2
LAYLA MARTÍNEZ André Breton está sentado en la mesa de la cocina. Es la tercera vez que lee la misma frase, y con cada nueva lectura aumenta su rabia. Quién se ha creído que es ese imbécil de Daumal. Quién se ha creído ese estúpido para insultarle públicamente. Ese ni- ñato arrogante debería habérse- lo pensado dos veces antes de publicar una carta como esa, an- tes de desafiarle abiertamente. Él, que había provocado convul- siones a la belleza, que había puesto de rodillas a los podero- sos, que había hecho de la revo- lución la causa más hermosa de todas. Él, que había convertido la poesía en un martillo, que ha- bía abierto puertas que nadie más había cruzado, que había entregado su vida a una violen- cia radiante. Breton camina de un lado a otro de la habitación. Daumal no sólo se permite re- chazar la invitación de unirse a los surrealistas, sino también despreciar al movimiento. Le acusa de confusión, de ceguera, de una excesiva fidelidad a la or- todoxia marxista. Breton coge la revista y vuelve a leer algunos fragmentos de la carta. Sus ojos se detienen en una de las últimas frases de Daumal, posiblemente la más demoledora: “Tenga cui- dado André Breton, de figurar algún día en los manuales de his- toria literaria. Nosotros, si dese- amos algún honor, es el de figu- rar para la posteridad en la historia de los cataclismos”. Breton hierve de rabia y destro- za la revista. La profecía de René Daumal no tardará en cumplirse. El tercer número de la revista El gran juego, en el que ha publi- cado su carta a Breton, será el último en editarse. Mientras los miembros del colectivo que lo publica se sumergen en sombras cada vez más oscu- ras, Breton se erige en líder absoluto de un movimiento que siempre ha dirigido con mano firme. A unos les espera el abismo, a otros la gloria. Sin embargo, cuando Daumal escribe su carta, las sombras to- davía están lejos. En el otoño de 1930, El gran juego sigue siendo el artefacto explosivo que sus miembros habían creado dos años antes. La revista es un in- cendio, una máquina de guerra. Los textos que la componen ha- blan de la necesidad de acabar con todo lo conocido, de la lle- gada de una insurrección que debe derribar la sociedad hasta sus cimientos: “El Gran Juego es entera y sistemáticamente destructor. […] Estamos dis- puestos a todo, decididos a com- prometernos totalmente para, según las ocasiones, hundir, de- teriorar, despreciar o hacer sal- tar por los aires el edificio so- cial, aplastar cualquier escoria moral, arruinar toda confianza en uno mismo y derribar ese co- loso con cabeza de cretino que representa la ciencia occiden- tal”. No hay concesiones posi- bles. El hombre y la sociedad de- ben estar en todo momento a un paso de estallar. El incendio que proponen los miembros de El gran juego co- mienza con una negación. Es ne- cesario negar cualquier conven- ción social, resistirse a todas las imposiciones vengan de donde EL JUEGO MÁS PELIGROSO 03.03.16_16.03.16 DIAGONAL 265 [email protected] La revista ‘El Gran Juego’ entendió el tiempo de entreguerras como la oportunidad de volar el edificio social.

Copia de Copia de Copia de Copia de Copia de 1«El... · revista y vuelve a leer algunos fragmentos de la carta. Sus ojos sedetienenenunadelasúltimas frases de Daumal, posiblemente

  • Upload
    others

  • View
    5

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Copia de Copia de Copia de Copia de Copia de 1«El... · revista y vuelve a leer algunos fragmentos de la carta. Sus ojos sedetienenenunadelasúltimas frases de Daumal, posiblemente

LAYLA MARTÍNEZAndré Breton está sentado en lamesa de la cocina. Es la terceravez que lee la misma frase, y concada nueva lectura aumenta surabia. Quién se ha creído que esese imbécil de Daumal. Quiénse ha creído ese estúpido parainsultarle públicamente. Ese ni-ñato arrogante debería habérse-lo pensado dos veces antes depublicar una carta como esa, an-tes de desafiarle abiertamente.Él, que había provocado convul-siones a la belleza, que habíapuesto de rodillas a los podero-sos, que había hecho de la revo-lución la causa más hermosa detodas. Él, que había convertido

la poesía en un martillo, que ha-bía abierto puertas que nadiemás había cruzado, que habíaentregado su vida a una violen-cia radiante. Breton camina deun lado a otro de la habitación.Daumal no sólo se permite re-chazar la invitación de unirse alos surrealistas, sino tambiéndespreciar al movimiento. Leacusa de confusión, de ceguera,de una excesiva fidelidad a la or-todoxia marxista. Breton coge larevista y vuelve a leer algunosfragmentos de la carta. Sus ojosse detienen en una de las últimasfrases de Daumal, posiblementela más demoledora: “Tenga cui-dado André Breton, de figurar

algún día en los manuales de his-toria literaria. Nosotros, si dese-amos algún honor, es el de figu-rar para la posteridad en lahistoria de los cataclismos”.Breton hierve de rabia y destro-za la revista.

