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De pastoras iletradas a monjas legas místicas Sobre la espiritualidad y vida intimista de Isabel de Jesús (1584-1648) e Isabel de la Madre de Dios (1614-1687), Agustinas Recoletas en Arenas de San Pedro (Ávila) Jesús GÓMEZ JARA Centro de Estudios Juan de Mariana Diputación de Toledo. I. Introducción. Dos vidas paralelas. II. La oración mental motor de la espiritualidad Barroca en los Conventos femeninos. 2.1. La oración mental como superación de la oración vocal. 2.2. El descubrimiento de la Oración Mental. 2.3. Conocimiento de Dios mediante la Oración mental. III. Espiritualidad y vida íntima. Algunos aspectos significativos. 3.1. El recogimiento y la vida interior. 3.2. Visiones y mercedes divinas. 3.3. Necesidad de Confesor y Guía Espiritual. 3.4. Escribir las vivencias intimistas. 3.5. El Gozo de Dios. 3.6. El Amor de Dios. 3.7. La sequedad de espíritu. IV. Bibliografía específica seleccionada. V. Abreviaturas.

De pastoras iletradas a monjas legas místicas - Dialnet · Esto lo van a desarrollar tratadistas como Francisco de Osuna7, Alonso de Madrid8, ... 8 MADRID, Fray A. de, OFM,

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De pastoras iletradas a monjas legas místicas

Sobre la espiritualidad y vida intimista de Isabel de Jesús (1584-1648) e Isabel de la Madre de Dios (1614-1687), Agustinas Recoletas en Arenas

de San Pedro (Ávila)

Jesús GÓMEZ JARA Centro de Estudios Juan de Mariana Diputación de Toledo.

I. Introducción. Dos vidas paralelas.

II. La oración mental motor de la espiritualidad Barroca en los

Conventos femeninos.

2.1. La oración mental como superación de la oración vocal. 2.2. El descubrimiento de la Oración Mental. 2.3. Conocimiento de Dios mediante la Oración mental.

III. Espiritualidad y vida íntima. Algunos aspectos significativos.

3.1. El recogimiento y la vida interior. 3.2. Visiones y mercedes divinas. 3.3. Necesidad de Confesor y Guía Espiritual. 3.4. Escribir las vivencias intimistas. 3.5. El Gozo de Dios. 3.6. El Amor de Dios. 3.7. La sequedad de espíritu.

IV. Bibliografía específica seleccionada.

V. Abreviaturas.

I. INTRODUCCIÓN. DOS VIDAS PARALELAS

Isabel de Jesús e Isabel de la Madre de Dios, Isabel Ximenez ambas en el

siglo, son dos mujeres de vidas casi paralelas en muchos aspectos de su vida material, pero son almas gemelas en cuanto a la espiritualidad se refiere. Ambas nacen en Navalcán, tierra de Oropesa, entonces perteneciente a la Comunidad y Diócesis de Ávila, hoy provincia y diócesis de Toledo. Son tía y sobrina, y madrina y ahijada, respectivamente. Ambas son pastoras, nietas, hijas y hermanas de pastores. Isabel de Jesús tendrá una vida en el mundo mucho más activa, pues fue casada a los 14 años, teniendo tres hijos, de los que no sobrevivió ninguno, y haciendo vida familiar común de la época y ayudando a la economía domestica con su trabajo. Al enviudar en 1622 se dedicó a una vida de entrega a Dios, viviendo en un beaterio en Arenas de San Pedro, donde, en 1624, tomó el hábito y el cordón de Terciaria Franciscana. En 1626, con 42 años de edad, ingresa en el Convento de Agustinas Recoletas, de dicha villa, donde profesó como Monja de servicio o Monja Lega. Isabel de la Madre de Dios fue doncella, ingresando en el mismo Convento en 1632, a los 18 años de edad, profesando también como Monja Lega.

Isabel de Jesús va a encauzar a su sobrina por el camino de la virtud y de

la alta comunicación con Dios, guiándola y corrigiendo su carácter tan vivo y decidido que tenía. En 1640 es nombrado Vicario del Convento, y Confesor de las religiosas, el P. Francisco Ignacio del Castillo, religioso agustino del Convento del Pilar, de Arenas. Será el Confesor y Guía espiritual de nuestras dos Monjas navalqueñas, y absolutamente decisivo en su espiritualidad conduciéndolas por el camino de la virtud hasta las más altas cotas de la mística. Él, y otros confesores que tuvieron, las ordena que escriban sus experiencias intimistas, sus vivencias personales de esa vida de espiritualidad que tuvieron, lo cual obedecen dictándolas a la Madre Inés del Santísimo Sacramento, pues no saben leer, ni escribir. Isabel de Jesús permanece en su estado de monja Lega o de servicio hasta su muerte, acaecida en su celda de Arenas en 16481, mientras que su sobrina Isabel de la Madre de Dios, más decida y más emprendedora, será llamada a ser la Fundadora de los Conventos de Serradilla (1660) y de

1 GOMEZ JARA, J., La Madre Isabel de Jesús. Navalcán 1584-Arenas 1648. Ayuntamiento de Navalcán, 2007.

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La Calzada de Oropesa (1676), donde ejerció como Priora, previo paso a Monja de Coro en 1660, actuando siempre de la mano y bajo la dirección del P. Francisco Ignacio del Castillo. Murió la Madre Isabel de la Madre de Dios en 1687 siendo Priora en La Calzada de Oropesa, donde se conserva su cuerpo incorrupto. 2 En 1674 se inicia el Proceso Diocesano de Información sobre la Vida, Virtudes y Milagros de la Madre Isabel de Jesús3, haciéndose lo mismo en 1690 con la Madre Isabel de la Madre de Dios. Hoy se han reanudado dichos Procesos, siendo promovidos el primero por la Comunidad de Serradilla y el segundo por las religiosas del Convento de La Calzada de Oropesa.

Ambas tuvieron una vida espiritual altísima, de continua relación con el Señor, el cual las otorgó mercedes especiales, como fue la comunicación directa con Él a través de manifestaciones y visiones. Si bien se podría encuadrar a ambas religiosas en el grupo de Monjas “reveladas” y “visionarias”, tan frecuentes y tan de moda en el siglo XVII, hay que hacer la salvedad que lo serían, en todo caso, con mucha más moderación y con enorme diferencia de las que se suelen poner como ejemplos extremos. No se conoce ninguna extravagancia exagerada, ni hechos o dichos que fueran tan extraordinarios y tan fuera de lugar que se las pudiera tomar por perturbadas, aunque la Madre Isabel de Jesús sí tuvo cierta fama de tal en Navalcán, incluso sus familiares la llevaron a exorcistas en Talavera, Oropesa y Arenas, pero por cosas nimias, como ir a misa a diario, comulgar siempre que podía, hacer prácticas religiosas y hablar de Dios más de lo común, quizá algo exageradas, pero sin más pretensiones. En la vida seglar, en una aldea podía parecer extravagancia, pero en el Convento era una vida prácticamente ordinaria. Por otro lado hay que ponderar que siendo iletradas, sin saber leer ni escribir, impresiona el altísimo contenido de sus dictados, con un fondo tan profundo y a la vez tan elevado, que son verdaderos tratados de la más alta mística, producto sin duda de una honda reflexión y de una exquisita y sublime vida intimista.

Trataremos en este trabajo sobre algunos aspectos de la vida íntima y

personal, de la vida de espiritualidad de ambas religiosas, y cómo participaron y se imbuyeron de ese mundo de oración, de vida interior, y de intensa concordancia con la voluntad de Dios.

2 GOMEZ JARA, J., Isabel de la Madre de Dios, 1614-1687. Fundadora de los conventos de

Serradilla y La Calzada. Convento de MM. Agustinas Recoletas de la Calzada de Oropesa, 2006. 3 Archivo Diocesano de Ávila (ADAV), Pleitos, año 1674, 84/24/2 A. Caja 714, Doc. 14.

Proceso Diocesano de Información Sumaria sobre la Vida, Virtudes, Milagros y Santidad de la Madre Isabel de Jesús.

