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Este es un interesante texto de una de las figuras más imporantes de la revolución rusa: Bujarin. Critica aquí a las concepciones de Trotsky, recuperando la vitalidad del pensamiento político de Lenin. Acompaña el texto un estudio preliminar de M. G. Cuadernillos de debate político de Pasado y Presente
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Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai BujarinCuadernos de Pasado y Presente
"Los intelectuales socialistas deben ocupar un territorio que sea, sin con-
diciones, suyo: sus propias revistas, sus propios centros teóricos y prácti-
cos; lugares donde nadie trabaje para que le concedan títulos o
cátedras, sino para la transformación de la sociedad; lugares donde sea
dura la crítica y la autocrítica, pero también de ayuda mutua e inter-
cambio de conocimientos teóricos y prácticos, lugares que prefiguren en
cierto modo la sociedad del futuro."
E.P. Thompson
Visitá nuestro blog:
aspasadoypresente.blogspot.com
O escribinos a nuestro mail:
Critica de la Revolucion
Permanente
Nicolai Bujarin
Cuadernillo de debate polítiCo
“pasado y presente” nº 3
Títulos de la colección
1º Democracia y SocialismoArthur Rosenberg
2º El primer año de Salvador AllendeEric Hobsbawn
3º Crítica a la teoría de la revolución permanenteNicolai Bujarin
4º La Cuestion MeridionalAntonio Gramsci
5º El Socialismo y la herencia democratica fraternal
Antoni Domenech
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
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Sus principales obras fueron:
La economía mundial y el imperialismo (1918). Cuaderno de Pasado y Pre-
sente nº 21. Traducido por Luis Bustamante y Jose Aricó.
La economía política rentista (crítica de la economía marginalista)(1919).
Editado por PyP nº 57. Traducido por María Braun y León Mames.
Las economías del periodo de transición (1920). PyP nº 29. Traducido por
Horacio Ciafardini..
El ABC del comunismo (1921) en colaboración de Evgenii Preobraz-
hensky. Editado por Ed. Júcar (España).
Teoría del materialismo histórico (1921). Editado por PyP nº 31.
Introducción
El siguiente artículo fue publicado en el periódico Pravda el 28 de diciembrede 1923 como una “respuesta oficial” a León Trotsky acerca de su teoríade la “revolución permanente”. En este texto, Bujarin critica las posicionesteóricas esbozadas previamente por Trotsky. La concepción de la claseobrera como único sujeto posible de llevar a cabo la revolución socialistay las posiciones políticas, anteriores a octubre de 1917, que lo distanciabandel leninismo.
Uno de los argumentos principales de esta polémica es que Trotsky en
aquel momento desconocía, y negaba, el papel revolucionario del campe-
sinado en este proceso revolucionario, a quienes tildaba de reaccionarios.
Tampoco otorgaba importancia Trotski a la Revolución de Febrero de
1917, catalogándola de revolución burguesa, y sostenía que el proceso re-
volucionario no debía darse por etapas sino por influjo de la victoria del
proletariado a nivel internacional. Dice Bujarin:
“Trotski temía al campesinado en una época en la que era necesario acudir
a el contra los grandes propietarios de la tierra. Trotski se espantaba de la
`coalición de clases´ ¡la única capaz de garantizar la victoria sobre el za-
rismo!”
Esta “coalición de clases” a la que se refiere Bujarin puede ser interpre-
Cuadernos de Pasado y Presente
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Estudio Preliminar
Biografía
Nikolái Ivánovich Bujarin nació en Moscú en septiembre de 1888. Inició
su actividad política cuando integró, en compañía de su amigo Iliá Eren-
burg, el movimiento estudiantil de la Universidad de Moscú, durante la Re-
volución de 1905. Ingresó al Partido Obrero Socialdemócrata en 1906,
adhiriendo a la fracción bolchevique. Con Grigori Sokólnikov participó en
1907 en la Conferencia Nacional de Jóvenes considerada después como la
fundación del Komsomol (organización juvenil del Partido Comunista de
la Unión Sovietica).
En el otoño de 1912 Bujarin conoció a Lenin, quien le ofreció colabo-
rar como redactor en el periódico bolchevique Pravda y la revistaProsvécht-
chénié. Ya después de la Revolución de Octubre publicó, en 1920, el
manual Teoría del Materialismo Histórico, Ensayo popular de sociología
marxista, posteriormente criticado por Gramsci y Lukacs.
Tras la muerte de Lenin apoyó la política de socialismo en un solo país
y propuso una construcción lenta hacia la economía socialista, frente a la
política de revolución permanente propuesta por Trotsky y a la acumula-
ción socialista originaria impulsada por Preobrazhenski. En 1926 fue nom-
brado Secretario General de la Internacional Comunista.
En 1927, se agudizó la lucha de líneas en el seno del PC, entre la mayoría
del Politburó encabezada por Stalin, y el ala de derecha dirigida por Bujarin,
quien proponía llegar al socialismo a través de las relaciones de mercado.
Bujarin era miembro del Politburó y presidente de la Internacional Comu-
nista. Controlaba el Comité de Leningrado, segunda ciudad de la URSS y
cuna de la revolución. Dirigía personalmente el órgano central del Partido,
el diario Pravda, y el quincenario teórico Bolshevik, cuyas líneas fundamen-
tales eran tomadas y reproducidas por todos los demás diarios y revistas.
Bujarin reapareció como editor de Izvestia en 1934, pero en 1937 fue arres-
tado y acusado de conspirar en un golpe de Estado armado contra el go-
bierno soviético, al igual que otros dirigentes políticos durante la Gran
Purga de Stalin. Procesado en marzo de 1938 en el Juicio de los 21, murió
el 13 de marzo de 1938
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
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SOBRE LA TEORIADE LA REVOLUCION PERMANENTE
El problema de la revolución permanente resume el concepto general del
desarrollo de nuestra revolución, de las relaciones entre las principales cla-
ses de nuestra sociedad, de los cambios sobrevenidos en las relaciones entre
estas clases en el curso de la revolución; en una palabra, las conclusiones
que debemos sacar del examen teórico de los problemas de la revolución.
Nuestra presente discusión se distingue de la de los años pasados en que
no tiene por objeto cuestiones de detalle, sino un problema central que
concentra el conjunto de las cuestiones debatidas. Este problema central
pone en duda la concepción que tenemos de nuestra revolución.Hemos llegado a un momento histórico. Se trata, como en otras etapas
anteriores de nuestra revolución, de un cambio en las relaciones entre laclase obrera y el campesinado. La “teoría de la revolución permanente”,que “trata” de esta cuestión, debería tener en cuenta deberes prácticos quesurgen para nosotros de las actuales relaciones entre la clase obrera y elcampesinado. La discusión teórica actual demuestra la necesidad de encon-trar una solución a las nuevas cuestiones de nuestra “política grande”, so-lución que debe ser concordante con las enseñanzas de Lenin respecto albloque de los obreros y campesinos.
