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3. Cuando los discípulos dicen a Jesús: “Maestro come”, él contesta: “yo tengo un alimento que ustedes no conocen” (Jn.4,32)Y nos revela el secreto de su corazón apasionado por el Padre y su Reino, desinteresado de sus propios asuntos. Deja que tu deseo se sacie con el mismo alimento que sacia a Jesús. Para eso rezar el Padrenuestro deteniéndote en cada petición. Ahí se nos da a conocer qué es lo que espera ardientemente Jesús. Cuando los deseos se sosiegan Salmo 130 (131) Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. Nada hay tan oculto en el ser humano como el mundo de los deseos. Son el gran potencial de nuestra vida, pero si los dejamos en el nivel de la necesidad, nos quedaremos en una inmadurez infantil, y si se nos disparan hacia el sueño de la omnipotencia, nos convertiremos en frustrados insatisfechos. Por eso saber orientarlos e integrarlos es labor paciente de toda la vida, en la que necesitamos honradez, corazón limpio y ayuda fraterna. El creyente del salmo 130 parece haber encontrado esa integración, y por los primeros versos podríamos pensar que su paz le viene de que ha ido reduciendo sus deseos y disminuyéndolos hasta hacerlos inoperantes. ¿Consistirá en eso la solución? ¿En “acallarlos” y “moderarlos”? Los tres últimos versos nos hacen ver que no es así: ese creyente que es Israel, se define a sí mismo como un niño que acaba de mamar y que descansa satisfecho sobre el hombro de su madre. La preposición hebrea empleada “sobre” nos sugiere un dato precioso que cualquier madre sabe: cuando un niño ha terminado de mamar no se lo tiene “en brazos” sino apoyado sobre el hombro para que expulse el aire. Si su deseo ha desaparecido es porque el alimento que ha recibido le ha saciado de tal manera que ha acallado su necesidad.

Cuando Los Deseos Se Sosiegan

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  • 3. Cuando los discpulos dicen a Jess: Maestro come, l contesta: yo tengo un alimento que ustedes no conocen (Jn.4,32)Y nos revela el secreto de su corazn apasionado por el Padre y su Reino, desinteresado de sus propios asuntos. Deja que tu deseo se sacie con el mismo alimento que sacia a Jess. Para eso rezar el Padrenuestro detenindote en cada peticin. Ah se nos da a conocer qu es lo que espera ardientemente Jess.

    Cuando los deseos se sosiegan Salmo 130 (131)

    Seor, mi corazn no es ambicioso,

    ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas

    que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un nio en brazos de su madre.

    Espere Israel en el Seor ahora y por siempre.

    Nada hay tan oculto en el ser humano como el mundo de los deseos. Son el gran potencial de nuestra vida, pero si los dejamos en el nivel de la necesidad, nos quedaremos en una inmadurez infantil, y si se nos disparan hacia el sueo de la omnipotencia, nos convertiremos en frustrados insatisfechos. Por eso saber orientarlos e integrarlos es labor paciente de toda la vida, en la que necesitamos honradez, corazn limpio y ayuda fraterna.

    El creyente del salmo 130 parece haber encontrado esa integracin, y por los primeros versos podramos pensar que su paz le viene de que ha ido reduciendo sus deseos y disminuyndolos hasta hacerlos inoperantes.

    Consistir en eso la solucin? En acallarlos y moderarlos? Los tres ltimos versos nos hacen ver que no es as: ese creyente que es Israel, se define a s mismo como un nio que acaba de mamar y que descansa satisfecho sobre el hombro de su madre. La preposicin hebrea empleada sobre nos sugiere un dato precioso que cualquier madre sabe: cuando un nio ha terminado de mamar no se lo tiene en brazos sino apoyado sobre el hombro para que expulse el aire. Si su deseo ha desaparecido es porque el alimento que ha recibido le ha saciado de tal manera que ha acallado su necesidad.

  • La exclamacin final expresa la conviccin profunda que aleja cualquier tentacin de una lectura espiritualista del salmo.

    Para rezar con el salmo

    1. Dedicar un tiempo a ponernos ante el Seor conscientes de nuestras ambiciones y pretensiones de grandeza: deseos de sobresalir, dominar, poseerAunque sean pequeos tienen un poder malfico porque rompen la fraternidad, nos empujan a situarnos por encima de los otros, a ser prepotentes. Podemos rezar despus: Seor, que mi corazn no sea ambicioso ni mis ojos altaneros; aydame a no pretender grandezas que superan mi capacidad 2. Si queremos saber en qu consiste de verdad acallar y moderar los deseos podemos acercarnos a Jess en Getseman. Al ponerse a orar llega con una inmensa carga de angustia y todo su deseo centrado en una idea fija: escapar de la muerte. A lo largo de su oracin, con gemidos y lgrimas, dice la Carta a los Hebreos, ese deseo primero se va en otra direccin y vuelve a encontrar su centro de equilibrio: hacer lo que el Padre quiere. El pase de mi este cliz desemboca en hgase tu voluntad. Cuntale a Jess tus miedos, tus resistencias, tus ansiedades; exprsale en silencio tus vacilaciones para seguirlo. Piensa cul es hoy tu traduccin del pase de m este clizDale nombre a la voluntad del Padre para ti aqu y ahora.