La profecía de René Daumalno tardará en cumplirse. Eltercer número de la revista Elgran juego, en el que ha publi-cado su carta a Breton, será elúltimo en editarse. Mientraslos miembros del colectivo quelo publica se sumergen ensombras cada vez más oscu-ras, Breton se erige en líderabsoluto de un movimientoque siempre ha dirigido con

mano firme. A unos les esperael abismo, a otros la gloria.

Sin embargo, cuando Daumalescribe su carta, las sombras to-davía están lejos. En el otoño de1930, El gran juego sigue siendoel artefacto explosivo que susmiembros habían creado dosaños antes. La revista es un in-cendio, una máquina de guerra.Los textos que la componen ha-blan de la necesidad de acabarcon todo lo conocido, de la lle-gada de una insurrección quedebe derribar la sociedad hastasus cimientos: “El Gran Juegoes entera y sistemáticamentedestructor. […] Estamos dis-puestos a todo, decididos a com-

prometernos totalmente para,según las ocasiones, hundir, de-teriorar, despreciar o hacer sal-tar por los aires el edificio so-cial, aplastar cualquier escoriamoral, arruinar toda confianzaen uno mismo y derribar ese co-loso con cabeza de cretino querepresenta la ciencia occiden-tal”. No hay concesiones posi-bles. El hombre y la sociedad de-ben estar en todo momento a unpaso de estallar.

El incendio que proponen losmiembros de El gran juego co-mienza con una negación. Es ne-cesario negar cualquier conven-ción social, resistirse a todas lasimposiciones vengan de donde

EL JUEGO MÁSPELIGROSO

03.03.16_16.03.16DIAGONAL 265 [email protected]

La revista ‘El GranJuego’ entendió eltiempo de entreguerrascomo la oportunidadde volar el edificiosocial.

Page 2: Copia de Copia de Copia de Copia de Copia de 1«El... · revista y vuelve a leer algunos fragmentos de la carta. Sus ojos sedetienenenunadelasúltimas frases de Daumal, posiblemente

experimentación de la vida entoda su intensidad, sin renun-ciar a los aspectos terroríficos oinquietantes. Esto suponía unaestrecha relación con la idea dela muerte, que no debía ser en-tendida como un estado radical-mente diferente a la vida sinocomo una parte fundamental deésta. La vida y la muerte no seveían como realidades exclu-yentes, sino como partes de unamisma unidad. Para conocer lavida en toda su profundidad eranecesario integrar en ella a lamuerte, anticiparse a esa expe-riencia. Esta anticipación se ha-cía sobre todo a través del sue-ño, que era entendido como unapuerta hacia el otro lado: “No setrata de una apuesta, de unaelección entre la vida y un esta-do desconocido opuesto a la vi-da que denominamos muerte,sino más bien de una lenta evo-

lución no reversible de todo elser que se encamina, tanto porla ruina de su organismo comopor el olvido y el asco progresi-vo hacia todo lo que caracterizala vida humana, hacia la cance-lación de esa vida desfigurada,olvidada dulcemente al fondo, afavor de una experiencia antici-padade lamuerte a través de es-tados de sueño profundo cadavezmás parecidos a ella”.Los miembros de El gran jue-

go se entrenarán en ejerciciospara controlar los sueños y rea-lizar viajes astrales, además deen la inducción de estados dehipnosis cada vez más profun-dos. Sin embargo, el sueño noserá el único camino para la an-ticipación de la experiencia dela muerte. Roger Gilbert-Lecomte, el otro gran centromagnético del colectivo juntocon René Daumal, irá introdu-

ciéndose cada vez más en elconsumo de opio y heroína.Aunque la experimentación conlas drogas siemprehabía forma-do parte de las prácticas del co-lectivo, su uso se hará ahoramuchomás frecuente, yGilbert-Lacomte caerá en una adicciónque ya nunca podrá abandonar.La evolución del colectivo les

llevará a distanciarse cada másde los surrealistas, con los quehabían tenido una importanteafinidad. Aragon, Éluard yBreton se habían afiliado alPartido Comunista Francés yaen 1927, pero desde entoncessu compromiso con el marxis-mo había ido creciendo: en elSegundo manifiesto surrealis-ta, de 1929, Breton afirmabaque el movimiento surrealistadebía ser un instrumento de larevolución y caminar a su lado.En una Europa que acababa de

