Dal Masetto - Pulpo

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  • 8/17/2019 Dal Masetto - Pulpo

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    Pulpo

      El hombre se entera que esta noche, en el Verde, hay cazuela de pulpo, así quedecide no perdérsela y ahí está acodado a la barra, esperando y dispuesto adisfrutar de una buena cena ya que se trata de uno de sus platos favoritos.Aparece Romero, un carpintero del barrio. Saluda y se le sienta al lado. El hombrecontesta amablemente, aunque este encuentro no lo haga feliz. Pensaba comeren paz y sabe que Romero tiene el vicio de la comunicación, práctica que elhombre no reprueba, salvo cuando intentan experimentarla con él. Efectivamente,Romero se larga a hablar y a contarle de su vida. Está realizando un trabajoimportante, en la casa de una turca, viuda, que vive con tres hijas cuyas edadesoscilan entre los veinte y los treinta años.

    Mientras escucha, el hombre advierte que alguien se ha sentado del otro lado, a

    su izquierda. Reconoce a Pierre Fontenelle, el Exorcista. Lo ha visto una sola vez,pero es inconfundible con su sobretodo negro y la polera blanca en la nochecalurosa. El hombre se pregunta si volverá a repetir la ceremonia de la hostia.

    Romero, mientras tanto, sigue con su historia: teniendo en cuenta que el trabajoencomendado se prolongará bastante tiempo y que él vive solo, un mediodía laturca mayor le propone que ocupe momentáneamente una piecita en la terraza dela casa. Romero acepta. Por lo tanto se muda, trabaja, almuerza y cena con lasmujeres. Una noche, tarde, se abre la puerta de la pieza donde duerme y en laclaridad lunar advierte que está recibiendo la visita de la turca mayor. Tienen unencuentro muy acalorado, después la turca se va y sigue la rutina de siempre.

    A la noche siguiente, vuelve a abrirse la puerta. Romero piensa que se trata

    nuevamente de la turca mayor, pero esta vez la que acude es una de las turquitas.Posteriormente aparece la segunda turquita y luego la tercera. Durante el díanadie habla del asunto y es como si se tratara de un gran secreto. Romero trabajaduro, se alimenta bien, se acuesta y espera.

    El hombre oye, a su izquierda, la voz del Exorcista que recita: "La amada sedesliza a través de la noche con andar de gacela y sus labios son dulces como elnéctar de las flores". Aclara: "Cantar de los Cantares."

    Pide perdón por la interrupción, estira la mano por delante del hombre y sepresenta a Romero: "Pierre Fontenelle." Inmediatamente pregunta si las cuatromujeres son lindas. Romero contesta que son ardientes y que según su modestaopinión, en cuanto a mujeres fogosas, no hay nada que supere a una turca fogosa,

    no importa la edad que tenga. El hombre percibe que hacia la izquierda, por ellado del Exorcista, acaba de aumentar considerablemente la temperaturaambiente. Por fin llega la cazuela.

    Apresado entre dos fuegos, el hombre se resigna y empieza a comer. De prontoadvierte que el Exorcista extrae una hostia del bolsillo, la sostiene en la mano y laaprieta un poco con el pulgar en la parte superior, de manera que se ahueque ytome forma de cuchara. Después introduce la hostia en la cazuela, la maneja conhabilidad y consigue llevarse un buen trozo de pulpo. Se chorrea salsa sobre lasolapa del sobretodo y se limpia con una servilleta de papel. Al hombre esto no legusta nada y está a punto de ponerse un poco maleducado. Pero recapacita y sedice que nada ni nadie conseguirá arruinarle la cena, así que se dirige al Exorcista

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    y solamente pregunta: "¿Ya no las come con vinagre?" "Según la hora", contestaPierre Fontenelle.

    Mientras tanto, Romero sigue con su historia y confiesa que si bien la situación

    con las turcas le agrada, está comenzando a sentirse un poco raro, como si seencontrase apresado en una tela de araña y se lo estuviesen devorandolentamente. El Exorcista vuelve a interrumpirlo y, disculpándose, opina que en esacasa reina una enorme confusión, un gran extravío y que esas mujeres, sin duda,necesitan un guía espiritual. Por lo tanto se ofrece para efectuar una visitadesinteresada a las turcas, esa misma noche si Romero lo desea. Ahí nomás lepide la dirección. Romero se hace el tonto y no contesta. El Exorcista declama: "Sientras en casa de mujer sola y esa mujer se enseñorea sobre tu cuerpo y espíritu,no deseches la ayuda del hombre sabio. Agustín, Confesiones." Vuelve a pedir ladirección de las turcas y Romero sigue haciéndose el distraído.

    El hombre, de reojo, ve que en la mano del Exorcista acaba de aparecer una

    cosa blanca y redonda que pretende avanzar hacia el pulpo. Entonces tomarápidamente la cazuela y se muda a una mesa. Automáticamente, el Exorcista yRomero se sientan con él. El hombre se corre hasta quedar arrinconado contra lapared. Protege la cazuela con la mano izquierda, mientras come con la derecha.

    El Exorcista insiste: "Cuando tropieces con cuatro mujeres y adviertas que susalmas están muy confundidas, acude inmediatamente a un hombre del Señor,porque él, sólo él y únicamente él podrá aportar ayuda a las extraviadas hijas delLevante. Pablo, Epístola a los Corintios."

    Romero sigue sin largar prenda. El hombre, siempre en la posición de defendersu pulpo, oye la última frase de Pierre Fontenelle y se dice que esa carta,seguramente, los Corintios no la recibieron nunca.