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02/14/2007 03:15 PM Réplica21: Obsesiva Compulsión por lo Visual Page 1 of 3 http://www.replica21.com/archivo/articulos/g_h/415_galindo_llanos.htm Buscar Gabriela Galindo Cursi-agridulce de Fernando Llanos (o como la cursilería sirve más que un psicoanálisis) "Cursi: que pretendiendo ser elegante, resulta afectado, ridículo o de poco gusto" Diccionario Panhispánico de dudas El libro Cursi-agridulce de Fernando Llanos, recientemente publicado por Trilce Ediciones, es un diario/bitácora donde el tema central es la búsqueda del sujeto amado y su intensa lamentación por no conseguirlo. Con un dejo de infatuación y sarcasmo, el resultado deja ver la polémica consecuencia del inevitable impulso del artista por dibujar sus propias obsesiones y separar la praxis amorosa del pathos artístico. El título de este pequeño volumen constituye una guía inicial sobre el camino para recorrerlo. Un sinfín de corazones (completos y rotos), manos, paisajes, braguetas, sillitas, sexos femeninos y masculinos, caras, besos, mujeres y más mujeres... la mayoría de estos bocetos, siempre con un dibujo tan realista como posiblemente espontáneo, van acompañados de breves frases, que describen, sugieren, se burlan o remiten, casi todos a la misma cosa: el amor. En principio, resulta inquietante que para un videoartista que le gusta la controversia y se mete en problemas de todo tipo, viajando de aeropuerto en aeropuerto, de bienal en bienal, el amor sea por definición bastante cursi. A pesar de la ironía, cuando se trata del amor, nos tornamos suaves y rosas. Nos da por dibujar corazoncitos y coleccionamos a manera de tesoro todo cuanto nos remite al ser amado: cartas, papelitos, recados amorosos (aún los no amorosos), boletos de espectáculos a los que asistimos juntos, y sí, hasta los dibujitos que hicimos mientras esperábamos la hora feliz en que el sujeto amado llegaría a nuestros brazos. Sin embargo cuando al amor lo teñimos de sexo la cosa se torna un tanto agria. Y no porque el sexo nos asuste, hoy el sexo, las perversiones y hasta las más oscuras desviaciones gozan de gran aceptación social y un artista que no se atreva a mostrar sus afinidades, inclinaciones o declinaciones sexuales sería considerado como un reprimido o incluso, ni siquiera sería considerado para nada. Si el volumen nos sirve como un indicativo, podría decirse que para el artista Fernando Llanos el amor es rosa y el sexo es rojo. El amor es cursi y el sexo es agridulce. Aunque uno esperaría que para un hombre de su talento y edad las cosas podrían ser al revés. ¿Será que el sexo fascina y el amor embrutece? Ciertamente, Fernando Llanos no nos ayuda para nada a dilucidar la respuesta. Su libro es una avalancha de imágenes que en resumidas cuentas, no sirven para aclarar la duda, si acaso para expresarla; sin embargo y a pesar de nosotros mismos, hay algunas imágenes que nos reflejan: recuerdo que no hace mucho tiempo, encontré una hoja

Cursi-agridulce de Fernando Llanos (o como la cursilería sirve más que un psicoanálisis)

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Reseña sobre el libro "Cursi-agridulce" de Fernando Llanos por Gabriela Galindo

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Gabriela Galindo

Cursi-agridulce de Fernando Llanos (o como la cursilería sirve más que un psicoanálisis)

"Cursi: que pretendiendo ser elegante, resulta afectado, ridículo o de poco gusto"Diccionario Panhispánico de dudas

El libro Cursi-agridulce de Fernando Llanos, recientemente publicado por Trilce Ediciones, esun diario/bitácora donde el tema central es la búsqueda del sujeto amado y su intensalamentación por no conseguirlo. Con un dejo de infatuación y sarcasmo, el resultado deja verla polémica consecuencia del inevitable impulso del artista por dibujar sus propias obsesionesy separar la praxis amorosa del pathos artístico.

El título de este pequeño volumen constituye una guía inicial sobre el camino para recorrerlo.Un sinfín de corazones (completos y rotos), manos, paisajes, braguetas, sillitas, sexosfemeninos y masculinos, caras, besos, mujeres y más mujeres... la mayoría de estos bocetos,siempre con un dibujo tan realista como posiblemente espontáneo, van acompañados debreves frases, que describen, sugieren, se burlan o remiten, casi todos a la misma cosa: elamor.

