De La Secularización Política Al Estado Social de Derecho

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Una visión global del pensamiento político.

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EPILOGO

EPILOGODe la secularizacin poltica al Estado Social de Derecho

Aunque en este trabajo titulado El Estado Social de Derecho versus la Violencia David Melgoza expone de manera sistemtica los fundamentos tericos del Estado moderno y su evolucin, sabemos que su inters fundamental se orienta a las circunstancias en que se desenvuelve el Estado Mexicano en la actualidad, y de manera especial a los retos que representan la desigualdad social y la pobreza, formas de violencia estructural, que se manifiestan de diversas maneras (miseria de una ancha franja de la poblacin, economa informal, narcotrfico, crimen organizado, etc.) y que vulneran el monopolio de la violencia legtima, prerrogativa exclusiva y razn de ser del Estado, en los trminos de Max Weber.

Los orgenes del Estado moderno se localizan histricamente en los siglos XV y XVI, al concluir la transicin de la Edad Media al Renacimiento, poca en que junto con una nueva concepcin del mundo y del hombre, se pona en entredicho el carcter monoltico de la Iglesia y el poder temporal del papado frente a los prncipes que reclamaban su derecho divino a gobernar, pero separando su poder sobre los hombres, del poder de la Iglesia sobre las almas. El Humanismo como filosofa y la Reforma como ruptura del poder eclesistico son, por ello procesos histricos sin los cuales difcilmente puede entenderse el desarrollo del Estado moderno.

La sociedad feudal, caracterizada por una gran fragmentacin poltica, una economa fundamentalmente agrcola y de autoconsumo, y una vida cultural e intelectual dominada frreamente por los preceptos religiosos del cristianismo y las tesis de San Agustn de Hipona y de Santo Toms de Aquino que pregonaban el predominio de la Iglesia sobre el poder de los prncipes a los que, decan, Dios les haba dado la espada para estar al servicio del sacerdote en la defensa de la verdadera religin.

La ruptura del pensamiento monoltico de la Iglesia coincidi con el ocaso de la Edad Media, cuando el estancamiento econmico, la miseria y la peste negra asolaron el centro de Europa, contrastando con el lujo y fastuosidad de la Iglesia. Surgieron entonces diferentes intentos por acercarse a Dios en forma directa, sin la intermediacin del clero, movimientos que por su naturaleza crtica y revolucionaria fueron severamente reprimidos por la alta jerarqua catlica, que los conden como herejas y excomulg a sus practicantes, pese a que muchos de ellos, como los impulsores de las llamadas herejas eclesisticas, provinieron del seno de la propia Iglesia; sin embargo, el germen de lo que despus se convertira en un imparable movimiento de Reforma ya estaba sembrado.

El Renacimiento fue la resultante de tres hechos concurrentes en tan solo cincuenta aos: la invencin de la imprenta por Guttemberg (1436), la toma de Constantinopla por el ejrcito turco al mando de Mahomet II (1453) y el descubrimiento de Amrica por Cristbal Coln (1492). Ello dio lugar a la difusin y popularizacin del pensamiento que hasta entonces estaba reservado a unos cuantos y guardado celosamente en los conventos y monasterios; a la corriente migratoria de intelectuales, artistas y cientficos que se vieron obligados a huir de la dominacin otomana hacia occidente, y a la evidencia de que el mundo era ms grande, diversificado y complejo de lo imaginado, lo que trajo como corolario la destruccin de muchos de los dogmas sostenidos hasta entonces como verdades absolutas por la Iglesia.

Las consecuencias inmediatas de esos acontecimientos fueron econmicas, sociales, polticas, culturales y religiosas: fortalecieron la imagen del Estado (poder temporal de los prncipes) frente a una Iglesia en creciente descrdito, impulsaron la curiosidad del espritu cientfico tan brutalmente reprimido durante la Edad Media, y llevaron a la sustitucin de las explicaciones teolgicas por el conocimiento experimental y la observacin; en una palabra, abrieron el horizonte a la razn.

En ese contexto histrico, y apenas tres semanas despus de que el monje Jernimo Savonarola (quien haba establecido una dictadura religiosa de extremo fanatismo en Florencia) fuera quemado en la Plaza de la Seora, fue que Maquiavelo ocup uno de los despachos del Palazzo como secretario de la segunda Cancillera de la Repblica, cuando el tufo de la carne chamuscada an se perciba en el ambiente.

