16
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80415435003 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Maritza Montero Crítica, autocrítica y construcción de teoría en la psicología social latinoamericana Revista Colombiana de Psicología, vol. 19, núm. 2, julio-diciembre, 2010, pp. 177-191, Universidad Nacional de Colombia Colombia ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Revista Colombiana de Psicología, ISSN (Versión impresa): 0121-5469 [email protected] Universidad Nacional de Colombia Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Crítica Autocrítica y Construcción de Teoría en La Psicología Social Latinoamericana

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Teorías en psicología social

Citation preview

  • Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80415435003

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Maritza MonteroCrtica, autocrtica y construccin de teora en la psicologa social latinoamericana

    Revista Colombiana de Psicologa, vol. 19, nm. 2, julio-diciembre, 2010, pp. 177-191,Universidad Nacional de Colombia

    Colombia

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Revista Colombiana de Psicologa,ISSN (Versin impresa): [email protected] Nacional de ColombiaColombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia pp. 177-191

    R e c i b i d o : 0 8 d e m a r z o d e l 2 0 1 0 - A c e p t a d o : 1 4 d e j u l i o d e l 2 0 1 0

    * Correspondencia: [email protected]

    Crtica, autocrtica y construccin de teora en la psicologa social latinoamericana

    Critique, Self-Critique and Theory Construction in Latin American Social Psychology

    Maritza Montero*Universidad Central de Venezuela, Caracas

    Resumen

    en este artculo se presenta una definicin de psicologa cr-tica sealando los aspectos que le otorgan esta condicin. la presencia de esas caractersticas en la psicologa social latinoamericana es analizada por medio de ejemplos toma-dos de la produccin contempornea en esa parte del con-tinente (desde finales de los ochenta hasta la dcada actual). especficamente, se analizan trabajos de psicologa social co-munitaria y psicologa poltica que abordan la identidad, el poder y su forma de usarlo, la exclusin y la legitimidad social de ambas reas de investigacin y accin, as como el efecto de la crtica y la autocrtica en la construccin de teora. tambin se discuten aspectos relacionados con la complejidad y las di-ferentes maneras de enfocar los problemas psicosociales.

    Palabras claves: construccin de teora, poder, psicologa cr-tica, psicologa poltica, psicologa social comunitaria.

    Abstract

    This paper presents a definition of critical psychology, point-ing out the aspects that give psychology such condition. The presence of those aspects in latin american social psychol-ogy is analyzed by means of examples taken from contem-porary production (from the late 80's to the current decade), specifically from community social psychology and political psychology, which address aspects like identity, power and its use, social exclusion, and social legitimacy of both areas of research and action, as well as the effect of critique and self-critique in the construction of theory. The complexity of psy-chosocial problems and the different ways to approach them are also discussed here.

    Keywords: community social psychology, critical psychology, political psychology, power, theory construction.

    Psicologia 19-2.indd 177 22/11/2010 12:02:04 p.m.

  • 178

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    Sobre la condicin crtica en la Psicologa

    Si algo distingue una cierta psicologa so-cial hecha en la amrica denominada latina, ha sido su inclinacin hacia la crtica y su prc-tica. esta tendencia especfica ser la base de la discusin presentada en este artculo, ya que simultneamente, mucha de la psicologa social latinoamericana no es crtica, lo cual no quie-re decir que se le descalifique. Se trata solo de analizar, crticamente, la condicin crtica de lo que se presenta como tal. aunque mucho se ha hablado y escrito sobre la psicologa crtica, a fin de dejar sentadas las bases del anlisis que seguir a esta introduccin, hago un sucinto re-cuento de aquello que se ha considerado como crtico a partir del movimiento que, desde hace treinta aos, hace sentir su influencia no solo en este nuestro continente, sino en el mundo ente-ro. as, se ha entendido por carcter o condicin crtica en la psicologa y en otras disciplinas cientficas, los siguientes aspectos.

    De la complejidad como una caracterstica de la crtica

    la crtica se refiere a la capacidad de re-conocer que los objetos, sean materiales o intelectuales, y las personas, no tienen una sus-tancia inmutable, pues son complejos. Pueden ser de muchos modos y eso significa que entre sus mltiples aspectos podemos elegir (Monte-ro & Fernndez Christlieb, 2003b; Montero & Montenegro, 2006). la eleccin, cuando de una disciplina cientfica se trata, se da en funcin de parmetros destinados a fundamentar las ra-zones de la eleccin. la etimologa de la pala-bra crtica es del griego krisis/eos, que indica la posibilidad de elegir entre varias posibilidades de ser, de una situacin o cosa1. en este senti-do, la actividad crtica en la psicologa social, al

    1 las acepciones de la palabra en la lengua griega denotan separar, distinguir, decidir, juzgar; juicio, decisin, elec-cin, disentimiento e interpretacin, as como la facul-tad de distinguir. (Boisacq, 1950, p. 518).

    introducir la duda, permite mostrar otras posi-bilidades, otras alternativas.

    Sobre la psicologa llamada crticaHacer crtica supone analizar modelos

    tericos, conceptos, interpretaciones y explica-ciones dadas a fenmenos o psicolgicos o a cir-cunstancias bajo estudio, y demostrar sus modos de construccin, sus contradicciones, su grado de coherencia y los intereses subyacentes tras una determinada teora o propuesta, as como tambin sus fortalezas. esto es lo que suele ser llamado crtica interna. ahora bien, lo que se conoce como corriente crtica en las ciencias sociales y en la psicologa social, en este caso, no se restringe a los aspectos de coherencia in-terna, sino que va ms all, puesto que su tarea es discutir las atribuciones de esencialidad que naturalizan a las formas de conocimiento pro-ducido, presentndolas como la forma cannica. es una posicin en la bsqueda de conocimiento que revela diferentes perspectivas, abre nuestro entendimiento hacia nuevas interpretaciones y hacia otras facetas de los eventos y las cosas. Nos priva de nuestras herramientas habituales in-ducindonos a crear otras nuevas (Montero & Fernndez Christlieb, 2003, p. 7). Sin embargo, ello no produce normas o categorizaciones so-ciales, sino que podra decirse que es una voz de alarma, un llamado de atencin, aunque parezca una forma coloquial de ilustrar el punto. Y como dice iiguez (2003) es el resultado del continuo cuestionamiento de las prcticas de produccin de conocimiento (p. 234).

    la psicologa crtica no acta solo sobre las teoras dominantes, tambin se ocupa de los m-todos, un ejemplo es el trabajo de Yanchar, Gantt y Clay (2005), que yendo ms all de la ya muy debatida rivalidad entre mtodos cualitativos y cuantitativos, proponen desarrollar una meto-dologa crtica produciendo procesos de argu-mentacin sostenidos por muy diversos tipos de evidencia. Sobre ese tema, Spink (2003), en Brasil, ya consideraba necesario no solo revisar

    Psicologia 19-2.indd 178 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 179

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    crticamente la construccin de teora, desacra-lizar los mtodos y desechar las dicotomas (e.g., realismo, construccionismo), por su carcter simplificador. as mismo, consideraba que los relatos de la ciencia no contienen la verdad per se, sino que son otras formas de narrativas.

