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Panamá, 31 de Diciembre de 1917. PRELUDIOS (REVISTA MENSUAL) Organo de los años superiores del Instituto Nacional de Panamá FERNANDO ROBLES DIRECTORES : ANTENOR QUINZADA AÑO 11 NUM. 8 Nota Editorial O NUESTRO más alto plantel de enseñanza, el Instituto Nacio- nal, está a la altura de cualquiera otro establecimiento edu- cativo del mismo género en . la América Latina. Su radio de acción se ensancha cada vez más e influye de una manera benéfica y altamente idealista en la sociedad panameña. Regido en lo que atañe al punto intelectual por hábiles profeso res, que son conocedores de las corrientes científicas modernas, no descuida, ni por un momento, el desarrollo físico de los educandos. Las causas que nos han inducido para decir lo que antecede son muchas, pero queremos hacer especial mención a la fiesta última que ha dejado en nuestros corazones un grato recuerdo. Como a las 2 de la tarde del 25 de los corrientes, abrió el . Institu- to sus puertas a, un numeroso público que venía a presenciar la fies- ta, ya tradicional, que tiene lugar en el Gimnasio, consistente en ejercicios y ;juegos. El primer punto del programa estuvo a cargo del V año de Liceo bajo la dirección del Teniente Coronel Zurita, y consistió en un jue- go ele esgrima que agradó mucho al público. Después tocó su turno a los alumnos dirigidos por el . competen te Profesor Gabriel Barrios, quienes ejecutaron una serie de ejerci- cios en los cuales brillaron como notas características la disciplina, la corrección y la prontitud. Luego tuvimos un interesante juego de basket-ball entre alu m- nos del III año Normal y del III año de Liceo en el cual salieron ven- cedores los primeros .

de Diciembre de PRELUDIOSbdigital.binal.ac.pa/bdp/revistas/preludios/prediciembre... · 2006-12-20 · PRELUDIOS 3 nuestro corazón y comuniquemos las exaltaciones de nuestro espíri-tu

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Panamá, 31 de Diciembre de 1917.

PRELUDIOS(REVISTA MENSUAL)

Organo de los años superiores del Instituto Nacional de Panamá

FERNANDO ROBLESDIRECTORES :

ANTENOR QUINZADA

AÑO11

NUM.

8

Nota EditorialO

NUESTRO más alto plantel de enseñanza, el Instituto Nacio-nal, está a la altura de cualquiera otro establecimiento edu-cativo del mismo género en. la América Latina.

Su radio de acción se ensancha cada vez más e influyede una manera benéfica y altamente idealista en la sociedadpanameña.

Regido en lo que atañe al punto intelectual por hábiles profesores, que son conocedores de las corrientes científicas modernas, nodescuida, ni por un momento, el desarrollo físico de los educandos.

Las causas que nos han inducido para decir lo que antecede sonmuchas, pero queremos hacer especial mención a la fiesta última queha dejado en nuestros corazones un grato recuerdo.

Como a las 2 de la tarde del 25 de los corrientes, abrió el. Institu-to sus puertas a, un numeroso público que venía a presenciar la fies-ta, ya tradicional, que tiene lugar en el Gimnasio, consistente enejercicios y ;juegos.

El primer punto del programa estuvo a cargo del V año de Liceobajo la dirección del Teniente Coronel Zurita, y consistió en un jue-go ele esgrima que agradó mucho al público.

Después tocó su turno a los alumnos dirigidos por el. competente Profesor Gabriel Barrios, quienes ejecutaron una serie de ejerci-cios en los cuales brillaron como notas características la disciplina,la corrección y la prontitud.

Luego tuvimos un interesante juego de basket-ball entre alum-nos del III año Normal y del III año de Liceo en el cual salieron ven-cedores los primeros .

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Por este triunfo se hicieron acreedores a la copa que fue entre-gada por don Cristóbal Rodríguez, Subsecretario de Instrucción Pú-blica, después de una brillante improvisación.

Por la noche del mismo día ante numerosa y selecta concurren-cia., se repartieron los premios a las personas agraciadas en el últimoconcurso literario, científico y artístico del Instituto .

E. R.

Mi querido amigo:

Si no hubiese estado ocupadísimo habría contestado antes tuapreciable del mes pasado, de cuyo contenido he tomado atenta nota . Diversas fueron las impresiones que me suscitó . Las finas protestas de tu amistad me complacieron mucho y me movió al másvivo desdén la vil manera de obrar del que creías tu amigo y dequien tan bien me hablabas, tratando así de disipar mis temoresacerca de su sinceridad amistosa.He imaginado tu decepción y tus angustias, y he adivinado tuindignación y tu dolor. El golpe es duro . Has hecho una penosaexperiencia . No importa . Es así como se aprende a apreciar a loshombres y las cosas . Eres muy joven y es en la juventud cuandovale más hacerse cargo de las sinuosidades del alma humana, aun-que ello nos arranque alguna idealidad ; mas, en cambio, nos hacemás avisados y más cautos, confiados solamente en nosotros mis-mos y en aquellos amigos que nos han dado reales, oportunas yrepetidas pruebas de consideración y de cariño.

