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Cuaderno de antropología 1 Marvin Harris: Las estrategias de investigación y la estructura de la ciencia. Una explanación 2015 CUADERNOS DE ANTROPOLOGÍA AVP Nº1

Cuaderno 1 - Marvin Harris. Las Estrategias de Investigación y La Estructura de La Ciencia

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  • Cuadernodeantropologa1MarvinHarris:Lasestrategiasdeinvestigacinylaestructuradelaciencia.Unaexplanacin

    2015

    CUADERNOSDEANTROPOLOGAAVPN1

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    Es necesario conocer, antes de nada, las reglas generales del mtodo cientfico. Acto seguido, podemos pasar a definir qu es una estrategia de investigacin y comparar las distintas estrategias entre s, a fin de determinar cul de ellas satisface mejor los requisitos del conocimiento cientfico sobre la vida social humana. La definicin de ciencia y la de estrategia de investigacin son, pues, ingredientes bsicos de la epistemologa del materialismo cultural.

    Harris, Marvin.: El materialismo cultural, Madrid: Alianza, 1982

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    Antes de proceder a dilucidar las diferencias entre la ciencia y otros modos de conocimiento, permtaseme aclarar mi actitud en cuanto a las estrategias investigativas de ndole acientfica. A mi entender, la ciencia constituye un modo superior de adquirir conocimiento acerca del mundo en que vivimos. No obstante, no tengo inconveniente en admitir que existen mbitos de la experiencia a los que no se puede acceder por medio de la adhesin a las reglas del mtodo cientfico. Me refiero al conocimiento exttico de msticos y santos; las visiones y alucinaciones de drogadictos y esquizofrnicos, y las intuiciones estticas y morales de artistas, poetas y msicos. De poco nos servir aplicar las reglas del mtodo cientfico a las puestas de sol o estudiar las ondas sonoras que el arco arranca de las tensas cuerdas, si es nuestro empeo alcanzar conocimiento sobre Dios y sus querubines flamgeros o sobre la belleza de un cuarteto de Beethoven. La ciencia no pone en entredicho la autenticidad del conocimiento esttico. Es ms, estoy dispuesto a suscribir la creencia popular de que ciencia y religin no son necesariamente conflictivas. Con todo, hay que hacer una salvedad: la ciencia no discute las doctrinas de las religiones reveladas siempre y cuando no se utilicen para poner en duda la autenticidad del conocimiento adquirido por va cientfica. No existe, por ejemplo, conflicto entre las versiones biolgica y teolgica del origen de las especies en tanto se interprete la Biblia como una metfora. Pero si se insiste, como hacen los fundamentalistas, en que la palabra revelada es ms autntica como fuente de informacin sobre la evolucin que la propia ciencia, entonces la ruptura de hostilidades se hace inevitable.

    Otros modos de conocimiento

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    A principios del siglo XVII, Francis Bacon declar que la ciencia consista en la consagracin de la autoridad del experimento y la observacin por encima de la razn, la intuicin y la convencin. Bacon pensaba que la progresiva acumulacin de hechos fiables y precisos permitira su clasificacin y generalizacin, dando como resultado una jerarqua de axiomas tiles en continua expansin. Esto era lo que entenda por induccin. En el Novum Organum1 (Nuevo Sistema), Bacon escribi:

    El silogismo se compone de proposiciones, las proposiciones de trminos; los trminos no tienen otro valor que el de las nociones. He aqu por qu si las nociones (y ste es punto fundamental) son confusas debido a una abstraccin precipitada, lo que sobre ellas se edifica carece de solidez; no tenemos, pues, confianza ms que en una legtima induccin El nico medio de que disponemos para hacer apreciar nuestros pensamientos, es el de dirigir las inteligencias hacia el estudio de los hechos, de sus series y de sus rdenes, y obtener de ellas que por algn tiempo renuncien al uso de las nociones y empiecen a practicar la realidad Cuando en una justa escala de ascenso, mediante pasos sucesivos no interrumpidos o rotos, nos elevemos desde los particulares a los axiomas menores, y de stos a los axiomas intermedios, uno detrs de otro; para llegar finalmente a los ms generales... entonces y slo entonces, cabr esperar algo de las ciencias. Hay dos mtodos experimentales para descubrir la verdad. Partiendo el uno de las sensaciones y de los hechos particulares, se eleva de un salto a los principios universales; y fundndose despus sobre estos principios como sobre otras tantas verdades inquebrantables, deduce de ellos axiomas medios; ste es el mtodo que se sigue ordinariamente. El otro parte tambin de las sensaciones y de los hechos particulares; elevndose lentamente por una marcha progresiva, slo llega muy tarde a las proposiciones ms generales; este ltimo mtodo es el verdadero, nadie lo ha empleado todava. Se diferencia del precedente en que acumula un gran nmero de relaciones particulares y se eleva progresivamente de los hechos individuales a los axiomas medios y a los principios absolutos que establece, no como hiptesis, sino como leyes ciertas e invariables

    1 Este libro, publicado en 1620, es una notable ampliacin del opsculo de 1606, dado a luz bajo el ttulo de Cogitata et visa de interpretatione naturae. Bacon dio a su mtodo filosfico, que se funda en la experiencia y en la induccin, el ttulo de Novum Organum, para indicar que lo destinaba a suplantar la influencia del Organon, de Aristteles. La lgica experimental e inductiva, la lgica a posteriori era la que Novum Organum proclamaba en sustitucin de la lgica del silogismo y de los principios arbitrariamente establecidos a priori.

    El induccionismo estrecho

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    El camino por donde marcha el hombre, cuando va guiado por la verdadera induccin, no es un terreno llano, sino desigual, por el que se va unas veces subiendo y otras bajando: se sube de los hechos a los axiomas, y despus se baja de los axiomas a los hechos, a la prctica. El verdadero mtodo no consiste, ni en un puro empirismo, ni en un dogmatismo deductivo. El emprico se parece a la hormiga, que se contenta con acopiar y consumir despus sus provisiones. El dogmtico urde, como la araa, telas cuya materia extrae de su propia substancia. La abeja guarda la miel, saca la primera materia de las flores de los campos y de los jardines; despus, por un arte que le es propio, la trabaja y la digiere. La verdadera filosofa hace una cosa muy parecida: saca su materia de la historia natural y la deposita en la memoria; luego, despus de haber trabajado y digerido por sus fuerzas naturales, la almacena. As pues, nuestro principal recurso es la estrecha alianza de estas dos facultades, la experimental y la racional. (Bacon, Francis: Novum Organum, Barcelona: Orbis, 1984)

    El mtodo usualmente adoptado por los filsofos tena que Invertrse. En lugar de descender desde los axiomas hasta las conclusiones particulares, como en la deduccin silogstica, el cientfico debera pasar de los experimentos y las observaciones particulares a los axiomas; con otras palabras, la induccin tena que reemplazar a la deduccin. Pese a que muchos siguen considerando hoy en da la recopilacin de hechos y su organizacin inductiva en forma de teora como el principio fundamental del mtodo cientfico, lo cierto es que la concepcin baconiana de los hechos y las teoras y de la relacin existente entre ambos era, ya en su propia poca, completamente utpica. Los primeros descubrimientos cientficos importantes como el del movimiento de la Tierra efectuado por Galileo, el de la forma elptica de las rbitas planetarias realizado por Keppler y, posteriormente, el hallazgo newtoniano de la fuerza gravitatoria jams hubieran tenido lugar de haber prevalecido las reglas de Bacon. Al objeto de evitar toda especulacin prematura, Bacon propona que el acopio de datos lo llevaran a cabo ayudantes analfabetos a los que no les importase en absoluto los resultados del experimento. Los hechos desnudos, correctamente ordenados, conduciran automticamente a cierto conocimiento del universo. Nada ms lejos de las verdaderas tcnicas resolutivas del mtodo cientfico. El que los hechos no hablan por s solos se evidencia ya en la propia aceptacin por parte de Bacon de los errores contenidos en lo que parecan ser los hechos ms obvios. Para l era un hecho que la Tierra careca de movimiento porque a simple vista se aprecia que no se mueve; y asimismo que la vida se generaba de forma espontnea, ya que siempre nacen gusanos en la carne putrefacta y siempre aparecen ranas despus de cada chaparrn. Lo que est claro es que los grandes avances que debemos a un Newton, un Darwin o un Marx jams se habran producido si stos se hubiesen limitado a una recoleccin de hechos de tipo baconiano. Sin teoras que guen la recopilacin de datos y que permitan distinguir entre apariencias superficiales y significativas, los hechos nunca son de fiar.

