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Daniel Capítulo 2. Antes de entrar en mi tema actual, me gustaría señalar una prueba obvia de que Daniel 1 tiene el carácter de prefacio. El último versículo del capítulo nos informa que "Daniel permaneció allí hasta el año primero del rey Ciro." (Daniel 1:21 - BJ). No se trata meramente de un relato de determinadas circunstancias, presentado antes de que seamos introducidos a las varias revelaciones o hechos que son presentados en sucesión en el libro; sino que tenemos la preparación para el lugar que Daniel había de mantener. Y entonces, somos llevados, por decirlo así, hasta el final. La continuidad de Daniel se muestra a través del período completo de la monarquía Babilónica, e incluso hasta el principio de la Persa. Ello no significa que Daniel vivió sólo hasta el primer año del rey Ciro; porque la última parte del libro nos muestra una visión posterior a esa fecha. Se establece solamente el hecho de que él vivió al comienzo de una nueva dinastía. Y se encontrará que el final del último capítulo es una conclusión igualmente adecuada al libro; respondiendo, como tal, al primer capítulo como un prefacio. Pero antes de ir más lejos, yo haría una observación de tipo general. El libro se divide en dos volúmenes, o secciones, casi iguales. Primero, lo que se refiere a los grandes poderes Gentiles, y los rasgos que marcarían su conducta interna; y, por último, lo que se refiere al juicio de todo ello. Esto continúa hasta el final de Daniel 6. Luego, desde Daniel 7 hasta el final, no tenemos la historia exterior de los cuatro imperios Gentiles, sino aquello que es de un interés más peculiar para el pueblo de Dios (Israel). Esto fue indicado, y es lo suficientemente evidente, por la circunstancia de que la primera parte del libro no consiste de visiones que Daniel vio; pues la única profecía propiamente llamada así, fue vista por Nabucodonosor. Hay una en Daniel 2, y luego otra de un carácter diferente en Daniel 4; estando los capítulos 3, 4, y 6 de Daniel, conformados por hechos que tenían que ver con la condición moral de las dos primeras monarquías, pero que no tenían absolutamente nada que ver con lo que fue dado a conocer en primera instancia a Daniel, o con visiones vistas por el profeta mismo; mientras que la última parte del libro se ocupa exclusivamente con comunicaciones al profeta mismo. Y es allí que encontramos, no meramente lo que debería impactar a la mente natural, sino los secretos de Dios que afectan e interesan peculiarmente a Su pueblo, y por tanto, encontramos también los detalles. La demostración externa de esto es, que el capítulo 6, el cual finaliza lo que yo he llamado 'la primera sección de Daniel', nos lleva

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desarrollo del capitulo 2 del libro de daniel de la santa biblia esta orientado a la materia de profecia biblica

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  • Daniel

    Captulo 2.

    Antes de entrar en mi tema actual, me gustara sealar una prueba obvia de que Daniel 1 tiene el

    carcter de prefacio. El ltimo versculo del captulo nos informa que "Daniel permaneci all hasta el ao

    primero del rey Ciro." (Daniel 1:21 - BJ). No se trata meramente de un relato de determinadas

    circunstancias, presentado antes de que seamos introducidos a las varias revelaciones o hechos que son

    presentados en sucesin en el libro; sino que tenemos la preparacin para el lugar que Daniel haba de

    mantener. Y entonces, somos llevados, por decirlo as, hasta el final. La continuidad de Daniel se muestra

    a travs del perodo completo de la monarqua Babilnica, e incluso hasta el principio de la Persa. Ello no

    significa que Daniel vivi slo hasta el primer ao del rey Ciro; porque la ltima parte del libro nos

    muestra una visin posterior a esa fecha. Se establece solamente el hecho de que l vivi al comienzo de

    una nueva dinasta. Y se encontrar que el final del ltimo captulo es una conclusin igualmente

    adecuada al libro; respondiendo, como tal, al primer captulo como un prefacio.

    Pero antes de ir ms lejos, yo hara una observacin de tipo general. El libro se divide en dos

    volmenes, o secciones, casi iguales. Primero, lo que se refiere a los grandes poderes Gentiles, y los

    rasgos que marcaran su conducta interna; y, por ltimo, lo que se refiere al juicio de todo ello. Esto

    contina hasta el final de Daniel 6. Luego, desde Daniel 7 hasta el final, no tenemos la historia exterior de

    los cuatro imperios Gentiles, sino aquello que es de un inters ms peculiar para el pueblo de Dios

    (Israel). Esto fue indicado, y es lo suficientemente evidente, por la circunstancia de que la primera parte

    del libro no consiste de visiones que Daniel vio; pues la nica profeca propiamente llamada as, fue vista

    por Nabucodonosor. Hay una en Daniel 2, y luego otra de un carcter diferente en Daniel 4; estando los

    captulos 3, 4, y 6 de Daniel, conformados por hechos que tenan que ver con la condicin moral de las

    dos primeras monarquas, pero que no tenan absolutamente nada que ver con lo que fue dado a conocer

    en primera instancia a Daniel, o con visiones vistas por el profeta mismo; mientras que la ltima parte del

    libro se ocupa exclusivamente con comunicaciones al profeta mismo. Y es all que encontramos, no

    meramente lo que debera impactar a la mente natural, sino los secretos de Dios que afectan e interesan

    peculiarmente a Su pueblo, y por tanto, encontramos tambin los detalles. La demostracin externa de

    esto es, que el captulo 6, el cual finaliza lo que yo he llamado 'la primera seccin de Daniel', nos lleva

  • nuevamente al final. "Y este Daniel prosper durante el reinado de Daro y durante el reinado de Ciro el

    persa." (Daniel 6:28). Ahora bien, esto es notable, debido a que el captulo siguiente retrocede

    nuevamente a Belsasar. "En el primer ao de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueo, y visiones

    de su cabeza", etc. (Daniel 7:1). Eso fue mucho antes de Ciro el Persa. Luego, en Daniel 8, "En el ao

    tercero del reinado del rey Belsasar." (Daniel 8:1). Y en Daniel 9, "En el ao primero de Daro hijo de

    Asuero." (Daniel 9:1). Hasta el momento todo es normal. A continuacin pasamos a los captulos 10 al

    12. "En el ao tercero de Ciro rey de Persia, cierta cosa fu revelada a Daniel", etc. (Daniel 10:1 - VM). La

    primera parte (captulos 1 al 6) nos lleva hasta el final de una manera general, y la segunda (captulos 7

    al 12) con igual orden; divididas estas partes, no meramente en su forma exterior, sino teniendo la

    diferencia moral ya explicada, es decir, una externa y la otra interna. El hecho de que esto no es una cosa

    sin precedente en la Palabra de Dios, es algo familiar para el lector de Mateo 13. All, tenemos una

    presentacin ordenada del reino de los cielos bajo ciertas parbolas - siendo la primera de estas una

    parbola a manera de prlogo. Ahora bien, tomando las otras seis parbolas (pues hay exactamente

    siete en total), ustedes tienen una divisin de ellas en dos grupos de tres, el primero de los cuales se

    refiere al exterior del reino, y el ltimo a las relaciones ms internas y ocultas.

