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Hoy un darwinismo mutante empapa cada vez más la cultura. Generado en la academia, es aceptado con entusiasmo acrítico para una amplia gama de propósitos, que van desde los propios de The Economist cuando presta su consejo a los responsables políticos, a los de los novelistas que buscan es- cenarios para sus argumentos. El halago es devuelto por biólogos evolucio- nistas como John Maynard Smith, que recurre a la teoría económica de Chi- cago para aplicar la teoría de juegos, la gestión óptima de recursos y las ideas de la «elección racional» al comportamiento animal. Pero, cada vez más, son las variantes de la teoría evolucionista las que intentan redibujar las fronte- ras existentes entre las ciencias biológicas y las ciencias sociales y las huma- nidades. Hoy nos topamos con una ética evolucionista, una psiquiatría y una medicina evolucionistas, una estética evolucionista, una economía evolucio- nista y una crítica literaria evolucionista. En su influyente libro de 1975 So- ciobiology, el etólogo E. O. Wilson postuló que la «sociología y otras ciencias sociales así como las humanidades son las últimas ramas de la biología a la espera de ser incluidas en la síntesis moderna». En 1998, en Consilience, fue más allá abogando por una epistemología unitaria y por la subordinación de las ciencias sociales y las humanidades a lo biológico y a lo físico 1 . Wilson no está solo. El filósofo Daniel Dennett describe la selección natu- ral darwiniana como un «ácido universal» que corroe todos los aspectos de la vida material e intelectual en el que las teorías y artefactos menos aptos son reemplazados por sus más aptos descendientes. Su colega David Hull ha sostenido que la historia de las teorías científicas puede considerarse como un proceso evolutivo impulsado por la selección natural. Los antro- pólogos Peter Richerson y Robert Boyd han empleado el mismo argumen- to para describir el cambiante diseño de las herramientas del Paleolítico y adoptar el concepto de memes elaborado por Dawkins como elementos culturales análogos a los genes 2 . El giro de W. G. Runciman hacia la teoría 1 Edward O. Wilson, Sociobiology. The New Synthesis, Cambridge (MA), 1975 [ed. cast.: So- ciobiología: la nueva síntesis, Barcelona, Omega, 1980]; y Consilience. The Unity of Know- ledge, Cambridge (MA), 1998. 2 Véanse respectivamente Daniel Dennett, Darwin’s Dangerous Idea. Evolution and the Mea- nings of Life, Londres, 1996; David Hull, Science as a Process. An Evolutionary Account of the 87 ARTÍCULOS DARWIN Y DESPUÉS HILARY ROSE Y STEVEN ROSE

Darwin y Despues - H. Rose y S. Rose.pdf

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  • Hoy un darwinismo mutante empapa cada vez ms la cultura. Generado enla academia, es aceptado con entusiasmo acrtico para una amplia gama depropsitos, que van desde los propios de The Economist cuando presta suconsejo a los responsables polticos, a los de los novelistas que buscan es-cenarios para sus argumentos. El halago es devuelto por bilogos evolucio-nistas como John Maynard Smith, que recurre a la teora econmica de Chi-cago para aplicar la teora de juegos, la gestin ptima de recursos y las ideasde la eleccin racional al comportamiento animal. Pero, cada vez ms, sonlas variantes de la teora evolucionista las que intentan redibujar las fronte-ras existentes entre las ciencias biolgicas y las ciencias sociales y las huma-nidades. Hoy nos topamos con una tica evolucionista, una psiquiatra y unamedicina evolucionistas, una esttica evolucionista, una economa evolucio-nista y una crtica literaria evolucionista. En su influyente libro de 1975 So-ciobiology, el etlogo E. O. Wilson postul que la sociologa y otras cienciassociales as como las humanidades son las ltimas ramas de la biologa a laespera de ser incluidas en la sntesis moderna. En 1998, en Consilience, fuems all abogando por una epistemologa unitaria y por la subordinacin delas ciencias sociales y las humanidades a lo biolgico y a lo fsico1.

    Wilson no est solo. El filsofo Daniel Dennett describe la seleccin natu-ral darwiniana como un cido universal que corroe todos los aspectos dela vida material e intelectual en el que las teoras y artefactos menos aptosson reemplazados por sus ms aptos descendientes. Su colega David Hullha sostenido que la historia de las teoras cientficas puede considerarsecomo un proceso evolutivo impulsado por la seleccin natural. Los antro-plogos Peter Richerson y Robert Boyd han empleado el mismo argumen-to para describir el cambiante diseo de las herramientas del Paleoltico yadoptar el concepto de memes elaborado por Dawkins como elementosculturales anlogos a los genes2. El giro de W. G. Runciman hacia la teora

    1 Edward O. Wilson, Sociobiology. The New Synthesis, Cambridge (MA), 1975 [ed. cast.: So-ciobiologa: la nueva sntesis, Barcelona, Omega, 1980]; y Consilience. The Unity of Know-ledge, Cambridge (MA), 1998.2 Vanse respectivamente Daniel Dennett, Darwins Dangerous Idea. Evolution and the Mea-nings of Life, Londres, 1996; David Hull, Science as a Process. An Evolutionary Account of the

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  • evolucionista es ms sorprendente. A diferencia de algunos marxistas con-vertidos en psiclogos evolucionistas, como Herbert Gintis o GeoffreyHodgson, que abogan todava por un determinismo totalizante, Runcimanda la bienvenida al indeterminismo evolucionista de Darwin, que implicala negacin de un telos y de las etapas inexorables de la historia3.

    Tales intentos de transferir la lgica de la seleccin natural a otros domi-nios traicionan una ignorancia tanto de los debates entre bilogos sobresu funcionamiento, como de la sociologa del conocimiento cientfico. Enel resto de este artculo discutiremos sobre Darwin en el contexto de sutiempo, sobre los conflictos subsecuentes y actuales en el seno de la teo-ra evolucionista y sobre su extrapolacin en un darwinismo universal. Elmarco para nuestra discusin lo ofrece el concepto de coproduccin deciencia y sociedad. Desde su nacimiento a mediados del siglo XVII, la cien-cia asumi un punto de vista epistemolgico al margen y por encima dela sociedad, recibiendo la autorizacin cultural para decir la verdad sobrela naturaleza. La publicacin de La estructura de las revoluciones cientfi-cas de Thomas Kuhn en 1962 marc el comienzo de un dilatado procesode cambio en la teora de la ciencia. Inicialmente recibida con hostilidadpor Karl Popper y su escuela, la liberadora influencia de Kuhn se disemi-n en los campos de la historia, la filosofa y la sociologa de la ciencia.En resumen, la ciencia ya no era neutral4. Hoy la teora de la ciencia en-tiende que las fronteras entre naturaleza y cultura se hallan en permanen-te negociacin y que el conocimiento cientfico refleja y constituye tantola cultura como la sociedad. En esta coproduccin de ciencia y orden so-cial, las instituciones sociales, las subjetividades, las prcticas polticas y lasteoras y constructos sociales se producen conjuntamente, al tiempo quelos rdenes natural y social se sostienen recprocamente5.

    En este marco, el darwinismo se caracteriza mejor como una metfora,como Marx reconoci sin tardanza. En una carta enviada a Engels tresaos despus de la publicacin de El origen de las especies, Marx prefigu-ra la tesis de la coproduccin:

    Resulta notable cmo Darwin redescubre, entre las bestias y las plantas, la so-ciedad de Inglaterra con su divisin del trabajo, su competencia, la aperturade nuevos mercados, sus innovaciones y su lucha por la existencia maltu-

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    Social and Conceptual Development of Science, Chicago, 1988; y Peter Richerson y RobertBoyd, Not by Genes Alone. How Culture Transformed Human Evolution, Chicago, 2005.3 Vase W. G. Runciman, The Triumph of Capitalism as a Topic in the Theory of SocialSelection, NLR 1/210 (1995); vase tambin Herbert Gintis, The Bounds of Reason. GameTheory and the Unification of the Behavioural Sciences, Princeton, 2009; y Geoffrey Hodg-son, Economics and Evolution, Cambridge, 1993.4 Hilary Rose y Steven Rose, The Radicalization of Science, en The Radicalization of Scien-ce, Londres, 1976.5 Sheila Jasanoff (ed.), States of Knowledge. The Co-Production of Science and Social Order,Londres, 2004.

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  • siana. Es la bellum omnium contra omnes de Hobbes y recuerda a la Feno-menologa de Hegel, en la que la sociedad civil figura como un reino animalintelectual, mientras que, en Darwin, el reino animal se presenta como socie-dad civil6.