Maquiavelo, ferviente partidario y admirador de la Repblica Romana, no pudo resistir la tentacin de pugnar por el poder absoluto del prncipe, pues no vea otro remedio frente a la fragmentacin poltica de su amada patria. Solo as puede comprenderse la dualidad implcita en las dos obras del florentino escritas en la segunda decena del siglo XVI: El Prncipe y los Discursos sobre la Primera Dcada de Tito Livio. Es por ello que, como afirma Melgoza, Maquiavelo fue partidario de un Estado nacional centralizado que permitiera resolver la falta de unidad poltica italiana, por la dispersin implcita en los mltiples seoros y entidades, herencia del rgimen feudal.

La Reforma, con el antecedente de las herejas medievales, tuvo su origen en el pensamiento de Juan Wyclif y Juan Huss, profesor en Oxford el primero, y rector de la Universidad de Praga el segundo. Ambos sostuvieron que las Escrituras eran la nica fuente de autoridad en lo tocante a la Fe, y que cualquier hombre poda comunicarse por s mismo con Dios y abrevar conocimientos de la Biblia sin intermediarios; afirmaron, tambin la igualdad original de todos los hombres y el origen divino del poder real.

Martn Lutero y ms tarde Ulrico Zwinglio, sostenan que la comunidad tena el derecho a gobernarse a s misma, tanto en su vida religiosa como en su existencia civil, por lo que Estado e Iglesia formaban un sistema nico, bajo la direccin de los rganos polticos. Juan Calvino, por su parte, coincidi con ese planteamiento enfatizando que los cristianos estaban obligados a la obediencia del poder civil, cuyo origen era divino.

La reaccin contra la Reforma fue promovida por la Compaa de Jess, fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 y se impusieron a la grey catlica en el Concilio de Trento. Las tesis del pensamiento jesuita, baluarte de la Contrarreforma, fueron expuestas brillantemente por Juan de Mariana y Francisco Surez, que plantearon la limitacin del poder del rey y la legitimidad del tiranicidio, pues como deca Mariana:

A los reyes se les ha de sufrir lo ms posible, pero no ya cuando transforman la Repblica, se apoderan de las riquezas de todos, menosprecian las leyes y la religin del reino, y tengan por virtud la soberbia, la audacia, la impiedad, la conculcacin sistemtica de lo ms santo. Entonces es ya preciso pensar en la manera como podra destronrseles, a fin de que no se agraven los males ni se vengue una maldad con otra.

Francisco Surez, por otra parte, consideraba que el Derecho Natural era inmutable y eterno, puesto que era la ley de Dios grabada en el alma humana. De ah derivaba una diferencia con el Derecho de Gentes que es el que formula los preceptos de convivencia y utilidad derivados de la experiencia humana, y conclua sosteniendo que los hombres son libres por naturaleza y el poder poltico reside en el pueblo, quien lo transfiere al monarca mediante un contrato; de donde resulta que el tiranicidio es vlido contra el rey que no cumpla lo pactado, que es la bsqueda del bien comn.

La destruccin del rgimen feudal y el desarrollo del absolutismo monrquico, as como su independizacin frente al poder temporal del Papa y de la Iglesia dieron lugar al surgimiento del Estado moderno. Al respecto, Rubn Salazar Malln afirma: el Estado nacional fue producto del descontento popular, de la rebelda de los poderosos contra la Iglesia y de las necesidades del naciente capitalismo, fenmenos todos que se precisaron y robustecieron con la Reforma.

En Espaa, el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragn unific un poder soberano que permiti la reconquista del territorio peninsular y la expulsin de moros y judos. El absolutismo de la Corona espaola se fortaleci con el descubrimiento de Amrica y la conquista de los territorios descubiertos. Fue as como, en torno a Isabel y Fernando, se cre un poder soberano (y absoluto), dentro de un territorio unificado, que se ejerci sobre una comunidad especfica. Surgi as el Estado moderno con sus tres componentes fundamentales: pueblo, territorio y soberana.

En Inglaterra el Estado nacional se consolid bajo el poder absoluto de Enrique VIII e Isabel I, creando su propia Iglesia (Anglicana), pero manteniendo lneas de comunicacin con la nobleza y el pueblo a travs del Parlamento. Empero, el ejemplo ms acabado del poder real, absoluto y centralizado se desarroll en Francia, donde Luis XV declaraba sin modestia alguna: el Estado soy Yo.

