6

conla que siempre se lacompara? - lletrAlletra.uoc.edu/uploads/20160223/LVG200606140015CB.pdf · Bearn o la sala de las muñecas en caste-llanomucho después,en 1956, haceaho-ra 50

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

AGUSTÍN TENA

Como relato de la desaparición de unmundo, la novela de Llorenç Villalonga(1897-1980) es un hito de la literaturacatalana, pero su primera versión editadafue en castellano y su historia editorial escomplicada. ¿Qué habría pasado conella sin el éxito mundial de otra novela, lade Lampedusa, aparecida después, ycon la que siempre se la compara?

Llorenç Villalonga se beneficióde la obra de Lampedusa deuna forma que sin duda no pu-do prever cuando ya en losaños 40 del siglo pasado escri-

bía en el catalán de Mallorca los prime-ros borradores de la que habría de sersu mejor novela. Consiguió publicarBearn o la sala de las muñecas en caste-llano mucho después, en 1956, hace aho-ra 50 años. Y no tuvo ninguna difusión.Como ha contado Baltasar Porcel, esaprimera edición no lograba salir de Ma-llorca y en la Fiesta del Libro de Palmadel año siguiente los vendedores grita-ban: “¡Niños, niños, comprad La sala delas muñecas!”, como si aquello fuera lite-ratura infantil.

En 1958, Feltrinelli publicó con enor-me éxito Il Gattopardo, cuando su autorya había muerto después de que variaseditoriales la hubieran rechazado, y en1961 Villalonga tradujo al catalán Bearnobteniendo el Premio de la Crítica y unagran acogida de público. Ambas nove-las, aparte de su condición insular, tie-nen también en común un aire de líricadecadencia, una potente mezcla de las at-mósferas de lujo y seducción de las cla-ses superiores con el drama inminenteal que les lleva su indulgencia a finalesdel novecento. El tibio glamour rural deDon Antonio resiste la comparación conil principe de los palacios de Sicilia por-que el señor de Bearn es, además de caci-que, un volteriano generoso y un hom-bre de su tiempo, consciente de que conél se acaban los privilegios de su casta.Villalonga triunfó, sí, gracias a la reper-cusión de la obra de su gemelo italiano,pero él y su personaje ya eran gatopar-dos desde mucho antes.

Villalonga tradujo a Lampedusa, re-conoció las coincidencias de su obra conla del italiano y le llamó “amigo del al-

ma”, admitiendo que su Tonet de Bearn,al cabo, no era más que “un pobre hobe-rau balear”. Lo curioso es que en la mis-ma Bearn hay pasajes en donde Antoniono se priva de despreciar la literaturaitaliana frente a la francesa, la predilec-ta de Villalonga y su protagonista. Lacomparación entre ambas obras, en to-do caso, se habría de prolongar hastadespués de la muerte de ambos autores,y seguirá prolongándose ahora que laprimera de las dos cumple medio siglo.Para abundar más en los paralelismos,resulta que el El Gatopardo es, tanto co-mo una novela, la película de culto deVisconti, con su célebre secuencia delbaile. Y Bearn renace bravamente en1983 con la versión cinematográfica deJaime Chávarri, que también gozó delfervor del público, aunque el directorhubiera querido hacer un Don Antoniomenos parecido al lampedusiano que leimpuso el productor Alfredo Matas.

Paladín lúcidoCuando Bearn fue editada en inglés en1988, la crítica de Estados Unidos resaltóel carácter aristocrático “en el mejorsentido” de Antonio, y esto es lo quemás deleita en la lectura del libro toda-vía. Bien sea a través de las conversacio-nes que transcribe el narrador –JuanMayol, capellán de la casa de Bearn–, omediante las transcripciones de las me-morias que el señor lega después de sumuerte, el discurso es impecable en suomnisciencia cultural y su humildadmetafísica. Antonio, libertino y disolutoirredento, considera que hay que guar-dar la parte final de la vida para recogertodo lo aprendido y dejarlo a la posteri-dad, y en este sentido es más que plausi-ble la evocación que Mayol hace variasveces de San Agustín. Pero además, An-tonio es una especie de paladín lúcido e

Bearn,el primerGatopardo

Agustín Tena esperiodista y escritor

A la izquierda,Villalonga enPalma en unaimagen de losaños setentaFOTO TONI CATANY /

FUNDACIÓ CASA MUSEU

LLORENÇ VILLALONGA

3C

ult

ura

sLa

Vang

uard

iaM

iérc

oles

,14

juni

o20

06T

EM

Airónico de la decadencia de su propia cla-se, se burla de las ínfulas de sus parien-tes y pronostica un futuro igualitarioque no le parece del todo mal. Es asimis-mo un defensor implacable del progre-so, fascinado por las máquinas desde elsifón a la Singer, autor de un prototipode auto-movile que por poco le cuesta mo-rir abrasado en su propia chimenea y na-vegante en París de un aerostato con for-ma de puro habano –el dirigible de loshermanos Tissandier–. El personaje delsenyor de Bearn compone por sí solo unelocuente retrato de la segunda mitaddel siglo diecinueve, con sus luces y sussombras.