    Historia Externa e Interna

    Esto responde exactamente a lo que tenemos en Daniel. En primer lugar, la historia externa ocurre

    hasta el final, y, a continuacin, la sucede la interna, o aquello que era de inters especial para los que

    comprendan los modos de obrar de Dios. Esto ser suficiente para demostrar que el libro se caracteriza

    por ese mtodo divino que nosotros deberamos esperar en la Palabra de Dios. Hay un diseo profundo,

    que se repite en todas las obras de Dios, y ms especialmente a travs de Su Palabra. El dedo de Dios

    mismo es evidente, efectivamente, en lo que l ha hecho; sin embargo la muerte ha entrado, y "la

    creacin fue sometida a vanidad" (Romanos 8:20 - LBLA). De ah que nosotros omos los gemidos de la

    creacin inferior; y, en la medida que ustedes suben en la escala de la vida animal, la miseria es ms

    intensa. El hombre es ms consciente y capaz de sentir la miseria que su propio pecado ha trado sobre

    el mundo, y sobre la creacin, de la cual l es hecho seor. Pero en la Palabra de Dios, aunque puede

    haber equivocaciones y errores de los escribas, estos, en su mayor parte, no son ms que pequeos

    lunares. Ellos pueden oscurecer su luz plena; pero son insignificantes en comparacin con el evidente

    resplandor de lo que Dios da, aun en la versin ms imperfecta. Pasando por manos de hombres,

  • nosotros descubrimos, ms o menos, la debilidad que est ligada a los vasos terrenales; pero por medio

    de la gran misericordia de Dios, hay una luz amplia para toda alma honesta.

    Pero, volviendo a esta primera gran escena, nosotros tenemos el fracaso completo de la sabidura

    del mundo. Se tuvo inusual cuidado, en la corte de Babilonia, de tener hombres entrenados en toda

    sabidura y conocimiento. El tiempo haba llegado cuando esto se iba a poner a prueba. A Dios le plugo,

    mientras el gran rey Gentil estaba meditando en su cama, darle una visin de la historia futura del mundo:

    gratificando, por una parte, su deseo de ver desvelado el curso del mundo de all en adelante; mientras

    que, por otra parte, se le hizo sentir la impotencia total de todos los recursos humanos. Fue la

    oportunidad para que Dios mostrara Su propio poder, y la sabidura perfecta de la cual incluso un pobre

    cautivo fue el canal de comunicacin. Este es un notable ejemplo de los modos de obrar de Dios. Aqu

    estaban estos Judos; y el orgulloso rey podra haber supuesto que, si Dios estuviera por ellos, de

    ninguna manera ellos podran haber llegado a estar bajo su mano. Pero si los que componen el pueblo de

    Dios son culpables, no existe nadie cuyas faltas l expone de mayor manera. Cmo conocemos el mal

    que Abraham hizo? o David? Slo de parte de Dios. l ama demasiado a Su pueblo como para ocultar

    sus faltas. Es una parte de Su gobierno moral el hecho de que l sea exactamente el ltimo en poner, o

    en permitir, un velo sobre lo que le desagrada, incluso en aquellos que l ama ms. Tomen a una familia

    bien gobernada. Acta el amor cubriendo la falta del hijo, cuando el hijo debera sentirla? - y debe

    sentirla si l quiere ser feliz. As es con el pueblo de Dios. Israel le haba abandonado - haban negado su

    relacin con l; y Dios muestra que l sinti el pecado de ellos, y que ellos deben sentirlo tambin. l los

    desconoci como pueblo Suyo por un tiempo - los removi de la tierra en que l los plant; y ellos eran

    ahora esclavos de los Gentiles.

    Pero, a su vez, su conquistador debe aprender que, despus de todo, la mente - el corazn de Dios,

    estaba con los pobres cautivos. El poder de Dios poda estar con los Gentiles por una temporada, pero

    los afectos de Dios y Su secreto estaban con los Suyos, aun en la hora de su humillacin.

    Las circunstancias a travs de las que esto fue mostrado, ilustran notablemente los modos de obrar

    de Dios. El rey suea un sueo: el sueo se le va. l llama a sus sabios, y les solicita que le hagan saber

    el sueo y su interpretacin. Pero todo es en vano. Ellos mismos estn tan impactados con la

    irracionalidad de la demanda, que dicen, "no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya

    morada no es con la carne." (Daniel 2:11). Era imposible cumplir con la peticin del rey. Se permiti, de

  • este modo, que todo saliera a la luz en su realidad. La sabidura de ellos demostr ser infructuosa para lo

    que se deseaba. Daniel se entera del edicto que fue divulgado, de que los sabios iban a ser llevados a la

    muerte. l acude a Arioc, y pide que se le d tiempo. Pero presten atencin a esto - y ello es la

    caracterstica de la fe - l tiene confianza en Dios. l no espera hasta que Dios le d la respuesta antes

    de decir que l mostrara la interpretacin del sueo. l la ofrece de inmediato. l confa en Dios, y eso es

    fe - una conviccin fundamentada sobre el carcter conocido de Dios. "El secreto de Jehovah es para los

    que le temen" (Salmo 25:14 - RVA), y Daniel tema al Seor. Por consiguiente, tambin, l no se alarm

    ante el edicto. l saba que Dios, quien dio el sueo, poda recordarlo. Al mismo tiempo, no pretende, en

    el ms mnimo grado, responder l mismo. Tenemos as dos grandes cosas presentadas en Daniel:

    primero, su confianza de que Dios revelara el asunto al rey; y en segundo lugar, su confesin de que l

    no poda. l va a su casa, y da a conocer el asunto a sus compaeros. l desea que ellos tambin

    "pidiesen misericordias de parte del Dios del cielo en cuanto a este secreto." (Daniel 2:18 - VM). l le da

    un valor extraordinario a las oraciones de sus hermanos - los testigos, junto con l, del Dios verdadero en

    Babilonia. Los hace arrodillarse delante de Dios, as como l mismo toma ese lugar. Pero Daniel,

    teniendo una fe especial, fue aquel a quien, por consiguiente, Dios honra. "Entonces el secreto fue

    revelado a Daniel en visin de noche." (Versculos 14 al 19).

    Tampoco l va directamente al rey, ni siquiera a sus compaeros, para contarles que Dios le haba

    dado a conocer el sueo. La primera cosa que hace es ir a Dios. El Dios que ha dado a conocer el

    secreto es Aquel a quien Daniel reconoce de inmediato. l est en el lugar de uno que adora a Dios. Y

    permtanme que lo diga: este es el gran objetivo de todas las revelaciones de Dios. No supongan que se

    trata de hacerme conocer mi pecado y un Salvador satisfaciendo todas las necesidades de mi alma. Lo

    que Dios obra por medio de Su Espritu en Sus santos, no es que ellos han de conocer meramente que

    son librados del infierno, o que deberan andar como Sus hijos. Hay una cosa an ms elevada. Dios

    hace a los de Su pueblo adoradores de l mismo; y, si hay una cosa en la que los hijos de Dios fallan

    ms que en ninguna otra, es comprender completamente su lugar como adoradores.

