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Aplicación del principio del interés superiordel niño en lo relativo a los procesosde �liación
Carlos Emilio López Hurtado
Cuadernos de Investigación JurídicaVolumen I
APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DEL INTERÉS SUPERIOR DELNIÑO EN LO RELATIVO A LOS PROCESOS DE FILIACIÓN
Carlos Emilio López Hurtado
Managua, Nicaragua/ 2013
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. I No. 7 / 2013
Enero-Marzo 2013
APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DEL INTERÉS SUPERIOR DELNIÑO EN LO RELATIVO A LOS PROCESOS DE FILIACIÓN
Carlos Emilio López Hurtado1
Resumen: La garantía del derecho a la identidad tiene profundas repercusiones en el
ordenamiento jurídico, entre ellas, el establecimiento de mecanismos expeditos para la
investigación de la paternidad, que faculta a las autoridades a orientar con carácter
obligatorio la realización de prueba de ADN al presunto padre a fin de determinar la filiación.
Ahora bien, la realización de la prueba genética al presunto padre para determinar la
filiación puede suponer un roce con su derecho a la intimidad. Este conflicto entre el
derecho del niño y la niña a conocer a sus madres y padres y el derecho del presunto padre
a la intimidad, se plantea dos principales posturas: i. La prueba de ADN obligatoria vulnera
el derecho a la intimidad del presunto padre y la realización de la prueba de ADN al
presunto padre es cónsona con el principio del interés superior del niño, pues opera en
función de garantizar el derecho del niño y la niña a la identidad. La investigación analizará
las repercusiones constitucionales que resultan de la aplicación del principio del interés
superior del niño, en relación a la obligatoria prueba de ADN a la que debe someterse el
presunto padre en los procesos estatuidos por la Ley de Responsabilidad Paterna y
Materna para la determinación de la filiación.
Palabras clave: Filiación, principio del interés superior del niño, derecho a la identidad,
derecho a la intimidad, ley.
Abstract: The guarantee of the right to identity has profound implications for the legal
system, including the establishment of mechanisms for the expeditious investigation of
paternity, which empowers the authorities to guide the conduct mandatory DNA testing the
alleged father order to determine parentage. However, the realization of genetic testing the
alleged father to determine parentage may be a brush with your right to privacy. This conflict
between the right of the child and the child to know his parents and the alleged father's right
to privacy, it raises two main positions: i. Mandatory DNA testing violates the right to privacy
of the alleged father and performing DNA testing the alleged father is in harmony with the
best interests of the child, because it operates in order to guarantee the right of children and
girls to identity. The research will examine the constitutional implications resulting from the
application of the principle of the best interests of the child in relation to compulsory DNA
testing must be subjected to the alleged father in the processes established by the Law on
Maternal and Paternal Responsibility for determining of sonship.
Keywords: Affiliation, overriding interest of the child, the right to identity, privacy, law.
1 El presente trabajo es producto de la labor investigadora realizada durante el Período de
investigación del Programa de Doctorado “Cuestiones actuales del Derecho”, bajo la tutoría académicadel Prof. Dr. Jairo José Guzmán García. Docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas, UniversidadCentroamericana, Nicaragua 2013.
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. I No. 7 / 2013
Enero-Marzo 2013
Introducción. I. Conflictividad entre el derecho a la identidad del niño y el
derecho a la intimidad del presunto padre. 1.1 La Filiación. 1.1.1 Modelos para el
establecimiento de la filiación. 1.2 Procedimiento para determinación de la
filiación: el núcleo problemático. 1.2.1 Derecho a la identidad. Noción, concepto,
caracteres, concreción en nuestro ordenamiento1.2.2 Derecho a la intimidad.
Noción, concepto, caracteres, concreción en nuestro ordenamiento. 1.2.3. Argüida
contraposición entre uno y otro derecho. Fundamentos legales y prácticos de la
controversia. 1.2.4 Tratamiento de solución a la contraposición esgrimida. 1.2.4.1.
Filiación y Orden público familiar. 1.4.2.2. Carácter constitucional de ambos
derechos: la pretendida superioridad del principio de interés del niño. II.
Constitucionalidad de la prueba de ADN al amparo del principio del interés
superior del niño. 2.1 Jerarquía del principio del interés superior del niño.
2.2Jerarquía de la Convención en el Ordenamiento Jurídico Nicaragüense.
2.3Efectos del rango constitucional de la Convención sobre los Derechos del Niño.
III. Conclusiones. Referencias bibliográficas. Anexo.
Introducción
La filiación es uno de los atributos de la personalidad puesto que está
indisolublemente ligada al estado civil de la persona, constituye también un derecho
humano fundamental reconocido en la Constitución Política y numerosos tratados
internacionales de los derechos humanos.
Sobre la filiación Varsi (1999) señala:
La filiación es consustancial e innata al ser humano en el sentido de que el
status fili es un atributo natural, siendo aceptado y fomentado actualmente
que toda persona debe conocer su filiación (derecho a conocer su propio
origen biológico), no solo para generar consecuencias legales, sino también
para permitir la concreción y goce de su derecho a la identidad. (p. 131)
El derecho a conocer la filiación, es decir, el propio origen biológico permite reclamar
la condición de hijo o hija, para que se cumplan en beneficio de éstos las
obligaciones de sus progenitores.
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La Convención sobre los Derechos del Niño, es el primer instrumento jurídico
vinculante que reconoce a los niños y niñas titularidad plena del derecho a la
identidad, que comprende el derecho a conocer a sus padres (art. 7) y mantener
relaciones familiares con ellos (art. 8).
Para los Estados, el reconocimiento del derecho a la identidad implica la obligación
positiva de establecer en su legislación nacional procedimientos jurisdiccionales o
extrajudiciales para la determinación de la filiación paterna, materna, o ambas.
La legislación nicaragüense se ocupa ampliamente de la determinación y
declaración de la filiación; la Constitución Política reconoce el derecho a la
investigación de la maternidad y paternidad, mientras el Código Civil y la Ley de
Responsabilidad Paterna y Materna establecen los mecanismos para hacer efectivo
este derecho.
La Ley de Responsabilidad Paterna y Materna establece un procedimiento
administrativo que se lleva a cabo ante las oficinas del Registro Civil de las
Personas para la declaración de la filiación, el que faculta a la madre a declarar el
nombre del presunto padre, a quien se le notifica el hecho para que responda
confirmando o negando la paternidad. En caso de negar la maternidad, la ley
establece la realización de la prueba de ADN al presunto padre, que es obligatoria
en el sentido que si no se la realiza, se presume la paternidad que se le imputa.
El derecho a la intimidad, entendido como el principio “que nadie puede interferir en
la vida íntima de una persona, como tampoco divulgarla” (Alessandri & Somarriva,
2011, p. 490) y el derecho a la identidad del que es titular el niño y la niña se ubican
entre los derechos a la personalidad.
Los derechos de la personalidad, son aquellos que tutelan la dignidad de las
personas, es decir, “aquellos derechos que toda persona física, en la calidad de
sujeto jurídico, lleva inseparablemente desde su origen y que no tienen otro
presupuesto que la existencia de la persona” (Alessandri & Somarriva, 2011, p. 485)
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Pueden existir conflictos entre derecho del niño a que se establezca su filiación para
recibir la protección que su progenitor le debe y el derecho a la intimidad, del que es
titular el presunto progenitor.
La concurrencia de dos derechos en una misma situación jurídica debe resolverse
tomando en consideración el principio del interés superior del niño y la niña,
establecido en el artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño (1990),
según el cual en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones y autoridades públicas y privadas deben considerar primordialmente el
interés superior del niño.
La legislación nicaragüense define el referido principio en el artículo 10 del Código
de la Niñez y la Adolescencia:
Se entiende por interés superior de la niña, niño y adolescente todo aquello
que favorezca su pleno desarrollo físico, psicológico, moral, cultural, social,
en consonancia con la evolución de sus facultades que le beneficie en su
máximo grado.
El principio del interés superior se encuentra en la cúspide del orden jurídico
conminando a las autoridades administrativas y judiciales a adoptar las decisiones
que más favorezcan el desarrollo integral de niños y niñas, principalmente cuando
se presenten situaciones en la que concurran y se invoquen otros derechos que
pretendan prevalecer sobre los de los niños y niñas.
Este principio no puede ser desconocido por el ordenamiento jurídico, pues contiene
un mandato para de privilegiar los derechos de los niños frente a situaciones
conflictivas.
De la aplicación práctica de este principio se deriva la posibilidad de que se
establezca en derecho la prueba de ADN, pues es el método científico que con
absoluta certeza determina o excluye la filiación entre el hijo o hija y el presunto
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padre. Lo que más conviene al niño y la niña es la determinación de su filiación,
para que reciba la protección y cuidado que su progenitor le debe.
El principio del interés superior es pues una consideración primordial que en los
procesos administrativos y judiciales sobre filiación, conmina a las autoridades a
adoptar la decisión que más contribuya el bienestar de los niños, niñas y
adolescentes.