Villalonga está hablando en parte desí mismo, como le ocurre a todo el queescribe, y por ello se mueve en los dife-rentes planos del relato con maneras deauténtico virtuoso, combinando las vo-ces narrativas del clérigo, del memoria-lista y del conversador –que en realidadson una sola– de forma que la lecturanunca decae. Antonio dice que escribesus memorias en homenaje a su esposay prima María Antonia –la única mujera la que amó de verdad, porque las mu-chas amantes que tuvo sólo le gustaronporque en algo le recordaban a ella–, yVillalonga retrata en ese personaje a suesposa y prima María Teresa Gelabert.La familiaridad, por así llamarlo, del au-tor con el paisaje geográfico y humanode su texto le permite una soltura que,sin salir nunca del estricto clasicismoque guía la composición de la obra, hacemanar diálogos llenos de referencias cul-tas y cosmopolitas, giros astutamenteanunciados por la voz del clérigo y unasuerte de predestinación ya pregonadapor el título de la primera parte del li-bro: Bajo el influjo de Faust. Claro queeste Fausto no será el de Goethe –ya diceTonet que el polígrafo alemán tomó el te-

ma de su antecedente inglés, aunque nonombra a Marlowe– sino que ha de ser,cómo no, el de un francés, CharlesGounod, compositor de la ópera cuyo es-treno en París sirve de pretexto al prota-gonista para escaparse de Mallorca y te-ner la más crucial de sus aventuras amo-rosas con su sobrina Xima. Casado consu prima, amante de su sobrina, desdeluego intenta don Antonio cumplir conel lema del escudo de los Bearn: “Antesmuerto que mezclar mi sangre”. Quizáno siempre lo cumplió. Sin ir muy lejos,poco a poco nos vamos enterando de queel prudente pero indiscreto Mayol, na-rrador y confesor del matrimonio, llevatambién el señorío en venas y arterias.

La mujer que no se enfadaOtra ópera francesa aparece en la segun-da parte de Bearn: Manon, aunque no es-tá claro si en la versión de Massenet o lade Auber. En cualquier caso la desgra-ciada protagonista de ambas es metáfo-ra del delicioso personaje de Xima, “lamujer que nunca se enfada”. Tan licen-ciosa como su tío, tiene dos o tres apari-ciones estelares en el libro que sazonancon pura vida el argumento, envenenan-do los sueños de su primo Juan Mayol yprocurando el desenlace, el final anun-ciado y convenientemente absurdo. Xi-ma, que llega a competir con Eugenia deMontijo por el amor de Luis Napoleón,es una Manon Lescaut dulce y embriaga-dora como trago de hierbas ibicencas,más meridional y menos trágica que laoriginal del Abate Prévost, nada inocen-te y tan consciente de de su destino co-mo su adorado tío Antonio.

Villalonga tuvo mala suerte con elconflicto lingüístico y con algún editortal vez bien intencionado. En la edicióncatalana de 1961, que luego fue a su veztraducida al castellano, toleró algunassupresiones imperdonables y hasta tu-vo que renegar de la versión original detanto como le apretaron. El caso es quehasta que en 1983, con motivo del éxitode la película de Chávarri, Seix Barralsacó el texto de 1956, a Bearn o la sala delas muñecas casi le sobraba la segundaparte del título. La sala era un pequeñodesván de la casa solariega donde se es-condía una parte del archivo de la fami-lia que da sentido a la intermitente ymisteriosa alusión a esa habitación quese hace durante todo el relato. Y cuyocontenido restaura el orgullo de castaque Tonet proclama siempre con conte-nida elegancia. Todo ello estaba en unsabroso epílogo que los editores de 1961obligaron a reducir considerablementeen la segunda versión y siguientes. Lopeor es que los cortes no sólo hurtaronen parte la resolución pacientemente es-condida por el autor hasta las últimaspáginas, sino que ese epílogo explicabael trayecto del señor ante la cuestión reli-giosa, tema que marca obviamente el li-bro si tenemos el cuenta que el narradores un religioso y la esposa del protago-nista una mujer que no está dispuesta avivir en una casa donde no duerma tam-bién un sacerdote, aunque sea el vásta-go no reconocido de su marido.

