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Constantes y desvíos del paradigma genérico: la literatura caballeresca castellana a mediados del siglo XVI Lilia E. Ferrario de Orduna En dos oportunidades, me he referido ya al paradigma del género en cuanto a los elementos constitutivos de los libros de caballerías 1 . Quisiera hoy detenerme especialmente en algunos aspectos de dicho esquema amadisiano, que las obras siguientes han de modificar, lo que ejemplifica el surgimiento de los primeros desvíos del esquema genérico. Más tarde, obras de mediados del Quinientos junto a algunas constantes que perviven por décadas como conditio sine qua non del género, muestran también ciertas transgresiones del modelo. Son muy conocidas esas constantes que prácticamente se advierten como estereoti- pos de la literatura caballeresca: 1. En primer lugar, como bien se sabe, por esencia, una de las fundamentales constantes es la aventura, con el modo de apertura típico: la imagen auditiva que lleva al héroe la pedida de ayuda de alguien en peligro o la irrupción de un personaje nuevo, doncella de duelo, o enano, o mensajero ... Y a partir de allí comienza la demanda: de las armas, imprescindibles porque serán las del héroe; muchas veces se incluye la de la espada que sobresale en el lago, como la que será de Cristalián en el libro de caballe- rías de 1545 2 : «que en el aire se sostiene marauillosamente buena y de rica guarnición» {Cristalián, fol. xlra). También puede ser la de un personaje importante raptado, en Cristalián son dos: Cristalina, la madre, y Lucescanio, hermano de Cristalián. 2. Justamente, en cuanto a los personajes, los extraordinarios también configuran una constante: enanos, jayanes y jayanas. Así: «vnamuger a manera de saluaje, tan alta que al parescer de quien la miraua no auía jayán que mayor que ella fuesse. Tenía los cabellos tan largos que casi llegauan al suelo, la color del rostro era como de rayzes», (Cristalián, fol. xixra). También son constantes, desde Amadís, los personajes verdade- ramente mágicos, como la sabia Belonia, del Belianís, o el sabio Doroteo o Membrina «doncella muy gran sabidora en las artes » de Cristalián. Hay otros magos circuns- V. Lilia E. F. de Orduna: "El paradigma de Amadís de Gaula", en Studia Hispánica Medievalia II. Actas de III Jomadas de Literatura Española Medieval. Buenos Aires, Universidad Católica Argentina, 1990, 77-83 y Lilia E. F. de Orduna: "Paradigma y variación en la literatura caballeresca castellana", en Lilia E. F. de Orduna (ed.), Amadís de Gaula. Estudios sobre narrativa caballeresca castellana en laprimera mitad del siglo XVI. Kassel, Reichenberger, 1992, 189-212. Todas las citas del Cristalián de España corresponden a la princeps: Valladolid, Juan de Villaquirán, 9 de enero de 1545 (British Library, G. 10290). AISO. Actas V (1999). Lilia E. FERRARIO DE ORDUNA. Constantes y desvíos del para...

Constantes y desvíos del paradigma genérico: la … · la unión de los enamorados y verdaderos protagonistas, sí, será siempre secreta. La presentación de la «amada del héroe»

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Constantes y desvíos del paradigma genérico: la literaturacaballeresca castellana a mediados del siglo XVI

Lilia E. Ferrario de Orduna

En dos oportunidades, me he referido ya al paradigma del género en cuanto a loselementos constitutivos de los libros de caballerías1.

Quisiera hoy detenerme especialmente en algunos aspectos de dicho esquemaamadisiano, que las obras siguientes han de modificar, lo que ejemplifica el surgimientode los primeros desvíos del esquema genérico. Más tarde, obras de mediados delQuinientos junto a algunas constantes que perviven por décadas como conditio sine quanon del género, muestran también ciertas transgresiones del modelo.

Son muy conocidas esas constantes que prácticamente se advierten como estereoti-pos de la literatura caballeresca:

1. En primer lugar, como bien se sabe, por esencia, una de las fundamentalesconstantes es la aventura, con el modo de apertura típico: la imagen auditiva que llevaal héroe la pedida de ayuda de alguien en peligro o la irrupción de un personaje nuevo,doncella de duelo, o enano, o mensajero ... Y a partir de allí comienza la demanda: delas armas, imprescindibles porque serán las del héroe; muchas veces se incluye la dela espada que sobresale en el lago, como la que será de Cristalián en el libro de caballe-rías de 15452: «que en el aire se sostiene marauillosamente buena y de rica guarnición»{Cristalián, fol. xlra). También puede ser la de un personaje importante raptado, enCristalián son dos: Cristalina, la madre, y Lucescanio, hermano de Cristalián.