Lo que acaba de ocurrirte me trae al recuerdo pensamientoprofundo de un sutil poeta italiano:

«Abisso degli umani inesploratoh, il enore! I; in esso del líon le febbriÉ la. viltá dell'isna!

Estudiemos este abismo, descendamos en él, penetrémoslo, ex-plorémoslo ; y allí donde encontremos sentimientos elevados, since-ridad, virtud, amistad desinteresada, hagamos las confidencias de

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nuestro corazón y comuniquemos las exaltaciones de nuestro espíri-tu ; pero allí donde la luz de la verdad no irradia, donde hay nieblay lobregueces, donde todo está regido por las conveniencias y el inte-rés personales, allí no puede haber virtud ni sinceridad ni amistad.

Nada de esto, presumía yo, había en el alma oscura de quien te haburlado . De modo, pues, que si por una parte lamento la enojosa ocu-rrencia, por la otra no maldigo el momento en que se presentó . Esque ese incidente te enseñará a ser más cauto en lo sucesivo.

En esta época de circulación en que vivimos, que despierta la co-dicia y engendra el sórdido materialismo, la nobleza y la lealtad noson cosas comunes, por desgracia . No hay que hacerse ilusiones:en nuestra sociedad yen toda sociedad, en general, no son muchaslas personas que sienten delicada y exquisitamente ni tampoco queleal y noblemente proceden.

No vayas a pensar que pretendo hacerte un pesimista, porquetampoco lo soy yo . Desearía solamente que procedieses siemprecon rectitud y que fueses siempre prudente . Convéncete de que lassatisfacciones y alegrías no se originan de circunstancias externas;sus fuentes se hallan dentro de nosotros mismos, en la inteligenciade ser superiores a los hombres vulgares y en encontrar la paz, re-posando en el pecho de verdaderos amigos.

Los grandes hombres consideraban la sociedad desde lo alto desu esfera y escogían amigos con quienes compartían placeres y do-lores.

La época de Augusto nos ofrece un ejemplo edificante de amis-tad . La amistad de Horacio, Virgilio y Mecenas, trinidad que for-ma el punto más luminoso del siglo de oro de la literatura latina.Esos tres hombres fueron grandes no solamente como escritores sino también sublimes como amigos ; todo en ellos era común, así losalegres como los tristes acontecimientos. Donde estaba Mecenas seencontraban Horacio y Virgilio . Uno llamaba al otro : «Animal di-midiun mean . ¡Qué noble y suave expresión! Es la expresión de laverdadera amistad .

Soy tu afectísimo,

M. P.

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RODIN (1)

¡Ha muerto Rodin! El mundoestá de duelo, el arte solloza.Allá en un cementerio entre lostroncos viejos de blancura de es-queleto, entre los dioses delcam-posanto, árboles decrépitos queson los poetas de la

belleza ignorada, de la belleza expectante re.presentada magistralmente porRodin, allí reposa él .Ha muer-to Rodin dicen susurrando sushojas!

Mentira, no ha muerto, él viveen sus esculturas, su alma vaga,blanca como un rayo de luna;blanca y transparente como elvelo de las buríes ; blanca comoel mármol de sus estatuas al re-dedor de esa orgía (le sangre enque se desgarra su noble patria:Francia.

¡Mentira! él vive, no ha muer-to, la vieja Parca. no se atreve a.tocar con su amellada guadañaa ese coloso del pensamiento, aese orfebre del buril.

Ved la cabeza. de su estatua«El Pensador» coronada de azur,esa estatua es él, porque él es elpensamiento humanizado.Rodin ha sido el escultor másformidable que han visto los si-glos . Más grande que Fidias,

más que Praxiteles, mucho másque Miguel Angel, Vinci, cte.Ellos copiaban lo que veían conlos ojos del cuerpo o con los dela imaginación, Formas bellas, bc-Ilísimas, agradables a los senti-dos; ellos copiaban la desnudezplástica de los cuerpos . Rodinaplicaba la estética de Scholliug,c hiere decir copiaba bis orinasbellas al espíritu, veía la bellezacon los ojos del espíritu, copiabala. desnudez plástica de las ideas;sus esculturas nos hablan muyhondamente al alma . 1'or esoes grande c original en sus atre-vidas concepciones, por eso esúnico, por eso ha muerto paravivir eternamente.

Rodia, conioel filósofo alcorán,encontraba en cada dolor, encada. placer, en cada maldad, enla naturaleza, en todo lo creado,algo bello que habla a los scnti-micntos, algo bello que trans-por talo por él al mármol uosconduce necesariamente al éxta-sis.

I'or eso Llodin no ha muerto.

l)iai vano A. Poaeus.

Panamá, Noviembre de 1911.