    Ahora bien, Daniel entendi esto. Aunque era comparativamente joven, l conoca bien la mente de

    Dios. Y aqu tenemos este hermoso rasgo. l pone de manifiesto, en su exultacin de alabanza, la mente

    de Dios; y esto, no tanto en conexin con Su poder - aunque es verdad que l "cambia los tiempos y las

    edades; quita reyes y pone reyes", etc. (Daniel 2:21 - LBLA) - sino que sobre lo que su corazn se

  • explaya especialmente es esto: que l "da sabidura a los sabios, y conocimiento a los entendidos."

    (Daniel 2:21 - LBLA). Yo llamo a poner atencin a las palabras. Es muy cierto que el Seor mira al

    ignorante con compasin, y muestra Su bondad a los que no tienen entendimiento. Pero Daniel est

    hablando de Sus modos de obrar con aquellos cuyos corazones estn dispuestos hacia l; y en el caso

    de ellos el principio del Seor es, "Al que tiene, le ser dado, y tendr ms; y al que no tiene, aun lo que

    tiene le ser quitado." (Mateo 25:29). Nada es ms peligroso, en las cosas de Dios, que detenerse

    bruscamente en la senda en que aprendemos Sus modos de obrar. Lo que detiene a las almas es el

    hecho de que tienen conciencia de que la verdad es demasiado prctica; y ellas temen las

    consecuencias; pues la verdad de Dios no es una cosa meramente para conocer, sino para vivir; y el

    alma retrocede instintivamente debido a los serios resultados presentes que ello conlleva. En el caso de

    Daniel, el ojo era sencillo, y, por consiguiente, todo el cuerpo estaba lleno de luz. Este es el real secreto

    del progreso. Dejen que el deseo sea solamente hacia Dios, y el progreso es seguro y constante.

    Daniel Explica el Sueo

    Entonces, Daniel va a Arioc, y dice, "No mates a los sabios de Babilonia; llvame a la presencia del

    rey, y yo le mostrar la interpretacin." (Daniel 2:24). Por consiguiente, Arioc lleva prontamente a Daniel

    ante el rey, y dice, "He hallado un varn de los deportados de Jud, el cual dar al rey la interpretacin."

    (Daniel 2:25). El rey le pregunta si es verdad que l es capaz de dar a conocer el sueo y la

    interpretacin. La respuesta de Daniel es hermosa. El conocimiento real, profundo, de los modos de obrar

    de Dios est acompaado siempre por la humildad. No hay mayor error, ni uno ms infundado, de hecho,

    que la suposicin de que la inteligencia espiritual envanece; el conocimiento puede envanecer - me

    refiero al mero conocimiento. Pero yo hablo de esa comprensin espiritual en la Palabra, que emana del

    sentido que se tiene del amor de Dios, y procura propagarse, si es que lo puedo expresar de este modo,

    simplemente porque es amor divino. Daniel da a entender cun imposible era para los sabios, los

    astrlogos, los magos, y los adivinos, mostrar el sueo al rey. "Pero hay un Dios en los cielos, el cual

    revela los misterios, y l ha hecho saber [ni siquiera dice a Daniel, sino] al rey Nabucodonosor lo que ha

    de acontecer en los postreros das." (Versculo 28). l dese que Nabucodonosor supiera el inters que

    Dios tena en l. "A ti, oh rey, en tu cama te surgieron pensamientos sobre lo que habr de suceder en el

    futuro, y el que revela los misterios te ha dado a conocer lo que suceder." (Daniel 2:29 - VM). Pero l no

    se satisface con eso: l aade, "Mas en cuanto a m, no por sabidura que haya en m ms que en todos

  • los dems vivientes, me ha sido revelado este secreto, sino a fin de que se haga conocer la interpretacin

    al rey, y para que sepas los pensamientos de tu corazn." (Daniel 2:30 - VM).

    Entonces l comienza con el sueo. "T, oh rey, tuviste una visin, y he aqu, haba una gran

    estatua; esa estatua era enorme y su brillo extraordinario; estaba en pie delante de ti y su aspecto era

    terrible." (Daniel 2:31 - LBLA). l haba visto el curso del imperio, no meramente de una manera sucesiva

    fragmentaria, sino como un todo. En la ltima parte del libro, tenemos una sucesin sealada ms

    minuciosamente, y los detallados modos de obrar de los diferentes poderes hacia el pueblo de Daniel:

    pero aqu se trata de la historia general del imperio Gentil.

    "La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus

    muslos, de bronce." (versculo 32). Es decir, a medida que el imperio se alejaba de la fuente de poder

    haba deterioro. Fue Dios quien dio el gobierno imperial a Nabucodonosor. Por consiguiente, lo que est

    ms cerca de la fuente es visto como 'la cabeza de oro'. Entra all, en cierta medida, ms de lo que era

    humano en el imperio Persa; 'el pecho y los brazos de plata', un metal inferior, y as sucesivamente hasta

    bajar a las piernas, las cuales son de hierro, y los pies, parte de hierro y parte de barro. Es bastante claro

    a partir de esto, que, en la medida que descendemos desde la concesin original de poder, hay una

    degradacin gradual.

    Pero es bueno indicar ahora uno o dos principios, que creo son de importancia al mirar las

    Escrituras profticas. Una de las mximas ms comunes, aun entre Cristianos, es esta: que la profeca ha

    de ser interpretada por el suceso - que la historia es el exponente apropiado de la profeca - que cuando

    las visiones profticas se realizan en la tierra, los hechos explican las visiones. Este es un principio falso;

    no contiene ni una partcula de verdad en l. Las personas confunden la interpretacin de la profeca con

    la confirmacin de su verdad. Cuando una prediccin se cumple, su cumplimiento confirma su verdad, por

    supuesto; pero eso es una cosa muy diferente de que este cumplimiento la explique. La comprensin

    apropiada de la profeca es tan difcil despus del suceso como antes de l. Por ejemplo, dejen que

    cualquiera tome las setenta semanas de Daniel. Ese captulo ha brindado la ocasin para una inmensa

    controversia y disputa entre los propios creyentes. Uno de sus supuestos ms comunes es que todo ya

    se ha cumplido (lo que no es correcto), y, con todo, no hay nada parecido a un acuerdo entre ellos acerca

    de su significado.

  • Mirando nuevamente la profeca de Ezequiel, nosotros encontramos que la dificultad de la profeca

    surge de una fuente totalmente diferente. La primera parte de Ezequiel se cumpli en los modos de obrar,

    en ese entonces, de Dios con Israel; se extendi sobre la poca cuando Daniel vivi. Pero eso no la

    explica. Ello es, de hecho, ms oscuro que los captulos finales, los cuales son futuros.