2. Justamente, en cuanto a los personajes, los extraordinarios también configuranuna constante: enanos, jayanes y jayanas. Así: «vnamuger a manera de saluaje, tan altaque al parescer de quien la miraua no auía jayán que mayor que ella fuesse. Tenía loscabellos tan largos que casi llegauan al suelo, la color del rostro era como de rayzes»,(Cristalián, fol. xixra). También son constantes, desde Amadís, los personajes verdade-ramente mágicos, como la sabia Belonia, del Belianís, o el sabio Doroteo o Membrina«doncella muy gran sabidora en las artes » de Cristalián. Hay otros magos circuns-

V. Lilia E. F. de Orduna: "El paradigma de Amadís de Gaula", en Studia Hispánica Medievalia II.Actas de III Jomadas de Literatura Española Medieval. Buenos Aires, Universidad CatólicaArgentina, 1990, 77-83 y Lilia E. F. de Orduna: "Paradigma y variación en la literatura caballerescacastellana", en Lilia E. F. de Orduna (ed.), Amadís de Gaula. Estudios sobre narrativa caballerescacastellana en laprimera mitad del siglo XVI. Kassel, Reichenberger, 1992, 189-212.Todas las citas del Cristalián de España corresponden a la princeps: Valladolid, Juan de Villaquirán,9 de enero de 1545 (British Library, G. 10290).

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tanciales que, a veces, no se nombran o se mencionan muy vagamente («un sabio queen el reino de Romanía estaba»).

3. El amor, la cuita de amor, «¡Ven, ven ya, Muerte y cowsume mis tristes días puesle falló ventura para que la vida me sustente!» {Cristalián, fol. xiijró); el servicio deamor, el matrimonio secreto son constantes de todos conocidas pero en cuanto a esteúltimo, hay que recordar la variación con respecto a la procedencia de los héroes. Esdecir, que si Amadís y Palmerín, por ejemplo, nacen de un matrimonio clandestino, loshermanos que se suceden ya empezarán generalmente sus vidas después del reconoci-miento legal y religioso de la unión de sus padres. En muy raras ocasiones, el mismoprotagonista nacerá de una unión sabida públicamente, este último caso es el de Belianísde Grecia, que nace del emperador don Belanio y la emperatriz Clariana. En todo caso,la unión de los enamorados y verdaderos protagonistas, sí, será siempre secreta. Lapresentación de la «amada del héroe» es siempre una constante en su idealizaciónhiperbólica aunque carente de detallismo.

4. Constantes son también los ámbitos: el deleitoso jardín, la floresta, el hermosoprado, la fuente, la huerta con las consabidas escaleras y corredores. La cueva es ámbitomuy especial, analizado magníficamente por Cacho Blecua3, a la que se agregan laermita, la tienda, los palacios cuyos interiores se describen y califican estereotipa-damente, las cámaras, la «sala ricamente labrada», la «hermosa cuadra», etc.

5. El motivo de los sueños présagos es una de las constantes, desde los que inquieta-ron a Perión de Gaula en Amadís hasta los de los libros de caballerías siguientes: el deCristalián, por citar un ejemplo de mediados de siglo, en que ve acercarse a un caballerodesarmado que por su costado izquierdo le muestra el corazón, corta la cabeza a unadoncella y, a su vez, abre el lado del corazón al mismo Cristalián {Cristalián, fol.lxxiij va), etc. Sobre los sueños, en relación con el de Escipión, puede verse últimamenteun trabajo de Javier González4.

6. El don en blanco es otra constante que, por cierto, muchas veces trae consecuen-cias funestas, como pedir la muerte de un ser querido. De este motivo en el Amadís seocupó Fernando Carmona y más tarde también yo hice algunas observaciones 5.

7. La ceremonia de la investidura caballeresca es una constante. En las primerasobras del género, se la presenta escuetamente. Nelly Porro Girardi estudió con profundi-

Juan Manuel Cacho Blecua, «La cueva en los libros de caballerías: la experiencia de los límites», en:Descensus ad inferos. La aventura de ultratumba de los héroes (de Hornero a Goethe), Sevilla,Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1995, 99-127.V. Javier Roberto González: «Los sueños proféticos del Palmerín de Olivia a la luz de los Comentarain Somnium Scipionis de Macrobio», Stylos, Buenos Aires, UCA. 7, 1998, 205-264.V. Fernando Carmona, «Largueza y Don en blanco en el Amadís de Gaula», en Medioevo y Literatura.Actas del VCongreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval [Granada, 27 septiembre-1octubre 1993], Granada, Universidad de Granada, 1995,1, 507-521 y Lilia E. F. de Orduna, «Algomás sobre el don en blanco», en Anclajes I, 1, Universidad de La Pampa, 1997, 149-157.