Esta colisión de derechos “ha de resolverse en el sentido de otorgar preferencia al
derecho a la investigación de la paternidad frente al derecho a la intimidad, que es
de carácter personalista y que responde a intereses individuales”. (Romero, 2009, p.
159)
En el mismo orden de ideas, Varsi (1999) señala que:
El derecho a la intimidad adquiere un carácter secundario o pueden ser
limitados cuando existen razones imperiosas que lo justifiquen, siempre que
se respeten los derechos humanos de ellos derivados. Entre estas razones
ubica el derecho preeminente y de interés superior a conocer el propio origen
biológico. (p. 181)
Romero (2009) sostiene que la realización de estas pruebas se fundamenta en el
principio del interés superior del niño:
La alegación del derecho a la intimidad por parte de la persona que haya de
someterse a estas pruebas biológicas no debería convertirse en una especie
de impunidad, porque ello supondría sacrificar el interés del hijo, que siempre
será de carácter superior. (p. 160)
Asimismo, la Constitución Política de la República de Nicaragua (art. 167) impone a
las personas el deber de colaborar con la justicia, de manera que el presunto padre
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tiene la responsabilidad de colaborar en el proceso de determinación de filiación.
Coincido con Varsi (1999) cuando afirma que:
El sometimiento a las pruebas genéticas ordenadas por el juzgador para
investigar la paternidad es una colaboración obligatoria, y que de ningún
modo atenta contra la libertad individual, en razón de que las técnicas de
paternidad son sencillas y no implican una violación de los derechos. (p. 144)
La investigación está estructurada en tres apartados.
En el primer apartado se analiza la conflictividad entre el derecho del niño a que se
establezca su filiación para recibir la protección que su progenitor le debe, utilizando
el mecanismo establecido en la Ley de Responsabilidad Materna y Paterna de la
práctica de la prueba de ADN al presunto padre, y el derecho de éste a la intimidad.
El segundo apartado centra su interés en el análisis jurídico sobre la
constitucionalidad de la prueba obligatoria de ADN al presunto padre, a fin de
determinar si la misma atenta contra el derecho a la intimidad, o si por el contrario,
está orientada a garantizar el derecho del niño y la niña a tener un nombre, recibir la
protección y cuidados de sus progenitores.
En el tercer apartado se presentan las conclusiones de la investigación.
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I. Conflictividad entre el derecho a la identidad del niño y el derecho a la
intimidad del presunto padre
La realización de la prueba genética al presunto padre para determinar la filiación
puede suponer un roce con su derecho a la intimidad, que puede ser vulnerado
mediante los actos de indagación (intromisión corporal para extraer la muestra para
realizar la prueba) y puesta en conocimiento público de los resultados de dicha
prueba.
Sobre la conflictividad entre el derecho del niño y la niña a conocer a sus madres y
padres y el derecho del presunto padre a la intimidad, se plantean dos principales
posturas.
a. La prueba de ADN obligatoria vulnera el derecho a la intimidad del
presunto padre.
b. La realización de la prueba de ADN al presunto padre es cónsona con el
principio del interés superior del niño, pues opera en función de garantizar
el derecho del niño y la niña a la identidad.
Para entender plenamente los términos de la conflictividad entre el ejercicio del
derecho a la identidad del que es titular el niño y la niña y el derecho a la intimidad
del presunto padre, es preciso analizar el contenido y alcance de una de las más
antiguas instituciones del derecho civil, como es la filiación.
1.1 La Filiación
La filiación es una institución del derecho romano, referida a las relaciones entre los
progenitores (pater) y los hijos (filius). Según Bernad (2006, p.545), el derecho
romano reconoce dos tipos de filiación: por naturaleza y por adopción.
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La filiación por naturaleza, se clasificaba a su vez en:
a. Legítima: hijos e hijas nacidos ex justis nuptiis entre sus progenitores, en el
plazo de ciento ochenta días después de celebrado el matrimonio o antes de
los trescientos días de disuelto el matrimonio por muerte o divorcio. Estos
hijos e hijas, forman parte de la familia civil del padre, a título de agnados, y
toman también su nombre y condición social. Respecto a la madre, los hijos e
hijas el derecho romano reconocía un lazo de parentesco natural, de
cognación, en el primer grado.
b. Ilegítima: hijos nacidos de una unión ilegítima –fuera del vínculo del
matrimonio-, a quien se le atribuye el estatus que tenía la madre al tiempo en
el que el hijo nació.
Iglesias (2008, p. 552) sostiene que la adopción generaba un vínculo de
filiación legítima.
Petit (2007) afirma que “la adopción, por su parte, era en el derecho romano
una institución de derecho civil, cuyo efecto es establecer entre dos personas
relaciones análogas a las que crean las justis nuptiis entre el hijo y el jefe de
familia”. (p. 144)
De acuerdo a Petit (2007) e Iglesias (2008), el derecho romano reconocía a los hijos
legítimos y adoptados un conjunto de derechos, que le estaban limitados a los
ilegítimos, entre ellos:
Adquirir el status civitatis del padre al momento del nacimiento, es decir, la
ciudadanía romana.
Se confiere al padre la patria potestad sobre los hijos legítimos.
Atribuir al hijo el nombre patronímico –apellido- del padre.
La obligación recíproca de alimentos.
Los derechos sucesorios del padre. A la muerte del padre los hijos se
convertían en herederos siu (de lo suyo) sin mediar aceptación de la
herencia.
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Iglesias (2008) sostiene que la institución romana de la filiación en cuanto a su
clasificación permaneció inalterada en la tradición civilista, llegando incluso a las
codificaciones civiles de nuestros días, con pocas modificaciones. (p. 70)
El Código Civil de 1904 establecía la clasificación de los hijos en legítimos (art. 199)
e ilegítimos (art. 220) y la presunción de paternidad de los hijos nacidos dentro del
matrimonio (art. 200).
En la modernidad la filiación es en sentido genérico, la institución que une a una
persona con todos sus ascendientes y descendientes y en sentido estricto, “vincula
a los hijos con sus padres y que establece una relación de sangre y de derecho
entre ambos”. (Varsi, 1999, p. 131)
Puig Brutau (1979), sostiene que la filiación es ante todo un hecho natural, por su
efecto de la procreación y que ese hecho está reconocido y regulado por el derecho
y es también entonces un hecho jurídico (pág. 187).
Planiol y Rippert (1948) la definen como la relación que existe entre dos personas,
de las cuales una es el padre o la madre de la otra. (p. 454).
Rossel Saavedra (1994) coincide en señalar que la filiación es:
El vínculo jurídico que une a un hijo con su padre o con su madre y que
consiste en la relación de parentesco establecida por la ley entre un
ascendiente y su inmediato descendiente, o sea, su descendiente en primer
grado” (p. 207).
Lacruz Berdejo (2000), al definir la filiación hace énfasis en el conjunto de derechos,
deberes y funciones que los vinculan a los generantes –progenitores- y generados -
hijos e hijas- (p. 299).
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Retomando la doctrina considero la filiación como el vínculo existente entre el hijo o
la hija y sus progenitores, que es un atributo de la personalidad vinculado a la
dignidad humana, ya que permite conocer el propio origen biológico, ser identificado
y diferenciado respecto de los demás y habilita el ejercicio de otros derechos que de
ella se desprenden, como los alimentos y la sucesión.2
La importancia de la determinación de la filiación, es decir, del origen biológico es
que de ella derivan un conjunto de derechos y responsabilidades recíprocas entre
los hijos e hijas con sus progenitores, entre ellos:
a. La responsabilidad paterna y materna
La responsabilidad paterna y materna es la obligación de madres y padres, de
atender conjuntamente, en igualdad de derechos y responsabilidades, todas las
condiciones materiales y emocionales para el desarrollo integral de sus hijos e hijas.
La legislación nacional define paternidad y maternidad responsable en los siguientes
términos:
“vínculo que une a padres y madres con sus hijos e hijas, que incluye
derechos y obligaciones, ejercidos de forma conjunta y responsable en el
cuido, alimentación, afecto, protección, vivienda, educación, recreación y
atención médica, física, mental y emocional de sus hijas e hijos, a fin de
lograr su desarrollo integral” (art. 2, Ley de Responsabilidad Paterna y
Materna)
A diferencia de la institución de la patria potestad heredada del derecho romano, la
responsabilidad paterna y materna reconoce la absoluta igualdad de derechos entre
el hombre y la mujer en lo referido a las decisiones respecto a sus hijos e hijas,
incluida la representación judicial y extrajudicial.
2 El proyecto de Código de Familia, reconoce la filiación por consanguinidad y por adopción, definiéndola como
“el vínculo existente entre el hijo o la hija y sus progenitores”. (art. 180)
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El concepto de responsabilidad paterna y materna, incluye la relación del padre y la
madre con sus hijos e hijas, del que deriva, según la Ley Reguladora de las
Relaciones entre Madre, Padre e Hijos (Decreto No. 1065), la obligación de los
progenitores de:
- Suministrar a los hijos la alimentación adecuada, vestido, vivienda y en
general los medios materiales necesarios para su desarrollo físico y la
preservación de su salud, así como de procurarles los medios necesarios
para su educación formal
- Velar por la buena conducta de sus hijos y estimular el desarrollo de su
capacidad de decisión y su sentido de responsabilidad.