El episodio de la visita de Don Anto-nio al papa León XIII en el Vaticano mar-ca la segunda parte casi tanto como el de-clive de Xima. Tonet se las arregla paraque Maria Antonia se conforme con labendición apostólica desde el balcón dela plaza de San Pedro y ordena al cape-llán que se ausente del encuentro cuan-to antes, para poder quedarse a solascon el pontífice durante una hora. En es-te caso sí que Villalonga se guardó mu-cho de revelar el contenido de la entre-vista en las dos versiones. Puede que es-te secreto estuviera también en la salade les nines. |

‘Bearn’ comparte con laobra de Lampedusa elretrato lírico de ladecadencia de las clasesaristocráticas

JAIME CHÁVARRILa viuda del escritor, una anciana de mi-rada inteligente y melancólica, vino a vi-sitarnos un día. Cortó en seco mi torpeintento de halagar la memoria de Villa-longa. “No sé cómo podéis hacer esta pe-lícula –comentó–. Mi marido nunca su-po terminar la novela”. Conduje a Ma-ría Teresa hacia un sofá para que con-templara el rodaje, localizado en un pala-cio de Mallorca que hacía las veces deVaticano. Nunca llegó al sofá.

Fascinada por los gruesos cables eléc-tricos que recorrían el suelo, “como ve-nas”, decía, los seguía con paso algo inse-guro hasta que llegaba al transformadoro al aparato eléctrico que alimentaban.Entonces me sonreía con una deliciosaexpresión de encantamiento y me pedía

que la guiara a lo largo de otro cable.Nunca he visto a una persona tan ajenaa los supuestos atractivos de un rodaje,o al menos a sus novedades: cuando seinstaló en un saloncito contiguo, dondeacudió a hacerle los honores la familiapropietaria del palacio, cada cierto tiem-po daba una patadita al cable que teníaentre sus pies para asegurarse de que se-guía allí lo único que le interesaba. El en-canto de María Teresa y su escasa rela-ción con las realidades del cine fue unaconstante durante aquel trabajo, dondenos movíamos continuamente entre elabsurdo y la poesía. Localizando con GilParrondo, el director artístico, nos per-díamos literalmente por la carreteras in-teriores de la isla. Después de recorrercurvas durante horas uno decía: “Por

La película

Entre el absurdoy la poesía

Durante años, la novelade Villalonga fuepublicada conimperdonables ysustanciosos recortes

Jaime Chávarries director de cine,autor, entre otraspelículas, de ‘Eldesencanto’ (1976)y de la adaptaciónde ‘Bearn’ (1983).Su última películaestrenada es‘Camarón’ (2005)

A la derecha,arriba, Chávarricon la viuda deVillalonga. Abajo,un momento delrodaje con ÁngelaMolina en primertérmino

>

4C

ult

ura

sLa

Vang

uard

iaM

iérc

oles

,14

juni

o20

06T

EM

A

BALTASAR PORCELMe he pasado la tarde releyendo, miran-do, cartas de Llorenç Villalonga... Tengocerca de cuatrocientas, he dudado mu-cho: ¿escoger una que hablara de la viday la educación sexuales, moralmentecruda para la época?, ¿una o varios tro-zos de otras en los que va tejiendo un re-trato de su mujer, comprensivo y distan-te?, ¿una que diera rienda suelta a susopiniones sobre los escritores del mo-mento, francamente irónicas o crueles?,¿una desde Suiza, describiendo un paísperfecto y aséptico?, ¿una sobre Dios y elmás allá, de irónico escepticismo? Esteepistolario –cartas mías dirigidas a él só-lo se conservan unas 150– constituye pa-ra mí una cierta pesadilla, debería ha-berlo publicado hace tiempo y lo he pro-metido reiteradamente, pero no queríaque los juicios que Villalonga emite so-

bre una serie de personas las dañarandemasiado, francamente quería esperara que desaparecieran, lo que ha ido ocu-rriendo.

