitos animales, otras muchas, siempre resulta que el eje alrededor

del cual giran todos sus deseos, afectos y operaciones es el amor; porque para amar fue

creado y el amor es la función esencial de su corazón, que no puede vivir sin amar.

Porque Dios que le hizo imagen viva de su hermosura y perfecciones, quiso participase




de su misma vida, que es amor. (1Jn 4,16)… La caridad o amor de Dios es el alma, sin la

cual el hombre está muerto”. (1Jn. 3,14)

El Evangelista San Juan en su primera carta citada por el padre Fundador en las

anteriores palabras, afirma: “Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene

con nosotros. Dios es amor, y quien permanece en el amor, en Dios permanece, y Dios

en él”. (1Jn. 4,16)

Toma este texto el Padre Juan Antonio Vives para hacerle la interpretación y nos

dice: “conoceréis el amor, maduraréis en él y él os hará experimentar la libertad”.

(2001)

Esta palabra de Amigó, continúa resonando y su eco nos invita a emprender el

camino de la transformación personal de tantos seres humanos acogidos por los

Terciarios y Terciarias Capuchinos, en los 34 países en donde ejercen su misión y

en los más diferentes lugares de atención: centros de reeducación, colegios,

parroquias, comunidades terapéuticas, centros de atención psicosocial y familiar,

barrios con población de excluidos, la universidad, “la misión ad gentes”. Esta

palabra de Amigó es una invitación a la acogida de todo ser humano que se ha

equivocado en su búsqueda del amor o que, en lenguaje del Fundador, “se ha

desviado del camino de la verdad y del bien”. Este ser humano, al encontrar un

amigoniano, habrá encontrado la dirección del corazón, el rescate del sentimiento

hecho pedagogía, la valoración del ser por encima del tener y el aparecer, con una

certeza: el amigoniano no tendrá en cuenta un pasado, el camino de sombras

hecho por la persona en su búsqueda equivocada del amor.

“Siempre resulta que el eje alrededor del cual giran todos los deseos, afectos y

operaciones es el amor” (OC 331). Este mensaje del Fundador se ha tornado

método. Son la pedagogía amigoniana y su proyección social descritas por el

padre Juan Antonio, en la segunda parte del libro Identidad amigoniana, como el

soporte antropológico y pedagógico de la amigonianidad.

El objetivo: encontrar sentido a la vida

Los jóvenes con quienes ejercemos nuestra acción apostólica han sido declarados

oficialmente, en la mayoría de las veces, al margen de lo recto, de lo bueno, de lo

ético. Al decir apartados de la verdad, no hacemos referencia a la categoría lógica




de la verdad, y sí más bien a la categoría ontológica del “ser verdad” o, por el

contrario, “ser mentira”, es decir, encontrarle, o no, sentido a la existencia.

Aquí está contenido el profetismo de Luis Amigó, quien en el año 1889, sin haber

realizado ningún curso de prospectiva empresarial, avizoró este siglo XXI, con

todas sus tragedias humanas, con todos los seres humanos que apenas

despiertan a la vida y sufren en su carne el drama de la muerte, el drama del no

ser. Y para esta situación que podía entrever desde entonces, crea una

comunidad de vida religiosa, cuyos miembros tendrán como misión educar desde

la vida y para la vida en el amor y en la libertad.

La vida de cualquier amigoniano, no importa en qué lugar esté, ni cuál haya sido la

misión que le hayan encomendado, se cifra en la lucha cotidiana por la felicidad de

los seres humanos que le han llegado a su vida; en la búsqueda de darle sentido a

la vida de quienes le han perdido su sentido, y en especial de aquellos más

vulnerables y con mayor situación de riesgo, pero también, el amigoniano como

profeta, tendrá que acercarse al heredero de la fortuna del tener, para

acompañarle en la búsqueda de la felicidad por los caminos del espíritu, en el

madurar en el amor, porque sólo éste lo hará libre y feliz.

El medio: fortalecer la voluntad

Afirma Juan Antonio Vives que “…la pedagogía amigoniana ha considerado

siempre al hombre como un proyecto de amor y, en consecuencia, ha orientado de

forma primordial su acción educativa a acompañar a sus educandos en el

fascinante y comprometido itinerario hacia su propio crecimiento y maduración en

alteridad”.