- Representar judicial y extrajudicialmente a los hijos y administrar sus
bienes
Asimismo, implica las responsabilidades de los hijos e hijas con sus progenitores:
Los hijos respecto a sus padres tienen la obligación de protegerlos y
colaborar con ellos para el mejor desenvolvimiento de las relaciones
familiares. El cuidado, alimentación, vestuario y demás atenciones que los
padres desvalidos o enfermos necesiten, serán atendidas por sus hijos,
principalmente (Art. 2, Decreto No. 1065).
b. Derecho a un nombre y apellidos que deben ser inscritos en el Registro del
Estado Civil de las Personas
Doral García (sf) sostiene que de la filiación se deriva el derecho de toda persona a
un nombre propio y sus apellidos.
La designación no sólo es distintivo exterior de la filiación sino un derecho
inherente a la personalidad del hombre, que se impone como consecuencia
del respeto a la individualidad de cada uno. Es el derecho que el hombre
tiene a que se reconozca y respete su persona como individualidad distinta: el
derecho para el individuo de ser él mismo. (p. 477)
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El Código Civil vigente establece en el artículo 510 las formalidades del proceso de
inscripción, indicando que los progenitores están obligados notificar del nacimiento
de un niño o niña al Registro del Estado Civil de las Personas a más tardar dentro
de ocho días subsiguientes al suceso, debiendo proporcionar la siguiente
información: día y hora en que se verificó el nacimiento, sexo y nombre del recién
nacido, nombres de sus progenitores.
La inscripción cumple una doble función, en primer lugar, “constata la vida, el
conocimiento cierto de la existencia” y en segundo orden “fija la individualidad, la
identidad indivisa y distinta” (Doral García, sf, p. 477).
La inscripción de un niño o niña en el Registro del Estado Civil de las Personas con
los apellidos de sus progenitores, le habilita para usarlos en las relaciones sociales y
ser identificado con ellos.
c. Derecho de recibir alimentos
La relación de filiación genera la obligación paterna y materna de prestar alimentos
a sus hijos e hijas.
Brenes Córdoba (1984), señala que en la legislación la palabra alimentos tiene un
significado más amplio del que objetivamente se deduce de la palabra:
En este caso tiene un significado más extenso que el de las sustancias
nutritivas o comestibles, que ordinariamente asume, pues implica, además de
lo necesario para el sustento del cuerpo, el vestido, la habitación, y los
medios para recuperar la salud. Alimentos son, en consecuencia, las
asistencias que se dan a algunas personas para su mantenimiento. (p. 235)
En este sentido, la Ley de Alimentos vigente (art. 1), entiende por tales todo lo que
es indispensable para satisfacer las necesidades siguientes: a) Alimenticias
propiamente dichas; b) De atención médica y medicamentos. c) De vestuario y
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habitación; d) De educación e instrucción y aprendizaje de una profesión u oficio; e)
Culturales y de recreación.
De la determinación de la filiación se deriva el derecho del niño a recibir alimentos
de sus progenitores y la obligación de éstos de prestarlos, de ahí la relevancia de la
práctica de la prueba de ADN, que permite determinar la filiación, de la que se
desprende el derecho de niños y niñas a recibir la protección y cuidados de sus
progenitores.
Después de haber estudiado la institución de la filiación y sus repercusiones
jurídicas, se analizará los modelos que la doctrina ha establecido para la
determinación de la filiación.
1.1.1 Modelos para el establecimiento de la filiación
En las legislaciones civiles existen diversos modelos para el establecimiento de la
filiación. Sobre el tema, Gómez Bengoechea (2007) dice que existen dos modelos
principales para establecer la filiación:
a. Concepción formalista
Este modelo privilegia los vínculos afectivos, asumiendo como “criterio fundamental
para el establecimiento de la relación de filiación, la voluntad del padre o madre de
asumir la paternidad o maternidad.” (Gómez Bengoechea, 2007, p. 104)
Esta concepción de la filiación subordina la realidad biológica y le confiere
preeminencia a otros valores o elementos extrínsecos, que no se relacionan con la
verdad biológica.
Asimismo, este modelo establece un conjunto de procedimientos formales que
dificultan la investigación de la paternidad y maternidad biológica.
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b. Concepción realista
Gómez Bengoechea (2007) explica que en este modelo, “prima la importancia del
vínculo biológico” (p. 105), la existencia real del vínculo genético entre padre/madre
e hijo/hija.
Los ordenamientos jurídicos que se adscriben al modelo de la concepción realista
de la filiación reconocen el derecho a la investigación de la maternidad y la
paternidad, estableciendo mecanismos administrativos y judiciales que posibiliten el
conocimiento del origen biológico, a través de pruebas científicas de marcadores
genéticos. Al respecto, Gómez Bengoechea (2007) explica:
El ordenamiento jurídico establece mecanismos jurídicos que posibilitan llegar
a conocer la filiación biológica, permitiéndole a quien la busca investigar su
filiación tanto en sentido positivo, de forma que se declare legalmente la
paternidad o maternidad de aquél o aquélla que resulta ser el padre o la
madre biológica, como en sentido negativo, estableciéndose también cauces
que permitan la impugnación de la paternidad o la maternidad de aquél o
aquélla que, apareciendo como padre o madre legal, no tiene en realidad
vínculos biológicos con el hijo”. (p. 104)
El reconocimiento constitucional del derecho a investigar la maternidad y la
paternidad sentó las bases jurídicas para adoptar la concepción realista de la
filiación en el sistema jurídico nicaragüense.
La Ley de Responsabilidad Paterna y Materna se acoge a este modelo, al
reconocer en su articulado el derecho de investigar la paternidad y maternidad a
través de la prueba de ADN al presunto padre.
La legislación nicaragüense ha asumido históricamente las dos concepciones para
la determinación de la filiación.
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La concepción formalista está contenida en el Código Civil vigente de 1904, que no
reconocía el derecho a investigar la maternidad y paternidad, salvo casos
excepcionales.
Fiel a la tradición jurídica decimonónica, el Código Civil establecía distinción entre la
filiación sanguínea (art. 199), que se clasificaba en legítima e ilegítima. Esta
disposición que distingue la filiación en legítima e ilegítima, el consecuente uso de
designaciones discriminatorias en materia de filiación y la negación expresa a
investigar la paternidad ilegítima, estuvieron vigentes desde la aprobación del
Código Civil en 1904, hasta la aprobación de la Constitución Política de 1987 que de
forma expresa ordenó dejar sin vigencia “las disposiciones o clasificaciones que
disminuyan o nieguen la igualdad de los hijos” (art. 75)
Se consideraba legítima la filiación cuando el hijo o hija nacía de dos padres
casados entre sí o en el plazo de trescientos días después de declarado la
disolución del matrimonio (art. 199) o cuando con posterioridad al nacimiento del
hijo, los padres contraen matrimonio entre sí (art. 236). Se consideraba filiación
ilegítima, todos los demás casos.
El Código Civil negaba el derecho a investigar la paternidad ilegítima, salvo en los
siguientes casos (art. 225).
a. Cuando existe escrito del padre, en que expresamente declare su paternidad.
b. Cuando en caso de estupro, violación o rapto, coincida la época de la
concepción (…) con la época del hecho punible.
c. Cuando esté el hijo en posesión notoria del Estado
Asimismo, el Código Civil retoma del sistema de presunciones heredado del derecho
romano, según el cual los hijos nacidos en el matrimonio se consideran del marido.
Este modelo formalista, fue superado en dos momentos. El primero, con la
Constitución Política de 1987 que reconoce el derecho investigar la paternidad y
maternidad y el segundo, con la aprobación de la Ley de Responsabilidad Paterna y
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Materna (2007) que instituyó el procedimiento para la determinación de la filiación a
través de la prueba de ADN.
El derecho a investigar la maternidad y paternidad se encuentra consagrado en la
Constitución Política y es regulado en un conjunto de leyes que definen los
mecanismos para su ejercicio, entre ellas, el Código de la Niñez y la Adolescencia
(Ley No. 287, 1998) y la Ley de Responsabilidad Paterna y Materna (Ley No. 623,
2007).
La Constitución Política de 1987 reconoce el derecho de todos los hijos e hijas a
investigar la paternidad y la maternidad, garantizando el derecho de toda persona a
conocer sus orígenes biológicos, los que son fundamentales para la construcción de
su identidad.
El Código de la Niñez y la Adolescencia regula el derecho a investigar la paternidad
y maternidad al reconocer el derecho de los niños y niñas “a tener un nombre
propio, a conocer a su madre y padre y a ser cuidados por ellos”. (Ley No. 287,
1998, art. 13)
Por su parte, la Ley de Responsabilidad Paterna y Materna facilita el reconocimiento
de la paternidad al permitir a madres solteras, declarar ante los funcionarios o
funcionarias del Registro del Estado Civil de las Personas del municipio, el nombre
del presunto padre, debiendo el Registrador inscribir al hijo o hija con el apellido del
presunto padre y el apellido de la madre provisionalmente (art. 6).
