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Contratiempo 125 / Julio - Agosto 2015

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Ciencia y religión, y en especial la conflictiva relación entre ambas, es el tema que ocupa nuestro dossier. Por siglos, ciencia y religión han vivido de espaldas, o en enfrentamientos recurrentes. Al parecer, ni siquiera en estos momentos en que habría una mayor o mejor comprensión de los espacios de cada una se ha establecido algún puente o acercamiento. Recordemos el continuo debate en Estados Unidos en torno a la evolución y el creacionismo, y cómo ese debate ha influido en la política y en la administración educativa tanto pública como privada.

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Como cada verano, los meses de julio y agosto quedan compendiados en un solo ejemplar, nuestro número 125 que ustedes lectores tienen en sus manos.

Ciencia y religión, y en especial la conflictiva relación entre ambas, es el tema que ocupa nuestro dossier. Por siglos, ciencia y religión han vivido de espaldas, o en enfrentamientos recurrentes. Al pare-cer, ni siquiera en estos momentos en que habría una mayor o mejor comprensión de los espacios de cada una se ha establecido algún puente o acercamiento. Recordemos el continuo debate en Estados Unidos en torno a la evolución y el creacionismo, y cómo ese debate ha influido en la política y en la administra-ción educativa tanto pública como privada.

Tenemos el honor de contar en estas páginas con dos extraordinarios artistas: el fotógrafo brasileño Sebastián Salgado, cuya muestra retrospectiva Géne-sis se exhibe en Nueva York; y la pintora e ilustradora mexicana Viviana Hinojosa, quien ilustra con gran belleza nuestro particular homenaje a Alicia en el país

de las Maravillas, al cumplirse 150 años de la publica-ción de la novela de Lewis Carroll, y cuya temática inspira a autores de nuestro Taller de Escritura Crea-tiva y a otros invitados por Marcopolo Soto, quien coordinó la presente sección Deshoras.

Además de estos contenidos, debuta en nuestras páginas la mexicana Bárbara Hoyo, cuyos deliciosos aforismos, o Barbarismos gestados en redes sociales, se publican en página 3. Publicamos además un ade-lanto de la novela Haia del crítico y escritor español, y huésped frecuente de estas páginas, José de María Romero Barea; un estupendo ensayo/reseña de Mar-co Escalante sobre la nueva cinta del ciclo Mad Max; un detallado análisis crítico de la poesía mexicana del siglo XXI a cargo de Yelitza Ruiz, y una intere-sante visita de Catalina María Johnson a la escena musical cubana de Toronto, Canadá, entre otros artículos, incluyendo nuestro reportaje fotográfico del festival de rock latino independiente Ruido Fest. Ojalá que estos contenidos sean de su agrado.

JULIO / AGOSTO 2015 • NÚMERO 125

TIEMPO EXTRA3 BarbarismosBárbara Hoyo

4 Haia (Selección)José de María Romero Barea

5 Metal MaxMarco Escalante

6 Hacia un concepto de generación en la poesía mexicana en el siglo XXIYelitza Ruíz

8 Juan Francisco Villa y Don ChipotleTanya Victoria

9 Jesús Alemany, Cuba-nismo y La ReuniónCatalina María Johnson

10 RUIDO FEST: Tres días de música en españolRafael Franco

MIRADA CÓMPLICE12 El alma enferma de SalgadoNacho Guevara

DOSSIER14 Ciencia y ReligiónAndrea Ojeda

15 Grande es el número de los estúpidos, decía GalileoGerardo Cárdenas

16 Ciencia y religiónJochy Herrera

17 Pensar la tierraJosefina Flores Estrella

18 Neurosis limítrofe con psicosis en el intento por cumplir los mandamientosJuan Alberto Becerra Acosta

19 ¿Conflicto ciencia y fe?Mónica Uribe

DESHORAS20 Introducción.Alicia en el País de las MaravillasMarcopolo Soto

21 Christian Roldán

21 Al despertar(Metafísica clásica)Miguel Marzana

23 Vuelo sonámbuloAnastacio Aranda

24 La curiosidad meneaEmmanuel Díaz

24 AliciaKerman Castro

26 Alicia en espera de un finMarcopolo Soto

27 El Gato de Cheshire y otras falaciasCaliche Caroma

contratiempoDIRECTIVAGerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey

DIRECTORA EJECUTIVAMoira Pujols

DIRECTOR EDITORIALGerardo Cárdenas

DIRECTORA DE ARTE Olivia Liendo

CONSEJO EDITORIALAndrea Ojeda, Catalina María Johnson, Gerardo Cárdenas, Julio Rangel, Luis Alejandro Ordóñez, Marcopolo Soto, Noelia Cruz, Olivia Liendo, Kim Potowski, Rafael Franco, Rey Emmanuel Andújar, Stephanie Manríquez, Verónica Lucuy Alandia

COLABORADORESArturo Richardson, CHema Skandal!, Febronio Zatarain, Ignacio Guevara, Jochy Herrera, Jorge Frisancho, Marco Escalante

DISTRIBUCIÓNSouth Side Weekly

La revista contratiempo es una publicación gratuita que se imprime y distribuye diez veces por año a la comunidad hispanohablante de Chicago

contratiempo is grateful for the past and

present support of The Chicago Community

Trust, the Richard Driehaus Foundation,

the Field Foundation of Illinois, the Illinois

Humanities Council, the Illinois Arts Council,

the City of Chicago Department of Cultural

Affairs, the International Connections Fund

of the MacArthur Foundation and individual,

institutional and corporate donors, and

the contribution of writers, artists and

volunteers who make our work possible

© contratiempo nfp1900 South Carpenter, Chicago IL 60608. (312) 427 5450

INFORMACIÓN SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES: [email protected]ÍO DE COLABORACIONES:Gerardo Cárdenas [email protected]ÍO DE ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS:Olivia Liendo [email protected]

VISÍTANOS EN: contratiempo.net

issuu.com/contratiempofacebook.com/Contratiempo@revcontratiempo

La portada es una obra original para contratiempo de Mabel Manzano Casasnovas, egresada de diseño digital y bellas artes de la Escuela Altos de Chavón. Manzano posee experiencia en producción de desfiles de moda y espacios artís-ticos. “Creo en el cambio interno, el instinto y en como afecta la energía el entorno. Aprendí que nunca hay

error, si no más bien que esa es la parte más importan-te del proceso. #AmoelCirco tanto, tanto que hasta tuve un novio saltimbanco”, menciona. Se dedica a la @SociedadDelAmor. Además de desarrollar un proyec-to multicultural junto a Rey Andújar, MaRe unidadper-formance. Co-creadora en Ay Ombe Theater. Algunas muestras de su trabajo se pueden ver en facebook.com/MabelManzanoArt y youtube.com/poraquivoy

Las ilustraciones que rinden homenaje a Alicia en el país de las maravillas en la sección Deshoras son originales para contratiempo de Viviana Hinojosa. La artista na-ció en Ciudad de México en 1974. Estudió Lengua y Literatura His-pánicas en la Universidad Autóno-ma de México y es pintora e ilus-tradora autodidacta . Ha expuesto de manera colectiva e individual en Soho Galleries, El Museo de la Ciudad y Galería La Eskalera en Mérida, Yucatán. Ha colaborado con Editorial Dante en la edición de su serie de fábulas ilustradas. Se dedica a la pintura y la ilustración de tiempo completo.Algunas muestras de su trabajo se pueden ver en gatropicios.wordpress.com y vivianola.tumblr.comInfo de contacto: [email protected]

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LITERATURA

Señores, el amor no es pasajero. El pasajero es uno y si bien nos va, dos.***

La química se la dejo a la amistad. Al amor, la alquimia.***

Nadie sabe lo que tiene hasta que su mujer se lo encuentra.***

Hay mujeres a las que les creo que son de Venus. No hay vida en ellas.***

Quédate con el que saque lo mejor de ti y te meta lo mejor de él.***

Quédate con el que haga de tus pedazos una escultura.***

Mi mente es una fosa escéptica.***

La gente se crea y se destruye pero pocas veces se transforma.***

En mi árbol genealógico, soy la niña en el columpio.***

Idea millonaria: La pastilla del día anterior. Para evitarlo todo.***

Hay personas de las que no se vuelve.***

La explicación es un error bien vestido.***

Vamos por partes. Primero las nobles.***

Yo quería ser un estuche de monerías y resulté una caja de Pandora.***

Remato amor propio. Único dueño.***

El hombre de tus sueños termina siendo cualquiera que no sea una pesadilla.***

Tú tan fichita, yo tan efecto dominó.***

Mi cama es una trampa que me tiendo todos los días.***

Entra una mujer a un bar. Pide una margarita. La deshoja. No la quieren. Sale una mujer del bar. Acompañada.

***Abrir los ojos, la boca, las piernas, la mente. Estamos diseñados para dejar entrar a la vida.

BarbarismosBárbara Hoyo

Bárbara Hoyo, mexicana, publica sus aforismos a través de sus cuentas en Facebook (https://www.facebook.com/barbara.hoyo.3) y Twitter @barbarahoyo. También bloguea en http://barbarahoyo.blogspot.mx/

Collage: Sara Biljana

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NARRATIVA

Interrupciones IIAlguien, por unas monedas, dispone las

sillas en la terraza de la cafetería que aún no ha abierto, las arrastra, una por una, desde la puerta hasta la terraza improvisada sobre la acera junto a la librería, un quinteto de metal que es la banda sonora de la plaza, al que se unen las ramas que arañan los cristales en los ventanales de la librería a un lado de la plaza que despierta, la plaza que al principio no se reconoce en la mañana, y a medida que se despereza, va despertando a no se sabe qué, se va convenciendo de ser plaza, va despren-diendo una alegría contagiosa que es una especie de Grandes Éxitos, un televisor que arroja música y otras canciones, la mayoría desconocidas, que uno estaría escuchando siempre, canciones con las que uno se arrulla mientras el televisor sigue arrojando música que uno ya no escucha y que no piensa escu-char y sin embargo la plaza repite, Grandes Éxitos, canciones desconocidas, un ejercicio de (alta) fidelidad que la plaza dedica a la ciudad que la contiene, un juego que tiene mucho de mental, del placer al que la pla-za se entrega sin cortapisas, un placer en el que aún nos reconocemos, una felicidad que consiste en caminar con tu hija a través de la plaza, sin dirigirte a ningún sitio, sólo por el placer de caminar, cogidos de la mano, como cuando tu madre te llevaba de la mano, solo que ahora eres tú el que llevas a tu madre de la mano (aunque en realidad lleves a tu hija), y la conduces a través de una plaza, un reducto mágico donde se canta, un ámbito estremecido por las ramas de los plátanos, el entrechocar de la loza en los bares, la salmo-dia de la máquina de calentar la leche, la plaza que cruzas de vuelta a casa, pero no a tu casa, sino a esa casa de la que aún no has salido, el hogar al que regresas, con tu hija de la mano, donde mora la esperanza, y tú te dejas llevar, recomendar por esa mano, más pequeña que la tuya, que te lleva a través de una plaza, una avenida, otra avenida aún más grande, por el puro placer de caminar, el único placer que es puro, un aria suelta entre voces dispersas, el ruido del papel al ser plegado, una sinfonía que multiplican los balcones, los ruidos de la plaza que abre y cierra sus comercios entre aplausos, una sinfonía que nos encanta y que cierra y abre el día, que emociona, junto a la luz que se abre paso a través de los ancianos, los muros venerables, los portales entreabier-tos donde conviven las zinnias y las escultu-ras Art Decó, la luz que se abre paso a través del pelo de las mujeres que abren y cierran las puertas de sus pisos y salen a la calle a

finalizar la noche cuando aún es de noche, mujeres que abren una puerta, un estribillo que la noche gusta de repetir, todo lo que una mujer abre (y cierra) cuando abre una puerta y se dirige a una entrevista de trabajo o al trabajo, o sale con ganas de espectáculo a la plaza que es puro espectáculo, mi plaza, sus ruidos de corral, su oleaje, el roce de neumá-ticos que llega amortiguado desde la avenida, mi plaza, sus arias, la sinfonía Mi Plaza que se abre paso a través de tu hija y tú que os sentáis en una de sus cafeterías, frente a un vaso que es simulacro de la plaza que el vaso copia y repite y que no tiene nada que ver con la plaza, que es todo lo que no es vaso, sino un placer que os sacia, os adivina, os devuelve al hogar u os arroja de rodillas ante él con una oración en los labios, la oración que repite la plaza, a unos segundos de la primera pala-bra, de esa repetición que fragua un diálogo, entremezclado de periódicos que se abren o se cierran, comercios que anuncian, con letreros luminosos, sus mercancías, un diálo-go entre la plaza, tu hija y tú, que anula toda intención de individualidad, que os funde en un abrazo que incluye los brazos que Poli deja sobre tu hombro, el saludo que Poli os

dedica, vuestros nombres, que Poli repite, Eric, Haia, aldabonazos que Poli da sobre la puerta de tu casa, a la que por fin regresas.