Un gran educador amigoniano, el Padre Vicente Cabanes, muerto en la guerra

civil española a la temprana edad de 28 años, escribía: “El educador debe ser el

instructor de la verdadera libertad y no el gendarme de la coacción que mate en el

educando su espíritu, su personalidad”. (TPAA 14.107)

Desde muy temprano, los amigonianos encontramos en la búsqueda de la libertad

un filón bien interesante para trabajar con nuestros discípulos. Pero la libertad en

la que ellos piensan normalmente, al estar oficialmente privados de la libertad, al




margen de la sociedad, no es la misma que les proponemos. Es un valor diferente.

Es el proyecto de amor que se liga necesariamente a la libertad, a la madurez de

la voluntad. Es una libertad que no se liga con el poder hacer lo que se quiera, sin

el respeto debido a la otredad, ni tampoco con el respeto debido al sí mismo,

como parte integrante del otro como proyecto de humanidad. Es la educación en

la libertad que encuentra sus límites en la libertad del otro, en el libre desarrollo de

los derechos del otro. Es la libertad que se forja en el ejercicio permanente de la

voluntad y que prepara al ser humano para hacer las opciones más importantes,

nacidas desde la identidad y la autonomía, y como producto de una elección

madura, y no apenas de un capricho circunstancial u oportunista.

El credo: fe ciega en el hombre

Aunque este mundo de la postmodernidad se caracteriza por los relativismos,

podríamos afirmar, que aún así, el espacio para la fe continúa y se hace presente

en los diferentes espacios de la vida.

Cuando desde la pedagogía amigoniana afirmamos que nuestro credo de fe

educativo es la fe ciega en el hombre, no estamos del lado de las ideas o de las

opiniones, a la manera de cuando decimos: “yo creo que… yo opino que…”,

puestas estas expresiones en el nivel apenas de lo posible.

Los amigonianos, con nuestro credo de fe ciega en el hombre, expresamos algo

de mayor profundidad. Es un principio fundamental de nuestro ser y acontecer

pedagógico el que nos mueve desde el ser hacia la misión apostólica traducida en

método pedagógico.

Ir tras la oveja descarriada, ponernos del lado de los marginados y excluidos por la

sociedad; ir en la búsqueda de quien se ha desviado del camino de la verdad y del

bien; buscar en los paraísos ficticios de la droga a quien creemos que quiere hacer

un camino de regreso, significa creer en el ser humano contra toda esperanza,

creer contra toda esperanza a la manera de Abraham, creer en la bondad del ser

humano, creer que el humano por principio es bueno pues es criatura de Dios y

por Él ha sido rescatado, creer que todo ser humano es sagrado, como todo lo

salido de la mano de Dios.




Y esto, en el hoy del relativismo, de la globalización de la miseria y la corrupción,

suena a utopía, utopía que los amigonianos queremos convertir en “topía” es

decir, en algo que sí tiene lugar y espacio, y es el espacio de la fe, el espacio de

los sentimientos, es el espacio del amor y de la libertad.

El ambiente: familiar

Por todos es conocido que el lugar privilegiado para la educación es la familia. Es

el lugar de las primeras socializaciones, de los afectos verdaderos ausentes de

intereses mezquinos, es el lugar para el aprendizaje e introyección de las primeras

normas de vida, donde se establece el código interior de premios y castigos que

sanciona la conciencia desde los principios y valores éticos y morales. Y esa

educación tiene un sentido, aunque alguno pueda encontrarla equivocada de

sentido. Y es ahí, precisamente, en donde el término reeducación cobra sentido,

en el volver a educar. Y es porque la educación en sí misma, ni es buena ni es

mala. Es educación. Es “educere”, es sacar desde dentro; y cuando desde dentro

no ha salido la voluntad para forjar la libertad, que crece en autonomía en la

medida en que hace elecciones éticas, entonces necesitará otra nueva educación,

la reeducación para poner en la ruta, en el sentido del amor y de la libertad.