    Entonces, qu explica la profeca? Lo que explica toda la Escritura - slo el Espritu de Dios. Su

    poder puede desvelar cualquier parte de la Palabra de Dios. Preguntan ustedes si lo que yo quiero decir

    es que no tiene ninguna importancia conocer idiomas, entender la historia, etc.? Yo no estoy planteando

    una cuestin acerca de aprender: ello tiene su uso; pero yo niego que la historia es la intrprete de la

    profeca, o de cualquier Escritura. Y si hay Cristianos que conocen la historia del mundo, o los idiomas

    originales de la Escritura, es Cristo quien tiene que ver con su inteligencia espiritual, y no su saber o

    conocimiento. Adems, aun si los hombres son Cristianos, ello no implica necesariamente que entiendan

    la Escritura. Ellos conocen a Cristo, pues de otra manera no seran Cristianos. Pero una real entrada en

    los pensamientos de Dios, en la Escritura, presupone que una persona est en guardia contra el 'yo',

    desea la gloria de Dios, tiene confianza plena en Su Palabra, y dependencia del Espritu Santo. El

    entendimiento de la Escritura no es una cosa meramente intelectual. Si un hombre no tiene entendimiento

    en absoluto, l no podra entender nada: pero la mente es slo el vaso - no el poder. El poder es el

    Espritu Santo, actuando en y por medio del vaso; pero debe ser el propio Espritu Santo quien llene un

    alma. Tal como se dice, "Y sern todos enseados por Dios." (Juan 6:45).

    Hay una gran diferencia en la medida de la enseanza, debido a que hay mucha diferencia en la

    medida de dependencia en Dios. Lo importante es tener en mente que el entendimiento de la Escritura

    depende mucho ms de lo que es moral, que de lo que es de la mente - depende de un ojo sencillo para

    con Cristo. El Espritu Santo nunca nos puede dar nada que nos exima de la necesidad de depender y

    esperar en Dios.

    Cmo, entonces, hemos de interpretar la profeca? Ella es enteramente independiente de la

    historia; fue dada para ser entendida antes que llegue a ser historia. Debe ser manifiesto que esto es

    verdad. La gran mayora de la profeca es acerca de los terribles juicios que han de caer al fin de este

    siglo. Qu sucede con las personas que no obtienen provecho por medio de las profecas, hasta que los

    hechos no hayan sucedido? Es un asunto serio despreciar esto. El creyente que entiende la profeca

    obtiene una ayuda especial, de la cual carece aquel que la descuida.

  • Comenzando, entonces, con este gran principio - que es el Espritu Santo quien nos concede leer la

    profeca, como estando relacionada con la gloria de Dios, y conectada con Cristo, quien an ser

    exaltado, y cuya gloria llenar la tierra y los cielos, siendo abatidos todos los usurpadores y los

    pretendientes al trono - miremos esta escena, como la que nos muestra el curso del mundo, hasta aquel

    tiempo. En primer lugar, consideren la posicin de las partes. Aqu estaba el rey ms orgulloso en el

    mundo. l se haba puesto en marcha a la cabeza de ejrcitos victoriosos, antes de la muerte de su

    padre - antes de que l hubiese entrado apropiadamente en el reino indiviso de Babilonia. Y ahora

    encuentra expuesta ante s una esfera de dominio, quizs ms all de su ambicin. l aprende, con

    certeza, que fue Dios, en Su providencia, quien le haba colocado en esta posicin. Pero ms que eso: l

    ve expuesta ante l, en unas pocas pinceladas, el cuadro completo del mundo Gentil - los rasgos

    principales de su historia desde aquel da hasta el da de gloria y juicio que va a suceder. l le ha

    mostrado el surgimiento de otro poder vecino, al que ya se haba aludido en la profeca; de modo que, por

    consiguiente, no haba ninguna dificultad en absoluto en darse cuenta qu es lo que se quera dar

    entender por medio de ello. El profeta Isaas, quien vivi ciento cincuenta aos antes de que Ciro naciera,

    no slo se haba referido por el Espritu Santo a la nacin y al rey de los Medos y de los Persas, sino que

    mencion su nombre. (Isaas 44:28; 45:1).

    De nuevo: otro imperio fue predicho, que estaba, en ese entonces, comparativamente en su

    infancia, o consista solamente de muchas tribus separadas, sin ningn vnculo estable de cohesin entre

    ellas - yo me refiero a los Griegos. Pero, ms notable an es que el reino, sobre el cual el Espritu de Dios

    se extiende bastante, era, en ese entonces, un reino que estaba en un estado meramente embrionario, y,

    probablemente, el rey de Babilonia ni siquiera lo conoca de nombre. Pues a pesar de que ese reino

    estaba destinado a desempear la parte ms grande que haya sido desempeada alguna vez por un

    reino en la historia del mundo, ello era, en ese entonces, totalmente oscuro. Ellos se dedicaban a

    disputas de la clase ms insignificante en su lugar de origen y con la vecindad, sin ningn pensamiento

    acerca de extender su dominio. Por lo tanto, es an ms maravilloso contemplar a aquel gran rey, y al

    siervo de Dios que estaba ante l, desplegando la historia del mundo.

    "T, oh rey, eres rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el reino, el poder, la fortaleza y la

    gloria." (Daniel 2:37 - VM). No era cuestin de su propia proeza, ni su sabidura especial, que l posea.

    Si a Nabucodonosor se le haba permitido llevarse a estos cautivos - triunfar sobre el poder de Egipto,

  • que haba deseado disputar la supremaca del mundo, fue el Dios del cielo quien se lo haba dado. "De

    modo que dondequiera que habitan los hijos de los hombres, las bestias del campo y las aves del cielo, l

    lo ha dado todo en tu mano, y a ti te ha hecho seorear a todos ellos. T eres esa cabeza de oro." (Daniel

    2:38 - VM). Se menciona, claramente, la monarqua Babilnica. Dios se haba referido a esto por medio

    de Isaas. Y a Jeremas, quien fue contemporneo de Daniel, se le haba expuesto no slo la longitud del

    perodo que la monarqua Babilnica haba de perdurar, sino incluso la sucesin. Estara Nabucodonosor

    y su hijo, y el hijo de su hijo. Eso tuvo un cumplimiento notable. De modo que no necesitamos ir ms all

    de la Escritura para entender la profeca. Se trata del uso correcto, espiritual, de lo que est en la Palabra

    de Dios, y yo bendigo a Dios por ello. Si ustedes encuentran al hombre ms simple que slo estudia la

    Biblia con diligencia, en su lengua materna, y es guiado por el Espritu de Dios, l tiene los elementos y el

    poder de una interpretacin verdadera. Pero no hay duda en cuanto que si un hombre trata de encontrar

    una interpretacin aqu o all, mediante la ayuda de la historia, de antigedades, peridicos, y otras

    cosas, l slo se est engaando a s mismo y a sus oyentes. Tal es la sentencia moral universal de Dios

    sobre el alma que busca, en lo que es del hombre, la llave apropiada a los secretos de Dios. Yo debo

    encontrarla en Dios mismo, mediante un uso correcto de lo que est en Su propia Palabra.

    Yo tuve la curiosidad de examinar a un temprano escritor Judo, cuya historia es leda y valorada en

    todas partes, Josefo, y, encontrando la versin comn peculiar, yo examin el original Griego de su

    historia, pero encontr an el mismo sentido extrao. l sugiere que la cabeza de oro significa

    Nabucodonosor, y los reyes que fueron antes de l! De esta manera, hay una carencia total en cuanto a

    la comprensin de lo que la Palabra de Dios dice. El alejamiento de la Escritura, y la permisin de los

    propios pensamientos, siempre desva. Babilonia fue hecha un imperio, por primera vez, en la persona de

    Nabucodonosor, quien abarca aqu, por decirlo as, a los que iban a seguir. "T eres esa cabeza de oro."

