Dardo Scavino Sobre El Ocio Antiguo y Moderno

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  • 7/25/2019 Dardo Scavino Sobre El Ocio Antiguo y Moderno

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    M A P A S C O M P A R T I D O S

    Ocio, por Dardo Scavino

    asta hace algunos aos, los aviones se dividan en primera y segunda clase,y estos adjetivos ordinales disimulaban apenas la separacin econmica

    entre los ricos y los pobres. Pero de un tiempo a esta parte, las compaas

    proponen una diferencia entre businessy tourist class, como si los ricos no

    viajaran siempre en clase de negocios aunque lo hagan por turismo. Esta

    ltima clasificacin, es verdad, tiene al menos la ventaja de despejar

    cualquier duda acerca de cul es la clase econmicamente dominante en la

    sociedad del capital. Pero nos deja un enigma: por qu se considera

    turistas a todos quienes no se desplazan por negocios? por qu un

    trabajador inmigrante, un artista o un profesor universitario seran, cuando

    estn de viaje, turistas?

    Me da la impresin de que la distincin entre touristy businesses un eco

    de la antigua oposicin latina entre otiumy negotium. Cuando los romanos

    tuvieron que nombrar a esa clase que se dedicaba a vender y comprar lo

    que hacan los dems, cuando precisaron catalogar a ese grupo que no

    estaba compuesto ni de agricultores ni de carpinteros ni de herreros ni

    alfareros -y ni siquiera de guerreros o sacerdotes-, cuando necesitaron

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    designar a esos sujetos embarcados en un ajetreo sin fin, no tuvieron mejor

    idea que negar el sustantivo otium. As nacieron negotiumy negotiator.

    Pero los romanos forjaron estos vocablos imitando una voz helena, a-

    schola, que los griegos empleaban para referirse a la preocupacin, el

    desasosiego o la ausencia de schol (tranquilidad, serenidad,

    despreocupacin o, precisamente, ocio). Negotiumno aluda solamente a

    una actividad comercial sino tambin a un estado de nimo: la ansiedad, el

    frenes o el nerviosismo. De modo que el stress de nuestros agitados

    businessmen no es una consecuencia del vrtigo de las intercambios

    comerciales o burstiles del actual capitalismo.

    Ahora bien, si haba un elemento que caracterizaba a las clases romanas

    dominantes, ste era el ocio. Un rico, en Roma, era un personaje ocioso. Escierto que algunas representaciones modernas de la decadencia del Imperio

    nos muestran una clase dirigente entregada a una molicie voluptuosa. Pero

    el otiumno se limitaba a los banquetes, los baos y los masajes. Como el

    vocablo schollo indica (escuela, schoolo Schulevienen precisamente de

    ah), el ocio estaba asociado, antes que nada, con el cultivo del espritu. Y

    el seor tena tiempo de hacerlo porque dispona del cuerpo del esclavo

    para trabajar. De modo que los romanos hubiesen invertido la clasificacin

    actual: la otium class, si se me permite la expresin, estara compuesta de

    ricos, mientras que los dems se veran relegados a la negotium class.

    Para nuestros businessmen, en cambio, el ocio no es una consecuencia

    de la riqueza: es una causa de la pobreza. Si usted es pobre, usted se

    entrega al ocio: de otro modo, se dedicara a los negocios y sera, como

    consecuencia, rico (no s si me entiende). Y como nuestros businessmen

    piensan que el ocio por excelencia son las vacaciones y el turismo (como

    ellos convirtieron el ocio, as, en un negocio), nos encontramos con esa

    curiosa asimilacin de los turistas y los pobres.

    Esta condena moral del ocio, de hecho, no se remonta a muy lejos. La

    pereza no formaba parte de la lista de los siete pecados capitales

    establecida por el papa Gregorio Magno al final del siglo sexto. Figuraba, en

    cambio, la tristeza, una de cuyas variantes, la acedia, se asimilaba a la

    incuria o el desgano tpico de los depresivos. Los tristes eran los

    desanimados, pero este desaliento no estaba vinculado con la pereza sino

    con la cobarda. Tendemos a disociar a los tristes y los cobardes, sobre todo

    porque los primeros alcanzaron una reputacin literaria que los segundos

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    ignoran. Seguimos diciendo, con todo, que los desanimados son quienes no

    se animan a hacer algo. Los franceses, de hecho, los llaman an

    dcourags, mientras que encourager quelquunsignifica alentar a alguien

    (el sustantivo espaol corajeproviene del francs courage, y ste, a su vez,

    de coeur, corazn, lo que explicara por qu alguien dcourag se

    encuentra, en nuestra lengua, descorazonado). En su Etimologa de las

    pasiones, Ivonne Bordelois conjetura incluso que el vocablo tristepodra

    estar emparentado con vocablos como tremor y trepidacin, temblores

    asociados con el miedo (el intrpido, como se sabe, es quien no tiembla de

    miedo). Y la lingista argentina se acerca en este punto a Lacan quien

    perciba en la tristeza la melancola psictica- una cobarda moral.

    A principios del siglo XIV, Dante seguira situando a los tristes en el quintocrculo infernal, junto a los colricos o los iracundos. A los perezosos, en

    cambio, los instala en la cuarta cornisa de su purgatorio, y no los toma muy

    en serio. Los tristes llevaban adentro ese accidioso fummo, la bilis negra,

    que los griegos denominaban ya melanchola. El florentino los surmerge

    entonces en un chirle barro oscuro. El adjetivo accidioso, es cierto, significa

    perezoso en el italiano actual, pero provena de la mencionada acedia: el

    abandono de los decados. A diferencia de estos tristes del infierno, los

    perezosos purgan su pecado corriendo frenticamente a la manera de

    nuestros nerviosos businessmen: Ratto, ratto, che l tempo non si perda

    La tristeza inici una fugurante carrera en el mundo del espectculo

    cuando la pereza la sustituy en la lista de pecados. Y esto sucedi tan

    pronto como los llamados hommes daffairesse ampararon de la economa

    (el vocablo francs affaire, negocio, es una sustantivacin de la expresin

    choses faire, cosas que hacer, y una persona affairees alguien atareado

    o, en ingls, busy). Tal vez algn da las cosas vuelvan a transformarse y

    el ocio recobre una nueva dignidad (o la tristeza la antigua). As lo pensaban

    algunos jvenes franceses en Mayo del 68 cuando se rebelaron contra

    aquellos hommes daffaires. Intercalando una traviesa letra ele en un verso

    de Aragon -la femme est lavenir de lhomme (la mujer es el futuro del

    hombre)- ellos le predecan este posteridad a la flemme(la pachorra). Y

    por qu no.

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    Dardo Scavino (Bordeaux, Francia)

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