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 JUAN PABLO ARANGO CUENTO: Co nti nui d ad de los P a r q ue s AUTOR: Julio Cortazar JULIO DESCUORTAZADOR DE SENTIDOS “La vida es una trama que otros tejen  y fertilizan con su compañía y su pensar. Pero si Julio Cortazar ha muerto, ahora Sepamos conocer sus libros c on provecho. ¿Qué hay en ellos, sino la vida? Antón Arrufat Si ya estamos dispuestos a emprender el viaje hacia las alturas será imprescindible tener en cuenta la transformación de la realidad en todos los pasajes del cuento “Continuidad de los Parques” del escritor argentino Julio Cortázar . El lector está atrapado en un doble enfoque que sirve de manto a cada una de las palabras. Estamos llamados a descubrir la realidad detrás de la experiencia, estamos llamados a vivir la dicotomía realidad/ficción al mejor estilo del contemplador de una pintura surrealista, aceptando, claro está, que ambos mundos están dentro de la literatura. Ahora que estoy frente a un cuadro que cuelga sobre la pared, creo que lo he entendido todo: el mundo de la realidad es el marco y el de la ficción es el mundo enmarcado...el mundo enmarcado es una ampliación fotográfica. De aquí sale el problema de la identidad que afecta tanto a los personajes como al narrador y sus consecuencias en la estructura. Una aproximación a Gerard Genette… Ahora no puedo huir de formalismos. Continuidad de los parques  es de principio a fin un marcado rompecabezas que requiere más de una lectura, un detenerse en cada frase, un reconstruir minucioso. Quisiera partir del planteamiento de G. Genette en su obra “Figuras III” (1989) para lograr descompo ner el cuento de Julio Cortázar y encontrar los puntos neurálgicos para una omnicomprensión. Genette considera que uno de los aspectos que permiten analizar la instancia narrativa del relato es, además del tiempo de

Continuidad de Los Parques

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análisis literario

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  • JUAN PABLO ARANGO

    CUENTO: Continuidad de los Parques

    AUTOR: Julio Cortazar

    JULIO DESCUORTAZADOR DE SENTIDOS

    La vida es una trama que otros tejen y fertilizan con su compaa y su pensar.

    Pero si Julio Cortazar ha muerto, ahora

    Sepamos conocer sus libros con provecho.

    Qu hay en ellos, sino la vida?

    Antn Arrufat

    Si ya estamos dispuestos a emprender el viaje hacia las alturas ser imprescindible tener

    en cuenta la transformacin de la realidad en todos los pasajes del cuento Continuidad

    de los Parques del escritor argentino Julio Cortzar. El lector est atrapado en un doble

    enfoque que sirve de manto a cada una de las palabras. Estamos llamados a descubrir la

    realidad detrs de la experiencia, estamos llamados a vivir la dicotoma realidad/ficcin

    al mejor estilo del contemplador de una pintura surrealista, aceptando, claro est, que

    ambos mundos estn dentro de la literatura.

    Ahora que estoy frente a un cuadro que cuelga sobre la pared, creo que lo he entendido

    todo: el mundo de la realidad es el marco y el de la ficcin es el mundo enmarcado...el

    mundo enmarcado es una ampliacin fotogrfica. De aqu sale el problema de la

    identidad que afecta tanto a los personajes como al narrador y sus consecuencias en la

    estructura.

    Una aproximacin a Gerard Genette

    Ahora no puedo huir de formalismos. Continuidad de los parques es de principio a fin

    un marcado rompecabezas que requiere ms de una lectura, un detenerse en cada frase,

    un reconstruir minucioso. Quisiera partir del planteamiento de G. Genette en su obra

    Figuras III (1989) para lograr descomponer el cuento de Julio Cortzar y encontrar

    los puntos neurlgicos para una omnicomprensin. Genette considera que uno de los

    aspectos que permiten analizar la instancia narrativa del relato es, adems del tiempo de

  • la narracin y la persona, el de los niveles narrativos. Estos seran algo as como

    aquellos componentes inherentes al relato en tanto enunciado verbal: -el nivel de la

    historia (los sucesos narrados) y el de la situacin narrativa (el sujeto narra para dirigirse

    a otro).