Pero si no doy pronto las cartas a laimprenta acaso desaparezca yo tambiénantes, los años pasan... Aunque Destinoya tiene el libro programado, veremos siesta vez cumplimos. Se llamará Les pas-sions ocultes: las de Villalonga, creo quemis cartas tienen mucho menos valorque las suyas, en todo caso son tanteosjuveniles, mientras las suyas reflejanuna gran personalidad. Y, en verdad,también las mantenía inéditas porqueno quería desvelar diversas parcelas desu intimidad hasta que pasara tiempodespués de su muerte. Si él en vida nofue casi nunca sincero en lo esencial, sal-vo en la literatura, ¿qué sentido tendríahaber mostrado cómo era justo al poco

de su muerte? Pero estoy seguro de quele hubiera gustado ser conocido en to-dos sus vericuetos mentales y sentimen-tales, que sólo patentizó a través de suspersonajes novelísticos. Y es que Villa-longa creyó, sobre todo, en sí mismo, sugran lucha secreta fue la de preservarsepara su obra.

Finalmente he escogido una carta enla que afloran ideas suyas básicas, a lapar que ejerce sobre mí aquella tutoríadigamos moral que acaso tanto me influ-yó. Y que le influyó a él: ahí están las no-velas en que lo refleja, comenzando porFlo La Vigne o L'àngel rebel... Entoncesyo tenía 22 años y él 63. También ad-junto una nota y un dibujo suyos: yo de-bía hacer gimnasia y de manera ordena-da, pues sin un cuerpo sano y desarrolla-do nos devoraban los fantasmas religio-sos, decía. La hice, pero desordenada...En fin, la carta es sincera, abierta y di-vertida.

Llorenç Villalonga fue el personajemás singular, más recio, más amoral,más inteligente, más instintivo, más ve-lado, de la Mallorca cultural de mi tiem-po. Mi larga relación con él, tan llena deacuerdos como de desacuerdos, semejauna novela del siglo XX en la que los per-sonajes se creen capaces de crear su pro-pio destino.

Y resulta curioso: acaso lo consi-guen... |

Villalonga epistolar

Las pasionesocultas

ahí parece que se ve el mar” y el otrocontestaba “Sí, ¿pero qué mar?” Des-pués de dar tantas vueltas hubiera pare-cido lo más natural del mundo encon-trarnos en Hong Kong o en el Mar de losSargazos. En una isla donde un coleccio-nista de antigüedades pone como condi-ción, para cedernos sus coches de caba-llos y sus arreos, interpretar el papel deun Papa promasón, y lo hace con enor-me salero y dignidad, se puede esperarcualquier cosa. Así Raxa, la maravillosamansión que hacía las veces de Bearn,era un miniclima. Si en el resto de la islallovía, en Raxa hacía sol. Si en la isla seasaba uno de calor, en Raxa granizaba.Y si en la isla reinaba la calma chicha,en Raxa soplaba una ventolera polvo-rienta que tiraba los focos y volaba laschisteras a los actores.

Por las noches nos íbamos a cenar ala ciudad. Fernando Rey se despojaba desus elegantes hopalandas victorianas–muy lejos del carácter original del se-ñor de Bearn, que era un Adán– y Alfre-do Mayo nos confirmaba que había sidotan golfo como la leyenda asegura, loque tranquilizaba mucho a todo el mun-do. La gente nos reconocía con cierto re-paro y en la isla se respiraba un ambien-te de inquietud; Bearn era su novela y asaber lo que estábamos haciendo conella. Todos los días me encontraba conalguien dispuesto a desvelar para mí so-lo el secreto inexpugnable de la historiade Bearn.

Sabían la verdadera casa que inspiróa Villalonga, siempre una diferente dela otra según las versiones; conocían aciencia cierta en quién estaba basado elpersonaje del cura; conocían al dedillola evolución de la novela y eran cadauno de ellos la única persona en el mun-do capaz de resolver todas sus ambigüe-dades, lo que no dejaba de tener su méri-to si María Teresa, la viuda, acertaba ensu opinión de que el autor había estadosiempre un poco distraído. Y no era difí-cil distraerse un poco en aquella isla en-cantadora. La nieta de uno de los próce-res de la isla me llevó de puntillas a la

biblioteca de su palacio, donde me mos-tró los restos de una mancha de sangreen la alfombra y me informó, entre lágri-mas, del suicidio del mayordomo, al quequería mucho porque a escondidas desu familia le conseguía Optalidones, porlos que había padecido una peligrosaadicción. Su madre me suplicó muy ner-viosa que no hiciera caso de las bobadasde la niña, que tenía treinta y cincoaños.