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II. LA ORACIÓN MENTAL MOTOR DE LA ESPIRITUALIDAD BARROCA EN LOS CONVENTOS FEMENINOS

2.1. La oración mental como superación de la oración vocal

Quedan ya muy lejos aquellos tiempos medievales en que la oración se ceñía

exclusivamente a decir muchas cosas a Dios, alabándole sin cesar, empleando ciertas horas al día, bastantes, según lo que disponía la Regla o las Constituciones. Sánchez Lora (1988) enfoca con acierto este asunto en su trabajo sobre la vida religiosa femenina, del cual extraemos algunas ideas.4 Era la oración vocal, generalmente leída en libros, que era como una práctica de devoción externa, aunque en modo alguno signifique pura formalidad y tibieza espiritual. Con el Renacimiento se impone un nuevo modo de oración, menos comunitaria, mucho más intimista y personal. En el siglo XVI se va a iniciar una nueva espiritualidad, la llamada devotio moderna, que se va a fundamentar esencialmente en la experiencia personal, individual e íntima, iniciando la búsqueda de otras vías de comunicación con Dios mucho más afectivas, menos materializadas, que van a ser capaces de ir mucho más lejos que las tradicionales formas de rezar mediante los libros. La clave va a estar en el amor de Dios, desprendiéndose de todos los demás sentimientos y afectos, y consiguiendo la anuencia perfecta entre la voluntad divina y la propia. Es preciso la renuncia total de sí mismo, la persona ha de quedarse libre de lastres materiales, y sublimar los trabajos y sufrimientos en dulzura y gozo, todo ello mediante el amor de Dios. Esta negación de sí mismo debe conducir inexorablemente al anonadamiento y la aniquilación personal en Dios. La Madre Isabel de la Madre de Dios y la Madre Isabel de Jesús experimentan en sí mismas este aniquilamiento y se nos muestran como dos místicas de altura, ya liberadas de todo el lastre que pudieran atarlas a la materialidad de la vida, consiguiendo la negación total de sí mismas.

Quedame de estas mercedes una aniquilación de mi misma y transformación en el Señor, que parece muchas veces que el cuerpo está en la tierra y el espíritu unido a su Magestad5.

En definitiva el hombre no debe buscar a Dios fuera de sí mismo, sino dentro

de él, de manera que encuentre dentro de sí mismo la bienaventuranza. Esta es la única y verdadera fuente de conocimiento: la experiencia personal a través

4 SANCHEZ LORA, J. L., Mujeres, Conventos y Formas de la Religiosidad Barroca.

FUE, Madrid 1988. 5 JESÚS MARÍA, Fr. M., OAR, Vida de la Madre Ysabel de la Madre de Dios, Manuscrito inédito.

Tres volúmenes. 1779, III, 55. Archivo Conventual de las MM. Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa. (en adelante MYMD a pie de texto).

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del amor de Dios, que se constituye en el único criterio y verdad, tocado el hombre por la gracia divina6.

Esto lo van a desarrollar tratadistas como Francisco de Osuna7, Alonso de

Madrid8, y especialmente Tomas de Kempis: la devoción debe estar en el corazón, no en los libros, ni en las imágenes, ni en otro tipo de señales o figuras externas. Por eso va a resultar algo consustancial con la nueva devoción el recogimiento9. Ha de renunciarse a las cosas externas y dedicarse al propio interior: Oírse a sí mismo, vernos en nuestro interior. La nueva espiritualidad, la nueva devoción, va a estar basada en la oración mental, frente a la anterior espiritualidad, que lo estaba en la oración vocal. Esta va a ser la gran batalla del siglo XVI: la pugna entre la oración vocal y la mental, o lo que Sánchez Lora define como la diferencia entre lo dicho y lo pensado, incluso entre esta última, van a existir dos corrientes, la oración discursiva y la oración de quietud.

Aunque estamos cerca, todavía no hemos llegado al tipo de oración que va

ejercitar nuestra dos Madres Isabel. Conocen, por las lecturas que hace la comunidad, la doctrina y la vida de Santa Teresa, pero su tipo de oración va a ser muy diferente. Han pasado ya setenta años desde que murió la Santa abulense, y, aunque su obra perdura intacta, las formas de comunicarse con Dios, las formas de oración, van a ir acordes con los tiempos. Así del Renacimiento se va a derivar en el Barroco, y así de esa forma de espiritualidad genuinamente mística, o sea, de la oración de quietud, de no pensar ni imaginar, se va a pasar a la meditación imaginativa, especialmente mediante la recreación de escenas de la vida de Cristo. Llegar al corazón a través de la imaginación. Serán los Ejercicios Espirituales, publicados en 1615, los que pongan de moda la nueva forma de orar, siendo fundamental la imaginación de los hechos, tan importante en San Ignacio de Loyola10. Las meditaciones del Padre Luis de la Puente, y en general, toda la Compañía de Jesús va a extender esta nueva forma de meditación, muy de acuerdo con los nuevos tiempos, que va a requerir más apoyo de lo plástico y

6 SANCHEZ LORA, J. L., o.c, p. 170. 7 OSUNA, F. de, OFM, << Tercer Abecedario Espiritual >>, en Escritores Místicos

Españoles, B.A.E., Madrid 1911, T. I. 8 MADRID, Fray A. de, OFM, << Arte para servir a Dios >>, en Escritores Místicos

Españoles, B.A.E, Madrid 1911. 9 KEMPIS, T. de, La imitación de Cristo. Obracultural.org. El éxito del Kempis (se

conservan más de 700 manuscritos y se hicieron 85 ediciones incunables y 200 más a lo largo del siglo XVI), estuvo en que enseña a orar, enseña la mística a todos los cristianos, no solo a los clérigos o regulares, dando normas y reglas para crear un método. Enseña, a llegar a la comunicación mental con Dios. Fue enorme el éxito y el cambio que este libro generó en la cristiandad de Europa.

10 LOYOLA, San Ignacio de, SJ, << Ejercicios Espirituales >>. En Obras completas, BAC, Madrid 1991.

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de lo imaginativo, especialmente en lo que se recomienda como uno de los primeros pasos de los Ejercicios Espirituales como es la “composición de lugar”.

Esto lo viven plenamente nuestras dos monjas recoletas en Arenas, especialmente

la Madre Isabel de la Madre de Dios nada más entrar de religiosa, cuando fueron unos Padres Jesuitas a dar una misión al convento de Arenas, a la que por supuesto asiste con aprovechamiento su tía, la Madre Isabel de Jesús. En realidad fueron a exponer esta nueva forma de oración basada especialmente en la plástica de las imágenes creadas por uno mismo o mediante las representaciones de estampas o grabados. Esta nueva espiritualidad causó verdadero furor en el convento, y desde luego en la joven Isabel, a quien causó tan gran impacto que intentó escaparse del convento para ir tras los Padres, convenciéndola de su error su santa tía. 2.2. El descubrimiento de la Oración Mental

Las Monjas Agustinas Recoletas introducen en sus Constituciones la oración mental obligatoria en comunidad nada menos que dos horas diarias. Pero esto va a ser poco para la mayoría de las Religiosas que dedicarán mucho más tiempo a tal ejercicio. Especialmente conocemos las horas que dedicaba la Madre Isabel de la Madre de Dios a la oración mental y al recogimiento en la celda, incluso en las ermitas de la huerta, donde estaba siempre en permanente comunicación con Su Majestad. Mucho insisten las Constituciones en este aspecto del recogimiento, de la soledad de las monjas, del silencio y de la oración mental. Es justo cuando se produce el cambio y la Madre Mariana de San José introduce estos aspectos en las Constituciones, pero, como decimos, las propias religiosas superaran con mucho las horas establecidas. Este sistema de la oración mental, del recogimiento con Dios, sea en el Coro, sea en la Celda o en la Huerta, o en el Claustro, es la clave para entender esta espiritualidad11.

La Madre Isabel de Jesús sólo conocía la oración vocal, la de toda la vida,

la que se hace con rezos y cánticos. Solo cuando está en el Convento, y no al principio, sino cuando van los Padres Jesuitas a dar unas misiones o quizás unos Ejercicios de San Ignacio, descubre lo que se lleva imponiendo desde el siglo XVI, pero que las novicias irán descubriendo a medida que van ingresando en los conventos, pues en el siglo nos está implantada esta nueva forma de orar. Las declaraciones de la Madre Isabel ponen de manifiesto cómo se está imponiendo todavía esta devotio moderna que surgió en el siglo anterior, al

11 Constituciones, Cap. III, de la Oración Mental y otras prácticas; Cap. VII, de la soledad

con que han de vivir las religiosas; Cap. XIII, del Silencio y recogimiento.