    No hay ninguna referencia a los reyes que fueron antes de l. A Babilonia nunca se le permiti tener el

    imperio del mundo hasta el da de Nabucodonosor, por eso era l, y no sus antepasados, quien constitua

    la cabeza de oro. l fue aquel en quien el lugar imperial de Babilonia encuentra su comienzo.

    En Jeremas 25 no slo encontramos la poca de setenta aos de cautiverio, sino que ms

    adelante, en Jeremas 27, la sucesin es mencionada. "'Y todas las naciones le servirn a l, a su hijo, y

    al hijo de su hijo, hasta que llegue tambin la hora a su propia tierra." (Jeremas 27:7 - LBLA). Sucedi

    que, despus que su hijo Evil-Merodac fue destronado, hubo uno que tom el trono, no siguiendo el

  • orden de sucesin, sino que fue llamado al trono por el pueblo Babilnico, con una especie de

    reclamacin mediante el matrimonio con la hija de Nabucodonosor. Este hombre rein por un tiempo, y

    despus de l rein su hijo, quien fue, por lo tanto, el hijo de la hija de Nabucodonosor, no el hijo de su

    hijo. Entonces, podra parecer, hasta el momento, que la profeca hubiese fallado. Pero no es as, en

    absoluto. Unos pocos meses despus, el nieto de Nabucodonosor fue llamado al trono. "La Escritura no

    puede ser quebrantada." (Juan 10:35). Se haba dicho, "A l [Nabucodonosor], a su hijo, y al hijo de su

    hijo" (Jeremas 27:7), y as fue. En Belsasar, el nieto de Nabucodonosor, todo el asunto termin. Para

    esto, entonces, la Escritura proporciona todas las partes principales. As que la profeca explica, de

    hecho, la historia, pero la historia nunca interpreta la profeca. El hombre que comprende la profeca

    puede explorar la historia; pero ninguna comprensin de la historia le capacitar para explicar la profeca.

    Ella podra confirmar la verdad de una prediccin a un escptico, en la medida que ello sea claro. As, si

    la historia de la ocupacin de Jerusaln, tal como es presentada en las Guerras de Josefo, es una

    ocupacin verdadera, coincidir, evidentemente, con el anuncio inspirado que nos dio Lucas. Pero es

    bastante claro que si yo tengo confianza en la Palabra de Dios, yo tengo all un relato mucho ms cierto

    de ello. En una palabra, la circunstancia de ser anunciado antes del suceso no tiene nada que ver con el

    asunto. El ojo de Dios vio desde el principio al fin, y a travs de la corriente del imperio Gentil; y el

    lenguaje es claro en las profecas de Daniel, as como en los escritos de los historiadores Griegos y

    Latinos.* Y esto es tan verdadero que quienes no tienen ninguna simpata a lo que es de Dios, incluso

    incrdulos, estn obligados a reconocer que todo lo que se relaciona claramente con el tema coincide con

    lo que Daniel haba dicho cientos de aos antes de los sucesos.

    {* 'Los cuatro imperios estn claramente delineados; y los ejrcitos invencibles de los Romanos descritos

    con tanta claridad en las profecas de Daniel, como en las historias de Justino y Diodoro.' - Gibbon.}

    "Y despus de ti, se levantar otro reino inferior a ti." (Daniel 2:39 - VM). No inferior en extensin

    territorial, sino en esplendor, y quizs ms que todo, en la mixtura de control fuera del gobernante, en

    lugar de un hombre actuando en la conviccin de que Dios le haba colocado en su lugar de autoridad.

    Daro (Daniel 6) acept el consejo de sujetos inescrupulosos y sufri amargamente por ello. Si l hubiese

    percibido el sentido de inmediata responsabilidad para con Dios, la trampa hubiese sido evitada. Los

    hombres, de forma natural, vacilan ante la autoridad absoluta, principalmente debido a que se trata de un

  • poder incontrolable en manos de un hombre dbil y que yerra. Pero suponiendo que fuera uno que

    tuviera toda la sabidura y la bondad en su propia persona, nada podra ser ms feliz. Esto es

    exactamente lo que ser verdad en el reino del Seor Jesucristo, cuando plena autoridad ser puesta en

    Sus manos, y todos sern bendecidos y segn la voluntad de Dios, y cuando la voluntad contraria de los

    hombres slo sera rebelin.

    Lo que parece confirmar esto es, que cuando descendemos al tercer reino, el Macedonio, del cual

    Alejandro Magno fue el fundador, tenemos all a un hombre, quien no meramente actu siguiendo la

    sugerencia de sus sabios, sino que fue controlado por sus generales. Lleg a ser, de hecho, una especie

    de gobierno militar - una cosa menos respetable que la interferencia aristocrtica de los Medos y los

    Persas, y sus leyes inflexibles.

    Luego descendemos an ms bajo, y tenemos un cuarto reino, representado por el hierro. "Habr

    un cuarto reino, tan fuerte como el hierro; y as como el hierro desmenuza y destroza todas las cosas,

    como el hierro que tritura, as l desmenuzar y triturar a todos stos." (Daniel 2:40 - LBLA). All, la

    fuerza es la gran caracterstica del reino, y la calidad del metal es consistente con ello. Pero es un metal

    de la clase ms comn - no uno de los metales preciosos; quizs se debe a que el imperio Romano se

    distingui por esto: que, nominalmente, fue el pueblo quien gobernaba. No obstante lo desptico que

    fuera el emperador, l siempre pretenda, por lo menos en teora, consultar al pueblo y al senado. Incluso

    bajo el imperio, los Romanos tenan an la apariencia de su antigua constitucin republicana; mientras

    que, en realidad, no se trataba ms que de un individuo que se haba investido con todo el poder real.

    El Curso Completo del Imperio

    Aqu, entonces, tenemos bosquejado ante nosotros, el curso completo del imperio. Pero se podra

    preguntar, Cmo sabe usted estas cosas? No se dice que el segundo imperio representa a Media-

    Persia, o que el tercero a Macedonia, o el cuarto a Roma. Yo creo que s se dice. Puede ser que no se

    diga aqu: pero la Escritura no siempre 'cuelga la llave exactamente en la puerta'. No es frecuente que

    encontremos la explicacin de una porcin en el versculo siguiente. Dios quiere que yo conozca Su

    Palabra, que me familiarice con todo lo que l ha escrito, y que me asegure que todo es muy bueno.

    Instruir en la Escritura, incluso al nio no convertido, es siempre de gran valor. Es como preparar bien lo

    necesario para un fuego, de modo que slo una chispa sea necesaria para encenderlo en llamas. Es algo

  • bueno y sano para los Cristianos el hecho de ser ms minuciosos en instruir a sus hijos en un

    conocimiento profundo de la Palabra de Dios.