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    Debemos tener presente, empero, que las teoras carecen igualmente de significado en ausencia de los hechos. La insistencia baconiana en el acopio de los mismos constituy un importante punto de partida en su momento. El modelo cientfico inductivo se propona subsanar la subordinacin de la ciencia a las intuiciones aristotlicas y condenar a los que validaban teoras apelando a dogmas de carcter poltico-religioso. Bacon vivi en una poca en que se discuta acerca del nmero de ngeles que poda contener la cabeza de un alfiler y en la que los hombres cultos despreciaban el descubrimiento de Galileo de las lunas de Jpiter porque contradeca las doctrinas y principios establecidos. Frente a una imaginacin de semejantes vuelos, la advertencia de Bacon de que no hay que dar alas [al conocimiento], sino ms bien trabarlo con pesas, para evitar que brinque y eche a volar, es todo menos reprochable:

    Sin embargo, no conviene permitir que la inteligencia salte y se remonte de los hechos a las leyes ms elevadas y generales, tales como los principios de la naturaleza y de las artes, como se les llama, y dndole una incontestable autoridad, establezca segn esas leyes generales, las secundarias, como siempre hasta ahora se ha hecho, a causa de estar inclinado el espritu humano por tendencia natural, y adems por estar formado y habituado a ello desde largo tiempo por el uso de demostraciones completamente silogsticas. Mucho habr que esperar de las ciencias cuando el espritu ascienda por la verdadera escala y por grados sucesivos, de los hechos a las leyes menos elevadas. despus a las leyes medias, elevndose ms y ms hasta que alcance al fin las ms generales de todas No ya alas es lo que conviene aadir al espritu humano, sino ms bien plomo y peso para detenerle en su arranque y en su vuelo. Hasta hoy no se ha hecho, pero desde el punto en que se haga, podra esperarse algo mejor de las ciencias.

    Tanto la historia de la ciencia en general como la experiencia de las ciencias sociales demuestran que la estricta adhesin a la induccin baconiana, incluso si fuera posible, no llevara al descubrimiento de regularidades. El problema es que una muestra de azar de cualquier campo de observacin prueba ms all de toda duda que la naturaleza es catica. Basta con observar los pjaros que vuelan, el humo que asciende, las nubes que se deslizan, las plumas que flotan y las piedras que caen, para darse cuenta de que la formulacin por Galileo de las leyes del movimiento nunca habra podido inducirse de la mera coleccin de hechos. Si alguien se propusiera recoger todos los hechos posibles acerca de un nico grano de arena, todas las computadoras del mundo no bastaran para almacenar la informacin que con el tiempo llegara a reunir sobre ese tema. Los fenmenos culturales, con su dependencia de complejos niveles de abstraccin lgico-empricos, indudablemente se prestaran a una recogida de datos todava ms interminable. Una descripcin completa de cualquier cosa que sea es imposible. El modo normal del procedimiento cientfico es, en consecuencia, algo enteramente diferente de lo que Bacon supona que era.

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    Franz Boas y el induccionismo baconiano: Desde el principio de su primer perodo, el programa boasiano sufri las consecuencias de una virtud que era al mismo tiempo su principal vicio: ser inductivo hasta extremos autodestructivos. El propsito de desechar las deducciones especulativas en tomo a la historia y sustituirlas por datos histricos concretos no necesita defensa. Pero, por otro lado, privar a la ciencia de toda posibilidad de especulacin es privarla de su propia sangre. Y, en esencia, esto era lo que el programa boasiano trataba de conseguir. Viendo el carcter fragmentario de los registros etnogrficos y a la vez la urgencia de conseguir todos los datos posibles de las culturas tribales en trance de rpida desaparicin, toda la teora fue condenada como especulativa. La necesidad del momento era el trabajo de campo. Como dice uno de los discpulos de Boas, el nico correctivo posible era permitir que las conclusiones se siguieran de los datos, sin introducir posiciones filosficas preconcebidas. Esta perspectiva histrico-natural, que probablemente suscribiran la mayor parte de los discpulos de Boas, se nos explica as: La insistencia de Boas en el trabajo de campo sistemtico llevaba a recoger todos los datos que se hicieran accesibles. Si uno encontraba a un informante particularmente bien versado en un asunto, se concentraba en ese asunto, extrayendo cuantos datos pudiera de ese informante, cotejndolos con los de otros informantes y con sus propias observaciones, incluso si no se ve la clara la utilidad inmediata de ese material [... ] Esta recopilacin exhaustiva de datos que por el momento parecen tener poca o ninguna conexin con ningn problema especfico es un rasgo caracterstico de la perspectiva histrico-natural [ ...] Es la fascinacin de buscar todos los detalles de un asunto slo por su inters intrnseco ( ... ] As pueden acumularse masas de datos sin un conocimiento claro de su utilidad final. En la historia de la filosofa existe un paralelo perfecto de la concepcin que Boas se haca de la ciencia en la obra de Francis Bacon. Como reaccin contra el exceso de causas finales metafsicas y de otros impedimentos tericos escolsticos, Bacon insisti en la primaca de la induccin. Como Boas, Bacon senta que la mayor necesidad de su tiempo era recoger un corpus de hechos fiables. Hasta su tiempo, escriba Bacon, todava no se ha buscado ni acumulado la cantidad de observacin en nmero, clase y firmeza necesarios y suficientes para informar al entendimiento. La ciencia as concebida se caracteriza por su sistemtica recogida de datos cuidadosamente comprobados. La esencia del mtodo de Boas consista en reunir datos y ms datos y dejarles hablar por s mismos. Cuando se hubieran reunido suficientes datos, con el paso del tiempo el corpus de informacin cientfica madurara hasta el extremo de permitir que se descubrieran las leyes de la naturaleza. Mas, sin embargo, tanto la historia de la ciencia en general como la experiencia de las ciencias sociales demuestran que la estricta adhesin a la induccin baconiana, incluso si fuera posible, no llevara al descubrimiento de regularidades.

