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De la agonía a la Monarquía Borrador manuscrito: intervención del Príncipe Juan Carlos ante el Consejo de Ministros Telegrama inédito de Don Juan al Rey: “Buena suerte” Los papeles secretos de la ‘operación Alborada’ Entrevista con el doctor Palma Gámiz: “La familia nos pidió que no habláramos de infarto” Las fotos nunca vistas de Franco, el Rey y el Príncipe Felipe Borrador del discurso de proclamación con la letra de Juan Carlos I. TRES DÍAS QUE CAMBIARON ESPAÑA LA GACETA HACE 35 AÑOS

De la agonía a la Monarquía

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De la agoníaa la Monarquía ● Borrador manuscrito: intervención del Príncipe Juan Carlos ante el Consejo de Ministros

● Telegrama inéditode Don Juan al Rey: “Buena suerte”

● Los papeles secretosde la ‘operación Alborada’

● Entrevista con el doctor Palma Gámiz: “La familia nos pidió que no habláramos de infarto”

● Las fotos nunca vistas de Franco, el Reyy el Príncipe Felipe

Borrador del discurso de proclamación con la letra de Juan Carlos I.

a la Monarquía

Borrador del discurso de proclamación

TRES DÍAS QUE CAMBIARON ESPAÑA

LA GACETAJulio Ariza Irigoyen

Presidente Grupo Intereconomía y Editor

Pedro Juan Viladrich, Vicepresidente Grupo Intereconomía. José Manuel Díez Quintanilla, Consejero Delegado. Xavier Horcajo, Director General Editorial. Juan José Aizcorbe, Director General Jurídico/Recursos Humanos. Paco Segarra, Director General Creativo y de Marketing. Eduardo Olier, Presidente Grupo Negocios. Cristina de Miguel, Directora Gerente Grupo Negocios.

Carlos Dávila, Director General de Publicaciones y Director de La Gaceta. Maite Alfageme, Directora Adjunta. Javier Ruiz de Vergara, Subdirector de Información. Susana Burgos, Subdirectora de Edición. Eduardo Castillo, Subdirector de Secciones e Internet. Miguel Gil, Corresponsal Político y Redactor Jefe. José Luis Lorente, Redactor Jefe Política. Patricia Carmona, Redactora Jefe Economía. Carlos Esteban, Redactor Jefe Internacional.Begoña Marín, Redactora Jefe Sociedad. Eugenia Viñes, Redactora Jefe Investigación. José Damián González, Redactor Jefe Deportes. Rafael Esparza, Redactor Jefe Cierre. Eduardo Méndez, Redactor Jefe Fotografía. Alfonso Basallo, Redactor Jefe Opinión. Silvia Muras, Directora de Arte. María Jesús F. Nistal, Redactora Jefe de Documentación. Mariam Gómez-Ferrer Senent, Coordinadora de Redacción.

HACE 35 AÑOS

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Alfonso Basallo.El miércoles 19 de noviembre amaneció gélido en Madrid, dos grados. En los pri-meros televisores en color triunfaba lazarov y sus zooms psicodélicos, y Uri Geller doblaba mentalmente cucharillas en el Directísimo de José María Íñigo; el Real Madrid de Miljanic y amancio ganaba la Copa y la liga, y el coche de moda era el 850 Coupé. aunque hacía semanas que el estado de salud de Fran-co era crítico, y se esperaba el desenlace, buena parte de los españoles estaba lejos de pensar que la Historia iba a dar un vuelco radical en apenas 55 horas. Exactamente las que transcurrieron entre la madrugada del jueves 20 y el mediodía del sábado 22 de noviembre. las que mediaban entre dos frases: “Fran-

co ha muerto” y “Hoy comienza una nueva etapa de la Historia de España”. la pri-mera era el despacho de la agencia Euro-pa Press que los teletipos comenzaron a escupir a las 4.58 de la madrugada del jueves 20; la segunda corresponde al dis-curso de proclamación de Don Juan Car-los como Rey. Ya nada volvería a ser como antes en una España que cerraba un ciclo y que, entre la incertidumbre y la esperan-za, se encaminaba hacia la Transición.

Cuadro gripalla antesala de aquel proceso había sido diseñada involuntariamente por el pro-pio general Franco seis años antes, con la designación de Don Juan Carlos de Bor-bón como sucesor; y el prólogo era la lenta descomposición del Régimen, acelerada con el asesinato del almirante Carrero Blanco, en diciembre de 1973, y el dete-rioro físico del propio general. España estaba madura para la demo-cracia, merced a la espectacular evolución económica y social que había experimen-tado en los años sesenta. Sólo faltaba el cambio político. Y la salud de Franco se convirtió en el fiel de la balanza. El jefe de Estado se sintió indispuesto el 12 de octubre, con un cuadro gripal. El día 15, los cardiólogos de la Paz descu-

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

El entonces Príncipe de España y Francisco Franco, futuro y pasado de España.

Arias Navarro y el general, cuando éste sufrió una flebitis, en 1974.

después. El viernes 17 Franco preside el Consejo de Ministros, controlado por telemetría por el equipo de médicos, diri-gido por el doctor Vicente Pozuelo. Sería su último acto de Gobierno. El 18 redac-ta su testamento. El 21 sufre una angina postinfarto de pronóstico gravísimo. Y el 25 de octubre recibió la Extremaunción. la noche del 2 al 3 de noviembre, fue operado a vida o muerte en El Pardo, tras sufrir una hemorragia intestinal. logra-ron salvarlo, pero decidieron ingresarlo en la Paz, para someterle a diálisis. allí le mantuvieron intubado durante tres interminables semanas, en las que le extirparon dos tercios de estómago. Mientras tanto, el Príncipe asume de forma interina la Jefatura de Estado y se enfrenta al envite lanzado por Hassán II con la Marcha Verde del Sáhara. El Régimen agoniza en la Paz. Y menudean las intrigas soterradas entre quienes, en torno al presidente Carlos arias Navarro, pretenden prolongar el franquismo sin Franco. Todo indica que éstos últimos querían prolongarle artifi-cialmente la vida hasta después del 26 de noviembre, fecha en la que expiraba el mandato del franquista alejandro Rodrí-guez Valcárcel como presidente de las Cortes. Querían que el jefe de Estado lo

Franco no quiso perderse su último Consejo de Ministros, el 17 de octubre, bajo control médico

Estuvo tres semanas intubado en La Paz sufriendo infartos y hemorragias

El futuro se decidió en cincuenta y cinco horas En el espacio de 55 horas, se decidió la Historia. las que mediaron entre dos frases:

“Franco ha muerto”, que lanza Europa Press a las 4.58 horas del jueves 20 de noviembre, y “Hoy

comienza una nueva etapa”, que pronuncia D. Juan Carlos, el mediodía del sábado 22

bren que ha tenido un infarto. Tratan de convencerle de que suspenda sus activi-dades, pero Franco los ignora. En sus casi 83 años ha gozado de una excelente salud. a los 24 años fue herido de bala en el abdomen durante la Guerra de Marrue-cos, pero burló a la muerte y se recuperó.

Y a los 69 sufrió un accidente de caza. Pero sólo faltó dos veces al Consejo de Ministros (en 1959, por una gripe, y en 1973, por una infección bucal). En julio de 1974, una flebitis le obligó a dejar tem-poralmente el poder en manos de Don Juan Carlos, que lo retomó dos meses

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de estrenarse como Rey, mientras Madrid se llenaba de mandatarios extranjeros y se decretaban 30 días de luto nacional. ¿Qué pensaría el casi inminente Juan Carlos I de España durante aquellas horas decisivas? lo que sí hemos sabido es lo que pensaban los franquistas radi-cales (no estaban dispuestos a una meta-morfosis de España a la democracia) y la izquierda (consideraban a Juan Carlos un acólito de Franco y desconfiaban de sus intenciones y su capacidad); y sólo la opo-sición moderada albergaba alguna espe-ranza de cambio tranquilo que se tradu-jese en concordia y estabilidad. De ahí la importancia del discurso de proclamación. “Todo dependerá de vues-tro primer discurso. Es preciso decir a los españoles lo que queréis hacer y cómo lo vais a hacer”, le había aconsejado horas antes un personaje que, como presiden-te del Banco de Crédito local, estaba entonces alejado de la escena pública. Pero ese personaje, Torcuato Fernández

Miranda, al frente de las Cortes y del Consejo del Reino, formaría –junto con adolfo Suárez y el teniente general Gutié-rrez Mellado– la troika en la que se apo-yaría el joven Rey para impulsar el hara-kiri institucional del antiguo Régimen y el advenimiento del nuevo.

Rey de todos los españolesDe forma esquemática, pero inequívoca, entre los elogios fúnebres al “soldado y estadista” que le había precedido, apare-cían trazadas en aquel histórico discur-so las notas de la nueva partitura. Tres fragmentos para la Historia: primero, “la institución que personifico integra a todos los españoles”; segundo “el Rey quiere serlo de todos”; tercero, “que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional”. Faltaba la música, pero España tenía la letra. Faltaba que la habilidad del Rey completara la sinfonía y llevara al país a la democracia, burlando el fantasma del enfrentamiento civil, sorteando a los rup-turistas por un lado y a los nostálgicos por otro. aún quedaban tres pasos esenciales. En primer lugar, remover al gran obstá-culo, Carlos arias Navarro. El Rey pro-vocó una crisis de Gobierno, en julio de 1976, tras un viaje a Estados Unidos, en cuyo Congreso defendió los principios democráticos. En segundo lugar, apostar por un nuevo presidente de Gobierno. De la terna elaborada por el Consejo de la Corona, Don Juan Carlos eligió a adolfo Suárez, el ex ministro del Movimiento, el

renovara, porque sabían que el nuevo Rey no lo haría. No se equivocaban. Don Juan Carlos optó por su antiguo preceptor Tor-cuato Fernández, que desde la estratégi-ca posición (la presidencia de las Cortes) diseñó la voladura jurídica (y controlada) del antiguo Régimen.

Periodistas de guardiaEl desenlace se esperaba de un momen-to a otro. los periodistas montaban guar-dia en el hospital de la Paz y hacían tur-nos de madrugada en las redacciones, con un ojo puesto en el naipe y otro en el teléfono. El historiador Ricardo de la Cierva asegura, en uno de sus libros, que se enteró de la muerte del general un día antes de que muriera. Había quedado el 19 de noviembre en el Hotel Velázquez con el ministro José Solís, entre otras personas, y éste les comunicó que desde las siete de esa tarde el encefalograma de Franco era plano, pero que se le mante-nía la respiración artificialmente. Anto-nio Piga, el único superviviente de los cuatro forenses de Franco, ha revelado recientemente que el doctor Pozuelo le avisó para que preparase el embalsama-miento a las 11 de la noche del 19. Y dedu-ce que, a esas horas, Franco estaba des-enchufado y en muerte cerebral. El famoso teletipo “Franco ha muerto. Franco ha muerto. Franco ha muerto” lo dio Europa Press a las 4.58 de la madru-gada. Dos horas antes, un redactor de la agencia apostado en la Paz había hecho saltar la liebre al ver que llegaban más familiares de lo habitual. Telefoneó al redactor jefe, y éste consultó a cinco fuen-tes diferentes. Todas se lo ratificaron. A las seis de la mañana, Radio Nacional confirmaba oficialmente la noticia. Las Casas Civil y Militar de Franco señalaron que el general había fallecido por paro cardíaco, como final del curso de su shock tóxico por peritonitis”. a las 10, el presidente arias Navarro comparecía en TVE para declarar, con lágrimas en los ojos: “Españoles, Franco ha muerto”. a media mañana, los restos mortales del jefe de Estado eran trasla-dados al Palacio de El Pardo, en cuya iglesia se celebró una misa corpore inse-pulto. a las ocho de la mañana del vier-nes 21, media España comenzaba a des-filar ante el Salón de Columnas del Pala-cio Real, donde se instala la capilla ardiente. En los dos días que permane-cieron allí los restos mortales antes de ser enterrados en el Valle de los Caídos, unas 300.000 personas le rindieron su tributo. Fue la foto finish del Régimen. Decían su último adiós al personaje que había regido los destinos de la nación durante cuatro décadas, uno de los man-datos más largos de un gobernante en España, sólo comparable a los de Carlos V, Felipe II y Felipe V. Don Juan Carlos, mientras tanto, ulti-ma el discurso del acto de proclamación que deberá pronunciar al día siguiente en las Cortes. Se trataba de su tarjeta de pre-sentación como nuevo jefe del Estado, y a la vez, de su programa para el futuro de España. Nadie, ni siquiera los elementos más franquistas del Régimen (arias, Solís, Valcárcel), podía creerse que dejaría las cosas como estaban, pero tampoco se sabía exactamente hasta dónde llegaría con sus reformas, y si tendría la determi-nación y la suerte suficientes para llevar-las a cabo. las incógnitas se multiplica-ban durante esas escasas 24 horas, antes

gran artífice del consenso. En tercer lugar, impulsar la reforma política, que dirigió Suárez y fue aprobada por las Cor-tes en noviembre y ratificada en referén-dum en diciembre. Con ello, quedaba expedito el paso a las primeras eleccio-nes democráticas en 40 años, que se cele-braron en junio de 1977, sólo año y medio después de la muerte de Franco. la últi-ma piedra del edificio institucional de la Transición se pondría en diciembre de 1978 con la Constitución. Pero nada de eso hubiera sido posible sin aquel decisivo discurso de proclama-ción en el palacio de la madrileña carre-ra de San Jerónimo. Cuando a las 12.30 de la mañana del sábado 22 de noviem-bre Juan Carlos de Borbón, acompañado por Doña Sofía y sus hijos Elena, Cristi-na y Felipe, se dirigió a los procuradores en Cortes, después de ser proclamado Rey por el presidente del Consejo de Regencia, dijo: “Hoy comienza una nueva etapa de la Historia de España”.