    Genette afirma que todo acontecimiento narrado por un relato est en un nivel

    diegtico inmediatamente superior a aquel en que se sita el acto narrativo productor de

    ese relato (Genette, 1989). De esta manera, podramos decir que en todo relato hay

    mnimo dos niveles identificables: la historia contada (nivel diegtico) y la situacin

    narrativa que la sostiene (nivel extradiegtico). Estamos hablando entonces de la

    configuracin general del discurso narrativo y no necesariamente de las caractersticas

    especficas que puede tener un narrador en el relato.

    Ahora bien, cmo explicar lo que pasa en Continuidad de los parques? Estamos

    hablando de que este precisamente sera un caso en que la situacin narrativa presenta

    ambigedades o mejor, las fronteras entre mundos diversos no son respetadas. Genette

    considera que toda transgresin que implique un trnsito de uno a otro nivel constituye

    una metalepsis: toda intrusin del narrador extradiegtico en el universo diegtico (o

    de personajes diegticos en un universo metadiegtico, etc.) o inversamente, como en

    Cortazar, produce un efecto de extraeza, ya sea cmico () ya fantstico. Nosotros

    haremos extensivo a todas estas transgresiones el trmino de metalepsis narrativa

    (Genette, 1989). Las transgresiones ponen en evidencia que las fronteras entre posibles

    universos no son tan rgidas. Al haber cierta permeabilidad de un mundo hacia otro, los

    lmites se tornan tan lbiles que la narracin puede deslizarse casi imperceptiblemente

    de uno a otro universo.

    Para un comentario acerca de Continuidad de los parques de Julio Cortzar.

    Por qu nos causa asombro la lectura del cuento de Cortzar? Yo lo resumira en una

    frase: dos universos que la experiencia reconoce como discontinuos el de la vida y el

    de la literatura- son presentados por el escritor como espacios continuos.

    El relato pone en juego dos historias, cada una de las cuales tiene una relativa

    autonoma sintctica y est inserta en una especie de universo con reglas diferentes a

  • saber: el de la vida cotidiana de un hacendado, quien en medio de sus ocupaciones,

    busca refugio leyendo una novela, y el de la propia novela, con su trama y sus

    personajes.

    Las acciones protagonizadas por el hacendado como lo son viajar en tren, escribir una

    carta, hablar o discutir con el mayordomo, arrellanarse en su silln favorito, giran

    alrededor de una accin principal que es la lectura de la novela: y si somos ms

    concretos podemos decir que todas esas acciones se citan en relacin a esta ltima.

    La historia narrada en la novela que lee el personaje est constituida por otro grupo de

    acciones diferentes por pertenecer a un mundo que existe de manera diferente, diramos

    que pertenece al mundo ficcional de la literatura. Estas acciones nos marcan el camino a

    descubrir la planeacin, por parte de una pareja de amantes, del asesinato del esposo

    de la mujer: un encuentro en una cabaa, caricias por doquier, repasar el plan, el mismo

    hecho de la separacin, emprender la carrera hacia un destino previamente fijado, un

    pual en la mano y el simple hecho de ver la cabeza de la vctima. De estos actos de los

    personajes de la novela va teniendo conocimiento el personaje de la otra historia, a

    travs de la lectura que realiza.

    Desde el punto de vista de la historia como conjunto de acciones narradas, el texto

    presenta dos mundos delimitados: el mundo real de la vida cotidiana de un hacendado

    con sus diligencias y distracciones, y el mundo ficcional de la novela de intriga leda

    por el hacendado. De todas maneras es relevante decir que estas historias no conservan

    su autonoma: el final del relato va a enlazar al asesino de la novela con el lector de la

    misma, haciendo converger, de manera fantstica (dira yo), ambos mundos. Desde la

    perspectiva de las situaciones narrativas implicadas en el relato, varias observaciones

    son posibles. El hecho de que el personaje de un primer relato se transforme en lector de

    otro relato la novela, con su propia enunciacin implcita- hace que el texto se presente

    como una subordinacin de situaciones narrativas.