    en relacin con el ejercicio de la psicologa crtica, Prilleltensky y austin (2001) consideran que su tarea central es enfrentar los valores y prcticas de la psicologa que no revisan ni cues-tionan las formas de opresin que podran estar siendo transmitidas o reproducidas por ellos. algunas propuestas de la psicologa social lati-noamericana presentan ejemplos de dicha tarea, al sealar y denunciar las expresiones del poder asimtrico y absoluto (Montero, 2003; Mon-tero & Montenegro, 2006; Prilleltensky & Fox, 1997; Sawaia, 2001a, 2001b; Sawaia & Namura, 2002; Serrano Garca & lpez Snchez, 1994) y las formas de ejercerlo que producen sumisin, opresin y exclusin, problemas frecuentes en nuestro continente.

    el cuestionamiento, mediante el juicio cr-tico, de las diferentes formas de ejercer el poder, as como sus manifestaciones explcitas e impl-citas en la prctica psicolgica y en la vida coti-diana, son objeto de estudios crticos debido a que pueden presentarse como modos naturales de ser de algunas situaciones no discutidas o ar-gumentadas como la nica forma adecuada de ser. Una expresin de la crtica del poder seala la necesidad de identificar y discutir los modos en que este se manifiesta o se oculta y que le per-miten excluir explicaciones o interpretaciones alternativas o divergentes. esta funcin de la cr-tica ser desarrollada, ms adelante, a travs de un ejemplo.

    Del carcter dinmico de la crtica en la psicologa

    la crtica no sigue patrones establecidos, es cambiante, como tambin son dinmicos y cam-biantes los fenmenos a los que es aplicada. as, la crtica de un tiempo puede convertirse, a su

    vez, en un objeto criticado, ya que ella misma est sujeta a las condiciones histricas del mo-mento en que se produce y del cual forma parte. la crtica que revelaba desigualdades o sesgos puede haber ignorado otros aspectos criticables o sostener posiciones criticables por otras per-sonas. la crtica no es solo de lo que hacen los dems, sino que tambin incluye la autocrtica. es insistente, a pesar de los embates del poder (Montero, 2004a), es inevitable pues de alguna forma siempre surgir aun en circunstancias represivas; tiene mltiples formas de expresin y demuestra ser persistente en su oposicin al principio de autoridad.

    La condicin situada de la crtica en la psicologa

    Si revisamos las obras que veinte aos atrs se presentaban como crticas, observaremos cmo la dependencia del momento histrico es una condicin de gran parte de la crtica. en 1988, lpez y Ziga (ambos psiclogos socia-les, ella puertorriquea, l chileno emigrado a Canad) publicaron una interesante compila-cin de artculos bajo el ttulo de Perspectivas crticas de la psicologa social. all la primera au-tora, Mara Milagros lpez, presentaba un plan de trabajo para una psicologa social crtica que inclua los siguientes aspectos:

    1. La construccin social de la realidad. esta-ba cercano el fin de la dcada y la polmica entre construccionismo y realismo estaba en su mxi-mo furor. lpez alertaba al respecto.

    2. Los fenmenos de la ideologa, la comuni-cacin y la conciencia. Del primer concepto, l-pez quera rescatar su condicin de fenmeno psicolgico, velado por la connotacin poltica adjudicada a la palabra. esa preocupacin era compartida por diversos colegas en amrica la-tina (me incluyo en ese grupo, pues en esa poca escrib al respecto); as como la necesidad de es-tudiar el lenguaje, la palabra y su poder creador. Necesidad que, desde los ochenta vena gestando un movimiento discursivista que ha sido muy

    Psicologia 19-2.indd 179 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 180

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    fructfero a partir de los noventa, el cual pro-mueve una psicologa discursiva (un ejemplo es la escuela de loughborough) y el desarrollo del anlisis psicolgico del discurso poltico en am-rica latina.

    3. El nivel de interaccin personal y el estu-dio de sus bases en el interaccionismo simblico y en la etnometodologa. otra temtica que ha producido mltiples investigaciones en las dos ltimas dcadas.

    4. El estudio de la cultura. el cual lpez consi-deraba que deba unirse al estudio de la ideologa.

    5. La activacin social. Considerando que una sociedad es socialmente activa cuando: 1) est consciente de s misma; 2) est comprometida con los objetos que se impone y, 3) tiene acceso a las fuentes de poder que le permiten lograr las dos condiciones anteriores (lpez, 1988, p. 178).

    Como puede verse, se trataba de una pro-puesta crtica de la psicologa social usada de manera predominante para el momento, a la vez que reflejaba las necesidades del momento y, por ello, tocaba puntos lgidos que muchos manua-les de la poca no introducan en sus pginas y que fueron temas de investigacin, de ms crtica y de discusin en la dcada siguiente. Por dar un solo ejemplo, la investigacin sobre el carcter situado de la crtica y la importancia de los as-pectos comunicativos, discursivos y narrativos.

    De la autonoma de la psicologa crtica la psicologa crtica, al no ser una rama

    especfica de la psicologa (pues no tiene un ob-jeto o sujeto especfico como se puede decir de subdisciplinas como la clnica, la educativa, o la social entre otras), es una prctica que se puede ejercer en cualquier rama de la psicologa. as pues, existen mltiples prcticas crticas, pero no un modo preferente de ejercerlas. Montero y Fernndez Christlieb (2003a) consideran la con-dicin calificativa de la crtica, lo cual hara de ella un quehacer adjetivo que califica tanto un hacer como un no hacer, pero que no se constituye en norma ni es normativo.

    Condicin analctica de la psicologa crtica

    la mirada o enfoque crtico busca otros horizontes, yendo ms all de las explicaciones dadas modifica la perspectiva y desarma las construcciones tericas o metodolgicas. ocupa el territorio de lo distinto, que hace oposicin no antittica, pero si lgica, de las tesis dominantes, por lo que puede considerarse como un ejemplo de quehacer analctico, es decir, que introduce un elemento de contradiccin en la totalidad dialctica de un modo de hacer ciencia, que no es la anttesis de sus tesis, sino algo inesperado, novedoso y que desarrolla argumentos inusua-les, distintos. es por eso que la sorpresa y la difi-cultad para asimilar la irrupcin de la psicologa crtica ocurre no tan solo en las filas de la psico-loga aceptada sin otra razn que la de aparecer en manuales, sino tambin dentro de aquellas que introducen el cambio.

    La condicin tica de la psicologa crtica

    el aspecto tico en relacin con la crtica de-riva del respeto del otro como definicin de esa condicin. es decir, reconocer que hay otras po-sibilidades, que no hay un solo modo de conocer ni una sola explicacin para entender los fenme-nos psicosociales, aun cuando, por cierto tiempo, pueda predominar una explicacin. as como Spink (2003) consideraba que hay que desechar las dicotomas, tambin hay que ser cautos y estar dispuestos a desechar las explicaciones nicas, la teora nica, el mtodo nico, que impiden gene-rar otras respuestas a los problemas estudiados.

    La crtica en la psicologa social latinoamericana

    ilustrar ahora esos aspectos crticos con da-tos tomados de la obra de psiclogas o psiclogos sociales, de nuestra parte del continente, que defi-nen su trabajo desde la perspectiva crtica.