Funeral por José Antonio en el Valle de los Caídos.

El joven monarca sentó las bases de la Transición en el discurso del 22 de noviembre.

Fernández Miranda, a D. Juan Carlos: “Todo dependerá de vuestro primer discurso”

La apelación a la concordia fue el primer paso para iniciar la Transición a la democracia

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

Ricardo Ugarte.La guinda a la agonía de Franco la puso Hassán II, que decidió pescar en el río revuelto que le brindaba la coyuntura histórica. La descolonización del Sáhara no parecía problemática, hasta que unos yacimientos de fosfatos revalorizaron el territorio. España, que había empezado a padecer las acciones del Frente Polisario, estaba de acuerdo con la celebra-ción de un referéndum de autode-terminación. A quien no le hacía gracia era a Hassán II, que se dirigió a La Haya, solicitando una declaración sobre la situación del Sáhara antes de la llegada de los españoles; concretamente, si era “tierra de nadie” y si había alguna relación entre las tribus nómadas saharauis y el reino de Marruecos. La ambigua respuesta del tribunal a Hassán le pareció suficiente para reclamar el territorio. Y lo hizo apostando fuerte. Lanzó a 350.000 civiles, con algunos mili-tares entre ellos, hacia el Sáhara. Fue la Marcha Verde, que Hassán, con bastante megalomanía, com-paró a la Larga Marcha de Mao. La jugada era astuta porque puso a los militares españoles en el tran-ce de disparar a civiles. Además, España entera estaba demasiado pendiente de La Paz como para pensar en una guerra. El Ejército puso alambradas, minó el terreno y esperó. Don Juan Carlos, jefe de Estado en funciones, visitó a las tropas y dijo: “Pase lo que pase, el Ejército mantendrá su prestigio y su honor”. El 14 de noviembre se firmaban los Acuerdos de Madrid, que suponían en la práctica el abandono del Sáhara por parte de España. Hassán ordenó volver a su gente. Franco murió seis días después, Marruecos se quedó con el desierto de los fosfatos y a los saharauis les hicieron fosfatina.

La puntilla, la Marcha Verde

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hasta el Salón de Columnas del Palacio Real, donde se instala la capilla ardien-te. A las 8.00 horas se abren las puer-tas. De cuerpo presente y de alma ausente, amortajado con el uniforme de gala de capitán general, junto con el bastón de mando, su espada y la enseña nacional, Francisco Franco recibe el incesante desfi le de miles de españoles que hacen interminables colas para dar el último adiós al hom-bre que durante 39 años dirigió los destinos de España como jefe de Estado y general de los Ejércitos. Se calcula que durante el tiempo que estuvo abierta la capilla ardiente, unas 300.000 personas desfi laron ante el cuerpo sin vida de Franco.

El mundo estuvo presentePersonalidades de todo el mundo empiezan a llegar al aeropuerto de Madrid-Barajas para asistir a las ceremonias fúnebres del general Franco. Mientras los ministros del Gobierno se encargan de recibir a la mayoría de las delegaciones de los países, el todavía Príncipe reci-be personalmente al general Pino-chet, el rey Hussein de Jordania y el príncipe Rainiero de Mónaco, además de los representantes de Túnez, Persia y Malta. Son múlti-ples los países que están presentes estos días en España con motivo de los actos fúnebres y la procla-mación del Rey. EE UU, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Ita-lia, Portugal, la práctica totalidad de Sudamérica y Centroamérica, Pakistán, Marruecos, Turquía, Arabia Saudí. Incluso Naciones Unidas y la Comunidad Econó-mica Europea (CEE) envían delegación. El día 23 de noviembre, ya como Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía presi-den la despedida religiosa de Francisco Franco. En un profundo silencio, minutos después de las 10 de la mañana dio comien-zo, en la plaza de Oriente, la solemne misa

Redacción.“Las Casas Civil y Militar comunican, a las 5.25 horas, que Su Excelencia el Generalí-simo acaba de fallecer por paro cardíaco, como fi nal del curso de su shock tóxico por peritonitis”. A las 6.10 de la mañana del 20 de noviembre de 1975, León Herrera, titu-lar de Información, dio así lectura al comu-nicado que informaba de la muerte de Francisco Franco Bahamonde. A las 10 de la mañana, el presidente del Gobierno, Car-los Arias Navarro, comparecía ante las cámaras con lágrimas en el rostro, gesto desolado y voz entrecortada, para dirigir-se al país: “Españoles, Franco ha muerto”. España vivía el momento más trascen-dente de su era moderna. La Monarquía volvería a instaurarse 44 años después de aquel 14 de abril de 1931 en el que se pro-clamó la Segunda República y el Rey Alfon-so XIII decidió abandonar el país. Llegaba el momento para el que el Príncipe Juan Carlos llevaba años preparándose. Mientras, a las 11.25 horas, y tras embal-samar el cuerpo y realizarle un molde facial y de las manos, el féretro con los restos mortales de Francisco Franco sale de la Ciudad Sanitaria La Paz y es introducido en el coche fúnebre que lo traslada hasta el Palacio de El Pardo, en cuya iglesia se cele-bró, a las 12, una misa corpore insepulto. Se

iniciaban, así, 30 días de luto nacional sólo “sin efecto el día 22 de noviembre hasta las 14 horas, con motivo de celebrarse el acto de juramento y proclamación del Rey” según disponía el decreto de la Jefatura del Estado que publicó ese mismo día el Bole-tín Oficial del Estado en un número extraordinario. A la misa, de carácter privado, que fue celebrada por el cardenal arzobispo de Madrid, asistieron la viuda, Carmen Polo, acompañada de su hija, la marquesa de Villaverde, los todavía Príncipes de Espa-ña, el Consejo de Regencia, el presidente del Gobierno y los ministros, así como otras altas personalidades de la nación, además de familiares y amigos de Franco. A media tarde, y hasta las 01.45 horas de la madru-gada, se abrió al público la capilla ardiente en el Palacio de El Pardo para que los par-deños pudieran dar su último adiós al que fuera el más ilustre de sus vecinos. A primera hora de la mañana del vier-nes 21 de noviembre, se traslada el féretro

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

La capilla ardiente quedó instalada en el Salón de Columnas del Palacio de Oriente.

Las guardias ante el cadáverfueron meticulosamente previstas. Este documento lo demuestra.

Cálculos de la época cifran en 300.000 personas las personas que desfi laron ante el cadáver

El sepulcro del general Franco se cubrió con una losa de granito de 1.500 kilogramos de peso

De la muerte de Franco a la proclamación del ReyA las 10.00 de la mañana del 20 de noviembre de 1975, Carlos Arias Navarro pronunció: “Españoles, Franco ha muerto”

hasta el Salón de Columnas del Palacio Real, donde se instala la capilla ardien-te. A las 8.00 horas se abren las puer-tas. De cuerpo presente y de alma ausente, amortajado con el uniforme de gala de capitán general, junto con el bastón de mando, su espada y la enseña nacional, Francisco Franco recibe el incesante desfi le de miles de españoles que hacen interminables colas para dar el último adiós al hom-bre que durante 39 años dirigió los destinos de España como jefe de Estado y general de los Ejércitos. Se calcula que durante el tiempo que estuvo abierta la capilla ardiente, unas 300.000 personas desfi laron ante el cuerpo sin vida de Franco.

Personalidades de todo el mundo empiezan a llegar al aeropuerto de Madrid-Barajas para asistir a las ceremonias fúnebres del general Franco. Mientras los ministros del Gobierno se encargan de recibir a la mayoría de las delegaciones de los países, el todavía Príncipe reci-be personalmente al general Pino-chet, el rey Hussein de Jordania y el príncipe Rainiero de Mónaco, además de los representantes de Túnez, Persia y Malta. Son múlti-

den la despedida religiosa de Francisco Las guardias ante el cadáver

funeral ofi ciada por el cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, monse-ñor Marcelo González Martín. A continua-ción se inicia el desfi le del cortejo fúnebre desde la plaza de Oriente hasta el Arco de la Victoria. A las 14.10 horas, recibían sepultura en la Basílica del Valle de los Caídos los restos mortales de Francisco Franco. Veinticinco minutos antes, el féretro entraba en el tem-plo y comenzaba el solemne responso con el Rey Juan Carlos presidiendo en un sitial del crucero. Tras cubrir el sepulcro con una losa de granito de 1.500 kilos de peso, a las 14.20 horas, concluía la ceremonia con la que se cerraba una etapa de la historia de España. Acompañado del abad mitrado, Don Juan Carlos llegó al umbral de la basí-lica. Con los acordes del Himno Nacional, el Rey cruzó la amplia explanada y alcan-zó el coche que le esperaba al pie de la gran escalinata. A las 14.30 horas, iniciaba su regreso al Palacio de La Zarzuela y su rei-nado en España.

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Cortes por la Puerta de los Leones –reser-vada sólo para ocasiones especiales–, hacen acto de presencia en el interior del hemici-clo, Gobierno, Consejo del Reino, procura-dores en Cortes e invitados se ponen en pie y reciben a los Príncipes con una ovación de cerca de un minuto. Entre los invitados, la primera dama fi lipina, Imelda Marcos; el presidente de Chile, Augusto Pinochet; el rey Hussein de Jordania o el vicepresiden-te de EE UU, Nelson Rockefeller. Tras rogar a los presentes que se pusie-ran en pie, Rodríguez Valcárcel inició la fór-mula del juramento: “Señor, ¿juráis por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional?”. Don Juan Carlos respondió: “Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional”. El pre-

sidente del Consejo de Regencia añadió: “Si así lo hiciereis, que Dios os lo premie, y si no, que os lo demande”. Fue entonces cuando Valcárcel formulaba la proclamación del Rey con las palabras que arrancan esta cró-nica y en las Cortes volvía a retumbar el “Viva al Rey” 44 años después. Acto seguido, el ya Rey de España, Don Juan Carlos I, pronunció un mensaje a la nación que duró algo más de 12 minutos y que, visiblemente emocionado, comenzó de la siguiente manera: “En esta hora carga-da de emoción y esperanza, llena de dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la corona del Reino con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pue-blo español y de la honrosa obligación que para mí implica el cumplimiento de las leyes y el respeto de una tradición cente-naria que ahora coinciden en el Trono”. Hasta en cinco ocasiones fue interrum-pido con aplausos. La primera al expresar su dolor por la muerte de Francisco Fran-co al tiempo que ensalzaba la proyección histórica de su fi gura. La segunda, al alu-dir a su padre, el Conde de Barcelona. La tercera, cuando habló de justicia social. De nuevo fue aplaudido al exigir a otros

países “respeto para las peculiaridades nacionales y los intereses políticos con los que todo pueblo tiene derecho a organizar-se de acuerdo a su propia idiosincrasia”. Por último, y de manera clamorosa, cuando haciendo referencia a la “integridad terri-torial de nuestro solar patrio”, aludió con prudencia, pero con fi rmeza, al tema de Gibraltar. Don Juan Carlos, al igual que Doña Sofía, se había ganado la confi anza y la simpatía no sólo de los allí presentes, sino de todo un país.

Madrid, 22 de noviembre de 1975. “En nombre de las Cortes Españolas y del Consejo del Reino, manifestamos a la nación española que queda proclamado Rey de España Don Juan Carlos de Bor-bón y Borbón, que reinará con el nombre de Juan Carlos I. Señores procuradores, señores consejeros; desde la emoción en el recuerdo de Franco: ¡Viva el Rey! ¡Viva España!”. Tras estas palabras del presi-dente del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, se entonó el Himno Nacional y en España se instauró de nuevo la Monarquía, tras 44 años de ausencia. Unos minutos antes, los todavía Prínci-pes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, en compañía de sus hijos, los Infan-tes Don Felipe, Doña Elena y Doña Cristi-na, salen del Palacio de La Zarzuela y entran en Madrid por la avenida de la Victoria para continuar después por el paseo de Moret, el de Rosales, calle de Ferraz y llegar a la plaza de España. Ahí encaran la que por aquel

Obsérvese el verbo inaudito que se utilizó para convocar la recepción: verifi car.

Como si no creyeran que se pudiera realizar.

Don Juan Carlos y Doña Sofía salen del Palacio de las Cortes con sus hijos.