    Si dos situaciones narrativas estn subordinadas, el narrador del primer relato (referido

    al mundo real del hacendado) es un narrador extradiegtico. Los personajes y

    acontecimientos de su historia se ubicarn de esta manera, en el nivel diegtico.

    Podramos caracterizar a este primer narrador como a un narrador explcito que alude al

    protagonista en tercera persona y narra los hechos en tiempo pasado (utilizando, en un

  • primer momento del relato, el pretrito indefinido). Hay que tomar en cuenta que el uso

    de la tercera persona connota una especie de distanciamiento de los hechos asegurando

    a la vez cierta objetividad y verosimilitud a lo narrado. De todas maneras, creo relevante

    establecer el papel importante que juegan los adjetivos en las evaluaciones del

    hacendado: Haba empezado a leer la novela unos das antes. La abandon por

    negocios urgentes volvi al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia

    el parque de los robles. Arrellanado en su silln favorito, de espaldas a la puerta que

    lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones (las negrillas las

    uso para sealar).

    Aunque el narrador extradiegtico mantiene y hasta prolonga su funcin narrativa

    (verbaliza la narracin), asume la perspectiva del personaje, limitando su conocimiento

    y alcance de su visin a aquello a lo cual el personaje puede aprehender o tener acceso.

    Entonces creo que en este punto hay que mencionar que cuando el personaje

    (hacendado) se va dejando llevar por algo as como la ilusin de la novela, el narrador

    va acompaando esta cada de la realidad al personaje y da cuenta de todo lo que pasa

    por su conciencia gracias al efecto de la lectura. Encontramos una especie de

    deslizamiento de un mundo exterior a un mundo interior. Obviamente ese deslizarse

    se da casi que paulatinamente y no de sopetn: Gozaba del placer casi perverso de

    irse desgajando lnea a lnea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza

    descansaba cmodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguan

    al alcance de la mano, que ms all de los ventanales danzaba el aire del atardecer

    bajo los robles.

    Estaremos entonces, en este punto, frente a ese lector-hembra acuado alguna vez

    por Julio Cortzar? Es que es innegable la tranquilidad y la comodidad del lectorpero

    eso s, ese personaje-lector, a pesar de sumergirse en el mundo que le presenta la novela,

    tambin es capaz de acceder a todas la imgenes y sensaciones de placer que

    acompaan su lectura.

    La lectura de la novela no altera el nivel narrativo. Hay que decir que el narrador pasa

    de la rpida mencin de acciones diversas (viaje en tren, escritura de una carta,

    discusin) a la narracin pormenorizada de la lectura de esos mgicos ltimos captulos

    que le presenta la novela. Es evidente que las frases que leemos no son precisamente las

  • frases de la novela sino que son algo as como reconstrucciones que hace el hacendado-

    lector: Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la

    cara por el chicotazo de una ramaUn dilogo anhelante corra por las pginas como

    un arroyo de serpientes

    Hay que resaltar que el cuento de Cortzar es un relato en donde predomina el uso de

    verbos conjugados en pretrito imperfecto (acciones pasadas que enfatizan en la

    repeticin y continuidad) con referencia tambin al presente: ahora llegaba el

    amante. Tenemos entonces un ahora que hace referencia al acto de la lectura del

    personaje y el pasado continuo de la llegada del amante.

    Aunque al inicio de narracin de la lectura de la novela empezamos a tener

    conocimiento de otra historia, no podemos decir tajantemente que se est abriendo una

    nueva situacin narrativa. El primer narrador, me atrevera a decir, asimila ese doble

    acto de enunciacin que implica: la novela en tanto texto de ficcin y la reconstruccin

    de la experiencia de lectura en la conciencia del hacendado-lector, disfrazndose o

    camuflndose con el narrador de la novela leda.