    Esta no es la forma, por supuesto, como los bilogos acomodaticios leenla teora de la evolucin de Darwin, dado que eluden su adhesin a laeconoma poltica capitalista y los pasajes que muestran su sexismo y suracismo, concentrndose prioritariamente en su meticuloso estudio del or-den natural y de la luz que la teora arroja sobre l. Y como los humanosson parte de ese orden natural, la teora se aplica tambin a ellos. Ubicara Darwin en su propio contexto histrico ofrece un correctivo necesariorespecto a tales opiniones.

    Darwin en su tiempo

    La conmemoracin el ao pasado del bicentenario del nacimiento de Dar-win y del 150 aniversario de la publicacin de El origen de las especiesmostr cmo el clebremente modesto bilogo se converta en ese fen-meno tan caracterstico del siglo XXI, la celebridad global. El bombo pu-blicitario de las celebraciones de 2009 estuvo diametralmente alejado delas tranquilas ceremonias del centenario de El origen de las especies. Lostiempos han cambiado de verdad en la cultura de la ciencia. Por supues-to, no ha sido nicamente sta la que ha sido tan profundamente trans-formada durante las ltimas dcadas, sino la totalidad de su sistema deproduccin. Lo que fue tanto nuevo como demasiado conspicuo el aopasado fue que la comunidad cientfica ocup un lugar central, no mar-ginal, respecto a este circo meditico. La construccin de Darwin como elnico autor del texto fundacional de toda la biologa desbarata el pacien-te trabajo de los historiadores de la ciencia y nos devuelve a la teora delprogreso del gran hombre, que pensbamos que estaba muerta y ente-rrada.

    La propia prctica de las citas utilizada por el propio Darwin no nos ayu-da. El nico reconocimiento terico que realiz en El origen de las espe-cies fue el rendido a la doctrina de Malthus el crecimiento natural ine-xorable de las poblaciones humanas hasta que sobrepasan el suministrode alimentos, con su correlato poltico de que los ms dbiles deben pe-recer aplicada, como Darwin escribi, al conjunto de los reinos animaly vegetal. No hubo ninguna otra mencin en las primeras cinco edicio-nes, ni siquiera de su abuelo Erasmo ni de su eminente predecesor fran-cs Lamarck, ni de las diversas corrientes evolucionistas que haban fluidoa travs de los debates de la primera parte del siglo XIX. Darwin remachconstantemente, por el contrario, que se trataba de mi teora.

    6 Karl Marx, 18 de junio de 1862, en Marx-Engels Collected Works, vol. 41, Mosc, 1985, p. 380.

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  • Hasta la edicin final de El origen de las especies en 1872, Darwin no corri-gi la elisin de sus predecesores, lo cual remedi aadiendo como prefa-cio un bosquejo histrico. La introduccin a la primera edicin realiza uncorts reconocimiento de Alfred Russel Wallace, quien haba llegado a casiexactamente las mismas conclusiones generales que yo sobre el origen delas especies. Wallace, que haba trabajado como recolector de especmenesen el archipilago malayo, haba enviado su manuscrito a Darwin para supublicacin, precipitando el pnico de ste ltimo sobre la posibilidad deque se le adelantara. Darwin comenz a escribir con enorme urgencia, com-pletando El origen de las especies tan slo unos meses despus. La reivindi-cacin de precedencia por parte de Wallace fue amablemente eludida y elhombre socialmente ms dbil, en vez de contestar al ms poderoso Dar-win, expres nicamente su gratitud y deferencia. El socialismo y el proto-feminismo de Wallace fueron educada, pero contundentemente, eliminados.

    Sin embargo, la seleccin natural darwiniana debe analizarse en el con-texto victoriano. A mediados del siglo XIX las ideas evolucionistas eran decurso corriente y un materialismo totalmente reductor haba sentado susreales en las ciencias de la vida. La evolucin ocupaba un lugar centralen el ambicioso proyecto de Herbert Spencer que prefiguraba el concep-to de consiliencia de Wilson de reescribir las disciplinas en el seno deun marco unitario. La electricidad animal, el mesmerismo y la frenologaintentaban tambin localizar los atributos mentales, y en realidad la vidamisma, en el mbito explicativo de las ciencias naturales. Los anlisis ma-terialistas de la naturaleza y de la naturaleza humana producidos por losfilsofos encontraron una audiencia receptiva entre los intelectuales.

    En 1845, cuatro prometedores fisilogos alemanes y franceses, Von Helm-holtz, Ludwig, Du Bois-Reymond y Brucke, hicieron un juramento conjuntopara probar que todos los procesos corporales podan explicarse en trmi-nos fsicos y qumicos. El fisilogo holands Jacob Moleschott expres esaposicin de modo ms contundente afirmando que el cerebro segrega elpensamiento como el rin segrega la orina, mientras que el genio es unacuestin de fsforo7. Para el zologo Thomas Huxley la mente era un epi-fenmeno, como el silbido respecto al tren de vapor. Para todos ellos, laseleccin natural darwiniana fue decisiva. La tesis de Darwin, derivada deMalthus, est clara. (1) En un entorno de recursos limitados, todos los orga-nismos producen ms descendencia de la que puede sobrevivir y llegar a lavida adulta; (2) aunque la descendencia se asemeja a sus progenitores, exis-ten variaciones las que menores entre sus miembros; (3) de esas variacioneslas que mejor se adaptan a su entorno son las que sobrevivirn y a su vezse reproducirn con mayor probabilidad; (4) as, tales variaciones favorableses probable que se preserven en futuras generaciones. Esto es la seleccinnatural. En el siglo y medio transcurrido, los bilogos han continuado inspi-

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    7 Jacob Moleschott (1852), citado en la introduccin de Donald Fleming al libro de JacquesLoeb, The Mechanistic Conception of Life [1912], Cambridge (MA), 1964.

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  • rndose en Darwin insistiendo en un anlisis fsico de la naturaleza en ge-neral y de la naturaleza humana en particular, de nuestra fisiologa bsica anuestros poderes cognitivos, nuestras emociones y nuestras creencias.

    rboles y jerarquas

    La publicacin de El origen de las especies precipit y simboliz una trans-formacin en la comprensin de la sociedad occidental de los orgenes hu-manos. Las resonancias del libro se hicieron sentir ampliamente: a pesar delas objeciones religiosas y de las dudas alegadas por los bilogos colegas deDarwin, que indicaron la ausencia de un mecanismo de transmisin de lasvariaciones mejor adaptadas a las ulteriores generaciones, la teora evolucio-nista lleg a formar parte de la cultura generalmente aceptada.

    Para Spencer, la seleccin natural darwiniana proporcionaba la explicacinde por qu el liberalismo del laissez faire exiga una continua lucha por laexistencia. Darwin, a pesar de considerar el trabajo de Spencer como espe-culativo, adopt posteriormente el trmino, si bien se lament ms tarde deello. Si hubiera adoptado la lucha por la vida de Kropotkin, en cuya opi-nin la ayuda mutua era un factor en la evolucin, la pesimista naturaliza-cin del darwinismo podra haberse evitado. En el plazo de una dcada des-de la primera edicin, su primo Francis Galton haba publicado HereditaryGenius, una teora de la transmisin que operaba puramente a travs de lalnea masculina; Galton introducira posteriormente el concepto de eugene-sia. Darwin dio la bienvenida a sus ideas y se inspir en las mismas en suobra The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex (1871).

    Para Darwin, la evolucin era un proceso continuo carente de punto fi-nal. Aunque la seleccin natural rechazaba la concepcin de Linneo de lagran cadena del ser, en la que todos los organismos vivos se alineaban enuna jerarqua ordenada por Dios, la evolucin se contemplaba todavacomo progresiva, con organismos inferiores que daban lugar a otros su-periores. Darwin represent esto como el rbol multirramificado de lavida, en el cual el Homo sapiens ocupaba el punto ms elevado. (Los bi-logos evolucionistas de nuestros das prefieren la metfora del matorral,con la totalidad de las especies actualmente existentes igualmente evolu-cionadas.) Sin embargo, a pesar de su insistencia en que la seleccin na-tural carece de objetivo alguno, Darwin sigui siendo de algn modo unprogresista del siglo XIX y especul en las ltimas pginas de El origen delas especies sobre la civilizacin maravillosa del futuro a medida que la es-pecie evolucionara: Y como la seleccin natural nicamente opera por ypara el bien de cada ser, todas las dotaciones corporales y mentales ten-dern a progresar hacia la perfeccin8. Tericos evolucionistas posterio-

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    8 C. Darwin, On the Origin of Species [1859], Oxford, 1996, p. 395 [ed. cast.: El origen de lasespecies, Madrid, Akal, 1995].

