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Por Mauro Armiño C uriosidades raras de la industria editorial, que parecen ser un punto más, en negativo, de la Marca España: esa industria su- be a las chozas y baja a los palacios sin de- masiado sentido común: atrevida hasta el exceso para la modernidad, deja a su espal- da lagunas mayores que el Mar Negro. No ayuda mucho la prensa, que jalea naderías y bobadas porque los periodistas se lanzan (nos lanzamos) de cabeza ante la novedad, el hallazgo o el descubrimiento, con inde- pendencia de su valor, con muchas alhara- cas y centrándonos en la mera información, no en su valoración. Pasamos por alto las buenas ediciones preparadas por Juan Ma- ría Marín de La busca, Aurora roja o Mala hierba (Cátedra) y prorrumpimos en aspa- vientos con la aparición de una novela iné- dita de Pío Baroja, Los caprichos de la suer- te (Espasa), cuyo lugar en la escritura baro- jiana sitúa perfectamente José Carlos Mainer en su prólogo. El Baroja de siempre, inacabado. Para los adeptos barojianos, como es mi caso, esta novedad es poco nueva: un refrito de situa- ciones de títulos como Los caprichos del des- tino, de El Hotel del Cisne, con personajes ya vistos en peripecias parecidas. Inconclu- sa y sin ajustar demasiado el sentido de la acción, Los caprichos escenifica un periodo del “alzamiento nacional”, de “revolución“ la califica el autor, con derrotados de quizá ningún bando o de los que no quisieron ban- derías que escapan de la zapatiesta que el generalito organizó. Enmarcada entre la fu- ga de España del personaje principal, el pe- riodista Elorrio, y su definitiva marcha al exi- lio argentino, Los caprichos se convierte en una acumulación de retratos de personajes raros, de sucedidos inusitados, contados a veces en dos párrafos, que deambulan por el París de un periodo trágico para Europa en el que ya se olfatea la amenaza que su- pone el nazismo. Reaparecen espacios de la experiencia personal de Baroja, que cono- cemos por sus memorias, Desde la última vuelta del camino, y, sobre todo, resurge el pesimista autor que contempla hechos y per- sonajes reales a la distancia, desde un pre- sunto anarquismo con el que pretendió po- nerse por encima del bien y del mal. El hilo conductor enmarca un menudeo de inci- dentes, lances o tipos curiosos que sabe ani- mar mediante su forma de relatar habitual, rápida, tan directa que en ocasiones deja in- completos los hechos –la referencia al ase- sino múltiple Jean-Baptiste Troppmann que allá por 1870 mató a toda una familia: seis hijos, además de los padres, a los que Baro- ja olvida–. La mujer más extraordinaria. Hace ya dos meses aparecía La literatura y su relación con la sociedad (Editorial Berenice) de Germai- ne Necker, Madame de Staël (1766-1817), “la mujer más extraordinaria que se ha vis- to nunca”, según Stendhal. Hija del banquero suizo Jacques Necker, tres veces ministro de Economía de Luis XVI, se crió en el salón fa- miliar, donde reinaba “como Jesús en medio de los doctores” (Lamartine), adquiriendo una cultura y una inteligencia que hizo de ella en uno de esos seres superiores “de los que quizá se encuentra uno por siglo”, para Benjamin Constant. Curioso que se edite por primer vez en español, traducido, bien ano- tado y prologado por un especialista en la escritora, Xavier Roca-Ferrer, quien en pri- mavera ya había publica- do en la misma editorial su biografía Madame de Staël, la baronesa de la libertad. Berenice contaba en su ca- tálogo con dos textos más de la escritora reunidos en un volumen: De la in- fluencia de las pasiones y Reflexiones sobre el suici- dio. Curioso también que, al menos en la prensa de “tirada nacional” no haya aparecido, o al menos yo no la he visto, referencia alguna a estos dos libros que demuestran que hay investigadores que traba- jan bien y editoriales que no siguen caminos trilla- dos. Curiosa también la de- fenestración editorial de la obra de Mme. de Staël, comparable a la que se ha realizado con otra gran es- critora del periodo: Geor- ges Sand, de la que, salvo su autobiografía, apenas se edita nada, y que de no ser DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / LIBROS 50 16–22 de noviembre de 2015. nº 1131 NOVEDADES DE RAROS: BAROJA, MADAME DE STAËL, D’ANNUNZIO Madame de Staël, de Vladimir Borovikovsky (1812).