salir de una guerra y se enca-minaba hacia otra, los surrea-listas elegían el compromisopolítico con el comunismo, queponía sus ojos en la triunfanterevolución soviética. En cam-bio, los miembros de El granjuego, que siempre habían des-confiado de cualquier forma deorganización social, camina-ban hacia abismos cada vezmás profundos.El cuarto número de la revis-

ta nunca llegará a aparecer.Inmersos en sus propios infier-nos, los miembros de El granjuego se separarán definitiva-mente en 1932. Daumal se cen-trará en la teosofía y el ocultis-mo, Gilbert-Lacomte se veráarrastrado por su adicción a laheroína. Hasta su muerte unosaños más tarde a causa del téta-nos, vivirá en la indigencia y se-rá arrestado en numerosas oca-siones. El resto de losmiembrosdel colectivo tendrán suertesdispares: algunos morirán en laSegunda Guerra Mundial, otrosseguirán pintando y escribien-do, unos pocos se afiliarán alPartido Comunista Francés.A partir de entonces, El gran

juego será definitivamente ol-vidado. Como había predichoDaumal, sus miembros nuncapasaron a los manuales de his-toria. Salvo alguna excepciónpuntual, sus obras han tenidouna escasa distribución y lamayoría de ellas ni siquierahan sido traducidas al castella-no. Por ello, la edición de algu-nos de los textos de la revistaque acaba de publicar Pepitasde Calabaza cobra una impor-tancia especial. No sólo recu-pera el carácter extremo de supensamiento, sino también loterrible y lo hermoso de su ex-periencia. La traducción y elprólogo de Julio Monteverdenos introducen en la fiebreque produjo la creación de larevista, en la belleza feroz queguió su funcionamiento. Quizásus miembros nunca entraronen los manuales de literatura,pero Daumal tenía razón: hanpasado a la historia de loscataclismos. //

vengan. La negación es el ins-trumento para convulsionar elorden social de forma perma-nente. La revolución no deberespetar ninguna institución so-cial, ya que todas ellas buscanla sujeción del individuo: “La fa-milia posee martillos ensan-grentados. […] Después de ella,otras organizaciones frías y ne-gras os esperan, y seréis obliga-dos a lanzaros a sus brazos”.Para los miembros de El granjuego, esta negación es tambiénuna afirmación del individuo,que sólo puede ser libre cuandorechaza todo aquello que leoprime. Sin esa libertad enten-dida en términos absolutos, elindividuo es sólo un objeto delorden social, nunca un sujeto.El carácter extremo de su

pensamiento se verá acompa-ñado de unas prácticas igual-mente extremas y radicales.Los miembros del colectivoexperimentarán con juegoscomo la ruleta rusa o la deam-bulación con los ojos cerrados,y buscarán con frecuencia laentrada en estados alteradosde conciencia. Para ello utili-zarán drogas como el opio y laheroína, pero también intoxi-caciones con productos quími-cos. Daumal usaba habitual-mente tetracloruro de carbonopara manipular los insectosque coleccionaba, y un día de-cidió aspirar los vapores queemanaban del compuesto. Elresultado fue la aparición deuna serie de visiones y alucina-ciones auditivas que le causa-ron una gran conmoción y lellevaron a repetir el experi-mento en varias ocasiones, apesar del enorme deterioro fí-sico que suponía.Ademásdeestasprácticasex-

tremas, losmiembrosdeEl granjuego experimentarán con ladescorporización, la visión ex-trarretiniana y la manipulaciónde los sueños. El objetivo erasiempre el mismo: perturbar larealidad hasta hacerla pedazos.Todo debe ser destruido.

RevelaciónCon el paso del tiempo, losmiembros de El gran juegomodificaron sus planteamien-tos. Aunque sus posturas si-guieron siendo de una radicali-dad extrema, su discurso ya nose centró tanto en la sociedadcomo en el individuo. Si el pri-mer número de la revista esta-ba lleno de referencias al or-den social y a la necesidad desubvertirlo mediante un proce-so revolucionario, el segundoy tercer número tendrán mu-chomás que ver con la búsque-da de la libertad individual. Losautores de la revista nunca ha-bían entendido lo social y lo in-dividual como dos planos con-trapuestos, pero si al principiola reflexión giraba en torno alprimer polo, ahora se despla-zará hacia el segundo.Para los miembros del colec-

tivo, la libertad implicaba una

ARTE

CENSURA.Roger Gilbert-Lecomte y RenéDaumalescenificando unasesinato.

Sin la libertad entendidaen términos absolutos,el individuo es sólo unobjeto del orden social,nunca un sujeto