La clebre afirmacin de que el hombre es egosta, individualista y est repleto de apetitos, que lo lleva a ser su propio enemigo en una lucha de todos contra todos (el hombre es el lobo del hombre) es el punto de partida de Thomas Hobbes, el primero de los grandes filsofos modernos que intent relacionar la teora poltica con un sistema de pensamiento racional que explicara, con base en conocimientos cientficos, los hechos naturales, incluyendo los aspectos sociales e individuales de la conducta humana. Por eso, con acierto David Melgoza cuando se refiere a Hobbes lo define como la defensa racional del absolutismo.

Hobbes no se propuso analizar la naturaleza del Estado, sino lo que ste est obligado a ser para controlar con xito los apetitos irrefrenables que impulsan la conducta humana. El Leviathn es esa criatura artificial ms grande y ms robusta que cualquier hombre al que se le han cedido, en virtud de un pacto necesario para evitar su propia destruccin, todos los derechos naturales: el poder total, pleno, soberano. Por eso la primera y ms importante e indeclinable funcin del Estado es la seguridad de los sbditos. De hecho, cuando el soberano no pueda asegurar la proteccin y seguridad de sus sbditos, stos quedan relevados de sus obligaciones con el monarca y del pacto original mediante el cual crearon y cedieron sus poderes a favor del Estado.

La disputa por la titularidad de la soberana, entendida como el poder absoluto no sometido a las leyes (Juan Bodino), fue la preocupacin fundamental de los pensadores que desarrollaron la ilustracin y el enciclopedismo. Para ese momento ya estaba resuelta la secularizacin del Estado, lo que segua era la disputa por definir dnde resida el poder soberano.

Locke, Montesquieu y Rousseau fueron los autores ms prominentes del pensamiento liberal que argumentaron los derechos del pueblo sobre la soberana, la defensa de la libertad del individuo frente al Estado y la sacralizacin de la ley como producto de la voluntad soberana del pueblo. As, el Estado moderno adopt los principios del liberalismo y se convirti en Estado Liberal; la Revolucin Francesa fue el parto del que naci esa nueva criatura. Si Rousseau puede ser considerado con razn el padre intelectual de la gesta revolucionaria de 1789 y del Estado Liberal, Locke y Montesquieu con su teora de dividir el poder para garantizar la libertad, son sus abuelos.

En su anlisis, Melgoza subraya tambin la importancia de Jos Sieys. ste fue el gran diseador del nuevo rgimen surgido de la Revolucin Francesa, conjugando los principios de la democracia y la representacin poltica. Los tres folletos elaborados por el abate entre noviembre de 1788 y enero de 1789, plantearon, en conjunto, todo un programa para la revolucin, con el objeto de transitar de una monarqua absoluta a un rgimen democrtico, indicando, adems, el modo en que el pueblo deba organizarse en la nueva nacin. De los tres folletos, el ms conocido es el tercero, titulado Qu es el Tercer Estado?, pero igualmente importantes son los dos primeros: Puntos de vista sobre los medios de ejecucin de que podrn disponer los representantes en Francia en 1789 y su magnfico Ensayo sobre los privilegios.

En Puntos de vista Sieys planteaba la necesidad de un cambio total mediante una revolucin que promulgara una nueva constitucin y analizaba los elementos que deba contener ese nuevo pacto fundamental; el Ensayo fue un ataque devastador sobre la existencia de los dos rdenes privilegiados, la nobleza y el clero, privilegios que por su naturaleza eran injustos y deban desaparecer puesto que se oponan al principio de igualdad de todos los individuos frente a la ley. En Qu es el Tercer Estado? defini al pueblo como el agente revolucionario y seal el programa que deba seguirse para establecer un nuevo ordenamiento constitucional.

Su influencia en la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano adoptada por la Asamblea Nacional el 26 de agosto de 1789 y en la Constitucin Francesa fue definitiva. As lo reconoce Melgoza en este libro, adems de apuntar que Sieys logr conjugar dos principios opuestos, uno representado por Rousseau, la soberana popular: indivisible, inalienable e imprescriptible, con el de Montesquieu: la divisin de poderes y as justifica tambin la unidad del poder.

El razonamiento de Sieys puede sintetizarse en los siguientes trminos:

1 Si desde el punto de vista de su ejercicio, la soberana se encuentra dividida y repartida entre los diversos rganos de gobierno constituidos, su unidad indivisible se conserva en la nacin que es la nica fuente constituyente capaz de crear los poderes pblicos.

