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Contenido Introducción La Crisis de los valores en nuestra sociedad Causas y consecuencias de las perdidas de los valores. La Entrevista El vacío de los valores en las personas La Educación de los valores en la familia Los valores que debemos fomentar Opiniones Personales Conclusión Introducción El tema que trataremos a continuación es sobre las perdidas de los valores. Es un tema de gran importancia ya que en hacemos referencias de las causas, consecuencias y de la forma de fomentar los valores en nuestras vidas y en la sociedad. Nuestro propósito en este tema, es que al leerlo podamos aprender a llevar nuestros valores. Y también que los demás puedan aprender la importancia de este tema.

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Contenido

Introducción

La Crisis de los valores en nuestra sociedad Causas y consecuencias de las perdidas de los valores. La Entrevista El vacío de los valores en las personas La Educación de los valores en la familia Los valores que debemos fomentar Opiniones Personales Conclusión

Introducción

El tema que trataremos a continuación es sobre las perdidas de los valores. Es un tema de gran importancia ya que en hacemos referencias de las causas, consecuencias y de la forma de fomentar los valores en nuestras vidas y en la sociedad.

Nuestro propósito en este tema, es que al leerlo podamos aprender a llevar nuestros valores. Y también que los demás puedan aprender la importancia de este tema.

Otro de nuestro propósito es que se pueda proporcionar una toma de conciencia y estudio de los propios valores y de las instituciones en las que estudiosos se desenvuelven.

La Crisis de los valores en nuestra sociedad

El ingenuo optimismo en el progreso y la evolución del ser humano, alimentado sobre todo en los años de la Ilustración, ha dejado de tener sentido. Muy al contrario el

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tipo de sociedad, el modo de vivir de nuestra sociedad postmoderna, no parece promover la vida feliz sino una vida cómoda aunque carezca de sentido.

Apuntado ya ha lo compleja que resulta la realización práctica de las metas que cada uno acepta para sí en el curso de la vida. Pero el factor decisivo de complicación es el entramado social en abierto conflicto de valores.

Hay una conflictividad que es interior a la persona. Hay una conflictividad que es social y una conflictividad cristiana. Hay una conflictividad entre los cristianos y la sociedad, entre los valores sociales de uno y otro grupo y dentro del mismo hombre.

Conflictividad Interior: La descripción mas adecuada para esta crisis interior estimo que es la perplejidad.

Perplejidad Personal: Desde la frustración y la despersonalización, nada es posible ante esta sociedad opresora y alienante. Hay que rendirse. Somos llevados en el curso de la vida; nos limitamos a buscar el mejor acomodo para no ser triturado por la máquina social. No tiene sentido, es peligroso afirmarnos frente a ella. Una muestra elocuente es el proceso que lleva a muchos jóvenes de las escuela al paro y de ahí a la evasión drogada o delincuente, a los mayores al materialismo y a la deshumanización.

Perplejidad personal por la existencia de una presión social estructural que crea un marco normativo inapelable, y exige sumisión automática en nombre de la eficiencia del conjunto. Lo cual supone la presión por disfuncional de cualquier ámbito de experimentación ética, de búsqueda de nuevas salidas o valores, originales y libres. Y todo esto compatibilizado a la fuerza con la exaltación formal de la iniciativa personal. El mundo de las mil posibilidades... mermadas.

Perplejidad personal provocada por una pluralidad inabarcable. Pluralidad de significados aun en el contenido de los valores o realidades más originarias. Hablamos con las mismas palabras de los mismos significantes y escondemos así la multiplicidad de significados.

¿Qué significa para cada uno de nosotros trabajo, honradez, diversión, dinero, laboriosidad, ahorro, familia, hijo, pareja.....?

Muchos de estos valores entrañan realidades divergentes y contradictorias. Tenemos que reconquistar el sentido más autentico y genuino de las palabras.

El hombre de hoy contempla en su conciencia una gran vacío de valores, no es posible separar la crisis de valores de la crisis social. Cualquier reajuste social y mucho más un cambio social, implica siempre un reflejo en el sistema de valores. Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede hablar de una metamorfosis social y cultural.

El desfallecimiento de la regulación interior de la conducta se sitúa en el origen de muchos comportamientos desviados entre lo que cabe destacar las toxicomanías, ciertos tipos de delincuencia, e incluso la disociación familiar.

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Causas y Consecuencia de las perdidas de los valores

Causas: La desintegración y los conflictos

familiares Los divorcios La situación económica Deserción escolar Desobediencia Drogadicción

Consecuencias: Surgimiento de bandas Prostitución Embarazos prematuros y no

deseados Robos Transculturación Abortos en jóvenes a temprana edad Relaciones sexuales promiscuas

ENTREVISTA¿Cuáles valores debemos fomentar para la estabilidad familiar?Alina BelloProfesora de ÉticaUniversidad Católica Madre y Maestra de Santo DomingoRespuesta:-El amor, por que es un valor importante que debemos fomentar. Ya que es un valor fundamental que aterseja en la integridad de cuidar y amar a una persona.-La confianza, la falta de respeto, la falta de amor, la ambición, o sea, el amor al dinero, la falta de tolerancia. Entonces todas estos a causado la perdida de los valores en la familia y en el mundo entero.

Jamir TavarezEstudiante de termino de Educación-Los valores religiosos, la formación de la familia, el amor, el amor a la patria a sus símbolos.-En la paz mundial esta la perdida de valorar el ser humano y también la ambición de poder.- La amistad, la solidaridad, respeto, el amor al prójimo, la socialización, la integración familiar.

EUGENIA VÁZQUEZ (Orientadora)Escuela Patria Mella-El Valor de la Humanidad Causas:-La perdida de nuestra Patria

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Consecuencias:-Podrían crear la invasión de otros países

KENIA VÁSQUEZ-Valor del bienestar estudiantil Causas:-La perdida de la unión familiar Consecuencia:-Surgimientos de Bandas de jóvenes delincuentes

EL VACÍO DE LOS VALORES EN LAS PERSONAS

Tal vez la razón fundamental del vacío de los valores que constatamos no sea otra que el haber condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y las cosas. Valores sigue habiendo puesto que algo tiene que orientar las preferencias y elecciones de los humanos. Pero son valores fácticos llamados “valores de mercado”, lo cual no distingue entre lo categóricamente bueno o malo, ni entre lo justo o lo injusto. El valor añadido a la cola no por lo que vale en sí, sino por la ganancia.

Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses extraños a las cosas mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles. Aristóteles critica en la “Política”, al idealista Platón por que este había diseñado una republica ideal en la que no caben ni el afecto, no la propiedad; los únicos sentimientos -explica Aristóteles- capaces de mover a los seres humanos.

Los ciudadanos deben tener propiedades, casa, tierra, familia y, además, deben cultivar la amistad entre ellos, puesto que la virtud de la justicia es suficiente para mantener una cohesión sólida y satisfactoria entre los actores de la política. La justicia conseguirá resultados escasos si no se complementa con la virtud de la amistad. Los sentimientos son imprescindibles. El comunismo, la comunidad de bienes es estéril: no produce apoyo, ni afecto, neutraliza el sentimiento.

Sin embargo, a lo largo de la historia del pensamiento la función de lo sensible en el comportamiento se creía que relativizaba a los valores y así los convirtió en algo inaccesible. Si hay algún filósofo que ha apostado por la teoría de los valores es sin duda Max Scheler quien pretendió fijar una ontología, una base material axiológica y objetiva. Para él, el hombre es un ser espiritual que ya no esta atado a “impulsos y al ambiente”, y que se habré al mundo. En la medida que es sujeto espiritual es persona que sirve del cuerpo en calidad de instrumento para llevar la practica de determinados valores. La persona no es un sujeto que considera la persona desde el punto de vista pragmático, únicamente como objeto que hay que dominar. La persona, de un modo casi franciscano, sabe colocarse en una actitud extática de apertura hacia las cosas. Además, la persona se halla originariamente en la relación con el “yo” del otro. Tal relación abarca desde la formas inferiores de vida social hasta la culminación, consistente en la relación de amor.

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La virtud según la entendían los griegos, era una disposición a actuar y a sentir de determinada manera. El pensamiento racionalista busca un sentido unitario de la vida humana y de sus aspiraciones al precio de ignorar sus ambivalencias, sin-sentidos e irracionalidades. Los valores de la ilustración –la liberta y la igualdad- siguen presentes, pero lo alcanzados con ellos y en su nombre, es profundamente contradictorio y paradójico. La autonomía ha degenerado en individualismo o corporativismo; la igualda, en una homogeneidad cultural que secunda los imperativos de la publicidad o de la moda.

El vacío de los valores es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia. ¿Por qué? Por que la racionalidad económica y pragmática lo han invadido todo. Nada vale por si mismo sino por su utilidad. El otro no es de entrada, un ser humano, sino un probable competidor. La obra de arte no se deslumbra por su belleza, si no por la ocasión de invertir que representa. Estudiar no es un placer, es una tramite para ganar mas dinero. Solo lo numérico y cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de complacencia. ¿Satisface un mundo así? Esa es la pregunta que ha sido despreciada frente al poder de lo racional.

El nihilismo imperante los valores van perdiendo paulatinamente su virtualidad. El hombre actual se esta convirtiendo en un instrumento mas de producción, con una baja autoestima. Se va haciendo constantemente preguntas sobre el sentido de su vida, pero se ha precipitado, aun sin proponérselo, en los fondos de la soledad y la incomunicación.

A su vez, la comunicación interpersonal languidece y sé y se torna cada vez más irrelevante cuando las persona se convierten en consumidoras de palabras sin un ejercicio activo del lenguaje. Esto es patente incluso en las pequeñas comunidades, y ni siquiera la institución familiar se ve libre de este fenómeno. El hombre actual vive una saturación de lenguaje recibido con lo que se incrementa su propia alineación. No es que pierda la capacidad de pensar con un lenguaje propio sino que su pensamiento necesita cabalgar sobre el pensamiento ajeno; mejor dicho, piensa con el pensamiento de otros, que es lo mismo que no pensar. De este modo, la vida social se convierte en el pelotón sin resistencia a las ordenes de quienes ofrecen discurso interesantes.

Estamos ante una evidente crisis y vacío de valores. Me preocupa en primer lugar la superficialidad, el vacío y la desinteriorizacion del hombre que le lleva a vivir de cara al exterior, aturdido entre prisas y ruidos, sin saber a donde va y quien es. Pero no podemos sofocar ese grito angustioso e insobornable que surge dentro de nosotros y que nos pide una mayor coherencia en nuestro proceso de búsqueda de la felicidad. Es preciso abrir caminos seguros y coherentes a la Familia, a la escuela a la juventud y a la sociedad. Buscar valores que den sentido a nuestras vidas.

Los jóvenes necesitan valores que den sentido a su existencia y que vayan guiando sus pasos por los caminos de la plena realización. Para ello tienen que hurgar en los entresijos de la cultura. Casi todas las cultura han aceptado los conceptos de amistad, amor, justicia, paz, solidaridad, buen entendimiento, fraternidad. Hay que elevar todo lo hermoso, bueno, verdadero, justo y bello que vemos en la humanidad para consolidar la paz y la buena convivencia.

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El valor autentico nos habla de bien, de perfección, de dignidad. Es como ideal, un proyecto, un guía, un camino de autentica felicidad. El mejor camino del descubrimiento de los valores estimables es la cultura y el medio más adecuado la educación. “ La tarea de imprimir en las gentes los ideales y las normas que guíen a nuestra civilización es, ante todo, tarea que incumple a la educación, ¡pero que miserablemente inadecuado es nuestro sistema educativo para esta tarea!” (E. Fromm).

Los adolescentes y los jóvenes buscan modelos referenciales que sean auténticos transmisores de valores. No basta que los padres o educadores les digan, que lo expresen, sino que es necesario que los vivan. Los adolescentes van consumiendo los valores referenciales del entorno, especialmente el de la familia y de la escuela. Parece lógica la inquietud de muchos padres que no saben qué hacer, qué camino y que se dan en la pasividad de esperar a ver qué pasa. No podemos ser neutrales ya que los medios de comunicación, los amigos, la sociedad misma están transmitiendo sus valores por eso se hace precisa la interiorización, la reflexión, el análisis ponderado y responsable para tomar decisiones. Nuestros adolescentes van a pensar, a buscar la calidad humanizadota de su vida, a criticar los mensajes de los medios de comunicación, analizar sus compromisos tales, como tomar decisiones sobre futuro, asumir responsabilidades a la hora de vivir su realidad presente, aprender a equivocarse para no hundirse en la ciénega fangosa del conformismo. Los jóvenes son los primeros agentes de su propia adulación.