En principio, resulta inquietante que para un videoartista que le gustala controversia y se mete en problemas de todo tipo, viajando deaeropuerto en aeropuerto, de bienal en bienal, el amor sea pordefinición bastante cursi. A pesar de la ironía, cuando se trata delamor, nos tornamos suaves y rosas. Nos da por dibujar corazoncitos ycoleccionamos a manera de tesoro todo cuanto nos remite al seramado: cartas, papelitos, recados amorosos (aún los no amorosos),boletos de espectáculos a los que asistimos juntos, y sí, hasta losdibujitos que hicimos mientras esperábamos la hora feliz en que elsujeto amado llegaría a nuestros brazos. Sin embargo cuando al amorlo teñimos de sexo la cosa se torna un tanto agria. Y no porque elsexo nos asuste, hoy el sexo, las perversiones y hasta las más oscurasdesviaciones gozan de gran aceptación social y un artista que no seatreva a mostrar sus afinidades, inclinaciones o declinaciones sexualessería considerado como un reprimido o incluso, ni siquiera seríaconsiderado para nada. Si el volumen nos sirve como un indicativo,podría decirse que para el artista Fernando Llanos el amor es rosa y elsexo es rojo. El amor es cursi y el sexo es agridulce. Aunque unoesperaría que para un hombre de su talento y edad las cosas podríanser al revés.

¿Será que el sexo fascina y el amor embrutece? Ciertamente,Fernando Llanos no nos ayuda para nada a dilucidar la respuesta. Sulibro es una avalancha de imágenes que en resumidas cuentas, nosirven para aclarar la duda, si acaso para expresarla; sin embargo ya pesar de nosotros mismos, hay algunas imágenes que nosreflejan: recuerdo que no hace mucho tiempo, encontré una hoja

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de un cuaderno que guardé por años y años donde había escritochorrocientas veces el nombre de un chico de la secundaria del cualestaba perdidamente enamorada. Obsesivamente, escribir una yotra vez el nombre de esa persona se convertía casi en un mantrareligioso. Esta misma obsesión la vemos cuando Fernando escribe"tequierotequierotequiero", siendo el espacio de la hoja la únicaforma de detener la neurosis, producto quizá de una sacudida delavión, o de un anuncio sobre el número de horas que faltan paraaterrizar, factores que provocan la pulsión de muerte en cualquierviajero.

El amor es neurótico, o más justamente, el amor y losaviones (lejos del ser amado, que se quedó esperando) nosvuelven neuróticos; o ¿será simplemente que es un momentoen que dejamos salir a la superficie nuestras más oscurasobsesiones con el pretexto de que estamos enamorados?Cualquiera sabe que una persona cuando se enamora escuasi-insoportable. Se vuelve monotemática, permanecehoras mirando al horizonte embobado sin poner la másmínima atención a nuestra conversación y mucho menosllegar con una tragedia para contar, pues será inevitablepara él, no mostrar esa sonrisita de I'm-in-lovepermanentemente. Esto, o es neurosis o es estupidez.Prefiero pensar en lo primero (para no declararme deantemano estúpida), sin embargo creo que la psicologíadebería darnos mejores explicaciones para controlar estosestados de embrutecimiento. Este es el mejor ejemplo depor qué el amor es cursi, o, lo que es lo mismo y de acuerdoa su propia definición, es de mal gusto: suspende el sentidocomún y la inteligencia emocional. El amor es incivilizado,infantil e infame. El sexo lo hace más llevadero.

Dice Fernando que su libro es una dibujoterapia impresa para apapachar obsesiones, tomando esto como estatuto,decidí revisarlo una y otra vez, con intensidad obsesiva, con el objeto de tener un argumento infalible paradeshacerme al fin de mi psicoanalista, que para colmo, es lacaniano. El argumento era clarísimo, me basta estarenamorada y tener un cuadernillo en la mano... con eso se cura todo y si no, después de siete años y trece libretasllenas de dibujitos, podría conseguir que la buena Debbie lo publique. Entonces, ¿para qué necesito un psicoanalista?Sólo Woody Allen lo sabe.

Sin embargo la realidad es infinitamente cruel. Todos los que hemos pasado por un diván, sabemos que ningúnpsicoanalista se tragará la píldora de que estamos curados algún día (hasta donde he podido verificar, las obsesionesson incurables, simplemente se trasladan de un objeto a otro), y mucho menos funciona eso de las obsesionesapapachadas como argumento para deshacerse del psicoanalista. Es claro entonces, que como terapia, sólo le sirvió aFernando, el resto tendremos que conformarnos con recorrer página a página cómo es que un sujeto es capaz dellenar tanta libreta y no cansarse. Cursí-agridculce será el resultado colateral de horas de viaje, esperando en elaeropuerto, sin cámara de video (por aquello de los terroristas) y con una pluma y papel como compañeros.

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