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final del Renacimiento. En efecto es muy significativo y explícito que la Madre Isabel nos diga que ahora está empezando a oír que existe una oración nueva que es la mental, que no lo había oído nunca, y que creía que solo bastaba con la oración que conocía desde niña: la oración vocal. Descubre la bondad de esta nueva manera de orar que cambia la lengua por la mente, dando gracias a Dios por darla a conocer tan elevada oración.

Declaro que, sin tener yo oración, me hizo el señor los favores referidos, por cuanto yo no sabía otra oración sino la vocal, ni la había oído en mi vida, que en mi Aldea, como ya he dicho, nadie sabe leer, y así nunca oí un libro de devoción…que como soy criatura vil y desconocida, lo que yo tengo de mi ruin cosecha son pecados, que yo no tengo ni he tenido otra cosa. Y así el Señor me dijo que Él me enseñaría otro modo de rezar mejor que el que yo sabía, y como todopoderoso obró, pasándome el uso de la lengua a la mente. Después que vine a la Religión fui conociendo (porque lo oía) y entendiendo que había Oración Mental. Conocí la gran merced que el Señor me había hecho de haberme puesto con su poderosa mano en esta tan levantada oración. MYJ, 350-35112.

En este otro texto nos da un gran lección esta monja lega, iletrada,

“criatura vil y desconocida” según ella misma se define, holgándose y descansando mucho en este modo de oración que lleva directamente al Amor de Dios, rechazando las razones del entendimiento, que este suele ser engañoso, ratero e incapaz.

Habrá veinte y un años y dos meses que me hizo el Señor merced de pasarme sin entenderlo a esta Oración, sacándome de aquellas oscuras tinieblas, descubriéndome claro el sol. Con estas muchas luces que he tenido se ha venido a deslumbrar el entendimiento, que parece ha venido a quedar ciego, porque no descubre como solía, pero no me hace falta... Yo me huelgo mucho y descanso con este modo de Oración, porque le tengo por seguro. Que en el entender puede haber engaño, y con el amar a Dios no. ¡Oh, qué grande potencia es la voluntad que abraza en sí a todo Dios. El entendimiento le tengo por muy ratero incapaz, porque él no puede comprender y viene a retener en el alma mas medras, cuando conoce que no alcanza, ni puede conocer.

12 CASTILLO, Fr. F. I. del, OSA, Vida de la Venerable Madre Ysabel de Jesús. (en

adelante MYJ a pie de texto. Madrid, 1672 y 1675. Las citas está referidas siempre a la edición de 1675.

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En esta ceguedad descansa mi alma, como la mariposa cuando ha venido volando tras la luz, y, por gozarla, se cae en ella deslumbrada, se deja abrasar las alas, quedando consumida en el fuego. Así hace mi alma, a imitación del Ave Fénix, que con los rayos del sol que la están hiriendo, se viene a consumir. Y como la solícita abeja que se cae en la miel, y no puede volver a coger vuelo, sino que se queda anegada y allí se consume, Y el Ave Fénix y ella no campean porque no tienen a donde ir, que están en el centro. Solo me parece a mí que cantan el Ave Fénix y el Cisne, y no se si he entendido bien, pero a mí me ha pasado esto. MYJ, 257-258.

2.3. Conocimiento de Dios mediante la Oración mental

Parece que estemos oyendo a Santa Teresa cuando leemos textos como el párrafo que trascribo a continuación, de un muy elevado espíritu, tan anegado en el conocimiento de Dios que impide al entendimiento percibir absolutamente nada. Como la Santa de Ávila, la Madre Isabel de Jesús vive sin vivir en sí, sino que es Cristo quien vive en ella, y aunque cree que oye, no lo hace, y aunque cree que ve no veía nada. Es el rapto de los sentidos y de las potencias que hace que el entendimiento esté ocupado permanentemente en el conocimiento de Dios.

Estuve mucho tiempo fuera de mí, por cuanto no mandaba yo, ni vivía yo, porque vivía Christo en mí, y así obraba teniendo recogidas en sí todas mis potencias, porque aunque veía, no veía, porque me parecía todo aparente lo que veía, como de verdad lo son todas las cosas transitorias. Y aunque oía, no oía, porque no estaba yo en lo que oía, y así se pasaba de vuelo, sin percibir el entendimiento nada, porque estaba ocupada en el conocimiento de Dios nuestro Señor. MYJ, 352.

La Madre Isabel de Jesús, en sus escritos dictados sobre sus vivencias espirituales, habla muchas veces de la cuestión de la oración y en qué grado de ella se encuentra. Ella, en su humildad, dice la mayoría de las veces que no sabe en qué grado está, y que no sabe si ha tenido alguna vez oración. Puede que esta afirmación la haga por humildad, motivada porque no va a decir ella que está en el grado último de perfecta connivencia con el Señor, que es como realmente está, pero ella no da importancia a lo mucho que ha conseguido, y sí a lo que la resta por alcanzar. Insisto en que habla muchas veces de la oración, pero quizá el párrafo que trascribo a continuación sea el que nos ilustre del camino que ha ido siguiendo y cómo ha ido progresando en la oración. En su

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largo recorrido por esta senda de la Oración, empezó el camino amando a la Madre de Dios para luego pasar, como ella dice, de las criaturas al creador. Se entusiasmó con la Pasión del Señor, para pasar por un periodo de pérdida de la devoción sensible cuando enviudó, que le duró un año y tres meses. Ya en Arenas, cuando se fue a vivir en casa de la Beata, cuando se hace Terciaria de San Francisco, recobra de nuevo la espiritualidad y la oración para alcanzar las más altas cotas entre la Clausura del Convento. Son impresionantes las definiciones de su estado espiritual cuando afirma que, como las mariposas, van desde la más intensa oscuridad a la luz de la candelas, en este caso del amor de Dios, y quieren gozar tanto de la luz que se abrasan las alas consumiéndose en el fuego de las velas, o como la abeja que cae a la miel, quedando prisionera sin poder levantar el vuelo, quedándose anegada y allí se consume. Quiere ella acercarse tanto a la luminosidad intensa del amor de Dios que queda prisionera de ella y se abrasa en esa llama viva. Nos quedamos con esta otra frase del párrafo, acerca de este amor de Dios: Que en el entender puede haber engaño, y con el amar a Dios no.

Mi padre, yo quisiera darle cuenta de mi Oración, si bien es verdad que no sé si yo la he tenido nunca. Yo comencé teniendo lástima de mi alma de que estuviese encerrada en un vaso tan flaco como el mío, y que la hubiese dejado el señor a voluntad mía y tan a peligro de perderse. Esto me causaba gran ternura. Compadecíame de ella y del Señor que la compró. Veíala en aquellas cavernas tan oscuras…Yo caminé de principio amando a su Madre, después me pasó él mas alto conocimiento, que fue, pasándome del amor de la criatura al del Criador. Vine mucho tiempo por este camino de su Santísima Pasión, en la cual andaba continuamente ocupada, causando tanta ternura, que derramaba muchas lágrimas. Dábanme grandes impulsos de castigarme por mis pecados y por los ajenos, Mandabame su Magestad que pasase al amor y no me detuviese en la obra. Su Magestad me pasó antes de entrar Monja.

