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LA CABRA MONTESINA Érase una vez una madre con dos hijas que vivían en un pueblo pequeño al lado de una montaña. Trabajaban todo el día cultivando los campos; sobre todo el trigo, ya que , vendiéndolo al molino conseguían el dinero para vivir. Un día, la hija mayor le dijo a la madre: -Madre, tengo hambre. ¿Puedo ir a tomar pan con miel? La madre le contestó: -¡Claro hija mía, puedes ir! La niña subió a la despensa y, al abrir la puerta, se encontró con una cabra muy grande que al ver a la niña cantó esta canción: -Soy la cabra montesina del monte Montesinar y el que pase de esta puerta me lo como de un tragar. Y de un sólo bocado se comió a la niña. La madre, al ver que la niña tardaba mucho, mandó a la otra hija a ver qué pasaba y cuando abrió la puerta se encontró con la cabra. Ésta, después de cantar la canción, se la comió igual que a la hermana. Cuando la madre se dio cuenta de lo sucedido empezó a gritar y llorando salió a la puerta de la casa. En ese momento, pasaba un gran ejército con su capitán y todo. La mujer le contó la tragedia y el capitán le dijo que no se preocupara que su ejército acabaría con la bestia. Subieron donde estaba la cabra, pero uno a uno se los comió a todos. La mujer, muy triste, se sentó en la puerta de la casa, pues no sabía qué hacer. De pronto, oyó una vocecilla que le decía: -¿Qué le pasa buena mujer? Ella buscaba, pero no veía a nadie. Hasta que, de pronto, se dio cuenta de que quién le hablaba era una pequeña hormiga. La mujer, llorando, le contó a la hormiguita todo lo que había pasado y ésta le dijo: -No te preocupes, yo la venceré. La mujer se quedó sorprendida porque no podía creer que un ser tan pequeño venciera a otro tan fiero. La hormiguita, muy despacio, subió hasta la despensa y sin que la cabra se diera cuenta, trepó por sus patas, llegó a la barriga de la bestia y empezó a hacerle cosquillas con sus patitas.

Cuentos Del Abuelo

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Page 1: Cuentos Del Abuelo

LA CABRA MONTESINA

Érase una vez una madre con dos hijas que vivían en un pueblo pequeño al lado de una montaña. Trabajaban todo el día cultivando los campos; sobre todo el trigo, ya que , vendiéndolo al molino conseguían el dinero para vivir. Un día, la hija mayor le dijo a la madre: -Madre, tengo hambre. ¿Puedo ir a tomar pan con miel? La madre le contestó: -¡Claro hija mía, puedes ir! La niña subió a la despensa y, al abrir la puerta, se encontró con una cabra muy grande que al ver a la niña cantó esta canción: -Soy la cabra montesina del monte Montesinar y el que pase de esta puerta me lo como de un tragar. Y de un sólo bocado se comió a la niña. La madre, al ver que la niña tardaba mucho, mandó a la otra hija a ver qué pasaba y cuando abrió la puerta se encontró con la cabra. Ésta, después de cantar la canción, se la comió igual que a la hermana. Cuando la madre se dio cuenta de lo sucedido empezó a gritar y llorando salió a la puerta de la casa. En ese momento, pasaba un gran ejército con su capitán y todo. La mujer le contó la tragedia y el capitán le dijo que no se

preocupara que su ejército acabaría con la bestia. Subieron donde estaba la cabra, pero uno a uno se los comió a todos. La mujer, muy triste, se sentó en la puerta de la casa, pues no sabía qué hacer. De pronto, oyó una vocecilla que le decía: -¿Qué le pasa buena mujer? Ella buscaba, pero no veía a nadie. Hasta que, de pronto, se dio cuenta de que quién le hablaba era una pequeña hormiga. La mujer, llorando, le contó a la hormiguita todo lo

que había pasado y ésta le dijo: -No te preocupes, yo la venceré. La mujer se quedó sorprendida porque no podía creer que un ser tan pequeño venciera a otro tan fiero. La hormiguita, muy despacio, subió hasta la despensa y sin que la cabra se diera cuenta, trepó por sus patas, llegó a la barriga de la bestia y empezó a hacerle cosquillas con sus patitas. La cabra empezó a reírse cada vez más abriendo una boca muy grande, y por ella empezaron a salir los soldados con su capitán y, por último, las dos hermanas. La cabra se murió de tanto reír. La mujer no sabía cómo pagar el favor a la hormiguita, pero ésta sólo le pidió un puñadito de trigo. ¡Y… colorín, colorado, este cuento se ha acabado!

Recopilado por Carlos Fernández Pintor de su abuelo.

EL BOTIJO Mi bisabuelo va a Madrid y un amigo le encarga un botijo, pero se le olvida darle el dinero para comprarlo. -“Vaya, no me ha dado el dinero, no sé cómo lo voy a comprar”. Cuando vuelve de Madrid, el amigo le pregunta:

Page 2: Cuentos Del Abuelo

-¿Me has traído el botijo? Mi bisabuelo, después de pensárselo bien, le responde: -Se me ha roto en el viaje. -¡Menos mal que no te di el dinero!- le contesta el amigo. -¡Menos mal que no te compré el botijo!- le responde mi bisabuelo.