José de María Romero Barea (Córdoba, España, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y pe-riodista cultural. El presente es un fragmento de su novela inédita Haia (Edizioni Nuova Cultura, Universidad de Bérgamo, Italia, 2015. Edición y estudio crítico introductorio de Marina Bianchi). Haia es la segunda entrega de una serie de nove-las reunidas bajo el título común de Interrupcio-nes. Hilados Coreografiados (Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, 2012) abre la serie. En la serie narrativa Interrupciones, Alex y Poli-femo, Ruth y Haia, Anouk y Deseada, Gina, Katze y Mitze deambulan por los lugares de la ciudad, a veces sorprendidos por la brutalidad de algunas coincidencias, otras conmovidos. Yendo y viniendo, intentando atar cabos donde no los hay, buscando justicia (poética) donde no es necesario. Se dirigen, como cualquiera de nosotros, a un lugar determi-nado para acabar, por lo general, en otra parte. Haia participa de todas las coincidencias que Interrupciones nos depara. Juntas, forman una especie de fábula, una parábola moralista sobre la música y la experiencia.

Haia (Selección)

José de María Romero Barea

Sin título (fragmento). 30 x 40 pulgadas. Técnica: acrílico sobre papel.

Álvaro Burgos Cordero

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CINE

1 El tirano de turno de Mad Max: Fury Road

basa su poder en el acaparamiento del agua y el control biológico de la leche materna y la sangre. Su imperio es un imperio líquido enraizado en un desierto. Casi como el de Saddam Hussein, cuya savia era el líquido negro. La conexión alcanza su grado más ex-plícito en la escena final de la película, donde una muchedumbre andrajosa despedaza el cadáver del tirano vencido, reproduciendo en clave ficticia diversos hechos históricos: el linchamiento de Mussolini, el ahorcamiento de Hussein, la destrucción de los monumen-tos de Lenin tras la caída del muro.

Mad Max trae al desierto las nuevas de la democracia liberal, aunque suprime de su cu-rioso contexto al poder corporativo y constru-ye sobre bases elementales su oda imperialista al mercenario.

Mad Max Fury Road es el poema épico de Blackwater. La esterilidad del paisaje sugiere un mundo post-apocalíptico donde la tierra ha sido exprimida por completo y todos sus recursos aparecen cual residuos transforma-dos por la locura del hombre: sobre la arena circulan vertiginosos el hierro y la chatarra, la grasa sustituye los maquillajes tribales, el combustible es valor concreto en el trueque. Era natural que George Miller construyera su fantasía reaccionaria como pieza musical de Heavy Metal. El tirano marcha a la batalla con una corte impresionante de guerreros vampi-ros, sumando a su división musical metalera los rigores mórbidos de la estética gótica. El reino estridente del totalitarismo impone los valores nocturnos de la muerte, convirtiendo la alimentación en succión y administrando matemáticamente la sequedad como medio biológico de control político.

Mad Max y la rebelde Furiosa emprenden una cruzada cromática donde el verde se im-pone finalmente al negro y lo etéreo restaura el espíritu albo de occidente, suprimido por la barbarie. Se trata de una revolución liberal em-prendida por mujeres en contra de los sátrapas y su sistema de seraglios. Mad Max y su harem de náyades rubias restauran las novedades del sol, llegan con semillas en las manos, resucitan la utopía de la fertilidad en un mundo calci-nado. Lo que su epopeya falsa soslaya, es que la tierra sufre más que nunca por la acción del capital financiero, cuya desquiciada empresa acumulativa necesita también de una poética pública, es decir, de fantasías espectaculares como el último Mad Max, que a menudo nos recuerdan cuán generosa es la intervención occidental en el medio oriente.

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El cinema-carrusel, perfeccionado por Ste-ven Spielberg en su serie Indiana Jones, cumplía el objetivo de colocar al espectador en una montaña rusa, suprimiendo de la experiencia el padecimiento físico que acelera su disolución. Mad Max: Fury Road lleva este tipo de cine a un nuevo nivel e inaugura un género que se podría llamar cinema-concierto. Más que el vértigo de las persecuciones y el obligado comentario político que suele inflar este tipo de proyectos, lo que resalta en el último Max es la simbiosis de sus elementos visuales y sonoros en función de un espectáculo en vivo. De allí la importan-cia clave de la división de músicos que acompa-ña al front man metalero a la batalla: tambores monumentales, guitarras que arrojan fuego, maquillaje que transita de la estética glam a los estereotipos góticos, se constituyen en rasgos que, sumados al frenesí narrativo, consuman el producto cinematográfico ideal del parque de diversiones del futuro.

Estamos en las antípodas de la austeridad libertaria del ensayo fílmico que fue Woods-tock. Mad Max es ficción pura que recurre a la saturación de estímulos con el fin de reducir al mínimo la experiencia cognitiva del espectador. El temblor, la ansiedad, el desgaste corporal, reemplazan a la fatiga que acompaña al ejercicio

crítico. Desde esta perspectiva, Mad Max es un producto típico del capitalismo contemporáneo cuyo valor económico se incrementa o infla con-forme se diluye el sentido. Por esta razón, resulta casi ocioso incidir en los aspectos ideológicos de la película: su alusión al medio oriente es simplis-ta, su feminismo, como el de Karl Lagerfeld, es de pasarelas. El verdadero propósito político de Mad Max está en la brutalidad de su forma, que sume al espectador en un mundo artificial donde la sobre-estimulación sensorial no da tregua y busca hacerse adictiva. El cine como droga, como agresión física, como espacio en que se reafirman las tensiones psíquicas que el mercado y la com-petencia darwiniana demandan.

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La superioridad de Mad Max: Fury Road con respecto a otras películas del género, radica parcialmente en su simbólica disposición del espacio geográfico: es una película que requiere de mapa. Mientras el desplazamiento de los personajes obedece a la rutina del comercio estable que conecta monetariamente a la ciu-dadela con la ciudad del combustible, las leyes del desierto permanecen intactas: un grupo privilegiado monopoliza los fluidos, mientras la gran mayoría está condenada a la sequedad (grado superlativo de la pobreza).

Pero en cuanto Furiosa y su pequeño grupo rebelde abandonan esa línea recta que conecta a las ciudades del poder, se inventa el desvío, que no es otra cosa que la manifestación dinámica de la utopía. Una vez que la posibilidad del cambio aparece en el horizonte, las leyes del desierto sucumben ante la promesa verde de la exuberancia: en algún lugar debe existir el Green Land. Furiosa es, por supuesto, una soñadora occidental que necesita de la visión pragmática de una élite política y militar. Max cumple ese rol cuando plantea que el verdadero camino no es la utopía ecológica de un paraíso improbable, sino la transformación radical del sistema por medio de las armas. En este punto, la caravana revolucionaria cambia su curso, abandona la ruta hacia Green Land y se dirige a la ciudadela del tirano para tomarla por asalto.

Al margen del tinte reaccionario que la promesa de la democracia liberal implica, Mad Max es una de esas rarísimas películas don-de el desplazamiento físico adquiere sentido político, y donde las normas cotidianas del entretenimiento se desvanecen en función de un aparato complejo destinado a renovar la experiencia corporal y psíquica de ver un filme.

Marco Escalante, escritor peruano, es autor del libro de ensayos Malabarismos del tedio.

Metal MaxMarco Escalante

© 2015 Warner Bros. Ent.

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CRÍTICA

La literatura es y seguirá siendo un discurso sobre las emociones

Alfonso Reyes

L a historia de la poesía del siglo XXI está repleta de referencias y de tra-diciones que siglo a siglo se fueron heredando. El panorama poético

también se vio alcanzado por la posmoder-nidad, según la teoría de Brian Mc Hale —la postmodernidad entendida como un período de tiempo que abarca de finales del siglo XX al principio del siglo XXI y que influye de forma tajante en el trabajo de varios escritores. La poesía mexicana tuvo un giro sustancial en los inicios del siglo XX con la llegada de las vanguardias y la modernidad que transformó la visión del poeta; era tiempo de darle paso a la modernidad por encima de lo que, hasta ese momento habían entendido por tradición e identidad nacional.

Desde luego que el México del siglo XX y el del siglo XXI son distintos; primero porque el auge tecnológico ha generado nuevos y mejores medios de comunicación, y segundo porque el interés de ciertos poetas mexicanos ya no radica en alejarse de forma tajante de la tradición como producto de la identidad mexi-cana, sino que en gran medida buscan replan-tear su historia para reconfigurar su visión por la ciudad y por los otros.

Esto puede basarse teóricamente en los postulados de Mc Hale cuando menciona que la diferencia sustancial entre la literatura moderna y la posmodernidad, radica en que la primera trabajó a tiempo y la segunda funciona en el tiempo, lo que denomina el paso de la poesía a la ficción, debido a que en la moderni-dad el acercamiento fue hacia la poesía por lo tanto la condición de la posmodernidad lleva a la literatura hacia la narrativa.

Lo anterior bien podría tener cabida en la selección de tres poetas mexicanos: Balam Rodrigo, Luis Jorge Boone y Claudina Domin-go. Estos autores se caracterizan por tener en su obra poemas narrativos, alejados un poco del verso medido, pero con la libertad que da la narrativa para el relato de las historias. Los tres poetas coinciden en el uso de la prosa poética, les interesa que el poema tenga un largo aliento a partir de la voz del narrador que va contando los fragmentos suspensivos de la historia, en el caso de Balam y Claudina la historia de la ciudad, en el de Luis Jorge Boone la historia de las diversas lenguas.

Todavía hace unos años, este tipo de

construcción poética hubiera tomado por sor-presa al lector y sobretodo a los estudiosos de la literatura, pero a esto podemos encontrarle un sustento teórico a partir de la explicación que nos da Mc Hale cuando dice que la ficción modernista es epistemológica porque está preocupada por los problemas del conocimien-to y la comprensión, y la postmodernista es ontológica porque va vinculada a la creación y la interrelación de los mundos del ser.

Atendiendo a la cita podemos comprender que el trabajo poético de los tres autores está íntimamente ligado a un asunto ontológi-co, que permite que su poesía se relacione con diversas fuentes, y se escriba a través de muchos ojos; no sólo los del poeta como ser omnisciente e iluminado, sino los del poeta que presta su voz al relato del entorno de una forma más cercana con el mundo. Es quizá el postulado de Mc Hale, de los más sanos que en términos teóricos la posmodernidad ha dejado al estudio de la literatura.

Otro de los debates que se pone en torno a la mesa es aquel alrededor del término “ge-neración” (y a debate me refiero a la idea que aún prevalece de unificar a partir de la fecha de nacimiento), o con el concepto más arrai-gado que se tomó en el siglo XX de Ortega y Gasset. Sin embargo lo que hoy nos interesa es intentar desmarcarnos del concepto de generación que permeaba en el siglo XX. En el presente siglo aún cuando apenas van quince años recorridos en él, también se han dado a la tarea no sólo académicos, sino los mismos poetas de proponer una idea sustancial de lo que ocurre. Julián Herbert en Caníbal, Apuntes sobre la poesía mexicana, menciona: “Lo generacional, lo diré de nuevo, no es una ciencia: es una apreciación a caballo entre lo estético y lo histórico. Es una percepción impura”. En el prólogo de La edad de oro, Luis Felipe Fabre apunta lo siguiente: “Entre el año 2000 y el 2010, por utilizar como coorde-nadas la convención de la década, algo le su-cedió a la poesía mexicana: el modelo poético imperante entró en crisis y nuevas poéticas, más audaces y en mayor sintonía con su tiem-po, salieron a escena. Lo que realmente operó fue un cambio de sensibilidad”.

Definitivamente surgió un cambio estético, diferente a la tradición que se heredaba de la poesía del siglo pasado, pero con la conciencia de que existía una tradición y que sería necesa-rio conocerla para operar un verdadero cambio no sólo estético sino de sensibilidad.

Es probable que la respuesta no sea negar el cambio de estética que se dio en la poesía

del presente siglo, pero sí asumir que los recursos y el contexto en el cual hoy se desa-rrolla es totalmente diferente al de hace 100 años, sobretodo porque cada día, todavía no sabemos si para bien o para mal, se aleja de los estándares de la academia y eso ha venido a refrescar el lenguaje, lo que Antonio Alato-rre llamó el estándar neoacadémico. Por otra parte si queremos hacer un análisis preciso de esos cambios que se han mencionado, será necesario recurrir a un análisis de principio de identidad a partir de la lectura de los poe-mas, y sólo del poema, dejando un poco atrás la figura que representa el autor.

Antonio Alatorre en sus ensayos sobre crí-tica literaria expone que toda habla individual depende del idioma, de la lengua en cuanto fondo colectivo, así toda gran obra literaria tiene lazos con lo general, con lo ya sabido, lo ya vivido; tocar fibras existentes para agitarlas dulce o ferozmente para herirlas o para aca-riciarlas. La cita de Alatorre viene a colación porque nos referimos a la competencia que tiene el poeta de crear universos colectivos a través del propio. Empecemos por concebir al término generación por la capacidad que estos poetas tienen para mantener un diálogo intergeneracional con la tradición y con el presente, que llega a significar un destacado principio de identidad.