III. ESPIRITUALIDAD Y VIDA INTIMISTA. ALGUNOS ASPECTOS SIGNIFICATIVOS

Tanto la Madre Isabel de Jesús como Isabel de la Madre de Dios van a

tener una vida personal e íntima muy similares, como lo van a ser la de la mayoría de las religiosas de la época que alcanzan este grado de oración y de alta espiritualidad, producto de la continua comunicación con Dios mediante la oración mental. Exponemos algunos aspectos de su vida interior como ejemplo

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de cómo dos rústicas pastorcillas, que, sin saber leer ni escribir, pero con palabras graves y compuestas, y, a la vez, con ejemplos caseros, nos van dar a entender las trasformaciones y evolución de sus espíritus y nos van a exponer esa forma de vida y de pensamiento que caracteriza a la mística española del siglo XVII. Analizamos aquí cómo se nos manifiestan ciertos valores de esa vida intimista y personal de nuestras dos monjas legas, que hemos seleccionado entre todos que se exteriorizan en sus escritos dictados. En efecto, hay otros muchos aspectos más de esta vida interior y de espiritualidad comunes a todas las persona de alta vida interior, como la sublimación de la vida ordinaria, las mortificaciones, los trabajos y sufrimientos, la práctica de la virtud; la frialdad, tibieza y fervor de espíritu, santos y devociones, don de profecía y discernimiento de espíritu, consejos y asesoramiento espiritual, milagros en vida, los peligros del mundo, escrúpulos, don de lágrimas, éxtasis y arrobamientos, etc., que también son exponentes externos de esa vida intimista, pero que no abordamos en este Simposium por las limitaciones regladas. Todo ello lo entresacamos de sus escritos dictados por orden de sus Confesores y Prioras, en donde se ponen de manifiesto estos aspectos de la vida intimista, estas situaciones tan personales, pero que van a ser muy comunes en este tipo de religiosas, como si fueran estereotipos, y, de hecho, van conformar la idiosincrasia de la mística española femenina del siglo XVII, como hemos dicho antes.

3.1. El Recogimiento y la vida interior Ya hemos dicho que las Religiosas, al menos este tipo de almas de de tan

alta espiritualidad, superan con creces las obligaciones de la Comunidad en materia de oración y recogimiento, y eso que estas eran duras, sobre todo en ciertas ocasiones, como en los viernes de Cuaresma, en que además del ayuno, la abstinencia y la disciplina comunitaria se practicaba la llamada Oración de la Soledad, que duraba tres horas.

Para Gloria y onrra del Señor manifiesto que / en tres de março de mill seisçientos y çinquen / ta y seis, biernes de la primera semana de qua / resma estando en la oraçion de la soledad, que es desde doçe a tres de la tarde... Mfs., 6v.

La Madre Isabel de la Madre de Dios, gustaba de quedarse en el Coro o

recogerse en su Celda, o retirarse a su Ermita, orando con el Señor. Era esa oración intimista, de oírse a sí misma, producto de la nueva espiritualidad, basada, como ya hemos expuesto, en el recogimiento y en la vida interior. Es la devotio moderna, la oración mental, recién impuesta en la espiritualidad renacentista, consolidada en la época barroca y aumentada con la plasticidad

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de las representaciones escenográficas de los asuntos meditados, ya en la religiosidad barroca, que es justamente la que viven las dos Madre Isabel. Una de las devociones preferidas es la Pasión del Señor, en sus pasos más dolorosos. En sus meditaciones, en la composición de lugar, siempre gusta de imaginarse al Señor como Varón de Dolores, todo llagado y ensangrentado. El texto de la Madre Isabel de la Madre de Dios que sacamos a continuación expresa de manera fiel estas dos cualidades que estamos analizado: intensa oración mental y representación barroca de Cristo todo llagado.

En once de noviembre, despues de aver tenido al / gunas oras de oracion mental, que serian cinco poco más o menos se me manifesto el Señor en vission / ymaginaria todo llagado que solo Su Magestad puede / dar fuerzas al alma para que no desampare el cuerpo... Mfs., 36v.

Era tanta la afición de la Madre Isabel al recogimiento y a la oración que

cualquier acontecimiento era una buena razón para ello, y más si también se ejercitaba la Caridad en su mas alto grado.

En veinte y ocho de henero, professando una re / ligiosa, estandome en el coro toda la tarde, dándole a Su Magestad las graçias y ofreciendosela a su bon / dad, y pidiendole que la conserbase en su graçia... Mfs., 29r.

En Cuaresma porque era Cuaresma, en Pascua porque es la Pascua, en

Pentecostés porque es la fiesta del Espíritu Santo. Siempre encuentra la Madre Isabel motivo y razón para recogerse en el Señor y dedicarle horas de intensa comunicación don Él.

Oy, día segundo de la pasqua del espiritu santo me recogi desde / la una hasta las seis estando todo este tiempo en / oracion pidiendo a el Señor me diera luz porque no quisie / ra cossa ni tampoco decir nada de mas / sino lo que el señor me dicta. Mfs,. 34v.

3.2. Visiones y mercedes divinas La comunicación directa con el Señor, mediante visiones y encuentros

directos por parte de este tipo de Religiosas “reveladas e iluminadas” va a ser un suceso tan consuetudinario en los Conventos, que será raro en el que no haya permanentemente alguna o algunas Monja visionaria. Este será el caso de la Madre Isabel de Jesús y de su sobrina, la Madre Isabel de la Madre de Dios. Ambas tuvieron esta gracia especial de poder comunicar directamente con el Señor en cuyos encuentros fervorosos, en sus visiones, les manifestaba su

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divina voluntad, que luego ellas irían transmitiéndonos a través de sus escritos dictados.

Santa Teresa distingue entre visiones corporales, las cuales no tuvo nunca,

reconoce, las visiones imaginarias, que son las más bajas y pasan presto, como un relámpago y las visiones intelectuales, que son realísimas, duran mucho tiempo y hay palabras y revelaciones13.

Estos tres tipos de visiones son perfectamente conocidos y experimentados

por nuestras dos Monjas Legas Recoletas, quienes percibían estas manifestaciones de la divina Voluntad simultáneamente en el Convento de Agustinas de Arenas entre 1640 y 1660, y muy especialmente la Madre Isabel de la Madre de Dios, que emplea los mismos términos que Santa Teresa cuando se refiere a ellas. Así en una ocasión en que se encontraba extremadamente débil por una enfermedad, estuvo a punto de caerse en la cocina pero fue sostenida por su brazo derecho por alguien misterioso:

Manifestome el Señor en Visión Corpórea un Ángel hermosísimo, dandome a entender que era el de mi guarda. Durome todo el día el andarle viendo en visión imaginaria... MYMD, I, 121

La Madre Isabel de la Madre de Dios especifica casi siempre en cada

caso qué clase de visión es la que tiene. Son menos las visiones corpóreas, algunas más son las visiones imaginarias, siendo las visiones intelectuales las más frecuentes. Cuida mucho la Madre Isabel de aclarar esta cuestión para que no haya malentendidos, ni presunciones de ningún tipo, y evitar así problemas con la autoridad eclesiástica, que había legislado muy duramente contra esta moda de visiones y mensajes divinos que creían tener tantas monjas y frailes de la época. Se muestra insistente en que sus visiones son intelectuales, no físicas ni tangibles, y lo expresa hasta una docena de veces en el Manuscrito que cotejamos de sus Manifestaciones. No quiere que haya ni una sola duda a este respecto.

Al día siguiente, saliéndome de confesar, vi al Señor intelectualmente que se manifestó en una cama, como enfermo, todo llagado...14 Pasé todo el día viendo a Su Majestad intelectualmente y tan enamorada mi alma de este Señor... Mfs. 13r

13 JESÚS, Santa Teresa, << Libro de las Fundaciones >>, 8-1/9, en Obras Completas.

BAC, Madrid 2003. 14 BIBLIOTECA NACIONAL, Ms. 6072. Manifestaciones de la divina voluntad hechas a

una Religiosa Agustina Recoleta, f. 12v. (En adelante Mfs. a pie de texto)

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En otras ocasiones especifica más este tipo de manifestaciones reiterando que además de ser una visión intelectual es exclusivamente en su interior donde se manifiesta esta visión. Otras veces aclara todavía más que sus visiones son de carácter inmaterial, no corpóreas, que ella no ve nada con los ojos del cuerpo, sino con los del alma:

quedándome en el coro recogida, me vi cercada de una grande luz, y, juntamente, sentí al lado derecho como que estaba Su Majestad allí, y esto era sin ver cosa con los ojos del cuerpo... Mfs. 53r.

me manifestó el Señor una cosa como a modo de un túmulo de fuego muy encendidísimo; y esto era que me parece que le veía con los ojos del cuerpo, mas, abriéndolos, no veía cosa ninguna... Mfs. 54r. …y a la persona que se la hizo la vi cercada de una claridad con los ojos del alma, que con los del cuerpo no estaba en parte que le pudiera divisar... Mfs. 50v.

