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1 PRIMERAS JORNADAS NACIONALES E INTERNACIONALES DE FICCIONALIZACIÓN Y NARRACIÓN EN LA ANTIGÜEDAD, EL TARDOANTIGUO Y EL MEDIOEVO “UN MILENIO DE CONTAR HISTORIAS” Hugo Roberto Basualdo Miranda Federico Javier Asiss González Ztu|Çxàx wx [|áàÉÜ|t hÇ|äxÜátÄ WxÑtÜàtÅxÇàÉ wx [|áàÉÜ|t YtvâÄàtw wx Y|ÄÉáÉy•t? [âÅtÇ|wtwxá ç TÜàxá hÇ|äxÜá|wtw atv|ÉÇtÄ wx ftÇ ]âtÇ Construir el discurso histórico en Juan de Salisbury Si bien el Policraticus es considerado uno de los tratados políticos más relevantes del siglo XII y de la Edad Media en general, entre sus páginas es posible encontrar más que referencias políticas. En efecto, siempre se escribe desde un lugar social determinado y, como apunta Chartier, toda obra posee “determinadas categorías, clasificaciones y fórmulas que no son neutras, sino que someten a sus lógicas las realidadesque abordan” por lo cual todo texto, y toda producción cultural, es susceptible de múltiples lecturas dadas las múltiples representaciones que se filtran en ella y sirven de sustento simbólico a los discursos que allí subyacen. Cabe aclarar que, esta obra, escrita por Juan de Salisbury, conjuga una serie de elementos que le otorgan un particular interés para aquellos que quieran acceder a representaciones que se proyectan sobre diversos espacios de la realidad pretérita. Uno de ellos, el de la propia construcción del discurso histórico que se aprecian de manera evidente en su primer libro en donde expresa la manera en que escribe, desde el lugar físico y social de dónde escribe, cómo son consideradas y tratadas las fuentes de información, las consideradas autoridades, la memoria, y sobre todo el binomio verdad-mentira. Nuestro trabajo, intentará bosquejar algunas líneas al respecto.

Construir El Discurso Histórico en Juan de Salisbury

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    PRIMERAS JORNADAS NACIONALES E INTERNACIONALES DE FICCIONALIZACIN Y NARRACIN EN LA ANTIGEDAD, EL

    TARDOANTIGUO Y EL MEDIOEVO UN MILENIO DE CONTAR HISTORIAS

    Hugo Roberto Basualdo Miranda Federico Javier Asiss Gonzlez

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    Construir el discurso histrico en Juan de Salisbury

    Si bien el Policraticus es considerado uno de los tratados polticos ms

    relevantes del siglo XII y de la Edad Media en general, entre sus pginas es posible

    encontrar ms que referencias polticas. En efecto, siempre se escribe desde un lugar

    social determinado y, como apunta Chartier, toda obra posee determinadas

    categoras, clasificaciones y frmulas que no son neutras, sino que someten a sus

    lgicas las realidades que abordan por lo cual todo texto, y toda produccin

    cultural, es susceptible de mltiples lecturas dadas las mltiples representaciones

    que se filtran en ella y sirven de sustento simblico a los discursos que all subyacen.

    Cabe aclarar que, esta obra, escrita por Juan de Salisbury, conjuga una serie de

    elementos que le otorgan un particular inters para aquellos que quieran acceder a

    representaciones que se proyectan sobre diversos espacios de la realidad pretrita.

    Uno de ellos, el de la propia construccin del discurso histrico que se aprecian de

    manera evidente en su primer libro en donde expresa la manera en que escribe,

    desde el lugar fsico y social de dnde escribe, cmo son consideradas y tratadas las

    fuentes de informacin, las consideradas autoridades, la memoria, y sobre todo el

    binomio verdad-mentira. Nuestro trabajo, intentar bosquejar algunas lneas al

    respecto.

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    Consideraciones generales

    Toda construccin intelectual, en cualquier tiempo que se trate, y esta no es la

    excepcin, siempre tiene o expresa de manera explcita o implcita unos propsitos, una

    direccin, unos objetivos a los cuales queda supeditada la obra. Y por supuesto, un lector

    ideal al cual siempre remite el discurso del autor. En el Prlogo del Policraticus, Salisbury

    bosqueja a un lector ideal en funcin del cual se construye la obra como loa a su virtud.