De ahí que, cuando en los procesos educativos amigonianos hablamos de

reeducación, lo hacemos en un contexto y en un ambiente de familia. En un

contexto, porque siempre la familia primaria, así sea, como dice el Padre

Hernando Maya Restrepo, un pedazo de familia, es la familia de nuestro

educando, es lo que para él significa, es el contexto en donde su vida se ha

movido, y es allí, aunque desde nuestra visión esté equivocado, el lugar en donde

se ha formado y ha recibido e introyectado su escala de valores humanos y

sociales. Y educamos en un ambiente que tratamos de hacer lo más parecido a la

familia. Son, en nuestros centros, las familias, grupos de pares, presididos por un

educador-formador que tiene como primera labor pedagógica la coherencia de

vida, la coherencia entre la palabra y el gesto vital, para que cualquiera de los

actos pedagógicos que realice tenga el valor de la autoridad que da la coherencia

de vida. Pero el educador no es en esa familia el centro. El centro, como el slogan




“los niños primero”, siempre será el educando. El espacio familiar se actúa para la

convivencia, para el aprendizaje de valores, para el ejercicio y construcción de un

nuevo proyecto de vida que tenga como base el amor y la libertad. Y desde ese

espacio familiar brotan otros aprendizajes como algo natural: escuela, trabajo,

sociedad, vida cristiana…

Y la familia de origen de nuestro educando tendrá el espacio y el valor que le

corresponde, y hará procesos pedagógicos tales que, cuando el educando llegue

de nuevo a su lugar, no se convertirá en alguien mirado como extraño o diferente,

ni tampoco se constituirá en el redentor del grupo familiar, sino que llegará a su

lugar de origen, a ocupar el espacio que le corresponde y con los roles que deba

asumir como parte del sistema familiar.

El educador amigoniano: un humanista cristiano

El Padre Rafael Monferrer Bayo –a quien hubiéramos querido tener aquí para

pronunciar esta lección inaugural– tiene un extraordinario estudio sobre “La

fundamentación filosófica de la pedagogía amigoniana” que fue publicado como

una separata del Boletín Interno de la Congregación Pastor Bonus, en el 2002. El

Padre Rafael, en el numeral 6 de su estudio que da cuenta de “El ser del educador

amigoniano”, traza un perfil de éste cuando dice:

El educador amigoniano es un posibilitador (mediador) en el universo relacional de

la persona en conflicto, desde una decisión personal de asumir esta función y

obligación específica como algo propio y vinculante con nuestra personalidad

(talante).

El educador amigoniano no nace tras su paso por los períodos de formación; se

hace en el decurso de su actividad pedagógica. Como todo educador, nace para la

educación con una existencia temporal, con una intrínseca libertad para hacerse y

deja plasmada su ‘hechura personal’ cuando cierra el tiempo de su existencia.

Para dar sentido a esta existencia personal, debe diseñar su propio proyecto

personal de vida y este proyecto personal de ‘educar’ a cuantos adolescentes y




jóvenes en conflicto y necesidad encuentre en su paso por la existencia, debe ser

‘asumido’ como un proyecto valioso, valiosísimo, para él y para los jóvenes, como

un proyecto personal y vocacional, como un proyecto humano trascendente y libre,

comprometido bajo el vínculo de su realización práctica como sistema de vida y

fragua de su personalidad y vocación.

Y hablando del educador amigoniano, Monferrer cita al Padre Jesús Ramos

Capella, quien fue General de la Congregación por doce años, entre julio de 1956

y agosto de 1968:

En nuestro campo de la educación, será perfecto y cabal educador aquél que

sabia y prudentemente llegue por ascesis, estudio y examen de sus propias

cualidades psíquicas y físicas a hermanar perfectamente la severidad y, a veces,

la dureza paternal con el afecto y bondad maternales. Dicho en otros términos: el

que logre empapar su acción cerebral, lógica y, por ende fría y calculadora, con el

calor humano y comprensivo que brota del corazón. (TPAA 11.123)

Las actuales Constituciones de la Congregación dicen en el número 62:

Aplicamos nuestro sistema educativo, que enriquecemos y renovamos

continuamente con el estudio de las ciencias de la educación y con la

experiencia de cada día. Sometemos a frecuente revisión el testimonio de

nuestra vida y los objetivos, criterios y actuaciones de nuestro trabajo a fin de

mejorar constantemente el servicio a los alumnos. Esta revisión, sobre todo si

es comunitaria, valoriza la función de cada educador, fomenta el espíritu de

comunidad educativa y contribuye a la formación permanente. (Constituciones

62)

Así es el educador amigoniano: un humano cabal, con proyecto de vida nacido de

una vocación para el ser más y que da sentido a su ser en la medida en que más

es para los demás. Y es esto lo que hace la diferencia en un educador

amigoniano, lo que le da su talante y especificidad, la nota diferenciadora de su

ser: su compromiso con el joven caído de entregarse a su educación en un deber

asumido como propio.




Supongo que ningún educador amigoniano se ha escapado a que le hagan la

pregunta: ¿y trabajar con estos muchachos es muy difícil? Ciertamente las

respuestas serán de acuerdo con el ser existencial de ese educador. Quiero traer

a colación la nota de uno de los primeros frailes amigonianos, uno de aquellos que

no fueron al aula para aprender, que nunca obtuvieron un título, de aquellos que

en la vida de oración y cercanía con el Maestro Jesús, hicieron la verdadera

universidad para el aprendizaje del amor. Hablo de Fray Lorenzo María de la

Alquería de la Condesa, quien en sus notas manuscritas, el día 5 de abril de 1903,

con tan sólo 27 años de edad, escribe acerca de un tal José Salgado, alumno de

la Escuela de Reforma Santa Rita: “…es el muchacho que más me ha hecho

practicar la humildad… digo que me ha probado la humildad… yo en nombre del

Director le concedí el azul y los estudios, cosa que no he hecho con nadie, por ser

más animal tengo que quererle más; esto es lo que dicta la caridad; pero conste

que fue producto de un grande esfuerzo moral mío”. (TPAA 8.043)

En esa expresión: “por ser más animal tengo que quererle más”, podríamos

afirmar y sin lugar para la equivocación, se encuentra la máxima expresión del

verdadero educador amigoniano, de la misión que nos fue entregada en depósito

a los Terciarios Capuchinos: “amar más a quien más lo necesita”; amar en la

medida de las necesidades; tener misericordia con el otro, es decir: amar al otro

en su miseria, no para dejarlo ahí, sino, como Fr. Lorenzo lo dice: “ digo que me

ha probado en la humildad… esto es lo que dicta la caridad… conste que fue

producto de un grande esfuerzo moral mío”. Lo hace, porque sabe que sólo en el

amor misericordioso, como amor maduro que es, se puede conseguir el trabajo de

la conversión que sólo Dios da.

Esta feliz expresión, en manos de un académico podría dar lugar a la síntesis

pedagógica de la amigonianidad, al verdadero poema pedagógico de los

amigonianos, a la manera del grande pedagogo ruso Anthony Makarenko.




Una misión apostólica que se va haciendo propuesta académica

En buen romance castellano siempre se ha dicho: “A Dios rogando y con el mazo

dando”. No todo podía dejarse a la acción del espíritu, y como ya bien lo decía el

Manual de la Congregación, editado en 1946: “Ante todo, deben saber los

religiosos la obligación que tienen de cumplir del mejor modo posible el fin

especial al que Dios les ha destinado trayéndoles a la Congregación; por tanto, no

perdonarán medio alguno para ponerse al corriente y estudiar con constancia las

materias que entran de lleno en su misión”. (Religiosos Terciarios Capuchinos,

1946)

Y las Constituciones de la Congregación, como lo hemos señalado antes en el

número 62, nos exigen: “aplicar nuestro sistema educativo y enriquecerlo y

renovarlo continuamente con el estudio de las ciencias de la educación y con la

experiencia de cada día”.