Se sabe que la mayoría del Partido y el cama-rada Trotsky se encontra-ron frecuentemente en des- acuerdo tanto antes como después de Octubre.Las últimas obras del camarada Trotsky y su carta, publicada con un co-mentario del camarada Olminski, proyectan una viva luz sobre la esenciamisma de estos desacuerdos. (Entre paréntesis, en este artículo hago abs-tracción de toda simpatía o antipatía personal, y sólo quiero tener en cuentala política.)
La vieja carta de Trotsky ha hecho aflorar la profunda divergencia exis-tente entre su punto de vista y el del conjunto del Partido sobre la aprecia-ción de las fuerzas motrices de la revolución rusa y sobre las relaciones delproletariado con el campesinado. Los errores del camarada Trotsky se co-ordinan en su teoría de la revolución permanente.
El Formalismo Lógico del Trotskismo
y la Dialéctica Leninista
La fuente de los errores del camarada Trotsky, errores que muchos de nos-
otros hemos cometido igualmente, reside en su forma literaria y formal de
Cuadernos de Pasado y Presente
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tada como una especie de “ bloque histórico” en el sentido gramsciano, es
decir una alianza entre algunos sectores a fin de constituir un bloque hege-
mónico. En este caso, la revolución socialista. Más allá de si esta unión hu-
biese sido realmente posible, y de las particularidades tanto del proletariado
urbano ruso como del campesinado, el aporte de la crítica a las posiciones
“clásicas” del trotskismo pueden ser tomadas como una crítica al “deter-
minismo de clase” y la posibilidad de pensar políticas socialistas más am-
plias. “La revolución de 1905 fracasó porque no se realizó la unión entre
el movimiento urbano y el campesino. Esa fue la lección para todos nos-
otros” dice Bujarin. Hoy, a más de 80 años de su publicación, el texto dá
mucho qué hablar.
M. G.
Pasado y Presente
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
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Algunos ejemplos: recordemos la discusión del plan económico. Trotsky
recomendaba entonces, para superar la crisis económica, un plan econó-
mico más racional. Hizo una serie de proposiciones prácticas cuya acepta-
ción consideraba indispensable para la reanimación de nuestra industria.
Mas los progresos logrados desde entonces no se han debido a las propo-
siciones de Trotsky ni al plan que preconizaba, sino a la reforma financiera
y a la política de reducción de precios. Los métodos recomendados por
Trotsky eran, en suma, erróneos.
Los errores de Trotsky y de la oposición se explican por la ignorancia
de lo que había de particular en la situación en que nos encontrábamos en
aquel momento. La plataforma de la oposición se expresaba desde puntos
de vista abstractos, reduciéndose, en el fondo, a afirmar que un plan racio-
nal es mejor que la anarquía. No se puede ser más revolucionario. “¿Ustedes
están —exclamaban los defensores de esta opinión proletaria— contra el
plan? ¡Entonces están contra el socialismo, pues la economía racional es el
principio fundamental del socialismo!” Se podría interpretar que quienes
estaban contra la aceptación del “plan” se hacían con ello culpables de una
“desviación pequeño-burguesa”, en tanto que Trotsky, al combatir a estos
elementos pequeño-burgueses y contrarrevolucionarios, encarnaba la “sa-
biduría proletaria y socialista”.
Pensar de este modo es pensar bien superficialmente. No se trataba de
saber si preferíamos el “plan” a la “anarquía”. ¿Qué debíamos hacer para
que nuestra economía progresase, a pesar de la pequeña propiedad rural,
numéricamente tan fuerte, y a pesar del hundimiento del papel moneda y
de la crisis de ventas? Trotsky no tuvo en cuenta lo que de particular tenía
nuestra situación. La actitud que adoptó en este problema es la de un hom-
bre que, a pesar de sus protestas, persiste en sus errores, es decir, en su su-
bestimación de la economía campesina. La subestimación de las fuerzas
del mercado; la insuficiente comprensión del sistema nervioso del mercado:
la circulación monetaria; la tendencia a considerar la industria por sí
misma, aislada del resto de la vida económica, todos estos errores del ca-
marada Trotsky conducen a la subestimación del campesinado.
Lo que caracterizaba a la situación en aquella época no era tanto la crisis
de la producción como la crisis de los intercambios entre las ciudades y los
campos. El más hermoso “plan” no nos habría ayudado mucho cuando
teníamos que superar enormes dificultades creadas por la elevación de los
precios, por la crisis de ventas y por el hundimiento de nuestro papel mo-
neda. Estos rasgos característicos de la situación los ignoraba Trotsky. No
supo comprender el paso de una a otra etapa. La economía campesina tal
Cuadernos de Pasado y Presente
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tratar los problemas de nuestra vida social, contrariamente al vivo método
dialéctico que caracteriza al bolchevismo.
Lenin, al analizar los errores políticos, se remonta siempre a sus fuentes
directas. No es casual, pues, que durante la discusión de la cuestión sindical
consagrara páginas enteras a la dialéctica y que, poco antes de su muerte,
insistiese sobre la necesidad de “enseñar la dialéctica”. Ahora que vemos
lo que nos separa del camarada Trotsky, no resulta difícil comprobar que
todos los errores tienen rasgos específicos. Llevando el análisis de estos
errores hasta sus fuentes metodológicas, descubrimos fácilmente la dife-
rencia fundamental entre el leninismo y el trotskismo.
¿En dónde reside el poder de la dialéctica y de la teoría leninista? Cuál
es la razón misma de la virtuosidad genial con que Lenin supo encontrar
el buen camino a través de todas las vicisitudes de la revolución? Por encima
de todo, Lenin tenía el don genial de percibir las grandes perspectivas his-
tóricas que se abrían ante la clase obrera. Utilizando con un magistral do-
minio la dialéctica marxista, sabía discernir los rasgos característicos de
todo un periodo histórico, los tránsitos de una a otra etapa y, sobre todo,
descubrir en un momento dado los factores dominantes de la situación.
Lenin no puede ser caracterizado de la forma en que normalmente ha-
blamos de los representantes de una corriente del socialismo o del “socia-
lismo”, entre comillas. Por lo general se dice: un “oportunista”, o un “buen
revolucionario”. Estas medidas no pueden ser aplicadas a Lenin, que fue
el portador de una teoría en la que el marxismo alcanza un alto grado de
desarrollo. Lo que caracteriza a Lenin es que supo discernir lo que había
de original en cada situación y descubrir con gran maestría el factor más
útil a la dirección de la revolución. Desde este punto de vista hay que apre-
ciar la obra de Lenin y la política de nuestro Partido, formado por Lenin.
El criterio indispensable para apreciar la política de un partido bolchevique
no puede ser aplicado al trotskismo. Trotsky descuella, sin duda, al esta-
blecer perspectivas revolucionarias generales. Los análisis que hace de una
situación concreta son superiores a las concepciones social-demócratas,
pero inferiores a las que debemos al leninismo.