3.3. Necesidad de Confesor y Guía Espiritual El Confesor y Guía Espiritual va a ser una figura absolutamente imprescindible

para estas Monjas de espíritu tan elevado, especialmente por la obsesión tan arraigada que tienen de no acertar por sí mismas con la voluntad de Dios que se las manifiesta en esas mercedes singulares con que las agasaja. Se sienten, en expresión propia de la Madre Isabel de la Madre de Dios, “pregoneras de Dios” en tanto en cuanto tienen la obligación de transmitir sus vivencias y sus experiencias personales, pero temen poderosamente por una parte estar engañadas, bien por tretas del enemigo o bien por erróneas interpretaciones, y más aun, por otro lado, engañar a los demás. De ahí la contínua necesidad del Confesor que las ayude a sentir la seguridad de sus conclusiones. Era verdadera obsesión la que tenían por si esas experiencias intimistas y personales eran tretas del enemigo, en lugar de mercedes del Señor, y estaban totalmente engañadas. Así lo proclama con claridad la Madre Isabel de la Madre Dios en 1675.

Esto, Padre mío, no se como pasa por mi Alma, solo se que lo obra el Señor sin merecerlo, y desde que me sucedió he hecho muchas oraciones y aplicado los egercicios para que el Señor me diese luz, para decirlo y dar cuenta de mi Alma con toda claridad, porque sabe Su Magestad deseo no ser engañada, ni engañar15.

15 Carta de la Madre Isabel al P. Francisco Ignacio, Serradilla, 15 de febrero de 1675, Archivo

Conventual de MM. Agustinas Recoletas de Pamplona. Publicada en GOMEZ JARA, J., Isabel de la Madre de Dios, 1614-1687. Fundadora de los conventos de Serradilla y La Calzada. Convento de MM. Agustinas Recoletas de la Calzada de Oropesa, 2006, <<Epistolario>>.

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Ambas religiosas tenían muy presente lo que le sucedió a una Religiosa Carmelita del Convento de Toledo, cuya vida se leyó en el Refectorio, y no querían que a ellas, a cada una de ellas, le sucediera lo mismo.

Porque estando leyendo en el Refectorio la Vida de la Madre María de Jesús, Carmelita del Convento de Toledo, iba diciendo algunas cosas de la luz que el Señor la avía dado para conocer espíritus. Y dixo una que la trahía el enemigo tan engañada, que le tenía tambien a su Confesor... MYMD, I, 121.

La Madre Isabel de Jesús no era partidaria de andar cambiando de Confesor, ni buscar uno que sea cómodo y condescendiente, sino que el alma debía sujetarse a uno solo para poder medrar en virtud.

No excuso las ganancias que tiene el alma sujetándose a su Confesor. Las almas que andan hoy con uno y mañana con otro, buscando que sean a su gusto, yo les doy firmada de mi nombre que si se dejan llevar de esto no medrarán mucho en virtud. MYJ, 195.

3.4. Escribir las vivencias intimistas

En el siglo XVII era una moda casi enfermiza el escribir y relatar las mercedes espirituales recibidas y las vivencias extraordinarias experimentadas, bajo la justificación de que lo hacían para que así fuera Dios más conocido y alabado, y que serviría para edificación y aumento de las almas de las demás religiosas, lo cual provocó un sentimiento doble de admiración por unos y de rechazo frontal de otros, quizá los más realistas. Como anota Sánchez Lora, por influjo de Santa Teresa y por imposición de los Confesores, se puso de moda el escribir esas interpretaciones particulares y sus conclusiones, por lo que la Inquisición va a estar muy atenta con todo aquel que participara de las tendencias de la nueva devoción, como sucedió en el caso de la Madre Isabel de Jesús. Son tiempos muy duros en los que hay que tener sumo cuidado y precisión en lo que se dice, de manera que lo expresado caiga siempre en el lado de la ortodoxia. Por otra parte, surgen por doquier casos de religiosos y religiosas místicas y otras personas “reveladas” que, aunque no sean perniciosas para la iglesia, fue una moda muy molesta. Caro Baroja también alude a esta especie de moda de la espiritualidad del siglo XVII en los conventos de monjas

Ante su fama (de Sta. Teresa) fue grande la cantidad de monjas que por su impulso y sobre todo por presión de confesores y directores espirituales, escribieron autobiografías, relaciones de visiones, profecías…

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mujeres que vivieron una especie de soliloquio y que según lo que su cabeza y sus nervios resistían llegaban a situaciones muy distintas16.

En este sentido es muy significativa la actitud de la fundadora de las Agustinas Recoletas, la Venerable Madre Mariana de San José, quien se muestra muy severa contra esa costumbre que tienen las monjas y beatas de ir contando los sentimientos interiores y las mercedes y regalos que las hace el Señor, entrando en una especie de concurso o pugna entre ellas por ver quien tiene las mayores y mejores mercedes o manifestaciones divinas, entrando en trance, incluso, cuando más gente pueda verlas. Arguyen que las cuentan para que sea más alabada y conocida la misericordia de Dios, pero la Madre Mariana recomienda que mejor es que se cuenten los pecados, que así si se descubre con toda intensidad la bondad y el amor del Señor hacia nosotros.

¡Oh válgame Dios, y qué dolor es ver cuan conversable cosa es en el mundo este género de plática y con qué facilidad se relatan los sentimientos interiores, y cuánto se debe sentir que, si son amigos del Señor, le sean tan poco fieles y secretos... y es cierto que, aunque sean verdaderos, son muy pocas las personas que se aprovechan con decirlas los que las reciben, y casi infinitos los daños que resultar de publicarse algunas veces: parece estamos en tiempos en que podemos decir que los amigos ocultos son los mejores.

Pero frente a las que gustaban de propagar las mercedes recibidas, había otras monjas agraciadas con estas visiones y manifestaciones de Dios que no eran dadas a contarlas y a proclamarlas públicamente, antes bien sentían repugnancia interior a ello, considerando la grandeza del Señor y la bajeza de ellas. Hay que ponderar que en la mayoría de los casos, los Confesores y Guías espirituales, aun sabiendo que la mística y la alta espiritualidad es un producto de la gracia, y no está por ahí al alcance de cualquiera, sino de las elegidas, obligaban a las Religiosas a contar y escribir sus vivencias, de modo que estas casi siempre actuaban bajo obediencia. Este es el caso de las dos religiosas que nos ocupa este trabajo, que siendo totalmente iletradas y analfabetas, son escogidas para manifestar el estado de sus almas como si de ejemplos didácticos se tratara. Isabel de Jesús dicta sus vivencias a partir de 1645, mandada por sus confesores, y lo hará hasta por tres veces, pues los escritos, ante lo elevado de sus conceptos, son requeridos una vez por el Obispo de Ávila y otra por el P. Luis de Velliza, S.I., mientras que la M. Isabel de la Madre de Dios lo hará a partir de 1655, por mandato del P. Francisco Ignacio, su confesor. Las va a costar enorme sacrificio el contar sus vivencias, pues necesitan de una secretaria

16 CARO BAROJA, J., Las formas complejas de la Vida religiosa, Madrid 1978, pp. 28-

35; citado por Sánchez Lora, o.c., p. 238.

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para que escriba lo que ella dicta, en ambos casos será la M. Inés del Santísimo Sacramento, y no es lo mismo escribirlo directamente y guardarlo en la celda o dárselo al Confesor, que contarlo previamente a una compañera, además de ocupar a una hermana en hacer algo que debía hacerlo ella sola. Así lo expresa la Madre Isabel de Jesús:

A mí me parece que estoy perdiendo aquí tiempo, por cuanto tengo ocupada una hermana, que ella está haciendo lo que yo debía hacer, y por no saber leer ni escribir, mi confesor se lo ha mandado a ella. Dame escrúpulo, por cuanto tiene buenas manos para la labor, y está el Convento pobrísimo. MYJ, 9.

Pero se tienen que obligar a ello, y, a veces, como hizo la Madre Isabel de

la Madre de Dios, quien, además de los tres votos de la profesión religiosa, se obligó con otro voto de obediencia particular a su Confesor, el P. Francisco Ignacio del Castillo, con el fin de forzarse a sí misma a contar todo lo que pasaba por su alma, aunque ello fuera una gran mortificación, sin ocultar nada por timidez, humildad o, como dice ella, por encogimiento.