Bearn es un relato maravilloso y ex-travagante, lleno de sugerencias, tre-mendamente ambiguo dentro de su esti-lo entre romántico y realista. Su lema es“No hay más paraísos que los perdidos”.Recibimos la llamada de una señora quetenía un baúl lleno de cosas de la épocade la novela; al abrirlo descubrimos unauténtico tesoro de vestidos de baile an-tiguos y de preciosos trajes de mallorqui-na. Todos cubiertos de la cera que habíacaído de las arañas que iluminaban lossalones y completamente echados a per-der. Ivonne Blake, la figurinista, casi llo-raba acariciando aquellas reliquias in-tactas pero inservibles. El pasado es así,queremos idealizarlo y está lleno demanchas. Con los recuerdos de las pelí-culas ocurre lo mismo; están llenos demelancolía, como los amigos. |

Juntoa estaslíneas, Villalongacon Porcel enPalma en 1970.Abajo,ilustraciones deejerciciosgimnásticos queVillalonga realizópara Porcel enuna época en queel veterano autorconminaba aljoven amantenerse enforma, hasta elextremo deinstalarle ungimnasio en casapara que hicieraejercicio. A laderecha, notasmanuscritas deVillalonga en ellibro ‘Gimnasiapara todos’ queentregó a Porcelpara que seentrenara FOTO TONI CATANY

Durante el rodaje, laisla respiraba inquieta;‘Bearn’ era su novelay a saber qué estabanhaciendo con ella

>

5C

ult

ura

sLa

Vang

uard

iaM

iérc

oles

,14

juni

o20

06T

EM

A

Querido Odín:Cuando un ministro habla solo ocurren desastres. (Desastre rima con Ullastre).

Ya Necker, el ministro ginebrino, agotaba a los oyentes con su ‘Compte rendu’,que el pueblo llamó ‘Compte bleu’. Y sin embargo, todo podía definirse en unapalabra: bancarrota.

Sí, todos experimentamos horas de depresión... Después pasan –y vuelven–.Hasta que nos morimos. Yo he sido mucho más desgraciado que tú. Tanto queestaba avergonzado de decirlo. (Los sentimientos muy íntimos, muy intensos, vanacompañados de un pudor. En ‘L'Àngel Rebel’ el narrador consigna que Flo noquiso confesarle –y enrojeció– que le impresionaban los números de fieras.Parece mentira que una cosa así no pueda confesarse tranquilamente. Pero esque Flo tenía 18 años... y el sentimiento del peligro era en él tan intenso que se loguardaba para sí). Ahora, claro, soy menos desgraciado que cuando joven, perotambién menos feliz. Los ‘medicamentos y etc.’ no tienen en efecto unaimportancia definitiva, aunque a veces sirven más de lo que te figuras. Lo de laalemanita esa puede ser un buen y un mal episodio: depende de ti. Yo no contabahablarte ya de ese asunto (íntimo, como el sentimiento que le inspiraban a Flo losnúmeros de fieras) pero tú aludes a él. La muchacha no está loca: estáenamorada. Para hablar exactamente diré que desea acostarse contigo. Si osdeteneis en el aperitivo ¿qué va a pasar? Pasará que el amor normal que ahora tetiene se convertirá en amor romántico. Entonces no podrás soportarla. Ella serádesgraciada y tú también. Y no digo más.

Me complace que me confíes tus cosas. He recibido tu carta a las 8 de lamañana, con el desyuno, en la cama. He constatado que está ordenada, bienescrita, fluida, lo cual, lejos de enmascarar su espíritu, como creen muchosjóvenes perezosos, permite que éste se muestre. Supongo querido Odín que a lahora actual estarás convencido de que lo que más podría complacerme sería tufelicidad. Te quiero, naturalmente, de un modo egoísta: no hay otro modo. (¿Quésignifica querer, estimar, ‘sin interés’? ) Me interesaría –‘a mí’– que todo temarchara bien. Por esto a veces me ha irritado que no hagas caso de algunosconsejos míos que creo pueden serte útiles. Insistí en que escribieras ‘ElsCondemnats’ y no me equivoqué en insistir. Insisto en la gimnasia, que debeterminar de consolidar tu físico –una de tus armas de trabajo– y tu moral. Insistí enquitarte ciertos escrúpulos, que por fortuna noto que vas desechando, no a causade mis consejos precisamente, sino porque la vida te va abriendo los ojos... Enresumen, creo que puedo hacerte algún bien. Por lo menos, el de saber quetienes alguien que sabe comprenderte y en quien puedes confiar.

Yo te comprendo porque, como te decía al principio, he pasado temporadasparecidas a las tuyas, o peores. Pero este es el tema de ‘L'Àngel Rebel’. Variandola anécdota, la nacionalidad y otras cosas, he puesto en Flo La Vigne –o en LuisSaleve– mucho de ti. Naturalmente, espero que el final sea diferente, porqueSaleve muere con el éxito de su tragedia.