(1) Composición rápida en clase (le Castellano .

l'1?NI,UDIOS

LA NAVIDAD

Recuerdos gratos de lit nfan-cia vienen ti ami memoria al seer-ca•sc la Navidad . Cuando yo erainflo, !qué lleno de entusiasmo seencontraba mi. corazón cuandonegaba laiNoche Buena! ;con. quéatún are ponía a.. .Fabricar los pitosclásicos do iui pueblo, los pitosque todos los ni ucbacbos (le initierra hacen para Imitar el llantodel nido p (ami cuyos ).nidos cele-bran, con todo el (anido) . de lasalunas inocentes v con todo eT en-tusiasmo de los crc ,) entes vendaderosun el Divino Galileo, latie l ..1t

del nacimiento del Nido Dios!Todo en ami pueblo era . alegría ,yyo sin comprender bIen la impor-tancia que ase día ha tea nhoiulos destinos del inundo, tomaba.parte en la celebración de la Bos-ta, lleno de entusiasmo porquehabía nacido, según io que en mihogar are baldan (Indio, el hijo deDios.

lloy comprendo mejor la hinportanoia de la fecha _tS de Di-ciend re.

ltil anuncIo untes de estedía que se celebra en todos h scontinentes, se encontraba en-vuelto en la ()sonrldad ,y la barba-rie . Había civilización. en Gre-cia yliouta ;sin embargo, loa ar-mas lo decid din todo ;y P.ornat porIn superioridad de . sus armasoprimía los otros pueblos, ches mo -cloclne III ley del fuerte sobre eldébil se sentía en los caldos con

todo ol rigor de la injusticia. 1;udonde había civilización, pueS,había mezclado con ella ;viudito desalvajez. fiero un día allá encl misterioso Oriente, en laciu-dail ele llenen, un nido de padreshumildes nació en unn pesebre pa-rre luego ser un filósofo o un Dios;nació el predicador ele la . doctri -tra, del .Dios único, de la doctrinadel perdón, de ht fraternidad, delamor, del bien ; el_ hijo humilde deManía y losé el grao . Instructorde lalumianidad, cl sembrador;agrado de la semiila del bien, eldi lluul idon sublime de la luz dela razón y la justicia, el divinol edent.or del inundo, el que a los-hl años, enclavado en una cruz,lanzaba en el Calvario el últimosuspiro que como soplo mágicovi in licúolfhigo sagrado de la feen los quo, lc habían seguido yabrió las puedas de los corazo-nes de los romanos quienes, ad-mirados tal vez por lar, serenidady el valor sobrehumanos de loshijos de Cristo que sacrificaban,abrazau•on el Cristianismo dejan-do así de ser animales Para con-vertirse en hombres.

Inmediatamente el hombre fuetratado con menos rigor, con miashumanidad ; los cristianos co-menzaron. a aela.ut1er y, luchandopor la vida,, empezaron a inventary descnhrir ; y después de veintesiglos cl cristianismo ha apren-dido Iii misses (le lindar debajo

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de las aguas como los peces y derernontarse a las regiones delempíreo como el águila o el cón-dor.

Desgraciadamente los mismoscristianos aprovechan hoy lasgrandes creaciones de sus inteli-gencias como medios de extermi-nio. Yo contemplo con lástimay dolor la gran hecatombe de laEuropa y dudando a veces, excla-mo con el poeta:

«Sálvanos Cristo, sálvanos si es ciertoQue tu poder no ha muerto!»,

Pero no, yo creo que su poderno ha muerto y tengo la esperan-za en que esta guerra no duremucho para decir entonces:

La Navidad es entre las fechasgloriosas la de más gloria, es co-mo una antorcha de luz divinaque, prendida en Galilea, sacó elmundo de las tinieblas y despuésde veinte siglos sigue iluminán-dolo con sus vívidos destellos.

Diciembre de 1917.

S. GONZÁLEZ R.

NOCHE-BUENA

He aquí la fiesta universal porexcelencia, celebrada con igualentusiasmo en el cosmopolitaLondres, en el bullicioso París,en el regio Buenos Aires o en laspequeñas aldeas donde la civili-zación es apenas rudimentaria, ylo cierto es, que siempre trae ale-gría sana a los hogares en que seerige un culto a nuestras bellastradiciones.

Quién no recuerda la historie-ta sencilla y dulce del Niño—Diosnarrada por nuestros padres alcalor de la lumbre?

Quién no sabe que en un hu-milde portal del Belén legenda-rio, nació el Dios de los diosespara bien y regocijo de la especiehu enana?

Esta es la noche de los ensue-ños dorados para los niños ricosy pobres, que esperan que SantoClaus, el heraldo del Niflo-Dios,

ha de llegar a la media noche asus lechos, con pasos cautelosos,para regalarles las bullangueraspanderetas, los sonoros timba-les y los relucientes pitos quehan de turbar, con el retorno delnuevo día, la paz santa de sus ca-sas. Hoy nosotros aquí reuni-dos al contacto de nuestros pro-fesores, recordamos los díastranquilos de la infancia «quenunca volverán».

Noche de Navidad, noche devillancicos y cantares, sé siem-pre grata a los que sufren, a losque piensan en cosas tristes, alos que esperan con ansias infini-tas una aurora de felicidad y deluz para la humanidad doliente.

He dicho.

FERNANDO ROBLE :S,

'25 de Diciembre 1917,

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El alma . del romanticismoEl romanticismo vive don-dequiera que haya amor,belleza, inspiración y arte.

Pálida y bella la luna en el cie-lo aparecía ; un amante extáticoy embelesado la contemplabadesde su lecho azul ; tibios y lu-minosos rayos de un sol nacien-te iluminaban un bello girón detierra . Era tina mañana deAbril en que el poeta encontrabaextenso campo donde dar expan-sión a su creadora fantasía.