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  • res de Henry Bergson a Teilhard de Chardin iban a reafirmar la teleo-loga evolucionista que la tradicin anglfona rechazaba. Baste comomuestra la muy citada declaracin efectuada en 1974 por el socilogo Do-nald Campbell de que la seleccin natural darwiniana constituye una ex-plicacin universal no teleolgica de los logros teleolgicos9.

    El origen de las especies tan slo apunta a la importancia de la teora de laevolucin para los humanos; hasta la publicacin de The Descent of ManDarwin no localiza las diferencias humanas en el interior de un marco evo-lucionista. Aunque divide la humanidad en innumerables razas distintas,Darwin insiste en que existe un nico origen humano, habindose sepa-rado las razas de su matriz comn en el curso de los milenios. Sin embar-go, como el resto de su crculo, Darwin comparta la confianza de los ca-balleros victorianos en el pice del poder imperial de Gran Bretaa de queexista una jerarqua racial que se desplazaba de los supuestamente menosevolucionados y degradados salvajes de la Tierra de Fuego, a quienes ob-serv en su largo viaje en The Beagle en la dcada de 1830, hasta la supe-rior civilizacin europea, ejemplificada en su domicilio de Down House enel condado de Kent, conocido tambin como el Jardn de Inglaterra. Dar-win fue ms all, sosteniendo que las razas negras evolutivamente inferio-res seran superadas evolutivamente y derrotadas por las blancas.

    A pesar de su concepcin monognicas de los orgenes humanos, Darwinse enmara en la idiosincrsica concepcin decimonnica que afirmabala existencia de jerarquas fijas raciales y sexuales. As, pues, aunque suodio por la esclavitud fue intenso, su concepto de raza esencializaba la di-ferencia, de modo que la variacin dentro de la especie le deslizaba haciala jerarqua entre las razas. El reciente esfuerzo acometido por los historia-dores Moore y Demond, que sostienen que la teora evolucionista de Dar-win surgi del odio que senta frente a la esclavitud, es valiente pero pococonvincente10. El texto de J. F. M. Clark, Bugs and the Victorians, llega alocalizar una cita de Darwin en la que describe su excitacin cuando en-contr la poco frecuente hormiga esclavizadora y contempl las peque-as hormigas negras sometidas en las redes de su ama11.

    La seleccin sexual es casi tan central para la evolucin darwiniana como suseleccin natural, porque explica tanto las diferencias entre los sexos en elseno de una misma especie y algunas de las caractersticas extremas y deotro modo aparentemente no adaptativas, como la belleza de la cola delpavo real. La seleccin sexual explica el hecho de que machos y hembrasde la misma especie con frecuencia difieren en forma y tamao. Los machoscompiten por las hembras; pueden luchar como los ciervos o jactarse como

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    9 Citado por Ian Gough, Darwinian Evolutionary Theory and the Social Sciences, Twenty-First Century Society III, 1 (2008), p. 65.10 Adrian Desmond y James Moore, Darwins Sacred Cause, Londres, 2009.11 C. Darwin a J. D. Hooker, 6 de mayo de 1858; citado en J. F. M. Clark, Bugs and the Vic-torians, New Haven, 2009.

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  • los pavos reales. Las hembras escogen entonces a los machos ms bellos oms fuertes12. Ello sirve para asegurar la reproduccin y la seleccin de lascaractersticas del macho que la hembra encuentra ms atractivas. Dado quela seleccin sexual es tan slo de los machos, son nicamente stos los queevolucionan a fin de satisfacer los criterios escogidos de fuerza y poder.

    Cuando Darwin se ocupa de los seres humanos, su concepcin de las dife-rencias existentes entre hombres y mujeres es enteramente la de su tiempo.As, afirma que el resultado de la seleccin sexual es que el hombre tienems coraje, es ms luchador y enrgico que la mujer y goza de un genio msinventivo. Su cerebro es absolutamente mayor [] la formacin del crneode la mujer se cree que se halla entre la del nio y la del hombre13. La com-prensin de los bilogos del siglo XIX de la diferenciacin entre los sexos fuecrucial a la hora de proporcionar el fundamento biolgico para afirmar la su-perioridad del varn y la subordinacin de las mujeres. La androcentridad deDarwin no pas desapercibida a las intelectuales feministas de la poca. Cincoaos despus de la publicacin de The Descent of Man, la feminista estadouni-dense Antoinette Brown Blackwell, aunque daba la bienvenida a la teoraevolucionista, criticaba a Darwin por asumir que nicamente evolucionabanlos hombres14. Aun reconociendo que las mujeres de su generacin care-can de formacin, contemplaba el futuro en el que las bilogas feministas,entonces mejor pertrechadas, se involucraran en la batalla.

    La sntesis neodarwiniana

    A principios del siglo XX la evolucin era ampliamente aceptada, pero en-tre los bilogos la teora de la seleccin natural arrostraba dificultadesconsiderables. A lo largo de dcadas de investigacin Darwin fue incapazde explicar cmo las variaciones favorecidas podan preservarse a travs delas generaciones. Cuando los ahora clebres estudios de Gregor Mendelfueron redescubiertos en 1900, se comprob que stos sugeran un me-canismo de cambio evolutivo que Darwin no haba tenido en cuenta. Losdeterminantes ocultos hereditarios postulados por Mendel, que transmi-tan el color y la forma de los guisantes de generacin en generacin, sedenominaron genes y su estudio gentica15. Se descubri que los ge-

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    12 Aunque los bilogos en la actualidad contemplan la seleccin sexual como una de las ca-ractersticas esenciales de la teora de la evolucin y los divulgadores especialmente los psi-clogos evolucionistas la aceptan incuestionablemente, los intentos de demostrarla emp-ricamente entre, por ejemplo, los pavos no se han revelado totalmente exitosos. Por otrolado, puede demostrarse que ambos sexos tienen otras potenciales estrategias sexuales. As,mientras ciervos magnficamente dotados de cornamenta estn en celo, las hembras puedenoptar por aparearse discretamente con machos menos dotados.13 C. Darwin, Descent of Man, and Selection in Relation to Sex, Londres, 2004, p. 622 [ed.cast.: El origen del hombre y la seleccin en relacin al sexo, Madrid, Edaf, 1999].14 Antoinette Brown Blackwell, The Sexes through Nature, Nueva York, 1875.15 El trmino fue acuado por William Bateson, aunque el bilogo botnico dans WilhelmJohannsen haba denominado genes a los determinantes ocultos de Mendel.

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    S nes podan mutar y que su mutacin ofreca una explicacin de la emer-gencia de nuevas variedades e incluso de nuevas especies y por consi-guiente del cambio evolutivo. En ausencia de mutacin, los genes se con-sideraban inmortales, inmunes a las alteraciones somticas e impulsoresinmodificables que determinaban el conjunto de las funciones corporales.Hasta la dcada de 1930, y gracias al trabajo de los genetistas J. B. S. Hal-dane y Ronald Fisher en Inglaterra y Sewall Wright en Estados Unidos, nose estableci la sntesis moderna de Mendel y Darwin, que desde enton-ces pas a denominarse neodarwinismo, la cual postulaba la rearticula-cin de la gentica y la seleccin natural como el mecanismo explicativoaceptado de la evolucin.

    Sin embargo, la rotunda prioridad concedida por la sntesis moderna alos genes sobre los organismos en los que se encuentran insertos tuvouna consecuencia tericamente desastrosa. Hasta principios del siglo XX,el desarrollo (ontogenia) y evolucin (filogenia) fueron consideradoscomo dos lados de una disciplina unificada. El giro gentico priv al tr-mino evolucin de uno de sus significados originales predarwinianos:desarrollo, el despliegue del ciclo vital de toda criatura viva. La genticadevino la ciencia de las diferencias. Por el contrario, la biologa del de-sarrollo es el estudio de las similitudes: los procesos biolgicos que ge-neran todas las criaturas vivas, de las transiciones entre la oruga y la ma-riposa a la extraordinaria uniformidad de cmo los seres humanos sedesarrollan de un vulo fertilizado a travs de un embrin, un feto y unnio hasta llegar al adulto. El desarrollo se concentra, pues, en la forma,la pauta, la integralidad y, sobre todo, en el tiempo, en la dinmica tpi-ca de la especie del ciclo vital de todo organismo. Ignorar esto posibili-t que una gentica inexorablemente reduccionista se convirtiese en elestudio de las diferencias entre organismos, que se presuma que se ha-llaba codificada en los genes.