Si intentamos aplicar la medida del leninismo al punto de vista del ca-
marada Trotsky; si le preguntamos a este punto de vista cómo actuar en
un momento dado, cómo traducir en realidad el análisis de una situación
concreta, comprobamos que el trotskismo no puede respondernos sin des-
fondarse prácticamente.
El camarada Trotsky no posee los dones característicos de Lenin que
acabamos de exponer. Por ello Trotsky comete tantos errores en la práctica.
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
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Trotsky no se preocupaba en absoluto del estado de ánimo de los cam-
pesinos; únicamente confiaba en la acción del proletariado de la Europa
occidental.
“El grupo a que pertenezco —afirmaba en el mismo Congreso—
considera que la única salida a la situación actual es actuar sobre el proletariado ale-
mán en un sentido revolucionario [...] Entonces nuestra acción no sufrirá ningún
alto [...] Debemos llamar la atención del proletariado europeo y, en primer lugar,
del proletariado alemán, sobre esta trágica situación política que nosotros no hemos
creado, pero que coincide con la situación internacional; debemos hacer responsable
al partido alemán de las consecuencias de su derrota[...] No debemos firmar la paz,
a menos que queramos que se vea en ella una comedia.”
Trotsky no analizaba bien la situación, no tenía en cuenta sus aspectos
particulares; no veía qué había que hacer para facilitar el paso de una etapa
a otra, es decir, en el caso que nos ocupa, para pasar de la deserción de los
campesinos a la defensa revolucionaría del país.
Trotsky no comprendía que el medio más eficaz para llegar a la defensa
revolucionaria era la conclusión de la paz, único medio de organizar un
ejército nuevo en el que participarían en gran número los campesinos ani-
mados del deseo de defender las tierras expropiadas, único medio de ganar
tiempo. Trotsky cometía el mismo error que en la cuestión del “plan”: pre-
sentaba una buena perspectiva revolucionaria y una brillante “teoría” ge-
neral que no valían en absoluto para la práctica. Al aplicar esta teoría se
hubiese obtenido un resultado contrario al buscado.
Tales son los errores típicos del camarada Trotsky. Es conveniente re-
cordarlos para comprender los acontecimientos actuales.
A manera de conclusión, quiero hacer notar que el leninismo no puede
ser definido con los términos usuales del vocabulario práctico. El leninismo
no es siempre una política de “izquierda”; es una política justa, la que co-
rresponde mejor a los intereses del proletariado y tiene en cuenta los as-
pectos particulares de una situación dada. Por ello constituye un arma
indispensable de la lucha de clase internacional.
El Concepto General de Nuestra Revolución
A la teoría del camarada Trotsky se le denomina “teoría de la revolución
permanente”. Trotsky se expresa en estos términos en una de sus últimas
o penúltimas obras:
Cuadernos de Pasado y Presente
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como existe entre nosotros, la existencia de la pequeña propiedad rural nos
obligan a avanzar con precaución, paso a paso, en la vía que va de la eco-
nomía irracional a la economía racional.
Para pasar de una a otra etapa, debemos tomar las medidas necesarias. En
el momento a que me refiero, el problema para nosotros consistía en apro-
ximarnos un poto a la economía racional. El medio lo encontramos en la
reforma financiera. Trotsky, y con él toda la oposición, no reconocieron
que la reforma financiera era precisamente el medio que nos facilitaría el
paso de una etapa a otra más próxima a la economía racional. Los camara-
das de la oposición, incluso después del debate, se manifestaron escépticos
respecto a la reforma financiera. Aventuraron el inevitable hundimiento.
Sus sombrías previsiones no han sido confirmadas. Incluso aquí la oposi-
ción nos ofrecía un esquema abstracto en lugar de un análisis concreto:
formalista en lugar de dialéctico; trotskista en lugar de leninista.
Cuando la paz de Brest-Litovsk, yo también incurrí en el gran error de
Trotsky. Este error tenía el mismo carácter del que ahora hablamos. ¿Cuál
era el rasgo dominante de la época? Que el campesino se negaba a luchar.
Nosotros, “comunistas de izquierda” —y Trotsky con nosotros— elabo-
ramos por lo tanto un “plan” del más grande aliento: ¡Guerra revoluciona-
ria! Es cierto que Trotsky lanzó una consigna intermedia: “Ni guerra ni
paz”. Pero al mismo tiempo dijo que para la revolución era preferible morir
por la espalda a manos del imperialismo alemán que por los mercachifles.
Guerra inmediata y heroica: esto es lo que nosotros preveíamos en nuestro
“plan”, no viendo en nuestros contradictores más que a “capituladores”.
“Comunistas de izquierda”, como los camaradas que simpatizaban con
Trotsky, estábamos persuadidos de que nuestro Partido se transformaría
fatalmente en un partido pequeño-burgués, en un partido campesino. El
camarada Riazanov sostuvo vigorosamente este punto de vista, e incluso
abandonó el Partido, que, según él, había perdido su virginidad proletaria.
He aquí algunos pasajes de un discurso del camarada Riazanov pronun-
ciado en el VII Congreso del Partido:
“Yo he previsto que nuestro Partido, después de la conquista del
poder, sería colocado ante el dilema de apoyarse, bien en las masas campesinas,
bien en el proletariado occidental. El camarada Lenin y el grupo del Partido que lo
sostiene han preferido apoyarse en el campesinado. En nuestra fracción, yo ya había
caracterizado la política del camarada Lenin. Este quería adoptar las ideas de Tolstoi
en la época actual. Tolstoi recomendaba, para renovar a Rusia, ingenuos métodos
campesinos. Lenin quiere emprender la misma tarea con métodos campesinos y
militares. Ahora vemos los frutos de esta política campesina y militar”.
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
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estrategia de nuestro Partido y del bolchevismo desde 1917.
4. La teoría de la revolución permanente no se basa, de ningún modo, en
una subestimación del campesinado.
5. La teoría de la revolución permanente proporciona una apreciación ab-
solutamente congruente de las fuerzas motrices de la revolución.
El cuidado que el camarada Trotsky pone al defender esta teoría explica su
posición ante el Partido.
¿Por qué el camarada Trotsky considera como casi nula toda la historia
de nuestro Partido antes de 1917? Porque el Partido no adoptó, según él,
la “revolución permanente” sino hasta 1917.
En resumen: el leninismo, así como nuestro Partido, habrían nacido en
1917; el verdadero leninismo consistiría, según Trotsky y sus amigos, en la
teoría de la revolución permanente. Se comprende ahora por qué el cama-
rada Trotsky se constituye en guardián de las ideas de Lenin: le interesa
poco el bolchevismo histórico y sólo atribuye importancia al trotskismo
etiquetado de “leninismo”.
Examinemos desde un poco más cerca las ideas del camarada Trotsky.