2 Al conservar el poder constituyente, la nacin no puede quedar ligada por la Constitucin.

3 Las autoridades constituidas (los poderes pblicos) estn sometidas a la Constitucin, pero no la nacin soberana que siempre tendr la facultad de cambiarla.

4 El poder constituyente es un poder de decisin, creador, originario y sin lmites jurdicos, en tanto que los poderes constituidos son de ejecucin, derivados, secundarios y limitados por la Constitucin.

5 Hay que distinguir entre el poder constituyente y el poder reformador de la Constitucin. El constituyente es un poder inicial y creador que est por encima del Derecho Positivo; el poder reformador presupone la existencia de una Constitucin, por lo que es un poder secundario y creado, y por lo tanto est sometido a su creador y a la Constitucin. En circunstancias extraordinarias el poder reformador puede convertirse en constituyente y ser creador, reformando, suprimiendo o creando nuevos ordenamientos y poderes estatales.

6 Hay, en consecuencia, una distincin entre la norma constitucional y la norma ordinaria.

7 Aunque el pueblo es el titular de la soberana y la conserva en todo momento, est limitado a escoger representantes y delegar en ellos el ejercicio de sus poderes reales, es decir, tiene un poder comitente. Como deca el propio Sieys, los poderes ilimitados son un gran monstruo poltico y un gran error de parte del pueblo francs. Ni l mismo [el pueblo] tiene esos poderes, esos derechos ilimitados, que sus aduladores le han atribuido.

Cuando los precursores del socialismo moderno (Graco Babeuf, Saint-Simn, Fourier, Owen, Louis Blac, Proudhon, etc.) formulaban la necesidad de que el Estado asumiera una serie de compromisos para ordenar las relaciones de produccin, y Marx y Engels publicaban el Manifiesto del Partido Comunista sosteniendo la tesis del socialismo cientfico contra las del socialismo utpico, Tocqueville adverta con gran agudeza los riesgos fundamentales de la democracia, esa revolucin imparable que vea desarrollarse por doquier: la dictadura de la mayora y el individualismo extremo y aislante.

Entretanto, la historia y el desarrollo del Estado, seguan su marcha. Despus de la discusin sobre la estrategia que deba seguir el movimiento obrero para lograr la transformacin histrica de la sociedad al socialismo durante la Segunda Internacional, dominada por las figuras prominentes de la socialdemocracia alemana: Bernstein, Kautsky y Rosa Luxemburgo, Lenin desarroll las ideas de Federico Engels contenidas en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, al exponer su tesis de que el Estado es el aparato opresor al servicio de la burguesa para la dominacin y explotacin del proletariado, y que deba ser empleado como un instrumento para llegar a la sociedad sin clases haciendo que una vanguardia revolucionaria y decidida asumiera la representacin de las clases oprimidas y conquistara, mediante la violencia, el poder del Estado, instaurando la dictadura del proletariado.

As, el desarrollo histrico de la humanidad haba transitado del feudalismo al Estado Absoluto, y de ah al Estado Liberal y al Estado Revolucionario Socialista, representado por la dictadura del proletariado, cuya misin sera abolir la sociedad clasista y su consecuencia, la disolucin del Estado mismo.

La respuesta a la violencia revolucionaria dio lugar al surgimiento de la violencia fascista. El fascismo y el nacional socialismo, integraron una mezcla de nacionalismo, militarismo, autoritarismo, racismo y expansin colonial que forjaron el Estado Totalitario, presentando con ello una alternativa frente liberalismo y al socialismo, reviviendo y adaptando algunas de las ideas en que descans el antiguo absolutismo. La idolatra por el Estado, el Partido y el Lder (Duce, Frer o Generalsimo, sin importar el ttulo), confundindolos en una sola entidad, fue el sustento del principio rector del fascismo: Todo para el Estado. Nada fuera del Estado.

La primera mitad del siglo XX fue, por eso, la lucha por el predominio de tres modelos de Estado, el liberal, el comunista y el fascista, que con la derrota militar e ideolgica de este ltimo, la lucha se centr en los dos primeros en la segunda mitad de la centuria.