Cuando Don Juan Carlosy Doña Sofía entraron enel hemiciclo, les recibieron de pie y con una ovación

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

De la muerte de Franco a la proclamación del Rey

Después de 44 años,el grito de “Vivael Rey” volvió a retumbar en el Palacio de las Cortes● La Monarquíavolvía a España

entonces se denominaba avenida de José Antonio (actual Gran Vía) y giran en la plaza de Cibeles por el paseo del Prado para coger la carrera de San Jerónimo y llegar al Palacio de las Cortes a las 12.30 horas. Dentro del hemiciclo, el mayordomo comunica al vicepresidente de las Cortes,

José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde, que los Príncipes acaban de lle-gar. La emoción y expectación de aquellos que saben que van a presenciar un momen-to importante en la historia de España se hace notar. Cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía, tras entrar en el Palacio de las

Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional”. El pre-

sidente del Consejo de Regencia añadió: “Si así lo hiciereis, que Dios os lo premie, y si no, que os lo demande”. Fue entonces cuando Valcárcel formulaba la proclamación del Rey con las palabras que arrancan esta cró-nica y en las Cortes volvía a retumbar el “Viva al Rey” 44 años después. Acto seguido, el ya Rey de España, Don Juan Carlos I, pronunció un mensaje a la nación que duró algo más de 12 minutos y que, visiblemente emocionado, comenzó de la siguiente manera: “En esta hora carga-da de emoción y esperanza, llena de dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la corona del Reino con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pue-blo español y de la honrosa obligación que para mí implica el cumplimiento de las leyes y el respeto de una tradición cente-

países “respeto para las peculiaridades nacionales y los intereses políticos con los

Madrid, 22 de noviembre de 1975. “En nombre de las Cortes Españolas y del Consejo del Reino, manifestamos a la nación española que queda proclamado Rey de España Don Juan Carlos de Bor-bón y Borbón, que reinará con el nombre de Juan Carlos I. Señores procuradores, señores consejeros; desde la emoción en el recuerdo de Franco: ¡Viva el Rey! ¡Viva España!”. Tras estas palabras del presi-dente del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, se entonó el Himno Nacional y en España se instauró de nuevo la Monarquía, tras 44 años de

Obsérvese el verbo inaudito que

Cuando Don Juan Carlosy Doña Sofía entraron enel hemiciclo, les recibieron de pie y con una ovación

retumbar en el Palacio

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Irlanda, Coarbhall O’Dalaigh; el príncipe heredero de Marruecos, además de repre-sentantes de Grecia, Túnez, austria, ara-bia Saudí… entre otros muchos países. Durante su recorrido por las calles de Madrid en el trayecto hasta el templo, los Reyes recibieron el calor del pueblo espa-ñol. Hasta la capital habían llegado más de mil autobuses de todos los puntos del país para estar con su Rey ese día. El mundo tenía la vista puesta en España y no se quería fallar. Había que demostrar al exterior que, como declaró el propio Don Juan Carlos en el brindis que reali-zó en la comida que ofreció a las repre-

sentaciones extrajeras, España iniciaba una nueva etapa. Por ello, y como se apre-cia en los documentos secretos a los que ha tenido acceso la GaCETa, la Casa Real puso en marcha la denominada ope-ración Alborada, que consistía en la “preparación, coordinación y ejecución” de estos actos oficiales.

Redacción.Se trataba de los actos oficiales de la exaltación de la proclamación de Don Juan Carlos I como Rey de España. De hecho, simbolizaban la instauración de la Monarquía. Sin embargo, aquel 27 de noviembre fue mucho más. En aquella soleada mañana, España se abrió al mundo y se acercó a Europa. aquel día parecía que la barrera histórica de los Pirineos había desaparecido. además, demostró que el pueblo español había recibido con ilusión y cariño tanto al Rey como a la Monarquía. los actos comenzaban con una misa votiva del Espíritu Santo en la iglesia de San Jerónimo el Real, que ha sido escena-rio de los principales acontecimientos de la Corona española. En la homilía, el car-denal arzobispo de Madrid, monseñor Vicente Enrique y Tarancón, reflejó la con-fianza de la Iglesia en el monarca y habló de la relación con el Estado en esta nueva etapa. “la Iglesia, en esta hora, se siente comprometida con la Patria y agradece la generosidad con que os entregáis al servi-cio del país”, afirmó el cardenal. Asimis-mo, aseguró que “la Iglesia no pide ningún tipo de privilegio, pide que se le reconozca la libertad que proclama para todos; pide el derecho a predicar el Evangelio entero, incluso cuando su predicación pueda resul-tar crítica; pide una libertad que no es con-cesión discernible o situación pactable, sino el ejercicio de un derecho inviolable de todo hombre”. Por último, dirigiéndose a Don Juan Carlos, dijo: “Pido que seáis Rey de todos los españoles”.

España, más europeaHasta España se había desplazado la mayor concentración de altos mandata-rios internacionales que nuestro país había visto nunca: el presidente de la República Francesa, Valéry Giscard d’Estaing; el presidente de la República Federal de alemania, Walter Scheel; el príncipe Felipe, duque de Edimburgo; el vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller; el príncipe Raniero de Móna-co; el Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta, Fray angelo de Mojana de Cologna; el presidente de la República de

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

Tras la misa del Espíritu Santo en la iglesia de San Jerónimo el Real, se celebró una recepción en el Palacio de Oriente.

“Pido que seáis Rey de todos los españoles”, dijo el cardenal arzobispo de Madrid durante la homilía

La ‘operación Alborada’El 27 de noviembre, en los actos de exaltación a la proclamación de Don Juan Carlos I, España demostró al mundo que iniciaba una nueva etapa

Según los documentos inéditos de la época a los que ha tenido acceso LA GACETA, el protocolo de actuación desde la muerte de Franco hasta la procla-mación del Rey fue milime-trado al segundo. Una vez colocados los restos mor-tales de Francisco Franco en la capilla ardiente del

Palacio de El Pardo, el Con-sejo de Regencia, de acuer-do con el artículo séptimo de la Ley de Sucesión, asumió automáticamente los poderes de la Jefatura de Estado en nombre del Príncipe de España. Su primera decisión fue declarar luto nacional du-rante 30 días y suspender

todos los espectáculos y actos públicos hasta des-pués de la inhumación de los restos. Así, se declara-ron inhábiles a todos los efectos los días 22 de no-viembre (jura y proclama-ción del Rey) y 23 (entierro del general Franco).El Ministerio de Hacienda dispuso el cierre de las

actividades de las Bolsas y Bolsines Oficiales de Co-mercio y de operaciones con moneda extranjera, hasta ese día 23, y se su-primieron todas las clases y actividades académicas en los centros docentes, tanto oficiales como pri-vados, hasta el día 27 de noviembre.

Los organismos oficia-les y las empresas facilita-ron las instrucciones para que todo aquel que lo de-seara pudiera pasar por la capilla ardiente –instalada en el Salón de Columnas del Palacio de Oriente– para rendir homenaje a los restos del jefe de Estado a cualquier hora del día y de

la noche. Para ello se orga-nizaron turnos oficiales de vela ininterrumpidos des-de las ocho de la mañana del día 21 hasta las siete de la mañana del día 23. Hasta las 14.00 horas de ese día los alrededo-res del Palacio de Oriente estaban bajo un ‘Plan de Silencio’ que suprimía la

Protocolo de actuación desde la mueRte hasta la PRoclamación

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En estos documentos se aprecia cómo, con la colaboración del Gobierno y del Ayuntamiento de Madrid, se quiso faci-litar no sólo a los madrileños, sino tam-bién al resto de españoles, la posibilidad de vivir en la calle, como protagonistas, esta jornada de exaltación de la fi gura de Don Juan Carlos I. Así, el Ministerio de la Presidencia declaró ese jueves fi es-ta ofi cial en todo el territorio nacional. Además, el Ministerio de Trabajo decla-ró “la mañana inhábil, a todos los efec-tos, en Madrid”. Por su parte, Educación suspendió las actividades académicas y docentes durante esa jornada. Incluso, se levantó el luto ofi cial en todo el terri-torio nacional “desde el toque de diana hasta las 16.00 horas”.

España, con su ReyDesde la iglesia de los Jerónimos y hasta el Palacio Real, las muestras de afecto del pueblo español eran infi nitas. Según des-tacan las crónicas de la época, “en medio

de un impresionante espectáculo de colo-rido y de fervor popular, la comitiva real fue avanzando por las calle de Madrid”. “Las calles estaban completamente aba-rrotadas por miles y miles de personas que aclamaban y vitoreaban a Sus Majes-tades de forma incesante”. “En varios momentos del recorrido, el público arro-jó fl ores el paso de los Reyes. Gran núme-ro de personas portaban grandes foto-grafías con las efi gies de los Reyes”. Una vez en el Palacio Real, donde ten-dría lugar una Parada Militar y la recep-ción de autoridades previa al desfile militar, la imagen era similar. La plaza de Oriente presentaba “el aspecto de las mejores solemnidades, con una multi-tud abigarrada que llenaba todos los lugares”. “Se calcula en varios cientos de miles de personas las que estaban pre-sentes en la plaza de Oriente y en sus inmediaciones”. “Por encima de las cabe-zas de los españoles que iban llenando continuamente huecos libres entre los

jardines de la plaza, podían verse des-plegadas centenares de pancartas en que se declaraban entusiásticamente fi delidad (…) al nuevo Rey de España”, apuntaban los cronistas de entonces. Momentos previos a la recepción ofi -cial, los Reyes salieron al balcón princi-

pal del Palacio Real para saludar al públi-co allí congregado. Hasta en dos ocasio-nes más tuvieron que hacer acto de presencia en el balcón para corresponder las muestras de cariño. Demostraciones que se repitieron cuando ocuparon la tri-buna para presidir el desfi le militar. En el mismo participaron 2.500 hombres de

16 compañías que representaban a la totalidad de las Fuerzas Armadas. Al fi nalizar, rompiendo nuevamente el pro-tocolo, los Reyes volvieron a salir dos veces más al balcón –quinta y sexta– antes de introducirse defi nitivamente en el interior del palacio para ofrecer la comida de gala a las autoridades con la que se daba fi n a los actos ofi ciales de exaltación de la proclamación de Don Juan Carlos I como Rey de España. “Quiero saludar a los jefes de Estado y presidentes de Misiones extraordina-rias que han tenido la amabilidad de acompañarnos en estos momentos his-tóricos de nuestra Patria. En esta nueva etapa, España desea mantener las rela-ciones más estrechas con todos los paí-ses en bien de la paz y el mejor entendi-miento entre todas las naciones. Levan-to mi copa por vuestra felicidad personal y la prosperidad de todos los pueblos”. Con estas palabras brindó Don Juan Carlos al fi nalizar el banquete.

TextoCidu fa

Documentos secretos, inéditos y exclusivos relativos a los actos ofi ciales del 27 de noviembre de 1975.

La Casa del Rey facilitó al pueblo español que pudiera participar de esta jornada de exaltación al Monarca

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

circulación rodada mien-tras se celebraba la misa de ‘corpore insepulto’ en la plaza de Oriente. Una ceremonia a la que asis-tieron los ya Reyes de Es-paña tras el juramento y proclamación del Príncipe Don Juan Carlos la víspera al mediodía.A continuación se inició el desfi le del cortejo fúnebre desde la plaza de Oriente

al Arco de la Victoria, en cuyas inmediaciones se despedía el duelo para trasladar la comitiva al Va-lle de los Caídos.Ese mismo día, el BOE publicaba un Decreto de Indulto, con motivo de la exaltación del Príncipe Don Juan Carlos a la Je-fatura del Estado a título de Rey, para cuatro días después, el 27 a las 10.30

horas, tener lugar la pro-clamación en la iglesia de San Jerónimo el Real.A continuación, los Reyes se trasladaron al Palacio de Oriente, donde tuvo lugar una Parada Militar en la plaza de la Armería, para presidir la recepción de las autoridades, cuerpo diplomático y comisiones militares y civiles en el Sa-lón del Trono, con motivo

de la exaltación del Prínci-pe de España a la Jefatura del Estado.Concluida la recepción, los Reyes presenciaron, des-de el balcón principal del palacio, el desfi le de las tropas antes revistadas para, en el mismo acto, recibir el homenaje de ad-hesión del pueblo español congregado en la plaza de Oriente.Fragmento del documento del protocolo de actuación.

Documentos secretos, inéditos y exclusivos relativos a los actos ofi ciales del 27 de noviembre de 1975.

TextoCidu fa

Documentos secretos, inéditos y exclusivos relativos a los actos ofi ciales del 27 de noviembre de 1975.

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El 9 de agosto de 1974 se celebró el pri-mer Consejo de Ministros presidido por Don Juan Carlos. Franco se encontra-ba convaleciente en el Pazo de Meirás y el entonces presidente del Gobierno, Arias Navarro, propuso que el Príncipe de España tutelara la reunión, como jefe de Estado en funciones. En dicho consejo, Don Juan Carlos pronunció las palabras que reproducimos en el texto adjunto. La preocupación reinaba aquel vera-no tras el episodio de fl ebitis sufrido por el jefe de Estado. El 9 de julio había sido ingresado y diez días más tarde Franco delegó poderes, provisionalmente, en el Príncipe. Durante todo el mes de agos-to los rumores sobre la deteriorada salud de Franco, así como de cambio en el Gobierno, fueron incesantes. Pero la tenacidad del general hizo que, después de abandonar el hospital el día 30 de julio, reasumiera los poderes sin perder tiempo. Así, el 2 de septiembre termina-ba ofi cialmente el aprendizaje del Prínci-pe, que había tenido la ocasión de ensa-yar su papel de gobernante.