Todo esto tiene de cierto que los valores tradicionales han perdido vigencia y que los nuevos centros de interés no aparecen claramente definidos. Los que tiene valor aparece hoy disperso entre los armónicos cantos de sirena que tiene su nombre: consumismo, ideologias, condicionamiento de los medios de comunicación social, etc. Los estudios sociológicos son abundantes y nos explicitan todas las formas de “perdidas” de la persona en la confusión actual.El nuestra cultura se confunden los valores y antivalores, disfrazados con frecuencia de fantasma poseídos de fuerzas malévolas que dominan el universo, revoloteando junto al anuncio de una nueva era luminosa y revalorizada. Hoy conviven amenazas de guerra y destrucción con movimientos carismáticos; escandalos de corrupcion de todo tipo con movimientos de comunidades cristianas comprometidas; bandas de terrorismo juveniles con bloques de jovenes camino de Taizé o de otros lugares, en busca de la paz perdida.

Los valores están sufriendo las consecuencias de la crisis y nosotros el dolor de todo momento de cambio. Es el dolor de la descomposición en espera de la reorganización que ya llega: G. Milanesi (1981), tras un estudio sociologico, habla de “ La busqueda de lo religioso en los jovenes, tras el eclipse y la vuelta de lo sagrado”.

La familia y la escuela tiene hoy un reto inaplazable: abrir causes para que los grandes valores del humanismo cristiano afloren en sus tareas educativas. Pero no olvidemos que los valores impuestos a la fuerza suelen ser valores rechazados. Los valores sugeridos que dejan un amplio margen a la reflexión serena y a la decisión responsable, suelen ser valores libremente asumidos. El adolescentes disponen en un sentido de suficiente

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madurez para aquilitar cuidadosamente aquellos valores que pueden dar, que van sentido a su vida.

Ha llegado la hora de encontrar auténticos criterios morales, debidamente ponderados, que vayan mas allá de la simple eficacia, como el sentido de la autonomía personal, la fuerza de la responsabilidad, la madurez espiritual y moral, la solidaridad hacia los hermanos. Será oportuno recordad que nuestra sociedad vive una profunda desmoralización porque, en el fondo, ha perdido el verdadero sentido de la vida. Esta crisis ha sido provocada por el declive primordialmente de las grandes creencias y utopías. Los jóvenes precisan encontrarse un gran proyecto que de sentido a su presente y que le oriente hacia el futuro.

LA EDUCACIÓN DE LOS VALORES EN LA FAMILIA

La consideración pedagógica de los valores debe estar presente en todo el recorrido del proceso educativo. La pedagogía de la intervención requiere un patrón de los valores que guíe las actividades participativas de los individuos hacia la optimización humana, lo que implica una mejor planificación en el campo familiar y en el campo escolar. El valor como tal es uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la educación familiar. El proceso de la educación hace referencia siempre a algún modelo axiológico, en cuanto intenta reproducir los valores, actitudes, hábitos, técnicas y conocimientos que predominan en una sociedad determinada. Las condiciones sociales y tecnológicas de nuestro tiempo exigen un nuevo replanteamiento y quizás mas profunda revision de la funciones que tradicionalmente se le asignan a la educación.

Las instituciones sociales tales como la familia, escuela, los medios de comunicación social, etc. Proporcionaba pautas de conductas armonizadas con las exigencias institucionales. Las instituciones a su vez responden a un sistema de valores, cuyo mantenimiento y reproducción coadyuvan las practicas comunicativas y las formas de la relación interior de las mismas.

Pero además de las instituciones sociales, existen otros ámbitos de mantenimiento de valores entre los que destaca la practica de la religión. Esta mantiene abierto el universo de las creencias de las relaciones comunicativas con Dios, que es la claves de bóveda del universo valora religioso social. No cabe imaginar una crisis de valores desligada de una crisis religiosa.

El gran dinamismo de los medios de comunicación e información nos abruman con multitud de sistemas de valores que inundan los hogares que nos obligan a la elección de algunos de ellos. Con frecuencia se presentan como contrarios o contradictorios, dependiendo de la formación inicial de la persona y de su capacidad critica e innovación.

Dada la trascendencia de los valores en el hogar, la familia no puede olvidar que allí el hijo recibe las primeras caricias, las primeras enseñanzas, percibe los comportamientos iniciales. Allí prácticamente se ponen los fundamentos éticos que deben gobernar a la persona a atreves de su vida en el seno de la comunidad familiar trascurre la primera y

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fundamental parte del proceso de socialización. Los testimonios de sociólogos, pedagogos y psicólogos coinciden en esta afirmación. El niño pasa los primeros años de su vida inmerso en la comunidad familiar, y es en esta donde se afirman los cimientos de su personalidad antes de que incidan otras influencias. La familia puede educar por asimilación o hasta por rechazo, pero en cualquier caso, su influencia es profunda y duradera.

La mejor educación nace y se desarrolla en el hogar. Es ahí donde aprende a despertar interés por la vida, a confiar en si mismo, a creer que puede seguir adelante por los caminos del triunfo. Los padres tienen la posibilidad de mostrar con su presencia y su atención atenta los caminos de la verdad y del amor, el espíritu de trabajo, la ayuda a los demás, impulsarles a ser ellos mismos, a desarrollar sus cualidades, a potenciar su autoestima, sin que tenga imitar a nadie o a buscar por los desiertos de la vida lo que tienen y poseen dentro de su persona.

La familia es, en su más profundo sentido, comunidad, comunicación. Es la primera comunidad de vida de amor, pero es al mismo tiempo la primera escuela del saber, del civismo y de la ciudadanía. Es la primera escuela de los hijos. La familia es la sociedad creada para educar a las generaciones. Unos padres que sepan educar, que no van a la improvisación, sino que sean sabido preparar para esta tarea tan sublime de saber ser padre.

LOS VALORES QUE BEBEMOS FOMENTAR

Las religiones: oficialmente promueven, además de la bondad, el valor de lo sagrado y los valores trascendentales y sobrenaturales, tales como la adoración y salvación eterna. La política: promueve valores sociales y, almenos en teorias, el bien comun.El deporte: promueve la disciplina y la salud.

Y podríamos seguir dando ejemplos.Conviene, aun antes de precisar su naturaleza y esencia, verlos en panorámica.La lista podría ser interminable. Enumerar y repasar los principales nos sirve para darnos una perspectiva del terreno. Son o pueden ser valores algunas de la siguientes: La cultura La confianza La paz La limpieza La libertad

La democracia La rapidez El perdón La comedida La intimidad

La independenciaEtc.

Los valores buscados y perseguidos por los individuos y por la empresa, funcionan como motivadores; y estan presentes en cada una de las pociones que tomamos veinte, cincuenta y cien veces al dia; antes de decidir tenemos que preferir, y antes de preferir tenemos que valorar.Así es nuestro proceso: 1 Valorar

2 preferir

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3 decidirOrientarse en el mundo de los valores resulta ahora tan complicado como orientarse y moverse en una inmensa metrópoli moderna, tipo Nueva York, Londres o Tokio.

Los valores humanos han sido siempre tema importante de reflexión por parte de los hombres más profundos y más responsables. Desde hace muchos siglo existe la axiología, pero con enfoque filosófico, abstractos, especulativo. Los tratados de axiologías se encontraban enmarcados en textos de filosofía y ética.

Es una novedad de ultima hora el estudio psicológico de los valores, que nos ubica en el terreno vivencia. Pasamos así de las teorías a los hechos, de lo especulativo a lo positivo de lo abstracto a lo concreto, de lo frió y nebuloso a lo inmediato, vivo y candente.

Su propósito general es propiciar una toma de conciencia y un estudio de los propios valores y de los de las instituciones en las que el estudioso se desenvuelven.

CONCLUSIÓNCon este tema quedamos con la siguiente idea:La falta de valores que tenemos a nuestro país, la falta de entendimiento especial en nosotros los jóvenes.

También muchos de estos valores entramos en realidades divergentes y contradictoria tenemos que reconquistar el sentido más autentico y genuino de las palabras.

El hombre de hoy contempla en su conciencia un gran vacío de los valores, no es posible separar la crisis de valores de la crisis social.

Tal vez la razón fundamental del vacío de valores que constatamos no sea otra cosa que el haber condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y los cosas.

Crisis de valores?

La sociedad actual nos ofrece un ambiente altamente nocivo para cultivar valores humanos. Los casos de corrupción suscitados mayormente en el entorno político brindan un pésimo ejemplo acerca de lo que es el verdadero servicio público, pues lo único que hacen es "servirse del público".

Porqué cuando precisamente nuestra sociedad necesita con urgencia cimentar valores en sus vidas, paradójicamente se promueve corrientes de materialismo y hedonismo? ¿Crisis de valores?

Koichiro Matsuura, director general de la UNESCO se pregunta ¿A dónde van a parar los valores? Y con esta misma pregunta titula un excelente

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artículo que ha escrito. La crisis de valores no consiste en una ausencia de éstos sino en una falta de orientación frente a cuál rumbo seguir en nuestra vida y qué valores usar para lograrlo. Tal como lo señala Matsuura, "la crisis por la que atravesamos no es una crisis de valores en sí, sino del sentido de éstos y de nuestra aptitud para gobernarnos y orientarnos".

Por lo tanto la pregunta a plantearse no es ¿Crisis de valores? Ni mucho menos ¿a dónde van a parar los valores?. Sino ¿Crisis de nuestra capacidad para cultivar valores? y ¿A dónde van a parar nuestros valores?

Frente a este tema sale a relucir dos aspectos esenciales para nuestro desarrollo: la educación y la familia. ¿Hasta qué punto nuestros gobernantes ponen todos los medios necesarios para impulsar calidad en el aprendizaje académico y humano tanto en la escuela como en la familia? ¿Cómo se promueve la participación de la familia en la educación de sus hijos?

Lamentablemente los políticos sólo se acuerdan de la familia y de la educación para satisfacer sus intereses. Si no fuera por instituciones de la sociedad civil y del sector privado, nuestra sociedad no tuviera siquiera la esperanza de ser mejorada. Sin embargo, todavía se puede recuperar el camino desandado. Para ello necesitamos que cada ciudadano desde la función que ejerce en la sociedad, tome conciencia de los efectos que deja sus actitudes en la construcción de un país más justo donde se respete la dignidad del ser humano.

¿Hasta cuando entenderán que el ser humano no fue hecho para ser prisionero del trabajo, de la moda, de la comodidad, de la superficialidad? Sino más bien todas estas cosas fueron hechas para que el hombre las usara de forma ordenada de acuerdo a su fin. ¿Cuál es el fin del hombre en este mundo? ¿Acumular bienes y riquezas o trascender en el servicio a los demás? ¿Tenemos que esperar más años para que la familia y la educación reciban el lugar que deben tener en el desarrollo moral de nuestra sociedad?

Por querer alcanzar el éxito no perdamos la excelencia en nuestro ser, es momento de cambiar esta crisis de valores por una actitud positiva frente al sentido de nuestras vidas.

Autor: Carlos Alberto Rosales, educador y analista peruano sobre temas de educación y actualidad internacional. E-mail: [email protected]

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Francisco Bobadilla Rodríguez (*)

Es muy común escuchar hablar de crisis de valores. Pareciera que es una de las tantas modas temáticas que suelen aparecer y a la que se les dedica libros, artículos, congresos, etc. Sin embargo, no se trata de una moda; sino de la raíz, el centro o corazón de muchas de las crisis actuales. Precisamente, en el reciente Congreso realizado por la Universidad de Piura: La Formación en Valores desde la Familia y la Universidad, se buscó dar una respuesta a esta crisis a la luz de las enseñanzas de su Fundador y primer Gran Canciller Josemaría Escrivá de Balaguer, recientemente canonizado.