    Pero, volviendo a considerar qu luz nos da la Escritura, no necesitamos ir ms all de este libro de

    Daniel para averiguar los nombres de estos imperios. En el captulo 5:28, se nos dice, "PERES: Tu reino

    ha sido roto, y dado a los medos y a los persas." All est, inmediatamente, la respuesta. Encontramos al

    reino Babilnico slo tambalendose y a punto de ser destruido. Se nos dice que los Medos y los Persas

    lo sucedieron. Nada ms sencillo o ms cierto. Las nicas personas de las que alguna vez o que hallaron

    dificultades, fueron algunos hombres instruidos quienes se esforzaron en hacer que el imperio de

    Babilonia se extendiera igualmente a Persia, para hacer que Grecia fuera el segundo, Roma el tercero, y

    que el cuarto fuera un poder anticristiano distinto y puramente futuro. Otra clase de estos eruditos han

    contendido en cuanto a que el reino de Alejandro es una cosa, y que el de sus sucesores es otra

    completamente diferente; de hecho, uno sera el tercero y el otro sera el cuarto; como para hacer incluso

    el quinto reino (aquel de la "piedra" pequea) una cosa pasada o presente. Si la Escritura hubiese sido

    leda y sopesada sin un objetivo, nunca se podran haber cometido errores como estos. Pero el creyente,

    en vez de ver en la historia cosas que desconciertan su mente, toma su Biblia, y encuentra la solucin

    antes de que l deje la misma profeca. Pues es claro a partir de Daniel 8: 20, 21, que el imperio de los

    Medos y Persas unidos cede el lugar al reino Griego, con su divisin en cuatro partes luego de la muerte

    de Alejandro. Este es sucedido, nuevamente, por el cuarto imperio, o Imperio Romano, cuyo rasgo

    peculiar es que, en su ltima etapa se lo ve dividido en diez reinos separados. (Daniel 7). Fue ste,

    alguna vez, el caso con los sucesores de Alejandro? Su reino fue dividido en cuatro, nunca en diez. De

    este modo tenemos a la profeca explicando la historia; mientras que el uso general que el mero

    aprendizaje hace de la historia es oscurecer el resplandor de la Palabra de Dios. Pero comprendamos

    primeramente la Palabra de Dios; y luego, si nos volvemos a la historia, encontraremos que ella entra

    como un testimonio humano, y confirma, con su dbil voz, el testimonio divino. Est obligada a hacerlo

    as. De esta manera, el hombre que no conoce la historia est de pie sobre un terreno, por lo menos, tan

    bueno como quienes son doctos, pero encuentran dificultades. l no est confundido como lo estn los

    otros, quienes miran a travs de la bruma de sus propias especulaciones.

    El Reino Macedonio o Griego

  • En el tercer reino se introduce un rasgo que no est en el segundo. "Se enseorear de toda la

    tierra." (Daniel 2:39 - VM). Cun notablemente se cumpli esto en el reino Macedonio o Griego! Porque,

    aunque Ciro fue un gran conquistador, lo fue enteramente en la regin donde l vivi. l subyug a la

    totalidad de esas partes que estn al norte de Media y Persia, y tambin en direccin al sur, as como al

    oeste. Todo eso fue verdad; pero l nunca sali, hasta donde yo s, de los lmites de Asia.

    Pero vemos ahora un reino caracterizado por una extraordinaria rapidez de conquista. Uno podra

    desafiar a todas las edades a mostrar algo que cumpla esta profeca, del modo que el reino de Alejandro

    lo hizo. En el curso de unos pocos aos, ese hombre notable invadi casi la totalidad del mundo conocido

    en ese entonces. l incluso lament, tal como sabemos, el hecho de que no tuviese otro mundo para

    conquistar. Este es un comentario llamativo sobre lo que tenemos aqu. Necesitamos acudir a la historia

    para todo ello? No. Nosotros encontramos en este mismo libro la explicacin. En Daniel 8: 20, 21, se

    demuestra que el tercer imperio es el imperio Griego. "En cuanto al carnero que viste, que tena dos

    cuernos, stos son los reyes de Media y de Persia." All tienen, tambin, una confirmacin de lo que dije

    antes, en cuanto al segundo reino. Pero cuando este carnero estaba all, vino un fiero macho cabro que

    tena un notable cuerno grande entre sus ojos. Con el nico cuerno que tena en su cabeza, l embiste

    contra el carnero, quien representaba a estos reyes de Media y Persia. Tenemos aqu el tercer reino, que

    iba a dominar "sobre toda la tierra." Cul es su nombre? El versculo 21 del captulo 8 nos da la

    respuesta. "El macho cabro del pelo spero es el rey de Grecia; y el cuerno grande que tena entre sus

    ojos es el rey primero." (Daniel 8:21 - VM). No necesitamos la historia para explicar la profeca. Tenemos

    aqu la respuesta distintiva, positiva, obtenida de la Palabra de Dios, en cuanto a cul es el tercer reino; y

    toda investigacin verdadera que ustedes puedan hacer en la historia solamente confirmar esto, pero

    ustedes no la necesitan. Si ustedes toman su posicin sobre la Palabra de Dios, ustedes estn sobre un

    terreno que ninguna historia puede tocar ni por un solo instante. Dios, quien da el nico relato seguro,

    muestra que el Imperio Medo-Persa es seguido por el Imperio Griego. El nico gran cuerno del ltimo es

    quebrado, y "en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo." (Daniel

    8:8). El reino de Alejandro, a su muerte, fue dividido en cuatro grandes partes, por las que sus generales

    lucharon. Ustedes tienen la pequeez relativa de ellos en presencia de Alejandro. La siguiente pregunta

    es, Qu iba a seguir despus de eso? Qu otro gran imperio iba a sucederlo: y ese, el ltimo imperio

    antes de que Dios establezca Su reino? La historia del Antiguo Testamento finaliza antes de que

  • comience el tercer reino. Los ltimos hechos registrados histricamente estn en el Libro de Nehemas,

    mientras el Persa era an el gran rey, es decir, el segundo imperio era todava supremo. Pero la historia

    del Nuevo Testamento comienza, y qu es lo que se encuentra all? Yo slo tengo que leer el comienzo

    de Lucas, y oigo acerca de otro gran imperio que est gobernando en ese entonces. "Aconteci en

    aquellos das, que se promulg un edicto de parte de Augusto Csar, que todo el mundo fuese

    empadronado." (Lucas 2:1). All tenemos, inmediatamente, el cuarto reino, sin requerir preguntarle a la

    historia por ello. Hay un cuarto reino, y la Palabra de Dios muestra que es universal; este reino convoca a

    los hombres a travs del mundo para ser inscritos en su registro, y Dios se encarga de que deba haber

    un reconocimiento legal incluso de Su propio Hijo habiendo nacido en ese entonces.

    El Cuarto Reino - el Romano

    El cuarto reino, entonces, fue el Imperio Romano. Cuando yo conozco eso a partir de la Escritura*,

    puedo acudir a la historia, la cual me dice que fue el Imperio Romano el que aplast el poder de Grecia.

    Ellos consiguieron que los Griegos se les unieran para derrotar a los Macedonios, y luego se volvieron

    contra los Griegos, y pronto los sometieron.