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    Como teora filosfica sobre el conocimiento cientfico, el induccionismo baconiano siempre ha sido combatido por teoras opuestas que afirman la supremaca de la teora imaginativa sobre los hechos, de la deduccin sobre la induccin. Ren Descartes, por ejemplo, con su bsqueda de la certeza mediante la deduccin pienso, luego existo, consideraba su obra como un correctivo de la de Bacon. Cabe vincular tanto a Bacon como a Descartes con grandes linajes filosficos: el empirismo y el positivismo, de una parte, y el cartesianismo y el racionalismo, de otra. Es importante separar la obra de los filsofos de estas corrientes de la de los individuos que han acometido en la prctica la tarea de formular teoras cientficas sustantivas. En la historia real de las ciencias fsicas, naturales y sociales, los induccionistas baconianos puros han sido tan escasos como los realistas cartesianos; es decir, ni el modo de pensamiento inductivo ni el deductivo han sido empleados de manera exclusiva. En la segunda edicin de sus Principia, Newton, maestro del brincar y volar matemticos, declaraba: Hypotbeses non fingo (No ofrezco hiptesis); y Darwin, exasperado por el hecho de no haber logrado convencer a sus crticos tras veinte aos de recopilacin de datos, finalmente tuvo que admitir que si descendemos a los detalles, podemos demostrar que ninguna especie ha cambiado; y tampoco podemos probar que los presuntos cambios resulten beneficiosos, siendo esto el fundamento mismo de la teora. La ciencia siempre ha consistido en una interaccin entre induccin y deduccin, entre empirismo y racionalismo; cualquier intento de trazar una lnea de separacin a uno u otro lado chocar con la realidad de la prctica cientfica. La principal funcin de estas alternativas aparte de dar trabajo a los filsofos ha sido la de proporcionar municin para abatir las teoras de otros o para construir las propias. Decimos, as, que nuestros rivales se dejan llevar por supuestos puramente especulativos o metafsicos, o bien que estn obsesionados con apariencias empricas superficiales. Todo depende, en definitiva, del aspecto concreto de la interaccin que prefiramos acentuar.

    El equilibrio entre induccin y deduccin

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    El empirismo y positivismo actuales no descienden tanto de Francis Bacon como del filsofo britnico del siglo xvin, David Hume. En su obra An Enquiry Concerning Human Understanding, Hume traz una distincin entre el conocimiento que cabe obtener sobre las relaciones entre proposiciones lgicas y el conocimiento sobre las relaciones entre hechos empricos. La verdad de las proposiciones lgicas de tipo matemtico puede mostrarse mediante el ejercicio de la razn. Pero ni la pura razn ni la pura intuicin son capaces de establecer las relaciones entre hechos empricos. La causa de ello estriba en que, desde un punto de vista lgico, es posible el contrario de cualquier hecho emprico, y la mente no topa jams con obstculos fundamentales en lo que atae a concebir su posibilidad.

    La proposicin de que el sol no saldr maana no es menos inteligible y no entraa mayor contradiccin que la afirmacin de que s saldr. Por ende, es intil tratar de demostrar su falsedad. (Hume)

    La observacin y el experimento devienen, as, elementos esenciales para la comprensin de la relacin entre hechos de ndole no matemtica. A este respecto, Hume coincide plenamente con Bacon. Puesto que toda conjuncin de acontecimientos es igualmente lgica, pretender determinar cualquier acontecimiento aislado, o inferir su causa o efecto, sin la ayuda de la observacin y el experimento, carece por completo de sentido. Pero la ms importante contribucin de Hume a la filosofa de la ciencia fue su comprensin de los lmites de la induccin. Desde la publicacin de A Treatise of Human Nature (1739), los empiristas han reconocido que la induccin no puede conducir a generalizaciones o leyes que posean certeza. Hume seal que todas las generalizaciones sobre causa y efecto se basan meramente en la observacin de una conjuncin repetida de acontecimientos. Es imposible mostrar la necesidad de tal conjuncin con absoluta certeza, ya que no puede demostrarse que hechos que aparecieron anteriormente en una combinacin determinada y que fueron interpretados como causa y efectos, vayan a combinarse del mismo modo en todos los casos futuros. Hay que subrayar que la crtica humeana de la induccin no iba dirigida contra el empirismo, sino contra la pretensin racionalista de poder alcanzar la certeza sobre la base de deducciones a partir de principios

    El empirismo de Hume

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    apriorsticos. Hume aduca que si la propia idea de relacin causal no era sino una consecuencia psicolgica humana de la conjuncin de acontecimientos, entonces haba que poner en tela de juicio todas las nociones apriorsticas y deductivas de necesidad. El remedio que Hume propona para la carencia de certeza del conocimiento cientfico basado en la induccin no era, empero, el racionalismo (o el misticismo), sino la insistencia en que la verificacin emprica de las conjunciones constantes constitua el mejor modo de adquirir conocimiento sobre el mundo, aun cuando la futura repeticin de tales regularidades hubiera de tomarse como artculo de fe y no produjera jams un conocimiento seguro. Filsofos de diversas escuelas se apresuraron a condenar la apelacin de Hume a la fe como una concesin de fatales consecuencias para su programa empirista. Pero el propio Hume jams abrig reserva alguna respecto e la superioridad de la ciencia, como modo de conocimiento, sobre los sistemas supersticiosos y dogmticos que haban dominado el intelecto humano hasta entonces. Su inflexible credo antimetafsico inspir directamente las formas extremas del positivismo de finales del siglo XIX y principios del XX:

    Quin necesita la certeza? Antiempiristas de diversas escuelas han considerado la crtica de Hume de la induccin como el taln de Aquiles de la definicin empirista.de la ciencia. La induccin nunca puede producir certeza. Pero sta slo representa una cuestin trascendental para aquellos sobre todo los filsofos cuyas mentes son cautivas de un ansia metafsica de verdades absolutas. La crtica humeara nunca supuso un gran obstculo para los autores de los grandes avances tericos del siglo xix; y en la prctica, la cuestin en s perdi todo sentido desde el momento en que las medidas estadsticas de probabilidad reemplazaron al concepto de certeza. Despus de Hume, ya no poda considerarse a la ciencia como una forma peculiar de conocimiento porque fuera capaz de alcanzar la certeza. Antes bien, su peculiaridad estriba en que asegura ser capaz de discernir entre diferentes grados de incertidumbre. A l enjuiciar teoras cientficas no tratamos de saber cul de ellas es la que conduce a predicciones exactas en todos los casos, sino cules llevan a predicciones exactas en mayor nmero de casos. El no lograr una predecibilidad total no invalida una teora cientfica; constituye sencillamente una invitacin a hacer las cosas mejor.

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    Positivismo es el nombre con que el filsofo social del siglo XIX Auguste Comte bautiz el modo de conocimiento cientfico. Al igual que Hume, Comte deseaba que la ciencia superase los debates estriles sobre conceptos metafsicos como Dios, el alma y las esencias eternas. Pensaba que el espritu humano y su reflejo en la historia haban atravesado hasta el momento dos etapas de desarrollo: la teolgica y la metafsica. Se encontraba ahora en el amanecer de la era cientfica. Y sta habra de ser una era positivista, porque pensamiento y accin se basaran exclusivamente en el conocimiento bien contrastado, sistemtico, en una palabra, positivo. En buena medida, el vapuleo crtico de que son objeto los enfoques positivistas en las ciencias sociales, obedece a la confusin del positivismo y el empirismo con el induccionismo estrecho. Pero entre los numerosos errores que cabe encontrar en la obra de Auguste Comte no figura ciertamente el del induccionismo estrecho. Como deca el propio Comte: Ninguna observacin real de cualquier clase de fenmenos es posible sin la gua inicial y la interpretacin final de algn tipo de teora. Quin podra encajar mejor que Charles Darwin en la imagen del cientfico emprico decimonnico? Y, sin embargo, Darwin comprendi no menos que Comte que, para la identificacin de los hechos pertinentes y cruciales, la investigacin no respaldada por hiptesis explcitas era completamente estril. Darwin escribi: La observacin debe hacerse en pro o en contra de algn punto de vista si ha de rendir algn servicio. Por otra parte, la sola mencin del nombre de Herbert Spencer debera bastar para acallar al coro de antiempiristas que imaginan a la ciencia social decimonnica ofuscada por un exceso de induccin. Con razn se ha dicho de Spencer: Fue un hombre para quien la definicin de tragedia era: una hermosa teora asesinada por un feo hecho. Pocos habr, entre los que hoy en da se consideran aliados de la tradicin empirista y antimetafsica que defiendan lo que Karl Hempel denomina la estrecha concepcin inductivista de la investigacin cientfica (aunque muchos son tambin los que, de acuerdo con la estrategia eclctica, defenderan la necesidad de un enfoque libre de estrategias). Por ello, los recientes ataques a los modelos cientficos emprico-positivistas no hacen sino distorsionar la historia de la ciencia