El Congreso abordó en sus conferencias magistrales, paneles y comunicaciones las multiformes manifestaciones de una praxis personal y social basada en valores efectivamente compartidos. El hombre contemporáneo está amenazado por el peligro de la fragmentación que lo lleva a asumir posturas esquizofrénicas: una ética para el hogar, otra en el trabajo, otra en la calle; pareciéndose así a la legendaria hidra de múltiples cabezas y jaquecas. No se puede pretender ser justos en la familia y en la calle hacer gala de la llamada viveza criolla; es necesario procurar tener unidad de vida.

¿Qué le da consistencia a la convivencia social? La respuesta de los participantes ha sido unánime: la ética es el conectivo social por excelencia y de lo que se trata es de encontrar los modos para que ella vitalice a la sociedad civil, al mercado y al Estado. Esto nos enfrenta con uno de los problemas actuales, que va de la mano con la crisis de valores, el individualismo. "El individualismo -decía Rafael Alvira en su ponencia- es un error porque el hombre se encierra en si mismo y no se preocupa por los demás." Y menos aún puede vivir una verdadera amistad. Porque "la amistad -nos dice Pablo Ferreiro- es una actitud, es una oferta porque yo ofrezco mi amistad, es una apertura hacia todos."

Es evidente que una cultura de valores es un reto exigente y supone trabajo arduo, de fondo. Pero la dificultad llama a la creatividad intelectual y así lo hizo notar el profesor José María Sesé en la conferencia final, quien afirmó que la actitud adecuada para afrontar la crisis de valores no es el desánimo, ni la acidez espiritual, sino un talante lleno de esperanza, que huya de los ceños fruncidos y de la solemnidad acartonada, siguiendo aquel consejo de Escrivá: "la verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre".

La falta de unidad de vida, como se ve, genera falta de unidad social. La sociedad se dispersa en bandos -y no en comunidades, las cuales implican amistad- movidos por intereses particulares y regidos por curiosas escalas de "valores" como el beneficio propio. La promoción de la unidad de vida es una pieza clave para la solución de esta crisis de valores; pero ésta sólo puede asumirse de modo personal; y únicamente se realiza de modo social. Y las principales comunidades desde las que hay que empezar -como bien lo expresa el título del congreso- son la familia y la universidad

Sobre la crisis de valores y cualquier tiempo pasado fue mejor ...

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¿Quien no ha oído decir hoy día que nuestros valores están en crisis?, los hijos no hacen caso a sus mayores, el fracaso escolar campa a sus anchas por nuestra geografía y guerras injustas como la de Irak pueblan el planeta, aumentando nuestra incertidumbre sobre un futuro, que ya avistamos, de negro cambio climático.

Acosado por todos esos males que me asaltaban desde las páginas del periódico del día, decidí refugiarme en mis libros de historia para sumergirme en pasados más gloriosos de la humanidad, en sus leyendas caballerescas y en vibrantes pasajes nacidos de épocas libres de la degeneración contemporánea. Libros que traían a mi mente lugares evocadores de esplendoroso y romántico legado: Egipto, Roma...

Por ser hombre ordenado comencé por Egipto que, además, excitaba vivamente mi imaginación, abriendo el magnífico libro “El Egipto Faraónico”, del maestro Federico Lara Peinado, por una página elegida al azar. Esta obra contiene traducciones literales de distintos papiros, por lo que me disponía a escuchar las palabras de los antiguos egipcios directamente, ¿acaso no sonaba fascinante?

El papiro en cuestión trataba de los consejos que Anastasi V, escriba real, daba a su hijo en forma de carta: “Me han dicho que has abandonado las letras y que te dedicas a los placeres, que te interesas por los trabajos de los campos y que has vuelto la espalda a los libros”, -un momento, me dije, ¿ésto que es? yo que creía que sólo el idiota de mi sobrino había dejado el instituto para ganar dinero rápido en telepizza-, el pobre Anastasi V continúa “¿No te acuerdas de la situación del agricultor... que los gusanos se llevan la mitad del grano y el hipopótamo se come lo restante?” -Cielos, ¿Hipopótamos?- “...en el campo son numerosas las ratas y los saltamontes se abaten sobre él.”. Hice un alto, ¿gusanos? (puaggg), desde luego no se si funcionó en el antiguo Egipto, pero si amenazáramos a nuestros hijos con ratas, saltamontes e hipopótamos tal vez estudiasen más para sus exámenes, quien sabe...sigamos:”El escriba llega al margen del campo y se apresta a registrar el impuesto sobre la cosecha. Los ayudantes tienen unos garrotes y los nubios varas de palmera. Dicen: Entrega el grano...entonces golpean al agricultor extendido en el suelo, le cargan de ligaduras y lo arrojan a un pozo; cae dentro del agua y chapotea con la cabeza hacia abajo” - ¡Jesús, María y José!, y yo que me quejaba de las colas para presentar la declaración de la renta. Estos faraones se las gastaban que no veas, nosotros pensando que se dedicaban a pintarse los ojos, colocarse de medio lado para la foto y amontonar piedras haciendo pirámides.

En fin, que esto del antiguo Egipto no era como pensaba, pero, ya que estamos, terminemos de leer la carta de Anastasi V:”En cuanto al escriba, es él quien manda a todo el mundo. No paga impuestos, porque su trabajo consiste en los escritos. No está sometido a tasas.¡Pon atención!”. Esto ya me parece mucho mejor, de hecho estoy absolutamente convencido de que si eximiéramos de impuestos a los que terminen los estudios, lo del absentismo escolar desaparecía de nuestro diccionario y tendríamos que construir aulas hasta en las azoteas. Aunque releyendo lo de los escribas...¿no se convertirían en nuestros políticos de hoy día? El parecido es sospechoso...

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Nada, Cleopatra y sus amigos no habían servido para que me evadiera de las miserias del mundo contemporáneo, así que volví mis miras sobre las legiones de César, que antaño me habían hecho vibrar en los “peplum” hollywoodienses que pasaban los sábados por la tarde en la autonómica. Ya imaginaba yo batallas formidables, en las que el valor y el coraje primaban sobre los adelantos técnicos que hoy deciden las guerras; bravos soldados romanos que se enfrentaban a las hordas bárbaras nutridas de guerreros salvajes y sin piedad en una última defensa de la civilización.

De este modo, abrí el manual de historia de Roma por el capítulo que atañía a las glorias de César: “...transcurre el invierno del 55-56 antes de Cristo, las tribus germanas de los Usípetos y de los Tenteros”-¿y estos quienes son?¿Alguien ha oído hablar de éstos?-“, con mujeres y niños, pidieron permiso a César para atravesar en masa el Rin en su curso inferior, pues empujados por otras tribus buscaban nuevas tierras para emigrar. Pese a que sus intenciones no eran agresivas y obtuvieron el beneplácito romano, César les agredió cuando vadeaban el río destruyendo a una buena parte. Solo unos pocos lograros salvarse volviendo a cruzar el río y se refugiaron junto a los sicambrios”- Con razón no habíamos oído hablar de ellos, no quedó ni uno. Esto no era lo que salía en las películas, Mesala era malo en Ben-Hur, pero no tanto. ¿Mujeres y niños? no suena muy honorable que digamos, ¡vaya con la conquista de la Galia!

Cerré el libro, recogí el periódico de la papelera y me senté a leer la página de sucesos...para relajarme un rato.

Victor Arencibia

Educar para la solidaridad. (1)

Mª Rosa BuxarraisProfesora Titular de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de BarcelonaResponsable del Programa de Educación en Valores del ICE-UB

Resumen: En este nuevo número del Boletín de Educación en Valores presentamos "Educar para la Solidaridad" artículo de María Buxarrais, Profesora Titular de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, responsable del Programa de Educación en Valores del Instituto de Ciencias de la Educación de ese plantel universitario. Esperamos que este artículo contribuya

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con sus intereses de investigación en el tema, ya que la autora aborda el concepto de solidaridad desde la perspectiva pedagógica.

En los últimos años la solidaridad se ha convertido en una moda abierta a todas las clases sociales que los sociólogos han tratado de explicar atendiendo a la importante mejora en el nivel de vida, el acceso a la jubilación en buenas condiciones físicas, los intermitentes periodos de paro y la mayor concienciación de la sociedad. Un reciente estudio realizado por la Fundación Empresa y Sociedad descubrió que seis de cada diez españoles han donado dinero a alguna organización en el último año. Podemos citar algunos ejemplos recientes de solidaridad que nos llevan a corroborar dicha afirmación: El 0,7% del PNB se destina a los países del Tercer Mundo; Existe un incremento de ONGs en España en los últimos años. Este aumento no habría sido posible sin la creciente participación y compromiso de la ciudadanía y sin el acuerdo político básico en relación a la importancia de la cooperación en el marco de la política exterior del Gobierno Español; el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y Mattel España han firmado un acuerdo de colaboración con el objetivo de emprender una acción de sensibilización dirigida a los niños de todo el país en favor de los niños del Tercer Mundo. Invitan a los más pequeños a escribir un mensaje de solidaridad, paz y felicidad para los niños de países en desarrollo; está asegurada y va en aumento la participación social en asociaciones, colectivos u organizaciones que se solidarizan con enfermos del SIDA, Ruanda, Minas antipersonales, niños en el trabajo, mujeres e infancia maltratadas, así como en problemáticas similares.

Sabemos que el Estado del bienestar enfatiza, además, los derechos sociales: trabajo, educación, pensiones, y precisamente son estos derechos los que exigen una transformación, no sólo de las políticas gubernamentales sino de las mentalidades y actitudes individuales. Una transformación hacia la solidaridad que obliga, por ejemplo, a emprender tareas tan urgentes hoy como redistribuir el trabajo, resolver las discriminaciones étnicas -formas de desigualdad que provienen de la insolidaridad entre la gente, del miedo y la desconfianza hacia lo desconocido-, y aunar esfuerzos hacia la sensibilidad ecológica que detenga el deterioro del medio ambiente.

Partimos de la base de que la solidaridad es una actitud, una disposición aprendida, que tiene tres componentes: cognitivo, afectivo y conativo. De aquí que los conocimientos que una persona tiene son suficientes para fundamentar la actitud acompañados del componente afectivo -el fundamental-, y el conativo o comportamental que sería el aspecto dinamizador de dicha actitud.,

Entre los determinantes de las actitudes existen los factores genéticos y fisiológicos, pero también los de contacto directo con el objeto de actitud, es decir, que las actitudes se aprenden a través del proceso educativo. Así mismo, el ejemplo o las enseñanzas o recomendaciones de los otros influyen en nuestras actitudes, pero el contacto directo con los objetos es un factor de capital importancia en la conformación de las mismas, también el factor ambiental, porque la infancia es la etapa decisiva que en buena medida predetermina cuáles serán las actitudes básicas generales del sujeto ya adulto, la

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pertinencia a un grupo, la comunicación, las características de la personalidad y la conducta. Todas estas variables contribuyen a que las personas tengamos ciertas actitudes ante los sucesos o individuos.

Pero adentrándonos más en la actitud de solidaridad, calificada por Victoria Camps de virtud sospechosa, por ser la virtud de los pobres y los oprimidos. Nos dice que no es un concepto frecuente ni central de la ética como la justicia, pero que sin duda va ligada a ella. La justicia intenta hacer realidad esa hipotética igualdad de todos los humanos y la no menos dudosa libertad en tanto derechos fundamentales del individuo. Pero la justicia depende, en buena parte de la buena voluntad de los individuos. Los buenos sentimientos como la solidaridad ayudan a la justicia pero no la constituyen.

Se defiende la solidaridad como el valor que consiste en mostrarse unido a otras personas o grupos, compartiendo sus intereses y sus necesidades.. El valor, para ciertos autores, es un concepto más amplio que el de actitud, porque sobre un mismo valor se fundamentan varias actitudes más específicas.

Por otro lado, la solidaridad se tilda de virtud, que debe ser entendida como condición de la justicia, y como aquella medida que, a su vez, viene a compensar las insuficiencias de esa virtud fundamental. Por lo tanto, la solidaridad se convierte en un complemento de la justicia.

Hasta aquí hemos visto que podemos hablar de solidaridad como actitud, valor y virtud, depende de la fundamentación teórica que proporcionemos al tema.

Creemos importante destacar el hecho de que la solidaridad implica afecto: la fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al perseguido, la apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede no constituir propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de solidaridad. De todas formas como expresión del sentimiento que es, no funciona como un deber frío e impuesto desde la autoridad.