Son esos tambin los aos en que, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se derrumbaba el rgimen colonial y emergan nuevas naciones en frica y Asia (las colonias americanas se haban independizado en el siglo XIX), y el mundo se transformaba rpidamente en su fisonoma poltica; con la consecuencia de que comenzaron a abandonarse los dogmas liberales y socialistas extremos, y a surgir nuevas y diversas opciones. Tanto en los pases desarrollados de occidente, como en los del mundo socialista y en los emergentes (que los economistas franceses llamaron del Tercer Mundo), se desarrollaron nuevas formas de gobierno, dando lugar a regmenes ubicados en un lugar intermedio entre los clsicos modelos de presidencialismo y parlamentarismo. Al mismo tiempo, el crecimiento de las nuevas expectativas fue abriendo espacios que ampliaron la participacin poltica y el ejercicio de las libertades, creando nuevas necesidades y la exigencia de un mayor bienestar para la sociedad.

El mundo de la posguerra se caracteriz por la creacin de instituciones que intentaron organizar la convivencia entre las naciones y dar cierto orden a las relaciones econmicas y a la cooperacin internacional: la Organizacin de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstruccin y Fomento, adems de organismos internacionales especializados en diferentes materias como educacin, salud, trabajo, etc.; pero todo ello dentro de los lmites fijados en la Conferencia de Yalta, acuerdo alcanzado por los lderes de los tres pases triunfadores para repartirse el mundo en reas de influencia y dominacin: Franklin Delano Roosvelt (Estados Unidos), Jos Stalin (Unin Sovitica) y Winston Churchill (Gran Bretaa).

La convivencia de los modelos liberal y socialista durante la guerra fra, las acciones propagandsticas de uno y otro bando y el desarrollo de los medios masivos de comunicacin fueron enlazando los principios de libertad, democracia y responsabilidad social, para dar lugar, al Estado Benefactor y a un incipiente Estado Social de Derecho; pues como afirma David Melgoza, en esta nocin convergen lo social en cuanto a los derechos de los trabajadores, lo liberal y la democracia en cuanto a la extensin de los derechos polticos, sufragio universal y parlamentarismo.

Las dos ltimas dcadas del siglo pasado fueron testigos de un nuevo y vertiginoso cambio en la fisonoma poltica mundial: el derrumbe del socialismo, la fragmentacin de la Unin Sovitica, el desarrollo de mecanismos de mercado en China, la unificacin de los pases europeos, pero sobre todo, la adopcin acrtica e indiscriminada de la utopa neoliberal.

Por lo menos en Amrica Latina, el neoliberalismo prometi reducir la pobreza y la psima distribucin de los beneficios del crecimiento econmico si se abran las fronteras y se estabilizaban los precios y los salarios, y se mejoraban las cuentas pblicas.

La utopa neoliberal, en sntesis, dice David Ibarra, exalta las virtudes abstractas de los mercados, de los premios a los ms aptos, de la competitividad, de la eficiencia y de las ganancias, de los derechos de propiedad, de la libertad de contratacin. Critica, en cambio, la intervencin estatal y la propia poltica, calificndolas de perniciosas e ineficientes. As se articulan las tesis y se prepara el salto a la idea de que los mercados constituyen el meollo de un sistema social ptimo, automtico, garante del bienestar y la prosperidad. Si a eso se aade el ingrediente de elecciones limpias, se tiene una combinacin ideal de mercados librrimos y democracia acotada a lo electoral, como canales de expresin y concrecin de los valores supremos de las sociedades posmodernas. No importa que los procesos electorales, ms que para confrontar programas y pasar el poder a las mejores manos, sirvan para legitimar a quienes hacen la mejor representacin de una realidad frecuentemente imaginada, inexistente, por medio de los medios masivos de comunicacin.

Las consecuencias ms evidentes de la aplicacin del modelo neoliberal y de la globalizacin fueron econmicas y polticas, en el caso de Mxico pueden apuntarse, por ejemplo, las siguientes: en lo econmico, se suprimieron las barreras arancelarias y el proteccionismo del mercado interno, se abandon la poltica de fomento a la industrializacin y se elimin el intervencionismo estatal en la produccin y distribucin de bienes y servicios, se privatizaron muchas de las empresas pblicas bajo el argumento de quitarle grasa al Estado, se abri la economa al mercado internacional sin que las empresas privadas mexicanas estuvieran preparadas para la competencia con otras economas ms eficientes; en lo poltico, se abandon el discurso de la Revolucin Mexicana y el nacionalismo, se diluy la identidad nacional, se vulner la soberana de la nacin, se sustituy el autoritarismo presidencial, el corporativismo y el rgimen de partido hegemnico por un rgimen de divisin de poderes, con gobiernos divididos y yuxtapuestos, un sistema de partidos competitivo y un rgimen electoral ms transparente y equitativo que sin embargo, tiene dficits en la gobernabilidad y en la plena rendicin de cuentas.