    Psicologia 19-2.indd 180 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 181

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    La identidad, la exclusin y su perspectiva crtica

    Sawaia (2001a), analizando el problema psicosocial de la exclusin, seala su impreci-sin y ambigedad, pues permite usos retri-cos de diferente calidad [] [que van desde] la desigualdad como resultado de la deficiencia o inadaptacin individual [] [hasta la] injus-ticia y explotacin social (p. 7). Pero anuncia, inmediatamente, que no rechazar el concepto debido a ello, sino que lo perfeccionar, explici-tando sus ambigedades, entendiendo que ellas no revelan error o imprecisin, sino la comple-jidad y contrariedad que constituyen el proceso de exclusin social, inclusive su transmutacin en inclusin social (p. 7).

    el aspecto crtico se expresa en la decisin de revelar, a travs de la bsqueda de la per-feccin descriptiva e interpretativa de las am-bigedades, la condicin problemtica de esas ambigedades y sus races, en lo que denomina el enigma de la cohesin social. Concepto que trae a colacin al hacer evidente su funcin, tan-to en la exclusin como en la inclusin social. asimismo, Sawaia agrega que buscar las cate-goras analticas capaces de romper las fronteras acadmicas y crear conceptos criollos, fundien-do interpretaciones (2001a, p. 7).

    la propuesta no busca desechar lo que exis-te, sino profundizar en ello para mostrar los or-genes y conexiones del fenmeno en la sociedad actual. a ello se une otro aspecto: la mirada cr-tica que busca otros espacios, otras distancias y otras vas, para analizar fenmenos cuyo camino ya ha sido trillado por explicaciones cientficas que no han sido revisadas, y que son vistas desde una perspectiva nica.

    la complejidad, la dinmica, la preocupa-cin tica (en el sentido de dar lugar a lo que ha sido ignorado, o dejado de lado y a veces repri-mido), el inters por lo que no es ni subjetivo ni objetivo, ni social ni personal, pero s todo ello junto, son propios de la crtica. luego, Sawaia

    (2001b) ataca directamente la concepcin estti-ca de ciertos conceptos, como por ejemplo el de identidad, el cual considera como situado en una ideologa separatista que la considera solo como igualdad, o solo como diferencia, como se ex-presa en muchos estudios realizados en las cien-cias sociales en los cuales se destacan aquellos aspectos comunes dentro de un grupo social2, que se resaltan, mostrando, simultneamente, la diferencia entre nosotros y los otros. el trabajo de Sawaia, por el contrario, a la vez que cita las limpiezas tnicas que han sido apoyadas en ese tipo de separaciones identitarias, seala la condicin binomial de los conceptos exclusin/inclusin, las cuales considera como una misma substancia, indivisible, sobre la cual la sociedad prueba su cohesin e intenta conjurar los ries-gos de su fractura (2001b, p. 108), generando lo que califica de apora.

    Un anlisis crtico del poder y de una teora del poder

    He elegido este ejemplo porque he sido tes-tigo del proceso de construccin que va del an-lisis crtico de una situacin conflictiva hasta la construccin de una teora en la cual han inter-venido diversos actores sociales. a fines de los aos ochenta, Serrano Garca y lpez Snchez (1986), en Puerto rico, haban comenzado a ha-cer una crtica de la nocin de poder que, debi-do a su carcter polarizado, conduca hacia un callejn sin salida, paralizando y distorsionan-do el trabajo psicosocial comunitario dirigido a centrar las posibilidades de accin y decisin dentro de las comunidades. Serrano Garca y lpez Snchez (1991) elaboraron un modelo en el cual proponan, despus de hacer una crtica a esa concepcin de poder, una posibilidad en la cual el uso de diferentes e inesperados recursos,

    2 Pensemos en los mltiples estudios sobre el carcter nacional que durante dcadas se produjeron en amri-ca latina, durante el siglo pasado y desde fines del xix.

    Psicologia 19-2.indd 181 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 182

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    poda equilibrar la relacin permitiendo que recursos deseados por dos tipos de agentes pu-diesen ser negociados equitativamente con be-neficio de ambos agentes interesados en ellos. en 1994, los autores citados publicaron ese tra-bajo, ilustrado con una descripcin del proceso seguido para lograr el resultado deseado. estos autores consideran que las relaciones de poder se desarrollan histricamente, por lo cual, la in-teraccin se desarrolla en un contexto preexis-tente definido materialmente, en el cual hay dos tipos de agentes que interactan por el control de ciertos recursos que interesan a ambos, pero que estn dominados solo por uno de ellos.

    Simultneamente, se producan otras crti-cas a la nocin de poder, que ha sido considerada desde los inicios como un aspecto fundamental para el desarrollo comunitario, no slo en am-rica latina (escovar, 1980; Montero, 1984), sino tambin en el mbito anglosajn (rappaport & Hess, 1984; Zimmerman & rapapport, 1988); as como la necesidad de generar conocimiento til para lograr transformaciones en las comuni-dades. la nocin de empowerment, creada por rappaport (obras citadas y tambin en 1991), as como las nociones de fortalecimiento y poten-ciacin usadas en amrica latina, estaban ge-nerando un clima crtico. Ya desde los noventa se hacan crticas muy agudas a la primera no-cin (riger, 1993) que sealaban, respecto del empowerment, la confusin entre tener poder y crear una sensacin de poder. en amrica la-tina tambin se hacan sentir las crticas prove-nientes del anlisis de los procesos relacionados con la conciencia (e. g., denaturalizacin, pro-blematizacin, concientizacin), as como las provenientes de la episteme de la relacin (Dus-sel, 1988, 1998; Moreno, 1993).

    resumir la crtica del poder y de las no-ciones relacionadas (empowerment, fortaleci-miento) de la siguiente manera:1. No basta obtener poder o una o varias formas de

    fortalecimiento para lograr las transformacio-nes esperadas de ellos (Vzquez rivera, 2004).

    2. el fortalecimiento y el empowerment deben llegar a los grupos y no solo a personas especficas de las comunidades (Montero, 2003; riger, 1993).

    3. es necesario su insercin dentro de una visin crtica de las fuerzas polticas y sociales que intervienen en el mundo de vida (Montero, 2003, 2007; Muoz Vsquez, 2000).

    4. al trabajar sobre fortalecimiento y poder, los efectos materiales deben coincidir con los efectos psicolgicos (Montero, 2007; Vz-quez rivera, 2004).

    5. la transformacin deseada a travs de las no-ciones de empowerment y de fortalecimien-to o refortalecimiento (Vzquez rivera, 2004) se inician en la prctica, pero necesi-tan de la conciencia y de las emociones po-sitivas (Montero, 2007) y tienen un carcter poltico, pues ocurren en el espacio pblico e implican el ejercicio de derechos civiles y sociales.a partir de la prctica comunitaria y de la

    crtica, se inici la formacin de una teora sim-trica del poder. Serrano Garca y lpez Snchez (1994) dieron una definicin del poder diferente de la que haba predominando durante el siglo xx y que, an hoy, se mantiene, esto es, la dada por Weber a inicios del siglo pasado. a partir de la perspectiva crtica que encontraba que la de-finicin entonces usada no permita modificar la relacin polarizada, los autores citados defi-nieron el poder como una interaccin personal o indirecta y cotidiana, en la cual las personas manifiestan sus consensos sociales y las ruptu-ras entre su experiencia y su conciencia (p. 178). al comparar esa definicin con tres definiciones orientadas de acuerdo al uso predominante, po-demos ver la diferencia. Weber defini el poder de la siguiente manera: el poder significa toda probabilidad de imponer la propia voluntad, aun si encuentra oposicin, dentro de una relacin social, cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad (1922/1969, p. 43). la definicin de un importante psiclogo, Martn-Bar (1989), a