    La biologa del desarrollo, menos reconducible a los intereses crecien-temente moleculares de los genetistas, se transform ya en la dcadade 1930 en la preocupacin primordial de un grupo de bilogos sist-micos, deliberadamente antirreduccionistas y radicados bsicamenteen Cambridge, entre los que se contaban Joseph Needham y ConradWaddington. Al carecer de herramientas moleculares, sin embargo, suproyecto era ms slido terica que prcticamente. Recibi no obstan-te un golpe decisivo cuando la Fundacin Rockefeller rechaz su pro-yectado instituto de investigacin en pro de una importante inversinen lo que luego se convertira en la biologa molecular. nicamente enla pasada dcada, estos problemas tericos que preocuparon a estosbilogos de la dcada de 1930 se convirtieron de nuevo en objeto deinvestigacin.

    Entre tanto, la sntesis de gentica y teora evolucionista se mostraba cadavez ms poderosa, situacin condensada en las siguientes palabras del ge-netista Theodosius Dobzhansky: Nada tiene sentido en biologa excepto

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  • a la luz de la evolucin16. Desde la dcada de 1930, y con una certidum-bre al alza tras el descubrimiento de la funcin del ADN como el materialgentico, el triunfo del darwinismo pareca asegurado. Y, sin embargo,aunque en su bicentenario el apotegma de Dobzhansky parece reinar in-cuestionado, es curioso constatar que la evolucin por mor de la seleccinnatural sea considerada masivamente como un proceso totalmente com-prendido. Para los bilogos evolucionistas existen todava controversiasfundamentales en torno a los procesos de la evolucin y los mecanismosde especiacin. Cuando las celebraciones del aniversario se desvanecen,estas dificultades permanecen. Incluso las cuestiones ms bsicas quevoluciona, qu es adaptacin, y si la seleccin es el nico motor del cam-bio evolutivo siguen sometidas a debate. Estos problemas, sin embargo,son casi totalmente ignorados por aquellos que desean transferir sin msmatices las ideas genticas reduccionistas de la sntesis moderna de la d-cada de 1930 a las ciencias sociales y a las humanidades del siglo XXI.

    Conflictos actuales

    Qu evoluciona? Para Darwin y sus inmediatos seguidores esto era ob-vio: los organismos o fenotipos, como se denominaron posteriormente.Sin embargo, con la sntesis moderna la definicin formal de evolucin esentendida como el cambio en la frecuencia de los genes en una pobla-cin. Los organismos haban desaparecido del anlisis; lo que importabano era siquiera el genoma la dotacin integral de los genes en un orga-nismo sino los genes individuales. Este vaciamiento del organismo alcan-z su apogeo en la clebre descripcin de Richard Dawkin de los genescomo los replicadores insertos en los organismos, a quienes controlan ya quienes convierten en vehculos pasivos cuya nica funcin es asegu-rar la transmisin del gen a travs de las generaciones17.

    Pero si son los genes y no los organismos quienes estn sujetos a selec-cin, cualquier mecanismo que perpete los genes en la siguiente gene-racin bastar, y de ah la ocurrencia de Haldane de que l sacrificarasu vida por dos hermanos (cada uno portando la mitad de sus genes) uochos primos. William Hamilton matematiz posteriormente la broma ensu teora de seleccin parental y ofreci el fundamento de la Sociobio-logy de Wilson, en el que la seleccin natural favorece el parentesco ge-ntico en las especies sociales. La sntesis moderna formalizaba un fun-damento gentico para la seleccin natural, pero no exiga referenciaalguna ni a los constituyentes moleculares del gen ni a los procesos bio-qumicos mediante los cuales aqullos podran controlar la actividad ce-

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    16 Theodosius Dobzhansky, Nothing in Biology Makes Sense except in the Light of Evolu-tion, American Biology Teacher XXXV, 3 (1973).17 Richard Dawkins, The Selfish Gene, Oxford, 1976 [ed. cast.: El gen egoista, Barcelona, Sal-vat, 1986].

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  • lular. As, pues, los creadores de modelos evolucionistas podan tratar losgenes como unidades de cuenta abstractas, al margen de su materiali-dad. Podra haber ms genes responsables del altruismo, de la prefe-rencia sexual, de una mala dentadura o de cualquier otra cosa que unodeseara introducir en el modelo de cambio evolutivo. Se trata, comoGould y Lewontin observaban cidamente, de nada ms que hiptesisad hoc.

    Esta concepcin abstracta del gen se ha mostrado sorprendentemente in-diferente a la nueva gentica molecular. Cuando Watson y Crick mostra-ron que la doble hlice del ADN con su secuencia de nucletidos los As,Cs, Gs y Ts haca posible la rplica fiel del ADN durante la divisin ce-lular, todo pareci obvio. Los genes eran trozos del ADN que proporcio-naban el prototipo a partir del cual las protenas, y por consiguiente lasclulas y los organismos, podan ser sintetizados. La mutacin de un gen(una sustitucin o supresin de una o ms letras nucletidas en la secuen-cia) cambiara la estructura de la protena para la cual codificaba y, gra-cias a ello, por una larga cadena de efectos, el fenotipo sobre la cual po-dra actuar la seleccin. La biologa hmeda del laboratorio molecularpareca coincidir con las predicciones de los evolucionistas. Fue esta des-cripcin la que sostuvo el mito del ADN como el impulsor inalterado, elportador de la informacin y el controlador de los procesos celulares. Apesar de esto, los tericos neodarwinistas no han vinculado su anlisis delos genes con la estructura material del ADN; para ellos, los mecanismosmoleculares son irrelevantes e incluso constituyen un obstculo para unaaugusta teorizacin.

    La descripcin molecular demostr ser ms compleja, sin embargo. Lasclulas humanas contienen hasta cien mil protenas diferentes, pero la se-cuenciacin del genoma humano mediante el formidable Proyecto delGenoma Humano auspiciado internacionalmente ha revelado tan slo entorno a 20.000-25.000 genes, un nmero aproximadamente similar al dela Drosophila, la mosca de la fruta. Ms del 95 por 100 de los tres mil mi-llones de pares de base nucletidos presentes en el genoma humano nocodifican en absoluto las protenas. Alguno desempea tareas importan-tes en la regulacin del ritmo del momento en que otros genes codificado-res se conectan, pero la funcin de buena parte del restante del denomina-do ADN basura todava tiene que ser comprendida. Son las mutacionesindividuales en este ADN no codificador las que suministran el fundamen-to para las tcnicas de impresin de las huellas digitales mediante el ADN.Pero cunto es realmente basura y cunto tiene funciones imprevistasactualmente espera todava los resultados de los intentos realizados porel Proyecto Genoma Humano, propuesto inicialmente por Craig Venter yotros investigadores, de construir organismos sintticos a partir de secuen-cias de ADN generadas artificialmente18.

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    18 Los primeros resultados de este esfuerzo se anunciaron en Science el 20 de mayo de 2010.

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  • Una mayor complejidad se nos presenta porque estas series de ADN quecodifican las protenas no se hallan dispuestas en una secuencia continua,sino dispersas entre otras no codificadoras. Hoy, cuando los genetistas mo-leculares nos informan sobre el descubrimiento de un gen de la longevi-dad, por ejemplo, ellos se refieren al grupo de secuencias del ADN conec-tadas entre s y activadas por mecanismos celulares durante el desarrollo,que influyen sobre la probabilidad de la prolongacin de la vida indivi-dual. Tales afirmaciones se han hecho cada vez ms frecuentes desde lasecuenciacin del genoma humano. El genoma, se afirma, constituye el li-bro de la vida de cada persona que predice los riesgos de enfermedad yde mortalidad19. El gen del bilogo molecular es, pues, notablemente di-ferente del gen unidad de cuenta del constructor del modelo evolutivo.

    Epigentica

    En la reconceptualizacin de la gentica y la evolucin que ha seguido ala secuenciacin del genoma humano, se comprende cada vez mejor quela funcin fundamental es desempeada por los procesos reguladores ce-lulares que controlan qu genes son activados y cundo. No se trata tan-to de que el ADN gobierne la actividad celular, sino de que la interaccinentre el ADN y la clula en la que el genoma se halla inserto es la quedetermina cundo, cmo y qu fragmentos de ADN se utilizan para cons-truir determinadas protenas durante la secuencia de desarrollo que con-duce de la fertilizacin al organismo adulto. Este proceso es conocidocomo epignesis, trmino acuado por Waddington en la dcada de 1950,siendo hoy la epigentica uno de los campos ms intensamente disputa-dos de la biologa molecular. Aborda sta dos problemas fundamentales.En primer lugar, cmo pueden 20.000 genes, presentes todos ellos encada clula del cuerpo humano, estar involucrados en la diferenciacinde aproximadamente 250 tipos de clulas, cada una dotada de una estruc-tura y una funcin caracterstica, y cada una conteniendo un subconjun-to diferente de las 100.000 protenas presentes en el cuerpo? Para aadirms complejidad, los diferentes tipos de clulas nacen en diferentes mo-mentos durante el desarrollo ordenado del feto y deben migrar a las re-giones de lo que en su debido momento se convertir en el cuerpo total-mente formado del nio recin nacido. En segundo lugar, cmo puedenacontecimientos aparentemente menores en etapas cruciales del desarro-llo producir una cascada de cambios en el epigenoma de un organismo,y cmo pueden estos cambios transmitirse a travs de la herencia?