Fieles pues a la tradición y a las exigencias de la responsabilidad con la misión

que hemos asumido, y también como un homenaje que podemos rendirle a la

historia de la pedagogía reeducativa en los 25 años de la Licenciatura que imparte

nuestra querida Universidad, en esta última parte de estas palabras, quiero

presentarles la manera como la iluminación del espíritu recibida por el Fundador

se fue haciendo práctica pedagógica, que con el tiempo se fue llenando de

experiencia, la que evaluada y reflexionada permanentemente, como nos lo exigen

las Constituciones, fue dando lugar al nacimiento de una propuesta pedagógica

que llega a hacerse con el tiempo una feliz realidad: la Fundación Universitaria

Luis Amigó, que llega a sus primeros 25 años y que nace como la universidad de

la pedagogía amigoniana, nuestra propuesta académica.

El movimiento científico en la Congregación

Señala el Padre Juan Antonio Vives en el Manual de historia de la Congregación:




Al irse multiplicando los centros especializados en el tratamiento de jóvenes

en dificultad o con problemas, que iban surgiendo al amparo de la Primera Ley

Tutelar española con Real Orden del 14 de mayo de 1926, se comenzó a

sentir la necesidad de formar adecuadamente al personal directivo y educador

de los mismos… Publicada ya la Orden, los tribunales Vasconavarros se

adelantaron a celebrar en la Casa El Salvador de Amurrio –en agosto de aquel

1926– un cursillo adaptado a las exigencias de la ley… aquel año 1927 se

cerró con un nuevo cursillo organizado por los tribunales Vasconavarros, que

se celebró una vez más en la Casa de Amurrio y durante el mes de Agosto.

En la nota 34, al pie de página, dice: “A este segundo cursillo celebrado en

Amurrio asistieron por primera vez tres hermanas terciarias capuchinas. El Padre

Luis al conocer la noticia, escribió emocionado al padre José María Pérez de Alba:

‘Me complace sobremanera las buenas noticias que me comunica de la asistencia

de nuestras Religiosas al cursillo de Amurrio y de los buenos resultados de éste’ ”.

(cf., 1849)

Continúa Vives diciendo:

[…] Los terciarios capuchinos, siguiendo un criterio laudable y a la vez

necesario, prestaron decidido concurso a esos primeros cursos, no sólo

haciéndose presentes en casi todos (37 religiosos en los dos primeros), sino

contribuyendo además a su celebración con el personal necesario para hacer

las veces de jefes de prácticas y para realizar otros servicios. La

Congregación había sabido no sólo estar presente en el nacimiento de la

Pedagogía Reeducativa en España, sino que además se prestó a ésta, desde

los inicios, el bagaje científico que había ido acumulando al respecto y, sobre

todo, la extraordinaria experiencia pedagógica adquirida durante ya más de

treinta años.

Había arrancado el movimiento científico en la Congregación. Y en este proceso,

desempeña papel fundamental el gobierno general presidido por el Padre

Bienvenido María de dos Hermanas: “se distinguió principalmente por el fuerte

impulso dado al desarrollo científico del quehacer pedagógico de la Congregación




cuando ésta se disponía a cumplir ya sus primeros cuarenta años de andadura”.

(MHC. Cf, p. 131)

El mismo Padre Vives, en el Manual de historia de la Congregación, va haciendo

un recorrido por lo que se ha dado en llamar el movimiento científico en la

congregación, y da cuenta entonces de los cursos de pedagogía reeducativa que

se siguieron realizando, de la fundación, en Madrid, del Centro Permanente de

Estudios Psicopedagógicos, situado en el Reformatorio de Madrid que había sido

entregado a la Congregación desde su inauguración y que celebró el primer curso

desde agosto de 1928 y hasta mayo de 1929, con 31 alumnos que obtuvieron el

certificado de idoneidad, entre los cuales, 3 eran Terciarios Capuchinos. Este

Centro era oficial, y de la Comisión Directiva formaba parte el Director de dicho

centro de reeducación.

Esto era a nivel del Estado. A nivel Congregacional y con la colaboración del

Tribunal de Bilbao, se crea en Amurrio el Centro Teórico-práctico de Estudios

Psicopedagógicos, de carácter privado. Ya en los primeros cursos realizados en

Amurrio, participaron como estudiantes Terciarios y Terciarias. Y en el curso

dictado entre julio y agosto de 1929, al que asistieron diez Terciarios y siete

hermanas Terciarias Capuchinas, participaron por primera vez, como profesores

titulares, el Padre José Subiela, impartiendo Fundamentos de Psicología y

Psicología Aplicada; y el Padre José María Pérez de Alba fue profesor de

Pedagogía General y Pedagogía Correccional.