La teoría de la revolución permanente se remontaría a Marx. La “revo-
lución permanente” conduciría, a fin de cuentas, a la victoria del socialismo.
La “revolución permanente” habría sido confirmada por los hechos, puesto
que el proletariado ruso ha conquistado el poder.
Los bolcheviques habrían combatido, antes de 1917, la teoría de la “re-
volución permanente”. Trotsky concluye que los bolcheviques no habrían
actuado como buenos revolucionarios sino a partir de 1917, cuando adop-
taron el punto de vista del trotskismo.
Ante todo, debemos hacer notar que la esencia de la teoría que discuti-
mos no consistía en la previsión de una revolución en la que la clase obrera
conquistase el poder. En este sentido, en efecto, la revolución permanente
se ha cumplido porque la clase obrera ha conquistado el poder.
Aquí hay que tener en cuenta la relatividad de la “inte-
rrupción” de la revolución. Diez años discurrieron entre la Revolución de
1905 y el desencadenamiento de la “segunda” revolución. Lenin escribió
en su artículo titulado “Dos tendencias de la revolución” que el partido re-
volucionario debe, ante todo, darse cuenta claramente de las relaciones
entre las clases en la revolución inminente. Hace notar, a propósito de
Trotsky, que éste cumple mal con este deber, puesto que no hace más que
repetir su teoría “original” de 1905, sin querer incluso molestarse en exa-
minar por qué razón la vida ha hecho caso omiso durante diez años, de
esta excelente teoría.
Cuadernos de Pasado y Presente
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“Por lo que se refiere a la teoría de la revolución permanente, no
veo ninguna razón para retractarme de nada de lo que he escrito a propósito de
ella de 1904 a 1906 y más tarde. Estoy convencido de que las ideas que desarrollé
entonces, en su conjunto están mucho más cerca del contenido real del leninismo
que mucho de lo que escribían en aquella época bastantes bolcheviques. La expre-
sión «revolución permanente» es empleada por Marx [...].Revolución permanente
quiere decir revolución ininterrumpida. ¿Cuál es el sentido político de esta expre-
sión? Consiste en que para nosotros, comunistas, la revolución no termina después
de tal o cual conquista política, sino que continúa desarrollándose hasta la plena
realización del socialismo [...]. Para Rusia, esta teoría significaba: lo que necesitamos
no es la república burguesa, ni incluso la dictadura democrática del proletariado y
del campesinado, sino el gobierno obrero apoyado en el campesinado, abriendo la
era lili de la revolución socialista internacional [...]. De modo que la revolución
permanente corresponde plenamente a la línea estratégica del bolchevismo [...]•
Mis escritos de aquella época no contenían el menor intento de «saltar por encima
del campesinado». La teoría de la «revolución permanente» conducía directamente
al leninismo y, en particular, a las tesis de abril de 1917” (Nuevo curso).
En el prefacio de su libro 1905, Trotsky escribía:
“El autor elaboró su concepción del desarrollo revolucionario en Rusia conocida
con el nombre, de teoría de la revolución permanente, en el periodo que va del 22 de enero a la
huelga general de octubre de 1905 [...]. Sus puntos de vista han sido plenamente confirmados des-
pués de doce años.”
En la carta del camarada Trotsky al camarada Olminski, encontra-
mos este pasaje:
“Estoy lejos de creer que estaba equivocado en todos los puntos
en mis discusiones con los bolcheviques [...]. Estoy convencido de que mi aprecia-
ción sobre las fuerzas motrices de la revolución fue absolutamente justa. Aun ahora,
podría sin dificultad dividir en dos categorías mis artículos polémicos escritos en
aquellos tiempos contra los mencheviques y los bolcheviques: unos están consa-
grados al análisis de las fuerzas internas de la revolución y de sus perspectivas [...],
otros, ala apreciación de las fracciones de la socialdemocracia rusa, a sus luchas,
etc. Aun hoy podría publicar los artículos de la primera categoría sin modificarlos
en nada, pues corresponden plenamente a los puntos de vista de nuestro Partido a
partir de 1917.”
El camarada Trotsky afirma, pues, que:
1. La teoría de la revolución permanente se ha demostrado que es justa al
haber sido confirmada por la experiencia.
2. La teoría de la revolución permanente está incomparablemente más pró-
xima al leninismo que cualquiera otra.
3. La teoría de la revolución permanente coincide completamente con la
Cuadernos de Pasado y Presente
12
Hay, pues, una cierta interrupción de la revolución “inin-
terrumpida”. Está interrupción y los acontecimientos posteriores han in-
fligido un desmentido al camarada Trotsky, pues el campesinado ha tomado
en la historia un lugar que la teoría del camarada Trotsky le negaba.
Pero la cuestión no es ésa. “Revolución permanente” significa otra cosa.
Stalin, en su libro Lenin y el leninismo, cita un pasaje de Marx que es deci-
sivo a este propósito:
“En tanto que la burocracia pequeño-burguesa —escribe Marx—
quiere satisfacer apresuradamente sus reivindicaciones revolucionarias para terminar
pronto con. la revolución, nuestro deber consiste en continuar la revolución hasta
lanzar del poder a las clases más o menos poseedoras, hasta la conquista del poder
por el proletariado.”
Para Marx, la revolución ininterrumpida significaba que la relación de
las fuerzas se modifica constantemente en el curso de la revolución, que
no cesa de evolucionar de una a otra etapa. Así, los grandes propietarios
son derrocados; son reemplazados por la burguesía liberal que, a su vez,
debe ceder la plaza a la pequeña burguesía radical. La etapa siguiente con-
siste en el derrocamiento de la pequeña burguesía radical y la toma del
poder por el bloque de los campesinos pobres y la clase obrera. Este go-
bierno será, a su vez, sustituido por el de la clase obrera. Bien entendido
que esto es un esquema, pero un esquema justo.
Conviene hacer notar que este esquema no podría ser
aplicado sin el examen de las relaciones de las fuerzas sociales. El rasgo ca-
racterístico de la revolución burguesa democrática en Rusia consiste en
que esta revolución no puede llegar al éxito sino mediante una batalla con-
tra la burguesía liberal, convertida, ya antes de la victoria sobre el zarismo,
en una fuerza contrarrevolucionaria. La ignorancia de este hecho condujo
a los mencheviques a la traición.
Lenin, refutando a los mencheviques, hizo notar que el
esquema no podría ser aplicado a todos los fenómenos de la vida social.
Algunas veces es obligado quemar etapas, proceder a saltos. Pero Lenin se
defiende de las conclusiones que los “lectores camorristas” podrían sacar
de ello fingiendo suponer que predica “una táctica de etapas quemadas sin
tener en cuenta la relación de las fuerzas sociales existentes”.
Lo que importa es basar nuestros cálculos en la relación
de las fuerzas sociales. Desarrollar sin cesar la revolución, dirigirla a través
de todas las vicisitudes teniendo siempre en cuenta la relación de las fuerzas,
ésa es exactamente la táctica leninista.