    Psicologia 19-2.indd 182 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 183

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    pesar de su posicin liberadora, sigue el modelo weberiano, como se puede ver a continuacin:

    el poder permite a quien lo posee imponer su voluntad a los otros como subraya la definicin clsica de Max Weber (1922/1969) [] el poder representa la razn ms decisiva, el motivo ms perentorio del quehacer humano lo que no significa en modo alguno la razn ms valiosa o el motivo ms autntico. (p. 92).

    a su vez, Fischer (1992), un autor europeo, despus de citar a Weber, da su definicin de po-der: el poder es el ejercicio de una fuerza que se impone a los otros en trminos de dependencia y de restriccin. el poder consiste en la capa-cidad de un individuo de orientar la accin de otros (p. 99). Y aade que, en sentido lato, po-der e influencia se recubren. las definiciones de Martn Bar y de Fischer muestran que, a pesar de la diferencia de posicin acerca de la psico-loga social y de su rol poltico en la sociedad, ambos mantienen el aspecto asimtrico del po-der que se haba ya comenzado a criticar, aunque se muestran algunas diferencias interesantes. Serrano Garca y lpez Snchez, por su parte, sealan la importancia de los recursos y de su variedad. Fischer no los considera, al contrario de Martn-Bar (1989), quien considera que el aspecto de los recursos no est claro, aunque no desarrolla una perspectiva al respecto. Su obser-vacin fue la siguiente:

    esta imprecisin weberiana sobre la base del poder [los recursos] ha permitido a no pocos seguidores suyos postular la equivalencia de los recursos sociales como factor de poder (ver Dahl, 1969), desestimando as el carcter do-minante que tiene el control de cierto recursos. (p.101).

    el ltimo aspecto (recursos) ratifica la asi-metra y, aunque Martn Bar brinda, en la misma obra citada, una definicin de poder ms dinmi-ca y compleja, sigue siendo asimtrica: Poder es aquel carcter de las relaciones sociales basado en

    la posesin diferencial de recursos que permiten a unos realizar sus intereses, personales o de clase, e imponerlos a otros (1989, p. 101).

    Una perspectiva crtica frente a la influyente definicin weberiana del poder produce algunas preguntas: si el poder est siempre en un solo lado de la relacin es posible superar esa fuerza que lo hace omnipotente? Y a continuacin: si derrocar, eliminar o inmovilizar a la fuente de poder (es decir, a lo que o a quien controla el po-der) produce, no un viraje de la situacin, sino un nuevo polo controlador de poder absoluto qu se ha ganado? es ms justa la sociedad? Dejar de haber oprimidos, sometidos, repri-midos y suprimidos? evidentemente, no sera esa una definicin ni terica ni prcticamente til. Y, sin embargo, la definicin del poder asi-mtrico y total no ha desaparecido del horizonte social. esta ha sido, y todava es, la lnea terica dominante al tratar la concepcin de poder en la psicologa social (no solo comunitaria) en nues-tra parte del continente.

    entonces, la respuesta crtica consiste en denunciar la ineficiencia de la definicin y lo que ella significa (lo cual, per se, tampoco es suficiente) y pasar a desarrollar otra concepcin del poder que habilite o impulse una prctica diferente. Una respuesta es la concepcin sim-trica, esto es, todos los trminos en una relacin tendrn poder y es all donde reside la simetra. Pero las formas de poder no sern iguales, por lo cual los trminos en los cuales se enfrentan debern generar diferentes respuestas y usar dis-tintos argumentos.

    la definicin weberiana todava sigue do-minando, pero la lnea se hace discontinua en la psicologa social cuando los colegas puertorri-queos ya mencionados comienzan a introducir su perspectiva. la concepcin que ellos introdu-jeron desecha la asimetra y establece una plata-forma para la simetra en el uso de dos poderes: el de quien domina un recurso y el de quien lo necesita. la asimetra, para Serrano Garca y lpez Snchez (1994), reside en el control de

    Psicologia 19-2.indd 183 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 184

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    los recursos, pero el poder es simtrico en el sentido de que aun quienes no tienen el acceso al objeto deseado tienen formas de accin que pueden contraponer a los de su opositor u opo-sitora. esto quiere decir que nadie est exento de poder ni de recursos, puesto que estos ltimos pueden ser de muchos tipos (materiales, inma-teriales, espirituales). asimismo, se introduce la conciencia como un elemento decisivo para la comprensin de que el poder no est concentra-do en un solo polo de la relacin.

    Serrano Garca y lpez Snchez (1994) consideran que, en la relacin en la cual se discu-te, lucha o negocia por la utilizacin de recursos controlados por una sola de las partes, es posi-ble que el poder que cada una de ellas tenga sea usado de manera diferente. De ah que, a pesar del dominio desigual de recursos, las estrategias generadas por un uso distinto o inesperado de estos por parte de quien no domina los recursos deseados por ambas partes, pueda lograr una so-lucin positiva para s o para su grupo.

    a esta concepcin de las relaciones de po-der, los autores la presentan como un modelo relacional del poder [] [que critica el uso de la nocin de poder] como si todas las personas lo entendieran de igual manera (Serrano Garca & lpez Snchez, 1994, p. 167). esta cita, aparen-temente sencilla, introduce una importante idea crtica: la pluralidad de formas de comprender un fenmeno, la diversidad de opiniones, la necesidad de confrontar una idea dominante que tericamente no permite el cambio social, aspecto este ltimo que toca directamente la praxis de Serrano Garca y lpez Snchez y que, por lo tanto, chocaba con lo que queran hacer.

    igualmente, esos autores hacen una crtica de las teoras del conflicto, entre las cuales se en-cuentra el materialismo histrico, que suponen una tendencia natural al cambio en las socieda-des, aspecto que Serrano Garca y lpez Snchez aceptan. el enfrentamiento entre fuerzas contra-rias lleva a estos autores a plantear que existen, dentro del modelo que presentan, dos tipos de

    cambio social: uno de mantenimiento del esta-tus y otro de cambio de distribucin de recursos (Serrano Garca & lpez Snchez, 1994). la re-lacin que proponen es de dos agentes que com-parten, histricamente, la misma base material asimtrica, que entran en conflicto por un recur-so que uno controla y el otro necesita o desea, para lo cual deber haber una negociacin entre las partes. Considero que el carcter innovador de la negociacin residir en cmo se manejen los recursos y el poder que cada parte tiene y ese es otro aspecto a trabajar.

    Vemos en la propuesta de Serrano Garca y lpez Snchez un anlisis crtico (tanto para desechar como para aceptar teoras previas), producido por una reaccin crtica que busca responder a situaciones concretas, enfrentadas en la praxis profesional, pues parten de las ex-periencias acumuladas en su labor comunitaria con comunidades pobres en San Juan de Puerto rico (Serrano Garca, 1984; Serrano Garca & irizarry, 1979). a partir de la praxis, iniciaron su crtica, pasando a generar una nueva fundamen-tacin terica que no fuera un callejn sin salida hacia la dominacin en una sola va.