    Los estudios epigenticos estn descubriendo una asombrosa gama de pro-cesos reguladores mediante los cuales las molculas sealadoras actancomo conectores, conectando o desconectando fragmentos particulares deADN a fin de asegurar que las protenas especficas se sinteticen en el mo-

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    19 Francis Collins, The Language of Life, Londres, 2010.

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  • mento apropiado en la secuencia de desarrollo. Las alteraciones en el ritmode estas conexiones pueden provocar grandes cambios en el fenotipo adul-to, produciendo nuevas variaciones sobre las que puede actuar la evolucin.Interpretar el epigenoma supone, pues, una vuelta al programa de investi-gacin antirreduccionista de Needham, Waddington y sus seguidores, peroahora pertrechado con las herramientas de la biologa molecular y de la ima-gen celular que no se hallaban a nuestra disposicin en realidad eran casiinconcebibles hace medio siglo. En este marco terico, la informacin nose considera simplemente ubicada en el gen. Ms bien, como indica la fi-lsofa Susan Oyama, la informacin se genera mediante el proceso de de-sarrollo20. El objeto de estudio se ampla ms all de los genes para as in-cluir las clulas y los organismos en que se encuentran. Lejos de ser elreplicador activo de Dawkins en el que se halla incrustada la informacin,el ADN se convierte en un elemento si bien vital del proceso mediante elcual las clulas y los organismos se construyen a s mismos. Las criaturas vi-vas dejan de ser concebidas como vehculos pasivos, meras portadoras paratodos los replicadores esenciales, para ser contempladas como autoorgani-zadoras y activamente implicadas en la bsqueda de objetivos. Para evitarla impresin de que tal bsqueda de objetivos es verdaderamente proposi-tiva esto es, teleolgica los bilogos se refieren a ella como teleonmica:emerge de procesos moleculares y celulares carentes de propsito.

    La otra implicacin importante de la epigentica molecular es prestar su apo-yo a la insistencia de que la seleccin natural debe operar sobre la totalidadde los ciclos vitales, no nicamente sobre el adulto. El propio Darwin com-prendi esto concretamente, pero ello fue en gran medida olvidado por susseguidores neodarwinistas. La importancia de esta concepcin ms amplia esobvia. Imaginemos, por ejemplo, un gen que permite a los antlopes correrms rpido y escapar de los leones depredadores. Pero si el mismo gen afec-ta al desarrollo de modo que el antlope madura ms lentamente, hacindo-le ms vulnerable en la infancia, entonces su potencial beneficio se convier-te en un dficit. Para parafrasear a Dobzhansky, nada en la evolucin tienesentido excepto a la luz del desarrollo. nicamente en los ltimos aos seha insistido en la integracin de desarrollo y evolucin; ambos incluso se hanfusionado y encontrado un nombre recientemente de moda: evo-devo.

    Seleccin y contingencia

    Cules son las implicaciones de estos nuevos planteamientos para la teo-ra evolucionista? La seleccin puede operar nicamente si existen formasvariantes de un fenotipo con un diverso grado de calidad en el seno deuna poblacin. Esa variacin fenotpica puede producirse en diversos ni-veles de organizacin, que van de una secuencia particular del ADN me-diante su localizacin en la totalidad del genoma a la fisiologa, anatoma

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    20 Susan Oyama, The Ontogeny of Information, Cambridge, 1985.

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  • y el comportamiento del organismo. Por otro lado, con 20.000 genes y va-rios billones de clulas en el cuerpo humano, resulta evidente que noexiste una correspondencia uno-a-uno entre un cambio en la secuenciadel ADN y un cambio en el fenotipo. Un cambio especfico puede no slotener efectos mltiples en un gran nmero de sistemas orgnicos las c-lulas utilizan el ADN de mltiples modos durante el desarrollo, sino queese cambio puede quedar tambin sin efecto, compensado por los meca-nismos de reserva existentes en la clula.

    Los cambios en la frecuencia del gen no producen necesariamente uncambio fenotpico sobre el cual puede actuar la seleccin. En realidad,esos cambios en el ADN pueden hallarse ocultos en el organismo, acu-mulndose hasta que sean capaces de provocar un sbito cambio fenot-pico. Este mecanismo molecular pone de relieve la observacin efectua-da por Eldredge y Gould de que el registro fsil muestra millones de aosde estabilidad seguidos de periodos de rpido cambio evolutivo. Se tratadel equilibrio puntuado (evolucin mediante contracciones para susoponentes) que ha enfurecido a la comunidad evolucionista ortodoxa,aferrada al gradualismo darwiniano (evolucin por gateo para los pun-tuacionistas); todo ello gener acusaciones de que Gould estaba impor-tando las ideas revolucionarias marxistas a la biologa. Sus acusadores op-taron por eludir la posibilidad de que Darwin hubiera incorporado lapesimista y reaccionaria visin maltusiana a la biologa un siglo antes, oque la evolucin por gateo pudiera leerse como un gradualismo fabiano.

    En los medios de comunicacin, y no infrecuentemente cuando los gene-tistas se dirigen a la opinin pblica, el organismo y el entorno se pre-sentan como dos entidades distintas. Para los tericos evolucionistas, par-ticularmente para aquellos comprometidos con la biologa y la etiologahmedas, la situacin es mucho ms compleja. Lejos de responder pasi-vamente a un entorno fijado, los organismos incluso aquellos que a pri-mera vista pueden parecer simples, como las bacterias modifican sus en-tornos. Pngase una bacteria E. coli en un vaso de agua y adase unasolucin azucarada; el microorganismo nada hacia el azcar, la digiere yse aleja para deshacerse de los materiales de desecho que genera su di-gestin. De modo similar, como seala Richard Lewontin, depende del or-ganismo qu caractersticas del mundo constituyen un entorno pertinen-te21. Las bacterias son tan pequeas que pueden ser constantementevapuleadas por el movimiento browniano de las molculas del agua quelas rodean, pero en buena medida no son afectadas por la fuerza de lagravedad. Los barqueros, indiferentes al movimiento browniano, se des-lizan por la superficie del lago soportados por la tensin de su superficie.

    Los organismos y los ecosistemas en los cuales subsisten evolucionan sim-biticamente. La presa de un castor comienza con la llegada de ste y una

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    21 Steven Rose, Richard Lewontin y Leo Kamin, Not in Our Genes, Londres, 1984.

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  • extraordinaria actividad de construccin. Incluso cuando la presa se estconstruyendo, ya se convierte en un ecosistema complejo poblado pormuchos habitantes y dotado de una gran actividad interdependiente. Es-tas interacciones mutuas significan que la presa y sus habitantes coevolu-cionan a travs de sus generaciones. Al mismo tiempo, el cambio radicalen virtud del cual pueden sucumbir especies enteras es susceptible deproducirse con independencia de qu bien adaptados se hallen los indi-viduos a las condiciones antes de la catstrofe. Si la humanidad fuera aperecer, por ejemplo, a causa de nuestro fracaso para responder al cam-bio climtico, la poblacin de ratas urbanas y el SIDA, que dependen am-bos de nosotros, tambin desapareceran. Por otro lado, como sealaLynn Margulis, las amebas seran con toda probabilidad los organismosque resistiran y que floreceran. As opera la supremaca de las especies.

    Eva Jablonka y Marion Lamb rechazaron el genocentrismo de modo termi-nante en su libro de 2005 Evolution in Four Dimensions. En este texto lasautoras discuten la evolucin en virtud de cuatro amplias rbricas concep-tuales gentica, epigentica, conductista, cultural a fin de replantear lacuestin de si puede existir un cambio evolutivo, a tenor de la seleccinnatural, independiente del cambio gentico. Ello se relaciona tambin conel amplio debate sobre si y cmo Lamarck puede ser reformulado de unmodo que sea compatible con la biologa moderna. Un ejemplo sera eluso de herramientas por algunas especies de pjaros, en el cual el com-portamiento originalmente aprendido puede ser transmitido a travs de va-rias generaciones sin que se produzca cambio alguno en los genes. Consuficiente tiempo, la mutacin aleatoria puede permitir que los genes sepongan al da y consoliden tal cambio fenotpico22.