Esos cambios alteraron profundamente al sistema social haciendo ms inequitativa la distribucin del ingreso y ampliando la brecha entre los que tienen de sobra y los que nada tienen, reduciendo las oportunidades de la mayora de los mexicanos, transformando los valores tradicionales (y nacionales), modificando muchos de los intereses en juego y algunas de las instituciones, la composicin de los grupos que detentan el poder econmico y poltico, y amplificando enormemente el que ejercen los medios masivos de comunicacin, que de medios se han convertido en actores polticos.

Los saldos sociales, econmicos y polticos que deja la utopa liberal no pueden soslayarse: millones de personas que viven en la eufemsticamente llamada pobreza extrema, crisis financiera y econmica, y en lo poltico, la democracia, al desterrar el autoritarismo latinoamericano, no lleg con la bandera de la igualdad, sino que marc el triunfo de las elites nacionales excluyentes, aliadas a empresas y grupos forneos. De ah que la asociacin entre el neoliberalismo y los valores de la democracia se muestra, por tanto, como una relacin frgil, frecuentemente encontrada. Los desequilibrios entre la reforma econmica y la poltica dan origen a una transicin inacabable en la que siempre quedan cabos sueltos, fuente de renovado descontento social

En conclusin, globalmente hablando, muchos son los problemas que plantean las demandas de una poblacin mundial cercana a los ocho mil millones de seres humanos, y muchos son los retos de una economa internacional que no solo no produce los bienes y servicios requeridos, sino que adems los distribuye de manera terriblemente inequitativa. A esos grandes retos de los regmenes polticos modernos se suman los de las intolerancias y fanatismos de todo tipo. El nuevo Estado social de derecho debe dar respuestas y soluciones a las expectativas de la poblacin, a nivel mundial y a nivel nacional, de vivir en paz y tener lo necesario para vivir.

En conclusin, un nuevo y verdadero Estado Social de Derecho debe garantizar, y todo ello se manera simultnea, un crecimiento econmico suficiente, sostenido y sustentable ecolgicamente, establecer mecanismos que distribuyan la riqueza de manera ms equitativa, que permitan combatir la pobreza y la marginacin con eficacia; debe, tambin, mejorar la calidad de la democracia y de la rendicin de cuentas, del combate a la corrupcin y a la impunidad; por ltimo, debe ser capaz de garantizar la seguridad de los ciudadanos y, al mismo tiempo, de las libertades polticas

El anlisis de la posibilidad de desarrollar esa nueva forma de organizacin poltica es lo que el lector encontrar en este libro, pues, como dice Melgoza: Un Estado de Derecho debe combatir la corrupcin, la impunidad y rescatar el principio de la igualdad ante la ley, [que] son imperativos indispensables para vivir dentro del derecho. Rescatar la confianza, hacer posible un ambiente de seguridad para que el individuo pueda vivir sin temor por su integridad fsica y econmica, pero al mismo tiempo tiene que optar entre un conjunto de alternativas para ser un Estado Social, adems de un Estado de Derecho, entre otras el autor en su Sntesis y Perpectivas, a manera de conclusin propone:Un sistema econmico Internacional que equilibre el bienestar de los pases en desarrollo con los que estn en vas de desarrollo. Pero tambin, al interior de estos pases, es necesario, disminuir la desigualdad. La globalizacin debe democratizarse con un sentido social.

Un Estado social de derecho que propicie un proyecto viable de desarrollo, considere a la educacin factor fundamental, invirtiendo en ciencia y tecnologa.