    Crtica a los objetivos crticos de la psicologa social comunitaria en Chile

    en 2003, una psicloga social chilena, isa-bel Piper, hizo una diseccin crtica del estado actual de los objetivos con los que la psicologa de los derechos humanos (pdh) y la psicolo-ga social comunitaria (psc) se iniciaron en su pas, entre las dcadas del sesenta y el setenta, surgiendo como alternativas crticas a las formas entonces predominantes de hacer psicologa so-cial y resistencia poltica.

    el objetivo tico presente en la psc, en ese momento, era transformar las comunidades y con ellas lograr alguna forma de transformacin social en ese nivel. en el caso de la pdh, su obje-tivo central era el de ayudar y proteger a las vcti-mas de injusticia, exclusin y opresin. a partir del golpe de estado de 1973 en Chile, estas reas

    Psicologia 19-2.indd 184 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 185

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    de la psicologa se estructuran como respuestas crticas a una situacin no solo poltica y social, sino que, adems, afect a la academia cumplien-do un rol de sostn a los proyectos fortalecedo-res de la poblacin y, en particular, en lo relativo a la atencin a las vctimas de persecucin y a sus familias. Un ejemplo de esto son los trabajos realizados por organizaciones como el instituto latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos (ilas), la Fundacin de asistencia Social de las iglesias Cristianas (fasic) y Pro-teccin de la infancia en estado emergencia. la prctica de la psc en esos momentos introduca una relacin directa, participativa y comprome-tida, tanto de las personas integrantes de comu-nidades interesadas en mejorar o cambiar su modo de vida, como la posibilidad de modificar creencias, valores, prejuicios y temores mediante la reflexin participativa y la accin conjunta. al respecto, dice Piper (2003):

    las propuestas de intervencin social que hacan nfasis en la participacin y en la autogestin por la comunidad, aparecieron en un momento en que los movimientos sociales y polticos estaban en el pice, y fueron asociados con importantes proyectos de transformacin social en un mun-do que aspiraba a la libertad. (p. 129).

    Con el referndum de 1989 y el retorno a formas democrticas de gobierno (que abrieron otras oportunidades a la prctica psicosocial y a la defensa de los derechos humanos y polti-cos) el papel de la psc, segn Piper, comienza a derivar en una forma cada vez ms inclinada hacia la salud comunitaria. la autora comentada considera, a partir de su anlisis, que los objeti-vos crticos de las dcadas precedentes, a partir de los noventa dejan de ser tales. Con la demo-cratizacin progresiva y el marcado aumento de servicios pblicos, las voces crticas pasaron a ser las de las comunidades que exigen ms y mejor atencin en salud, entre otros beneficios. el estado, como seala Piper, ha pasado a ser el origen de las metas comunes, dictaminando,

    incluso, que los proyectos municipales sean participativos.

    Piper (2003) fundamenta su crtica en la falta de anlisis terico y epistemolgico, que ha reducido la aplicacin de la psc y la pdh a prc-ticas repetidas y no evaluadas. el carcter crtico de ambas formas de hacer psicologa, de dcadas atrs, ha pasado entonces a ser parte de la vida cotidiana ciudadana. Una observacin crtica a la crtica es que, en trminos de la psc, el que lo sealado como tarea para la psc ahora est sien-do realizado directamente por las comunidades puede considerarse como una seal de xito: si los trabajos psicosociales comunitarios de en-tonces no hubiesen cumplido sus objetivos, no habra, en la primera dcada del dos mil, una re-accin tan activa y tan rpidamente expandida.

    Sin embargo, es de tener en cuenta la crti-ca de Piper respecto a la brecha terica, ya que considera que la psc ofrece respuestas aisla-das referidas a las convicciones y al potencial de los profesionales o instituciones encargadas (2003,p. 132). esta crtica seala que la psc chi-lena necesita redefinir sus objetivos, fijarse otras metas y repensarse a s misma en funcin de las necesidades y expectativas actuales de las comu-nidades, a fin de tener efectividad histrica y contextual (Piper, 2003, p. 139) para as conti-nuar siendo crtica.

    La construccin de teora a partir de la revisin crtica

    Describir ahora cmo se ha ido cons-truyendo una teora de la participacin-com-promiso en la psicologa social comunitaria, a travs de revisiones crticas de la experiencia y la reflexin. en el trabajo psicosocial comuni-tario que he desarrollado, ya realizaba algunas observaciones sobre las formas de participacin comunitaria y sobre una nocin considerada concomitante, la de compromiso, ambas nece-sarias para el xito de las tareas de transforma-cin no slo psicolgica sino tambin material, en las comunidades. esto llev a revisar las

    Psicologia 19-2.indd 185 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 186

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    definiciones de ambos conceptos (participacin y compromiso). Ya para inicio de los aos no-venta, pas a considerar que entre ambos exista una relacin directa y recproca: a mayor parti-cipacin, mayor compromiso y a mayor com-promiso, mayor participacin. luego, al explicar dicha relacin como aspecto fundamental en el trabajo psicosocial comunitario, pero habiendo visto que ninguno de los dos conceptos supone una relacin de todo o nada, sino que, por el contrario, en toda comunidad hay muchos gra-dos de intensidad, frecuencia y calidad, tanto en participacin como en compromiso, como sea-laba en la relacin antes mencionada; en 1996, constru un diagrama en el cual represent los niveles de participacin-compromiso en la co-munidad. este diagrama fue ilustrado con un sistema de crculos concntricos en el cual, con flechas orientadas centrpeta y centrfugamente, trataba de indicar que haba un movimiento di-nmico que iba de los crculos ms alejados ha-cia el centro y del centro hacia la periferia. es decir, que la dinmica participacin-compromi-so est en continuo movimiento y que personas muy participativas y comprometidas pueden bajar el ritmo de sus intervenciones y que per-sonas aparentemente alejadas pueden aumentar su participacin. agregaba as el aspecto m-vil y cambiante del trabajo y de los fenmenos comunitarios.

    Una observacin hecha por psiclogas y psiclogos crticos de un reconocido centro de investigaciones del reino Unido que me haban invitado a compartir con ellos ideas relaciona-das con la psc fue dirigida al diagrama de cr-culos concntricos. Sealaron que lo que all se representaba era la expresin ideolgica creada por m como agente externa en esos trabajos psi-cosociales comunitarios. en ese momento, me sorprend, porque para m todo se derivaba de la praxis. la observacin, as como la sorpresa, me llevaron a revisar cuidadosa y crticamente el procedimiento seguido por m para expli-

    car la relacin participacin-compromiso. ese proceso es el siguiente:

    Definicin de los conceptos de participa-cin y de compromiso a partir de la observa-cin, revisin de la literatura y comentarios de los agentes internos (ai) (personas interesadas y grupos organizados dentro de las comunida-des) y de otros agentes externos (ae) partici-pantes (estos somos los profesionales, tcnicos y funcionarios que trabajamos con comunida-des). esta fase me condujo a revisar mltiples definiciones y me permiti encontrar ejemplos de definiciones, producidas por los agentes in-ternos, que permitan producir una definicin que, hermenuticamente, podramos considerar como refrendadas por la experiencia iterativa. Para ello, fueron muy tiles aquellas recopiladas por Snchez (2000) en su trabajo comunitario.

    entender que la relacin directa y recproca entre participacin y compromiso es una cons-truccin terica de base emprica me condujo a tratar la relacin entre ambos conceptos como un binomio que se identifica como participa-cin-compromiso, pues se trata de dos aspectos de un nico fenmeno: participacin compro-metida y compromiso participativo. la base emprica de esa decisin terica reside en los in-formes producidos para cada comunidad, en las notas de campo y en las discusiones reflexivas en las cuales se recogan observaciones, frases y comentarios que muestran la contigidad de participacin y compromiso.

    el binomio no es rgido sino dinmico, cambiante, y esa movilidad que lo caracteriza no se ajusta a una escala que va de lo positivo a lo negativo o viceversa. es decir, no significa que se ha perdido o que se est ganando, o au-mentando o disminuyendo algo. Dicha movili-dad es parte de la dinmica comunitaria, en la cual, segn la actividad que se est realizando, la afectividad, su importancia y condiciones fa-miliares y personales, aumenta o disminuye la participacin-compromiso.