Un análisis del concepto de solidaridad nos ofrece los siguientes componentes esenciales: compasión, reconocimiento y universalización (García Roca, 1994, citado por ORTEGA, P y otros).

1) Compasión: porque la solidaridad es un sentimiento que determina u orienta el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social, condiciona su perspectiva y horizonte. Supone ver las cosas y a los otros con los ojos del corazón, mirar de otra manera. Conlleva un sentimiento de fraternidad, de sentirse afectado en la propia piel por los sufrimientos de los otros que son también propios.

2) Reconocimiento: no toda compasión genera solidaridad, sólo aquella que reconoce al otro en su dignidad de persona. La solidaridad así tiene rostro, la presencia del otro demanda una respuesta.

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3) Universalidad: “La desnudez del rostro”, la indefensión y la indigencia es toda la humanidad y simboliza la condición de pobreza de esfera intimista y privada.

A partir de estas premisas podemos preguntamos el por qué de este recién llegado interés por la solidaridad. ¿Serán los graves problemas sociales que se han ido gestando en nuestra sociedad consumista y desarrollada: la marginación, las guerras, la xenofobia, el sida, las drogas, etc.? El bienestar material produce individuos insolidarios, despreocupados de la suerte del otro y de los otros. Se dice que en la actualidad existe una creciente demanda de solidaridad, junto a justicia, igualdad y libertad y que ésta implica progreso social. No se trata solamente de compasión por los males y sufrimientos de los demás, sino que se requiere o se exige un comportamiento ético, responsable y solidario, que las decisiones tengan una dimensión social además de personal. Pero la solidaridad es una posibilidad y un imperativo, de ningún modo contraria al cuidado de cada uno por su propia persona.

Mas, por otro lado, tenemos a los medios de comunicación que contribuyen a la indiferencia de la mayoría sobre aquellos asuntos que teóricamente deberían concernirnos a todos. Informan de todo pero tan fríamente que los males del mundo no afectan a nadie. Los medios de comunicación constituyen un elemento fundamental en la conformación de la conciencia sobre las desigualdades. Son ellos los que suministran información y los que prestan el soporte mayoritario para las grandes campañas de sensibilización de las ONGs y otras instituciones. Sin ir más lejos, un programa de televisión consigue más solidaridad en un día -40.000 apadrinamientos de niños del Tercer Mundo-.que en varios años de trabajo silencioso de una ONGs.

¿Pero cómo vamos a conseguir que la gente, empezando por la infancia, sea más solidaria?

Victoria Camps propone realizar una llamada al civismo, al respeto por las cosas, las plantas, los animales y, en especial, las personas. Sabemos que crear una cierta sensibilidad hacia la naturaleza y los animales puede ser relativamente sencillo, pero sensibilizar hacia los semejantes que padecen y lo pasan mal, es más complicado. Debemos ser conscientes de que los valores del neoliberalismo “la moral del éxito” son más atractivos que la solidaridad. En este mismo plano, la creación de hábitos cívicos, rutinas que muestren la deferencia y el respeto que nos merece el otro, porque le cedemos el asiento, no lo atropellamos, procuramos no molestarle con nuestros gritos, le echamos una mano si está desvalido, le sonreímos, le saludamos. Conviene practicar y predicar la solidaridad, porque la falta de solidaridad revierte en una deficiente vida pública, como educadores tenemos el compromiso de ir descubriendo los intereses comunes de la sociedad.

La solidaridad debe ser selectiva, y como criterio de selección, el tercer principio rawlsiano -el principio de la diferencia- es sin duda el más adecuado. Hay que tender los brazos a la solidaridad de los más desposeídos, a los que no ven reconocida su categoría de ciudadano o de persona. Además la solidaridad debe extenderse tanto al nivel público

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como al privado. No sólo hay que ser solidario con los países del tercer mundo, a veces uno tiene muy cerca, a unos pasos, a la persona con quien practicar dicha solidaridad.

La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc. para instalarse en el hombre, en cualquier hombre, ya que nunca como ahora se tiene conciencia de formar parte de la aldea global.

Partiendo de la base de que la solidaridad se aprende, desde y en la experiencia de personas que manifiestan conductas solidarias. Vamos a tratar de realizar una propuesta de trabajo para el desarrollo de la actitud de solidaridad.

Desde la perspectiva pedagógica ,de la que partimos y en la que hemos estado trabajando a lo largo de los últimos ocho años, estamos ante una educación moral de mínimos que, mediante el diálogo y la reflexión, la empatía y la autorregulación quiere ser capaz de facilitar la construcción de unos valores que sean universalmente aceptables y que permitan no sólo regular la propia conducta, sino también construir autónomamente formas de vida concretas que en cada situación se consideren las más justas, mejores y más apropiadas.

La finalidad de nuestra perspectiva es que la persona aprenda a pensar sobre temas sociomorales, es decir, desarrolle formas de pensamiento cada vez mejores en el marco de los conflictos de valor. Pretende también que aprenda a aplicar esta capacidad de juicio a la propia historia personal y colectiva para mejorarla. Pero, sobre todo, lo que se busca es superar el nivel de razonamiento y ser capaz de realizar lo que uno piensa a partir de su propia conducta.

Por lo tanto, podemos dirigir nuestro trabajo pedagógico en el ámbito de la solidaridad al desarrollo de una serie de dimensiones morales (Martínez, 1995) que, sin duda, facilitan un aumento de la autonomía, un espíritu crítico y el desarrollo de determinados valores y actitudes, como la solidaridad, entre otros.

La primera de las dimensiones a las que vamos a apelar y trataremos de ejercitar será el autoconocimiento, como capacidad que facilita el conocimiento de uno mismo y su valoración, permitiendo una clarificación sobre la propia forma de ser, pensar y sentir. Antes de empezar el trabajo de la solidaridad, hay que saber hasta qué punto uno es solidario o se cree solidario. Ejemplos: 1) revisar conceptos erróneos como pobreza-riqueza, raza-etnia-cultura, colonialismo, desarrollo-subdesarrollo, etc. 2) reflexionar y completar frases inacabadas como las que siguen puede ser un buen comienzo (GREM, 1997):

La solidaridad es totalmente necesaria en situaciones como....

Hay personas que se han distinguido por un comportamiento solidario, como por ejemplo....

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Considero que la gente insolidaria es....

Soy solidario/a cuando....

Hay muchas palabras que tienen relación con la idea de solidaridad, como por ejemplo....

Otra de las dimensiones a desarrollar en la persona es la autonomía o capacidad de autorregulación que permite a la persona hacer coherente lo que piensa con lo que hace. Será la propia persona la que establece el valor y se organiza para actuar de acuerdo con él. Construir una escala de valores propia de una sociedad pluralista y democrática puede dar la clave a un mundo más justo e igualitario.

También la capacidad de diálogo que permite a la persona hablar de todos aquellos conflictos de valor no resueltos que le preocupan tanto a nivel individual como social. Por ejemplo: Intercambiar opiniones, razonar sobre distintos puntos de vista e intentar llegar a un entendimiento, un acuerdo justo y motivado racionalmente.

Vamos a reflexionar sobre la disyuntiva entre armamento y paz desde perspectivas distintas. Intentaremos estimular todas las aportaciones mediante una representación ante todo el grupo-clase. Tres de vosotros vais a representar el papel de dirigentes políticos de la Unión Europea, y otros tres van a hacer el papel de portavoces de colectivos pacifistas. El objetivo de la representación es, por una parte, exponer la posición del grupo al cual representais y, por otra, llegar a una especie de acuerdo que garantice la paz a escala mundial.

La capacidad para transformar el entorno será otra de las dimensiones a desarrollar. Esta dimensión va a permitir a la persona formular normas y proyectos contextualizados donde se pongan de manifiesto los criterios de valor relacionados con la implicación y el compromiso. Esta capacidad no se desarrollo únicamente en el aula, sino que lo hace también en distintos ámbitos.

Formar en la solidaridad, en la comprensión de lo que implica vivir en un mundo interdependiente y en la corresponsabilidad que todos tenemos -en nuestra vida cotidiana, hábitos de consumo, nivel de renta- para lograr un mundo más justo e igualitario implica construir actitudes pesonales y proyectos sociales cooperativos y emancipadores. Por ejemplo, potenciar desde la escuela la creación de un proyecto solidario desde la realidad y para la realidad, evitando la sensación de impotencia e inutilidad. No únicamente se tratará de sensibilizar, abrir conciencias, generar comprensiones críticas de la situación planetaria sino de ayudar a las personas a que sean conscientes de su propia capacidad para influir en la toma de decisiones de la sociedad, a nivel local, nacional e internacional. Las ONGs son una práctica orientada a crear espacios de solidaridad con los pueblos y comunidades del sur.

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Partiendo de una comprensión crítica -otra de las dimensiones- como la habilidad de adquirir la información de la realidad moralmente relevante, analizándola críticamente, contrastándola con diversos puntos de vista, mostrando además una actitud de compromiso y entendimiento para mejorarla, vamos a crear personas críticas, participativas, no pasivas, no individualistas, austeras en el consumo y justas. También podemos aumentar la capacidad de comprensión de las fuerzas económicas, sociales, políticas, etc. que moldean e influyen en nuestras vidas. Más aún debemos ofrecer una información verdadera sobre las situaciones que viven las poblaciones de los países en desarrollo, sus causas y las vías para su solución. Proporcionando información podemos despertar el interés por el conocimiento, el respeto y el intercambio con otras culturas, superando el uso excesivo de imágenes catastrofistas que en un primer momento impactan pero después acaban por agotar.

Otra de las dimensiones que es, sin duda, óptima para contribuir a la interiorización de los valores como la cooperación y la solidaridad es la empatía, porque permite a la persona ponerse en la piel del otro, por lo tanto, incrementar su consideración para con los demás. La progresiva descentración posibilita el conocimiento y la comprensión de las razones, los sentimientos, las actitudes y los valores de las otras personas.

También, y en esta misma línea, están las habilidades sociales y para la convivencia, que se refieren al conjunto de comportamientos interpersonales que la persona va aprendiendo y que configuran su competencia social en los diferentes ámbitos de relación. Éstas permiten la coherencia entre los criterios personales y las normas y principios sociales.

Por último, habrá que desarrollar el razonamiento moral o capacidad cognitiva que permite reflexionar sobre los conflictos de valor. El desarrollo del juicio moral tiene como finalidad el llevar a pensar según criterios de justicia y dignidad personal, teniendo en cuenta los principios de valores universales, por lo tanto, desarrolla la actitud solidaria.

A partir de este modelo de educación moral basado en la construcción racional y autónoma de valores podemos fomentar el desarrollo de la solidaridad como valor y como actitud.

Además de incluir en el Proyecto Educativo de Centro y los proyectos curriculares de etapa, el tema de la educación de la solidaridad debe estar latente en el clima de la institución, y si es posible, la institución debería utilizar materiales y recursos para desarrollarla.

Algunos principios metodológicos:

- El conflicto de valores, elemento favorecedor del aprendizaje. Sabemos que el aprendizaje se realiza de modo significativo cuando construimos de forma activa nuestros propios conocimientos, nuestros valores. De ahí, la necesidad de implicar a los alumnos en actividades que tengan interés y sentido para que puedan dar respuesta y comprometerse con lo que van aprendiendo.

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- Se van a considerar los temas conflictivos por medio del diálogo fundamentado en buenas razones.

- Cooperación y participación en el aula, las actividades cooperativas favorecen el desarrollo de ciertas actitudes como la solidaridad. Los alumnos se ayudan a aprender, comparten ideas y recursos, planifican el estudio. El profesor realiza un papel de mediador y hace que los alumnos participen en su proceso de aprendizaje.

- Estrategias de educación moral: El uso de técnicas o estrategias de educación moral son indispensables para el trabajo en actitudes como la solidaridad. Por ejemplo, la clarificación de valores, la discusión de dilemas morales, el diagnóstico de situaciones, la comprensión crítica de textos -sobre los medios de comunicación-, ejercicios de habilidades sociales y de autorregulación de la conducta, etc. contribuyen a implantar o reforzar determinadas actitudes y valores en los alumnos. Aquí hemos planteado dos ejemplos de actividades que corresponden a estrategias de educación moral, la primera consiste en una clarificación de valores y la segunda a un role-playing, ambas se han extraído del curriculum de educación moral realizado por el GREM (Grup de Recerca en Educació Moral de la Universitat de Barcelona).

