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Corazones de Marfil

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Publicación que recoge las memorias y anécdotas personales de la mayoria de los jóvenes cooperantes españoles que viajaron en agosto de 2008 a Costa de Marfil con el motivo de hacer un campo de Trabajo.

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Memorias de ManaboueEn el continente en el que el marfil es el tesoro máscodiciado se descubren ante nosotros los verdaderoscorazones de marfil.

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Título: Corazones de marfil. Editado por: Luis Berga Montaner, [email protected],669 814 558. Autores y fotografías: Álex Armadàs, Luis Berga Montaner, Paco BergaMontaner, Adrià Bes Mestre, Álvaro Blasi Beriain, Ignacio Blasi Beriain, Víctor CegarraPalao, Santi Costa Palau, Juan Donada, Julio Escolán Gonzalvo, Carlos Jou Marguí, SiméonKouadio, Jorge Masià, Jorge Muro, Miguel Ochoa de Olza Soler, Javier Olóndriz, ÁngelOrtega, Francesc Pinedo, Mn. Emili Roure i Boada, Fernando Salvador Vélez, Óscar Sueiro,Eugeni Xalabarder Voltas. Para: ADESCI y Colegio Mayor Universitario Pedralbes. Impresopor: Jorvich, S.L. Depósito legal: -.

No se permite su reproducción total o parcial de este libro por ningún método de transmisiónde datos, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro o por otros métodos, sinel consentimiento del autor.

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Desde el 10 al 31 de agosto de 2008, dos grupos de universitarios llegados desdeBarcelona y de la ciudad de Yamassoukro, comprometidos con el desarrollo deCosta de Marfil, acudieron al poblado de Manaboué, provincia de Sassandra, paraofrecer ayuda en materia médica, odontológica, educación y construcción.

A continuación, se muestra una recopilación de textos e imágenes que descubre lagrata labor realizado durante esas semanas.

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¿Por qué Corazones de Marfil?

Durante los veranos de 2007 y 2008, un grupo de universitarios entusiastas del Co-legio Mayor Pedralbes, obra corporativa del Opus Dei, organizaron un campo de tra-bajo en Manaboué, un pueblo de Costa de Marfil. Esta actividad de solidaridadconsistió en llevar médicos y dentistas para atender a las poblaciones de los alrede-dores, dar clases de castellano, organizar un casal educativo de verano para los máspequeños y construir una nueva edificación de la escuela local.

El campo de trabajo fue una realidad ilusionante gracias a la estrecha colaboraciónde Pedralbes con ADESCI (Associació pel Desenvolupament de Costa d’Ivori). Estaasociación fue fundada, entre otras personas, por un antiguo subdirector del Cole-gio Mayor que ahora vive en el país africano, donde trabaja y dedica gran parte desu tiempo a Comoé, un centro cultural para universitarios en Abidjan. Comoé, comoPedralbes, quiere extender entre los estudiantes el mensaje cristiano de ayudar alprójimo por medio de un trabajo bien hecho, digno de Dios, que procure atender lasnecesidades reales de las personas, en especial de las que requieren más atención.Participaron en el campo de trabajo 50 personas en total, entre estudiantes y profe-sionales, provenientes de Cataluña, Palma de Mallorca, Huesca, Alicante, Abidjany Yamoussoukro.

Fruto del primer campo de trabajo se publicó “Memorias de Manaboué”, un resu-men visual y escrito de lo que fue aquella primera experiencia. Ahora aparece “Co-razones de Marfil”, el libro resumen del segundo campo de trabajo, en el verano de2008. Un libro más maduro, apasionante, realista e intenso, si eso es posible. El re-sumen está perfectamente sintetizado en el título del libro: fuimos a ayudar y en-contramos que aprendíamos de persones con un corazón amplio, inmenso, alegre yresistente a las adversidades. Auténticos Corazones de Marfil.

Eugeni Xalabarder.Director del campo de trabajo.

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DAVID ALBERO QUEROL21.08.1985. Barbastro (Huesca)Estudiante de 5º curso de Odontología por la UniversitatInternacional de Catalunya.

GUILLERMO BAÑARES ANGLADA16.12.1987. Barcelona.Estudiante de 4º curso de Ingenieria Industrial por laUniversidad Politécnica de Catalunya.

ÁLEX ARMADÀS SABATÉ19.08.1984. BarcelonaIngeniero Industrial por la Universitat Politècnica deCatalunya.

LUIS BERGA MONTANER09.12.1985. Palma de Mallorca.Diplomado en Turismo por la Universidad de las Islas Baleares.Estudiante de 4º curso de la Licenciatura de Publicidad yRelaciones Públicas por la ESRP.Miembro de ADESCI.

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PACO BERGA MONTANER05.06.1989. Palma de Mallorca.Estudiante de 2º curso de la Licenciatura de Química por laUniversidad de las Islas Baleares.

ÁLVARO BLASI BERIAIN01.10.1985. BarcelonaEstudiante de 5ª curso de Odontología por la UniversitatInternacional de Catalunya.

ADRIÀ BES MESTRE04.02.1989. Tortosa (Tarragona)Estudiante de 1r curso de la doble licenciatura deAdministración de Empresas y Ciencias Económicas por laUniversidad Abat Oliba CEU.

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IGNACIO BLASI BERIAIN12.03.1984. Barcelona.Licenciado en Odontología por la Universidad Internacionalde Catalunya.

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SANTI COSTA PALAU19.02.1962. Vic (Barcelona).Doctor en Medicina y Cirugía.Médico dentista y profesor de la Universidad Internacional deCatalunya.

XAVIER CALVO TORRAS27.02.1987. Sabadell.Estudiante de 4º curso de Odontología por la UniversidadInternacional de Catalunya.

BERNAT CORELL SOLÉ17.11.1986. Barcelona.Estudiante de 4º curso de Odontología por la UniversidadInternacional de Catalunya. .

VÍCTOR CEGARRA PALAO26.10.1984. Barcelona.Licenciado en Economía por la Universitat Pompeu Fabra.Especializado en Marketing por Bentley College.Máster en RSC y Sostenibilidad por Universitat Jaume I.

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JUAN DONADA MOLINS22.10.1984. Barcelona.Licenciado en Economía. Auditor.

CARLOS JOU MARGUÍ30.04.1987. Barcelona.Estudiante de 4ºcurso de Derecho en la UniversidadInternacional de Catalunya.

JULIO ESCOLÁN GONZALVO09.07.1987. Huesca.Estudiante de 4º curso de la Licenciatura de Administracióny Dirección de Empresas por ESADE.

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RYAN LAHON23.12.1985. Bruselas.Estudiante de 5ºcurso de Odontologia en la UniversidadInternacional de Catalunya.

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JORGE MURO PEREA19.05.75. Barcelona.Licenciado en Economía.Consultor.

PEDRO LÓPEZ SEVILA26.09.1987. Alicante.Estudiante de 3r curso de la Licenciatura de Administración yDirección de Empresas por ESADE.Estudiante de 1r curso de la Ingeniería Técnica deTelecomunicación

JORGE MASIÀ GRIDILLA04.02.1986. Barcelona.Estudiante de 5º curso de Medicina por la Universidad deNavarra.

CARLOS LÓPEZ PANISELLO03.07.1980. TortosaLicenciado en Derecho.Máster en Urbanismo Edificación y ConstrucciónPostgrado en Dirección FinancieraEjecutivo.

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MIGUEL OCHOA DE OLZA SOLER03.07.1986. Ciudad Real.Estudiante de 4º curso de Ingeniería Industrial por el IQS dela Universidad Ramón Llull.

ÁNGEL ORTEGA SÁNCHEZ13.02.1984. Cerdanyola del VallésLicenciado en Administración y Dirección de Empresas por laUniversitat Pompeu Fabra.Consultor

JAVIER OLÓNDRIZ LÁZARO22.06.1990. Barcelona.Estudiante de 1r curso de Arquitectura por la UniversidadInternacional de Catalunya.

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FRANCESC PINEDO LÓPEZ20.06.1985. Girona.Estudiante de 3r curso de Ingenieria Técnica Industrial por laUniversitat Politècnica de Catalunya.

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ÓSCAR SUEIRO LÓPEZ18.10.1980. Barcelona.Realizador, operador de cámara y montador.Responsable técnico de Digital Media Studios (UniversitatInternacional de Catalunya) y director de UIC Productions.

IGNASI PUJOL ARTIGAS15.12.1976. Barcelona.Licenciado en Historia.MBA IESE.Profesor.

FERNANDO SALVADOR VÉLEZ18.01.1981. Barcelona.Licenciado en Medicina por la Universidad de Barcelona.Residente de Medicina Interna en el Hospital UniversitarioVall d’Hebrón (Barcelona).

Mn. EMILI ROURE BOADA18.01.1954. Mataró (Barcelona)Sacerdote.Doctor en Filosofía.Licenciado en Teología. Licenciado en Biología.

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JOSEP VANDELLÓS ALAMILLA07.08.1978. Reus. Licenciado en Derecho. Abogado.

EUGENI XALABARDER VOLTAS13.08.1970. Barcelona.Licenciado en Ciencias de la Información por la UniversidadAutónoma de Barcelona.

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SIN TÍTULOPOR ÀLEX ARMADÀS SABATÉ

Divendres 29 d’agost de 2008. Són aproximadament les dues de la tardaa Manaboué... No se quant temps porto empanat mirant la mateixafoto. Una cortina blanca amb flors blaves i vermelles al fons i dues ger-manes, bessones, d’uns 10 anys davant.

Negres, amb el cabell recollit en dos “monyos” als costats. Una goma blava aguantael monyo dret. Per l’esquerra, color vermell. Arracades en forma de perla a les sevesorelles, petites i una mica sortides. Una llarga cadena daurada, que acaba amb unacreu a l’alçada del pit, sobre un vestit blanc, llarg fins als turmells; decorat amb florsi dibuixos varis. Al canell esquerra, una polsera daurada. Les sabates són l’únicacosa que sembla diferenciar-les: blaves per la de la dreta, grises a l’esquerra. Estanrectes com pals, com si haguessin assajat la posició per aquell precís instant. I nosomriuen, miren fixament a la càmera; tenen l’actitud de qui està fent alguna cosarealment important. És llavors quan recordo el moment en el que la foto va arribara les meves mans.

Divendres 29 d’agost de 2008. Són aproximadament les dues de la tarda a Mana-boué, petit poblet situat a la regió de Sassandra, Costa d'Ivori. A l’oest de la capitaleconòmica del país, Abidjan. 5 hores de trajecte, per (literalment) camins de terra pri-mer, i asfalt després, separen Manaboué d'Abidjan. Són els últims instants de l’es-tada de quasi tres setmanes al poble. Sembla mentida que hagi passat tot tan ràpid.L’arribada al poble, els tambors i les danses. Les hores de classe amb els nens, o els"entrenaments" i partits de bàsquet a la tarda.

Surto de la que ha estat la meva habitació i allà hi són. En Prince, les dues bessones,la Rachelle, la seva germana, l'Akako... Tots ells han estat venint a jugar a bàsquetquasi cada tarda.

Amb les maletes em dirigeixo cap al camió per carregar-les i les dues bessones emsegueixen i m’ajuden amb l’equipatge. Arribo al camió i carrego l’equipatge. Emgiro. Han desaparegut. En breus instants marxarem. Els hi volia dir adéu, a elles ials altres també.

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Per sort, encara hi ha gent portant l’equipatge i puc aprofitar per buscar-les. Tornoa l’habitació. El Juan Surt amb les seves maletes i em diu que em doni pressa que jamarxem. "Només un minut", penso. No estan allà.

Em torno a dirigir cap a on està el camió. Res. Un moment. Allà estan. Davant elcamió, el minibus, encara buit, que ens ha de portar a la capital no me les deixavaveure. Estan assegudes a la gespa. Cara seriosa. M’acosto. Gairebé ni em miren.M’assec al seu costat. Els hi intento dir adéu però no reaccionen. “No hi ha ma-nera”, penso.

Em poso dret per anar ja cap al minibus. I a la primera passa me n’adono que ellestambé caminen. Estan darrera meu i em segueixen. Se m’agafen de les mans, ambels ulls mig entelats... Totes les tardes jugant a bàsquet, les bromes i jocs que fèiema les hores lliures... tot em comença a passar pel davant...

Arribo al minibus. L’escena es repeteix amb diferents persones i diferents nens delpoble. Tres setmanes donen per “encarinyar-se” moltíssim. M’aconsegueixo desferde les mans i pujo al minibus. Sento el soroll del motor i... arrenquem. Els nens enssegueixen durant els primers metres, corrent, cridant, alguns plorant.

La Rebeca, una de les bessones, aconsegueix arribar a la meva finestra entre la mul-titud de nens. Amb un gest m’indica que l’obri. Quan ho faig, allarga el braç i emdona una fotografia. "No en deuen tenir gaires de fotografies", penso. I miro de tor-nar-li. Però em diu que no amb el cap.

El minibus guanya velocitat i els nens ja no el poden seguir. M’assec, se m’entelenlleugerament els ulls... anem camí de la capital, on dos dies més tard agafarem l’a-vió per tornar a Barcelona.

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ESTA VEZPOR LUIS BERGA MONTANER

Esta vez, no se qué pasa. Vengo a Costa de Marfil a ayudar, a hacer lo queme gusta. Y no. Ésta vez no. Ésta vez no corre por mis venas la adrena-lina, ni ninguna sensación que me haga afrontar la situación con más eu-foria. La carretera corre a mi izquierda. Los campos de palmeras

discurren a ambos lados. La pobreza me acompaña por el camino, pero siempre alotro lado de mi ventana. Y entre tanto, saludos. Los habitantes se dan cuenta de lapresencia del hombre blanco. -¿Qué harán aquí? Saludemos. La tierra rojiza desco-lorida. El ambiente gris, húmedo y cargado. El día apagado. Necesidad. Un ma-chete. Unas bicicletas. Y mujeres que transportan leña sobre sus cabezas. Y mientrastanto, nada. Esto es y no es lo mismo del año pasado. Es el mismo lugar, aquí nadaha cambiado, por desgracia. Pero yo sí. Yo he cambiado. ¿Quizás ya no soy tan sen-sible a esta situación?¿quizás es que esto ya lo he vivido y por eso no lo afronto conla misma ilusión? La pregunta no sale de mi cabeza. ¿Esto será así todos los días?Porque de ser así…, no quiero ni pensarlo. Durmamos.

Los kilómetros corren, pero parece que siempre estamos igual de lejos. O eso parece,porque todo es igual. Pero, llegado un momento ¡esto me suena! Es Sago. Estamosmás cerca. Pasamos Sago, y cogemos el camino que conduce a Manaboué. Mi co-razón despierta. Late con más fuerza. Y más. Cada vez más. Los baches que nos hanacompañado en ésta última parte del camino, dan fe de que ya casi hemos llegado:ni los notamos. Dejamos el dispensario a la derecha y encaramos los cien últimosmetros. Unos niños salen despavoridos del campo de fútbol en dirección al lugar delrecibimiento. Es aquí cuando me doy cuenta de que todos los amigos que hicimosel año anterior, nos están esperando. Y así es. El momento es una oda a las emo-ciones. Manaboué entero llevaba un año esperándonos, y yo a ellos también. Aúnen la furgoneta, saco la cabeza por la ventana. Mi nombre suena a coro entre unoscuantos niños que han hecho grupo para alcanzar mis manos, o para acariciarme,o para que les haga una foto. Es gracioso. Pero mucho más emocionante. ¡Estántodos; no falta nadie! Dani, Willy, Nonó, Pablo, Dodo, Armand, Marie. La música

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suena. Las manos ásperas de los habitantes golpean los tambores al ritmo de nues-tros corazones, los gritos de voces rotas se convierten en canciones que brindan nues-tra llegada. El momento es imborrable. En un momento, la tierra es de un intensorojizo, y el día ya no es gris; hay más colores que nunca. La adrenalina fluye por misvenas y, muy pronto, el banguí también.

La noche nos alcanza. Pero eso no importa, Manaboué no duerme y, como conse-cuencia, nosotros tampoco. Las mujeres bailan, los niños cantan, los hombres tocan,nosotros sentimos. La fiesta es inmensa. Sin darnos cuenta, volvemos a estar rode-ados de una masa de niños que lucha por un coger de brazos, un abrazo, una miradao una sonrisa. Sonríes, y se sonrojan. Pero la timidez les durará poco, a lo sumo, unanoche.

A la mañana siguiente, el día despierta con el canto de los gallos que, de buena ma-ñana, nos recuerdan que ya no estamos en nuestras ciudades. El día se presenta lú-cido, y las ganas de trabajar y la ilusión se muestran en las caras de cada uno. En elbreve paseo que hay desde nuestras habitaciones hasta la “patam” –nuestro lugarde reunión-, dos niños me hacen recordar que la timidez se les ha acabado, y que,por tanto, somos amigos, y que, por tanto, me saludarán siempre, y que, por tanto,me acompañarán en todos mis recorridos. Uno a cada costado, alcanzan mis manosizquierda y derecha. Alegremente, caminamos hacia el desayuno.

Los desayunos empiezan copiosos y abundantes: las energías no deben faltar. Perocon recelo miran los niños que antes nos acompañaban. Juegan a una relativa leja-nía, de manera que se enteran de todo lo que acontece en nuestras mesas. Si reímos,ellos ríen. Si gritamos, miran sorprendidos. Si dejamos algo en el plato, corren acomer. Sin embargo, ahí están Nonó o Marie o cualquiera de las mujeres que paranosotros cocinan. -¡Comportaros!-, parecen decir sus caras y sus gritos: no entiendoel idioma. Sumisamente, los niños desaparecen. Los adultos no quieren que nada es-tropee nuestro bienestar, quieren hacernos sentir como en casa. Pero yo no quiero,-esto es África- pienso, -no he venido a pasármelo bien, y tampoco a sufrir, pero sialgo está en mi mano, lo haré-. Unto pan con mermelada y se lo doy al primer niñoque veo. “Mais ne dis pas que je te l’ai donné!”

Ayudo en el colegio con las clases de español. Para empezar, recordemos lo que añoatrás aprendieron. Y quedo gratamente sorprendido al ver que se acuerdan de más

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o menos todo. Quien más quien menos, recuerda la “ñ”, que seis no se pronunciasies, y que ocho se vocaliza cerrando una perfecta circunferencia con los labios.

Las clases empiezan con mayoría varonil. Las mujeres de mi grupo, aún niñas, to-davía no aparecen. O vienen escasamente. Algunos días sí, y otros no. Dependen deltrabajo de sus hogares. Separan los granos de arroz y sus peladuras a golpes de mor-tero, o hacen achiké con las manos, o cuidan de sus hermanos, o todo a la vez: lle-van el niño sujeto a la espalda a la altura de la cintura, mientras golpean con técnicael mortero. Pum. Pum. Ahora tú, ahora yo. Madre e hija se turnan en el golpeo, demanera que música bien podrían hacer. Entre aporreos, la madre mete la mano enel cuenco. Grito, pero ni se roza. De nuevo, -¡la mano!-, pero ni se roza. Miro sor-prendido, y ella me devuelve la mirada incrédula pensando un evidente ¿qué pasa?-¡Que te podrías haber destrozado la mano!- piensas. Igual técnica con el machete.Hoja de acero de cuarenta centímetros de largo para pelar boniatos. Zas, Zas. Otro.

Mientras tanto, los varones aprenden la lección en clase. Intento imponer cierta je-rarquía, cierta disciplina en clase, porque tan pronto te das la vuelta, hay dos pupi-tres libres. Preguntas, y es que han salido a orinar. “Sin permiso”. Así que me pongomanos a la obra. Las mesas no sirven para sentarse, y el espacio que queda bajoellas, es para colocar las piernas. Todo ello, sin saber francés, por lo que acompañomis explicaciones en francés improvisado con un ligero golpe en las rodillas, y concara seria. Entienden, pero no aprenden. Paciencia.

La hora más esperada es la de audiovisuales. Éste año nos hemos provisto de un ge-nerador, de un portátil y de un proyector. La tecnología es asombrosa. Boquiabier-tos, al principio, los niños atienden las clases de español dibujadas en la pared. Nosé si es por la novedad, o porque, ciertamente, aún no conocen suficiente nuestroidioma, pero a los niños les cuesta responder. Quizás no me he explicado bien. Re-pito. Y repito. Y me agoto. Pero así como adopto cierto escepticismo, un niño des-cubre lo que debe hacerse. ¡Sí, sí, eso es! Ahora explícaselo a los demás- le digo yo.El niño, enorgullecido y enaltecido, describe con éxito el ejercicio. Físicamente, supostura dibuja un pecho hinchado, hombros ligeramente subidos y media sonrisaresaltona de un ego que ellos también tienen. Y así es como aprendieron los niñosa jugar a la sopa de letras, al ahorcado y algunos otros juegos de pizarra: paciencia.