    Podemos decir que el narrador pasa de una historia a otra pero no de un nivel narrativo a

    otro (siguiendo la postura de Genette): cuando se narra el acto de leer lo estaramos

    situando en el mismo nivel diegtico que las dems acciones narradas. De todas

    maneras es importante observar que se van produciendo ciertos deslizamientos que

    abren las puertas para caminar otro terreno. En primera instancia, el pasaje del mbito

    exterior al mundo interior del hacendado-lector; en segunda instancia, el trnsito del

    mundo real del hacendado al mundo ficcional de la novela.

    Cuando nos adentramos en la lectura del segundo prrafo empezamos a notar que las

    huellas del primer narrador tienden a perderse: Cortzar hace que predominen los

    verbos en pretrito indefinido (acciones ya concluidas o acciones sucedidas en mitad de

    otra accin). Es justo desde ese instante en el que la conciencia lectora, que demarcaba

    la historia para presentar fra y tajantemente las acciones de la novela, se empieza a

    disolver: Sin mirarse ya, atados rgidamente a la tarea que los esperaba, se separaron

    en la puerta de la cabaa. Ella deba seguir por la senda que iba al norte. Desde la

    senda opuesta l se volvi un instante para verla correr con el pelo suelto. Corri a su

  • vez parapetendose en los rboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del

    crepsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no deban ladrar, y no

    ladraron. El mayordomo no estara a esa hora, y no estaba. Subi los tres peldaos del

    porche y entr(utilizo las negrillas para indicar).

    Pareciera como si la narracin intentara borrar las marcas del acto de lectura para unirse

    con la enunciacin de las acciones narradas en la novela. Hay que detenerse un poco

    para entender que hay un cambio radical de perspectiva desde la cual se percibe el

    espacio en el que toman lugar los acontecimientos: ya no es la conciencia del

    hacendado-lector sino la del personaje de la novela leda. De todas maneras es

    importante tambin entender que todas las alteraciones no estn anulando al primer

    narradorpareciera estar agazapado, escondido por rasgos ambiguos que denotan su

    presencia. Hay predeterminacin? que todo estaba decidido desde siempre es un

    ejemplo que refleja el plan concertado entre los amantes como tambin a las

    caractersticas de un gnero que el primer narrador insiste en exhibir.

    Es evidente que el ritmo de las acciones cambianempiezan a secederse con una

    especie de vrtigo. La carrera emprendida por el personaje de la novela se marca

    tambin en la aceleracin de la narracin: En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera

    habitacin, nadie en la segunda. La puerta del saln, y entonces el pual en la mano, la

    luz de los ventanales, el alto respaldo de un silln de terciopelo verde, la cabeza del

    hombre en el silln leyendo una novela.

    Sin duda estamos frente a un elemento ms que nos permite decir que las huellas del

    narrador se estn borrando ya que Cortzar tiende a hacer ms simultneo el curso de

    los acontecimientos con la narracin de los mismos, y adems, se logra ver cmo el

    narrador casi que adopta la perspectiva del personaje de la novela. Finalmente las

    historias se fusionan: el lector y el amante quedan al borde de la accin suspendida que

    puede transformar a uno en vctima y al otro en verdugo en un mismo acto. Amante y

    hacendado podran participar de un mundo comn.

    Buscamos lo continuo o lo discontinuo? Buscamos lo continuo en lo discontinuo?

  • En la dialctica entre la posesin del mundo y la bsqueda de nuestro lugar en l, otro

    problema, tambin central en el pensamiento contemporneo, es propuesto por Cortzar

    con singular penetracin en el relato comentado: la relacin entre lo racional y lo

    intuitivo. Uno de los modos en que el hombre hispanoamericano cortazariano

    reconoce sus lmites es aceptando los de su razn. El hombre es tan racional como

    potico; se humaniza al desplegar conjuntamente su inteligencia y su intuicin, su

    capacidad abstractiva y su potencia imaginativa. Creo que por esa razn he defendido,

    desde hace ya varios aos, la idea de que la actitud potica puede ocupar en el hombre

    hispanoamericano la zona de su vida que antes abarcaba lo religioso y Cortzar me

    arma de valor para sostener tal cosa.