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
13
El sentido de la “revolución permanente”, tal como fue formulada por
Marx, es que la teoría marxista de la revolución tiene en cuenta los cambios
sociales que se producen en el curso de la misma revolución. Esta teoría
expresa el hecho de que las relaciones entre las clases sociales se modifican
constantemente durante la revolución.
En el sentido marxista, sí, pero no en el sentido trotskista, nuestra re-
volución ha sido permanente. Nuestra revolución ha pasado por diversas
etapas. En febrero de 1917, el gobierno de los grandes propietarios rurales
fue reemplazado por un gobierno liberal de la burguesía imperialista- El
fundamento del poder de los obreros y de los campesinos reside en los So-
viets. El gobierno liberal es reemplazado por un gobierno de las diversas
fracciones de la pequeña burguesía y de la burguesía liberal. Después de la
conquista del poder en Octubre, los bolcheviques gobiernan con los so-
cial-revolucionarios de izquierda. Con la insurrección, vencidos por los bol-
cheviques, son lanzados aquéllos del poder, que queda en manos de nuestro
Partido. La revolución, desde febrero de 1917, ha seguido una línea ascen-
dente, interrumpida por un corto lapso por los acontecimientos de julio
de 1917.
¿Es éste el sentido de la teoría de la revolución permanente tal como
había sido formulada por Trotsky? Resueltamente respondemos que no.
Si el camarada Trotsky hubiese concebido la marcha de los aconteci-
mientos tal como debía ser, no habría lanzado en 1905, en colaboración
con Parvus, la consigna “¡Abajo el zar, viva un gobierno obrero!” Esta con-
signa correspondía a la última etapa del proceso revolucionario, y no a su
comienzo. El error principal de la teoría de la revolución permanente, tal
como la entiende Trotsky, consiste en que esta teoría no tiene en cuenta
los periodos de transición, es decir, que olvida considerar lo que está en la
base misma de la teoría marxista de la revolución permanente. Las diversas
etapas de la revolución en las que las distintas clases han cumplido con sus
deberes exigen de nosotros consignas especiales, de acuerdo con las situa-
ciones dadas. Trotsky no ha considerado más que la última etapa de la re-
volución, ha olvidado las etapas transitorias. Si el Partido lo hubiese seguido
en esta vía, nuestra revolución hubiese terminado con una derrota. El ca-
marada Trotsky —¿no es esto suficientemente singular?— ha refutado él
mismo su concepción de la revolución permanente, pues si tomamos el
comienzo por el fin, no hay procesos, ni periodos de transición, ni “revo-
lución permanente”.
Trotsky planteaba el problema de una forma elemental: en Rusia no
Cuadernos de Pasado y Presente
14
puede haber más que una revolución proletaria. (Trotsky negaba ya en 1905
la posibilidad de una revolución burguesa.) Esta revolución proletaria, en
un país pequeño-burgués como Rusia, está, sin embargo, destinada a un
fracaso, a menos que reciba la ayuda de los Estados de la Europa occidental,
en donde el proletariado victorioso habría conquistado el poder.
“Sin la ayuda directa de los Estados europeos en donde el prole-
tariado ejerza el poder, la clase obrera rusa no podría conservar el poder y trans-
formar su pasajera dominación en una dictadura socialista durable. De eso no cabe
la menor duda” (Nuestra revolución, de Trotsky).
Trotsky ha comenzado por no comprender la particularidad de nuestra
revolución, que consiste en una original combinación de la lucha de los
campesinos contra los propietarios de la tierra, y de la revolución proletaria.
No ha comprendido que la primera etapa de esta revolución consiste en la
destrucción de la gran propiedad señorial.
El camarada Trotsky no ha “percibido” las etapas durante las cuales la
revolución burguesa en Rusia se ha transformado en una revolución pro-
letaria socialista.
No ha comprendido las particularidades que distinguen nuestra revo-
lución socialista de las de otros países.
No ha comprendido las condiciones internacionales tan especiales que
han permitido a nuestra revolución socialista vencer, mantenerse y afir-
marse incluso sin la ayuda de ningún Estado proletario europeo.
El camarada Trotsky, como siempre, ha apreciado la situación de una
forma esquemática: o revolución burguesa o revolución proletaria; o revo-
lución proletaria clásica, y en este caso victoria definitiva, o revolución pro-
letaria mezclada con otros factores sociales, y en este caso derrota
inevitable; o ayuda de Estados proletarios europeos, único medio de salva-
ción para nosotros, o perdición.
Lenin planteaba de forma distinta el problema: las revoluciones bur-
guesa y proletaria se desencadenan a la vez; ninguna ayuda de Estados pro-
letarios europeos; sin embargo, ayuda eficaz del proletariado internacional,
despertar de las colonias y rivalidades que ayudan a nuestra causa; nada de
revolución proletaria clásica, y, sin embargo, nada de derrota, etc. La reali-
dad se ha mostrado más fuerte que el esquema abstracto de la “revolución
permanente”.
Las debilidades de la política de Trotsky se deben a su ignorancia de la
realidad.
Percibiendo todas las etapas y todos los aspectos particulares del pro-
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
15
ceso revolucionario, Lenin y nuestro Partido supieron encontrar siempre
en una situación dada el medio más eficaz de conducir a la victoria a la
clase obrera y al campesinado.
Así, nuestro Partido no tiene ninguna necesidad de preferir la teoría del
camarada Trotsky a la teoría de Lenin.
El deber del proletariado consistía entonces en llevar al campesino a
sublevarse contra el régimen semi-feudal, conducirlo a la lucha por la con-
quista de la tierra.
El camarada Trotsky veía la situación desde un punto de vista opuesto.
No comprendía los deberes ante los cuales la historia situaba al partido re-
volucionario. ¿Por qué la Revolución de 1905 terminó en una derrota? Sin
una ligazón entre el movimiento obrero y el movimiento campesino, la Re-
volución de 1905 alcanzó su punto culminante en las ciudades en diciembre
de 1905, en tanto que su retaguardia campesina no entró en acción sino
hasta 1907, cuando ya la vanguardia había sido más que aplastada.
Trotsky nos acusaba en aquella época de consagrar demasiada atención
a los campesinos. Se equivocaba doblemente. La revolución jamás habría
podido vencer bajo su dirección, pues a pesar de lo que él diga, quemaba
la etapa campesina. Su política fue profundamente falsa; su concepción de
las fuerzas sociales en presencia no correspondía a la realidad. Por otra
parte, ¿con qué derecho pretende Trotsky que la teoría de la revolución
permanente contenía la esencia misma del bolchevismo?