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dad el aspecto histórico en su reciente libro sobre la investidura6 con un capítulo sobrela ceremonia en la ficción caballeresca, pero que por los límites cronológicos y espacia-les fijados no abarca la mayoría de los libros de caballerías castellanos que se publicana lo largo del XVI. Con el tiempo, la descripción es más extensa y ya a mediados desiglo, en Cristalián, se menciona la capilla, la vela de armas, la Confesión y Comunión,el beso del caballero que lo arma y le dice: «Don Cristalián, caballero sois», y le pideun don. Alrededor de cincuenta años después, en Flor de caballerías, de 1599, lainvestidura aparece cuidadosamente pormenorizada.

8. Constantinopla, es tópico permanente, y que viene de lejos, como bien demostródécadas atrás Luciana Stegagno Picchio7, pero ofrece cierta peculiaridad ya que siconsideramos Amadís de Gaula, Rodríguez de Montalvo afirma que había corregido«estos tres libros de Amadís» y enmendado el libro cuarto que «con las Sergas deEsplandián su hijo»8 había aparecido «en una tumba de piedra... debaxo de la tierra enuna hermita cerca de Constantinopla» (Prólogo, 9), y luego Constantinopla es mencio-nada poco más de una docena de veces: Florestan, el hijo de Perión y la hija del condede Selandia, después de ser armado caballero «leuando dos escuderos consigo, se fuela vía de Constantinopla», donde era gran fama que vna cruel guerra en el imperio eramouida», I, 332; de la madre de Apolidón se nos dice que era hermana del emperadorde Constantinopla, II, 354; ya en el Libro III, el caballero de la Verde Spada «aleandolas velas y dando a los remos, tomaron su viaje, no drechamente a Constantinopla,donde el emperador estaua», III, 789; «acordóse que...boluiessen la nao la vía deConstantinopla...tomaron el viaje de Constantinopla», III, 790; «por la mar nauegandoel cauallero de la Verde Spada con su compaña la vía de Constantinopla», III, 792;cuando el maestro Elisabad cuenta quién es el endriago, dice que lo dirá «según se fallaen vn libro que el emperador de Constantinopla tiene», III, 795. Se reitera la mencióndel «emperador de Constantinopla», en el mismo Libro III, 799; luego, «boluimos lavía de Constantinopla», III, 807; una carta del maestro Elisabad contando al emperadortodo lo que el caballero de la Verde Espada había hecho con el endriago se envía enuna fusta hacia Constantinopla, III, 809. Más tarde «fueron aportados en Constantino-pla, debaxo de los palacios del emperador», III, 811; «partido el cauallero de la VerdeSpada del puerto de Constantinopla», III, 827; «el cauallero Griego mandó a Gandalínque le traxesse las seys espadas que la reyna Menoresa en Constantinopla le diera», III,

Pero la Corte de Constantinopla no tiene en Amadís de Gaula la importancia queadquiriría en Palmerín de Olivia, donde, como señalaba Stegagno Picchio, es punto departida y de llegada en el ir y venir de los personajes. Con el tiempo, creo que ya se

V. Nelly Porro Girardi, La investidura de armas en Castilla del Rey Sabio a los Católicos, Valladolid,Junta de Castilla y León, 1998.V. Luciana Stegagno Picchio, «Fortuna ibérica di un topos letterario: la corte di Costantinopoli dalCligés al Palmerín de Olivia», Studi sul Palmerín de Olivia, Universitá di Pisa, 1966, 99-136.Todas las citas corresponden a Amadís de Gaula, edición y anotación por Edwin B. Place, Madrid,CSIC, Instituto «Miguel de Cervantes», 1959-1969,4 vols.

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transforma en un referente novelesco obligado, aunque a veces sólo sirva como merapuntualización lejana y extraña. Así leemos en Belianís de Grecia9 la indicación de unpersonaje: «si en Persia no nos hallardes, que vays a Babilonia o a Costantinopla queallí nos hallaréys», aunque en la materia narrativa de esta obra el tópico tiene funcióndestacada. Aparece además en Cirongilio de Tracia, en Cristalián de España, en Elcaballero del Febo, entre otros, así como también en el curioso libro de caballeríasmanuscrito ya nombrado, Flor de caballerías.

9. Quizá debiéramos enumerar como constante la inclusión de la magia, peroentendemos que los distintos elementos maravillosos, seres, animales, curaciones,aparecen con un tratamiento tan lej ano del que aparece en Amadís de Gaula que hemospreferido ubicarlos como verdaderos desvíos del paradigma genérico.

10. Hay ciertas «constantes lingüísticas» como algunos giros. Es el caso de «doncavallero», del que nos hemos ocupado en otra oportunidad, al hablar de la desviaciónsemántica de un tratamiento10: «Don cavallero» aparece como una permanente ex-presión vituperante formada por dos elementos de marca positiva -ya que indivi-dualmente «don» y «caballero» lo son- pero que al entrar en contacto, en una secuencianarrativa determinada, adquieren otra connotación, negativa esta vez, que anula lajerarquía tradicional que cada vocablo, en particular, poseía. «Don caballero», con estaconnotación semántica particular se registra como giro estereotipado en los libros decaballerías castellanos.

