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CONTINUACION DE LA EDICION FACSIMILAR

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DE LA

EDICION FACSIMILAR

272 ].]0 Guerra

CAPILULO XV

A las nueve de la mañana, vestidos de rigurosa eti-queta, se congregaron los Diputados en la sala de las se-siones; de ahí se dirigieron á la iglesia principal, dondese celebró una misa solemne al Espíritu Santo, termi-nando con el Te Deum, y á las once regresaron á la salade San Francisco, donde se dio en seguida principio ála sesión solemne é instalación de la Gran ConvenciónNacional. Los votos de los pueblos, la promesa del Liber-tador, las peticiones de las Municipalidades se veían cum-plidas.

Hasta hace poco, algunos ancianos ocañeros quepresenciaron aquel selecto desfile de los hombres másconspicuos de la Gran Colombia, re ferian cuán hondaimpresión había causado en sus imaginaciones infanti-les el porte arrogante y la presencia distinguida de estosinsignes patriotas, cuyo recuerdo no puede borrarse ja-más de la memoria de los colombianos, porque á él sevincula el de las épocas de esplendor y de gloria, que altravés de tantas vicisitudes, se guarda aún y se guarda-rá siempre como un tesoro de inapreciable mérito.

Ante el tabernáculo sagrado y en medio de los cán-ticos y preces que se elevaban implorando el divino au-xilio para sus deliberaciones, aquellos patricios debieronde sentirse sobrecogidos de profunda emoción; y luégo,al pasar los umbrales del templo y verse objeto de la cu-riosidad de un pueblo sencillo y laborioso que reclama-ba también su parte en la consideración de los que sellamaban sus representantes, los grandes genios queformaban. parte de la Convención de Ocaña, los que ha-bían lidiado por la libertad, los que habían cometidohasta errores fatales en defensa de un principio ó deuna idea, iban penetrando al augusto recinto con el con-tinente severo y la preoeu pación marcada de quien va ádesempeñar la más noble de las funciones civiles y tieneante la historia y ante sus conciudadanos la más severade las responsabilidades.

Eran los padres de la Patria, eran los hombres másdistinguidos que ha tenido Colombia, eran los represen-

La Lonvención de Ocaña 2i3

tantes de aquella legión de indomables que habían dado,vida á cinco Repúblicas. El momento para ellos "Y para"la Nación entera no podía ser más solemne, '.lcasilocomprendieron al tomar asiento en la sala de lassesio·nes y dar principio á sus importantes trabajos. ¿;,2 '-Ó

~" "" ..,- ?'ACT.~ DE INSTALACIÓN DE IJA GRAN CONVENCIÓN NACroN-AJt'!?E LA

REPÚBLICA DE COLOMBIA ".'

En la ciudad de Ocaña, á 9 de Abril de 1828-18, reuni-dos en el salón destinado para las sesiones de la Gran Oonven-ción los Sres. Diputados á ella que están calificados y sehallan presentes en esta ciudad, á saber: los Snis. DirectorFrancisco Soto, Diputado por la Provincia de Tunja, que pre-sidió el acto; Juan de Dios Aranzazu, Manuel Aritonio Arru-bla, Francisco Montoya y Manuel Antonio Jaramillo, Diputa-dos por la Provincia de Antioquia; Juan José Pulido, por lade Apure; Pedm Vicente Gl'imón, por la de B¡ucelona ; PedroBriceño Méndez, Miguel María Pumar y Francisco Oonde, porla de Barinas; Francisco de Panla Santander, Vicente Azue-ro, Luis Vargas Tejada, Diego Fernando Gómez, Joaquín JoséGori, Romualdo Liévano, Francisco López Aldana y José Fé-lix Merizalde, por la de Bogotá; Joaquín 'Mosquera, por la deBuenaventul"a; Salvador Mesa, Francisco Aranda,Vicente Mi-chelena, Juan José Romero, Santiago Rodríguez y Juan Ne-pomuceno Chaves, por la de Cambobo; Martín Tobar Ponte,Andrés Narvarte, José de Iribarren, Marianó de Echezuría,Juan Manuel Manrique, Manuel Vicente Huizi y Valentín Es--pinal, por lade Oaracas; José María del Oastillo y Rada, JoséMaría del Real, Manuel BenitO Rel:>ollo, José UCI'ÓS y JuanFernández de Soto mayor, por la de O,artage'na; Salvador Oa-macho, por la de Oasanare; Rafael Hermozo, por la de 001"0;Manuel Avilés Y José Matías Orellana,por la de Ouenca; Do-mingo Bmsual, por la de OUlllaIiáj Hilado López Valdés, porla del Ohocó; Pablo Merino, por la de Guayaquil; Antonio Ma-ría Briceño Altuve,por la de Maracaibo;Júande Dios Picón, porla de Mérida;Manuel Oañaretey JUan BaütistaQuintana, porla de Mompósj JoséOoncha y Fa:cundoMutis;por la de Pam-plona; José Vallarino y ManuelPardQ, por lade Panamá; Ra-fael Mosquel'a, FOl'tunato Gamba y. Rafael Diago, por la dePopayán; Juan de Francisco Martín, .por la de Riohach3; Santia-go Paérez Mazenet y José María8alazar, por lá de Santa Mar-ta; Juan de la Cruz Gómez Plata, Angel María Flórez y Ma-nuel Baños, por la del Socorro; José Ignacio Márquez, MannelJoaquín Ramírez y José Scarpetta, por la de TUllja; y res~h),\~tanda que había presentés sesenta y cuatro miembros, númer'ó'"

J. J. Gu,rra

excedente de la pluralidad absoluta de ciento ocho que corres-ponden á toda la República, puso el Sr. Director á votación sise declaraba instalada la Gran Convención, y la resolución fueafirmativa casi por unanimidad. Entonces el Sr. Director pro-nunció el siguiente discurso:

11 Sefiores :" ¡Acaba de instalarse la Gran Convención de la República

de Colombia! i Qué motivos de consuelo para todos los amigosde la libertad del género humano, de confianza recíproca paratodos los que ansiosamente deseamos ver restablecida la con-cordia entre los hijos de una misma Patria, y asegurados parasiempre los derechos de todos los colombianos! j y qué desen-gafio tan convincente para los que habían llegado á fundar es·peranzas de engrandecimiento propio sobre las disensiones pa-sadas, de la destrucción de nuestras garantías, sobre el aniquila-miento del amor á la República! Bendigamos, pues, á la Provi-dencia, que en compensación de tantas penas con que haquerido probar la virtud del pueblo colombiano, nos ha reunidoen este lugar con el objeto de cicatrizal' las heridas que ha re-cibido la Patria y de afianzar de nuevo el goce de sus derechos,después ue haber enterrado en el sepulcro del olvido la cruelmemoria de las anteriores desgracias.

"Para conseguir este laudable objeto no os disimularé,sefl.ores, que es larga y muy penosa la marcha que debemosemprender. Obstáculos graves y de una ramificación inmensase opondrán á nuestro paso. Injustas pretensiones tendremosque combatir y desechar. Esperanzas lisonjeras vendrán á ten-tar nuestro ánimo para que sacrifiquemos los intereses del pue-blo colombiano, y tal vez no será imposible que este sacrificiose intente revestir con el terrible pero angusto ropaje del impe-rio de las circunstancias y el mayor bien de Colombia. Ma's yoaguardo, porque ya conozco á todos mis respetables compañ.e·ros, que la seducción y el terror no podrán penetrar en este re-cinto, y que todos nosotros, sintiendo y aun manifestando esafil'meza que inspira la santidad de la causa cnya defensa se hacometido á nuestro cuidado, seremos siempre tan impasiblescomo lo son la libertad y la justicia. Que abandonen, pues,sus temerarias esperanzas los que hayan podido creer que laGran Convención, dominada de pasioues, burlaría la confianzadel pueblo, y llegaría hasta vender sus más caros intereses.

"Dos son, señ.ores, los gritos de la gran mayoría de loscolombianos: independencia y libertad; aquélla como el medioindispensable para conseguiL' la otra, que es inseparable de lafelicidad de las naciones; ó más bien, como que todos deseamosser felices, queremos ser libres; y como que no pudiéramos serlibres siendo esclavos del sanguinario Rey de España, queremos

La Convención d~ Ocaña 275

ser independientes para gozar de libertad y de felicidad. Nues-tra misión, pues, se reduce á asegurar á los colombianos todossus derechos civiles y políticos, y á darles la garantía que de-manda la opinión general, puesto que ya el Ejército, esa re·unión de héroes que tiane asombrado al mundo, apoyado en ladecisión y sacrificios del pueblo, ha derrocado para siempre elpoder de los españoles. Correspondamos al clamor de la Repú-blica, y afiancemos sobre bases indestructibles la seguridad,la libertad y la propiedad de los colombianos. De otro modo,os lo denuncio, señores, con toda la sinceddad de mi conciencia,nosotros vamos á cargar con la execración general, á ser el lu-dibrio de los unos y el objeto de horror de los demás .... peroyo no debo indicar temores que no turban mi espíritu: lejosde eso, lo repito, como conozco á los dignos representantes deColombia, firmemente creo que la Independencia de la Repú-blica y la Libertad de los ciudadanos quedarán irrevocablemen-te garantidas para todas las generaciones futuras.