Terminado el temario en la escuela, damos algunas lecciones de geografía. Así es

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como supieron que Kenya no está en Canadá y que Europa es un continente. Nosayudamos de un mapamundi que, con pinzas, se sujeta a un cordel. Rudimentario.Saco un niño a la pizarra. Alemania. Y empieza señalando Estados Unidos mien-tras recorre con la vista y con su dedo índice las fronteras americanas. Una pista: Eu-ropa. Y hace el mismo procedimiento pero ahora en África. Más arriba. Y aún no.Con frecuencia me pregunto si algún día necesitarán estos conocimientos.

Conocer la cultura futbolística es básico en las clases de geografía. Brasil significaRonaldinho. Argentina, Messi. Inglaterra, Beckham. Alemania, Ballack. España,Villa, Cesc, Casillas, Puyol, Alonso, Silva. No es que consideren la Selección Espa-ñola como todo un equipo, pero es que no saber de fútbol en Costa de Marfil, y másde nuestro fútbol, puede mermar la popularidad de cada uno.

¿Qué hacer si el fútbol es su vida? Sus sueños consisten en convertirse en un DidierDrogba u otros futbolistas marfileños de renombre que ahora no vienen al caso. Siles preguntas qué quieren ser de mayores las respuestas serán tales como: futbolista,futbolista, futbolista, taxista, futbolista, informático o dentista. -¿Por qué quieres serdentista? -Porque me gusta. -¿Y por qué te gusta? -Porque Álvaro me ha enseñado.Curiosamente, Joel, tiene la dentadura perfectamente ordenada, pero sucia.

De nuevo me pregunto sobre su futuro. Me pregunto si no les estaremos dando fal-sas esperanzas. Por ello, acabo mis argumentaciones rogándoles que acudan a laUniversidad.

Nonó ya es mayor para acudir a la Universidad. Tiene la apariencia de un hombrede cuarenta años, pero sólo tiene veintinueve. Aunque en África, la edad es relativa.Nonó tiene familia: una mujer y tres hijos. Es católico. Y me ha regalado un cruci-fijo y un sombrero que reza “Vie la Verge Marie”. En el porche de mi casa, la nou-velle maison, leo en paz y descanso. Nonó se acerca a mí, y se sienta en un bancocercano. Callado, observa. Callado, leo. Sigue quieto, igual que yo. Pocos minutosmás allá aparece un amigo suyo, padre, también. Aunque creo que no es católico,nunca le veo en Misa. Las primeras palabras brotan de la boca del amigo. Era in-evitable mantener el silencio. Me preguntan acerca de España y sus edificios. Alu-cinan con la altura de algunos de ellos. Sont constructions trés forts, dice Nonóacompañando sus palabras con un gesto de brazos indicando robusteza. La conver-sación versa sobre España y su situación, su “extremadamente buena” situación.

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¡Un sueldo normal en España es de 990.000 CFA, cuando nosotros cobramos 40.000CFA!, parece decirle Nonó a su amigo. Un sonido onomatopéyico emana de la bocade éste, y me mira pidiendo confirmación. En un momento me veo pasando perso-nas dentro de mi equipaje en mi regreso a España. Sí, pero la vida también es máscara. No es oro todo lo que reluce.

Día tras día acudo a la escuela. La progresión es nula. Los niños asisten, las niñasno. Por si fuera poco, la constancia en los alumnos es escasa. Pero sus ausencias sesuplen por nuevos alumnos: transeúntes, porque su presencia es regular por su au-sencia. Así configuro un aula de máximo 12 alumnos. Día tras día, el mismo sis-tema: vocabulario, juegos didácticos, audiovisuales, geografía. En el conocimientose parecen haber estancado. Sus cabezas no dan para más, parece. Es triste. Sin em-bargo, en mi desilusión nace también mi ilusión, al ver que un aventajado alumnose atreve y “acierta”. El aprendizaje es lento, e igualmente, lentamente satisfactorio.Día tras días pregunto acerca de la localización de Portugal, o Alemania (EstadosUnidos, China y Rusia ya se los han aprendido) y, nuevamente, vuelven a fallar.Vuelta a comenzar. Aquí el aprendizaje es por repetición. Tiramillas. A la una delmediodía, y con algunos juegos de equipo, acabamos la mañana.

Día tras día, el menú es el mismo: arroz de base. Arroz con pollo. Arroz con ternera.Arroz con verduras. Nuestros estómagos lo agradecen, aunque no son tan bien re-cibidas las salsas picantes, ni las mayonesas. La nota positiva la ponen las cocinerascon el espíritu servicial y la manera de volcarse con nuestro bienestar. Ellas son lasverdaderas reinas. Al acabar, breve descanso antes de seguir con la tarea de cadadía. Jugar con los niños para que aprendan los valores de equipo. Eso sólo lo da eldeporte. Más que difícil es jugar desmotivado, por lo que me propongo una actua-ción discreta, pero los niños nunca me lo permiten. En una constante cuenta atrás,anochece y terminamos los días.

Con el tiempo, mis días representan demasiados altibajos: mis ánimos crecen, de-crecen, crecen y decrecen. Las salidas de Manaboué se erigen necesarias para aguan-tar los días. Arroz y más arroz. Rutina y más rutina. Aquellos minutos enchufado ami mp3 resultan mi salvación. Mi humor cambia y, lo que más lamento es pagarlocon algún habitante.

Nonó, buen amigo, nos ayuda a digerir tanta rutina con frecuentes paseos por la

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selva. Entre machetazos y un rápido caminar nos abre paso. Si te despistas, le hasperdido. Estás perdido. El mismo camino parecen recorrer las “hormigas asesinas”,los ríos repletos de filaria, los gusanos rojinegros o los inocentes e inmóviles cacaos.Al instante me doy cuenta de que en mi paseo, me he adentrado en la África másprofunda. En el interior de lo más auténtico. Y eso me alegra. En un abrir y cerrarde ojos hemos pasado de ser cooperantes internacionales, a ser intrépidos explora-dores en busca de sensaciones, puede que peligros, y la ilusión de encontrarnos conalgún animal raro, o un mono quizás. Nuestras cámaras de fotos no dejan de foto-grafiar escenas: la puesta de sol, las profundas plantaciones de cacao o a Nonó su-biendo y bajando de un cocotero de más de diez metros.

A pesar de la excursión, la rutina me sigue matando. Por ello, intensifico la necesi-dad de irme con el colectivo de médicos. Allí me siento muy útil. El descuido, lafalta de higiene, una guerra, la pobreza, la desigualdad, la desmotivación y la faltade ilusión, abre cicatrices en sus cuerpos y corazones. Pero, por supuesto, no tengoreparos en sanar heridas porque, al fin y al cabo, sanar una herida que sangra cons-tantemente es lo que he venido a hacer.

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AQUELLOS EXTRAÑOSPOR PACO BERGA MONTANER

Después de haber asimilado todo lo que ocurrió en Costa de Marfil mepuse a escribir este pequeño artículo. Al empezar fue fácil, escribía loque quería y sabía expresarlo pero pronto me di cuenta de que no ibaa ser tan fácil, había demasiadas cosas que contar y pocas cosas más

importantes que el resto como para resaltarlas: nuestra visita al barrio marginal deWassá en Abidjan; el club d’esplai que había montado un misionero italiano en elpoblado vecino a Manaboué, Sago, que se titulaba “Costa de Marfil, mi bonito país”en el que los niños aprendían las costumbres de su país; también podría hablar de lapequeña ayuda que prestamos al construir un comedor para la escuela de Mana-boué pero, al final, me decidí a hablar de los habitantes de Costa de Marfil. De losniños.

El tema fácil cuando vemos un documental de África por la televisión en el que losniños corren y sonríen, y decimos: “Mirad que felices son”; con asombro. Expresiónen la que sale a relucir nuestro espíritu materialista. Sí, es verdad, son felices pero…¿porqué no lo iban a ser? No conocen nada más. Todo el mundo puede ser feliz conlo que tiene, porque ello (el tener) no da la felicidad.

Estos niños son los que nos recibieron en Manaboué, que ya el primer día jugabancon nosotros y no se nos separaban. Con los que, por lo menos yo, los primeros díasjugaba con un poco de reparo cuando aún me importaban las ideas que nos traía-mos de nuestro mundo, del miedo a poder coger alguna infección. De todos modos,éste reparo, lo dejé de lado rápidamente para poder jugar con ellos, ya que pienso queaquello no podía ser malo para nadie. Solo jugando con ellos descubrías una mi-rada y sonrisas sinceras que ya nos compensaba todos los males que pudiésemostener durante nuestra estancia en África y que te daba respuesta a la pregunta “¿Yque hago yo aquí?” en los difíciles primeros días.

Cada día en las clases que les dábamos a los niños hacíamos juegos con el temariodel día, y por las tardes jugábamos con ellos a diferentes deportes y en los dos casospudimos ver en pequeña magnitud la ley del más fuerte, ya que aquellos niños que

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no ganaban eran desechados por sus compañeros de grupo ante nuestro asombro,hecho que intentábamos cambiar reagrupándoles y diciéndoles que todos jugaban,sin excepción. De todos modos no nos hacían caso del todo y algunos niños se que-daban sin jugar resignados pero sin quejarse. Con este hecho vimos que no tienen elespíritu de equipo y de trabajar en conjunto, que son demasiado individualistas.También lo pudimos comprobar cuando jugábamos a fútbol contra los habitantes deManaboué: parecía que jugaban solos.

Otra cosa que me sorprendió mucho fueron los días que iba de ayudante con elgrupo de médicos y dentistas. El trabajo de los ayudantes era hacer las curas de lasheridas que traían los habitantes del pueblo, que visitaba el grupo de dentistas y mé-dicos. Es difícil de imaginar cómo se habían hecho las heridas que nos mostraban.La mayoría eran profundas y grandes y los pacientes nos decían que les habían sa-lido así por así o cayéndose, pero parecían heridas demasiado grandes para una sim-ple caída. Algunas heridas de las que descubrimos su causa eran provocadas por losmachetes que utilizan y que muchas veces los tenían los niños como si se tratasende juguetes. En definitiva, lo que me sorprendió fue que cuando les curabas las he-ridas, a pequeños y grandes, sabías que les estabas haciendo daño, sin embargo, lamayoría ni se quejaban e incluso les decías si les estabas haciendo daño y te decíanque no. No a este nivel, pero muchas veces deberíamos ser como ellos y no quejar-nos por tonterías que no llevan a ningún lado.

No creo que pueda olvidarme de todos los días que jugué con aquellos niños, ma-ñana y tarde, con la pelota, haciéndoles volar y que cada mañana estuviesen espe-rándonos fuera de nuestras casas a que nos despertásemos para empezar otrocansado y divertido día. Para terminar, no puedo dejar de dar las gracias a todos losManabueños que nos acogieron, que todo lo que nos dieron no se puede pesar, perovale mucho más. Y tampoco me puedo olvidar de las otras 35 personas que fueronmis compañeros, mi familia durante tres semanas inolvidables. Gracias por habermehecho sentir uno más.

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SIN TÍTULOPOR ADRIÀ BES MESTRE

Estamos en el aeropuerto de Barcelona, empieza una nueva experiencia enmi vida. Me voy a África, un viaje que marcará mi vida. En el momentoque el avión despega “ya no hay marcha atrás”, están son las palabras queme pasaron por la cabeza en ese momento. Lo bueno se hace esperar,

valió la pena esperarnos en el aeropuerto de Casablanca ocho horas. Nuevas sensa-ciones en la llegada a Abidjan, un clima diferente, gente diferente, sensaciones dife-rentes, en definitiva, un mundo diferente.

Al llegar a Costa de Marfil uno se siente, al principio, como uno más de los pocosturistas que hay. Pero a medida que pasaban los días y, especialmente, cuando deja-mos las comodidades que ofrecía Abidjan, por ir de cabeza a este rincón del mundo(Manaboué) la adaptación a la vida autóctona parecía, prácticamente, la única sa-lida. Hace falta decir que en ningún momento dejamos de ser blancos y no perdimoslos privilegios que esto supone allá. Pese a ello, nos alimentamos con comida au-tóctona, dormimos con un colchón de dudosa higiene y realizamos esfuerzo físico

Después de un largo e intenso viaje llegamos a Manaboué. la llegada fue especta-cular, mostraron su cariño y su aprecio a los que les veníamos ayudar. Vestían todoscon las mejores ropas. A todos los españoles se nos pusieron los pelos de punta. Noscondujeron al cobertizo multiusos, el que durante nuestra estancia iba a tener lasfunciones de iglesia, comedor, sala de estar, sala de actos... Hubo una ceremonia derecepción en la que se bebió bangi, bebida fermentada de palmera y que cada vez quenos la servían acababa en el suelo o se quedaba en el vaso. No faltó el discurso delpatriarca, el cual intentamos seguir provocando las carcajadas de los africanos.

Niños, niñas, criaturas, ...Y muchas más palabras como estas para describir la can-tidad de niños que cada día nos demostraban que no se cansaban nunca de mirar-nos, tocarnos la piel de unas manos que nunca habían visto antes, y que cada día nossorprendían por la capacidad por aprender y espabilarse que los caracteriza y loshace únicos.

Estar de monitor en la misión y organizarles juegos fue una experiencia que será,sin duda, inolvidable. Escuchar como los niños repiten gritando los objetos que les

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indicas, ver como se apasionan cuando dicen la palabra acertada y consiguen unpunto en el ahorcado, verlos correr con una sonrisa.

La Misión era una especie de campus, colonias…donde los niños de los diferentespoblados acudían a Sago para realizar diferentes actividades con sus amigos. Losniños aprendían cultura, arte, deporte, teatro… Toda una experiencia para ellos.Nuestro apoyo fue rotundo para animarles en sus últimos días de la misión. Parami los diferentes talleres me ayudaron en el conocimiento de Costa de Marfil, desdela cultura hasta la flora y fauna del país.

A parte del trabajo en la Misión, pintamos la escuela. Durante un día estuvimosarreglandola, ya que estaba un poco dejada y descuidada, pero enseguida, junto anuestros nuevos amigos de Manaboué empezamos a pintar. Sin duda, ¡unos pinto-res nato! Quien iba decir que la primera experiencia como pintor la hubiera tenidoen África…

Todo un viaje inolvidable que marcará mi regreso a España, la vuelta fue rápida, yaque no encontramos ningún retraso. Puedo afirmar que he visto el mundo desdeotro punto de vista, y dar las gracias a quienes han hecho posible esta experienciatan bonita.

¡Viva Manaboué!

OV

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MANABOUÉ, ¿REPETIMOS?POR ÁLVARO BLASI BERIAIN

El 5 de septiembre de 2007, después de haber participado en un campo de trabajoen Manaboué decidí que volvería al año siguiente.

El curso fue pasando y las ganas de volver a África empezaron a desaparecer. Sin em-bargo, intentaba cumplir la promesa que hicimos con los habitantes del poblado. Aldespedirnos nos regalaron un gallo blanco y nos prometieron que cada mañana,cuando cantase, rezarían por nosotros, y nos pidieron que nosotros hiciésemos lomismo.

En enero de 2008, un video del campo de trabajo reavivó los sentimientos que habíaexperimentado en aquel país. Fue entonces cuando decidí vencer la pereza y repe-tir aquella gran experiencia.

Este año el recibimiento fue impresionante: la gente del poblado cantaba, bailaba,tocaba los tambores y gritaba los nombres de los voluntarios que repetíamos por se-gundo año consecutivo. Al bajar del minibús Pablo, con quien había establecido unabuena amistad el año anterior, me dio un efusivo abrazo, ¡parece que no me he ido!Este recibimiento me hizo comprender que realmente valoraban y agradecían nues-tra estancia y ayuda.

La situación de los habitantes de los poblados es muy precaria, subsisten con lo mí-nimo y muchas veces no pueden cubrir las necesidades básicas. Acuden al médicocuando no queda más remedio, cuando la situación es límite, y las malas infraes-tructuras contribuyen a ello, ya que para poder llegar a un hospital han de recorrermuchos kilómetros. Recuerdo que Mateo, un seminarista misionero italiano, nospidió que curásemos a una niña que se había quemado una mano con aceite hir-viendo dejándola destrozada. Le recomendamos que viniese a nuestro poblado cadados días para hacerle las curas pertinentes. Cuánto nos alegramos los últimos díascuando comprobamos que la mano le había mejorado considerablemente, ¡quizás larecuperará!

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Los que no se encargaban de la asistencia médica ni de la construcción, se respon-sabilizaban de programar actividades escolares y lúdicas con los niños de Mana-boué. Tarea complicada, ya que hoy en día se tiende a valorar el resultado de lasacciones y no las acciones en sí mismas. En este caso no es posible ver las conse-cuencias a corto plazo y, ante esta realidad, se puede llegar a plantear si realmentela estancia tiene algún tipo de utilidad. De alguna manera, todo el afecto, la atencióny el cariño que estos voluntarios dieron a aquellos chicos, sería único e irrepetible.

También estuvieron con nosotros jóvenes de Yamassoukro y de Abidjan. Al convi-vir con Philippe, Marcel, Gibrille, Isaias, Placide, Saturnin, Kolantrin, etc, nos dimoscuenta que son gente con intereses parecidos a los nuestros, con muchas capacida-des, con detalles de servicio, de amabilidad, ¡y mucha alegría!.

Cada mañana, al salir de mi habitación, estaba Dodó, un niño de unos 8 años, queesperaba poder cogerme de la mano. El 20 de agosto, al salir de mi habitación, Dodóno estaba. Mi paso era ligero porque mi pequeño amigo no me agarraba la manocomo de costumbre. Al poco tiempo oí que me llamaban y al girarme me encontréa Dodó que venía corriendo para darme un fuerte abrazo. Fue cuando me di cuentaque, aunque a veces me resultara un poco incómodo, yo también le esperaba cadamañana.

¡Cuanto me alegro de haber vuelto a Manaboué!

Hoy es 28 de septiembre de 2008 y quiero volver a Costa de Marfil.

PN

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NOSTALGIA DE ÁFRICAPOR IGNACIO BLASI BERIAIN

Manaboué. Es la segunda vez consecutiva que vamos a este pequeñopoblado “moderno” de África. Otra vez la experiencia ha sido únicae irrepetible. Algo que no se puede explicar. Hay que vivirla para co-nocer, saber y entender lo enriquecedora que ha sido.

Un grupo de 50 estudiantes y jóvenes profesionales de España y de la propia Costade Marfil parten desde Abidjan hacia Manaboue, que está a 2 km de Sago, a 5 kmde Gnago, a 60 km de Sassandra…

Ingenieros, economistas, médicos, odontólogos… todos colaboramos para intentarmejorar la calidad de vida de este poblado. Construcción, campus de verano, edu-cación, medicina y odontología. Tres semanas de mucho trabajo.

Último día: la despedida fue dura. Costaba irse del poblado. Los niños con lágri-mas en los ojos intentaban impedir nuestra marcha. Hasta el más salvaje de todos,al que más cuesta llegar a su corazón le salto una lágrima. Y es que muchas vecesno valoramos la suerte que tenemos de tener lo que tenemos, vivir donde vivimos…

A estos niños, si se les mira superficialmente, parecen felices. Y muchos lo son... enla selva. Pero lo pasan mal. Tienen cada uno de ellos, quien más quien menos, unavida dura.

Tu das mucho de lo que tienes, pero ellos te devuelven más.

PO

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WHAT IF...? YOU MAY SAY I AM A DREAMERPOR VICTOR CEGARRA PALAO

Ante el miedo a dejar de relatar lo interesante, he optado por plasmar en loque sigue las preguntas que la mayoría de amigos me han hecho a la vuelta,intentando así organizar un relato comprehensivo. Ahí va.

Describe África en 250 palabras.

África es el pan de cada día. El futuro no es trascendente, porque el presente se haencargado de restarle importancia. El instinto de supervivencia de un marfileño re-presenta un muro infranqueable ante depresiones, pero también ante aspiraciones.Ello caracteriza el día a día de Manaboué: un pronto despertar capaz de garantizarel tiempo necesario de luz para recolectar la fruta y alimentos indispensables parapoder pasar el día. Al anochecer, resonarán los timbales del poblado entre cantos,danza y banji.

África en general y Costa de Marfil en particular representa una batalla para ganarel presente. Una dura contienda en la que no tienen cabida psicólogos, economistas,historiadores y demás profesionales que se nutren de otros tiempos verbales paradar sentido a su quehacer diario. Tanto es así que tanto a mi como a algunos de misamigos que no eran ni médicos ni odontólogos nos costó entender el sentido de nues-tra presencia en Manaboué. De hecho, algunos no hemos descubierto el porquéhasta hace algunas semanas, ya en Barcelona.