Dentro del nivel lingüístico, son conocidas las constantes en cuanto a epítetos,fórmulas, giros introductorios, de transición y de cierre: «Dize el cuento», «e dexallohemos agora fasta su tiempo», «e contaros hemos», «como vos auemos contado»;«tomaron su camino para Constantinopla y en todo él no les avino cosa que de contarsea», «puestas las tablas, todos se sentaron a cenar, cada uno como a su estadoconvenía», «acabada que fue la cena y alzadas las tablas». También son constantes lasfórmulas de apelación al lector: «e sabed que», «viérades», etc.

La permanente enfatización se logra con ciertos giros estereotipados, por ejemplo,de la valentía, cuando se alude al protagonista u otro héroe a quien le está destinado eltriunfo de una aventura, se dice que sólo él puede acometerla «tanta es la su granbondad en armas» o también «la vuestra merced sea de los ir a favorecer y ayudar puesnacistes para quitar los tuertos que en el mundo se hacen»; o del gozo, «fue tanta sualegría que estuvo algún tanto fuera de su acuerdo».Consideremos ahora los desvíos del paradigma amadisiano:

9 Todas las citas del Belianís corresponden a Jerónimo Fernández, Hystoria del magnánimo, valientee invencible cavallero don Belianís de Grecia [Burgos,1547], I y II, texto crítico, edición y notas deLilia E. F. de Orduna. Kassel, Reichenberger, 1997.

10 Analizamos el tema en el II Congreso de la Lengua Española en Valencia, en noviembre pasado, v.Lilia E. F. de Orduna: «Desviación semántica de un tratamiento: el caso de DON», en Estudios deHistoria y de la lengua española en América y España. Actas del II Congreso de la Lengua Españolaen América y España, Universitat de Valencia 3-6 noviembre 1998, Departamento de FilologíaEspañola, Facultad de Filología, Universitat de Valencia, 1999, 27-36.

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I. Roma

En primer lugar, tengamos en cuenta aquellos aspectos de Amadis vinculados conRoma. Estudiaron esto especialmente Suárez Pallasa y sus discípulos: Silvia Lastra Pazal analizar «La visión de Roma en el Amadis de Gaula»11 señalaba que dicha «visiónde Roma» se vincula con dos conceptos fundamentales: el Imperio y la Romanidad,pero «el Imperio, entendido no sólo como forma de gobierno sino primordialmentecomo voluntad de mando, se desarrolla en la obra a través de tres etapas bien marcadas:la Roma antigua, la Roma del emperador Patín, contemporáneo del héroe Amadis, yla Roma de Arquisil, sucesor del Patín y elegido por acción de Amadis» (100). Aquelprimer tiempo ofrecía el ejemplo de virtudes caballerescas que Amadis y los suyosdebían seguir; el segundo, en cambio, muestra a Patín y sus hombres desmesurados quecon «su soberbia, fanfarronería y en algunos casos escaso valor militar [...]» se con-vierten «en el paradigma del falso caballero que Amadis y sus compañeros pretendeneliminar» (101). En el Libro Cuarto se ubicará la tercera etapa, «la restauratio imperiirealizada por Amadis en la persona del romano Arquisil» quien ostenta todas las«virtudes que a lo largo de la obra se le adjudican al antiguo romano» (102). Digamosque la finalidad de la caballería queda destacada por Amadis en el Libro III:

como los griegos, los romanos en los tiempos antiguos lo fizieron, passan-do las mares, destruyendo las tierras, venciendo batallas, matando reyesy de sus reynos los echando, solamente por satisfazer las fuercas y injuriasa ellas fechas [doncellas y dueñas]; por donde tanta fama y gloria dellosen sus ystorias, ha quedado y quedará en quanto el mundo durare.12

De allí que establezca la semejanza entre aquellos antiguos dignos de ser emuladosy los contemporáneos. «En consecuencia -afirma Lastra Paz- Amadis también esromano, no por sangre sino por ordenar su actuar a ser un agente de civilidad y por endeun agente de romanización. Así al imponer sus principios al final de cada aventura lograexpandir espiritualmente los valores que rectificarán los comportamientos humanos ylograrán aunarlos en grandes metas. Él también romaniza porque dignifica, vincula ycentraliza en la unidad» (104).

11 V. Silvia Cristina Lastra Paz, «La visión de Roma en el Amadis de Gaula», en Studia HispánicaMedievalia. III. Actas de las IV Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval, BuenosAires, Universidad Católica Argentina, agosto 19-20, 1993. Buenos Aires, UCA, 1995, 100-105.