La ciudad como elemento de la poesía mexicana ha estado presente en infinidad de libros, se convirtió en un recurso de la tradi-ción nombrar la ciudad y su paso por ésta,.Balam Rodrigo y Claudina Domingo lo recrean en dos de sus libros, ese es un principio que los unifica; por el contrario, Luis Jorge Boone lo hace a partir de las lenguas.

Balam Rodrigo, en su libro Icarías (Limón partido 2011) inicia la construcción del poema a partir de la deconstrucción que él mismo hace de su paso por las calles de la ciudad de México, su tránsito y evocación a todo lo que por la escandalosa rutina pasamos por alto, y es ahí donde Balam oscila entre ruptura y movimiento. La poesía de Balam Rodrigo radica en el desconcierto, en la intempestiva sorpresa a la hora de finalizar un poema. Lo interesante es que fuera de la construcción de las figuras retóricas, se preocupa por construir un universo donde el discurso literario esté dotado de un significante, un significado nue-vo, donde radica la tarea del poeta, la tarea de crear. Lo anterior le otorga un magnetismo con el lector, por tener una forma tan personal en su habilidad para la invención metafórica que se descubre en cada libro.

Hacia un concepto de generación en la poesía mexicana en el siglo XXIYelitza Ruíz

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CRÍTICA

[…] vagar allende los mapas que el cuerpo traza cuando ambulaen muchedumbre sobre asfáltica heredad: la ciudad es un cuerpo,libro nómada: cartografía erranteque cambia paso a paso; peatonesno son sino páginas insomnes, bifrontesrutas de igual destino, maculada letraen alfabetos de ubicuidad; y su pesoes el oscuro polvo que se lleva el viento,ebrio ya de sol y antimemoria;porque no existe la ciudad: la imagenque vemos sólo resiste, persiste a pesarde la mirada; la verdadera ciudad viaja cifrada en nuestro cuerpo […]  (Rodrigo 18).

Pueblo infinito, ese es el nombre del poema de Balam Rodrigo, en el cual hace un ejercicio entre memoria y antimemoria, entre la ciudad que existe porque los otros la cami-nan y la ciudad que intenta recrear a partir de su andar nómada.

Claudina Domingo en su libro Tránsito (FETA 2012), emprende una crónica poética que inicia desde el pasado mítico prehispáni-co hasta el caos que impera actualmente en la ciudad. L a historia de la ciudad de México se convierte en una estampa poética, como relata la autora. Una de las características en la construcción de los poemas es la no uti-lización de comas, puntos, guiones; afirma Claudina que es para darle el aspecto de caos ecléctico que tiene el Distrito Federal. La puntuación es un signo importante y necesa-rio para darle respiro a los textos, en el caso del trabajo de Claudina Domingo, cobran otro interés, el de atrapar el hilo conductor de la historia con la velocidad de su tráfico, sin caer en lo cacofónico.

“Pino Suárez (precipitada) la curva hacia el Zócalo(a derecha e izquierda) los palacios turbios de frente (imperturbable) flecha de brújulaevangelizadora (nueve en punto)sus campanas orilladas a una escala más profunda (bienmellada) aguas (canales que se truecan) cautela delingenio conquistador (inundaciones) improbablesacusaciones de los dioses tutelaresseñorita “despiérteme” (cuando haya terminado con laanagnórisis)” (Domingo 19).

Cuando se refiere a la poesía, Luis Jorge Boone cita con precisión al poeta Antonio Gamoneda: “La poesía no es un género, es una temperatura del lenguaje”. Menciona lo

anterior al referir que la poesía es un género complejo, se trabaja tanto y se maneja baja presión que es capaz de encenderse y decir otras cosas. Para Luis Jorge Boone no hay temporalidad en la poesía aunque se esté con-tando algo, todo está congelado, cancela el tiempo. Son dos espacios distintos en los que sucede la imaginación y la vida interior.

En Traducción a lengua extraña (FETA 2007). El autor plantea una propuesta de juegos paratextuales que tienen una injeren-cia directa en la solución del poema, más allá de utilizarlo como mero adorno, lo usa como un medio para crear figuras retóricas dentro del mismo, lo que nos deja ver la capacidad que tiene el poeta para dejar diversos regis-tros retóricos, alejados de una falsa preten-sión poética.

“…Siempre vendrá otra escritura a desdecirnosa desmentir,a corregirlo corregido.De tu lengua al arameo al latín a las lenguas del mundo,todo se pierde, Señor. Todo se pierde…” ( Boone 73).

Los autores que abordé con anterioridad no nacen en la misma década, sólo dos de ellos: Balam Rodrigo y Luis Jorge Boone; pero ya hemos dejado claro que el concepto de generación no sólo engloba a los nacidos en un determinado tiempo, nuestro concepto de generación ya no se puede referir sólo en términos matemáticos, sino que engloba a todos aquellos que tienen afinidades en el uso de los recursos estéticos, sobre todo identi-tarios y que son capaces de dialogar a nivel intergeneracional. En la actualidad el concepto generación nos parece agotado, pero considero que sigue siendo pertinente, no por quedarnos anclados en la historia, en el pasado, sino por-que esto nos permite generar un ejercicio con los futuros lectores de forma intergeneracional y con un modelo comparatista que tome como base un principio de identidad.

Yelitza Ruíz, abogada, publicó los poemarios Abril en Casa (Mirando la pendiente 2011) y Cartografía del tren (Praxis-SECUG 2013). Directora General del Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores Acapulco Barco de Libros. Actualmente estudia la Maestría en Estudios de Arte y Literatura.

De arriba a abajo:

Balam Rodrigo

Luis Jorge Boone

Claudina Domingo.

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ESCENA

J uan Francisco Villa, hijo de colombianos mudados a Nueva York, nació para hacer teatro. Llega a Chicago para ampliar su carrera de actor y trabaja con Improv

Olympic, Steppenwolf, Goodman Theatre, Teatro Vista, Lookinglass, y muchas otras compañías. La primera vez que lo vi fue en Elliot: A soldier’s fugue en 2006, donde logró un trabajo estupendo.

A partir de ahí he seguido su carrera actoral, que ya incluye créditos en obras como The Play About my dad, Mojada (la Medea mexicana) y por supuesto la aclamada Empanada for a Dream, monologo autobiográfico que escribe y protagoniza, y donde devela secretos de su vida con tintes cómicos y trágicos.

Don Chipotle es su segunda obra como autor, y para evitar confusiones Villa nos deja claro que la de Don Chipotle no es su historia, ni siquiera la protagoniza. Aunque la trama está escrita desde el punto de vista de Celestino, un chico de once años, esta obra no es para niños.

Con esta historia, Villa busca sembrar espe-ranza: muchos niños crecen en medio de un ambiente violento y la infancia se les desvanece a muy temprana edad. Detrás de todo criminal hubo un niño a quien en algún momento el ba-rrio, los amigos, la policía o diferentes circuns-tancias le robaron su inocencia.

Villa busca, a través de su obra, encontrar ese momento justo en que la inocencia se les está escapando. Su obra es un intento, desde su perspectiva como maestro, de darle a los jó-venes herramientas para perseguir sus ideales, y metas constructivas que puedan alcanzarse por medio del arte y que les permita hacer el bien para sus familias, para la humanidad, y para ese niño que algún día fueron.

Villa, por supuesto, se inspiró en Don Quijote para crear a Don Chipotle; la realidad alternativa de Celestino lo sumerge en una aventura peligrosa en donde Octavio, su fiel escudero, lo acompaña. La voz de Celestino es la de un chico inmerso en el hip hop y la vida de la calle. Un chico a quien la vida le cambia drásticamente al encontrar droga en su casa. Urgido de proteger a su familia, Celestino no tiene otra opción que llevarse la droga lo más lejos posible. Ese viaje lo transforma en Don Chipotle, un héroe de lenguaje clásico y ele-gante, y cuya actitud se balancea entre realidad y fantasía, donde los molinos de viento no son gigantes sino dragones de videojuego.

TerraNova Collective y Playground Thea-ter con la asociación de Chicago Department of Cultural Affairs and Special Events, hacen

posible la puesta en escena de Don Chipotle. Bajo la dirección de Jo Catell la obra se llena de adornos, marionetas, animación y música, incluyendo un coro de niños, para crear un es-pectáculo mágico. Don Chipotle se presenta en el StoreFront Theatre, 66 E. Randolph Street, en el Loop de Chicago, del 25 de agosto al 27 de septiembre. Más información al 312-742-8497.

Tanya Victoria, mexicana, es colaboradora de contratiempo.

Don Chipotle. Fotografías de Joel Maisonet.

De arriba a abajo:

Angelica Roque.

Guadalis Del Carmen, Isabel Quintero, Lorena Diaz, Marvin Quijada y Christina Nieves.

Isabel Quintero, Lorena Diaz y Guadalis Del Carmen.

Juan Francisco Villa y Don ChipotleTanya Victoria

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MÚSICA

H ace unas semanas, el pequeño esce-nario del Lula Lounge en Toronto estaba repleto de músicos. Trece en total, y todos cubanos. El gran

trompetista Jesús Alemany dirigía la pequeña orquesta con una enorme sonrisa, y los músicos se acoplaban de manera inusual, comunicándose con esa íntima facilidad de los viejos amigos. Estos músicos tocaban juntos por primera vez; al mismo tiempo, algunos lo hacían por enésima vez. La historia de esta aparente contradicción comienza hace casi una década.

Como muchas ciudades, Toronto cambia con cada ola de emigrantes que llega, pero esta urbe canadiense fue transformada de una ma-nera particular gracias a Jesús Alemany quien, en cierto sentido, ayudó a sembrar el ADN musical de la escena latina de la ciudad.

Alemany llegó hace ocho años a Toronto al frente de su orquesta Cubanismo, tras la gira que acompañó al álbum Greetings from Habana, que fue acogido con gran éxito y que, de hecho, posteriormente sería nominado a un Grammy en la categoría de lo mejor de la música tropical.

La noche anterior al regreso de los artistas a su país natal, cuatro de ellos –el tresero, el saxofonista y flautista, el conguero y el bajista– le avisaron a Alemany que no volvían a Cuba. Entre esos músicos se encontraba Jorge Maza, uno de los fundadores de Sierra Maestra.

Los nuevos inmigrantes comenzaron a funcionar como imán musical, uniendo fuerzas y creando alianzas y grupos con otros músicos cubanos de la ciudad, como el gran pianista Hilario Durán (quien había llegado a Toronto en 1998). Encontraron un espacio apto para florecer pues, a la par de la de Cubanismo, se desarrollaba otra historia en Toronto con la que tendrían puntos de convergencia.

Pocos años antes, el artista visual ecuato-riano José Ortega, había llegado a Toronto procedente de Nueva York. Ortega cuenta que en ese entonces había bandas de música latina, pero estaban en su mayoría integra-das por canadienses que tocaban “covers” en festivales y fiestas comunitarias.

Con José Nieves, dueño del edificio donde vivía (Nieves es de ascendencia portuguesa y española) comenzó a organizar eventos de arte y música en vivo, que fueron de tal éxito que se decidieron a encontrar un sitio para llevarlos a cabo en escala mayor. Así, en 2002, nació Lula Lounge en el barrio por-tugués de la ciudad y los músicos cubanos quienes habían formado parte de Cubanismo y muchos otros artistas internacionales pre-cisamente allí encontraron casa y hogar.

Gracias en parte al impulso que cobró la música latina con la experiencia y gran maestría de los músicos cubanos tras-plantados a Toronto, hoy día hay más de doce agrupaciones salseras entre las cuales se en-cuentra Lula All Stars, orques-ta que toca semanalmente en el club y que acaba de estrenar su primera grabación en el sello de Lula Records, creado por Ortega, Nieves y su socia canadiense, Tracy Jenkins.

Además de fungir como cen-tro cultural, club, restaurante, y núcleo de la escena de música latina en Toronto, Lula Loun-ge es la sede de Lulaworld, un festival que se lleva a cabo entre mayo y junio. Justo como parte de este festival, los socios de Lula Lounge crearon la idea del concierto de “La Reunión”, para que tocara Alemany con los ex-músicos de Cubanismo y otros músicos cubanos de Toronto y otras partes de Canadá.

En 2015 Cubanismo cumple 20 años. Alemany cuenta que continúa una evolución de con-tar la historia de los diferentes estilos de la música cubana, siempre manteniendo una forma interpretativa muy parti-

cular, que él explica como el arte de  “combinar ritmos tradicionales con moderno, uniendo los ritmos de mi experiencia de vida”.

Comenta Alemany que este concierto en Toronto, que constituye la primera vez en la que vuelve a tocar con sus cuatro ex-compa-ñeros de Cubanismo y otros viejos amigos (como el pianista Miguel de Armas con el que estudió en el conservatorio en Cuba), fue in-olvidable: “La reunión fue fantástica, ¡muchas memorias, muchos recuerdos! La primera nota que tocamos, enseguida me saltaron las lágrimas a los ojos de la emoción. Y aun así seguimos hablándolo y comentándolo. Se dio una comunicación excepcional, porque es que vivimos y convivimos mucho tiempo juntos”.

Catalina María Johnson es miembro del consejo editorial de contratiempo, escritora y locutora/productora de Beat Latino (www.beatlatino.com), programación radial para estaciones de radio pública a nivel internacional.