" Después de haberos indicado, señores, los peligros quenos cercan y la confianza que tengo en la probidad é ilustra-tración de mis respetables compafíeros, y el placer que inundami alma por la instalación del Cuerpo augusto encargado de lasalvación de Colombia, sólo tengo que suplicaros disculpéismis faltas de pericia en la dirección de la Diputación general,y os persuadáis que sólo he procurado el bien en las decisionesque he podido pronunciar contra la opinión de algunos miem-bros, la cual, sin embargo de eso, es para mí sumamente res-petable.

" He dicho."Debiendo conforme al artículo 38 del Reglamento proce-

derse á las elecciones de Presidente y Vicepresidente de laConvención, propuso el Sr. Santander que se fijase previamen-te el tiempo que deben durar en estos destinos los Diputadosque resulten nombrados para ellos, y á consecuencia de estaindicación presentó el señor López AIdana, apoyado de variosseñores, la moción siguiente:

" Que la duración del Presidente y Vicepresidente de laConvl'nción sea de quince días."

El Sr. Rafael Mosquera la adicionó poniendo después delas palabras Presidente y Vicepresidente las siguientes: "que sevan á nombrar ahora"; y apoyada esta adición, se votó la pro-posición con ella, y quedó aprobada. A moción del mismo Sr.Rafael Mosquera, apoyada y adicionada por varios sefíores, seacordó lo siguiente:

" Que si en la primera votación de las que van á hacerseno resultare á favol' de ninguno la mayoría absoluta, se pro-

7. ]. Guerra

ceda á nuevo escrutinio contraído á los dos que hayan obtenidomayor número de votos, y que en caso de igualdad en este se·gundo escrutinio, se decida por la suerte."

y también se aprobó la adición hecha por el Sr. Gómez Du-rán en estos términos: ., observándose en todo lo demás el re·glamento que ha regido hasta ahora en la Junta calificadora,mientras no t>edisponga otra cosa."

El Sr. Director nombró escrutadores á los Sres. Aranzazu,Iribarren, Rafael :Mosquera, y Micheleoa ; y practicada la pri-mera votación para el nombramiento de Presidente, resultaronlos sesenta y cuatro votos de los miembros presentes distri·buidos de este modo: en el Sr. Santander, 2~ votos; en elSI'. Castillo, 26; en el Sr. Soto, 6; en el Sr. Narvarte, 4; en elSr. Joaquín Mosquera 2, y 1 en el Sr. Aranzazu. No habiendopor conjaigniente elección, se procedió á la segunda votacióncontraída á los Sres. Santander y Castillo, que en la prece·dente hablan obtenido mayor número de votos; y de !lU escru·tinio resultó electo el Sr. Castillo por 33 votos, habiendo obte·nido los 31 restantes el Sr. Santander.

La Convención declaró electo Presidente al expresado Sr.Castillo, y se procedió á la elección de Vicepresidente, paracuyo destino resultó nombrado en el primer escrutinio el Sr.Narvarte por 41 votos, estando los restantes distribuidos enesta forma: 7 en el Sr. Bricefio Méndez, 9 en el Sr. J oaqutnMosquera, 2 en el Sr. Santander, 2 en el Sr. Márquez y uooen cada uno de los Sres. Soto, Conde y OreUaDa. DeclaradoVicepresidente dicho Sr. Narvarte, y debiéndose proceder ¡\ laelección de Secretarios, hizo el Sr. Director la moción de que8e nombrasen tres, y el Sr. Joaquín Mosquera, apoyado de va·rios senores, la modificó proponiendo que sean cuatro y que losescrutinios se bagan de uno en uno. Esta moción fue aprobada, y antes de que ee comenzase la votación, presentó el Sr.Presidente, apoyado del SI". de Francisco Martín, la proposiciónsiguiente: ••Que se declare que no es conveniente nombrarSecretarios de fuéra del Cuerpo"; pero puesta á votación seresolvió negativamente, procediendo á la v,'tacíón para el pri-mel- Secretario. cuyo eBCrutinio produjo sólo 58 votos, por ha-llarse fuéra de la sala algunos señores, y la distribución fuecomo sigue: 45 en el Diputado Luis Vargas Tejada, 11 en elDiputado Santiago Rodríguez, 1 en el Diputado Juan de Francisco Martín y otro en el Sr. Ezequiel Rojas. La Convencióndeclaró electo Secretario al expresado Diputado Vargas Te·jada; y hecha la votación para el segundo, resultaron 63 vo-tos en esta forma: 30 por el Sr. Manuel Mufioz, 26 por el Di·putado Rodríguez, 5 por el St'. Mariano Escobar y 1 por cadauno de los Sres. Diputados Gori y de Francisco. No habiendo

La CmvmúólI dt OcaÍla

elección, se hizo el segundo escrutinio contraído á los 'Sres.Rodriguez y Muñoz, que dio 64 votos, y de él resultó electo -yfue declarado Secretario el expresado Sr. Muñoz, que obtuvo 39votos, estando los restantes 24 pOl' el SI'. Rodríguez y urio- el3,blanco. De la votación para tercer Secretario resultaro.rr3~;,votos por el Sr. Mariano Escobar, 26 por el Sr. Diputado~o'S'drígu()z, 2 por el SI".Rafael Domínguez, 1 por el Sr. Dipu"doGori, otro por el Sr. Diputado Avilés y otro en blanco; t~l,63; Y obteniendo la pluralidad absoluta el Sr. Escobar, se le-1:1e.claró electo Secretario. En este estado hizo moción el Sr. Di-rector, apoyado de otros sefíores, para que se suspendiese laprovisión de la plaza de cuarto Secretario hasta que la expe-riencia acredite la necesidad de proveerla; pero puesta á vota-ción, resultó negada, y en consecuencia se procedió á la cuartaelección, cuyo escrutinio produjo 60 votos repartidos de estemodo: 27 en el Sr. Diputado Rodríguez, 24 en el Sr. Rafael Do-mínguez, 3 en el Sr. Aquilino Jácome y 1 en cada uno de losDiputados Santander, Rafael Mosquera, Márquez y Gori, otroen el Coronel Wilson y otl'O en blanco. No resultando la ma·yoría en favor de ninguno, se hizo la segunda votación con-traída á los Sres. Rodríguez y Domínguez, y resultó electo esteúltimo por 34 votos, habiendo obtenido los 31 restantes el Sr.Rodríguez.

Terminadas con esto las elecciones, durante las cualeshabía presidido el Sr. Soto como Director, conforme al ar-tículo 40 de la Ley reglamentaria de 29 de Agosto del afio 17.o,dejó dicho seÍÍor la silla presidencial, que fue ocupada por elSr. Presidente nombrado, quien manifestó que era llegado elcaso de cumplir el deber que impone dicha ley al que hubieraobtenido la mayoría de votos para presidir esta Asamblea,prestando en presencia de ella el juramento que prescribe elartículo 40, y poniéndose de pie (lo mismo que hicieron todos losSres. Diputados) y con la mano derecha sobre los Santos Evan-gelios, pronunció dicho juramento según la fórmula designadaen el artfculo citado, en los términos siguientes:

"Juro á Dioo Nuestro 8efior, sobre estos Santos Evange-lios, y prometo á la República de Colombia cumplir fiel y exac-tamente con los deberes de mi cargo, y no promover nada quesea contrario á su integridad é independencia de otra poten-cia ó dominación extranjera, ni que sea en ningún tiempo elpatrimonio de ninguna familia ni persona; antes bien, sosten-dré en cuanto esté de mi parte la soberanía de la Nación, la li-bertad civil y política y la forma de su Gobierno popular, re·presentativo, electivo y alternativo; que sus Magistradoa yOficiales investidos de cualquiera especie de autoridad eeansiempre responsables á ella de su conducta pública, y que el

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Poder supremo se conserve siempre dividido pam su adminis-tración en legislativo, ejecutivo y judicial."

Seguidamente fueron llamados por lista nominal los Sres.Diputados, para que uno á uno prestasen el juramento en lamisma forma en manos del Sr, Presidente; y en efecto loprestaron todos los que se han expresado al principio de estaacta. á excepción del Sr. Baños, que se había ausentado de lasala, y á quien se m~ndó llamar á petición de un considerablenúmero de Diputados. Concluida la ceremonia de la prest.a-ción del juramento, resonaron vivas á la Gran Convención deColombia, en medio de música y sal vas, prorrumpiendo el pú-blico espectador en aclamaciones y demostraciones de regocijoy entusiasmo.

Restablecido el orden y hallándose presentes dos de los señores Secretarios nombrados de fuéra del Cuel'po, á saber, losSres. Muñoz y Domínguez, fueron llamados á ocupar susasientos; y como no está prescrita por la ley la fórmula deljuramento que debían prestar, se acordó, á propuesta del Sr,Presidente, que fuese el de cumplir fiel y exactamente los de-beres de su destino. En consecuencia prestaron dicho jura-mento en manos del SI'. Presidente y eutraron en el desempe-ño de sus funciones.