En momentos preciosos corno elya descrito, nos encontrábamosa orillas del río La Villa que co-nio serpiente de plata se arras-tra apaciblemente sobre su lechoal compás del caudal esmeraldi-no de sus aguas.

A la derecha un bohío bajofrondosos árboles nos hacíaevocar paste del pasado patrio;al otro lado multitud de pajarillos se desperezaban y unidossus trinos suaves formaron unocomo himno que en señal de gra-cia llegaba al C reador.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

Pronto aquellas horas pasa-ron como pasan las horas dul-ces de la juventud; como pasanlas hojas secas arrastradas porel viento; como pasan ¡ay!elcan-dor y la inocencia

La noche se acercaba y desdeel lejano ocaso, cual mensajerodel día el sol lucía . . . . lucía

Y del río en un remanso su¡adiós! grabó aquel día de tan-tos goces y encantos

Después cobijadas por la som-bra de la Maga compañera delos tristes, veíamos surgir dosalmas soñadoras: las de Murilloy Velázquez ; que a la contempla-ción de paisajes bellos como elpor nosotros contemplado, reci-bieron de sus musas la sublimeinspiración.

Pasó la tarde y la Diosa de loscielos rompiendo el velo que an-tes la ocultaba aparecía más be-lla. y juguetona que nunca.

Bajo los rayos luminosos deesa asis y tendídos sobre la hier-ba reseca por el sol, dos man-cebos de tez oscura rememora-ban amorosas cuitas . No eranliteratos, ni artistas, ni cosa pa-recida, sino simples labradoresoriundos de este lugar, que a sumanera hablaban tristemente desus amores pasados y de los dul-ces ensueños que acerca del por-venir se forjan las almas, peroluego muy luego llególa hora en que debían separarse.

La joven inclinóse reverenteante el amado y de sus labios derosas, cual perfumes de nardos¡adiós! dijo al amante que, som-brero en mano, cabizbajo y tris-te, miraba esconderse lentamen-

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tela bella silueta de su amada.Y para apartar de su imagina-

ción el recuerdo de su joven ale-jada, interrumpió el silencio quelo rod eaba con su canto favori-to : el salomar.

Así se despidieron aquellas dosalmas, llenas de romanticismo.

Este idilio triste del romanti-cismo es causade las más bellasproducciones que engalanan to-das las literatur as y por eso hapreocupado y preocupa en todaslas épocas a grandes pensado-res.

Evoquemos por uu momentono más las almas románticas deGoethe, Schiller, Kleist, Musset,Lamartine, Ilugo y Espronceday como ellos no tardaremos ensentir el vaho misterioso, ese nosé qué, que nos torna silenciososa veces, pero siempre tristes, porque en verdad algunas veces lasbellezas de las cosas se encuen-tran en su tristeza misma.

Goethe y Schiller,fueron secun-dados por otros robustos cere-bros, entre los cuales podemoscitar a Kleist, reconocido comoel romántico más grande que hatenido Alemania.

Francia ha tenido románticosque como Lamartine, supieron

imprimir el sello de su juventud,para confirmar la naturaleza desu alma.

Tasso y Ossian nos han lega-do un número considerable depreciosas leyendas en el que es clalma de Lamartine el móvil dela acción.

Lamartine admiraba de unamanera sorprendente las cosasmelancólicas, conto nos lo dicensus «Meditaciones políticas».

Y guiados como por un mismocamino llegaron a encontrarsefrente a frente, Hugo, Musset yLamartine . Los tres contribuye-ron al despertar y al florecer delas letras en Francia . Por el año1810 se levantó la figura de Es-pronceda la niás alta . personali-dad del romanticismo en el pue-blo español.

Parece que el célebre Descarteshubiera tenido en la mente el re-cuerdo deGoethe,Musset, Hugo,Lamartine y Espronceda cuan-do dijo:

«Para los seres de mayor con-ciencia, la vida existe envueltaa veces en brumosos ensueños yotras entre rayos de uu sol res-plandeciente».

MANUEL CELERIN C.

ARREPENTIMIENTO TARDIO

La historieta que voy a relatarse desarrolló en un pintorescopueblo del interior de nuestraRepública, en la época veraniega.Era un estudiante que gozaba allado de sus padres de las vaca .

ciones que vuelan justamente enel verano.

Era la hora del crepúsculo, ensus últimos resplandores, y ya lanoche descorría sus cortinas desombra sobre la Creación ; pero

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dichosamente, una luna que seadivinaba. argentina, a causa dela pureza de sus irradiaciones,rompía, poco a poco, aquellascortinas sombrías que llevabanla tristeza al corazón.

El padre de aquel estudiante lehabía dado algunos remes paraque fuera esa noche a una fun-ción, 3e de una serie que unapobre Compatiía daba por aque-llos pintorescos lugares ; pero an-tes de encaminarse el estudianteal cinematógrafo, dirigió sus pa-sos a las afueras de la población.La luna invitaba al paseo y alas divagaciones por aquella lla-nura silenciosa, cuyo silencio noera turbado sino por el murmu-rar de fuentes cercanas y porel silbido del viento . Allá se di-rigía el estudiante ; retirarse eraimposible ; algo inexplicable loempujaba con fuerza arrollado-ra . Algo misterioso tal vez ; yseguía, seguía pensativo.