    Siento que tu [] como ms recto y ms prudente, haciendo lo que conviene, permaneces

    siempre inamovible sobre el fundamento de una slida virtud [] [que te libera] de los

    placeres [][dominando] la vanidad que impera en el mundo [] [eres digno de honores,

    por ello], yo, un hombre humilde con la estridente flauta de un inculto lenguaje, he arrojado

    en tu honor este libro 1.

    No obstante, Salisbury es consciente de que este virtuoso, justo y sabio lector no

    ser el nico de la obra, por lo cual la misma busca a travs de la moralizacin infundir la

    virtud del lector ideal en todos aquellos que tengan acceso a la lectura de esas pginas. Con

    este fin, Salisbury plantea que ha elegido como destinatario de su obra a un hombre tan

    virtuoso para que la misma no caiga bajo sospecha de frivolidad o partidismo, de lo cual es

    consciente, al decir que cuando el lector o el oyente reconozca sus propias limitaciones,

    recordar aquel principio de que, con el nombre cambiado, la fbula se refiere a l2. Es

    decir, que todo lector, finalmente se encontrar reflejado en sus carencias y virtudes en este

    hombre sin tachas. Buscando hacer inteligible la obra, las misma es realizada de manera tal

    que no slo es destinada a hombres formados en un conocimiento profundo de los autores

    clsicos y de los Padres de la Iglesia, que para el siglo XII se reducira a los altos miembros

    del Clero y a unos pocos aristcratas, sino tambin a hombres menos conocedoras del

    mundo de las letras.

    Por su parte, el recurso constante a dos conceptos claves, la memoria3 y el

    1 SALISBURY, Juan de (2007); Policraticus o de las frivolidades de los cortesanos y de los vestigios de los

    filsofos. Traduccin y notas Jos Palacios Royn. Mlaga: Universidad de Mlaga Libros I IV pp. 39. El actual trabajo ha sido realizado en funcin de la presente edicin y traduccin, la cual es una de las ms recientes. Cabe aclarar que Jos Palacios Royn se ha propuesto la ambiciosa tarea de traducirlos ocho libros que componen la obra, de los cuales en la actualidad se encuentran editados hasta el libro VI. La actual edicin que comprende los libro I al IV contiene en sus ltimas pginas un apartado con la ms relevante bibliografa de consulta al momento de contextualizar al autor y la obra mentada. Asimismo, en sus primeras pginas ha incorporado un listado de las principales traducciones del Policraticus, destacando la que en el mundo de habla hispana realizara Miguel ngel Ladero Quesada en 1984, a la cual, sin embargo, arroga muchos errores en su traduccin. Por otra parte, tambin remitimos a la bibliografa actualizada al 2010 en la pgina web http://gramata.univ-paris1.fr/IMG/doc/Bibliographie_Jean_de_Salisbury-2.doc. 2 Ibidem p. 39

    3 Las letras como obras son un caso especial de preservacin de la memoria frente a la noche del olvido El

    fruto de las letras es muy agradable por muchas razones, pero especialmente porque, al quedar excluidos los

    inconvenientes de toda diferencia de lugar y tiempo, muestran la presencia mutua de los amigos y no permiten

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    olvido, le permiten expresar no slo objetivos y propsitos4, sino tambin enunciar una

    postura tico-filosfica sobre el deber ser de los hombres que tienen la responsabilidad de la

    cosa pblica. As, entre todas estas consideraciones expresa claramente los objetivos y

    propsitos de una manera directa y sin ambages: En parte, trata de las frivolidades de la

    Corte, e insiste ms en aquellas que ms la perjudican. En parte, se dedica a las enseanzas

    de los filsofos, dejando al arbitrio del sabio lo que debe rehuirse o lo que ha de seguirse en

    cada cosa5.

    Pero al mismo tiempo, nos permite acceder, mediante estos conceptos, a las fuentes

    argumentales que dan sustento a su obra como as tambin a las ideas u opiniones sobre lo

    que significa la Historia, los historiadores y su papel para los hombres de su espacio cultural.

