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CRISIS CONTEMPORÁNEA DE LA FAMILIA

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Articulo denuestra colaboradora Gloria S. Conesa Albaladejo, Orientadora Familiar

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CRISIS CONTEMPORÁNEA DE LA FAMLIA

<P>No sé si sería un error pensar que la institución familiar está

verdaderamente en crisis por una relajación de la educación en valores,

pero no sería descabellado hacerlo si se argumenta que desde que el

hombre deja de priorizar en la formación continuada, como cosa elemental,

en valores, la familia decae como unidad y según algunos autores, se

precipita hacia la desintegración. Se tambalea su estructura y el tipo de

relaciones humanas que en ella se dan están altamente deterioradas. Todos

conocemos familias que menos FAMILIA puede llamarse cualquier cosa.

Ya está bien que cojamos el toro por los cuernos y afrontemos el problema

conociéndolo desde la base para poder actuar con seriedad y desde el

aspecto más positivo para elevar a la altura que se merece esta institución

tan antigua como el hombre y descubrirla como el valor en alza que debe

ser. Obviamente influyen diversos factores en esta crisis, que, aun siendo

positiva, es totalmente real.</P>

<p>En esta sociedad progresivamente laica, el matrimonio no es más

que, en general, un simple contrato, por lo que la unión entre hombre y

mujer no puede garantizar su amor “de por vida”, así que cuando éste acaba

la mejor solución, parece, es la de separarse y en la mayor parte de los

casos los hijos son los mayores perjudicados. Por otro lado está la

progresiva liberación de la mujer, que de estar supeditada al marido, ha ido

incorporándose poco a poco al mundo laboral, permitiéndole una

independencia económica, en casos, con lo que enriquece sus relaciones

humanas, pero no favorece la unión conyugal. Al mismo tiempo que se

incorpora a este mundo laboral, la liberación femenina hace que acceda a

titulaciones superiores, poniendo estos hechos a la mujer cada vez más en

un plano de igualdad respecto al varón y en muchas ocasiones, de

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superioridad. Ahora exige más y su psicología femenina ha evolucionado

hacia niveles de mayor altura racional, lo que quizás haga que esta tensión

entre la vieja estructura patriarcal y la, cada vez, mayor liberación (ya era

hora), sea una de las raíces fundamentales del problema de la crisis de la

pareja, del matrimonio y de la familia. Es difícil para el hombre aceptar

esta situación relativamente nueva en la que la mujer adopta tareas,

funciones y trabajos tradicionalmente masculinos. Es posible que vista

mucho socialmente decir que se cree en la igualdad, que la aceptamos

como algo natural, pero creo que solo se hace “de boquilla”, verbalmente.

La realidad es otra muy distinta; los prejuicios salen en última instancia

creando situaciones de peligro para el equilibrio familiar y su subsistencia,

sobre todo a niveles emotivos, puesto que racionalmente se suele pensar de

diferente forma.</p>

<p>Honestamente creo que hay otro problema mayor que supone

una ayuda para la no relación de la familia y que fomenta su crisis. La

familia es plural, da y se da, es social, sin embargo en los últimos tiempos

ha adquirido un carácter cerrado que limita sus relaciones. Tal vez sea esa

limitación de la familia (padre, madre y uno o dos hijos) la que le hace

perder los lazos de relación y la amplitud de sensaciones que existían en las

familias en las que convivían varias generaciones.</p>

<p>Esta familia actual que suele vivir en espacios reducidos, conoce

más las tensiones que la unión de sus miembros. Hay demasiada privacidad

en las relaciones, e insisto, en la carencia de la coeducación en valores

humanos, lo que hace que la pareja se base casi exclusivamente en una

unión erótica sin cimientos de auténtica comunicación. En ocasiones se

establecen verdaderos vínculos demasiado perecederos por una simple, o

no tan simple, equivocación de sentimientos, llevados por la escasez de

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conocimiento previo y un inexistente proyecto anterior de vida en

común.</p>

<p>Aún así y a pesar de que estos problemas serían suficientes para

desintegrar una sociedad normal o una institución o grupo organizado, la

familia soporta todo y pervive, y hasta creo que se adapta a los tiempos

creando nuevos métodos y nuevas gentes que puedan ir solucionando sus

problemas. Al final, prefiero pensar, que la crisis de la familia es un tópico

siempre que la identifiquemos con desintegración o falta de futuro. Los

tiempos cambian y ante todos los cambios extremadamente rápidos,

vertiginosos, que acontecen, las instituciones se van adecuando, o tienen

que hacerlo, a esos tiempos, necesitando cada una su “tempo y cadencia”

para regularse o adaptarse a ellos. La familia, por tanto, reacciona ante esos

cambios y en su aprendizaje y adaptación hay titubeos que algunos, como

digo, ven como crisis. No es posible que la célula primigenia, la base desde

la que el individuo arranca que en la historia representa el equilibrio para

preparar al ser humano dentro de la sociedad, se desintegre.</p>

<p>Conviene añadir que hasta es posible que la crisis en la familia

sea buena si este convencimiento nos lleva a intentar solucionar las causas

por las que a través de los tiempos, se ha deteriorado la institución familiar.

Matrimonio y familia, familia y matrimonio, no pueden ir separados ni

estudiarse indistintamente como algo diferente y ajeno en su estructura,

como tampoco podemos pretender que los problemas de crisis de uno no lo

sean de la otra. Preparémonos, pues, para cambiar o adecuar el

comportamiento que lleva a la creación de estos problemas críticos y a

tener la suficiente capacidad para poseer la actitud necesaria objetiva según

las circunstancias de cada momento.</p>

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<p>Así, desde aquí, apoyamos entonces, sobre todo, los valores en

los que se sustentaba la familia de ayer y que se acomodan

progresivamente a las exigencias de las realidades socioeconómicas de hoy.

Y de la misma forma que la sociedad industrial rompió con la familia

tradicional, la sociedad actual provoca la emergencia de una nueva familia,

hoy todavía indeterminada, pero en un acelerado proceso de adaptación a

las necesidades que se van creando.</p>

<p>La familia, entonces, no va perdiendo, bajo mi punto de vista,

ese grado de institución, siempre que sea entendida esta como dotación de

sentido y significado social, que consolidan sus definiciones y sus

representaciones como categoría social específica. Por fin entramos en un

proceso que va delimitando los modelos de familia más adecuados y

congruentes con la sociedad actual.</p>

<p>GLORIA CONESA ALBALADEJO. Orientadora Familiar</p>