La declaración hecha por la madre, genera un procedimiento administrativo para la
determinación de la filiación, que implica la realización de los siguientes actos:
- Notificación. Consiste en comunicar dentro de los tres días posteriores a
la inscripción, al presunto padre para que dentro del término de 15 días
comparezca a expresar lo que tenga a bien sobre la respectiva inscripción
de paternidad, bajo el apercibimiento que de no hacerlo se procederá a
reconfirmar la inscripción del hijo o hija (art. 7)
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- Comparecencia del presunto padre ante el Registrador. Ante la
notificación, el presunto padre puede presentarse al registrador, afirmando
o negando la paternidad. En el primer caso, se confirma definitivamente la
inscripción; en el caso de negación de la paternidad, el presunto padre
deberá practicarse la prueba de ADN para determinar su filiación con el
hijo o hija, en caso de negarse a practicarse la prueba se aplicará la
presunción de paternidad, inscribiendo definitivamente al niño o niña con
el apellido de ambos progenitores.
- Aplicación de la prueba de ADN al presunto padre, la madre y el niño o
niña, la que determinará o excluirá la filiación.
Este procedimiento, establece la obligatoriedad de realizar la prueba de ADN al
presunto padre en razón de que el legislador privilegia el derecho del niño y la niña a
la identidad por encima del derecho del presunto padre a la intimidad.
El derecho reconoce tres formas de reconocer la filiación:
- Reconocimiento voluntario. Es aquel que hace el padre ante funcionarios
del Registro del Estado Civil de las Personas, en escritura pública y en
testamento. (art. 198, inc. a. b c). Díez-Picazo y Gullón (2006) dice que al
acto de reconocimiento se le atribuyen los siguientes caracteres: i. Es un
acto voluntario; ii. Es un acto personalísimo, propio del padre o de la
madre exclusivamente; iii. Es un acto puro, no sujeto a término ni
condición; iv. Es un acto irrevocable. (pp. 260-262)
- Reconocimiento administrativo. Es el realizado ante funcionarios del
Registro Civil de las Personas cuando la madre al momento de inscribir al
niño o niña, declara el nombre y los datos del presunto padre ante la
persona responsable del Registro, quien realiza una inscripción
provisional.
- Reconocimiento judicial. Es el que resulta de sentencia dictada por juezas
y jueces de los juzgados de familia o juzgados civiles locales y locales
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únicos, en el que a través de un proceso contencioso se ha establecido la
filiación entre el padre y su hijo o hija. (art. 209)
En la actualidad se encuentra en proceso de aprobación el Código de Familia, que
es el cuerpo normativo que unifica y actualiza la legislación nacional que regula los
asuntos familiares, entre ellos, la filiación y su determinación3.
Cuando entre en vigencia el Código de Familia, que derogará el Libro Primero del
Código Civil, quedará establecido el análisis de ADN como la prueba más
importante para la determinación de la filiación, es decir, el modelo realista.
Considero que el modelo realista de la filiación es el más acorde a los tiempos que
corren y la realidad social. Los avances científicos hacen posible determinar la
filiación con absoluta certeza.
Asimismo, la legislación internacional de los derechos humanos, que tiene carácter
irreversible, ha reconocido el derecho a la identidad, como un derecho humano
inherente a la condición humana.
Sobre el carácter irreversible de los derechos humanos, Nikken (1994) ha señalado:
Una vez que un determinado derecho ha sido formalmente reconocido como
inherente a la persona humana queda definitiva e irrevocablemente integrado
a la categoría de aquellos derechos cuya inviolabilidad debe ser respetada y
garantizada” (p. 9).
Es decir, que el derecho a la identidad, al haber sido reconocido como un derecho
humano fundamental por los tratados internaciones de derechos humanos, no
puede perder tan condición, porque en palabras d “sería inconcebible que lo que hoy
se reconoce como un atributo inherente a la persona, mañana pudiera dejar de
serlo” (Nikken, 1994, p. 10).
3La propuesta de articulado del Código de Familia también establece tres formas de reconocer la paternidad,
que son: voluntario, administrativo y judicial.
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1.2 Procedimiento para determinación de la filiación: el núcleo problemático
En este apartado, se analizará la constitucionalidad del procedimiento establecido
para la determinación de la filiación en la Ley de Responsabilidad Paterna y
Materna, que implica, como se ha señalado anteriormente, la realización obligatoria
de prueba de ADN al presunto padre.
La legislación actual, como la que prontamente entrará en vigencia, establece la
obligatoriedad de la prueba de ADN al presunto padre para el establecimiento de la
filiación.
Esta disposición es objeto de discusión porque, a juicio de doctrinarios, juristas y
principalmente, los padres que se niegan a practicarla, atenta contra el derecho a la
intimidad.
De este argumento, surge la pregunta fundamental de esta investigación: ¿la prueba
obligatoria de ADN para determinar la paternidad, violenta el derecho a la
intimidad?.
Para determinar o no el carácter constitucional del procedimiento, se desarrollará el
alcance y contenidos de los derechos que entran en juego en la determinación de la
filiación, el derecho a la identidad del niño y el derecho a la intimidad del presunto
padre.
1.2.1 Derecho a la identidad. Noción, concepto, caracteres, concreción en nuestro
ordenamiento
Erikson (1981) analiza la perspectiva psicológica de la identidad, señalando que la
misma:
Está formada por la percepción más o menos estable que la persona tiene de
sí misma y de las cualidades, los defectos y los recursos que le son
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particulares como alguien único y diferente de todos las demás personas (p.
20).
En el ámbito jurídico, el derecho a la identidad está referido al interés por conocer el
propio origen biológico. Este conocimiento contribuye a la formación de la identidad
personal, “en la que se apoyan y fundamentan la propia estima y el sentido de la
dignidad personal”. (Gómez Bengoechea, 2007, p. 36).
En el ámbito jurídico, el derecho a la identidad “aparece casi siempre vinculado a la
filiación, su determinación y el derecho a conocer el origen biológico” (Gutiérrez de
Colmenares, 2003, p. 1471).
La Convención sobre los Derechos del Niño, es el primer instrumento internacional
que reconoce el derecho a la identidad personal, al establecer el derecho de todo
niño y niña a “la inscripción de su nacimiento, al nombre, la nacionalidad y en la
medida de los posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos” (art. 7).
Este artículo, dice Gómez Bengoechea (2007) “supone la aparición del derecho a la
identidad con contenido propio, como derecho sustantivo e independiente de los
demás” (p. 54)
Hernández- Díaz (2005) consideran el derecho del niño a preservar su identidad
“como un derecho absoluto inherente a su persona que consiste en el derecho a ser
uno mismo y en la obligación de los demás de respetar la identidad personal” (p. 3)
El principal argumento para atribuir a la identidad la condición de derecho
fundamental, es “su conexión, íntima, con la dignidad de la persona”. (Romero
González, 1999, p. 7)
El derecho a la identidad en el ordenamiento jurídico nicaragüense se materializa el
derecho de todo niño y niña a ser inscrito en el Registro del Estado Civil de las
Personas, llevar el apellido de ambos progenitores y recibir su protección y cuidado
y en caso de no poder establecerse su filiación al momento del nacimiento, poder
investigar la paternidad y maternidad en búsqueda de la verdad biológica.
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En tal sentido la Ley de Responsabilidad Paterna y Materna, regula los siguientes
aspectos: i. El derecho de las hijas e hijos a tener nombres y apellidos; ii. Derecho a
su inscripción expedita; iii. Derecho de las hijas e hijos a la determinación de la
filiación paterna, materna o ambas; iv. Derecho de los niños y niñas a obtener
alimentos a través de mecanismos administrativos y judiciales, ágiles y gratuitos.
(art. 1)
La identificación del niño y niña se realiza en función de establecer su filiación y
hacer valer sus derechos ante sus progenitores.
a. Protección jurídica del derecho a la identidad
El derecho a la identidad es protegido de diversas formas en los ordenamientos
jurídicos del mundo, a continuación se presentan los principales modelos de
protección y sus implicaciones.
Gómez Bengoechea (2007, p. 62), analiza las tendencias en la protección que el
derecho a la identidad recibe en el ordenamiento jurídico anglosajón y europeo
continental, identificando al menos tres, a saber:
- Constituciones que reconocen el derecho a la identidad como derecho
autónomo y con contenido propio
En el primer caso, el orden constitucional reconoce expresamente el derecho a la
identidad, catalogándolo incluso, como un derecho fundamental., tal es el caso de
las Constituciones de Portugal, Rumania, Ecuador, Perú y Paraguay.
- Constituciones que no hacen referencia a la identidad como derecho y
tampoco a la protección de sus expresiones o manifestaciones más
comunes
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En estos países, el legislador constituyente ha decidido regular el derecho a la
identidad y sus manifestaciones más frecuentes en la legislación secundaria,
frecuentemente, en leyes específicas para la niñez y adolescencia, en las que
establecen el derecho al nombre y la nacionalidad o el derecho a conocer a sus
padres y a ser cuidados por ellos.
- Estados que sin recoger expresamente el derecho a la identidad en sus
textos constitucionales sí protegen algunas de sus expresiones.