    Con lo anterior no estoy queriendo decir que esa inclinacin por lo no racional, lo lleva

    al irracionalismo. Lo que busca en definitiva, es un equilibrio creador entre lo racional y

    lo intuitivo, sin excluir ninguno de los dos trminos. La literatura ser entonces ese

    intento de reunir lo racional con lo intuitivo, y la esperanza o su smbolo- de que esa

    fusin transforma la vida. Creo que al leer a Cortzar estoy frente a un hombre que trata

    de aliar la poesa (en prosa) con la lucidez, la sensibilidad subjetiva con la objetividad

    racional, la inmediatez de la intuicin con la mediacin del pensamiento. El

    hispanoamericano razona poticamente? Quizs tambin andamos en la bsqueda por

    una intuicin potica que aprehenda la lucha por la lucidez para comprender nuestra

    condicin de latinoamericanos. Es as como en una poca en la que la lgica y las

    ciencias se esfuerzan por vaciar el lenguaje de significados ambiguos, volviendo cada

    vez ms unvoco, preciso, tcnico, hay escritores capaces de restaurar las dimensiones

    que se olvidan e inventar aun otras. El lado nocturno del hombre permanecer mientras

    haya un lenguaje que lo nombre, que por lo menos intente ser la resonancia del combate

    librado en su ser por la razn y lo que no se somete a ella.

    Cortzar se enrola en la direccin ms radical de la crtica moderna de la cultura al

    reconocer los signos de interrogacin que abarcan tanto a la realidad como al hombre

    que la conoce y la vive. En la poca de Descartes la filosofa dudaba de las cosas, pero

    las reubicaba y se orientaba entre ellas a partir de una certeza inmvil: la conciencia del

    propio yo. Con Nietzsche, Marx y Freud comienza a hablarse de falsa conciencia: la

    duda afecta del mismo modo a las cosas y al sujeto que las percibe. La conciencia deja

    de ser transparente a s misma, es algo que muestra y oculta, que debe ser desmitificado.

  • Los cuentos de Cortzar nos ayudan a ver la realidad y a nosotros mismos como

    hispanoamericanos, asumiendo toda la indeterminacin y la ambigedad que hay en ella

    y en nuestro ser, con sentido crtico, con una especie de inocencia de un poeta que

    tambin es un hombre contemporneo. No permite el egocentrismo que pretende

    reconstruir la realidad deplorable desde un yo demasiado seguro de s. Tambin el yo es

    una tarea, y sin ella no hay autenticidad posible.

    Hay una situacin que dificulta el conocimiento de nuestra identidad como

    hispanoamericanos: si bien somos humanos en la medida en que vivimos

    trascendindonos, nunca llegamos a la Trascendencia. Ser hombre es una tarea

    incesante porque es siempre deficitaria. En Rayuela por ejemplo leemos: la vida es

    como el comentario de otra cosa que no alcanzamos. El hombre hispanoamericano es

    para Cortzar una avidez obstinada, un enigma que nunca se resuelve plenamente, la

    persecucin de un horizonte que huye. Sin embargo, leyendo Continuidad de los

    parques, esa insuficiencia parece que no fuera un motivo para que la persecucin se

    detenga. Quien se siente ligado a esta aventura sabe que, aunque sea imposible acceder

    a un sentido absoluto, por lo menos hay ms sentido en vivir del otro lado de la

    costumbre La nica justificacin de la existencia est en no instalarse en ninguna

    justificacin, no acomodarse para siempre en ninguna de las salas del laberinto, sino ir

    una y otra vez al encuentro de la nueva realidad, abrir de par en par las ventanas y

    tirar todo a la calle, pero sobre todo hay que tirar tambin la ventana, y nosotros con

    ella.