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Por Mauro Armiño

C uriosidades raras de la industriaeditorial, que parecen ser unpunto más, en negativo, de laMarca España: esa industria su-

be a las chozas y baja a los palacios sin de-masiado sentido común: atrevida hasta elexceso para la modernidad, deja a su espal-da lagunas mayores que el Mar Negro. Noayuda mucho la prensa, que jalea naderíasy bobadas porque los periodistas se lanzan(nos lanzamos) de cabeza ante la novedad,el hallazgo o el descubrimiento, con inde-pendencia de su valor, con muchas alhara-cas y centrándonos en la mera información,no en su valoración. Pasamos por alto lasbuenas ediciones preparadas por Juan Ma-ría Marín de La busca, Aurora roja o Malahierba (Cátedra) y prorrumpimos en aspa-vientos con la aparición de una novela iné -dita de Pío Baroja, Los caprichos de la suer-te (Espasa), cuyo lugar en la escritura baro-jiana sitúa perfectamente José Carlos Maineren su prólogo.

El Baroja de siempre, inacabado. Para losadeptos barojianos, como es mi caso, estanovedad es poco nueva: un refrito de situa-ciones de títulos como Los caprichos del des-tino, de El Hotel del Cisne, con personajesya vistos en peripecias parecidas. Inconclu-sa y sin ajustar demasiado el sentido de laacción, Los caprichos escenifica un periododel “alzamiento nacional”, de “revolución“la califica el autor, con derrotados de quizáningún bando o de los que no quisieron ban-derías que escapan de la zapatiesta que elgeneralito organizó. Enmarcada entre la fu-ga de España del personaje principal, el pe-riodista Elorrio, y su definitiva marcha al exi-lio argentino, Los caprichos se convierte enuna acumulación de retratos de personajes

raros, de sucedidos inusitados, contados aveces en dos párrafos, que deambulan porel París de un periodo trágico para Europaen el que ya se olfatea la amenaza que su-pone el nazismo. Reaparecen espacios de laexperiencia personal de Baroja, que cono-cemos por sus memorias, Desde la últimavuelta del camino, y, sobre todo, resurge elpesimista autor que contempla hechos y per-sonajes reales a la distancia, desde un pre-sunto anarquismo con el que pretendió po-nerse por encima del bien y del mal. El hiloconductor enmarca un menudeo de inci-dentes, lances o tipos curiosos que sabe ani-

mar mediante su forma de relatar habitual,rápida, tan directa que en ocasiones deja in-completos los hechos –la referencia al ase-sino múltiple Jean-Baptiste Troppmann queallá por 1870 mató a toda una familia: seishijos, además de los padres, a los que Baro-ja olvida–.

La mujer más extraordinaria. Hace ya dosmeses aparecía La literatura y su relación conla sociedad (Editorial Berenice) de Germai-ne Necker, Madame de Staël (1766-1817),“la mujer más extraordinaria que se ha vis-to nunca”, según Stendhal. Hija del banquerosuizo Jacques Necker, tres veces ministro deEconomía de Luis XVI, se crió en el salón fa-miliar, donde reinaba “como Jesús en mediode los doctores” (Lamartine), adquiriendouna cultura y una inteligencia que hizo deella en uno de esos seres superiores “de losque quizá se encuentra uno por siglo”, paraBenjamin Constant. Curioso que se edite porprimer vez en español, traducido, bien ano-tado y prologado por un especialista en laescritora, Xavier Roca-Ferrer, quien en pri-

mavera ya había publica-do en la misma editorial subiografía Madame de Staël,la baronesa de la libertad.Berenice contaba en su ca-tálogo con dos textos másde la escritora reunidos enun volumen: De la in-fluencia de las pasiones yReflexiones sobre el suici-dio. Curioso también que,al menos en la prensa de“tirada nacional” no hayaaparecido, o al menos yono la he visto, referenciaalguna a estos dos librosque demuestran que hayinvestigadores que traba-jan bien y editoriales queno siguen caminos trilla-dos. Curiosa también la de-fenestración editorial de laobra de Mme. de Staël,comparable a la que se harealizado con otra gran es-critora del periodo: Geor-ges Sand, de la que, salvosu autobiografía, apenas seedita nada, y que de no ser

DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / LIBROS

50 16–22 de noviembre de 2015. nº 1131

NOVEDADES DE RAROS:BAROJA, MADAME DE STAËL, D’ANNUNZIO

Madame de Staël, de Vladimir Borovikovsky (1812).

por sus amores conMusset o su liaison,tan turística paraMallorca, con Cho-pin, nada se sabría.Ni las feministas lasreclaman como sím-bolos de lo que fueron:mujeres de carácter,dotadas de inteligenciay cultura.