Divago y paso ahora a otra cosa. Cuando tuve la gripe, rompí una carta tuya,pesimista, muy negra, que me sentó como una pesadilla. (Tenía yo en aquelmomento una fiebre muy alta). Me he arrepentido después, porque no he podidorecordarla bien. Me parece –perdona mi vanidad si no fuera así– que entre tus‘desgracias’ señalabas la de que yo me llegaría a cansar de ti. Tú necesitas tener‘seguridad’ en alguien, y yo también. Créeme, Odín, aprovecha la suerte que Dioste ha enviado por medio de esa alemanita inteligente y que está bien de físico. Nointentes romantizar, ni sublimar el amor, porque es muy peligroso y muy estéril–acuérdate de San Antonio en el desierto–. Disfruta de ella así como tecorresponde. Entonces, si lo haces, tendrás más seguridad en ti mismo y en miamistad. Cuanto más hombre seas, comprenderás que el adjetivo ‘leal’ puededevenir un sustantivo. La desconfianza se te ahuyentará por completo y admitirásalgunos consejos que pueden ayudarte a triunfar. El narrador de mi novela queríahacer de Flo un hombre culto y un atleta. Estás lleno de posibilidades. No lasdesaproveches. Me explico muy mal; no sé escribir sin corregir mil veces. Y, alexplicarme mal, temo, naturalmente, ser mal interpretado. Quiero decir que tusrecelos y desconfianzas respecto a la amistad desaparecerán si esa chica tesoluciona el problema sexual: que adquirirás ‘seguridad’ en ti y en los otros. Unabrazo.

Lorenzo (Palma de Mallorca, 28/X/1959)

BIEL MESQUIDAPuc assegurar que des que vaig co-nèixer l'obra de Llorenç Villalonga –ivaig començar per Mort de dama, unanovel·la extraordinària que conté totesles delícies verbals d'un escriptor joveiconoclasta i provocador que signavaDhey– no m'he aturat de llegir-lo i, sobre-tot, rellegir-lo: la lectura vertadera. Ara,duc dies fent volar els ulls per les planesd'aquell primer volum de les Obres Com-pletes de Llorenç Villalonga que va apa-rèixer a Edicions 62 l'any 1966 amb eltítol d'El mite de Bearn. He recordat laprimera lectura de Bearn o la sala de lesnines al Club dels Novel·listesel 1961 (in-completa, sense l'epíleg final) i sé que novaig veure mai la primera edició encastellà, feta a Palma el 1956. Puc assegu-rar que la lletra villalonguiana suporta

molt bé el pas del temps i el gran frescque pinta, amb tonalitats i ressonànciesd'una poètica personal fonda, és el finald'estirp d'una noblesa rural mallor-quina de l'Ancien Régime (cal indicarque a Mallorca no hi va haver Revolucióindustrial, amb tots els canvis socialsque comportà, fins la primeria del seglepassat). Aquesta elegia d'un paradís per-dut es pot considerar com una de lesclaus de volta de tot el corpus villa-longuià en què l'autor, en plena madu-resa i després de viure les devastacionsde la Guerra Civil i de la Segona GuerraMundial, vol fer “el retrat, o si voleu elpoema, de Mallorca. D'una certa Mallor-ca, és clar, la meva”, i ho aconsegueix.Don Toni de Bearn, el senyor protago-nista, i don Joan Mayol, el capellà deBearn, són dos alter egos que fa servirl'autor per dialectalitzar la història iaconseguir amb el doble joc d'escrip-

Llorenç Villalonga a Baltasar Porcel 50 anys d'un clàssic

Novel·laquebatega

Biel Mesquidaes biólogo yescritor. Su últimaobra publicada es ellibro de relatos ‘Elsdetalls del món’(Empúries)

Amb ‘Bearn’, LlorençVillalonga vol fer“el retrat, o si voleu elpoema, de Mallorca.D'una certa Mallorca,és clar, la meva”,i ho aconsegueix

Detalle del manuscrito catalán de ‘Bearn’