    Los debates ms intensos, sin embargo, versan sobre las mismas cuestio-nes que preocuparon a Darwin, quien destac que la seleccin natural noes el nico mecanismo del cambio evolutivo. Para l, la seleccin sexualexplicaba muchos rasgos aparentemente no adaptativos del mundo vivo.La separacin geogrfica como la de los famosos pinzones de las dife-rentes islas del archipilago de Galpagos fue otro proceso mediante elcual puede producirse el cambio, cuando poblaciones separadas gradual-mente se alejan por variacin casual o azarosa de modo muy indepen-diente de cualesquiera otras presiones adaptativas.

    Pero qu entendemos por adaptacin en todo caso? Los neodarwinistasintransigentes insisten, por ejemplo, en que todas las variaciones sutilesque pueden encontrarse en las pautas de las bandas de las conchas delcaracol son adaptativas. Dependiendo de su entorno, diferentes bandascamuflarn a los caracoles ms o menos efectivamente contra sus depre-dadores. Tal adaptacionismo rgido fue objeto de un clebre ataque porparte de Gould y Lewontin, que lo describieron como un paradigma pan-

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    22 Un proceso denominado canalizacin por Waddington.

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  • glosiano23. Estos autores sealaron que determinados aspectos aparente-mente funcionales de un organismo pueden ser consecuencias accidenta-les de otra caracterstica muy distinta, como sucede, en su ejemplo, conlas embecaduras (o espacios) existentes entre los arcos que sustentan lacpula de la catedral de San Marcos en Venecia. Las embecaduras se ha-llan cubiertas con bellsimos mosaicos, que dan la impresin de que lasprimeras fueron diseadas para albergar a stos ltimos, pero arquitect-nicamente aqullas no tienen ninguna funcin necesaria. As sucede tam-bin con las caractersticas biolgicas que podran parecer a primera vis-ta adaptativas como por ejemplo las bandas de la concha de un caracol,pero que son en realidad consecuencias accidentales de la qumica y lafsica de la construccin de la mencionada concha.

    Fue Gould, tambin, quien seal otro potencial factor del cambio evo-lutivo: exaptacin. La exaptacin es cierta caracterstica de un organismooriginalmente seleccionada para desempear una funcin que puede ser-vir tambin como base para otra. El ejemplo favorito es el de las plumas,que se pensaba que haban evolucionado entre los pequeos dinosaurioscomo un medio de regular la temperatura del cuerpo, pero que tambinpermitan el vuelo en los precursores de los pjaros modernos. Para Gould,tales exaptaciones constituyen un indicador de la naturaleza aleatoria oazarosa de la evolucin. Si, como se ha puesto de relieve regularmente,pudiramos rebobinar la cinta de la evolucin hasta el Precmbrico uotro periodo geolgicamente remoto y le permitiramos avanzar de nue-vo, es muy improbable que aparecieran mamferos conscientes como loshumanos. Es decir, el futuro evolutivo es indeterminado.

    Esta sugerencia resulta inaceptable para aquellos neodarwinistas que op-tan por un determinismo ms rgido. La forma mejor adaptada siempreque se conforme a las leyes fsicas y qumicas emerger siempre, deacuerdo con esta concepcin24. Desde que la vida comenz en la Tierrahace aproximadamente 3.500 millones de aos, podra haberse predichoque algo similar a los seres humanos conscientes habran debido evolu-cionar a su debido tiempo, un argumento extraamente prximo al deaquellos que postulan un principio antrpico mediante el cual el con-junto del universo es concebido como el hbitat humano, ya que las po-sibilidades de que ste emerja por azar son demasiado altas. Tales deba-tes, aunque centrados fundamentalmente sobre el pasado, se han extendidoal futuro con la discusin de la vida, la inteligencia y el contacto huma-no con extraterrestres. Cuando ya concluan las celebraciones darwinia-nas, esta hiptesis se tom lo suficientemente en serio como para hacerposible un encuentro de dos das organizado por la London Royal So-ciety. Predice la seleccin natural que los seres extraterrestres sern hu-

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    23 Stephen Jay Gould y Richard Lewontin, The Spandrels of San Marco and the PanglossianParadigm, Proceedings of the Royal Society of London, Biological Sciences CCIIV, 1.161 (1979).24 Vase Simon Conway Morris, Lifes Solution, Cambridge, 2003.

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  • manoides inteligentes o la indeterminacin es tal que no puede efectuar-se prediccin alguna sobre las formas de vida que evolucionarn?

    Mentes y cerebros

    Pocos de estos debates acaecidos en el seno de la teora evolucionista hanobstaculizado en realidad la difusin de la metfora evolucionista ms allde sus dominios biolgicos, sobre todo en los repetidos intentos de, almenos, domesticar y limitar y en el peor de los casos erradicar lo so-cial de la teorizacin de la humanidad y, por consiguiente, de biologizarla condicin humana. Dos iconos instantneamente reconocibles han in-crementado enormemente el atractivo de estas afirmaciones. La doble h-lice y el cerebro multicolor en el crneo humano adornan anuncios, cu-biertas de libros y sobrios artculos en las revistas dirigidas a clases pudientes.La secuenciacin del genoma humano hizo que hablar sobre los genes seconvirtiese en artificio retrico de moda, de los anuncios de coche a lapoltica. El diseo de Dios se halla aparentemente en el ADN del BMW,al igual que los valores familiares se hallan, de acuerdo con David Came-ron, insertos en el ADN del Partido Conservador. En ese mismo periodo,las extraordinarias imgenes en falso color de las regiones del cerebroaparentemente implicadas en todo, desde la resolucin de un problemamatemtico hasta el amor romntico pasando por el xtasis religioso, ob-tenidas de la imagen por resonancia magntica funcional, se han conver-tido en moneda comn de los dominicales de los peridicos. No slo lasrelaciones sociales, sino los productos de la cultura humana, del arte a lamsica, las creencias religiosa y los cdigos ticos, se afirma que son ma-nifestaciones de un proceso de seleccin natural basado en los genes, consus correspondientes ubicaciones neuronales reveladas gracias a la ima-gen por resonancia magntica funcional.

    De nuevo, el punto de partida es Darwin, quien hizo algo ms que loca-lizar a los seres humanos en un continuum evolutivo anatmico y fisio-lgico. l fundament los poderes mentales firmemente en la biologahumana: las emociones humanas y sus expresiones eran para Darwin des-cendientes evolutivos de aquellos de sus ancestros similares a los simios25.La psicologa evolucionista, la manifestacin ms reciente de la sociobio-loga de la dcada de 1970, se ha inspirado en estas premisas y en la te-sis hamiltoniana de la seleccin parental, basndose no nicamente enque la naturaleza humana constituye una cualidad evolucionada, sinotambin en la afirmacin profundamente no darwiniana de que aquellaen oposicin al resto de la naturaleza se fij en el Pleistoceno no ha-biendo transcurrido suficientemente tiempo evolutivo para que haya cam-biado ulteriormente.

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    25 Por el contrario, Wallace, el coproponente de la seleccin natural, se opuso a la exten-sin del principio a la emergencia de los seres humanos.

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  • A partir de Wilson, el argumento es que la evolucin biolgica no ha po-dido mantener el paso siguiendo el ritmo del cambio cultural, diferencialque fomenta la contradiccin de la existencia de mentes de la Edad dePiedra en el siglo XXI. Sin embargo, la evidencia apunta a la velocidadcon la cual la cultura ha impulsado el cambio biolgico humano, desdela fisiologa digestiva a la estructura cerebral. Por ejemplo, originalmente,la mayora de los seres humanos adultos, como la mayora de otros ma-mferos adultos, tenan dificultades para digerir la leche. La enzima pre-sente en los nios que hace posible digerir el azcar de la leche, la lac-tosa, se desactiva cuando el nio crece. Sin embargo, durante los ltimostres mil aos, en las sociedades que domesticaron ganado, proliferaronlas mutaciones que permitieron la tolerancia de la lactosa en los adultos.Hoy la mayora de stos en las sociedades occidentales, a diferencia delos asiticos, son portadores de la mutacin y los productos lcteos for-man parte de su dieta habitual.