El Señor sea en nuestros corazones y se sirva de dar luz en mi entendimiento para que, aunque sea a costa de tanta mortificación mía, obedezca a mi confesor, que solo Su Majestad sabe si en mí pudiera haber voluntad; quisiera mil veces morir primero que manifestar cosa ninguna de las que Su Majestad obra en mi, que el Señor solo sabe quan extremada he sido en esto, que aun el manifestarlo a mi Confesor solo me lleva el deseo de no ser engañada, sujetando mi voluntad a la suya; y este temor y sentimiento le he tenido siempre. El Señor sea engrandecido que así lo ordena todo para mayor gloria suya y aumento de mi Alma. Mfs. Fol. 6r.

A la madre Isabel de Jesús también la costaba mucho escribir sus vivencias

intimistas, negándose o retrasando el inicio o la continuación de sus dictados, hasta que se convencía de que era la voluntad de Dios. Así, el año 1646 Isabel se siente con remordimiento de conciencia por su actitud negativa, pero de nuevo se entrega a la voluntad de Dios, comprometiéndose a escribir los dones y mercedes que recibe de Él, pero siempre movida más por el amor de Dios que por las amenazas o temores. En una de sus visiones, fue el jueves Santo, 29 de marzo de 1646, es reprendida por el Señor ante su remolonería en escribir sus experiencias:

… me dieron una gran reprensión, diciéndome: mira lo que tú gozas y no lo gozan otros. Al decirme esto me desampararon y fui llevada a un Tribunal, a donde me recibió el Juez con grande severidad

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diciendo: a dónde vienes tú, dejando los talentos soterrados. Aquí conocí que por no haber querido manifestar las mercedes de Dios, me hacían cargo, y fue grande, que me arrojaban de la presencia de aquel Juez. MYJ, 7.

Además, como hemos dicho antes, se consideran pregoneras de las

grandezas del Dios, siendo como sus altavoces, o, en expresión de la Madre Isabel de Jesús, sus trompetas y campanas que lanzan sus clamores a los cuatros vientos, movidas por ser la voluntad de Dios y por ser orden y consejo de sus confesores:

…me habló mi divino Maestro al ama diciendo: Conmigo eres pregonera de mis grandezas. También me llamó trompeta y campana. En todo esto me daba a entender que, aunque quisiese ocultar sus maravillas, que tenía que ser pregonera de ellas, manifestándolas, como ya lo hago. Su Divina Majestad, por ser quien es, tenga por bien de servirse de mi gran atrevimiento, que los es muy grande el ponerme yo, tan indigna a cosas semejantes, pero movida por el mismo, como el declarado aquí, y mandada y aconsejada de mis confesores, no una sino muchas veces, me he venido a rendir a hacer lo que no pensé. MYJ, 9.

3.5. El gozo y la presencia de Dios Tanto la Madre Isabel de Jesús como la Madre Isabel de la Madre de Dios

encarnan esa clase de mujeres religiosas, de alta espiritualidad, ensimismada con Dios, tan frecuente en la Religiosidad Barroca española. El movimiento Contrarreformista de Trento, la reforma de las Órdenes Religiosas con la vuelta a las Reglas Primitivas, ese espíritu individual de superación e ir más allá de lo exigido en las normas, va a crear un prototipo de personas de altísima espiritualidad, a la que se llega por el camino de la ascesis y de los sufrimientos primero, y mediante la oración y meditación después, para alcanzar el grado de comunicación permanente con Dios.

Esa búsqueda de lo permanente es la que va a guiar toda la vida de estas

dos monjas Legas, de modo que van a adquirir un grado de virtud tan alto, que, más que ellas, va a ser la propia virtud la que actúa, o sea, que ellas no eran ellas y sus actos no eran suyos; de tal manera quieren negar su propia voluntad y hacer la de Dios, que más que desear conocer cuál es ésta, lo que van a conseguir es identificarse plenamente con ella misma. La Madre Isabel de la Madre de Dios se queja de los trabajos y tormentos que sufría, pero, a

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la vez, pedía más para más asemejarse al Señor, Varón de dolores por excelencia, de manera que sufría porque no sufría. Podrán sufrir corporalmente, pero el grado de virtud es tan grande, es tanto el amor de Dios que poseen, que no solo compensa el sufrimiento que padecen sino que quieren y anhelan muchos más sufrimientos para poder morir e ir a gozar definitivamente de él. Este Gozo de Dios no es otra cosa sino la Visión beatífica del Señor, es decir, alcanzar el cielo mediante la salvación del alma. Pero para estas personas de tan alta espiritualidad, para estas almas místicas, les parece que nunca va a llegar el Gozo de Dios y anhelan el pasar a la otra vida.

Y antes de caer mala, y al principio de la enfermedad, tenía grandísimas ansias de ir a ver aquella buena cara del Señor. Y aunque conocía que no me lo merecía, aquella fuerza que me daba de irle a ver, no me daba lugar a que lo considerase. MYMD, II, 51.

Como eso no sucede, siente tal tormento de quedarse en esta vida, que

vuelve desear pasar a la otra, y así sucesivamente, en que, cual otra Santa Teresa, “muere porque no muere”.

…aunque el natural lo siente, como el alma esta enamorada del Señor, siente después el aver quedado en esta vida, de suerte que he de menester resignarme mas en el aver quedado, que no en el averme morir. MYMD, II, 53.

La Madre Isabel de la Madre de Dios se deja llevar. Va por un camino

que no sabe cómo es, pero que nota el acompañamiento del Señor de una manera cercana y continua, más que si de una persona de compañía se tratara. Esta permanente asistencia, este caminar juntos por ese camino que solo su Majestad sabe como es, la hace sentir un fuego interior tan activo que la deja totalmente exhausta y debilitada; pero su alma goza tanto con este abrasarse por la presencia tan cercana de Dios y por su continua asistencia, que le parece que es imposible pueda gozar más, incluso en la otra vida.

...porque el Señor me lleva por un camino que solo su Magestad sabe como es. Y así digo que siento en mi Alma una asistencia del Señor tan grande, que si anduviera una persona siempre a mi lado, viendola con los ojos, no me hiciera tanta compañía. Muchas veces me siento abrasar en lo interior de mi alma con un fuego tan activo, que consume las fuerzas naturales... y me deja el natural tan sin ellas y quedar tan debilitada que solo su Magestad, como dueño, me da fuerzas para tenerme en pie...Aunque el Alma se abrasa y consume en este amor, es con tal suavidad que le parece que no hai en la otra vida mas que gozar. MYMD, II, 82-83.

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En otra ocasión, cuando da cuenta de sus experiencias habidas entre 1660 y 1662 al P. Francisco Ignacio, se refiere también a esta compañía, a esta asistencia continua del Señor:

Es muy continuo el favorecerme el Señor con su asistencia, sintiendole unas veces en mi interior, y otras acompañándome juntamente sirviendome de brazero, que a esto llega su amor. Sucedeme, no una sino muchas veces, darme en el espiritu tanta fuerza de su amor, y juntamente ansias de irle a ver, que me dexa tan sin fuerzas que solo Dios que me las quita, lo sabe. Suelo irme herida, como la Cierva sedienta, al Coro, que parece que allí se me acaba la vida, aunque nunca con más vida, porque al paso que al natural le falta, se fortalece el espíritu. MYMD, II, 33.

Esto mismo le ocurría a la Madre Mariana de San José, otra alma mística,

que vivía en un continuo acto de amor de Dios, con un sentimiento muy intenso de su presencia, según escribe Jesús Díez en su biografía17. Como luego hará Isabel, la Madre Mariana tenía su conducta y su vida sublimada, de modo que todos los actos estaban encauzados desde la intimidad con Dios.

En otro pasaje de su vida interior, siendo lega en Arenas y ejerciendo el

oficio de enfermera, a primeros de 166018, la Madre Isabel de la Madre de Dios ya había alcanzado ese tan alto grado de intimidad con Dios, que casi estamos en la plenitud mística, en el décimo grado de la oración que define San Juan de la Cruz como el de la visión beatífica del alma.