Tal es el caso nicaragüense, que no establece expresamente el derecho a la
identidad en el texto constitucional, pero sí establece el derecho de la investigación
de la paternidad.
Los padres deben atender el mantenimiento del hogar y la formación integral
de los hijos mediante el esfuerzo común, con iguales derechos y
responsabilidades. Los hijos a su vez, están obligados a respetar y ayudar a
sus padres (art. 73).
El Estado protege la paternidad y maternidad responsable. Se establece el
derecho de investigar la paternidad y la maternidad (art. 78).
El ordenamiento jurídico nicaragüense, regula los derechos que nacen de la
identidad en la legislación secundaria, principalmente, en el Código de la Niñez y la
Adolescencia que establece:
o El derecho del niño y la niña a la nacionalidad, a tener un nombre propio
inscrito en el Registro del Estado Civil de las Personas, conocer a sus
progenitores (art. 13)
o Derecho a pertenecer a una familia (art. 21)
o Obligación de progenitores de cuidar el desarrollo integral de sus hijos e hijas
(art. 24)
Derecho a obtener una pensión alimenticia de forma expedirá (art. 25)
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b. Protección material del derecho a la identidad como presupuesto de la
filiación
El derecho a la identidad con relación a la filiación, se protege a través de diversos
medios, entre ellos:
b.1. Identificación del recién nacido e inscripción en el registro
El acto de inscripción garantiza la veracidad de los datos de filiación, su
permanencia y publicidad. Gómez Bengoechea (2007) señala que “la inscripción
registral da fe del hecho del nacimiento, la fecha y hora y el lugar del mismo, el
sexo, y, en su caso, de la filiación del inscrito” (p. 109)
El Registro Civil de las Personas es una institución de orden público por medio de la
cual el Estado inscribe, da fe pública y publicidad del acaecimiento y las
características de los sucesos vitales de la población4.
La fe pública es una de las características del Registro Civil de las Personas, es por
ello, que el Código Civil estatuye que :
Las certificaciones de las partidas de nacimiento, de matrimonio o de
defunción, extendidas en debida forma por el Registrador, lo mismo que las
referentes a la legitimación, reconocimiento de los hijos ilegítimos, y demás
actos sujetos a inscripción, harán prueba del respectivo estado civil, así en
juicio como fuera de él. (art. 564)
Según lo instituido en el Código Civil (art. 503), en el Registro Civil de las Personas
se pueden asentar los siguientes hechos y actos vitales:
4En la actualidad se está discutiendo en la Asamblea Nacional la iniciativa de Ley General del Sistema de
Registros del Estado Civil de las Personas de la República de Nicaragua, que regulará la organización yfuncionamiento del Registro Civil. Esta iniciativa reafirma la facultad de los Registradores del Estado Civil deconferir fe pública a todas las actuaciones, declaraciones y certificaciones, que con tal carácter autoricen,confiriéndole eficacia y pleno valor probatorio” (art. 5, inc. f) y adiciona los siguientes hechos y actos susceptiblesde inscripción relativos al Estado Civil de las Personas: unión de Hecho Estable y la Declaración Preventiva dePaternidad. (art. 34)
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1. Los nacimientos
2. Los matrimonios.
3. La legitimación de los hijos.
4. El reconocimiento de los hijos ilegítimos.
5. Las emancipaciones y declaraciones de mayoría de edad.
6. El discernimiento de las guardas.
7. Las defunciones.
8. Las sentencias de separación de cuerpos, de divorcio, nulidad de matrimonio
y declaración de ausencia.
El Código de la Niñez estatuye en el artículo 14 que para preservar el derecho a la
identidad de los niños y niñas, éstos deben ser inscritos “en el registro de
nacimientos en los plazos que la ley de la materia establece”. Asimismo, establece
la obligación estatal de garantizar “mecanismos ágiles y de fácil acceso de
inscripción” y de extender “gratuitamente el primer certificado de nacimiento”.
La ley otorga el plazo ordinario de un año para realizar las inscripciones de niños y
niñas, si transcurrido este plazo, no se ha realizado la inscripción, se debe realizar
un procedimiento de declaración del Estado Civil ante los Juzgados Locales de lo
Civil para realizar la inscripción.
b.2. Determinación de la filiación
Para determinar la filiación, cuando esta no ha quedado establecida en el acto de
inscripción del recién nacido, el ordenamiento jurídico establece dos posibilidades.
b.2.1.1 Determinación extrajudicial de la filiación
Se refiere al establecimiento de mecanismos jurídicos para determinar la filiación,
sin necesidad de que intervenga la autoridad judicial.
En esta posibilidad cabe diferenciar dos situaciones:
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- Hijo/ hija nacido dentro del matrimonio
La determinación de la filiación matrimonial opera bajo la máxima del derecho
romano pater is est quem nuptiae demostrant (Lasarte Álvarez, 2003, p. 38)
retomada por el Código Civil nicaragüense que establece que “El marido es el padre
del hijo concebido durante el matrimonio” (art. 199).
Esta disposición se inscribe en el sistema de presunciones operante en el Código
Civil, sin embargo, este sistema puede obligar a tener por verdad, lo que probable o
posiblemente, en algunos casos, no puede coincidir con la realidad. De manera que
la legislación civil nicaragüense establece la posibilidad de impugnar la paternidad
en sus artículos 200 y 207.
- Determinación de la filiación no matrimonial
El ordenamiento jurídico permite la determinación de la filiación de todos los hijos e
hijas nacidos fuera del vínculo matrimonial o la unión de hecho estable, la que tiene
los mismos efectos que la filiación matrimonial, en tanto no puede haber diferencias
entre los hijos e hijas.
Esta posibilidad para determinar la filiación está regulada en la Ley de
Responsabilidad Paterna y Materna, que establece que al momento de la
inscripción, cuando no haya reconocimiento del padre, la madre podrá declarar,
mediante acta ante los funcionarios o funcionarias del Registro del Estado Civil de
las Personas, quien es el presunto padre de su hijo o hija. (art. 6)
Esta declaración de paternidad de su hijo o hija, genera un trámite administrativo de
reconocimiento, que implica en caso de la negación del presunto padre a reconocer
la paternidad, la obligación de practicar la prueba científica de marcadores genéticos
o Ácido Desoxirribonucleico (ADN), al presunto padre, a la madre y al hijo o hija.
El mecanismo señalado en la Ley de Responsabilidad Paterna y Materna por el que
la madre puede declarar el nombre del presunto padre, responde a la necesidad de
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garantizar a los niños y niñas el derecho a la identidad, que frecuentemente era
vulnerado por los formalismos establecidos en el Código Civil en relación a la
inscripción de niños y niñas cuando no mediaba vínculo matrimonial, lo que
permitían a los padres evadir sus responsabilidades.
1.2.2 Derecho a la intimidad. Noción, concepto, caracteres, concreción en nuestro
ordenamiento
Un sector de la doctrina considera que el mecanismo definido en la actual Ley de
Responsabilidad Paterna y Materna y en el Código de la Familia que pronto entrará
en vigencia, que establece la práctica de la prueba de ADN para determinar la
filiación paterna, violenta el derecho a la intimidad del presunto padre.
El derecho a la intimidad, como se ha señalado anteriormente constituye “una zona
de reserva personal, propia de la autonomía del ser humano” (Bidart Campos, 1999,
p. 520), dentro de la cual tanto podemos excluir las intrusiones ajenas y el
conocimiento generalizado de la vida privada por parte de terceros.
Moreno Castillo (1999) explica que en la jurisprudencia española el derecho a la
intimidad se perfila en la “existencia de un ámbito propio y reservado frente a la
acción y conocimiento de los demás, (pp. 109- 110).
Retomando la jurisprudencia y doctrina, Moreno Castillo (1999) define el derecho a
la intimidad como:
El derecho de toda persona a mantener un ámbito individual alejado de
intromisiones ilegítimas y como resultado de ello, ejercer un control constante
y efectivo sobre la información relativa al mismo que permita el libre
desenvolvimiento de su personalidad” (p. 113).
Del derecho a la intimidad, se desprende el derecho a la intimidad genética, es
decir, a la protección del patrimonio genético que constituye “un signo característico
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y distintivo del individuo, inseparable de su persona, los elementos biológicos
representan lo más interior del ser” (Varsi Rospigliosi, 1999, p. 165).
Varsi Rospigliosi (1999, p. 166) cita a Guido & Morales (2011) quienes sostienen
que la intimidad genética se refiere a “la facultad con la que cuenta el sujeto de
derecho a fin de mantener su bioautonomía libre de intromisiones, restringiendo el
acceso a la información que de ella se desprende”
Es un derecho básico agrega Varsi Rospigliosi (1999) “protege y respeta la
intangibilidad de su patrimonio genético, ya que el genoma de cada individuo se
diferencia de cualquier otro por su carácter estrictamente personal” (p. 167), de
manera que la investigación de la paternidad, al indagar en el patrimonio genético
de las personas, está relacionada con el derecho a la intimidad genética.
Doral García (sf) indica que “la intimidad guarda estrecho parentesco con la
protección del honor, la custodia y administración sobre su propio honor y fama”. (p.