Don Juan Carlos había acudido varias veces al Consejo presidido por Franco.

Don Juan Carlos ensaya su papelTras asistir a Consejos de Ministros dirigidos por Franco, el 9 de agosto de 1974 Don Juan Carlos presidió uno por primera vez

“Lo primero que quiero hacer al comenzar este Consejo, es dejar constancia del cari-ño y respeto que siento ha-cia el Generalísimo y demás parientes rotos para que su salud mejore y pronto se res-tablezca.Conocen mejor que yo su personalidad y su obra. Pero quiero resaltar una caracte-rística suya que, a lo largo de su vida ha sido enormemente signifi cativa y que está por encima de todos los elogios o de todas las críticas que pudieran hacerse, y es, la se-renidad con que ha afrontado todos los problemas que se le han presentado. En esta serenidad está la clave de la confi anza que él tiene en el Pueblo español. Esta Fe en su persona es fruto del acier-to en las resoluciones, pero también de la tranquilidad en los momentos difíciles. Esta cualidad es la que HOY más que nunca, debe presidir las decisiones, pues estoy segu-ro que será la clave del éxito

en las etapas que se avecinan.En este primer Consejo que ten-go que presidir al estar en funcio-nes, quiero ex-presar a todos, y de una forma rotunda y clave, no sólo mi más absoluta confi anza, sino también mi afecto y la pro-funda estima que a todos y a cada uno de ustedes profi ero. Son múltiples las ocasiones que por una u otra razón he podido apreciar las cuali-dades que poseen y sé que sobre todo, vuestro sentido de responsabilidad y vuestro amor a España les hacen tra-bajar con una dedicación tan generosa como ejemplar.Pero muy especialmente, quiero señalar a nuestro Pre-sidente, al que desde hace mucho tiempo admiro por su rectitud de intenciones y por la gran lealtad que imprime a su trabajo, sirviendo al País

La intervencióndel Príncipe

TRANSCRIPCIÓN DEL MANUSCRITO

con gran tacto en la difícil misión que le ha correspon-dido. Ya sabe Presidente, la enorme esperanza que ten-go en su persona y que de verdad aprecio la labor que está realizando. Y nada más. En esta época en que tantas cosas cam-bian o se modifi can a diario y en la que surgen proble-mas distintos, con frecuen-cia es necesario tener la sufi ciente fl exibilidad para

encontrar la respuesta ade-cuada y la serenidad precisa, para conservar la claridad en la suerte que nos haga ver las cosas fundamenta-les y olvidar lo accesorio y anecdótico. Yo espero que en esta etapa, que ha de ser forzosamente breve, trabajaremos con efi -cacia para lograr el acierto en las decisiones que se merece el pueblo español, al que tenemos que servir.”

El Príncipe preparó la dirección de la reunión en tres folios escritos de su puñoy letra. Arriba se reproduce el texto en exclusiva.

en las etapas que

En este primer Consejo que ten-go que presidir al

absoluta confi anza, sino también mi afecto y la pro- El Príncipe preparó la dirección

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“El Gobierno de España, consciente de la gran responsabilidad que asume, expresa, en su primera comparecencia ante el pueblo español su fi rme propó-sito de interpretar y realizar las aspi-raciones de la comunidad nacional, en el mejor espíritu de servicio, trabajo y colaboración. Tras la gran época histórica en la que el General Franco restauró la paz y promovió el desarrollo hacia el pro-greso y la justicia, se quiere inaugurar el nuevo periodo de los Gobiernos de la Monarquía agradeciendo a S. M. el Rey la confi anza otorgada, que se esforza-rá en merecer, pero asumiendo dentro de su claro y total compromiso con la línea marcada por el primer mensaje de la Corona la plena responsabilidad de su gestión. Dicho compromiso implica el perfec-cionamiento constante del sistema ins-titucional, el logro de la convivencia pacífi ca en la concordia de todas las per-sonas, grupos y tendencias que acepten un orden democrático y justo; y la defen-sa de la ley y del orden público. El Gobierno, consciente de que el Rey es el primer soldado de la nación, y de que la lealtad de las Fuerzas Armadas a su persona y a la institu-ción monárquica como encarnación de la Patria constituye uno de los pilares del orden constitucional y es garantía de la presencia de España en el con-cierto internacional, expresa su grati-tud a las fuerzas de los tres Ejércitos, así como a la abnegada entrega de las

El sábado 13 de diciembre de 1975, el Rey Don Juan Carlos I presidía en su residencia oficial del Palacio de La Zarzuela el acto de juramento de los nuevos ministros del Gobierno espa-ñol. El primero en hacerlo, Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate, utilizó la misma fórmula que el resto de los miembros del Gabinete: “Juro desem-peñar el cargo de ministro de Justicia con absoluta lealtad al Rey y estricta

fidelidad a los Principios del Movi-miento Nacional y Leyes Fundamen-tales del Reino, así como guardar secreto de las deliberaciones de los Consejos de Ministros”. Al tomarle el juramento, el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, respondió: “Si así lo hiciereis, que Dios os lo premie, y si no, que os lo demande”. Dos días después, el lunes 15 de diciembre a las 10 de la mañana, tenía lugar en el Palacio de La Zarzuela el primer Consejo de Ministros bajo la presidencia del Rey. El nuevo Gabine-te perfi ló las líneas fundamentales de la política a seguir. A continuación reproducimos parte de esta declara-ción pragmática:

El Gabinete había prestado juramento dos días antes esta reunión.

Se quiso inaugurarel nuevo periodo agradeciendo a S. M. el Rey la confi anza otorgada

En la primera reuniónel nuevo Gabinete perfi ló las líneas fundamentales de la política a seguir

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

El primer Consejo de Ministros presidido por el Rey Tras su proclamación, Don Juan Carlosconvocó su primera reunión con el nuevoGobierno en pleno el 15 de diciembre de 1975

El texto que aparece en estos documentos exclusivos a los que ha tenido acceso LA GACETA reproduce las palabras pronunciadas

por el ya Rey Juan Carlos I como presidente de un Consejo de Ministros.

El texto que aparece en estos documentos El texto que aparece en estos documentos El texto que aparece en estos documentos

que defienden permanentemente la paz social. La potenciación de las Fuerzas Armadas será realizada en la medida necesaria para el mejor cum-

plimiento de sus altas misiones. Ante las profundas difi cultades que afectan a la economía nacional y cuya solución requiere austeridad y trabajo, el Gobierno dirigirá su política hacia los

grandes objetivos sociales y económi-cos de conseguir para todos los espa-ñoles, incluso los hoy emigrados de la Patria, un puesto de trabajo asegura-do; el reparto de las cargas y sacrifi cios de forma equitativa, pero con especial atención y protección a los más débi-les; y la consolidación y avance de los niveles de bienestar y calidad de la vida, realizando el necesario esfuerzo en lo relativo a infraestructuras y a equipamiento social. Todo ello, en un marco de economía de mercado que, estimulando la competencia, oriente la economía española”. Con esta declaración se daba el pri-mer paso hacia la próxima Constitu-ción y futura democracia.

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“deber”. Y añade: “Esta norma me fue inculcada por mi padre desde muy niño, y ha sido una constante en mi familia”. Es como si Don Juan Carlos justifi case su postura ante su padre exiliado con el argumento de que únicamente aceptan-

cipe en la famosa entrevista del Azor en 1948, y que aún vivía en Estoril en 1975 (ese mismo año el Gobierno de Arias Navarro le prohibió pisar territorio español por unas declaraciones críticas sobre Franco). Sin embargo, Don Juan Carlos enten-dió perfectamente el sacrificio de su padre y, ya en 1969, inventó un neolo-gismo para referirse a la nueva monar-quía: “reinstauración”. En una entrevis-ta a la Agencia EFE, hablaba de la “reinstauración del principio monárqui-co”, equidistante de la “restauración” que propugnaban los monárquicos legi-timistas y de la “instauración” de los franquistas. En su discurso de entronización, el nuevo monarca hace alusión indirecta al problema dinástico, al calificar la aceptación de la Corona como un

Redacción.El telegrama del Conde de Barcelona a su hijo tiene, más allá del toque emocional del progenitor que desea suerte a quien se enfrenta a un formidable reto, un enor-me interés político e institucional. El nombramiento de Don Juan Car-los como Príncipe de España, de acuer-do con la Ley de Sucesión de 1969, implicaba que Franco apostaba por una nueva Monarquía, diferente de la alfon-sina, que había quedado interrumpida en 1931 con la Segunda República. Al haber postergado y puenteado al here-dero del Trono, Don Juan, y haber desig-nado sucesor a Juan Carlos, Franco estaba diseñando no una restauración monárquica sino una instauración. Todo ello implicaba un sacrifi cio para Don Juan, que acordó desde el exilio la educación que recibiría el futuro Prín-

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

Don Juan envió un telegrama a su hijo, cuando éste iniciaba su Reinado.

En 1977 Don Juan renunció a sus derechos dinásticos.

El Conde de Barcelona bendice a su hijo el mismo día en que éste concedeun indulto general

El hijo de Alfonso XIII renunció a los derechos dinásticos en favordel joven Rey en 1977

Don Juan asu hijo el Rey: “Buena suerte”El 25 de noviembre de 1975, tres días despuésde su proclamación, Don Juan Carlos recibe un telegrama de su padre de gran valor simbólico

do esa sucesión podía ser restaurada la Monarquía de los Borbones, como sugie-re el historiador Javier Tussell. Lógicamente, todo ello conllevó roces y tensiones entre padre e hijo. A Don Juan le tocó sin duda el papel más ingra-to, incluida la renuncia de los derechos dinásticos en favor de Don Juan Carlos, en 1977, pero, visto con perspectiva, aquel reparto de roles ha resultado tener un objetivo común: el regreso de la monar-quía en la España de la Transición. El telegrama, inédito hasta la fecha, y que ahora reproduce LA GACETA, fue enviado por el Conde de Barcelona a su hijo el 25 de noviembre, el día en el que Don Juan Carlos concedía un indulto general, tres días después de su procla-mación y dos días antes de la exaltación al trono, en una ceremonia celebrada en San Jerónimo.

Telegrama inédito hasta ahora en el que el Conde de Barcelona se dirige a su hijo para darle ánimos ante el difícil reto.

Telegrama inédito hasta ahora en el que el Conde de Barcelona se

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rragias reiteradas, fracaso renal agudo, insuficiencia respiratoria, trombosis veno-sas... Hizo agua por todas partes.-Ustedes, en los partes médicos, evita-ban utilizar la palabra “infarto”. -Estuvimos una semana sin dar ninguna comunicación. Y los médicos firmamos un escrito diciendo que no nos responsabili-zábamos de aquella situación sin comuni-carlo al país. Pero por voluntad del pacien-te no se hizo un comunicado hasta una semana después. Y ahí nos pidió la fami-lia, a instancias del propio paciente, que la palabra “infarto” fuese obviada. Tenía excesivas connotaciones negativas. Bus-camos una fórmula que fue “proceso coro-nario agudo”, con lo cual gente que enten-día de ello lo interpretó perfectamente, como un infarto. Luego la prensa se metió mucho con el equipo médico, que si ocul-tábamos cosas, que si teníamos un oscu-

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

“Su corazón se comportó bien a lo largo de todo el proceso” l “Las fotos las hizo el doctor Cristóbal Martínez Bordiú, no le gustaron a nadie; no sé si las cobró ”

“La familia nos pidió que no utilizáramos la palabra infarto”

Carlos Dávila.El doctor Palma Gámiz fue miembro del equipo médico que atendió a Francisco Franco en sus últimos días. El entonces joven cardiólogo (sólo tenía 29 años) per-tenecía al equipo de La Paz que lideraba el yerno del jefe de Estado, Cristóbal Mar-tínez Bordiú.-¿Qué hacía usted el 19 de noviembre de hace 35 años?-Estuve en La Paz hasta las 11.30 o 12.00 de la noche. Me marché a casa a dormir. Sobre las tres de la mañana sonó el telé-fono que tenía en la mesilla de noche, lo descolgué y oí la contraseña que tenía-mos convenida con el doctor Pozuelo: “Ven a La Paz”. Ése era el código que teníamos los médicos para entender que Franco había fallecido. Me vestí y fui para allá. -¿A qué hora de verdad se murió Fran-co y qué día?-Murió el 20 de noviembre, a las 2:30 de la mañana. El parte oficial se dio a las 5:25. Creo que esto se hace habitualmen-te con los jefes de Estado para organizar la noticia. Había malestar porque se habían filtrado noticias y habían sido publicadas en el New York Times, en Nueva York, en la BBC de Londres, antes que Radio Nacional de España, y se pro-curó ser muy escrupuloso en la transmi-sión de noticias.-¿Cuántos médicos llegaron a formar el cuadro que atendió a Franco?-El equipo médico lo compusimos 38, incluido el doctor Martínez Bordiú, pero en contacto directo con el paciente estu-vimos únicamente los cuatro cardiólogos, los tres cirujanos, los tres anestesistas, el doctor Carbonell, que hacía el estudio neu-rofisiológico, el doctor Sánchez Sicilia, que es el que hacía las diálisis, y poco más.-Franco se murió de todo, pero ¿de qué empezó a morirse?-Era un parkinsoniano que estaba muy deteriorado para los 83 años que tenía. En la noche del 15 al 16 de octubre se desper-tó con síntomas de infarto. Aquel cuadro se interpretó como un proceso digestivo, pero a la mañana siguiente se le hizo un electrocardiograma y ahí aparecieron los signos de infarto de miocardio y se puso todo en marcha. Primero se hizo una pequeña UVI en El Pardo donde estába-mos cuatro cardiólogos y tres anestesistas reanimadores renovándonos en las guar-dias, pero cuando el cuadro se complicó, hubo que operarle en una situación fran-camente calamitosa en unas dependen-cias sanitarias de El Pardo nada prepara-das. Y cuando el 3 de noviembre se repitió la hemorragia digestiva, se le trasladó a La Paz. Allí se le volvió a operar hasta dos veces más, y luego ya se le presentó el marasmo fisiopatológico final con hemo-