“El error fundamental del camarada Trotsky -escribió Lenin a pro-
pósito de esta etapa de la revolución- es olvidar el carácter burgués de la revolución;
no representarse con claridad el paso de esta revolución a la revolución socialista
[...]• Una coalición del proletariado y del campesinado «supone un estado de cosas
en donde el campesinado es dominado por un partido burgués, o bien la existencia
de un potente partido campesino independiente». Esto es evidentemente falso
teórica y experimentalmente en la revolución rusa. Una «coalición de clases» no de-
pende de la existencia de un potente partido o incluso de partidos en general. De
las experiencias de la revolución rusa, se deduce que una coalición entre el prole-
tariado y el campesinado se ha producido una decena o una centena de veces
sin la existencia de un potente partido campesino”
Trotsky decía en 1905: o los campesinos serán agentes directos de la
burguesía o tendrán su fuerte partido campesino independiente-La con-
clusión era que la dictadura de la clase obrera y del campesinado era impo-
sible; un conflicto de los más graves debía producirse entre la clase obrera
y el campesinado. En suma, era la negación de la hegemonía del proleta-
riado. Trotsky temía al campesinado en una época en que era necesario
Cuadernos de Pasado y Presente
acudir a él contra los grandes propietarios de la tierra. Trotsky se espantaba
ante la “coalición de clases”, ¡la única capaz de garantizar la victoria sobre
el zarismo!
Este era un punto de vista totalmente opuesto al del bolchevismo. Si el
partido bolchevique dirigente hubiese adoptado este punto de vista, la con-
secuencia hubiera sido el hundimiento de la revolución.
Pasemos al examen de la etapa siguiente de nuestra revolución, la Re-
volución de Febrero de 1917, sin ocuparnos del periodo de reacción du-
rante el cual el camarada Trotsky hizo causa común con los mencheviques.
¿Cómo Lenin, que se habría adherido a la teoría de la “revolución perma-
nente” en lo que concierne a la cuestión campesina, concibe la Revolución
de Febrero? Las tesis de Lenin sobre el poder soviético, que el camarada
Trotsky considera conformes a su criterio (de Trotsky), contienen entre
otros los pasajes siguientes:
“¿No estaremos amenazados de caer en un subjetivismo exagerado
y ceder al deseo de pasar sobre la revolución burguesa democrática, aún inacabada,
porque ésta no ha satisfecho las reivindicaciones de los campesinos, si intentamos
desencadenar inmediatamente la revolución socialista? Proclamando «¡Abajo el zar,
gobierno obrero!», yo me expondría a este peligro.”
Lenin mostraba el peligro de aplicar en 1917 las consignas formuladas
por Trotsky en 1905. Planteaba que al no haber concluido el campesinado
la revolución agraria, nuestra revolución no había entrado en una fase en
la ‘que la consigna de dictadura del proletariado pudiese ser considerada
como actual. Lo justo era utilizar las fuerzas revolucionarias del campesi-
nado para preparar la vía a la revolución socialista. Lenin comprendía dia-
lécticamente la situación. Consideraba que las consignas bolcheviques de
1905 se habían confirmado como, en general, justas, pero insistía también
en lo que había de “original” en la nueva situación, en donde la dictadura
revolucionaria del proletariado y el campesinado “se producía de una forma
por completo particular”, ya que ésta coexistía con un gobierno burgués.
Destacando el carácter pequeño-burgués de los Soviets de entonces, en
que la mayoría se componía de campesinos, Lenin recomendaba rodear los
obstáculos, conducir nuestro avance según los resultados de un examen
profundo de las fases transitorias. Desde el punto de vista económico,
Lenin consideraba así la situación:
“¿Puede la mayoría de los campesinos exigir y realizar la naciona-
lización de la tierra? Sí. ¿Es esto ya la revolución social? No. Esto es aún la revolu-
ción burguesa, pues la nacionalización de la tierra no es incompatible con el
16
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai Bujarin
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capitalismo, aunque sea un sensible golpe dado a la propiedad privada.
“¿Puede la mayoría de los campesinos pronunciarse por la fusión
de la Banca y exigir que una sucursal del Banco del Estado se establezca en cada
localidad? Sí, porque esta medida comporta ventajas indudables. Incluso los parti-
darios de la defensa nacional podrían aprobar esta medida, dado que tiende a au-
mentar los recursos militares de Rusia. ¿Se puede llegar inmediatamente a la fusión
de los Bancos? Esto es perfectamente posible.¿Es una medida socialista? No, esto
no es aún el socialismo. ¿Puede la mayoría de los campesinos pronunciarse por la
nacionalización de la industria azucarera bajo control de los obreros y los campe-
sinos, así como por la reducción del precio del azúcar? Sí. ¿Es posible esta medida
desde el punto de vista económico? Sí [...].”
Observad cómo trata Lenin el problema. El se pregunta sin cesar lo
que dirá el “campesino”. ¿Nos muestran estas citas a los bolcheviques si-
tuándose en el terreno de la “revolución permanente”? De ninguna manera.
Lenin, distinguiendo bien las diversas etapas de la revolución, estableció
una relación entre la clase obrera y la masa campesina. No considera a priori
a los campesinos como enemigos de la clase obrera, sino como posibles
aliados, que crearán dificultades a ésta, pero que deben ser guiados de modo
que se conviertan en combatientes de un valor decisivo en nuestra lucha
por la economía socialista. Lenin decía:
“Yo no digo: «¡Abajo el zar! ¡Viva el gobierno obrero!» Yo digo:
tenemos Soviets pequeño-burgueses. Yo no digo: el socialismo ahora. Yo digo: tal
o cual medida que presente ventajas para el campesino y, por consiguiente, que
aseste un golpe a la propiedad privada.”
En los acontecimientos de Octubre, Lenin se preocupó, ante todo, de
considerar dos hechos: lo., el gobierno revolucionario surgido de la victoria
se compuso de bolcheviques y de social-revolucionarios de izquierda; 2o.,
adoptamos y también ejecutamos el programa agrario de los social-revo-
lucionarios, cuando los campesinos se espantaban de la expropiación de
las tierras de los señores. Lenin, prosiguiendo su política de colaboración
con los campesinos, decía “campesinos, habéis elaborado bajo la dirección
de los social-revolucionarios un excelente programa. Os ayudaremos a po-
nerlo en práctica.”
Los social-revolucionarios de izquierda eran aún influyentes en los cam-
pos. Nosotros los llevamos al gobierno sin la oposición del camarada
Trotsky, que no musitó ni palabra del carácter “antisocialista” de la cola-
boración con los campesinos. Mediante la adopción del programa de los
social-revolucionarios de izquierda, que los llevamos a participar en el
poder, logramos colocar a millones de campesinos bajo la dirección del
Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai BujarinCuadernos de Pasado y Presente
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He aquí, por el contrario, cómo se expresa Lenin sobre el mismo acon-
tecimiento, en su discurso pronunciado con ocasión del IV Aniversario de
la República de los Soviets:
“Los anarquistas y los demócratas pequeño-burgueses, es decir,
mencheviques, y los social-revolucionarios, representantes rusos de un tipo socia-
lista internacional, han dicho y dicen aún suficientes disparates sobre la correlación
entre la revolución burguesa y la revolución socialista, es decir, proletaria. Nosotros
hemos conducido al éxito la revolución democrática burguesa como ningún otro
país lo haya hecho antes. Nosotros avanzamos con seguridad y sin pausas hacia la
revolución socialista. Sabemos que la revolución socialista no está separada por una
muralla china de la revolución burguesa democrática. Sabemos que sólo la lucha
decidirá cuánto, a fin de cuentas, podremos avanzar, en qué medida podremos cum-
plir nuestro deber y conservar los frutos de nuestra victoria [...].”