Entonces tomó el SI', Presidente la palabra, y dirigió ála Asamblea un discurso en que le presentó el homenaje de sugratitud por el honor que le había conferido; recordó los obje-tos para que ha sido convocada la Oonvención y encareció lanecesidad de que en las actuales circunstancias sean la pru-dencia y el patriotismo las únicas guías en las discusiones, paraque todo se dirija á poner de manifiesto la razón pública, de lacual deben emanar los medios que aseguren la felicidad de laNación; y concluyó haciendo VOl' la necesidad de un regla-mento para el régimen interior del Cuerpo, El SI'. Soto apoyóesta última indicación, y la redujo á una proposición eu estostérminos:

"Que se nombre una comisión para que presente el pro-yecto del reglamento que debe observarse en la Gl'an Conven-ción, y que entretanto continúe rigiendo el del CongresoConstituyente que adoptó la Comisión calificadora." Esta pro-poaición fue apoyada en todas sus partes, y puesta á votación,resultó aprobada.

El SI'. Presidente propuso que se determina m cuál es laforma en que debe anunciarse á los pueblos la instalación de laGran Convención; y habiéndose hecho diversas indicacionessobre el particular, presentó el Sr. Soto dos mociones en est.ostérminos:

La Convención de O,aña 279

Primera. "La Gran Convención de la República de Colombia decreta: con copia del acta de la instalación de la GranConvención, el Presidente comunicará al Poder Ejecutivo de laRepública que dicha instalación se ha verificado en este día,para que lo haga trascendental á los pueblos."

Segunda. "Se nombrará una comisión que presente elproyecto de manifiesto que debe dirigirse á la Nación."

Estas mociones fueroll apoyadas, y en el discurso del de-bate sobre la primeJ'a se hicieron varias modificaciones en suredacción; siendo la principal la de que se suprimiesen las pri-meras palabras, á saber: "la Gran Convención de la Repúbli-ca de Colombia decreta." En consecuencia de esta última mo-dificación, y no habiéndose fijado los precisos términos de laredacción de la moción principal, la puso el Sr. Presidente ávotación sustancialmente sin las indicadas palabras, y quedóaprobada.

Siendo pasada la hor'a, quedó suspensa la segunda mocióndel SI" Soto, y el Sr. Presidente levantó la sesión.

El Presidente, J. M. DELCASTILLO;el Vicepre¡¡idente, AN-DRÉSNARVARTEjJuan de Dios de Aranzazu, Juan José Pu-lido, P. Vicente Grim6n, M. A. An'ubla, Francisco Montoya,Manuel A. Jaramillo, Pedro Bricefío Méndez, Miguel MaríaPumar, Francisco Conde, el General Francisco de P. Santan-der, Vicente Azuero, Luis Vargas Tejada, Diego llernando G6-mez, Romualdo Liévano, Francisco P. L6pez Aldana, José Fé-lix Merizalde, Joaquín Mosquera, José Matías Orellana, Fran-cisco Aranda, Vicente Michelena, M. Tobar, Manuel BenitoRebollo, J. Ucr6s, Juan J. Romero, José Santiago Rodríguez,Juan Nepomuceno Chaves, José de Iribarren, Marl:ano deEchezuría, Juan Manuel Manrique, Manuel V. Huizi, Valen-tín Espinal, José María del Real, Juan Fernández de Sotoma-yor, Rafael Hermoso, Salvador Camacho, José Hilario L6pezValdés, Antonio M. Bricelio, Juan de Dios Pic6n, Manuel Ca·ñarete, Juan B. Quintana, José Concha, F. Mutis, José Valla-rino, M. Pardo, Pablo Merino, Fortunato M. de Gamba y Va-lencia, J. Rafael Mosquera, Rafael Diago, J. de FranciscoMartín, Santiago Paérez Mazenet, José María Salazar, Juande la C. G6mez, J. I. de Márquez, Francisco Soto, Manuel J.Ramírez, Angel María Flórez, José Scarpetta, Manuel Avilés;el Secretario, R. Domínguez.

N. B.-Faltan las firmas del Sr. Salvador Mesa, porquemurió sin haber suscrito; la del Sr. Baños, porque se denegó áprestar el juramento, y en consecuencia fue expulsado de laConvención; y la del Sr. Bruzual, porque no quiso firmar.

El Secretario, Luis Vargas Tejada; El Secretario, J. deD. de Aranzazu.

280 ]. J. Gutrra

Tan mala impresión produjo el discurso del DirectorSoto en el ánimo de sus adversarios políticos, que al díasiguiente propuso el Sr. Narvarte se le suprimiera delacta de la sesión inaugural, lo que dio origen á un seriodebate, hasta que el mismo Diputado retiró sn proposi-ción para evitar más agrias polémicas. Aquel discursose ha considerado siempre como una agresión directa alLibertador, y como tallo tuvieron los Diputados bolivia-nos.,.aunque visto al través de los años, no se palpa en élla-p.onzoña que velada le atribuían. Es el hecho que laar€5nga de Soto fue por entonces objeto de críticas seve-ras y motivo de más hondos resentimientos.

Lo primero que se propuso en la misma sesión deldía 10 por varios representantes fue un proyecto de de-creto en que se establecía "que ninguno de los Diputa-dos nombrados por las Provincias de Colombia para laGran Convención Nacional y que hubiese concurrido ásus sesiones, pudiera admitir empleo ni gracia algunadel Poder Ejecutivo durante dichas sesiones ni en loscuatro años siguientes." El Sr. Merino, representante deGuayaquil, hizo presente aquel mismo día que de vein-tidós Diputados que les correspondían á las Provinciasdel Sur apenas tres habían llegado á Ocaña, y propusoen consecuencia "que se difiriera la resolución de todacuestión grave sobre reformas hasta que se reuniera porlo menos la mitad y uno más de los representantes delSur "i mas como se le negara su petición, pJ'otestó enérgi-camente el mismo Sr. Merino contra todo lo que se actua-ra sin la concurrencia de aquella Diputación,· y encas-quetán:dose el sombrero en la misma sala de las sesio-nes, se disponía á salir, diciendo las abandonaba parasiempre, cuando algunos de sus colegas le cerraron elpaso, lo obligaron á ocupar de nuevo su puesto, y pidie-ron á la Presidencia le hiciera las reprensiones regla-mentarias por este acto de descortesía.

Empezaba, pues, desde el primer día de las sesionesá agitarSe la discordia entre los Diputados, y así se si-guió sucediendo muchas veces por cuestiones puerilesque, si otros hubieran sido los ánimos entre ellos, nuncahabrían alcanzado las proporciones que llegaron á tomar,con escándalo de los mismos pueblos. Véase para mues-tra cómo acabó la sesión del citado día 10, según el actaque tenemos á la vista:

La Convmción dt Ocaña 2!lx....................•...•.•..• _._--_.

Después de esto (lo de Merino), el Sr. Aranda reclalll.Qtatn-bién el orden creyéndose ofendido del Sr. Santander por:ll.aberpasado hasta sus manos un papel en que aparecía un jet!lgl~-ca figurando una balanza en cuyo fiel estaba inscrito bien:~bUco; en un platillo de la balanza, que aparecía prepondeián~decía libertad, y en el otro se leía poder absoluto. Sin em~r/:.dde que muchos señores hicieron los mayores esfuerzos porCQ1t:¡&cuestión tan desagradable, ésta se continuó hasta el PP.rifi ~haberse propuesto por el mismo Sr. Aranda, y fue a~J'tPo,"que la Convención decidiese si el Sr. Santander le ha~!:mfe-rido una ofensa directa;" los Sres. Pulido y Brusual, qUe §;a-ban inmediatos al SI'. Santander, manifestaron que este sefíor nohabía tenido la menor parte en que el jeroglífico pasase á ma-nos del Sr. Aranda; y votada la proposición, se decidió que elSr. Santander no había ofendido al Sr. Aranda. Siendo la hora,se levantó la sesión.

Después se supo que el autor del jeroglífico era Val"gas Tejada, joven travieso, á las veces agresivo en suspullas, y por añadidura hábil como pocos en el manejodel lápiz y en el arte de caricaturear con rapidez asom-brosa. Esta ehanzoneta pudo ser de graves consecuen-cias, pues poco faltó para que el Sr. Aranda se fuera álas manos allí mismo con el General Santander: tal an-daban los ánimos y el calor de la intolerancia en la anohelada Convención.

Sosegados éstos sin embargo, al día siguiente, pro-pusieron los Diputados Aranzazu y Azuero un proyectode decreto cuya parte resolutiva decía: "es necesario yurgente que la Constitución sea reformada; por tanto,la Gran Convención Nacional procederá á ocuparse deeste objeto." Pero la Presidencia resolvió fijar una fechaposterior para la consideración de este grave asunto, yluégo se procedió á deliberar sobre ligeras cuestiones re·glamen tarias.

Aquella proposición, tan delicada y trascendental.bajo todos aspectos, tan debatida en años de vigoro.sa controversia, hecha á raíz de la instalación de las se-siones y admitida á discusión sin mayor resiE'tencia,da la exacta medida de las ideas de los Diputados y desus comitentes en orden á las discutidas reformas fun-damentales. Era indudable ya que la Constitución deCúcuta había caído en desuso, y tan persuadidos esta-ban los Diputados de Ocaña de que su misión consistía

J. J. Gu~rra

únicamente en expedir tales reformae, que ni cuando sepropuso la cuestión, ni en los posteriores debates que sele dieron, hubo una voz en defensa de la Carta políticade 1821, ni una opinión seria en contra del proyecto desustituirla antes del plazo fatal. Es bien significativo elhecho de que la Convención de 1828 estuviera identifica-da en ideas con el Congreso de 1827, con las Municipali-dades venezolanas y ecuatorianas, con el Libertador ycon todo el numeroso partido que proclamó la teoría dela reforma. Quizá hubo en la Convención quien pensaraoponerse á ella defendiendo á capa y espada la Consti-tución de Cúcuta; pero faltó valor para afrontar la co-rriente de la opinión contraria á que estaban vinculadoslos mejores oradores de la Asamblea, y así el partido dela Constitución se vio anulado, y si tuvo algún repre-sentante en Ocaña, el silencio de su vocero hizo perdermás prestigio á tal coleC'tividad política, quedando yadesautorizada y además reducida á escasísimo grupoentre la totalidad de los colombianos.