12 Amadis de Gaula, ed. cit, Libro Tercero, cap. IXXX, 907.

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Por su parte, y taxativamente, Javier González asegura13 que «Amadís de Gaula noes, ni fue en su origen, una saga artúrica, sino una historia romana» y delimita conceptosprecisando que «Roma no es tanto un concepto geográfico, cuanto una misión, sustenta-da a su vez por una ideología», que ya aparecía en los tres versos (851-853) del LibroVI de laEneida, que comienzan «Tu regere imperio populos [...]» y que manifestabanel programa de Augusto en cuanto a la imposición de la pax romana, «resultado de unarelación entre dominadores y dominados»: aquéllos toman «de los dominados bienesy tierras, pero les ofrecen a su vez protección, leyes y civilización». Según el enfoquede González, «el tema del Amadís es, precisamente, la instauración de xm&pax romanade la mano y por la acción del héroe central, figura decididamente cesárea en su funcióny misión». «La pax amadisiana es el equivalente ficcional y medieval de aquella paxromana. Y es así como se resalta el «triunfo de la romanidad esencial, encarnada porAmadís, por sobre otra romanidad nominal, la del decadente y vanaglorioso Patín,aliado de Lisuarte, fuertemente censurada en la obra». Por otra parte, afirma Gonzálezque a la paz integradora que propende y logra el héroe ya aludían las palabras proféticasde Urganda: en el capítulo II del Libro I, la maga las dice a Gandales y se refieren alDoncel del Mar:

Dígote de aquel que hallaste en la mar que será flor de los caua-lleros de su tiempo; éste fará estremecer los fuertes; éste comencarátodas las cosas y acabará a su honrra en que los otros fallescieron;éste fará tales cosas que ninguno cuydaría que pudiessen ser co-mencadas ni acabadas por cuerpo de hombre. Éste fará los soberui-os ser de buen talante; éste aura crueza de coracón contra aquellosque se lo merecieren.14

En el conjunto de la obra, encuentra González numerosas oposiciones armónica-mente compensadas que llegan todas a una solución romana, «final que no puede serotro que el de la reconciliación, en que ambas fuerzas enfrentadas se avienen a cederen parte para lograr el equilibrio: Lisuarte porque admite su error y pide perdón, Amadísporque acepta el pedido y acoge generosamente al vencido». González subraya laimportancia que tiene la lengua latina para explicar la onomástica personal y geográficade Amadís de Gaula que llevó a Suárez Pallasa a conjeturar15 la posibilidad de una

13 V. Javier Roberto González, «Amadís de Gaula: una historia romana», en Studia HispánicaMedievalia. IV. Actas de las V Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval, BuenosAires, Universidad Católica Argentina, agosto 21-23, 1996. Buenos Aires, Universidad CatólicaArgentina, 1999, 285-294.

14 Amadís de Gaula, ed. cit, Libro Primero, cap. II, 30.15 V. Aquilino Suárez Pallasa, «Estratificación de la onomástica de Amadís de Gaula», en Studia

Hispánica Medievalia III. IV Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval, BuenosAires, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina, 1993,189-198. «C. AsiniusPollio en el Amadís de Gaula», Stylos, 3, 1994, 173-178. «Del Mandubracius del De Bello Gallicode C. Julio César al Endriago del Amadís de Gaula», Stylos, 4, 1995, 91-134.

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redacción primitiva en latín: todo ello ratifica «la romanidad inicial y esencial delAmadis». Los cambios previos a lareñindicion de Montalvo, seguramente reemplazaronla ideología romana primitiva de la obra por otra arturiea con el nefasto desenlacecolmado de muertes: de este modo desnaturalizó, según González, el tema romano delAmadis. Cuando el regidor de Medina del Campo incluyó nuevamente el final feliz,afirma González que devolvió «a la novela su romanidad y con ella su verdaderaidentidad: frente al excidium arturicum, \apaz amadisiana; frente al fatalismo celta,el optimismo latino; frente a la guerra aniquilante, las bodas integradoras: frente a unasaga céltica, una historia romana». Y aclara el investigador argentino que da al vocablo«historia el sentido medieval de relato o narración de hechos tanto reales cuantoficticios», así se advierte el «paralelo establecido entre la ficcional fábula amadisianay la real misión histórica de Roma».

En fecha reciente, Aquilino Suárez Pallasa analiza el significado que tienen en laobra los lindes romanos de Britannia -verdadero «símbolo de la defensa de la Britanniaromana»- y afirma que

el caballero Amadis asume la defensa de la romanidad británica yen esencia de la genuina Roma contra los embates de los bárbarosde fuera y de dentro en un juego que figura el perpetuo, no eterno,conflicto entre el bien y el mal, figuración por la cual el conceptode romanidad no es político ni cultural ni geográfico, sino espiritu-al, ético y universal por naturaleza. [...] La misión de Roma escomo la de la caballería el gobierno y pacificación de las gentes yla redención de los humildes, que al cabo no es sino la misión deDios entre nosotros (Mt.I,23). De tal manera, la caballería es Roma,Amadis es Roma, simbólica representación de Dios que intervienepoderoso en el mundo que ha creado y Britannia, en congruencia,significa las gentes que han de ser gobernadas y acostumbradas ala paz y los humildes que han de ser redimidos.16

En este estudio Suárez Pallasa demuestra «la extraordinaria originalidad y valentíade un anónimo autor que en dominio mismo de la tradición arturiea antepuso a la trágicasaga arturiana de los celtas la utopía del ideal feliz romano» (10).