¡Con qué precaución formulaba Lenin sus ideas! Citemos aún un pasaje
más de su discurso:
“Ningún Kautsky, Hilferding, Martov, MacDonald, Turatti; nin-
guno de los marxistas de la Internacional dos y media ha podido comprender la
correlación entre la revolución burguesa democrática y la revolución proletaria so-
cialista. La primera se revela como una etapa de la otra. La segunda se decide re-
solviendo los problemas de la primera. La lucha, y sólo la lucha, decidirá en qué
medida la segunda revolución logrará rebasar a la primera.”
¡Qué diferencia entre las dos fórmulas!: para Trotsky, se trata de una re-
volución burguesa democrática o de una revolución socialista. Para Lenin,
el problema se plantea de una forma totalmente diferente: las dos etapas,
la de la revolución democrática y la de la revolución proletaria, no pueden
ser separadas la una de la otra. La particularidad de la revolución rusa con-
siste en que las dos revoluciones coinciden, la segunda surgiendo de la pri-
mera.
Si tales problemas se intentaban resolver mediante esquemas abstractos,
abordados con métodos dialécticos correspondientes a la realidad, es decir,
con la estrategia de Lenin, no queda del “plan” hábilmente hilvanado por
Trotsky más que frases estériles.
En vano resulta que el camarada Trotsky sostenga no haber subesti-
mado al campesino y haber tenido en cuenta las etapas consecutivas del
proceso revolucionario. Se equivoca cruelmente cuando considera el esta-
blecimiento de la dictadura del proletariado en Rusia como el resultado de
la adopción por los bolcheviques de su teoría de la “revolución perma-
nente”. Como Trotsky persiste siempre en sus errores, resulta natural que
proletariado.
Pronto se inició una nueva fase. La revolución no se paró con la expro-
piación de la gran propiedad, en la que tomaron parte los campesinos ricos,
interesados en destruir la gran propiedad feudal. La etapa siguiente condujo
a una diferenciación de clases en el campo, provocando una agravación del
conflicto entre la burguesía rural y los comités de campesinos pobres. La
política de estos comités provocó un levantamiento organizado por los so-
cial-revolucionarios. Los campesinos ricos y una parte del campesinado
medio se separaron de nosotros, en tanto que los campesinos pobres y otra
parte de los campesinos medios nos apoyaron. La revolución había llegado
a la clase más próxima al proletariado.
Nosotros llegamos a la dictadura de la clase obrera por etapas sucesivas.
Por otra parte, son claras las divergencias teóricas qué nos separan del
cama-rada Trotsky. Para él, el proceso revolucionario comienza con el es-
tablecimiento de la dictadura. No ve las diversas etapas por las que la revo-
lución debe pasar, y no tiene en cuenta la relación de fuerzas en las diversas
situaciones dadas. No comprende que las consignas deben cambiar con los
acontecimientos. “Lo que yo había previsto —dice—, se ha producido. Yo
tenía, pues, razón.” Error profundo. Si hubiésemos establecido nuestra tác-
tica según la teoría de Trotsky, no habríamos llegado a la dictadura del pro-
letariado. Hemos llegado a ella porque el Partido ha seguido las directrices
de Lenin. Y porque estamos decididos a persistir en la vía trazada por
Lenin, es decir, a llevar al campesinado junto a la clase obrera, alcanzaremos
el socialismo.
Aspectos Particulares de Nuestra Revolución
¿Qué conclusiones se desprenden del examen de la teoría de Trotsky? Las
Enseñanzas de Octubre del camarada Trotsky contienen, entre otros, los
pasajes siguientes:
“La Revolución de Febrero era una revolución burguesa. Pero,
como tal, había llegado demasiado tarde, y no pudo situarse bien. Desgarrada por
antagonismos que se manifestaron súbitamente por la dualidad de los poderes (Go-
bierno Provisional y Soviets), debía conducir directamente a la revolución proletaria,
la que llegó, o a un gobierno de la oligarquía burguesa que habría conducido a Rusia
a una situación semi-colonial. El periodo inaugurado por la Revolución de Febrero
puede ser considerado, pues, desde dos puntos de vista: como un periodo de con-
solidación y maduración de la revolución democrática, o como un periodo de pre-
paración de la revolución proletaria.”
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Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai BujarinCuadernos de Pasado y Presente
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comprendido las indicaciones de Marx sobre la necesidad de dar prueba en una si-
tuación revolucionaria de la mayor flexibilidad posible [...]. No han visto que el ca-
pitalismo y la democracia burguesa se desarrollan en Europa occidental en un cierto
sentido general; no pueden imaginar que se pueden producir excepciones que, aun
siendo insignificantes desde el punto de vista de la historia mundial, incapacitan a
los que consideran a la costumbre como la regla general.
En primer lugar, se trata de una revolución consecutiva a la Pri-
mera Guerra Mundial imperialista. Esta revolución obligadamente debe tener un
carácter completamente particular.
En segundo lugar, no piensan que algunas fases del proceso gene-
ral pueden presentarse bajo aspectos especiales, ya sea en la forma, ya sea en el
orden de sucesión.
De memoria aprendieron este cliché: que las condiciones econó-
micas objetivas del socialismo no existen en nuestro país.
¿Qué hacer, si en una situación particular, Rusia es arrastrada a la
guerra mundial imperialista, si las revoluciones a punto de estallar o ya comenzadas
en Oriente crean condiciones en las que podamos establecer una relación entre la
«guerra de los campesinos» y el movimiento obrero?
¿Qué hacer si una situación sin salida, al decuplicar las fuerzas de
los obreros y de los campesinos, nos provee de los medios para abordar de otra
forma lo que no es posible en los países de Europa occidental: la obra de creaciónde
las condiciones fundamentales de la civilización? ¿Se ha modificado la tendencia
general del proceso histórico mundial?
Si el socialismo exige un cierto nivel de cultura (nadie podría decir
cuál debe ser este nivel de cultura), por qué no podríamos comenzar por crear, des-
pués de haber hecho triunfar a la revolución, las condiciones previas para la reali-
zación de esta cultura, a fin de incorporar a otros pueblos sirviéndonos de los
medios que nos ofrece el poder obrero y campesino y el régimen soviético?”
Esta exposición de Lenin tiene una hermosa audacia. Es también un
hermoso ejemplo de dialéctica revolucionaria.