Recopilado de sus abuelos por Javier Fernández Barba

EL RATONCITO MENTIROSO

Érase una vez un ratoncito que se cayó en una tinaja de vino. Como se estaba ahogando, le dijo a un gatito que pasaba por allí: -¡Gatito, sácame de aquí, que me ahogo -Pero ratoncito, si te sacó de aquí, te como- contestó el gato. -De acuerdo, tú sálvame y yo te dejaré que me comas- volvió a decir el ratoncito. El gato metió su zarpa en la tinaja de vino y lo sacó. Entonces, el ratoncito echó a correr y se escondió en su madriguera.

-Pero, ratoncito, me dijiste que si te sacaba me dejarías que te comiera- dijo el gato disgustado. -¡Fíate tú de la palabra de un borracho!- respondió el ratoncito muy contento por haberse salvado.

Y …colorín, colorado, este cuento se ha acabado.Recopilado de sus abuelos por Jesús López Caballero

LA HERMANA REFUNFUÑONA .

Érase una vez dos hermanas que se llamaban Margarita y Nuria. Su mamá le mandó a Margarita ir a por setas y le dio para merendar pan, manzana y queso. En el bosque se encontró a una abuelita que le pidió comida porque tenía hambre. Margarita, que era muy buena le dio comida y la viejecita sacó una varita mágica, le tocó la frente y le apareció una estrella. Cuando volvió su hermana la envidió y quiso ir al día siguiente al bosque por su estrella. Su mamá le dio comida y se fue al bosque. Cuando llegó al bosque se encontró con la abuelita que le pidió comida porque tenía hambre. Nuria que era egoísta no le dio nada , así la abuelita sacó la varita y le puso un rabo de burro en la frente y se fue a su casa. Margarita le dijo que le ayudaría a solucionar las cosas, cogió de la mano a su hermana y se fueron del bosque. Al encontrarse con la abuelita le pidieron disculpas por no darle nada y Nuria le ofreció su comida; la abuelita preguntó a Nuria que si se arrepentía y ésta dijo que sí, entonces la abuelita sacó la varita y le puso una estrella en vez de el rabo de burro.

A partir de ese día Nuria se portó bien.

Recopilado de abuela por IVÁN VIDAL BAQUERIZO

4º B

MANUELA Y TOMASA. Carlos Rivero Serna, recogido de su abuelita

Page 3: Cuentos Del Abuelo

Se trataba de dos hermanas que se llamaban Tomasa y Manuela que dormían en la misma cama. Una noche oyeron una voz que las llamaba: ¡Tomasa, Manuela! Pero ninguna de ellas respondió.

Una de ellas se casó y tuvo una hija que se llamaba Teresa. Una noche oyó una voz que la llamaba: ¡Teresa! Y ella respondió: ¿Quién eres?, -soy tu abuela , contestó la voz, -tenéis un tesoro escondido al lado de la alacena. Teresa fue a desenterrarlo y lo encontró, fue tal la impresión que le hizo al oir a su abuela que se volvió loca.

LA PITUSA- Lucía Muñoz

Hace mucho tiempo, cuando tu madre era pequeña le encantaban los gatos, siempre que venía del colegio después de hacer la tarea y merendar se iba a casa de Nati. Natividad era una viejecita que vivía en frente de mi casa, era viuda y no tenía hijos. Vivía sola y la acompañaban un montón de perros y gatos; allí pasaba tu madre todas las tardes, ¡le encantaban los animales!

El día de su cumpleaños Nati le regaló una gatita blanca con una mancha negra en la cabeza y tu madre daba saltos de alegría , la llamó Pitu de Pitusa porque era muy pequeña. La pusimos en una caja y la llevamos a la campera, pero tu madre se levantaba todas las noches y la metía en su cama, decía que pasaba tanto frío, que estaba tan solita. Se hizo grande la gatita y la veíamos más gordita y …. ¡estaba embarazada!. Una noche tu madre se durmió y no cogió a la gata , entonces la Pitu se vino y tuvo los hijos en mi cama. Cuando tu madre se despertó vió a cuatro pelusillas en la cama y estuvo todo el día besándolos y acariciándolos.

Recogido de su abuela

PÁNICO EN EL CEMENTERIO – Juan Francisco Nuñez

Se dice que una vez en el pueblo de mis padres se juntaban en una plaza los jóvenes para hablar y jugar. Una tarde a uno se le ocurrió hacer una apuesta: ¿quién se atreve a ir al cementerio esta noche y atar un pañuelo a una cruz de una lápida?.Nadie se atrevía , solo Nicolás dijo que sí. Se juntaron por la noche todos y Nicolás se voleó la tapia del cementerio para atar el pañuelo. Nicolás al salir se le enganchó la camiseta a una cruz de hierro y muerto de pánico chillaba: ¡Por favor soltadme, no me hagáis nada!. Repitió eso una y otra vez creyendo que era alguien que que del miedo que tenía no quería volver la cabeza para ver que era lo que le retenía, así estuvo durante horas. Los amigos viendo que Nicolás no salía llamaron a la Guardia Civil para entrar al cementerio para ver que pasaba. La trágica sorpresa que se encontraron fue que Nicolás estaba muerto junto a la cruz de la lápida.Se dice en el pueblo que murió de un infarto preso de pánico, cuando solo era que su camiseta quedó enganchada en una cruz de hierro. Desde entonces todos los amigos de Nicolás se sienten culpables por haber tenido esa mala idea de hacer esa apuesta.

Recogido de su padre al que se lo había contado su abuelo

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