José Luis Palma Gámiz, cardiólogo del “equipo médico habitual”

rantismo... Yo creo que no fue tal, pero al final, casi por una pequeña venganza, dábamos los partes a veces excesivamen-te complicados. -¿Desde el principio usted creyó que Franco no iba a sobrevivir?-Al principio él tuvo una evolución bas-tante buena, dio pequeños signos de insu-ficiencia cardíaca que se corrigieron, y la verdad es que su corazón se comportó muy bien a lo largo de todo el proceso. Se complicó con la hemorragia digestiva, que no fue posible controlarla. Creo que si hubiese tenido únicamente un infarto de miocardio, habría podido sobrevivir. -¿Cuál era el proceso para hacer los partes diarios?-El parte lo escribíamos nosotros, se lo pasábamos al doctor Pozuelo y él lo redac-taba de manera que pudiera ser más o menos inteligible de cara a la prensa. Ese parte se transmitía al entonces ministro de Información y Turismo, León Herre-ra, que era el que finalmente lo hacía lle-gar a los periodistas.-Se enfadaba (León Herrera) mucho, porque los periodistas decíamos que se iba a morir.-Era de esperar. Una persona con tantas complicaciones y de aquella edad...; el desastre final estaba casi garantizado. Lo que ocurre es que los médicos no perdi-mos la esperanza de sacarlo de aquel embrollo hasta la tercera intervención, el 14 o 15 de noviembre, y luego se vio que era prácticamente irrecuperable. -¿No hubo presión por parte de la fami-lia o del doctor Martínez Bordiú?-No. Nos sentimos realmente libres. Pre-sión, por así decirlo... Tuvimos sugeren-cias, tanto por parte de la familia como de su entorno más íntimo, para que hiciéra-mos lo que buenamente pudiéramos para mantenerlo con vida a costa del menor sufrimiento posible. -¿Cuándo perdió Franco la conscien-cia?-La perdió en la primera intervención. Lo hubimos de intubar y anestesiar. Un paciente intubado tiene que ser anestesia-do. Lo que ocurre es que tuvo actividad cerebral hasta el final, y eso lo puede corroborar el doctor Carbonell, que hacía los registros. -He leído en un libro que Franco decía: “Qué duro es esto, se está ter-minando”.-Él fue consciente de su problema. Cuan-do lo trasladábamos a El Pardo con una gastrorragia bestial, vomitaba sangre; él llegó a decir: “Qué duro es morir”. Procu-rábamos hurtarle la televisión, pero siem-pre la pedía a la hora de los telediarios. Lo visitábamos únicamente los médicos que estábamos más en relación con él. Tuvo algunas visitas del Príncipe de España

Eduardo Méndez

“Franco murió el 20 de noviembre a las 2.30 de la mañana, pero el parte oficial se dio a las 5.25”

“El equipo médico que le atendió llegó a estar compuesto por 38 médicos”

“El jefe de Estado perdió la consciencia tras la primera intervención quirúrgica”

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De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

-¿Recibieron algún tipo de compensa-ción económica o algún regalo?-a mí y a los que estuvimos más en con-tacto con él nos dieron la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad. Pero remunera-ción metálica, no.-¿Tiene usted algún secreto que no quiera contar de este proceso?-la verdad es que en el libro El paciente de El Pardo se narra todo. Porque tampoco hubo grandes secretos que ocultar ni gran-des cosas que no fuesen transmitidas.-Las fotografías famosas...-Sí, las fotografías. Se hicieron muchas más de las que salieron publicadas en aquellas revistas.-¿Quién las tiene?-Las debe de tener Jaime Peñafiel. Las fotografías fueron tomadas por el doctor Martínez Bordiú. Se decía que revistas como Paris Match o Life pagaban hasta 10 millones de pesetas de las de aquella época por una instantánea de Franco en su lecho doliente. Su guardia personal estaba en reanimación con su arma. allí era absolutamente imposible meter nada que no estuviera controlado. -¿Y por qué las hizo?-Yo le pregunté, y él dijo que aquello era un documento histórico y que era impor-tante tenerlo. Hizo fotografías que no están publicadas, con toda la familia delante. aquello no le gustó a nadie, ni al equipo médico, ni a las enfermeras, ni siquiera a la familia, que posó con el paciente antes de fallecer. a los dos meses de morir Franco, le pregunté al doctor Martínez Bordiú: “¿Qué pasó con aque-llas fotografías?”. Y me contestó que esta-ba disgustadísimo porque se le velaron todas. Entonces eran fotos de carrete. Se publicaron realmente muy pocas para todo el reportaje que se hizo. ¿Quién se hizo con aquellas fotos y cómo llegaron a manos de quien llegaron? Yo puedo tener mis sospechas...-¿Cuáles son sus sospechas?-Había un periodista, del que no recuer-do el nombre, que estaba siempre en con-tacto con el doctor Martínez Bordiú.-Antonio Domínguez Olano.-Posiblemente, sí. No sé si él podrá apor-tar más información, y estaba muy en con-tacto con Cristóbal Martínez Bordiú en aquella época.-¿Cobró el doctor Martínez Bordiú las fotos?-Esto sí que no lo sé.

entonces, hoy Rey Juan Carlos, y de la familia. Se negó a que nadie pasara a su dormitorio excepto su círculo íntimo.-En algún sitio se ha escrito que les pidieron a ustedes, no sé si el presiden-te del Gobierno, Arias Navarro, o algu-no de los ministros, que prolongaran aquella situación porque había que tomar algún tipo de decisiones políti-cas. ¿Fue consciente de que pudiera pasar eso en aquel momento?-lo pudimos pensar, pero no lo pudimos constatar. Se habló de que se estaba pro-longando la agonía del jefe del Estado de manera artificial porque la renovación del presidente de las Cortes tenía que hacer-se el 26 de noviembre. Y sé que hubo, diga-mos, conflicto, por llamarlo de alguna manera, cuando el Príncipe tuvo que asu-mir por segunda vez la jefatura interina del Ejecutivo.

Numerosas personas y medios de comunicación se arremolinan frente a la Ciudad Sanitaria de La Paz. / EFE

“Sólo Arias Navarro era consciente de la gravedad, y ocultó parte de la verdad a los ministros”

“Fuimos conscientes de que nos acusaban de estar vendidos al régimen”

“Franco se negó a que nadie pasara a su dormitorio excepto su círculo íntimo”

-¿El Príncipe tuvo conciencia de que aquello era irreversible desde la terce-ra operación?-al Príncipe se le informaba sin ningún tipo de tapujos, tanto a él como al presi-dente del Gobierno. Pero únicamente arias era consciente de la gravedad del proceso, y arias les ocultó parte de la ver-dad a los ministros. -Ustedes fueron acusados de encarni-zamiento terapéutico. -Nosotros fuimos acusados de todo por voces absolutamente desinformadas. Tengo que decir que no. Cuando uno tra-baja en unidades de cuidados intensivos, la toalla no se tira nunca mientras haya una mínima esperanza. Éramos conscien-tes de que se oían más voces fuera que dentro que nos acusaban de encarniza-miento terapéutico, de carniceros, de estar vendidos al régimen.

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Cuando Don Juan Carlos del Borbón nace en Roma el 5 de enero de 1938, su padre ya es el Príncipe de asturias por renuncia al Trono de su hermano mayor, alfonso de Borbón y Battenberg, al contraer matri-monio morganático porque “según las antiguas leyes españolas” para ser rey había que casarse con mujer de estirpe regia y Don alfonso lo hizo con plebeya. Además padecía hemofilia y falleció ese mismo año de 1938 en Miami, al desan-grarse por un leve accidente de coche. El otro hermano que le precedía, Don Jaime, también renuncia por la severa limitación de su sordomudez. además lo hace por él “y por los descendientes que pudiera llegar a tener”. Y asimismo con-traería matrimonio morganático. así pues, la sucesión recae en Don Juan tras la abdicación de alfonso XIII, casi dos meses antes de su fallecimiento el 28 de febrero de 1941. Para Franco, sin embar-go, Don Juan seguiría siendo Infante con tratamiento de alteza. Pero el 19 de marzo de 1945 Don Juan quemó prácticamente cualquier posibi-lidad de ocupar el Trono de España al divulgar el Manifiesto de Lausana, en el que acusaba a Franco de haber inspira-do su Régimen en las ideologías de las potencias totalitarias que habían sido derrotadas en la II Guerra Mundial, y ofrecía a los vencedores a la Monarquía y a su persona para regir los destinos de los españoles.

Orden dinásticoFranco consideraba a Don Juan mal aconsejado, en especial por el ex minis-tro derechista de la República José María Gil Robles y por su propio ex ministro de Educación, Pedro Sainz Rodríguez. El manifiesto emitido en la ciudad suiza le convenció definitivamente en la idea de que el hijo de alfonso XIII no sería jamás Rey de España mientras pudiera impe-dirlo. aunque Franco era monárquico. así que urdió un plan para instaurar en el futuro la Monarquía saltándose olím-picamente el orden dinástico. El primer paso sería convertir a España en un Reino, aunque fuera sin Rey, a través de la ley de Sucesión pro-mulgada el 26 de julio de 1947. Sería una ley fundamental, esto es, que con-formaba con otras del mismo rango lo que podría denominarse Constitución española del Régimen de Franco. Y abre posibilidades sucesorias a cualquier varón español, católico, de estirpe regia y mayor de 30 años, que tendría que jurar las leyes fundamentales y lealtad a los principios del Movimiento Nacio-nal. El General se reservaba la facultad de nombrar a su sucesor, bien a título de rey o de regente.

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

Los Reyes de España con sus tres hijos: Cristina, Felipe y Elena.

Don Juan con sus cuatro hijos: Alfonso, Juan Carlos, Margarita y Pilar.

Ciertamente esa ley alentó expectati-vas a Don alfonso de Borbón Dampie-rre, hijo mayor de Don Jaime, pese a la renuncia de éste por sus herederos. Con esta disposición, Franco podría saltarse a Don Juan, podría nombrar perfecta-mente a su sobrino. Una baza más de presión. En este escenario, un año después, el 25 de agosto de 1948, Franco y Don Juan tendrían su primera entrevista. Tuvo lugar el encuentro a seis millas al norte de San Sebastián. Don Juan llegó en el yate Saltillo y pasó al del jefe del Estado, el Azor. la conversación duró más de tres horas, almorzaron y el tema princi-pal fue la educación del Príncipe Juan Carlos y su hermano el Infante Don alfonso en España. Ese encuentro, que se llevó previa-mente con el máximo secreto por las dos partes, desencadenó reacciones airadas por parte de monárquicos distinguidos que no comprendían un entendimiento

con el General. Don Juan tuvo serias dudas, pero los dos hermanos estudia-ron en la finca Las Jarillas, cercana a Madrid, con un reducido grupo de chi-cos de familias muy conocidas. al curso siguiente, 1949-50, se habilitó el Pala-cio de Miramar en San Sebastián para que siguieran sus estudios con los mis-mos compañeros y un escogido cuadro de profesores.

La formación Terminado el Bachillerato, Franco y Don Juan tuvieron una segunda entrevista en la finca extremeña de Las Cabezas. Tres horas de conversación, almuerzo, y otras tres horas. Tema fundamental: los estu-dios militares de Don Juan Carlos. El Príncipe estudiaría en las academias de Tierra, Mar y aire y en julio de 1959 ter-mina su formación castrense con el grado de teniente de los tres Ejércitos. Se insta-la en La Casita de Arriba, en El Escorial, en tanto que se reconstruye el Palacio de la Zarzuela, donde Franco ha decidido que fije su residencia.

Juan Carlos se instala en El Escorial mientras se acondiciona su futura residencia en La Zarzuela

La guinda era él. Pero por si la elección salía ‘rana’ estaba en el banquillo Don Alfonso

El Rey que trajo la democraciaJoaquín Bardavío

la vida de Don Juan Carlos hasta llegar alTrono de España estuvo llena de contratiempos personales y políticos. aceptar la propuesta de

Franco para ser su ‘sucesor’ no fue fácil y le distanció temporalmente de su padre, el Condede Barcelona, legítimo heredero de la dinastía

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Don Javier acaba abdicando en su hijo Don Hugo, también ciudadano francés, quien se apresura a anteponer en su par-tida de bautismo en la diócesis de París el nombre de Carlos y se hace cargo de la jefatura de esa rama aspirante al Trono. Y tendría las simpatías de gentes del Movimiento, especialmente de algunos falangistas de relieve. El matrimonio de Don Carlos Hugo con la Princesa Irene de Holanda le da notoriedad y se dijo que recursos finan-cieros para su causa. las hermanas de Don Carlos Hugo también se instalaron

en Madrid. la familia al completo sería expulsada de España en los últimos días de 1965 por excederse en las disposicio-nes que regulan la residencia de extran-jeros en España.