- Compromiso e implicación: Es muy importante alentar a los alumnos a tomar decisiones y participar en acciones concretas que incidan en su entorno inmediato, ya sea de la escuela, del barrio, o de tipo local. Tampoco hay que olvidar emprender actuaciones frente a los problemas de carácter más amplio, nacionales o internacionales, mediante nuestra participación en campañas o apoyando proyectos de cooperación. La mejor manera de educar la solidaridad es practicándola.

- Actividades conjuntas en el centro. Efemérides como el Día de los Derechos Humanos, etc. visitas a exposiciones, participación en talleres o actividades específicas, debates telemáticos, programas de radio, cadenas humanas, correspondencia escolar e intercambios con centros de países del Tercer Mundo, campañas de solidaridad, trabajo conjunto de todo el centro (Semana de la Solidaridad), organización de exposiciones, teatro, muestras de libros, revista del centro, etc.

- Centros de interés: Debemos partir de acontecimientos y problemas del aula y del centro. Por ejemplo: las peleas en clase, cómo organizarnos para convivir, cómo cooperar juntos en clase, etc.; Problemas sociales y éticos: la discriminación de los inmigrantes, la violación de los derechos humanos, etc.; Problemas colectivos: una campaña de solidaridad con un país o con determinados grupos sociales, la vida social del alumnado: problemas familiares, el ocio en el barrio o pueblo, etc., noticias de prensa y conmemoraciones: el día de los derechos humanos, actividades de ONGs.

El informe de la Unesco de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, que con el título “La Educación encierra un tesoro” ha sido objeto de publicación en numerosas lenguas y lugares del mundo y afirma que la educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Nuestra propuesta podría enmarcarse en el cuarto pilar pero necesita de

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los otros tres para entenderse completamente. Se debe formar a personas capaces de comprender al otro, respetar el pluralismo, la comprensión mutua y la paz y, además, formadas en niveles de excelencia en el conocer y el hacer. Hemos de conseguir que los más hábiles en el conocer y en el hacer lo sean también en vivir juntos y en ser personas y que los más capaces en el desarrollo de la comprensión del otro, en el respeto al pluralismo y la comprensión internacional, y en el ejercicio de la responsabilidad sean hábiles en el conocer y el hacer.

Referencias bibliográficas:

AA.VV. (1996) .Cuadernos de Pedagogía. Monográfico: Educación para la cooperación. nº249

AA.VV. (1993) .Cuadernos de Pedagogía. Monográfico: El Norte, el Sur y la Escuela.. nº215

BUXARRAIS, M.R., MARTINEZ, M., PUIG, J.M. & TRILLA, J. (1995). La educación moral en primaria y en secundaria. Madrid: Editorial Luis Vives.

BUXARRAIS, M.R.(1997). La formación del profesorado en educación en valores. Propuesta y materiales. Bilbao: Desclée de Brouwer.

CAMPS, V.(1994) Los valores de la educación. Madrid: Alauda-Anaya.

CAMPS, V. (1990). Virtudes públicas. Madrid: Colección Austral.

GREM (1997). Els drets humans. Crèdit variable ESO. Barcelona: Enciclopedia Catalana.

MARTÍNEZ, M. (1997). “La Educación Moral en el currículum” en ORTEGA, P (coord). Educación Moral, Murcia: Caja Murcia.

MARTÍNEZ, M. (1997). Propuesta pedagógica sobre la educación en valores éticos y para la democracia. Documento de la Conferencia de Ministros de Montevideo.

MAYOR, J y PINILLOS, J.L. (1989). Tratado de Psicología general. Creencias, actitudes y valores. Madrid: Alhambra

MIGUEL, M.J. de (1997). “Pensar los afectos”. en Cuadernos de Pedagogía, nº 261. Septiembre.

ORTEGA, P. y otros (1996). Valores y educación. Barcelona: Ariel.

TUVILLA, J. (1994). La escuela: instrumento de paz y solidaridad. Sevilla: MCEP.

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(1) Artículo publicado por ACSUR Las Segovias (1998).

La educación en los valores

 

Salvador Carrasco Calvo

En diversas ocasiones he escrito sobre "educación y valores" desde la preocupación o

la inquietud por el rol de la escuela en el tema, por el papel de los profesionales de la educación o por lo que legítimamente puede esperarse de las asociaciones infantiles o juveniles en este campo. La preocupación por este tema es compartida por los educadores, sean estos presentes en el sector de la educación formal o reglada o en el del tiempo libre. La general receptividad e interés por los valores es un síntoma positivo de la situación y un indicador más de que algo se mueve a nuestro alrededor. Otra cosa es que estemos de acuerdo o no en la formulación precisa de los interrogantes fundamentales y, menos aún, en las respuestas que les damos. El nuevo punto de partida es pluralista y obliga a la búsqueda de un cierto consenso de valores mínimos comunes a los agentes sociales que actúan en el ámbito global de la educación.

En esta colaboración quisiera plantear un punto de partida para un debate que creo necesario e imprescindible. Necesario para evitar la repetición de discursos insuficientes acerca de los valores, e imprescindible para resituar en un nuevo contexto socio-económico la vieja y ya clásica reflexión ética y moral sobre la solidaridad y la paz.

 

Valores, historia y cultura

Con frecuencia oímos hablar de "ausencia de valores de referencia y de modelos de identificación" o de "crisis de valores". Quiénes así ven las cosas suelen acabar hablándonos de la desorientación de las nuevas generaciones y otras sutilezas por el estilo. Nuestro punto de vista ya es, de entrada, diferente.

El sistema de valores de una cultura es algo complejo; fruto, a la vez, de procesos históricos, de substratos culturales determinados y ritmos diversos de cambio social. Los valores, como otros elementos configuradores de la cultura, están sujetos a procesos de

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continuidad y cambio. Los valores son reflejo real de la evolución o estancamiento de una sociedad. En nuestros días la internacionalización de la vida económica, las nuevas y mutantes relaciones entre pueblos, la plena integración en la Unión Europea y el avance en la construcción de una mayor unidad comunitaria, la consolidación del pluralismo de las sociedades avanzadas, la pérdida del rol tradicional de la organización eclesiástica en las sociedades contemporáneas y tantos otros factores influyen en el incremento o pérdida de significación histórica y social específica de determinados valores e imponen una obligada atención hacia nuevas realidades y nuevos valores.

El proceso de cambio que hemos vivido y estamos viviendo en la sociedad catalana durante las últimas décadas, ha producido un cierto espejismo en muchas gentes. Han llegado a creer que estamos ante una grave ausencia de valores. No lo veo así. Vivimos, más bien, en una situación de emergencia de nuevos valores, de nuevas síntesis de valores. Sin embargo, la situación dominante es, en conjunto, aún de carácter tradicional. La denuncia se vuelve contra los nuevos profetas de calamidades que no hacen sino poner en evidencia las limitaciones y el estancamiento del modelo vigente en un contexto de cambio rápido y acelerado.

Los valores son realidades dinámicas, relativas al complejo cultural en que se dan y siempre expresión viva de la interacción presente entre los individuos, los grupos y las instituciones sociales en un momento dado y en un sociedad concreta. El hecho es que las concepciones éticas y morales tienen que abordar nuevos problemas y deben responder a nuevas realidades con nuevas formulaciones y valores. Sin embargo, el discurso de muchos educadores está anclado en un pasado desbordado por hechos nuevos e irreversibles, de carácter social y económico. El problema no es de las nuevas generaciones sino de las personas adultas. Hay que rechazar una visión estática de los valores por estar alejada del dinamismo de la vida social. En este punto "carcas" y "progres" se parecen más de lo que suele creerse. La pretendida permanencia de los valores, la imaginaria permanencia del sistema de valores de "siempre" (muchos se remontan unas décadas atrás), es un grave error y una dificultad añadida al proceso en que estamos sumidos de pleno.

Afirmar la historicidad de los valores y sus referentes culturales no lleva necesariamente, como algunos pretenden, a un relativismo moral radical. En todo caso plantea el problema de la fundamentación misma del sistema, de las opciones últimas que dan soporte a la filantropía o la alterofobia, como maneras de entender las relaciones entre los seres humanos. El tema puede resultar apasionante pero escapa, evidentemente, a la finalidad de este escrito. Baste recordar y mantener que los valores son realidades simbólicas históricas, relativas a las culturas en que se formulan y que están dotados del dinamismo de los hechos sociales. El problema no es de ausencia o crisis de valores, sino de concepción y planteamiento de la cuestión. Además, se trata de un tema relevante por la virtualidad y el potencial transformador, a medio y a largo plazo, que poseen referentes de las conductas sociales deseables.

Un elemento paradigmático

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Para concretar más este conjunto de afirmaciones pondré un ejemplo que creo muy ilustrativo de lo que se viene diciendo. No es la primera vez que lo planteo.

En un contexto como el nuestro la competitividad es un valor importante. Todos los educadores debemos plantearnos la cuestión de cómo educar para vivir en una sociedad competitiva.

El hecho de la competitividad nos obliga a tener bien presentes las consecuencias de la globalización, de la internalización de la economía y de la influencia extraordinaria de los mercados en nuestra vida. El tiempo libre no escapa, tampoco, de las reglas del mercado y del consumo. Se impone, en el punto de partida mismo, un duro realismo: nada más contraproducente que esconder la cabeza bajo el ala o negar la existencia de un serio problema de consumismo en la actitud de muchos padres y madres cuando se acercan al esplai. Es posible afirmar un modelo social que considere la competitividad ("la rivalidad estimulante", como la definía Delors) como un ejemplo positivo integrante de la sociedad en que vivimos. Los criterios de una economía social de mercado son compatibles con la consciencia de los límites del mercado, la aceptación del carácter instrumental y subordinado de la racionalidad económica, el protagonismo de los agentes sociales y el papel impulsor y dinamizador de las administraciones públicas. Competitividad, solidaridad y cooperación son tres valores que debemos saber combinar con lucidez.

Considero que estamos poco avezados aún a analizar las cosas desde esta perspectiva. En el mundo educativo, muy especialmente, hay una explicable resistencia a entrar en el tema. Nos hemos pasado la vida denostando el individualismo imperante, impulsando experiencias solidarias y fomentando unas relaciones sociales basadas en la paz y el respeto mutuo. Pero tenemos que preguntarnos si la versión radical del neoliberalismo es la única posible ante la nueva situación y si es legítimo el abandono ante lo que constituye un reto de primera magnitud.

 

Solidaridad y eficacia

En nombre de una educación pensada desde el valor del trabajo cooperativo y en equipo no puede olvidarse que la preparación de las nuevas generaciones pasa por la eficacia en el trabajo. Los recursos públicos invertidos en educación deben utilizarse con garantías de rentabilidad, es decir, buscando la calidad en la prestación de los servicios de utilidad pública que se financian. El éxito de las organizaciones y de las personas es una meta deseable. El hecho de rechazar una visión de la vida centrada en el éxito y la eficacia no justifica, en absoluto, que los valoremos como algo negativo o indeseable. Tenemos que ser capaces de señalar su valor relativo y de educar para asumir su presencia o su ausencia desde la dignidad y el respeto a los demás. Entiendo que uno de los retos educativos de hoy es el de hacer compatibles la rivalidad estimulante de que hablamos, con una vida formulada en términos de solidaridad y cooperación. Es posible vivir con dignidad en una sociedad competitiva como la nuestra, sin aceptar acríticamente la economía galopante que nos envuelve. La nueva sociedad civil que parece emerger en los

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últimos años (una sociedad fortalecida y autónoma) está exigiendo nuevas políticas sociales (alejadas del clientelismo partidario) y una nueva visión de los valores considerados fundamentales.

No es suficiente hablar de solidaridad, corresponsabilidad o espíritu crítico, por necesario que ello siga siendo hoy. Además se impone educar para gozar de la vida y de la naturaleza, del ocio y del trabajo; educar en el esfuerzo personal y colectivo y en el afán de superación; en la realización cuidadosa de las tareas; en la puntualidad y la responsabilidad. La creatividad, la capacidad de realizar actividades de manera coordinada y autónoma para lograr objetivos, la capacidad de relación con los demás y la afabilidad en la comunicación con otros, así como otros tantos valores, son indicadores de competitividad a los que ningún agente de socialización (escuela, familia, esplai, etc.) puede tomarse el lujo de ser ajeno.