    Psicologia 19-2.indd 186 22/11/2010 12:02:04 p.m.

    UserResaltado

  • 187

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    la participacin-compromiso es un proce-so organizado, colectivo, libre, incluyente y com-plejo; con variedad de actores, de actividades y de grados. es, adems, una relacin generado-ra de relaciones, orientada por valores y obje-tivos compartidos, cuya consecucin produce transformaciones comunitarias e individuales. asimismo puede producir apropiacin, mutua transformacin (entre el sujeto o sujetos y el ob-jeto), autorrealizacin y es una condicin para la libertad y la transformacin social e individual. a su vez, el compromiso participativo implica conciencia y sentimiento de responsabilidad y obligacin respecto del trabajo y objetivos de un grupo, comunidad, proyecto o causa, que con-duce a acompaar, actuar y responder por las acciones llevadas a cabo (es decir a participar).

    Por lo tanto, no se puede considerar que la participacin en una comunidad sea una ac-tividad uniforme o que el compromiso se de-muestre con palabras. Definir la participacin desligada del compromiso, o este separado de ella, no da cuenta del fenmeno que se produ-ce en las comunidades organizadas, por ello, las definiciones basadas solo en el tener una parte de algo, en el formar parte de un grupo definido en funcin de criterios construidos externamen-te, o que separan los dos aspectos del binomio, no dan cuenta cabal del fenmeno. las mani-festaciones de la participacin-compromiso son mltiples y su importancia no depende de la cantidad, sino de la calidad de la relacin que se produce en el grupo y en la disposicin de cada persona, as como en la construccin de la no-cin de nosotros que hagan los miembros de una comunidad. esto se puede ver en las historias de vida construidas por Faras (2008), as como en los trabajos de Hernndez (1996, 1998, 2009) y de Snchez (2000).

    la praxis comunitaria nos ha enseado que el compromiso no puede ser solo por parte de los agentes externos con la comunidad, como bien lo establece Gonalves de Freitas (1997), eso es insuficiente. Si se asume una concepcin

    participativa del trabajo psicosocial comunita-rio, el compromiso debe ser tanto de los agen-tes externos como de los internos y esto supone rechazar crticamente la posicin que sostenan, a fines de los setenta y a lo largo de los ochenta, autores tan respetados y admirados como Fals Borda (1981), quien planteaba ese compromiso solo desde la posicin de los intelectuales com-prometidos. el compromiso no puede ser en una sola va, sino que debe ser bilateral e integrar a los grupos activos de las comunidades en una doble va, esto, si se quiere lograr una comunica-cin horizontal. la reflexin hecha de este punto nos ha llevado a pensar que esa posicin, aunque sincera, supone una forma de superioridad que coloca al compromiso como un puente entre in-telectuales y no intelectuales. Y la incorporacin del saber popular y del saber cientfico, deseada por Freire y por Fals Borda, necesita de esa plu-ralidad de compromisos participativos.

    De esto se deriva otro aspecto: la devolucin del conocimiento sistemtico producido por los ae que sealara Fals Borda (1985), como parte de su compromiso, debe ser complementada por la entrega sistemtica del conocimiento popular (Gonalves de Freitas, 1997) por parte de los ai y obtenido en discusiones reflexivas y de siste-matizacin y en conversaciones cotidianas con ellos y ellas. esa es la va para obtener nuevos significados y sentidos (Hernndez, 1996, 1998; Montero, 1996, 2004b; Snchez, 2000).

    en relacin con la representacin grfica, revis todos los diarios y notas de campo llevadas por m y por mis estudiantes entre 1991 y 1993 y logr reconstruir el origen del diagrama: un ejer-cicio realizado en una comunidad del este de la ciudad de Caracas, en el cual colocamos en una pared una gran hoja de papel con un crculo repre-sentando a la comunidad y pedimos a las personas que anotaran en l lo que podan y queran hacer por su comunidad. Quince das despus, tuvimos una discusin sobre el tema y de all surgieron los crculos concntricos, colocando en el centro al ncleo de mayor participacin-compromiso.

    Psicologia 19-2.indd 187 22/11/2010 12:02:04 p.m.

  • 188

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    No sealar en el grfico que la participa-cin colectiva es siempre fluctuante y que en cualquiera de sus manifestaciones es importante fue un error, as como omitir el hecho de que es natural fatigarse al procurar hacer muchsimas cosas por la comunidad y que ello produce la rotacin centrpeta y centrfuga. estos errores evidencian que no haba unido las partes de la explicacin. No enfatizar el movimiento conti-nuo fue otro error.

    el haber revisado crticamente el proceso me ayud a construir una teora de la partici-pacin-compromiso. ese proceso supuso, para m, un contraste de las explicaciones existentes con la experiencia, y la realizacin de un proceso de definicin y redefinicin, no slo individual, sino colectiva, para producir una teora genera-da en la praxis por varios investigadores e inves-tigadoras al mismo tiempo y que aqu integro y resumo como producto de la reflexin crtica, sujeto a crtica.

    ConclusinParker (1999), en el nmero inicial del An-

    nual Review of Critical Psychology, del cual era editor, presenta una definicin por etapas segn los objetivos de la crtica. Para l, la psicologa crtica es el examen sistemtico de cmo algu-nas variedades de accin y experiencia psico-lgica son privilegiadas sobre otras, cmo los recuentos dominantes en la psicologa operan ideolgicamente y al servicio del poder (p. 13). aade que las formas en que los diversos mo-dos de hacer psicologa son construidos cultural e histricamente, y cmo variedades alternativas de psicologa pueden confirmar o resistir los su-puestos ideolgicos de los modelos dominantes (p. 13). Pero como esta psicologa crtica tam-bin se interesa por lo que ocurre en el sentido comn y en la vida cotidiana, hay otro aspecto que la define como el estudio de las formas de vigilancia y autorregulacin en la vida diaria y de las formas en las cuales la cultura psicol-gica opera mas all de los lmites de la prctica

    acadmica y profesional (p. 14). Y, finalmente, un cuarto aspecto dentro de esta enumeracin de objetos la considera como la exploracin de la forma en que la psicologa comn de cada da estructura el trabajo acadmico y profesional en la psicologa y cmo las actividades diarias pue-den proporcionar la base para la resistencia a las prcticas disciplinarias contemporneas (p. 15), con lo cual, a la vez que se denuncia, analiza y opone, tambin se construyen formas para re-sistir, a lo cual deberamos aadir, por la expe-riencia latinoamericana, construccin de formas para transformar.