JESÚS ALEMANY, CUBANISMO, Y LA REUNIÓN

El ADN musical latino en TorontoCatalina María Johnson

Fotografías: Catalina María Johnson

Superior:Jesús Alemany y La Reunión en Lulaworld 2015

Inferior:Jorge Maza, anterior miembro de Cubanismo y Sierra Maestra, tocando con Jesús Alemany y La Reunión en Lulaworld 2015

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MÚSICA

RUIDO FEST: Tres días de música en españolAunque pudieron ubicar los escenarios de mejor manera, para que no se mezclara toda en medio del parque, el Ruido Fest marca un buen comienzo. La selección de bandas fue variada y acertada; desde los dinosaurios como CafeTa y Molotov, hasta los locales como Hurakan y La Armada. Mis favoritos fueron Porter, quienes mezclaron la música tradicional con elementos electrónicos y rock progresivo, a la Pink Floyd, esta banda de larga trayectoria amenizó el atardecer del último día y preparó a la multitud para los predecibles sets de CafeTa y Kinky.

Rafael Franco

Fotografías de Nando Espinosa Herrera.

Fila 1:Zoé • Molotov • Cafe TacvbaFila 2:Kinky • Ozomatli • Enjambre • CompassFila 3:Nortec Collective • Zero KillFila 4:Porter • La Armada • Estelares • Los Crema Paraíso • Jessy Bulbo

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1900 South Carpenter Street Chicago, IL 60608¡Gratuitos y abiertos al público!

PROGRAMAS DE CONTRATIEMPO EN CULTURA IN PILSEN

VIERNES de CINEFORUM 7pm

Ciclos temáticos de cine sobre la condición humana que crea nuevo espacio para compartir, elaborar ideas o confrontarlas, y crear mecanismos de consenso y solidaridad, tan vitales en el ejercicio de la participación política. Moderado por Julio Rangel.

• Contacta [email protected] para información sobre el próximo ciclo de Cinemaforum

V

DOMINGOS de TALLER 1 pm

El taller es un punto de encuentro para el desarrollo de los poetas y escritores hispanohablantes de Chicago y suburbios y es parte vital de la misión de contratiempo en la comunidad inmigrante. Coordinado por Febronio Zatarain.

• Consulta las próximas fechas en facebook.com/eltallerdecontratiempo

D

¿Más info? www.contratiempo.net o escríbenos a [email protected]

MIÉRCOLES de PROHIBIDO LEER 8 pm

Estas noches son parte del desarrollo de los talleristas en contratiempo. Los participantes traen sus escritos a las tablas en un performance poético para adquirir dominio del escenario. Participan miembros de taller de contratiempo ¡y tú!. Coordinado por Marcopolo Soto y Miguel Marzana.

• Consulta las próximas fechas enfacebook.com/eltallerdecontratiempo

M

Tantos recorridos, tantas historias de inmigración que encuentran en común una sola cosa: el idioma español. contratiempo ha creado Ediciones Vocesueltas para diseminar y promover la literatura escrita en español en Chicago. Estos proyectos de publicación conjunta con los autores han dado frutos desde el 2007, habiéndose publicado seis libros a la fecha. Debemos un agradecimiento especial a los autores publicados en Vocesueltas, cuyo ímpetu, talento y generosidad han hecho posible el establecimiento de este sello editorial.

EDICIONES

VOCESUELTAS

Información: [email protected]

EDICIONES VOCESUELTAS

01 A veces llovía en Chicago. Por: Gerardo CárdenasPrecio US$12.95. 1a. edición (2011) . En español. ISBN: 978-09800042-6702 En la 18 a la 1. Por: Escritores de contratiempo en Chicago. Precio US$14.99. 1a. edición (2010). En español. ISBN: 978-09800042-5-003 Extrasístoles (y otros accidentes). Por: Jochy Herrera. Precio: US$ 19.99. 1ª. Edición (2009). En español. ISBN-13: 978-0-9800042-3-604 Jaleos y denuncias. Por: Stanislaw Jaroszek. Precio: US$14. 1a. edición (2010). En español. ISBN: 978-098000424-3 05 Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago. Por: Jorge Hernández, Febronio Zatarain, Juana Iris Goergen y León Leiva Gallardo.Precio: US$ 15. 1ª. Edición (2008). En español. ISBN-13: 978-0-98000421206 Vocesueltas: Cuatro cuentistas de Chicago. Por: Raúl Dorantes, Bernardo Navia, Fernando Olszanski y om Ulloa. Precio: US$ 15. 1ª. Edición (2007). En español. ISBN-13: 978-0-980004205

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MIRADA CÓMPLICE

Nenets en SiberiaFotografía: Sebastián Salgado

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MIRADA CÓMPLICE

E s el año de 1994 en Ruanda: tras el asesinato del general Juvenal Habya-rimana, perteneciente a la etnia hutu, se desencadena el genocidio étnico-

político, en su mayoría en contra de la etnia tutsi. En cinco meses mueren 800 mil personas. Los tutsi huyen desesperadamente de su país, perseguidos por sus hermanos y vecinos hutu.

Entre los miles de muertos que cubren la tierra camina un hombre de piel pálida. Se abre camino a punta de los disparos que produce su obturador. Sebastián Salgado, el fotógrafo brasileño avanza hacia Ruanda, en dirección contraria a la que traen los desesperados vivos que huyen en masa de la masacre.

Salgado regresa a su casa. La bacteria del estafilococo ataca su cuerpo violentamente, al menos eso es lo que él piensa. Después de una larga revisión su médico le da el diagnóstico: “no puedo encontrar ninguna bacteria o infec-ción. Has visto tanta gente muriendo y ahora tu alma esta muriendo, tienes el alma enferma”.

De 1994 a 2000 Salgado se embarca en otro más de sus proyectos: Migrantes, enfocado en grupos masivos de gente que tuvieron que emi-grar o reubicarse a causa de la represión y la violencia, especialmente los que iban de zonas rurales a las ciudades.

La mayoría de la obra fotográfica de Salga-do está comprometida con ilustrar el impacto

producido por la globalización en los seres humanos y el planeta. Su experiencia como economista le dio la brújula que le permite ubicar los lugares donde suceden los cambios más dramáticos en las diferentes sociedades del mundo, y también fue el puente que lo conectó de manera natural con la foto-grafía que gravita alrededor de temas humanísticos.

En los últimos treinta años Salgado ha viajado a más de cien países para producir sus proyectos fotográficos. Salgado rompe las barreras que existen entre él y sus sujetos y para lograrlo vive con ellos durante semanas.

Al serle transferida por parte de su familia, la finca donde creció con sus padre y sus siete hermanas, Salgado regresa a la tierra que lo vio nacer, donde la montaña espesa la habitaban cientos de animales y los ríos eran incontables.

Esa misma tierra ahora está seca y defores-tada. Fue entonces que Lélia Wanick, su esposa y contraparte, le propone la cura que sanará su alma enferma: reforestar las 709 hectáreas

heredadas. Desde 1990 la pareja se ha dedicado a restaurar una porción del bosque en la zona atlántica de Brasil. En 1998 fundaron el Insti-tuto Terra, organización sin fines de lucro que además de tener como meta reforestar invierte

también sus esfuerzos en la educación ambiental.

Salgado y su esposa encabezaron otro proyec-to, Génesis, entre 2004 y 2013, donde la atención se concentró en el paisaje y la vida salvaje en lugares remotos del globo donde la naturaleza aún no se conoce al ser humano. Un tributo a la vida, al planeta.

Ahora Salgado tiene el alma sana.

Link al Instituto Terra: www.institutoterra.org

Nacho Guevara, fotógrafo costarricense, es cola-borador de contratiempo y reside en Nueva York. Para más información, visitar su página Web: www.nachoguevara.com

El alma enferma de SalgadoNacho Guevara

La mayoría de la obra fotográfica de Salgado está comprometida con ilustrar el impacto producido por la globalización en los seres humanos y el planeta.

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DOSSIER

E l eterno debate entre ciencia y reli-gión es uno al que parece le hemos infundido una mayor importancia tan solo en los últimos 150 años,

cuando ciertas facciones de ambos lados han insistido, casi a un nivel fundamentalista, en excluirse mutuamente.

Es interesante, en ese contexto, la más re-ciente encíclica del Papa Francisco I, Laudato Si’ que, haciendo una cuidadosa circunvala-ción en torno al tema del creacionismo, se inserta de golpe en el debate sobre el cambio climático y critica a quienes no hacen caso de las advertencias de la ciencia.

Si observamos la historia, nos daremos cuenta que lo que impera en ambos lados es una continua curiosidad y necesidad de buscar respuestas al infinito número de pre-guntas que nos surgen día con día. La reli-gión nos propone respuestas a partir de la fe, mientras que la ciencia nos invita racionalizar de manera empírica los cómo y los por qué. La mayor problemática deviene del papel que juega la religión, tanto desde su poder fáctico, como en materia de su influencia cultural, intelectual, educativa y psicológica. Como decía el filósofo inglés Bertrand Russell: “La religión, en tanto que parte del terror, ha

dignificado ciertos tipos de miedos, volvién-dolos menos despreciables hacia los indivi-duos; en esto ha hecho un gran perjuicio a la humanidad: todo miedo es malo”.

¿Son la ciencia y la religión fuente de dispu-ta y rivalidad o han vivido siempre de la mano? ¿Podemos pensar que la segunda ha detenido el desarrollo de la primera? Un médico, un psicólogo, una politóloga, una historiadora y un escritor nos iluminan al respecto.

Gerardo Cárdenas, director editorial de contratiempo, además de narrador, poeta y dramaturgo, explora lo que pensadores y escritores, del propio Russell a Walt Whitman, y de Carl Sagan a Galileo, han dicho sobre la oposición entre ciencia y religión.

Desde la República Dominicana, el médico y ensayista Jochy Herrera toma el arte, y en especial la icónica pintura La creación de Adán de Miguel Ángel, para reflexionar sobre la urgencia de una humanidad que entienda lo que tanto ciencia como religión aportan al pensamiento, sin que necesariamente tengan que estar en oposición.

Para reflexionar sobre estos asuntos, Jose-fina Estrella, historiadora, viaja al siglo XVIII y al texto de un religioso jesuita que estudiando la costa californiana se inserta sin querer en la

oposición entre los principios de las Escrituras, y los cuestionamientos del método científico.

El psicólogo mexicano Juan Alberto Becerra Acosta nos devuelve al momento actual para, desde la perspectiva del psicoa-nálisis, explorar los aspectos más extremos del fanatismo y cómo la ciencia, en especial las ciencias del comportamiento, intentan arrojar luz sobre ellos.

Cerramos con la politóloga Mónica Uribe quien insiste también en la importancia de reconciliar ciencia con fe, y desde la historia nos ofrece datos sobre científicos y religiosos en quienes han convivido los dos métodos.

Quien nunca pudo convencerse de la posibi-lidad de una convivencia pacífica entre ciencia y religión fue Russell, otra de cuyas frases al respecto usamos para cerrar esta introducción al dossier: “El miedo es la base del dogma reli-gioso, como lo es también de tantos aspectos de la vida humana. El miedo de los humanos, el individual y el colectivo, domina mucho de nuestra vida social, pero es el miedo a la natu-raleza lo que hace que surja la religión”.

Andrea Ojeda, mexicana, es integran del consejo editorial de contratiempo.

Ciencia y ReligiónAndrea Ojeda

Collage

Sara Biljana

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DOSSIER

L a historia de la disputa entre ciencia y religión es la de una constante ruptu-ra, en un sentido y otro, del paradig-ma. Pero no es una historia lineal. De

hecho es difícil definir su forma, por cuanto la religión tiene modos inesperados de imponer su criterio, y la ciencia también experimenta continuas rupturas de su propio paradigma.

Pongo como ejemplo un dato reciente: un estudio de rango nacional que apunta a que ciertos medicamentos contra la acidez esto-macal podrían poner a sus usuarios en ma-yor riesgo de sufrir un infarto o una embolia. Si bien no hay elemento religioso en esta noticia, hay tres elementos a considerar: 1) el estudio, que en modo alguno es definitivo, es magnificado por los medios de comunica-ción en ese otro espacio de lo religioso que es la sabiduría convencional de la llamada “opinión pública”; 2) el elemento hipotético del estudio ataca esa otra fe no convencio-nal en la automedicación (la medicina over the counter, o sin receta, y su equivalencia a la creencia en las curas milagrosas); y, 3) el elemento no explorado de que los fabri-cantes de medicamentos no cubiertos por el estudio presionen a los medios para que destaquen más esa noticia. En resumen: tres paradigmas (hipótesis científica, fe popular, y ganancia comercial) se mezclan a lo largo de una misma línea de ruptura; al final, el consumidor, que no es científico, tiene que confiar en su propia intuición, que no es sino una forma adelgazada de su fe.

Es por ello mejor, tal vez, reflexionar sobre ese estira y afloja a la luz de lo que se ha dicho de la lucha entre ciencia y religión desde ámbitos de la filosofía y la literatura, de Carl Sagan a Rousseau y de Whitman a Galileo, entre otros.