    En este sentido cabe dejar constancia desde el principio que en funcin de la

    brevedad de la ponencia y el espacio destinado a su exposicin hemos optado por dejar de

    lado los planteos tericos sobre cmo se consideraba y se efectuaba lo que hoy en da

    denominamos la Historia, la Historiografa. Remitimos al respecto a la bibliografa

    especializada al respecto, sobre la cual hemos apuntado algunos referentes de suma

    importancia en el apartado de bibliografa y que nos remiten a otras fuentes y documentos

    de importancia al respecto.

    Por el momento baste recordar que la Historia en la Edad Media no era una labor

    de profesionales y que lo que se entenda por la Historia tiene ms que ver con

    consideraciones Providencialistas en la que el punto de mira est fuera del plano de la

    realidad cotidiana de los hombres y mujeres y se sita en las antpodas de la existencia; esto

    es, en el Destino signado por las promesas de la religin. Por ello, si pensamos en la Historia

    en la Edad Media, la labor historiogrfica estuvo a cargo de hagigrafos, hombres del clero,

    monjes y cronistas. Anales, Genealogas, Biografas, Vidas de Santos, Crnicas Generales,

    etc. constituyen los gneros y construcciones bsicas de la historiografa medieval. Aunque,

    tambin es posible encontrar algunas ideas y consideraciones sobre lo que significaba la

    Historia y su quehacer en alguno que otro escritor de la poca6.

    que los hechos dignos de conocerse sean destruidos por el olvido Ibidem p. 37 4 Si, entre estos asuntos [se refiere a la incorporacin de aportes hechos por diversos autores a los cuales

    muchas veces omita citar], algunos se alejan mucho del espritu de la verdad, confo en que se me disculpe a

    mi, que no prometo que todo lo que se escribe aqu sea verdad, pero que verdadero o falso es de utilidad para

    los lectores. Ibidem p. 40 5 Ibidem, pp. 39

    6 Sobre el particular es importante recordar a Fernn Prez de Guzmn en Generaciones y Semblanzas en

    donde plantea una forma de entender y hacer historia muy prximos a los parmetros que hoy en da estamos habituados los cultores de la Ciencia Histrica. Al respecto remitimos a nuestro trabajo Hugo Roberto Basualdo, Mara del Carmen Maurn, El individuo en las Generaciones y Semblanzas en El Hispanismo en la Argentina. En los portales del siglo XXI. T. VI, pp. 279/285, coord.. por Csar Quiroga Salcedo y otros.(las Actas del VI Congreso Nacional de Hispanistas. San Juan, Facultad de Filosofa, Humanidades y Artes Universidad Nacional

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    La riqueza que encierran los planteos de Juan de Salisbury sobre el tema ameritan

    que nos aboquemos a ellos de manera exclusiva en estas pginas. As, nos recuerda en sus

    primeros planteos a propsito de cmo la existencia humana, en su brevedad y limitaciones

    no permite atesorar la suficiente experiencia que as queda expuesta a su desaparicin y

    olvido.

    La brevedad de la vida, el embotamiento de los sentidos, la torpeza de la

    negligencia, las ocupaciones intiles, nos permiten saber poquitas cosas, y esas mismas

    cosas las sacude constantemente y las arranca del espritu el destructor de la ciencia,

    enemigo y siempre desleal madrastra de la memoria, el olvido7.

    Memoria e Historia quedan as relacionadas de forma indiscutible pues son sus

    cultores los encargados de construirle mediante sus crnicas y anales.

    Quin conocera a los Alejandros o a los Csares, quin admirara a los estoicos o a

    los peripatticos si no nos los avalaran las crnicas de los historiadores? Quin imitara las

    huellas de los apstoles y de los profetas, dignas de ser abrazadas, si las divinas escrituras

    no los hubiesen consagrado para la posteridad?8.

    Como es evidente, el papel de los historiadores, con su aval, registran las huellas

    memorables de los hechos de la humanidad, pero al mismo tiempo, el objetivo teleolgico

    de la misma se refleja en el hecho de que estos actos deban ser al mismo tiempo modelos o

    ejemplos a seguir, al modo de la magistra vitae.

    Slo la tarea del historiador salvar a los hombres del olvido y de la ignominia de los

    tiempos

    Pues nadie ha brillado nunca con una gloria permanente, si no es por sus propios

    escritos o por los escritos de otros. Al cabo de poco tiempo, es igual la gloria de un asno y la

    de cualquier emperador, salvo que el recuerdo de uno de los dos se prolongue gracias a los

    historiadores9.