    Ni el conjunto de pruebas sobre el grado en que la psicologa y la anato-ma humanas han evolucionado durante el millar de generaciones queaproximadamente nos separan de nuestros ancestros del Pleistoceno, ni elhecho de que no tengamos idea alguna de su psicologa y ningn modode conocerla disuaden a los tericos. Consideremos las afirmaciones delpsiclogo evolutivo Marc Hauser en su libro Moral Minds, reveladoramen-te subtitulado Cmo la naturaleza dise nuestro sentido universal delbien y el mal26. No se trata nicamente de que los requerimientos de vi-vir de acuerdo con las especificidades de uno mismo o las respuestas emo-cionales innatas a las necesidades de los otros puedan haber contribuidoa conformar los cdigos morales. En realidad, del mismo modo queChomsky sostiene que existe una gramtica lingstica universal, para Hau-ser la humanidad se halla dotada de un conjunto universal de principiosmorales, independientes del contexto cultural o social. Hauser reconocevariaciones culturales, tales como matar por honor o la homofobia, en elmodo en que se expresan los principios, pero sostiene que a pesar de lavariacin existen universales subyacentes. Sin embargo, si la expresin deestos principios es tan variada, invocar un imperativo evolutivo no expli-ca nada. Las recomendaciones polticas que derivan de este imperativo sonperturbadoras: Hauser quiere que los expertos polticos escuchen conms atencin a nuestras intuiciones y redacten polticas que tomen encuenta eficazmente la voz moral de nuestra especie. En la siguiente sen-tencia juega a dos bandas al sugerir que los expertos no deberan aceptarciegamente esta moralidad universal, ya que algunas de nuestras intuicio-nes evolucionadas han dejado de ser aplicables a los problemas societalesactuales. Una teora omincomprensiva dotada de una clusula de exoneracintan enorme como sta escasamente merece ser objeto de consideracin. Senos presenta un enigma ms: ninguno de los tericos de la sociobiologao de la psicologa evolucionista, del psiclogo Steven Pinker a Wilson,

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    26 Marc Hauser, Moral Minds, Londres, 2006.

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  • Hauser y Dawkins, cree que sea evidentemente obligatorio obedecer lasdemandas de nuestros genes egostas. Las sentencias que cierran el El genegoista de Dawkins explican que nosotros los humanos, a diferencia deotras especies, podemos escapar a su tirana. Para Wilson, una sociedadmenos sexista puede lograrse si nosotros la deseamos, aunque pagandoel precio de una prdida de eficiencia27.

    Para Pinker, incluso las explicaciones evolucionistas de la divisin del tra-bajo tradicional [sic] en virtud del sexo no implican que sea inmodifica-ble o natural en el sentido de buena o algo que debera ser impuesto alas mujeres u hombres individuales que no se muestren de acuerdo conla misma28. Cuando Pinker nos dice que ha decidido no tener hijos, me-diante qu proceso niega este imperativo gentico? Existe una ubicacinen el cerebro, un gen para el libre albedro? El terico de la mente guar-da silencio. Su sentido de su agencia personal es siempre evidente, perosu teora no proporciona explicacin alguna al respecto; l escapa comopor ensalmo. A pesar de ello, como Pinker y Wilson, nosotros nos com-prendemos como seres pensantes, morales, emocionales y capaces de de-cisin, siendo imposible ignorar el problema de la agencia humana.

    Renaturalizar a las mujeres

    Un proyecto fundamental del feminismo ha sido excluir a las mujeres dela naturaleza para incluirlas en la cultura, permitindoles que se convier-tan en sujetos en vez de objetos de la historia. El impulso predominantedel feminismo de la dcada de 1970 apunt a un fuerte construccionismosocial; la referencia al cuerpo fue dejada de lado como esencialista. Lasbilogas feministas tenan dificultades a la hora de suscribir este plantea-miento. Para aquellas ms predispuestas a la teora, la biologa sexista yla sociedad patriarcal se sostenan recprocamente, mientras que paraaquellas con inclinaciones ms empricas, la biologa sexista era el resul-tado de una ciencia mal concebida y sesgada. El asalto de los determinis-tas biolgicos elev los envites polticos, cuando bilogas feministas detodo tipo empezaron a enfrentarse a los mismos.

    Una preocupacin primordial de la sociobiologa y de la psicologa evolu-cionista ha sido la seleccin sexual darwiniana y por ende las diferenciasfsicas y psicolgicas existentes entre mujeres y hombres. Cuando se pu-blic Sociobiology, la segunda ola del feminismo estaba en su pice y lahostilidad ante cualquier tipo de reduccin de las mujeres a su biologa co-noca su momento ms intenso. Un colectivo constituido por 35 miembros,que inclua a la biloga Ruth Hubbard, al genetista de las poblaciones Ri-chard Lewontin y al paleontlogo Stephen Jay Gould, todos ellos colegas

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    27 E. O. Wilson, On Human Nature, Cambridge (MA), 1979.28 Steven Pinker, How the Mind Works, Londres, 1998.

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  • en Harvard de Wilson, publicaron el influyente texto Biology as a SocialWeapon, en el que acusaban a ste ltimo de un grueso determinismo ge-ntico que naturalizaba las jerarquas existentes de poder y control sobrelos recursos entre clases y gneros, y estimulaba el racismo29.

    La psicologa evolucionista pretende adscribir todas las caractersticas degnero existentes en la sociedad contempornea a la diferencia biolgi-ca, universalizando el comportamiento de la totalidad de las hembras/ma-dres y de los varones/padres. Polticamente, intenta desbaratar los logrosdel feminismo de la dcada de 1970 optando por ignorar las teoras msmatizadas de la actualidad, que reconocen la importancia del cuerpo.Como respuesta a ello, las bilogas feministas volvieron sus ojos a las preo-cupaciones de Antoinette Blackwell Brown, pero ahora totalmente pertre-chadas30. Ruth Hubbard desafi la androcentricidad y el determinismobiolgico de la teora darwiniana, preguntndose: nicamente han evo-lucionado los hombres?31. Primatlogas feministas como Jeanne Altmann,Nancy Tanner y Linda Marie Fedigan, an reconociendo la importancia delos monos en la narrativa de la evolucin, comenzaron a dar una respues-ta a esta cuestin mediante su trabajo de campo. Fundamentalmente,Adrienne Zhilman destron el mito del hombre cazador como suminis-trador de alimento, demostrando que la recoleccin, bsicamente realiza-da por mujeres, proporcion la mayor parte de la nutricin esencial du-rante la transicin a la sociedad humana primigenia.

    Las recolectoras-cazadoras reemplazaron al hombre cazador en la explica-cin de los orgenes humanos, y as el gnero subordinado ocup el cen-tro de la escena. La importancia del estudio de los primates como campode batalla de los orgenes humanos fue reconocida por la historiadora de laciencia feminista Donna Haraway. Para ella, como para Marx, el anlisis dela naturaleza de los cientficos refleja y constituye la sociedad y la cultura.Haraway reconstruye la narrativa primatolgica presente en los dioramas delos museos de historia natural, que celebran al hombre como cazador y res-tringen las actividades de las mujeres a cocinar y cuidar de los hijos, ascomo la narrativa imperial de la raza blanca naturalmente dominante32.

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    29 Ann Arbor Science for the People Editorial Collective, Biology as a Social Weapon, Mine-polis, 1977.30 Vase, por ejemplo, la serie Genes and Gender, editada por Ethel Tobach, Betty Rosoff,Ruth Hubbard, Marion Lowe y Anne Hunter, NuevaYork, 1978-1994.31 Cuestin incluida en Ruth Hubbard, Mary Sue Henifin y Barbara Fried (eds.), Women Lookat Biology Looking at Women, Boston, 1979, pp. 7-36.32 Donna Haraway, Primate Visions, Londres, 1989. Haraway denomina a estas narrativascuentos, sean los de la primatologa androcntrica y racista dominante o los la nueva prima-tologa feminista. Bien recibida por los posestructuralistas y los posmodernos que negaban laposibilidad de la verdad, su anlisis se top con una recepcin hostil no nicamente de losprimatlogos masculisnistas sino inicialmente tambin feministas. La postura epistemolgicade Haraway es ambigua, por decirlo suavemente: tras haber dejado de lado los anlisis ardua-mente elaborados de los primatlogos (incluidos los suyos) como cuentos, ella observa quealgunos cuentos son mejores que otros.