“La ciencia no sólo es compatible con la espiritualidad; es una fuente profunda de espi-ritualidad. Cuando reconocemos nuestro lugar en una inmensidad de años luz y en el paso de las eras, cuando entendemos la compleji-dad, belleza y sutileza de la vida, entonces ese

elevado sentimiento, esa sensación combinada de júbilo y humildad, es ciertamente espiri-tual”, Carl Sagan, El Mundo endemoniado: la ciencia como una vela en la oscuridad.

“Notemos, hoy día, un espectáculo curioso e instructivo conflicto. La ciencia (gemela, en sus campos, de la democracia)—la ciencia que pone a prueba absoluta todos los pensamientos, todas las obras, ha irrumpido sobre el mundo como sol ascendiente, iluminador y glorioso, que nunca más se pondrá. Pero en su contra, profundamen-te atrincherado, posesivo, permanece (no sólo en escuelas e iglesias, sino en la literatura imagina-tiva, y la poesía irredenta) el fósil teológico de lo mítico-materialista, supersticioso, ignorante y crédulo, fabulador, de las eras primigenias de la humanidad”, Walt Whitman, Prosa completa.

“Dicen que el califa Omar, cuando le pre-guntaron sobre qué hacer con la Biblioteca de Alejandría, respondió así: ‘si los libros de esta biblioteca contienen asuntos opuestos al Corán, son malos y deben ser quemados. Si contienen sólo la doctrina del Corán, quémen-los de todas maneras, porque son superfluos’. Nuestros sabios han citado este razonamiento como la cumbre del absurdo”, Jean-Jacques Rousseau, Discurso sobre las ciencias y las artes.

“Me considero feliz de contar con tan gran aliado como usted en mi búsqueda de la verdad. Leeré su obra…con toda disposición porque por muchos años he sido partidario del punto de vista Copernicano porque me revela las causas de muchos fenómenos naturales que son totalmente incomprensibles a la luz de las hipótesis generalmente aceptadas. Para refutar a éstas he recogido muchas pruebas, pero no las publico, porque me desalienta el destino de nuestro maestro Copérnico quien, si bien había ganado fama inmortal entre unos cuantos, fue ridiculizado por incontables personas (porque grande es el número de los estúpidos)”, Galileo Galilei, Carta a Johannes Kepler.

“La ciencia, el arte, la jurisprudencia, las principales teorías políticas y sociales, del mundo moderno han surgido de Grecia y Roma—no por favor de, sino a regañadientes de las enseñanzas

fundamentales del cristianismo temprano, para el cual la ciencia, el arte, y cualquier ocupación seria con las cosas de este mundo le eran por igual despreciables”, Thomas Henry Huxley, Agnosticismo y cristianismo y otros ensayos.

“Entonces identificada con la astronomía al proclamar verdades supuestamente hostiles a las Escrituras, la Geología ha sido denunciada como enemiga de la religión. Las hermanas ge-melas de la física terrestre y celestial han sido por tanto herederas conjuntas de la intoleran-cia y la persecución—víctimas indefensas de la cruzada que la ignorancia y el fanatismo siguen dirigiendo contra la ciencia. Cuando las gran-des verdades conducen a una apelación por la razón, el conocimiento se vuelve criminal, y los filósofos mártires. La verdad, sin embargo, como todos los poderes morales, no puede ser frenada ni extinguida. Cuando se le comprime, mayor es su reacción. Aplasta lo que no puede expandir—arde donde no la dejan brillar”, David Brewster, Más de un mundo: el credo del filósofo y la esperanza del cristiano.

“A lo largo de los últimos cuatrocientos años, durante los cuales el avance la ciencia ha ido mostrándole a los hombres cómo adquirir el co-nocimiento de las normas de la naturaleza y el dominio sobre las fuerzas naturales, el clero ha entablado una lucha sin remedio contra la cien-cia, en la astronomía y la geología, en la anato-mía y la fisiología, en la biología, la psicología y la sociología. Expulsados de una posición, han tomado otra. Tras ser superado en astronomía, hizo lo que pudo para impedir el avance de la geología; luchó contra Darwin en la biología y en el momento actual lucha contra las teorías científicas en materia de psicología y educación. En cada etapa, intenta que el público olvide su pasado oscurantismo, de modo que su actual oscurantismo no sea reconocido por lo que es”, Bertrand Russell, Perfil de la basura intelectual, parte de sus Obras selectas.

Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, es director editorial de contratiempo.

Grande es el número de los estúpidos, decía GalileoGerardo Cárdenas

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DOSSIER

Cuando estaba yo en mi causa primera, no tenía a Dios…; me quería a mí mismo y no quería nada más; era lo que

quería, y quería lo que era, y estaba libre de Dios y de todas las cosas… Por eso suplicamos a Dios que nos libre de Dios, y que concibamos la verdad y gocemos

eternamente de ella, allí donde los ángeles supremos, la mosca y el alma son semejantes, allí donde yo estaba y

donde quería eso que era y era eso que quería…Meister Eckhardt, sermón Beati pauperes spiritu

(1260 – 1327)

E s improbable que los “conocedores” del arte pictórico nieguen que La creación de Adán, el fresco de Miguel Ángel que desde el siglo XVI cubre

parte del techo de la capilla Sixtina, representa uno de los más complejos trabajos del genio re-nacentista. Esta obra, trabajada durante casi un lustro por su autor en solitario, ilustra el pasaje del Génesis donde el índice derecho de Dios otorga vida a un Adán que ya parece vivo mien-tras Eva, aún sin nacer, observa sorprendida sostenida por el brazo izquierdo del Creador.

Es justamente en las décadas cercanas a la aparición de La creación cuando el conocimien-to científico occidental inicia su desarrollo; cuando miedo y superstición han sido sorpren-didos por la razón, proceso contundentemente ilustrado en dos obras fundamentales: De revolutionibus coelestium y De humani corporis fabrica. La primera dedicada al movimiento de las esferas celestiales y la última a los vericue-tos de la anatomía humana.

Por siglos la religión (católica) institucio-nalizada adjudicó a La creación el carácter icó-nico que todavía la identifica con la esencia de su fundamento, es decir, como la imagen representativa del origen del Universo desde la perspectiva cristiana. Visión del origen del mundo incompatible con las leyes y teorías que junto a la observación y experimentación sostienen a esa otra “mirada” provocadora de las disquisiciones plasmadas en este texto: la explicación científica del origen del hombre.

Según algunas interpretaciones, en la confrontación ciencia-religión aparecen señales disímiles en el panorama del existir que no son ajenas a los detalles del fresco

que nos ocupa. Dos ejemplos: se ha dicho que la postura corporal asumida en él por Dios y Adán son idénticas, excepto que uno mira al otro desde ángulos opuestos. Como en el isomerismo geométrico de la química orgánica donde carbonos y enlaces mole-culares son espejos cuasi-idénticos, mas no están interconectados ya que los enlaces do-bles no lo permiten. Digamos que se trata de una suerte de dilema donde Dios y Adán son una misma cosa, pero no necesariamente.

En el mismo tenor, tras estudiar La creación, un médico estadounidense quiso esbozar su similitud con la anatomía cerebral de forma que la metáfora de Miguel Ángel se constituyera en metamensaje invitando a entender que lo recibi-do de Dios (en la creación) es el intelecto repre-sentado por aquel órgano. ¿Qué conexión tienen entonces química y cerebro con la archiconocida obra? Quizás la sempiterna dicotomía –oposi-ción según el bando a que se pertenezca– entre lo científico y lo religioso, entre fe y comprobación, que ha persistido a través de los siglos.

Las posiciones prevalecientes respecto a tal batalla van hoy desde la visión reconcilia-toria agustiniana, en cierta forma reflejada en Teilhard de Chardin y el papado de Juan Pablo II; desde el ideario contemporáneo de Fran-cisco “la ciencia explica la creación”; hasta el decálogo que sobre dicho tema hizo público la comunidad científica en 2013. Tal documento establece que no es posible (ni se debe, a mi juicio) explicar los conceptos fe y creencia des-de la perspectiva científica en tanto que esta disciplina está basada en la experimentación y en la observación repetida, no en dogma –lo que no necesita comprobación– instrumen-to fundacional y fundamental del dictado religioso. En consecuencia, ciencia y religión representan “acercamientos” a la realidad, mas cabe preguntarse si son compatibles; si como fenómenos culturales –y filosóficos– creación o evolución, en este caso, deberán entender-se como esferas aisladas en cuanto a que los desafíos generados por sus planteamientos son a todas luces infranqueables.

A nuestro modo de ver, el desarrollo cientí-fico deberá fortalecer su cometido de explicar –y mejorar– la condición humana y el progreso

social a través del conocimiento; mientras que es quizás a la filosofía a quien correspon-de establecer la dinámica desencadenada por el espejo creencia-verdad, dogma-hecho. No olvidemos que la historia de Occidente vista a través de sus civilizaciones, ha constituido una narración del dominio real y el virtual, de la batalla entre poder material e influencia espiritual. Control y Dios. Materia y creencia. Oroespecias y cristianización, en el caso de nuestro continente. Y hoy, petróleo y mentira en las esferas globales de la posmodernidad.

¿Acaso es tiempo entonces de que ciencia y religión actúen, la una facilitando la comprensión de la condición humana, la realidad del presente y el futuro de todos a manos de la verdad, y la otra entendiendo la perentoria necesidad de su acercamiento a los menesteres terrenales? Porque creyentes, agnósticos y ateos son responsables y solución de los males que anegan nuestra civilización. Aún milenios después del Big bang y el cacareado Paraíso terrenal.

Jochy Herrera, escritor, dominicano autor de La flama magna.

Ciencia y religiónJochy Herrera

La creación de Adán, de Miguel Ángel, podría representar a un cerebro

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DOSSIER

E ntre los jesuitas exiliados en la ciudad de Boloña después de haber abando-nado la Nueva España por mandato del rey Carlos III quien, como se sabe,

firmó la orden de expulsar a la Compañía de Je-sús de sus dominios en 1767, se encontraba Mi-guel del Barco. Español de nacimiento, el jesuita había vivido a lo largo de treinta años dedicado al cuidado de las almas de los indios cochimiés en la Misión de San Francisco Javier en el terri-torio de California. En tres décadas, el religioso jesuita aprendió el idioma y las costumbres de los habitantes de la misión a su cargo.

En los largos días del exilio italiano, Miguel del Barco, convivía con otros célebres compa-ñeros de orden, personajes como Francisco Ja-vier Clavijero quienes en sus escritos históricos combinaron, con singular maestría, las ideas de la Ilustración sobre el devenir histórico de los pueblos con un indudable amor, orgullo y añoranza del terruño novohispano que habían perdido. Barco escribió un libro titulado Histo-ria natural y crónica de la Antigua California. Se trata de una obra de mediana extensión, un texto rico en información; en sus páginas encontramos descripciones de la geografía californiana, de toda clase de animales que pu-lulan por el territorio y por supuesto de la vida y costumbres de los indígenas de la zona. Pero Miguel del Barco no se limitó a describir de manera casi mecánica y burocrática, como ocu-rre con no pocas historia escritas por religiosos, sino que, curioso observador del entorno, el espíritu ilustrado del siglo guió sus ojos hacia fenómenos naturales aparentemente inexplica-bles. Al describirlos y al tratar de entenderlos, consciente o no, participó de la discusión que, entre ciencia y religión, se generó en el siglo xviii. En efecto, el pensamiento ilustrado sepa-ró, al menos en el mundo occidental, definitiva y tajantemente las formas de conocimiento de la naturaleza. Todos sabemos que la ciencia moderna comenzó en el momento en el que la observación y la experiencia se colocaron como los únicos criterios válidos de verdad, haciendo a un lado las explicaciones reveladas en el texto bíblico y en sus comentaristas. Resulta así su-mamente curiosa la posibilidad de hablar de re-ligiosos, jesuitas en este caso quienes, además

de ser sacerdotes fieles y devotos católicos, participaran de algunos de los métodos e ideas del pensamiento que terminaría por colocarse como el acérrimo enemigo de la religión, me refiero al pensamiento ilustrado y la idea de conocimiento científico que nació de él.

Transcribo uno de los fragmentos de la His-toria del jesuita para ejemplificar lo anterior.

Dice Barco:“No solamente en el mar y sus playas, sino

también muy lejos de ellas y en medio de la península, y en tierras muy altas respecto del mar se hallan muchas conchas marinas. Cerca de la misión de San Luis Gonzaga hay un cerro formado de pura concha; cosa que ha dado ma-teria de discurrir a algunos sobre como pudo juntarse ahí tanta multitud de conchas”.

Recurriendo al método escolástico, como explica Miguel León Portilla en el estudio preliminar a la obra de Barco, el jesuita ma-nifiesta las distintas opiniones en torno a un tema; así explica el jesuita:

“Si alguno quisiere decir que acaso los indios antiguamente traían de una a otra costa las conchas cerradas, para abrirlas en aquel paraje y comer allí el pez que contienen, arrojando la concha ya despojada en aquel determinado lugar, haciendo montón: y que, con el tiempo sucesivo de siglos, el montón creció tanto que llegó a ser cerro; si alguno, digo, quisiera decir esto, lo diría con facilidad mas con una total improbabilidad, porque es del todo inverosímil que los indios, en ningún tiempo, quisiesen tomar el gran trabajo de cargar tanto peso inútil por espacio de dos leguas que hay, con poca diferencia, así de la playa oriental, como de la occidental, hasta el sitio de las mencionadas conchas, siendo ellos tan enemigos de todo trabajo”.