No bien hubo dejado atrás lasúltimas casas del poblado, dis-tinguió un bulto recostado a lapuerta de una huerta, bajo untecho de zinc. Acercóse -sin te-mor. I3ra un hombre harapien-to, de aspecto miserable . Tem-blaba . ¿Tenía frío? ¿era fiebre?¿debilidad o hambre?

]experimentó una impresión,profundamente compasiva, poraquel desgraciado. Quiso hablar-le, mas no le dió tiempo . Convoz vacilante y muy temblorosale dijo : «Tengo hambre, muchahambre; aunque es usted un ni-ño, quizá pueda darme una li-mosna, ¡por caridad! ¡Me estoymuriendo de hambre!» Metíaseya la mano en el bolsillo paravaciar en las del infeliz cuanto sttpadre le había dado ; pero pensó

que seguramente era mejor con-ducirlo a su casa para darle co-mida . Proponérselo y aceptarlo,todo fué uno . ¡Oh! pero el infelizno podía tenerse en pie . El estu-diante ofrecióle el brazo y lo lle-vó a su casa, en donde, con afa-bilidad sirviéronle de comer, Cal-mada el hambre, el pobre des-graciado volvió a la vida e im-pulsado por la gratitud doblóen tierra las rodillas, levantó losojos al cielo e imploró bendicio-nes y mercedes para las almascaritativas que lo habían soco-rrido.

Quiso referir luego la historiade su vida. La familia agrupóseen torno suyo y escuchó:

—iNací rico—d ij o el mend igo,—rodeado de toda clase de como-didades . Alcancé la mayor edadsin dificultades de ningún género.Murieron mis padres v su muer-te originó mis primeras lágri-mas. Sufrí indeciblemente . Peromi posición (mellaba asegurada,así lo creía., con la inmensa for-tuna que heredaba ; mas con ellaquedaban también profundamen-te arraigados en mí, sentinden-tos de placer, hábitos malos . Envida de mis padres mis deseos ycaprichos todos eran satistecltos,casi adivinados . Así se deslizabami existencia feliz, sin contra-riedades, sin afnes, sin penasni preocupaciones y creyéndomesiempre bajo un ciclo azul, alto ysereno . Mc parecía ver ante mídescorrerse un amplio horizonte.

Pasados los primeros traspor-tes de dolor que mc ocasionarala muerte de aquellos seres ama-dos, seguí viviendo la mismavida . Mi fortuna era un talismán poderoso ; los salones de lamás espumosa sociedad tenía

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abiertos y uu lucido cortejo deamigos me rodeaba en todaspartes. Pero a veces, en momen-tos de tregua obligada por elcansancio y el fastidio que en oca-siones me invadía, pensaba en lasoledad y en el silencio, que misrelaciones obedecían a mis rique-zas y a cierto respeto y conside-ración a que se habían hechoacreedores mis padres, sentimien-tos que se reflejaban sobre mí;porque si, por otro lado, era her-moso y elegante, mi inteligenciano tenía cultivo y era ignorante;de modo que resultaba triste,muy triste, el papel que jugabaen medio de una sociedad espiri-tual, cuando, en noches de tertu-lias, se expandían los espíritusen íntima fruición, perdiéndosedeliciosamente en recreaciones in-telectuales.

Como yo no podía tomar car-tas en aquellos juegos de la inte-ligencia, veíame forzado a reti-rarme apurando amarguras queiba después a ahogar en brazosdel placer y del vicio.

Mis vicios se multiplicaban ; mifortuna mermaba y mis amigoscomenzaban a alta árseme.momento de reflexión me colocóante la oscura boca de un abis-mo insiadable que se abría amis pies . Tuve miedo, estaba so-lo, quise salvarme y huí. ¿Adónde? Pensé en la mujer quepor naturaleza es buena, cariño-sa, tierna y abnegada . Quizá suejemplo me regeneraría . Contra-je matrimonio . Era ya muy tar-de. El mal había echado hondasraíces en todo mi sér. Aquelloera mi segunda naturaleza . Me

dí por entero al juego, a la bebi-da y a la disipación . Hice lasnoches días . Perdía la salud, mifortuna se acababa, mis amigosme huían y mi mujer, una santamujer, murió de dolor . Perdílotodo: padres, riquezas, amigos,salud, hogar Entonces, sóloentonces, tuve fuerzas para cor-tar el mal.

Sentíme arrepentido y dispues-to a cambiar de costumbres, pe-ro ya no podía ; sin preparaciónalguna, entorpecid o y aniquiladoel organismo, el trabajo era im-posible, el trabajo en que sólopodía hallar la redención.

Y heme aquí desgraciado, su-friendo el castigo de mis faltas,convertido en miserable vaga-bundo, sin patria, sin pan y sinabrigo.

Soy español . Poco después deiniciada esta desastrosa guerramundial, salí de Castilla la Viejay no sé cómo he llegado hastaaquí para » —Para pasar connosotros el resto de sus días,—leinterrumpió conmovidamente elestudiante a quien sus padresabrazaron tiernamente, confir-mando así el brote de esponta-neidad generosa del caritativohijo.