    Definicin del positivismo

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    cuando asocian al positivismo o empirismo con la ausencia de una fase hipottico-deductiva en la conduccin de la investigacin. Por otra parte, ni Comte ni Hume afirmaron que el observador hubiera de mantener una orientacin fra, indiferente, no valorativa. Presentar a los padres fundadores de la ciencia social Comte, Mill, Spencer, Darwin, Tylor o Morgan como investigadores sujetos a las pesas baconianas o como defensores de un enfoque distanciado y libre de valores, supone una distorsin total del desarrollo de la ciencia social durante el siglo XIX. La propuesta de un estudio cientfico de la sociedad no se origin en el siglo XIX (aunque fuera Comte quien acuara el trmino positivismo). El positivismo naci con Hume, en el siglo XVIII , y no como fruto de la desesperacin, sino de la esperanza; no surgi de una concepcin mezquina de la verdad, sino de una visin amplia de nuevos mtodos para incrementar el conocimiento humano; no se origin en el distanciamiento y el desinters por el bienestar humano, sino en una fe apasionada en la posibilidad de perfeccionamiento de la vida social; no brot del conservadurismo comteano del orden y progreso, sino de la bsqueda de libertad, igualdad y fraternidad propia de la Ilustracin. Cierto es que a finales del siglo XIX se estaban ya sentando los cimientos para el desarrollo de las ciencias sociales tecnocrticas, partidarias del micro-enfoque y presuntamente libres de valores. Tanto en sociologa como en antropologa, las amplias sntesis evolucionistas daran paso a estudios estrechos y antitericos. El positivismo filosfico nada tuvo que ver con este giro regresivo.

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    Durante la primera mitad del siglo xx, la posicin antimetafsica de Hume fue desarrollada y defendida por el movimiento filosfico denominado positivismo lgico. Nacido en Viena, este movimiento continu la lucha empirista contra las entidades metafsicas, absolutas y trascendentes. Se llamaba positivista por su agresiva postura antimetafsica, y lgico porque aplicaba principios lgicos para establecer el significado de las expresiones lingsticas. Siguiendo a Hume, los positivistas lgicos dividan los enunciados con significado en dos clases: proposiciones formales, como las de la lgica o la matemtica pura, a las que consideraban como definiciones o tautologas; y proposiciones fcticas, cuyo requisito es la verificabilidad emprica. Ambas clases se suponan exhaustivas, de manera que si una oracin no lograba expresar ni algo que fuera verdadero o falso desde un punto de vista formal ni tampoco algo contrastable empricamente, se entenda que no contena proposicin alguna. A esta ltima categora perteneca buena parte del pensamiento filosfico: el consagrado al significado de la vida, a las entidades y sustancias absolutas o trascendentes como las almas, o al destino del hombre. Los positivistas vieneses calificaban dicho pensamiento de metafsico; y, consecuentemente, pensaban que la filosofa slo se constituira en una autntica rama del conocimiento cuando lograse emanciparse de la metafsica. No es que afirmaran que toda obra metafsica mereciese ser pasto de las llamas; admitan, sin excesiva conviccin, su posible mrito potico o que poda reflejar una actitud interesante o apasionada ante la vida. Lo que sealaban era que si un enunciado no afirmaba nada que pudiera demostrarse verdadero o falso, en nada contribuira al incremento del conocimiento. Su condena del pensamiento metafsico se basaba no tanto en su emotividad, cosa a duras penas objetable, como en su pretensin de ser cognoscitivo, en que se disfrazaba de lo que no era.

    El positivismo lgico

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    Para los positivistas lgicos de la escuela vienesa, el significado de un enunciado era indisociable de una descripcin de los pasos empricos y lgicos necesarios para verificar la existencia de los acontecimientos o relaciones a los que dicho enunciado hace referencia. En la versin desarrollada por el fsico y. filsofo Percy Bridgman (1927), estos pasos se denominan operaciones, y el significado de un trmino con un referente emprico se supone idntico al conjunto de operaciones que permitiran a una serie de observadores independientes establecer la existencia del acontecimiento. Bridgman lleg incluso a afirmar que las entidades o acontecimientos ya identificados mediante un determinado conjunto de operaciones no podan considerarse los mismos en caso de utilizar un conjunto distinto para identificarlos. Ahora bien, aunque todo el mundo reconoce que la necesidad de operacionalizar los conceptos empleados en un enunciado cientfico es uno de los requisitos metodolgicos fundamentales, tambin se reconoce que la versin extrema del operacionalismo propuesta por Bridgman no puede sino desembocar en un empobrecimiento del alcance de las teoras cientficas, por no decir en una ruptura total de la comunicacin cientfica. La propia tarea de especificar los pasos operacionales necesarios para llegar a un acuerdo sobre la existencia de una estructura compleja se tornara imposible si no contramos, al menos, con ciertos trminos cuyo significado se deriva del lenguaje natural y cuya validez depende de la experiencia prctica de una comunidad cientfica determinada. Con todo, la necesidad de desembarazar a las ciencias sociales y conductuales de su sobrecarga de conceptos mal definidos, como status, rol, dominio, subordinacin, grupo, institucin, clase, casta, tribu, Estado, religin, comunidad, agresin, explotacin, economa, parentesco, familia, sociedad, social, cultura, cultural y muchos otros que forman parte del vocabulario bsico de trabajo de todo cientfico social, est pidiendo a voces una fuerte dosis de operacionalismo. La falta de acuerdo sobre el significado de estos conceptos es una consecuencia de su inoperacionalidad y representa una gran barrera para el desarrollo de teoras cientficas sobre la vida social y cultural.

    El operacionalismo

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    Cierto es que, en los campos de la psicologa y la lingstica, la influencia del positivismo lgico en las dcadas de 1930 y 1940 condujo a declarar que conceptos como mente, intuicin, instinto y significado constituan supervivencias metafsicas, indignas de estudio porque no haban sido operacionalizadas. Llevado a tales extremos contraproducentes, era inevitable que el operacionalismo provocase movimientos de corte restaurador que enarbolaban los estandartes del humanismo y el racionalismo. Para muchos cientficos sociales, el viraje decisivo en la corriente operacionalista se produjo con el ataque de Noam Chomsky a la obra del psiclogo B. F. Skinner, Verbal Behavior. Chomsky mostr que la insistencia en una pureza operacional adecuada al estudio de las ratas haba ocultado el aspecto ms caracterstico del lenguaje humano: nuestro sentido intuitivo de la gramaticalidad. Indiscutiblemente, Chomsky rindi con ello un valioso servicio a la lingstica. Su influencia sobre las ciencias sociales, y sobre la antropologa en particular, no ha sido, en cambio, tan saludable. La antropologa jams tuvo un Skinner. Ni el positivismo lgico, ni el conductismo, ni el operacionalismo haban causado la ms leve impresin en los antroplogos culturales ms influyentes de la dcada de 1940. De ah que la defensa chomskyana del conocimiento intuitivo, lejos de restaurar un equilibrio entre imprecisin y minuciosidad en la operacionalizacin de conceptos, surtiera el efecto de incrementar la propensin de los antroplogos a debatirse en un marasmo de conceptos personalizados y lenguajes idiosincrsicos.