Pues bien, si se considera que este aspecto básico de Amadis de Gaula desaparece,por lo general, en los libros de caballerías inmediatamente siguientes -lógicamente fueradel ciclo amadisiano-, pensamos en Palmerín de Olivia de 1511, y en Primaleón, sucontinuación, de 1512, y también falta en las obras posteriores en varias décadas,podemos establecer que un elemento constitutivo de importancia ha dejado de interesar,con lo que se operaría el primer gran desvío del paradigma que diseña la creación

16 V. Aquilino Suárez Pallasa, «Sobre un lugar del Vallum Antonini en el Amadis de Gaula. El Ms. CCC139 de la Historia Britonum como fuente del Amadis de Gaula primitivo», Stylos, 7, 1998, 9-61. V.especialmente 56, 59-60.

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fundacional: la ausencia del referente romano. Pero si Roma, reitero, importabafuertemente en Amadís de Gaula, y más tarde, deja de ser referente decisivo, tampocolo es Londres, y quizá por ello mientras en Amadís hay topónimos identificables17,pareciera que en las obras que se publican a mediados del Quinientos, los nombres delugares corresponden exclusivamente al mundo ficcional18. Es así como los personajesvan encontrando, pero sobre todo más que encontrando, van haciendo sus caminos, portierra y por mar. Amadís de Gaula, quizá desde sus primeras redacciones, mostró unapuntualización geográfica, que ha de modificarse en las obras posteriores. Con respectoa esa puntualización geográfica amadisiana, hay un «después de», en el cual se produceun desvío y se acude entonces no a un topónimo exacto, por ejemplo, sino a una simplepincelada, a un referente esfumado que procede de ámbitos lejanos y poco conocidos-Babilonia, Persia, Grecia, Turquía...-, con el especial y reiterativo énfasis radicado enConstantinopla, que se ha señalado. Desde luego, ciertos nombres -Francia, España,Alemania, Inglaterra- evocan una realidad tangible, pero siempre esbozada en formavaga o meramente indicada. En el caso de Amadís, la puntualización geográfica quemencioné fue estudiada con gran minucia por Aquilino Suárez Pallasa quien, al desen-trañar los enigmas que suscita la ínsula Firme del Amadís19 analizó con detalle lositinerarios con que ese lugar está vinculado para demostrar su teoría: la geografía delAmadís no es imaginaria, «toda ella es poética y procede de un substrato geográficoreal»20. El seguimiento de los viajes en el Libro I lo llevó a una certeza: la ínsula Firmeexistió y correspondía a la que lleva el nombre de Wight,

la Vectis romana y medieval [fue elegida por el autor del Amadís]por dos causas históricas y literarias principales entre otras: 1) esla isla conquistada por el noble Vespasiano, famoso por la historia,la leyenda y el Libro de José de Arimatea; 2) es la antítesis y lasíntesis de la inhóspita y movible ínsula Tornante.21

Si Amadís de Gaula abunda en la mención de lugares y rutas que, en ocasiones,hasta es posible identificar, esto puede deberse a un afán, del primitivo autor, deaproximarse al género cronístico, allá por el siglo XIV. Dicha tesitura fue mantenidapor Rodríguez de Montalvo, el refiindidor que, a fines del XV, probablemente tambiénquiso hacer verosímil su obra y no escatimó datos para hacer sobresalir de su «historiafingida» el carácter de real o posible.

17 V.n. 15.18 V. Lilia E. F. de Orduna, «Itinerarios en la literatura caballeresca castellana», en Caminería Hispánica.

Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica, III, Madrid, Patronato Arcipreste deHita - Asociación Técnica de Carreteras, 1996,179-186.

19 V. Aquilino Suárez Pallasa: «La ínsula Firme del Amadís de Gaula», en Studia Hispánica Medievalia,II, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina, 1990, 89-97.

20 Ibid.,9,9.21 Ibid.,95-96.

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II. Itinerarios

Más tarde, desde Palmerín de Olivia, acaso ya no importó que los itinerarios fuerandocumentables o, al menos creíbles, sólo se necesitaba que hubiera escenarios en losque se plasmaran situaciones y conflictos.