Después de tornar asiento el Sr. Ignacio Fernán-dez Peñalver, Diputado por Mérida, y de decretarse laexpulsión de el del Socorro, Sr. Manuel Baños, por haber-se negado á concurrir á las sesiones y dar muestras dedesequilibrio mental, se aprobó en la del día 12 en pri-mer debate, y por gran mayoría de votos, el proyecto dedecreto sobre la urgencia de la reformas constituciona-les presentado por el Sr. Aranzazu.

En alguna de las siguientes manifestó el Sr. Meri-zalde "que por ahí existía un mensaje del Poder Ejecu-tivo á la Gran Convención, llevado por el Coronel O'Lea-ry, y que convendría buscarlo y darle lectura"; mas fuetanta la oposición que se hizo á esta idea por el partidoenemigo del Libertador, que violando toda regla de cor-tesía parlamentaria, fue negada la petición del Sr. Me-rizalde, quien sólo logró que se consignara ella en elacta, y el famoso mensaje del Libertador, que atrás deja-mos inserto como una de las producciones más brillan-tes de su pluma, no mereció por entonces ser leído en lacorporación.

Demarcáronse desde este momen to los partidos po·líticos en que estuvo hasta el fin dividida la Convenciónde Ocaña. Los dos principales en que se había fraccio-nado la República tenían allí sus repres~ntantes, y uno

La CIn'lltn&Íón de Ocaña

de ellos su misma cabeza: el santanderista, que luégose llamó liberal, contaba en la Convención á su Jefe elGeneral Santander, á Azuero, Soto, GÓmez.López yal-gunos de segundo orden; el boliviano, que fue apellida-do servil y absolutista por el contrario, contaba en pri-mer término á Castillo Rada, Gori, Aranda, Briceñ.oMéndez y De Francisco Martín, á los cuales se agrega-ban otros varios de inferior significación; y había untercer partido irresoluto, llamado independiente, en quese hallaban los Mosqueras, Narvarte, Aranzazu, los deAntioquia y otros pocosque votaban según sus peculia-res convicciones,y determinaban en cada debate el triun-fo de la fracción á que se arrimaran.

Ya se ve que entre tantos hombres de luces y expe-riencia como allí se encontraban, sobresalían y coman-daban su respectiva paroialidad los dos más competen-tes y connotados de cuantos les rodeaban: Santander,como Jefe de los liberales, y Castillo Rada, como cabezade los bqlivianos,. pero no puede negarse que el yersonalde .éstosúltimos era exiguo en comparación de contra-

. rio, porque al paso que los bolivianos casi sólo contabancon Castillo Rada, siendo los demás de escasas dotes par-lamentarias, los liberales tenían no solamente á Santan-der, que sobresalía entre todos, sino á muchos otros queeclipsaban á los que en el bando opuesto hubieran podi-do oontarse como rivales poderososde sus contrincantes,prescindiendo de los dos jefes. Así, mientras que Soto,Diego FeI'hando Gómez, Vargas Tejada y Vicente Azue-l'O trabajaban con ahinco por defend6r sus ideas, aun-que Santander permaneciera mudo, en el campo con-trario si no era Castillo Rada el que se levantaba á expo-ner las suyas, pocos eran los qu.ese resolvían á hacerlo.y no siempre salían airosos en la empresa. No era, pues,de extrañ.arse que desde el primer momento predomina-ra en la Convención el partido santanderista, á pesarde que hasta entonces, al decir de los historiadores, elbaliviano contaba con lujosa mayoría en toda la Re-pública.

En un solo punto y por una sola vez durante todaslas sesiones estuvieron de acuerdo los Diputados: en lanecesidad y urgencia de reformar la Constitución de CÚ-cuta. El proyecto del Sr. Aranzazu sufrió rápidamentelos debates reglamentarios sin notable discusión más

J. J. Guerra

que sobre puntos de redacción y forma, y al fin en eltercero fue aprobado por unanimidad de votos.

A pesar de todo lo que se había declamado contralas reformas por el partido que en un principio se deno-minó constüucional; á pesar de los escrúpulos que mu-chos abrigaban todavía sobre la inviolabilidad de laConstitución y su existencia obligatoria por diez años:á pesar de que esto se convirtió en motivo de controver-sia entre Santander y su partido que sostuvieron al prin-cipio el Código de 1821, y Bolívar y el suyo que procla-maron las reformas, ello fue que al cabo concurrierontodos á un mismo punto, y el jefe de la inviolabilidadconstitucional y sus principales partidarios que ocupa-ban una curul en Ocaña acabaron por deponer sus ideasante la masa de opinión contraria, votar con los queen ésta sostenían el proyecto de Aranzazu, y hasta va-riar su denominación política, que no tenía razón de serdespués de aquel hecho.

Lo cual sucedió así porque eran notorios los viciosde que adolecía la Constitución de Cúcuta, y hombres in-teligentes y estudiosos como aquellos no podían insistiren que tales defectos perduraran por el prurito de soste·ner un estatuto que ya había caído en el mayor despres-tigio. Oigamos la opinión de un expositor de aquellaépoca sobre la obra del Congreso de 1821 (1):

El optimismo político ha sido en toJos tiempos nuestro azo-te. Los autores de la Constitución de Cúcuta se olvidaron delsaludable principio de que cada pueblo encierra en sí el germende su legislación. Sin considerar que no siempre lo más perfec.to es lo mejor, sino aquello que se puede tolerar, desentendién-dose de que el tiempo y la luz son los más poderosos innovado-res y los agentes más eficaces en él orden moral como en elfísico, nos dieron instituciones ajenas de nuestro estado intelec-tual, que estaban en oposición con nuestros antiguos hábitosmonárquicos, y aceleraron algunas mejoras sin que el terrenoestuviese preparado para recibirlas.

Desoyendo la voz del Libertador, degradó el Congreso elcarácter de Diputado de la Nación, dando para la elección delos representantes una base desproporcionada con la capacidadde la masa para el de8empeño de lag funcione8 legislativas.Introdujo la tiranía en el santuario mismo de la,; leyes, ha-

(1) Galeía del ¡U<l, M,di/.ció. l/. página 11.

La Convención de Oiañl1 285

ciendo á las Cámaras único árbitro de todas las medidas quehabían de influir en la prosperidad ó en el atras') de Colombia.En vez de conservar el equilibrio debido entre los altos Pode-res constitucionales y de asegurar la independencia de susatribuciones al Ejecutivo, se sometió toda la autoridad guber-nativa á la inspección y potestad de la Legislatura. Debilitadala acción del Gobierno, sumamente ceñido en sus facultades,puede decirse que casi no era má3 que un instrumento de lasCámaras Legisladoras, puesto que no sólo contaba por muypoco su oposición á las miras de éstas, sino que sin anuenciade una de ellas ni podía elegir sus principales agentes, ni adop-tar una línea de política exterior, ni dirigir las reformas y me-joras internas.

No se impuso responsabilidad á los Secretarios del Despa-cho, y por consiguiente, degenerando esta importante funciónen la de menores amanuences ó instrumentos del que ejercíael Poder Ejecutivo, ni había emulación en el desempeño de losrespectivos' debems de los Ministros, ni estímulo para desplegarenergía contra la voluntad no fundada del primer Magistrado.

Carecía, en fin, todo el sistema gubernativo de la consis-tencia suficiente para hacer venir al pedestal de la autoridad yde la ley los esfuerzos y los intereses, las aspiraciones y los re-sentimientos privados. Pero como una falta nunca deja de serseguida de otra, queriendo ocurrir á la insuficiencia del Ejecu-tivo en algunos casos, tie abrió en la Constitución misma unaanchurosa brecha para destruir la libertad. Desde el momentoen que se concedieron al Jefe del Gobierno facultades extraol'-dinarias, facultades ad arbitrium, sin definir bien los límitesde su ejercicio, era evidente que el día que quisiese, absorbe-ría este Poder todos los otros.

Copiando artículo por artículo, menos en la forma federal,la Constitución de los Estados Unidos de América, se limitó laduración de la Presidencia y la Vicepresidencia al término decuatro afios, sin tener presente que en una población como lanuéstra, falta de virtudes cívicas, y abundante en pretensio-nes, la frecuencia de las elecciones había de se¡' un semillero dediscordias, si no un principio de muerte. El hombre toca fre-cuentemtlnte los extremos opuestos: por huir de la federación,Becentralizó todo; descuidóse lo local por atender sólo á lo ge-neral, y no se trató de establecer una organización departa-mental bien entendida: organización de absoluta necesidad enColombia, á causa de las inmensas distancias que separannuestras poblaciones del cent1'o de la autoridad, y de las diver-sas medidas que reclaman las distintas necesidades de la agri-cultura, industria, comercio y educación en nuestras Provin-cias, que, situadas unas en lo interior, otras en las costas, és-tas en la base de la cordillera, aquéllas en su cima, ofrecen tan

286 J. J. Guerra

poca analogía y semblanza entre s[ en lo /TIoralcomo en lo físi-co. Por semejante omisión, por no haber establecido la gm-duación necesaria en el edificio social, debía hallarse la Legis-latura recargada de negocios, sin tiempo y sin luces suficientespara despacharlos con acierto, originándose de aquí gravesperjuicios y descontentos locales.