La luna, aquella luna que seadivinaba argentina, a causa dela pureza (le sus irradiaciones,en un cielo de lapislázuli, bañabacon su dulce claridad las cabezasde aquella bondadosa familia yla del haraposo de aspecto mise-rable.

Y nuestro estudiante no fué alcinematógrafo.

MANUEL . VIRGJW0 PATIÑO

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ESI SON LAS COSAS

Para Nicomedes Fuentes,como testimonio de aprecio.

En uno de los poéticos pueblosde nuestra República, en dondereinan la tranquilidad y el repo-so, donde todo parece ser músicay verso, nació Federico, jovenhumilde, de familia pobre y nu-merosa. Sus padres le pudierondar, sin embargo, una medianaeducación, haciendo grandes es-fuerzos y mayores sacrificios.

Como hijo bueno y agradecidoque era, se había condolido, des-de temprana edad, de los gran-des trabajos que pasaban los au-tores de sus días y había soñadocon ver llegada la época en queél pudiera hacer un poco ligeraaquella pesada carga, trabajan-do con juicio e interés para ayu-dar a su familia.

Fiquillo, nombre que le habíanpuesto sus compañeros de cole-gio y con el cual se le conocíacomúnmente, cuando tuvo edadsuficiente y la mediana educa-ción que sus padres le habíandado, quiso realizar los proyec-tos con que había soñadoy prin-cipió a preocuparse cuanto pudopor conseguir ocupación, porqueno quería perder ni una. sola ho-ra cie tiempo. Le parecía que a élle iba a ser cosa fácil encontrarun puesto en cl Gobierno, porqueveía que otros jóvenes que teníanmenos conocimientos que él esta-

ban gozando de buenos sueldosy de grandes simpatías.

Pasó algún tiempo haciendo loque a su alcance estuvo paraconseguir un empleo, pero cuan-tos esfuerzos hizo fueron inútiles.Aburrido ya, se tiraba de loscabellos en tono de desespera-ción y no hallaba cómo explicar-se aquello de que algunos queerani ignorantes estuviesen tanbien empleados; lo atribuía todoa mala suerte suya y de su fa-milia.

Pero Piquillo era demasiadojoven ; él no había comprendidoque todas las dificultades que sele presentaban se debían sólo aque era hijo de familia pobre yhumilde, mientras que aquéllos,aunque ignorantes, eran de fami-lia distinguida, causa sola por lacual se les prefería.

Aunque había leído bastante,le faltaba la experiencia que seadquiere en el torbellino de lavida y no sabía que vivía en me-dio de una oligarquía hipócrita-mente disim o lda.

Pensó varias veas, cuando es.tuvo convencido de que en susuelo natal no encontraba nin-gún abrigo, en buscar otro paísen dónde hacer fortuna; pero leatormentaba el pensamiento detener que abandonar a su adora-rla familia, porque era tanto elamor que le tenía, que pensabaque cometía un crimen al sepa-

Ph',l;'LlIDIOS

rarse de ella y dejarla en un esta-do de pobreza tan deplorable;por otra parte, compadecido ca-da vez más por el duro trabajarde su padre para sostener unafamilia tan numerosa, le parecíaque no cumplía con su deber sino buscaba lar manera de ayu-darlo.

Al fin, Fiquillo se resolvió a se-pararse de los suyos y uu día,después de muchas lagrimas de-rramadas, tanto por su familiacomo por él, ocasionadas por eldolor que causa la separación deseres que se aman, dejando a susparientes sumidos en la más pro-funda tristeza, se embarcó parauno de los países de Sur América.

Después de varios días dena-vegación llegó Fiquillo ad lugara que se había dirigido A pesarde que había ido sin dinero y deencontrarse en tierra extraña, sucongoja no fué tnuy grande, por-que abrigaba lar esperanza, (leque allí sabrían apreciar los po.cos conocimientos que tenía ypor lo primero que se preocupófué por hacerse de a rnisf tales.

Pocos días después de su llega-da supo que había un empleovacante que él podía descutpe-frar ; se presentó como aspirantey fué favorecido. Aunque el suel-do que le pagatbanf no era fabu-loso, Fiquillo estuvo muy con-tento con él y de la alegría quesentía por esto, hizo partícipes asus padres en una carta que lesescribió todas llena de amor yternura, y en la cual les contaba,además, cuanto había pasadodesde el momento ete que salió desu casa.

Hl joven había. ido; sin sospe-charlo, a un país en donde, paralos puestos públicos, se prefería

a los que son eompetentes paradesempeñarlos ; donde ladeseen-delicia y la fortuna de cada indi-viduo no se toman en cuenta;donde son magnates sólo los quesaben ; en una palabra, dondeexiste el patriotismo y se hacemérito del saber.

Por la buena conducta de Fi-quillo y por la brillantez con quedesempeñaba el puesto que se lehabía confiado, fué promovido aotro empleo (le más categoría, enel que pudo ganar un sueldo con-siderable.

Primeramente, cuando recibíadinero le enviaba a-su familiauna parte y se quedaba con loque necesitabas para cubrir esca-samente sus gastos, pero ahorael sueldo que recibía le permitíahacer economías.