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  • Para la mayora de las feministas, especializadas en las ciencias de la vidao en otro campo del conocimiento, la sociobiologa feminista es un ox-moron, siendo su determinismo hostil al feminismo. Existe no obstanteuna contracorriente feminista dentro de la sociobiologa que, aunque to-dava explica las relaciones humanas como determinadas por la natura-leza, lee el orden natural de modo diferente. A diferencia de otras pri-matlogas feministas, Sarah Blaffer Hrdy es una sociobiloga declarada,pero igualmente comprometida con el recentramiento de la primatologa.Los estudios de Hrdy de los langures y otros monos se centran en lashembras y sus prcticas de crianza, celebrando la funcin de stas comofuerza motriz de la evolucin humana. Hrdy hace hincapi en el carc-ter nico del cuidado de nios por parte de los humanos: las madreschimpancs, bonobos y gorilas tambin deben cuidar de su prole duran-te largos periodos de tiempo, pero se muestran reticentes a compartir es-tas tareas con terceros. Por el contrario, las madres humanas permitenque terceros en quienes confan se hallen unidos por vnculos de pa-rentesco o no cuiden a sus bebes y compartan el cuidado, la crianza yla educacin de los nios33. Hrdy denomina a esto crianza aloparental,pero aunque su concepto nos distingue de otros primates las ciencias so-ciales todava tienen que documentar, en un contexto social especficodado, en qu grado esta actividad compartida es ayuda mutua y en qugrado la explotacin de los trabajadores mal pagados son fundamental-mente mujeres.

    Como Hrdy, la etloga feminista Patricia Gowaty es sociobiloga. Lo queDarwin consider como avidez masculina, y la masculinista psicologaevolucionista salazmente rebautiz como promiscuidad, Godawy lo de-nomina ardor, un trmino menos cargado, sealando que en muchas es-pecies que ha estudiado tanto los machos como las hembras muestranesta caracterstica34. De modo similar, si bien tanto Darwin como la psi-cologa evolucionista invocan la timidez femenina en la seleccin decompaeros sexuales, las etlogas feministas sostienen a partir de sus ob-servaciones de campo, que la timidez es un mito y que las hembras aligual que los machos toman la iniciativa. Pero si la reflexin se extrapo-la a los humanos, incluso estos avances importantes llevan aparejada lavulnerabilidad a la cooptacin en una diferencia binaria sexual y de g-nero preordenada. Conscientes de este peligro, las bilogas feministashan luchado para eliminar los conceptos extrados del comportamientohumano, reemplazndolos por trminos que describen ms precisa y me-nos salazmente el comportamiento animal. As, han cosechado xito aleliminar el concepto violacin de las revistas de comportamiento animaly reemplazarlo por el de sexo forzado. Tal redenominacin elimin ellenguaje sexista institucionalizado de las revistas.

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    33 Sarah Blaffer Hrdy, The Woman that Never Evolved, Cambridge (MA), 1981, y Mothers andOthers, Cambridge (MA), 2009.34 Patricia Gowaty, Sexual Natures, Signs XXVIII, 3 (2003), pp. 901-921.

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  • La obsesin de la psicologa evolucionista y de la sociobiologa con el sexohumano en ocasiones linda lo pornogrfico. Tomemos como ejemplo la su-gerencia de que las mujeres experimentarn ms orgasmos cuando practi-quen el sexo adltero con un varn bien proporcionado que lleve un relojRolex. Que tales datos puedan ser recopilados y su consistencia verificada esdifcil de creer. En esa misma lnea se afirma que los hombres prefieren te-ner relaciones con mujeres ms jvenes que presenten ratios bajos de cintu-ra-cadera (una seal de fertilidad, segn determinadas opiniones), mientrasque las mujeres optan por ms viejos, ricos y poderosos, lo cual plantea du-das metodolgicas similares. El antroplogo evolucionista Robin Dunbar citaun estudio de 1.000 anuncios de personas en busca de pareja procedentesde Estados Unidos, Holanda e India en apoyo de estas afirmaciones univer-sales35. Las mujeres de Rubens y las figuras venusianas carentes de cintura delas culturas del Paleoltico se dejan al margen junto con las semejantes a Vic-toria Beckham y Kate Moss, mientras que Orgullo y prejuicio de Jane Austenes citado como un manual elemental de psicologa evolucionista en cuestio-nes de poltica sexual. El arte, la literatura y la msica, respecto a los cualesno puede determinarse una funcin biolgica inmediatamente obvia, se pre-sentan como equivalentes humanos de la atraccin sexual de la cola del pavoreal. Parece que en Lascaux, Pech Merle y Altamira, los hombres del Pleisto-ceno (que eran varones se da por supuesto) entraban con sus antorchas has-ta las profundidades de las cuevas, enfrentndose valerosamente a los ososque all habitaban, para pintar bisontes y caballos sobre sus paredes para im-presionar y atraer a las mujeres de este periodo geolgico.

    Tales afirmaciones dan por cierto que la nica funcin biolgicamente evo-lucionada del sexo es la procreacin, ignorando la evidencia sustantiva, ini-cialmente recopilada por las etlogas feministas, de que la actividad sexualentre uno de los parientes ms prximos de los humanos, los bonobos,puede divorciarse de la reproduccin, teniendo lugar mediante todo tipode pautas de comportamiento y de combinacin de parejas como parte dela vida cotidiana del grupo36. La investigacin de las ciencias sociales rela-tiva a la diversidad de las prcticas sexuales humanas (espoleada por la cri-sis del VIH/SIDA) ha sostenido y profundizado este anlisis, pero ni la psi-cologa evolucionista ni la sociobiologa, sean feministas o de otro tipo,estn preparadas para reconocer las ciencias sociales, y mucho menos sucontribucin al conocimiento. El proyecto de la sociobiologa, tan ntida-mente establecido por Wilson, es hacer las ciencias sociales innecesarias.

    Leyes de la naturaleza

    Para los bilogos, la evolucin es un hecho; sin embargo, desde los dasde Darwin a la actualidad, el proceso, el tiempo y el ritmo del cambio

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    35 Robin Dunbar, How Many Friends Does One Person Need?, Londres, 2010.36 Frans de Waal, Our Inner Ape, NuevaYork, 2005.

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  • evolutivo ha sido objeto de continuo debate. La seleccin natural de Dar-win, incluso fortalecida por la seleccin sexual (y dejando de lado las cr-ticas efectuadas previamente de reducir lo social a lo natural), no le per-miti ofrecer un mecanismo para la preservacin de las caractersticasfavorecidas. Su teora se desbarat y fue temporalmente reemplazada porla teora de la mutacin basada en Mendel y la nueva ciencia de la gen-tica, lo cual dio lugar a la sntesis moderna o neodarwinista en la dcadade 1930. Su ampliacin con la nueva sntesis de la sociobiologa y la se-leccin parental en la dcada de 1970 pareca ofrecer un cierre profunda-mente afn al individualismo posesivo de la economa poltica neoliberal.El determinismo genocntrico, el mito del gen, triunfaba. Y sin embar-go, incluso en el momento en que se establecan los fundamentos de lanueva sntesis, el concepto mismo de gen sobre el que se basaba la teo-ra fue desafiado por mor del nacimiento de la gentica molecular. El neo-darwinismo, con su intento de expulsar al organismo para reducir inclu-so el entorno a un aspecto de un fenotipo extendido y, por consiguiente,en definitiva, a un epifenmeno del gen, comenz a ser objeto de dispu-ta. Se trataba de una teora zombi, muerta sin saberlo?

    Una sntesis todava ms reciente emerge en la actualidad, cerrando undesajuste que ha durado un siglo entre gentica y biologa del desarrollomediante la epigentica y la evo-devo. La explicacin biolgica genocn-trica, con su determinismo inherente, es desafiada por la crtica del adap-tacionismo y el reconocimiento de que pueden existir niveles de selec-cin distintos del gen individual. La concentracin androcntrica en laseleccin sexual y la funcin que ha desempeado en la evolucin hu-mana ha sido desafiada y radicalmente modificada por el trabajo de laspaleontlogas feministas. Lo que podra haberse contemplado como unfundamento slido de la teora biolgica sobre la que otras disciplinas po-dran inspirarse se demuestra inestable, incluso traicionero. La metforade la evolucin despega de este zcalo inestable, impulsada por certi-dumbres que ya no son vlidas.

    Las ciencias naturales han asumido y les ha sido otorgada la autoridadcultural de hablarnos sobre el mundo natural, sobre quines somos y dednde venimos. No es nicamente una visin particular de la seleccinnatural la que se ha convertido en el cido universal, sino la propia com-petencia explicativa de la ciencia misma. Aquellos que avanzan afirmacio-nes tan preadas de consecuencias haran bien en recordar la observa-cin de Darwin contenida en The Voyage of the Beagle: Si la miseria denuestros pobres fuera causada no por las leyes de la naturaleza, sino pornuestras instituciones, grande sera nuestro pecado37. En el contexto dela actual crisis del capitalismo global, esta reflexin es tan crucial comocuando fue escrita.

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    37 C. Darwin, Voyage of the Beagle, Nueva York, 1909, p. 526.

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