El otro sucesor Y en ese año surge la figura de Don Alfon-so de Borbón como hijo mayor del hijo mayor de alfonso XIII. Tal como estaba redactada la Constitución, su posibilidad de ser rey estaba clara. Como diría Carre-ro Blanco siendo vicepresidente en frases de pedagógica simplicidad, que resumo: de cara al futuro, la tarta (el Estado y su doctrina) estaba terminada tras la ley Orgánica del Estado (1966) y faltaba la guinda, que era Don Juan Carlos. Pero por si éste salía rana, estaba en el ban-quillo Don alfonso. En tanto, Don Juan Carlos ya había sido distinguido por Franco al colocarlo a su derecha, un paso detrás de él, en la presidencia de los desfiles de la victoria. Pero el General no se decidía a dar el paso

El 28 de marzo de 1960, Franco y Don Juan tienen un tercer encuentro, también en la finca Las Cabezas, para fijar el plan de estudios civiles en diver-sas facultades. En el comunicado que siguió a la entrevista se recalca que la educación del Príncipe en España “no prejuzga la cuestión sucesoria ni la nor-mal transmisión de las obligaciones y responsabilidades dinásticas”. Eso tran-quilizó a Don Juan. Su hijo cursaría dis-tintas disciplinas universitarias bajo la dirección de un importantísimo plantel de catedráticos. Completó su formación con asistencia a conferencias y viajes por España con visitas a centros de interés científico y cultural. Fueron unos estu-dios de miscelánea, forzosamente super-ficiales, para retener unas impresiones panorámicas del derecho y la economía fundamentalmente. En noviembre de 1961 se traslada a Zarzuela. Ya se había producido su com-promiso de boda con la Princesa Sofía de Grecia, que Don Juan ocultó hasta el últi-mo momento para que Franco se moles-tase al ser de los últimos en tener noticia. Pero el jefe de Estado no se inmutó. El 14 de mayo de 1962, para realzar el enlace del Príncipe en atenas, envió de embaja-dor extraordinario al almirante abárzu-za, ministro de Marina, a bordo del viejo pero imponente crucero Canarias, buque insignia de la flota española. Nutridos grupos de monárquicos españoles acu-dieron al evento. Incluso, meses antes, Franco había nombrado embajador ante el Estado griego a Juan Ignacio luca de Tena, propietario del diario ABC y uno de los más destacados juanistas.

Otros pretendientes Claro que había otros pretendientes. Uno por la rama carlista, Don Javier de Borbón-Parma, sobrino y albacea del Infante Don alfonso Carlos de Borbón, último descendiente de la rama carlista, que había muerto sin descendencia atro-pellado en Viena en el año 1936. Con ese fallecimiento, las ramas alfonsina y car-lista quedaban unidas. Pero no lo enten-dieron así buena parte de los tradiciona-listas y Don Javier, francés de naciona-lidad, se proclamó rey por esa rama en Montserrat, durante una peregrinación carlista en 1952.

Don Juan Carlos en el momento de su aceptación como sucesor en 1969.

El Rey Alfonso XIII con sus siete hijos.

El actual Rey de España en brazos de la Reina Victoria Eugenia.

Franco con el Príncipe Juan Carlos en las Cortes españolas.

La sucesión recae en Don Juan tras la abdicación de Alfonso XIII, dos meses antes de su muerte en 1941

En agosto de 1948, Franco y Don Juan tienen su primera entrevista, cerca de San Sebastián

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Hace 35 años Tres días que cambiaron España

de la designación de sucesor. laureano lópez Rodó, ministro y comisario del Plan de Desarrollo, decidió animar a dos pesos pesados del Régimen: Carrero Blanco y el ministro de Gobernación, teniente general alonso Vega, quien tuteaba a Franco. ambas personalida-des empujaron al Caudillo a decidirse a nombrar sucesor. Estos movimientos fue-ron conocidos por grupos radicales del llamado Estado del 18 de julio e intenta-ron presionar en sentido contrario. Pero en aquel Estado mandaba absolutamen-te una persona y era inútil oponérsele. El 22 de julio de 1969, en votación nominal, 491 procuradores en Cortes dijeron “sí” a la propuesta de Franco, 19 votaron que “no” y se abstuvieron nueve. Don Juan Carlos, sucesor a la Jefatu-ra del Estado a título de Rey, tuvo que hacer frente al disgusto de su padre. Y pronto tendría que encararse a su primo Don alfonso, que, al casarse con Carmen Martínez-Bordiú, nieta de Franco, aca-rició fugazmente la idea de cambiar lo establecido. aunque conseguiría el títu-lo de Duque de Cádiz, después de preten-der sin éxito el de Príncipe de Borbón. además obtuvo de Franco el tratamien-to de alteza Real extensible para su mujer, aunque a ésta última le han resba-lado ostensiblemente los honores. Duran-te el noviazgo, Don alfonso llegó a ser mortificante con su primo Don Juan Car-los. aunque Franco sólo accedió a lo con-cerniente al estatus, sin pasársele por la cabeza alterar el orden sucesorio, lo que hubiera colmado las aspiraciones de su mujer y su yerno, así como, obviamente, las del mismo Don alfonso.

El 9 de junio de 1974 se le diagnostica a Franco una peligrosa flebitis. Es inter-nado en el hospital que lleva su nombre y dispone que Don Juan Carlos sea desig-nado jefe de Estado en funciones. Se resiste el Príncipe a esa interinidad, aun-que es convencido y el 19 de julio asume la más alta magistratura de la Nación y preside bajo la sombra de Franco dos Consejos de Ministros, uno el 8 de agos-to en el Palacio de El Pardo y otro el 30 en el Pazo de Meirás. No hay incidentes de relieve en ese mes y medio, pero Fran-co reasume sus poderes con cierta brus-quedad. Iniciado septiembre, el presiden-te arias recibe una llamada del marqués de Villaverde, yerno y médico de Franco, diciéndole que el Generalísimo regresa al poder de inmediato. Y el Príncipe recibe la noticia también inesperadamente por vía telefónica e indirecta. Se sospechó que la conducta de Fran-co fue debida a que, durante su enferme-dad, el Príncipe tuvo muchas conversa-ciones telefónicas con su padre, lo que no gustó al jefe de Estado, y por eso lanzó

por parte del periodista. El jefe del Eje-cutivo estaba definitivamente tocado. El 1 de julio de 1976 el Rey le pide su dimi-sión por sorpresa. Y arias la entrega caballerosamente. Tras ese gesto quedaban descabalga-das y confusas las escasas fuerzas conser-vadoras más radicales que defendían el antiguo Régimen. aparentemente eran numerosas, vertebradas en las asociacio-nes de Ex Combatientes y Ex Cautivos, Hermandad de alféreces Provisionales y otras. Pero en la realidad eran fuerzas sangradas por la edad y por el ansia de renovación de muchos. El franquismo sin Franco no tenía sentido. El camino estaba despejado. Previamen-te aconsejado por Fernández-Miranda, el

Rey nombra presidente del Gobierno a adolfo Suárez, hombre joven que proce-de del Movimiento. Pero en cuyo ánimo está la evolución democrática. la desig-nación de Suárez provoca, de entrada, un pesimismo terrible entre los evolucionis-tas, aunque pronto se dan cuenta de su error. El nuevo presidente convence a unos y a otros de su sinceridad en el cam-bio político. Fernández-Miranda pone las bases de una ley de Reforma Política que sería aprobada el 18 de noviembre de 1976 y que abría el sistema democrático en España. la fecha es realmente tras-cendental: Franco había muerto sólo un año antes y todo su Régimen queda polí-ticamente destruido por la votación de unas Cortes heredadas del mismo fran-quismo. El célebre harakiri: 425 votos a favor, 25 en contra y 13 abstenciones. la galopada de Suárez tiene un hito crucial cuando en abril de 1977 legali-za el Partido Comunista. la cúpula militar, a la que el presidente había ase-gurado siete meses antes que los comu-nistas no serían aceptados en el nuevo sistema, se reúne y emite una durísima nota. El ministro de Marina dimite y es sustituido casi inmediatamente. Hay susto, pero no hay consecuencias. Y el 15 de junio de 1977 se celebran unas elecciones generales donde son elegidos 350 diputados en un abanico que va desde Blas Piñar hasta Carrillo y la Pasionaria. El Rey siente que la Corona se asien-ta firmemente sobre su cabeza. Y Fran-co llevaba enterrado año y medio. la incrédula sorpresa de políticos y analis-tas de todo el mundo se traduciría en cascadas de trabajos interpretativos de tan singular fenómeno. las Cortes Cons-tituyentes afrontarían la nueva Consti-tución. En 17 meses y pico, Don Juan Carlos, que había heredado a la muerte de Franco sus apabullantes poderes, pasa a ser un Rey que no gobierna. aun-que, como el ciprés de Miguel Delibes, su sombra es alargada.

Don Juan Carlos y Doña Sofía se casaron en Atenas el 14 de mayo de 1962 por los ritos católico y ortodoxo

Durante la enfermedad del jefe de Estado, el Príncipe tuvo muchas conversaciones telefónicas con su padre

Carrero Blanco y el general Alonso Vega ‘empujaron’ a Franco a decidirse a nombrar a su sucesor

Cuando el Rey siente que la Corona está bien asentada sobre su cabeza, Franco llevaba muerto año y medio

Alfonso de Borbón y Carmen Martínez-Bordiú con Franco y los Príncipes.

Sanción de Su Majestad el Rey de la Constitución de 1978.

una advertencia con la brusquedad del “aquí mando yo”. aunque nada le dijo a Don Juan Carlos.

La hora de la verdad El 12 de octubre de 1975 se comenzó a filtrar que Franco estaba nuevamente enfermo y al paso de apenas dos sema-nas el Príncipe tiene la impresión de que la muerte o la incapacidad total del General están próximas. Y se mueve en dos frentes. En el interior, Torcuato Fer-nández-Miranda, su profesor de Dere-cho Político, le tranquiliza respecto a cómo actuar en un futuro próximo. Como le había dicho cuando en 1969 había jurado las leyes Fundamentales, la Transición habría que hacerla de la ley a la ley. ¿No había jurado una ley del Referéndum? Pues, aplicándola, se podía voltear todo el sistema. En el exte-rior, el viejo amigo del Príncipe, Manuel de Prado, hizo gestiones en Washington y París, con Kissinger y Giscard para conseguir apoyo explícito tras la muer-te de Franco. así sería: a la coronación

del Rey vinieron el presidente de Fran-cia y el vicepresidente Gerald Ford, de los Estados Unidos, entre otras altas personalidades mundiales. El escollo era el presidente arias Nava-rro, a quien le quedaban dos años y medio de presidencia del Gobierno y no pensa-ba dimitir. Finalmente Don Juan Carlos llegó a una especie de pacto con él, en vir-tud del cual arias seguía, Fernández-Miranda sería elegido presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, y habría un nuevo Gobierno que diera aires de modernidad. Y así se haría: tras la muer-te de Franco entraron en el Gabinete hombres como Fraga, areilza o Garri-gues, que demostraban que algo había cambiado. Pero con ese Gobierno, arias quedó a la deriva. El Rey pactó con el redactor jefe de Newsweek una conversa-ción que se publicaría en ese semanario norteamericano y en la que Don Juan Carlos calificó a Carlos Arias de “desas-tre sin paliativos”. El Monarca se excusó con su presidente con algo tan socorrido como la tergiversación de sus palabras

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Álvaro Lucas.“¿Sabes?, en la vida he tenido la suerte inmensa de tener cerca de mí a hombres excep-cionales, entre mis profesores y entre mis hombres de con-fianza y mis consejeros”, dice el Rey Juan Carlos en una de sus biografías. la formación de un “futu-ro Rey” es algo importante, aunque las circunstancias que rodearon a Don Juan Carlos y las propias de España la con-virtieron en un reto que algu-nos, como el general Martínez Campos, llegaron a catalogar de “embolado”. El tira y afloja al que la sometieron tanto su padre, Don Juan, como Fran-co hicieron de ella una cues-tión de Estado. la educación real comien-za en Friburgo bajo la tutela de Eugenio Vegas latapié. El Rey llega a definirle como “un hombre maravilloso”. Dice Platón que educar es escribir en el alma. Probablemente, Vegas fue uno de los tutores del Rey que más lapiceros gas-taron en esa labor. Tras la etapa de Friburgo, el Príncipe estudiará en las Jarillas en Madrid y en el Palacio de Miramar en San Sebastián. a Vegas latapié le sustituye José Garrido, que marcará una impronta imbo-rrable en el joven Príncipe. El propio Rey llega a afirmar con posterioridad: “Me gustaba mucho don José Garrido y, a veces, cuando tengo que tomar determinadas decisio-nes, me pregunto lo que él me hubiera aconsejado”.