Así pasó algunos años ; pero nndía, una nueva disposición legalvino u. turbar set tranquilidnd.Se dispuso que para desempeñarel puesto que Fiquillo tenía, eranecesario ser hijo del lugar o porlo amenos naturalizado. Fiquillofué notificado por esto, y aunquealgunos amigote le propusieronla naturalización a que tenía de-recho, en su alma ardía congrande llama el fuego del amorpor la paleta ; le parecía que laspuertas de su terruño se le cerra-ban para no abrirse jamás v quecon sólo la propuesta hecha lehabían ofendido el honor, su fa-milia y su patria . Le venía elrecuerdo inefable de su tranuuilopueblo; pareeíale tener delanteaquellas calles silenciosas delpueblo que vió su cuna ; oír elsuatve` murmullo de un riachueloque cerca del pueblo corría y acuyas orillas se levantaban fron-dosos árboles de follaje espeso,

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donde pajarillas de variados ma-tices entonaban dulces trinos aldespuntar el alba ; veía como ensueños aquellas frescas mañanasde verano en que, siendo niñoaún, a la luz de la aurora y res-pirando la fresca brisa embalsa-mada Por llores del huerto, serecreaba dando de comer a lasgallinas, palomas demás a vesde corral.

Fiquilln, por el recuerdo de to-do esto, sintió nnís valor quenunca y atmgne pensaba cu lapobreza de sus queridos padres,renunció Cl puesto que tenía, an-te la imposibilidad de poder con-tinttar cm él ; prefería perder todoempleo antes que renunciar clpabellón tricolor dala hermosatierra que lo vió nacer, para po-derse al abrigo de una banderaextraña.

Como ya tenía un pecinal -fa eta-pital, gracias a sus economías,resolvió irse al lado de sus pa,

dres a- compartir con ellos lasalegrías y los pesares ; así lo hizo.El día que llegó a su casa hubolágrimas de alegría ; a todos lesparecía ser .rquel el día nils felizque habían tenido en toda suvida.

El anciano padre de Fiqudlo,agobiado por el peso de losaños, no tenía ya fuerzas sufi-cientes para trabajar.

hfiquillo, dolorosamente con-vencido del pésimo régimen de supaís, comprendiendo ya que noiba a conseguir empleo, porque1n naturaleza no lo había hechohijo de magnates, empleó el dine-ro que había economizado, enuna tinca y se dedicó a la agri-cultura, con la cual pudo vivirholgadamente con su f;unilia, apesar de que su pobre padre notrabajaba ya.

Panamá, Diciembre 12 de 1917.

11uyn;riu'ro Ectu(VLtes V.

LA MADRECITA

Traducido del Francés)

Dos niños se encontraban so-los en un cuarto oscuro . Aguar-daban a su padre; pero la horaaeostuúrbrada de su regreso ha-bía pasado . Los pobreeillo ; ; sehabían acurrucado, el uno con-tra el otro, cerca de la ventana,que los últimos destellos del ere-

púsculo iluminaban aún débil-mente.

El de menos edad, un mucha-elia de cinco años, apoyaba lacabeza, rizada completamente,sobre las rodillas de su hermana,que había pasado un brazo alrededor de él . Esta era pequeña

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y delgada ; su rostro fino y páli-do, estaba medio iluminado,mientras que el del muchachitose encontraba en la sombra ; ha-bría sido difícil distinguir la ex-presión de sus ojos bajos, perosu actitud tenía algo de protec-tor y de maternal.

—Tú tienes, pues, sueño, miCarlitos, dijo ella al niño, cuyospárpados se cerraban y cuya ca-beza se hacía pesada sobre susrodillas.

El hizo un movimiento; des-pués oyó se una voz quejumbro-sa .

—Yo tengo hambre! —Pobre querido; no obstante,

tú has comido al medio (lía.—Sí, pero quiero comer más.

No puedo dormir sin haber cena-do. Madrecita dame que co-mer!

—Mi pobre Carlitos, no tengonada Te he dado al mediodía el último pedazo de pan.Papá trae hoy su quincena, sa-bes? . ..

— Por qué no ha venido aún?preguntó en tono enojado.

—No sé. El nunca. regresa tantarde. Vendrá, tenlo por se-guro.

Los niños se callaron y Carli-tos cerró los ojos, un instantesolamente.

Un ruido de pasos resonó en laescalera y el niño levantó la ca-beza, en tanto que su hermanadecía:

—lié ahí a papá.Pero los pasos se detuvieron

en el piso bajo.—Es necesario que te acuestes,

Carlitos, dijo la niña.—Pero yo no puedo d manir sin

haber comido.—Yo no tengo nada mi pobre

querido Ensaya, tu verásUna vez dormido, ya no sen-tirás hambre.

—Y mañana? preguntó elprevisor Carlitos.

--Mañana, papá habrá regre-sado, comprendes?

La certeza expresada por esaspalabras, calmó al niño, el cualse dejó desnudar y colocarse enla cama a oscuras, pues no ha.bía en la miserable vivienda luz,del mismo modo que no habíapan.