Promulgáronse, en fin, multitud de leyes, entre las cualeshabía algunas, como la que préscribía el régimen político de lasdiferente3 partes y autoridades de la República, que no guar-daban armonía con la Constitución; otras eran imperfectas ópresentaban inconvenientes prácticos en su ejecución; si algu-nas estaban fundadas en las bases de la eterna razón, tambiénhabía otTas que eran perjudiciales, ó inoportunas por lo menos,pues que no estaban adaptadas á la condición de nuestra so·ciedad.

Terminó el Congreso sus trabajos en el espacio de tres me·ses, creyendo que todo estaba hecho con haber estampado enel papel nuestro pacto social y varias leyes; y no habiendo per-feccionado su obra con las orgánicas que se requer[an, quedócierta movilidad y poca fijeza en el sistema político.

Delineados más bien que establecidos con solidez los ci·mientos del edificio, no tardaron en sentirse los efectos de laprecipitación y de la imprevisión de nuestros legisladores. Enel origen de todo Gobierno representativo son inevitables lasfaltas: el poder se muestra vacilante en sus actos, la multitudimpaciente en sus votos. Desde luégo se combinaron nuestroshábitos afiejos con ciertas preocupaciones de localidad para im-pedir que el nuevo régimen echase raíces profundas. Fermen-taron las pasiones, chocaron los intereses, y la imprenta, ma-nejada á veces por la perversidad, dirigida otras por celado-res ilusos, comenzó á I7Jinar las instituciones nacientes. Vioseentonces á un partido atacar á Bogotá, mirada con celos porser la silla del Gobierno; otro desacreditaba la Constitución,pretendiendo resucital' el ominoso sistema federal; é¡¡te seoponía á cuanto emanaba del Ejecutivo; aquél ridiculizaba losmás nobles actos de la administración; hasta la cátedra de laverdad la convirtieron algunos eclesiásticos en instrumentode ataque contra el Gobierno de Colombia. Trabajada la reciénnacida República por divisiones intestinas, luchando con unenemigo obstinado, sin numerario, sin agricultura, sin comer-cio, sin marina, casi puede decirse que tenía librada su exis-tencia al valor y á las virtudes del Ejército y de sus Jefes.

Tales fueron, entre otras, las poderosas razones queobligaron á los ex-constitucionales á variar de rumboen la Convención de Ocaña: el cúmnlo de sucesos ocu-

La Convmción de Oeaito._--_.__._-_._---_._--._-

rridos hasta entonces desde las actas tumultuarias deValenda, hacía ver la necesidad de la refornfa, ~uriquemuchos decían que ella no era suficiente rem~djo paracurar los males que aquejaban á la Patria, f."que laformación de un nuevo Código fundamental, Q()modecíaVargaB Tejada, era por sí sola tan insigniticant6"' en'aquellas circunstancias, como podía serlo la.red~cclÓnde un tratado teórico de náutica en un bajel qQ,.e~uvi~~se naufragando." {. '::: "-

Los Diputados liberales, que en su mayor~al'-e ha-bían sido enemigos de la reforma, cambiaron ~ parecermovidos por aquellas razones y además por eEdeseo decortar "el torrente devastador de las facultades extra-ordinarias," encauzando el ejercicio del poder civil conla demarcación de un término en que no cupiera el abu-so de una interpretación ilimitada. La ley de convoca-toria de la Convención Nacional exigía que por ésta sedeclarara la cuestión previa "de si había urgente neceosidad' de examinar la Constitución ó de reformarla," yel haberse declarado por la negativa en tan grave asun-to, hubiera sido dar un voto de aplauso al uso ilimitadode aquel poder y manifestar implícitamente el deseo deque continuara su ejercicio, cosa que la Diputación libe-ral en masa repugnaba abiertamente.

Fue así como por diversos caminos vinieron á con-cqnir á un solo punto todos los Diputados reunidos enOcaña; y. aunque movidos por causas divergentes, la re-forma de la Constitución de Cúcuta, ya en todo, ya enparte, ya con un objeto, ó ya con otro, fue el único asuntoque vino á uniformar las opiniones y á producir por pri-mera y última vez la unanimidad de votos en el seno dela Asamblea. El Decreto quedó así:

La Gran COl1vención de la Repliblica de Colombia,Habiendo sido convocada y reunida con el objeto de exa-

minar y declara¡' si es urgente la necesidad de reformar laConstitución de la República, acordada en la Villa del Rosariode Cúcuta á 30 de Agosto de 1821, y de proceder á verificaresta reforma, siempre que así lo declarase, después de las másprolijas deliberaciones, ha venido en decretar y declarar, comopor unanimidad de votos de los Diputados declara y

DECRETA:Es necesario y urgente que la Con6titución sea reformada.

288 J. J. Gutrra

Por lo tanto, la Gran Convención Nacional procederá á ocu-parse de este objeto.

Dado en el salón de las sesiones de la Gran OonvenciónNacional de Colombia, en la ciudad de Ocafia, á 16 de Abril de1828-18.

El Presidente de la Gran Convención,JosÉ MARÍA DEL OASTILLO

El Diputado Secretario, Luis Vargas Tejada.El segundo Secretario, M. Muñoz.El cuarto Secretario, R. Domínguez.

Una vez resuelta esta grave cuestión, se acordó nom-brar una comisión compuesta de varios miembros, queelaborara las bases de las reformas fundamentales. El Dr.Vicente Azuero ofreció presentar inmediatamente unproyecto que había tl;abajado solo; pero se resolvió noconsiderarlo antes del nombramiento de la comisión, enla cual habría de figurar el autor del proyecto.

Al fin en la sesión del 17 se dio lectura al mensajedel Libertador. Ella produjo en el ánimo de muchosuna impresión que np era de presumirse, dadas la mode-ración y tono patriótico en que tal documento estabaconcebido. Muchas de las frases que contenía fueron in-terpretadas en sentido inverso al de su espíritu, y nofaltó quien asegurase que en las que hablaban del im-plantamiento de un Gobierno fuerte y vigoroso se tras-lucía la propensión de Bolívar al Gobierno absoluto y ti-ránico que siempre había ambicionado. Con todo, á mo-ción de los Sres. Aranzazu y Joaquín Mosquera se re-solvió "pasar el mensaje á la comisión que se nombra-ra para presentar las bases de reforma. á fin de que éstalo tuviera presente en sus trabajos."

Acto continuo el Diputado por Caracas, MarianoEchezuría, sentó una proposición en el sentido de quelas reformas acordadas unánimemente por la Convencióndebían hacerse sobre la base de cambiar el sistema políticounitario por la forma federal, y el asunto fue largamen-te debatido en las sesiones posteriores, pronunciándoseelocuentes discursos en pro y en contra de este sistema.Descollaban entre los que lo defendían los DiputadosSantander, Soto, Azuero y Gómez, no obstante habel;sido ellos en otra época defensores del centralismo. El

i'J

La Convendfm de Otafia

General Santander escribía por entonces á un amigosUYo:

Nuestra Patria está regid'l no constitucionalmente, sinocaprichosamente por Bolivar, que del título puramente honro-so de Libertador ha querido hacer su título de autoridad supe-rior á las leyes. No hablo el idioma del encono sino el de laverdad: lea usted la Gaceta del 2 de Marzo y vea un Decretoexpedido ~n 26 de Febrero disponiendo de la autoridad ejecn-tiva sin respeto á la Constitución ni á la opinión pública, comopudiera di~ponerse de un rebaño; lea usted los documentos pú-blicos en que no resplandece sino el predominio de los milita-res sobre la Nación, y el deseo de que aquéllos lo sean todo yésta nada; infórmese de las expulsiones violentas que han ex-perimentado en Caracas los escritores públicos, en Cartegenael liberal Lavignac, en Maracaibo los sostenedores de la liber-tad y en Bogotá los extranjeros que cemmran la irregularidadde la Administración boliviana. Examine quién es el que estáhaciendo reimprimir supuestas alocuciones de Washingtonpara subvertir el Ejército Libertador, y qui~n está induciendoá los Cuerpos militares á hacer protestas y amenazas contra laConvención.

Todavia esto es nada, ó como decía el otro, tortas y panpintado, respecto á la serie no interrumpida de actos inconstitu-cionales, de medidas sediciosas y de pasos alarmantes que sehan dado desde ellO de Septiembre de 1826. ¿ Y quiere ustedque algún hombre de honor se reconcilie con el supremo pertur-bador de la República? Es imposible, mi amigo, reconciliarsecon un Jefe Sllpremo que DOS trata de facciosos y traidores ácuantos hemos hecho frente á sus planes y descubierto sus ar-tenas, y que no ocupa en los puestos públicos ni en sus Conse-jos sino á declarados amigos de la dictadura eterna ó de laConstitución boliviana .