...digo que andaba en este tiempo tan absorta en Su Magestad, que me parecía no vivía en este mundo y que no avía más que gozar en el otro. Porque como la gloria consiste solo en gozar de Dios, y mi Alma poseía el sumo bien, se me ofrecía muchas veces decir lo que San Pedro dixo en el Tabor. De este modo de poseer a Dios por el tiempo que fui enfermera, sintiendo en el natural un descanso tan grande, como si me traxeran en una carroza con gran velozidad, sin hacer falta a nada, quando parecía que no podía moverme, y era por lo que el espíritu gozaba19.

17 DIEZ, J. OAR, Mariana de San José. Fundadora de las Agustinas Recoletas, Madrid

1996, p. 85. 18 En sus Manifestaciones, la M. Isabel cita que esto le ocurrió algo más de dos meses

antes que saliesemos de Arenas. Cfr. MYMD, II-23. 19 Citado en MYMD, II-24.

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Es tan grande su identificación con Dios, que se siente unida a Él, y de Él con su alma, que no existe ningún resquicio de separación entre Dios y su alma.

A otro día de la Presentación, que fue 22 de noviembre a eso de las dos de la mañana, me desperto su Magestad con unas grandes ansias de verle y de gozarse el Alma con Él. Pareceme que segun las ansias le gozaba y poseía, porque interiormente se me manifestaba tan apoderado de mi alma y mi alma de su Magestad, que no avía división alguna

Desde luego la presencia del Señor bajo las especies, es decir, bajo el

Sacramento de la comunión, va ser un acicate que espolee el grado de intimidad de Isabel con el Señor, pero no va a ser imprescindible, ni siquiera necesario, para esta comunicación interior y para que ella note esa continua presencia divina a su lado. La Madre Isabel, como todas las religiosas del momento, no era de comunión diaria. Tenía permiso de su confesor para comulgar cuando quisiera, pero ella misma nos comenta que su costumbre era un día por semana, y algunas veces los lunes y los viernes. Hoy nos llamaría la atención, pues la comunión es el acto más cercano a Dios, pero era así la costumbre.

Aunque Vª Paternidad me dejó licencia para comulgar los días que pudiese, como no puedo reconciliarme, solo me llego a Su Magestad lunes y viernes algunas veces; otras no mas de un día de devoción y esto siempre con mucha tibieza...20.

Desde luego la mayoría de las manifestaciones del Señor a la Madre

Isabel de la Madre de Dios se producen estando recogida en el Coro o en la celda. Dentro de estas circunstancias de recogimiento físico e interior, son muy frecuentes que dichas manifestaciones lo sean después de haber comulgado, pues, en efecto, la Madre Isabel siente muchísimo más impacto cuando recibe a Su Magestad, como ella le llama, siendo una relación mucho más intimista, mucho más fuerte, mucho más intensa, aunque a ella le parece que nunca está lo suficientemente preparada para recibir a ese dulcísimo licor.

3.6. El Amor de Dios

La nueva espiritualidad, basada, como ya hemos expuesto, en el recogimiento

y en la vida interior, frente al formulario repetitivo de salmos y antífonas, va

20 Carta de la Madre Isabel de la Madre de Dios al P. Francisco Ignacio. 5-9-1674 .Cfr. MYMD, II, 120. Publicada en GOMEZ JARA, J., << Epistolario de la Madre Isabel >>, en Isabel de la Madre de Dios, 1614-1687. Fundadora de los conventos de Serradilla y La Calzada. Convento de MM. Agustinas Recoletas de la Calzada de Oropesa, 2006, p. 801.

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a tener que buscar sus propios métodos basados en la práctica personal, abandonando las tres potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad y trocándolas por la tres virtudes cardinales: fe, esperanza y amor divino. El amor de Dios, ese va a ser el único atributo que va quedar, y por el cual, el alma va a dejar de ser dueña de si y aniquilada en la voluntad divina. Es la mística, cuyos dos más altos representantes los tenemos en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, cada uno va tener su método, siendo conocido el de San Juan de la Cruz con sus diez grados de amor, en que el alma empieza a enfermar de amor aborreciendo a todo lo que no es Dios, (primer grado), pasando por un ordinario sufrimiento sin fatigarse poniendo todo su cuidado en dar algún gusto a Dios y servirle por lo que se merece y de él tiene recibido (cuarto grado), para después, ya en el terreno propio de la mística, pues lo anteriores son de naturaleza ascética, atravesar la realidad de las cosas y volar a dimensiones incognoscibles de esa realidad, donde arde el alma en éxtasis contemplativo de la suprema belleza de Dios (sexto grado), hasta llegar al décimo, que ya no es de esta vida, en que el amor hace al alma asimilarse a Dios por la visión beatifica de Dios21.

Ya hemos hablado acerca de esa presencia continua de Dios en la vida de

las dos Madre Isabel, y de esa conformación de su voluntad con la del Señor, hasta plena identificación con ella. Esto no quiere decir que no pasaran por etapas de sequía y de áspero retiro del Señor, pero, pasado esto, vuelven a encontrar a Dios y a gozar de su asistencia y de sus mercedes con mayor fineza de espíritu e impregnada de un elevado fervor en el Amor de Dios, que las unirá con Él íntimamente en una alianza mística. Varias veces nos describe la Madre Isabel de la Madre de Dios esta unión mística.

Me trahe el Señor tan enamorada y unida con su Magestad, que me parece no hai otra cosa sino Dios y mi Alma... Muchas veces me hallaba tan absorta y empapada en su Magestad, que me parece no había otra cosa sino él y yo, y se me ofrecía que podía decir yo lo que dixo la Esposa: Tengole y no le soltare.

Tampoco las fuerzas del infierno prevalecerán contra esa llama de amor

viva, si bien lo que más hay que temer son las propias pasiones. Varios testimonios de alta doctrina nos deja la Madre Isabel de la Madre de Dios sobre estos conceptos, que más parecen conclusiones de doctos teólogos que de una iletrada lega.

21 CRUZ, San Juan de la, OCD, << Noche Oscura del Alma >>, en Vida y Obras

Completas. BAC, Madrid 1964.

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Ofreceseme muchas veces que todo el infierno no es bastante para apartarnos del Amor de este Señor, y los son nuestras pasiones, quando no las detiene la rienda de la consideración, para echarnos en lo mas profundo del infierno.

Estos impulsos de amor, esta viva llama de amor, lo que la Madre Isabel

llama “esta apretura de amor”, van a producir en ella dos situaciones anímicas muy diferentes. Una, que es totalmente interior e intimista, en la que se manifiesta un deseo inevitable de desear la muerte mística en Dios, y otra, de carácter más humano, es la abstracción de las cosas del mundo, de las cosas materiales. Ambas son las características principales de la devotio moderna que hemos expuesto al principio.

A propósito de la primera, un día en que sintió mas que otros este fervor

de su espíritu, dice de esta suerte: ...estaba tan encendida y enamorada de el Señor que parecía salir de mí, sintiendo en mi interior que me apretaba tanto, que si aquella apretura de amor durara algun tiempo, fuera bastante para quitarme la vida con más facilidad que los tormentos de los enemigos. Ofrecioseme aquellas palabras: Que el Amor es mas fuerte que la Muerte y pareciendome que no hai espada que pueda quitar la vida con tanta velocidad como este Amor.

O esta otra frase que resume cómo el Amor de Dios aficiona al alma al

supremo sacrificio y sufrimiento porque todo se le hace poco para servir al Señor. Dabanme grandes impulsos y ansias de derramar mi sangre por mi esposo en muestras del mucho amor que le debo. Que es tanto lo que este conocimiento aficiona al Alma que todo se le hace poco por quien primero dio su inestimable vida por ella.

Otra vez refiere que estando padeciendo mucho con unas fiebres cuartanas,

se la manifestó el Señor con la Cruz a Cuestas, produciéndola una inflamación de amor tan encendido que no hacía falta ninguna enfermedad para morir.

...lo que me ocasionó tanta ternura interiormente que estuve tan llevada de amor, y llegó a estar mi corazón tan encendido en el amor de este Señor que si durara mucho, me parece no era menester otra enfermedad para morir. MYMD, III, 58.

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Esta apretura de amor que ellas sienten en su alma, la va a llevar estar, al menos en ocasiones, por encima de las cosas materiales. Es el producto de la transformación en el Señor, del aniquilamiento de sí misma, en que, si bien el cuerpo está en la tierra, el espíritu no desciende a ella, sino que se mantiene en los estratos sobrenaturales.