Cuando Carlitos se hubo acos-tado en la cama que él solía . ocu-par con su padre, su hermanase sentó cerca de la ventana y sepuso a escuchar si oía pasos enla calle. Li stos no eran raros;pero se alejaban siempre sin de-tenerse . Comenzaba ya a in-quietarse. Hacía cuatro añosque su madre había muerto y elpadre no había dejado de volveruna sola vez de su trabajo coti-diano . Los ojos de la pobre ni-ña se cerraban contra su volun-tad ; dormía un instante, pero elmás leve ruido la hacía estreme-cer.

hn fin, la niñita dejó resbalar-se su silla sobre la baldosa y,apoyando la cabeza sobre el bra-zo se durmió profundamente.Cuando despertó, ya era de día.Sus miembros estaban tan ador-mecidos que fue necesario largorato para que recobrara el mo-vimiento.

Entonces barrió y sacudió elpolvo con cuidado, como teníapor costumbre hacerlo todas lasmañanas ; después abrió una vie-ja canasta que le servía de des .persa y le fue difícil contener ungrito de alegría cuando descu-brió en el fondo de ella una cor-

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Leza de pan que había sido olvi-dada y que colocó sobre la mesacon un aire de regocijo . En elmismo momento Carlitos se mo-vió, se volteó y se sentó ; despuésde haberse frotado los ojos dijouna vez más:

—Madrecita, tengo hambre! ..Y echó una mirarla benévola a

la seca corteza que se le ofrecía,la devoró rápidamente y alargóla mano para pedir más.

Entonces su hermanita, que-riendo distraerlo le dijo que sevistiera con presteza para ir enbusca del padre.

Alegre por la perspectiva de unpaseo, el pequeñuelo saltó de lacama, pero fue necesario conte-ner su impaciencia hasta tantoque su cara y sus manos fueronlavadas y sus rizos rebeldes cepi-llados cuidadosamente

La madrecita, en cuanto al to-cado ; era inflexible . Carlitos losabía bien y no resistía sino lobastante para alargar un pocolas cosas.

En fin, los niños salieron delcuarto dejándolo limpio y en or-den como si un hada hubiese pa-sado, la niña tomé la llave paraentregársela a la portera.

—He aquí nuestra llave, señ ora,dijo ella con voz dulce. Si papáregresa Ud . tendrá la bondad dedársela.

—No ha venido, pues, anoche?preguntó la portera, ocupada enlimpiar un poco toscamente a unrapazuelo que, un instante an-tes, gritaba hasta ensordecer alos inquilinos de la casa, peroque se había detenido, la bocadesmesuradamente abierta, paramirar a los dos niños .

--No es probable que él regresetan pronto, añadió ella tirandola llave sobre la mesa . Vayan,apártense de mi camine! . . ..

Oyóse salir entonces un silbidoprolongado de la parte traserade la casilla . Era un rinconcitoque daba al patio, y en donde elportero ejercía su oficio de zapa-tero mientras que su mujer hacíalos oficios domésticos.

—A quién insultas así? pregun-tó el zapatero que no podía veren la casilla.

— A los hijos del inquilino delcuarto piso que no ha regresado.No es, pues, una vergüenza aban-donar a dos criaturas así?

La señora Perlet —era el nom-bre de la portera— estaba acos-tumbrada a la miseria y a lasdurezas de la vida, había tartasa su alrededor ; pero tenía un co-razón compasivo para los niñosy para los animales y no permi-tía que los descuidasen.

Olvidó, por tanto, muy pronto su indignación : es necesarioapresurar el desayuno de los ni-ños y despedirlos para la escuelaa fin de poder barrer las escale-ras. Tenía el corazón sensible;pero por la mañana le faltabatiempo para dar libre curso a susbuenos sentimientos.

La Madrecita y Carlitos noeran atrevidos y se alejaron asi-dos de la mano

(Continuará).

MIGUEL CEDEÑO.

Diciembre 23 de 1917 .

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O ,NOTAS 7-)= -V- F-1RSASOoO — 000c",0000000 >0-- —O

Nuestro Rector el Dr . EdwinG. Dexter, secundado por los luí-hiles profesores señores GabrielBarrios, JamesZeteek y .) . D . Ores.po, , orgauizó una hermosa fieste-cita para celebrar la Noche Bue-na.

Hicieron uso de la palabra demanera elocuente el maestro delVI° de la Escuela Anexa, el señorJusto Carrasquilla y el joven Fer-nando Robles.

En el próximo número de unes.tra Revista tendremos el placerde publicar un trabajo de nues-tro viejo amigo Agustín BatistaT ., quien es un entusiasta culti-vador de las Let ras.

Ante selecto auditorio leyó endías pasados nuestro profesor dePedagogía Sr . E . D. Crespo su im-portante conferencia intitulada:«El utilitarismo en la enseñan-za» .

lLwtiOMON1)AMO8 al MagisterioNacional el «Auxiliar deL Maes-tron,libro de utilidad nráctieapa-ra las escuelas primarias, que havisto la luz pública, hace - p ocotiempo.

El día 28 de los corrientes rutt-rió en Penonomé cl señor SimónQuirós . Los que conocimos adicho señor confesamos que lasociedad peuonomeña pierde consu muerte uno (le sus miembrosm4s trabajadores, honrados ycultos.

La Revista PRluit mOs se ad-hiere al justo dolor que acongo-ja el corazón de la familia Qui-rós.

Deseamos a nuestros lectoresun alío de completa dichay (lefelicidad .