África simboliza el fracaso de la raza humana, el patio de atrás de las grandes po-tencias mundiales y el espejo donde los occidentales deben mirarse cada mañanatras ajustarse la corbata. África despoja a todo europeo de cualquier orgullo acu-mulado por quiméricos reconocimientos occidentales para dotarle de una vanidadmás sana y trascendente: auténtica. África convierte a cada uno de nosotros, en cul-pables, lo queramos o no. África representa el gran reto y deber pendiente para todanuestra generación.

PQ

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¿Qué has visto?

He visto como la vida criticaba al sentido común; he visto instintos en estado puro,sin moldear; he visto términos absolutos, y generosidad sin límites ni comparacio-nes; he visto un profundo respeto por la gente mayor, las tradiciones y las religiones;he visto predisposición al sí; he visto muchas danzas; he visto mucho por hacer; hevisto héroes; he visto a Dios.

¿Qué no has visto?

No he visto porcentajes ni términos relativos, por tanto, no he visto envidias; no hevisto necesidades artificialmente generadas ni banalidades; no he visto segundas in-tenciones; no he visto estrés ni relojes; no he visto delincuencia; no he visto semá-foros ni señales; no he visto “mortgage backed securities” ni bancos que lasvendieran; no he visto basureros ni necesidad de contar con su presencia; no he vistorebajas ni escaparates.

¿Tu mejor momento?

Resulta difícil concretar un único momento, pero lo sintetizaría en todos aquellosinstantes en los que los niños te agradecían con una sonrisa tu mera presencia y, so-bretodo, cuando algunos de ellos se sentían tan orgullosos de que fueras su amigoque te cogían de la mano entrándote en su “casa” para presentarte a su familia que,a su vez, te agradecía el hecho de haber venido hasta Manaboué. También, aunqueresultó en parte agridulce, las lágrimas de mis mejores amigos marfileños el últimodía fueron prueba del cariño que nos habían cogido y los buenos momentos que ha-bían pasado.

¿Tu peor momento?

Mi peor momento en Manaboué ocurrió la última semana. Acabábamos de comerun arroz con carne que no rompía la tónica de los 15 días anteriores, excepto en quela carne incorporaba los pelos de la ternera, algo que me había provocado tal náu-sea, que dejé de comer al instante. Con cierto mal humor por no haber comido aqueldía, me encaminaba hacia mi habitación para estar listo para las actividades de latarde, cuando vi un grupo de niños que conformaban un círculo en un estado algoalterado. Me acerqué y vi que uno de mis niños preferidos –Rodri- me escondía algoa la altura de la boca, mientras el resto me miraba con cara de culpabilidad. Tras

PR

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mostrar mi intención por conocer qué escondía, Rodri avergonzado (tal vez no es elverbo más apropiado, pero sí el que más se aproxima a la sensación que me trans-mitió) me mostró su tesoro. Se trataba de un hueso de la ternera que minutos anteshabía rehusado comer, y que Rodri -uno de mis preferidos en el poblado- segundosantes estaba royendo con voracidad. Se hizo un silencio y se cruzaron nuestras mi-radas. Intenté que no vieran mis lagrimas, de la misma forma en que ellos habían in-tentado que no viera el hueso.

Reflexiones

Volví de África un domingo al mediodía y a las 8 de la mañana del día siguiente yaestaba en la oficina frente al portátil sin entender realmente qué hacía allí. Los pri-meros días a la vuelta no fueron fáciles, pero debo reconocer que no duraron más de2 o 3 semanas. Tenemos montado el chiringuito de tal forma que resulta extrema-damente complejo aislarse de la vorágine de impulsos de diversa índole que nos ata-can anulando nuestra verdadera esencia. Es triste, pero más lo sería intentar negarlo.Aceptándolo, nuestra lucha debe consistir en, primero, encontrar las herramientasy la fuerza para remar contra corriente y, segundo, decidirse a actuar.

Soy optimista y creo que poco a poco todo el mundo va conociendo más acerca delplaneta desigualmente distribuido en el que vivimos; comenzamos a entrar en unafase en la que los diferentes actores sociales –empresas incluidas- empiezan a tomariniciativas para ayudar a los más necesitados a expensas del Estado: estamos ma-durando.

Si de algo me he dado cuenta en este campo de trabajo es de la gran importancia queposeen las cosas pequeñas y de las repercusiones que éstas pueden tener mucho másallá de nuestro conocimiento. Si sumáramos todos esos “para dar solo...”, “se que-dará por el camino...”, “sólo tengo 1 hora a la semana...”, etc., estoy seguro de que,además de directamente solucionarse muchos problemas, se generaría un círculovirtuoso con consecuencias mucho más positivas de las que pensamos a priori.

Probablemente, y como dice la canción de John Lennon -título de la redacción- dirásque soy un soñador pero, tal y como sigue la canción y como denota la experienciay compañía en el campo de trabajo, no soy el único.

PS

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CARA A CARA AMB LA MALARIA POR SANTI COSTA PALAU

Al passat mes d’agost un grup d’estudiants d’odontologia de la Universi-tat Internacional de Catalunya, i universitaris residents del Col·legiMajor Pedralbes, acompanyats pel Dr. Santi Costa, professor de la Uni-versitat i per Mn. Emili Roure, responsable de la Capellania i organit-

zador, varen fer, per segon any consecutiu, un camp de treball a Costa de Marfil, ambl’objectiu d’aportar un servei sanitari que en aquest país es una mancança real.

Aquest es el relat del Dr. Costa,desde el punt de vista mèdic:

Durant 20 dies som els encarregats del dispensari de Manaboué, un poblat al costatde Sago, al sud-oest de Costa de Marfil. Hem arribat després d’agafar un parell d’a-vions, pasar estrictes controls duaners, i amb el suport inestimable del Ministeri deDefensa, que ens posa al nostre servei escorta militar durant l’últim tram del viatge,per carreteres semi asfaltades i camins de terra roja.

Estem al capdavant de l’únic lloc en desenes de quilòmetres on dispensen medeci-nes. Són medicaments que ens han donat gent que confia en nosaltres i que sabenque arribaran a bon port.

Dels 40 kilos que podem portar com equipatge, 20 els reservarem per medicaments.

No cobrem res per aquesta feina i som uns dels milers de voluntaris que omplen elscentres de salut dels països Africans, destrossats i arruïnats després d’anys deguerra.

La majoria de les persones que van al dispensari –un local de totxo i sostre de ura-lita, rodejat de palmeres i frondosa selva tropical, i sense instrumental mèdic–estanmalaltes de malària, una malaltia tan fàcil de curar com un refredat a Europa i quemata milers de nens l’any.

Avui, 14 d’agost, ha nascut un nen al dispensari de Manaboué. La mare ha arribatsense cap ajut a la clínica, descalça i amb les cames molles. L’acompanya la mare

PU

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que presenciarà tot el part amb cara d’astorament. La dona ha trencat aigües i, senseni un gest de dolor, s’ha estirat nua a terra a la espera del naixement.

A ben sopat hi hem anat a ajudar. La hem fet estirar a una camilla i pressionantsobre la panxa, hem ajudat a que se li vegi el caparró, però encara seguia atrapat. Ladona era primípara.

L’Evelin, una local acostumada a assistir els parts, agafa unes tisores rovellades (estot el que té per assistir un part). I sense pensar-ho, li practica la episiotomia senseèxit, degut a que no estaven prou esmolades. Es allavós quan em don compte de quela partera pateix. És la primera vegada que ha fet un xiscle.

Em venen a la memòria els guants estèrils que hi ha en el material donat per les em-preses sanitàries catalanes, els destapo i amb les meves tisores, acabo de fer la epi-siotomia, que fa que surti el nen, ja sense cap impediment... Un nen més que neixamb el repte de sobreviure a la malària.

Aquest any ens acompanyen durant tot el viatge uns universitaris de Yamoussoukro,la capital, que ens faran d’intèrpret perquè l’anglès i sobretot el Francés, tot i que enel país es parla, a moltes zones es converteix en una llengua inintel·ligible. Passegempel poblat. Tenim una sensació estranya, com d’haver viatjat en el temps. Manabouéestà completament aïllat. Els nens corren entre les cabanes descalços, molts despu-llats. No reconeixem cap so que no provingui de la natura, res altera el ritme lent,tropical, d’un racó poblat enmig de la frondosa selva ivoriana. M’adono que hemviatjat al cor de la malària, allà on la malaltia es troba segura, sense ningú que liplanti cara.

Als ivorians no només els calen medicaments per vèncer la malària sinó també cons-ciència. Entendre que la malària només es transmet per la picada d’un mosquit ique no te l’encomana el veí que et té enveja com molta gent creu. Fer-los entendreque han de dormir sota les teles i anar al metge si tenen febre és un dels principalscavalls de batalla.

Paul té 30 anys casat i amb dues nenes. Ens explica que de gener a març havia tin-gut malària tres vegades i que des que dorm sota una tela mosquitera no s’ha posatmalalt, mentre ens mostra els braços nets. «Els mosquits ja no em piquen», diu.

De Manaboué a Sago,es va per una llarga carretera de terra roja. La vida flueix sem-

PV

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pre al carrer. És un immens mercat a l’aire lliure ple de parades de tota mena. Lesdones cuinen al carrer i, si tens prou gana, pots aturar-te a fer un mos i, si busquesuna paradeta que tingui generador, pots aconseguir una cervesa que sigui quasi freda.Sense llum ni aigua corrent, una de les principals tasques de nens i dones és anar abuscar aigua als pous. Ho fan amb uns cubells de colors que, un cop plens, es col·lo-quen sobre el cap i passegen pels carrers amb una habilitat que ens deixa perplexos.Tot es porta al cap, les fustes que tallen a la selva, palanganes plenes de peix, potsde benzina, fulles de palmera... Puc comptar amb els dits d’una mà els cotxes quehi ha. També hi ha algunes motos que funcionen amb molta paciència, i que mésd’un cop acabaran sent el nostre mitjà de transport, si sorgeix quelcom improvisatque ho considerem urgent.

El test de la malària?

Durant el viatge visitem moltes poblacions properes a Sago. Fem servir com a hos-pital, el col·legi del poblat, que són estructures de blocs de formigó o de fang. Sabemque l’eina més útil per diagnosticar la malària són uns tests ràpids amb què, ambuna gota de sang del pacient, es sap si és malària o no. Però no portem ni micros-copi, ni infraestructura per aquest anàlisi. Els metges només podem valdre’s de lanostra intuïció mèdica i d’un termòmetre per a diagnosticar la malària. Si ens arribaun pacient que té els símptomes de la malària però no tenim testos per comprovar-ho, optem per administrar-li el tractament antimalària.

A aquests problemes, també s’hi sumen els que pateixen les famílies que viuen allun-yades. Ens expliquen situacions en què moltes mares, que han de caminar hores ihores per portar un fill malalt han de prendre una cruel decisió: salvar el fill malalto quedar-se a casa amb la resta de nens petits i cultivant el camp per tenir alguna cosaper menjar. El nostre paper durant l’estada és, donar una mínima cobertura mèdica.

De cop recordo el nen que va néixer en aquell dispensari de Manaboué. Em pre-gunto si podrà arribar a fer-se gran o si la malària posarà fi a la seva minsa vida,com ho fa amb la de milers de nens. Em reconforta la idea que algun dels tracta-ments comprats gràcies als donatius que hem recaptat acabi en mans de la seva marequan el dugui, enfebrat i indefens, al dispensari de Manaboué.

La malària al món.

Per tenir una idea de com afecta la malària la nostra realitat, aportem diferents dades

QM

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que ajudaran a conèixer la incidència mundial d’aquesta malaltia. La malària mataun milió de persones l’any a tot el món –un 90% a Àfrica– i fa més mal entre els nensmenors de 5 anys. El paràsit que la provoca, el Plasmodium falciparum, infecta l’or-ganisme de 500 milions de persones cada any i mata diàriament tantes persones comvan morir l’11-S del 2001 en l’atemptat d’Al-Qaida que va tenir lloc a Nova York.

Segons dades del 2005, cada quaranta segons mor al món una persona per causad’aquesta malaltia, que és endèmica en més d’un centenar de països, els quals con-centren la meitat de la població del planeta. Hi ha un gran desequilibri entre la sortd’un nadó a Catalunya, on la mortalitat infantil era del 3,2 per cada mil nens el 2004,i d’un altre nascut, per exemple, a Sierra Leone, on, de cada 1.000 nadons, més de300 moriran abans dels 5 anys.

Tot i que no existeix una vacuna que la pugui prevenir, el metge Pedro Alonso estàal capdavant d’un equip d’investigadors que estan desenvolupant la vacuna RTTS,S,que s’està provant en 16.000 nens africans, amb una eficàcia provada del 65% en elgrup més vulnerable, el dels nens de menys d’un any. Ara bé, trobar l’antídot con-tra la malària és un gran repte científic, ja que el paràsit que la provoca és molt com-plex, perquè té una gran capacitat de resistència i mutació.

El magnat de la informàtica Bill Gates també està aportant esperança a la lluita con-tra la malària. Després de deixar la direcció de la multinacional Microsoft, ha im-pulsat la seva fundació filantròpica, que, entre altres coses, està dedicant moltsesforços i diners per posar fi a la malària. Des de la irrupció de Gates en aquestàmbit, la despesa mundial per lluitar contra la malària s’ha quadruplicat. El 20 percent de la població necessitada d’Àfrica té una tela mosquitera de manera gratuïtao el repartiment de Coartem –una de les principals medecines contra la malària– haaugmentat 25 vegades en els darrers tres anys.

La fitxaQuè és la malària?

La malària és una malaltia causada per un paràsit anomenat Plasmodium i noméses pot transmetre per la picadura d’un mosquit infectat per aquest paràsit.

Aquest tipus de mosquit està condicionat pel clima i la geografia, i és més abundanten zones tropicals, sobretot en època de pluges. Els símptomes principals de la ma-

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laltia són la febre, els vòmits, els dolors articulars, el mal de cap, el cansament ge-neralitzat i les nàusees. La malària pot matar un nen 24 hores després de l’apariciódels primers símptomes. Si la malaltia es presenta de manera severa, els símptomespoden derivar en anèmia, dificultat per respirar, ulls groguencs, convulsions i pèrduadel coneixement. Per curar-se, el tractament més habitual és l’ACT (ArtemesininCombination Therapy), que combina dos medicament en una sola pastilla. Si lespastilles es prenen amb la periodicitat recomanada i a temps, el paràsit mor en tresdies. Es pot administrar un tractament preventiu a les dones embarassades. A bandade les medicines, altres praxis poden mantenir a ratlla els mosquits transmissors dela malària. Tallar la vegetació de l’entorn de les cases

per evitar que s’hi amaguin els mosquits o obrir rases a les zones d’aigües estanca-des perquè corrin i no s’hi reprodueixin les larves en són algunes. Les xarxes anti-mosquits, impregnades d’insecticida, són una arma eficaç, i també ruixar les casesamb insecticida. Aquesta pràctica és menys efectiva, ja que només dura 6 mesos iuna xarxa pot tenir una efectivitat de 3 a 5 anys. Però totes aquestes mesures no ser-veixen de res si no es parteix de l’educació i la mobilització social.

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¿POR QUÉ VERANEO EN MANABOUÉ?POR JUAN DONADA MOLINS

Los dos últimos veranos y posiblemente los siguientes los paso en un po-blado perdido en la selva de Costa de Marfil… No es fácil explicar quéhace que no dude en ir a Manaboué en vez de veranear en cualquier pue-blo. Pero se puede intentar:

Normalmente en verano, después de un año con largas jornadas laborales, se buscadescansar: por aquí se puede dormir en camas grandes, con sábanas limpias, conunas persianas que no dejen entrar la luz del sol hasta altas horas de la mañana. EnManaboué dormíamos en colchones puestos en el suelo confiando que los mosqui-tos, arañas y ratas que nos acompañaban no cruzaran la mosquitera interrumpiendoel descanso anticipadamente. Lo normal era despertarse a las 5 de la mañana, horaen la que los gallos hacían de despertador (y sin la opción de “10 minutos más” quetienen todos los Nokia).

En verano, después de un año de estrés, se busca tranquilidad: aquí puedes encon-trar infinitos rincones donde relajarte con el último álbum de Café del Mar. Allí salesde la casa y la banda sonora es la de niños gritando. Te sientas y no pasan 3 segun-dos que ya estás rodeado de niños dispuestos a no parar hasta conseguir tu aten-ción.

En verano, después de un año con cuatro cafés diarios en despachos que parecen pe-ceras, uno busca bienestar. Aquí tienes piscinas con el nivel justo de cloro, playas conagua clara (igual hay que salir de la provincia de Barcelona), te puedes incluso meteren una ducha con el agua a la temperatura que más te apetezca en cada instante(ahora frío, ahora un poquito más caliente, no, mejor templada…). En África haycubos. Normalmente con agua, pero siempre con bichos. Coges tu cubo, entras enun lavabo mal iluminado, y lo vas vaciando mirando de reojo a los lagartos y gusa-nos con los que compartes el momento.

En verano, después de un año hablando de ajustes contables, buscas hablar de cosasdiferentes. Quedas con gente que te explican anécdotas, te cuenten las últimas no-

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vedades del cine, los mejores conciertos del año, hasta te apetece hablar de Monti-lla… En Costa de Marfil podrías hablar de muchas cosas, pero si no sabes francés(como es mi caso) es difícil conseguirlo.

En verano, después de un año delante del Excel (con un poco de suerte empiezas elaño con Excel 2003 y lo acabas con Excel para Windows Vista, pero en el fondo, enel fondo es lo mismo) buscas divertirte: cine, karts, paintball, discotecas super fas-hions y no tan super fashions… ¡¡Vamos que veraneando en Catalunya puedes hastaescaparte a Port Aventura!! En el poblado el deporte de moda son las canicas. Y yo,que no tengo fama de divertido, me aburrí de las canicas a los 8 años.

En verano uno busca comer bien. En España: paellas, barbacoas, pizzas, pasta… nohay límite: puedes comer el mismo día comida tailandesa y cenar mejicana. En laselva tienes arroz, carne, pescado y mañoc, también tienes arroz, carne, pescado ymañoc… y también tienes arroz, carne, pescado y mañoc… y creo que nada más.En verdad cuatro productos combinados en comidas y cenas de dos dan para variascombinaciones: en la universidad me enseñaron la forma de calcular el númeroexacto, pero cuando el pescado y el mañoc son intragables por mucho que hayacombinaciones todas acaban igual: ¡en el lavabo! Los 63 kilos que pesaba un buendía 12 de agosto de 2007 se convirtieron en 55 kilos en un solo mes…

Normalmente buscamos muchas cosas que en un campo de trabajo es difícil en-contrar. Pero allí te das cuenta que sin ellas puedes disfrutar mucho más.

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UNOS DÍAS EN EL PARAÍSOJULIO ESCOLÁN GONZALVO

Después de reflexionar sobre las anécdotas y experiencias que habíamosvivido en nuestra corta pero intensa estancia en Costa de Marfil, se meocurrió que podía contar qué nos habían aportado los habitantes deManaboué y qué les podíamos haber aportado nosotros a ellos. Ahora

que ya hace un tiempo que hemos vuelto, y después de darle bastantes vueltas y ha-berlo comentado con la familia y los amigos, he llegado a la conclusión de que losque hicieron un “campo de trabajo” fueron ellos con nosotros y no al revés. Una vezde vuelta, cuando te paras a ver una y otra vez las fotos de las “vacaciones”, te dascuenta de todos los valores y sentimientos que puede transmitir esa gente que desdeaquí calificamos despectiva y erróneamente como “tercer mundo”.

Realmente, nuestra forma de ver la vida y la suya son completamente diferentes; loshombres descansaban por las tardes, después de haber ido a las plantaciones, can-tando canciones, tocando los tam-tams, debatiendo sobre cualquier tema, retándosea las damas,… Las mujeres, como en todos los sitios, trabajando sin parar; prepa-rando la comida, limpiando la casa, organizando a sus maridos… Y todo esto conel peso de sus hijos a las espaldas (literalmente). Los niños, se pasaban el día ju-gando todos juntos y entreteniéndose con cualquier cosa:

Recuerdo un día en que a un pobre armadillo, inconsciente de lo que se le aveci-naba, se le ocurrió la brillante idea de darse una vuelta por los alrededores del po-blado, topándose con alguno de los más jóvenes. En ese momento, todos“cancelaron” sus planes matutinos y se dedicaron a jugar a la “chasse du pangoli”.El macabro juego consistía en permitir que el infeliz animalito escalara a lo más altode un árbol y que, posteriormente, uno de los chavales subiera, con una agilidadigual o superior, hasta conseguir devolver al armadillo a la posición inicial. Así, sefue repitiendo el proceso hasta que decidieron que pasara de formar parte del en-tretenimiento al menú del día. Suerte parecida corrió un lémur de los alrededores.