Ante la crisis alimentaria replantear la poltica agropecuaria nacional, cuidar el abasto de las familias mexicanas a precios accesibles, acabar con las prcticas especulativas de las grandes empresas y canalizar el suficiente subsidio a los principales alimentos, con acciones que permitan una poltica integral, estableciendo las bases para un desarrollo agropecuario y con sentido social.La poltica econmica debe fortalecer su influencia en el sistema financiero, preservar el empleo y proteger a la clase trabajadora, son la mayora, garantiza estabilidad social y responde a la naturaleza del Estado. El inters generalDel trabajo de David Melgoza se deducen como tesis centrales: las polticas econmicas basadas en el fundamentalismo de mercado han generado ms desigualdad. Debilitando al Estado. Hay que fortalecerlo dandole un sentido social, para prevenir la violencia socialMxico debe ver en la experiencia universal, hay pases en vas de desarrollo que han tenido xito, pero cuentan con polticas comunes que se adaptan a su propia realidad. Ya que las polticas identificadas con el Consenso de Washington, la desregulacin y la rpida liberacin y privatizacin no han permitido un equilibrio del Estado y el mercado.

Se requiere un Estado que regule los abusos del mercado libre, pero tambin, una libertad que evite un Estado totalitario. Una poltica fiscal que no dependa de los ingresos del petrleo, que sea equitativa y suficiente para desarrollar la industria energtica, sentando las bases para fortalecer la economa nacional, que facilite una mayor y justa recaudacin, termine con privilegios, genere lo necesario para satisfacer las demandas nacionales, que se convierta en detonador de inversin productiva y se d una distribucin de la riqueza.

De David Melgoza Mora puedo destacar, su afan por lo social, disminuir las desigualdades, pero tambin su credo por la Libertad. Hacer realidad un modelo de Estado donde convergan la Libertad. La Igualdad y la Justicia; mediante acuerdos que permitan generar un Derecho que todos respetemos por conviccin, logrando as paz duradera.Francisco Casanova lvarez.Eplogo | 11

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Sobre este particular, vase el libro de Carmen Cano y Mara Teresa Cisneros: La dinmica de la Violencia en Mxico, Mxico. UNAM- ENEP Acatln. 1980.

Max Weber defina al Estado como la comunidad humana que requiere, con xito, el monopolio de la violencia legtima dentro de un territorio determinado, con el objeto de preservar el orden interno y la paz exterior. Max Weber. El poltico y el cientfico. Madrid, Alianza Editorial, 2001.

Las ediciones de ambas obras, principalmente de El Prncipe, son mltiples en todos los idiomas. Sin embargo, la Introduccin a los Discursos sobre la Primera Dcada de Tito Livio, de Ana Martnez Arancn, en la edicin espaola de Alianza Editorial (Madrid, 1987) es particularmente ilustrativa de las ventajas que Maquiavelo atribua a las repblicas sobre los principados.

Juan P. de Mariana. Del Rey y las instituciones reales, citado por: Rubn Salazar Malln. Desarrollo Histrico del Pensamiento Poltico. Mxico, UNAM-FCPyS, 1970; Vol. 1, p. 138-139.

Op. Cit., Vol. 1, p.145.

Thomas Hobbes. Leviathan. Madrid, Ed. Sarpe, 1984, 2 Vols.

Los tres ensayos aparecen publicados en la magnfica compilacin que hizo David Pantoja Morn bajo el ttulo de Escritos Polticos de Sieys. Mxico, FCE, 1993; p. 63-176.

David Pantoja Morn. Estudio Preliminar a los Escritos Polticos de Sieys, Op. Cit., p. 39.

De especial relevancia son, a este respecto, las reflexiones contenidas en el segundo libro De la Democracia en Amrica, de Alexis de Tocqueville, particularmente los ltimos ocho captulos (Madrid, Ed. Sarpe, 1984; 2 Vols,)

Vladimir Ilych Lenin. El Estado y la Revolucin. Mxico, Ed. Quinto Sol, 1999.

Vase: Ernst Nolte. El Facismo, de Mussolini a Hitler. Barcelona, Luis de Caralt, Editor, 1970.

Cabe hacer la observacin de que el llamado Estado benefactor se desarroll lo mismo en regmenes democrticos que en dictaduras militares y regmenes autoritarios; su crisis, en la dcada de los aos ochentas del siglo XX estuvo asociada al derrumbe del socialismo y al surgimiento del neoliberalismo.

David Ibarra ha escrito recientemente uno de los textos ms lcidos y reveladores de la naturaleza y consecuencias del neoliberalismo. El neoliberalismo en Amrica Latina; en: Revista Configuraciones, Num. 28, julio-septiembre de 2008. Mxico, Instituto de Estudios para la Transicin Democrtica (IETD), p. 48-55.

David Ibarra. Op. Cit., p. 49.

Ibidem, p. 52.