Un segundo padreademás de los primeros tuto-res, Don Juan Carlos comenza-rá a tener amigos que desempe-ñarán papeles clave en su cami-no hacia el Trono. Es el caso de Jaime Carvajal y Urquijo, uno de sus compañeros de estudios en las Jarillas. Otro de los grandes amigos será Miguel Primo de Rivera, cuya relación se consolida en Zaragoza. Primo de Rivera será determinante en las ges-tiones que realice Torcuato Fernández Miranda para designar a Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. Entre la etapa de prepara-ción para el ingreso en la academia Militar y el inicio de sus estudios universita-rios, su tutela recae en el general Martínez Campos. El paso por la academia Militar del Príncipe será fun-

damental en su formación y en momentos difíciles como el 23-F. Iniciado su periodo univer-sitario y ya con residencia esta-ble en Madrid, Don Juan Car-los conocerá, a través de su primo Carlos de Borbón Dos Sicilias, a Manuel Prado y Colón de Carvajal.

En la universidad la tutela del Príncipe se encomienda al general Castañón de Mena. Tras el atentado contra Carre-ro Blanco se le ofrece incluso ser presidente del Gobierno, pero rechaza la propuesta por no creer que un militar sea el

candidato adecuado. al cese de Castañón, el marqués de Mondéjar asume la plena tute-la, apoyo y ayuda del Rey, al que dedicará 35 años de su vida. Don Juan Carlos llegará a considerarle como “un segundo padre”. la dirección de los estudios civiles se confía a Torcuato

Fernández Miranda y Julio Palacios. los educadores del Príncipe se caracterizan por su talante liberal y reformis-ta. Fernández Miranda ense-ña al Príncipe que debe apren-der escuchando y mirando a su alrededor. “Vuestro primer

discurso será la clave de todo el cambio y en él habréis de decir a los españoles: esto es lo que tengo que hacer y así es como voy a hacerlo”. También será el momento en el que reciba las clases de lau-reano López Rodó, posterior-mente cerebro, impulsor y prin-cipal ejecutor de la llamada operación Príncipe, que le lle-vará a ser designado heredero de Franco en la jefatura del Estado. aparte de las activida-des conocidas, hay otras fuera del ámbito del plan de estudios y menos públicas. Intelectuales, como el catedrático y periodis-ta Antonio Fontán, organizan contactos y encuentros políti-cos en los que se le transmite al Príncipe que España tiene que ser un país moderno. A la figura del presidente del Gobierno se une la de Sabi-no Fernández Campo como jefe de la Casa Real con un papel fundamental en el transcurso del 23-F.

Símbolo real“¿Crees tú que el 22 de noviem-bre de 1975, cuando fui procla-mado Rey, existía un senti-miento monárquico en Espa-ña?”, le pregunta a Vilallonga, uno de sus biógrafos. Proba-blemente no, aunque tras la muerte de Franco, el Rey dedi-ca todos sus esfuerzos a termi-nar de edificar el símbolo que supondrá para España la Monarquía parlamentaria. Si, como dijo Aristóteles, “el hom-bre libre es el que vive para sí mismo y no para otros”, el Rey supo conservar su indepen-dencia. Un sinfín de personas y de maneras diferentes le ayu-daron a hacerlo, convirtiéndo-se en los forjadores de un Rey.

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

Todos los hombres del Rey

Don Juan Carlos junto a Sabino Fernández Campo y el marqués de Mondéjar.

El Rey recibió una esmerada formación como cadete.

Contribuyeron a forjar al Monarca juristas, como Fernández Miranda; políticos, como López Rodó, o intelectuales, como Antonio Fontán

La educación real comienza en Friburgo bajo la tutela de Eugenio Vegas. El Rey lo define como “un hombre maravilloso“

La Transición como modeloEn la primera parte del siglo XIX exis-tía un “modelo español” de liberalis-mo constitucional que impresionaba a la gente en el sur y el este de Europa y en partes de Hispanoamérica, que intentaban copiarlo y seguirlo. Tratán-dose de países subdesarrollados, estos intentos no tenían éxito. Fue necesa-rio esperar un siglo y medio hasta que surgiera otro “modelo español” de transición pacífica hacia la democra-cia constitucional. Mutatis mutandis, fue también seguido en otros países y coronado con el éxito en casi todas partes. Fue la primera transición totalmente libre y democrática en toda la historia del país, en la que podían participar todos, quedándose al mar-gen algunos extremistas. En los últimos años se ha hablado en algunos sectores de izquierdas de la necesidad de una segunda transi-ción para remediar las supuestas defi-ciencias de la primera. Todo eso se refiere a que las izquierdas no habían podido imponerse en la Transición, como habían pretendido, con la inten-

ción de volver a su precedente desas-troso de 1931. Por eso la Transición en España tuvo éxito y pudo lograr una democracia equilibrada. la pretensión original de las izquierdas, después de la muerte de Franco, fue acabar con lo existente para imponerse en la creación de un sistema nuevo. Solamente cuando encontraron que no tenían fuerza y que, además, no había demasiada gente interesada, estuvieron dispues-tas a participar en una negociación con otros sectores en términos de igualdad. Pasada esta experiencia y con la consolidación del nuevo siste-ma constitucional, habíamos creído que finalmente las izquierdas españo-las se habían democratizado. Espere-mos que, después de los intentos de la acción directa extraparlamentaria y los esfuerzos para sabotear la Consti-tución, se mantengan aún dentro del ámbito democrático. la obra de la Transición no fue perfecta, porque tal cosa no existe en la vida, pero sus fun-damentos eran tan acertados, sólidos y justos que cualquier alternativa ima-ginable acabaría en el desastre.

Stanley G. Payne

opinión

“La pretensión de las izquierdas fue acabar con lo existente y crear un sistema nuevo”

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Hace 35 años Tres días que cambiaron España

Más libres, educados y cultos...Emilio lamo de Espinosa

Señalaba Hegel en la Fenomenología del espíritu que los periodos felices de la Humanidad carecen de historia. Vincu-laba así la felicidad con la falta de even-tos o sucesos trascendentes, la escasez del cambio social y, en definitiva, la vieja sos-pecha de que no news are good news. Pues bien, si recuerdo ahora esta vieja idea, es para señalar que la España con-temporánea es justamente el contraejem-plo de esta tesis. Tanto la profundidad del cambio social como la extensión e inclu-so el ritmo, las tres variables con las que se puede medir, tienen pocos parangones. Y sin embargo, ese intensísimo cambio social no ha generado una sociedad menos feliz, sino todo lo contrario, y los sondeos lo corroboran. Desde 1975 al menos los españoles somos más libres, más educados, más iguales, más cultos, y ello en un ambien-te de paz, respeto a los derechos huma-nos, libertad y seguridad, sólo interrum-pido esporádicamente por la violencia asesina del terrorismo. al igual que ha ocurrido en Europa (y en parte como consecuencia de ello) jamás ha sido España más segura, más libre o más próspera, y nótese que eso es todo cuan-to una persona sensata puede pedir de un orden político: seguridad, libertad, prosperidad. No voy a abrumar con datos que son conocidos. Hoy España figura entre los cinco primeros países del mundo en inversión en el exterior, en esperanza de vida al nacer, en energías renovables. Entre los 10 primeros en PIB y en recep-ción de inversión extranjera. Ocupamos el lugar 15 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. El mismo lugar 15 en el Índice de Democracia del Econo-mist Intelligence Unit, por delante de EE UU. Hemos pasado de emisores de emigrantes a receptores, de receptores de capitales a emisores, de receptores de ayuda (recordemos el trigo argentino) a uno de los principales donantes. Y podría seguir, pero sólo añadiré tres más. Hemos saltado de uno de los Estados más cen-tralizados a uno de los más descentrali-zados y la democracia se ha estabilizado y consolidado con elecciones regulares, alta participación y alternancia de mayo-rías (aunque no en todas las comunida-des autónomas). Hemos pasado de una economía autárquica a una de las más

abiertas de Europa con multinacionales que se comen el mundo y una brillante élite empresarial. Y la cultura, integrista y fuertemente conservadora, casi contra-rreformista, es plural, tolerante y abier-ta, casi contracultural. ¿Y qué decir del deporte de élite, donde somos una poten-cia? ¿Quién iba a pensar esto hace 40 años? Cuando recuerdo la España en la que me crié de niño en los años cincuen-ta, se parecía más al Marruecos actual que a la España actual. Por ello ya en 1998, y con ocasión del centenario de aquella primera genera-ción de reformistas nacida al dolor de la derrota, escribí que los historiadores del futuro testimoniarían que la Monarquía del Rey Juan Carlos I constituye uno de los periodos mas brillantes de la historia moderna de España, y quizás de la histo-ria de España, sin más. así de rotundo lo veo. Y cuando hablo con colegas historia-

dores y les pregunto por un periodo tan largo de libertad, seguridad y prosperi-dad, les pasa como a mí; no encuentran la comparación adecuada. Es importante comprender que ese éxito fue consecuencia de que, durante los “tiempos de silencio” del franquismo, y al calor de otro profundo dolor (el de la Guerra Civil; sólo se aprende del dolor, decía Freud), se fraguó un gran proyecto político que no fue el proyecto de un par-tido o de un grupo social, ni siquiera de una élite, sino una labor de todos, un ver-dadero proyecto nacional. Burgueses o proletarios; socialistas o conservadores; catalanes, madrileños, andaluces, se fun-dieron en una idea cuya esencia era el mismo viejo proyecto de aquellos regene-racionistas del 98, que creo se puede sin-tetizar con ideas y dos citas. la primera es de aquel gran aragonés, Joaquín Costa: “Cerrar con siete llaves el sepulcro del

Los Reyes saludando a los ciudadanos en un viaje a Ceuta.

Es importante comprender que el éxito de España se fraguó en un gran proyecto político que no fue exclusivo de un partido o de un grupo social, ni

siquiera de una élite, sino que fue una labor de todos, un verdadero proyecto nacional en el que el Rey ha sido una pieza clave

Cid” para olvidar la Historia, para mirar al futuro, haciendo “despensa y escuela”. La segunda cita es de Ortega: “La solu-ción a España es Europa, europeicemos España, abandonemos el ensimisma-miento, miremos afuera y no adentro. Y así, mirando al futuro (y no al pasado), y mirando afuera (y no hacia adentro), hemos dado pasos de gigantes”. Pues eso es una nación: no un pasado común sino un proyecto de futuro que une, impulsa y proyecta. Hoy aquel viejo proyecto (que se arrastró desde los ilustrados del XVIII a los regeneracionistas del XIX, a la Generación del 14 y de la República), se ha realizado, ha triunfado y está consu-mado. España es uno más de los países europeos, se ha normalizado, ha dejado de ser diferente. Pero no hay triunfo sin coste. Pues la consumación del proyecto nacional de la transición / normalización / moderniza-ción ha dejado a España sin proyecto, espacio vacío que ha pasado a ser ocupa-do por los más variados particularismos y una dura confrontación política, ya sea en el eje derecha / izquierda, ya en el eje nacionalismo / constitucionalismo. Pues un país sin proyecto deja de ser nación y se desfleca. Pasamos así a la post-Transi-ción, en la que regresan las viejas tenta-ciones. Para comenzar, la de mirar de nuevo hacia adentro, ensimismados, para preguntarnos qué somos o cuántos somos, olvidando que no somos, sino que nos hacemos; y la segunda, volver de nuevo la mirada hacia atrás, hacia los res-pectivos “sepulcros del Cid”, una mirada que nos divide mas que unirnos. Como si se pudiera liderar un país mirando por el espejo del retrovisor. Y así, España se encuentra hoy con una seria crisis económica, en parte induci-da, en parte propia; crisis que oculta y margina una segunda crisis, esta políti-ca e institucional, quizás incluso de Esta-do, quizás incluso de Constitución; que probablemente es causa y también efec-to de una tercera crisis, esta moral, no tanto de valores, pero sí de proyectos. Pues si una nación es un proyecto de futuro, cuando se agota el proyecto, la nación pierde el norte y se desfleca. La pregunta es: ¿tenemos los españoles un proyecto nacional que lleve a una segun-da fase el que impulsó la Transición? la respuesta, me temo, es evidente.

“La Monarquía de Juan Carlos I constituye uno de los periodos más brillantes de la historia moderna de España, y quizá de la historia de España, sin más”

“Cuando hablo con colegas historiadores y les pregunto por un periodo tan largo de libertad, seguridad y prosperidad, no encuentran la comparación adecuada”

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De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

...Y más prósperosJuan Velarde Fuertes

Existen reinados constitucionales que más de una vez han dejado su marca posi-tiva en la vida económica. ¿Porque el soberano actuaba directamente en la dirección de la política económica? De ningún modo. Eso sería forzosamente anticonstitucional. Pero el papel del monarca existe, a través de mil incenti-vos, respaldos y de mil frenos que en esos casos ayudan al impulso de la actividad. Recordemos el caso de la era victoriana en Reino Unido. En algún sentido, al dejar paso libre a la acción empresarial de la burguesía, eso fue el reinado de luis Felipe en Francia. Por supuesto, como estudió a través de sus cancilleres Flores de lemus, es pre-ciso tener en cuenta la figura del káiser Guillermo I. En España yo he reivindica-do, en mi trabajo El cambio económico del reinado de Isabel II publicado en los Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en 2005, lo muy positivo que se derivó, en lo económico, de su reinado. ahora, es evidente que se puede soste-ner algo similar sobre el reinado de Juan Carlos I, al cumplirse ya 35 años de su existencia. Para demostrarlo, se debe huir de anécdotas, aunque sean tan importan-tes como su preocupación evidente con los avances tecnológicos, o su papel, como se descubre en los dos tomos del Verba-tim de attali, para que se abatiesen muchas barreras que se oponían a nues-tro ingreso en el ámbito comunitario. aunque sea más aburrido, lo que importa es la resultante. Y ésta se encuen-tra, en buena parte, cifrada. Son los “detalles exactos” que pedía Stendhal. al contemplarlos, queda claro que estos 35 años se encuadran perfectamente en la gran operación transformadora de Espa-ña en una potencia económica muy importante.