No por esto seré yo imprudente ni inmoderado on la Con-vención, porque no trataré más que de los intereses del país,de refrenar ese poder colosal que ejerce Bolívar, de asegurarlos derechos del pueblo y los de los ciudadanos, y de dividir laautoridad ejecutiva para contenerla. ¿ Y comprende usted depronto qué quiere decir esta última frase? Pues quiere decirque estoy por la federación, como único recurso que nos restapara salvar las libertades nacionales. Y no se admire usted deverme federalista en 1828, porque á tal estado ha llegado estaDuestra Colombia, que sería musulmán si esto fuera preciso paraque hubiera nn Gobierno estrictamente liberal, que respetaselas leyes y satisficiese los anhelos del pueblo colombiano, biendemostrados en diez y ocho afias de revolución.

Diré á usted en cuantas menos palabras pueda que su caro

J. J. Guerra

ta del 4 de Febrero, en que se opone á la federación, me ratifi-ca en mi opinión federativa. Vea usted cómo y porqué: usteddice que era federalista, porque observando que la Constituciónboliviana nos venía cayendo encima, no encontraba otl'a cosamás popular que oponerle sino la federación; y yo, viendo pal pa-hlemente que á la Constitución holiviana quiere sustituirse unGobierno militar, una dictadura hasta el año de 1831 y un sis-tema donde sólo mp.recían garantías el favor y el sostenimientode ideas serviles, no encuentro otro modo de salir de este caosque la federación compuesta de seis ú ocho Estados solamente.Por otra parte, puede decirse que esta es la opinión reinanteen Venezuela, en la Nueva Granada y en el Sur.

No hay más remedio, mi querido amigo, que la federaciónpara salvar las libertades nacionales fuertemente acometidaspor un enjambre de prosélitos del porler militar discrecional:podremos caer en graves inconvenientes, en aquellos que soninherentes á toda Constitución para la cual no está preparadocompetentemente un pueblo; pero á lo menos la Nación colom-biana no podrá jamás reconvenimos de que comprometiéramossus derecho¡.j dejando subsistente un Código ya vulnerado, des-preciado y que diariamente es la burla del Ejecutivo y de unaparte del Ejército.

Estos graves inconvenientes de que habla el Gene-ral Santander fueron precisamente los principales moti-vos sobre que rodó la argumentación de los Diputadosque vigorosamente combatieron el sistema federal. Peroel asunto no quedó resuelto en una sola sesión, pues quese aplazó su estudio para otras posteriores, después deadmitirse á discusión la proposición de Echezuría y deseñalarse fecha para comenzar el debate sobre tan gravemateria.

Para redactar la Alocución á los pueblos de la Re-pública habían sido comisionados los Sres. Márquez ySoto mayor desde la sesión inaugural en que se acordóexpedir este manifiesto, y en la del 17 fue aprobado elproyecto, firmado por los dignatarios, y enviado á Bogotápara darlo á la luz pública. Hélo aquí:

ALOCUCION

DIRIGIDA POR LA GRAN CONVENCION Á LOS HABITANTES DE LAREPÚBLICA

¡Colombianos! Vuestros representantes reunidos en GranConvención os dirigen BU voz desde el santuario augusto de

La Convención de Ocaña

la ley. Ocupados del negocio importante de vuestra felicidad,ellos no tienen otro interés que asegurar vuestras libertadesbajo los influjos de la paz. Dignos de ser libres, vosotrollbabéistriunfado de vuestros opresores, habéis couquistado la inde.-pendencia, y nada os resta, sino afianzar irrevocablemetltevuestros derechos sagl·ados é imprescriptibles. .~_

Diez y ocho afias de una lucha sangrienta y obstinalla;die~~y ocho afias de una guerra desoladora en que se han derp.t.lmidotorrentes de sangre é inmolado millares de víctimas í~¡¡s1ft'l3s,tantos sacrificios hechos en los altares de la libertad n()C~emmseras inútiles: vosotros cogeréis el fruto precioso de v~strasfatigas. :z

¡Colombianos! La Convención se ha reunido por v1Iestrosclamores: ella estaba indicada en vuestra Constitución paraperfeccionarla un día. El Cuerpo Legislativo declaró que habíallegado la época, porque circunstancias extraordinarias habíanprecipitado acontecimientos que apenas era creíble pudiesensuceder en diez afias. Vuestro primer Magistrado Ejecutivoproclamó, á la faz del mundo, que la Gran Convención era elgrito de Colombia: convocada por el Congreso, todos han aplau-dido su llamamiento, y vosotros habéis hecho elecciones devuestra voluntad. Ninguna especie de coacción ha impedido elpronunciamiento de la opinión nacional. Ella reúne hoy vues-tros representantes. Este convencimiento los llena de confian-za y de valor al emprender sus arduas é interesantes tareas.Su misión es examinar vuestras instituciones, y declarar si hallegado el caso de reformarlas; la Convención lo ha declaradoya por unanimidad de sufragios, y las reformas serán las queconvienen para destruir las fuentes de vuestros males, y pre-pararos bienes inmensos. Los miembros de la Gran Convención,obra de vuestras voluntades, no pertenecen á ningún partido:sólo son de Colombia, sólo son vuéstros; desnudos de toda per-sonalidad, el bien común es el ídolo de sus holocaustos, y enlas aras de la Patria sacrificarán gUEtosOStodo interés indivi-dual: ellos desconfían de sus talentos, pero sus intenciones sonpuras, sus deseos por vuestra dicha no tienen nada de miraspersonales, y la llama sagrada de un patriotismo sublime, quearde sin cesar en SUI> corazones, consumirá todo sentimientoque no sea eminentemente nacional.

Al instalarse la Gran Convención el 9 de este mes, vues-tros Diput!'dos han prestado el más santo de los juramento;;, ypor este acto solemne y religioso han contraído una nuevaobligación en conciencia, de sostener la integridad y la inde-pendencia de la República, la soberanía de la Nación, la liber-tad civil y política, la forma de su Gobierno popular, l·epresen-tativo, electivo y alternativo, la responsabilidad de vuestrosMagistrados y oficiales, y la división del Poder Supremo para

].]. Guerra--_..-..__ __ __ _-_ _-_ ..-'-_ ..".:' _---- ..---.- ..--_._----

su Administración en Legislativo, Ejecutivo y JudiciaL, Héaquí las bases sobre que reposa "el edificio social y los fUnda-mentos de vuestra prosperidall.>,

Este ha sido el objetoqueQs propusisteis desde que en1810 resonó la vo,zde independencia. Estas son las máximasque habéis consagrado en .todas'vllestras constituciones, envuestros trabajos y todos vuestros actos públicos y nacionales.A este fin han tendidotodos vuestros conatos, todos vuestros es-fuerzos en la gloriosa y difícil c()ntienda de vuestra emancipa-ción de un Gobierno opresor, Este ha sido el clamor generalde los colombianos. Vuestros representantes jamás llegarán itquebrantar en un solo'ápice un juramento tan respetable.

Es sobre estos principios sacrosantos que debe fijarse eltrono de la libertad y delalay. La libertad es el estandarte queos ha guiado en vuestra carrera política; ella ha sido siempreel punto de reunión de todaslasopinlones; ella fue la que ins-piró en 1810 á los patdarcasde la revolución; la que hizo ca-minar serenos al cadalsoálosmártires de la Patria; la que hainflamado el valor de vuestros héi'oes', y la que h1. conducido lospasos de vuestros Legislauore& yMagistrados; ella es la que haextendido un fuego arrebatador de un extremo á otl'Ode Colom-bia y del universo americano.' Pero no olvidéis que la libertades una planta tierna y delicada: nacida en medio de las tempes-tades, de la guerra y de las 'revoluciones, necesih de las som-bras benéficas de la paz para 'creqer, robustecel·se y fructificar.

Los grandes hombres, dignos de eterna memoria, queecharon los primeros fundamentos; tantos ciudadanos genero-sos que rindieron sus cuerpos y sus vidas en el campo del ho-nor; un crecido número de patriotásvirtuosos, sacrificados enlos patíbulos, todos ellos no Sé inmolároil sino á la Patria, ycon su sangre sellaron la justicia de vuct:ltra.causa, para legar-nos á los que les sobrevivimos, á la Nadóri entera y á las g&-neraciones futuras el sublime preciódeaus heroicos servicios,como otros tantos títulos que, agregados á los que habéis teni-do la gloria de acumular en prop0l"Oión.·á vuestras facultades,os dan el innegable derecho al establecimiento, de un Gobiernoque en su bondad sea equivalente á tan, inmensos sacrificios.Colombia, apenas naciente, tuvo la más alta reputación debi-da á sus iostitucionetl y á su marcha firme y majestuosa. Lasprimeras potencias del mundo se apresuraron á sa:Iudar,aUexis-tencia política. Nuestras relaciones y crédito ,'nacional se des-envolvian con pasos rápidos. Los filósofos,todos los amigosde la humanidad en ambos hemisferios admiraban y aplaudíanla solidez de nuestra República. Era un alto honor ser colom-biano. Sucesos desgraciados han eclipsado este nombre, yos-curecido las glorias de Oolombia. 'fristes y malhadados acon-tecimientos han abierto heridas al crédito nacional, han turba-

La Lonvención de Ocaña 293

do el orden, y la anarquía parecía pronta á despedazar el senode la Patria, á destruir por sus cimientos la obra de vuestrosesfuerzos, á inutilizar vuestros sacrificios, á marchitar vues-tros laureles y manchar el suelo predilecto de la virtud y de lalibertad. Pero vosotros habéis invocado á esta Asamblea, ha-béis elegido libremente vuestros representantes, y tenéis la es-peranza de que se cicatrizarán radicalme~te vuestras heridas,de que el orden se restablecerá, de que se cimente la concordiay de que triunfe la razón: vuestras ansias serán satisfechas.