La consideración de indicadores de competitividad como los señalados es plenamente compatible con la más firme defensa de un estilo de vida presidido por la búsqueda de la solidaridad y la justicia en las relaciones sociales. Nada tiene que ver con la idea neoliberal, ni con las relaciones sociales. Nada tiene que ver con la idea neoliberal, ni con las viejas concepciones "rousonianas", ni con humanismos abstractos y bobalicones. Añadiría que, en muchos de los valores que hemos englobado con el término competitividad, el esplai puede tener un protagonismo destacado y, quizás, mucho mayor que la institución escolar.

 

Priorizar la educación cívica

En las tres últimas décadas el movimiento asociativo ha vivido etapas muy diferentes entre sí, pasando del franquismo a la normalidad democrática por una larga transición, que ha dejado una situación a analizar con cuidado y perspectiva de futuro. La atomización y la dispersión existente en el sector son una de las características del asociacionismo civil del esplai. Si le unimos la ausencia de canales institucionales normalizados de relación con las administraciones públicas y el distanciamiento que el hecho conlleva, habremos descrito dos de los problemas esenciales del momento.

No se trata de limitar el protagonismo legítimo de nadie: el pluralismo es un elemento importante del modelo en el que operamos. Sin embargo, quizás ha llegado el momento de sugerir una mejora del diálogo y de la comunicación entre las asociaciones infantiles y juveniles del tiempo libre. Las épocas de la "suplencia" parecen ya haber pasado. Hoy los espacios y las funciones de cada uno están definidos con mayor precisión. Por ello podría creerse oportuno elaborar estrategias a medio y largo plazo, con los instrumentos adecuados, que permitan una mayor articulación y fortalecimiento del tejido asociativo existente o a potenciarlo, a partir siempre de realidades sociales de bases sólidas. Las preguntas son insoslayables: ¿seremos capaces de impulsar realidades nuevas en esta dirección y de consolidarlas?, ¿qué redes inter-asociativas deberán impulsarse?, ¿cómo lograr institucionalizar sus relaciones con las administraciones públicas?.

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La orientación estratégica de las asociaciones puede ser un lugar común y de encuentro. Me hago, al respecto, algunas preguntas que expreso a continuación:

- ¿Qué experiencias se realizan en el campo del tiempo libre que integran, a la vez y en una síntesis operativa, la sensibilización por los problemas sociales, la estima y el conocimiento propio del país y las cuestiones nuevas emergentes (solidaridad y cooperación con el "tercer " o "cuarto" mundo, interculturalidad, promoción de la mujer)?; ¿Cómo potenciar ese trabajo y cómo compartir experiencias entre grupos plurales, afines y que compartan una concepción homologable del papel del asociacionismo?.

- ¿Qué pedagogía de la acción social estamos sosteniendo para suscitar el interés por los asuntos colectivos y los intereses generales?. O, lo que vendría a ser lo mismo, ¿cómo combinamos la dimensión "pre-política" del asociacionismo con el respeto al pluralismo político que se supone en asociaciones independientes como las del esplai (dimensión "post-política" de los movimientos sociales)?.

 

Sería de lamentar que, en momentos como el presente, olvidásemos las cuestiones globales de la educación cívica. Un aspecto tan relevante en los años 70-80 y que tantos frutos llegó a dar, podría ser olvidado en el presente. La educación de ciudadanos libres, autónomos y responsables, con capacidad de crítica y de compromiso, con ilusión por los intereses colectivos, es hoy una prioridad educativa y un reto de primer orden. Y lo es para la escuela, para la familia, para el esplai y para los medios de comunicación.

El predominio de las cuestiones micro sociales no puede hacernos bajar la guardia en la promoción de una Catalunya solidaria, abierta; que se afirme serenamente como una realidad con voluntad de ser y persistir; con capacidad de integrar, en una identidad colectiva compleja y compartida, elementos exógenos de otras culturas. Es más, el individualismo dominante puede llegar a ser un excelente punto de partida si sabemos volverlo a formular en términos de valoración de las personas y de la alteridad que ese concepto conlleva. Es cuestión de ir ganando globalidad y amplitud social a partir de las personas y sus interacciones sociales. La única manera de superar el individualismo imperante es partiendo del hecho personal y de la necesaria y progresiva proyección de la persona hacia los demás. Nos falta explicitar una pedagogía de la acción social que nos permita educar en la solidaridad a partir de la experiencia de los individuos y de sus relaciones sociales.

La tarea de la educación en valores también exige, en los educadores y en las entidades, coherencia y credibilidad. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre el modelo y la organización, hace creíbles los valores que "mostramos" a quienes se dirige la acción educadora que se realiza. Nuestra responsabilidad acaba aquí mismo. No debemos ahorrar a las generaciones que nos siguen la tarea de hacer suyos, o no, unos u otros valores. Tampoco podremos reformular por ellos nuevas síntesis de valores que les ayuden a vivir en una sociedad que adivinamos bien diferente de la nuestra. No podemos

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pretender privarles de una de las más nobles tareas de la persona, que cada generación debe realizar por sí misma: dar y encontrar sentido a lo que hacen y viven cada día. Debemos, eso sí, mostrarles cómo lo hemos hecho nosotros con su colaboración y participación.

 

Un proyecto educativo renovado y explícito

Hace bien poco tiempo planteaba muchas de estas cuestiones a responsables y monitores del esplai. Entiendo, como he dicho, que se impone una revisión y profundización en la pedagogía de la acción social desarrollada en el tiempo libre para adecuarla a los retos que tenemos delante. Pero se nos presentan, como acuciantes, otras cuestiones más:

- ¿Cómo articular el trabajo conjunto de profesionales y voluntarios en los esplais?.

- ¿Qué pedagogía de movimientos se diseñan para potenciar el sector y transmitir a las nuevas generaciones de monitores la memoria histórica y las experiencias vividas por los actuales responsables y gestores de los movimientos?.

- ¿Nos ha llegado ya el momento de impulsar un serio debate social y político sobre el papel del asociacionismo en el tiempo libre y sobre su futuro en la sociedad?. Habría que vincular a sindicatos y partidos a este debate.

Estamos en una situación que requiere una reflexión plural y profunda. La reordenación del trabajo y el peso creciente del tiempo libre así parecen indicarlo. En el debate que se sugiere, deben abordarse temas muy diversos: desde el espacio de los distintos agentes de socialización y su necesaria complementación, hasta las relaciones entre esplai y política y los caminos de institucionalización del diálogo esplai-administraciones. No podemos responder a nuevas cuestiones con viejas estructuras o planteamientos de hace más de un lustro. Los caminos que deban seguirse los próximos años requerirán un mínimo consenso social y político. El proyecto educativo y pedagógico debe estar en el centro mismo del debate, puesto que es lo que justifica y motiva esta iniciativa.

Ha llegado el momento de potenciar y reforzar el asociacionismo en el tiempo libre haciendo frente a la tradicional dispersión y atomización del sector. Si no yerro en el análisis, podríamos encontrarnos ante la emergencia de una nueva realidad educativa en el tiempo libre. Si las entidades no se en quilosas ni se burocratizan y, por el contrario, son capaces de dinamizar nuevos proyectos pedagógicos desde una concepción de la educación en el tiempo libre que esté centrada en el servicio a los derechos de la infancia, podríamos encontrarnos ante una realidad nueva y esperanzadora. Sólo desde la fuerza de un proyecto claro y compartido por los agentes sociales del entorno del esplai puede pensarse en dar nuevos pasos ante las administraciones y acabar con "la acomodación distante" que, en opinión de los expertos, caracteriza las relaciones con el estado y las administraciones.

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El futuro no está en el espíritu de secta, ni en las relaciones de dependencia clientelar respecto a los políticos o los gobiernos. Tampoco en el aislamiento de los grupos y las asociaciones nacidas de la realidad social y de la iniciativa libre de los ciudadanos. Invito a pensar en el tema y dejo a los protagonistas directos el interrogante principal: ¿Es ya el momento de dar nuevos pasos adelante?.

 

Salvador Carrasco Calvo

Profesor de Sociología

Universidad de Barcelona (U.B.)

AYUNTAMIENTO DE VITORIA-GASTEIZLos retos de la solidaridad.Introducción.Hace unos pocos días me llamó al teléfono de mi oficina un señorenfadadísimo con los tertulianos, los políticos, los periodistas y conmigo enparticular, porque defendemos en tiempo de crisis “eso del 0,7”, cuando lo quedebiera preocuparnos es la situación de la clase obrera que lo está pasando maly no “preocuparnos tanto de esos negros” (dicho así y con bastante desprecio).El acusador no me dio tiempo a contestarle, porque, después de repetirvariaciones de su rollo, me colgó el teléfono. Bueno, supongo que riñéndome amí, se quedó más tranquilo. Porque si no, qué tiempo tan miserablementeperdido.Si me hubiera dejado hablar, le hubiera dicho un par de cosas. Primeroque España no da el 0,7 ni a “esos negros” ni a ciudadanos pobres de otroscontinentes de cualquier color que sean. En 2008 daremos un 0,35 % del PIB, osea la mitad, como mucho. Segundo, le diría que mirara al mundo a su alrededor y que viera lo inseguro y peligroso que se está volviendo a causa de la pobreza, la marginación y la frustración. Afganistán, Somalia, India, República Democrática del Congo, Sudan, etcétera. Ya sé que los terroristas no son la gente más pobres de sus países, pero no cabe duda que la pobreza y la marginación de sus países ha contribuido a hacer terroristas a muchos que no son pobres. Al señor que me interpelaba por teléfono le diría además que mucho peor que la clase obrera española está la clase de los “condenados de la tierra”, de los hambrientos, enfermos, refugiados. La mayoría de ellos habitantes de África negra. Le diría que la ayuda al desarrollo no es un lujo que se hace en tiempos de prosperidad, como dicen en un comunicado conjunto Intermon, Oxfam yAmnistía Internacional, si no que hay que hacerla siempre, sobre todo en tiempo de crisis. Y por último le pediría que considerara lo bien que le vendría a--------------------------------------------------------------------------------Page 2 2nuestra clase obrera que los negros de África, que pronto serán 800 millones, consumieran nuestros productos, compraran nuestros coches y vinieran como turistas a España no en pateras sino en barcos y aviones seguros. Esto hoy por hoy está muy lejos, pero, si ayudamos a su desarrollo, podría suceder en 30 ó 40 años. Y acabaría diciéndole: amigo, si su pasión no le ciega, piense que la solidaridad no solo es una cuestión de justicia, sino también de necesidad para que todos podamos sobrevivir en un mundo global. Estahistoria me lleva directamente el tema de esta intervención:Solidaridad en