Sucediome una vez aver salido de la hora de la oracion, y no acordandome que avía de cenar, fui a la celda y vajé la labor, y me senté a hacerla, pareciéndome era hora de recreación. Viéndome una Religiosa me dixo ¿cómo no había ido a cenar? Yo la respondí que ya avía cenado. Ella repitió que no, y por las razones que me dixo vine a conocer que decía verdad. Y haciendo mucha gracia de esto la Religiosa, decía que, pues me olvidaba de comer, no podía llegar a mas mi falta de memoria. Y aunque conocí lo decía con disimulación, yendome con lo que decía la dixe, que de allí conocería a lo que podía llegar mi bobería.

Son muchas las ocasiones que nos describe la propia Madre Isabel estas

situaciones de distracción en las cosas materiales, sintiendo vergüenza y mortificación por ello. Andaba tan en Dios que no reparaba lo que hacía.

Muchas veces me ha sucedido estando en el Refectorio no ver algunas cosas que me ponían delante, y aviendolo dexado en el plato, iba despues a la Provisora y la pedía la tal cosa, y diciendome que por qué se la avía enviado? La decía que no lo avía visto, quedándome con esto muy corrida.

Reconoce ella misma que es imposible ocultar permanentemente estas

inflamaciones del Amor de Dios y evitar que las efervescencias se manifiesten exteriormente. A pesar de los intentos y esfuerzos que ellas hacen para evitar que transciendan estas vivencias a las demás Religiosas, no van a poder evitar que las llamas de este Amor se exterioricen, como las de un horno salen por la boca a pesar de los esfuerzos de la hornera.

Y aunque yo disimulaba cuanto podía, es imposible, quando así está el Alma, dexar de participarlo al cuerpo. Y ofréceseme que el estar de esta suerte es como quando un Horno está encendido, que aunque la persona que cuida de él procura que la llama no salga fuera, suele rebosar por la boca. Y así yo, aunque más quería cuidar de que no saliera al exterior, no podía con la gran fuerza de amor. MYMD, III, 58.

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3.7. La sequedad de espíritu

Hemos visto cuan agasajadas de Dios son esta dos monjas y las mercedes que reciben del Señor. Pero no siempre es así. Los santos tienen sus épocas de desamparo aparente de Dios, como si el Señor se les retirara de su vida. Es lo que ellos mismos denominan sequedad del espíritu. Donde antes manaba y fluía exuberantemente la presencia de Dios y se sentía su proximidad y su compañía, ahora no hay más que sequía, soledad y desamparo. Ahora por más que intentan rezar y orar no hay esa comunicación con Dios, no reciben noticias del Señor. Están solos y desamparados. Esta sensación solo la pueden sentir los que están llenos del Amor de Dios, los que han alcanzado la vida contemplativa. Es un mundo de tinieblas, de soledad. Es la noche oscura del alma, en la que ésta sale a buscar a su amado, pero éste se ha ido. San Juan de la Cruz nos ha dejado poemas y escritos maravillosos sobre su experiencia personal de esta Noche Oscura, de la segunda Noche Oscura, la de los muy avezados en la contemplación, la cual es mas oscura y tenebrosa y terrible purgación22. La propia Santa Teresa de Jesús nos cuenta sus largas penalidades que pasó por las grandes sequedades, en la cuales no podía ni siquiera iniciar a tener oración.23 Pero también nuestra Madre Isabel de la Madre de Dios, que, como hemos visto, ha alcanzado las más altas cotas de la virtud, y su unión con Dios es no solo permanente, sino plena de Caridad y de ardorosa Llama Viva de Amor, nos ha legado hermosos y encendidos testimonios sobre esta soledad del Alma en medio de las tinieblas, sobre esta ausencia del Amado: Ausente estáis, Dueño mío, Al parecer de mi Alma, Pues la dexais en tinieblas, Que no sabe cómo pasa.

Pero este dolor y amargura que sienten no es por no recibir la ayuda

directa de Dios en los momentos difíciles. No se trata de ser acomodados a que cuando tienen dificultades o tentaciones recurran a Dios e inmediatamente encuentran la solución por la intervención divina. Lo que a ellos les asalta es la terrible duda de si este abandono es por culpa suya, por alguna ofensa o deslealtad. Porque el retiro de Dios y la sequedad del espíritu no es momentáneo o efímero, sino que puede durar una temporada más o menos larga en el tiempo, pero que a ellos se les hace una eternidad.

Esto lo pasó también la Madre Isabel de la Madre de Dios, la cual, como

todos los elegidos, sale brillante y airosa del lance, demostrando siempre su fidelidad y constancia.

22 CRUZ, San Juan de la. OCD, << Subida al Monte Carmelo, I >>, y << Noche Activa

del Sentido. I-3 >>, en Vida y Obras completas. BAC, Madrid 1964. 23 JESÚS, Santa Teresa de. OCD. << Libro de la Vida >>, IV- 9. En Santa Teresa de

Jesús, Vida y Obras completas. BAC, Madrid 2003.

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...Más dexó el Señor en tanta obscuridad mi Alma que parece se avía hecho del retirado, si bien como nunca falta a el que está en tribulación por su amor, daba algunas noticias a mi Alma en medio de estas tinieblas... solo sentía este temor de si avía ofendido al Señor en estas tentaciones que el enemigo me ofrecía tan al vivo.

El sufrimiento por el retiro del Señor y la soledad del Alma se manifiesta

en nuestra Madre Isabel de muchas maneras, sobre todo en la tristeza y vacío interior. Ello le va a producir grandes desconsuelos, falta de fervor y sequedades, pero lo que más le va a atormentar es la preocupación de si es ella la causa de este abandono, que la llevará a estar muchas noches sin dormir. Pero ella va luchar y a tratar de superar ese estado de ánimo. Ella va buscar a su amado con una receta que copia de lo que el Señor ejercitó durante toda su vida: humildad y padecimiento.

Todo el tiempo de esta sequedad, que fue mucho, pasaba la mayor parte de las noches sin poder dormir por esta soledad que mi Alma sentía con la ausencia de mi amado. Y andando en mi interior con grandísima zozobra de averle perdido, discurriendo donde le hallaría, ofreciéndoseme siempre que en el padecer y humildad, que fue lo que Su Magestad tanto egercitó, me ponía a hacer qualquiera cosa con gran gusto, deseando muy de veras que se me ofreciesen ocasiones de satisfacer mis ansias. MIMD, III, 43-51.

La Madre Isabel de Jesús también va a sufrir su propia andadura por “esa

oscura niebla” que es perder la devoción sensible, sin saber qué hacer, hasta que, sin saber cómo, se reencuentra con Dios.

… me cargaron muchos trabajos, y no fue menor una oscura niebla. Perdióseme la devoción sensible y quitaronme el arrimo de la Santísima Pasión del Señor por un año y tres meses, andaba en una oscurísima niebla, sin saber que me hacer, porque era tan espesa la niebla que no me parecía que había de salir de ella. Y cuando Dios fue servido me hallé mirando al Señor en sí mismo, con una simple vista, sin vía de forma, ni de consideración, más un levantamiento del espíritu altísimo y halléme con Dios. MYJ, 257

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IV. BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA SELECCIONADA - ATIENZA LÓPEZ, Á., Tiempo de Conventos, Marcial Pons, Madrid

2008. - AYAPE, Fray E. OAR, Historia de dos monjas místicas del siglo XVII.

Ediciones Augustinus, Madrid 1989. - CARO BAROJA, J., Las formas complejas de la Vida religiosa. Madrid

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JESÚS GÓMEZ JARA

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1. Isabel de Jesús. Grabado. Anónimo. Madrid. 1672. Biblioteca Nacional.

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2. Isabel de la Madre de Dios. Oleo sobre lienzo. Anónimo. Escuela Madrileña.

c.1690. Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa.

JESÚS GÓMEZ JARA

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3. Inés del Santísimo Sacramento. Secretaria escribiente de Isabel de Jesús y de Isabel de la M. de Dios en Arenas. Detalle de Apoteosis de la M. Isabel de Jesús. Anónimo. Escuela Madrileña. C. 1690. Convento MM. Agustinas

Recoletas de Serradilla.

4. Convento de San Juan Bautista. Agustinas Recoletas. Arenas. Foto de 1918.