¡Colombianos! Es ya tiempo de que terminen vuestras di-sensione~, de que nl> resuene ya el eco destemplado de la des-unión j perezcan para siempre las miras y los intereses parcialesque no están de acuerdo con el bien general. Hagamos unamutua y general reconciliación, promovamos de común acuer-do los intereses nacionales. En el templo de la Patria nodeben levantarse altares, sino abrirse sepulcros á la discordia.El nombre respetable de colombianos debe ser un lazo indisl>-luble de amor fraternal: ahoguemos nuestros resentimientos,olvidemos nuestras pasadas desgracias y no tratemos sino deponer término á nuestros males, y de hacer que Colombia selevante de esta crisis más grande y majestuosa.

¡Pueblos de Colombia! Vuestros Diputados son una partede vosotros mismos, su interés ell el vuéstro, y ellos participanforzosamente de vuestra felicidad, b vuestra desgracia. Cir-cunstancias difíciles podrán extraviar sus proyectos, pero ellosseguirán imperturbables la senda que les marca su deber. Laimparcial justicia será su norte: sin justicia no hay orden, niigualdad, reposo, ni felicidad.

¡Colombianos! Confiad en los que habéis elegido para de-cidir de vuestros destinos. Esperad tranquilos sus determina-ciones, no os dejéis seducir ni por la intriga ni por la imp08tu-ra: estad persuadidos de que la Gran Convención no seguiráuna marcha opuesta á vuestro bienestar, ni destructora devuestra felicidad. El honor de vuestros representantes se inte-resa altamente en el feliz éxito de su comisión.

¡Colombianos! Asegurar vuestra libertad, propiedad,igualdad, todos vuestros derechos, será la ocupación exclusivade vuestros Diputados. Restablecer el orden, la paz, la concor-dia, son sus votos. ji j Quiera el Cielo protegerlos!!!

Ocafía, 17 de Abril de 1828.

El Presidente de la Gran Convención,J oSÉ MARÍA DEL CASTILLO

El Diputado Secretario,

El Secretario,Luis Vargas Tejada

Rafael Domínguez

294 J. J. Guerra

El personal de la Convención aumentó después conel ingreso de algunos Representantes que habían tenidodificultades para ponerse en camino oportunamente.Así fueron llegando en el curso de las sesiones poste-riores los Sres. Quijano, Diputado por Popayán; Val·divieso, por Laja; Villavicencio, por Cuenca; Orejuela,por Pichincha; Moreno de Salas, por Chimborazo; Gar-cía de Frías, por Cartagena; Martín Santiago de Icaza,Diputado por Guayaquil; Francisco Esteban Gómez, porMargarita; Francisco Javier Cuevas y Juan Nepomu-ceno Toscano, por el Socorro, que fueron los últimos enllegar á Ocaña.

La formación de un reglamento especial para laGran Convención fue el objeto en que ésta se ocupódurante todos los primeros días de sus sesiones, hastaque la obra quedó terminada para los primeros días delmes de Mayo.

Desde los primeros momentos empezaron á recibir-se en la Convención multitud de actas de las Municipa-lidades y peticiones de los militares, particulares yagrupaciones de distinto género, encaminadas casi to-das á pedir la forma central en la organización políticaque hubiera de adaptarse y la conservación del GeneralBolívar en el mando supremo de la República. Todosestos documentos, que se hallan originales y bien colec-cionados en el archivo del Congreso, hacen ver que laopinión, puede decirse unánime, del país entero era de-cidida en favor del sistema unitario en el Gobierno, yque los partidarios del Libertador formaban entre loscolombianos una mayoría bien considerable; el partidoantiboliviano y los defensores del federalismo formabanentonces círculo reducidísimo ante la gran masa de laopinión pública, según se desprende del estv dio de aque-llas manifestaciones (que pacientemente hemos revisa-do una por una) y según lo demuestran también loshistoriadores de aquella época; pero es lo cierto que poruna de esas contradicciones políticas tan frecuentes, na-cidas de hábiles y no muy correctas combinaciones, estepartido vino á tener desde el principio notable mayoríaen la Convención, y naturalmente logró imperar en ellasin mayores obstáculos.

Es digno de tenerse en cuenta á este respecto el men-saje con que el General Páez, Jefe supremo de Venezue-

La Csnvenc;ón de Ocaña 295

la, envió á la Convención las peticiones de todas las co-marcas de su jurisdicción, y que dice así:Honorables miembros de la Gran Oonvención:

Un deber sagrado me pone en el casó de elevar al conoci:miento de la Convención un testimonio legalizado de l~s,repre-sentaciones que me han dirigido varias corporaciones Civiles Y·"militares, con los padres de familia y propietarios resp.et!ffilesde estos Departamentos, manifestando los deseos que Jes ani-man en la actual crisis, en que, amenazada la Indepenuenciade la República por facciones interiores é incursiones ael ene-migo, se la pondría al borde de su ruina, si los trabajos de laConvención no se limitan á centralizar su poder y poner enmanos del Libertador Presidente el mando supremo del Esta-do, á que los pueblos le llamaron por aclamación unánime,hasta que, aseguraaa la Independencia de la Nación Y tranqui-lo todo el territorio, pueda plantearse la forma de Gobiernoque sea de la voluntad general.

Al transmitir á esa honorable corporación el voto de estoshabitantes, yo me siento poseído del noble entusiasmo queinspira la razón en favor de sus peticiones; ellas están sosteni-das del clamor general bien pronunciado de unos pueblos quedespués de los inmensos sacrificios que han hecho por con-quistar su independencia de la dominación extranjera, prodi-gando su sangre en las batallas, temen, con razón, ver anula-da la obra de su heroísmo y los desvelos de BU fautor; lo estánpor hechos positivos que convencen que en ningún tiempo,después del establecimiento de la República, se ha visto comoahora expuesta á ser la presa de un poder extranjero ó de unaanarquía desoladora, que al favor de instituciones débiles, Ypara las cuales no están preparados los pueblos, sean conduci-dos á una disolución pol1tica, que fomentan partidos insidio-sos; Y ellas, por último, tienen á Sil favor la experiencia dediez y ocho afias, en que sólo han visto por fruto de la Consti-tución de Cúcuta en los siete últimos, la desmoralización, eldesorden Y el imperio de todos los vicios.

Difícilmente podría presentaros un bosquejo de la situa-ción en que se hallan estos Departamentos. Diseminado en to-das partes el esph'itu de sedición, que con las armas en lamano turba á cada paso la tranquilidad pública y tiene en con-tinua agitación las Provincias, puede decirse que no hay unasola que conserve aquella calma que se necesita para recibirreformas que no sean adaptadas á la fuerte represión de loscrímenes y firme sostén de su independencia (1). La Espafia ha

(I) Aunque en esta materia de turbaciones y conatos de rebeldías no seda 8fguramenteel General Páez quien pudiera tirar l. primera piedra, 8U misma aseveración pone de mani-fiesto cuál era entonces el e&tado de las Provincias y cuál el nmedio que la Sana prudenciaaconsejaba para evitar futuros trastornos del orden público-

J. J. Guerra

observado nuestras disensiones poHticas: sus agentes atizan ladiscordia y circulan papeles incendiarios, deprimiendo la fuer-za moral del Libertador, como el único medio cierto de reducirnuevamente el país á su dominación. En estos momentos deangustia aparece en nuestras costas una expedición, que, ínte-rin los pueblos se despedacen en la guerra intestina, lograráventajas que jamás alcanzaría si un Gobierno vigoroso dirigelos esfuerzos de la Nación y el hombre que la ha dado vida secoloca al frente de los negocios públicos, para hacerla respetar,para consolidar su vacilante existencia, regenerar la moral ysalvarla, en una palabra, de su última ruina.

Toca ahora á esa honorable corporación penetrarse de losverdaderos intereses de la Patria, y proveer, según estos datos,al remedio de tantos males. Las formas de Gobierno debenadaptarse á los lugares que van á recibirlas, y no éstos á aqué-llas; verdad tan sublime y ahora más que nunca comprobada,hará ver á la Convención que brillantes teorías deslumbranmomentáneamente, pero que son el escollo funesto en que sesepultan las naciones y los hombres. No dudo que los Diputa-dos que componen esa honorable corporación consultarán losmedios de conservar sus más caros intereses, y yo no respon-deré á la Nación de las consecuencias funestas que se seguirán,si apartándose la vista de este lastimoso cuadro en que se fun-da la opinión unánime de los pueblos, se aventura la salvacióndel Estado á los desastres de la anarquía.

Caracas, 15 de Marzo de 1828-18.°Honorables miembros.

JOSÉ A. PÁEZ

En idéntico sentido llegaban á Ocaña todos los díasmanifestaciones y protestas que definían clara y termi-nantemente la opinión general del país sobre sistema gu-bernativo y forma política para las nuevas instituciones.Nombróse una comisión especial para que estudiara aque-llos documentos y rindiera el respectivo informe; peroni el estudio se había hecho, ni el informe se había ren-dido cuando la Convención puso término á sus sesiones.