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tiempos de crisis.Cuando, hace unos meses, recibí la invitación para participar en estareunión, las llamadas hipotecas basura ya andaban rondando por el sistemafinanciero global, poniendo el miedo en el cuerpo de los magnates de las nuevasfinanzas. Ellos sabían que en sus paquetes de títulos valores había mucha brozaHabía unos valores que, al incrementarse los impagos de hipotecas, habíanperdido parte de su valor y toda la confianza que los invasores pudieran habertenido en ellos. La crisis se cocía lentamente en su propia salsa.En Septiembre, que pasará a la historia como otro “Septiembre Negro”, lacrisis financiera es total. Las dos mayores instituciones hipotecarias de estadosUnidos, Freddy Mac y Fanny Mae (nombres populares de las mismas) sonnacionalizadas en gran parte por el gobierno para evitar que su quiebrahundiera el mercado hipotecario de la nación. A la semana siguiente, el bancode inversión Lehman Broders quiebra sin que el gobierno acuda en su ayuda.Días después, sin embargo, el gobierno tiene que intervenir para salvar de laquiebra a AIG, la mayor empresa de seguros del mundo. Esta vez intervine,porque la quiebra de la aseguradora hubiera sido desastrosa para el mundo delas finanzas y multitud de empresas en todo el mundo.Desde entonces no hemos parado de recibir malas noticias económicas.El crédito interbancario cesa, porque los bancos ya no se fían unos de otros. Nosaben cuantos activos basura tendrá cada cual. El colapso del mercado--------------------------------------------------------------------------------Page 3 3interbancario causa una restricción drástica del crédito comercial y personal.Sin crédito la economia real, la de la producción de bienes y servicios, la quegenera el empleo, detiene su ritmo de crecimiento y acaba por reducir elvolumen de su producción; aumenta el desempleo. Y en esas estamos. En plenacrisis. Con ella aumenta el sufrimiento de muchas familias y el miedo y laincertidumbre de todas.¿Qué sentido tiene hablar de solidaridad en tiempos de crisis? ¿Noestamos en una situación de sálvese quien pueda? Bueno, no; ahoraprecisamente, es el momento de hablar de la solidaridad y de practicarla,precisamente porque el número de los que la necesitan es mayor. Entrenosotros, en nuestras ciudades y pueblos, desde luego. Pero también en elmundo. Porque los países en vías de desarrollo, es decir, los pobres, tambiénestán sufriendo los efectos de la presente crisis, que es la primera crisisrealmente global de la historia, unos efectos que se acumulan sobre los malesque ya venían sufriendo cuando nosotros disfrutábamos de una bonanza enapariencia inacabable. Ante las dudas que la crisis causa sobre la racionalidadde la solidaridad, nos vemos obligados a reflexionar más a fondo sobre lasrazones para la solidaridad. Razones en contra ya se esgrimen aquí y allá, conopor ejemplo mi interlocutor que citaba al principio.Razones para la Solidaridad en tiempos de crisis.¿Razones para ser solidarios? Tres, que puestas sencillamente son:Porque sí; porque es de bien nacidos, y porque nos conviene mucho. Mástécnicamente, yo hablo de razones de conciencia, razones de decencia y razonesde conveniencia.La primera razón surge del hecho de que a la mayoría de nosotros nosconmueven los sufrimientos de los demás. Esos sufrimientos suelen serreligiosa, filosófica y humanamente intolerables. La respuesta a esta intolerablesituación es la compasión con el dolor ajeno. Es la solidaridad que nos sale delfondo del alma. ¿Quien la puso alli? La educación que recibimos de niños, lareligión, las persuasiones políticas, quien sea, pero ahi está en la mayoría de los--------------------------------------------------------------------------------

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Page 4 4seres humanos. Todas las religiones cristianismo, judaísmo, budismo,islamismo, animismo, etcétera predican alguna forma de “Amor al prójimo” Yponen como norma que sea como el amor a nosotros mismos. Por otro ladoEmmanuel Kant hablaba de un “Imperativo categórico”, Adam Smith, en suTeoría de los Sentimientosw Morales, de un fellow feeling que todos tenemos.Los humanistas propagan un amor universales a todos los seres humanos. Cadavez nos conocemos mejor los unos a los otros, y no podemos ignorar lo quesufren tantos millones de personas como nosotros cerca de nosotros y tambiénlejos..La segunda razón, la de decencia, se basa en la desigualdad, que es la raízde muchos de los males que afligen al mundo. La acumulación de enormesriquezas en las manos de un número reducido de ciudadanos del mundo,cuando al mismo tiempo millones de personas mueren de hambre, essumamente ineficiente desde el punto de vista colectivo. No es exageradosuponer a los muy ricos del mundo una fortuna promedio de 30.000 millonesde dólares, con mil de estos super millonarios se llegaría al PIB mundial, que esde unos 30.0000.000 millones de dólares. Esa acumulación de riquezas nosirve para nada útil, ni contribuye a aumentar el bienestar de nadie.Ciertamente no aumenta el de las mayorías pobres, pero ni siquiera aumenta deuna manera significativa el bienestar y la felicidad de quienes las acumulan. Lesaumenta su poder y su orgullo. Pero eso a la Humanidad ¿para qué le sirve?La acumulación moderna, exagerada e insultante, es el resultado de lasposibilidades de la nueva economía, como quiera que ésta se entienda. Estasposibilidades se han explotado en el contexto de una filosofía individualista -darwiniana o hobbesiana -, que lleva a una concepción y práctica de la vidacomo una lucha para acumular por acumular, como si esto fuera realmentenecesario para la supervivencia de la especie, y no sirviera para su másacelerada destrucción. Analizando la reciente crisis financiera vemoscomportamiento extremos – algunos criminales - de codicia e insolidaridadbasados en la filosofia darviniana de la supervivencia de los mejor dotados.--------------------------------------------------------------------------------Page 5 5Esadesproporcionadaacumulaciónderiquezasesademáscontraproducente para la permanencia de la democracia. La democracia en unestado que incluya ciudadanos con muy diferentes niveles de vida no es creíble.No es creíble para los ricos, porque no creen que los ciudadanos pobres tenganlos mismos derechos que ellos, ni, en cualquier caso, las mismas posibilidadesmateriales de ejercitar esos derechos - en los tribunales, por ejemplo. Ni escreíble para los pobres, que saben muy bien que sus intereses y necesidadesnunca son prioridades para los gobernantes. Ni es creíble ni es sostenible. Lademocracia acabará siendo una estructura de poder vacía, sin alma y desdeluego sin apoyo popular. La desigualdad creciente que se está dando en mundoconstituye una terrible amenaza contra la democracia y contra la convivencia.De ahí surge una poderosa razón, en nombre de la eficiencia y de laequidad social, para la solidaridad. Aquí entiendo solidaridad como la actitud yel comportamiento individual o colectivo, que lleva a una persona o gruposhumanos a preocuparse de los demás, próximos y lejanos. Obviamente, lasolidaridad admite grados de proximidad, pero no puede admitir límites. Unarazón para la solidaridad es que la necesitamos para reducir las desigualdades,repartir mejor las enormes riquezas y las casi infinitas posibilidades, que latecnología y el ingenio humano nos ofrecen.Las desigualdades se combaten por medio de comportamientos

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yestructuras solidarias: sistemas fiscales eficientes y justos, regulación yordenamiento de los mercados, justicia en el comercio internacional, ayuda aldesarrollo, fomento de comportamientos democráticos en los países pobres,(yno echar leña – armas - al fuego de sus contiendas civiles), ayuda sanitariaurgente, ayuda tecnológica para que no se queden al margen de las nuevastecnologías, políticas de emigración. Hay tantas cosas que hacer…Refuerza esta segunda razón el hecho de que los pobres saben cómo viven los ricos y estos ven constantemente la vida miserable de los pobres. Ya no podemos decir, como los ricos del siglo XIX, que no sabemos lo mal que viven los pobres. La televisión y el cine no nos dejan escape ni coartada. Ahora hemos visto los miles de hambrientos que deambulan por Africa, Centro América y--------------------------------------------------------------------------------Page 6 6Haití, el Sudoeste Asiático, las decenas de miles de africanos que se consumen con el SIDA. No podemos poner por excusa que nadie nos ha dicho ni nos ha pedido ayuda para paliar tanta miseria. Hay que tener el corazón realmente duro para no echar mano a la chequera y dar de lo que sobra, de lo que se tira enregalos inútiles o lujos de los que nadie disfruta. No hay excusa para no ser solidarios. La posibilidad de que los pobres nos pasen cuentas algún día es otra forma de esta segunda razón para la solidaridad. Porque ellos también ven, promedio de los mismos medios audiovisuales, cómo vivimos las minorías ricas del mundo. No pueden menos de comparar y preguntarse por qué aquellos tienen tanto y nosotros tan poco. Y, aunque la mayoría se resigna con pensamientos fatalistas o religiosos, algunos claman, por lo menos en su interior, que eso no es justo y buscan con rabia y desesperación a alguien que les haga justicia en este mundo o que se la prometa por los medios que sea. En estas circunstancias nuestra solidaridad debiera brotar del instinto de conservación, cuando ya nonos quede un resto de compasión. La tercera razón para la solidaridad, la de conveniencia, se deriva de una terrible paradoja: que con el progreso técnico cada vez somos todos más vulnerables. La vulnerabilidad que nos hemos creado con nuestra tecnología y nuestros modos modernos de vivir exige, por nuestro bien, comportamientos solidarios. En esa innegable verdad se fundan las razones de conveniencia. Porque por medio de la tecnología y la ciencia nos hemos organizado la vida con gran eficiencia, a costa de crear un entorno de una gran debilidad y vulnerabilidad. Si no hubiéramos podido construir torres tan altas como las Torres Gemelas de Nueva York - que pasarán a la historia como un mito de la vulnerabilidad humana, lo mismo que la Torre de Babel -, y si no hubiéramos podido construir aviones tan grandes y potentes con los 767 y 757 que usaron los terroristas, esos malvados, por mas astucia, odio y determinación que hubiera puesto, no hubieran causado más de seis mil muertos en unos minutos. Lo mismo podemos decir de los trenes de cercanías en la estación de Atocha, los intentos de atentar en el metro de Tokio y de Londres, que hubieran causado miles de víctimas, y últimamente los ataques a los hoteles en India o los--------------------------------------------------------------------------------Page 7 7secuestros de barcos en Somalia. Son episodios que muestran, además de la existencia de gentes desesperadas capaces de las mayores matanzas, la posibilidad de hacerlo que ofrecen los medios modernos de comunicación, los hábitos y modos de vida que nos hacen muy vulnerables. En las circunstancias en que estamos, cuando uno se pone a pensar en las maldades que son posibles, a causa tanto de las técnicas que hay como de l

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amanera cómo hemos organizado la vida en sociedad, se constata que las posibilidades de causar catástrofes que afecten en unos minutos a miles de personas son muy grandes. Lo que prueba lo vulnerables que nuestras sociedades se han vuelto. La capacidad que tenemos las personas y nuestras organizaciones para hacernos mal unos a otros, tanto como para sufrirlo, es mucho mayor que en cualquier tiempo anterior en la historia de la humanidad. Antes de 1945 no existía la posibilidad material de matar a cien mil personas en un solo día, como se hizo en Desde, Hiroshima y Nagasaki. En las antigüedades e número de víctimas hubiera requerido decenas de años de incesante guerrear, y más de un siglo para matar a tanta población civil. La solidaridad es una condición de posibilidad para sobrevivir en unen torno tan vulnerable como es el nuestro. De hecho si sobrevivimos al tráfico rodado, a los transportes públicos, a los ascensores, a las redes de distribución del gas, a los alimentos congelados, etc. es porque somos básicamente civilizados y nuestros comportamientos son cívicos, y cumplimos las leyes, que es una forma incipiente – y nada despreciable - de solidaridad. En el futuro sólo sociedades solidarias podrán sobrevivir en un mundo más tecnologizado que el nuestro, y como ya todo es global, solo con una verdadera solidaridad mundial todas las naciones y habitantes del planeta podrán estar a salvo. Pautas para ser solidarios en la crisis.- En este tiempo de crisis no hay dejarse llevar por el egoísmo. Ni caer conscientemente en una actitud de “sálvese quien pueda”, de cualquier forma que sea.--------------------------------------------------------------------------------Page 8 8- No difundir mensajes pesimistas infundados y exagerados. Estos mensajes asustan a la gente y propician comportamientos económicos que agravan la crisis. Me refiero sobre todo a periodistas y políticos por la influencia que pueden tener en la población. Pueden tener una intención aviesa de desmoralizar a la sociedad.- No despedir empleados sin razón suficiente, aprovechando la crisis para reducir las plantillas por otros motivos diferentes de la crisis. Antes bien, estar dispuestos a emplear a personas que hayan quedado sin trabajo como resultado de la crisis. Pensar en la suerte de las familias desempleadas.- En cuanto a la ayuda exterior, hay que considerar que se puede ayudar a los pobres de países en dificultades sin quitar nada a la ayuda que se da a los propios afectados. De hecho los países que más ayudan a los pobres son los que mejores políticas sociales tienen para ayudar a los suyos, los países escandinavos, Holanda, Francia, Canadá. Lo que muestra que la generosidad no necesita limitarse para ser efectiva. Ni la limitación es una garantía para hacer buena solidaridad. Ahora más que nunca tenemos que hacer acopio de sentimientos de solidaridad y ponerla en práctica. La solidaridad no es un lujo que solo podemos permitirnos en los buenos tiempos. La solidaridad es para cuando sufre la gente y ahora parece que la gente, aquí y en sobre todo en el Mundo Pobre, lo estánpasando muy mal. Es el tiempo de la solidaridad.Luis de SebastiánCatedrático emérito de economía de ESADEAutor de Guardián de mi hermano. La solidaridad