Por otra parte, es realmente sorprendente su capacidad de compartir todo pese a lopoco que tienen. Un día, después de una escapada a Sago, Luis trajo unas chocola-

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tinas compradas en “el libanés” (esta vez, se las había vendido en perfecto estado deconservación, y sin ningún aporte de proteínas extra poco deseado como en vecesanteriores). El libanés tenía el típico badulaque de las películas de Indiana Jones,sucio y oscuro, donde se podía comprar desde un quinqué hasta un machete, pa-sando por un kilo de borrajas. Cuando Luis volvió a Manaboué le dio una de las cho-colatinas a Dani Rudolf, uno de los chavales más majos del pueblo. Pues bien, alrato, todos los niños del poblado estaban comiendo un trozo de chocolate: Danihabía repartido el regalo de Luis entre todos los amigos. Esto da que pensar sobrela actuación que habría tenido en su lugar un niño del “primer mundo”.

Los marfileños, además de generosos, son sorprendentemente serviciales; cuando sa-lías a rellenar el cubo de agua, a lavar la ropa, o a hacer cualquier cosa, siemprehabía algún aldeano, mayor o pequeño, esperando en la puerta para ayudarte en loque estuviera en sus manos, o para que le acompañaras al “vestíbulo de su casa” acompartir con él una caña de azúcar, un racimo de plátanos o un poco de “Bangui”.El Bangui es una bebida alcohólica extraída del corazón de la palmera cuyo sabores incluso peor que su presentación en bidones usados de aceite de motor.

También era bastante poco común ver a “un blanco” pasear solo por el poblado.Allí, somos considerados como lo máximo, lo más parecido al modelo a seguir y porconsiguiente un bicho bastante raro; los niños se pasaban ratos y ratos viendo cómoreacciona tu piel, mucho más débil que la suya, por cierto, tocándote el pelo, la nariz,colgándose de ti y escalando tu cuerpo con una agilidad increíble como si se tratarade una palmera. En mi caso, mi escolta personal se llamaba Cristel, o por ese nom-bre respondía… Desde el primer momento fui el centro de su atención, y ella delmío. Cristel era una niña de ocho años, con los típicos moñitos en modo champiñón,vestidos rotos y sucios y una cara perfecta sólo alterada por una marca, al parecertribal, en medio de la mejilla. Intentaba buscar la exclusividad frente a los otros niñosalegando que yo era su “ami” lo que significaba que no podían estar más cerca demí que ella. He de reconocer que cuando me subí al minibus de vuelta, y la vi llo-rando a través de la ventanilla, tuve que dejar de mantenerle la mirada porque yotambién estaba a punto de que se me cayera la lagrimilla.

Los días anteriores a nuestra partida, gran parte de los aldeanos nos obsequiaroncon objetos típicos de la zona para que nos los lleváramos a casa como recuerdo; lastelas de Leticia y Christ Michael, la camisa de Mathieu, el tirachinas de aquellos

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niños, el collar de Pablo que me dejó el cuello como si hubiera llevado colgado uncargamento de tinta de calamar, las pocas cosas que pudimos comprar a la luz denuestros móviles en el bazar de Abidján,… Uno de los curiosos fue el abrebotellascasero del bar de Sago; un pequeño trofeo de madera con un clavo doblado quehacía de palanca y que le cambié al dueño de aquél garito de paredes azulonas porun par de boligrafos.

En el viaje de vuelta a Abidján, entre los baches de la “carretera” que nuestro te-merario conductor intentaba esquivar sin mucho éxito, no paraban de venirme a lamente imágenes de los habitantes de Manaboué; gente viviendo siempre en el pre-sente y poco preocupada por las riquezas que puedan amasar a lo largo de sus vidas,gente que si no hubiera sido colonizada por los europeos hubieran corrido una suerteindudablemente más favorable.

Unos días, los de nuestra estancia, difícilmente olvidables, con una banda sonoraúnica y que, pese a las complicaciones que van implícitas en este tipo de viajes, sepodrían haber titulado “unos días en el Paraíso”.

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SIEMPRE RECORDARÉ...MANABOUÉCARLOS JOU MARGUÍ

Recuerdo muchas cosas y muchos viajes, pero creo que ninguno como este.Este viaje fue diferente. Sabia que no sería un viaje de ocio, que segura-mente sería duro y que las condiciones de vida serian muy diferentes a lasde aquí, pero para nada pensé que a pesar de todo esto, acabaría diciendo

que ese agosto fue probablemente el mejor de mi vida.

Empecé a conocer África durante el trayecto en minibús desde Abidjan, ciudaddónde pasamos la primera noche, hasta Manaboué, poblado donde pasaríamos los20 días restantes. Estuvimos alrededor de unas cinco horas saltando (ya que habíanmuchos baches) dentro del minibús, inventando todo tipo de trucos y juegos que hi-cieran más amena nuestra llegada al poblado. La verdad es que la mayor parte deltiempo lo pase mirando por la ventanilla, observando fascinado un paisaje selváticoque parecía no tener fin. Durante el trayecto no paré de pensar e intentar imaginar,como sería Manaboué y su gente, como serian sus casas, como irían vestidos y unsin fin de cosas más.

La llegada al pueblo fue espectacular, lo tenían todo preparado, estaban todos es-perándonos. Mayores y niños cantaban y bailaban para darnos la bienvenida. El en-tusiasmo y la alegría con la que nos recibieron, dejo claro el ambiente que íbamos avivir en ese pueblo durante nuestra estancia.

Una vez puse los pies en el suelo, me cogió de la mano Bonny, un niño de unos seisaños con un bulto en la barriga un tanto extraño. Durante mi estancia en Manabouéno supe separarme demasiado de este niño cuyo problema principal, parecía ser laautoestima.

La gran mayoría de mis días en Manaboué, los pasé en la escuela, lugar dónde en-señábamos geografía y cosas básicas del castellano, como pueden ser por ejemplo,las partes del cuerpo, los días de la semana, los meses, etc.

Como en toda escuela les dábamos un ratito de recreo, durante el cual les hacíamospracticar deportes varios, como baloncesto, voleibol o fútbol. También les enseña-

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mos a practicar juegos desconocidos para ellos, como por ejemplo el pañuelo. Fueen este juego, dónde empecé a conocer al Bonny de verdad, un Bonny que ocultabafuerza y liderazgo tras una máscara de timidez e inseguridad. Recuerdo perfecta-mente ese día. El comportamiento de los niños era el de siempre, hasta que de re-pente empezamos a jugar al pañuelo. Ese día el amigo Bonny estaba que se salía,siempre era el primero en coger el pañuelo y echar a correr. No parecía que en nin-gún momento fuese a dejar escapar el pañuelo, hasta que de repente, un avispado Ar-thur, agarro primero el pañuelo y echo a correr. Bonny, sin pensárselo dos veces,empezó a correr tras él, hasta que le atrapó. Todos los allí presentes, Koke, Paco,Luis, Guillermo y yo, empezamos a gritar emocionados que Bonny era el mejor, enfrancés sonaba como algo parecido a "Bonny, vous ser le meilleur". Fue increíble,desde ese día Bonny no fue el mismo. Tampoco fuimos los mismos Koke y yo, quea partir de ese día, le tuvimos un cariño especial, le mimábamos más, en definitiva:era nuestro protegido.

También recuerdo a Bonny pidiéndonos las botellas de plástico que usábamos nos-otros en las comidas. En realidad nos las pedían todos los niños y niñas del pueblo.Cuando se acercaba el final de nuestra comida, veías como se iban acercando hacianosotros, nos rodeaban y a una velocidad espectacular gritaban: "bouteille, boutei-lle, bouteille, bouteille, bouteille". Un día, cansado ya de los gritos reclamando la bo-tella, le pregunte a Kolantrin, un universitario de Abidjan, como decirle a Bonny enfrancés que si quería la botella dijese por favor. Me lo explicó, y acto seguido le re-produje a Bonny lo que me acababa de explicar Kolantrin. Le mire a los ojos, y conel rostro serio le dije: "si vous voulez la bouteille dites s´il vous plait". Bonny lo en-tendio todo a la perfección, y desde ese día, bastaba una mirada para que rectificasey pidiese la botella por favor.

Esto tiene gracia, ya que recuerdo algunas de las veces en las que mi madre me traíaa casa una camisa nueva y yo me quejaba por que el color o el estampado no erande mi agrado. Lo que quiero decir con esto, es que esa gente era feliz con lo que te-nían, estaban encantados con una botella de agua vacía, no se quejaban demasiado,por no decir nunca.

Durante mi estancia allí, llegué a pensar en algunas ocasiones, que era yo el quedebía enseñarles a ellos, pero la verdad es que si lo pienso fríamente, llego a la con-clusión, que lo que me enseño esa gente allí, fue mucho más de lo que yo les puedo

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llegar a enseñar jamás.

Por lo tanto, tengo que decir que de mi agosto en Manaboué, solo tengo muy bue-nos recuerdos y curiosas anécdotas que contar. Toda la gente que formaba la expe-dición, y con la que conviví durante esas tres semanas, son geniales, para ellos solotengo palabras bonitas.

Creo que si estuviese andando por la calle y alguien me pidiese que le describieraÁfrica en dos palabras, le diría: ÁFRICA MOLA.

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SIN TÍTULOPOR SIMEON KOUADIO

Ecrire un mémorial sur Manaboué. Que dire pour ne pas entacher l'expé-

rience inoubliable, inimaginable véçue pendant ces deux semaines dans le

sud-ouest de mon beau pays ( la Côte d'ivoire ) avec les Godié.

Je suis KOUADIO N'GORAN SIMEON, étudiant en sciences de la nature à l'Uni-

versité Abobo-Adjamé d' Abidjan. J'ai fait ma rencontre avec l'œuvre en 2004 à ya-

moussoukro par le biais d'un ami. J'ai beaucoup trottiné, hésitant et ne voulant pas

pousser le pas là où il fallait.

Tenaillé par l'appel de Dieu et soutenu par sa grâce je m'engage à vivre pleinement

la formation que je reçois à Comoé et me voilà à Manaboué du 12 au 27 sept 2008

pour donner une partie de ce que j'ai reçu comme formation.

Grande fut ma joie à mon arrivé de savoir que la population avait une idée de ce

qu'on venait faire et de voir un groupe de jeunes catalans dévoués, très heureux d'ê-

tre là, en Afrique, dans un village.Au vue de cela une question m'est passée par la tête

en ce moment là: que viennent chercher ces gens ici ? quels intérêts ont-ils à venir

dans cette profondeur du monde pour vivre avec nous et laisser ces grattes-ciel et

cette vie mouvementé et paisible que nous Africain recherchons? Que gagnent-ils à

être avec ces villagoies éblouient de les voir ? Une chose est sur; ce n'est pas la reco-

lonisation parce qu'elle n'aura pas de raison d'être dans ce millenaire __ Seigneur

ton nom est "oublie de soit pour se mettre au service des autres". On ne vient pas à

l'Opus Dei pour se servir mais pour servir. Notre père ne cessait de le dire, l'Opus Dei

n'est pas le tabor mais le Golgotha. Se réposer ce n'est pas rester à ne rien faire mais

changer d'activités disait le fondateur; c'est justement ce que nous avons fait.

Nous étions structurés en différents groupes: le groupe des medecins et

dentistes,chargé de parcourir toute la région pour venir en aide gratuitement à tou-

tes personnes souffrantes; le groupe de l'école chargé de donner des cours d'espag-

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nol, de bonne conduite et d'hygiène aux enfants, leur faire des activités sportives;et

enfin le groupe de la cantine, chargé de la construction de la cantine de l'école. Un

fait remarquable était le problème virtuel de communication qui devrait normale-

ment excister entre ces catalans et ces ivoiriens . Mais il fallait y être pour voir la

gestuelle utilisée en medecine pour la communication. Le faite d'être un des tra-

ducteurs m'a personnellement aider à améliorer mon espagnol. A prospos voiçi quel-

ques petites locutions fréquentes: dolor en su berdiga, gusanos, calor en todo su

cuerpo, picor, tiene frio solamente la tarde, mal en su rinon, toma très cada dia: uno

manana, uno a la media y uno por la noche, le duele? . . .

Je te fait une pétite confidence seulement entre toi et moi: pour finir, vu que je dé-

formais leur dire, Jorge, Nando et Alvaro ont fait directement leur consultation en

français qui n'était d'ailleurs pas plus accessibles que mon espagnol à cause de l'ac-

cent qui manquait !

Je suis personnellement ravi d'avoir fait la connaissances de ces jeunes, (Ignacio en

partculier) qui savaient ce pour quoi ils étaient de passage sur la terre des hommes.Tu

sais dans doute toi aussi que la vraie vie se mérite et qu'un jour nous retrouverons la

maison que nous bâtissons aujourd'hui, là où est notre véritable demeure. Je veux

parler de la vie auprès de Dieu.

Assurement, un fait qui m'a fait imaginer la place qu'occupait l'Eucharistie dans la

journée d'un Homme. Nous avons dû marcher deux kilomètres pour participer à la

sainte messe et en plus c'était même pas une messe de dimanche.

En faite j'était à manaboue avec Philippe, Eugeni, Kolantrin, Patko et Julio pour

préparer l'arriver de tout le groupe, et comme il devrait arriver, le véhicule est reparti

à Abidjan pour les prendre. Nous sommes arriver en retard à la messe et il fallait

voir le désaroi sur le visage de celui qui m'a poussé à faire ça. Merçi Eugeni pour cette

belle leçon parce je ne pense pas qu'a ce moment là, je l'aurais fait même si c'était un

dimanche.

J'immaginais ma réaction si je devait participer à la sainte Messe et faire le chapelet

en catalan, mais vous l'avez fait en français durant ces deux semaines. A ce constat,

il m'est arriver de demander à Musen Emilio comment se faisait-il qu'il célèbre la

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sainte messe en français et qu'il ai tant de difficuter àh parler en déhors. Tient toi

bien, on a appris avant de venir.

Tout le groupe à appris à participer à une messe en français, à dire le notre prère leje vous salue marie et le crédo en français. Seigneur, il n'y a qu'à toi qu'on puisse of-frir une tel générosité.

A vous musen, vous nous avez promis de faire l'homelie de l'an prochain en français;ne l'oublier pas. Je suis connaincu que vous tiendrez parole.

Au sport, le football, qui se deroulait les après-midi; vraiment c'était vivace entreivoiriens et catallans qui avaient du mal à accepter notre éfficacité. Les amis, n'ou-bliez pas que nous sommes les meilleurs d'Afrique et par extention la meilleur équipeactuelle au monde. Ce n'est pas le fait du hasard. Trois matches ont été disputé auterme desquels deux victoires pour nous. Les gars l'année prochaine il faudra y pen-ser; ne revener surtout pas avec la même équipe pour expérer faire nul. Tout en pas-sant j'ai admiré Ignaci et Pedro qui jouent extrèmement bien. Ah Luis ! salut à toicher ami ! ; lui seul saura de quoi je parle. Si tu veux comprendre il faut battre les ca-talans au football, tu sauras qu'ils ne supportent pas la défaite.

Voilà le peu de choses que j'ai pu extirper de mon expérience de manaboué. Je saisque beaucoup de faits n'y sont pas. Mais ce qui n'a pas été mensionné est marquédans ma mémoire à coup sur et resurgira avec un peu de stimulation. Je ne peux ter-miner sans faire un clin d'œil à Philippes, Djibril, Dani, Placide, Esaîe, Ango, Ko-lantrin, Bamba, Romuald, Jean Marc, Olivier, Afali, Saturnin; je vous dit encoremerçi pour votre forte présence à mon anniversaire anticipé, surtout à Dani et Dji-bril qui nonobstant leur statut ont honoré ce show de Philippes.

Je conclue pour dire merçi à toute cette population qui à bien voulu nous recevoiret partager son quotidien avec nous.

Prière le seigneur nous aider à faire connaitre sa parole aux extrémités de la terre.

Si tu as des suggestions où si tu veux en savoir plus tu as mon mail et n'hésite sur-tout pas à venir découvir ce pays et sa population.

Viens découvrir les jeunes d'afrique.

A l'année prochaine.

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SIN TÍTULOPOR JORGE MASIÀ GRIDILLA

Mi historia empezó alrededor de junio de 2008. Me encontraba estu-diando ya que era periodo de exámenes, cuando recibí la llamada deÁlvaro. Al llevar un rato hablando y contándonos mutuamente comoiba todo, me propuso si me gustaría participar en el campo de trabajo

que estaban desarrollando en Costa de Marfil.

Tengo que reconocer que al principio dude un poco porque la idea de ir a un país queacababa de salir de 8 años de guerra civil, el hecho de vivir en una aldea perdida enmedio de la selva marfileña, conviviendo día y noche con sus habitantes y ejerciendola labor de un medico sin serlo aún, me hizo sentir un poco de miedo, ya que no sabíasi sería capaz de estar a la altura de todo ello. Finalmente acepté. Era algo que real-mente llevaba varios años queriendo hacer y sin yo buscarlo, se me presentó la mejoroportunidad. Los días pasaron y mi cabeza frecuentemente viajaba a Costa de Marfil,cosa que me afectaba ya que estaba de exámenes y debía centrarme en ellos pero, in-evitablemente y por mucho esfuerzo que yo pusiese, Costa de Marfil seguía en mi ca-beza.

Durante el mes de julio, estuvimos preparando el viaje. Podría parecer sencillo juntara una serie de personas y viajar al país, pero en realidad hay muchos preparativos querealizar previamente. La labor que me tocó realizar a mi fue la de clasificar y distribuirlas cuantiosas cajas de medicamentos que nos habían donado diversas empresas far-macéuticas. Cuando me lo encargaron, pensé que tampoco me supondría mucho es-fuerzo, pero la realidad fue que al final tuvimos que invertir muchas tardes para poderhacerlo. ¿Os acordais Álvaro y Monsieur Nano?

Por fin llego agosto y el día de la salida cada vez estaba mas cerca. Mis sentimientoseran una mezcla de nerviosismo, quizás algo de miedo pero sobretodo de ilusión yganas de llegar de una vez al país y poder ayudar a toda la gente que lo necesitase. Eldía de la salida fue el 10 de agosto. Tras muchas horas de vuelo y alguna que otra anéc-dota ya guardada para poder contar, aterrizamos en el aeropuerto de Abidján. Nadie

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sabía muy bien lo que iba a pasar ya que llevábamos unos 300 kilos medicamentos re-partidos entre nuestros equipajes y, en principio, legalmente no es posible entrar me-dicamentos en el país, y menos la cantidad que nosotros llevábamos. Tras un buen ratode espera y algunos momentos de tensión con los trabajadores de aduanas del país, pu-dimos entrar los medicamentos en el país.

El primer día del viaje, lo pasamos en Abidján ya que teníamos que adaptarnos al paísy equiparnos con los todos lo enseres que necesitábamos como colchones, mosquiterasy comida para todo el mes. También aprovechamos la ocasión para ir a visitar una pe-queña barriada llamada Wassá, situada en la misma cuidad. Antes de ir, ya nos avisa-ron de que aquello era el cuarto mundo ya que era la pobreza de la pobreza. Una vezallí, estuvimos visitando a los jefes que nos enseñaban cada uno sus barrios. Aquello erasorprendente. Sus casas estaban hechas de placas de metal y madera. Las calles eran es-trechas, con suelo de tierra y barro y basura por todos lados. Todo el mundo estaba enla calle mirándonos ya que pocas veces en su vida han visto a un grupo de blancos pa-sear por su mundo. Los niños jugaban en la calle. Algunos con una especie de balón,otros con el agua negra de los riachuelos que pasaban creando pequeños pero profun-dos meandros por el medio de las calles y otros se limitaban a darnos la mano ysonreír.

Tras conocer el barrio de Wassá fuimos a visitar al Ex-ministro de Defensa. Tuvimosque atravesar varios controles militares para llegar a su casa, que también se encontrabarodeada de un amplio dispositivo de seguridad. Eso fue lo que nos ocupó el resto de latarde. Tras la visita, cenamos algo rápido y nos fuimos a dormir ya que al día siguientenos esperaba un largo y pesado viaje hasta la aldea donde íbamos a vivir durante nues-tra estancia, Manaboué.