482)
En Nicaragua el derecho a la intimidad está regulado en el texto constitucional, que
establece el derecho a la vida privada (art. 27, inc. 1).
El derecho a la intimidad implica la protección de la vida íntima, que incluye
aspectos personales, familiares y sociales cuyo conocimiento pertenece a su titular,
y a las personas, con las que libremente quiera compartirlo.
Por extensión, el derecho a la intimidad implica la protección de nuestra interioridad
biológica, es decir, la información de la estructura biogenética. Coincido plenamente
con Varsi Rospiglios (1999) cuando afirma que:,
El patrimonio genético constituye un signo característico y distintivo del
individuo, inseparable de su persona, un elemento especial; los elementos
biológicos representan lo más interior del ser y como tal surge la necesidad
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de estructurar un derecho cuyo objeto sea la protección de lo más intrínseco y
configurador del hombre, su genoma”. (p. 168)
Este derecho implica dos aspectos fundamentales, en primer orden, el conocimiento
mismo, es decir, la facultad de decidir quién conoce sobre nuestra vida íntima, y en
segundo orden, la divulgación de ese conocimiento.
1.2.3. Argüida contraposición entre uno y otro derecho. Fundamentos legales y
prácticos de la controversia
La identidad y la intimidad son derechos fundamentales vinculados a la dignidad
humana, sin embargo, su realización simultánea puede suponer conflictividad entre
el derecho del niño a conocer a sus progenitores, recurriendo a los mecanismos
establecidos en el derecho positivo, incluso la práctica de prueba de ADN al
presunto padre y el derecho de éste a la protección de su fuero interior en el que
cabe la intimidad genética.
En el contexto de los procesos de filiación, dice Romero Coloma (2009), el derecho
fundamental a la intimidad del que es titular el padre puede verse vulnerado por la
aplicación de pruebas biológicas para la determinación de la filiación.
La problemática puede quedar resumida en si el derecho del hijo a conocer
quién es su padre es preferente a otros derechos fundamentales de los que el
progenitor goza, como lo son el derecho a la integridad física y/o psíquica, el
derecho a la libertad y el derecho a la intimidad. (p. 127)
La misma autora sostiene que la determinación de la filiación a través de pruebas
biológicas, puede producir colisión entre el derecho a la intimidad reconocido al
presunto padre y el derecho a conocer a sus padres reconocidos a los hijos e hijas.
La siguiente cita de Romero Coloma (2009) resulta ilustrativa de esta colisión:
Precisamente ha sido este derecho fundamental a la intimidad el que ha sido
invocado con más frecuencia con motivo de la valoración por los Tribunales
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del resultado de las pruebas biológicas sobre paternidad y, sobre todo, de la
negativa de una de las partes a su práctica. (p. 127)
De esta colisión de derechos fundamentales, nos ocuparemos más adelante.
1.2.4 Tratamiento de solución a la contraposición esgrimida
1.2.4.1. Filiación y Orden público familiar
La investigación de la filiación materna y paterna y el establecimiento de
procedimientos para investigar el propio origen biológico, es un asunto de orden
público, en tanto corresponde a la condición humana el deseo de conocer sus
orígenes.
La noción de orden público, entendida como “aquello que por ser esencial y básico
para la conciencia social, no puede ser desconocido por el derecho” (Pellisé Prats &
Mascareñas, 1986) contribuye a dimensionar la centralidad que tiene la
determinación de la filiación en tanto constituye un elemento esencial para la
construcción de la identidad personal y cohesión social.
El orden público es un concepto jurídico indeterminado (Arnaldo Alcubilla, 2011, p.
218) que alude a las convicciones, principios y valores básicos imperantes en un
determinado tiempo y espacio geográfico y sociedad.
La mayoría de autores insiste en diferenciar orden público de ordenamiento jurídico,
al respecto, señala que el orden público es “el conjunto de principios que inspiran un
ordenamiento jurídico, y que reflejan los valores esenciales de una sociedad en un
momento dado” (Fernández & Sánchez, 1993, p. 41).
Siendo imposible que el derecho positivo regule todas las situaciones posibles en la
dinámica social, el concepto de orden público, cumple una función complementaria
para guiar la búsqueda del sentido de justicia a partir de la consideración de aquello
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que es esencial para sostener la vida y relaciones sociales, en un contexto
determinado.
Considero que el orden público ciertamente se nutre de valores, principios
esenciales que se encuentran presentes en la conciencia colectiva de una sociedad
en un momento determinado, es decir, que en su génesis, el orden público no
constituye parte del derecho escrito.
No obstante, estos principios deben ser retomados por la función legislativa, a fin de
elevarlos a categoría de norma jurídica.
De ahí que Virga (1954) sostenga que el orden público se “dirige a tutelar bienes y
principios que no son tomados en consideración por una norma jurídica, pero son
considerados esenciales para la vida civil de un determinado momento histórico” (p.
19)
Aplicada al ámbito de las relaciones familiares, el orden público se constituye como
los principios fundamentales, compartidos socialmente, “en torno a la constitución y
estructura familiar, los derechos y prohibiciones de sus integrantes”. (Guitrón
Fuentevilla, 2003, p. 16)
La noción de orden público en nuestro tiempo impone la centralidad del cuidado
parental para el bienestar de niños y niñas, que se deriva de los derechos y
obligaciones que nacen del establecimiento de la filiación.
En este sentido, Romero Coloma (2009) explica:
Es evidente que la cuestión de la determinación de una filiación, en nuestro
Ordenamiento Jurídico-Civil, es materia de orden público, tanto por su
extraordinaria trascendencia como por la importancia que supone el que de
esa determinación derive el status de hijo para una persona determinada y
esta circunstancia no debe quedar al capricho o veleidad de una de las partes
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afectadas -generalmente, el presunto padre-, ni a merced de su voluntad o
autonomía. (p. 143)
Del orden público familiar se deriva que la determinación de la filiación, constituye
un interés social que indudablemente, trasciende al ámbito meramente privado de la
persona.
La Ley de Responsabilidad Paterna y Materna, reconoce que la determinación de la
filiación como un asunto de orden público, de interés social y de obligatorio
cumplimiento para garantizar los derechos de las niñas, niños (art. 4).
El carácter de orden público que prevalece en los procesos para la determinación de
la filiación, impone al presunto padre la obligación de colaborar con el sistema de
justicia a través de la práctica de prueba de ADN, la que determina o excluye con
absoluta certeza, la relación de filiación que se le imputa.
En la Constitución Política hay un conjunto de artículos (art. 70, derecho a la familia;
art. 78, paternidad y maternidad responsable) que regulan la constitución y
estructura familiar, los derechos y prohibiciones en las relaciones familiares, de los
que se puede extraer la noción de orden público, entre ellos:
Centralidad de la determinación de la filiación y el establecimiento de las
formas para su determinación, lo que permite garantizar a niños y niñas el
derecho a tener una familia y recibir de ella, atención y cuidados.
La protección del matrimonio y la unión de hecho, que implica la protección
de la filiación paterna y materna que se derivan de estas uniones.
La promoción de la responsabilidad paterna y materna, que implica el
establecimiento de la prueba de ADN como mecanismo para determinar la
filiación, de manera que los progenitores ejerzan los derechos y asuman las
responsabilidades que devienen de la filiación.
El orden público familiar está referido pues a la protección del interés general de la
sociedad, en el que tiene cabida la protección del Estado Civil, en el que tiene
cabida la filiación.
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Guzmán García (2008) explica que el Estado Civil es caracterizable como de orden
público, en el sentido que “las formas en que se prueba están determinadas en la
ley” (p. 76).
La noción de orden público que se desprende del texto constitucional apunta a la
configuración de relaciones familiares basadas en derechos y obligaciones
recíprocas, las que se generan en el acto de la determinación de la filiación, que es
posible, entre otros medios, a través la realización de la prueba de ADN al presunto
padre.
El orden público de familia está referido a los grandes consensos sociales, la
conciencia, valores, principios que definen los arreglos y estructura familiar, la forma
de ser y vivir en familia.
Este orden público es la principal fuente de derecho del legislador en temas de
familia, de manera que los elementos más fundamentales de los arreglos familiares,
entre ellos, la responsabilidad materna y paterna de atender el cuidado de sus hijos
e hijas, del que deriva la investigación de la maternidad y paternidad a través de la
prueba de ADN, es un asunto de orden público.
De la noción de orden público familiar se deriva la centralidad de la determinación
de la filiación para hacer valer los derechos y obligaciones recíprocas entre hijos y
sus progenitores.
Escobar Fornos (2005) plantea que la filiación, como muchas instituciones del
derecho civil recibe un tratamiento constitucional, de manera que
Lo que en extenso regula el Código Civil lo consagra en breves principios y
directrices el Derecho Constitucional. Contempla las facetas más próximas al
hombre, aquellas que se relacionan con su nacimiento, su capacidad, sus
relaciones familiares, su tráfico jurídico y disfrute de las cosas, y su muerte.
Las normas, valores y principios del Derecho Civil constitucional son
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superiores jerárquicamente al Código Civil y a las demás leyes y, por tal
razón, el legislador ordinario y el intérprete deben seguir sus orientaciones (p.