Apenas parece creíble, dice García del nío en sus Medita-ciones colombianas (1), apenas parece creíble, sin embargo, queen la Convención se desentendiesen de la situación y de los cIa·mores del país, del modo que lo hicieron. De todas partesse habían dirigido á aquel Cuerpo representaciones firmadaspor las corporaciones civiles, por eclesiásticos, militares y toda

(1) Meditación 11, página 46.

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clase de ciudadanos; en ellas, con términos más ó menos co-medidos, pedían los unos que no se reformase sino lo muy pre-ciso; otros negaban á la Asamblea facultades para hacer alte-raciones en el orden existente; en casi todas las peticiones seproteótaba contra la adopción !lel sistema federal, se pedía laintegridad de la República y un Gobierno más vigoroso y con-centrado; unánimemente se requería que el Libertador conti-nuase á la cabeza de los negocios públicos. Jamás se pronun-ció la opinión pública en ningún país ó tiempo con tanta fuer-za y decisión sobre un hombre ó sobre un sistema; jamás fue,no obstante, tan desairada. Pero, ¿ qué mucho que éste fueseel resultado, cuando los Diputados enviados á Ocaña para pro-clamar la voluntad nacional, no se dignaron leer en la Con-vención ni una sola de aquellas representaciones?

Ellas fueron miradas ciertamente con excesivo des-vío y aun con burlesco desenfado por el círculo que do-minaba en la corporación, teniéndoselas como "produc-ciones del servilismo y de la abyección de los bolivia-nos." Asegurábase allí que habían sido arrancadas casiá la fuerza por agentes del Gobierno enviados á los pue-blos con este objeto, y que así su valor era nulo comotestimonio de la opinión pública. Hablando de ellas elDiputado Vargas Tejada en sus Recuerdos históricos,dice (1):

Eran universalmente dirigidas contra el sistema federal yen favor del establecimiento de un Gobierno vigoroso y fuerte,expresiones que en aquella época no significaban otra cosa que elpoder absoluto irresponsable y vitalicio en la persona de Bolí-var; y todas estaban animadas de un mismo espíritu, funda-das en unas mismas razones y casi concebidas en unos mis-mos términos. Tan asombrosa unanimidad de opiniones ysentimientos, desde el Túmbez hasta las bocas del Orinoco, ydesde las vertientes del Marañón hasta el lago de Nicaragua,entre pueblos que poco antes habían manifestado tan grandevariedad y divergencia de deseos sobre el mismo objeto en queahora se mostraban tan acordes, y muchos de los cuales, espe-cialmente en toda la antigua Venezuela, habían consignado enactos explícitos y positivos su decidida inclinación al sistemafederal, era por sí sola un indicio vehemente de que tal pro-nunciamento era puramente facticio, y de que una causa ex-trínseca é independiente de la voluntad pública había produ-cido esta conformidad prodigiosa: el que ignorase absoluta-

(1) Bibliot.ca Popular, entrega. 63 á 66.

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mente la historia de Oolombia ó pretendiese sostener la inocen-cia de Bolívar, debería sin remedio atribuir este resultado á unmilagro del cielo. Para los que habían sido espectadores de to-das las escenas que acababan de representarse y no cerrabanlos ojos á la evidencia que los hechos esparcían, no podían me-nos de adivinar al momento cuál era el talismán que habíaobrado aquel portento político.

Creemos, con todo, excesivamente exagerado el con-cepto de Vargas Tejada respecto á la procedencia deaquellas manifestaciones. No sería extraño que el poderoficial hubiera ejercido alguna influencia para canse·guir unas cuántas; pero no la presión violenta que en·tonces se le atribuyera, ni menos el acto de imponer deantemano una fórmula precisa "para disfrazar con lavoluntad popular los caprichos del usurpador, únicapotencia motriz-agrega Vargas Tejada-que determina-ba los movimientos de una máquina pasiva y hacía uni·formar la aparente expresión de la opinión de lospueblos.l1En aquella época no había telégrafo, ni ferrocarriles, y lasvías de comunicación, abandonadas por causa de la gue·rra, habían casi desaparecido; de modo que no era tanfácil comoahora parece obrar rápida y simultáneamenteen todo el territorio de la República, el inmenso territo-rio de la Gran Colombia, para obtener una manifesta-ción unánime, aunque no genuina, del querer popular.y ya se ve que si todas llegaron en la misma época áOcaña, no todas estaban decididas por el centralismo,que varias pedían la federación, ni las que aconsejabanla forma unitaria eran idénticas; luego alguna libertadse debió de dejar á este respecto, si no es que la aserciónde los santanderistas puede redargüirse de apasionada-mente calumniosa. Tampoco es de creerse, por otra par·te, que el Libertador ó sus agentes, "los esbirros de latiranía,l1hubieran recomendado las frases hirientes y al-gunas veces demasiado ofensivas contra la Administra·ción Santander y aun contra los miembros de la mayo-ría de la Convención que se encuentran en muchos deaquellos recursos. Dado el carácter de Bolívar y de susMinistros, esta suposición se hace imposible; pero es locierto que aquellas imprudentes expresiones contribu-yeron en mucho á exacerbar más y más la animad-versión de los santanderistas contra los bolivianos, y losmemoriales que las contenían y aun los que estaban

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concebidosen términos comedidos y serenos, en vez deproducir una corriente de opinión en pro de las ideas allíexpresadas, fueron otras tantas piezas del proceso levan"tado contra el régimen existente, contra el Libertador y -,contra el sistema central que su amigos defendían. .C~

Era imposible que todas, absolutamente toda~aque·Has manifestaciones fueran bijas de la fuerza: ~tantono alcanzaba entonces el "poder dictatorial." Y sillabíaalgunas espontáneas, si había muchas imparciales y ra-zonadas, ¿ porqué no atenderlas? ¿ Porqué no estudiar-las y discutirlas? Indudablemente el espíritu de opo-sición se había apoderado violentamente de aquelloseminentes y sabios ciudadanos. y si la pasión política loshabía dividido, no puede negarse que la fracción másexaltada, la que más alto levantaba la voz y más furio·samente se pronunciaba contra la opuesta, era la frac-ción santanderista. El estudio de las actas nos hace verque era ésta la que con mayor vigor atizaba el fuegode la discordia, y que con invectivas y sátiras tratabacontinuamente de deprimir y sojuzgar á los miem·bros del bando opuesto. La comisión encargada de suestudio pretendía que se manifestara por la Conven·ción "el disgusto con que eran oídas las referidas re·presentaciones," y por fin, en la sesión del 25 de Abril(no del 29,como dice Restrepo) se resolvió enviarlas to-das "al Libertador Presidente, como á quien correspon-día mantener el orden público y la disciplina militar,"para que "procediese, como encargado del Gobierno, dela manera más conveniente, conforme á sus deberes yfacultades. "

Bolívar envió las de Venezuela al General Páez,transmitiéndole la nota del Presidente de la Convención,y diciéndole que "S6 le hacía dicha transcripción paraque cumpliera con su deber de mantener el orden públi.co y la disciplina militar en las Provincias de su manodo, satisfaciendo con esto la excitación de la Gran Con-vención." Cerrado el pliego, dijo Bolívar á su AyudanteLacroix que le acompaflaba en Bucaramanga: "Ustedve que este negocio me ha ocupado demasiado, pero nohe vuelto á pensar en él desde que lo consideré como unapelota que el General Páez había tirado sobre la Conven·ción, que ésta me ha rebotado, y que yo devuelvo á Páez:allá quedará y no volverá á hablarse más del asunto."

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y efectivamente, las tales representaciones fueron des-atendidas por diputados y gobernantes, quedando porúltimo sepultadas, como todas las otras, bajo el polvodel olvido indiferente. " La expresión de la voluntad na-cional" de aquella época sobre forma de Gobierno y per-sona del mandatario, quedó convertida al fin en el legajonúmero 18, y encumbrada al último plúteo del archi-vo del Congreso, produciendo al que pretenda consultar-la un violento catarro, con su polvillo de cosa arrincona-da, comoreminiscencia de la tremenda tempestad que enaquel tiempo produjera con los olores de forzosa impo-sición que muchos pretendían percibir en aquellos im-portantes documentos. .

El desprecio con que los recibió el Libertador estambién una prueba de que ninguna participación habíatenido él en la formación de las mismas manifestaciones,pues de lo contrario era lo natural que hubiera insisti-do en hacerlas estudiar por la Convención, si las consi-deraba como hijas de sus labores, devolviendo allá la pe-lota rebotada, en vez de devolverla al General Páez.

CAPITULO XVI

Al discutirse en primer debate, en la sesión del 19,la proposición del Sr. Echezuría de que se adoptara elsistema federal en la nueva organización política de laRepública, se levantó nueva polvareda de opiniones con-tradictorias, en que cada orador echó el resto de su elo-cuencia para defender su respectiva idea. El autor de lamoción habló por más de dos horas en favor del proyec-to, y citó en su apoyo las poquísimas actas de las Mu-nicipalidades venezolanas que se decidían por aquelsistema. El Sr. Aznero propuso como modificacióh que" la nueva forma de Gobierno debía establecerse sobreuna división del territorio de la República en tres gran-des secciones,á saber: el antiguo Virreinato de la NuevaGranada, la Capitanía de Venezuela y la Presidencia deQuito," á lo cual se opuso vivamente el Diputado Nar-varte, concluyendo por proponer el aplazamiento del de-