El día siguiente pasamos casi todo el día metidos en la furgoneta, ya que aunque laaldea se encuentra a unos 350 kilómetros de Abidján, las carreteras de tierra y caminosllenos de surcos formados por el agua por los que teníamos que pasar nos impedían irmuy rápido. Llegamos a la aldea a última hora de la tarde y para nuestra sorpresa, todossus habitantes nos estaban esperándonos en la entrada. Tocaban los tambores, cantabany bailaban para celebrar nuestra llegada. La aldea era preciosa. Un grupo de casitas ala derecha de un camino de tierra, todo ello rodeado de selva y vegetación, con un pozode agua en el centro y un pequeño cobertizo al que ellos llaman ‘patam’ que los habi-tantes usan tanto para reiunirse y celebrar juntos los distintos acontecimientos y como

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para discutir los problemas de la aldea. Aquel día nos fuimos a dormir pronto ya queal día siguiente teníamos que empezar a trabajar duro.

Las labores que íbamos a realizar en el país, eran principalmente tres: un grupo se de-dicaría a la construcción de un comedor para la escuela del pueblo, ya que no tenían ylos niños se veían obligados a comer en las ‘aulas’. Otros se dedicarían a realizar laboreducativa y de entretenimiento, dando clases de castellano a todos aquellos que qui-siesen y realizando actividades de entretenimiento siempre con un fondo didáctico. Fi-nalmente, un tercer grupo, nos íbamos a dedicar a realizar labor sanitaria.

Cada día nos desplazábamos a una aldea diferente gracias a que contábamos con unafurgoneta con la cual poder desplazarnos y llevar todo el material. Lo primero que ha-cíamos al llegar a la aldea era ir a visitar a su jefe, ya que según mandan sus tradicio-nes, cuando llegas a la aldea de otro, tienes que visitar a su jefe y darle tres buenasnoticias. Tras una breve charla de bienvenida, nos solían invitar a beber un poco de‘Bangi’, una bebida de color blanquecino extraída directamente del interior de la pal-mera que no solo sabía fatal sino que tenía un conocido y poco deseado efecto “la-xante” en todos aquellos que no estuviesen acostumbrados a beberla.

Tras degustar la magnifica bebida, llegaba la hora de trabajar. La mayor parte de los díastrabajábamos en la escuela de la aldea ya que en toda la región no hay hospitales y solohay un par de dispensarios, eso si, sin médicos.

Para hacerlo todo mas dinámico, los militares que nos acompañaban se encargaban dela organización de las filas y del orden de los turnos. Por un lado, los dentistas teníana sus pacientes y por otro lado estábamos los médicos.

Dividíamos nuestros pacientes en dos filas. Una de curas y otra de consultas médicas.

Así, íbamos atendiendo a los pacientes de manera más organizada. El horario de tra-

bajo dependía de lo lejos que estuviese la aldea de trabajo de la nuestra. Si estaba rela-

tivamente cerca (media hora en furgoneta) solíamos trabajar hasta las 13.00 h.,

volvíamos a la nuestro poblado a comer y a las 15.00 h. regresábamos de nuevo para

seguir trabajando un par o tres horas más. Si la aldea estaba mas lejos, hacíamos hora-

rio intensivo hasta las 15-16 h y luego nos invitaban a comer allí mismo. Habitualmente

después de terminar de trabajar y como agradecimiento, los habitantes de la aldea se

reunían con nosotros y nos tocaban los tambores, cantaban y bailaban para nosotros.

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Dependiendo de la riqueza de la aldea, había días que incluso nos hacían algún regalo.

Lo más habitual era que nos regalasen alguna gallina pero recuerdo un día que nos re-

galaron tres cabritos y tres gallinas, eso si, fue el día que más pacientes visitamos de todo

el viaje.

En cuanto a lo que se refiere a patologías, vimos prácticamente de todo. Recuerdo que

había un cuadro que refería mucha gente y que todos lo describían igual. Es lo que ellos

llaman ‘le palu’. ‘Le palu’ es lo que en español se conoce como paludismo o malaria y

es curioso porque allí, a nada que tengan un pequeño dolor de cabeza o un poco de

frío por la noche, ya se piensan que tienen malaria. Lo que la mayoría de la gente refe-

ría cuando nos decían que tenían ‘le palu’ era que todo su cuerpo le dolía (“tout mon

cos me fais mal”) y que de vez en cuando tenían escalofríos nocturnos ("je suis tres

froid dans le soir"), aunque generalmente eran cuadros aislados y de poco tiempo de

evolución. Como no contábamos con medios infinitos, no podíamos dar medicación

para malaria a todo aquel que nos viniese diciendo que la tenía, por lo tanto solo se la

dábamos a aquellos en los que el cuadro parecía bastante objetivo o a aquellos en los

que el momento de la visita les evidenciábamos algún síntoma o signo de malaria. Otras

patologías que veíamos con mucha frecuencia eran todas las relacionadas con los pa-

rásitos intestinales. Cada día atendíamos a muchos niños que presentaban cuadros de

diarreas, fiebre y gusanos en heces. Por suerte para esto si que contábamos con medi-

cación suficiente.

Una afección también era frecuente ver, sobretodo en niños, eran las infecciones por

hongos. Había días que veíamos niños con lesiones en prácticamente todos los pliegues

corporales y la mayoría también con la cabeza afectada. Algo sorprendentemente abun-

dante en la mayor parte de los adultos son las enfermedades oftalmológicas. También

tratamos muchas infecciones de otros tipos, como por ejemplo otitis, alguna mastoidi-

tis, infecciones respiratorias y otras.

Otra cosa que refería mucha gente, sobretodo a partir de una cierta edad, era que les do-lían todas las articulaciones del cuerpo, pero sobretodo las rodillas y la espalda. Allí, lamayor parte de la población se dedica a trabajar en el campo con el machete. Eso sig-nifica que se pasan casi todo el día agachados y haciendo grandes esfuerzos físicos. Porlo tanto es de entender que la mayor parte de la población adulta acudiese a nosotros

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refiriendo mucho cansancio y dolores en las zonas castigadas. Ante este tipo de pa-ciente tampoco podíamos hacer mucho porque su modo de vida es lo que les produceel malestar y eso es algo que no pueden cambiar, por lo tanto nos limitábamos a darlestratamiento analgésico para algunos días y a recomendarles buen descanso.

En lo que a heridas se refiere, la cosa tiene mucha tela. Yo jamás en mi vida había vistoheridas semejantes. Muchos niños nos venían con grandes erosiones, todas infectadasy sucias, ya que apenas se lavan. Como ellas mismos apenas se las curan, había diasque incluso nos venían pacientes con lesiones de dos o tres años de evolución. Imagi-naros como podía estar aquello... Increíble.

Más habitual era que llegásemos a atender a unos doscientos pacientes cada día, apro-ximadamente, cosa que nos dió una cifra final de 1950 pacientes entendidos durantetodos los días de trabajo.

Tengo que decir que durante esos intensos días de trabajo, hubo ocasiones que tuve lasensación de que a mucha gente no les podíamos solucionar del todo sus afecciones, yaque eran procesos que requerían un seguimiento y un tratamiento que nosotros no po-díamos proporcionarles. Pese a ello, también hubo muchas ocasiones que sí sentí la sa-tisfacción de saber que nuestra labor allí estaba siendo muy productiva y que realmenteles estábamos ayudando mucho. Recuerdo con especial cariño una niña pequeña quenos vino a principio del viaje. Esta niña, llevaba 3 meses con una quemadura que le cu-bría la mayor parte de la mano. Cuando la vimos por primera vez, los tres últimos dedosde la mano se le habían empezado a unir, estaba todo infectado, sucio,...vamos, algo alu-cinante. Gracias a un misionero que nos la traía a nuestra aldea cada dos días para ha-cerle las curas necesarias, conseguimos irnos del país casi habiéndole curado la mano.

Otro de los momentos del viaje que nunca olvidaré, fue el día que tuvimos que asistirun parto. Cuando llegamos al lugar eran ya casi las 10 de la noche y la madre llevabaya muchas horas de parto. Pese a que ninguno de los que estábamos allí éramos espe-cialistas en el tema, no nos quedó más remedio que armarnos de valor y hacer todoaquello que estuviese en nuestras manos. La madre no paraba de empujar y con ellahabía una comadrona que poco más y se le subía encima de la tripa para hacer másfuerza. Todo era muy bruto pero no había manera de que saliese el bebé. La madre, yaagotada por tantas horas de parto, no tenia fuerzas para empujar y para colmo, el bebéno salía. Planteando la situación, decidimos que la mejor opción era practicarle unaepisiotomía y así poder sacar al bebé. Al pedirle unas tijeras a la comadrona, vimos

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que lo que nos traía era algo que en su día habían sido unas tijeras pero que en ese mo-mento era algo parecido pero muy sucio y oxidado. Por suerte, Santi Costa había lle-vado consigo unas tijeras por si acaso y fue con ellas con las que le practicó la incisión.

Como os podéis imaginar, allí no había ni anestesia ni nada así que fue todo tal cual.La madre gritaba como no he oído gritar tanto a nadie en mi vida. Por fin, consegui-mos sacar al bebe y tras un tenso rato de reanimación, conseguimos hacerle respirar yllorar de manera normal. Estábamos todos alucinados porque lo que parecía que noiba bien, acabo siendo todo un éxito (todos nos hicimos fotos con el bebé).

No supimos más de ellos hasta pasadas una semana y media. Estábamos trabajando enun pueblo bastante lejos de donde había sido el parto cuando apareció un señor di-ciendo ser el padre de la chica que había dado a luz. Había caminado varios kilómetrospara agradecernos nuestra ayuda y para decirnos que tanto la madre como el bebé es-taban muy bien. Además nos dijo que como agradecimiento, le habían puesto al bebéel nombre de Santi. Ese día todos fuimos un poco más felices.

Aparte de lo que se refiere al tema médico, el viaje me ha permitido vivir una expe-riencia que espero poder repetir más veces a lo largo de mi vida. El hecho de haber con-vivido durante el tiempo que estuvimos allí con la gente de al aldea, haber compartidosus costumbres y vivido de una manera parecida a la que viven ellos ha sido increíble.Allí la gente vive en condiciones básicas. Apenas tienen para comer y vestir pero aunasí son o al menos aparentan ser felices. Eso da mucho que pensar... Todo el mundo seha portado genial con nosotros y su generosidad ha sido enorme.

Otra cosa que me a tocado mucho la fibra sensible han sido los niños. Se pasan el díajugando en la calle y ayudando en lo que pueden en sus casas pero son poco queridos.Apenas reciben cariño por parte de los suyos así que un simple abrazo nuestro, un gestode cariño o simplemente darles la mano les dibujaba en su cara una agradecida sonrisa.

Para acabar, me gustaría volver a repetir lo mucho que me ha gustado vivir una expe-riencia así. El hecho de poder ayudar a otras personas que lo necesitan, y vivir una ex-periencia junto a ellos considero que es algo que no tiene precio y que aporta a lapersona una enorme satisfacción. También quisiera dar las gracias a todas aquellas per-sonas que han hecho posible el campo de trabajo. El grupo que formábamos ha sido ge-nial, tanto por parte de los que veníamos de Barcelona como los que se unieron desdeel propio país, a los cuales también hay agradecerles toda su ayuda y su gran amistad.

SP

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ALEGRÍAPOR JORGE MURO PEREA

Côte d’Ivoire, Manaoubé… Nombres que horas antes de partir hacia elcampo de trabajo no me decían absolutamente nada. Un camino hacialo desconocido. Tres semanas más tarde, no puedo escuchar estos nom-bres sin sentir una dulce nostalgia, la misma sensación agradable que

provoca evocar recuerdos felices de la infancia…

Permitidme explicaros lo que es África con la descripción de dos niños que conocídurante nuestra estancia en Manaboué...

África es Sara. Alegre, sencilla, generosa.

Sara es una niña de nueve meses que suele venir a la escuela con su hermana (oprima, nunca acabas de aclararte del todo) porque su madre está trabajando. Comono puede estar en clase, suele quedarse fuera, y me hace compañía mientras leo, re-paso el planning del día, preparo los juegos de la mañana, etc. Sara es un bebé pre-cioso. A diferencia de la mayoría de los bebés, que son bastante inexpresivos, Saraes simpática: ríe, juega y a base de pasar mañanas juntos, se convierte para mí en al-guien indispensable. Lo curioso es que yo también acabo siéndolo para ella. Por lastardes, cuando paseamos por el poblado y alguien que va con Sara se cruza con-migo, sin yo decir nada, me la acercan. Sara entonces sonríe, y me pide iniciar sujuego preferido: el de las llaves. Al dejarla otra vez con su pariente, Sara protesta yllora. Es una situación graciosa, siempre le gusta a uno saberse querido, pero en nin-gún momento caigo en la cuenta de que esta situación se dará una vez con carácterdefinitivo…

Sucedió, claro, el día de nuestra partida. Ya estaban las maletas cargadas. La genteiba despidiéndose de los habitantes del poblado e iba subiendo poco a poco al mini-bus, que estaba cercado por una multitud de niños. Algunos lloraban. Otros reían.África es diversidad. Yo ya estaba acomodado en mi asiento mirando por la venta-nilla. Quería retener todas las imágenes posibles. En ese momento, la madre de Sara

SQ

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se acerca y me pasa a Sara por la ventanilla. Sara ríe divertida. No sabe que se tratade la última vez que vamos a jugar al juego de las llaves. Alguien me dice en bromaque me la lleve. Su madre, sonriendo desde el exterior del mini-bus, me hace gestosindicándome que me la lleve a España. No, Sara, no. Éste es tu sitio. Volveré. Quieroverte caminar. Gracias por todo el cariño y la alegría que me has dado estas sema-nas. Me asomo por la ventanilla y devuelvo a Sara a su madre. Esta vez, por pri-mera vez, Sara no llora.

Al llegar a Barcelona, una idea martillea obsesivamente mi cerebro. Se trata de unacanción. Necesito escucharla. Busco entre los CDs. Lo encuentro. Mi cabeza ya meenvía signos de cierta calma. Busco la canción. Suenan las primeras notas. Es untema de Revólver que durante todo el viaje de vuelta ha estado sonando en micerebro.

“Sara, Sara, qué es lo que viniste a buscar,por qué diablos paró aquí tu tren.

Sara, Sara, no repitas lo que te enseñé,la mejor agua está por caer.”

África es Boni. Al principio, acomplejado; en cuanto recibe cariño y apoyo, imparable.

A Boni lo conocí el primer día de entrenamiento de fútbol. Por las tardes, de cuatroa seis, hay deporte. Junto con Carles y Paco, me encargo del fútbol. Algo fácil y di-fícil a la vez. Fácil porque les encanta. Difícil porque con un balón son felices y escomplicado conseguir que te hagan caso.

Hemos decidido hacer el mismo entrenamiento todos los días, complicándolo pro-gresivamente. Lo único que tenemos claro es que lo más importante es el orden, ladisciplina, el compañerismo. El primer día nos damos cuenta de que la tarea no seráfácil. Predomina la ley del más fuerte: los mayores siempre tienen el balón, siempreestán en los primeros lugares de la fila, etc.

Ante este panorama, os podéis imaginar que durante el primer entrenamiento hubopoco juego y muchas explicaciones. En éstas estábamos cuando aparece un niñonuevo. Tiene unos seis o siete años. Es bajito, feo, va sucio y se le distingue fácil-mente de los demás por una protuberancia que le sale del ombligo (una especie de

SR

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globo deshinchado). Boni es tímido. Juega mal a fútbol y casi nadie le hace caso. Esuno del montón…

Unos días más tarde, al final de la mañana, jugamos al “Pañuelo”. Boni ocupa susitio en la fila de su equipo. A nadie le sorprendería que resultase eliminado a la pri-mera. Pero, contra todo pronóstico, la primera vez que oye su número, Boni correcomo un rayo, recoge el pañuelo y vuelve victorioso. Un golpe de suerte, quizá. Eljuego progresa, los participantes se van eliminando poco a poco. Y en uno de losequipos ya sólo queda uno. Uno contra todos. Con aquella hernia en el ombligo,sorprende que no se vaya al suelo en una de esas carreras. Pero Boni está crecido.Sonríe con una sonrisa de oreja a oreja. No se permite ni un despiste. Está concen-trado. Y efectivamente, Boni va eliminando uno a uno a todos los oponentes. Es in-creíble. Cada vez hay más público presenciando el espectáculo. Todo el mundoanima a Boni. Él se va creciendo. Levanta triunfante los brazos al eliminar a otrooponente. La eliminación del siguiente la celebra con una voltereta a lo Hugo Sán-chez. Ya sólo queda uno. Boni no tiene táctica: corre, agarra el pañuelo y vuelta acorrer. Suena el número. Boni no defrauda al público: roba el trozo de tela descolo-rido y echa a correr hacia la meta. Le saca cuatro metros al oponente. El público gritaemocionado y Boni extiende los brazos y comienza una zigzagueante carrera de ce-lebración, una carrera que provocaría la envidia del mismísimo Ronaldo.

A partir de ese momento, Boni es diferente. Se siente querido y se sabe capaz detodo. En el fútbol, lucha por cada balón. Técnicamente no es ningún portento. Sinduda, es de los peores. Pero Boni suple con ilusión y valentía sus carencias técnicas.Y cada vez que marca un gol, nos regala una carrera imitando a un avión. Éste esBoni. Esto es África: capacidad de trabajo casi ilimitada, ganas de hacer las cosasbien. Pero a la vez, un cierto complejo de inferioridad frente al hombre blanco y suinsultante tecnología.

Esto es lo que me ha enseñado el campo de trabajo. África, sus gentes, son alegres,sencillas, generosas, como Sara. Sus gentes son capaces de mucho. Pero necesitanque les enseñemos a creérselo. Como Boni.

SS

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¿DÓNDE JUGARÁN LOS NIÑOS?POR MIGUEL OCHOA DE OLZA SOLER

Es verano en Manaboué y los chavales están de vacaciones, viven sin ho-rarios y sin obligaciones, pero nunca se aburren. Están todo el día enre-dando, pululando por el pueblo, siempre encuentran algo con lo quedivertirse. Suelen jugar a canicas, a fútbol en medio del pueblo y se suben

a los árboles. Y entre juego y juego siempre, o casi siempre, discuten; es una de susactividades preferidas. Hay que decir que son un poco impulsivos y si alguien lesmolesta dicen muy serios: “ornirie” –se pronuncia oñere y significa imbécil enGodié-. Pero no son nada rencorosos y la cosa queda en eso, en palabras leves.

Ven una pelota y se alborotan y si encima la cogen, gritan de alegría y en cuestiónde segundos organizan un partido de fútbol. No importa si el campo está en desni-vel, si las porterías son de diferente tamaño, si los equipos están desigualados, lo im-portante es correr detrás de una pelota, chutarla e intentar marcar gol. No hayequipos oficiales, ni se gana ni se pierde, solamente se juega… durante horas.

Entre juego y partido se refrescan, pero no tienen botijos al alcance ni Aquarius enla nevera, la alternativa es aun mejor: fruta. Se meten en la selva y trepan todo tipode árboles, no hay nada que se oponga entre ellos y la fruta. Suelen coger fruta dela pasión, mandarinas, un tipo de naranja gigante y muchas otras cosas que me gus-taría poder recordar. En Manaboué hay muchos árboles, muchos, algunos de ellosmuy frondosos, pero ninguna fruta pasa desapercibida ante ellos. Si el árbol másalto y frondoso que se encuentra en una esquina apartada del pueblo tiene una piezamadura a cinco metros de altura, ellos la ven –aunque yo por más que me esfuerceno la consiga ver- y trepan, sino pueden llegar trepando se ayudan con un palo,¡pero la fruta se la comen seguro!

También tiene su atractivo y es muy divertido ir a bañarse al río. Se trata de un ríode unos cinco metros de ancho y bastante profundo cuyas aguas turbias y de uncolor marrón no invitan al baño, pero ellos no tienen ascos. Ir al río no requiere nin-guna preparación especial, no se traen ni toallas, ni bañador, ni nada; es llegar a la

SU

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orilla quitarse toda la ropa y al agua. Todo es natural. El secado también. Uno es-pera tranquilamente en la orilla hasta que está seco y después, a vestirse.

Son las seis de la tarde y es la hora de la merienda, que se improvisa recogiendocacao. El grano de cacao es muy amargo pero la pulpa que lo recubre es dulce y esmuy agradable chuparlo. El problema de la merienda queda solucionado. El cacaochupado no se desaprovecha, lo recogen para luego secarlo y poderlo vender; seránniños, pero son responsables y saben cuál es su medio de vida.