La explicación de la presencia de las conchas por las acción humana queda descartada. Enton-ces, el jesuita busca otra explicación, y es ésta:

“Otros se inclinan a creer que tanta concha se juntó ahí en tiempos del diluvio universal. Otros discurren, y con más probabilidad, que la California, o toda o gran parte estuvo antigua-mente sumergida en el mar…”

Sorprende que el jesuita se incline por la segunda opción y decida ahondar la explicación

argumentando la existencia de diversas islas alrededor de la península californiana; más adelante encuentra mayor sustento a la idea de la península sumergida al describir diversas rocas que, a pesar de estar tierra adentro, tienen lo que ahora identificamos como restos fósiles de animales marinos. Otra vez, el jesuita indaga, expone la idea que parecería más obvia, la de que tanto las conchas como los restos fósiles son una clara muestra de que alguna vez, como todos los cristianos saben, la tierra estuvo sumergida, precisamente cuando, cansado y harto de los pecados de la humanidad, Dios decidió terminar con ella. Pero no, el jesuita sólo pasa de carrera por esa explicación, incluso se diría que mencio-na el diluvio por no incurrir en alguna falta.

El lector no deja de sorprenderse, Miguel del Barco habla entonces de dos posibilidades que explican la presencia de conchas y restos fósiles; o la California estuvo alguna vez su-mergida en el mar y éste se retrajo; o el mar no se movió y la tierra emergió de éste. Podríamos pensar que la primera opción coincide con la explicación bíblica del diluvio; la novedad no está ahí, la novedad, el atrevimiento del jesuita está en mencionar la segunda opción. Quizá con el hecho de imaginarla está pensando ya en términos más modernos, más científicos, está pensando en la tierra que se mueve y cambia de acuerdo no a las pautas bíblicas, sino a otras que años después empezará a explicar la ciencia de la tierra, la geología.

Quizá el pensar y recordad a este jesuita nos permita también repasar la manera en la que imaginamos a los primeros científicos mo-dernos, como una especie de héroes, incom-prendidos, enfrentados a toda autoridad de su tiempo, perseguidos (y no niego que muchos lo fueron) pero también están otros muchos pensadores que caminan con un pie del lado de la ciencia y con otro del lado de la religión.

Josefina Flores Estrella, licenciada y maestra en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, es una apasionada de la historia de la conquista de la Nueva España. Actualmente im-parte la materia de Historiografía de México I y II y el Seminario de Historia Cultural en la UNAM.

Pensar la tierraJosefina Flores Estrella

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DOSSIER

I magine usted el no haber deseado jamás al cónyuge del prójimo. No solo el del vecino, del hermano, o del mejor amigo tienen impedimento en ser sujetos de la

construcción de fantasías, también el de la per-sona que, por ejemplo, entra al bar acompañado por alguien cuya presencia despierta instintos e impulsos de esos que logran la dilatación de las pupilas y respiraciones agitadas mezcladas con suspiros, además de, gracias a por lo menos dos mandamientos, una sensación de culpa que puede ser consciente, o bien, enviada de inme-diato a ese cajón donde guardamos aquello que nos da miedo al que llamamos el inconsciente. Sea cual sea el caso, la experiencia queda en nuestra mente moldeando la conducta y deter-minando la voluntad, lo sepamos, o no.

Existe un pacto entre Dios y la humanidad al que conocemos con el nombre de “Los Diez Mandamientos”, que ha regulado a buena parte de la sociedad occidental, y a la persona desde hace más de 3000 años, cuando Dios escribió sus cánones y  los entregó, en el Monte Sinaí, a Moisés; es pues, una ley percibida como casi natural que consolida las convenciones morales aún en la actualidad.

Algunos mandamientos regulan la conducta — los menos difíciles en el intento de su cumplimiento—, otros pretenden regular el pensamiento, los deseos, e incluso los afectos. El obedecerlos resulta imposible, y el intentarlo puede ocasionar terribles daños psicológicos debido, en mucho, a la culpa que sobre la propia naturaleza humana genera la imposibilidad de su acatamiento, ya que por más efectivo que sea alguien en el arte de engañar al prójimo, siempre sabrá, a menos de que sea psicótico, que no se puede engañar uno a sí mismo; sabrá que desea los bienes del otro, sabrá que por más que luche existirán pensamientos impuros en lo convenido por la sociedad a través del decálogo de Moisés.

Cuando alguien decide comprometerse consigo en el cumplimiento de los diez mandamientos, se enfrasca en una permanente lucha contra sí mismo a través del constante intento por erradicar los impulsos que la propia naturaleza dicta satisfacer para así poder subsistir.  El sujeto devoto, creyente de un Dios representado por el hombre a través de la religión, jamás permitirá que nada lo aleje de su fe, pues sería alejarlo de la protección del Padre. El intento por cumplir los mandamientos es una constante búsqueda de aprobación por parte de la figura de autoridad y protección, tanto que la evidente imposibilidad de ser exitoso en el

cumplimiento de los mandamientos se pierde y la lógica deja de tener sentido, entonces el cerebro se protege de la inevitable percepción al inminente fracaso, lo que puede conducir a un estado neurótico que se acerca a la pérdida de contacto con la realidad. Es en buena parte, por lo anterior, que existen casos de generadores de trastornos de la personalidad derivados de sectas que ejercen un rígido control sobre las personas, tanto, que sujetos sanos pueden presentar rasgos psicóticos sin que necesariamente tengan esa estructura psíquica.

El suicidio colectivo de 39 personas de la secta “Heaven’s Gate”, en el año de 1997, es un claro ejemplo de lo anterior: el líder de la congrega-ción, una figura de autoridad y al mismo tiempo de guía y protección, convenció a sus seguido-res de que el suicidio les conduciría a una nave espacial escondida detrás del cometa Hale-Boop. A pesar de que no existen evidencias de que los seguidores de este líder tuvieran como estructura psíquica la psicosis, la fuerza que ejerce el aparato regulador de los preceptos sociales condujo a las víctimas a terminar con su vida durante una apa-rente psicosis colectiva, resultante de la absoluta devoción a una persona y a una doctrina que a través de preceptos, o mandamientos, controló la conducta y el pensamiento con la ayuda de elaboradas técnicas persuasivas.

Qué mejor técnica persuasiva que la amenaza a la condena del sufrimiento eterno, sentenciada por un dios que todo lo ve, que todo lo sabe. Se podrá engañar al vecino, a la comunidad, e incluso al sacerdote, pero es imposible el engañarse a uno mismo y dejar de sufrir por

el deseo que produce el poseer un objeto atractivo del cual no se tiene la pertenencia, por saberse atraído a una persona que tiene cónyuge, por reprocharle algo al padre o a la madre, porque se es candidato al sufrimiento eterno en las llamas del infierno. La culpa, el miedo, el reproche pueden conducir a un estado psíquico terriblemente neurótico y limítrofe con la psicosis; llega un momento en el que la mente confunde a la psicosis como la última opción para no ser infeliz y desgraciado, en ella la realidad es la que se cree que conviene, y ahí se puede olvidar que, a pesar de todo esfuerzo, no hay cumplimiento de los mandamientos, ni el destino es el infierno, porque se prefiere vivirlo aquí ya que eso es lo que se merece.

El dolor como secuela de la pérdida de libertad puede generar síntomas patológicos adversos como enojo tristeza o miedo, y en casos severos, dificultad para pensar con claridad, alteraciones de la memoria, conductas agresivas e incluso desarrollo de creencias anormales. El pelear en contra de nuestra naturaleza con al afán de trascenderla termina, de manera irremediable, sometiéndonos a ella con consecuencias terribles.

Juan Alberto Becerra Acosta, mexicano, es de profesión psicólogo clínico enfocado en psicoa-nálisis. También dirige la revista Tiempo Libre, semanario cultural, de cartelera y entretenimiento en la Ciudad de México, y es cronista de la Ciudad de México para Capital 21, canal televisivo de la Ciudad de México.

Neurosis limítrofe con psicosis en el intento por cumplir los mandamientosJuan Alberto Becerra Acosta

Collage

Sara Biljana

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DOSSIER

U no de los lugares comunes más socorridos de la modernidad es el conflicto entre ciencia y fe. Pero, ¿es real tal conflicto? ¿De verdad la

creencia o fe en un ser supremo es un impedi-mento para ser verdaderamente científico?

Cualquiera que se considere moderno, dirá que religión y ciencia no se llevan y que la cien-cia vino a destruir las supersticiones inherentes a la religión. Algo semejante dirá quien se pro-clama laico, señalando que la religión no puede trasponer el espacio público, y mantenerse en el ámbito de privado. Esta visión, surgida en el siglo XVII y consolidada con la emergencia del Estado moderno y la secularización de la sociedad, coincide con, lo que podría llamarse la “deificación” de la ciencia, a partir de la cual se entendería el avance de la civilización.

Pese a lo anterior, habrá que hacer un breve repaso de la historia del pensamiento occiden-tal, para entender que ciencia y fe son compa-tibles, y que sólo en los últimos tres siglos, la relación entre ambas ha sido conflictiva.

Si partimos del supuesto de que la moder-nidad — por la cual, las sociedades dejaron de tener una razón de ser teológica, situando al hombre como el origen, medida y causa de la historia, sin que ésta fuese una historia de la salvación — implica una ruptura epistemoló-gica, es casi natural que el conocimiento pasara de fincarse en verdades reveladas a sostenerse sobre bases empíricas, comprobables a través de los sentidos como parte de una realidad concreta, independiente del hombre.

Dicho de otro modo: el conocimiento no dependía de un ser superior, cuya existencia se había puesto en tela de juicio, sino más bien de la aprehensión objetiva de la realidad sensible.

Lo anterior es fruto de dos cambios funda-mentales: el primero, la invención de la im-prenta, que posibilitó la reforma protestante; el segundo, el descubrimiento de que la Tierra giraba en torno al Sol, y no al revés, como se creyó hasta bien entrado el siglo XVII. Ambas nociones generaron tres posiciones distintas entre la comunidad intelectual. La primera se conoce como teísta, y defendía la existencia de una verdad revelada, así como una interven-ción directa de Dios en la historia. La segunda posición, conocida como deísta, reconoce la existencia de un Dios creador de la naturaleza y del hombre, pero que no tenía ninguna relación con el ser humano. La tercera posición negaba la existencia de un principio creador y adjudi-caba ese papel a la Naturaleza. Esta visión tuvo y tiene dos expresiones: el ateísmo, que niega la existencia de Dios, y el agnosticismo, que prescinde de la presencia de Dios y se declara incompetente para verificar su existencia o no.

Evidentemente, la posición de las tres

religiones monoteístas es teísta y consideran que el desarrollo de la humanidad es parte de la historia de la salvación, por lo cual la ciencia y la tecnología deben responder al plan de Dios, justamente lo que los deístas y negacionistas no aceptan porque su epistemología, la teoría del conocimiento, se fundamentaba en el cono-cimiento sensible, mientras que la epistemología teoló-gica, se fundamentaba en la razón y la fe para compren-der la naturaleza de Dios y la ciencia derivada de una visión teológica.

Las dos últimas posiciones sustentaron el surgimiento de la ciencia iluminista y recha-zaron de cuajo, por razones ideológicas, la compatibilidad de ciencia y fe. Los argumen-tos para rechazar la relación se basan fundamentalmente en el supuesto papel de la Iglesia católica en el detenimiento del desarrollo de la ciencia, pues alegaban que todo el co-nocimiento de la Antigüedad clásica había sido suprimido por la Iglesia y que ésta había hecho hasta lo imposible para evitar la investigación científi-ca. Citaban el caso de Galileo Galilei, quien por demostrar que el universo es heliocén-trico y no geocéntrico, sufrió los rigores de la Inquisición, aunque dicho sea de paso, la sentencia no se ejecutó …..

La crítica histórica actual ha demostrado que ni la Igle-sia detuvo la investigación científica y que Galileo no fue condenado por sus inves-tigaciones como tales, sino por cuestionar la tradición epistemológica de la Iglesia, como lo demuestra el profesor de la Univer-sidad de Wisconsin, Ronald Numbers, en su libro Galileo Goes to Jail and other Myths about Science and Religion, publicado en 2009. Pero en todo caso, se omite que Galileo fue reha-bilitado por la Iglesia en 1741, justo cien años después de su muerte. Sin embargo, sólo hasta hace muy poco, en 2009, la Iglesia reivindicó en su totalidad a Galileo como científico

y creyente, en el marco del Año Internacional de la Astronomía. Con ello, for-malmente se dio el inicio del diálogo fe-ciencia, pero en los hechos, la Iglesia ha estimula-do la investigación científica a través del Observatorio Astro-nómico Vaticano, que opera desde antes de que el propio Galileo naciera …. y, moder-namente, desde la Pontificia Academia de Ciencias.