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    Bajo la influencia del positivismo lgico, la frontera entre la ciencia y las otras formas de conocimiento pas a ser, para muchos pensadores, la formulacin de hiptesis contrastables cuya verdad probable dependa de observaciones y experimentos operacionalizados realizados por observadores independientes. La contrastacin de las hiptesis cientficas deba efectuarse mediante predicciones como la existencia de partculas nuevas o de especies antes desconocidas deducibles de las propias hiptesis. Mediante la contrastacin de las hiptesis y la aceptacin de aquellas que han quedado mejor confirmadas, la ciencia avanza hacia teoras cada vez ms eficaces y precisas, que a su vez posibilitan la prediccin de gamas de fenmenos cada vez ms amplias. A la mayor parte de los cientficos en activo les parecer irreprochable esta exposicin si se considera como una definicin mnima de la adquisicin de conocimiento cientfico; sin embargo, en los ltimos tiempos ha sido objeto de severos ataques y debe modificarse. La figura ms influyente en lo que concierne al desarrollo de nuevos criterios fue el filsofo ingls Karl Popper. Segn Popper, sustituir las certezas por probabilidades no constituye una respuesta adecuada a la crtica humeana de la induccin. Desde un punto de vista lgico, la ciencia no puede ser descrita como un mtodo para verificar hiptesis, sino, a lo sumo, como un mtodo que conduce a la falsacin de hiptesis. En apoyo de esta afirmacin, Popper arguye que existe una fundamental asimetra lgica entre verificacin y falsacin. As, la hiptesis todos los cisnes son blancos no es verificable, ya que, aunque se hayan efectuado un milln de observaciones de cisnes blancos, siempre cabe la posibilidad de que aparezca uno negro en la siguiente observacin. (De hecho, se han encontrado cisnes negros en Australia y en muchos otros lugares.) Por otra parte, si la hiptesis afirma no todos los cisnes son blancos, una sola observacin de un cisne negro basta para confirmarla. La objecin de Popper a emplear el concepto verificado probablemente en el primer caso se basa en el hecho de que, desde un punto de vista lgico, no cabe considerar que las observaciones repetidas incrementan la verdad probable de un enunciado falso. Si un enunciado emprico es falso, su probabilidad no puede pasar de cero a un milln.

    Karl Popper y el criterio de demarcacin

  • 17

    Las implicaciones prcticas de este dilema pueden apreciarse en el conflicto entre las leyes de la gravedad de Newton y de Einstein. Las frmulas de Newton, que parecan confirmadas por ms de doscientos aos de experimentacin y observacin, demostraron su falsedad cuando fueron aplicadas a las partculas subatmicas y a objetos que se mueven a una velocidad prxima a la de la luz unos con respecto de otros. De estas consideraciones Popper extrajo la conclusin de que la frontera entre la ciencia y otros modos de conocimiento es la exposicin sistemtica de las hiptesis a pruebas de falsacin.

    Estas consideraciones nos sugieren que el criterio de demarcacin que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino el de la falsabilidad de los sistemas. No exigir que un sistema cientfico pueda ser seleccionado de una vez para siempre en un sentido positivo; pero s que est estructurado lgicamente de tal manera que sea susceptible de seleccin, en un sentido negativo, mediante pruebas empricas. Ha de ser posible refutar por medio de la experiencia un sistema cientfico emprico.

    En qu consiste, pues, el conocimiento cientfico? Se compone de teoras que se exponen al mximo a la falsacin porque constituyen afirmaciones conjeturales, muy concisas y sencillas, a partir de las cuales cabe realizar una amplia gama de inferencias aparentemente improbables. Veamos una seleccin de textos de Popper extrados de su obra La lgica de la investigacin cientfica. (Madrid: Tecnos, 1980).

    Es corriente llamar inductiva a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares (llamados, a veces, enunciados particulares), tales como descripciones de los resultados de observaciones o experimentos, a enunciados universales, tales como hiptesis o teoras. Ahora bien, desde un punto de vista lgico dista mucho de ser obvio que estemos justificados al inferir enunciados universales partiendo de enunciados singulares, por elevado que sea su nmero; pues cualquier conclusin que saquemos de este modo corre siempre el riesgo de resultar un da falsa: as, cualquiera que sea el nmero de ejemplares de cisnes blancos que hayamos observado, no est justificada la conclusin de que todos los cisnes sean blancos. Se conoce con el nombre del problema de la induccin la cuestin acerca de si estn justificadas las inferencias inductivas, o de bajo qu condiciones lo estn. De acuerdo con la tesis que hemos de proponer aqu, el mtodo de contrastar crticamente las teoras y de escogerlas, teniendo en cuenta los resultados obtenidos en su contraste, procede siempre del modo Que indicamos a continuacin. Una vez presentada a ttulo provisional una nueva idea, an no justificada en absoluto sea una anticipacin, una hiptesis, un sistema terico o lo que se quiera, se extraen conclusiones de ella por medio de una deduccin lgica; estas conclusiones se comparan entre s y con otros enunciados pertinentes, con objeto de hallar las relaciones lgicas (tales como equivalencia, deductibilidad, compatibilidad o incompatibilidad, etc.) que existan entre ellas. Si queremos, podemos distinguir cuatro procedimientos de llevar a cabo la contrastacin de una teora. En primer lugar, se encuentra la comparacin lgica de las conclusiones unas con otras: con lo cual se somete a contraste la coherencia interna del sistema. Despus, est el estudio de la forma lgica de la teora, con objeto de determinar su carcter: si es una teora emprica cientfica o si, por ejemplo, es tautolgica. En tercer trmino, tenemos la

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    comparacin con otras teoras, que tiene por principal mira la de averiguar si la teora examinada constituira un adelanto cientfico en caso de que sobreviviera a las diferentes contrastaciones a que la sometemos. Y finalmente, viene el contrastarla por medio de la aplicacin emprica de las conclusiones que pueden deducirse de ella. Lo que se pretende con el ltimo tipo de contraste mencionado es descubrir hasta qu punto satisfarn las nuevas consecuencias de la teora sea cual fuere la novedad de sus asertos a los requerimientos de la prctica, ya provengan stos de experimentos puramente cientficos o de aplicaciones tecnolgicas prcticas. En el procedimiento que acabamos de esbozar no aparece nada que pueda asemejarse a la lgica inductiva. En ningn momento he asumido que podamos pasar por un razonamiento de la verdad de enunciados singulares a la verdad de teoras. No he supuesto un solo instante que, en virtud de unas conclusiones verificadas, pueda establecerse que unas teoras sean verdaderas, ni siquiera meramente probables. Entre las muchas objeciones que pueden hacerse contra las tesis que he propuesto ahora mismo, la ms importante es, quiz, la siguiente : al rechazar el mtodo de la induccin podra decirse privo a la ciencia emprica de lo que parece ser su caracterstica ms importante ; esto quiere decir que hago desaparecer las barreras que separan la ciencia de la especulacin metafsica. Mi respuesta a esta objecin es que mi principal razn para rechazar la lgica inductiva es precisamente que no proporciona un rasgo discriminador apropiado del carcter emprico, no metafsico, de un sistema terico ; o, en otras palabras, que no proporciona un criterio de demarcacin apropiado. Llamo problema de la demarcacin al de encontrar un criterio que nos permita distinguir entre las ciencias empricas, por un lado, y los sistemas metafsicos, por otro. El hallazgo de un criterio de demarcacin aceptable tiene que ser una tarea crucial de cualquier epistemologa que no acepte la lgica inductiva. El criterio de demarcacin inherente a la lgica inductiva esto es, el dogma positivista del significado o sentido equivale a exigir que todos los enunciados de la ciencia emprica (o, todos los enunciados con sentido) sean susceptibles de una decisin definitiva con respecto a su verdad y a su falsedad; podemos decir que tienen que ser decidibles de modo concluyente. Esto quiere decir que han de tener una forma tal que sea lgicamente posible tanto verificarlos como falsarlos. Estas consideraciones nos sugieren que el criterio de demarcacin que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino el de la falsabilidad de los sistemas. Dicho de otro modo: no exigir que un sistema cientfico pueda ser seleccionado, de una vez para siempre, en un sentido positivo; pero s (que sea susceptible de seleccin en un sentido negativo por medio de contrastes y pruebas empricas: ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema cientfico emprico. Mi propuesta est basada en una asimetra entre la -verificabilidad y la falsabilidad: asimetra que se deriva de la forma lgica de los enunciados universales **. Pues stos no son jams deductibles de enunciados singulares, pero s pueden estar en contradiccin con estos ltimos. En consecuencia, por medio de inferencias puramente deductivas (valindose del modus tollens de la lgica clsica) es posible argir de la verdad de enunciados singulares la falsedad de enunciados universales. Una argumentacin de esta ndole, que lleva a la falsedad de enunciados universales, es el nico tipo de inferencia estrictamente deductiva que se mueve, como si dijramos, en direccin inductiva: esto es, de enunciados singulares a universales.