Reinado de progreso En este reinado, en primer lugar, se atinó a proseguir el ritmo fortísimo de desarro-llo que España había iniciado en 1959. Téngase en cuenta que el Producto Inte-rior Bruto por habitante desde 1820 a 1959 se multiplicó por tres. Pues bien, de 1959 a 1975, en sólo 17 años, éste volvió a multiplicarse también por tres. a partir de ahí, ese ritmo no ha cesado. De 1975 a 2009, más que se duplicó, con lo que, a

pesar de la crisis, el incremento del PIB, en el último medio siglo, se ha multipli-cado por 6,5. Con esto, hemos llegado a un nivel altísimo de convergencia con las poten-cias económicas más importantes. En 1975, nuestro PIB per cápita era el 63% del francés; a pesar de la crisis, en 2009, era ya el 94%; frente alemania, entre esas fechas, se pasa del 69% al 90%; y respecto a Gran Bretaña, del 70% al 89%. Incluso ante la colosal Norteamé-rica, el salto es del 51% al 67%. Se ha sobrepasado a Italia en ese lapso de tiem-po, al subir el porcentaje de nuestro PIB per cápita del 78% al 105%. Y en relación con Portugal, la diferencia aumenta. Se va del 128% al 139%. Es preciso tener en cuenta también el progreso, a lo largo de este reinado, de toda otra serie de capítulos relacionados con el bienestar. Según el Informe sobre desarrollo humano 2009, que publica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Índice de Desarrollo

Humano (IDH) nos sitúa en el conjunto de 38 países calificados con el “muy alto”. además, éste ha crecido para España de 0,855 en 1980 a 0,955 en 2007, último año cifrado. Tenemos ese año la misma cifra, y el puesto mundial 14/15/16. Inme-diatamente mejor está Estados Unidos, con un IDH de 0,956, y el que nos sigue es Bélgica, con 0,953. El índice de espe-ranza de vida ese año nos colocaba en el séptimo puesto mundial –por delante tenemos a australia, Islandia, Suecia, Francia, Suiza y Japón–; y el índice de Gini, que muestra el grado de equidistri-bución de la renta, es de 34,7, con lo que, en el grupo de los 38 países con desarro-llo humano muy alto, tenemos mayor igualdad que australia, Estados Unidos, Italia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Sin-gapur, Hong Kong, Israel y Portugal. Se obtiene la misma ordenación si contem-plamos la relación de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre. No ha sido fácil el logro de aclarar tal convergencia a lo largo de este reinado.

Los Reyes inaugurando la primera línea de Alta Velocidad, el AVE.

El nuevo ‘sky line’ de Madrid.

Gracias a su acción se aclararon las expectativas empresariales sin las que, sin ninguna duda, habría sido imposible el desarrollo del país

El papel del Monarca existe a través de incentivos, respaldos y frenos que ayudan al impulso y crecimiento de la actividad española

Esencialmente fue preciso, en primer lugar, superar, con el Pacto de la Mon-cloa, la consecuencia de varios choques económicos negativos fortísimos: el pro-vocado por el aumento del precio del petróleo y de otra serie de importaciones; el generado por una crisis social que aumentaba los costes laborales y lo que se derivaba del propio proceso de la Tran-sición y de sus singularidades. De ahí el papel clave de Don Juan Carlos I el 23-F, porque gracias a su acción se aclararon las expectativas empresariales, sin las que es imposible el desarrollo.

Caída del muro de BerlínEl siguiente choque fue el derivado de nuestro ingreso comunitario, al venirse abajo toda una serie de medidas protec-toras. Hubo más: el generado por el que podríamos denominar choque germano, el cual, tras la caída del muro de Berlín, motivó una colosal retirada de fondos alemanes colocados a corto plazo a Espa-ña. Posteriormente vino el choque crea-do para la puesta en orden de nuestra macroeconomía con el fin de ingresar en la Eurozona. Y ahora estamos en un nuevo y formidable reto, a causa de la confluencia de una fuerte crisis financie-ra internacional y de un grave problema de competitividad por parte de España, esa precisamente que Juan Carlos I impulsa con su respaldo a las activida-des de Cotec. Fue esencial el papel del Monarca por haber logrado, con sus apoyos, con sus silencios, con sus advertencias, con sus consejos, lo que acabo de decir. El sende-ro para ello lo destacó así aquel célebre penalista y miembro clave del famoso “grupo de Oviedo”, como lo denominó para siempre Costa, Félix aramburu, en el discurso de apertura del curso de la Universidad de Oviedo, bajo el título de Concepto, fin, acción y funciones del Estado, y su relación con las restantes esferas de la vida: “la tendencia del pre-sente es engrandecer a los pueblos, engrandeciendo al individuo, recono-ciendo las inmunidades de su personali-dad, haciéndole dueño de su destino, dejando desembarazada y explícita su acción”. ahí radica el enlace del Rey Juan Carlos I con el ascenso de nuestra pros-peridad económica, al haber logrado precisamente eso.

El Índice de Desarrollo Humano nos sitúa dentro de los 38 países calificados con el “muy alto”

Hay relación causa-efecto del Rey Juan Carlos I con el ascenso de nuestra prosperidad económica

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60 la GaCETa Domingo, 21 de noviembre de 2010

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

La trastienda de la HistoriaPublicamos en estas páginas una serie de fotografías, muchas

de ellas inéditas, un excepcional

testimonio gráfico de algunos de los años más decisivos de la reciente historia de España. Imágenes

desconocidas de los Franco, de la afición

cinegética del anterior jefe de Estado, de sus

travesías en el ‘azor’ o de algunos de los

encuentros –siempre tensos– que mantuvo

con Don Juan de Borbón.

Reproducimos escenas íntimas de la

Familia Real en el exilio de Estoril y

ofrecemos a nuestros lectores la imagen de

la primera vez que, con ocho años, se vistió de soldado

Felipe de Borbón.

Franco se relaja en el mar

Francisco Franco era un apasionado del mar como buen gallego. En esta inédita fotografía, le vemos sentado en la cubierta de su yate, el ‘Azor’. Un barco de 46 metros de eslora y 40 toneladas de peso que fue testigo de múl-tiples episodios importantes, como la famosa entrevista que el anterior jefe de Estado mantuvo con el conde de Barcelona y por la que se decidió que el entonces Príncipe Juan Carlos viniera a formarse a España. Incluso los después Príncipes de España llegaron e navegar en él. Actualmente el yate en el que Franco pescaba ca-chalotes y atunes es hoy el reclamo de un hotel situado en Cogollos (Burgos), en el kilómetro 222 de la carretera Madrid-Irún. El dueño del complejo adquirió el yate el 17 de junio de 1992 en una subasta del Estado.

los condes de barcelona y sus hijos, en portugalLos Condes de Barcelona paseando con sus tres hijos, las Infantas Pilar y Margarita y el Príncipe Juan Carlos, por los jardines de su residencia en Estoril, Villa Giralda. El Con-de de Barcelona se exilió a Portugal para poder estar lo más cerca posible de España.

preparando la sucesiónLos Príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, mantuvieron una relación bastante fluida con la familia Franco. En esta imagen se puede ver a la Princesa Sofía con el matrimonio Franco y Mª Estela Martínez, la segunda mujer de Perón.

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una depurada formación militar

El Príncipe Juan Carlos recibe a pie de coche al jefe de Estado para presidir el desfile del Día de la Vic-toria. Desfile en el que tenían gran

relevancia las autoridades militares. Don Juan Carlos aquí no había sido

nombrado aún capitán general, aunque como Príncipe de España

tenía un importante papel en estas celebraciones. Su formación militar y su rango le permitían asistir a es-

tos actos en primerísima fila. Franco quería que Don Juan Carlos partici-para, en la medida de lo posible, de todos estos acontecimientos, tanto

militares como civiles.

las vacaciones, en familia

Los veranos eran el momento de reunir a la familia en Galicia y dar

imagen de unidad. Aquí, el matrimonio Franco

con su hija Carmen, su marido Cristóbal Martí-

nez Bordiú y varios de los nietos del anterior jefe de

Estado posan junto a la entonces Princesa Sofía

en la cubierta del yate ‘Azor’, escenario

de grandes pactos y resoluciones.

españa en el corazón

Juntos al timón

El Conde de Barcelona pasó 28 años de su vida en Portugal, país que eligió por su proxi-midad con España. En su residencia en Estoril, recibía a los monárquicos que se acercaban a visitarle e inten-taba trabajar por su país, incluso reuniéndose con Franco para tratar temas como la educación del Príncipe Juan Carlos. Hasta la proclamación de su hijo como Rey de España, no perdió nunca la es-peranza de volver y ser proclamado monarca.

Carmen Polo co-noció a Franco en Tarna (Asturias), poco después de que le trasladaran a la guarnición de Oviedo, en la prima-vera de 1917. Aunque la familia no veía con buenos ojos el noviazgo, la boda se celebró el 16 de oc-tubre de 1923, en la iglesia de San Juan el Real de Oviedo, tres meses después de que el ya teniente coronel en su mar-cha a Marruecos le prometiera casarse ese mismo año: “Salvo que muera en combate, volveré a por ti”. Desde entonces, nunca se separarían.

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

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62 la GaCETa Domingo, 21 de noviembre de 2010

Hace 35 años Tres días que cambiaron España

el golf de los últimos

años

En los últimos años de su vida, Francis-co Franco practicó

con asiduidad el golf. El general solía

frecuentar el club La Zapateira con el Príncipe de España

y otros importantes personajes de la

vida política y social de la España de la época. En ocasio-nes, se sumaba a aquellas plácidas jornadas deporti-

vas algún nieto del anterior jefe de Es-tado, como Francis

Franco, que aparece en esta fotografía.

fRaNCo Y doN JUaN NUNCa llegaRoN a eNteNdeRse

moNtaNdo a Caballo

Que Francisco Franco y el Conde de Barcelona no congeniaban era un secreto a voces. Pese a sus hostilidades, mantuvieron reiterados encuentros como el de la imagen, en el que Don Juan, cigarrillo en mano, evidencia su ‘respeto reverencial’ hacia el general.

A Francisco Franco también le gustaba montar a caballo. Mucho. Por eso no resultaba infre-cuente verle vestido de mayoral en el campo, con la pica en la mano, tal y como aparece en la imagen. También le encantaba asistir a las corridas de to-ros. La Feria de San Isidro en Madrid, entre otras, era cita obligada para él año tras año.

el iNfaNte doN Jaime, eN esPaña

UNa de las PasioNes del geNeRal: la CaZa

Tras el exilio, la primera visita de D. Jaime a España se produjo en 1956, aunque tuvo mucha más repercusión la del 72. La foto reúne a quienes habían sido ‘posibles’ sucesores de Franco por aquel entonces: Don Juan Carlos y Alfonso de Borbón.

La afición de Franco a la caza es de sobra conocida. Según algunos historiadores, el general dedicaba a la actividad cinegética más tiempo del que debía. Aunque despachara con los ministros en el campo. Era un buen tirador, cuentan.

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Funeral en el valle de los Caídos

la primera vez que don Felipe Fue soldado

La imagen corresponde a uno de los funerales celebrados por la memoria de José Antonio Primo de Rivera en la Basílica del Valle de los Caídos. A la derecha del Príncipe Don Juan Carlos, y ya en primer plano, el almirante Carrero Blanco y Antonio María de Oriol y Urquijo y Alberto Monreal Luque, entre otras autoridades.

El Príncipe de Asturias vistió por primera vez un uniforme militar –el del Regimiento Inmemorial, siguien-do la tradición de la Casa Real españo-la– el 28 de mayo de 1976. Tenía entonces ocho años. Casi una década después, el 2 de septiembre del 85, Don Felipe de Borbón ingresaba en la Aca-demia General Militar de Zaragoza, donde inició el primero de los tres cursos que dedicó a su formación castrense en cada uno de los tres ejércitos, Tierra, Mar y Aire. Esta semana el heredero ha incorporado a sus actividades oficiales las audiencias milita-res; un cometido que, hasta la fecha, ejercía exclusivamente el Rey. En la imagen, dos ayudantes visten a Don Felipe aquel 28 de mayo de 1976. Una fotografía nunca vista hasta la fecha.

una monarquía mÁs que asentadaEl 30 de enero de 1986, coincidiendo con su mayoría de edad, el Príncipe Felipejuró la Constitución. El heredero pronunció entonces su primera alocución oficial como sucesor de la Corona. Durante los 35 años de democracia, la Monarquía se ha consolidado como una institución creíble, respetable y con futuro.

De la agonía a la Monarquía Tres días que cambiaron España

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