>

6C

ult

ura

sLa

Vang

uard

iaM

iérc

oles

,14

juni

o20

06T

EM

A tures tot un seguit d'efectes i afectesque enganxen el lector amb allò que elsfrancesos anomenen mise-en-abîme ique no és altra cosa que dos miradors,dues perspectives entrunyellades sobreels paisatges de la història. Dona Xima,la neboda, serà la passió sense límits idona Maria Antònia, la dona, una cosi-na bona, esdevindrà l'amor ordenat iserè. M'encanta la transparència densa icomplexa dels personatges. Don Toni ésun adorador de la Raison (“Reconec quesa raó és un llum molt dèbil: això no hade ser motiu per voler-lo apagar, sinóper ationar-lo”), hàbil sofista, amadorde les ciències, precursor, amb una cul-tura devuitesca (una mica arnada, se-gons don Joan Mayol, un nin pagès fetcapellà pel senyor que és el dipositari deles Memòries i escriu la vida bearnesaentre l'enlluernament, el deure i l'es-crúpol) i una lectura fonda dels clàssicsgrecs i llatins. Però, sobretot, escriptorque broda amb punt de paisatgista, ijust abans del canvi d'època, el panora-ma d'un món rural noble dins una Ma-llorca mítica amb una societat com-plexa i petita que per motius molt di-versos feia segles que s'esbucava. Si unlector que no en sap res de Villalonga, nide Mallorca, ni de la literatura catalana,ni del català que es parla a l'illa, a Bearn,agafa aquestes 219 planes es passejaràper un món viu en què les persones i lescoses, els noms i les formes de viure nos'assemblen de res a l'actualitat, però, pa-radoxalment, li contaran tantes de cosesde si mateix que el seduiran com les bo-nes contarelles clàssiques que sónclàssiques per això: per la fascinació,per la commoció i pels plaers que pro-dueixen.

Les guardes d'aquest volum de Bearnreprodueixen en facsímil el manuscriten català del principi de la novel·la. Elcatalà de Villalonga ha agafat consis-tència clàssica. No hi veig grans cruis ala casa de les paraules, de les frases, deles músiques del pensar. Les parets mes-tres s'aguanten bé amb uns treballs desaviesa formats de teringues de motsfets a consciència perquè puguin re-sistir les derrotes del temps. Bearn no téformiga blanca i els llenguatges planers,amb un ascetisme lèxic i sintàctic, sa-ben els ginys i els revolts, l'art de desfer itesar el català, perquè amari el lector.

Tot això acompanyat per les maniobresdel divertiment, d'un humor de visio-nari que s'amaga davall les estratègiesdel relat i que et fa moure de totes ma-neres els risoris de l'esperit. Els clàssicshan de ser humorosos. Bearn és tambéun clàssic perquè ha aconseguit ser unmonumentum per a nombrosos escrip-tors contemporanis. Ad hominem pucdir que és un dels mestres que he tinguti basta llegir alguns dels meus textos persaber que m'ha servit de pedrera per ex-treure un bon gruix dels materials ver-bals més nobles i necessaris per es-criure. I amb aquesta darrera relecturahe trobat una nova suggerència: Bearnés un clàssic de la insularització (a mésa més Villalonga considerava Lam-pedusa un “germà de l'ànima” i vatraduir al català Il gattopardo). Bearncircumscriu un territori i uns personat-ges, els aïlla, els illaïtza. Bearn pot ser elcomençament de recerques sobre l'es-criptura de la insularitat. Bearn obrereptes: batega de valent. |

Mallorca real y literaria

Las ruinas de BearnJOSÉ CARLOS LLOPHace cincuenta años, Llorenç Villalon-ga se presentó con Bearn al Premio Na-dal y no lo ganó. O sea que el gran nove-lista –junto con Rodoreda– de la literatu-ra catalana, escribía entonces en caste-llano y el castellano fotográfico de El Ja-rama lo empujó, definitivamente, al ca-talán. ¿Desengaño, refugio u oasis sin co-lonizar? Tanto da. Lo cierto es que su pu-blicación, meses después, en la editorialmallorquina Atlante, serviría de escudoante las posteriores acusaciones de exce-sivo parecido con Il Gattopardo, de Lam-pedusa, cuando la novela apareció en ca-talán. Pero vayamos más atrás, veinteaños no más, la guerra, ya saben, quesiempre está ahí al fondo.

En el verano de 1936 fracasó el desem-barco de Bayo en Mallorca y Villalongaconcibió la idea de Bearn o la sala de mu-ñecas. Así al menos, lo cuenta él en susFalses memòries: “un cop avortada l'a-ventura de Bayo, vaig concebre Bearn”.¿Tenían relación una cosa y la otra? Po-siblemente. Las fuerzas anarquistas deBayo representaron el peligro revolucio-nario para la Mallorca tradicional delnovelista –que era, por otra parte, la Ma-llorca real– y, salvada la situación béli-ca, es probable que Villalonga pensaraque había llegado la hora de escribir laelegía de un mundo que no había sidodestruido por la guerra, pero que estabaa punto de desaparecer. La misma so-ciedad que lo había creado era ya inca-paz de sostenerlo; es decir, de reinven-tarlo. Para esa tarea se necesitaba la lite-ratura.