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    La falsabilidad frente a la verificabilidad El modelo cientfico del positivismo lgico no se ve cuestionado de una forma tan drstica como podra parecer (y como el propio Popper pretenda) por el nfasis de Popper en la falsabilidad y su rechazo de la verificacin probable. Sus implicaciones para los cientficos sociales en activo son, en realidad, triviales, pues como Popper mismo subrayaba, existe una gran diferencia entre las consecuencias lgicas y prcticas de la asimetra bsica entre verificacin y falsacin. Popper era perfectamente consciente de que, en la prctica, un caso negativo no puede falsar una teora bien establecida o una hiptesis que nos satisface. La existencia de cisnes negros no conduce a la falsacin de la creencia de que todos los cisnes son blancos, sino ms bien a la formulacin de preguntas del tipo: Es esa ave negra de cuello largo verdaderamente un cisne? Para solucionar los problemas prcticos que se plantean al decidir si una hiptesis ha sido falsada, Popper se vio obligado a desarrollar un clculo de lo que denominaba grado de corroboracin, en el cual todos los criterios positivos para establecer la verificacin, inclusive las contrastaciones estadsticas de significado, se reintroducen bajo forma negativa, es decir, como procedimientos refutatorios en vez de confirmatorios. Las teoras rivales deben seguir enjuicindose, pues, con arreglo al grado en que explican los acontecimientos, y nuestras preferencias deben inclinarse en favor de las menos falsadas, pero ms falsables y contrastadas. Segn Popper, el grado de corroboracin difiere del grado de verificacin en que el nico propsito del segundo es establecer lo ms firmemente posible que la teora superviviente es la verdadera.

    Las teoras no son verificables, pero pueden ser corroboradas. Se ha hecho a menudo el intento de describir las teoras como algo que no puede ser verdadero ni falso, sino solamente ms o menos probable. Me introducido en este libro los trminos corroboracin) y especialmente grado de corroboracin porque quera tener un trmino neutral con el cual designar el grado en que una hiptesis ha salido indemne de contrastaciones rigurosas, y, por tanto, ha demostrado su temple. Al calificarlo de neutral me refiero a un trmino que no prejuzgue si al salir indemne la hiptesis se ha hecho ms probable, en el sentido del clculo de probabilidades. Dicho de otro modo: he introducido el trmino grado de corroboracin, principalmente con objeto de poder discutir el problema de si dicho grado podra identificarse o no con la probabilidad. Yo hablo de la corroboracin de una teora, y sta slo puede expresarse como una evaluacin (a este respecto no existe diferencia alguna entre corroboracin y probabilidad). Adems, tambin yo mantengo que no puede afirmarse que las hiptesis sean enunciados verdaderos, sino solamente conjeturas provisionales (o algo semejante) : tesis que tambin puede slo expresarse en forma de evaluacin de las hiptesis.

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    El que todo esto no representa sino un exquisito nfasis psicolgico o metafsico carente de significacin operativa para la conduccin de la investigacin, se ve confirmado por lo siguiente: En sentido positivo, tal vez estemos autorizados a aadir que la teora superviviente es la mejor y la mejor contrastada de las que conocemos. La debilidad del criterio falsacionista de Popper puede apreciarse en su propia tendencia a presentar teoras sumamente improbables, como por ejemplo: Afirmo que nuestro mundo libre es, con mucho, la mejor sociedad que jams haya existido en el curso de la historia. De hecho, es imposible comprender su propuesta de demarcacin y el inters que ha suscitado si no la situamos en el contexto de sus propias convicciones poltico-econmicas y de su activa oposicin a la teora y prctica marxistas. En su obra The Poverty of Historicism, Popper trata de demostrar que, en la medida en que el marxismo sea falsable, ya ha sido falsado y, por tanto, debe considerarse refutado, junto con todos los dems intentos de aplicar la ciencia a la historia.

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    La palpable falta de correspondencia entre la conduccin de la investigacin y la concepcin popperiana de la ciencia como un incesante intento de demostrar la falsedad de nuestras propias creencias ha contribuido a despertar un saludable inters entre los historiadores de la ciencia por las condiciones psico-sociales de los descubrimientos cientficos. No debe sorprendernos el hecho de que muchos de los ms valiosos descubrimientos cientficos as lo expresa Feyerabend desde su Tratado Contra El Mtodo fueran consecuencia de creencias metafsicas o completamente irracionales, ni tampoco el que gran parte de ellos, una vez realizados, se habran visto relegados al olvido de no haberse aferrado testarudamente sus autores a la conviccin de que estaban en lo cierto, pese a las numerossimas pruebas de lo contrario. La primera conjetura de Newton sobre la rbita lunar, por ejemplo, era incorrecta; Darwin tan slo dispona de elementos de juicio indirectos acerca de la seleccin natural; los experimentos de Galileo probaban que, en realidad, la Tierra era inmvil, y las montaas lunares que asegur haber visto con su telescopio no guardan semejanza alguna con las que vemos mediante los telescopios modernos. La definicin popperiana de la ciencia no acierta a resolver el problema que presenta la existencia de lo que Thomas Kuhn denominara paradigmas: esto es, realizaciones cientficas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan problemas y soluciones modlicos a una comunidad cientfica. Estos ejemplos aceptados de la prctica cientfica que comprenden, al mismo tiempo, leyes, teora, aplicacin e instrumentacin aportan modelos de los que surgen tradiciones particularmente coherentes de investigacin cientfica. La existencia de un paradigma garantiza que, en todo momento, una ciencia madura se consagrar exclusivamente a la resolucin de problemas en un mbito limitado, aunque fructfero. Esto constituye lo que Kuhn denomina el perodo de ciencia normal. Sin embargo, no es durante estos perodos cuando se realizan los descubrimientos cientficos ms decisivos; esto ocurre ms bien durante las revoluciones paradigmticas (por ejemplo, cuando la astronoma copernicana reemplaz a la tolemaica, la dinmica newtoniana a la aristotlica, o la mecnica cuntica a la electrodinmica clsica). En contra del punto de vista falsacionista de Popper, ni la ciencia normal ni las revoluciones cientficas se consagran a la falsacin de teoras. Hasta la verificacin puede carecer, relativamente, de importancia, pues

    Los paradigmas de Thomas Kuhn

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    uno de los ingredientes formativos de las creencias abrazadas por una comunidad cientfica en un determinado perodo es siempre un elemento aparentemente arbitrario compuesto de accidentes histricos y personales. Durante el perodo de ciencia normal, la investigacin, lejos de abandonar las metas verificacionistas, se basa en el supuesto de que la comunidad cientfica sabe cmo es el mundo. En lugar de exponer sus creencias bsicas a experimentos de falsacin, la ciencia normal oculta a menudo las novedades fundamentales porque subvertiran inevitablemente sus compromisos bsicos. Pero, para describir lo que sucede cuando chocan los paradigmas, se hace necesaria una ruptura an ms profunda con el modelo de Popper. Kuhn escribe:

    Los partidarios de paradigmas competidores mantienen siempre una especie de dilogo de sordos. Ninguna de las partes contendientes otorgar todos los presupuestos no empricos que la otra necesita para efectuar su crtica... cada una le ve, hasta cierto punto, obligada a hablar a travs de la otra. Aunque cada una tal vez espere convertir a la otra a su modo de concebir la ciencia y sus problemas, ninguna abrigar la esperanza de poder probar sus argumentos. La lucha entre paradigmas no es el tipo de batalla que pueda resolverse mediante pruebas.