Una entretenida manera de pasar la mañana es capturar animales y jugar con ellos.El armadillo, un ágil trepador que tiene unas escamas duras por el cuerpo a modode protección, es una de sus habituales víctimas. Los atrapan con el fin de comér-selo, pero antes, los torturan y se divierten. Queremos salvarlo y con el pretexto dever como trepa el animal, conseguimos que lo dejen en un árbol. El bicho trepa atoda velocidad por el tronco y se pierde entre las ramas más altas, pero antes de per-derlo de vista suben los niños al árbol y a base de manotazos consiguen tirar el bichoal suelo –remarco: no lo cogen y lo bajan, lo tiran a golpes desde lo alto del árbol- ytodos los niños, puede haber unos treinta mirando el espectáculo, gritan de júbilocomo si le hubiesen ganado la partida al animal. Dicen que su carne es muy dulcey enseguida termina en la olla.

Todos los niños, por el hecho de ser niños, son rebeldes, pero no tanto como enÁfrica, creo. Absolutamente siempre llevan la contraria. Estando un día en clase ju-gando, todos los niños se empezaron a agitar porque querían ver una película. Des-pués de un rato tratando de mantener el orden tocó la hora de la película, que seproyectaba en un aula del colegio con un proyector alimentado por un generador quefuncionaba con gasolina. Bueno pues fue increíble comprobar que a los cinco mi-nutos se empezaron a cansar de la película y que no, que querían jugar a fútbol.Cuando al cabo de un rato fuimos a jugar al campo, pensaba que por fin iban a estarcontentos, pues después de todo, nada les gusta más que jugar al deporte de su ídoloDrogba Didier. ¿Pero cuál fue la sorpresa? Poco a poco los niños abandonaban elcampo e iban a clase para dibujar en la pizarra. ¡Desesperante! Todo el día llevandola contraria. La verdad, aún no he descubierto si soy un pésimo monitor, que ese díatodos tuvimos un mal día o que simplemente los niños de doce años son así.

SV

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AYOKAPOR JAVIER OLÓNDRIZ LÁZARO

En un país donde no saben pronunciar la “J” yo era conocido como “Ávi” o“Rávi” también unos me llamaban “le frêre blanc” (hermano blanco) o “ledanseur” (el bailador)

Con mis 18 años recién cumplidos soy el más pequeño de los españoles, el “benja-mín” del grupo. Muy pocos a mi edad han tenido la oportunidad de vivir esta mag-nífica experiencia, un viaje a la realidad de mi mundo, a la otra cara de la moneda,y creía saber lo que me encontraría en este lugar tan lejano, pero es algo que para en-tenderlo lo has de tocar, percibir, palpar, ver con tus propios ojos. Estas breves pá-ginas son una recopilación de vivencias, momentos y hechos que hicieron de esteviaje, un viaje irrepetible, extra-ordinario.

Tras largas horas de saltos y botes debidos a los baches de la carretera, que más quebaches eran hoyos y auténticos socavones en la tierra, llegamos a un pueblo en mediode la selva (Manaboué). Yo lo tenía bien claro, debía suprimir cualquier barrera psi-cológica y abrir mi corazón a aquellos desconocidos que aguardaban con ilusiónnuestra llegada, de lo contrario no podría ayudarles ni disfrutar ayudando.

La sensación que tuve al bajar del minibús fue como la de Colón cuando desem-barcó en América, pero con cánticos y bailes. Nada más bajar me contagiaron su ilu-sión y alegría, fuimos hasta la “Patam” (lugar de reunión) acompañados del famosomakuseyo. El viaje acababa de empezar…

Mi tarea consistía en continuar las obras del comedor para la escuela del pueblo, unpequeño edificio que empezaron el verano pasado pero que estaba a medias, faltabamucho por hacer así que el primer día nos pusimos manos a la obra. Yo contabacon la ayuda de Carlos, John (el paleta del pueblo), Nonó, Mambrú, y unos cuan-tos que vinieron de Yamassoukro: Esaie (un auténtico sapeur), Ango y cher ami Ko-lantrin (un gran amigo del cual hablaré más tarde). El proceso de construcción erasencillo pero costoso, ya que los medios eran muy rudimentarios: palas, carretillasy nuestras propias manos. Los ladrillos de cemento los hacíamos mezclando tierra,

TM

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cemento y agua, con un molde les dábamos forma y los dejábamos secar al sol.Pronto la cantine se convirtió en un espacio de trabajo, música, risas, conversaciones,Kolantrin cada día se venía con un tema nuevo, no faltaron las discusiones sobrepolítica Ivoriana o del sistema de educación... Así pasábamos las mañanas y algu-nas tardes. La última semana pintamos el comedor, con unas cuantas maderas elcarpintero hizo la puerta y las ventanas… no paramos ni un instante, nos dimosprisa para acabarlo antes de la visita del Ex-ministro y de nuestro regreso. He deagradecer a Luis, Ángel, le “chofer” y demás, que nos ayudaron a que todo quedaseperfecto.

Mi otra tarea ha sido la de traducir, yo era el traductor oficial de francés a españoly viceversa, ya que en Costa de Marfil, a pesar de las más de 60 lenguas primitivascomo el Godié, todos o casi todos hablan francés, la lengua es lo único que les haquedado de los colonos franceses. Esta tarea me puso en alguna que otra situaciónun tanto comprometedora como por ejemplo el discurso improvisado de Mn. Emiliante cientos de fieles en la iglesia de Gnago, o traducir sobre la marcha las protoco-larias ceremonias de bienvenida en los diversos pueblos. A parte de facilitar las co-municaciones con los ivorianos el hecho de saber francés ha sido clave paraintegrarme en el pueblo, conocer a sus gentes, y aprender de ellos.

El alma del pueblo son sin duda los chavales, Rodri, el travieso Dani, Dodó, Bony,etc. Ellos son la alegría del pueblo, los que dan vida a Manaboué corretean de ahípa’ allá, están en todas partes, unos son muy cariñosos y otros unos diablillos perotodos muy majos. Desde un principio me hice amigo de un chaval de mi edad, Abo-dié, un poco salvaje como Pacôme, tenía una bici que se caía a trozos, pero con ellaíbamos a donde hacía falta, de vez en cuando fuimos de pesca con Olivier y Samuel,jugábamos a futbol, por cierto, ellos saben más sobre futbol que yo. Rodri me enseñóun poco de Godié, a contar del 1 al 30 (boló, so, tá, moana…) las partes del cuerpo(mêle, oulou…) y algunas palabras y frases (y’a goe lea, que significa ven a comer)

Hablando de comida, uno de los aspectos más interesantes del viaje fue la comida,comíamos bien, casi todos los días era lo mismo, pero estaba bueno: arroz, guisan-tes, pollo, cabrito, vaca... pero en diversas ocasiones me invitaron a comer a suscasas, ahí la cosa cambia, manjares muy exóticos, acompañados siempre de banguí,con nombres extravagantes (achequé fufú, mañoc, futú…) lo único que ya había pro-bado en España eran los caracoles, aún así, ¡eran caracoles gigantes!

TN

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Un día los chavales capturaron un pangolí, un animal parecido a al armadillo, se di-virtieron mucho persiguiendo al pobre animal que intentaba escapar. Al cabo deunos días Desiré me invitó a cenar a su casa, y ahí estaba el pangolí, sin escamas yacompañado de una salsa picante.

Ahora me vienen a la cabeza tantos momentos buenos: las interminables playas deSassandra, surfeando las peligrosas olas del atlántico.

Los viajes en el minibús de Yamassoukro cantando a pleno pulmón yulabarooooooo oooeee… unos cánticos que siempre dirigía Kolantrin, que aparte de ser un can-tante excepcional, es el chico más inteligente, simpático y divertido que he cono-cido, es un tio que vale.

Cabe destacar también las noches de fiesta en Sago y Manaboué, a Sago íbamos devez en cuando algunos españoles y algunos de Yamassoukro a tomar una cervezaen una especie de garito con música marfileña, siempre acabábamos bailando. EnManaboué es diferente, ahí la música la crean ellos, se reúnen unos cuantos con unpar de tambores, un poco de bangí y a disfrutar de la velada, pronto cogí fama de bai-lador, más cuando salí a bailar con el “group de dance Tossa” el día de la gran des-pedida, con todos los jefes y patriarcas de los poblados.

El dia de despedida fue largo y lento, a pesar de que algunos ya tenían ganas de vol-ver, a todos nos cogió algo de tristeza. Ellos hicieron prometer que volvería, y vol-veré.

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MANABOUÉ SON...POR ÁNGEL ORTEGA SÁNCHEZ

Manaboué son sus danzas, sus mujeres esperando cualquier pretexto para can-tar, con sus hijos cargados a la espalda.

Manaboué es el color rojizo de su tierra, el canto de un gallo a cualquier hora in-tempestiva de la madrugada, es la tibia agua de un cubo para la ducha.

Manaboué son sus mayores tomando ‘cutucú’ por la noche a la luz de una candela,y de niños bebiendo bangi a todas horas.

Manaboué son niños y niños, niños vestidos con ropas gastadas y no especialmentepulcras, niños que ríen, que juegan, que trabajan y cuidan de sus hermanos, niñosvivaces, anárquicos y despiertos, niños que disfrutan del futbol.

Manaboué son unos pies descalzos, excursiones entre cocoteros. Manaboué es cacao,fruta de la pasión, aceite de palmera.

Manaboué es la ‘patam’, el patriarca, las dos "nouvels".

Manaboué es el trabajo de médicos y dentistas, de una furgoneta que se desliza las-timosamente por los caminos quebrados que unen los pueblos.

Manaboué es la fiesta de agradecimiento, con sus cabras como regalo a tan preciadoservicio.

Manaboué son sus trajes coloridos, sus casas de adobe, sus instrumentos artesanos.

Manaboué también tiene su chikilicuatre.

Manaboué es Dani, Mateo y la misión, gente ofrece su vida por ayudar a los demás,por aportar un rayo de esperanza a una vida cuando la ausencia de un futuro ciegatoda luz.

Manaboué son las "Drogba", las pequeñas motos silbando entres sus bosques, los ca-miones como improvisados medios de transporte y los animales moviéndose por lacalle.

TQ

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Manaboué es una escuela pintada por una sola cara, un autobús que llega tarde, unencargado que descuida el mando de la antena de teléfono en una noche de excesos.

Manaboué es un sol que quema, pese a estar tapado en época de húmeda, es una finalluvia durante todo el día, o una tormenta durante algunas horas.

Manaboué es un baño improvisado, un agujero en el suelo, unos cubos por ducha.Litros de relec y una mosquitera, o aparatos ahuyenta mosquitos para los más so-fisticados. Lujosas camas con colchón que muestran tendencia a perder la verticali-dad, así como insectos por todos lados.

Manaboué son 30 chicos de España. Unos disfrutan como críos de su nueva aven-tura, otros sufren de ver las desigualdades de este mundo, otros juegan con los niños,otros dan lecciones de albañilería y gestión de obra, otros sufren una cura de hu-mildad. Todos viven algo que no olvidarán jamás

Manaboué también son 15 universitarios marfileños, el futuro de un país que clamauna oportunidad. Gente preparada, inteligente y amable, ansiosa por demostrar queno todo está perdido. Chicos que pese al gran desafío que tienen delante están dis-puestos a ofrecer su talento y esfuerzo a hacer de su patria un sitio del que sus hijosse sientan orgullosos.

Manaboué es momento de reflexión, de desnudar el corazón y tomar aire. Mana-boué es el silencio y el espejo, el ruido y la esperanza. Manaboué es cura del alma.

TR

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UN ESTIU... NO! NO! UN SENYOR ESTIU!POR PACU PINEDO LÓPEZ

Manaboué, la primera vegada que vaig sentir aquest nom vaig pensarque es podia tractar d’una cançó o d’un grup de música, la veritat ésque no quedaria gens malament dir: “Aquest cap de setmana he anatal concert dels Manaboué al Palau Sant Jordi”. Però ja es veu que es-

tava una mica, molt equivocat. Manaboué, és un esplèndid poble situat al mig de laselva de Costa de Marfil. Aquest poblet va ser per a mi una aventura l’estiu del 2008i la veritat és que espero que puguem, també vosaltres, viure una saga completa ambmés i millors episodis que Star Wars o aquestes pel·lícules que tenen tantes parts.

Tot semblava molt llunyà quan ens començàvem a posar les vacunes i fer petits pre-paratius, però sense donar-nos compte vam plantar-nos al dia 6 d’agost, dia el quall’Eugeni, en Julio i jo ens enlairàvem amb destí Costa d’Ivori. Després d’una eternaescala a Casablanca, i quan es diu eterna és eterna, i unes llargues hores de més vol,aterràrem cap a les 3 de la matinada al nostre destí, Côte d’Ivoire.

Allà, com no, ens esperava un antic subdirector del CMU Pedralbes i gran amic, elMonsier Dani Vives. Em va fer especial il·lusió veure’l ja que vam conviure a Pe-dralbes durant tres inoblidables anys i on vam arrelar una amistat que encara perdura(“tres anys són tres anys, eh Dani!”).

L’endemà a mig matí, els tres “guiris”, més en Philippe i l’Abdulai partíem cap aManaboué, que està a quatre o cinc hores d’Abidjan, però al anar amb l’Abdulai deconductor van ser unes tres i poc, i precisament no va ser perquè Manaboué s’haguésacostat a Abidjan.

A Manaboué vam tenir una rebuda típica amb balls i “bangi”, que és la beguda tí-pica de la zona, sens dubte una delícia pels paladars més exigents i refinats.

El dia següent vam començar a treballar, ja que teníem que preparar les habitacionsde la resta d’expedicionaris que arribaven 4 dies més tard. I així ho vam fer; habita-ció per habitació vam netejar-les, muntar els llits, col·locar els matalassos, les mos-quiteres i els penjadors.

TS

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Per fer tota aquesta feina ens vam dividir en grups i a mi em va tocar de companyde treball en Koulantrain, un estudiant d’Abidjan que ens va venir a donar un copde mà, s’encarregava d’ajudar en Philippe, que aquest s’encarregava de la logísticadel camp de treball. Koulantrain, un paio graciós on els hi hagi, un fart de riure comdiríem aquí. Encara no entenc com podíem, sense entendre’ns, estar tot el dia rient.Les primeres paraules que va aprendre en català van ser: “Planxar l’orella”, que l’u-tilitzàvem per dir que algú no treballava o simplement dormia. Un dia ens vamcreuar i, tot d’una, ell amb un accent indefinible va dir-me: “Cher ami Pacu, tu notrebayé, tu planxar l’oreya”. La meva reacció no va poder ser una altre que comen-çar a riure sorprès de la frase que havia trenat el meu nou amic ivorià.

Van passar els dies i per fi la resta de l’expedició va arribar, en Julio i jo vam anar aAbidjan per reunir-nos amb la resta de companys i per poder visitar una mica la ciu-tat. El dia després de la seva arribada vam anar a veure un barri anomenat Wassá,on es palpen realment les conseqüències de la guerra i el que és realment la pobresa.Ho pots veure amb els teus propis ulls, però sorprenentment tot i la pobresa, el queem va impactar més és la de somriures que vam arribar a veure. No n’havia vist maitantes juntes. Tota persona que et creuaves ja podia ser nen, nena, adult, jove, avi oavia, que et deleitaven amb un meravellós somriure. Sens dubte va ser una expe-riència meravellosa, i no sé si es pot resumir amb una sola paraula, però si es poguésjo triaria: “felicitat”. Perquè? No ho sé, però és el que transmetien tots aquells nensamb els seus somriures que corrien amunt i avall sense saber on anaven.

Seguit de Wassá vam anar a casa d’un amic d’en Dani, Lida Kouassi, l’Ex-ministrede Defensa i actual conseller del President del país. Allà vam tenir una rebuda i ensva explicar un munt d’històries però degut al meu limitat francès, qui diu limitat diuescàs, ínfim, inexistent... no vaig poder entendre gaire cosa, sort que de tant en tanten Dani traduïa alguna cosa que explicava l’Ex-ministre.

El següent dia ja tornàvem a anar a Manaboué i allà per segon cop en Julio i jo vamtenir festa d’arribada, aquest cop va ser a lo gran perquè era l’arribada oficial. El diadesprés ja tocava fer feina i vam fer grups per les diferents tasques; un grup era el delsmetges i odontòlegs, un altre els professors i un tercer eren els encarregats d’acabarel menjador de l’escola que es va començar l’anterior any. A mi em va tocar fer deprofessor, però veient que érem molts professors vaig decidir negociar amb l’Eugenila sortida d’aquest grup i poder integrar-me al grup dels metges, i així va ser. Allà em

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vaig dedicar a fer d’infermer, era una feina més distreta que la de professor perquèno paraves quiet. La meva feina era ben senzilla, em dedicava a administrar les dosisde medicaments que em deien els metges als pacients visitats. Dit amb aquestes pa-raules sona bé i tot, sembla quelcom important, però realment no té misteri, em de-dicava a contar les pastilles que em deia en Nano o en Santi; que si 4 paracetamols,8 ibuprofens, passem el col·liri pels ulls, etc. Quan ja vaig començar a tenir algunanoció més de medicina, en Santi em va ensenyar a mesurar la pressió arterial, cosaque vaig trobar al començament impossible, que si el fonendoscopi (l’aparell queporten tots els metges penjant sempre del coll per utilitzar-lo tant sols dos minutetsal dia), col·locar la cinta amb el velcro a l’alçada justa del braç, que si ara havia demanxar o desinflar, que si havia de donar pels voltants de 14 la alta i 9 la baixa... endefinitiva tot un ritual que al final havia de servir per saber la pressió. Un quartd’hora més tard d’haver tingut la meva primera classe d’infermeria i haver après méso menys la lliçó, va arribar l’hora; Pacu, què li pots mesurar la pressió a aquest sen-yor? Jo ja tremolava, però em vaig armar de valor i cap allà vaig anar. Amb el meufrancès gestual li vaig dir a l’home que s’assegués, estirés el braç i no patís que no lifaria mal, si més no aquesta era la meva intensió. Després de fer tot el ritual la ten-sió que em donava era altíssima, uns 20 i pico i recordant el que m’havia de donarvaig pensar que era un error aberrant, total que vaig decidir tornar a repetir la me-sura; velcro, fonendoscopi... i un altre cop 20 i pico. Jo era conscient que tenia unaamplia limitació en àmbit mèdic però ho havia d’haver fet realment molt malamentperquè donés tant d’error, així que vaig avisar en Santi i li vaig comentar el resultat,ell li va mesurar la pressió i sense canvis, també li donava altíssima, interiorment emvaig calmar perquè veia que no era tant “cateto” com em pensava, en definitiva, ol’aparell no funcionava bé, o els dos cometíem el mateix error, o no n’hi havia cap.Al final va resultar que la meva primera experiència com a metge de primera regio-nal, el meu primer pacient que havia tingut cara a cara, patia hipertensió, per aixòla pressió es disparava d’aquella manera tant elevada.

I van anar passant els dies i cada cop em sentia més integrat a aquella nova cultura,em sentia un habitant més del poblet. Distingia a cadascun dels meus nous amics (nous penseu que és tant fàcil com sembla, és com distingir a dos bessons però multi-plicat per deu), m’havia après el nom de tots i cada un d’ells. Vaig fer bones arrelsamb en Christ Michael, un noi que jugava a futbol de meravella. Era com ell deia:

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el jove Drogba. El millor que té ell és que és un noi molt llest i un bon estudiant. Du-rant la meva curta etapa de professor era el que destacava més a la classe, un noimolt participatiu i que posava moltes ganes en aprendre.

I no vull deixar-me de nombrar en Jack, que és un dels “jefes” del poble. Amb aquesttambé tenim una bona amistat, cada cop que me’l creuava ens abraçàvem i mentres’anava em cridava: “Pacuuuuuu!!!”. El dia abans d’anar-me’n va regalar-me un ves-tit que consistia en una camisa i un pantalons pirates d’una tela típica de la terra, per-què us feu una idea l’estil de la tela era una barreja entre la tendència de la marcaCusto i “un modelito chillón de D&B”.

Tot anava perfectament, sobre rodes, fins que va tocar el dia d’acomiadar-se, va serdur perquè tot i el poc temps que vam estar vivint al poble de Manaboué vam fer mol-tes amistats. I vulguis o no costa, costa deixar al poble que durant un mes ha estatla teva casa. Però no va ser un adéu, no... va ser un fins després!

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TODO SIGUE IGUAL...POR IGNASI PUJOL ARTIGAS

Aterrizo en el aeropuerto de Abidján y rápidamente al sentir la humedaden mi cuerpo empiezo a recordar las experiencias de mi primer viaje aeste gran país. Son muchas las cosas que me vienen a la cabeza de aque-lla primera estancia en el país, pero fue tal el impacto que me produjo

que no me veo capaz de expresarlo aquí. Sin embargo, en este segundo viaje esperoalgo diferente, algún cambio, alguna sorpresa, algo que vaya más allá de la simple,o en este caso, de la compleja subsistencia.