Madame de Staël, mu-jer poderosa por sí mis-ma, defensora del libera-lismo –nada que ver, porejemplo, con el de ese ca-dáver político pero revolto-so de Esperanza Aguirre–, selas tuvo tiesas con Napole-ón; el primer cónsul y luegoemperador, para quien la mu-jer superior era, a pregunta dela baronesa, “la que ha teni-do más hijos”, podía hacer poco contra ellaporque su marido era el embajador de Sue-cia, y eso suponía valija diplomática. Parti-daria de la Revolución, que terminó asus-tándola y convirtiéndola en partidaria de unamonarquía constitucional, en su salón se ur-dían conspiraciones antinapoleónicas; suodio al emperador le fue devuelto por Na-poleón con creces: consiguió exiliarla a ori-llas del lago suizo Lemán, a sus tierras deCoppet, donde mantuvo una especie de cor-te a la que acudían desde Constant y Schle-gel, a Madame Récamier, el príncipe Augustode Prusia y buena parte de la sociedad cul-ta de Francia, Suiza y Alemania. Esa resi-dencia forzosa, y el temor a no estar a salvosiquiera en ella, la hicieron viajar, a Alema-nia sobre todo: allí olfateó el perfume de loque venía tras el siglo racionalista, el augedel individuo y la sentimentalité, término cu-ya introducción como neologismo le debela lengua francesa; es decir, adivinó el ad-venimiento del romanticismo que iba a do-minar durante casi medio siglo en Francia.De allí se trajo De l’Allemagne, ensayo queanaliza el carácter individual de la literatu-ra alemana, su tendencia a la metafísica, subúsqueda de la profundidad; lo imprimió en1810, pero la policía de Napoleón incautóla totalidad de ejemplares; en 1813, con eldestino del emperador ya cuesta abajo, po-

dría leerse en Francia estetexto que afirma la libertady los valores del espíritufrente a los materiales.

En La literatura y su re-lación con la sociedad,publicado en 1800,Germaine Necker haceun repaso de las dis-tintas épocas literariasdesde los griegos y vela posibilidad, tras lareciente RevoluciónFrancesa, de una so-ciedad nueva; la li-teratura ha de cola-borar en su cons-trucción desde ca-racterísticas pro-pias de cada país ,de cada clima, decostumbres pro-pias, de cada si-

tuación histórica; y tras la Revolución, la mo-ral republicana debe dar nacimiento a nue-vos géneros literarios y, dejando a un ladoel racionalismo del siglo anterior, cultivar yacrecentar el sentimiento: de ahí nacerá elmundo moderno, con unas letras que, de-pendiendo de la vida social, propicien undestino feliz para los pueblos.

Intensidad de unos amores. No leinteresaban mucho los pueblos aotro aristócrata, Gabriele D’An-nunzio, príncipe de Monte Ne-voso (1863-1938), famoso comopocos en la literatura europea dela Belle Époque y principios delsiglo XX. El tiempo ha castiga-do con dureza, quizá excesiva,su poesía, su novela, y apenashay representación de susobras en España: a principiosde año Alianza Editorial pu-blicaba El inocente (que Vis-conti llevó al cine), editadaen 1892, cuando en el ita-liano aún había rasgos na-turalistas; y hace cuatro ocinco años se editaba Eltriunfo de la muerte (edi-torial Alfabia). Será estavoluptuosidad la que mar-

que toda la obra, poética y narrativa de unpoeta que durante toda su vida fue un pre-dador, como lo califica su biógrafa Lucy Hu-gues-Hallet en El gran depredador: Gabrie-le D’Annunzio. Emblema de una época(Ariel, 2014). Curioso también: como en otroscasos, apenas hay obra del autor, pero sí subiografía. Desde luego, no tiene desperdiciola vida de este profeta de la virilidad, que secreyó encarnación del hombre dionisiaconietzscheano y un superhombre artista; au-gur del nacionalismo, se afilió a la extremaderecha, se enganchó en el ejército, bom-bardeó, como copiloto, Pola y Viena duran-te la Primera Guerra Mundial, etc. Dema-siados episodios los de este fascista para unartículo. Y una de las andanzas que dejó hue-lla literaria fue su relación con Bárbara Leo-ni de 1887 a 1891 (la Ippolita de El triunfode la muerte). Aparecen ahora por primeravez sus cartas: No dejaré nunca de escribir-te, en la Editorial Fórcola que ya había edi-tado Crónicas literarias y autorretrato, y Cró-nicas romanas, títulos al cuidado, excelen-te, de Amelia Pérez de Villar, traductora tam-bién de la citada biografía. Historia de unapasión sensual de dos adúlteros arrebatadospor el amor y la necesidad voluptuosa, mez-clan en casi mil cien cartas carantoñas y de-lirios sin esconder nada de los recovecos delamor físico, expuesto hasta alcanzar lo por-nográfico: ”¿Te acuerdas de cuando yo te

olisqueaba” puede ser un ejem-plo, no elmás atrevido,de esta pasiónde cuatro añosque mezcla laconcupiscencialasciva con elmisticismo epi-cúreo propio dela literatura de esefin de siècle. D’An-nunzio ya era co-nocido, pero esosaños suponen suconsolidación artís-tica; y en estas cartasse rastrea fácilmenteesa evolución, esa as-censión, y también elfuerte egotismo que seapodera del autor. l

nº 1131. 16–22 de noviembre de 2015 51

Aparecen porprimera vez las cartas de D’Annunzio.

Xavier Roca-Ferrer esel responsable de esta cuidada edición.