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Crisis de valores por Maria Fernanda morales

Todo lo que existe, cualquier realidad tangible, se conoce como un bien o valor físico, el cual tiene aptitud para satisfacer una aspiración o necesidad humana. Es decir, los valores físicos son cosas, valores materiales que hacen referencia a bienes y servicios que ponderamos para vivir con bienestar. Por otro lado, los valores morales son diversas formas de emplear dichos valores físicos, ya sea de forma positiva o negativa; son valores simbólicos y, por lo tanto, emanan del deseo del ser, de las posibilidades o potencialidades inherentes al ser humano. Son los valores que expresan la esencia del hombre, a la vez que la van transformando y enriqueciendo históricamente con las grandes creaciones de la cultura, la civilización, la humanización; son en concreto, valores de la libertad, paz, igualdad, justicia, amor, racionalidad, entre otros. Pero ¿por qué el hombre se enfrenta hoy a una crisis de valores? ¿Constituye éste un problema social y ético?Al estar los valores dentro de uno mismo, cada persona posee diversos valores y puntos de vista sobre la realidad. Al diferir los valores de una a los de otra, surgen fricciones que pueden convertirse en problemas de índole tanto social como ética, repercutiendo en los diferentes ámbitos de la sociedad: económico, político, social y cultural. Por lo tanto, al llevar a cabo esta reflexión, trataré desde mi perspectiva de profesionista y Maestra en Administración, de identificar en qué consiste este problema social, de qué manera influye y repercute tanto en el hombre mismo como en la sociedad y, al final, las implicaciones éticas que puede llegar a tener para el hombre dentro del contexto laboral en el que se desenvuelve. Para empezar, considero que el tema de los valores es de vital importancia, ya que es algo que está siempre dentro de nosotros mismos y determina en gran medida nuestra forma de actuar y de ser. Hace algunos años, cuando estaba estudiando la licenciatura, leí en un libro una frase que se me quedó muy grabada en la mente: “En la actualidad, la importancia del problema de los valores es innegable; la crisis del hombre actual es una crisis de valores que requiere un examen crítico, a fondo, de su naturaleza, sentido, fundamento y jerarquía”. 1Este enunciado ilustra con gran claridad que vivimos en una sociedad que se enfrenta a una crisis de valores, una sociedad donde lo más importante es tener y donde se promueven las necesidades del consumismo, dejando a un lado el valor del ser. En la actualidad, en nuestro país se manifiestan gran cantidad de síntomas debido a la tensión social que existe; uno de estos síntomas es precisamente que el hombre se conforma con tener garantizadas la supervivencia y la seguridad, pero ¿dónde quedan los valores? --------------------------------------------------------------------------------Page 2 Resulta importante decir que la visión que cada ser humano se forma de la realidad inicia en la infancia y está influenciada por factores físicos, así que va cambiando. La visión de cada persona es única; sin embargo, los orígenes de esa perspectiva son los mismos, está integrada por los componentes: yo, los demás, la vida, el mundo físico y Dios. A través del tiempo, la persona se cuestiona sobre esta visión y su jerarquía de valores, de esta manera podemos ver que aunque ésta sea negativa, muchas veces la persona decide no cambiarla, porque es un mecanismo de seguridad. Y es precisamente esto lo que está pasándonos en nuestros días, sabemos que estamos mal y que nos enfrentamos a una

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época en la que se ponderan cosas que en realidad no son importantes, pero cambiar este paradigma de la realidad y nuestra escala de valores implicaría un enorme riesgo. Autores como Erich Fromm señalan la gravedad de la crisis de identidad que existe en la sociedad moderna, la cual está orientada al tener, es decir, interesada en las cosas más que en las personas. Fromm señala que la modernidad, considerada a partir de la época industrial, propagó la “producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin restricciones”2; sin embargo, estos rasgos engendrados por el sistema económico enferman al individuo y a la sociedad, lo cual se manifiesta en el individualismo y el consumismo. Cada vez es más notable la tendencia general de la sociedad hacia el consumismo, las personas valen de acuerdo con lo que tienen sin importar cómo lo hayan conseguido. Es muy claro que vivimos en una sociedad demasiado egoísta y no nos damos cuenta o, más bien, no queremos darnos cuenta de la cantidad de personas que viven en extrema pobreza en nuestro país y en muchos otros lugares del mundo, tampoco de la falta de solidaridad y de justicia social entre los seres humanos. Esto a la vez fomenta el individualismo, ya que cada persona se preocupa sólo por sí mismo y por tener cada vez más que los demás. Otro aspecto importante dentro de esta crisis de valores es el predominio de la actividad cerebral y el poco desarrollo de las emociones; lo cual se fomenta día con día por la enorme cantidad de información con la que se cuenta hoy a través de los medios de comunicación, la tecnología e Internet. No quiero decir con esto que la información sea algo negativo, como tampoco lo son los avances tecnológicos; pero creo que muchas veces no nos tomamos el tiempo necesario para reflexionar acerca de todo lo que vemos y escuchamos cada día, pues la cantidad de datos a la que estamos expuestos es demasiado grande y el ritmo de vida –sobre todo de las grandes ciudades– es muy cambiante y demandante. De hecho, la crisis de valores que vivimos en nuestros días se manifiesta en todos los aspectos de la vida humana: en el modo de hablar, de relacionarse con los demás, en la forma en que se quiere acumular todo, ya sean posesiones materiales, información o hasta gente, y también en el ambiente laboral. Sin embargo, el ser humano entre más tiene, más vacío se siente, ya que el consumismo exagerado lo aleja de los valores y principios que son la base de su existencia. En uno de mis libros favoritos que se titula El Hombre en busca de sentido, su autor, Viktor Frankl atribuye este vacío existencial a la doble pérdida que el hombre ha tenido; --------------------------------------------------------------------------------Page 3 por un lado, de algunos de los instintos animales básicos que le daban seguridad y por otro, de sus tradiciones. “Carece, pues de un instinto que le diga lo que ha de hacer, y no tiene ya tradiciones que le indiquen lo que debe hacer; en ocasiones no sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen (conformismo) o hace lo que otras personas quieren que haga (totalitarismo)" 3. Al enfocar este problema social al ambiente de trabajo, es importante decir que lo que se percibe es el fomento de la competencia más que del desarrollo personal, escandalosos fraudes que han hecho desaparecer a empresas completas, políticas injustas e inseguras para los empleados, discriminación por diversos factores (sexo, raza, religión e incluso, estado de salud), falta de honestidad y respeto en todos los niveles, poco conocimiento y difusión del código de conducta o ética, o bien absoluta falta del mismo en la organización, poco o nulo compromiso con el medio ambiente y la sociedad, lagunas en la legislación que se prestan a tomar decisiones que benefician a pocos y perjudican a muchos; en fin, la lista

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es enorme. Y pocas veces nos tomamos el tiempo de reflexionar y preguntarnos qué tan éticas son todas estas acciones y comportamientos, incluso al interior de nuestras propias organizaciones y en el contexto de la industria a la que pertenecen. Asimismo, las relaciones interpersonales entre miembros de una organización son por lo general superficiales, es decir, no implican ningún tipo de compromiso. Esto no significa que tengamos que procurar relaciones significativas con todas aquellas personas con las que convivimos en la empresa, pero si es necesario comprender que por muy individualista que un hombre pueda llegar a ser, para lograr la autorrealización es imprescindible la forma en que se relaciona con los demás. Pero si los valores de cada persona son tan diferentes entre sí, ¿cómo relacionarnos con los demás?Esto es exactamente lo que en mi opinión causa el problema social, ya que al faltar una ética de valores en los seres humanos, cada vez nos es más difícil relacionarnos con otras personas, siendo que la relación con los demás es lo que le da sentido a la vida del hombre. Los valores no sólo son una cuestión personal, sino que repercuten en todos los ámbitos de la sociedad. Ésta es la razón por la que una crisis de valores a nivel personal se refleja en la sociedad en su conjunto y se constituye en un problema social, del cual se deriva una serie de acciones y conductas poco éticas que vemos día a día en nuestro entorno, tanto en la política, la economía y por supuesto, en las organizaciones, tanto públicas como privadas. Al ser éste un problema social de gran importancia en nuestro país como en cualquier parte del mundo; desde mi perspectiva considero muy importante y necesario sugerir que se impartan en todas las organizaciones cursos de capacitación integral, con el objeto de que los trabajadores no sólo reciban un entrenamiento técnico, sino también una capacitación enfocada a los valores humanos, lo cual puede fomentar el desarrollo de la persona dentro del lugar donde presta sus servicios, además de lograr la congruencia en su manera de pensar y de actuar dentro de la empresa. Estoy convencida de que al tratar en una empresa a los miembros que trabajan en ella como seres humanos más que como simples objetos o máquinas, las personas logran --------------------------------------------------------------------------------Page 4 niveles más altos de satisfacción laboral, lo cual también se ve reflejado en la productividad y resultados económicos de la compañía. Para terminar, creo conveniente comentar que desde mi punto de vista, la problemática que ha originado esta crisis de valores tiene su origen en la infancia, ya que es en esta etapa cuando se forjan muchos de los valores que dirigirán la vida de una persona, y es por esto que resulta de vital importancia que los niños reciban en sus familias y en las escuelas una educación integral, centrada en la persona como ser único e irrepetible. De esta manera, al pasar los años y convertirse en adultas, esas personas serán capaces de desarrollar un pensamiento ético y tendrán una visión diferente de la vida misma, de esta manera podrá comenzarse a darse un cambio importante tanto en nuestro país comoa nivel global. Referencias 1.GONZÁLEZ, Ana María. El Enfoque centrado en la persona, Editorial Trillas, México 1991, pág.145. 2. FROMM, Erich. Tener o ser. Fondo de Cultura Económica, México 1976, pág. 21 3. FRANKL, Viktor E. El Hombre en busca de sentido. Editorial Herder, Barcelona 1994, pág. 105 4. GONZÁLEZ, Juliana. Los Valores humanos en México, Siglo XXI editores, México 1997. 5. Apuntes del curso “Empresa y Sociedad”, Profesor Giulio Chiesa.

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La solidaridad.

La solidaridad nace del ser humano y se dirige esencialmente al ser humano.

La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad universal que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.

La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc. Para instalarse en el hombre, en cualquier ser humano, y hacer sentir en nuestro interior la conciencia de una “familia” al resto de la humanidad.

La solidaridad implica afecto: la fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al perseguido, la apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede no constituir propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de solidaridad.

Un análisis del concepto del valor de la solidaridad nos ofrece los siguientes componentes esenciales:

1º Compasión: porque la solidaridad es un sentimiento que determina u orienta el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social, condiciona su perspectiva y horizonte. Supone ver las cosas y a los otros con los ojos del corazón, mirar de otra manera. Conlleva un sentimiento de fraternidad, de sentir la empatía por el dolor de los otros.

2º Reconocimiento: no toda compasión genera solidaridad, sólo aquella que reconoce al otro en su dignidad de persona. La solidaridad así tiene rostro, la presencia del otro demanda una respuesta.

3º Universalidad: “La desnudez del rostro”, la indefensión y la indigencia es toda la humanidad y simboliza la condición de pobreza de esfera intimista y privada.

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¿Qué entendemos por solidaridad?

Su concepto ha experimentado un proceso de transformación que se refleja en todos sus ámbitos. Para algunos es la reivindicación de derechos fundamentales y para otros sólo una actitud de piedad centrada en la limosna y en la asistencia.

La solidaridad siempre implica los siguientes puntos:

· La solidaridad es una virtud contraria al individualismo y al egoísmo.

· Se refleja en el servicio y busca el bien común.

· Su finalidad es intentar o solucionar las carencias espirituales o materiales de los demás.

· Requiere discernimiento y empatía –ponerse en el lugar del otro-

¿Por qué solidaridad?

Solidaridad, porque es lo justo, porque todos vivimos en una sociedad, porque todos necesitamos de todos, porque todos estamos juntos en este barco de la civilización; porque somos seres humanos, iguales en dignidad y derechos.