    Cmo se resuelve, pues? Evaluacin de paradigmas

    Para Kuhn, las revoluciones cientficas se producen como consecuencia de las anomalas con que tropiezan quienes practican la ciencia normal. Estos se ven impotentes para resolver un nmero cada vez mayor de problemas, lo que conduce a una crisis, que a tu vez brinda la oportunidad para la aparicin de un nuevo paradigma. Kuhn, sin embargo, no aporta una teora que explique por qu triunfa un paradigma y no otro en un momento determinado. Como Popper, niega rotundamente que la eleccin de paradigmas pueda atribuirse a un proceso de seleccin que favorezca a aquellos que ms se aproximan a la verdad. Pero, en este sentido, es ms radical que Popper, subrayando que, por lo general, ni siquiera se seleccionan con arreglo a algn tipo de principio progresista. Para defenderse contra la acusacin de relativismo (yo lo calificara de oscurantismo), Kuhn, en la segunda edicin de Structure of Scientific Revolutions, acab por sugerir una serie de criterios que permitan distinguir, en todo momento, una teora ms moderna de otra anterior. Entre ellos figuran la exactitud de las predicciones; el carcter ms esotrico (menos cotidiano) del objeto de estudio, y la cantidad de problemas resueltos.

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    Pero dichos criterios slo son aplicables a las teoras insertas en paradigmas, y no a los propios paradigmas. Cuando un paradigma reemplaza a otro, cambian tambin los enigmas resueltos. De ah que resulte imposible saber dnde encaja un paradigma, por contraste con una teora, en la historia general de la ciencia. No podemos afirmar si la ciencia ha progresado en realidad o no.

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    La falta de fe por parte de Kuhn en el progresismo inherente al conocimiento cientfico se encuentra apenas a un paso del anarquismo epistemolgico de Paul Feyerabend. Y apenas otro separa a ste de los cultos de los msticos californianos, capitaneados por Carlos Castaeda con sus chamanes voladores y mosquitos de treinta metros de altura. Asociar las doctrinas relativistas de Feyerabend con el resurgir de la popularidad de brujas y chamanes no es pura hiprbole. La originalidad de Feyerabend no radica, por cierto, en que mantenga que la teora de las influencias demonacas y la brujera, de la Europa de los siglos xv y xvi, se basaba en slidas pruebas empricas y era la mejor manera, si no la nica, de explicar los fenmenos observados.. Lo que s resulta novedoso en cambio (al menos en un profesor de filosofa, trescientos aos despus de la gran caza de brujas europea), es que presente este juicio histrico, por lo dems perfectamente legtimo, con total indiferencia hacia la cuestin de la verdad de las creencias brujeriles. Segn Feyerabend, la contribucin ms importante de Kuhn consiste en el reconocimiento de que el dilogo entre los paradigmas es imposible; es decir, de que son inconmensurables. Las teoras slo son refutables cuando comparten un mismo paradigma; las teoras inconmensurables no pueden refutarse mutuamente. A esto, Feyerabend escribe en su Tratado contra el Mtodo:

    Sus contenidos no pueden compararse, ni es posible hacer un juicio sobre su verosimilitud excepto dentro de los confines de una teora particular Ninguno de los mtodos que Carnap, Hempel, Nagel, Popper o incluso Lakatos quieren aplicar para racionalizar los cambios cientficos puede ser aplicado, y el nico que puede aplicarse, la refutacin, es de fuerza muy reducida. El resto son juicios estticos, juicios de gusto, prejuicios metafsicos y deseos religiosos, dicho brevemente, nuestros propios deseos subjetivos.

    El parecido entre esta crtica sin paliativos del positivismo y la gloriosa era del hippismo y los cultos californianos es demasiado estrecho, en lo que a tiempo, lugar, contenido y forma se refiere, como para pasarlo por alto. Exigiendo, no ya menos, sino ms anarqua epistemolgica, Feyerabend sostiene que la flexibilidad y aun el descuido en cuestiones semnticas son prerrequisitos del progreso cientfico. Con Feyerabend, describimos un viraje completo desde el conocimiento probable de una cosa al no conocimiento de nada. El anarquista epistemolgico, convencido de que todo conocimiento es igualmente inseguro, afronta as la absurda tarea de tratar de convencer a los dems de la certeza (o probabilidad) de que todas las verdades son igualmente falsas.

    La prdida del paradigma: Feyerabend

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    La proposicin de que, en realidad, no es posible el desacuerdo entre dos paradigmas de carcter lo suficientemente general forma parte del ataque contemporneo a la objetividad. Este ataque, como ha subrayado el filsofo Frank Cunningham, lleva a una conclusin que hasta los ms fervientes anarquistas epistemolgicos tal vez encuentren difcil de aceptar. No hay razn alguna para tomarse en serio nada de lo que afirman estos anti-objetivistas:

    Si, como a mi entender cabe aducir, creer sinceramente en una teora equivale a creer que es objetivamente verdadera, entonces la... posicin del antiobjetivista tendra una doble consecuencia; o bien tiene que admitir que no cree en su teora, o bien la considera objetivamente verdadera: alternativas que en ningn caso le resultarn atractivas. Si no cree en su propio punto de vista, por qu lo defiende? Y si es objetivamente verdadero, por qu no pueden serlo tambin otras teoras? Para el antiobjetivista, el problema estribar en demostrar qu tiene su concepcin (por ejemplo, su generalidad o su carcter especficamente filosfico o metacientfico) que la permita ser la nica en escapar a su propio antiobjetivismo (y tendr que hacerlo sin utilizar o presuponer las conclusiones de cualquier teora cuya objetividad haya tratado de refutar).

    No obstante, no es en sus contradicciones lgicas donde encontramos las plenas consecuencias de la afirmacin de Feyerabend de que la ciencia, tal como la conocemos hoy en da, no es un hecho ineludible... es posible imaginar un mundo en el que no desempee absolutamente ningn papel (me atrevo a sugerir que un mundo as sera mucho ms agradable que el que disfrutamos actualmente). Mientras Feyerabend se limite a ocuparse de montaas lunares o mecnica cuntica, sus puntos de vista no podrn hacer mucho dao. Pero existen otros dominios del conocimiento en los que el relativismo epistemolgico supone una gran amenaza para nuestra supervivencia. La medicina es uno de ellos, y hay muchos ms en el terreno de las ciencias sociales. No podemos permanecer indiferentes ante la cuestin de si la causa del cncer es la brujera o algn defecto en la qumica celular. Anlogamente, tampoco podemos abandonarnos a elucubraciones desbocadas sobre la determinacin de las causas de la pobreza o de la existencia de una clase dominante en los Estados Unidos. Creer o no creer que la contaminacin constituya una amenaza, que las naciones subdesarrolladas se estn empobreciendo, que las multinacionales estn fomentando una carrera armamentstica nuclear, que la guerra sea instintiva, que las mujeres y los negros sean inferiores, o que la revolucin verde sea un fraude, no puede ser cuestin de gustos. Ya nos gustara ver a Feyerabend ante los crematorios de Dachau o la fosa de My Lai, diciendo que nuestra comprensin cientfica de los sistemas socioculturales no es, en ltima instancia, sino un juicio esttico.