En el verano de 1936 Llorenç Villalon-ga se había retirado con su mujer a lacasa que ella tenía en Binissalem. Losbombardeos sobre Palma habían provo-cado cierto éxodo de ciudadanos hacialos pueblos del interior de la isla. Allí y

parafraseando a Lope de Vega, Villalon-ga asegura vivir una pobreza “de huertoy chimenea”. Esa pobreza –nos dice–“era del meu gust... una pobresa naturali neta, orejada... estic per dir que erauna pobresa senyorívola... on totes lesorganitzacions socials subsistien, per-què no era sols una classe la que haviadescendit econòmicament, sino totes, iaixò creava un esperit de germanor,mantenint però les diferencies naturalsi necessàries. He dit mantenint i podriadir accentuant-les”.

Y es cierto que un estratificado siste-ma de castas vertebraba aún la sociedadmallorquina de los 30, impregnándola

profundamente. Pero también es ver-dad que el magnate Juan March –y suconcepción burguesa y desarrollista, nomedieval y embalsamada, de la socie-dad– era ya una presencia poderosa. Pe-ro eso, a Llorenç Villalonga –que habíajugado a ser un moderno de entregue-rras, pero que luego había derivado ha-cia un conservadurismo de corte fatalis-ta-mediterráneo– le daba igual: preferíamirar hacia atrás para construir su pro-pio mundo. “A la novel.la Bearn vaig in-tentar fer el retrat moral de l'illa, ja quea Mort de dama havia fet la caricatura”,nos dirá. Y para hacer ese retrato moral–cuya mirada es palmesana y se comple-mentará, más tarde, con la visión fora-na de Porcel en El cor del senglar (dondeMarch, por cierto, sí tiene una apari-ción tan fulgurante como significati-

va)–, Villalonga se disfraza una vez más:un afrancesado de mediados del XX es-cribe sobre otro afrancesado del XIX,que a su vez escribe disfrazado de caba-llero francés del XVIII. Los tres hom-bres son el mismo y en este juego de es-pejos inventan una Mallorca imagina-ria, universalizándola, que es el mejorretrato de una Mallorca real que ya esirreal: el rostro de Llorenç Villalonga es-cribiendo sobre quién deseó ser y nuncapudo. El resto, sospecho, son considera-ciones de cariz antropológico.

¿Quedan, sin embargo, ruinas enBearn? O mejor: ¿existen las ruinas deBearn? Si uno piensa en la Mallorca tu-rística –alejada de aquella pobresa sen-yorívola y más parecida, en ocasiones, aLos Ángeles o a Hong-Kong que a sí mis-ma–, Bearn es ya sólo la postal de unagroturismo subvencionado con preten-siones. Si uno piensa en la Mallorca lite-raria, hay un rastro bastardo –por tras-nochado– de Bearn en su novelística,del que ni siquiera es necesario el pasodel tiempo para su clasificación en el es-tante de lo epigonal. Ocurre con losmaestros y sus secuelas y es lógico y noescandaloso que así sea. Y si uno piensaen la sociedad mallorquina actual, difí-cilmente se hallarían siete justos –sóloel número es aquí boutade– que com-prendieran el significado de Bearn parasalvar un pasado que no nos hace me-jores ni peores, pero nos redime de cier-tos pecados. Entre otras cosas, porque–repito– ese pasado es, en gran parte, in-ventado.

Si Lampedusa dijo que Sicilia era latierra de los dioses, Villalonga edificóen Bearn un corpus teológico que con-virtió en mito la Mallorca decimonóni-ca bajo la especie de un dios menor. Pe-ro me temo que, si alguna vez lo supi-mos, Baal ha hecho que lo olvidemos. |

El català de Villalongaha agafat consistènciaclàssica: mots fets aconsciència per resistirles derrotes del temps

Si uno piensa en laMallorca turística,Bearn es sólo la postalde un agroturismosubvencionado

A la derecha,imágenes de CanSabater, enBenissalem, hoysede de laFundació LlorençVillalonga y dondeel escritor residiódurante la GuerraCivil y los veranosFOTOS FUNDACIÓ

CASA MUSEU LLORENÇ

VILLALONGA

José Carlos Llop(Palma de Mallorca,1956) es poeta ynarrador. Su últimaobra publicada es‘El mensajero deArgel’ (Destino)

>