Noche cerrada en Abidján, controles, militares, ... mientras pasamos por esas gran-des esculturas de elefantes que nos indican que estamos llegando a la ciudad y quea su vez expresan la majestuosidad de lo que en su día fue una gran ciudad. Porahora, ningún cambio, todo como lo dejamos hace un año. A mi memoria viene yala gente de Manaboué, la escuela y su comedor, la Misión,... ¿Me encontraré a losque dejé?, ¿habrán finalizado la construcción de aquel comedor que dejamos casiacabado hace ya un año?,...

Pasan las horas, los dos días de rigor en la antigua capital y la expedición ya llega asu destino. Hasta ahora ninguna sorpresa, ninguna novedad, todo sigue igual,... Nosespera la gente del poblado y nos reciben con sus cantos y sus bailes. Risas, abrazos,expresiones de júbilo en sus rostros. Mi mirada se detiene primero en la gente, perorápidamente busca el comedor que se quedó sin acabar. Lo observo y siento un pe-queño desánimo en mi interior. Está como lo dejamos, pero ahora unas hierbas de-coran las paredes y las habitaciones del edificio. No han podido acabarlo por faltade dinero, por falta de material pero, sobretodo, por esa necesidad de subsistir queles lleva a vivir el hoy y ahora.

Después de esta segunda aventura, puedo afirmar lo que ya concluí en mi primerviaje. Una gente estupenda, un país que enamora, pero convendría preguntarse¿dónde están y a dónde van? No quiero aquí hacer comentarios banales ni sacarconclusiones por respeto a este pueblo y a su gente. Sería frívolo pronunciarme sobre

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lo que se debe hacer o dejar de hacer, incluso imprudente hacer cuatro teorías sobrela situación del país. Simplemente deseo que cuando vuelva a aterrizar en este ae-ropuerto y vuelva a sentir esa humedad tan característica, vea mejoras, vea cambios,vea un país que ha vuelto a renacer y a recuperar el orgullo de ser uno de los moto-res de África. Para eso espero que los europeos colaboremos, que los gobernantes deese país vean los grandes retos que se les plantea y que cada individuo del país pienseno sólo en el hoy sino también en el mañana.

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EL MIRACLE DE MANABOUÉ CONTINUAPOR MN. EMILI ROURE I BOADA

Quan em poso a escriure aquestes ratlles sobre el segon Camp de treball aManaboué són tants els records que em venen al cap, que no sé pas comme’n sortiré.

Sens dubte que el primer any fou per tots els que hi varem participar una experièn-cia molt forta: tot era molt nou, tot era diferent, tantes coses eren xocants i, fins i tot,difícils de digerir –i no m’estic referint només a la alimentació-.

De fet quan fa pocs dies vaig poder llegir “Memòries de Manaboué”, un recull delsrelats i dels records del primer camp de treball (com li agraeixo a en Lluís Berga laseva constància, ciència i paciència per tirar endavant aquest magnífic llibre), vaigcomprovar que el que he dit més amunt era ben cert, encara que ens ho calléssim -qui sap si per virtut o per no saber-ho com expressar-. Bastants de nosaltres varempatir inicialment el mateix malestar, la mateixa desorientació, desconcert, incomo-ditat i desencís (aquí tots hi podríem afegir uns quants adjectius complementaris)sense fer-ne ostentació, o sigui discreta i silenciosament, seguint el tam-tam delstambors i el ritme de la música i cants selvàtics.

Tot rellegint “Memòries de Manaboué”, també s’hi comprova –l’anvers de la ma-teixa moneda– el profund agraïment, el gran record, fins hi tot l’entusiasme per tor-nar-hi, perquè cadascuna d’aquelles persones –per petita o velleta que fos– era –és–un tresor vivent, un tresor vuit de bens materials però ple, i replè, de força interior.Anant de sorpresa en sorpresa, d’ensurt en ensurt, ¡quantes meravelles i coses novesvarem aprendre!

Enguany -perdoneu-me si dono només la visió dels que hem tingut la sort de poderrepetir, potser perquè és la meva- el factor sorpresa havia desaparegut en gran parto al menys la seva força havia minvat: aquells barris marginals de la capital ja no ensvaren semblar tant bruts i miserables (i mira que ho son!), ni els carrers ni les casesd’Abidjan tant deixades, ni el clima tan humit, ni calorós, ni la carretera tant mal-mesa (es cert que hi havien fet alguns petits arranjaments, però clarament insufi-

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cients), ni el menjar tant insòlit (amb el sentit més literal de la paraula), …ni les ves-timentes tant llampants, ni la manca de vestimentes tant manifesta, …

No em varem portar a fer escarafalls aquelles dones que portaven immensos emba-lums sobre el cap, fins i tot, troncs d’arbre (sembla impossible), ni els cotxes tantatrotinats, ni aquells mercats que semblaven més una deixalleria que un comerç, niaquelles peces de carn penjant posades a la venda totes plenes de mosques, ni aque-lles rates tant grosses i fastigoses, ni les abundoses aranyes peludes i tal volta, veri-noses.

Més encara moltes coses ens eren ja força naturals. Aquells llangardaixos, amb lacara i la cua vermellosa, que fan més d’un pam de llargària, ja els teniem com ele-ments imprescindibles a la decoració externa de la casa; i quina cosa més lògica quefer la carn a la brasa sense molls ni estris de cap mena, que per això serveixen lesmans (allò que el primer any ens va fer dubtar de si menjaríem carn a la brasa o ditsrostits); què més assenyat que portar les criatures embolcallades a l’esquena la donaque cava la terra o la que cull la fruita; que els nens, per refrescar-se, es capbussinnus a l’aigua mig fangosa d’un riu marronenc, sense saber-ne res de possibles in-feccions; i què més natural que jaure a l’ombre dels arbres, hores i més hores, comfeien freqüentment alguns homes del veïnat.

Però hi ha hagut coses que, per be o per mal, encara em segueixen sorprenent, i de-mano e Déu que mai no m’hi acostumi (doncs correm el perill d’acostumar-nos atot).

En primer lloc, allò que ja l’any passat ens va copsar a tots (no podia ser d’altre ma-nera) i ens va fer acabar a tots radiants de goig: descobrir la bondat de la gent d’a-quells pobles, una bondat natural, senzilla, plena de generositat, acompanyadasempre de la rialla de qui ho dona tot i no té res a donar; que no se’n dónen vergonyad’estimar de debò, i de mostrar un autèntic afecte, de ser agraïts i de saber demos-tra-ho. Agraïts a nosaltres que tant poc els hi podiem donar. Ells ens obsequiavenamb els fruits de la seva terra –fruits de la passió, canya de sucre, plàtans,...–, ens por-taven a visitar l’hort del seu seu pare –motiu d’orgull familiar–, ens convidaven amenjar un plat de “manyoca”, o de cargols (“escagó”) guisats qui sap com –això sí,molt picants-, o a veure un trago del temut “bangi” o del whisky de palmera fet a casai ple de graus d’alcohol –més dels convenients i dels que hi estem acostumats-, o

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s’entossudien en regalar-nos una peça de roba que guardaven i més si era dels seusavantpassats, etc, i molt especialment ens oferien el seu temps –el tenien sempre pernosaltres com el Pablo i el Nonó, que eren tot el dia pendents de nosaltres, o les ma-teixes 10 esforçades cuineres com la Maria, la Fatima,..., que en tot el dia (i quasitota la nit) no sortien d’aquell aixopluc que feia de cuina-, per no dir el nens i lesnenes que no feien altre cosa que està al nostre entorn i aquí anomenar-los seria in-acabable. Però sobretot ens donaven amistat i simpatia constants..., especialmentmanifestades amb les grans abraçades al retrobar-nos i sentits plors al acomiadar-nos.

Ells tenen un sentit de Déu i de la trascendència divina que no pocs cops a nosaltresens falta. Quantes imatges –fotografies permanents en el nostre interior- del som-riure d’aquell nen desprès de curar-li (¡que menys havíem de fer!) aquella nafra quefeia que se li veiés l’os; o aquell dolor sostingut (però terrible, sens dubte) d’aquellanena de 6 o 7 anys que feia força dies s’havia fet una gran cremada a la mà i al braçamb aigua bullint; o d’aquella mare patint davant la imminència del part, que no sasap com anirà, perquè de mitjans materials són ben pocs i rovellats. A ells, –i tant debo també a nosaltres–, la nostra presència els feia veure la cura amorosa que té Déude les seves criatures.

Un altre record que tinc clavat a la memòria és la cara d’aquell nen –no vull citar elnom, però clarament el té-, i de tots el que varen anar darrera d’ell, que en un mo-ment en que jo sopava distret va poder estirar -“pispar”- del meu plat un os de cos-tella ja escurada (si ja d’inici era molt magre: podeu imaginar lo poc que n’hiquedava!); o d’aquell altre –tampoc serà anomenant- que aprofitava, en el sentit mésestricte i raquític de la paraula-, les engrunes de pa que havien quedat sobre les es-tovalles desprès d’esmorzar. Quin goig tenien -i com es notava- quan aconseguiencom a trofeu una ampolla buida de plàstic del aigua que havíem begut per dinar osopar.

Ja veieu que si bé els meus records són molts, no són pas massa importants (nomésn’he posat uns pocs per a no cansar-vos), però darrera de cada detall dels que aquíen faig esment, s’hi amaga una realitat esfereïdora i significativa, que no vull ni pensooblidar.

En aquet recordar coses no he d’acabar sense relatar-vos dos moments molt con-crets i deliciosos que ens fan retrobar la petita grandesa d’aquesta gent.

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D’entrada, quan tot començant el dia teníem la sort de participar o -en el meu cas–

de celebrar l’Eucaristia. Abans de les set del matí –molts dies a quarts de set- un grup

cada dia més nombrós d’”enfants du coeur”, m’esperaven per poder ajudar a la

Santa Missa (els primers d’arribar adquirien aquest dret). Certament els primers dies

ens va costar una mica trobar nois disposats a llevar-se tant aviat per una feina d’a-

quet tipus, amb més raó, quan resulta que molts d’ells ni tan sols estaven batejats.

Però, a cada dia que passava, el número de candidats va anar augmentant: i un cop

més, per falta de fe, varem fer curt (no ells, sinó nosaltres) ja que no havíem portat

prou albes –la indumentària essencial i adequada per aquella tasca-. De fet des de

Barcelona només l’havíem emportat vuit, i encara que emprearem una novena que

teníem de recanvi pel mossèn, no varem poder complaure a tots els interessats (fan-

tàstic!).

Aquests improvisats escolans es feien estimar, amb la seva presència donaven a la

Missa un aire especial de festa i d’autèntica catedral. En un entorn feréstec que feia

de retaule i d’esplendorosos vitralls, ells eren sens dubte la riquesa més gran que po-

díem oferir al Senyor junt al nombrós nombre de nadius i voluntaris que hi assitien

diàriament amb una unció i devoció notable, acompanyant la celebració amb agra-

dables i piadosos cants litúrgics –propis d’aquelles terres- . Tampoc faltava el cant

d’algun ocell despistat que no acabava d’entendre el que passava –potser cantava

fora de temps però mai desentonaven-, o el soroll d’alguna gallina amb els seus po-

llets que grataven per aquell entorn.

Tornant a on erem, vull parlar dels “enfant de coeur” natius. Feia goig veure la se-rietat, atenció i disposició amb que ajudaven –si més no hi posaven tota la bona vo-luntat per fer-ho- tot i sabent que darrera la seva col•laboració tant matinera no hihauria cap tipus de “cadeau” (premi o regal) tant habitual en aquets tipus de feina“desinteressada” i més encara en aquells indrets on el “cadeaux” (regals) dels blancsson un bé tant preuat. Els veritables regals ens el varem emportar nosaltres quan ellsde mica en mica s’apropaven més a Déu fins demanar, tants d’ells, ser batejats o ferla Primera comunió. Allà se’n quedat el Jean Michel, l’Estefan, el Willy, el Michel,el Dani Rudolf, el Joel,..., amb el compromís d’anar durant tot l’any a la catequesiorganitzada a la Parròquia de Sant Paul de Sagó pel Matteo (seminarista italià quetots tant apreciem: un amic més amb cor africà). Confiem i encomanem aqueste

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bones disposicions, i esperem que el proper estiu podrem compartir amb ells moltesalegries més.

Un altre moment molt entranyable era quan en acabar la jornada, desprès de sopar,ja negre nit des de feia estona, ens disposàvem a resar el rosari a la “patam” sota lallum minsa de un parell de fluorescents, molts xicoyets venien a resar-lo amb no-saltres, i amb, ells altres persones del poblat. La novetat d’enguany varen ser els sen-zills “chapellé” (rosaris) de plàstic de colors que teníem a disposició de qui volguésutilitzar-los. ¡Tot un “èxit”!, encara que alguns d’ells, sobre tot els més petits l’uti-litzaven els primers dies com a collars o braçalets (tot s’aprèn). De totes maneres,així es va anar difonent aquesta gran i universal devoció per aquells llocs tant exò-tics. No només ells en varen sortit beneficiats perquè també a nosaltres ens ajudavaa resar a la Verge Maria amb més fervor per totes aquelles persones, i a tenir mésvisió universal i agraïment a Déu. És un moment que tot sovint em torna a venir elcap quan passo el Rosari ja de tornada.

Ja veieu que el miracle de Manaboué, com dèiem en l’article de l’any passat, se-gueix viu –i si cap– fent cada dia més efecte en cadascun dels que tenim la sort detreballar-hi o participar-hi d’alguna manera –¡quantes gràcies en donem al Senyor ila Mare de Déu!-. Varem venir a donar i em rebut molt més. Varem anar a ajudar iens van ajudar encara més. Varem anar a ensenyar i hem après força més. Varemanar a curar i hem sortit nosaltres sanats.

M’he deixat en el tinter -o, més ben dit, en el cartoix de l’ordinador- tantes altrescoses bones i simpàtiques del treball esforçat i alegre de tots els voluntaris que heuposat l’espatlla per dur endavant –o ajudar a que fos possible, en aconseguir els mit-jans necessaris- aquest camp de treball. Uns hi altres (i aquí la llista, gràcies a Déu,seria interminable per quantitat de persones que heu ajudat amb diners, aconseguintmedicaments, o material per tenir un oratori com cal o en confeccionar les ja cita-des albes, etc) heu aconseguit que amb la vostre generositat, el vostre esperit de ser-vei, el vostre esgotador treball, el vostre bon humor i la vostra alegria, moltssomriures –l’autèntic “Miracle de Manaboué”- que aquella convivència tingués unaire de família entranyable i any darrera any sigui una realitat. Jo us dono les grà-cies, i de ben segur Déu encara més.

Al ser aquest article un petit recordatori del que va ser la nostre estada a Costa d’I-

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vori l’estiu passat i de qui la va fer possible, vull mencionar de forma singular a l’Er-nest que acompanyat de la seva família va venir des de Barcelona, un cop ja acabatel camp de treball, a conèixer la tasca realitzada i estudiar els nous projectes educa-tius i sanitaris que portem entre mans a Manaboué i a Abidjan (¡quina alegria emvareu donar i que be ens ho varem passar¡).!Moltes gràcies¡

Em queda signar aquest article amb el nom amb que aquella gent formidable m’hanfeliçment rebatejat en l’ultima estada entre ells, com una mostra més de tenir-nos atots i a cadascun de nosaltres com un fill més de Manaboué.

Amb agraïment: Gotta Kabe Elvis

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¡MI NUEVO NOMBRE ES ODIKTÉ!POR FERNANDO SALVADOR VÉLEZ

Si me lo hubieran explicado, es probable que no me lo hubiera creído; la expe-riencia ha sido como estar dentro de una película. Todo era nuevo para lamayor parte de nosotros, otros ya sabían lo que íbamos a vivir.

Llegar a Abidjan ya fue complicado: pasaportes, visados, vacunas, controles de se-guridad, largas esperas en el aeropuerto. No importaba, todos llegábamos cargadosde ilusión y de fuerzas. En Abidjan tuvimos nuestra primera toma de contacto: lagente, el clima, la alimentación, la manera de vivir. Allí conocimos a los que iban aser nuestros compañeros de trabajo durante toda la estancia (Philippe, Kolantrin,Simeon, Marcel, Christian, Placide y los demás), ¡quién nos iba a decir que más quecompañeros de trabajo, acabaríamos siendo amigos!

Del viaje a Manaboué lo único que puedo decir es: caminos de tierra, selva y másselva, nunca se acababa. La llegada al poblado fue uno de los momentos más emo-cionantes, nos recibieron con trajes de fiesta, canciones y bailes, todo un espectá-culo. Era emocionante ver como los niños llamaban por su nombre a los que habíanido también el año pasado.

Además de música y fiesta, estos días hubo mucho trabajo. Había diversos grupos,cada uno dedicado a una tarea: ayuda sanitaria, educación, construcción, ayuda enla Misión con Mateo. La “brigada sanitaria” estaba compuesta por médicos y odon-tólogos, dirigidos por Santi Costa. Cada día nos desplazábamos a un poblado dife-rente, siguiendo el mismo ritual: llegada al poblado, recibimiento de los jefes delpueblo con sus mejores vestidos y con la toalla al cuello, explicamos “les nouvelles”y bebemos “bangui” (el licor típico de allí), nos ponemos a trabajar, normalmente,en la escuela del pueblo o en la “patam” (siempre con la ayuda de Pablo, Sam,…).Colas interminables de hombres, mujeres y niños que en muchas ocasiones ven ennosotros la única posibilidad de ser atendidos por un médico (heridas, quemaduras,desnutrición, malaria, infecciones…) y, al finalizar el trabajo, agradecimiento delpueblo y regalos (gallinas, cabras, licores,…). Es impresionante ver cómo, en muchas

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ocasiones en que podíamos ofrecer muy poco, únicamente alivio, la gente era tre-mendamente agradecida. Hay momentos que no olvidaremos: la primera vez quenos regalaron una gallina, cuando hicimos fotos a un árbol inundado de nidos queresultó ser el Dios del pueblo y una ofensa fotografiarlo, el parto que asistimos (alniño lo llamaron Santi), las traducciones a cuatro bandas.

Pero hubo un día que para mí tuvo un significado especial: el día que fuimos a God-jiboué en el que, casualmente, me tocó hacer de “jefe”. Este día al llegar al pobladoel recibimiento fue especial (vestidos, mujeres con la cara pintada, ramos de flores).Después de trabajar toda la mañana, nos invitaron a comer y nos sentaron en lamesa con el “chef du village”. Nos regalaron una cabra y unas trampas para pescar.Pero la cosa no acabó allí; el jefe del poblado tenía un discurso preparado, que nosiba traduciendo Josep Vandellós, en el que nos iba informando de la distancia a laque se encontraban todos los pueblos de alrededor y que quería que Godjiboué sehermanara con un pueblo de Cataluña. Para finalizar, se puso muy solemne y medijo que a partir de ahora mi nombre ya no era Nano, si no que me llamaba Odikté(después me enteré que estos cambios de nombre vienen a ser como una declaraciónde hijo predilecto del pueblo); aplauso generalizado, nos dimos los tres cabezazos(saludo oficial con el jefe del pueblo) y me tocó decir a mí unas cuantas palabras deagradecimiento. En fin, como decía antes, escenas de película.

El viaje de regreso fue agridulce; por un lado tenía ganas de volver a casa y descan-sar, pero por otro lado, y seguro que no soy el único, una parte de mí se quedaba contoda esa gente. La despedida no fue fácil. Pero no importa, espero verlos a todos elaño que viene.

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SIN TÍTULOPOR ÓSCAR SUEIRO LÓPEZ

¿Cómo empezar para explicar una experiencia así? ¿Cómo describir tal amal-gama de colores, olores, sensaciones, sentimientos, etc.? Hablaría de Costa deMarfil, pero no sabría si estoy generalizando, pues mis vivencias se reducen aun par de días en su capital, Abidjan, y casi dos semanas en Manaboué, un po-blado bien adentrado en la selva tropical. En todo caso, no creo que cambie

mucho el modo de vida en las otras zonas del país.

Lo primero que me viene a la cabeza cuando recuerdo mi llegada es el desorden, elcaos, el desgobierno, la inseguridad. ¿Qué seguridad puede darte una ciudad, dondea los diez minutos de aterrizar la policía ya te está pidiendo dinero? Eso, y la vidaen las calles hacen que aquello parezca una anarquía absoluta. No ves delincuen-cia, no ves muerte y no ves desesperación, pero sí ves la imposibilidad de evolución,la pobreza, el conformismo y la naturalidad con la que afrontan vivir en un verte-dero. Pero en cierta manera, comprendo su conformismo, su vivir al día, pues antetanto trabajo por hacer, la rendición aparece casi automáticamente.