En el mismo período de gobierno del Padre Bienvenido –sigue narrando el Padre

Vives en el Manual de historia– se creó la revista Adolescens Surge, que sirvió de

altavoz de ese mismo quehacer más allá de los propios muros; el mismo padre

Bienvenido favoreció los viajes de estudio por Europa, haciendo que lo que había

sido reservado a pocos privilegiados, se hiciera más frecuente y abierto a muchos:

Barcelona, Francia, Bélgica, Suiza, Países Bajos y Alemania, entre 1929 y 1931,

fueron los lugares visitados y en el último viaje, fueron acompañados también de




dos Terciarias Capuchinas, las Hermanas María Luisa de Yarumal e Inmaculada

de Arraiza.

El movimiento científico llega a Colombia

Demos ahora un salto, no apenas en el tiempo, sino también geográfico. Del año

1931 pasamos a 1958, y de España, en el viejo continente, a Colombia en la

Escuela de Trabajo San José, centro que había sido asumido por la Congregación

en febrero de 1951, por el General de la Congregación, Padre José Láinez. Esta

institución, por casi todos nosotros conocida y amada, como que ha sido la cuna y

la escuela de la pedagogía reeducativa en Colombia, en todo seguía los pasos de

la Casa del Salvador de Amurrio: el método pedagógico, la organización de la

institución:

[…] los jóvenes religiosos educadores que a la vez hacen sus estudios

teológicos y aprenden por experiencia la ciencia del corazón ejercitándose en

el apostolado específico de la Congregación… allí comenzó a aplicarse

íntegramente el sistema propio de la Congregación, montando el Laboratorio

psicopedagógico y organizando los grupos educativos de acuerdo a la

progresividad contemplada en el mismo sistema… y cuando estaba para

cumplirse el primer aniversario de la presencia de la Congregación en la Casa,

vio la luz, en enero de 1952, el primer número de la Revista Alborada…

dirigida por el personal religioso que allí había…

En 1958 se establecieron en la Escuela de Trabajo San José, los Cursos de

Especialización en Psicopedagogía Correccional, que reconocidos por el

Ministerio de Educación Nacional, fueron, con el tiempo, germen y fermento:

primero, del Instituto Psicopedagógico Amigó y después, de la Fundación

Universitaria Luis Amigó. (MHC cf., p. 509).

Nace la Fundación Universitaria Luis Amigó




Y cuando nace la Fundación Universitaria Luis Amigó, el 9 de noviembre 1984, de

la mano del Padre Hernando Maya Restrepo, da a la luz lo que se venía gestando

desde largo tiempo con el movimiento científico de la Congregación, alimentado

por tantos hermanos. Nace, para consolidarse en el tiempo, el Proyecto

Académico de la Amigonianidad, y nace desde el corazón mismo de la

Congregación y de su carisma fundacional. Como era de suponerse, se crea con

la Licenciatura en Pedagogía Reeducativa, para que la práctica y praxis

pedagógica de los Terciarios Capuchinos, ya con mayoría de edad, se hiciera

academia; y fue realmente así, pues rápidamente se encontró desde esta

licenciatura, abierta a toda la comunidad académica desde febrero del año 1985,

que el tratamiento a los niños, adolescentes y jóvenes, sin que se hiciera un

proceso paralelo con sus orígenes familiares, podía ser fallido, pues se trataba

únicamente el síntoma, sin llegar a las causas que lo producían. Esta reflexión,

aparentemente simple, condujo rápidamente a la propuesta de un programa

académico que supliera tal vacío. Es así como nace el programa de Profesionales

en Desarrollo Familiar, que por desconocimiento del tema en la academia y no

existiendo otro similar en el ámbito universitario, el Instituto Colombiano para el

Fomento de la Educación Superior, ICFES, no permitió que se llamara

Familiología, como era la propuesta presentada.