    {* No tengo ninguna duda de que, en las "naves de Quitim" (Daniel 11:30) tenemos una referencia al

    poder naval de Roma que interfiri con Antoco Epfanes. Pero como la mencin de Roma es menos

    explcita que en Lucas 2:1, Lucas 3:1, Lucas 20: 22 al 25, Juan 11:48, Juan 19:15, yo aado la prueba

    directa proporcionada por el Nuevo Testamento.}

    Despus, los Romanos extendieron sus conquistas por toda Asia. Qu dice Dios acerca de esto?

    "Y habr un cuarto reino, tan fuerte como el hierro; y as como el hierro desmenuza y destroza todas las

    cosas, como el hierro que tritura, as l desmenuzar y triturar a todos stos." (Daniel 2:40 - LBLA). Y si

    la gente deja entrar la historia, pueden ver las cosas ms claramente? Dnde pueden ellos mostrar

    una descripcin tan justa de aquel imperio como la que Dios da aqu? Un historiador bien conocido,

    hablando acerca de los imperios, los describe en las imgenes ms vivas, derivadas de estos mismos

    smbolos de Daniel el profeta. l no pudo encontrar figuras tan aptas como las que el Espritu de Dios

    haba ya consagrado para su uso, aunque todos saben que no fue por falta de imaginacin, ni por el

    deseo de acreditar la Escritura.

  • Incluso esto no es todo lo que Dios nos da. "Y as como el hierro desmenuza y destroza todas las

    cosas, como el hierro que tritura, as l desmenuzar y triturar a todos stos." (Daniel 2:40 - LBLA).

    Nunca hubo una descripcin que fuera, tan sin rodeos, a lo fundamental del asunto. Yo podra citar

    pasajes de antiguos escritores Romanos, que demuestran que ellos mismos dieron un relato de su propio

    imperio y su poltica, en trminos substancialmente similares.

    Pero hubo algo que ellos no pudieron decir, y que estaba ms all de lo que el hombre poda

    prever. Ese poder que se distingui por sobre todos los otros por su fuerza en combatir a todo el que se

    levantaba contra l, cualquiera que fuese su amabilidad para con aquellos que se inclinaban ante el

    conquistador - ese mismo poder es descrito aqu de este modo: - "Y como viste que los pies y los dedos

    eran en parte barro de alfarero y en parte hierro, el reino ser dividido entre s." (Daniel 2:41 - VM). Los

    Romanos no nos cuentan esto. La historia no siempre es un orador veraz. Aquellos que describen la

    poltica de su propio pas no son, en general, muy confiables. Si existi aquello que amenazaba con la

    extincin, ellos se agradan en ocultarlo as como estuvieron dispuestos a jactarse de cualquier cosa que

    evidencie su audacia, fuerza, y gloria; pero Dios cuenta todo; y encontramos que el mismo imperio, que

    haba de ser tan celebrado por su fuerza asombrosa, va a exhibir, tambin, la debilidad inherente ms

    grande. "Pero habr en l de la fortaleza del hierro, por lo mismo que viste que hierro iba mezclado con el

    barro gredoso. Y como los dedos de los pies eran en parte de hierro, y en parte de barro, as por una

    parte el reino ser fuerte, y por otra parte endeble. Asimismo como viste el hierro mezclado con barro

    gredoso, as las dos partes se mezclarn con la simiente humana [alianzas humanas]; mas no se unir

    una parte con la otra; del mismo modo que el hierro no se mezcla con el barro." (Daniel 2: 41 al 43 - VM).

    El hierro era el elemento original; el barro fue introducido posteriormente, y no perteneci,

    propiamente, a la gran estatua de metal: era un ingrediente extranjero. Cundo y de dnde vino este

    ingrediente? Yo creo que el Espritu de Dios, al utilizar la figura del barro no se refiere al elemento

    Romano original, el cual tena la fuerza del hierro, sino a las hordas brbaras, que irrumpieron en un

    perodo posterior, debilitando el poder Romano, y formando, gradualmente, reinos separados. Yo slo

    puedo, sin embargo, declarar esto como siendo mi propio juicio, basado en el uso general del lenguaje e

    ideas de la Escritura. Tenemos lo que no era propia y originalmente Romano, sino que fue introducido

    desde otra parte: y es la mezcla de los dos elementos lo que causa la debilidad, y que conduce,

    finalmente, a la divisin. Estas hordas de brbaros, que se abrieron paso al principio, profesaron no ser

  • conquistadores, sino huspedes de Roma, y finalmente se establecieron dentro de sus lmites. Esto fue lo

    que condujo, posteriormente, a la divisin del imperio en varios reinos independientes separados, cuando

    el poder y el orgullo de la Roma imperial fueron quebrantados. Ms tarde, Carlomagno, abrig el deseo

    de un imperio universal, y l trabaj duramente para lograrlo; pero fue un fracaso; y todo lo que adquiri

    en su vida fue separado en su muerte. Otro hombre lo intent en nuestros propios das; quiero decir, por

    supuesto, el exiliado de la isla Santa Helena (Napolen). l tuvo como objetivo la misma monarqua

    universal. Cul fue el problema? Su xito tuvo an ms corta vida. Todo fue completamente

    desmenuzado en sus componentes originales antes de que l hubiera respirado por ltima vez. Y as

    continuar en lo principal, hasta el momento del que hablamos aqu, pero que es explicado ms

    plenamente en el Libro del Apocalipsis.

    Esto es, yo creo, lo que la Escritura establece acerca del asunto. Habr, antes de que finalice la

    edad, la unin ms notable de dos condiciones aparentemente contradictorias - una cabeza universal del

    imperio, y, adems, reinos independientes separados, cada uno de los cuales tendr su propio rey; pero

    ese nico hombre ser el emperador sobre todos estos reyes. Hasta que ese tiempo llegue, cada

    esfuerzo hecho para unir los diferentes reinos bajo una cabeza ser un fracaso total. Incluso entonces,

    ello no ser la fusin de todos ellos juntos en un reino, sino que cada reino independiente tendr su

    propio rey, aunque todos sujetos a una cabeza. Dios ha dicho que ellos se dividirn. Entonces, esto es lo

    que se nos muestra, "pero no se unirn el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro."

    (Daniel 2:43). Y si ha habido alguna vez una porcin del mundo que ha representado este sistema

    incoherente de reinos, podemos mencionar a la Europa moderna. Mientras el hierro predomin, hubo un

    imperio: pero luego entr el barro, o el material extranjero. A consecuencia del hierro habr una

    monarqua universal, mientras que a consecuencia del barro habr reinos separados.