El caso es que la fe y la ciencia no están reñidas. El único punto real de discu-sión es si existe o no un ente creador precursor de todo lo existente, y ello queda en el ámbito de la creencia, o no, de cada científico en una divi-nidad. El falso dilema entre fe y ciencia se debe más bien al interés — bastante político, por cierto — de identificar a la religión con un pensamien-to anticientífico, irracional y antimoderno, cuando en realidad la fe, en tanto co-nocimiento teológico, tiene una epistemología destinada a demostrar la existencia de Dios, mientras la ciencia cuenta con una teoría del conocimiento destinada a la aprehensión y comprensión de los fenómenos sensibles y su método no tiene por objeto demostrar la existencia de Dios. Así de sencillo.

Para documentar el caso, el siguiente cuadro enumera a científicos abiertamente creyentes, del pasado y del presente.

Mónica Uribe (México, 1966) Politóloga e historiadora egresada de la Universidad

Iberoamericana. Su actividad profesional y académica ha estado ligada al análisis de la relación Iglesia-Estado en México y al papel de la Iglesia Católica en los procesos de transición democrática. Actualmente, investiga la estructura y organización e impacto social de las órdenes religiosas en México. Es autora, junto con muchos otros connotados especialistas, del The Cambrid-ge Dictionary of Christianity (2012).

¿Conflicto ciencia y fe?Mónica Uribe

Científicos católicos sacerdotes y monjas:San Beda el Venerable (cálculos sobre la edad de la Tierra y su carácter esférico)Santa Hildegarda de Bingen (médica)Roger Bacon (lógica, método experimental)San Bernardino de Sienta (teoria económica)Nicolás Copérnico (astronomía, teoría heliocéntrica)Gregorio Mendel, padre de la genética.

Clentíficos católicos laicosLeonardo Fibonacci (proporción aúrea)Charles Coulomb (ley de las cargas eléctricas)Antoine de Lavoisier, (padre de la química moderna)Alessandro Volta (pila eléctrica)André Marie Ampere (electromagnetismo)Louis Pasteur (microbiólogo)Alexander Fleming (descubridor de la penicilina)

Científicos cristianos no católicos:Isaac Newton (ley de gravitacion universal)Gottfried Wilhelm von Leibniz (cálculo diferencialLeonhard Euler (matemático y físico), Nikola Tesla (inventor de la bombilla)Max Planck (teoría cuántica) Guillermo Marconi (radio) Niels Bohr. Nobel de Física 1922 y miembro de la Pon-tificia Academia de Ciencias

Científicos musulmanes:Al Juansmi, padre del álgebralbn Khaldún, padre de la sociologíalbn Fimás, inventor de la clepsidra y precursor del vuelo.Al Battani, precursor de CopérnicoAbul-Cassis, padre de la cirugía modernaAl-Hazén, padre de la óptica.

Científicos judíos:lmmanuel Bonfils, inventor de las fracciones decima-les.William Herschel, inventor del telescopio por reflec-ción y descubrió los rayos infrarrojos.Albert Abraham Michelson, ratificación de la longitud del metro como patrón de mediciónuniversal. Nobel de Fisica 1907.Emest Boris Chain: desarrolló la terapia con penicilina. Nobel de Medicina 1945.Amo Allan Penzias, descubrió la radiación de fondo de microondas. Nobel de Física 1978.

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Ilustración: Viviana

Hinojosa

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DESHORAS

de Lewis Carroll, el Taller de Creación Lite-raria de contratiempo, además de nuestros invitados especiales, nos propusimos dedicarle, a modo de homenaje, nuestras palabras a esta novela tan importante del siglo XIX. En las distintas plumas vemos la influencia de tal inspiración en cada uno de los escritos. El co-mienzo y el fin se entrelazan en un intermedio, azaroso como la vida misma, cruel y certera, ambigua y nutrida de cuestionamientos. 

Comenzamos con Christian Roldán, alumno del taller, y su poema sin nombre; con pies y cabeza o quizá sin uno ni lo otro, pero que nos conduce con su color a un espiral de imágenes; le sigue Miguel Marzana, también alumno del taller, con su poema Al despertar donde nos conduce entre un recorrido nostálgico, con cierta necesidad de adentrarse en él. Sigue un cuento/sueño/vuelo de Anastacio Aranda, que nos transporta hacia lo incierto a partir de la lo-cura establecida por el que sueña que es soñado. Contamos además con un poema de Emmanuel Díaz, y un cuento corto de un servidor.

Además de los talleristas contamos con la participación de Caliche Caroma, escritor de Morelia, Michoacán, México. Su nombre de pila es Carlos, pero como él mismo dice: “me lo cambié porque ya hay muchos que se llaman así”. Caliche escribe diariamente pero no tiene un diario. Lee y viaja, dice que es lo mejor que se puede hacer. Carlos participa con un pequeño ensayo sobre Morelia actual y el libro homenajeado. Incluimos también un pequeño pensamiento de un escritor vasco que radica en el cerro Moso al occidente de Michoacán: Kerman Castro, estudiante de Filosofía y amante de la naturaleza, quien nos describe de manera filosófica a la Alicia que algún día él quisiera encontrar.

Marcopolo Soto

A propósito de los ciento cincuenta años de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas,

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DESHORAS

Los párpados encierran la madriguerade adentro, la del torsodonde los lepóridos hurganen bosques imaginarios,en túneles de tripas.

Andan con retraso,pero retraso no anda con ellos.Retraso no existeni en la imaginación el límitepero el azoramiento reinaba,a los gazapos les palpitaba el pechoal compás del tic-tac de los segundosel reloj les usurpaba la vida.Alicia les persigue. De todos tamaños,más no ha tenido estatura,sólo elasticidad.“Tememos perder la cabeza,”“si estamos acá es porque la hemos perdido”“¿Hace rato, o acaso llegamos sin ella?”“La dejamos al otro lado.”“De seguro se nos olvidó.”

El otro lado hostiga, halamuerde los pies y por doquiersu continuidad hace abrazarse, acáno hay pasado ni futuro,solo los ecos de una reina sin corazones.¡Que le decapiten!”más no ha rodado ni cabeza sin cuerponi cuerpo sin cabeza,Sólo la cabeza dentro del propio cuerpoperdida en la madriguera,y aunque del claro albase va esfumando el violeta en el cielo,y la luna no deja de fingir la sonrisa felina.Aunque se diga que este cuento no tieneNi pies ni cabeza, lo que no tiene es nombre.Se desdoblan los párpados,Le roba las bestias parlanchinasel sol del nuevo día.O viceversa

¿Por qué te afliges y enredas los cabellos?  -Yo no quiero ir entre gente loca 

-¡Oh! no puedes evitar eso estamos todos locos aquí 

Lloraré los versos con total oscuridad;Perdido. Hondamente en el agujero del conejo

Las sombras se iluminaron    Ella me dio su mano de tierra y de lágrimas,la ensoñación pero ninguna llave Atravesamos bosques,  palacios y ciudades llevamos el dragón acuestas-nos han abandonado.Ahora todo se ha desvanecido La psilocibina nos hizo diminutos y gigantesrodaron nuestras cabezassin tiempo y sin coloral final llegamos tarde   siempre tarde al fondo del espejo

El té está servidoya no quedan más galletas (lo sé) pero siempre hay miel quedan los puchitos tristes el recuerdo de Alicia el Marvin que jamás conoceré.

Al despertar(Metafísica clásica)

Miguel MarzanaChristian Roldán

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DESHORAS

El fugitivo notó que el conejo en la luna res-plandecía vigoroso, casi invitándolo a la pálida esfera que desde siempre había sido su cárcel. Fue entonces que arribó el vuelo con destino a Madrid, retrasado, pero al fin en tierra firme, mientras el hombre tamborileaba el pie en el piso del aeropuerto. Nadie sabría del esca-pe urdido en cuestión de minutos; apenas y tocó al mocoso— un sonámbulo no puede ser responsable de sus actos; la renta, ¿qué renta? Dichas minucias no tendrían ningún valor, una vez el viaje se viese resuelto. Alguien como él en Madrid. Quién pensaría.Dentro del avión todo era normal y llegó a pensar que su aerofobia era infundada. El tiempo discurría entre lloriqueos del chiquillo que pataleaba en el respaldo de su asiento; en el vaivén de la aeromoza vestida de una prefa-bricada sonrisa en par con los tacones rojos; y el hambre que le embargaba las entrañas al fugitivo—que le he pedido zumo, que no gaseosa—quién practicando entre mejor di-cho bufidos esquilados las peculiaridades del dialecto peninsular, aprovechaba cualquier motivo para repelar. En su cabeza su dicción era como la del más auténtico madrileño. Todo volaba a pedir de boca.Hasta que el avión se desplomó.Al principio se dejó llevar por el zarandeo de la turbulencia y no se inmutó cuando el pájaro de acero raspó la superficie de lo que parecía un terreno arenoso. Con paciencia esperó las instrucciones del capitán que no llegaban. Después de un día, al no escuchar más que su-surros y chirridos provenientes de la cabina—y debido más a la insoportable urgencia de su hígado—decidió abrir los ojos.Estaba solo. Quizá el haber abordado el avión con los ojos cerrados no había sido la mejor idea. De pie advirtió que el mocoso del asiento trasero faltaba: en su lugar una mancha violá-cea y ya seca.  Se deshizo la bragueta y vació su cuerpo en un arqueado chorro amarillo, el cual encontró fin en el asiento del gemebundo mo-coso. ¡Ah!, se jactó. La complacencia le reventó la boca en una mueca siniestra. No sintió la necesidad de sacudirse, ahora que nadie lo veía.Con facilidad empujó la portilla de emergencia. Bastó un salto para salir del avión ya que se encontraba casi del todo enterrado en lo que era una playa. Sintió  la arena tibia entre los dedos, ¡tío, que bien que pensé la huida! Lo digo por lo de no traer zapatos (en su ingenua

presunción no tenía forma de saber que en la península les llaman, para su futura sorpresa, en el género femenino a los zapatos tenis). Siempre se consultaba a sí mismo y no siempre concordaba. En esta ocasión sí.  Aunque no tenían por completo la razón puesto que la arena les escocería los talones dentro de poco y desearían haber calzado mínimo sandalias.Percibiendo la playa desierta, decidió vagar por ahí, manteniéndose cerca del límite sinuoso descrito por una maza más bien cruel y gris que era el mar. Caminó un sinfín de minutos hasta que fueron tal promontorio de horas que se coagularon en días, semanas después. No encontró paz en víveres o frescura en el agua salada del enemigo, pero sí que vio al resto de los  pasajeros desperdigados por la playa, aquí patee algu-no que suplicaba ayuda para su deshidratada y anciana madre, allende a otros, al mocoso, que desde lejos vi ser devorado por bestias diurnas de múltiples cabezas. No obstante el hambre y la sed, no le fue del todo una ex-periencia displicente la visita a este maravilloso país. ¡Joder!Descubrió que la isla era breve pues su circu-lar diligencia sólo había logrado que regresara al principio, donde se encontraba el aero-plano. Se emocionó al advertir que bajo una de las alas se hallaba otro sobreviviente. Acercán-dose hasta la sombra del ala para sosegar el ardor en los pies, saludó al extraño, y al ver que éste no respondía más que en gimoteos, le maldije, y tomé el cayado que el sujeto llevaba espetado en el pecho e hice como si fuese un serrucho, soterrando

y extrayéndolo de la llaga para deleitarme con las cacofónicas plegarias del moribundo. Su rostro se contorsionaba en suma hermosura.

En el atardecer el fugitivo pidió al cielo clemencia; estaba exhausto de la diver-sión y, francamente, muerto de sueño. La sed era tanta que deseó no haber malgastado la orina. El hambre le burbujeaba en las tripas haciendo al recién fallecido cada vez más apetito-so y menos humano. Se recostó al lado del hombre, agradeciendo la camisa

que se cobijó, la cual hurtó del él.Al intentar cerrar los ojos notó

que era lo opuesto lo que ocurría: los abrió,

despertando de lo que debía de ser una delicia de siesta, la cual no tenía conciencia de jamás haber tomado. De repente escu-chó el tronar y rugir sórdido de ruedas en vías de acero, siendo así que se encontró pasajero en un tren. De la playa, al parecer, había contraído unas liliputienses y locuaces muñe-cas que fundaron un cabaret en mi oreja mien-tras dormía. Una vez que el hombre bajo el ala falleció, dijeron, tuvimos que abandonar el edificio… ¡Hom-bre, el profesiona-lismo ante todo! Que es imposible dar un buen show y retener a los

marchantes desde el interior de una oreja

en descomposición

Vuelo sonámbuloAnastacio Aranda

Ilustración: Viviana

Hinojosa

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DESHORAS

Preguntas                  Consejos      Deseossin ella las cosas fueran diferentesno sé cómo, pero fuera distinto.

Y al mirar hacia afuerano hay un conejo en trajeni un gato que pregunte: “quién eres tú?”

Quien soy yo... aguaescurriendo las páginas de la fantasía,una ondeada seduciendo nidos,un columpio hecho de malas hierbasmeciendo entre el círculo del tiempoy oyendo las lágrimas y las risas de Alicia y en el televisor Neo despierta de este gran sueño.