26)
En este sentido, las disposiciones constitucionales que regulan la filiación, entre
ellas el derecho a la investigación de la maternidad y la paternidad, al estar adscritas
al orden público, son cónsonas con la práctica de la prueba de ADN al presunto
padre, que es el medio científico que permite determinar la filiación con absoluta
certeza.
1.4.2.2. Carácter constitucional de ambos derechos: la pretendida superioridad del
principio de interés del niño
En los apartados anteriores se ha analizado que en los procesos de determinación
de la filiación a través de la obligatoria prueba de ADN al presunto padre, concurren
dos derechos que en su aplicación resultan excluyentes, esto es, el derecho del niño
o niña a la identidad y el derecho del presunto padre a la identidad.
Es decir, que pueden existir conflictos entre derecho del niño a que se establezca su
filiación para recibir la protección que su progenitor le debe, con el derecho del
presunto progenitor a la intimidad.
La colisión de dos derechos igualmente reconocidos supone un dilema que en el
caso de afectar a niños, niñas y adolescentes debe resolverse tomando en
consideración el principio del interés superior del niño.
Este principio, consagrado en el artículo 3.1 de la Convención sobre los Derechos
del Niño y el artículo 10 del Código de la Niñez y la Adolescencia implica la
obligación de las familias, autoridades administrativas y judiciales, de adoptar las
decisiones que más favorezcan el desarrollo integral de los niños y niñas,
privilegiando las medidas que contribuyan a esta finalidad por encima de otras.
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Como se ha explicado anteriormente, la relación entre el principio del interés
superior y la realización de la prueba de ADN al presunto padre, se han desarrollado
dos posturas antagónicas.
a. La prueba obligatoria de ADN lesiona derechos constitucionales
La principal fuente de esta postura son los argumentos presentados ante los
Tribunales de Justicia por los propios padres que son conminados a realizarse la
prueba de ADN en los procesos de determinación de la filiación.
En esencia esta postura sostiene que la obligatoriedad de la prueba de ADN entra
en colisión con otros derechos constitucionales del presunto padre, entre ellos el
derecho a la intimidad (art. 26 Cn.).
Al respecto, Romero Coloma (2009) dice que:
En esta clase de juicios se produce la colisión entre los derechos
fundamentales de las distintas partes implicadas, pues la realización de la
prueba puede vulnerar el derecho a la intimidad del presunto padre, y la no
realización de la prueba, puede vulnerar el derecho del niño y la niña a la
intimidad (p. 143).
Otro sector doctrinario afirma que la intromisión en la intimidad e integridad de la
persona para realizar la prueba biológica, aunque afecta la intimidad, es aceptable y
justificable, en Derecho, para conseguir una prueba de filiación.
- La obligatoriedad de la prueba se justifica en el principio del interés
superior del niño.
La segunda postura es planteada por numerosos doctrinarios (Azpiri, 2006; Chieri &
Zannoni, 2001) quienes asumen que el procedimiento que obliga al presunto padre
a realizarse la prueba de ADN para determinar su filiación respecto a un niño o niña,
se justifica en el principio del interés superior establecido en la Convención sobre los
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Derechos del Niño, que tiene como finalidad garantizar a niñas y niños su derecho a
la identidad.
Para los precitados autores, en la aplicación obligatoria de la prueba de ADN no hay
acto lesivo a derechos constitucionales, pues el mismo texto constitucional, al
reconocer la vigencia plena de la Convención sobre los Derechos del Niño,
establece la consideración del principio del interés superior, que en este caso,
cumple la función de garantizar a los niños y niñas su derecho a la identidad,
generando vínculos de derechos y obligaciones recíprocas entre el padre y su hija o
hijo, entre ellos, derecho de los segundos a recibir alimentos y de los primeros a
ejercer la tutela.
En este sentido, Hernández- Díaz (2005), dice que la negativa del presunto padre a
realizarse la prueba de ADN no puede fundarse “aduciendo que atentan a la
intimidad y la dignidad de la persona” ya que “debe de prevalecer el interés social y
de orden público… porque entran en juego los derechos de alimentos y sucesorios”.
(p. 33).
Los mismos autores, retomando sentencias de órganos jurisdiccionales españoles
señalan que “el derecho a la intimidad no puede convertirse en una barrera para
facilitar el desconocimiento de las cargas y deberes de una conducta que tiene
íntima relación con el respeto a posibles vínculos familiares” (Hernández- Díaz.
2005, p. 34).
Resulta ilustrativa la Sentencia RJ 2002, 8461 de la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional de España en relación el recurso de amparo de un ciudadano que por
negarse a la práctica de la prueba de ADN en el marco de un proceso de
determinación de la filiación, se le ha aplicado la presunción de paternidad, medida
contra la que recurre:
Resulta paradójico que una persona que de forma arbitraria se niega a
obedecer a las autoridades judiciales pretenda obtener ahora, pese a haber
sido advertido de las consecuencias de su negativa a la práctica de la prueba
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biológica, la declaración de que se ha producido un error en la valoración de
la prueba por parte del Tribunal Supremo, habiendo resultado lesionados por
ello sus derechos fundamentales, pues entonces, no ya solo los deberes de
buena fe, de lealtad procesal y de prestar la colaboración requerida por los
Tribunales, sino el deber que impone la Constitución a todos los ciudadanos
de velar por sus hijos menores, sean procreados dentro o fuera del
matrimonio, se ven frustrados cuando se intentan eludir las responsabilidades
y obligaciones derivadas de la paternidad.
En otra sentencia el Tribunal Constitucional español (1994-III-467) sostuvo que:
No se vulnera el derecho a la intimidad cuando se imponen determinadas
limitaciones como consecuencia de deberes y relaciones jurídicas que el
ordenamiento regula, como es el caso de la investigación de la paternidad y
la maternidad mediante pruebas biológicas en un juicio de filiación. En esta
clase de juicios se produce una colisión entre los derechos fundamentales de
las distintas partes implicadas; y que no hay duda de que, en los supuestos
de filiación, prevalece el interés social y de orden público que subyace en las
declaraciones de paternidad... Sin que los derechos constitucionales a la
intimidad, y a la integridad física puedan convertirse en una suerte de
consagración de la impunidad, con desconocimiento de las cargas y deberes
resultantes de una conducta que tiene una íntima relación con el respeto de
posibles vínculos familiares.
La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México, en la
sentencia 154/2005 asumió que la prueba de ADN no implica una violación al
derecho a la intimidad del presunto padre, porque con ella no se revela el mapa
genético de la persona, sino su huella genética, avocada únicamente a determinar si
existe o no una relación de ascendencia entre el presunto progenitor y el menor de
edad. (Sentencia 154/2005)
Asimismo, Romero Coloma (2009) sostiene que en la prueba de ADN en los
procesos de determinación de la filiación, debe prevalecer el interés social y de
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orden público que subyace en las declaraciones de paternidad, en las que están en
juego los derechos de alimentos y sucesorios de los hijos. (p. 145)
Para Varsi Rospigliosi (1999, p. 144) el sometimiento a las pruebas genéticas
ordenadas por el juzgador para investigar la paternidad es una colaboración
obligatoria en el proceso judicial.
Conviene señalar que la legislación nicaragüense no autoriza usar la coerción física
para obligar al presunto padre a practicarse la prueba de ADN, sino que establece la
presunción de paternidad, en razón de la cual “el Registrador procederá a aplicar la
presunción de la paternidad y reconfirmará al hijo o hija con los apellidos de ambos
progenitores, quedando firme dicha declaración administrativa otorgándoles las
obligaciones legales propias de la paternidad” (art. 10).
Esta medida se aplica tomando en consideración que la negativa a someterse a la
prueba de ADN es un indicio del que se extrae la presunción de que la paternidad
reclamada es cierta. Se aplica por analogía los preceptos del procedimiento civil
respecto a la confesión ficta y al reconocimiento de documentos, de manera, que el
presunto padre es apercibido de que en caso de oponerse a la realización de la
prueba se tendrán por ciertos los hechos que con ella se querían demostrar.
En todo caso, la declaración administrativa de filiación, no limita el derecho del
progenitor a impugnar en la vía judicial. Aunque la ley no lo establece de forma
taxativa, cabe la posibilidad de intentar Recurso de Amparo, bajo el argumento de
una vulneración al derecho a la intimidad del presunto padre.
II. Constitucionalidad de la prueba de ADN al amparo del principio del
interés superior del niño
Pese a la centralidad que ocupa, la Convención sobre los Derechos del Niño no
define el significado del principio del interés superior, de manera que ha
correspondido a la doctrina jurídica establecer el significado y alcance del mismo.