Las menciones a lugares son siempre escuetas, una rápida indicación que permite-casi a modo de signo escenográfico estereotipado- visualizar el ámbito o paraje: elemperador fue «a correr monte a un bosque muy bueno, que cerca de la ciudad a tresmillas se hazía», «se metió en la boca de una cueua», «viéndose en una fragosa selua»,«en los espesos xarales», «yua solo por tan áspero bosque», etc., esa falta de detallescon frecuencia parece pertenecer más a un sistema escenográfico que a auténticassecuencias narrativas; así una pequeña marca casi didascálica parece funcionar sólo paraenmarcar la acción:

fue hasta cerca de los palacios del duque [...] se passó adelante porla calle hasta que llegó a una puerta de la ciudad, que cerca estaua.Y saliéndose por ella, después de auer caminado buena pieca, se fuedebaxo de vna hermosa arboleda que allí estaua desuiada algo delcamino, esperando que más entrasse la noche, se sentó debaxo devn [...] frondoso álamo, y comencando a salir la luna.

Es decir, se dan los datos imprescindibles para que el narratario visualice la escenacomo si se usaran distintos telones, «montaña», «árbol», etc.

Y en cuanto a los itinerarios, aquéllos que enAmadis parecían meras rutas geográfi-cas, con el crecer del género pierden nitidez y se instauran cada vez más en el ámbitode la fantasía. Así, cada nuevo libro de caballerías habría de desplegar un mundo másintrincado, laberíntico e inaudito (recordemos que en Crlstallán de España los caminosatraviesan el Paraíso Terrenal). Quizá este verdadero desvío del paradigma amadisianohaya sido exigencia de la recepción de entonces, en función de lo novelesco que seimponía más acendradamente en la literatura caballeresca castellana.

III. Troya

Dijimos que, con el correr del tiempo y el desenvolvimiento del género, van adquirien-do mayor importancia las situaciones y los conflictos. Tal vez debido a esto, las obrasde mediados del Quinientos, manifestaron predilección por un tema que les permitíadesarrollar peripecias infinitas: era Troya con su historia dolorosa, casi mítica entoncesy su inclusión suscita otro desvío en el paradigma inicial. De la materia troyana, losautores de algunos libros de caballerías, Beatriz Bernal y Jerónimo Fernández (de

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Cristalián y Belianís) quisieron relevar personaj es cuyas vidas reinventaron, lograndoverdaderos prodigios de intertextualidad al unirlos a los acontecimientos de sus propiascriaturas de ficción. En el primer caso, el príncipe de España, Lindedel (que será padredel protagonista, Cristalián de España) deberá sacar las armas de Troilo que Casandra,su hermana, había escondido al saber la destrucción que padecería Troya: será laaventura del Castillo Velador. Además, hay otro personaje de la materia troyana,Antíoco, ayo de Troilo. En Belianís de Grecia, obra dos años posterior, los caballerosyendo hacia el reino de Chipre, atraviesan «la mar alta» hasta Troya, y ven la ciudadde la que quedan admirados por su gran hermosura «que aunque en el pasado tiempodel desdichado rey Príamo había sido destruida, estaua la mayor parte reedificada»22.Con peripecias complicadas, Policena, Aquiles, Héctor, Troilo, resurgen y entrelazansus vidas con las de los seres ficcionales, creados en Burgos muchos siglos después23.Todavía en 1599, año en que se fecha el manuscrito de Flor de caballerías, se retomanlas luchas de griegos y troyanos y también es Casandra quien ha determinado la uniónde Pentesilea, la reina de las amazonas, con Héctor, que serán padres de Frostendo,personaje que sucesivamente sufre los encantamientos de su tía Casandra y cuyo hijoMiraphevo y su descendiente desempeñarán papel importante en la historia. Es decir,que se trata de un desvío fundamental, no por la simple introducción de personajesmíticos o, en todo caso, lej aní simos en tiempo y espacio, sino que su importancia radica,a mi entender, en que la materia troyana es cuidadosamente engarzada con la materiade Bretaña y fusionada a la nueva materia novelesca particular.

IV. Magia

En Amadís de Gaula, enPalmerín de Olivia, por ejemplo, los personajes provistos devirtudes mágicas tienen importancia, ayudan o atacan al héroe, llámense Urganda oArcalaus; Muca Belín o Malfada. Más tarde, promediando el siglo, en Belianís deGrecia, el encantamiento de Belonia será algo así como el disparador de la acción. Yano son los artilugios, encantamientos que, como dije, ayudan o atacan a los personajes,sino que la misma sabia ha sucumbido al poder de un mago con «mayores artes» queella y toda la acción tendrá ese propósito: lograr el desencantamiento de Belonia.Digamos de pasada que el mismo año de la publicación de Belianís de Grecia, habríade nacer Cervantes y recordemos que en la Segunda Parte del Quijote también hay unpersonaje encantado al que habrá que desencantar. Justamente, volver a la normalidada Dulcinea será también lo que mueva la acción aunque, como bien sabemos, se trata

22 Belianís de Grecia, ed. cit., Libro I, 312.23 V. Lilia E. F. de Orduna, «La historia de Policena en textos españoles medievales y renacentistas», en

Studia in honorem M. de Riquer, I, Barcelona, Edicions deis Quaderns Crema, 1986, 383-408 y LiliaE. F. de Orduna, «Héroes troyanos y griegos en la Hystoria del magnánimo, valiente e invenciblecauallero don Belianís de Grecia (Burgos, 1547)», en Actas del IX Congreso de la AsociaciónInternacional de Hispanistas. Berlín (1986), I, Frankfurt/Main, Vervuert, 1989, 559-568.