    Sin los escritos, tambin careceran de sentido y significacin las obras materiales de

    los hombres que fueron erigidos como monumentos, tanto para la gloria, como para el

    recuerdo de los actos.

    Cuntos y cun grandes reyes crees que han existido, sobre los cuales no se habla

    ni se piensa en absoluto? Nada es ms aconsejable para los cazadores de gloria que merecer

    especialmente el favor de literatos y escritores. Pues intilmente realizan hechos

    excepcionales, que ser cubiertos por perpetuas tinieblas si no brillan con la luz de las

    de San Juan. Del 21 al 24 de mayo de 2001). San Juan, Editorial UNSJ, 2002 7 Ibidem p. 37

    8 Ibidem p. 37

    9 Ibidem p. 37

  • 5

    letras10.

    De este modo, pone el acento en la importancia que tienen las letras en el marco

    de las actividades humanas. Despus de lo contemplativo, las letras, con un fin til, son

    consideradas como una actividad de primer orden y de estima social.

    Fuentes argumentales y valoracin de las mismas

    Por lo que se refiere a las fuentes en las que abreva Juan de Salisbury para la

    construccin de esta magna obra, y atenindonos a lo que l mismo expresa, son las que

    habitualmente emplean los escritores medievales. Esto es, los clsicos, las bblicas, los

    autores cristianos, como as tambin, mitos y leyendas de dismil procedencia.

    As, la herencia clsica es un elemento que entra en juego a la hora de efectuar la

    crtica de actitudes y comportamientos del sector Aristocrtico y Real. La antigedad, y la

    tradicin cristiana, tomadas como punto de partida y metro patrn, son utilizadas

    genealgicamente para describir y sentenciar prcticas y modos de vida. El hecho de la

    importancia de la tradicin cristiana y su valor lo refiere a propsito de la crtica a las

    actividades cinegticas en donde llega a comparar el carcter animal y humano de Quirn

    con la cacera que convierte a los hombres que le practican en

    medio-fieras y dejando a un lado la mayor parte de su humanidad, por mor de sus

    costumbres, se transforman en monstruos. Son arrastrados de la levedad a la lascivia, de la

    lascivia al placer y, cuando se han endurecido, a los crmenes y a todo lo prohibido11.

    De este modo, material empleado para la construccin de su obra y el recurso de las

    autoridades y por tanto el Magister Dixit nos revela la prctica habitual de los autores de

    este perodo. El uso de los mismos es emulado, tanto de manera textual como parafraseado,

    tal como el mismo lo reconoce. Liberndose de las obligaciones de un mero exgeta.

    No estoy tan loco como para afirmar que es verdad que, en otro tiempo, una

    10

    Ibidem, p. 38 La Palabra, como signo, seala el punto tangencial entre el tiempo y la eternidad, que la memoria rescata del olvido y la intencin del alma pliega sobre si como imagen y como enigma, signos del infinito intervalo en que acontece el misterio de la Encarnacin del Verbo. Valentn Cricco, La memoria en San Agustn: imagen del tiempo y enigma de la eternidad. Aunque por ninguna razn espritu, es muy cierto que la voz es como un vehculo del espritu y posee un espritu ya humano, ya divino, ya tambin proftico. Salisbury, p. 61 11

    Ibidem. Esta argumentacin la confirma tambin con el recurso de las historias bblicas, las cuales, segn

    Salisbury, a diferencias de las historias clsicas, no se puede dudar de ellas porque fueron escritas por el dedo de Dios. Tal es el caso de Esa, [quien] tambin practic la caza y mereci ser privado de la bendicin paterna. En los bosques acumul tanta hambre que, deseando lentejas con desmedido ardor, vendi la primogenitura por un precio pequeo y vil, transmiti a sus descendientes el yugo de una servidumbre hereditaria, de modo que sometieron sus cuellos a la autoridad del ms pequeo que viva en la casa. Sus manos causaban horror por el vello crecido no poda ser suave al tacto quien era de costumbres agrestes, y haba dejado en casa el adorno de un vestido precioso quien con la diaria cacera se haba despojado de la indumentaria de la virtud. Estaba vido de la sangre de su hermano. P. 51

  • 6

    tortuga habl a las aladas aves, o que un ratn del campo haba recibido bajo su pobre

    techo a un ratn de la ciudad, e historias similares. Pero no tengo dudas de que estas

    ficciones sirven para nuestra instruccin. Este material, del que mayormente me sirvo, es

    de otros, slo que hago mo todo lo que en cualquier parte est bien dicho; y eso lo

    expreso, ya con mis palabras para abreviar, ya con palabras de otros para inspirar

    confianza y autoridad12

    .