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    Afortunadamente, los herederos de Hume han seguido en sus trece y se han resistido a dejarse arrastrar a la tumba que los relativistas y anarquistas filosficos haban cavado para ellos. Aun reconociendo que realmente existe una especie de superestructura de presupuestos de ndole esencialmente metafsica que tiene precedencia sobre las teoras y los hechos, no ven razn alguna para que tales presupuestos denominados programas de investigacin por el protegido de Popper, Imre Lakatos no puedan compararse y evaluarse desde la perspectiva de su adecuacin cientfica. Lakatos (que se consideraba un falsacionista sofisticado, por contraste con su mentor, falsacionista ingenuo) admita, con Kuhn y Feyerabend, que ninguna teora ha sido ni ser jams derribada por un nico fallo de prediccin, pues la historia de la ciencia no es tanto la historia de las teoras como la de los programas de investigacin. Tal vez no hayamos comparado, hasta ahora las unidades correctas, pero no por ello hemos de cesar de hacer comparaciones:

    No es una teora aislada, sino una serie de teoras lo que cabe calificar de cientfico o acientfico: aplicar el trmino cientfico a una teora aislada constituye un error categrico La historia de la ciencia ha sido y debe ser la historia de la competencia entre programas de investigacin (o, si se prefiere, entre paradigmas.)

    Cmo deben compararse y evaluarse los programas de investigacin? En esencia, demostrando que las teoras originadas bajo los auspicios de un determinado paradigma resuelven con mayor eficacia los rompecabezas kuhnianos que sus rivales. Aunque estas soluciones tal vez sean puramente provisionales, no obstante pueden contribuir a un cambio de problemas progresivo. Lo que caracteriza a una teora progresiva es la prediccin de hechos nuevos, pues para explicar cientficamente un hecho dado es necesario explicar junto con l un hecho nuevo. Ello implica que no podemos basarnos nicamente en la prueba de falsacin para decidir si una teora es cientfica. Si desean que los resultados de su escepticismo se consideren cientficos, los falsadores tienen la obligacin de presentar una teora que explique mejor los hechos; es decir, que explique nuevos hechos en el contexto de un sistema total de teoras. No hay falsacin sin la aparicin de una teora mejor... La crtica puramente negativa no puede liquidar un programa de investigacin. Dicho de otro modo: los cientficos no se ven libres jams de la obligacin de ser inteligentes. No nos podemos limitar a realizar un balance mecnico de casos refutatorios y confirmatorios; debemos estar

    Al reencuentro de los paradigmas

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    siempre al tanto de la posibilidad de que las pruebas no midan aquello que debieran medir, y debemos aceptar la responsabilidad de evaluar las consecuencias de la falsacin en relacin con una red de teoras interrelacionalas y estar preparados para aportar una teora, en sustitucin de la rechazada, que encaje mejor en sta o en otra red de teoras (mejor en el sentido de que ayude a explicar predecir, describir ms cosas que la teora rechazada). Mis colegas recelan a menudo de mi intento de emprender una crtica sistemtica de los presupuestos y realizaciones bsicos de lo que se sola llamar escuelas antropolgicas. La mayora de ellos preferira que los dejasen hacer su trabajo en paz. Sin embargo, los ltimos aos han sido testigos de un slido avance del consenso entre los filsofos en el sentido de que el progreso cientfico depende de amplias comparaciones de teoras, redes de teoras y paradigmas enteros. Como subraya el filsofo Larry Laudan en El progreso y sus problemas : Hacia una teora del crecimiento cientfico:

    Toda valoracin de tradiciones de investigacin y teoras debe realizarse dentro de un contexto comparativo. Lo que importa no es cuan progresiva o efectiva sea una teora o tradicin en un sentido absoluto, sino ms bien cul es su efectividad o progresismo en comparacin con los de sus competidoras.

    Las actuales discusiones sobre el papel de los paradigmas en el desarrollo de la ciencia tropiezan con el obstculo de la naturaleza rudimentaria, parcialmente inconsciente y en gran manera implcita de los ejemplos histricos mejor conocidos. Ya que la historia de la ciencia es la historia de los paradigmas competidores, el siguiente paso lgico ser exigir a los cientficos individuales descripciones coherentes de los paradigmas bajo cuyos auspicios desarrollan su labor de investigacin. Aunque para el empirista la evaluacin de paradigmas rivales descansa, en ltima instancia, en la fecundidad y amplitud de teoras contrastables, ello no implica que la estructura lgica de los paradigmas sea menos importante. Como ha indicado Nicholas Maxwell, la posibilidad de evaluar ciertos paradigmas y teoras, incluso antes de examinar sus productos sustantivos, depende de que aceptemos un supuesto crucial acerca del propsito de la ciencia: que la meta final de la ciencia es descubrir el mximo grado de orden inherente al universo o a cualquier campo de estudio. Maxwell califica a esto de empirismo orientado hacia una meta. Los paradigmas cuyo objetivo consista meramente en averiguar qu es lo que hay en un determinado campo, desinteresndose por el descubrimiento de relaciones ordenadas, se considerarn as acientficos o, como mnimo, menos cientficos que sus competidores. Este mismo criterio es aplicable a las teoras e hiptesis. Segn Maxwell:

    Tanto Lakatos como Kuhn coinciden en que, durante los perodos de revolucin cientfica, no es posible realizar una eleccin racional entre los ncleos o paradigmas rivales en ese preciso momento; en el mejor de los casos, lo podremos hacer slo mucho despus de ocurrido el acontecimiento. Con arreglo al empirismo orientado hacia una meta, tal eleccin racional s es posible, puesto

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    que podemos valorar a priori la simplicidad o inteligibilidad relativas de los ncleos o paradigmas rivales, la promesa que encierran de realizar el proyecto metafsico fundamental... de la ciencia.

    Estoy de acuerdo con el valor que Maxwell otorga a la importancia de la coherencia y la orientacin hacia metas de los paradigmas como criterio de cientificidad. Como seala este autor: La ciencia es prcticamente inimaginable en ausencia de un objetivo o proyecto aprobado. Slo cuando hemos elegido alguna clase de proyecto podemos hacernos idea del tipo de teora que tratamos de desarrollar y del tipo de reglas que deben regir la aceptacin y el rechazo de teoras. Ya va siendo hora, pues, de reemplazar los paradigmas rudimentarios e inconscientes, bajo cuyos auspicios han venido desarrollando su labor investigativa la mayor parte de los antroplogos, por descripciones explcitas de los objetivos, reglas y presupuestos bsicos. Los ltimos avances de la filosofa de la ciencia no dejan, pues, lugar a dudas en lo que concierne a la importancia de los presupuestos paradigmticos para el desarrollo de un conocimiento cientfico efectivo. Los proyectos y orientaciones hacia metas propuestos por Maxwell no representan sino una aceptacin del hecho de que el conocimiento cientfico se ve favorecido por la conversin de los presupuestos rudimentarios, implcitos e inconscientes en conjuntos de directrices organizadas, explcitas y conscientes. Pero esto es todo lo que el estudio filosfico de la ciencia es capaz de hacer por los profesionales de las ramas particulares de sta. A ellos corresponde la tarea de especificar exactamente qu tipos de directrices es preciso seguir.