    los ejemplos presentados se refieren a to-das estas atribuciones de la psicologa crtica, adems de las ya incluidas al inicio del artcu-lo. Y los presento porque no son solo crtica de teoras heredadas, sino que son teoras creadas a partir de respuestas crticas, y sometidas a la crtica externa e interna. en ese sentido, son par-te de una tradicin, no multitudinaria, pero s firme y constante de algunos modos de producir, de leer, de aplicar y de responder al decurso de la psicologa y, en particular, de la psicologa social producida en nuestros suelos.

    los ejemplos antes presentados presentan experiencias y observaciones sistemticas de una forma de hacer teora histricamente entro-nizada en el pensar, no solo de la psicologa, sino de las ciencias sociales (Serrano Garca & lpez Snchez, 1994) y cmo, al hacerlo, se rechazan las ideologas hegemnicas y una forma, no solo de definir el poder, sino, adems, de ejercer el poder en el campo de la teora.

    en amrica latina, puede decirse, sin am-bages, que las dos influencias clave para el de-sarrollo de la psicologa social crtica y prctica han sido el movimiento de la educacin popular liberadora de Freire (1964, 1970, 1973/1988; en-tre otros libros) y el movimiento de la sociologa crtica iniciado por Fals Borda (1970,1979, 1998; entre otras obras). Del primero, provienen con-ceptos fundamentales que fueron introducidos en la psicologa social comunitaria que se inicia

    Psicologia 19-2.indd 188 22/11/2010 12:02:05 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 189

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    a mediados de los aos setenta y que son par-te central de la psicologa social de la liberacin que se desarrolla a partir de 1986. los conceptos de liberacin, dilogo, problematizacin, des-alienacin, desideologizacin, naturalizacin y de-naturalizacin provienen de Freire quien, hasta el final de su productiva vida, enriqueci el panorama de las ciencias sociales.

    He querido sealar que criticar no es sim-plemente opinar, que hay un trabajo arduo tras cada crtica y, tambin, mostrar cmo es posible hacer crtica en nuestro continente que vaya ms all de las consignas trilladas, de los slogans es-perados y de las posiciones ardientes o tibias, por no decir inexistentes, segn el color y tendencia de la audiencia, reflejando, al mismo tiempo, la sociedad y el tiempo en que se vive (lpez, 1988; Piper, 2003).

    la psicologa social crtica es una forma de autocrtica que se hace la psicologa y, al hacerla, es tambin una crtica de la sociedad, puesto que esta psicologa social denuncia y fustiga su rol como una de las estructuras sociales de poder. al introducir la reflexividad, esto es, la continua observacin de su propia prctica y el recono-cimiento de los valores, prejuicios y posicin desde los cuales se ejerce la psicologa, el movi-miento crtico ha generado una forma de auto-control que responde a un imperativo tico cuyo postulado es el respeto del otro sin distingos de ninguna especie. Y esto supone, asimismo, hacer una psicologa inclusiva de la conciencia.

    en cuanto a la autocrtica que los propios investigadores e investigadoras deben hacerse, su prctica constituye una continua conversa-cin con otras y otros investigadores, que puede llevar a un proceso, no exactamente participati-vo, pero s en colaboracin, de revisin, correc-cin y creacin.

    el movimiento crtico tiene races latinoa-mericanas, fuertes y profundas, aunque no son las nicas, y eso es deseable. el hecho de que, en amrica latina, cuando la psicologa ha mirado hacia las condiciones sociales de su poblacin,

    las formas de construir el quehacer psicolgico hayan, muchas veces, desarrollado una perspec-tiva crtica, muestra cmo mirar hacia dentro, es decir, cmo el examen de lo que hacemos puede no solo ser una advertencia, sino tambin una gua o una confirmacin en cuanto a una lnea de pesquisa, que trasciende el lugar y, a veces, el momento. Cuando estudiamos aquello que res-ponde a necesidades, problemas y fenmenos propios de la sociedad en que vivimos, produ-cimos respuestas que pueden responder a aque-llos a quienes debemos atender y, en la medida en que en cada crtica se refleja el mundo en que vivimos, aquello que la crtica advierte se puede transmitir a una poblacin mucho mayor. Hacer crtica permite, entonces, no solo consumir cien-cia, sino que es parte del oficio de hacer ciencia.

    ReferenciasBoisacq, e. (1950). Dictionnaire Etymologique de la

    Langue Grecque (4 ed.). Heidelberg, alemania: Carl Winter-Univeristtsverlag.

    Dussel, e. (1988). tica comunitaria. Buenos aires, argentina: ediciones Paulinas.

    Dussel, e. (1998). tica de la liberacin en la era de la globalizacin y de la exclusin. Valladolid, espaa: trotta.

    escovar, l. a. (1980). Hacia un modelo psicosocial del desarrollo. Boletn de la AVEPSO, 3 (1), 1-6.

    Fals Borda, o. (1970). Ciencia propia y colonialismo intelectual. Bogot: Carlos Valencia ed.

    Fals Borda, o. (1979). Por la praxis. El problema de cmo investigar la realidad para transformarla. Bogot: tercer Mundo.

    Fals Borda, o. (1981). Ciencia propia y colonialismo intelectual. Bogot: Carlos Valencia editores.

    Fals Borda, o. (1985). Conocimiento y poder popular. Bogot: Siglo xxi- Punta de lanza.

    Fals Borda, o. (Comp. y anlisis). (1998). Participa-cin popular: retos del futuro. Bogot: icfes-iepri-Colciencias.

    Faras, l. (2008). La comunidad en carne propia. Caracas, Venezuela: ucv.

    Psicologia 19-2.indd 189 22/11/2010 12:02:05 p.m.

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

    UserResaltado

  • 190

    departamento de psicologa Facultad de ciencias Humanas universidad nacional de colombia

    maritza montero

    Fischer, G. N. (1992). La dynamique du social. Violen-ce, pouvoir, changement. Paris, Francia: Dunod.

    Freire, P. (1964). La Educacin como prctica de libertad. Montevideo, Uruguay: tierra Nueva.

    Freire, P. (1970). Pedagoga del Oprimido. Ciudad de Mxico: Siglo xxi.

    Freire, P. (1973). Extensin o Comunicacin? (16 edicin). Ciudad de Mxico: Siglo xxi. (trabajo original publicado en 1988)

    Goncalves de Freitas, M. (1997). la desprofesionali-zacin, la entrega sistemtica del conocimiento popular y la construccin de un nuevo conoci-miento. en e. Wiesenfeld (Coord.), El horizonte de la Transformacin: Accin y Reflexin desde la Psicologa Social Comunitaria (pp. 55-66). Caracas, Venezuela: avepso.

    Goncalves de Freitas, M., & Montero, M. (2006).Dis-cusin sistemtica evaluadora y comunicacin socializadora del conocimiento producido. en M. Montero, Hacer para transformar (pp. 323-354). Buenos aires, argentina: Paids.

    Hernndez, e. (1996). la comunidad como mbito de participacin. Un espacio para el desarrollo local. en e. Hernndez (coord.), Participacin. mbitos, retos y perspectivas (pp. 21-44). Caracas, Venezuela: Cesap.

    Hernndez, e. (1998). assets and obstacles in community leadership. Journal of Community Psychology, 26, 261-268.