Al tiempo que nace la carrera en Desarrollo Familiar, la Funlam se compromete

con una investigación solicitada por el Instituto Latinoamericano de las Naciones

Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente, ILANUD, de

Costa Rica, y que tenía por objeto preguntar, en 11 países latinoamericanos, qué

tipo de población, por qué, y de qué estratos sociales, era la que iba a las cárceles

de menores, entregando como unos de sus primeros resultados, que quienes

estaban en estas instituciones eran niños, adolescentes y jóvenes de estratos

sociales bajos, no porque éstos fueran los únicos que delinquieran, sino porque

los de otros estratos tenían recursos para ser defendidos, o si llegaban a las

cárceles, rápidamente tenían la posibilidad de salir. A raíz de esta investigación, la

FUNLAM encuentra que, con la Licenciatura en Pedagogía Reeducativa, se trata

al adolescente; con el Programa de Desarrollo Familiar, se hacía proceso con la




familia; y que si esta familia de origen de nuestros adolescentes, lugar a donde

ellos regresaban después del tratamiento, no tenía los medios económicos para

subsistir de una manera razonable, casi que por necesidad, estos adolescentes

volvían a delinquir. Es entonces cuando surge la idea de un tercer programa

académico en la FUNLAM, Administración de Empresas, pero no de cualquier

empresa, sino un programa que pudiera plantear soluciones prácticas a las

familias de bajos recursos. Esa es la razón por la cual se crea el programa de

Administración de Empresas, pero con el énfasis en Economía Solidaria, para que

pudiera dar luz a la autonomía económica de las personas y familias de bajos

recursos.

Nace pues, en la fuente inagotable del Evangelio, se hace vida en una comunidad

religiosa que, en la práctica cotidiana de su misión apostólica, hace posible el

surgir de la propuesta académica amigoniana, sustentada en la triada fundacional:

Reeducación –Familia– Economía Solidaria.

El resto es una historia que continúa, y que desde luego lo hará en otro espacio. Y

para terminar, me nace del corazón, invitarles a que puestos de pie, escuchemos

dos versículos del Evangelio de San Mateo:

“Semejante es el reino de los cielos a un granito de mostaza, que tomándolo un

hombre lo sembró en su campo; ésta es la más pequeña de las semillas, pero

cuando se ha desarrollado, es mayor que las hortalizas, y se hace un árbol, de

modo que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas”. (Mateo 13, 31-32)

¡Muchas gracias!

Bibliografía

González, A. & Vives, J.A. (1986). Obras completas de Luis Amigó. Madrid, España: BAC




Religiosos Terciarios Capuchinos (1946). Manual de usos y costrumbres,

Valencia, España: Tipografía Moderna.

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Congregación. Mensaje del XIX Capítulo General de los Terciarios

Capuchinos, Roma.

Religiosos Terciarios Capuchinos (1995b). Zagales del Buen Pastor en la nueva

evangelización. Mensaje del XVIII Capítulo General de los Terciarios

Capuchinos, Roma.

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Curia General.

Religiosos Terciarios Capuchinos (2001b). Regla y vida –Constituciones–

Directorio. Roma, Italia: Curia General.

Vives, J.A. (2001). Identidad amigoniana en acción (2ª. Edición ), Valencia,

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Vives, J.A (2005). Manual de historia de la Congregación 1889-2002, Roma, Italia:

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Separatas Pastor Bonus

- Fundamentos Filosóficos de la Pedagogía Amigoniana, Monferrer Bayo,

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- Trilogía Amigoniana, Vives, Juan Antonio, Roma, 1997

Textos Pedagógicos de Autores Amigonianos, Secretaría de Misión

Apostolado y Pedagogía, González, Fidenciano,




- P. Domingo Ma. De Alboraya, N.° 6.

- Fr. Lorenzo Ma. De Alquería de la Condesa, N.° 8.

- P. Vicente Cabanas Badenas, N.° 14.


Documents

Congreso Internacional de Pedagogía Amigoniana...propuesta académica congregacional, inspirada en la edagogía reeducativa p amigoniana y constituida como la Fundación Universitaria