La vulgar concepción socialdemócrata de la revolución socialista
afirma que la revolución proletaria no podría triunfar más que en los países
industrialmente desarrollados, en donde la clase obrera es numéricamente
fuerte. En este artículo, que en cierto sentido nos da la llave de toda su po-
lítica, Lenin considera justa esta regla, en general, pero que sería radical-
mente falso tomarla al pie de la letra en ciertas circunstancias. El lenguaje
de Lenin está lejos de ser contrario al marxismo. Es, incluso, la aplicación
más original y más perfecta de la dialéctica revolucionaria marxista.
En tanto que Lenin profundiza así el sentido de nuestra revolu-
ción, Trotsky se representa las condiciones de la victoria de la revolución
proletaria como los escritores socialdemócratas. Rusia tiene un proletariado
poco numeroso y una industria débil; en consecuencia, el proletariado ruso
no podrá gozar por largo tiempo de los frutos de la victoria. Lenin dijo,
el Partido le responda poco más o menos esto:
“Si, planteando el problema de la revolución permanente, se plan-
tea de nuevo en toda su amplitud el papel del campesinado en el nuevo giro por el
que atraviesa nuevamente el país; si se intenta reagrupar al Partido y reformar su
ideología inspirándose en la teoría de la revolución permanente, nosotros rehusa-
mos comprometernos en esta vía. No pensamos en renunciar a las claras con-
cepciones de Lenin-También hace falta que el trotskismo sea ideológicamente
liquidado. El bloque de los obreros y de los campesinos es, como lo enseñó Lenin,
el problema central de nuestra revolución. Esto es lo que jamás hay que perder de
vista.”
Algunas palabras sobre el concepto general de nuestra revolución des-
pués de la conquista del poder.
Lenin trató también este problema. Se ha visto que Trotsky per-
siste en considerar justa su apreciación de las fuerzas motrices de la revo-
lución elaborada en 1905. Sin embargo, si así fuese, nuestra colaboración
con el campesinado nos llevaría a la ruina; sólo podríamos confiar en que
el proletariado occidental estableciese entretanto su dictadura. Lenin estima
que nuestro deber es “vivir en buenas relaciones con los campesinos”. Nos
parece que existe una profunda diferencia teórica entre las dos concepcio-
nes. Esta diferencia nos hace comprender la actitud de la oposición agru-
pada en torno a Trotsky durante la última discusión. La oposición, ante el
freno de la revolución mundial, llegaba a la conclusión de que era inevitable
un conflicto entre el proletariado y los campesinos. Nosotros no estamos
convencidos de ello, de ningún modo; nosotros decimos, con Lenin, que
una política prudente, conservando el papel dirigente del proletariado, nos
evitará conflictos graves con el campesinado y nos asegurará su colabora-
ción. La situación no es desesperada; tratemos únicamente de evitar come-
ter torpezas con los campesinos.
Según la concepción libresca de la revolución socialista, ésta, victoriosa,
naufragará, tarde o temprano, en los países en donde la mayoría de la po-
blación se compone de campesinos. Lenin combatió esta concepción con
toda su energía. El artículo sobre el libro de Soukhanov Notas sobre la re-
volución, que Lenin escribió ya enfermo y que es un verdadero modelo de
dialéctica revolucionaria, contiene una crítica genial de esta opinión. No
nos resistimos a citar este pasaje capital:
“Los socialdemócratas se califican siempre de marxistas, pero
comprenden el marxismo de forma bien pedante. Lo esencial del marxismo, su dia-
léctica revolucionaria, no lo han asimilado. No lo han asimilado, ni incluso han
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Crítica a la teoría de la revolución permanente Nicolai BujarinCuadernos de Pasado y Presente
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generaciones la suerte de la revolución. La historia de nuestro Partido no
ha comenzado ni ha terminado en octubre de 1917. Nuestro Partido tiene
aún decenas de años ante él. Para formar a la nueva generación que conti-
nuará nuestra tarea, es necesario exponer los “viejos litigios” para que se
enfrenten con los problemas actuales. Por ello creemos que es nuestro
deber preservar al Partido de todos los intentos de revisión del leninismo.
Versión de 1975 de editorial Roca. Tradu-cido por Alberto Sanchez Mascuñan
por el contrario, que la derrota del proletariado no era inevitable. Nosotros
debemos orientarnos a conservar el apoyo de los campesinos, desarrollando
paso a paso nuestra industria. La alianza con los campesinos nos es indis-
pensable. Tenemos la Banca y el control del crédito. Sirviéndonos de las
cooperativas, lograremos en unas decenas de años transformar la ideología
de los campesinos. Es preciso tener precaución y una gran paciencia. Pre-
guntad al camarada Trotsky si él ha hecho alusión al papel de las coopera-
tivas que Lenin, en sus últimos artículos, siempre ha colocado en primer
plano.
Dos palabras sobre la ayuda del proletariado de Europa occidental.
Según Trotsky, nosotros no podríamos salir del callejón sin salida sino gra-
cias a la ayuda de los Estados de Europa occidental en donde el proleta-
riado haya conquistado el poder. Mas el proletariado no ha vencido aún en
Europa. ¿Pero no nos presta ya una valiosa ayuda? ¿Y no tenemos el apoyo
de otra fuerza: los pueblos coloniales?
El error del camarada Trotsky es invariablemente el mismo: siem-
pre considera las cosas desde un punto de vista formalista. Dice: o victoria
del proletariado en Europa occidental, o fin de la revolución rusa; o ayuda
de los Estados proletarios de Europa, o nada... En realidad, las cosas pasan
totalmente de otro modo. Nosotros contamos con una serie de medias vic-
torias, más el movimiento colonial, más la crisis del capitalismo provocada
por la guerra. El leninismo tiene en cuenta este aspecto particular de la si-
tuación internacional y de la forma bajo la cual se manifiesta la ayuda pro-
letaria internacional, en tanto que Trotsky se limita a esquemas demasiado
abstractos y demasiados estrechos para abarcar la intrincada vida en movi-
miento.
Un Comité Central que hubiera adoptado el punto de vista de
Trotsky sobre la cuestión campesina habría llevado al país “a los abismos”,
e inaugurado una política corporativa medio menchevique a la que se hu-
biera denominado “puramente proletaria”. Habríamos perdido el contacto
con el campesinado y provocado un conflicto que habría podido sernos
fatal.
El camarada Trotsky de nuevo ha expuesto recientemente ideas
que reflejan una ideología del trotskismo. Nuestro Partido no podía adoptar
puntos de vista que ha combatido durante largos años. La teoría de la re-
volución permanente no nos es indiferente. No cesaremos de combatirla,
pues queremos conservar intactas las bases ideológicas y políticas de nues-
tro Partido. Nuestra revolución no ha terminado aún. No pensamos en ab-
dicar, pero tarde o temprano tendremos el deber de confiar a nuevas
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