Yo solo soy espectador de la alegoríay la distancia envuelve el corazón del observador

La curiosidad meneaEmmanuel Díaz

Invadida por un esbozo de tristeza, Alicia, sentada sobre el peñasco analiza los sucesos: El viento le mece las piernas y el rocío del mar le alcanza la nariz. -La cabeza siempre estará inundada de esperanza y dudas-, fue su primer intento por jus-tificarse, -¿qué se debe hacer ante la felicidad? El no dudar ante el devenir la mortificaba. Alicia estaba sola. Alicia estaba libre.

AliciaKerman Castro

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Ilustración: Viviana Hinojosa

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DESHORAS

A licia salió por la ventana del baño y se lanzó al mundo. Corría buscando un final que siempre imaginó lejos, o en el mar, dónde algún extranjero

la haría mujer. En sus sueños siempre imaginó a un soldado, pero los años y los sueños no siempre concuerdan, ahora se conformaría con aquél estudiante que un día le apretó los mus-los y se quedará con ganas de algo más, pero ella es una joven católica y no podía permitirse ningún atrevimiento. Ahora se arrepiente de su reserva y mientras corre por el malecón busca quién le haga su sueño realidad. 

El viento le asentaba bien, y ante la mirada de extraños y conocidos, dejó caer la toalla y corría con la belleza de su madurez al desnu-do sobre el muelle. Todo el mundo la miraba, algunos hombres querían seguirla pero se detenían ante sus celosas esposas, dos ancianas reían y los niños le aplaudían siguiéndole; pero ella no daba cuenta de nada porque por fin era libre, y esa libertad la recibía bien.

Al enterarse, su madre lanzó el sartén del enojo. Las lentejas cayeron y el Filemón apuntó la nariz hacia el manjar. Tomando el bastón, y aventando humo de su puro, la madre le gritó a la hija: “¡tráete unas cobijas y vamos por aquella desgraciada!”. Sonia, ya acostumbrada a su barriga de ocho meses de embarazo, hizo una pirueta sobre la cama, tomó las cobijas y salió detrás de ella; File-món se quedó lamiendo el sartén.  

Sonia alcanzó a la vieja y la tomó del brazo, ésta la despreció, “no te pongas de cariñosa, bien sabes que puedo sola”. Caminaron con prisa hasta el sitio del taxi, era de noche y el calor no cedía, “llévame a la cárcel, idiota”, -cómo usted lo ordene señora, pero es muy noche, ¿qué va a ser por allá? -“A usted que le importa, usted lléveme y cállese que para eso le pagaré.” El muchacho se calló y se dedicó a su trabajo; por el retrovisor intercambió algunas miradas con Sonia. 

Se escuchaba una melodía de Gardel, y Feli-citas esbozó un suspiro, luego se dio cuenta de ello, y se irguió, hace mucho tiempo qué había decidido enterrar la felicidad, y apagó el radio de coche. El muchacho y Sonia intercambiaron miradas. Al llegar al destino, el rostro les cam-bió. Felicitas se bajó sin pagar y el muchacho no tuvo intención en interceder cuando vio que la vieja sacó de entre su reboso un revólver y disparó tres veces al aire, espantando a los hombres que se asomaban por la ventana de la comisaría, todos huyeron a verla.

-¡Abran camino cabrones y váyanse mucho a la chingada si es que no quieren que los mate

a balazos! Al entrar a la comisaría, se dirigió al Comisario Agapito: A esto le llamas autoridad, dame las llaves maldito payaso. 

El hombre temeroso, sacó de entre el cajón de su escritorio las llaves y se las entregó a la vieja. Ahí estaba la muchacha, en cuclillas, espantada en una esquina al fondo de la celda, cubriéndose de los observadores. 

-La hemos encerrado por faltas a la moral, la encontramos en Playa Azul, escarbando un hoyo, y hablando sola con una caguama, la muy reje…, perdón, la niña,  no se quería subir a la camioneta, mira como nos ha dejado-, explicaba el tembloroso Agapito mientras la enseñaba los rasguños de los brazos, a Felicitas.

–Dale gracias a Dios que no los vi, porque ahí mismo los hubiera matado, maldito aprovechado.

Sonia miraba a Delfino, el hijo de Agapito, uno de los tanto que se decía padre de la criatura que ella llevaba en la barriga; él lo creía así, y ella nunca negaba nada.  

–Es una multa de trescientos pesos… -¡Ve y cóbraselos a tu madre! -Niña, deja de

andar de ojo fácil, y ve por tu hermana, le orde-nó la vieja a Sonia mientras le aventaba las llaves. 

Sonia abrió el cerrojo, tomó a su hermana, la enredo en la cobija y la sacó de la celda y de la comisaría. Sin dejar de apuntarle el revolver a la cabeza de Agapito, la vieja les siguió

-Si los llego a ver rondando mi casa los mato, a cada uno de ustedes, les juro que los mato, ¡trescientos pesos… trescientos pesos, tu madre cabrón!

Recién salieron las tres mujeres, padre e hijo, sacaron la baraja y el mezcal y brin-daron, por el suceso de sus vidas. 

Al llegar a casa, Alicia subió al ropero y se quedó dormida sobre el, despertó de mañana pensando en su castigo y en los golpes que la madre le azotaría, pasaban lentos los minutos, y ella seguía cobijada de pies a cabeza como queriendo des-aparecer, el castigo llegó en forma de desesperación y bajó al piso y caminó hacia la cocina. Al pasar por el baño vio que en la ventana un sombrero iba de un extremo al otro, poco a poco, los tabiques y el cemento le fueron tapando la vista. Ya no había más ventanas en casa. Una vez más ese espacio se volvía un claustro. Las opciones para Felicitas no fueron muchas, o ponerle rejas a la ventanas, o de plano cerrarlas. Y como ya lo había hecho otra veces, y bien conocía a don Severiano, el albañil, cerrar las ventanas sería la mejor decisión.

Llevaba dos días sin dormir y espulgán-dose las greñas sobre el ropero. No había cruzado palabra alguna con su madre desde el incidente en la comisaría. Era su hermana quien la alimentaba y le llevaba los chismes del pueblo. En su cabeza, Alicia tramaba un fin que siempre imaginó lejos de ahí.

Alicia en espera de un finMarcopolo Soto

Ilustración: Viviana Hinojosa

Page 27: Contratiempo 125 / Julio - Agosto 2015

N Ú M E R O 1 2 5 | 27contratiempo

DESHORAS

A partir de la re-lectura del libro más conocido de Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas, comencé a pensar qué pasaría si yo fuera uno

de sus peculiares personajes y dejara de ser lo que soy ahora. ¿Quién soy yo? Un escritor pobrísimo que intenta sobrevivir en este mar de lágrimas, un tipo que va a la tienda por un sobre de nescafé y regresa a su casa para acari-ciar a sus gatos y leer algo mientras desayuna, por cierto, ninguno de los gatos se llama Dina ni Diana. Los nombres de mis gatos son: Hue-vo, Gris, Gorda, Chueco, Güera, Cori, Boni y Bola. Así soy, y es que también tengo un perro llamado Fuchi, mueve la cola al verme llegar y cuando me voy se pone triste, hasta ahora he tenido la suerte de regresar. Uno es lo que tiene, y ya ven, soy animal. Yo soy yo y no soy, por ejemplo, Enrique Peña Nieto, porque yo sé muchas cosas y Enrique es un burro. Cuando digo que Enrique es un burro no me refiero a la animalidad inherente en todo ser humano, sino a su condición de ignorante, condición necesaria para ser presidente de la república. La vida no es normal en México, no puede serlo, es imposible, ilógico; vivir aquí es como ir cayendo por un túnel muy profundo y ver-tical, claro, caer en un túnel horizontal sería diferente, sería un tropiezo y no una caída interminable, o casi interminable. La lógica no es lo normal, al contrario, la lógica es lo extraño, lo que casi no se da por estas tierras retóricas, En cambio, el aguacate sí se da por aquí, aunque los bosques de pino han sido arrasados para sembrar y cosechar el aguaca-te. Vaya a usted a saber qué es lo normal: ¿el asesinato, el robo, la extorsión, la corrupción, el agrandare? ¡Qué rico es el guacamole!

(Párrafo extraviado)

Encuentro mucho más sentido en el País de las Maravillas que en esta república mexicana; como que no hay conexión entre las partes. Al menos allá había pasteles y té a todas horas, en cambio aquí lo que hay es mucha hambre. Quizá esto se deba a que soy un Conejo Blanco y veo las cosas de una manera más animal. Lo que sí es cierto es que en ambos lugares comparten un gusto exacerbado por el corte de cabezas. Mejor comeré de la seta mágica para soportar esta realidad en donde te roban los guantes y te secuestran. ¿Y si no funciona? No, yo no soy un Conejo Blanco. Mucho menos soy una niña ni me llamo Alicia, doble nega-ción.  Me gustaría ser el Gato de Cheshire, por eso ahora estoy sonriendo, ustedes no me ven,

únicamente tienen mi palabra. ¿Podrán creer en lo que les digo? Desaparezco poco a poco sin dejar rastro, lo último que ustedes ven es mi sonrisa, por aquello de “me río para no llorar”.

(Los siguientes párrafos fueron escritos en un camión de basura)

Ocurrió después de tanto decirlo. Se han fusionado los dos mundos. Ahora vivo en una novela para niños que los adultos no entien-den. Soy una reina de corazones que apaga las fogatas con las uñas (véanse textos anteriores del autor). ¡Que le corten las orejas! ¿A quién? A Dumbo y a cualquier persona, animal,  cosa o quimera que tenga relación con Walt Disney. “La verdad está en el valor práctico de una pro-posición”. William James sabe lo que dice, por eso soy pragmático y digo lo que quiero hasta que lo que digo se vuelve verdad. ¿Estaré enten-diendo correctamente la lógica que invento? La coherencia de un domingo a las doce de la noche es convertirse en lunes.

(No hay conocimiento en este asunto: ignorancia)

El Sombrerero Loco se encuentra atrapado en un determinado horario, mismo que se repite una y otra vez, algo así como un eter-no retorno pero compartido con la Liebre de Marzo y el Lirón dormilón. También yo estoy atrapado en un determinado horario, tengo que trabajar de lunes a viernes, más de ocho horas diarias, a veces creo que no hay diferen-cia entre un día y otro. Tiempo compartido pero sin té, tampoco hay pan con mantequilla, me gusta mucho el pan con mantequilla. Es mentira. No trabajo, me gusta fumar y vivir arriba de los hongos, la afortunada Oruga es mi favorita, me gustaría ser la Oruga. ¿Fumará opio? ¿Fumará marihuana? ¿Fumará metanfe-tamina? No lo creo, las pipas para fumar cristal son de vidrio y muy delgadas. La fisionomía de la Oruga no aguantaría mi zapato encima de ella, aplastar Orugas está mal, como está mal desaparecer estudiantes y vender los recursos naturales de un país. Insisto en que el Gato de Cheshire mueve la cola cuando está enojado. ¿Ya había dicho lo de la cola?

¿Qué les estaba contando? ¡Ah, ya recuer-do! Que la Falsa Tortuga llegó la otra noche a visitarme, estaba muy triste porque el Sindi-cato Único de Tortugas Verdaderas la había demandado. Le recomendé que se afiliara a un partido político aquí en México-País de las

Maravillas, nadie la molestaría por más falsa que fuera, ganaría mucho dinero y se haría popular. Dijo que lo pensaría. Yo sí que no me haría miembro de ningún partido, sus discur-sos están llenos de falacias y contradicciones, pero la Falsa Tortuga es una maestra en estos tópicos. Toda Tortuga Falsa es llorona, alguna Tortuga falsa es hombre, luego, algún hombre es llorón. DATISI es el nombre del silogismo anterior, nos sirve para saber que los hombres lloran cuando viven en México. 

México es un país de fantasías y paste-lillos mágicos, hacerse grande y después hacerse chico, ahora me doy cuenta que esto ocurre diariamente, la rueda del destino dicen los filósofos, yo digo que es cuatro por siete. Darse consejos a uno mismo y no hacer caso de estos consejos, lo aprendí de Alicia. Sigo navegando en el mar de lágrimas, arriba de una balsa pequeña a la que nom-bro imaginación. Los guantes blancos de cabritilla están mojados, el abanico y el reloj  los dejé en el Monte de Piedad, la Duquesa trabaja en un Walmart, la Reina es peluque-ra y el Rey vende drogas en las esquinas de Prados Verdes. Todo esto sucede como de costumbre, es decir, violentamente. Ilación cero. Era yo la misma cuando me levanté esta mañana, era yo el mismo cuando me acosté esta noche. Ambivalente, que tiene dos valores. Convertirse en otro, leo el rever-so de la pasta de dientes. ¿Quién soy yo? Véa-se supra. Los tigres perecen en las prisiones del pensamiento. Alicia sabe lo que dice, por eso lo dice y yo lo escribo en letra manus-crita. Decirme quién soy frente al espejo, ya habrá tiempo para otro cuento. Estamos todos locos, por ahora, incluyéndome.

El Gato de Cheshire y otras falaciasCaliche Caroma

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