    Hernndez, e. (2009). New challenges for the psy-chology of liberation: Building frameworks for social coexistence. en M. Montero & C. Sonn (eds.), Psychology of Liberation. Theory and Applications (pp. 259-276). New York, ee.UU.: Springer.

    iiguez, l. (2003). la psicologa social como crtica: Continuismo, estabilidad y efervescencias. tres dcadas despus de la Crisis. Revista Interame-ricana de Psicologa, 37 (2), 221-238.

    lpez, M.M., & Ziga, r. (1988). Perspectivas crticas de la Psicologa Social. San Juan, Puerto rico: udpr.

    lpez, M. M. (1988). Hacia una reorientacin de la psicologa social: Despus de la crisis. en M.

    M. lpez & r. Ziga (Comps.), Perspectivas crticas de la Psicologa Social (pp. 163-186). San Juan, Puerto rico: udpr.

    lpez Snchez, G., & Serrano Garca, i. (1986). el poder: posesin, capacidad o relacin. Revista de Ciencias Sociales, 15 (1-2) 121-148.

    Martn-Bar, i. (1989). Sistema, grupo y poder. (Psi-cologa Social desde Centroamrica) (Vol. 2). San Salvador: uca.

    Montero, M. (1984). la Psicologa Comunitaria: orgenes, principios y fundamentos tericos. Re-vista Latinoamericana de Psicologa, 16, 387-400.

    Montero, M. (1994). Psicologa social comunitaria. Teora mtodo y experiencia. Ciudad de Mxico: Universidad de Guadalajara.

    Montero, M. (1996). la participacin: Significado, alcances y lmites. en e. Hernndez (Coord.), Participacin. mbitos, retos y perspectivas (pp. 7-20). Caracas, Venezuela: Cesap.

    Montero, M. (2001). From action and reflection to critical psychology. International Journal of critical Psychology, 2, 84-89.

    Montero, M. (2003). Teora y prctica de la Psicologa Comunitaria. La tensin entre comunidad y sociedad. Buenos aires, argentina: Paids.

    Montero, M. (2004a). relaciones entre psicologa so-cial comunitaria, psicologa crtica y psicologa de la liberacin: Una respuesta latinoamericana. Psykhe, 13 (2), 17-28.

    Montero, M. (2004b). Introduccin a la psicologa comunitaria. Buenos aires, argentina: Paids.

    Montero, M. (2006). Hacer para transformar. El m-todo en la psicologa comunitaria. Buenos aires, argentina: Paids.

    Montero, M. (2007). Fortalecimiento comunitario y formacin ciudadana. Un estudio psicosocial comunitario. en e. Saforcada, N. Cervone, J. Castell, a, lapalma & M. De lellis (Comps.), Aportes de la psicologa comunitaria a proble-mticas de la actualidad latinomaericana (pp. 274-293). Buenos aires, argentina: jve.

    Montero, M., & Fernndez Christlieb, P. (eds. invitados). (2003a). Critical Psychology in latin

    Psicologia 19-2.indd 190 22/11/2010 12:02:05 p.m.

  • 191

    revista colombiana de psicologa vol. 19 n. 2 julio-diciembre 2010 issn 0121-5469 bogot colombia

    crtica, autocrtica y teora

    america. International Journal of Critical Psy-chology, 9, 6-12.

    Montero, M., & Fernndez Christlieb, P. (eds. invi-tados). (2003b). editorial de la Seccin especial: Psicologa Social Crtica. Revista Interamericana de Psicologa, 37 (2), 211-214.

    Montero, M., & Montenegro, M. (2006). Critical Psy-chology in Venezuela, Annual Review of Critical Psychology, 5, 257-268

    Moreno, a. (1993). El aro y la trama. Episteme, mo-dernidad y pueblo. Caracas, Venezuela: cip.

    Muoz Vsquez, M. (2000). aportaciones de la psicologa de comunidad en Puerto rico de un marco terico alterno sobre el potencial de apoderamiento de las comunidades. Revista Interamericana de Psicologa, 34 (1), 151-172.

    Parker, i. a. (1999). Critical psychology: critical links. Annual Review of Critical Psychology, 1, 3-18.

    Piper, i. (2003). The Blurring of Criticism. Notes on Dissent. International Journal of Critical Psycho-logy, 9, 125-142.

    Prilleltensky, i., & austin, S. (2001). Critical psycho-logy and critical action. International Journal of critical Psychology, 2, 39-60.

    Prilleltensky, i., & Fox, D. (1997). introducing Cri-tical psychology: Values, assumptions, and the status quo. en D. Fox & i. Prilleltensky (Coords.), Critical Psychology: An Introduction (pp. 3-20). london, england: Sage.

    rappaport, J. (1981). in praise of paradox: a social policy of empowerment over prevention. Ame-rican Journal of Community Psychology, 9, 1-25.

    rappaport, J., & Hess, r. (1984). Studies in Empower-ment. Steps Toward Understanding and Action. New York, ee.UU.: Haworth Press.

    riger, S. (1993). Whats wrong with empowerment. American Journal of Community Psychology, 21, 279-292.

    Sawaia, B. (2001a). introduo: excluso ou incluso perversa? en B. Sawaia (org.), As artimanhas da excluso. Analisse social e tica da desigualdade social (pp. 7-13). So Paulo, Brasil: Vozes.

    Sawaia, B. (2001b). identidade. Uma ideologa sepa-ratista? en B. Sawaia (org.) As artimanhas da excluso. Analisse social e tica da desigualdade social (pp. 119-128). So Paulo, Brasil: Vozes.

    Sawaia, B., & Namura, M. r. (orgs.) (2002). Dial-tica excluso/incluso. Reflexes metodolgicas e relatos de pesquisas na perspectiva da Psicologia Social Crtica. taubat, Brasil: Cabral editora.

    Snchez, e. (2000). Todos con la Esperanza. Conti-nuidad de la participacin comunitaria. Caracas, Venezuela: ucv-cep-fhe.

    Serrano Garca, i. (1984). The illusion of empower-ment: Community Development within a colo-nial context. en J. rappaport, C. Swift & r. Hess (Coords.), Studies in empowerment: Steps toward understanding and action (173-200). New York, ee.UU.: Haworth Press.

    Serrano Garca, i., & irizarry, a. (1979). intervencin en la investigacin: Su aplicacin al barrio Buen Consejo. Boletn de avepso, 2, 6-21.

    Serrano Garca, i., & lpez Snchez, G. (1994). Una perspectiva diferente del poder y el cambio so-cial. Para la psicologa social comunitaria en M. Montero (Coord.), Psicologa social comunitaria: Teora, mtodo y aplicaciones (pp. 167-210). Gua-dalajara, Mxico: Universidad de Guadalajara.

    Spink, M. J. (2003). Subvertindo algumas dicotomas institudas pelo hbito. Athenea Digital, 4. re-cuperado de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/artPdfred.jsp?iCve=53700413.

    Vzquez rivera, C. (2004). refortalecimiento. Un debate con el empowerment. Revista Interameri-cana de Psicologa. 38 (1), 41-52.

    Weber, Max (1922). Economa y sociedad. Mxico, D.F.: fce. (trabajo original publicado en 1969)

    Yanchar, S. C., Gantt, e.e., & Clay, S. l. (2005). on the nature of a critical methodology. Theory and Psychology, 15 (1), 27-50.

    Zimmerman, M. a., & rappaport, J. (1988). Citizen participation, perceived control, andpsychologi-cal empowerment. American Journal of Commu-nity Psychology, 16, 725-750.

    Psicologia 19-2.indd 191 22/11/2010 12:02:05 p.m.