Visto esto, y de camino a Manabué, pensé que lo peor estaba por venir, ¿pero sabéisqué? Me pareció más digna la vida de los poblados que la vida de la ciudad. No esque tengan mayores aspiraciones, y mucho menos mayores opciones de cumplirlas,pero la no corrupción, la inocencia y el orden de las cosas, me hizo sentirme muchomás seguro, más a gusto (también ayuda mucho llegar con la hospitalidad asegu-rada y con dos gendarmes de escolta, por si algo fuera mal).

Cuando uno hace un viaje de estas características ya se mentaliza de lo que puedever, pero eso no evita que haya imágenes que se te queden grabadas a fuego, comoun niño con el globo ocular a punto de desprenderse de la cuenca del ojo, un cortede machete en el cuello, las colas interminables de gente esperando a ser atendidaspor los médicos y dentistas, etc. Y hablando de dentistas, también hay un sonidoque no olvidaré: el crujir de las muelas putrefactas al intentar extraerlas.

No pretendo ser desagradable, solo cuento algo de lo que vi. Lo vi, y lo grabé, por-

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que ahí entra la facultad de Ciencias de la comunicación, que ha prestado materialaudiovisual gracias al que está siendo posible montar unos reportajes con los quebuscaremos financiación para diversos proyectos ONG. Casi veinte horas de graba-ción y cientos de fotos han sido el resultado de dos semanas de trabajo en convi-vencia con ellos. Imágenes que perpetuarán este recuerdo si la memoria decidefallarme algún día, y podrán servir de incentivo a futuros aventureros que quieranaportar un poco de esfuerzo a la interminable tarea que allí se desarrolla.

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EN HOMENAJE A MIS AMIGOS DE MANABOUÉPOR EUGENI XALABARDER VOLTAS

En la frondosidad e irregularidad de la región de Sassandra, a 300 kilóme-tros de Abidjan, Manaboué se me apareció como un poblado limpio y cui-dado, hermoso a mis ojos. En este poblado pasé los veranos de 2007 y 2008.Situado en el interior de la selva tropical, sus familias, de la tribu de los Go-

diés, vivían en casas de adobe con tres edificaciones. En una dormían, en otra cocina-ban, y en la tercera, llamada patam, pasaban gran parte del día de tertulia. El espacioentre las cabañas, pues eso eran, estaba lleno de vida y su suelo estaba endurecido porel uso: allí se molía el arroz y se preparaba el atieké y el foutou, corrían los críos y lasgallinas, y se paseaban los lagartos. En cierto modo la penumbra familiar de la cabaña,su hogar, era el molde profundo de sus raíces. Era gente en ocasiones impenetrable. Ocomo decía Karen Blixen, eran África en carne y hueso.

A pesar de mis esfuerzos, acepté el hecho de que difícilmente llegaría a entender a misnuevos amigos, o a conocerles del todo. Si los aturdías, en un segundo podían retirarserápidamente a su mundo. Simplemente dejaban de estar allí. Supongo que hasta que noconoces bien a un Godié, es muy difícil conseguir una respuesta suya a derechas. Anteuna pregunta directa te respondían con evasivas. Iba contra nuestros sentimientos serrespondidos de una manera semejante, como muy probablemente iba contra sus senti-mientos ser interrogados de esa forma. El patriarca del poblado, Emile, me confirmóque a los Godiés no les gusta la improvisación. Necesitaban tiempo para responder, ysi les presionabas o acosabas para que te explicasen su comportamiento, esquivaban larespuesta empleando una grotesca fantasía humorística que te conducía a una pistafalsa que no expresaba lo que realmente sentían en su corazón. Hasta los niños peque-ños, en una situación de este tipo, adquirían la cualidad de un veterano. Si querías serbuen amigo de un Godié, concluí, no podías improvisar. La precipitación es un viciooccidental.

Desde los primeros días en Manaboué sentí un intenso afecto por sus habitantes. Eraun sentimiento muy fuerte que comprendía a todas las edades y a los dos sexos, aun-

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que quizá se desbordó más con los niños. El descubrimiento de la raza negra fue unamagnífica ampliación de mi propio mundo. Yo también fui un nuevo Charles Ryder yatravesé esa puerta pequeña y medio oculta, que siempre supe que existía pero que nohabía todavía descubierto, y que me adentró en un mundo nuevo, que mostró todo loque esta vida podía ofrecerme. Una vida rutinaria, repetitiva y ancestral, pero llena devitalidad y sentimiento. Al poco tiempo me di cuenta de que su música seguía los rit-mos de esa vida. A veces un movimiento se repetía una y otra vez. Te atraía y fascinabaporque era algo completamente distinto a lo tuyo. Era una perfecta combinación delritmo aburrido diario, en los campos de cacao o en la preparación del atieké, con la fo-gosidad de unos cuerpos aprisionados por la rutina. Estos ritmos estallaban sobretodoen las noches. La oscuridad como privilegio de lo que es joven. Y su inquietud era joven.Si de una palmera se extraían entre dos y tres litros de bangui, el vino de palma que pre-paran, en las noches de Manaboué nos bebíamos cinco o seis palmeras, mientras bai-lábamos o charlábamos.

La base de su comida es el arroz y el atieké, una especia de cuscús que proviene delmañoc, que es la mandioca local, y que se cultiva en toda el África subsahariana. Sontubérculos que se rallan y luego se cuecen. La pasta granulada resultante se tamiza y seesparce al sol. Una vez seca ya está lista para comer. Acompaña al pescado, las más delas veces, o a la carne, cuando la economía o la caza lo permiten. El mañoc tambiénpuede cocinarse de otras maneras. Se hierve y se machaca con ayuda de un mortero,convirtiéndose en foutou, que se toma con salsa. Otras comidas típicas de la zona sonel foufou rojo (banana hervida machacada y mezclada con aceite rojo), el foufou blanco(más suave), el placali, el allocó (banana frita), etc. Disponen, además, de fruta tropi-cal en abundancia, pero aún así su alimentación es deficiente en proteínas.

Los habitantes del poblado sabían pasar por la vida con gran resignación. Frente aldolor mostraban poco miedo. No soportaban, en cambio, todo lo que significase regu-laridad y sistematización. Tenían que ser espontáneos, como lo es la vida, como lo esel destino. En su ingenuidad, sólo temían a la arrogancia europea. La detestaban y ha-bían desarrollado una epidermis excesivamente sensible a siglos de maltratos. Queríanser dueños de su propio destino. Los cargos en el poblado se otorgaban según la per-sona, su manera de actuar, de hablar con franqueza, de comportarse. Ser jefe no teníaque ver con la riqueza, sino con la personalidad. Era su participación en las accionesdel pueblo, su competencia, por lo que uno podía ser nombrado jefe. No obstante un

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joven no podía acceder a tal cargo, porque le falta madurez, le falta experiencia, no haechado raíces en el poblado y puede irse en cualquier momento. Los ancianos decidíanquién podía ser jefe, pues un anciano es cada vez menos curioso y más sosegado. La cu-riosidad del patriarca llegó hasta Sassandra. Es la población más lejana que conocía. Yano le interesaba la aventura, ni descubrir otros sitios. Prefería permanecer en Mana-boué. Se había acostumbrado a esta manera de vivir.

Una manera de vivir dura. Viven de la plantación de cacao. Como Alfred, que ademásera catequista de la parroquia de San Pablo de Sago. Su mujer preparaba y vendíaatieké, con lo que ganaba tres mil francos semanales, lo que viene a ser unos cincoeuros. Cuando andaban escasos de dinero, Alfred producía y vendía bangui. Con loque obtenía compraba arroz para su familia. En el campo plantaba cacao para sobre-vivir. Nadie hacía el trabajo por él, aunque estuviese enfermo. Si no trabajaba, no podíacomer. Le pagaban el saco de cacao a cuarenta mil francos. Como obtenía con su campounos veinte sacos anuales, ganaba en total unos ochocientos mil francos, que son elequivalente a unos mil trescientos euros.

Nono también cultivaba cacao, como la mayor parte de la población. De pequeño nopudo terminar los estudios porque su padre murió joven y la familia no tenía dinero parapagarlos. Además realizaba algunos trabajos de mantenimiento y limpieza para la Mi-sión Católica de Sago, y disponía de una máquina para rallar el mañoc, con lo que con-seguía unos ingresos adicionales. Le gustaría ser mecánico. También había pensado enabrir una pequeña tienda en Sago de objetos religiosos católicos. Pero no tiene sufi-cientes recursos para hacerlo. Casado y con tres hijos, su mujer es de Gôbroukou, el pue-blo vecino. Como él mismo dice, la encontró el 13 julio 1999, y se casó el 14 de abril de2004, por la Iglesia, donde celebró su matrimonio delante de Dios. Rezaba cada día, yestaba convencido que con la ayuda de Dios sus proyectos iban a salir adelante.

Me sorprendió y agradó este modo peculiar en que un Godié cree y confía en Dios. Elsentimiento espiritual era intenso en Manaboué. Combinaba el trato íntimo y diariocon Dios, con la resignación ante las inclemencias de su vida dura. El infortunio eraaceptado como parte del plan divino en sus vidas. Quizá incluso pienso que descon-fiarían de Dios si lo viesen sólo como bondadoso, pero no terrible. La vida era buenay terrible a la vez. Así Dios lo consentía y así se acercaban a Él. Era, por otra parte, unaexperiencia inquietante darse cuenta que tu persona representaba para ellos a la cris-tiandad. Y era también inquietante ver cómo compatibilizaban este modo de acercarse

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a la divinidad con las religiones tradicionales locales. Ellos veían que entre los blancostodo estaba ya escrito sobre papeles. Pero en Manaboué no era así. Cuando una personate decía algo importante, te ibas a dormir preguntando a los antepasados, para que tepermitiesen comprender y ver las cosas con claridad.

El intenso sentido espiritual no impedía que tuviesen una vena de malicia, un ligeropero agudo deleite cuando las cosas le iban mal a alguien, o cuando determinadas per-sonas se encontraban en situación de inferioridad, del tipo que sea. Hería nuestra sen-sibilidad el abuso sistemático provocado por una manera de funcionar totalmentejerarquizada, sin prejuicios y aceptada por todos. Precisamente la carencia de prejuiciosresultaba llamativa, y contrastaba con el prejuicio europeo de esperar encontrar siem-pre oscuros tabúes en la gente primitiva. Se debe, supongo, a su trato con gran variedadde tribus y al intenso intercambio humano que ha habido en el África subsahariana, pri-mero con los antiguos comerciantes de marfil y esclavos y, posteriormente, con los co-lonos.

Es difícil saberlo con certeza, pero pienso que llegué a tener el inicio de una amistad conalgunos Godiés. Con Rodrigue, por ejemplo. O con Pacôme, a quien educó el sol y lalluvia. Con 14 años, en su juvenil ingenuidad tenía mucho menos sentido de los riesgosde la vida que nosotros. Aunque de rostro habitualmente inexpresivo, era un nudo denervios que de un modo aleatorio desbordaba irracionalidad y actuaba atávicamente.Gran cantor, unía voz y cuerpo con una efervescencia interior, a la vez sensitiva y es-piritual, inédita para mí. El resto del tiempo sus ojos eran opacos y carecían de brillo.No lo precisaban, pues siempre estaba en buena relación con el destino. Toda su vidahabía estado en sus manos, desde siempre. Confiaba en Dios y no me pareció que fueseuna de esas personas a la que atan los lazos de la emotividad. Hasta el día en que nosdespedimos, en que esos ojos opacos se nublaron ligeramente y se me abrieron de unmodo confuso y breve. Pacôme sabía que yo ya no vería más los atardeceres de Mana-boué, ni pasearía por los caminos trazados en los mapas de la fantasía. Despertaría sinla ilusión de vernos de nuevo, por lo que todos los males imaginarios serían reales y nohabría consuelo en los recuerdos.

Es un regalo beber tranquilamente en un manantial de aguas ingenuas y de sabor em-briagador, sobre todo cuando eres consciente de que no volverás a saciar la sed en él.Por eso, siendo la vida un regalo de administración muchas veces deplorable, agra-dezco a la Providencia el tiempo pasado con mis amigos Godiés de Manaboué.

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Los niños se abrazan a Carlos, comoseñal de amistad.

Un hombre transporta leños sobrela cabeza en el barrio de Wassá.

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Una mujer sigue con la mirada elcaminar de los visitantes blancos.

Los niños sonríen ante la presencia deun fotógrafo.

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La carretera desde Abidjan a Sassandradiscurre entre palmerales.

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Habitantes y visitantes bailan en elrecibimiento a los cooperantes.

Las mujeres bailan la llegada delgrupo de cooperantes.

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Los hombres tocan el tam-tam ycantan.

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Las mujeres del pueblo antes debailar.

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La “patam” es el centro dereunión para el grupo decooperantes.

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Ryan y Xavi asisten a dospacientes en una sala de undispensario cercano. Foto: Óscar Sueiro.

Frecuentemente, las extraccionesse realizan con la asistencia depúblico.

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Los den�stas llevan a cabo sutrabajo ante una extensamul�tud.Foto: Óscar Sueiro.

San� asiste a uno de losden�stas en la cura de unpaciente.Foto: Óscar Sueiro.

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Álvaro, den�sta, ayuda en lalabor médica. Foto: Óscar Sueiro.

Una mujer desconsolada en eldispensario de Sago.

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Una mujer espera a ser atendida porlos médicos.Foto: Óscar Sueiro.

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Jorge, en el dispensario médico,trata de sanar a un niño.

Nano trata de consolar a unniño que llora . Foto: Óscar Sueiro.

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Una mujer pasea por lasinmeadiaciones del lugar dónde losmédicos realizan su labor.Foto: Óscar Sueiro.

Las donaciones de materialmédico son importan�simaspara llevar a cabo el campo detrabajo.

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El terreno de Costa de Marfil, formado porpequeñas colinas, acoge vegetaciónfrondosa y de gran altura.

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Álex ayuda a uno de losalumnos en el aprendizajede la lengua española.

Distribuidos en aulas, Pacoda clases de español a losmás pequeños.

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Victor, con la ayuda de latecnología, proyecta las clases deespañol en la pizarra.

Ángel es, también, profesor enla escuela.

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Juan enseña con el deporte losvalores del trabajo en equipo.

A través de un campus detecnificación, Pacu enseña alos más pequeños a jugar afútbol.

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Ignasi batea la pelota enpresencia de Rodrigue.

Los juegos con balón siempretriunfan.

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Jean Marc corre con el pañuelo, y seescapa de su perseguidor.

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Carlos es uno de losayudantes en la construccióndel comedor para el colegio.

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Junto al grupo de ayudantesde Yamassoukro, la can�naquedó finalizada un día antesde su inauguración.

Javi transporta agua sobre lacabeza para realizar lamezcla de cemento y arena.

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Los habitantes de Manabouénos guiaron en una excursiónpor la selva.

Nono abre paso con sumachete y lidera laexcursión.

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Nono sonríe desde lo alto dela palmera.

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Una panorámica del paisaje yvegetación de la zona. Foto: Óscar Sueiro.

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Los niños juegan en la playade Sassandra. Foto: Óscar Sueiro.

En la selva o en la playasiempre hay �empo paratocar el tam-tam.Foto: Óscar Sueiro.

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Desde el puerto de Sassandrasalen las barcas a faenar. Foto: Óscar Sueiro.

Las barcas varan en la arenade Sassandra.Foto: Óscar Sueiro.

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En el puerto de Sassandra llegan las barcas,se limpia el pescado y se encuentra elmercado más importante de la ciudad.

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Los niños de las colonias inicianuna excursión en camión.

Unos niños saludan desde elinterior del camión en el quehan viajado durante más deuna hora.

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Tras salir del horno, losvagones repletos de dá�les,esperan a ser prensados.

El operario de la fábrica deaceite camina en la zona dehornos.

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Dos trabajadores de la fábrica de aceite.

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Una mujer transporta un hacha y unmachete sobre la cabeza.

Las construcciones de adobe sonhabituales para las casas.

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Una familia joven en el pueblo deSago.

Una familia vuelve a casa tras seratendidos en las consultasmédicas.

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Kevin.

Cristel.

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Rodrigue.

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Un niño transporta sobre la cabezala cosecha.

Trabajadores vienen de laplantación con el machete y lacosecha a cuestas.

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A Manaboué no dejan de llegarcamiones cargados hasta arriba desacos.

Unos jóvenes de Sago buscancobijo bajo un árbol.

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Un hombre tritura el manyoc en su máquina.

Uno de los niños de Manabouémira su reciente captura.

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Probablemente uno de los díasmás diver�dos fue cuandolavamos a los niños con jabón.

Los niños se frotan ante la caídade agua.

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Varios niños cogen achiké deuna olla.

Los niños se reparten la comidasobrante de un plato. Foto: Óscar Sueiro.

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Cristel come un hueso sobrantede la comida.

Dos niños extraen toda la carnesobrante que aun queda en loshuesos.

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Jack hizo de buen anfitrión y nos dio aconocer el pueblo de Sago por lanoche.

Óscar se encargó de recoger lasimágenes más diver�das.

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Kolantrain, Nano, Marcel eIgnacio bailan en un bar de Sagonuestra despedida.

Españoles y marfileños bailanabrazados una de las cancionesde moda en Costa de Marfil.

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Jean Marc y Dani, gemelos,sonríen a la cámara.

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“Las dos gemelas” deManaboué.

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Un niño se divierte jugando consus amigos.

Macu y Margaret se diviertenjugando con un palo.

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Tres niños esperan su turno parajugar a fútbol.

Cristel abandona su casa parajugar, de nuevo, con sus amigos.

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Kevin.

Sara.

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Dani, Joel y otros niños deManaboué sonríen a la cámara.

Un niño corre hacia San�,que le hace una foto.

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Julio comparte su �empo con losniños en el campo de fútbol deManaboué.

Pedro y Dani en el campo defútbol.

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Reyes, patriarcas y jefes de lospueblos cercanos llegan al actode nuestra despedida.

Los habitantes también sonpar�cipes de nuestra despediday, además, visten sus mejoresropas.

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Javi baila con el “Group de danseTossa”..

El jefe de Manaboué dirige unaspalabras a los presentes.

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Foto representa�va con el ex-ministro dedefensa del país en el día de nuestradespedida.

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A la inestimable ayuda de nuestros compañeros de campo de trabajo y amigos deAbidjan y de Yamassoukro. Por alegrarnos los días y echarnos una mano en el tra-bajo duro. A Ange, Bamba, Djibril, Esaîe, Jean Marc, Kolantrin, Marcel, Olivier,Placide, Philippe, Romuald, Siméon... ¡Muchísimas gracias!

A las siguientes entidades:ADESCI (www.adesci.org).Apotecaris Solidaris de Mallorca.CMU Pedralbes.Fundació Reial Mallorca.Laboratoris Uriach.Universitat Internacional de Catalunya (Facultat d’Odontologia).

Y a todas aquellas personas que con sus aportaciones particulares han hecho posi-ble este campo de trabajo. En especial al trabajo de:Dani Vives y al Centre Culturel Comoë.Monsieur Papé Raymond.

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Presentación ....................................................................................................5Introducción....................................................................................................7Uno a uno.........................................................................................................8Memoria escrita .............................................................................................17

Álex Armadàs Sabaté ..............................................................................18Luis Berga Montaner .................................................................................20Paco Berga Montaner ...............................................................................26Adrià Bes Mestre........................................................................................28Álvaro Blasi Beriain.....................................................................................30Ignacio Blasi Beriain....................................................................................32Victor Cegarra Palao................................................................................34Santi Costa Palau ......................................................................................38Juan Donada Molins .................................................................................44Julio Escolán Gonzalvo............................................................................46Carlos Jou Marguí .....................................................................................50 Simeon Kouadio ..........................................................................................54Jorge Masià Gridilla...................................................................................58Koke Muro Perea.........................................................................................64Miguel Ochoa de Olza Soler ................................................................68Javier Olóndriz Lázaro .............................................................................70Ángel Ortega Sánchez ............................................................................74Pacu Pinedo López.....................................................................................76Ignasi Pujol Artigas ....................................................................................80Mn. Emili Roure Boada..............................................................................82Fernando Salvador Vélez ........................................................................88Óscar Sueiro López ...................................................................................90Eugeni Xalabarder Voltas........................................................................92

Memoria fotográfica.....................................................................................97Agradecimientos.............................................................................................159

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