    Este autor da pruebas de no pretender ser un mero comentarista de los clsicos13 y

    de la Biblia sino que se propuso elaborar un argumento que fundamentase y fortaleciese su

    visin del deber ser de la Aristocracia, y en especial del Rey, para lo cual hace un manejo

    discrecional de las fuentes omitiendo nombres, acomodando con astucia las autoridades en

    funcin de su discurso y llegando a distorsionarlas, hasta el punto de la mentira.

    Confieso tambin que he recurrido a mentiras que me servan; y si mi rival no se

    calma de otro modo, (pues tambin tengo yo a mi propio Cornificio y a mi Lanuvino),

    acepto que soy reo de mentiras, yo, pues s que est escrito que todo hombre es

    mentiroso, de manera que ni su enorme pecho, su abultado vientre, su rostro hinchado

    y enrojecido, su lengua procaz, insulsa, y ms dispuesta a criticar las costumbres ajenas

    que a corregir la suya, salvarn a nuestro Lanuvino14

    .

    l es consciente de que las palabras no slo son un instrumento para salvar la gloria

    de los hombres, sino tambin un medio para ocultar realidades y/o manipular las mismas

    con el propsito de justificar acciones indignas tras palabras dignas: Aunque a veces se

    cubran los vicios de los hechos con el velo de las palabras, si su significado es el mismo, no

    hay diferencia en absoluto15.

    El espacio social de escritura

    Si bien el Policraticus es considerado uno de los tratados polticos ms relevantes del

    siglo XII y de la Edad Media en general, a travs de sus pginas es posible encontrar ms

    que referencias polticas. En efecto, siempre se escribe desde un lugar social determinado y,

    como apunta Chartier16, toda obra posee determinadas categoras, clasificaciones y

    frmulas que no son neutras, sino que someten a sus lgicas las realidades que

    abordan por lo cual todo texto, y toda produccin cultural, es susceptible de mltiples

    12

    Ibidem p. 40 13

    Entre las fuentes mencionadas algunas solamente enunciadas- podemos destacar a Virgilio, Sneca,

    Aristteles, Platn, Scrates, Cicern, Ovidio, Catn, Terencio, San Agustn, Moiss, La Biblia, 14

    Ibidem p. 41 15

    Ibidem p. 63 16

    Cf. Chartier, Roger (2006); Escribir las prcticas. Foucault, Marin, De Certeau. Buenos Aires, Manantial

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    lecturas dadas las mltiples representaciones que se filtran en ella y sirven de sustento

    simblico a los discursos que all subyacen.

    De esta manera, cabra preguntarse sobre el lugar social del que escribe Juan de

    Salisbury, como as tambin la conciencia del mismo. Es una cuestin por dems evidente

    que el lugar social, desde el que mira y habla toda persona es el correspondiente a su

    tiempo y sus circunstancias. Cada uno es hijo de su momento, de su tiempo y nuestro autor

    no es una excepcin a esto. En un supuesto dilogo a su interlocutor, que algunos suponen

    puede ser Thomas Becket, Salisbury expone las razones por las cuales no ha recibido los

    favores de la corte y, a travs de ello, denota su conciencia del lugar y el tiempo en que se

    desarrolla su existencia. Para lo cual recurre al Magister dixit:

    Te voy a responder con palabras de Iscrates. Preguntado por uno

    amigos por qu no se dedicaba a las actividades forenses, respondi: lo que

    este lugar conoce, yo lo desconozco; lo que yo conozco, este lugar lo

    desconoce. Yo desprecio lo que aquellos cortesanos ambicionan, y lo que yo

    ambiciono, ellos lo desprecian. Sorprndete ms que no corte y rompa la cuerda,

    si no se puede desatar de otra manera, que durante tiempo me retuvo en las

    frivolidades cortesanas y me tiene an sometido a una servidumbre tan

    grande17.