    "Y en los das de estos reyes el Dios del cielo levantar un reino que no ser jams destruido, ni

    ser el reino dejado a otro pueblo; desmenuzar y consumir a todos estos reinos, pero l permanecer

    para siempre." (Daniel 2:44). Tomen nota de esas palabras, "en los das de estos reyes." Ellas son una

    respuesta completa a quienes han tratado de hacer que esto se refiera al nacimiento de Cristo, y a la

    introduccin de lo que ellos llaman el reino de la gracia. En el tiempo del que se habla aqu en este

    versculo 44 de Daniel 2, el imperio es desmenuzado y dividido. Fue ste el caso cuando el Seor

    naci? Se pudo decir en ese entonces, "en los das de estos reyes"? Nada parecido. Roma estaba, en

  • ese entonces, en la plenitud de su poder, no haba la ms mnima brecha evidente a travs de todo el

    imperio. Slo haba un gobernante, slo una voluntad predominante. No fue, por lo tanto, "en los das de

    estos reyes". Entonces, a qu se refiere el versculo? Yo creo que se refiere a la escena final del

    Imperio Romano: no al tiempo cuando Cristo naci, sino a cuando Dios "otra vez vuelve a traer el

    Primognito al mundo" (Hebreos 1:6 - VM) - cuando el Seor es vuelto a traer, no como el Nazareno a

    sufrir y a morir, sino cuando l regresa con poder divino a juzgar. La piedra que fue cortada "(no con

    mano de hombre)" (Daniel 2:34 - VM), aunque en un sentido es aplicable a l en cualquier poca, es

    aplicable, real y plenamente, en ese entonces. Nosotros tenemos aqu la interpretacin. No se refiere a

    Su persona, tanto como al reino que el Dios del cielo establecer en l y por medio de l.

    Indudablemente l es la piedra; pero esta es una piedra destructiva extinguiendo los reinos de la tierra.

    Puede alguien negar esto? La piedra fue "cortada del monte sin ayuda de manos", y, "desmenuz el

    hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro." (Daniel 2:45 - LBLA). Fue ese el caso cuando Cristo naci?

    Atac Cristo el Imperio Romano? Lo destruy l? Por el contrario, Cristo fue muerto, y su delegado fue

    el medio oficial de Su crucifixin. La imagen, podramos decir, lo hiri a l, en vez de que l hiriese la

    imagen. Semejante interpretacin es indigna de una atencin seria.

    La piedra cae sobre los pies de la imagen, cuyos dedos eran en parte de hierro y en parte de barro

    (Daniel 2:42); es decir, cae sobre la ltima condicin del Imperio Romano. Despus de todas las

    divisiones, la piedra lo hiere. De este modo, la accin no es gracia, sino juicio. No se trata de un

    sembrador sembrando semilla, para producir vida; an menos se trata de levadura esparcindose sobre

    ciertos lmites. Su golpe cae destructivamente sobre la imagen y la desmenuza completamente. Es

    evidente, entonces, que no se trata aqu de la primera venida de Cristo. Su nacimiento es pasado

    completamente por alto. Ocurri durante el curso del Imperio Romano y de ninguna manera lo destruy.

    Mientras que lo que lidiar con el Imperio Romano, no obstante, es la venida del Seor Jesucristo en un

    da que es futuro.

    Pero, algunos dirn, cmo puede ser eso? El Imperio Romano no existe ahora. Pero, permtanme

    preguntar, Como demuestra esto que no habr un Imperio Romano? Pueden ustedes probar que el

    Imperio Romano no va a resurgir? Lo que se me da a entender aqu es que el hierro, el barro, el bronce,

    la plata, y el oro, fueron desmenuzados totalmente, "y quedaron como el tamo de las eras en verano."

    (Daniel 2:35 - LBLA).

  • Adems, en el Apocalipsis se nos dice que la bestia, representando el poder imperial de Roma, es

    caracterizada notablemente como "la bestia que era y no es, y ser." (Apocalipsis 17:8). La ltima

    clusula, que en la versin Inglesa se traduce tan oscuramente "y sin embargo "ser", debera ser, "y

    estar presente." * No hay ninguna duda acerca de esto, en absoluto: ningn hombre que conoce

    adecuadamente el Apocalipsis lo discutira. De ser as, resulta que la bestia, o imperio que exista,

    cuando Juan estaba all, iba a estar en un estado de inexistencia, y luego iba a aparecer de nuevo,

    ascendiendo del pozo del abismo. Es decir, ser el poder de Satans el que cumplir la reunin de los

    fragmentos que componen el Imperio Romano. Y es notable que cuando la bestia es vista nuevamente,

    este captulo 17 [de Apocalipsis] muestra que habr diez reyes quienes estarn de acuerdo en entregar

    su poder a "la bestia", o a la persona, levantada en ese entonces por Satans para organizar y gobernar

    el imperio. l utilizar este vasto poder contra Dios y el Cordero; toda apariencia de Cristianismo ser

    destruida, la idolatra ser restaurada, y el Anticristo ser establecido. Entonces, por decirlo as, Dios dir,

    Ya no voy a soportar ms esto; Mi hora ha llegado. El Seor Jess dejar Su lugar a la diestra de Dios,

    y ejecutar juicio sobre estos viles fingidores.

    {* Ello depende de una lectura variada indiscutiblemente buena.}

    "En los das de estos reyes el Dios del cielo levantar un reino. . .; desmenuzar y consumir a

    todos estos reinos, pero l permanecer para siempre." (Daniel 2:44). La primera accin de esta piedra

    es destruir. No se trata de un asunto de salvar almas; se trata de juicio y destruccin: de abatir reinos y

    todo lo que se exalta a s mismo contra el Dios verdadero.

    Imperios Sucesivos existiendo al Final

    Pero, una dificultad puede surgir aqu en cuanto a cmo es que, cuando este golpe destructivo cae,

    nosotros tenemos el oro, la plata, y el bronce, todos juntos mezclados, con el hierro y el barro - como si

    esos imperios sucesivos existiesen juntos al final. La verdad es que aunque Babilonia, por ejemplo,

    perdi su lugar imperial, ella existi subordinadamente bajo los poderes que la sucedieron; y as con cada

    uno de los siguientes imperios hasta Roma. (Comparen con Daniel 7: 11, 12). De modo que cuando el

    juicio final del cuarto imperio tiene lugar, habr an representantes de sus tres imperios predecesores,

    distintos de l mismo. Y esto hace evidente que por medio del ltimo imperio se da a entender lo que es

    exclusivamente occidental, y no lo que haba pertenecido a los imperios anteriores.

  • De esta manera, es la gran sede de la civilizacin moderna (es decir, los diez reyes de la bestia) la

    que ser la escena de esta tremenda apostasa. Y esto ser permitido en la sabidura judicial de Dios,

    porque los hombres no han recibido "el amor de la verdad para ser salvos." (2 Tesalonicenses 2:10). Dios

    les enviar "un poder seductor que les hace creer en la mentira" (2 Tesalonicenses 2:11 - BJ): "para que

    sean condenados todos aquellos que no creen a la verdad, sino que se complacen en la injusticia." (2

    Tesalonicenses 2:12 - VM). Yo no tengo ninguna duda de que esta es la historia futura del mundo, con la

    autoridad de la Palabra de Dios. Esta notable profeca nos hace descender desde el primer comienzo del

    poder imperial, y nos muestra, finalmente, en los ltimos das, antes de que Dios establezca Su reino, el

    juicio del mundo tal como es, cuando Dios tratar con los vivos, no meramente con los muertos. l

    "juzgar al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado

    pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos." (Hechos 17:31 - LBLA).