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de una ficción sanchesca que tiene cabida, aunque quizá parcial, en la fantasía quijotes-ca. De modo que el tratamiento de los elementos mágicos cambia con el paso del tiempoy a tal punto se multiplican esos recursos que el editor de Flor de cavallerías, libro decaballerías ms., fechado en 159924, su editor, digo, Lucía Megías, afirma que en estaobra «únicamente hay espacio para las aventuras, para la fantasía desbordante en lasaventuras, que nacen a partir de dos núcleos narrativos» (XXIII). Y uno de ellos serefiere a los encantamientos: vencerlos será «la verdadera finalidad» de su existencia.Se hace evidente que el paradigma amadisiano y aun, en este aspecto, el ciclo de los«Palmerines» ha sufrido un desvío importante. En este libro de caballerías manuscritoobservaba también Lucía Megías que los «espacios más habituales: las islas fantásticas»[son] numerosísimas; también aparecen con frecuencia «los valles como espacios endonde habitan los encantadores enemigos»; son «habituales las armaduras y espadasencantadas, así como las medicinas mágicas» (XXXIII).

V.

Por último, nos referiremos a otro desvío del paradigma amadisiano. Nuevamente,Belianís de Grecia, resulta ser claro exponente del alejamiento de aquella narraciónarquetípica por la existencia de dos personajes que exceden las posibilidades creativasde Montalvo. Ellos son, en la obra de Jerónimo Fernández de 1547, la princesa Imperiay don Contumeliano de Fenicia. De la primera, una heroína casi romántica, nos hemosocupado en otro momento25, sólo quiero ahora insistir en la significación del segundopersonaje. El episodio que protagoniza este príncipe Contumeliano es insólito: donBelianís para salir de una situación de riesgo usa la vestimenta de una de sus doncellas;Contumeliano lo (o la) encuentra y se enamora creyéndola mujer. Ya en sí es anómalala situación: muchos personajes femeninos en la historia de la literatura se hacen pasarpor hombre, pero lo contrario es menos frecuente. Sea como fuere, es un aspecto demenor importancia: quizá pudiera comprobarse un intertexto en Cristalián, publicadodos años antes que Belianís, allí la infanta Minerva disfrazada de «caballero de lascoronas» suscita el amor de la hermana de un duque y del mismo duque que intuye quees una mujer. Pero, la novedad que encierra el episodio de don Contumeliano es queel protagonista, el sin par don Belianís, no sólo ha sido capaz de engañar para conseguirsus fines sino que llega a la burla, a la risa sin piedad y exacerba la pasión del engañadopara someterlo aún más26. El destinatario de los libros de caballerías no hubiera podido

24 Francisco Barahona, Flor de caballerías, ed. de José Manuel Lucía Megías, Alcalá de Henares, Centrode Estudios Cervantinos, 1997.

25 V.n. 1.26 Belianís de Grecia, ed. cit., Libro 1,130-157. Este caso de Belianís de Grecia no es único, por cierto

en la literatura caballeresca. Al estudiar el motivo de «la doncella guerrera», María Carmen Marín Pina(v. «Aproximación al tema de la Virgo Bellatrix en los libros de caballerías españoles», Criticón, 45,1989), que no incluye el ejemplo de Belianís, sintetiza así su uso: «el disfraz salva situaciones difíciles,como ocurre con Lisuarte cuando, en el séptimo libro amadisano, toma las ropas de la doncella

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adjudicar nunca ese comportamiento a Amadís o Palmerín, de modo que se hace muyevidente que el público lector, u oyente, de mediados del XVI con gustos diferentes,quizá aprobara la «humanización» de los héroes en función de la complejidad noveles-ca.

Considero que estos desvíos señalados en obras castellanas posteriores a Amadísde Gaula, y hasta fines de aquel siglo, indican que aquel paradigma genérico ya habíaquedado muy atrás.

Gradafílea para salir a su salvo de la prisión. Lo imitan en posteriores continuaciones Amadís deGrecia (transformado en la doncella Nereyda) y los caballeros Agesilao y Arlanges (convertidos enlas doncellas Darayda y Garaya). Suma y compendio de este gusto por el travestismo masculino seráel Caballero Metabólico (por Metamórfico) del Cirongilio de Tracia (Sevilla, 1545), así llamado porlos muchos disfraces que utiliza para sus trucos, incluido el de doncella »(93). Por esto, no nos pareceexcepcional el recurso sino, insisto, la increíble degradación del héroe.

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