    Por lo dicho hasta ahora, y en consideracin a lo que el espacio social se refiere y

    que tomamos u observamos la realidad pretrita a travs de la mirada de un miembro del

    orden clerical, que corresponde, por otra lado a uno de los espacios en que se desenvuelve

    la vida del hombre de la aristocracia pleno medieval de acuerdo a la ideologa trinitaria,

    consideramos oportuno hacer mencin al concepto de espacio del cual partimos: Zumthor18

    propone el concepto de espacio social como el lugar en el que, sobre la tierra real, se

    despliega la accin colectiva y aquel sobre el que se proyecta la organizacin del grupo; el

    de sus actividades simblicas y de sus juegos. All se trazan los itinerarios discursivos, a lo

    largo de los cuales el grupo se habla a s mismo. Sobre este espacio social operan las

    fantasas, contribuyendo a su creacin y su mantenimiento. Por ello, el espacio es, pues,

    generador de mitos, en el vaco abierto entre la percepcin inmediata y su reflexin.

    17

    Ibidem, pp. 38 18

    Zumthor, Paul (1994); La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media. Madrid,

    Crtica, p. 42

  • 8

    Conclusiones

    Cabe aclarar que, esta obra, escrita por Juan de Salisbury, conjuga una serie de

    elementos que le otorgan un particular inters para aquellos que quieran acceder a

    representaciones que se proyectan sobre el espacio nobiliario partiendo de las antpodas del

    imaginario corts cristalizado en las obras de la fine amour, tal como puede observarse en lo

    que acabamos de citar. Ciertamente, el hecho de que Juan de Salisbury formara parte del

    clero secular le hizo rechazar muchas de las costumbres que definan al espacio de la

    nobleza, ya sea la aficin a la cinegtica, su gusto por los histriones y msicos o los

    pasatiempos ldicos del estamento, a la vez que su origen humilde y sajn posiblemente

    influyeron en su percepcin de la nobleza normanda que medio siglo antes de su nacimiento

    se haba hecho con el control del reino ingls. Es por ello que el Policraticus nos posibilita

    acceder, a travs de las actividades que la nobleza y la realeza realizaba y que, si bien eran

    naturalizadas como inherentes a los integrantes de dicho espacio por la fine amour, fueron

    rechazados por la Iglesia como vicios perniciosos para quien deba ejercer la funcin regia y

    ser cabeza de la nobleza, el rey, pero, al mismo tiempo, no acerca al modo y a la forma en

    que entiende la historia y su quehacer.

    De este modo, Juan de Salisbury, a travs de la crtica y la censura de diversas

    actividades nobiliarias, propias del mbito cortesano, nos muestra una particular visin sobre

    el espacio nobiliario, como as tambin las condiciones, presupuestos y medios desde los

    cuales aborda la temtica. Vale decir: de manera indirecta representa y caracteriza dicho

    espacio, empleando para ello, un cdigo normativo y valorativo, que por momentos se

    coloca en las antpodas del pensamiento corts y expone la manera en que hace uso de la

    memoria y la historia.

    El recurso a los conceptos de memoria y olvido, como as su funcin en lo que

    hace al discurso histrico le ponen en lnea con los planteos que al respecto maneja la

    ciencia histrica actual. Ms all de lo que para nuestro autor signifiquen ambos conceptos

    que a la postre son empleados de acuerdo a explcitos y declarados criterios de que

    todo vale con el propsito de lograr un fin. El fin justifica los medios. As, y recordando el

    ttulo de la obra de Manuel Moreno Fraginal, la Historia se convierte en un arma (poltica,

    ideolgica, cultural). Y, de este modo, tambin quedaba sentenciada la funcin y el papel

    de lo que hoy entendemos por historiador. Pero baste recordar tambin el papel de los

    cronistas reales, para entender, por otra parte, la labor, los presupuestos y condiciones de

    historiar que tenan estos hombres.

    As, el objetivo de nuestra ponencia, al abordar el primer Libro del Policraticus, desde

    la crtica a diversas actividades caractersticas del estamento nobiliario y real, nos permiti

  • 9

    acceder a esta problemtica de la construccin del discurso histrico y sus condiciones en

    Juan de Salisbury.

    Fuentes y Bibliografa

    Juan de Salisbury (2007); Policraticus o de las frivolidades de los cortesanos y de los vestigios

    de los filsofos. Traduccin y notas Jos Palacios Royn. Mlaga, Univ. de Mlaga Libros I IV

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