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Atienza (1991) considera que el principio del interés superior “se trata de una clase
de norma jurídica que expresa la obligación de perseguir determinadas finalidades
u objetivos sociales considerados valiosos por el legislador” (p. 101)
Cillero Bruñol (1998) expone que el principio del interés superior se utiliza para
“resolver conflictos entre derechos igualmente reconocidos” (p. 8). En el mismo
sentido, Torres Perea (2006) enfatiza que este principio, es un concepto jurídico
indeterminado que debe ser interpretado y aplicado en cada supuesto “cuya
aplicación sólo cabe para dar solución a los distintos conflictos de intereses que
pueden afectar al menor. Si no media conflicto, no ha lugar a aplicarlo” (p.3)
Gatica y Chaimovic (2002) exponen el principio de interés superior significa que “ni
el interés de los padres, ni el de la sociedad, ni el del Estado pueden ser
considerados prioritarios en relación a los derechos del niño” (p. 2)
Considero que el principio del interés superior es un principio moderno del derecho
internacional de los derechos humanos, que se aplica no sólo cuando hay conflictos
de derechos, sino en todas las medidas que las autoridades adopten en relación a la
niñez y adolescentes.
El principio del interés superior del niño es un principio rector orientado a favorecer
el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, por tanto, debe guiar los
procesos de formulación de leyes y políticas públicas, el funcionamiento de las
instituciones públicas y privadas y las decisiones familiares.
2.1 Jerarquía del principio del interés superior del niño
La jerarquía del principio del interés superior está condicionada por el lugar que
ocupa la Convención sobre los Derechos del Niño en el ordenamiento jurídico, sobre
la que se han sentado diversas posturas, que a continuación se analizan.
El Estado de Nicaragua ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño en 1990
quedando incorporada al ordenamiento jurídico nacional; siguiendo la tendencia de
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la región latinoamericana de constitucionalizar los derechos de la niñez, en 1995 la
vigencia plena de la Convención fue reconocida en el texto constitucional (art. 71).
La reforma de 1995, al reconocer la plena vigencia de la Convención sobre los
Derechos del Niño e incorporarla a la norma de más alto rango jurídico nacional,
extiende el catálogo de derechos fundamentales y garantías hacia los niños, niñas y
adolescentes.
La jerarquía que ocupa la Convención sobre los Derechos del Niño en el
ordenamiento jurídico está determinada en la misma Constitución Política, que de
forma taxativa reconoce en el artículo 71 su plena vigencia.
Al respecto, Meléndez (2006) señala que:
Las constituciones del continente le otorgan diferente valor a los tratados
internacionales sobre derechos humanos. En algunos casos se les otorga
rango supraconstitucional, y en otros, el mismo rango que la Constitución.
Pero en la mayoría de los países se les confiere rango infraconstitucional,
considerándoseles, por lo general, que tienen supremacía respecto de la
legislación secundaria (p. 566)
Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en
inglés) en la mayoría de los países la Convención está subordinada a la
Constitución pero prevalece sobre la legislación ordinaria, en otros, tiene el mismo
peso que la Constitución y en otros posee el mismo valor jurídico que el resto de la
legislación. (UNICEF, 2008, p. 15)
Retomando la producción doctrinaria, se pueden sostener las siguientes posturas en
relación a la jerarquía que ocupa la Convención en la legislación nacional.
a. Que la Convención tiene rango supra constitucional (Ayala Corao, 2002;
Henderson, 2004)
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Para este modelo, sostiene Ayala Corao (2002), los tratados internaciones de
derechos humanos ratificados por los Estados, prevalecen aún respecto a la
Constitución del propio Estado. Esto implica, agrega Henderson (2004) que los
tratados internaciones pueden regir aun oponiéndose a la propia constitución.
b. Que tiene el mismo rango constitucional (Gutiérrez de Colmenares, 2003)
Este modelo, dice Gutiérrez de Colmenares (2003) equipara a los instrumentos
internacionales de derechos humanos al mismo nivel que la Constitución, es decir,
adquieren la supremacía y en consecuencia la rigidez, propias de la Constitución.
Este autor, sostiene que la Constitución Política de Nicaragua se ubica en este
modelo.
Meléndez (2006) sostiene que la Constitución Política Nicaragüense ubica a los
tratados internaciones enunciados en el artículo 46 y 71 -entre ellos, la Convención
sobre los Derechos del Niño- en el mismo rango de la Constitución.
c. Que tiene rango constitucional supra legal, es decir, que está ubicado por
debajo de la constitución, pero encima de la legislación interna
Según Gutiérrez de Colmenares (2003), en este modelo los Instrumentos
Internacionales de Derechos Humanos no están por encima de la Constitución, ni al
mismo nivel de la Carta Fundamental, pero sí están por encima de las leyes
secundarias, es decir, prevalecen sobre la legislación nacional.
d. Que tiene el mismo rango que la legislación interna
En este modelo, dicen Ayala Corao (2002) y Gutiérrez de Colmenares (2003), los
tratados internacionales tienen el mismo rango que la ley interna, en tanto, “la
supremacía jurídica de la Carta Magna, no puede haber un instrumento normativo
superior, ni igual debido a que sólo ella ocupa esa posición en la pirámide del
ordenamiento jurídico”. (López, 2012, p. 47).
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En el ámbito nacional, García Palacios considera que “el tratado internacional una
vez que ha seguido todo el procedimiento que ya se ha señalado forma parte del
ordenamiento jurídico nicaragüense en una posición de igualdad a la ley de carácter
ordinario” (García Palacios, 2010, p. 60)
García Palacios (2010) afirma que:
No cree que el reconocimiento de los instrumentos internacionales del 46 de la
Constitución haya obedecido a una intención del constituyente de 1987 de
equiparar estos instrumentos con la Constitución ni muchos menos conferir un
carácter supremo frente al resto del ordenamiento. (p. 60)
e. Que no tiene rango jurídico
En este modelo, dice López Hurtado (2011) retomando a Díaz Arbónico (1991) se
ubican las constituciones, que reconocen algunos del derecho internacional de los
derechos humanos sus principios, pero que no le otorgan rango jurídico a los
tratados y declaraciones de derechos humanos.
Considero que de la misma forma en que la Constitución reconoce la plena vigencia
de la Convención sobre los derechos del Niño equiparándola al mismo rango
constitucional, el principio del interés superior, contenido en el artículo 3.1 de la
Convención, también adquiere rango constitucional.
El principio del interés superior forma parte de principios constitucionales, constituye
un principio jurídico garantista que obliga a las autoridades administrativas y
judiciales a garantizar que sus decisiones sean adoptadas tomando en
consideración al mejor interés de los niños, niñas y adolescentes.
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2.2 Jerarquía de la Convención en el Ordenamiento Jurídico Nicaragüense
Escobar Fornos (2005), razona que la incorporación de los tratados internacionales
sobre derechos humanos a la Constitución, dándoles rango constitucional, es una
tendencia aceptada por el constitucionalismo moderno (p. 34).
Nuestra Constitución, explica, “ha elevado a rango constitucional varios tratados y
documentos internacionales relacionados con los derechos humanos” (Escobar
Fornos, 2005, p. 74).
El legislador constituyente de 1987, como se ha dicho anteriormente, incluyó en el
artículo 46 de la Constitución los principales tratados internaciones de derechos
humanos, otorgándoles plena vigencia; de la misma forma, en la reforma parcial de
1995 el legislador adicionó la Convención sobre los Derechos del Niño al catálogo
de tratados con rango constitucional.
La reforma constitucional de 1995 asumió la intensión del constituyente de recocer a
los principales tratados de derechos humanos rango constitucional.
López Hurtado (2011) considera que:
Los instrumentos internacionales mencionados en el artículo 46 -Declaración
universal de los derechos humanos; Declaración americana de derechos y
deberes del hombre, Pacto internacional de derechos económicos, sociales y
culturales, Pacto internacional de derechos civiles y políticos de la
organización de las Naciones Unidas y la Convención americana de derechos
humanos- y 71 –Convención sobre los derechos del Niño- de Constitución
Política de Nicaragua tienen rango constitucional (p.36)
López Hurtado (2011), propone los siguientes argumentos a favor del rango
constitucional de los instrumentos internaciones de derechos humanos reconocidos
en los artículos 46 y 71 de la Constitución, entre ellos, la Convención sobre los
Derechos del Niño:
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a. Literalidad de la Constitución que en sus artículos 46 y 71, en el primer
artículo se reconoce “la plena vigencia de los derechos consignados”.
Bajo el principio de una interpretación teleológica, sistemática y armónica de
la Constitución Política se debe interpretar de forma coherente el artículo 46 y
el 71; cuando en el primero se reconocen plenamente los derechos y en el
segundo se reconoce plenamente el instrumento; lo que está en juego según
el constituyente es el reconocimiento total de las normas jurídicas
internacionales de derechos humanos.
b. Principio pro persona o pro homine que reconoce la constitucionalización de
los derechos humanos ya que este modelo reconoce más derechos a las
personas quienes son sujetas del derecho internacional de los derechos
humanos.
Este principio aceptado por el derecho internacional obliga a interpretar
extensivamente las normas que los consagran o amplían y restrictivamente las que
los limitan o restringen.
La Corte Interamericana de Justicia en la Opinión Consultiva OC-7/86 del 29 de
Agosto de 1986 sostuvo que en virtud el principio pro personase debe acudir a la
norma más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando se trata de
reconocer derechos protegidos e inversamente a la norma o la interpretación más
restringida cuando se trata de estab